Vous êtes sur la page 1sur 5

Ensayo realizado por DIEGO FERNANDO ORTIZ GALEANO 4-A DIURNO,

CÓDIGO: 163137

EL ACTIVISMO Y GARANTISMO COMO IDEOLOGÍAS EN LA


ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.

Desde tiempos pretéritos, en los seres humanos dentro de la naturalidad de su


conducta se haya inherente el conflicto, el cual dejó de resolverse a manos de
los directamente involucrados, incluso a través de la fuerza, para posteriormente,
esto es, cuando se asienta a la civilización, empezar a resolverse dejando en
manos de alguien más (el juez) la toma de un veredicto que definiría la realidad
que iba a darse entre las partes cuando se presentaba una diferencia o discordia.

Pasaron los años y empezamos a vivir dentro de ese modelo judicial en el cual
el juez decía en derecho (Préstamo del latín S. XV, juris – dictio: ‘acto de decir el
derecho), ejercía la jurisdicción, generalmente cimentando su decisión con base
a las pruebas que las partes le traían al proceso, siendo el juez un ejecutor de la
ley que daba la existencia del derecho por verídica basado exclusivamente en lo
que las partes lograban probarle a través de los medios probatorios que estas
allegaban oportunamente al proceso, pero naciendo ahí una considerable
limitación en cuanto a la real administración de una JUSTICIA, pues el juez
quedaba atado de manos y no tenía una su mano una facultad oficiosa que le
permitiera intervenir en el proceso, decretando pruebas que las partes no
pidieron y que este considere necesarias, para el fin de llegar a una verdad
verdadera que le permita tomar una decisión realmente justa.

Viviéndose esa realidad, se empezó a notar que el juez estaba siendo un sujeto
muy pasivo en cuanto a la obtención de la verdad para una efectiva
administración de justicia, y fue entonces cuando surgió y se propuso que se le
otorgara la facultad de decretar pruebas de oficio, esto sin duda así como tuvo
sus partidarios tuvo sus detractores, lo cual dio origen a dos grandes escuelas
antagónicas, por una parte la del activismo y por otra la del garantismo,
diferenciándose a grandes rasgos en que el activismo judicial propende a la
obtención de la verdad dentro del proceso, teniendo a la justicia como valor
principal; en cambio el garantismo, busca la solución de conflictos, con o sin la
obtención de la verdad, pues lo fundamental es que el proceso sirva para
resolver litigios entre sujetos, realzando como valor fundamental a la seguridad
jurídica.

Se enfrentaron entonces estas dos corrientes opuestas, por su parte, el


garantismo no facultando al juez realizar ningún acto en el proceso más que
controlar su tramitación, apostando por un juez espectador; en la otra parte,
aquella tesis que habilitaba a los jueces realizar actividades probatorias
oficiosas, permitiendo llegar a la verdad de los hechos (Activismo Judicial).
CORRIENTE DEL ACTIVISMO.

Para nuestro debate académico en cuestión es menester vincular esta figura con
los poderes y facultades probatorios-oficiosos que ostenta el órgano
jurisdiccional, diciendo que modernamente el Juez no debe tornarse pasivo y
resolver un litigio limitándose a las pruebas que ofrezcan las partes, el juez
asume poder acercarse lo más posible a la verdad de los hechos. El juez no
puede dejar de tener interés en que su sentencia sea justa, y por consiguiente,
en que la actividad procesal le suministre los medios necesarios para decidir
bien.

Dentro del este contexto global, el activismo sostiene una posición comprometida
con la verdad verídica, al extremo de justificar la participación del Juez cuando
las partes no hayan probado eficientemente los hechos, dejando el juez a un lado
su papel de espectador para pasar a ser un juez director que usa de los poderes
conferidos por el sistema jurídico para tomar las riendas si es necesario y que
todo se haga buscando la mayor justicia posible.

Para esta ideología la justicia también tiene un papel social que implica también
que en últimas de una u otra manera, es beneficioso para toda la sociedad que
se haga justicia y se llegue a la verdad, dejando de lado la individual satisfacción
de los intereses personales de los litigantes enfrentados.

CORRIENTE DEL GARANTISMO.

Es una corriente de pensamiento que responde a una visión distinta de la


problemática, intentando otorgar un justo límite a la expresión “garantista” tantas
veces vapuleada, al ser sinónimo de impunidad, artilugio procesal (según ellos)
y débito de la moralidad del debate, esbozando una particular respuesta a estos
erróneos planteos, de manera simple pero a la vez profunda.

Parte de la siguiente afirmación: el proceso es proceso, es decir, no es otra cosa


como tal y por revestir el carácter de medio pacífico de solución de conflictos es
abstracto, en el sentido que no tiene contenido.

El garantismo procesal se examina en oposición con la posición filosófica


antagónica que es el solidarismo procesal o activismo anteriormente expuesto,
poniendo encima de la pirámide jurídica a la Constitución y nada superpuesto a
ella, conformándose con que los jueces declaren la certeza de las relaciones
jurídicas conflictivas otorgándoles un adecuado derecho de defensa y
resguardando la igualdad procesal con una clara imparcialidad funcional, dando
plenitud a la posibilidad de tutela efectiva de todos sus derechos.

En consecuencia, el proceso no constituye un instrumento para el servicio de la


verdad y la justicia (que a mi juicio es algo muy grave y que hace flaquear a esa
doctrina), los jueces actúan como garantes del cumplimiento del procedimiento
(pero solo del “procedimiento” y quiero que se destaque esta palabra), no
comportándose como partes, ni actuando con interés, ni arrogándose
atribuciones que no pueden ni tienen que cumplir (como buscar la verdad o hacer
justicia (incluyendo el decreto oficioso de pruebas en el evento de ser
necesario)), sino que son jueces que hacen observar la Constitución, garantizan
la igualdad de los litigantes, teniendo presente que su función es la de resolver
conflictos, no a cualquier costo, siempre de acuerdo con el orden jurídico vigente
y a las pretensiones de las partes, y esto es lo que se ha dado en denominar
“Garantismo procesal”.

Aquí el Juez tiene que ser absolutamente imparcial dentro del proceso, su
función será la de director o conductor del proceso (aunque considero a mi juicio
que es más director del procedimiento, entendido como las formas propias de
cada juicio), pero evitando inmiscuirse en el litigio, pasando a ser un mero
espectador, que asume una actitud pasiva, limitándose a dictar un
pronunciamiento de conformidad a la aplicación que estime correcta de la Ley y
de los hechos probados, desterrando suplir las negligencias de las partes.

Esta es una corriente que plantea que si bien, se busca justicia verdadera, al
intervenir el juez directamente dentro del proceso, viola principios de seguridad
jurídica, de bilateralidad, paz social, volviéndose al proceso inquisitivo de siglos
remotos y para este sistema, las normas que regulan el procedimiento
establecen las formas dentro de las cuales se desarrolla el litigio, donde el Juez
tiene la función y la misión de sentenciar resolviendo el conflicto (dentro del
procedimiento establecido) y no la de investigar los antecedentes del caso
puesto a su consideración.

NORMAS QUE EVIDENCIAN QUE COLOMBIA ES ACTIVISTA.

En nuestro Código General del Proceso, podemos apreciar ciertos artículos que
evidencian la adscripción de nuestro sistema colombiano a la escuela activista
como lo con los artículos 167, 169, 170, 198, 203, 217, 218, 221 #9, 223, 224,
229, 230, 234, 236, 275, propugnando porque se proceda en caso de ser
necesario a dar un papel activista del juez en su búsqueda de la verdad y se le
de un poder facultativo para decretar pruebas de oficio.

A mi juicio también me parece pertinente citar jurisprudencia que puede resultar


útil que consagra nuestra ideología activista, y que espero sea tenida en cuenta,
por una parte la sentencia de la Corte Suprema del 21 de agosto de 2002,
radicación 18620, donde precisó: “Precisa el artículo 54 del C. P. del T. y S. S.,
de modo general, la posibilidad de que el juez laboral decrete pruebas de oficio,
pero sólo como una facultad dependiente de su juicio o criterio sobre si son o no
indispensables "para el completo esclarecimiento de los hechos controvertidos."
No es, por ende, un deber, por lo cual no puede resultar exigible al fallador, aún
menos cuando la ausencia de la prueba pueda ser atribuida a negligencia o
incuria de la parte interesada en la misma”.

Otra jurisprudencia bellísima que quiero citar es la de la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, sala de casación civil, con MARGARITA CABELLO BLANCO como
Magistrada ponente // SC7824-2016 / Radicación n°. 11001 31 03 029 2006
00272 01 pero quiero centrarme en la parte de las consideraciones en su
numeral 3.1:
Lo dicho hasta aquí, implica, sin duda, que el funcionario competente ponga al servicio
de esa causa litigiosa todas sus facultades y poderes de dirección e instrucción (art. 37
y ss C. de P.C.), con miras a dirimir, en definitiva, a qué puede aspirar el justiciable para
lograr reconocer o negar la prestación reclamada.

Y, por supuesto, en función de concretar esos objetivos, surge de manera


principal el ejercicio de la labor demostrativa, pues, allí, sin duda, anida una
importantísima parte de la actividad judicial; no resulta una casualidad que desde
tiempos antiguos se refiera a aquella máxima en cuanto a que al juez se le deben dar
las pruebas de los hechos que soportan el sustento normativo a aplicar, para que él, a
su vez, conceda a quien corresponda el derecho en disputa. Referente que, desde
luego, permeado como ha sido por la concepción del nuevo Estado de Derecho, ha
mutado y, hoy por hoy, no solo al extremo interesado le asiste el compromiso de
acreditar el supuesto fáctico de la norma que invoca (art. 177 ib.), sino que al propio
funcionario, por ministerio de la ley, le ha sido asignado un rol protagónico en las
controversias llevadas a su conocimiento y, sobre sus hombros descansa, de
manera principal, se reitera, el deber de incorporar al plenario los elementos de
convicción suficientes para que, al momento de finiquitar el asunto, con apego a
la ley, satisfaga la expectativa del litigante.

Y, para cumplir esa preponderante labor, en gran variedad de situaciones, la


normatividad le provee la facultad oficiosa de traer al proceso los medios suasorios que
considere necesarios. (y personalmente considero esta la parte más importante de la
sentencia) No le es dable tornarse pasivo; esperar que las partes le entreguen
dicho material; a él, de manera irrestricta, se le encomienda una actividad juiciosa
con miras a arrimar al proceso lo necesario para poder dirimir la controversia y
no solamente para ello sino para hacer efectiva y real la aspiración del usuario a
que la justicia sea bien y debidamente administrada; es, sin duda, la forma más
evidente de acceder, como lo manda la Carta Política, a la administración de justicia.

POSICIÓN PERSONAL RESPECTO DE LAS ESCUELAS EN MENCIÓN.

Me adhiero a la escuela activista, a grandes rasgos, por considerar que cumple


más plenamente uno de los fines del derecho que es la búsqueda de JUSTICIA,
porque vela más por esto, que porque se dé cumplimiento a un procedimiento o
paso a paso que incluso puede llegar a sacrificar la verdad y justicia que debe
anhelar un Estado Social y Democrático de Derecho como lo hace la escuela
garantista; y porque desarrolla un papel más eficiente dentro del derecho y lo
hago en gran medida gracias a lo que me instruyó la sentencia últimamente
referida de la doctora MARGARITA CABELLO BLANCO como Magistrada
ponente , a esta escuela activista porque dentro de la concepción del nuevo
Estado de Derecho que tenemos, el derecho ha mutado y estamos viviendo en
unas circunstancias dentro de las cuales no solo al extremo interesado le debería
asistir el compromiso de acreditar los hechos a probar, sino que al propio juez,
se le dio ese rol protagónico en los litigios y debe incorporar al proceso las
pruebas que le brinden convicción suficiente para que, al momento de resolver
de fondo el asunto, satisfaga la expectativa de justicia puesta en él, incluso si
ello implica el decreto y práctica de pruebas que las partes no hayan pedido
oportunamente

Considero que como lo refiere la magistrada, el juez no puede quedarse quieto


y pasivo viendo solamente como el procedimiento cursa sus respectivas etapas
ajustándose a la ley, pues el juez tiene que velar porque se haga justicia y se
protejan derechos, y no puede estancarse aduciendo que como una parte no
solicitó una prueba entonces debe cometerse una injusticia que violente
derechos y que en ciertas circunstancias denigre la dignidad humana

El juez tiene que ser acucioso en el desarrollo de su actividad dirigida a que al


proceso se incorpore lo necesario para poder dirimir la controversia y no
solamente para ello sino para hacer efectiva y real el anhelo de una sociedad de
que la justicia sea bien y debidamente administrada. Por estas razones, porque
lo considero más justo, pragmático, eficiente y ajustado a los fines del derecho,
me adhiero a la escuela ACTIVISTA.

Vous aimerez peut-être aussi