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TEXTO 1
La causa de esta verdadera epidemia (que puede tener consecuencias muy negativas en el
futuro) es, básicamente, el cambio de hábitos. Y sobre todo en lo referente a la
alimentación y el sedentarismo. Los niños, en gran parte por influencia de los padres,
abandonan el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado, en favor de la comida
rápida, "chuches" y bollería. Por lo que respecta al sedentarismo, las actividades físicas
tradicionales se están cambiando por la televisión y los videojuegos.
Los peligros de esta tendencia son muchos. En primer lugar, la obesidad puede suponer al
niño problemas físicos (diabetes tipo II, hipertensión, triglicéridos y colesterol, trastornos
hepáticos,…) y sicológicos (baja autoestima, estigma social,…). Pero quizá lo peor es que
está fraguando una obesidad adulta, con estos mismos problemas, pero agravados. Y hasta
tal punto es así, que la siguiente generación podría tener una esperanza de vida menor que
la actual, como consecuencia de esta obesidad, a pesar de los avances médicos en otros
campos. Algunos estudios indican que la obesidad acorta la esperanza de vida en 13 años.
La solución, sin embargo, existe. Dado que casi todos los factores asociados a la obesidad
infantil están relacionados con el estilo de vida, (excluyendo algunos casos poco comunes
de patologías o factores genéticos), cambiando algunas costumbres podemos luchar
eficazmente con este problema. Inculcar a nuestros hijos unos buenos hábitos alimenticios
y fomentar su actividad física (deporte, juegos, paseos, excursiones,…) es fundamental
para prevenir o remediar su obesidad, y de paso habremos hecho mucho para evitar que
tengan sobrepeso de mayores.
Pero tenemos que empezar por nosotros mismos, pues si la madre y el padre son obesos, el
riesgo de que lo sea también el hijo es de casi el 90 %, según Carlos Paredes, Presidente
de la Sociedad Valenciana de Pediatría. Este experto insiste en que los hábitos de los hijos
tienen mucho que ver con los de sus progenitores, y de ahí la necesidad de modificar las
costumbres de los padres, cuando no sean adecuadas en materia de alimentación y salud.
Por tanto, si luchamos contra nuestra propia obesidad, además de los evidentes beneficios
que lograremos para nosotros mismos, también los conseguiremos para nuestros hijos.
ANESTRUCTURA
- Una segunda parte (párrafo 2) donde se analizan las causas y se señala que
estamos desarrollando malos hábitos en cuanto a alimentación y
sedentarismo. Este argumento se basa, por su contenido, en el consabido
tópico de que lo beneficioso es preferible a lo no beneficioso (tópico de
utilidad).
- Una cuarta parte (párrafo 4) para indicar que, pese a todo, existe la solución:
cambiar costumbres y malos hábitos alimenticios solucionará el problema. De
nuevo, este argumento se apoya en el tópico de la utilidad o de lo beneficioso
para nuestra salud.
- Una quinta parte (párrafo 5) para destacar que la solución debe imponerse
desde el ámbito doméstico: son los padres los que deben arreglar eficazmente
el problema, poniendo en práctica una buena educación alimentaria en sus
hijos y en ellos mismos. Esta idea, que podría ser la idea fundamental del
texto o la tesis, aparece finalmente apoyada por un último argumento de
autoridad.
TEXTO 2
Se admite como un hecho probado el que la gente, no sólo en España sino en el mundo
entero, lee menos cada día que pasa y, cuando lo hace, lo hace mal y sin demasiado deleite
ni aprovechamiento. Es probable que sean varias y muy complejas las causas de esta
situación no buena para nadie y se me antoja demasiado elemental e ingenuo el echarle la
culpa, toda la culpa, a la televisión. Yo creo que esto no es así porque los aficionados a la
televisión, antes, cuando aún no estaba inventada, tampoco leían sino que mataban el
tiempo que les quedaba libre, que era mucho, jugando a las cartas o al dominó o
discutiendo en la tertulia del café de todo lo humano y gran parte de lo divino. La
televisión incluso puede animar al espectador a que pruebe a leer; bastaría con que se
ofreciese algún programa capaz de interesar a la gente por alguna de las muchas
cuestiones que tiene planteado el pensamiento, en lugar de probar a anestesiarla o a
entontecerla. Los gobiernos, con manifiesta abdicación de sus funciones, agradecen y
aplauden y premian el que la masa se entontezca aplicadamente para así poder manejarla
con mayor facilidad: por eso le merman y desvirtúan el lenguaje con el mal ejemplo de los
discursos políticos; le fomentan el gusto por las inútiles y engañadoras manifestaciones y
los ripios de los eslóganes; le aficionan a la música estridente, a los concursos millonarios
y a las loterías; le animan a gastar el dinero y a no ahorrar; le cantan las excelencias del
Estado benéfico y providencial; le consienten el uso de la droga asegurándole el amparo
en la caída, y le sirven una televisión que le borra cualquier capacidad de discernimiento.
El hábito de la lectura entre los ciudadanos no es cómodo para el gobernante porque, en
cuanto razonan, se resisten a dejarse manejar.
ESTRUCTURA
Por todo ello, urge limitar la fabricación y el uso industrial o doméstico de los gases
causantes de la destrucción de la capa de ozono. De otro modo, la humanidad se
encontraría frente a un desastre ecológico de proporciones incalculables.
TEXTO 4
Para un español la palabra "toro" no significa un concepto tan genérico como Bull para un inglés o Strer
para un alemán. Me refiero a un español que lleve en las venas la tradición nacional. […]
Mas para un español de cepa -repito- "toro" no significa cualquier macho bovino, sino precisa y
exclusivamente el macho bovino que tiene cuatro o cinco años y del que se reclama que posea estas
tres virtudes: casta, poder y pies. Si no tiene cuatro años no es toro, es novillo o becerro. Si no posee,
en una u otra dosis y combinación, aquellas tres virtudes, podrá llamársele "toro", pero
comprometiéndose a agregar "malo" -será, un toro malo-, donde malo significa lo que, cuando había
duros de plata, llevaba a decir: "¡Hombre, hoy me han dado un duro malo!", donde "malo" significaba
que, por haches o por erres, no era un duro. Esto le pasa a un toro que no posea ni casta ni pies ni
poder. Aparte los cuernos, ligero detalle que va ya anticipado y presumido en el vocablo "bovino", son
éstos los tres ingredientes sine quibus non de la estupenda realidad que los españoles castizos llaman
"toro". Más aún, esos tres componentes constituyen, en sus varias dosis y modos, los términos que nos
permiten precisar la ecuación que es cada toro.
José Ortega y Gasset, Fragmento de Toro y torero
Texto argumentativo deductivo que, como tesis, defiende su concepto personal de los que es un toro:
macho bovino que tiene cuatro o cinco años y del que se reclama que posea estas tres virtudes: casta,
poder y pies (línea 3-4).
En su estructura, el texto destaca por la presencia de argumentación afectiva basada en la comparación
entre “toro malo” y “duro malo” y en la metáfora que, al final, identifica al toro con una ecuación variable
integrada por casta, pies y poder.
Destacan los aspectos lingüísticos que señalan la subjetividad, el “yo” tan presente en el texto, la
adjetivación de carácter personal valorativo, la expresividad, las exclamaciones, las repeticiones…
APOYO LÉXICO
De cepa. De buena cepa: de calidad u origen reconocidos por buenos. De pura cepa: dicho de una
persona, auténtica, con los caracteres propios de una clase.
Bovino. Se dice de todo mamífero rumiante, con el estuche de los cuernos liso, el hocico ancho y
desnudo y la cola larga con un mechón en el extremo.
Casta. Ascendencia o linaje.
Poder. Fuerza grande, vigor, poderío.
Pies. Agilidad y ligereza en el caminar.
Novillo. Res vacuna macho de dos o tres años, en especial cuando no está domada.
Becerro. Cría macho de la vaca hasta que cumple uno o dos años o poco más. (En Tauromaquia, novillo:
res vacuna que no está domada).
Duro. Moneda de cinco pesetas (equivalente a 0,03 euros; 1 euro = 166.386 pesetas).
¡Hombre! Interjección usada para indicar sorpresa o asombro, o con un matiz conciliador.
Por haches o por erres. Por hache o por be: Por una u otra razón.
Sine quibus non∙. Locución latina. Literalmente: "sin las cuales no". (Condición sine qua non: Aquella
sin la cual no se hará algo o se tendrá por no hecho).
Castizo. Típico, puro, genuino de cualquier país, región o localidad.