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Comuniquémonos con nuestro hijo o hija recién nacido

Papá:

Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo en un lugar


visible e inmediatamente quise pintar otro.

Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer todo en nuestra casa


para que fuese agradable y entendí que las pequeñas cosas son las cosas
especiales de la vida.

Cuando pensabas que no te veía, te sentí darme un beso por la noche y me


sentía amado y seguro.

Cuando pensabas que no te veía, vi salir lágrimas de tus ojos y aprendí que
algunas veces las cosas duelen y que está bien llorar.

Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida
que necesito saber para ser una persona buena y productiva.

Cuando pensabas que no te veía, te vi y quise decir ¡gracias por todas las cosas
que vi, cuando pensabas que no te veía!

Anónimo

Reflexionemos y compartamos

 ¿Será cierto que nos comunicamos con el niño, conversando con él


desde que está en el vientre materno, acariciándolo, arrullándolo?
 ¿En qué aspectos la buena comunicación entre los padres ayuda a la
buena comunicación y construcción del vínculo afectivo con el hijo
recién nacido?
 ¿Qué beneficios traerá al niño recién nacido que sus padres lo acunen,
lo miren, le hablen, lo acaricien, le canten y le expresen todo el afecto
que sienten por él?
 ¿Qué será mejor para mantener una buena relación con el niño: el
hecho de que el padre sea cariñoso, hable y comparta con la madre el
baño, la alimentación y el cambio de pañales; o que mantenga una
actitud distante, fría y alejada de la vida cotidiana del recién nacido?

Consultemos y debatamos

Los padres tenemos la posibilidad de comunicarnos con nuestro hijo


desde antes del parto y podemos reconocer las respuestas de agrado y
desagrado que él trasmite. Por ser la madre quien lleva al niño en su cuerpo,
tiene más oportunidad de establecer contacto físico con él, pero el padre puede
propiciar espacios de acercamiento desde la etapa prenatal, acercarse al
vientre materno, hablarle.

El niño, desde antes del nacimiento, aprende a reconocer estímulos


cercanos. Hacia el sexto mes, el oído ha alcanzado un desarrollo adecuado
para diferenciar estímulos sonoros del ambiente, está en capacidad de
distinguir las voces de sus padres y de responder con agrado a ciertos
estímulos musicales.

Desde la vida intrauterina comenzamos a esbozar los primeros canales de


comunicación en el niño. Inicialmente, el tacto es el sentido que constituye
la base de todos los demás sentidos; los sonidos llegan en forma de
vibraciones, que se reciben en la piel del niño, y en la octava semana cuenta
con un lenguaje corporal primitivo con el que intenta expresar sus
preferencias.

En lo posible, el embarazo debe vivirse en un ambiente armónico, que


brinde la seguridad necesaria. Los factores productores de estrés que rodean
a la mujer embarazada se trasmiten al niño, tanto que las agresiones sobre
una mujer en gestación son consideradas maltrato infantil.

Es oportuno que los padres entiendan que la relación de padres


propiamente dicha es diferente a la de pareja. Durante el embarazo pueden
existir conflictos que no deben interferir con la relación que el padre tiene con
su hijo. A pesar de las diferencias que puedan existir entre la pareja, se debe
permitir que el padre se acerque al niño antes de nacer y durante toda la
crianza.
Después del nacimiento, el niño afronta estímulos nuevos y situaciones
que pueden resultarle frustrantes. A diferencia de la etapa prenatal, el recién
nacido afronta situaciones incómodas; mientras en el vientre materno todas
sus necesidades estaban resueltas, en la vida fuera del útero debe expresar la
necesidad y esperar que sea atendida. Y por lo general expresa estas
necesidades con el llanto.

En esta etapa es necesario trasmitirle tranquilidad y confianza. El niño


está en capacidad de interpretar señales que le trasmiten seguridad y reconoce
desde temprano el ambiente que lo rodea y las voces de sus padres y
cuidadores. Sin embargo, el sistema de comunicación con el niño va
mucho más allá de las palabras; como no ha aprendido aún a incorporar el
lenguaje verbal, es un experto en descifrar mensajes más sutiles. Más allá de
las palabras, es sensible al estado emocional de sus cuidadores; desde edad
temprana tiene también un lenguaje simbólico, siente y entiende la caricia, la
sonrisa, el tono en que le hablamos.

Después de los nueve meses en el vientre materno, la relación entre la


madre y el niño es tan cercana que el niño puede expresar, por medio de su
cuerpo, las alteraciones emocionales de su madre. Para el recién nacido, la
madre hace parte de él y él de su madre. Si ella no quiere amamantarlo, y
por algún tipo de presión lo hace, el niño estará en capacidad de percibir la
inconformidad de su cuidadora, lo cual podrá causarle confusión y angustia, y
de generarle, incluso, algunas alteraciones en su salud, como llanto y
devolución del alimento.

En la medida de lo posible, las otras personas de la familia deben facilitar


este proceso. La función de tíos y abuelos es ayudar a mantener un ambiente
favorable y brindar el apoyo necesario. Es fundamental que el nacimiento se
entienda como un suceso en el que participa todo el sistema familiar y, ante el
cual, todos tienen una tarea determinada.

Después del parto, el llanto es el principal lenguaje del niño, que le


permite comunicar sus emociones. No todos los llantos son iguales. Por lo
general, el niño llora por incomodidad, hambre, cansancio o sueño, o por
dolor. Los padres deben convertirse en los intérpretes de este sistema de
comunicación y, así, garantizar su bienestar.
En la medida que pasemos más tiempo con nuestro hijo y aprendamos a
sentirlo y a conocerlo, será posible saber diferenciar el tipo de llanto y el
mensaje que el niño intenta trasmitirnos. Por lo general, cuando el llanto es
por hambre el niño se calma al alimentarlo. El pequeño puede llorar al
sentirse incómodo, y esta incomodidad puede deberse a factores como la
temperatura del ambiente, el pañal sucio o la imposibilidad de expulsar gases.
La persona responsable de su cuidado debe estar centrada en el niño y prestar
especial atención a todas estas condiciones.

Es probable que padres inexpertos o demasiado aprensivos se preocupen


excesivamente al escuchar el llanto de su hijo. Es recomendable que
respondan con seguridad ante el llanto, pero la angustia innecesaria puede
agotarlos y generar respuestas poco apropiadas e irritables.

Es interesante observar que el seno materno, además de ser una fuente de


alimento, es un mecanismo de comunicación que calma y consuela al
niño. Levantar al niño en los brazos y arrullarlo es una forma adecuada de
calmarlo.

Es necesario atender oportunamente las necesidades del niño: si el llanto


no se calma y persiste, o si se suma a otros signos como palidez, sudoración o
distensión abdominal, puede tratarse de una manifestación de dolor o de los
mal llamados cólicos, que se caracterizan por llanto, que no es por dolor, sino
que es una necesidad de llorar que ahora se llama llanto excesivo. Tanto el
llanto por dolor como el llanto excesivo que no se calman con medidas
sencillas como poner el niño boca abajo en el regazo materno, acariciándolo y
hablándole, justifican consultar a un profesional.

No atender el llanto del niño o dejarlo llorar sin responder a sus


necesidades puede ser contraproducente: brindémosle atención siempre que
llore. No es cierto que el llanto ayude a desarrollar los pulmones. Para evitar el
cansancio excesivo en la madre, el padre y los familiares cercanos pueden
ayudar turnándose con los cuidados. De esta manera, se garantizará que el
niño sea atendido a tiempo y con buena disposición.

Aunque hemos dicho que el niño durante esta etapa no sabe comunicarse con
palabras, es recomendable hablarle y cantarle. Él conoce las voces y
aprende a diferenciar su tono. Así mismo, los niños aprenden desde temprana
edad a reconocer diferencias en los rostros de las personas que los cuidan, y
les llama la atención la expresión facial de estos.

La comunicación con el recién nacido, a pesar de estar provista


aparentemente de pocos mecanismos, como el llanto, es una oportunidad
para establecer un vínculo afectivo seguro y para trasmitirle al niño la
confianza, la seguridad, el amor y la ternura, necesarios para su sano
desarrollo.

El niño sintoniza con nosotros, nos siente, reconoce nuestros sentimientos


más íntimos. Que el más profundo mensaje que le comuniquemos sea
nuestro amor incondicional.

Comprometámonos y evaluemos

 Hablemos a nuestro hijo/hija durante el embarazo, como un modo de


brindarle un ambiente armónico en su vida antes de nacer.
 Fomentemos el acercamiento del papá al niño/niña que está por nacer.

 Aprendamos a sentir los movimientos de nuestro niño durante el


embarazo y a interpretar el agrado o desagrado.

 Comuniquémonos con nuestro niño por medio de caricias, cantos,


arrullos y expresiones faciales.
 Más allá de las palabras, el niño es sensible al estado emocional de sus
cuidadores: fomentemos un ambiente de paz, armonía y seguridad.
 Propiciemos espacios para expresar sus dudas, incomodidades y
temores.
 Recordemos que la función de tíos y abuelos es ayudar a los padres a
brindarle al niño un ambiente de tranquilidad y calma, permitiendo que
familiares y amigos les presten ayuda.
 Brindemos atención a nuestro niño siempre que llore.
 Recordemos que el llanto puede estar expresando dolor y que el llanto
excesivo o la irritabilidad pueden ser signos de alerta, razón para
consultar al médico.

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