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Existe una semejanza entre las acciones obsesivas y las prácticas

religiosas. El ceremonial neurótico consiste en pequeñas prácticas,


agregados, restricciones, ordenamientos que, para ciertas prácticas de
la vida cotidiana, se cumplen de una manera idéntica o con
variaciones que responden a leyes. Al enfermo se le presentan como
carentes de significado, pero es incapaz de abandonarlas. El no hacer
el ceremonial se castiga con una insoportable angustia. La particular
escrupulosidad con que se ejecuta el ceremonial, y la angustia si este
es omitido, lo hace equiparable a una acción sagrada. Cualquier
acción puede convertirse en un ritual obsesivo si es adornado con
pequeños agregados, ritmada con pausas y repeticiones. No hay un
nítido deslinde entre las acciones obsesivas y el ceremonial. Forman
parte de esta enfermedad prohibiciones e impedimentos, permitiendo
ciertas cosas bajo el ceremonial, y prohibiendo otras. Tanto
compulsión como prohibición solo afectan a las actividades solitarias
de los seres humanos, durante años queda intacta su conducta social.
Las similitudes entre el ritual religioso y el ritual obsesivo son las
siguientes: la angustia de la conciencia moral a raíz de las
omisiones, el pleno aislamiento en relación a todo otro obrar, así
como la escrupulosidad con que se ejecutan los detalles. Las
diferencias incluyen la individualidad de los ceremoniales
neuróticos, versus la estereotipia de los ceremoniales religiosos,
el carácter público versus el privado. La neurosis es una religión
privada. Las acciones obsesivas poseen un sentido simbólico
que es posible develar gracias a la técnica analítica. Es un
requisito que la persona que obedece a la compulsión desconozca su
significado. La acción obsesiva sirve a la expresión de motivos y
representaciones inconscientes. Al igual que el neurótico, el individuo
piadoso práctica el ceremonial sin in quirie su significado. El que se
comporta obedeciendo prohibiciones y padece de compulsión, se
comporta como obedeciendo una conciencia de culpa inconsciente.
Esta conciencia de culpa tiene su fuente en ciertos procesos anímicos
tempranos, pero halla permanente refrescamiento en la tentación,
renovada por cada ocasión reciente. Por otra parte genera una
angustia de expectativa siempre al acecho, una expectativa de
desgracia que, por medio del concepto de castigo, se anuda a la
percepción interna de la tentación. El ceremonial empieza como una
acción de defensa o de aseguramiento, como una medida protectora,
a que se desconoce el nexo entre la ocasión a raíz de la cual emerge
la angustia de expectativa y el contenido con el que ella amenaza.
Esto se corresponde con el rezo de lo creyentes, que en su corazón
saben que son unos pecadores, pero se protegen a través de este. El
mecanismo de la neurosis obsesiva es el siguiente: en su base se
encuentra la represión de una moción pulsional que estaba contenido
en la constitución de la persona, tuvo permitido exteriorizarse durante
algún tiempo en su vida infantil, y luego cayó bajo la sofocación. Una
especial escrupulosidad dirigida a la meta de la pulsión nace a raíz de
su represión pero esta formación psíquica reactiva no se siente segura
sino amenazada de continuo por la pulsión que acecha en lo
inconsciente. El influjo de la pulsión reprimida es sentido como
tentación, y en virtud del propio proceso represivo se genera la
angustia, que se apodera del futuro como una angustia de expectativa.
El proceso de la represión que lleva a la neurosis obsesiva debe
calificarse de imperfectamente logrado, y amenazado cada vez más
con el fracaso. Se requieren siempre nuevos empeños psíquicos para
contrabalancear el constante esfuerzo de asalto de la pulsión. Las
acciones y ceremoniales obsesivos nacen en parte como defensa
frente a la tentación en parte como protección frente a la desgracia
esperada. Para la tentación las acciones protectoras parecen resultar
pronto insuficientes; emergen entonces las prohibiciones destinadas a
mantener alejada la situación de tentación. El ceremonial figura la
suma de las condiciones bajo las cuales se permite otra cosa, todavía
no absolutamente prohibida. Los ceremoniales siempre devuelven
algo del placer que están destinadas a prevenir, sirven a las pulsiones
reprimida no menos que a las que las reprimen. En la formación en la
religión también se tienen que sofocar ciertas pulsiones. También la
conciencia de culpa ante la tentación inextinguible, y la angustia de
expectativa ante los castigos divinos también se evidencian en la
religión. El mecanismo de desplazamientos gobierna los procesos
anímicos de la neurosis obsesiva, por medio de un desplazamiento de
lo sustantivo a lo cotidiano. La neurosis es un correspondiente
individual patológico de una religión: una religión individual. La religión
podría ser una neurosis obsesiva universal. Ambas coinciden en la
renuncia a las pulsiones dadas constitucionalmente. La diferencia
radica que en la neurosis estas pulsiones son de tipo sexual, y en la
religión de tipo egoísta.

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