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CAMPOS DE CONOCIMIENTOS

Un campo de conocimiento es-dice Mario Bunge- un sector de la actividad humana dirigido a


obtener, difundir o utilizar conocimientos de alguna clase.

Siguiendo la terminología de Mario Bunge para distinguir los campos de conocimientos,


llamaremos a) ‘campos de creencias’ a los saberes que algunos autores denominan ‘vulgares’
y otros, simplemente, ‘opinión’; y b) ‘campos de investigación’ a los conocimientos sistemáticos
que se producen mediante la aplicación de métodos y buscando objetividad, que se someten a
crítica y, por ende, cambian mucho más frecuentemente.

Son campos de creencias las religiones, las ideologías, las seudociencias y las
seudotecnologías, como también la técnica (precientífica).

En cambio, son conocimientos que se producen como resultado de la investigación las


humanidades, las ciencias y las tecnologías.

Siempre que hay investigación, la actividad está orientada a la formulación y solución de


problemas, sean éstos teóricos o prácticos, al descubrimiento de ideas y de hechos, a la
invención de hipótesis, teorías, métodos o artefactos.

CAMPOS DE INVESTIGACIÓN

CIENCIAS

Ciencias fácticas y ciencias formales

Se dividen en ciencias fácticas y ciencias formales, según cuáles sean sus objetos de
investigación, sus métodos y su lenguaje. Son formales las ciencias cuyos objetos de
investigación son conceptuales o ideales, esto es, objetos atemporales e inespaciales,
abordables sólo por métodos lógico-deductivos. La Lógica, la Semántica y la Matemática son
ciencias formales. Son fácticas aquellas ciencias cuyos objetos de estudio son hechos,
fenómenos, acontecimientos, es decir, objetos que se denominan ‘reales’ por ser temporales.
Así, tanto quienes trabajan en ciencias que tienen por objeto la naturaleza como quienes que se
dedican a la investigación de hechos sociales desarrollan líneas de investigación en ciencias
fácticas. Ejemplos de ciencias fácticas naturales son la Física, la Química y la Biología; ejemplos
de ciencias fácticas sociales, la Sociología y la Economía.

Una ciencia fáctica es posible sólo si convergen las siguientes condiciones: una comunidad de
investigadores, una sociedad que apoya la labor de investigación de esa comunidad, una
problemática cognoscitiva referente a la naturaleza de sus objetos de estudio, que son objetos
reales acerca de los cuales esa comunidad investiga y formula teorías; una filosofía realista
crítica que da base a la investigación, la aspiración a la libre búsqueda de la verdad, un conjunto
de teorías y métodos formales ( lógicos y matemáticos) al día; un fondo acumulado de
conocimientos obtenidos anteriormente y razonablemente verdaderos o eficaces; una colección
de datos, métodos e hipótesis confiables y al día producidos en otros campos de investigación;
el objetivo de descubrir leyes , sistematizar teorías y refinar métodos; un conjunto de métodos
comprobables y criticables.

Cuando esas condiciones no son completamente satisfechas, nos encontramos frente a un


campo de conocimiento no científico. Pero podría tratarse igualmente de un campo de
investigación, es decir, de un conocimiento serio y respetable, metódico y fundamentado, como
lo son, por ejemplo, la crítica literaria y la historia del arte. Otras veces ocurre que un campo de
conocimiento satisface esas condiciones pero sólo parcialmente, por lo cual podría ser
considerado una semiciencia; y ello podría deberse a que se trata de un campo de investigación
nuevo, en formación: una ciencia emergente. En cambio, aquellos campos de conocimientos
que no cumplen esos requisitos y, sin embargo, se presentan como si lo hicieran, son
seudociencias.

Como queda dicho, los objetivos de la investigación científica son cognoscitivos: consisten en el
descubrimiento de leyes, sean éstas naturales o sociales, en la formulación de teorías y en el
perfeccionamiento de los métodos.

A grandes rasgos, el método en las ciencias fácticas comienza por la determinación y formulación
de un problema teórico o cognoscitivo y continúa con la propuesta de hipótesis, su contrastación
y la consecuente aceptación, corrección o refutación de esa hipótesis, y la posible reformulación
del problema.

El proceso de investigación va constituyendo campos de investigación científica nuevos. Hoy hay


casi dos mil ciencias, muchas de las cuales se integran entre sí formando vastos sistemas de
conocimientos. Por ejemplo, las ciencias de la vida.

Ciencias básicas y ciencias aplicadas

Las ciencias pueden ser básicas (o puras) o aplicadas. La investigación en ciencias básicas está
determinada por la necesidad de resolver problemas estrictamente cognoscitivos, por lo que sus
soluciones (leyes, teorías) hacen avanzar el conocimiento. En cambio, si bien la investigación
aplicada también apunta al logro de conocimientos, éstos han de servir al objetivo central de
permitir al profesional o técnico diseñar procedimientos o artefactos que resuelvan problemas no
sólo cognoscitivos sino, sobre todo, prácticos.

Son ejemplos de ciencias básicas: biología, sociología, física nuclear; y son aplicadas (y basadas
en aquellas respectivamente): botánica de especies de posible utilidad, sociología del desarrollo,
estudios de fusión y fisión. Si un físico estudia las interacciones entre la luz y los electrones
porque se propone enriquecer el conocimiento humano de las interacciones entre la luz y la
materia, entonces hace física básica. Si, en cambio, estudia la actividad fotoeléctrica de ciertas
sustancias con el fin de comprender cómo funcionan las células fotoeléctricas porque ello le
permitirá fabricar dispositivos fotoeléctricos más eficaces, entonces hace física aplicada.
Las ciencias formales presentan caracteres muy diferentes de los de las fácticas La Matemática
aplica el método axiomático, que consiste en partir de axiomas ( término que hoy alude a fórmulas
convencionales vacías de significado empírico ) y poner en evidencia todas las consecuencias
lógicas que esos axiomas implican (teoremas).

TECNOLOGÍAS

Se llama ‘tecnología’ todo campo de investigación que emplea conocimientos científicos con el
objetivo de controlar cosas o procesos naturales o sociales, diseñando para ello operaciones,
procesos o artefactos y planeando su realización y mantenimiento.

Una investigación tecnológica se desarrolla con el fin de resolver un problema práctico, esto es,
un problema consistente en la necesidad de controlar, modificar, dominar algún aspecto del
mundo real. Es por ello que toda tecnología ha de basarse en las ciencias, toda vez que es
imposible controlar una realidad cuya naturaleza o comportamiento se desconoce.

El método tecnológico pasa, en cada caso, por la determinación de un problema práctico, un


diseño, un prototipo, la prueba y la corrección del diseño o la reformulación del problema. Los
objetivos de los investigadores son la invención de nuevos artefactos, el descubrimiento de
nuevas maneras de usar artefactos viejos o la adaptación de éstos, siempre con el objetivo de
controlar algún aspecto de la realidad. Por eso el diseño de artefactos, esto es, de objetos o
procesos artificiales que permitan resolver el problema práctico de que se trate, constituye un
aspecto central de la investigación tecnológica.

Al igual que las ciencias, las tecnologías reúnen requisitos estrictos sin los cuales no es posible
considerar tecnológico un campo de conocimientos. Ellos son: una comunidad de investigadores
especialmente entrenados que comparten una tradición de diseño, ensayo y evaluación de
artefactos y planes de acción; una sociedad que fomenta su trabajo; una concepción filosófica
general que es realista y pragmática; una colección de teorías y métodos lógicos y matemáticos
que se emplean como herramientas en sus investigaciones; un conjunto de datos, métodos y
teorías al día y bien confirmados provenientes de otras ciencias y tecnologías; un conjunto de
hipótesis, diseños y métodos que provienen de investigaciones eficaces realizadas en el propio
campo en épocas anteriores; y otras tecnologías cercanas que, como ella, van cambiando como
resultado de las investigaciones y desarrollos que se producen.

Así, son ejemplos de tecnologías la agronomía, la medicina (biotecnologías) y las llamadas


‘ciencias de la administración’ y ‘de la educación’ (sociotecnologías).

Como se ha señalado en el caso de las ciencias, puede ocurrir que un campo de investigación
cumpla algunos de los requisitos enumerados y sea, por ende, una tecnología emergente, en
formación. Pero si un campo de conocimiento no tiene base científica y no aplica el método
tecnológico y, no obstante ello, se ‘vende’ como tecnológico, constituye un fraude y corresponde
llamarlo ‘seudotecnología’.
HUMANIDADES

Son campos de investigación que comparten algunos caracteres con las ciencias, pero
mantienen ciertos rasgos que las diferencian de ellas. Por ejemplo, las teorías filosóficas son
resultados de procesos de investigación rigurosos y se someten a crítica, revisión y
reformulación, pero mantienen notorias diferencias con las ciencias en los métodos que aplican,
que suelen variar de filósofo en filósofo o, al menos, entre las diversas escuelas. Asimismo, un
rasgo propio de la producción filosófica es que las teorías contemporáneas no anulan la atinencia
o la vigencia de las antiguas, porque no necesariamente ocurre una superación de las primeras
por las que les siguen.

Todas las disciplinas filosóficas son humanísticas: Ontología, Metafísica, Gnoseología,


Epistemología, Metodología de las ciencias, Antropología filosófica, Ética, Estética, Filosofía de
la ciencia, Filosofía de la historia, Filosofía de las religiones, Filosofía del lenguaje, Filosofía del
derecho, Filosofía política.

También se incluyen en este campo de investigación la crítica literaria, la crítica de la cultura y,


en opinión de algunos epistemólogos, también la Historia, en la medida en que, dado que no
formula leyes, no cumple uno de los requisitos de la investigación científica.

CAMPOS DE CREENCIA O SABER VULGAR

Se denomina así a los conocimientos que se elaboran y aceptan sin pretensión de objetividad,
sin la aplicación de métodos específicos que se vayan refinando y perfeccionando; que no
constituyen sistemas organizados de proposiciones y no se someten regularmente a crítica, por
lo que no cambian sino muy raramente.

Son creencias todos nuestros conocimientos de sentido común y nuestras opiniones pero
también los dogmas religiosos, las ideologías, las seudociencias y las seudotecnologías que se
aceptan sin las pruebas necesarias (porque no las hay). Asimismo, la técnica precientífica es un
campo de creencias, en la medida en que no se apoya en la ciencia y no surge de procesos de
investigación.

No es la verdad lo que distingue un campo de creencias de un campo de investigación, porque


la verdad es una meta ideal reguladora de la actividad productora de conocimiento y nunca
existe la certeza de haberla logrado totalmente, aun con la labor esforzada y rigurosa de las
comunidades científicas. Un conocimiento asumido como creencia puede ser verdadero pero
sigue perteneciendo al campo de las creencias en la medida en que esté teñido de subjetividad,
no se contraste, no se critique con la decisión de corregirlo para adecuarlo mejor a los hechos, o
no se advierte su incompatibilidad con otros conocimientos igualmente aceptados. Por lo mismo,
no es la verdad lo caracteriza a las teorías científicas, que no dejan de ser científicas cuando se
advierten fallidas y deben ser reformuladas, sino la firme intención de la comunidad científica
de lograr la mejor aproximación a la verdad que sea posible, para lo cual la revisión crítica de
métodos y teorías es permanente.
Ideologías

Es frecuente el uso ingenuo de la palabra ‘ideología’, a la que vulgarmente se asigna un


significado neutro, ajeno al que le otorgan numerosas y ricas investigaciones filosóficas y
sociales destinadas a analizar el condicionamiento del conocimiento por factores sociales, sean
éstos económicos, históricos, políticos.

En efecto, el concepto de ‘ideología’ tiene una larga y compleja tradición en los estudios sociales.
Desde los orígenes de los estudios sociales acerca de la ideología se denominó de esta manera,
con un sentido crítico, la comprensión sesgada de los hechos, la falta de objetividad, la conciencia
cegada por prejuicios, la contaminación del pensamiento por factores no teóricos sino
emocionales. Así, llamar ‘ideológica’ una manera de pensar comporta una acusación: un pensar
ideológico es un modo de entender equivocado, distorsionado, teñido por intereses, preferencias,
conveniencias que impiden ver las cosas tales como son, un pensamiento parcial, no neutral,
perturbado por la intromisión de elementos subjetivos, de índole emocional, que no tiene como
principal finalidad conocer la verdad sino orientar la acción según intereses sectoriales.

Marx consideraba ideológico todo pensamiento incapaz de comprender la trabazón entre él


mismo y las fuerzas sociales. Esto es, entendía que la teoría no es algo separado de la acción
social, por lo cual las condiciones propias de ésta determinan la conciencia. Así, aunque el
pensamiento no lo advierta, está ligado a la praxis imperante y la expresa. La conciencia
ideológica encubre aspectos de la realidad social y sirve a los efectos de preservar intereses
dominantes.

Así, si bien una ideología es engañosa, no constituye exactamente una mentira, en la medida
en que quien miente puede comprender adecuadamente los hechos mientras formula un discurso
con la intención de confundir y engañar. El idéologo, en tanto, suele estar persuadido de lo que
pregona como verdad y consigue así cohesionar en torno a su ideología un nutrido conjunto de
creyentes que siempre encuentran en otro conjunto social su necesario grupo enfrentado:
siempre hay un ‘nosotros’ y un ‘los otros’ cuando el fenómeno ideológico está presente.

Esa acepción crítica del término ‘ideología’ se fue acentuando y se constituyó una teoría de la
ideología que asumió diversos matices según los distintos autores. Algunos identifican como
ideológico todo pensamiento sesgado, parcial, falto de objetividad, lo que indica que consideran
posible un pensar objetivo. Otros llevan al extremo la aceptación de que las condiciones sociales
influyen necesariamente en la conciencia y afirman que, como todo individuo está inmerso en
alguna determinada sociedad, todo pensamiento es ideológico.

Desde una teoría de la ideología se llega así al reconocimiento de que todo conocimiento está
socialmente condicionado. Ya no podría emplearse el término como una acusación que siempre
rotula al otro, porque no habría neutralidad u objetividad posibles.

La problemática de la ideología ha sido investigada muy profundamente por excelentes teóricos


que difieren entre sí en la consideración del fenómeno ideológico. Así, algunos oponen
completamente ‘ideología’ y ‘ciencia’, mientras otros admiten la posibilidad de que algunas
ideologías alcancen carácter científico, en particular, las sociopolíticas. Algunos autores (Bunge,
por ejemplo) distinguen ideologías globales, como el marxismo; ideologías sociopolíticas, como
el liberalismo, el fascismo o el socialismo; e ideologías religiosas, como las de ciertas sectas. Y
otros, como Teun van Dijk, entienden que movimientos como el feminismo y el ecologismo, que
constituyen aportes de indiscutible valor, exhiben rasgos propios de las ideologías, con lo cual
libera bastante al concepto de su tan fuerte matiz peyorativo.

Seudociencias y seudotecnologías

Anuncios mentirosos acerca de datos favorables a una teoría; engaño acerca de las conclusiones
que se infieren de una hipótesis; mentiras acerca de las bondades de un artefacto que se
pretende comercializar; producción a gran escala de resultados científicos o tecnológicos de poco
valor, nula utilidad y escasa novedad; presentación de ítems no científicos o no tecnológicos
como si fueran genuinos y auténticos resultados de la investigación, son todas formas frecuentes
de falsificar ciencias o tecnologías.

Ejemplos de seudociencias: biología creacionista, cosmología creacionista, parapsicología.

Ejemplos de seudotecnologías: monetarismo ( que a veces logra contener la inflación pero


aumenta la desocupación y promueve la quiebra de las empresas medianas y pequeñas),
homeopatía.

Rasgos que distinguen las seudociencias de las ciencias y las seudotecnologías de las
tecnologías: no son producidas por investigadores sino por creyentes; la sociedad que las apoya
lo hace por conveniencias prácticas: interés ideológico o económico; hacen referencia a entes
imaginarios a los que adjudican realidad (influencias astrales, voluntad nacional, fantasmas); no
contienen leyes y sus hipótesis no son contrastables; no se apoyan en una confiable tradición de
conocimientos bien confirmados; sus métodos no son comprobables ni justificables, no hacen
experimentos, no recurren a un fondo formal ( teorías y métodos lógicos y matemáticos),
permanecen invariables ( sólo cambian, y esto muy raramente, como consecuencia de presiones
exteriores).

Las falsificaciones (seudociencias y seudotecnologías) no deben ser confundidas con los


resultados errados de investigaciones bien conducidas. Es normal el error, y éste se admite y se
corrige cuando la intención que guía la producción teórica o el diseño es el hallazgo de la verdad
y la obtención de soluciones genuinas. Las ciencias y las tecnologías son conocimientos abiertos,
esto es, sometidos permanentemente a crítica y, en consecuencia, corregibles. En cambio, las
seudociencias y las seudotecnologías se establecen al modo de las supersticiones en las que se
cree. Ellas se difunden mediante propaganda porque son buen negocio para sus promotores y
son productos dañinos porque inducen al engaño y crean confusión, contaminando la cultura.

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