La disciplina eclesial de 

acuerdo a la Biblia 
 
Esta serie de tres artículos fue publicado en la sección  
CUIDADO PASTORAL en la revista LA FUENTE en las  
ediciones #126, #127, #128. 
 
 
 
 
 
Estos son los temas desarrollados: 
 
1. ¿Cómo es la disciplina eclesial según la Biblia? La práctica de la 
disciplina para una iglesia sana. 
 
2. ¿Cuál es el propósito de la disciplina en la iglesia? La disciplina 
restauradora para una iglesia sana. 
 
3. Lo que un miembro bajo disciplina espera de su pastor. El 
acompañamiento pastoral y la disciplina restauradora. 
 
 
 
 
 

 
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CUIDADO PASTORAL
¿Cómo es la disciplina
eclesial según la Biblia?
La práctica de la disciplina para una iglesia sana
Estamos acostumbrados a ver la
disciplina como un tema de la ecle-
siología —la doctrina de la iglesia—,
y de una manera específica se con-
sidera una responsabilidad de quie-
nes ejercen el gobierno de la igle-
sia. Perdemos de vista el hecho de
que, aunque se hable de disciplina
eclesiástica, es eminentemente una
labor pastoral. También conviene re-
cordar que la labor pastoral no solo
es ministerio de los pastores propia-
mente dicho, sino de todos los cre-
yentes.
La palabra “disciplina” tiene la
misma raíz que el término “disci-
pulado”; ambas palabras implican
enseñanza-aprendizaje, así como
un estilo de vida en constante cre-
cimiento y desarrollo hacia la madu-
rez en Cristo. Esta realidad señala la
necesidad de hacer las correccio-
nes que a la luz de la Palabra sea
necesario hacer. La Palabra de Dios
no solo dice que ya somos santos,
posicionalmente, sino que nos pide
ser santos (1 Co 1.2).
14 | JULIO 2016
Una iglesia sana es una iglesia san-
ta, y la disciplina ocupa un papel
de primer orden para serlo. ¿Cómo
lograrlo? Tomando en cuenta tres
aspectos:
1. La disciplina es tarea pastoral y
tiene como propósito una iglesia
sana.
2. La disciplina es para restaurar al
disciplinado a la comunión con los
santos.
3. La disciplina como proceso res-
taurativo exige el acompañamiento
pastoral.
La disciplina es tarea
pastoral para desarrollar
una iglesia sana
Es tarea pastoral instruir a la iglesia
en todo el consejo de Dios, y parte
de ese consejo es la disciplina. La
iglesia, la comunidad de los san-
tos, debe ser instruida en lo que
es y cómo aplicar la disciplina co-
rrectiva y restauradora, como po-
demos constatar en 1 Corintios 5 y
2 Corintios 2:5-11. Es trabajo pas-
toral cuidar al pueblo de Dios bajo
su responsabilidad. El pueblo de
Dios debe observar una vida digna
del evangelio. Filipenses 1.27 dice:
“Pase lo que pase, compórtense de
una manera digna del evangelio de
Cristo...”
Una vida digna del evangelio es
posible cuando la vida cristiana
es coherente con el mensaje del
evangelio, y es una marca de una
iglesia sana, una iglesia santa po-
sicionalmente y en la práctica. 1
Pedro 1.14-16 nos dice: “Como hi-
jos obedientes, no se amolden a
los malos deseos que tenían antes,
cuando vivían en la ignorancia. Más
bien, sean ustedes santos en todo lo
que hagan, como también es santo
quien los llamó; pues está escrito:
‘Sean santos, porque yo soy santo.’”
Bill J. Leonard en su libro La natu-
raleza de la iglesia, escribió: “La
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 “La disciplina debe
realizarse sin orgullo
y con amor, perdón y
consuelo al disciplinado
arrepentido, para que
Satanás no se aprove-
che de nosotros.”
santidad, pues, siempre se relacio-
na con la cuestión de la disciplina
de la iglesia. Una vez más, la iglesia
se enfrenta a un dilema. En el me-
jor sentido, la disciplina representa
el esfuerzo de promover la santi-
dad entre sus miembros y redimir a
aquellos que se han desviado. En
el peor sentido, la disciplina puede
degenerarse para convertirse en
una respuesta trivial y superficial a
la compleja condición humana.”
Precaución necesaria
En muchas iglesias se practica una
disciplina que refleja un espíritu le-
galista y opresivo que está pres-
to para señalar pecados públicos
como el adulterio y el homicidio,
pero no dice nada contra el odio, el
racismo o el chisme. Y se practica
una disciplina que causa más daño
que bien a la iglesia.
Cómo aplicar la disciplina
Recordemos que la disciplina impli-
ca primero enseñanza-aprendizaje,
y luego corregir lo que se necesite
corregir. En el discipulado nos ins-
truimos, exhortamos, y corregimos
mutuamente. Aprendemos a relacio-
narnos adecuada y correctamente
de acuerdo a la Palabra de Dios. La
disciplina debe realizarse sin orgu-
llo y con amor, perdón y consuelo al
disciplinado arrepentido, para que
Satanás no se aproveche de noso-
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tros; pues no debemos ignorar sus
artimañas (2 Co 2.5-11).
Mateo 18.15-35 nos enseña que la
disciplina eclesial es el último re-
curso en un proceso que busca la
reconciliación y el perdón. Jesús
establece el procedimiento a seguir:
1. La iniciativa la toma el ofendido,
quien busca al hermano ofensor en
privado para evitar todo escándalo
posible. Busca al ofensor con espíri-
tu reconciliador, tratando de conven-
cer al hermano de su ofensa. Jesús
dice: “Si te hace caso, has ganado a
tu hermano” (v. 15).
2. Un segundo paso es buscar al
ofensor con uno o dos hermanos,
como testigos del intento de querer
solucionar el problema de la ofensa
cometida. Toda acusación debe ser
constatada por dos o tres testigos
(v. 16). Sin duda que este paso está
basado en Deuteronomio 19:15.
3. Solo cuando se ha agotado el
recurso privado debe comunicar-
se a la iglesia, la comunidad local.
La iglesia debe tratar el asunto con
amor y espíritu perdonador, y solo
una vez agotado todo recurso dis-
ponible debe apartar al ofensor de
la comunión de los hermanos, res-
petando Dios toda decisión tomada
en su nombre (vv. 17-19).
Finalmente, Cristo ilustra con la
parábola del siervo falto de mise-
ricordia la importancia de saber
perdonar toda ofensa. Pedro ha
comprendido que debe saber per-
donar, y pregunta cuántas veces es
necesario hacerlo, estableciendo un
techo de siete. Jesús responde con
un hebraísmo: “Setenta veces siete”
(RVR60), significa perdonar cuantas
veces sean necesarias, y la pará-
bola ilustra que si hemos sido per-
donados debemos saber perdonar.
Dios nos ha perdonado todo peca-
do, perdonemos también nosotros
toda ofensa que se nos haga.
Fuentes:
B. J. Leonard. La naturaleza de la iglesia.
Casa Bautista de Publicaciones.
M. E. Dever. Nueve marcas de una iglesia
saludable. 9Marks Ministries.
J. Leeman. La disciplina de la iglesia. 9Mar-
ks Ministries.
W. Hendriksen. Comentario al Nuevo Testa-
mento: Gálatas. Libros Desafío.
F. Lacueva (ed.). Comentario bíblico de Ma-
tthew Henry. CLIE.
Por Eliseo Martínez
El pastor Eliseo es profesor de
Homilética y Antiguo Testamen-
to en el Instituto de Desarrollo
Pastoral de San Salvador, El
Salvador. Es además autor de
los libros La predicación, Pasto-
reo efectivo y Sed santos.
✉ tolima875@hotmail.com
JULIO 2016 | 15
CUIDADO PASTORAL
SERIE: La disciplina eclesial
de acuerdo a la Biblia (2/3)
¿Cuál es el propósito de
la disciplina en la iglesia?
La disciplina restauradora para una iglesia sana
La iglesia practica la disciplina
como un esfuerzo para promover la
santidad. Hablamos de una discipli-
na bíblica, sin prácticas legalistas,
opresivas, sino todo lo contrario.
La disciplina bíblica es correctora y
restauradora.
La pregunta que nos hacemos es:
¿Cuál es el propósito de una co-
rrecta disciplina, según la Biblia? Y
respondemos: Restaurar al hermano
disciplinado a la comunión con los
santos.
Aclarando conceptos
¿De qué estamos hablando cuando
usamos las palabras “comunión” y
“restaurar”? La palabra “comunión”
14 | AGOSTO 2016
se usa en diferentes contextos, pero
aquí la usamos para hablar del com-
partir una misma fe, la fe del evan-
gelio de nuestro Señor Jesucristo.
Los que compartimos esta fe somos
la comunidad de los santos (cre-
yentes), que hemos sido redimidos
(rescatados) por la sangre de Cristo
Jesús. Así que la “comunión de los
santos” es el compartir la fe y los re-
sultados de la obra consumada de
Cristo en la cruz.
“Restaurar” es poner una cosa o
alguien en el estado de estimación
que antes tenía, implica el restituir.
La disciplina tiene como propósito
restituir al disciplinado a su condi-
ción de miembro de la comunidad
de los santos en Cristo Jesús.
¿Qué dice la
Palabra de Dios?
Leamos Gálatas 6.12: “Hermanos, si
alguien es sorprendido en pecado,
ustedes que son espirituales deben
restaurarlo con una actitud humilde.
Pero cuídese cada uno, porque tam-
bién puede ser tentado. Ayúdense
unos a otros a llevar sus cargas, y
así cumpliran la ley de Cristo.”
Matthew Henry introduce su comen-
tario de Gálatas 6, diciendo: “Pablo
exhorta a los gálatas a mostrar su
temple espiritual en el difícil minis-
terio de la corrección fraterna”. Me
gusta mucho el término “ministerio”,
porque nos recuerda que debemos
servirnos entre nosotros los que so-
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“Si de verdad nos ama-
mos, nos ayudaremos
mutuamente, y un área
que debe evidenciar el
amor auténtico es el de
la disciplina correctiva,
como Dios, que discipli-
na a quien ama.”
mos el pueblo de Dios. Es difícil,
pero es de primera importancia ha-
cerlo. Mateo 18 nos enseña el pro-
ceso y Gálatas 6 nos dice quiénes
deben hacerlo y cómo.
1. ¿Quiénes deben hacerlo? Pablo
dice: “los espirituales”. La disciplina
correctiva no debe estar en manos
de neófitos, sino de creyentes que
andan en el Espíritu, creyentes ma-
duros, humildes y mansos, puesto
que deben hacerlo con mansedum-
bre —una cualidad del fruto del Es-
píritu Santo.
2. El apóstol dice: “Restaurad al tal
con espíritu de mansedumbre; con-
siderándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado” (Gá 6.1
BTX). Donald K. Campbell seña-
la: “Los encargados de ejecutar la
corrección fraterna, primero, deben
examinarse a sí mismos y reconocer
que nadie está libre de caer en pe-
cado. En segundo lugar, deben ha-
cerlo con mansedumbre”.
3. La corrección o disciplina es para
“restaurar” (gr., katartizete), pala-
bra que se usó en el griego secular,
según Hendriksen, para hablar de
reparar huesos rotos. En el Nuevo
Testamento se usa para hablar de
remendar redes de pescar (Mt 4.21;
Mr 1.19). Las redes eran remenda-
das para restaurarlas, y así cumplan
su propósito de pescar. Pablo la usó
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para hablar de la perfección del
carácter cristiano (2 Co 13.11) y de
una fe completa (1 Ts 3.10).
4. Hacer este ministerio de disciplina
correctiva es compartir las cargas
hombro a hombro unos con otros.
Dice el versículo 2: “Y así cumplirán
la ley de Cristo”. Esta es la ley del
amor. Así como oramos unos por
otros, nos exhortamos mutuamen-
te, nos servimos con los dones que
el Espíritu nos ha concedido para
beneficio del cuerpo de Cristo, tam-
bién nos ministramos aplicando sa-
biamente la disciplina restauradora.
Cristo mandó a sus discípulos: “Este
mandamiento nuevo les doy: que se
amen los unos a los otros. Así como
yo los he amado, también ustedes
deben amarse los unos a los otros.
De este modo sabrán que son mis
discípulos, si se aman los unos a los
otros” (Jn 13.34-35). Si de verdad
nos amamos, nos ayudaremos mu-
tuamente, y un área que debe evi-
denciar el amor auténtico es el de
la disciplina correctiva, como Dios,
que disciplina a quien ama.
Es muy significativo lo que leemos
en He 12.46: “En la lucha que uste-
des libran contra el pecado, todavía
no han tenido que resistir hasta de-
rramar su sangre. Y ya han olvidado
por completo las palabras de aliento
que como a hijos se les dirige: ‘Hijo
mío, no tomes a la ligera la disciplina
del Señor ni te desanimes cuando te
reprenda, porque el Señor disciplina
a los que ama, y azota a todo el que
recibe como hijo’... ¿Qué hijo hay a
quien el padre no disciplina?”
Conclusión
Cuando nos ayudamos mutuamente
y practicamos la disciplina correc-
tiva, restaurando al disciplinado al
disfrute de la comunión con los san-
tos, evitamos que Satanás saque
ventajas sobre el pueblo de Dios.
Fuentes:
B. J. Leonard. La naturaleza de la iglesia.
Casa Bautista de Publicaciones.
M. E. Dever. Nueve marcas de una iglesia
saludable. 9Marks Ministries.
J. Leeman. La disciplina de la iglesia. 9Mar-
ks Ministries.
W. Hendriksen. Comentario al Nuevo Testa-
mento: Gálatas. Libros Desafío.
F. Lacueva (ed.). Comentario bíblico de Ma-
tthew Henry. CLIE.
Por Eliseo Martínez
El pastor Eliseo es profesor de
Homilética y Antiguo Testamen-
to en el Instituto de Desarrollo
Pastoral de San Salvador, El
Salvador. Es además autor de
los libros La predicación, Pasto-
reo efectivo y Sed santos.
✉ tolima875@hotmail.com
AGOSTO 2016 | 15
CUIDADO PASTORAL
SERIE: La disciplina eclesial
de acuerdo a la Biblia (3/3)
Lo que un miembro bajo
disciplina espera de su pastor
El acompañamiento pastoral y la disciplina restauradora
Entre las señales de buena salud
de la iglesia está la práctica de una
disciplina que busca fortalecer la
santidad práctica. Recordemos que
hemos sido “santificados en Cris-
to Jesús y llamados a ser su santo
pueblo, junto con todos los que en
todas partes invocan el nombre de
nuestro Señor Jesucristo, Señor de
ellos y de nosotros” (1 Co 1.2).
La disciplina bíblica establece un
mecanismo tanto correctivo como
de restauración. Así que, una dis-
ciplina que simplemente establece
un tiempo determinado en el que se
aparta a una persona de ejercer un
ministerio, es cuestionable en fun-
ción de los verdaderos objetivos de
la disciplina bíblica.
14 | SETIEMBRE 2016
La buena disciplina requiere
el acompañamiento
pastoral
El acompañamiento pastoral es
cuando uno o dos hermanos espi-
rituales caminan hombro a hombro
con el disciplinado. Se les asigna
esta responsabilidad confiando
en su buen discernimiento que les
permitirá reconocer los resultados
de su pastoreo, y son ellos los que
determinan cuándo es momento de
restablecer al disciplinado a la plena
comunión con los santos (Jn 16.13).
El modelo del Salmo 23
El Salmo 23 nos ofrece un modelo
de el acompañamiento pastoral.
Dios mismo es el modelo de cómo
acompañar al disciplinado en una
pastoral excelente. El Salmo nos
dice: “El Señor es mi pastor, nada
me falta” (v. 1). Nos habla de una
relación personal entre el pastor y la
oveja, una relación que satisface las
necesidades de la oveja de manera
integral.
El pastor brinda descanso, conduce,
e infunde nuevas fuerzas a la oveja.
Le guía por caminos rectos, y cuan-
do camina por valles tenebrosos le
brinda seguridad, camina a su lado
alejando de la oveja todo temor y es
experto en el uso de la vara pastoril
con la cual, además de protegerse
a sí mismo, defiende a la oveja de
cualquier ataque. Tampoco permite
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 “Quien ejerce el pas-
torado no debe ser un
tirano con el rebaño
que es del Señor.”
el extravío de la oveja, mantenién-
dola dentro del rebaño. El Salmo 23
destaca el gozo de la oveja (v. 5) y
la bondad y amor del pastor (v. 6).
El modelo de Juan 10
Si en el Salmo 23 habla la oveja,
en Juan 10 habla el pastor. El buen
pastor, nuestro Señor Jesucristo, da
su vida por las ovejas (v. 11), cono-
ce por nombre a cada una (v. 14),
y les da vida eterna. El texto bíblico
dice: “Yo les doy vida eterna, y nun-
ca perecerán, ni nadie podrá arre-
batármelas de la mano. Mi Padre,
que me las ha dado, es más grande
que todos; y de la mano del Padre
nadie las puede arrebatar. El Padre
y yo somos uno” (10:28-30).
En algún lado oí a un predicador
decir: “La iglesia es el único ejérci-
to en el mundo que no recupera a
sus heridos en combate”. Sé que es
discutible, pero hay mucha verdad
en ello si no somos sabios en aplicar
la disciplina y perdemos definitiva-
mente al caído en pecado. Que Dios
nos ayude a brindar un acompaña-
miento pastoral con amor genuino y
bondad que nos permita restaurar a
nuestros caídos.
El modelo de 1 Pedro 5
A los que ejercen el pastoreo se le
dice: “Cuiden como pastores el re-
baño de Dios que está a su cargo,
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no por obligación ni por ambición de
dinero, sino con afán de servir, como
Dios quiere. No sean tiranos con los
que están a su cuidado, sino sean
ejemplos para el rebaño. Así cuan-
do aparezca el pastor supremo, us-
tedes recibirán la inmarcesible coro-
na de gloria” (1 P 5.2-4). Este es un
pasaje muy rico en contenido. Aquí
solo quiero destacar dos frases: “no
sean tiranos” y “sean ejemplos”.
Un tirano es un abusador que ejer-
ce gobierno de manera totalitaria, y
actúa de modo corrupto y cruel. El
tirano ejerce la autoridad según su
voluntad y de manera injusta. Desa-
rrolla relaciones abusadoras. Pedro
dice que quien ejerce el pastorado
no debe ser un tirano con el rebaño
que es del Señor.
El pastor debe ser ejemplo. Un mo-
delo digno de ser imitado posee
cualidades a seguir. El pastor mode-
la cómo ser y cómo vivir la vida cris-
tiana. Pablo les dice a los filipenses:
“Hermanos, sigan todo mi ejemplo,
y fíjense en los que se comportan
conforme al modelo que les hemos
dado” (3.17).
A quienes ejerzan su pastorado de
acuerdo a lo que Dios por medio de
Pedro nos ruega, el supremo pastor,
recompensará con la corona de glo-
ria que nunca se marchitará.
Un llamado final
Estimados hermanos y hermanas,
que Dios nos ayude a ser una igle-
sia sana aplicando sabiamente la
disciplina restauradora, que el dis-
ciplinado sea levantado de su caí-
da con mansedumbre para disfrutar
de la comunión con los santos. Que
podamos desarrollar un acompaña-
miento pastoral siguiendo el modelo
del Padre y el del Señor Jesucristo,
y evitemos todo abuso de autoridad
para ser ejemplos dignos de imitar.
Fuentes:
B. J. Leonard. La naturaleza de la iglesia.
Casa Bautista de Publicaciones.
M. E. Dever. Nueve marcas de una iglesia
saludable. 9Marks Ministries.
J. Leeman. La disciplina de la iglesia. 9Mar-
ks Ministries.
W. Hendriksen. Comentario al Nuevo Testa-
mento: Gálatas. Libros Desafío.
F. Lacueva (ed.). Comentario bíblico de Ma-
tthew Henry. CLIE.
Por Eliseo Martínez
El pastor Eliseo es profesor de
Homilética y Antiguo Testamen-
to en el Instituto de Desarrollo
Pastoral de San Salvador, El
Salvador. Es además autor de
los libros La predicación, Pasto-
reo efectivo y Sed santos.
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SETIEMBRE 2016 | 15