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CONTRIBUYENDO A LA PAZ ESTABLE

YANET ARANGO

Julio de 2019

Entre guerra y guerra fracturamos nuestra sociedad, dejamos sinsabores, herencias de


sentimientos a veces equivocados y un legado histórico compuesto de sentimientos
quebrantados, resentimientos de antaño, pero al mismo tiempo un deseo constante de lucha
por sobrevivir y sanar una Colombia herida y marcada por las guerras vividas.
Haciendo un recorrido por las situaciones más difíciles que ha vivido nuestro país,
encontramos momentos históricos como la Guerra de los Mil Días, uno de los episodios más
cruciales en la historia moderna de nuestra Colombia, (17 de octubre de 1899 hasta el 21 de
noviembre de 1902), que dejó como resultado la victoria del Partido Conservador, más de
cien mil (100.000) muertos, la Desaparición del Partido Nacional y una devastación
económica del país (Wills, María Emma (2015). Esta situación dejó también recuerdos
sangrientos, un horror y una marca en la memoria de nuestras culturas enfocada en el
conflicto, pero no podemos enfocarnos solamente en el pasado, la guerra continua sólo que
ha sido transformada, las causas son diferentes pero las consecuencias siguen generando
dificultades de todo tipo y sigue dejando secuelas por generaciones.
En este ensayo se pretende realizar un breve análisis, tomando como base el texto “Los Tres
Nudos de la Guerra Colombiana” de Maria Ema Wills, Asesora de la Dirección General del
Centro Nacional de Memoria Histórica e Integrante de la Comisión del Conflicto y sus
víctimas, quien en su escrito narra cómo inició el conflicto y cómo ha sido vivenciado.
En el texto la autora hace una analogía con los nudos, sustentando que éstos se asemejan a
los problemas porque se aprietan, de tal modo que es difícil que se deshagan por sí solos.
El primer nudo se refiere al campesinado, un grupo resistente que carece de representación
política, en él narra cómo este grupo de personas se sentía desconocido por el Estado y en
consecuencia, tomaron la decisión de formar grupos armados buscando llamar y atraer la
atención para lograr tener voz y voto en las decisiones públicas debido a que éstas afectaban
su futuro. Con sus intentos fallidos, este grupo poblacional ha tenido que pasar por
situaciones diversas, reacomodarse y desarrollar diferentes formas de vida para sobrevivir
como trabajadores agrarios, pero aún siguen esperando que sus solicitudes y sus
aspiraciones por tener una vida más digna no sólo sean escuchadas sino tomadas en cuenta
dentro de las políticas públicas. Su única oportunidad de inclusión la tuvieron bajo el modelo
Llerista del Frente Nacional pero la falta de conocimiento político dejó a la deriva esa
organización que los representó, lo que dejó como resultado el desplazamiento hacia nuevas
zonas de colonización en donde la coca se constituyó en una forma de recibir ingresos y
vincularse a las economías del mercado.
Este primer nudo sigue alimentando la guerra y dándole poder, este conflicto de tierras deja
ver que aún el campesinado sigue sin representación y reconocimiento político, podemos
ver esa lucha constante y la recursividad de esta población para recrear nuevos mundos y
enfrentarse a situaciones adversas para sobrevivir, pero esas formas de supervivencia que
van encontrando siempre han sido atacadas ya que si es dentro de la legalidad su agricultura
es sobrevalorada de manera negativa puesto que el campesino es quien más trabaja para
producir en el campo y es el que menos recibe y si es en términos de ilegalidad, la coca por
ejemplo; les puede generar muy buenos ingresos para sobrevivir y superarse, pero ahí si
aparece la ley y se crean mecanismos para erradicar el problema del cual son tildados como
los inconscientes y rebeldes que no miden consecuencias, paradójicamente ahí si hay un
reconocimiento de dicha población.
El segundo nudo hace referencia a una polarización reiterada, enmarcada en un Estado con
fuerzas militares y policía que se enfrentan a grandes desafíos, buscando obtener autonomía
profesional democrática y profesional; en este punto reaparece el desconocimiento político
y viene a fusionarse para terminar fácilmente en guerra.
Aunque en Colombia se ha venido trabajando arduamente en el reconocimiento y respeto
por los Derechos Humanos y a pesar del esfuerzo por desarrollar buenas prácticas; la fuerza
pública aún está limitada por las pocas garantías que ofrecen los diseños institucionales, lo
que hace que queden entre el problema y la vaga solución, siendo las fuerzas militares y la
policía los tildados como los malos del asunto, atacados por diferentes frentes y terminando
como otras víctimas del conflicto.
Se hace impajaritable hacer cambios verdaderos en los diseños institucionales, presentar
nuevas formas de hacer sanciones que resulten ejemplarizantes y aplicables a toda la
ciudadanía; de tal forma que ninguna población termine siendo favorecida porque debido a
su conocimiento y escuela encuentran vacíos en la norma de los que pueden valerse.
Mientras que el ignorante a causa de su desconocimiento tenga que someterse y pagar
grandes castigos por razones mínimas, seguimos dándole poder a una población que tuvo la
suerte de recibir más educación y tener puestos reconocidos en la sociedad. De otro lado,
son las fuerzas militares los primeros en dar la cara frente a los problemas del día a día, pero
no se les está dando las verdaderas herramientas para hacer valer la ley, porque ésta se
encuentra llena de vacíos y modificarla pareciera una eternidad, es por eso es que hoy en día
ocurren tantos inconvenientes entre civiles y esta autoridad que de no prestar atención será
un nuevo motivo para darle poder a la guerra.
por último, el tercer nudo se refiere a los quiebres entre las regiones y el centro que
fracturaron el Estado internamente. Las fracturas entre las políticas de tipo nacional y las
adoptadas a nivel regional hacen que muchos esfuerzos democráticos sean improductivos,
es paradójico encontrar que a pesar de haber una normatividad democrática y a pesar de
poder realizar el ejercicio de las elecciones regulares, se fortalezcan ciertos sectores. Es
difícil encontrar (de forma institucional y ciñéndose a la normativa), la forma de enfrentarse
a redes criminales, ya que de cierta forma se asientan en la legalidad y se arraigan en el
poder, a tal punto que se valen de la democracia para ser electos y delinquir como si nada.
Toda la sociedad, víctima o no, desea vivir en una verdadera democracia, no quiere
escuchar discursos llamativos que los medios de comunicación hacen ver como fascinantes;
el deseo es terminar con estos nudos que vienen ligándose a la guerra y por qué no, ver al
opositor precisamente como eso, como el emisor de un concepto diferente pero no como
un elemento que es necesario eliminar, por considerarlo como un enemigo o por no estar
de acuerdo con nuestros preceptos.
Entre los orígenes y causas de la guerra encontramos:
Un primer período: (Siglo XIX) en el que se crearon los partidos antes de que se consolidara
un estado, Colombia tiene partidos políticos previo a tener una noción y tradición de éstos,
no hay una concepción de Estado, las guerras civiles y la creación de partidos políticos antes
de la consolidación de un estado.
Segundo período (1920): Empiezan las transformaciones económicas y sociales, las cuales,
aunadas a un Estado fracturado, terminan en un período denominado como la Violencia y
los nudos de la guerra.
Factores de continuidad:
Los nudos sin resolver en Colombia han sido continuamente la incapacidad de promover
sanciones internas y fomentar la rendición de cuentas de las fuerzas militares, La violación
de los derechos humanos por parte de las entidades estatales, las políticas de poblamiento
y explotación de la tierra y se da el rompimiento de estado política pública y campesino, las
políticas agrarias se ven enfrentadas por la explotación de tierra y se dio pie para que el
campesino estableciera una postura diferente.
Entre las consecuencias tenemos una convivencia de tipo burocrático de ambos partidos
tradicionales (consecuencias no esperadas, según María Ema Wills), la falta de programas
evidentemente diferentes entre sí, dieron como resultado una despolitización en la
población.
Por otra parte, la gente no se interesa por la política y a la política no le interesa el pueblo
con sentido político.
El frente nacional fue incapaz de crear una visión de pertenencia nacional que permitiera
remediar los problemas ocasionados por las identidades partidistas.
El conflicto entre la dimensión nacional y la dimensión local y regional se facilitó gracias al
movimiento de recursos ilegales del tráfico de drogas y la apropiación indebida de bienes
nacionales y regionales.
El desarrollo del país fue impedido por el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión, factores
que también nutrieron a la guerrilla.
Ahora bien; tomando el tema de lo que las víctimas nos enseñan acerca de una guerra con
pasado pero sin futuro, no podemos enfocarnos en un público específico porque madres,
padres, niños, ancianos, grupos poblacionales, militares, docentes, políticos, religiosos, entre
otros; han sido víctimas de asesinatos, desplazamiento, violencia sexual, violaciones,
obligados a hacer parte de grupos alzados en armas, desapariciones forzosas y otros más
horrores de la guerra, pero ahí no termina el asunto porque estas personas no sólo han
tenido que sufrir los vejámenes de la guerra, sino que también han sido, en muchas
ocasiones, tildadas por otra parte de la sociedad. Pudiésemos decir que LOS OTROS,( los que
no han vivido el conflicto y sus derivaciones), tienden a juzgar o justificar el por qué a algunas
personas les sucede ciertas cosas y no satisfechos con eso; se encargar de sumergir en el
rechazo y el olvido, haciendo que quienes fueron víctimas parecieran convertirse en
victimarios por el hecho de generar una reacción de señalamiento; por ejemplo, las mujeres
violadas suelen decir que se lo buscó, a los secuestrados suelen decir “es que tenía mucha
plata o es que eso se sabía por meterse con X gente”, con los desplazados suelen decir “es
que les gusta pedir y mejor por qué no se vuelven para su tierra”
Estas acciones muestran que NO estamos alejados de la guerra sino que estamos haciendo
parte de ella, en una forma activa pero diferente y qué decir de quienes pasan de largo, como
reza el dicho “se hacen los de la vista ciega” y esa pasividad puede convertirnos en cómplices
de muchas situaciones que de alguna forma terminan adhiriéndonos a este fenómeno y nos
aferra a justificar la guerra y a someternos de tal manera que llegamos a creer que es
necesaria y que es normal que haga parte del sistema.
Sólo quienes han vivido la guerra y han tenido que enfrentarse a ella y luchar para renacer,
entenderán el proceso de vivir el dolor, la pérdida, la desesperanza; pero ellos también se
convierten en nuestros maestros porque le dan una nueva mirada a sus vidas, aquellos que
fueron sometidos encontraron nuevos caminos, esos que aunque estén frente a nuestros
ojos no los vemos por el hecho de sentirnos intocables, inmunes porque sentimos que no
nos tiene que pasar; así tan sencillamente cuando ignoramos o juzgamos, es que seguimos
anclando la guerra, dándole más fuerza y aportándole nuevas formas de sometimiento.
Como conclusión, el conflicto inició con una guerra política que aparentaba ser una guerra
social y que a medida que pasaba el tiempo fue involucrándose más a la sociedad debido a
sus ideales. Hoy en día los tiempos cambian pero la política sigue regando esquirlas en
algunas poblaciones, los procesos siguen intentando transformarse pero continúan dejando
víctimas y dañando inocentes, aunque hay modificaciones en las formas de pensar, prevalece
la falta de respeto por la diferencia, hay poblaciones que siguen siendo rezagadas, todavía
unos pocos se suben al poder y hacen lo que les conviene, sin pensar en el bien común y en
términos de ciudadanía seguimos viendo pasar de largo la guerra, esperando algo mejor pero
sólo somos activos cuando nos conviene, de resto nos abrigamos en una pasividad
conveniente para no sufrir los avatares de la guerra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Wills, María Emma (2015). Los tres nudos de la guerra colombiana. Centro de
Memoria Histórica

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