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Fecha: 25-feb-2016
Producto: MJ,SYD
I. INTRODUCCIÓN
A su vez, el art. 1757, establece lo siguiente: «Hecho de las cosas y actividades riesgosas.
Toda persona responde por el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las
actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por
las circunstancias de su realización. La responsabilidad es objetiva. No son eximentes la
autorización administrativa para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el
cumplimiento de las técnicas de prevención».
Consideramos que se trata de una regulación que no contempla la realidad del ejercicio de la
profesión en general -cualquiera de las profesiones-, y en especial queremos referirnos a la
actuación de los profesionales de la medicina (1).
En este sentido, hay una relación de causalidad entre la ciencia y el médico, y la elaboración
es un «producto científico» (3).
En esta primera aproximación, disentimos del Código Civil y Comercial, ya que este análisis
científico es un «producto científico elaborado», es decir, un resultado determinado que liga al
profesional con la ciencia y el paciente y, como tal, es un resultado científico y se encuentra
dentro de la responsabilidad objetiva y no la responsabilidad subjetiva y debe ser probado por el
médico.
En una tercera fase o momento, el profesional realiza la aplicación del producto científico
adecuado (al paciente) sobre el paciente y es aquí recién donde aparece la «aleatoriedad»
(ninguna obligación de medios), es decir, el producto científico adecuado, tiende a la curación,
pero no existe una linealidad en esa finalidad, ya que inciden múltiples factores, así por
ejemplo, las omisiones o ineficacia del escenario, establecimiento, etcétera (5).
En consecuencia, nos parece que no se puede confundir el producto científico como resultado
y de responsabilidad objetiva con la aleatoriedad del resultado de ese producto científico en la
aplicación, cuya finalidad es introducirse en la relación causal de la patología y cortar su
evolución.
La razón de ser de los médicos de cartilla es una cuestión económica para las empresas de
medicina y para los propios médicos.Constituyen un conjunto económico empresarial (8).
En cuanto a las empresas de medicina -incluidas las obras sociales-, es un tema de costos (de
análisis económico del derecho). Si tuvieran que tener un plantel de médicos en relación de
dependencia, aumentarían sus costos y, para reducirlos, contratan médicos que colocan su
consultorio y sus costos (luz; secretaria, etc.) y solo les abonan por prestación preestablecida
(un precio fijo); en cuanto a los médicos, la privatización de la salud los ha privado
masivamente de clientes-pacientes, con lo cual al ser parte de varias cartillas, logran reducir
sus costos y aumentar su tasa de beneficio (un aumento de pacientes-clientes).
En este sentido, ha dicho la jurisprudencia: «La afiliación a una obra social -igual sería a una
medicina privada- de los demandantes y la utilización de los servicios médicos y asistenciales
por aquella para la atención del embarazo y parto genera un vínculo contractual -aplicándose la
normativa que rige esta responsabilidad- entre el ente asistencial, médicos, auxiliares con los
afiliados y su hijo». (10).
Es decir que cada uno de estos profesionales utiliza la tecnología o las máquinas con una
«finalidad económica» -obtiene una tasa de beneficio mayor por ese uso ampliado de su
profesión- y responde por los daños causados en función del riesgo y del aprovechamiento
económico; es la «responsabilidad objetiva».
V. CONCLUSIÓN
Consideramos que el debate está abierto, y es necesario repensar las aplicaciones que se
realicen del nuevo Código y las relaciones con la Ley 26.361 de Derechos del Consumidor,
porque en última instancia los pacientes son usuarios de servicios de salud y deben estar
protegidos al máximo por ser parte de un grupo vulnerable que coincide con el consumidor.
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(3) La ciencia establece una serie de conocimientos que el médico debe elaborar para llegar a
un diagnóstico o terapéutica; es decir, posee límites científicos, pero dentro de esos límites
científicos es donde desempeña su actividad, que lo condiciona, de allí la diferencia entre la
discrecionalidad (ciencia y límites) y la arbitrariedad (fuera de esos límites).
(4) La relación médico-paciente debe ser analizada en función de una relación de causalidad
compleja y no lineal, así por ejemplo, la causa en el paciente integra el antecedente, al igual
que el escenario e incluso la patología, etc., de allí que el daño puede también poseer un
análisis complejo, derivar del mal estado de salud del paciente o de la propia patología según
su desarrollo, etcétera.
(5) No es lo mismo la actuación del médico en un lugar geográfico donde solo hay un
dispensario con escasos elementos (lugares rurales de un país extenso) que en una clínica
privada, en un lugar urbano con tecnología de última generación, etcétera.
(7) C. Civil y Comercial de Jujuy, 30/10/2002, «Olmos, Adriana c/ Liguori Laura y otro».