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El documento discute la ineficiencia e corrupción en las instituciones públicas de Paraguay. Argumenta que el poder judicial carece de autonomía y está influenciado por intereses personales, lo que lleva a decisiones injustas. También critica la baja productividad de los funcionarios públicos a pesar de sus altos salarios y horas de trabajo limitadas. Finalmente, propone que para combatir la corrupción se necesitan funcionarios con sólidos valores éticos, mayor transparencia, y un enfoque en la misión y visión de cada institución pública
El documento discute la ineficiencia e corrupción en las instituciones públicas de Paraguay. Argumenta que el poder judicial carece de autonomía y está influenciado por intereses personales, lo que lleva a decisiones injustas. También critica la baja productividad de los funcionarios públicos a pesar de sus altos salarios y horas de trabajo limitadas. Finalmente, propone que para combatir la corrupción se necesitan funcionarios con sólidos valores éticos, mayor transparencia, y un enfoque en la misión y visión de cada institución pública
El documento discute la ineficiencia e corrupción en las instituciones públicas de Paraguay. Argumenta que el poder judicial carece de autonomía y está influenciado por intereses personales, lo que lleva a decisiones injustas. También critica la baja productividad de los funcionarios públicos a pesar de sus altos salarios y horas de trabajo limitadas. Finalmente, propone que para combatir la corrupción se necesitan funcionarios con sólidos valores éticos, mayor transparencia, y un enfoque en la misión y visión de cada institución pública
Para el desarrollo sustentable de la sociedad de un Estado, es imperioso la
administración de Justicia, eso implicaría una institución solida con criterio subjetivo, un Poder Judicial con autonomía y libre de prácticas oscuras y sobres
bajo la mesa.
Estamos viviendo un momento crítico en la administración de Justicia en
Paraguay, ya que los mismos que la imparten tienen las manos sucias, y el codo torcido , buscando satisfacer sus intereses personales sobre los derechos ajenos , por un benefició económico que a veces son ínfimos, ya que existen innumerables casos donde pudimos ver jueces perder el decoro por recibir migajas de pan por parte de colegas que a falta de principios básicos como profesional, se acostumbraron a trabajar por lo bajo, pero el verdadero problema no termina ahí, el verdadero problema se encuentra instalado en los mismos funcionarios públicos de menor rango, y ya es una costumbre, nos parece normal , cotidiano y sobre todo ya es parte de nuestro día a día en los que ejercemos de forma privada la profesión de abogado.
Es necesario un análisis profundo sobre esta situación y rever una solución al
respecto, ya que la inversión que el Estado destina a sueldos de funcionarios públicos es de casi el 73 %, sin mencionar que los sueldos de gran partes de estos no están acorde a la productividad de los mismos, y debemos que recalcar que la mayoría trabajan solo 6 horas diarias, en contra posición de las personas que trabajan de forma independiente o en empresas privadas que a veces
trabajan hasta 12 horas diarias,
También es sabido que la corrupción que existe en la gestión pública no es de
los últimos años y está lejos de extinguirse. Pero, ¿qué hacemos contra ello? ¿Los funcionarios y servidores públicos están preparados para enfrentar los actos de corrupción o simplemente esperan una oportunidad para sacar provecho de ese tipo de situaciones? ¿Dónde está la ética pública? ¿Dónde están los valores? Una de las desviaciones principales en definitiva está en la ética pública, la misma que si bien se encuentra en la letra, es decir en las normas y en las reglamentaciones, no está arraigada en los funcionarios de las instituciones públicas ni en los encargados de dirigir a las entidades del Estado quienes, muchas veces, tampoco tienen en claro los objetivos nacionales e institucionales de sus centros de trabajo. Ante esta realidad, ¿cómo se puede pensar en mejorar la gestión pública del país?
Para evitar actos de corrupción debemos tener servidores públicos, funcionarios
y autoridades verdaderamente llenos de valores y principios éticos que les permitan tener en claro que sólo son personas que están encargadas recursos públicos del Estado y que sus cargos son temporales. Asimismo, debe existir en todo momento información clara, transparente, pública. Las normativas como la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, el Código de Ética de la Función Pública, por citar dos ejemplos, no pueden ser letra muerta. De igual modo, es importante que exista un control social que esté en todo momento atento a los actos de posibles desviaciones que pudieran afectar la transparencia de la gestión pública, y que en lo últimos años ha dado reveladores resultados de actos de corrupción tantos en los funcionarios públicos como en los altos mandos, en los propios ministros del poder Ejecutivo, es de conocimiento público que el propio fiscal de la Nación esta involucrado en innumerables casos de corrupción y que esta siendo investigado .
A lo señalado en el anterior párrafo, hay que añadir que es de vital importancia
que las autoridades públicas al momento de seleccionar a sus funcionarios de confianza valoren la experiencia profesional y personal de estas personas. En este proceso de selección, que debe ser estricto, es necesario que se destierre apreciaciones subjetivas.
A pocos meses de un cambio en el gobierno central y tras casi un año de
gestión de los gobiernos regionales es necesario que los principales responsables evalúen lo siguiente: ¿Las autoridades saben cuál es la misión y visión de la entidad que lideran? ¿Sus funcionarios lo saben? ¿Todos tienen claros los códigos de Ética de la Función Pública y su Reglamento? ¿Tienen Códigos de Ética de la Institución, lo saben y lo aplican? Si queremos eliminar la asociación funcionario público – corrupción, no hay otro camino más que considerar los puntos expuestos.