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Gómez, M. (2007).

Percepción en la interrelación de la trilogía


sistémica Hombre-Sociedad-Ambiente.
El enfoque holístico en función de analizar las interacciones entre los distintos factores actuantes.
La contaminación ambiental, específicamente la contaminación sonora, existe en ella la
interacción de una compleja red de interdependencias entre elementos que la integran.

El enfoque holistico propone considerar cada situación desde una óptica ecosistémica, atendiendo
a la multiplicidad de los elementos interactuantes.

Desde el sistema individual, cada sujeto realiza un recorte de la realidad ajustando a su sistema
particular lo que percibe de su entorno. Ante cada situación el cerebro humano recibe a través de
los sentidos un cúmulo de información, que le permite ir configurando una percepción sensorial.

Con relación al color se puede afirmar que es una ilusión que se manifiesta por intervención de la
luz. El color es la impresión compleja producida sobre la retina ocular. Al respecto, "Sigmund Freud
realizó un estudio sobre los colores en los sueños, en el que afirma que lo que allí aparece no es el
recuerdo de lo que el ojo percibió en estado consciente, sino que el inconsciente ha registrado y
ha interpretado, ha resignificado otra cosa. Algo así como que vemos los colores por el ojo del
inconsciente". Esto influye en que frente a un estimulo externo se reaccione de forma diferente.

Así pues, como ante un color surge una sensación o un recuerdo determinado, una situación o
fenómeno específico sugiere cierto color en función a la percepción de dicho evento. En tal
sentido, han quedado fijados en nuestra "conciencia cromática" colores ligados a señales, tal el
caso del semáforo, en el que el rojo representa "peligro", el amarillo "atención" y el verde
"avance". En forma inversa podría, a través de registros de resultados de encuestas masivas,
quedar instaurada la identificación de determinados colores con situaciones o fenómenos
concretos de percepción ambiental (contaminación química, biológica, física; contaminación
sonora, etc.). Por ejemplo, podría quedar reglamentariamente fijada la distinción entre una
situación de riesgo, alarma y daño ecológico, asociada a determinado color, como sucede con los
colores de las banderas colocadas en las playas como permanente señal para los avezados
bañistas (mar peligroso, dudoso, etc.).

En la cotidianidad del ámbito gran urbano, la percepción acompañada al individuo


constantemente. La consecuencia es que no hay dos observadores que perciban la misma escena
de la misma manera, y que ellos pueden discrepar considerablemente respecto de la naturaleza y
el contenido de aquélla" (Balbi, 1997). La falta de información, la baja concepción valorativa (ético-
estética, religiosa, filosófica, científica, etc.), las necesidades, los estados de ánimo, las urgencias,
la relación éxito-fracaso, influyen poderosamente y producen grandes alteraciones perceptivas,
constituyéndose las mismas en poderosas vulnerabilidades o "zonas grises" dentro del sujeto. La
percepción es, de esta forma, algo personal, único e intransferible como la personalidad misma.

El papel de la educación, la información adecuada, la inculcación de valores, la concientización


sobre un fenómeno particular es fundamental para desempeñarse y saber actuar frente a esa
situación. En tal sentido, desde la perspectiva eco-estratégica, si un individuo (grupo, nación,
región, etc.) está más informado, educado, concientizado sobre determinado fenómeno o
situación ambiental, se verá más fortalecido, tendrá mejor comunicación e interacción con otros
individuos (grupos, naciones, etc.) y tendrá mayores posibilidades de prever situaciones
conflictivas a futuro. El conflicto ambiental surge cuando se consolida la noción o concepto de
calidad de vida, desarrollo humano y sustentabilidad. En la medida en que se vea afectado el
medio ambiente se deterioran las posibilidades de desarrollo de las naciones. Esta
conceptualización integral, que involucra una estrecha relación de persona-medio ambiente,
reposiciona al humano dentro y no sobre el universo"

En ambos ejemplos, y ubicándonos en una perspectiva eco-estratégica, de potenciarse


positivamente las capacidades de los actores (individuos, grupos, naciones), tendientes a educar
sustentablemente, informar, concientizar, comunicar, valorar, cohesionar, mediar, etc.; es decir, a
lograr desarrollar una serie de "habilidades inespecíficas" (Hambra, 1998), como elementos
fundamentales de una Inteligencia Psicosocial Ambiental, se obtendría una poderosa red social
interconectada, con mayor nivel educativo-sanitario, con mayor calidad de vida y con perspectivas
de conservar y proteger a las generaciones futuras. Retornando de estas hipotéticas situaciones, si
se observa el entorno gran urbano "ciudad de Buenos Aires" y se enfrenta al fenómeno de
contaminación sonora que conforma un patético paisaje acústico en dicha metrópolis, surge
emergente su instauración como parte integrante de la cotidianeidad que convive y amenaza
directa o indirectamente, intencional o accidentalmente, la integridad psico-física y económica del
habitante porteño.

Váldes, C. (2005). La sociedad y el medio ambiente.


En: Ecología y sociedad. Selección de lecturas (pp 32-45).
En el año 1972 se produce una importantísima señal de alarma cuando se reúne en Roma un
grupo importante de especialistas y elaboran el trascendental documento titulado, “La crisis del
límite de crecimiento”. El mismo, con sus limitaciones, ubicó los problemas ambientales en la
agenda mundial y, por primera vez, llamó la atención acerca de las contradicciones entre el
desarrollo económico y la preservación del ecosistema. Ese mismo año, se celebró en Estocolmo la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano, que sin duda constituyó un hito
importante y condujo a la creación de la Comisión de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

La comisión de Brundtland conceptualizó el desarrollo sostenible como: “El desarrollo que


satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”

Sin duda este es un concepto importante que se encuentra aún en desarrollo y que ha resultado
bastante impreciso y polémico, su tratamiento se aborda desde distintos referentes objetivos y,
por consiguiente, desde diversas posiciones ideológicas y perspectivas políticas. La principal
amenaza contra la sustentabilidad ecológica se origina primeramente en la opulencia y el consumo
ilimitado de las personas que viven en los países industrializados del norte. A pesar de que
constituyen solo aproximadamente el 20% de la población mundial, consumen cerca del 80% de
los recursos no renovables del planeta y, por lo tanto también producen una proporción
correspondiente de desechos contaminantes.

El problema que enfrentamos es un resultado de la actividad humana, de la relación sociedad –


naturaleza, de esa relación de interacción de la que hablamos al comienzo y que es indispensable
para la vida del hombre, de ello se deriva el acierto de que no podemos renunciar a ella. Vistas las
cosas desde este ángulo no queda más remedio que aceptar que la solución solo puede
alumbrarse en la medida en que la sociedad reconsidere seriamente sus concepciones y modo de
actuar, ello parece difícil pero no imposible.

La difícil tarea de armonizar desarrollo económico y sostenibilidad, para eso deben cambiar
muchas cosas, se necesita lograr que los derechos humanos no estén subordinados a la lógica del
mercado para que se pueda construir un mundo más justo y equitativo. Se necesita también que
los hombres renuncien a una actitud arrogante con respecto a la naturaleza y asumamos que
formamos parte de ella. Se necesita una nueva y diferente conducta ética y solidaria ante el
mundo rural y también ante el mundo social.

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