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Idea Principal:

La pretendida homogeneidad cultural entre griegos y romanos resulta prácticamente inexistente


desde un punto de vista histórico más riguroso. Ambos pueblos compartían un mismo espacio
geográfico, como era la cuenca del Mediterráneo, con todos sus respectivos condicionantes
climáticos y paisajísticos que incidían de forma determinante en su forma de vida general, pero ahí
acaban prácticamente las similitudes entre unos y otros. (Gómez, 2003, p. 85)

Idea Secundaria I:

Sin embargo, las cosas no son tan claras como parecen a primera vista. La supuesta helenización de
Roma no significó en modo alguno la transformación radical de los presupuestos básicos de la
cultura romana tradicional ni la entronización definitiva de las formas de vida y pensamiento
griegos. Se trata más bien de una relación mucho más compleja y enrevesada que puso de
manifiesto la idiosincrasia cultural respectiva acentuando el sentimiento de identidad colectiva de
un pueblo como el romano que entraba ahora, tras las grandes conquistas mediterráneas, en la
escena internacional como principal y casi único protagonista. (Gómez, 2003, p. 99)

Idea Secundaria II:

[En Roma] Había efectivamente un cierto carácter selectivo en la admiración y desaprobación de las
costumbres e ideas griegas que se extendía a menudo a las distintas épocas que constituían el
pasado griego, estableciendo diferencias entre la Grecia del glorioso (…) y la de sus
contemporáneos, que vivían un período mucho menos prestigioso y espectacular. Pero incluso
dentro de estas diferencias más globales todavía cabían otras matizaciones posteriores. Así la
democracia ateniense parecía perniciosa por el trato otorgado a sus principales protagonistas, que
terminaron sus días en el exilio o en el patíbulo, y se profesaba, en cambio una sentida admiración
por una institución de corte aristocrático como el Areópago. (Gómez, 2003, p. 104)

Ensayo crítico:

Se tiene entendido que la cultura romana es una especie de copia de la cultura griega, y que existe
un alto grado de homogeneidad entre ellas, si bien existen ciertas convergencias resultantes de la
adopción de las costumbres más parecidas a las tradiciones existentes, los cambios no siempre
fueron bien recibidos. “Un proceso de helenización (…) habría contado con importantes resistencias
por parte de quienes consideraban las innovaciones introducidas en la vida social romana una seria
amenaza a sus instituciones fundamentales y un peligro potencial para la educación de los más
jóvenes” (Gómez, 2003, p. 98).

En el texto se puede evidenciar que la helenización de Roma no afectó sustancialmente a los valores
romanos, ni los sustituyó como se tiene entendido popularmente, sino que ésta fue puesta bajo
escrutinio y se fue tomando las partes más asimilables de ella para nutrir la cultura romana de ese
tiempo.
En la lectura se menciona que la imagen de los griegos, o al menos sus contemporáneos, para los
romanos era un tanto libertina y blanda, inútiles para la guerra y descuidados con sus deberes más
básicos, como confirma Barrow en la siguiente cita:

[En Roma] Podían adquirirse las obras griegas y muchos las leían; pero los griegos que los romanos
empezaban a tratar en su vida cotidiana ya no eran siempre como los atenienses del siglo v. Aunque
los romanos aprovechaban las capacidades artísticas y profesionales de estos nuevos griegos, en
general los despreciaban por su carácter, y los despreciaban sobre todo porque no habían sabido
ser dignos de su pasada grandeza. (Barrow, 2000, p. 61)

Se puede concluir que la cultura romana, a diferencia de lo que se tiene entendido por la gran
mayoría de las personas, está hasta cierto punto en divergencia con la cultura griega, a pesar de la
adopción de ciertas costumbres y conocimientos que Roma haya podido adquirir con el tiempo de
los territorios conquistados de la Hélade; y esta divergencia hizo que la unión entre ambas culturas
haya sido poco homogénea.

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