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¿Cómo podemos incentivar la memoria de

nuestros alumnos?
Por lo que al cerebro se refiere, nos centraremos en tres
regiones:

 Cerebelo: es la parte encargada del equilibrio y de la


coordinación motriz, es decir, es la zona encargada
de ejecutar todas las actividades voluntarias e
involuntarias del cuerpo humano.
 Corteza prefrontal: es la parte que se ocupa de
mantener nuestro cuerpo en alerta y regular el
comportamiento y la impulsividad. Además regula la
inhibición y discierne entre juicios relacionados con el
bien y el mal.
 Corteza límbica: es la parte encargada de la
memoria, la atención y las emociones.
Junto con estas tres zonas, en el desarrollo del cerebro de
un adolescente podemos identificar dos etapas:

 “Florecimiento” -en inglés blossoming– que


comprende edades entre 11-14 años y se centra en
cinco aspectos: lo moral, lo social, lo cognitivo, lo
personal y lo emocional. Al respecto, os recomiendo
un interesante artículo de la pedagoga Aránzazu
Ibáñez titulado Un modelo de desarrollo positivo
adolescente basado en la competencia.
 ” Poda” -en inglés pruning– que comprende edades
entre 14-25 años. Se trata de un proceso en el que
unas neuronas permanecen y otras son eliminadas.

Durante estas etapas se producen cambios significativos


en nuestros alumnos que debemos conocer y entender,
porque se relacionan directamente con la atención y, por
ende, con la memoria.

Es por ello que en este artículo me gustaría referirme a


unas pautas de actuación que creo que pueden beneficiar
a que nuestros alumnos fortalezcan o consoliden su
memoria:

1. Rutina. Es fundamental que los docentes seamos


capaces de establecer una rutina en nuestra forma de
enseñar en el aula. En ocasiones podemos pensar
que la rutina es sinónimo de aburrimiento, y creo que
no es así. A través de la rutina y la repetición es como
nuestros alumnos interiorizarán mecanismos que
harán más fácil su proceso enseñanza-aprendizaje.
Creo personalmente que la rutina es un gran aliado
de la memoria.
2. Orden. Otro aspecto muy a tener en cuenta es la
importancia del orden. Creo que en una clase es muy
significativo ver cómo los alumnos gestionan su
propio espacio. Es importante, al respecto, estar muy
atento al orden de nuestros alumnos, porque nos
puede dar muchas pistas acerca de su forma de ser y
de actuar. Con ello no quiero decir que un alumno
desordenado sea peor alumno, pero sin duda el orden
es un factor que puede mejorar la atención y la
concentración, aspectos íntimamente ligados con la
memoria.
3. Sueño. Aunque pueda parecer una obviedad, las
horas de sueño influyen directamente en la memoria
de un adolescente. Cada vez hay más alumnos que
reducen sus horas de sueño, que debería situarse
entre las nueve o nueve horas y media diarias. En
muchas ocasiones los docentes observamos cómo
afecta la falta de sueño a la memoria y a la capacidad
de atención y concentración de nuestros alumnos. En
este sentido creo que es importante establecer una
comunicación fluida con las familias para que sean
ellas las que nos ayuden a que nuestros alumnos
duerman las horas pertinentes. En este sentido os
recomiendo la lectura del artículo titulado Actividad
de tutoría. El horario personal. En este artículo explico
cómo podemos detectar y gestionar el horario de
nuestros alumnos.
4. Emoción. Creo que es innegable la relación que
existe entre las emociones y la memoria. A veces
tendemos a pensar que las emociones sólo guardan
relación con nuestro comportamiento y creo que no
es así. Un recuerdo asociado a una información
cargada emocionalmente permanece grabado en el
cerebro. Seguramente todos estaréis de acuerdo en
afirmar que recordamos con mayor facilidad aquellos
datos y experiencias que contienen una carga
emocional y afectiva. En otros artículos ya me he
referido a la distinción entre explicar y enseñar. Pues
bien, cuando un docente enseña, en ese
procedimiento hay una carga emocional mucho
mayor que cuando explicamos. Es por ello que si nos
esforzamos a enseñar a partir de una correcta carga
emocional, nuestros alumnos tendrán más
posibilidades de asimilar aquello que les transmitimos.
Para mí no hay educación sin emoción y la emoción
es aprendizaje.
5. Empatía y simpatía. Muy ligado a la emoción están
los términos empatía y simpatía. Mientras que la
simpatía es un proceso básicamente emocional, la
empatía va mucho más allá, ya que implica la
capacidad de ponerse en la piel del otro. Es por ello
que debemos potenciar por encima de todo la
empatía sobre la simpatía. Porque para la empatía se
necesita aprendizaje, mientras que para la simpatía
no, al ser mucho más espontánea. Potenciando la
empatía, fomentamos la inteligencia emocional y
además la atención. Sobre la empatía recomiendo el
artículo titulado 5 consejos para aumentar la empatía
con tus alumnos.
6. Refuerzo positivo incondicional. Ya me he
referido en otros artículos a esta expresión. Se basa,
principalmente, en premiar de forma activa la
participación y el interés del alumno en el aula. Este
tipo de refuerzo tiene un valor realmente
extraordinario para el alumno, ya que lo valora muy
positivamente. Al hacerle un reconocimiento público,
incidimos en sus emociones y aumentamos su
motivación. Y a mayor emoción y motivación, mayor
fijación de la memoria. Además, el refuerzo positivo
incondicional fomenta la autoestima y hace que los
alumnos ganen en seguridad.
7. Anécdota. Para fomentar y trabajar la memoria acerca de los conocimientos que
nuestros alumnos van adquiriendo en las sesiones lectivas, recomiendo el uso de la
anécdota como un elemento muy válido para la fijación en la memoria de lo que les
enseñamos a nuestros alumnos. Me parece que es muy interesante el enseñar a
partir de analogías, es decir, cómo a través de una anécdota podré recordar con
mayor facilidad aquello que mi profesor me ha enseñado. Además, la anécdota hace
que el alumno aumente significativamente el grado de atención. Siempre que el
tema me lo permite, me gusta empezar con una anécdota para enseñar
posteriormente los conceptos relacionados de forma directa o indirecta con dicha
anécdota.

Quisiera acabar este artículo a propósito de una cita que


guarda una íntima relación con el concepto que nos ha
ocupado en esta entrada: la memoria. Se trata de una
cita del filósofo Séneca y reza así:

La buena memoria es el principio de la sabiduría

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