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La literatura infantil: el placer de la lectura

Ayer por la tarde

Ayer por la tarde,


como te había prometido,
jugué el mejor partido de fútbol de mi vida.
En el primer tiempo hice un gol a los quince minutos.
A los treinta y siete hice otro.
En el segundo tiempo, a los siete minutos,
José Villegas, el que cuando canta dice
que le nacen mariposas en el pensamiento,
fusiló a nuestro arquero
con un taponazo sobre el ángulo izquierdo.
A los diecinueve minutos y quince segundos,
David, el que quiere ser aviador,
empató el partido con un lindo gol de cabeza.
A los cuarenta y cuatro minutos,
al estilo Castañito, hice el gol más lindo del mundo.
Mi equipo ganó por el marcador de dos a tres,
pero yo sentí que había perdido
porque tú no viniste.
Me derrotaron los goles que me hizo tu ausencia.

(La alegría de querer - Jairo Aníbal Niño)


Reflexionemos y compartamos
 ¿Qué opina de la frase la alegría de leer en familia es la mejor aventura?
 ¿Cuales son los libros y autores que más han influido en su vida?
 ¿Qué libros le recomendaría usted leer a un niño/niña de seis a doce años?

Consultemos y debatamos

El mundo de los libros nos ofrece a niños, niñas y adultos, aventuras no


imaginadas, en ellos podemos aprender lecciones importantes sobre la vida, pero
también podemos divertirnos, cambiar, ser mejores. La literatura es una pintura en
palabras, es la creación de mundos y realidades que niños y jóvenes van sintiendo con
todos sus sentidos.

La literatura es un alimento especial para los niños, le da palabras a la esperanza, a


las alegrías, a los sueños, al miedo, a la adversidad, a la vida, a la muerte, a lo
presente, a lo vivido y a lo que está por vivir. La literatura es una puerta a un mundo
por descubrir. Cuando leemos, los libros son ventanas que nos muestran otros
mundos, por ello se dice que leer es también viajar.

En la crianza de los niños debemos incluir a ciertos personajes que también nos
acompañaron en nuestra niñez: los héroes, las princesas, los duendes, los príncipes,
los castillos, los gnomos, los enanos, los gigantes, los caballos alados, las sirenas, los
magos, las brujas y todos estos personajes que se congregan para hacer los relatos
literarios que le sirven al niño como un medio privilegiado para elaborar y enriquecer
su mundo interior y, en consecuencia, para establecer su relación con el mundo
exterior.

El niño necesita el relato para crecer, para descubrirse o construirse, darle forma a
su experiencia, enamorarse de la vida, con las palabras, con los sonidos, con las
imágenes, para conocer su origen, el de sus padres, para hacer brotar su fantasía,
para perfeccionar su magia y para seguir siendo mejores maestros del mundo.

Con frecuencia, el niño busca la lectura porque ha visto a una persona amada metida
en los libros, y la lectura apareció como un medio de imitación e identificación, de
acercarse a ella y de apropiarse de su mundo, de sus cualidades, de su encanto, de su
misterio. Entonces, la mejor manera de contagiar a los niños del hábito de leer es
que nos vean leer, que tengamos libros en casa. Unos padres y un maestro lector
tienen mucha probabilidad de hacer de sus hijos y estudiantes niños lectores.

Por medio de la literatura, el niño escolar aprende ideas sabias sobre la paz, la libertad
y la justicia que a lo largo de los siglos han quedado vivas y han podido resistir el
desgaste, las guerras y la destrucción. Aprende a mirar el mundo, aprende que
después del fracaso hay siempre un lugar para aprender y recuperarse.

El cuento o relato infantil le da un nuevo sentido a la vida del niño cada vez que
lo escucha o lo lee. El niño siente la fuerza oculta en el relato, sabe que es distinta
cada vez que lo escucha, por ello pide que se le cuente el mismo cuento una y otra vez.
Debemos leer la literatura con la mente y con el corazón; ella le enseña al niño escolar
códigos morales que tienen que ver con la justicia, el honor, la lealtad, la honestidad.
La buena literatura es un maestro que le aumenta al niño su nivel de conciencia,
permitiéndole diferenciar entre el bien y el mal.

Es necesario que los adultos significativos que acompañamos al niño escojamos


cuidadosamente los libros que éste va a leer o escuchar. Los que más les gustan son
aquellos que le permiten identificarse con algún personaje. Debemos siempre tener
en cuenta el mensaje que encierran los libros y que nosotros permitimos que
llegue al niño.

Cuando el niño tiene menos de nueve años los relatos deben ser cortos, con
letras grandes, intercalados con imágenes. Se prefiere el color en el texto. A medida
que el niño crece, le atrae más un relato con más palabras y menos ilustraciones. El
tema debe ser interesante y coherente con la vida y que le muestre otras historias de
vida.

Todos hemos leído los cuentos de hadas, que aún hoy continúan siendo útiles,
pues en esos relatos se encuentra toda una riqueza de lugares, personajes y
situaciones como el bosque, la bruja, el hada, el espejo mágico, etcétera, que le
permiten al niño identificarse y analizar las distintas y complicadas situaciones que
están viviendo en la vida real.

La literatura tiene para el niño escolar un papel reparador. Muchos niños que han
vivido situaciones de sufrimiento en la familia, la escuela o la comunidad, comienzan a
dejar salir lo que está aprisionado después de leer buenos libros siendo capaces de
narrar sus propias historias. Algunos de estos relatos aparentemente no tienen nada
que ver con lo que el niño está viviendo externamente, pero sí con lo que vive en su
interior.

La Cenicienta puede significar para un niño oprimido o maltratado la solución, con la


ayuda de otros, como los pajaritos, el hada madrina y el príncipe, que pueden ser sus
amigos, su maestra o un familiar, pues este relato transmite esperanza y liberación.

Hansel y Gretel pueden ayudar a un niño escolar que tiene miedo a ser abandonado,
le enseñará que siempre algún adulto cuidador puede acudir en su ayuda y que sus
hermanos pueden ser una compañía solidaria aun en los momentos más difíciles.

Blancanieves le sirve a una niña escolar mayor para luchar contra los conflictos con
su familia y ver reflejada su salvación en medio de un bosque oscuro donde aparecen
siete seres extraordinarios con emociones distintas como la alegría, la laboriosidad, el
afecto, la ingenuidad, la pereza, la sabiduría, etcétera.

Muchas de las preguntas propias del niño escolar se logran resolver mediante la
literatura: ¿de dónde vengo?, ¿quién creó a Dios?, ¿por qué hay que morir?, ¿qué es la
vida?, ¿por qué el arco iris existe?, ¿qué es la gravedad?, ¿por qué existe la guerra? La
literatura deleita e instruye al mismo tiempo. Es fuente de valores espirituales y
sociales acompañados de un buen conocimiento. Mediante el relato el niño se instruye:
Julio Verne es un buen maestro de Geografía, Michael Ende es un maestro de Física y
Ciencias sociales, los hermanos Grimm son maestros de Humanidades, Gabriela
Mistral es una maestra de Religión.

Pero no solamente son útiles los autores clásicos. Existen ahora muchos otros
autores contemporáneos llenos de sabiduría de la vida. Todos, por ejemplo,
recordamos los magníficos relatos en rima de Rafael Pombo. O hemos soñado con El
Principito, de Saint-Exupéry.

La literatura educa los sentidos del niño: es una enseñanza contenida en el relato,
con el que el niño experimenta sensaciones al sentir el viento en la cara cuando el
príncipe cabalga en el caballo, los pelos de punta cuando el monstruo aparece, el
delicioso aroma del pastel de la abuela, la belleza del amor cuando el caballero
encuentra la princesa o la fascinación por el concierto de pajaritos.

Por medio de los relatos el niño puede expresar sus sentimientos: los buenos
deseos por medio de su hada buena, sus tendencias destructivas por medio de una
bruja cruel y malvada, sus miedos simbolizados por el lobo, sus celos por medio de un
hermano, una madrastra o un animal.

Por otra parte, la literatura en el niño es una oportunidad de desarrollar y


canalizar su capacidad de afecto. El niño rescata en ese pozo de letras e imágenes su
alma humana y logra mantener un mayor equilibrio con su entorno. Aprende lo bueno
y lo malo de la condición humana.

Otra forma de literatura que atrae enormemente a los niños es la de los


cuenteros, que con sus historias nos transportan a un mundo de fantasías y nos
transmiten afectos. Es conveniente leer en familia y también representar lo que
leemos. En familia podemos hacer títeres y con ellos contar historias, inventadas por
nosotros o por nuestros hijos.
La literatura le enseña al niño el verdadero valor de la belleza y el respeto por las
diferencias. Cuando el niño lee esos relatos en los que aparecen seres inicialmente
deformados y amenazadores, como en La bella y la bestia, y se convierten a lo largo del
relato en seres buenos y protectores o aquellos personajes físicamente bellos que
resultan ser seres crueles y devastadores, aprende una lección sabia, útil para
reflexionar en su vida diaria.

En nuestro mundo convulsionado y afectado por la violencia cobra gran importancia


contar historias cuando se acompañe a dormir a los niños. Este es un momento de
respiro, de ensueño, de pensamiento positivo para enfrentarnos al caos, que favorece
la esperanza de reconstruir este mundo violento en un mundo de paz y libertad.

Los adultos también nos beneficiamos cuando iniciamos a los niños en el mundo
de la literatura porque nos contagiamos de su capacidad de asombro y entramos
otra vez al mundo maravilloso de lo mágico de nuestra niñez.
Comprometámonos y evaluemos

 Hagamos la prueba de enamorarnos de la literatura, de descubrir lo mágico que


hay en ella
 Regalemos libros a nuestro hijo/hija, como una excelente manera de
sensibilizarlos con los relatos y leámoslos en compañía
 Contemos y escuchemos historias, algunas inventadas por nosotros o por
nuestros hijos. A medida que avanzamos en el relato estimulemos su
imaginación con preguntas acerca de la historia, así le permitimos integrarse
mejor al relato
 Cuando nuestro hijo haga preguntas, si sabemos una historia ilustrativa,
podemos responderle con cuentos o relatos, como una forma de llevarlo a
buscar sus propias soluciones
 Organicemos en casa una pequeña biblioteca
 Conozcamos las bibliotecas que existen en nuestra ciudad o la casa de la
cultura del barrio o de la localidad y afiliémonos a ellas
 Busquemos asesoramiento en la biblioteca de la ciudad acerca de los nombres
de autores y relatos para cada edad de nuestro hijo y que estén relacionados
con la situación que está viviendo

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