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INTRODUCCIÓN

Las seres humanos somos los que conformamos la administración, es por ello que
existen equivocaciones, lo que genera que deba someterse a determinados
controles a fin de que funcione de la manera más eficiente posible. Debido a ello, la
Ley otorga potestad a la Administración Pública para que los actos de las
autoridades administrativas puedan ser revisados, lo cual se constituye como un
mecanismo de control administrativo de las actuaciones de la propia entidad
administrativa.
Esta revisión puede hacerse de dos formas: de oficio o a pedido de parte. Es de
oficio cuando la propia autoridad (que tiene potestad administrativa) rectifica, anula
o revoca el acto administrativo y es a pedido de parte cuando es el administrado el
que, al verse afectado por el acto administrativo en cuestión, solicita su revisión a
través de un recurso administrativo, sea de reconsideración, apelación o revisión.
La revisión de un acto de la autoridad administrativa consiste en sí, una acción de
volver sobre los mismos para modificarlos o desaparecerlos del ámbito jurídico y
este es resuelto por el mismo órgano que dicto el acto impugnado.

OBJETIVOS
 Dar a conocer y comprender la facultad revisora que tiene la Administración
frente a errores en la emisión de acto que sea afectado por vicios y que
agravien el interés público.
 Interpretar la norma, analizando lo que quiso transmitir el legislador a través
de esta ley.
 Criticar las leyes en caso de que estas no estén conformes a nuestra
realidad, y no brinden seguridad al administrado en caso de que vulneren
sus intereses.
REVISIÓN DE OFICIO
GENERALIDADES
La revisión de actos administrativos presupone la emisión de un acto administrativo
sobre el cual recaerá, posteriormente, el acto revisor, a efectos de analizar y evaluar
tanto los aspectos formales y procedimentales que se ha seguido para su emisión
así como el contenido del acto para que no vulnere un derecho de los administrados
y el interés público.
El objetivo de esta actividad es garantizar que los actos administrativos que
impacten en las situaciones y relaciones jurídicas de los administrados sean
conforme al Derecho. La revisión de los actos administrativos puede traer como
consecuencia la modificación de sus efectos jurídicos o la extinción de estos.
Las Administraciones Públicas tienen la potestad de revocar dichos los actos
modificando su contenido, sustituyéndolo o, simplemente, eliminándolo.
Para lograr este objetivo se puede tomar dos caminos distintos:
1° REVISIÓN POR LA PROPIA ADMINISTRACIÓN
Consiste en que la administración tiene una potestad de autotutela revisora, lo cual
le va a permitir controlar la regularidad de sus propias decisiones siempre
resguardando el interés público. Esta revisión puede ser a pedido de parte por
intermedio del instrumento idóneo que es el recurso y siendo promovida de oficio
por la propia Administración en cumplimiento de su deber.
2° REVISIÓN POR ÓRGANOS NO ADMINISTRATIVOS
Se refiere a que el Estado, a través de los órganos jurisdiccionales dentro de un
proceso bilateral y fuera del ámbito de la administración, puede realizar la revisión.
Este proceso es mediante la vía procesal contencioso administrativo y el Proceso
de Amparo en favor de la vía judicial.
En este trabajo nos enfocaremos en la revisión de oficio de los actos administrativos,
de acuerdo a cómo la administración analiza y evalúa en qué casos corresponde
rectificar, anular o revocar un acto administrativo que haya emitido.
¿QUÉ OBLIGA A REALIZAR LA REVISIÓN DE OFICIO?
El principio de legalidad es la que obliga a la Administración a actuar de oficio frente
a cualquiera de sus actos o actuaciones que contravengan al ordenamiento jurídico,
con el fin de adecuarlos a éste. Este deber de permanencia a la legalidad no plantea
problemas jurídicos graves cuando se trata de actos que afectan al ámbito interno
de la Administración, en su estructura, organización o funcionamiento, sin limitar los
derechos de los ciudadanos. Tampoco cuando el acto es perjudicial o gravoso para
un particular, como puede ser la imposición de una sanción indebida.
Pero el panorama cambia cuando se trata de la revisión o anulación de los actos
administrativos inválidos que han creado o reconocido derechos a favor de terceros
que se encuentran además en posesión y disfrute de los mismos, en cuyo caso los
requisitos y limitaciones a que está sometida la Administración para ejercer esa
revisión y dejar sin efecto tales actos son mucho mayores.
RECTIFICACIÓN DE ERRORES MATERIALES
En el Art. 212° del TUO de la LPAG 27444 señala que los errores materiales o
aritméticos en los actos administrativos pueden ser rectificados con efecto
retroactivo, en cualquier momento, ya sea de oficio o a instancia de los
administrados, siempre que no se altere lo sustancial de su contenido ni el sentido
de la decisión.
(i) Los errores materiales son aquellos que pueden deducirse fácilmente de
la propia resolución o de la confrontación de esta con el expediente
administrativo. Este tipo de errores se encuentra en equivocaciones
evidentes por su sola contemplación, para su descubrimiento debe ser
suficiente una mera labor de constatación documental sin necesidad de
una labor de interpretación de normas o de mayores razonamientos.
Estos errores se caracterizan por ser de carácter intrascendentes por dos razones:
(i.i) No conllevan a la nulidad de un acto administrativo por tanto no constituyen
vicios.
(i.ii) No afectan al sentido de la decisión o la esencia del acto administrativo.
(ii) Los errores aritméticos se enfocan a los caracteres numéricos, y son el
resultado de operaciones mal realizadas. Es decir, una inexactitud con la
realidad al consignar una cifra errónea en una resolución. La doctrina ha
definido a este error de cálculo o discrepancia numérica como una
operación aritmética equivocada que tiene como presupuesto la
inalterabilidad de los datos o conceptos que se manipulan
aritméticamente. Es un error de cálculo no invalidante, siempre y cuando
los resultados que hayan servido de base para dicha operación no
adolezcan de error alguno, sino, sean exactos.
Estos errores tienen dos limitantes de potestad correctiva: (i) que su corrección no
altera la decisión tomada; excluyéndose evidentemente las cuestiones de derecho,
la valoración de las pruebas, el alcance de los hechos y cualquier otra consideración
de hecho o de derecho que afecte los efectos del acto o su validez, y (ii) que no
altere el sentido de esta.
De otro lado, en otros ordenamientos jurídicos, como el español, se suele incorporar
también el error sobre afirmaciones fácticas. Esta clase de errores están
caracterizados de la siguiente manera:
(iii) Los errores de hecho son errores formales sobre afirmaciones fácticas,
cuya corrección no tiene que ver con su calificación jurídica ni con la
interpretación de sus alcances jurídicos. Si bien en nuestro ordenamiento
no se encuentra regulada esta figura, tal como ha sido mencionado, no
se encuentran mayores reparos para que la autoridad administrativa
pueda corregir este tipo de errores. En efecto, lo que se busca es que la
autoridad pueda corregir los errores en que haya podido incurrir al
redactar su texto y siempre y cuando la corrección de esos errores no
afecte el sentido o la fundamentación de su decisión.
La norma establece que la rectificación de errores adopta las formas y modalidades
de comunicación o publicación que corresponda para el acto original. Ello implica
que el acto rectificatorio debe emitirse con idéntica formalidad —esté contenido en
un oficio, carta o resolución emanada de la Administración— y por el mismo
funcionario que emitió el mismo.
Para cierto sector de la doctrina, la rectificación de errores también puede
emplearse para convalidar actos que adolecen de vicios no trascendentales, a fin
de conservar los mismos de conformidad con lo señalado por la propia Ley.

LOS ERRORES POSIBLES DE RECTIFICAR


Morón Urbina señala, citando a Forthoff, lo siguiente: “En términos generales parece
que todo acto administrativo afectado de irregularidad debe ser declarado
defectuoso. Pero hay irregularidades respecto de las cuales carecería de todo
fundamento racional atribuirles un efecto sobre la eficacia jurídica. Citemos por
ejemplo: las erratas en la escritura, la designación errónea del destinatario pero sin
que subsista duda sobre su identidad personal, la cita de una ley alegada con
mención equivocada del artículo o de la página del Boletín Oficial (siempre que sea
fácil determinar el sentido de lo alegado), etc. En todos estos casos se trata de faltas
sin importancia que, con arreglo al lenguaje común, habría que llamar
equivocaciones, que en ningún modo pueden convertir en defectuoso el acto
administrativo, y cuyo efecto, por tanto, no puede ser la inexistencia jurídica del
mismo, sino la mera necesidad de corregirlas”

Por ejemplo, si se consigna erróneamente en los antecedentes de la resolución que


el administrado no hizo sus descargos cuando su escrito se encuentra en el
expediente, o cuando se indica que aquel no acudió a la audiencia cuando en
realidad sí lo hizo. Estas son rectificaciones que no alteran el análisis de los hechos
del caso respecto de la motivación de la decisión o de su sentido final.

Tal como puede apreciarse, si el error no es esencial, esto es, no afecta el sentido
del acto administrativo, la propia autoridad que emitió el acto puede corregirlo. No
es necesario que ese pedido sea de parte, ni que se derive el expediente al superior
del órgano que emitió el acto. Ello es una expresión del principio de celeridad, que
consiste en que quienes participen en el procedimiento realice todas aquellas
actuaciones que permitan obtener una decisión en el tiempo más breve que sea
posible, evitando así cualquier vulneración a los derechos de las partes o al interés
público.
SUPUESTOS HABILITANTES PARA RECTIFICAR UN ACTO ADMINISTRATIVO

Es importante destacar que la rectificación suele ser confundida con la figura de la


enmienda administrativa que se encuentran definidos por la Ley Nº 27444 de una
manera distinta. Esto es comprensible si se toma en cuenta que ambas figuras
persiguen un objetivo en común: la corrección de oficio de algunos defectos o vicios
no trascendentales que pesan sobre el acto administrativo. Sin embargo, la
enmienda se diferencia de la rectificación debido a que el vicio que se subsana tiene
la potencialidad de acarrear la nulidad del acto administrativo. Por el contrario, el
error que trata de corregir la rectificación en modo alguno acarrea la invalidez del
acto administrativo.
De hecho, la naturaleza de los actos en enmienda y los actos rectificatorios es
distinta, no obstante que los actos en enmienda configuran, desde el punto de vista
técnico, un mecanismo de revisión de actos administrativos a fin de evitar que los
mismos sean pasibles de ser declarados nulos. He aquí algunas similitudes y
diferencias:

LA FE DE ERRATAS Y LA RECTIFICACION DEL ACTO ADMINISTRATIVO


No debe confundirse tampoco la rectificación de errores con la llamada fe de erratas,
la misma que opera frente a actuaciones normativas y si bien también es aplicable
a actos administrativos, si dicho mecanismo se encuentra sometido a un plazo,
conforme la norma pertinente, aplicándose lo mismo a la publicación es el diario
oficial.
¿Qué es la fe de erratas?
Una errata es una equivocación material que aparece en un impreso o en
un manuscrito. Se conoce como fe de erratas al listado de erratas que se inserta al
comienzo o al final de un libro y que el lector debe tener en cuenta respecto a las
enmiendas necesarias del texto. En el caso de los diarios o las publicaciones
periódicas, la fe de erratas suele utilizarse para corregir errores poco importantes
(como un fallo de tipeo o equivocaciones ortográficas).
Es importante tener en cuenta que no es lo mismo, por ejemplo, la rectificación de
una publicación en el diario oficial El Peruano y la rectificación de los actos
administrativos. El primero supone la existencia de un error imputable al proceso de
publicación, lo cual es ajeno al autor del acto. En cambio, en la rectificación de un
acto, tiene como presupuesto que el autor del acto haya incurrido en un error
material o de cálculo.
Pero puede también suceder que el acto publicado en el diario oficial contenga un
error material o de cálculo, que no sea culpa del proceso de impresión, sino que
simplemente reproduzca el error del acto original. En este se considera que es que
la administración ordene la reimpresión como una manifestación de la potestad de
autotutela.
ACTO RECTIFICADO Y EL ACTO DE RECTIFICACIÓN
Un acto preexistente es el objeto por el cual se ejerce la potestad para rectificar, es
decir que el acto preexistente va hacer rectificado por padecer de algún error
material o de cálculo. Este debe ser corregido mediante una nueva actuación por
parte de la administración, mediante una declaración formal en la cual exprese que
ha incurrido en un error material y que se va a corregir, no volver a hacer un nuevo
acto.
Así, esa potestad que se ejerce mediante otro acto, que no es el anterior sino que
lo modifica, se le denomina como un acto de rectificación. Es esta rectificación del
acto la cual presupone que la administración ha de exteriorizar su voluntad en tal
sentido que dicta un nuevo acto.
COMPETENCIA PARA RECTIFICAR ERRORES
La competencia para emitir un acto rectificatorio le corresponde a la autoridad que
es autor del acto, ya que por lógica, si un órgano tiene la competencia para dictar
un acto, también debe tener competencia para rectificar los errores materiales en
que haya podido incurrir al dictarlo.
Tal potestad, también la tiene el mayor jerárquico de la organización administrativa,
no solo en sus propios actos, sino también respecto de los actos de sus subalternos.

Por ejemplo, si el mayor jerárquico detecta la existencia de un error material en el


acto de un subordinado, en cuyo caso carecería de sentido en que devuelva el acto
a su autor, cuando el, como autoridad superior, tiene el pleno conocimiento y
decisión sobre el acto que revisa, debiendo resolver los asuntos que se sometan a
su consideración dentro del ámbito de su competencia o que surjan con motivo de
recurso aunque no hayan sido alegados por los interesados.

LA RECTIFICACION NO SE SUJETA A LA SOLEMNIDAD NI LIMITE TEMPORAL


ALGUNO
Solemnidad son los requisitos exigidos legalmente para que determinados
actos jurídicos tengan validez o sean eficaces. En ese sentido, por disposición
expresa de la ley, puede hacer uso de la potestad de rectificación en cualquier
momento, es decir, no está sometida a previsión alguna de caducidad y tampoco a
un procedimiento para su ejercicio.
Las características destacadas guardan coherencia con la naturaleza de la
rectificación porque al tratarse de errores materiales o de cálculo, no se justificaría
que, por ejemplo, se estableciese un determinado tiempo dentro del cual pudiera
ejercerse dicha potestad.
RECURSOS CONTRA EL ACTO RECTIFICATORIO
Puede darse el caso en que la administración, creyendo en que actúa conforme a
la ley, realice modificaciones de actos administrativos mediante un acto de
rectificación que puede estar viciado de nulidad.
Por ejemplo, cuando una un acto de rectificación se haya dictado por una autoridad
incompetente, o que la rectificación lleve una nueva valoración por parte de la
Administración sobre lo decidido en el acto que se rectifica.
Al cual, los interesados podrán ejercer contra dicho acto de rectificación los recursos
administrativos y el contencioso administrativo correspondiente, o solicitar a la
administración que reconozca la nulidad absoluta de dicho acto.
LA TRANSMISIÓN DEL ACTO DE CORRECIÓN
La regulación expresa de la forma de transmisión a los interesados busca la
protección del administrado concernido con la resolución materia de ratificación, a
través de exigir dos deberes de Administración.
Primero, proceder a la notificación del acto de rectificación, bajo los criterios y
pautas previstas para cualquier otro acto administrativo, ello se debe realizar en la
misma forma y modalidad que siguió el acto que se rectifica. Si el acto rectificado
fue publicado, también será publicado el acto rectificatorio.
En consecuencia, la notificación del acto de rectificación debe servir para que el
administrado pueda controlar su legalidad.
NULIDAD DE OFICIO DE UN ACTO ADMINISTRATIVO
La declaración de oficio de la nulidad de un acto administrativo es una potestad por
la cual la Administración, a iniciativa propia, deja sin efecto un acto administrativo
que está produciendo efectos sobre los derechos, obligaciones o intereses de un
particular en una situación jurídica concreta, debido a la constatación de un vicio de
validez. Si bien con el ejercicio de esta potestad se podría perjudicar al particular
beneficiado con el acto administrativo, es deber de la autoridad ejercer esta potestad
cuando dicho acto vulnera el interés público. La idea de otorgar la posibilidad de
dejar sin efecto las consecuencias establecidas por un acto que adolece de un vicio
grave es defender —de manera oportuna y con las garantías que el procedimiento
administrativo brinda— el interés público en general.
CAUSALES DE NULIDAD DE OFICIO DE UN ACTO ADMINISTRATIVO
La nulidad de oficio de los actos administrativos tiene sustento en primer lugar, en
el interés general, si bien un acto administrativo puede tener efectos positivos sobre
la situación jurídica de un administrado, si en su generación o en emisión misma se
ha vulnerado el interés público, es el único supuesto habilitante que permite que la
autoridad administrativa pueda invocar su propio error para obtener la invalidez de
un acto, supuesto impensable en el ámbito del derecho privado, puesto que
pertenece a la llamada doctrina de los actos propios. Cierto sector de la doctrina
sustenta la nulidad de oficio también en la autotutela, como potestad de la
Administración de tutelar sus intereses sin necesidad de la intervención de ninguna
entidad adicional.
En ese sentido, el primer análisis que tiene que realizar la autoridad administrativa
consiste en analizar si el acto tendría un vicio y si, además, el interés invocado para
su revisión es un interés público. Si el interés invocado es solo de un administrado
que tuvo la oportunidad de impugnar ese acto, entonces no procede el inicio de un
procedimiento de declaración, de oficio, de la nulidad de un acto administrativo.
La nulidad de oficio es también un mecanismo de control de la Administración, que
permite que esta última emplee mecanismos para controlarse a su interior. Sin
embargo, este mecanismo de control opera siempre de oficio. En tal sentido,
resultaría inadmisible, en nuestra legislación, que la Administración declare la
nulidad de oficio a pedido del administrado.
REQUISITOS PARA DECLARAR LA NULIDAD DE OFICIO DE UN ACTO
ADMINISTRATIVO
El art. 213° del TUO de la LPAG no establece los requisitos necesarios para declarar
la nulidad de oficio de un acto administrativo están en el art. 10 de la LPAG.
La declaración de nulidad tendrá efecto declarativo y retroactivo a la fecha del acto,
salvo derechos adquiridos de buena fe por terceros, en cuyo caso operará a futuro,
de conformidad a lo dispuesto en el Art. 12° de la LPAG.
ÓRGANO COMPETENTE PARA DECLARAR DE OFICIO LA NULIDAD DE UN
ACTO ADMINISTRATIVO
La nulidad de oficio sólo puede ser declarada por el funcionario jerárquico superior
al que expidió el acto que se invalida. Si se tratara de un acto emitido por una
autoridad que no está sometida a subordinación jerárquica, la nulidad será
declarada por resolución del mismo funcionario.
Esta última precisión resulta controversial, pues establece la posibilidad de que un
funcionario que no está sometido a subordinación pueda anular sus propios actos,
lo cual establece un régimen discrecional muy amplio, máxime si existen múltiples
autoridades que carecen de superiores jerárquicos, en particular las autoridades
máximas de organismos públicos descentralizados —cuya relación con el titular del
sector no es de jerarquía, sino de tutela, como ya vimos—, organismos
constitucionales autónomos y municipalidades. Más bien, la Ley debió establecer la
imposibilidad de que puedan declararse nulos de oficio los actos de autoridades que
carezcan de superior jerárquico, a fin de que solamente pueda hacerse efectiva
dicha nulidad a través del proceso de lesividad.
Dicha atribución podrá ser ejercida en el plazo de dos años contado a partir de la
notificación del acto al interesado, luego de lo cual, la Administración no podrá
declarar la nulidad de oficio, pero sí demandar la nulidad por medio del proceso
contencioso administrativo, siempre que se interponga dentro de los tres años
siguientes de notificada la resolución emitida por el consejo o tribunal.
PLAZO PARA DECLARAR DE OFICIO LA NULIDAD DE UN ACTO
ADMINISTRATIVO
La facultad para declarar la nulidad de oficio de los actos administrativos prescribe
en el plazo de dos años, contado a partir de la fecha en que hayan quedado
consentidos o contado a partir de la notificación a la autoridad administrativa de la
sentencia penal condenatoria firme, en lo referido a la nulidad de los actos previstos
en el numeral 4 del artículo 10 de la LPAG.
Se debe precisar que el establecimiento de un plazo tiene como objetivo otorgarle
seguridad jurídica a los administrados respecto del tiempo en que la autoridad
podría revisar y, si fuera el caso, declarar nulo un acto administrativo.
PLAZO PARA SOLICITAR LA NULIDAD DE UN ACTO ADMINISTRATIVO ANTE
EL PODER JUDICIAL CUANDO EL PLAZO PRESCRIBIÓ EN SEDE
ADMINISTRATIVA – ACCIÓN, PROCESO O RECURSO DE LESCIVIDAD.
En caso de que haya prescrito el plazo previsto en el acápite anterior, solo procede
demandar la nulidad ante el Poder Judicial vía el proceso de lesividad, siempre que
la demanda se interponga dentro de los dos (2) años siguientes a contar desde la
fecha en que prescribió la facultad para declarar la nulidad en sede administrativa.
Este proceso resulta una de las facultades más polémicas de la Administración
Pública, pues le permite solicitar al Poder Judicial la nulidad de sus propios actos,
amparándose en su propia torpeza y sustentando su petitorio en una actuación
ilegal o defectuosa del órgano que emitió el acto. En tal sentido el proceso de
lesividad no es un proceso contencioso administrativo, puesto que el mismo no es
iniciado por un administrado en contra de la administración, sino por esta última.
Por otro lado, la mal llamada acción de lesividad por parte del derecho comparado
(pues en realidad es un proceso judicial) genera no pocos problemas de aplicación.
En primer lugar, es necesario determinar claramente a quien corresponde la
legitimidad pasiva, existiendo la discrepancia respecto a la posibilidad de la
Administración de demandarse a sí misma. En todo caso, podríamos considerar
como demandado al que resultara beneficiado por el acto emitido. La Ley que regula
el proceso contencioso administrativo parece haber resuelto el problema, al
establecer como sujeto pasivo al particular titular de los derechos declarados por el
acto cuya nulidad pretenda la entidad administrativa que lo expidió. Ello limita la
demanda a aquellos actos que declaran derechos subjetivos a favor del
administrado, sin tomar en cuenta otros actos administrativos, en especial, aquellos
que generan más bien gravámenes o cargas y cuya nulidad podría favorecer a los
administrados. En estos casos, la norma parece establecer que procede más bien
la revocación, como veremos más adelante.
En segundo lugar, es necesario determinar los efectos de la demanda respecto a la
eficacia del acto impugnado, en especial si la administración obtiene una medida
cautelar en su favor, que sería especialmente procedente. La suspensión de la
vigencia del acto impugnado, si este favorece al administrado, puede acarrear
perjuicios de difícil cuantificación, que luego podrían devenir en irreparables.
TRES SUPUESTOS DE PROCESO DE LESIVIDAD
1. Vencido el plazo para declarar la nulidad de oficio.- Un primer supuesto del
proceso de lesividad es aquel en el cual ha vencido el plazo para que la
Administración pueda declarar la nulidad de oficio del acto administrativo
considerado nulo y que a la vez vulnera el interés público. Este caso es posible en
todos los supuestos en los cuales la Administración se encuentra facultada para
declarar la nulidad de sus propios actos y fundamentalmente en supuestos de
procedimientos administrativos bilaterales.
2. El caso de los Actos de Tribunales o Consejos Especiales.- Como veremos
más adelante, en el caso de los actos administrativos emitidos por Tribunales
Administrativos o Consejos regidos por leyes especiales, en particular si desarrollan
actividad cuasi jurisdiccional, la redacción original de la Ley Nº 27444 establecía
que no cabía la nulidad de oficio de los mismos, situación en la cual, si es que la
Administración requiere obtener su nulidad debe necesariamente dirigirse al Poder
Judicial. Esta previsión se sustentaba en el hecho de que dichos órganos resuelven
una controversia cuya solución debe poner fin a la vía administrativa, razón por la
cual no deberá otorgarse a la Administración la potestad de poder decidir por sí
misma la nulidad de dicho acto.
Sin embargo, el decreto legislativo Nº 1029 modifica sustancialmente esta
disposición, estableciendo que es posible que estos organismos puedan declarar la
nulidad de oficio de sus propios actos, pero mediando acuerdo unánime de sus
miembros, debiendo ejercerse esta atribución en plazo establecido por la ley para
ello. Esta es una reforma discutible, puesto que, como lo hemos señalado, al
resolverse una controversia solo el Poder Judicial debería poder determinar si nos
encontramos ante un acto administrativo nulo.
3. La administración es afectada por el acto emitido por otra entidad.- Cierto
sector de la doctrina entiende que cuando una entidad administrativa es afectada
por un acto emitido por otra nos encontramos ante un supuesto habilitante del
proceso de lesividad. Sin embargo, en estos casos nos encontramos en realidad
ante un proceso contencioso administrativo, puesto que la entidad demandante no
pretende la nulidad de su propio acto, sino la de aquel emitido por otra entidad
administrativa.
En este caso resultaría de aplicación lo dispuesto por el segundo párrafo del artículo
11º de la Ley Nº 27584, que establece que también tiene legitimidad para obrar
activa la entidad pública facultada por ley para impugnar cualquier actuación
administrativa que declare derechos subjetivos, previa expedición de resolución
motivada en la que se identifique el agravio que aquélla produce a la legalidad
administrativa y al interés público, y siempre que haya vencido el plazo para que la
entidad que expidió el acto declare su nulidad de oficio en sede administrativa.
LA REVOCACIÓN DE UN ACTO ADMINISTRATIVO
CONCEPTO

“(…) extinción unilateral por parte de la Administración de la relación jurídica o de


los efectos creados por actos válidos, pero cuyas consecuencias devienen ilegales
o inoportunas, por falta de cobertura normativa (cambio legislativo o de
circunstancias), por cambio de criterios de apreciación o por incumplimiento de su
titular.” (José Carlos Laguna de Paz)
L a revocación consiste en la potestad que la ley le confiere a la administración para
de manera directa, de oficio y mediante un nuevo acto administrativo modificar,
reformar o sustituir total o parcialmente, o simplemente extinguir los efectos jurídicos
de un acto administrativo generado conforme a derecho valido y eficaz fundándose
en la necesidad de adecuarse a una necesidad extrínseca y posterior: el interés
público sobreviniente.
En principio, y de acuerdo a la Ley Nº 27444, los actos administrativos declarativos
o constitutivos de derechos o intereses legítimos no pueden ser revocados,
modificados o sustituidos de oficio por razones de oportunidad, mérito o
conveniencia. Este concepto de irrevocabilidad de los actos administrativos
proviene de evidentes consideraciones de seguridad jurídica y de respeto al derecho
al debido proceso de los administrados.
La revocación es una potestad excepcional que tiene la Administración para
modificar, reformar, sustituir o extinguir los efectos jurídicos futuros de un acto
administrativo válido. El ejercicio de esta potestad se sustenta en un cambio de las
circunstancias (fácticas o jurídicas) que dieron lugar a la emisión del acto declarativo
o constitutivo de derechos y a que el interés público exija la revocación de dicho
acto. A continuación se desarrollará cada uno de los supuestos habilitantes para la
revocación de un acto administrativo.
DIFERENCIAS ENTRE ANULACIÓN Y REVOCACIÓN
• La anulación supone la existencia de un vicio de validez del acto que se pretende
anular, que es trascendente y que agravia el interés general.
• La revocación supone la validez del acto administrativo que se pretende revocar y
sólo produce la cesación de los efectos del acto hacia futuro.
CASOS EN QUE PROCEDE LA REVOCACIÓN
• Regla general de no revocabilidad del acto administrativo declarativo o constitutivo
de derechos.
• Regla especial, establece por excepción, la revocación en tres supuestos:
* Cuando la facultad revocatoria se ha previsto expresamente en la ley.
* Cuando sobrevenga la desaparición de las condiciones legales exigidas.
* Cuando se favorezca a los destinatarios del acto.
LIMITES A LA POTESTAD REVOCATORIA
• Derecho de defensa
• Indemnización
• Cosa Juzgada

“Un acto que declare derechos en favor de un administrado y que no presente vicios
en su constitución no puede ser revocado de oficio por la propia Administración so
pretexto de que el acto se ha convertido en inconveniente o inoportuno en un
determinado momento. Este principio prohibitivo es, desde luego, una importante
garantía para los particulares que, de este modo, quedan a cubierto de los posibles
cambios de criterio de la Administración, pero resulta también demasiado rígido en
ocasiones. Una solución de equilibrio que garantizaría tanto al interés público como
al de los particulares sería la de permitir la revocatoria por motivos de simple
oportunidad o conveniencia, condicionándola, sin embargo, al reconocimiento y
pago de una indemnización adecuada que compensase la pérdida de los derechos
reconocidos por el acto revocado.” (Eduardo García de Enterría y Tomás – Ramón
Fernández)

SUPUESTOS HABILITANTES PARA REVOCAR UN ACTO ADMINISTRATIVO


El ordenamiento establece, los supuestos habilitantes para revocar un acto
administrativo basándose en criterios de interés general. Evidentemente, la
revocación de actos administrativos, a diferencia de la nulidad de oficio, opera
únicamente con efectos hacia delante, pero a su vez, carece de plazo establecido
por ley, con lo cual se distingue claramente de la nulidad que opera con efectos
retroactivos y se encuentra sometida a un plazo. Se precisa esta aclaración porque
en ciertos ámbitos de la legislación y de la doctrina comparadas ambos conceptos
tienden a confundirse, empleándose la revocación como sinónimo de anulación de
actos administrativos ilícitos.
Finalmente, dada su particular naturaleza, la revocación de actos administrativos
cabe, en consecuencia, en situaciones taxativamente definidas por la ley que deben
ser interpretadas de manera restrictiva, y son las siguientes:

(i) La existencia de una norma con rango de legal que autorice la revocación
del acto;

Las causales de revocación en este caso deberán estar establecidas taxativamente


en la norma autoritativa, a fin de evitar que la excepción antes señalada se vaya a
convertir en una regla general. Un ejemplo de facultad que ha sido conferida de
manera expresa en la Ley es la posibilidad de revocación de la delegación de
competencia otorgada por una entidad en favor de otra, conforme lo señalado por
la Ley del Procedimiento Administrativo General. Otro ejemplo son los supuestos de
caducidad de derechos obtenidos en materia de recursos naturales, como es el caso
de la concesión minera.
(ii) La modificación de las condiciones exigidas legalmente para la emisión
del acto, cuya permanencia resulta indispensable para la existencia de la
relación jurídica creada;

Como resultado, la relación jurídica a la que se hace referencia pierde sustento y se


resuelve. La revocatoria del acto resultaría ser la consecuencia de la circunstancia
generada al verificarse la desaparición de dichas condiciones. Un caso evidente en
el cual se manifiesta esto es la muerte, en el caso de autorizaciones o derechos
otorgados de manera personalísima, debiéndose tener cuidado de confundir esta
situación con un supuesto de plazo resolutorio.
Otro ejemplo interesante se da en circunstancias en las cuales la entidad
administrativa haya emitido un acto administrativo en función a una decisión judicial
o administrativa que luego fue anulada por una decisión posterior. En este caso es
evidente que la decisión administrativa previa ha perdido su sustento, siendo
necesario revocarla.

(iii) La apreciación de elementos de juicio sobrevinientes que favorezcan


legalmente a los destinatarios del acto y no generen perjuicios a terceros.

En este caso la revocación en realidad resulta favoreciendo al administrado,


operando en el caso de actos desfavorables o de gravamen y resultaría
perfectamente admisible, incluso en términos de interés general, pues implica una
revisión del procedimiento en el cual no se favoreció al solicitante. Por ello, esta
modalidad de revocación podría generarse incluso a pedido de parte.
De hecho, en la jurisprudencia y el derecho comparado, en general, esta se
convierte en la única causal habilitante de la revocación de actos administrativos,
siendo que los actos administrativos declarativos de derechos únicamente pueden
anularse, mas no revocarse; siendo que las causales que hemos descrito líneas
arriba configuran más bien vicios del acto administrativo.
Esta causal de revocación implica que su uso no afecte el ordenamiento jurídico ni
el interés general. Es necesario señalar que esta facultad es muy útil para corregir
actos administrativos que perjudican a los administrados cuando la entidad ya no
puede declarar la nulidad de oficio por haber transcurrido el plazo establecido por la
ley para ello y es evidente que el acto administrativo no debió emitirse por contener
un vicio en alguno de sus requisitos de validez. A ello debemos agregar el hecho de
que conforme a la normativa vigente el proceso de lesividad solo puede emplearse
contra actos administrativos que otorgan o autorizan el ejercicio de derechos y no
frente a actos de gravamen.
Cabe precisar que la decisión de revocar un acto administrativo lleva implícito el
deber que tiene la autoridad de proteger el interés público. Será la prioridad que se
otorga al interés público lo que justificará que se pueda revocar un acto
administrativo aun cuando dicho acto declare u otorgue un derecho a un
administrado.
ESTRUCTURA DE LA REVOCACION DE ACTOS ADMINISTRATIVOS
Elementos fundamentales de esta:
1. EL SUJETO ACTIVO DE LA REVOCACIÓN.- Cuando la revocación está
autorizada, la competencia para la revocación sólo podrá ser declarada por
la más alta autoridad de la entidad competente que dicto el acto a revocar,
previa oportunidad a los posibles afectados para presentar sus alegatos y
evidencia en su favor. A diferencia de la declaración de nulidad de oficio, la
revocación solo podrá ser declarada por la más alta autoridad ─y no solo por
el superior jerárquico─ de la entidad donde se emitió el acto a revocar. Este
acto también agotará la vía administrativa y solo se podrá cuestionar ante el
Poder Judicial.
2. LAS FORMAS DE REVOCAR: LA REVOCACION DIRECTA E
INDIRECTA.- La diferencia entre ambas es evidente. Un supuesto es la
revocación del acto producida mediante la emisión de un nuevo acto
administrativo expreso en sentido contrario al acto preexistente y que le
suprime los efectos sobrevivientes por razones de interés público. La
revocación por modo indirecto es constituida por “todos aquellos supuestos
en que un acto posterior modifica o desvirtúa, total o parcialmente, el anterior
o bien destruye el que servía de soporte a este último”.
3. OBJETO DE LA REVOCACION.- La revocación cae sobre efectos
sobrevivientes de un acto administrativo anteriormente creado conforma a
los requisitos legales y procesales para adquirir la legalidad. Lo ordinario es
que se extingan los efectos aún vigentes y futuros del acto, pero también
puede afectarse los efectos del acto ya consumados.
4. ELEMENTOS QUE JUSTIFICAN LA REVOCACIÓN DE UN ACTO
ADMINISTRATIVO
EL ACTO REVOCADO Y EL ACTO REVOCATORIO
El acto revocado es un acto administrativo ordinario. No se trata de un acto
administrativo sujeto a una condición resolutiva que se produce, porque en ese caso
sus efectos van a cesar por un aspecto congénito a él sin necesidad de un acto
revocatorio posterior.
El acto revocatorio se configura como un nuevo acto independiente, con
individualidad propia, por lo que por sí mismo debe reunir los elementos esenciales
para su validez. A diferencia del primero, no tiene como destinatario único al
administrado sino que tiene como destinatario directo a los efectos del acto que
retira y de esta manera también refleja al administrado que era su destinatario.
¿PUEDE EXISTIR LA REVOCACION COMO CONSECUENCIAS DEL
ADMINISTRADO?
El ordenamiento jurídico nacional reconoce la existencia de dos modos de revocar
actos administrativos favorables a partir de acciones u omisiones imputables al
propio interesado.
La revocación constituye en sí un ejercicio de la potestad administrativa originaria
de crear, modificar, interpretar situaciones jurídicas, por lo que no se produce como
consecuencia de practicar acciones de control respecto de la conducta del
administrado a afectarse por la privación de los efectos del acto.
LA IRREVISABILIDAD DE ACTOS JUDICIALMENTE CONFIRMADOS
Los actos administrativos judicialmente confirmados por sentencia firme no serán
en ningún caso revisables en sede administrativa. Esta regla puede entenderse
como una expresión del carácter vinculante de las sentencias judiciales que ha sido
recogido por el Art. 4° de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que establece lo
siguiente:

“Artículo 4°.- Carácter vinculante de las decisiones judiciales. Principios de la


administración de justicia. (T.U.O. LOPJ) toda persona y autoridad está obligada a
acatar y dar cumplimiento a las decisiones judiciales o de índole administrativa,
emanadas de autoridad judicial competente, en sus propios términos, sin poder
calificar su contenido o sus fundamentos, restringir sus efectos o interpretar sus
alcances, bajo la responsabilidad civil, penal o administrativa que la ley señala.
Ninguna autoridad, cualquiera sea su rango o denominación, fuera de la
organización jerárquica del Poder Judicial, puede avocarse al conocimiento de
causas pendientes ante el órgano jurisdiccional. No se puede dejar sin efecto
resoluciones judiciales con autoridad de cosa juzgada, ni modificar su contenido, ni
retardar su ejecución, ni cortar procedimientos en trámite, bajo la responsabilidad
política, administrativa, civil y penal que la ley determine en cada caso.”

La vinculatoriedad de las decisiones judiciales también ha sido interpretada como el


reconocimiento de la supremacía constitucional que tienen el Poder Judicial para
resolver de manera definitiva una controversia jurídica. Debido a nuestro diseño
constitucional, se ha confiado a los órganos jurisdiccionales la potestad para
resolver, de manera definitiva, cualquier controversia entre las personas o de alguna
persona frente al Estado. Una vez que un órgano jurisdiccional se ha pronunciado
sobre una determinada controversia, esta decisión se tiene que cumplir en sus
propios términos, sin que la autoridad administrativa pueda modificar, interpretar o
alterar de algún modo su sentido.
Ahora bien, cabe preguntarse a qué tipo de pronunciamiento judicial se refiere el
principio aludido. En principio, los actos judiciales que son de obligatorio
cumplimiento para la autoridad administrativa son aquellos que tienen la autoridad
de cosa juzgada y que se pronuncian sobre el fondo de una controversia, salvo que
una resolución judicial disponga lo contrario. En ese sentido, si una decisión judicial
no analizó el fondo de la controversia, sino que declaró improcedente el pedido de
una persona, la autoridad administrativa puede analizar el fondo del asunto dado
que sobre este aspecto no existe pronunciamiento alguno. Por lo tanto, la restricción
de la irrevisabilidad de los actos judicialmente confirmados queda circunscrita a
aquellas sentencias en las que se haya producido un pronunciamiento de fondo
sobre los hechos concretos.
IRREVISABILIDAD DE UN ACTO ADMINISTRATIVO EN SEDE
ADMINISTRATIVA

INDEMNIZACIÓN POR LA REVOCACIÓN


Cuando la revocación origine perjuicio económico al administrado, la resolución que
la decida deberá contemplar lo conveniente para efectuar la indemnización
correspondiente en sede administrativa.
Así, el Tribunal del Indecopi ha señalado que dicha resolución deberá contener,
como mínimo, la cuantía de la compensación y la autoridad encargada del pago.
La cuantía de la compensación debe comprender el daño emergente y lucro cesante
causados al administrado producido hasta la notificación de la resolución de
revocación, lo que implica que también “(...) comprenderá las inversiones realizadas
para emprender la actividad habilitada, la expectativa razonable de ingresos
esperados y el hecho de que dejara [sic] de percibir debido a la revocación(...)” toda
vez que la finalidad de la compensación es que patrimonialmente el particular se
encuentre en la misma situación en la que hubiera estado de no haber sufrido los
perjuicios de la revocación. Así, las inversiones efectuadas con posterioridad a la
notificación no deben ser contempladas en la resolución de revocación como parte
de la indemnización.
La indemnización de la revocación de un acto administrativo se justifica en que el
acto administrativo que le otorgaba un derecho al administrado era un acto válido,
motivo por el cual éste no debe verse perjudicado por situaciones que no eran de
su responsabilidad. Si bien la autoridad administrativa tiene la potestad de revocar
un acto administrativo, el administrado no debe verse perjudicado en su patrimonio
por esa revocación.
Finalmente, es necesario advertir que, de acuerdo al art. 216° del TUO de la LPAG,
los actos incursos en causal de revocación o nulidad de oficio cuyos efectos hayan
caducado o agotado, serán materia de indemnización en sede judicial, la cual será
dispuesta cuando quede firme administrativamente su revocación o anulación. Esta
norma resulta necesaria para aquellas situaciones en la que nos encontremos frente
a actos consumados, cuyos efectos se han agotado y en las cuales no es posible
ser revocados, precisamente porque su eficacia ha concluido.
De esta manera, frente a actos cuyos efectos ya se produjeron o que habiendo
tenido efectos durante algún tiempo su objeto se haya cumplido, podrá únicamente
la Administración Pública pretender un resarcimiento compensatorio ante la sede
judicial, por resultar inoficioso declarar la nulidad o revocación de dicho acto a estas
alturas del proceso.

COMPARACIÓN DE LOS TIPOS DE ACTOS DE REVISIÓN


CONCLUSIONES
 El principio de legalidad es la que obliga a la Administración a actuar de oficio
frente a cualquiera de sus actos o actuaciones que contravengan al
ordenamiento jurídico, con el fin de adecuarlos a éste. Este deber de
permanencia a la legalidad no plantea problemas jurídicos graves cuando se
trata de actos que afectan al ámbito interno de la Administración, en su
estructura, organización o funcionamiento, sin limitar los derechos de los
ciudadanos. Tampoco cuando el acto es perjudicial o gravoso para un
particular, como puede ser la imposición de una sanción indebida
 La revisión de actos administrativos presupone la emisión de un acto
administrativo sobre el cual recaerá, posteriormente, el acto revisor, a efectos
de analizar y evaluar tanto los aspectos formales y procedimentales que se
ha seguido para su emisión así como el contenido del acto para que no
vulnere un derecho de los administrados y el interés público.
 El ordenamiento establece, los supuestos habilitantes para revocar un acto
administrativo basándose en criterios de interés general. Evidentemente, la
revocación de actos administrativos, a diferencia de la nulidad de oficio,
opera únicamente con efectos hacia delante, pero a su vez, carece de plazo
establecido por ley, con lo cual se distingue claramente de la nulidad que
opera con efectos retroactivos y se encuentra sometida a un plazo. Se
precisa esta aclaración porque en ciertos ámbitos de la legislación y de la
doctrina comparadas ambos conceptos tienden a confundirse, empleándose
la revocación como sinónimo de anulación de actos administrativos ilícitos.
 Potestad nulificaste de la Administración respecto de aquellos actos
administrativos afectados por graves vicios y que agravien el interés público
revocando dichos los actos modificando su contenido, sustituyéndolo o,
simplemente, eliminándolo.
 La revocación de un acto es una facultad administrativa que permite dejar sin
efecto, con efectos a futuro, un acto administrativo plenamente valido, por
razones de interés, mérito o conveniencia.
 Estos actos revocatorios deben ser emitidos por el órgano facultado en razón
de la materia, territorio, grado, tiempo o cuantía, a través de la autoridad
regularmente nominada al momento del dictado y en caso de órganos
colegiados, cumpliendo los requisitos de sesión y deliberación
indispensables para su emisión.
RECOMENDACIONES

BIBLIOGRAFIA
 TIRADO BARRERA, José Antonio: “La revisión de los actos administrativos:
la revisión de oficio y los recursos administrativos en la LPAG” - Diciembre,
2017.
 GUZMÁN NAPURÍ, Christian: “Manual del procedimiento administrativo
general” – Junio, 2013.
 MORÓN URBINA, Juan Carlos: “Comentarios a la ley de Procedimiento
Administrativo General” – Mayo, 2011.
 Ministerio de Justicia y Derechos Humanos: “Guía práctica sobre la revisión
de los actos administrativos en el ordenamiento jurídico peruano” - Agosto,
2014.

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