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Dar cuenta, aunque sea de modo parcial, del viaje por la Araucanía del joven
ingeniero belga, Gustave Marie Eugéne Verniory 1 es el propósito de las páginas si-
guientes. Este trabajo solo toca dos o tres aspectos de un libro que permite una
lectura tanto histórica como etnográfica. Verniory llega a Chile en enero de 1889,
contratado por el Gobierno para construir tres de los últimos tramos del ferrocarril
del sur de Chile en la región de la Araucanía 2, cuyos lugares principales de trabajo
fueron Victoria, Lautaro y Temuco3. Por esas fechas, ya todas las vías fluviales,
marítimas y camineras habían devenido insuficientes, por lo que era imperativo para
la economía de la Araucanía y de Chile, continuar el desarrollo del ferrocarril 4. Diez
1
Gustave Marie Eugéne Verniory nació en Las Ardenas, Bélgica en 1865 y murió en el
mismo país en 1949. Realizó estudios superiores en Luxemburgo y en Treveris, Lieja y
Bruselas. Datos biógraficos obtenidos de la “Noticia biográfica del autor” de Madeleine
Massion-Verniory, en Diez Años en Araucanía 1889-1899. Santiago de Chile: Ediciones
de la Universidad de Chile, 1975. Cito en adelante por esta edición.
2
La crisis económica de Bélgica fuerza a Verniory a no desaprovechar la posibilidad de
obtener un trabajo en Chile gracias a la intervención del profesor de la Universidad de
Lovaina y posteriormente profesor de la Universidad de Chile, señor Luis Cousin (“Noticia
biográfica del autor”).
3
“Después de haber golpeado sin éxito numerosas puertas, resolví buscar fortuna en el
extranjero”(23).
4
Según Jorge Teillier en su “Prefacio” al libro de Verniory citado en nota 1, titulado
“Encuentro con Gustave Verniory”, “El primer ferrocarril de San Rosendo a Angol llega a
término en 1876 con el contratista Juan Slater […] El gran salto que une la zona central con
la Frontera se da con la construcción del puente del Malleco […] terminado en 1890” (17).
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La escritura del libro que nos ocupa está a cargo de Verniory, sin embargo éste
incluye una carta escrita por su hermano Alfred, quien escribió con entusiasmo a
poco de llegar a Chile: “Esta vida me gusta, no quisiera cambiar mi pellejo por el del
más estirado burgués de Bruselas” (420)11. También Verniory se “sintió rápidamente
conquistado por la vida libre y aventurera del pionero”12; durante el viaje hacia Chile,
en su paso por Bahía, Brasil, ya se lo observará contento de no estar en Europa y con
ganas de ambientarse en América: “Me he fortalecido mucho. Vivo en plena corriente
de aire sin que ello me incomode en lo más mínimo; yo que era tan dado a las
neuralgias. Comprendo ahora que la vida en Bruselas no me convenía. Mi aspecto se
ha transformado; mi piel luce ahora un hermoso color entre ocre y ladrillo molido”
(42) de tal suerte que el que vino por tres años, permanecerá diez. Nada nuevo bajo
el sol de Chile en realidad; recordemos el caso de Ignacio Domeyko, viajero científi-
co polaco, quien llegara contratado por el Gobierno de Chile en 1834 por cinco años,
pero permanece comprometido, involucrado y semi ‘atrapado’ en Chile por 53 años,
prácticamente toda su vida13.
La carta de Alfred14, dirigida a su hermana María, muestra habilidad de es-
critura, cuyo estilo, aparte de ser detallista y gracioso, es también lúcido y simple.
La descripción de su habitación es notable y Alfred lo confirma comparándose con
el escritor francés de la primera mitad del siglo XIX, Xavier de Maistre, quien
escribiera una obra breve, considerada maestra, titulada Voyage autour de ma
11
Verniory, como su hermano Alfred, hace varios comentarios favorables sobre la
Araucanía y Chile; por ejemplo: “A menudo comparo los empleos en Europa a los de aquí.
Allá [Bélgica] rasguñaría el papel en las oficinas o me agotaría en el terreno por 200 francos
al mes, acosado por toda una jerarquía de jefes, mientras que aquí, soy casi dueño absoluto
de mis movimientos, y se me abre un brillante porvenir. […] Mientras tanto, me he creado
aquí una vida muy confortable, que no peca sino por la soledad a la que estoy condenado”
(129); y en una carta a su hermano George, le dice: “ […] para ver todo eso [ el mar en toda
su potencia y belleza] , ven cualquier día a visitarme a Chile. Tu entusiasmo entonces, no
conocerá límites” (123); pero también hay críticas: Chile será el país en donde se bebe en
exceso y se realizan demasiados discursos cívicos con cualquier pretexto; es el país de la
desidia, en donde “[…] todo se demora si el interesado no empuja personalmente sus
asuntos” (119).
12
“Noticia biográfica…” (11).
13
Ver “Postergaciones de un regreso” de Lilianet Brintrup, en Homenaje a Alejandro de
Humboldt. Literatura de Viajes desde y hacia Latinoamérica, Siglos XV-XXI. México,
Oaxaca-USA: Color Digital Editores, 2005, pp. 335-346.
14
Se incluyen también otras cartas de Alfred en la narración, pero solo mencionamos la
que nos interesa.
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15
Xavier de Maistre, Voyage autour de ma chambre. Expédition Nocturne. (Paris: Le
Lépreux de la Cité. Librairie de la Bibliothéque Nationale, 1895). Aunque Verniory no sea un
científico propiamente tal, sino un ingeniero con una tarea técnica que realizar, es un ingeniero
culto que muestra que ha leído textos poco usuales, lo que da a su narración un interés
adicional; no habla solo de trenes, como alguna vez he escuchado decir. El nivel de
intertextualidad de Verniory recorre una gama amplia y solo mencionaremos algunos de los
autores y textos citados: Ercilla y Zúñiga (La Araucana); Cervantes, (El Quijote); Xavier
de Maistre; Madame Sevigné; Camoens; Magallanes; Vasco de Gama; Julio Verne (Las
aventuras del Capitán Ateras en el Polo Norte); Antoine de Tounens; François Rabelais
(Gargantúa y Pantagruel). Verniory menciona a veces al autor, a veces la obra. Todos los
textos poseen un punto en común: el viaje, ya sea ficticio o efectivamente realizado. Sus
referencias indican también una probable lectura de la Biblia.
16
Afuera el viento norte sopla con rabia y cuando calma un momento es para dar
lugar a una tromba de agua que cae crepitando sobre el zinc de mi techumbre […]
Comencemos por hacer un viajecito alrededor de mi pieza, imitando a Xavier de Maestre.
Mi habitación es una caja cuadrada recubierta por ocho hojas de zinc yuxtapuestas. En
esta caja existen dos aberturas. Una de ellas, que se cierra a voluntad por medio de una
simple corredera de madera, sirve de ventana […]. Pasemos a la inspección de la casa a
la del amoblado. […] Bajo la estantería se encuentra el gran baúl traído de Europa.
Algo más lejos mi cama de campana flanqueada por un cajón que me sirve de mesa de
noche. Encima coloco la palmatoria y un vaso de agua y en el interior, libros y periódicos.
En el rincón, frente a la cama, un lavatorio portátil de fierro enlozado. En otro rincón un
nivel con su mira, jalones y otros instrumentos del oficio. Sobre un caballete, mi montura
y el enjaezamiento completo de mi caballo. En fin, colgados de clavos en las paredes,
ropas, escuadras, un revólver, una cantimplora, dos pares de polainas y mis espuelas
[…] La lluvia ha cesado y el viento ha disminuido su violencia. Aprovechemos una
salida de la luna para echar una ojeada al campamento […] A la izquierda el valle hacia
Temuco, rodeado de un cinturón de colinas muy boscosas: a la derecha y detrás de ti, un
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 59
amplio llano de donde surgen algunos montículos y al fondo, una selva interminable. A
través de todo esto la línea del ferrocarril en construcción restándole día a día un poco
de poesía a esta maravillosa naturaleza (418-420).
17
La casa en donde viviera Verniory la mayor parte de su estadía en la Araucanía se
ubica en la ciudad de Lautaro. Agradezco al arquitecto Gonzalo Cerda Brintrup, estudioso
de las casas del sur de Chile, quien me hiciera llegar información, no solo de la actual
existencia de la casa en Lautaro y de la bibliografía sobre la misma, sino fotografías de la
casa, provenientes éstas de la Universidad Autónoma del Sur. En un abstract titulado
“Cronología de la Quinta Gustave Verniory”, del arquitecto Jaime Gatica García, enviado al
“XII Seminario de Arquitectura Latinoamericana” a realizarse en Concepción, Chile en
noviembre del 2007, se listan los diversos dueños que ha tenido la casa de Verniory, más
todos los comentarios del mismo Verniory sobre la compra y la obtención del título de
propiedad de la casa-quinta. Me informo, además, que el Sr. Gatica Martínez, de la
Universidad del Sur, descubre la existencia de la casa en Lautaro y la docente Paz Serra, a
cargo de dicha investigación, descubre que se planea demolerla. El Director de la Escuela
de Arquitectura, Carlos García, se ha puesto en campaña junto a otros profesionales, para
salvar este verdadero tesoro de la historia decimonónica de la Araucanía y de Chile.
18
“Mi vida es muy agotadora”, dirá algunas veces Verniory, después de largos y
extenuantes esfuerzos requeridos para establecer sus varias casas y tiendas de campaña
donde pernoctaba durante sus también agotadores trabajos como ingeniero de ferrocarriles.
Eso sí, Verniory no escatimaba esfuerzos para contar en sus cartas todos estos fatigosos
esfuerzos (338).
19
La descripción de la casa-quinta, o “[La] villa de la quinta”, Verniory la escribe de esta
manera: La casa está a unos quince metros del cerco. Hay un antejardín con flores. Tres
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metros delante de las ventanas, había plantado dos acacias que crecieron con tal
exuberancia que al cabo de dos años debí cortarlas; tanto habían oscurecido las piezas.
Aunque de un estilo muy simple, la villa es muy coqueta. Es de tablas, pintada de blanco
azulado y cubiertas de planchas de fierro zinc ondulado. La atraviesa un corredor, a un
lado, mi dormitorio y una pieza de invitados. Al otro, el escritorio y el comedor. El
interior de las piezas está agradablemente amoblado; las paredes están tapizadas con
papel pintado y adornadas con cromos y panoplias; los cielos están pintados de blanco;
tapices indios cubren los pisos. La quinta de una superficie de dos hectáreas, está
atravesada por un canal que alimenta el molino de don Salvador Bustos. Montada sobre
el canal, he construido una pieza de baño con una bañera para agua caliente; el canal
mismo sirve para los baños fríos. El estreno de la casa dio lugar a una alegre fiesta donde
mis amigos pudieron apreciar los talentos culinarios de doña Peta y saborear los mejores
vinos de la Casa Francesa. Mi corral ha sido transferido a la quinta. Las gallinas pueden
retozar libremente, patos y gansos chapotean a su gusto en el agua del canal (295).
Cuando Verniory debe irse de esa casa, a Quillén, lo hace con mucha tristeza: No sin
sentimiento he dejado mi quinta de Lautaro, pero he retirado todas las plantas que pude
de mi jardín. He transportado también toda mi “menagerie” más completa aún que antes.
Tengo gallinas, patos, gansos, pavos, una vaca lechera, chanchos, conejos, que ahora se
han multiplicado, dos caballos, mi gato Futre, mi perra de caza Nelly y su hijo Bob, mi
perro guardián Fiero y los dos perrillos minúsculos Jim y Fineza, que me dio el albañil
español del Potosí (257).
20
Para una completa bibliografía sobre el tema de los bandoleros y delincuentes en
general de la Araucanía, consultar el excelente e informativo artículo de Marco Antonio
León, “Civilizando lo indomable: Criminalidad y prisión en la Araucanía chilena”, en Procesos,
Revista ecuatoriana de historia 16 (2001): 61-85, Quito.
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 61
21
Ignacio Domeyko, Araucanía y sus habitantes. Warszawa-Krákow: Sociedad Polaca
de Estudios Latinoamericanos, Tomo I, 1992.
22
Poeppig, Eduard, Reise in Chile, Peru und auf dem Amazonenstrome während der
Jahre 1827-1832. (Leipzig, 1835). Un testigo en la alborada de Chile. Santiago de Chile:
Editorial Zig-Zag, 1960.
23
Edmond Reuel Smith, Los Araucanos. Notas sobre una gira efectuada entre las
tribus indígenas de Chile Meridional. Traducción de Ricardo E. Latcham, de la Sociedad
Chilena de Historia y Geografía. Colección de Autores Extranjeros, relativos a Chile; de la
Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Segunda serie, Tomo I. Santiago de Chile: Imprenta
Universitaria, 1915.
24
Paul Treutler, viajero alemán, quien se dedicó a buscar minas en la Araucanía. Datos
generales obtenidos de “Las andanzas de Treutler” en “La Araucanía y los mapuches
según tres viajeros extranjeros del siglo pasado”, de Jorge Teillier, en Boletín de la
Universidad de Chile 58, Santiago de Chile, 07, 1965, pp. 4-12. Treutler hizo tres viajes a la
Araucanía; de estos viajes dejó su libro La Provincia de Valdivia y los Araucanos. Santiago
de Chile: Imprenta Chilena, 1861; y Andanzas de un alemán en Chile 1851-1863. Santiago
de Chile: Editorial del Pacífico, 1958.
25
En los Anales de la Universidad de Chile VI Serie, No. 14 (julio, 2002), en el excelente
artículo titulado “Domeyko y la Araucanía Chilena” de Gonzalo Piwonka Figueroa, aparece
una nota interesante con respecto al viaje a la Araucanía de Claudio Gay, que transcribo en
su totalidad: “Claudio Gay recorrió extensamente el territorio araucano los años 1835 y
siguientes, pero no los trató sistemáticamente en sus tres volúmenes de la Historia física
y política de Chile, publicada en París entre los años 1844 a 1872. Recientemente Luis
Mizón (poeta chileno residente en Francia) encontró los manuscritos inéditos de Gay
sobre los araucanos [el subrayado es mío], que habrían sido destinados al volumen 31 de
su magna obra, en la Sociedad de Estudios Científicos y Arqueológicos de Graguignan,
ciudad provenzal cuna de Gay, y que podrían ver la luz pública en futuro próximo” (Luis
Mizón, Claudio Gay y la formación de la identidad cultural chilena, publicado en Santiago
de Chile: Editorial Universitaria, 2001). El artículo donde Luis Mizon anuncia este
descubrimiento sobre Claudio Gay, se titula “Claude Gay et les indiens. La découverte du
Chili par la science et la poésie”, en Le Nouveau recueil 77, décembre 2005, Paris.
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En toda la región existe una gran cantidad de personas, buena gente algunos,
malos bichos de la peor especie otros, que se tirarían al fuego por el señor
ingeniero cuatro ojos. Estoy a veces orgulloso de la popularidad adquirida,
tanto entre los blancos como entre los indios. No hay en toda la región una
cabaña de colono, un rancho chileno o ruca de indio, donde mi llegada no sea
saludada con una satisfacción que no es fingida. Así puedo asegurar que no
quisiera dejar este país de Araucanía. En Santiago, M. Portier me ha propues-
to dejar el servicio de ferrocarriles y entrar con mi nuevo sueldo al servicio de
hidráulica que el dirige, lo que me habría permitido vivir en la capital, pero
yo he rehusado sin titubear un cambio que tantos otros habrían aceptado
26
“[Verniory] Figura paradigmática de la modernidad”, al decir de Amado Lascar en su
artículo “Viajeros civilizados en la Araucanía: Sus ojos y su pluma”, en Homenaje a Alejandro
de Humboldt. Literatura de Viajes desde y hacia Latinoamérica, Siglos XV-XXI. México-
USA: Color Digital Editores, 2005, pp. 419-425.
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 63
Lo que queda claro para el lector es que su preferencia espacial por la Araucanía
en vez de Santiago, fue algo tardía; al principio lo que más deseaba era permanecer
en la capital chilena27 . Preferir la Araucanía no solo responde a las posibilidades de
trabajo que se le abren; al hecho de que los indígenas sean pacíficos y lo reciban en
sus chozas; a que lo inviten a sus ceremonias y fiestas, sino a la realidad del afecto
que tanto chilenos como indígenas le demuestran al viajero valón; y además, como
cada vez insiste, porque “El paisaje es maravilloso” (340). Lo que habría que pregun-
tarse es que si todo le era tan propicio, ¿por qué decidió regresar a Bélgica? ¿Lo
amedrentaron la inestabilidad político-social y la inminencia de una guerra?
De su escritura nos interesa destacar, brevemente, su relación con los
araucanos; y principalmente su relación con los animales, parte del paisaje natural de
la Araucanía. A pesar de su juventud, Verniory no se pierde y logra mantener su
dirección sin tambalear en lo que a supervivencia se refiere y en su profundo deseo
de hacer bien su tarea en Chile. Su mirada sobre los mapuches cambia y se matiza.
Su extensa y a ratos muy amena narración se concentra casi principalmente en la
construcción de líneas ferroviarias, puentes, negocios limpios dentro de la legalidad
y otros espurios; en los avatares de la supervivencia: búsqueda de casa, cocinera,
comida en general; de hacer producir la huerta, y de la compra de buenos caballos.
La narración incluye algunas páginas sobre la venida de su hermano Alfred a la
Araucanía, sobre su adaptación, su suerte, su trabajo, su escritura y su muerte;
también relata brevemente su visión sobre sus nuevos amigos europeos conocidos
en Chile; sobre el ‘espíritu chileno’, los rotos y los indígenas. La narración aparece
llena de sus cavilaciones sobre las oportunidades económicas que se le van presen-
tando; su manera de hacer dinero cruza su narración; la aceptación o rechazo de los
contratos va a depender únicamente de su conveniencia económica y al término de
cada empresa, sabemos que “Pas[a] las noches hasta tarde poniendo en orden [su]
contabilidad” (349). Verniory busca oportunidades laborales bien remuneradas, pero
también es justo y cumplido en el pago de sus obreros. Según Madeleine Massion-
Verniory, el viajero era “Jefe exigente pero justo, comprensivo y jamás arrogan-
te”(14). Verniory trabaja duramente, no descuida nunca sus intereses económicos,
27
Recién este año 2007 apareció un artículo sobre Verniory y la ciudad de Santiago,
escrito por Luciano Ojeda, titulado “Santiago visto por un belga hace casi 120 años”, en
Cultura Mapocho, Santiago de Chile, jueves 20 de marzo de 2007. El artículo registra todas
las menciones que Verniory hace de la capital chilena, la cual era “[…] verdaderamente tan
simpática como hermosa”.
64 LILIANET BRINTRUP HERTLING
28
El deseo de hablar y escuchar el idioma natal es común en muchos viajeros.
Recordemos el caso de Ignacio Domeyko, quien los domingos se encerraba en una habitación
de su casa para leer las cartas y periódicos en polaco que le llegaban de Polonia-Lituania.
Además, ha dejado registro de la profunda necesidad del idioma nativo en una frase ya
célebre, con la cual contestara a una pregunta que se le hiciera en Polonia: “¿Cómo quieren
ustedes que me olvidara [del idioma polaco] siendo que siempre pensé en polaco, recé en
polaco y amé en polaco?” (Mis viajes: Memoria de un exiliado. Santiago de Chile: Ediciones
de la Universidad de Chile, 1977, T.2. p. 875.
29
Gustave Milet, fotógrafo belga, quien junto con Christian Enrique Valck y Odber
Heffer constituyen los llamados “fotógrafos fundadores”, en el sentido de que han sido
considerados como “pioneros de la fotografía etnológica chilena y en los autores de los
primeros testimonios fotográficos conocidos del mundo mapuche”. (“En torno al imaginario
mapuche”, de Marcelo Somarriva Q., El Mercurio. Santiago de Chile, 9 de diciembre de
2001).
30
El caso es mencionado también por M. Somarriva Q., en “En torno al imaginario
mapuche”.
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 65
Recibo la visita del doctor Rodolfo Lenz, filólogo alemán, profesor de idiomas
en el Instituto Pedagógico de Santiago. Se ha dado por tarea el estudio de la
lengua mapuche, y desde hace muchos años pasa sus vacaciones en una u otra
región de la Araucanía. Este año aprovecha sus vacaciones de Pascua para
visitar las tribus de los alrededores de Temuco. […] Es una feliz idea del
doctor Lenz, pues el curioso idioma indígena está llamado a desaparecer en
un futuro cercano, al mismo tiempo que se extinguirá la raza, o se asimilará a
la población chilena. Hasta aquí nadie se ha ocupado de este estudio sino los
misioneros del tiempo de la conquista española, de los cuales, uno el padre
jesuita Andrés Febres, ha dejado una gramática mapuche, que por lo demás es
a menudo errónea. […] El Dr. Lenz habla ahora corrientemente esta lengua,
pero desea fijarla de manera enteramente científica. Busca entonces la ayuda
de personas de buena voluntad en contacto frecuente con los indios, familia-
rizados con sus costumbres […] me hace entrega de una lista de palabras
usuales en español, cuya traducción debo preguntar a diferentes indígenas
para luego anotar los pequeños matices que se puedan presentar en su trans-
posición. La pronunciación exacta deberá indicarse valiéndose del alfabeto
español. Para los sonidos que no puedan transcribirse, el Dr. Lenz ha imagi-
nado letras y signos convencionales. […] Me dicta una serie de frases que
servirán para fijar la sintaxis indígena y otras preguntas preparadas de
31
Rodolfo Lenz Danziger es autor de varias obras de gran importancia para la lengua
española de Chile y para el mapudungun, lengua de los araucanos, a saber: Diccionario de
las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas (1905-1910); Lira Popular; Colección
de Poesía Popular del Siglo XIX; La Oración y sus Partes; numerosos artículos sobre
Fonética, Gramática, Lexicografía, Ortografía publicados en los Anales de la Universidad
de Chile; Contribución para el conocimiento del español de América. Lenz es considerado
hoy día como la máxima autoridad en los estudios y conocimiento del mapudungun del
siglo XIX.
66 LILIANET BRINTRUP HERTLING
32
Verniory, además, dice llevar siempre “[Su] escopeta de caza calibre 16 de percusión
central”; “[Su] carabina Winchester”; “[Su] carabina Comblain”; como también “[Su] revólver
Smith y Wesson”. Op. cit., p. 225). El posesivo se usa hasta el final, cuando Verniory ya
planea regresar: “Vendo mis muebles, mis armas, mis libros, mis caballos […] mis
propiedades […] y envío todos mis fondos disponibles” (471; 491).
33
Una de las tantas referencias a sus perros y perrera aparecen en pp. 155; 161, 162.
68 LILIANET BRINTRUP HERTLING
y Temuco”. Se dicta la pena de muerte para dos de los criminales y el trabajo forzado
a perpetuidad para el tercero. Verniory está presente durante la ejecución y escribe
impresionado acerca de cómo uno de los ejecutados “se retor[cía] con horribles
convulsiones”. A pesar de este sentimiento de conmiseración por la muerte de un ser
humano, Verniory no asocia en ningún momento el hecho de dar muerte a tiro de
fusil (ajusticiar), con su propio acto de caza. La sensibilidad ante la muerte de un ser
vivo también la observamos cuando, inmediatamente después de la ejecución, Verniory
y las autoridades ejecutivas del fusilamiento, se dirigen a la casa del viajero para un
almuerzo preparado por doña Peta; allí el señor Eduardo Muñoz, quien hubo de
presenciar y tomar acta de la ejecución, simplemente no resiste la visión de la “fritura
de sesos” cocinados como una delicia para la ocasión (311).
Escribe Verniory que “En casa del colono suizo [Wahrli] el acceso [a la casa]
está defendido por una media docena de perros feroces, que a cien metros de la casa
atacan furiosamente a los caballos…” (127). Esta media docena de perros se dife-
rencian de los doce perros de los indígenas en que los primeros son “feroces” y
atacan a los caballos y los segundos son “esqueletos caninos” que embisten a caba-
llos y viajeros, pero que por ser “esqueletos” se subentiende que el nivel de ferocidad
es mínimo. Verniory deja entrever entrelíneas que estos “esqueletos” solo dan aviso
a sus dueños de la presencia de forasteros. Esta diferencia de los perros de los
indígenas y los de los europeos queda en evidencia con el ejemplo más brutal conta-
do por Verniory: el caso de los perros que mataron y devoraron a su propio dueño, el
colono alemán Hartman:
Su casa está rodeada de una sólida palizada; en la noche suelta los bulldogs
de enorme hocico y de extrema ferocidad. Una noche, otro colono alemán
llegó de improviso a pedirle hospitalidad. Hartman, despertado por los furio-
sos ladridos de los perros, abrió la ventana y reconociendo a su amigo le gritó
que le iba a abrir en cuanto encerrara a los perros. Para su desgracia, salió al
patio en camisa de dormir larga y blanca. Los dogos [aclara Verniory] no
tienen olfato. Habrían reconocido a su amo en traje de día, pero, excitados
como estaban, se precipitaron sobre la extraña aparición blanca que surgía
en el patio. En una pestañada el hombre era derribado y las bestias feroces se
encarnizaban en él. El amigo, espantado, escaló rápidamente el cerco, revól-
ver en mano. Ocupados, en su siniestra tarea, los terribles mastines no hicie-
ron caso de él, así pudo derribarlos con una bala en la cabeza a cada uno; fue
demasiado tarde. El desgraciado Hartman estaba muerto, medio despedaza-
do (263-264).
chilenos; los perros de los araucanos, esos “esqueletos caninos”, protegen, aunque
débilmente, sus tierras dentro del constante proceso de usurpación. Es decir, aunque
los perros de los araucanos sean más numerosos (una docena) y los perros de los
europeos sean menos (media docena en uno de los casos y dos en el otro), el nivel
requerido de protección y el poder de destrucción residen en el lado europeo: los
perros de los colonos no solo atacan furiosamente a la gente y a los caballos, sino
que pueden llegar a matar, despedazar y devorar hasta a su propio amo. Verniory ama
a sus perros y sufre cuando su perra Nelly es atacada por un chingue34 y debe
encerrarla por ocho días en una barraca, y desde luego, cuando su perra Condesa
explota (163) en un desafortunado y triste accidente; asimismo, cuando su caballo
se hunde en un pantano y debe sacrificarlo. Verniory piensa en ese momento: “[…]
en la suerte que había tenido el no montar ese día a [su] querido Pirata, al que
esti[maba] tanto”(324-326). Un caballo es más importante que otro, porque es ani-
mal con el cual el viajero ha establecido una relación afectiva y de equiparidad. “Los
perros y los hombres adquieren experiencia a costa de duras lecciones”, concluye
Verniory (259); es decir, el viajero no solo aprende de su relación de amistad con los
araucanos, de la vida y cultura mapuches, sino de la relación con sus animales,
propios y ajenos. No ocurre lo mismo con otros seres vivos, los cuales Verniory
simplemente usa o se divierte a costa de ellos. El viajero olvida la sensibilidad del
animal, ya sean sus manifestaciones de felicidad o de desesperación, cuando de
vacas, pájaros35, ballenas y peces se trata. Habría que decirlo así: todo animal con el
cual no establece una relación afectiva es susceptible de ser descuartizado, mutilado,
ingerido, sin el más mínimo remordimiento ni compasión. Le es indiferente que los
caballos, por ejemplo, sean acarreados en carros completamente cerrados, en los
trenes en los que él mismo viaja. Solo en contadas ocasiones Verniory reacciona
sobre la crueldad perpetrada a un animal.
34
Chingue: “Conepatus chinga. Mofeta, mamífero carnicero. Tiene dos glándulas anales
desarrolladas por donde secreta un olor extremadamente hediondo. Mal olor corporal”
(Diccionario ejemplificado de chilenismos, de Félix Morales Pettorino. Santiago de Chile:
Editorial Universitaria, 1983). Verniory, por su parte, describe al chingue de esta manera: “El
chingue es un animal que en América del norte se llama skun. Tiene el tamaño de un gato;
su piel, espesa y hermosa, es negra con bandas blancas en los costados y el lomo. Tiene el
poder de proyectar, para su defensa, un líquido corrosivo de un olor absolutamente infecto.
Cuando un cazador divisa un chingue, su primer cuidado es de llamar a su perro, tomarlo y
llevárselo lo más rápidamente posible” (259).
35
Verniory escribe con entusiasmo: “Alimento la cocina con perdices, torcazas, grandes
pichones del bosque, de carne negra pero sabrosa y jugosa, y también loros nuevos que,
ya sea asados o cocidos en cazuela son excelentes”(258).
70 LILIANET BRINTRUP HERTLING
36
El tema de la religiosidad en la cultura mapuche ha sido bien tratado en el artículo de
Rolf Foerster, “La Religiosidad mapuche”. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1995,
pp. 268-279.
37
Para un estudio acabado sobre la cosmovisión del indígena mapuche, consultar de
José Bengoa, Historia del Pueblo Mapuche. Siglos XIX y XX. Santiago de Chile: Ediciones
Sur. Colección Estudios Históricos, 1985; de Alejandro Lipschutz, La Comunidad Indígena
en América y en Chile. Su pasado histórico y sus perspectivas. Santiago de Chile: Editorial
Universitaria, 1956.
38
La idea del sur de Chile, la Araucanía, como territorio sin animales peligrosos ni
venenosos es tema recurrente en el Abate Molina, Domeyko, Smith y otros viajeros.
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 71
el brebaje depurativo preparado en una escudilla nueva de greda, para que surta
efecto en el enfermo (261). Por otro lado, nada de lo que haga o diga Verniory
despierta la hilaridad o la compasión de los indígenas por él. Lo hilarante para el
lector es la imagen que Verniory cree haber despertado en una viajera belga, Madame
Liebrecht 39, deportista y cazadora, debido a su destreza para la caza: “Yo le hice el
efecto de un semidiós en medio de gente salvaje”, apunta Verniory (263). La caza del
puma o león americano recuerda la modalidad del safari, sin pretender serlo; Verniory
se conduele por la suerte del animal (cordero) que se usa para dar muerte a otro
animal. El safari criollo tiene por fin abatir a un puma que “raramente ataca”. La
caza-safari del puma, la refiere con estas palabras:
La compasión sentida por el pobre cordero que bala de dolor durante muchas
horas, proviene de Verniory, el gran cocinero del “asado al palo” de cordero; algo
ocurre en su interior que rechaza este procedimiento, que vive como degradante,
aunque él mismo para cazar gansos, por ejemplo, también use a otro animal, el
caballo, porque “para ponerse a tiro hay que estar a caballo” (454); como tampoco
cuestione ni se compadezca del procedimiento de la pesca con explosivos (163). Así
mismo, el viajero rechaza, descreído, el procedimiento araucano del uso que se hace
del cordero: “Entonces se mata el cordero; se le arranca el corazón y mientras toda-
vía palpita, los caciques, uno tras otro, lo muerden y ensangrientan en él sus armas”
(73). Uno de los ejemplos más conmovedores sobre su relación culposa, compasiva
y contradictoria con los animales la observamos en un desafortunado encuentro con
un perro. Una noche fría y lluviosa, al regreso a su casa, “empapado hasta los hue-
sos”, el viajero ve “en el umbral [de su casa] un gran perro mostrando los dientes y
gruñendo ferozmente”. Verniory reflexiona:
39
Madame Liebrecht, esposa y acompañante del ingeniero belga M. Liebrecht, quien se
encuentra de visita por la Araucanía; se la describe como “muy libre en sus maneras,
deportista, gran cazadora, muy fin de siècle” (196).
72 LILIANET BRINTRUP HERTLING
40
Luis Robert de la Mahotière, chileno de origen francés, ha hecho sus estudios en la
Escuela Superior de París. Mahotière es el hombre que, de algún modo, niega la fama de la
hospitalidad chilena, mencionada muchas veces por Verniory.
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 73
41
Hay que recordar que la caza desregulada durante el siglo XIX con rifles y escopetas
tuvo un enorme incremento, lo que amenazó con el exterminio de muchas especies. La
bibliografía es amplia al respecto. La pregunta que surge y para la cual no tenemos una
respuesta, es: ¿se introdujo algún cambio en la sociedad araucana con la llegada de la caza
europea?
42
Marcelo Somarriva Q., “En torno al imaginario mapuche”, en El Mercurio, Santiago
de Chile, domingo 9 de diciembre de 2001.
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43
Manuel Ruiz de Luzuriaga, en su artículo “ Lúculo, el gourmet de la Roma clásica”
señala que Lúculo nació en 110 a.C y murió entre los años 58 y 56 a.C y fue una de las
mayores fortunas de Roma, y que en su espectacular mansión en el monte Pincio (y que
hoy en día solo se conserva una parte llamada “Horti Lucullani o Jardines de Lúculo), de un
lujo extraordinario (dicho sea de paso, de ahí se origina la palabra inglesa “luxury”, deriva
de “lucullian” o luculiano, el adjetivo de Lúpulo; y desde luego, pensamos que también la
palabra “lujo” del español) y prácticamente a diario celebraba opíparas cenas en alguno de los
doce comedores de su mansión (“Zapardiel: Revista de cultura y gastronomía”, Número 0).
44
También es interesante que Verniory use la palabra caza, tanto para la caza de animales
como para la caza de catecúmenos; es decir, para referirse a los niños y a los adultos
mapuches que deben ser bautizados en el proceso de evangelización de uso corriente al
interior de la campaña colonizadora. A unos (animales) se los ingiere y digiere concretamente
y a los otros (niños y adultos), simbólica e ideológicamente (448).
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 75
Y aunque él mismo vaya a cazar loros y hubiera cazado monos si los hubiera
habido, su crítica es terminante con respecto a la deforestación, de la que, ya desde
ese siglo, estaba siendo víctima el territorio del sur de Chile. Y casi al final de su
estadía en la Araucanía y de su narración, escribe con un nivel de seria preocupación
que debiera impresionarnos y hacernos considerar hasta el día de hoy:
Qué cambio ha habido en diez años entre Temuco y Valdivia! Lloro interior-
mente al atravesar a sesenta kilómetros por hora la selva virgen de Saco
donde sufrí tanto pero cuyo esplendor pasado me maravilla todavía. Hoy día
¡Qué triste banalidad! Se ha procedido al roce en todas partes. […] Es una
devastación funesta que hará pronto que la Araucanía antes exuberante, tome
el aspecto desnudo y desolado de Chile Central (484).
Es poco probable que Verniory, aun amando los bosques del sur de Chile, y
observar el daño del roce, hubiera podido dejar de disparar balas al aire en esos
bosques con su revólver, como algunas veces lo hiciera, simplemente por el placer
de escuchar el eco del sonido creado por las balas. Su ambivalencia afectiva y efec-
tiva con respecto a los animales y a la naturaleza nos habla de un viajero atrapado en
contradicciones, sin duda, propias del siglo (y todavía propias del nuestro). Los
ejemplos de caza abundan y Verniory se compara con Nemrod o Nimrod, personaje
bíblico, gran cazador y rey de Shinar, quien fuera nieto de Ham y bisnieto de Noah,
un famoso cazador 45. Investido de esta figura bíblica, Verniory procede a la caza sin
muchos miramientos, la cual no siempre estaba exenta de accidentes y peligros. La
necesidad de la caza, construida para la supervivencia, se mezcla con la entretención
y viceversa, y leeremos muchas veces referencias como éstas: “Nos entretenemos
45
Noah o Noé: refiere al Arca de Noe, salvador de animales. Desconocemos si Verniory
estaba informado de las distintas versiones bíblicas existentes sobre Nimrod. Junto con
ser el ‘constructor’ de la Torre de Babel, acto realizado en contra de Dios, Nimrod, esta
figura idólatra, sanguinaria y tiránica, practicaba la persecución humana y la caza. Nos
parecen interesantes dos versiones de su muerte: una, que habría sido muerto por un
animal; y otra, que un mosquito habría entrado a su cerebro, enloqueciéndolo. Únicamente
el hecho de que Verniory fue cazador y que estuvo, en más de una ocasión, a punto de ser
muerto por un animal, hacen que la comparación con Nimrod sea pertinente.
76 LILIANET BRINTRUP HERTLING
en tirar con revólver a las pollas de agua y a los patos [y agrega:] He llegado a ser de
una seguridad muy respetable con esta arma, la que maravilla a mis compañeros” o
“Matamos una abundante provisión de patos salvajes” (428). La ‘provisión’, causa y
motivo de la matanza de animales, se hacía necesaria sobre todo en un siglo y en un
contexto en donde, tal vez, no habían muchas otras posibilidades para la superviven-
cia. De los preciosos cisnes blancos de cuello negro no habla de cazarlos con armas
de fuego, sino que se divierte(n) en perseguirlos: “Les damos caza tratando de alcan-
zarlos con la mano. Es un deporte entretenido, en el cual nuestros remeros toman un
gran interés, esforzándose en seguir a los cisnes en sus bruscos zigzagueos. Coge-
mos cuatro que soltamos enseguida” (438). La realidad es que si no los caza, no es
por el hecho de que esta hermosísima ave le inspire respeto y compasión, sino sim-
plemente porque “su carne es aceitosa y coriácea” (438). Otras expresiones fre-
cuentes se encabezan con la palabra cazar o con la de matar; cazar suena más suave
que matar, aunque el resultado sea el mismo. La caza de la ballena46, la que Verniory
no quería perderse por ningún motivo, es referida con todo el espanto que el hecho
conlleva: se le lanza desde el bote o barco un “pequeño obús que estalla al penetrar en
el cuerpo del cetáceo” (437) 47. La depredación es libre: “Matamos garzas, cuyos
hermosos ‘aigrettes’ se los obsequiamos a la señora Cuevas: coipos, especies de
46
Gabriel Lafond de Lurcy cierra su libro Viaje a Chile con varias consideraciones
sobre la pesca de la ballena en Chile. Ya mucho antes de que Verniory llegara a Chile, Lafond
de Lurcy vio la necesidad de, por lo menos, crear reglas para la caza de la ballena. Las
ballenas constituían una fuerte de grandes recursos para el Chile decimonónico luchador y
progresista. Estando a favor de la pesca y la caza, y consciente de que “Las costas del sur
de Chile ofrecerán largo tiempo aun grandes recursos a [los] balleneros”, su preocupación
“para remediar tan enojoso estado de cosas”, se centra únicamente en la falta de reglamentos
para la caza de estos cetáceos, los cuales desaparecen y reaparecen en distintos lugares
debido a su libre y masiva persecución (163-167).
47
Hay antecedentes del viajero europeo cazador del siglo XIX en Chile: Gabriel Lafond
de Lurcy, en su Viaje a Chile se describe a sí mismo como un gran cazador en el capítulo,
“Un día de caza en Chile”. Como Verniory , Lafond de Lurcy, reflexiona con preocupación
sobre ciertos animales: “El estampido de las armas de fuego había producido el desconcierto
entre los habitantes alados de este lugar, donde habían venido a gozar, como nosotros, de
la frescura de la mañana”. Pero este acercamiento a los pájaros no le dura mucho, porque
enseguida comenta: “Una caza de las más entretenidas principió entonces, la de loros,
tordos y papagayos verdes. Estos loros, como los llaman, tienen la vida dura, y cuando se
dispara, aquellos que están heridos solamente forman una algarabía de gritos espantosa.
Sin cambiar de lugar, teniendo una persona cerca para cargar el fusil, se pueden matar
muchos” (53).
GUSTAVE VERNIORY: ENTRE GENTE, ANIMALES Y TRENES. ARAUCANÍA 1889-1899 77
castores cuyas pieles son valiosas […] nutrias […] cuyas valiosas pieles nos reparti-
remos […] y enviaré a Bruselas, donde tendrán gran éxito […] En invierno hay una
presa cuya persecución es entretenida […] Es una especie de enorme ganso silves-
tre, pero con el pico curvo […] (453).
La narración se cierra con una última referencia a una caza extraordinaria,
más bien con la imposibilidad de cazar “un monstruo fabuloso que han bautizado [los
chilenos] como “la gran bestia”. Según Verniory, se había creado entre los chilenos
una verdadera leyenda con respecto a este animal de “cuerpo grande, negro y lustro-
so”. Verniory cuenta que organizaron varias expediciones, pero sin éxito; y aunque el
viajero diga casi con tono de decepción, “No conoceremos jamás la identidad de la
gran bestia”, el lector se inclina a pensar que, por lo menos, quedó algo misterioso,
intocado por la mano y el rifle del viajero-cazador, y desde luego, por la pluma del
viajero. Pero éste insiste en darle forma narrativa a la “gran bestia, y con un tono
seudo-científico escribió: “Me inclino a creer que se trata de una de esas enormes
focas de la clase que he visto en la desembocadura del río Imperial, que hubiera
remontado el río y que, terminadas sus vacaciones, habría vuelto al mar” (454-455)
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Alvarado P., Margarita; Pedro Mege R. y Christian Báez A., Visiones mapuche. Santiago de
Chile: Pehuén Editores, 2005. El libro se compone de una serie de fotografías del pueblo
mapuche, tomadas por los fotógrafos del siglo XIX, Christian Enrique Valk, Odber
Heffer y Gustavo Milet Ramírez. De Gustave Milet Ramírez se incluyen seis fotografías
del año 1890: “Joven mapuche, retrato de estudio con telón con motivos europeos”,
“Jefe, Longko y sus esposas, retratados con un telón de palmeras tropicales y colum-
nas neoclásicas”, “Parlamento mapuche en la zona de Malalhue”, “Ritual de rogativa,
Nguillatun con altar, Rangui Rangui de ramas de canelo”, “Antiguo cementerio con
Chemamull, Postes funerarios”.
Bengoa, José, Historia del pueblo mapuche. Siglo XIX y XX. Santiago de Chile: Ediciones
Sur, Colección Estudios Históricos, 1985.
Brintrup, Lilianet, “Postergaciones de un regreso”, en Homenaje a Alejandro de Humboldt.
Literatura de Viajes desde y hacia Latinoamérica, Siglos XV-XXI. México, Oaxaca-
USA: Color Digital Editores, 2005, pp. 335-346.
————— “Ignacio Domeyko: «La memoria del exilio»”, en Estudios de Literatura Chi-
lena e Hispanoamericana Contemporánea. Osorno, Chile: Universidad de Los Lagos,
1996, pp. 85-92.
De Maistre, Xavier, Voyage autour de ma chambre. Expédition Nocturne. Paris: Le Lépreux
de la Cité D’aoste. Librairie de la Bibliothéque Nationale, 1895.
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RESUMEN / ABSTRACT
En su libro, titulado Diez años en Araucanía 1889-1899, el ingeniero belga Gustave Marie Eugène
Verniory (1865-1949) registra su experiencia laboral y cultural del viaje que hizo a la región de la
Araucanía chilena, contratado por el Gobierno de Chile para la construcción del ferrocarril que debía
atravesar la región de la Araucanía, llamada “Frontera”. Verniory ofrece testimonio no solo de sus
encuentros con chilenos, araucanos y europeos, sino también de su relación cotidiana con animales, a
través de su apropiación y/o de la caza, en un territorio largamente compartido. Verniory marca con
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PALABRAS CLAVE: Gustave Verniory (1865-1949), Diez años en Araucania 1889-1899, viajes, testimo-
nios, “Frontera”, Chile.
GUSTAVE VERNIORY: TEN YEARS AMONG PEOPLES, ANIMALS AND TRAINS. ARAUCANIA 1889-
1899
In his book Ten Years in Araucania 1889-1899, the Belgian engineer Gustave Marie Eugène Verniory
(1865-1949) provides an account of the work he did and the cultural experience he gained during his
protracted sojourn in the region of the Araucanía. Hired by the Chilean Government, he was engaged
in the building of the railroad that was to cross the “Frontera” [Frontier], as the Araucanía was known
at the time. Verniory relates his encounters with Chileans, Araucanos and Europeans, who had by then
coexisted for centuries in that territory. He also describes his daily interaction with the region’s wildlife,
whether through the practice of hunting or domestication. Verniory highlights with clear discursive
markers his own transformation into the Chilean territory, a process which parallels his deepening
valuation of the people he lived with during those years—Chileans, Araucanos, Europeans—and of the
region’s wildlife.
KEY WORDS: Gustave Verniory (1865-1949), Diez años en Araucania 1889-1899, travels, testimony,
Frontier, Chile.
E-mail: lib1@humboldt.edu