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El apego y la pérdida

John Bowlby

Psicoanalista y médico psiquiatra inglés, estudió el desarrollo infantil y la teoría del


apego. Nació en Londres en una familia de clase media alta. Su padre fue cirujano. Veía
a su madre sólo una hora al día, después del té de las 5 y estaba un poco más
disponible en el verano. A los 4 años se va de la familia su querida niñera, que era su
principal cuidadora, describe esa pérdida como algo muy trágico similar a la pérdida de
una madre. A los 7 va a un colegio internado. Debido a estas experiencias mostró una
sensibilidad especial al sufrimiento infantil a través de su vida. Se casó y tuvo 4 hijos.

La Teoría del impulso secundario: Origen y opiniones actuales

La teoría del impulso secundario sostiene que el individuo desarrolla su gusto por la
compañía de otros miembros de su especie como consecuencia de ser alimentado por
ellos. La alimentación brinda al niño la oportunidad de aprender a estar a gusto en
compañía de terceros, para sentar las bases de su socialización. Freud sostiene: La
razón por la cual el bebé desea percibir la presencia de la madre es porque sabe que
ella puede satisfacer todas sus necesidades inmediatamente. El amor tiene su origen
en el apego a la necesidad satisfecha de comida.
Este tipo de teoría surge de un supuesto y no de la observación. Existe un número
limitado de impulsos primarios (de comida, bebida, calor y sexualidad), y todas las
conductas derivan de estos por un proceso de aprendizaje.
Las primeras investigaciones de Lorenz, demostraron que en la cría de gansos y patos
puede desarrollarse una conducta de apego sin que las crías reciban comida o
cualquier otra recompensa. Esos animalitos tienden a seguir a cualquier objeto en
movimiento que vean, ya sea a la madre, un hombre, un globo de plástico o una caja
de cartón. Además, una vez seguido un objeto en particular, tienden a seguirlo a
preferencia a otros y, pasado un cierto tiempo, ya no siguen a ningún otro objeto. El
proceso de aprendizaje de las características del objeto al que siguen recibe el nombre
de impronta.
Con sus descubrimientos resultó natural contrastarlos con la conducta de apego en los
mamíferos y en los seres humanos. Hay pruebas de que ocurre así.
Sin considerar a los seres humanos, en los demás mamíferos existen prueban de que la
conducta de apego puede desarrollarse y dirigirse a un objeto que no da ninguna de
las recompensas tradicionales (alimenticias, de calor o sexuales).
Otros experimentos con conejillos de indias, aislados a 4 horas de su nacimiento,
reaccionan a los movimientos de una forma plana de madera blanca, siguiéndola.
Incluyen el acercamiento y otras reacciones como olfatear, lamer y buscar contacto.
En otro experimento los conejillos de indias, permanecieron con la madre durante 5
días en la más completa oscuridad. Luego, se le separó de esta exponiéndolos a la luz,
al mismo tiempo que se les mostraba un modelo móvil. Una vez más, reaccionaron al
modelo mediante pautas de acercamiento, seguimiento y otras respuestas sociales.
Como habían sido criados en la oscuridad, era imposible que hicieron generalizaciones
visuales tomando como punto de referencia a la madre, y, como el acercamiento
precedió al contacto con el modelo, podía excluirse todo efecto del contacto previo
con la madre.
Cachorritos aislados del ser humano, los cachorritos permanecieron con la madre y sus
hermanos en un ambiente con luz, con dos o 3 semanas de vida. La pregunta era si un
cachorrito que nunca había visto a un hombre ni había sido alimentado por él, si se
acercaría a este y lo seguiría.
En el experimento, colocaban varios cachorros de diferentes edades al lado de un
hombre sentado inactivo, durante 10 minutos al día, a lo largo de una semana. Todos
los animales que vieron al hombre por primera vez cuando tenías entre 3 y 5 semanas
de vida, se acercaron inmediatamente y pasaron los 10 minutos con él. En cambio, los
que habías visto al hombre por primera vez a una edad más avanzada mostraban
temor, y ninguno de los que vio al ser humano por primera vez se aproximó al
experimentador. Es decir, que en las semanas posteriores a poder gatear por primera
vez, los cachorros se acercarán a un ser humano aunque este no se mueva y aunque
no hayan tenido ninguna oportunidad de asociar la comida con él.
Otro experimento: Perritos aislados a partir de las 3 semanas de vida fueron
alimentados por medios mecánicos. Después, se empezó a dejarlos salir todos los días
y se observó su reacción ante un hombre que caminaba. Todos ellos lo siguieron. Un
grupo de cachorritos no sólo no recibió recompensa, sino que fue castigado cada vez
que trataba de seguir al hombre, de modo que su única experiencia con los seres
humanos fue dolorosa. Después de varias semanas, el investigador interrumpió el
castigo. Los cachorritos pronto dejaron de huir ante su aparición y, además,
comenzaron a pasar más tiempo en compañía de él que los perritos de control, que
habían sido recompensados con muestras de afecto y aprobación.
Otro experimento se realizó en un cordero de 6 semanas de vida mantenido en un
ambiente aislado, aunque en contacto visual y auditivo con un aparato de televisión
funcionando. El cordero no sólo se mantuvo cerca del televisor, sino que, después de 9
semanas de aislamiento, al ser separado del aparato, lo busco de inmediato y se
acerco enseguida a dar con él.
En otros experimentos, los corderos eran criados en contacto visual, olfativo y auditivo
con un perro. En algunos casos, se impedía la interacción entre ambos colocando un
alambrado. Después de varias semanas, el cordero también trato al perro como una
figura de apego: lo busco y al encontrarlo lo acompañaba por todas partes.
Observamos que en los corderos el apego puede desarrollarse por el mero contacto
visual y auditivo con un objeto y sin que se produzca ninguna interacción física con
éste.
Tanto los corderos, como los cachorritos desarrollan el apego a pesar de recibir un
castigo de su compañero. Cuando se dejan juntos en una jaula a un cordero y un perro,
sin ninguna restricción de movimiento éste último suele morder y maltratar al cordero.
Sin embargo, cuando se los separa, el cordero busca de inmediato a su compañero
perro y se acerca a él. Ninguno de estos descubrimientos es compatible con la teoría
del impulso secundario.
En experimentos con monos, se los separaba de la madre al nacer, se dio dos modelos
de madres: uno era un cilindro hecho de alambre y el otro un cilindro cubierto de una
lana suave. Recibían su alimentación de un biberón que podía colocarse en cualquiera
de los dos modelos. Esto permitió evaluar por separado los efectos de la comida y de
un objeto suave al que pudieran aferrarse. Todos los experimentos mostraron que el
contacto agradable daba lugar a la conducta del apego, mientras que la comida no
tenía ese resultado.
En otro experimento, 8 monitos fueron criados pudiendo escoger un modelo de tela o
un modelo de alambre. Cuatro de los animales eran alimentados siempre que lo
pedían, con el modelo de la tela y los otros 4 con el modelo de alambre. Se media el
tiempo que los monitos pasaban con cada modelo. Los resultaron mostraban que
cualquiera fuera el modelo que daba el alimento, los animalitos empezaban a pasar la
mayor parte del tiempo con el modelo de tela. Los miembros de ambos grupos
pasaban 15 hs diarias en promedio aferrados al modelo de tela, ninguno de ellos
dedicaba más de una hora al modelo de alambre. Algunos monitos que eran
alimentado con el modelo de alambre, se las arreglaban para inclinarse y succionar la
correspondiente tetina sin dejar de aferrarse al modelo de tela.
Los datos obtenidos demuestran que el contacto con algo suave y agradable
constituye una variable de importancia en el desarrollo de las relaciones afectivas
hacia la madre sustituta (el modelo) y que la alimentación parece desempeñar un
papel secundario.
Cuando el monito criado por un modelo de tela que no lo alimenta se siente alarmado,
lo busca inmediatamente y se aferra a él. Así se siente menos atemorizado e incluso
puede empezar a explorar el objeto que lo alarmaba. Cuando se realiza el experimento
con un mono con un modelo de alambre que lo alimenta, la conducta cambia, no
busca el modelo, sino que permanece paralizado, atemorizado y no inicia una
conducta exploratoria.
En otro experimento con un mandril, el animal era alimentado por un biberón,
también tenía un objeto para succionar y podía aferrarse a la cuidadora cuando lo
deseaba. El biberón solo le interesaba cuando tenía hambre. El resto del tiempo dirigía
la conducta hacia el objeto de succión o hacia la madre sustituta.
En los monitos maltratados por la madre, se pone de manifiesto una conducta de
apego muy intensa.

El caso de los seres humanos


El bebe humano nace con una capacidad para el aferramiento que le permite apoyar
su peso.
Relación con Erikson, 2– Autonomía versus vergüenza y duda
La maduración muscular nos prepara para experimentar dos modalidades simultáneas
sociales: aferrar y soltar. Sus conflictos pueden llevar a actitudes hostiles o bondadosas.
Aferrar puede llegar a significar retener o restringir en forma destructiva y cruel y
puede convertirse en un patrón de cuidado: tener y conservar.

Es un instinto de agarrarse. Por otro lado los bebes gozan de la compañía de otros
seres humanos. Durante los primeros días de vida, son reconfortados a través de la
interacción social, que incluye levantarlos en brazos, hablarles, acariciarlos, y pronto
parecen disfrutar de las personas que se mueven a su alrededor. Por otro lado, la
sonrisa y el balbuceo son más intensas en el bebe cuando un adulto reacciona con una
conducta social, por ejemplo al prestarle atención. No se requieren alimentos ni otros
cuidados corporales, aunque resultan de ayuda. Los bebes están preparados para
reaccionar a estos estímulos sociales y se apegan a otros niños de su misma edad o
apenas mayores, protestan y los siguen si estos se alejan y se acercan si regresan.
Anna Freud y Sophie Dann realizaron un trabajo sobre un grupo de niños en un campo
de concentración siendo los demás niños su única compañía. Los pensamientos
positivos de los niños se centraban exclusivamente en el grupo, se preocupan por los
otros, pero se desentendían del resto del mundo.
El hecho de que un bebé se apegue a los de su misma edad o apenas mayores, prueba
que la conducta del apego se puede desarrollar y dirigirse hacia una figura que nada
hizo para satisfacer sus necesidades fisiológicas. Lo mismo ocurre cuando la figura del
apego es un adulto.
De acuerdo a Schaffer y Emerson existen figuras de apego principales o subordinadas.
Hicieron un experimento en 60 niños escoceses, donde una quinta parte de las
personas no participaron en el cuidado físico del niño. Vieron que igualmente puede
desarrollarse un vinculo de apego. La variable que permite determinar hacia quienes
se sentirán apegados los niños era la rapidez con que la persona reaccionaba ante el
bebé y la intensidad de la interacción.
Una de las mejores maneras de aumentar el rendimiento del niño, en cualquier tarea o
habilidad motriz es recompensarlo con la reacción de otro ser humano.
La habilidad de los niños para realizar tareas sencillas aumenta cuando se lo
recompensa por cada reacción correcta con una aprobación social.
Las pruebas obtenidas confirman la teoría de que la conducta del apego de los seres
humanos es susceptible de desarrollo, como ocurre con otras especies, sin necesidad
de recompensas de alimentos y calor.
La conducta del apego de desarrolla de manera independiente a la de la alimentación.

Una vez aprendidas las características individuales de la figura del apego: el contacto,
el movimiento y el sonido de las llamadas maternas se dirigen fundamentalmente o
totalmente hacia ella. Una vez seleccionada la figura, la preferencia por ella suele ser
estable y con el tiempo es difícil la transferencia del apego a otra figura nueva y
desconocida.
Tanto en cachorritos como en monos la fase en la que puede desarrollarse el apego
con facilidad se encuentra limitada. Una vez pasada esta fase, todavía resulta posible
desarrollar apego hacia un objeto nuevo, pero resulta cada vez más difícil lograrlo.

La importancia en el ser humano


El desarrollo de la conducta del apego en bebés humanos, es más lento, pero coincide
con la de los mamíferos.
En los bebés las reacciones sociales son provocadas por estímulos, que luego se van
reduciendo y se limitan a estímulos provenientes de uno o pocos individuos en
particular.
Cuanto mayor sea la interacción del bebé con determinada persona mayor será su
apego a ella.
A los períodos de contemplación y escucha siguen la discriminación de caras.
En la mayoría de los bebés la conducta de apego con una figura preferida se desarrolla
durante el primer año de vida. En ese año se encuentra el período sensible para
desarrollar con rapidez esta conducta.
Es improbable que la fase sensible se inicie antes de los 6 meses.
Entre los 6 meses y 9 meses los bebés tienen reacciones de temor ante la aparición de
figuras extrañas.
Un vez que el niño se siente fuertemente apegado a una figura en particular, la
prefiere a todas las demás y esa preferencia continua a pesar de la separación.
Función de la conducta del apego
Freud sostiene que la función del vínculo que une el niño con la madre es asegurar el
suministro de alimentos. El peligro básico al que se enfrenta el bebé es la posibilidad
de que su aparato psíquico deje de funcionar, por la estimulación excesiva que surge
de la necesidad fisiológica insatisfecha. El bebé no está capacitado para hacer frente a
ese peligro por sí solo. La madre sí. El bebé sabe por experiencia que ella satisface sus
necesidades sin demora. Desea percibir la presencia de la madre.
La teoría del impulso secundario que explica el vínculo infantil es errónea. Incluso en
los animales el alimento desempeña un papel marginal en el desarrollo de la conducta
del apego.
La función de la conducta del apego es proteger al sujeto de los predadores. La
conducta del apego permite que el bebé aprenda de la madre conductas para la
supervivencia.
En los mamíferos, mucho de lo aprendido viene de imitar lo que hace la madre o dirigir
conductas a los mismos objetos, por ejemplo los alimentos.
La ventaja fundamental de la conducta del apego es la protección contra los
predadores. En los animales, el peligro de muerte por un ataque es tan grande como el
peligro de muerte por falta de alimentos. Todos los animales son predadores, cada
especie tiene que arreglárselas para obtener alimento y reproducirse sin antes
convertirse en el alimento de otra especie.
3 Factores por la que la protección de predadores es la función más importante en la
conducta del apego:
1- El predador ataca con frecuencia un animal aislado que otro en compañía de
otros.
2- La conducta de apego se manifiesta en animales que por edad o tamaño son
más vulnerables para los predadores. Como los cachorros, las hembras
preñadas o los enfermos.
3- La conducta de apego se manifiesta con mayor intensidad ante señales de
alarma.

Cuanto más severo es el castigo que recibe un animalito más intenso es su apego a la
figura que lo aplica.

Nota sobre el término Dependencia


El termino dependencia tiene que ver con la idea de que el niño construye el vínculo
con la madre porque depende de ella desde lo fisiológico.
Es distinto depender de una figura materna que estar apegado a ella. Durante las
primeras semanas el bebé depende sin duda de ella pero todavía no está apegado a
ella. Por ejemplo un niño de 3 años que queda al cuidado de extraños, da claros signos
de que continúa apegado a la madre, aunque en ese momento no dependa de ella.
La palabra dependencia indica el grado de subordinación de un individuo respecto de
otro para asegurar su supervivencia.
En cambio el término apego hace referencia a una forma de conducta.
La dependencia es absoluta en el momento del nacimiento y disminuye gradualmente
hasta la madurez. El apego no se forma al nacer y se ve a partir de los 6 meses.
A pesar de la adhesión de Freud y Anna Freud a la teoría del impulso secundario,
ambos emplean el termino apego.

Harlow y Harlow, los 5 sistemas afectivos:


A) Sistema afectivo bebé-madre, une el bebé con la madre
B) Sistema afectivo materno-bebé o maternal
C) Sistema afectivo bebe-bebe, compañeros de la misma edad
D) Sistema afectivo sexual y heterosexual
E) Sistema afectivo paterno

La conducta de apego desde el punto de vista de los sistemas de control


La intensidad con que un niño pequeño manifiesta la conducta del apego varía de un
día para otro, de hora a hora y de un momento a otro.

El papel de la madre y del niño en la interacción materno-filial

La interacción como resultante de distintos tipos de conducta

Las conductas de cada miembro de la pareja contribuyen a aumentar o mantener


proximidad entre ellos. También hay conductas opuestas a la búsqueda de la
proximidad poco frecuentes: la madre o el niño pueden sentirse enfadados o irritados
y tratan de aumentar la distancia que los separa.
Es muy improbable que la distancia entre ambos exceda un máximo determinado. De
ocurrir, uno o ambos actuarán para que esa distancia se reduzca. La madre puede
tomar la iniciativa, yendo a buscar al niño o llamándolo. O puede ser el niño que corre
junto a la madre o se pone a llorar.
Es decir que en la pareja madre-hijo se da un equilibrio dinámico.
La distancia entre madre e hijo se mantiene en límites estables.

La relación espacial existente se da como consecuencia de la conducta de uno de estos


4 tipos:
A) La conducta de apego del niño
B) La conducta del niño antitética del apego (en particular la conducta
exploratoria y el juego)
C) La conducta de atención de la madre
D) Una conducta materna antitética de los cuidados parentales

A y C son homogéneas. B y D son heterogéneas.


Cada una de estas 4 conductas varía su intensidad de un momento a otro o pueden no
registrarse en absoluto. Además sobre cada una de ellas puede influir la presencia o
ausencia de terceros.
Que la madre se marche puede dar lugar a la conducta de apego del niño y que su
conducta exploratoria quede inhibida. Cuando el niño explora demasiado lejos
aumenta la probabilidad de que la madre ponga en marcha la conducta de cuidados.
En una pareja adecuada los cuatro tipos de conducta se ponen de manifiesto y
progresan de modo armónico.
2 del niño y 2 de la madre que facilitan la interacción madre-hijo.
La conducta exploratoria y el juego
La conducta exploratoria adopta 3 formas:
1 Una reacción orientadora de la cabeza y el cuerpo, que ubica los órganos de los
sentidos para distinguir objeto-estimulo.
2 Acercamiento del cuerpo al objeto-estimulo.
3 La investigación del objeto, al manipularlo y experimentar con él.

La conducta

La conducta exploratoria es inducida por estímulos nuevos.

Por ejemplo cualquier objeto nuevo que se deje en la jaula de un animal será
inspeccionado e investigado. Al cabo de un tiempo disminuye el interés. Pero cada
objeto nuevo que se presenta despierta interés nuevamente.

Los seres humanos se comportan de la misma manera. A los bebés les encanta
observar una escena cambiante. Toda madre sabe que un bebé deja de comer
inmediatamente cuando algo o alguien nuevo aparece en su campo visual.

La conducta exploratoria es una conducta independiente.

La conducta exploratoria se caracteriza por transformar lo nuevo en familiar.

Una característica paradójica es que lo mismo que inicia la exploración provoca


también alarma y alejamiento. El equilibrio entre ambas se produce cuando el interés
despertado supera la alarma. Todo elemento extraño provoca alejamiento. Luego el
sujeto lo explora desde cierta distancia. A la larga si el objeto permanece en su lugar y
no emite sonidos el observador se acerca al objeto y lo explora. En la mayoría de las
criaturas el proceso se acelera en presencia de un amigo y en los pequeños en
presencia de la madre.

Es probable que el juego con los pares comience a partir de la conducta exploratoria.

Cuidados maternos.

La conducta de recuperación:

Es la conducta de unos de los progenitores para traer a la prole al nido, acercarla a la


madre. Casi todas las especies de animales emplean una llamada característica, en
general en tono bajo y suave.

En los seres humanos esta conducta recibe el nombre de maternaje, cuidados


maternos. Es preferible usar el término cuidados maternos, en otros casos es mejor
usar el término recuperación. Recuperación pone el acento en que la conducta
materna trata de reducir la distancia entre el bebe y la madre y mantener a este en
contacto físico con la madre.
La conducta de recuperación en primates consiste en que la madre toma al niño en sus
brazos y lo sostiene. Esta conducta tiene como resultado mantener la proximidad del
bebe.

En la conducta de apego el hijo se orienta hacia una figura materna en particular. En la


conducta de recuperación materna también se dirige hacia su hijo en particular.

En todas las especies de animales la madre logra reconocer al hijo a las pocas horas de
nacer, y cuando lo reconoce solo dirige los cuidados maternos hacia él.

Conducta materna antitética del cuidado de los hijos

Una conducta que compite con los cuidados del niño es la de las tareas del hogar.
Estas tareas pueden interrumpirse ante un signo de alarma, por lo que son
compatibles con los cuidados maternos. Otras actividades son más difíciles de
abandonar: las exigencias de otros miembros de la familia, en especial el marido y
otros hijos pequeños. Es inevitable que la madre experimente el conflicto.

Así como la conducta del apego del bebé se contraponen el juego y la conducta
exploratoria, a la conducta de recuperación materna se contraponen actividades que
compiten con ella.

Cuando la interacción entre la pareja sigue los cauces normales, cada miembro siente
intenso placer por estar en compañía del otro y en especial de las mutuas muestras de
afecto. En cambio cuando la interacción da un conflicto persistente, cada miembro
experimenta ansiedad o tristeza, en especial por el rechazo del otro.

Responsabilidad por el mantenimiento de la proximidad: cambios.


En todas las especies incluyendo la humana en un principio la conducta del apego del
bebé está ausente. O carece de la fuerza necesaria para mantenerse aferrado a la
madre. El resultado es que existe una etapa de la infancia en la cual la proximidad con
la madre se logra, sobre todo gracias a la conducta de ésta. Al principio la madre
mantiene al hijo pegado a ella. La madre se hace plenamente responsable del niño y
rara vez se aleja demasiado de él.

La etapa siguiente se caracteriza por la movilidad que adquiere la cría: en el mono


después de una o dos semanas, en el ser humano después de los seis meses.

Cuando la madre permanece inmóvil en un lugar, el hijo suele iniciar una conducta
exploratoria sin demasiado juicio, como consecuencia puede alejarse más allá de lo
que resulta aceptable para la madre. En cambio cuando la madre camina la capacidad
del niño para seguirla es inadecuada. Por lo tanto en esta fase es la conducta de la
madre la que permite mantener la proximidad entre ambos. En el hombre, esta fase
se prolonga hasta finales del tercer año de vida.
En la fase siguiente se produce un cambio, la conducta de apego del niño se vuelve
más eficaz y aumenta su capacidad de juicio para saber cuándo debe mantenerse junto
a la madre y cuando no. Entonces, tanto el hijo como la madre son los que mantienen
la proximidad.

En el ser humano esta fase de transición dura muchos años y depende de las
condiciones de vida de la familia. Esta fase va entrando en una etapa final donde la
madre va dejando la responsabilidad de mantener la proximidad casi totalmente en
manos del hijo.

Relación con Erikson, Confianza básica versus desconfianza básica.

El primer logro social del niño es permitir que la madre se aleje de su lado sin
experimentar indebida ansiedad o rabia.
El estado general de confianza implica que uno ha aprendido a confiar en la
continuidad de los proveedores externos. Que uno puede confiar en uno mismo y en la
capacidad de los propios órganos para enfrentar las urgencias.

La cantidad de confianza derivada de la más temprana experiencia infantil no parece


depender de cantidades absolutas de alimento o demostraciones de amor, sino más
bien de la cualidad de la relación materna.
Los padres no sólo deben contar con ciertas maneras de guiar a través de la
prohibición y el permiso, sino que también deben estar en condiciones de representar
para el niño una convicción profunda de que todo lo hacen tiene un significado.

Formas de conducta relacionadas con el apego: su organización


En el ser humano hay varias pautas de conducta que se relacionan con el apego: llorar,
llamar, balbucear y sonreír, aferrarse, succionar sin fines alimenticios y la locomoción
como un medio para acercarse, para seguir y para buscar. El resultado para estas
pautas es aumentar la proximidad con la madre.

Todas las formas de la conducta de apego se dirigen hacia un objeto concreto situado
en el espacio, generalmente la figura de apego.

A los seis meses los bebés tienen la habilidad necesaria para distinguir a la madre de
otras figuras para seguir los movimientos con la vista y el oído.

El niño se mantiene muy bien informado del paradero de la madre, de modo que las
pautas de la conducta de apego activadas se dirigen hacia ella. La conducta de
orientación es un requisito indispensable de la conducta de apego.

Las pautas de conducta que facilitan la formación del apego se clasifican en dos
categorías:
A - Conducta de señales, cuyo efecto es llevar a la madre hacia el hijo
B - Conducta de acercamiento, cuyo efecto es llevar el niño hacia la madre

Conducta de señales

El llanto, la sonrisa, el balbuceo y luego, la llamada y determinados gestos pueden


clasificarse todos como señales sociales y su resultado es aumentar la proximidad
entre madre e hijo.

El llanto puede producirse en circunstancias diferentes, es diferente el llanto por


hambre que el llanto por dolor. En el llanto por hambre la intensidad va creciendo
lentamente. En el llanto por dolor es fuerte desde un principio. El grito inicial sigue un
periodo de silencio debido a la apnea. El llanto por dolor está entre los estímulos más
fuertes que hace que la madre corra al lado del hijo.

La sonrisa y el balbuceo tienen lugar cuando el bebé está despierto y contento, no


tiene hambre, no está solo, ni le duele nada. Mientras el llanto lleva a la madre a
entrar en acción, para proteger, alimentar o consolar el bebé, la sonrisa y el balbuceo
generan conductas diferentes. Cuando el bebé sonríe y balbucea la madre también le
sonríe, le habla y lo acaricia y quizás lo toma en brazos. La madre y el bebé parecen
expresar regocijo ante la presencia del otro. Seria apropiada la expresión conducta de
amor materno.

Ambrose describió el efecto de la primer sonrisa social de un bebé sobre la madre y


como aumenta su capacidad de reacción. Si se siente cansada e irritada con el hijo la
sonrisa de éste lo desarma y la anima en su actividad. La sonrisa del bebé afecta a la
madre de tal forma que aumenta las posibilidades de que en un futuro reaccione ante
las señales del bebé con más rapidez.

Uno de los medios más corrientes para que el bebé deje de llorar es levantarlo en
brazos y acunarlo o hablarle. Es menos sabido que al levantarlo el bebé deja de
sonreír.

Otra pauta de conducta es la señal de tratar de atraer y mantener la atención de la


madre.

Conducta de acercamiento

Las conductas que llevan al niño al lado de la madre o lo mantienen próximo a ella son:
En primer lugar, el acercamiento mismo, lo cual incluye búsqueda y seguimiento.
En segundo lugar la conducta de aferramiento.
Una tercera conducta que no se reconoce fácilmente, es la succión sin fines
alimenticios o el agarrarse el pezón.

En cuanto el niño adquiere movilidad, se ponen de manifiesto las conductas de


acercamiento a la madre y de seguimiento de ésta. Para lograr la meta de
acercamiento, el niño recurre a todos los medios locomotores que tiene. Se arrastra,
gatea, camina o corre.

Aunque el bebé humano es menos hábil para aferrarse a la madre que los monos,
puedo hacerlo al nacer y su eficacia aumenta durante las cuatro semanas siguientes. A
los treinta días el bebé puede suspenderse en una barra con las manos durante medio
minuto.
Aunque la succión pueda interpretarse como un simple medio de ingerir comida, tiene
otras funciones. Todos los bebés primates pasan mucho tiempo agarrados o
succionando un pezón u objeto de manera parecida, aunque la mayor parte del tiempo
no obtienen ningún alimento. En los seres humanos es muy común que los bebés se
chupen el dedo o un sustituto de éste.
En los monos criados en ausencia de la madre, es algo universal. Cuando se crían con
la madre lo que succionan los monos es el pezón.

Una de las consecuencias de la succión no alimenticia y de agarrarse al pezón es que el


bebé se mantiene en contacto muy estrecho con la madre.

Entre los primates agarrar el pezón y chupar cumplen dos funciones distintas: una la
nutrición y la otra el apego. Cada una es importante, y es erróneo suponer que la
nutrición tiene un significado esencial y el apego uno secundario. Es mucho mayor el
tiempo dedicado a la succión no alimenticia que a la alimenticia.

Son dos funciones independientes que cumple la succión y los movimientos empleados
son diferentes. Los empleados en la succión sin fines nutritivos son más superficiales
que los otros.

El bebé al que se le da la posibilidad de practicar una conducta de succión sin fines


alimenticios suele criarse más satisfecho y relajado que el que no puede hacerlo.
Conducta cuando la madre está presente y permanece en el mismo lugar

Un niño de uno o dos años, en una situación familiar está contento con jugar y
explorar durante media hora o más, tomando como base el punto en el que está
situada la madre. Para mantener la proximidad en esas situaciones, el niño debe
orientarse hacia ella, recordar su paradero y utilizar medios de locomoción. Están
ausentes las conductas de aferramiento, succión o llanto. El intercambio de miradas y
sonrisas o el contacto ocasional confirman a cada uno de ellos que el otro es
consciente de su paradero.

El regreso hacia la madre parece producirse a un ritmo más veloz que cuando el hijo se
alejó de ella.

Con frecuencia el regreso empieza sin que el niño haya siquiera lanzado una mirada a
la madre.

Cuando el niño juego cerca de la madre y ésta permanece fija en su sitio, el niño trata
de llamar su atención y no se da por vencido hasta lograrlo.
Conducta cuando la madre se aleja

Después de los doce meses, a veces antes, los niños protestan cuando ven que su
madre se marcha. Con frecuencia tratan de seguirla. Cuanto más pequeño sea el niño,
más probable es que llore y menos que intente seguir a la madre.

Si la retirada es lenta la protesta y los intentos de seguimientos serán casi nulos. Si la


salida es apresurada el niño protestara intensamente y tratará de seguirla. Otro factor
que influye es la familiaridad del ambiente en que se lo deja. Si es un ambiente
familiar el niño se mostrará feliz.

Conducta cuando la madre vuelve

La conducta del niño al regreso de la madre depende de cuánto tiempo se ausentó y


del estado emocional del hijo cuando reaparece la madre. Este depende del tipo de
relación que tiene con la madre.

Luego de una breve ausencia probablemente el niño se dirija a ella y se acerque, tal
vez sonría. Si estaba llorando probablemente deje de hacerlo sobre todo si la madre lo
levanta en sus brazos.

Después de una ausencia prolongada y menos rutinaria el niño puede mostrarse


perturbado cuando regresa la madre. Quizás apenas reaccione al verla o incluso la
rehúya. Si no estaba llorando puede guardar silencio y luego llorar. Una vez en
contacto físico con la madre el llanto suele disminuir y luego parar. El niño suele
aferrarse con fuerza a la madre y resistirse cuando ésta trata de bajarlo de sus brazos.

Activación e interrupción de los sistemas relacionados con la conducta del apego

Durante su segundo y tercer año la conducta de apego varía en su activación, forma e


intensidad.

En un primer momento el niño está feliz explorando el ambiente, su madre está fuera
de su campo visual y aparentemente fuera de sus pensamientos. Más tarde la busca
con desesperación o la llama. Un día está feliz y no exige la presencia de la madre y al
otro esta mimoso y llora pidiendo estar con ella.

Son muchas las condiciones que activan la conducta del apego. La más sencilla es la
distancia de la madre.

Otras condiciones que activan la conducta del apego e influyen en la intensidad

Tres categorías

1. Circunstancias del niño: fatiga, hambre, dolor frio, estar enfermo


2. Paradero y conducta de la madre: ausencia de la madre, marcha de la madre,
madre que evita la proximidad
3. Otras condiciones ambientales: hechos alarmantes, rechazo a otros adultos o
de otros niños.

Todas las madres saben que un niño cansado, hambriento, enfermo, que le duele algo
o que siente frio se muestra mimoso. No solo trata de que la madre no se aleje sino
que quiere sentarse en su regazo o ser llevado en brazos. Por su intensidad este tipo
de conductas de apego solo se interrumpe con el contacto físico y toda ruptura del
contacto producida por los movimientos de la madre provoca otra vez una intensa
conducta de apego: el hijo llora, sigue a su madre, se aferra a ella hasta que están en
contacto nuevamente.

Si no está cansado, hambriento, enfermo, con dolores y con frio su conducta es


diferente: se muestra contento aún cuando la madre esta a cierta distancia.

Son parecidos los cambios cuando el niño se siente alarmado o recibe el rechazo de un
adulto u otro niño.

Una luz brillante, la repentina oscuridad, un ruido fuerte, objetos que aparecen de
forma inesperada.

Cuando los niños de dos o más años se asustan corren a refugiarse a los brazos de la
madre. Así la conducta de apego posee gran intensidad. También puede surgir el
llanto o deseos de aferrarse. Si el niño experimenta temores más leves, la intensidad
de la conducta de apego es baja. En estos casos puede que lo único que intente el
niño sea acercarse un poquito a la madre o solo volver la cabeza.

La conducta de la madre también afecta la intensidad de la conducta del apego.


Afecta con gran intensidad cuando la madre parece evitar la proximidad del niño.
Cuando la madre reprende al hijo porque éste quiere estar cerca de ella o sentarse a
upa, a menudo logra el efecto contario: el niño se aferra más a ella.

Cuando el niño observa que la madre le presta atención y está dispuesta a accionar
siempre que él necesite mayor proximidad suele mostrarse satisfecho explorando a
cierta distancia de ella.

Cuando la madre no está dispuesta a mantener la proximidad con el niño éste se pone
en estado de alerta.

La mayoría de los niños pequeños cuando ven a la madre con otro bebé en brazos, les
provoca una conducta de apego muy intensa.

Cambios que tienen lugar con la edad

Después de los tres años la mayoría de los niños muestran una conducta de apego
menos insistente. El apego nunca desaparece por completo.
La conducta se activa con menos facilidad porque la intensidad a la que se activa es
más baja.

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