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Para establecer el contenido del concepto “Equilibrio” cabe tener en cuenta lo que
motiva a cada uno de los sujetos de la relación jurídico negocial derivada del
contrato estatal; para el Estado, desarrollar los fines que nuestro sistema jurídico
le atribuyó fundamentalmente la satisfacción del interés público; para el particular,
obtener un lucro personal. El contrato estatal debe entonces colmar las
expectativas de uno y otro contratante, para lo cual se ha previsto la conservación
de la ecuación financiera del contrato existente a la fecha en que surge la relación
jurídico negocial. Por virtud de la mentada ecuación, se pretende que la
correspondencia existente entre las prestaciones correlativas que están a cargo de
cada una de las partes del contrato, permanezca durante toda su vigencia, de tal
manera que a la terminación de éste, cada una de ellas alcancen la finalidad
esperada con el contrato. Cuando las condiciones económicas pactadas a la
celebración del contrato, se alteran en perjuicio de una de las partes contratantes,
a consecuencia de hechos que no le son imputables y que ocurren con
posterioridad a la celebración del mismo, surge el deber de reparar la ecuación
financiera del contrato. Los hechos determinantes del rompimiento de la ecuación
financiera del contrato son: el hecho del príncipe, los actos particulares de la
administración en ejercicio de la potestad de dirección y control (particularmente
del ius variandi) y los factores sobrevinientes y exógenos a las partes del negocio.
A más de lo anterior, y no obstante que el contrato que se estudia está sometido al
imperio del decreto ley 222 de 1983, resulta ilustrativo anotar que la ley 80 de
1993, al regular la figura del rompimiento del equilibrio financiero del contrato,
incorporó el incumplimiento como factor determinante del mismo (art. 5, num 1),
disposición ésta que debe interpretarse dentro del contexto de la responsabilidad
contractual del Estado, toda vez que es uno de los elementos que la determinan.
El estatuto aplicable al contrato, del que deriva el litigio objeto de este proceso, es
el vigente al momento de su celebración, esto es, el decreto ley 222 de 1983 que,
si bien no reguló ampliamente lo relativo a la ecuación financiera del contrato
estatal, contiene algunas disposiciones que permiten inferir su consagración legal,
tales como los artículos 19 y 20, que establecen los poderes exorbitantes de
terminación y modificación unilateral de los contratos, para la administración, cuyo
ejercicio se condicionó a la debida protección de los intereses económicos del
contratista, otorgándole, en el primer caso, el derecho a una indemnización y, en el
segundo, el derecho a conservar las condiciones económicas inicialmente
pactadas. Se sujetó la modificación unilateral del contrato a la observancia, entre
otras, de las siguientes reglas: “_c) Deben respetarse las ventajas económicas
que se hayan otorgado al contratista. d) Debe guardarse el equilibrio financiero del
contrato para ambas partes. e) Deben reconocerse al contratista los nuevos
costos provenientes de la modificación”. De igual manera, determinó la posibilidad
para el contratista de no continuar con la ejecución del contrato, cuando la
modificación unilateral variara, en más del 20 o/o el precio inicialmente pactado.
Se tiene así que, en el decreto ley 222 de 1983 se incluyeron disposiciones
orientadas a la conservación de la ecuación financiera del contrato en beneficio de
las partes contratantes y particularmente frente a actuaciones legítimas de la
administración. También se previeron eventos determinados por hechos exógenos
a las partes, cuando se reguló la revisión de precios para los contratos de obra
pública, consultoría y suministro. (arts. 86, 113). El reajuste de los contratos se
dispuso respecto de los contratos de tracto sucesivo, puesto que estos eran
vulnerables frente al fenómeno inflacionario.
FUENTE FORMAL: DECRETO LEY 222 DE 1983 - ARTICULOS 19 Y 20 / LEY 80
DE 1993
La Sala precisa que la teoría del equilibrio financiero del contrato procede respecto
de todo contrato oneroso, de tracto sucesivo, conmutativo y sinalagmático, sin
consideración al sistema de pago acordado. La aplicación de la teoría del
equilibrio financiero del contrato está condicionada a la conservación de la
estructura original del contrato, esto es, a que se mantengan las obligaciones y
derechos originales que surgieron para los co-contratantes, muchos de los cuales
están determinados por los riesgos o contingencias que sumieron. En estas
condiciones no es dable considerar que el contratista, por las variaciones
ocurridas con posterioridad a la celebración del contrato, está eximido de atender
los riesgos que asumió. Dicho en otras palabras, so pretexto del restablecimiento
del equilibrio financiero del contrato, no puede modificarse el régimen de riesgos
acordado, para incorporar o excluir derechos u obligaciones que se originaron
para cada una de las partes al contratar. La Sala ha manifestado que, por regla
general, el contratista asume “un riesgo contractual de carácter normal y si se
quiere a todo tipo de contratación pública.” pero ello no significa que, en un
contrato particular, el contratista no pueda asumir riesgos adicionales a los
denominados riesgos normales, como sucedió en el presente caso. La entidad
regula la distribución de riesgos cuando prepara los documentos formativos del
contrato, según sus necesidades y la naturaleza del contrato, diseñado para
satisfacerlas. Y es el contratista el que libremente se acoge a esa distribución
cuando decide participar en el proceso de selección y celebrar el contrato
predeterminado. Como se indicó precedentemente, los riesgos externos,
extraordinarios o anormales, configuran la teoría de la imprevisión y, por tanto,
deben ser asumidos, con las limitaciones indicadas, por la entidad. De manera que
la teoría del equilibrio financiero del contrato, fundada en la imprevisión, sólo se
aplica cuando el contratista demuestre que el evento ocurrido corresponde al álea
anormal del contrato, porque es externo, extraordinario e imprevisible y porque
alteró gravemente la ecuación económica del contrato, en su perjuicio. La Sala
encuentra que, mediante el contrato bajo estudio, el contratista asumió riesgos
adicionales a los que normalmente asume quien celebra el contrato de obra
pública, lo cual significa que debe soportar los efectos nocivos derivados de
hechos relacionados con los mismos, que hayan ocurrido con posterioridad a la
celebración del contrato y no estén cobijados por la teoría de la imprevisión. En
efecto, en el caso concreto, el contratista propuso contratar bajo la modalidad III,
lo que comportó la asunción de mayores riesgos, relativos a: la selección del
inmueble en el que se desarrollaría la obra; la tramitación de los permisos y
licencias; la tramitación e instalación de los servicios públicos, el diseño de las
obras, la realización de obras urbanísticas etc. Si hubiera querido asumir menores
riesgos debió proponer y contratar bajo la modalidad I o II, que comportaba el
adelantamiento previo de algunas etapas, lo que implicaba mayor certeza y
seguridad respecto de las características y plazos de ejecución de las obras. De
conformidad con lo anterior, la Sala deduce que no es dable afirmar que el
equilibrio financiero del contrato no se predique respecto de un contrato como el
que se estudia, de obra pública bajo modalidades específicas, toda vez que por
tratarse de un contrato conmutativo, sinalagmático y oneroso, comprende
obligaciones y derechos recíprocos y equivalentes para las partes, que se
garantizan durante la ejecución del contrato. Lo que sucede es que las
obligaciones asumidas por las partes no pueden modificarse durante la ejecución
del contrato, con fundamento en que se presentaron causas de rompimiento del
equilibrio financiero del contrato. Dicho en otras palabras, si al momento de
contratar el contratista asumió contingencias o riesgos, que podían presentarse
durante la ejecución del contrato, no le es dable solicitar a la entidad que los
asuma y cubra los sobrecostos que hayan podido generar.
Luego del análisis de los eventos anteriores, que fueron invocados reiteradamente
por el contratista para fundar sus solicitudes de prórroga del plazo contractual, la
Sala concluye que son eventos comprendidos dentro del álea normal del contrato,
puesto que, a pesar de que se demostró su ocurrencia, no se probó que los
mismos fuesen extraños, imprevisibles y anormales al contrato, requisitos
indispensables para aplicar la teoría de la imprevisión, determinante de la
obligación de la entidad a reparar la ecuación financiera del contrato. En otros
términos, por la naturaleza del contrato celebrado entre las partes, por las
obligaciones y riesgos asumidos por el contratista, no le era suficiente probar
hechos o actos provenientes de sujetos o entidades distintas al contratista, para
justificar la prórroga de los plazos e imponer a la entidad la obligación de asumir
los sobrecostos generados por los mismos. Además de lo anterior, cabe agregar
que la circunstancia de que la entidad hubiese aceptado prorrogar el plazo
contractual, porque encontró justificadas las razones del contratista, no traduce en
la asunción de los sobrecostos generadas con la mismas. Es un comportamiento
que desarrolla los principios de lealtad y buena fe que gobiernan los contratos
estatales, por virtud de los cuales las partes co- contratantes deben propender por
la ejecución del contrato en las mejores condiciones posibles para cada uno de
ellos. La entidad, al aceptar las prórrogas solicitadas por el contratista, ofreció a
este las posibilidades necesarias para que salvara las dificultades que invocó,
permitiendo así que el contratista tuviera mas tiempo para ejecutar las
prestaciones adquiridas y evitando que éste incumpliera el contrato por la no
entrega de las obras dentro del plazo contractual. Lo anterior no significa, como
equivocadamente lo invocó el contratista, una aceptación por la entidad de los
efectos económicos negativos que las prórrogas pudiesen causar al contratista;
pues, ya resultaba suficiente que asumiera los efectos causados con la demora en
entregar las unidades de vivienda a los adjudicatarios, que fueron privados de
recibirlos en las oportunidades previamente acordadas.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
Antecedentes Procesales
1. Demanda
14) El 5 de enero de 1988, Hora Ltda. envió a la Caja comunicación que las
licencias de construcción no podían ser obtenidas para el 7 de enero, fecha
limite contractual. Finalmente se obtuvieron el 2 de marzo de 1988 con un
atraso de casi tres meses en relación con la programación inicial debido a las
demoras de las entidades Distritales.
22) Al realizar las excavaciones fue necesario retirar unas raíces de gran
tamaño, dando lugar a la construcción de unos replanos cuyo costo total fue
de $1.471.122.oo. El reconocimiento de tal suma fue solicitada el 29 de abril
de 1989 y negada por la Caja.
3. Sentencia apelada.
1
La Sala advierte que la entidad contestó la demanda dentro del término de fijación en lista,
dispuesto luego de la admisión de la demanda originalmente presentada. (fol. 161)
ejecución y, por tanto, estas sólo pudieron tener origen en la conducta del mismo
contratista y en hecho imprevistos o imprevisibles para las partes.”
Dijo:
- Si bien es cierto que se probó la construcción del box culvert por la empresa de
acueducto y que ello generó demoras, el mismo no tiene la virtualidad suficiente
para justificar las prórrogas que se produjeron.
- El contrato se acordó bajo el sistema de precio global, toda vez que la entidad se
obligó a pagar al contratista el valor inicial de $641.797.731 con reajuste por
avance de obra, a cambio de lo cual el primero debía lograr la elaboración y
aprobación del proyecto, tramitar la licencia, construir 201 apartamentos, obras de
urbanismo, complementarios e instalaciones de servicios, con tradición del
dominio del lote donde se construiría la urbanización y la entrega definitiva de las
construcciones a la Caja.
4. Recurso de apelación
Afirmó que en la sentencia impugnada se violaron normas legales que regulan los
efectos de la falta de contestación de la demanda y de la falta de asistencia a la
audiencia de conciliación; invocó la ocurrencia de indicios graves en contra de la
entidad y de confesión respecto de los hechos imputados a la misma, respecto de
los cuales guardó silencio.
Explicó que la reubicación de los edificios determinó que una parte de los mismos
quedara en un sector del predio en el que, ni el estudio preliminar de suelos ni el
definitivo, hubieran permitido prever la presencia de grandes cantidades de
escombros y de raíces de árboles en el subsuelo.
Dijo que resultaba inexplicable que el Tribunal hubiese negado las pretensiones de
restablecimiento, no obstante haber encontrado acreditada la mayor permanencia
en lo obra y haber considerado que tal circunstancia debió generar mayores
costos al contratista y determinar el desequilibrio financiero del contrato. No tuvo
en cuenta el tribunal que las prórrogas se produjeron por causas no imputables al
contratista, al tal punto que fueron aceptadas por la entidad como causas
justificativas de la prórroga.
5. Escritos finales
Finalmente concluyó:
CONSIDERACIONES
1. Hechos probados
La Sala advierte que para definir los hechos que se relacionan a continuación se
valoraron los documentos auténticos aportados por las partes, las declaraciones
rendidas ante esta jurisdicción y los dictámenes periciales rendidos en el proceso.
Precisa igualmente que no son de recibo los argumentos del demandante que
tienen por objeto considerar probados los hechos en que sustentó sus
pretensiones, con fundamento en el comportamiento procesal de la parte
demandada, porque la entidad demandada si contestó oportunamente la demanda
inicial (fol. 161) y la no contestación en tiempo de su adición no le resta el valor
jurídico atribuido a la primera intervención del demandado.
- A. NORMAS GENERALES.
A.1 PLAN COFINANCIADO. DEFINICIÓN
“Es la participación directa de capital privado en la realización de los
programas de vivienda que adelante la Caja de Vivienda Militar con destino a
los afiliados – adjudicatarios de la misma entidad.”
A. 24. (...)
“Los contratos se adjudicarán a los proponentes favorecidos por el valor de
sus respectivas ofertas por unidad de vivienda y con el término de ejecución
incluido en la misma propuesta, siempre y cuando se encuentren dentro de
las condiciones establecidas en estas normas básicas.”
A.28 PRESENTACIÓN DE DOCUMENTOS PRECONTRACTUALES
Para la alternativa III se exigió la presentación, entre otros, de los siguientes
documentos que debía aportar el oferente favorecido, una vez le fuera
notificada la resolución de adjudicación:
ESTUDIOS TÉCNICOS.
- Areas por unidad entre 64,20 y 66,40 metros cuadrados, para un área promedio
por apartamento de 64.75 metros cuadrados y un valor por inmueble de
$3’163.108.
- En cuanto al aspecto técnico obtuvo el máximo puntaje por la ubicación del lote;
un puntaje regular por el diseño arquitectónico y un puntaje regular por las
especificaciones particulares de construcción.
- Respecto de los factores económicos obtuvo por valor inicial por metro cuadrado,
13.12 puntos de un máximo de 15; por programas de barras, el puntaje máximo de
5 puntos; por plazo, el máximo de 5 puntos; por área unidad, el máximo de 10
puntos y por valor del terreno, el máximo de 5 puntos.
- La sociedad Hora Ltda. obtuvo un puntaje total de 86,87 sobre 100, superando a
la otra oferta mejor calificada. (fols. 10 a 11 c. 4)
El contrato y su ejecución
Se acordó como valor inicial total la suma de $572.522.510 “de acuerdo con el
presupuesto por capítulos, costos directos e indirectos aceptados por la Caja y el
cofinanciador, que se anexa y forma parte integral de este contrato” (Cláusula
tercera).
b) Cofinanciación.
Llegado el día para la cancelación del pagaré, sin que hubiere sido
entregado y pagado por LA CAJA, por existir una cualesquiera de las
causales señaladas anteriormente, el pagaré no causará ninguna clase de
interés comercial y LA CAJA procederá mediante acto administrativo a
ordenar la ejecución de las obras o reparaciones que fueren imputables al
Cofinanciador, cuyo costo se cancelará con cargo al valor del pagaré,
reintegrando al Cofinanciador el saldo, si a ello hubiere lugar.
Así mismo si de tal verificación se establece que ejecutó obra por un mayor
valor al estipulado en el programa general de construcción la diferencia se
reajustará con base en el índice del mes en que se ejecutó.
DONDE:
14) Retirar por su cuenta todas las estructuras provisionales, así como los
desechos y sobrantes de materiales y transportarlos a lugares apropiados,
tanto durante la ejecución como al finalizar la obra.
25) Colocar sin costo adicional para LA CAJA una valla en el sitio de los
trabajos y hasta la terminación de los mismos de las dimensiones, leyendas
y especificaciones que le suministre la División Técnica según lo regula al
Resolución No. 56 de 1978, emanada de la Dirección General de LA CAJA.
.10 de mayo de 1988. “Paso revista a la obra en compañía del Dr... y de.......
Con respecto al lento avance de la obra se comenta que a partir del próximo
miércoles se normalizará la entrega de entrepisos lo cual permitirá un ritmo
apropiado para recuperar por lo menos 45 días del atraso teórico. Se
fundirán 1 placa diaria(...)”
. 8 de marzo de 1989. “No obstante el reducido plazo con que se cuenta para
llevar a término la obra, es motivo de preocupación por parte nuestra, el bajo
rendimiento que se observa en las obras de la manzana 1; ..”
h) Han existido dificultades para obtener los créditos bancarios para cumlir su
obligación de financiamiento de la obra.
i) Las intensas lluvias y la escasez de agua por algunos días interrumpieron
los trabajos. (Fols. 116 a 118);
- El 14 de octubre de 1988 las partes celebraron el contrato adicional No. 089, por
medio del cual ampliaron el plazo de ejecución en cuatro meses contados desde el
2 de noviembre de 1988, con lo cual quedó como fecha para la finalización de las
obras el 2 de marzo de 1989. La prórroga fue solicitada por el contratista con
fundamento en las dificultades invocadas durante la ejecución del contrato.
Respecto de los reajustes se acordó que el valor adicional del contrato, incluido el
porcentaje de AIU “se reajustará siguiendo el mismo procedimiento y aplicando la
misma fórmula incluída en el contrato adicional N° 054/888 con mes base:
septiembre de 1988.”.(Fols. 302 a 307)
- El 2 de mayo de 1989 las partes suscribieron el contrato adicional No. 032 por
medio del cual se amplió el plazo de ejecución hasta el 6 de julio de 1989; consta
que la prórroga se produjo a petición del contratista y que se seguirían reajustando
las actas durante la prórroga. (Fols. 310 y 311)
- El 6 de junio de 1989 celebraron el contrato adicional No. 044 por medio del cual
se prorrogó el término de ejecución, hasta el 31 de agosto de 1989.
“Para el reintegro del 25% restante, la Caja expedirá en seis (6) pagarés con
vencimientos mensuales y sucesivos, equivalentes al 50% en el acta de
avance de obra del mes de junio de 1989 y en seis (6) pagarés, con
vencimientos mensuales y sucesivos el 50% restante, una vez se
perfeccione el acta de liquidación final.” (Fols. 312 y 313)
Consta en este documento que el valor inicial del contrato fue de $641.797.731,
que correspondió al valor de obra ejecutada; que el valor de los reajustes fue de
116’807.324,32 y el valor de intereses de financiación fue de $11’231.460,31, para
un total de $769.836.515,63; que de esta suma $598’155.622,57 fueron
financiados por la Caja de Vivienda Militar y $171’680.893 ($160’449.432,75 valor
cofinanciado y $11’231.460,31, intereses de cofinanciación) por la sociedad
contratista; que la fecha de iniciación fue el 1 de septiembre de 1987 y la de
terminación, el 31 de agosto de 1989 y que todas las obras fueron ejecutadas por
el contratista y recibidas por la entidad.
Dictámenes periciales.
Este dictamen fue objetado por la parte demandada por considerar que se incurrió
en error grave en la totalidad del mismo: “El experticio en su totalidad carece de
apreciaciones en concreto, por el contrario se limita a apreciaciones subjetivas
utilizando conceptos que incurren en imprevisiones que traen como consecuencia
una desviación al valor técnico des esta prueba” (Fols. 511 a 513 C. 1).
Se acordó que los aportes en dinero del contratista se irían realizando en forma
prgresiva, mediante descuentos del 25%, aplicados al valor de cada acta de
avance de obra, hasta completar los $90’843.627,50 correspondientes.
El primer reintegro, por el 50% del valor de los aportes, se realizaría mediante la
expedición de 12 pagarés con vencimientos anuales y sucesivos a partir del
cumplimiento de la referida condición, a interés anual del 24% sobre saldos.
c) De igual manera, y tal como acontece con los contratos de obra pública, se
acordó el la entrega de un anticipo que sería manejado en cuenta conjunta por el
contratista y el interventor, el pago de actas parciales de obra a las cuales debía
deducirse el 25% para amortizar el anticipo y el pago de una suma final una vez
ejecutada y entregada la obra a satisfacción de la entidad.
2
Como se indicó en el acápite de pruebas estos porcentajes se fueron variando mediante contratos
adicionales con el objeto de favorecer al contratista y salvar los efectos presentados con los retrasos.
condicionados: el primero a que los descuentos mensuales sumen los
$90’843.627,50, que corresponden a los “aportes” del contratista y el segundo, a
que se liquide el contrato y no queden reclamaciones sin resolver.
3
N° 372 del 1 e marzo de 1990; Contrato cofinanciado 065 de 1989.
los elementos que configuraron ese contrato en particular.
En efecto, del análisis de los documentos y formatos integrantes del pliego, de las
propuestas presentadas, del contrato y sus anexos, no se deducen
especificaciones del valor del contrato por cantidades de obra o valores unitarios
de cada elemento; mediante los aludidos documentos se definieron el número de
viviendas, el costo por unidad de vivienda, el costo del terreno, el costo total de la
urbanización mediante la multiplicación del valor de cada unidad de vivienda por el
número de unidades, el área privada de cada apartamento, los componentes
básicos de cada unidad de vivienda, el sistema de construcción con indicación de
acabados de muros, techos, puertas, pisos, ventanería, y cocina; descripción del
calentador, lavadero y aparatos; como también la especificación de las
instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas, (fols. 48 ss c.4)
4
A este respecto puede consultarse la sentencia proferida el 29 de abril de 1999; expediente 14855.
contractual hubiera podido cumplirse en las condiciones tenidas en cuenta
inicialmente.
El estatuto aplicable al contrato, del que deriva el litigio objeto de este proceso, es
el vigente al momento de su celebración esto es el decreto ley 222 de 1983, que si
bien no reguló ampliamente lo relativo a la ecuación financiera del contrato estatal,
contiene algunas disposiciones que permiten inferir su consagración legal, tales
como los artículos 19 y 20, que establecen los poderes exorbitantes de
terminación y modificación unilateral de los contratos, para la administración, cuyo
ejercicio se condicionó a la debida protección de los intereses económicos del
contratista, otorgándole, en el primer caso, el derecho a una indemnización y, en el
segundo, el derecho a conservar las condiciones económicas inicialmente
pactadas.
5
Escola, Hector Jorge, Tratado Integral de los Contratos Administrativos, Volumen II 1979, Editorial De Palma,
Buenos Aires, Argentina; págs. 453 y 454..
“…c) Deben respetarse las ventajas económicas que se hayan otorgado al
contratista. d) Debe guardarse el equilibrio financiero del contrato para
ambas partes. e) Deben reconocerse al contratista los nuevos costos
provenientes de la modificación”.
Según Riveró: “Para que la teoría se aplique se requieren tres condiciones: - los
cocontratantes no ha podido razonablemente prever los hechos que transtornan la
situación, dado su carácter excepcional (guerra, crisis económica grave) – Estos
hechos deben ser indepedientes de su voluntad. – Deben provocar un trastorno
en las condiciones de ejecución del contrato. La desaparición del beneficio del
cocontratante, la existencia de un déficit, no son suficientes: hace falta que la
gravedad y la persistencia del déficit excedan lo que el cocontratante haya podido
y debido razonablemente prever.”6
6
Jean Riveró, Derecho Administrativo, Traducción de la 9ª edición, Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1984,Pág. 142.
a. La existencia de un hecho exógeno a las partes que se presente con
posterioridad a la celebración del contrato.
Respecto del primer supuesto cabe precisar que no es dable aplicar la teoría de la
imprevisión cuando el hecho proviene de la entidad contratante, pues esta es una
de las condiciones que la diferencian del hecho del príncipe, que es imputable a la
entidad.
Y en relación con la imprevisibilidad del hecho, cabe precisar que si el hecho era
razonablemente previsible, no procede la aplicación de la teoría toda vez que
estaríamos en presencia de un hecho imputable a la impericia, negligencia o falta
de diligencia de las partes contratantes, que por lo mismo hace improcedente su
invocación para pedir compensación alguna, toda vez que a nadie le es dable
alegar su propia culpa en beneficio propio.
7
Jeze Gastón, Principios Generales del Derecho Administrativo,Traducción directa de la tercera edición
francesa; Editorial de Palma, Buenos Aires, 1950; tomo V, págs. 51, 52,
Resulta ilustrativo conocer la explicación de cada uno de los anteriores supuestos
dada por Escola:
“Es condición exigida para que la teoría de la imprevisión proceda, tal como
es aceptada en el derecho administrativo, que se esté en presencia de un
contrato administrativo stricto sensu. Sólo relaciones contractuales de esta
naturaleza podrían generar ese efecto, pero, al mismo tiempo, también se
acepta que la imprevisión tiene vigencia en todo contrato administrativo,
cualquiera que sea su clase, y sin que se requiera la existencia de normas
legales o convencionales que le den cabida. Su aplicación responde a un
principio general del derecho administrativo.
Debe existir una íntima correlación, una relación directa, entre el hecho
alegado y el trastorno producido en la ejecución del contrato, estando a
cargo del cocontratante la prueba de esa relación.
8
Escola, Hector Jorge; ob. Cit. Pág.
afectado el desmedro sufrido.
Dicho en otras palabras, sólo nace el deber legal de llevar al contratista a un punto
de no pérdida, no surge la obligación de reparar la integridad de los perjuicios.
Según Riveró: “A diferencia de lo que ocurre en la teoría del príncipe, esta
indemnización no es nunca igual a la totalidad de las pérdidas sufridas, o carga
extracontractual.”; para Bercaitz el contratista afectado tiene derecho a reclamar
“sólo un aumento de su contraprestación”9 y para Jeze “La teoría de la imprevisión
tiene por finalidad hacer participar a la Administración, en cierta medida y
temporariamente, en las pérdidas experimentadas por el contratante. No tiende a
reparar un daño. Nunca conduce a mantener el beneficio del contratante, ni aún a
preservarlo de cualquier pérdida. El hecho del príncipe, en cambio, tiene por
resultado, cuando influye sobre la situación económica del contratante, otorgar a
éste el derecho de exigir la reparación definitiva del perjuicio causado por la
Administración, en forma de un suplemento de precio; la equidad exige que el
contratante no sufra una pérdida, ni aún una disminución de sus beneficios, a raíz
del hecho de la Administración.”10
La Sala precisa que la teoría del equilibrio financiero del contrato procede respecto
de todo contrato oneroso, de tracto sucesivo, conmutativo y sinalagmático, sin
consideración al sistema de pago acordado; así lo precisó la Sala en sentencia
proferida el 29 de abril de 1999, cuando dijo:
9
Bercaitz, Miguel Angel. Teoría General de los Contratos Administrativos. Segunda edición Ediciones De
Palma. Buenos Aires, 1980; pág. 153.
10
Jeze, Gastón. Ob. Cit. Pág. 38
La tendencia doctrinal y jurisprudencial contemporánea considera al contratista
como un COLABORADOR de la administración, no sometido de manera
exclusiva a los riesgos del alea de pérdida o ganancia en desarrollo del
contrato estatal. Ni siquiera en los contratos pactados a ‘precio global’, que
fueron definidos por el artículo 88 del decreto 222 de 1983, así:
‘Los contratos a precio global son aquellos en los que el contratista, a cambio
de las prestaciones a que se compromete, obtiene como remuneración una
suma global fija, en la cual están incluidos sus honorarios , y es el único
responsable de la vinculación de personal, de la elaboración de los
subcontratos, y dela obtención de materiales , todo lo cual realiza en su
propio nombre y por su cuenta y riesgo, sin que el dueño de la obra adquiera
responsabilidad alguna por dichos actos’.
Por otra parte, cabe afirmar que la modalidad de ‘precio global’ lo que pone de
presente son los elementos o aspectos que él envuelve o comprende, pero
nunca podrá entenderse como la rigidez inmutable que impida llevar a cabo los
desajustes de contenido económico, originados en causas sobrevinientes, eso
sí, no imputables al contratista.” (Se subraya)
3.3 La teoría del equilibrio financiero del contrato y los riesgos del contrato
La Sala ha manifestado que, por regla general, el contratista asume “un riesgo
contractual de carácter normal y si se quiere a todo tipo de contratación
pública.”11pero ello no significa que, en un contrato particular, el contratista no
pueda asumir riesgos adicionales a los denominados riesgos normales, como
sucedió en el presente caso.
11
Sentencia proferida el 9 de mayo de 1996; expediente 10151; Actor: SAE.
3.4 Los riesgos asumidos por el contratista en el caso concreto
Mediante la valoración de las normas básicas del plan, la propuesta del contratista
y las cláusulas del contrato la Sala encuentra probado lo siguiente:
Cada proponente debía definir la localización del lote y sus beneficios (vías de
acceso, servicios disponibles, estudio topográfico), valor del metro cuadrado del
lote, la forma de distribución de los inmuebles (número de agrupaciones, de
edificios, de pisos), el contenido del proyecto (parqueaderos, zonas verdes,
peatonales etc), el número de metros cuadrados de cada inmueble, la
composición definitiva de cada uno de estos (hall de alcobas o áreas de
circulación, etc), el sistema de construcción y el desarrollo de los trámites
administrativos y de servicios públicos.
En la minuta del contrato, que formaba parte integral de las normas básicas, se
definieron las obligaciones que estarían a cargo del proponente seleccionado,
dentro de las cuales se destacan la de transferir el derecho real de dominio del
inmueble en el que habría de desarrollarse el proyecto de urbanización; entregar
los diseños, planos, memorias y “en general el proyecto aprobado y la licencia de
construcción” en el plazo acordado.
La Sociedad Hora Ltda se acogió a la modalidad III y con ello asumió la obligación
de adelantar todo lo necesario para obtener la licencia de construcción, a cuyo
efecto propuso un término de 3 meses, en tanto que otras de las firmas
participantes propusieron el plazo máximo permitido en el pliego, de 4 meses (fol.
20 c. 4).
Así mismo manifestó en su propuesta que “si hay sugerencia de cambio del
proyecto arquitectónico, no se afecta el trámite adelantado”; respecto de proyectos
y gestión de servicios públicos, ofreció condiciones que motivaron a la entidad a
seleccionarla, como por ejemplo, un lote con futuro urbanístico en relación con el
cual la oferente sabía que sería afectado por obras viales, como en efecto ocurrió.
La primera condición, comporta garantizar las calidades ofrecidas del bien objeto
de la compraventa y la segunda, las obligaciones relativas al estudio y manejo del
suelo, con todo lo que ello implicaba: descapote, rellenos, retiro de sobrantes,
excavación, cimentación etc. (fols. 270 ss c.3)
f. Asumió los derivados del transcurso del tiempo presentado entre la celebración
del contrato y la fecha de iniciación de las obras, respecto del valor de las obras
Lo que sucede es que las obligaciones asumidas por las partes no pueden
modificarse durante la ejecución del contrato, con fundamento en que se
presentaron causas de rompimiento del equilibrio financiero del contrato.
Es por ello que el demandante debió probar que las empresas de servicios
públicos dispusieron y ordenaron medidas unilaterales injustificadas y absurdas
que implicaron variaciones del proyecto urbanístico en forma injustificada.
Mediante el estudio de las anotaciones del libro diario la Sala deduce que no le
asiste razón al contratista, toda vez que en reiteradas oportunidades el interventor
dejó constancia de que la obra se estaba desarrollando con el desconocimiento de
los requisitos y especificaciones correspondientes.
El contratista afirma que como sólo se le pidió para ofertar el estudio preliminar de
suelos, no puede exigírsele que asuma los sobrecostos por rediseños y mayores
cantidades de obra en que incurrió, por la situación real del suelo.
Agregó que en el terreno fue necesario retirar raíces de gran tamaño de unos
árboles existentes en el lote, lo que generó la construcción de recebos de cemento
lo que determinó sobrecostos.
Al respecto la Sala considera que por la naturaleza del contrato y por los riesgos
que asumió el contratista, la entidad no está obligada a pagar los sobrecostos que
reclama el contratista.
En relación con las raíces, lo lógico era que la contratista hubiese previsto su
existencia cuando ofreció ese predio, realizó el diseño y el proyectó, con lo cual
resulta improcedente que invoque esta circunstancia como un hecho nuevo e
imprevisible.
Dicho en otras palabras, en nada cambia demostrar que los estudios preliminares
de suelos no arrojaban la información suficiente para determinar un diseño
definitivo y una proyección real de los costos de cimentación; tampoco probar que
para todos los expertos es una verdad sabida que los estudios preliminares, y
algunas veces los definitivos, pueden resultar equivocados frente a la realidad
presentada en el terreno. Puesto que cuando la sociedad demandante propuso
contratar bajo la modalidad III, con el pleno convencimiento de que los estudios
preliminares de suelos no arrojaban datos definitivos y reales para la ejecución de
las obras, asumió todos los riesgos derivados de esta circunstancia y, por ende,
quedó sin la posibilidad de reclamar a la entidad por los sobrecostos generados
precisamente por la situación real del suelo.
Conclusión
Con fundamento en todo lo anterior la Sala considera que no resulta procedente
condenar a la entidad al pago de los alegados sobrecostos causados por las
invocadas obras adiciones y mayores cantidades de obra, puesto que, como se
explicó, las mismas se produjeron por hechos y circunstancias que asumió el
contratista.
Procede la Sala al análisis de cada uno de esos hechos que invocó el contratista
al solicitar las prórrogas, con el objeto de establecer si los mismos le resultaban
imputables o no.
La Sala considera que las demoras en los trámites de los documentos exigidos
para obtener la licencia de construcción, son eventos previsibles, que debieron ser
tenidos en cuenta por el cofinanciador al formular su propuesta.
La Sala encuentra que la ejecución de esa obra era un evento previsible para el
contratista, cuyos efectos asumió desde que ofreció el inmueble a la entidad, para
que se desarrollará allí el proyecto urbanístico, si se tiene en cuenta que el
inmueble fue calificado favorablemente por las buenas perspectivas que ofrecía
por la construcción de vías y obras de infraestructura de servicios públicos. (fol. 7
c. 4)
Además de lo anterior, el demandante debió probar la grave incidencia que este
hecho produjo en la ejecución del contrato; afirmó que impidió el acceso directo a
la obra y acometer las obras por las vías que circundan el proyecto, pero no
demostró los efectos concretos derivados de esta precisa circunstancia.
Afirmó el demandante que las dificultades para obtener las servidumbres de paso
de los colectores de aguas lluvias y negras al canal abierto de Torca, determinaron
gran parte de la prolongación del plazo. Adujo que hizo todo para solucionar la
situación, planteó soluciones alternas, formuló solicitudes, pidió la colaboración de
la entidad y de las empresas prestadoras de servicios públicos.
Agregó que todo lo anterior generó atrasos y parálisis que hicieron necesario
prorrogar el plazo de ejecución del contrato por medio de los contratos en
reiteradas oportunidades.
Al respecto la Sala considera que estaba a cargo del contratista prever y atender
todo lo necesario para entregar la urbanización con los servicios públicos
debidamente instalados y en perfecto funcionamiento.
Resulta absurdo pretender que sea la entidad la que asuma los efectos negativos
derivados de las demoras de los proveedores del contratista, cuando fue este
quien los escogió y negoció con ellos.
Restricciones bancarias
Conclusión
Luego del análisis de los eventos anteriores, que fueron invocados reiteradamente
por el contratista para fundar sus solicitudes de prórroga del plazo contractual, la
Sala concluye que son eventos comprendidos dentro del álea normal del contrato,
puesto que a pesar de que se demostró su ocurrencia, no se probó que los
mismos fuesen extraños, imprevisibles y anormales al contrato, requisitos
indispensables para aplicar la teoría de la imprevisión, determinante de la
obligación de la entidad a reparar la ecuación financiera del contrato.
Dicho en otras palabras, por la naturaleza del contrato celebrado entre las partes,
por las obligaciones y riesgos asumidos por el contratista, no le era suficiente
probar hechos o actos provenientes de sujetos o entidades distintas al contratista,
para justificar la prórroga de los plazos e imponer a la entidad la obligación de
asumir los sobrecostos generados por los mismos.
4. 3 Reajuste de precios
El contratista afirmó que la cláusula de reajuste pactada en el contrato no salvó los
efectos nocivos que el transcurso del tiempo produjo respecto de los precios del
contrato; explicó que desde antes de que se presentaran los inconvenientes la
fórmula presentaba “un desequilibrio” porque tomó como mes base los precios de
materiales del mes de agosto de 1987, cuando debió tomar el mes de junio del
mismo año, en el que se hizo la propuesta.
5. Decisión
F A L L A:
2. Sin costas