Rev. Psicol. (Arequipa. Univ. Catól. San Pablo) / Año 2017 / Vol 7 / N° 1 / pp.

157-167 / ISSN 2306-0565

ENTREVISTA

ENTREVISTA CON RAMÓN LEÓN DONAYRE

INTERVIEW WITH RAMÓN LEÓN DONAYRE

Allison Manrique Mattos, Yamily Huamán Quiñones, Valeria Quesada Lapenta,

María Fernanda Costa Gómez, y Kethleen Paredes Chávez
Universidad Católica San Pablo, Arequipa, Perú

1993 la Universidad Peruana Cayetano

Ramón León, nació el 31 de agosto de 1950,
en Lima. Cursó sus estudios de psicología
en la Universidad Inca Garcilaso de la
Vega entre 1969 y 1973, licenciándose
en 1977. Entre 1979 y 1983, con una beca
integral del Institut für Begabtenförde-
rung de la Konrad-Adenauer-Stiftung,
estudió psicología, sociología, pedagogía
especial e historia de la ciencia; y obtuvo
un doctorado en la especialidad de Psico-
logía con el calificativo de magna cum
laude en la Julius-Maximilian-Universität,
en Würzburg (Alemania Federal). En
Heredia le otorgó el grado de Doctor de
Ciencias con especialidad en Psicología.
A su retorno al Perú, ocupó el cargo de
Jefe del Servicio de Psicología del Insti-
tuto Nacional de Salud Mental «Hono-
rio Delgado – Hideyo Noguchi» entre
1984 y 1995. En 1990 la Alexander von
Humboldt-Stiftung le concedió una beca
de investigación que empleó para llevar a
cabo una segunda estancia postdoctoral
(hasta 1992) en la Universidad de Passau
(también en Alemania Federal).  Poste-
riormente ha realizado otras estancias en
Alemania Federal con el auspicio de las
fundaciones antes mencionadas.
Es miembro del comité editorial de dife-
rentes revistas psicológicas nacionales
e internacionales y se desempeñó como
Secretario de Redacción de la Revista de
Neuro-psiquiatría entre 1997 y el 2005. Ha
publicado artículos en diversas revistas
de psicología, nacionales y extranjeras

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 Entrevista con Ramón León Donayre / Manrique et al.
(Alemania Federal, Argentina, Brasil,
Colombia, Chile, España, Estados Unidos,
México). Es autor de capítulos y contri-
buciones en obras aparecidas en Esta-
dos Unidos (Historiography of Modern
Psychology, editado por Josef Brožek y
Ludwig Pongratz; Encyclopedy of Psycho-
logy, editado, por A. Kazdin), Alemania
(Arbeiten zur Psychologiegeschichte,
editado por H. Gundlach), Argentina
(Enciclopedia de Psiquiatría, editada por
G. Vidal, F., Lolas, & R. Alarcón), Brasil,
Chile, España y Perú.
Ha recibido el Premio Nacional de Psico-
logía (2005), el Premio a la Excelencia
Académica en la Universidad Cientí-
fica del Sur (Lima, 2011), y es Miembro
Honorario Internacional de la Asociación
Chilena de Psicología Positiva (Chile,
2013).
Actualmente se desempeña como docente
en la Universidad Ricardo Palma, la
Universidad Nacional Federico Villarreal,
la Universidad de Lima y la Universidad
Científica del Sur.
1. ¿Qué lo motivó a inclinarse por la
rama de psicología social?
Yo estudié, como la mayoría de la gente
que se formó en psicología en los años ‘60
y comienzos de los ‘70, sobre todo tests y
entrevistas. Estudié en la Universidad Inca
Garcilaso de la Vega, y el profesor que más
influyó en mi formación fue el psiquiatra
Arnaldo Cano Jáuregui, una persona a la
cual debo mucho en el plano profesional y
personal, y al que he dedicado un pequeño
libro. Sin embargo, me interesaba todo lo
que era la historia y la literatura y también
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la antropología, así que, con el paso del
tiempo me incliné por la psicología social.
Las pruebas me gustan como material de
estudio y reflexión, pero eso de andar toda
la vida aplicándolas no es algo que me
atraiga mucho, si bien respeto a quienes
se dedican a esta importante actividad.
Recuerdo haber tenido un gran interés
por el Test de Frustración, una prueba
proyectiva desarrollada por Rosenzweig.
Un viaje a Buenos Aires en 1972 me permi-
tió conseguir esa prueba y, de retorno en
Lima, dediqué un buen tiempo a apren-
derla de manera autodidáctica.
Terminados mis estudios en el Perú y antes
de mi partida a Alemania, me desempeñé
como psicólogo primero en la Oficina de
Información y Educación del Ejército,
después en la Escuela Técnica del Ejército
y finalmente en la Escuela de Oficiales
del Ejército. Eran los años del gobierno
de Francisco Morales Bermúdez.
A mi retorno de Alemania ejercí como
psicólogo clínico como Jefe de Servicio
en el Instituto Nacional de Salud Mental
Honorio Delgado – Hideyo Noguchi,
entre 1984 y 1995, por invitación expresa
del Dr. Javier Mariátegui, otra persona a
la que debo mucho y quien de manera
muy generosa promovió y estimuló mi
desarrollo profesional. Aunque dirigía el
Servicio de Psicología de esa institución,
puse como condición no ver pacientes
sino dedicarme a la investigación.
En Alemania, mi asesor de la tesis
doctoral, fue el Profesor Doctor Ludwig
J. Pongratz, alguien que me ayudó en
casi cada momento de mi estancia en
ese país. Tuve también la oportunidad
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de trabajar durante un año con el Profe-
sor Josef Brožek, importante figura de
la psicología norteamericana (Research
Professor de la Lehigh University, en
Pennsylvania), que preparaba conjunta-
mente con Pongratz un libro. Con Brožek,
un workaholic que no respetaba ni las
Navidades y que hablaba siete idiomas
con la naturalidad y solvencia de un native
speaker, aprendí muchas cosas y gracias
a él me relacioné con muchos psicólogos
europeos y norteamericanos. A él y a su
esposa, así como Pongratz, mi esposa y
yo los recordamos con inmenso cariño.
En Würzburg estudié psicología clínica e
historia de la ciencia, y mi especialidad en
realidad es la historia de la psicología. En
1990, gracias a una generosa beca postdoc-
toral de la Humboldt-Stftung pude trabajar
año y medio en la cátedra de psicología de
la Universidad de Passau bajo la dirección
del Profesor Doctor Werner Traxel, impor-
tante metodólogo y destacado historiador,
y después, con el Profesor Doctor Horst
Gundlach, un hombre dedicado en cuerpo
y alma a la historia de la psicología y con
el cual aún mantengo contacto.
Pero los problemas sociales en el Perú
son tan graves e interesantes que me he
dedicado a estudiar algunos de ellos, pero
no tanto con pruebas sino con abordajes
que yo mismo he ido desarrollando que,
sin duda, como toda creación humana,
tienen sus limitaciones.
2. Según usted, ¿cuál es el atractivo
de la psicología social?
A mi concepto es el área más activa de
la psicología, la que más cerca está de la
vida en general y la que se renueva cada
cierto tiempo con temas que surgen del
drama social. Hace veinte años o treinta,
pocos psicólogos trataban el tema del
terrorismo, hoy son muchos los que lo
hacen.
El Perú en particular es, como lo dijera
alguna vez Walter Blumenfeld, un labo-
ratorio para quienes trabajan en el área
social. Hay que reconocer, sin embargo,
que algunos aspectos de la realidad
peruana se muestran elusivos para la
mayoría de psicólogos sociales. Quien
no sabe quechua o aymará, difícilmente
podrá llevar a cabo estudios en eso que
algunos llaman «el Perú profundo». Lo
mismo ocurre con la realidad social desa-
fiante y variopinta de la selva peruana,
que ha sido más estudiada por lingüistas
y antropólogos que por psicólogos.
3. ¿Qué característica o característi-
cas personales considera que todo
psicólogo social debe tener?
No creo mucho en eso de que el psicó-
logo debe ser un santo o un ejemplo de
normalidad. Basta con conocer la vida de
muchos psicólogos y psiquiatras impor-
tantes para darse cuenta de que eso es un
mito. Con referencia al psicólogo social,
éste debe estar interesado en los proble-
mas sociales, no encerrarse solo en la
psicología sino trabar contacto y enri-
quecerse con lo que dicen los antropó-
logos, los sociólogos y los historiadores.
Y, además, olvidarse de que el Rorschach
o el Bender, por mencionar dos reactivos
muy populares, son lo máximo y que se
pueden aplicar a los fenómenos sociales.
Se trata de instrumentos apropiados y
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 Entrevista con Ramón León Donayre / Manrique et al.
muy útiles en el contexto clínico, pero que
no siempre dan información significativa
en el campo de la psicología social.
4. En su vida personal, ¿de qué forma
han influenciado los estudios que ha
realizado sobre la sociedad? Y, ¿aplica
la experiencia en psicología social en
su vida cotidiana de alguna manera?
Mentiría si digo que la psicología social
ha cambiado mi vida o que la aplico a mi
vida cotidiana. Para mí es un tema de
estudio al que le dedico quizás el 50 o 60
por ciento de mi actividad laboral. Pero
no creo que me haya tornado más sensible
ni más comprometido con la sociedad. Lo
que sí, he descubierto que, para entender
la realidad social, no solo la del Perú, por
cierto, no basta con la psicología.
5. ¿Cuál ha sido su mejor y peor expe-
riencia ejerciendo esta especialidad?
No he pensado mucho en eso. A veces me
han dicho que lo que investigo son cosas
que no le interesan a nadie (el tema de la
maledicencia, por ejemplo). Un colega
me dijo de modo muy sutil que mis temas
eran muy sui generis, o sea, lejanos de este
mundo. Bueno, es probable que eso sea
cierto, pero no soy de preocuparme mucho
por lo que los demás piensen. En eso
practico lo que yo llamo autismo selectivo.
Investigo los temas que me interesan. Y
creo que en esto se aplica aquello de «vive
y deja vivir». Igual: «investiga tú lo que te
interese y deja investigar a los otros lo que
a ellos les interesa».
Vivir en el Perú no es fácil, sostiene
Alberto Flores Galindo, una de las mentes
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más lúcidas que nuestra patria ha dado a
la luz en el siglo XX. En el Perú, si haces
te critican; si no haces también; si haces a
medias igual o peor. Si haces esto te dicen
que no es así, si lo haces de otra forma
también te dicen que no es así. Mucha
gente se pasa buena parte de su vida
respondiendo críticas o defendiéndose
de cuestionamientos en los que es difícil
separar la crítica certera de aquella que
proviene de la unilateralidad ignorante
o hasta de la mala fe. Ese es el drama del
Perú, y ese es un tema que tal vez sería
interesante investigar.
6. ¿Considera que el Perú necesita
más psicólogos sociales? ¿Por qué?
Sí, porque los psicólogos sociales pueden
dar información sobre temas como la
subjetividad de los peruanos. No es casua-
lidad que en el Perú hayan tantos parrici-
dios, no es casualidad que la «sobonería»
y el servilismo sean tan frecuentes y tan
bien vistos. El machismo, el fatalismo,
la creencia en el destino como fuerza
decisoria en nuestras vidas, son cosas
que los psicólogos debemos estudiar.
El problema de la identidad nacional,
el racismo, el resentimiento social, son
solo algunos de los muchos temas que
reclaman el aporte de los psicólogos.
7. ¿Cuál considera ser el problema
social más común actualmente a
nivel del Perú y América Latina? ¿Qué
medidas serían las más adecuadas
para combatirlo?
La corrupción y la violencia cotidiana. Las
medidas que se tomen no van a provenir
de los psicólogos sino de los políticos, pero
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los psicólogos podemos estudiar esos temas
desde las perspectivas más diversas y contri-
buir en la medida de nuestras posibilidades,
a que se tomen medidas para afrontarlos.
Un tema adicional es el del narcotráfico, que
ha alcanzado niveles ya no alarmantes sino
angustiantes, y frente al cual, el estado no
hace nada y la sociedad peruana se muestra
increíblemente indiferente. Obviamente
se trata de un tema no psicológico sino del
ámbito policial, pero creo que es uno de
los problemas más graves de nuestro país
8. Nuestro país se ve significativamente
afectado por la pobreza la cual influye
en el bienestar emocional de los adoles-
centes, generando sentimientos como
el resentimiento y la envidia tal y como
lo manifiesta en su artículo «Resen-
timiento en adolescentes escolares
de condición socioeconómica alta y
baja» de 1988. ¿De qué forma cree que
la psicología social podría combatir este
tipo de sentimientos negativos, consi-
derando las circunstancias de pobreza,
injusticia, etc. que se vive actualmente?
Una vez más, los psicólogos no estamos
para resolver los problemas sociales.
Primero hay que estudiarlos y analizar-
los en detalle lo mejor que se pueda.
Después, obtener conclusiones y ofrecer
ideas que lleven a eventuales soluciones.
Los políticos son los que asumirán la tarea
de implementar programas. El problema
es que nuestra clase política (si se puede
hablar de ella) es corrupta y analfabeta.
Ya eso es suficiente para descalificarla,
pero entre la población hay además un
desinterés casi suicida por la reflexión
crítica, por conocer la realidad del Perú.
En sociedades como la peruana, con tanta
injusticia y miseria, con tanta incultura,
siempre hay y habrá sentimientos como la
envidia y la cólera. Cuando nos acercamos
a ellos nos damos cuenta que se trata de
fenómenos de extrema complejidad y
que, por uno u otro motivo, han estado
al margen del interés de los psicólogos
peruanos y aún hoy continúan estándolo.
Hoy estamos hace rato ya de regreso de
la opinión que teníamos hasta los años
‘70 de que los peruanos somos un pueblo
pacífico. Ese era el tipo de mensaje que
daba el presidente Fernando Belaúnde
Terry cuando comenzó el terrorismo
en nuestro país. Hoy sabemos, por el
contrario, que hay mucha agresividad
y una impresionante predisposición a
la violencia entre nosotros, la misma
que se expresa de mil maneras: desde
los insultos hasta el asesinato, desde la
demanda con agravios hasta la exigencia
con muertos.
9. En su artículo «Situaciones coti-
dianas anómalas y afectos negativos
en el Perú» del 2002, refiere que en la
sociedad peruana, la envidia, la agre-
sión verbal, hablar mal de los demás,
y, una vez más, el resentimiento, son
las emociones más frecuentes, mien-
tras que la solidaridad y confianza
son los menos frecuentes. A diario
nos enteramos de casos sobre esta-
fas, fraudes y engaños; generalmente
asociados a temas económicos, y esto
evidentemente se da por un exceso de
confianza a personas ajenas a las vícti-
mas. Nosotras percibimos que estas
situaciones se observan en personas
de un nivel socioeconómico bajo.
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 Entrevista con Ramón León Donayre / Manrique et al.
Según usted, ¿qué otras circunstan-
cias están ligadas a este conflicto?
Sí, pero no solo en ellas. Te pongo un
ejemplo: un chico de una universidad
visitada por estudiantes de zonas pobres
me cuenta que el sábado ha tomado una
caja de cerveza y ha terminado comple-
tamente embriagado. Un chico de una
universidad particular nivel A (visitada
por alumnos de los mejores barrios
de Lima, con padres profesionales)
me cuenta que el sábado se tomó una
botella de whisky y también terminó
embriagado. ¿En qué se diferencian?
Solo en lo que tomaron. Lo mismo
puede aplicarse a su vocabulario. Y en
muchos casos también a sus intere-
ses y a sus temas de conversación. En
el Perú ser de clase alta no significa
en muchos casos nada más que tener
dinero. Yo vivo en La Molina, distrito de
nuevos ricos dicen, y me he «ganado»
con cada cosa (como suelen decir los
muchachos) que mucha gente piensa
que solo pueden ocurrir en barrios
sumamente modestos.
10. En su publicación «Humillados
y ofendidos: Un estudio acerca del
desprecio y la discriminación en el
Perú» de 1998 ¿Considera usted que
las actitudes de desprecio y discri-
minación en el Perú han cambiado
significativamente desde ese periodo
a la actualidad? ¿Qué características
son las más relevantes?
No ha cambiado mucho. Como no hay
una identidad nacional y cada cual vive en
su mundo, unos se creen más que otros, y
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los otros piensan que son menos porque
son más morenos, más pobres, tienen el
pelo «trinchudo» (como decimos acá). La
sociedad peruana proclama la igualdad
de la boca para afuera. Pero, al interior
de cada cual, hay un racismo perverso:
hace no mucho escuché a una persona
joven poseedora de dos títulos acadé-
micos (uno en el mundo de las ciencias
sociales y otro en el ámbito de las ciencias
exactas) decir, con mucha seriedad, que
andaba buscando un argentino blanco
que se casara con su hermana que, según
él, estaba en una edad tal, que tal vez
terminara vistiendo santos. Cuando yo le
pregunté si estaba hablando en serio, me
dijo que sí, porque era necesario que su
familia «mejorara la raza». ¡Y eso lo dijo
alguien que se ha pasado diez años en la
universidad y que vive en pleno siglo XXI!
Al interior de muchos peruanos hay un
sentimiento de profunda molestia, de
grave malestar interno, con el color de
su piel, con el apellido que tienen. Hay
una «ansia de blancura» que en muchos
casos lleva a conductas e inconductas que
darían risa si no fuera porque expresan un
drama para el cual la sociedad peruana
no ofrece ninguna solución.
11. Estimamos al igual que usted en
su trabajo, que aún existe una jerar-
quía social muy marcada basada en el
autoritarismo, resultado del racismo
que se apodera de la mentalidad de
los peruanos. ¿Cómo cree que sea el
modo más pertinente de vencer estos
obstáculos vinculados con estereo-
tipos, prejuicios y discriminación
que enfrentamos los peruanos, para
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llegar a conformar una sociedad más
igualitaria?
Ese es un tema complejo que, como
digo lo resolverán las próximas genera-
ciones. Pienso que esas cosas desapa-
recerán en cien años tal como vamos.
Solo basta con ver la televisión. ¿Te
parece que un programa como Esto
es Guerra aporte algo? Y sin embargo
hasta los periódicos más serios andan
pendientes de él.
Debemos apostar a la educación, y esa es
una tarea que el estado ha descuidado.
El Estado, evidentemente, hace mucho
menos de lo que en realidad podría hacer.
Pero hay cosas que el Estado (ni el Estado
Peruano ni cualquier otro) no puede
hacer: el Estado no puede meterse en
la casa de nosotros; el Estado no puede
prescribirnos qué tipo de chistes y afirma-
ciones podemos formular en la sobremesa
de un domingo, en la que abundan burlas
referidas a temas raciales, sexuales, etc.
Chistes y afirmaciones devaluatorios o
más bien profundamente despreciativos
de las diferencias, y que son escuchados y
considerados como referentes por niños
que, cuando crezcan, los repetirán.
12. Acerca de su labor en el concepto de
autoestima, indica que existe una baja
valoración de la autoestima nacional
en comparación con diversos países
«desarrollados». ¿Es acaso causa de
esta baja valoración el tema socioe-
conómico o de la raza? ¿De qué manera
se podría construir y consolidar una iden-
tidad nacional más positiva?
En el Perú no hay orgullo racial. En el
Perú valoramos lo foráneo como algo
superior. El sueño de todo padre es que
su hija se case con un europeo. Yo estudié
en Alemania Occidental y me casé con mi
esposa que es tan peruana como yo, pero
cuando volví todo el mundo juraba que
me había casado con una alemana. Eso de
«mejorar la raza» es de lo más peruano que
hay, y no hay forma de hacerle entender a
la gente que nosotros somos un pueblo de
cholos, de mestizos. El mestizaje es para
la inmensa mayoría de los peruanos una
mancha, casi un pecado.
Hay además el mito de que un mestizo es
el hijo de un peruano y de un/una extran-
jera. Eso es solo eso: un mito. La inmensa
mayoría de mestizos es el resultado de la
unión de dos mestizos y la búsqueda del
«porcentaje de blancura» en cada uno de
nosotros debería hacerse con una pode-
rosa lupa, sino fuera porque es sencilla
y llanamente una perfecta estupidez.
13. Observamos que, a raíz de la venti-
lación de dimensiones y situaciones
degradantes en los medios de comu-
nicación, la imagen de los peruanos
ha sido percibida negativamente
¿Cuál considera que es el impacto que
tienen los medios de comunicación
en relación con la disconformidad de
la imagen del peruano y qué solución
plantearía para esto?
En el Perú solo hay tres o cuatro diver-
siones: comer, beber, ver futbol o ver
nuestros programas de dudoso humor.
¿Va la gente al teatro? si a un chico se le
ocurre ir al ballet debe ser homosexual,
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 Entrevista con Ramón León Donayre / Manrique et al.
piensan muchos, y al que busca la exce-
lencia lo llaman «pituco». ¿Qué puedes
hacer? Inclusive entre gente culta se ve
que hay un afán por achicar al otro, por
dejarlo mal, por cuestionar lo que come,
lo que viste, lo que piensa y lo que lee. Y
el peruano promedio se muere de miedo
de que los demás piensen mal de él.
Una sociedad democrática es aquella que
insufla en sus integrantes una sensación de
dignidad, que les enseña y los hace sentir
que todos los seres humanos tienen un
valor intrínseco más allá de las diferencias
naturales que existen entre nosotros. En
una sociedad democrática lo que vale son
los logros de cada cual, y esos logros deben
ser el resultado de su esfuerzo. En una
sociedad democrática todos deben tener
la oportunidad de actualizar lo mejor que
ellos tienen y de poner eso, lo mejor de
ellos, al servicio de la sociedad.
14. Actualmente en la televisión
peruana, programas de espectáculos
o de realities juveniles brindan un
esquema superficial del ser humano
en sus dimensiones biológica y psico-
lógica, cuyo público, que, en su gran
mayoría, son niños y adolescentes
intentan imitar. ¿Cómo considera usted
que un psicólogo social debería de
enfrentar estos problemas para que
no tengan repercusiones negativas
en el futuro? ¿Cree que de alguna
manera se podría rescatar de estos
programas algún aspecto positivo y
beneficioso para el mismo?
Te expresé mi opinión sobre un programa
más arriba. Creo que lo dije todo, agrega
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a eso que la gente dice que en el Perú hay
libertad de prensa, pero hay que ver qué
prensa tenemos. La gente lee el Trome y el
Bocón, y paramos de contar. Haz un test:
pregunta quién ha leído un editorial de
El Comercio, por mencionar un periódico
serio, y te vas a dar cuenta.
Hay cosas que en realidad dan risa.
Muchas personas dicen con orgullo que
nuestros choferes son los mejores del
mundo, y que quien maneja en el Perú
puede dar lecciones de manejo hasta
en el infierno. Alguna vez también lo
he dicho yo. Lo que no se entiende es
que en muy pocas partes del mundo se
maneja como en el Perú y los choferes
se comportan como lo hacen en nuestro
medio. Esa afirmación de que el chofer
peruano puede manejar en cualquier
parte termina alabando el derroche
de desconsideraciones e imprudencias
que se cometen al frente del volante,
y justificando la inmensa cantidad de
muertos y de mutilados regados en
nuestras carreteras y en las más diver-
sas avenidas y calles de las ciudades
peruanas. Subir a un taxi en el Perú es
casi como jugar a la ruleta rusa.
En lo que se refiere a los medios de comu-
nicación creo que ya te di mi parecer,
pero es digno de anotar el escaso peso
que tiene la cultura en ellos. Fuera de uno
o dos programas arrinconados en hora-
rios apropiados solo para los insomnes,
la mayoría de programas culturales brilla
por su ausencia. Hay emisoras que, podría
estallar una bomba atómica en el centro de
Lima, y ellas continuarían impertérritas
con su programación de música non stop.
 Rev. Psicol. (Arequipa. Univ. Catól. San Pablo) / Año 2017 / Vol 7 / N° 1 / pp. 157-167
Un problema de la sociedad peruana es
que ella quiere ser moderna, pero que la
suya sea una modernidad «a la peruana»,
conservando estilos de comportamiento
totalmente reñidos con cualquier concep-
ción de una forma de vida civilizada. Es
decir, conservando ese gran disvalor que
es «la criollada», con el «así nomás» como
el lema de nuestras vidas.
Para muchos la modernidad es el carro
del año, el televisor plasma, el último
modelo de celular. Todo eso es moderno,
pero el uso que le damos a eso dista
bastante de ser moderno porque, a mi
concepto, la modernidad comienza en
la cabeza de la gente.
15. La discriminación racial es un
problema que afecta diariamente a
peruanos y peruanas contribuyendo al
aumento de la pobreza y la exclusión
social. ¿Qué alternativas de solución
propondría usted para enfrentarla?
Educación democrática y leyes más duras.
Pero el racismo en el Perú se alimenta en
la familia, cuando las mamás hablan de
la «chola sucia», de la «negra ratera»,
del «indio flojo».
Esto hace que las soluciones para el
racismo sean muy complicadas. Varios
son los aspectos. En primer lugar, en el
Perú se entiende el humor como burlarse
del otro, y para hacerlo, se utiliza cual-
quier aspecto físico o psicológico de la
persona. El escaso nivel cultural del
peruano promedio pone también su
dosis: sin golpes y frases altisonantes,
sin risotadas y sátiras de muy bajo nivel
es imposible que alguien se imagine el
humor entre nosotros.
De otro lado, la sociedad peruana no
enseña a sus integrantes a reflexionar
críticamente y, muy en especial, a auto-
observarse críticamente. Eso da lugar a
las fanfarronadas simplonas de muchos,
a alardes y ostentaciones, y a considerar
que cada cual es un rey al que se someten
todos, inclusive el Estado. «En mi casa
yo soy el rey», «en mi casa yo hago lo que
me da la gana», son algunas de las frases
que se escuchan entre nosotros, sin el
menor asomo de capacidad autocrítica
y de consideración hacia los otros. En
el Perú el otro no existe, excepto para
burlarse de él, y, en muchas ocasiones,
para pisotear sus derechos.
16. Qué papel juega dentro de una
sociedad como la nuestra la male-
dicencia ¿usted cree que nuestro
sub-desarrollo esté ligado fuerte-
mente a este tema?
No, porque maledicencia hay en todas
partes. Los temas son los que cambian de
una sociedad a otra y de un tiempo a otro.
Ahora, en sociedades en que hay mucha
agresividad contenida, la maledicencia
es una forma de manifestarla.
17. En su Libro «Maledicencia en el
Perú» del 2005, en el que aborda este
mismo tema, además de la hipocresía
y la envidia, nos dice que estos son
problemas que vamos arrastrando
desde la época colonial y que son
también características de los lati-
noamericanos. Usted que ha vivido
165
 Entrevista con Ramón León Donayre / Manrique et al.
mucho tiempo en la sociedad alemana,
¿nos podría decir si este fenómeno
ocurre de la misma manera allí o en
qué medida se diferencian ambas
sociedades con respecto a este tema?
En todas partes hay eso. Lo que varía es la
temática y la reacción de las personas. En
otras sociedades si alguien habla mal de ti,
está bien pues, qué interesante, y ahora a
otro tema. La opinión del otro no vale tanto
como acá en que es considerada sagrada.
El temor al qué dirán es el gran temor
de la inmensa mayoría de los peruanos.
No podemos imaginarnos cuántas cosas
sacrificamos para evitar que los demás
se rían, se burlen, de nosotros. Habría
que escribir un libro sobre el particular.
18. Muchos de sus estudios van dirigi-
dos al estudio de la historia en el Perú,
historia de la psicología en el Perú, y a
diversos personajes propios de nues-
tra historia y de nuestro legado ¿qué
papel considera que juega la historia
en el desarrollo de la psicología social
y propiamente la del Perú?
Cada pueblo es el resultado de su historia.
Lo que sí, en el Perú nos encanta recordar
el pasado y le atribuimos la causa de todas
nuestras desgracias. La gente habla de lo
de Atahualpa y Pizarro como si hubiera
ocurrido la semana pasada, y después de
más de cien años seguimos con el asunto
de la Guerra del Pacífico.
Pero todo queda en el recuerdo. Pregun-
témonos qué habría pasado en el Perú
si, después de la perdida guerra contra
166
Chile, hubiera surgido un movimiento
de renovación, de refundación de la
patria, enarbolando las banderas de la
honestidad, del progreso y desterrando la
improvisación y la corrupción de nuestro
suelo. Qué sociedad seríamos ahora si
hubiera habido una sostenida reflexión
crítica acerca de las causas (no solo las
externas, sino sobre todo las nuestras)
que nos llevaron a perder la guerra. Algo
de eso hizo González Prada, pero casi
nadie más lo siguió. Y entonces tenemos
lo que tenemos: los grandes problemas
del Perú previos a la Guerra del Pacífico
continúan siendo los problemas del Perú
de hoy. Solo nos hemos contentado con
el recuerdo. Somos un pueblo que vive
amarrado al pasado, pero no por el inte-
rés de conocer su historia, sino porque
en el pasado encontramos justificacio-
nes para nuestras inconductas de hoy:
«somos corruptos por Pizarro», «somos
impuntuales porque nos conquistaron los
españoles», «nos va mal porque perdimos
la Guerra con Chile».
19. Se sabe que la historia inf luye
fuertemente en el comportamiento
del sujeto, tanto su historia personal
como la historia de su país o nación;
sin embargo, vemos en la juventud
actual un desinterés y desconoci-
miento de la historia nacional y de
los personajes patrios y héroes nacio-
nales. ¿Qué opina de ello?
Da pena ver qué poco saben y se interesan
los jóvenes por la historia del Perú y por
su realidad social. Eso es salvaje y hace
de nosotros un pueblo condenado a no
avanzar como sociedad.
 Rev. Psicol. (Arequipa. Univ. Catól. San Pablo) / Año 2017 / Vol 7 / N° 1 / pp. 157-167
La historia es vista hoy como algo inne-
cesario no solo por el gran público en
general sino también, y eso es tal vez
lo más grave, por los que diseñan los
programas de estudio en los colegios y
las universidades. Grave error, sin duda.
20. ¿Cuáles son sus proyectos actual-
mente, y para en el futuro?
Terminé de editar un libro con las cartas
entre Walter Blumenfeld y Rodolfo
Mondolfo, que el Fondo Editorial de la
Universidad Ricardo Palma ha publicado
en el 2016. Ahora preparo un libro sobre
la recepción de la psicología soviética en
América Latina, para lo cual viajé a Rusia
este año. El conocimiento del idioma
me fue muy útil. Un libro con el título
«La psicología: su pasado, su presente y
sus problemas», un conjunto de ensa-
yos, aguarda su ingreso a la imprenta
siempre gracias al Fondo Editorial de la
Universidad Ricardo Palma y por espe-
cial amabilidad de su director, el Doctor
Miguel Ángel Rodríguez Rea.
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