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MARCO TEÓRICO

Dado que la mira central de la presente investigación es comprender la manera en que


se inscribió el concepto de ciudadanía en el proyecto de la República Práctica de
Manuel Pardo, será necesario plantear algunos parámetros que sirvan de ejes
conceptuales sobre los que apoyar la lectura interpretativa del corpus. Para empezar,
entenderemos el concepto de ciudadanía, definido por Francois-Xavier Guerra como el
componente elemental de la nación, concebida en un cuerpo unitario que englobe a toda
la población en contraposición al imaginario del Antiguo Régimen.

El ser ciudadano nace del resultado de un proceso cultural en la historia personal y


colectiva de una sociedad, que en resumen, no es algo natural e inherente en el hombre,
pues es parte de un proceso histórico. En conclusión, el ciudadano del siglo XIX no es
el mismo del Antiguo Régimen. En Pardo encontramos estas mismas ideas sobre la
transformación cultural del hombre para su concepción como ciudadanos, así como
también el requerimiento del cumplimiento de sus deberes como afirma Guerra,
alejándolo del origen mismo de lo terrenal, de la concepción del ciudadano como
“vecino”, que goza de ciertos privilegios vinculado al ser residente de una ciudad.

Para comprender las relaciones entre la economía y el ser ciudadano, Thomas Humprey
Marshall en Ciudadanía y Clase Social, sentencia que los hombres nunca serán iguales.
El hombre sabio es aquel que reconoce a los otros y se respeta así mismo, que acepta
sus responsabilidades privadas como pública y su única obtención de este proviene de la
educación, que mediante este se le concede capacidades morales diferentes a los otros.
Este es el ser civilizado, aunque el autor utiliza más el término caballero. Manuel Pardo,
de igual manera, argumenta la inherencia de las desigualdades sociedades como parte
de una nación y el ser ciudadano, sin embargo, lo que prevalece es su igualdad en
libertades. En Marshall encontramos la aceptación de la desigualdad material aunque no
de la cualitativa y de la separación del caballero por su ocupación. El sociólogo no
utiliza el término de ciudadano por las imbricaciones que este postulado tendría, pues
renegaba de cualquier intervención del Estado en las decisiones de la vida pública,
diferente a Pardo que ve necesaria de esta aunque no de manera directa como principal
ente regulador. La ciudadanía para Marshall es solo apreciada por artesanos cualificados
en su conversión a caballeros en perspectiva a sus obligaciones, no en sus derechos que
crece en la persona y menos como algo externo del individuo. Por lo tanto, la
ciudadanía misma solo se puede concebir y mantener en las libertades del libre
mercado.

La educación otorga libertad de expresarse, de discernir entre lo bueno y malo. Todo


ello se respalda en un trasfondo económico donde las clases sociales pueden obtener la
educación a medida que obtienen el capital material para hacerlo. El ferrocarril, es el
medio por el cual el progreso material llegará a las regiones y en consecuencia, la
posibilidad de educarse, puesto que la modernidad implica también la capacidad de
civilizarse. El Estado es el ente que impulsa la posibilidad de conseguir estos ideales,
obligando a dar el primer paso que es la instrucción pública como lo concibe Pardo en la
formación moral y espiritual del ciudadano.

En El soberano y su reino, F. Guerra señala que la ciudadanía no puede ser captada de


manera unívoca, sino conceptos en atributos múltiples. En palabras de Reinhart, el
concepto “guarda y retiene las experiencias incluso cuando estas ya han desaparecido”,
permitiendo la reflexión del hecho comprendiéndolo, además de un uso preventivo en el
caso que ocurran situaciones parecidas que forman un relato de lo acontecido. Es por
ello que Kant afirma, no hay experiencia sin conceptos y, no hay conceptos sin
experiencia.

Esta aserción kantiana de carácter antropológico, aplica a cualquier persona sin


diferenciación alguna. Para concebir o comprender esta experiencia, el ser humano
necesita del lenguaje para expresarlo y el adaptar los conceptos a las circunstancias para
su producción, encontramos el problema del cambio. Por lo tanto, cualquier significado
de una palabra deriva en un nuevo concepto sobre la realidad en la que se desarrolla.
Así pues, para Koselleck, todo significado de una palabra toma nota del mundo pero al
mismo tiempo es un factor activo en la percepción de la cognición. En este sentido, la
ciudadanía no es indiferente a estos cambios temporales, pues con el cambio de la
realidad, asimila nuevas definiciones sobre lo que es ser ciudadano, puesto que cada
concepto tiene una historia, y precisamente por esta razón, tiene una multiplicidad de
significados.

Un análisis de los cambios que sufrió la ciudadanía como concepto se percibe a través
de las experiencias previas de lo que fue ser ciudadano durante el siglo XIX, diferente al
concepto por el cual lo entendemos en la actualidad, siendo indispensable una
comparación entre lo que fue la ciudadanía para años previos ,a como la comprende
Pardo, pues a través de la historia conceptual podemos reconstruir las realidad que
engloba la palabra sobre los diferentes momentos que ha asimilado dentro de su
semántica y el espacio geográfico para su uso específico en este.

Para muchos historiadores, Manuel Pardo es considerado un liberal debido a sus


políticas económicas sobre el libre mercado y el auto sustento de la economía con poca
intervención del Estado, siendo su única misión de este el garantizar la paz interna,
manteniéndose como una institución fuerte, dos puntos que a primera vista parecen
contradictorios, basándonos en el supuesto de una postura librecambista en Pardo. Sin
embargo, sus escritos se basan en el Sansimonismo, doctrina ideológica francesa que
influyó en el imaginario de Manuel Pardo sobre la nación y la industria, adaptando
ciertas ideas a las particularidades del espacio geográfico en el Perú.

A lo largo de toda la obra de Claude Henri se percibía la voluntad de crear un nuevo


sistema de organización social que reemplazara al Antiguo Régimen, que conllevaría a
la creación de una “asociación de trabajadores” concebida como universal y destino real
de la humanidad, pues el Conde de Saint – Simon concebía a la sociedad como un gran
ser colectivo, el cual todas sus partes contribuían en su correcto funcionamiento. Este
concepto sobre el corporativismo, basado en la fisiología social, se aprecia en Los
estudios sobre la provincia de Jauja, pues Pardo argumenta la necesidad de las vías
ferroviarias para comunicar todas las provincias, las cuales tendrán un papel
determinado en la economía del país.

En El sistema industrial, otro punto que podemos considerar como parte de su


construcción política e intelectual, es el amor al trabajo, bien necesario para el progreso
representado en talentos más capaces y emprendedores con la finalidad de romper
relaciones con las tradiciones del Antiguo Régimen, que en el caso del Perú aun
perduraban, caracterizado por la política del caudillo, los golpes de Estado y algunas
consideraciones sobre la modernización. Por otro lado, la moral era un tema muy
recurrente en los escritos de Pardo que toman sentido en la relevancia que contiene en
las ideas sobre el Nuevo Catolicismo, en la revalorización de las morales cristianas,
principio por el cual se podría comprender su poco interés del civilista en la
secularización del Estado, reformas que en otros países eran tema de consideración. En
suma, podemos hablar más de un “progresismo” en las ideas políticas de Pardo sobre la
modernización del país en relación con la influencia del sansimonismo del europeo.

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