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Teología UM Virtual
CIENCIA Y RELIGIÓN
Por
Misael Chuquimango Mendoza
01 de septiembre 2019
El origen de la vida
1 Ariel A. Roth. La ciencia descubre a Dios. (Colmenar Viejo, Madrid España: Editorial Safeliz, S. L. 2010), 131-134
2 Ibid. 88
3 Ibid. 90
4 De Andrade, C. C. En Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y Pensadores (Miami, FL:
6 Ibid. 100
7 Ibid. 101
8 Ariel A. Roth. La ciencia descubre a Dios. (Colmenar Viejo, Madrid España: Editorial Safeliz, S. L. 2010), 118
9 Ibid. 119
que la vida evolucionó de formas simples a formas avanzadas, un paso minúsculo cada vez,
mediante un proceso que denominó selección natural.10
k. ¿Consideras la explicación que la evolución la da a la complejidad suficiente? Encuentra
por lo menos cinco argumentos que sustente tu respuesta.
En la actualidad los científicos atribuyen la variación que vemos en los organismos a mutaciones
que representan cambios más o menos permanentes en el ADN. Estamos descubriendo que hay
una variedad de factores que causan tales mutaciones
Tanto los creacionistas como los evolucionistas reconocen que las mutaciones ocurren y que
causan cambios secundarios denominados microevolución. Los evolucionistas también creen en
cambios mucho mayores denominados macroevolución, mientras que los creacionistas tienden
a rehuir ese concepto. La evidencia en apoyo de la microevolución es firme, pero no ocurre lo
mismo con la macroevolución.
El interés científico está dejando de centrarse en cambios minúsculos en una o varias bases de
ADN para abordar el estudio de la actividad de elementos transponibles que a veces consisten
en miles de bases. Tales segmentos se desplazan, a veces de forma muy marcada, de una parte
del ADN a otra, e incluso entre organismos11
l. ¿Cuál de todos los sistemas complejos se te hace el más asombroso y con la menor
posibilidad de aparecer mediante la evolución?
El ojo y el cerebro
m. ¿Cuáles son las teorías en cuanto al origen del ojo?
Charles Darwin era perfectamente consciente del problema y dedicó varias páginas de El origen
de las especies al asunto en la sección “Órganos de perfección y complicación extremas”. Introduce
el problema con la admisión de que «su- poner que el ojo, con todos sus inimitables mecanismos
para ajustar su enfoque a distancias diferentes, para admitir distintas cantidades de luz, y para la
corrección de las aberraciones esférica y cromática, pudiera haberse formado mediante la
selección natural parece, lo confieso abiertamente, absurdo en grado sumo»12
George Gaylord Simpson, prestigioso profe- sor de la Universidad de Harvard, usaba el mismo
tipo de argumento cuando sugería que, puesto que los ojos en todo el abanico que va de lo
simple a lo complejo son todos funcionales, tienen que tener valor de supervivencia13
10 Ariel A. Roth. La ciencia descubre a Dios. (Colmenar Viejo, Madrid España: Editorial Safeliz, S. L. 2010), 127
11 Ibid. 129
12 ibid. 138
13 Ariel A. Roth. La ciencia descubre a Dios. (Colmenar Viejo, Madrid España: Editorial Safeliz, S. L. 2010), 138
Futuyma y Dawkins, fervientes defensores de la evolución, emplean también el mismo enfoque
14
n. ¿Por qué crees que hay tantas polémicas en el mundo científico en cuanto al origen del
ojo?
Pero toda la argumentación elude el asunto crucial de la falta de valor de supervivencia de los
sistemas incompletos, que no funcionan hasta que estén presentes todas las partes
interdependientes necesarias. Por ejemplo, la mayoría de los avances evolutivos del ojo, como la
capacidad de distinguir los colores, serían inútiles hasta que el propio cerebro pudiera interpretar
colores diferentes.29 Cada proceso tiene dependencias mutuas con el otro para que tenga una
función útil. Además, el solo hecho de que podamos poner los distintos ojos en una secuencia
que parezca ir de lo simple a lo complejo no es prueba de que evolucionaran unos de otros.15
o. ¿Cuál se considera que fue el tiempo necesario para que los ojos puedan aparecer
mediante el proceso de selección natural?
Charles Darwin era perfectamente consciente del problema y dedicó varias páginas de El origen
de las especies al asunto en la sección “Órganos de perfección y complica- ción extremas”.
Introduce el problema con la admisión de que «su- poner que el ojo, con todos sus inimitables
mecanismos para ajustar su enfoque a distancias diferentes, para admitir distintas cantidades de
luz, y para la corrección de las aberraciones esférica y cromática, pudiera haberse formado
mediante la selección natural parece, lo confieso abiertamente, absurdo en grado sumo».
Después, señala que en todo el reino animal observamos variedades de ojos de todo tipo, desde
el punto fotosensible más simple hasta el ojo del águila. Según creía, los cambios diminutos
podrían dar como resultado me- joras graduales. Además, afirma que no es irrazonable pensar
que «la selección natural, o supervivencia de los más adecuados», actuando a lo largo de millones
de años en millones de especímenes, pudiera producir un instrumento óptico «superior a uno de
vidrio»16
14 Ibid. 139
15 Ibid. 141
16 Ibid. 139
p. ¿Qué problemas presenta el modelo de evolución de los ojos generado por Dan Nelson
y Susanne Peleger?
el ojo podría haber evolucionado en solo 1.829 pasos de mejoras arbitrarias del 1%. Teniendo
en cuenta algunos factores de selección natural, llegan a la conclusión de que a un corpúsculo
fotosensible le habría llevado menos de 364.000 años evolucionar hasta convertirse en un “ojo
de cámara” (un “ojo” con un agujerito). Además, desde los comienzos del periodo cámbrico,
que se calcula que se dieron hace 550 millones de años, contaríamos con tiempo suficiente «¡para
que los ojos evolucionaran más de mil quinientas veces!»17
q. ¿Cuáles son las principales funciones del cerebro humano?
El cerebro es capaz de trasladar diversas funciones de una zona a otra y de desarrollarse cuando
precisa un pensamiento más potente.
En nuestro cerebro tiene lugar un frenesí de actividad mental y de operaciones de coordinación
cada vez que una carga eléctrica viaja por las fibras nerviosas que llevan los impulsos de una
célula a otra. Hay por lo menos treinta tipos diferentes de productos químicos posiblemente sean
muchísimos más que intervienen en la transferencia de los impulsos en el punto de contacto
entre una célula nerviosa y la siguiente. Todo el proceso es asombroso, puesto que los distintos
tipos de productos químicos tienen que ser asignados a las conexiones precisas18
r. ¿En qué consiste la complejidad del cerebro humano?
Nuestro cerebro consta de aproximadamente cien mil millones de células nerviosas (neuronas)
conectadas entre sí por la casi in- creíble cifra de cuatrocientos mil kilómetros de fibras nerviosas.
A menudo, tales fibras se ramifican reiteradamente al unirse a otras células nerviosas. Una gran
neurona puede unirse hasta a seiscientas neuronas más, mediante aproximadamente sesenta mil
conexiones. 19
s. ¿Cómo explicarlos evolucionistas el origen de la complejidad?
Llevan dos siglos buscando un mecanismo evolutivo. Aunque han propuesto una idea tras otra
(Tabla 4.1), no han podido coincidir en un modelo concreto, y, desde luego, no han dado con
ninguno que explique con realismo el origen de la complejidad. La mayoría de los científicos
coinciden en que ha habido evolución, pero aún está por descubrir una explicación satisfactoria
de cómo evolucionaron los diversos sistemas de los organismos avanzados.20
17 Ariel A. Roth. La ciencia descubre a Dios. (Colmenar Viejo, Madrid España: Editorial Safeliz, S. L. 2010), 147
18 Ibid. 158
19 Ibid. 157
20 Ibid. 163
t. ¿Por qué dar bien se sintió inquieto por la pluma de un pavo real?
No puedo dar respuesta a esa pregunta a ciencia cierta, pero sospecho que hay pocas personas
que sean capaces de reflexionar en la intrincada estructura y, especialmente, en la belleza de la
pluma iridiscente de la cola del pavo real sin preguntarse si no es el resultado de algún tipo de
diseño.21
Bibliografía:
Roth Ariel A.. La ciencia descubre a Dios. Colmenar Viejo, Madrid España: Editorial Safeliz, S. L. 2010,
pág. 85-164
De Andrade, C. C. En Diccionario Teológico: Con un Suplemento Biográfico de los Grandes Teólogos y
Pensadores . Miami, FL: Patmos. 2002, pág. 169
21 Ibid. 159