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Son campos de creencias las religiones, las ideologías, las seudociencias y las
seudotecnologías, como también la técnica (precientífica).
CAMPOS DE INVESTIGACIÓN
CIENCIAS
Se dividen en ciencias fácticas y ciencias formales, según cuáles sean sus objetos de
investigación, sus métodos y su lenguaje. Son formales las ciencias cuyos objetos de
investigación son conceptuales o ideales, esto es, objetos atemporales e inespaciales,
abordables sólo por métodos lógico-deductivos. La Lógica, la Semántica y la Matemática son
ciencias formales. Son fácticas aquellas ciencias cuyos objetos de estudio son hechos,
fenómenos, acontecimientos, es decir, objetos que se denominan ‘reales’ por ser temporales.
Así, tanto quienes trabajan en ciencias que tienen por objeto la naturaleza como quienes que se
dedican a la investigación de hechos sociales desarrollan líneas de investigación en ciencias
fácticas. Ejemplos de ciencias fácticas naturales son la Física, la Química y la Biología; ejemplos
de ciencias fácticas sociales, la Sociología y la Economía.
Una ciencia fáctica es posible sólo si convergen las siguientes condiciones: una comunidad de
investigadores, una sociedad que apoya la labor de investigación de esa comunidad, una
problemática cognoscitiva referente a la naturaleza de sus objetos de estudio, que son objetos
reales acerca de los cuales esa comunidad investiga y formula teorías; una filosofía realista
crítica que da base a la investigación, la aspiración a la libre búsqueda de la verdad, un conjunto
de teorías y métodos formales ( lógicos y matemáticos) al día; un fondo acumulado de
conocimientos obtenidos anteriormente y razonablemente verdaderos o eficaces; una colección
de datos, métodos e hipótesis confiables y al día producidos en otros campos de investigación;
el objetivo de descubrir leyes , sistematizar teorías y refinar métodos; un conjunto de métodos
comprobables y criticables.
Como queda dicho, los objetivos de la investigación científica son cognoscitivos: consisten en el
descubrimiento de leyes, sean éstas naturales o sociales, en la formulación de teorías y en el
perfeccionamiento de los métodos.
A grandes rasgos, el método en las ciencias fácticas comienza por la determinación y formulación
de un problema teórico o cognoscitivo y continúa con la propuesta de hipótesis, su contrastación
y la consecuente aceptación, corrección o refutación de esa hipótesis, y la posible reformulación
del problema.
Las ciencias pueden ser básicas (o puras) o aplicadas. La investigación en ciencias básicas está
determinada por la necesidad de resolver problemas estrictamente cognoscitivos, por lo que sus
soluciones (leyes, teorías) hacen avanzar el conocimiento. En cambio, si bien la investigación
aplicada también apunta al logro de conocimientos, éstos han de servir al objetivo central de
permitir al profesional o técnico diseñar procedimientos o artefactos que resuelvan problemas no
sólo cognoscitivos sino, sobre todo, prácticos.
Son ejemplos de ciencias básicas: biología, sociología, física nuclear; y son aplicadas (y basadas
en aquellas respectivamente): botánica de especies de posible utilidad, sociología del desarrollo,
estudios de fusión y fisión. Si un físico estudia las interacciones entre la luz y los electrones
porque se propone enriquecer el conocimiento humano de las interacciones entre la luz y la
materia, entonces hace física básica. Si, en cambio, estudia la actividad fotoeléctrica de ciertas
sustancias con el fin de comprender cómo funcionan las células fotoeléctricas porque ello le
permitirá fabricar dispositivos fotoeléctricos más eficaces, entonces hace física aplicada.
Las ciencias formales presentan caracteres muy diferentes de los de las fácticas La Matemática
aplica el método axiomático, que consiste en partir de axiomas ( término que hoy alude a fórmulas
convencionales vacías de significado empírico ) y poner en evidencia todas las consecuencias
lógicas que esos axiomas implican (teoremas).
TECNOLOGÍAS
Se llama ‘tecnología’ todo campo de investigación que emplea conocimientos científicos con el
objetivo de controlar cosas o procesos naturales o sociales, diseñando para ello operaciones,
procesos o artefactos y planeando su realización y mantenimiento.
Una investigación tecnológica se desarrolla con el fin de resolver un problema práctico, esto es,
un problema consistente en la necesidad de controlar, modificar, dominar algún aspecto del
mundo real. Es por ello que toda tecnología ha de basarse en las ciencias, toda vez que es
imposible controlar una realidad cuya naturaleza o comportamiento se desconoce.
Al igual que las ciencias, las tecnologías reúnen requisitos estrictos sin los cuales no es posible
considerar tecnológico un campo de conocimientos. Ellos son: una comunidad de investigadores
especialmente entrenados que comparten una tradición de diseño, ensayo y evaluación de
artefactos y planes de acción; una sociedad que fomenta su trabajo; una concepción filosófica
general que es realista y pragmática; una colección de teorías y métodos lógicos y matemáticos
que se emplean como herramientas en sus investigaciones; un conjunto de datos, métodos y
teorías al día y bien confirmados provenientes de otras ciencias y tecnologías; un conjunto de
hipótesis, diseños y métodos que provienen de investigaciones eficaces realizadas en el propio
campo en épocas anteriores; y otras tecnologías cercanas que, como ella, van cambiando como
resultado de las investigaciones y desarrollos que se producen.
Como se ha señalado en el caso de las ciencias, puede ocurrir que un campo de investigación
cumpla algunos de los requisitos enumerados y sea, por ende, una tecnología emergente, en
formación. Pero si un campo de conocimiento no tiene base científica y no aplica el método
tecnológico y, no obstante ello, se ‘vende’ como tecnológico, constituye un fraude y corresponde
llamarlo ‘seudotecnología’.
HUMANIDADES
Son campos de investigación que comparten algunos caracteres con las ciencias, pero
mantienen ciertos rasgos que las diferencian de ellas. Por ejemplo, las teorías filosóficas son
resultados de procesos de investigación rigurosos y se someten a crítica, revisión y
reformulación, pero mantienen notorias diferencias con las ciencias en los métodos que aplican,
que suelen variar de filósofo en filósofo o, al menos, entre las diversas escuelas. Asimismo, un
rasgo propio de la producción filosófica es que las teorías contemporáneas no anulan la atinencia
o la vigencia de las antiguas, porque no necesariamente ocurre una superación de las primeras
por las que les siguen.
Se denomina así a los conocimientos que se elaboran y aceptan sin pretensión de objetividad,
sin la aplicación de métodos específicos que se vayan refinando y perfeccionando; que no
constituyen sistemas organizados de proposiciones y no se someten regularmente a crítica, por
lo que no cambian sino muy raramente.
Son creencias todos nuestros conocimientos de sentido común y nuestras opiniones pero
también los dogmas religiosos, las ideologías, las seudociencias y las seudotecnologías que se
aceptan sin las pruebas necesarias (porque no las hay). Asimismo, la técnica precientífica es un
campo de creencias, en la medida en que no se apoya en la ciencia y no surge de procesos de
investigación.
En efecto, el concepto de ‘ideología’ tiene una larga y compleja tradición en los estudios sociales.
Desde los orígenes de los estudios sociales acerca de la ideología se denominó de esta manera,
con un sentido crítico, la comprensión sesgada de los hechos, la falta de objetividad, la conciencia
cegada por prejuicios, la contaminación del pensamiento por factores no teóricos sino
emocionales. Así, llamar ‘ideológica’ una manera de pensar comporta una acusación: un pensar
ideológico es un modo de entender equivocado, distorsionado, teñido por intereses, preferencias,
conveniencias que impiden ver las cosas tales como son, un pensamiento parcial, no neutral,
perturbado por la intromisión de elementos subjetivos, de índole emocional, que no tiene como
principal finalidad conocer la verdad sino orientar la acción según intereses sectoriales.
Así, si bien una ideología es engañosa, no constituye exactamente una mentira, en la medida
en que quien miente puede comprender adecuadamente los hechos mientras formula un discurso
con la intención de confundir y engañar. El idéologo, en tanto, suele estar persuadido de lo que
pregona como verdad y consigue así cohesionar en torno a su ideología un nutrido conjunto de
creyentes que siempre encuentran en otro conjunto social su necesario grupo enfrentado:
siempre hay un ‘nosotros’ y un ‘los otros’ cuando el fenómeno ideológico está presente.
Esa acepción crítica del término ‘ideología’ se fue acentuando y se constituyó una teoría de la
ideología que asumió diversos matices según los distintos autores. Algunos identifican como
ideológico todo pensamiento sesgado, parcial, falto de objetividad, lo que indica que consideran
posible un pensar objetivo. Otros llevan al extremo la aceptación de que las condiciones sociales
influyen necesariamente en la conciencia y afirman que, como todo individuo está inmerso en
alguna determinada sociedad, todo pensamiento es ideológico.
Desde una teoría de la ideología se llega así al reconocimiento de que todo conocimiento está
socialmente condicionado. Ya no podría emplearse el término como una acusación que siempre
rotula al otro, porque no habría neutralidad u objetividad posibles.
Seudociencias y seudotecnologías
Anuncios mentirosos acerca de datos favorables a una teoría; engaño acerca de las conclusiones
que se infieren de una hipótesis; mentiras acerca de las bondades de un artefacto que se
pretende comercializar; producción a gran escala de resultados científicos o tecnológicos de poco
valor, nula utilidad y escasa novedad; presentación de ítems no científicos o no tecnológicos
como si fueran genuinos y auténticos resultados de la investigación, son todas formas frecuentes
de falsificar ciencias o tecnologías.
Rasgos que distinguen las seudociencias de las ciencias y las seudotecnologías de las
tecnologías: no son producidas por investigadores sino por creyentes; la sociedad que las apoya
lo hace por conveniencias prácticas: interés ideológico o económico; hacen referencia a entes
imaginarios a los que adjudican realidad (influencias astrales, voluntad nacional, fantasmas); no
contienen leyes y sus hipótesis no son contrastables; no se apoyan en una confiable tradición de
conocimientos bien confirmados; sus métodos no son comprobables ni justificables, no hacen
experimentos, no recurren a un fondo formal ( teorías y métodos lógicos y matemáticos),
permanecen invariables ( sólo cambian, y esto muy raramente, como consecuencia de presiones
exteriores).