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Las seres humanos somos los que conformamos la administración, es por ello que
existen equivocaciones, lo que genera que deba someterse a determinados
controles a fin de que funcione de la manera más eficiente posible. Debido a ello, la
Ley otorga potestad a la Administración Pública para que los actos de las
autoridades administrativas puedan ser revisados, lo cual se constituye como un
mecanismo de control administrativo de las actuaciones de la propia entidad
administrativa.
Esta revisión puede hacerse de dos formas: de oficio o a pedido de parte. Es de
oficio cuando la propia autoridad (que tiene potestad administrativa) rectifica, anula
o revoca el acto administrativo y es a pedido de parte cuando es el administrado el
que, al verse afectado por el acto administrativo en cuestión, solicita su revisión a
través de un recurso administrativo, sea de reconsideración, apelación o revisión.
La revisión de un acto de la autoridad administrativa consiste en sí, una acción de
volver sobre los mismos para modificarlos o desaparecerlos del ámbito jurídico y
este es resuelto por el mismo órgano que dicto el acto impugnado.
OBJETIVOS
Dar a conocer y comprender la facultad revisora que tiene la Administración
frente a errores en la emisión de acto que sea afectado por vicios y que
agravien el interés público.
Interpretar la norma, analizando lo que quiso transmitir el legislador a través
de esta ley.
Criticar las leyes en caso de que estas no estén conformes a nuestra
realidad, y no brinden seguridad al administrado en caso de que vulneren
sus intereses.
REVISIÓN DE OFICIO
GENERALIDADES
La revisión de actos administrativos presupone la emisión de un acto administrativo
sobre el cual recaerá, posteriormente, el acto revisor, a efectos de analizar y evaluar
tanto los aspectos formales y procedimentales que se ha seguido para su emisión
así como el contenido del acto para que no vulnere un derecho de los administrados
y el interés público.
El objetivo de esta actividad es garantizar que los actos administrativos que
impacten en las situaciones y relaciones jurídicas de los administrados sean
conforme al Derecho. La revisión de los actos administrativos puede traer como
consecuencia la modificación de sus efectos jurídicos o la extinción de estos.
Las Administraciones Públicas tienen la potestad de revocar dichos los actos
modificando su contenido, sustituyéndolo o, simplemente, eliminándolo.
Para lograr este objetivo se puede tomar dos caminos distintos:
1° REVISIÓN POR LA PROPIA ADMINISTRACIÓN
Consiste en que la administración tiene una potestad de autotutela revisora, lo cual
le va a permitir controlar la regularidad de sus propias decisiones siempre
resguardando el interés público. Esta revisión puede ser a pedido de parte por
intermedio del instrumento idóneo que es el recurso y siendo promovida de oficio
por la propia Administración en cumplimiento de su deber.
2° REVISIÓN POR ÓRGANOS NO ADMINISTRATIVOS
Se refiere a que el Estado, a través de los órganos jurisdiccionales dentro de un
proceso bilateral y fuera del ámbito de la administración, puede realizar la revisión.
Este proceso es mediante la vía procesal contencioso administrativo y el Proceso
de Amparo en favor de la vía judicial.
En este trabajo nos enfocaremos en la revisión de oficio de los actos administrativos,
de acuerdo a cómo la administración analiza y evalúa en qué casos corresponde
rectificar, anular o revocar un acto administrativo que haya emitido.
¿QUÉ OBLIGA A REALIZAR LA REVISIÓN DE OFICIO?
El principio de legalidad es la que obliga a la Administración a actuar de oficio frente
a cualquiera de sus actos o actuaciones que contravengan al ordenamiento jurídico,
con el fin de adecuarlos a éste. Este deber de permanencia a la legalidad no plantea
problemas jurídicos graves cuando se trata de actos que afectan al ámbito interno
de la Administración, en su estructura, organización o funcionamiento, sin limitar los
derechos de los ciudadanos. Tampoco cuando el acto es perjudicial o gravoso para
un particular, como puede ser la imposición de una sanción indebida.
Pero el panorama cambia cuando se trata de la revisión o anulación de los actos
administrativos inválidos que han creado o reconocido derechos a favor de terceros
que se encuentran además en posesión y disfrute de los mismos, en cuyo caso los
requisitos y limitaciones a que está sometida la Administración para ejercer esa
revisión y dejar sin efecto tales actos son mucho mayores.
RECTIFICACIÓN DE ERRORES MATERIALES
En el Art. 212° del TUO de la LPAG 27444 señala que los errores materiales o
aritméticos en los actos administrativos pueden ser rectificados con efecto
retroactivo, en cualquier momento, ya sea de oficio o a instancia de los
administrados, siempre que no se altere lo sustancial de su contenido ni el sentido
de la decisión.
(i) Los errores materiales son aquellos que pueden deducirse fácilmente de
la propia resolución o de la confrontación de esta con el expediente
administrativo. Este tipo de errores se encuentra en equivocaciones
evidentes por su sola contemplación, para su descubrimiento debe ser
suficiente una mera labor de constatación documental sin necesidad de
una labor de interpretación de normas o de mayores razonamientos.
Estos errores se caracterizan por ser de carácter intrascendentes por dos razones:
(i.i) No conllevan a la nulidad de un acto administrativo por tanto no constituyen
vicios.
(i.ii) No afectan al sentido de la decisión o la esencia del acto administrativo.
(ii) Los errores aritméticos se enfocan a los caracteres numéricos, y son el
resultado de operaciones mal realizadas. Es decir, una inexactitud con la
realidad al consignar una cifra errónea en una resolución. La doctrina ha
definido a este error de cálculo o discrepancia numérica como una
operación aritmética equivocada que tiene como presupuesto la
inalterabilidad de los datos o conceptos que se manipulan
aritméticamente. Es un error de cálculo no invalidante, siempre y cuando
los resultados que hayan servido de base para dicha operación no
adolezcan de error alguno, sino, sean exactos.
Estos errores tienen dos limitantes de potestad correctiva: (i) que su corrección no
altera la decisión tomada; excluyéndose evidentemente las cuestiones de derecho,
la valoración de las pruebas, el alcance de los hechos y cualquier otra consideración
de hecho o de derecho que afecte los efectos del acto o su validez, y (ii) que no
altere el sentido de esta.
De otro lado, en otros ordenamientos jurídicos, como el español, se suele incorporar
también el error sobre afirmaciones fácticas. Esta clase de errores están
caracterizados de la siguiente manera:
(iii) Los errores de hecho son errores formales sobre afirmaciones fácticas,
cuya corrección no tiene que ver con su calificación jurídica ni con la
interpretación de sus alcances jurídicos. Si bien en nuestro ordenamiento
no se encuentra regulada esta figura, tal como ha sido mencionado, no
se encuentran mayores reparos para que la autoridad administrativa
pueda corregir este tipo de errores. En efecto, lo que se busca es que la
autoridad pueda corregir los errores en que haya podido incurrir al
redactar su texto y siempre y cuando la corrección de esos errores no
afecte el sentido o la fundamentación de su decisión.
La norma establece que la rectificación de errores adopta las formas y modalidades
de comunicación o publicación que corresponda para el acto original. Ello implica
que el acto rectificatorio debe emitirse con idéntica formalidad —esté contenido en
un oficio, carta o resolución emanada de la Administración— y por el mismo
funcionario que emitió el mismo.
Para cierto sector de la doctrina, la rectificación de errores también puede
emplearse para convalidar actos que adolecen de vicios no trascendentales, a fin
de conservar los mismos de conformidad con lo señalado por la propia Ley.
Tal como puede apreciarse, si el error no es esencial, esto es, no afecta el sentido
del acto administrativo, la propia autoridad que emitió el acto puede corregirlo. No
es necesario que ese pedido sea de parte, ni que se derive el expediente al superior
del órgano que emitió el acto. Ello es una expresión del principio de celeridad, que
consiste en que quienes participen en el procedimiento realice todas aquellas
actuaciones que permitan obtener una decisión en el tiempo más breve que sea
posible, evitando así cualquier vulneración a los derechos de las partes o al interés
público.
SUPUESTOS HABILITANTES PARA RECTIFICAR UN ACTO ADMINISTRATIVO
“Un acto que declare derechos en favor de un administrado y que no presente vicios
en su constitución no puede ser revocado de oficio por la propia Administración so
pretexto de que el acto se ha convertido en inconveniente o inoportuno en un
determinado momento. Este principio prohibitivo es, desde luego, una importante
garantía para los particulares que, de este modo, quedan a cubierto de los posibles
cambios de criterio de la Administración, pero resulta también demasiado rígido en
ocasiones. Una solución de equilibrio que garantizaría tanto al interés público como
al de los particulares sería la de permitir la revocatoria por motivos de simple
oportunidad o conveniencia, condicionándola, sin embargo, al reconocimiento y
pago de una indemnización adecuada que compensase la pérdida de los derechos
reconocidos por el acto revocado.” (Eduardo García de Enterría y Tomás – Ramón
Fernández)
(i) La existencia de una norma con rango de legal que autorice la revocación
del acto;
BIBLIOGRAFIA
TIRADO BARRERA, José Antonio: “La revisión de los actos administrativos:
la revisión de oficio y los recursos administrativos en la LPAG” - Diciembre,
2017.
GUZMÁN NAPURÍ, Christian: “Manual del procedimiento administrativo
general” – Junio, 2013.
MORÓN URBINA, Juan Carlos: “Comentarios a la ley de Procedimiento
Administrativo General” – Mayo, 2011.
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos: “Guía práctica sobre la revisión
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2014.