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INEFICIENCIA EN LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS.

Para el desarrollo sustentable de la sociedad de un Estado, es imperioso la


administración de Justicia, eso implicaría una institución solida con criterio
subjetivo, un Poder Judicial con autonomía y libre de prácticas oscuras y sobres

bajo la mesa.

Estamos viviendo un momento crítico en la administración de Justicia en


Paraguay, ya que los mismos que la imparten tienen las manos sucias, y el codo
torcido , buscando satisfacer sus intereses personales sobre los derechos ajenos ,
por un benefició económico que a veces son ínfimos, ya que existen
innumerables casos donde pudimos ver jueces perder el decoro por recibir
migajas de pan por parte de colegas que a falta de principios básicos como
profesional, se acostumbraron a trabajar por lo bajo, pero el verdadero
problema no termina ahí, el verdadero problema se encuentra instalado en los
mismos funcionarios públicos de menor rango, y ya es una costumbre, nos
parece normal , cotidiano y sobre todo ya es parte de nuestro día a día en los
que ejercemos de forma privada la profesión de abogado.

Es necesario un análisis profundo sobre esta situación y rever una solución al


respecto, ya que la inversión que el Estado destina a sueldos de funcionarios
públicos es de casi el 73 %, sin mencionar que los sueldos de gran partes de
estos no están acorde a la productividad de los mismos, y debemos que recalcar
que la mayoría trabajan solo 6 horas diarias, en contra posición de las personas
que trabajan de forma independiente o en empresas privadas que a veces

trabajan hasta 12 horas diarias,

También es sabido que la corrupción que existe en la gestión pública no es de


los últimos años y está lejos de extinguirse. Pero, ¿qué hacemos contra ello? ¿Los
funcionarios y servidores públicos están preparados para enfrentar los actos de
corrupción o simplemente esperan una oportunidad para sacar provecho de ese
tipo de situaciones? ¿Dónde está la ética pública? ¿Dónde están los valores?
Una de las desviaciones principales en definitiva está en la ética pública, la
misma que si bien se encuentra en la letra, es decir en las normas y en las
reglamentaciones, no está arraigada en los funcionarios de las instituciones
públicas ni en los encargados de dirigir a las entidades del Estado quienes,
muchas veces, tampoco tienen en claro los objetivos nacionales e institucionales
de sus centros de trabajo. Ante esta realidad, ¿cómo se puede pensar en mejorar
la gestión pública del país?

Para evitar actos de corrupción debemos tener servidores públicos, funcionarios


y autoridades verdaderamente llenos de valores y principios éticos que les
permitan tener en claro que sólo son personas que están encargadas recursos
públicos del Estado y que sus cargos son temporales. Asimismo, debe existir en
todo momento información clara, transparente, pública. Las normativas como
la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, el Código de Ética de la
Función Pública, por citar dos ejemplos, no pueden ser letra muerta. De igual
modo, es importante que exista un control social que esté en todo momento
atento a los actos de posibles desviaciones que pudieran afectar la transparencia
de la gestión pública, y que en lo últimos años ha dado reveladores resultados
de actos de corrupción tantos en los funcionarios públicos como en los altos
mandos, en los propios ministros del poder Ejecutivo, es de conocimiento
público que el propio fiscal de la Nación esta involucrado en innumerables casos
de corrupción y que esta siendo investigado .

A lo señalado en el anterior párrafo, hay que añadir que es de vital importancia


que las autoridades públicas al momento de seleccionar a sus funcionarios de
confianza valoren la experiencia profesional y personal de estas personas. En
este proceso de selección, que debe ser estricto, es necesario que se destierre
apreciaciones subjetivas.

A pocos meses de un cambio en el gobierno central y tras casi un año de


gestión de los gobiernos regionales es necesario que los principales
responsables evalúen lo siguiente: ¿Las autoridades saben cuál es la misión y
visión de la entidad que lideran? ¿Sus funcionarios lo saben? ¿Todos tienen
claros los códigos de Ética de la Función Pública y su Reglamento? ¿Tienen
Códigos de Ética de la Institución, lo saben y lo aplican? Si queremos eliminar la
asociación funcionario público – corrupción, no hay otro camino más que
considerar los puntos expuestos.

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