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TEMA XIX

LA CURSIVA GOTICA CASTELLANA DE LOS SIGLOS XV AL XVII.


LAS LLAMADAS CORTESANAS Y PROCESAL

ESQUEMA/RESUMEN

a) En Europa.
1. Degeneración y crisis de la escritura
1 b) En España.

2. Los nombres de cortesana. procesal y otros .

3. Cronología y desarrollo de la escritura cortesana .

4. Cronología y desarro llo de la escritura procesal.

a) Letras aisladas .
5. Morfología b) Nexos.
e) Abreviaturas .

3
INSTRUCCIONES

El tema es continuación del anterior, con el que forma nexo lógico e inmediato ; tanto qu e
sólo por razones pedagógicas y de espacio se ha dividido en dos lo que. en relidad . forma una
unidad sola.

Decíamos en el tema XV que a estos dos tipos de cursivas góticas , llamadas cortesana
y procesal, corresponde el mayor caudal de documentación conservada sistemáticamente en el
reino de Castilla, ya en los archivos de lél real cancillería y otros organismos oficiales , ya en
los arch ivos de protocolos y en los particulares o privados. Prácticamente , en letra cortesana
va a estar escrita toda la documentación de carácter público y privado del siglo XV y primer
tercio del XVI; en procesal lo estarán la inmensa mayoría de los documentos nota riales desde
mediados del XV hasta mitad del siglo XVII. Ambas letras tienen, pues . una importancia ca·
pital para los historiadores de la Baja Edad Media y de la Edad Moderna. inclu idos , naturalmen-
te, los que se dedican a la historia de la lengua y de la literatura.

También decíamos que, con relación a estos dos tipos de cursi vas , las dificultades de
lectura pueden ser extraordinarias y superiores a toda ponderación. Por eso , si al in ici ar la en-
señanza de los mismos a los alumnos de cursos ordinarios. presentes en las aulas , sentimos
gran preocupación, pensando en lo dificultoso de su enseñanza y aprendizaje, calcú lese cuá l
será la que sentiremos aquí frente a los alumnos de cursos extraordinarios a distancia. Lo
cual en modo alguno debe interpretarse por dichos alumnos como invitación al pesim ismo o al
desánimo. sino todo lo contrario; lo que pretendemos es prevenirles sobre dichas dificu ltades
y aconsejarles que , en este tema más que en ningún otro . pongan a prueba su esfuerzo y ap li-
cación , con vistas . sobre todo, a los ejercicios prácticos que serán aqu í espec ialmente inten-
sos . Por nuestra parte hemos procurado . al disponerlos. que haya en ellos un escalonamiento
gradual . de menos difíciles a más.

-ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Aparte los tratados y manuales ya conocidos que exponen el tema .con más amplitud
práctica que sistematización teórica (G. Villada, «Paleografía española», págs . 329-345 ; M illa-
res. «Tratado de Paleografía", págs. 329-340; Floriano . .. curso general de Paleografía », pági-
nas 485-506). hemos de referirnos como a obra especialmente adecuada para el conocimiento
de estos dos grupos de escrituras y los afines a ellas. al «Aibum de Pa leografía hispanoame-
ricana de los siglos XVI y XVII», publicado en Méjico el año 1955 por A. Mil lares y J . J . Man-
tecón. Se distribuye en tres volúmenes: uno, de teoría ; otro, de facsímiles. y un último. de
transcripción y comentario. A pesar de que casi todo el material gráfico corresponde a mode-
los procedentes de Hispanoamérica, sirve perfectamente para España . pues desde el punto de
vista gráfico no existen diferencias apreciables entre la escritura de la Península y la de las
Colonias hispanoamericanas.

Como en los anteriores. el tema lo redactaremos aquí íntegro, ocupando el apartado de


Explicaciones complementarias que viene a continuación.

S
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

1) Crisis y degeneración de la escritura. Ya hemos apuntado que la característica


principal de estos subgrupos formados en Castilla por la escritura gótica cursiva está precisa-
mente en su alto grado de cursividad. con los consiguientes problemas de lectura e interpre-
tación.

a) En Europa. Cursividad y problemas que no eran exclusivos de Castilla y ni aun de


la Península Ibérica, sino que afectaban a toda Europa -Francia e Italia especialmente- don-
de, con la gótica cursiva. la escritura había entrado en pe.ríodo de crisis y en carrera de desvir-
tuamiento y corrupción. dando como resultado aquel mqdo de escribir que los paleógrafos lla-
man «desordenado y sin regla .. (Terreros). a base de «Caracteres y escrituras diabólicas en
forma de ensortijada cadena que parece imposible sean leídas por ojo humano, ni siquiera con
lente de gran aumento .. (Gualandi).

La raíz de ese sentido gráfico. degeneracional y negativo. hay que buscarla en las ma-
yores posibilidades y en las ocasiones más frecuentes que se ofrecían de practicar el ejercicio
de la escritura. las cuales provenían, a su vez. de causas tan heterogéneas como la mayor ex-
tensión del ambiente cultural. la inclusión del papel entre las materias escriptorias. la multipli-
cación del notariado y sus funciones, la intensificación de la vida administrativa, con el consi -
guiente aumento del papeleo, que diríamos hoy, los intereses económicos de que pendían una
mayor prisa en escribir y unos mayores espacios ocupados por lo que se escribía.

Una real ordenanza de Felipe IV de Francia advertía ya en 1304 a los escribanos públi-
cos que escribieran en forma inteligible. lo cual permite suponer que no siempre lo hacían así.

b) En España. Y como en Francia. ocurría o iba a ocurrir pronto en España. donde el


desbarajuste gráfico invadió amplias zonas- del campo escriptorio, perdurando la invasión a tra-
vés de los siglos XV. XVI y XVII y alcanzando cotas de locura en cuanto a cursividad e ininte-
ligencia de lo escrito se refiere. Aquello no eran letras -dicen los paleógrafos del siglo XVIII-
sino desvarío y desconc ierto de letras. Los propios contemporáneos se espantaban y ponían el
grito en el cielo ante semejante quiebra. no ya del buen gusto sino de las más elementales
normas de escritura, que parece haberse convertido en burla o escarnio hechos a quienes te-
nían que leer lo escrito. Santa Teresa en sus ·cartas. Cervantes en el Quijote. Luis Vives en
sus Diálogos tienen alusiones tan displicentes como censorias para la desastrada caligrafía im-
perante. que no perdonaba ni a los escritos procedentes de organismos públicos , como eran las
Chancillerías reales. Así. nos encontramos con que en las Ordenanzas para la de Valladolid ,
dadas por los Reyes Católicos en 1489. se manda al chanciller •que no selle provisión alguna
de letra procesal ni de mala letra. e si la traxeren al sello. que la rasgue luego ...

Como ocurre con tantas modas viciosas. parece que el mal gusto por la escritura pren-
dió y floreció particularmente entre la gente joven y nobl~. que tenía a gala el escribir mal y

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que hacía decir a Juan Luis Vives. poniéndolo en boca de uno de los personajes de su Diálogo
sobre la escritura: «Cuánto más sabios y prudentes sois vosotros que esotros muchos nobles
que confían serlo más cuanto peor escriben ... Y el obispo de Mondoñedo. Fray Antonio de Gue-
vara, contestando en 1523 al joven y noble D. Pedro Girón , le echa en cara que la letra de su
carta «parece más caracteres con que se escribe el musaico que no carta de caballero ... augu-
rándole que "si el ayo que tuvisteis en la niñez no os enseñó mejor a vivir que el maestro que
tuvistes en la escuela a escribir, en tanta desgracia de Dios caerá vuestra vida como en la
mía ha caído su mala letra porque le hago saber. si no lo sabe , que querría más construir ci-
fras que no leer su carta ... acerca de la cual sigue diciendo socarronamente que "está por ver
si fue escripta con cuchillos o con hierros o con pinceles o con los dedos ... Diríase que ni la
Reina católica, por referirnos a la nobleza más alta , se libró de este pecado de escribir algu-
na vez tan de corrido como muestra la postdata puesta por su mano a un documento de la
cancillería regia que reproduce nuestra lámina 19/3 al fina l del tema.

Veamos ahora cuáles son esas escrituras que tantos y tan virulentos ataques merecie-
ron de sus contemporáneos mismos. De ellas vamos a considerar el nombre, su origen y des-
arrollo , su morfología y sus aplicaciones en el campo de los documentos.

2) Los nombres. Ra~a vez. al nacer un nuevo tipo de escritura. fue bautizado con un
nombre nuevo. Durante mucho tiempo siguió sin nombre propio, y el ponérselo fue incumben-
cia. generalmente. de autores muy posteriores y tardíos. Tal vimos que ocurrió con la visigó-
tica o mozárabe, con la carolina, con la gótica y sus diferentes versiones. Sólo en el caso de
estas dos castizas letras castellanas que estamos enjuiciando. los nombres para designarlas
surgieron a la vez que las escriturás mismas , teniendo desde el primer momento un cierto ca-
rácter oficial u oficioso. Al menos . por lo que se refie re a sus dos nombres principales: el de
procesa l y el de cortesana .

Ya en el siglo XVIII advirtió Terreros que los Reyes Católicos empleaban esos dos tér-
minos en el texto de tres aranceles de comienzos del siglo XVI en que se reglamentaban los
honorarios a percibir por los escribanos o notarios del reino. En uno se habla de «buena letra
cortesana y no procesada .. ; en otro , de "letra apretada y cortesana .. ; en el tercero . otra vez ,
de "buena letra cortesana .. . Los mismos términos -cortesana y procesal- se leen en documen-
tos anteriores (1485 . 1491) de los mismos reyes donde se contraponen . en indeterminado y neu-
tro. lo «procesado .. y lo «junto o apretado» , es decir. lo procesal y lo cortesano .

Fundándóse. precisamente. en estos textos lanzó Terreros la idea. común luego entre
los paleógrafos. de que Doña Isabel y Don Fernando habían intentado una reforma de la escri-
tura sobre la base de ob ligar a los escribanos públicos a dejar la letra procesal por mala y a
tomar como buena la cortesana . Pero basta la lectura comp leta de los textos en cuestión para
entender que de reforma escriptoria no había en ellos nada ; que se trataba sólo de reglamen·
tar el trabajo de los escribanos públicos en sus aspectos económicos y arancelarios .

3) Cronología y desarrollo de la cortesana. Se forma entre 1400 y 1425, y va a tener


una vida corta. prácticamente un sig lo, poco más. A partir de ese primer cuarto del siglo XV pue-
de decirse que fue el único tipo de escritura empleado en el reino de Castilla para los documen-
tos particulares que requerían algún esmero . y para códices no elegantes que contenían obras
literarias. En la real cancillería el uso de la cortesana se concretará cas i exclusivamente al
t iempo de los Reyes Católicos .

La enemiga le vendrá, así en un campo como en otro. de la escritura humanística. que


veremos en el tema siguiene . Empieza la competencia durante el último tercio del siglo XV
y se consuma el cambio a lo largo del XVI. antes de su mitad . Significativo es a este respecto

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XI X/ 7

el que Juan de lciar, primero de nuestros calígrafos, al publicar en 1548 su .. ortografía prácti-
ca» no mencione siquiera la cortesana; tan en desuso debía haber caído para entonces. Sin
embargo, no ha de olvidarse que bastó un tiempo relativamente tan corto para que la cortesa-
na dejara inundados con su presencia cantidad de archivos y fondos documentales. especial-
mente de piezas procedentes de los organismos regios.

4) Cronología de la procesal. Al contrario que la cortesana. va a tener una vida muy


larga. Nace en el siglo XV y podemos darla por formada a f ines de su primera mitad. Des-
de 1450. hablando en términos redondos. la procesal adquiere carta de naturaleza y aun de ex-
clusiva, en las esqJbanías públicas castellanas. Dentro de la real cancillería se reservó para
clases documentales determinadas. como los registros y copias de oficios. Donde campó más
a sus anchas fue en los tribunales de justicia como escritura de procesos. que le dieron
nombre.

Durante todo el siglo XV se mantuvo libre de cualquier influencia de la humanística; y


cuando ésta . sustituyendo a la cortesana, se generaliza como escritura de alcance casi nacio-
nal. la procesal va a refugiarse entre los nota ríos o escribanos de oficio. en cuyo reducto
permanecerá fuertemente atrincherada hasta mediados del XVII. no precisamente para anqui-
losarse. sino para evolucionar hacia formas mucho más cursivas e inintel igibles. pues sólo la
entenderían aquellos ·que, por razón de su oficio, tenían una especial relación con las notarías
y sus papeles. Por eso, resulta difícil fijar el verdadero alcance atribu i ~le a las palabras de
Francisco de Lucas. el gran calígrafo sevillano, cuando presumía en su «Arte de escribir, , el
año 1570, de que gracias a él los escribanos habían mejorado la letra. La afirmación vale sólo
a medias; pues mientras es cierto que durante el último tercio de l siglo XVI algunos notarios
mejoran llamativamente su modo de escribir, otros lo empeoran en forma alarmante. dando lu-
gar a la famosa procesal encadenada o de cadenilla. con la cual se trazaban de un tirón y
sin levantar la pluma líneas enteras. desembocando con ello en letras de gran módulo. que
con frecuencia se confunden entre sí al ser trazadas en forma y figu ras muy parecidas.

Contra estos tipos de procesal y su curs ividad en grado extremo es contra la que se di-
rigen los ataques y denuestos de los eruditos y aun de los ciudadanos sencil los. los cuales .
habiendo aprendido a escribir en la human ística italiana. ni entendían ni querían la curs iva de
cadenilla. Sobre la cual y sobre el agrandamiento y ligazón de sus trazos pesaba . además. la
acusación popular de que los escribanos lo hacían a propósito para llenar más planas y así
cobrar más dinero. Elocuentes son a este respecto las palabras que Cervantes pone en boca
de Don Quijote cuando. al despedir a Sancho con la carta para Dulc inea. escrita en el libro de
memorias encontrado en la maleta de Gardenia, le dice: "Tú tendrás cuidado de hacerla trasla-
dar en papel de buena letra en el primer lugar que hallar~s donde haya maestro de escuela
de muchachos. o si no, cualquier sacristán te la trasladará; y no se la des a ningún escribano
que hacen la letra procesada que no la entenderá Satanás." El malestar era totalmente justi-
ficado, pues muchas personas, por no saber leerla. perdían los derechos consignados en los
documentos; y quien llegaba a aprenderla había pasado en el aprendizaje angustias y dificul
tades sin cuento. Todavía en el siglo XVIII se quejaba Terreros de que " esta mfame letra de
procesos a todos nos ha costado muchas lágrimas en la escuela". Po r fort una. e l buen sen
tido se rrnpuso a mediados del siglo XVII y, que sepamos . sin necesidad de mandatos ni ame-
nazas. los notarios fueron abandonando el uso de la procesal y pasándose definit ivamente <'~
la humanística.

5) Naturaleza y origen gráficos. Sobre uno y otro extremo baste recordar lo que de
jamas dicho en temas anteriores. habida cuenta de que procesa l y cortesana no son más quf-
variantes o ,tipos de una misma escritur~. la cursiva gótica; cuyo extremo inicial , con un grado
de cursividad muy discreto. arranca de la carolina. y cuyo extremo último. con un grado má-

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XIX / 8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

ximo de cursividad . está representado . precisamente, por la procesal en cualquiera de sus va-
riedades. Y junto a ella. algunos pasos atrás, la cortesana. con rel ac ión a la cual apenas pue-
de hablarse más que de un solo modelo y una variedad única. Hagamos ahora descripción ex-
tern a y conj unta de una y otra.

6) Morfología, o sea. la forma de los var ios elementos que constituyen estas dos
escrituras y que son los mis mos que en cualq ui era otra , a saber: letras ais l adas. nexos, sig-
nos especiales y abreviatu ra s; todos los cuales. más que una descripción teóri ca. est án pidien-
do para su conoc im iento y aprendizaje una representación plástica, a base de ejemplos que
entren por los ojos y que sean. dentro de lo posible. paradigmas o casos tipos en que se
sinteticen la incontable variedad de sus manif estac iones concr etas. Por eso nuestra teoría ha
de ir acompañada de re feren cias continuas a los respectivos cuadros de d ibujos. que el alum-
no debe t ener constantemente al alcance de su vista.

A) Letras. Conviene distinguir entre mayúsculas y min úsculas . Las primeras pueden
adoptar formas romanas capi t ales y uncia les o limitarse a agrandar las propias formas mi-
núsculas. resultando di f íc il muchas veces adivinar en cada caso s i el escriba quiso trazar ver-
daderamente letras mayúsculas o corr ientes. De ellas damos aquí m ismo est a pequ eña muestra :

S
Para la 111111USCula seguiremos el procedttntento hab itual. de 1r desc ri biendo . letra por
letra. desde la a en ade lante . Los números entre paréntesis que salgan a lo largo de nuestro
comen tario se refieren a los correspondientes dibujos del cuadro l.

a. La forma más antigua se presenta trazada en dos go lpes de pluma. quedando a ve-
ces s in cape lo (1-3); más moderno es trazar la letra de un solo golpe de pluma (4). que a veces
no cierra por aba jo (5-6); ya en el XV existe u na a constituid ;J po r la unión en su parte supe-
rior de dos curvas cóncava s (7-1O). tip o és te que se emp leará frecuenteme nte como mayúscu-
la. Hacemos la observac ión de que la a (9). muy usada en la cortesana. puede confu ndirse con
la e (5). Finalmente . una a típi camente cort esa na es la que tiene forma de u cuyo último trazo
cae verticalmente. cub ierta por una lín ea paralela a la ca ja del renglón. lí nea que puede esta r
sin contacto con el resto de la let ra y mediante la cual se une a la letra anterior y a la si-
guiente (12- 14).

b. Por lo general incurva su astil hacia derecha (1-2) ; en la procesal es baja y muy
ancha (3-6).

c. Se puede trazar con un solo golpe de pluma ( 1, 3. 4. 5. 7). o con dos (2 ): en ambos
r:; tsos la e se une siempre a la letra sigu iente por la parte superior. Sobre la e con cedi lla hay
r; 'ldv ertir que con fr ecuencia y por e fecto de la curs ividad la cedilla no cuelga de la e

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IJALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XIX, 9

sino de la letra siguiente. y también que no se escribe en contacto con la e sino mucho más
abajo, pudiendo confundirse con las letras del renglón inferior (5 y 6). En procesal tardía puede
unirse e y e como ahora. es decir . por su parte inferior (8) .

d. La de los siglos XV-XVII es casi siempre de tipo uncial (1 ); la parte superior forma
ojo hacia el interior de la letra· y hacia la derecha mediante el cual se une a la letra siguien-
te (2 y 3): en la procesal la parte inferior no suele cerrar (4 y 5): en la Edad Moderna también
se utiliza una d minúscula con forma muy semejante a la mayúscula de hoy (6)

e. Puede trazarse, ya de un solo golpe de pluma , como ahora ( 1). ya de dos . formando
la lengüeta con que se une a la letra siguiente (2) : a veces se confunde con e (3 y 4): en
el XV y XVI es muy frecuente una e con idéntica forma qu~ a ( 1O). con la diferencia . no obs-
tante, de que la e tiene un pequeño trazo horizontal con que se une a la letra siguiente (5 y 6) ;
en la procesal predominan los tipos de lazo confundibles con otras letras como b y 1 (7 y 8):
un tipo que se usa mucho como conjunción copulativa y como letra inicial de palabras es el
formado por una sencilla espiral que gira a la izquierda (9): su origen puede estar en la figu -
ra (10). a base de la conjunción et y un semicírculo de adorno: el semicírculo y la conjunción
pueden trazarse también en un solo golpe de pluma (11 ).

f. Es muy semejante a la actual manuscrita ( 1). Durante el XV tiene tendencia a for-


mar un ojo en la parte superior y a unirse a la letra siguiente mediante un trazo que pa rte de
dicho ojo. adoptando a veces una forma parecida a p (2 y 3). Los tipos más cursivos fo rman
una curva en la parte inferior que va hacia derecha para unirse con la letra que le sigue (4-6) .

g. Adopta distintas formas . Las más sencillas derivan de las de época anterior y consis-
ten en trazar primero el caído y luego el ojo (1 ). o bien en trazar una u con caído prolongado e
incurvado hacia la izquierda y cerrarla por encima mediante una recta con que se úne a la letra
anter ior y a la posterior (2 y 3). solución semejante a la de a (13 y 14) . En la cortesana se traz<l
también la g con un solo golpe de pluma (4) derivando de esta solución las formas más cu rsivas
de la procesal (5, 6 y 8). También se emplea la g procesal de doble ojo (7). con fundible fácilmen -
te con f (6). de la que se distingue . sin embargo. por ser los ojos de g más redondos y el su-
perior más pequeño . Los dos modelos últimos (9 y 10) pueden considerarse como de g ma ·
yúscula.

h. Su astil suele cerrarse en forma de ojo, mientras el caído se prolonga (1 y 2): en la


procesal la curva inferior llega E. desaparecer (3-5): con frecuencia presenta dos ojos (6) de for-
ma parecida a g y f. El último modelo es de tipo mayúsculo.

i. No lleva punto hasta el siglo XVI, en que lo toma por inf luenc ia de la humanística :
la forma normal no difiere de nuestra i ( 1). y la larga. que cae por deba jo del renglón , es el
origen de nuestra jota (2-4) . En la procesal adopta forma de un 3 cerrándose a modo de ojo
en la parte inferior (5) . En la cortesana es frecuente que la i prolongue su caído y mediante
una espi ral amplia se una a la letra siguiente.

, . Puede ser sencilla (1) o de ojo (2 y3) . En procesal es ancha y baja, confundiéndose
con b, e y e (4-5): a veces se usa una 1 semejante a la actual manuscrita mayúscula (6-7) .

m y n. No tiene dificultades de interpretación pudiendo ser su trazado agudo ( 1) o re-


dondo (2). Los últimos modelos de cada una responden a formas mayúsculas.

o. Puede presentar dos formas singulares. la semejante a una v ( 1) y la de fo rma de e


en espiral (2) : esta segunda es derivación muy cursiva de la o precedida por un semicírculo (3)
fJIJP. también se escribe de un solo~razo (4) .

11
XIX/ 10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

p. Junto a·las formas más sencillas con caído vertical (1) o arqueado (2). en la cortesa-
na se desarrolla la tendencia a dejar abierta la p por la parte superior (3 y 4). abertura que es
a veces desmesurada en la procesal (5-6); en la cual también se desarrolla un tipo de p parecido
a una x cerrada por su derecha (7-8). la forma (9) puede considerarse como mayúscula .

q. Junto a las formas cuyo caído es vertical ( 1-2) aparecen con tanta o más frecuencia
las que lo incurvan hacia izquierda (3-4). Como veremos más adelante . sigue el uso de abreviar
qua, que, qui, con formas especiales. los cuatro últimos ejemplos presentan posibles formas
mayúsculas .

r. La r minúscula con forma de martillo fue la predominante en los siglos XVI-XVII, en


cuyo transcurso fue prolongado su caído (1 y 2) ; con frecuencia adopta forma de cruz (3) ; la r
redonda. que en el siglo XIII se escribía como un 2, evoluciona y se traza como una z (4 y 5).
Mención especial merece el uso de r mayúscula (6-11) que se usó al inicio y en medio de pala-
bras para representar el sonido de rr.

s. Son variadísimas las formas que adopta, derivándose ya de la s de doble curva (1).
ya de la s alta (2). las cuales . por otro lado. siguen usándose en sus formas más simples . De la
alta surge la s con ojo en la parte superior y que se asemeja a f (3) . las con ojo sólo en la parte
inferior (4) y la s con ojo arriba y abajo (5), confundiéndose esta forma con g y f. De la doble
surge la típica s cortesana en espiral (6, 7 y 8); esta s, heredera de la z en forma de 5 de la le-
tra de albalaes y precortesana. sirve también para escribir la z. En posición final puede adoptar
la forma de una b con ojo en la parte superior y en la inferior (9). Obsérvense posibles formas
mayúsculas (10-12).

t. En su forma aislada difiere poco de la actual (1-4) ; unida a la letra siguiente modi-
fica su forma . según tendremos ocasión de ver _en los nexos .

u. Ya sea en forma redonda (1) o angulosa (2) no difiere de la u actual; debemos in·
dicar que se usó tanto con valor de vocal como de las consonantes b y v.

v. Está formada por dos líneas curvas que se únen mediante ángulo más o menos pro-
nunciado. en su parte inferior. La línea curva primera suele ser más alta (1, 2. 3, 4).

x. Semejane en todo a la actual ; es frecuente que prolongue s.u extremo inferior iz-
quierdo (1 -5).

y. Sin dificultades de lectura. las escasas variantes se originan sólo por la diversa
posición del caído ( 1-4).

z. Al lado de la forma minúscula (1-2) se desarrolla la que pro longa su ca~do (3-6) adop-
tando el aspecto de un 3.

B) Nexos. La dificultad de lectura de las escrituras cortesana y procesal no reside


tanto en sus letras aisladas ni aún en sus signos abreviat ivos cuanto en las defonnaciones
que esas letras y signos sufren cuando se únen a las inmediatas. Es tan grande la variedad de
nexos que sería prolijo e inútil intentar describirlos teóricamente ; por eso nos limitamos a
reproducir en el correspondiente cuadro de dibujos. el 11, aquellos que ofrezcan mayores difi-
cultades de interpretación . sin necesidad de repetir que los nexos en cuestión son sólo mode-
los esquematizados y que en la realidad las variantes, aunque sin afectar a lo fundamental.
pueden ser muchas y notorias .

C) Abreviaturas. El signo genera! de abrevia~ión consiste en un punto o. más frecuen-


tPmP.nte . en una línea. recta o curva , colocada encima de la palabra abreviada . Esta línea puede

12
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XIX / 11

arrancar de la letra fina l de la palabra que se abrevia. formando una amplia curva que envuelve
a toda la palabra; idéntica solución se emp lea con la cedil la de la e que se prolonga en curva
desmesuradamente. y con las letras sobrepuestas que mediante línea curva enlazan con la pa-
labra que se abrevia.

Los signos abreviativos son pocos si se comparan con los de épocas anteriores. Lo gra-
ve en e llos es la libertad o, mejor, el libertinaje de su trazado que. como en los nexos, varía
continuamente en circunstancias y detalles. A modo de esquemas ejemplarizadores damos en
el cuadro 111 dibujo de los que pueden considerarse más importantes y representativos. Son los
siguientes:

Con y com al principio de palabra, formando semicírcu lo abierto hacia izquierda y dando
impresión de una g o una q.

La v cruzada de arriba abajo y de derecha a izquierda por una línea larga y suavemente
ondulada sirve para abreviar vir y ver.

La s alta, cerrada arriba en forma de ojo, puede tener su caído cruzado por una línea on-
dulada que viene de arriba hacia izquierda y vuelve hacia arriba y a derecha; sirve para abre-
viar los conjuntos ser y sir.

La palabra derecho abrevia la sí laba cho mediante un signo en forma de 8 tumbado. La


conocida abreviatura de per si rve también para par, cursi\tizando caprichosamente y desvirtuan-
do la forma del trazo horizontal que corta el caído de la ·p.

Nueva es , en cambio, y muy típica en cortesana y procesal la abreviatura de pre que da


a la letra p una aparente forma de 8 abierto por arriba. Muy representativas son también las q
con letra (a, i) o signos sobrepuestos para indicar las sí labas qua, que y qui que se ven al fin
del cuadro.
EJERCICIOS PRACTICOS

Suplirán a los acostumbrados ejercicios de autocomprobación y a las actividades reco-


mendadas de otros temas. Consistirán en la lectura y observación de las láminas que vienen
a continuación. numeradas de 19/1 a 19/8. Van acompañadas de las correspondientes transcrip-
ciones y comentarios. los alumnos deben seguir teniendo muy en cuenta las instrucciones
dadas al comienzo de los ejercicios prácticos en el tema 10.

15
XIX/ 14 PALEOGRAFI A Y DIPLOMATI CA
CUADRO 1

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XIX/ 15
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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA
XIX/ 16
CUADRO 111

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PALEOGRAFIA Y DIPLO MATICA XIX/ 17

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19
XIX/ 18 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

TRANSCRIPCION (Lámina 19/ 1)

(Cruz)

Yo lohan Alfonso de Sahagund . escriuano del rrey e la rreyna nuestros sennores e escriuano del con<;ejo
de la noble 1 <;ibdad de Palen<;ia, doy fe que por ante mi commo escriuano fue pregonada en la dicha cibdad
por 1 los lugares acostumbrados vna carta de sus altesas , sellada con su sel lo e firmada de los 1 sennores del
su muy alto e ex¡;elente consejo , en que contiene en efecto que llaman a todos los 1 caualleros e escuderos
deesta c;ibdad que biben con sus altesas e lleuan acostamientos. e les mandan 1 que sean en la villa de Pala<;ios
c;erca de Meneses para dos días del mes de jullio primero que 1 verná deeste presente anno de la fecha de esta
fee. adonde fallarán a su contador del sueldo 1 que les pagará todos los maravedís que ouieren de aver de todo
el tiempo que estouieren en su serui<;io con la 1 venida y buelta a sus casas . lo qual su altesa les manda que fagan
e cumplan con 1 las lanc;as que cada vno tiene de su altesa . asy onbres de armas commo gynetes todos 1 en
punto de guerra. so las penas en que cahen los que lleuan tierras e acostamientos de sus 1 altesas e non vienen
a sus llamamientos e mandamientos con las lanc;as que de sus altesas tyenen. 1 e mandan que fuese asy prego-
nado públicamente porque non pretendan ynoran<;ia. La qual carta presentó 1 Diego de Value rde criado del sennor
Domingo Ferrandez e lo pedió por testimonio; los quales pregones se fesieron 1 en la dicha <;ibdad de Palenc;ia.
el dia de sennor Sant Juan a veynte e quatro días del mes de 1 junio anno del nasc;imiento de nuestro sennor
lhesu Christo de mili e quatro<;ientos e ochenta e <;inca annos. 1 Testigos que fueron presentes : Ferrando de
Bertauillo e Juan de Carrión e Juan de Garniel. vezinos de la dicha <;ibdad. 1 E yo el dicho Juan Alfonso . escri-
uano suso dicho. que fuy presente a todo lo suso dicho e 1 por ende fise aqui este mio sygno a ta l (signo) en
testimonio de verdad .
Juan Alfonso (rubricado) .

COMENTARIO (Lámina 19/ 1)

Ofrecemos aquí un ejemp lo de buena letra cortesana de fines del siglo XV. con su va-
riado alfabeto y típicos y abundantes nexos ; es acusada la tendencia a envolver letras y pa la-
bras mediante los caídos de las letras.

Todo el documento está esc rito por una sola mano . la del notario Juan Alfonso, aunque
lo normal en los documentos notariales es que presenten escritura de dos tipos bien diferen-
ciados. en cuyo caso el segundo tipo suele corresponder a la suscripc ión autógrafa del escri-
bano, y suele ir en letra muy cursiva .

Se trata de un documento privado cuyo original se encuentra en la secc10n de Secreta-


ría de Estado. del Archivo General de Simancas. porque lo envió a la co rte el responsable de
hacer en Pa lencia el llamamiento para la guerra de determinados vasallos de la Corona. como
prueba de haberlo efectuado ; de esta forma evitaba caer en la multa que le sería impuesta en
caso de negligencia u olvido . (Véase asu nto parecido en el núm. 77 de las Láminas de la Cá-
tedra) .

20
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XIX/ 19

LAMINA 19/2

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21
XIX/ 20 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

TAANSCAIPCION (lámina 19/2)

Yo el bachiller Lope de la Higuera. alcalde en esta c;ibdad de Trogillo por el honrrado cauallero Sancho del
Aguila. corregidor en la dicha c;ibdad por el rrey e rreyna nuestros sennores . fago saber a vos los alcaldes de ¡
Logrosán e Cannamero e Verzocana e de todos los otros logares de la tierra e término de la dicha c;ibdad e a
vos 1 los arrendadores e fieles e cogedores que soys e aveys seydo de las alcaualas de la dicha c;ibdad e de los
lo 1 gares della. que ante mí paresctló fray Juan de Salamanca. procurador del prior e frayles e convento del mo-
nasterio de Nuestra 1 Sennora Santa María de Guadalupe e me mostró e presentó una carta de los dichos sennores
rreyes sellada con 1 su sello e librada de los sus contadores mayores. por la qual en efecto parescte que por
parte del dicho monasterio 1 les fue querellado que por vos los dichos arrendadores les ha seydo demandado
alcauala de las cosas 1 que se venden e conpran en el término de la puebla del dicho monasterio para prouey-
miento e mantenimiento del dicho monasterio 1 e de su pueblo. ellos diz que teniendo preuilegios y esenc;iones
para que las dichas alcaualas non se demande nin 1 paguen de lo que se vendiere nin conprare en la dicha puebla.
los cuales dis que les han seydo guardados fasta aquí 1 non solamente en lo que se vende e conpra dentro en la
dicha puebla mas fuera delta. en todo su termino. 1 sobre lo qual sus altezas mandan que les sean guardados los di-
chos preuilegios seguno. e por la for- 1 ma que fasta aqui les han seydo guardados. la qual dicha carta por mi fue
obedecida con aquella rreverencti'a 1 que deuia. E por quanto el dicho procurador del dicho monasterio me tizo
rrelac;ion que vos los dichos arrendadores 1 agora nuevamente avedes demandado e demandades alcauala de lo que
se ha vendido dentro. en el termino de la 1 dicha puebla para mantenimiento e proueymiento del dicho monasterio
e que vos los dichos alcaldes o algunos de vos 1 avedes dado algunas sentenc;ias en que avedes condenado a al-
gunos de los tales vendedores . lo qual diz que es 1 contra el dicho su preuilegio y esenc;ion que fasta aquí les
ha seydo guardada. Por ende yo vos mando a vos los dichos arrendadores o a qualquier de vos a quien lo sobre-
dicho atanne que non fati- 1 guedes nin demandedes las dichas alcaualas a los dichos vendedores nin conpradores
que han ven- 1 dido e conprado e vendieren e conpraren ganados o otras mencaderias qualesquier en el dicho
termino de la 1 dicha puebla e a vos los dichos alcaldes que non conoscades de las tales demandas e sy algunas 1
sentenc;ias o mandamientos ac;erca dello avedes dado non las esecutedes nin fagades executar nin prendedes 1 nin
prendades a los dichos vendedores e conpradores fas\a tanto que yo vea e libre e determine lo que c;er- 1 ca
dello se deua faser e oyga a vos los dichos arrendadores con la parte del dicho monasterio e en todo 1 se faga
e cumpla lo que los dichos rrey e rreyna nuestros sennores enbian mandar e lo que se falla- 1 re por derecho.
E los unos nin los otros non fagades al so pena de c;inco mili maravedís para rreparac;ión 1 de los muros desta
cibdad e de seysc;ientos maravedís para la justic;ia. Fecho en la dicha cibdad . 1 tres dias de marco. anno del nas-
cim iento de nuestro sennor lhesu Christo de mili y quatrocientos y ochenta annos. 1
Alonso Rodríguez escriuano (Rubricado).
Vos mando que luego que este mandamiento os fuere notificado 1 remitades ante mi qualquier demanda
o pleito que en la 1 rason ante vos por mi comisión este. quier lo ayays 1 determinado o· sentenciado quier non.
porque yo oydas 1 las partes a quien atanne haga lo que sea derecho.
Bachiller Lope (Rubricado).

COMENTARIO (Lámina 19/2)

Este documento se conserva en el rico fondo del monasterio de Guadalupe . del Archivo
Histórico Nacional de Madrid .

Mediante él Lope de la Higuera. alcalde de Trujillo . ordena a los arrendadores y recauda-


dores de rentas reales que no cobren ·alcabalas en la Puebla. dependiente del monasterio de
Guadalupe, pues éste tiene una provisión real por la que se le declara exento de tales tribu-
tos ; asimismo a los alcaldes de Logrosán. Cañamero. Berzocana y otros lugares de Trujillo se
les ordena que no conozcan ni dicten sentencia en las demandas que sobre ellos existieren y
que si han dado sentencia al respecto, que la dejen en suspenso . sin ejecutar : finalmente . que
envíen al citado Lope de la Higuera todas las demandas y pleitos. resueltos o pendientes . (Pro-
visiones sobre parecido asunto puede verse en Láminas de l a Cátedra . núm . 63 y 69).

En cuanto a la letra utilizada en la primera parte hay que deci r que se trata de una per-
fecta escritura cortesana mucho más cuidada y armoniosa. dentro de su cursiv idad. que la an·
terior. La parte final. de mano al parecer del bachiller Lope de la Higuera. es una procesal de
trazado rápido .

22
XIX/ 21
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA
LAMINA 19/3

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23
XIX/ 22 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

TRANSCRIPCION (Lámina 19 / 3)

LA RREYNA

Gómez Manrrique. del mi consejo e mi corregidor en la muy noble e leal c;;ibdad de Toledo. Vi vuestra letra
que me enbiastes en 1 rrespuesta de otra que vos oue escripto por la qual vos di lic;;enc;;ia para que vi niesedes
acá porque con vuestra vista donna 1 Juana de Mendoc;a vuestra muge r avría mucha consolac;;i on, y tengos en mu-
cho seruic;;io el detenymiento que allá fesistes 1 a cabsa de las fiestas. lo qual vos mirastes commo yo de vos
confio, commo syenpre mirastes las otras cosas 1 tocantes a mi seruic;;i o. Y c;;erca de lo que me enbiastes suplicar
que non vos rreuocase la li<;:enc;;ia fasta después 1 de las fiestas . bien me piase de lo fac;;e r por la consolación
vuestra y de donna Juana vuestra muger y esta lic;encia 1 vos do por dose dias para la venyda e para la buelta e
por otros quinse dias de estada acá. Fasedme 1 tanto seruic;io e plase r que luego vengays e dexeys allá el mejor
rrecabdo que pudiéredes, sobre lo qual 1 yo escriuo a esa c;ibdad para que estén a la orden que vos les dixere-
des de mi parte. De la noble villa de Valladolid a XIX dias de enero de LXXXI annos.
Gómez Manrrique. en todo caso 1 uenyd luego que donna Juana 1 a estado muy mal y estaua me- 1 ior
y a tornado a rrecaer ua (1) de que 1 le dyxeron que no uenyades De my mano. Yo la rreyna . (Rubricado).
Por la rreyna: Alfonso de Auyla (Rubricado).
A Gómez Manrrique. del su consejo e su corregidor en la muy noble c;;ibdad de Toledo.
[1) Tachado : ua.

COMENTARIO (Lámina 19/ 3)

Procede este ejemplar del Archivo Municipal de To ledo . pero la r eproducción que publi-
camos no ha sido obtenida por fotografía o xerocopia del original. sino de la copia i m itativa
que en el siglo XVIII (exactamente en 1755) hizo de la misma el hábil calígra f o Francisco Ja-
vier de Santiago Palomares y que Terreros publicó en su Paleografía Española . Paloma res gozó
en su tiempo. de una merecida fama como imitador y copiador de t oda suerte de escrituras.
en particular la visigótica. En este ejemplar muestra bastante fidelidad con e l o r iginal. pero su
copia de la primera parte es defectuosa en conjunto . ya que la cortesana no es ta n angu losa
como la ofrece. ni existen en ella algunos nexos que introduce Palomares .

La segunda parte de esta carta misiva es una postdata autógrafa de l a Rein a Cató lica
-«de mi mano» , dice el texto- y que puede servir de ejemplo de escritura cu rsiva e m ple ado
por la nobleza castellana en torno al año 1500. La escritura, en e f ecto . presenta di f icultades de
léctura por la falta de regularización de sus trazos. aunque no resulte extremadamente cu rsiva.

En cuanto al contenido sólo queremos destacar de una parte la fidelidad y entusiasmo


en el servicio que los Reyes supieron despertar entre la nobleza. y de otra . l a preocu pt~ción
de la reina por los problemas privados -sentimentales incluso como en este caso- de sus
servidores .

24
XIX/ 23
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA
LAMINA 19 / 4

F- o s. X-14Q5

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XIX / 24 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

TRANSCRIPCION (Lámina 19/ 4)

DE JUSTICIA

Don Fernando e donna Ysabel etcetera . A vos el pre- 1 sidente e oydores de la nuestra abdien<;ia e 1 chan.
cilleria. que estays e resedís en la noble 1 vi ll a de Valladolid, salud e gracia. Sepades que! 1 dotor Antonio
García de Villalpando nos fiso 1 rrela<;i ón por su peti<;ión que ante nos en el 1 nuestro consejo presentó, disyen-
do que! ovo tra- 1 tado e trató <;ierto pleyto ante nos en el nuestro 1 consejo , sye ndo prouisor en la yglesia e
obispado de 1 Osma por el ca (r) denal de San Jorge , obispo que fue 1 de la dict!a yglesia. co n el prior e capiscol
della 1 e con otros sus consortes sobre <;iertas fuer<;as 1 e malifi<;ios que contra el dicho ca (r) denal de 1 San
Jorge e contra él commo su prouisor cometiero n 1 segund más largamente diz que se contiene en el 1 pro<;eso que
sobre lo susodicho diz que pasó, en 1 en (sic) el qual dis que fueron dadas dos senten<;ias en vista 1 y en grado de
revista . e dis que fueron condenados en costas los dichos prior e capiscol e sus consortes; las quales dis que
fueron .asadas por los 1 del dicho nuestro consejo e que de la dicha tasa<;ión 1 por amas las dichas partes fue
suplicado por 1 su parte. por las aver tasado en pequenna cantidad 1 porque dis que notoriamente gastó tres
vezes .
Al margen: El doctor de Villalpando

COMENTARIO (Lámina 19/ 4)

Si en tiempos de los Reyes Católicos existió la norma de no utilizar «mala letra ... o sea
procesal. en la expedición de los documentos emanados de los organismos oficiales de la Cor-
te, tal norma no tuvo aplicación en la copia que de tales documentos se hacía después de se-
llarlos para que quedaran en la canc illería . Tal es copias forman lo que hoy llamamos Registro
General del Sello; constan de unos 3.000 legajos y se conserva en el Arc hivo General de Si-
mancas. Hasta el presente los archiveros de Simancas han publicado doce vo lúmenes de este
grandioso Registro. en los cuales se recogen documentos hasta el año 1495 inclusive .

La letra utilizada en esta copia es una cortesana muy rápida y curs iva . próxima ya a la
procesal . en la que inc-luso se deslizan omisiones de letras.

26
. y DIPLáMATICA XIX/ 25
PALEOGRAFIA

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XIX / 26 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

TRANSCRIPCION (Lámina 19 / 5)

(Cruz)
Muy magnífico sennor.
Bien creo que non avrá pares<;: ido bien a Vuestra Sennoría la cabe<;:ada que el sennor conde don Rodrigo
vuestro so- 1 brino ha dado. la qual han bien sentido acá. y pares<;:eme que carga mucho el rremedio y casti-
go 1 dello sobre vuestra sennoría. pues avreis de poner al la la persona; y sy Vuestra Sennoria non se fallare 1
ansy dispuesto para ello, pares<;:eme que se da el cargo al sennor don Enrrique en vuestra ausen<;:ia. 1 y por lo
ntJe deu o a vuestra sennoria le fago saber que h<t tomado su altesa de amos y dos este fecho por 1 muy graue.
y la Hreyna, "uestra sennora. se quisiera lu ego partir para allá. saluo porque parte el jueues 1 el rrey. nuestro
sennor. y era dar con todo en el suelo lo de aca sy su altesa lo dexara mas se- 1 guro a Vuestra sennoria que sy
en Toledo le tomara esta nueva. que socorri era antes a lo de allá que a lo de 1 acá y pues la prouision y pares<;:er de
aca vera Vuestra Sennoria por esas cartas e <;:edulas y ynstru<;:ión. 1 a ello me rremito; e sy más es menester.
entretanto que va Alfonso de · Ouintanilla. que partirá de aquí a dos 1 o tres días . escríual o Vuestra Sennoría . cuya
vida e estado Dios prospere. De Cordoua. a XI de abril.
Creo. sennor . que cosa de acá no pudiera estoruar a la rreyna que no pasará all a. saluo porque se cree que
está prennada y de poco tienpo.
- Acabando . sennor . de escreuir ésta y partido el trotero con las cartas. llegó la nueua de la toma del
castil lo y de la pri síon del alcayde. Lo que se acordare . saberlo ha vuestra sennoria.
Besa las manos a vuestra sennoría . Doctor de Alco<;:er . (Rubricado).

COMENTARIO (Lámina 19 / 5)

Procede también de la secc 1on de Secretaría de Estado del Archivo General de Siman-
cas y es documento datable hacia el año 1485.

Frente a todos los anteriores y posteriores . contenidos en esta lección . que responden
a un formulario documental -salvo la posdata de Isabel la Católica en la carta a Gómez Man-
rique- y han sido escritos por profesionales de la pluma , nos ha parecido conveniente t raer
a lectura y co mentario una carta de un unive rs itario de fines del siglo XV , fiel servidor de los
Re yes Católicos. y que nos asoma a asuntos. preocupaciones y habladurías propios de las rela-
ciones huma nas de todos los tiempos. Por el tono coloquial de la carta y por ser asunto per-
fectamente conocido para el destinatario y que no necesitaba de mayores explicaciones. buena
parte del co ntenido de la misma se escapa a nu estra comprensión.

El tipo de letra es básicamente cortesana; pero el influj o de la human ística. escritura


que veremos en el tema sigui ente. es muy notorio. no sólo en algunas letras ais ladas s ino en
todo el conju nto. dando luga r a una letra muy armó nica y de fáci l lectura .

28
PA LEOGRAFIA y OIPLOMATICA XIX/ 27

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29
XIX/28 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

TRANSCRIPCION (Lámina 19/6)

(Cruz)

En el pleito que es entre Pero González de Villarroel y 1 Diego de Villarroel. hermanos, vezinos de la
villa 1 de Villafranca de la Puente del Arcobispo e Juan Ochoa 1 de Urquicu. su procurador. en su nonbre de la
una parte 1 y el licenciado Ybarguen. fiscal de sus Magestades y el concejo, alcaldes. 1 rregidores e omes
buenos de la dicha villa de Villa· 1 tranca de la Puente y Francisco de Gamarra. su procurador. en 1 su nombre.
de la otra.
Fallamos que los alcaldes de los Hijosdalgo e notario de Toledo que deste pleito conozieron que en la 1
sentencia definitiua que en él dieron y pronunciaron de que por parte de el dicho concejo e omes buenos de la 1
dicha villa de Villafranca de la Puente del Arcobispo fue apelado. juzgaron y pronun- 1 ciaron bien e la parte del
dicho concejo apeló mal; por ende que devemos con- 1 firmar y confirmamos al (sic) juycio y sentencia de los
dichos alcaldes y notario para que vean la dicha su 1 sentencia y la lleve·n e hagan llevar a devida execución con
efecto y no 1 hazemos condenación de costas. y por esta nuestra sentencia definitiua ansy lo pro- 1 nunciamos
y mandamos. 1 El licenciado Juan Capata. El licenciado Aldrete. El licenciado Santillana. 1
Dada y pronunciada fue esta dicha sentencia por los señores presydente 1 e oydores que la firmaron de
sus nonbres de la Audiencia Real de Sus Magestades en la 1 villa de Valladolid en audiencia publica a vente dias del
mes de nobienbre de 1 mili y quinientos y cinquenta y un años. estando presentes Juan Ochoa de Urquicu 1 y
Francisco de Gamarra. procuradores de las partes a los quales yo el escriuano les notifique 1 la dicha sentencia
en sus personas. Testigos Juan de Antezana e Miguel de Rueda e 1 Gonzalo de Oviedo .. procuradores de esta Real
Audiencia. Sancho de Ortega.

COMENTARIO (Lámina 19/6)

Es una típica sentencia de la Chancillería de Valladolid . sala de los Fijosdalgo. de cuyo


Archivo procede el ejemplar que comentamos . La escritura es una procesal en la que se obser·
van dos trazados muy distintos . Las primeras líneas ofrecen una escritura ordenada. casi per·
fecta. con abundantes abreviaturas ; a partir de la línea 10 el escriba se cansa y comienza a
escribir mal, con la misma letra, por supuesto, pero mucho más rápidamente dando lu gar a
una procesal de rápido trazado .

Entre las letras destacan h sin curva inferior, a abierta por abajo. o en forma de espiral
que gira a la izqu ierda , t sin travesaño , d de tipo uncia! con asti l muy corto . Ent re las abrevia-
turas . obsérvese las de com;:e;o. procurador. sentencia. partes.

30
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XIX/ 29

LAMINA 19/7

31
XIX/30 PALEOGRAFIA Y DIPLOMA TI CA

TRANSCRIPCION (Lámina 19/7)

(Cruz)

En la villa de Vallado- 1 lid, a veinte e siet~ dias 1 del mes de julio de 1 mili e quinyentos 1 e setenta e
nueue años, ante mi Gero- 1 nimo de Rrueda escriuano de su ma- 1 gestad e vno de los 1 rresceptores del 1
número de la rreal 1 Audiencia e Chancille- 1 ría que esta e rre- 1 side en la vi lla de 1 Valladolid e ante 1 los testigos
de yuso 1 escriptos, paresc;:ió 1 presente Alonso 1 Serrano en nonbre 1 del licenc;:iado Juan 1 Gar(fia. fiscal de
su 1 Magestad, e presen- 1 tó ante mi el dicho 1 Gerónimo de Rrueda, 1 escriuano e rre(fetor 1 susodicho esta pro- 1
visión sellada con 1 su rreal sello e rre- 1 frendada de Cris- 1 tobal de Aulezt ia.

COMENTARIO (Lámina 19/7)

Escritura típicamente procesal, sin llegar a encadenada, de la segunda mitad del siglo XVI;
las letras tienen un módulo grande , pero no excesivo; el escriba hace gala de un trazado armó-
nico y de fácil lectura. Es letra ésta muy generalizada entre los escribanos públicos, y que con
un mínimo de práctica se puede leer pronto y bien. Obsérvese la ausencia absoluta de palabras
abreviadas, normal por otra parte en los tipos muy cursivos como éste. Entre las letras des-
tacan: j en forma de z, s parecida a una b al final de palabra, y ~¡ con forma de a. Sin embargo,
lo más destacable es el aspecto ancho y bajo que ofrece toda la escritura. con escaso des-
arrollo de los astiles superiores o inferiores.

32
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XI X/31

LAMINA 19/ 8

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33
XIX/ 32 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA

TRANSCRIPCION (l~mina 19/8)

(Al margen): sentencia.


En el pleito 1 que es entre 1 el lic;:enciado 1 don Je- 1 róni- 1 mo '~ Ot a- 1 lora 1 Fiscal del 1 rrei nues- 1 tro
senor ¡ en esta su 1 Corte Chan 1 c;:illería y el 1 concexo e ve/ íci;os de la 1 vi lla de Ba- 1 lenci a de 1 don
Joan 1 e Joan de 1 Cabaneros 1 e Bartola- 1 me Bermejo 1 aeúsadores .. .

/
COMENTARIO (Lámina 19/ 8)

Procedente . como las dos anteriores. del archivo de la Chancillería de Valladolid, trae-
mos como último representante de la procesal castellana el inicio de una sentencia de comien-
zos del siglo XVII. escrita en una letra de módulo desmesurado . con tendencia a encadenar las
palabras dentro de cada línea. y en la que los renglones son ocupados casi constant emente
sólo por una o dos palabras .

Hay que anotar la constante contusión de e, 1, s final y b, que se escriben de la misma


forma ; la no distinción entre v y b, la j en forma de z, y la p ab iert a por la parte superior.

El espacio en blanco existente a la derecha entre los reng lones 3 y 9 responde a la ne-
cesidad de los escribanos de hacer un agujero a esa altura. a la izqu ierda (el folio · que publi-
camos es un vuelto) con el fin de pasar por él una cinta que. una vez atada . aseguraba el orden
de los pliegos dentro de un legajo. Es este un sistema de archivar antiguo. pero muy eficaz y
generalizado en la administración española desde el siglo XV.

34
PRACTICAS DE LECTURA

Además de las láminas contenidas en esta lección, el alumno debería transcribir nume-
rosos ejemplares de escritura cortesana y procesal hasta adquirir el deseado grado de sufi-
ciencia en la lectura. Pensamos que le bastará con la consulta de las Láminas de la Cátedra
de Paleografía. colección en que abundan los modelos de escrituras de los siglos XV-XVII. El
orden seguido por estas láminas en su numeración es preferentemente cronológico. no exis-
tiendo. por tanto , un escalonamiento progresivo según las dificultades de lectura . Por ello acon-
sejamos al alumno que siga el siguiente orden en sus pr~cticas:

Para la cortesana: 85, 89, 105. 86, 90, 84, 71, 69, 74. 75, 80, 81, 82, 104. 83. 76. 77, 78. 79.
88 y 91 .

Para la procesal: 106. 102 . 94 . 95. 99. 100. 96. 101. 109. 111. 112. 114. 97 . 108. 113 ,
110 y 98.

35
TEMA XX

LA ESCRITURA GOTICO-CURSIVA EN ARAGON V NAVARRA.


SIGNOS NUMERALES EN LA PENINSULA DURANTE
LOS SIGLOS XIII A XVII

ESQUEMA/RESUMEN

1. Aragón y Navarra en el concierto de las escrituras góticas


de la Península .
\ 2. Los principales fondos documentales .
l. La escritura gótico-cursiva l División en períodos y principales
- y N avarra. 3. La cursiva gótica \ a)
en A ragon características .
aragonesa .
1b) Formas de letras .
e) Objetos escritos .
4 La cursiva gótica )
1 navarra.
1a Ambiente histórico-geográfico .
1 b) Desarrollo y características.

~~
Romanos .
11 Signos numerales en la Península. :
Arábigos.
''~\\

INSTRUCCIONES

Con la primera parte -y principal- de este tema 20, sobre las góticas cursivas usa-
das en Aragón y Navarra, tratamos de cerrar en nuestro programa el ciclo de la escritura
gótica. cuyas explicaciones empezaron en el tema 15, con la problemática general de dicha
escritura. y terminan aquí. con el examen de dos parcelas importantes de su cultivo dentro
de nuestra Península ; las cuales puede decirse que constituyen un pequeño desierto en el gran
campo de los estudios paleográficos, sobre todo por lo que a Navarra se refiere; ¡tan escasa
es la atención que se les ha prestado hasta ahora!

la sistematización de esa parte principal y primera en su esquema y explicaciones teó-


ricas no presenta dificultades y está cortada, más o menos , por el mismo patrón que los dos
anteriores; con relación a los cuales podemos decir que, así en lo doctrinal como en lo prác-
tico. el presente resulta bastante más sencillo y sin complicaciones . Al alumno especialmente
le interesa saber que se acabaron ya las modalidades gráficas. tortuosas y difíciles. de las lla-
madas cortesana y procesal ; y que así en lo aragonés como en lo navarro la curs iva gótica
se mantendrá, salvo pequeñas excepciones. en un grado muy discreto de cursividad. A esta
menor dificultad gráfica propiamente dicha se unirá la facilidad que para la mayoría de los
alumnos puede suponer la ausencia casi continua del latín en los textos con cuya lectura
e interpretación hayan de tener que enfrentarse .

A modo de apéndice y sin tener una relación específica con esas dos parcelas de es-
critura, le añadimos al tema una segunda parte , sobre los signos numerales usados en la
Península durante los últimos siglos de la Edad Media y primeros de la Moderna . la razón
de añadirla aquí es puramente externa, ya que no siendo posible, por imperativos del progra-
ma. dedicar a tales signos un tema propio y completo, tampoco resultaba inadecuado. supuesta
la extensión , relativamente corta. de la primera parte del tema , redondearlo con la segunda ;
dando , por supuesto que era imprescindible una pequeña noticia sobre el aspecto gráfico de los
sistemas numéricos en re lación con el ciclo de la escritura gótica .

ORIENTA ClONES BIBLIOGRAFICAS

A tono con lo que acabamos de decir , sobre el escaso interés polarizado por estos dos
grupos de escrituras. la bibliografía tocante a los mismos es también muy corta , empezando
por los tratadistas tradicionales de Paleografía española que. salvo Millares (págs. 341 -347 de
su Tratado). apenas se ocupan de ninguna de las dos . y en todo caso se olvidan totalmente
de la navarra .

Así. Muñoz y Rivera a la aragonesa apenas le dedica un par de páginas (34 y 35) de su
Manual de Paleografía . .. de los siglos XII al XVII . y lo mismo Floriano en páginas 504-506 de

39
XX . 4 PALEOGRAFIA Y DIPLOMA TIC A

su Curso General . García Villada se limita en su Paleografía española a comentar los facsí-
miles 84 y 106 , correspondientes a sendos documentos aragoneses ; resultando muy superior
la aportación de A . Canellas a través de sus comentarios al lote de muestras aragonesas que
recoge en sus Exempla. Monografías y t rabajos parciales hay algunos . pero referidos todos ex-•
clusivamente a temas aragoneses , como el ya c itado de Usón Sesé sobre La escritura en Ara-
gón del siglo XI al XVI ; o el de F. C . Casula . Alcune note su/la letra aragonesa del seco/o XV.
Cagliari, 1967 ; o el de L. de Arienzo. Al cune considerazioni su/ passaggio del/a scrittura gotica
all 'umanistica nella produzione documentaría catalana dei secoli XIV e XV . Padua, 1974.

Por lo que se ref iere a los signos numerales. nos remitimos al Tratado de Millares en
sus páginas 389-395.

El tema lo expondremos íntegro por nuestra cuenta en las Explicaciones que siguen .

40
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. LA ESCRITURA GOTICO-CURSIVA EN ARAGON V NAVARRA

1. Aragón y Navarra en el concierto de las escrituras góticas de la Península. Mejor


diríamos desconcierto, pues con relación a estos siglos bajomedievales podemos afirmar que
la unidad gráfica casi absoluta, alcanzada en el siglo XII con la escritura carolino-gótica y pro-
longada hasta comienzos del XIII, va a fragmentarse aparatosamente a partir de 1250. en que
cada uno de los Estados peninsulares empiezan a desarrollar. arrancando de un común tronco .
sus escrituras propias , que muy bien podrían empezar a calificarse de nacionales o regio-
nales.

Prescindiendo de la escritura de códices. en que las diferencias entre la parte oriental


de la Península (Aragón-Cataluña) y la occidental (Castilla-León) son menos llamativas y apa-
rentes. según vimos en el tema 17, el hecho de la ruptura gráfica donde se va a producir de
forma escandalosa será en el campo de las escrituras documentales . En menos de un siglo nos
encontramos con que aragoneses y castellanos. partiendo de un mismo punto gráfico, escribi-
rán de modos tan distintos como puede apreciarse a simple vista, en el facsímil núm. 64 de
las Láminas de la Cátedra, que reproduce un documento original cuyo texto contiene el Tratado
de Monzón de 1363 entre el rey aragonés Pedro IV el Ceremonioso y don Enrique de Trasta-
mara , cuando todavía no era rey de Castilla, sino simplemente hermano bastardo de Pedro 1
el Cruel. El valor histórico y diplomático del documento se acrecienta notablemente ante la cir-
cunstancia de ser autógrafo por parte de los dos personajes contratantes. mostrándose la es-
critura usual de cada uno de ellos, reflejo a su vez de la que se empleaba en los respectivos
países. Las diferencias no pueden ser más evidentes. pues mientras el conde don Enrique usa
una castellana "letra de albalaes " · arcaizante para esta época. con cuerpo pequeño y estrecho
y prolongados astiles descendentes y ascendentes, la escritura del rey aragonés se caracteriza
por el goticismo de sus formas, con claro contraste de trazos finos y gruesos. letra ancha y
astiles poco desarrollados . Esta segunda escritura, perfectamente definida, es la que viene lla-
mándose de "letra aragonesa" desde que así la llamara , en el siglo XVI, el gran calígrafo Juan
de !ciar.

Frente a Castilla y Aragón, el pequeño reino de Navarra también va a ofrecernos en


esa Baja Edad Media una escritura propia. de indudable personalidad, que responde >'~ un am-
biente histórico-cultural. igualmente propio y específico , consecuente a la presencia en el trono
navarro de monarcas de origen francés. y que en el aspecto paleográfico se manifestará a
través de escrituras típicamente francesas como la batarde.

' 2. Fondos documentales. Tan estrecha es la relación de estos dos grupos de escritu-
ras con determinados archivos y determinados fondos docume11tales. que bien merece la pena
mencionar aquí algunos .

41
XX / 6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Primero, el Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona , entre cuyas series descuella


la de los Registros de Cancillería, formado por la copia de los documentos que la cancillería
de los monarcas aragoneses y los organismos administrativos subsiguientes fueron despachan-
do a lo largo de siete siglos con un total de casi 9.000 volúmenes y unos cuatro millones de
piezas registradas . En la letra aragonesa que estamos tratando de enjuiciar aparecen trazados
los de época bajomedieval y, en concreto, los que van desde Jaime el Conquistador hasta Fer-
nando el Católico , que son , sin duda , los de mayor interés y sólo comparables a sus equivalen-
tes pontificios del Archivo Vaticano.

Para la cursiva gótica del Reino navarro es imprescindible acudir al Archivo General
de Navarra, de reciente creación, formado por la reunión facticia de varios archivos. sobre la
base del de la Cámara de Comptos que arranca del siglo XIII y es el verdaderamente impor-
tante en orden al conocimiento de las escrituras en que ahora estamos interesados.

3. La cursiva gótica aragonesa_ Como cualquier otro grupo de escrituras , tuvo sus
etapas de iniciación (siglo XIII). de apogeo (siglos XIV y XV) y de decadencia (siglos XV-XVI) .

a) Las principales notas características de cada etapa y del conjunto de las mismas
pueden resumirse así :

1.' Su período de formación coincide con la segunda mitad del siglo XIII , en que apun-
tan y se desarrollan soluciones gráficas privativas que, para comienzos del XIV , habrán con-
ferido a la aragonesa personalidad propia dentro del conjunto de las góticas cursivas espa-
ñolas . Un ejemplo de este período inicial puede verse en el núm . 53 de las Láminas de la
Cátedra , que corresponde a un documento de Jaime 11 , del año 1293 , en que cabe señalar .
como notas típicas , el amplio desarrollo de los astiles superiores e inferiores, la perfecta se-
paración de palabras . las formas anchas y bajas de las letras , bien distintas de la castellana
de albalaes. y la caída de los astiles inferiores de s, i, f, p y q; la g empieza a esbozar el giro
envolvente hacia izquierda de su trazo inferior. y la r se mantiene sin adoptar todavía la forma
típica aragonesa.

2! Su período de plenitud hay que situarlo en comienzos del siglo XIV y extenderlo
hasta el reinado de Alfonso el Magnánimo en ia primera mitad del XV, que es cuando adquiere
sus caracteres más típicos . Como ejemplos de este período, además del autógrafo del Tratado
de Monzón (1363) recién citado , se encuentran . entre las Láminas de la Cátedra , la núm . 59.
correspondiente a un códice aragonés de-1386 , hoy en la Biblioteca Nacional de París , y que
contiene un formulario documental regio , trazado en una cursiva muy sentada y armoniosa, y
la núm. 67. que reproduce un documento de Juan 1 del año 1388 .

3! Luisa d'Arienzo ha detectado un indudable influjo francés, de la batárde en con-


creto , sobre la aragonesa de fines del siglo XIV . Sitúa el fenómeno en tiempos de Juan 1
(1387-1397) y trata de relacionarlo con las esposas francesas del rey . El influjo , que se va a
sentir especialmente en la cancillería real, dará lugar a que las letras pierdan su redondez.
al desarrollo acusado del contraste de trazos finos y gruesos , y a una cierta tendencia de incli-
nación hacia la derecha . Creemos, sin embargo, que el fenómeno es, más bien, de época ante-
rior , pues desde tiempos de Pedro IV se conocen diplomas reales escritos en bastarda fran-
cesa o en escritura muy próxima a ella .

4.' Menos seguridad ofrece, por el contrario , la hipótesis del posible influjo castellano
en la documentación privada y notarial, cuyos comienzos quieren relacionarse con la presen·
cía en el trono aragonés del castellano Fernando de Antequera, después del compromiso de
Ca spe (1410); Puede que la tendencia a envolver algunas letras . como la g, mediante el des -

42
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX / 7

arrollo del caído, se produzca no por influencia de escrituras extrañas. sino por propia evo·
lución del sistema .

5.' A partir del segundo tercio del siglo XV se abre el último período en la historia
de la letra aragonesa , caracter izado por la modificadora influenciá, cuando no sustitución to-
tal, que va a sufrir por parte de la humanística italiana . Los influjos parece se inician a con-
tar de 1440 y alcanzan su desarrollo máximo en tiempos de Juan 11, siendo la Corona de Ara-
gón el primer Estado de la Península que adopta en su cancillería la nueva letra para escr ibir.
precisamente , textos diplomáticos de carácter internacional. es decir , tocantes a las relaciones
con otros Estados.

6.' Finalmente. hay que decir que también la aragonesa. al igual que ocurre en Cas-
tilla , desarrollará en algún momento tipos más cursivos, un poco al modo de la cortesana y la
procesal castellanas , aunque sin llegar a la complicación de aquéllas . sobre todo en cuanto se
refiere a los nexos y a las abreviaturas que, aunque muy abundantes , no suelen pecar de in-
correctas. Quizá es en los c itados Registros de cancillería donde se dan las demostraciones
cursivas más extremas , chocando fuertemente con los solemnes diplomas reales y sus for-
mas verdaderamente caligráficas .

b) Morfología de las letras aisladas. Pueden verse reproducidas en el cuadro 1 que va


al final del tema , antes de los ejercicios prácticos. A él nos referiremos en las respectivas
noticias descriptivas. dedicadas a cada letra , mediante números árabes entre paréntesis . que
se corresponden con los situados debajo de cada figura dentro de una misma letra .

a. Entre sus formas típicas se cuentan las que quedan abiertas por su base (1-3). Al-
gunas formas tardías se caracterizan por haber perdido su parte alta o capelo, resultando tra-
zadas de un solo golpe de pluma (4). En cuestión de mayúsculas , las formas aragonesas
(5 y 6) se acercan mucho a las castellanas.

b. Aunque se den algunas formas de asta sencilla (1) o ligeramente curvada (2), lo nor-
mal es que el trazo de las astas forme un ojo grande . el cual con frecuencia llega a tocarse
con el de abajo de la letra (3-4) .

c. Trazada ordinariamente a base de dos golpes de pluma ; el primero , vertical descen-


dente. orientado un poco hacia derecha ; el segundo, ho.rizontal, ligeramente curvado ; la unión
de ambos trazos da lugar a un ángulo más o menos agudo (1 -3). Su prob lema está en la posible
confusión con t. Tiende a unirse con la letra siguiente, y de hecho se une muchas veces; en
formas tardías, su unión con posibles vocales se hace por la parte inferior. al modo actual.
debido , sin duda, a influencias de la humanística .

d. 'su forma es siempre de tipo uncial, como en Castilla. Junto a formas muy sim-
ples (1), predomina la de ojo cerrado hacia arriba y hac ia izqu ierda (2) ; a veces , en vez de for-
mar ojo , se une a la siguiente mediante su asta o trazo superior que gira hacia abajo y hacia
derecha (3) .

e. No tiene formas especiales ( 1-2), como no sea en modelos de mayúscula . muy pró-
ximos a los castellanos .

f. Junto a formas muy simples (1) , que pueden complicarse suavemente, terminando
su caído en amplia y graciosa curva (2), aparecen. en claro paralelismo evolutivo con la letra
de albalaes . los dobles trazos verticales. arrancando el segundo trazo. ya de abajo (3). ya de
arriba (4).

43
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

g. Junto a formas normales y correctas, aparecen otras que se caracterizan por el exce-
sivo desarrollo de su trazo inferior (1-2). que llega a adoptar formas parecidas a un número 8
con una especie de apéndice hacia la izquierda (3-4). o a una clave de sol (5).

h. Hay formas sencillas cuya asta sube verticalmente o se arquea con suavidad hacia
derecha, al tiempo que su trazo bajo se curva claramente hacia el interior (1 y 2) . Pero la for-
ma típica se caracteriza por el ojo abierto o cerrado de su trazo superior y por el doble giro,
primero hacia izquierda y luego hacia derecha, de su trazo inferior (3 y 4). La tendencia de la
letra es contraria a cualquier clase de nexos.

i. Formas normal (1), o inclinada y con punto (2). o de jota (3 y 4).

k. Se parece a una 1 seguida en nexo por una x (1 y 2). Raramente se usa.

1, m, n y o. No ofrecen modalidades especiales.

p. Se presenta trazada o en dos golpes de pluma con amplia y graciosa curva de su


caído hacia izquierda (1-3), o en un solo golpe para las formas más cursivas (4).

q. Su forma puede ser completamente normal ( 1}, o tendiendo a que su caído se


curve en mayor o menor grado hacia arriba y hacia izquierda.

r. Con frecuencia su forma resulta singular, sobre todo cuando sus trazos se frag-
mentan en pequeños y suaves ángulos, asemejándose a una x que careciera de su trazo infe-
rior izquierdo (1-4). La r redonda (5) sigue en uso como en las demás escrituras . En cuestión
de mayúsculas, se empareja con sus contemporáneas de Castilla.

s. Tres son los tipos principales: uno. de forma alta, ya sencilla (1}, ya curvada gra-
ciosamente en su caído hacia izquierda; otra, de doble asta, más o menos ondulada (2); la ter-
cera, en forma de espiral (3). que es más frecuente al final de palabra.

t. Al contrario que en las cursivas de Castilla, no ofrece aquí su forma dificultades


especiales, aunque sigue en pie su posible confusión con c.

u. Es correcta, sin modalidades especiales.

v. Se traza ordinariamente en dos golpes de pluma. a base de trazos curvos que se


unen en la parte inferior formando un ángulo suave.

x, y, z. No se observa en sus varias formas nada singular como no sea el alarga-


miento del trazo de x hacia abajo y hacia izquierda.

e) Objetos escritos. Parece que después de lo expuesto, holgaría este apartado, pues
bien hemos dado a entender que se trata en el tema de escritura de documentos o, mejor,
de la escritura gótico-cursiva empleada en los documentos navarros y aragoneses. Incluso nos
hemos referido a los principales archivos donde se conservan aquéllos y a alguno de sus
fondos más relevantes. como el de los Registros de Cancillería en el de la Corona de Aragón.
Los códices quedan excluidos igualmente desde que nos referimos a ellos en el tema 17, ha-
ciendo expresa alusión' a las góticas de códices catalanes y aragoneses.

Sin embargo, si parece interesante que aclaremos cómo en nuestras explicaciones sólo
hemos tenido presentes documentos públicos o reales. sin aludir para nada a los particulares o
44
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX 9

privados. Sobre ellos nos limitamos a repetir lo que dice Millares . a saber: que su marcha.
en los aspectos gráficos. es distinta que en Castilla y León; que durante el siglo XIV su escri-
tura guarda patentes semejanzas con los documentos reales; y que en los siglos XV y XVI
entra en ellos la bastarda e itálica, regular y bien formada, mezclándose frecuentemente con
la cursiva que estudiamos. y que no deja de seguir usándose, según veremos al tratar sobre
la escritura humanística en el tema siguiente.

4. La cursiva gótica navarra. También presenta un marcado carácter ambiental y pasa


por una triple fase dentro de los siglos XIV y XV.

a) El ambiente histórico-geográfico que siempre hemos tenido muy en cuenta como


concausa explicativa de las clases y tipos de escritura usados en cada región, juega un gran
papel en el caso del reino navarro. cuya historia. a partir del siglo XIII, entra por derroteros
muy propios que poco o nada tienen que ver con los de ot-ros reinos de la Península.

Contribuye a ello la vecindad geográfica con Francia y las tradicionales relaciones na-
varras con los pequeños estados transpirenaicos. Pero la clave última de esos derroteros hay
que ponerla en las dinastías francesas -de Champaña, de Evreux y de Foix-. que con Tea-
baldo 1 se entronizan en el pequeño reino a partir de 1234.

Ese· influjo ultrapirenaico dará lugar a la formación de una escritura típica e inconfun-
dible. más alejada de los gustos castellanos de la época y más próxima a las soluciones gráfi-
cas aragonesas que acabamos de ver . Una buena representación de la misma tenemos en el
núm. 62 de las Láminas de la Cátedra, que reproduce un documento de Carlos 11 el Malo,
fechado en 1355, así como en la lámina 20/3 , al final del tema. que corresponde a uno de los
raros registros de canc i llería conservados en Navarra. copiado hacia 1365.

b) Las principales notas características de esa gótica navarra pueden resumirse así:

1.' Hasta fines del siglo XIV se caracteriza por lo vertical de su pos1c1on y lo anguloso
de su trazado, a lo cual se unen la falta casi total de abreviaturas . la correcta separación de
palabras. el claro contraste entre gruesos y delgados. la forma de los caídos de algunas letras
que coinciden con la aragonesa en una especie de pequeño adorno o con la bastarda en
un final a modo de pico. Las semejanzas con la letra aragonesa pueden observarse en las
formas de a, h, k, d uncial. e y t que se confunden fácilmente. etc.

2.' Los últimos años del siglo XIV marcan la aparic ión de la bastarda francesa en la
real cancillería. de donde pasará pronto a las cancillerías señoriales . lo mismo para docu-
mentos dirigidos a Francia que para los territorios navarros de la Península. El tipo de bastar-
da empleado es tan perfecto que a primera vista resulta difícil distinguir si es de origen fran -
cés o navarro . Un buen modelo de esta bastarda nos ofrece la lámina 20/4 de este mismo
tema. que corresponde a un documento de Carlos 111 del año 1404.

3.' En la segunda mitad del siglo XV, y como consecuencia del matrimonio de Juan 11
de Aragón con la reina doña Blanca, la influencia gráfica aragonesa será tan evidente como
para poder decir. refiriéndose a documentos navarros de 1466 y 1494, que su escritura no
es sino "la cursiva regular de los diplomas reales catalana-aragoneses del siglo XV" (Millares)

11. Signos numerales. Ya nos hemos cuidado de que en el propio título del tema que-
dara claro cómo no se trata de tales signos en relación exclusiva con Aragón y Navarra.
sino con toda la Península Ibérica durante esos últimos siglos medios y. los primeros de la
Edad Moderna . Lo mi~mo que en las instrucciones de cabeza hemos razonado el porqué de

45
XX/10 PALEOGAAFIA Y DIPLOMA TI CA

cerrar con ellos este tema 20 y último de los dedicados a la escritura gótica. Aquí sólo queda
poner de relieve la necesidad de referirnos a ellos de algún modo y donde sea, supuesto el
papel tan importante que juegan en los textos documentales de esas épocas, pues no sólo
saldrán en las cláusulas cronológicas .de los diplomas o señalando los folios de los códices o
contando medidas y monedas en cualquier escrito documental, sino que aparecerán ocupando
folios enteros. con operaciones complicadas a veces. en papeles de cuentas pertenecientes a
personas e instituciones, privadas o públicas. civiles o eclesiásticas .

Numerales romanos. Fueron los únicos usados hasta el siglo XVII en cuentas de
todas clases, adaptándose a todo tipo de operaciones aritméticas . Gráficamente, no es nor-
mal que se presenten en formas mayúsculas. capitales o unciales. aisladas entre sí. sino
que, por el contrario, se trata casi siempre de formas minúsculas. generalmente cursivas en
grado alto, y con nexos continuos que dificultan extraordinariamente su lectura. la cual con
frecuencia resulta más difícil y penosa que la del texto ordinario a que pertenecen los nú-
meros. Para su mejor lectura e interpretación deben tenerse en cuenta las siguientes obser-
vaciones:

Sigue en pleno desuso la moderna regla de adición, según la cual las letras 1, X y e no
pueden repetirse seguidas más de tres veces .

El numeral 1 se escribe generalmente con i minúscula sin punto y en forma de j. Cuan-


do son varias y van seguidas. se unen entre sí. a modo de dientes de sierra. salvo la últim."l
que se presenta como j.

El numeral V se expresa mediante una uve que suele tener su trazo izquierdo más
largo que el derecho y suavemente curvado. Se abandona el uso de U con valor de cinco. ya
que se presta a confundirse con dos íes numerales. La e se forma mediante dos líneas. ver-
tical y horizontal, que se juntan en ángulo casi recto. Cuando se repite varias veces segui-
o
das, para escribir, por ejemplo, doscientos trescientos. adopta dos posibles soluciones : una.
a base de trazar la primera e y prolongar su parte superior hacia derecha. formando una lí-
nea paralela con la del renglón. de la cual cuelgan las ces restantes: otra. a base de ligarse
entre sí todas las ces, formando pequeñas ondulaciones. por encima de las cuales. y abar-
cándolas, se traza una línea recta. en contacto o no con las crestas de las ondas.

La M con valor de mil sale raramente en papeles de cuentas: en su lugar se emplea


un signo extraño. llamado calderón, en forma parecida a u o a v mayúsculas. el cual multi·
plica por mil la cantidad total que le antecede.

Ya en la Edad Moderna, el numeral D se expresa a veces mediante la combinación de


una i mayúscula, seguida de una e también mayúscula. pero invertida: para el numeral M se
añade por delante otra enormal.

El concepto de mitad suele representarse por un signo en forma de e uncial. Sobre la


disposición y funcionamiento de los numerales romanos en las operaciones aritméticas han de
tenerse en cuenta los siguientes extremos: 1) Se procedía del mismo modo que en el sistema
decimal actual. cargando toda la operación sobre las unidades, las decenas. las centenas y
los millares, es decir. sobre las letras 1, X, e y M. 2) En adiciones y sustraciones el punto de
referencia obligatorio es el calderón que se pone en el centro de las ca·ntidades: a su derecha
se van escribiendo -en columnas bien separadas- centenas. decenas y unidades. y a su iz-
quierda se ponen unidades. decenas y. centenas de millar. 3) Para expresar millón se usa la
palabra quento, que se abrevia con una q y una o sobrepuesta. 4) Es necesario respetar la dis-
tribución de los numerales por columnas. de suerte que si en la expresión de una cantidad
46
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX/11

coloca un cero). hay que dejar en blanco el lugar que ocuparía en la columna. 5) Finalmente.
no fuera necesario escribir alguna centeoa. decena o unidad (donde el sistema de guarismos
se aconseja al alumno que, si bien las transcripciones deben hacerse con numerales roma-
nos. efectúe la comprobación de las operaciones aritméticas con números árabes.

b) Numerales árabes 9 guarismos. la introducción en Europa del sistema completo.


es decir, con el cero (en árabe sirf, y de ahí la palabra cifra, se remonta al siglo XII, y fue
debida a la traducción de libros árabes. principalmente el llamado ai-Guarism (guarismos). de
Muhammad ibs Musa. En España se usa sistemáticamente por primera vez en los fragmen-
tos numéricos de las tablas de Alfonso X el Sabio, pero su conocimiento y uso no se gene-
raliza hasta el siglo XVI. Como caso temprano del empleo de numerales árabes para la expre-
sión de una fecha se cita el Tratado de Monzón. antes citado, de 31 de marzo de 1363 (el año
va escrito en guarismos). entre Pedro IV de Aragón y el conde Enrique de Trastámara, luego
rey Enrique 11.

Durante el siglo XVI se va a producir una dura pugna en el uso de ambos sistemas.
es decir, entre la .. quenta castellana» y la "quenta de guarismo», que es como se llamaba
en Castilla a los numerales romanos y a los árabes. respectivamente.

El sistema predominante durante todo el siglo XVI y parte del XVII es el de numerales
romanos; en la segunda mitad del XVII su uso empieza a decrecer en beneficio de los ·nume-
rales árabes, que son durante el siglo XVIII los únicos que prácticamente se utilizan. (Véase
al final del tema, antes de los ejercicios prácticos. el cuadro 11. con la evolución de los nu-
merales árabes en Europa durante los tres últimos siglos de la Edad media. En el Dizionario
di Abbreviature, de A . CapeH¡., hay VJlrias páginas (413-428) dedicadas a los signos numerales con
variedad de figuras y combinacio.ii:SJ.

47
XX,/ 12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA
CUADRO

Ejemplos de letra aragonesa

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A
1
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Q,.
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...

C..:- (' e- t
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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX / 13

CUADRO 11
Numerales árabes

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4lJ
EJERCICIOS PRACTICOS

Suplen en este tema a los ordinarios ejercicios de autocomprobación y actividades reco-


mendadas .

El material de prácticas lo integran aquí cinco reproducciones o facsímiles de otros tan-


tos textos escritos . relacionados estrechamente con las partes teóricas del tema , donde ya
han sido aludidos . Van numerados de 1711 a 17/5 y acompañados de las correspondientes trans-
cripciones y sendos comentarios , todos muy breves.

51
PALEOGRAFIA y DIPt.OMATICA
XX/16
LAMINA 20/ 1

52
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX / 17

TRANSCRIPCION (lám . 20/1)

Nos Jacobus Dei gratia rrex Aragonum Valencie, Sardinie et Corsice ac comes Barchinone. Cum presenti carta
nostra concedimus de gratia speciall ·vobis venerabili et rreligioso viro frati !' Arnaldo de Solerio magistro milicie
monasterii de Muntesia quod, non obstante foro Valencie per quem prohibetur ne aliquid vendatur de realenco
militibus et sanctis ac /' ecclesiasticis personis, possitis emere vobisque vendi valeant duo hospicia, alterum in
villa muriueteris et alterum in villa Xatiue usque ad quantitatem sex millia solidos rregales /' pro vtroque. Que
quidem duo hospicia cum ea emeritis habeatis imperpetuum trancha et libera ab omni exactione et seruitute rregali ,
mandantes iusticiis predictorum locorum /' Muriueteris et Xatiue ac cuicumque seu quibuscumque notariis rregni
Valencie quod dicti iusticie predictas venditiones fieri permittat et predicti notarii nstrumenta emptionis /' predicte
conficiant foro iam dicto minime obsistente. In cuius rei testimonium presentem cartam nostram vobis i¡¡de fieri
iussimus nostro sigillo appendicio comunitam. !' Datum llerde kalendas iunii anno Domini millesimo trecentesimo
vicesimo. Vidi B.
En la plica: registrata.

COMENTARIO (lám . 20/1 l

Ofrecemos aquí un documento real aragonés de fecha 1 de junio de 1320, por el que
Jaime 11 concede a Arnaldo de Soler, segundo maestre de la Orden de Montesa, permiso para
comprar propiedades de realengo en Murviedro y Játiva, eximiéndole de lo que en contrario
disponía el fuero de Valencia . El documento, como todos los referentes a Ordenes Militares. se
conserva en la correspondiente sección del Archivo Histórico Nacional.

La escritura en que está redactado el diploma puede considerarse como un modelo típico
de letra aragonesa de comienzos del siglo XIV, en el que todavía no concurre en plenitud la
mayor parte de las soluciones y formas gráficas que la caracterizan . Destacan como sobresa-
lientes su letra clara. cuid'-1da y armoniosa, la perfecta separación de palabras, la abundancia
de las abreviaturas y uso perfecto del sistema abreviativo; entre las formas gráficas obsér-
vese que se encuentra bastante allanada la dificultad de distinguir entre e y t, ya que mientras
ésta se forma por la unión en ángulo recto de una horizontal y una vertical, la e tiene, por el
contrario, un preferente trazado en semicírculo; por su parte, la r no adopta siempre su forma
más típica de una x a la que se ha. suprimido el trazo inferior izquierdo; por el contrario, la g
ofrece ya la forma de 8 con un artificial desarrollo del caído hacia la izquierda; el adorno de
los caídos de s, f, p e i baja es el habitual. Obsérvense. finalmente. la forma de la k (1 + x) en
la datación del día (kalendas) en la última línea del documento, y la presencia de punto sobre
alguna í (milicie, notariis, etc .).

53
XX/18 PALEOGAAFIA Y DIPLOMATICA
LAMINA 20/2

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54
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX/19

TRANSCRIPCION (lám . 20/2)

Al magnifich Abu AbdaHe. primogenit. De nos n'Aifonso. per la gracia de Deu rrey !' d'Arago, de Sicilia
etcetera. Per l'amat capetla nostre n'Andria de Mellorino som stats l ' certificats de la gran affeccio e voler que
hauets en seruir e complaure a nos e coses nostres. /' e de la solicitut e diligencia que hauets donada ab lo molt
alt princep e car amich /' nostre lo rrey de Tunif;:. en cobrar los quatre christians quens son estats per aquell /'
trameses ensemps ab la letra sua. ab la qual plenerament som informats / ' de la gran affeccio e voler que
aquell ha en hauer nostra amistat. de que molt vos /' regraciam. pregant vos. que axi com be hauets acostumat
tractar nostres /" vassalls, vullats continuar e hajats per recomanat lo feel de la nostra /'" tressoreria en Johan
de Montalba. lo qual trametem en aquexes parts per demanar /" de part nostra al sobre dit car amich nostre lo
rrey de Tunic; certs christians /" que aquell. segons se diu. te per sclaus. e per comunicar e praticar ab aquell
de totes /" aquelles coses que a aquell de nos plasents li sien. Certificants vos que de tots !" plahers . honors
e fauors que a aquell fac;ats. nos farets plaher e seruir molt /" singular . Dada en lo castell de I'Ou de Napols.
sots nostre segell secret. /" a huyt dies de Desembre del any de la natiuitat de nostre Senyor /" mil CCCCXXI. Rex
Alffonsus /" Dominus rrex mandauit mihi /" Ffrancisco d'Arinyo. /" Dirigitur al primogenit del rrey de Tunic;. /''
Probatum . /" Sub eisdem signo et mandato ac data castri Oui. VIII" /'' die Decembris. fuerunt expedite due alie
littere, consimilis /" tenoris. incipientes: Per l'amat capella nostre. e[t] diriguntur /" infrascriptis. / '• Al noble Mu-
lexech. visrrey del rregne de Tunic;. /" A ffrare Entelm Turmeda, en altra manera appellat Alcayt Abdalla.
En el margen izquierdo: Non fuit 1 expedita 1 ista sub hac l forma .

COMENTARIO (lám . 20/2)

Procedente del Registro 2.672. fol. XC. del Archivo de la Corona de Aragón. contiene esta
lámina la copia de una carta que desde Nápoles dirige Alfonso V. el 8 de diciembre de 1421,
a Abu Abd Allah. primogénito del rey de Túnez. interesándose por la redención de unos cauti·
vos . La transcripción del texto catalán está tomada de A. Millares. • Tratado», pág . 371 .

La letra es una aragonesa rápida y cursiva. como suele ser habitual en los registros de
cancillería . El folio está escrito por dos manos. una más rápida , que copia la carta. y otra más
sentada, situada en la parte inferior. que anota circunstancias relacionadas con la carta copiada.
Aun siendo dos manos distintas. la uniformidad del trazado es evidente e indica el alto grado
de regularidad que ha conseguido la aragonesa al inicio del siglo XV . Como notas destacadas
hay que mencionar la unión de letras dentro de cada palabra y la perfecta separación de las
palabras entre sí. La primera mano usa exclusivamente de una r redonda . la t aparece sin tra-
vesaño con mucha frecuencia. la q se envuelve mediante su caído para escribir que, y la h se
une a la letra siguiente. solución cursiva poco frecuente en los tipos más cuidados . Las mayo-
res dificultades de lectura pueden surgir de estar escrito el documento en catalán . Aun siendo
una escritura cursiva . mantiene un grado de legibilidad muy superior al de las contemporáneas
castellanas.

55
XX/20 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA
LAMINA 20/3

56
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX / 21

TRANSCRIPCION (lám . 20/3)

. informedes si el dito Pero Sanchiz que sabredes nos inbiedes dezir por escripto so vuestro /' sieillo a fin
que nos vista aqueilla podamos ordenar lo que pertenezira de rrazon. Et /' en esto comedio vedamos a qualquiere
portero que la execution de los ditos bienes tara que / ' sobresea de fazer la execution sobre la pena ata tanto que .
vista vuestra rrelation. sea /' proueydo segund pertenezira e por las presentes mandamos a todos nuestros oficia-
les /' e subditos que en fazer todas las cosas sobreditas vos obedezcan e fagan por vos F porque podades comple-
c;er este nuestro mandamiento . Datum en Pamplona IXo día /' de deziembre anno LXo quinto . Por el consseillo vos
present e don Martín Miguel de /' Sanger .
Ferrando de Miranda / '"
El rrey /"
Rrecebidor d'Esteilla . Nos auemos rrecebida vna suplication presentada por partes del conceillo /" de los lau-
radores de Ac;:agra la quoal vos imbiamos dentro las presentes si vos mandamos /" que aqueilla vista vos informedes
de lur facultat e poder de los ditos lauradores et si son poderosos /" de pagar bonamient las rrestanc;:as et quanto
deuen del pidido et quanto de la pecha et d'aqueillo /'' nos fagades rrelation por vuestra carta por que aqueilla vista
podamos rresponder a los suplicantes /'" lo que sia de rrazon . Et en esti comedio non los constrengades ni fagades
constreyner por /" rrazon de las ditas rrestanc;:as ni consintades ( 1) que sean constreynidos por las ditas asigna- /"
tiones de los ditos cauayllos ata que vista vuestra rrelation ayamos proueydo lo que sia de rrazon. /" Datum en
Olit. Xlo dia de deziembre anno LXo quinto . /'"
(Al margen: c;:arrada .)

Karlos etcetera. A fray lohan de Sant lulliam procurador de la Orden de Sant lohan. salut. Por partes ' de
Gracia / " fija de Miguel Periz de Necuesa, peillitero, vezino de Olit qui fue. nos es dado a entender que el dito /" su
padre con Maria Garcia de Veraz su madre. los quoales. durando el matrimonio conqui- /" staron bienes muebles e
heredades. e muerta la dita su madre sen dar a eilla part ni suert /" de los bienes (2). Dita su madre (sic) caso con
Eluira su segunda muger , con la quoal /" ha adquerido e multiplicado muchos bienes muebles e heredamientos de
los quoales ditos /" biennes de los ditos sus madre e padre no ha podido auer drecho alguno ante. segund dize /"
esta alc;:ada con eillos la dita Eluyra . de que nos ha suplicado que de rremedio le quisiessemos /" proueer en ma-
nera que no fues deseredada de lo suyo. Nos queriendo que cada uno aya e rrecobre r lo que pertenesc;:e vreument
e que luengament non ayam a pleytear. fiando de la vuestra leal- / "' dat e discretion vos mandamos e por tenor de
las presentes cometemos que clamadas por /'' ante vos la dita Gracia suplicant e la dita Eluira su madrastra las
ayades en todo ...
(1) (Tachado: sntadi .)
(2) (Tachado : e drecho de los bienes .)

COMENTARIO (lám . 20/3)

Reproduce esta lámina parte de una página de uno de los raros registros de la cancillería
de los monarcas navarros que se nos han conservado . El códice se encuentra en el Archivo
General de Navarra (Códice núm . 13, la hoja que reproducimos es la 134) y perteneció a la can-
cillería del rey Carlos 11 de Navarra (1349-1387) . Este registro ha sido estudiado recientemente
por F. ldoate, Un registro de cancillería del siglo XIV. en «Príncipe de Viana ... XVIII (1957) , XIX
(1958) y XX (1959).

Aun tratándose de una letra poco cuidada , contrasta con la muy cursiva aragonesa que
hemo~ comentado en la lámina anterior, procedente. asimismo , de otro registro de cancillería .
Los documentos van copiados en extenso y sólo se abrevia la intitulación (Karlos etcetera) .
Como dijimos en la parte expositiva del tema . destaca en particular la fuerte angulosidad de la
escritura ; las dificultades de lectura son mínimas y motivadas principalmente por el léx ico
empleado .

57
XX/22 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX/23

TRANSCRIPCION (lám. 20/4)

Karlos por la gracia de Dios rrey de Nauarra , duc de Nemox. A nuestro amado e fiel tresorero Garcia Lo,p-
piz de !' Rroncasvailles. salut. Nos queremos et vos mandamos expressamente que de quoalesquiere rreceptes que
vos /' faredes por nos vos dedes e deliuredes sin dilation alguna a lohan Vieio, ayuda de- nuestra cozina. o a sus
procuradores /' por eill portadores de las presentes que nos li auemos dado et dimos por las presentes de gracia
especial por quittar vna /' vynna que eill tiene empeynnada en Olit la suma de quinze florines d'Aragon. Et a nues-
tros amados e fieles /' las gentes oydores de nuestros comptos mandamos que la dita suma de quinze florines
por nos dada al dito lohan /' Vieio por la causa sobredita vos rreciban en compto et rrebbatan de vuestras rrecep-
tas por testimonio de las presentes et quittanca /' que del dito lohan Vieio o de sus procuradores por eill sera
rrecebida sin contradito alguno car assi lo queremos et /' nos plaze, non obstant ordenances. deffensas o inibi-
cionnes por nos fechas al contrario por letras o de boca. Datum /"' en Paris. so el sieillo de que nos soliamos vsar
ante que estos trattos postremeros ouissemes con el rrey de Francia /" el VW dia de lulio l'aynno del nascimiento
del nuestro Sennor mil CCCC'" et quoatro.
Charles (rubricado). Por el rrey: Ceilludo (rubricado). De Baquedano (rubricado).

COMENTARIO (lám. 20/4)

Reproducimos en esta lámina un magnífico ejemplar de documento regio redactado en


bastarda navarra . Procede del Archivo de la Cámara de Comptos. Caja 95, núm. 31, (véase Catá-
logo de la Sección de Comptos. Documentos. Pamplona. 1952 y sigs .. tomo 25. núm. 950) .

Aunque el contenido del diploma tiene escasa importancia, sí la tienen y mucha las noti-
cias contenidas en el escatocolo referentes al tratado firmado en el verano de 1404 entre Car-
los 111 de Navarra con el rey de Francia, Car.los IV, por el cual sabemos que el navarro recibía
el condado de Nemours. que ya figura en la intitulación, y el título de duque y par de Francia.
a cambio de renunciar a los derechos sobre los condados de Champagne y Brie. entregar la ciu-
dad de Cherburgo y entregar el título de conde de Evreux; en lo que atañe a la diplomática, inte-
resa la mención del sello con el que valida su carta, sello que es el antiguo y que ha sido
modificado introduciendo en su leyenda el título de duque de Nemours.

La~ notas paleográficas más distintivas de esta bastarda navarro-francesa son : ligera in-
clinación a la derecha, letras unidas dentro de cada palabra y palabras separadas entre sí.
desarrollo excesivo de los astiles superiores de la primera línea . acusado contraste de gruesos
y finos y predominio del ángulo sobre la curva . Entre las formas alfabéticas aisladas destacan:
a sin capelo, trazada de forma igual a la a cursiva actual, perfecta distinción entre t y e, espe-
cial forma de escribir la r, s alta en medio y principio de palabra. aunque a veces en principio
usa de s en espiral de gran módulo ; la s en espiral es la habitual al final de palabra. Sin em-
bargo, la nota que más destaca es la técnica que desarrollan para terminar los astiles descen-
dentes en punta muy fina; esta solución estética alcanza su plenitud en el trazado de s alta y f,
cuyo grosor inicial únicamente se puede conseguir trazando dos verticales paralelas y en con-
tacto. Las manchas verticales que forman s y f confieren una indudable personalidad a este
tipo escriturario.

59
XX/24 • PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA
LAMINA 20/5

60
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX/25

TRANSCRIPCION (Lámina 20/5)

CCC XXX VIII " mil DC 11 maravedís = 338.602


CC XXX VIl mil DCC LXXX' medio = 237.780,5
CC X 111 mil CC XX 1 medio= 213.221,5
1 mil CC LXXX' 11 maravedís = . 1.282
LXXX' VIl mil D XXX 111 medio = 87.533,5
X mil DC LXX maravedís = 10.670
C XXX VI mil CC L 11 maravedís= 136.252
CC LXX VIUO mil CCCC" XL IX maravedís = 278.449
CCC X V mil LXXX" 1 maravedís= 315.081
C XX VIW mil D LX V maravedís = 128.565
C X IX mil DCC L maravedís = 119..750
C X V mil DCCC VIl maravedís= 115.807
XXX 1 mil CCC LX 111 maravedís = 31.363
CC X VIl mil C XX VI medio = 217.126,5
[1]1 quentos CC XXX 1 mil CCCC" LXXX" 111 maravedís = 2.231.483
XL mil DC XC VI maravedís = 40.696
11 mil DCC maravedís= 2.700
LX 111 mil XL VI marevedís= 63.046
CC XXX VIl mil DC XL IX medio = 237.649.5
1 mil maravedís= 1.000
XL mil CCCC' LX V maravedis = 40.465
LX 1 mil D LXXX' maravedí s = 61 .580
1111 ' mil CC LXXX V maravedís = 4.285
X 11 mil CC XX V maravedis = 12.225
X IIW mil L 11 maravedí.s= 14.052
VIl mil XXX 111 medio = 7.033,5
CCCC LXXX 1111 mil DCC XXX 11 = 484.732
C XC V mil CCCC' X 11 medio= 195.412,5
LXX VIII ' mil D XC V medio= 78.595.5
IX mil DCCCO XL V maravedís = 9.845
V mil CCC XL maravedís = 5.340
X 111" mil D LX V maravedís = 14.565
XL VIl mil DCCCC maravedís = 47.800
XC 11 mil CCCC XL Vllll ' maravedís = 92.488
L VIl mil C LX maravedís = 57.160
V mil D L 11 medio = 5.552,5
X V mil DC IX maravedís = 15.609
D XX 11 mil CCC XX VIl medio = 522.327,5
quento D 111 mil CC LX 111 medio = 1.503.263,5
DCC VI mil IX medio = 706 .009,5
IX mil CCCC' XX 11 maravedís = 9.422
VI mil C XXX VIII ' maravedís = 6.138
11 quentos CC XX 1111 mil DCCC XXX 111 maravedis = 2.224.833
VI mil DC L = 6.650
11 mil CC = -2.200
1111' mil cccc · L= 4.450
1 mil = - 1.000
111 mil CCCC' L = 3.450

.
COMENTARIO (Lámina 20/5)

Reproduce esta lámina un texto con operaciones aritméticas· de suma y resta mediante
números romanos. Es castellana de fines del siglo XV: fue publicada por S. Rivera Manescau
y F. Arribas Arranz, en Láminas de Paleografía, Valladolid 1944, núm. 70.

Obsérvese el calderón que divide las cantidades en dos partes. la distribución por co-
lumnas y cómo se dejan espacios en blanco donde, operando con cifras árabes, se colocaría un
cero. Respecto a la grafía de los numerales, anótese la cursividad que caracteriza los nexos
de las letras repetidas (i, e), así como la forma de una aparente e que adoptan las x cuando
se unen varias. La raya con punto debajo que sigue a muchas de las cantidades, es abrevia-
hJra de la palabra maravedí.

61
TEMA XXI

LA ESCRITURA HUMANISTICA

ESQUEMA / RESUMEN

1. Su importancia .

Los nombres : humanística .


itálica. bastardilla .
. h . .
1. La escntura uman1st1ca en
12 a) Petrarca.
general : Odgen h;stódco b)
e)
Otros humanistas .
Expansión.

a) Humanística redonda.
1 Naturaleza. origen y des-
arro llo gráfico s
b) Id. cursiva .
e) Id. corriente.

11. La escritura humanística en \ 1. La Corte de Nápoles .


España 2. En Aragón.
1 3. En Castil la.

63
INSTRUCCIONES

Con el tema presente llegamos a la última gran rama del árbol genealógico de las es-
crituras latinas. la llamada comúnmente escritu ra humanística , a la cual nos hemos referido
muy por breve en algunos temas anteriores. el 6 y el 13 concretamente. Le aplicaremos un tra-
tamiento análogo al que hemos aplicado a otros grupos de escrituras. sólo que más conden-
sado ; pues incluimos en la misma lecc ión así los problemas generales de dicha escritura como
la repercusión y desarrollo de los mismos en nuestra Península .

El interés de este último ciclo escritura! es. teóricamente, tan grande y aún más que el de
cua lq!Jier otro . y ya lo veremos a lo largo del tema. Prácticamente . de cara a su enseñanza y
aprendizaje, la problemática y las dificultades que ofrece son pequeñas . pues se trata de tipos
de escritura iguales o parecidos a los actua les.

El alumno no encontrará, pues. aquí obstáculos de gran monta para la lectura e inter-
pretación de los respectivos textos. ni por parte de la escritura ni por parte de la lengua ; lo
cual no quiere decir que se trate de un capítulo inútil o despreciable , traído a nuestro temario
por protocolo o por rutina. Aun en el terreno práctico con frecuencia hemos oído lamentarse a
estudiosos de diferentes materias sobre las dificultades encontradas y los apuros pasados, al
enfrentarse con objetos escrito s -documentos principalmente- de la centuria décimo-sépti-
ma , y eso por habe rs e dirigido a los mismos despreciando cualquier preparación paleográfica
previa. A lo cual se úne . como estímulo y atractivo para abordar el estudio del tema , el hondo
ambiente cultura l , lleno de problemas apasionantes , en que nace y se desarrolla la escritura
humanística.

ORIENTA ClONES BIBLIOGRAFICAS

Como consecuencia, sin duda, de ese doble fenómeno que acabamos de apuntar , o sea ,
el mayor interés histórico-cultural y el menor interés paleográfico-práctico , a la escritura hu-
manística . tradicionalmente . se le ha hecho poco hueco en los manuales y tratados de la asig-
natura . dedicándosele en cambio bastantes monografías y trabajos parciales .

En la Paleografia de García Villada apenas se dedican a la humanística. o:: n sus distin-


tas manifestaciones . dos páginas y do s fa cs ími les ; e igual puede decirse del Tratado . de Milla-
res . Mejor trato rec ibe de Battelli en sus Lezioni (págs . 245-249) ; pero la amplia y detallada
expos ición del tema hay que buscarla en los Lineamenti di storia del/a scrittura la i·ina, de Cen-
cetti (págs. 254-344) . Entre las monografías. c itaremos la del propio Batelli sobre Nomenclature
de s ecritures humanistiques. París 1954.

A la mayoría de nuestros alumnos les bastará con la nueva recensión del tema que les
darnos a continuac ión .

65
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

1. Importancia de la escritura humanística. Ya hemos indicado que es más bien histó·


rica que paleográfica. y se manifiesta. principal mente, a través de un dob le fenómeno: primero.
el de haberse impuesto a Europa como escritura virtualmente única; segundo. el de haberse
extendido fuera de Europa y venido a ser la escritura de gran parte del mundo. empezando por
América, donde no tiene rival, y siguiendo por partes de Asia . Africa y Oceanía. Descuella .
además. por el ambiente profundamente cu lto en que germ inó y f loreció , por el sentido esté-
tico que presidió siemf)re su trazado. y por darse en ella la c ircu nstancia rara -ésta sí de ca-
rácter paleográfico- de no proceder de las escrituras anteriores por evolución gradual y es-
pontánea .

2. Los nombres. 1:1 de humanística que estamos empleando ha sido el de más éxito .
Acuñado y propagado por los grandes paleógrafos italianos. actuales y de la centuria pasada ,
es hoy casi universalmente aceptado, frente al de escritura renacentista o del Renacimiento
que propugnan y emplean. por su significado más ampl io, alg-unos autores ingleses y alemanes.
Sin embargo. y habida cuenta de lo que suponen el verdadero concepto de Renacimiento y
Hum anismo. el nombre de humanística resulta más congrue nte y adecuado. (Pueden ve rse sobre
dicho doble concepto los respectivos artículos de R. García Vi liada en el "Diccionario de His-
toria Eclesiástica de España .. . vol. 11, pág . 1110, y 111 . pág . 2076) .

En España e l nombre que ha gozado de arraigo y tr adición por más de doscientos años
ha s ido el de escritura "itálica .. . Ya lo empleó Terreros en el siglo XV III junto con el de .. bas-
tardilla .. y fue el nombre generalizado hasta tiempos de Muñoz Rivera, que lo empleó de modo
sistemático en todas sus publicaciones. Aunqu e tal nombre dice mucho para los españoles.
García Villada . sin exponer ningún tipo de razón que a ello le obligara . y por traducir la no-
menclatura más corriente en Europa, cambió el nombre tradiciona l por el de humanística. acep-
tado sin reservas por los paleógrafos siguientes (Millares . Floriano. Arribas. Canellr~s) en sus
respec,tivos manu ales o co lecciones de lámina s.

3. Origen histórico. Va estrecham ente li gado a los humanistas itali anos de los si-
glos XIV y XV y a la gran reforma caligráfic a que inici aron y llevaron a cabo. El punto de
arranque de dicha reforma hay que ponerlo en la bú squeda y descubrimi ento de muchos cód i-
ces carolinos que contenían obras de autores c lás icos. Procedían . en genera l , de las gran-
des abadías ben edictinas . donde habían sido copiados durante los siglos IX-XII. Al descu -
brimiento siguió por parte de los hum anistas descubridores. una admiració n sin lím ites. con
el consiguiente afán de imitarlos . no tanto en el texto cuanto en su escritura que . aunque lla-
mada por ell os antiqua. creyéndola ve rdadera letra romana. no era s ino la carolina que ya hemos
v isto y estudiado .

a) El primer humanista que . teórica y práctica mente . se manifestó sobre la neces idad
de ca mbiar el modo de esc ribir imperante fu e Petrarca. admirador entus iasta de la escriturn

67
XXI / 6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

de los descub iertos códices. De ella alaba el dec.or. la maiestas, el sobrius ornatus, que daban
como resu ltado una escritura castigata et clara. es decir. sobria y limpia, que se entraba espon-
táneamente por los ojos . Y junto a las alabanzas. las obras. empezando él m ismo por dejar las
góticas ita l ianas en que había sido educado, pa ra sust ituir las en sus escritos por la de los có-
dices que admiraba. Así surgió un tipo de escritura que bien puede llamarse gótica prehuma-
nística. cuyo pr incipal mérito iba a consistir en haber inaugurado el método pa ra la refor ma
ca ligráf ica. a base de ir introduciendo en los modelos góticos elementos de la v ieja caro lina .

b) Los demás humanistas. Petrarca hizo bien pronto escuela entre los humanistas .
qu ienes no sólo admiraron y alabaron a porfía su nuevo modo escriptorio, sino que se aplica-
ron a im itarlo con eficacia. Ta nta fue ésta. que pronto la escritura del reformador resultó me-
jorada. desembocando en un tipo nuevo, que se llamará gót ico-humanística. En la formación y
difusión de la misma sobresale el human ista Niccolo Niccoli que fundó en Florencia una escue-
la de escribas profesionales educados y especializados en la ~lettera all'antica ...

De Florencia irradió la nueva moda escriptor ia a todo el Norte de Ital ia, y de all í a toda
Europa , donde, a lo largo del siglo XV. se fueron produc iendo. según los países. nuevas moda-
lidades gótico-humanísticas.

Quedaba por dar un último paso: el de prescindir totalmente de la gótica y obtener una
humanística pura, a base de resucitar plenamente la carolina de los siglos X y XI. El primero
en darlo , todavía a primera mitad del sig lo XV . fue otro humanista florentino: Poggio Braccio-
. lin i . Los manuscritos por él copiados son verdaderos modelos de carolina espontánea y elegan-
te, así como de capital cuadrada para las in ic iales . cuyos mode los serán imitados por la im-
prenta desde sus orígenes y mantenidos hasta nuestros días. De los códices pasó Poggio a los
documentos . cuya cursiva gótica empieza a ser sust ituida por otro tipo de humanística al que
se llama también cursiva. Hasta los viejos humanistas. incapaces ya por la edad y por el hábito
de dejar la gótica, aconsejaban que los jóvenes fueran formados en la pura humanística y que
a los copistas profesionales se les exigiera el empleo de la misma.

el Expansión de la humanística. Desde Florencia, que pasó a ser el más importante


centro escriptorio de Europa. la nueva escritura, ya plenamente lograda , irradió en la segunda
mitad del siglo XV a todo el resto de Ital ia, así para la cop ia de códices como -y el lo es más
importante- para la de documentos públicos y privados y hasta para algunas clases de pon-
tific ios que solían resistirse. especialmente. a novedades y cambios.

4)Naturaleza, origen y desarrollo gráficos. Innecesa rio parece ya repetir que gráfica-
mente la escritura humanística no es más que la carolina restaurada en su sustancia y en mu-
chos de sus accidentes, tal como se presentaba en los códices carolinos de buena clase. De
pocas escrituras podrá decirse que. al menos en algunos de sus modelos. se identifiquen tan
plenamente con aquélla de que proceden . En otros. junto a las grafías de neto cuño carolino se
observará la presencia de elementos góticos. fenómeno natural e inevitable. pues hemos visto
que la nueva escritura nació y se desarrol ló en medio de una cerrada fronda de escrituras gó-
t icas. cuya influencia era aún mucho más difícil de evitar desde el momento que la humanística
invad ió el campo de los documentos con un claro giro gráfico de carácter cursivo. Así. pueden
distinguirse casi desde sus principios (siglos XV y XVI) varias tendencias que plasma n pronto
en diferentes mode los. cuyas características dependerán de la mayor o menor ca rga de elemen-
tos góti cos que pese sobre ellos . He aquí los pr incipal es. siguiendo la clasificación y nomen-
clatura propuesta por Battelli en el Coloquio de París el año 1953:

a) Humanística redonda o formada. Es el tipo que se inspira. y a veces ll ega a im itarla


perfectame nte . en la carolina de los siglos X-XI . La imitac ión es a veces tan exacta que a
simple vista resulta difícil dist inguir si se trata de un códice ca ro lino o humr1 nístico . Entre las ca -

6X
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXI / 7

racterísticas principales que distinguen esta letra nueva de la antigua carolina pueden citarse:
uso del punto sobre la i, travesaño de t cruzando el asta y formando una cruz. a uncial. d mi-
núscula. g con el trazo inferior separado del cuerpo de la letra. s de doble curva al final de pa-
labra y a veces en medio de la misma: hay pocas abreviaturas.

Como ejemplo de perfecta humanística redonda pueden consultarse. además de la lá-


mina 21/1 al fin del tema. la núm. LXXX de los Exemp/a 11 de Canellas . autógrafo de un poeta
italiano al servicio de Alfonso V de Aragón. y la XCII del Tratado. de Mi llares. que contiene
un Salustio. escrito en España.

b) Humanística cursiva. En su origen no es un tipo que haya nacido del desgaste na-
tural de la humanística redonda al cabo del tiempo: se trata, más bien. de una derivaciófl de
las góticas cursivas (italianas en Italia, cortesana y aragonesa en España) influidas fuertemente
por la humanística redonda. Poco a poco los caracteres humanísticos van desplazando a la ma-
yor parte de los elementos góticos. Es éste el tipo de humanística que se generaliza en el si-
glo XVI en España. aplicada a la escritura de l ibros. correspondencia privada. etc.

Como características generales pueden señalársele el trazado de las letras , que con re-
lación al renglón suele formar ángulo oblicuo, y la tendencia a que las letras de cada palabra
vayan unidas. Como formas típicas de letras pueden notarse: a de un solo trazo , d minúscula.
f descendente bajo la línea del renglón, r preferentemente redonda, s alta y de doble curva: tos
nexos son escasos y apenas dificultan la lectura.

Ejemplos de humanística cursiva pueden verse en Canellas, Exempla 11. núms . LXXXVI-XCI ,
y los reproducidos en la lámina 21/4 al final del tema.

En cuanto al nombre. creemos que hay que reservar el de humanística cursiva para aque-
llos tipos de escritura en los que ya no existen residuos gráficos de la gótica o se dan en pro-
porción mínima. Si existrera una simbiosis de gótica y humanística, fenómenó que va a ser co-
mún en España durante la segunda mitad del siglo XV y en los comienzos del XVI. parece más
aconsejable dar a estas escrituras mixtas las denominaciones de cortesana-humanística y ara-
gonesa-humanística o viceversa. según sea la escritura que prevalezca.

e) Humanística corriente. Es la misma humanística cursiva, pero trazada con mucha


rapidez, lo que contribuye a aumentar considerablemente los nexos. dificultando un poco su
lectura. Fue la letra empleada en las notas marginales, apuntes, cartas y textos de uso co-
rriente. escritos de prisa y con descuido. Véanse ejemplos al final del tema en la lámina 21 / 6.

d) Humanística cancilleresca. Aunque en sus orígenes es una simplificación de la gó-


tica de cancillería italiana a influjos de la humanística. ya en el XV puede considerarse a todos
los efectos como una variante de la humanística cursiva, caracterizada por la abundancia de ele-
mentos decorativos. Los paleógrafos italianos la llaman « testeggiata » refiriéndose a que el
ini cio de sus astas se refuerza con un punto o «testa», a modo de pequeña cabeza: la escritura
suele estar inclinada a la derecha. Véanse ejemplos en Millares. láminas CV, XCII y en la lá·
mina 21/3 al final del tema.

11. LA ESCRITURA HUMANISTICA EN ESPAÑA

Ya insinuamos en las orientaciones bibliográficas que el tema de la humanística ha sido


poco estudiado por parte de los paleógrafos españoles, debido, sin duda, al menor interés prác-
tico de la letra. en el sentido de ofrecer menos dificultades de lectura e interpretación que
cua lquier otra. En cuanto al proceso de entrada y aclimatación en la Península está claro que la

69
XX1 , 8 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA

humanística vino aquí desde Nápoles y tuvo un desarrollo distinto. por lo que al tiempo se re-
fiere. en Aragón y en Castilla.

1. La Corte de Nápoles. Ya hemos dicho que la reforma escriptoria de los hum anis-
tas italianos y. en concreto. la humanística pura que. por obra de Poggio Bracciollini. salió de
ella. se extendieron rápidamente por toda Italia. incluido el reino de Nápoles que formaba parte
de la Corona de Aragón española. Reinaba allí Alfonso V el Magnánimo. que era por su talante
artístico y literario el monarca más a propósito para auspiciar cualquier empresa humanística
como era ~~ cambio de escritura. De hecho. la corte napolitana de Alfonso y sus sucesores fue
escenario donde actuaron una serie de artistas de la pluma que llenaron la real biblioteca de
ejemplares de la escritura llamada •antica .. . Entre ellos figuran algunos españoles. como Fran-
cisco La Pajera y Pedro Fenollar.

2. En Aragón. Natural era que desde Nápoles la nueva moda escriptor ia se corriera
pronto a tierras aragonesas de la Península y que invadiera . así el campo de sus códices como
el de sus documentos. Resumamos brevemente el proceso de intercambio que se operó entre
la gótica aragonesa y la humanística. con el triunfo definitivo de esta última.

a) La mayor parte de los códices humanísticos vinieron a Aragón importados de Ital ia;
los menos fueron escritos en tierras aragonesas. como el Salustio, de Bernardo de Andar . es-
criba del Rey D. Juan 11. terminado de copiar en 1469 y cons ervado en la biblioteca de El Es-
corial: su escritura es una perfecta humanística redonda. La escasa producción indígena se ex-
plica si consideramos que ya en la segunda mitad del sig lo XV la imprenta. rec ién inventada.
empezó a competir con los calígrafos en la producción de libros que no eran a la postre más
que códices impresos; la competencia por fuerza tenía que ser desigual a favor de la imprenta
que muy pronto quedó dueña del campo casi en exc lusiva .

b) Por lo que respecta a los documentos. la entrada en España de los modelos huma-
nísticos se hizo también vía Nápoles y afectando a la Corona de Aragón en primer término.
La correspondencia del rey Alfonso V con sus func ionarios de la Península debió de ser el
primer ejemplo (véase el núm. 70 de las Láminas de la Cátedra. donde se reproduce una ca rta
de dicho monarca a D. Martín de Lanuza en 1449). Lo cual no quiere decir que se arrancara
de repente y de cua jo la tradicional letra aragonesa que hemos visto ser una manifestación de
la cursiva gótica. aunque muy poco cursiva . Pero si ésta no cedió el puesto a la humanística.
tampoco dejó de ser influida muy fuertemente por ell a.

e) La resistencia de la aragonesa tiene una explicación lóg ica. pues se trata. como de-
cimos de un tipo de gótica donde la cursividad era mínima. quedando ya de por sí más cerca de la
humanística y en trance de confund irse con ella . sin faltar autores que piensen en la posibili-
dad de haber sido la aragonesa . y no al revés. la que influyó en la formación de la bastarda
o cursiva humanística.

d) De todos modos. y sea como fuere. la realidad es que al declinar el siglo XV . esa cur-
siva tenía ya carta de naturaleza en la cancillería real. sobre todo para piezas escritas dirigidas
a otros Estados europeos . En la documentación privada su dominio era completo .

3. En Castilla. Es donde verdaderamente puede hablarse de dificultades y tardanza en


la aceptación y ac li matación de la humanística; al menos en el terreno de los documentos ; pues
en cuanto a códices. ocurrió algo parecido a lo que dejamos visto en la Corona aragonesa. aun-
que la producción indígena quizá siguió siendo más cuantiosa e importante que en Aragón en
los dominios de Castilla . Por lo que se refiere a los documentos . el proceso que siguió la hu-
manística con relación al desplazamiento de la gót ica. puede reducirse a las siguiente s etapas ·

70
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA X XI/ 9

a) Hasta tiempos de Enrique IV (1454-1474) la cortesana impera absolutamente sin


asomo de ingerencias extrañas.

b) Con los Reyes Católicos y como consecuencia . en parte . del movimiento de unidad
nacional. se inicia el proceso de introducción de la humanística. pero a pasos muy lentos y
compartiendo el campo con las góticas tradicionales castellanas que mantienen su hegemonía.
Aunque se hable de una escritura mixta y se diga que en la mezcla unas veces predomina la
gótica. y otras la humanística. la verdad es que en conjunto quien predomina es la primera .
Como ejemplo de esa escritura mixta que decimos obsérvese la lámina 21 / 2 al final del tema
que reproduce una carta de Isabel la Católica a su suegro Juan 11 el año 14 73. escrita en itá-
lica. pero con poderosa huella cortesana.

e) No faltan casos. en las dos últimas décadas del siglo XV. de simple humanística
aplicada a documentos públicos; pero son los menos . (Véanse ejemplos de humanística can-
cilleresca en la lámina 21/3 de este mismo tema. y de humanística corriente en la lámina 2114
parte inferior).

d) Hasta la llegada de Carlos V a comienzos de la centuria decimosexta. las letras pre-


dominantes. muy predominantes . todavía en Castilla. son la cortesana y la procesal. Y si du-
rante los primeros años imperiales se empieza a salir de ese predominio. es por la vía de la
enseñanza popular que se sistematizó entonces de algún modo en materias de lectura y escri-
tura. recayendo dicha enseñanza. como era natural. en favor de la humanística. Hacia el año
de 1520 sólo las personas de cierta edad escribían en cortesana. mientras las formas gráficas
humanísticas extendían su uso a todos los estamentos de la nación y a todas las clases so-
ciales.

e) Entre dichos estamentos se cuenta la real cancillería. cuyos escribas tienden cada
vez más al uso de la humanística; tendencia que sigue tropezando con la fuerza de la tradi-
ción gótica. dando lugar a nuevas escrituras mixtas; algynas llegan a alcanzar una regular tipi-
ficación y se emplean con frecuencia. como la que algún autor llama de •provisión real» por
usarse con predilección en documentos de esta categoría diplol""~tica.

f) Ya hacia la segunda mitad del siglo XVI la escritura renacentista en España. fuer-
temente influida por los maestros calígrafos como !ciar o Lucas. se desarrolla con unos ca-
racteres propios. dando lugar a la formación de la ·bastarda» española. tipo de letra que des-
plaza en muchos organismos públicos a la procesal y del que son ejemplo las láminas 21 / 5 y 21 / 6
al final del tema . y las 115-18 de las Láminas de la Cátedra . Sin embargo. en algunas oficinas
públicas se seguirá usando durante todo el siglo XVI la escritura procesal. preferente'mente
en los registros y en documentos relacionados con la administración de justicia .

g) Finalmente . por lo que toca a la documentación privada. correspondencia. cuentas.


etcétera. la presencia de la humanística es mucho más temprana y está mucho má~· generali-
zada que en los organismos del Estado. En sus modalidades cursiva y corriente fue la letra
común usada por los españoles desde el primer tercio del siglo XVI. (De la modalidad que
llamamos corriente. pueden verse en Arribas. Paleografia documental hispánica. la lámina 106 .
que es una carta autógrafa de Don lñigo López de Mendoza a Cisneros en 1516. y la 107. carta
amatoria trazada por mano femenina hacia 1563 ; la núm. 103 de las Láminas de la Cátedra es
un autógrafo de Cristóbal Colón) . También en la documentación privada se desarrolla a partir de
la segunda mitad del siglo XVI la bastarda española cuyos tipos más cursivos pueden ofrecer di-
ficultades de lectura (véase lámina 17 i6 al final del tema y la núm . 119 de la Cátedra) .

71
XX I/ 10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMA TI CA
LAM INA 21/ 1)

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-~: ~conftrmo ."Rcfe1·ta gall~ neg.octatOn'tm.dt- p!enaauttnntr..
··• :"{~m.o g:''Uorum.. ft~ol.te'. ,.. c¡t.ucCfL~·nn. n~goaí gertt"'. Ntrmnutf1n •
·• .;":'lHIA nu f!uf fine ClUtum. ronun.ot·un-uabúúfconttn.OU.etUr. Vt~
,_s ~uo Mcrnd'am.uú~ ~ · f.ongeutd'car.a·confua:ucftnet~&wu.t..-
t.lone-' u d~f: genn.t.dlfceciere··. Vne tabtlÍ.e' prof'en.tntUí 1tl'Ju1bufut -
1'1-4.11..1 tm fit"'; r,,..,.,tOCf auod ft~f1cet- PecUnu.m.. fottteto dAram.....
~ ~· i ~ ~
Vtttt1n. .oc toro n.ecro~ cc1onarum.ípuh&canorutt'\..,.a,.Aton."r'
Fettartont'm nt;~ tdti!'m.. FtGUtt'/~a.o:ufannn.. dT'e-o.m. ·
~dant · prrl~cfi1 tmtrlO'rUt:cf ~e be-e ert- caufa...:- ~ cfcfenrLO ;Jprouin-
~ ~Ute' .. "" . hmtetttf prd'Uir- '1~ coníkr' ~ btfgenenbuf honu ·
nu;'\.. ...~ C1Uttattun. Cfl u::- tteten\..m.lttam... patttm nofrnl..m.eman~
b:U.t. ctmt Fruto -r.a.cerba.. ucftu.u.trna.ge«~:-Frtmt.m.od:,
~ n.oftnf ltnpcnltonbttf (uW'h modO 6cUO dom1t1 .~mo&o tnttmphrf .
·. ac m.:nu.1tn.e1'l.t1f notatl ~ modo ~ fena.t:U .a.gnfurfn&uf't 1'ttu~ fút.
p.1.r=1m 'Iut cutn. t.pfo ·M ..fonteta telTUtn.acman.ufa:m.::u!eru~
'm.Ul~.etuffuáore-' ..t.e Cabo-re fub popuh·r·t1nperu.ln'\.. diébonem.cr
~cu:kntnt"' . ffi 1n eackm. FU11'\C1A. na-rbonenfi ro!atua 110ftrortt.
clt.ttt.nn fpea.lÚ.·po~f1 . r. a.c _propt.~ÚUn"t.tfhf tpftf nanon1bn!'
oppofttutn. d.: obtettun'\... . Eft. trem.1.trbf A\AA:1fu..k·crua-an.tl:'dt~
forn!TtmoruTn. fl&!tffim.orumcr focwru~,'ftl e¡A!úcortnn.. bc-!!o ,
rum pencuú.. popuh . r . copiif -remtft compenfa-ntnr. E}- r-etereó\-

72
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXI¡ ll

TRANSCRIPCION (Lámina 21/1}

Marci Tullii Ciceronis oratio pro Marco Fonteo contra Gallos.


Hoc pretore oppressam esse ere al ieno 1 Galliam. A quibus uersuras tantarum pecuniarum tactas 1 esse di·
cunt? a Gallis? Nihil minus. A quibus igitur? A 1 ciuibus Romanis qui negociantur in Gallia? Cur eorum uerba 1 non
audimus? Cur eorum tabule ulle oroferuntur? In· 1 sector ultro atque insto accusatori, iudices: in.sector. inquam . et
flagitio 1 testis. Plus ego in hac causa laboris et opere consumo in poscendis tabu· 1 lis quam cete ri defensores in re-
futandis. Audacter hoc dico. iudices. non 1 temere confirmo. Referta Gallia negociatorum est, ple na ciuim Romano·
rum. 1 Nemo Gallorum sine ciue Romano quicquam negocii gerit. Nummus in 1 Galli a nullus sine ciuium Romanorum
tabulis commouetur. Videte 1 quo descendam. iudices. quam longe uidear a consuetudine mea et cau· 1 tione ac di li-
gentia discedere. Vne tabule proferuntur. in quibus ue- 1 sti gium sit aliquod quod significet pecuniam Fonte io dat am./
Unum ex toto negociatorum. co lonorum. publicanorum, aratorum, 1 pecuariorum numero testem producant. uere accu-
satum esse con· 1 cedam. ¡Pro dii immortales! que hec est causa? que defensio? Prouin· 1 cie Gallie Marcus Fonteius
prefuit que constat ex his generibus homi· 1 num et ciuitatum qui. ut uetera mittam, partim nostra memoria 1 bella
cum popu lo Romano acerba ac diuturna gesserunt. partim modo 1 a nostris imperatoribus subacti, modo bello domiti,
modo triumphis 1 ac monumentis notati . modo a senatur agris urbibusque mulctati sunt, 1 partim qui cum ipso Marco
Fonteio ferrum ac manus contulerunt 1 multoque eiu s sudore ac labore sub populi Romani imperium dictionemque 1
ceciderunt. Est in eadem prouincia Narbonensi , colonia nostrorum 1 ciu im. specula populi Romani ac propugnaculum
istis ipsis nationibus 1 oppositum et obiectum. Est item urbs Maxili a, de qua ante dixi. 1 fortissimorum fidel issimo-
rumque sociorum. qui Galli co rum bello· 1 rum pericula populi Romani copiis remisque compensarunt . Est pret erea.

COMENTARIO (Lámina 21 / 1}

Reproducimos en esta lámina parte del folio 320 recto del manuscrito 432 de la Bib lia·
teca de Santa Cruz de la Universidad de Vallado lid. Es un precioso códice italiano. datable en
la segunda m itad del sig lo XV y que contiene Discursos de Cicerón. La H inici al. que está re·
produ cida de for ma defectuosa. va mimiada en oro; la vitela usada es de extraordinaria cal idad ;
todo denota en el códice el carácter de libro de lujo .

La letra empleada es una cuidada hum anística redonda. Las formas alfabéticas mantie·
nen su trazado independiente, sin nexos entre sí (salvo ct y st). pero se advierte la tendencia
a escribir las letras muy juntas dentro de cada pa labra, dejando. por el contrario. un espacio
más ampl io entre palabras . De forma sistemática se usan como mayúsculas las letras de la
capita l clás ica cuadrada; en la minúscu la los astiles superiores e inferiores terminan con rayas
oblicuas de adorno; obsérvense en las formas alfabéticas el uso constante de d mi núscula.
s siempre alta incluso en fin de palabra. punto sobre la i cuando confluye con otra i o con u.
Nótese finalmente el sistema usado para indicar la exc lamación iudices. líneas 9 y 13. y pro
en lín ea 18) .

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PALEOGRAFIA y OIPLOMATICA
XX I/ 12

LAMINA 21 / 2

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXI , 13

TRANSCRIPCION (Lámina 21/2)

Señor muy exc;:elente .


De vuestra señoría rrec;:ebí vna muy grac;:iosa letra con la qual oue tanta alegria e consolación quanta 1
de gran tienpo acá non he auido de cosa que más alegre me pudiese fazer . así por saber las cosas cómmo 1 han
suc;:edido después que vuestra exc;:elen<;ia partió de Perpiñán e la mejoría e buena disposic;:ión 1 de la salud de
vuestra señoría e del prínc;:ipe mi señor que con tanto deseo esperaua saber. commo por 1 el glorioso rrec;:ebimien-
to de vuestra exc;:elenc;:ia en la c;:ibdad de Barc;:elona . del qual y de otro muy mu· 1 cho mayor vuestra señoría era
e es digno e merec;:edor. segun la fama gloriosa de la gran virtud 1 e techos tanto memorables de vuestra ex-
celencia . E por ello do ynme nsas grac;:ias a nuestro Señor 1 de quien dependen todos los bienes e consolac;:iones.
al qual plega de tal manera y con tanta prospe- 1 ridat disponer las cosas e techos de vuestra señoria que quanta
alegría e consolac;:ión dello ouieren 1 los que el honor e seruic;:io de aquella quieren. tanto sea pena. aflicc;:ión y tor-
mento a los que lo contrario desean. De los enbaxadores que vuestra señoría enbía al rrey de Franc;:ia e al duque
de 1 Borgoña me plaze mucho. Suplico a vuestra señoría me mande avisar de todo lo que suc;:ediere : 1 quanto al
estado de mi oersona sabrá vuestra exc;:elenc;:ia que yo por la bondad de nuestro Señor 1 estó en buena disposi·
c;:ión de sa lut. e la Ynfante mi fija asimesmo. la qual besa las manos a 1 vuestra exc;:elenc;:ia. cuya vida y rreal estado
la Santa Trinidat conserue y pr ospere commo vuestra 1 señoría desea . De la mi villa de Sepúluega a XVI dias de
nouienbre de LXXIII años.
De Vuestra Señoria
muy omill e obediente fija
que las manos de aquell a besa
La Princ;esa y Reyna (rúbrica)

COMENTARIO (Lámina 21 / 2!

La lámina que comentamos, procedente de la Biblioteca Nacional de Madr id. es un aca-


bado ejemp lo de lo que llamamos humanística-cortesana de fines del siglo XV, una letra que
se desarrolla en la cancil lería real caste ll ana y que no ll ega a adquirir una tipificación perfecta.
sino que. según los distintos escribas. se aproxima o se aleja de los dos polos que sirven de
punto de partida : cortesana y hum anística . Por su aspecto general la escritura de esta lámina
tiene una fuerte apariencia hum anística y muchas, la mayoría, de las letras ais ladas difieren
bastante de la cortesana . Baste reparar en las lormas de a, salta. 1, g, nexo tr, etc. Sin embargo.
un examen detenido muestra la pervivencia de tipos góticos de letra cortesana ya en formas
alfabéticas ya en nexos. Obsérvense entre los ¡:>rincipales, z en forma de 5. sen espira l al co-
mienzo y al final de palabra. d constantemente uncial . e unida a la letra siguiente por su parte
superior . ci con cedi lla adoptando la forma de una a sin capelo. etc .

Ya dijimos en el texto de esta lección que los tipos humanísticos se usaban preferen-
temente en escritos de carácter internacional . es decir. de relaciones con paises extranjeros .

En medio del empa lagoso formulario epistolar. las noticias sobre el recibimiento de
Juan 11 en Barcelona. la alusión a sus enemigos y el envio de embajadores a Francia y Bor·
goña no carecen de interés .

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA
LAMINA 21 / 3

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX I/ 15

TRANSCRIPCION (Lámina 21 /3 )

por donde no pueda entender en el dicho (tachado) negoci o por sí mesmo. 1 saluo en el grado de reuista .
que se guarde la ordenan<;a que esta 1 hecha arriba. 1
Otrosí ordenamos y mandamos que el presidente y cada vno de 1 los dichos oydores y alcaldes y cada vno
de los escriuanos y aboga- 1 dos tomen para si vn traslado destas dichas ordenan<;as porque 1 sepan commo se
han de auer en sus officios y aun puedan consejar 1 a otros y que esto hagan dentro de treynta dias despues
que es- 1 tas dichas ordenan<;as fueren publicadas en la dicha nuestra audi- 1 entia so la pena que los dichos
nuestros presidente y oydores pusieren 1 a los que assi no lo hizieren. 1 .
Otrosí por quanto suele auer mucha desorden en los escriua- 1 nos en el leu ar de sus derechos por las
hojas de lo processado y 1 apretado en la vista de los processos. por ende ord enamos y 1 mandamos que los
dichos escriuanos y cada vno dellos cada y 1 quando ouieren de auer derechos de las hojas y processos que 1 no
lieuen por la hoja y tyra de processado mas de vn marauedi 1 y dos marauedis por la hoja o tyra de lo junto o apre-
tado. E si lo con- 1 trario hizieren que por esse mesmo caso pierdan los dichos offi- 1 c ios y sean mul tados y
castigados por el dicho presidente y oy- 1 dores. 1
Otrosí por quanto acae<;e muchas vezes que los letrados y pro- 1 curadores de la dicha nuestra corte y
chancelleria y otras personas 1 toman y lieuan y auienen los pleitos por partido por cie rta 1 summa de marauedis
para que ellos a sus proprias costas ayan de se- 1 guir y f enecer los dichos pleitos. lo qual es cosa de mal
exemplo. 1 y aun dello red unda danno y grand perjuyzio a las partes. Por 1 ende ordenamos y mandamos que lo
tal de aquí adelante 1 no se haga so pena de <;inquenta mili marauedis a cada vno de los 1 que lo contrario hizie-
ren por cada vez para nuestra camara e fisco. 1 En los quales dichos marauedis y pena dellos queremos que
incurran 1 por esse mesmo hecho sin otra sententia. 1
Otrosí ordenamos y mandamos que de aquí adelante los es- 1 criuanos de la dicha nuestra aud ient ia y chan-
celleria no lieuen de- 1 rechos algunos por la guarda de los processos de que lasta aquí 1 acostumbrauan pedi r de-
rechos . E qualquier que lo contrario

COMENTARIO (Lámina 21/3)

Los Reyes Católicos publicaron en el transcurso de su re inado tres Ordenanzas suce-


sivas para la Corte y Chancillería de Valladolid. Las primeras se d ie ron a conocer en Có rdo-
ba (1485). las segundas en Piedrahita (1486) y las últimas, mejoradas con relación a las ante-
riores. se expidi eron en Medina del Campo en 1489. Estas últimas Ordenanzas son considera-
das como las definitivas.

El folio que reproducimos en esta lámina corresponde a las Ordenanzas según la vers1on
de Piedrahita y se conserva en el Archivo General de Simancas (Diversos de Castilla. leg. 1.
número 66; es un cuaderni llo de 16 folios) . Este texto fue mandado copiar a fin de que sirviera
de base para ir introduciendo en él. mediante añadidos y supresiones. las modificaciones que
se consideran necesarias y que desembocaron en las definitivas Ordenanzas de Medina del
Campo.

En efecto. aunque este fo lio - el último del cuadernil lo- carece de correcc iones. en
los restantes son abundantes las tachaduras y los añadidos mediante amplias notas marg in a-
les. procedentes todas de dos manos que escriben en letra cortesana.

Los números aráb igos qu e figuran en la parte izqu ierda y que sirven para distingui r los
diversos artículos son de mano muy r ec iente y en lápiz.

Obsérvese las expresiones de "procesado (proc esa l) y .. junt o y ap re tado .. (cor tesana).
que sa len en el texto .

El cuaderno se escribió entre 1486 y 1489 y muestra una magnífica humanística cu rsiva
muy próxima, por e l especial tratamiento que hace de los astil es superiores e inferiores. a
la llamada «Cancilleresca .. . Ello demuestra la rápida aclimatac ión de la nueva letra en la ca nci -
ll ería cast ell ana . Aunque escasos. existen, sin emb argo elementos cortesa nos : z en form a
de 5 (hizi eron), s en espiral (so). v nexo (fi con forma de a aparente (c;:inquenta ).

77
XXI / 16 PALEOGRAFIA Y D IPLOMATI CA

LAMINA 21 / 4

.::::..-... --

78
f'ALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXI ¡ 11

TRANSCRIPCION (Lámina 21 / 4)

EL RREY

Gerónimo de Vich . del nuestro conseio y nuestro embaxador en corte de Roma . 1 Por muerte de don Pedro
de Ayala. obispo que fu e de Canaria. está al pre- 1 sente vaco el dicho obispado. y la abadía de Corias de la Orden
de San Beni- 1 to en la diocesis de [en blanco], y un benefficio si mple en E~ija . E yo desseando 1 que de la dicha
yglesia sea prou eyda per sona abi le y qual cumple paral 1 bu'en regimiento della . acatando los méritos y abilidad de
Fernando Vásquez de Arze. 1 prior de Osma. nuestro capellán. embio suplicar a nuestro muy Santo Padre le quiera 1
proueer de la dicha yglesia. y assimismo quiera proueer de la dicha abadía 1 de Carias en persona de don Juan de
Pimentel , fijo del conde de Bena- 1 uente. y del dicho benefficio de E~ija en persotoa de Pero López de Padilla. 1 fijo
de Pero López de Padilla. de la diocesis de Toledo . y del dicho prioradgo de la y(J:esia de Osma. que vacara por la
dicha promoción, en persona de don 1 Francisco de Mendoc;:a. mi capellán . Por ende dareys a Su Santidad la dicha 1
mi sup licación , y suplicadle de mi parte le plega proueer de a dicha yglesia 1 y benefficios en las personas y de la
manera susodicha (cruz de reclamo): e imponer sobre la dicha yg lesia de Canaria pensión annua de CC mil mara-
vedis para don Martín Fernández de Angulo. obispo de Córdoua. para que goze de la dicha pensión tqdo el tiem-
po que no le fuere descargada (tachado) quitada o extinta la pensión de O mil maravedis que el faze de la dicha
yqlesia de Córdoua porque con ésta pueda ayudar a pagar aque lla) que demás que 1 espero que de las dichas
prousiones Dios nuestro Señor será seruido y la 1 dicha yglesia y beneffic ios bien regidos. yo lo recebiré en
muy grande 1 y muy singular gra<;:ia de Su Santidad.
De Valladolid a V III! dias del mes ele f ebrero año ele M O XIII.

COMENTARIO (Lámina 21 / 4)

En la Sección .. secretaria de Estado ... de Simancas . abundan las minutas de la correspon-


dencia enviada por los reyes espa ñoles a sus embajadores en las distintas capitales europeas .
Este que reproducimos es el borrador de una carta misiva que Fernando el Católico. como re-
gente. envía a Gerónimo de Vich. su embajador en Roma. encargándole que interceda ante el
Papa para la provisión de diversas piezas eclesiásticas: interesa en particular la recomenda-
ción a favor de Fernando Vázquez de Arce. que f~e el segundo obispo de Canarias . Obsérvese
los tres huecos dejados en blanco por el escriba y cómo dos son cubiertos por mano distinta
(Fernando Vázquez de Arce. Juan).

Dos letras bien diferentes se emplean. La primera es una humanística cursiva ligeramen-
te incl inada a la derecha. de una gran perfección: e l escriba usa de s alta al comienzo y en
medio de palabra. s de doble curva al final de la misma. r redonda constantemente. d minúscu-
la . Buena separación de palabras y escasez de nexos .

La segunda mano. la que corrige. es también humanística pero corriente. sobre todo en
la primera línea por su trazado más reposado ; a medida que termina su nota deja ver restos
de cortesana. por ejemp lo. en co, en el uso de d uncial y en la abreviatura de que cuya curva
gira totalmente hacia derecha . en algunos casos.

79
XX I/ 18 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA
LAM INA 21 /5

80
f'ALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXI / 19

TRANSCRIPCION (Lámina 21 /5)

Don Garc;:ía Hurtado de Mendo¡;;a, visorrey, gouernador y capitán general en estos rreinos 1 y prouin¡;;ias del
Pirú , Tierra Firme y Chile, presidente de la rreal Audien<;:ia desta Ciudad de los Reyes , et catera. 1 Por quanto yo
he proueido por mi lugartheniente de capitán general de la armada que en este puerto 1 del Callao al present!
está presta y de partida para el rreyno de Tierra Firme con la plata de su 1 Magestad y de particulares al capitán
Miguel Angel Felipón por la satisfac;:ión que de su persona tengo 1 por lo bien que a su Magestad en semejante::.
ocasiones a seru ido : y por que yendo como en la dicha arma- 1 da va el señor conde del Uillar. mi antecesor. y el
señor don Gerónimo de Torres y Portugal, su 1 hijo, su lugartheniente que a sido de mar y tierra en estos rreinos .
es muy justo y de que su Magestad 1 se terna por seruido que el dicho general no enbargante la prouisión que de
mí tiene guarde y cum- 1 pla la horden oue el dicho señor don Gerónimo de Torres y Portugal diere como general
que es y a 1 de ser de la dicha armada hasta que esté surta en el puerto de Perico de la Ciudad de Panamá : por 1
tanto, acordé de dar y dí la presente por la qual mando al dicho mi lugartheniente de capitán general 1 y a los
demás ofi<;:iales de la dicha armada y toda la gente que fu ere en ella asy de guerra y 1 mar como pasajeros que
guarden y cumplan sus órdenes y mandamientos si n poner en ello 1 escusa ni ympedimento alguno so pena de mil
pesos de oro para gastos de guerra: y caso que 1 sea ne s¡;;esa ri o más poder y comisión se la doy tan cumpli da
como yo de su Magestad la t engo.
Fecho en el puerto del Ca llao a treinta días del mes de abril de mil e quinientos y 1 nouenta años .
Don Gar¡;;ia (rúbrica).
Por mandado del virrey, Antonio de Heredia (rúbrica) .

COMENTARIO (Lámina 21 / 5)

Se trata de un documento expedido en América por el virrey del Perú , don García Hurta-
do de Mendoza . y que hoy se conserva en el Archivo General de Indias de Sevilla (Patrona-
to , 190, r. 43); fue publicado sin transcripción por J. J. del Real. Estudio diplomático del docu-
mento indiano. Sevilla. 1970, entre págs . 258-259.

La escritura que ostenta el documento es una humanística cursiva del. tipo que llamamos
bastarda española, que constituye como una hispanización de la humanística con rasgos muy
distintivos . Es típica esta letra durante el reinado de Felipe 11 (1556-1598) y los comienzos del
siglo XVII .

La nota más destacada consiste en su redondez que se logra, además de por el trazado
redondo del conjunto de cada letra . por el escaso desarrollo de los astiles superiores . Rasgo
muy peculiar es el sistema de unión de los caídos de y griega. h y p con la letra siguiente. que
se lleva a cabo no a través del posible ojo formado por el caído . como en la gótica. sino tra-
zando una linea paralela ascendente; la constante aparición de este fenómeno gráfico. es lo que
confiere a la escritura un aspecto especial.

Entre las letras y nexos destacan : d constantemente uncia!, formando ojo en la parte su-
perior si se un e a la letra siguiente. y con trazo superior muy poco desarrollado en caso de
no hacerlo ; s, cuyo trazado se aproxima mucho a la cursiva que empleamos hoy ; s alta en el
nexo st, y con forma parecida a una e cuando va en posición final. La e tiene a veces en co-
mienzo de palabra un gran desarrollo: predomina la r redonda; u con valor de v, salvo en p·o-
sición inicial. Generalmente la e se une por su parte superior cuando va seguida de a, i y o;
{por la parte inferior . si le siguen h, u o e .

81
XXI/20 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA
LAMINA 21 /6

82
Pli.LEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXI/21

TRANSCRIPCION (Lámina 21 / 6)

en la dicha causa en esa dicha <;iudad , cuyo traslado 1 será con esta, y as1mismo mande vuestra mer-
<;ed rre. 1 <;iui r los dichos y dipusi<;iones de los testigos 1 que por parte de la susodicha fueren presen- 1 tado s
por ante escriuano que dello dé fee 1 mandándolos examinar al tenor del yn· 1 terrogatorio presentado por la su-
sodicha 1 que originalmente será con esta. Y lo susodicho 1 fecho y autuado en la dicha causa por vuestra mer·
ced 1 y firmado nos lo mandará rremitir origi· 1 nalmente <;errado y sellado en manera 1 que aga fee para que con
vista dello 1 proveamos en ella su justicia . Para la qual 1 mandamos dar y dimos esta nuestra carta 1 rrequisito·
ria . Por la qual suplicamos a vuestra mer~;ed la mande a<;etar y a~;ete y en su cumplimiento 1 mandar a~;er la
dicha ynformación y rermitir· / nosla como dicho es . que en lo asi facer y cumplir 1 vuestra mer~;ed administrará
justicia y nos haremos 1 al tanto cada y quando que veamos sus car· / -tas y justos rruegos mandándolo entregar 1
a la parte de la dicha Catarina Montesa .
Dada 1 en Valladolid a diez y ocho dias del mes de jullio 1 de mili y se iscientos y nueve años
Citada la parte contraria.
(Al margen: XXXVI)
Don Alonso Niño. chantre de Valladolid (rúbrica) .
Por su mandado Antonio Arias (rúbrica) .
Requisitoria para el corregí[ dor de Salama]nca o su lugarthi niente para que se aga una ynform[ ación l.

COMENTARIO (Lámina 2 1/ 6)

Para ce rrar esta exposición de modelos gráficos humanísticos nos ha parecido conv e·
niente publicar un ejemp lar de comienzos del s iglo XV II escrito en una típ ica bastarda espa-
ñola .. corriente .. . El documento pertenece al Arch ivo Universitario de Valladolid . Este tipo de
letra ofrece a veces serias dificultades de lectura y necesita de un aprendizaje . que será breve
si se ha trabajado sobre escritura procesal . pa ra poder ser leída con corrección . En muchos as-
pectos . inclu ida la dificultad de lectu ra . la bastarda corriente v iene a ser como la sustituta
de la procesal .

Como notas distintivas. además de la marcada inc li nación a la der echa. pueden seña lar-
se la cons tante unión de letras dentro de cada palabra y no respetar siempre la separac ión de
palabras entre sí . Entre las letras nótese có mo los caídos de h, q y p se trazan . según vimos
en la lámina anterior. sin formar ojo : la v adopta una forma que permite confundi rla con b muy
redonda y baja : la h pierde la habitual curvatura de su trazo inferior : por último . obsérvese
el uso de p y 1 de tipo mayúsculo en lugar de las formas minúsculas habituales .

83
TEMA XXII

LA ESCRITURA EN HISPANOAMERICA

ESQUEMA/RESUMEN

De los incas .
\ 1.
l. Las escrituras indígenas . 2. De los aztecas y mayas .
13. Primitivos objetos escritos.

1. Aprendizaje s recíprocos. El hecho .


11. El encuentro de las dos
escrituras . 2. Las consecuencias . Escrituras mestizas .

1. Desarrollo y expansión .
\ 2. Características gráficas.
11 1. La escritura española.
.. . 1 a) Códices.
13. Pro d ucc 1on e:,..;nta. b)
Documentos.
1

85
INSTRUCCIONES

Decíamos en las instrucci ones del tema 7 que el presente prog rama está pensado y pro-
yectado para futuros historiadores españoles. a qu ien es la Paleografía les interesa en función
de la historia ; pero no de toda la historifl . si no de aquellas partes y aspectos de la misma que
vayan a cultivar espec ialmente y que. en principio. es de pensar se correspondan con partes
de la historia de la Península en sus diferentes edades .

Bastaría esta cons ideración para justificar la inserción en el programa del tema pre-
se nt e. sobre la escritura en Hispanoamérica y Filipinas. con los demás dom ini os españoles
del Extremo Oriente. ya que la historia de todos esos nuevos mundos no es . desde su descu-
brimi ento hasta su emancipación . más que un gran cap ítulo de la historia , de la geografía. de
la lengua y de la cultura de Españ a. los tres criterios que fi jamos en el tema 6 para delimitar
cualquier campo de escritura en orden a que pueda ser conocido y examinado por el corres-
pondiente espec iali sta paleógrafo . Cuanto más. que "a posteriori" puede muy bien compro-
barse cómo la escritura usada en esos nu evos territorios españoles . casi desde el primer mo-
mento de su españolización hasta el día de hoy . sustancialmente es la misma de la metró-
poli en sus varias manifestaciones .

Justificada así la oportunidad del tem a. lo dividiremos para su exposición en tres par·
tes : una. la primera . que pudi éramos enjuiciar. en cierto modo . como de lujo, es decir. como
curi os idad histórico-gráfica. con una finalidad amb iental y preparatoria . más que otra cosa; es
la dedicada a dar cuenta muy breve de las escrituras in dígenas que existía n y esta ban en
uso a la llegada de los españoles en América. Recuérd ese que algo parecido hicimos en el
tema 7 con relación a la Península Ibérica y a las esc rituras indígenas. prerromanas o prelati·
nas. usadas en ella. La segunda parte se detiene en describir el encuentro y la subsiguiente
conjun ción de los dos grandes bloques de escrituras que se enfrentaron desde la primera
hora del descubrimiento : las de los ind ios y las de Europa , rep re se ntada por los españoles . La
tercera parte se refiere ya a la esc ritura hi spano americana propiamente dic ha. o sea. a la es-
critura española transplantada y aclimatada en América .

Honradamente . hemos de confesar que el interés del tema es más teonco que práctico .
sobre todo por lo que se refiere a la estricta escritura hispanoamericana. toda vez que en
el la apenas encontraremos nada nuevo, desde el punto de vista puramente gráfi co y que no
haya sal ido ya en los temas 18 a 21, consagrados, según hemos visto. a la escritura de la
Península durante los dos últimos sig los de la Edad Med ia y primeros de la Moderna. Sin em-
bargo, no dejará la producción hispano-ameri cana de pr esentar una propia fisonomí a amb ien·
t al y exte rn a. especia lm ente en el campo de los documentos; sobre los cua les interesa notar
que no sólo se encue ntran y habrán de manej arse en arch ivos de Hispanoamérica. s ino en fon -
dos pen insular es, como los del Arch ivo de Indi as de Sevilla. en cuyos legajos ha de haber.

87
XXII / 4 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

por la naturaleza misma de las cosas. muchas piezas procedentes de organismos y personas
asentadas en el propio territorio indiano.

En un plan más personal y pragmático, es muy posible que entre los alumnos haya quie-
nes piensen orientar sus actividades como profesionales de la historia hacia el sector hispano-
·a mericano. y ertonces esta somera iniciación paleográfica les será particularmente provechosa.

ORIENTA ClONES BIBLIOGRAFICAS

La obra de Millares y Mantecón. Album de Paleografía Hispanoamericana de los si-


glos XVI y XVII (Méjico. 1955, y Barcelona, 1975). a que nos hemos referido en el tema 19, es
definitiva para éste de ahora, sobre el que incide directamente a partir de su capítulo VI. Aun-
que un poco escasa en su parte teórica . resume al mínimo suficiente y en forma asequible
para el alumno la doctrina al respecto, ilustrada luego a través de los comentarios que se
dedican a las casi cien láminas reunidas en el segundo volumen. Con ello está dicho cuán
abundosa y rica es la parte práctica. dentro de la cual han de incluirse cuatro interesantes
series de cuadros o tablas con dibujos de letras, nexos, signos abreviativos y palabras abre-
viadas. más una re lación de los archivos hispanoamericanos a que pertenecen los originales
reproducidos.

Para las escrituras indígenas es muy interesante e l capítulo sobre «La eséritura» de la
obra de F. Esteve Barba . Cultura virreina/ (Madrid , 1965). Monografías y trabajos parciales que .
directa o indirectamente . toquen el tema, no faltan; algunos tan interesantes como e l de A. Ta-
nodi sobre Interpretación paleográfica de nombres indígenas (Buenos Aires. 1965). o el del ci-
tado Esteve Barba sobre Cómo empezó América a leer (Madrid, 1952). El t ema lo redactare-
mos por nuestra cuenta en las siguientes Explicaciones complementarias. aprovechando espe-
cialmente las noticias de dichos dos autores. Millares y Esteve .

88
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. ESCRITURAS INDIGENAS

Respondían éstas . en el momento de la ll egada de los espa ñol es. a tres gra ndes cul ·
turas: la incaica. la maya y la aztec a.
·-
1. De los incas se ha dicho que desconocieron la escritura . y que su único sistema
representativo o simbó1ico de id eas y conceptos era el de quipus o cordon es con nudos. los
cuales s iguieron usándose incluso durante la co lonización española . Eran estos cord ones de
diversas clases : num éricos o estadísticos. históricos. legislativos. religiosos. militares y ero·
nológicos . Consistían en un cordón grueso del que pendían una serie de cordeles de diversas
longitudes. con nudos de distinto grosor y situados a diversas alturas. para indi car las unida-
des en la parte inferior . las decenas en la central y las ce ntenas y los mill ares en lo alto. El
cordón final de la derecha se ñalaba la suma total del quipu . Las cuerd as solían ser de distintos
colores. con objeto de significar la calidad de las cosas a que se hac ia referenci a. Como los
quipus históricos no podían reproducir los razonamientos ni la cal idad y circunstancia de los
hechos . llevaban agregados pequeños objetos -pedazos de carbón. piedra. trozos de lana o
conchas- por medio de los cuales . y sob re todo con ayuda de ciertos textos literarios conte-
nidos en versos cortos o frases bíblicas. se estimulaba la memoria del quipucamayacoc . o in-
dividuo encargado de la interpretac ión del quipu . Por lo qu e se ve. éste no constituía un sistema
de esc ritura . sino un auxiliar de carácter nemotécnico .

Sin embargo , prevalece hoy la tesis de que . además de los quipus. los incas y aun los
pueblos preincaicos conocí an y usaban para repres entar sus ideas un elemental y rudimentario
sistema pictográfico . Entre los argumentos a favor de dicha tesis está el testimonio del Padre
José de Acosta. qui en en su Historia natural de las Indias dice cómo los indios peruanos .. su-
plían la falta de escritura y letras . parte con pintura como los de Méjico. aunque las del Perú
eran muy groseras y toscas. parte. y los más. con quipus ... Esto sin contar con los palos o
bastones pintados. que también estuvieron en uso como sistemas de comunicación, y la ce rá-
mica costeña de mochicas y nazcas, que ofrece .. el más vasto e importante sistema de picto-
grafía de la América precolombina meridional. con múltiples signos convencionales o ideogra-
mas. que co locan a estos pueblos en el · umbral de la escritura .. .

2. Por lo que hace a las mú ltiples escrituras meji ca nas o aztecas. sigue diciendo Mi·
llares que su examen demuestra cómo en ellas se practicaron los tres estad ios por los que
pasó en sus orígenes la evolución del arte de escribir. a saber : el pictográfico. en el cual el
dibujo recuerda el objeto mismo y no su nombre: el pictó rico (ideográfico o jeroglífico), que
representa el nombre de l objeto , así como el objeto mismo y. más tarde. las cualidades abs-
tractas derivadas de ese objeto, y el fonético . cuyos sig nos o s ' rnboi....lS se usan para expresar
el sonido. silábico o al fabético . de una pa labra .

89
XXII¡6 PALEOGRAFIA Y DIPLOM AT ICA

Sobre la existencia y funcionamiento de los dos primeros sistemas. el pictográfico y el


pictórico. no hay discusión . El problema se plantea con relación a la escritura fonética. divi-
diéndose las opiniones entre aceptar que antes del descubrimiento y la conquist a funcionaba
ya dicho sistema. o que no se conocía ni usaba hasta después. y que esto ocurrió gracias a
la escritura alfabética llevada y enseñada por los conquistadores. La solución más común sue-
le estar en admitir que el fenómeno gráfico-fonético, s i se dio en las pinturas in dígenas. fue
en una fase muy incipiente y pobre. y si no se dio. estaba a punto de empezar a darse al llegar
los españoles. quienes. prestando un inmenso servicio a los habitantes de las nuevas tierras .
precipitaron su aparición por una vía extraordinaria y mucho más rápida que la que hubieran
seguido en su evol ución normal las propias lenguas indígenas.

3. Primitivos objetos escritos. Decimos primitivos para distinguir entre objetos con es-
crituras indígenas trazadas antes de la colo nización y después de inic iada ésta.

Prescindiendo de los bastones y de las cerámicas a que nos hemos referido como a
representantes del arte pictográfico. quedan lotes de piezas. a algunas de las cuales nos refe-
riremos luego, que llevan escritura ideográfica o jeroglífi ca. y tienen forma de códices o de
rollos o de hojas sue ltas .

Problema curioso el de la materia escriptoria de estas piezas . que es una especie de


papel, sobre cuya naturaleza y procedimiento de fabri cación discuten los especialistas. Para
algunos se trata de una pasta hecha a base de plantas moráceas . concretamente de su cor-
teza. como el moral y la higuera ; pero parece que la mayor producción se sacaba de ot ra plan-
ta, e l maguey. y así vemos que continuamente se habla de ella entre los autores. Si se tra-
taba de cód ices . su forma respondía a la de largas tiras de pape l . pleqadas a modo de biombos.
cuyo conjunto se protegía , en cada códice. por cubiertas de piel o de madera. semejantes en
su finalidad y estructura a las pastas de nuestros libros. En cuestión de t intas. las negras
estaban hechas a base de negro de humo o extraídas de raíces; para la roj a empleaban un
extracto del bermellón y la coch inill a.

11. EL ENCUENTRO DE LAS DOS ESCRITURAS

Se entiende. de la escritura indígena usada por los indios. cuyas man ifestaciones aca·
bamos de ap untar. y la escritura alfabética importada por los españole s.

Sobre el fuerte impacto psicológico -q ue es muy posible no tenga par en la historia


de las relaciones humanas- producido en ambas partes a vista de las respectivas escritu ras
contrarias. es muy elocuente el s iguiente párrafo de Esteve Barba en su citado artículo: .. con-
servamos algunas noticias del asombro que producía en los indígenas nuestra escri tura. Al
desembarcar el almirante durante su cuarto viaje en Cariay . por ti erras de Nicaragua. los po·
bladores - no obstante ser be licosos. armados de arcos y fl echas como iban o con varas de
palma y macanas- se asustaban por el hecho de que Colón ordenara al escribano de la nave
que anotase cuanto decían . Pluma y papel les parecían hechizos equiparables a sus sahu merios
y encantamientos ... "No fue poca maravi ll a para los indios - re lata Gonzalo Fernández de
Oviedo- ver cómo por las cartas los cr istianos se entendían. y ll evábanles puestos los men·
sajes en un pali llo porque con temor y acatamiento los miraban y creían que c ierto tenían algún
espíritu y hablaban como otro hombre por alguna deidad y arte no humano ... C uent a Mendieta
que. cuando los mejicanos empezaron a leer y escribir en su lengua y a entenderse y tratarse
por cartas entr e sí. "tenían por maravil la que el papel hab lase y dijes e a ca da uno lo que el
ausente quiere dar a entender .. . No menos extrañeza debi eron experimentar los primeros es·
pañales que vieran dibujar a los escribas de Moctezuma - los t lacuilos que aco mpañab an a

90
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXII -

Teuhtlile. gobernador local de la nac1on totonaca-. afanándose por llevar a su señor la noticia
escrita de la llegada de Cortés . comprobada por sus propios ojos. «Y parece ser -relata Ber·
nal Díaz- que el Teudile traía consigo grandes pintores. que los hay ta les en Méjico. y mandó
pintar al natural rostro. cuerpo y facciones de Cortés y de todos los capitanes y soldados y
navíos y velas y caballos. e a Doña Marina de Aguilar. hasta dos lebreles. e tiros e pelotas.
e todo el ejército que traíamos. e lo llevó a su señor ... Corté~ hizo alarde de su poder. hizo
correr por la playa los caballos. disparó las bombardas . .. y los gobernadores y todos los indios
se espantaron de cosas tan nuevas para ellos. y los mandaron pintar a sus pintores para que
Moctezuma lo viera .. . Fue en aquella larga tira de papel. fabricada con los vegetales de la tierra.
donde por primera vez aparecieron escritas o dibujadas por mano de escribas indios las autén-
ticas imágenes de los extraños hombres barbados. de los caballos. desconocidos animales del
antiguo continente. de las armas ruidosas y temibles ... varas que vomitan fuego .. . de las c<4ra-
zas de hierro. de las naves de ampl io velamen que habían transportado hasta la costa a todo
aquel mundo semidivino. Por consiguiente . la noticia transmitida por Bernal Díaz es la del pri-
mer contacto inmediato de la escritura mejicana con los se res vivos y las cosas europeas que
tanto habían de modificarla en el transcurso del tiempo. A los cinco días después de partir
los enviados con estas noticias e imágenes. regresaron con ricos y deslumbradores presentes,
entre e llos, los más modestos al parecer. dos libros escritos en jeroglíficos. de los que Ber-
na! Díaz no hace mención, pero sin duda también .. doblados a la manera de la tela de Castilla .. .
como dice en otro lugar de su Verdadera Historia. Fueron incluidos en una relación al ser
enviados al Rey con los demás regalos y con la primera de las cartas de Cortés; de modo
que al llegar aquí, Pedro Mártir de Anglería fijó la ate nción en ellos. Así fue cómo el comen-
tario del célebre humanista fue el primero suscitado por el arte librario de los aztecas en la
opinión de un europeo.

1) Aprendizajes recíprocos. En su Historia de los Indios de la Nueva España se expre-


saba así fray Toribio de Motolinia, que había sido testigo de cuanto decía: «El que enseña al
hombre la ciencia, ese mismo proveyó y dio a estos indios naturales grande ingenio y habili-
dad para aprender todas las ciencias. artes y oficios que les han enseñado, porque con todas
han salido en tan breve tiempo. que en viendo los ofic ios que en Castilla están muchos años
en los deprender, acá en sólo mirarlos y verlos hacer han quedado muchos maestros. Tienen
el entend imiento vivo. recogido y sosegado. no orgulloso y derramado como otras naciones ...

Supuesto lo cual. no debe sorprendernos que el aprendizaje del alfabeto, por parte de
un sector considerable de la población india, fuera tan rápido como se desprende del testi·
monio del propio Motolinia cuando dice : «Escribi r se enseñaron en breve tiempo, porque en
pocos días que escriben, luego contrahacen la materia que les dan sus maestros , y si el maes-
tro les muda otra forma de escribir, como es cosa muy común que diversos hombres hacen di-
versas formas de letras. luego ellos también mudan la letra y la hacen de la forma que les da
su maestro. En e l segundo año que les comenzamos a enseñar dieron a un muchacho de Tez-
coco por muestra una bula. y sacól8 tan a lo natural . que la letra que hizo parecía el mismo
molde. porque e l primer renglón era de letra grande, y abajo sacó la firma ni más ni menos . y
un Jesús con una imagen de Nuestra Señora. todo tan al propio. que parecía no haber dife-
rencia del molde a la otra letra ... Letras grandes y griegas . pautar y apuntar . así canto llano
como canto de órgano. hacen muy liberalmente y han hecho muchos libros de ello; y también
han aprendido a encu adernar e iluminar, alguno de e ll os muy bien, y han sacado imagen de plan-
chas de bien perfectas figuras. tanto que se maravillan cuantos las ven. porque de la primera
vez la hacen perfecta. de las cua les tengo yo bien primas muestras." Y el Padre Jerónimo Men-
dieta ratifica: .. Después se fueron haciendo muy grand es escribanos en todas letras. chicas
y grandes. quebradas y góticas. Y los religiosos les ayudaron harto a salir escribanos. porque
los ocupaban a la continua en escribir libros y tratados que componían o trasuntaban de latín
o romance en sus lenguas de ellos . Yo llevé el año de setenta (que fui a España) un l ibro del

91
XXII / 8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Contemptus mundi, vuelto en lengua mejicana, escrito de letra de indio, tan bien formada, igual
y graciosa, que de ningún molde pudiera dar más contento a la vista.»

La etapa inicial de este aprendizaje la ponen los historiadores en 1524, cuando llegan los
primeros misioneros. dando por supuesto que hasta entonces pocos o ningún ind ígena alcan-
zarían el conocimiento de la nueva escritura. pues no es normal que los primeros conquistado-
res pudieran o quisieran tomarse el trabajo de enseñársela. En cuanto a la amplitud del apren-
dizaje, por lo que se refiere a su área geográfica. hay sobradas pruebas de que no sólo los
indios de Méjico, sino los de otras naciones y culturas fueron asimilando con prontitud y efi-
cacia los nuevos sistemas .

Todavía en el terreno de los hechos hay que constatar dos fenómenos evidentes: que
los españoles. en concreto los misioneros. mientras enseñaban a los indios las escrituras euro-
peas. aprendían ellos mismos las indígenas; y que aquéllos no por aprender y practicar la
nueva e importada. dejaban de ejercitar la propia. antigua. Sobre lo primero. la única duda
parece estar en si fueron los misioneros o los propios indios quienes tomaron la iniciativa de
aplicar la escritura de dibujos o jeroglíficos para la enseñanza de la rel igión; lo seguro es que
se aplicó. y que para aplicarla los misioneros hubieron primero de aprender a leerla y, luego.
a escribirl-a; sobre el segundo extremo. es decir. la permanencia de lo nativo o indígena. es
natural que los indios no cambiaran su habitual manera de escribir en un momento. sino que
siguieran con sus esc rituras ideográficas o ideofonéticas . así para sus declaraciones en los pro-
cesos. como para sus cuentas. listas de propiedades. genea logías . historias. etc.

2) Las consecuencias. Si la tónica principal de la conquista y la co loni zac ión espa-


ñolas en América cons iste en el mestizaje de las dos razas. la invasora y la invadida. con
todos los elementos que eran propios o privativos de una y de otra. la escritura no podía ser
una excepción y dejar de resultar. antes que nada. una escritura mixta. si no en su naturaleza
y estructura interna. sí en las aplicaciones conjuntas de elementos gráficos europeos y ele-
mentos indígenas . He aquí las principales manifestaciones de semejante mestizaje gráfico:

1.• Las escrituras ideográficas indias se siguieron empleando para el trazado de textos.
escritos después del descubrimiento y la conquista. referentes a asuntos y temas que intere-
sában por igual a los colonizadores que a los nativos. 2.• La escritura alfabética importada se
empleó muy pronto para escrib ir t extos redactados en lenguas indígenas. 3 .• Abundan los text os
escritos en que concurren e lementos ideográficos. fonográficos y alfabéticos. apl icados éstos .
ya a la lengua española, ya a las indias. ya a una y otras. sin que nos interesen ahora las
dificultades presentadas y vencidas para adaptar el sistema alfabético europeo a las palabras
indígenas. 4." Entre las muestras más representativas de esta mezcla o combinación gráfica
que decimos. sobresalen la serie de códices históricos postcortesianos y las llamadas doctri-
nas o catecismos jeroglíficos. De los primeros puede verse una relación descriptiva en la His-
. toriografía indiana, de Esteve Barba (Madrid. 1964. págs . 112 y sigs.). y sobre la naturaleza grá-
fica de los segundos podemos formarnos id ea a través de esta noticia del Padre José de Acos-
ta : "Yo he visto -dice- las oraciones del Pater Noster, y Ave María . y Símbolo y la Confe-
sión General. en el modo dicho de indios. y cierto se adm irará cua lqu iera que lo viere. Porque
para significar aque lla palabra Yo Pecador, pintan un indio hincado de rodillas a los pies de un
re ligioso, como que se confiesa; y lu ego. para aque lla a D ios todo poderoso, pintan tres caras
con sus coronas al modo de Trin idad; y a la gloriosa Virgen María. pintan un rostro de Nuestra
Señora, y medio cuerpo con un niño: y a San Pedro y a San Pablo, dos cabezas con coronas.
y unas llaves. y una espada. y a este modo va toda la confesión escrita por imágenes. y donde
faltan imágenes ponen caracteres como en que pequé. etc. De donde se podrá co leg ir la viveza
de los ingenios de estos indios . pues este modo de escribir nuestras oraciones y cosas de la
fe. ni se lo enseñaron los españoles ni ellos pudieron salir con él. si no hicieran muy particular
concepto de lo que les enseñaban ...

92
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXII / 9

111. LA ESCRITURA ESPAÑOLA

Sus primeras muestras llegaron al Nuevo Mundo en manos o , mejor. en el bagaje de los
descubridores; las segundas se producirían apenas desembarcados éstos y ofrecídoseles · la
necesidad o conveniencia de escribir lo que fuere. con papel, tinta y pluma- de ave que traerían
consigo, y habrían sido empleados durante la travesía para escribir, entre otros posibles tex-
tos . el diario de a bordo del Almirante. hoy desgrac iadamente perdido. Vamos a ver la expan-
sión de dicha escritura. sus características gráficas y sus manifestaci ones más típjcas y repre-
sentativas .

1. Desarrollo y expansión. Puede decirse que fueron espectacu i ... ,E:f y ello constituye
una de las notas externas distintivas de la escritura españo la en América: la profusión y aun
la prodigalidad con que se usó de e lla. Significativas son a este respecto las siguientes pala-
bras de Silvia Zavala (Un tesoro de cultura regiomontana, Méj ico . 1946): " Los españoles que
colonizaron nuestro país desde el siglo XVI, no realizan acto alg uno - incluso el primordial de
toma de posesión de la tierra- sin que un escribano o testigo dejara constancia del mismo.
Así han pasado a la posteridad las noticias de la conquista. funda ciones de ciudades, la orga-
nizac ión de la Iglesia, el comercio. la navegación . la vida de los ind ios , y ta ntos otros rasgos
de la colonización . Los papeles del período español qued aron en número considerab le en los
palacios de gobierno de las que fueron Indias del Mar Océano. en la sede de las Audi encias.
trocadas más tarde en Tribunales de Justicia de las Repúblicas hispa noamericanas, en los ayun-
tami entos , conventos, y aun en los municipios de los indios. Esto sin olvidar la cuota impre-
sionante que se acumuló por envíos de todo e l con tinente en los ricos archivos de la metró-
poli durante tres siglos ... Así . no debe sorprendernos que entre los investigadores americanis-
tas suela llamarse a América " la bien doc umentada .. .

A est a difusión contribuyó sin duda la habilidad y la afición gráficas de los indios, que
acabamos de ver y que tanto llamaba la atención de los españoles . Pero a esa disposición
natural se añadió e l especial sistema de enseñanza popular, cuyo estab lec imi ento y organiza-
ción constituía desde el principio la obsesión de mi sioneros y leg isladores; enseñar a leer y
escribir e instru ir en la fe eran dos cosas que iban siempre unidas .

2. Características gráficas . Se resu men con dec ir que eran las de la escritura espa-
ñola durante los siglos XV al XV II , en sus diferentes modalidades. a las cua les nos hemos
referido con deta lle en temas anteriores . Se trataba. procediendo por grupos y nombres , de las
llamadas escritura gótica c aligráfica. redo nda o semigótica. cursiva libraría, cortesana. pro-
cesal, redondill a. encadenada. humanística cursiva o itálica y bastarda.

Las descripciones de cada una , tal y como suenan en los correspondi entes temas. son
vá lidas casi al cien por cien para toda la producción hi spanoamericana, inclu idos los detalles
y variantes accide ntales y las mezclas en un mismo esc rito de letras de diversas clases , que
es caso tán frecuente . Lástima que en el citado Album de Millares . debido sin duda a su
carácter eminentemente práctico . no estén tod as representadas y que se concrete a ej emplos
de cortesana, muy pocos. de itálica y de procesal en proporción abrumado ra y en sus difer en-
tes modal idades .

Cuestión apa rte plantean las cursivas góticas aragonesa y navarr~ que acabamos de ver
en e l t ema 20, y sobre las cua les, al margen de que figuren o no -que no figuran- con ejem-
plos prop ios ni en el Album de Millares-Mantecón ni en otras colecciones de láminas. cabe
p regu ntarse si se usa ron o no en América . A cuyo planteam iento podría responderse discurrien-
do un poco .. a priori .. , que la ausencia. incluso absoluta, de dich as dos escrituras es muy po-
sibl e se diera en el campo de los documentos púb li cos y oficiales; pero q1,1e. en cambio , pu-
di eron hacerse presentes . aunque en proporción escasa . en escritos de carácter privado. como

93
XXII / 10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMA TIC A

cartas . cuentas. notas. etc . Lo primero -es decir . la ausencia- se explica bien. sabiendo que
ni Aragón ni Navarra tuvieron que ver administrativamente en los asuntos de Indias . con
lo cual se cerró a sus respectivas escrituras el camino normal de per;¡etración en ellas . que
había de hacerse a través de la documentación oficial y pública . Lo segundo se comprend e igual -
mente en razón de los navarros y aragoneses pasados al Nuevo Mundo . los cuales. si sabían
escribir. es natural que lo hiciesen a la usanza de sus respectivas regiones . En todo caso . se
trata de un problema cuya solución última debe remitirse al examen ocu lar y comprobatorio
de las correspondientes co lecciones documentales .

3. la producción escrita, plasmada en toda clase de letras , según la relación que aca-
bamos de hacer. ya hemos dicho que fue inmensa . sobre todo si atendemos al ·sector docu-
mental en toda su amplia gama . La de códices. en cambio. no puede siquiera compararse con
aquélla ; primero, porque ya de por sí éstos abundan menos y se prestan a una menor varie-
dad gráfica; segundo, porque cuando sonó la hora de América. en el sentido de empezar a ser
ganada para la vida y cu ltura europeas . la imprenta había recortado desmesuradamente la pro-
ducción libraría manuscrita y e l recorte había de dejarse sentir doquiera que hubiese imprenta.
la cual se estableció muy pronto en los países hispanoamericanos . según vamos a ver en el
tema siguiente .

a) Códices. No obsta cuanto acabamos de decir a que la serie de manuscritos ca ligra-


fiados en Hispanoamé ric a durante esos primeros tiempos de la colonización y la conquista sea
lo bastante representativa como para merecer que nos refiramos a ella . citando algunos ejem-
plares de los más relevantes y su tip o de letra.

En gótica muy correcta y casi cal igráfica está escrito un códice de los Comentarios al
Maestro de las sentencias. de Alfonso de Castro ; procede del f amoso colegio franciscano de
Santa Cruz de Tl altelol co . En semigótica o gótica redonda. del mejor trazo. lo está otro Comen-
tario a Escoto, de fray Maturino Lebret. que se conserva en una colección privada de Méjico.
En humanística o itálica redonda . de trazo caligráfico muy elegante . fue escrita la traducción
latina hecha por Juan Badiano de un libro . sob re hierbas curativas de los indios . redactado
en lengua ind ígena por Martín de -la Cruz . médico de dicho coleg io ; el códice de la traducción.
enviado a Carlos V por el virrey Mendoza como obsequio , cayó en manos de pi r atas y se
encuentra hoy en la Biblioteca Vaticana . En bastarda o cursiva humanística . más prodigada que
las anteriores , incluso para códices. se escribió el llamado códice Durán de la Biblioteca Na-
cional madrileña. que fue acabado el año 1579 en el convento de Santo Domingo de Méjico ;
contiene la Historia destas Indias y religión antigua con su calendario y ofrece numerosas i lus-
traciones de un arte mixto. en el que resulta difícil discernir s i es obra de españoles o de in-
dios. Itá lica es también en su versión cursiva la esc ritu ra de la Nueva crónica y guen gob i erno.
del mestizo Felipe Huamán de Ayala . redactada ya dentro del s iglo XVII en un español torpe,
muy contaminado de quechua .

b) Documentos. Interesa tener siempre presente que nos referimos a documentos


escritos materialmente en Hi spanoamérica . Algunos autores dividen el conjunto documental
hispanoamericano. desde el punto de vista archiva! y diplomatístico . en tres grandes grupos :
administrativos. notarial es y eclesiásticos . Ya hemos dicho que lo normal en todos ell os es
estar escr itos con letra cort esana o procesal o humanística. o en una mezcla de dos de ell as .
He aquí un resumen de los puntos más importantes que podrían exponerse sobre el uso de
las mismas y de las principales conclusiones a que dicha exposición nos llevaría :

1.0 La escritu ra cortesana . por simples razones de sincronización . floreció poco en His·
panoamérica . Prácti~amente puede decirse que cuando se emplea no es casi nunca en su form a
origina l y auténtica. sino muy evolucionada ya hacia formas procesales . o muy influida por la

94
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXII/ 11

humanística. surgiendo en este segundo caso una cortesana sencilla. de buena factura, fácil de
leer y agradable a la vista. un poco inclinada hacia derecha y con algunos nexos típicos, como
el de e seguida de vocal. Ejemplos de cortesana más o menos en evolución hacia la procesal nos
la ofrecen las láminas XXI y XXXVI del Album de Millares. que corresponden. respectivamente. ·
a un registro de escribano público. existente hoy en la Biblioteca del Congreso; de Washington .
y a una relación hecha en 1543 por el piloto Juan Sánchez de Vizcaya, conservada en el Archivo
de Indias. de Sevilla. Buenos ejemplos de cortesana influida por la humanística los tenemos en
las láminas XXVII y XXXIII del mismo Album, donde se reproducen una carta de Hernán Cortés
fechada en 1527 y una provisión real expedida por la Audiencia de los Confines en 1555.

2. la gran masa conservada de documentos redactados y escritos en Hispanoamérica,


0

puede asegurarse que fue vaciada en letra procesal o en letra itálica. con una lar~a serie de
modalidades intermedias. producto de sus mutuas influencias.

3. 0 Por lo que a la procesal se refiere. es seguramente la que monopoliza mayor produc-


ción documental. en una interminable gama de variantes. que dependen, como en España, del
talante personal del escribano. de su educación caligráfica. de la importancia del escrito. de la
oficina que lo despachaba. de la condición del destinatario, etc. También aquí se llevan la palma.
en cuanto a formas extremadamente cursivas y rápidas. los asuntos notariales y los de justicia.
Ejemplos de esas procesales extremas pueden ser las láminas XXXV y LXXIV del Album de Mi-
llares. que responden a actas de sesiones celebradas en el siglo XVI por corporaciones dife-
rentes . Como a buen ejemplo de procesal encadenada. nos remitimos a una carta de poder
de 1607 que reproduce Millares en la lámina LXXXV del Album.

4.
0
En cuanto a la humanística de documentos ó humanística cursiva , llamad a también
itálica o bastarda o bastardilla . aparece en documentos americanos muy desde el principio, por
ejemplo en firmas de contratos, de actas judiciales y de libros de cabildo, incrementándose su
uso de día en día. En vano y a pesar de su aspecto bello y ordenado quiso ganarle el terreno la
llamada redondilla procesada. que en el siglo XVJ. empezaron a poner de moda en la metrópoli
los calígrafos lciar y ~ucas. según veremos en el siguiente tema. Como en España. el t ipo de
letra que se enseñaba en las escuelas era la bastarda. y en ella escribían. por ejemplo . las perso-
nas de Iglesia. que solían ser las mejor enseñadas.

5.
0
El caso de escribanos y profesionales de la escritura que dominaban así la procesal
como la itálica. era corriente. empleando una u otra . según les convenía . Observa Tanodi, al
enjuiciar la labor gráfica de los primeros escribanos que ejercieron en Argentina . cómo era fre-
cuente el caso de actas de cabildo empezadas a escribir en bastarda muy correcta y continua-
das en procesal tan cursiva y desastrosa que cuesta creer fueran ambas trazadas por una mano
misma .

6.0 En ' cuanto a épocas. sí cabe señalar cómo, al igual que en la Península , triunfó en
Hispanoamérica durante el siglo XVI la bastarda. siendo ello consecuencia, entre otras causas,
del influjo decidido a favor de aquella que ejercieron a través de sus tratados los maestros de
las diferentes tendencias o escuelas caligráficas . En el tema 23 nos ocuparemos de éstas.

95
EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACION

(Contestar si o no).

1. ¿Constituían los llamados quipus un verdadero sistema de escritura?

2. ¿Empleaban los indios antes del descubrimiento y la conquista el pergamino o el papiro


como materia escriptoria?

3. ¿Se llegaron a escr ib ir en Indi as códices de escritura gótica cal igráfica?

4. ¿La escritura cortesana típica de l reinado de los Reyes Cató li cos se usó mucho en América?

5. ¿Era humanística cursiva la escritura que se enseñaba conmúnmente en las primeras es-
cuelas establecidas en Ind ias?

ACTIVIDADES RECOMENDADAS

Examinar las láminas que acompañan a los temas 18. 19 y 21 y seña lar cinco que por la
c lase de su escritura pudieran haber sido escritas en América. aunque de hecho no lo fueron.

Señalar luego en las Láminas de la Cátedra otras cinco de las que pudieran decirse lo
mismo.

Como ejerciCIOS prácticos . quien tenga oportunidad puede .. con provecho , ojear las lámi-
nas del citado Album. de Millares y Mantecon. y leer algunos de los comentarios.

97
TEMA XXIII

LA IMPRENTA Y LAS ESCUELAS CALIGRAFICAS

ESQUEMA/RESUMEN

1. Invención de la imprenta

l. Paleografía e imprenta 1
2. Difusión

a} Las portadas
¡ Las iniciales
1 ' e}
b}
Las divisiones del texto
3. La herencia manuscrita 1 d} La numeración de folios
J e} Los márgenes
Los tipos de letra
' f)
g} Los signos y abreviaturas

1. Nombres y conceptos
Las causas
\ 3.
2 Tendencias gráficas
4. Los maestros italianos
JI. Escuelas y maestros a} Juan de Yciar
de caligrafía b) Fral'lcisco de Lucas
5. Los maestros 1 e) Pedro de Madariaga
españoles 1 d) Pedro Díaz Morante
e) Otros calígrafos
f) Instituc iones caligráficas

99
INSTRUCCIONES

Con este tema tratamos de cerrar la serie de ciclos de escritura latina. tal como que-
daron establecidos en el tema 6. cuyo esquema-resumen situaba a la imprenta en último lugar.
inmediatamente después de la escritura humanística. En su segunda parte incluimos las lla-
madas escuelas caligráficas que tienen con la imprenta una relación no sólo cronológica o de
simultaneidad en el tiempo, sino también interna o de causa-efecto; pues dichas escuelas . en
el doble sentido que veremos luego. fueron consecuencia del nuevo sistema escriptorio-impren-
tarial. que estudiamos en primer término.

Nuestra exposición será breve. sin ilustraciones ni ejerc1c1os de carácter práctico . que
no son necesari.os para la asimilación del tema. el cual. a pesar de su naturaleza netamente pa-
leográfica. se mantendrá en tono más bien noticioso y narrativo, con una problemática que,
además de abrir nuevos horizontes al afán de conocimie11tos y a la curiosidad histórica de los
alumnos. sin duda les sorprenderá gratamente por lo interesante y desconocida.

ORIENTA ClONES BIBLIOGRAFICAS

Los libros y trabajos sobre la imprenta en sus múltiples aspectos forman una serie in-
mensa que sería vano querer reflejar aquí. aún reduci éndola a sus títulos principales y más re-
presentativos. Por ello nos remitimos simplemente al artículo" Tipografía» , de la Enciclopedia
Espasa-Calpe . donde el alumno encontrará lo que pueda interesarle sobre esta parte del tema,
corriendo por cuenta nuestra el añadir y poner de relieve lo que haya de más específico sobre
relaciones entre paleografía e imprenta.

Más difícil resulta recomendar una obra o trabajo de conjunto sobre las escuelas cali-
gráficas. aun ciñéndose a sus aspectos más importantes. Por citar alguna. lo haremos con el
Diccionario de calígrafos españoles de Emilio Cotarelo (Madrid 1914 y 1916). cuya Introducción
aporta noticias y observaciones que tocan muy directamente a esta parte del tema. Otros
trabajos que inciden total o parcialmente en ella los iremos trayendo al correr de las explica-
ciones que siguen .

101
1

EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. Paleografía e imprenta

Algunos autores parecen querer dar a entender que con el establecimiento y difusión de
la imprenta perdió la Paleografía su razón de ser como ciencia de la escritura. dando. a su vez.
por supuesto que el papel de aquélla no tenía otro ámbito de aplicación y ejercicio que el
campo de lo manuscrito en cualquiera de sus manifestaciones. Pero , nada más falso. La rea-
lidad es , muy al contrario, que la invención de la imprenta no iba a ser, desde el punto de vista
gráfico, más que la culminación del proceso seguido por el lenguaje escrito en cuanto vehículo
de comunicación y difusión del pensamiento humano. Con lo cual , ya resulta evidente que, al
menos en sus pronunciamientos teóricos. tienen la Paleografía y el paleógrafo que explicar no
tanto el camino por donde se llegó al sistema mecánico de multiplicar la escritura -que eso
y no otra cosa es la imprenta-, sino la naturaleza y características de esa escritura que em-
pezaba a multiplicarse con facilidad asombrosa. Ni siquiera en el puro orden práctico iba a
estar justificado, con relación a la letra impresa. cualquier desdén hacia el pape! de la Paleo-
grafía como instrumento de lectura y explicación de una serie de · fenómenos que afectaban
así a la forma de las letras como a la de los nexos y los signos gráficos complementarios .

1. Invención de la imprenta. Se sitúa a mitad del siglo XV, en Magunc ia, y se atri-
buye el invento a Juan Gutenberg. Como prueba principal de este triple aserto suele adu-
cirse la dedicatoria al emperador Maximiliano de una edición de Tito Livio impresa en Ma-
guncia el año 1502, en cuyo texto se lee: «Este libro ha sido impreso en Maguncia. ciudad
donde el arte admirable de la tipografía fue inventado en 1450 por el ingenioso Juan Guten-
berg y luego perfeccionado a costa y por obra de Juan Fust y de Pedro Schoeffer •.

El problema de la invención queda reducido así a sus términos más elementales y sim-
ples. Pero a poco que se ahonde puede apreciarse que la tesis en cuestión ha sido y sigue
siendo muy controvertida. sobre todo. a favor del holandés Lorenzo Coster como padre. y de
la ciudad de Haarlem como cuna de la imprenta, dentro aún de la primera mitad del siglo XV .
Por otra parte y como en casi todos los inventos, no se trata de un fenómeno repentino que
pasa de no ser a ser en un instante o se produce en pocos días o en pocas horas. sino que
fue meta de un largo camino de tanteos y ensayos .

En este sentido es muy importante recordar el primitivo sistema de reproducir dibujos


y letras mediante la técnica del grabado, a base de planchas de madera. en las que aquéllos
iban trazados, ya incisos . ya en relieve. aplicándose luego y una vez entintados. al papel co-
rrespondiente. En lenguaje técnico dicho sistema se llama xylografia, del griego xilon, madera ,
y grapho, escribir; en lenguaje popular se le ha llamado imprenta tabularia, o sea . imprenta de
madera . Su existencia data de comienzos del siglo XV. En los artículos sobre «Grabado• y «Xi-
lografía•. de la Enciclopedia Espasa, puede verse relación de las principales obras impresas
por este procedimiento.

103
XXIII¡ 6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

El gran salto de la xilografía a la imprenta o , mejor. a la tipografía. había de consistir en


que las letras y signos fijos que formaban un bloque natural con la plancha de madera se des-
bloquearan y cobraran independencia no sólo con relación a la tabla. sino entre sí mismos. Con
ellos se componía luego el texto que fuere . formando una plancha o bloque artificial que . ba-
ñado en tinta y mediante una prensa. se aplicaba al papel o al pergamino donde quedaba im-
preso.

Ese fue el gran paso que dieron y cuya prioridad se disputan el holandés Coster y el
alemán Gutenberg y que ya era un hecho, si no antes, en 1450. La fecha exacta del primer
libro impreso no es fácil precisarla, pues ninguno de los incunables que se tienen por tales
y se llaman así por entender que pertenecen a la cuna de la imprenta. lleva su fecha explícita:
pero se tiene la seguridad de que algunos se imprimieron ya durante los últimos años de la
década de los cuarenta. Aunque ciertamente no sea la primera, sí es de las primeras obras im-
presas, la célebre Biblia, de Gutenberg , llamada de las 42 líneas, en dos tomos de gran folio ,
con un total de casi 650 páginas .

2. Difusión. La técnica de impnm1r con tipos movibles que se prestaban a infinitas


combinaciones fue, en principio, un secreto riguroso que los propios operarios se cuidaban mu-
cho de no divulgar. Pero les sirvió de poco, pues al ser asaltada e incendiada la ciudad de Magun-
cia en 1463 durante las luchas del Electorado, el primitivo grupo de tipógrafos se dispersó por
Alemania y empezó a montar imprentas en las principales ciudades . contándose veintitantas
que la poseían ya antes de 1500.

El invento se corrió en seguida por Europa, siendo sus difusores los propios impresores
alemanes y holandeses, que dentro aún del siglo XV se fueron asentando en casi todas las na-
ciones : Italia, Francia, Inglaterra, los Países Bajos . En España el ars scribendi artificialiter (arte
. de escribir artificiosamente), como se llama a la imprenta en documentos del siglo XV, llegó
pronto y dentro de esa misma centuria a más de veinte ciudades y lugares. cuya relación pue-
de verse en el citado artículo de Espasa . Desde aquí el nuevo arte. a lo largo del siglo XVI ,
llegó hasta América y el Extremo Oriente . Parece estar hoy fuera de duda que la patente de
primer libro impreso en nuestra Península corresponde al Sinodal de Aguilafuente, que lo fue
en Segovia el año 1472.

3. La herencia · manuscrita. Todo lo dicho parece· más propio de un capítulo de historia


de la cultura que de un tema paleográfico , si no fuera porque la imprenta, en cuestión de es-
critura, no cambió. sino que el sistema de producirla . el cual, dejando de depender directamen-
te de la mano del hombre, pasó a depender del montaje y los movimientos de una máquina.
Quiere decirse que el cambio fue puramente extrínseco y que la escritura en su estructura in-
terna , es decir, en la forma de sus letras, de sus nexos y de sus diferentes signos siguió cor-
tada por los mismos patrones que regían en el campo manuscrito cuando apareció la imprenta.

A los nuevos escribas mecánicos o de artificio no les preocupó el problema de crear nue-
vas formas gráficas: al contrario , si alguna preocupación tuvieron fue la de imitar lo más fiel-
mente posible la escritura de los códices coetáneos. hasta el extremo de pretender en, algún
caso, hacer pasar y vender por manuscritas obras impresas . prometiéndose con ello grandes
ganancias. Así . el célebre impresor Juan Fust se dice que vendió en París, como escritas de
mano. varias obras impresas en Maguncia, teniendo que huir en cuanto se descubrió el en-
Jaño . .. De tal suerte - dice Cotare lo- se igualaron en los comienzos la tipografía y la antigua
copia de códices . que en muchos textos cortos es hoy imposible decidir con seguridad si son
impresos o manuscritos. y más de una vez ha ocurrido que bibliógrafos muy expertos diesen
por impresos textos manuscritos y viceversa" .

104
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIII / 7

Supuesto lo cual, y contemplando el fenómeno con criterios paleográficos, interesa fi jar


cuáles son los signos más característicos que denuncian esa influencia ejercida por la trad i·
ción manuscrita en la nueva moda impresa. Procediendo de lo más circunstancial y externo a
lo más interno y más propiamente gráfico. podemos enumerar los siguientes :

a) Fue común a los primeros incunables carecer de portada , de la cual carecían tam·
bién -y es natural- los manuscritos ; la primera de que se tiene noticia corresponde al Ca-
lendarium, de Regio-Montano, impreso en Venecia el año 1476; pero aun después de entonces
la nueva modalidad tardó en generalizarse.

b) Falta de la primera letra al comienzo del texto y al comienzo de los capítulos y di·
visiones textuales. En lugar de la letra aparece un amplio espacio en blanco, dejado expresa-
mente para que la correspondiente inicial fueselu ego trazada a mano y adornada con dibujos y
miniaturas. Sin prescindir del posible efecto estético, parece que la intención de tal medida es·
taba puesta principalmente en lograr esa mayor semejanza entre lo manuscrito y lo impres o, a
que nos hemos referido antes. De hecho, el detalle de las iniciales trazadas e iluminadas a pos·
teriori aseguran que fue el principal truco de que se sirvió Fust para vender en París una serie
de ejemplares de la Biblia de Maguncia de 1456, haciéndolos pagar a gran precio como si de
manuscritos se tratase. Dicen que el primero que empezó a usar capitales impresas fue el im·
presor Alopo. de Florencia, en 1514.

e) Al igual que en los manuscritos. los primeros libros impresos suelen escatimar las
divisiones dentro del texto, que puede ocupar muchas páginas seguidas sin cortarse en partes
con sus correspondientes títulos o s·ignos divisorios.

d) En los primeros impresos la ausencia de cifras árabes para la numerac10n de folios.


es absoluta. A imitación de los manuscritos los folios. si se numeraban, lo era por el sistema
romano.

e) Los amplios márgenes de que hacen gala muchos incunables , se justifican. igua l·
mente, por influencia de los códices en que los márgenes eran as í de anchos para recibir con
holgura notas y apostillas, que seguían poniéndose en los impresos.

f) Pero donde la herencia manuscrita recibida por la imprenta se mostré espléndida e


incuestionable fue en los modelos de letras que los impresores tuvieron presentes para dar
forma y figura a los tipos sueltos de sus cajas . Dichos modelos no eran otros que los usados
entonces en el campo escritura!, a saber , los de la letra gótica y los de la humanística . que
hemos visto en temas anteriores.

La gótica es evidente que fue la letra en que se fraguaron los primeros impresos y la
que imperó en tipografía hasta bien entrado el siglo XVI. Ello fu e efecto de estas tres causas
principales: primera, el ser dicha letra la emp leada en exc lusi va y con gran afición por ho·
landeses y alemanes cuando apareció la imprenta; segunda, por la mayor solemnidad y el em-
paque arquitectónico que daba a las páginas impresas; tercera. porque en t ipos góticos se ve·
nían grabando las reproducciones de carácter xi lográfi co.

Que los primeros cajistas. para hacer la composición de un texto en tipos góticos . con
frecuencia tomaban como original algún cód ice manuscrito, se demuestra por los errores que
cometían al confundir unas letras con otras , aquellas precisamente que en el original no so·
lían presentarse bien definidas y se .prestaban a equívoco (por ejemplo. e y t. f y s. u y n). so·
bre todo cuando se trataba de textos latinos y el cajista no sabía latín o lo sabía a medias .

105
XXII li S PALEOGRAFIA Y DIPLCMATICA

La introducción entre los impresores de la letra humanística pasó por estas tres fases:
la primera va ligada al nombre de Nicolás Jenson, impresor veneciano , que debe su fama a
haber sido quien, sin expirar aún el siglo XV y antes que ningún otro, prodigó para sus libros
las matrices de letra humanística redonda, a la que llamaban romana, creando unos tipos tan
bellos y graciosos como vigorosos y enérgicos. La segunda está representada por el también ve-
neciano Aldo Pío Manucio, que fue quien primero aplicó a la imprenta de modo sistemático la
letra humanístic¡;t cursiva, llamada más comúnmente itálica, y que de él tomó en el lenguaje
imprentarial el nombre de aldina; en ella se acabaron de imprimir por julio de 1501 Le cose vol-
gari di Mister Francesco Petrarca. cuya escritura -la personal de Petrarca- dicen que sugirió
a Manucio la idea de crear el tipo aldino. La tercera fase de la humanística tipográfica se rela-
ciona · especialmente con el impresor suizo Sebastián Griph o Grifo, como se le ll amaba en
España, fijándose más que en el nombre, en su escudo y distintivo como impresor, que era
efectivamente un grifo. Establecido en Lyon, alcanzó gran celebridad por la reforma que impri·
mió a la cursiva humanística, dándole mayor anchura y redondez que tenía en el tipo aldino .

g) Esas dos escrituras, la humanística y la gótica, puede comprobarse -y basta para


ello examinar con atención las muestras que se reproducen en el citado artículo de Espasa-
que pasaron a la imprenta en las mismas condiciones de trazado que tenían en determ ina-
das series de manuscritos. así atendamos a la forma de las letras y nexos como a las abre-
viaturas y otros signos. En cuanto a estos últimos diríase que hubo desde el principio un es-
pecial empeño en adaptar el arte de imprimir a la reproducción exacta de los mismos. inclu i-
dos los signos musicales que aparecen ya en e! salterio de Schoffer el año 1490. Sobre cada
uno de los restantes (de puntuación. de interrogación , de admiración, de acento, de registro.
de llamada o reclamo , etc., y su exacta adaptación de lo manuscrito a lo impreso. cabría hacer
un estudio parecido al elaborado por A. Sorbelli sobre El signo de parágrapho ( «Scritti in onore
V. Federici "· Florencia . 1945).

Pero donde la influencia manuscrita o paleográfica resulta más curiosa y evidente es


en el terreno de las abreviaturas. que puede decirse pasaron en bloque. así signos como pala-
bras, del códice al libro. En esto 1~ imprenta sirvió poco a los lectores. pues todavía en el si-
glo XVII se imprimían glosas y comentarios de derecho haciendo como alarde de incluir en cada
línea más términos abreviados que completos o explícitos. En los principios también se especu-
ló con la idea de que para hacer pasar por manuscrito un texto impreso. el mantener las abre-
viaturas tradicionales era un ardid muy aparente y a propósito.

11. ESCUELAS V MAESTROS DE CALIGRAFIA

Discurriendo con más espontaneidad que reflexión, no faltará quien crea que , difundida
y consolidada la imprenta. iba a decrecer desmesuradamente el caudal de la escr itu ra trazada
a mano, y que lo manuscrito iba a ser. a partir de entonces. algo excepcional y raro en compa-
ración con lo impreso .

Cierto que. como ocurre generalmente con los inventos mecan1cos. las prensas tipográ-
ficas iban a hacer que . de momento. se quedaran sin empleo ni ocupación la mayor parte de
las personas que se dedicaban a la copia de códices. oficio que v imos haber sido muy cotizado .
incluso económicamente. en el bajo Medievo. Algunos de esos copistas. los mejores. pudie-
ron seguir con el oficio de «escritor de libros" o de «maestro de escribir libros" -que así se
les llamaba en España- dedicándose a la copia de códices litúrgicos para las iglesias. en cuyo
terreno la imprenta no entró al principio y le costó entrar más tarde. Otros se pasaron muy
pronto al servicio del nuevo invento y empezaron a trabajar como cajistas. Pero la mayoría
o hubieron de renunciar definitiv.amente a la pluma como instrumento de trabajo o idear nue-

106
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIII / 9

vos planteamientos de la actividad escriptoria. los cuales iban a desembocar en algo que, bajo
el título de escuelas caligráficas, nos interesa ahora.

1. Nombre y concepto. Al decir escuelas caligráficas y maestros calígrafos cabe una


doble acepción de ambos términos. pues con el los pueden significarse. bien aquellas perso·
nas que teorizan sobre el arte de escribir, dando normas y estableciendo reglas para el traza-
do de las letras. y que además forman escue la , es decir, tienen adeptos que siguen sus direc-
trices gráficas, o bien aq uellas otras que se dedicaban a la enseñanza de la escritura y abrían
establecimientos para impartirla, los cuales también se llamaban escuelas. No es raro que
concurrieran en una misma persona las dos condiciones , la de maestro calígrafo que teoriza
y escr ibe libros sobre sus teorías formando facción con los seguidores de las mismas , y la
del que dirige un establecimiento donde se enseña a escribir a otras personas. princ ipalmente
niños. según sus normas y reglas.

2. Las causas de esta doble institución caligráfica. la teórica y la práctica, hay que bus-
carlas, aunque resulte paradójico, en el establecimiento y difusión de la imprenta; pues la ex-
pansión del libro impreso provocó en la sociedad europea del quinientos un desarrollo cultu-
ral insospechado, cuya principal manifestación fue el número cada vez más grande de personas
que deseaban aprender a leer y escribir, con la consiguiente neces idad de maestros que les
enseñaran.

Pero los modelos impresos que atra ían la atención y las miradas de los posibles lecto-
res ofrecían a éstos, según acabamos de ver, diversas clases de letras: la gótica tradi cional
en sus diferentes versiones. la humanística redonda y la cursiva o itálica, en formación toda-
vía y con diversidad de matices que iban · aumentando a medida que aumentaba la producción
impresa. De ahí que los maestros se p lantearan el problema de cuál era la escritura y el méto-
do más recomendable para la enseñanza del pueblo y cuál para los profesionales del arte de
escribir; surgiendo con el lo diversidad de pareceres que cada uno se aprestó a defender con
razones teóricas y demostraciones prácticas, vertidas en libros y compartidas o atacadas por
otros especialistas de la pluma. Con lo cual ya tenemos en marcha las escuelas caligráficas en
la doble acepción que les dimos .

Otra inmensa parcela de la actividad escriptoria, que no fue invad ida ni podía serlo por
la imprenta. la formaban los documentos públicos y privados en sus diferentes categorías . Di-
chos documentos . generalmente, no había por qué multiplicarlos, pues bastaba el original y
una o dos copias para que cumplieran su destino . No interesaba. pues. desde ningún punto
de vista. componerlos tipográficamente y meterlos en prensa. Sólo en casos muy concretos po-
día un texto documental -pontificios y reales especialmente- tener que divulgarse al máxi-
mum, y entonces no había mejor medio que imprimirlo en cantidad de ejemplares . Pero para
los restantes -que eran casi todos- la operación de escribir los segu ía siendo incumbencia
de los amanuenses y escribas profesionales , cuya carrera . durante el siglo XVI, se ensan-
chó también por ese lado , gracias a la mayor complicación admin istrativa que invadió la vida
pública y la privada, con el consiguiente aumento de la producción documentística.

Del interés que venía suscitando la explotación econom1ca del documento por parte de
los profesionales de la escr itura, es buena prueba el hecho de que en el siglo XVII se enaje·
nara del dominio real el cargo de escritor mayor de privilegios , cuyo oficio dependía anterior-
mente de la Secretaría de Estado , con sus plazas de escribientes profesionales que . en lo su-
cesivo. se proveerían a voluntad del concesionario. Fue el primero de éstos Juan de Bilbao .
qu ien pagó por el oficio en pública subasta 8.000 ducados. El cambio de persona y de sistema
se acusó en seguida en el cambio de letras. pues de la tradicional redonda se pasó a la llama-
da grifa . tan del gusto de nuestros calígrafos.

107
XXIII/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Obsérvese que , a la postre , en este asunto de la escritura. con sus escuelas. sus maes-
tros, sus oficios. sus manua les o tratados. lo que había era una serie de intereses económicos
que explican la continua lucha en que hasta el siglo XIX vivieron enzarzados nuestros calí-
grafos.

3. Tendencias gráficas y pedagógicas, o sea. las que se manifestaron entre los calígra-
fos a favor o en contra de determinados tipo s de letra y de determinados métodos pa ra en-
señar a trazarlos. Las resumiremos en los siguientes párrafos:

1.0 Imitación de la imprenta, es decir. de la tipografía empleada por ésta. No deja de


ser curios o el que, hab iendo los impresores imita do tan fielmente como vamos a ve r. los ma-
nuscritós imperantes en e l siglo XV, nos encontremos en el XVI con que los ca líg rafos se dis-
tingan, en pri mer término. por imitar en sus compos iciones manuscritas los caracteres o tipos
impresos. Y no sólo en la uniformidad y si metría, que era canon inexcusable de todo buen ca-
lígrafo. s ino en la forma y aire de las propias letras . Frente a éllos y formando clase aparte
permanecerán por algún tiempo los escribanos tradicionales . quienes. indiferentes a los en-
cantos del arte nuevo. seguirán trazando sus descuidadas y enrevesadas escrituras curs ivas ,
que son como la antítesis de la imprenta .

2 ° Sin embargo, hay que admitir que ni la gótica e legante de los impresores en los
primeros momentos ni la humanística redonda en los segundos atrajeron las preferencias de
los' calígrafos; se fue ro n éstas - y era lógico- detrás de los tipos más ági les y corr idos de
ambas letras. Concretamente. la que venimos llamando c ursiva hum anística que se adaptó a la
imprenta con el nombre de aldina, se adaptará a la ca ligrafía bajo el de bastarda; y de la se-
migótica o redonda de libros sacarán los ca l ígrafos la llamada re donda cursiva o s imp lemen-
te red.onda. De una y de otra harán doble modelo: el magistral. más cu idado y serio , y el c ur-
sivo, más descuidado y rápido .

3." Junto a esas dos clases de letras que l lamamos com unes. porque eran de uso habi-
tual y ordinario. idearon y ense ñaron los calígrafo s otros t ipos gráfi cos que se consideraban
extraordinarios o de adorno y que. con frecuenc ia, tenían más de arte y dibujo que de escritura.
Co nc retándonos a los ca lígrafos españoles de los s iglos XV I y XVII. dice Cotarelo que emplea-
ron y enseñaron hasta ocho clases de letras. dos com unes y seis de adorno. He las aq uí :

a) la bastarda . De el la dec ía Juan de lc iar en 1547 que. aunque importada de Ita l ia.
era la más extendid a y usada en España. Gráf icamente ya hemos dicho que es una adaptación
de la curs iva humanística. pero en la modalidad uca ncill eresca" que vimos en el tema 21 y que
se empleaba para escribir los docum entos de algunas cancillerías ital ianas.

b) la redonda, que se usaba en toda España durante la pr imera m itad del siglo XV I. en
doble versión: una. más severa. la mag istral que decíamos. y otra más corr ida . a la que lc iar
llama .. letra de mercaderes cast ell ana" y .. letra aragonesa tirada y llana» .

e) la italiana. Primera de la s l lamadas de adorno . Der iva de la bastarda. A causa de su


poco cuerpo, apenas t ení a ap licaciones práct icas . Era letra de esc uela con la que los alum nos
se acostumbraban a agil izar la mano y a in iciarse en el arte de l rasgueo .

d) l a gótica de cód ices o de la primititiva imprenta. es decir , la gótica autén tica que
los ca l ígra fos imitaban en alguna de sus modalidades nacional es. sobre todo la alemana. y más
la fl amenca o la fr ancesa que la itali ana.

e) la redonda de libros o sem igótica que vimos en el tema 17 llegó a ser escri tu ra
de determ inados grupos de códices durante los siglos XIV y XV . La asim i lan algunos a la lla·

108
PALEOG RAF IA Y DIPLOMATICA XXIII / 11

mada letra de privil egios , del tem a 18, qu e se usó luego para los priv i leg ios rea les en perga-
mino, hasta e l s iglo XVII .

f) La romana clásica o latina en s us modali dades de capita l cuad rada o capi t al ;-ústica .
Todo buen ca lígrafo deb ía saber formar con per fecc ión est as letras, ya para títu los de libros .
ya para rótu los y epígrafes c uya ejecuc ión so lía encomendárseles. Sobre sus proporciones y
verda dera form a ss escribieron l ibros enteros, por ejemplo, la Geometría de la letra romana
mayúscula y minúscula, de Franc isco Ase nsio y Mejo rada (Madrid. 1780}.

g} La humanística redonda , llamada tambi én romana o roman i lla o redonda de imprenta


o anti gua, que fue el nombre pref eri do por los humani stas ita l ianos del Cuatrocientos. Se em-
pleó prin c ipalmente para matr ices de imprenta, y todavía pe rdu ra a t ravés de los t ipos que
ahora se ll aman versales.

h} La grifa o bastardilla de imprenta , a la que y a nos hemos re ferido como inventada


por el impresor Gri fo . A pe sar de su t razado cuidadoso y sin nexos, nuestros ca líg rafos la em-
plea ron muc ho, inclu so para t extos largos.

4.0 En cua nto al método pedagógico, puede decirs e que las tendencias de los cal ígrafos
coinc iden en las s igui entes l íneas :

a) Sus li bros de enseñanza constan de una pa rte teórica y otra prácti ca. En aquélla,
más que referirse a la historia y a la naturaleza de las varias escrituras -en cuyo tema sue-
len desvariar cuando lo tocan- . se dan normas para el mejor aprendizaje del trazado de las
mismas· en sus diferentes f ases, ocupándose del material escriptorio (papel y pergamino}. de
las t intas y sus rece tas, de los t interos, de la pluma de ave como instrumento más adecuado
pa ra la traza de las letras. de l modo de cortarla, de la fo rma de cogerla. de la pos ición recta
de l brazo y la muñeca . En la parte práctica rep roducen abun dant es mode los de escr itura, con
dibuj os de alfabetos y de lám inas t ípicas .

b} En general se ab usa de la term inolog ía; el afán de t itular y subt itula r con nombr es
prop ios las d ifere ntes clases de letras, con sus respectiva s descr ipciones, engendra una pe-
que ña babel y produce más confus ión que otra cosa. Véase en prueba algunos de los nombres
que salen en el l ibro de lciar a que nos ref erí remos enseguida: letra roñosa , cortada. trati-
zada , formada , gruesa , de breves, echada , t irada, llana . antigua, blanca , francesa, de compás,
cardinales , etc.

e) Otro afán de los maestros cal ígrafos. teóricos y práctiéos. se cifra en fijar un tiempo
récord de brevedad para que cualquiera pudiera darse por suficientemente instruido en el arte
de la escritura : en tres meses lo ponía Madariaga; en dos , Día z Morante. a quien en algunos
casos le bastaba con qu ince d ías; a distancia, por cor respondencia. eran nueve meses lo que
se ca lc ul aba .

4. Los maestros italianos . El solar de l arte de la caligrafí a estuvo en Ita lia, desde
do nde irrad ió al rest o de Europa en la mitad de l sig lo XVI . Tres son los maestros que con sus
li bros info rm an el nuevo arte. Lui s de Henr icis. natu ral de V icenza, llamado por ello e l V icen-
tin o. maest ro de escribi r en Venecia, escrit..- , c!e breves en Roma y tamb ién impresor y tipó-
grafo-fu ndidor de fama. Su libro 11 modc. e: •eyola dí scribere littera corsiva, over cancel/a-
resca nuovamente composto por Ludovicu Vicentíno (Ro ma 1522} sobre la llamada let ra bast ar-
da puede co ns idera rse como el ¡Jr imer tra tado de ca lig rafía .

Le sig uen Marco An tonio Tag lie nte con La ve ra arte del/o excellente scrivere de dil ")r<;e va-
rie sortí de lettere ... (Ve nec ia 1532} y Juan Baut ista Palati no . el más completo de los tr es , autor

109
XXIII / 12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

del Libro nuovo d 'imparare a scrivere tutte sorte de lettere antique e moderne .. . (Roma 1544) .
En algunos aspectos fue decisiva la influencia que estos tres maestros extranjeros ejercieron
sobre nuestros compatriotas.

5. Los maestros españoles. Pueden dividirse en teóricos y prácticos, es decir. los que
escriben manuales o tra!ados y los que aplican las reglas de éstos; a veces coinciden ambas
facetas en la misma persona. He aquí los principal es, por orden de antigüedad e importancia:

a) Juan de lciar. Sin duda. el más famoso de todos. Se le tiene por patriarca y funda-
dor de la caligrafía española a través de su Recopilación subtilíssima "intitulada Ortographía
práctica•. por la cual se enseña a escribir perfectamente, así por práctica como por geometría
todas las suertes de letras que más en nuestra España y fuera de ella se usan • . Se· conocen
varias ed iciones hechas en Zaragoza entre los años 1548 y 1555. Parece que en dicha ciudad
pasó la mayor parte de su vida. Además del largo artículo de Cotarelo en su Diccionario, se
le ha dedicado alguna monografía, por ejemplo . la de Daniel Alonso García, l oannes de !ciar,
calígrafo durangués del s iglo XVI (Bilbao 1953) y la de A . San Vicente . Sobre algunos calígrafos
del bajo Renacimiento en Zaragoza (Zaragoza 1969).

b) Pedro de Madariaga. Tambi én vizcaíno , nació en 1537. Iniciado en Zaragoza por lciar ,
desde 1562 se estableció en Valencia, donde pub licó en 1565 su Honra de escribanos, editada
en Madrid el año 1787. bajo el título de .. Arte d e escribir. ortografía de la p luma y honra de los
profe sores de este magisterio , obra dividida en XII diálogos eruditos".

e) Francisco de Lucas. Sevillano, nacido entre 1530 y 1540_ El año 1570 se trasladó a
Madrid. dond e abrió escuela. El 71 se publicó en Toledo una edición abreviad a de su Arte de
escribir que ll eva e l t ítulo de Instrucción muy provechosa para aprender a escribir con aviso
particular de la traza y hechura de las l etras de redondilla y bastarda. Nueve años más tarde,
en 1580, publicó en Madrid su definitiva Arte de escr ibir las letras bastarda. redonda . grifa.·
latina y de libros de co ro.

d) Pedro Díaz Morante. To ledano ." naci do en 1565 . Abrió escue la . primero en Toledo.
y luego (1 612) en Madrid ; publicó allí e l año 1616 la .. Nueva arte dond e se dest ierran las igno-
rancia que hasta hoy ha habido en enseñar a escr ibir •; a la cual le fue añad ie ndo suces ivas
partes . hast a una quinta que no se imprimi ó por el mucho coste de las lám inas . Su f ama se la
debe a la propaganda que le hizo en el siglo XVIII otro ca lígrafo notable . Francisco Javi er de
Santi ago y Palom ares .

e) Otros calígrafos españoles. A los citados. considerados tradiciona lmente como los
cuatro grandes de la cal igrafía en España, habría que añad ir larga s·erie de nomb re que. aun
reduci éndol os a los v erdaderamente importantes. suman varias decenas a lo largo de los si -
glos XVI-X IX. Entre ellos se cuentan los paleógrafos del XV III a que nos referimos en el te-
ma 4. como el Padre Andrés Merino y el reci én citado De Sa nti ago y Palomares . En el Dicciona-
rio. de Cotare lo. se recogen cerca de mil nombres . bien documentados; muchos de ellos fue-
ron simples docentes ; pero abundan también los teó rico s. quienes además de escr ibir lib ros ,
capitaneaban los grupos o facciones de ca lígrafos y dirigían sus actividades públicas dentro
y fuera del campo de la escritura . Ignac io Pérez. José de Casanova. Aznar de Polanco, Anduaga,
lturzaeta, el abate Servidori . Torio de la Riva . con un largo etcétera. llenan en el citado Dic-
cionario páginas y páginas. dedicadas algunas a la enseñanza de la escritur a en los colegios
de j esuitas y, so bre todo . de los escol ap ios . de los cuales asegura Cotarelo que ll egaron a
constituirse en los m ás legítimos representantes de la escritu ra naciona l.

f) Instituciones caligráficas. As í podemos ll amar a una serie de corporaciones . priva-


das o públicas, cuya razón de ser tenía que ver mucho con los maestros calígrafos. Por ejem-
110
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XXI II ; 13

plo. el Cuerpo de examinadores. la Congregación de San Casiano . el Colegio Académi co de


primeras letras. el Cuerpo de revisores de firmas y documentos. la Academia literaria de
Educación . Algunas duraron hasta el siglo XIX , en que la creación de las Escuelas Normales y
los Institutos de Segunda Enseñanza . dotados del correspondiente profesorado de escritura o
caligrafía se dio a ésta nuevo rango y nueva influencia desde el punto de vista profesional .

El golpe a todo este curioso mundo de teóricos . maestros . escuelas. libro s y asociacio-
nes que habían nacido y vivido en torno al arte de escribir iba a venirles. ya dentro del si-
glo XX . de otras máquinas y otro arte . el de la mecanografía , que estaban llamadas a acabar
en poco tiempo con los profesiona les de la pluma como instrumento escriptorio. La caligrafía
y sus hermosos frutos de antaño han pasado hoy a ser simple objeto de museo . La Paleografía .
en cambio, como ciencia de la escritura. s igue en pie y a ella le toca . como ocurri ó con la
imprenta, expl icar las características que conforman y definen la naturaleza gráfica de las le-
tras y signos que componen los actua les teclados mecanográficos .

111
TEMA XXIV

ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS

ESQUEMA/RESUMEN

Nombre y concepto.
\ 1.
2. Origen y desarrollo .
l. Los archivos en general · 3. La archivística.
1 4. Carácter histórico de los arch ivos.
5. División y clasificación.

\ 1. Historia.
11. Los archivos en España . a) Civiles o estatales .
1 2. Principales arch ivos históricos. b) Eclesiásticos.
e) Privados .

1. Nombre y concepto.
2. Historia.
111. Bibliotecas
3. Clasificación.
4. Bibliotecas españolas .

1. Nombre y concepto .
2. Historia.
IV . Museos
3. División y c lasificación.
4. Los museos arqueológ icos.

115
INSTRUCCIONES

Parece lógico que. después de haber considerado como fuentes de la historia diversas
series de objetos escritos, correspondientes a diferentes épocas y reg iones. queramos cerrar
el programa de este curso paleográfico con una noticia descriptiva de lo que podíamos lla-
mar depósitos organizados de dichas fuentes. donde éstas han sido reunidas no en plan de
apilamiento o simple almacén, sino de colección ordenada y sistemática. según criterios deter-
minados y fijos.

A dicho fin. los objetos o piezas escritos se han repartido . atendidas su naturaleza y
características fundamentales , en tres grandes grupos: uno. de documentos : otro. de libros
manuscritos e impresos; y un tercero . formado por los demás objetos escritos. que puede de-
cirse se reducen todos a dos tipos: inscripciones y monedas. A la primera de dichas series
responden los archivos; a la segunda. las bibl iotecas; a la tercera. los museos .

Esta es la división ideal y teórica. aunque en la práctica ocurra muchas veces que se
entremezclen en un solo establecimiento. sea museo . sea biblioteca. sea archivo. objetos de
las tres procedencias y aun de otras muy distintas y heterogéneas (recuérdese. como ejemplo.
el British Musseum).

A la institución museo conviene notar que no le es consustancial e imprescindible po-


seer objetos escritos; incluso hay algunos con cuya naturaleza y fines chocan éstos. En cam-
bio, a los archivos y a las bibliotecas les es connatural estar formados por pieza-s escritas de
uno u otro género , de suerte que si faltan éstas. no puede hablarse de verdadera biblioteca
ni de verdadero archivo.

El tema tiene para los alumnos interés teórico y práctico. Teórico. en cuanto que puede
ayudarles a ensanchar su mundo cu l tural. asomándolos a un campo de conocimientos tan im-
portantes como curiosos y sugestivos, los cuales contribuirán eficazmente a conformar su per-
sonalidad de historiadores de cara a las especialidades respectivas . Práctico , porque a lo largo
de su carrera. primero como aspirantes y luego como profesionales de las ciencias históri-
cas. lo normal es que hayan de acudir no pocas veces en busca de materiales y elementos
de trabajo a estas bibliotecas o a aquellos archivos o a determinadas clases de ·museos. con-
cretamente los arqueológicos; trabajos en que sus conocimientos de Paleografía les serán .
cuando no indispensables. muy oportunos. A lo cual se añade otra posible circunstancia más
personal y específica: la de que. dentro de su carrera. no sean pocos los alumnos que se
orienten a ser algún día bibliotecarios de profesión o arqueólogos o archiveros.

Huelga advertir que el tema en sí es amplísimo y que merecería no un capítulo ni unas


'¡:.áginas. sino libros enteros. Pero en la ocasión presente . por fuerza . hemos de reducirlo a poco
más que un esquema de iniciación y resumirlo en una expos ición muy breve dentro del apar-
tado que sigue. de Explicaciones comp lementarias .

117
ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Aunque la bibliografía es inmensa, así se refiera a una como a otra de las tres insti-
tuciones que vamos a exponer, citaremos sólo algunas obras de alcance general, reservando
las especiales para aludirlas. cuando convenga, en los correspondientes pasajes de nuestra expo-
sición . En cuestién de archivos son clásicos: C. V. Langlois, La science des Archives (París.
1895). y E. Casanova. Archivística (Siena , 1928). Entre los más recientes : A. Zanodi, Manual
de Archivologia Hispano-americana (Córdoba-Argentina. 1961). y R. H. Bautier, Les Archives en
L'histoire et ses methodes, pág. 1024. Entre los españoles : A. Huarte. Archivos (Madrid, 1930).
y M. Núñez de Cepeda. Elementos de Archivologia (Pamplona. 1943) .

Sobre bibliotecas en general puede consultarse con provecho el corre spondiente artículo
en la Enciclopedia Espasa-Ca lpe , y en plan de más especialización el artículo «Bib liothéques»,
de H. Leclercq , en Dictionnaire d'Archéologie Chrétienne et de Liturgie, 11-1. París. 1925, pági-
na 1601; sobre las bibliotecas como depósitos de fuentes históricas véase G. Ouy, Les bíblio-
théques. en L'hístoire et ses méthodes , vol. XI de " Encyclopédie de la Pléiade», pág . 1061.

Para los museos en relación con las fuentes históricas. nos rem itimos , también en L'his-
toire et ses méthodes. pág. 1024 , al estudio de P. Pradel . Les Musées . Sobre ciencia y técnica
de los museos en general , véase el discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando, de J. M . Navascués, sobre Aportaciones a la Museografía Española (Madrid,
1959) .

Para España y cada uno de sus principales centros en el triple campo que en¡u1c1amos
sigue siendo de interés la ya clásica Guía histórico-descriptiva de los archivos, bibliotecas y
museos arqueológic~s. de F. Rodríguez Marín (Madrid, 1916 y 1925) . Posteriormente, muchos
de esos centros han sido objeto de su correspondiente guía o catálogo, que pueden consultar-
se en cada caso.

119
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. ARCHIVOS EN GENERAL

1. Nombre y concepto. La pa labra archivo, en latín archivum, viene del griego rxpxnov,
y servía , en principo , para des ignar el mueble o el local donde se guardaban aquellos documen-
tos y escritos análogos que , por la razón que fuese . interesab a conservar y tener a disposición
de algu ien . De designar el continente , es decir. el edificio o el mueble. pasó pronto el nombre
a designar el contenido , o sea . el conjunto de piezas allí reunidas .

Es importante hacer notar que, en su origen , el archivo tien e una fin alid ad exclusiva-
mente jurídico-práctica : la de conservar aquello s instrumentos legales que consignaban dere-
chos y obligaciones en que estaban interesadas determinaüas instituciones o personas. De ahí
el que en la legislac ión de muchos pueb los y naciones se encuentren con fr ecuencia dispos ic io-
nes y c láusu las re lativas a los arch ivos y a l3 guarda de los documentos .

Ajeno era , pues . en sus pri nc1p1os . a la institución órchi vo cua lquier otro móvil, ni si-
quiera de índo le cu ltural o c ientífi ca, y menos el de simple co lecc io nismo . Así se explica el
que algu nos autores hagan notar cómo, con relación al arch ivo. no procede tanto hablar de
colecc iones cuanto de fondos documentales que se van acumulando . un poco al modo de los
sed im entos de los estratos o capas geológicas.

2. Origen y desarrollo. Puede decirse que los archivos son , en su sustanc ia. tan anti -
guos como la sociedad misma, y que todos los pueblos social y políticamente organizados .
aunque sea en grado mínimo . han sentido la necesidad de tener instrumentos lega les o jurídicos
en que constaran y con los que estuvieran asegurados de l modo más eficaz posi bl e sus pose-
s iones y derechos , así a nive l individual como colectivo . La conservac ión y guarda de dichos
instrumentos. que hemos visto ser la nota constitutiva de la institución archivo . era algo con-
secuente y necesario para la eficacia de aqué ll os .

· Supuestas esas razones teóricas, no debe sorprendernos el que en los más antiguos
pueblos de Asia y Africa, que nos son bien conocidos gracias a las modernas excavac iones
y a los descubrimientos arqueológicos . hayan aparecido depósitos organizados de documento s
muy al modo de los arch ivos modernos . Los había entre los asirios. en Persia , en los pueblos
del Oriente próximo . en Egipto . entre los hititas . ent re los judíos . Escritos en tab las de arcilla
se han encontrado ce ntenares y miles de textos documentales re lativos a asu ntos internaci o-
nales, a otros de carácter interno y admin istrativo, a correspondenc ia de los reyes y sus fami -
lias, a contratos y rentas, a cuentas y gastos di versos . En algun o de los palacios reales descu-
biertos en Asia han aparec ido tres depós itos archiva les diferentes: para los asuntos diplomá-
ticos. para los económicos y para los adm ini strati vos .

121
XXIV/ 8 PALEOGAAFIA Y DIPLOMA TI CA

No sólo había archivos o depósitos reales; se han encontrado también en los tem-
plos , aunque su contenido solía ser, más que religioso propiamente dicho , de carácter econó-
mico . Los papiros descubiertos en Egipto acusan claramente la existencia, en siglos anter iores
a la era cristiana, de archivos municipales , re li giosos y hasta privados. En las ciudades griegas
había el archeion -de donde ha salido el nombre de archivo-, organizado como en los reinos
orientales . En Roma, el tabu/arium. que se conoce desde la época republicana al menos . Es de
lamentar que ni de Grecia ni de Roma se haya conservado materialmente ningún archivo; los
conocemos por noticias y a través de los respectivos textos legales. Restos de fondos archi-
vísticos privados aparecieron algunos en Herculano y Pompeya.

La presencia de archivos organizados en los estados y naciones que fueron sucediendo


al imperio romano está ya mucho más a nuestro alcance ; pues nos han llegado importantes
piezas de algunos de ellos : papiros de la iglesia de Ravenna. registros pontificios de San Juan
de Letrán . diplomas merovingios de la abadía de Saint Denis. de París .

La institución archivística . tal y como la venimos contemplando, sigue su curso cada


vez más desarrollado a lo largo de las Edades Media y Moderna, manteniéndose pujante hasta
nuestros días , bien que evo lucionada muy notablemente en sus aspectos técnicos. A través de
los muchos archivos conservados, su conocimiento y descripción resultan tarea más fácil,
como tendremos ocasión de ver cuando nos refiramos especialmente a los archivos españoles.
Cuanto más que, a medida que pasa el tiempo y aumenta la reglamentación, los archivos van
resultando cada vez más uniformes, sobre todo en lo que se refiere a sus estructuras técnicas
y organ izativas .

3. Archivística. Es la disciplina que se ocupa del estudio y enjuiciamiento de los archi-


vos en el doble aspecto que decíamos al principio : el material , o sea . edificios , locales , mue-
bles . instalaciones, protección física de los objetos allí reunidos, técnicas para su mejor con-
servación. reproducción, etc .. y el formal . que mira a los problemas internos planteados por
dichos objetos. y en concreto a su clasificación, catalogación y aprovechamiento científico . La
parte de esta disciplina que se ocupa especialmente de estos aspectos formales suele llamarse
Archivología, mientras que la dedicada a los aspectos y problemas materiales se llama Archi·
vonomía .

4. Carácter histórico de los archivos. Pese a lo que decimos sobre el carácter funda-
mentalmente jurídico de la institución archivística, los fondos documentales se convirtieron
pronto en fuentes históricas de primera mano y de ca l idad inmejorable. Precisamente, esa falta
de expresa intencionalidad histórica que presidía la redacción de cualquier texto documental
daba a los datos y noticias allí consignados una fuerza y un valor historiográficos inigualables
y, desde luego, muy superiores a los que se contenían en crónicas. anales y demás textos . re-
dactados con intención y finalidad históricas propiamente dichas . Ello expl ica el que haya habido
siempre historiadores que , para construir sus historias . recurrieran a los fondos archivales y
a los documentos allí reunidos . A lo largo de la Edad Moderna se fue intensifi cando esa
explotación sistemática del aspecto histórico de los archivos ; pero ha sido en e l siglo XIX
cuando se ha generalizado, convirtiéndose aquéllos en verdaderos e insustituibles laboratorios
de la investigaci ón histórica , lo mismo a esca la mundial que por naciones . regiones , comar-
cas . ciudades y aun pueblos pequeños .

5 . División y clasificación de los archivos. Los criterios a que puede ajustarse dicha
división son múltiples. Aceptaremos aquellos que resulten teóricamente más razonables y que
tengan una mayor aplicación práctica .

a) El principal criterio clasificador parece que ha de derivarse del fin último a que esté
de stinado el archivo , y que puede ser. según las explicaciones anteriores , histórico o jurídico-
122
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIV/ 9

administrativo . Modernamente abundan los archivos fundados desde un principio con finalidad
específicamente histórica. que se refleja hasta en su título, por ejemplo, Archivo Histórico
Nacional. A los historiadores les interesa saber. sin embargo, que casi todos los archivos admi-
nistrativos de alguna antigüedad sirven también al historiador tanto o más que al jurista. por
ejemplo , los archivos catedra les y notariales . Procediendo a la inversa, cabe que , por excep-
ción, el archivo histórico pueda servir para resolver cuestiones de orden jurídico-p ráctico y
que se acuda a ellos por ese móvil.

b) La Archivonomía distingue entre archivo vivo y archivo muerto . Vivo es aquel que
sigue recibiendo documentación procedente del organismo u organismos correspondientes.
Muerto. el que , por la razón que sea, no recibe ya nuevos documentos y ha dejado de vivir,
es decir, de crecer . El archivo vivo puede ser «Corriente", si sus fondos documentales se re-
fieren a asuntos en curso de tramitación, pendientes de solución definitiva. y "de depósito".
cuando las piezas que entran en él no tienen ya proyección práctica inmediata, pues responden
a asuntos resueltos. Sólo en casos sin gu lares se acudirá a ellos por motivos administrativos
y prácticos; lo normal es que . si se acude. sea con fines históricos .

e) Los archivos, así jurídicos como históricos . admiten otra importante clasificación ,
fundada en la condición de sus propietarios. Así , son oficiales o estata les aquellos que dependen
de organismos o instituciones públicas ; eclesiásticos. los que dependen de instituciones o
personas de la iglesia ; particulares . los que dependen de personas e instituciones privadas .
Dentro de los ofic iales o públ icos. llamados con menos propiedad estatales, hay una extensa
gama. según sea el organismo o autoridad pública de que dependen ; entre ellos están los
municipales. los notariales . los de justicia, los de hacienda, etc . Lo mismo ocurre con los ecle-
siásticos. que pueden ser episcopa les. capitulares, parroquiales . monarcales. conventuales. de
curia. etc . Entre los particulares. la serie es también muy larga , tanto por lo menos como las
instituciones de carácter privado. que son legión, así de cuño civil como eclesiástico: funda-
ciones . hermandades . asociaciones pías . familias nobles . empresas comerciales . sociedades
deportivas. etc .

d) Por razón de los fondos que poseen. del carácter y alcance de los mismos y de la
representatividad que les reconoce la autoridad competente, los archivos pueden ser nacionales
o generales. reg ionales . provinciales. locales y especiales . Basta el nombre de cada uno para
entender lo que con ellos quiere indicarse. Más ambiguo y menos claro puede parecer el nom-
bre de especiales , el cual se define de ordinario por la especialidad de la documentac ión archi-
vada; por ejemplo. el archivo de la Masonería. entre los civiles; el de Cruzada. entre los ecle-
siásticos .

e) Atendiendo a las posibilidades de acceso al mismo, que es criterio bastante secun-


dario . puede distinguirse entre archivo público (si el acceso no puede impedirse a ninguna per-
sona que reúna las condiciones exigidas por el r espectivo reglamento). semipúblico (si por el
motivo que sea se exigen permisos y garantías especiales) y privados (si el acceso queda
totalmente a discreción del propietario) . El archivo puede declararse secreto o reservado en
función del contenido de sus fondos o de la jurisdicc ión a que pertenecen . por ejemplo. algunos
archivos eclesiásticos . militares. diplomáticos. policiales . etc.

11 . ARCHIVOS ESPAÑOLES

Cuanto con alcance ordinario dejamos dicho sobre los arch ivos en general. puede apli-
carse plenamente a los archivos españoles. Por eso nos limitaremos a dar de ellos una breve
noticias histórica y a describir muy someramente los principales.

123
XXIV/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

1. Historia. Procediendo por edades históricas. podemos dar como seguro que, si no
antes y gracias al influjo de los colonizadores griegos y fenicios, el dominio romano en la
Península supuso la creación aquí de archivos públicos y privados al modo de la metrópoli. Lo
exigía la intensa vida de carácter oficial o administrativo que las organizaciones romanas lle-
vaban consigo; en la esfera privada, la actividad comercial y económica; y en lo religioso,
la estructuración de la Iglesia y de la vida cristiana. Durante el período de los reinos ,bárbaros
se mantuvo la tradición archiva! romana. con la diferencia a su favor de que ahora las noti-
cias sobre documentos y conservación de los mismos son relativamente abundantes y explícitas.
sobre todo por lo que se· refiere al rei no visigodo. Más aún que el Estado y los organismos ci-
vi les , descuella en este orden la Iglesia visigoda y sus instituciones, no sólo las de estricto ca-
rácter religioso, sino también las anejas a éstas, de tipo cultural. docente, benéfico, econó-
mico, etc.

Todo lo cual se continuó e intensificó en la España cristiana de la Reconquista. cuyas


principales notas. en cuanto a archivos se refiere. pueden ser éstas:

1." Se da siempre el archivo regio, ligado más o menos a la canci llería , que era el orga-
nismo exped idor y receptor de la documentación real. Siendo la trashumancia una de las carac-
terísticas del rey y su corte en los reinos españoles, trashumante había de ser también su
archivo, cuyas piezas iban y venían metidas en arcas. cajas o sacos. que acompañaban a
sus dueños . La documentación que no viajaba y se consideraba importante. solía confiarse para
su custodia a monasterios e iglesias especial mente vinculados a las personas y actividades
reales; otras veces se guardaban en aquellos palacios, alcázares. castillos o res idencias de los
reyes que tenían un cierto carácter permanente ; sin faltar casos en que los documentos que-
daban en poder y en las moradas de altos funcionarios, sobre todo si se trataba de piezas
más antiguas cuyo interés inmediato ya había pasado, o de épocas que se caracter izaban por
el desorden administrativo de la cosa pública, a consecuencia de guerras. revoluciones o sim-
ples desavenencias familiares .

2:' Aparte los reales archivos, donde junto a documentos de orden personal y famili ar
del monarca se guardaban los verdaderamente públicos u oficiales. puede decirse que durante
algunos sig los apenas puede hablarse de otros que tengan ese carácter oficial o público a dife-
rentes nive les adm ini strativos . Aparecerán éstos en la baja Edad Media , cuando emp iezan a
organizarse organismos públicos de diferente índole, que llevan anejas las correspondientes
series documentales : audiencias, chanc illerías, consejos. universidades. re inos incorporados a
las Coronas de Aragón y Castilla. etc .

3:' Pero los que resultan verdaderamente importantes durante toda la Edad Med ia son
los archivos eclesiásticos, que casi se reducen a catedrales y monacales. Admiran unos y otros
por su buena organización y por e l celo de sus conservadores. dimanantes del escrupuloso or-
den legal y administrativo que solía presidir la vida de los monasterios y de los cab ildo s de las
grandes iglesias. Su impc;>rtancia aumentaba en razón de los asu ntos documentados que so lían
relacionarse con la vida pública, así en lo político como en lo social y económico . Los arch ivos
de las Ordenes mendicantes. que empiezan a contar desde el siglo XIII. tienen ya menos pro-
yección fuera de la Orden.

De arch ivos privados es menos seguro hablar en los primeros sig los medievales, a no
4: '
ser que incluyamos entre e llos los de personajes y grandes señores, que ciertamente los hubo ,
estab lecidos más o menos como los reales. con un cierto carácter público o semipúblico .
En la baja Edad Media es cuando tales archivos fami liares o nobi li arios así llamados en razón
de sus dueños y poseedores- proliferan y se hacen más frecuentes y adquieren un cariz me-
nos oficia l o públ ico. si no exactamente privado .
124
t'ALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

~...':-~ :~¡\::. \1 \ \ ·:-;


5." En punto a organización interna, puede afi rmarse que, durante todo este tiempó," van
muy en vanguard ia los archivos ec lesiásticos, aunque coincidan con los reales en las siguien-
tes notas comunes : En el norbre de archivo, en latín o en caste llano, que es el que se emplea
hab itualmente; los demás (por ejemplo, cartularium , cartarium . scrin ium . armarium) son raros .
En la legis lación de que suelen ser objeto por parte de sus respect ivas autoridades. En el oficio
y cargo de arch ivero, que aparece b ien pronto con diferentes nombres . pero con parecidas fun-
ciones; entre ellas. la de redactar inventarios o catálogos de los documentos archivados , y co-
piar los t extos documentales en libros cos idos y encuadernas que recibí an diferentes nom-
bres. de los cuales el más corr iente debe ser el de cartulario .

6:' Puede decirse que en toda la Edad Media no hay archivos de carácter histórico crea-
dos expresamente como tales . Lo cual no obsta a que los hi storiadores medievales . en ocasio-
nes. echaran mano para sus trabajos y composiciones históricas de notici as y datos documen-
tales . Só lo en el siglo .XV. al pens arse en la formación de grandes depósitos de documentos .
donde se recogieran . sobre todo. lotes de piezas más antiguas y de menos proyección prácti ca.
empezó a tenerse presente de algún modo el aspecto histórico del archivo y el gran partido que
podía sacá rsele . Ya hemos di cho que la organización s istemática de los arch ivos, desde el pun-
to de vista historiográfico . es cosa de la Edad Moderna y , más en concreto . de los s iglos XVIII
y XIX. especialmente el segundo . Con vistas a esa organización principalmente, se creó en el
año 1858 el Cuerpo f ac ultativo de bib liotecarios. arch iveros y arqueólogos .

2. Principales archivos históricos. So n los que directamente interesan al historiador


-que es nuestro caso- y, por cons iguie nte. al paleógrafo en cuanto colaborador o aux ili ar de
aquél. Por consiguiente . la mayor categoría de estos archivos está en funció n de la mayor
ca ntid ad y de la mejor ca l idad de las fuentes pa leográfico-históricas que reúnan sus fondo s : ca-
lidad que depende . a su vez. de f actores diferentes : ant igüedad de las piezas archivadas . autor
de la acción juríd ica documentada . solemnidad del t exto documental , estado de conservación.
etcétera.

a) Civiles o estatales . Enunciando conjuntamente los que son estricta y exclusivamen-


te históricos y los que , sirviendo con eficac ia a la investig ación histórica, siguen siendo de na-
turaleza jurí dico-administrativa, podría forma rse la s iguiente tabla :

Archivo Histórico Nacional (Madrid).


Archivo Genera l de Sima ncas (Simancas-Va ll ado lid) .

Nacionales 1 Archivo de la Corona de Aragó n (Barcelona).


Archivo de Indias (Sevilla) .
o generales
A rchivo General de la Adm in istración (Alca lá de Henares) .

1 De la Chancillería de Valladolid.
De la Chancillería de Granada .

Archivo Hi stóri co del Reino de Valencia (Valencia).


Archivo Histórico de l Reino de Ma ll orca (Palma) .
Archivo Hi stó ri co del Reino de Galicia (La Coruña).
1Archivo Histórico del Reino de Navarra · Cámara de Comptos de la Dipu·
Regionales
tación (Pam plona).
Arc hivo reg ional de Vizcaya (Guerni ca ) .
1 Archivo regional de Guipúzcoa (Tolosa) .
A rchivo regional de Alava (Vitoria).

125
XXIV/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMA TIC A

1. Protocolos notariales de más de


Existe uno en cada capital de provin-
cien años de antigüedad.
Provinciales cia. custodiándose en ellos princi-
2. · Fondos históricos procedentes de
palmente: ·
las Delegaciones de Hacienda.

De la Administración Central (Ministerios y Presidencia del Gobierno).


De Palacio o de la Casa Real.
De las Cortes .
Universitarios:
1 De Diputaciones Provinciales.
Especiales • Municipales.
Notariales.
De Tribuna les de Justicia.
De Hacienda.
1 De Instituciones benéfico-docentes.
De Embajadas y Consulados.

Insistimos en que lo que nos interesa de cada grupo son las perspectivas que puedan
ofrecer al historiador. y en ese supuesto no hay duda de que los más importantes son los cua-
tro primeros; en atención a lo cual haremos de ellos una descripción brevísima, mientras que
de los restantes apenas si daremos los datos más elementales.

Archivo Histórico Nacional. Es el principal y más representativo, así por la variedad de


sus fondos. como por la riqueza documental de éstos. Creado el 26 de marzo de 1886 para
resolver los problemas de custodia y conservación planteados por la ingente masa de docu-
mentos que. procedentes de los archivos de la lgesia (conventos. monasterios, catedrales. parro-
quias. establecimientos culturales y benéficos). en virtud de las leyes desamortizadas habían
pasado a ser propiedad del Estado. Toda la documentación que momentáneamente se hallaba en
la extinguida Dirección de Fincas. más la concentrada en distintos organismos de la Administra·
ción Central. Delegaciones de Hacienda. Ministerio de Estado , Biblioteca de la Real Academi a
de la Historia, etc .. perteneciente a institutos de la Iglesia . Ordenes Mi litares. Consejos Supri-
midos, Colegios Mayores y Universidades. fue concentrada aquí en su mayor parte . Su compo-
sición no es homogénea. ya que está formada con fondos y series de procedencias muy dis-
pares. Cada sección podría constituir un archivo independiente. Para su organización se tuvo
en cuenta, principalmente. la procedencia de los fondos . clasificados, al fin, en las siguientes
secciones: 1) Clero secular y regular; 2) Ordenes Militares; 3) Estado ; 4) Juros; 5) Universi-
dades y Colegios; 6) Consejos Suprimidos ; 7) Inquisición ; 8) Códices y cartul arios : 9) Ultra-
mar: 10) Osuna; 11) Diversos: 12) Sigilografía : 13) Biblioteca.

Desde el punto de vista paleográfico-histórico. la sección más interesante parece ser la


de clero. en su parte de monasterios . con fondos tan fabulos amente ricos como el de Sahagún
y otros monasterios del Norte . que a la gran cantidad de pergam inos añaden la venerable anti-
güedad de algunos de ellos . correspondientes a los siglos IX y X.

Archivo General de Simancas. Ubicado en el históri co castillo del pueblo de su nombre .


a unos 10 kilómetros de Valladolid, fue iniciado por Carlos V en 1542 bajo el t ítul o de .. Archivo
de los papeles de la Corona de Castilla ... Felipe 11 . con el fin de dar cabida tanto a la documen·
tación antigua. reunida en el castilla de Medina y en el alcázar de Segovia. como a la nueva.
procedente de los Consejos . Tribunales y demás altos organismos de l Estado. dedicó todo el
castillo a Archivo Genera l del Reino. dándole su constitución def initiva . En este archivo se
custodian y conservan más de 70 .000 gruesos legajos correspondiente a los siglos XV-XVIII.
en los cuales se halla escrito la historia interna de la España imperial y parte de la europea.
desde los Reyes Católicos hasta los Borbones .
126
FALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIV/ 13

Sus fondos se distribuyen en 28 secciones . Los grupos documentales más importantes


son : a) Patronato Real y eclesiástico; b) Estado; e) Consejos de Flandes, Italia y Portugal; d) Con-
sejo y Cámara de Castilla ; e) Registro General del Suelo ; f) Guerra y Marina; g) Casa Real ~
h) Hacienda; i) Contadurías .

Para los especialistas en historia moderna. difícilmente habrá un pasto más abundoso
y rico que el que pueden ofrecerle los fondos de Simancas, cuyo caudal abruma por lo denso
y cuantioso. Para el paleógrafo. que encontrará allí representación abundante de toda clase de
escrituras góticas y humanísticas . el sector más interesante ha de ser el de la cortesana, gra·
cías principalmente al extraordinario conjunto que supone la documentación de lo~ Reyes Ca-
tólicos .

Archivo de la Corona de Aragón. De hecho, comenzó a funcionar en el siglo IX como


depósito documental de los condes de Barcelona .Su fundación oficial corresponde a Jaime 1,
hacia el año 1280, quien lo constituyó en sede de los documentos de la casa real catalana-ara-
gonesa . Desde la unión del Condado de Barcelona con el Reino de Aragón. su nombre fue el de
Archivo Real. El de Archivo de la Corona de Aragón se le dio en 1782 .

El antiguo Archivo Real fue enriqueciéndose continuamente con la anexión de otros fon-
dos, y en el siglo XIX con los pergaminos, códices y legajos procedentes de conventos y mo-
nasterios enclavados en las provincias catalanas, que desde su desamortización se hallaban en
las Delegaciones Provinciales de Hacienda y en el Archivo de la Biblioteca Universitaria de
Barcelona . Posee unas 19.000 pergaminos, fechados entre 875 y 1701. Importancia extraordina-
ria tiene la colección de "Libros-Registros de Cancillería •, que arrancan de Jaime 1 (año 1262)
y alcanzan hasta el siglo XIX, con miles de volúmenes y millones de documentos registrados .
Pal eog ráficamente puede ser éste el archivo más interesante de la Península , pues gracias
a algunos de sus fondos nos son conoc idas, incluso con detalle. las escrituras (visigótica y
carolina) usadas en Cataluña durante los primeros sig los de la Reconquista , por no hablar de
la representación esp léndidaque tiene allá la gótica argonesa en todas sus variedades.

Archivo de Indias. Creado por Carlos 111 en 1781, no tiene rival en lo que toca a docu-
mentos para la historia de América y Filipinas. pues para eso fue fundado : para concentrar en
un solo establecimiento la cuantiosa y dispersa documentación americanista; esa misma finali-
dad contribuyó a que se eligiera para instalarlo el edificio de la Casa de la Contratación, de
Sevilla. tan estrechamente ligada a la gesta del Nuevo Mundo .

Para el paleógrafo no tiene especial atractivo . como no sea por el muestrario de toda clase
de letras . desde la cortesana hasta la procesa l y humanística . que ofrecen sus legajos y docu-
mentos. muchos de los cua les fueron, por añadidura. escr itos en América .

Archivo (nuevo) General de la Administración, de Alcalá de Henares. Creado por Decreto


del 8 de mayo de 1969. no terminó de instalarse hasta la primavera de 1973. Como su nombre
lo ind ica. es sustancialmente administrativo. sin perjuicio de estar expresamente orientado
hacia el aprovechamiento histórico de sus fondos . De hecho. de allí pasan al Archivo Histórico
Nacional los lotes cuyo interés práctico se da por decaído . Paleográficamente su interés es
nulo o mínimo. pues se trata de piezas procedentes de los modernos y actua les organismos de
la administración públ ica. Ll ama la atención por la técnica de sus instalac iones.

Archivo de la Chancillería de Valladolid. Su fundación. junto con la propia Chanci llería.


arran ca del reinado de Enrique 11 . en el siglo XIV. pero su organización definitiva corresp onde
a los Reyes Católicos . El contenido de sus documentos es eminentemente de justicia. a tono
con la naturaleza de la instituc ión . Desde 1906. en que pasó al Cuerpo Facultativo de Archi ve-
127
XXIV / 14 PALEOG AAFIA Y OIPLOMATICA

ros. su carácter es eminentemente histórico y su interés extraordinario. Paleográficamente. sus


legajos forman el mejor palenque para ejercitarse en el estudio y conocim iento de la escritura
procesal.

Archivo de la Chancillería de Granada . Existe desde comienzos de l sig lo XVI . a raíz de


la fundación de la Chancillería. Por su naturaleza y características principales . es semejante al
de la Chanci ll ería vallisoletana. pero. por circunstancias externas. mucho menos rico.

Archivo Histórico del Reino de Valencia. Fundado en 1419 por el rey Alfonso V. es hoy
de ca rá cter exclusivamente histórico. y sus fondos . muy diversos. importantísimos para e l cono·
cimiento de la historia de aquel Reino. Su interés paleográfico está definido por la escritura
gótica aragonesa y la cursiva humanística. en que están trazadas largas series de sus docu-
mentos.

Archivo Histórico del Reino de Mallorca. Su origen se relaci ona con el rey Jaime 1; en
el siglo XIV fun cionaba ya oficialmente como tal archivo. Hoy es sólo histórico . de conten ido
muy diverso. pero básico e impresc indible para la historia del Reino mallorquina. Desde el punto
de vista paleográfico , su interés y características son aná logos a los del Archivo de l Reino de
Valencia. acaso con mayor influencia humanística .

Archivo Histórico del Reino de Galicia. Fundado por Carlos 111 en 1763 con fondos proce-
dentes de aque lla Audiencia. fund ada. a su vez. por los Reyes Católicos en 1480 . Actua lmente
es archivo histórico en exclusiva. Sus documentos son principalm ente de justicia y puede decir-
se que empi ezan con el siglo XVI. Paleográficam ente , están represe ntadas las escritu ras de la
época. la procesa l de modo re levante.

Archivo Histórico del Reino de Navarra. Se identifica con el de la Cámara de Comptos


de la Diputación , cuyo or igen data de 1365. De carácter cas i exclusivamente histórico, es funda-
mental para la hi storia del Reino nava rro . Se da en sus documentos toda la gama de escri turas
gót icas y humanísticas. c on predom inio de las modalidades aragonesas y navarras . de trazado
correcto . según hemos visto en el tema 20.

Archivos Regionales de Vizcaya, Guipúzcoa y Alava. Son de poca antigü edad . ni por lo
que se refiere a su fundación ni por lo toca nte a sus fondos. De carácter exclusivamente his-
tórico. pueden considerarse aná logos a los archivos históricos de ca da provincia; pa leográfi ca-
mente, por lo moderno de sus fondo s. su interés es mínimo .

Archivos especiales. Prescindiendo de los aspectos jurídi co-prácticos que siguen vigen-
tes en todos ello s. su interés paleográfico-histórico depe nde de la antigüedad de sus fondos.
que es escasa genera lmente. Los más im portantes pueden ser el Archivo de Palacio . los de al-
gunas Univers idades. los municipa les y los de protocolos o notariales.

Archivos Provinciales. Todos tienen car ácte r em inentemente histórico y todos pertene-
cen al Cuerpo Facultativo. La cantid ad y ca lidad de sus fondos pueden variar mucho de un os
a otros y depe nden de causas fortuitas. Sa lvo los protocolos notariales . cuando los hay . y los
legajos proce dentes de !ds Delegac ion es de Hacienda. en genera l prepondera en ellos la docu-
mentación moderna. de poco interés paleográf ico .

b) Archivos eclesiásticos. Aunque sea n pocos los archi vos que. dentro de este grupo .
tan importante como vasto. teng an ca rácter y finalidad exclus ivamente histór icos (por ejemplo,
e l Archivo Hi stórico Diocesano de León). muc hos los ti enen de hecho . pues la vida jurídico-
adm ini strativa que gira en torno a ell os es muchas veces insignificante. Sin hacer. pues. discri-
mi nac ión entre lo histórico y lo admi ni strativo . podría formarse la siguiente tabla :
128
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIV/ 15

Metropolitanos o arzobispales.
Episcopales (documentación personal y secreta
del obispo) .
Catedralicios o capitulares (de catedrales y co-
legiatas).
1 Diocesanos (de los varios organismos de la Curia
Archivos ordinarios , Diocesana) .
Parroquiales .
Monásticos y conventuales.
Universidades.
Seminarios .
De otras instituciones . Cofradías .
Asociaciones .
Hospitales y centros benéficos .

Del Tribunal de la Rota .


Archivos especiales De la Nunciatura.
De la Conferencia Episcopal .

Algunos autores tratan de completar este cuadro añadiendo al mismo las series del Ar-
chivo Vaticano. que podría considerarse como archivo general de la Iglesia . Aunque la solución
sea discutible, damos aquí también la relación de dichas series: Archivo Secreto. Archivo de
Aviñón , Cámara Apostólica . Castillo Santángelo. Dataría. Archivos Consistoriales. Secretaría de
Estado . Colecciones y Fondos varios .

Ya hemos apuntado que. desde nuestro punto de vista paleográfico-histórico, los más
importantes son. con mucho. los archivos capitulares. y lo son así por la antigüedad como por
la calidad de sus fondos. Catedrales y colegiatas hay. como las de León y Oviedo. sin cuyas
series sería inútil haber pretendido averiguar las características de la escritura visigótica cur-
siva; o como las de Covarrubias y Burgos . sin los cuales ocurriría lo propio con la visigótica
redonda en documentos de Castilla; o como las de Huesca y otras iglesias de Aragón con la visi·
gótica aragonesa y navarra. Para la historia de la introducción y desarrollo de la escritura caro-
lina en la mayor parte de la Península. tampoco tienen precio los fondos capitulares de las gran-
des iglesias del norte y centro de Españ a.

A esta serie catedralicia o. mejor. capitular simplemente . siguen en interés los restos de
archivos monásticos que. por la razón que fuere. escaparon a la actividad desamortizadora.
como consecuencia de la cual se concentraron en el Archivo Histórico Nacional y en el de la
Corona de Aragón casi todos los documentos de los viejos monasterios leoneses. castell anos .
aragoneses y catalanes . Algunos de esos restos se conservan hoy en los propios monasterios
retsaurados .como Silos . San Millán de la Cogolla. Montserrat. Samas . San Pelayo de Ovi"edo.
con algunas piezas muy notables desde cualquier punto de mira, incluido . naturalmente. el pa-
leográfico .

De los otros archivos del cuadro. la mayoría sólo tienen un interés de segundo orden ,
al menos para el paleógrafo, pues se trata de depósitos menos antiguos. que con frecuencia no
alcanzan ni a la baja Edad Media . Ni siquiera los archivos episcopales y diocesanos . que histó-
ricamente son los más apreciables. se libran de este juicio; cuánto menos. los restantes.

e) Archivos privados. Sin ser despreciables. en conjunto forman , y es natural. el grupo


más modesto. Basta observar la tabla o cuadro que. sin pretensiones exhaustivas y más bien
a modo de ejemplo. suele formarse de los mismos :

129
XXIV/ 16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Casa de Alba.
Duques de Medinaceli.

A) Nobiliarios .... ...... . . .... ..


\
1
Duques de Frías.
Duque de Nájera.
Condes de Ardales (Salamanca).
1
1
Duque de Lerma (Toledo).
Duque de Fernán Núñez.

Instituciones académicas y culturales .


¡ Fundaciones y establecimientos benéficos.
\ Entidades bancarias.
B) De instituciones no estatales
Casas comerciales .
···¡
1
y personas particulares
Sociedades recreativas. mercantiles e indus·
tria les.
Simples ciudadanos .

Está claro que los del grupo B poco o nada tienen que ver con los aspectos principales
de nuestra disciplina . Y para los del grupo A valen el mismo juicio y observaciones que hemos
dado sobre los archivos eclesiásticos de segundo orden. Aun los más antiguos no suelen reba·
sar los sig los bajomedievales. Sólo por excepción. bien a título de coleccionismo, bien por razo·
nes familiares. pueden encontrarse en alguno de ellos documentos de primer orden. así desde
el punto de vista histórico como paleográfico.

111. BIBLIOTECAS

Ya hemos insinuado que. en cuestión de fuente históricas escritas y sus depósitos


correspondientes. las bibliotecas son. de ordinario, menos importantes que los archivos. Pri·
mero. porque muchos de los objetos reunidos en ellas contienen textos que sólo muy indirec·
tamente pueden considerarse como históricos ; segundo. porque la cantidad y antigüedad de
sus unidades sue le ser, con mucho , inferior a las archivísticas; y tercero . porque su interés
paleográfico decae en la mayoría de los casos. ya que se trata casi siempre de fuentes impre·
sas y, generalmente, modernas. Sin embargo, la extraordinaria categoría de algunas en el cam·
po paleográfico. precisamente , justifica de soba esta segunda parte del tema .

1. Nombre y concepto. De las palabras griegas B~B).~o\1, que significa libro. y e11kr¡ .
que significa caja. salió el nombre de biblioteca. para significar con él un conjunto de libros
más o menos organizado . reunidos intencionalmente en determinado lugar para su consulta y
uso. En el artículo de H. Leclercq. citado en las orientaciones bibliográficas. puede verse los
diferentes significados que la palabra biblioteca tuvo en la antigüedad y en los primeros siglos
cristianos. Sinónimo de biblioteca es el término librería. que aunque ambiguo. se emplea mucho
con ese significado .

De la diferencia sustancial que existe entre libro (simple vehículo de ideas) y documento
(instrumento legal y administrativo) surge la diferencia , también bás ica . que distingue concep·
tualmente la biblioteca del archivo. Este ya hemos visto que es algo inicialmente jurídico , y que
su contenido surge de la necesidad de regular en cualquier soc iedad organizada los derechos
y obligaciones de sus miembros ; aquéllas . en cambio . constituyen un fen ómeno histórico sur·
gido espontáneamente de la voluntad humana a impulso de sus aficiones o apetencias de orden
c ultural y científico .

2) Historia. Allá donde ha habido personas . intelectua lmente cu ltivadas a un nivel u


otro. con su correspondiente mundo de ideas y pensamientos. y hubo a la vez sistemas de es-

130
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX1V t 17

critura que recogieran y plasmaran esas ideas. tenía que sur~Jir sin hacerse esperar, algo que.
aunque no se llamara así, era virtualmente una biblioteca. es decir, un conjunto de piezas escri·
tas . de la forma y las dimensiones que fuesen (rollos. cuadernos). conteniendo textos temáti·
camente distintos y destinados a fines diversos: simple lectura. enseñanza. difusión de doctri·
nas. recopilación de sucesos, etc .

De ahí el que en todas las civilizacionesconocidas. aun las más antiguas. se hayan en·
centrado pruebas evidentes de la existencia de tales conjuntos escritos. Las hubo en los pue·
blos de Asia; fueron famosas las de Alejandría y Pérgamo; en Roma. siguiendo la tradición
griega. abundaron en un principio las particulares de personajes políticos. de escritores y sa·
bies (Cicerón . Atice . Varrón. Sila); a partir de Augusto empezó la instauración de bibliotecas
públicas (Octavia . Palatina. Tiberiana. Ulpia). que fueron siempre en aumento, y se incrementaron
notablemente. ya en la era cristiana . por obra de la Iglesia. Durante la alta Edad Media puede
decirse que casi son monopolizadas por iglesias y monasterios. En la baja empiezan a surgir con
fuerza las que llamaríamos civiles o seculares. de reyes. nobles y aun simples ciudadanos. Con
la aparición de la imprenta se facilita extraordinariamente la formación de los depósitos libra-
ríos . que empiezan a multiplicarse y a crecer masivamente. perdiendo en gran parte el encanto
e interés de épicas anteriores. En la Edad Moderna se intensifica la organización sistemática
de las grandes co lecciones librarías . que culminará en la época actual (siglos XIX y XX). carac-
terizada en este campo, como en otros . por las soluciones mecánicas y técnicas. Por eso . junto
a la Bibliología y la Bibliografía, que se ocupan de los aspectos sustanciales e internos de las
bibliotecas y el libro. ha surgido pujante la Bibliotecononomía, que atiende a los aspectos ma-
teriales y externos .

3. Clasificación. Podría fundarse en criterios análogos a los fijados para los archivos .
Y así tendríamos : oficiales o públicas . eclesiásticas y particulares. atendiendo a sus poseedo·
res; viva so muertas. según que sigan c reciendo o no las respectivas secciones; científicas
o populares, según la naturaleza de sus fondos y la calidad de sus lectores; generales o espe·
ciales. según las materias de sus colecciones: nacionales. regionales. provinciales. municipales
o locales. según la naturaleza y representación del organismo o autoridad de que dependen;
públicas . semipúblicas o reservadas en razón del posible acceso; catedrales. episcopales . mo·
násticas . conventuales. y de otros centros e instituciones. según la persona u organismo ecle-
siástico a que pertenecen .

4. Las bibliotecas en España . Su origen y desarrollo es paralelo al que hemos apun·


tado para las bibliotecas en general. Empiezan modestamente en la época romana; se incre·
mentan notablemente con las primeras instituciones cristianas. y adquieren categoría indiscu-
tible durante la época visigoda. en la cual basta para justificarlo apelar a la de San Isidoro de
Sevilla. Prescindiendo de la Espa~a musulmana . que también tuvo las suyas. en la España cris·
tiana y durante los primeros siglos de la Reconquista las bibliotecas fueron monopolio de los
reyes. de algunos nobles y. sobre todo . de monasterios e iglesias . especialmente las catedra-
les . En la baja Edad Media, a las monásticas. que decaen alarmantemente. y a las catedrali·
cias se unen las universitarias y van cobrando cue.rpo las civiles o seculares. ya de reyes. ya
de personajes y señores laicos o eclesiásticos . ya de individuos particulares . pero destacados
por la razón que fuere: Alfonso X el Sabio , don Martín el Humano. Alfonso V el Magnánimo.
el Marqués de Santillana. el escritor Francisco Eximenis, el papa Pedro de Luna , los cardenales
Juan de Cervantes y Fer nando Pérez Calvillo . los obispos García Gudiel. Luis de Acuña y Pedro
de Anaya figuran . entre muchos . como poseedores de librerías que nos son conocidas y , en
parte. nos han sido conservadas. En la Edad Moderna, y después de la carrera ascensional que
supo nen. como ejemplos destacados. la biblioteca de El Escorial, entre l_as reales. y la de Her·
nando Colón. entre las privadas. hay que contar. primero, con un período de decadencia rela-
c ionado con la crisis política. social y económica de España en los siglos XVII y XVIII. y lu eqo

131
XXIV / 18 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATI CA

con el resurgimiento libraría que va a suponer la época de los primeros Barbones. represen·
tado por la Biblioteca Nacional . la de Palacio. las de las Reales Academias y otras institucio-
nes científicas y l iterarias. Durante el sig lo XIX vendrá el profundo y , en muchos órdenes , irre-
parable bache de la desamortización , con la pérdida de tantos y tan ricos fondos librarías. del
cual puede dec irse que no se ha salido hasta entrado ya el siglo XX .

Como bibliotecas tipo de las que conviene exponenciar en un programa de Paleografía,


por considerarlas más en conexión con la naturaleza y el contenido de esta disciplina, citare-
mos entre las estatales u oficiales o públicas -que los tres nombres pueden aplicárseles-
las del monasterio de El Escorial y la Nacional de Madrid, que sobresalen muy por encima de
cualesquier otras, simplemente por los inapreciables fondos manuscritos que se guardan en
ellas, donde están representados todos los tipos de escrituras que hemos visto desfilar durante
catorce o quince sig los por escritorios de la Península Ibérica, partiendo de las escrituras roma-
nas y llegando hasta las últimas modalidades de la humanística. De la escritura visigótica en
concreto hay en ambos depósitos ejemp lares únicos . Y de la gótica de códices. un mues-
trario comp leto con mi les de ejemplares de los siglos XI II al XV II . de todas las procedencias .

Entre las ec lesiásticas . forman grupo especialmente interesante las catedralicias , donde
abundan las colecciones de manuscritos de la mejor clase paleográfica : León (la mejor dotada
en cuanto a piezas singulares se refiere). Oviedo. Toledo (que admira tod avía y a pesar de los
despojos sufridos , por sus ricos fondos bajomedievales). Sigüenza. Burgos. Tarazana, Sevi lla.
Córdoba, Osma, Segovia. Valencia . Barcelona, Tortosa pueden resultar las más representativas ;
casi todas tienen publicados sus cat álogos de manuscritos .

IV. MUSEOS

Hemos dicho al comienzo del tema que sólo lagunas museos están destinados, por su
naturaleza y fines . a poseer determinados fondos de objetos escritos . En los demás pueden
encontrarse dichos objetos . pero será excepcionalmente , por circunstancias pa rti culares y co n-
cret as. lo mismo que en una biblioteca o en un archivo pueden encontrarse . y se encuentran mu-
chas veces . objetos de museo .

No obstante. haremos una exposició n muy sucinta y somera de nuestro esquema-resu-


men en la parte correspondiente a Museos .

1 . El nombre. Viene del griego mouseion y del latín museum. Sirvió . primero. para de-
signar el templ o de las musas ; luego. el lugar o lugares consagrados a éstas de modo meta·
fóri co . es decir, cultivando en ellos la erudic ión . las ciencias y las artes .· Finalmente . sirvió y
sirve para denominar el ed ificio y las instalaciones en que se guardan co lecciones de objetos
típicos y representativos de carácter científico. artístico o simplemente histórico . de cua lqu ier
clase que sean. Así. hay museos geológicos. botáni cos. de animales. prehistóricos. de indumen-
taria , de música, de alimentos . Difíci lm ente habrá hoy actividad o manifestac ión hum ana. orga-
nizada científicamente. que no tenga su museo .

2. Historia. A l nombre gr iego que acabamos de comentar parece va unido el origen .


ta mbién griego, de la cosa en sí. es decir . de la institución museo, tal como fue entendida
en un principio . Todos los autores apelan para demostrarlo al célebre Museo de Alejandría.
del siglo 11 a. C .. en cuyo conjunto una de las partes integrantes era la célebre biblioteca de
To lomeo 11.

A la idea decolección de objetos , que es hoy algo consustancial a la palabra y al c on·


cepto de museo . parece . asimismo . que respondió ya en Grecia y en Roma una cierta re alidad .

132
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIV / 19

referida por lo menos a pinturas, esculturas y otras obras de arte. aunque fueran reunidas y
ordenadas en plan más particular que público, como en el caso de los reyes de la dinastía atálida
de Pérgamo. o en el de Agripa . a quien se refiere Plinio , exaltando el interés de las colecciones
artísticas por él reunidas.

Durante la Edad Media, más que de museos . hay que segu ir hablando de colecciones de
objetos artísticos. reun idos de forma espontánea y casi asistemática en los pa lacios de reyes
o magnates y en algunas iglesias. constituyendo lo que se llamaba y aún se llama en ocasio-
nes «el tesoro• . En los siglos XIV y XV, por influjo del Renacimiento , se intensificó ese afán
coleccionador . no sólo de joyas y piezas artísticas . sino también de objetos simplemente cu-
riosos por su antigüedad o su rareza . Pero todavía tienen estas colecciones un cierto carácter
privado, aunque los coleccionadores sean reyes o grandes personajes civiles y ec lesiásticos
que se constituyen en mecenas y protectores de artistas. con cuyas obras montan en sus pa-
lacios esp léndidas galerías. Ni siquiera durante los siglos XVI y VIl, en que el fenómeno co-
lecci on ista se acrecienta en amplitud e intensidad (recuérdese como muy representativo el
caso de las primeras colecciones regias del Monasterio de El Escorial). puede hablarse de
colecciones r eunidas y organizadas oficialmente por determinadas instituciones públicas.

Ese carácter oficial o público de algunas colecciones . y con él el moderno concepto de


museo, no se perfi la hasta el siglo XVIII y no empieza a generalizarse hasta el XIX , al aire po-
pular y democratizante que se va filtrando en organismos administrativos y oficiales . Muchas co-
lecciones de objetos dejarán de ser un lujo o un capricho personal o familiar para convertirse
en instituciones de carácter científico, cultural . recreativo, curioso o como quiera llamársele,
en beneficio de la sociedad y sus diferentes sectores . Geográficamente los irá habiendo en to-
dos los países y en todas las ciudades de alguna importancia con alcance general o naciona l
o regiona l o local incluso. En cuanto a su contenido, ya hemos dicho que su variedad es tan
amp li a como son los aspectos del mundo y de la vida, alcanzando campos tan singulares como
el de los museos personales o biográficos (de Erasmo en Anderlecht. del Greco en Toledo),
los conmemorativos de sucesos (de la batalla de Waterlóo), los de técnicas (del automóvil, de
la aviac ión). los de sociedades comercia les. los de instituciones cultura les o religiosas. los fol-
klóricos . los de productos naturales (del vino. de la sal) . etc .

3. División y clasificación. A pesar de esa profusión de museos de toda índole y pres-


cindiendo de otros criterios clasificadores -los mismos que hemos apl icado a los archivos y
bibliotecas en razón de su fina lidad, de sus propietarios. de su representatividad . de sus po-
sibil idades de acceso-. cabe una división en tres grandes categorías que . de un modo u otro.
los abarca a todos. a saber : museos de arte . museos de historia y museos de ciencia .

Desde el punto de vista historiográfico . las tres series pueden ofrecer muestras fidedig-
nas de la actividad del hombre en todos los campos y en todas las épocas ; y de ahí, su interés
para el historiador . Desde el punto de vista paleográfico . esas muestras serán mucho más res-
tringidas . concretándose -ya lo dijimos- a determinados fondos y determinados museos .

4. Los museos arqueológicos. Si repasamos la citada Guia de los archivos , bibliotecas


y museos arqueológicos de Rodríguez Marín . en su volumen dedicado a estos últi mos (Madrid ,
1925) . observaremos que entre sus fondos o secciones nunca faltan los correspondientes a
Epigrafía y a Numismática. cuyas piezas . salvo raras excepciones . son siempre objetos escri -
tos . No se trata ahora de explicar el porqué de esa peculiaridad de dichos museos. sino de
constatar el hecho y concluir que es en ellos y no en otros donde el paleógrafo -historiador o
filólogo- encontrará de modo regular y sistemático fuentes escritas . y que dichas fuentes cae-
rán siempre en uno de esos dos sectores : el de las inscripciones o el de las monedas .

En España la serie de los museos arqueológicos es tan numerosa como rica . y lo es .


concretamente . en los aspectos gráficos que nos interesan . Encabezada por el Museo Arqueo-

133
XXIV / 20 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

lógico Nacional . algunas de cuyas colecciones escritas son únicas. proporcionalmente muchos
de los provinciales no le van a la zaga. y el paleógrafo. si quiere conocer la escritura de toda
nuestra Edad Antigua y parte de la Media. deberá aplicarse al estudio de los objetos escritos
que se conservan as í en el Arqueológico de Madrid como en los de provincias . Sobresalen en-
tre éstos los de Mérida. Sevilla . Córdoba . Tarragona. León y Toledo.

Prescindiendo de las grandes publicaciones epigráficas y numismáticas (Hübner. Diehl.


A . Vives). las inscripciones y monedas que han ido publicándose en forma más asequible y
explicatoria permiten formarse idea adecuada del interés de ese gran sector de fuentes es-
critas. confiadas sistemáticamente para su conservación a los museos arqueológicos .

A través de los Catálogos Monumentales de algunas provincias (León. Badajoz). de las


· Memorias de los Museos Arqueol ógicos Provinciales» , de la revista «Numario Hispánico •. y
de trabajos sobre determinados lotes de monedas y epígrafes (p . ej.~ Colección de monedas
del Museo Arqueológico Nacional. de Navascués ; las citadas Inscripciones del Marqués de Man-
sa/ud. y las Losas y corona s sepulcrales de Mérida. del mismo Navascués) podrán los alumnos
que sientan cu riosidad y afición por temas de esta clase . introducirse en la observación ·y en el
conocimiento de sus aspectos paleográficos propiamente dichos .

l34
TEMA XXV

NOCIONES FUNDAMENTALES. DESARROLLO E HISTORIA DE LA


DIPLOMATICA

ESQUEMA/RESUMEN

l. Concepto y definición de
Diplomática
¡ 1.
2.
La palabra diploma.
Objeto y fin de la Diplomática. Doctrina tradicional.
3. Nuevas teorías.
4. Definición descriptiva.

1. Principios y normas.
11. Método diplomático
{ 2. Aplicación y procedimientos.
3. Relación con otras disciplinas.

¡
a) En el aspecto histórico.
b) En el jurídico. lnocencio 111.
1. Antecedentes e) Los humanistas italianos.
d) «Bella diplomática» o guerras
de documentos.

a) Papebroeck.
111. Historia de la Diplomática 2. Período fundacional y siguiente.
{ b) Mabillon.

3. Siglo xv111. El «Nouveau Traité».


4. Siglo XIX. Sickel y Ficker.
5. Siglo xx. La Comisión Internacional de Diplomática.
6. La Diplomática en España.

139
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

Con el presente tema empieza la quinta unidad del programa y se abre su segunda
parte o, mejor, la segunda disciplina de las dos que le dan cuerpo: la Diplomát ica. Sobre
los objetivos que nos proponemos alcanzar con la exposición y estudio de dicha disciplina
dijimos algo al comienzo del curso , haciendo hincapié, entonces y ahora, en que se trata
de preparar a nuestros alumnos, como historiadores en formación y en potencia, para que,
llegado el momento, puedan exolotar una clase concreta -la más importante- de fuentes
históricas escritas, conocidas con el nombre de diplomas o documentos. También se
apuntó allí cómo nuestras explicaciones se distribuirían en dos unidades: la primera que es
ésta, dedicada a los problemas generales planteados por dichas fuentes; la segunda, al
examen especial de determinados grupos de las mismas, aquellas, precisamente , que tienen
relación más particular con la historia de nuestra península.

A través del correspondiente esquema-resumen , se puede observar que este tema 25


en su primera parte está dedicado a la exposición de nociones e ideas fundamentales sobre
la asignatura de Diplomática, mientras la segunda trata de reflejar la línea seguida por ésta
en su origen y desarrollo. Sobre el conjunto de ambas partes hacemos las siguientes ob-
servaciones:

1.a El tema es demasiado amplio, pues por razones externas ha sido preciso meter
en poco espacio mucha materia. Lo ideal hubiera sido dividirlo en dos. Posiblemente el
alumno lo encontrará recargado más que en extensión en densidad de contenido.

2.a La primera parte abunda en ideas menos conocidas y divulgadas, con conceptos
y distinciones sutiles a veces, cuya asimilación puede resultar no tan fácil y ráp ida como en
otras cuestiones. Para facilitar su inteligencia y comprensión , aconsejamos al alumno que,
junto con éste,. simultanee el estudio del tema 26 sobre concepto y defin ición del docu-
mento, cuya doctrina importa mucho tener presente desde el umbral mismo de la asigna-
tura.

3.a La segunda parte, en cambio, se presenta más fácil y asequible. Por su carácter
narrativo, con las consiguientes noticias curiosas y en algún momento anecdóticas, ayudará
a contrapesar las arideces de la primera y resultará, sin duda, más del gusto de los alum-
nos; a los cuales algunos hechos y personas que aquí salen deben sanarles de los temas 111
y IV, dedicados a historia de la Paleografía.

4.a En el terreno práctico, estos temas de Diplomática necesitarán, en general, me-


nos aparato que los paleográficos, sobre todo los correspondientes a la Unidad 5. Los
ejemplos concretos, necesarios o convenientes para ilustrar nuestras explicaciones teóri cas

141
XXV/4 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

los tomaremos, siempre que sea posible, del material aportado a los ejercicios prácticos en
anteriores temas de Paleografía; material que muchas veces hemos visto estar integrado por
diferentes clases de documentos.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Con ser mucho el caudal bibliográfico dedicado a la Paleografía a través de sus tres
siglos de existencia como disciplina científica, seguramente es mayor el de la Diplomática,
sobre todo si contabilizamos las publicaciones que sólo parcialmente tengan que ver con
ella, como es el caso de las colecciones de documentos y de los catálogos o inventarios de
fondos archivísticos. Desde los seis libros De re diplomatica, de Mabillon, en la segunda
mitad del sig lo xvu, puede afirmarse que no ha habido década sin alguna aportación intere-
sante, al menos de carácter parcial y monográfico; las cuales han proliferado extraordina-
riamente en los últimos años, orientándose con frecuencia a plantear bajo puntos de vista
nuevos o renovados los problemas básicos y principales de la disciplina. Para los principa-
les títulos nos remitimos a la segunda parte del tema sobre historia de la Diplomática.

En orden a la temática concreta de toda la Unidad 5, pueden recomendarse como


más asequibles para el alumno, así desde el punto de vista pedagógico como del comercial
y adquisitivo, los manuales ya clásicos de C. Paoli y G. Bascapé, Diplomática (Florencia,
1942), y A de Boüard, Manuel de Diplomatique en su vol. 1, Diplomatique Général (París,
1929). Sin embargo, y por lo que hace a las cuestiones concretas que plantea nuestro tema,
el primero de dichos autores no las contempla especialmente sino di l uidas en diferentes
capítulos ; el se~undo sí les concede suficiente espacio , en sus páginas 11 -31. Reciente es,
todavía el trabajo de AG. Tessier publicado en el vol XI de «L 'Encyclopédie de la Pleiade,
(París, 1961) bajo el título de Diploma tique y con una problemática que, en su mayor parte,
coincide con la del tema cuya explicación iniciamos; e igual puede decirse de su Dipfoma-
tique publicada en la colección «Que sais-je?, (París, 1952). Más reciente que ninguno
puede ser el manual de P. Rabikauskas, con sus respectivos volúmenes sobre Diplomatica
pontificia (Roma, 1970) y Diplomatica generalis (Roma, 1971), donde los problemas funda-
mentales de la asignatura están breve y claramente expuestos.

En España no existe hoy en el mercado un manual o trabajo de conjunto sobre la


materia. Hubo las Nociones de Diplomática española, de J. Muñoz Rivero (Madrid, 1881 );
las Nociones de Diplomática, de E. Sarrablo (Alcalá, 1941 ), y el Curso General de Paleogra-
fía y Diplomática españolas, de A C. Floriano (Oviedo, 1946). Este último, que es en con-
junto el más recomendable y cuyos ejemplares corren todavía con provecho entre los estu-
diosos, apenas dedica algunos párrafos (páginas 219-220) a los enunciados de nuestro
tema. Lo mismo que el artículo sobre ··Diplomática medieval española, publicado en el
Diccionario de Historia de España de la «Revista de Occidente, (Madrid, 1952).

Como consecuencia, éste y los siguientes temas los redactaremos íntegros en los
respectivos apartados de explicaciones complementarias.

142
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. CONCEPTO Y DEFINICION DE DIPLOMATICA

1. La palabra diploma. Viene del griego ~mi, oü que quiere decir doblado o plegado en
dos partes. En latín la palabra se sustantiviza y sirvió, al principio, para designar diversos
objetos escritos, cuya característica fundamental consistía en constar de dos partes plega-
das sobre sí mismas y cerradas de alguna manera para proteger su contenido textual
cuando éste tenía carácter reservado o personal e intransferible. Por ejemplo, los diplomas
de ciudadanía romana, los de permisos o licencias militares, los de franqu ici a o salvocon-
ducto a favor de alguien para viajar en transportes oficiales o públicos . Los diplomas po-
dían ser de cera, de bronce , de papiro, de madera. (En el Lexikon totius /atinitatis de Force-
llini pueden verse más por extenso las aplicaciones de esta voz en la época romana .}

Durante la Edad Media el vocablo sigue manteniendo igual o parecido signif icado,
apuntando alguna vez a significar determinados tipos de documentos, prescindiendo de que
estuvieran o no plegados y cerrados.

Pero el sentido documental propiamente dicho le vendrá a la palabra diploma de los


primeros humanistas italianos, quienes empezaron a aplicar la, primero , a piezas documenta-
les procedentes de la más alta autoridad civil o eclesiástica (emperador, rey, papa) y, luego ,
a cualquier documento revestido en sus formas interna y externa de especiales solemnida-
des. (Para más detalles véase el artículo correspondiente del G/ossarium mediae et infimae
latínitatis, de Du Cange.)

Con esa significación fue aceptado el nombre de diploma y sus derivados por los
eruditos (historiadores y juristas) de los siglo XVI-XVII, hasta quedar defin it ivamente consa-
grado por Mabillon en sus De re díplomatica /ibri sex, que vimos en el tema 3 y veremos
más adelante al exponer los orígenes históricos de la Diplomática como ciencia ; haciendo
notar ya desde ahora, que, como en tantas otras disciplinas,. el nombre resu lta menos ade-
cuado; sin que proceda , a pesar de ello, dedicarse a criticarlo y, menos, a rechazarlo .

Por consiguiente, podemos decir que hoy la voz diploma es sinónima de la voz do-
cumento y que la Diplomática ha pasado de ser etimológicamente la ciencia de los diplo-
mas; a ser en realidad la ciencia de los documentos, tal como los entendemos y explicamos
en el siguiente tema 26, cuya primera parte conviene sea leída y tenida en cuenta por los
alumnos a partir de ahora mismo.

2. Objeto y fin. Doctrina tradicional. Al entender la Diplomática como ciencia de los


documentos, está claro que todos y cada uno de éstos, en el conjunto de su entidad física

143
XXV/6 PAL EOGRAFIA Y DIPLOMATICA

y su contenido textual e ideológico, constituyen el objeto material de aquélla. En eso no


hay dificultad, como no sea la que pueda derivarse del concepto de documento que no
interesa ahora y reso lveremos en el siguiente tema. El problema está en fijar cuál es el
objeto formal de la Diplomática; problema que, a su vez, implica estas tres cuestiones:
Primera, ¿qué elementos o , mejor, qué aspectos del documento interesan a la Diplomática?
Segunda, ¿qué acción ha de ejercer ésta sobre aquéllos, es decir, qué papel le corresponde
jugar a la Diplomática y al diplomatista en relación con los aspectos que puedan interesarte
del documento? Tercera, ¿qué fin ha de perseguirse al jugar ese papel o al ejercer esa
acción?

a) En cuanto a la primera cuestión, importa notar que el aspecto fundamental del


documento es de naturaleza jurídica, tanto que, de faltarle ésta en un grado o en otro,
dejaría de ser documento y poco o nada tendrían que ver con él ni la Diplomática ni el
diplomatista. Todos los demás aspectos o elementos documentales lo son en función de
aquél y están orientados a la mayor eficacia del hecho jurídico contenido en el texto y
contexto documental ; pueden ser varios y muy heterogéneos, a saber: paleográficos (la es-
critura del texto y cuanto tiene que ver con ella), históricos (personas, fechas, sucesos) ,
lingüísticos y literarios (formas gramaticales, frases y fórmu las retóricas, estilo). Son los tres
aspectos más importantes e imprescindibles de toda pieza o unidad documental. Otros más
particulares y específicos dependerán del contenido del documento y de los datos (ideas y
palabras) que plasmen ese contenido. Así, puede haberlos de carácter geográfico, social,
re ligioso, económico . penal, judicial, monetario, metrológico, mercantil , heráldico , adminis-
trativo, político. cu ltural , e incluso costumbrista o folklórico .

¿Cuál o cuáles de estos aspectos interesan al diplomatista? Diríamos que, si qu iere


llegar a alcanzar plenamente su objetivo , en un grado o en otro le interesan todos, si n serie
dado. en principio, prescindir de ninguno. De ahí que los grandes diplomatistas hayan so-
lido ser grandes y asombrosos eruditos, con un conocimiento extraordina rio de las materias
más diversas.

b) A la segunda cuestión, respondemos diciendo que ese conjunto de elementos o


aspectos documentales han de ser analizados y enjuiciados críticamente por el diplomatista
en orden , antes que nada, a averiguar la autenticidad del documento, o sea, a saber si es
verdadero o falso, y si lo es en todo o en parte, tratando de llegar a conclu ir que hay o no
hay concordancia total o parcial entre todos los elementos. internos y externos, que lo
forman y lo conforman. Esa búsqueda de lo auténtico es, precisamente, la nota caracterís-
tica de la definición de Diplomática formu lada por Mabillón para quien d icha d isciplina es
el arte o ciencia de distinguir los documentos verdaderos de los fa lsos, «ars secernend i
antiqua diplomata vera a falsis »; definición que se ha mantenido sin grave controversia casi
hasta nuestros días.

e) El fin principal perseguido por la diplomática y el diplomatista al jugar el papel


crítico que decimos sobre los diferentes aspectos documentales, se cifra en el aprovecha-
miento y explotación del documento como fuente histórica escrita, aspirando a sacar de él
cuantos datos y elementos puedan servir al esc larecimiento de determinados fe nómenos
históricos.

Con lo cual está claro que. en la categoría de las ciencias, a la d iplomática habrá
que clasifi carla, y así viene clasificándose desde sus principios, como ciencia auxiliar de la
Historia. Pero no de una historia que se elabore sobre cualquier clase de fuentes. sino
sobre fuentes documentales en exclusiva. cuya naturaleza y fundamento hemos d icho que
han de ser necesariamente jurídicos. Por consiguiente. y quiérase o no . la activ idad del

144
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVf?

diplomatista ha de verse condicionada por esta doble influencia: la que deriva del conte-
nido jurídico de los materiales que maneja, y la que se proyecta desde el fin historiográfico
que persigue con el manejo de éstos.

3. Nuevas te orías. Entendemos por tales aquellas que, desde finales del siglo XIX
han tratado, si no de rectificar, sí de retocar más o menos a fondo ese concepto tradicional
d e Diplomática y el objeto de la misma. He aquí los principales puntos afectados por di-
chos retoques:

1. 0 El objeto de la Diplomática - puntualizan algunos autores- no está constituido


solamente por los documentos medievales, como parecen haber supuesto los primeros di-
plomatistas, sino por todos y cualesquiera documentos, así los más antiguos como los más
modernos, incluidos los actuales. Aun desde el punto de vista historiográfico, que es e l que
más nos importa, piénsese que los documentos de hoy, para el historiador del mañana se
habrán convertido de algún modo en antiguos. En cuanto a su calidad y contenido, tam-
poco cabe excluir ninguno, ni siquiera los puramente administrativos y los documentos lato
sensu, que contemplaremos luego especialmente.

2.0 Aunque la razón de ser y el fondo de todo documento sean algo jurídico , el
diplomatista, al fijarse el objeto de su acción sobre el mismo , tendrá en cuenta tanto y más
que e l fond o , la forma del documento: no sólo la material y extern a, sino también y antes
q ue ésta, la textu al o interna.

3. 0 A través d e los e le mentos visibles y presentes d el documento que con stituyen el


objeto fo rmal inmediato d e la Diplomáti ca, el diplomatista ha de aspirar, como objeto me-
diato , a averi g uar y c onocer la génesi s y las fases por que la pi eza d oc umental fue pasando
desde que se ideó y proyectó en la mente de alguien hasta que ll egó a su estado y mo-
me nto actuales.

4° Para la historiog rafía marxist a y sus actuales doctrinarios el princip al o bjeto de la


Diplomática nada tiene q ue ver con cuanto dej amos ex puesto; se centra en los aspectos
sociales d el documento y en torno a ellos ha de girar, con exc lu sión o p reteri ció n de cual-
q uier otro, la actividad del diplomati sta. Este habrá de considera r antes qu e nada la fun ció n
social de l documento, es d ecir, su re lació n c on las personas q ue intervienen en el m ismo y
co n las clases sociale s que representan , las cuales so n qui enes ve rdadera mente co ndi cio-
na n su naturaleza.

5.0 Seg ún q ue la Di pl o mát1ca y el diplom ati sta atiendan espec ialmente a deter m ina-
d as clases y a determi nad os aspectos d oc ume ntales, han ido surg ie nd o una seri e de divi-
sio nes de nuest.ra d isci pl ina q ue. au nq ue asiste máticas y superfi ciales, convie ne recogerl as
en tre las novedad es que en unci amos. Basta el no mbre de cada una para hacerse idea de lo
q ue suponen y de lo q ue co n ellos qu iere significarse: Así tenemos Diplomáti c a general y
especia l: medieva l y moderna: histó rica y j uríd ica ; ele mental y co mparad a; real , po nt ifi cia,
señ o rial y privad a, seg ú n que lo s do cu me nto s estudi ad os proceda n de la m ás a lta autori-
d ad. civil y eclesiásti ca. o de autoridades intermed ias o de personas e inst ituc io nes p arti cu-
lares

4. Definición desc riptiva. En ge neral. p uede dec irse que las novedades reflejada s en
los c1nco punto s an terio res res ultan correct as y son aceptables, in cluso las de cuñ o mar-
xista. s1 no fue ra por e l exclusivis mo co n qu e intentan red ucir e l d oc ume nto a su so la
dim ens1 ó n social , co n las naturales conc lusio nes prej uzgad as y to rcidas. En reali dad, tales
novedades no so n más qu e ampliaci ó n o punt ualizaciones de la id ea y de la doctr ina di-

145
XXV/S PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA

plomáticas tradicionales. Bueno será, no obstante, tenerlas en cuenta a la hora de formular


una definición de la Diplomática, descriptiva o explicatoria, que podría ser ésta: Ciencia del
documento al que analiza críticamente en todo su conjunto, pero especialmente en su
forma, génesis, evolución, tradición y conservación ; disponiendo dicho análisis en orden a
demostrar su autenticidad y a establecer su valor como fuente histórica.

En los temas siguientes volveremos sobre cada uno de los términos que componen
dicha definición y sobre cuantos factores y circunstancias puedan tener especial relación
con ellos.

11. METODO DIPLOMATICO

Como en Paleografía y como en cualquier otra disciplina científica con relación a su


objeto formal, entendemos aquí por método, de una parte, el conjunto de normas y princi-
pios que deben presidir la acción del diplomatista en relación con los documentos, y de
otra, la serie de procedimientos y reglas concretas a través de los cuales habrán de apli-
carse esos principios. Enunciaremos por separado unos y otras:

1. Principios metodológicos. Los más importantes para una labor eficaz del diploma-
tista, pudieran ser éstos:

a) Saber distinguir siempre y en cada caso entre autenticidad diplomática y autenti-


cidad histórica. Aquélla es condición de todo documento que, al ser examinado, se mues-
tra, externa e internamente, tal y como salió de la mente de quien lo pensó y de las manos
de quien materialmente lo hizo. En cambio, para la autenticidad histórica basta con que
sean verdaderos y exactos los hechos que se consignan en el documento. La primera no
supone la segunda, y viceversa; o sea, que puede un documento ser diplomáticamente au-
téntico y no serlo históricamente, o al revés. Por ejemplo, si una copia de un documento
quiere hacerse pasar por original y repite fielmente el texto documentado y las ideas conte-
nidas en é l son verd ade ras, tendremos un caso claro en que concurren autenticidad histó-
rica e inautenticidad diplomática. El fenómeno contrario nos lo ofrecen los llamados «falsos
de cancillería , o sea, documentos originales expedidos con todas las formalidades por la
oficina encargada de prepararlos y exped irlos. pero cuyo texto cont iene datos falsos met i-
dos por error o por malicia.

b ) Tratar de ave riguar y establecer la tradición del documento, distinguiendo entre


original u originales y copias en sus diversos tipos.

e) Examinar y conocer a fondo los caracteres normales del documento, así internos
como externos. desde la materia sobre que está escrito y la tinta con que fue trazada su
escritura hasta el estilo del texto o discurso documental , con las palabras e ideas que
forman el mism o, sin despreciar ning una.

2. Aplicación de principios, o sea operaciones co ncretas que el estudioso de los


documentos ha de llevar a cabo para aplicar con efectivi dad d ichos principios y conc luir
con la mayor seguridad posi ble sobre cada uno de los aspectos documentales a que se
refieren aquéllos.

a) Para averiguar la autenttcidad de un do cumento se procederá por los siguientes


pasos :

146
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXV19

1. 0 Armarse de prudencia y ecuanimidad evitando todo interés o apasionamiento


previos que prejuzguen la condición de auténtico o inauténtico.

2. 0 En princtpiO y en caso de duda, habrá de estarse a favor de la autenticidad


siempre que ésta se halle avalada por una tradición constante.

3.0 En principio, no debe suponerse nunca mala voluntad por parte de quien hizo el
documento, de suerte que cuando se descubran errores que no afecten a su sustancia y
adiciones o notas aclarato"rias de sentido razonable, no han de tomarse como indicio de
fa lsificación.

4.0 Si se observa que hay contradición entre los datos suministrados por un docu-
mento y los de cualquier otra fuente histórica, habrá de otorgarse mayor credibilidad a los
primeros.

5.0 Si se llegare a la conclusión de que el documento no es auténtico, conviene


averiguar, hasta donde sea posible, las causas de su inautenticidad, que Mabillon reduce a
estas tres clases: Primera, ex caducitate, o sea, cuando sólo se ha pretendido sustituir un
original deteriorado por otro nuevo. Segunda, ex iactura, cuando la sustitución se hace por
haber desaparecido el original primitivo. Tercera, ex dolo malo, o sea, premeditadamente ,
con intención de engañar a quien sea.

b) Para conocer la trad ición de un documento distinguiendo entre originales y co-


pias y valorando su respectiva calidad diplomática, serán necesarios una serie de conoci-
mientos y reglas, que la observación y la experiencia han ido elaborando y que están reco-
gidos en el siguiente tema 31 , al cual nos remitimos. Nos referiremos ahora solamente a la
crítica de que han de ser objeto las copias documentales cuyo texto interesa mucho esta-
blecer y fijar, según reglas que constituyen la especialidad llamada ecdótica, la cual no es
privativa de los documentos, sino ap licable a toda clase de textos, narrativos, literarios, etc.

e) Para poder abarcar el conjunto de caracteres externos e internos en que necesa-


riamente ha de plasmar todo documento, el diplomatista debe estar iniciado, siquiera al
mínimum, en una serie de disciplinas, tantas cuantos aspectos vimos que podían ofrecer en
su diversidad las piezas documentales de determinada época, de determinada región, etc.
Como regla práctica para proceder con sensatez y realismo en campo tan inmenso, se
aconseja al estudioso de los documentos disponer de una bibliografía complementaria (pa-
leografía, onomástica, instituciones jurídicas, numismática, toponimia, metrología, etc.) a la
que pueda acudir en cada caso para ayudarse en la solución de los problemas que le
planteen los variados aspectos documentísticos.

d) Para el estudio y fijación de las fases por que ha ido pasando cualquier docu-
mento desde que fue ideado por su autor hasta que llegó a poder de su destinatario y éste
lo registró, o lo copió o lo archivó o lo retransmitió o lo destruyó o lo abandonó simple-
mente, el diplomatista no puede dejar de conocer cuanto concierne a formularios documen-
tales, cancillerías, notarios, archivos, etc. , y no sólo en general sino en relación concreta
con el documento o series de documentos que le interese enjuiciar especialmente.

3. RELACION CON OTRAS DISCIPLINAS

a) Ha de tenerlas la Diplomática, después de cuanto dejamos dicho, con la Historia,


con el Derecho y con la Filología o Historia de la Lengua, a los cuales sirve en calidad de

1.. 7
XXV/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

ciencia auxiliar, suministrándoles datos y conclusiones que aquéllas aprovechen para sus
repectivos fines. La primera, para construir la historia en torno a hechos, personas, institu-
ciones que sean aludidas o afectadas por tales o cuales documentos. La segunda, para
garantizar la pUreza y legitimidad de los hechos jurídicos (positivos o negativos) que se
derivan de todo ente documentístico. La tercera, para que los fenómenos lingüísticos de
que son fuente abundosa los textos documentales puedan ser aprovechados por el filólogo
o el lingüista con seguridades sobre su procedencia geográfica, su encuadramiento crono-
lógico, su origen social, etc.

Todo lo cual en modo alguno presupone ninguna clase de confusión entre Diplomá-
tica e Historia, o Diplomática y Derecho, o Diplomática y Filología, pues distintos son sus
objetos formales, su fin inmediato y su método específico. Ni siquiera cabe identificar, a
ningún grado, como se ha pretendido, Diplomática e Historia del Derecho o de las Institu-
ciones jurídicas.

b) Más relacionada que con ninguna otra, es evidente que habrá de estar nuestra
disciplina con aquellas cuyo objeto material inmediato sea también el documento. Se trata
en concreto de la Paleografía, la Archivística y la Sigilografía. La primera hemos visto que
se interesa por la escritura del documento y que nació como auxilar y al servicio de la
Diplomática, pero sin confundirse con ella. Recuérdese del tema 2 aquella comparación de
que la Paleografía estudia e l cuerpo del documento, es decir, la escritura y los demás e le-
mentos extrínsecos; mientras la Diplomática estudia el alma, o sea, el discurso documental
en su estructuraccción literaria o retórica y en su contenido de ideas y pensamientos.

La Archivística y los archivos vimos en el tema 24 que tienen su única razón de ser
en los documentos, concretamente, en la conservación y clasificación de los mismos. No
cabe, pues, interferencia con la Diplomática, la cual lo que sí ha de hacer será suministrar
al archivero conclusiones y criterios que presidan su labor conservadora y clasifi cadora.

La Sigilografía puede enjuiciarse como un capítulo de la Diplomática, pues su objeto


formal y su finalidad última están constituidos por el ••sigillum" o sello, que no es sino un
e le mento fundamental e importantísimo entre los de validación del documento, al cual nos
referiremos de modo especial en el tema 29.

e) Otra serie de materias científicas tendrán que ver menos estrechamente con la
Diplomática y son las que corresponden a aspectos del documento más incidentales o ac-
cesorios, como la Geografía, la Cronología. la Economía, la Soc iol ogía, etc. La relación
entre Diplomática y cada una de esas disciplinas ha de ser mutua, y consistirá en un inter-
cambio de resultados, los que salgan de l análisis del documento e interese n a dichas cien-
cias y los que éstas puedan ofrecer al diplomatista para que realice su labor crítica docu-
me ntal a la luz de los principios y conc lusiones establecidos por el las.

Nada más reñido, pues. con el auténtico método diplomático que pretender proyectar
en exclusiva el estudio de l documento hacia alguno de esos aspectos. po r importantes qu e
parezcan , como ocurre, de parte de los historiadores marxistas, con la función social de l
documento. Batelli replicó a éstos muy ce rte ramente en el Congreso Internacional de Ci en-
cias Históricas de Vi e na en 1965, diciendo : «La Diplomática e stata paragonata alle scienze
esatte per il suo caratte re positivo. perche osserva i fatti al di fu ori di ogni ideología. Se si
adottassero presupposti ideologi ci, si torn e rabbe i ndietro di tres seco li al tempo de i be ll a
diplomati ca.>>

148
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXV/11

111. HISTORIA DE LA DIPLOMATICA

1. Antecedentes. Igual que vimos con la Paleografía, ocurre con la Diplomática: que
su estructuración como ciencia es algo reciente y que antes de organizarse como disciplina
científica recorrió una serie de etapas previas que bien podemos calificar de prehistoria o
antecedentes diplomáticos.

Se manifiestan dichas etapas y se ensayan dichos antecedentes en las dos vertientes


fundamentales de todo documento: la histórica que suministra datos sobre determinados
fenómenos históricos. y la jurídica que encierra derechos y obligaciones. en relación con
personas y colectividades concretas.

a) En lo histórico. El hecho de extraer de determinados documentos noticias o tes-


timonios de carácter histórico es muy antiguo. al menos en lo que se refiere a documentos
públicos. Lo hizo Tucídides para su Historia del Pe/oponeso, y Tito Livio para demostrar la
alianza entre albanos y latinos en tiempos de Tulio Hostilio, mientras Flavio Josefo se sirve
de diversos edictos imperiales para fundamentar pasajes de sus Antigüedades judaicas.

En la Edad Media se acentúa el recurso de los historiadores a los datos contenidos


en diplomas ; por ejemplo, en el caso de Orosio y Paulo Diácono y sus Historias respectivas.
Elocuente es al respecto el hecho de que Ludovico Pio, en pleno siglo IX, recomendara al
abad Hilduino servirse para su obra sobre San Dionisia Areopagita. no sólo de libros escri-
tos por autores griegos y latinos, sino también por los documentos conservados en arma-
rios de la iglesia de Saint Denis, de París, que se creía haber sido la sede episcopal ocu-
pada por el santo.

Pero en todos estos casos y otros análogos de la baja Edad Media falta habitual-
mente todo análisis crítico del documento suministrador de not icias. Ello hace que se tenga
por extraordinario el caso del dominico francés Bernardo Gui que, en el siglo XIV, se im-
puso la tarea de rectificar fuentes histórico-narrativas contrastándolas con datos y noticias
tomadas de documentos.

b) En lo jurídico. Esa crítica documental que falta casi absolutamente en el aspecto


histórico, puede decirse que se presenta . f!1áS avanzada en los aspectos documentales
jurídico-prácticos. Así , algo tienen que ver con ella ciertas disposiciones legales de época
romana y bizantina sobre las formalidades que se exigían para admitir la legitimidad y no
falsificación de determinados documentos; por ejemplo, la «novella» LXXIII de Justiniano
sobre la fe que había de otorgarse a los testimonios documentales.

Pero el primer intento verdaderamente importante de sistematizar la crítica diplomá-


tica con observaciones y reglas de alcance general hay que buscarlo en la Edad Media y
vincularlo al nombre del papa lnocencio 111 quien , tomando ocasión de una falsa bula pre-
sentada al cabildo de Milán para la provisión de un beneficio y devuelta a Roma como
sospechosa por dicho cabildo . estableció una serie de criterios que habían de tenerse en
cuenta al juzgar sobre la autenticidad de los documentos emanados de la cancillería apos-
tólica. Los enunciamos a continuación:

1o Observar si el sello es o no auténtico , y si , siéndolo, no ha sido arrancado de su


documento primitivo y unido a otro que quiera hacerse pasar por verdadero.

2. 0 Hacer lo mismo con los filamentos que lo ligan al pergamino de la pieza docu-
mental.

149
XXV/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

3. 0 Observar si en el texto hay raspaduras y si afectan a palabras o frases importan-


tes de que pende la naturaleza y el sentido del documento.

4.° Cuando varias bulas forman un conjunto o serie en torno al mismo asunto, con-
viene controlar que no se ha deslizado o introducido alguna falsa.

Del campo de los documentos pontificios trascendieron muy pronto dichas normas a
los demás campos, sobre todo al de los documentos regios, aplicándose desde el siglo XIII
en las cancillerías europeas, donde van surgiendo oficiales expertos en el peritaje diplomá-
tico. También se producirán éstos al contacto con los fondos documentales que se acumu-
lan en los archivos más importantes. Así, del de los reyes de Francia salieron, redactadas
por el archivero Gerard de Montaigu, una serie de observaciones sistematizadas a modo de
colección, sobre crítica diplomática.

e) Los humanistas. Nos referimos una vez más a los italianos que serán tan benemé-
ritos de la Diplomática como lo fueron de la Paleografía a título de instauradores de la
escritura humanística (tema 21 ). En el terreno de los documentos puede decirse que fueron
los primeros en proyectar la crítica diplomática, así sobre el lado histórico de los documen-
tos como sobre el jurídico.

Individualmente se han hecho famosos el propio Petrarca por el sagaz análisis a que
sometió dos falsos documentos, atribuidos respectivamente a Nerón y a César, sobre los
que pretendía basarse la independencia de Austria con relación al Imperio germánico, y
Lorenzo Valla, célebre por la impugnación que hizo de la famosa donación de Constantino
al papa Silvestre, que había sido hasta entonces el fundamento jurídico-histórico de los
Estados pontificios.

La invención de la imprenta fue también causa del notable progreso de la crítica


diplomática a partir del siglo xv, pues contribuyó a la difusión fácil y rápida de muchos
textos documentales, a los que hasta entonces no podían llegar más que los iniciados en el
conocimiento de los archivos.

d) Las polémicas religiosas y las guerras de documentos. Las primeras, que se en-
señorearon sobre Europa a partir del siglo XVI, fruto de la Reforma luterana, contribuyeron
no poco al examen crítico de los documentos y al empleo de los mismos para defender las
contrarias posturas religiosas de protestantes y católicos. El cardenal Baronio puede consi-
derarse patriarca de este nuevo método historiográfico, basado principal, si no exclusiva-
mente, sobre piezas documentales. Sus Annales ecclesiastici (Roma 1578-1583), redactados
como réplica a la Eclessiastica historia de los Centuriadores de Magdeburgo (Basilea 1560-
1574) caminan sobre documentación de primera mano y tan rica de datos como podía ser,
en cuestiones de Iglesia, la del Archivo Vaticano. Pero, además, viene a ser el primer autor
que cita los documentos con rigor crítico , los analiza y discute o los inserta íntegros en su
narración, con buenos criterios selectivos. A partir de él los historiadores, bien de temas
generales, bien de temas eclesiásticos, o biográficos, o locales, - que se ponen entonces
muy de moda- se acomodarán al nuevo estilo, utilizando toda clase de fuentes documenta-
les que con verdadera profusión, se insertan, se alegan, se discuten o citan.

En el terreno jurídico tampoco menguó, sino al contrario, el aprovechamiento para


fines prácti.cos de los depósitos documentales, con la consiguiente crítica de los mismos.
Juristas, políticos, eclesiásticos,. genealogistas recurren afanosamente a los archivos para
plantear reivindicaciones y defender o atacar derechos. Las controversias en este sentido

ISO
PALEOGAAFIA Y DIPLOMATICA XXV/13

alcanzaron en Alemania tal grado de apasionamiento que el historiador Ludwig las llamó
bella diplomatica o guerras de documentos. Nacieron éstas de las disputas subsiguientes a
la Paz de Westfalia por razón de soberanía, posesión y dominio de ciudades y monasterios.
cuyos títulos no eran otros que los antiguos documentos esgrimidos ahora con el mayor
encono.

2. Aparición de la Diplomática como ciencia. Período fundacional. Al cabo de tantas


luchas, el aspecto documental jurídico-práctico empieza a perder terreno y a ceder ante
una mayor estimación del documento como fuente histórica.

a) Papebroeck. La nueva tendencia histórico-documental se manifestó pronto en el


campo de la Hagiografía a través de la Sociedad de los bollandos fundada en Amberes
por el jesuita Juan Bolland , y de la publicación de los primeros volúmenes de su Acta Sanc-
torum en 1643. Miembro de ese grupo o sociedad de los bollandistas, como se llamó oficial-
mente, fue Daniel Papebroeck que aportó al equipo de hagiógrafos un método crítico tan
riguroso que rayaba en lo hipercrítico, expuesto y aplicado por él en la primera parte de
su conocido Propy/eum antiquarium (ver en tema 3. pág . .46). titulada «De veterum funda-
tionum, donationum. privilegiorum instrumentis discernendis», que quiere decir: Sobre los·
documentos de las antiguas fundaciones, donaciones y privilegios y la manera de discernir-
los; discernir, se entiende, los falsos de los verdaderos. En ella trataba de establecer unas
reglas precisas de crítica diplomática, tan demoledoras con relación a los documentos al-
tomedievales que por fuerza había de provocar enseguida la reacción de otros grupos de
historiadores y documentalistas.

b) Mabillon. La reacción más sesuda y eficaz, ya vimos en el tema 3 que corres-


pondió al monje benedictino Jean Mabillon con su célebre obra De re diplomatica libri sex,
que es como el primer tratado científico de nuestra disciplina. Trata en el primer libro sobre
la materia, el concepto y las clases de documentos; en el segundo, del estilo y las fórmulas
diplomáticas; en el tercero rechaza los criterios de Papebroeck ; en el cuarto estudia las
distintas procedencias de los documentos; en el quinto, su escritura; en el sexto, transcribe
y comenta una larga colección de diplomas. Ya dijimos que el éxito científico de Mabillon
fue no sólo sólido, sino espectacular y clamoroso. El mismo Papebroeck se le rindió con
singular nobleza y elegancia de espíritu, lo cual le llevó a escribir al benedictino una ejem-
plar carta (20 de julio de 1683), diciéndole que su única satisfacción por haber escrito
sobre materia de documentos la ponía en haber dado pie para que se escribiera una obra
tan acabada y completa como el De re diplomatica. No puedo dejar -terminaba- de admi -
rar una modestia tan grande junto a una erudición tan profunda.

3. Siglo XVIII . La obra y las teorías de Mabillon se difundieron rápidamente en Eu-


ropa. Su influencia sobre los diplomatistas que le siguieron de inmediato fue decisiva, limi-
tándose éstos a una labor más cuantitativa y práctica que otra cosa, sin novedades doctri-
nales ni teóricas. Su principal mérito hay que verlo en la aplicación que hicieron de los
principios mabillonianos a nuevas series de documentos; entre ellos. algunos pontificios, y
otros. de carácter privado. También en el tiempo supieron rebasar el siglo XIII, del que
Mabillon no había pasado.

Prescindiendo de otros nombres y títulos citaremos como obra más típica y represen-
tativa en todo este siglo XVIII el Nouveau Traité de Diplomatique de los benedictinos Tous-
tain y Tassin (París 1750-1765) que se proponían simplemente completar el De re diploma-
tica. Su propósito fue ampliamente logrado, pues entre otros avances apreciables, pusieron
los fundamentos de la diplomática pont ificia, esbozaron un tratado de Cronología aplicada a

151
XXV/14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

documentos y desarrollaron la distinción clásica entre caracteres documentales externos e


internos.

4. Siglo xrx. Como consecuencia de la revolución francesa y los trastornos de todo


orden que trajo consigo, a comienzos de la centuria decimonona el documento ha per-
dido casi absolutamente su interés jurídico, aumentando desmesuradamente su interés his-
tórico; circunstancia que iba a repercutir ventajosamente en el desarrollo de la Diplomática,
cuyas notas principales serán éstas:

1.a Especialización de temas, con preponderancia sobre las obras generales y de


conjunto del siglo anterior; de dicha especialización el método de la Diplomática saldrá
muy renovado.

Los dos gigantes de la especialización que decimos y de la renovación de métodos


no aparecen hasta la segunda mitad del siglo y son Teodoro Sickel y Julio Ficker, profesor
el primero de la Universidad de Viena, y el segundo de la de lnnsbruck. A Sickel se le
considera padre de la Diplomática moderna. Sus principales obras son: Beitrage zur Diplo-
matík o Contribución a la Diplomática (Viena, 1861); y Acta regum et imperatorum karolino-
rum, o Documentos de los emperadores y reyes carolingios (Viena, 1866). El nombre de
Ficker va unido como a obra más relevante a su Beitrage zur Urkundenlehre o Contribución
al estud io de los documentos (lnnsbruck, 1877), donde perfiló con profundidad y nitidez la
distinción entre las dos fases principales del documento, la «actio» y la «conscriptio». El
más notable continuador de la línea diplomatística de los dos profesores austríacos ha sido
Brünner con sus estudios, ya clásicos, sobre el documento privado.

2.a Difusión de la enseñanza de la Diplomática y creación de nuevos centros para


impartirla, como /'Eco/e des Chartes de París, inaugurada en 1821. Por delante habían ido
algunas Universidades alemanas e ital ianas, como las de Gott inga y Bolonia, y algunas es-
cuelas de archiveros y bibliotecarios.

3.a Creación de las grandes Sociedades e Institutos históri cos, cuyo fin primero iba
encaminado al conocimiento y explotación de las fuentes documentales. Primera y principal
fue la Sociedad para el estudio de la antigua historia alemana, fundada en 1919, cuya mani-
festación más espléndida corresponde a la magna co lección «Monumen ta Germanie Histo-
rica», cuya sección de Diplomas estuvo dirigida por Sickel. En Roma y en torno a los ricos
fondos del Archivo Vaticano fueron surgiendo una serie de Institutos históricos por nacio-
nes que habían de contribuir poderosamente al desarrollo de los estudios documentísticos.

4.a Aparición de nuevos tratados o manu ales de Diplomática, como el de H. Breslau ,


profesor de las Universidades de Berlín y Estrasburgo, quien publicó en 1889 su Handbuch
der Urkundenlehre, que aún hoy mantiene vivo su interés. Lo mismo que el Manuel de
Diplomatique de A. Giry (París 1893) que es como una suma o compend io de cuanto al
documento se refiere o puede referirse. con amplias nociones de Crono logía, Numismática,
Toponimia. etc.

s.a Siglo xx. Puede decirse que en lo sustancial se sigue y desarrolla la línea fuerte
de la segunda mitad del xrx marcada por Sickel , Ficker y Brünner. con representantes tan
co nspic uos como el itali ano Schiaparelli , autor de una serie de mo nografías inte resantísimas
sobre diplomas reales, el notariado medieva l, e l do cum ento ro mano, el documento lo ngo -
bardo , etc.

152
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXV/15

La principal novedad de este siglo hay que ponerla en la revisión emprendida desde
hace quince o veinte años por casi todos los especialistas en la materia sobre puntos to-
cantes a la naturaleza, fines y métodos de nuestra disciplina, donde son relevantes, entre
otros, los nombres de Bartoloni, Fichtenau, Petrucci, Sebanek, Pratesi, Battelli, Rabikauskas.
Quizás la explicación de esa coincidencia en afanes revisionistas haya que buscarla, en
buena parte, en la creación, el año 1968, dentro de la Asociación Internacional de Ciencias
Históricas, de la Comisión Internacional de Diplomática, con sus congresos, proyectos de
trabajo sobre Diplomática comparada, información bibliográfica, etc.

6. La Diplomática en España. Ha seguido, bien que con pocos bríos, una evolución
paralela a la del resto de Europa, que acabamos de ver. Su exposición la remitimos a la
siguiente Unidad 6, donde servirá de Introducció n a la Diplomática especial, cuyos temas se
refieren casi en su totalidad a documentación española.

153
TEMA XXVI

CONCEPTO, DEFINICION Y GENESIS DEL DOCUMENTO

ESQUEMA/RESUMEN

1. Documento-instrumento.
2. Documento histórico.
3. Documento jurídico.
4. Documento diplomático estricto.
l. Concepto y definición 5. Documento diplomático lato.
6. Nomenc latura de l documento.

¡
a) Documento dispos it ivo y docu-
mento de prueba.
7. Clasificación
Documento públ ico y documento
de los documentos. b)
privado.
e) Otras c las ificaciones.

1. Autor y destinatario.
2. Actio y conscriptio.
(
a) Petitio.
b) ln!ercessio .

11. Génesis del documento ~


3. Fases de la actio i e)
d)
lnterventio y consentio.
Test ificatio.
e) Sincronismo de la actio y sus fa-
ses.

a) lussio o rogatio.
b) Minu ta o borrador.
4. Fases de la cons-
criptio .... . .. . ..
1d) e)
Mundum o puesta en limpio.
Recognitio.
e) Validatio.
f) Expeditio .

157
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

Supuesto, del tema anterior, que la Diplomática es la ciencia de los documentos, urge
empezar a explicar cuál es la idea o concepto que responde a dicho vocablo, y cuáles los
problemas principales que giran en torno al mismo. Con ello el alumno no sólo comple-
mentará y pondrá más en claro nociones del tema 25, sino que se equipará de los conoci -
mientos necesarios para adentrarse con provecho en los siguientes temas.

Por lo que al presente se refiere, nótese que va dividido en dos partes principales:
una, la primera, que responde a lo que pudiéramos llamar cuestiones fundamentales: qué
es el documento, para qué sirve, cómo se clasifica y denomina, etc.; la segunda, en cambio,
entra ya en un área singular y concreta del mundo documental: la de su génesis, o sea,
cómo nace, crece y llega a su plenitud cualquier pieza documentaría. Algunos puntos del
tema seguirán resultando, además de nuevos y poco o nada conocidos, demasiado concep-
tuosos, con la consiguiente dificultad para su comprensión y asimilación . Lo cual quiere
decir que el alumno ha de estarles particularmente atento.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Las dos partes del tema son capítulo obligado en todos los manuales de la disciplina.
Nuestra exposición irá montada principalmente sobre los dos primeros apartados de la Di-
plomática, de Paol i, «Definizioni e nozioni generali » (páginas 17 y 26) y <<Preparazione e
fattura dei documenti ,. (página 57) ; así como sobre la segunda parte de la Introducción de l
Manuel de Diplomatique, de Boüard , <<Notions fondamentales et définitions,. y sobre e l pri-
mer capítulo de su lib ro 1: <<La genese des actes". El Curso General, de Floriano Cu mb reño ,
se ocupa del tema en el apartado 111 de su Parte general. párrafos primero y tercero (pági -
nas 220, 224 y 250) .

Otra bibliografía más especializada y monográfica irá saliendo sobre la marcha de


nuestras explicacion es, que desarrollan el tema completo . Como de acceso posiblemente
más fácil para los alumnos, a través de las biblio tecas de los Colegios Notarial es. ad elanta-
mo s ya la obra de R. Núñez Lagos. Hechos v derechos en el documento p úblico. Ma drtd.
1945

159
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. CONCEPTO Y DEFINICION DE DOCUMENTO

A la palabra documento responden una serie de conceptos y realidades que, coinci-


diendo en algo muy elemental y básico, difieren - algunos por lo menos- en aspectos que
podríamos considerar esenciales. Enunciaremos dicha serie·, empezando por aquellos con-
ceptos que pueden quedar más fuera de la órbita de la Diplomática y terminando en los
que caen más dentro de ella.

1. Documento-instrumento. Entendemos por tal cualquier testimonio escrito u oral


destinado a dar fe de un hecho. A esta idea de documento responde la definición del
célebre jurisconsulto romano Paulo , recogida luego por Justiniano en las Pandectas: cclns-
trumentorum nomine ea omnia accipienda sunt quibus causa instruí potes!». Lo más típico
de dicha definición está en que el instrumento que da pie para instruir una causa, pueda
ser un testimonio escrito o un testimonio oral, identificándose este segundo con cualquier
persona que testifica sobre algo verbalmente: «Et ideo -dice el propio Justiniano- tan
testimonia quam personae instrumentorum loco habentur». Huelga decir que esta idea de
documento no interesa propiamente a la Diplomática.

2. Documento histórico. Se considera y se llama así cualquier testimonio escrito que


pueda dar fe de un hecho, pero careciendo de forma y fuerza legales; por ejemplo, una
crónica, unos anales, una inscripción sepulcral. Lo específico en este caso está en no tener
ni formalidades ni efectos legales, por lo cual no sólo no resulta de interés para la Diplomá-
tica sino que resulta contradictorio con ella.

3. Documento jurídico. Por tal se entiende cualquier testimonio escrito, legalmente


válido, destinado a ser prueba jurídica de un hecho. Lo típico de este concepto documental
hay que ponerlo en aquello de ser legalmente válido para ser prueba jurídica, cuyas notas
faltan precisamente al anterior.

4. Documento diplomático estricto. Se define así: cualquier testimonio escrito sobre


un hecho de naturaleza jurídica, en el que concurren determinadas y especiales formalida-
des -variables según las circunstancias de persona, lugar, tiempo y materia- · dándole
fuerza de prueba. Se trata de la definición, ya clásica, establecida por el ilustre diplomatista
Teodoro Sickel en su obra Acta regum et imperatorum karolinorum. Lo característico de
esta idea de documento hay que ponerlo en las especiales formalidades de que ha de ir
revestido el testimonio escrito .
161
XXVI/6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Algunos autores entienden, y con razón, que a la celebrada definición de Sickel -de-
finición diplomática por excelencia- le falta un elemento importante, el que se refiere a las
posibilidades históricas del documento. Paoli trata de subsanar esa falta diciendo que do-
cumento son aquellas escrituras que tienen a un tiempo carácter histórico y jurídico y van
revestidas de especiales formalidades externas. Floriano puntualiza más sobre dichas posibi-
lidades y define al documento estrictamente diplomático como «la supervivencia escrita que
perpetúa hechos de naturaleza jurídica y que, formulada o redactada sin intencionalidad
histórica, sirve no obstante a la historia como fuente primordial y directa».

5. Documento diplomático lato o en sentido amplio, se consideran cualesquier escri-


turas de carácter legal, histórico y admi nistrativo que existen en los archivos y tienen al-
guna relación con los documentos propiamente dichos. Por ejemplo, proyectos de leyes y
órdenes, minutas y borradores, relaciones de noticias y sucesos, cartas, solicitudes, cuentas,
informes, listas y estadillos de personal, etc., todos los cuales, al menos indirecta y parcial-
mente, pueden ser objeto de la Diplomática. Tan pueden serlo que el archivólogo R. H.
Bautier llega a proponer la tesis, exagerada ciertamente, de que el objeto, así material
como formal, de la Diplomática es algo muy simple y se identifica con cuanto hay conser-
vado en los archivos.

6. Nomenclatura o nombres que se han empleado como smontmos o sustitutos de


la palabra documento. Tiene interés el conocerlos, para no confundirse cuando se lean
autores de otras épocas que los usan o autores actuales extranjeros que tengan su termino-
logía propia y distinta. He aquí los principales, expresados en latín, que es la forma más
frecuente de expresarlos, incluso modernamente: «Diplo ma, acta o actum, instrumentum,
scriptura, pagina, charta, littera, epístola, preceptum, privilegium, mandatum, testamentum,
chirographum".

In sistimos en que se trata de nombres referidos al documento en general, sin entrar


en los que se aplican a tipos documentales concretos, donde la serie de nombres que
veremos luego es casi infinita, sobre todo en boca de algunos autores medievales y del
siglo XVIII. Importa mucho tener presente, para evitar posibles confusiones, que alguno de
esos nombres genéricos que acabamos de dar, se han emp leado en ocasiones para desig-
nar especies documentales determinadas y concretas. Tampoco hay norma segura ni fija
para decidir si los nombres en cuestión co ntemplan especialmente al documento en sentido
estricto o en sentido lato. Los modernos autores alemanes y franceses (Boüard, por ejem-
plo) dedican amplios espacios a discutir este último punto, engendrando, a nuestro juicio,
más confusión que claridad.

7. Clasificación de los documentos. Para establecerla pueden seguirse diferentes cri-


terios, por ejemp lo, las diferentes personas o instituc iones de que proceden, la naturaleza
de su contenido , su forma externa, los efectos jurídicos que producen, la nomenclatura
empleada en diferentes épocas, los sistemas de tradición y conservación, la organ ización de
las oficinas expedidoras, etc. Las dos clasificaciones de a lcance más general parecen ser
las que se tundan en los efectos jurídicos del documento y en la categoría de los autores
del mismo . A ellas nos referimos seguidamente .

a) Documento dispositivo y documento de prueba. La diferencia entre uno y otro


está en su mayor o menor relación con la acción o hecho jurídico que encierra la pieza
documentada y las consecuencias de aq uéll a. Así, cuando dicha re laci ón se limite a consig-
nar y perpetuar e l puro recuerdo de tal hecho y a servir, si llegara el caso, de testimon io
sobre el mismo, tenemos un documento de prueba. Al contrario, si el documento, además

162
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVIf7

de consignarlo y perpetuarlo, ha concurrido a la realización del hecho en cuestión, de tal


suerte que si no hay documento tampoco habrá efectos jurídicos, tenemos un documento
dispositivo.

En la época romana el documento de prueba se llamaba '' notitia, o <<adnotatio»; el


dispositivo, que es algo más tardío, se llamaba <<epístola, o <<Charta» o <<testamentum ».
Desde el siglo v. lo más tarde, coexisten ambos y será típica du rante mucho tiempo la
contraposición entre <<Charta» = documento dispositivo, y <<notitia» = uocumento de prueba.
Otros nombres que se aplicarán a este segundo son los de <<memoratorium, notitia recorda-
tionis, notitia brevis» o, simplemente, <<breve» . En la baja Edad Media se pierde la idea de
lo que sign ifican estos términos y se aplican, según vimos, a cualquier clase de documen-
tos.

b) Documento público y documento privado. Esta clasificación se funda en la cate-


goría jurídica de la persona o institución de quien procede el documento y pone la acción
jurídica que en él se contiene. Público es el que procede de una autoridad pública y en
forma pública, ya tratando asuntos de derecho general, ya refiriéndose a particulares
personas y lugares. Así, el documento en que un gobernante da una ley es un documento
público conteniendo asunto de derecho general ; otro documento en que concede a deter-
minada persona determinada gracia, es igualmente documento público , aunque el destinata-
rio y el asunto en cuestión sean algo particular. Pretenden algunos autores, a efectos de
ser o no ser verdaderos documentos diplomáticamente hablando, considerar como tales
sólo a los emanados del poder ejecutivo, excluyendo los legislativos y judiciales. Pero seme-
jante distinción no es admisible y, sustancialmente, tan diplomáticos son unos como otros.
Quizá lo que quieren decir es que los documentos de carácter ejecutivo dan en Diplomática
mucho más juego y que en ellos se piensa principalmente al hacer aplicación de las teorías
y conclusiones de nuestra disciplina.

Documento privado es el que se refiere a asuntos de derecho privado, y está escrito


no por mano de cualquera sino de un notario o escriba. Es posible, pues, que documentos
procedentes de personas públicas. pero que se refieren a asuntos particulares y están re-
dactados en la forma correspondiente a éstos, sean documentos privados y no públicos. En
la Edad Media a los documentos públicos se les llamaba chartal regales, y a los privados
chartae pagenses.

El problema de esta división se plantea al tratar de definir quién es autoridad pública


y q uién no. Sobre el papa. el emperad o r y el rey no hay discusión. Esta surge en torno a
las autor idades intermedias. así de la rama ci vil (nobles. señores, municipios, etc.) como de
la ecle siástica (obispos, abades , cabil dos. etc.). La solución en términos generales no es
fác11 n1 simple, y habrá de estudi arse con re lación a cada autoridad.

e) De cualesquiera otra s clas ifi caciones documentales ya hemos dicho que pueden
divid irse y subdi vidirse casi hasta el infinito. sobre todo las que tienen como criterio discri-
minador los caracteres externos del do cumento y el contenido de su texto. Por ejemplo
entre los documentos papales se distinguen. por su forma, bulas, breves y motu-proprios.
Dentro de las bulas distinguían los autores del siglo xv111 entre <<privilegia et litterae», y
dentro de estas últimas: <<Litterae communes et litterae legandae, cum filo serico et cum filo
canapis, curiales et secretae. clausae et patentes •• .

Mn ando a su contenido . enumeraba una Summa del siglo XIII: •<A sede _apostolica
dantur pnv1 leg1a. commisiones, ci taciones. procuraciones, donatorie, petitorie, sentencie,
confirm ac io nes . appellaciones. exec uto ne. dispensaciones. indulgencie, exempciones, visita-
cione s mqu 1sic io nes. formate . obligatorie, missiles."

163
XXVI/8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Si de los documentos pontificios pasamos a los reales y a los privados, el panorama


es muy semejante, sobre todo en los últimos, que puede decirse baten el record en cuestió n
de divisiones y subdivisiones.

11. GENESIS DEL DOCUMENTO

Es decir, filiación o procedencia, nacimiento y desarrollo.

1. Autor, destinatario y rogatorio. En la formación y hechura de l doc um ento partici-


pan normalmente tres personas:

Primera, el autor, o sea aquella persona que ya directamente, ya a través de o tra que
actúa por su mandado o en su nombre, hace el documento.

Segunda, el destinatario, o sea aquel a quien va dirigido el documento y que de un


modo u otro ha-de ex istir siempre.

Tercera, el rogatorio. que es quien por encargo o a ruego - de aquí su nombre- de


cualquiera de las dos anteriores prepara el documento, redactándolo, escrib iéndolo y po-
niéndole los demás elementos externos.

El autor d el documento e n todo su conjunto lo es, precisame nte, porque po ne o


reali za la acción jurídi ca que en aquel se co ntien e. Y esto, aunque él no lo redacte ni lo
escriba materialmente n i se ocupe de que lo haga alg uien.

El destinatario lo es, primero, de la acc ión jurídica del doc ume n to; después, de l do-
cumento mismo en su entidad material, que const ituye para él un título de de rechos y
posesiones, y que por eso suele guardar cuidadosamente. Obsérvese que en los documen-
tos de reciprocidad como lo s pactos, las permutas, etc. las partes inte resadas hacen a la
vez el papel de autor y destinatario .

El rogatorio puede no ex ist ir individualm ente como distinto de l a uto r y del destinata-
rio; pues casos habrá en que un o de estos dos en persona redacte, escriba y complete
externamente el documento. Pero esto es raro y lo normal es que la operación de redac-
tarlo, escribirlo, validarlo, registrarlo , exped irl o, etc. cor responda a u na tercera pe r~ona o
grupo de personas - llámese ésta en concreto, canci ller, notario, esc riba o como fuere- a
la que en Dip lomát ica se conoce con el nombre genérico de rogatario .

2. Actio y conscriptio. La división tripartita que acabamos de hace r entre las perso-
nas que concurren a la preparación y hechura total de l docume nto viene muy oportuna-
mente para distinguir en di c ha hechura dos partes o fases prin cipales: la que corresponde
excl usivamente a l autor y al dest inatario , que ll am amos «actio•• ; y la que cor responde más
propiamente a l rogatario, q ue llamamos «conscriptio•• o <<documentatio•• .

La primera está claro q ue se refiere no a la materialidad del documento esc rito sino
a la acción o hecho ju ríd ico contenido en él y del cual derivan los correspond ientes dere-
chos y ob ligaciones. La segunda está igualmente claro que se refiere a la cons ignación por
escrito de esa acc ión , con sus derechos y obl igac iones. Según clases de documento s, la
actio y la conscriptio pueden se pararse no sólo en c uanto a las pe rso na s que reali zan un a
y otra, sin o también en c uanto al tiempo en que se realiza n. pudi en d o in cluso la actio
(recuérdese el docume nto d e pru eba) surtir sus efectos antes d e co nsignarse po r escrito . Es

164
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVI/9

la clásica distinción de los tratadistas medievales entre el <<tempus in que ea facta sunt
super quibus datur littera» y el <<tempus in que datur littera,, (el tiempo en que se han
hecho las cosas sobre las cuales se hace el documento y el tiempo en que el documento
se hace). Mabillon distingue en el mismo sentido entre la <<res transacta» y e l <<instrumen-
tum confectum», o sea entre la transacción o negocio jurídico y el documento en que se
recoge aquélla.

Pero cada una de estas dos grandes partes o fases documentales se divide en otras
subfases que vamos a ver inmediatamente.

3. Partes de la actio. Pueden reducirse a cuatro o cinco, sin que haya unas más
importantes que otras y sin ser preciso que en cada acción jurídica concurran todas. Tradi-
cionalmente estos nombres que giran en torno a la actio y la conscriptio se formulan en
latín, sin que sea necesaria siempre y en cada caso su traducc ión al castellano, donde
suenan casi lo mismo. Son las siguientes:

a) Petitio. El origen primero de muchos documentos hay que ponerlo en una sú-
plica, ruego o , acaso, reclamación de las partes interesadas en el contenido del documento.
Es lo que hoy llamaríamos solicitud o instancia. La petitio resulta más propia de los docu-
mentos públicos que de los privados, pero también se encuentra en el origen de muchos
de éstos.

Ya en la época romana quien quería alguna gracia del emperador o la resolución de


algún asunto , depositaba en un despacho de la cancillería constituido al efecto unas p reces
formuladas según modelos previos, alguno de los cuales nos ha transmitido el Código de
Justiniano. De la cancillería imperial la práctica de las preces pasó a la pontificia. Parece
las hubo desde el siglo v. pero sin sujetarse a formularios rígidos, que no aparecen, en
serie y con profusión, hasta la baja Edad Media. En algunas cancillerías regias de Europa el
uso de las súplicas se manifiesta ya en el siglo VIII y se va generalizando en los siguientes.
El propio texto de algunos documentos lo declara, condicionando el efecto de su acción a
que las preces sean verdaderas: <<Si preces veritate nitantur" , <<Si veritas precibus suffage-
tu r».

Desde el siglo XIII las peticiones o súplicas se fueron conservando y coleccionando, ya


en original, ya en copia o resumen. Hoy forman lotes muy interesantes en algunos archivos.
Las series más notables son las del Archivo Vaticano, donde el fondo de preces está for-
mado por más de 7.000 volúmenes, que arrancan desde el siglo XIV. De súplicas conserva-
das en archivos españoles se citan algunos casos, como las del archivo de Indi as en que
se pedía licencia de embarque para América, o las del de Simancas en la Sección titulada
«Cámara de Castilla" , que pertenecen a los siglos xv y XVI y son abundantísimas.

b) lntercessio. La s peticiones o súplicas rara vez eran presentadas por el propio in-
teresado, el cual se buscaba para presentarlas y recomendarlas a algún intermediario , sur-
giendo así esta segunda tase de la actio. Los intercesores solían ser personas que estaban
cerca de quien había de acceder a la súplica: familiares, servidores, personajes civiles y
eclesiásticos. En la cancillería de Sancho IV, por ejemplo, había un nut rido grupo de gentes
desocupadas -ba ldías les llamaban- quienes por dinero se encargaban de gestionar el
pronto despacho de los documentos. Las fórmulas que indican el papel y la gestión de
estos varían según ti empos y region es: <<s uggerere. rogare, postulare, deprecari . referre, ob-
sec rare»; con el tiempo e l verbo <<intercedere» desplazó a los demás. En castellano son
también varios los verb os y las exp resiones que se usa n al efecto. <<Recibim os vuestras

165
XXVI/10 PALEOGRAFIA Y DIPLO MATIC A

letras -dice un documento de los Reyes Católicos dirigido al cabildo y deán de la igle~. 1a
de Toledo- e oímos lo que de vuestra parte nos habló el arcediano de Talavera».

e) lnterventio y consentio. Otra fase de la actio documental responde a la participa-


cron en la misma de aquellas personas cuyo parecer y consentimiento se tenía en cuenta al
realizar determinada acción jurídica con vistas a la documentación de la misma. La natura-
leza de la propia acción pedía ·a veces ese consentimiento y esa intervención , que llegaba a
reflejarse en el propio texto documental. Tal es el caso de los documentos que se hacían
para confirmar hechos jurídicos anteriores. Al suplicar los interesados dicha confirmación ,
era lógico que el presunto confirmante investigara, antes de concederla, los posibles dere-
chos de terceras personas con relación al asunto objeto de confirmación, p.e., del obispo
correspondiente cuando se trataba de privilegios de un monasterio o de una iglesia.

De las confirmaciones, el sistema de pedir parecer y consentimiento pasó a apli carse


én otros asuntos documentales como cuando el rey aceptaba que los personajes presentes
en la corte le aconsejaran o le autorizaran o le consintieran determinada acción; o cuando
el papa quería contar con el consenso de los cardenales; o el obispo con el de los miem-
bros del cabildo ; o el señor feudal con el de sus colonos para un acto de enajenación de
bienes. «Co nsilio et rogatu domini N>>, «assensu et petitione N>> (con el consejo y el ruego
de Fulano, con el asentimiento de Zutano) son fórmulas documentales que expresan dife-
rentes casos de consentimiento o intervención.

d) Testlficatio . S1 bien se mira, la razón última de que intervinieran en el documento


los consejeros o consensores que acabamos de ver. deriva de la necesidad que sentía
quien otorgaba el documento, de reforzar la eficacia de su acción , con el prestigio y la
ayuda moral de otras personas. Pero para esto bastaba, en buena lógica, con que en el
texto documental se dijera que tales personas habían estado presentes y sido favorabl~s a
dicha acción . Así, por virtud, en cierto modo. de la ley del menor esfuerzo se pasó del
consentimiento al testimonio y los intervenientes y consentientes se convirtieron en testigos
y confirmantes, tal como los hemos visto aparecer en documentos de temas anteriores co-
rrespondientes a los siglos xr y siguientes: «Adefonsus confirmat." "Petrus testis."

El papel de los testigos, su necesidad y eficacia varía mucho de unos documentos a


otros. En los llamados documentos de prueba es muy importante y hasta diríase que im-
prescindible ; igual que en los documentos privados.

e) Sincronismo de la actio y de sus diversas fases, o sea. el momento en que se


produce cada una en relación con la acción documental. A modo de conclusión 'Y sin dis-
cutir más, decimos lo siguiente: Primero, la petitio y la intercessio habían de tener lugar
antes que el autor del documento constituyera formalmente la actio. Segundo, los interven-
tío y la consentio podían ser anter'iores o simultá neas al acto de constituirse el negocio
jurídico en cuestión. Tercero, la testificatio presenta más problemas por las frecuentes
anomalía s que se observan en las listas de confirmantes y testigos. Así. tal persona que
testifica en un documento, se sabe por otra fuente que no vivía cuando éste se expidió .
Para resolver esa y otras cuestiones parecidas se han ideado las siguientes hipótesis:

1 .a A veces y con frecuencia la oficina preparadora y expedidora del documento , por


rutina hacía figurar entre los testigos nombres de personas tenidas por presentes a la actio,
sin comprobar si dichas personas habian asistido realmente o no. Es muy e locuente a este
respecto el hecho de que en algunos formularios de la baja Edad Media se encuentran
elaboradas listas de personajes que los redactores de documentos ponían como testigos sin

166
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXV111 1

más averiguación y sin que. naturalmente, hubieran estado presentes n1 a la actio ni a la


conscriptio.

2.3 Hay que distinguir, con relación a los testigos, entre las diferentes fases del do-
cumento. Así, unos han estado presentes a la actio, otros a la conscriptio, algunos a una
actio lejana y anterior de que el documento es confirmación. Por ejemplo, si en varios
documentos notariales, independientes por su contenido unos de otros, pero expedidos en
la misma fecha, se presentan los mismos testigos, habrá de concluirse que éstos, si de
verdad concurrieron a algo, fue a la conscriptio.

3. 3 No es raro el caso en que el propio texto documental exprese cuál ha sido el


papel de los testigos. Por ejemplo, cuando dice «qui presentes fuerunt et hoc viderunt et
audierunt, (los que estuvieron presentes y vieron y oyeron esto), parece significar que han
estado presentes al hecho documentado, no al acto de la documentación. Al contrario, si
dice, p.e., «hanc chartam suscripsimus in presentia eorum qui notati sunt>> (esta carta la
suscribimos delante de las personas que notamos a continuación), da a entender que, de
concurrir a algo, fue a la conscriptio.

Pero, en general, las fórmulas documentales pecan más bien de vagas y ambiguas en
este punto, p.e., «Testes huius rei sunt: Garsia testis, Rodericus testis" , sin explicitar más.

4a Fases de la conscriptio. A modo de introducción, conviene recordar la correla-


ción . anunciada al comienzo de estas explicaciones, existente entre la conscriptio y el roga-
tario, acerca de la cual dice atinadamente Paoli: «El que escribe a instancia de otro se
llama en los más antiguo.s documentos romano-medievales «rogatarius». Palabra - continúa
él- que yo empleo aquí para indicar de modo general el oficio de escribir documentos, ya
a ruego, ya por mandado de determinada persona, pública o privada, y escribiéndolos en
forma auténtica que pueda hacer fe pública. Empleo esa palabra -sigue diciendo- porque
comprende bien y sintetiza los varios momentos (compilación, escritura, autenticación) de la
conscriptio o documentatio y las varias personas (escribanos, cancilleres, notarios) que par-
ticipan en ella, dependiendo de un ruego en los documentos privados, y de un mandato,
que está en lugar del ruego, en los documentos públicos. Por lo demás, la palabra rogata-
rio no aparece durante la Edad Media más que en el lenguaje de los documentos privados.
Y téngase en cuenta que mientras al hablar del autor, del destinatario y del rogatario, con
relación al documento, parece referirse sólo a una persona, al t ratar de la conscriptio en sí
misma, de la cancillería y del notariado, la persona o mejor la personalidad del rogatorio,
única idealmente en cuanto a su finalidad, se convierte en varias personas, en varios ofi-
cio s, en varios momentos, relacionado s todos con la operación de documentar. >>

En la cual - añadimos nosotros- hay tres fases principales y dos secundarias que
pueden existir o faltar. Las principales son la m inuta o borrador del documento, el mundum
o su transcripc ión d efinitiva, y su autenti cación o validación por los procedimientos legales
y reglamentario s. Desde el Código de Justiniano en su título «De fide instrumentorum »
viene hablándose de esas tres fases o estadios del documento y denominándolas con esos
u otros términos que comentaremos luego. Las fases secundarias son tres o cuatro, según
.que incluyamos o no entre ellas la «dictatio», con cuyo nombre quie ren expresar algunos el
trabajo mental de componer el texto del documento y el material de dictarlo oralmente a
otra persona que lo escribe. De las tres fases restantes una, la «iussio», sirve de ocasión
para que se inicie la conscriptio; otra, la «expeditio" , contribuye a hacerla eficaz práctica-
mente mediante la expedición del documento al destinatario. Repasemos ahora cada una.

167
XXVI/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

a) /ussio o rogatio. Como norma general podemos decir que todo documento pú-
blico está redactado y escrito como consecuencia de una orden dada por el autor de la
actio o por alguien en nombre suyo. A esa orden se llama en latín «iussio», del verbo
«iubeo•• que significa mandar. Asimismo , todo documento privado está escrito sobre un
ruego o encargo dirigido a quien corresponda por la parte interesada en el documento, sea
ésta el autor, sea el destinatario, sea una tercera persona a nombre de ellos. A este ruego
o encargo se llama tradicionalmen-te «rogatio••.

En el texto de algunos documentos se encuentran expresiones que aluden claramente


a esta fase de la conscriptio; por ejemplo, el «fieri iussi •• o «fieri iussimus•• de muchos
documentos públicos medievales en nuestra península; el «signum N qui hanc chartam fieri
rogavi•• (signo de Fulano que rogó que se hiciera esta carta) de los documentos privados;
cuando no es el propio rogatario quien se expresa así : «N rogatus, scripsi et subscripsi"
(Fulano rogado , escribió y suscribió).

b) Minuta . A la iussio o rogatio sigue necesariamente, si aquélla es eficaz, lo que


pudié ramos llamar hechura o confección del documento, así en su aspecto interno (redac-
tarlo) como en el externo (escribirlo). Pero pueden ocurrir dos cosas: que a la orden o
ruego de hacerlo siga la hechura definitiva de éste tal cual se expedirá al destinatario; o
que a dicha orden responda inmediatamente un borrador, una nota preparatoria, una mi-
nuta del documento y sólo mediatamente el documento mismo. De los dos procedimientos
el segundo era más normal y más corriente. En los formularios y textos medievales a la
minuta se le llamaba «Scheda, breviatio, imbreviatio ••, con los correspondientes verbos «bre-
viare, imbreviare, in scheda scribere••.

Antecedente de la minuta propiamente dicha son las notas dorsales, llamadas así
porque se encuentran al dorso de algunos documentos, conteniendo nombres, fechas y
otras indicaciones a modo de apuntes. Discuten los especialistas sobre si dichas notas son
verdaderas minutas, dotadas incluso de valor jurídico. Lo menos que puede decirse es que
se trata de escritos preparatorios del documento definitivo. Y esto, así las notas estén real-
mente a espaldas de la pieza documental como al recto y al margen o en uno de los
ángulos, o en un pequeño trozo de pergamino que aparece cosido abajo del documento, de
que puede verse una muestra en el facsímil número 42 de las Láminas de la Cátedra.

De anotar al dorso o en alguna de las formas indicadas se pasó en el siglo XI, por
parte de los notarios italianos, a consignar los datos preparatorios del documento en una
hoja aparte, la cual, dentro ya del sig lo XI I, se convirtió para los documentos privados en
verdadera minuta documental, con valor y fuerza jurídica en mayor o menor grado, como si
se tratara de verdaderos contratos. Menéndez Pidal en sus ··Documentos lingüísticos de
España» reproduce bajo el número 3 una minuta de documento de toma de posesión de
una heredad el año 1205.

Consecuencia inmediata del valor adquirido por las minutas. fue la preocupación de
conservar éstas, bien junto al correspondiente documento o bien solas, sobre todo cuando
llegaron a adquirir pleno valor jurídico como en el caso del original-minuta en los docu -
mentos públicos franceses y de los privados en general.

Todo lo dicho se refiere al campo de los documentos privados. Sobre la minuta del
documento público decimos lo siguiente :

1.0 Durante mucho tiempo fue sólo un escrito preparatorio del documento sin valor
jurídico alguno .

168
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVI/13

2. 0 En la cancillería pontificia tradicionalmente y desde muy antiguo los documentos


se elaboraban mediante minuta. En el siglo XIII aparecen ya las oficinas encargadas de la
minutación, empleándose como algo normal los términos minuta y minutante. Se conservan
ejemplares de ese mismo siglo.

3.° Con relación a otras series de documentos públicos (imperiales, reales, señoria-
les) puede decirse que el uso de la minuta no fue demasiado antiguo ni demasiado regular
y constante hasta la baja Edad Media o la Moderna. Es frecuente el caso de que la minuta
se extienda por el destinatario del documento, quien la presentaba junto con la petitio, para
ficilitar la labor de los oficiales de la cancillería y tener así más pronto y seguro su docu-
mento ; la minuta carecía entonces de valor jurídico.

4. 0 En las cancillerías españolas (Castilla, Aragón, etc.) es seguro que a partir del
siglo XIII se daban las minutas como algo normal, siendo incumbencia de los notarios el
redactarlas y pasarlas a los escribanos, quienes, con ellas a la vista, extendían el docu-
mento definitivo. F. Sevillano, en su estudio sobre la cancil lería y la documentación de
Pedro IV el Ceremonioso, dice que entre los pergaminos y cartas reales no son pocas las
minutas que se conservan .

5° Sobre la revisión de la minuta por parte del autor del documento o del destinata-
rio o de otra persona. lo hatitual debía de ser que no se hiciera, aunque no fa lten indicios
de lo contrario a través de a lgunas expresiones que se leen en los propios textos documen-
tales. En general puede decirse de los documentos públicos que el autor daba la orden o
el encargo de hacerlos y no se preocupaba más hasta el momento de suscribir, cuando lo
hacía, el texto definitivo. Todo, muy al revés que en los documentos privados donde la
minuta, convertida de algún modo en original, tenía que ser leída por las partes y recibir su
conform idad .

e) El "mundum" o documento definitivo. "Mundum, quiere decir li mpio y, referido al


documento , mejor que definitivo, diríamos documento en limp io, como cont raposición al
documento en sucio o en borrador, que eso es en principio y en teoría la minuta. «Scri-
bere. describe re, conscribere , grossore, ingrossore, in bello scribere, in mundum recipere»
son expresiones que desde e l Código de Justiniano hasta lo s documentistas medievales se
vienen empleando para referirse a esta parte o fase de la conscriptio documental que
puede considerarse la más importante, en cuanto que sin ella no puede haber documento.
De hecho, el 90 por 100 o más de las piezas documentales que conocemos son documen-
tos en limpi o, sobre los cuales podríamos plantear una serie de cuestiones, por ejemplo, la
de sus caracteres externos que constituyen objeto propio de la Paleografía y tienen su
lug ar de exposición más adecuado en el tema 29 y en los de Diplomática especial; o la de
su trasm isión y conservación , que también tienen tema propio, en el 31, o la de cómo
participa en ·e l mundum el autor del documento a través de los signos de validación que
veremos en el tema 29. y que, de suyo , constituyen, lo mismo que la ••recognitio••, una fase
aparte dentro del proceso de la conscriptio o documentatio. Digamos aquí dos palabras
sobre cada una de e llas:

d) Recognitio. En sustancia no es sin o la comprobación de que existe conformidad


entre el deseo y plan del autor y el documento correspondiente a dicho deseo. Teórica-
mente . esa comprobac ión debería darse siempre. De hecho se da, y de la manera más
eficaz, cuando el mismo autor del docume nto lee y comprueba lo que se ha escrito en él.
Pero en los documentos púb li cos no era normal que ocurriera así, sino que el autor (papa,
rey u otra autoridad) delegaba esta función comprobatoria en personas de_ su cancillería.
pasando la recognitio a ser misión habitual de ésta, que se llevaba a cabo incluso aunque

169
XXVI/14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

hubiera habido intervención personal del autor. Parece que dicha m1s1on se cumplía con la
sola y atenta lectura del documento definitivo. De ahí la palabra «relegi» (releí) que aparece
expresa alguna vez. De ahí también las correcciones dentro del texto que se encuentran a
veces. Aunque la fórmula de quienes llevaban a efecto la comprobación cambiara con el
tiempo, por ejemplo, el «data per manum cancellarii » (dada por mano del canciller) que es
frecuente en la baja Edad Media, la operación seguía consistiendo sólo en leer y en corre-
gir si era necesario.

e) Validatio . Esta fase de la conscriptio tiene una doble manifestación: la de los sig-
nos y suscripciones o firmas con que se cerraba el texto documental para darle fuerza de
derecho ; y la del distintivo o contraseña que se añadía a la materialidad del documento
para ratificar esa misma fuerza y, sobre todo, como garantía de su autenticidad. La primera
validación no parece pueda considerarse como fase propia e independiente sino integrada
en el conj unto del mundum o puesta en limpio. En cambio, la segunda si, y nada tenía que
ver con el anterior conjunto textual , consistiendo generalmente en un sello que se unía
materialmente a la pieza del documento, o en un dibujo especial como en el caso de las
cartas partidas. El sello se aplicaba, de ordinario, a los documentos públicos ; el dibujo, a
los privados.

Sobre uno ni otro diremos nada aquí, pues el tema 29 se refiere a los dos. Lo único
que cabe plantear, puesto que de fases o pasos en el tiempo se trata, es cuándo se añaden
al documento estos segundos elementos validadores o autenticantes, si inmediatamente
después de haberse puesto los signos y suscripciones o algún tiempo después. De suyo,
era operación distinta que requería personal y preparativo especiales, pero que no solía
distanciarse de las anteriores; aunque tampoco era imposible ni aun infrecuente el que se
separara de hecho y, a veces, largamente. Es, por ejemplo, el caso de la famosa bula de
Gelasio 11, por la cual se elevaba a metropolitana la sede de Compostela, y que, según la
Historia compostelana, salió de la cancillería apostólica sin sello y así fue llevada al obispo
Gelmírez para que revisara el texto y le diera su conformidad o lo cambiara a su gusto ;
hecho lo cual, y vuelta la bula al papa, se le puso el sello y se remitió al interesado.

f) Remisión al destinatario. En realidad , se trata de una fase que sale ya del ámbito
de la conscriptio propiamente dicha ; pero sin la cual ésta no serviría para nada; pues el
documento no surte efectos hasta ser recibido de algún modo por aquel a quien va diri-
gido. Casos ha habido en la historia de los documentos que se han hecho famosos por lo
accidentado de esta etapa transmisora, por ejemplo. el célebre privilegio de la moneda ,
concedido por Alfonso VI a Gelmírez y que, según la misma Compostelana , reda ctado ya en
limpio, suscrito y validado, fue retenido por el rey quien tardó un año en entregárselo al
ilustre destinatario, a pesar de sus continuas instancias.

170
TEMA XXVII

EL TEXTO DOCUMENTAL. FORMULAS Y FORMULARIOS

ESQUEMA/RESUMEN

A) cclnvocatiO•• { a) Simbólica
b) Verbal.

~
1. Protocolo i ni- B) cclntitulatio••
cial C) «Directio»
D) «Salutatio»
E) Valor crítico del protocolo

r A)
l. Texto del docu-
mento. Partes que
lo componen
2. Cuerpo del
documento
l ccPreambulum»
B) «Notificatio»
C) •Expositio•
D) Dispositio»
E) «Sanctio» y
«corrobo ratio»

A) La data
3. Protocolo B) ••Apprecatio»
final C) ••Validatio» y
••Autenticatio»

1. Interés diplomático

2. Formularios En general.
propiamente { A)
B) Pontificios.
11. Fórmulas y formula- dichos C) En España.
rios 1
3. Ars dictandi o { A)· Naturaleza y origen .
Dictamen B) Principales representantes.
C) Referencia a España.
4. Ars notaria { A) Naturaleza, origen y desarrollo.
B) 'Representación en España.

173
INTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

Del p lan o, un poco abstracto y conceptual , en que se ha movido el tema anterior


sobre la actio y la co nscriptio como elementos genét icos del documento. interesa descen-
der a un plano más concreto en el que se vea de forma experimental y sensible cómo son
y e n qué plasman esos elementos. Los cuales, de una parte , se materializarán en u n objeto
tangible y observable directamente , o sea, en la pieza documental que encarna lo que lla-
mamos caracteres externos del documento (materia de que está hecha, dimensiones, forma.
tintas, dibujos de signos y letras, etc.), y de otra, se convertirán en una serie de ideas,
recogidas, ordenadas y expresadas a través de un texto , que es lo que venimos llamando
discurso d oc umental o caracteres inte rnos del documento.

A ese texto y a esos caracteres está dedicado el presente tema. sobre el cual con-
viene hace r notar lo sigui ente:

Prime ro , que se trata de un tema amplísimo, el c ual hubiera estado mejor, dividido en
tres o cuatro; pero por razones de tiempo y capacidad del programa en cuanto a unidades
didácticas se refiere, ha sido preciso reducirlos a un o so lo . Lo cual en modo alguno ha de
servir de desconcierto para los alumnos a distancia, pues el mismo problema se p lantea en
cada curso con los alumnos presentes en las aulas, a quienes tampoco es posible exponer
las correspondientes leccio nes en forma amp lia y detallada.

Seg und o, q ue el tema está integrado por dos partes distintas pero co mplementar ias ;
pues las fórmulas y formular ios de la segunda no son sino muestra y explicación de cómo
se procedía - y se p rocede aún muchas veces- en la construcción de Ún texto documen-
tal.

Te rcero , que dentro de los temas de Diplomática, en general demasiado teóricos y


doctrinales, es éste el que se p resta a ap licaciones prácticas más inmediatas, según lo
vamos a experimentar al final de nuestras explicaciones con algún breve ejercicio práctico.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Como en el anterior, este tema X~V II no puede dejar de estar recogido, en general de
form a amplia y relevante, e n los manuales y tratados de la di sc iplina. Pueden verse en la
Diplomática, de Pao li , las páginas 105 y siguie nte ~. «Part izione analítica e formule speciali» ;
e n e l Manuel, de Boüard. desde la. 253 hasta la 321, «E tu de analytiq ue de la teneur des
actes», y para los formularios a partir de la 11 3; en el Curso General, de Floriano. las

175
XXVII / 4 PALEOGRAFIA Y DIPLOMAT ICA

páginas 261-267. Se trata en casi todos los autores de varios capítulos y muy amplios, lo
cual nos ha obligado más que en otros temas a hacer de este por nuestra cuenta una
recensión nueva y completa. aunque brevísima.

Otras series de trabajos, algunos muy numerosos, como los que se refieren a fórmu-
las y formularios, al «ars dictandi» y al ••ars notaria>> los iremos dando entreverados con
nuestras e~plicaciones.

176
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. TEXTO DEL DOCUMENTO. PARTES QUE LO COMPONEN

Insistimos en que el texto documental es como la plasmación en fórmulas o cláusulas


jurídico-literarias de las ideas que constituyen el fondo del documento y reflejan esa serie
de actos o fases por que hemos visto pasar la actio y la conscriptio. Dichas cláusulas se
ordenan según normas más o menos constantes, dando origen a las que llamamos partes
principales del documento, que son tres: Protocolo, cuerpo o centro, y escatocolo o proto-
colo final

El texto a que nos estamos refiriendo se llama también tenor o discurso documental
y admite otras divisiones fundadas en criterios más subjetivos y secundarios que no intere-
san por ahora aquí.

1. Protocolo. Sickel lo llama, junto con el escatocolo o protocolo final , cornisa o


cuernos del documento y hace notar cómo ambos - inicial y f inal- contienen las fórmulas
legales necesarias para dar al documento perfección jurídica mediante su autenticación, da-
tación, publicidad, y dirección o consignación a alguien. El protocolo comprende a su vez
una serie de partes que aparecen en nuestro esquema-resumen y que tradicionalmente se
enuncian en latín, sin gran necesidad de traducirlas al castellano, pues en ambos idiomas
suenan y se escriben de modo muy parecido.

Sobre el conjunto de dichas partes interesa observar cómo no es necesario que en


todo documento concurran todas las enunciadas en nuestro esquema. De hecho y salvo
documentos más singulares y solemnes, es normal que falte siempre alguna. Tampoco es
indefectible el orden en que las enunciamos; al contrario, es frecuente que cambie de unos
documentos a otros y que partes del protocolo pasen al cuerpo del documento o al proto-
co lo final y viceversa; sin contar el caso, no insólito c iertamente, de documentos en que
por ignorancia o descuido de los escribas imperaba en todo el tenor documental un magní-
fico desorden.

A) lnvocatio. Es, sin excepc1on , el primero de los elementos formulístico s del docu-
mento, de tal suerte que o no se da o si se da, va e n primer términ o. Tiene carácter
religioso y devoto, cuyo origen suele ponerse en aquellas palabras de San Pablo a los
co losenses: ••Todo lo que hacéis, de obra o de palabra, hacedlo en nombre de nuestro
Señor Jesucristo .. , de las cuales conc luye así San Juan Crisóstomo: ••Et ideo nos quoque in
epi stoli s nomen Domini preponimus ... nam si consu lum nomina efficiunt ut fi rma sint de-
creta, multo magis nomen Domini .. , que quiere decir: por eso nosotros en las cartas pone-
·mos por delante el nombre del Señor ... pues si los nombres de los cónsules hacen que los

177
XXVII/6 PALEOGRAF IA Y DIPLOMATICA

decretos. sean firmes, mucho más lo hará el nombre de Cristo. La invocación puede ser
simbólica o monogramática y explícita o verbal.

a) La invocación simbólica es más antigua. Consiste en un signo o dibujo que simbo-


liza el nombre de Cristo y puede ser una simple cruz o algo más complejo. A este algo se
le llama desde la alta Edad Media crismón que no es sino el monograma constantiniano, donde
el dicho nombre se representa por las letras griegas x y P . Menos frecuente resu lta que el
dibujo esté formado por las letras latinas ¡ y e como iniciales de Jesús Christus o, simple-
mente, por una e con adornos alrededor. ·

El uso de la invocación simbólica es muy antiguo y aparece ya en los documentos


reales merovingios. lombardos y primeros asturianos, durante los siglos VI, Vil y VIII. En los
pontificios no se encuentra hasta el siglo IX. En los privados de la alta Edad Media aparece
no tanto el crismón cuanto la cruz. En este campo de los documentos privados llegó
pronto a surgir notable confusión y a no saber los propios ejecutores materiales del docu-
mento ni lo que hacían ni lo que significaba; el gramático Papías en el siglo XI llega a
imaginar que los trazos del crismón eran dibujos, a base de dos serpientes enlazadas, con
fin puramente ornamental. En los documentos españoles la invocación simbólica pasa por
muchas vicisitudes, desde la simple y rústica cruz de las pizarras visigodas hasta los es-
pléndidos ejemplos de crismón en los documentos reales del siglo XI y siguientes, comple-
mentados muchas veces con la alfa y la omega. El ocaso de esta invocación primera se
inicia pronto en algunas series (documentos carolingios , documentos notariales) pero
cuando se consuma de verdad y en general es en los últimos siglos medios.

b) La invocación explícita o verbal , se llama así porque los sentimientos religiosos que
en la anterior se expresaban por un símbolo, se expresan aquí mediante las palabras y
frases correspondientes. Las notas más generales de dicha invocación se reducen a dos:
ser breve y venir inmediatamente después de la simbólica. cuando una y otra se dan. Otros
casos de invocación larga o no situada en cabeza del texto, deben tenerse como excep-
ción .

Los diplomatistas suelen distinguir estas posibles variantes dentro de la fórmula fun-
damental de invocación a Dios: o se invoca a Dios Padre <cln nomine Domini >>; o a Jesu-
cristo, <dn nomine Christi amen .. ; o a la Santísima Trinidad en conjunto, ,cfn nomine sancte
et individue Trinitatis .. ; o a la Trinidad en sus personas, <<In nomine Patris et Filii et Spiritus
Sancti amen ... En torno a estas fórmulas fundamentales surgen luego una serie larguísima
de elementos circunstanciales y cambiantes, como la presencia o no de la palabra ''amen ,,
y la extensión de la invocación a la Virgen o a algún santo

El uso de la invocación verbal o explícita puede decirse en términos generales que


tiene menos antigüedad que la simbólica. Su aparición en documentos anteriores al siglo IX
es rara. Tal es el caso de algunos documentos españo les de época visigótica cuyo texto
nos es conocido. En cuanto a su desaparición , diremos que se inicia en el siglo XIII y se
consuma del XIV en adelante. Sólo queda en documentos notariales apostólicos y en los
testamentos.

La costumbre vigente aún hoy, de encabezar las cartas con una cruz, o con el ab re-
viativo de /hesus o con una frase piadosa son . sin dudarlo, remembranza de este doble tipo
de invocación que acabamos de considerar.

B) lntitulatio . Es aquella parte del protocolo en que figura o puede figurar el nom-
bre, título y condición de la persona de quien emana el documen to. Esa persona puede ser

171l
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVII/7

o el autor de la actio documental u otra persona distinta. Se da el primer caso siempre que
el autor escriba y expida él mismo el documento o disponga de alguien que lo haga bajo
su mandato y control. En cambio, cuando tiene que acudir a otra persona con jurisdicción
y autoridad para que se extienda el documento de cuya actio jurídica aquel es responsable.
entonces el documento se intitula a nombre de esa autoridad. Es el caso típico de los
documentos privados notariales, en cuya intitulación figura el nombre del notario como de-
positario de la fe pública y dotado de jurisdicción.

El lugar destinado a la intitulatio varía según las épocas y los tipos de documentos;
pero lo normal es que vaya en primer término después de las invocaciones. si es que las
hay. No es infrecuente que se le anteponga la fórmula general de notificación según vamos
a ver en los apartados siguientes. Algunos autores medievales engloban a la intitulatio con
las dos partes siguientes. directio y salutatio. bajo el nombre genérico de salutación .

Por lo demás es una de las partes del texto documental a que se han aplicado más
nombres. algunos ambiguos y confusos; «indiculus, titulus, superscriptio, suscriptio>•. Sobre
las fórmulas concretas de la titulación, así como sobre los nombres, títulos, etc. , de la
persona intitulada diremos en los temas de Diplomática especial. Sobre el interés -que
es grande- de esta parte del protocolo en orden a la crítica documental, diremos ahora al
hablar de la directio o dirección.

C) Oirectio. Es la parte contraria a la intitulatio, con quien hace juego, y comprende


los nombres, títulos y condición de la persona o personas a quien el documento va diri-
gido. Su origen hay que buscarlo en la naturaleza y forma epistolar del documento en la
Alta Edad Media, mantenidas en constante uso hasta el siglo IX-X. Después de entonces
puede no aparecer, pero es más normal que aparezca. Jamás falló, por ejemplo, en los
documentos pontificios. En cambio en los privados, supuesta su naturaleza y estructuración ,
no tiene razón de ser, sobre todo en la Baja Edad Media cuando triunfa el documento
notarial (véase tema XXX). Para los documentos públicos la directio es algo casi consustan-
cial. aunque a veces no aparezca de forma demasiado explícita.

Las fórmulas de la directio pueden clasificarse en estos tres grupos:

1.° Cuando el documento va dirigido a una o varias personas eón sus nombres y
títulos, p. e., al donatario cuando se trataba de una donación , " vobis Martino DíeZ>>. En
documentos pontificios era frecuente omitir el nombre sustituyéndolo por puntos y expresar
sólo el cargo, por ejemplo «Venerabili in Christo patri ... archiepiscopo toletano>>.

2.0 A una o varias clases de personas, sin especificar nombres: "a todos los conce-
jos, alcaldes, alguaciles e omes buenos'' de tal o cual ciudad .

3.0 A todos aquellos que puedan o deban tener noticia del documento: «Universis
presentem paginam inspecturis" (a todos los que vean el presente documento). que parece
llevar incluida la fórmula de la notificación que veremos enseguida a base del «noverint
universi ", «SCiant omnes ...

Obsérvese que gramaticalmente los tres grupos de fórmulas llevan en dativo los nom-
bres a que se refiere la directio, mientras los correspondientes a la intitulatio van en nomi-
nativo. Los diplomatistas medievales expresan el fenómeno mediante la fórmula condensada
de <<ille" (intitulatio en nominativo) «illi" (directio en dativo). En general, toda cancillería
bien organizada tenía reglamentadas con especial minuciosidad las fórmulas correspondien-
tes a estas dos partes del documento, sobre todo en lo que tocaba al orden de precedencia

179
XXVII 8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

entre una y otra, es decir, entre autor y destinatario. En la retórica medieval es éste de la
jerarquía de las personas, con sus correspondientes precedencias, un tema que preocupaba
hasta límites que no podemos imaginar hoy.

O) Salutatio. Complemen~o de la intitulatio y la directio es el saludo, que ni es esen-


cial a todo documento ni se emplea más que en los de forma epistolar. En los demás
puede faltar y, de hecho, falta casi habitualmente. La fórmula más sencilla y más antigua
dice escuetamente «Salutem» , que en los documentos medievales puede redondearse con
otra palabra o frase de sentido piadoso, como «Salutem in Domino» o «Salutem in auctore
salutis». En los documentos públicos se añade muchas veces al saludo una idea de gracia,
merced o buena voluntad, como el «Salutem et gratiam .. tan frecuente en los documentos
reales españoles. En documentos dirigidos al papa, aunque procedan de reyes, fácilmente el
saludo se convierte en una expresión de reverencia como «Salutem et obsequium filiale».
En los documentos de origen ponti-ficio prevaleció primero el «Sal utem in Domino», luego
fue indefectible el «salutem et apostolicam benedictionem» que ha llegado hasta hoy.

En los documentos españoles la salutación no aparece hasta el siglo IX y, cierta-


mente. no se encuentra ni en los de época visigoda ni en los documentos reales asturianos.

E) Valor crítico del protocolo. Cerraremos esta sucinta expos1c1on de los elementos
que componen el protocolo inicial, subrayando el extraordinario interés que para la crítica
histórica y la diplomática tienen las fórmulas de intitulación y dirección, con los nombres,
títulos, etc., que puedan salir en ellas.

Interesan especialmente a dicha crítica los siguientes elementos:

1.0 Diferencia que hay, de unas series de documentos a otras, entre condición per-
sonal, dignidad, oficio, cargo y tratamiento.

2.0 Orden con que se procede al enunciarlos, según épocas y regiones.

3. 0 Diferencias en la expresión del dominio ejercido por el rey, según se refiera al


Estado, «rex Castelle» , o a los súbditos «aragonensium rex" .

4. 0 Aumento en la lista de títulos a medida que van aumentando los estados y domi-
nios del rey que intitula el documento, incluyendo los puramente honoríficos.

5° Fórmulas de humildad que acompañan al nombre del rey, como el ''Dei gratia».

2. Cuerpo o centro del documento. Algunos autores, el propio Sickel entre ellos, lo
llaman también y con manifiesta ambigüedad texto. Insistimos en que se trata de la parte
más sustancial del documento, donde se expresa el hecho o la acción jurídica a que aquél
se refiere. Se subdivide en otra serie de partes, tal como se enuncian en nuestro esquema.
Sigue privando para denominar a casi todas ellas la terminología latina. Veamos:

A) Preambulum. Se llama también entre los autores medievales ,,exordium, arenga,


prologus, proemium , captatio benevo lentiae» ; nombres todos que van bien a su naturaleza y
finalidad . Con definición un poco descriptiva podríamos decir que el preámbulo consiste en
consideraciones generales. superficiales y vagas muchas veces, sin co nexión directa e in-

180
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVII/9

mediata con el contenido del documento, sino fundadas más bien en las ideas remotas que
pudieron inducir al autor a otorgar éste.

Así como el exordio en los discursos y sermones estaba destinado, según la retó-
rica antigua, a preparar el ánimo de los oyentes y ganarse su benevolencia, así el preám-
bulo contiene sentencias de la escritura, proverbios, dichos de sabios. citas de legisladores
que sirven para declarar en forma general e introductoria la legalidad, la moralidad y hasta
la oportunidad de los acuerdos y decisiones declarados en el documento. Nada tiene, pues,
que ver el preámbulo con la exposición de motivos que vendrá luego, la cual sí se refiere
directa y específicamente al contenido documental alegando las razones de derecho y de
hecho que han sido causa del mismo.

Por consiguiente , el preámbulo no es algo necesario y ni siquiera importante o con-


veniente a la integridad del documento; suele ser característico de los más solemnes. Así se
comprende que uno de los maestros del «Ars dicendi•• declare taxativamente: «facere aren-
gas, precipue langas, solis convenit ociosis•• que quiere decir: hacer arengas o preámbulos,
sobre todo largos, es propio de personas ociosas.

Los temas del preámbulo varían mucho de unos documentos a otros. He aquí algu-
nos: proclamación de los derechos y deberes de la autoridad pública; conveniencia de
premiar los servicios prestados; utilidades que reportan los benet1cios concedidos; deseo de
alcanzar la prosperidad en este mundo y la vida eterna en el otro; motivos de justicia y
caridad; consideraciones de orden religioso, moral o jurídico; ventajas que se siguen de
dejar constancia de las cosas por escrito.

En cuanto a su extensión, son de notar los posibles preámbulos grandilocuentes y


eruditos de los siglos IX-X, preferentemente sobre temas bíblicos, entre ell os el del juicio
final. Sobre su encuadramiento dentro del texto conviene advertir que, aunque normalmente
vaya a continuación de l protocolo, no es ley absoluta ni constante. Casos hay en que sigue
a la invocación o se sitúa entre ésta y la intitulación o después de la notifi.catio.

En orden a la crít ica diplomática e histórica, en general el papel del preámbulo es


muy apreciable como reflejo de los usos y costumbres documentales en cada cancillería, en
cada época, en cada región. Importa mucho no dejarse sorprender por preámbulos que
siendo propios de una época, se repiten en documentos de la siguiente por rutina, por
pereza o por lo que sea. Así , en el siglo x los preámbulos suelen ser vagos en ideas y
largos en palabras; un documento que se caracterice por lo contrario, es decir, por un
preámbulo breve y concreto, puede ofrecer indicios de fa lsedad o interpolación qué habrán
de esc larecerse.

Sobre el valor histórico d e los preámbulos, entre las dos opiniones extremas, de no
reconocerles ninguno o aceptarl os como argumentos incuestionables, hay que elegir una
vía media, que se basará en una correcta crítica diplomática, capaz de distinguir bien entre
preámbulo propio de la época en que el documento está fechado y los de otras épocas,
entre original e im itad o, ent re los de sentido general y los de sentido concreto e i nmediato.

8) Notificatio . En un orden normal al preámbulo suele seguir la notificación, que


algunos autores llaman también promulgatio y presc riptio. Se trata de aquella parte del
documento que sirve para anunciar el hec ho jurídico contenido en éste mediante una lla-
mada de atención a todos aquellos a quienes pueda interesar positiva o negativamente Ello

181
XXVIII10 PALE OGRAFIA Y OIPLOMATI CA

explica el que, además de ser fórmula breve, se una con el preámbulo a través de una
conjunción consecutiva, como <ci gitur, ideo, itaque, quapropter».

No es parte segura en todos los documentos y, de hecho, falta en series completas


de los mismos. En cuanto a su colocación, puede, si falta el preámbulo, ponerse en su
lugar y encabezar el cuerpo documental; o puede irle por delante; o pasarse al comienzo
de todo el texto en vez de la invocación ; o a continuación de ésta, en lugar de la intitulatio
y la directio, como ocurre en los documentos de prueba .

Las fórmulas de la notificación son muy variadas, pero sin afectar al fondo ni al
significado. Boüard trae de ellas un pequeño cuadro, con una veintena de variantes, sola-
mente latinas. He aquí algunas: «Sciant omnes, noverint universi, notum sit omnibus, notum
sít ac manifestum », y sus correspondientes castellanas, como el <<Sepan cuantas esta carta
viesen, o el ,, conocida casa sea a todos» , etc.

C) Expositio. Quiere decir exposición de motivos, aquellos concretamente que han


impulsado al autor de la acción documental a poner ésta, con la explicación de los hechos
y circunstancias de que es consecuencia la resolución man ifestada en la parte dispositiva,
que sigue a la exposición. De ahí el que algunos autores llamen a ésta << narratio». Su
formulación puede decirse que admite variantes sin número, según se trate de documentos
de gracia o de confirmación de privilegios, o de carácter contencioso, o legales y adminis-
trativos.

Desde el punto de vista crítico, la expositio interesa más a la crítica histórica que a la
diplomática. En eso se distingue, precisamente, del preámbulo que apenas contiene elemen -
tos históricos. Los principales de éstos corresponden a nombres de las personas que han
solicitado el documento o a sus intermediarios e intercesores o a los consejeros de quien
lo otorga, etc. Estos nombres pueden plantear problemas críticos interesantes en relación
con la presencia o no presencia de las personas en el momento de realizarse la actio
documental, cuando ésta se separa de la conscriptio considerablemente en el tiempo.

D) Dispositio. Disponer se entiende aquí como sinónomo de mandar. Y disposición


es aquella parte sustancial e insustituib le de todo documento en que se expresa el objeto
del mismo, y la voluntad del autor al respecto. Jurídicamente es aquí donde se especifican
la naturaleza y clase del documento. Su fórmula puede empezar con una partícula consecu-
tiva que la une a la expositio: <<quapropter, igitur, etc.». Interesa mucho que la expresión
sea neta y clara, sin confusión ni ambigüedad en los términos. Supuesto lo cual , poco
importa ya que el autor disponga en singular o en plural, en presente o en pasado, en
virtud de una potestad u otra, según la clase del documento; mediante un solo verbo o
varios, como «Statuimus. precipimus. iubemus», los tres seguidos: en forma subjetiva, ha-
blando en primera persona, o en forma objetiva, cuando el documento habla de las partes
contratantes en tercera persona, como si el hecho documentado fuera expuesto por el roga-
tario o redactor del documento.

Cuando la dispositio se refiere a bienes y posesiones. se ha de tener en cuenta, en el


aspecto crítico, que muchas veces se enumeran objetos y cosas no existentes en la realidad
de aquel caso. La aparente anomalía se explica sabiendo que el sentido de la cláusula
enumerativa, a las veces larguísima. no es que la cosa principal anunciada lleve real mente
consigo todas las secundarias que se enumeran con ella, sino el h ipotético de que si
dichas cosas existieran. seguirían la suerte de la principal y de las otras que de verdad
existen. En plan crítico, el valor de la dispositio como el de la exposilio, es más histórico

182
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVI I/11

que diplomático, interesando especialmente para el nstudio de las instituciones de las diver-
sas ,:.pocas.

E) Sanctio y corroboratio. Con estos dos nombres genéricos se comprende una serie
de claúsulas que van siempre al fin del cuerpo del documento y cuyo objeto es doble:
garantizar el cumplimiento de la acción jurídica contenida en la parte dispositiva, y certifi-
car que se han guardado la serie de formalidades necesarias para dar validez y fuerza legal
al documento mismo.

Pueden contarse hasta ocho o diez clases de estas cláusulas, unas de carácter san-
ciona!, otras corroborativas. Sobre el conjunto de unas y otras notaremos ya que no se dan
todas juntas en un mismo documento y que su formulación puede variar mucho, según las
épocas, los países y los tipos documentales. Repasemos ahora cada grupo de esas cláusu-
las:

a) Cláusulas preceptivas. Son cláusulas de sanción, vinculadas por su naturaleza a


documentos procedentes de la autoridad pública. Pueden consistir en un mandamiento diri-
gido a los oficiales inmediatos o a las potestades civiles y eclesiásticas de inferior rango, o
en una fórmula general dirigidas a todos los que puedan tener que ver con el asunto do-
cumentado. Durante mucho tiempo estas cláusulas fueron embebidas en la parte disposi-
tiva; sólo en la baja Edad Media adquieren expresión y lugar propios. La manera de expre-
sarlas varía poco: cc precipiendo mandamus, iubemus» o verbos parecidos. Raramente se
trasladan al protocolo final bajo la fórmula '' rege exprimente» o parecida.

b) Cláusulas prohibitivas. Pueden considerarse como una variante de las preceptivas


o, más bien, correlativas y paralelas a aquéllas. Las preceptivas mandan a quien sea en forma
positiva sobre la observancia de la acción documental; las prohibitivas vetan todo lo que
pueda ir contra esa acción. Unas veces van mezcladas con las cláusulas conminatorias;
otras. con las preceptivas. Su expresión puede variar poco, concretándose en ésta o pare-
c ida frase: «nulli hominum liceat•• (no sea permitido a nadie), o la típica de los documentos
castellanos en la baja Edad Media: «non fagades ende al.••

e) Cláusulas derogativas. Su objeto es anular cualquier derecho, ley o privilegio que


contradiga lo que se establece en el documento. Si faltasen, dejarían abierta una brecha
que sería fatal para lo dispuesto en aquél. De un modo u otro, explícita o implícita, se
encuentra ya en los documentos más antiguos, aunque hasta el siglo XII I no se le buscara
sitio propio e independiente entre las cláusulas finales. Su importancia es extraordinaria en
los documentos legales. Las formas de expresarse coinciden sustancialmente en esta fór-
. mula : •<non obstantibus clausulis et ordinationibus in contrarium•• (no obstante cualesquier
cláusulas y disposiciones en contrario).

d) Cláusulas reservativas. Como su nombre indica, están encaminadas a evitar posibles


recursos y protestas de terceros, consecuentes al documento, por haber lesionado éste de-
rechos d e aquéllos, por ejemplo, que un documento conteniendo gracias o concesiones de
carácter particular no pueda dar pie para plantear en general reivindicaciones del mismo
tipo. Su fórmula se caracteriza por ir casi siempre encabezada por la palabra «Salva o
salvo••.

e) Cláusulas obligatorias. Al decir obligatorias y obligativas, no lo entendemos de modo


general sino especial y reflejo ; de otra forma, todas estas cláusulas finales serían obligati-
vas, pues todas sirven a la obligación de cumplir lo dispuesto en el documento. Nos referi -
mos ahora exclusivamente a documentos de carácter contractual y a las fórmulas con que

183
XXVII/12 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA

especial y explícitamente se obligan las partes contratantes a cumplir lo pactado. La obliga-


ción surgida puede ser de orden moral o material. La primera se manifiesta mediante pro-
mesa o juramento. Aunque teóricamente no se sistematizó hasta el siglo XIII, su aparición en
los documentos es ~uy antigua, a través de la fórmula «per Deum omnipotentem et haec
quattuor sancta evangelia•• o parecida. La obligación material se concretaba en ofrecer
como garantía del compromiso adquirido bienes y aun la propia persona del comprometido
y de sus sucesores.

f) Cláusulas renunc1at1vas. Son aquellas que, bajo pretexto de poner a las partes
contratantes a resguardo de toda sorpresa y mala fe, tratan de enumerar, en forma de
renuncia, las causas de nulidad, excepción y otras, que pudieran ser invocadas por alguna
de las partes o por terceros para atenuar o destruir los efectos del contrato.

Su aparición en los documentos medievales coincide en el siglo XII con la di fusión


del derecho romano y de los estudios jurídicos en general y, más aún , con el espíritu
leguleyo que derivó de éstos, explotado por los practicones del derecho para alargar sus
escritos a costa del cliente. Las renuncias se hacen a veces interminables. Así, se renuncia
al beneficio de menor edad, de debilidad o inexperiencia; a las leyes en favor de los intere-
ses de la mujer; a los beneficios <<de cautione» o <<de restitutione in integrum»; a las ex-
cepciones «propter metum, dolum, malam fidem, vim••; a las dilatorias, al privilegio de fuero
o de asilo, al dinero no contado, etc. A las renuncias concretas se añadió pronto una
renuncia general <<omni iuris beneficio, u <<Omni iuri canonice et civili»; la cual se reforzó
todavía con la renuncia que dice que <<general renunciación de leyes fecha non vala". Su
mayor o menor uso coincidió con épocas de la baja Edad Media y la Moderna, según que
preponderasen criterios de los teóricos del derecho o de los prácticos del documento.

g) Cláusulas penales. Para hacer más eficaz el cumplimiento de cuanto dispone y


manda el documento, se echaba mano del arma de la amenaza, anunciando penas y casti-
gos contra los incumplidores; las cuales podían ser espirituales, pecuniarias y corporales, si
bien las últimas se anuncian muy rarame nte . Sobre el conjunto de las espirituales y pecu-
niarias puede decirse:

1. 0 Que es evidente el origen eclesiástico de las primeras, las cuales iban desde
incurrir en la ira de Dios omnipotente hasta la excomunión y su anatema, al modo de los
cánones 90nc iliares. De los documentos papales y episcopales pasaron a los señoriales y
privados e, incluso , a los reales. Su estilo resulta con frecuencia retórico y grandilocuente.
Su uso decae a partir del siglo XII.

2. 0 El anuncio de penas pecuniarias aparece e n los documentos privados desde muy


antiguo y, ciertamente, en la época romano-bárbara. El dinero correspondiente, cuya canti-
dad y calidad variaba según épocas y regiones, habría de pagarse parte al erario público ,
parte a quien saliera dañado por el incumplimiento de las cláusulas documentales.
3° Las penas espirituales y las pecuniarias se anuncian casi siempre juntas, al final
del texto o cuerpo documental, antes del escatocolo. Típica es la expresión <<Si quis vero,
con que se abre la cláusula correspond iente.

4. 0 Es evidente el sentido en gran parte rutinario y teórico de las cláusu las penales
que surtían efecto muy pocas veces.

h) Cláusulas corroborativas. Sirven, ya lo hemos dicho , para anunciar expresamente


que se han cumplido. con relación al documento, todas las formalidades exigidas para que
éste adquiera su perfección legal. Las formalidades más importantes y permanentes p ueden

184
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XXVII/13

ser éstas: haber dado orden de que se haga el documento (••hanc chartam fieri iussi» o
••mandé dar esta mi carta••); haber sido éste suscrito por el autor y por el escriba o notario ;
haber intervenido en él los confirmantes y testigos oportunos («lo firmaron de sus manos»);
habérsele puesto el signo o el sello como elemento de validación («Sellada con mio sello
de plomo., ). Desde el punto de vista crítico, interesa comprobar si en efecto los anuncios
de formalidades y requisitos que se anuncian en dichas cláusulas corroborativas se han
cumplido y en qué condiciones.

3. Protocolo final o escatocolo. Los elementos que dan carácter y fisonomía propios
a esta parte del documento se integran en dos grupos bien definidos: el de la data o fecha,
que reúne los datos relativos al tiempo y al lugar en que el documento ha sido hecho, y el
de la validación o autenticación , que recoge los que sirven especialmente para dar al do-
cumento forma jurídica, sin los cuales no existe el documento propiamente dicho. De ahí,
el que los tratadistas medievales em'p learan para designar esta parte que, además, suele ser
la última, verbos tan significativos como ••absolvere», ••complere».

Dada la importancia y extensión que, por mucho que se abrevie, llevan consigo estas
dos partes del protocolo final, no es posible resumirlas aquí, sino remitir cada cual a su
propio tema, que son los inmediatos siguientes, 28 y 29.

La ••apprecatio., que aparece en último lugar del protocolo, es cláusula que suele ir
vinc ulada a las de la data ; por eso , cuanto a la misma se refiere irá también en el tema 28.

11. FORMULAS Y FORMULARIOS

Si bien se considera, de lo dicho en la primera parte del tema y del examen directo
de los documentos se concluye que el discurso documental, así en su parte central como
en las protocolarias, se expresa muchas veces de forma igual o parecida, es decir, con
iguales palabras y parecidas frases, plasmadas en fórmulas jurídico-literarias que se repiten
para cada clase de documentos; y ello como consecuencia de las siguientes razones:

1.3 Los documentos son títulos jurídicos que engendran consecuentes derechos y
obligaciones y que, por lo mismo, deben estar concebidos y expresados lo más concisa y
exactamente posible, con una fraseología ordenada y constante, que no dé lugar a subter-
fugios ni interpretaciones ambigüas dentro del asunto que se trata de documentar.

2a Supuesta esta primera razón y la natural dificultad de mantener siempre esas


condiciones de rigor y de precisión en la redacción textual , se explica que los redactores
de documentos, en virtud de la ley del menor esfuerzo, amoldaran su estilo a fórmulas más
o menos análogas que podían recordar de memoria o tener a mano para su empleo en el
momento preciso.

3. 3 Supuestas la naturaleza y fin de los doc umentos, resulta normal que las ideas
que contienen y los hechos que consignan se repitan con frecuencia. dando pie para que
también se repitan las expresiones respectivas.

Todo lo cual nos lleva a concluir que la estructura jurídico-literaria de un documento.


ordinariamente, estará calcada sobre modelos admitidos por el uso o sancionados por las
leyes. Dichos modelos pueden tener un doble origen : o son documentos anteriores, verda-
deros y reales, que se imitan al redactar otros nuevos; o son colecciones de fórmulas idea-

IRS
XXVII/14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

das y recogidas específicamente con ese fin, a las cuales se les da el nombre de formula-
rios.

1. Interés diplomático. Los primeros modelos, es decir, los documentos anteriores a


cuya imitación puedan redactarse otros nuevos, diplomáticamente tienen poco interés, pues
su empleo como tales modelos se limitará de ordinario a casos aislados y muy concretos.
En cambio, los formularios se caracterizan por su alcance más general y por la universali-
dad de su uso, lo cual tiene, con relación a la crítica diplomática, especial interés y aplica-
ciones importantes.

Partiendo de una comparación, diríamos que la confrontación de los formularios con


los documentos calcados en ellos es, en Diplomática, algo muy parecido a la confrontación
que, en el campo de la Historia, se establece entre los escritos de los historiadores de la
Edad Media y las fuentes utilizadas por éstos. Dicha confrontación puede ayudar muy efi-
cazmente a establecer la autenticidad y exactitud de aquellos textos documentales que por
cualquier motivo resulten sospechosos.

2. Formularios propiamente dichos. Los llamamos así para distinguirlos de otros sis-
temas ideados también para facilitar la redacción del documento, los cuales tienen mucho
que ver con aquéllos, pero en realidad son algo distinto. Dichos sistemas están representa-
dos por lo que se llamó el <<Ars dictadi•• y el <<Ars notaria•• que veremos luego. Ahora nos
concretamos a los formularios cuya exposición distribuiremos en tres apartados:

a) Origen y desarrollo. La utilidad de los formularios en orden a la redacción de los


documentos es tanta y tan evidente que por fuerza habían de darse aquellos en todos los
ambientes donde el documento fuera medio habitual de poseer y garantizar derechos.

De los romanos, por no remontarnos más allá, quedan modelos documentales que se
aplicaban ya en la época republicana : <<De formulis et solemnibus populi romani verbis, se
titula un convincente trabajo al respecto. De Roma el uso de los formularios pasó a los
pueblos bárbaros que primero se romanizaron; cuya mejor prueba son los célebres modelos
de cartas reales extraídos por Casiodoro de los registros de la corte de Ravena y ordenadas
por él en 12 libros, hacia el año 537, bajo el título de Variae.

Sin interrupción , pues, fórmu.las y formularios pasaron a los despachos u oficinas


documentales de la Edad Media. A veces eran modelos artificiosos, puramente teóricos e
ideales; otras, se tomaban de documentos verdaderos. En este segundo caso, se ?Ustituían
los datos concretos del documento original por términos vagos que acusan el nuevo papel
asignado a los modelos en cuestión . Así los nombres propios se sustituían por <<ille, o
<<talis, o, simplemente, por una N; los números y cantidades, por <<tot•• o <<tanti•• o pareci-
dos. Con lo cual se lograba un cuadro de frases hechas, un esqueleto de documento como
lo llaman algunos autores, recubierto de generalidades incoloras y utilizable en todos los
casos semejantes.

A las nuevas noticias sobre formularios empleados en los siglos altomedievales se


añaden los formularios mismos que se nos han conservado en número muy apreciable. El
más antiguo de todos corresponde a las llamadas «Formulae Marculfi, o «marculfianae••,
del nombre de su autor, un monje francés del que sólo consta que vivió en el siglo v11. Son
en total 87 modelos, repartidos en dos libros, según se trate de documentos públicos o
particulares.

186
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El éxito de Marculfo fue tan grande que sus fórmulas oscurecieron e hicieron olVidar
las colecciones anteriores, haciendo, por contrapartida, surgir una legión de imitadores que
durante los siglos VIII y IX compusieron abundantes modelos de documentos reales, episco-
pales y privados. En Francia, sobre todo, el elenco de colecciones formularías es muy con-
siderable. Las principales pueden verse recogidos en el Manual de Boüard (pág. 135) y con
más detalle en la clásica obra de Ch. Zeumer, ••Form ulae merovingici et karolini aevi», pu-
blicadas en 1882. Suelen titularse con el sustantivo «Formulae» , seguido de un adjetivo que
alude ya al autor, ya al lugar en que se compusieron , ya a cualquier otra circunstancia
externa: «Formulae andecavenses», ccbituricenses", «Salicae», «Pithoei••, etc.

b) En la cancillería pontificia. De Italia, si exceptuamos las ya citadas de Casiodoro y


algunas de origen lombardo, más bien tardías (siglos x y XI) , no se han conservado colec-
ciones de fórmulas. Lo cual no presupone que no las hubiera; al contrario , consta que las
hubo por alusiones y noticias diversas; pero debieron de caer pronto en desuso y ser arrin-
conadas por la pronta aparición (siglo XI) de los manuales del «Ars dictandi, que tenían
indudables ventajas sobre las simples colecciones formulísticas.

Todo el interés que en plan de formularios, puede ofrecer antes del siglo XI la penín-
sula Itálica, se centra en el llamado " Líber diurnus, de la cancillería pontificia , cuyo nom-
bre completo es el de ••Líber diurnus romanorum pontificum", que es, sin discusión, el más
famoso y el más estudiado de todos los formularios medievales. Sickel hizo la mejor edi-
ción y la más crítica el año 1889, en Viena. Se compuso en tiempo de Adriano 1 (772-795).
Permaneció en vigor hasta los tiempos de Gregoria VIl (1 073-1 085) , cayendo pronto en ol-
vido, sin tener sustituto inmediato, pues el «Líber Cancillería apostolica••, de lnocencio IV,
que pudiera serlo , corresponde ya al siglo XIII.

e) En España. Debió de ser normal el método de los formularios para la redacción


de documentos públicos y privados. El que no se hayan conservado más que restos, y muy
escasos, se explica por las circunstancias externas, violentas y destructoras, que condicio-
naron la vida en la Península durante gran parte de la Edad Media.

De hecho, lo que podemos contemplar hoy en cuestión de formularios casi se reduce


a las llamadas «Formulae visigoticae, y a una fórmula suelta recogida en el Fuero Juzgo
bajo el título de «exemplar epistolae informationis, o forma de carta para el sayón . Esta
segunda tiene el interés de ser la única fórmula visigótica completa, de autenticidad indis-
cutida. Las otras, que se conservan en un códice del XVI, escrito por Ambrosio de Morales,
en general son tenidas también por auténticas a través de la larga bibliografía que se les
ha consag rado. Se trata de 46 modelos, todos para documentos privados; pertenecen al
sig lo VIl , dentro del reinado de Sisebuto ; hay fó rmulas para la manumisión, para dotaciones,
para ventas, para donaciones. para testamentos, etc.

3. Ars dictandi. Se llama también «dictamen, y se entiende por tal el arte o ciencia
de componer y redactar documentos mediante reglas o normas, recopiladas y expuestas a
modo de manual . código o reglamento .

a) Naturaleza y origen. Son como la continuación evo lucionada y mejorada de los


formularios, en los cuales no había normas teóricas explícitas, pero sí aplicación práctica
de ellas. Nada tiene, pues, de extraño que llegara un momento en que a los expertos en
cuestiones documentales y formulísti cas se les ocurriera dejar de proceder por el camino
de la práctica rutinaria e imitativa y decidirse a sintetizar o resumir en doctrina teórica esas
normas que tácitamente regulaban y dirigían la composición del documento.

187
XXVII/16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMAT ICA

La ocas1on de que esto ocurriera hay que buscarla en las escuelas italianas de gra-
mática, retórica y jurisprudencia y en el renacimiento que se operó en ellas durante el siglo
XI. En dichas escuelas enseñaban normalmente, como maestros de retórica, los compilado-
res de formularios, siendo ellos quienes se aplicaron a recoger en pequeños tratados didác-
ticos las normas teóricas que presidían la composición del documento. Se conocían esos
tratados con diferentes nombres: «breviarium, summa, compendium , rationes dictandi», etc.
Su · contenido solía consistir en reglas de gramática, preceptos de retórica, consejos sobre
la formación de las cláusulas y su acoplamiento lóg ico, sin descuidar el «Cursus" o la
cadencia rítmica de los períodos; todo lo cual constituía el llamado «ardo epistolae" y de él
salía lo que llamaban la ••littera fermata" o documento completo . Junto a la parte teórica
de los tratados aparece muy ~ronto su parte práctica, o sea, una selección de ejemplos de
documentos. que en el lenguaje de la época se llamaban ••flores dictaminum» .

b) Principales representantes. El primero de estos maestros ••dictatores» de quien


tenemos noticias es Alberico de Montecassino, en la abadía de cuyo nombre enseñaba ha-
cia el año 1075 y escribió su ··Breviarium de dictamine».

Los siglos XII y XIII marcan el apogeo de este género documental-l iterario, que, ade-
más de su origen, tuvo en Italia su producción más abundante. Sería interminable la rela-
CIOn de obras y autores. Los principales pueden verse en los Manuales de Boüard y de Giry.
Destacan entre los italianos el florentino Buoncompagno de Sina y el boloñés Guido Fava,
ambos del siglo XIII, y con extensa lista de publicaciones, tocantes todas al •<Dictamen» .

Tamb ién es muy notable el grupo de •<dictatores•• que pertenecie ron a la cancillería
pontificia. Por citar alguno, lo haremos con Tomás de Capua, en tiem po de Inocencia 111, y
su <<Summa dictaminis" que ofrece ya las características de un verdade ro instrumento pro-
fesional.

En Alemania y en toda Europa, después de Italia, sobresalen la <<Summa de arte pro-


sandi", de Conrado de Mure, y la <<Summa prosarum dictaminis••, del Anónimo de Magdem-
burgo, también del siglo XIII.

e) En España el ,,Ars dictandi» con sus manuales y formu larios de baja época tuvo
poca representación. Además, casi todo lo que nos ha llegado en este orden, procede de la
parte oriental de la Península y, más en concreto, de Cataluña. Entre los autores del <<Dic-
tamen» , cue nta García Villada a Raimundo de Caldes y a Poncio de Carbonell. El primero
fue canciller de l rey Jaime 11 y es autor de un ••lnstrumentum processus•• manuscrito en el
códice 140 del Archivo de la Corona de Aragón. El segundo escribió un pequeño tratado
«De dictamine" con un epistolario, recogidos en otro códice de Ripoll. De siglos posterio-
res, XIV, xv y XVI, quedan varios formularios, pero de menos interés, perdidos ya en la tradi-
ción general y, de ordinario, sin parte doctrinal o te órica. Algunos han sido estud iados y
publicados años atrás.

3. Ars notaria. Es como una variante del ••ars dictandi" , a la cual su peró en sistema-
tización, en difusión y en permanencia, pues en algunos aspectos c abe dec ir que ha tras-
cendido hasta el momento actual.

a) Naturaleza y origen. Si se reflexiona un poco sobre cuanto hemos dicho acerca


de los tratados del «Ars dictandi" y de los formularios relac ion ados con él , veremos que se
refiere n indist intamente, muchos al me nos, a doc umentos públicos y privad os, y que en las
colecciones de fórm ul as hay modelos de unos y de otros, y que lo mismo se e mpleaban en
las cancillerías públicas o so be ranas que en los despac hos de escr ibas o notarios.

188
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVII/17

Pero llegó un momento en que la técnica del documento privado o notarial por exce-
lencia, teórica y práctica, evolucionó de tal modo y adquirió tal fuerza que creó un mundo
documental distinto del de los documentos públicos. Ocurrió esto en los siglos XII- XIII, como
consecuencia del renacimiento romano-canónico en el campo del derecho, en virtud del
cual el documento privado preparado por notarios públicos adquirió categoría de escrito
auténtico. dotado de fuerza legal y probatoria.

Como consecuencia, la enseñanza del derecho notarial y la función de l notariado


empezaron a florecer y ponerse en el primer plano documental de aquella época. Todo el
fenómeno y todo el cambio se operó absolutamente en Ital ia, principalmente en Bolonia,
trayendo como efecto último la emancipación, con relación al «ars dictandi», de todo
cuanto en sus manuales y tratados se refería propiamente al documento privado. Así nació
este nuevo género jurídico-documental , teórico y práctico. que se llamó «ars notaria, o «ars
notariae» .

Se considera como primera manifestación del nuevo estilo el "Formularium tabellio-


num, de lrnerio, que en el siglo XII era profesor de la escuela de Bolonia, y su primer
rector cuanto ésta se convirtió en Universidad.

b) Desarrollo del nuevo arte. Sus cultivadores forman legión durante los siglos XIII y
XIV. No es posible nombrar siquiera a todos los principales. El más famoso y más influyente
es, sin dudarlo. Rolandino de Passagieri, profesor en Bolonia, como casi todos los grandes
maestros notarios, y que publicó en 1256 su conocida ''Summa artis notariae". La bibliogra-
fía sobre Rolandino es superabundante, contentándonos nosotros con citar el libro de Nú-
ñez Lagos, El documento medieval y Ro/andino (Madrid, 1951), y la edición que el mismo
autor hizo de la obra del propio Rolandino titulada '' Aurora, en 1950, con ocasión del
Congreso Internacional del Notariado, que se celebró en Madrid ese año. Sobre la Summa
recién citada hace notar Breslau que fue el manual por excelencia del notariado hasta co-
mienzos de la Edad Moderna.

De Rolandino y sus colegas italianos se vivió en Europa durante la baja Edad Media
sin dar lugar a que en otras naciones floreciera con sello propio el nuevo arte. Como muy
raro cita Boüard el ,,Doctrinale florum artis notariae". compuesto hac ia 1450 en el sur de
Francia, y que no es sino un eco de las sumas y manuales de Bolonia.

e) Referencia a España. Aquí ocurre como en Francia y apenas podemos presentar


en esos siglos otra cosa que formularios prácticos sin doctrina alguna. En cambio, los
ejemplares que se conocen de Rolandino, de Raniero de Perusia y otros maestros italianos
son incontables. Los hay en códices de Ripoll y se encuentran fácilmente en archivos dio-
cesanos y parroquiales de Cataluña. de Mallorca, de Valencia.

Sancho Capdevilla en su trabajo sobre la <<Práctica d ictaminis de Llo rens de Aqui-


leia, (Barcelona, 1930) anotó una serie de ejemplares de éste y ot ros autores que junto con
formularios anónimos fueron encontrados en diferentes archivos. Téngase en cuenta, aparte
las relaciones de todo orden entre Aragón e Italia durante la baja Edad Media, que el esta-
blecimiento de notarios parroquiales en estas regiones llevaba consigo la existenc·ia de uno
o más formularios por parroquia y que eran muchos los clérigos de la Corona de Aragón
idos a estudiar en Universidades de Italia para hacerse maestros de l «Dictamen" .

189
TEMA XXVIII

LAS CLAUSULAS CRONOLOGICAS DEL DOCUMENTO

ESQUEMA/RESUMEN

1. Etimología

r~B)
Jurídica.
2. Importancia de la data Histórica.
C) Diplomática.
3. Uso y colocación den-
l. La data o fecha ~
tro del documento
Generales.
4 Fórmulas { A)
B) Especiales

5. La data como elemento


de crítica

1. Geográficos
Mundana.
A) Su interés Española.
B) Calendario De la Pasión.
r a) La era De Diocleciano.
Del consulado.
11. Elementos
de la data Del imperio y
del reinado.
C) Fecha del Del pontificado.
año
2. Cronológicos ~ b) Períodos {Olimpíadas
cronológicos. Indicción.

e) Estilos

a) Sistema romano.
D) Fecha del mes { b) Sistemas medievales.

E) La semana. Calendario litúrgico.

F) «Apprecatio"

195
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

En el tema anterior sobre el texto o tenor documental y las partes que lo componen,
vimos que la última de dichas partes incluía entre sus elementos constitutivos la data, la'
••apprecatio, y los signos de validación . Ninguno de dichos elementos fue estudiado allá, ale-
gando que , dada su importancia y extensión, no era posible desarrollarlos siquiera al míni-
mum ; ofreciendo c omo solución dedicar un tema aparte a la data y otro a la validación .

El de la data es este que ahora 1n 1c1amos baJO el título de •<Las cláusulas cronológi-
cas del documento , que s1 no es el más exacto, resulta más congruente con los de otros
temas que forman la Unidad. Su explicación, así por razones pedagógicas como científicas,
habrá de dividirse en dos partes. Una, que se ocupe de las cláusulas de datación y sus
relaciones con el texto documental , sin entrar mayormente en el significado de las mismas;
otra, que explique especialmente ese significado incluso en sus aspectos técnicos, teniendo
en cuenta que para entenderlo será imprescindible conocer, siquiera someramente, los ins-
trumentos cronológicos que se amparan bajo el común nombre de calendario.

Sobra decir que el tema, como todos los de la unidad, resulta abusivamente amplio y
que lo ideal hubiera sido hacer de él dos distintos. En punto a dificultades para el alumno
ratificamos nuestra advertencia del principio sobre la excesiva cantidad de erudición que
suponen y llevan consigo estos temas, así como sobre la novedad de muchas de las ideas
que exponemos, desconocidas hasta ahora para la mayoría de los alumnos, y sobre lo sutil
de algunos conceptos, que por nuestra parte trataremos de hacer asequibles en cuanto
podamos.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

También aquí es inmensa la bibliografía; en particular, la de carácter técnico sobre


nociones, aspectos y problemas cronológicos. Al diplomatista, y más al diplomatista en for-
mación, le bastará con los correspondientes capítulos de los manuales que venimos ci -
tando, donde el tema está generosamente tratado (Paoli, páginas 183-232; Boüard, 293-320;
Floriano, 275-304) . Por lo extraordinariamente completo que resulta en este punto, citare-
mos también a Giry y su Manuel de Diplomatique, en cuyas páginas desarrolla un verda-
dero tratado de Cronología. Entre los breviarios o pequeños manuales cronológicos, que
son los más recomendables para el trabajo práctico del diplomatista, tenemos la Cronología
e Calendario perpetuo, de Cappelli , con muchísimas ediciones, y entre los españoles, el
Manual de Cronología española y universal, de Agustí-Voltes-Vives (Madrid, 1952).

El tema lo resumiremos por nuestra cuenta en las Explicaciones complementarias que


vienen a continuación.

197
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. LA DATA O FECHA

Atendiendo a su concepto más elemental y básico , la data puede definirse como ex-
presión del tiempo y del lugar en que el documento ha sido hecho. Habrá, pues, data de
tiempo o cronológica y data de lugar o topográfica. Antes de hablar separadamente de una
y de otra, importa que veamos las cuestiones que el conjunto de ambas puede plantear en
relación con el documento.

1. Etimología. La palabra data es un latinismo que viene del ve rbo «da re» y su par-
ticipio «datum», que significa dar u otorgar. A su vez, la palabra fecha viene del verbo
«facere» y su participio «factum,, que significa hacer. Los documentos redactados en latín
emplean ambos participios en masculino o en femenino, según el sustantivo a que se refie-
ran, por ejemplo «charta» o "Privilegium ", pero puede decirse que el femenino es más
corriente. En los documentos redactados en romance ocurre lo propio con los participios
fecha o fecho (que es más frecuente) y dada o dado.

2. Importancia de la data. Es extraordinaria por las siguientes razones:

a) Jurídicamente, esa expres1on de tiempo y lugar que decimos, se tiene como algo
indispensable y, de hecho, es la cláusula que, después de las dispositivas, falta menos en
los documentos. La ley romana exigía para el valor de tojo documento que estuviera fe -
chado; la constitución 322 del Código teodosiano decía taxativamente que los edictos y
las constituciones que se encuentren sin el año y el día de los cónsules, «auctoritate careant ''·

b) Desde el punto de vista histórico se considera a la data como el elemento más


valioso del documento. Es como el eje del aparato h istórico que quiera montarse sobre
aquél o como el cimiento del edificio h istórico que quiera construirse con sus materiales.
Todos los demás datos (sucesos, personas, fechas, etc.) girarán en torno a la data.

e) Diplomáticamente es uno de los aspectos documentales que da más j uego y más


trabajo por las dificultades de interpretación que encierra, así en relación con los cómputos
cronológicos como con el documento mismo, especialmente con las fases de la actio y la
conscriptio.

3. Uso y emplazamiento. A pesar de cuanto acabamos de decir, no faltan documen-


tos sin data, sobre todo durante los siglos x-x11. El fenómeno se da con preferencia en el
terreno de los documentos privados, cuya calidad jurídica y diplomática se desvirtuó mucho

199
XXVIII/6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

en esa época, perdiendo gran parte de su valor y fuerza probatoria. Los documentos públi-
cos carentes de data, que los hay, deben considerarse como fenómeno verdaderamente
extraño, derivado de situaciones cancillerescas singulares y anómalas. Modernamente la
data, así de hecho como de derecho, es algo que se exige en cualquier clase de documen-
tación , aun las más simples y faltas de formalidades diplomáticas.

Su colocación dentro del texto documental varía según tiempos, regiones, cancillerías
y tipos de documentos. Lo más común es abrir con ella el protocolo final, por delante de
las suscripciones y signos; sistema que se consagra a partir del siglo XII. Antes de entonces
la data podía ir al final y abajo del documento, muchas veces formando una línea sola,
separada de todo lo anterior por amplio espacio . Como excepcionales, aun siendo relativa-
mente numerosos, han de contarse los documentos de toda época que empiezan por la
data; típicos en este sentido son los decretos conciliares. La modalidad se extendió luego a
documentos de otra clase como los juramentos. Más raro todavía resulta colocar la data en
medio del texto; es el caso de muchas noticias que se limitan a referir una acción cumplida
con anterioridad en esta forma: «Notum sit quod N et N. convenerunt et compromisserunt
inter se anno tali die tali» (sea conocido que Fulano y Mengano convinieron y pactaron
entre sí el año tal y el día tal) . Más esporádicos resultan los casos de documentos con una
doble data en sitios diferentes; por ejemplo, los privilegios apostólicos anteriores al siglo XII
suelen tener una data formando parte del tenor documental al fin del mismo . y otra más
detallada puesta por el canciller en la parte más inferior.

4. Fórmulas. Son tantas y tan variadas que resulta imposible no ya sistematizarlas,


pero ni aun enunciarlas todas, quedando ese trabajo para la Diplómatica especial. Algunas
son de sobra conocidas; otras resultan más singulares. Veámoslas:

A) Generales. Por lo que hace a su comienzo, la fórmula datatoria puede reducirse a


estos cuatro modos: «actum, factum, datum, scriptum». Los más antiguos, pues se remontan
por lo menos a la antigüedad romana, son actum y datum. En la teoría de los diplomatistas
medievales, el actum se refiere a la actio, el datum a la conscriptio: «datum quidem impor-
tat tempus in que datur littera, actum importat tempus in que ea facta sunt super quibus
littera datur» (datum se refiere al momento en que se da el documento, actum al tiempo en
que se hicieron las cosas a que el documento se refiere). En algunas series documentales
de los siglos IX- X el datum precede al elemento topográfico, el actum al cronológico. Pero a
partir del siglo x las referencias de tiempo y lugar se agrupan bajo un solo participio, que
puede ser cualquiera de los anteriores; y lo mismo se diga de documentos más tardíos
cuando van esc ritos en castellano .

B) Especiales. Pueden darse varios casos.

1.° Cuando junto a la data figura la expresión « regnante Christo» , que parece tener
un significado puramente piadoso, a no ser cuando en documentos de interregno o de un
rey no reconocido por sus súbqitos, detrás del "regem expectante» aparece el "regnante
Christo» .

2.° Cuando al lado de lo cronológico estricto figuran sucesos coetáneos, como bata-
llas ganadas, muertes ocurridas. Además de ser una fórmula distinta de la común , tiene
importancia bajo un punto de vista histórico. Abundan relativamente a partir del siglo x, así
en documentos públicos como privados, y en ocasiones son la única fuente para conocer
sucesos no recogidos en fuentes narrativas, para fijar la fecha de los mismos, para saber la
impresión y consecuencias que produjo en los contemporáneos el hecho en cuestión . Algo

200
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVIII/7

semejante puede deci-rse de la expresión del reinado del rey o del papa y de su año co-
rrespondiente, que por lo demás es frecuentísimo en toda la gama documental.

3.0 Bajo un aspecto puramente formalístico, especiales son también los documentos
en cuya data se amontonan · todas las posibles indicaciones cronológicas que veremos
luego: la indicción, el año del reinado, el día del mes, la epacta, el número áureo, la luna-
ción, la feria, etc. Suerte que el caso es muy raro, pues tal amontonamiento nunca contri-
buye a dar más precisión a la fecha, sino a embrollarla y hacerla más incierta. En todo
caso y desde el siglo XII las fórmulas tienden a ser cada vez más breves y sencillas, así en
ideas como en palabras. Igualmente, las cancillerías y otros despachos de documentos,
cuanto más se organizan, suelen tener para esta parte del escatocolo un formulario más fijo
que no cambia brusca ni repentinamente.

5. La data como elemento de crítica. En este aspecto su papel es importantísimo,


pero su estudio e interpretación presenta graves dificultades que pueden resumirse en decir
que con frecuencia hay contradicción entre los datos cronológicos y otros datos del mismo
documento, por ejemplo testigos y confirmantes que en el momento señalado por la fecha
estaban ciertamente muertos, o títulos y oficios de personas que en el lugar y tiempo indi-
cados por la data habían caído totalmente en desuso, o documentos con dos fechas , que
resultan contradictorias entre sí.

A tales problemas y otros parecidos pueden darse soluciones simples y menos cientí-
ficas, diplomáticamente hablando, aunque valederas en determinados casos, por ejemplo ,
cuando se acude para explicarlos a posibles errores de los copistas surgidos por distrac-
ción o por ignorancia. Así, posible es que se empleen para expresar un año concreto las
cifras del anterior, cuando se escribe en los primeros días del mes de enero, o que se
olvide cambiar la cifra del año del reinado en los primeros meses que siguen al cambio de
un rey. La ignorancia de los escribas en cuestiones cronológicas puede servir para explicar
otras contradicciones.

Pero no parece sensato achacarlas todas y siempre a ignorancia o error o mala vo-
luntad de los escribas. Los diplomatistas modernos han buscado otras explicaciones funda-

das en la diferencia de tiempo que puede mediar entre la actio y la conscriptio y sus
diferentes fases o entre el tiempo y lugar en que se fecha el documento y el tiempo y lugar
de la realización histórica del mismo.

Téngase en cuenta, por ejemplo , que las dos etapas principales de un documento
privado , aquélla en que la acción se concluye por acuerdo de las partes y aquélla en que el
notario hace y les entrega el escrito correspondiente, pueden desdoblarse en éstas otras
más secundarias: consentimiento o ratificación de terceras personas interesadas directa o
indirectamente en el negocio; entrega de la cosa vendida y toma de posesión; pago del
precio convenido , todo lo cual tiene que ver con el cumplimiento de la actio. Luego con
relación a la conscriptio puede haber: comparecencia ante el notario y declaración del
acuerdo de las partes ; redacción de una primera minuta en forma breve y esquemática;
redacción del documento definitivo; lectura del mismo ante las partes y aprobación. de és-
tas; sello y despacho de originales o de copias a los interesados.

De ordinario, todas estas etapas se han corrido tan rápidamente que apenas una
pueda distinguirse de la otra cuanto al tiempo de su realización. Pero algunas veces puedfl
ocurrir, y de hecho ocurre, lo contrario, surgiendo intervalos lo suficientemente amplios
como para que en ellos haya podido morir el autor del documento o alguno de los confir-
mantes y testigos.

201
XXVIII/S PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Sobre los documentos públicos cabe decir tanto y más , supuesta la organización de
una cancillería y la trama de actos y momentos por que vimos ha de pasar una pieza
documental, desde la «petitio ,. o súplica hasta su expedición al interesado.

De todo lo cual se c oncluye que la interpretación de la data y la solución de las


dificultades que conlleva no es fácil someterla a reglas generales; las cuales ni siquiera es
fáci 1 montarlas sobre la observación de casos particulares y sus subsiguientes conclus iones;
las soluciones de cada caso particular deben só lo servir de ejemplo , despertar la atención
y señalar el procedimiento de investigación que ha de seguirse.

11. ELEMENTOS DE LA DATA

Supuesta esta visión de c onjunto sobre la data y sus problemas, interesa examinar
por separado los principales e lementos que la componen y que se reducen a dos grandes
grupos: geográficos y cronológicos.

1. Geográficos. Resulta difíci 1 sistematizarlos ; tantas son y tan variadas las circuns-
tancias que pueden concurrir en ellos. Vamos a indicarlas muy brevemente:

1a Pueden faltar en absoluto y es frecuente que falten., lo cua l quiere decir que, en
principio , no sólo no son necesarios para la validez y ef icaci a del documento, pero ni si-
quiera demasiado importantes. Pueden citarse colecciones enteras o grupos grandes de do-
cumentos que se presentan sin la data tópica o de lugar. Por ejemplo, el cartulario del
monasterio de San Mi llán de la Cogolla recoge documentos de los condes de Castilla y de
los primeros reyes navarros, de los cuales sólo dos o tres expresan la localidad donde
fueron hechos. Y aunque, tratándose de cartularios , ha podido ocurrir que el copista omi-
tiera elementos de la data que le parecían menos interesantes como la referencia al lugar.
siempre será indicio de la menor importancia que concedía a ésta.

2. 3 Pueden figurar solos, es decir, sin emparejarse con elementos cronológicos de


ninguna clase. En ocasiones pueden coexistir ambos en el documento , pero aparecer en
sitios y con fórmulas diferentes. Lo normal es que vayan juntos y bajo la misma fórmula .

3.3 En todo caso, la data de lugar suele expresarse muy sobriamente, a base de
enunciar las respectivas localidades en genitivo , o ablativo o acusativo precedido de «apud ..
y nada más. Raro s son los casos en que el nombre de lugar va acompañado de las circuns-
tancias en que el documento fue hecho: "publice, in ecclesia, in itinere, in via publica, sub
arbore ... Pintoresca es la ex presión de «actum ínter leones .. . refiriéndose al pórtico de una
iglesia y a sus columnas sostenidas por leones. las únicas sin duda que habría en el lugar .

4.3 Esas alusiones al paraje o sitio concreto donde el documento se ha hecho tienen
especial interés para la crítica diplomática , pues hay grupos de documentos, sobre todo
privados , que se caracteri zan por haber sido hechos todos en la misma localidad y en el
mismo sitio.

2. Cronológicos. Por contrapartida de los geográficos, los elementos cronológicos


tienen extraordinario interés y cuanto hemos dicho sobre la importancia de la data c omo
parte del documento se entiende que deriva principal y casi exclusivamente de los datos
relativos al tiempo. Insistimos en que al diplomatista como tal no le toca la cronología
técnica, pero tampoco debe despreciarla en lo que pueda contibuir al esclarecimiento de
problemas que le son propios. Concretamente, el estudioso de los documentos tiene que

202
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XXVIII/9

aspirar a dejarlos fechados completa y exactamente según el cómputo moderno, y llegar,


por el camino que sea, a fijar con la mayor seguridad posible la data de tiempo verdadera,
que no siempre coincide con la expresada en el protocolo final.

Para ello , si dicha data se presenta completa, deberá el diplomatista criticar todos los
elementos que la integran, verificar si hay concordancia entre ellos, averiguar la clase de
cómputo por que se han regido y reducirlos al sistema actual. Si la fecha expresada está
incompleta, hay que hacer lo que sea preciso para completarla y suplir los elementos que
falten , ayudándose ya del tenor del mismo documento, ya de otros afines. Puede decirse
que apenas habrá pieza documental cuyo examen o estudio no empiece por el esclareci-
miento de algún problema cronológico grande o pequeño.

En consecuencia, el estudio de los elementos cronológico-documentales habrá de


agruparse en torno a los tres datos sustantivos de toda fecha completa: el año , el mes y el
día. Pero precedido todo de una breve noticia sobre el calendario que es el instrumento de
que nos servimos para medir el tiempo.

A) El calendario. Fue establecido para regular la medida del tiempo, según las revo-
luciones periódicas de los cuerpos celestes y en relación con los actos y sucesos principa-
les de la vida civi 1 y eclesiástica. Sus indicaciones comprenden el espacio de tiempo que
llamamos año. Nuestro calendario actual es el calendario cristiano que comprende un año
civil ajustado al año solar del trópico, dividido en 365 días y cuatro horas aproximadamente,
los cuales se agrupan en meses y semanas. Su origen hay que ponerlo en el calendario
romano y en el camino de su desarrollo los hitos principales son estos:

1.° Calendario Juliano. Llamado así por las reformas introducidas por Julio César en
el romano el año 46 a. C., ocupando el cargo de pontífice, la principal de las cuales consis-
tió en el establecimiento de los años que llamamos bisiestos. Cabe decir que el actual
calendario, así como los calendarios medievales, dependen del Juliano en un 95 por 100.

2. 0 Reforma gregoriana. Así llamada del nombre del papa Gregorio XIII que la esta-
bleció para toda la Iglesia el año 1582. En él venía a desembocar una etapa de muchos
siglos, iniciada con el concilio de Nicea el año 325 y saturada de consultas, discusiones,
proyectos, estudios , en que intervinieron sabios, concilios, reyes y papas, llegando a ser en
algunos momentos el problema más importante de la cristiandad. La principal novedad si-
gue girando alrededor de los años bisiestos, que lo eran cada cuatro años y entre los
cuales se contaban todos los años que comenzaban siglo , estableciéndose que de éstos
sólo lo fuera en adelante uno cada cuatro años .

3.0 La aceptación del calendario juliano ha sido problema de sig los. Primero lo acep-
taron los estados italianos; enseguida, todos los estados catól icos; en e l siglo XVIII, los pro-
testantes ; en el xx, los estados de la Europa oriental y del mundo crist iano griego. Todavía
persisten afanes de reforma en torno a un calendario fijo e inmutable que sirviera para todo
el mundo. En 1930 se creó la Worl Calendar Association para auspiciar este proyecto , que
también hizo suyo la antigua Sociedad de Naciones, y que consistiría en hacer un año de
trece meses con veintiocho días. o un año de cuatro trimestres iguales.

Puede observarse que en el orden práctico lo rec1en expuesto tiene poco interés y
que su carácter es más bien curioso y anecdótico. Lo verdaderamente interesante para el
estudio cronológico de los documentos está en saber cuál es e l año, el mes y el día e n
que se hicieron. En orden a lo cual resulta imprescindible saber cómo se medían en las
diversas épocas y mediante el calendario cada uno de e stos tres lapsos de tiempo .

20l
XXVIII/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

B) Fecha del año. Los problemas que plantea pueden reducirse a estos dos grandes
capítulos: Primero, al dar el número de un año determinado, cuál es el punto de referencia
de ese número, es decir, cuál es el suceso, persona, etc., en que se ha empezado a contar
el primero de esos años, cuya serie o número correlativo se da. Segundo, dentro de cada
año concreto cuál es su comienzo y C':Jál es su final. Al primer capítulo corresponden las
llamadas eras y períodos cronológicos . Al segundo , los llamados esti los.

a) La era. Puede definirse como aquel momento o punto del tiempo, determinado
por algún gran suceso, a partir del cual se cuentan los años venideros, siendo año número
uno el que empieza con el suceso en cuestión . La etimología de la palabra era es incierta,
y se ha discutido mucho sobre ella. Su empleo como sistema de cómputo es antiquísimo,
pues en la historia de la humanidad ha habido varios grandes sucesos que dieron pie a sus
correspondientes eras; entre los cuales podría incluirse el suceso de empezar a reinar un
rey o a pontificar un papa. que en realidad y si se toman como fechas los años del reinado
o del pontificado, sería como el comienzo de una pequeña era.

Contándolas por lo bajo, no saldrían menos de diez eras. Brevemente nos referiremos
a las principa les y que estén más particularmente implicadas en los grupos de documentos
que interesan a nuestra Diplomática, europea y española .

Eras mundanas son todas aquellas que toman como punto de arranque el momento
de la creación del mundo ; de ahí, que se la llame también era de la creación. Usadas por
cronistas árabes y cristianos, apenas tienen aplicación para los documentos, como no sea
la llamada era bizantina, y aun ésta para grupos de documentos muy escasos y determina-
dos. Empezó a usarse en el siglo VI l y pone la creación del mundo en el año 5509 a. C. ,
desde el cual empieza a contar.

Era romana . Su año de partida es el de la fundación de Roma que unos sitúan en el


752 a. C., y otros en el 753. Usada en documentos romanos y por algunos cronistas medie-
vales y escrito res del Renacimiento, apenas se refleja en documentos que interesen a la
generalidad de los diplomatistas e historiadores.

Era española. Le da nombre la circunstancia de haber sido empleada en los estados


y reinos de la península ibérica mientras en toda Europa se emp leaba, ya hacía siglos, la
era c ristiana. Puede, pues, adjudicarse a di c ha era una doble singularidad : la de usarse sólo
en la península y la de haber excluido durante mucho tiempo a cualq.uier otra. Empieza a
contar desde el año 716 de Roma, con una diferencia anticipada de treinta y ocho años
sobre la era crist iana, cuyo año primero coincide con el 38 ó 39 de aqué lla. No está claro
el suceso que le dio origen . La opinión más común lo relaciona con el final de la conquista
de la Península ibérica por los romanos, que pudo muy bien considerarse acabada en 716,
siguiendo en ello la costumbre romana de establecer eras nuevas en los países conqui sta-
dos, las cuales empezaban a contar desde el momento de su reducción a provincia romana.
Otra opinión hace a la era española fruto de la influencia árabe, tratando de relacionar la
palabra era con la de égi r a; otros la relacionan con el gótico «jera" y la hacen de origen
visigodo ; no falta quien la considere inventada en el siglo v por la población hispano-
romana de la península con carácter de protesta contra las invas iones bárbaras.

La bib liografía sobre la era española ha sido tan abundante que pocos temas monográ-
ficos pueden comparársele. Todavía se producen apreciab les trabajos sobre aspectos de la
misma, por ejemplo , el de J . M . Navascués, La era AS, y los más recientes de A. D'Ors, la
era hispánica, Pamplona 1962, y J . Gil , Aera ... as, depundius, Madrid 1976.

Aunque no faltan ejemplos de cómo se empleaba ya en el siglo v, es en el VI cuando


su uso apar.ece extendido a todas las regiones peninsu lares, hasta Narbona y Arlés, así en

204
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVIII/11

códices como en documentos como, sobre todo, en epígrafes. Su fórmula ordinaria se re-
duce al ablativo «era» o «Sub era» , seguido:> del número, expresado generalmente en ro-
manos, con particularidades gráficas como la llamada epísemon, que vimos en el tema 10.

Lo admirable de la era española es no sólo la exclusividad con que monopolizó du-


rante muchos siglos las cláusulas cronológicas, sino su permanencia hasta fines de la Edad
Media. Su sustitución por la era cristiana fue tardía y sucesiva en las distintas regiones.
Ocurrió primero en aquellas donde la influencia extranjera fue mayor, por ejemplo en Cata-
luña que, al empezar a depender durante el siglo IX del imperio carolino, empezó a fechar
sus documentos por el año del reinado de los reyes de Francia, a cuyo cómputo solía
añadirse el de la era y más raramente el año de la Encarnación . En los documentos del
reino de Valencia perduró la era española hasta 1358. En Castilla y León , oficialmente,
hasta 1383, en que el rey Juan 1 dispuso que se fechara según los años de la Natividad del
Señor . En Navarra la entronización de las dinastías francesas en el siglo XIII hizo que en los
documentos Pú.blicos se suplantara pronto la era española por la cristiana; en los privados
continuó rigiendo aquélla hasta comienzos del xv. Portugal fue más tenaz que ningún otro
estado en mantener el sistema tradicional , y lo mantuvo con regularidad hasta 1422 en que
una orden de Juan 1 mandaba sustituir la era de César por los años del nacimiento de
Cristo.

Cierto que la eficacia de estas disposiciones fue bastante relativa y, por lo menos, no
surtieron efectos inmediatos. Hasta bien entrada la primera mitad del siglo xv puede asegu-
rarse que no desapareció totalmente. La tesis de algunos sobre haber convivido en épocas
anteriores el sistema de la era española y el de la cristiana en su modalidad de la Encarna-
ción que veremos luego, t iene escaso fundamento y de ningún modo puede admitirse como
fenómeno general.

Era cristiana. Fue inventada por Dionisia el Exiguo , quien la introdujo en una de sus
tablas del ciclo pascual , que comienza a contar el año 532 después de Cristo, y sigue
inmediatamente a las tablas pascuales de Cirilo de Alejand ría que van de 437 a 531. Cirilo
indicaba en sus tablas los años por la era de Diocleciano , Dionisio cambió esa indicación
por los años de nuestro Señor Jesucristo, no queriendo que «Circu lis nostris memoriam
impi i et persecutoris innectere", o sea, que en nuestros cálculos no se introduzca la memo-
ria de este impío perseguidor. El punto de partida de la nueva era fue para el Exiguo el
nacimiento de Jesucristo, y el primer año de la misma lo hizo coincidir con el año 753-54
de la fundación de Roma, según el cálculo de Varrón .

La nueva era entró antes en los estudios de escritores y cronistas que en las oficinas
de documentos. En el siglo VI la encontramos ya en Inglaterra donde, introducida por San
Agustín de Canterbury y sus monjes, la empleó Seda el Venerable; en Italia la introdujo
Casiodoro a través de su Computus paschalís; en España aparece en el siglo VIl, en Francia
y Alemania en el VIII.

En cuestión de documentos, los más antiguos fechados por la era cristiana, son an-
glosajones, uno privado del año 676 y otro público del 704. En Francia hay algunos del
siglo VIII, en Alemania del IX, en Italia también del IX, pero sólo documentos privados. En la
cancillería pontificia no entra el nuevo sistema hasta Juan XIII, años 968-970, y en la canci-
llería imperial hasta Lotario en 940. Puede afirmarse que no se generalizó el uso de la era
hasta el año 1000, y todos los ejemplos anteriores han de considerarse como raros. En
España ya hemos dicho que hasta fines del siglo XIV, y entre los griegos hasta el xv. Im-
porta notar que en algunos documentos el año de la era cristiana fue añadido posterior-

205
XXVIII/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

mente. En cuanto a fórmulas de expresión las hay muy variadas y dependen de los diferen-
tes estilos que vamos a ver enseguida.

Era de la Pasión. En algún momento se empleó como s1nommo de la era de la En-


carnación que es una variante de la cristiana, pero en la mayoría de los casos la fórmula
corresponde a una era especial que comienza el año 31-34 p. C. Su fórmula es ,,anno
passionis Domini•• o «anno a passione Domini••.

Era de Diocleciano o de los mártires. Empieza a contar desde el año 284 p. C. Pa-
rece que nació en Egipto, donde la llevan muchas inscripciones del siglo v y siguientes. En
el v11 empezó a llamarse era de los mártires, en recuerdo de las persecuciones desatadas
por dicho emperador.

Eras del consulado y postconsulado. Dijimos que una variante importante del sistema
de la era consistía en tomar como arranque de cuen ta, sucesos relacionados con determi-
nadas personas; en concreto, la elevación de éstas a un cargo público. El sistema es de
origen romano. cuyos documentos públicos habían de datarse por el año de los cónsules
que gobernaban cuando el documento se hacía. «N et N viris clatissimis consulibus sub
die , (el que fuere) es la fórmula con que se cerraba habitualmente el texto. El sistema se
traspasó pronto a la cancillería pontificia, siendo los documentos del papa Siricio (384-393)
los primeros que lo adoptaron. Cuando en 567 el cargo de cónsul pasó a ser patrimonio
del emperador. la techa empezó a hacerse con doble fórmula referida a la misma persona.
A Justiniano y a una de sus «novellas•• se debe la costumbre medieval de datar por los
años del consulado y del imperio. Pero mientras esta segunda tuvo éxito extraordinario
durante toda la Edad Media, en que se dató de modo habitual por el príncipe reinante, de
la primera apenas quedó rastro . Como remenbranza curiosa. recordemos que en algunos
documentos españoles a los condes de Castilla y otros personajes señoriales se les llama
cónsules.

Eras del imperio y del reinado. A imitación de los cóns ules vimos que surgió pronto
la costumbre de datar por los años del emperador, luego por los de los papas y en cada
reino p.or los del soberano reinante. Se llegó a más: en las diócesis se fechaba por el año
de sus obispos, y en los feudos, por el de sus señores. Ningún sistema en la alta Edad
Media fue más usado que éste, y c uando , después del año mil , empezó a generalizarse la
era cristiana. junto a ella persistió regularmente el año del soberano .

La interpret ación y reducción del año de los reyes al sistema moderno presenta mu-
chas dificultades. Unas vienen de no saber exactamente de qué rey se trata cuando hay
varios del mismo nombre. Otras, de la determinación imprecisa del primer día del reinado,
o de las diversas eras surgidas en torno a un rey que había reunido en sí diversas coronas,
o del diferente modo usado en la cancillería correspondiente para computar esas diversas
eras. o de errores materiales del escriba.

Los diferentes modos de contar en una cancillería pueden ser éstos: tomar por punto
de partida y de referencia para los años la fecha del fin del reinado anterior, o la de toma
de posesión efectiva , o la de llegada, o la de elección , o la de consagración, o la de
coronación; referir la cuenta de los años del reinado a la fecha de una asociación anterior
al trono. o incluso a un reinado ficticio. Tarea del diplomatista será , pues. determinar en
cada caso y en cada reinado los cri terios de datación seguidos por las respectivas c;:¡ncille-
rías. Modélicos son en este terreno los trabajos de L. Delisle sobre los documentos de
Inocencia 111 y Felipe 11 Augusto. Los períodos de anarquía, incuria o ignorancia de algunos
reinados han. de tenerse especialmente en cuenta para interpretar las fechas de sus respec-

206
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVIII/13

tivas documentaciones. Cada canciller o, mejor, cada notario ha podido entonces datar a su
aire y elegir un punto diverso de partida para contar los años del reinado. Los períodos de
vacante también se reflejan en la data mediante la fórmula «regno vacante>> o, lo que es
peor por más complicado, se llenaban con años del monarca anterior difunto, o del papa
coetáneo o con la expresión «regnante Christo >> .

Era del pontificado. Los papas fecharon primero sus documentos con la era de los
cónsules, luego con la de los emperadores griegos. Adriano 1 introdujo en 787 la era ponti-
ficia bajo esta fórmula: «regnante domino Deo et salvatore nostro lesu Christo cum Deo
patre et Spiritu sancto>> . A juicio de Breslau, la nueva fórmula tiene inicialmente un signifi-
cado político , queriendo expresar la independencia del papado con relación a cualquier otro
poder humano y su dependencia directa e inmediata de Dios.

Restaurado el imperio de Occidente, la cancillería pontificia siguió datando con la era


pontifical unida a veces a la imperial; la cual va cayendo en desuso a medida que la potes-
tad e influencia política del papado iba siendo mayor. Los documentos privados emplean la
era pontificia menos que la regia o imperial y el uso mayor o menor de aquélla se sincro-
niza con ·las épocas de mayor o menor influencia de los papas. En general, puede decirse
que antes de la era cristiana los notarios de territorios sometidos políticamente a la Santa
Sede o en estrecha relación con ella emplean la era pontificia, o sola o junto con la regia o
imperial. Introducido el uso de la era cristiana, la del pontificado suele quedar como dato
complementario de menor importancia y se reduce desde el siglo XII a la simple mención
del papa reinante. En la época moderna la referencia aJ. año del pontificado o simplemente
al pontífice reinante cae en total desuso fuera de los documentos pontificios o los de aque-
llos países que pertenecen a la soberanía papal.

b) Períodos cronológicos. Por tal se entienden aquellas series de varios años que
como tales series han servido de referencia y de unidad para medir y computar el tiempo.
Dos son las principales: las olimpíadas y la indicción.

Olimpíadas. Este sistema de cómputo fue introducido en Grecia, según Polibio, por el
historiador Timeo (352-256 a. C.), el cual para ca lcular el tiempo empezó a servirse de las
listas de los vencedores en los juegos olímpicos, que tenían lugar cada cuatro años. La
primera lista se remonta al año 776 a. C. que es punto de partida para la primera serie de
cuatro años, es decir, para la primera olimpíada y, por consiguiente, para las demás series
y olimpíadas que vinieron después en orden consecutivo. El sistema fue muy usado en
Oriente y Occidente hasta el siglo IV p. C., en que se le suplantó por el otro período crono-
lógico que. se llama In dicción. Durante la Edad Media no se contó nunca por las olimpíadas
como tal; pero se conservó su nombre en la data de algunos documentos con un sentido
muy diferente del que acabamos de explicar. Los escribas de los siglos IX y x ignoraban lo
que eran las olimpíadas y sólo tenían idea de un período de cuatro años sin más. Pero por
hacer alarde de erudición, añadiendo nuevos datos a sus fechas, añadían la olimpíada al
año del reinado, queriendo significar los períodos de cuatro años que correspondían al
reinado por que databan, en el momento de hacer el documento. Críticamente resulta, pues,
un dato diplomático de ningún valor.

Indicción . Su etimología y origen han sido muy discutidos y aún hoy no están claros.
Parece que surgió en Egipto y que allí se extendió por todo el mundo romano, significando
al principio el importe de un impuesto tributario, c uyo asiento se hacía y revi saba primero
cada cinco años y luego cada quince. Despué s el nombre de indicción vino a significar el
año en que tal tributo se pagaba, y por fin el c iclo de quince años entre un tribut o y el

207
XXVIII114 PALEOGRAFIA Y OIPL OMATICA

siguiente. Su empleo como sistema cronológico parece ha de situarse en tiempo de la po-


liarquía de Diocleciano, pues resultaba difícil contar los años según las eras de los empera-
dores, varias y confusas, mientras parecía más simple y seguro contarlas de un término fijo
a otro igual, es decir de un censo a otro .

El empleo de la indicción se hace remontar a tiempos del emperador Constantino 1 y


se ha fijado el año 313 como punto de partida de la primera. Se usó principalmente en
documentos pontificios de la Edad Antigua y la Edad Media. En documentos españoles es
rara; lo cual, unido a lo complicado de su mecanismo , hace aquí menos necesaria su expo-
sición.

e) Estilos. La segunda serie de problemas que la fecha del año plantea en los do-
cumentos está relacionada con el comienzo de aqué l, que varía de unos sistemas cro noló-
gicos (eras y períodos) a otros. Cada una de esas variantes constituyen lo que se llama
estilo, equivalente en este caso a modo o norma o sistema de empezar a contar el año. Los
estilos más importantes son los de la era cristiana , ya que dentro de la era españo la, de
tanto interés para nosotros, no hay variedad y el año empieza siempre el 1 de enero. En
cambio, la era cristiana puede empezar a contar sus años en diferentes fechas. Así , tene-
mos:

Estilo moderno, llamado también romano o de la Circuncisión; empieza a contar e l 1


de enero, coincidiendo con e l com ienzo del año astronómico; por eso, los calendarios me-
dievales suelen poner enero como primer mes y el uno de enero como primer día del año .
Más pronto o más tarde el esti lo de la Circunc isión se fue imponiendo en todos los países
de Europa, salvo Italia, que puede considerarse, primero como la madre, y l uego como el
reducto de los otros esti los.

Estilo véneto. Se llama así por haberse usado especialmente en Venecia, donde se
mantuvo hasta la caída de su repúb lica: ponía el comienzo del año a 1 de marzo .

Estilo de la Anunciación o de la En carnación . Empieza su año a 25 de marzo y fue


muy socorrido durante toda la Edad Media, en recuerdo y devoción a la Santísima Virgen .
En Ital ia dio origen a otros dos subesti los: el llamado florentino, cuyo 25 de marzo era el
siguiente al 1 de enero del mismo año ; y el llamad o pisano , que empezaba a contar en el
25 de marzo anterior. El modo florentino se llamó en Alemania «stilus trevirensis» por
usarse espec ialmente en el principado de Tréveris.

Estilo bizantino. Es de origen griego y co rrespond e no a la era cristiana sino a la de


la creación del mundo; pone el comienzo de l año a 1 de septiembre. Dentro de la era
cristiana, y por eso lo traemos aquí, fue usado en los países mediterráneos sometidos a los
griegos y bizantinos, durando en algunos ejemplos documentales hasta el sigl o XVI.

Estilo de la Navidad. Su año empieza siempre el 25 de diciembre, con dive rsas fórmu -
las: <<anno a Nativitate Domini , anno Domini" , etc . Se usó en toda Eu ropa y se inc rementó
mucho su uso con la institución notarial. En Roma y en la canci llería papal fue preferido a
cualqu ier otro; por eso se le llamó también estilo romano.

Estilo francés o de la Pascua de Resurrección . Toma como punto de partida para el


año la fiesta de Pascua, cuya ce lebrac ión puede variar del 22 de marzo al 25 de abri l. Se
trata, pues, de un sistema complicado y poco racional, pues con él pueden darse años de
trece meses y más, o de once meses y menos. Sólo y ac aso pueda estar just ificado en
aquellas cancillerías cuyos sistemas de datación se tomen, en la totalidad de sus elementos.

208
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXVIII/15

incluidos los días del mes, del calendario eclesiástico con sus festividades propias y especí-
ficas. Se llama estilo francés, «mos gallicus o gallicanus» , porque nació en Francia y sólo
se empleó allí.

O) Fecha del mes y del día . No todos los documentos añaden a la fecha del año la
del mes, pero sí la mayor parte de los que puedan interesarnos.

a) Sistema romano. La división del año en doce meses proviene del calendario ju-
liano y se ha mantenido sin interrupción hasta el presente, con los mismos nombres que se
les pusieron entonces. Si el mes se anuncia solo, es decir, sin el día, no habrá problema de
ninguna clase ni en cuanto a su denominación, ni a su emplazamiento ni a su fórmula. El
problema puede surgir cuando va acompañado del día. Veámoslo :

Los días son las unidades en que se divide el mes; unidades que pueden expresarse,
bien con relación al mes. bien con independencia de él. Para expresarlas con relación al
mes se han aplicado en los documentos sistemas diferentes. El llamado romano, que distri-
buye el mes en tres partes, referida cada una a un día fijo. a saber: el 1, que se llama día
de las Calendas; el 5 o el 7, de las Nonas; el 13 o el 15, de las Idus. Todos los demás días
se cuentan por referencia a uno de esos tres y van siempre por delante de cada uno de
ellos ; por ejemplo, «quarto kalendas junii» quiere decir cuatro días antes del 1 de junio, o
sea, el 28 de mayo.

b) Sistemas medievales. A pesar de su complicación, el sistema romano fue muy


preferido hasta el fin de la Edad Media, en que cedió el campo al sistema actual, de contar
los días del mes siguiendo su orden correlativo de sucesión: primero. segundo, etc.; o en
cardinales: uno, dos, tres, etc.
Un tercer sistema, conocido con el nombre de «consuetudo bonoiensis», se difund ió
desde Italia a Europa, pero con poca intensidad. Consistía en partir los días del mes en dos
mitades: del 1 al 15 y del 16 al 30, o del 1 al 16 y del 16 al 31, según los meses. A los de
la primera mitad se les llamaba días andados; a los de la segunda, días por andar; y en
latín «mense intrante» y «mense exeunte ». En documentos españoles es fórmula desusada.

E) La semana , en latín «hebdomada» o ••septimana•• . Responde a un período de


siete días que se repite con independencia del mes y del año . Sólo muy excepcionalmente
puede ser incluida en fórmulas de la data. En cambio, es posible encontrar referenc ias a
los días de la semana, bien con sus nombres romanos (en latín, ••dies lunae » o en caste-
llano «lunes••. etc .), bien con la nomenclatura litúrgica de «feria secunda, tertia••, etc. , hasta
el ••dies sabbat i•• o •• dies dominica•• que se impusieron también -los dos últimos- fuera
de lo litúrg ico en el lenguaje usual.

Calendario litúrgico, es decir, el que regula las fiestas rel igiosas a lo largo del año y
da también su juego en los documentos, ya que no es infrecuente encontrar algunos que,
prescindiendo del mes, se refieren directamente al día med iante el nombre de alguna fiesta
litúrgica: ••in testo sancti Michaelis••, •• sabbato sancto Pasche •• , << dominica Letare•• aludiendo
a la primera palabra del Introito de la misa de ese día. «feria quarta ante Pentecostem ••.
«die martis post Circuncisionem Domini ».

La conversión de estos días litúrgicos a los correspondientes del sistema normal


constituye el principal problema que presentan esas festividades religiosas, siendo impres-
cindible para resolverlo acudir a la cronología técnica y a sus fórmulas de . averiguación del
día en que cayó la Pascua de Resurrección dentro del año cuyo mes y cuyo día interese
fijar.

209
XXVIII/16 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA

F) l'.pprecatiu. No pertenece propiamente a la data, pero suele considerarse comple-


mento de la misma, a la cual va casi invariablemente ligada, si es que se da en el docu-
mento. Se llama también «propitiatio , o «auguratio , y puede defin irse así : aquella fórmula
brevísima de propiciación y buen augurio que, siendo de origen romano, aparece cristiani-
zada en los documentos altomed ievales, al objeto de terminar éstos deseando y augurando
felicidad para el destinatario. La fórmula típica de la apreciación ya desde la época romana
era «felicitar». Así pasó a los primeros documentos med ievales, pero revistiéndola de carác-
ter cristiano con la palabra «in Domino, o «in Dei nomine, o «in Christo». Estuvo muy en
uso durante la alta Edad Media, pero a partir del siglo XI desaparece, al menos como fór-
mula específica y destacada.

Junto a la «apprecat io» por la gran semejanza que tiene con ella e incluso por haber
algunos autores que la consideran como segunda manifestación de la misma cosa, recorda-
remos aquí lo que en términos diplomatísticos se llama saludo o salutación final. Deriva de
la forma epistolar que tuvieron al principio casi todos los documentos, en los cuales fue
norma de las cancillerías hasta época bastante avanzada, cerrarlo con un último saludo o
voto : «Vale, valete, benevalete ». Su mayor éxito lo tuvo en el campo de los documentos
pontificios, según veremos en el tema siguiente.

210
TEMA XXIX
LOS SIGNOS DE VALIDACION Y LOS SELLOS
OTROS CARACTERES EXTERNOS DEL DOCUMENTO

ESQUEMA/RESUMEN

a) En documentos públicos.
1. Del auto r del documento { b) En documentos privados.

2. De los participantes en el a) Documentos públicos .


l. Suscripciones y signos { b) Documentos privados.
documento

Ja) En los documentos rea-


les.
3. Del canciller y del notario

l b)
e)
En los pontificios.
En los privados.

1. Caracteres externos
11. Sellos { 2. Valor jurídico

111. Quirógrafos

IV. Otros caracteres externos del documento

213
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

Poco hay que decir sobre el tema a título de presentación. Baste recordar que se
trata de una parte del protocolo final del documento, desgajada, para ser expuesta con la
mínima amplitud necesaria, del tema 27, según se anunció allí. Insistimos solamente en que
se trata de algo tan importante desde el punto de vista jurídico que, si faltara absoluta-
mente. faltaría también el verdadero documento.

En el tema se integran tres capítulos que se complementan a modo de partes de un


todo: los signos, los sellos y los quirógrafos; más una cuarta parte que tiene, diríamos,
carácter de apéndice: la de los elementos o caracteres externos del documento, que en-
sambla de algún modo con el sello en lo que éste tiene también de elemento externo
documental.

La problemática que plantearemos es relativamente sencilla y su discusión asimilable


por los alumnos sin especial dificultad.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Las cuatro partes del tema suelen estar suficientemente tratadas en los manuales de la
disciplina. Concretamente, Paoli en su Diplomática dedica el párrafo 18 a las «Sottoscrizioni
e segnature degli autori"; el 19, a las de «Consentienti e testimoni», y el 20, a las «Cance-
lleresche e notarili» ; a los «Caratteri estrinseci dei documenti», el sello entre ellos, dedica
todo el capítulo VI. El Manual, de Boüard , reúne en el capítulo 111 de su libro 11 cuanto se
refiere a «Signe et modes de validation» ; para los caracteres externos hay que acudir al
capítulo 1 del mismo libro. El Curso General, de Floriano, dedica al sello y a la sigi lografía
sus páginas 315-321 . Otros autores más notables -que los hay- en alguno de los puntos
tocados por el tema, los citaremos al correr de nuestra exposición .

215
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

A la segunda parte del protocolo final vimos en el tema 27 que respondían las llama-
das "validatio•• y autenticatio•• . bajo cuyos nombres se comprenden aquellos elementos que
sirven para conferir al documento validez y autenticidad . Externamente dichos elementos se
plasman en lo que llamaríamos hoy firma y rúbrica del autor o autores del documento, de
los testigos y demás personas que participan en él , así como de aquellos a quienes toca
por oficio (cancilleres o notarios) componerlo textualmente y escribirlo materialmente, certi-
ficando, como final de todo sobre la terminación del proceso documental en forma co -
rrecta. En lenguaje diplomatístico a las actuales firmas se les llama «Suscriptio» o suscrip-
ción, y a las rúbricas. signo o signatura, en latín «signum .. ; las cuales pueden ser verdade-
ramente autógrafas de las personas a que se refier~n. o estar suplidas por una fórmula
aceptada y reconocida al efecto, o por simples listas de esas personas, expresando su rela-
ción con el documento, o por la aposición de un objeto emblemático y significativo, lla-
mado sello.

l. SUSCRIPCIONES Y SIGNOS

Examinaremos por separado las de cada uno de los grupos a que acabamos de refe-
rirnos, a saber:

1. Del autor o autores del documento. Conviene distinguir entre documentos públi-
cos y privados. cuyos sistemas varían según tiempos, regiones y tipos documentarios. Vea-
mos:

a) En los documentos públicos. Por una ley del año 470 el emperador León disponía
que ningún decreto imperial fuera tenido por auténtico si no iba signado por el emperador
con tinta de' púrpura o de plata, de la cual estaba prohibido usar a cualquier otro. Esta
norma de la cancillería romano-bizantina pasó en su sustancia tanto a las cancillerías de
los reinos bárbaros coetáneos o sucesores del Imperio como a la cancillería pontificia. Así
tenemos:

1.0 El rey Teodorico de los ostrogodos suscribía con una lámina de oro en la cual
estaban incisas las letras de la palabra ••legi». Entre los reyes lombardos la suscripción se
sustituye por una fórmula que refleja la orden del rey: «ex dicto domini regis» . Entre los
merovingios la suscripción era autógrafa de verdad o aparentaba serlo, siempre bajo la
fórmula "N. rex subscripsi ... Con los reyes carolinos dicha fórmula fue sustituida por un
signo y su fórmula, que decía ••Signum manus N. gloriosissirni regis». De los reyes visigo-
dos consta que daban validez a sus diplomas mediante la imprenta de anillos signatarios.
21 7
XXIX/6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

2.0 El signo de estos primeros documentos reales consistía o en una simple cruz o
en un monograma, es decir, un dibujo o figura,formado por letras más o menos disimula-
das, las cuales una vez desentrañadas y recompuestas, se ve que responden a un nombre o
un título o una fórmula. Es importante saber distinguir en los monogramas las letras pro-
piamente dichas de los nexos o líneas que las unen. Las primeras han sido trazadas por la
misma mano que escribió el resto del documento o por otro oficial de la cancillería; pero
entre las segundas puede haber algún trazo más caracterizado, atribuible al propio autor
del documento que lo estampó con su mano, demostrando así su participación inmediata y
directa en la conclusión o cierre de aquél.

3.0 En los documentos pontificios la suscripción y signo del autor dan mayor juego.
Los más antiguos plasman aquella en una fórmula de saludo o bendición, escrita ordina-
riamente por mano del papa; por ejemplo , la de San Gregorio Magno, en el siglo VI, era:
«Deus te incolumen custodiat». Con el tiempo y a medida que van apareciendo tipos más
solemnes de documentos, la participación gráfica del autor, en este caso el papa, adquiere
mayor empaque y tiene triple manifestación: suscripción propiamente dicha en el centro,
signo rodado a la izquierda, y saludo a la derecha.

Este último, que según acabamos de ver, es en su origen más antigo que ninguno
otro elemento validador, adopta en los grandes privilegios la típica fórmula del «Bene va-
lete••. juntas o separadas ambas palabras, y trazadas con escritura claramente distinta de la
del texto. En el siglo XI, con las reformas del papa León · IX, esta fórmula se convierte en un
monograma, trazado primero por alguno de los familiares del papa, luego por un funciona-
rio de la Cancillería.

Simultáneo, más o menos, al monograma del «Benevalete••, aparece, a la izquierda,


un signo de forma redonda, llamado tradicionalmente «rota» o rueda, ·a base de dos círcu-
los concéntricos, con el área del círculo interior dividida en cuadrantes por los cuatro bra-
zos de una cruz, en cada uno de los cuales figura una breve leyenda en letras mayúsculas.
Estas leyendas variaron mucho hasta que, con Urbano 11, se adopta en plan fijo la de
«Sanctus Petrus sanctus Paulus•• y el nombre del papa; por ejemplo, «Aiexander papa 111••.
En el espacio intermedio entre los dos círculos se escribe el mote o divisa del papa; por
ejemplo, «Verbo Domini caeli firmati sunt••, de Pascual 11, precedido de una pequeña cruz,
que se cree era trazada por la propia mano papal ; la misma divisa, que no solía ser autó-
grafa, muestra una escritura específica que, probablemente procedía de la mano de un
mandatario especial del pontífice; todo lo cual implica, sin duda, una particular participa-
ción de éste en esa parte de la «validatio••.

La suscripción personal del papa, entre la rueda y el «bene valete», aparece en tiem-
pos de Pascual 11 con esta fórmula: «Ego N catholicae ecclesiae episcopus subscripsi•• que,
siendo autógrafa en los principios, se limitó luego a ser trazada, no por el personal ordina-
rio de la cancillería, sino por un representante personal del suscribiente.

Lo dicho vale para las grandes bulas y privi legios. En las bulas comunes desaparece
la «suscriptio•• y el «signum ••, confiándose su autenticación al solo sello de plomo; y lo
mismo en los breves, cuyo sello, con la impronta del anillo papal , «annulo piscatoris•• que
cierra el documento, representa la intervención personal del papa.

b) En los documentos privados. Otra ley romanobizantina, del año 528, recogida en
el Código de Justiniano, puede considerarse como la causa inmediata de las suscripciones
o firmas autógrafas, con sus signos correspondientes, que se encuentran en documentos

21 8
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXIXf7

privad os medievales (ventas, cambios, do naciones, etc.), trazadas por el autor del docu-
mento. La doctrina relativa a dichos signos y suscripciones puede resumirse así:

1.° Conviene distinguir entre documentos de prueba y documentos dispositivos que


vimos en el tema 26. Los primeros pueden no estar suscritos por el autor, sino por el
rogatari o solamente, es decir, por la persona que, a petición de aquél, ha extendido el
doc umento. En cambio, para los documentos de prueba, lo normal -sin que dejen de en-
contrarse muchas excepciones- es que sea el autor mismo quien lo suscriba o firme.

2. 0 En la baja Edad Media retrocede considerablemente la presencia del autor a fa-


vor del rogatario, que es quien realmente , aunque sin dejar de referirse con detalle a aquél,
suscri be y signa luego exclusivamente. En la Edad Moderna se adopta una solución que
parece más razonable, a base de suscribir juntamente el rogatario y los autores.

3. 0 Sobre si las suscripciones y signos de las partes -que es como se llama mu-
chas veces a los autores- son o no autógrafos, hay que distinguir entre las primeras y los
segundos. Aquéllas pueden serlo, y adoptan la fórmula subjetiva «+ ego N. subscripsi» .
Estos no lo son más que muy raramente y se envuelven con la fórmula objetiva «signum +
manus N... , trazado por el escriba del documento. Este «signum manus" consiste de ordina-
rio en una cruz; alguna vez pueden representarse otras figuras, por ejemplo, una mano.

4. 0 Prescindiendo de que el signo y la suscripción sean o no autógrafos, puede el


autor del documento delegar en otra persona para que lo suscriba en nombre suyo por la
razón que fuere, la cual puede especificarse incluso en el documento: «propter ignorantiam
litterarum», «propter caliginem oculorum» ; pero el caso se da sólo excepci onalmente.

5. 0 Nó tese que lo dicho en las concl usiones anteriores sobre documentos privados
tiene carácter muy ge neral, lo mismo que las relativas a documentos públicos. A la Diplo-
mática especia l le toca, de cara a los diversos grupos documentales, aquilatar más y f ijar
las características de cada grupo en cuanto se refiere a la «suscriptio» y «signatiO>> por
parte del autor del documento. Concretamente, para cuanto se refiere a documentación
española de las diferentes épocas y regiones nos remitimos a los temas de la siguiente
Un idad.

2. De las otras personas que participan en el documento. Sobre cuáles son esas
personas ya d ijimos en el tema 26 bajo los subtítulos de «interventio .. , ccconsentio" y «testi-
ficatio» . En conjunto, repetimos que su fin al participar en el documento puede ser doble:
consentir o autorizar el hecho documentado y dar testimonio de la veracidad de ese hecho,
así como de que éste ha sido documentado formalmente. Pero lo que nos interesa ahora es
conocer el sistema concreto por que se rige y se manifiesta ese consentimiento y esa auto-
rización a través de las diferentes clases o grupos documentales.

a) En los documentos públicos. Normalmente, la autoridad pública, sobre todo la


real y suprema, no tiene necesidad de someter sus actos documentales a consentimiento o
testimonio de nadie. Excepcionales son , pues, los casos en que por debilitamiento o confu-
sión del poder público, habían los documentos de reforzar su eficacia con la participación
de determinadas personas o instituciones, con la consiguiente imposibilidad de establecer
reglas al respecto de alcance general. Por consiguiente, esas listas de nombres y títulos
que bajo dife rentes fórmulas, aparecen en los documentos medievales como suscribientes o
testigos o confirmantes, acompañados a veces de los respectivos signos, ni son necesarias
ni suponen, de ord inario, la presencia de las citadas pe rsonas al cierre y terminación del

219
XXIX/8 PALEOGRAF IA Y DIPLOMATICA

documento. Copiadas por los escribas rutinaria y automáticamente, juegan un papel, más
que jurídico, retórico e ilustrativo.

Otro tanto y más cabe decir de los documentos pontificios, donde de hecho los sig-
nos y suscripciones de prelados y cardenales, autógrafas o no autógrafas, se limitan a de-
terminados tipos de documentos solemnes y aun en éstos no. son siempre habituales ni
frecuentes.

b) En los documentos privados. Es en ellos donde tiene una mayor aplicación la


teoría sobre las posibles personas que concurren con el autor al cierre del documento y a
darle fuerza y valor jurídicos. Prescindiendo de las disposiciones legales al respecto, la na-
turaleza de muchos asuntos documentados pedía ese concurso y esa intervención. Por
ejemplo, de los padres con relación a documentos de los hijos; de los tutores, con sus
pupilos ; de los señores, con sus siervos ; de los cabildos eclesiásticos, con relación al
obispo ; de los monjes, con relación al abad .

Casos hay en que la participación de estas personas e instituciones se anuncia de


modo genérico en el texto . y nada más; pero lo que nos interesa aquí es que, anunciados
previamente o no, aparezcan en el protocolo final , signando y suscribiendo con la corres-
pondiente fórmula, donde el verbo «Subscripsi>•, acompañado de «Consensi» u otro parecido
constituyen la fórmula habitual.

Más que los «Consentientes» o autorizantes propiamente dichos, lo que priva en estos
documentos son los testificantes o testigos, con la correspondiente fórmula signatoria o
suscripcional. En el plan muy somero, he aquí algunas de las conclusiones a que se ha
podido llegar sobre su participación en el documento:

1.3 De la época romana (siglo 1 y 11) nos quedan tablillas de cera, conteniendo do-
cumentos privados, suscritos en forma probablemente autógrafa por los correspondientes
testigos, los cuales en determ inados tipos documentales pueden llegar a siete.

2 .a Durante la alta Edad Media, la incorporación de los testigos al protocolo final


reviste dos formas distintas: una. a base de suscripciones personales y posiblemente autó-
grafas, puestas por delante de la firma del rogatorio; otra a base de listas de testigos,
redactadas y escritas por el rogatario.

3. 3 Las dos formas se alternan durante toda fa siguiente Edad Media y adoptan un
sinfín de variantes ; por ejemplo, añadiendo a fa suscripción personal explicaciones sobre
cómo vieron realizarse la actio y la conscriptio; reuniendo en una serie seguida los nom-
bres de los testigos, encabezada con tantas cruces como nombres siguen y la fórmula
«Signa manuum» , .. testes sunt» o parecidas.

4.a En la baja Edad Media, establecido y difundido ya el notariado con su sistema


oficial u oficioso de extender y protocolizar los documentos privados, surgen nuevas moda-
lidades que afectan, por ejemplo, al sitio de colocación de las listas de testigos, fas cuales
pueden ir, como la data, al principio del documento.

3. De /os cancilleres y notarios . Al decir cancilleres, entendemos ya al canciller


mismo, ya a cualquier oficial o funcionario de fa cancillería entre cuyas atribuciones entre
la de escribir y signar documentos. Estas suscripciones en los documentos públicos, como
las del notario en los privados, constituyen un elemento de crítica diplomática de primer

220
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

La suscripción del personal de la cancillería, en absoluto puede no sér necesaria para


la validez del documento, pues sirve solamente para asegurar la legitimidad y corrección de
aquél , que, si las posee, lo mismo las poseerá con suscripción o sin ella; la cual puede, por
consiguiente, faltar sin que el documento deje de ser válido o puede ser sustituida por otro
sistema. En cambio, la suscripción del notario en los documentos privados por un modo o
por otro, es imprescindible, pues de ella dependen los efectos jurídicos del documento.
Digamos dos palabras sobre la práctica de una suscripción y otra:

a) En los documentos reales. La suscripción y su fórmula se llama en ellos «recogni-


tio» y ·suele venir después del «Signum regis ". Los problemas que plantea pueden girar en
torno a estas cuestiones:

1. 3 ¿Quién hace la suscripc1on y el signo: el canciller, el vi cecanciller, un notario, un


funcionario de inferior categoría?

2.a ¿Cuáles son las fórmulas de la «Suscriptio, y las formas del «signum»?; ¿qué
significa la cruz o el crismón cuando van delante de aquélla? y ¿las notas tiron ianas que
pueden acompañar al signo?

3. 8 ¿Son autógrafas las palabras o frases de la suscripción y el trazado de l signo? ,


¿cabe que funcionarios de rango inferior suscriban y firmen usurpando el nombre de l can -
ciller o del notario?

4. 8 ¿Pueden la suscripc1on y el signo llegar a convertirse en u na pura ficción legal y


terminar desapareciendo de modo permanente?

Cuestiones que no admiten una respuesta unilateral y simple y que han de plantearse
por la Diplomática especial frente a cada clase o grupo de documentos, los cuales darán
respuestas distintas y contrarias a veces.

b) En los documentos pontificios. La participación en ellos de la cancillería se mani-


fiesta en los siguientes elementos: una primera línea con la suscripción de quien ha escrito
el texto, sola o acompañada de la fecha del mes y de la indicción; su fórmula más co-
rriente dice «Scriptum per manuum N. scrinarii>• o «notarii reg ionarii »; suele venir inmedia-
tamente del texto. Otra línea, que suele ser la última de todo el conjunto textual, contiene
los datos pe'rtinentes a la expedición del documento que empiezan con las palabras «Datum
per manum» seguida del nombre y título del oficial datario, con el día, mes y año de la
Encarnación y el del pontificado y, a veces, con la indicación.

En los documentos más corrientes, la intervención de la cancillería pasa muy a se,


gundo plano o se diluye entre las frases del texto.

e) En los documentos privados. Ya hemos apuntado que en ellos la suscripción del


rogatorio, identificado en este caso con el notario, tiene una importancia decisiva, sobre
todo tratándose de documentos dispositivos, los que en lenguaje romano y altomedieval se
llaman «Chartae». Veamos qué elementos concurrían o podían concurrir a la suscripción de
estos últimos en documentos privados y notariales anteriores al siglo xu:

221
XXIX/10 PALEOGRAF IA Y DIPLOMATICA

1. 0 El signo que precede a la suscripcton propiamente dicha, llamado modernamente


protocolo. Empezó siendo una simple cruz, convirtiéndose luego poco a poco en un dibujo
artificioso y complicado, de carácter monogramático muchas veces en el que se escondía la
letra s una o más veces, acaso como inicial de ccsignum» o de ccsubscripsi». Su origen se
sitúa tradicionalmente en Italia, de donde se corrió a otros países de Europa.

2. 0 Nombre del notario, seguido de sus títulos y facultades, precedido del personal
ccego, y acompañado en ocasiones del ccOei gratia" .

3. 0 Anuncio de que ha sido rogado para escribir el documento, de que lo ha escrito


y de otros actos finales puestos en relación con aquél. ccRogavit» , ccrogaverunt•• , ccrogatus••
sirven para expresar el ruego recibido; «scripsi» , para man ifestar que se ha correspondido
a ese ruego. Otros actos complementarios a que puede referirse son la entrega del docu-
mento al destinatario, el precio pagado, si se trata de una compraventa, etc.

4. 0 «Completio•• o ••absolutio••, o sea, la fórmula de cierre y terminación del docu-


mento, expresada por el notario mediante los verbos ••complevi » o ••absolví ••, o los dos, u
otros parecidos como ccfirmavi», •• roboravi••, •<finivi» , ••SCripsi••, ••notui>>,

Después del siglo XII van surgiendo para la «completio» nuevos verbos y nuevas fra-
ses: ccin publicam formam redegi» , ccpublice scripsi ••, «Signo meo solito signavi ", cc meae ma-
nus signum apposui", con sus versiones correspondientes en las nuevas lenguas romances.

11. LOS SELLOS

Ya hemos dicho que se trata de un elemento más de validación y autenticación del


documento que puede concurrir con los anteriores o sustituirlos en ·parte a todos. Por sus
caracteres externos el sello ofrece unos perfiles y una problemática muy aparte de su ca-
rácter interno y jurídico, que lo convierten en objeto de otras d isciplinas, como la Arqueo-
logía, el Arte , la Heráldica, la Iconografía.

Diplomáticamente, el sello nos interesa en todo su conjunto, bien que sin dejar de
graduar la importancia y e l interés de sus diferentes aspectos, los cuales se agrupan todos
en una ciencia o discipl ina propia llamada Sigilografía o Sfragística -del griego ccsfragis»
que significa sello-, de la cual dijimos que, en buena ley, podría considerarse como un
capítulo de la Diplomática. En consecuencia, haremos una exposición de todos esos aspec-
tos, externos e internos, tan breve y rápida como nos sea posible; y que por fuerza habrá
de reducirse a poco más que un esquema.

1. Definición. Se llama sel lo, del latín ccsigillum•• , a la impronta sobre cualquier mate-
ria plástica, de una matriz grabada sobre materias duras. como metal o pied ra, y fo rmada
en su apariencia externa por distintas figuras, como imágenes, letras, d ibujos geométricos y
signos diversos. Las primeras matrices parece estaban engarzadas en anillos, de donde
viene la expresión , cca nnuli impressio", que se encuentra en diplomas antiguos.

2. Materia y color. Los sellos pueden ser de cera o de metal. En sus orígenes fu eron
de cera, ya virgen, ya coloreada en alguno de los colores blanco, rojo, verde, marrón o
negro. El detalle de l color no es ta n balad í como pud iera parecer y tiene su importancia
para la crítica diplomática. Los sellos de metal , son más tard íos y pueden ser de plomo, de
plata y de oro. En lenguaje documental se les llama bulas, es decir, bo la, porq ue resultaban

222
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XXIX/11

del aplastamiento entre dos mat~ices de una pequeña bola metálica. Los sellos de metal
son típicos de la cancillería pontificia.

3. Formas y dimensiones. La tradicional y más antigua es la redonda. En el siglo XII


surgió la gótica. en forma de naveta. preferida por los personajes eclesiásticos y por las
damas. A partí r del siglo xvn la forma ovalada desplaza a las anteriores y junto a ella apa-
recen nuevas formas y raras : de escudo. romboidal . cuadrada. poligonal. Más que para se-
llos · se aplican al contrasello que veremos luego. En cuanto al tamaño, varían mucho, desde
diámetros cuya medida es superior a los 100 milímetros hasta los de menos de 30 . Se
suelen distinguir los de grande, mediano y pequeño módulo .


4. Tipos y leyendas. Aquéllos se establecen por relación a la imagen o figura princi -
pal. Así , tenemos el tipo de majestad (rey en el trono con los atributos de su dignidad),
ecuestre y de caza (típico señorial en la baja Edad Media). pedestre (masculino o feme-
nino) , heráldico o de escudo, hagiográfico (Dios. la Virgen, un santo, una escena piadosa) ,
monumental (un castillo , una iglesia, una muralla, un puente. una ciudad) . No faltan figuras
y escenas fantásticas difíciles de clasificar.

La leyenda o inscripción que suele acompañar a ia imagen . rodeándola marginal-


mente u ocupando con líneas horizontales parte del campo dice casi siempre relación al
personaje o autoridad de quien procede el sello. La lengua es normalmente el latín . La
escritura responde a la de cada época. predominando las formas mayúsculas y el estilo
epigrafial.

5. Aposición del sello, es decir, modo de unirse al respectivo documento. Puede ir


pegado o colgado. Al primero se llama de placa; al segundo, pendiente. Aquél se estampa
general mente en el rincón izquierdo inferior del papel o del pergamino, aplicando la matriz
sobre la cera caliente. parte de la cual por un pequeño orificio practi<::ado al efecto pasa a
la cara de atrás, para actuar como sujetador. Los sellos pendientes suelen estarlo mediante
tiras de pergamino o cordones de seda, lino o cáñamo que. por un lado, se insertan en la
parte baja del pergamino doblado en un pequeño pliegue para resistir el peso del sello,
cuando éste es de plomo; el otro extremo de la tira o del cordón va aprisionado por el
se ll o. al que atraviesa por el centro de arriba abajo. Otros sistemas de aposición los hay.
pero son menos frecuentes.

6. El contrasello y el sello de anillo. Desde muy pronto los sellos fueron provistos .
para evitar su falsificación, de una segunda impronta en su reverso, a la que se llamó en
latín «contrasigillum ... «Sigillum secretum .. o «Sigillum minus ... Se trata generalmente de im-
prontas de pequeña dimensión, en que predomina el tipo heráldico con su correspondiente
leyenda. El sello de anillo, olvidado durante muchos siglos, reapareció en el siglo XIII , con
improntas tan pequeñas que se distinguen fácilmente del sello y del contrasello. Los había
de placa, que servían para cerrar las cartas, y pendientes, para . autenticar determinados
documentos. Los primeros estuvieron muy de moda durante el siglo XVI.

7. Documentos con varios sellos. No son normales, pero tampoco insólitos y hasta
es frecuente encontrarlos en archivos eclesiásticos y civiles, donde haya abundante docu-
mentación correspondiente a la baja Edad Media y primeros tiempos de la moderna. La
razón de semejante novedad suele ser de orden jurídico en relación con corporaciones y
personas o autoridades colegiadas. como los cabildos catedrales. Se trata generalmente de
sellos pend ientes y lo norm al es que pendan cada cual de su propio cordón o lazo for-
mando fila sobre el borde inferior del pergamino. Más raro será que formen dos filas y tres
filas y aun que desborden hacia los laterales. como el caso de los 182 sellos sobre un

223
XXIX/12 PALEOGRAFIA Y DIPLÓMATIC A

mismo documento a que se refiere Boüard. El otro sistema, de dos o más sellos colocados
sobre el mismo lazo o cordón es verdaderamente extraño y admite también explicaciones
de carácter jurídico.

Como contrapartida , tampoco es imposible encontrar dos piezas documentales afec-


tadas material y jurídicamente por un mismo sello. Suelen ser piezas muy diferentes entre
sí por su tamaño y contenido: la menor viene a complementar de algún modo el significado
de la mayor.

2. Valor jurídico. El sello que, en principio, quiso ser como una especie de represen -
tación material de su dueño (efigie, mote, escudo, nombre, leyenda) , pasó luego a represen-
tar su personalidad jurídica, y tan eficazmente que en ciertos ambientes bastaba la simple
presentación del sello independientemente del documento para que surtiera los mismos
efectos. Un «dictator, del siglo XIII aseguraba: «Tota credulitas litere dependet in sigillo
autentico bene cognito et famoso" .

Prescindiendo del valor jurídico del sello entre los romanos, que es extremo discu-
tido, se puede afirmar que en el siglo VIII-IX ya empezó a cobrarlo con relación a los docu-
mentos reales, a medida que el autor del documento fue dejando de participar personal-
mente en la validación del mismo. De los reales pasó poco a poco a los señoriales, así de
laicos como eclesiásticos, de suerte que a partir del siglo XII- XII I hasta los simp les curas y
los simples burgueses tenían sello propio para sus documentos. Y quien no lo tenía, pod ía
pedirlo prestado y explicar luego: .. Quía sigillum non habeo, N. ad petitionem meam prae-
sens scriptum sigilli sui nomine roboravit» (porque no tengo sello, Fulano a petición mía
dio fuerza al presente escrito con el sello de su nombre). El sig lo XIV vino a ser el siglo del
sello como signo de validación incuestionable, aludido expresamente en las cláusulas de
corroboración del texto. No sólo señores o clérigos o burgueses; todo el mundo (comer-
ciantes, artesanos, campesinos) lo tenía y usaba.

Tal fueron las cosas, al menos de hecho. El problema se planteó al querer fijar los
criterios de hasta donde llegaba la autenticidad y la fuerza de l se llo, según de quien proce-
diera; y ahí fue donde surgieron cien teorías diversas, distingu iendo, por ejemplo . entre
laicos y personas de Iglesia. entre documentos propios y ajenos. etc .

Obsérvese cómo, al igual que tantos otros elementos medievales juríd ico-diplomáticos,
también el sello ha trascendido hasta el momento presente en que sigue comunicando
fuerza jurídica en mayor o menor gr-ado a inf1nidad de documentos administrativos , privados
y públicos.

111. QUIROGRAFOS

Los traemos aquí en cuanto que fueron de algún modo predecesores del sello en
relación con los documentos y su fuerza probatoria. Se les llama también cartas partidas,
pues se trata de dos o más ejemplares de un mismo documento, escritos sobre la misma
hoja de pergamino y separados luego a base de cortarlos recta o sinuosamente por el
espacio intermedio. Dicho espacio podía estar en blanco o llevar una leyenda o un dibujo
hecho a capricho que se cortaba también . En caso de discusión o litigio sobre la autentici-
dad de algunos de los ejemplares, se demostraba ésta acercando entre si los trozos de
pergamino cortados y haciéndolos casar por la linea del corte respectivo .

Su empleo corresponde a una época que puede considerarse med ia entre las sus-
cripciones y signos. y los sellos como elemento de valida ción del documento, concreta-

224
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XX IX/13

mente el siglo XII. El sistema llegó a aplicarse a documentos públicos. Para asegurar más
su autenticidad, a algunos quirógrafos se les ponía también el sello, que a la postre ter-
minó desplazando el sistema de quirógrafos, muy raros ya en el siglo XIII. (En los números
38 y 44 de las Láminas de la Cátedra puede verse un ejemplo corriente de quirógrafo.
representado por una de las dos piezas partidas.)

IV. CARACTERES EXTERNOS

Junto al sello suelen tos autores de Diplomática (por ejemplo, Paoli, págs. 241-249)
referirse a otros caracteres externos del documento, como la escritura, las materias escrip-
torias, el tamaño, las formas exteriores, etc. En realidad , se trata de algo cuya exposición
pertenece, más bien, a la Paleografía, a cuyos temas 10, 11 , 12, 15, 18, 19 y 20 nos remiti-
mos, pues en ella aparecen tocados esos puntos, por lo menos en forma indirecta y diluida.

225
TEMA XXX

ELABORACION DE LOS DOCUMENTOS. CANCILLERES Y NOTARIOS

ESQUEMA/RESUMEN

1. Significación etimológica
2. Significación real
3. Origen y desarrollo. La canci-
llería bizantina

l. El canciller y la
cancillería 4. La cancillería pontificia
!")
b)

e)
Organ izció n p ri mativa.
San Greg o ri o Magno y
León IX.
Inocencia 111
d) Nuevos cambios y retor-
mas.

5. Otras cancillerías

' 1. Noción etimológica y noción


real

{"'
La corriente roman o - bizantina.
2. Orígenes b) La corriente ro m an o - bárbara.
1
11 Notariado 1
e) La corriente lombardo-carolina.

3. Desarrollo .

4. El notariado en España.

229
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

Hasta aquí y dentro de esta Unidad V, dedicada íntegramente a temas de Dip lomática,
hemos visto lo que es el documento, cómo nace y se desarrolla, cuáles son los elementos
que lo integran y las partes en que se distribuye su contenido textual.

Falta ahora ver qu1enes son las personas e instituciones a cuyo cargo corre en cada
caso la aportación de esos elementos y la preparación de ese contenido, con su texto
correspondiente, hasta tener el documento pleno y a punto de ser eficaz, es decir. de surtir
los efectos jurídicos para que fue hecho.

En el tema XXVI decíamos que esas personas e instituciones se comprendían bajo el


nombre de rogatario, o sea, aquel que a ruego o a orden o por encargo de otro hace la
conscriptio documental. Ahora, concretando más, decimos que ese rogatario, para los do-
cumentos públicos, se convierte en una figura-tipo que llamamos canciller; para los docu-
mentos privados , en la que llamamos notario.

De una y de otra. aludidas ya en anteriores temas, va a ocuparse especialmente este


tema XXX que , como muestra el esquema-resumen, se divide en dos partes principales y lo
bastante amplias como para haber formado con ellas dos temas distintos. Ello quiere decir
la brevedad a que habremos de someter su tratamiento y exposición , el cual se mantendrá
en un plano eminentemente teórico, mitad doctrinal y mitad narrativo, con . las consiguientes
ventajas de comprensión y asimilación por parte del alum.no.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

El tema, bajo el título de «Cancellerie" y «Notariato» lo trae Paol i en los apartados 11


y 12 de su Diplomática; Boüard, más brevemente en el capítulo 11 del libro 1 de su Manual;
y Floriano en el apartado 2. 0 de «Diplomática», dentro de su Curso general, donde dedica
al notario las páginas 254-258. Otras obras y trabajos, que abundan extraordinariamente,
sobre todo las relacionadas con el asunto notarial , citaremos a lo largo de nuestra expos i-
ción.

23 1
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. CANCILLER Y CANCILLERIA

Insistimos en que canciller y cancillería están en relación directa con el documento


público, y no con su autor y destinatario indistintamente, sino sólo con el autor, al menos
como norma ordinaria o de principio; pues es a este a quien, por la naturaleza misma de
las cosas, le atañe hacer y expedir los documentos procedentes de la autoridad pública.

Sin embargo, no estará de más advertir que en teoría -y alguna vez prácticamente- la
cancillería ha podido ponerse al servicio del destinatario y ser éste quien tome la iniciativa
en la confección del documento público correspondiente, ya completo, ya en alguna de sus
fases, como la minuta, lo cual resl1Pta más explicable.

El fenómeno suele coincidir con momentos en que el poder público no disponía de


organismos suficientes y eficaces para todo lo que exigía la preparación del documento y
aceptaba que éste se le trajera hecho o medio hecho, dándolo por suyo en la forma que
fuere. Con lo cual, más que hablar del destinatario acudiendo a la cancillería, podría ha-
blarse de la cancillería que se pone en manos del destinatario.

En todo caso la noción de canciller y cancillería permanece igual y a ellos nos referi-
remos, sin entrar en averiguaciones sobre casos extraños y excepcionales.

1. Significación etimológica . Canciller viene de «cancellarius» que es palabra de la


baja latinidad , a la que se le dio un doble significado: Según Papías, gramático del siglo XI,
canciller era «qui in cancellis primus est•• o sea, el custodio del cancel o de la cancela, que
se identificaban con la entrada de un edificio o de una dependencia y, más especialmente,
con la entrada de los tribunales de justicia. Para otros autores de la Edad Media la palabra
en cuestión deriva de «cancellare» y se refiere al hecho de cancelar un escrito mediante
rayas que lo cruzan, imitando de algún modo la reja de las cancelas. Se aplicaba, según
los mismos autores, a aquel que tenía por oficio examinar los rescriptos de reyes y empe-
radores, cancelando los que estaban mal escritos y poniendo el sello a los que estaban
bien.

2. Significación real. De estas dos explicaciones etimológicas parece más aceptable


la primera, cuya realidad se complementa diciendo que, con el tiempo, ese portero u ostia-
rio que era en principio el canciller, fue ganando en consideración y pasando a ser sujeto
de funciones más elevadas, según se desprende de una carta recogida por Casiodoro en
sus Variae (véase en la segunda parte el tema XXVII), dirigida a un canciller Juan el año
533. En ella se habla del «cancellorum decus", o sea del honor del oficio de canciller, y s~

233
XXX/6 PALEOGRAFIA Y D IPLOMATICA

le atribuyen las siguientes funciones: conservar fielmente los acuerdos secretos tomados
en las reuniones del consistorio , introducir a las personas, exponer sus súplicas, despachar
sus órdenes sin <lejarse sobornar.

Semejante evo lución ascensional no paró hasta que el canciller-portero de los co-
mienzos se convirtió en canciller-jefe del departamento destinado al despacho de los do-
cumentos públicos, el cual, precisamente, por eso se llamó cancillería. Paoli , descriptiva-
mente, la define así: despacho u oficina en que se elaboran los documentos de la autoridad
pública (rey, papa, emperador) , primero recibiendo los elementos preparatorios de dicha
elaboración, como peticiones, solicitudes, minutas, y luego haciendo la escritura definitiva
de cada documento, con la autenticación, registro y expedición del mismo .

Origen y desarrollo. La cancillería bizantina. Que el nombre de canciller y cancillería sea


de origen medieval no implica que la institución no existiera antes de la Edad Media. Por
su naturaleza era algo consustancial a toda autoridad pública medianamente organizada,
incluidos los estados y reinos de la antigüedad. De muchos pasajes de la B iblia se concluye
que en los grandes reinos de Asia existía esa institución y que alcanzaba, seguro , al campo
de los documentos. Y lo mismo en Egipto , en Grecia y en Roma.

Pero el precedente más importante e inmediato de la cancillería medieval hay que


buscarlo en la corte de Bizancio. El organismo en cuestión estaba presidido allá por un
umag ister officiorum" y se dividía en cuatro oficios o secciones llamados uscrinia», a saber:
usc ri nium epístolarum , libellorum, memoriarum" y «dispositionum» . Al frente de los tres
primeros estaban los umagistri scriniorum»; del cuarto , un ••comes" o conde. En tiempo de
Constantino se creó para presidirlos a todos en nombre del emperador un .. questor sacri
palatíi». Había además notarios u oficiales de diferentes grados, a los cuales se un ió en el
siglo v un co legio de referendarios.

Sobre la cancillería bizantina se calcaron la pontificia y las de los reinos bárbaros,


más o menos romanizados (hérulos, ostrogodos, lombardos, merovingios, visigodos) que
nos recuerdan mucho la organización de aquella ; por ejemplo, en los títulos de su perso-
nal : notarios, maestros de despacho o «magistrí officiorum» , condes, referendarios, etc . En
algunas se distinguen claramente los que redactan y dictan el documento ··dictatores» y los
que los escriben ••scriptores» , recibiendo la orden, ya directamente del soberano, ya a tra-
vés del referendario: ••ex dictu domini regís per N. illustrem referendarium». Cuestión curiosa
es sí estos reinos bárbaros que se van organizando en casi todo según patrones romanos
imitan exactamente a la alta cancillería romano-bizantina o son más bien calco de las can-
cillerías u oficinas del imperio que podíamos llamar secundarias o provinciales. Los hechos
parecen estar a favor de esta segunda hipótesis, que ya de por sí resulta más lógica que la
primera. No olvidemos que los reinos bárbaros no fueron, en muchos órdenes, los herede-
ros del sistema central administrativo del imperio. Surgidos sobre determinadas provincias y
puestas sus gentes en contacto desde mucho tiempo antes con las normas y usos adm inis-
trativos provinciales, es natural que en muchas cosas, y concretamente en ésta de la canci-
llería y los documentos, imitaran más el orden de cosas provincial que el central. Este iba a
tener un heredero más directo en la Iglesia y en el pontificado, cuya organización cancille-
resca que tanto estaba llamada a influir a lo largo de los siglos en las demás cancillerías
públicas de Europa, pasamos a examinar ahora.

4. La cancillería pontificia. Poco sabemos de ella antes del papa San Gregario
Magno, que lo fue de 590 a 604 ; pero puede afirmarse que hasta el siglo IV no hubo
propiamente cancille ría .

234
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXXfl

a) Organización primitiva. La organizac1on eclesiástica en el campo de los documen-


tos se manifiesta tímidamente a través de notarios de las comunidades cristianas, que se
revelan, sobre todo, en las actas de los mártires; pero su oficio es privado y responde a
las estructuras del notariado romano que veremos luego. Durante el siglo IV, en que con la
paz de Constantino empieza a organizarse la vida pública de la Iglesia aparece el archivo o
«Scrinium romanae ecclesiae» que se sitúa en San Juan de Letrán, y una a modo de canci-
llería que W. Peitz relaciona estrechamente con el monasterio de Santa Anastasia en el
Palatino; jefes de la cual habían sido los papas Pelagio y Hormisdas. En el siglo v la orga-
nización es más completa, con su archivo, sus registros, sus notarios y todo un sistema de
preparación de documentos que F. de Capua en su obra 11 ritmo prosaico describe así en
relación con el papa San León Magno: Normalmente las cartas eran dictadas por el papa a
un notario, el cual rápidamente las escribía sobre tablas de cera con muchas abreviaturas.
en latín «notae». A vista de las tablillas se extendía una minuta, que se presentaba al autor,
el cual añadía o corregía según los casos, llegando sus retoques hasta el ritmo de los
períodos y las cláusulas. En esta revisión, lo mismo del fondo que de la forma, podían
también tomar parte los secretarios y consejeros. La minuta corregida se presentaba al ca-
lígrafo que la reproducía en papiro o pergamino . Luego las tablillas y la minuta pasaban al
archivo con un letrerito donde se indicaba el contenido, la fecha y la persona a quien se
expedía la carta. La copia definitiva o mundum era presentada al papa, el cual escribía con
su mano el saludo y. finalmente, se confiaba a los correos, ••agentes in rebus» , quienes la
portaban al destinatario.

b) San Gregorio M. y León IX. En tiempo de San Gregorio Magno aparecen los
notarios ··Sanctae Romanae Ecclesiae» , unidos en colegio, «Schola», y presididos por un
••pnm1cerius,; dentro del colegio tenían especial categoría los notarios regionales. Hay for-
mularios para facilitar el trabajo de todos ellos; y está organizado el registro de documen-
tos.

A partir de San Gregorio los notarios se llaman también ••scrinarii», de ••scrinium,


que puede significar o archivo o banco de oficio. Con Adriano 1, a fines del siglo V III el
personal encargado de preparar los documentos se divide en ••datarii» y ••scriptores» . Los
primeros se presentan con diferentes nombres: ••notarius, scriniarius, primicerius, secundice-
rius, nomenculator, sacellarius, bibliothecarius» ; los segundos pueden ser cc protoscrinarius,
archiscrinarius, notarius regionum•• . El nombre y título de canciller no se encuentra hasta el
siglo XI, coincidiendo con un nuevo período en la historia del alto organ ismo cuyo co-
mienzo se vincula al pontificado de León IX, de 1048 a 1054. Las características más expo-
nenciales de ese segundo período pueden concretarse en estas dos:

1 a Aparece explícito el nombre de canciller aplicado a la más alta autoridad de la


cancillería, figurando primero entre los escritores; luego, entre los datarios. Sigue habiendo
en los documentos una doble intervención cancilleresca: la primera, al terminar el texto
documental bajo ésta o parecida fórmula: ••scriptum per manum N scriniarii o notarii sacri
palatii••; la segunda al final de todo, en la data donde empieza precisamente a aparecer el
canciller, por ejemplo: ••Datum per manum Petri diaconi, bibliothecarii et cancellarii sancte
apostolice sedis•• . Esa fórmula y otras parecidas nos fndican cómo fue evolucionando el
cargo y título de canciller, que apareciendo primero entre los oficiales como uno de ellos,
enseguida, a imitación sin duda, de la cancillería imperial, pasa a ser el jefe de aquel
servicio, se le concede dignidad cardenalicia, y durante algún tiempo se juntan en una
persona el canciller y el bibliotecario de la sede apostólica.

2.a En el siglo xu el título y cargo de canciller pasa a ser honorífico más que ef0c-
tivo, bajo la. forma de ••<...rchicancellarius». El jefe efectivo de la cancillería viene a ser el

235
XXX/8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

vicecanciller, no con ese nombre sino bajo la fórmula de «vicem cancellarii fugens, o pare-
cida, es decir, el que hace las veces de canc~ller.

e) Inocencia 111. Se extiende este segundo período de la cancillería apostólica hasta


fines del siglo XII, en que con el papa Inocencia 111 se inaugura una nueva etapa, la más
fecunda y la más brillante, sobre la cual sigue siendo clásico el estudio de L. Delisle Me-
moire sur les actes d' lnnocent 111, publicado en 1857. He aquí sus principales conclusiones:

1.• De hecho, al frente de la cancillería sigue estando un canciller o un vicecanciller.


Decimos de hecho, porque el propio Inocencia 111 suprimió en 1213 la dignidad y el título
de canciller.

2.a Seguían luego, en orden jerárquico descendente, los notarios, distribuidos en


cuatro secciones de trabajo ; la de minutas. la del mundum o puesta en limpio, la del regis-
tro y la de la bula.

3.• En la sección primera los oficiales llamados apreviadores, a vista de las súplicas
o instancias recibidas, redactaban la minuta a nombre del papa, la cual, visada por un
notario y aprobada por el papa o por el vicecanciller, pasaba al despacho de los grossato-
res, llamados scriptores; allí se hacía el documento definitivo.

4. 8 En la tercera sección los «scriptores registri, o «registratores, transcribían o co-


piaban, ya de oficio ya a petición de las partes, los documentos que interesara, en un
libro-registro que quedaba en el archivo. El último despacho, o de la bula, tenía por misión
recibir el original , ponerle el sello de plomo, llamado «bulla», de la que sus oficiales tomaban
el nombre de «bullarii» o «bullatores••.

s.• Entre el personal cancilleresco hay que contar todavía a los correctores que revi-
saban, así minutas como documentos definitivos, y los scrinarii o archiveros c_uya misión
consistía no sólo en guardar las copias de los documentos que salían o los originales que
llegaban, sino de suministrar cualquier pieza del archivo cuando se les requería por alguna
causa.

6. 8 Los documentos, ya completos, eran llevados a su destino por los correos ponti-
ficios, salvo cuando habían sido expedidos a petición de alguien; pues entonces se entre-
gaban a agentes de los interesados que solían tener en Roma encargo habitual de hacer la
súplica, de obtener el documento, de pagar los gastos y remitirlo a quien fuere.

d) Nuevos cambios y reformas. Los que pudieran seguir ocurriendo en la cancillería


pontificia después de Inocencia 111 tienen poco relieve si se compara con los de este gran
pontífice que dejó en este terreno, como en otros, huella indeleble. Entre dichas reformas
merecen citarse:
1.• La de Bonifacio VIII que puso al frente de los scriptores un •• resc ribendarius••,
que nombraba el vicecanciller. Además, cada seis meses vicecanciller y notarios eligen en-
tre los scriptores un distribuidor de los documentos que han de copiarse en limpio y defini-
tivo. El corrector, en cambio, no podía ser ni scriptor ni breviator.

2.• Las de Juan XXII (Aviñón), Martín V y Eugenio IV en el siglo xv, las cuales más
que a la organización y estructura del personal con sus despachos y funciones, se refieren
a la naturaleza y estructura de los documentos que veremos en la Unidad sigui.ente. Con
Juan XXII, junto al vicecanciller aparece sustituyéndolo, por ausencia o por mandato de
aquél un ••regens•• o «presidens, o «loc umtenens cancellarie•• . Con Martín V y Eugenio IV

236
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXX/9

·el grupo de los abbreviatores se divide en tres clases: «de parco maiori , de parco minori,
de prima visione". Entre los escritores y asistiendo al referendario aparecen un «Computa-
dor•• y dos <<auscultatores". Entre los bularios también se establecen tres categorías: «tassa-
tores bullaturae , magistri taxatores in plumbou, y tasadores de los documentos, que se de-
nominaban técnicamente «lectores, o «tassatores litterarum apostolicarum» .

El conocimiento de la cancillería y su organización en este final de la Edad Media es


fácil gracias, sobre todo, a las diferentes recensiones del «Liber Cancellarie apostolicaeu,
que desde el siglo XIV es el principal manual de la misma, viniendo a ser continuación del
antiguo "Liber diurnus" , así como de los formularios posteriores y tratados del <<Ars dic-
tandi».

3.a Con Sixto IV se crean en 1587 las Sagradas Congregaciones y demás dicasterios
de la Iglesia. Es la época en que la administración pública de los Estados ha empezado a
repartirse en diferentes órganos de gobierno y administración. El fenómeno llevaba im plícita
la desaparición de la cancillería como tal, pues su papel y funciones que antes alcanzaban
a todos y cualesquiera documentos van a distribuirse ahora en pequeñas cancillerías de
hecho, que eso serán y no otra cosa algunos equipos y despachos de los nuevos órganos
de la administración pública.

Por lo que se refiere a la sede apostólica, notemos cómo entre esos organismos
nuevos, creados a partir del siglo XVI y que perduran hoy, hay algunos que en su nombre y
funciones parecen haber recogido más particularmente la herencia de la antigua cancillería;
por ejemplo , la Dataría Apostólica encargada precisamente del despacho de los documen-
tos, y la Secretaría de Estado, entre cuyos funcionarios aún se conservan nombres y títulos
que suenan a canc illería medieval : minutantes, archivistas, y scriptores que son los de infe-
ri or rango.

e) Otras cancillerías. Basta con lo expuesto a propósito de la cancillería pont ificia


para que el alumno se haya podido formar idea de lo que fue en Europa durante siglos
esta institución y del interés que tiene con relación al documento y como capítulo impor-
tante de nuestra disciplina. Su organización sirvió de ejemplo a las demás y, salvo variantes
accidentales, la trama de todas ellas se fue haciendo a su imitación, incl uida la del Sacro
Romano Imperio, especialmente estudiada en el Handbuch o Manual de Breslau. Una y otra,
pontificia e imperial , sirvieron a su vez de modelo a las demás cancillerías europeas, entre
las que entran, naturalmente, las de los diferentes reinos de la península ibérica que nos
interesan más en directo y que serán objeto de nuestra atención en los siguientes temas de
Diplomática especial. Como notas principales características de ese conjunto cancilleril eu-
ropeo apuntamos las siguientes:

1 a Hasta Carlomagno, que tanto se ocupó del orden admin istrativo e interno de sus
Estados, la organización cancilleresca fue en toda Europa pobre e informal. Las bases de la
que sería luego gran cancillería imperial, fueron echadas por él.

2a Carácter eclesiástico de casi todas las personas que cubren cargos en las canci -
llerías, empezando por los más altos, que vienen a parar en grandes dignatarios de la Igle-
sia, como los arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris en Alemania, el de Reims en
Francia, el de Toledo en España .

3a Distinción entre los altos cargos de la cancillería (arch icanciller, archicapellán)


que vienen a convertirse pronto en honoríficos. y los cargos efectivos, del vicecanciller para
abajo .

237
XXX/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

4. 8 Diferenciación de funciones entre los que piensan y redactan el texto del docu-
mento, llamados más comúnmente «notari i» «dictatores», y los que lo escriben material-
mente, llamados «scriptores .. .

5. 8 Todas las cancillerías pasan por momentos de reformas importantes, a veces sus-
tanciales, que suelen ir unidas al nombre de algún monarca, por ejemplo, Otón 111 en Ale-
mania , Felipe Augusto en Francia, Al.fonso VIl en Castilla, Pedro IV en Aragón.

6. 8 Coincidencia de las cancillerías en cuanto se refiere a su desaparición o trans-


formación dentro del siglo XVI y obedeci-endo a las mismas causas de orden administrativo,
que convertirán a aquélla en órgano de gobierno y de alta política. En el imperio alemán y
en el austríaco el canciller terminará siendo, bajo ese mismo título, jefe del gobierno ; en
Inglaterra y otros Estados se llamará así al ministro de asuntos exteriores; en Francia el
notario «a secretis» o del secreto se convertirá luego en secretario del rey y, con las refo r-
mas administrativas que decimos, en secretario de Estado.

11. NOTARIADO

1. Noción etimológica y real. El nombre de notario ha salido repet idamente en la


primera parte del tema, referido a altos funcionarios de las' distintas cancillerías. Si n em-
bargo, la idea básica y elemental de dicho nombre y oficio no es precisamente ésa, sino la
de aquella persona que escribe documentos, sean del tipo que fueren , con garantía de que
lo allí escrito va a ser eficaz, por lo menos más eficaz que si fuera escrito por un ci uda-
dano cualquiera. Tradicionalmente, sin embargo, el nombre. el concepto y la institución del
notario se han ido polarizando más cada día hacia determinados documentos, en concreto,
los que llamamos documentos privados.

Interesa. pues, recordar que por tal entendemos aquel tipo de documento del que son
autores personas privadas y cuya acción recae sobre asuntos de derecho privado, por
ejemplo una compraventa, un testamento en su sentido actual. Pero , aparte ese doble ca-
rácter privado, para que diplomáticamente tengamos verdadero documento, de verdad es
imprescindible que el escrito correspondiente revista una serie de formalidades capaces de
conferirles fe y darles fuerza probatoria. Lo cual no puede decirse que se logre plenamente
si el documento fuera hecho por un simple particular. Es preciso que lo haga alguien que
tenga una cierta representatividad y unas atribuciones mínimas suficientes para hacerlo en
las condiciones que decimos. Ese alguien · es al que con un nombre genérico llamam.o s
notario, voz que viene del latín «nota» que significa abreviación o, mejor, escribir abre-
viando, y que sirvió en principio para denominar a aquellos expertos que por medio de
signos abreviativos tomaban en Roma los discursos pronunciados en el foro o en el senado
por oradores famosos.

Naturalmente, ni en todos los tiempos ni en todos los lugares se llamó notario, preci-
samente, al que ejercía oficio de tal , ni su personalidad y sus funciones fueron las mismas
antes y después, aquí y allá. Por consiguiente, interesa exam i nar la inst itución notari al a
través de cada época y de cada región , cosa no fácil, entre otras razones, por la desbor-
dante bibliografía de toda clase que se ha ido acumulando sobre el tema.

2. Los orígenes. Prescindiendo de épocas anteriores, el notariado, tal como lo aca-


bamos de enjuiciar, tiene un seguro origen romano de cuya impronta no se desprenderá ya
nunca a lo largo de su carrera, lo mismo en la Edad Med ia que en la Moderna.

238
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA XXX/11

a) Corriente romano-bizantina. En Roma el documento privado escrito parece no


existió hasta el período republicano. El pueblo romano pasó también por una etapa rudi-
mentaria de su derecho en que los negocios o acciones jurídicas privadas se llevaban a
efecto mediante palabras o signos externos. La idea de consignar por escrito esas acciones
o hechos jurídicos. dieron lugar, en principio, a documentos rudimentarios que apenas lle-
gaban a la categoría de verdaderos docu~entos de prueba; documentos dispositivos pro-
piamente tales no parece que los hubo hasta la época clásica. Pero basta que existieran en
una forma o en otra para que nos planteemos la cuestión de quién y cómo los hacía.

Descartadas otras personas y sistemas que sólo accidentalmente podían ocuparse de


hacer los documentos privados, el oficio o profesión de redactar y escribir éstos correspon-
día en Roma a los llamados «tabelliones», aunque su personalidad fuera privada, sin repre-
sentación ninguna de autoridad pública. Fue con Justiniano cuando adquirieron personali-
dad y categoría, que se comunicó a los documentos hechos por. ellos. Estos, según la ley
«Contractus, de 528, debían estar presididos en todos los momentos de su «conscriptio•• por
el tabelión ( «ab ipso completa») y no sólo suscritos por él sino que ante él suscribían las
partes interesadas y los testigos y se hacía la entrega o remisión al destinatario. Si el tabe-
lión faltare y delegara en alguno de sus ayudantes, dispone la «Novella» 44 que pierda su
puesto o «Statio» a favor de aquél.

Las fórmulas de suscripción son bien elocuentes acerca de sus obligaciones y pre-
rrogativas: «Ego Theodorus vir honorabilis, tabellio urbis Romae, scriptor huius chartule,
post testium suscriptiones et traditione facta complevi et absolví ». El tabelión tenía en el
derecho justinianeo otra prerrogativa singular por lo que se refiere a la fuerza probatoria de
sus documentos: bastaba que reconociera por suya la «Completio» del mismo para admitir
su valor probativo. Es el primer paso en orden al reconocimiento de la «fides pública»
encarnada en las funciones notariales que veremos luego llegar en la Edad Media a su ma-
yor apogeo .

Junto con el sistema de tabelionado imperó en Roma antes y al margen del derecho
justinianeo, otro sistema de hacer el documento privado, que se llamaba «ius actorum con-
ficiendorum , y consistía en el derecho reconocido a determinadas autoridades de la admi-
nistración pública para recibir o bien un documento ya expedido o la declaración de las
partes sobre el negocio jurídico correspondiente. A vista del documento u oída la declara-
ción , se hacía un proceso verbal (••protocolum,) que con las debidas formalidades y pre-
cauciones insertaban luego (•<insinuatio••, «allegatio») en los registros o libros de la adminis-
tración llamados «acta», «gesta" , «tabulae", cccommentarii», etc. De esa inserción cualquier
interesado podía solicitar luego la correspondiente copia auténtica.

b) La corriente romano-bárbara . Los pueblos bárbaros entrados en la órbita del Im-


perio Romano tomaron de éste, como tantas otras instituciones. las relacionadas con el
establecimiento del documento privado, es decir, el tabelionado y el «ius actorum» , llamado
también «gesta municipalia ... Este segundo sistema estaba más de acuerdo con la tradición
documental de dichos pueblos bárbaros cuyas noticias documentales o documentos de
prueba los hacía el escribano de los tribunales de justicia: «Conscriptor» o «Cancellarius•• y
«notarii» o «amanuenses» se llama a esos escribanos en las más antiguas fórmulas medie-
vales y en otros textos.

He ah í por dónde la corriente documental romano-bizantina vino a ser frenada en


determinadas zonas del antiguo imperio por la corriente bárbara, la cual por una parte fue
desterrando la presencia y actividad de los tabeliones. y por otra, todo el aparato del «ius

239
XXX/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

actorum" lo redujo a la persona del «conscriptor» o «notarius» , que se encarnó luego en


personas ec lesiásticas habilitadas por la auto ridad púb lica para extender los documentos
relativos a bienes situados en sus respect ivas jurisdicciones.

Carlomagno revalorizó mucho el papel de estos notarios eclesiásticos, así en su nú-


mero como en sus atribuciones, constituyéndolos en cabezas de centros de producc ión
documentaría, tan excelentemente organizados, que pudiera hablarse ya de un verdadero
notariado público.

e) La corriente lombarda . Sin embargo, al igual que muchas otras instituciones caro-
lingias, esta del notariado estaba llamada al fracaso, entre otras causas por la rivalidad de
las jurisdicciones eclesiástica y civil con relación al documento privado , haciendo que éste
empezara a perder su eficacia por falta de verdadera autoridad que lo garantizara. En vano
se intentó acudir a la autoridad real para que se responsabilizara de esa eficacia; fue solu-
ción para muy pocos. La masa de ciudadanos tuvo que idear durante el siglo xt toda clase
de recursos para asegurar los derechos, que iban vinculados a cada documento; así nació
el quirógrafo o carta partida que vimos en el tema 29.

La reacción a favor del antiguo documento privado, con toda la seriedad y fuerza que
lo caracterizó desde la más alta Edad Media, iba a tener lugar en el norte de Italia, donde,
por un lado, como en casi todas las regiones italianas, se mantenía viva y actuante la
tradición latir.o-romana del tabelionado, y por otro, las ventajosas innovaciones de Cario-
magno en el terreno notarial habían sido allí aceptadas en todo lo que tenían de aceptable
al ser conquistado por el emperador el reino lombardo. Fue allí donde se elaboró sobre la
base romana un concepto nuevo y vigoroso del notariado en orden a su papel de validador
y autenticador de documentos.

3. Desarrollo. Hasta la palabra notario puede dectrse que se acuñó allá definitiva-
mente y entre los varios que ostentan d icho título sobresale el «notarius civitatis•• , pero,
sobre todo, el «notarius regís» o «notarius sacri palatii•• o «notarius iudex••, notario-juez, en
torno al cual iba a montarse la nueva institución a base de hacer a aquél depositario por
excelencia de la «fides publica•• , comunicada a los documentos que suscribía como tal nota-
rio.

El carácter judicial , sin embargo, no encajaba en lo propiamente notarial , y durante


los s':;Jio XI-XII se inició la separación de jurisdicciones, empezando a ir por su lado la
judil.;tal o contenciosa y, por otro , la graciosa o voluntaria, es decir, la del notario, dotada
de facultad y eficacia públicas o lega les. parecidas a las del juez. Así, el documento notarial
se llamará •<instrument u m publicum•• y la mano de quien lo hace será ••manus publica••. Y
todo en la presentación del documento privado cambiará a tono con la nueva personalidad
del rogatario, surg iendo el origina l-m i nuta, a q ue alud imos en el tema 26, que se consa-
grará como el documento-matriz o el ••instrumentum•• por excelencia, del cual se sacarán
luego las copias que proceda. La «fides publica•• encarnada por el notario puede decirse
que se materializa en esas minutas que empiezan a ser guardadas con cuidado, formando
co lecciones que se llamarán ••notularium" , ••cartu larium•• o ••protocollum•• que se impuso , al
fin, como nombre ún ico y en vigor hasta nuestros días.

El siglo XIII es, por así decirlo, el de consagración del nuevo notariado, cuya manifes-
tación más relevante y llamativa está constitu ida por el ••Ars notaria•• que vimos en el tema
27, y que convirtió a Bolonia y su Universidad en la meca del derecho notarial y de cuanto
se refería al ·documento privado, el cual podía presumir de haberse emparejado, en organi-

240
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXXl13

zacíón y aparato preparatorios, con el documento público. Más de 2.000 miembros contaba
el colegio notarial boloñés a fines del siglo XIII.

Del norte de Italia irradió el nuevo orden notarial a otros países como el sur de
Alemania, Francia, Cataluña, Valencia, ganando terreno cada siglo y planteando los natura-
les problemas de adaptación hasta comienzos de la Edad Moderna. Grave fue, por ejemplo,
el de la investidura del notario y a qué autoridad correspondía, o el de eliminar al elemento
eclesiástico del casi monopolio que en sitios y regiones había ejercido sobre el oficio y las
funciones notariales, o el de la proliferación de notarios que en algunos momentos llegaron
a ser verdadera plaga, con su afán de intervenir y autenticar los asuntos más triviales de la
vida y las relaciones humanas. La autoridad pública no dejó ya de su mano la nueva insti-
tución, moldeándola poco a poco con leyes y medidas que la han ido conformando hasta
su actual estructura.

4. El notariado en España. Tiene orígenes y desarrollo parecidos al de Italia y los


otros países latinos. También aquí es sobreabundante la bibliografía sobre el tema. Recien-
temente ha sido recogida por J. Trenchs en la «Miscelánea en honor de Raim un do No-
guera" (Barcelona, 1974).

Conviene advertir ya desde ahora que. prescindiendo de matices y distinciones super-


ficiales, sinónimo de notario es entre nosotros durante la Edad Media y la Moderna, el
nombre de escribano. Procediendo por períodos históricos. damos la siguiente idea de su
desarrollo:

1.0 De nombre, al menos, el oficio y las funciones de notario se dan ya en la época


visigoda, según se desprende de algunos textos legales y de la existencia de las «Formulae
visigothicae» a que nos hemos referido en el tema 27. La cuestión es si, además de redac-
tar y escribir el documento, el notario comunicaba a éste alguna clase de valor y de fuerza
que no tuviera el escrito por un simple particular. Y en esto parece que la respuesta es
negativa y que la fe o credibilidad le venía al documento privado no del notario que lo
hacía sino de los testigos que lo firmaban .

2.0 En la Edad Media y hasta el siglo XII, el escriba solía se r un eclesiástico que
hacía y escribía los documentos con la expresión «notuit" , «Scripsit ", «subscripsit, o pare-
cida; pero seg uía careciendo de auténtica representación pública o legal para comunicar al
documento fe y autoridad propias.

En los textos legales de los siglos XI y XII se presta a los escribanos o notarios un
interés muy apreciable; por ejemplo, en el Fuero de Jaca (1064) , donde se exige su inter-
vención en doc umentos determinados; o el de Soria, donde el oficio de escribano pasa a
ser comunal y a depender del Concejo y los documentos por él hechos mantienen 9J valor,
aunque hayan fallecido los testigos que los firmaran .

3.0 En el siglo XII I se puede hablar ya del notario como in stitución pública. Véase lo
que dicen de él las Partidas: «Esc ribano tanto quiere decir como ame que es sabidor de
escribir. E son dos maneras dellos. Los unos que escribe n los privillejos e las cartas e las
actas de la casa del rey . E los otros que son los escribanos públicos que escriben las
cartas de las vendidas e de las compras e de los pleytos e las posturas que los ames
ponen entre sí en las ciudades".

El esc rib ano - seg ún la misma Partida- será nombrado por el rey. En cada ciudad o
villa habrá un número determinado de ellos. En un libro-reg istro anotarán co n mucho deta-

241
XXX/14 PALEOGAAFIA Y OIPLOMATICA

lle las cartas o documentos que hacen. El libro-registro había de pasar al escriba que le
sucediere.

En Aragón desde comienzos del siglo XIII se emplea como algo normal el nombre de
notario, por influencia italiana seguramente, y referido a un «scriptor» que era depositario
de la fe pública. Jaime 1 y Pedro 111 legislan ya sobre tal institución. Tanto en Aragón como
en Castilla los escribanos se constituyen en colegios, como el de Zaragoza que existía
desde 1320.

4. 0
En la Edad Moderna los Reyes Católicos vuelven a legislar insistente y cuidado-
s;:~.mentesobre el notariado, dando a éstos el carácter y fisonomía fundamentales que con-
servarán hasta el presente. Los libros de registro o de protocolos son objeto de especial
atención, quizá por no haberse observado antes con rigor las normas sobre su guarda y
custodia, pues en Castilla apenas se ha conservado ninguno anterior al siglo xv1. En Ara-
gón, en cambio, los hay desde el siglo XIV.
La legislación y la preocupación de la autoridad pública a propósito de nuestra insti-
tución no paró en toda la Edad Moderna, hasta desembocar en la ley orgánica del nota-
riado de 1862 que, entre otras cosas, consagró definitivamente el título de notario para toda
la nación, pues en Castilla seguía predominando el de escribano.

242
TEMA XXXI

TRADICION Y CONSERVACION DEL DOCUMENTO. ORIGINALES Y COPIAS.


ARCHIVOS

ESQUEMA/RESUMEN

1. Documentos originales
!") b)
e)
d)
Originales múltiples.
Ampliaciones.
··Renovatio scripturae ».
Inserciones.
e) Confirmaciones.

a) Simples y auténticas.
2. Copias
{ b)
e)
Autógrafas y figuradas.
••Vidimus, y traslados.

l. La «traditio»
documental i 3. Registros en general.
{") b)
e)
Concepto y origen .
Carácter jurídico-diplomático.
Nombres y caracteres externos.
d) Registros famosos.

a) En Castilla.
4. Registros españo les
{ b)
e)
En Navarra.
En Aragón.

5. Cartularios

11. Archivos.

245
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

Excepcionalmente, a los seis temas habituales de cada Unidad didáctica hemos aña-
dido en esta quinta Unidad un séptimo tema, el cual resultaba imprescindible para comple-
tar las teorías y doctrinas fundamentales sobre el documento, que constituyen la que veni-
mos llamando Diplomática general. Porque, visto en los anteriores temas 26-30 qué es el
documento, cómo nace y se desarrolla, qué elementos lo integran , en qué partes se divide
su texto, cuáles son las personas que concurren a su preparación y terminación, nos inte-
resa saber la suerte corrida por el documento en su contenido textual, no sólo desde que
salió de su autor hasta que llegó a su destinatario, sino también desde esa llegada en
adelante; un adelante que no termina hasta el momento actual.

Es lo que en lenguaje técnico se llama la «traditio .. documental y lo que más sim-


plemente llamaríamos transmisión del hecho documentado a través de las posibles piezas
escritas que lo han ido recogiendo, desde la primera y más antigua hasta la que pudiera
escribirse hoy.

En la segunda parte tratamos de completar la trayectoria del documento, no ya en


cuanto al texto del mismo sino en cuanto a su conjunto material, y lo que haya podido ser
de él hasta el momento presente, si es que subsiste, o hasta el momento en que desapare-
ció. Es lo que llamamos conservación del documento, a la cual responden los archivos y
las colecciones o series documentales que se guardan en ellos.

El tema, de relativa fácil comprensión, tiene para el historiador una proyección prác-
tica muy apreciable, pues es en esas piezas pasadas de mano en mano y conservadas hoy
en una forma o en otra donde ha de buscar los datos concretos que necesite para su
trabajo y su misión de historiar.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Paoli en su Diplomatica dedica al tema el apartado VIl y último que titula <<Tradizione
e conservazione dei documenti» (páginas 265-286); Boüard el capítulo 111 de su libro 1, bajo
el título <<Mode de tradition des actes» (páginas 159-222); y Floriano el punto segundo de
su apartado 111 de la Parte general, dedicado a la <<Ingenuidad y tradición documentales»
(páginas 226-248). Sobre todos tres irá montada principalmente nuestra exposición, sin per-
juicio de ir incorporando en el curso de la misma nuevos autores y nuevos títulos.

247
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. TRADICION DOCUMENTAL

Puede decirse que en cuestión de tradición de documentos todo lo que no sea el


documento original o es anterior a éste o es posterior. En el primer caso tenemos el posi-
ble escrito preparatorio que hemos considerado bajo el nombre de minuta; en el segundo
tenemos una repetición o reproducción del original, a la que llamamos copia. Uno y otra
constituyen los dos polos d9 la tradición diplomática. En torno a ellos se aglutinan todos
los escritos que nos han transmitido el contenido y el tenor de los documentos, estable-
ciéndose del original a la copia una verdadera escala de posibles estados intermedios que,
unid os a las variantes del propio original y de la copia propiamente dicha, ofrecen un pa-
norama amplio y variado, no exento de complicación.

1. Original. Se llama así a toda pieza documental que se conserva, en sus caracteres
externos e internos, tal cual fue emitida por su autor. Casi todos los autores han esbozado
su propia definición que, en sustancia, coincide con la que acabamos de dar. Floriano, por
ejemplo, dice que «son originales los documentos hechos por la directa voluntad de su
autor y conservados en la materia y forma genuinas bajo las cuales fueron primordialmente
emitidos».

En la Edad Media, además del original, ccoriginale>> en latín, se le llama ccauthenti-


cum, autographum, archetypui'T'». y, menos propiamente, ccexemplar>> y ccexemplum>>. El tér-
mino «originale, se encuentra por primera vez en el Decreto de Diocleciano del año 292:
«Sancim us ut authentica ipsa et originalia rescripta.. . non exempla eorum insinuentur>> (es-
tablecemos que se aleguen los rescriptos originales y auténticos, no sus ejemplos, es decir,
sus copias}.

a} Original múltiple. Importa aclarar que el concepto de original no lleva consigo la


idea de único. De hecho. no es infrecuente encontrar en los archivos documentos corres-
p ondientes a contratos sinalagmáticos, en los que se habla expresamente de dos o más
originales, por ejemplo: «Et desto nos, amas las partes, mandamos fazer dos cartas, amas
de vn thenor, para que cada vna de nos, las dichas partes, tenga la suya para guarda e
conservación de su derecho. E esta es la carta de N.>>. El caso es lógico que se dé en
documentos que consignan permutas, transacciones, pactos. acuerdos de derecho interna-
c ional.

Pero tampoco es imposible que documentos, así públicos como privados, procedentes
de un solo autor, por tener varios destinatarios, se expidan en forma múltiple. El problema
está en si han de establecerse entre ellos diferentes grados de originalidad, que se revelen

249
XXXI/6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

en diferentes nombres, como el de «autógrafo, que Sickel reserva para el primer original,
mientras llama «exemplum" a todos los demás.

Ejemplo de original múltiple muy traído y llevado por los diplomatistas es el famoso
decreto de unión de las Iglesias griega.. y latina, promulgado en el Concilio de Florencia, de
1439, por el papa Eugenio IV y el emperador Juan Paleólogo. De este documento se nos
han conservado hasta dieciocho ejemplares, en los que se advierten pequeñas diferencias,
sobre todo en cuanto al número de padres conciliares, que varía de unos a otros según los
que suscriben, aunque, naturalmente, no faltan nunca las dos suscripciones correspondien-
tes al papa y al emperador. En esta larga serie de originales es difícil establecer cuál de
ellos sea el primero, sobre todo cuando la fecha y las sucripciones son iguales en todos.

b) Ampliación. Ya hemos dicho que entre original y copia caben una serie de tipos
documentales que, participando de la naturaleza de los dos, parecen estar más cerca del
original. El primero de todos, es éste que llamamos ampliación o reexpedición de original.
Se trata de un duplicado, revestido de formalidades suficientes para que tenga caracteres
de autenticidad, pero varía en algunos detalles externos y en la fecha, que es posterior a la
del original.

e) Renovatio o reparatio scripturae. Es el documento que se hace para sustituir a


otro perdido, pudiendo, por cosiguiente, estar en su fecha muy alejado del original. Estas
pérdidas son un hecho explicable y frecuente en la historia de la documentación escrita, y
se dan en todas las épocas: por hurto, por incendio, por deterioro, etc. De ahí el que
desde antiguo hubiera establecidos varios sistemas para sustitución de documentos desapa-
recidos, acudiendo a la competente autoridad. «Piancturia» y «suggestio•• se llamaba la so-
licitud de nuevo documento, el cual tuvo también diversos nombres: «appennis, preceptum
de chartis perditis, pancharta".

En la legislación visigótica se distinguen dos tipos de renovación, según v1v1esen o


no los testigos del documento primitivo. En la Partida 111 de Alfonso el Sabio hay algunas
leyes que reglamentan la renovación.

d) Inserciones. Es una variante de la «reparatio scripturae, aplicada en este caso a


documentos no desaparecidos, cuyo texto se insertaba íntegro en el nuevo. Con ello se le
daba al documento antiguo tanta autoridad y fuerza como por la «reparatio scripturae".

Por lo que hace a documentos españoles apunta Floriano los siguientes posibles ca-
sos de inserción : documentos alegados para justificar un derecho ante la cancillería regia o
los tribunales de justicia; poderes que se exhiben como garantía de un mandato para inter-
venir en cualquier negocio o acción ; consentimiento o licencia marital; credenciales; docu-
mentos soberanos que se muestran para exigir su cumplimiento; testimonios de autos y
diligencias en materia procesal.

e) Confirmaciones. Son documentos no originales que sirven para ratificar acuerdos


consignados en documentos anteriores, a fin de mantener su fuerza jurídica y su vigor
legal. En realidad, se trata de una clase de inserción. El texto anterior que quiere confir-
marse se puede introducir en el documento nuevo, en parte o en su integridad: «in ex-
tenso» o «in eventia•• se decía en la Edad Media. De tal inserción puede decirse que surgía
un nuevo acto jurídico y un nuevo documento, cuya parte expositiva se identificaba con el
texto del anterior insertado, y la dispositiva con la fórmula confirmatoria de aquel. Jurídi -
camente, la confirmación podía hacerse bi en por el propio autor del documento que se
confirma, bi~n por un sucesor suyo o por una autoridad superior.

250
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXXIf7

El origen de las confirmaciones tiene mucho de psicológico, pues arranca del ansia y
preocupación de asegurar los derechos que ,se poseen contra cualquier peligro y eventuali-
dad. Históricamente, el confirmar derechos anteriores por un sistema u otro es práctica muy
antigua. En la Edad Media las confirmaciones constituyen un fenómeno frecuente. A partir
del siglo XIII se convierten en algo normal. Cuando un monarca fallecía, las concesiones
graciosas otorgadas por él se presentaban a su sucesor para que las ratificara. La aglome-
ración de documentos, que con tal motivo se originaba en las cancillerías, hizo que se
dictasen normas y se estableciesen plazos, llegándose así a una costumbre habitual.

Sobre el uso de la confirmación en documentos españoles se ha podido conc lu ir:

1.0 Hasta Alfonso X la confirmación de cualquier documento se realizaba añadién-


dole la suscripción y signo del soberano, que se colocaba en alguno de los espacios en
blanco dejados por los confirmantes, o en la parte inferior de l pergamino.

2. 0 Durante los siglos XII y XIII la confirmación da origen a un nuevo documento en


el que se contenía un extracto de los derechos expresados en el privilegio original , al que
a veces ni se hace referencia. Se caracteriza, en general, por ofrecer unos preámbulos bien
definidos, hechos expresamente para este tipo de confirmación.

3. 0 Desde el siglo XIII el documento confirmado se reproduce íntegramente, prece-


dido de un protocolo y seguido de la fórmula confirmatoria, c láusulas de corroboración,
data y suscripción . Se trata de las confirmaciones «in extenso, que decíamos antes. Este
procedimiento fue el más generalizado hasta que Felipe 11 dispuso, por real cédula de 1 de
mayo de 1567, una reforma que consistía en dejar intacto el original, añadiéndole un enca-
bezamiento y un nuevo pie en el cual constaba la confirmación.

2. Copias. Diplomáticamente hablando, copia es la reproducción que se hace de un


documento original, extraviado o existente aún. La mayor o menor calidad de una copia y
su consiguiente fiabilidad dependen de que esté más o menos conforme con el original, y
eso es lo que a la crítica diplomática le corresponde averiguar. Los diplomatistas medieva-
les llaman a la copia «exemplar, exemplum , sumptum , transumptum, transcriptum» .

a) Simples y auténticas. En cuanto a clases de copias, algunos autores distinguen,


atendiendo sólo a su presentación , entre copias sueltas, «Si ngulae», o sea, las que aparecen
escritas en ho jas separ adas, y copias «in libris conscriptae», o sea, las que se hallan escri-
tas en hojas de libros, llamados códices diplomáticos. Las primeras se dividen , a su vez, en
copias simples y copias auténticas, entre las cuales se distinguen todavía otras dos espe-
cies: el «Vidimus » y el «transumptum notariale>> o traslado público.

Son copias simp les aquellas que carecen de todo sign o de validación o suscripción,
correspondiente a persona que goce de fe pública en cualquier grado, la cual garantizaría
la cred ibilidad que pud iera atribuirse al escrito de que se trata. Por lo tanto, la creencia en
éste sólo podrá decidirse después de haberlo sometido a las reglas de la crítica. En cam -
bio, las copias auténticas son las que poseen un cierto valor probatorio que le viene dado
por la autoridad de la persona que las hace o las manda hacer. Estas pueden sustituir
perfectamente al original y surtir los efectos que produciría aquél.

b) Autógrafas y figuradas. Entre las simplés y las auténticas hay estos dos tipos
intermedios de copias, que se caracteri zan por su mayor o menor proximidad a cada una
de aqué ll as.

25 1
XXXI/8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

Autógrafa es la escrita por la misma mano que escribió el original; lo cual la con-
vierte de algún modo en duplicado del mismo, al que puede sustituir con eficacia en caso
de extravío.

A la imitativa o figurada se le llama así porque, no contenta con reproducir el texto


del original, trata de imitarle gráficamente con la mayor exactitud: «exempla ad exemplar et
formam•,, se le llama en algún texto medieval. El propósito de esta clase de copias no era
otro que el de aproximarlas todo lo posib le al original para tener más crédito y garantía.
Las imitaciones eran en algún caso tan perfectas que resulta muy difícil decidir si se trata
de copia o de original, sobre todo cuando faltaba éste y no era posible someter ambos a
confrontación. A veces, detrás de la copia figurada puede esconderse una falsificación; por
eso es uno de los campos en que la crítica diplomática ha de mostrarse más avisada y más
sagaz.

e) Vidimus y traslados. Volviendo a las copias auténticas, sus dos tipos más repre-
sentativos son éstos que acabamos de nombrar.

Vidimus. En castellano quiere decir «Vimos•• o «hemos visto•• y se llama así a las
copias hechas dentro de una cancillería y avaladas por ella. El nombre le viene de la fór-
mula más corriente con que se inicia el nuevo documento en que se inserta la copia del
anterior: «Noverint universi quod ... vidimus cartam••. Naturalmente, si el verbo empleado no
fuera «Vidimus••, sino otro parecido, como «legimus, inspeximus», el documento diplomáti-
camente sigue siendo y llamándose «Vidimus••.

En realidad, se trata de uri tipo de inserción que sólo en la intencionalidad de quien


lo hace y en el fin que se persigue con ella difiere de la propiamente tal. Puede decirse
que hay «Vidimus .. siempre que una autoridad expide un documento, dentro de cuyo texto
se reproduce íntegramente el texto de otro anterior, haciéndolo saber así mediante fórmula
que se refiera expresamente a dicha reproducción.

Históricamente los «Vidimus•• fueron invento de la cancillería francesa a fines del siglo
xu , extendiéndose rápidamente a todas las demás y perdurando en algunas hasta el siglo
XVI. Su éxito deriva de las muchas aplicaciones prácticas que el nuevo sistema podía tener,
por ejemplo, evitar que el original se deteriorara con el mucho uso, suplirlo si llegara a
extraviarse, multiplicarlo de algún modo cuando eran necesarios más de un ejemplar.

Al identificarse el «Vidimus••, cuanto a los efectos jurídicos, con el documento ongl -


nal, era natural que su expedición se rodeara de una serie de garantías y cautelas, refleja-
das muchas veces en la propia redacción, como cuando se hace constar que el documento
que se reproduce, se mantenía íntegro y en perfecto estado de conservación, «non roto, nin
chancellado, nin en parte alguna sospechoso••. Los «Vidimus•• de origen eclesiástico eran
especialmente cuidados en este punto.

Las frases o fórmulas que se emplean para insertar el documento vidimado en el


principal , pueden variar mucho . Es normal que al anunciarse la transcripción, se pusieran de
relieve aquellos caracteres externos que permitían una segura identificación del documento
transcrito, como el sello y los signos de validación .

Sobre el valor crítico de los documentos reproducidos por «Vidimus» observa Giry
que el solo hecho de estar vidimados no constituye garantía absoluta de su autenticidad,
sino só lo d e que exi stían antes de fa fecha en que se confirman. De hecho, no es imposi-
ble d esc ubrir que algunos doc umentos vidimados tenido s como auténtico s, no lo son.

252
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXXI/9

Traslados. En el siglo XVI los «vidimus» empiezan a ser desplazados por la otra
clase de copias que anunciamos al principio de este apartado, cuyo nombre técnico de
«transsumptum notariale» se convierte de .ordinario en el de traslados públicos o copia
notarial, ya que su autenticidad está garantizada por la suscripción y signo del notario que
hace el traslado. Su origen hay que buscarlo en el norte de Italia, coincidiendo con el
florecimiento del notariado durante los siglos XI-XII. De allí se extendió pronto a Francia y
llegó hasta Cataluña, generalizándose como sistema principal de copias documentales en el
siglo XVI. Su fórmula de cabeza es muy típica: «Hoc est translatum bene et fifeliter factum».
Seguidamente, separado a veces por un signo de párrafo o calderón, se reproduce el do-
cumento original, e inmediatamente figuran la fecha del traslado y la suscripción notarial.

Junto a los verdaderos traslados notariales suelen aparecer copias de documentos


certificadas simplemente por alguna autoridad eclesiástica o civil, que jurídicamente tienen
menos fuerza, y críticamente menos valor. Incluso la fidelidad del texto transcrito puede
quebrar a veces por ineptitud del copista.

3. Registros en general. Etimológicamente, registro viene del latín «regestum», que


es participio del verbo «regerere, que significa llevar o traer hacia atrás. La realidad que
responde al nombre registro es la de un libro o cuaderno donde se transcriben los docu-
mentos otorgados por una persona o entidad, lo cual casa con la etimología que hemos
dicho de retrotraer o referirse a algo anterior y que quedó atrás. Todo registro para ser tal ,
ha de reunir estas dos condiciones: primera, que se haga por voluntad y disposición del
autor del documento que se transcribe; segunda, que se transcriba este enseguida de su
redacción o poco después.

Su origen obedece a razones administrativas más que de otro orden y, de hecho , es


en las oficinas o despachos de documentos donde se hacían y conservaban los registros
para resolver con más facilidad problemas que pudieran surgir a propósito de los documen-
tos registrados. Dicho carácter administrativo se confirma por la existencia a todos los nive-
les de la moderna administración, de los llamados registros de entrada y salida, donde se
asientan muy extractados los documentos y papeles que entran en cada organismo público
y los que salen.

Los romanos llamaban a sus registros «commentaria, gesta» o «regesta» y los tenían ·
también de salida y entrada. En las monarquías occidentales la institución de los registros
es relativamente tardía. Los más antiguos que se conservan son los registros pontificios,
cuyas series completas empiezan con Inocencia 111 durante el siglo XII-XIII.

Como norma general, puede decirse que los documentos se registraban según el or-
den cronológico de su expedición, aunque en ocasiones, bien por negligencia de los regis-
tradores, bien por exceso de trabajo, no se mantuvo ese orden con demasiado rigor.

Sobre la autenticidad de los registros, en principio no cabe dudar. Sin embargo, el


hecho de que en sus márgenes se encuentren notas, como «mutata, cassata, fracta» , pa-
rece indicar que los documentos originales podían alterarse y aun anularse después de
registrados.

En algunos documentos originales se indica a veces que habían sid~ registrados. Tí-
pica es en ese aspecto la R inicial de la palabra «registrata» que figura en las bulas papa-
les.

253
XXX1110 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

La historia de los registros pontificios que son los más antiguos y, seguramente, los
más representativos puede resumirse en los siguientes puntos:

1.0 Es probable que su existencia se remonte al siglo 1v; pero ni hay noticias fide-
dignas de ello ni se han conservado ejemplares. Las noticias más antiguas y todavía confu-
sas son del siglo v; los ejemplares más antiguos, del siglo VIII.

2. 0 El registro original más antiguo que ha llegado hasta nosotros pertenece a Gre-
gario VIl en el siglo XI y se conserva en el Archivo Vaticano.

3. 0 Las grandes series de los registros conservados ya hemos dicho que se inician
con Inocencia 111. Se distribuyen en libros, según los años del pontificado. Parece que de
cada diez documentos originales sólo uno o dos se registraban. Además del registro gene-
ral, el gran pontífice hizo abrir uno aparte para los documentos que tocaban asuntos rela-
cionados con el Sacro Romano l¡:nperio, titulándose por ello «Registrum lnnocentii papae 111
super negatio imperii". Sin embargo, la tendencia a ir agrupando los documentos en serie
que respondieran a la distinta naturaleza de aquellos no se advierte hasta Honario 111 y
Gregario IX en el siglo XIII.

4. 0 Sobre el sistema de registrar los documentos es de notar que, de ordinario, no


se copiaba su texto íntegro. Del protocolo inicial se mantenía sólo la dirección, que solía
escribirse en tinta roja. La parte dispositiva va completa, pero abreviando las palabras y
frases más usadas y conocidas. En el protocolo final la fecha es normal reducirla a uno
solo d e sus elementos, y las sucripciones casi siempre faltan.

5. 0 Las p rincipales colecciones de Registros vaticanos, que no tienen par en el


mundo, son estas: ••Regesta Vaticana», del siglo XIII a 1590, con 2.042 volúmenes; la «Re-
gesta Avenoniensia», desde la época de Aviñón hasta 1415, con 349 volúmenes; «Regesta
Lateranensia,,, desde 1389 hasta 1897, con 2.467 volúmenes; «Regesta brevium,,, de 1572 a
1846, con más de 7.000 volúmenes. Entre las colecciones secundarias que pudieran lla-
marse está la «Regesta supplicationum>> , que empieza en 1342.

Registros españoles. Suele distinguirse entre los diferentes reinos españoles -Castilla,
Aragón, Navarra- para hacer el examen y el balance de lo que fueron aquí los registros de
documentos.

a) En Castilla, se puede fundadamente sospechar que los hubo, por lo menos, desde
tiempos de Alfonso VIl que fue el primer gran organizador de la cancillería real en la pri-
mera mitad del siglo XII. Pero conservado, apenas conocemo~ ninguno ni de ese siglo ni de
los siguientes hasta el xv. Eso, a pesar de las atenciones que les presta el rey Sabio en sus
Partidas, donde trata del origen del registro -«libro hecho para remembranza de las cartas y
privilegios>>- y del oficio de los registradores: «escribanos que hay en casa del rey para
escribir cartas en libros que han por nombre registros,,:

En los siglos XIV y xv se sigue legislando sobre la institución de registro, reorgani zado
a fondo por los Reyes Católicos quienes lo redujeron solamente al «de cartas y provisiones
reales>>, transcritas en hojas de papel, tamaño folio, horadadas en su tercio superior iz-
quierdo, inaugurándose así los primeros registros modernos de hojas móviles o cambiables,
que se unían mediante una cinta pasada a través del orificio, formándose de este modo el
volumen. Entre las vari as disposiciones con que dichos monarcas siguen ocupándose del
tema, está la de 1502, disponiendo que el canciller mayor no selle carta o provisión alg una

254
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA XXXI/11

que previamente no se hubiera registrado y firmado por la persona a cuyo cargo estuviese
el registro.

Con todos estos antecedentes resulta más extraño el fenómeno de que de esos últi-
mos siglos medios apenas se nos hayan conservado ejemplares de libros-registro. Por ex-
traordinario se tiene un fragmento de Sancho IV, correspondiente a los años 1"283-1286, que
se conserva en el Archivo Histórico Nacional. Y en el «Registro general del sello» del Ar-
chivo de Simancas las piezas más antiguas registradas no son anteriores a 1467. Hasta bien
entrado el siglo XVI puede afirmarse que no empiezan a abundar los registros que se nos
han conservado, entre ellos los que se integran en la Sección de «Cámara de Castilla''•
también en Simancas. Los nuevos organismos admin istrativos hacen, asimismo, que a partir
del XVI se multipliquen los Registros Generales de Cancillería.

b) En Navarra. No se conocen ni legislación especial sobre registros ni ejemplares


de los mismos, pues con los dedos de la mano pueden contarse los que nos han llegado y
se conservan en el Archivo General de Navarra. El más antiguo recoge documentos de la
cancillería de Carlos 11 el Malo correspondientes al año 1365.

e) En Aragón. Aquí se compensa con creces la penuria .de los otros reinos, pues en
el Archivo de la Corona de Aragón, de Barcelona, se guardan 8.761 legajos de registros,
con un total de casi cuatro millones de documentos registrados, más que en el Archivo
Vaticano. Corresponden los más antiguos a piezas documentales del rey Jaime 1, encabeza-
das por las del repartimiento de Valencia. Como circunstancia muy curiosa se comenta que
todos estos legajos o volúmenes son de papel. En cuanto a su contenido, casi desde el
principio se sistematizan por materias; «Gratiarum, Curiae, Sigilli, · Secreti, Siciliae, Maiorica-
rum '' • etc. No todos los documentos se registraban; pero se ignoran los criterios que deci-
dían su selección . Sólo los documentos muy solemnes se copiaban en su integridad; en los
demás las cláusulas iniciales se abreviaban, faltaban las suscripciones y, a veces, la fecha.
Cronológicamente la gran colección se divide en dos partes: una, que alcanza hasta el año
1494 y se llama Registro· de Cancillería; otra, desde ese año para acá y se llama Registro
del Consejo de Aragón.

En lo que se refiere a documentos privados, sus registros prácticamente se identifican


con los protocolos notariales, que constituyen -ya lo hemos visto- un caso muy singular y
distinto de la idea de simple registro. En el reino de Aragón aparecen ya en el siglo XIII y
se conocen algunos. En los Estados castellanos debió de haberlos, aunque no se conser-
ven, pues las Partidas los hacen ya objeto de su legislación, que fue ratificada por los
Reyes Católicos en 1502. En los archivos de protocolos que son los destinados a conservar
esta clase de registros, es muy raro encontrar ejemplares anteriores al siglo XVI.

5. Cartularios. Etimológicamente, la voz cartulario viene de carta o cártula que es


sinónimo de documento, y significa reunión o colección de varios de estos. En la práctica
dicha palabra se emplea para designar aquellos cód ices diplomáticos, donde los documen-
tinado a despachar los documentos, el cartulario corresponde al archivo, que es el organ ismo
destinado a recibirlos.
Por consiguiente, si el registro corresponde a la cancillería que es el organismo des-
tinado a · despachar los documentos, el cartulari o corresponde al archivo, que es el orga-
nismo destinado a recibirlos.

Los primeros ejemplares de que se tiene noticias no son anteriores al siglo XI ; y entre
los que se conservan , no los hay anteriores al XII , que es cuando se pone de moda este
nuevo sistema de copias documentales, el cual no es sino una manifestación más del ansia
que ha embargado siempre a las personas y a las instituciones, de defender sus derechos
del modo más eficaz y trascedente. Así se explica que fueran muchos los que se hicieran y

255
XXXI/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA

no pocos los que se conservan, correspondientes en su mayor parte a iglesias y monasterios,


sin faltar los de casas señoriales y los de instituciones civiles, como los concejos.
b) En cuanto a fuerza jurídica y valor probatorio, tenían el de simple testimonio que
pudiera presentarse en juicio. Si un notario garantizaba la veracidad de las copias, éstas se
convertían en traslados públicos. Pero, en general, la fiabilidad de un cartulario estaba con-
dicionada a un riguroso examen crítico. Téngase en cuenta que su única finalidad giraba
en torno a defender los derechos de quien hacía el cartulario, con el consiguiente peligro
de caer en la tentación de exagerar estos y aun inventarlos si fuera preciso, llegándose a la
falsificación de determinadas piezas transcritas. Se alteraban unas fórmulas. se suprimían
otras. se introducían algunas nuevas, cambiándose gravemente el sentido del texto. Más
inocente pero no menos curioso resulta el posible afán de retocar el lenguaje, haciéndolo
más retórico y literario, o el de mostrar los copistas su condición erudita añadiendo notas y
noticias que históricamente pueden resultar interesantes.

Copista había que se cuidaba de reproducir en sus transcripciones algunos caracteres


externos del documento original, como el signo regio o el crismón. Hay cartularios trazados
por una sola mano o por varias, a veces tantas que nos ofrecen un auténtico muestrario de
escrituras como en el caso del ccTumbo negro" de la catedral de Zamora. Los hay de her-
mosa caligrafía y con miniaturas muy bellas como el cclibro de las estampas» de la catedral
de León.

e) Los nombres de los cartularios son muy variados. y se refieren a algunos de sus
caracteres externos, empezando por el de cc libro» que alude a su formato más frecuente,
pues también puede haberlos en forma de rollos, aunque sean muy raros. Atendiendo al
color, los había - y así se les llama- blancos, verdes, bermellos, etc. Por el material de su
encuadernación, abundan los llamados becerros, y por su tamaño grande que obligaba a
tenerlos tumbados en el suelo, se les llamaba tumbos. Los hay que se especifican por el
nombre de la persona que mandó hacerlos, como el ccTumbo de los Reyes Católicos» del
archivo municipal de Sevilla.

Abundan los cartularios en pergamino escritos a dos columnas o a reglón seguido;


pero los hay también de papel que suelen ser más modernos. Entre documento y docu-
mento copiado se deiaba un espacio en blanco, donde se ponía luego con tinta roja un
breve título aludiendo a su contenido. En cuanto al orden, puede seguirse el cronológico
de los propios documentos, pero también hay casos en que se prescinde de la cronología
y se agrupan por categorías o por procedencias. Para ir añadiendo documentos nuevos se
dejaban folios en blanco, o se cosían nuevos cuadernos.

d) De entre los más famosos cartularios españoles, pueden citarse el ccliber testa-
mentorum Sancti Facundi» o ccBecerro Gótico de Sahagún» , conservado en el Archivo His-
tórico Nacional; el ccliber testamentorum ecclesiae ovetensis» o ccCódice de Don Pelayo", en
el archivo de la catedral de Oviedo; Los cclibri priviligiorum ecclesiae toletanae», también
en el Histórico Nacional; el ccliber feudorum maior» y el cclibre Blanch de Sata Creus» , en el
Archivo de la Corona de Aragón y en la Biblioteca Prov. de Tarragona respectivamente.

11. ARCHIVOS

Nos remitimos sobre los mismos al anterior tema 24, donde fueron enjuiciados, junto
con las bibliotecas y museos, como depósitos organizados de las más importantes fuentes
para la historia. Desde el punto de vista de la Diplomática interesa solamente poner de relieve
la relación consustancial que existe entre documentos y archivos, de suerte que la única
razón de ser de éstos está en el documento, así se miren éstos como instrumentos jurídicos
o como fuentes históricas.

256
T'E MA XXXII

DOCUMENTACION ESPAAOLA. PERIODOS ROMANO, VISIGODO


Y ASTUR-LEO.NES

ESQUEMA/ RESUMEN

1 Documentos públicos.
l. Documentos roma- ' )
nos 2) t Documentos privados.

1 1) Documentos desaparecidos.
2) ldem conservados.
3) Caracteres externos y lenguaje.
11. Documentos visigó- 4) Clasificación.
ticos
5) Contenido y estructuras textuales.
6) Génesis y formación.
7) Transmisión del texto documental.

1) Documentos conservados.

2) Preparación de Jos documen- ~ a) Públicos o reales.


tos. f b) Privados

a) Materias escriptorias.
3) Caracteres externos. b) Escritura.
) e) Lenguaje.
111. Documentos del rei-
no astur-leonés
¡ a) Privilegios.
Preceptos o mandatos.
A) Reales. '. e)
b) Cartas reales.
4) Clases de d) Documentos judiciales o
documentos. 1 "Piacita" .
a) Donaciones.
B) Particulares.
l b)
e)
Compraventas.
Permutas.

261
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

A la presente Unidad, sexta y última de nuestro Curso de Paleografía y Diplomáti-


ca, nos referimos ya en las Instrucciones de la Unidad anterior, al explicar cómo el progra-
ma del curso, correspondiente a Diplomática, se divide en dos partes y se distribuye en
dos Unidades didácticas: una, aquélla -la quinta y anterior-, dedicada a los problemas ge-
nerales planteados por el documento en su conjunto jurídico-histórico; otra, ésta, dedicada a
enjuiciar esos problemas con relación a determinadas series o grupos documentales, concre-
tamente los relacionados más en particular con la historia de la Península Ibérica. O sea, que
lo dicho allí en términos genéricos sobre la naturaleza y génesis del documento, sobre el or-
ganismo u organismos que lo elaboran y expiden, sobre la estructura y transmisión del texto
documental, etc., lo repetiremos aquí, proyectado hacia las series y grupos que decimos y
que se definen por estar encuadrados en el marco histórico de nuestra Península.

Sobre ese .supuesto, dividiremos ésta en grandes parcelas documentales, acotadas por
claros límites geográfico-históricos, a cada una de las cuales dedicaremos el respectivo tema.
La sola enunciación de los mismos, reducidos a cuatro, más un quinto sobre la documenta-
ción pontificia por el interés extraordinario que sin duda tiene para la historia de España, pone
bien de relieve lo difícil de meter en tan poco espacio tanta materia; con la consiguiente difi-
cultad de asimilación por parte de los alumnos, a los cuales más que un tratado completo
y minucioso de Diplomática española lo que hemos querido ofrecer aquí ha sido un esquema
amplio de iniciación a esa Diplomática.

Por lo que se refiere al tema 32, primero de la Unidad, conviene advertir que su inte-
rés práctico inmediato es muy escaso, queriendo decir con ello que difícilmente se encontra-
rán piezas documentales nuevas y desconocidas hacia las cuales pueda orientarse la activi-
dad estudiosa e investigadora de los alumnos; pues las conocidas, aparte de ser muy pocas,
hay que darlas ya por estudiadas así en su aspecto histórico como en el diplomatístico; lo
cual si es verdad con relación al período astur-leonés, lo es mucho más con relación al visigó-
tico y, más todavía, al romano. No obstante, y aun sin tener demasiado en cuenta la natural
curiosidad científica que pudiera despertar cualquier noticia sobre las mismas, no podían fal-
tar éstas en un esquema o trabajo de conjunto sobre Diplomática española; entre otras razo-
nes, porque de aquí arrancan muchos de los fenómenos documentales de los siguientes perío-
dos; fenómenos cuyo enjuiciamiento y sistematización ha de constituir, desde el punto de vista
pedagógico, un primer ensayo, fácil y provechoso para los alumnos.

Los cuales han de tener en cuenta, antes de abordar el estudio de éste y los siguientes
temas especiales, que para proceder en ellos con buen tino les será imprescindible haber
estudiado y asimi lado los temas de la Unidad anterior, así como poseer un conocimiento histórico
suficiente sobre cada uno de los períodos cuyas series de documentos vamos a considerar.
Interesa también advertir que todos y cualquiera de los textos documentales correspondientes

263
XXXII/6 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

a las series del presente tema 32, con Jos que el alumno haya de enfrentarse, estarán redac-
tados en latín y que no será posible dar un paso en ellos sin un mínimo y discreto conoci-
miento de dicha lengua.

ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

No hay estudio ni trabajo de conjunto sobre Jos tres períodos documentales reunidos
en este primer tema. Y es natural que no lo haya, supuesto lo heterogéneo de aquéllos.

Procediendo por separado, diremos que el documento romano en España tampoco ha


merecido hasta la fecha un estudio completo, y menos entre los diplo.matistas. Lo cual se ex-
plica teniendo en cuenta que los ejemplares conocidos de segura procedencia hispanorro-
mana son escasísimos. Por consiguiente, cuanto pueda decirse sobre las posibles series docu
mentales de la Península Ibérica durante el período romano habrá de fundarse en compara-
ciones y argumentos con el documento romano en general, campo éste donde sí abundan los
trabajos que, aun procediendo casi siempre de juristas, no dejan de tocar aspectos diplomá-
ticos de interés . Por ejemplo, la famosa obra de H. Brünner sobre el documento romano y
el germánico, "Zur Rechtsgeschichte der romische und germanische Urkunden" (Leipzig,
1880) ; o los " Docu.menti Romani" de L. Schiaparelli en su " Raccolta di documenti Jatini "
(Como, 1923); o, entre los más recientes, el de P. Klasse, " Kaiserres kript und Kon igsu rkunden " ,
publ icado en Archiv für Diplomatik (1955-1956). De romanistas españoles citaremos la " His-
toria del derecho privado romano " (Pamplona, 1968) de A. D'Ors; y el trabajo del m:ismo autor
sobre " Documentos y notarios en el derecho romano post-clásico " (Madrid , 1964).

Para la documentación del período visigótico nos remitimos al trabajo de A. Cane ll as,
" De diplomática hispano-visigoda", que dentro de su concisión y esquematismo resulta ex-
haustivo y es de muy buena calidad científica. Lástima que por estar incluido en una publica-
ción miscelánea (Estudios dedicados al prof. D. Antonio Marín Ocete, Granada , 1974) no se
haya difundido como debiera ni sea tan fácil adquirirlo. Huelga deci r que nuestras explicacio-
nes al respecto se reducirán a un breve resumen del citado trabajo, sin dejar de aludir en ellas
a otros autores y títu los ligados espec ialmente a esta parte del tema.

El conjunto documental correspondiente al período que llamamos astur-leonés, dentro


de la historia de España, sí ha sido objeto de una mayor atenc ión por parte de los diplomatis-
tas, así en trabajos generales como monográficos. Entre los pri meros y prescindiendo de los
manuales que, como el "Curso General de Paleografía " de A. C. Floriano (Oviedo, 1946) y el
"Tratado de Paleografía española" de A. Millares (Madrid, 1934), dedican algunas páginas
(367-377 del primero y 184-192 del segundo) a los aspectos paleográficos de la documenta-
ción que nos interesa, es obligado tener muy en cuenta la " Diplomática española del pe-
ríodo astur", del propio Floriano (Oviedo, 1949), así como los " Etu des sur les Actes des
Rois Asturiens", de L. Barrau-Dihigo (Revue Hispanique, 111 , 1921). Del articulo de Millares
sobre "La cancillería real de León y Castilla hasta fines del reinado de Fernando 111 " (Anua-
rio de Historia del Derecho Español, 1926) sólo las páginas 227-232 interesan a nuestro
tema. En la "Paleografía española", de García Villada (Barcelona, 1974), es notable la serie
de facsímiles (núms . 46-57) que dedica a reproducir piezas documentales , de gran calidad , co-
rrespondientes a este período . Otros estudios más monográficos o menos d irectos irán sa-
liendo a lo largo de las siguientes Explicaciones.

264
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. DOCUMENTOS ROMANOS

Apenas vamos a hacer más que mentarlos, y ello por dos razones. La primera, porque
-acabamos de decirlo- son escasísimos los que procedentes de la Península, preparados y
expedidos en alguna de sus regiones, han llegado hasta nosotros ; escritos en papiro o en
pergamino o en tablillas de cera, que era lo normal, no ha llegado ninguno. La segunda ,
porque el interés concreto de tales documentos con relación a nuestros alumnos, salvo po-
sibles excepciones, es mínimo, por no decir nulo. Sólo para quienes estén orientados especial-
mente hacia la historia de Roma en algunos de sus aspectos, incluido el lingüístico, podrían
resultar especialmente interesantes.

No obstante, ya hemos apuntado que lo romano constituye el precedente más inmediato


de la posterior documentación española, con repercusiones y secuencias que llegan hasta
nuestros días. Por otra parte , el que falten ahora casi en absoluto no supone, ni mucho me-
nos, que no hubiera piezas documentales de carácter público y privado, elaboradas aquí mis-
mo durante la dominación romana o llegadas de los organismos administrativos centrales y
superiores de aquélla. De ahí el que demos a continuación un resumen -tan somero como
breve- de lo que eran en general, y sin circunscribirse precisamente a España , dichos docu-
mentos.

1) Documentos públicos. A ellos nos referimos muy de pasada en algunos de los te-
mas de Diplomática general , por ejemplo, al tratar de las fórmulas y formularios (pág. 534),
de la data (pág. 550) , de las cancillerías (pág. 582). del notariado (pág . 586) . Aquí nos limita-
remos a un enunciado escueto de sus notas más características:

a) En cuanto a su contenido jurídico, los documentos podían ser de carácter legal


(constituciones imperiales) ; de carácter ejecutivo (concesiones de gracias y beneficios) ; de
carácter judicial (respuestas a solicitudes y reclamaciones, fallos o sentencias) , y de orden
administrativo en sus diversos grados. Entre los varios nombres con que se les conocía, eran
frecuentes los de "adnotatio " , " notitia" , " rescriptum", " carta" , " epístola".

b) Ni en tiempos de la República ni en los primeros siglos del Imperio existió , para la


preparación de estos documentos, verdadera cancillería organizada y reconocida como tal.
Entre los siglos IV-V puede hablarse ya de un oficio u oficina cancilleril , articulada en seccio-
nes o dependencias que llamaban "scrinia" y que, ségún el Código de Justiniano, eran cua-
tro: "scrinium me.moriae", "scrinium libellorum", "scrinium epistolarum" y "scrinium disposi-
tionum"; su diversificación obedecía, en principio, a los diferentes asuntos documentales en-
comendados al despacho de cada una.

e) Entre el personal encargado de la preparación y expedición de documentos. des-

265
XXXII/8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

taca el "magíster officiorum" , bajo cuya jurisdicción estaban los encargados de cada uno de
los "scrinia", con el título de " magister" o de "comes". A ellos se añadían el "questor sacri
palatii" para funciones de minutación y supervisión del texto documental, y los "notarii impe-
riales" que estaban adscritos a una especie de oficina o gabinete del emperador para el des-
pacho de su documentación más personal y reservada .

d) Es importante notar la existencia de una especie de cancillerías provinciales, presi-


didas por un "pr inceps " y divididas , al modo de la imperial, en diferentes oficios, como la " cura
epistolarum" y la "de libellis". Para los asuntos de justic ia y los documentos correspondien-
tes funcionaban secretarios especiales llamados "recepti".

A imitación de estas cancillerías provinciales se organizaron las de los reinos bárba-


ros establecidos en distintas partes del Imperio. De la principal y más alta, la imperial propia-
mente dicha, puede decirse que fue sucesora y heredera la cancillería pontificia.

2) Documentos privados. Redactados y consignados por escrito no los hubo hasta fi-
nes de la época republican-a ni se generalizan hasta más tarde, en el siglo 11-111 p. C. Son
bastantes los originales conservados. He aquí sus principales características:

a) Suelen estar escritos sobre tablas de cera, sobre papiros y sobre piezas de cerá-
mica llamadas ostraka. Entre las primeras son célebres las de Pompeya (siglo 1) y las de Tran-
silvania (siglo 11); entre los segundos, los de Egipto (a partir del siglo 1) y los de Rávena (a
partir del siglo V) ; entre los ostraka abundan también los procedentes del Noreste afri cano.

b) Entre los asuntos consignados sobreabundan los de carácter económico, como


compraventas, préstamos, recibos; hay también donaciones y testamentos. Su texto puede
estar redactado en forma objetiva, empezando por la fecha, o en forma subjetiva, más fre-
cuente, a modo de carta o epístola.

e) Sobre la estrecha relación del documento privado romano con la institución del no-
tariado, véase en el anterior tema 30, págs. 589 y siguientes.

d) La influencia de estos documentos privados en los de los pueblos y reinos bárba-


ros subsiguientes al Imperio fue tan importante como vamos a ver en el apartado inmedi ato
con relación a uno de ellos: el visigodo.

11. DOCUMENTOS VISIGOTICOS

Entendemos por tales los que se produjeron en fa Península Ibérica durante el período
correspondiente al reino hispano-visigodo desde su insta lación definitiva a principios del si-
glo VI hasta su liquidación en comienzos del VIII. Para ser d el todo completos habríamos de
referirnos también a los otros pueblos bárbaros (suevos, vándalos, alanos) que entre 409 y 585
posaron en influyeron en partes de fa Península, especialm'e nte los suevos, a cuyo escaso le-
gado documental pueden convenir, en parte al menos, los c riterios y conclusiones que vamos a
exponer con relación al legado visigótico.

1) Documentos desaparecidos. Que hubo de haber documentación visigótica, públ ica


y privada, relativamente abundante, es evidente . Que fa hubo de hecho se prueba, al margen
de los propios documentos conservados y sus textos correspondientes, por noticias históri-
cas y por fa existencia de archivos o depósitos documentales conocidos con diferentes nom-
bres: "scrinium", "archa", " thesaurus" . Los había públicos y privados , civiles y ecfesi"ásticos,

266
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXII / 9

destacando siempre el archivo real; hay referencias a los archivos episcopales y a algunos par-
ticulares llamados "scrinia domestica" .

La inmensa mayoría de los documentos visigóticos han desaparecido al paso de los si-
glos y por la fuerza de acontecimientos adversos : persecuciones rel igiosas, cambios de leyes
y de situaciones jurídicas, guerras y depredaciones. Por ejemplo, con la invasión árabe mu-
chos de los documentos existentes dejaron de tener valor; al afianzarse el dominio musulmán,
los documentos nuevos empezaron a redactarse en árabe, mientras dejaban de entenderse los
antiguos redactados en latín.

2) Documentos conservados. Canellas, en su trabajo citado, contabiliza hasta 231 tex-


tos visigóticos de carácter documental muy diverso llegados a nosotros por diferentes vías
y que distribuye en los siguientes grupos: oroginales en pergamino, originales epigráficos, co-
pias de textos legales, copias de textos sinodales, copias de textos formularios y copias varias.

a) Entre los pergaminos originales se cuentan cinco fragmentos encontrados hace muy
pocos años en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, correspondientes a los siglos VII-VIII.
(Véase A. M. Mundó, "Los diplomas visigodos originales en pergamino ", Barcelona, 1974.)

b) Entre los originales epigráficos descuellan la serie de pizarras que contienen textos
documentales, correspondientes d los siglos VI-VIl. (Véase M. Gómez Moreno, " Documentac ión
goda en pizarra", Madrid, 1966, y M. C. Oíaz y Díaz, " Consideraciones sobre las pizarras visi-
góticas " en Actas de las 1 Jornadas. de metodología aplicada de las c iencias históricas, V, Pa-
leografía y Archivística, Universidad de Santiago de Compostela, 1975.)

e) Las copias de textos legales están insertas en el texto de las "Leges visigothorum",
que es una compilación de leyes ordenada por el rey Recesvinto en la segunda .mitad del si-
glo VIl (publicadas por K. Zeumer en 1902.) Los textos sinodales son actas de sínodos y
concilios correspondientes a los siglos VI-VIl y que se nos han transmitido a través de las co-
lecciones canónicas (véase J. Vives, T. Marín y G. Martínez, " Concilios visigóticos e hispano-
romanos ", Madrid, 1963.) Los textos formularios corresponden a la colección de fórmulas do-
cumentales llamadas visigóticas, aludida ya en el anterior- tema 27, pág. 535. Se trata de
46 fórmulas distintas, atribuidas generalmente al siglo VIl.

3) Caracteres externos y lenguaje. De los primeros sólo son seguros los que se re-
fieren a piezas originales conservadas; bien que, a la vista de éstas, puede argumentarse so-
bre cómo serían los restantes:

a) Materias escriptorias. Aunque a vista de las piezas conservadas parezca que so-
breabundaban la~ de naturaleza epigráfica, sobre todo si incluimos en ellas las pizarras, puede
decirse que la materia habitual y ordinaria sobre que se escribían los documentos del reino
visigodo era el pergamino. Es posible que en mucho menor proporción se usara también el
papiro, sin descartar para documentos privados las tablillas de cera. De hecho, nos ha queda-
do una .media docena de ejemplares escritos a tinta sobre pergamino, entre ellos un palimpses-
to del siglo VIl , n:tientras no hay rastro ni mención de ninguno sobre papiro. Las piezas con-
servadas son de dimensiones pequeñas y formas poco regulares. El llamado " tomus regius··
es posible que tuviera forma de rollo .

b) Escritura . A través de las piezas conservadas en original puede concluirse, como


era de espe rar aun discurriendo sólo "a priori", que sustancialmente se trata de escritura
minúscula romana, sobre cuyo conjunto cabe notar lo siguiente : Predom inio de le minúscula
cursiva ; sin que falten casos de minúscula redonda o sentada. Casi todas las piezas escritas

267
XXXII/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

ofrecen ya un grado de evoiución que aleja sus grafías de la primitiva y auténtica romana
y las aproxima a las llamadas nacionales, concretamente a la visigótica o .mozárabe; hay ca-
sos de gran similitud con la llamada merovingia o franca. En punto a cursividad se aprecian
variantes y matices diversos, según se trate de títulos o pasajes escritos con más cuidado (le-
tras alargadas, ausencia de nexos , etc.) o de textos más corridos, con sus nexos y abrevia-
turas.

e) Lenguaje . Naturalmente es el latino, aceptado por los visigodos para la expresión


de cualesquier temas o asuntos de carácter jurídico. En principio se trataba de un latín co-
rrecto y sencillo, pero por influjo del ambiente eclesiástico (textos conciliares, legislación ca·
nónica, pasajes bíblicos, etc.) se convirtió pronto en un lenguaje retórico y ampuloso, cuando
no oscuro y vacío. En conjunto, quizá pudiera decirse que sólo el texto de las llamadas "fórmu-
las visigóticas" se salva de esta censura, con un latín bastante clásico que hace sospechar
fueran redactadas pensando en la población hispano-romana más que en la visigótica propia-
mente di cha.

4) Clasificación. Casi todo ese acervo documental visigodo que en mayor o menor
grado nos es conocido , puede dividirse según los criterios clasificadores de la Diplomática
General, en documentos públicos y documentos privados. Entre los primeros distingue Cane-
llas documentos reales, episcopales y judiciales.

a) Reales son las leyes , los preceptos, los mandatos y los llamados, en singular, "to-
mus regius", que constituyen uno de los tipos más representativos de la documentación visi-
goda, pues se trata de una especie de orden del día o propuesta de asuntos a tratar que, re-
dactada en forma muy solemne y protocolaria, presentaba el rey a las personas reunidas en
concilio. Rela cionados con los Concilios de Toledo, c onocemos el texto de seis de dichos to-
mos. "Tomad - decía la fórmula de entrega- e informaros leyendo en el pliego de este tomo
los asuntos de mi devoción ; y habiéndolos leído, discutid los, y habiéndolos discutido , tomad
vuestras decisiones y decretos en artículos bien redactados. " Por el fin inmediato a que el
"tomus" iba destin ado se llamaba también " deliberatio ".

b) Entre los documentos episcopales hay constituciones sinodales, decretos sinodales


y mandatos directos de los obispos. Entre los judiciales hay mandatos del juez , declaraciones
en juicio, juramentos confirmatorios que tenían como título propio el de " conditiones sacra-
mentoru m ", sentenc ias , libe los acusatorios y procuraciones.

e) En el campo de los documentos privados el elenco denominador y c lasificatorio es


mucho mayor. Como nombre genérico o común predomina, con mucho, el de "ca rtuJa " seguida
del especificativo correspondiente : " libertati s" , "oblationis" , "emancipationis", ve nditionís ",
" con mutationis", " testamenti ", etc.

5) Contenido textual. Dentro de la colección de documentos visigóticos co noc idos se


distinguen de ordinario y sin dific ultad elementos correspondientes a lo que en Diplomática
General hemos llamado protocolos in icial y final , y centro o cuerpo o texto estrictamente di -
cho del documento. Hay casos · de invocación implí cita o monogramática y de invocación ex-
plícita o verbal ( " In nomin e Domini ", " In nomine Jesu Christi" , " feliciter in Domino ", " pax Do-
mini .. . ", etc.); de exordi os o preámbulos ; de aprecación ; de datas tópicas y c ronológi cas,
donde se echa mano de la indición, del año del reinado, de la era hispánica. Se encue ntran
suscripciones y signos del autor del documento u otorgante . de los testigos y del rogatorio . En
cuestión de se llos, hay pruebas de que se ap licaban a determin ados documentos impront as de
anillos signatarios o , mejor, sigi lares .
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXI I/ 11

6) Génesis y formación del documento. En el conjunto documentístico a que venimos


refiriéndonos es fácil descubrir, si no todos, sí bastantes elementos que respondan a las fa-
ses de la "actio", tal como la expusimos de modo general en el anterior tema 27. En forma
más o menos explícita hay casos de "petitio'' ("cucurri, suggerens") , de "intercessio", de " in-
terventio" ("ex consensu") y de "testificatio". Lo mismo puede decirse de las fases de la "cons-
criptio", empezando por la "iussio" y terminando por la "roboratio".

El organismo encargado de la preparación y expedición de los documentos públicos


era uno más de los que se integran en el llamado " officium palatinum", sin que se le diera
expresamente el no.mbre de cancillería. Al frente del mismo había un "comes notariorum",
que era como la continuación del "magíster officiorum" romano; conocemos el nombre de al-
gunos (Paulo, Cixila). Se ocupaba de la redacción y autenticación de los documentos; los
escribas o notarios palatinos trabajaban a sus órdenes. Para los documentos privados había
una clase de notarios diferentes de los anteriores.

7) Transmisión del texto documental. Se hacía mediante originales y copias, según el


modo habitual visto en el anterior tema 31. Había originales públicos llamados " authentica" y
originales privados. A las copias autenticadas se les llamaba "exemplar". Se daba la "con-
firmatio" de documentos anteriores y existía un doble sistema de "reparatio scripturae " , según
se tratara de documentos perdidos por negligencia o por sustracción.

El capítulo de las falsificaciones documentales es parti cularmente interesante visto a


través de la legislación hispanovisigoda, con varios tipos de falsos, así en documentos pú-
blicos como en privados. Entre las pruebas de autenticidad es curiosa la "contropatio" o cote-
jo del documento dudoso con otros auténticos. Tiene origen romano; se distingu ían la "contra-
patio manus " y la "contropatio scripturae".

111. DOCUMENTOS DEL REINO ASTUR-LEONES

Los límites de dicho reino van, en el tiempo, desde su fundación el año 718, después
de la batalla de Covadonga, hasta el año 1037 en que termina la dinastía leonesa con la
muerte de Bermudo 111. Geográficamente, es un reino en expansión que alcanza a buena parte
del conjunto territorial que forman hoy las regiones llamadas Asturias, León, Galicia, Casti-
lla la Vieja y Portugal hasta el río Mondego.

Los documentos que a lo largo de dichos tres siglos van jalonando la vida y regulando
en dichos territorios las relaciones de aquella sociedad que renace tienen, desde el punto de
vista diP,Iomático, particular interés; no sólo por su antigüedad y su rareza, sino por ser el
cauce principal y primero a través del cual desembocaron en los nuevos reinos crist ianos de
la Península muchos de los usos y modos documentales propios del pe r íodo anterior.

1) Documentos conservados. Los perdidos hubieron de ser muchos, como consecuen -


cia de la vida agitada e inestable, en continua acción bélica y migratoria, de toda la población.
Baste decir que del siglo VIII no nos queda más que un documento orig inal, y que los del
siglo IX apenas hacen falta dos cifras para contarlos. El grueso de los conservados no em-
pieza a formarse hasta bien corrido ya el siglo X.

El prin cipa l caudal de los mismos hay que buscarlo aun hoy en archivos eclesiásticos
o en fondos procedentes de éstos que han ido a parar a archivos y depósitos de carácter
civil. Las catedrales de León, Oviedo y Burgos, junto con el Archivo Histórico Nacional, los

26<)
XXXII/12 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA \Diplomática especia l)

histórico-diocesanos de León y Astorga, más algunos monásticos , como el de San Vicente


de Oviedo, pueden presumir de ser ahora los relicarios principales en que se custodia docu-
mentación tan venerable.

En el examen de la misma, empezaremos por aquellos aspectos que son comunes a to-
dos o a la mayoría de los documentos de la época, públicos y privados, tales como su génesis
y preparac1on, o sus caracteres externos más importantes; dejando para después el estudio de
los caracteres internos, que admiten mayor división y diversas clasificaciones.

2) Preparación de los documentos: cancillería, notariado. El término cancillería no se


da durante el período en cuestión; el de notariado, como tal, tampoco; y el de notario, que
sí se da, no se corresponde exactamente con su función y significado actuales. Pero aunque
no el nombre, sí existe la cosa, es decir, el organismo o conjunto de personas y elementos or-
ganizados para preparar y expedir documentos, sobre todo los de carácter público.

a) En orden a éstos Alfonso 11 restablece el llamado " Oficio palatino" de la época vi-
sigoda, a cuyo frente parece figura un "notarius regís" que es como el " comes notariorum"
visigótico. La estructura de dicho Oficio era muy sencilla, como la del palacio real y la de toda
la vida pública y administrativa del reino asturiano. Lo normal era que fuera servido por ecle-
siásticos: "monachi qui sunt in palatio regís", dicen algunos diplomas coetáneos. El personal
cancilleresco obedecía a una cierta organización jerárquica, apareciendo en casos un " nota-
rius maior" y adivinándose, a través de las suscripciones, que unos funcionarios dictaban o
hacían la minuta del documento ("dictavit", "notuit " ) y otros lo escribían materialmente
("scripsit", "transmutavit" ). La mayor parte de los documentos públicos llevan a,.l final el nom-
bre de la persona que lo preparó, con su oficio y funciones: "Sampirus scripsit ", "Aioitus nota-
rius scripsit", "Fulgentius presbiter scripsit per iussionem regís" , "Mart inus diaconus et pec-
cator exaravit".

Importan te es en el caso que nos ocupa hacer notar có.mo muchos de estos documen-
tos reales, especialmente las solemnes donaciones a centros eclesiásticos, eran documentos
extracancillerescos, o sea, redactados y escritos por los beneficiarios de la donación, y pre-
sentados luego a la cancillería real para que ésta los hiciera suyos y los validara.

b) Con relación a los documentos privados, cabe hacer varias hipótesis, siempre so-
bre la base de no haber existido, al menos durante los siglos VIII, IX y parte del X, organismo
ni institución propia o específica destinada a la preparación y expedición de aquéllos.

Materialmente el texto documental podía ser escrito por el propio autor o destinatario;
pero esto era raro, entre otras causas, porque muy pocos sabían escribir. Lo normal se ría acu-
dir a personas de Iglesia, monjes o clérigos, que se ocupaban de la hechura completa del
documento, desde su redacción hasta su validación . No hay inconveniente en suponer - y así
consta en casos concretos- que tales eclesiásticos podían identificarse con escribas y nota-
rios a cuyo cargo corría la preparación de documentos en la cancillería real.

Cuando esto ocurría, el problema de la validación y autenticación podía ser relativa-


mente sencillo, pues el notario o escriba en cuestión tendría reconocida cierta autoridad para
comunicar al documento correspondiente una mínima fuerza probatoria. Cuando no ocurría
así -que debía ser lo nor.mal-, esa fuerza se le comunicaba al documento por alguno de
estos sistemas: bien mediante testigos presentes al hecho jurídico documentado, cuyos nom-
bres figuraban en el tenor documental, generalmente al pie del mismo; bien por la sola perso-
nalidad de quien escribía y suscribía el documento, a quien se reconocía una cierta autoridad

270
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXII/13

en razón de su estado o de su cargo o de su sabiduría o de sus virtudes morales; bien por


la intervención -escribiendo o suscribiendo- de personas investidas de algún género de auto-
ridad pública, delegadas o comisionadas oficialmente para autorizar y validar estos documen-
tos particulares, las cuales , si no antes, parece existían ya a fines del siglo X.

3) Caracteres externos. He aquí aquellos en que, con pequeñas diferencias, coinci-


dían la mayoría de los documentos :

a) Materia escriptoria. Es siempre el pergamino que, por otra parte, escaseaba mu-
cho y traía como consecuencia el que abundaran los ejemplares pequeños, pobres y mal pre-
sentados, con bordes irregulares, manchas y espacios huecos o rotos. Su forma corrie nte era
la rectangular. Las dimensiones, aun en los casos de piezas correctas, varían mucho, según
la extensión del texto ; las más amplias con frecuencia pasaban, medidas a lo largo, de 500 mi-
límetros ; lo más común , eran unos 300. Ejemplar muy representativo es el documento del rey
Silo, del año 775, el más antiguo de los que ser conservan en España y que mide 500 x 140
milímetros, cortado muy irregularmente en su borde inferior.

b) Escritura . Lo común era trazar ésta siguiendo la parte .más ancha del documento ;
sin faltar casos en contrario , sobre todo cuando se trataba de esos documentos privados, po-
bres y rudimentarios en su presentación, a que acabamos de referirnos. Por su forma respon-
de dicha escritura a un tipo de cursiva visigótica muy propio y representativo (véase en el ante-
rior tema 11, pág. 174) . Si se trata de documentos reales muy solemnes, en el primer renglón
las letras pueden ser de mayor módulo y un poco onduladas, imitando probablemente modos
y usos de la cpncil le ría apostólica. Y si no toda la línea , el fenómeno es normal con relación
al nombre del rey que otorga el documento.

e) Lenguaje. Es siempre el latín; casi siempre, incorrecto o " bárbaro", como lo lla-
maban los antiguos editores de textos documentales. En términos más científicos se le llama
hoy latín vulgar, por la preponderancia que déntro del mismo ti enen las palabras y frases cu-
yas formas reflejan el habl a típica del vulgo, del pueb lo llano. En este aspecto y como fuen-
tes para el conocimiento de los orígenes del romance en nuestra Península , la serie de docu-
mentos astur-l eoneses que estamos enju iciando es única, y su valor, incalculable. Gracias a
ella -escribía Menéndez Pida! en 1923- " la historia documental del idioma ganará muy curio-
sos aspectos al ser prolongada tres siglos más atrás, al llenar con hechos y fenómenos desco-
nocidos una época que antes había que pasar por alto ... He aquí -concluye- el capital inte-
rés de esos documentos de los siglos X y XI; ellos nos abastecen de formas jamás escritas
antes en los textos del período literario por remotos que fuesen; la extraña catadura de algu-
nos de ellos no había jamás aparecido ante los ojos del filólogo moderno; hasta su viejísima
ortografía era o ignorada o arcana " (véase " Orígenes del español", Madrid , 1968, Prólogo al
lector).

4) Clases de documentos. Distinguiremos, en primer lugar, entre rea les y particu-


lares, sin entrar especialmente en averiguaciones sobre posibles tipos intermedios, como los
señoriales, o de características más singulares, como los eclesiásticos. Obsérvese que, de in-
tento, no hemos querido distinguir entre documentos públicos y privados, sino entre reales
y particulares, pues muchas veces resulta difícil , a través de aquella organización administra-
tiva rudimentaria y pobre, separar con seguridad y según los estrictos criterios actuales lo públi-
co de lo privado, y viceversa.

A) Documentos reales. Barrau-Dihigo, en su trabajo antes citado, divide los documen-


tos reales asturianos -únicos que considera- en tres categorías: solemnes, semisolemnes y
juicios o sentencias. La diferencia principal entre las do~ primeras la hace consistir exclusiva-

271
XXXII/14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Dip lomáti ca especial

mente en que lleven o no invocación explícita a la Santísima Trinidad. Pero semejante clasi-
ficación, aparte estar demasiado influida por la terminología de los diplomatistas franceses que
se adapta mal a la nomenclatura tradicional de los documentos hispanos, falla por superficial
y por referirse sólo a los diplomas de los monarcas asturianos propiamente dichos.

En su lugar proponemos como nueva la siguiente clasificación con su correspondiente


nomenclatura:

a) Privilegios. Su sobrenombre específico y adecuado sería el de ··astur-leoneses" .


Forman el grupo más numeroso de documentos reales conservados; y esto a pesar de ser un
tipo documental raro, que sólo de cuando en cuando se preparaba y expedía.

Esa aparente contradicción de que se hicieran pocos y se conservaran relativamente


muchos se explica por tratarse casi siempre de donaciones gratuitas, concedidas por los re-
yes a instituciones religiosas, en cuyos fondos documentales han permanecido ; mientras que,
desaparecidos los archivos no eclesiásticos de la época, incluido el archivo reg io, en que se
guardaban otros tipos de documentos más abundantes, no es fácil encontrar hoy cantidad de
éstos que se oponga y supere a la de aquéllos .

Las notas distintivas que caracterizan en su conjunto a estos privilegios reales son :
1 a Su gran extensión textual que exigía pergaminos de grandes dim ensiones. 2 .a La ampu lo-
sidad con que están redactadas algunas partes del diploma, como la invocación y el preámbu-
lo. 3.a Escasez de elementos regios, es decir, de expresiones y signos relativos a la calidad
soberana del otorgante, resultando por ello y por la poca solemnidad de sus fórmulas fácil-
mente confundibles con documentos pa rticulares también de donación a favor de institucio-
nes ec lesiásticas. 4.a Variedad e independencia por parte de escribas y notarios en las fórmu -
las c lausulares ; cosa explicable si se considera que la redacción de tales documentos no era
frecuente que se hiciese dentro de la cancillería reg ia, sino que llegaban a ésta preparados
ya por la institución beneficiaria (iglesia o monasterio} , a quienes de palabra se había otorgado
la donación . s.a Esta última circunstancia puede servir también de expl icac ión a las largas lis-
tas de confirmantes y· testigos , típicas de estos privilegios cuya estructura tex tual resumimos a
continuación :

Protocolo inicial. En él no faltan nunca la invocación simbólic a, a base de elementos


muy esti li zados, y la invocación verbal. Durante el siglo X puede esta segunda adquirir pro-
porciones desmesuradas por su amplitud y vacuidad. Véase un ejemplo en documentos de
Vermudo 11 : " In nomine sancte perfecteque et totius bonitatis atque inmense indiuidueque Tri-
nitatis, qui est Deus inuisibilis et inextimabilis indicibilisque unus et non solus Pater et Filius
et Spiritus Sanctus, super omnia presidens el cun eta substentans et intra extraque uniuersa
uiuificans, in cuius nomine et orginatione celi fabrica coaptata c um uirtutibus cunctis esse dig-
noscitur et arua uniuersis pomorum c um fructibus composita a fidelibus uidetur et creditur,
mariaque et uniuerse que abentur in eis creata se esse non ambigunt, et unaque iusta genus
et spetiem suam, celestia et terrena, uisibilia et inuisibilia, etiam et insensibilia, angelica, parí-
ter cum creatura, factori omnium laudes incessanter dare non cessant , in nomine huius humani
generis conditoris et mei unici redemptoris , ego Uermudus."

En la intitulac;ón figura siempre el nombre del rey, acompañado a veces del de la reina.
De ordinario va precedido por los pronombres " ego" o "nos" y sequido de " rex " o " princeps".
con o sin el "gratia Dei". En documentos correspondientes a la etapa leonesa se añade el ad
jetivo "serenissimus". Véanse los siguientes ejemplos: "Nos famuli Adefonsus rex et Exemena
regina (Alfonso 111).-Ego exiguus famulus tuus Froila princeps (Fruela 11) .-Ego exiguus hac

272
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplo mática especia!) XXXII/15

pussil lus Hordonius princeps una cum coniunge Urraca (Ordoño 111).-Nos famuli .) Uere-
mudus princeps nutu diuino et in regno fultus el Uelasquita regina (Vermudo 11) ."

Para la directio abundan fórmulas largas en que se incluyen Dios. la Virgen. ios santos
patronos de la iglesia o monasterio a quien se hace la donación , el nombre del obispo o del
abad y el del paraje geográfico en que se encuentra asentada la institución. Típicas son en
este aspecto las fórmulas de los documentos del monasterio de Sahagún : " venerandis sacris-
que patronis nostris sanctorum Facundi et Primitívi , quorum corpora tumulata esse dínoscitur
in locum predíctum secus strata (ab antiquis hominibus fundata) super amne vocitata Zeia et
est ibídem arcisterium compositum et templum dedicatum mire magnitudinis ornatum in suburba-
na ídem castellum simili modo Zeia vocato regente toga fratrum (sub regula patris nostri Sancti
Benedicti) N abbati" .

El saludo o salutatio con que suele cerrarse el protocolo inic1a1 no es comente en esta
primera serie asturleonesa. Abundan, por el contrario, dentro ya del cuerpo del documento o
texto propiamente dicho los preámbulos largos y retóricos que se refieren casi siempre a la
necesidad o conveniencia de que los cristianos ofrezcan dones materiales a las instituciones
religiosas : " Licet primordia bonorum operum que Deo inspirante mente gignuntur iusticie
operibus deputentur lamen ea que operibus exercentur ab ipso omnium bonorum opifice am-
plius pro voto suscipiuntur. monet enim unamquemque nostrum Dominus dicens: ' date el dabi-
tur vobis' ; nocnon el illud : 'tua sunt enim, Domine. omnia el que de manu tua accepimus par-
va ex multis tibi offerimus ·. "

Texto. La exposición de motivos por los que se hace e l documento suele expresarse
con detalle. Inic iándose mediante alguna de las fórmulas oe notificación . " Non est dub ium set
mullís mane! notissimum ·· o " Ambicuum esse non potest quod plerisque cognitum manet quam. "
Reflexionando sobre la escasez de fuentes históricas que padecemos con relación a nuestra
alta Edad Media . estos razonamientos expositivos con pos ibles noticias sobre personas e ins-
tituciones y los servicios prestados por e ll as (en la guerra, en la repoblación de territorios, en
atenciones de orden c ultura l. piadoso y caritativo) pueden tener especial interés para los his-
toriadores.

A l a dispositio , que - recordémoslo- es la parte pnnc1pa1 del documento, donde real -


mente se concreta y especifica el hecho jurídico que da a aquél su razón de ser, llegamos
después de la " expositio" y a través de un ve rbo en primera persona de presente de indi cati-
vo , singular o p lural, más frecuente este últ1mo :·· otter 1mus ". " donamus ", " litamus ··. " confirma-
mus ". "concedimus ", seguido de la cosa donada - generalmente tierras- cuyos límites sue-
len ser bastante prec1sos . Con el dispositivo propiamente dicho pueden mezclarse pensa-
mientos y. frases de orden sobren atural que lógicamente irian mejor en la "expositio '', por
ejemplo : "Pro re medio anime mee offero ut inde sit luminana alta riorum et elemosina pau-
perum et egenorum el subsidium trat rum 1bidem c ommorantium. ut nobis atque antecessorum
nostrorum el succesorum venial remed1o pecc atorum ."

Algo que no fa lta en e l texto de estos privilegios son l as cláusulas de sanc ión en su tri -
ple vertiente e introducidas de ordinari o por la fórmula " si quis " o parecida: espirituales (por
e¡emplo : condenación eterna, excomu '116n¡ . corporales (p . e¡ .: pérdida de la vista) y pecunia-
nas (p . e¡. : m ul ta o restitución por e! ao ble o triple de lo apropiado indebidamente). He aquí
un e¡emplo redactado en el lenguaje retónco que solía ser típico : " Quod si quisquam ausu
temerano hanc nostra devocíonis o bl ationem infringere conatus fuerit, duobus a fronte carea!
oc ulis . co rp us eius 'l On sepell ia tur c ,Hn fl del 1bus ce teris nec spiritus eius societur electis , sed
cu m lud a Domini p ro ditore luat pe nas 111 eterna dampnatione el cum Datan el Abiron demerga-

273
XXXII/16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Dip lomática espec ial)

tur tartarea voragine; pro dampno vero seculari inferat ad partem ipsius supra nominate eccle-
sie duo talenta auri, et insuper quantum calumpniatus fuerit, in duplo cogatur reddere. "

Las cláusulas corroborativas con que se ratifica lo anter iormente dispuesto pueden apa-
recer o no en esta forma o análoga : "Huius nostri tenoris iussionem quam placu it facere,
coram omnibus confirmamus. "

Protocolo final. Sobre la fecha o data con que se abre éste, diremos que es muy rara
la tópica o de lugar, mientras resulta cas i indefectible la c ronológ ica , a base del " facta ca r-
ta", seguido de la expresión del año por la era hispánica, del mes en ablativo, y del día se-
gún el sistema romano de calendas, nonas e idus.

Acerca de la validación o parte última del tenor documental ya hemos apuntado que
puede ser lo más característico de la serie que consideramos, por lo abundante y rico de sus
elementos: nombres de las personas que suscriben, distribuidos en varias columnas, salvo el
rey y la reina, que destacan por encima de todos; cruces y signos autógrafos ; crismón ante
cada nombre ; y en el ángulo inferior derecho, nombre y signo del notario o escriba , a veces
en forma cifrada. Todo lo cual termina de caracterizarse y realzarse con estos dos detalles:
Primero, la influencia del sistema de validación recién descrito ejercida sobre las etapas docu-
mentales siguientes, pudiendo asegurarse, por ejemplo, que los famosos privilegios rodados
de los siglos XII y XIII (véase en el tema que sigue, pág. 36) no son en este aspecto más que
remembranza de los asturianos y leoneses, a los que se añade el signo del monarca en forma
de rueda. Segundo, la circunstancia de que las personas cuyos nombres y signos aparecen no
son una ficción cancilleresca , sino que realmente estuvieron presentes en el momento de es-
cribir y suscribir el documento, dejando su huella autógrafa (véase el documento núm. 1, al fi-
nal del tema) .

b) Preceptos o mandatos. Con muy pocos cambios en su estructura , y muy ligeros,


el tipo de documento que vamos a examinar perduró en la cancillería regia durante dos siglos
largos , IX al XI, constituyendo el documento real por excelencia de los monarcas astu rianos y
leoneses, que lo usaban para comunicar sus órdenes a las autoridades infer iores del reino. Su-
puesto lo cual, cabe concluir que debieron darse con mucha profusión y ser muy numerosos,
aunque los conservados hoy sean pocos; consecuencia -ya lo hemos dicho- de haber des-
aparecido pronto los archivos y colecciones en que debían guardarse.

He aquí las notas distintivas que caracterizan en conjunto a esta serie : 1.a El ser un docu-
mento típico y exclusivo de la realeza, despachado siempre por la cancillería real. 2.a Su
brevedad y sencillez, sobre todo en el protocolo inicial, contrastando mucho con los privile-
gios del apartado anterior . 3a Adaptarse a un esquema formul ístico bastante rígido, lo que
dice mucho a favor del uso de formularios en la cancillería . 4a La fórmula más característ ica
que con ligeras variantes se da siempre es ésta: " Per hui •Js nostre preception is iussionem "
o " Per hanc nostre preceptionis " o " Per huius nostre preceptionis serenissimam iuss ionem ."

Para el análisis de las partes que integran el contenido textua l, c onviene distingu ir en-
tre el período astur y el leonés, que están separados por la m uerte de A lfonso 11 1 el Magno el
año 911 .

Con re lación al primero, el periodo astur, hacemos el sigu iente resumen:

1." El protocolo in icial empieza invariablemente por una invocación simból ica, faltando ,
en cambio y siempre, la verbal. El nombre del rey va en nominativo sin títulos, a no ser, en
oca siones, el de " rex " . La dirección , muy simple, reducida al nombre y cargo del destinata-

274
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Di plomática especial) XXXII/17

rio : "tibi patri Fatali episcopo" , "Beato presbytero et Cesario cognomento Tubello ", etc. No
hay fórmula de salutación .

2." En el cuerpo del documento sigue manteniéndose igual senc illez y brevedad. Así ,
no hay asomo de preámbulo o exordio y casi ni exposición de motivos: "secundum quod nobis
sugessisti" o parecido, es lo .más que se llega a decir. La parte dispositiva va señalada por la
frase típica de " per huius nostrae preceptionis iussionem" y a continuación el verbo en plu-
ral ( " ordinamus ", " donamus ", " concedimus") seguido del objeto de la orden o donac ión.

Las cláusulas finales, también cortas y Simples, sin amenazas ni sanc1on, limitándose a
ex1g1r que nadie se interfiera en lo dispuesto por el rey: "neminem vero hordinamus qui vos
por id inquietare presumat ", o " et qui tibi pro inde aliquid opposuerit in vo ce nost ra vi ndica et
require " , o "tu, vero, Sanzo, non te presumes eos inquietare pro nullaque actione". En las do-
naciones de Alfonso 111 a centros religiosos es frecuente la petición de oraciones en favor del
monarca: "Et fratres qui inde tolerationem habuerint pro nobis o rare non recusent."

3." El escatocolo o protocolo final se inicia con un " noto die", expresando el día y el
mes al modo romano; el año, por la era hispánica. Rara es la consignación del lugar y del
año del reinado.

La validación puede reducirse a la firma del rey, generalmente en anagrama, sin f igu-
rar siquiera el notario o escriba: " Christus. Adefonsus rex hanc donationem a nobis factam
(signo y anagrama) ." Lo normal, sin embargo, es que junto al rey aparezcan confirmando algu-
nos personajes , obispos y condes generalmente.

En el período leonés, a partir de 911, el mandato o precepto pierde terreno , que va


a ganar la " carta real" e que nos referiremos enseguida. No es que desaparezca o se deje
de usar, sino que se usa menos, pero prolongando su existencia hasta la segunda mitad del si-
glo , XI , revestido de las siguientes características: 1.a Invocación ve rbal muy sencilla.
2. a Al nombre del rey sigue la palabra "rex" y frecuentemente se añade el de la reina. 3.a Apa-
rece y se generaliza una forma de saludo brev e del tipo de " in Dom ino salutem ". 4.a Al sus-
tantivo " iussionem " de la frase documental más típica se añade normalmente el abjetivo " sere-
nissimam ". s.a Hay sanciones espirituales y pecunia rias que, a veces, se acercan en extensión y
ampulosidad a las que hemos visto en los priv ilegios , por ejemplo: " descendat super illum
ira Dei et indignatio celestis, omnesque Dei sanctas in die iudicii habeat contrarios et cum luda,
Domino traditore , lugeat penas in eterna damnatione ", " et insuper pariet ipsas salinas du-
platas". (Véase el documento 11, al final del tema .)

e) Cartas reales. Ya hemos dicho que son propias y exclusivas del período leonés,
resultando asf oportuno etiquetar al nuevo tipo documental con el nombre de carta real leone-
sa. Su origen hay que busca rlo en la documentación privada del siglo IX, concretamente en
las donaciones cuya parte dispositiva se ini c ia con las palabras "p lacuit mihi ut donaremus".
Ya en tiempos de Alfonso 111 nos encontramos con que el "placuit mihi " popular o privado se
convierte en un " placuit serenitati nostre " real y público, sin dejar de evolucionar hasta la
tórmula más típica de estas cartas: " annuit serenit;¡ti nostre glorie ", que se consagra en prin-
cipios del siglo X durante el reinado de Ordoño 11.

De esta síntesis de lo público y lo privado , de lo real y lo particular, salió el nuevo mo-


delo documental , con características propias que responden a esa doble procedencia y que re-
sum iremos así:

1.a Brevedad y sencillez. que tes h ace parecerse a los preceptos o mandatos leoneses ,

275
XXXII / 18 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (01pl o mát1ca espe< . ..

no a los asturianos. De ahí el que los elementos constitutivos del protocolo inicial comcidan en
ambos: " Christus. In nomine Domini . Veremudus serenissimus princeps tibi Munnio Fredenan·
díz salutem in Domino semper amen." E igualmente los de las cláusulas conminatorias o san-
cíonales, y la mayor parte del escatocolo . Quizá el único punto en que se rompe dicha sen-
cillez sean las columnas de confirmantes, en las cuales más que a los preceptos o mandatos
diríase que se imita a los privilegios ·reales.

2.3 Se reservan estas cartas leonesas casi exclusivamente para las regias donaciones ;
de ahí que el preámbulo, si se da, sea de este corte: " Magnus est enim titulus donationis in
quo nema potest actum largitatis inrumpere sed quicquid grato animo offertur, debetur liben-
ter amplecti" ; y que la " expositio " se reduzca generalmente a esto: " Annuit serenitati regni
nostri glorie ut donaremos atque concederemus , ut laceremos tibi cartam" o " textum scrip-
ture ", y a continuación el objeto de la donación .

3.3 La influencia de lo documental pr iva do sobre estas cartas públicas leonesas pue-
de llegar a const ituir dentro de las mismas un grupo que se caracteriza por la importancia que
se da en e llas a la parte expositiva, tal y como ocurría desde el siglo IX en los documentos
particulares, cuyos modelos fueron asimilados en el siglo X por la cancillería regia, manifes-
tándose dicha asimilación en los siguientes detalles: 1." Sencillez suma en el protocolo inicial,
por ejemp lo : "Christus. In Dei nomine. Ramirus rex tibi Vermudo Nunniz salutem ." 2." Notifica-
ción en principio del texto , según estos modelos o muy parecidos: " Non est dubium set mul -
tis mane! notissimu.m eo quod ... ", " Dubium quoque esse non potest sed plerisque firmum ma-
net adque notissimum eo quod", " Manet enim omnibus notum eo quod" ; a los que sigue la
exposición convertida muchas veces en narración , inc luso detallada, de los hechos que son
causa del diploma. 3." La misma senci ll ez se advierte en la introducción al dispositivo : " Nunc
vero accessit spontanea voluntate nostra ut " o ·'Modo lamen placuit nobis ut concederemus,
donaremus, faceremus cartam" . 4." Como variante muy apreciab le y relativamente frecuente
debe tenerse la de aquellos ejemplares que inmediata a la invocación ponen la notificación y
la exposición, pasando de ésta a la int itulación med iante las partículas " ideoque " , " unde ".
" ergo " y otras.

d) Documentos judiciales. Siendo el rey el juez supremo. no es de extrañar la rela-


tiva abundancia de documentos de orden judicial en que aparece actuando personalmente
como juez, presidiendo el "co ncilio de rege·· , y no mediante delegados (abades, obispos. con-
des) . Esta actuación personal se reservaba para asuntos de determinada índole. en especial
para juzgar delitos contra la seguridad del Estado (rebeli ones. intentos de asesi nato del here-
dero del trono. etc .) o cuando las partes litigantes eran magnates del rei no . c ivi les o ecle-
siásticos .

La puesta por escrito de l resultado del juicio adopta dos solucio nes disti ntas. dando ori-
gen a dos tipos documentales. según fue ran redactados o no en la can ci llería regia . He aqu í
las características de cada tipo :

1a Si el documento procede de los notarios del rey se redacta norma lm ente en forma
de carta real con amplia exposición , según hemos visto en el apartado anterior . detallándose
las causas del juicio. su desarrollo y la senten c ia final . El dispositi vo del docu mento suele te ·
ner el carácter de una donaci ón o de una confirmación .

2.a Sin embargo, con mucha mayor frecuencia aparece un ti po de documento extra-
cancilleresco muy bien tipificado , habitual, por otra parte, en la documentación privada y que
recibe el nombre de '' placitum " . Los plácitos asturleoneses están reda ctados en estilo indirec -

27ó
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXII/19

to y tienen la configuración de una "notitia" o documento probatorio. La estructura del mo-


delo más sencillo es la siguiente:

Tras una invocación monogramática figura la fecha del año, " In era", y a continuación
la exposición documental muy amplia que se inicia invariablemente con un '"' Orta fuit intentio,
contentio , etc." , explicando quiénes son las partes litigantes y el objeto del litigio, cómo acu-
den al rey "et venerunt ante illo rege .. . " y éste les da un plazo para la prueba de testigos
y documentos, y , en defintiva, cómo se resuelve el pleito: por avenencia entre las partes,
" devenerunt se confaita"; por darse por vencrda una de las partes, " agnovit se in veritate";
por sentencia del rey, o por ordalías o juicio de Dios en casos extremos (duelo judicial, prue-
ba caldaria, etc .). El plácito termina con la firma de confirmantes y testigos.

Esta es la estructura más clásica de los plácitos. Hay otra, más desarrollada, que con-
siste en añadirle una segunda parte, redactada en estilo directo y con carácter dispositivo. En
realidad , se trata de una donación que la parte vencida hace a la vencedora, del objeto que
se litiga.

Insistimos en que estos plácitos son extracancillerescos y redactados no por la canci-


llería real o j ueces puestos de la mano del rey, sino por un escriba cualquiera a petición de
la parte vencedora . (Véase el documento núm . IV, al final del tema.)

B) Documentos particulares. Ya nos hemos referido a los posibles problemas plan-


teados por su génesis y desarrollo, así como por sus caracteres externos . Interesa ahora exa-
minar su contenido jurídico y su redacción textual , atendiendo a las cuales podemos distinguir
los siguientes grupos, que han sido tratados con alguna amplitud en el " Curso general " , de
A. Floriano, págs . 413-425 .

a) Donaciones. Eran frecuentes, según hemos visto en el apartado anterior, las de


procedencia real, con las cuales premiaban aquellos monarcas los servicios prestados por sus
vasallos: " pro bono et fideli servitio quod mihi fec istis " , era una de las fórmulas más usadas.
Fuera del ámbito regio cundió mucho entre las clases acomodadas la costumbre de hacer
donaciones a cen tros e instituciones eclesiásti cas, poniendo siempre o casi siempre como mo-
tivo la sal vación del alma del donante y de sus padres y parientes : " pro remedi o animae
nazas de sanción , morales y pec uniarias .

La estructura textual de ia donación solía ser ésta :

En el protocolo inicial son normales la doble invocación , intitulación , dirección y salu-


do. El texto o centro del documento se inicia generalmente con una fórmula de espontanei-
dad : " Piacuit nobis adque convenit nullisque egentis imperio neque suadentis articulo sed pro-
pia nobis accessit vo luntas , caro animo et espontanea nostra voluntate. neque per vjm, neque
per metum , neque per ebrietatem. . clara mente neque perturbatum sensum . ", seguida del
verbo dispositivo " damus" o parecido. con una d esc rip ción del objeto donado y de su situa-
ción exacta si se tra taba de fincas urbanas o rústicas : para terminar c on las habituales ame -
nazas de sanción . espi rituales y pecuniarias

Curiosa es en estos docu mentos la posible presencia de la llamada " oferc ión " (" in of-
fert ionem ... ad confirmandam cartam "), q ue es una especie de obsequio o regalo que el do-
nante recibe del d onatario a cambio de la cosa donad a. Se trata de una costumbre derivada
del derecho germán ico . e n e l cua l la p ura donación debía aparecer legalmente como una per-
muta o cambio . mediante la recepción po r parte de l donante del obsequ io ofreci do. En el
Ae1no de León los objetos que suelen ofre cerse so n caball os . aves de cetrería , colc has, cu -

277
XXXII /20 PALE OGRAF IA Y DIPLOMAT ICA (D iplomática especiai)

biertos de mesa, etc. Por ejemp lo : " et accepimus de uos uno kavallo colore morcella va lente
quingentos solidos de argento et duos accipitres , uno pullo et alío mutato " , " uno cavallo cas-
tanio valente CCC solidos et una sella argentea in CCC solidos et uno freno in C solidos ", " et
accepi de te domna Scemena in ofercione le ito pallio valiente sol idos C et duos frenos obtimos
que mici bene complacuit".

Junto a las donaciones simples existen otras más compl ejas, c omo la " donatio post
obit um" y la " donatio rese rvato usufructu " .

b) Compraventas. Defin ida en nuestros documentos como " carta ven ditionis " o "com-
paration is", sue le ajustarse a un for mulario bastante constante , cuyas partes esenciales son:
invocación monogramática y ve rbal senci lla ; inti tu lación, figurando en ella como autor el que
vende; dirección, en que aparece como destinatar io el que compra. No es constante la fórmula
de saludo .

El texto es normal que se inicie con la fórmula de espontane idad " Piacuit nob is", se-
mejante a las de la don ación, segui da de " ut vindere mus vobi s sicut et vindimus ", " ut face-
re mus vobis scri pturam vindici on is sicuti et facimus " u otra fórmula análoga que const ituyen el
comienzo de la parte dispos itiva. En dicha pare figuran : el objeto de la venta, " terra mea
propria, vinea, ortos ... "; su situació n y lím ites, c on referencia a los cua tro pu ntos ca rdi na les;
el conten ido de lo que se vende acud iendo frecuentemente los esc ribas a fórmulas estereoti -
padas, po r ejemplo: "vendimus ipsa vi ll a cum domus edifigatus , cortes, exitus, montibu s, mo-
linos, ortos, arboris fruc tuosis vel infructuosis, terris, pratis, exitis , padulibus ... ". Raramente se
deja de indicar el título de propiedad de la cosa ven dida : "terra propria quam habeo de pa-
rentum vel aborum nostrorum ", " vi liare quem habuimus de nostro abio Sobano ", " terra que
habuimus de sca lido nemin e possi dente ", " terra que est de nos tras presuras, terra que com-
paravi". A co ntinuación, el precio que se recibe, generalmente en especie: pero cuyo valo r
monetario se expresa, mencionando que con s u recibo no queda deuda pendien te por pa rte
del comprador: "pro que accepimus de vos in adera to et defin ito precio uno mulo castan io et
uno bove rubio et sex quartarios de trigo et panem e t vino . . . et de ipso pretio apud vos nihil
remansit pro da re sed omnia no bis complestis" . Concluye el texto con las sanciones habi-
tuales.

En el escatocolo figur an, como es normal, la data y las suscripciones, muy parec id as a
las de donación.

e) La permuta. Se llama a sí mism a "ca rt a conmutation is" , "cont ramutationis " o " per-
mutationis ". Su formulario más com ún apenas difiere del de la compraventa que acabamos de
ver, a no ser c uando lo pide la disti nta nat uraleza del documento en cuanto a su contenido
se refi ere. Así, al " placuit " in icial de la parte dispositiva , común para donación, comp raven-
ta y permuta, le sigue , cuan do se trata de esta última, la sigu iente fórmu la es pecífica: " ut
conmutaremus vobis" o "ut facere mu s ínter nos ca rta co ntramu ta ti onis" . Igualmente explicable
resulta el que la mención del precio recib ido que aparece en los documen tos de venta, se
convierta en las permutas en mención y descripción del objeto entregado a cambio por la se-
gunda parte permutante: " pro quo accepimus de vos terra .. " o "accepimus de vos pro ipsa
villa alía villa".

27k
DOCUMENTO 1

TRANSCRIPCION

Christus . In nomine sancte et indiu1due Trinitatis. Domino glonoso patrono nost ro sancto Andree apostolo.
1n cuius onore et dedicatione fundatum est monasterium in locum ubi dicunt Pardamine , ego exiguus famulus t uus
Froila princeps siue abbati Attanarico cum omni congregatione ibídem uita sancta degentium donamus atque
concedimus domu1 sancte uestre pro stipendio fratrum uel peregrinorum ibídem aduenientium el pro abluend is
nostris dilictis inprimis confirmamus ipsum locum ub i fundatus patet monaster ius supradictus cum omnia quicquid
ibídem habere uidetur: domicilia utensilia. terris. ui neis. ortis et molinis cum sus productibus. aquis. arbusta . mon -
tes et fontes . pratis. pascuis bustis et adiacentiis quantum cum ad ipsum locum pe rti net per te rminis et loc1s
suis. Adicimus etiam sancto monasterio uestro senera nostra quam dicunt Uilla Don1ca per term in is locor um
suorum sicuti in iure domnico mansit ex integralis semper et iure manea ! parti eclesie sancte pe rhenniter con -
cessa tam se nera quam etiam omnia que terminum monasterii concludet. ita ut ex presentí die el tempore fir-
miter fratres obtineant qui domui sancte fide-les egerint adque domino persoluer int obsequias. Si quis hunc uo-
ium nostrum infringere conauerit et ex inde aliquid aufe rre temptauerit. sit extrane us a corpus et sangu inem
Domini nostri lhesu Christi et cum luda trad1tore maneat picea gehenna perhenniter passu rus el insuper infe rat
partí monasterio dupplatum quod ausus auferre tenptauerit perpetim habiturum. Facta scriptura testamenti die
idus iulias Era DCCCC LXIIIa.

1.• columna :

Christus . Froi la rex hunc testamentum concessionis a nobis factum (monograma).


Urraca regi na conf~rmans (monograma).
Sub Cristi nom i ne Cixila episcopus tes lis (signo).
Hordonius regis prolis confirmans (monograma).

2.• columna:

Christus. Ascaricus arcediaconus testi s (monograma).


Uigila iudex testis (monograma).

3." columna:

Christus F" ort1s filius domin1 Froilan1 testis (monograma).


Zaccanas abba testis (monograma) .
Abolfe tta iben December (monograma).
Sisebutus Moratel l i testis (signo) .
Abzuleiman Fredenandi testis (signo).
Auralanus Baconi testis (signo).
S isnandu s diaconus fi liu s Ariulus (monograma).

28 1
XXXII/24 PAL EOGRAFIA Y D IPLOMATICA (D1p lomat1ca especial)

COMENTAR IO

.• Se encuentra este original en el archivo de la catedral de León, donde está catalogado


con el número 891 . Debido a su buen estado de conservación y a ser de reducido tamaño
(317 x 214 mm.). García Villada publ icó de é l una buena rep roducción ( " Paleogra fía españo-
la ", facs. 51) con su transcripción correspondiente (págs. 227-229).

Por este documento, datado en 15 de j ulio de 925, el rey leonés Fruela 11 confirma al
monaste rio de San Andrés de Pardomino en la posesión de sus p ropiedades y le dona una ser-
na , propiedad del rey , llamada Villa Donica.

En lo que atañe a su categoría dip lomática , se trata de un " privilegio" astur-leonés


y lo hemos elegido precisamente por ser de Jos más sencillos y breves. El alumno observará
en este privilegio la aplicación de las reg l as medievales de precedencia , resuelta por los li-
bros de fórmulas, con la, expresión illi .. . ilfe, ya que el rey se dirige a San Andrés, titular del
monasterio, y por ello se coloca el nombre del monarca en segundo lugar precedido por una
fórmula de humildad "ego exiguus famulus tuus "; obsérvese , igualmente , la ausencia de salu-
tación, preámbul o, notificación y exposición, que es lo que confiere a este diploma su gran
sencillez. Las típicas columnas de confirmantes quedan reducidas a tres.

DOC UMENTO 11

TRAN SCRIPCIO N

Ran imirus r ex u obis abbati nostro Si gerico el omne co ng reg ati o ne fr atrum Sancto rum Facund i et Primitiu i,
in Dom ino salutem, amen. Per huius nostre percept ionis serenissiman iussionem donamus atque conc edi mus uo bis
ad diu perhabendum uilla in Melgare quod de lssam ibem Recaredi ab integro, secundum ipsum u il lam o bti nuit
iam dictus lssam dum uitam uixit et il le uobis eam conce ssit per te xtus scripture, ita ut habeat is eam fir miter de
nostro dato et omnis ipse populus ad uestrum concurra! ordina cione m pr o uestris ut i litat ib is perage ndis . et qu ic -
qu id a uobis ini unctum ue l ordinatum acceperint omnia inexc usabiliter impleant atque peragant; nem ine m ue r o
pretermittimus qu i uob is ib ídem fac ial d isturba c io nem ue l in mod ico. Notum die V0 kalendas septemb ris e ra Mil les-
sima X3 .
Ran imirus (monograma).

COMEN TARIO

Procede este precepto del fondo documental del monasterio de Sahagún , hoy en e l A r-
c hivo Histórico Nac ional, pero no se trata del pergam ino ori ginal, el cual se ha perd ido, si no
de una copia del mismo incluida en e l Becerro Góti co de Sah agú n (fo l. 50), f amoso cartul a ri o
te rmin ado por e l e scriba Munio en 1110, y qu e es e l últ im o có dice vi si g ótic o d ata do qu e se
c: onse rva.

282
PALEOG RAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXII / 25

Mediante este documento, fechado en 28 de agosto de 972, Ramiro 111 da al monasterio


de los Santos Facundo y Primitivo (Sahagún) una villa en Melgar, villa que anteriormente
había concedido a dicho monasterio, mediante documento, lsaam lben Recaredo, ordenando
el rey a sus moradores -y éste es el objetivo fundamental del documento y por ello se usa
el tipo de mandato o precepto- que obedezcan y sirvan a la comunidad .monástica.

Diplomáticamente -acabamos de decirlo- se trata de un precepto leonés, caracteriza-


do por el protocolo inicial desarrollado y con salutación , así como por la presencia del ad-
jetivo " serenissimam" calificando a "iussionem" . El documento es de los más sencillos dentro
de los de su época y recue rda a los preceptos astures. Compárese con el de Ordoño 1 en el
anterior tema 11 , lám. 2, pág . 184.

La presencia de un nombre árabe (Hisam) y la fórmula árabe para formar el apellido


(lbn, lben, que equivale a " hijo de ") responde a un fenómeno que es normal durante los si-
glos IX-XI en tierras de León estricto, es decir, en la meseta del Duero y en Portugal; ello se
debe a la emigración a estas tierras de .mozárabes andaluces en el siglo IX, que trajeron con-
sigo de AI-Andalus costumbres y usos musulmanes, como éste que comentamos relacionado
con los apellidos y que fue adoptado bien pronto incluso entre los nobles cristianos del Nor-
te , como los famosos Beni (plural de lben) Gómez o los poderosos condes de Carrión , Salda-
ña y Liébana, que suelen firmar García lben Gómez , Osorius lben Didaci, etc.

DOCUMENTO 111

TRANSCRIPCION

Christus . Ranimirus rex tib i Hermenegildus salu tem. Annuit namque serenitat is nostre glorie ut donare-
mus atque concederemus tibi ad perauendum omnem hereditatem de hom ic idanes de Uilla Matella qui occ ide·
runt suprino nostro Odoario Dídazi , terras, uineas, pomares, moli nis uel quantum in ipsa uilla de eorum causa
inuenire potueris, accessum uel concessum, om nía tíbí donamus et concedimus perhenniter ab itura fac iend i ex
inde quod tua instituerit uolumptas. tu et omois posterítas tua et quicqu id ex inde agere , lacere uel iudicare
uol uerís sit tib i a nobis concessa potestas ; nemine uero hordinamus nec permittimus quid tibi uel inmodice ali-
quam lac ia! dísturbationem .
Notum d ie XII II kalendas ianuarii era DCCCCLxx•v•.
Ranimirvs rex in han c kartula donationis a nobis facta (monograma) .
Ordo nius pro lis regis confirma! (monograma).
Sancius prolís reg is co nfirma!.

1.8 columna :

Chr istus. Hordonius prolís Adefonsi regis confirma! (monograma).


Gundisaluus abba confirma!.
Berulfus presbiter co nfirma!.
Osorius Monniz confirma!.
Gundesind us Froilaz confirma!.
Odoarius Gimaraz confirma!.
Pilat i íben Gibuldo confirma! .
Olemundus iben Arosindo confirma!.
Fort is lustiz confírmat.
Froila Gelmiriz confirma!.
Veremudus Almoratiz co nfirma! .
Sub Chri sti nom ine Ouecco Dei gratia episcopus .

283
XXXII/26 PALEOGRAFIA Y DIPLOMA TIC A (Diplomática especial)

2.• columna:

Christus . Dida cus a rchidiaconus confirma! (signo).


Berulfus p resb iter confirma! .
Fredena ndus presbite r con firma! .
Balderedus presbiter confirma! .
Leo uegildus co nfessor confirma! (signo).
lo hane s presbiter conf irm a! .
Elia s confessor confirmat.
Dominicus confessor confirma!.

COMENTARIO

Este documento se encuentra copiado en el Tumbo de León (fol. 188 v.), que es un
códice diplomático de fines del siglo XII, de gran valor histórico. Por esta carta re al, de 19 de
diciembre de 937, Ramiro 11, el futuro vencedor de la batalla de Simancas contra Abd ai-
Rahman 111, dona a Hermenegildo toda la heredad que en la villa de Matilla tenían los homici-
das que .mataron a Osorio Oíaz , sobrino del rey.

Observará el alumno la gran similitud, en c uanto a senc illez . de esta " carta real " con
el " precepto " anteriormente estudiado . Las únicas diferencias notables son la aparición de la
fórmula ca racterística de las cartas , " Annuit namque serenitatis nostre glorie". y de dos lar-
gas columnas de confi rmantes.

Ya insinuamos en el texto del tema que la carta real vino a sustituir al " precepto" para
las donaciones regias.

DOCUMENTO IV

TRANSCRIPCION

Ch ristus. Orla fuit intemtio inter Sa lua torem et mag 1stro Menendo qu1a dedil rex domno Ueremudo ad
mag istr o Menendo ereditatem 1n Leroncana . locum predictum Uilla Gunt ini. quan do fu it Saluatorem re ue llem cum
Garsea Commezi et tenu i magistro Menendo ip sa e r ed ita tem in suo iu rem . Et qu and o sacarunt illo regem de ista
terra Gun disaluo Ueremudizi et Pelagio Ro d eriqu iz1 et Monnio Fredenandizi et fu1 t in Calletia. tune surexit Sa lua·
torem et presumsit ipsa ere ditatem et tollibit illam ad magistro Menendo. Et 1dem Dom inus Deus adduxit ip so
do mn o nostro regem domno Uere m udo ad sua te rra m. ic in Leg ionem. el deuen it ma1str o Menen do et Saluatorem
ante ill o r egem do mn o Ueremudo el abuerun indem iud icio el mandau it •lle rex et lex codicam que dup laset Sa ·
luatorem ad ma istro Mendo ipsa ereditatem ; et postrauit se Saluator em ad r ocum cum o mmines bonos 1n ipso
concelio de regem. et deuenerunt ad confaita : dedil Saluatorem ad Menendo 10 1psa confaita ciuari a modios
·UI et adfirmauit illa c reditatem ante ill o regem ad ma1stro Menendo. et misit in suo iure m . Et ego Sa luatore m si iam
ampl ius ad tibi magi stro Menendo et uxor tua Null o ali qua inquietati o nem per me aut filis aut aliqua subrog ita
pe rsona te mtare aut co nfringe uoluer it h anc factum uel karta quos do mnus noster rex ad tibi Menendo et uxo r
tua Null o fecit. quomodo parie m ad partem regí s au r i li ueras 11 et ad tib i magistro Menendo et uxor tua Nul o
•psa eredi tate m duplatum et tibi perpetim abiturum .

284
PALEOGR AFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espec1al) XXX II / 2 7

Factum scriptum pridie kalendas octubr1s era XXXI post mli les •ma.
Christus . Saluatorem in hanc scripto manus mea confirma! (signo) .
Christus. Factum scriptum in couento eglesie sancto Sa lu atoris.-Oui preses fuerunt : Gudesteo lust •z• con·
fi rmat. - Citi Esteuan1zi confirmat.-Materno l ust iz i confirma!.
Osorio presbiter (signo).

COMENTARIO

La transcripción que antecede corresponde al documento original número 155. en visigó-


tica cursiva, del archivo de la catedral de León . Fue escrito en la iglesia de San Salvador , de
León, el 30 de septiembre del año 993 y contiene las resultas de un juic io celebrado ante el
"concelio de regem" y presidido por Vermudo 11 como correspondía a delitos concernientes a
la seguridad del Estado, ya que la parte demandada colaboró con seguridad en la rebelión de
García Gómez. conde de Saldaña , y probablemente en la de Gonzalo Vermúdez, conde de
Luna. Adviértase la gran importanc ia que tienen para el historiador los datos contenidos en
el plácito, y más si tenemos en. cuenta que ninguna fuente histori ográfi ca hace mención de
estas sublevaciones de ma~nates contra el rey .

En cuanto a las circunstancias que concurren en torno a esta pieza orig inal, debe te-
nerse en cuenta. en primer lugar, que , aunque el contenido responda a una sentencia regia,
asintiendo a una avenencia final entre los litigantes (''devenerunt ad confaita") , el diploma
no está redactado por la cancillería real ni el rey lo valida, sino que se trata. en definitiva, de
un documento entre particulares. En segundo lugar, debe observarse que su estructura diplo-
mática adopta aquella forma más desarrollada que señalábamos al estudiar los plácitos, y q ue
completa la narración del pleito con un añadido redactado en estilo directo, por el cual la
parte vencida hace donación del objeto en litigio a la parte vencedora. o reconoce la validez
de la sentencia. como ocurre en este caso concreto .

Finalmente, observará el alumno que e l latín medieval usado en la redacción del docu-
mento está muy próximo en morfología y sintaxis a la lengua romance. fe nómeno éste . por
otra parte. habitual en este tipo de documentos .

2~5
TEMA XXXIII

DOCUMENTACION CASTELLANO-LEONESA (1035-1311)

ESQUEMA/ RESUMEN

l. El marco histórico.

La tradición leonesa.
\ 1)
En los documen-) al
tos públicos.
11. Continuidad y tran- b) Influencias y elementos nuevos.
. ., '
SIC IOn. 1
2) En los documen-
tos privados.

A) Alfonso VIl.
1) En la organiza- \

~
a) La legislación.
ción cancilleres- Í B) Alfonso X y
ca. Sancho IV. b) Los hechos.

111. Novedades y cam-

bias import~tes. i:
1
En los documen- ,
tos públicos.
\
f
A)

B)
Caracteres
ternos y
lenguaje.
Contenido y
estructuras
textuales
ex-

1
\
a)

b}
Del privilegio
rodado.

De las cartas

e) Del mandato.
En los documen·
tos privados.
1

287
INSTRUCCIONES

El avance y desarrollo de la documentación española pide que, siguiendo un orden ló-


gico, abordemos ahora la exposición de un nuevo período relacionado estrechamente con el
inmediato anterior, así en el tiempo y en el espacio como en la naturaleza de sus piezas docu-
mentales; tanto que puede el presente tema 33 considerarse, a través de su segundo apartado,
continuación y complemento del 32 , del cua l pudiera muy bien haber sido parte integrante;
y si no qu1s1mos que lo fuera, se debe a razones más bien externas, derivadas principal-
mente de la desmesurada extensión que, caso de integrarse, hubiera alcanzado dicho tema.

Desde el punto de vista diplomático, la natural y clara división entre la documentación


castellano-leonesa y la del período astur-leonés empieza poco antes de la mitad del siglo XII,
dentro ya del reinado de Alfonso VIl , cuando las series documentales anteriores no es que
desaparezcan absolutamente, sino que , a impulsos de una evolución razonable y consecuente,
desembocan en otras nuevas o son afectadas por cambios importantes .

En orden a la formación práctica del alumno hay entre los dos temas una diferenc·a
digna de notarse , pues el de ahora ofrece a los estudiosos un campo de experiencias mucho
. más amplio, así por la cantidad de documentos conservados como por la posibiltdad de que
surjan entre éstos piezas menos conocidas y, en todo caso, no estudiadas todavía a fondo.
Lo cual quiere decir que al posib le afán investigador de aquellos alumnos que lo sintieren
le resultará fácil encontrar campo donde ejercitarse no sólo en plan rutinario y de pura prác-
lica , sino con iniciativa y responsabilidad propias.

Desde el punto de vista pedagógico, nuestros alumnos deben seguir pendientes de los
consejos y advertencias que les dimos en las Instrucciones anteriores, a saber: conocimiento
mínimo suficiente del latín, en cuya lengua seguirán redactándose la mayor parte de los tex -
tos documentales relacionados con el tema, y conocimiento fundamental de la historia del
período o períodos en que dichos textos están enmarcados. Si a esto añade el alumnq un es-
píritu observador, .reposado y sagaz al mismo tiempo, que descubra en seguida las variantes
y características propias de cada grupo de documentos, con las semejanzas que los unen y
las diferencias que los separan, estará en la mejor disposición para progresar en el estudio y
dominio de la Diplomática española .

289
ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Como obras de carácter general hay que seguir refiriéndose a las mismas del pe ríodo
astur-leonés y en el mismo tono restrictivo: "Paleografía" , de G. Villada, que apenas aporta
otra cosa que el material documentístico correspondiente (facsímiles y transcripciones); " Tra-
tado " , de Millares, que es el primero en proponer (págs. 271 y 273) una clasificación sistemá-
tica de los tipos documentales que nos interasan, y "Curso general ", de Flo riano (págs. 464-
476 y 509-528) , el más completo con relación a algunas de las partes de l tema.

El benemérito trabajo de Millares sobre " La cancillería real. . . ", ya citado en el tema 32,
nos ofrece materiales y datos aprovechables para alguno de los períodos que consideramos,
pero todavía -y ello es muy explicable- faltos de una SIStematizació n defi nitiva.

En algunas colecciones de documentos y sus correspondientes estudios histó ricos hay


capítulos de gran interés para el tema; concretamente en fa de Alfonso VIl , estud iada por
P. Rassow, "Die Urkunden Kaiser Affons'VII van Spanien" (Berlín, 1929), y en las de " Alfon-
so VIII", "Fernando 11'' y "Alfonso IX", estudiadas y publicadas por Julio González (Madrid,
1960, 1943 y 1944, respectivamente) . Las monografías y trabajos pa rciales vinculados direc-
tamente al tema no faltan y las iremos trayendo a lo largo de las siguientes Explicaciones.

291
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. EL MARCO HISTORICO

Dentro del cual surge y queda encuadrado todo el acervo documental a que el tema se
refiere, comprende desde el año 1037 hasta el 1312 y abarca, geográficamente, los territorios
del antiguo reino de León y del nuevo de Castilla, cuyos límites están en continuo ensancha-
miento, correspondiéndose, en final del período, con las actuales regiones de Asturias, León,
Galicia y parte de Portugal, Castilla la Vieja con la mayor parte de Vascongadas y la Rioja,
Castilla la Nueva, más de med ia Andalucía y parte de Murcia.

Como hechos importantes que dan carácter a esos casi trescientos años de historia y van
a influir en la fisonomia y estructuras de los respectivos grupos documentales, hay que subra-
yar los siguientes:

1. 0 Uniones y desuniones de León y Castilla en la persona de un solo rey, empezando


por unirse en la de Fernando 1 (1037), desuniéndose a la muerte de éste (1065), para volver a
unirse con Alfonso VI (1072) y a desunirse después de Alfonso VIl (1157) , volviéndose a unir
definitivamente en Fernando 111 (1230) .

Huella muy sensible iba a dejar en los documentos de la época la desmembración de


Fernando 1 y el reparto de territorios entre todos sus hijos, con la creación del nuevo reino de
Galicia. Lo mismo que el matrimonio de la reina Doña Urraca con el rey aragonés Alfonso el
Batallador.

2.0 Avances continuos. espectaculares a veces, de la Reconquista, con incorporación


a la Corona de nuevos reinos y señoríos , con la consiguiente ampliación de la vida pública
y de las actividades administrativas , cuya repercusión en el campo diplomático era lógica e
inevitable.

3. 0 Esa vida pública más intensa se manifiesta en la aparición de nuevas instituciones


y en el perfeccionamiento de las antiguas (cortes. consejos , municipios, villas). mientras que
la nueva organización administrativa irá alcanzando a todos los órdenes de la vida pública
(militares, políticos, judiciales, sociales, económicos) y plasmándose en nuevas leyes, en nuevas
jurisdicciones y en nuevos cargos u oficios (alférez. almirante, adelantado, merino, justicia) .

4. 0 En el terreno de la legislación se operan cambios importantísimos, no tanto en cuan-


to a abundancia y complicación de leyes, sino en cuanto a sistematización y codificación de
las mismas (Libro de los Fueros de Castilla , Fuero Real, Siete Partidas o Libro de las Leyes) .
Otro factor, de influencia no despreciable , hay que ver en la importancia que adquieren e l de-
recho notarial y el romano-canónico.

293
XXXIII/S PALEOGRAFIA Y DIP LOMATICA (Diplom ática espec ial)

5.0 Expansión e intensidad de la vida ec lesiástica a todos los niveles, con una mayor
organización y un mejor orden administrativo : nuevas sedes episcopales, con sus correspon-
dientes cabildos catedralic ios, curias diocesanas, circunscripciones o divisiones dentro de las
diócesis, etc. ; órdenes monásticas nuevas (cistercienses , premostratenses, órdenes mi litares}
y aparición de las mendicantes (franciscanos , dominicos) de organización más reglamentista
y centralizada.

6.0 Surgimiento de nuevas instituciones privadas o perfeccionamiento de las antiguas


en el ámbito social, comercial, cultural o científico (burgueses, gremios, universidades, mino-
rías étnicas, extranjeros) con su secuela de asuntos, muchos de carácter documental-jurídico.

7. 0 Por su relación más directa con el mundo de los diplomas y la influencia inmed ia-
ta que iban a ejercer sobre ellos, mencionaremos como cierre de esta serie de fenómenos
ambientales que nos interesa poner de relieve, los siguientes: a) establecimiento y organiza-
ción del notariado, a cuyos componentes se les conocerá comúnmente con el nombre de
escribanos; b) empleo del papel como materia escriptoria que desde el siglo Xlll va sustitu-
yendo cada vez más al pergamino; e) paso de latín a romance en el lenguaje de los documen-
tos; d) formación y conservación de colecciones o depósitos documentales por parte, princi-
palmente , de los institutos eclesiásticos.

11. CONTINUIDAD Y TRANSICION

Se entiende, continuidad o permanencia de lo leonés que ya conocemos , y trans ición


hacia el período comprendido en el apartado 111 de este mismo tema. En esa transición habrá
que tener en cuenta, de una parte, el peso de los elementos foráneos que a través del con-
dado de Castilla y de la dinastía navarra y de las relaciones con Francia hayan podido influir
en la tradicional documentación leonesa, y de otra, la aparición de nuevos aunque pequeños
fenómenos documentales surgidos natural y espontáneamente a impu lso de algunos de esos
hechos que acabamos de siluetear como marco histórico.

1) En los documentos públicos. Conviene empezar notando que su diferenc iación de


los privados sigue siendo muchas veces poco clara y precisa.

a) La tradición leonesa. Constituye, con relación al per íodo anterior, el astur-leonés,


una realidad tan palpable que -ya lo hemos dicho en las Instrucciones de cabeza- muy bien .
pudiera haberse considerado esta primera etapa del reino castellano-leonés como parte inte-
grante de aquel período. El peso y la fuerza de dicha tradición se resumen en decir que hasta
mitad del siglo XII no aparecen nuevos tipos de documentos reales, sino que casi todos los
conocidos encajan en alguno de los grupos anteriores.

El fenómeno continuista que decimos resulta fácil comprobarlo no sólo durante los
reinados de Alfonso VI y Doña Urraca, que son documentalmente más cuantiosos, sino incluso
en los de Fernando 1 y Sanc ho 11, cuyo caudal es mucho más escaso. De ninguno de ellos es-
tán publicadas siquiera las respectivas colecciones diplomáticas, y los posib les estudios so-
bre las mismas permanecen inéditos: El de A. Sánchez Candeira sob re Fernando 1, el de Ati-
tano González sobre Sancho 11 y el de Andrés Gambra sobre Alfonso VI (los tres, tesis docto-
rales de la Universidad de Madrid} . Pub licado está, en camb io, el breve trabajo de L. Sánchez
Belda sobre "La Can cillería castellana en el reinado de Doña Urraca" (Estudios dedi cados a
Menéndez Pida!, IV, Madrid , 1935) en el que , centrándose exclusivamente sobre lo cancill e-
resco. se prescinde cas i por completo del examen de la propia colección documental.

294
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIII / 9

De ella y de las de los tres reinados anteriores puede afirmarse que entre los conser-
vados, el tipo de documento más frecuente sigue siendo el privilegio rea l, empleado p rinci-
palmente para donaciones y concesiones a perrsonas e institutos de carácter eclesiástico. De
ahí el que se hayan conservado en relativa abundancia a través de los archi vos de esas insti-
tuciones, al igual que vimos con los privilegios astur-leoneses. En proporción inferior están
las cartas reales, casi todas de carácter donatario igualmente. En cambio, es prácticamente
imposible, después de Fernando 1, encontrar ejemplares de preceptos o mandatos, y aun los
procedentes de aquel rey deben considerarse excepcionales ; plácitos o documentos judiciales
siguen siendo relativamente frecuentes, sobre todo aquellos en que no interviene la cancillería
regia.

De Alfonso VI, concretamente, el repaso de más de cien piezas otorgadas a su nombre,


inéditas o dispersas en diferentes publicaciones, nos permite concluir que entre ellas hay
unos sesenta privilegios y unas treinta cartas reales; mientras que los " placita" o sentencias
de carácter judicial apenas llegan a nueve. Preceptos o mandatos p rop iamente dichos, según
el concepto y la terminología del tema anterior, insistimos en que no se encuentran, a pesar
de que algunas cartas y privilegios hayan sido etiquetados como "preceptum" por tardíos ca-
talogadores. La posible ambigüedad que hemos apuntado entre lo pú blico y lo privado sigue
apreciándose en algunas de sus cartas y documentos judiciales .

b) Influencias y elementos nuevos. Ya hemos dicho que, en p rincipio, pudieron filtrar-


se por tres vías: el condado de Castilla, el reino de Navarra y las relaciones con Francia, es-
pecialmente intensas a partir del reinado de Alfonso VI.

Castilla era en sus orígenes una dependencia del reino astur-leonés, del cual se fue
desligando y terminó independizándose a lo largo del siglo X en tiempos del conde Fernán
González. Esa independencia y la fuerte personalidad del nuevo Estado fueron con formando
su fisonomía, bien distinta de la de León . no sólo en lo militar y en lo político, sino en lo
económico y social, pero sobre todo en lo ¡urídico y administrati vo , con nuevas leyes y nue-
va organización. Documentalmente, Castilla, que durante dos siglos largos no es más que una
parcela astur-leonesa, bien que la más lejana y oriental, se entiende que siga con mayor o
menor fidelidad los usos diplomáticos del reino, tal y como los hemos descrito en el tema
anterior. Pero desde el punto de su independencia y a través de su desa rrollo pujante e inno-
vador era normal que en dichos usos se introdujeran peculiaridades que afectaran, si no a la
sustancia, a detalles importantes de su documentación y que aquéllas se reflejaran luego en
las series diplomáticas del nuevo reino castellano-leonés.

En Navarra, las diferencias de todo orden con Asturias y León empiezan ahtes que en
Castilla y son más pronunciadas, pues se trataba de dos estados o reinos independientes des-
de sus orígenes. La idea patrimonial del reírlo, de influencia germánica, la posesión de terri-
torios al norte de los Pirineos que habían formado parte del imperio carolingio, la particular
organizacióh interna de la monarquía así a nivel de corte como de territorios y ju risdicción,
su posición geográfica y su juego político respecto a Francia y a los estados orientales de
la Península, con repercusiones en lo comercial, en lo cultural, relig ioso y social, son facto-
res que también habrían de reflejarse en las respectivas estructu ras documentales.

Las especiales relaciones con Francia referidas al reinado de Alfonso VI y que obede-
cfan a razones familiares y eclesiásticas principalmente, también estaban llamadas a dejar hue-
lla en el terreno de lós dOCumentos y a ir preparando los importantes cambios que se iban
a operar durante el período siguiente.

El impacto y las consiguientes novedades que esa triple corriente iba a producir en la
tradicional documentación astur-leonesa pueden resumirse así:

295
XXXIII/10 PALEOGRAFIA Y D IPLOMATICA (Dip lomát1ca espec 1al )

1. 0 La organizac1on cancilleresca sigue siendo irregular y asistemáti ca , pero en menor


proporc1on que durante las etapas precedentes . Así , por ejemplo, hay seguros indicios de
que, al menos desde Alfonso VI y Doña Urraca , el personal encargado de hacer y expedir los
documentos reales se hab ía ido jerarquizando y distribuyéndose forma lmente las funciones de
escrib ir el documento y las de autenticarlo o darle val idez y fue rza juríd ica. En ello con flu i-
rían la natural evolución de l oficio cancilleril y la probable influencia de la organ ización can-
ci lleresca franca; no se olvide que en los últimos documentos de la re ina apa rece ya alg ún
escriba o notario galo .

Esa mayor, aunque relativa, regularidad de los oficios ded icados a la preparación del
documento se acusa , igualmente , en una más clara distinción, a través del propio texto do-
cumental entre la "actio " y la " conscriptio " y entre algunas de las fases de ambas (" inter-
cessio ", " íussio", " dictatio ", " recognitio ") , así c omo en el fraguado de las fórmulas que, al fi-
nal del período, resultan ya más uniformes y regulares.

2. 0 Novedades formularías, ideológicas y de expresión, con relación a lo astur-leonés


se encuentran pocas. Quizá las .más apreciables haya que verlas en la intitulación de algunos
privilegios y relacionarlas con el afán, por parte de los descendientes castellanos de Sancho
el Mayor, de acentuar el titulo de rey de las Españas o de toda España , cuando no el de em-
perador: " Nutu Dei rex et imperator totius Hispaniae " o parecida, es fórmu la bastante fre-
cuente en documentos de Alfonso VI, en la cual parecen confluir la tradición imperial leon esa
y los afanes de hegemonía y expansión, a cuenta de los demás reinos cristianos, de Sancho 111
de Navarra.

3. 0 En cuanto a la naturaleza de los documentos, es decir, a su contenido y sign ifica-


do, acaso lo único digno de notarse como novedad de origen condal castellano sea la abun-
dancia y proliferación de fueros, los cuales, si en su fondo diplomático son verdaderos privi-
legios o cartas reales, forman dentro de éstos una clase aparte. Hasta podría apreciarse cómo
predomina en ell os la tendenci a foral castellana, más popular y comunitaria que la leonesa,
influenciada siempre por lo señorial y feudalístico.

4.0 Pero novedades más acusadas donde pueden observarse es en el ámbito de los
caracteres externos de estas primeras series documentales castellano-leonesas . Pues de ellas,
con pocas excepc iones, puede afirmarse que su escritura es visigótica redonda o sentada con
pocos dejos cursivos o ninguno. La influencia condal parece en esto incuestionable, y para
explicarla hay que acudir al ambiente ca ligráfico, correcto y elegante, que se fue creando por
obra y grac ia de los escritorios de las grandes abadías del cond ado y que se comunicó pron-
to a las leonesas más próximas. El nombre de Florencia, el gran artista del monasterio de Ba-
leránica, como ejecutor de relevantes piezas documentales de los condes de Castilla, es un
indicio de lo que pudo ser y de donde pudo arrancar esa influ encia (véase el art. de J. Pérez de
Urbel , " El monasterio de Valerán ica y su escritorio " , en " Homenaje a don Agustín Millares Car-
Io ", 1975).

2) En los documentos privados. La verdad es que podríamos habernos ahorrado el


presente epígrafe, pues si la tradición leonesa imp regnó tan densamente como hemos visto
los documen'tos públicos o reales , puede decirse que en mayor proporción aún siguió infor-
mando los documentos privados, c uya producción cada día más abundante sigue girando en
torno a los tres asuntos o negocios jurídicos ya conocidos {compraventas, donaciones y per-
mutas), con esquemas textuales muy parecidos a los anteriores.

Los ejemplares de dichos tres tipos documentales, datados y repartidos por espacio
de una centuria aproximada -la que estamos enj uiciando- entre los siglos XI y XII , abundan

296
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXX III / 11

y pueden verse en las colecciones de documentos (originales o copiados) de l as grandes


fundaciones eclesiásticas, particularmente monasterios y catedrales.

Por sugerir alguna novedad que pueda ofrecer impronta castel lana frente a la estr ic t a
tradición documental leonesa, nos referiremos a los pactos monásticos , tan frecuentes en Cas-
tilla, mientras en León son muy raros; y aún añaden los historiadores del monaqu ismo que e l
ambiente era allí decididamente opuesto a tales pactos.

En el terreno de l a lengua y de los caracteres externos, es importan te observa r q ue a


fines del siglo XI, así a nivel de documentación privada como públic a, re aparece un lenguaje
latino gramaticalmente correcto, de corte literario o escolástico, llamado po r los li ngüist as "bajo
latín " , el cual desplazará durante casi un siglo al latín vulgar y arromanzado del pe ríodo
anterior. Es una consecuencia más de esa europeización que , vía Francia, empieza a prod ucir-
se en tiempos de Alfonso VI. El desplazamiento esta rá alentado espec ialmente por los m o nj es
de Cluny que invaden la Iglesia español a no sólo en lo jurisdicci onal y l o litúrg ico, sino tam-
bién en lo cultural, contribuyendo, por ejemplo, a restaurar y pon er de mod a entre el cl e ro
hispano el estudio teórico y práctico de la gramática latina. Así se exp li c a, y lo hace not ar
Menéndez Pidal, que un decenio antes de que el c luniacense 1ion Bern ardo fuera nom brad o
abad de Sahagún, ya había empezado en dicho monasterio l a purificaci ón del latín , y qu e en
los documentos de su archivo posteriores a 1900 escaseen los vu lga rismo s c asi hasta desapa-
recer.

111. NOVEDADES Y CAMBIOS IMPORTANTES

Se manifiestan en dos sentidos principalmente. Uno, en lo q ue se ref ie re a la p re para-


Clan de los documentos, o sea a las instituciones y personas en cargadas de prepararl os (c an-
cillería , notariado); otro, a la estr uctura y presentación de las prop ias piezas y se ries docu-
mentales, así en sus aspectos externos como internos.

1) En la organización cancilleresca. Las primeras novedades im port antes aparecen du-


rante el reinado de Alfonso VIl ; y no dejará ya de haberlas en mayo r o m enor g rado hasta la
reestructuración de Alfonso X el Sabio, que ab re, puede deci rse , un a etapa nueva.

a) Alfonso VIl. He aquí las notas más característica~ de la canci lle ría real a través de
su reinado y del de sus sucesores inmediatos:

1a Aparición del títul o de " canciller " con su nombre e xp re so a pa rt ir, po r lo menos ,
de 1127 ; y cesión del cargo al arzobispo de Santiago, Diego Gelm íre z, qu ien , a s u vez , delegó
las funciones en el famoso D. Bernardo, tesore ro d e la catedral de Compostela : " Be rn ard us
ecclesiae beati Jacobi thesaurarius et regís cancella rius ". La menc ió n de un " M a rti nus cance-
llarius " que aparece en copias documentales de la reina Urraca , m adre de Alfo nso VIl , ha
sido siempre acogida con reservas sobre su autenticidad y posi b le s i gni fica do.

2.a Famoso es entre los cancilleres d e esta época e l " mag íste r Hugo " q ue apa rece
desde 1135 y figura hasta 1149 en c asi todos los doc um en tos JUnto con el notari o o ··scrip to r
Giraldus"; a los que se supone venidos de Francia y se les tiene po r d ef init ivos o rganizad o res
de la cancillería regia .

3a El funcionamiento de ésta fue , en principio. muy s im ple , a ba se de tres je rar q uias


de personas (canciller, notarios y escribanos) que operaban de la sig uie nte forma: el ca ¡1c1
ller recibía del rey la orden o el encargo de hacer el documento y mand aba a l nota ri o q ue re ·

?.Y7
XXXIII/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

dactara el borrador o minuta del mismo, corriendo la puesta en limpio o escritura definitiva a
cargo de un "scriptor ", tal como se desprende de las cláusulas mismas de los diplomas: "Gi-
raldus scripsit scriptor per manum magistri Hugonis cancellarii imperatoris". El notario revi-
saba lo escrito y lo pasaba al canciller que, una vez sellado, lo presentaba al monarca.

4. 3 La división del reino entre los dos hijos de Alfonso VIl, Sancho 111 de Castilla y
Fernando 11 de León, tuvo sus consecuencias sobre la real cancillería que, naturalmente, había
de desdoblarse, creándose una para cada reino. El cargo de canciller de León siguió vincu-
lado al arzobispo de Santiago; en Castilla empezó a vincularse al de Toledo. Al reunirse de
nuevo los dos reinos en la persona de Fernando 111, ambos arzobispos fueron confirmados en
el título y dignidad de canciller de los respectivos reino s.

5.a Está claro que muy pronto el cargo se convirtió para estos dos prelados en un
puro título que les suponía honores y rentas, pero que prácticamente los ligaba apenas a la
preparación de los documentos ; lo cual trajo como consecuencia el que surgieran otros canci-
lleres efectivos que procedían en sus funciones como delegados o mandatarios de los arzo-
bispos. Tal es el caso del famoso don Juan, abad de Santander, que dirigió la cancillería du-
rante casi todo el reinado de Fernando 111.

Otra consecuencia de esta situación fue la mayor categoría que van alcanzando el car-
go y las funciones de notario, apareciendo los llamados notarios mayores, que con frecuencia
vinieron a parar, co.mo los cancilleres, en algo honorífico y lucrativo, más que real y práctico .

6. 3 Con relación a Sancho 111 de Castilla y Fernando 11 de León, conviene notar cómo
ambos monarcas, siguiendo la tradición navarra a que nos hemos referido , ostentaron ya en
vida de su padre el título de reyes, bien que sin jurisdicción ni territorio propios, pero contri-
buyendo, sin duda , a que en documentos expedidos por ellos antes de la muerte de Alfon-
so VIl aparezcan indicios de una especie de cancillerías secundarías que funcionaban espe-
cialmente para su servicio.

b) Alfonso X. Su especial relación con la canci llería regia y la organ iza c1on de la
misma deriva más que nada de su legislación sobre aquélla, recogida principalmente en las
"Partidas"; pero también en el " Espéculo " y en los "Ordenamientos de Cortes " . El principal tra-
bajo sobre el tema sigue siendo el libro de E. S. Procter " The castilian Chancellry during the
Reign of Alfonso X (1252-1284)", publicado en Oxford, 1934; del cual puede considerarse comple-
mento el artículo de L. Sánchez Belda " La cancillería castellana durante el reinado de San-
cho IV" , publicado en el " Anuario de Historia del Derecho Español ", XXI-XXII, 1951-1952.

Las leyes. A la luz de dicha legislación vemos que, en cuanto a personas, la can-
cillería estaba integrada por el canciller, los notarios y el personal subalterno , compuesto a su
vez de escribanos, registradores y selladores. Sobre el canciller, sus cualidades y sus funcio-
nes se legisla ampliamente . " El más honrado oficio e de mayor pro ", dice de él el infante
Don Juan Manuel en el "Libro de los Estados". haciéndose eco de lo que disponían las Par-
tidas, a través de las cuales queda claro que, entre los cargos u oficios de la casa del rey .
sólo el cape llán estaba por encima del canci ller. El primero tenía cargo de " guardarle en fe
y en fecho de su alma", el segundo era " tenudo de guardarle en fecho de su señorío e de sus
tierras " : por él habían de pasar todos los documentos, así de entrada como de salida ; éstos.
los de salida , debía controlarlos especialmente antes de ponerles el sello. Acerca de los no-
tarios la legislación es más parca, aunque las funciones de aquéllos quedan bien deslinda-
das: redactar los documentos, mandar al escribano de turno que los pusiera en limpio , revi-
sarlos una vez escritos y hacer que fueran debidamente registrados y sellados ; unos los nom-
braba el canciller; otros, el rey; y podían ser clérigos o laicos. Sobre el restante personal (es-

298
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIII/13

cribanos, registradores, selladores), sobre sus cualidades, funciones, instrumentos y material de


su oficio la legislación es detallista, incluso prolija.

Los hechos. Se entiende, los relacionados directamente con la institución cancilleres·


ca, en cuyo terreno hay que notar, dentro de los reinados del Rey Sabio y sus dos sucesores
inmediatos, Sancho el Bravo y Fernando el Emplazado, una serie de fenómenos importantes:

1. 0 Se observa durante los tres reinados una cierta irregularidad en lo que se refiere
a vincular las tradicionales cancillerías de León y Castilla a los arzobispos de Santiago y To-
ledo, respectivamente. Así, con Alfonso X y en fines de su reinado aparece un solo canci-
ller del rey para León y Castilla en la persona del abad de Valladolid, Pelay Gómez; con San-
cho IV es nombrado por el rey "chanceller en Castilla, en ·León y en Andalucía " el arzobispo
de Toledo, Don Gonzalo; y con Fernando IV se vuelve a la tradición del doble canciller, el
leonés y el castellano.

2. 0 Que el cargo sigue siendo .mucho más honorífico y nominal que efectivo, es evi-
dente, incluso cuando se trata de cancilleres distintos de los arzobispos. Las verdaderas fun-
ciones del canciller pasaron, en su mayor parte, a ser ejercidas por los notarios, que fueron
subiendo de categoría hasta culminar, siendo aún rey Alfonso X, en la creación de los tres
notarios mayores: el de León, el de Castilla y el de Andalucía, que en 1290 aparecen unidos
en la persona de D. Martín, obispo de Astorga. Pero con Fernando IV se volvió al sistema tri-
partito y aún se aumentó éste con el notario del reino de Toledo.

3. 0 Esta carrera ascensional de los notarios iba a traer consecuencias parecidas a las
que había traído la pe rsonalidad y alta categoría de los cancilleres: convertirse algunos en
personajes de gran relieve social , político y hasta económico, más que en funcionarios activos
y eficaces. Su cometido de tales iba a pasar a ser cumplido en gran parte por los escribanos,
entre los cuales fueron surgiendo diferentes categorías, reflejadas, si no en otros aspectos, en
la diferencia de los sueldos que percibía cada una.

4. 0 La palabra cancillería se emplea también para indicar los derechos que habían de
pagarse por cualquier documento que se expidiera. La cuantía de esos derechos, que se con-
taban en maravedíes, fue subiendo considerablemente de reinado a reinado y variaban según
la importancia y la clase de documento. En tiempos de Sancho IV los derechos de cancille-
ría constituían uno de los ingresos más saneados de la Corona, tanto que el servicio llegaba
a arrendarse a personas expertas en asuntos dinerarios.

5. 0 Quizá lo más notable de estos tres reinados sea la aparición a lo largo de los .mis-
mos de la llamada cancillería secreta o de la paridad, acerca de la cual opina muy razona-
blemente Sánchez Belda que ella y otros organismos de la administración central (secretaría
de justiciá, de la cámara real, de la mayordomía) fraguados ya plenamente a mitad del si-
glo XIV, tienen su origen y se desarrollan desde finales de la centuria anterior. Concretamen-
te, en documentos de Sancho IV aparece el chanceller de la paridad, se habla de los escriba-
nos de la paridad y del sello de la paridad, cuyo vocablo, que es una variante de puridad, en
castellano antiguo significa reservado o secreto.

La cancillería en cuestión nace pues, de algún modo, como réplica a la cancillería pú-
blica u ordinaria cuya actuación podía resultar demasiado abierta con relación a asuntos cuya
reserva interesaba mantener al monarca , y para ocuparse principalmente de la preparación y
expedición, en forma rápida y secreta, de determinados documentos, validados con el sello
personal o secreto del rey. y que antes eran despachados por un simple secretario de cámara.
Fernán Pérez Maimon se llamaba el canciller de la paridad en los últimos años del reinado de
Sancho IV. Al titular de la cancillería pública se le llama canciller mayor ; al de la privada,

299
XXXIII/ 14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espec1al)

canciller de la poridat simplemente. Uno y otro controlaban los respectivos sellos, que no po-
dían usarse de forma indistinta para validar cualquier clase de documentos.

Ya veremos cómo la nueva institución dio mucho juego durante los siguientes reina-
dos en la baja Edad Media y comienzos de la Moderna, y cómo mientras la cancillería públi-
ca tendió a estabilizarse y tener residencia fija, la secreta siguió siendo itinerante al compás de
las continuas andanzas del rey y su corte que, como sabemos, no se asentó definitivamente
hasta bien entrada la centuria decimosexta.

2) EN LOS DOCUMENTOS PUBLJCOS

Basta lo dicho sobre la nueva organización cancilleresca y sobre las novedades de to-
do orden que dieron carácter propio al marco histórico dentro del cual se encuadra este ter-
cer apartado del tema, para entender cómo las correspon dientes unidades documentales
procedentes de la autoridad regia y las diferentes series formadas por ellas habían de presen-
tar también una fisonomía propia y nueva, cuyas características vamos a fijar breve mente :

A) Caracteres externos y lenguaje. En uno y otro aspecto, el lingüístico y el de su


presentación material o externa, los documentos de este segundo período castellano-leonés
ofrecen cambios y novedades verdaderamente importantes . Así , nos encontramos:

a) Con la aparición del papel como materia escriptoria, que viene a romper el monopo-
lio ejercido por el pergamino durante cuatro o cinco siglos. Los primeros documentos en que
se emplea son del sig lo XIII y corresponden a Alfonso X dentro de la serie de los ll amados
" mandatos" que en seguida vamos a ver.

b) Con la entronización de la escritura gótica que se insinúa ya en documentos de


Fernando el Santo y se consagra definitivam ente en los de Al fonso el Sabio, escritos la mayo-
ría , ya en g óf ca ca ligráfica o cuidada, ya en cursiva (véase en el anterior tema 18, pági-
nas 329-330). Como excepcional puede considerarse el caso de las cartas p loma das que se
mantienen hasta comienzos del siglo XIV , escritas en la llamada " minúscu la diplomática " que
venía tipifi ca da desde Fernando 111.

e) Con la aplicación en forma sistemática de elementos ornamentales y miniaturisticos


a determinadas c lases de documentos. Fenómeno que se generaliza también a part ir de Alfon -
so X : y en eso está precisamente la novedad, en la general ización y sistematización del fenó-
meno . pues casos sueltos de ornamentación o miniatura se daban ya en documentos de épo-
cas anteriores.

d) Con la parcial desapa ri ción , a fin es del sig lo XII , de. ese latín culto o literario, intro-
du c ido por los monjes c luniacenses en tiempos de Alfon so VI. Decimos desaparición parcial.
por dos razones : primera, porque di c ho latín c ulto sig uió empleándose para determinados tipos
documentales más solemnes; y segundo, porque la generalidad de los documentos. aun los
más se ncillos. siguieron poseyendo, al revés que durante los siglos X y XI , un latín gramati -
cal mente correcto, bien que dejándose invadir por formas neológicas romances , hasta llegar .
dentro del propio siglo XIII, a textos sustan c ialmente romanceados , de los cuales puede de·
c irse qu e están redactados en verdadero castella no.

8) Contenido y estructuras. Las novedad es que se observ an tocantes a este dob le as-
pecto son tan manifiestas como para da r pie a una serie de tipos y categ orías documentales
nuevas . si se comparan con las d el periodo antein mediato. He aquí las cuatro principales :

300
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplo má tica espec1al) XXXIII 1 15

a) Privilegio rodado. Es, s in duda , el tipo más solemne de documento despachado


por la cancillería caste llana entre los siglos XII y XV. Los primeros ejemplares corresponden
a Fernando 11 de León y a Sancho 111 de Castilla . Su alto grado de solemnidad se manifiesta
no tanto en el contenido jurídico cuanto en la forma diplomáti ca. Descuellan en su conjunto.
aparte el pergamino de gran formato y la excelente caligrafía , con sus complementos orna-
mentales o artísticos a que ya nos hemos referido, los siguientes aspectos:

1." La importancia que se d a a los elementos de validación , en la que se hace in-


tervenir a la familia real , a los reyes y príncipes extranje ros vasallos del rey otorgante , con to-
dos los magnates y altos funcio narios del reino. La v istosidad y el aparato que exteriormen-
te acompaña también a estos elementos contribuyeron a hacer de los priv ilegios rodados el
tipo de diploma más hermoso y apreciado entre cuantos salían de las cancillerías europeas :
resu ltando de ello e l que a lgunos asuntos que de suyo podían confiarse a otros tipos docu-
mentales, a petición del destinatario se documentaban en f orma de privilegio .

2.° Cuanto al tenor documental. puede decirse que re su ltaba completo o casi compl e-
to, no faltando de ordinario ni aun aquell as partes menos sustantivas y más accidentales, com o
la arenga o preámbulo , ausentes casi siempre en otras clases de documentos coetáneos.

3.° Como fuente histórica los privilegros tienen un inte rés relativo ya que. si bien e n
sus orígenes sirvi eron fund amentalmente para las don aciones reales. a partir de la mitad del
sig lo XIII se utilizaron preferentemente para la confirmac ión de doc umentos anteriores. c uyo
contenido se inserta ínt eg ro e n el pri v il egio . Es frecuente e ncontrar en los archi vos ejempla-
res de estos privilegios en los c uales un a donac ió n reg ia se envuelve y ratifica con co nfirma-
ciones de varios reyes posteriores; confirmaciones éstas que sue len s upon er la e xist enc ia ante-
rior de otros tanto s privil eg ios reales y rodados.

4. 0 El pre cedente inmediato , diplomát ica mente hablando , del privilegio rodado. ya he-
mos dicho que hay que buscarlo en los privilegios astur ia nos y leoneses del tema 32. Entre
los elementos diferenciadores el más significativo es, c iertam ente, la .. rota .. o rue da , ll amada
así por la fo rma qu e adopta el s igno real , y de donde le viene el nombre al documento. Su
origen es pontif icio, pues apareció por primera vez en las gra ndes bulas del papa Leó n IX.
a mitad de l sig lo XI. Los se ñores eclesiásticos empezaron muy p ronto en Italia a imitar en sus
doc umentos la r ueda papal . En España entró la m oda a través de docu mentos d el arzobispo
compostelano Gelmírez (11 00-1140) , al qu e imitaron en seg uida los demás ob ispos ga llegos.
y luego los monarcas de León y Casti ll a, Fernando y Sancho, quienes. deja ndo el sistem a d e su
padre , Alfonso Vil. que sign aba sus privilegios med iante una cruz inscrita en un cuad rado con
la leyenda "signum im pera tor is " (véase lám ina 35 de la Cátedra) . la sustituy eron por este sig no
redondo, e l c ual en los docu mento s del monarc a leonés lleva dentro un leó n pasan te h acia
la izquierda (lám . 36 d e la Cátedra), y en los del cas tell ano . una c ruz. Ambos emblemas v an c e-
rrados por dos círculos co ncént ricos en c uyo espac io interme dio va inscrita la respe c tiva le-
yenda : " Signum Fernandi reg is legionens is " o " Signum San c ii reg is Casteil e

5° El éxito del p rivile gio rodado como doc umento en uso fue extraord rnar1o. p ues con-
servó su categoría y preeminenc ia durante cas i c u ~ tro sig los : lo cua l por fuerza habí a de ll evar
consigo una serie de cambios que. sin tocar a la sustanc ia y apenas a las fórm ulas del te xto .
sí afectaron por lo menos a su forma y tamaño material es (hoja de p-9r gam ino suelt a y c uader -
no de pergamino) y al leng uaje (latín primero y roman ce después ) del documento

6." Sobre la estru c tur a qu e adopta el texto d e los privil eg ios . con s us formu las corr espon -
dientes, hacemos las sigui entes observaciones :

Proto colo inici al. Mandan las Partidas qu e el documento p rrnci p1e "con el nom b re d e

JO 1
XXXIII / 16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

Dios", el cual es normal que figure bajo la doble forma de invocación, monogramática y ver-
bal o expresa. Esta, sencilla en los primeros tiampos y en su formulación latina ("In nomine
Domini nostri lhesu Christi amen " ) se complica luego a través principalmente de las fórmulas ro-
manceadas: "En el nombre de Dios Padre e Fijo e Spíritu Sancto, que son tres personas e un
Dios, e a onra e a servicio de Santa María su madre, que nos tenemos por señora e avogada
en todos nuestros fechas". En algunas etapas -reinado de Alfonso X, por ejemplo- aparecen
lotes de privilegios a los que les falta la invocación explícita.

El preámbulo o arenga puede venir después de la invocación y es casi constante para


los privilegios redactados en latín; menos, para los en romance. Sobre el contenido y sig-
nificación del mismo dicen las Partidas: " palabras buenas e honestas según conviene a la
razón sobre que fuese dado el documento" . Dichas palabras responden a razones o motivos
diversos, por ejemplo :

Necesidad o conveniencia de que los reyes veneren y favorezcan a las personas e ins-
tituciones religiosas: "Catholicorum regum est sancta loca et personas religiosas diligere et
venerari et pro ipsarum meritis loca sua amplis ditare muneribus et largis ampliare beneficiis
ut in dandis terrenis eterne retribucionis premium consequantur" .

Congruencia de las compensaciones y premios otorgados por el rey a quien le sirve


fielmente: " .. . e porque entre las cosas que son dadas a los Reyes les es d ado de fazer gracias
e mercedes mayormente a aque llos que lo merecen e los sirven e do se demanda co n razón ... "

Eficacia de poner por esc rito aque ll as cosas cuyo recuerdo interesa que no se pierda :
" Pierumque oblivionis incommoda sentimus cum ea que facimus per negligenciam scripto non
comendamus" .

La notificación se liga al preámbulo mediante alguna palabra o expres1on consecutiva


en latín o en romance : " idcirco '' , ··quapropter ", " por ende ". " por esto " . Las fórmulas notifica-
doras so n de alcance general y se dirigen no al destinatario del documento, sino a todos los
posibles conocedores del mismo: "Sepan cuantos este pr ivilegio vieren e oye ren " .

La intitulación forma un todo con la notificación a la cual se une mediante la copu la-
tiva "quod" , " quomodo" o en romance " que " , " como" . etc . La existencia y perdurabilidad de
los privilegios a través de casi cuatrocie ntos años hacen que sus int itu laciones res ulten el me-
jor guión de cómo iba avanzando la Reconquista y de los reinos o estados musulmanes que
se incorporaban a León y a Cast i lla, desde el " rex Legionis et Gallecie" de Fernando 11 , o el
"Caste lle et Toleti" de Sancho 111 , hasta el "de Murcia, de Jaén, del Algarbe" de Alfonso X. T í-
pica es, en tiempos de Sancho IV, la in clusión del señorío de Malina, incorporado a la Corona
por su matrimonio con la reina doña María. En el siguiente tema veremos cómo la lista de
estados sigue creciendo ampl iamente hasta la in corporac ión de Granada con los Reyes Ca -
tól icos. Por lo demás, conviene advertir que , aunque presente siempre esta relación de es-
tados en los privilegios que discurrimos , hay otros tipos documentales en que también res ulta
normal o muy frecuente .

La dirección suele ir explícita y con menc1on de la persona de l dest inatario en los prt -
vilegios más antiguos: "vobis domno Petra Fernandi mili cie Sancti Jacobi magistro et ve st ns
fratribus" ; pero dicha explic itez desaparece pronto, quedando el destinatario alud1do Simpl e-
mente en la notificación o a lo largo del texto.

Este, es decir, el texto o c uerpo de los pr ivilegios. presenta una estructu ra más b 1en
simple . as í se trate de confirmaciones como de asuntos nuevos que se documentan por prime-

302
PALEOGRAFIA. Y OI PLOMATICA (Diplomática espec1al) XXXII I/ 17

ra vez. En unos y en otros hay que distingOir lo tocante a la e)l:posición de motivos, a la pa.rte
dispositiva y a las cláusulas sancionales o conminatorias.

La expositio en los privilegios confirmatorios se reduce a reproducir el. texto del diploma
que se confirma, rodeándolo del siguiente formulario : 1.0 Aseveración de que se conoce di-
cho texto, expresada por el verbo ver ("vidi" o ''vi" o "vi mos " o " viemos privilegio del rey
don"), seguido del nombre del monarca que sea, con su grado de parentesco, acompañado
de una frase benévola: " que Dios perdone". "que santa gloria haya" . etc. Luego , la descrip-
ción externa del documento visto: " scripto en pergamino de cuero, rodado e sellado con su
sello de plomo pendiente en filos de seda a co lores" . Y por fin, la reproducción que decimos
del texto que va a confirmarse, el cual se anuncia generalmente anteponiéndole la frase "fe-
cho en esta guisa".

En los privilegios no confirmatorios la parte expositiva se reduce a una simple expre-


Sion del motivo que induce al rey a hacer la donación y se resuelve por lo general mediante
un " Por fazer bien e merced", " Por muchos e buenos servicios"; alguna vez, sin embargo, es-
tas fórmulas se sustituyen por una exposición detallada, que suele empezar con un "catando"
o parecido.

La dispositio se plasma para los confirmatorios en una fórmula de otorgamiento y acep-


tación por parte del rey que confi rma el anterior documento, repitiendo aquí su nombre y tí-
tulos en ésta o parecida forma: "E nos el sobredicho rey don ... , reinante en uno con la rei-
na doña ... en Castilla , Toledo ... , otorgamos este privilegio sobredicho e confirmámosle", o
bien "E nos sobredicho rey don ... por les facer bien e merced, confirmamos este privilegio e
mandamos que vala".

Para los privilegios no confirmatorios esa parte dispositiva se ciñe al asunto que es obje-
to de documentación, al cual se entra mediante algún verbo imperativo en primera persona :
"mandamos". "ordenamos" , "otorgamos ". etc.

A las clásusulas sanciona/es llegamos mediante el "Si quis vero". incluyendo aquéll as la
ira o indignación del .monarca, el pago de una multa y, con frecuencia, sobre todo en privi-
legios de la primera época , algún tipo de sanción espiritual (excomunión, condenación eterna)
como en los privilegios astur-leoneses.

Todavía dentro de esta parte central del documento no suele faltar la corroboratio , o
sea el anuncio de la validación, a que nos referiremos en seguida, por ejemplo: " E por que este
privilegio sea firme e estab le mandamos sellar este privilegio con nuestro sello de plomo pen-
diente en que escrivimos nuestro nombre" .

Protocolo final. Se abre con la data, cuya fórmula suele ser normal y completa, es de-
ci r, que se inicia con el " Facta carta apud " , o "fecha la carta en", o " dada", o "fecho el
privi legio", y se sigue con el lugar donde se exp idió, el día, el mes y el año por la era hispá-
nica , que no cae en desuso hasta fines del siglo XIV. No es infrecuente encontrar aconteci-
mientos históricos junto a los datos cronológicos.

Pero en este protocolo final, la parte verdaderamente importante de los privilegios roda-
dos corresponde a la validación, siguiendo en ello la tradición astur-leonesa, donde revestía
ya gran solemnidad a base de largas listas de personajes confirmantes; listas que se acrecien-
tan ahora y se disponen con gran lujo caligráfico en columnas muy simétricas . Por lo demás,
y hablando en general, ni ahora ni posiblemente entonces, eran verdaderas dichas listas, re-
duciéndose a un puro artifi cio cancilleresco , ya que la mayoría de tales personajes no esta-
ban presentes a ninguna de las fases del documento, ni en la "actio" ni en la "conscriptio". Si

303
XXXIII/18 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espec1al)

8
SUSCRIPCION REAL

Arzobispo de Santiago
Arzobispos de Toledo Infantes de la Suscripción de soberanos Infantes de la
(con el título de
y Sevilla Rea l familia y príncipes vasallos Real fam ilia
Canciller)

Obispos caste llanos:


Burgos, Palencia, Se- Obispos leoneses :
gavia, Sig üenza, Os- León, Oviedo, Zamo-
ma, Cuenca, Avila, Ca- Magnates ra, Salamanca, Astor- Magnates
lahorra, Córdoba, Pla- castell anos ga, Ciudad Rodrigo , leoneses
sencia. Jaén, Cartage- Lugo, Orense , Tuy,
na y, después, Cádiz y Mondoñedo, Coria. Sil-
Albarracín. ves y Badajoz.

RUEDA

Maestres de las Orde-


Maestre de la Orden
nes de Santiago y Al-
de Calatrava.
cántara.

Almirante Mayor de la Mar


Merinos mayores de Castilla y Murcia Merinos mayores de León y Galicia
Adelanlado Mayor de la frontera

Notario del Rey en Castilla Nolario d€ 1 Rey en Andalucía Notario del Rey en León

Notario y Escribanos.

304
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIII/19

alguno lo estaba -lo que ocurría más en los primeros tiempos-. se señalaba su personar in-
tervención con la fórmula " testis confirmat'' (véase en la lám. núm. 36 de la Cátedra la suscrip"
ción del obispo de Ciudad Rodrigo).

Sobre el signo rodado y sus orígenes ya hemos dicho en el comienzo de este apartado,
donde notamos que las primeras ruedas, así de monarcas leoneses como castellanos, cons-
taban de un doble círculo. Pero desde el siglo XIII empiezan a complicarse en su trazado, en
su policromía y en su leyenda. Aquél suele constar de tres espacios circulares, de los cuales
el más interior contiene el emblema de la corona : una cruz sencilla florensada y cuatro cuar-
teles con castillos y leones inscritos. En el segundo círculo, la leyenda del monarca otorgan-
te del documento, p. e. " Signo del rey Don Alfonso ", con una cruz antepuesta. El círculo ex-
terior se reservaba para la confirmación del alférez o mayordomo regio, por ejemplo : "El
infante don Manuel hermano del rey e su alférez confirma ". " El infante Don Fernando fijo ma-
yor del rey e su mayordomo confirma" (Alfonso X) ".

b) Las cartas. El empaque y la solemnidad del privilegio rodado por fuerza habían de
provocar la formación de otros tipos documentales caracterizados por una mayor sencillez.
Se esbozan ya u finales del siglo XII y comienzos del XIII durante los reinados de Alfonso IX
en León y Alfonso VIII en Castilla. Con Alfonso X habrán fraguado ya plenamente los nuevos
tipos y su empleo será habitual en la regia cancillería, donde se les conoce con los nombres
de carta plomada, carta abierta y mandato.

El rey Sabio se ocupa en sus Partidas de las dos primeras y dice cómo deben ser he-
chas , de qué partes constarán y con qué sello han de validarse. El cumplimiento de estas nor-
mas no fue , en realidad, demasiado escrupuloso y los propios funcionarios de la cancillería
las tuvieron poco en cuenta.

Ateniéndonos a la realidad de las cartas mismas, podemos fijar como notas distintivas
comunes a sus dos clases, plomadas y abiertas, las siguientes:

1.u Externamente las cartas se distinguen de los privilegios rodados por la ausencia,
en su protocolo final, del signo rodado y de las largas listas de confirmantes, aparte la falta
de elementos ornamentales en su caligrafía. También puede observarse cómo en su texto no
suele haber fórmulas corroborativas.

2.a Internamente, o sea en su contenido jurídico, no cabe establecer diferencias sis-


temáticas entre cartas y privilegios , pues los dos servían para documentar los mismos asun-
tos. El único criterio decisorio sobre si había de ser privilegio o carta dependía del grado
de solemnidad que quisiera darse al asunto por parte del monarca otorgante. Incluso para
la confirmación de documentos anteriores que se reproducían íntegros , podían emplearse in-
distintamente la carta o el privilegio .

3.a En el ámbito de solas las cartas acabamos de ver que las hay de dos clases y que
su elemento diferenciador más caracterizado es el sello, de cuya materia, plomo o cera, previe-
ne el nombre específico de cada una. En gene1oal , se usaban más las segundas que las
primeras, si bien en asuntos tocantes a la concesión de mercedes , desde el siglo XIII las plo·
madas eran preferidas. La razón de esta preferencia hay que verla en el interés que los des-
tinatarios de la correspondiente merced tenían a favor del sello de plomo, el cual, al ser más
consistente, ofrecía mayores garantías de permanencia , eliminando el peligro de que el docu-
mento quedara inutilizado por rotura del sello, como ocurría frecuentemente con los de cera.
Por eso no es raro encontrar en la exposición de motivos de algunas cartas plomadas la pe-
tición de alguien que posee ya una carta ab ierta para que se le cambie por otra de plomo :

305
XXXIII/20 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espe cial)

"E el abbat pedionos merced quel mandasemos tornar en plomo esta carta (sellada con nuestro
sello colgado de cera)".

4.a La curva del empleo de las cartas en las cancillerías castellana y leonesa puede
resumirse así: Aparecen -ya lo hemos dicho- en la segunda mitad del siglo XII, crecen du-
rante el XIII, llegando a su apogeo en los reinados de Alfonso X y Sancho IV. Con Alfonso XI
desaparecerán.

Concr·e tándonos ya a sola la carta plomada, distinguiremos dos tipos de la misma, se-
gún que comiencen por la notificac.ión o por la intitulación y según lleven o no direcc·ión
explícita.

Tipo primero. Llamamos así al más frecuente, que es el que carece de esta direcc ión
y cuyo conjunto textual se estructura de este modo: Falta toda invocación, contraviniendo lo
preceptuado en las Partidas cuando establecen que "primeramente deben decir el nombre de
Dios". Empieza por la notifícación: "Sepan cuantos esta carta vieren e oyeren" o " Conocida
cosa sea a. todos". Sigue la intitulacíón, formulada a base del pronombre personal "yo " o
"nos", del nombre del monarca, de la frase "por la gracia de Dios", del enunciado de sus rei-
nos y señoríos, igual que en los privilegios rodados; pero sin fig urar, como en éstos, la reina
y los infantes.

No hay dirección explícita, pasando de inmediato a la exposición (igual o parecida a la


de los privilegios rodados) y en seguida a la disposición que se inicia con un verbo concesi vo
en primera persona: "tenemos por bien", "otorgamos". Hay cláusulas prohibitivas, por ejem-
plo: "E mandamos e defendemos que ninguno non sea osado ... ". Las sancionales giran en
torno al pago de una multa: "ca cualquier que lo fiziese pechamos ía en pena mille marave-
dís ... e a ellos todo el danno e el menoscabo que por ende recibiessen doblado ... e además
a él e a lo que oviese nos tornaríamos por ello ... ". El anuncio de la validación no se omite
nunca: " E porque esto sea firme e estab le mandamos ende dar esta carta sellada con nuestro
sello de plomo".

En la fecha de este prime r grupo de cartas plomadas entran : el topónimo , día de la se-
mana, día del mes, a veces en estilo directo, y el año de la era hispánica. La validación es
breve y sencilla, por ejemplo: "Yo Alfonso Pérez la fiz escribir por mandado del rey"; en al-
gunas consta el año del reinado: "Yo maestre Gon<;:alo, abbat de Arvas la fiz escrevir por man-
dado del rey en el anno dezeno que el rrey sobredicho regnó ". A continuación, en la parte
más baja del diploma o en el interior de la plica pueden aparecer una serie de firmas que res-
ponden a la intervención de los distintos funcionarios de la canci llería (escribano, registrador,
sellador, etc.).

Tipo segundo. Es el que, según hemos dicho, lleva dirección explícita, precedida de
una intitulación igual a las del tipo anterior. Los sujetos de dicha dirección suelen ser fun-
cionarios o personas con cargo público: "A todos los concejos, al caldes , jurados, jueces, jus-
ticias, merinos, alguaziles, maestres, comendadores e a todos los otros aportellados de las
villas e de los lagares de míos regnos que esta mi carta vieren"; terminando con el clásico
saludo bajomedieval castellano: "salut e gracia".

El texto se inicia con una notificación, "sepades"; a partir de lo cual la estructura de


este segundo tipo es idéntica a la del primero (exposición, disposición , conm inatoria, anuncio
de validación, data, suscripción del escribano y sello).

Sobre la carta abierta hay que empezar notando cómo su un1co elemento diferencia-
dar c0n relación a la plomada es el sello de cera. Todo lo demás , en su conjunto externo e in-

306
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIII / 21

terno, resulta igual, y las diferencias entre un reinado y otro son tan irregulares e insignifi-
cantes que no pueden tomarse como criterio formal distintivo. Incluso se mantiene la distinción
entre cartas del tipo 1. 0 y del tipo 2. 0 , según que carezcan o no de dirección. La primera fue
más usada y su única nota distintiva hay que buscarla en el anuncio del sello "de cera" , ex-
presado del modo más elemental ; y, acaso, en que bastantes de ellas se llaman a sí mismas
en la cláusula anunciadora de la validación "abiertas" .

Las que tienen su dirección explícita pueden ofrecer la novedad de que falte en ellas
todo anuncio de validación, pasándose directamente de la disposición a la data. Es fenómeno
que se observa en ejemplares más tardíos.

e) Mandato. Es el mismo nombre y la misma realidad que vimos en la documenta-


ción astur-leonesa, pues se trata de un tipo de documento ideado y conformado especialmente
para que el rey comunicara órdenes suyas -y de ahí lo de mandato- a las autoridades y
funcionarios del reino. Sobre él caben las siguientes observaciones:

1.a Su origen va vinculado a la etapa cancilleresca de Alfonso IX en León y, más to-


davía , de Alfonso VIII de Castilla, que es cuando el documento empieza a adquirir una gran
fijeza en su formulación y distribución textuales. Su vida será corta relativamente, pues el
puro " mandato " no rebasará los años del reinado de Alfonso X.

2.a Se caracteriza, fundamentalmente, por su gran sencillez. Un mandato típico está


integrado por las siguientes partes : lntitulación completa. Dirección, casi siempre, a funciona-
rios, autoridades e instituciones públicas. Saludo. No es segura la notificación ("sepades",
"notum sit ac manifestum"). Ni la exposición de motivos. La disposición se encabeza con un
··mando firmiter et defendo" , o " vos mando firmemente", o parecido. Hay cláusulas conmi-
natorias a base de la ira e indignación real, confiscación de bienes, compensación por daños,
multa , etc. La data es normal, con expresión de lugar, día, mes y era . La intervención del es-
cribano y, por consiguiente , el anuncio de la misma son algo inusitado en la primera época
del mandato, que dura hasta Alfonso X; todo el poder y fuerza validadores se confiaban al
sello colgado (véase en lám . 45 de la Cátedra un ejemplar procedente de Fernando el Santo) .

3 .a De la cancillería del rey Sabio iba a salir un tipo de mandato renovado y cambia-
do, incluso en sus aspectos externos. Así, el pergamino se sustituye por el papel ; el sello pen-
diente, por el de placa , colocado en el cierre del documento o a sus espaldas . Las estruc-
turas del contenido textual evolucionan hasta casi identificarse con las de las cartas abiertas
de dirección explícita. Puede decirse que sólo queda como algo específico el " mando firme-
miente" con que se abre la parte dispositiva.

4.a En el siguiente tema veremos cómo este último modelo de mandato dio origen a un
nuevo tipo de documento que llamaremos provisión real.

3) En los documentos privados. E1 siglo XIII en su segunda mitad va a suponer tam-


bién un principio de cambios y novedades muy apreciables, que afectan así a la naturaleza del
documento privado como a sus estructuras internas y externas. Igual que en los públicos, la
causa principal de estos cambios hay que verla en las nuevas disposiciones legales que des-
de Alfonso X no dejarán de ir proyectándose sobre las varias parcelas del campo documen-
tal. Resumiremos brevemente los cambios más importantes:

a) Aparición de nuevas clases de documentos, atendida su naturaleza y contenido jurí-


dicos. A la compraventa, donación y permuta, que vienen siendo típicos desde la primitiva do-
cumentación asturleonesa, se añaden ahora los testamentos o disposiciones de última volun-
tad y las llamadas escrituras de censo. Los primeros, cuya existencia venía de muy atrás , ad-

307
XXXIII/22 PALEOGRAFIA Y D IP LOMATICA (Dip lomátiCa espec •ai )

quieren con el rey Sabio su fisonomía documental propia y definida, que conservarán, puede
decirse, hasta nuestros días. Las segundas surgen, primero, como varian tes de la donac ión,
pero pronto se constituirán en documento específico e independien te de aqué ll as; siendo no r-
mal que se extendieran por duplicado, adoptando con frecuencia el sistema de cartas par-
tidas.

b) Uso del romance como lengua de los correspondientes textos . Puede decirse que el
fenómeno se observa antes en los documentos privados que en los públ icos , resultando relat i-
vamente abundantes los que se conocen redactados en castel lano ; menos y más tardíos serán
los redactados en gallego, que también entran en el ámbito castellano-leonés a gue estamos
refiriéndonos.

e) El siglo XIII -no se olvide- es el de la generalización del notanado como institu-


ción relacionada directamente con la documentación privada. Las " Partidas " de Alfonso X le -
gislan ampliamente sobre el particular y de ellas sale el notario investido de verdadera perso-
nalidad pública, con autoridad y fuerza probatoria comunicable a los documentos hec hos por
él, los cuales, en lenguaje de las propias '· Part:das". pueden ser " las cartas de las vendidas.
et de las compras, et los pleitos et las posturas que los homes ponen entre s í en las cib dades et
en las villas". En la práctica, estas series de documentos presentan una in te rvención notaria l
que responde a esa legislación alfonsina y que desde fines del siglo XII I en ade la nte será ya
algo normal.

d) Novedades de importancia que afecten a la estructura de los respectivos tenores


documentales hay algunas, y se refieren tanto a los documentos antiguos o tradt c ion ales como
a los de nueva aparición que acabamos de indicar. Por ejemplo, en las co mpra-ventas y per-
mutas se observa cierta tendencia a prescindir de la invocación verba l y a que la notificac ión
resulte cada vez más uniforme mediante la fórmula "sepan cuan tos esta carta v ie ren". espe-
cificándose la naturaleza de la carta; y en la descripción de límites de las fincas vend idas
van apareciendo términos nuevos, expresados en romance; tal, el de " linderos " . Al cont rario,
los testamentos se caracterizan por la presencia casi constante 1e la invocación , segu ida de
una intitulación en que se da importancia a los datos personales del otorgante, incluidos los de
su filiación, vecindad, domicilio, parroquia, etc.; entre sus fórmulas nuevas está la refe rente
a la situación y capacidad del testador ("estando enfermo de mi cuerpo y sano de mi entend í
miento"), seguida de una especie de profesión de fe.

30íl
DOCUMENTO 1

TRANSCRIPCION

Don Ferrando. por la grac1a de D1os rrey de Cast 1ll a. de Toledo , de León , de Gal liz1a, de Seu ill a, de Có r-
doua, de Mun;ia de Jahén. de l Algarbe e sennor de Mo!ina. a todos los c onc;eios , a lcalldes , jurados. juezes.
¡ustic;1as . mennos . alguazi les. maestres . comendadores e a todos los otros aportellados de las vi l las e de los
lagares de mios regnnos que esta m1 carta v1eren. salut e grac1a . Sepades que la rrey na donna María , mi madre.
me d1xo que el conc;eio de Valladolit . sus vasa l los. que se le enbiaron querellar que llegó a Val l adolit vna m '
carta en que enbié mandar que ninguno non vendiesse nm troxiesse y a vender sal. sa luo ende de Atien<;:a . e de
Molma, et esto que nunca fuera defendido en ningún tlenpo en Valladolit e q ue les era mu y g rande danno ca la
sal de las Naues e de las salinas de Rusia e de las otras salmas de m íos regnnos siemp re vino a Vallado l it
e se vendió y sin enbargo ninguno e que assí lo ouieron siempre de vso e de costum bre . Et agora la reyna , m i
madre, rogome que les mandasse desfaser este agrauiamiento. Et yo tóuelo por o ien . Por que uos mando a cada
vnos de uos que quando acaescieren en nuestros lagares que algunos omnes t rayan sal a vende r a Vallado lit
de las Naves o de Rusia o de otras salinas qua lesqu1er de mios rregnos q ue non consintades que ni nguno ge
lo tome nin ge lo enbargue en n1ngún lagar por razón de aquella m1 carta nm por otra ninguna m1 ca rta que
contra esto sea. que vos ayan mostrada ni n vos muestren daquí adelante . E yo tengo por bien que venga a Valla -
dol it la sal de todos los lagares que solie venir . e que se venda y sin enbargo ninguno segunt que se usó vender
y en tiempo de los otros rreyes onde yo vengo e en el mío lasta aquí . E non fagades ende a l, e a q ualesqu ier
o qualquier que lo así non fiziere o contra esto que yo mando les pasasen pechar mie én pena c; ient maravedís
de la moneda nueva e al concejo de Valladolit e a los omnes que la sal y troxiesen todo e l danno e menoscabo
que por ende rrec;ebiesen doblado . Et mando a los alcalldes e al merino de Valladolit a los que agora son o serán
d'aquí adelante que lo fagan así conplir · e guardar en su lugar so la pena sobredicha. Et desto les mandé dar
esta mi carta seellada con mío seel l o de plomo. Dada en Burgos seys días de jul lio era de m ille e CCC e qua -
renta e dos annos.

Yo Alfonso Pérez la fiz escriuir por mandado del Rey.

Johan Guil lem, vista. Fernand Pérez. Gil González.

Pero Gómez.

Alfonso Royz

COMENTARIO

Procede esta carta plomada del Archivo Municipal de Valladolid (leg. 3-21 ant.) y fue
publicada íntegramente por J . Agapito Revilla, '' Los privilegios de Valladolid " . en " Boletín de
la Sociedad Castellana de Excursiones", 11 (1905-1906), doc. núm. 44 , p . 225.

Mediante esta carta el rey Fernando IV con fecha 6 de ju lio de 1304 revoca a ruego de
su madre, Doña María de Molina, la disposición que había dictado para que en Valladolid
sólo se vendiese sal procedente de Atienza y Malina.

Respecto a su estructura . ind icamos únicamente que se trata de un ejemp l ar de carta


plomada de las que estudiamos en segundo lugar. es decir, con " dirección explí cita " .

312
DOCUMENTO 11

TRANSCRI PCION

Don Alfonso . por la grac1a de D1os. rey de Cast 1e 11 a. de Toledo . de Lean. de Ga l liz1a, de Seullla . de
Coraoua . de Mur<y1a , de Jahé n et del Algarue . al e on ce 10 de Pancoruo. salut et gracia . Por que entendiem os que
era mas a nuestro se r u1c1o et a nuestra pro que los chr~st 1 anos pechasedes en nuestro cabo los p ec hos et los
derechos que ou1essedes a da ra nos o aquellos que la t1erra touiessen de nos. et otrosí los 1udios los pe chos que
nos ou 1esen a dar. que nos los d 1esen a so parte. tou1emos por bien de uor apartar que pechasedes los c hr~ s ­
tlanos a una parte et los ¡udíos a otra . Et otrosí porque nos enb1astes mostrar que ante que nos apartasemos lo!>
1udíos que pec hasen a so cabo . que uos ayudauan et pechauan co nuusco todos los der ec hos et los pechos
que a nos dauades. que los pechauades uos et que se n os taz1an mucho de co np lir. enbiastes nos p edir mer<;:et
que uos bayxasemos de los pechos aquella parte que los 1udíos solían pec har conu usco. Et mandamos a don
Sancho. abbat de Ouarenes que sop 1ese uerdat en c hr~st 1anos et en ¡udios quanto era. Et él sopo lo en uerdat
assí co m o nos mandamos. Et falló qu e m o ntaua al anno el pecho que los 1udíos pec hauan c o nuusco set ent a et
s1ete maravedis. Ende nos por fazeruos b1en et mer.yet qu1támosu os p ora Siempre estos se te nta et s1ete maraue-
dís de la cabe<;a del pe cho de la martin iega que nos auedes a dar cada anno. Et mandamos et defendemos a
todos aquellos que Pancoru o tov1eren de nos o de los reys que fueren después de nos. que nos uos dema nden
estos sete nta e t s1e te marauedis . Et m andamos a uos el Conce1o que non los dedes. Et otrosí mandamos et de·
tendemos a los cogedores que cogieren la martin1ega de Pancoruo que non uos demanden nm uos p eyn dren
nm uos af1quen por ellos et non fagan ende al; si no n. aquel que lo fiziesse al c uer po et a qu anto que ou1ese
nos tornaríamos por ello . Dada en Seu i ll a. e l Rey la mandó sabbado vey nte et dos día s andados de ma rc;:o en era
de m ille et trezi entos et dos annos .

Yo Joh an Pérez ae Be r la nga , arced1agno de B er bmgo. la f1z escre u 1r.

COM ENTARIO

Se tra ta de una carta ab ierta , con dirección explíc ita , de Alfonso X el Sab io, dada en
Sevi ll a e l sábado 22 d e marzo de l año 1264, por la q ue exime al concejo d e Pancorbo d e
pagar setenta y c inco maravedís d el im puesto de la ma rtin iega.

El documento se conserva e n el A r chivo Municipal de Pancorbo y fue publi cado por


F. Arribas Arranz . " Paleog r afí a d ocumental h ispá nica". lám . 53 , del cual la tomam os.

.1 1.\
TEMA XXXIV

LA DOCUMENTACION DE LA CORONA DE. CASTILLA

ESQUEMA/ RESUMEN

l. Introducción histórica.

11. La cancillería antes de los Reyes Católicos.

1) El privilegio rodado.
111. La documentación que permanece. 2) La carta plomada.
) 3) El mandato.

1) La provisión real.
2) La sobrecarta.
3) El albalá.
IV. Nuevos grupos documentales. 4) La carta misiva.
5) La cédula.
6) Otros tipos de documentos públicos.
7) El documento privado.

1) La Cancillería.
2) Documentos tradicionales.
V. Reyes Católicos.
3) Documentos nuevos o renovados.
4) La documentación privada.

1) la cancillería.
VI. La documentación española después de
2) Los documentos mismos.
los Reyes Católicos.
3) La documentación de Indias.

315
INSTRUCCIONES

El tema es continuación lógica del anterior, del cual se ha separado no tanto por razo-
nes i'nternas o de contenido, sino pedagógicas y externas, mirando, sobre todo, a que cada
tema guarde en lo que a extensión se refiere una adecuada proporción.

Seguimos, pues, enfrentándonos con el conjunto documental correspondiente a los rei-


nos y señoríos que desde Fernando 111 el Santo se agrupan en torno a la persona de los mo-
narcas castellanos y van constituyendo los dominios de la llamada Corona de Castilla. De dicha
documentación el anterior tema 33 en su apartado 11 1 se ha referido a la comprendida entre el
reinado del mismo Fernando 111 (1230) y el de Fernando IV (1312). En éste examinaremos la que
se produjo desde Alfonso XI (1312) hasta después de los Reyes Católicos.

Con el primero y sus inmediatos sucesores van a aparecer una serie de tipos documen-
tales nuevos que permiten al diplomatista inaugurar, fundándose en ellos , un nuevo período
diplomatal. Con los segundos llega a su culminación el proceso organizador de la actividad
documentaria, iniciado en tiempos de Alfonso X el Sabio, así en lo tocante a la hechura y
preparación de los diplomas como a su estructura interior y exterior. Es importante notar que
la unión política de la Península, excepto Portugal , realizada en la persona de la reina caste-
llana y del rey aragonés, contribuyó poco o nada a cambiar la marcha del .m undo documenta l
castellano en ninguno de sus aspectos, y que éste, a pesar de dicha un ión , siguió su propia
linea de desarrollo y definitiva conformación . Hasta qué extremo iba a influ ir lo castellano en
lo aragonés y viceversa dentro de l propio reinado de los Reyes Cató licos y en los de sus
sucesores, es cuestión complementaria a la que trataremos de responder al final del tema . La
anexión de Navarra a Castilla poco después plantea el mismo problema, pero a escala in-
. feriar.

Por lo que hace al método pedagógi c o y de trabajo personal de los alum nos, éstos de-
ben seguir teniendo en cuenta las indicaciones apuntadas en Instrucciones anterio res y que
volvemos a resumi r así:

Conocimiento del período histórico que corresponde al docu mental que estudiamos , sin
despreciar ninguna de sus manifestaciones , y menos las relativas a organ ización interna o ad-
ministrat iva , que irá cobrando particular relieve a lo larg o de estos siglos ba jomedieval es y
primeros de la Edad Moderna.

En punto a lenguaje , el latín sigue siendo necesario, pues todavía son bastantes, aun
sin contar los de cuño eclesiástico, las series de documentos redactados en dich a le ngua . Pa-
leográficamente es conveniente volver a insisti r en las especiales dificu ltades de lect ura e in-
terpretac ión que presentarán algunas de estas series , sobre todo de los siglos XV al XVII , y en
la necesidad de familiarizarse, mediante una práctica asidua , con la esc ri tura de aquellos lo-

317
XXXlV/4 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial)

tes de piezas (véanse temas 18, 19 y 20) sobre los que pueda llegar a recaer la posible acti-
vidad investigadora del alumno. Porque es de advertir que el campo de la investigación histó-
rica se ensanchará a partir de ahora desmesuradamente, alcanzando a asuntos de todas clases
(biográficos, artísticos, sociales, económicos), y que en casi todos los archivos se encuentran
fondos y legajos de esta época -con frecuencia abundantes- que no ·han sido tocados por
nadie y que están esperando se proyecte· sobre ellos el afán buscador y elaborador de los nue-
vos historiadores.

318
ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Aunque breves e indirectas, no son despreciables las noticias y exp licaciones de Milla-
res ("Tratado", págs. 328-29) sobre algunos puntos del tema. Mucho más amplio resulta al res-
pecto el " Curso general" de Floriano, en sus páginas 523-49. Entre los t rabajos parciales y mo-
nográficos, que son numerosos y de los que citaremos alguno en nuestras explicaciones , des-
cuella, y es obligado citarlo ya desde ahora , el de M. S. Martín Postigo sob re " La cancillería
castellana de los Reyes Católicos", Va~adolid 1959.

319
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

A través del esquema inicial puede observarse que girarán éstas en torno a dos nú-
cleos principales: uno, el formado por todo el complejo documental anterior a los Reyes Ca-
tólicos; otro, el correspondiente al reinado de éstos. En la exposición de ambos mantendre-
mos el mismo método aplicado a los dos temas anteriores y que consiste en tratar por sepa-
rado lo concerniente a la actividad cancilleril y lo concerniente a los documentos mismos.

l. INTRODUCCION HISTORICA

El período que vamos a estudiar abarca en el tiempo una extensión de más de dos si-
glos, desde comienzos del XIV hasta bien andado el XVI. En cuanto a espacio territorial, entran
ya en él todas las regiones -exceptuadas las portuguesas- del llamado Occidente peninsu-
lar, más alguna oriental, como Murcia. Sólo en la Andalucía interior quedan, a comienzos de
dicho siglo XIV, una serie de pequeños territorios musulmanes que se irán incorporando a
Castilla; el año 1492 lo hace el reino de Granada en último lugar.

De ese gran conjunto geográfico-histórico al diplomatista le interesa tener en cuenta


los siguientes hechos y situaciones:

1.0 El reinado de Alfonso XI, que fue muy notable por su actividad militar, con el con-
siguiente avance de la reconquista en las costas andaluzas del Sur (batalla del Salado, con-
quista de Algeciras}, no lo fue menos por su ¡.¡olítica interior, entre cuyos capítulos interesa
recordar, de una parte, la actividad extraordinaria de las Cortes ; de otra, la gran reforma jurí-
dico-admmistrativa, económica y social que se inició y, en parte, se llevó a cabo . En las Cortes
de Alcalá de 1348 se otorgó a las Partidas de Alfonso el Sabio fuerza de ley.

2.0 Enrique 11 y el cambio de dinastía que lleva consigo su entronización en Castilla


constituyen el acontecimiento más importante no sólo de su reinado, sino de todo el período
que vamos a enjuiciar. Dicho cambio, además de las crueles guerras intestinas, supuso en el
orden interior novedades tan importantes como la creación de una nueva nobleza, a base de
las llamadas ".mercedes ennqueñas", o la confederación de las Hermandades en una sola
Hermandad para mejor defensa de las villas y ciudades, o la institución de los alcaldes del rey
para entender en los asuntos de justicia de cada localidad. Desde el punto de vista diplomáti-
co lo más notable son, sin duda, las medidas de orden administrativo y legal que plasmaron
en los famosos Ordenamientos, tales como el de 1369, que por su temática mereció ser lla-
mado " de cancillería", o los de las Cortes de Toro de 1371 y las de Burgos de 1374.

3.o Durante los casi cien años que van hasta el reinado de los Reyes Católicos la
situación de la Corona castellana puede res umirse así: Abandono casi total de c uanto a la re-
conq uista se refi ere, sustituyendo la acción gue rrera por continuos pactos y treguas con los

321
XXXIV/8 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial)

musulmanes. En cambio, son constantes las luchas con los otros reyes cristianos, pero sobre
todo las internas del propio reino de Castilla (dinásticas, familiares, nobleza), cuya marcha
se convierte en una carrera de ambiciones y odios entre grupos y personas, con sus banderías,
perjurios, asesinatos y traiciones. Sin embargo, no deja de seguir desarrollándose un cierto
orden institucional y administrativo, muy apreciable, por ejemplo, en tiempos de Juan 1 y En-
rique 111, que tan inclinados se mostraron a la celebración de Cortes y a la elaboración en ellas
de los oportunos ordenamientos legales.

4. 0 De los Reyes Católicos baste decir que, aparte terminar la Reconquista y realizar
la unidad española y hacer descubrir el Nuevo Mundo, en el orden interno recogieron y mejo-
raron hasta insospechados límites todo lo que de bueno habían dejado sus predecesores, aña-
diendo por su cuenta tantos elementos nuevos y tan acertados que su huella sigue siendo hoy
la más profunda de nuestra historia, sin excluir ningún campo de la misma, y menos el de la
documentación.

11. LA CANCILLERIA REAL (1312-1474)

El solo hecho, recién apuntado, de que las Cortes de Alcalá de 1348 otorgaron a las
Partidas del rey Sabio fuerza de ley, es suficiente, supuesta la amplia acogida que en dicho
texto legal había encontrado el tema cancilleril, para explicarnos el que durante el reinado de
. Alfonso XI y sus sucesores se siguiera prestando particular atención a las actividades de la
cancillería, y que ésta siguiera manteniendo en su organización básica los esquemas trazados
por aquellas leyes. Sobre dichos esquemas se fue comunicando al regio organ·ismo una mayor
eficiencia y agilidad, consecuentes con una serie de imperativos, derivados de la intensa evo-
lución seguida por las instituciones públicas y privadas.

Naturalmente, falta un estudio de conjunto sobre la cancillería castellana durante estos


siete reinados (Alfonso XI, Pedro 1, Enrique 11 , Juan 1, Enrique 111 , Juan 11, Enrique IV) en torno
a los cuales gira ahora nuestra explicación. Pero tampoco disponemos de estudios parciales
sobre cada uno de ellos. El publicado recientemente por L. Pascual sobre "la cancillería de
Enrique 11 de Castilla" (Miscelánea Medieval Murciana, 1973) viene a empezar a llenar este
vacío y su importancia aumenta en razón de haber sido este monarca el que más se ocupó
de hecho, entre los siete citados, de los problemas documentales del reino. Su papel al res-
pecto está bien enjuiciado por el articulista cuando dice: "Enri que 11 más que innovar continúa
lo ya comenzado por su padre el rey Alfonso XI, cuyo reinado marca el inicio de la moderniza-
ción de este organismo de gobierno, que habían de poner a punto los Reyes Católicos. Con
don Enrique y su padre termina la etapa medieval de la cancillería castellana y se da el pri-
mer impulso hacia la modernidad de la misma, que pronto se ve afectada por significativos
cambios en los elementos internos y externos de los diplomas, en el personal de la cancille-
ría, que aumenta al crecer las necesidades de resolución y despacho, y en las estructuras ju-
rídicas."

Entre la abundosa legislación de su re,inado, tocante a los problemas que decimos, ya han
sido mencionados sus famosos Ordenamientos de 1369, 1371 y 1374. De los datos ofrecidos por
dichos textos legales, complementados con los que nos ofrecen otras leyes y noticias históricas,
más los extraídos de la propia documantación, podemos sacar las siguientes conclusiones:

1. a Se acentúa la distinción del período anterior (Alfonso X-Fernando IV) entre cancille-
ría pública o general y cancillería secreta o de la poridat, la cual de reinado en reinado va
adquiriendo más importancia, hasta llegar el titular de la misma a llamarse también, en tiem-
pos de Enrique 11, canciller mayor de la poridat. A imitación suya, los responsables de otras

322
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV/9

cancillerías secundarias (de las reinas, de los infantes) empezarán, igualmente, a llamarse can-
cilleres mayores.

2.a El carácter itine-rant·e, que venía siendo, de siempre, nota típica de la cancille-ría
real castellana, se pone ahora más de manifiesto, ya que la corte de los monarcas castellanos
de la Baja Edad Media, si por algo se caracteriza, es po.r estar en una andanza continua . De
ahí que los ordenamientos l·e gales de esos siglos tampoco descuiden este aspecto, dispo-
niendo, por ejemp,lo·, " que en cualquier lugar do llegare la nuestra chancill<ería, se le den bue-
nas posadas e pertenescientes ". Pero la verdadera novedad del caso está en que mientras la
cancillería pública u ordinaria tiende cada vez más a asentarse de modo permanente en deter-
minados puntos del reino, la personal o secreta no dejará de acompañar en sus desplaza-
mientos al rey y a la corte, y de sustituir con frecuencia las funciones de la primera.

3.a Si ya en tiempos del rey Sabio y sus Partidas se advierte una clara y particular re-
ladón entre la cancillería y el s·e llo, es ahora, sin embargo, cuando el sello y su ap·l icación a
los documentos se cons·idera como la función principal, propia y específica, de la canoíllería y
del canciller. De tal suerte que será normal, por parte de los correspondientes textos legales,
referirse no al canciller simplement•e, s-ino al cancille-r del sello mayor cuando se trat·e de la
cancillería pública, y al canciHer del sello de la poridat cuando se trate de la cancille-ría par-
ticular secr·eta. Entre las obHgaciones del primero entraba tener la guarda de los sellos rea-
l·es, es decir, de sus matrices, controlando cuantas improntas s·e sacaran, así en cera como
en plomo, para cualquie-r clase de documentos.

4.a Otro conjunto de relaciones muy estrechas y particulares se descubre, no menos,


durante estos bajos siglos medios, entre la cancillería como organismo preparador y exped.i-
oor de documentos públicos y la audiencia como tribunal de justicia. Bien puede decirse que,
de alguna manera, se emparejan ambas instituciones, hasta el extremo de que la segun-da -la
audiencia- terminará tomando como nombre propio el de chancillería, cuya palabra, durante
mucho tiempo, se escribió indistintamente con e o con ch. El origen de ese emparejamiento
habrá que verlo en la circunstancia de que la audiencia surge, si no como parte propiamente
dicha de la cancillería, sí a su sombra y muy ligada a ella, tanto por razones del local, que
les era común -los oidores, no estando presente en su palacio el rey ni la reina " fagan la au-
diencia en la casa de nuestro chanceller mayor o en la iglesia del logar a do fuere la nuestra
chancellería"- como por concurrir el personal de una y otra a la preparación y expedición de
determinadas clases de documentos, los de carácter judicial ; pues procediendo éstos de la
audiencia debían pasar a la cancillería para su sellado y expedici~n. Ya veremos cómo con el
tiempo las audiencias, igual que otros organismos públicos, se fueron independizando de la
cancillería, la cual dejó de intervenir en fase alguna de la documentación procedente de
aquéllas.

5. 3 Entre estos organismos nuevos aparecen, en tiempo de Enrique 11, las tesorerías
mayores de Castilla, León, Toledo y Andalucía, con el consigu iente aumento de la producción
documental, que se refleja no sólo en la cantidad, sino en los nuevos tipos documentales y
hasta en las nuevas oficinas que los preparan y expiden con sus normas propias, por ejemplo,
la de que vaya explícita la aprobación de los contadores mediante la fórmula: "los contadores
mayores la mandaron dar".

6.3 Las disposiciones acerca del cuidado que se ha de poner en la hechura de los do-
cumentos, abundantes ya en la legislación alfonsina, siguen intensificándose en los sucesivos
ordenamientos de Cortes, refiriéndose, ya a su forma externa, ya a su redacción, que habla
de ajustarse a normas fijas y a modelos concertados, aceptados previamente por la cancille-
ría. En cuestión de sellos, por ejemplo, se desciende a detalles muy concretos, distinguiendo

323
XXXIV/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

cuándo ha de usarse el de la poridat o secreto y el mayor o público, y cómo el cambio de


uno por otro invalidaba el documento afectado. Lo mismo, en el caso de aquellos diplomas
cuyo texto no se presentara absolutamente correcto: "Otrosí, tenemos por bien que ninguna
carta que fuera raída en lugar sospechoso, que non sea librada ni sellada fasta escrevida otra
vez e tornada en limpio sin raer."

7. 8 Otro aspecto documental que irá cobrando cada vez más relieve es el econom1co,
en relación con las tasas que por .muchos de los documentos expedidos habían de abonarse
en las oficinas de la propia cancillería. La regulación sobre el particular, con su amplia es-
cala de precios, nos ha permitido conocer las varias clases de diplomas que podían expedirse y
el mayor o menor aprecio en que se las tenía.

8. 8 Sobre el personal de la cancillería y sus funciones se puede concluir que, aparte


las disposiciones generales sobre honradez de dicho personal y que "no usen de sus oficios
como non deben" ni "tomen dineros de los que algunos privilegios e escripturas e cartas ha-
bían de librar", la estructura del alto organismo documentaría, con relación a etapas anteriores
y en sus líneas fundamentales, se mantiene igual, a base de canciller, notarios y escribanos.

El canciller sigue siendo la suprema autoridad en cuestión de documentos después del


rey. A él le compete examinar éstos antes de su sellado y expedición, cuidando sobre todo
que ninguno pudiera redundar en perjuicio de la Corona, cosa más fácil de lo que pudiera
parecer, habida cuenta de la confusión imperante en personas y asuntos a raíz del cambio
de dinastfa, así como de los muchos documentos anteriores que se llevaban a confirmar, e in-
cluso de las regias mercedes concedidas sin tasa ni medida. La fijación de los derechos a
pagar por cada d.iploma y la anotación de los mismos era también incumbencia y responsabi-
lidad del canciller. Igual que el tomar juramento sobre usar bien e lealmente de sus oficios a
los otros cargos inferiores. Para la cancillería real hay un solo canciller mayor que suele ser
el arzobispo de Toledo. Pero por rutina e imitación ya hemos visto que, además del de la pori-
dat, se llaman también mayores los de otras cancillerías secundarias, como la de la reina D.• Jua-
na o la del infante D. Juan, que luego sería Juan l.

Notarios. Pueden seguir definiéndose como los altos funcionarios de la cancillería y


los responsables inmediatos de cada documento, a los cuales se sigue exigiendo que sean
"homb res buenos e honrados e sabldores". A los cuatro notarios mayores del período ante-
rior (Castilla, León, Toledo y Andalucía) se añade ahora el notario mayor de privilegios que
aparece con E'n rique 11. La tendencia observada ya en dicho período de que dichos notarios
se convirtieran en personajes públicos, más atentos a los honores y provechos del cargo que
al levantamiento de las cargas, se acentúa ahora, consagrándose el sistema de arrendamiento
de las notarías, contra el que poco pudieron las prohibiciones de legisladores y monarcas.
Propugnan éstos que en vez de arrendarlos, "pongan por sí" en el oficio hombres "suficientes
e pertenecientes QU!3 sean para ello", los cuales como medida previa habfan de ser acepta-
dos por el canciller. Por lo demás, la tónica que preside así la legislación como la actuación
de los notarios es de marcado sentido económico, pendiente siempre de las tasas que habían
de percibir en cada clase de documentos: "que lleve por el marco que ha de haber de los pri-
vilegios a ciento e sesenta maravedís ", "que tomen por cada carta de tierra o de merced o de
quitación o de ración o de tenencia que libraren trece maravedís por cada carta e non más".

Escribanos. Siguen siendo los que verdaderamente llevaban el peso y el trabajo de


la cancillería: redacción de minutas, control de los amanuenses, revisión del documento en
limpio, etc. Su participación en éstos podía expresarse mediante la palabra "vista", seguida
del nombre. La legislación de la época suele tenerlos muy presentes, refiriéndose ya a sus
funciones en relación con los notarios, el canciller y aun el propio .monarca ("que el escriba-

324
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no a quien nos mandáremos librar alguna carta que diga en el libramiento que la ese bÍ~~
tizo escrebir por nuestro mandato, et si alguna carta de las que librare el nuestro escribano por
nuestro mandado viere el nuestro notario que es tuerta . .. "), ya a los dineros que habían de
llevar por cada documento librado, ya a la reducción del número de escriban·os cuando éste
parecía exagerado, como ocurrió en 1396 con Enrique 111.

g_a El sello. Su importancia en los documentos y la del oficio de sellar en la cancillería


vienen ya de atrás. Nada, pues , de extraño que en la etapa que estudiamos, eminentemente
reglamentista, sea esta fase de la act ividad cancilleril objeto de especial preocupación. Ya he-
mos hecho notar cómo el oficio de canciller, si por algo se especifica, es por su vinculación al
sello, denominándose canciller del sello mayor, en contraposición al que lo era del sello de la
poridat. A ninguna otra operación se le reconoce más importancia y se la rodea de mayores
cautelas que a la de sellar.

Según el ordenamiento de Burgos de 1374, la tabla o mesa de los sellos había de estar
separada del resto de las instalaciones mediante una red de madera o barandilla, con puerta
que se pudiera correr. Al otro lado de la red, el portero recogía los documentos que se llevaban
a sellar y los ponía sobre la tabla. Había días fijos para el sellado, en los cuales el encargado
de las llaves de los sellos debía acudir por la mañana; no haciéndolo a la hora fijada, el can-
ciller podía descerrajar la puerta y proceder a la operación con los funcionarios que estuvie-
ran presentes. Durante la noche no se podía sellar, salvo que lo mandara expresamente el rey.
Los derechos de cancillería se anotaban en el documento al tiempo de sellarlo. Y se llevaba
con rigor el que los escribanos de la Audiencia de justicia que funcionaba dentro del local de
la cancillerra, no tuvieran nada que ver con la tabla de ·Jos sellos.

10.a Registros. Bien definidos ya por las leyes de Partida, siguen siendo objeto de
solicitud a través de todo el período que enjuiciamos, por parte de las Cortes y de los monar-
cas. "Otrosí· -se dice en el Ordenamiento de Toro- el que toviere el registro, que conc;:ierte
por sí mismo la carta con el registro de cómo estovieren la carta et ponga su nombre tan bien
en el registro que tiene como en la carta, porque si de otra guisa se fallare ·que estoviere en
el registro de como estoviere en la carta, que ayan la pena que ha el que falsea nuestra car-
ta" . Los registros habían de ser dos y dos los registradores : uno de la Cámara y otro de los
alcaldes. Se llevaban por años, archivándose los de un año y abriéndose otros nuevos para el
siguiente . En lo económico, también se cobraban derechos por el documento registrado.

Enrique IV ratificó en dos ocasiones (Valladolid 1447 y Toro 1462) todo lo ordenado con
anterioridad, especificando cómo las cartas y provisiones del rey, del consejo, de los conta-
dores mayores , de los alcaldes de casa e corte e de los jueces comisarios, fueran registra-
das dentro de la corte por quien tuviera cargo del registro, asi fuera el registrador titular o su
lugarteniente., Uno u otro habían de residir personalmente en la corte, "teniendo en buena
guarda el registro e las cartas e provisiones".

11 .a Como novedad en las normas que regulaban la redacción de los diplomas, me-
rece la pena destacar el acuerdo tomado por Enrique 111 en las Cortes de Segovia el año 1383,
disponiendo que para fechar los documentos reales se dejasen de contar los años por la era.
hispánica y se empezara a contarlos por la era cristiana, según el estilo de la Natividad. El
nuevo sistema empezaría a regir el 25 de diciembre de 1384.

111. LA DOCUMENTACION QUE PERMANECE

Aunque hemos dicho que una de las razones en que se fundaba la apertura de un
nuevo período en la historia de la documentación castellana eran los nuevos tipos documen-

325
XXXIV/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espe<;ial)

tales aparecidos d_
urante el reinado de Alfonso XI y siguientes, la verdad es que tampoco de-
jaron de usarse, con más o menos innovaciones, algunos de los del período anterior. El prin-
cipal de éstos resulta ser el privilegio rodado; muy en segundo término puede hablarse de la
carta plomada y del mandato.

1) Del privilegio rodado cabe deoir que, así en lo externo como en lo interno, sigue
siendo, en la sustancia y en muchos detalles, igual que durante los dos períodos preceden-
tes.' Las principales singularidades que ofrece desde Alfonso XI a Juan 11 pueden resumirse
así:
a) Las relativas a su forma y tamaño, pues dentro ya del siglo XV y en el reinado de
Juan 11, junto a los privilegios escritos sobre una hoja de pergamino grande y suelta, apa-
recen los de forma de cuaderno, compuesto por varias hojas de menores dimensiones, es-
critas por una sola cara, y llevando en la última el signo con las columnas de confirmantes.
Ese menor tamaño de las hojas había de repercutir en el de la rueda, la cual desde el reinado
de Pedro 1 venía ofreciendo otra serie de novedades, como la de inscribir los tres círculos en
un cuadrado o la de cuartelar por sus diámetros vertical y horizontal el círculo .más interno,
distribuyéndose las piezas dibujadas con todo rigor heráldico, o la de aumentar la suntuosidad
de la decoración en colores y dibujos, que a parti·r de Enrique 11, especialmente, convierten al
privilegio en verdadera obra de arte miniaturfstico, extendida en algunos ejemplares al mo-
nograma de la invocación simbóHca del c<>mienzo.
b) Las relacionadas con su estructura interna, es decir, con su contenido y disposi-
ción textuales, pues resulta imposible que al correr del tiempo y de los acontecimientos no
se produjeran algunas variaciones. Por ejemplo, la frecuente desaparición de la invocación
monogramática (privilegios de Juan 1 y Enrique 111), o de toda invocación (Enrique IV); la ape-
lación en el preámbulo a la facultad regia de hacer gracias y conceder mercedes por los ser-
vicios prestados (Pedro 1 y Enriques 11 y 111), y la desaparición de estas cláusu las preambula-
res a partir de Juan 1; el alargamiento de la intitulación con mención del reino de Algeciras
y el Señorío de Vizcaya; la presencia de cláusulas conminatorias que no se hacen constantes
hasta Enrique 11 y que se complican extraordinariamente durante el siglo XV; la aparición en
la segunda mitad del XIV de una posible suscripción autógrafa del monarca otorgante.

2) De la carta plomada no contamos para este período más que con algunos ejempla-
res de Alfonso XI, que serán los últimos de dicho tipo documental, caracterizados por un pro-
tocolo inicial casi completo, a base de intitulación, dirección y saludo. Representan también
dichos ejemplares los últimos destellos de la llamada "letra minúscula diplomática", la más
hermosa de nuestras escrituras documentales y la que más se resistió a las tendencias angu-
losas de la gótica.

e) Del mandato como tal y estrictamente no puede decirse que siguiera sobreviviendo
al reinado de Fernando IV; pero todos los autores están conformes en que de él salieron, con
Alfonso XI, Jos primeros ejemplares de provisión real, que vamros a ver en seguida. Algunos,
como Floriano, van más allá y piensan que, a pesar de esa conformidad en entender que la
provisión data de los tiempos de Alfonso XI y en calificar de mandatos a tod<>S los documen-
tos reales en papel anteriores a este monarca, puestos los unos (provisiones) a continuación
de los otros (mandatos), resultarra muy difícil señalar dónde aparece la separación, sobre to-
do con relación a determinadas series de los segundos.

IV. NUEVOS GRUPOS DOCUMENTALES

Como nota distintiva del periodo diplomático que estamos analizando, bien puede ha-
blarse de una verdadera erupción documental, referida no tanto a la cantidad total de unida-

326
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV/13

des documentarías que se producen cuanto a la .multiplicidad de clases o tipos en que se


agrupan o pueden agruparse dichas unidades. Las causas de esa gran fronda documentística
tienen que ver con las nuevas condiciones ambientales (políticas, sociales, económicas, admi-
nistrativas) de esos siglos, que ya hemos apuntado en nuestra Introducción histórica.

Si acudimos a cualquiera de los autores que tenemos más a mano, puede sorprender-
nos la amplísima relación de grupos de documentos que sitúan y distribuyen entre los si-
glos XIV y XV. En el "Curso general" de Floriano (pág. 508) no bajan éstos de veinte entre
públicos y privados, dñistribuyéndose los primeros bajo los siguientes epígrafes: generales,
privilegios, cartas, sentencias, actas, fueros y cartas pueblas. Es natural que los haya de di-
ferentes categorías y de importancia más pequeña o más grande. Nos ocuparemos aquí de los
que diplomáticamente ofrecen un mayor interés; de los restantes haremos al fin .mención y
comentario muy breve.

1) La provisión real. Es uno de los documentos más usuales y típicos de la canci lle-
ría castellana tanto durante la baja Edad Media como en los primeros siglos de la Moderna. Sus
principales características pueden resum~rse así:

1.a Salvo excepciones muy contadas, en que se usa el pergamino a petición expresa
del destinatario del documento, la habitual materia escriptoria de la provisión es el papel.
Entre los otros elementos externos, el sello de placa es también algo normal y constante. Para
su redacción se emplea el romance castellano.

2.a La aparición del nuevo tipo documental hay coincidencia en situarla dentro del
reinado de Alfonso XI. Su precedente diplomático más próximo y .más inmediato ya hemos
dicho que son los " mandatos" del período anterior; pero no todos, sino aquellos que vimos
estructurarse en forma de carta abierta con dirección explícita. Duró como documento públi-
co hasta el siglo XVII.

3.a Gozó este documento de un gran prestigio entre sus contemporáneos por el poco
aparato que rodeaba su expedición, y en Cortes se llegó a pedir a los reyes que cuando die-
sen albaláes de justicia, merced, dinero o perdón, que no tuviesen valor hasta tanto no fue-
ran expedidos en forma de provisión por los organismos competentes.

4.a Importa mucho notar que las provisiones solían emanar directamente de los re-
yes; pero también podían hacerlo a través de determinados organismos públicos, aunque siem-
pre a nombre del monarca respectivo, según vamos a ver. A imitación de estos organismos
las autoridades eclesiásticas, municipales y señoriales fueron creando, desde el siglo XV, mo-
delos de documentos que imitaban a la proVtisión real en su estructura y finalidades.

s.a La disposición y fórmulas del texto de la provisión puede decirse que se mantu-
vieron muy iguales y hasta con cierta rigidez desde que nació en el siglo XIV hasta el XVII
en que desaparece. He aquí sus partes más típicas, supuesto que las protocolarias y menos
sustanciales, como la invocación y el preámbulo, faltan siempre:

lntitulación. Figura en primer término y está integrada por el nombre del rey prece-
dido de Don, y seguido del "por la gracia de Dios", con la mención de todos sus do.minios,
o sea, igual que vimos en los privilegios rodados.

Dire·cción . Raro será que figure en ella, al menos en primer término, el destinatario o
beneficiario del documento. Lo normal es que éste vaya dirigido a personas o entidades de
carácter público y funcionarial, encargados de dar cumplimento a lo dispuesto en la parte dis-

327
XXXIV/14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

positiva ; por ejemplo: "a los mis allcaldes e alguazil e otras justicias qualesqu ier de la muy
noble <; ibdad de Sevilla e a los almoxarifes de la dicha <;ibdad e a otras qualesquier personas
a quien tañe o tañer puede el negocio yuso escripto o qualesquier de vos a quien esta mi car-
ta fuere mostrada .. . ", " a vos N nuestro alcalde mayor de la villa de N" .

Salutación. Se limita al conocido "salud e gracia".

Notificación. Es muy simple, a base de "sabed" o "sepades" o "bien sabedes cómo" ,


o parecidas.

Exposición . Sigue inmediatamente a la notificación y suele consistir en una referencia


a determinada petición procedente de quien fuere, en que se expresa algún agravio o lesión
de derecho contra la que se pide remedio. En dicha referencia es normal que se incluya as í
la persona o institución que pide o reclama, con un resumen del asunto en el que se consi-
dera lesionada, como el acto de pedir o reclamar puesto por aquéll as; por ejemplo: " el prior
e convento del monasterio de Santa Maria de Guadalupe ... me ficieron relación que ante mí
en el mi Consejo presentaron dic iendo ... lo cual si así pasasse diz que recebe rían grand ag ra-
vio e dan no . .. e me pidieron por merced que sobre ello les proveyese de remedio de jus-
ticia".

Disposición. Se compone de estos dos elementos: Primero, asentimiento real a la pe-


tición : "E yo tóvelo por bien" o "Lo qual visto en el nuestro Consejo fue acordado que debía-
mos .mandar dar esta nuestra carta para vos en la d icha razón, e nos tovímoslo por bien ".
Segundo , orden o mandato: "Por que vos mando a todos" , "Por que vos mandamos que vista
esta nuestra carta".

Cláusu las sancionales. Entran en ella estas tres partes: Primera, conminatoria a cum-
plir lo dispuesto bajo pena de perder la merced real y de una multa en metálico: " sopena de
la mi mer<;ed e de diez mili maravedís ... para la mi cámara". Segunda, emplazamiento de
quince días para presentarse en la corte y explicar ante el rey por qué no cumple lo .manda-
do: " mando a l omne que vos la mostrare que vos emplace que parescades ante mí en la mi
corte do quier que yo sea del día que vos emplazare fasta quince días prim eros siguientes .. .
a decir por quál rrazón non complides mi mandado". Terce ra, obligación de los escribanos
públicos de dar "testimonio signado con su signo por que yo sepa en cómmo complides mi
mandado".

Data. Comprende la fecha tópica y la cronológica de día, mes y año : "Dada en la villa
de Benavente a veinte e un días de feb rero anno del Nas<;ímiento de nuest ro sennor lhesu
Christo de .mili e quatro<;ie ntos e quarenta e dos an nos".

Validación. La provisión va validada por la firma autógrafa del rey ("yo el rey [rúbrica])
y el refrendo del secretario, que adopta esta forma : "Yo el doctor Fernando Díaz de Toledo,
oydor e referendario del rrey e su secretario la fíze escribir por su mandado", a lo cual se une
también como elemento de validación el sello, que siempre es de placa.

En sus orígenes todas las provisiones iban firmadas por el rey. Con el paso del tiempo
y la co mplicación de la máquina burocrática de la Corona caste llana, al rey le era muy difí-
c il , si no materialmente imposible, poner su firma en tod as las prov isiones de todos los orga-
nismos, ni siquiera en todas las que procedían de sólo el Consejo Real. Como consecuencia,
autorizaron a esos organismos, los más altos de la administraci ón pública, para que pudieran
expedir provisiones a nombre del rey, pero con la firma de varios miembros de cada Consejo.
Los monarcas se reservaron determinados asuntos (ofi cios de la Casa Real, perdones, manteni-

328
PALEOGRAFlA Y DlPLOMATICA (Diplomática especial) XXXlV/15

miento de embajadores, notarías nuevas, oficios de ciudades, licencias para fundar mayoraz-
gos) cuyas provisiones para ser válidas habían de llevar su firma autógrafa.

El fenómeno -lo diremos ya, adelantándonos al apartado siguiente- se agudiza, so-


bre todo, con los Reyes Católicos, cuando los asuntos públicos se multiplican en proporción
desbordante. Destacan entonces, entre los organismos y personas públicas que podían ex-
pedir provisiones, el Consejo Real, el de la Santa Hermandad, el de las Ordenes Militares; los
alcaldes de casa y corte, los contadores mayores, la real audiencia, los alcaldes del crimen,
los alcaldes de los fijosdalgo, el juez mayor de Vizcaya.

La forma más rápida y segura para averiguar de qué organismo procede la prov1s1on
es leer el refrendo del secretario en cuya fórmula se introduce la frase "con acuerdo de"; por
ejemplo: "Yo Sancho Ruiz de Cuero, secretario del Rey e de la Reina nuestros señores, la
fiz escribir por su mandado con acuerdo de los del su consejo (Consejo Real)" o "con acuerdo
de los del su Consejo de las cosas de la Hermandad" o "con acuerdo de los alcaldes" o
"con acuerdo de los oydores de su rreal Audiencia".

Abundan los ejemplos de pro\flis•iones rea-les en las Láminas de la Cátedra. La núme-


ro 69 corresponde estrictamente al pe-ríodo que estudiamos.

2) La Sobrecarta. Se trata de una clase de provisión real cuyo objeto es reiterar la


vigencia de ol'ro documento anterior -cédula o provisión- cuya disposición no ha sido cum-
plida y cuyo plazo de aplicación había terminado o estaba a punto de terminar. Nota constan-
te de la sobrecarta es la inserción completa y rara vez resumida del documento anterior cuyo
cumplimiento se reitera.

Con relación a las provisiones que acabamos de estudiar, las sobrecartas presentan
las siguientes características que afectan fundamentalmente a la "expositio" y a la "dispo-
sitio":

La primera se inici_a refiriendo el monarca cómo antes había dado una carta: "Nos ovi-
mos .mandado dar e dimos una carta para vos librada de los del nuestro Consejo", "Nos di-
mos una nuestra carta firmada de muchos nombres e sellada con nuestro sello e librada de
los del nuestro Consejo"; o cómo le había sido presentada una carta : "por parte de N fue
presentada ante mí -o en el mi Consejo- una carta dada por el Rey N", cuya inserción com-
pleta se anuncia en ambos casos mediante estas frases: "su thenor de la qual es este que
se sigue", o "fecha de esta guisa:".

Cuando se trata de sobrecartas cuyo documento inserto lo ha sido a ruego de los inte-
resados y no por iniciativa real, sigue una petición de aquéllos, manifestando cómo no se ha
cumplido lo dispuesto en dicho documento; por ejemplo: "me fue pedido e suplicado la man-
dase guardar e cumplir en todo e por todo segund e por la manera e forma que en ella se
contiene". En otros casos son los propios reyes quienes, sin previa petición, justifican la nece-
sidad de renovar lo dispuesto en la anterior carta; por ejemplo, así: "e porque los tres años
a que hacía referencia la dicha nuestra carta ya son complidos". La exposición termina ex-
presando los reyes su voluntad de que se guarde y cumpla lo dispuesto: "E porque nuestra
merced e voluntad es que lo contenido en la dicha nuestra carta suso encorporada se guarde
e cumpla" .

En la parte dispositiva se pueden distinguir estas tres fases: primera, la de haber sido
visto el documento anterior inserto: "en el nuestro Consejo vista [la carta] y con nos consul-
tado, fue acordado"; segunda, el asentimiento real a lo pedido: "e nos tovímoslo por bien";
tercera, el mandato: "por que vos mandemos que no obstante lo quel dicho deán alega cum-
plades la dicha nuestra carta de suso encorporada".

329
XXXIV/16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

El resto de la sobrecarta es ya como el de las provisiones reales que acabamos de ex-


poner; pues no debe olvidarse que a la sobrecarta la hemos definido como una clase de pro-
visión.

Ejemplo de sobrecarta puede verse en el documento número 1, al final del tema.

3) Albalá. Aunque las noticias sobre su existencia y uso en la Cancillería real no van
más allá de comi·enzos del siglo XIV (Cortes de Valladolid de 1312), el albalá como Npo diplo-
mático bien definido en su estructura remonta, según la opinión más autorizada, al reinado de
Pedro 1 de Castilla (1350-1369) . Dos notas principales distinguen al albalá de los demás do-
cumentos de este período: Primera, ser un documento que, directa o indirectamente, se refie-
re siempre a asuntos económicos, sirviendo a la monarquía bajomedieval de instrumento pa-
ra la administración del reino, en especial para el nombramiento y asignación de salarios y,
también, para la exención de tributos y cargas económicas generales a determinadas personas
o instituciones. Por esta razón los albalaes son documentos que abundan relativamente, así en
original como en copia y en registros, de tal suerte que al investigador le vendrán fácilmente
a las manos no sólo en archivos principales, como el de Simancas o el Histórico Nacional, sino
en los más modestos archivos munioipales, parroquiales, etc.

Segunda, que en contraste con la relativa rigidez de formulario que revisten los otros
tipos documentales que estamos estudiando, el albalá ofrece una gran variedad así en la dis-
tribución de los elementos o partes que forman el tenor documental como en el número de és-
tas. Veamos:

Los albalaes más sencillos constan de las siguientes partes : lntitulación que es inva-
riablemente "Yo el Rey, Nos el Rey de Castilla y León", al comienzo del cuerpo de escri-
tura : solución análoga, según veremos, a la adoptada por las cartas misivas del .siglo XN. Sigue
una exposición en la que aparece el destinatario, pudiendo ir implfcita su petición ; pasando ya
a la disposición mediante un "por ende" o parecido, y terminando con el anuncio de la valida-
ción: "E desto les mandé dar este mi alvalá fi1rmado de mi nombre". Se cierra el documento con
la fecha, que se compone de día, mes y año -rara vez de topónimo-, la suscripción autógrafa
del monarca "Yo el Rey", y el refrendo del secretario. Un ejemplo de esta clase de albalá
puede verse en el documento número 11, al final del tema.

En los albalaes destinados a la concesión de mercedes y oficios durante el siglo XV se


recurrió a otro tipo de formulario, con las siguientes características: Tras la intitulación, se in-
troduce una breve motivación ("catando los buenos e leales servicios", "por fazer bien e .I'T\&r-
ced", " catando la prudencia e fidelidad de vos" ), seguida de la dirección. En el dispositivo se
expresa la orden de recibir en el cargo las cantidades otorgadas, la orden a los contadores
para asentarlas en los libros de nóminas y, finalmente, la devolución del original al interesado
para que le sirva de título. El texto se ci~rra S·i empre con una conminatoria, a la que siguen
fecha, suscripción real y refrendo del secretario como en el caso anterior.

Cuando los reyes se dirigen en primer término a los contadores mayores y no a los
beneficiarios del albalá, éste adopta una forma más administrativa que se compone de intitu-
lación, notificación ("fago saber"), dirección ("a vos los mis contadores mayores"), disposi-
ción ("que mi merced e voluntad es de recibir por [cargo} e que aya e tenga en cada un año
[tantos] maravedís de ración"), con la orden de asentarlo en los libros y la entrega del ori-
ginal al interesado. La conminatoria ("e non fagades ende al") y todo el resto del documen-
to es igual que en el tipo anterior.

4) Carta misiva. Con Enrique 11 (1369-1379) la Cancillería real castellana va a alum-


brar este nuevo tipo de documento, mediante el cual los monarcas se comunicarán con sus

330
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV/17

vasallos o con otros reyes, príncipes y nobles extranjeros, adoptando la mayor parte de las
veces un carácter manifiestamente oficial, y otras -las menos- privado, desempeñando en
este caso un papel parecido al que tienen hoy las cartas.

Parece que los antecedentes de este nuevo documento hay que ponerlos en tiempos
de Pedro 1, especialmente en algunos casos de provisiones reales con contenido muy próximo
al de '~arta misiva, cuyo saludo no se limita al clásico "salud e grac;ia", sino que se des-
arrolla mucho más. En la historia de la carta misiva hay dos etapas separadas por el reinado
de Juan 11 (1406-1454); etapas en las que se emplean modelos propios bien definidos y distin-
tos entre si.

Primera etapa. El primer modelo, que llamaremos carta misiva del siglo XIV, presen-
ta la siguiente distribución formularía: Se inicia siempre con un "Yo el Rey", "Nos el Rey",
"Nos el Rey de Castilla e León" y a continuación en la misma línea "envío saludar" o "en-
vío mucho saludar a vos", con expresión del nombre y, a veces, el título del destinatario
(por ejemplo, "Diego Fernández, mi mariscal"), seguido invariablemente de una frase formula-
ría de aprecio que generalmente es "como aquel de quien mucho fío".

El texto documental principia con una notificación "Fago vos saber que " o "Bien sabe-
des" u otra parecida. La exposición, que varía mucho, según los temas tratados, se cierra con
un mandato del monarca que puede adoptar tono imperativo o rogativo, más una frase indi-
cando el interés de que se cumpla su deseo: "Por ende yo vos ma~do e ruego si servic;io
e plazer me deseades facer que" o "En ello me hareis singular complacencia" o "En lo qual
nos faredes servicio" o "En lo qual sed ciertos que me faredes todo plazer e servicio".

La fecha se inicia con un "Dada" o "Fecha" o "Escrita"; a continuación, el topónimo


y los datos cronológicos, que constan, durante los reinados de Enrique 11 (1369-1379), Juan 1
(1379-1390) y Enrique 111 (1390-1406), de la sola mención del día y del mes, nunca del año,
considerándose éste como inútil ya que una carta misiva se suponía recibida por el destina-
tario -inc luso se le enviaba por varios conductos a la vez para tener seguridad de que la
recibía- a los pocos días de habérsela mandado. Por tanto es muy grande la dificultad con
que tropiezan los historiadores para asignar año a las cartas misivas de los mencionados re-
yes, y hay que recurrir a indicios derivados del destinatario, contenido, funcionarios de la can-
cillería, etc., para fecharla aproximadamente.

Termina la carta con la suscripción real autógrafa ("Yo el Rey (rúbrica)") y el refrendo
de la cancillería ("Yo lohan Martínez, chanc;eller del Rey, la escribí por su mandado"). Véase
un ejemplo de misiva de Enrique 11 1, del 4 de marzo de 1405, en el documento 111 al final del
tema.

Segunda.etapa. A partir del reinado de Juan 11 la carta misiva va a tomar otra estruc-
tura, sobre todo en el protocolo inicial, adoptando la forma de las Cédulas rea les, cuyo tipo
documental surge precisamente en tiempos de Juan 11 y con el que se confunde la misiva. Tan
iguales son las cartas misivas de Juan 11 y las de sus sucesores, los Reyes Catól icos, que
nuestra explicación adelanta ya aquí lo que pudie·ra decirse sobre estas segundas en el apar·
tado siguiente.

La intulación está constituida en este caso por "El Rey" o "El Rey e la Reina" , que se
escriben aislados y en el centro de la primera línea; en la segunda línea figura en primer lu-
gar el destinatario en vocativo ("Conde", "Mariscal ", "Doctor de la Puebla nuestro embaja-
dor del nuestro Consejo", etc.) y luego, sin saludo, se pasa a la notificación y a ~a exposición.
El dlspositivo se inicia con un "vos rog amos", " vos mandamos", y se cierra, a diferencia de la
cédula real, con la expresión de que el cumplimiento de lo pedido en la carta será de servicio

331
XXXIV / 18 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

a los reyes: " En lo qual nos faredes servicio ", " En ello nos serv1re1s más de quanto podéis
pensar", "facedme tanto servicio e plazer", fórmula ésta que sirve mejor que otros elementos
para distinguir estas cartas misivas tardías de las cédulas reales contemporáneas. Se proto-
colizan con la fecha completa (lugar , día , mes y año), firma autógrafa del rey y refrendo del
secretario. En los reinados de Juan 11 y Enrique IV el año está mencionado sólo con la
unidad y la decena; con los Reyes Católicos ya aparece el año completo a base de millar
y centena.

Hay que advertir, sin embargo, que aun durante el siglo XV y hasta el reinado de los
Reyes Católicos inclusive, el tipo de misivas de la primera etapa caracterizado por la pre-
sencia del saludo, se usó en la cancillería castellana, sobre todo, para la correspondencia con
el extranjero. Suelen empezar estas cartas misivas con la dirección " Muy esc larecido Rey
nuestro muy amado e muy caro primo ", seguida de la intitulación " Nos la Re ina de Castilla,
León , etc ." , es decir, c on la expresión de todos los dominios. La salutación es muy ampu-
losa : " Vos enviamos mucho saludar como aquel que mucho amamos e preciamos e para quien
queríamos que Dios diese tanta vida, salud e honra cuanta vos mismo deseais ". En cuanto al
resto del tenor documental, las únicas diferencias notables son la expresión de agradecimien-
to por lo rogado : " Lo qual en mucho agradecimiento vos ternemos ", y la despedida : " Nues-
tro Señor Dios vos aya todos tiempos en su santa e especial guarda e encomienda" .

Los monarcas castellanos usarán también durante el siglo XV un tipo de c arta m1s1va
para la correspondencia con los miembros de su familia, caracterizada por la falta de normas
c ancillerescas y por su similitud con la actual correspondencia privada. (Véase un claro ejem-
plo en la lámina 21 2 del anterior tema 21 , que es una carta de Isabel la Católica a su suegro
Juan 11 de Aragón) .

5) Real Cédula. De ella puede decirse, junto con el privilegio rodado y la provisión,
que son los documentos reales castellanos que han tenido vida más larga. Recuérdese cómo
acabamos de referirnos a ell a, relacionándola con el tipo de carta misiva que aparece en tiempos
de Juan 11. En realidad, podríamos afirmar que a comienzos del XV se va a inventar en la canci-
llería castellana, debido al influjo de la aragonesa, una nueva clase de documento que, en prin-
cipio, sustituirá a la carta misiva en sus funciones de correspondencia ofici al, pero que luego
con la introducción de muy ligeras, casi insignificantes, modificaciones en su formulario vendrá
a llenar el hueco que había dejado con su desaparición el tradicional mandato, como instru-
mento escrito de la monarquía para dar órdenes a todos los organismos y funcionarios de la na-
ción; es en este segundo caso cuando el nuevo documento recibe el nombre de cédula real .

Además de heredar fa misión del mandato, también heredó la sencillez que ven ía c arac-
terizando a éste desde los preceptos astur-leoneses. En efecto, la cédula tiene una estruc-
tura reducida a lo verdaderamente esencial e imprescindible, contrastando con la ampulosi-
dad de detalles que hemos visto en las provisiones reales. De ah í que se convirtiera, desde
muy pronto, en el documento público más socorrido por parte de la canc illería real española
durante la Edad Moderna. En nuestra explicación nos referiremos ya por igual a las cédulas
de Juan 11 y a las de los Reyes Católicos.

Aunque existen varios modelos de cédula real -hasta cinco distintos reconoce Martín
Postigo en tiempo de dichos Reyes-, los más representativos están cortados por el siguiente
patrón: Se inicia siempre por la intitulación, que se reduce a la fórmula "El Rey " o " La Reyna" ,
destacando sola en la parte superior del papel. Algunos espacios más abajo empieza el cuerpo
del escrito, con la dirección expresada en vocativo y siempre a favor de funcionarios u organis-
mos oficiales, como es de rigor en los mandatos: "Nuestros contadores mayores" o ··consejo ,
justicia, veyntiquatro, cavalle ros, jurados, escuderos, ofic;iales e ames buenos de la c;ibdad de
Sevilla " o "Gonzalo de Piña Ludueña, mi governador da la provinc;ia de Venezuela" .

332
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXI' / 19

Suele seguir una exposición, breve, de varia formulación: "A nos es hecha relación"
"Vimos vuestra petición", "Yo he sabido", "Por parte de la ciudad de Cumaná", etc., cerrándo-
se, en caso de petición, con un "e nos tovímoslo por bien". ·

El dispositivo reviste siempre forma de mandato, y no de ruego como ocurre con las
misivas. La expresión habitual es " Yo vos mando" o "por ende vos mandamos ", o parecida.

El texto documental es normal que termine con una conminatoria a cumplir lo dispuesto
en la cédula: "E non fagades ende al" o " E non fagades otra cosa porque de lo contrario
avremos enojo e mandarlo hemos remediar como cumple a nuestro servicio" o, como en las
provisiones: " E los unos nin los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera so
pena de la nuestra merced e de diez mili maravedís para la nuestra cámara". Esta presencia
de la cláusula conminatoria es otro de los elementos fundamentales para distinguir durante
el siglo XV las cédulas de las cartas misivas. Recuérdese cómo en las segundas la cláusula
en cuestión se sustituye por una frase en que el rey expresa el agrado que tendrá si se le pres-
ta el servicio pedido.

La data contiene el topónimo, que alguna vez falta, y el día, mes y año, expresado ge-
neralmente en números romanos. Hasta el año 1500 se cuenta el año sólo por sus decenas y
unidades , por ejemplo: " Fecha a tres días de jullio de setenta e c;inco". A partir de 1500 tam-
bién entran en cuenta la centena y el millar, por ejemplo: " De Sant Lorenc;o, a tres de noviem·
bre de mili y seisc;ientos y tres años ".

Las cédulas van siempre suscritas autográficamente por los monarcas ("Yo el Rey" ,
" Yo la Reyna " ) y refrendadas por el secretario mediante la frase "Por mandado del rey " o "Por
mandado del rey e de la Reyna", con su firma autógrafa. (Véase ejemplo de cédula real en el
documento núm. IV, al final del tema.)

6) Otros tipos de documentos públicos. Los restantes modelos de documentos públi-


cos correspondientes a este período no ofrecen una fisonomía diplomática propia tan rica e in-
teresante como la de los cinco grupos anteriores; al contrario, de casi todos puede decirse
que constituyen derivaciones o variantes de dichos grupos. Además, muy pocos o ninguno son
de carácter ejecutivo propiamente dicho, sino de carácter legislativo unos, de índole testimonial
otros, y muchos, judiciales o de justicia. Responden todos a la necesidad de recoger en forma
eficiente las actuaciones de los organismos de la administración pública creados durante el
período que estudiamos o renovados sobre la base de otros anteriores. Nos limitaremos a
enunciarlos y a muy poco más.

a) Pragmáticas. Por el fondo se trata de documentos legislativos que contienen ór.de-


nes generales de los monarcas para todo el reino . Por la forma pueden considerarse como una
variante de la provisión real, con algunos detalles propios que se revelan, por ejemplo, en la
desmesurada extensión que suele darse a las cláusu las de la "directio" y, más aún, en las
tres partes típicas en que el texto va dividido, a saber: exposición de motivos, articulado y
promu lg ación. Su uso no se generaliza hasta mediado el siglo XIV.

b) Sentencias. Se trata de documentos judiciales procedentes, en un principio, de la


corte de justicia de los soberanos; luego, de las audiencias o chancillerías a medida que se
fueron creando éstas. Formalmente, pueden, igual que las pragmáticas, considerarse como de-
rivación o variante de la provisión real, cuyos protocolos inicial y final se repiten aquí exac-
tamente. Las diferencias surgen en el cuerpo del documento, cuyo texto se abre anunciando la
comparecencia de las partes en litigio; sigue con l a exposición del demandante, la respuesta
de demandado, más la presentación de pruebas y discusión de las mismas; termina con el fallo
regio.

333
XXXIV/20 PA LEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial)

e) Ejecutorias . Son también documenws de j usticia en los que se ordena la ejecución


de una sentencia dada con anterioridad. Suelen llevar inserto el texto íntegro de la sentencia
a que se refieren, seguida, a petición de la parte interesada, de una orden para que aquélla se
cumpla y ejecute.

d) Actas . Se trata de documentos destinados a testimoniar y dar fe sobre hechos con-


cretos puestos por la más alta autoridad del reino. Tales hechos o actas de autoridad dicen
siempre relación a los súbd itos del reino que aparecen en el conten ido documental, bien como
sujetos activos que tratan y acuerdan con la autoridad lo que sea, bien como sujetos pasivos
de esa autoridad, cuyas órdenes reciben y aceptan . Según Flori ano, pueden c lasificarse así: ac-
tas reales en general, juramentos, ordenanzas y resoluciones de Cortes.

Las primeras - que empiezan siempre por la fecha y haciendo constar la concurrencia
al acto del soberano y Jos personajes que le acompañan- vienen a ser reflejo de una espe-
cie de diálogo o parlamento habido entre el rey, que anuncia una orden o disposición, y los
súbditos que le contestan favorab le o desfavorablemente, con la natural discusión en este se-
gundo caso. El diálogo termina con la aceptación y compromiso, por parte de los súbditos,
de cumpl ir lo que el rey en definit iva deje ordenado. Los personajes presentes firman como
testigos del acto.

Los juramentos , que son por naturaleza documentos si nalagmáticos, en que una parte
- el rey- hace el j uramento, y ot ra -Jos vasallos- la re ciben, o viceversa, se caracteriza,
aparte la ci rcunstancia de poder in iciarse con la noti ficación o con la fech a, po r llevar explí-
c ita una cláusula de juramento, generalmente ampli a y de formu lario muy variable.

Las ordenanzas reates se hacen notar por el arti cul ado en que van distribuidas y que
constituyen la parte dispositiva del texto documental.

Las resolu ciones de las Cortes d el reino se recogían en actas, de las cuales se libraban
copi as a aquellas person as o institucion es a quienes interesaba la res olución. Antes del pe-
ríodo que analizamos, estas copi as revestían la form a de cartas abiertas o plomad as; pero a
contar de Al fonso XI se convierte n en los llamados cuadernos de cortes, que, aparte su forma,
se distinguen por las siguientes novedades : Empezar con invo cación, notificac ión y una ti tula-
ción suí generis . Seguir con un arti culado de resoluciones o acuerdos cuya redacci ón puede
adoptar estas dos formas: primera, la llamada " de mandato", con la fórmula " ordenamos" o
análog a, referid a a los procuradores de las Cortes, más la sanción del rey, más el juramento
de cump lir ambos - rey y procuradores- las resoluciones que all í figuran ; segunda, la lla-
mada " de petic ión y respuesta", p ues cada artículo consta de una peti ción y una respu esta,
puestas en boca del monarc a: "a lo que me pe distes . .. ", "a eso vos respondo" o " tengo por
bien ... ", terminando con el mismo juramento que la primera.

7) Lenguaje y caracteres externos. Sobre el primero diremos que la casi totalidad de


los documentos públi cos reseñados están escritos en roman ce caste ll ano, el cual refleja las
mo dalidades lingüísti cas que presenta en cada momento aquel idioma. La materia escr iptoria,
salvo en unos pocos casos, como el de los privilegios rodados, que mantienen hasta su fina l
el pergam ino, es el papel. La esc ritu ra varía según la clase de documentos y, sobre todo, la
fecha en qu e se trazó, desde la minúscul a diplomática hasta la gótica cursiva en la mod alidad
llamada de "cortesana " (véase en los anteriores temas XVIII y XIX).

Sobre el sello, que entra también en los caracteres externos del documento, interesa ha-
cer notar : Primero, que baja ahora considerablemente el uso de los sellos colgados o pendien-
tes; y e·llo como consecuencia del cambio del pergamino por el papel, cuya menor resistenc ia
desaconsejaba cualqu ier aditamento que tirara de él con peligro de romperse; en su lugar se
generaliza el sello de pl aca o adherente. Segundo, que el uso del sello de cera pendiente no

334
PALEOGAAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV/21

rebasa los documentos del reinado de Alfonso XI, del cual se conocen dos tipos distintos. TG:-
cero, que para los privilegios rodados y las cartas de confirmación y p rivilegio sigue usándose
el sello de plomo, el cual hasta Enrique 111 es de mód ulo pequeño exclusivamente; luego apa-
rece también el de módulo grande; hay ejemplares del llamado tipo mayestát ico, ecuestre, he-
ráldico, iconográfico. Cuarto, que los sellos de placa, conocidos y usados ya, al parecer , en
documentos de Fernando 111, pueden ser de módulo grande o peque ño, el mayor y el menor,
como se les llama en textos legales y documentarios; de reinado a reinado pueden cambiar
los tipos y las leyendas.

8) Documentos privados. Aparecen algunos nuevos, respondiendo a las nuevas situa-


ciones sociales y económicas de la época, las cuales influirán también en los anteriores y tra-
dicionales, que presentan algunos cambios dignos de notarse.

Entre los nuevos merecen una menc1on las cartas de pago y las cartas de poder o p ro-
curación. Las primeras se hacen frecuentes en el siglo XV y son de dos clases: simples y de
finiquito, según se refieran a una cantidad adeudada que se paga de una sola vez o a una can-
tidad que se paga en varias veces; la condición de simple o de finiquito suele expresarse en la
misma notificación; diplomáticamente se trata de documentos de inferior categor ía, así por su
extensión como por su estructura y disposición textuales. Las cartas de procuración se llaman
también cartas de creencia o credenciales y se otorgaban, como ahora, en calidad de destina-
tario, a la persona o personas que habían de poner algún acto en nombre y representaci ón de
otro, · el cual resultaba ser autor del documento procuratorio; en las cláusulas de corrobora-
ción se expresa el ruego dirigido al notario o escribano de que extienda la carta; la cual se
cierra con la fecha, referencia a los testigos y suscripción notarial.

Novedades que se observan en los documentos más antiguos y tradicionales pueden ser:
En los de compraventa, cómo van desapareciendo las llamadas cláusulas de espontaneidad o
cómo va variando el verbo y la fórmula principal; por ejemplo, en el siglo XV: "vendo e robro
por juro de heredad". Las permutas adoptarán también en el siglo XV forma de actas, que em-
piezan expresando la fecha y la comparecencia de las partes. Los censos que vimos empezar
a perfilarse en el siglo XIII como algo distinto de la simple donación, es ahora, en los siglos XIV
y XV, cuando adquieren pleno desarrollo diplomático, caracterizándose por la renta o censo
que se estipula sobre un capital entregado (inmueble generalmente) y que pasa a ser parte
principal del negocio jurídico documentado; es documento muy socorrido y se emplea hasta
el siglo XVIII.

V. REYES CATOLICOS

Al período documental que va ligado a su nombre nos hemos referido ya en los ante·
riores apartados del tema, lo mismo en lo tocante a cancillería que a documentación propia-
mente dicha. Insistimos una vez más en que la huella de su reinado (1474-1504-1516) sigue
siendo la más profunda de nuestra historia, sin excluir ningún campo de la misma, y me-
nos, el de los documentos, en cuyo desarrollo iba a influir poderosamente la gran reforma
político-administrativa que los nuevos reyes llevaron a cabo con gran éxito.

1) La Cancillería. De la obra de Martin Postigo, citada al princ1p10 del tema, extrac-


tamos lo más brevemente posible cuanto de nuevo e importante nos ofrezca la organización
canci lleresca de este período. La nota general más destacada de dicha organización quizá haya
que ponerla en la serie de nuevos organismos con sus nuevos cargos que directa o indirecta-
mente concurren a la preparación de los documentos y que poco a poco van prescindiendo
de la cancillería tradicional, convirtiéndose ellos mismos en pequeñas cancillerías independien-

335
XXXIV/22 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especia l)

tes. Algunos, esbozados ya en el período anterior, es ahora cuando se desarrollan y se con-


forman de modo definitivo; otros resultan enteramente nuevos; y de los antiguos que sobreviven,
en no poco veremos producirse modificaciones importantes. Empezaremos nuestra exposición
por estos últimos:

a) El canciller. Siguen siéndolo en plan puramente honorífico los arzobispos de Tole-


do. Así, don Alonso de Carrillo y don Pedro González de Mendoza ostentan entre sus títu los
el de "chanciller mayor de Castilla". Pero los verdaderos y efectivos cancilleres se llaman
canciller mayor del sello mayor o, simplemente, canciller del sello mayor, y canciller mayor d,el
sello de la poridat o canciller mayor de la poridat a secas. Ambos podían delegar funciones y,
de hecho, las delegaban muchas veces en sus respectivos lugartenientes. La nota más t ípica
del oficio de canciller mayor sigue estando relacionada con la guarda y control de los corres-
pondientes sellos. El del sello mayor aparece cada vez más estrechamente ligado con las au-
diencias o chancillerías, primero la de Valladolid, y luego, desde su fundación, la de Ciudad
Real. En la audiencia se guardaba permanentemente el arca de los sellos y ante ella tomaba
el canciller su posesión, recibiendo las llaves de la misma. En cambio, el canciller mayor de
la poridat se relacionaba más directamente con la corte, tomando posesión y prestando jura-
mento ante el Consejo Real. Económicamente el cargo de canciller, así uno como otro, estaba
muy bien pagado, a base de cantidades anuales más o menos fijas (raciones y quitaciones)
y otras que se cobraban como derechos del sello.

b) Los notarios. Su oficio y su misión mantienen iguales o parecidos perfiles que en


el período anterior. Los notarios mayores puede decirse que, en lo económico, suben de cate-
goría, equiparándose con el canciller y el mayordomo que vamos a ver en seguida. A las
cuatro notarías mayores que podemos llamar territoriales y que venían ya de antes (Castilla,
León, Toledo y Andalucía) se añade ahora la de Granada, después de la reconquista de esta
ciudad. Todos ellos podían delegar sus funciones en lugartenientes y, de hecho, son éstos los
que suscriben los documentos bajo la fórmula: "Yo ... notario del Re ino de .. . la fiz escrebir por
mandato del Rey e de la Reyna nuestros señores." Al margen de lo te rrito rial, sigue fu ncionan-
do el notario mayor de privileg ios que vimos aparecer como institución de Enrique 11 y que ape-
nas sufre variación. La audiencia o chancillería de Valladolid era el organismo en que tomaban
posesión los notarios mayores, jurando ante el arca de los se ll os y de lante del canciller del
sello mayor. A la misma audiencia seguían vinculados, residiendo obligatoriamente en Valla-
dolid; sólo cuando se creó la de Ciudad Real, el notario de Andalucía y el de Granada pasa-
ron a residir en dicha ciudad.

e) El mayordomo mayor y los contadores mayores. Ambos oficios suenan a asuntos y


funciones de orden económico. Efectivamente, se trata de cargos instituidos ya de antiguo en
relación con la hacienda real o pública y reformados ahora por los nuevos monarcas, que es
cuando se proyectan decididamente sobre el campo documental y cancilleresco. Veamos las
principales manifestaciones de esa proyección:

1.a En algunos documentos, concretamente en los pn v1 1egios rodados, el mayordomo


mayor del Rey y de la Reina aparece confirmando dentro del propio signo rodado. En otros
(ca rtas de privilegio) suscribe, en primer lugar, bien que limitándose la suscripción a la pala-
bra " mayordomo" seguida de una rúbrica, trazado todo por algún oficial de la Contaduría ex-
pedidora del documento. Además, percibía derechos sobre los privilegios y las cartas de mer-
ced o de otras rentas que se dieren a cualquier persona. Ya hemos dicho que económicamente
el cargo de mayordomo tenía la misma consideración que el canciller mayor y los notarios ma-
yores, y era ocupado siempre por personajes de primera categoría.

2.a Los contadores mayores de hacienda y los de cuentas que aparecen organizados
ya en tiempos de Juan 11 , empezando a desplazar en asuntos de contabilidad a los mayordo-
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV /23

mos mayores, dirigían oficinas o despachos cuyo aspecto documental c onsistía, de una parte,
en llevar los libros donde se asentaban cuantos documentos se referían a asuntos de rentas y
dineros, así las que entraban en la hacienda re·al como las que sal ían. Pero además prepara-
ban y signaban los propios documentos expedidos, que eran objeto de as iento en dichos libros.
Huelga decir que para todo esto contaban con una serie de personas organizadas y constitui-
das en cargos inferiores: contadores menores, oficiales, escribanos, etc. El contador mayor so-
lía ser también personaje de categoría, que fácilmente dejaba el eje rcicio de sus func iones a
sustitutos o lugartenientes.

d) Escribanos mayores y concertadores. De hecho, el escribano mayor de los privile-


gios aparece por primera vez suscribiendo en documentos de Juan 11. Los Reyes Católicos en las
Cortes de Madrigal de 1476 crearon oficialmente la escribanía mayor de privilegios y confirma-
ciones , cuya misión consistía, precisamente, en preparar y expedir las confirmaciones de pri-
vilegios y mercedes. Funcionarios principales de l nuevo oficio eran los escribanos mayores
y los concertadores, que también y con frecuencia procedían en sus func iones mediante dela-
gados o lugartenientes. Por esta escribanía mayor y para ser librados por sus funcionarios
pasaban los documentos que suponían confirmación de privilegios anteriores, pues los privi-
legios nuevos eran expedidos directamente por los contadores mayores. Las cartas de confir-
mación iban suscritas y firmadas por los escribanos mayores, y deb ajo de éstos por los con-
certadores. Luego, coincidiendo con la aposición del sello, firmaba también el cancille r ma-
yor. Para ser válido y eficaz el documento había de pasar por manos de los con tadores ma-
yores y quedar asentado en sus libros, haciendo constar dicho asiento en el documento mis-
mo, al final de todo.

e) Secretarios. Aunque no tenían jurisdicción personal ni directa, el cargo era de la


mayor importancia y de una influencia decisiva sobre los monarcas, a quienes acompañaban
siempre, e ntendiendo e n todos los asuntos, aun los más secretos. Polít icamente puede asegu-
rarse que fueron sus principales colaboradores en problemas de gobierno. ¿Cuál era el perfil
cancilleresco de estos personajes y su participación en la preparación y expedición de los do-
cumentos? Tanta era ésta que bien pueden considerarse como unos nuevos y pequeños canci-
lleres, a cuyas órdenes un grupo de oficiales y escribanos preparaba materialmente cualq uier
documento emanado directamente de los reyes y firmado por ellos; el secretario re frendaba
por debajo de la real firma: "Yo .. . secretario del Rey e de la Reina nuestros señores la fiz
escribir por su mandado" , anota'n do a continuación los derechos de expedición , registro y se llo.
Estos documentos eran de lo más diverso: cartas de concesión de mercedes , cartas y sobre-
cartas, patentes, albalaes, cédulas, etc. Si se trataba de documentos acordados y prep ara-
dos por el Consejo Real, pero que debí an ser expedidos por los reyes, eran los secretarios
quienes los recibían del Consejo para ponerlos a la firma de los monarcas y pasarlos luego
al sello y al registro.

f) Escribanos. No se trata de aquellos funcionarios inferiores que hemos visto actuar


al servicio y a las órdenes de cancilleres, notarios, secretarios, etc. En este caso el título de
escribano es, más bien , sinónimo de notario tal como lo venimos entendiendo desde el tema 30,
y se refiere a aquellas personas que, aparte conocer las técnicas de redacción y preparación
de documentos jurídicamente correctos, estaban investidos de autoridad y representación pú-
blica suficientes para conferir al documento que expedían, especial fuerza legal y probatoria,
tanto si se trataba de documentos procedentes de personas u organismos públicos como de per-
sonas privadas. Estos segundos no interesan ahora ni los escribanos que los expedían. Sí in-
teresan los primeros, por constituir una modalidad del oficio y las funciones cancilleriles, pues
eran ellos los que, bajo el nombre o título de escribanos de cámara, no sólo redactaban , sino
autent icaban con su nombre y signo los documentos de las personas u orqanismos"'"'dichos .
Concretamente los había en el Consejo Real , cuyas provisiones refren daban en la siguiente for -

337
XXXIV/24 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

ma: "Yo ... escribano de cámara del rey e de la reina nuestros señores la fis scribir por su
mandado con acuerdo de los del su Consejo." Los había también en las contadurías mayores,
en las audiencias o chancil lerías, en el Consejo de Ordenes, en el de la Hermandad, etc. La
categoría y responsabilidad de estos escribanos se acredita no sólo a través de las formalida-
des de su nombramiento, sino también a través de sus sueldos y de los derechos percibidos
por cada documento que expedían.

2) Documentos tradicionales, o sea, documentos que venían usándose desde pe ríodos


anteriores y que siguen en uso durante el que nos ocupa. He aquí su relación: el privilegio
rodado, la provisión real, la sobrecarta, el albalá, la carta misiva, la cédula real, la pragmática,
las sentencias y ejecutorias, las actas. Apuntaremos muy brevemente las novedades que pue-
dan ofrecer durante el reinado de los Reyes Católicos.

a) El privilegio rodado. Como novedades interesantes re-lacionadas con alguno de sus


aspectos, apuntamos las siguientes: 1.a El desuso en que va cayendo este tipo documental
siendo pocos los ejemplares conocidos, sobre todo si se comparan con los de re·inados ante-
riores. Desuso que se convertirá en desaparición total durante los últimos años del siglo XV.
2.a La preponderancia que adquiere la forma de cuaderno sobre la de pliego u hoja suelta para
expedir los privilegios; en el anverso del último folio siguen figurando el signo rodado y las
co lumnas de confirmantes; la materia escriptor ia sigue siendo el pergamino. 3.a Aplicación
del signo rodado a las cartas de privi legio y confirmación que veremos luego y que de suyo
carecen de él, convirtiéndolas así en "cartas de privilegio rodado" o " cartas de privilegio y
confirmación rodado ". 4 .a En la estructura y disposición del contenido documental, inc l uid~
la rueda y las suscripciones, no hay cambios sustanciales, aunque sí muchos accidentales que
son reflejo de los cambios generales ocurridos en esta época con relación a las anteriores.
b) Los otros tipos documentales de tradición más o menos larga, que acabamos de
enumerar, no ofrecen ahora cambios importantes ; lo cual nos ha permitido , al describirlos en
el apartado anterior, referirnos ya a muestras de los mismos, correspondientes a la época de
los Reyes Católicos en que estamos metidos. No obstante , por notar algo nuevo y propio de
dicha época, observaremos que la participación de los var ios organismos extracanci lleres-
cos (Consejo Real , Consejo de Ordenes, Audiencias, Alcaldes de casa y corte, etc.) en la pre-
paración y expedición de documentos, al margen del canciller y la cancillería propiamente
dicha, es cada vez mayor, entrando en juego casi siempre los secretarios y escribanos a que
nos acabamos de referir. De las pragmáticas y ordenanzas, que son documentos legislativos
procedentes directamente de los reyes, sin ninguna intervención de las Cortes, cabe notar
cómo, a tono con el absolutismo ambiental dominante, se mu ltiplican cada día más. En las car-
tas misivas resulta curioso el que, cuando son de carácter secreto, vayan escritas material-
mente no por funcionarios inferiores, sino por los pr.opios secretarios y, a veces, en escritura
cifrada, con la sola rúbrica, sin el nombre, de los reyes, y con la fecha en latín. En cuanto a
las cédulas , que son numerosísimas, se puede observar cómo al dorso de muchas de ellas
aparecen las rúbricas de los miembros del Consejo Real, con la nota de " acordada" .
3) Tipos de documentos nuevos o renovados. Decimos lo de renovación porque, en
lo sustancial, algunos de ellos venían ya de los reinados inmediatos. En conjunto, los princi -
pales y más representativos son estos tres: cartas de merced, cartas de privilegio y cartas de
privilegio y confirmación.
a) Carta real de merced. Los casos de mercedes concedidas pos los reyes a determi-
nados súbditos eran continuos y podían consistir en dineros, en ci udades, villas o lugares para
su gobierno y disfrute de sus rentas , en cargos públicos, en licencias de mayorazgo, etc. Se
trata de documentos en papel y en let ra cortesana, relativamente solemnes, cuyas princip ales
características son: carecer de invocación; no faltar la titulación, bien que cortada y resu mida
por el "etc." puesto a continuación de los reales nombres o después de "rey e reina de Cas-

338
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV/25

tilla "; ser casi constante la exposición de motivos, teniendo como fórmula más frecuente la
de "Por fazer bien e merced ", e incluyéndose en ella de algún modo la di rección.

En la parte dispositiva, cuyo contenido varia según la merced que se conceda, no falta
nunca la fórmula de otorgamiento: "Tenemos por bien e es nuestra merced e voluntad .. . " o
"Vos tacemos gracia, merced e donación ... "; y la orden o mandato a las autoridades corres-
pondientes para que cumplan el papel que les toque con relación a la merced concedida. En
las cláusulas conminatorias, aparte las sanciones, no falta la fórmula de emplazamiento por
si no se cumpliere lo mandado. La fecha es normal, con topónimo, día del mes por el sistema
directo, y año por el estilo de la Navidad. Suscriben el rey, la reina y alguno de los secretarios
en la forma habitual, todos en autógrafo. No suele faltar la nota de " registrada " , y debajo
del sello la firma del funcionario que lo puso, precedida de una antefirma que dice "por chan-
celler". También se hacen constar de mano del secretario los derechos de expedición, regis-
tro y sello; y al dorso, firma de algún miembro del Consejo Real, cuando éste era consul-
tado, precedida por la nota de "acordada" o "vista" o "en forma".

b) Carta de privilegio. Alguna relación tiene por su naturaleza jurídica, por su conte-
nido y por la solemnidad de sus formas, con el privilegio rodado; pero en realidad se trata de
un documento distinto cuya finalidad consiste, precisamente, en ser garantía o salvaguarda jurí-
dica de otros documentos reales anteriores, poseídos y presentados ante los funcionarios de la
Cancillería por quien solicitaba la carta de privilegio. En el texto de dichos documentos ante-
riores ya solía contarse con la posibilidad de esta petición, por ejemplo: "E si les pidierdes
nuestra carta de privillejo dello que vos la den la más firme, fuerte e bastante que ovierdes
menester e las otras nuestras cartas e sobrecartas que vos cunplieren e meneste r ovierdes, las
quales mandamos al nuestro chanc;iller e mayordomo mayor e notarios e otros ofic;;iales que
están a la tabla de los nuestros sellos, que vos las den e libren e pasen e sellen."

Se trata, pues , de documentos de una categoría igual o parecida a los privilegios roda~
dos, lo cual explica el que, a veces, a algunas de estas cartas de privilegio se les añadiera la
rueda como signo de validación. Así se justifica también el que fueran escritos en pergamino
generalmente formando un cuaderno de medianas proporciones, protegido por una cobertura
exterior de pergamino más fuerte, y llevando sello pendiente de plomo . Incluso se intenta man-
tener en su caligrafía la antigua minúscula diplomática más o menos influida por las cursivas gó·
ticas, y son frecuentes los ejemplares ornamentados a base de una orla de dibujos policroma-
dos que abarca la parte alta y la izquierda del conjunto escrito. La primera línea de escritura
suele estar trazada en góticas mayúsculas, miniadas a varios colores. Otra muestra de su ca-
tegoría diplomática la tenemos en que siempre son expedidos a nombre del rey y de la reina.

El tenor documental de estas cartas de privilegio está formado por los siguientes elemen-
tos: Invocación verbal, siempre sobre fórmulas trinitarias bastante uniformes. Pr~ámbulo fre-
cuente, cuya extensión puede variar de unos ejemplares a otros, y cuya temática es, más o me-
nos, la de los privilegios rodados . Notificación de carácter promulgatorio a todos aquellos que
pueden estar obligados a participar en la ejecución de la gracia que se concede. Dirección
explícita no la hay; puede ir implícita en la notificación o inferirse del conjunto del texto. En
cambio, es imprescindible , dentro de lo que podría considerarse ya exposición de motivos, otra
clásula que sigue a la notificación y en la que se hace constar cómo ante la canci llería real
ha sido presentado por el destinatario de la carta el documento o documentos anteriores que
deben servir de fundamento para la expedición de ésta. " Vimos un nuestro alvalá escrito en
papel e firm ado de nuestros nombres fecho en esta guisa" o "Vimos un a cédula ... e una carta
de renunciación e troque .. . e asimismo una carta de renunciación e consentimiento .. . todo es-
crito en papel e signado de escribanos públicos, su thenor uno en pos de otro es éste que
se sig ue."

.\39
XXXIV/26 PALEOGRAF IA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

El documento o documentos en cuestión se insertan de inmediato, rep roduciendo su


texto íntegramente y recogiéndose a conti nuación el ruego del solicitante para que se le ex-
pida la carta de privilegio: " E agora por cuanto vos nos sup licastes . . . ", especificando con de·
talle lo que se pide y haciendo constar que los documentos presentados están en regla. Se-
guidamente, mediante un " por ende " o parecido se entra en la disposición donde los reyes se
automencionan, aunque ya lo hubieran hecho antes ("Nos Don Fernando y D.a Isabel " ). se re-
fieren a los motivos que les mueven a conceder lo que se pide y expresan la concesión en
esta forma o análoga: "tovimosle por bien e confirmámosle e aprovámosle el dicho nuetro al-
valá suso encorporado e la mer<;:ed que en él se atanne .. . e mandamos que vos val a e sea
guardada en todo e por todo segund que en él se contiene e declara", cerrándose el dispositi-
vo con el mandato a las autoridades competentes de cumplir lo dispuesto en e l documento.

En las cláusulas conminatorias y penales no hay cosa especial. En la data sí, pues es
frecuente que sea puesta con posterioridad al resto del documento y en letra cursiva. En cues-
tión de suscripciones y signos hay más que decir, pues nos encontramos ante tres series de
firmas con sus rúbricas. En la primera serie, debajo del texto, forman línea horizontal, por este
orden : las del mayordomo mayor, notario mayor de los privilegios y canciller mayor; no son
autógrafas, sino trazadas por los oficiales de la Contaduría mayor. En la segunda serie, debajo
de la anterior, sólo entra la firma del notar io mayor del correspondiente reino con su fórmula
habitual. La tercera serie, más baja, está integrada por firmas de miembros de la Contaduría
mayor y, otra vez, la del canciller como responsable de la aposición del sello.

e) Carta de privilegio y confirmación. Se trata de un documento, ideado para confir-


mar otros anteriores en que se contienen privilegios y mercedes concedidos a determinada
persona o institución, incluyendo en el documento nuevo el texto de los antiguos que se van a
confirmar. La mayor parte de los documentos confirmados son cartas de privilegio, que acaba-
mos de ver en el apartado anterior, pues era normal que de cualquier merced o gracia real con-
cedida, el agraciado tuviera " sacada" la correspondiente carta de privilegio; pero también po·
dían confirmarse otros tipos de documentos reales de merced que poseyera el interesado y
presentara para el caso. Son piezas de pergamino, escritas en letra gótica redonda, más o me-
nos cursivizante y selladas con sello de plomo pendiente . Internamente su estructura textual es
parecida a la de las cartas de privilegio, con notificación , intitulación , descripción e inserción
del documento presentado, disposición , cláusulas conminatorias, roboración, fecha y valida-
ción . Lo específico o notable de las de privilegio y confirmación puede concretarse en los
siguientes puntos :

1. 0 Extraordinaria importancia concedida al documento anterior que se confirma, cuya


inserción íntegra es elemento imprescindible de la nueva carta ; tanto que dentro del conjunto
formado por el documento viejo y el documento nuevo, el valor jurídico de todo lo doc umen-
tado dimana precisamente del primero. De ahí que cuando una misma merced o gracia ha sido
objeto de varios documentos anteriores que la conceden, confirman y reconfirman, al solici-
tarse la carta de privilegio y confirmación podían presentarse bien la última confirmación' an-
terior o bien todas las anteriores, e incluso incorporar el texto íntegro de todas ellas al docu-
mento nuevo. Alguna vez hasta se metían en éste diversos documentos , correspondientes a
asuntos distintos. para que todos fueran comprendidos en una sola carta de privilegio Y con-
firmación , con el consiguiente ahorro en el pago de derechos a la Cancillería .

2.o En la parte dispositiva se tiene buen cuidado de indicar que lo que se dispone y
manda es que siga valiendo y guardándose el contenido del privilegio confirmado tal como
valió y se gu ardó hasta aquí. A veces, las respectivas c láusulas alcanzaban desusada exten·
sión : por ejemplo, cuando interesaba hacer constar que la confirmación se concedía aun en
contra de determinadas leyes , que se referían y enunciaban de algún modo. Las cláusulas pe-

140
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXIV/27

nales o conminatorias pueden extenderse también desmesuradamente. Y las de corroboración,


anunciadoras de la validación que viene luego, difieren según la carta vaya o no suscrita por
los reyes; en el primer caso dice: "E desto vos mandamos dar esta nueva carta de previ llejo
e confirmación firmada de nuestros nombres e sellada con nuestro sello de plomo pendiente
en filos de seda a colores." En el segundo: " Desto les mandamos dar esta nuestra carta de
previllejo e confirmación escripia en pergamino de cuero e sellada con nuestro sell o ... " En
estas cláusulas es donde puede aparecer, cuando se trata de cartas que se expiden en forma
de privilegio rodado, la palabra "rodado" después de " privillejo e confirmación ".

3. 0 Sobre suscripciones y signos acabamos de decir que no todas las cartas de pnvl-
legio y confirmación van firmadas personalmente por los reyes. Cuando aparece su firma -lo
cual ocurre pocas veces-, va inmediatamente después de la fecha. Las otras series de firmas
y rúbricas son: primera , las de los regentes de la escribanía mayor de privilegios y confirma-
ciones; segunda, las de los concertadores, cinco de ordinario; tercera, la del canciller como
encargado de la aposición del sello de plomo; cuarta, las de los contadores mayores, con una
referencia al asiento de la carta en los libros correspondientes; quinta, las de los contadores de
hacienda.

4. La documentación privada. No existe un trabajo general y sistemático sobre el do-


cumento privado en tiempo de los Reyes Católicos. Ni siquiera es fácil encontrar estudios
parciales sobre aspectos concretos del tema. Sin embargo, parece obligado mentarlo y da r
fe de su existencia a través de un somero planteamiento que puede concretarse en los si-
guientes puntos:

1." Extensión y mejor organización de la institución notarial. Los componentes de la


misma siguen llamándose escribanos y son objeto frecuente de la actividad legislativa (prag-
máticas, ordenamientos de Cortes, etc.} , que preside todo este período. Los documentos to-
cantes al derecho privado cada vez caen más dentro de la órbita y la jurisdicción notariales,
así a efectos de su preparación material como de su validez y fuerza jurídicas .

2." Siguen en uso los principales tipos documentales del período inmediato anterior:
compraventa, permuta, testamentos , censos, cartas de pago. de poder. etc. Por notar alguna
novedad en los mis mos. direm os que de !os do r.: urnentos de compraventa pueden da rse casi
por desaparecidas las llamadas cláusulas de espontaneidad ; que pa ra las permutas se adop-
ta como algo normal la forma de acta, con su fecha al comienzo, seguida de la comparecen-
cia de las partes ; que los testamentos o disposiciones de última voluntad empiezan a abun-
dar y a ser de uso corrien te ; que es ahora cuando las esc rituras de censo plasman en fór-
mulas y estructuras definitivas, cuyo pervivencia se prolongará casi hasta el siglo XIX.

3." A los documentos tradicionales vendrán a sumarse otros nuevos y muy var iados,
cuyo origen y características sólo se entienden a la luz de las profundas innovaciones (políti-
cas (administrativas, judiciales, económicas, merca,ntiles, culturales, eclesiásticas , industri a-
les, ag rí colas) a que durante el siglo XVI fue sometida la vida de la sociedad española. Así ,
cobraron inusitado incremento los contratos con impresores y artistas , los libros de fáb ri ca
de las iglesias, los inventarios de bienes , los arrendamientos de tierras, los libros de actas.
los de cuentas , los registros parroquiales de bautizados, casados y muertos, los libros de
matrícula y los títulos de las Universidades , las pól izas de seguro , las letras de cambio y otros
documentos bancarios.

Muchos de esos documentos no lo serán en el más estricto senti.d o diplomatistico


(véase en e l tema 26, pág. 510} , pero tampoco dejan de ofrecer aspectos y problemas que, en
un grado o en otro , interesen a la Diplomática.

341
XXXIV/28 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial )

VI. DESPUES DE LOS REYES CATOLICOS

Seguimos sin estudios generales acerca de esta nueva etapa documental que coincide ,
por otra parte, con el período de mayor densidad en la historia de España. A base de algunos
trabajos parciales, resumiremos lo más importante de cuanto pudiera decirse sobre cada uno
de los tres apartados en que se divide el aspecto de nuestro esquema.

1. La Cancillería. Siguiendo y extractando algunos trabajos parciales sobre el tema


(M. S. Martín Postigo, La cancillería castellana en la primera y en la segunda mitad del si-
glo XVI, en rev. Hispania, años 1964 y 1967; " El chanciller del sello mayor en la cancillería real
castellana, siglos XVII al XIX", en Miscelánea ... , Antonio Marín Ocete, 11, Granada, 1974. F. Arri-
bas, " Estudios de Diplomática castellana de los siglos XV y XVI", en Cuadernos de la Cátedra
de Paleografía y Diplomática, Valladolid, 1959) podemos llegar a estas conclusiones :

a) Se acentúa la doble nota restrictiva del período anterio r en el sentido de que, por
una parte, la cancillería sigue siendo sustituida, cada vez más, por otros organismos (Con-
sejo Real, Consejos de Estado, de Inquisición, de Ordenes, Alcaldes de casa y corte, etc.) en
la preparación y despacho de determinadas clases de documentos; por otra, el canciller va
haciendo cesión de sus funciones, cada vez en mayor proporción, a ot ros cargos de la admi-
nistración (registrador mayor, mayordomo mayor, escribano mayor, secretarios, contadores
mayores, etc.), los cuales puede decirse que, de un modo u otro, se integran tamb ién en la
cancillería.

b) Como reliquia del pasado y a título puramente honorífico, todavía aparece en al-
guna ocasión figurando como canciller mayor de Castilla el arzobispo de Toledo. Sin em-
bargo, el verdadero canciller -y ello viene ya d3 los reinados anteriores- suele ser un pe rso-
naje del reino, a cuya familia puede vincularse el nrgo y pasar de padres a hijos. A los dos
cancilleres tradicionales, el del sello .mayor y el del :>ello secreto o de la poridat, que se llama
ahora canciller mayor del sello de cera de la Corte, se añade en el sigló XVI el canciller ma-
yor de Indias, cuyo primer nombram iento recayó en el famoso político de Carlos V, Mercuri-
no Gattinara.
e) La función específica de dichos tres cancilleres se c iñe más cada día al control de
los correspondientes sellos y su oposición a los respectivos documentos. El canciller del sello
mayor controlaba los de plomo y cera colorada de las Audiencias y chancillerías de Valladolid
y Granada; el del sello de cera o de la poridat, los de la Corte y Consejo real; y a cargo del
de Indias estaba sellar los documentos del C'onsejo del mismo nombre, con los de las Au-
diencias del Nuevo Mundo.

d) El cargo y título de canciller mayor prolongó su existencia hasta el siglo XIX y,


generalmente, fue patrimonio de las mismas fq.milias, llegando incluso a ser ostentados por al-
gunas mujeres. En la práctica la relación de estas personas con el cargo fue siempre a menos
en cuestión de actividad y eficacia, limitándose a la posesión del título y a cobrar la parte que
les tocaba, de los derechos del sello: El recurso de los lugartenientes, que hemos visto en
los períodos anteriores, se hace con el tiempo más imprescindible. No olvidemos que aun los
segundos altos cargos de la cancillería, a que acabamos de referirnos, dispusieron desde
muy pronto de los mismos lugartenientes o sustitutos.

e) Como novedades en el personal de la cancillería pueden notarse: La creación del


notario mayor de Canarias y el de las posesiones de Africa, que se añaden a los notarios ma-
yores de León, Toledo, Andalucía y Granada. Oficios nuevos, institucionalizados ahora, y rela-
cionados con la cancillería de algún modo, pueden considerarse también el "de tomar razón
de las mercedes y satisfacciones que el rey hace", el pagador de los salarios del presidente
y miembros del Consejo y otros oficiales que se pagaban en la Corte, así como el encargado
de las declaratorias de los juros, libros y otras escrituras referentes a la corona real.

342
DOCUMENTO 1

Transcripción

Don Fernando e donna Ysabel por la gra~ia de Dios Rey e Reyna de Castilla, de León, de Aragón, etc. a
vos el nuestro corregidor de la ~ibdad de Plazen~ia, salud e gracia. Sepades que nos ou imos mandado dar e di-
mos vna nuestra carta para vos librada de los del nuestro consejo el tenor de la qua lyes este que se sigue :
Don Fernando e donna Ysabel por la gra~ia de Dios Rey e Reyna de Castilla, de León e de Aragón, de Se~ilia,
de Granada, de Toledo, de Valen~ia, de Galizia, de Mallorca, de Seuilla, de Córdoba, de Cór~ega, de Muryia, de
Jahén, de los Algarues, de Gibraltar, de las Yslas de Canaria, conde y condesa de Baryelona, sennores de Viz-
caya y de Molina, duques de Atenas y de Neopatria, condes de Ruysellon y de <;erdania, marqueses de Oristán
y de Goyeano a vos el li~en9iado Francisco de Vargas nuestro corregidor de la ~ibdad de Plazen~ia, salud e gra-
cia. Sepades que por parte del con9ejo ,justi9ia, regidores, caualleros, escuderos ofi9 iales, ommes buenos desa
dicha ~ibdad nos es fecha relayion diziendo que el duque don Aluaro D'Estúñiga al tiempo de su fin e muerte
mandó en su testamento que fuesen pagadas a la dicha 9ibdad lo que auia tomado de los frutos e rentas della
que dizen que auía tomado de los propios e rentas de la dicha 9ibdad, de las quales diz que la dicha ~ibdad
demandó a los testamentarios del dicho duque ante! dolor Cornejo corregidor que fue de la dicha yibdad e nues-
tro juez comisario para en este caso e ante! bachiller Gutierre de Trejo. Nos touimoslo por bien por que vos
mandamos que no obstante lo quel dicho dean alega cumplades la dicha nuestra carta de suso encorporada segund
e por la forma e m<~nera que en ella se contiene sin dar lugar a luengas ni dila~iones por manera que la dicha
~ibdad alcanye cumplimiento de justi9ia e no se nos ayan mas de venir a quexar sobre ello.

Dada en la villa de San Mateo a treynta días del mes de deziembre anno del nas9imiento de nuestro
Sennor lhesu Christo de mili e quatro~ientos e nouenta e seys annos. Yo el Rey y yo la Reyna. Juan de la Parra
secretario del Rey e de la Reyna nuestros sennores la fiz escriuir por su mandado. Don Aluaro dolor, Rodrigo
Maldonado.

Comentario

Procede esta sobrecarta del Registro General del Sello del Archivo General de Simancas
(30 diciembre 1495). No se trata, por tanto, de un original, sino de una copia de registro.
A pesar de las normas dictadas para que las copias fuesen completas y fidedignas, ésta que pu-
blicamos presenta graves descuidos por parte del copista, ya en la escritura (escribe guerra por
gracia, maestres por marqueses, etc., defectos que hemos subsanado dada la finalidad diplo-
mática y no paleográfica del texto) , ya en el contenido, porque la provisión que se inserta no va
completa, pues falta petición, vista, etc.

En cuanto al con tenido, refleja una más de las muchas tropelías que cometió la alta
nobleza con los bienes de los privados y de losconcejos durante la baja Edad Media. La acti-
tud de los Reyes Católicos en este caso, como en tantos otros, es digna del mayor encomio.

346
DOCUMENTO 11

Transcripción

Yo el Rey. Por quanto por ciertas mis cartas firmadas de mi nombre e selladas con mi sello enbié llamar
a todos los fijosda lgo para que me viniesen servir a la guerra que yo he con los moros de Granada, enemigos
de nuestra santa fe; por ende por este mi alvalá do licencia a vos los doctores e lic;:enciados e bachilleres e estu-
diantes del Estudio de la noble villa de Valladolid para que non vayades nin enbiedes a la dicha guerra que
yo he con los dicho moros de Granada, non enbargante las dichas mis cartas de llamamiento que yo mandé dar
en esta rrazón para que todos los fi josdalgo de mis rregnos me vengan servir a la dicha guerra, e que por non
venir al dicho millamamiento no ncayedes nin incurrades en penas algunas contenidas en las dichas mis cartas
ni alguna dellas, ca yo les rrelievo dellas. E desto les mandé dar este mi alvalá firmado de mi nombre. Fecho
treinta días de abril anno del Nascimiento del nuestro Sennor lhesu Christo de mili e quatrocientos e treynta e un
annos.
Yo el Rey (rúbrica).
Yo Diego Romero la liz escrevir por mandado de nuestro sennor el rrey (rúbrica).

Comentario

El documento que comentamos pertenece al Archivo de la Universidad de Valladolid,


cuyos fondos se remontan a fines del siglo XIV. Se trata de un albalá de los más sencillos,
compuesto realmente de lo imprescindible. La disposición real se sobreentiende que es como
consecuencia de una petición que los componentes de la Universidad -docentes y estudian-
tes- elevaron al monarca.

En cuanto a su contenido, hay que hacer observar que la nobleza, cualquiera que fuese
su clase, estaba obligada a acud ís a la guerra cuando el rey hiciese el llamamiento. Sin em-
bargo, salvo casos muy excepcionales, los profesores y alumnos hidalgos, que por condición
social habían de acudir, eran eximidos por la realeza de prestar el servicio personalmente o
de pagar a otra persona para que lo hiciera en su lugar.

347
DOCUMENTO 111

Transcripción

Yo el Rey enbío mucho saludar a uos Diego Ferrández mi marisca.! commo aquel de quien mucho fío.
Fago uos saber que vy vuestra carta que me enbiastes e otra que enbias-tes a Juan Martínez mi chanceller e en-
tendí lo contenido en ellas. E a lo que me enbiastes de zir en rrazón de la ordenanc;:a que se deu ía tener en rrazón
de las ahumadas que se deuen fazer para más en breue saber las nueuas de ella, sabed que la ordenanc;:a es
buena, e yo he ordenado que aquí en Segouia que se fagan dos ahumadas el sabado en la noche quando fue-
ren andadas dos oras del rrelox de aquí e que de la manera que se aquí fizíeren se fagan a do es tan las paradas
lasta llegar allá a Toro. Por ende es menester que desde las dichas dos oras fagades que esté ta l guarda pues-
ta e tal rrecabdo por que vean las dichas ahumadas e que piren bien mientras en quanto espac;:io de tiempo
después de las dos oras que se acá comenc;:arán a fazer llegarán allá, e me lo enbiades dezir luego a mas andar
por que c;:iertamente sepa en quantas oras yo podré saber las nueuas de alla. Otrosí bien sabedes commo con
Alfonsillo uos enbíe dezir que por fijo fiziesedes fazer tres ahumadas e por fija dos, e pa réc;:eme que es mejor
que se fagan c;:inco por fijo e (en blanco) por fija e así u os mando que lo fagades. Ot ros í a lo que me enbiastes
dezir en rrazón de la creenc;:ia que auiades menester para esa villa sabed que pues ay esta la Reyna que non
parec;:ería bien la tal creenc;:ia mas quando alguna tal cosa rrecrec;:iese que rrequirades a la Reyna por que ella lo
mande fazer. Otrosí sabed que me díxo el omme de Pero Manrrique que lo auiades fecho detener alla por la
respuesta vn día e medio, lo qual non deuierades fazer que en tal tiempo non deuedes detener los mensageros
saluo librarlos luego e enbiarlos por que vengan a más andar, e así lo fazed de aquí adelante.

Dada en Segouia quatro días de marc;:o. Yo lohan Martinez chanc;:eller del Rey la escri ui por su mandado.

Yo el Rey (rúbrica).

Comentario

La transcripción que antecede corresponde a una carta misiva de la primera época, ca-
racterizada principalmente, según hemos dicho, por su protocolo inicial , que se compone de la
expresión "Yo el rey envío mucho saludar a N. como aquel de quiem mucho fío."

Decíamos en nuestras explicaciones que la gran dificultad de estas misivas del siglo XIV
era asignarles un año preciso, ya que en ellas figura sólo el lugar de expedición, el día y el
mes, pero nunca el año. En el caso que estudiamos la data se limita a un "Dada en Segovia
quatro días de marc;o." Por los caracteres muy personales de la firma autógrafa del rey y las
menciones del canciller Juan Martínez, de·l mariscal Diego Manrique y del noble Pero Manrique
llegaríamos a indicar que corresponde al reinado de Enrique el Doliente (1390-1406). Pero en
este caso concreto, por fortuna, otra fuente nos facilita una información complementaria que
sirve para datar con toda exactitud esta carta el 4 de marzo de 1406. En efecto, el contenido
principal de la misiva se refiere a un método telegráfico mediante hogueras - generalizado en
la Edad Moderna- para transmitir rápidamente la noticia del alumbramiento de la reina y si
había nacido varón o hembra.

En El Victoria!, esa encantadora cron1ca de nuestra Baja Edad Media (ed. J. de M. Ca-
rriazo, Madrid , 1940, p. 139), se relata que el sistema de las ahumadas fue el artificio ideado
para comunicar al rey Enrique la noticia del nacimiento de su hijo Juan, luego Juan 11. " En este
comedio -dice- estava la reyna Catalina en Toro, preñadaa, en tiempo de parir. E tenía
el rey paradas en todo el camino de Toro a Segovia, e encima de los oteros estaban puestas
atalayas prestas para hazer almenaras e aumadas, partidas por señales, en manera que el rey
supiere en poco espac;io de tiempo quando la reyna pariese e qué avía parido. E ansí fue fe-
cho que en poca de ora supo el rey cómo tenía un hijo."

Por tanto, si Juan 11 nac ió el 6 de marzo de 1405, esta mi siva se hizo dos días antes, el
4 de marzo de 1405.

348
DOCUMENTO IV

Transcripción

El Rey e la Reyna .

Grauiel Sánchez, nuestro thesorero, Nos vos mandamos que asentedes en los nuestros libros que vos te-
neys de la mesa maestral de la horden de Calatraua al prior e flayres e convento del monesterio de nuestra Seño-
ra Santa Maria de Guadalupe veynte mili maravedis que es nuestra merc;;ed que ayan e Lievende Nos este pre-
sente año de la fecha desta nuesrta c;;edu·la, e dende en adelante en cada vn año en quanto nuestra merc;;ed e
voluntad fuere para las capellanías del señor Rey don Enrrique nuestro hermano que Dios aya. E otrosy vos man-
damos que de los maravedís que son a vuestro cargo de rrec;;ebir a cobrar de las rrentas de la dicha mesa maes-
tral de Calatraua dedes e paguedes o libredes al dicho prior e flayres del dicho monesterio o a quien su poder
oviere los dichos veynte mili maravedís este dicho presente año e dende en adelante en cada un año, en quan-
to nuestra merc;;ed e voluntad fuere segund que dicho es; e tomad sus cartas de pago o de quien el d icho su
poder oviere, con las quales o con el traslado desta nuestra <;edula mandamos que vos sean re<;ebidos en quenta
los dichos veynte mili maravedis en cada vn año que los diéredes e pagáredes como dicho es. E non fagades
ende al. Fecha en la c;;ibdad de Tortosa a diesinueve días del mes de enero de noventa e seys años .
Yo el Rey (rúbrica). Yo la Reyna (rúbrica).

Por mandado del Rey e de la Reyna . Fernand Aluares (rúbrica).

Comentario

Se trata de una cédula real de los Reyes Católicos procedente del rico fondo del mo-
nasterio de Guadalupe, hoy en el Archivo Histórico Nacional.

Obsérvese el carácter de mandato que reviste el documento: " Nos vos mandamos ...
Otrosy vos mandamos ... " , etc. , la aparición de conminatoria (E non fagades ende ál), y cómo el
documento se llama a sí mismo en dos ocasiones " cédula" . La fecha, por otra parte, está com-
puesta sólo por la decena y la unidad.

En cuanto al contenido, observará el lector que su temática es más propia de un alba-


lá que de una cédula; es ésta una prueba de lo que decíamos, al referirnos a la gran expansión
que conoció la cédula en la Edad Moderna, en detrimento de otros documentos, como el albalá,
que llegv a ser desplazalo por ella.

349
TEMA XXXV

DOCUMENTACION NAVARRA, CATALANA Y ARAGONESA

ESQUEMA/ RESUMEN

l. Introducción.
A) La organización
1) Primera época canci lleresca. ' a) Caracteres ex-
(hasta 1234). ternos.
B) L os documen-
11. La documenlación ) 2) Segunda época , tos. b) Naturale.za y
del reino de Navarra. (1234-1512}. estructura
textual.
3) Después de
1 1512.

Documentos conservados.
11)
111. La documentación ara- . )
2 Lo canci lleresco.
~
gonesa. 1 Caracteres externos.
a)
3) Los documentos públicos. b) Clasificación.
e) Estructuras textuales.
1 1) La que se conserva.
IV. La documentación ca- ~ 2) La escribanía condal.
talana primitiva.
t 3) Los documentos mismos.
a) Etapas.
1) La cancillería ~ b) El personal y sus funcio-
nes.
e) El proceso documental.
V. La do eumentación ca- {
Documentos en pergami-
tal ano-aragonesa. ~ a) no.
2) Los documentos públicos . b) Cartas reales.
e) Otros documentos.
d) Registros.
3) La documentación privada. Notariado.
1) Organización de la cancillería.
VI. El reino de Mallorca. 2) Personal de la misma.
3) Los documentos.
VIl. Reyes Católicos y Austrias.

351
INSTRUCCIONES

Nos referíamos en las Instrucciones del anterior tema 32 a la división de la Península


Ibérica en grandes parcelas documentales, acotadas por claros límites geográfico-históricos, y
nos lamentábamos de tener que dedicar a aquéllas solamente un tema por parcela, con la con-
siguiente dificultad de meter en tan poco espacio tanta materia. Lo cual, si ha sido una realidad
en los tres temas anteriores, lo es mucho más en éste, donde intentamos reunir los datos fun-
damentales relativos a la documentación navarra, catalana y aragonesa.

Supuesta la gran extensión de tiempo y espacio que cubre dicha documentación , es evi-
dente que ésta ha de ser en extremo variada y cuantiosa, dándose además la circunstancia de
que por razones jurídico-administrativas la producción documental conservada quizá alcanzó
en dichos Estados proporciones mayores que en Castilla y León. Si a esto añadimos la abun-
dante bibliografía surgida en torno a determinados sectores de esas tres grandes áreas, se
comprenderá por qué insistimos en ponderar Jo amplio y dificultoso del resumen que inten-
tamos hacer, el cual, sin duda resultará aquí, más que en ninguna otra lección del programa,
verdadero resumen y esquema.

Desde el punto de vista pedagógico, advertimos a Jos alumnos sobre la dificultad que
pueda suponer ese esquematismo y la especial atención con que han de aplicarse al estudio
de los distintos apartados, a cuyo propósito siguen estando en pie Jos consejos y adverten-
cias dados en Instrucciones anteriores, a saber: dominio, hasta cierto grado, de la lengua lati-
na y suficiente conocimiento histórico de las épocas a que se refiere cada una de las docu-
mentaciones dichas. Como novedades dignas de tenerse en cuenta, el alumno há de estar pre-
venido sobre la relativa frecuencia con que, entre Jos documentos que maneje, puedan presen-
társele textos redactados en catalán, valenciano o mallorquín , y aun en francés, por lo que se
refiere sobre todo a la documentación navarra.

En un terreno más práctico, de manejo de los documentos y aprevochamiento de los


mismos con vistas a la investigación histórica, el problema se plantea en términos parecidos
a como lo planteábamos para León y Castilla, a saber: que no será fácil encontrar piezas ni
series nuevas o desconocidas, correspondientes a los primeros siglos de historia de las tres
regiones que nos interesan. Para los alumnos que estén especialmente orientados hacia esa
historia y quieran dedicarse a conocerla y elaborarla directamente con materiales de primera
mano, no será difícil, en cambio, encontrar, del siglo XII en adelante, tondos y lotes diversos
no explotados por otros historiadores, exhaustivamente al menos. El resumen que aquí vamos
a darles podrá servir, siquiera, para ponerse en camino de aprovecharlos.

353
ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Naturalmente, es inútil buscar estudio ni trabajo de conjunto sobre el tema, supuesto


lo diverso y aun heterogéneo de su enunciado y contenido. Incluso los manuales a que veni-
mos refiriéndonos parecen prestar a estas series diplomáticas de los reinos de la Península
Ibérica que podemos llamar orientales, menos atención que a las occidentales. Así, el " Tratado ··
de Millares apenas dedica diez páginas (228-232 , 248-250, 277-278 , 340-344, 347) a los pro-
blemas paleográficos del conjunto documental en que estamos interesados; y no más el " Cur-
so General " de Floriano, donde las noticias sobre lo navarro-aragonés y lo catalán se encuen-
tran dispersas a partir de la página 377. De autores extranjeros . por citar alguno que, aunque
breve y ligeramente, toque el tema en su conjunto, citaremos a J. Delaville le Roulx , " Etudes
sur la diplomatique des chancelleries royales de Castille et de León. d'Aragon et Navarre ". pu-
blicados en 1893.

En cambio -y ya lo hemos apuntado-, la bibliografía por separado sobre cada una de


las tres áreas diplomáticas que vamos a enjuiciar, es abundante, bien que tampoco se en-
cuentren trabajos generales y a fondo sobre ninguna de ellas. Pero son numerosas las colec-
ciones diplomáticas reunidas en torno a personas e instituciones, con sus cor respondientes
comentarios (p. ej., J. Moreno, " Colección diplomática de Sancho el de Peñalén ", tesis docto-
ral , Universidad de Zaragoza, 1967; A. Ubieto, " Colección diplomática de Pedro 1 de Aragón "
Zaragoza, 1951 ; R. d'Abadal , " Eis diploms carolingis a Catalunya". Barcelona, 1926-50), así
como los estudios monográficos relacionados con determinados aspectos canci llerescos o do-
cumentales propiamente dichos. Ocasión tendremos de ir citando los más importantes a lo
largo de las siguientes Explicaciones .

. ·' 55
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

l. INTRODUCCION

Empezar nuestra exposición por la documentación correspondiente al reino de Navarra


parece congruente. Primero, por su situación geográfica intermedia entre la parte occidental de
la Península, ya estudiada, y la oriental, que vamos a estudiar, sirviendo como de puente para
el paso de una a otra. Segundo, por su desarrollo histórico que, según épocas, cabalga ya
sobre Castilla, ya sobre Aragón, influyendo en la historia de ambos reinos o siendo influido
por la de éstos. Tercero, porque de las tres parcelas histórico- documentales que traemos
aquí a examen y consideración, Navarra puede decirse que mantuvo durante más tiempo, den-
tro de una menor extensión geográfica, no sólo su independencia política, sino su peculiar fi-
sonomía interna.

Después de Navarra nos referiremos a Aragón en su primera etapa histórica, la que


va desde los orígenes del reino y sus antecedentes hasta su unión con Cataluña en el siglo XII.
Parece obvio que lo hagamos así, teniendo en cuenta que el reino aragonés como tal fue en
un principio hijuela del navarro y que, por su geografía y su historia; ambos estuvieron du-
rante esos primeros siglos estrechamente relacionados, cuando no fundidos en la persona de
un mismo rey.

De Aragón, en esa primeta etapa, saltaremos a la Cataluña primitiva (carolingia y con-


dal), cuya historia y cuyos documentos ofrecen unas características propias y bien definidas
hasta su unión con Aragón el año 1137.

A partir de ese año, y como consecuencia de esa unión, resulta lógico que abramos
un cuarto apartado, en que trataremos de resumir todo lo referente a la documentación cata-
lana-aragonesa durante los tres siglos largos que median hasta 1479 en que, con los Reyes
Católicos. se unen Aragón y Castilla. Pero, al revés que en ésta, los reinos de la Corona ara-
gonesa parece habían mantenido dentro de la misma una mayor independencia y personali-
dad, llegándose en el caso de Mallorca a contar con reyes propios y distintos de los de Ara-
gón, lo cual nos obliga a completar dicho período con una breve nota, a modo de apéndice,
sobre dicho reino balear.

Carácter apendicular tendrá, igualmente, un último y pequeño capítulo sobre la suerte co-
rrida en su hechura y conservación por la documentación de estos tres Estados a partir de la
total unidad española, o sea, bajo el dominio, primero, de los Reyes Católicos y, luego, de los
de la Casa de Austria.

1nteresa hacer n-otar todavía a título introductorio que, en puridad, ·el estudio de la do-
cumentación catalana-aragonesa debería abarcar la de los Estados aragoneses del sur de Fran-

357
XXXV/8 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomát ica espec1al)

cia y del Med iterráneo, Nápoles y Sicilia especialmente. Pero por razones obvias, de falta de
espacio y exceso de complejidad , no la contemplaremos separadamente sino en cuanto pueda
quedar comprendida dentro de los términos generales de nuestra exposición.

Por lo demás, el método expositivo que vamos a seguir será e l mismo que en los fres
temas anteriores, distinguiendo entre los organismos encargados en cada época de la prepara-
c ión de los documentos y las piezas documentales propiamente dichas salidas de dichos orga-
nismos.

11. LA DOCUMENTACION DEL REINO DE NAVARRA

Entendemos como tal reino el conjunto de regiones o comarcas que a con tar del si-
sic IX se fueron integrando en la unidad política de ese nombre , la cual duró hasta el año 1512,
en que sin perder de l todo su autonomí a, se incorporó a la Corona de Casti lla. Geográfica-
mente dichas regiones correspondí an, en los momentos de mayor extensión del rei no, a lo que
más o menos son actualmente las provincias de Navarra y Huesca, con parte de las de Gui-
púzcoa, Vizcaya, Alava, Logroño, Santa nder, Burgos, Lérida y Zaragoza ; las cuatro últimas en
mín ima proporción. Los hechos más importantes ·en la histori a del reino, y que fueron moldean-
do esa especial fisonomía a que aludíamos antes, con las cons igu ientes repercusiones en el
terreno documen ta l, pueden ser éstos :

1. El casi seguro origen fran co del primer rey de Pamplona y las permanentes rela-
0

ciones del nuevo reino, ora amigas, ora enemigas, con los reyes de la dinastía caroli ngi a y
con los condados del otro lado de los Pirineos.

2. Las relaciones fa mili ares que, desde comienzos del siglo X, si no antes, se inician,
0

para ir aumentando con el tiempo, entre Navarra y los cond ados orientales próximos (Aragón,
Sobrarbe, Ribagorza, Pallars), muy abiertos todos a Franci a, y los dos últimos, feud o de los mo-
narcas carolinos.

3. 0 Hegemon ía navarra en la Península durante la primera mitad del sig lo XI con San-
cho 111 el Mayor, de cuyo rei nado interesa hacer notar su influe ncia y expansión tanto hacia el
Este, a costa de León y Castilla, como hacia el Oeste, con la ocupación de los cond ados de
Aragón y Sobrarbe y el vasallaje de los condes de Barcelona y Gascuña . Causa o consecuen-
cia de esa influencia y esos dominios fueron los afanes impe rial es del rey navarro sobre los
demás Estados de la Pen ínsu la que le llevaron, segú n algunos historiadores, a proclamarse
"Hispan iarum rex" o "totius Hispaniae imperatur ". Muy importante es también en su rein ado
y de grandes consecuencias, la división de sus Estados y el reparto de los mismos entre sus
hijos.

4." Uni ón de Navarra con Aragón en la persona del rey aragonés Sancho Ramírez el
año 1076, a la muerte de Sanch o el de Peñalén. Duró dicha uni ón cincuenta y ocho años ,
hasta la muerte de Alfonso el Bata ll ador en 1134.

5. 0
Entronización, a raíz de la muerte de Sancho VIl e l Fuerte en 1234, de las dinastías
francesas: primero, la de Champaña con Teobal do 1; luego, la de Franci a o Capeta con Fe-
lipe IV el Hermoso , marido de Ju ana 1, en 1274 ; y fin alm ente la de Evreux, a través del esposo
de Ju ana 11, en 1328. Hasta su desaparición en 1516 mantuvo Navarra esa querencia famili ar
hacia lo transpirenaico, pues la última reina, Catalina, casó también con el noble francés Juan
de A lbret.

1) Primera época. Desde los orígenes hasta el año 1234. El estudio de los docum en-
tos navarros correspondientes a los primeros sigl os del reino tropieza con dificultades, a veces

358
PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV / 9

insalvables, derivadas de la falta casi absoluta de originales y de la escasez de copias autén-


ticas, pues las recogidas en cartularios y colecciones de diversa índole resultan con frecuencia
poco fiables. De hecho, sólo de Sancho IV el de Peñalén y de Sancho VIl el Fuerte se ha re-
unido y estudiado la correspondiente colección diplomática; la primera, citada ya en nuestras
Orientaciones; la segunda, publicada por C. Marichalar en Pamplona, 1934. De los demás mo-
narcas hay que buscar los textos documentales que se conservan, reproducidos o comentados
en trabajos de c_arácter histórico, por ejemplo, los de J. M. Lacarra (" Documentos para la his-
toria de las instituciones navarras", en Anuario de Historia del Derecho Español, 1934), A. Ubie-
to ("Los reyes pamploneses entre 905-970", en Príncipe de Viana, 1967) y J. Pérez de Urbel
("Sancho el Mayor de Navarra,.', Madrid, 1950). Como muy raro se considera el original de San-
cho Garcés 11 que descubrió A. Canallas y publicó en Estudios de Edad Media de la Corona
de Aragón, 1, el año 1945.

Es menos escasa la documentación dura.1te el período de los reyes aragoneses, que lo


fueron también de Navarra (1 076-1134) , pero nos referiremos a ella en el siguiente apartado 111,
pues parece que ha de considerarse menos navarra que aragonesa. En cambio, resulta relativa-
mente cuantiosa la del siglo XII-XIII, una vez restaurada la monarquía propia, desde Garcia Ra-
mírez a Sancho VIl. Se conserva principalmente en fondos del Archivo General de Navarra, del
Histórico Nacional y en algunos eclesiásticos, como el de la catedral de Pamplona.

A) La organización cancilleresca. En sus comienzos fue muy rudimentaria e imitaría


la de los condados francos, uno de los cuales debió de ser, en principio, el pirenaico de la
familia Arista (valles de Roncal y Salazar) , de la cual saldría lñigo, el primer soberano (rey o
conde) de Pamplona. La palabra y el cargo expreso de canciller no aparecen , como en los de-
más reinos peninsulares, hasta el siglo XII, con Sancho VI ; antes de entonces puede asegurarse
que, por lo menos, hasta Sancho el Mayor el despacho de los documentos estaba encomenda-
do, igual que en León, a personas de cuño eclesiástico. A través de los documentos de este rey
se nota ya una cierta organización dentro del cuadro de la casa real, y son evidentes las in·
fluencias al respecto de origen leonés y castellano. Esa organ ización se incrementa en tiem-
pos de Sancho IV, y se advierte en una cierta división y aun jerarquización del trabajo entre
escribanos y notarios. El primer canciller de que tenemos noticia, ya en el siglo XII , es el arce-
diano de Calahorra, Fernando Pérez de Funes.

8) Los documentos. En términos generales cabe decir: Primero, que muchas veces el
documento público y el privado se confunden en su estructura y formulario. Segundo, que es
notoria en unos y otros la influencia de modelos francos. Tercero, que si se atiende a la ex-
tensión y división del texto documental, pueden distinguirse dos grandes grupos, según la ma-
yor solemnidad de sus estructuras. Cuarto, que todavía no s~ ha llegado a una clasificación
satisfactoria, por to comprensiva y específica, de tos documentos de esta primera época, así
reales como privados.

a) Caracteres externos y lenguaje. La materia escriptoria es siempre et pergamino,


predominando la forma apaisada. Tintas, negra y ocre. Escritur::t, visigótica, con predominio del
tipo cursivo o semicursivo en los contados ori ginales que nos quedan del siglo X. En el XI y a
lo largo de su primera mitad encontramos exclusivamente muestras de visigótica redonda, por
influencia probable de los escritorios monacales castellanos y de sus espléndidos códices. Dura
esta escritura hasta mitad del siglo XII, en que se descubren claras influencias carolinas, las
cuales seguirán aumentando hasta hacer desaparecer, a fines de dicha centuria, toda huella
apreciable de visigótica.

Lo dicho sirve igual para documentos públicos que particulares, los cuales se emparejan

359
XXXV/ 10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espec ial )

también en cuanto se refiere a la lengua en que están redactados, latina siempre, con las mo-
dalidades y cambios lingüísticos de cada época.

b) Naturaleza y estructuras. Aunque sin posibilidad -por la escasez de ejemplares


y de estudios diplomáticos sobre los mismos-de descender a grupos y matices tan concretos
como en Jos documentos astur-leoneses y castellanos de la misma época, pueden distinguirse
con seguridad tres clases de documentos reales: privilegios, cartas y mandatos; que coinci-
den con los occidentales del mismo nombre en presentar los dos primeros unas estructuras
textuales más ricas y completas , mientras que las de Jos segundos son más simples y breves.

Sobre el conjunto de los tres grupos y las partes en que puede dividirse su tenor docu-
mental nos limitamos a hacer las siguientes observaciones :

Invocación. Son frecuentes los casos en que se dan la implícita o simbólica y la ver-
bal o explícita; pero, en general , abunda más la segunda. Aquélla, en los documentos, es de
trazado pobre y rud imentario. La explícita iba referida, en los ejemplares más antiguos, a la
Santísima Trinidad, ya en forma genérica, ya personal; pero luego tiende a simp lificarse, invo-
cando solamente a Dios Padre o a Jesucristo.

fntitufación. A veces, lo que seguía de inmediato a la invocación era la notificación o


calificación jurídica del documento, y a continu ac ión , en estilo indirecto, el nombre y títu los
del otorgante. Es más normal, si n embargo, que la intitulación vaya delante; constando, en un
caso y en otro, del nombre del monarca, con o sin patron ími co, precedido del pronombre " ego"
o "nos " , acompañado del adj etivo " humi lis " o semejante, seguido de la palabra " rex" con el
"grat_ia Dei" y la mención de títu los y dominios. Hasta 1076 se reducen éstos a " pampilonen-
sium rex" ; con Jos reyes navarro-aragoneses se añade el "aragonensium" que suele ir por de-
lante; y a partir de 1156 aparece el " rex Navarre" . Mención de la reina y del heredero o suce-
sor principal puede darse.

Dirección. Puede ir, bien a segu ido de la intitulación , b ien en medio del texto. Suele fi-
gurar el título del destinatario, con su función y cargo. Fórmu la de saludo al final de la "direc-
tio " o en otra parte del texto se da raramente.

Preámbulo. Puede o no darse, y venir inmediato a la invocac ión o a la dirección. Se


tocan en él Jos temas y Jugares comunes habituales, predominando Jos de carácter eclesiástico
y piadoso.

Notificación. Va unida a )a dirección mediante un verbo en primera persona o al pre-


ámbu lo mediante alguna partícula consecutiva. A veces puede englobarse en la " d ispositio".

Exposición . Se in icia generalmente mediante una partícula ; Jos motivos alegados como
causa u ocasión del documento son parecidos a Jos de otros grupos peninsulares.

Disposición. Cuanto al contenido de lo que se dispone, sobreabu ndan las donaciones


y concesiones de derechos. Sin dejar de describirse, con prolijidad a veces, lo que se dona
o exenta, en conjunto puede decirse que tales descripc iones resultan más cortas y simples que
en la documentación leonesa coetánea.

Cláusulas sanciona/es. Fuera de las con min atorias o penales, las demás (preceptivas,
prohibitivas, etc .) son menos frecuentes. Aquéllas siguen el sistema normal de amenazar con
castigos de orden espiritual, pecuniario y, a veces, corporales.

Cláusul as de corroboración. O no se dan o aparecen reducidas al mínimo, referidas a


la orden de que se escribiera el documento.

360
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA {Dip-lomática especial) XXXV/ 11

La data. Con ella, y bajo la fórmula " Facta est", se abre el protocolo final. En las prime-
ras series de documentos es sólo cronológica, sin referencia al lugar en que fueron hechos ; fal-
tando igualmente el dia y el mes; en cambio, el año se cuenta por partida doble : el del reinado
y el de la era hispánica ; con frecuencia se añade algún dato histórico.

Suscripciones, signos y sellos. La intervención directa del otorgante y los testigos es


rara a los principios, limitándose a poner un punto o una pequeña señal junto al " signum " . Los
confirmantes (familiares del rey, personajes eclesiásticos y nobles) suelen disponerse en colum-
nas de izquierda a derecha.

En el siglo XI el principal elemento de validación es el signo real, con un dibujo a modo


de templete que trazaba el escriba principal o "scriba regís ". Igual o parecido se mantendrá
en épocas siguientes para los documentos más solemnes.

Sobre el sello, se discute si es auténtico un fragmento conservado en el Archivo General


de Navarra y que se atribuye al rey Fortún 11 el año 901; de serlo, resultaría el sello más anti-
guo de España. Entre los conocidos y seguramente datados, el primero en antigüedad es de
1214 y corresponde al rey Sancho VIl el Fuerte. Se conserva en el Archivo Municipal de Pam-
plona; es de cera amarilla y va unido al documento mediante una cinta de seda, de color rojo
y gualda. En el anverso se representa al rey montado a caballo con la leyenda: " SANCIUS : DEl
GRATIA : RE X"; y en el reverso , un águila con la leyenda: " BENEDICTUS DOMINUS DEUS
MEUS " . El águila fue el blasón principal de los reyes navahos y como tal aparece dibujada en
un documento de Sancho IV. Perdurará así hasta después de la batalla de las Navas el
año 1212, en que como recuerdo de la actuación del rey Sancho VIl rompiendo las cadenas
de la tienda del Miramolín, se adoptaron éstas como emblema que aún perdura en el escudo de
Navarra. ·

2) Segunda época. Desde 1234 hasta 1512. Podemos decir con A. Canellas en su po-
nencia sobre " Las cancillerías del reino de Navarra" (V Congreso Internacional de Diplomáti-
ca, París, 1977) que diplomáticamente constituye un tema inédito , y que de los 45 trabajos
impresos que parecen referirse al mismo, 24 se reducen a simples catálogos o ed ic iones par-
ciales de documentos . no ofreciendo ninguno de los 45 más que breves consideraciones mar-
ginales y genéricas (véase, por ejemplo , G. Berrogain , " Documentos para el estudio de las ins-
tituciones políticas de Navarra durante las dinastías de Campagne y de Francia" , en Anu ario
de Historia del Derecho Español, VI, 1929; y F. Mateu , " Rex Navarre ", en Span ische For-
schungen , XI , 1955) . De desear sería la pronta publicación de dicha ponenc ia , que está llama-
da a marcar huella en el conocimiento diplomático de esta época.

Mientras tanto habremos de limitarnos a poco más que un enunciado de los problemas
que en ella se plantean , empezando por recordar que a partir del siglo XII se operan una se-
rie de cambios en el campo documental, los cuales, con relación a Navarra , se manifiestan en
un mayor desarrollo de la organización administrativa, económica y fiscal: en la aparición de
nuevos tipos documentales que tienden a la simplifación y a la brevedad ; en las influenci as de
carácter institucional y jurídico que proceden de otros Estados, part icularmente de Franc ia y
Aragón ; en la creación de normas u ordenanzas que reglamenten la actividad doc umentisti ca
y canci lleril.

A) La cancillería. Al periodo de la Casa de Champaña (1234:1304) corresponden no-


vedades muy importantes, unas directamente cancillerescas , otras ind irectamente a través de
los nuevos sistemas de administ ración pública . He aquí los principales aspectos en que se re-
flejan unas y otras:

361
XXXV/12 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial}

1." Compilación, en tiempos de Teobaldo 1, d&l "Fuero General", base de la territoria-


lidad del derecho navarro, con importantes repercusiones en el sistema documental del reino.

2. 0 Presencia de funcionarios franceses que los reyes de la Casa de Champaña ponen


al trente de los servicios públicos, creándose entre otrps el cargo de chambelán. A tales fun-
cionarios hay que atribuir las novedades económicas de orden contable y fiscal que se implan-
tan en el reino, por ejemplo, el establecimiento del registro de finanzas, inspirado en los usos
y costumbres que por influencia inglesa imperaban en la región francesa de Normandia.

3.0
Los ·libros de cuentas y los documentos correspondientes se perfeccionaron con los
reyes de la casa de Francia (1304-1327). Aparecen entonces los recibidores, que se agrupan
por d istritos y son quienes compi lan los registros de "comptos "; entre estos registros se encuen·
tran los del "hostal" o casa del rey en el siglo XIV. Carlos 11 el Malo, de la casa de Evreux,
culminó esta línea hacendística de organización económica y financiera, fundando en 1364 la
Cámara de Comptos, que fue un verdadero tribunal de cuentas, con carácter y autoridad judi-
ciales. Carlos 111 lo completó, instituyendo un fiscal de la Cámara.

4.° Con relación a la cancillería propiamente dicha y a su organizacton, Teobaldo 1


puso al cargo de la misma funcionarios franceses. La presidía un canciller, más a título hono-
rífico que de verdadera intervención en la hechura y expedición de los documentos. Estos co-
rrían a cuenta de los secretarios reales, eclesiásticos generalmente, los cuales, teniendo a sus
órdenes clérigos auxiliares, se ocupaban más directamente de algunos servicios especiales,
como el de la audiencia del sello -audiencieros- y el de guardasellos del sello del rey para
el ejercicio de la jurisd icción graciosa. Entre los cancilleres del siglo XIV figuran los eclesiás-
·ticos Martín de Zalba y Francés de Vil laaspesa. Entre los secretarios, se mencionan el " secre-
tario del rey y de la cort", el "secretario y clérigo de la cámara de dineros". Algunos forma-
ban parte de la curia y del Consejo real, delegando la actividad documental en los auxiliares
dichos, que eran quienes se ocupaban de la hechura y expedición de los documentos; uno de
esos c lérigos percibía a partir de 1370 los derechos del sello de la Corte.

5. 0
En cuanto al funcionamiento de la cancillería, los documentos se hacían y expedían
-como era normal- ya de oficio, ya a instancias de parte. Para los primeros, la "iussio " u
orden de hacerlos procedía, durante la dinastía de Champaña, directamente del rey ; desde
Luis el Huttin esa orden se daba a través de delegados. En el proceso de e laboración docu-
mental se distingue la fase de minutación o gruesa; la de control previo antes del sellado; la
del paso por la audiencia del sello; la de signos y suscripciones y la de registro. De estos úl-
timos queda algún fragmento (véase F. ldoate,"Un registro de la cancillería del siglo XVI", en
Príncipe de Viana, 1959). Se conoce también un formulario.

8) La documentación misma. Por lo que hace a su naturaleza y estructura es evi-


dente que perviven los privilegios y mandatos de la etapa anterior y aparecen, como en Castilla
y Francia, las cartas patentes o abiertas y las misivas o cerradas, todas con sello de ce ra
colgado. Su característica principal puede ser la falta en el protocolo de toda dirección perso-
nal, sustituida por las conocidas fórmulas generales de notificación o dirección: "Universis
presentes literas inspecturis", "Sepan cuantos esta presente carta verán ed oirán que nos don
Th ibalt". Durante los siglos XIV y XV, imitando modelos franceses, aparecen tipos de docu-
mentos dimanantes de la jurisdicción graciosa con fórmulas propias y específicas como la de
"Ad perpetuam rei memoriam". Aunque la cosa resulte natural dentro del formul ismo docu-
mentaría, nótese la novedad que suponen en las respectivas intitulaciones los estados y domi-
nios que se mencion an añadiéndolos al título de rey de Navarra: "de Campanya, de Bria, con-
de palacín". y en latín: "rex Navarre, Campanie, et Brie, comes palatinus". En los docu-

362
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV/13

mentas de la Casa de Francia tenemos: "Francorum et Navarre rex" ; y en los de la de Evreux:


" Regis Navarre et comes ebricensis" .

La lengua de estos documentos puede ser, según su naturaleza, origen y contenido, el


latín, el francés y el castellano. La materia escriptoria, papel o pergamino. La escritura, cursiva
regular; se encuentran iniciales adornadas. Sellos, pendientes y de placa, con tipo ecuestre
en los de Champaña, y maye~tático en los de Francia y Evreux.

111. LA DOCUMENTACION ARAGONESA

Se entiende lo de aragonesa en su sentido estricto, o sea, la que corresponde al reino


de Aragón desde sus comienzos el año 1035 hasta su unión con Cataluña en 1137. Geográfi-
camente lo que empezó siendo un pequeño territorio formado por los condados de Aragón y
Sobrarbe, bien sabemos cómo en sólo un siglo se expandió hasta comprender la actual pro-
vincia de Huesca, con gran parte de la de Zaragoza; y de las de Lérida, Teruel , Soria y Na-
varra, partes más o menos considerables.

Entre los hechos históricos importantes ocurridos a lo largo de esos cien años hay que
notar, supuestos ya los relacionados con la reconquista y su consiguiente expansión territo-
rial, éstos otros dos: la unión con Navarra el año 1076 en la persona del rey Sancho Ramírez y
sus sucesores hasta Ramiro 11 exclusive, y el matrimonio de Alfonso IJcon la reina de Castilla
doña Urraca. En el campo documental , los tres hechos iban a reflejarse; pero el último con
caracteres más singulares y de mayor interés para el diplomatista (véase S. Martín Postigo,
"Alfonso 1 el Batallador y Segovia" , Segovia, 1958).

1) Los documentos conservados. Abundan relativamente, incluso los originales, y se


conservan en diferentes archivos, empezando por el Histórico Nacional y sus fondos proceden-
tes de monasterios aragoneses. Los catedralicios de Jaca, Huesca, Zaragoza, Tudela, Tarazo-
na, más otros de antiguas iglesias, como San Pedro el Viejo de Huesca, y de antiguos ayunta-
mientos, como el de Jaca, son también poseedores de piezas muy relevantes. En su mayor parte
han sido estudiadas, agrupadas por colecciones en torno a los respectivos monarcas. Así, la do-
cumentación de los reinados de Sancho Ramírez y Alfonso el Batallador fue recogida y anali-
zada, respectivamente, por A. Canellas y P. Galindo en sus tesis doctorales, todavía lamenta-
blemente inéditas; A. Ubieto publ icó (Zaragoza, 1951) la "Colección diplomática de Pedro 1 de
Aragón y Navarra" . Sobre Ramiro 11 tenemos las " Notas documentales " de F. Balaguer, publi-
cadas en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón , vol. 111.

2) Lo cancilleresco. En todo este tiempo tampoco puede hablarse en puridad de can-


cillería ni de canci ller; algunos autores hablan de escribanía y escribanos reales. Sob.re la cual ,
lo que resulta más evidente es su carácter Itinerante, comprobado a través de las datas tó-
picas de los documentos.

Sobre su organización y funcionamiento hay que señalar la existencia de un grupo de


" scriptores " a quienes tocaba la escritura material y definitiva del diploma. Hasta Alfonso 1
no puede asegurarse que se perciba la diferencia y jerarquización entre notarios y escribanos.
Unos y otros eran generalmente clérigos, ya fi jos, ya temporeros u ocasionales. La marcha y
evolución de la regia escribanía parecen estar relacionadas con la capilla real. Los escribanos
suelen aponerse alguno de estos títulos: "Scriba" , "scriptor " , "capellanus" o "capellanus re-
gis". Hacia el año 1000 aparece el " scriptor regís ". La verdadera fuerza jurídica le venía al
documento del signo del escribano ; lo cual no supone ausencia permanente del " signum regís "
que, autógrafo o no autógrafo, se hacía después de escrito el documento; lo normal era q• •e lo
dibujara el escriba principal.

363
XXXV/14 PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA (Diplomática especial )

3) Los documentos en sí mismos. Como en Navarra y en Castilla subsiste aquí la


división general entre documentos más solemnes y más sencillos. De todos cabe decir, en
cuanto a sus caracteres externos, que están escritos sobre pergamino grueso por el lado de
la carne, adoptando en general forma apaisada. La escritura es siempre visigótica redonda,
pero con pe·rfiles propios que la distinguen claramente de la de Castilla (véase el anterior
tema 12). Hay influjos de escritura carolina que se aprecian incluso en diplomas de Sancho Ra-
mírez; pero en su mayoría siguen éstos manteniendo íntegra la escritura visigótica hasta tiempos
de Ramiro 11. Sobre Alfonso el Batall_ador téngase en cuenta que mientras duró su matrimonio
con doña Urraca (1109-1114) las cancillerías de ambos despachaban indistintamente para los
dos reinos, con el consiguiente trastrueque de escrituras, que ha de tenerse en cuenta al en-
juiciar documentos de uno y de otro. En cuanto a lengua, todos estos textos documentales se
redactan en latín, bien que con fuertes aragonesismos y con clara influencia del ambiente ára-
be en que se desenvuelve el reino de Aragón, mucho más que el de Castilla.

Por lo que se refiere a su estructura diplomática, en sustancia se mantienen los mismos


tipos que en Castilla y en Navarra, a saber: privilegios, cartas y mandatos. Los dos primeros
suelen corresponder, por su contenido, a donaciones y a reconocimiento de situaciones de pri-
vilegio o exención . Se caracterizan por una estructura más completa y solemne, que incluye,
de ordinario, la doble invocación, titulación, notificación y dirección , exposición de motivos,
parte dispositiva, cláusulas de corroboración, signos, data con la cláusula "regnante", listas de
obispos y tenentes, y suscripción del escribano que cierra el documento.

Los mandatos, en cambio, que van dirigidos a funcionarios u oficiales del rey sobre apli-
cación de medidas de gobierno interior, simplifican mucho el aparato estructural, prescindien
do de la invocación, saludo, notificación e, incluso, de la fecha (véase J . M. Lacarra, " Manda-
tos reales aragoneses del siglo XII", en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón , IV,
1948).

Atendiendo a su contenido, la clasificación de estas serie documentales es mucho más


amp lia: fueros, pactos, albaranes, delimitación de términos, convenios y actos de vasallaje,
confirmaciones. Típico es el albarán, destinado principalmente a consignar los bienes que se re-
partían entre los conquistadores y pobladores de una ciudad ganada e incorporada a los domi-
nios reales. Estructuralmente son documentos muy simples, incluso en la intitulación y en la
fecha que, por otra parte, puede abundar en alusiones a hechos o sucesos históricos.

Las confirmaciones de documentos anteriores son bastante frecuentes, bien por el siste-
ma sencillo de aponer al propio documento el signo del rey, bien por el llamado "reparatio
scripturae" cuando el documento original se había perdido.

Las partes del tenor documental que , por su novedad o particularidades, merecen notar-
se en algunos de estos grupos documentales, son las siguientes:

lntitulación . Típica es, si se compara con los usos castellanos donde ' nunca se refie-
re a los súbditos sino siempre al reino, la de "aragonensium rex", aumenta con el "pampi-
lonensium" a partir de Sancho Ramírez. La enumeración de Estados propiamente dicha no se
advierte hasta Pedro 1, y es natural, pues antes no se contaba sino con Aragón y Navarra

Directio. Puede ir en dativo o en acusativo con "ad ". El primer caso se emplea nor-
malmente para personas o instituciones eclesiásticas ; el segundo , para laicos. La fórmula ge-
neral inc oncreta o metafísic a también puede darse, según documentos.

364
PAL EOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espec ial) XXXV/15

Preámbulo. Su presencia es rara, y cuando aparece se da la circunstancia de que lo


hace siempre en documentos preparados por escribanos temporeros u ocas ionales, no por los
escribanos reales fijos. Cuanto a sus ideas y con tenido , fre cuentemente g iran en torno a las
cala midades de las naciones cristianas después de la invasión de los musulmanes.

Disposición Se exp resa con distintos verbos en pnmera persona: "offero ", "concedo",
" dono", " affirmo ". Cuando se trata de privilegios o donaciones ya hemos dicho que suele in-
cluir dones positivos y negativos o exenciones.

Cláusulas sanciona/es y corroborativas . No se prodigan ni por lo frecuentes ni por lo va-


riadas y profusas. Las más de las veces sólo aparecen las pena les o conm inato rias, con pre-
dominio de amenazas espirituales o morales.

Data. Al " Facta carta" o semejante sigue la cláusula cronol ógica, que comprende: el
año por la era hispánica, el mes y el día por el sistema romano, rara vez por el de " feria". Pue-
de haber alusiones a sucesos históricos. La fórmula " regnante" es bastante socorrida.

Validación. Se divide en dos partes que se colocan en sitios dife ren tes. A la primera,
entre las cláusulas de sanción y la data, en forma muy destacada, corresponde la suscripción
o el signo real, cuya figura varía de unos monarcas a otros. Así, en Ramiro 1 nos encontramos
con la cruz de Sobrarbe; en Sancho Ramírez, con un cuadrado guarnecido de perlas en sus
extremos ; Pedro 1 suscribe en ca racteres árabes ; Alfonso 1 signa con el mismo cuadrado de
perlas y una cruz en su centro; Ramiro 11, con una cruz dentro de un círc ulo, más el "alfa " y
la " omega" pend ientes de una cadenill a. Naturalmente, el signo no es autógrafo, sino trazado
por alguno de los escribanos principal es. Después de la data siguen nuevos elementos valida-
dores, a base de obispos y " tenentes" puestos en línea, no en columna.

IV. LA DOCUMENTACION CATALANA PRIMITIVA

Llamamos así a la que se encuadra entre los últimos años del siglo VIII (785-792) en
que se funda la Marca Hispánica , y el año 11 37, en que se unen Aragón y Cataluña. Geográ-
fi came nte dicha documentación corresponde a territorios que más o menos forman hoy las p ro-
vincias de Gerona y Barcelona, con parte de las de Ta rragona y Lérida. Históricamente hay que
distinguir dos épocas bien diferenciadas: la de los condes depend ientes de los monarcas ca-
rolinos, que dura aproxi madamente hasta comienzos del siglo X. y la de los condes indepen-
dientes que llega hasta el fin del período . Hablamos de co ndes en plural, porque políticamente
el territorio a que acabamos de referirnos estaba dividido en va rios condados (Ampurias, Pa-
llars , Urqel , Gerona, Besalú , Ausona, Cerdania, etc.), uno de cuyos titulares, con categoría
y título de "ma rch io" o marqués, era el representante o delegado del poder central carolin -
gio y tenía cierta jur isdicción o preeminencia sob re los dem ás condes. Desde el siglo X el con-
dado de Barcelon a e mpezó a monopolizar de alg ún modo esa preeminencia, la cual fue siem-
pre en aumento hasta convertirse en la principal jera rqu ía de la Cataluña que historiamos.
No desaparece rán por el lo los demás condes, pero de un modo u otro se le someterán . Nu es-
tra s expli caciones tendrán en cuenta no sólo al de Barcelona, sino a todos los condados de la
región.

1) Los documentos que se conservan. Forman un gran caudal , sobre todo los corres-
pondientes a las etapas más tardías (si glos XI-XII). Se q uardan pri ncipalmente en el Archivo
de la Coron a de Aragón y en e l Histó ri co Nacion al, adonde fueron a parar los fo ndos de mu -
chos mo nasterios catalanes ; así como en archivos eclesiásti cos de Cataluña, los catedralicios

365
XXXV/16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

especialmente (Gerona, Urgel, Barcelona), y en algunos de familias nobles, como la ducal de


Medinaceli, a cuyo poder llegaron por parentesco y herencias lotes pertenecientes a las Ca-
sas condales de Urgel, Ampurias y otras.

Los que quedan anteriores a la destrucción de Barcelona por Almanzor el año 998 son
relativamente pocos , mientras que pueden calificarse de incontables los de después. La tra-
dición documental de todos ellos presenta dificultades graves, pues muchas veces las copias
no indican ni parecen lo que son, a peligro de ser tomadas por originales. En éstos cabe distin-
guir entre auténticos, interpolados y falsos; en las copias, entre interpoladas y transcritas en
cartularios. Por suerte, de los falsos puede asegurarse que son contados .

Muchas de estas primeras series documentales catalanas se han publicado bien en forma
de colecciones con sus estudios correspondi entes, bien en trabajos de carácter histórico y d i-
plomático. Entre las primeras merecen recordarse la ya citada de R. d'Abadal, " Eis diploms
carolingis a Catalunya" (Barcelona, 1926-1950), la de F. Udina, " El archivo condal de Barcelona "
(Barcelona, 1951) ; y entre tos segundos, el de G. Feliu sobre "La cronología seg ún los reyes
francos en el condado de Barcelona" (Anuario de Estudios Medievales, VI, 1969), el de
M . Zimmerman sobre " Protocoles et preambules dans les documents catalans du X" au XII" sié-
cJe" (Melanges Casa de Velázquez, X, 1974), y el de J. Trenchs sobre " El escribano y la corre
cción de originales en documentos catalanes, siglos X-XI" (Anales del Instituto de Estudios
Gerundenses, XX II, 1974-75).

2) La escribanía condal. Menos que en las documentaciones anteriores cabe hablar


aquí de cancilleres y cancillerías, cuyo nombre expreso no aparece hasta el año 1283, ya muy
dentro del período siguiente. Incluso a nivel de escribanía, su organ ización se muestra rudi-
mentaria, y su dotación pobre. Sólo aparece la figura de un "scriptor" o escribano -eclasiás-
tico generalmente- encargado de la redacción y escritura de los documentos. Con Ramón Be-
renguer 111 aparece el "scriptor comitis".

3) Los documentos. Antes de entrar en el examen de los mismos, hay que adverti r
cómo apenas cabe aquí distinción entre documentos públicos y privados o, lo que es igual, en-
tre los documentos condales y los particulares, sobre todo durante la etapa carolina o de los
condes dependientes. En puridad de conceptos y atendiendo a su contenido y estructuras,
puede decirse que pocos o ninguno son verdaderamente públicos, incl uidos los episcopales,
abaciales, judiciales, etc. Supuesto lo cual, no procede en los apartados siguientes hacer d is-
tinción expresa entre las dos clases, como la hemos hecho en otras documentaciones.

a) Caracteres externos. En cuestión de materias, todos están escritos sobre pergami-


no, y con relación al sentido de la escritura, tienen forma apaisada. En general, y por lo que
toca a la disposición del texto, suele ser poco regul ar, con márgenes escasos y estrecho inter-
lineado, sin rayas ni pautas visibles de ninguna clase. La tinta presenta diversas tonalidades,
predominando el color pardo, entre negro y ocre. Cuando el negro es intenso y fuerte, suele
responder a piezas de los siglos XI y XI I. Sobre la escritura, visigótica y carolina, véase en el
anterior tema 1O.

b) Clases y tipos. Consecuencia de la fa lta de documentos públicos propiamente ta-


les, es que durante los siglos IX y X no se encuentren privilegios ni mandatos al modo de los
que hemos visto en las otras documentaciones, la astur-leonesa especialmente.

Atendiendo a su contenido, tenemos : donaciones, compraventas, cambios o permutas,


dotac iones de iglesias, testamentos, ejecuciones testamentarias, juicios, juramentos, resti tu cio-
nes de bienes, etc.

366
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV/ 17

Las donaciones, en su gran parte, se hacen a iglesias y monasterios y se dividen en do-


naciones "pro remedio animae" y en donaciones "mortis causa".

Los testamentos siguen las normas del Fuero Juzgo, según las cuales podían ser escri-
tos por el propio testador simplemente, o escrito por él y corroborado con las firmas de los
testigos, o escrito por un tercero y los testigos ponen su signo.

Las consagraciones de iglesias imitan modelos documentales carolinos, por ejemplo, em-
pleando más de un cómputo cronológico y colocando la fecha al comienzo o después de la in-
vocación cuando ésta se da, que no ocurre siempre.

Las ejecuciones testamentarias introducen elementos muy propios y específicos, tales


como el referirse a la última voluntad del difunto, el juramento de los albaceas ante el altar,
la relación de bienes legados.

e) Estructuras textuales. Generalizando dentro de lo posible y refiriéndonos a todos


estos documentos en conjunto, podemos hacer el siguiente cuadro sobre cada una de las par-
tes que forman el tenor de aquéllos.

Invocación. Falta raras veces y presenta pocas variantes. La monogramática, o adopta


una forma muy degenerada o no existe, que es lo más frecuente. La verbal va referida al nom-
bre de Dios simplemente, "In nomine Domini", o rara vez al mister io trinitario. No aparece en
todos los documentos; falta, por ejemplo, en los judiciales, en los sacramentales, en las obla-
ciones de bienes.

lntitulación. Ordinariamente sigue a la invocación y consta del personal "ego", del nom-
bre del autor o autores, que con frecuencia son el marido y la mujer. En documentos de fina-
les del X al nombre del autor de la "actio" puede añadirse el papel que juega con relación a
ésta: "emptor", "venditores". En los del XI pueden aparecer apodos junto al nombre: "Ego En-
nego qui vocant Bonefilio".

Por lo que se refiere a los documentos condales propiamente dichos, pueden notarse al-
gunos detalles específicos; por ejemplo, el "domnus" antepuesto al nombre, el " comes et mar-
chio" que sigue al nombre, el "gratia Dei" que aparece con Borrell 11 (954-992). En diplomas
de Berenguer Ramón 1 se declara la filiación del conde y se hace relación de sus dominios; los
nombres de las esposas, con el título de "comitisa", y el de los hijos, con el de " corT)es", a
partir de ahora son frecuentes en las titulaciones.

Dirección. Es la normal y simple que conocemos, a base de " tibi " o " vobis", con el
nombre o nombres de los destinatarios, en dativo.

Salutación. Se da muy raramente. Hay algunos casos de los siglos X-XI, a base de la
fórmula romano-cristiana " in Domino salutem " .

Preámbulo. Carecen de él las donaciones, ventas, permutas. En él puede ir expresada


la naturaleza jurídica del acto documentado.

Notificación . Reducida casi siempre a la fórmula genérica del " Manifestum est omni-
bus " o parecida.

Exposición. Rara , saivo en los documentos judiciales donde, como en León y con una
estructura muy parecida, resulta imprescindib le.

Disposición. Se enl aza con la anterior mediante los conocidos " propter" , "quapropter "

367
XXXV/18 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

u otra partícula consecutiva. El verbo propiamente dispositivo va en primera persona de presen-


te, en plural o en singular. Conviene estar advertidos sobre posibles errores de significado en
estos verbos cuando se emplea uno por otro, debido, sin duda, a fallo del escriba; así " dona-
mus" por "vindimus ". Son normales las explicaciones aclaratorias cerca del asunto o cosa do-
cumentada, con su situación y límites cuando se trata de propiedades donadas o vendidas,
junto con el origen de la misma y el precio, en moneda o en especie. El interés de todos es-
tos datos es manifiesto para la historia de las instituciones de Cataluña, que son bien diferen-
tes de las de León, Castilla y Navarra, con términos y expresiones nunca oídos en documen-
tos de estos reinos.

Cláusulas sanciona/es y corroborativas. En los documentos más primitivos se recogen y


expresan muy parcamente. Sólo las conminatorias o penales son más o menos seguras con
apelaciones a motivos espirituales y bíblicos, que pueden aparecer expuestos con cierto barro-
quismo. En algunos casos se sigue apelando a leyes de la época visigoda. A Jo largo del siglo X
se van introduciendo las de carácter prohibitivo, las derogativas, reservativas y ob ligativas. Las
renunciativas no aparecen hasta el siglo XII, coincidiendo con el renacimiento del derecho ro-
mano y la proliferación del juridicismo teórico.

Data. Su principal singularidad está, sin duda, en la aplicación hasta el siglo XI, para la
cuenta de los años, del sistema de cómputo por el año del reinado de los monarcas francos,
ilustrado a veces con la indicción y la epacta, faltando en cambio y casi siempre la era. El sis-
tema de contar los años por referencia a la Encarnación se hace frecuente en los siglos XI-XII,
coincidiendo con el debilitamiento de la influencia francesa . El estilo empleado más común-
mente es el florentino (véase en el anterior tema 28, pág. 556).

Validación. Se hace a base de suscripciones y signos. Las primeras son autógrafas


cuando corresponden a eclesiásticos, y no autógrafas, cuanc·.;> a laicos ; unas y otras van prece-
didas de la palabra "signum", abreviada o en anagrama ; sigue el nombre del otorgante en da-
tivo o nominativo, con su condición social. Los testigos no suelen hacerse presentes en el do-
cumento.

V. DOCUMENTACION CATALANO-ARAGONESA (1137·1479)

Los dos Estados orientales estudiados en los apartados ante riores , o sea, el re ino · de
Aragón y el condado de Barcelona -que a fines del siglo XI controlaba, al menos moralmen-
te, todos los otros condados catalanes-, se unieron el año 1137 a través del matrimon io ce-
lebrado entre el conde Ramón Berenguer IV y la princesa doña Petron ila ; formando lo que se
ha venido llamando Corona de Aragón o Confederación catalano-aragonesa. En ella fueron en-
trando por etapas sucesivas Valencia, desde Jaime 1; Mallorca, con Jaime 1 y desde mitad del
reinado de Pedro IV; el sur de Francia, en los siglos XII-X III ; Sici lia, desde Pedro 111 ; Cerdeña,

Supuesto el alcance extraordinario, así en el tiempo como en el espacio, que va a tener


esta documentación, se explica que la bibliografía sobre la misma sea también abundante, cen-
trándose principalmente , al menos por sus títulos, en temas de cancillería. Así , podemos c itar
los trabajos de F. Sevillano sobre la " Cancillería de Pedro IV el Ceremonioso ", las " Cancille-
rías de Fernando 1 y Alfonso V" , la "Canci llería de los Reyes de Mallorca" , publicados, res-
pectivamente, en los tomos XX (1950) , XXIII (1965) y XXX (1972) del Anuario de Historia del
Derecho Español; así como los de A. Aragó y J. Trenchs sobre " Las escribanías reales cata-
lano-aragonesas desde Ramón Berenguer IV a la minoría de Jaime 11" y sobre " Los registros
de Cancillería de la Corona de Aragón (Jaime 1 y Pedro 11) y los registros pontif ic ios" , publi-

368
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV/ 19

cados respectivamente en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (1977) y en Annali


della Scuola Speciale per archivisti e bibliotecari deii'Universita di Roma (1973) . Como tra~
bajo famoso entre los dedicados al estudio de colecciones documentales, citaremos el de
H. Fincke, " Acta Aragonensia", publicado en Berlín, 1908. Y entre los dedicados a la documen-
tación aragonesa en Italia, que atrae actualmente la atención de los estudiosos, nos referire-
mos al de F. C. Casula sobre "11 documento regio nella Sardegna aragonese", Padua, 1973.

A propósito de esta bibliografía y, en general, de lo publicado en Cataluña acerca de


los reyes catalana-aragoneses, incluidas las ediciones de sus documentos, conviene advertir que
el número ordinal de los reyes Alfonsos y Pedros cuenta con una unidad menos, si se com-
para con la bibliografía y ediciones aragonesas; y es obvio que así sea si se tiene en cuenta
que los primeros Alfonsos y Pedros de Cataluña son segundos para Aragón, donde ya había
habido dos reyes privativos con estos nombres. Igual ocurre con los fondos del Archivo de la
Corona de Aragón cuando se refieren a alguno de estos reyes, fondos -diremos- que, junto
con los de los Archivos del reino de Valencia y del de Mallorca, guardan la mayor parte· de los
documentos del período que nos ocupa.

A título introductorio, recordemos también algo que ya dijimos en la introducción al


tema, a saber: que, en general, toda la documentación española, a partir del siglo XI I, se
muestra notablemente influida de una parte, por la complicada organización cancilleresca, y de
otra, por la extraordinaria difusión del derecho romano y su consiguiente aplicación práctica ;
trayendo como consecuencia la aparición de nuevos tipos documentales, con nuevas fórmulas
y estructuras. Todo lo cual puede asegurarse que repercutió, más que en ningún otro conjunto
documental, en este catalana-aragonés que ahora nos interesa.

1) La cancillería. Para dar una idea adecuada, aunque breve, distinguiremos y tra-
taremos por separado los períodos o etapas por que fue pasando, el personal con sus funcio-
nes y, finalmente, las fases del proceso de elaboración de los documentos.

A) Etapas. Unas pueden considerarse como embrionarias y de formación ; en otras


puede que prepondere el carácter reglamentador y normativo; las terceras y últimas son ya de
desarrollo y plenitud , a lo que contribuirán, entre otras causas, la influencia e imitación de
otras canci llerías, como la castellana, la imperial, la siciliana y la pontificia. Seguiremos en
nuestra exposición un orden cronológico:

a) La escribanía de Ramón Berenguer IV (1137-1162). Su nota más típica consiste en


que, respondiendo a la nueva y doble personalidad de este primer conde de Barcelona y prín-
cipe de Aragón, su cancillería -que todavía no se llama así- participa del estilo tradicional de
la de los condes de Barcelona y de los usos diplomáticos del reino aragonés. No hay doblé
escribanía, pero sí escribanos de ambos territorios, dirigidos por un notario mayor. Bajo el
común nombre de "s criptor " o " scriptor comitis" se comprende por igual a notarios y escr~­
banos, que pueden ser permanentes o de oficio y de ocasión.

b) Con Alfonso 11 (1162-1196) se observa una mayor organización de la Curia regia,


lo cual no impide que la corte de estable se convierta en itinerante, con la consiguiente des-
cent ralización administrativa. De ahí que los escribanos regios puedan ser o los propios de la
corte o los de la localidad donde ésta se encuentre temporalmente. Aparece el título de "notarius
dom ini regís" que será quien redacte la minuta, la cual pasa al amanuense dependiente de
aqué l. que es quien escribe el documento definitivo. Así, en la fórmula de validación el " Data
per manu m '" se refi ere al notario ; el " scripta pe(', al amanuense. En la estructura y tenor docu-
mentales es fác il seguir distinguiendo entre los elementos que provienen de la tradición ara-
gonesa y los de la catalana.

369
XXXV/20 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

e) Con Pedro 11 (1196-1213) la escribanía regía evoluciona hacia una organización más
coherente y jerarquizada. Sus oficiales, a través de las correspondientes fórmulas, aparecen más
delimitados en sus respectivas funciones. Por ejemplo, se perfilan y definen las propias de cier-
tos notarios o escribanos encargados de trazar el signo del rey o poner su sello.

d) Jaime 1 (1218-1283}. Esta etapa puede considerarse como de transición y sus dos
extremos cronológicos se establecen, el primero en razón de haber sido ese año de 1218, den-
tro ya del reinado de Jaime 1, cuando aparece por primera vez el nombre y la figura del can-
ciller; el segundo, en relación con la conquista de Sicilia y su incorporación a la Corona arago-
nesa, que iba a tener consecuencias muy apreciables en el orden canci lleril.

Aparte la herencia de los reinados anteriores que se mantiene en gran parte, incluso
en seguir simultaneando el nombre de escribanía con el de cancillería, podemos enunciar
como características del período en cuestión las notas siguientes:

1.a Adopción del sistema notarial que empezó a imperar desde el siglo XII en el norte
de Italia y se fue extendiendo al área mediterránea de Francia y de la Península Ibérica.

2.a Aparición, constante ya y sistemática, de los registros de cancillería, en cuya medi-


da influyó la facilidad de adquisición del papel como materia escriptoria. No olvidemos que
éste se fabricaba precisamente en Valencia. La facilidad de adquisición que dec imos estaba lla-
mado a revolucionar el mundo documental con nuevos tipos y clases.

3.a Adopción de nuevas técnicas para el sellado de los documentos, cuya operación em-
pieza a reglamentarse ya con minuciosidad.

e) Pedro 111 y Alfonso 111 (1283-1291 ). Con la conquista de Sicilia en la primera de


las dos fechas indicadas, la cancillería va a ser objeto de influencias, derivadas de los usos
documentales del nuevo reino. Por ejemplo, frente al sistema tradicional de datación empleado
en los registros catalana-aragoneses, los sicilianos ofrecen un sistema propio y muy típico a
base del año de la Natividad, año del reinado e indicción ; y para los días del mes, el sistema
directo. Por otra parte, es ahora cuando la cancillería aragonesa empieza a agrupar sus regis-
tros por series diferentes.

f) Jaime I/-Pedro IV (1291-1344). Este período puede considerarse como de madurez,


alcanzándose un grado de organización que, en muchos aspectos, será defintiva. Sus caracte-
rísticas principales pueden reducirse a estas tres:

1.a Notable influencia de la cancillería pontificia, cuyas normas y usos llegan a través
de Sicilia.

2.a Se perfila la figura del notario guarda-sellos y se aumenta el número de los escri-
banos.

3.a Siguen ampliándose las series de registros y perfeccionándose los sistemas de con-
trol sobre la función registradora.

g) Pedro IV- Martín el Humano {1344-1412). Más que de madurez ni de perfección


log.rada, puede hablarse en este período de complicación cancilleresca, derivada, en gran parte ,
del espíritu ordenancista y reglamentador del rey Pedro IV el Ceremonioso , que plasmó en su
compilación de las famosas "Ordinacions" el año 1344. Para redactarlas se inspi ró el monarca
en las "Leges palatinae" de Jaime 111 de Mallorca y en las " Partidas " de Alfonso el Sabio.

370
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV/21

Por lo que se refiere a la cancillería, se creía comúnmente que el texto de las "Ordina-
cions " había supuesto nuevas normas para aquélla; pero estudios recientes han demostrado.
que muchas de las allí recogidas ya estaban en vigor durante el siglo XIII. En todo caso, fue-
ron revalidadas y actualizadas a través del nuevo texto, y la mayor complicación de las mis-
mas a que nos hemos referido se manifiesta, por ejemplo, en la creación de tres vicecancilleres,
uno para cada reino (Aragón, Valencia y Mallorca) ; en la aparición de la figura del regente;
en un aumento considerable del personal; en la multiplicación de las series registrales; en no-
vedades de carácter estético y literario que se reflejan así en lo interno como en lo •externo
del documento; bien que a estas últimas contribuyó, más que el espíritu y la letra del texto
ordenancístico, la influencia del movimiento prerrenacentista, a través de personas notables en
lo cultural y literario y muy relacionadas, por otra parte, con la escribanía regia.

h) Los reyes de la dinastía de Trastamara (1412-1479). Las posibles novedades intro-


ducidas por ellos arrancan de una serie de decretos de Cortes, los cuales disponían, por ejem-
plo, que el canciller y el vicecanciller no habían de tener sus cargos vacantes más de dos me-
ses y que sus titulares habían de ser originarios de los reinos de la Corona de Aragón . Alfon-
so V hizo nue·va compilación de normas ya existentes y que versaban sobre el número de fun-
cionarios y su organización , estableciendo entre ellos una especie de sistema escalafonal. Para
conocer las nóminas y otros detalles económicos de sus empleados tienen especial interés los
dietarios de la cancillería.

B) El personal y sus funciones. Se distribuye aquél en varias categorías que se fueron


formando con el tiempo, cada una de las cuales tenía su función o actividad propia. Veá-
moslas:

a) El canciller. Ya hemos dicho que no aparece hasta el año 1218, con Jaime 1, du-
rante cuyo reinado y los dos siguientes fue cargo puramente honorífico, presidiendo a un tiem-
po la cancillería y la curia real. Según las " Ordinacions" de Pedro IV, el canciller debía ser obis-
po o arzobispo y doctor en leyes. Función suya era presidir las deliberaciones del Consejo real,
ordenar lo relativo a la expedic ión de documentos, suscribir los privilegios, examinar notarios
y jueces , controlar la marcha de la cancillería e imponer multas. En los trabajos de Sevillano y
Casula citados al principio se hace relación de las personas que desempeñaron durante toda
la Edad Media el cargo de canciller, vicecanciller y otros.

b) El vicecanciller. Creado para suplir al canciller, era quien, en la práctica, dirigía


la escribanía regia. Su origen hay que buscarlo en el " regens notariae et sigillorum nostrorum"
que aparece al final del reinado de Jaime l. Se ocupaba especialmente de los procesos y do-
cumentos de índole criminal, por lo que debía ser un laico experto en Derecho. Mientras la
corte fue itinerante, tenía que acompañar al monarca en sus viajes ; hasta que en tiempo de
Martín 1 se acordó que el vicecanci ller quedara en palacio al frente de la cancillería, mientras
que para seguir y acompañar al monarca se creó el cargo de regente . Con Jaime 1 los vicecan-
cilleres fueron tres, uno para cada reino .

e) El notario guarda-sellos. Aparece el cargo a fines del reinado de Jaime 1; pero sus
funciones fueron reglamentadas por Jaime 11 y consistían en guardar las matrices de los sellos,
excepto el secreto que era guardado por el camarlengo; en hacer sellar los documentos y en
cobrar la tasa correspondiente. Pedro IV, por influencia siciliana, le dio el título de protonota-
rio, con la misión de controlar la redacción de los documentos y de dirigir a los escribanos
de mandamiento y de registro. A partir de 1365, se le asignó un auxiliar al que se llama "lu-
gartenens".

371
XXXV/22 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATI CA (Diplomática especial)

d) Secretarios. La figura y título de secretario aparecen con Jaime 11. Su origen se


viene relacionando tradicionalmente con el de tos registros del sello secreto; pero en realidad
no fue así, ya que las "cartas secretas" aparecen en el reinado de Pedro 111 y son de conte-
nido político o referidas a asuntos de carácter internacional. Los secretarios eran dos; su pre-
cedente inmediato hay que ponerlo en los dos escribanos fijos que funcionaban ya, sin título
específico, bajo Jaime 1 y Pedro 111. Sustituían al canciller o vicecanciller durante sus ausen-
cias, titulándose entonces " regens" o " lugartenens " , según hemos visto. Uno de los dos de-
bía estar siempre al lado del rey.

e) Los escribanos. Ya hemos dicho que con Ramón Berenguer IV había dos clases
de escribanos : unos, fijos o de cancillería; otros, temporeros o de ocasión . En Jos reinados
siguientes hasta Jaime 1, además de tos escribanos fijos, que no eran más de dos o tres, hay
también notarios permanentes que ten ían otros escribanos a su servicio. Con Pedro 111 se dis-
tinguen claramente el "scriptor domin i regís" a cuyo cargo estaba la preparación de Jos docu-
mentos, y el "scriptor de domo" que se cuidaba de los registros. Uno y otro serán reglamen-
tados por Pedro IV en sus " Ordinacions ", donde aparecen con los nombres de escribanos
"de manament " y "de registro". De entre los primeros salieron los selladores. Listas de escri-
banos correspondientes a distintos r~inados pueden verse en los trabajos de Aragó-Trenchs, de
Trenchs y de Casula, arriba citados.

f) El personal subalterno. Como tal pueden considerarse los "verguers " , "morcers" y
"porteros", entre cuyos misiones entraba la de cursar los mensajes y documentos de la canci-
llería, ayudar a Jos selladores y custodiar tos registros. Los correos o portadores fueron regu-
lados por Pedro 111; con Jaime 11 se les llama "correus de bustia".

C) Las fases del proceso documental. Son las normales en cualquier tipo de documen-
tación y responden al cuadro general que trazamos en el tema 26, al tratar de la génesis del
documento, o sea, de la " actio." y la " conscriptio".

a) Petitio. Aparece expresa pocas veces, y otras se confunde con la intercessio , que
1
es mucho más frecuente: " ad preces ... '. La interventio se refleja principalmente en las colum-
nas de " consentientes" o confirmantes que aparecen al pie del documento, en forma más o me-
nos solemne,_

b) lussio o mandato. Podía proceder directamente del rey que to daba "motu pro-
pio" de acuerdo con su Consejo, o indirectamente a través de tos altos funconarios: canci-
ller, vicecanciller, o auditores cuando se trataba de asuntos de justicia. En algunos documen-
tos se expresa la orden debajo de la plica, a la izquierda; en otros, ocupa el lugar destinado
al sello de placa; en los registros aparece al final de cada documento, en su parte derecha.

e) Conscriptio. Se hacía mediante minuta, a cuyo texto los escribanos de " manemant"
o mandamiento añadían las correspondientes fórmulas al ponerlo en limpio.

d) Recognitio o revisión del texto. La hací? el canciller o el vicecancillar u otro atto


funcionario, quien ponía sus iniciales al pie, por ejernpto: " P. Can " ( = Petrus Cancellarius)".
A veces el revisor era el mismo rey: "Rex Jo. ( = Rex Johannes)" .

e) Registro. Consistía en copiar el texto documentado tomándolo, ya del original, ya


de la minuta, en el correspondiente libro de la cancillería. Al dorso del original se ponía:
"Rta. ( = registrata)"". En el centro del original o de la copia del registro, debajo de la " iussio"
puede aparecer una P en forma de nota tironiana que se ha interpretado como inicial de

372
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV/23

"Probatum " o " Pro visa " y entendido que se trata de indicar con ella la comprobación hecha
entre el texto original y el del registro.

f) Sello. Su aposición · constituye la última fase del proceso elaborador de los docu-
mentos. Ya veremos que cada clase de éstos llevaba su sello propio y distinto.

2) Los documentos públicos. Por abreviar prescindire-mos de los anteriores a Jai-


me 11 (1291), ya que su tipología es igual o muy parecida a la de los dos períodos ante-
riores, el aragonés estricto y el catalán primitivo. Los cambios y novedades importantes em-
piezan a partir de dicho reinado y duran hasta el fin del período, entre cuyos extremos el acer-
vo de piezas comprendidas es ingente; a las cuales aplicaremos una clasificación general de
gran alcance, tomada de los trabajos de A. Sevillano, quien atendiendo a su materia escripto-
ria, los divide en dos grandes grupos: documentos en pergamino y documentos en papel deno-
minados cartas reales.

a) Documentos en pergamino. Externamente presentan todos una forma apaisada, con


márgenes proporcionados al tamaño de la pieza. Su escritura es la aragonesa, del tipo tran-
sicional llamado carolino-gótico, con bastantes abreviaturas. La inicial puede presentar en de-
terminados casos una ornamentación discreta. Por sus caracteres internos, este gran grupo de
pergaminos se subdivid8 a su vez en los siguientes:

1. 0 Privilegios solemnes a perpetuidad. Se inician con la invocación explícita a Dios


o a Cristo o la Trinidad . Siguen: la notificación, "Noverint universi " , "Manifesta cosa sia"; la
intitulación, con expresión de los dominios regios y unida a la fórmula anterior por la partícula
"quod"; la exposición de motivos y la disposición. La corroboración suele reducirse al anuncio
del sello. La data presenta novedades muy apreciables.

2. 0 Privilegios menores. Denominados así por Fincke en su obra ya citada, "Acta Ara-
gonensia " . Por su contenido se llaman también vitalicios y suelen responder a confirmaciones
de privilegios, concesiones de gracias, etc. Su estructura textual es muy parecida a la ante-
rior, salvo en la invocación, que falta aquí siempre.

3." Documentos adminisrtativos. Por su estructura resultan bastante parecidos a las


cartas reales en papel que veremos en el apartado siguiente. Carecen de invocación y notifica-
ción; la intitulación se inicia con un " Nos" en los documentos latinos, y con un " En " en los
catalanes . Dirección , salutación y fecha como en las cartas, faltando, igual que en éstas, el sig-
no real, los testigos y la cláusula notarial.

4.0
Actas notariales. Empiezan por la notificación, seguida de la fecha con "quod ".
A la ir.~titulación sigue el verbo en tercera persona, pues no ha de olvidarse que es el notario
quien redacta el documento. Hay testigos y , naturalmente, cláusula notarial.

b) Cartas reales. Ya hemos dicho que se caracterizan por ir trazadas sobre papel; su
escritura es la aragonesa , de pequeñas dimensiones. Se trata, en general, de mandatos, que
com ienzan por la intitulación sin el pronombre "nos", pero con expresión de títulos y domi-
nios. Sigue la dirección, que puede ser nominal, acompañada de una expresión de afecto,
o referirse sólo al cargo u oficio. Hay saludo en la forma corriente de "salutem et gratiam" .
El verbo dispositivo suele ser el de "mandamus". Hay fecha tópica y cronológica.

e) Otros documentos en papel , de menor categoría, y de estructura más simple son:


Las guías o guiajes. cuyo esquema se reduce a intitulación y disposición, que incluye
también dirección y fecha.

373
XXXV/24 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA {Diplomática especial)

Los nombramientos de oficiales, a cuya intitulación sigue una cláusula sobre la idonei-
dad del receptor para el cargo que se le confiere.

Las cartas de procura, que constan de notificación, intitulación muy sencilla ("Rex
Aragonum " o "Lo rey d' Arago" ), salutación, disposición y fecha.

d) Registros. Formados por cuadernos de papel, en ellos se asentaban, transcritos,


los documentos emanados de la cancillería real, siguiendo un orden correspondiente a las
fechas de expedición de cada documento. En la transcripción era normal que se prescindie-
ra de las cláusulas de cancillería. Los primeros registros son del reinado de Jaime l. Su
d :stribución en distintas series empieza con Pedro 111, en 1283. Dichas series se van diver-
sificando hasta llegar a más de treinta en tiempos de Pedro IV. Como muy importante es teni-
da la del " Sello secreto ", que se inicia en el reinado de Jaime 11. La importancia de estos
registros puede medirse por su cantidad, pues,contando sólo hasta antes de la época virrei-
na!, hacen un total de seis mil setecientos seis volúmenes. A los cuales hay que añadir varios
centenares más, correspondientes a épocas posteriores. Contando por documentos, el total de
estos se aproxima a cuatro millones.

VI. LA DOCUMENTACION DEL REINO DE MALLORCA

La circunstancia de que dicho reino, a la muerte de Jaime 1, se independizara en cier-


to modo de la Corona de Aragón, perdurando esa independencia hasta mediados del siglo XIV,
en que con Pedro IV se incorporó de nuevo a la Corona, hacen aconsejable este breve apar-
tado sobre la correspondiente documentación, vincu lada a los tres monarcas privativos del rei-
no mallorquín: Jaime 11, Sancho 1 y Jaime 111.

No tendría demasiado interés ese conjunto documental si no fuera por la comparación


a que se presta, con las llamadas " Leges palatinae " que , ijrrancando de 1237, fueron recopi-
ladas por escrito en tiempo del rey Jaime 111 el año 1335. Sobre ellas ha montado F. Sevilla-
no su trabajo antes citado, "De la cancillería de los reyes de Mallorca (1276-1343)", al cual
seguiremos en nuestra exposición, advirtiendo de entrada que dichas "Leges" están inspiradas
-y es natural- en las normas y usos de la cancillería de Jaime 1 y Pedro 111 de Aragón.

1) Organización de la cancillería. Con Jaime 11 todavía no se habla de cancillería. Al


frente de la escribanía real figura el notario Pere de Caldes, que antes había trabajado en
la de Jaime 1 de Aragón, donde se formó como escribano. Su misión principal en Mallorca
era la de autenticar los documentos trazando el "signum regís " . Con Sancho 1 aparece por pri-
mera vez la palabra cancillería, cuyos jefes siguieron siendo escribanos de origen catalán. El
primer canciller conocido lo es en 1321. Con Jaime 111 se distinguen dos etapas, la anterior y la
posterior a la aparición de las " Leges palatinae " ; la primera coincide con la minoría del rey.
En 1336 aparece el primer vicecanciller.

2) Personal de la cancillería. Se reduce a canciller, vicecanciller y escribanos. El pri-


mero había de ser doctor en leyes y no obispo. Su misión consistía en guardar el sello o sellos
del rey; en leer y corregir el texto de los documentos; en examinar jueces y notarios ; en vigi-
lar a los oficiales de la cancillería, premiándolos o castigándolos, según procediera. El vice-
canciller había de ser un laico, perito en derecho civil y entendido en asuntos criminales; su
misión era examinar y juzgar el contenido de los documentos en el aspecto jurídico, vigilar los
correos y cursores, etc. A los escribanos correspondía ocuparse de escribir el texto documental
y copiarlo en los registros ; tenían autoridad sobre ellos el rey y sus consejeros , el canciller.

374
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV/25

el vicecanciller y los auditores de justicia. De la " iussio" regia queda constancia expresa al
pie de los documentos en pergamino o al dorso de los en papel.

3) Los documentos. Así en lo interno como en lo externo, son semejantes a los de


la Península. Sevillano los divide en cuatro grupos: privilegios, cartas, mandatos y documentos
de administración. Entre tos elementos que integran el documento, está el sello, que ordinaria-
mente era de cera y pendiente; en cuanto al tamaño, podía ser mayor o menor. Punto impor-
tante era el de la tasa y cobro de la misma mediante sistema igual o muy parecido al de
Aragón.

VIl. REYES CATOLICOS Y AUSTRIAS

En su trabajo sobre La cancillería de Fernando el Católico (V Congreso de Historia de


la Corona de Aragón, Estudios , 1, Zaragoza, 1955) pone bien de relieve Francisco Sevillano
la total falta de bibliografía sobre el tema; tal ta que puede hacerse extensiva a la época do-
cumental de los monarcas de la Casa de Austria. Parece aconsejable, no obstante, tal y como
lo hicimos con Castilla, cerrar este apartado co:1 una breve noticia que recoja las notas diplo-
máticas fundamentales, carac!erísticas del doole período a que estamos refiriéndonos; para
el primero de los cuales seguiremos el citado trabajo de F. Sevillano.

1.• En el aspecto legislativo hay una pragmática de enero de 1480 sobre el personal
de la cancillería, en que aparecen los siguientes cargos: Protonotario, Lugarteniente del Proto-
notario, Secretarios, Archivero, Escribanos de manament, Selladores, Peticionarii, Solicitator,
Escribanos de registro, Calentador de cera, Correo, Escribanos de tesorería.

2.• Aunque no sea mencionado en dicha pragmática, sigue existiendo el cargo de can-
ciller, bien que reducido cada vez más a un título honorífico con poca o ninguna interven-
ción personal ni directa en el despacho de los documentos. Los cancilleres suelen ser per-
sonas de alto rango eclesiástico, muy metidas en la alta política del reino, como el carde-
nal Juan de Margarit y el arzobispo de Tarragona, Pedro de Urrea. Precisamente, una de las
cuestiones planteadas y aún no resueltas es la de si el cargo de canciller en la Corona de
Aragón iba anejo al arzobispo de Tarragona -que parece que sí-, igual que en Castilla lo
iba al de Toledo.

3.• El cargo de vicecanciller tampoco figura en la pragmática de 1480, pero existía y


estaba vinculado más inmediatamente que el canciller a la preparación de los documentos,
sobre todo a controlar el aspecto jurídico de los mismos. Por lo menos, en los primeros años
del reinado. Luego su papel fue derivando hacia el campo de la administración de justicia,
convirtiéndose en el primer personaje de la Real Audiencia. Los vicecancilleres en activo eran
tres, los cuales de hecho, si no de derecho, se correspondían con cada uno de los tres Esta-
dos de la Corona Aragonesa : Aragón , Cataluña y Valencia.

4.• Si no en teoría , el verdadero responsable de la preparación y expedición de los do-


cumentos lo fue, en la práctica, el regente o, mejor, los regentes de la cancillería ; pues con
frecuencia aparecen varios actuando simultáneamente, incluso en un mismo documento, por
ejemplo: "Vidit de Gualbis regens. Vidit Figuerola regens. Vidit Joanis Aloysius regens " . Can-
ciller y vicecanciller eran suplidos por el regente no sólo en lo tocante al control de los docu-
mentos en su fondo jurídico, sino incluso en el nombramiento de los notarios.

5.• Junto a los regentes, y aun por encima de ellos, sobresale en este período la fi-
gura del protonotario, quien, además de ser el jefe efectivo del personal de la cancillería,

375
XXXV/26 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

controlaba la redacción de los dÓcumentos hasta en su forma literaria o retórica, tenía bajo
su guarda el sello regio, cobraba los derechos del sello, de cuyo fondo se pagaba al personal
de la cancillería y al de la real capilla. Nada tiene que ver este protonotario con los llamados
protonotarios apostólicos, que era un título más bien honorífico concedido a determinados
clérigos, ligados a la Corte por su personalidad y sus cargos. Curioso es, y muestra de las
relaciones que mediaban entre las cancillerías castellana y aragonesa, el caso de Juan de
Coloma que figura incluso en documentos aragoneses, unas veces como secretario de los re-
yes y otras como protonotario de la reina. Junto al protonotario sigue funcionando, como en
períodos anteriores, su lugarteniente. Precisamente, la pragmática de 1480 sobre el personal
de la cancillería iba dirigida no al primero sino al segundo.

6." Como en Castilla, sigue vigente en Aragón y cobra nuevo auge la figura de los se-
cretarios reales, con un carácter más bien político que cancilleresco, pero sin dejar de inter-
venir eficazmente en la preparación, expedición y registro de determinados grupos de docu-
mentos, incluso de justicia, así como en el cobro de los derechos del sello secreto, a cuyo con-
. troJ y uso aparecen especialmente vinculados.

7.> la institución de los escribanos como principales ejecutores del trabajo de la can-
cillería, se mantiene con su doble oficio, que ya vimos desde su aparición en tiempos de Pe-
dro IV: escribanos de mandamiento (manament) y escribanos de registro.

Los primeros quedaron reducidos, según la citada pragmática de 1480, a solos vein~
tiuno. Pero su número parece que fluctuaba a tono con la mayor o menor cantidad de traba-
jo; por otra parte, se mantenía el sistema de que unos fueran permanentes y otros tempo-
reros.

La misma pragmática fijaba en doce el número de los segundos escribanos, los de re-
gistro; pero dicho número tampoco se mantuv'o con demasiado rigor. Para la distribución
equitativa de cargas e ingresos, se aceptó un acuerdo o concordia (puede verse en J. Cal-
mette, "Un syndicat des scribes de la chancellerie aragonaise sous F. le Catholique", Toulou-
se, 1946), fijando, entre otros extremos, los relativos a la hora de empezar y terminar el tra-
bajo, a los retrasos y ausencias, a la distribución de cargas y dineros, etc.

376
DOCUMENTO 1

Transcripción

Christus. lnlustrissimis atque gloriosissimis uel inuictissimis Dei martiribus sanctorum Pe·t ri et Pauli uel
sancti Andree apostolorum et martirum Christi, quorum uasilicam in loco quod dicitur Siresa dinoscitur• esse
fundatam, nos etenim indigni uel exingui Christi famuli Sancius rex et Uraka regina una cum germanis nostris
Ranimi ro et Eximino memmores sumus quod genitor noster Garsea rex, cui sit Deus in auxilio in suo uero iudi cio,
quod dedil ipse decima pars salís de uilla quod dicitur Nurum in ipso sancto supradicto atrio; modo uero nos
quod dedil ille sancimus et adfirmamus. Sed aduc addimus ei aliam decimam partem salís de uill a que d ic itur
Obannos ut sit eis in ipso loco sancto orantibus fratribus ad condimentum salubre et nobis proficiat ad salutem
anime. Si quis sane ex nostris filiis uel nepotes uel quoliuet subrogata persona hoc testamentum nostrum uio lare
temptauerit, sit a cetu christianorum segregatus et cum luda qui Christum tradidit in interno damnatus. Facta
carta era cencies dena uis quinque et septena, die quinto decimo kalendas marcias. Regente supradicto monas-
terio Galindoni abbati.
Ego Sancius rex simul cum uxorem meam (et cum) germanis uel filiis quod dedi et adfirmaui et manu
mea signum (signo) feci.
(Primera columna). Benedictus epi·scopus confirmans. Oriolus episcopus confirmans. Uibax episcopus con-
firmans.
(Segunda columna). Eximino Sancionis confirmans. Garsea Furtunionis confirmans. Be lasco Lihoriz con-
firmans.
(Tercera columna). Et omnium seniorum pampilonensium uel aragonensium adfirmamus.

(Signo notarial).

Comentario

Ofrecemos con este rimer documento un modelo -interesante en muchos aspectos, se-
gún veremos- de una donación real pamplonesa que adopta la forma de un privilegio sin
grandes solemnidades formulísticas (faltas de arenga, etc.). Mediante él Sancho Garcés 11, el
llamado Abarca, junto a su mujer la reina Urraca y sus hermanos Ramiro y Jimeno, confirman
al monasterio de San Pedro de Siresa la concesión que le había hecho su padre el rey García
Sánchez 11 del diezmo de la sal de Nuro y añaden el diezmo de la sal de Obanos. El docu-
mento es propiedad de don Angel Caneltas y a él nos hemos referido ya en la bibliografía
del principio.

La nota distintiva, por encima de cualqUier otra que caracteriza a este documento es su
leonesismo, tanto que de no ser por la toponimia y antroponimia podríamos creer que la do-
nación fue redactada en León capital -palacio regio, scriptorio de la catedral- o en alguno
de los grandes cenobios del reino leonés (Sahagún, Eslonza, etc.).

Este leonesismo se refleja principalmente:

1.o En la propia escritura del documento que es una perfecta visigótica cursiva leo-
nesa propia del reino de León estricto, inusitada en el condado de Castilla y rara en el reino

379
de Pamplona, ya que es el único original navarro que se nos ha conservado en visigótica cur-
siva, estando los otros originales -a veces supuestos originales- en redonda visigótica más
o menos sentada.

2. 0 El formulario es absolutamente leonés, empezando por la especial forma que adop-


ta la dirección "l nlustrissimis atque gloriosissimis ... quorum uasilicam . .. esse " , típica del di-
plomatr- J leonés del siglo X; pasando por las consabidas fórmulas de humildad en la intitu-
lación C'indigni atque exigui"), y terminando por la fecha, que adopta en la expresión de l año
un característico sistema a base de números ordinales, sistema generalizado en el reino de
León durante el siglo X. Su interpretación es: cencies denas (100X 10 veces=1.000) t;>is qu in-
que (dos veces cinco, 5 + 5 = 1O) septena (sétimo), es decir, año 1017 de la Era hispánica,
978 de la cristiana.

Decíamos en nuestras explicaciones que los usos cancillerescos y diplomáticos navarros


se han visto influidos a lo largo de su historia medieval por sus más poderosos vecinos, Fran-
cia, Aragón y Castilla. Este documento se sitúa en un período histórico en que el reino de
Pamplona sufre la poderosa atracción del entonces prepotente reino leonés, que está justamen-
te en el cenit de su ascensión política y militar ; poco antes de que Almanzor, con sus conti-
nuas campañas contra León, lo arruinara de tal manera que perdiese para siempre la primacía
que hasta entonces había desempeñado entre los Estados cristianos.

Otro documento del reino de Navarra puede verse en Láminas de la Cátedra, núme-
ro 27. Se trata de un privilegio datado en 986, por el que Sancho Garcés dona a San Juan de
la Peña la vil la de Badaguás y las pardiñas de Larrasún, Herala y Favosa . Todos los elemen-
tos de este diploma (imitación de la visigótica y estructura documental) apuntan a una falsi-
ficación realizada en el siglo XII, fenómeno que fue bastante frecuente en el monasterio de
San Juan de la Peña.

380
DOCUMENTO 11

Transcripción

Sancius, Dei gratia rex Navarre, fratribus de Roncesvallis et omnibus vicinis Sancte Marie Magdalene oe
Tutela, salutem. Universitatí vestre mandamus atque precipimus firmiter ut ecclesie Sancte Marie maioris de Tute-
la decimas fideliter persolvatis, et in nullo priorem sive canonices eiusdem ecclesie offendatis, set iura sua eis
redentes plenarie in hiis et in aliis que ad ipsos pertinent mandatum domini cardinalis sine contrad ictione aliqua
observetis. Quod si non faceritis, michi grave fore minime dubitetis.
(Sello de oera pendiente.)

Comentario

Es éste un típico ejemplo de mandato navarro de comienzos del XIII. Mediante él or-
dena Sancho VIII el Fuerte a los canónigos de Roncesva lles y a los parroquianos de la iglesia
de Santa María Magdalena de Tudela que paguen los diezmos al cabildo de Santa María la Ma-
yor de Tudela, según había mandado el cardenal [Gregario, cardenal de Sant'Angelo]. Se con-
serva en el Archivo General de Navarra y fue· publicado por C. Marichalar, Colección diplo-
mática del rey don Sancho VIII el Fuerte de Navarra (Pamplona, 1934), p. 233, doc. CCIII; re-
producción fotográfica entre pp. 240 y 241.

La nota distintiva de éste, como de todos los mandatos en general, es su extrema sen-
cillez, reduciéndose el formulario a los elementos imprescindibles (intitulación, dirección, salu-
do, disposición y una cláusula final). Obsérvese que este mandato carece de fecha; en su dia
se consideró que no era necesaria porque los destinatarios lo recibirían inmediatamente y pon-
drían en efe-cto lo ordenado por el rey. La datación de estos documentos - al igual que las
cartas misivas castellanas del siglo XIV- presenta graves dificultades. Marichalar, atendiendo
a la presencia del cardenal Gregario, lo sitúa entre 1214 y 1218.

381
DOCUMENTO 111

Transcripción

Karlos, por la gracia de Dios rrey de Nauarra, co nte de Eureus, a todos quantos las presentes letras veran,
salut. Fazemos sa-l' ber que depues que nos fiziemos veer en nuestro consseillo vna rrequesta a nos presentada
por nuestros amados e fieles naturales los pre- 1' lados, rricos hombres, cauaylleros, infancones, hombres de bue-
nas villas e todo el pueblo de nuestro rregno, contenient que maguer 1' que de vso e de fuero sea establido, el
quoal deue ser goardado en nuestra cort, que toda vez que alguno se quereillare de otro lo deua 1' citar, et que
aqueill qui es citado assi deue atender drecho ata tanto que por. jugament sea absuelto o condepnado , que ve-
niendo e faziendo 1• contra los ditos vso e fuero, algunos han seydo presos por nuestros officiales e condempnados
a muert en cambra , sin venir en juyzio, la 1' quoal cosa dizen auer seydo fecha contra las obsseruancias e fueero
que les deurían ser tenidas e goardadas, suplicando que sobre esto nos 1' quisiessemos proueer, nos auemos orde-
nado e -deliberado en fauor de nuestro dilo pueblo, por manera de prouision, ya sea que a esto nos 1' non so-
mos en rren abstrincto, mas que de nuestra pura gracia e liberalidat, a fin que los lechos de justi9ia sean mas
sollempnement tractados 1 10 e deliberados en nuestro rregno, que d'aqui adelant, si alguno fuere citado o preso,
sea judgado publicament e deuidament en juyzio sin 1" ser metido en carnbra, nin ser judgado por informacion
secreta. Et en caso que el citado o preso sera quito o absuelto por juyzio de las cosas en 1" que eill aura seydo
persseguido, !'acusador o quereillant el quoal segunt que paresc ra al juge delant qui las partidas seran, haura
fecho la acusa 1" tion o quereilla maliciosament, sea tenido de pagar las messiones e expenssas del citado o preso,
al esgoart e jugament de la cort, la 1" quoal orden anca sobre dita nos queremos e mandamos ser tenida e goar-
dada perpetualment por nuestro gouernador e por todos los otros officiales 1" de nuestro rregno a qui pertenes-
cra, sin fazer ni venir contra en ninguna manera que sea. Et por que esto sea firme e valedero a todos tiempos,
nos 1" auemos fecho meter nuestro sieyllo en las presentes, sal uo nuestro drecho en otras cosas, e en todas,
l'aylleno. Data en Pomplona, anno Domini 1'- M° CCC 0 L 0 quinto, en el mes de Abril.

Comentario

En nuestras explicaciones nos hemos referido, al escaso conocimiento que tenemos, por
falta de estudios monográficos, de la diplomática navarra, especialmente la bajomedieval y mo-
derna. El desconocimiento es particularmente grave en lo que atañe a la nomenclatura de los
documentos más típicos y generalizados.

El que aquí traemos corresponde al mes de abril de 1355 y mediante él Carlos 11 el


Malo, tras haber estudiado en Consejo una peti ción de todos los estamentos del reino, accede
a que ninguno de sus súbditos pueda ser juzgado secretamente y que el acusador sea res-
ponsable de las costas del juicio si la senter1cia de clara libre o inocente al acusado. Fue edi-
tado por Millares, Tratado, lám. CXV, pp. 373-74.

La forma que adopta el documento y su finalida d es muy parecida a las rec1en nacidas
provisiones reales castellanas de Alfonso XI, advirtiéndose como diferencia principal que las
provisiones van dirigidas a autoridades, mientras que en este ejemplo navarro la dirección es
de tipo general , traducción de la habitual fórmula " Universis presentes litteras inspecturis " .

382
DOCUMENTO IV

Transcripción

(Crismón) In nomine Patris et Filii et Spiritus Santi, amen. Ego Petrus Sancii Dei gratia rex Aragonens ium
vel Pampilonensium. Placu it mihi libenti animo et spontanea voluntate 1 lacio hanc cartam donacionis ad te Mon-
nio Monnióz, quia te facis naturale de mea terra, et propter amorem quod tú fide lis mihi sedeas et fidiliter me
servías, et quod non mihi exeat 1 de te nec de illos tuos nulla alia causa , nisi bene et servicio; et quod sedeas
tú populatore de illo castello de Azafáz, et quod lacias ibi casas quales tu meliores potueris ibi lacere. 1 Dono
tibi alode per ad istas casas , in terminas de Azafáz, una villa nomine Ova, cum illos terminas quod ei termina-
verint senior Forti Ortiz et Lope Galindez, meo merino, 1 quod abeas et possideas illam ad tua propria ereditate,
ingenua et libera et franca, ad faciendum de ea tota tua propria ereditate, ingenua et libera et franca, ad facien-
dum de ea tola tua voluntate, sicut de tua propria ereditate, 1 salva mea fidelitate el de omni mea posteritate, tú
el filii tu i et omnis posteritas lua, per secula cuneta.
[Firma de Pedro 1, autógrafa y en árabe (Cruz) Rexem Petra iben Sancho (Cruz).)
Facta carta ista era M." C." XXX ." Vlll.a, in mense iulio, in Orpin (?)a, in anno quando fuit fabricata Azafáz,
me Dei gratia regnante in Aragone vel 1 Pampilona et in Quelga et in Orpesa et Castilgone, senior Forti Ortíz in
Monleroio et in Quelga et in Auropesa et in Azafáz 1 et meo zite don Monnio in Castilgone et in Azafáz et i n
Monleroio super Mantornes.
Ego Galindo sub iussione domni mei regís hanc cartam scripsi et hoc signum [signo] faci.

Comentario

Mediante e-sta carta real, que se nos ha conservado en su forma original, Pedro 1 de Ara-
gón concede en julio de 1100 a Munio Muñoz, tal vez castellano, por naturalizarse en el reino
de Aragón y hacerse " fiel " suyo y servirle, el casti llo de Azafaz para que lo poblara y for-
tificara, y la villa de Ova como tierra alodial según los términos que para ésta habían delimi-
tado el señor ("senior " ) Orti Ortiz y el merino Lope Galíndez. Obsérvese cómo entre los mag-
nates que figuran en el escatocolo de la carta aparece el destinatario de ella don Munio como
tenente de Castellón, Azafaz y Monterrojo sobre Montornés.

El documento, muy senci llo, fue publicado, estudiado y editado fotográficamente por
A. Ubieto Arteta, Colección diplomática de Pedro 1 de Aragón y Navarra (Zaragoza, 1951 ), do-
cumento núm. 81, pp. 329-30 y 155-56; reproducción fotográfica, entre pp. 328 y 329. Proce-
de de rico fondo de San Juan de la Peña, hoy en el Archivo Histórico Nacional.

La carta tiene una estructura típica en estos documentos aragoneses, que consiste en di-
vidir el pergamino -generalmente apaisado- en tres partes desiguales. La primera contiene
todo el protocolo ini cial y el texto, cerrándose con el signo del rey. Tras unas lín~as en blan-
co, se inicia la segunda parte, reservada para la fecha y mención de los dominios del rey
y de los .señores y tenentes del reino. En la parte final, separada de la anterior por otro espa-
cio en blanco, figura sólo la suscripción del escriba.

La escritura empleada es la visigótica redonda aragonesa, salvo la firma autógrafa del


rey, que va escrita con caracteres árabes y dice: "(Cruz) risim Bitruh ibn Sanyuh (cruz}, y
que debían leer "rexem (rey) Petro ibn Sancho". Es el único caso de un monarca hispano-
cristiano que haya empleado la escritura árabe para su firma; dice ello mucho, sin embargo,
del gran mozarab ismo en cultura y costumbre de los reinos cristianos altomedievales del valle
del Ebro. No hemos de olvidar que durante los siglos X y XI la cultura árabe desempeñó un
papel dominante en la Península Ibérica, alcanzando un tan gran esplendor en literatura, his-
toria o filosofía que sólo durante el Renacimiento llegó a ser superado por el mundo occidental
europeo; con ello se explican satisfactoriamente estos evidentes influjos culturales árabes, in-
clu so en la firma de Pedro 1, rey de Aragón y Navarra.

383
DOCUMENTO V

Transcripción

Hoc est translatum fideliter trans1atatum. In Dei nomi ne. Ego Borrellus, comes et marchío, donator sum
tibi Eroigius, fílius Bitarius et uxori tue Almatrude et filio vestro Guiffredo. Per hanc scríptura donacionis mee
dono vobis iamdíctis et omni progeníeí vestre ipsum castrum de Capra cum suis term inis et pertinenciis ad alo-
dium franchum et líberum. Est predictum castrum in comitatu Barchinone, in ipsa Marcha el affrontat pred ictum
castrum de orientis in Pontum de Armentera et in flumen Gaiani et vadit per ipso Ilumine usque ad Ripas Rubeas
que sunt subtus ecclesia beati Petri de Gainani; de merídie in ipso flumínis et vad ít ad clot Lapazos et sic
pervadit ad oleastro Grosso et ad torrentem de Figerola et ascendit ad summitatis Serre et vadit ad rocha m albam,
qui est in silva lordanis; de occiduo in ipsa rocha et vadit ad Pugio Grosso, sicut aquas discurrunt et per sumi -
tatem serre usque ad Petrafita el per ipsas Ripas Rubeas el pervenit ad fonte de Olivela; de circi in ipsa Fonte et
vadit ad ribo Despeds et descendit in Ponte de Armentera et in flumine Gaiani. Quantum islas quatuor affronta-
ciones inoludunt, sic dono vobis iamdictís et progenies vestra predíctum castrum cum su is termínís et pertinenclis
pronum et planum, silvis, garricis et aquís el omnia quicquid melius dici et intelligi el nominari potes! et de meo
íure in vestrum trado dominio et potestate ad alodium franchum, quietum et liberum ad omnes voluntates faciendas
vestras. Ouod sí ego donator aut ullusque horno qui contra isla donacione venerit ad inrumpendum non oc va leat
vindicare, sed componat aut componamus in duplo cu m omnem suam melíoracionem et isla donacione firma per-
maneat modo vel omnique tempore.
Facta carta donacione v. kalendas octubris anno xxvi. regnante Leuterio rege.
Sig + num Borrellus, comes et marchio, qui isla donatione fecit et firmavit et testes firma re rogavit. Sig + num
Erímirí, vícarií . Sig + num lsimbertus. Sig + num Sendredus, Sig + num Argonallus.
S+ n. loeundus, presbiter, qui isla donacione sc ripsit~ ss. dTe .:¡uod supra.
•Raimundus, levita atque decanus, ss.; Raimundi, presbiteri; s + n. Berengar ii Di·onis ii; sig + num Guillelmi
pictoris, nos huius tarnslati testes.
S+ n. Petro de Corron, quí hoc scripsít translatum , cun litteris emmendatis in linea viiií, ií. nonas octobrís,
anno Dominí MCLXXXVIII.

Comentario

El documento que antecede, fechado en 27 de septiembre del 980, es una donación de


Borrell 11, conde y marqués de Barcelona, a Ervigio hijo de Bitario, a su mujer Almatrude y a
su hijo Vifredo y su descendencia, del castillo de Cabra, junto al rio Gayá (Tarragona}, en
franco y libre alodio. Es una copia fidedigna, datada en 1188, que se conserva en el esplén-
dido Archivo de la Corona de Aragón. Fue editada por F. Udina Martorell, El Archivp Condal
de Barcelona en los siglos IX-X (Barcelona, 1951}, doc. núm. 186, pp. 365-67.

Nos referíamos en las explicaciones anteriores a la gran escasez, por no decir ausencia,
de documentos que revistan el carácter de públicos entre los procedentes de archivos de los
condes catalanes primitivos. Los que se nos han conservado no difieren en absoluto de los con -
temporáneos documentos privados ni en el tipo de documento ni en la estructura que adoptan.
Unicamente podemos considerar que tienen cierto carácter público unas contadas donaciones
que hacen los condes a vasallos suyos de castillos y tierras, con una evidente finalidad de
defensa del territorio frente a la España musulmana y recurriendo a soluciones de tipo feudal
comunes en la Marca Hispánica por influjo francés; tal es el caso de l documento que comenta-
mos. Aunque diplomáticamente es una donación por juro de ·hered ad, semejante en estructura
a cualquier donación coetánea, el conjunto donado muestra que se trata de un acto de sobe-

384
ranía, para el cual no se utilizaban documentos especiales como en León (mandato) , sino
que se recurre a la donación habitual entre· particulares.

Según Udina, el castillo de Cabra era uno de los principales baluartes de la defensa de
la Marca por el Sur frente a AI-Andalus. La donación del mismo a Ervigio y su familia se
hace en un momento en que la España musulmana, bajo la dictadura de Almanzor, comienza
a invadir sistemáticamente los Estados cristianos. Dos años antes de esta donación los musul-
manes habían atacado la llanura de Barcelona en una campaña cuyo objétivo principal fue AI-
Fabra o Al-Cabra, topónimo que puede ser identificado con el Cabra que aparece en este do-
cumento. La donación en este caso respondería a la ·necesidad de nombrar un responsable para
reparar el castillo y su alfoz de los daños· ocasionados en la pasada incursión, y poder contener
futuras azeifas, posibilitando una mejor defensa de la capital del condado. En 984, sin embargo,
en una prolongada, terrible y famosa campaña Almanzor destruyó Barcelona.

385
DOCUMENTO VI

Transcripción

Don Alfonso, por ·l a gracia de Dios rey d'Aragon, de Sicilia, de Valencia, de Mallorquas, de Cerdenya e de
Corcega, l" comte de Barchinona, duch de Athenas e de Neopatria, e encara comte de Rosellon e de Cerdanya.
Al fiel procurador 1' fiscal nuestro en el regno d'Aragon en Ramon de Castellon, salut e gracia. =
Como nos hayamos nueuament 1' feyta remission a los religiosos amados e fieles nuest ros, los couento de
la orden del Sepulcro de nuestro Seynor 1' de la ciudat de Calatayu, de quien se dizen seyer los castiello e lugar
de Nueualos. concello e vniuersidat 1• del dilo lugar, de ciertas resistencias por ellos o algunos d'ellos feytas a
nuestros officiales, e de qualquiere ex l'cessos e delictos resultantes de las ditas resistencias segunt en la carta de
aquesto feyta, la qual fue dada a 1' quatro días del present mes de deziembre, poredes mes largament veyer. =
Vos dezimos e mandamos assin screyta l'ment como podemos que teniendo e observando la dita carta e to-
das cosas en aquella contenidas, iuxta su serie 1'0 e tenor ,renunciedes de continent e sin dilacion alguna a qua-
lesquiere vozes de appellidos dadas por las ditas 1" resistencias e a la instancia e a la causa . e instedes e con-
sintades que los pendones puestos en los ditos castiello 1" e lugar sian tirados, e la jurisdiccion e dominicatura
de aquellos sia restituida al dito couento ensemble con 1" los ditos castie llo e lugar, e la apprension feyta por
vigor de las ditas vozes de apellidos e todas e cada 1" vnas cosas por aquesta razon subseguidas sian tiradas,
por manera qu'el dilo couento cobre e haya los 1" ditoscastiello e lugar, iurisdicion e dominicatura pacificament
e quieta, guardantvos de fazer el contrario 116 si nos queredes seruir, como en todo caso queramos que assin se
faga. =
Dada en Teruel dius nuestro siello secreto 1" a diez días de deziembre en el anyo de la natividat de nuestro
Senyor mil CCCCXXVII.=
Rex Altonsus [Rubricado]
In conmunis Xllll. 0

Comentario

Mediante este documento Alfonso V manda, el 10 de diciembre de 1427, a don Ramón


de Castellón, procurador fiscal en el reino de Aragón, que haga entregar al convento de la
Orden del Santo Sepulcro de Calatayud el lugar y el castillo de Nuévalos, entrega a la que se
había opuesto con resistencia y ocupación del castillo los vecinos del lugar.

Se conserva este diploma en el A. H. N. (Silografía 17-56) y fue publicado por F. Arribas


Arranz, Paleografía documental hispánica (Valladolid, 1965}, lám. 82, pp. 139-49. Lo traemos a
estudio por ser un ejemplo claro de la típica carta real aragonesa, con todos los caracte res
que le asignábamos en el texto: papel, escritura aragonesa, intitulación completa co-n la ex-
presión de dominios, dire·c ción y saludo. El texto documental se inicia en este caso con una
exposición que justifica el dispositivo; el cual adopta, como es normal , la forma de mandato:
"Vos dezimos e mandamos ... "

En cuanto al contenido, únicamente indicar que durante la baja Edad Media son fre-
cuentísimas las resistencias armadas que hacen los vecinos de poblaciones, incluso a la vo-
luntad -del rey, a fin de no pasar a depender de la jurisdicción señorial , eclesiástica o civil. Mu-
chos de los pueblos españoles que tras el nombre añaden "del Rey" , quieren indicar precisa-
mente que el municipio era tierra de realengo y no señorial. En Aragón, y tal vez más en Cas-
tilla, fue muy frecuente que los monarcas, en especial los de la dinastía Trastámara, entregaran
pueblos enteros a miembros de la alta nobleza y a obispos. En muchos casos la resistencia
armada de los vecinos alcanzó gran virulencia, y en no pocas ocasiones lograron que gracias
a ella el monarca revocara la donación.

386
Tema XXXVI

LA DOCUMENT ACION PONTIFICIA

ESQUEMA/ RESUMEN

1) Peri0dización.

a) Hasta mitad del siglo X!.

l. La Cancillería
apostólica.
2)

3)
Organización.

Formularios.
l
a)
b)
Desde el pontificado de
León IX (1048-1054).

Antes de Inocencia 111.

4) Registros.
b) Desde el pontificado de Ino-
cencia 111 hasta el presente.

1) Bulas , el nombre y su realidad diplomática.

11. Los documentos. ( , a) Privilegios mayores.


b) Privilegios senci-
2) Clasificación y . \ llos o menores.
1 tipos documentales. 1< e)
d)
Cartas .
Breves.
e) " Motu proprios" .

387
INSTRUCCIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

En varios temas de la anterior Unidad didáctica, la quinta, nos hemos referido a deter-
minados aspectos de esta documentación que llamamos pontificia, pero que también puede
llamarse con otros nom bres; por ejemplo, papal y apostólica. Concretamente, en el tema 30
hemos prestado particular atención a la cancillería de la Iglesia romana por co ns iderarla mo-
délica y de imitación para las otras canci llerías soberanas de Europa: la imperial y las regias.
En el tema 27, aunque con menos relieve y exte nsión , tam bién hemos aludido al uso de for-
mularios por parte de dicha canci llería.

Sin embargo, no parece que lo allí expuesto sea bastante, de cara al estudio de las di-
ferentes series de documentos pontificios conservadas en los archivos y relacionadas espe-
cia lmente co n la historia de España, pues ya hemos apuntado que en archivos españoles y
en algunos extranjeros interesantes a nuestro desarro llo histórico puede se r extrao rdinario el
caud al que se guarda de esas piezas documentales, tanto por su cantidad como por su con-
tenido.

Basta un somero examen sobre dicho desarrollo para convencernos de que durante
toda la Edad Media y gran parte de la Moderna nu estras relaciones con la sede ce ntral de la
Iglesia en sus diferentes planos fueron tan continuas y tan intensas como para que la docu-
mentación correspondiente pueda emparejarse con la procedente de muchos organismos na~
cionales públicos y semipúblicos. Piénsese por un momento en la ser ie de instituciones ecle-
siásti cas, desde los obispados y las catedra les hasta las hermandades y las fundaciones pías,
cuyas relaciones, antes y más que co n cualquier ente nacional, tenían que ver con el papa y
la curia roma na a través de su cancillería.

Todo lo cual queda dicho y lo alegamos como argum ento que justifique la presencia
en nuestro programa de este último tema, dentro de su última Unidad, dedicada toda ella á
Diplomática especial, es decir, al examen y exposición de aquellos grupos de documentos
que, como a estudiosos de la historia de España, puedan interesarn os más de cerca.

En el aspecto pedagógico , el tema no p lantea especiales problemas, como no sea, al


igual que en los anteriores, el acumu lamie nto excesivo de materia dentro de un espacio de-
masiado estrecho. No obstante, los esquemas pueden resultar aquí más claros y más asequi-
bles que en aquéllos. Al alumno sí le se rá imprescindible , para adentrarse en este nuevo
mundo diplomatístico, un conocimiento suficiente de la lengua latina, en la que estarán re-
dactados casi al cie n por cien los textos documentales que haya de manejar, por la razón que
sea. Al latín será conveniente que se añadan conocimientos discretos de historia de la Igle-
sia, así como de las instituciones canónicas y, en general, del ambiente religioso-eclesiástico
de cada época en sus diversas manifestaciones. De lo contrario, muchas veces ni el vocabu-
lario ni la fraseología serán comprensibles para el lector y transcriptor de tales textos.

389
XXXVI/4 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

En el terreno de la investigación histórica la documentación pontificia todav ía ofrece


posibilidades y perspectivas, pues no sólo los archivos catedrali cios y episcopales, donde
queda mucho por explotar de forma sistemática, sino los de parroquias y otras inst ituciones
más humildes pueden suministrar al historiador material de primera mano, sorprendente a veces
por lo valioso y lo desconocido. Sobre todo, si junto a los papales propiamente dichos, se en-
cuentran otros documentos eclesiásticos inferiores relacionados con aquéllos. Lástima que, en
España al menos, la Diplomática eclesiástica a nivel nacional siga siendo un campo sin cul-
tivo, donde, junto a muchos trabajos sueltos y parciales tocantes a determinados documen-
tos, se está echando en falta una obrita de conjunto sobre esa parcela de nuestra Dip lomática.

390
ORIENTACIONES BIBLIOGRAFICAS

Para el presente tema de poco sirven los manuales y tratados españoles a los que
hemos venido refiriéndonos en temas anteriores, pues ni plantean siquiera el problema de la
documentación pontificia. Habrá que acudir a autores extranjeros, como A. de Boüard en su
"Manuel de diplomatique fran9aise et pontificale" (París, 1929), repetidamente citado, donde
lo pontificio no se expone en capítulos propios y aparte de los demás, sino envuelto y diluido
en la doctrina general sobre el documento y sus problemas.

Más densos y concretos siguen resultando al respecto los antiguos tratados de A. Giry,
"Manuel de Diplomatique (París, 1925), L. Schmizt-Kallemberg, " Papsturkunden" (Leipzig-Ber-
lín , 1913) y H. Breslau, " Handbu ch der Urkundenlehre" (Leipzig, 1912). Por su brevedad y
sencillez es de notar el más reciente de P. Rabikauskas, "Dip lomática pontificia" (Roma, 1970),
de adquis ición menos costosa que los anteriores.

Los trabajos parciales y los monográficos, junto con las ediciones de fondos documen-
tales y las colecciones facsimi lares de los mismos, son incontables y de todas las categorías.
· Los iremos citando según convenga a nuestras explicaciones, apelando ya desde ahora, por
lo prácticos y útiles que resultan, a los fac sím iles coleccionados por G . Battelli y publicados
bajo el título "Acta Pontificum Romanorum" en la colección "Exemp la scripturarum" de la
Biblioteca Vaticana, 1966 ; lo mismo que algunos pequeños trabajos de dicho autor sobre
puntos muy concretos de diplomática pontificia; por ejemplo, los aparecidos en la "Enci-
ctopedia Cattolica" correspondientes a las voces "bolla", "breve", "motu proprio", "registri
pontifici ", etc. Especialmente interesante s resultan algunos trabajos presentados al 111 Congre-
so Internacional de Diplom ática (Roma, 1971) dedicado todo él a temas de Diplomática ponti-
ficia, y publicados en "Annali della Scuola Speciali per archivisti e bibliotecari deii'Universitá
di Roma" (Turín, 1972). Entre las colecciones de documentos editados estos últimos años so-
bresale el "Diplomatario del carden al Albornoz (Barcelona, 1976), con el "Estudio diplomático",
introductorio de J. ·rsenchs.

391
EXPLICACIONES COMPLEMENTARIAS

Como en temas anteriores y aun con más razón que en aquéllos, dividiremos nuestra
exposición en dos grandes apartados : uno, referido a la cancillería; otro, a los documentos
en sí mismos. El cuadro esquemático de ambos y su desarrollo es posible que resulte más
claro y armónico que el trazado para otras documentaciones, influyendo en ello, de un lado,
la propia organ ización cancilleresca, menos cambiante y más sistemática, y de otro, la tipo-
logía de los documentos que, como consecuenc ia del buen sentido que suele presidir su
aparición y preparación, resulta poco variable y permanece durante siglos.

l. LA CAN·CILLERIA

Su nombre, como el de canciller, es relativamente tardío, pues no aparece hasta el si-


glo XI, igual que en los de.más Estados europeos. Pero su organización y funciones son mucho
más antiguas , las más antiguas de Europa después de las del Imperio romano-bizantino. Por
eso es muy importante empezar estableciendo una división en períodos, de forma más explíci-
ta que lo hemos hecho, en general , con las cancillerías españolas. También aparecerán aquí al·
gunos epígrafes nuevos, con sus respectivas divisiones.

1) Poriodización. Prescindiremos de toda discusión -que las hay entre los especia-
listas del tema, y los llevan a conclus iones muy dispares-, concretándonos a seguir los plan-
teamientos y puntos de vista de dos de los autores c itados en nuestras Orientaciones bi-
bliográficas , Battelli y Rabikauskas, quienes con pequeñas diferencias coinciden en distinguir
cinco períodos y en señalar los límites de los mismos. Veamos:

Primer periodo. Comprende desde los orígenes de la cancillería en el siglo IV, hasta el
pontificado de Adriano 1 en el año 772. Las noticias sobre el mismo son escasas e indirectas,
aumentando la dificultad de su conocimiento por la ausencia total de documentos originales
conservados y de copias auténticas.

Segundo periodo. Llega desde el citado Adriano 1 hasta los comienzos del pontifica-
do de León IX en 1049. Todavía son escasos los documentos originales que se conservan ,
pues no llegan a 60 ; pero se advierte ya una .mayor regularidad en sus estructuras, correspon-
dientes a tí pos documentales nuevos: el privilegio y la "epistula", que dará origen a las poste-
riores cartas o " litterae".

Tercer período. Hay acuerdo entre los autores sobre su comienzo, sincronizado con el
del pontificado de León IX; pero no lo hay sobre su final, pues unos (Battelli) lo hacen aca-
bar en 1198, cuando con Inocencia 111 se proyectan las monumentales series de los registros
pontificios; mientras otros (Rabikauskas) lo alargan nada menos que hasta 1331, cuando

393
XXXVI/S PALEOGRAFIA Y OIPLOMATICA {Diplomática especial)

Juan XXII introduce nueva organización y nuevos estatutos, que suponen nuevos tipos do-
cumentales.

Cuarto período. Sea cual fuere su punto de partida más racional y aceptable, hay
coincidencia en marcarle como término el año 1588, en que, con el establecimiento de las Sa-
gradas Congregaciones Romanas, las líneas y la marcha de la Cancillería cambiarán profun-
damente.

Quinto período. Se inaugura con la novedad de dichas Sagradas Congregaciones, cu-


ya permanencia durante siglos y sin variaciones sustanciales constituirá la nota más caracterís-
tica del período y lo harán llegar hasta nuestros días. Por eso y por otras razones que sirven
en gran parte para las demás cancillerías europeas, el interés diplo.matístiéo de esta última
etapa decrece notablemente.

2) Organización. Distribuiremos las explicaciones correspondientes en dos grandes


apartados: antes de mitad del siglo XI y después.

a) El primer apartado tiene .menos interés práctico, entre otras razones por la falta de
documentos en general , y en especial si se relaciona el fenómeno con los archivos españo-
les. Por otra parte, se trata de períodos muy estudiados, con una b ibli ografía densa y abun-
dante que hace más difícil su exposición sistemática. Procuraremos resumirla, reduciéndola
a los siguientes puntos:

1. 0 Hasta principios del siglo IV no empieza la Iglesia el ejercicio de su poder públi-


co, en lo espiritual primero, y en lo temporal después .

Antes de entonces no parece, pues, procedente hablar de ca ncillería propiamente di-


cha. Si existen notarios de las comunidades cristianas, que redactan y autentican las actas de
los mártires, hay que entender que se trata de notarios privados. J. B. Rossi en su Comen-
tario "de origine, historia, indicibus scrinii et bibliothecae sedis apostolicae" (Roma , 1800)
hace remontar a la época del papa San Antero (235-236) la existen cia del archivo o "scri-
nium sanctae romanae ecclesiae" donde se guardaban los documentos con sus registros co-
rrespondientes, y en torno al cual giraba toda la actividad documental que pudieran tener los
pontífices.

Con relación al siglo IV, el mismo Rossi habla de la existencia en tiempos del papa Ju-
lio (337-353) de un colegio de notarios, y del nuevo edificio construido para los archivos por
el papa Dámaso (366-384), hasta que aquéllos fueron pronto trasladados al palacio de Letrán,
donde residía el Papa.

W. Peitz en su sagaz estudio sobre el origen y formación de las colecciones canónicas,


sostiene que en el siglo V las tareas cancilleriles se llevaban a cabo en el monasterio de
Santa Anastasia o mon aste rio Griego, en el Palatino, que hasta bien entrada la Edad Media
era el primero entre los romanos , y de él sali eron el " Liber pontificalis", el " Líber diurnus",
el "Co nstitutium Constantini " y las falsificaciones de Simaco. Allí fue monje Dionsio el Exiguo y
jefe de la cancillería el año 514. De su organización y eficacia dan fe los fragmentos de re-
gistros, cuyas copias nos han llegado, correspondientes a los papas Gelasio (492), Hormisdas
(514) y Pelagio (555), así como las reglas del "cursus" que regían para la redacción de los
documentos, a las cua les ha dedicado un magnífico estudio F. di Capua en su obra " 11 rit.rno
prosaico ne lle lettere pontificia", Roma , 1949. Otras refer enc ias a esta etapa primitiva pueden
verse en R. Silva Tarouca, "Antiguas letras de papas y edicio nes de las mismas" (Ro ma.
1921). En el siglo V a l archivo se le ll ama "chartari um " , y a él se refiere San Jeró nimo es-
cribiendo a Rufino y hablándole sobre una epístola del papa Anastasia. Acerca de la mecá-

394
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXVI/9

nica de redacción, dictado, escritura y demás fases del documento, véase en el anterior tema 30,
página 234

2." Con el papa San Gregorio Magno (590-604) aparecen los "notarii romanae eccle-
siae" formando colegio y presididos por un " primicerius" y un " secundicerius". Dentro del
colegio tenían especial categoría los " notarii regionarii", o sea, de las siete reg iones ecle-
siásticas en que se dividía la ciudad . El formulario de los documentos se hace más regular
y constante, tanto que para Roziére la tercera parte de las fórmulas del " Liber Diurnus" que
veremos luego están tomadas de documentos originales de este tiempo. A partir de San Gre-
gario los encargados de escribir los documentos se llaman " notarii et scrinarii"; lo cual, y
al margen de que la palabra "scrinium" siga significando archivo o haya empezado a signi-
ficar banco de oficio o de trabajo de los notarios, nos da pie para entender que éstos tenían
ya un cargo más o menos estable y unas funciones fijas.

3.° Con Adriano 1 (772-795) se intensifica la jerarquización de las personas emplea-


das en el oficio documental y la distribución de sus funciones, apare ciendo como grupos o
clases distintas los "datarii" y los "scriptores", a quienes se dan variados nombres: "notarius",
"scrinarius ", "primicerius", " secundicerius ", "nomenculator", "sacellarius", " bib liothecarius ",
"protascrinarius", "archiscrinarius", "notarius regionarius" , etc., sin que se vea siempre cla-
ro cuándo se refieren a un grupo o a otro.

Algunos autores, Paoli entre ellos, pretenden que el nombre y titulo de canciller apare-
ce ya en documentos anteriores al año 1000, conservados en cop4as, recogidas por Jaffé en
su " Aegesta romanorum pontificum" ; pero probablemente se trata de lecturas y transcripcio-
nes equivocadas en cuanto a las fechas.

b) El segundo apartado lo hacemos coincidir en su comienzo con la intensificación


de la producción documental que se observa durante el corto pontificado de León IX
(1048-1054) y la mayor regularidad de los tipos documentales que se producen; circunstancias
ambas que contribuyen a facilitar el trabajo de los estudiosos al encontrarse con ejempla-
res cada vez más abundantes y homogéneos. De ahí también el que la bibliografía al res-
pecto aumente considerablemente, así en torno a colecciones documentales como a registros
y a lotes de documentos o piezas sueltas e independientes. La principal puede verse recogi-
da en cualquiera de los manuales citados al principio.

Por lo demás , y habida r.uenta del poco espacio de que disponemos, parece oportuno
remitir al al umno al citado tema 30, en sus páginas 583-585, donde encontrará un esquema
discreto sobre la organización cancilleresca que nos interesa durante esta larga etapa que
va desde el siglo XI al XX. Lo allí dicho podemos ampliarlo aquí con los siguientes comple-
mentos y aclaraciones:

1." Sobre el canciller y el vicecanciller. El primer documento en que aparece con se-
guridad el ca nciller es del papa Clemente 11 el año 1046; aunque consta que el cargo y el
nombre existían ya en 1037 unidos al de bibliotecario en la persona de un tal Pedro. Entre los
cancilleres de esos primeros tiempos suele recordarse a Juan de Gaeta, traído de Montecasino
por el papa Urbano 11 (1088-1099) para que restaurara en el texto de los documentos papales
el "cursus leon ino ", llamado así del papa San León Magno que fue qu ien lo empezó a usar de
modo permanente y sistemático y sobre el cual nos hemos remitido ya a la obra de Capua " 11
ritmo prosaico". El titulo de canciller desaparecerá en el siglo XIII como consecuencia de las
reform as de Inocencia 111.

Entra a suplirlo el vicecanciller, so bre cuya personalidad y funciones publicó Ciampi-


ni, ya en el siglo XVII , un curioso trabajo, sobremanera ilustrativo, titulado " De S. A. Eccle-

395
XXXVI/10 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

siae vicecancellario, illiusque munere, auctoritate et potestate deque officialibus cancellarie


apostolicae", Roma, 1697. El primero fue nombrado por Honorio 111, y sus sucesores han lle-
gado como jefes supremos de la cancillería hasta el año 1908, en que renació el cargo de
canciller, bien que con características muy distintas de las que tuvo antiguamente. Los vicecan·
cilleres fueron siempre cardenales y, con frecuencia, personajes de primera categoría en cuan-
to a honores y rentas, lo cual trajo consigo el que en tiempos de Juan XXII se instituyera
un lugarteniente, "vicecancellarii locumtenens ", llamado también "regens" o "presidens".

3.• Sobre los notarios. Dependían directamente del canciller o del vicecanciller, di-
rigiendo y controlando el trabajo de los oficiales en sus respectivas secciones; pero resul-
tando ellos responsables de la redacción del documento. En un principio atendían a toda cla-
se de documentos; pero en los últimos siglos medios se concretaron a solos Jos de justicia.
Su número era de siete. Poco o nada tienen que ver con ellos los notarios apostólicos que
en el siglo XIV fueron instituidos fuera de la cancillería apostólica y que actuaban en las
curias y despachos eclesiásticos, pero también en el campo de los documentos privados. Para
distinguir unos de otros, a los primeros se les empezó a llamar " protonotarii " .

3.• Sobre los oficiales. Ya dijimos (tema 30) que se distribuían en cuatro secciones.
Los de más categoría y los que estaban más cerca de los notarios eran los de la primera
sección, donde se redactaba verdaderamente el documento; se les llamaba " abreviatores litte-
rarum apostolicarum" y formaban, por así decirlo, el cuerpo técnico de la cancillería, por cu-
yas manos habían de pasar en última instancia los documentos definitivos para ser revisados
antes de su expedición. A fines del sig lo XV eran unos setenta y, más o menos, siguieron sién-
dolo hasta la reforma de Pío X en 1908. Atendiendo a su mi sió n de trabajo se dividen en tres
grupos: los llamados "de prima visione", que eran una especie de ayudantes en el primer
grado de la carrera cancilleril; los de " parco minori", que hacían las minutas de documentos;
los de "parco maiori", que colaboraban más inmediatamente con el vicecanciller y los no-
tarios en torno a la preparación del documento definitivo. La palabra "pa rco " puede ser de ori-
gen germánico y se refiere, en todo caso, al local o sector del local (planos superior e infe-
rior) en que trabajaban di chos oficia les.

En la segunda sección funcionaban los "scriptores litterarum apostolicarum ", que eran
nombrados por el vicecanciller, previo examen, pasando a depender de aquél y de los notarios.
Ya di jimos que Bonifacio VIII (1295-1303) puso al frente de ellos un "rescribendarius" o " re-
ferendarius " , y se dispuso que cada seis meses se nombrara entre los "sc riptores" o "g rossa-
tores" un " distributor notarum grossandarum " cuya .misión consistía en ordenar y repartir en-
tre aqué ll os las minutas que h ab ían de pasar a limpio.

En la sección tercera se movían los "scriptores registri" o " registratores", cuya función
vimos (tema 30) que se reducía a copiar en los libros-registro el texto de cada documento. Al-
gunos autores se preguntan si lo que se registraba era la minuta o el mundum y si el registro
no representaba ya una primera puesta en limpio, hecha a vista de un primer borrador, ante-
rior incluso a la minuta, concluyendo que debió de haber diferentes sistemas de registrar, se-
gún las épocas.

Sobre los " bullatores" o selladores que componían la secc1on cuarta, es curioso el
dato de qu e en los siglos XIII y XIV el cargo era confiado a dos monjes cistercienses que
habían de ser ignorantes de la lengua latina e, incluso, analfal)ctos, para que no leyeran ni en-
tendieran el texto de Jo que sellaban. Ya vimos cómo a nart1r de Aviñón la plantilla y las opera-
ciones del sellado aumentaron y se complicaron considerablemente.

También tiene origen aviñonés la institución de los "secretarii apostolici" , quienes, sin
pertenecer propiamente al personal de la cancillería, gozan de la confianza del papa e intervie-

396
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXVI/ 11

nen desde Gregario IX en el dictado de los documentos llamados "Breves" y en la correspon-


dencia privada de los pontífices. Su origen más remoto hay que buscarlo en el siglo XIII entre
aquellos escribanos de la Cámara apostólica que se cuidaban de los textos de carácter político.

3) Formularios. Nota típica de la cancillería papal es el uso temprano de coleccio-


nes de fórmulas o modelos, llamados formularios, para la redacción de los documentos res-
pectivos. A ellos nos referimos en plan general dentro del tema 27, dedicando un párrafo muy
pequeño a los formularios pontificios. Lo dicho allá puede ampliarse y completarse ahora con
las siguientes noticias:

1.3 Sobre el "Liber diurnus romanorum pontificum", que es el más famoso y el .más
estudiado de todos los formularios medievales, con una profusa bibliografía, conviene puntua-
lizar que, según la más moderna crítica, no se trata de una colección oficial y pública, sino
privada, compuesta seguramente con fines canónicos, acaso para trabajo y prácticas de es-
cuela. Todo lo cual no obsta para que fuera aprovechado y utilizado en la cancillería que nos
interesa. Se compuso no de una vez, sino en tres distintas, o sea, a base de tres lotes o cuer-
pos de fórmulas que se integraron en diferentes ocasiones, todas tres dentro de los siglos VII-
VIII. Si no romano, su origen es, ciertamente, italiano. Los textos que se recogen y ponen co-
mo modelo p.arecen responder a textos reales de documentos que existieron; de ahí, su extraor-
dinario interés histórico, supuesta la época en que fueron escritos.

2.a Los formularios oficiales de verdad no aparecen en esta cancillería hasta la baja
Edad Media. Quizá el más antiguo de todos pueda considerarse el llamado "Liber provincialis"
que, siendo en su origen una especie de lista o elenco de cardenales, patriarcas, arzobispos
y obispos de todo el mundo, fueron acumulándosele fórmulas y modelos de diferentes clases;
la compilación más antigua del "Provincial" que nos ha ll egado la hizo en 1380 Federico
Nieheim, abreviador de la cancillería. Al mismo año y al mismo autor corresponde la copia de
otro formul ario, al que llam an " Quaternus al bus", el cua l probablemente se compiló por pri-
mera vez en la cancillería de Aviñón con modelos de documentos correspondientes a Juan XXII
y Urbano VI, relativos a beneficios eclesiásticos.
A partir de Juan XXII fue norma que cada papa hiciera poner por escrito las reglas que
habían de regir en la cancillería durante su pontificado. Con lo cual se fue creando la magní-
fica colección de reglas de cancillería "Regulae Cancellariae", que se han conservado en
numerosos ejemplares, manuscritos o impresos.
3. 3 Junto a los formularios oficiales abundan en los últimos siglos medios otros, de
carácter oficioso y aun particulares, que eran dispuestos para su uso y el de sus oficiales por
miembros destacados de la propia cancillería. Algunos, compuestos por ilustres maestros del
"Ars dictandi ", se hicieron famosos y tuvieron difusión extraordinaria. Por ejemplo, la "Su.m-
ma dictaminis" de Tomás de Capua , que fue notario y, luego, cardenal-canciller con el papa
Inocencia 11 1; la " Collectio formularum" de Marino de Ebolo, donde , después de explicarnos
el funcionamiento de la ca nci llería y la estructura de los documentos, recoge un "epistola-
rium " con más de tres mil modelos; la "Summa dictaminis secundum sty lum romanae curiae"
compuesta a mitad d el sig lo XIII por Ricardo de Poffi, "abbreviator", con modelos tomados
de minutas y originales de los papas Alejandro IV, Urbano IV y Clamente IV.
4) Registros. Es otro de los aspectos más notables de la canci llería apostólica, a
través del cual ésta ha prestado a los historiadores el más grande servicio, y a la historiografía,
de Europa una contribución inapreciable en un doble plano ; pues mientras, de una parte, el cau-
dal de noticias que en ellos se atesora no tiene par en el mundo por su calidad y abundan-
cia ; de otra, sirvieron de modelo y estímulo a las ca ncill erías soberanas de Europa y aun a
otras inferiores para el establecimiento de sus registros propios, los cuales se convirtieron
a su vez en rico tesoro de datos históricos.

397
XXXVI/12 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial}

En el apartado 2) acabamos de ver cómo desde la baja Edad Media, si no antes, una
de las secciones de la cancillería papal estaba dedicada a los registros. Veamos ahora rápi-
damente su desarrollo histórico a través de los dos grandes períodos en que se divide la
cancillería con relación a este sector de sus actividades y que están delimitados por el pon-
tificado de Inocencia 111 (1198-1216).

a) Período anterior a Inocencia 111. De él podemos afirmar: Primero, que apenas se


conservan registros de esos siglos romanos y altomedievales, ni siquiera en copias o en frag-
mentos. Los .más antiguos que conocemos son una copia del registro del papa Juan VIII (872-
882) hecha en el siglo XI, conservada en el Archivo Vaticano, y un original de Gregario VIl
(1073-1085), sobre el que se ha discutido mucho por su posible relación con alguna de las
colecciones canónicas.

Segundo, que no obstante la falta de ejemplares conservados, es seguro que al menos


desde el siglo IV los papas, siguiendo la tradición administrativa del imperio, mandaban co-
piar en libros hechos "ad hoc" los documentos por ellos expedidos. A tales libros se refieren
algunos historiadores, entre los cuales se ha hecho célebre el testimonio de Juan Diácono,
quien escribiendo en el siglo IX, sobre fuentes de archivo, la vida de San Gregario Magno,
dice que en su tiempo se conservaban "tot chartacei libri epistolarum eiusdem patris quot
annos probatur vixisse", que quiere decir: "tantos libros o cuadernos de cartas en papiro cuan-
tos años se sabe que vivió aquel pontífice". Los investigadores han tratado con bastante éxi-
. to de reconstruir el contenido documental de éste que llaman "Registrum Gregorii 1".

Tercero, que a través de los propios textos documentales de esa primera época puede
concluirse, como lo hizo Breslau discurriendo sagazmente sobre la "Regesta romanoru.m pon-
tificum" de Jaffé (Leipzig, 1885), que los papas Zósimo y Celestino 1, de comienzos del siglo V,
habían tenido también registro de sus documentos. A la misma conclusión llegó Rossi a tra-
vés de la "Collectio britannica ca nonum" estudiada por P. Ewal sobre probables registros de
varios papas que lo fueron entre los siglos V y VI (Gelasio 1, Pelagio 1 y 11, Juan VIII, etc.).

Cuarto, que el orden seguido por estos registros más antiguos con relación a los do-
cumentos que se registraban era el cronológico, es decir, el de la fecha de cada documento
registrado; fecha que en los de Gregario 1 se calculaba por el sistema de la Indicción; en los
de Gregario VIl, por los años del pontificado, dedicando un registro a cada año sin más cri-
terios clasificadores, con lo cual se mezclaban en un mismo registro toda clase de docu-
mentos.

b) Período posterior a Inocencia 111, bien que incluyendo a este pontífice, que no sólo
inaugura el período, sino que es el creador de los grandes registros apostólicos, ordenados
no simplemente por las fechas de los documentos, sino según las materias de éstos. Así, la
primera serie de registros por temas recoge los referentes a las relaciones con el Imperio
germánico y se titula "Registrum super negotium Roma ni lmperii".

Durante el pontificado de Gregario IX (1227-1241), al final de cada reg istro se tuvo la


costumbre de reunir en un cuaderno aquellos documentos que por alguna razón interesaba
tener reunidos. Desde Inocencia IV las cartas transcritas de estos cuadernos especiales , de-
bido a su importancia o a revestir determinadas formalidades , recibieron el nombre de "litterae
curiae", mientras que las de la serie general eran conocidas como "litterae communes". En
el mismo pontificado se creó otra serie para los "beneficia" (cartas de gracia). Bajo Urba-
no IV (1261-1264) aparece la serie de los ll amados "registros camerales" en las que se reunían
las cartas referentes a rentas y bienes temporales de la Santa Sede. Con Juan XXII se inició
una serie especial: la de las "litterae secretae".

398
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXVI / 13

En todos estos registros las cartas de un mismo año eran asentadas una detrás de
otra sin guardar un riguroso orden cronológico . Es probable que se registrasen según iban
llegando a la oficina del registro, lo cual dependía del pago de las tasas por la expedición
del documento.

El registrador no estaba obligado a asentar el documento íntegro , sino sólo las partes
específicas del mismo. Del protocolo inicial solamente cop iaba la dirección que era escrita al
margen en pequeños caracteres. Del texto , algunas palabras de com ienzo y fin bastaban para
indicar las fórmulas ordinarias. También se abreviaba el protocolo final , reduciendo la fecha
a uno solo de sus elementos cronológicos o incluso suprimiéndola.

e) Organización actual. Los miles de volúmenes que se conservan hoy correspon-


dientes a otros tantos libros-registros, se encuentran todos en el A rchivo Vaticano, distribui-
dos en cuatro series principales y algunas secundarias. He aquí su relación , con breve des-
cripción de cada una:

Regesta Vaticana. Formada por 2.041 volúmenes que se extienden desde el pontifi-
cado de Inocencia 111 (1198-1216) hasta fines del siglo XVI en que fueron instituidas las Con-
gregaciones romanas, órganos administrativos cuyas oficinas se repartieron la actividad buro-
crática de la antigua cancillería y cuyos archivos se repartieron asimismo muchos de los ma-
teriales que en el tiempo anterior iban a parar a los centralizados reg istros. Esta serie es sin
duda la más importante de todas; se organizó durante el siglo XVI I. Muchos de sus volú me-
nes son copias contemporáneas de los registros originales.

Regesta Avenionensia. La componen 353 volúmenes en papel ; algunos hay en perga-


mino, pero son copias incompletas de los primeros. Contienen la correspondencia de los pa-
pas y antipapas de Aviñón, desde ·Juan XXII (1316-1334) hasta Benedicto XI II (1394-1416).

Regesta Lateranensia. Son continuación de la serie anterior y ocupan 2.467 volúmenes


en papel, todos del mismo formato. En ellos se contienen las "litte r?e communes"; llegan has-
ta 1897. Se calcula que de esta serie se han conservado sólo la mitad de los registros que
existieron, siendo entre las series modernas la que más pérdidas han sufrido. Ya padeció bas-
tante en el sig lo XVI durante el saco de Roma, pero la catástrofe se produjo cuando en 181 O
Napoleón ordenó que fuesen trasladados todos los volúmenes a Par ís. En 1817 fueron devuel-
tos a Roma, pero no al Archivo Vaticano , sino al Palacio de Letrán -que dio nombre a la se-
rie-, en donde permanecieron durante todo el siglo XIX , hasta 1892.

Regesta brevium. Forman la última serie, con 5.675 volúmenes, que van desde 1565
a 1846. Se trata del registro de la Secretaría de los " breves ", o sea, de la nueva modal idad
documental que se impuso desde mediado et siglo XV, con gran detrimento pa ra las tradi-
cionales cartas o "litterae" o

Otras series de registros. Los de la "Secretaria Camerae" que recoge bulas y breves
expedidos por los secretarios; comprende 222 volúmenes ; las piezas reg istradas van de 1470
a 1796. "Brevia Lateranensia", 292 volúmenes, entre 1490 y 1800. " Brevia seu epistolae ad
príncipes", 292 volúmenes, desde 1560 a 1836. " Registro de súpl icas", compuesto por 7.365
volúmenes, comprendidos entre 1342 y 1899 ; se trata de las súplicas o peticiones dirig idas po r
escrito al papa y que desde el siglo XIV empezaron a registrarse con carácter oficial.

11. LOS DOCUMENTOS

Ya hemos indicado que no sólo en cuanto a registros, sino también en lo que se refiere
al número de piezas o unidades documentales independientes, ninguna de las documentacio-

399
XXXVI/14 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

nes europeas puede comparase con la pontificia. Miles y miles de esas piezas se reparten
por todo el mundo y se distribuyen entre cientos de archivos no sólo eclesiásticos, sino ci-
viles de todos los órdenes, públicos y particulares. Bien que, a pesar de esas cantidades in-'
gentes, la sistematización del gran acervo documental resulte relativamente fácil, gracias a
la naturaleza interna y a las estructuras externas de las piezas que lo componen , de tal suer-
te que así la nomenclatura de los documentos como sus clases, tipos y características, pue-
den reducirse a un esquema de gran alcance, claro y simple.

1) Bulas. Es costumbre generalizada entre los historiadores, incluidos los españoles,


aplicar el término bula a prácticamente todos los documentos pontificios sellados con sello
de plomo .. En efecto, el nombre de bula -en latín " bulla " y en italiano " bolla " - se refiere,
en principio, a la bola o sello de plomo que pende de muchos documentos papales.

Para entender lo de bola o sello , nótese que el sello, así el de cera como el de plomo,
antes de adquirir su forma plana y definitiva, tenían forma redonda, a modo de bola o globo,
con una oquedad que lo atravesaba por su centro, de arriba abajo, en la cual se metían los
hilos o cintas destinados a colgarse de la pieza de pergamino en que el documento iba es-
crito. Una vez metidos en el hueco los cordones, se aplicaban al plomo o a la cera en ca-
liente las matrices del sello , las cuales presionando sobre el objeto redondo lo convertían en
plano, con dibujos en relieve sobre ambas caras.

La bula o sello de plomo se emplea para documentos pontificios, por lo menos, desde
el siglo VI y sigue empleándose actualmente. De la cancillería apostólica fue pasando su uso
a todas las demás: imperial, reales, señoriales, de las repúblicas italianas, arzobispales, epis-
copales , etc. Otros metales, como el oro y la plata, son raísimos en diplomas pontificios; me-
nos , en los reales .

Prescindiendo del sello propiamente dicho y refiriéndonos ya a aquellas unidades do-


cumentales que, de la forma y nombre de aquél, se llaman también bulas, diremos que dicho
término, diplomáticamente hablando, es demasiado genérico y puede aplicarse a diferentes se-
ries o clases de documentos, cuyo único denominador común es el sello de plomo.

2) Tipos documentales. Por eso en la clasificación que vamos a hacer tendremos en


cuenta, además del sello, otros elementos documentarios para fijar los criterios clasificado-
res, distinguiendo entre documentos más importantes y menos . Para los primeros es ya clásica,
desde que L. Delisle la ideara a fines del pasado siglo, la división en: Privilegios ("Privilegia"),
Cartas apostólicas (" Litterae apostolicae " ), Breves (" Breves") y Motuproprios ("Motu proprio " ).
Dentro de cada uno de estos grupos se distinguen otras series de subgrupos , con nuevas di-
visiones y subdivisiones , a veces interminables, que se fundan en las posibles variantes de los
caracteres documentales, internos y externos . A ellas nos referiremos en la medida po·s ible,
dentro de cada grupo principal y más importante ; advirtiendo que no todos éstos -los cuatro
principales- están representados por igual en cada período de los cinco en que dejamos dis-
tribuida la documentación apostólica. En determinados períodos algunos de esos grupos prin-
cipales no tienen representación de ninguna clase. Por ejemplo, en el primero de todos , que
llega hasta Adriano 1 el año 772, no encontramos ni privilegios, ni breves , ni motuproprios ;
teniendo que llenarlo, además de las cartas, con series de documentos más espec iales que
se llaman " responsa" o " rescripta " (respuestas). " decretales" (edictos) y " constitutiones sy-
nodales " . Sobre todos ellos puede verse la citada obrita de Rabikauskas en su página 16 y
siguientes.

a) Los privilegios. Es el tipo de documento más solemne expedido por la cancillería


pontific ia, equiparable de algún modo, en cuanto al grado de solemnidad, a los privilegios ro-

400
PALEOGAAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXVI/15

dados castellanos, cuyo origen ya vimos que, en alguno de sus elementos, estaba relaciona-
do con estos diplomas papales.

Los privilegios van a tener una vida muy larga, ya que los primeros ejemplares datan
del siglo VIII y los últimos alcanzan hasta comienzos del XIV. Durante tan dilatado período el
privilegio va a ir sufriendo una serie de cambios y modificaciones, entre las que cabe des-
tacar las introducidas durante los pontificados de León IX (1 049) y de Pascual 11 (1 088). A par-
tir de este pontífice y hasta los últimos ejemplares del siglo XIV el privilegio mantiene un
cierto grado de estabilidad.

Las primeras muestras de este género diplomático hay que buscarlas no en el primer
período de la documentación pontificia -ya lo hemos dicho-, sino en el segundo, que em-
pieza con Adriano 1 (772) y termina con León IX (1049). Externamente ofrecen dichas mues-
tras la particularidad de tener como materia escriptoria de casi todas el papiro. Su letra es la
curial romana, muy típica, complementada con capi tales y unciales, que dan al conjunto es-
crito, con sus letras alargadas y sus interlineados amplios, una singular prestancia. Los ejem-
plares conservados en todo el .mundo son escasísimos. En España, concretamente , no llegan
a una docena y se guardan todos en archivos de Cataluña (catedralicios de Gerona , de Vich ,
de Urgel y en el de la Corona de Aragón en Barcelona). Fueron estudiados por A. Millares, a
quien dieron tema para su tesis doctoral publicada bajo el título de "Documentos en papiro
en archivos catalanes", Madrid, 1918. Reproducidos a tamaño natural fueron publicados por
la Biblioteca Vaticana el año 1927, formando un volum en-carpeta de grandes proporciones.

Esta escasez de privilegios primitivos ha hecho que los pocos existentes hayan sido es-
tudiados al máximum por diplomatistas e historiadores y que actualmente no ofrezcan ya el
interés práctico de lo nuevo o desconocido, con vistas a posibles trabajos historiográficos
e investigacionales.

Por eso montaremos nuestras exp licac iones en torno a las series de privileg ios del ter-
cer período (1049-1331), los cuales a su rel ativa abundancia y a su frecuente presencia en
arch ivos españoles añaden un espec ial interés diplomático, pues es a lo largo de esos tres
siglos cuando el privilegio llega a su más alto grado de desarollo y esplendor en el conj unto
de sus notas características, que consideraremos a continuación:

1. Naturaleza y contenido. Consisten siempre en concesiones y confirmaciones de


0

derechos, por parte de la Santa Sede, a favor de personas o instituciones con carácter per-
petuo.

Hasta el siglo XI la mayoría de estos documentos iban destinados a centros o institu-


ciones monásticas y tenían como objeto protegerlos contra la desmedida autoridad del obis-
po, así en lo tocante a la administración de sus bienes y rentas como a la disciplina y orden
monásticos que habían de regirse según la propia regla. Se trata, pues, de privilegios de
protección.

Pero durante el siglo XI, del simple proteger se pasó en el ideario y decisiones de es-
tos instrumentos documentales, que cada día eran más frecuentes, a eximir totalmente a sus
destinatarios de la autoridad episcopal, la cual ll egó, incluso, a perder el derecho de consa-
gración sobre los abades monásticos. Y tras de lo esp iritual o disciplinar vino también la
plenit ud de exe nción en lo temporal, siendo mu chos los monasterios que la Sqnta Sede, me-
diante el privilegio correspondi ente, ponía bajo su tutela, exi mi éndolos de toda sujeción y de-
pendencia a perso nas o institu ciones civil es.

401
XXXVI/16 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial)

2." Caracteres externos. El papiro que había sido casi la única materia escriptoria
de los privilegios apostólicos hasta el siglo XI, empezó a comienzos de éste a ceder terreno
ante el pergamino que pronto ganó la exclusiva, siendo habitualmente de buena calidad y de
gran tamaño.

Durante el mismo siglo XI se opera, igualmente, el cambio de escritura, pasando la tí-


pica curial romana a ser sustituida por la carolina. Pero ésta sufrirá, a partir del siglo XIII,
como en todo el mundo gráfico europeo, el embate de la gótica, que se adueñará pronto del
campo de los privilegios. Como nota relevante de éstos en el aspecto gráfico, suelen apuntar-
se las letras de la primera línea, alargadas hacia arriba, con mayúsculas ornamentadas, a ve-
ces profusamente.

3." El tenor documental. Si en todos los documentos papales puede decirse que pri-
va un orden y regu-laridad notables en cuanto se refiere a la estructura y distribución del
conjunto textual correspondiente, en los privilegios que nos ocupan el fenómeno adquiere sin-
gular relieve, así por lo completo del cuadro de frases y fórmulas que integran ese conjunto,
como por la corrección y buen estilo en que aparecen redactadas, como por la constancia
con que se mantienen; la cual tampoco se opone a un desarrollo progresivo y a cambios ra-
cionales.

Del protocolo inicial resumiremos así lo más notable: Antes de lsiglo XI era normal la
invocación simbólica; con León IX decrece su uso, para desaparecer pronto definitivamente.
La intitulación es típica y constante a base del nombre del pontífice, del título "episcopus" y
de la fórmula de humildad "servus servorum Dei" que viene ya desde Gregario 1 en los si-
glos VI-VIL La dirección no falta nunca, refiriéndose siempre a la condición del destinatario:
"frater" , " confrater'', " filius", acompañado de un adjetivo: "dilectissimus", "dilectus", " ve-
nerabilis" , " religiosus " . Termina el protocolo con alguna de las fórmulas de perpetuidad y
saludo : "in perpetuum" abreviado mediante la contracción PPM, o "perpetuam in Domino sa-
lutem " o "salutem et apostolican benedictionem " , el más clásico de los saludos pontificios
en documentos de diferentes clases, incluidos los modernos y los actuales. En los privilegios
del siglo XIV no aparece explícito el destinatario y la fórmula "in perpetuum " es sustituida
por la de " ad perpetuam rei memoriam".

Sobre el cuerpo o texto del documento es de notar: Primero, que sin espacio de sepa-
ración e inmediato al saludo, se abre el preámbulo o arenga, con razones generales y remotas
traídas más o menos oportunamente. Segundo , que en la subsiguiente exposición de motivos
se alegan, bien traídos y desarrollados, los hechos inmediatos que motivan el acuerdo y de-
terminación de la parte dispositiva, expresándose ésta de forma concreta y simple . Tercero, que
como cláusulas sancionales figuran las corrientes de anatema, condenación eterna, etc., y que
éstas son segu idas, desde fines del siglo XI , de una especie de aprecación o expresión de buen
deseo sobre el éxito de lo que allí se documenta, concretada en la palabra " amen", la cué11
se repite tres veces seguidas, escrita de tal :nodo, ya estrechándose ya alargándose, que co n
ellas se llene todo el espacio de la última línea del texto.

En el escatocolo merecen notarse los siguientes elementos nuevos-que son los que ha-
cen del privilegio pontificio un tipo documental especialmente propio y característico. He aquí
los principales:

La rota o rueda. Es un signo llamado así por la forma de su dibujo, muy parecido al
que vimos (tema 33) en los privilegios rodados de León y Castilla, los cuales en el siglo XII
la tomaron de los pontificios. Va situada debajo del texto, a la izquierda. El primer papa que
usó la rueda como sustitutiva del signo de cruz que precedía a la fórmula " Bene valete",

402
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a la cual nos referiremos luego, fue León IX. Su forma más clásica consiste en dos ""6~.,$;.::=:--
concéntricos que forman un anillo sobre el que campea la divisa del papa precedida de
una cruz, la cual suele ser autógrafa del pontífice. Cada papa elige su divisa, que se co-
rresponde con una frase tomada de la Sagrada Escritura, generalmente de los salmos: "Miseri-
cordia Domini plena est terra" (León IX), "Verbo Domini caeli firmati sunt" (Pascual 11), "Vías
tuas, Domine, demonstra mihi" (Alejandro 111}, "Fac mecu.m, Domine, signum in bonum" (Ino-
cencia 111 y otros). El círculo central está partido por una cruz en cuatro partes; en la supe-
rior izquierda se escribe "SANCTUS PETRUS"; en la derecha, "SANCTUS PAULUS"; las dos
inferiores se reservan para escribir el nombre del pontífice, la abreviatura de papa (PP) y
el numeral en romanos correspondiente al pontífice entre los que llevaron el mismo nombre.

El monograma y la "comma". Se llama así al conjunto formado por una serie de letras,
montadas todas sobre dos líneas paralelas verticales y de cuyo conjunto salen las palabras
"BENE VALETE" que figuran en la parte derecha del documento a la misma altura que la
rueda.

Dichas dos palabras, que constituían la fórmula de saludo tradicional y clásica en el


mundo romano, fueron aprovechadas por la canci llería pontificia desde los tiempos de San Gre-
gario Magno (590-607) co.mo fórmula de suscripción, a veces autógrafa, de los papas; solían
ir precedidas de una cruz.

En tiempos de León IX se inicia la costumbre de que el "Bene valete" fuera acompa-


ñado por la derecha de un conjunto de tres puntos en forma de triángulo , seguidos de una
coma (. ·.,) a cuyo conjunto se le ha dado el nombre de "comma". Gráficamente parece se tra-
ta de una degeneración de las letras SS de la palabra abreviada "subscripsi" que se emplea-
ban en documentos de épocas anteriores.

Suscripción papal. Desde tiempos de Pascual 11 (1088) se empieza a generalizar la


suscripción del papa mediante la fórmula "Ego N (nombre del papa) catholice ecclesie epis-
copus SS", fórmula que, sin el "subscripsi" abreviado por SS, ha llegado hasta nuestros
días. La suscripción se sitúa entre la rota y el monograma, y en ella interviene la mano del
papa, ya trazando toda la suscripción, ya sólo la palabra ego, ya sólo la E de ego.

Suscripción de los cardenales. También desde el papado de Pascual 11 comienzan a ha-


cerse .más frecuentes las suscripciones autógrafas de los cardenales en los privilegios, hasta
generalizarse la costumbre en tiempos de In ocenc ia 11 (1130-1143). El espacio reservado para
estas suscripciones es el que sigue a la del propio papa, distribuyéndose aquéllas en tres
columnas: la del centro, justo debajo de la suscripción papal, corresponde a los cardenales
obispos; la de la izquierda, a los cardenales presbíteros, y la de la derecha, a los cardenales
diáconos.

La data. Viene debajo y a continuación de los signos y suscripciones, formando las


líneas inferiores y últimas del documento. Desde la segunda mitad del siglo XI pueden seña-
larse en ella los siguientes elementos fijos:

El participio " Datum ", seguido del lugar de expedición ("Romae", "Viterbii " ), fórmula
" per manum" con el nombre y título del canciller o vicecanciller, día, mes por el sistema ro-
mano, indicción, año de Cristo y año del pontificado. Ejemplos: "Datum Laterani per manum •
lohannis Sancte Romane ecc lesie diaconi cardenalis ac bibliothecarii , V idus indictione 111,
incarnationis dominice anno MCX, pontificatus autem domni Paschalis sec undi pape XI " (9 ene-
ro 1110, Pascual 11) . " Datum Viterbii per manum lohannis sancte Marie in Cosmedin diacon1
ca rdinalis sancte roman e ecclesie ca ncellarii 111 idus octubris, indictione XI, inc a ~n at ioni s do·

403
XXXVI/18 : . ' · PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial¡

m1n1ce anno MCCVII, pontificatus vero domni lnnocentii pape 111 anno decimo (13 octubre
1207, Inocencia 111).

Sobre los elementos constitutivos de la data de los privilegios cabe hacer las siguien-
tes observaciones:

1.a El estilo o día del comienzo del año, empleado en la indicción, es hasta el pontifi-.
cado de Urbano 11 el griego, que empieza la cuenta anual el 1 de septiembre. Luego alternó
en la cancillería la indicción griega con la bedana (24 septiembre) y la romana (1 de enero,
estilo de la Circuncisión , o 25 de diciembre, estilo de Navidad), acabando por prevalecer
esta última.

2.a Con respecto al año del Señor hay que tener en cuenta que se usaron varios es-
tilos en la cancillería pontificia. Hasta Urbano 11 (1088-1099) se empleó el de la Navidad (25
de diciembre); durante la primera mitad del siglo XII se emplearon el de la Navidad y el de
la Anunciación {25 de marzo), ya por el sistema pisano (25 de marzo del año 1 antes de Cris-
to), ya por el florentino (25 de marzo del año 1 de Cristo), acabando por imponerse éste des-
de Eugenio 111 (1145-1153). Durante el siglo XIII, sin embargo, y el XIV el estilo dominante en
la cancillería fue, al parecer, el de Navidad.

3.a Con relación al año del pontificado hay que indicar que, por lo general, toma como
punto de partida el día de la coronación del papa.

4." Finalmente, es de notar que en los privil egios más tardíos, los del siglo XIV en
especial, la data no figura en la parte inferior del pergamino, sino qu e, por influjo de las car-
tas apostólicas, se pone a continuación del texto sin separación material y por encima de la
rot a, s uscripc ión papal y monogsama.

Un espléndido privilegi o de Gregario IX (1234, mayo 5) a favor del monasterio suizo de


San Gall puede verse en el núm ero 46 de las "Láminas de la Cátedra ".

b) Los privilegios sencillos o menores. Durante el siglo XIII la cancillería pontificia


va a crear y expedir un nu evo ti po de privilegio, mucho más sencillo en todo que los ante-
riores. Por eso se llaman menores, frente a aquellos que llamamos mayores; también se les
llama se ncillos o simples. Su s notas distintivas son:

1.aSupresión o aligeramiento del aparato formulístico de los privilegios solemnes


(arenga, exposición, sanción espiritual , etc.).

2.a Por lo general no toda la primera línea va escrita con letras alargadas, sino sólo
el nombre del papa.

3.a En lugar de IN PPM su ele haber otras fórmulas de saludo más normales, como "sa-
lutem et apostolicam benedictionem".

4.a No contiene ni rota n i Benevalete, sino la suscripción del pontífice y a veces la


de los cardenales .

Un ejemplo de privilegio simple de Inocencia 111 (1135) puede verse e n el núm. 9 de la


colección "Acta pontificum" de Battelli.

e) Las cartas. Al lado de los privil eg ios y, un poco, frente a los mayores o sole m-
nes s urge en la canci ll ería pont ificia toda un a seri e de distintos tipos documentales englo-
bados bajo la común denominación de " litterae" (cartas) . Son la c ontinuación natural d e

404
PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXVI/19

las "epistulae " existentes en los dos primeros períodos de la historia de la cancillería. Desde
el siglo XII van a ser abundantísimas e irán siempre en aumento empezando a diversificarse
por su contenido y forma en modelos distintos, segun la finalidad a que se destinen.
Comparadas con los privilegios, su nota más característica puede estar en la poca so-·
lemnidad de su escatocolo, ya que en ninguno" de los tipos existentes, salvo las llamadas car-
tas consistoriales, no hay rota, ni monograma del Benevalete, ni suscripción de papa y car-
denales. Por otra parte, la data es muy sencilla, sin el complicado e inútil sistema seguido en
la datación de los privilegios.

La materia escriptoria es siempre pergamino, bien trabajado sólo por la parte de la


carne; y la escritura empleada, una buena carolina o gótica, según las épocas, cuyos nexos
resultan verdaderamente distintivos en las letras ct, rt y st. Desde fines del siglo XV la escri-
tura gótica minúscula que hasta entonces se usaba en las cartas empieza a adquirir aquellos
caracteres que, discretos al principio, desembocarán pronto en la llamada " littera Sancti Pe-
tri" o escritura "bu llat ica ", con un sistema tan artificioso en el trazado de las letras que la
lectura de éstas queda sólo para los muy iniciados, resultando tan ilegible para el común
de los lectores que la propia cancillería tomó el remedio de ·que cada original fuera acom-
pañado por una copia en letra humanística, pues de otro modo ni los destinatarios mismos
eran capaces de entender su contenido. Tan inútil escritura duró hasta el siglo XIX (29 de di-
ciembre de 1878) en que el pa pa León XIII ordenó que dejara de usarse.

Estas cartas van siempre validadas por un sello de plomo y, según sea el tipo de carta,
penderá de hilos de seda o de cáñamo, conforme a la estricta reglamentación existente al res-
pecto en la canci ll ería.

Aunque inmediatamente vamos a ver e intentar caracterizar los tipos de cartas más
significativos, interesa exponer aquí los rasgos que son comunes a todas el las, a saber:

1." En el protocolo el nombre del papa o, al menos, su inicial va escrito con letras alar-
gadas y mayúsculas, adornadas muchas veces con dibujos de flores ; en algunos tipos toda
la primera línea va en mayúsculas. El saludo (" salutem et apostolican benedictionem") es
constante, salvo cuando el papa se dirige a excomulgados, desobedientes, etc. En cartas so-
lemnes, dirigidas a institutos o personas jurídicas, no hay fórmula de saludo propiamente di-
cho, sino el "ad perpetuam reí memoriam" con que suele cerrarse el protocolo.

2." En el escatocolo no existe otro signo de validación más que el sello, hasta la creación
en el siglo XV de las cartas consistoriales que, como los privilegios, llevarán suscripciones del
papa y de los cardenales. La data es breve y sigue inmediatamente al texto documental, sin
espacio intermedio. Se acostumbra, además, a escribir de tal forma la fecha que, usando am-
plias separaciones entre las palabras, se ocupe la última línea en toda su extensión . El sistema
seguido aurante el "siglo XII expresa el topónimo, y el día y el mes según el modo romano.
El año no comienza a mencionarse -y aun esto de forma incompleta, pues se hace por rne-
dio de la indicción- hasta el pontificado de Gregorio VIII en el año 1187; desde 1188 y bajo
Clemente 111 se sustituyó la indicción por el año del pontificado. Ya en el siglo XV se introduce
el año de la Encarnación sin desaparecer el del pontífice.

3." A esas notas comunes se añaden en las cartas apostólicas otras especiales, bastan-
tes pos su número y propiedad para dar pie a una serie de distintos grupos de las mismas. Como
principales y más representativos se cuentan los formados respectivamente por las "litterae exe-
cutoriae" o "mandata" (mandatos o cartas ejecutorias), "l itterae gratiosae" (cartas de mer-
ced}, "l itterae clausae" (cartas cerradas}, "litterae solemnes" (cartas solemnes, llamadas
también bulas) y " litterae consistoriales" (cartas de consistorio). Como _de menor uso y enti-
dad pueden citarse las "l itterae communes", "curiales", "legendae", " de iustitia", "simpli-

405
XXXVI/20 PALEOGRAFIA Y D IPLOMATICA (Diplomática especial)

ces", "speciales" y otras muchas, cuyos nombres se refieren ya a su contenido, ya a sus for-
mas o estructuras, ya a su fin, ya a su sistema de expedición, etc. Haremos aquí breve ex-
posición descriptiva de los cinco grupos principales:

Litterae executoriae o mandatos. Son las más sencillas y contienen, por lo general, asun-
tos administrativos o de jurisdicción. Es típico· que normalmente el sello de plomo vaya pen-
diente de cuerdas de cáñamo; sólo son de seda cuando se trata de determinados asuntos
y en raras ocasiones.

El nombre del papa o la inicial del mismo va escrito con mayúsculas o letras alarga-
das. El protocolo se compone de intitulación (" N. episcopus, servus servorum Dei " ), direc-
Cion y saludo. El texto suele constar de exposición y disposición, introducida ésta mediante
el verbo "mandamus " , "indulgemus", "volumus " , " committimus", etc., faltando con frecuen-
cia las cláusulas finales. En el escatocolo no hay más elementos que los de la data.

Un ejemplo de carta ejecutoria del papa Pablo 11 (1467) puede verse en el número 73
de "Láminas de la Cátedra". Otros ejemplares pueden verse en Battelli, "Acta Pontificum", nú-
meros 11a, 20 y 31.

Litterae gratiosae o cartas de merced. Se utilizan para conceder mercedes y suelen te-
ner mayor solemnidad que los mandatos. El 110m bre del papa va siempre con mayúscu las o letras
adornadas, formándose con las iniciales desde el siglo XV verdaderas forestas, "spatiis et flo-
ribus" dicen los autores. Los hilos de que pende el sello son siempre de seda. Es frecuente
la introducción a base de una arenga o preámbulo, y la presencia de dos c láusu las finales,
una preceptiva, " Núll i ergo omnino hom inum liceat hanc paginam nostre (concessionis, exem-
ptionis, absolutionis, liberationis, etc.) infringere vel ei ausu temerario contraire", y otra de
sanción espiritual , "Si quis autem hoc attempt?re presumpserit indignationem omnipotentis Dei
et beatorum Petri et Pauli apostolorum eius se noveat incursum).

Litterae clausae o cartas cerradas. Sobreabundan durante los siglos XII-XIV y se ca-
racterizan no tanto por el contenido, que suele ser asunto secreto o privado del pontífice, ni
por el tenor documental, sino por el modo pecu liar con que eran cerradas y colocado el sello
de plomo que pende de hilos de cáñamo.

Litterae solemnes seu bullae o cartas solemnes. Es un tipo documental que se intro-
duce en tiempos de Inocenc ia IV (1243-1254) y que alcanza una gran estabil idad en su formu-
lario a partir de Alejandro IV, su sucescr (1254-1261). Como indica el nombre, se reserva su
utilización para asuntos de una especial solemn idad , como decretos, constituciones, excomu-
niones, etc.

En el aspecto interno hay que advertir que no tiene dirección y la frase de saludo es
sustituida por la de "ad perpetuam rei memoria.m " . El resto del tenor documental es igual, sólo
que más so lemne, al de la carta de merced (arenga , exposición, disposición, las dos cláusulas
finales que hemos visto y la data).

Puede verse un ejemplo en "Láminas de la Cátedra", número 107 ; asimismo en "Acta


Pontificum ", de Battelli, números 23, 25, 29a y 33) .

Litterae consistoriales o cartas consistoriales. Creadas en el siglo XV, es el tipo de


carta más solemne que va a expedir la cancillería pontificia, comparable en cuanto a aparato
diplomático con los ya entonces desapareci dos privi legios papales, a los que en parte vienen
a sustituir y de los que vaa tomar algunos de sus elementos más aparentes. En estas cartas
se recogen las decisiones tomadas e n Consistorio, tales como con cesiones .muy so lemnes, con-

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XXXV I/21

firmaciones de privilegios, canonizaciones, constituciones, etc. Los hilos del sello son de seda
y el documento adopta a veces junto a la tradicional forma de pliego la de cuaderno.

La primera línea puede ir, bien como en la carta de merced (nombre del papa con le ..
tras adornadas, dirección y saludo) , bien como en la carta solemne: intitulación y " ad perpe-
tuam rei memoriam", escrito todo ello con letras mayúsculas y ocupando toda la primera
línea.

El texto es idéntico a la carta solemne: arenga, exposición, disposición y c láusulas fi-


nales (" Nulli" . .. "Si quis " .. . ).

Las novedades, por el contrario, son grandes en lo que se refiere al escatocolo. Asi,
tenemos: Suscripción autógrafa del pontífice en el centro del pergamino y debajo de la fe-
cha ; por ejemplo: "t Ego Paulus catholice ecclesie episcopus subscripsi " , y debajo de la sus-
cripción la rota o rueda, semejante en todo a la de los privilegios. Al contrario, no existe el
monograma con el Benevalete. Aparecen las suscripciones autógrafas de los cardenales re-
partidas en las tres consabidas columnas (de obispos, presbíteros y diáconos) .

d) Los breves. Su nombre oficial y completo en la cancillería pontificia era el de "lit-


tera apostolica in forma brevis" . Con lo cual queda claro que su nota más característica es-
taba en la brevedad con que iban redactados, sobre todo si se comparan con otros documentos
más amplios como los privilegios. A dicha brevedad material se juntaba la brevedad o, mejor,
la celeridad con que el documento se ultimaba y expedía, y ello en virtud de estas dos circuns-
tancias: Primera, el ser expedidos directamente por los secretarios del papa sin íntervención
de la cancillería ni de la cámara apostólica, cuyos trámites eran demasiado lentos. Segunda,
el ir sellados por la simple aposición de un sello de cera llamado "annulus piscatoris", anillo
del pescador.

Históricamente la aparición y expansión de este nuevo tipo documental ha de relacio-


narse con el gran desarrollo burocrático que caracteriza a todas las cancillerías soberanas de
Europa durante los últimos siglos medios, cuya consecuencia última fue la creación de nue-
vos organismos en las cancillerías y de nuevos tipos en los documentos. El breve más antiguo
que se conserva es de 1390; pero su origen hay que adelantarlo al pontificado de Urbano VI
(1378-13e9). Aparte su brevedad, cabe señalar en él estas otras notas típicas:

Caracteres externos. La materia escriptoria es siempre vitela, una clase de pergamino


que sobresale por su delgadez y finura, bien preparado para recibir la escritura por sus dos
caras ; se presenta en forma rectangular. La escritura es humanística muy perfecta, trazada'
siempre, siguiendo la dirección del lado más largo del pergamino. Una vez escrito y antes
de expedirlo, éste se plegaba varias veces hasta formar un pequeño paquete en una de
cuyas caras se ponía el sello; en otra, la dirección, por ejemplo, " Venerabili fratri archiepis-
copo toletano ".

Naturaleza y contenido. En principio, los asuntos documentados mediante breve te-


nían que ver con la disciplina eclesiástica y con las relaciones polít ico-internacionales de
la Santa Sede . De ahí su extraordinario valor histórico . Con el tiempo se aplicaron a otra cla-
se de temas.

Estructura y distribución textual. La brevedad que hemos dicho es aquí donde verda-
deramente se pone de relieve , lo mismo en los protocolos que en el centro del documento .
Veamos:

Protocolo inicial. La intitulación va en cabeza, formando la primera línea de escritura

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XXXVI/22 PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática espec ial)

y comprendiendo el nombre del papa seguido de la abreviatura PP y el número de orden en


romanos, por ejemplo: "Martinus PP V" , " Gregorius PP XII". Desde el siglo XVI esa primera
línea va toda en letras capitales.

La dirección ocupa una segunda línea de escritura y puede expresarse por una de es-
tas tres fórmulas: "Venerabilis frater ", si se trata de un obispo ; "carissime in Christo f ili nos-
ter", si de un rey, y "dilecti fili" en los demás casos. No figura, pues, el nombre del destina-
tario, sino el tratamiento, cuyo fenómeno se explica si tenemos en cuenta que el nombre o el
cargo figuran en una de las caras externas del pergamino plegado.

El saludo responde a una de estas dos fórmulas : La ord inaria de "sal utem et apostoli-
can benedictionem", y la extraordinaria de "ad futuram rei memoriam " que se aplica sólo a
aquellos breves que tienen carácter de constitución permanente y efectos perpetuos.

El texto o cuerpo resulta de una particular sencillez en sus tres partes (exposición , dis-
posición y cláusulas finales) redactadas con gran libertad sin someterse a ninguna clase de
fórmulas ni reglas.

Protocolo final. Adopta casi indefectiblemente el siguiente esquema : Fecha tópica a


base de " Datum " seguido del lugar donde se expide el Breve ; anuncio de validación median-
te el sello de cera, "sub annulo piscatoris" , que es la fórmula más común; las demás (p . e., "sub
annulo fluctuantis naviculae") son excepcionales; techa cronológica. En cuanto a esta últim a
conviene notar que el día del .mes se expresa por el sistema directo, como en la actualidad,
sólo que con números romanos . Para indicar el año, los primeros ejemplares se refieren sólo
al del pontífice reinante. En la primera mitad del siglo XV se introdujo el " anno Domin i", es
decir, el cómputo por la era cristiana, cuyo esti lo para el comienzo del año fue, en principio,
el de la Natividad (25 de dic iembre) , pero en seguida se pasó al moderno o de la Circun ci-
sión (1 de enero); sigue siempre el año del pontificado escrito con todas sus letras: " Datu m
Caesaraugustae, sub annulo piscaoris, XII maii MDXXII, suscepti a nobis otticii apostolatus
anno primo", que corresponde al papa Adriano VI antes de la coronación .

El papa no firma los Breves. Al principio, la única suscripción que aparece en el recto
de dichos documentos debajo de la última línea y en su parte derecha es la de uno de los
secreta rios del papa, el mismo que escribió el Breve. Desde tiempos de León X (1513-1521)
figura en ese lugar el cardenal secretario de los Breves. Hoy para los Breves de importan-
cia se requiere la firma del cardenal secretario de Estado, mientras que para los restantes
basta la firma del canciller de los Breves.

El sello que sirve para cerrar el pergamino, y que es de cera roja, suele representa r,
salvo en el papado de Eugenio IV, la figura de San Pedro en la barca tirando con las dos
manos de la red llena de peces; orlando dicha figura, no exenta de mérito artístico, aparece el
nombre del papa con igual fórmula que en el protocolo : " URBANUS PP VIII".

e) Motuproprios. El nombre exacto -original y latino- de estos documentos es, en


singular, el de " motu proprio" que se encuentra ya en la primera mitad del siglo XIV, encabe-
zando el texto de un determinado tipo de " súpl icas". Coincide su aparición con el pontificado
de Inocencia VIII (1484-1492) y está tomado de la constante presencia de ambas palabras en
determinados pasajes del tenor documental. Surge como respuesta a las exigencias de una ma-
yor agilización en el mecanismo burocrático de la cancillería apostólica. De ahí su gran senci-
llez, suprimiendo todo lo superfluo e introduciendo, incluso, abreviaciones en el formulario co-
mún. En cuanto a su contenido, sirve principalmente para asuntos de la Curia romana y para
los relacionados con el gobierno de tos Estados pontificios, cuando existían éstos.

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PALEOGRAFIA Y DIPLOMATICA (Diplomática especial) XX XVI/ 23

Caracteres externos. Pueden ir escritos sobre pergamino o sobre ·.papel , •Y redactados


-caso único- en latín o en italiano ; su forma es rectangular ; la escritura, humanística como
en los Breves. Carecen de sello, y la validación se confía íntegramente a la fi rma autógrafa
del papa.

El tenor do cumental. Se inicia con la intitulación, en todo igual a la de los B reves, sal-
vo cuando va acompañada del "ad perpetuam rei memoriam " . No hay dirección ni saludo.

El texto se abre invariablemente con la fórmula "Motu proprio et ex certa scientia" o


"Motu proprio etcetera". La exposición y disposición se mezclan en una redacción no some-
tida a reglas fijas y con una temática variadísima.

La fecha, que a veces puede omitirse, consta en los primeros ejemplares, del lugar de
expedición, día del mes por el sistema directo y año del pontificado. Pronto, sin embargo,
se implantará el de la era cristiana, según el estilo de la Circuncisión, expresado primero en
números romanos y luego en cifras árabes . Ejemplos: "die XXI mensis septembris , pontifica-
tus nostri anno 111 " ; " Dato dal nostro palazzo Quirinale, li 25 Juglio 1735".

La validación hemos dicho que se resume en la firma autógrafa del pontífice otorgan-
te, quien escribe sólo la letra i'licial de su nombre de pila, no del que tomó al ser elegido
papa. A la inicial puede seguir una rúbrica . Y por delante suelen ir las dos palabras típicas
en frases variables; por ejemplo: " Piacet motu proprio", "Piacet et ita proprio motu manda-
mus" . Actualmente se prescinde del "placet'' y la firma se hace con la inicial del nombre
del pontífice, no del de pila.

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