Vous êtes sur la page 1sur 4

San Juan Crisóstomo (344-407)

Teología Moral

Fernández, A. (1996). Teología Moral. Burgos: Facultad de Teología de


Burgos.
Flecha Andrés, J. R. (2001). Teología Moral Fundamental. Madrid: BAC.
Häring, B. (1968). La ley de Cristo. Barcelona: Herder.
Pinckaers, S. (2007). Las fuentes de la moral cristiana. Pamplona: EUNSA.
Sarmiento, A., Molina, E., & Trigo, T. (2013). Teología Moral Fundamental.
Pamplona : EUNSA.
Sayés, J. A. (2003). Teología Moral Fundamental. Valencia: EDICEP.

Pinckaers señala que las enseñanzas morales de San Juan Crisóstomo deben
buscarse principalmente entre sus homilías ya que él es fundamentalmente un
predicador. En sus homilías se encuentra un material abundante: «sobre san
Mateo (90 homilías), sobre san Juan (88 homilías), sobre las epístolas de san
Pablo (250 homilías), sobre 60 salmos y sobre otros varios libros del Antiguo
y del Nuevo Testamento.»1
También indica que el Crisóstomo trató algunos problemas morales
particulares, aunque con menos abundancia que los padres latinos: «san Juan
Crisóstomo escribió sobre la educación de los niños, sobre la virginidad y sobre
la viudez. Aparentemente, el interés y el sesgo espiritual de los Padres griegos
eran más especulativos que los latinos.»2
Aunque Pinckaers no profundiza más, de todos modos, señala que a San Juan
Crisóstomo se le debe considerar entre los Padres griegos como el moralista
por excelencia, debido a la riqueza de su doctrina, a su orientación pastoral, a
su genio oratorio y a la orientación vital de sus sermones.

1
(Pinckaers, 2007, pág. 245)
2
(Pinckaers, 2007, pág. 248)
Sarmiento, Molina y Trigo, solamente mencionan la importancia de las
catequesis dirigidas a los neófitos.3 Häring ni siquiera lo menciona4. Tampoco
Flecha5. Tampoco Sayés6.
Es Aurelio Fernández7 quien desarrolla más ampliamente la doctrina moral de
San Juan Crisóstomo. Para él, San Juan Crisóstomo es un pastor y un gran
expositor de la fe cristiana con fundamento en la Sagrada Escritura.
Precisamente por ser pastor, en sus escritos abundan consideraciones morales
que lo acreditan como maestro de vida cristiana. Fernández propone 6 tópicos
que acompaña con algunos textos del Crisóstomo que pertenecen a la teología
moral fundamental: la ley natural, la libertad, la conciencia, las exigencias
morales del bautismo y las cuestiones sociales. Todas las citas son de
Fernández.
La Ley natural
«Al principio, cuando Dios formó al hombre, le dio (indidit) la ley natural. ¿Y
qué es la ley natural? Expresó en nosotros la conciencia, e insita por la
naturaleza quiso fuese la ciencia del bien y del mal; por eso no tenemos
necesidad de ser enseñados de que la fornicación es mala y la continencia es
un bien, pues esto lo sabemos ya desde el principio»
La Libertad
Para San Juan Crisóstomo es más importante reflexionar sobre la libertad del
hombre que sobre su naturaleza, puesto que es a través de su libertad como el
hombre se realiza a sí mismo.
«Más importante que la esencia (del hombre) es la voluntad libre, pues, en
realidad, por ella se realiza el hombre más que por la esencia. En efecto, no es
la esencia la que le arroja al infierno o le conduce al cielo, sino la voluntad
libre, asimismo nosotros no amamos u odiamos a nadie en tanto que persona,
sino en cuanto que es tal hombre».
Así aparece un tema fundamental. Para San Juan Crisóstomo el distintivo
esencial del hombre no es su condición como ζώον λογικόν, sino en la

3
(Sarmiento, Molina, & Trigo, 2013, pág. 60)
4
(Häring, 1968)
5
(Flecha Andrés, 2001)
6
(Sayés, 2003)
7
(Fernández, 1996, págs. 164-165)
capacidad que tiene de ejercer su libertad con razón y constituirse en sujeto
moral. Así, será la eticidad la esencia del hombre en cuanto hombre.
«Si tú piensas en el nombre común de nuestra especie encontrarás enseñada y
aconsejada una gran virtud. Porque este nombre "hombre" no lo definimos
como los paganos, sino como la Escritura nos ordena. Es hombre, en efecto, no
simplemente el que posee manos y pies de hombre, ni siquiera el que disfruta
de la sola razón, sino aquel que ejercita con confianza la piedad y la virtud».
Pero, así como en la libertad se expresa la dignidad y vocación del hombre,
también la libertad puede llevar al hombre a su propia disolución a causa del
pecado. Por eso es importante un entrenamiento ἄσκησις de la libertad.
«Es una gran cosa ser dueños de nosotros mismos... pero no lo seremos sin
esfuerzo, sin refrenar los deseos... El conocimiento de la virtud está puesto en
nuestra naturaleza, pero practicarla está condicionado a nuestra libertad»
La libertad en el bautizado conlleva el auxilio de la gracia pues el hombre se
reviste de la naturaleza divina. Así, siguiendo las enseñanzas de San Basilio y
de San Cirilo, le atribuye al Espíritu Santo la eficacia tanto de la verdadera
libertad como de la verdadera fidelidad en la respuesta a Dios:
«Comenzar a creer pertenece a nuestra buena libertad, como obedecer cuando
somos llamados. Pero después de recibir la fe, tenemos necesidad de la
asistencia del Espíritu Santo... Sin embargo, ni Dios ni el Espíritu subyugan
nuestra voluntad libre».
Así propone una prematura solución a la cuestión de la relación entre gracia y
libertad, para Crisóstomo Dios llama al hombre a la vida divina, y este
responde libremente, de modo que la iniciativa y la eficacia provienen de
Dios, todo depende de él, pero se realiza a través de la respuesta libre del
hombre.
La conciencia y el conocimiento del bien y del mal
Para San Juan Crisóstomo, el hombre conoce en su conciencia el bien y el mal
y a causa de esto puede llevar una vida virtuosa. «El hombre conoce el bien y
el mal y por ello es llamado a practicar la virtud». Este conocimiento natural
requiere perfeccionarse por la acción propiamente divina por la que Dios ha
grabado su norma no ya en las tablas de piedra sino en el corazón de los
creyentes.
Vocación a revestirse de Cristo.
El aporte más importante es la fundamentación cristológica de la moral. La
vocación cristiana nos lleva a revestirnos de Cristo: «El cristiano tiene una
forma regia, a saber, la de Cristo».
Así pues, señala Fernández que para San Juan Crisóstomo el modelo de toda
conducta es Cristo. El vino para enseñarnos con sus palabras y con sus obras,
especialmente con su ejemplo cómo se ha de vivir: «Jesucristo vino para
enseñar a los hombres todas las virtudes, pero no sólo para enseñarlas de
palabra, sino por la vida, así nos dio ejemplo de todas las virtudes». Así la
norma fundamental de vida cristiana es meditar en qué ha hecho Cristo y cómo
lo ha hecho y el verdadero imperativo para el discípulo será: «así lo hizo Cristo»
Dignidad del nombre de cristianos
Para San Juan Crisóstomo el estar unidos a Cristo da una dignidad nueva que
debe reflejarse en una vida intachable. La conducta debe ser adecuada al ser
cristiano:
«No hagamos nada indigno que contradiga a la honorabilidad del nombre;
pensemos en la excelencia de nuestra dignidad por la que nos llamamos
cristianos... Pensemos y veneremos la grandeza de este nombre».
Enseñanzas Sociales
La enseñanza social del Crisóstomo es abundante, Fernández solamente
menciona su doctrina sobre la pobreza y la riqueza, y, por lo tanto sobre la
justicia, citando a Zincone.
«Ciertamente la predicación del Crisóstomo no pudo acabar con la inicua y
egoísta estructura social de su tiempo, pero su obra no debe ser valorada por
los frutos alcanzados en el arco de su vida pastoral, más bien debe ser
contemplada en el vasto mundo de las ideas y de la acción que guía la historia
del hombre en el progresivo descubrimiento de su dignidad y de su liberación
integral».

Vous aimerez peut-être aussi