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Esta traducción fue realizada sin fines de lucro, por lo cual no tiene
costo alguno. Es una traducción hecha por fans para fans.
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Índice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Epílogo
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Sinopsis
Ella mantiene un secreto que cambiará la vida de él para siempre...
Acepté el contrato, incluso cuando conocía al sujeto del blanco. Años han pasado, y
ya no me importa nada; excepto por el dinero que encontrará su camino hacia mi cuenta
bancaria. La mira se fijó sobre su cuerpo, un cuerpo que una vez conocí íntimamente, y
no sentí nada. Subí el martillo sobre el gatillo. Los recuerdos valían nada, menos que
nada. A tres pasos de la marca, dos pasos, un paso...
Necesitaba saber más. ¿Por qué ella estaba en mi lista? Lo que no sabía era que
mantenía un secreto, uno que pondría mi mundo de cabeza.
Tengo que saber por qué ella no me lo dijo; incluso si eso significa que el siguiente
blanco esté sobre mí.
*El material en este libro está dirigido para mayores de 18 años. Puede contener temas para
adultos, incluyendo contenido sexual explícito, groserías, uso de drogas y violencia.*
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Capítulo 1
Constantine
Robyn Vaughn, ella era mi contrato más reciente. ¿Cómo demonios se había metido
en mi lista? Mi lista estaba reservada para gente mala; gente muy mala que hacía cosas
malas a personas peores y que ahora estaban pagando por ello con sus vidas. La Robyn
que solía conocer, la que recordaba con recuerdos agridulces, nunca se habría mezclado
con cosas similares al jefe de las drogas, Gabriel Salvatore.
Pero habían sido casi seis años desde que la había visto; dos semanas después del
baile ella se había marchado sin una palabra.
Una sonrisa se arrastró sobre mis labios mientras mi mente se disparaba de regreso a
la noche del baile. Esa noche había sido su primera vez y estuvo tan nerviosa. A pesar de
mis deseos de arrasar con ella, me había tomado mi tiempo, asegurándome que fuera
una experiencia especial y memorable para ella.
―Entonces, el jefe quiere que acabes con esto para el fin de la siguiente semana
como último límite. ―Miré al otro lado de la mesa, al hombre que estaba
contratándome en nombre de Gabriel. Era un sujeto alto, delgado y de aspecto grasiento.
No me había agradado desde el momento en que se sentó frente a mí. Lucía como si
estuviera a un corto golpe de una sobredosis. Nada que perder allí.
la basura y eso era todo. Muchas de estas escorias estaban bien limpias en la superficie,
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pero no era hasta que comenzabas a pelar las capas que descubrías la oscuridad que
tenían en su interior. Sabía esto y es por eso que nunca había dudado en jalar el gatillo.
Mi mente se disparó al pasado y vi la imagen del cabello rojo vibrante de Robyn,
disperso alrededor de su cabeza, sobre las almohadas blancas de la habitación barata de
hotel que renté; aunque a ninguno de los dos nos importó. Sus mejillas levente pecosas
habían sido de un resplandeciente carmesí mientras bajaba del orgasmo que le había
dado con mi lengua y labios.
La chica que una vez conocí nunca se habría involucrado con personas similares a Gabriel
Salvatore, pensé, la incredulidad en esta situación todavía corriendo a través de mi mente.
Ella había sido tan santita. Cómo siquiera se había involucrado con alguien como yo en
ese entonces, había sido una sorpresa para mí. ¿Quizás ella tenía una cosa por los chicos
malos y criminales en entrenamiento? Si ese era el caso, entonces su fetiche por ellos
había sido una muy mala elección en la vida, que no terminó conmigo.
—Eh. Hermano. ¿Tomas el trabajo o qué? No tengo todo el día para seguir esta
mierda contigo. No eres el único dispuesto en la ciudad, hermano. —Él retiró la mano
que estaba extendiendo hacia mí, junto con el sobre que contenía la primera mitad del
dinero de mi paga. Conseguía la mitad ahora y la otra mitad después de confirmar la
muerte.
—Sólo dime lo que hizo. Como una cortesía profesional. —Me obligué a sonreír.
Joder, odiaba actuar todo agradable con esta escoria.
Él bufó. —Bien. Ella jodió con el jefe y sabe mierdas que no debería saber. Eso es
jodidamente todo lo que necesitas saber.
—No arruines esto o el siguiente objetivo que ordenemos será por tu cabeza.
Me incliné sobre él, mis labios cerca de su oído mientras gruñía—: Nunca, JAMÁS,
te atrevas a amenazarme de nuevo. Si lo haces, te rastrearé, cortaré tu lengua y la meteré
por tu culo.
Jadeó y se ahogó cuando mi agarre se apretó, mientras sus manos intentaban sacar
mis manos de su cuello. Mi agarre alrededor de su cuello era como un tornillo. Él no iba
a librarse hasta que yo fuera bueno y estuviera listo para liberarlo.
Dejó de retorcerse y elevó la mirada hacia mí, con odio en sus ojos.
***
La mujer que solía conocer era una inocente chica de una familia de clase media de
Long Island, donde nosotros crecimos. Nosotros no tanto, más bien ella; yo había
rebotado por todas partes de Nueva York desde el momento en que tenía cinco años.
Ahora, todo en ella gritaba dinero, con la excepción del antro en el que estaba
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viviendo. ¿Por qué vivía en un área decadente cuando estaba usando marcas como
Chanel y Gucci? La Robyn que recordaba ni siquiera habría conocido esas marcas. Era un
maldito milagro que no haya conseguido que la robaran o la mataran sólo por pasear por
el vecindario. Su única salvación, imagino, debe ser que los potenciales ladrones deben
asumir que eran imitaciones decentes. ¿Por qué demonios estaba viviendo ella aquí,
cuando podría sólo haber regresado a casa de sus padres? Seguramente, tenía a alguien o
algún sitio al que ir.
La rata dijo que ella había visto y sabía algo que no debía…
Sacudiendo mi cabeza, bajé los binoculares y abrí el estuche que alojaba mi rifle de
francotirador. Viajar por la carretera de los recuerdos no me haría ni un poco
malditamente bien. Todo lo que conseguiría eso sería joder con mi cabeza. Era mejor
sólo acabar con esto y continuar con mi vida. Ella estaba en mi lista, lo que significaba
que no era la persona que solía conocer; probablemente, ella no había sido esa persona
por un largo tiempo.
La gente cambia. Yo era un típico ejemplo de cómo la vida podría tomar un giro
serio para peor. Cuando era un bebé mayor, estaba seguro que las esperanzas para mí, de
mi difunta madre, eran que fuera un doctor o abogado, algo de lo que ella podría estar
orgullosa. Asesino a sueldo ni siquiera estaría en los primeros diez.
Tenía un tiro perfecto. Mi dedo se deslizó sobre el gatillo y esperé un momento. Ella
no era la mujer que una vez conocí, si lo fuera, entonces no estaría en este desastre. Pero,
¿ella era culpable de algo? ¿O este era un caso de lugar equivocado en el momento
equivocado?
preguntar por qué me habían contratado y no usaron uno de sus propios matones.
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Suspiré, entornando mis ojos mientras la miraba fijamente. Nunca me había sentido
tan conflictuado sobre un blanco antes. Estaba molestándome porque esto no era nada
más que una demostración de simple debilidad.
Esto es peligroso, Constantine, sólo termina con esto, me gritó la voz. La ignoré. Lo único
que conseguiría al chocarme con ella accidentalmente sería un poco de claridad en la
situación a tratar.
Debí haber hecho una pequeña búsqueda en Google sobre ella antes de siquiera venir
aquí. No era exactamente mi protocolo normal hacer una búsqueda profunda del blanco.
Investigar las vidas personales de los objetivos hacía más personal la prueba y facilitaba
el riesgo de que tu mente se nublara, haciendo más difícil hacer el trabajo que se te
asignó. Pero esto ya era personal, así que al diablo. Agarrando mi estuche, me fui y me
dirigí a casa. Era hora de hacer algo de investigación de antecedentes sobre mi ex
amante.
***
Robyn
Corriendo hacia abajo por las escaleras de la estación del metro, casi me torcí el
tobillo mientras golpeaba el último escalón y mi tacón se quedaba atascado en un
pequeño hoyo del escalón de metal.
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y al metro.
Tenía una cita importante que no podía perder con un agente del FBI, llamado
Gavin Truss. Había estado hablando con el FBI por bastante tiempo ahora. Sólo para ser
clara, yo no me había acercado a ellos. Me encontraron no mucho después de que me
mudé de la casa de Gabriel Salvatore, sin embargo, casa era un eufemismo; era una
hacienda enorme en Nueva Jersey. Había pasado los últimos años en una vida de lujo,
pero ese lujo venía con un precio: un precio que ya no estaba dispuesta a pagar y fui
demasiado ingenua para notarlo, hasta que fue demasiado tarde.
Las puertas comenzaron a cerrarse justo cuando un alto hombre de cabello oscuro se
deslizó por allí, casi siendo aplastado entre ellas, su espalda hacia mí cuando entró de
lado para lograrlo. Retrocedí un paso, haciendo espacio para él.
—Vaya, por un pelo, ¿no? —dijo él, mientras se volteaba hacia mí, con un indicio de
una sonrisa sobre sus labios.
Pero lo era.
Miré profundo en sus deslumbrantes ojos azules, ojos que, mientras que
normalmente eran de un azul zafiro, tendían a volverse gris en la luz adecuada. Pasé
horas, demonios, días, de mi vida mirando fijamente esos ojos. Pero, a pesar de cuánto
aprecié el tiempo que pasé mirando esos ojos, había esperado nunca verlos, o al hombre
que los tenía, de nuevo.
—Mundo pequeño. —Mi mirada se fijó con la suya mientras el vagón del metro
subterráneo se sacudió hacia adelante, haciéndola tropezar en sus tacones. Estirando la
mano, agarré su brazo por encima de su codo para ayudarla a estabilizarse. Una vez que
logró equilibrarse, quitó su brazo de mi agarre, una mirada de molestia en su expresión.
—Yo… eh. —Pasó una mano por su ardiente cabello rojo, que se decoloraba en
puntas negras. ¿Creo que las mujeres lo llaman ombré? Vi mientras sus dedos pasaban por
sus sedosos mechones. ¿Era una locura que todavía pudiera recordar lo suave que era su
cabello? Me acerqué inconscientemente a ella y la esencia de su champú provocó mi
nariz… aroma a fresa. Era el mismo olor que recordaba de tantos años atrás.
Encontrarme con ella cara a cara había sido una mala idea. Debí haber completado
el trabajo y terminado con él. Pero no había anticipado la avalancha de recuerdos que
bombardearían mi mente sólo por estar frente a ella. Era como si los años hubieran sido
arrancados y nuevamente fuéramos adolescentes.
minuto.
—¿Qué has estado haciendo todos estos años? —Ella había tenido tantos sueños y
aspiraciones. Quería ir a la universidad. Era una experta en física y matemáticas. ¿Había
logrado sus sueños? De alguna manera, no lo creía. Si lo hubiera hecho, no se habría
metido en este lío para empezar.
Robyn se movió nerviosamente de un pie a otro, pero levantó sus ojos para
encontrarse con los míos. Una sonrisa se extendió por sus labios, pero era una sonrisa
forzada y nerviosa.
—Ummm. Sólo…
—Lo siento, esta es mi parada. —Ella se escabulló a mi lado y salió por la puerta sin
esperar mi respuesta.
Me miró, sin frenar sus pasos mientras subía por las escaleras para salir de la
estación.
—Parece que tienes mucha prisa, ¿cuál es el apuro? —Era bastante sorprendente lo
rápido que podía subir las escaleras con los impíos tacones altos que llevaba puestos. No
podía estar seguro de si su velocidad estaba alimentada por la necesidad de llegar a
dondequiera que se dirigía o por su deseo de alejarse de mí. Lo más probable es que
fuera un poco de ambos.
—Tengo una cita —dijo en tono práctico cuando alcanzamos la cima de las
escaleras y salimos a la calle—. Y voy a llegar tarde.
—Estaba pensando que tal vez podríamos tomar una taza de café y ponernos al día.
Felizmente esperaré hasta que termines.
—Aprecio que te quieras poner al día. Realmente lo hago. Pero mi vida es frenética
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justo ahora. —Su expresión se suavizó—. Creo que sólo debemos dejar el pasado en el
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pasado. No creo que algo bueno vaya a resultar de nosotros tomando un café después de
todos estos años. —Su expresión se suavizó un poco más y vi lo que imaginé fue un
destello de pesar en sus ojos—. Sin embargo, fue bueno verte.
No iba a escaparse así de fácil. Seguro, la dejaría ir, pero planeé seguirla.
Dondequiera que planeaba ir, se movía como si el diablo mismo estuviera sobre sus
talones. Pero, por otra parte, considerando que Gabriel Salvatore la quería muerta,
estaba tan cerca como una persona podría llegar a tener al diablo sobre sus talones.
Robyn caminó dos cuadras y se escabulló entre la gente antes de girar en la esquina
y darle la vuelta a la cuadra. Para cuando llegué a la esquina, ella había desaparecido.
Tal vez si el matón de Gabriel me hubiera dado más información sobre por qué
estaba tras de ella, me hubiese dado una pista; por desgracia, no lo había hecho.
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Las piezas del rompecabezas comenzaron a caer en su lugar para mí. Robyn era una
informante, eso o una infiltrada. O al menos en proceso de serlo, si ella hubiera
renunciado a toda la información que querían, estaría bajo custodia ahora y fuera de
peligro. Debía estar reteniendo su información hasta que le ofrecieran un trato que
considerara aceptable, o querían algo de ella que requería que permaneciera en el juego.
Aunque si Gabriel se salía con la suya, iba a ser una soplona muy muerta antes de que
eso sucediera. Pasé mi mano por mi cabello y suspiré mientras doblaba la esquina de la
cuadra y me dirigía a la estación de metro más cercana. ¿Ahora qué? Si ella
efectivamente era una informante, como suponía que era, entonces eso significaba que
no era mala después de todo. Puede haber sido alguien que se metió en una situación
que la superó y no sabía en qué se estaba metiendo hasta que fue demasiado tarde.
Entrando en el vagón, decidí que sólo había una cosa que podía hacer. Necesitaba
hablar con Robyn. La secuestraría y haría que me hablara si tenía que hacerlo.
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Independientemente de cómo tuviera que hacerlo, de una forma u otra obtendría las
respuestas que quería.
Decidiendo que no tenía tiempo que perder, volví a Brooklyn y al edificio donde
vivía Robyn. Mientras viajaba en el metro de regreso a Brooklyn, reflexioné sobre cómo
abordar esto. Podría accidentalmente toparme nuevamente con Robyn. Tal vez, sería
más receptiva a hablarme una segunda vez.
Dejé salir un suspiro exagerado. ¿A quién engañaba? Si ella estaba hablando con los
federales, lo último que quería era la complicación de un ex novio en su vida,
especialmente uno al que había dejado sin una palabra. Sin duda, ella sólo me alejaría si
intentaba el acercamiento más casual.
Cuando el metro llegó a mi parada, que resultó ser a solo a dos cuadras de su
apartamento, se me ocurrió la mejor idea que pude bajo estas circunstancias. Iría a su
apartamento y permanecería en el pasillo junto a su puerta hasta que volviera a casa. No
era la mejor idea, pero eso es lo que tenía. Siempre podía entrar en su apartamento y
esperarla allí, pero si llevaba una pistola, corría el riesgo de recibir un disparo antes de
que pudiera sentarme a hablar con ella. Ella estaba nerviosa, asustada y temerosa, y si
era inteligente, estaría haciendo las maletas. Sé por un hecho que, si yo fuera ella, no
estaría vagando por las calles desarmada, no después de enfadar a gente con la que
alguna vez estuvo asociada.
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Capítulo 3
Robyn
—Gracias, Diane, aprecio que estés haciendo esto por mí. —Intenté darle a mi
vecina, una anciana que vivía en el apartamento frente a mí, veinte dólares, pero ella los
rechazó con su mano. Considerando lo apretada que estaba de dinero justo ahora, estaba
agradecida de que ella no aceptara el pago, así que no insistí.
—Sabes lo mucho que me gusta pasar tiempo con este pequeño. —Alborotó el
cabello oscuro de mi hijo de cinco años, Austin. Él hizo una mueca y se apartó de la
mano de Diane. Odiaba cuando le alborotaban el cabello, pero Diane nunca parecía
notarlo y considerando que había sido una bendición para mí desde que me mudé al
edificio, ciertamente no iba a desanimarla. Siempre que necesitaba algo, cualquier cosa,
estaba allí para mí. Y de todos los momentos en mi vida que necesité ayuda, este era el
momento en que más lo necesitaba.
Pero tuvimos que irnos. Cuando la verdad sobre el hombre que creí que conocía y
amaba salió a la luz, no había forma de que hiciera la vista gorda. Acepté tanto, soporté
mucho estando con él, pero me convencí de que era por Austin. Cómo había sido tan
estúpida durante tanto tiempo era un misterio para mí. Siempre me había enorgullecido
de ser una mujer inteligente, pero parecía que cuando se trataba del amor y las
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Gemí por dentro. Gabriel era el único padre que Austin conocía. Se convenció a sí
mismo de que Gabriel era su padre y yo no lo había corregido. Él sabía que tenía un
papá biológico, pero lo más que sabía era que su padre biológico había fallecido. En
retrospectiva, dejarle creer eso había sido un error; pero, por otra parte, yo ya había
cometido muchos errores de mierda en mi vida, ese era sólo otro que añadir a la larga
lista.
Se retorció debajo de las mantas. Diane había sido lo suficientemente buena como
para tenerlo ya en pijama cuando llegué a casa. Ella realmente era una bendición.
Habíamos estado en este apartamento ya cerca de dos meses, pero Austin se negaba
a considerarlo hogar.
—Ya te lo he dicho. Estamos comenzando una nueva vida. —Lo halé a mis brazos y
le di un abrazo—. Solo tú y yo contra el mundo.
Me reí, aunque en este lugar las chinches sin dudas eran una posibilidad. No hubo
ninguna hasta ahora, pero ciertamente no me sorprendería. Al levantarme de la cama,
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Respuesta: No podías. Pero lo superé. Tal vez, un día sería capaz de, finalmente,
olvidarlo para siempre. El tiempo sanaba todo, ¿no era así como dice el dicho? No había
tenido suficiente tiempo, pero maldita sea, habían pasado seis años, ¿cuánto tiempo era
necesario realmente? Verlo de nuevo pareció regresarme al principio y las heridas que
sentí cuando tomé la decisión de dejarlo en primer lugar se sentían crudas una vez más.
Me dejé caer en el sofá raído y encendí el televisor. El sofá y la televisión, todos los
malditos muebles eran usados, venían con el apartamento. Cuando dejé a Gabriel, me
fui con nada aparte de varias maletas de ropa y un par de baúles de ropa de Austin y sus
juguetes. En su defensa, yo no había llegado con mucho cuando entré en la relación.
Gabriel dijo que guardaría nuestras cosas para cuando volviéramos corriendo a él. No
era común de él ser amable, te lo aseguro. Fue en gran parte un soborno y en parte su
actitud arrogante, como si supiera que iba a regresar corriendo hacia él. Pero regresar,
eso nunca ocurriría; me fui por una razón. Me fui porque desperté de la fantasía que él
había tejido para mí. Demonios, la fantasía que yo había tejido para mí misma. En
alguna parte de la línea, me había convencido de que el abuso que soportaba era normal.
Rara vez puso una mano sobre mí, pero siempre había amenazas subyacentes. Un
Gabriel enojado no era un hombre con el que alguien quisiera estar.
Yo había sido una maldita estúpida y lo peor es que había arrastrado a mi inocente
hijo al fuego conmigo. Algunas veces, me preguntaba si incluso merecía al hermoso niño
durmiendo en la otra habitación. ¿Cuántos errores podía cometer una persona antes de
que lo perdiera todo? Sabía que debía estar acercándome el límite.
Encontrando una comedia protagonizada por Jason Bateman, puse el control remoto
en la mesa de café y tomé otro trago de mi refresco de vino. Era sabor a fresa y kiwi, me
encantaba, fácilmente mi favorito. No es que fuera una bebedora para empezar.
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Nytol: Antihistamínico que se usa para aliviar los síntomas de las alergias, la fiebre del heno y el resfriado
común. También se usa para prevenir y tratar las náuseas, los vómitos y los mareos causados por el
movimiento. También se puede usar para ayudar a relajarse y conciliar el sueño.
Fácilmente, podría tomarme varios de estos en una sentada y ponerme borracha sin
darme cuenta. Eran tan dulces que era fácil poder engañarte a pensar que eran jugo
simplemente.
Levantándome del sofá, caminé hacia la puerta. A mitad de camino hacia la puerta,
dudé. ¿Qué tal si no era uno de los vecinos? ¿Qué tal si era uno de los hombres de
Gabriel? ¿Tal vez él había descubierto lo que iba a hacer? Una sensación de temor y
presentimiento surgió dentro de mí. Sabía que era un riesgo hablar con el FBI, pero ellos
se acercaron a mí y no pude evitar escucharlos. Tal vez debí haberme ido solo con
Austin e intentar salir de ello. Pero además de tratar de obtener un contrato de
arrendamiento gratuito de por vida para nosotros dos, estaba tratando de hacer lo
correcto. Gabriel detrás de las rejas era lo correcto.
Los golpes persistían, ruidosos y fuertes. Golpes que sin duda estaban siendo hechos
por el puño de un hombre. A pesar de mi ansiedad sobre quién podría estar al otro lado
de la puerta, corrí los últimos metros, asustada de que los golpes pudieran despertar a
Austin.
—Esto es importante, Robyn. Déjame entrar. Tenemos que hablar. —Los golpes en
la puerta persistieron.
¿Hablar? ¿De qué podríamos hablar? Jadeé. ¿Y si sabía lo de Austin? ¿Quién podría
haberle dicho? Miré por encima de mi hombro hacia el dormitorio de Austin.
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—Robyn, abre.
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Su voz hizo que devolviera mi atención a la puerta. Austin tenía el sueño pesado,
rara vez se despertaba en medio de la noche. Mientras estuviéramos tranquilos,
Constantine ni siquiera necesitaría saber de Austin. Lo dejaría entrar, lo escucharía y lo
despacharía. Lo más probable era que sólo quisiera recordar. Además, si él era como
cuando habíamos sido jóvenes, no iba a rendirse hasta que abriera la puerta y le diera lo
que quería.
—Guau, disculpa, pero no recuerdo haberte invitado a entrar —le dije, plantando
una mano en mi cadera y mirándolo, dejando la puerta abierta para que sacara su culo
hacia el pasillo. ¡Cómo se atreve! Tuvimos algo antes cuando éramos adolescentes, pero
¡eso ya había terminado!
—Me invité solo —dijo sobre su hombro al entrar en la sala de estar, sentándose en
el otro extremo del sofá—. Siéntate. Necesitamos hablar.
Dudé en la puerta, sin estar segura de qué hacer. ¿Debería exigirle que se fuera o
debía averiguar lo que era tan importante que sintió la necesidad de localizarme y entrar
en mi casa? Mirándolo a los ojos, vi una mirada de urgencia. Esta no iba a ser una visita
rápida, parecía que tenía algo que realmente necesitaba decir. Lo que sea que lo trajo
aquí era importante.
—Está bien. —No lista para cerrar la puerta todavía, decidí hacer mis preguntas
desde la puerta abierta—. ¿Cómo supiste dónde vivo? —Dejé escapar una risita
nerviosa—. ¿Me seguiste a casa o algo así?
—No exactamente.
—Por tu marido.
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Capítulo 4
Constantine
Tal vez no debí haber entrado en su casa como lo hice, pero si me hubiera quedado
allí jugando a las veinte preguntas con ella, estaríamos aquí toda la noche y el tiempo era
esencial. Tenía cinco días para completar el objetivo. Por lo que yo sabía, Gabriel había
contratado a un segundo sicario. No es exactamente adecuado o probable, pero posible.
Dicho esto, tal vez a lo largo de los años, ella se había vuelto tan retorcida como él y
estaba recibiendo lo que había provocado. Tomaría esa decisión después de tener una
charla con ella. Ojalá pudiera leerla tan bien como podía cuando éramos adolescentes.
—Mi marido... Ummm —Se movió incómoda de un pie al otro, todavía de pie junto
a la puerta abierta. Dejó escapar una fuerte bocanada de aire e inclinó la cabeza—. Sí.
—Necesitamos hablar.
—Esto no tiene sentido —Pasando una mano por su cabello, cerró la puerta, cruzó
la habitación y se paró en el extremo del sofá—. No nos hemos visto desde hace seis
años; ¿cómo sabes eso?
Ella plantó una mano en su cadera y me fulminó con la mirada. —El encontrarnos
esta tarde no fue un accidente, ¿verdad?
Me levanté del sofá tan rápidamente que gritó y dio un paso atrás. Agarrándola por
los brazos, la hice girar y la obligué a sentarse en el sofá. —Siéntate y te explicaré.
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¿Sabes? Incluso después de todos estos años todavía tienes un problema con hacer lo que
te dicen.
Ella vaciló un momento, la ira se encendió en sus brillantes ojos verdes, y luego
asintió. Robyn era una pelirroja natural y tenía el temperamento típico de uno.
—¿Qué quieres decir con eso? —Su voz se quebró mientras hablaba y su cuerpo
comenzó a temblar—. ¿Por qué trabajas para él?
Parecía tan pequeña y frágil. Lo único que quería hacer era empujarla a mis brazos,
acariciarle el cabello y decirle que todo iba a estar bien, como lo había hecho tantas
veces en el pasado. Pero no tenía idea de si iba a estar bien. Necesitaba saber qué sabía y
qué planeaba decirle al FBI. Puede que ya les haya dicho, aunque no lo creía.
—Umm. Está bien. —Puso sus manos en su regazo y entrelazó sus dedos, pero
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—No exactamente. Lo dejé hace casi dos meses; estoy trabajando en conseguir un
divorcio. Lo presenté y él, por supuesto, disputó el divorcio. Estoy segura de que está
disputando el divorcio solo para hacer de mi vida un infierno, como si ya no hubiera
hecho lo suficiente. Ahora, voy a tener que luchar una batalla legal que no puedo
permitirme luchar y lo sabe. No le pido nada más que mi libertad. Él puede obtener los
mejores abogados. Yo puedo obtener ayuda legal... Tal vez... Estoy trabajando en
conseguir ayuda legal ahora. Sólo quiero ser libre. Debería haber salido hace mucho
tiempo, diablos, nunca debería haberme reunido con él en primer lugar. Pero en
retrospectiva, uno es un genio para verlo, ¿verdad?
Mi corazón se hundió, sólo un poco. No sé por qué, no habíamos estado juntos por
mucho tiempo, pero lo hizo. Robyn... casada. Si tuviera que hondear profundamente en
por qué estaba inquieto acerca de ello, podría ser porque hubo un punto en mi vida en
que había pensado hacer a Robyn mi esposa. El pensamiento de que otro hombre tenía
lo que yo quería y no tenía, me llenó de remordimiento y rabia. Se suponía que era mía.
¿Por qué se casaría con un hombre como él cuando yo le hubiera dado todo lo que era?
Había arriesgado todo para empezar una vida con ella, hace tantos años. No tenía
sentido.
—¿Por qué lo está discutiendo? —¿Podría Gabriel no saber nada acerca de las visitas
de Robyn al FBI y simplemente quería que la mataran porque si él no podía tenerla
nadie más podría?
—¿Y?
—Y lo dejé. —Gimió en voz alta, cayendo hacia atrás en el sofá y cerrando los ojos.
Esperé, observando sus amplios senos subir y bajar, mientras le permitía reunir sus
pensamientos. Cuando volvió a abrir los ojos, estaban llenos de lágrimas sin caer. —Me
advirtió cuando me fui. Me dijo que ninguna mujer lo abandona, nunca, a menos que él
decidiera que era hora de irse, especialmente su esposa. Dijo que, si lo dejaba, me
arrepentiría y volvería corriendo hacia él con mi cola entre las patas.
que pensé que era cuando nos conocimos, pero he aprendido la verdad en el último año
o así. Pero todavía no ha hecho nada, aparte de disputar el divorcio. Ha sido
extrañamente silencioso. Tal vez pensó que no valía la pena la pelea o ya encontró a mi
sustituta, al menos espero que ese sea el caso. ¿Por qué estás aquí haciendo todas estas
preguntas? ¿Y por qué daría Gabriel a uno de sus empleados mi dirección? No entiendo
por qué estás aquí.
Jesús, ¿cómo iba a decirle que había un objetivo sobre su vida y yo era el que fue
contratado para realizarlo? Inhalé profundamente y lentamente solté mi respiración,
tomando el tiempo para reunir mis pensamientos. —Como dije, no soy exactamente uno
de sus empleados. Soy más un trabajador por cuenta propia.
Ella frunció el ceño, mirándome con sospecha mientras se inclinaba hacia delante y
cogía un refresco de vino abierto de encima de la mesa de café, tomando un largo trago y
bebiendo la mitad de la botella. Bajando la botella de nuevo, me miró un momento. —
¿Por qué te envió aquí?
Hasta que supiera la situación exacta, no iba a decirle la verdad. Aún no. —Me
envió con la esperanza de que pudiera convencerte de que regresaras con él. —Estaba
tomando una oportunidad diciendo esto, pero la Robyn que una vez conocí era muy
cabezona y testaruda. Una vez que se había fijado en algo, no había vuelta atrás. En esta
situación, me di cuenta de que había terminado con él. La determinación estaba en sus
ojos, así que, el hecho de que me enviaran aquí no la haría cambiar su idea de
permanecer lejos en absoluto.
Un momento después de que la puerta del baño se cerrará, oí otra abriéndose con un
crujido al otro lado de la habitación. Sorprendido, mi cabeza giró alrededor y mi mano
alcanzó debajo de mi saco, medio esperando ver a alguien salir de la habitación para
sacarme.
Pero ese no era el caso. En vez de eso, observé mientras un niño, que suponía tenía
cuatro o cinco años, salía caminando, limpiándose los ojos con sus puños cerrados y
usando un pijama de Pokémon con Pikachu en el pecho. Cuando bajó los puños, me miró
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Ohhh. Robyn tuvo un hijo. Tal vez, esa era la razón por la que Gabriel estaba tras
ella, ya que tenía a su hijo. Hice un cálculo rápido en mi cabeza. No, el niño no podría
haber sido de Gabriel, habían estado juntos por solamente un par de años en mi
comprensión. El muchacho se detuvo un momento y luego se acercó al sofá, saltando
sobre él, a mi lado. —Se supone que tengo que estar en la cama ahora mismo.
—¿De veras? —pregunté y observé sus labios extenderse en una sonrisa brillante.
—No le dices.
Él bajó la voz. —Tenemos que estar en silencio, así mamá no sabrá que estoy
despierto.
—Ajá. —Se encogió de hombros—. ¿Quieres saber algunas cosas interesantes sobre
canguros?
canguro.
—Sí, y no pueden saltar hacia atrás tampoco —Sus ojos azules oscuros brillaban de
emoción.
—No me digas.
Asintió con entusiasmo. —Sí, y cuando saltan siempre saltan con ambas piernas
juntas.
—¡Vaya!
Miré su mano y luego volví a sus ojos, tomando su mano y dándole un suave
movimiento. —Encantado de conocerte, Austin. Sí, mi nombre es Constantine.
¿Cuántos años tienes?
—Tengo cinco años —Una sonrisa se extendió por sus labios, orgullo en sus ojos—.
Casi seis.
—Mi mamá dice que vamos a ir a Australia un día —respondió, saltando un poco
en el sofá, claramente emocionado por la idea—. No será hasta un tiempo. Pero un día.
¿En el cielo? Miré de cerca al niño que estaba ante mí mientras contaba los años
hacia atrás. Mis ojos se estrecharon cuando lo estudié. Sus ojos eran de un azul zafiro,
igual que los míos. ¿Podría él...? Sacudí la cabeza. No había manera...
Pero allí estaba. Las matemáticas no mienten. Solo había hecho el amor con la
madre del niño una vez, pero sólo se necesitaba una... —Austin, ¿qué...?
El sonido de la descarga del inodoro hizo que Austin saltara del sofá, una mirada de
culpa y alarma en su rostro. —Tengo que irme, Constantine —Sin otra palabra, corrió a
través de la habitación y entró en su dormitorio, cerrando su puerta suavemente justo
cuando se abría la puerta del baño.
***
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Robyn
Mientras me secaba las manos en la toalla de color azul claro que colgaba al lado del
lavabo, gruñí por dentro. Constantine todavía estaba en mi sala de estar. Yo quería que
se fuera. ¿Cómo se atreve a entrar en mi casa tratando de convencerme de volver con ese
monstruo que estaba tratando de eliminar de mi vida? ¿Quién demonios se creía que era?
Aunque, si él sabía todo lo que yo aprendí acerca de Gabriel, no creí que estuviese tan
ansioso por enviarme de vuelta allí, sin importar nuestra historia.
Voces.
Mis ojos volaron hacia la puerta del dormitorio de Austin. Estaba cerrada, pero
sabía que había oído una charla. ¿Tal vez Constantine había hecho una llamada? Quería
pensarlo, pero lo dudaba.
—Oh. Él…
¿Qué demonios hago? ¿Decirle la verdad o mentir a través de mis dientes? Abriendo
los ojos, miré directamente a Constantine. Podría ver a través de mi mentira si le dijera
una, lo sabía sin duda. Él siempre había sido capaz de decir cuando trataba de mentirle y
dudaba haber conseguido mejorar algo en el arte de mentir a lo largo de los años.
Además, no era un idiota. Podía hacer las matemáticas, por no mencionar que su hijo
era la viva imagen de él. Claro, habría sido posible que lo hubiera estado engañando,
pero él había tomado mi virginidad y lo sabía. La evidencia había estado en las sábanas
blancas de la habitación del hotel a la mañana siguiente. Si no hubiese estado en un
estado tan preocupado en este momento, me habría reído, pensando en ese día y cómo
me mortificó el pensamiento de la criada que tendría que lavar mis sábanas
ensangrentadas cuando limpiará la habitación.
Realmente no había otra opción que la verdad. Había imaginado este día en mi
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mente, lo temía en mis sueños. En ninguno de los cientos de escenarios había sucedido
de esta manera.
Página
Sí escuchó.
—Tú lo sientes —Gruñó mientras se levantaba. Era tan malditamente alto, su 1.92
elevándose sobre mí por 30 centímetros, no lo recordaba siendo tan alto—. Me has
estado ocultando el hecho que tengo un hijo y todo lo que puedes decir es que lo sientes.
—Dio un paso amenazador hacia mí y di un paso atrás.
—Olvidemos el hecho de que desapareciste después del baile de graduación así, sin
ni siquiera un "vete a la mierda, Constantine". Me tomó meses aceptar el hecho de que
ya no tenía novia —Señaló hacia la puerta del dormitorio de Austin—. No tenías
derecho a ocultar el hecho que tengo un hijo. ¡NINGÚN DERECHO! —Su voz resonó
por todo el pequeño departamento. Sin duda, los vecinos a mi alrededor podían
escuchar; las paredes eran delgadas como pañuelos de papel. Si su rabia se mantenía, los
policías estarían aquí llamando a la puerta. Ellos visitaban este edificio de forma regular.
—Escucha lo que tengo que decir —¿Qué diablos iba a decirle? ¿Por dónde
empiezo? A pesar de imaginar esta situación en mi mente, nunca se me ocurrió en
realidad una forma de defenderme.
—Me mentiste. ¡Todos estos años! ¿Cómo puedes ocultar a un niño de su padre? Al
menos, darme la opción de ser su padre.
Mis ojos se abrieron y temblé de miedo. —Había muchos factores en juego —Me las
arreglé para ahogarme mientras retrocedí unos pasos más, pero fui detenida por la pared
a mi espalda.
—Dios ayúdame, no estoy seguro de que hacer contigo ahora mismo. —Avanzó un
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paso y luego se detuvo. Pellizcó el puente de su nariz y cerró los ojos un momento. Su
mandíbula se apretó—. ¡Le dijiste que estaba muerto! ¡Jesucristo, Robyn, muerto!
Página
No importaba cuán mal fuera su temperamento en el pasado, no pensé que lo vería
tan enojado. Escapar, necesitaba escapar. Pero no podía. Nunca me iría sin Austin y no
había manera que pudiera eludir a Constantine para llegar a él —Por favor. Cálmate. Tú
no entiendes...
Cuando volvió a abrir los ojos la rabia hervía a fuego lento y había una serenidad en
su expresión. Liberé un suspiro de alivio. Él siempre había sido impulsivo y era su
temperamento lo que constantemente lo metía en problemas, con la escuela, sus padres y
la ley. —Por supuesto que no, Robyn. ¿Por qué lo haría? Acabo de enterarme de que
tengo un hijo y que tú intencionalmente lo apartaste de mí. ¡Y aquí estás, diciéndome
que necesito calmarme!
Dio un paso atrás y señaló hacia el sofá, sacudiendo la cabeza como si estuviera
disgustado conmigo. No lo culparía si lo estuviera. —Siéntate. Aparentemente, tenemos
mucho más de que hablar de lo que esperaba.
Me encogí de hombros.
Tantas, tantas veces. No creo que las palabras pudieran describir las emociones que
pasaron a través de mí en ese entonces; miedo, presión, ansiedad. —Quería.
—Entonces, ¿por qué no lo hiciste? Un simple, “Oye Constantine, sólo pensé que
deberías saber que estoy embarazada y eres el papá, supongo que deberíamos haber
usado condones después de todo”.
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—No soy una persona estúpida, estoy muy seguro que puedo entender el punto
esencial de por qué no me dijiste, maldita sea.
Levanté la mirada y pasé una mano por mi cabello mientras lo miraba a los ojos.
Incluso en esta incómoda situación, mirar profundamente a sus ojos trajo de regreso una
avalancha de emociones; sentimientos que pensé que estaban muertos hace tiempo. —
Sabías que estaba planeando ir a la universidad.
No vaciló en su refutación. —¡Me habría mudado contigo! Sabias eso. Quería salir
de Nueva York contigo, lo discutimos. Estaba trabajando para conseguir mantenernos.
Oh dios, como digo esto… —No se trató de eso, eso fue solo un factor.
—Entonces…
—Me enteré del robo a mano armada, Constantine. El día después del baile de
graduación. Supe que fuiste tú.
Su rostro quedó en blanco. Pero podía decir que él sabía exactamente de lo que
estaba hablando, ¿cómo no podría?
—Cuando te conocí la primera vez, toda la cosa de chico malo que hacías fue
emocionante y tal vez era una rebeldía. He sido tonta toda mi vida. Eso no era amor,
rebeldía adolescente, eso era.
—¿Por qué no? Toda tu vida has estado rebelándote contra el sistema. Si era ilegal y
una forma de dinero rápido, saltabas a por ello.
Negando con la cabeza, respondió—: No sabes toda la historia. Había tanto que no
sabías acerca de la vida que llevaba.
eras quien eras y no iba a permitir que mi hijo estuviera envuelto en una vida donde su
padre estaba de camino a convertirse en un criminal profesional, en la cárcel o muerto.
Página
—Eso no es lo que quise decir. Te fuiste con él, cualquier cantidad de tiempo
después.
Una calma llenó de nuevo su expresión y sus ojos. —Sí. Eso parece, ese es el punto
al que se ha llegado. El problema es que nuestro hijo es quien va a pagar el mayor precio
por tus errores, cariño.
Nos miramos uno al otro un momento. —No voy a regresar con él, Constantine.
—No —Estuvo de acuerdo—. No, lo harás. —Se levantó de repente y sin decir una
palabra, se giró y salió del apartamento, cerrando de un portazo detrás de él. Golpeó la
puerta con tanta fuerza que sacudió la pared donde una fotografía de Austin y mía
estaba colgada, dejándola un poco torcida.
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Capítulo 5
Constantine
Cuando dejé el departamento de Robyn, mi cabeza estaba girando. No tenía idea de
qué iba a hacer ahora y honestamente, no creo que alguna vez haya estado tan
confundido en toda mi vida. Una cosa que sabía era que no había forma en que pudiera
completar el contrato ahora. Matar a la madre de mi hijo, no, nunca iba a suceder.
Dejando a un lado mis sentimientos pasados, presentes y futuros por la madre de mi
hijo, ella era su madre y él la necesitaba. Nadie iba a herirla. Mataría a Gabriel y a todos
bajo su contrato primero. Tristemente, podría ser que dependiera de eso. ¿Había alguna
otra manera?
Me detuve en la cima de la estación del metro y miré hacia la nada. Iba a ser padre.
Espera, tacha eso, yo era padre. Yo, siendo padre, no era algo que alguna vez hubiera
esperado ser. No es como si hubiera descartado la idea, pero simplemente no había
estado en mi radar; yo tomaba vidas, no las hacía. Supongo que se podría argumentar
que, en algún lugar a lo largo de la línea, inconscientemente deseché la idea del
matrimonio e hijos.
¿Cómo afectaría esto a mi vida desde ahora en adelante? Continué mi camino hacia
abajo por las escaleras, hacia la estación del subterráneo. Deslizando mi pase del metro a
través del lector, empujé mi camino hacia el vagón adecuado. Lo que necesitaba era un
trago y quizás alguien con quien hablar. Tratar de ordenar mi cabeza.
Sólo había un sitio al que podía ir y sólo una persona en mi vida con la que podía
discutir algo como esto. Entrando al tren, me sostuve del pasamanos elevado mientras el
tren se tambaleaba hacia el frente. Quince minutos más tarde, estaba saliendo del tren y
emergiendo enfrente de La Taberna de O'Leary. Entrando a la taberna, hice mi camino
hacia el final de la barra, mi sitio usual. Esta era una noche lenta.
—Ron y Coca-cola, y dile a Vince que necesito hablar con él. —Vince O'Leary era el
dueño del bar. También era el hombre quien intentó criarme después de que salté de una
casa hogar a otra. Yo no era exactamente un ejemplo de buen comportamiento; era
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exactamente lo opuesto. Pero Vince no se había rendido conmigo. Era lo más cercano a
un padre y una familia que yo tenía.
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—En un segundo. —Tony se volteó y preparó mi bebida. Antes de dármela, recogió
el teléfono tras la barra, el cual tenía línea directa con la oficina de Vince, y habló con la
persona al otro lado de la línea. Después de un momento, asintió y colgó el teléfono.
Volteando de regreso hacia mí, me entregó mi bebida—. Ve atrás. Ha sido una noche
bastante tranquila y no tiene ningún compromiso esta noche.
—Cuando quieras.
Golpeé la puerta marcada como Gerente, esperando que Vince gritara "adelante" y
entré.
Vince me miró duramente, sus ojos entornándose. —De acuerdo, ¿qué sucede?
Pegué una sonrisa falsa sobre mis labios mientras entraba a la oficina, cerrando la
puerta detrás de mí y sentándome frente a él en su escritorio. —¿A qué te refieres?
—Sí, bueno... —Dejé salir un pesado suspiro, decidiendo que sólo tenía que sacarlo
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a la luz; andar con rodeos no era mi estilo—. Acabo de descubrir que soy padre.
La sonrisa se desvaneció de los labios de Vince y me miró fijamente, en blanco, la
habitación volviéndose mortalmente silenciosa. No podía decir en qué pensaba él. Así
que nos sentamos mirándonos fijamente el uno al otro durante lo que se sintió como una
eternidad.
—¿Van a conservarlo?
—La chica que embarazaste... ¿Va a conservarlo? No quiero ser el negativo aquí,
pero tú no eres exactamente material para padre.
No pude evitar reír, a pesar de que se suponía que debía sentirme insultado. —No,
no. No me refiero a que tengo una chica llevando a mi hijo. Quiero decir, acabo de
descubrir que ya tengo un hijo. Él tiene cinco años.
—Sí —No estaba seguro de qué esperaba de Vince, pero su expresión era pésima—.
Entonces, ¿cómo se llama este niño? ¿Quién es la madre? ¿Por qué ahora? ¿Ella está
persiguiéndote por dinero...? ¿O…?
—No sé. Quiero decir, estoy enojado, extremadamente enojado porque me dejará
sin decir algo, pero, por otro lado, ¿tengo derecho a estar enojado, considerando todas
las cosas?
Vince se encogió de hombros. —Tú nunca has sido una persona fácil con la que
vivir y acercarse, Constantine. Siempre has estado en problemas con la ley y tienes esta
pared de hielo alrededor de tu corazón. De alguna forma, esa chica fue capaz de entrar
en tu corazón en el pasado, pero eso no te evitó el meterte en problemas. Honestamente,
esperábamos que tú cambiaras... —Su expresión tomó un aspecto de tristeza que nunca
antes había visto en él.
Traté con fuerzas de mantener mis asuntos para mí mismo, pero, ¿quizás sabía?
Nueva York era un lugar enorme, pero, por otro lado, una vez que comienzas a trabajar
en los círculos más pequeños de gente no-tan-sabrosa (personas que frecuentaban este
mismo bar) sólo sería cuestión de tiempo antes de que el rumor de lo que yo hacía para
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vivir llegara de regreso a él. El pensamiento de que Vince y Tonya, las únicas personas
en el mundo que siempre estuvieron allí para mí en la dicha y la adversidad, pudieran
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—No estoy seguro. Está con el agua hasta el cuello ahora mismo.
—Sí, se casó con Gabriel Salvatore y lo dejó hace un par de meses. Él no aceptó que
se fuera.
Él liberó un bajo silbido. —La chica se metió sola en un lío. Entonces, ¿Gabriel ha
estado criando a tu hijo?
Asentí. —Voy a asumir eso, realmente no entré en detalles como esos. Pero está
tratando de escapar. Él no está dispuesto a dejarla irse.
—Ya veo. ¿Cómo es que te involucraste con ella de nuevo después de todo este
tiempo? ¿Cómo sucedió eso? ¿Está buscando dinero?
Fui enviado a matarla, respondo silenciosamente. Seguro como el infierno que no voy
a decirle eso. —Fui enviado a llevarla de regreso.
—Entonces, ¿por qué tú? ¿Por qué no sólo envió a uno de sus hombres?
Joder, no había tenido intenciones de venir aquí y ser escudriñado sobre mi trato con
Gabriel. —No sé la razón detrás de ello. Me ofrecieron un trabajo y lo tomé. Realmente
no vine aquí a hablar sobre Gabriel, estoy más preocupado sobre mi hijo.
—Ajá. Ser padre es una gran responsabilidad. ¿El niño sabe quién eres? ¿Lo has
visto?
—No sé. —Estaba comenzando a sentirme como un niño regañado. ¡Jesús! Era un
sicario y aquí estaba yo, avergonzado mientras me sentaba en mi silla, frente a lo más
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cercano que tenía a una figura paterna—. Aún estoy tratando de descubrir qué pienso
sobre toda la situación.
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—Si estás aquí queriendo que yo te diga qué hacer, entonces viniste al lugar
equivocado. Sin embargo, te daré algo de sabiduría.
—Lo tomaré.
—Primero, tienes que considerar que si entrar a la vida de este niño es un beneficio o
un impedimento para el chico. Por lo que entiendo, él está dichosamente ignorante en
este momento. Si vas a destrozar esa ignorancia, entonces necesitas hacerlo por las
razones correctas, no porque crees que tienes un derecho. Si sientes que puedes ofrecerle
algo útil al niño, entonces desde ya entra a su vida, pero no te atrevas a sacudir la vida de
Robyn y su hijo sin estar preparado para comprometerte a ella. Voy a asumir que tiene
suficiente en su plato lidiando con Gabriel.
—Odio decirlo, pero seamos honestos por un momento. Eres un hombre adulto,
creo que puedes manejar la verdad de mi parte.
Asentí. Maldición, odiaba estar sintiéndome como un niño ahora mismo. Pero
quizás este sermón era muy esperado.
Un traficante de muerte... Las palabras que mi padre adoptivo dijo dan vueltas en mi
mente. Incliné mi cabeza, sin confirmar o negar su acusación. Me he estado engañando
a mí mismo al pensar que no lo descubriría.
—Gracias por la charla, Vince. Mándale mi amor a Tonya. —Me paré y sin darle
otra mirada a Vince, dejé la oficina. El aire allí dentro estaba volviéndose grueso,
haciendo difícil el respirar. ¿Qué demonios se suponía que hiciera si no mataba para
vivir? Realmente no necesitaba el dinero extra, había hecho más que mi cuota justa con
los años y tenía una bonita cuenta bancaria grande.
Sin embargo, tenía razón. No podía forzarme en la vida de Austin a menos que
estuviera dispuesto a hacer serios cambios en mi propia vida primero. Pero, ¿cómo
Página
cambiaría? Si cambiaba, ¿qué entonces? Yo nunca fui un sujeto "de nueve a cinco",
trabajando "para el hombre”. Mis habilidades requeridas eran muerte y destrucción, algo
que no podías poner exactamente en una aplicación para un empleo.
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Capítulo 6
Hace seis años - Un día antes del baile
Constantine
—No seas cobarde, Constantine. Estamos quebrados y esta es la mejor manera.
Desde el asiento del pasajero del coche, levanté la vista del arma que estaba
descansando en mis manos, para encontrarme con la mirada de un amigo mío, Corey,
aunque uso el término "amigo" vagamente. Había hecho un montón de mierda sin
escrúpulos en mis años, pero esto sería lo peor hasta la fecha. Este definitivamente era
un puente que no quería cruzar.
—Lo harán. —Asintió con la cabeza hacia la pistola—. Sujeta eso en sus malditas
caras. Confía en mí, lo harán.
—No, nunca tuve que disparar a nadie, aunque, lo haría si tuviera qué... Tienes que
hacer lo que tienes que hacer para sobrevivir. Este no es mi primer rodeo, hombre.
Adam y yo atacamos a varias tiendas antes de ser atrapados y enviado lejos. Aunque él
no nos delató, eso es lo principal.
Levanté una ceja a Corey. ¿Él no delatar era lo principal? ¿No una persona inocente
que fue asesinada? Es cierto que mi brújula moral estaba un poco torcida, pero no estaba
completamente dañada.
—Oh, hombre, sólo vamos. Nadie se va a lastimar. Sólo un poco de dinero rápido.
Estos lugares están asegurados; no es como si no fueran a salir de cualquier cosa.
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Se encogió de hombros, sus oscuros ojos clavados en los míos. Sus ojos eran
inquietantes, fríos y vacíos. —Por si acaso.
Tuve un mal presentimiento sobre esto. Pero al mismo tiempo, esto podría ser el
comienzo que Robyn y yo necesitábamos. Seguro, era dinero deshonesto, pero sería solo
esta vez. Sólo para darnos un impulso. Como dijo Corey, estos lugares estaban
asegurados. Las compañías de seguros eran los mayores delincuentes. Los padres de
Robyn dijeron que no la ayudarían con la universidad mientras estuviera conmigo. Era
un jodido movimiento bajo de su parte si me preguntas, pero si era completamente
honesto conmigo mísmo, podía entender por qué, especialmente ahora que me
preparaba para robar una tienda. Si alguna vez tuviera una hija, sería la última persona
con la que querría que terminara.
Pero la amaba.
—Bien. —Corey le quitó el seguro—. Solo ten cuidado con esa cosa, ¿de acuerdo?
—Bien, vamos. —Salió del coche y yo lo seguí. El coche se dejó en marcha, pero
activó el bloqueo de poder de una segunda llave. No querría que alguien robara el coche
de la persona que está en el proceso de robar a alguien más—. Sigue mi ejemplo.
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Corrí detrás de él. Esperamos hasta que estábamos a punto de girar la esquina a la
entrada de la tienda antes de ponernos los pasamontañas sobre nuestras caras. Corey
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—¡Manos arriba y dame el dinero de la caja fuerte! —gritó Corey, agitando su arma
contra el hombre de mediana edad.
—¡Mierda, hombre!
Mi mirada estaba pegada a él mientras tomaba su último aliento. Miré por su cuerpo
y noté el logo de la pandilla de Hijos de Satanás. Varias estrellas negras corrían por el
lado de su mano derecha, la mano todavía agarrando el arma. Las estrellas
representaban cada uno de sus asesinatos. Había más de media docena. Pero el hecho de
que él fuera un asesino no alivió la confusión que empezaba a formarse dentro de mí.
—¡Ahora! ¡Vámonos!
—No lo sé. Yo... —Pasé mi mano por mi pelo despeinado e intenté recuperar el
aliento—. Él tenía una pistola. No pensé, reaccioné.
—Eso es asesinato, hombre. ¡Si somos capturados, eso es asesinato en primer grado,
además de robo a mano armada!
A menos que huyéramos, pensé, pero no lo dije. —Lo hecho, hecho está. El tipo era
miembro de una pandilla. Le hicimos un favor a la ciudad. —No estaba seguro de a
quién intentaba convencer más, a mí o a él.
—Sin embargo, tengo el dinero. Que le dispararas a ese tipo realmente los movió.
Hizo que se dieran cuenta de que queríamos hacer negocios, hombre. —Corey me arrojó
una funda de algodón negro. Abriéndolo, miré hacia abajo y vi tal vez unos cuantos
miles de dólares: cerca de mil para cada uno una vez que lo dividamos. Ese sería el
depósito de daños de un apartamento para Robyn y para mí; combinado con el dinero
que ya había guardado, tal vez incluso lo suficiente como para poder comprarle un anillo
de compromiso. No sería nuevo, más bien un anillo de segunda mano de una casa de
empeño, pero a ella no le importaría.
Pero lo que se hizo estaba hecho, me dije una segunda vez. No debió haberse
acercado por el pasillo. Si se hubiera quedado ahí y nos hubiese dejado ir, todavía estaría
vivo.
Una cosa era segura... Robyn nunca podría saber de esto. Si lo hacía, sería el fin de
nosotros juntos. Era una persona tan buena y amable. Soportaba la forma en que era,
porque me amaba y porque yo no había cruzado la línea de ser atractivamente peligroso
a aterrador e inestable. Si descubriera que había cruzado esa línea muy inestable, sabía
que no había forma de poder mantenerla en mi vida.
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Por alguna razón, ella sentía que valía la pena ser salvado, que era digno de su amor.
Dios me ayude, no tenía ni idea de por qué, pero lo hacía. De aquí en adelante, me juré
Página
***
Robyn
—¿Cómo fue? —Miré a mi amiga Kelly, que estaba sentada con las piernas cruzadas
enfrente de mí en mi cama, y sonrió a su pregunta. ¿Cómo podría explicar que fue la
noche más increíble, excitante, estimulante y apasionada de mi vida? Cada emoción
buena que podría haber estado sintiendo, la estaba experimentando actualmente.
Dudaba que pudiera haber algo que me pudiera hacer bajar de este nivel.
—Yo, bueno... —Mordí mi labio inferior, preguntándome cuánto debía decirle. Ella
era mi mejor amiga y compartimos todo y supuse que podría compartir algunos de los
eventos de la noche anterior. No los detalles, pero algunas cosas no le harían daño. Pero,
cielos, ¿por dónde empezar?
Me encogí. Lo hacía sonar tan sucio. —Esperamos tanto tiempo porque era muy
especial. Yo no era su primera, pero él era el mío. —El amor que tenía por él se reflejaba
en mi sonrisa. Ni siquiera tuve que mirar en un espejo para saber que tenía una mirada
de tonta enamorada en mi cara.
Ella sonrió, moviendo su cabello oscuro sobre su hombro. —Tengo que decir que
estoy sorprendida de que haya esperado tanto tiempo, es tan... —Ella arrugó su nariz
hacia mí.
—¿Qué? —No me gustaba cuando la gente decía cosas malas sobre Constantine. No
lo conocían como yo. Solo veían su agresivo y duro exterior. Todos veían a un niño
cuyos padres fueron asesinados y que fue arrojados de una casa de acogida a otra, y que
siempre estaban metiéndose en problemas. Pero había una bondad en él. En el fondo era
una buena persona, solo necesitaba una oportunidad para ser esa buena persona que yo
sabía que era. Y me trataba como a una reina.
—Es tan salvaje. Todas las peleas y mierda en las que ha estado y la gente con la que
se junta. Retenerse de tener sexo no parecía su estilo —Se encogió de hombros—.
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La sonrisa de Kelly se ensanchó. —Ciertamente barre bien con todo. Todas las
chicas del baile lo estaban comiendo con los ojos como locas. Ustedes eran una pareja
hermosa.
—Así que vamos —Palmeó mi rodilla—. Por favor, solo unos cuantos detalles.
No iba a rendirse. —De acuerdo, así que después del baile de graduación,
Constantine me llevó a un motel y tenía vino y rosas esperando por mí, —La emoción
me llenó cuando mi mente volvió a la vista de la pequeña habitación que había
preparado para nuestra gran noche—. Y tenía velas y un CD hecho de todas mis
canciones favoritas de amor, que se reproducía allí.
El rostro de Kelly se iluminó mientras escuchaba tan atentamente que podría haber
jurado que estaba tratando de memorizar cada palabra para transcribirla en un libro. —
¿Y el sexo?
—Bueno. Bueno. No necesito saber más —Puso los ojos en blanco en mi dirección,
pero la sonrisa en su cara me dijo que era feliz por mí.
Abrí los ojos de nuevo, deseando ver a Constantine. Iba a estar ocupado ayudando a
su padre adoptivo en el bar, así que tenía que esperar hasta mañana para verlo. ¡Vaya
mierda! Llámame zorra si quieres, pero quería hacerle el amor una y otra vez. Lo
habíamos hecho varias veces la noche anterior y no podía conseguir lo suficiente.
—Bueno, bueno, tengo que irme. —Se inclinó hacia adelante y me atrajo hacia su
abrazo—. Estoy tan feliz por ti. Un poco celosa para ser honesta. Pero feliz.
Esperaba que un día encontrara un amor como el mío. No había nada en este
mundo que me pudiera descender de esta altura y dudaba que alguna vez encontrara un
amor como el que tenía con Constantine. Éramos como Romeo y Julieta. Al menos eso
es lo que pensaba...
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Página
Capítulo 7
Presente
Constantine
Dudando en la puerta del apartamento de Robyn antes de tocar, me preguntaba si
debería darme a mí mismo un poquito más de tiempo para digerir la información que
había obtenido el día previo. Todavía no había planeado las cosas en mi mente sobre
cómo iba a abordar la situación con ella. Tal vez mi hijo estaba mejor sin mí en su vida.
Tenía una vida corta útil viviéndola de la manera que actualmente lo hacía. No había
una gran cantidad de asesinos jubilados viviendo sus últimos años en algún lugar de
retiro en Florida.
Pero no lo hizo. En vez de eso, se involucró con un hombre que la quería muerta.
Me pasé toda la noche pensando en el papel que yo había jugado para llevarla a donde
estaba ahora. ¿Fui yo quien la empujó por ese camino? Todo había sido tan bueno.
Entonces cometí un error estúpido. Por supuesto que fue un error enorme y estúpido.
¿Por qué no me dijo sobre lo que creía saber en aquel entonces?
Haciendo malabares con los dos Frapuccinos y una pequeña bolsa con tres bagels en
ella, llamé, con un golpe fuerte e impaciente, y esperé. La necesidad de respuestas anuló
cada vacilación que tenía sobre involucrarme en su vida nuevamente. La extensión de
mi participación aún estaba en discusión.
Unas pisadas sonaron al otro lado de la puerta cuando estaba a punto de llamar por
segunda vez. Parecía una eternidad, segundos que parecían horas, antes de que
finalmente abriera la puerta. Llevaba un conjunto de pijama de satén azul claro, el frente
de la camisola se sumergía en su escote. Hubo una suave agitación en mi ingle cuando
mi pene cobró vida.
¡Maldita sea! Estar duro no era algo que necesitará en ese momento.
—¿Constantine? ¿Qué quieres? Son como las 5 a.m. —Cerrando sus manos en
puños, se frotó los ojos y luego parpadeó mientras miraba de vuelta hacia mí, bajando
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sus manos de nuevo a sus costados. A pesar de parecer que acababa de salir de la cama,
se veía caliente. Pero eso era solamente a primera vista. Cuando miré más
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profundamente en sus ojos, vi la preocupación y la tensión en su expresión. Quería
abrazarla y decirle que todo iba a estar bien y que iba a cuidar de las cosas desde aquí.
Pero no lo hice. Todavía tenía la otra parte de mí que estaba enojado por lo que ella
había hecho, independientemente de su razonamiento detrás de ello. Y tenía miedo de
que rechazará mi intento de consolarla. Si pudo dejarme atrás, cuando éramos
adolescentes, sin una explicación, ¿quién decía que ella quería tener algo conmigo
ahora?
—Necesitamos hablar.
Ella gimió en voz alta. —Estoy muy cansada. No pude dormirme hasta las tres.
—Dormir puede esperar. —Pasé más allá de ella hacia dentro de su apartamento—.
Tenemos cosas que debatir que son mucho más apremiantes. Además, traje el desayuno.
—¿Acerca de qué podrías preocuparte tú? —Me disparó una mirada desagradable
mientras se sentaba a mi lado—. ¿Gabriel no te paga lo suficiente para hostigarme?
—¿Qué quieres que te diga? Ambos sabíamos qué tipo de persona eras en ese
entonces…
—No parece que te hayas vuelto más inteligente a lo largo de los años.
Sus labios se convirtieron en una sarcástica pequeña burla y esperé a que exigiera
que me fuera en ese momento. O que me abofeteara. No hizo ninguno de los dos.
Tomando una respiración profunda, conté hacia atrás desde diez mientras lentamente
exhalaba, calmando mi temperamento. Si alguien tenía derecho a estar enojado en esta
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situación ¡era yo! —Te traje una bebida, con doble chispas de chocolate y un bagel con
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todo, de queso crema de hierbas y ajo. Si recuerdo bien, solía ser tu favorito —dije,
sacando los bagels, dos para mí y uno para ella, de la bolsa de papel marrón y
colocándolos sobre la mesa. Desmenuzando la bolsa en mi puño, coloqué la bola que
creé junto a ellos. Solía ser su combinación de desayuno favorito.
Una mirada de culpa destelló en sus ojos y asintió, su expresión suavizándose. —Lo
es. Gracias, no tengo hambre, pero realmente podría comer algo. —Agarró el bagel y lo
devoró, pasándoselo con un trago de su bebida.
Viéndola, no pude evitar reírme. Ella era tan pequeña, ni una libra más pesada que
cuando estábamos juntos. Considerando su apetito, era sorprendente.
—Tú. —La risa se detuvo, pero la sonrisa permaneció en mis labios—. Siempre
podías comer a una velocidad récord.
—Siempre has estado celoso que podía beber mientras tú estabas como una cuba.
—Yo sí. —Tomó otro bocado del bagel—. ¿Recuerdas la fiesta de Lucas McVicker,
durante el concurso de bebidas?
Me eché hacia atrás contra el sofá, un rugido de risa brotando de mí. —Sí, bueno,
podrías haber bebido más que yo esa noche, pero, ¿quién de los dos terminó orando a los
dioses de la porcelana esa misma noche?
—Solo digo.
—Cierto. —Terminó el bagel—. Gracias por esto. He tenido casi cero apetito los
últimos dos meses.
—De nada. —Comí en silencio, no muy seguro de donde comenzar la plática larga
que necesitábamos tener.
Ella ladeo hacia un lado su cabeza y me miró de reojo por un momento. —¿Qué
quieres decir?
—¿Qué te detuvo de alcanzar lo que querías? Tenías grandes sueños cuando éramos
adolescentes.
—La vida.
—Lo sé.
Ella no sabía tanto como creía. Por mucho que yo quisiera sumergirme en las
deficiencias de nuestra relación fallida, había asuntos más apremiantes.
—No. Te mentí ayer, lo que quiero decir es que Gabriel no quiere que vuelvas.
No había manera delicada de decirlo, así que simplemente iba a golpearla con la
verdad. —Él te quiere muerta, Robyn.
—¿Qué? —Su ceño se arrugó mientras me miraba como si yo fuera el diablo mismo,
su tez blanca. Tal vez no estaba lejos de la verdad—. ¿De qué estás hablando? ¿Cómo
sabes esto?
—Estoy diciendo que no me enviaron aquí para convencerte de volver con él como
te hice creer.
Ella saltó del sofá, tropezando con la pata de la mesa de café mientras intentaba
huir. —¿Para qué estás aquí? —A pesar de su pregunta, pude ver que estaba
comenzando a entender.
—¿Tú? Te mandaron a ti… —Se atragantó con el resto de lo que estaba tratando de
decir, sus ojos se abrieron alarmados. Continuó retrocediendo, sin mirar a donde iba y
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tropezando hacia atrás sobre el sillón, cayendo sobre su codo y gimiendo de dolor.
—Robyn, cálmate —De pie, puse mis manos a mis costados, las palmas hacia ella—
. No saltes a las conclusiones.
No llegó lejos. Rodeando su cintura con mi brazo, la levanté del suelo y la apreté
contra mi pecho. Se puso furiosa conmigo. Golpeándome, sus uñas afiladas clavadas en
mi brazo y muñeca.
—¡No te creo! —Luchó aún más fuerte, mi agarre se aflojó en numerosas veces y
casi la liberé por completo cuando bajó su cabeza y mordió mi brazo—. ¡Juro por Dios
que si le haces daño a mi hijo...! —gritó cuando incluso morderme no le concedería su
libertad.
***
Robyn
La lucha en mi interior se atenuó cuando Constantine mencionó a Austin. Lo
último que quería era que saliera de su habitación justo ahora. Ira, dolor, sorpresa…
tantas emociones corriendo a través mí. El hombre que una vez fue el amor de mi vida
iba a matarme. Sabía que era problemático cuando era más joven, pero ¿un asesino?
Seguro, estaba el robo, pero en lo profundo de mi mente estaba intentando convencerme
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de que era un error, o tal vez que el otro tipo lo hizo. Era tan difícil de creer. ¿Y él iba a
matarme?
Página
Necesitaba alejarme. Pero, ¿cómo? Estaba atrapada debajo de casi 90 kilos de puro
músculo. —Por favor, Constantine, si de verdad me amaste en algún punto de tu vida,
por favor déjanos ir.
—No te voy a lastimar, Robyn, pero no te puedes quedar aquí. —Aflojó su agarre
sobre mí y se sentó. Cautelosamente, también me senté, escabulléndome lo más lejos
posible de él en el sofá.
—¿A dónde sugieres que vaya? ¿Qué se supone que haga? ¿Crees que aún estaría
aquí, viviendo en este basurero si tuviera una salida? Estoy trabajando en algo, sólo
necesito tiempo.
—No confío en ti. Es bastante difícil confiar en alguien quien admitió que fue
contratado para matarte.
—Entonces, ¿por qué te enviaron aquí? —Me sentí un poco mejor. Había
reaccionado exageradamente. No sería la primera vez. Tal vez malinterpreté la culpa que
brilló en sus ojos.
—No tienes elección. —Y no la tenía. Si tuviera que secuestrarla, así sería. Pero no
iba a permitirle estar sola. El tiempo de mi contrato se estaba acabando.
—Ellos...
Podía ver las ruedas revoloteando en su mente. Gabriel tenía muchos contactos en
lugares altos. Estaba en la lista de los más deseados de la policía de Nueva York, pero no
importaba lo duro que intentaran, nunca podrían pillarlo. Costosos abogados de
categoría y sobornos a la gente adecuada, así es como los criminales se mantienen fuera
de la cárcel.
—¿Y qué planeas hacer para ayudarme? —Se rio, pero fue un sonido hueco—.
¿Matarlo, en lugar de eso?
Me encogí de hombros. Si eso es lo que se necesitaba, entonces tal vez. —Si eso es lo
que se necesita.
mejor para él y lo mantendrás a salvo. Yo puedo hacer eso. Por el momento, soy el
único que puede hacer eso.
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La mirada de determinación y desafío comenzó a desvanecerse en sus ojos y
expresión. Había encontrado el punto de presión correcto y estaba rompiendo su
resolución. —Bueno. Bien. Pero tengo una condición.
Abrí la boca para protestar, pero levantó la mano y me señaló el dedo índice. —Le
diré cuando sienta que es el momento correcto. Sí, y cuando, llegue el momento. Hay
demasiado caos para agregar más a él ahora.
—¿Ahora?
***
Robyn
Mala idea. Buena idea. No tenía idea de cuál de los dos era, pero Constantine había
dicho las palabras mágicas al mencionar la seguridad de Austin.
Pero, ¿puedo realmente confiar en Constantine? Es posible que lo conozca hace años, pero es
evidente que ya no es el mismo hombre, dijo una voz en lo profundo de mi cabeza. Puede que
sea el enviado para poner una bala en la cabeza.
No, no era una opción, no realmente. Tomaría la ayuda de Constantine y tan pronto
como pudiera hacer un trato con los federales, ¡nos veremos luego, caimán! Estaba a
solo unos días de un acuerdo con ellos. Aceptaría la oferta de protección de Constantine
hasta entonces.
—Bien. Bien —dije, una vez que finalmente pude recuperar mi capacidad de
hablar—. Esto es demasiado. —Colocando mis codos en mis rodillas, puse mi cabeza en
mis manos y me obligué a no estallar en lágrimas. Nunca había llorado una sola lágrima
desde que todo esto comenzó con Gabriel y me negaba a permitirme eso ahora.
Tomando una respiración profunda, exhalé lentamente mientras levantaba la cabeza de
su lugar de descanso y miré hacia arriba para encontrarme con la mirada de Constantine.
—No puedo imaginarme con lo que has estado tratando, pero por ahora
necesitamos concentrarnos en sacarte de aquí. Ahora mismo. Pueden tener gente
vigilando tu casa. Todavía no he notado a nadie, pero eso no significa que no estén allí.
Otro disparo de pánico me atravesó. Siempre había pensado que había una
posibilidad, pero que alguien confirmara que Gabriel puede haberme visto, envió
escalofríos a través de mí. —¿Cuándo quieres hacer esto?
—¿Cuánto tienes? Lo que sea que dejes atrás, lo más probable es que nunca más
vuelvas a verlo. —Escudriñó mi dormitorio y se acercó al armario, abriéndolo. El
armario estaba lejos de estar lleno. No esperó a que yo respondiera—. No parece que
haya mucho. Lo que voy a hacer es llamar a un servicio de mensajería. —Salió del
dormitorio y se dirigió a la cocina—. ¿Los muebles son tuyos?
—Sí, bueno.
Su expresión se suavizó cuando se acercó a mí, agarrando mis brazos en sus manos.
—Mira, Robyn. Todo va a estar bien. Tendrás tu vida de vuelta; prometo que haré que
suceda para ti. —La sinceridad en sus ojos era todo lo que necesitaba. Me rompí.
—Lo sé.
Chico, esperaba que me lo endulzará. Pero nunca fue un hombre que endulzara las
palabras. —Estoy tratando de sacarnos de esto. Realmente lo hago. —Gruñí, resoplando
mientras mis sollozos comenzaban a disminuir. De pronto, me sentí agotada, más
agotada de lo que ya estaba.
—¿Por qué me ayudas después de lo que hice? —Si no fuera por los brazos a mí
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alrededor, seguramente habría caído al suelo. ¿Podría seguir teniendo sentimientos por
mí incluso después de lo que hice?
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—No lo hago. Estoy haciendo esto por Austin. Un niño necesita a sus padres.
—Oh. —Fue como si una ola de agua fría me hubiera salpicado y me estremecí. No
debería estar decepcionada, pero una pequeña parte de mí lo estaba. Por supuesto, era
Austin y no yo. Era una locura para mí pensar en lo contrario, así que me recompuse y
asentí con la cabeza—. Empecemos.
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Página
Capítulo 9
Robyn
Constantine era como una máquina, trabajando rápida y eficientemente. En dos
horas, todo lo que poseíamos estaba listo para irse y el servicio de mensajería había sido
llamado. Austin durmió durante todo el proceso, lo cual era una bendición. Pero ahora
era tiempo de despertarlo y decirle que íbamos a mudarnos... De nuevo.
Rodando sobre su espalda, cerró sus manos en pequeños puños y frotó sus ojos. —
¿Ya es hora de levantarse? Tengo sueño, mami.
—¿Nos vamos a casa? —Sus ojos se iluminaron y una sonrisa comenzó a formarse
en sus labios.
Forcé una sonrisa a mis labios. —No. Nos mudaremos a un sitio nuevo por un
corto tiempo.
—¿A dónde? ¿Por qué no podemos ir a casa? Quiero ir a casa —La sonrisa
inmediatamente se volvió un ceño fruncido mientras se sentaba y cruzaba sus brazos
sobre su pecho, su voz tomando un tono quejumbroso—. Quiero ir a ver a papi.
—No podemos.
—¡Yo no voy a ir! ¡No hasta ver a papi! —Su voz se volvió más alta con cada
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palabra.
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Cerrando mis ojos, conté silenciosamente hacia atrás desde diez, calmando mis
nervios antes de reabrirlos. Él estaba confundido y no sabía qué estaba sucediendo, no
era su culpa. Me encogí internamente, pensando en el hecho de que iba a tener que
confesar y decirle que su padre no estaba muerto, sino que estaba empacando y enviando
las pertenencias que nos quedaban.
Hubo un destello de rebelión en sus pequeños ojos, pero pareció pensarlo dos
veces. En lugar de eso, sacó su labio inferior en un pequeño mohín, quitándose las
mantas de encima y deslizándose fuera de la cama, murmurando—: Bien.
—Casi tan bien como esperaba —Cuando él ladeó una ceja en mi dirección, le
aclaré un poco—. Él quiere regresar a la casa de Gabriel y está tan enojado y confundido
sobre, bueno… —Corrí una mano a través de mi cabello, el cual estaba ligeramente
grasoso (en serio necesitaba una ducha)—, todo.
—De acuerdo...
—¿Qué...?
Constantine me miró con una mirada tan fría y distante que sentí un temblor
bajar por mi columna. No conocía al hombre que me estaba mirando ahora mismo. —
Así puedo mantener la matanza al mínimo para sacarte de este desastre.
***
—¿Las vendas para los ojos son realmente necesarias? —No me agradaba esto. No
del todo. Una vez que estuve sentada en el asiento del pasajero del BMW y Austin en el
asiento trasero, Constantine insistió sobre vendarnos los ojos. Aparentemente, era a su
manera o nos quedábamos por nuestra cuenta.
—Que mierda.
—Mamá, lenguaje.
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Constantine rio.
Página
Rodé mis ojos desde atrás del vendaje. Austin estaba en un furor anti-palabrotas. Lo
que era genial, generalmente. Pero algunas veces, solo necesitabas escupir una sarta de
maldiciones sin ser reprendido por un niño de cinco años.
Pero ninguna pregunta vino desde el asiento trasero, así que mi corazón comenzó a
latir suavemente en mi pecho una vez más, mientras suspiraba aliviada. Tenía que
decirle a Austin, pronto; Constantine insistiría en ello. Él no lo había hecho aún, pero lo
haría, incluso si su pensamiento inicial fue mantener el silencio. Eventualmente, vivir
con Austin lo haría exigir encargarse de su derecho como su padre.
Un rugido de risa hizo eco a través del auto, antes de que Constantine respondiera.
—Ella podía serlo a veces, cuando estábamos juntos.
Miré en dirección de Constantine, incluso si todo lo que podía ver era oscuridad. —
Nos conocemos el uno al otro hace mucho tiempo. —Ofrecí.
—Creo que podrías llamarlo más que solo conocernos el uno al otro.
—Tienes mis disculpas. —Incluso cuando no podía ver su rostro, sabía que estaba
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Segundos pasaron, minutos, era difícil decirlo. Una cosa que sabía era que me sentía
ridícula. ¿Qué daño haría dejarme ver a dónde íbamos?
—Sí, amigo.
Estaba esperando un "eh" o algún otro comentario o ruido de desdén, pero para mi
sorpresa, no lo hubo. En lugar de eso, oí. —De acuerdo, amigo. Solo un par de minutos,
¿de acuerdo?
—Bien.
—Por el amor de dios —balbuceé en voz baja. Personalmente, yo tenía que orinar
como un caballo de carreras, pero apreté los dientes y aguanté. Seguramente, donde sea
que él viviera no era demasiado lejos de las afueras de la ciudad.
Él rio mientras abría su puerta. Hizo una pausa, como si esperara que yo le
respondiera, pero me negué a darle la satisfacción. Incluso después de que ambos
regresaron de su receso para orinar, permanecí en silencio, insegura de qué decir.
Considerando que estaba salvando nuestras vidas, yo debía estar agradecida con él,
cayendo de rodillas y llenándolo con mi agradecimiento. Entonces, ¿por qué no lo
estaba? ¿De dónde estaba viniendo toda mi amargura hacia él? En todo caso, él era quién
tenía el derecho de estar enojado conmigo, no al revés. De cualquier forma, permanecí
en silencio hasta que al auto ralentizó y el sonido de una puerta de cochera elevándose
lentamente señaló nuestra llegada.
tenía un estacionamiento grande para cuatro autos, con dos puestos vacíos; un Porsche
plateado en el primero y un Lamborghini negro en el más alejado. —El negocio debe
andar bien. —No era como si yo no estuviera acostumbrada a autos elegantes (Gabriel
tenía una colección que incluía un Ferrari y un Escalade tuneado) pero no esperaba ver
que Constantine tenía el comienzo de una.
Salió del auto, agarró nuestras maletas del baúl e hizo su camino hacia la puerta que
lo llevaba a la casa. Austin no esperó mi autorización, saltando fuera del auto y
siguiendo a su padre. Volteando, me miró directamente a los ojos a través de la ventana
del auto del lado del conductor. —¿Estás esperando una invitación escrita?
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Página
Capítulo 10
Robyn
Siguiendo a Constantine y Austin al interior de la casa, fui recibida por un gran
vestíbulo. Estaba pintado en ricos beiges y colores de caoba, con puertas corredizas
espejadas que se abrieron para mostrar un armario de abrigos de gran tamaño.
—¿Estás bien?
Si pensaba que estaba deprimida antes, eso no era nada comparado con lo que sentía
ahora.
—Oye, solo relájate. —Su sonrisa era genuina, preocupación en sus ojos—. Todo
estará bien. Estás a salvo aquí.
Pero lo has estado, intervino una voz en lo profundo de mi cabeza. Pero eso fue hace
mucho tiempo. Lamenté las circunstancias de cómo terminó; fue casi trágico. Forzando
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una sonrisa a mis labios, a pesar del dolor, le di la mejor sonrisa que pude reunir.
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Asentí mientras él ponía una mano en el centro de mi espalda baja y me guiaba más
hacia la casa. —¿Dónde estamos?
—En mi casa.
Poniendo los ojos en blanco hacia él, gemí. —Quiero decir, ¿en qué parte de la
ciudad?
—Buen intento. Mi casa como respuesta es lo mejor que vas a obtener de mí.
—No puedes culpar a una chica por intentarlo. —Entramos en la sala de estar,
donde Austin ya se había posado en la sección de cuero marrón, el control en la mano y
cambiando a través de los canales en una televisión de proyección masiva, montada en
la pared. La sala de estar era gigantesca, con paredes de color marrón profundo y
alfombra beige. Era fácilmente del tamaño de mi apartamento entero, aunque eso no era
decir mucho.
—Austin Carsen Vaughn, apaga esa televisión en este instante. —Plantando mis
manos en mis caderas, disparé a mi mejor mirada de mamá desaprobadora a nuestro
hijo. Estaba tan concentrada en Austin que ni siquiera noté la expresión de sorpresa en el
rostro de Constantine mientras me miraba fijamente.
***
Constantine
Austin Carsen Vaughn. Carsen era mi segundo nombre y el nombre de mi difunto
padre, el biológico. No sabía qué pensar sobre el hecho de que ella usara mi nombre.
Quería cuestionarla, por lo menos darle las gracias, pero no quería interrumpir su
momento de "mamá" con Austin. Habría un montón de tiempo para el período de
preguntas y respuestas más tarde esta noche, cuando Austin estuviera arrullado y
dormido.
Mirando a Robyn mientras conversaba con Austin, sentí una punzada de lástima
por ella en mi estómago. Parecía muerta en sus pies. Era increíble el efecto que el estrés
podía tener en una persona, tanto mental como físicamente.
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Se detuvo en seco, con la boca abierta y los ojos azules extendidos de horror.
Mirando a Robyn, su expresión imitaba la de Austin, un silencio mortal apoderándose
de la casa. Austin lucía de la forma en que me sentía por dentro. El jarrón me había
costado varios miles de dólares y envoltura meticulosa para llegar a casa a salvo.
Apretando los dientes, me obligué a mantener la calma. Era sólo un jarrón, no un gran
problema.
Agachándome, hice un gesto para que Austin viniera hacia mí. No se movió. ¿Por
qué demonios estaba tan aterrorizado? Miré a Robyn. Su expresión no me estaba dando
una pista sobre el problema.
—No te preocupes por eso, pequeño. Es sólo una tontería barata que conseguí en el
Granero de Cerámicos. —Le hice una seña de nuevo—. Vamos, déjame mostrarte tu
habitación.
—Gracias. Quería algo cerca de la ciudad, pero todavía un poco fuera del camino.
Tardé seis meses en encontrar este.
—Los negocios deben ser buenos. Esto debe haber costado una pequeña fortuna.
Miré por encima de mi hombro hacia ella y sonreí. —Lo he hecho bien. No como tu
ex marido de bien, pero bien, no obstante. Pero, por otro lado, yo tengo algunos
escrúpulos.
realmente, ¿tenía más escrúpulos que él? Eso podría ser discutible. —Lo siento.
Página
—Está bien.
Ella me siguió por las escaleras, gruñendo suavemente mientras tiraba de la maleta
grande y pesada detrás de ella. La habría llevado arriba felizmente, después de que la
acomodara a ella y a Austin, pero Robyn parecía tener la intención de hacerlo por sí
misma. En la parte superior de la escalera, la llevé por el pasillo hasta el primer
dormitorio de invitados, que sería para Austin. La casa tenía seis habitaciones en total,
4.500 pies cuadrados. Era un poco grande para una persona, pero me gustaba.
—Esto es genial. —Corrió hacia la ventana y miró hacia fuera. La ventana daba al
pequeño jardín y la fuente. Si hubiera estado en la habitación del otro lado del pasillo,
habría tenido una vista perfecta de la piscina y la gruta—. Increíble. Hay una fuente,
mamá.
—Bonito. —Ella sonrió mientras me miraba—. Mucho espacio para tus juguetes
cuando Constantine los recoja.
—Ajá. Y mira la televisión. —Su sonrisa se ensanchó mientras miraba hacia arriba a
la televisión de 46" montada en la pared—. ¡Y hay un PS4! —Miró directamente a
Constantine—. ¿Tienes muchos juegos?
—Ajá.
—Vamos. —Colocando una mano en la parte baja de su espalda, dirigí a Robyn por
el corredor, una puerta más allá.
***
Robyn bostezó por décima vez desde que nos sentamos para ver la película. Había
sido un largo día entre la mudanza y el asentamiento. Estaba teniendo un impacto
65
emocional en ella, por no hablar de la falta de sueño. Era una sorpresa que ella
Página
aguantara hasta las 8 p.m. Austin se había quedado dormido con el controlador de PS4
en su mano, hace casi dos horas, después de comer una copiosa cena.
—Tal vez deberías retirarte por la noche. —Sugerí.
—No, estoy bien, ni siquiera son las ocho todavía. —Bostezó de nuevo y cayó
profundamente en el sofá.
Sin estar seguro de qué hacer, le permití seguir acurrucada contra mí mientras la veía
dormir. Me imagino que algunos pensarían que mirarla dormir era espeluznante, y
supongo que podrían estar en lo cierto, pero lo hice de todos modos, mis ojos
explorando cada parte de ella. Sacando fuera de su cara un mechón de cabello negro y
rojo que había caído sobre sus ojos, estudié sus rasgos faciales. Incluso mientras dormía,
ella tenía la preocupación arrugando su frente.
—Haré esto bien —le susurré mientras acariciaba su cabello largo y satinado. Si
fuese honesto conmigo mismo, tendría que admitir que yo era parte de la razón por la
que ella y mi hijo estaban en este lío. Si no hubiese accedido a la estúpida idea de robar
esa tienda, no habría matado a ese tipo y entonces ella no me habría dejado y no hubiera
tenido a nuestro bebé a mis espaldas. Demonios, si no la hubiese cagado hace tantos
años, tal vez estaríamos casados, con una hipoteca que no podríamos pagar pero que
teníamos de todos modos, unos cuantos niños y mientras nosotros pudiéramos
arreglárnoslas financieramente, estaríamos felices. Y ellos estarían a salvo.
Me reí para mí mismo. Qué estúpida idea. Si bien esa vida podría funcionar para
Robyn, ¿podría funcionar para mí? Tenía mis dudas. Encajar en ese tipo de vida sería
como encajar una clavija cuadrada en un agujero redondo; simplemente no funcionaría.
Con los años, llegué a la conclusión de que no era como todos los demás. Programado
de manera diferente, se podría decir. Podía matar hombres y no sentirme mal por ellos.
En el 99% de mis tratos, parecía carecer de cualquier tipo de empatía, pero Robyn era la
única excepción a lo largo de mi vida que burló la norma. Ella era la única persona que
logró hacerme sentir algo cercano al amor por otra persona.
La película terminó sin que yo viera más de diez minutos. Tanto como estaba
empezando a disfrutar la cercanía de Robyn, su ronquido pasó de ser suave al
equivalente de un rugido de motosierra y tenía que formular un plan para sacarnos de
este pequeño lazo en el que estábamos.
Nada.
Página
—Robyn. —Repetí, dándole un empujón más duro. Todo lo que logró hacer por mí
fue envolver sus brazos alrededor de mi cintura, murmurar algo incoherente y luego
volver a establecerse en un sueño profundo.
Respuesta: No realmente.
Haciendo lo posible para no moverla, me deslicé del sofá y le pasé un brazo por
debajo de las piernas mientras mantenía el otro brazo bajo sus omóplatos. Con un rápido
movimiento, la levanté del sofá y la acerqué a mi pecho. Manteniéndola segura, me
dirigí a las escaleras que subía a las habitaciones.
Exhalando un pesado suspiro, miré las escaleras y comencé a subir. Eran un montón
de jodidas escaleras. Ella murmuró algo incoherente cuando llegamos a la parte superior
de la escalera y se removió en mis brazos, apretando su agarre en mí, hundiendo su cara
contra el hueco entre mi cuello y hombro. El calor de su aliento mientras exhalaba
suavemente envió un escalofrío a través de mí y causó que mi polla resucitara a la vida.
Maldita sea. La última cosa que quería hacer era dejar que mis sentimientos y deseos
se interpusieran en el camino, nublando mi juicio. Ya estaba demasiado cerca para su
seguridad y la de Austin. Pero, ¿qué podía hacer? Era muy fácil decir que debería
mantenerse impersonal, pero ¿Cuánto más personal puede volverse si incluye a tu propia
carne y sangre, y a la única mujer que has amado?
Empujando la puerta del dormitorio con mi cadera para abrirla, la llevé a la cama y
la puse suavemente sobre ella. Mientras trataba de enderezarme, en lugar de que su
agarre en mí se aflojara, se volvió aún más blindado, sus dedos agarrando mi camiseta
en un puño y manteniéndola asegurada a ella.
De acuerdo, así que tenía dos opciones: despertarla y hacer que me soltara o
resistirlo y acostarme con ella.
—¡No, no! —gritó, agarrándose más fuerte a mí, mientras se revolcaba en la cama,
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Sí, debería irme ahora mismo. Debería estar despertándola y yéndome, este no era el
tipo de situación en la que necesitaba estar. Pero, ¿cómo podría hacerlo? Incluso en su
sueño, ella me necesitaba y si mi presencia junto a ella iba a darle una noche de sueño
completa, ¿cómo podría irme?
68
Página
Capítulo 11
Robyn
Lentamente, comencé a despertar de uno de los más profundos y más tranquilos
sueños que había tenido en mucho tiempo, a la sensación de un cuerpo duro y caliente
situado apretado contra el mío. Me acurruque más cerca del calor. ¿Espera? ¿Qué
demonios? Mi mente estuvo confusa por un momento mientras trataba de pensar un
poco.
—¿Robyn?
Gemí interiormente.
—¿Cómo supiste? —Abrí mis ojos y mi mirada encontró la suya. Había un rastro de
sonrisa en sus labios.
—Porque te conozco. Esta no es la primera vez que hemos estado juntos en la cama,
lo sabes.
—Lo sé. —Calor coloreó mis mejillas —. Pero ha pasado mucho tiempo.
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Su mirada bajó a mis labios, deteniéndose allí. Recorriendo con mi lengua a lo largo
Página
—¿Haciendo qué?
—Ahora estás actuando evasiva. Ese acto nunca funcionó conmigo antes, ¿qué te
hace pensar que funcionará ahora?
La broma en su voz y la mirada en sus ojos me hizo derretirme por dentro. Había
sido mucho tiempo desde que me sentí así por alguien. Ni siquiera en el principio de mi
relación con Gabriel. Me hizo preguntarme por qué me casé con él en primer lugar,
cuando había un hombre en el mundo que podía hacer aparecer las mariposas en el
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Tengo que alejarme, pensé, avergonzada conmigo misma por tomar un movimiento
tan descarado. Es decir, realmente era muy valiente de mi parte. Él realmente no me dio
ninguna indicación de que estaba interesado. Excepto por la gigantesca erección, interrumpió
una voz en lo profundo de mi mente. Está bien, bueno, excepto por eso.
Justo cuando decidí que era mejor alejarme, él respondió, devolviendo el beso. A
pesar de no haber sido él quien me besó, rápidamente asumió el control, sus labios
chocando en los míos. Mi corazón se disparó mientras la adrenalina corría por mi
cuerpo. Gemí suavemente, mis labios ligeramente abiertos e invitándolo a entrar.
Él empujó hacia adelante, sus labios permaneciendo sobre los míos, su lengua
jugando y burlándose mientras me recostaba de espaldas contra el colchón, mis brazos
envueltos alrededor de su cuello, manteniéndolo asegurado a mí. Mientras nuestras
lenguas seguían jugando el juego del gato y el ratón, que se sentía tan maravillosamente
familiar, mis dedos se hundieron en sus hombros, acariciando el grueso y esculpido
músculo bajo la camisa de algodón.
Murmuré su nombre mientras sus labios se deslizaban de los míos hacia al lado de
mi cuello. Constantine... su nombre estaba en la punta de mi lengua cada vez que estuve
con un hombre desde él. Nunca había cometido el grave error de decir a su nombre por
accidente, gracias a Dios, pero había estado cerca.
besaba su camino por mi cuello, con suavidad. Arqueando mi espalda, dejé que mi
Página
cabeza cayera hacia atrás, dándole mayor acceso a la zona blanda, el ápice entre mis
piernas comenzando a palpitar mientras los sentimientos de placer dentro de mí se
intensificaban.
—¡Mami!
No hubo una mirada de regreso a mí, o miradas de anhelo. Era como si no hubiera
pasado nada entre nosotros. Mi corazón se hundió en mi estómago. Era una chica tan
tonta.
Constantine
Sin embargo, ¿realmente era una salvación? No lo sabía con certeza. En el calor del
momento, habría matado por estar enterrado hasta las bolas en ella otra vez. Pero
comenzar cosas con Robyn era una mala, mala idea. Yo era un lobo solitario.
Encontraba a una mujer para satisfacerme cuando la necesidad se presentaba, pero eso
era todo. Cualquier otra cosa, era muy peligroso. Y ella estaba demasiado vulnerable
para ser utilizada. Incluso después de todo estos años, y a pesar de los malos
sentimientos que estaban girando a través de mi cabeza sobre cómo terminaron las cosas
y el hecho de que ocultó que tenía un niño mío, sabía que no podía lastimarla de esa
manera.
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Esto tenía que ser tratado como cualquier otro trabajo. Punto.
Página
—¡Mami! —gritó Austin otra vez, desde su habitación, seguido por el golpeteo de
sus pequeños pies en el piso del dormitorio. Sonreí a pesar de mí mismo. Abrió la puerta
del dormitorio al mismo tiempo que yo la alcanzaba. Su cabecita se levantó para
encontrar mi mirada. Tomó un momento, pero finalmente él sonrió y dijo—:
Constantine. —Acortando la distancia entre nosotros, me dio un abrazo rápido—.
¿Dónde está mami?
—Se está levantándose, amigo. Estará lista pronto. ¿Te gustaría desayunar algo?
—No.
—¿Pop-Tarts3?
Me reí.
—Nop. Lo mejor que puedo ofrecer es un buen tocino pasado de moda, panqueques
y huevos. ¿Será suficiente?
—¿No les gusta a todos? —Colocando un brazo alrededor de sus hombros, lo llevé
por el pasillo hacia las escaleras.
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Página
2
Count Chocula: es un cereal de chocolate con pedacitos de malvaviscos
3
Pop-Tarts: tartas planas, rectangulares y prehorneadas, que contienen un relleno dulce sellado entre dos
capas de masa. Algunas vienen glaseadas.
—Nop. A mami no le gusta. Mi papi no le dejaba comerlo; dijo que la haría
engordar.
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Página
Capítulo 12
Robyn
Vestirme tomó mucho más tiempo del que normalmente tomaría, mayormente
porque no estaba segura de cómo acercarme a Constantine después de lo que pasó en el
dormitorio. Sin dudas, él pensó que yo estaba débil, vulnerable y quizás incluso un
poquito necesitada.
A pesar de eso, una vez que me puse un par de vaqueros y una camiseta, me
encontré de pie en frente del espejo de cuerpo completo, examinando mi reflejo. Lucía
fatal. Agarrando mi estuche de maquillaje, rápidamente apliqué una gruesa capa de base,
junto con una generosa cantidad de corrector cosmético en el área bajo mis ojos. Para el
momento en que terminé y apliqué una delgada capa de brillo en mis labios, asentí hacia
mi reflejo. No era exactamente material de reina de belleza, pero al menos no lucía
repugnante. Un gran gracias a cosméticos MAC.
Vaya, buena forma de bajar tus expectativas de ti misma, pensé, volteando del espejo y
saliendo del dormitorio. Mis pies se sentían como si tuvieran pesas encadenadas a ellos
mientras bajaba las escaleras. Solo fingiría que nada había pasado. No es como si
hubiese sucedido mucho de cualquier forma, nada sobre lo que avergonzarse.
Mientras me acercaba al final de las escaleras, el olor a tocino y huevos vagó hacia
mí, haciendo que mi estómago gruñera. Tocino. Demonios, amaba el tocino; había
pasado mucho tiempo desde la última vez que probé esa salada, grasosa y, oh, tan
deliciosa, carne. Entrando a la cocina, dejé de caminar por completo en la entrada.
Él volteó y me sonrió. —Toma asiento —dijo, asintiendo hacia la mesa para cuatro
personas a la izquierda de la habitación—, casi terminamos.
suelo, con un suave ¡plaf! Su sonrisa se desvaneció de inmediato y un ceño fruncido tomó
su lugar.
—No te preocupes, amiguito. —Constantine le dio una palmada en la espalda—.
Eso solo significa que tendremos que hacer otro.
No quería que él se hiciera la idea equivocada, pero tuve que preguntar cuando la
curiosidad se apoderó de mí. —Entonces, Constantine, ¿has tenido muchas citas?
Él rio, una fuerte carcajada, y luego volteó para enfrentarme. —No en realidad.
—¿Por qué no? —Él era atractivo, aparentaba hacerlo bien por su cuenta. Parecía
raro que él no estuviera viendo a alguien y no tuviera una vida social activa.
—¡Pruébalo, mami!
Constantine
Poniéndome un par de guantes negros, entré al antiguo complejo de apartamentos
de Robyn y me dirigí al elevador. No estaba seguro de por qué siquiera regresé allí, pero
tenía un presentimiento. Además, necesitaba saber si eran conscientes de que ella ahora
estaba huyendo de ellos. La fecha límite estaba acercándose e imaginaba que Gabriel se
pondría ansioso, esperando que yo completara la tarea asignada.
Tenía la llave de Robyn, así que una vez que estuve en su piso, estuve a punto de
deslizar la llave en la cerradura cuando noté que la puerta estaba ligeramente
entreabierta. Supongo que había estado en lo cierto. El ritmo de mi corazón se aceleró
mientras la adrenalina comenzaba a bombear a través de mis venas, a un ritmo
apresurado. Amaba este momento, la anticipación de un altercado. Con los años se
había vuelto mi adicción, mi propia droga personal. ¿Quizás, subconscientemente, tenía
un deseo de muerte?
Sacando mi arma de la funda que ocultaba bajo mi chaqueta, continué con cuidado,
enroscando el silenciador y luego empujando la puerta con el cañón de mi arma para
abrirla. Lo hizo sin esfuerzos y me tomó un minuto examinar la habitación antes de
continuar entrando.
Los cojines habían sido lanzados fuera del sofá, y estaban esparcidos a través de la
habitación; los muebles estaban en desordenados. A primera vista, no parecía que aún
hubiera alguien en el departamento, pero algunas veces la vista podía engañarte.
Fácilmente podría haber alguien esperando para saltar a la acción. Y mis instintos
raramente se equivocaban.
Pan comido.
Momentos más tarde, él salió y se dirigió hacia la estación del tren, conmigo muy
cerca detrás. El hombre era completamente ajeno. Quiero decir, mierda, apuesto que
podría haber caminado a su lado y él nunca habría notado que era yo. ¿Qué tan colgado
tienes que estar para ser tan poco perceptivo? De cualquier forma, era una ventaja para
mí.
—Ocupado, imbécil. Vete a la mierda —gruñó él, mientras levantaba su cabeza, sus
cristalinos ojos nublados levantándose para encontrar mi mirada en el espejo. Tomó un
momento, pero hubo reconocimiento en sus ojos—. Bueno, mira eso, justo la persona
con la que necesitaba tener una charla.
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tendría miedo en sus ojos. No este hombre. Él tenía valentía en polvo corriendo por sus
venas, su sentido del dolor atenuado drásticamente.
—¿Dónde está ella? —preguntó él.
—Yo no soy quien tendrá que preocuparse. —En un movimiento fluido, el cuchillo
se deslizó a través de su cuello. La sangre salió a chorros del corte, la fuerza del bombeo
disparándose a través del lavabo para salpicar contra el espejo. Él balbuceó algo, a
medida que sus ojos se ampliaban y su cuerpo comenzaba a hacerse pesado contra mí.
Sacando el cuchillo de su cuello, retrocedí, dejando que su cuerpo cayera al suelo
mientras él se tomaba el cuello en sus manos, retorciéndose de dolor. Jalando un pedazo
de toalla de papel del dispensador, limpié la hoja antes de deslizarla de regreso a su sitio
contra mi pierna, y luego meter la toalla de papel en el bote de basura.
79
Página
Capítulo 13
Robyn
—Él tiene tantos juegos, mami —exclamó Austin, señalando la variedad de juegos
que Constantine tenía.
Saliendo de la habitación, estuve a punto de bajar las escaleras, pero no pude con la
curiosidad. Constantine no había dicho que no podía explorar. Quizás no era necesario
que dijera que no podía husmear en sus pertenencias, pero estaba poniendo mi vida y la
de mi hijo en sus manos. Una pequeña exploración no sería demasiado irracional.
Mientras tenía un debate mental sobre la moralidad de husmear por ahí, encontré su
dormitorio, abrí la puerta y entré. No era una habitación llamativa. Era pulcra y
organizada, con una cama extra grande en el centro y un gran vestidor con espejo contra
la pared. Lo que sobresalía en la habitación era un enorme ventanal que iba del suelo al
techo, lo que permitía que la brillante luz solar iluminara la habitación. Entrando a la
habitación, bajé la mirada y sonreí. La vista era increíble, la habitación tenía vista a un
gran lago. En el otro lado del lago, había una casa de tres pisos.
Volteando lejos de la ventana, evalué un poco más la habitación. Había una puerta
Página
Dejé que las puntas de mis dedos acariciaran la suave tela de los sacos de sus trajes
mientras inspeccionaba la habitación. Nada demasiado fuera de lugar, pero, por otro
lado, no era como si él fuera a poner algo cuestionable o incriminatorio justo a la vista.
Comencé con los cajones. Calcetines. Vaqueros. Camisetas. Nada fuera de lo común.
Comencé a reunir las camisetas del cajón poco profundo en mis brazos cuando un
disparo de culpa me recorrió el cuerpo. Esto estaba mal. Estuve a punto de ponerlas de
regreso y correr deprisa fuera de la habitación, con mi cabeza colgando de vergüenza,
cuando mis ojos capturaron el pequeño agujerito que, asumí, necesitabas usar para abrir
el compartimento secreto.
Cambiando de opinión una vez más, puse las camisetas en el otro cajón y después
hice palanca para abrirlo, procurando no romperlo, hasta que el fondo falso se liberó.
Poniendo el fondo sobre el piso junto a mí, jadeé cuando miré el contenido del cajón,
una mano yendo a mi boca y ahogando el sonido.
Con mis manos temblando ligeramente, recogí la caja y abrí la tapa. Si me sentí
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sorprendida antes, ahora estaba en completo y puro impacto. La caja contenía recuerdos
de su tiempo conmigo. Lágrimas llegaron a mis ojos cuando miré las fotos de nosotros.
Página
La vida había parecido tan simple en el pasado. Teníamos todas las respuestas, o al
menos, creíamos que las teníamos.
Recogí una foto de nosotros en nuestros atuendos del baile. Era la última foto que
fue tomada de nosotros. Él tenía su brazo a mi alrededor y yo lo miraba, como si el
mundo comenzará y acabará con él. En ese momento, lo hacía. Pensando en el pasado,
reviviendo el recuerdo en mi mente, esa fue una de las noches más felices de mi vida.
Poniendo las fotos de regreso dentro de la caja, miré hacia la diminuta caja de
terciopelo. Una caja de anillo. Sabía que no debía, pero no pude evitarlo. Recogiendo la
caja, la abrí para revelar un pequeño anillo de diamante. Temblorosos dedos los sacaron
de la caja y antes de siquiera saber qué estaba haciendo, lo deslicé en mi dedo anular.
Encajaba perfectamente.
—Vaya. —Tenía mis sospechas de que él iba a proponerse tras el baile, pero nunca
me lo había dicho directamente. ¿Conseguir el anillo para mí era parte de la razón por la
que había robado esa tienda? Con el anillo aún en mi dedo, comencé a mirar algunos de
los otros artículos en la caja. El talón de las entradas de cine para la película que fuimos
a ver en nuestra primera cita. Una tarjeta de presentación del hotel en que nos quedamos
durante el baile. Tantos recuerdos de nuestro tiempo juntos…
El sonido de unos pasos abajo hizo que mi cuerpo entero se congelara. ¡Oh, mierda!
¿Ese era Constantine? ¡Oh, dios mío! Frenéticamente, puse todo junto de la forma en
que estaba y corrí fuera del armario. Saliendo del dormitorio, di un último vistazo: todo
parecía estar en el sitio adecuado. Rápidamente bajé las escaleras para ver si de verdad
era Constantine llegando a casa.
Él lucía diferente que cuando se fue, un poco desarreglado. O quizás era solo mi
imaginación.
—Eeeh. —Puse mis manos tras mi espalda, intentando actuar casual. ¿Qué
demonios pasaría si descubría que estuve husmeando? ¿Patearía nuestros culos fuera de
Página
aquí? Demonios, fue una idea estúpida ir a revisar sus cosas personales.
Su sonrisa se desvaneció un poquito y me dio una mirada intensa, como si estuviese
intentando leer mi mente. ¿Yo lucía tan culpable? Me obligué a no retorcerme bajo su
escrutinio y en lugar de eso, le destellé una sonrisa amplia.
—Lo estamos haciendo bastante bien, considerando todo. Austin ama tu colección
de juegos y yo estoy familiarizándome con la casa.
Su expresión se volvió una sonrisa juguetona. —No has estado husmeando a través
de mis cajones de ropa interior, ¿o sí? —Había burla en su tono, pero era difícil tomarlo
como una broma cuando estaba bromeando con lo que yo estuve haciendo exactamente.
Admítelo, gritó una voz en lo profundo de mi cabeza. A la mierda con eso, le grité
como respuesta.
Él me miró.
—Estaba yendo hacia el baño. Regresaré pronto. ¿Quieres que haga de cenar? —No
esperé su respuesta, volteé, mi cabello golpeando mi rostro. Sacando mi cabello fuera de
mis ojos, prácticamente corrí por las escaleras, tropezando en uno y recuperando mi
equilibro momentos antes de caer de rostro o, incluso peor, ser enviada rodando por las
escaleras.
***
Constantine
Eso fue... Raro.
Un ceño frunció mi frente mientras veía a Robyn precipitarse por las escaleras. ¿Qué
mierda estaba mal con ella? Con una sacudida de mi cabeza, me saqué el saco y lo
colgué sobre el sillón en la sala de estar. Pero, por otro lado, ella había estado bajo una
inmensa cantidad de estrés últimamente...
Haciendo mi camino hacia la cocina, me hice una taza de café, cortesía de mi útil
máquina Keurig. Una vez terminada, subí las escaleras para revisar a Austin y encontrar
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a Robyn, así podríamos tener una discusión sobre los siguientes pasos. Era solo cuestión
de tiempo antes de que la información de que Robyn se había ido y la mano derecha de
Página
Gabriel estaba muerto en el suelo de un baño de una estación de tren llegará a su esposo.
En combinación con el hecho de que yo no había confirmado la muerte, Gabriel tendría
a sus hombres cazándonos a ambos. Yo tendría que llegar a él primero, antes de que la
bola comenzará a rodar y se volviera más difícil detenerla.
Riendo para mí mismo, continué hacia el baño. Cuanto más me acercaba, oía
débiles sonidos de gruñidos saliendo del interior, junto con el agua corriendo. ¿Qué
demonios?
—¿Robyn?
—Sí, sí.
El agua estaba cerrada y un momento después, la puerta se abrió para revelar una
Robyn muy alterada. —Hola. —Rastrilló su mano izquierda a través de su cabello. Su
mano estaba de un rojo brillante, como si hubiese estado fregándola.
—¿Qué hiciste? —Me estiré por su mano, pero justo cuando mis dedos sujetaron los
suyos, jaló su mano hacia atrás y la empujó en el bolsillo frontal de sus vaqueros.
—Nada, todo está bien. Todo bien. Nada mal. —Se balanceó sobre sus talones y me
dio una sonrisa forzada.
Ella era una mentirosa horrible. Estirando mi cabeza, miré sobre su hombro y hacia
el baño, como si la habitación me pudiera dar un indicio de lo que pasaba con ella. No lo
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hizo.
Página
—Oye, ¿qué es eso en tu camisa? —preguntó, inclinándose hacia mí, sus ojos verdes
entornándose.
—¿Eh?
Estaba tan enfocado en intentar descubrir qué había estado sucediendo, que ni
siquiera tenía idea de lo que ella, ahora, estaba tocando en el cuello de mi camisa gris.
—¿Eso es sangre? —Se inclinó incluso más cerca mientras miraba fijamente hacia la
gota.
Ahhhh mierda.
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Página
Capítulo 14
Robyn
Hombre, eso estuvo cerca. Mi mano estaba palpitando, el estrés de esta situación
ganando. Juro por Dios que debo haber lavado varias capas de piel tratando de quitarme
el anillo. Supongo que gané más peso de lo que había pensado desde el baile de
graduación. Finalmente, salió y solté un suspiro de alivio, pero sus golpes en la puerta
me hicieron volver a la acción mientras comenzaba con mis intentos de limpiar el jabón
y la mugre de él.
—Solo un minuto más —grité hacia la puerta. Una vez satisfecha con que el anillo
estaba de nuevo en su condición original, lo deslicé en el bolsillo delantero de mis
vaqueros. El anillo se asentó en el fondo del bolsillo de mis pantalones y era un ardiente
recordatorio de mi intrusión.
Tenía muchas preguntas nuevas y molestas sobre el pasado, pero preguntarlas solo
delataría lo que había hecho. Tendría que encontrar una manera de traer a colación lo
que quería saber para mi propia paz mental y tal vez para el cierre que, estaba segura, él
necesitaba tanto como yo.
—¿Es eso sangre? —Miré un poco más de cerca, estirándome por el cuello de su
camisa y frotando el dedo a través de ella. Todavía tenía una sensación pegajosa.
Llevando mi dedo a la nariz, tomé una aspiración: la sustancia tenía un olor metálico.
Tomé la nula respuesta como un sí. —¿Por qué hay sangre en tu cuello? ¿De quién
es la sangre? ¿Estás herido? —No parecía herido—. ¿Qué pasó en mi apartamento? ¿Qué
hiciste? —¿A quién mataste? La pregunta final no salió de mis labios.
Sin decir una palabra, caminé hacia la cama y me encaramé en el borde. —¿Qué
pasó? —Mis ojos se dirigieron hacia el armario, luego volvieron a encontrarse con los
suyos.
Constantine me miró como si me hubiese crecido una segunda cabeza. —¡No, claro
que no!
A pesar de lo horrible que era el siervo de Gabriel, estaba muerto por mí y su asesino
me estaba mirando a la cara. —¿Te atacó?
La expresión de su rostro era casi divertida. —¿Te haría sentir mejor si dijera que lo
maté en defensa propia?
—Sí. Quiero decir... —Cerrando mis ojos, sacudí mi cabeza, intentando despejar las
telarañas. No era el hecho de que estuviera muerto lo que me molestaba, no era un buen
hombre. Su muerte sería sin duda una bendición para muchas almas por ahí. Mi
preocupación era que Constantine fuera de hecho capaz de asesinar—. Esto se siente tan
irreal —murmuré. Quizás me despertaría en cualquier momento y descubriría que esto
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—Me ocuparé de ti, Robyn. Nunca nada te va a lastimar a ti o a Austin otra vez. Lo
prometo.
Miré hacia arriba y mi mirada se trabó con la suya. Él había guardado todos esos
recuerdos de nosotros y los escondió. ¿Los miraba a menudo y se preguntaba “¿Qué tal
sí...?”? Yo lo había hecho. Me había preguntado acerca de ello incontables veces en los
últimos años. Eso es lo que sucede cuando no tienes un cierre, supongo.
—No estoy preocupado, he manejado a peores que ellos antes. Además, pronto
terminará. —Me rodeó con los brazos y me apretó contra él. Al principio dudé, pero su
cuerpo era tan cálido y acogedor. Anhelé el consuelo que me estaba ofreciendo y era
incapaz de negármelo a mí misma. Enterré mi cara en el hueco de su cuello, envolví mis
brazos alrededor de su cuello y me apreté contra él.
Se sentía bien estar en sus brazos, como si estuviese en casa y esto fuera el sitio a
donde pertenecía.
—¿Qué?
ahora mismo. Me estaba dando lo que necesitaba: seguridad, protección, afecto. Todas
Página
esas fotos, todo lo guardado con el paso de los años, no era obra de un hombre que
superó a alguien y ya no le importaba; de lo contrario, los habría tirado hace mucho
tiempo. Todavía le importaba, a pesar de todo lo que había ocurrido entre nosotros.
—Te necesito. —Las palabras fueron susurradas tan suavemente que habría jurado
que eran simplemente pensamientos. Pero yo había dicho las palabras, me di cuenta por
el fuego que ardía en los ojos de Constantine, caliente y salvaje. La mirada en sus ojos
desató el deseo dentro de mí y mi coño se apretó en anticipación.
Un bajo sonido estrangulado vino de él. —No digas lo que creo que estás diciendo a
menos que lo sientas. No voy a jugar contigo, nena. No soy la persona que solías
conocer.
—Lo sé. —De una extraña manera, me excitaba. ¿Tal vez era adicta a los hombres
destructivos?
Deslizó sus manos por mi cara, enmarcándola con sus manos grandes y fuertes. —
No tiene ideas de cuántas veces he pensado en estar dentro de ti de nuevo.
Sus labios vacilaron contra los míos. ¿Qué demonios? Vi esa mirada en sus ojos,
estaba muy familiarizada con ella, ¿por qué estaba dudando? Pero su vacilación solo
duró una fracción de segundo antes de que respondiera, sus labios volviéndose firmes en
los míos mientras deslizaba una mano en la parte posterior de mi cabeza, haciendo un
puño de mi cabello en su agarre.
placer a través de mí, aumentando mi necesidad por él diez veces. Esta no era la mejor
idea, estaba en peligro de confundirme peor de lo que ya estaba, pero cuando empezó a
Página
—Vaya. —La palabra salió más como un suspiro que una palabra real.
Luché contra la mano que estaba asegurando mis dos muñecas, pero su agarre era
de hierro. Sin embargo, no me impidió intentarlo. El intento de liberarme aumentó la
emoción del momento.
Cerré los ojos, me concentré en nada más que en la sensación de su lengua y sus
dientes mientras se abrían paso por mi cuello. Mi aliento era irregular mientras él
aplicaba su magia en mí, el ápice entre mis piernas humedeciéndose en anticipación de
lo que estaba por venir. Me retorcí un poco, tratando de aliviar parte de la presión
construyéndose en mi interior; no ayudó.
Sus ojos se clavaron en los míos y, como si leyera mi mente, preguntó—: ¿Has
pensado en mí durante estos años, Robyn?
—Bueno. Me gusta eso. —Me abrió el broche de plástico blanco que sostenía las
copas de mi sujetador, liberando mis pechos de sus restricciones. Acariciando mi pecho
desnudo en su mano, apretó mi pezón endurecido entre su dedo pulgar e índice,
aplicando suavemente más y más presión mientras mi deseo por él aumentaba. Cerré los
ojos y dejé caer mi cabeza contra el colchón, saboreando la sensación de sus manos
sobre mí.
Él deshizo otro botón y otro, jalando su camisa fuera de la pretina de sus pantalones
y deshaciendo su cinturón. —Aún tienes el sonrojo más sexy.
Mordí mi labio inferior, sin palabras mientras él se sacaba su camisa y ésta caía al
suelo. Mi dios, él había crecido desde mi última vez con él. Sospeché, por la sensación
de sus músculos bajo su ropa, lo increíble que lucía, pero mi imaginación no había
estado ni cerca de cuan increíble era lo real. Mientras mis ojos vagaban por su longitud,
la belleza de su cuerpo estaba dañada por varias cicatrices, cortas, largas, circulares...
Mi ceño se frunció mientras miraba una cicatriz particularmente larga y gruesa, justo
encima de la pretina de sus pantalones.
—¿Qué está mal? —preguntó mientras sus manos dejaron de moverse, agarrando la
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Arrodillándome, gateé sobre el borde de la cama. —¿Qué sucede con todas las
cicatrices? —Me estiré y tracé la cicatriz gruesa sobre su pretina con mi dedo índice.
—No es nada. Es parte esencial en la línea de trabajo en la que estoy, me temo.
Elevando la mirada de la cicatriz que estaba tocando, fruncí el ceño. —¿Por qué
estás haciéndolo?
—Sí, pero...
El calor en sus ojos cuando bajó la mirada hacia mí mientras se cernía sobre mi
cuerpo hizo que mi mente desechara toda la preocupación acerca de sus cicatrices y su
ocupación, mientras la necesidad se reavivaba dentro de mí, más fuerte que nunca. —
Está bien, entonces.
Miré su expresión, rogando que no hubiese oído lo que yo. No pareció hacerlo, ya
que su boca regresó a mi estómago y gradualmente hizo su camino hacia abajo. Con
cada pulgada, mis bragas se volvían más húmedas. Para el momento en que sus labios
llegaron a la pretina, su cabeza se levantó y sus ojos encontraron los míos, la entrepierna
de mis bragas se había empapado con mi deseo.
Asentí. —Sí. Quiero decir, estoy bien. —Mis palabras salieron en un suspiro—.
Quiero esto. —No solo quería esto, lo necesitaba. Necesitaba ser tocada y conectar con
alguien en quien pudiera confiar, alguien que no me lastimaría. Constantine nunca lo
haría, sabía esto con todo mi corazón. Así que, sí, lo necesitaba.
—Constantine, por favor. —Cerré mis ojos y traté de relajarme, mientras él forzaba
mis muslos a abrirse más.
—Por favor, ¿qué? —Deslizó sus dedos entre mis pliegues y me abrió, exponiendo
mi clítoris. Enterrando su cabeza de nuevo, su lengua salió y sacudió mi clítoris.
¡Ya no podía soportar esta tortura! Estaba a punto de estirarme para jalarlo sobre mí
(demonios, lo arrastraría por las orejas si tenía que hacerlo) cuando una ola de placer tan
intensa corrió a través de mí, desde la cima de mi cabeza hasta las puntas de mis pies.
Me hizo gritar fuerte, mi cuerpo quedándose quieto. Toda la tensión escapó de mí y
estaba en la pura dicha, mis jugos saludando sus codiciosos labios y lengua.
deslizado de la cama y quitado su bóxer. No fue hasta que sentí su peso sobre la cama y
lo sentí acomodándose entre mis piernas separadas, que finalmente abrí mis ojos de
Página
nuevo. Mi mirada se fijó en sus brillantes ojos azules llenos de lujuria. Algo dentro de mí
se rompió y si no hubiese bajado sus labios a los míos, habría visto las lágrimas brotar en
mis ojos. Estaba agradecida de que no lo hubiese hecho.
Gemí contra sus labios mientras se movía entre mis piernas, hasta que su polla
estaba apretada entre los labios de mi coño. Comenzó a sacudirse contra mí, su polla
deslizándose atrás y adelante a lo largo de mi longitud, frotando mi clítoris aún hinchado
con cada movimiento.
Constantine levantó sus labios de los míos y bajó la mirada hacia mí, una mano
plantada al lado de mi cabeza. Trazó la línea de mi mandíbula y luego mi labio inferior
con el dedo índice de su otra mano. —Nunca necesité a nadie tan mal, Robyn.
Tragué duro, reuniendo mi habilidad para hablar. —Entonces, ¿qué estás esperando?
Él rio, una profunda risa ronca. Demonios, incluso su risa me encendía. —Quiero
oírte rogándome. —Presionó dentro solo un poquito más, y luego retrocedió de
inmediato.
Quería rechazarlo. Quizás era débil, pero no me importaba. Mirando fijamente a sus
ojos, supe que no iba a rendirse, era hacer lo que quería o permanecer con esta agonía.
Yo no iba a ganar esta batalla de voluntades.
—¿Cuán mal?
Su sonrisa desapareció y sus labios se estrellaron con los míos, mientras conducía su
polla dentro de mí, profundo hasta las bolas. Grité contra sus labios, agarrándome de sus
hombros y enterrando mis uñas en su carne, haciendo profundas medialunas en los
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Su mirada atrapó la mía cuando comenzó a moverse conmigo, dentro y fuera, una y
otra vez, la cabeza de su polla acariciando mi punto G con cada empuje hacia adentro y
rápidamente me envió sobre el monte de mi deseo, con destino a la cima muy pronto.
—Tan, tan, taaan bueno. Const... Por favooor... —Jadeé, apenas capaz de mantener
el aliento.
—Oh, sí, nena. —El calor, el crudo deseo salvaje ardió en sus ojos.
—Te sientes tan malditamente bien. Tan apretada. Perfecta. —Sus manos agarraron
mi cabello y jaló mi cabeza hacia atrás, su boca yendo a mi cuello y mordiendo,
enviando una sacudida de placer y dolor a través de mí. Envolviendo mis piernas
alrededor de su cintura, incliné mi pelvis y golpeé hacia arriba cuando él empujaba hacia
abajo, encontrando su embestida con la mía, nuestros cuerpos sacudiéndose al unísono.
Más y más alto. Grité fuerte, mi espalda arqueándose, disfrutando el placer que
estábamos compartiendo. Había sido un largo tiempo desde que estuvimos juntos, pero
no había incomodidad, solo familiaridad. Era como si el tiempo hubiese retrocedido y
nosotros nunca nos hubiéramos separado.
—¡Tan cerca, oh dios! —Mi cuerpo se tensó cuando se preparó para liberarse. Solté
sus hombros, poniendo mis manos sobre mi cabeza y agarrando apretadamente los
peldaños de la cabecera.
Sus labios se movieron justo bajo mi lóbulo y podía sentir su aliento sobre mi oído.
—Vente para mí, cariño. Vente sobre toda mi polla. —Me ordenó, en un bajo y
profundo rugido.
Su voz exigente me envió en espiral sobre la cumbre de mi deseo. —Sííí —Me sentí
agotada, mi mente volviéndose blanca mientras disfrutaba las ondas de placer que me
consumían. Relajando mis piernas de alrededor de él, la tensión se drenó de mí y me
sentí como una débil muñeca de trapo bajo él.
—¡Oh, dulce Jesús, nena! —Gimió, sus manos cayendo de mis pechos para agarrar
mis caderas, jalándome hacia abajo justo cuando su polla se engrosó y luego se liberó,
llenando con su semilla mi tembloroso núcleo.
Exhausta, y aun así más satisfecha de lo que, creo, he estado alguna vez en mi vida,
caí hacia el frente, atrapándome con una mano en cada lado de su cabeza para no
golpearlo con la caída. Me acosté quieta sobre él, mi cabeza sobre su pecho, escuchando
sus rápidos latidos, disfrutando la sensación de su agotada polla descansando profundo
dentro de mí.
—¡Mami! —La voz de Austin interrumpió lo que estaba a punto de decir, incluso
cuando realmente no sabía que estaba por decir. Cuando ninguno de los dos respondió
de inmediato, la voz de Austin gritó de nuevo, esta vez un poco más cerca.
Él sonrió. —Claro.
96
Página
Capítulo 15
Constantine
Wow. Dejé salir un ruidoso resoplido de aire mientras miraba a Robyn saltar de la
cama y frenéticamente, tomar su ropa para ponérselas. Su cabello rojo era un lío
hermoso y sus mejillas brillaban, produciendo una mirada oh-bebé-tan-sexy de recién
follada. Mi polla se retorció y comenzó a crecer otra vez. Si no fuera por Austin
llamándola, la agarraría, la doblaría sobre la cama y la tomaría una y otra vez, hasta que
mi pene estuviera demasiado adolorido para follarla más.
Hombre, no había caído en el rol de papi querido. Como si ser domesticado con
niñitos corriendo por ahí fuera mi vida. Aunque bajando la mirada a mi pene semi-
erecto, brillando por sus jugos y semen, me di cuenta de que pude acabar de cometer el
error número dos con ella. Siempre era tan condenadamente cuidadoso. ¿Qué había en
Robyn que me hacía tan malditamente descuidado? Ya no era un jodido adolescente.
—Maldición. —Se quejó mientras Austin llamaba otra vez y ella buscaba a tientas el
cierre frontal de su sujetador—. Ya salgo, cariño —gritó a través de la puerta cerrada.
Una vez que su ropa estaba puesta, lanzó un suspiro y pasó una mano por su cabello.
Me miró y parecía que iba a decir algo, entonces sus ojos cayeron a mi polla. Se ruborizó
y entonces corrió por la puerta del dormitorio, sin otra palabra hacia mí, desapareciendo
a través de ella y cerrando después.
Me reí entre dientes por cuán nerviosa estaba, pero en verdad estaba tan alterado
como ella, simplemente era mejor en ocultarlo. Hacer el amor con ella había sido un
error.
cesto del lavadero. Abriendo mi cajón de camisetas, agarré la primera camisa y estuve a
punto de cerrarlo, pero me detuve y miré fijamente en el interior del cajón. Algo no
Página
estaba bien...
Pero, ¿qué?
Estaba a punto de ignorar la sensación cuando llegó a mí. Mis camisas estaban
puestas en el cajón ligeramente desordenadas. Había seis pilas y todas encajaba bien y
ordenadas, pero estas camisetas parecían haber sido colocadas en el cajón rápidamente y
sin cuidado. Alguien había estado aquí.
Le di a mi cabeza una sacudida, era una locura. ¿Robyn realmente revisaría mis
cajones? No quería pensar eso, quería creer que ella confiaba en mí incondicionalmente,
pero eso era una ilusión y no la realidad. Recogiendo las camisas, levanté el fondo falso
y miré dentro. Todo parecía estar en donde lo había puesto, pero había sido tanto tiempo
desde que estuve en este cajón que era difícil decirlo.
Mi mirada cayó sobre la caja del anillo. El anillo. Ese pequeño artículo en esa
pequeña caja de terciopelo había tenido el poder de cambiar mi vida. Para bien o para
mal, hubiera sido un hombre seriamente diferente si ese anillo hubiera encontrado su
camino a la persona deseada. Recogiendo la caja, lo abrí.
Estaba vacía. No se puede decir que me sorprendió demasiado. Descubrí que Robyn
había estado husmeando y actuando un poco rara cuando llegué a casa. Pero, ¿por qué
coño tomó el anillo?
¿Qué estaba planeando ella? Una cosa que aprendí en la vida era que se podía
confiar sólo en una persona: en ti mismo. Por eso es que trabajaba solo.
Robyn
—¿Qué te gustaría, cariño?
—Tal vez la cena sería más adecuada. —Apresurándolo a bajar las escaleras y
dirigirse hacia la cocina, el hecho de que el anillo todavía estaba en algún lugar de la
habitación de Constantine no se me pasó. Eché un vistazo alrededor cuando estaba
recogiendo mi ropa y vistiéndome, pero no pude verlo; sin duda, estaba debajo de un
aparador o la cama. Solo rezaba poder encontrarlo y ponerlo en su lugar adecuado antes
98
—Luces enferma.
—Oh. Estoy bien. Tengo hambre. —Entrando en la cocina, le hice una seña para
que tomara un asiento en la mesa y luego fui a la gran nevera doble. ¿Cuál era el punto
de que un hombre soltero tuviera un refrigerador tan descomunal? Parecía excesivo.
Él comenzó a sacar los ingredientes de los estantes. —Tengo algunos planes que
hacer en los próximos días para arreglar la situación en la que estamos.
4
Ragú: salsa que acompaña a la pasta (o, a veces al risotto) muy tradicional de la cocina napolitana.
Se enderezó, una olla grande en una mano y una caja de espagueti en la otra, y me
dio una mirada sin complicaciones.
Él abrió su boca para corregirme y entonces pareció pensar mejor en eso, y la cerró
otra vez. Colocando la olla y espagueti en la encimera, llegó hasta en la parte superior y
sacó Ragù y especias.
—¿Cómo qué?
Sus ojos se bloquearon con los míos y yo sabía que había más, pero no iba a decirme
lo que era.
—Como que, tengo que terminar lo que comencé y luego estará terminado.
Fruncí el ceño. Quería presionarlo, pero sabía que era inútil. Además, pequeños
oídos estaban dentro del rango de escucha y prestando atención a cada palabra entre
nosotros.
—Lo sé. —Tomando la olla, llené tres cuartas partes completas con agua caliente del
grifo y lo coloqué en la estufa, cambiando el calor a alto. Para cuando terminé con el
agua, Constantine tenía una sartén fuera y estaba colocando una gran porción de carne
de res molida en ella, junto con una rebanada de mantequilla.
—¿Por qué estás sonriendo? —preguntó mientras apagaba la estufa en la que estaban
los espaguetis y comenzaba a vaciarlo.
Página
—Nada. —Estaba un poco avergonzada. Realmente no quería que me viera
vagando mentalmente por el carril de la memoria. Solo porque habíamos follado no
significaba que todavía me amara, aunque un cajón secreto de cosas de nuestro pasado
dijera lo contrario.
—Por lo tanto, ¿estás sonriendo como una idiota en medio de mi cocina por nada?
—Sus labios se transformaron en una sonrisa perezosa y levantó una ceja hacia mí.
—Solo estaba pensando acerca de todas las veces que hicimos juntos la cena en el
pasado. Tu padre y tu madre estaban tan ocupados con el bar que básicamente teníamos
la casa para nosotros cada noche.
Se rio, pero fue una risa hueca. —Ya no mucho. Mi padre se niega a evolucionar
con los tiempos y lo está lastimando. Pero es tan malditamente testarudo, así que
simplemente no enfrentará la verdad. ¿Qué pasa con los tuyos?
Los míos, eso era una cuestión difícil. —No he hablado con ellos en un tiempo. —
Eso era un eufemismo, pero que no comenté más de eso y recé para que él no me
preguntara. No lo hizo. Estaba agradecida.
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Página
Capítulo 16
Robyn
Tiene que estar aquí. Tiene qué. Me llevó toda la noche, pero finalmente había
encontrado un momento, mientras Constantine veía una película con Austin, para
escabullirme en su habitación y buscar el anillo que perdí. Después de la película,
Constantine quería poner a Austin en la cama, así que debería oírlo subir las escaleras y
venir por el pasillo.
Oh, sí, qué buena decisión. Por cierto, Constantine, estaba hurgando entre tus cosas y
decidí levantar un fondo falso de tu cajón y usar el anillo que, asumo, compraste para mí, me burlé
yo sola.
—¿Perdiste algo? —Escuché preguntar a Constantine. Juro por Dios que mi corazón
se detuvo y cayó a mi estómago al oír la voz de Constantine. El hombre era locamente
sigiloso, no lo había escuchado entrar. Saliendo de atrás de la cama, soplé un mechón de
pelo de mi cara, que había caído sobre mis ojos.
—Ummm. Yo... —Entonces, mis ojos lo notaron mientras levantaba su mano, con
el dorso de ésta mirando hacia a mí, el anillo en la punta de su dedo meñique. Mi boca
se abrió—. ¿Qué? Ummm... —Hombre, mi vocabulario era estelar ahora mismo. Pero
me tenía con las manos en la masa, por así decirlo y no tenía ni idea de cómo lidiar con
esta situación.
Su expresión estaba en blanco; incluso sus ojos se negaron a delatar lo que estaba
pensando o sintiendo. Mirándolo fijamente, no sabía cómo interpretarlo. Obviamente, el
102
—En lugar de tratar de inventar una mentira que veré en un segundo, también
Página
podrías probar decirme la verdad. ¿Estabas tratando de reunir cosas para vender y salir
huyendo?
La ira me inundó, lavando la vergüenza y la culpa que había estado sintiendo.
Plantando mis manos en mis caderas, lo fulminé con la mirada desde el otro lado de la
habitación. —En primer lugar, ¡nunca te robaría! En segundo lugar, si necesitara dinero
hasta el punto en el que necesito vender algo, ¡entonces vendería uno de mis bolsos o
algunas de mis propias joyas¡ —Si Constantine no hubiera aparecido cuando lo hizo, lo
hubiese hecho. Estuvo en mi lista de cosas por hacer, pero no iba a decirle eso.
—Entonces, ¿por qué estabas hurgando en mis cosas? Tuviste que haber hecho una
exploración exhaustiva para encontrarlo. Ambos sabemos de dónde vino esto.
—Así que, mi pregunta para ti es: ¿por qué estabas husmeando entre mis cosas?
Una pequeña sonrisa le tocó los labios, aunque me di cuenta de que estaba haciendo
todo lo posible por retenerla. —Así que eso era lo que pasaba con todos los gruñidos y
gemidos en el baño, y aquí estaba yo pensando que estabas estreñida.
—No, no estaba estreñida, Jesús, eso es vulgar. —Le fruncí el ceño—. Estaba
tratando de quitarlo de mi gordo dedo.
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—Pero si son gruesos —Levanté mis manos frente a mis ojos y las examiné.
—Dios mío, eres tan imposible como en aquel entonces —Se volvió y entró en el
vestidor—. Malditamente imposible.
—¿Importa?
—Sí, podría ser. —Me apoyé contra el marco de la puerta y metí mis manos en los
bolsillos de mis vaqueros—. Ese anillo, ¿era para mí?
Levantó la vista del anillo, que ahora estaba ajustado en su estuche, a mí. —¿Qué
piensas tú?
—Creo que puede haberlo sido. ¿De dónde sacaste el dinero para eso?
Rio entre dientes, pero había ironía en esa risa. —Piénsalo un poco y deberías ser
capaz de averiguarlo.
Mirando hacia abajo, miré fijamente a un lugar al azar en el piso. No era estúpida,
lo sabía. —El robo... Era para comprar el anillo.
—Entre otras cosas. Estábamos empezando una vida juntos. Necesitábamos más
dinero del que podía conseguir honestamente. Creí que, si podía conseguirnos el dinero
para empezar, entonces estaríamos bien.
—Pero no estábamos bien. La razón por la que me fui fue por lo que habías hecho.
—Porque te amaba. Y luego supe que estaba embarazada y solo tenía que alejarme
de la locura en la que parecías prosperar. Era capaz de manejar las peleas y los
encontrones ocasionales que tenías con la policía, pero eso era un nivel completamente
diferente de equivocación. Tenía que proteger a mi bebé.
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Nos miramos un momento y yo sabía que tenía razón. La mierda en la que estaba
involucrado no era algo de lo que deberíamos estar cerca. —¿Estoy a salvo contigo?
—No hay nadie en este mundo con él que estarías más segura, Robyn. —Dio un
paso hacia mí y luego otro. Una parte de mí quería huir de él, pero otra parte, la parte
más fuerte, le creía y necesitaba estar en su abrazo.
—¿Por qué conservar todos esos recuerdos? —pregunté, dando un paso hacia él. No
podía resistir su comodidad si lo intentaba y estaba cansada de pelear. Estaba cansada de
estar con alguien que solo me tenía como un trofeo que sacaba y jugaba cuando lo
deseaba, y luego me alejaba cuando no lo hacía. Así era la vida con Gabriel. Pensé que
simplemente era un hombre de negocios trabajador cuando lo conocí. Supongo que lo
era, pero no era el tipo de negocio que imaginé y había un monstruo detrás de la sonrisa
y el encanto.
Lo miré a los ojos. —Quiero saber —Pero yo sabía, el velo estaba cayendo y estaba
viendo el amor que había estado allí durante tantos años, dormido hasta ahora, al
acecho... Por mí.
—Eres la única mujer que he amado. Mierda, la única persona y punto, para el caso.
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Página
Capítulo 17
Robyn
Sus labios se estrellaron contra los míos, hambrientos y demandantes. Su lengua
forzó su camino pasando mis labios separados mientras jadeaba con sorpresa ante su
acción repentina. La pasión en su beso, combinada con la admisión de su amor por mí,
me excitaron y la necesidad dentro de mí se volvió abrumadora.
Quitando sus labios de los míos, mordió el lado de mi cuello. Gemí en voz alta. El
olor de su colonia se deslizó por mi nariz, envolviéndose alrededor de mí y
atrayéndome.
—¿No qué? —pregunté antes de correr la lengua por la parte inferior de su eje.
Sonriendo, agarré sus bolas en una mano mientras corría la punta de mi lengua por
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su eje, una segunda vez. Lo deseaba, lo deseaba tan jodidamente tanto, pero la mirada
de deseo y lujuria en sus ojos hacía que la espera de mi propio placer valiera la pena.
Juré que cuando terminará con él, arrancaría mi ropa, rogando estar profundo dentro de
Página
mí.
Cuando fui a burlarme de la punta nuevamente, Constantine balanceó sus caderas al
frente, deslizando su pene dentro de mi boca. Sorprendida, me atraganté cuando la
cabeza golpeó contra la parte posterior de mi garganta, pero rápidamente me recuperé,
agarrando la base de su eje en mi mano libre y trabajando con mi mano al mismo tiempo
que mi boca, moviéndome de arriba abajo en su longitud.
—Levántate —No era una petición, era una demanda, mientras se salía de mi
agarre, tomaba la parte superior de mi brazo y me obligaba a levantarme.
Constantine deslizó su mano por mi espalda y culo, hasta el vértice entre mis
piernas, palmeando mi coño, apretando suavemente y haciéndome jadear. Apoyó su
duro cuerpo contra mi espalda, me apartó el cabello hacia un lado y besó suavemente mi
nuca. —Dios, que mojada estás para mí…
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—Lo estoy. Te necesito —Me empujé hacia atrás contra él, su polla se deslizó entre
mis piernas y se acomodó entre los labios húmedos de mi coño—. Tómame, por favor.
Página
—Pronto. —Se estiró y palmeó mi montículo. Extendió mis labios vaginales
utilizando el dedo índice para acariciar mi clítoris, haciéndome gritar y retorcerme
contra su mano, esperando una liberación de la presión construyéndose.
¡Gracias a Dios!
Apartó sus labios de los míos. Colocando una mano en el centro de mi espalda,
entre mis omóplatos, me empujó plana contra la parte superior de la cajonera y comenzó
Página
a follarme duro, su polla castigando mi coño con cada empuje. Ya no estaba en ningún
modo, estado o forma a cargo y ¡me encantaba!
—Sí, sí, sí… —La palabra estaba siendo gritada en mi mente, una y otra vez. Mi
estómago se sentía como si hubiera un espiral gigante dentro de mí, enrollada
tensamente y lista para romperse en cualquier momento.
Grité mientras mi cuerpo se tensaba debajo de él y luego fui arrastrada en una ola de
alivio tan intenso que provocó lágrimas en mis ojos. Dejé escapar un respiro rasgado. —
Increíble —No pensé haberlo dicho en voz alta, pero cuando se inclinó sobre mí,
manteniéndose firmemente atrincherado dentro de mi núcleo y susurró la misma palabra
en mi oído, supe que había escuchado.
—No creo que pueda tener suficiente de estar contigo, Robyn —dijo, pasando sus
labios por el costado de mi cuello.
—Yo tampoco —Y era verdad. Tal vez yo había cometido un enorme error todos
estos años. Cada momento que pasaba con él, estaba cada vez más convencida de ello.
No puedo olvidar la razón por la que lo dejé, me dije a mí misma. Pero con el hombre
que había amado una vez profundamente dentro de mí, nuestros jugos mezclándose y
goteando dentro de mi núcleo, era difícil recordar por qué.
—Sí, me gustaría eso —Había pasado mucho tiempo desde que estuve satisfecha y
me quedé dormida en los brazos de un hombre que genuinamente se preocupaba por mí.
No podía recordar la última vez que me sentí segura y a salvo, pero ahora me sentía así.
Se sentía bien.
Alcanzamos el borde de la cama y me bajó sobre mis pies. Tomando un paso atrás,
109
emocional.
Como si sintiera mi cambio de humor y necesidades cambiantes, me rodeó y apartó
las mantas. —Entra.
Te amo. Estaba tan contenta y feliz en este momento que aquel par de palabras
pequeñas, pero extremadamente poderosas, casi escaparon de mis labios. Pero me
detuve a tiempo. No tuve que preocuparme por el peligro de dejarlo escapar por segunda
vez porque estaba durmiendo en menos de un minuto.
Constantine
Maldita sea, me encanta la sensación de un cuerpo caliente a mi lado en la mañana. Pasé las
yemas de mis dedos a lo largo de su carne cremosa mientras abría lentamente mis ojos y
miraba a la mujer abrazada a mi lado, con la cabeza apoyada en mi pecho.
¿Robyn?
Me tomó un momento recordar los acontecimientos del día anterior. Esta no era
solo una mujer, esta era la única mujer en mi vida que había amado y aquí estaba,
metida contra mí, roncando suavemente. Esta última semana se sentía tan surrealista.
Estaba volando mis sesos que ella estuviera aquí ahora mismo.
Y tenía un hijo durmiendo en la habitación al final del pasillo. Un hijo al que arropé
y me dijo, buenas noches, Constantine. Su pronunciación de Constantine era un poco
apagada, pero eso estaba bien. Era adorable cómo lo dijo, en cierto modo. ¿Había alguna
posibilidad de que en el futuro ya no fuera Constantine, sino papá?
¿Podría yo ser un papá? Mi padre adoptivo no parecía pensar así. No lo había dicho
directamente, pero bien podría haberlo hecho. Mi vida no era una vida amigable con los
niños, era una vida de solitario. Yo era alguien que tenía aventuras de una noche, no
compromisos con niños y una familia. ¿Podría fusionar los dos?
Tal vez, simplemente necesitaba hacer de tripas corazón y conseguir un trabajo real.
110
Resoplé pensando en lo ridículo que sonaba. Nunca podría ser un hombre normal.
Imagina mi currículum. Me reí entre dientes. Y la entrevista de trabajo sería divertida. —
Página
Señor Bateman, veo que su currículum vitae está ausente de experiencia de trabajo. ¿Qué
ha estado haciendo para trabajar? —Yo respondería—: Caramba, no sé, matar a gente
por dinero.
No podía ver esa entrevista yendo mucho más allá de ese punto.
Lo curioso fue que, hasta el otro día, estaba empezando a pensar que no era capaz
de amar. A lo largo de los años, empecé a pensar que mis sentimientos por ella habían
sido mi imaginación. Yo no estaba enamorado, era estrictamente un enamoramiento.
Sin embargo, desde el momento en que regresó a mi vida, comencé a darme cuenta de
que me estaba tomando el pelo. El amor era una emoción que era capaz de sentir.
Ahora solo tenía que averiguar qué demonios iba a hacer con esta realización.
Por mucho que me hubiera gustado quedarme allí en la cama con ella, sabía que
había un niño al final del pasillo que se despertaría en cualquier momento. Con el mayor
cuidado posible, salí de la cama y me dirigí al armario. Agarrando un par de pantalones
de pijama de franela, me los puse, apreté el cordón y salí del dormitorio, cerrando la
puerta suavemente detrás de mí.
Él asintió con la cabeza, puso pausa al juego y me miró con esos ojos azules.
Simplemente mirarlo me recordó mi infancia, antes de que mis padres biológicos fueran
asesinados y me pusieran en el sistema. La vida era buena en ese entonces. —Papá
también. Papá trabaja mucho y pelea con mamá. La hace triste, pero lo extraño.
Era como un cuchillo cortando mi corazón oírle llamar a otro hombre su padre,
especialmente a un pedazo de mierda como Gabriel Salvatore. Fue en ese momento que
supe que necesitaba tomar mi lugar legítimo como su padre.
—¿Qué tal si dejas el juego por un rato y tú y yo encontramos algo que hacer? Tengo
una piscina afuera. ¿Sabes nadar?
Sacudió la cabeza.
Gabriel Salvatore
—Jefe.
Haciendo una pausa con mi bebida, un ron y coca, hacia mis labios, me quedé
mirando a mi segundo al mando, Caín Ramírez. Caín parecía nervioso, sus ojos oscuros
se movían de un lado a otro, pero se negaba a hacer contacto visual, lo que significaba
que tenía malas noticias. Yo tenía una reputación de tener un temperamento rápido. La
última persona que me dio malas noticias tuvo un desafortunado accidente con el tren F.
Los accidentes ocurren.
hacer funcionar. —La verdad sea conocida, funcionaba bastante bien sin mí, aunque
tenía un envío viniendo dentro de una hora, por lo que tenía que estar allí.
Página
—Chester.
—¿Qué pasa con él? —Jodido insensato, todas estas indecisiones alrededor del tema
iba a conseguirle a Caín una puta bala en la cabeza.
Pero me gustaba el chico y él adoraba a su querido papá. Una vez que ella estuviera
fuera de la imagen, el chico me pertenecería y lo prepararía para que se hiciera cargo de
mi imperio cuando llegara a la mayoría de edad. Era un pequeño cabrón inteligente;
incluso a los cinco años se veía que el niño estaba destinado a grandes cosas.
Bueno, eso explicaría por qué no me había informado sobre el sicario que contrató o
sobre Robyn. —Así que fue un acto al azar, un drogadicto no consiguió la mierda que
necesitaba, por lo que tomó las cosas en sus propias manos o...
—La policía está investigando. —Cain cambió de un pie a otro. Existía más que él
no me estaba diciendo. Ya había tenido suficiente de su vacilación.
Tomando el revólver que estaba montado bajo mi escritorio, lo apunté hacia Caín.
—Mierda, escúpelo o juro por Dios que voy a volar tu condenado cerebro por toda esta
oficina.
—Robyn ha desaparecido. Puede que hayamos esperado demasiado tiempo y tal vez
ya haya hecho un trato con los federales.
—¡Jodida puta! —Vi rojo, la rabia me llenó, alimentada por los efectos de la cocaína
que inhalé no hace mucho tiempo. No uso a menudo; los distribuidores que inhalan
demasiado de su propio producto no permanecen en el negocio por mucho tiempo, pero
yo había estado en el borde desde que la pequeña perra se fue. Mi dedo apretó el gatillo y
la pistola sonó. Mi objetivo se quitó, perdiendo el blanco de su frente y pasando
zumbando junto a su cabeza, pero llegando tan cerca que le rozó la oreja. Caín gritó, con
sus manos en dirección a su oreja sangrante.
—Puede que no lo haya hecho. Solo sé que se había ido —Había puro terror en sus
113
ojos, pero Cain no corrió, tomó la bala como un campeón. Era un buen soldado. Mi
nuevo primero al mando, al parecer. Por supuesto, si hubiera intentado correr, yo le
Página
—¿Y entonces, señor? Si está bajo custodia policial, será difícil llegar a ella.
—Encuentra una manera, sé creativo, lo que se necesite y tráela a mí. Quiero ver a
esa zorra morir con mis propios ojos, ya no dejaré esta mierda al azar.
—Sí, señor.
114
Página
Capítulo 18
Constantine
—No estoy tan segura de esto.
—Han estado encerrados en la casa por dos días y necesitas salir, si no es por ti, por
él. —Apunté sobre mi hombro al asiento trasero, donde Austin estaba viendo una
película con los auriculares puestos. Personalmente, odiaba las caricaturas, pero siendo
un niño, a Austin le encantaban. Los auriculares eran algo que me permitiría mantener
mi cordura mientras lo hacía feliz.
—Sí —dijo en voz baja, a pesar de que Austin tenía los auriculares bloqueando
nuestras voces—, pero Gabriel está ahí fuera, buscándome, así que no creo que estar en
un lugar público sea una buena idea.
—Está a dos horas de la ciudad y estoy bastante seguro de que sería el último lugar
en que te encontrarías con él o con sus hombres.
Ella me lanzó una mirada dudosa, pero estaba confiado. Six Flags era el último lugar
en el que esperaría ver a Gabriel. Y si estuvieran allí, me ocuparía de ellos antes. El
hecho era que este bien podría ser el último día que estaría con ella y Austin. Había
ideado a un plan después de seguir los movimientos de Gabriel y sus secuaces, y mañana
sería el día en que lo ejecutaría. Sabía que después de mañana, la vida para ella
cambiaría seriamente. Sería la viuda de uno de los jefes más grandes de narcotraficantes
del país y el que yo formara o no parte de esa nueva vida, seguía en duda.
Nuestro futuro todavía era incierto. Solo porque teníamos sexo no significaba que
las cosas podían recomenzar entre nosotros. Si ella sentía que mi vida hace seis años era
demasiado extrema para criar a un niño, entonces criar uno donde su padre era un
asesino a sueldo sería doblemente extremo. La cosa era que quería este día. Diablos, si lo
admitiera, este día era más para mí que para ellos. Quería saber cómo era ser parte de
una familia. Quería perderme en la ilusión de ser padre y hombre de familia, aunque
fuera solo una fachada.
—Mira, si te hace sentir mejor, hoy está esperando un envío para él y su personal
está preocupado con la llegada. Six Flags es la última cosa en su mente.
115
—Es mi trabajo saberlo, Robyn. ¿Crees que accedí a trabajar para él sin saber
exactamente en qué me metía?
—No, supongo que no. —Sonó insegura, lo cual me molestaba. Necesitaba que
tuviera confianza en mi capacidad para protegerla.
Entonces dile lo que realmente haces para ganarte la vida, instó una voz en el fondo de mi
mente.
Era la primera vez que escuchamos de Austin desde que salimos de mi casa y el
súbito sonido de su voz me sobresaltó por una fracción de segundo. Miré el espejo
retrovisor para ver dónde apuntaba. Seguí la línea de su dedo diminuto para ver la cima
de una montaña rusa. El pequeño tenía una maldita buena vista para haberla visto.
Todavía estaba bastante lejos.
—¡Genial!
—Muy genial.
—Quiero montarla.
—Eso podría dar un poco de miedo, cariño. Es para adultos. Pero apuesto a que hay
otros que te gustarán más.
—Yo no soy un bebé, mami. —Cruzó los brazos sobre su pecho, levantó la barbilla
y le dirigió una mirada de absoluto desafío.
—Lo que tu madre quiere decir es que solo permiten entrar a gente alta. Y tienes que
tener más de doce años.
—Por supuesto que no, amigo, eres el chico de cinco años más valiente que he
conocido. Sé que no tienes miedo, pero son las reglas. —Miré a Robyn para ver una
116
amplia sonrisa en su rostro, mientras sus ojos se movían de Austin a mí y otra vez
Robyn
El Palacio de Juegos Para Niños. Nuestra parada final antes del largo trayecto de
dos horas más a casa. Bueno, casa de Constantine. Después de dejar el apartamento,
Austin y yo nos quedamos más o menos sin hogar. Luego de que todo esto acabara,
tendría que considerar seriamente lo que iba a hacer para nosotros. Constantine no
querría que nos quedáramos para siempre.
Él tenía razón, pasamos cinco horas en Six Flags y no hubo señal de Gabriel o de sus
matones. Tal vez estaba siendo demasiado paranoica. Tardé un par de horas en empezar
a relajarme hasta el punto en el que, realmente, comenzaba a divertirme. Hasta ahora,
Austin estaba muy feliz. Se había montado a cada atracción del Palacio dos veces y
ahora estábamos en la parada final, la sala de juegos. Básicamente era un lugar para
dejar a tu hijo de treinta minutos a una hora, para que los adultos tuvieran la
oportunidad de disfrutar de las atracciones.
—Antes de que te pongas paranoica, te voy a decir que no te preocupes. Él está bien;
nadie aquí lo va a lastimar —susurró Constantine en mi oído.
—Solo tengo que poner un brazalete en la muñeca de su hijo y uno en el suyo, señor
—dijo la joven empleada a la entrada del Palacio.
Mirando a Constantine, esperé a ver si iba a aceptar ser llamado papá o no.
La chica, que yo diría que tenía unos dieciocho, demasiado guapa para su propio
bien (estoy segura de que sabía lo caliente que era), miró de Constantine a Austin y
luego otra vez.
117
—Luces igual que él. Tus ojos son de un tono increíble de azul. —Ella me ignoró
descaradamente mientras miraba a Constantine.
Página
Oh chico, no pude evitar rodar mis ojos ante el ridículo intento de seducir a mi
hombre... bueno, tal vez no era mi hombre, pero yo estaba con él. Como, ¡hola,
retrocede, hermana! Por lo que ella sabía, Austin era nuestro hijo, no solo suyo, sino
NUESTRO, lo cual era cierto.
Austin gimió en voz alta, rodando sus ojos hacia mí, casi en la misma manera en la
que yo lo hice momentos antes. —No soy un bebé, mami. —Sin esperar que yo
respondiera, corrió de mi abrazo hacia el parque de juegos, donde ya había una docena
de otros niños jugando, varios a la pelota, otros en el laberinto, otros sentados en silencio
y jugando con un tren grande puesto entre una docena de otras actividades.
La otra mujer me sonrió, pero era falsa. No le agradaba, podía verlo en sus ojos.
Mala suerte, señorita. —Está en buenas manos, que ustedes dos se diviertan.
—Entonces, ¿qué fue todo eso? —preguntó Constantine mientras nos alejábamos,
bajando la voz para que la empleada no pudiera oír.
—No me agradó, estaba coqueteando contigo, conmigo justo a tu lado. ¿Qué tipo de
zorra hace eso?
—¿Qué se supone que significa eso? Cuando estábamos juntos, nunca tuve ojos para
118
—Ugh. —Lo empujé con mi codo, pero no solté su mano. Hizo un acto de quejidos
y se dobló hacia delante.
—Es mi costilla —jadeó, deteniéndose y soltando mi mano para colocarla sobre sus
costillas—. Me rompí unas costillas y todavía están sanando. —Inhaló y gimió, su mano
libre saliendo disparada y agarrando el barandal a nuestro lado. —¡Oh, dios, duele!
La mirada de dolor que tenía hace un momento desapareció y fue reemplazada con
una amplia sonrisa y un brillo travieso en sus ojos. —¡Te tengo! Eres malditamente
119
demasiado fácil de engañar, nena. —Se enderezó mientras se reía. Se rio tan fuerte que
lágrimas salieron de sus ojos.
Página
—Eres un idiota. —Curvando mi mano en un puño, le di un golpe en el hombro—.
Eso no fue gracioso.
—Estaba preocupada.
—Idiota condescendiente, estaba de verdad preocupada por ti. —Sin esperar una
respuesta, caminé delante de él y me metí en el carril rápido. Constantine había insistido
en conseguir Pases FLASH y me alegré de haberlo hecho; la fila regular estaba atrasada
por lo menos una hora.
—Lo siento. Eso fue grosero —dijo, corriendo detrás de mí y envolviendo sus brazos
alrededor de mi cintura, tirando de mí contra él—. Perdóname —susurró contra mi
cuello, enviando un escalofrío a través de mí y encendiendo mi excitación.
Sucio bicho, él sabía lo que me hacía. Dos podrían jugar a este juego. Me froté
contra él, asegurándome de que mi culo rozaba su entrepierna. En efecto, hubo una
agitación en sus pantalones y una gruesa cresta comenzó a endurecerse contra mí.
—Bromeas.
Constantine
Podía suponer lo que había sido estar con un monstruo como Gabriel. Claro, yo
120
también era un monstruo, pero era un tipo completamente diferente. Los hombres que
conocieron mi ira se lo merecían. El mundo era un lugar mejor sin ellos. Aunque
supongo que la mayoría de los asesinos lo justificaban de una manera u otra.
Página
Disfruté el paseo, pero lo que disfruté aún más fue ver la expresión de alegría en su
rostro cuando ella gritó, se rio en las vueltas y levantó sus manos en el aire en las caídas,
para aumentar la sensación de anti-gravedad. Así era como la recordaba, optimista y
despreocupada.
El paseo terminó demasiado rápido, pero a pesar de que lo hizo, todavía había
felicidad en sus ojos. Estaba feliz de poder darle este día. Tomándola de la mano, la llevé
al siguiente viaje.
Para el momento en que los treinta minutos pasaron, estuvimos en cinco paseos y
mi estómago estaba empezando a quejarse. La comida del parque no era la mejor; solo
fui capaz de comer un perro caliente. Había un pequeño restaurante a unos diez
minutos, el cual sería nuestra próxima parada.
Cuanto más nos acercábamos al parque de juegos, más rápido caminaba ella; hasta
que estuvo a punto de correr. —¡Vaya! ¿Dónde está el fuego?
—¡Se ha ido! —Me miró, dolor y lágrimas llenando sus ojos—. ¡Se llevaron a
Austin!
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Página
Capítulo 19
Robyn
—¡Se fue! ¡Se fue, Constantine! —Juro que nunca había estado tan asustada como lo
estaba ahora. Sentía que todo mi mundo estaba desmoronándose a mí alrededor y era
difícil respirar. Austin era todo lo que tenía; sin él, la vida no valdría la pena.
—¿Relájate? ¡Se ha ido, Constantine! ¡Gabriel se lo llevó! —Se estaba haciendo más
difícil respirar, tan duro. Comencé a jadear por aire, apoyándome en Constantine.
—¿Está bien? —Escuché preguntar a una mujer, pero la voz sonaba muy lejos, como
si estuviera bajo el agua y estuviera tratando de escuchar por encima de la superficie.
—¿Mami está bien? —Estaba dirigiéndose a otra persona, pero sus ojos asustados
estaban centrados en mí.
—Tenía que hacer pis. Esa chica me llevó. —Señaló a la mujer que estuvo
coqueteando con Constantine antes. Ya no odiaba a la mujer.
122
—Oh. —Mi rostro enrojeció cuando comencé a mirar a nuestro alrededor y descubrí
a la pequeña multitud que se reunía, todos mirando. Constantine estaba
Página
tranquilizándolos, que todo estaba bien, y así la muchedumbre poco a poco empezaba a
disiparse.
La mano de Constantine en mi codo me ayudó a ponerme de pie.
No podía creer que reaccioné tan mal. Oré para que la multitud desapareciera
rápidamente, porque mi vergüenza era intensa; quería que el suelo se abriera y me
tragara completa.
—Solo… —Miré hacia el parque de juegos y luego hacia Austin—. No podía verlo y
pensé…
—Está bien. Todo va a estar bien. —Me empujó contra él y enterré el rostro en su
pecho, mientras sostenía la mano de Austin. Necesitaba saber que él estaba bien.
Mientras que lo que acababa de ocurrir era una reacción exagerada, sabía que el susto se
quedaría conmigo durante mucho tiempo.
—Todo esto…
Con un brazo envuelto a mi alrededor, me guió lejos del Palacio de Juegos y hacia la
salida.
Sabía lo que quería decir con “terminar”. Iba a eliminar a Gabriel y a cualquiera que
se interpusiera en su camino. Pensarás que después de estar con el hombre durante años,
sentiría remordimiento acerca de lo que estaba a punto de suceder, pero no era así.
Envió a un hombre a asesinarme. Física, emocional y mentalmente abusó de mí. El
hombre destruyó vidas, las vidas de aquellos cercanos a él y de extraños. Él pensaba que
era intocable.
Constantine
—¿Te divertiste, amigo? —pregunté, mirando a Austin, mientras devoraba una
rebanada de pizza.
Asintió. Una vez que el trozo fue masticado y tragado, respondió—: Fue muy
123
—Quizás después.
—Está bien. —Sonrió y buscó otra rebanada. Chico, ¿podía alguna vez alejar al
pequeño de la comida?
Mire al otro lado de la mesa para ver a Robyn observándome con una mirada
peculiar en su rostro
Ella negó y bajó la mirada, hacia su intacta rebanada de pizza. Apenas habló desde
el episodio en el parque y no había bebido o comido nada. No me gustaba verla así.
Mirando a Austin, vi que estaba ocupado con su pizza y jugo. Él no nos estaba
prestando atención, así que cambié de lugar para estar más cerca de Robyn. Capturando
su barbilla en mi mano, la forcé a mirarme y había lágrimas en sus ojos.
No necesité preguntar qué estaba mal. Estaba al borde y tal vez su cordura también,
cuando se trataba de esta situación. Necesitaba liberarse de Gabriel. Hasta que esto se
resolviera, ella lo vería en las sombras. Incluso después de terminar con él, no me
sorprendería si ella continuaba mirando sobre su hombro y lo viera en las sombras a
cada paso.
Resopló.
—¿Y qué tal si no? No estoy segura de poder protegerlo. Tal vez debí trabajar con
los federales —dijo en un susurro, así Austin no podía escuchar.
Asegurándome que mi voz fuera tan baja como la ella, respondí—: Nada de “qué tal
si”, Robyn. Estás haciendo lo correcto. Dije que me encargaría de esto y una vez que lo
haya hecho, serás libre.
—¿Y entonces qué? —Sus ojos buscaron los míos y supe que el tema cambió
levemente y ella ahora estaba refiriéndose a ella y a mí. ¿Qué sería de nosotros una vez
que todo fuera dicho y hecho?
124
caliente. Pero seguía siendo hermosa para mí. Siempre sería hermosa para mí.
—¿Qué tal si, una vez que llevemos a Austin a la cama, tenemos una larga y seria
charla sobre eso?
Asintió, tomando la servilleta y sonando su nariz. Sonó como una bocina y me hizo
reír. Su ceño se trasformó en una sonrisa. Bien, no quería verla fruncir el ceño otra vez,
por ninguna razón.
Robyn
Me sentía como si hubiese docenas de mariposas revoloteando en mi estómago
mientras esperaba afuera junto a la piscina a que Constantine regresara de acostar a
Austin. Toda esta situación era tan extraña, se sentía bien y correcta, pero estaba
sucediendo tan rápidamente. Ni siquiera había conseguido mi divorcio y estaba
enamorada de alguien más; aunque para ser justos, el divorcio debió haber ocurrido hace
mucho, mucho tiempo, incluso antes de que finalmente tuviera el coraje de irme. Y
mientras me sentaba y contemplaba las cosas, no creía que hubiese dejado de amar a
Constantine.
Pero ¿qué pasaba con Austin? Había cometido el error de permitirle considerar a
Gabriel como su padre y ahora estaba pagando el precio. ¿Qué pasaría si permitiera a
Constantine entrar en su vida y descubrir que había cometido otro gran error? ¿Qué es lo
que realmente sabía acerca de este nuevo Constantine?
Grité al oír la voz de Constantine. Estaba tan envuelta en mis pensamientos que no
lo había oído entrar en la zona de la piscina. El hombre era increíblemente ligero de pies
para un hombre de su tamaño. Un rubor calentó mis mejillas mientras miraba por
encima de mi hombro, para verlo caminar a través del patio hacia mí. Llegando a mi
lado, se inclinó y me dio un tierno beso en los labios.
Estuve mirando la piscina. Había pasado un tiempo desde que nadé, aunque Gabriel
tenía una enorme piscina techada en su casa. —No tengo traje de baño aquí. Está
empacado con mis cosas.
Se quitó la camisa y la tiró en la silla junto a mí. Mis ojos lentamente bebieron la
125
vista de su pecho desnudo a la luz de la luna. —¿Por qué necesitarías un traje de baño?
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Miré alrededor. Su propiedad estaba completamente separada de cualquiera de las
residencias vecinas, aparte del extremo opuesto que daba hacia el lago, y la habitación
de Austin estaba al otro lado de la casa así que no sería capaz de ver nada.
Estaba tentada, muy tentada, pero había mucho que necesitaba ser discutido. Si
fuéramos por el camino que él quería, entonces dudaba seriamente que habláramos
mucho esta noche. —Pensé que íbamos a discutir algunas cosas.
—Lo sé. Te dije que lo discutiríamos, entonces hablemos. —Puso una mano sobre
mi rodilla, junto a mi cara, y la apretó suavemente.
No sabía por dónde empezar. En el camino de regreso a casa desde Six Flags, había
reflexionado sobre todo lo que necesitaba decir y sobre todos los problemas que debían
abordarse, pero, de momento, estaba en blanco sobre dónde comenzar.
Él me miró; era evidente que quería que yo comenzara. Solo agrégale presión,
Constantine.
—¿Qué haces realmente para ganarte la vida, Constantine? ¿Por qué Gabriel te
contrató?
Él rio entre dientes, pero no fue por felicidad, sino por nerviosismo. Podrían haber
pasado años, pero aún podía diferenciar sus risas. —Por lo general, me contratan para
deshacerme de los problemas.
—Creo que lo sabes, cariño. No fui contratado para ir a tratar de convencerte de que
regresaras a Gabriel. No eres una mujer estúpida, sé muy bien que tú también lo sabes.
Dudó en contestar, pero realmente no necesitaba que él contestara para saber que yo
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—¿Por qué no hice qué? —Pasó una mano por su cabello y miró a la nada.
Cualquier cosa para evitar mirarme a los ojos.
—Dios, Robyn, ¿por qué seguimos con ese tema? Sabes las respuestas, ¿por qué me
haces decirlo?
—¿Por qué?
—¿Sabías que era yo cuando tomaste el trabajo? —Él no podría haberlo hecho. El
padre de mi hijo nunca habría ido al tejado de un edificio ni me habría apuntado con un
rifle si hubiese sabido quién era.
127
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Capítulo 20
Gabriel Salvatore
—Hay algo que tienes que ver, jefe.
La ira hervía dentro de mí. —¿Qué quieres? —Habían pasado dos días desde que
Chester fue asesinado. El contrato sobre la vida de Robyn se terminó y no llegué a
ninguna parte. Mis hombres eran unos malditos incompetentes—. Será mejor que sea
bueno. No estoy de humor para tonterías ahora mismo.
—Fui al café donde Chester se encontró con el sicario y convencí al dueño para que
me diera las imágenes de la cámara de seguridad.
—¿Y?
—Tuvimos suerte. La identidad del hombre estaba en su base de datos. —Se acercó
a mi escritorio y puso una hoja de papel. El papel tenía una foto del hombre, nombre y
algunas estadísticas e información personal.
Constantine Bateman.
Mirando fijamente la foto del hombre, mis ojos se estrecharon. No fue la cara lo que
reconocí, fue el nombre. Constantine era un nombre raro. Solo lo había oído una vez: el
amor de Robyn en la secundaria y el padre de Austin. Ella estaba con él y él eliminó a
Chester para mantenerla a salvo, lo que significaba que su próxima parada serían mis
hombres y yo. Es lo que yo haría.
128
Maldito Chester, incluso muerto me estaba jodiendo. Debí ser más sensato y no
haberle dado una tarea tan importante. Ahora, tenía que lidiar con un asesino de mierda.
Página
—Averigua todo lo que puedas sobre este hombre y contáctame. Vamos a terminar
esto de una vez por todas.
Constantine
—¿Y si solo huímos?
—Escúchame.
—Ya pasamos por esto. —Y lo habíamos hecho. Huir no era una opción. Me
rehusaba a pasar mi vida mirando por encima de mi hombro. Y no iba a dejar la vida
que había construido. Sí, fue construida sobre la sangre de otros, pero era mía. Nueva
York era mi hogar y también iba a ser el hogar de mi hijo. Mataría a quien fuera para
hacer que sucediera.
Ella masticó su labio inferior, retorciendo los dedos de sus manos en frente suyo. —
¿Y si va mal?
—¿Mal cómo? —No iba a pensar en ningún “y qué tal si” con ella. Lo último que
quería era que se preocupara o cuestionara mi competencia para hacer el trabajo.
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No tuve que mirar por encima de mi hombro para saber que ella estaba frunciendo
el ceño detrás de mí. No debí utilizar el término “esposo”, parecía poner un sabor muy
amargo en su boca y francamente, en la mía también. Tal vez fue mi amargura lo que
exigía que yo la hiriera de vez en cuando, golpeándola donde le dolía.
Yo era un idiota. Una parte de mí todavía estaba sufriendo por, lo que consideraba,
su traición y quería que ella se lastimara también. Dijo que dejarme fue tan duro para
ella como para mí, pero no fue a ella a quien le ocultaron todo. Yo no le había quitado
nada. Estaba tratando con fuerzas de ver su punto de vista y ponerme en su lugar.
No era importante en este momento. Lidiaría con esas emociones cuando todo
terminara. Ahora que sabía de la existencia de Austin, no iba a dejarlo ir. Era algo que
decidí durante el lapso de los últimos dos días. Robyn puede o no ser parte de ese
paquete, eso aún no se ha decidido.
—Aun así... —Se fue apagando. Esperé un momento, pero no dijo nada más.
Estaba más cerca de derramar esas lágrimas. El corazón en mi pecho, que había sido
duro durante tanto tiempo, se agrietó. —Será un nuevo comienzo. Para nosotros. ¿Es
eso lo que quieres? —Era lo que ella quería, podía ver el amor y la esperanza de un
futuro para nosotros en sus ojos. El problema era que yo no estaba seguro de poder
amarla como lo había hecho antes. Ni siquiera sabía si yo realmente era capaz de tener
sentimientos tan intensos; mi vida ahora mismo no permitía emociones. Mirándola a los
ojos, sentí un impulso de decirle que la amaba, pero obligué ese impulso a retroceder.
Necesitaba tiempo para resolver todo en mi cabeza.
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—Tengo que irme. —Besé su frente, cogí el maletín y salí de la habitación. Medio
esperaba escuchar sus pasos corriendo detrás de mí, pero no lo hice. Haciendo una pausa
Página
¡Vaya! Me pasé una mano por el cabello, me volví y salí del dormitorio. Casi
esperaba ver a Robyn en la puerta principal cuando llegué al final de la escalera. No lo
estaba.
No estoy seguro de por qué, pero miré por encima de mi hombro cuando abrí la
puerta principal. No quería dejarlos. La sugerencia de Robyn de irnos y comenzar una
nueva vida parecía muy buena en este momento. Normalmente, la idea de salir en un
trabajo enviaba una locura a través de mí. Pero no esta noche. Era algo que debía
hacerse.
Robyn
Si seguía caminando como lo hacía, seguramente dejaría un rastro en el suelo
alfombrado. Pero no podía parar. Mi corazón latía tan fuerte y rápido en mi pecho que
parecía que iba a explotar. Constantine era nuestra única oportunidad de salir de este lío
vivos. Había agotado mis oportunidades con el FBI, llamando al agente Truss el día
anterior y diciéndole que no podía seguir adelante con el trato y que estaba equivocado
respecto a la información que podía proporcionar; decir que no estuvo feliz por mi
decisión era un eufemismo.
Tenía que hacer algo más que caminar o me volvería loca. Salí del dormitorio, fui a
la habitación de Austin y abrí la puerta. Sin entrar en la habitación, me asomé y sonreí.
Había estado durmiendo profundamente desde que llegamos, era como si
inconscientemente supiera que estaba en casa. Normalmente él era de sueño profundo,
pero muchas de sus noches estarían plagadas de malos sueños, con él girando y
volteando en la cama, murmurando palabras que no podía descifrar. Y Constantine era
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tan condenadamente bueno con él. Era como si tuviera dos personalidades, por un lado,
un padre de corazón cálido, y un asesino de sangre fría en la otra.
Página
Uno de los hobbies de Gabriel era ir al campo de tiro. Fui con él en varias ocasiones
y sabía manejar un arma. Por supuesto, no era la mejor disparando, pero al menos tenía
la sensación de seguridad sabiendo que yo tenía el arma, por si acaso.
Al pie de la escalera, me dirigí a la cocina. No tenía hambre, pero tal vez comer
comida chatarra me entretendría y calmaría mis nervios. Había sido mi escape en el
pasado.
Girando, levanté el arma, mi dedo deslizándose sobre el gatillo. Sin apenas pensarlo,
mi dedo tiró del gatillo, el retroceso me envió hacia atrás contra la nevera.
—¿Mami?
Mis ojos se agrandaron de horror cuando la bala alcanzó su objetivo. —¡Oh Dios!
¿Qué acabo de hacer?
132
Página
Capítulo 21
Constantine
¡Maldición! Dos horas esperando fuera del club y nada de Gabriel. Sus
movimientos, por lo general, eran como un reloj y rara vez sin un pequeño séquito. El
hecho de que, muchas noches, él tuviera una nueva mujer caliente no se me pasaba. Síp,
él estaba realmente desconsolado por perder a Robyn y al niño.
Cambio de planes. Bien podía entrar y dispararle a quemarropa, y esperar salir antes
de ser atrapado; o podría probar ir su casa, que era el equivalente a una fortaleza
vigilada. O, simplemente, podía intentarlo otra noche. No, no pasaría otra noche, esta
noche era la noche. Necesitábamos seguir con nuestras vidas.
Siempre estaba la parte trasera. Se necesitaría algo de paciencia para esperar que
alguien saliera para poder entrar, pero era la única manera. Caminando más allá de la
línea de gente esperando para entrar, doblé la esquina del edificio, cuando mi teléfono
comenzó a vibrar en el bolsillo de mi chaqueta, señalando que tenía un mensaje
entrante.
Mi primer instinto fue ignorar el texto, pero Robyn estaba sola en casa. ¿Tal vez
necesitaba algo? Sacando mi teléfono del bolsillo, miré a la pantalla y me congelé en el
lugar. Robyn había llamado tres veces y había un mensaje de texto. Al hacer clic en el
botón para abrir los mensajes, encontré un mensaje corto, pero aterrador, que me enfrió
hasta los huesos:
133
●●●
Nunca había estado tan agradecido de no encontrarme con un policía en mi vida,
mientras presionaba mi Mercedes hasta el límite, rumbo a casa. El tráfico era horrible. ¿La
gente no tiene un sentido de urgencia? ¡Mierda! Cuando finalmente llegué a mi
vecindario, reduje la velocidad, estacionando a la vuelta de la esquina y apagando el
motor.
Los numerosos intentos que hice para contactar a Robyn fueron inútiles; no
respondía. Cualquier cosa podía haber ocurrido mientras no estaba, desde Austin
cayendo a la piscina y ahogándose, a Gabriel y sus hombres apareciendo y llevándoselos
a ambos, o peor. Cómo él logró rastrearme estaba más allá de mi comprensión. La única
persona que sabía dónde vivía era mi padre. Mi casa técnicamente estaba a su nombre.
Tendría que averiguar quién era realmente y luego obtener la información de Vince antes
de poder localizarme.
No quería, ni podía permitir que mis pensamientos rondaran los peores casos. Pero,
al mismo tiempo, no era lo suficientemente tonto como para no prepararme para
cualquier cosa que estuviese ocurriendo.
Manteniéndome en las sombras, evité las cámaras que planté, en caso de que alguien
estuviera mirando desde mi sala de control, en el ático de la casa. Las puertas corredizas
estaban cerradas, igual a como las dejé. Desbloqueándolas, abrí una en silencio, lo
suficiente como para caber y la cerré detrás de mí.
Mientras más entraba en la casa, empecé a oír suaves ruidos de un llanto que venían
de la sala de estar, justo después de la cocina. El llanto era suave, o bien de un niño o de
una mujer.
—Aquí.
Página
Lancé un suspiro de alivio; ella estaba bien. Cuando entré en la sala de estar, la
encontré acunando a Austin en sus brazos, con la cara llena de lágrimas y Austin
sollozando incontrolablemente. Los dos estaban bien. Silenciosamente, agradecí a una
deidad, en la que ni siquiera creía, que estuvieran a salvo.
—No puedes, cariño. Papá se ha ido. —Ella me miró con angustia en su expresión.
Asentí. Sabía lo que tenía que hacer. La historia de cómo ocurrió todo esto tendría
que esperar, tenía un cuerpo del que deshacerme. Caminando hacia el sótano, cogí una
lona de plástico azul y cinta adhesiva, luego subí y fui a la cocina. Tendría que montar
una escena del crimen. Tendría que parecer que algún traficante rival lo derribó. Robyn
necesitaba que su pesadilla terminara y ciertamente no haría daño asegurarse de que
estuviera libre y limpia de toda sospecha.
Hice lo que tenía que hacer. Seguí diciéndome eso, una y otra vez, pero no alejaba la
culpa. Nunca debí haberle disparado en frente de Austin, pero no vi al pequeño hasta
que fue demasiado tarde.
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Página
Epílogo
Tres meses después
Constantine
—Está bien. Shhhh. —Jalé a Robyn a mis brazos y la abracé fuertemente, mientras
despertaba de otra pesadilla. Afortunadamente, no estaban tan mal como hace un par de
meses.
Sus ojos se abrieron y se aferró a mí. Tomó un momento para que el reconocimiento
se registrara en sus ojos. Una sonrisa apretada se formó en sus labios y puso su cabeza
contra mi cuello, soltando un suspiro apenas audible.
Lo más probable era que eso fuera lo que habría pasado. Para asegurar que nada
más sucediera, también me ocupé de lo que parecían ser sus hombres más cercanos.
Nadie vendría a por ella. Ahora estaba a salvo.
—Estás a salvo ahora. Nada te sucederá a ti, ni a Austin, mientras yo esté vivo.
—Pero…
Esta era nuestra rutina normal. Normalmente, le aseguraba que todo estaría bien y
para cuando terminaba mi oración, ella estaría roncando suavemente a mi lado.
Aparentemente, no esta noche. Ninguno de los dos hablaba de “esa noche”. Seguíamos
tratando de dejarlo en el pasado, pero nunca quedaba ahí; era el elefante en la habitación
que esperábamos con ansias que se fuera un día.
—Pero, ¿qué? —No quería hacer la pregunta; tenía el presentimiento de que no era
una conversación que quería tener con ella. Pero lo pregunté de todos modos.
—¿Qué cosa? —Sabía malditamente bien qué. Mi ocupación. Por supuesto que le
molestaba, a cualquiera le molestaría. Bueno, a cualquier persona normal.
Página
—Tu negocio.
Estaba tan jodidamente tentado a mentir, sería mucho más fácil decirle lo que ella
quería oír, pero no pude. Se merecía la verdad. Hubo demasiadas mentiras entre
nosotros en el pasado, me negaba a tener mentiras entre nosotros en el futuro. Habíamos
pasado por demasiado, tanto en nuestra distancia como en nuestro reciente pasado.
—¿Cuántos?
—Solo dos.
—No son buenas personas, Robyn. Me pagan por sacar la basura. Estoy haciendo
un servicio al mundo.
—Parece estar tan mal. —Bajó su mirada de la mía y hundió su rostro en mi cuello.
Las lágrimas comenzaron a escurrirse de sus ojos sobre mi carne desnuda.
Esta era la parte en la que se suponía que debía preguntarle qué debería hacer en
lugar de eso, y tal vez, ella me daría una sugerencia. ¿Tal vez hacerme cargo del bar de
mi padre? Lo había pensado varias veces y la semana pasada, papá sufrió un ataque al
corazón. Sabía que estaba llegando; se estaba esforzando demasiado en mantener el bar
en marcha. Entré y me ocupé temporalmente por él; supuse que podría hacerlo de forma
permanente. Aunque sabía que perdería la adrenalina de conseguir un objetivo en mi
mira. La sensación divina de tomar una vida y saber que las calles eran un lugar mejor
debido a ello. Sí, lo sé, sueno como un monstruo, pero es la verdad.
Pero ahora tenía otro tipo de adrenalina, por Robyn. La fiebre del amor. El
sentimiento de poder sabiendo que alguien dependía de mí y me apreciaba, no por quitar
una vida, sino solo por existir. Esa era una cosa muy poderosa.
Sus suaves ronquidos me impidieron contestar, pero pensé tener una respuesta para
ella. No necesitamos el dinero. Tenía una casa, comprada y pagada. Coches, también
pagados. Dinero en el banco y escondido en la casa. El dinero no era lo que necesitaba,
había dos cosas que sí necesitaba: Robyn y Austin.
Robyn
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Tendría que ser Austin y yo o su trabajo. Había tomado la decisión esta mañana,
después de despertar la noche anterior de otra pesadilla. Austin y yo necesitábamos una
Página
vida estable y segura. No necesitamos dinero o poder, todo lo que necesitábamos era un
esposo y padre que nos amara y se encargara de nosotros. Uno del que no tuviera que
preocuparme que mataran todas las noches, o que me mintiera por de su paradero y lo
que hizo.
Hoy pasé el día reviviendo mi tiempo con Constantine, tanto pasado como presente.
Esta noche, Constantine tomaría la decisión. Austin se estaba apegando demasiado a él.
Si nos marcharamos, sería mejor pronto y no después.
—Tengo hambre. ¿Cuánto tiempo más para comer? —preguntó Austin, entrando en
la cocina, conducido por su estómago.
—Síp, el bar está calmado, por lo que estará en casa toda la noche. —Mirando su
rostro radiante, sonreí. Era una sonrisa triste. Austin todavía estaba luchando con la
pérdida del hombre que había conocido como su padre, pero nunca mencionó el
incidente. El psicólogo de Constantine nos hizo creer a ambos que podía estar
reprimiendo los recuerdos de aquella noche. Yo estaba agradecida. Pueden volver en
cualquier momento, pero al menos no será hoy, dándole tiempo para sanar. Con un
poco de suerte, cuando los recuerdos vuelvan, los descartará como una horrible pesadilla
siendo producto de su imaginación.
aunque sonreía, tan sexy como siempre; aceleraba mi corazón, solo un poco. Al entrar
en la cocina, se dirigió al cajón que contenía los cubiertos y lo abrió. Agarrando una
Página
Mientras charlaban, puse la mesa y llené los platos que preparé. Constantine tenía
un cocinero contratado en el local, me sorprendía lo mucho que me gustaba cocinar,
incluso si sentía que la comida era rara. Tal vez tomaría una clase.
Una vez que me senté y servimos nuestras porciones, Constantine tocó mi mano,
enviando calor a través de mí. —¿Quieres ir a pasear por los jardines una vez que Austin
se acueste?
—Me gustaría eso. —Solo esperaba tener el descaro de darle el ultimátum que
planeé y tener la fuerza de voluntad para seguir adelante con él.
●●●
—Qué noche hermosa. —Mis tripas temblaron por lo que necesitaba hacer,
temblaron tan mal que varias veces sentí que iba a vomitar. ¿Quizás podía aceptar lo que
él hacía? Pero mientras el pensamiento llegaba, supe que no podía, que esa no era la
persona que era. Tenía que ser un comienzo nuevo en todo. Esa era la única forma en
que podría avanzar con él.
—Lo es. No creo poder haber planeado una noche mejor que esta para lo que estoy
a punto de hacer —dijo Constantine, mientras entrábamos a los jardines y él me guiaba a
una enorme fuente de mármol apoyada contra una pared de piedra. Me hizo señas para
que me sentara y obedecí; necesitaba sentarme porque mis rodillas amenazaban con
colapsar debajo de mí.
—Tengo algo que decir. —Comencé a hablar, tratando de dejarlo salir sobre él.
—Solo déjame comenzar, ¿de acuerdo? —Asentí. Lo que yo tenía para decir podía
esperar un poco más.
Él se sentó junto a mí, tomando mis manos en las suyas. —¿Recuerdas el día en que
nos conocimos?
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Mis labios se extendieron en una sonrisa amplia. Por supuesto que lo hacía. —Nos
chocamos en el patio antes del segundo periodo. Me raspé la rodilla y arruiné mis
Página
medias nuevas.
Constantine sonrió; había tanto amor en sus ojos que hizo que mi interior se
derritiera. Quizás debí haber ido primero. Si él continuaba con los recuerdos, nunca sería
capaz de decir lo que necesitaba. —Eso no fue un accidente.
—Eso es patético.
—Desde ese momento, supe que eras la mujer con la que quería... no, espera... con
la que necesitaba pasar el resto de mi vida. —Él se deslizó de la banca hacia el suelo,
sobre una rodilla.
Oh mierda, ¿él estaba a punto de hacer lo que parecía? El mundo entero se quedó
quieto y todo lo que podía hacer era sentarme y mirarlo fijamente. Necesitaba detenerlo,
sacar lo tenía que decir antes de que él lo hiciera... pero no podía moverme, congelada
en mi sitio mientras él llegaba al bolsillo de sus vaqueros y sacaba la caja del anillo que
encontré en el compartimiento oculto de su cajón.
—Esos sentimientos nunca han cambiado, Robyn. Incluso después de todo lo que
pasó y todos los años que han pasado, nunca dejé de amarte.
¡Detén esto! me gritó una voz en lo profundo de mi cabeza. Tan pronto como las
palabras “te casarías conmigo” salieran, diría sí antes de poder sacar mi condición.
Rompiendo a través de mi parálisis temporal, puse mi dedo índice sobre sus labios,
deteniéndolo y sin dudas, arruinando lo que iba a ser una bien pensada propuesta. —
Necesito decir algo antes... —No quería decir el resto; me estaba sintiendo como un
horrible ser humano ahora mismo.
141
—De acuerdo —Él dijo las palabras lentamente, mirándome con intenso
escrutinio—. ¿Qué está mal? —Bajó la mirada a la caja del anillo y la metió en su
Página
bolsillo de nuevo.
¡Oh dios, espero no arruinar todo! —He estado pensándolo mucho y no puedo
soportar lo que haces para vivir. Si estabas haciendo lo que creo que haces, necesito que
me asegures que va a ser un nuevo comienzo para ti y para nosotros. Los... —Tragué la
palabra causando un nudo en mi garganta—, asesinatos tienen que detenerse. Quiero
una vida honesta. No necesito ser rica, solo necesito seguridad y estabilidad, igual
Austin.
Una mirada de alivio bañó los gestos de Constantine y sonrió. —Si me hubieses
permitido terminar, habrías oído que he hablado con mi padre y voy a hacerme cargo del
bar. Él ya no puede hacerlo y lo mataría ver el trabajo de su vida arder en llamas. Se lo
compraré, él disfrutará de su retiro y yo me retiraré de mi ocupación actual.
Mi boca cayó abierta y sentí una ola de vergüenza llenarme. Deseé no haber dudado
de él, pero lo hice y me sentía como una enorme idiota.
—Ahora que la verdad está afuera, tú y Austin son las cosas más importantes en mi
vida. —Sacó la caja del anillo de su bolsillo una vez más y abrió la tapa—. Podemos
conseguirte uno más grande si quieres, pero pensé que éste tendría más significado.
—Entonces, Robyn Vaughn, esto es de hace mucho, pero te amo más de lo que
puedes imaginar y sé que nunca amaré a nadie tanto o tan profundamente como te amo.
¿Te casarías conmigo?
Constantine
¿Estaba nervioso cuando me propuse a Robyn? Honestamente, no pensé que podría
haber estado más nervioso... pero lo estuve, cuando nos sentamos con Austin el día
siguiente. Sus brillantes ojos azules miraron de mí a Robyn y de regreso. Él sabía que
algo ocurría; era un chico perceptivo.
—Está bien. —Su ceño se frunció mientras su mirada iba entre nosotros.
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Los ojos de Austin se entornaron y él me miró con tal intensidad que me hizo
moverme de un pie al otro. —¿Constantine es mi papi?
La tensión explotó de Robyn, se desplomó contra mis muslos y asintió. —Sí, Austin,
él es tu verdadero papi. Lo sien...
Ella no pudo terminar de disculparse. Austin saltó del sofá y corrió hacia mí,
envolviendo sus brazos alrededor de mis piernas y abrazando fuerte. —Deseaba que
fueras mi papá. Como que luzco como tú.
No sabía que decir, pero déjame decirte que el alivio que sentí competía con el de
Robyn. El niño no solo estaba aceptándome, sino que había deseado que yo fuera su
papá. Algo dentro de mí estalló y por primera vez en mucho, mucho tiempo, lágrimas
llenaron mis ojos y se derramaron sobre mis mejillas. Toda mi vida había querido una
familia que pudiera llamar mía, un lugar a donde pertenecer y finalmente, después de
todos estos años, a pesar de todas las cosas atroces que había hecho, encontré personas
que me aceptaban.
Robyn se levantó de su posición sentada sobre la mesa de café, donde había estado
posada, y se acercó a nosotros, uniéndose al abrazo. Amor incondicional. Puro y
profundo amor incondicional; eso es todo lo que siempre quise y finalmente, lo había
conseguido.
Fin 143
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Realizado sin fines de lucro para promover la lectura.
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