En las llanuras orientales de Bolivia tuvo lugar uno de los más
profundos y significativos experimentos sociales del tiempo de la
colonia, en el que se quisieron materializar todas las ideas utópicas de los filósofos del Renacimiento.
En esta zona los jesuitas levantaron diez reducciones, diez
agrupamientos de indígenas para evangelizarlos. Éstos, ante la alternativa de ser tratados como esclavos por los encomenderos, aceptaron de buena gana participar. En 1691 se construyó la misión de San Xavier, a la que seguirían otras nueve. Las seis que se conservan en la actualidad (Concepción, San Miguel, San Rafael, Santa Ana y San José de Chiquitos, además de la de San Xavier) están consideradas por la Unesco Patrimonio Mundial. Desde 1691 hasta su expulsión en 1767, los jesuitas no sólo enseñaron el Evangelio, también arquitectura, agricultura, ganadería, etc. Y sobre todo música y canto.
Fotografía: luiscor
Esta herencia musical se ha mantenido, a lo largo de los siglos, y renace
sobre todo con la creación de orquestas en los diferentes pueblos y con la organización del Festival de Música Renacentista y Barroca Americana. Aunque la mayoría de las misiones responden a un esquema similar, cada una tiene sus características. Santa Ana, la más pequeña, es la que mejor transmite la sensación de obra arquitectónica artesanal e irrepetible. San Miguel y San Rafael sorprenden por sus columnas de madera de una sola pieza; San Javier, por su revoque exterior e interior en blanco; Concepción por su decoración. San José es la única con la fachada de todos los edificios de la misión en piedra.