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Resumen: Desde 1990, diferentes textualidades literarias del Cono Sur pusieron en
evidencia la transformación de los circuitos editoriales dentro de parámetros
trasnacionales. En la última década surgieron debates muy interesantes en Latinoamérica
que postularon que las consideraciones bourdianas respecto de la autonomía artística en el
contexto global dejaron de tener poder explicativo. A partir del análisis de los relatos de
mercado y de las consideraciones relativistas de la autonomía que el propio Bourdieu
enuncia, nos proponemos desplazar la discusión de la postautonomía de los dualismos que
detenta hacia otra dirección. Concretamente, nos interesa pensar que los relatos de mercado
dan cuenta de nuevas situaciones donde las denegaciones artísticas que caracterizaron el
campo desde el S XIX han devenido de-afirmaciones de la economía en la literatura.
Palabras clave: relatos de mercado- mercado editorial- denegación- de-afirmación-
autonomía relativa.
Abstract: Literary textualities in the Cono Sur have highlighted the transformation
of markets publishers into transnational parameters since 1990. In the last decade emerged
very interesting debates in Latin America who postulated that bourdianas considerations
regarding artistic autonomy in the global context stopped having explanatory power. From
the analysis of the market accounts and relativistic considerations of autonomy that
Bourdieu himself stated, we intend to move the discussion of post-autonomy to another
direction. Specifically, we want to think that the accounts of market reflect new market
situations where artistic non-denials that characterized the field since the S-XIX have
become non-affirmations of economic in the literature.
1. Introducción
1
que la denegación es producto de la ilutio del campo artístico que niega por medio de la
creencia en el arte aquello que no puede negar: la relación relativamente dependiente entre
los valores estrictos del campo artístico y los de la economía1. Bourdieu insiste en que la
mismo tiempo que no lo hacen” (1980: 19). Es decir, negar la injerencia y la notable
intervención que la economía y sus valores también tienen sobre el campo de producción
simbólico, lo que sería sesgar la lectura de Bourdieu. Todo lo contrario, se trata de pensar
que esa relación es siempre redefinida en un mayor o menor nivel de dependencia dentro de
cada campo artístico y, aún, dentro de la obra de cada productor de bienes simbólicos, y que
de esa redefinición se sigue su posición respecto del mercado. Sin embargo, lo concreto es
Desde 1990, diferentes relatos de mercado del Cono Sur 2 pusieron en evidencia la
1
“La historia cuyas fases más decisivas he tratado de restituir practicando una serie de cortes sincrónicos,
desemboca en la instauración de ese mundo aparte que es el campo artístico o el campo literario tal como lo
conocemos en la actualidad. Este universo relativamente autónomo (es decir, también, relativamente
dependiente, en particular respecto al campo económico y al campo político) da cabida a una economía al
revés, basada, en su lógica específica, en la naturaleza misma de los bienes simbólicos, realidades de doble
faceta, mercancías y significaciones, cuyos valores propiamente simbólico y comercial permanecen
relativamente independientes”. (2005: 213). El artículo de la Revista Punto de Vista sostiene que: “Las
economías fundadas sobre la denegación de ‘lo económico’ lanzan un desafío al economicismo, precisamente
por el hecho de que no funcionan, en la práctica no pueden funcionar, sin rechazar constante y
colectivamente el interés propiamente económico y la verdad de las prácticas que el análisis económico
revela” (1980: 9)
2
La categoría relato de mercado comprende textos literarios que tematizan el mercado simbólico, a través de
la presencia ya sea de agentes o de bienes que hacen evidente una dualidad económico-simbólica, siempre en
tensión, constitutiva de dicho mercado.
De esta manera, permite la lectura de los significados atribuidos al mercado simbólico, de los estados
históricos del mismo, así como de las relaciones entre éstos y las prácticas (poéticas y/o de circulación) que
sus autores realizan en él.
2
Yúdice en El recurso de la cultura denominó como devenir de lo cultural en recurso
como una ruptura desde una lógica autónoma del campo literario a otra postautónoma
(Ludmer en Aquí América Latina, García Canclini en La sociedad sin relato, entre otros).
inclusive) como un desplazamiento de las luchas políticas en el interior del campo hacia
de la economía con la cultura y viceversa. Por eso, postularon que las consideraciones
explicativo4. A partir del análisis de los relatos de mercado; es decir, de textos que
3
“El propósito de este libro es esclarecer e ilustrar, mediante una serie de ejemplos, de qué manera la cultura
como recurso cobró legitimidad y desplazó o absorbió a otras interpretaciones de la cultura. Deseo recalcar
desde el comienzo que no estoy repitiendo la crítica de Adorno y Horkheimer a la mercancía y su
instrumentalización. En el capítulo 1 aclaro que la cultura como recurso es mucho más que una mercancía:
constituye el eje de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que Foucault denominó
sociedad disciplinaria (por ejemplo, la inculcación de normas en instituciones como la educación, la medicina,
la psiquiatría, erc.) son absorbidas dentro de una racionalidad económica o ecológica, de modo que en la
«cultura» (y en sus resultados) tienen prioridad la gestión, la conservación, el acceso, la distribución y la
Inversión.
La cultura como recurso puede compararse con la naturaleza como recurso, sobre todo porque ambas se
benefician del predominio de la diversidad.” (Yúdice 2002: 13).
4
En “Campos culturales o mercados”, Néstor García Canclini sostiene que el empleo de la categoría de
campo en el mundo artístico del presente es un problema. Para él, la autonomía que implica, la vuelve
inapropiada debido a que en el presente existiría “una promiscuidad entre los campos” que: “no se debe sólo
a la reestructuración de los mercados y la fusión de empresas procedentes de campos distintos. Es también el
resultado del proceso tecnológico de convergencia digital y de la formación de hábitos culturales distintos en
lectores que a su vez son espectadores e internautas” (2007b: 30-31). Ludmer también sostiene que: “En
algunas escrituras del presente que han atravesado la frontera literaria [y que llamamos posautónomas] puede
verse nítidamente el proceso de pérdida de autonomía de la literatura y las transformaciones que produce. Se
terminan formalmente las clasificaciones literarias; es el fin de las guerras y divisiones y oposiciones
tradicionales entre formas nacionales o cosmopolitas, formas del realismo o de la vanguardia, de la "literatura
pura" o la "literatura social" o comprometida, de la literatura rural y la urbana, y también se termina la
diferenciación literaria entre realidad [histórica] y ficción. No se pueden leer estas escrituras con o en esos
términos; son las dos cosas, oscilan entre las dos o las desdiferencian .
Y con esas clasificaciones ‘formales’ parecen terminarse los enfrentamientos entre escritores y corrientes; es
el fin de las luchas por el poder en el interior de la literatura. El fin del ‘campo’ de Bourdieu, que supone la
autonomía de la esfera [o el pensamiento de las esferas]. Porque se borran, formalmente y en ‘la realidad’, las
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tematizan el estado simbólico editorial, y de las consideraciones relativistas de la
postautonomía hacia otra dirección. Concretamente, nos interesa pensar que los relatos de
mercado dan cuenta de nuevas situaciones donde las denegaciones artísticas que
literatura.
2. La insuficiencia de la denegación
categoría de campo y de autonomía de la teoría bourdiana para leer el arte y la literatura del
presente. Sin embargo, paradójicamente, no las descarta como herramientas críticas válidas
y aún vigentes:
“Con la misma cautela habría que moverse al ponerle post a autónomo. Aunque
existan fronteras menos nítidas entre lo histórico real y las ficciones literarias o
artísticas, aunque hoy la pretendida lógica interna del campo artístico se muestre
circulan libros de ficción y las artes visuales. Como dijimos en la apertura de este
identidades literarias, que también eran identidades políticas. Y entonces puede verse claramente que esas
formas, clasificaciones, identidades, divisiones y guerras solo podían funcionar en una literatura concebida
como esfera autónoma o como campo. Porque lo que dramatizaban era la lucha por el poder literario y por la
definición del poder de la literatura.” (2007: 1).
4
llegar a la inserción de las obras en los medios, redes e interacciones sociales. Pero
¿Importa aún la autonomía del arte? La simple descripción etnográfica revela que
Por un lado, la pregunta de la que parte o a la que llega Canclini no resulta precisa,
porque lo que entiende por autonomía en Bourdieu es una lectura que descuida el adjetivo
autonomía del arte en el presente, si no ¿qué sucede con el arte o con la literatura en una
situación en la cual aquello que había garantizado su autonomía relativa (la constitución de
un mercado simbólico) y, por lo tanto, su separación de la hegemonía del campo del poder
libremercadista del liberalismo? Esto es lo que permiten comprender los relatos de mercado
en el Cono Sur desde 1990 hasta 2008: es decir, la conflictividad inherente al mercado
autonomía del arte, sino las transformaciones de los valores denegatorios de lo económico
que en el S. XIX –y hasta poco después de la segunda mitad del XX– eran constitutivos de
5
la relación entre literatura y mercado. Y esa tematización indica una suerte de preocupación
la afirmación de las relaciones del arte con la economía; pero sin poder afirmarse, porque
siempre, aún en las experiencias más próximas al mercantilismo, se impone una suerte de
de intentar un desvío o una fuga o, por lo menos, una situación desencantada respecto de
devenir de la relación entre las dos prácticas; pero precisamente por su carácter de devenir,
que no puede culminar de afirmarse, que no se puede afirmar a sí misma y que, por eso
mismo, siempre impone una distancia más o menos reconocible –que es también un límite
y un yacimiento de autenticidad– entre las dos prácticas, sus valores y sus relaciones.
De este modo, por ejemplo, los relatos de mercado del continuo narrativo airano
señalan una relación de la economía con la literatura a partir de la invención. Desde Ema la
cautiva, hasta las aventuras de Barbaverde, hay una insistencia en señalar que la literatura y
6
la economía pertenecen a lógicas análogas y conectadas al mismo tiempo por el puente de
la invención. Es decir que, tanto una como otra, son, en definitiva, convenciones que
circulación. Pero son mundos análogos que, puestos en conexión, y pasados por los puentes
de acción del continuo, se terminan afectando al mismo tiempo, generando una valoración
saturación del mercado editorial. Es decir que, si la invención conecta, también la invención
interés económico de la praxis; genera un dispositivo que hace fallar finalmente a este
5
El valor de la invención en el terreno de la economía contrasta con el que ésta posee en la literatura. La
contratapa de Ema permite comprender esto con mayor precisión. Allí, Aira –la firma garabateada en el
margen inferior derecho– describe cuáles fueron las condiciones de invención de Ema a partir de una
atmósfera de época: “reina la desocupación. El tiempo sobra” (1981: contratapa). Por lo tanto, si la novela
nace porque sobra el tiempo debido al desempleo, no es para generar una utilidad productiva como el dinero
del coronel, sino como simple gasto u ocupación del tiempo vacío de actividad social. Es decir, para
reafirmar la desocupación, la improductividad no económica de la praxis humana. Pero la operación de Aira
en relación con la economía no se agota en este señalamiento. El segundo párrafo de la contratapa liga la
invención de Ema no sólo con un género de novela comercial, la novela gótica, a la que el contratapista
declara traducir, sino que sostiene, al querer copiarla, simplificándola: “había creado para mí una pasión
nueva, la pasión por la que pueden cambiarse todas las otras como el dinero: la indiferencia” (1981:
contratapa). Ema produce la indiferencia. En esa afirmación está implícito el concepto marxista de fetichismo
de la mercancía que oculta el proceso productivo a través de la indiferencia del valor de cambio, generando la
indiferencia como forma novelesca. Por lo tanto, un valor en el plano de la economía deviene valor en la
literatura; pero como diferencia que separa a partir del pasaje los dos mundos. Porque la indiferencia de Ema
es la de la improductividad en el tiempo que sobra; pero no la inutilidad que se vuelve productiva como el
sistema de intercambio de los indios para pasar el tiempo, sino una inutilidad que no sirve para nada o que
sólo sirve para pasar el tiempo, sin utilidad secundaria, sin otra razón de ser. Por lo tanto, el puente de acción
y el pasaje desde el best-seller a la novela airana, implica la trasformación de la utilidad monetaria y
productiva del best-seller en mera indiferencia literaria, en una gótica fallida.
La tensión y los puentes de acción entre economía y literatura señalan, así, que en el continuo esas dos praxis
humanas análogas se encuentran u ofician pasajes de una a la otra; pero ese pasaje implica la transformación y
la interferencia de los mismos, porque opera mediante una falla que hace temblar tanto a una esfera como a la
otra. Ema falla como best-seller –es una gótica fallida-; pero hace fallar a la literatura, porque recurre a un
modelo no literario para componerse. Esta relación se trasladará a todos los relatos de mercado del continuo
narrativo.
7
interés como fin único y definitorio de la praxis artística. Muchas veces, se trata de un
desajuste entre el interés económico que los personajes- narradores manifiestan por su
en artistas o el proceso de su obra que hace fallar todo el mecanismo del interés 6. Otras
sobrevivir como tales. Como si el dinero fuera necesario para la supervivencia del artista,
valores a una elección personal válida sea cual fuere la misma 8. Todos, sin embargo,
6
Ver nota precedente.
7
Esto sucede con casi todos los personajes de Aira, el dinero es necesario, pero no condicionante; el artista
auténtico consigue los modos de sobrevivir con su práctica: “El problema era que ya estaban adjudicados
todos los pasajes que proveía el subsidio científico. Karina lo había previsto, dijo que ella conseguiría su
propio billete, y así lo hizo. Beneficiaria habitual, para su trabajo artístico, de diversas fundaciones y órganos
oficiales, incluida la Cancillería, se las arregló para conseguir una ayuda de emergencia con la que adquirir el
pasaje.” (2008: 97)
8
En todos los relatos de mercado de Fuguet reaparece con insistencia una puesta en cuestión de la relatividad
del valor simbólico y de, al mismo tiempo, una significación de la cultura como mercancía. En efecto, en el
nivel de la ficción, los productos culturales circulan por los mismos canales que cualquier mercancía. Por
ejemplo, en Las películas de mi vida, Beltrán Soler asegura: “Lo que más recuerdo de esos años parisinos es
mi pieza y mi colchón; el McDonald’s de Saint Germain; el restaurante vietnamita del viejo Lu Man; la
FNAC subterránea de Beaubourg; Rafiq Isber, el físico sirio con quien compartía el departamento; los afiches
de las películas viejas hollywoodenses en los cine-arte que repletaban mi angosta calle y a los que nunca fui a
pesar de que, de niño, y luego de adolescente, no hacía otra cosa que devorar la mayor cantidad de películas
posible” (2003: 44).
Las marcas, afiches y nombres homologan productos culturales, personas y mercancías en un mismo nivel,
tanto los productos de la FNAC –la cadena multnacional que se dedica a la venta de libros y de tecnología–
como el McDonald’s, Isber y los afiches de películas hollywoodenses. Así también en “Road Story” ( en
Cortos, luego transformada en novela gráfica -2007-), Simón cuenta que solo una vez intentó escribir un
cuento y lo envió a un programa de radio y que “le tocó” revisar un libro:
“edición de lujo, sobre salmones.
8
persiguen un éxito masivo, en ventas, que les permita vivir holgadamente o, al menos, lo
anhelan o lo viven como una injusticia cuando no les llega9. De todos modos, no se
conocen entre sí y viven en un mundo desencantado y vaciado que puede leerse como una
crítica disipada de aquello que los relatos sostienen: la relatividad del valor económico y
simbólico.
parasitaria con otros sujetos, agentes o fundaciones internacionales del o con intervenciones
9
trabajo o, directamente, no realizarlo, como si en ese resquicio se operase una especie de
literaria. Situación procrastinadora que reproducen los relatos de mercado de Noll tanto en
su publicación, como en la escritura de los mismos que acontece, por lo general (salvo en
Lorde) con posterioridad a los viajes que Noll efectivamente realiza como autor. Es,
entonces, la manera de posibilitar, de este modo, un duelo melancólico incesante del valor
los valores económicos que se caracterizan por una lógica acelerada de resultados a corto
plazo.
3. Desafirmaciones.
Por lo tanto, al tiempo que todos los relatos afirman la relación de la práctica
irreductible que se impone o que se construye a través de una “falla” que malogra las dos
De este modo, esta tensión no tiene por qué pensarse –en todos los casos, al menos–
como una fusión definitoria y definitiva de la economía con la literatura del presente, así
10
como tampoco que todas las relaciones sean iguales porque no habría más identidades
literarias, que eran identidades políticas (Ludmer 2007 y 2010)11. Al contrario, los relatos
de Noll y los de Aira generan puntos de fuga a la imposición de la lógica económica para la
modo, la praxis literaria funciona, en sí misma, como un espacio de fisura del valor
origen, sino de diferencia). En cambio, los relatos de mercado de Fuguet recaen en una
instala una distancia mínima que puede operar como crítica -y no solo celebración- de esa
lógica. De modo que se afirma lo que, al mismo tiempo, no se puede afirmar del todo; es
superador, sino como tensión que se resuelve de modos diferentes que son también
Esos puntos de fuga que pueden observarse en los relatos de mercado, cuando los
analizamos como regímenes (como relación entre el decir y el hacer) permiten encontrar
11
Ver nota 3.
11
instancias en que la “crítica artista” puede apoyarse desde el seno de lo que Giorgio
emancipación del “Nuevo espíritu del capitalismo”. Si todos estos relatos de mercado
fundamentalmente y con mayor énfasis los relatos de Aira y de Noll– permiten conjeturar
improfanable” que Giorgio Agamben define como programa de las generaciones del futuro
ante el capitalismo12. Así de paradojal, el efecto performático –no como mero simulacro,
sino como articulación del decir y el hacer– en Aira y en Noll –y mínimo en Fuguet– que
12
Según Agamben: “El capitalismo como religión es el título de uno de los más penetrantes fragmentos
póstumos de Benjamin. Según Benjamin, el capitalismo no representa sólo, como en Weber, una
secularización de la fe protestante, sino que es él mismo esencialmente un fenómenos religioso, que se
desarrolla en modo parasitario a partir del cristianismo. Como tal, como religión de la modernidad, está
definido por tres características: 1. Es una religión cultural, quizá la más extrema y absoluta que haya
existido jamás. Todo en ella tiene significado sólo en referencia al cumplimiento de un culto, no respecto de
un dogma o una idea. 2. Este culto es permanente, es ´la celebración de un culto sans trêve et sans merci´.
Los días de fiesta y de vacaciones no interrumpen el culto, sino que lo integran. 3. El culto capitalista no
está dirigido a la redención ni a la expiación de una culpa, sino a la culpa misma. ‘El capitalismo es quizá el
único caso de un culto no expiatorio, sino culpabilizante… Una monstruosa consciencia culpable que no
conoce redención se transforma en culto, no para expiar en él su culpa, sino para volverla universal… y
capturar finalmente al propio Dios en la culpa… Dios no ha muerto, sino que ha sido incorporado en el
destino del hombre”.
[…] “Tratemos de proseguir las reflexiones de Benjamin en la perspectiva que aquí nos interesa. Podremos
decir, entonces, que el capitalismo, llevando al extremo una tendencia ya presente en el cristianismo,
absolutiza en cada ámbito la estructura de la separación que define la religión. Allí donde el sacrificio
señalaba el paso de lo profano a lo sagrado y de lo sagrado a lo profano, ahora hay un único, multiforme,
incesante proceso de separación, que inviste cada cosa, cada lugar, cada actividad humana para dividirla de sí
misma y que es completamente indiferente a la cesura sacro/profano, divino/humano. En su forma externa, la
religión del capitalismo realice la pura forma de la separación, sin que haya nada que separar. Una
profanación absoluta y sin residuos coincide ahora con una consagración igualmente vacua e integral. Y como
en la mercancía la separación es inherente a la forma misma del objeto, que se escinde en valor de uso y valor
de cambio y se transforma en un fetiche inaprensible, así ahora todo lo que es actuado, producido y vivido –
incluso el cuerpo humano, incluso la sexualidad, incluso el lenguaje– son divididos de sí mismos y
desplazados en una esfera separada que ya no define alguna división sustancial y en la cual cada uso se vuelve
duraderamente imposible. Esta esfera es el consumo. Si, como se ha sugerido, llamamos espectáculo a la fase
extrema del capitalismo que estamos viviendo, en la cual cada cosa es exhibida en su separación de sí misma,
entonces espectáculo y consumo son las dos caras de una única posibilidad de usar. Lo que no puede ser
usado es, como tal, consignado al consumo o a la exhibición espectacular. Pero eso significa que profanar se
ha vuelto imposible (o, al menos, exige procedimientos especiales). Si profanar significa devolver al uso
común lo que fue separado en la esfera de lo sagrado, la religión capitalista es su fase extrema apunta a la
creación de un absolutamente improfanable.” (2006: 105-106)
12
se desprende de sus relatos de mercado indica hasta qué punto se pueden resituar las
CORPUS
César Aira
Alberto Fuguet
BIBLIOGRAFÍA
13
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