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BII}LIOTECA PROCESAL
LA I¿EVISIOI.{ CIVIL
BIBLIOTECA PROCESAL
LIBRERIA BOSCH
BARCELONA
1,979
O Ju¡N ou Dros Dov¡.r, on M¡,rno - 1979
Editado por Hijos de José Bosch, S. A.
San Antonio de Calonge (GrnoNn)
Número Registro Empresas Editoriales: 390
I. S. B. N. 84-7294-133-7
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PRO LA GO
I
En primer lugar, es definitiva su demostración de que en Ia re-
visión no nos encontramos verdaderamente ante un recurso slno
más bien ante "un proceso autónomo que tiene por abjeto un pro-
ceso anterior que se intenta rescindir". En Ia revísión no se pre-
tende sustituir una resolución judicial sobre unos prob[emas de
fondo, por otra resolución judicial sobre los mismos problemas.
El objeto de Ia revisión no es el mismo objeto del procesa revisa-
do. No se examina [a totalidad del proceso revisado, ní tan siquie-
ra Ia corrección e incorrección de Ia sentencia dictada en dicho
proceso. En el "juicio" de revisión únicamente se enjuicia si el
citado proceso merece Ia atribución de la cosa juzgada, o si por el
contrario no existe realmente' proceso, sino mera apariencia de tal,
por hallarse ausenfes /os princípios básicos de todo,proceso, y por
consiguiente Ia inexistencía de proceso determina Ia no producción
de los e'fectos de Ia cosa juzgada.
No estamos par tanta ante un medio de ataque a Ia cosa iuz-
gada, sino ante una nueva protección de dichas ínstitución. para
que la cosa juzgada se produzca es indispensable que previamen-
te haya existido un proceso entre partes resuelto por un órgano
imparcial y can arreg[o a las normas de procedimiento establecidas
en las leyes. si de mada fe se infringen cualesquiera de dichos
presupuesfos, bien por haberse alterado fraudulentamente el do-
micilio de cualquíera de los demandados, supuesfo que en la prác-
tica facilita el mayor número de causas de revisión; bien por ha-
berse obtenido Ia sentencia mediante cohecho o violencia, en cuyo
caso falta el órgano imparcial, y ni siquíera puede d'ecirse que exis-
ta verdadera sentencia; bíen por haberse cometido delito en las
mismas actuacíones proce.sales, en cuyo caso es forzosa Ia anula-
ción del proceso para impedír Ia impunidad det delito; en todos
esfos supuestos no esfamos ante un verdadero pracesa y no se ha
producido cosa juzgada, sino sólo ante un proceso aparente y una
cosa iuzgada externa. En principio bastaria cualquier declaración
para anularlas. Pero como sea que de admitirse libremente la im-
II
t -.,.
III
santes pueden extraerse de dicho estudio: En prímer lugar el crí-
terio ampliamente restrictivo del Tribunal Supremo en orden a Ia
aceptación de revisiones, hasta el punto que entre el 1s ele febre-
ro de IBBG y el 26 de diciembre de lgrs, jurisprudencia recopilada
en la obra, sólo en 24 ocasiones se ha dado lugar a Ia revisión, lo
que supone un 14 o/o de revisíones estimadas. En segundo lugar,
que de dichas 24 revisiones, 18, es decir un 7so/o s€ apoyan en
el motivo cuarto, por maquinaciones fraudurenfas consisfenfes en
emplazamiento defectuoso, sólo dos en el motivo primero, tres en
el motivo segundo, y únicamente una en el tercer motivo de revi-
sión.
La obra del profesor DovAr es, por tanto, una obra profunda-
mente jurídíca en el pleno sentído de ra parabra. No omite enfren-
tarse con |os problemas dogmáticos que Ie proporcionaran las ba-
ses generales p.ara enfrentarse can Ia problemática concreta. pero
es e/ abordar esta última cuando el autor, consciente de que el
Derecha es ante todo una ciencia práctica, busca constantemente
soluciones que faciliten a los trabajadores de[ Derecho los instru-
mentos necesarios para conseguir la efectívídad diaria del valor
Justícia dentro del proceso.
3 dieiembre lgTT
Barcelona,
MANUEL SERRA DOMINGUEZ
Catedrátíco de Derecho procesal
de la Universidad de Barcelona
M
CAPíTULO I
ANTECEDENTES I-IISTÓRICOS
a) Formación
o
Es un medio extraordinario por excelencia, que sólo apareció
cuando la intervención de los magistrados era amplia y suficien-
te, pues se trataba de anular o dejar sin eficac¡a actos perfecta'
mente válidos según el derecho. Su aparición no parece ser ante-
rior a la lex Aebutia, que introdujo el procedimiento formulario, y
Su concesión compete sólo a los magistrados superiores nunca
a aquéllos sine imperium.
Para ARIAS RAMOS ' la i.i.r. era otorgada al principio particu-
larmente, caso por caso. Posteriormente Se generalizó formándose
en la primera parte del edicto una lista anunciadora de las causas
por las que sería concedida.
Durante el ,principado la función de conceder la ln lntegrum
Restítutio pasa ,preferentemente al prefectus urbi, y así se sitúa
dentro det ámbito de la cognitio extraordínem, como una atr¡bu-
ción propia del príncipe.
b) Supuestos
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penal y popular contra todo el que había obtenido ventajas de un
.minor" tanto sui iuris como alieni íuris. En cuanto ley "imperfec-
l¿r, Gl pretor COncedía una excepción contra el que exigiera al me-
nor las consecuencias del acto, y también podía, previa causae
cognitio, conceder la i.i.r. La presencia de un curator en dicho
acto hacía cesar las consecuencias de la lex Laetoria, y de ahí
que su sistema generalizara la curatela para los menores de 25
años.
ll) Ob absentiam. Se da en beneficio de aquél que se hallaba
ausente por causa pública cuando sobrevino el acto cuyo efecto
le es perjudicial (v.9.: usucapión).
lll) Ob capitis deminutionem, Se da en favor de aquéllos
cuyas obligaciones act¡Vas contra una persona se han extinguido
civilmente por el heeho de que ésta entró bajo la potestad de
otro (v.9.: Por matr¡monio abrogat¡o).
lV) Ob errorem. Se da en beneficio de aquéllos que han co-
metido un error esenc¡al, sobre todo, en materia de procedimien-
to. Aunque no existe una rúbrica especial para esta i.i.r., sabemos
de su existencia por otras rúbricas, particularmente las que re-
gulan el procedimiento. Así puede suceder en el caso de pluris
petitio, o en el de omisión de una exceptio.
V) Ob metum. Prevista en la cláusula edictal cQuod metus
causa gestum erit, ratum non habebo". Este recurso posiblemen-
te sea el más antiguo destinado a reprimir el metus rparo hubo de
perder aplicación en beneficio de la acción y la excepción de me-
tus. La palabra gestrum que emplea el edicto hace referencia a
cuatquier acto no contractual, ya que la bona fides que regía los
contratos servía por sí misma para evitar que tuviese efecto el
contrato mencionado.
Vl) Ob dalum. No todos los autores están de acuerdo en la
existencia de esta causa, LENEL 3 la niega, pero no parece que
haya podido extenderse sólo en época tardía, sino más bien que
su aplicación hubo de ser decreciente. Parece que existió, pues
la actio de dolo se inserta en la rúbrica de las restituciones, lo
que indica que la i.i.r. es anter¡or a la acción, y que en la práctica
1t
la actío desplazó at otro recurso. Lo mismo sucede respecto al
metus y la actío quod metus causa, y también, al igual que en
ese caso el recurso resulta innecesario en mater¡a contractual.
vlll) ab fraudem credítorum. contra los actos de un deudor
reatizados a fin de crear o aumentar la insolvencia frente a los
obligantes. Los acreedores pueden re¡ntegrar al patrimonio con-
cursado los bienes indebidamente enajenados y la subsiguiente ac'
ción rescisoria se da a favor del magister o,luego de la venta, del
bonorum emptor. El recurso se da durante un año .a partir de la
enajenación fraudulenta, y afecta a aquél que adquirió los bienes
a sabiendas del estado de insolvenc¡a del cedente, e incluso sino
lo sabía, cuando la adquisición es con causa lucrativa.
Estas Son las causas de i.i.r. que los autores señalan como
comprendidas en el Edicto, pero las causas de i.i.r. constituyen
un número apertus, y, sobre todo, a partir de Augusto en la Cog'
nitio extra ordinem, la i.i.r. se puede conceder 'por causas no pre-
vistas expresamente en el edicto a,
e) Procedimiento
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c) Causae cognitio. El pretor abre un sumario estudio del caso
concreto encaminado a com.probar si existen las condiciones que
justifican la concesión del recurso.
d) Decretum. Se ha discutido mucho sobre si el decreto de
concesión de la i.i.r. es necesario en todo caso. CARRELLI s se
muestra partidario de la necesidad del decretum de concesión en
todo caso; CERVENCA ó afirma que la acción rescisoria no era
necesariamente precedida de un decretum. Parece segura la ne-
cesidad del decretum en los casos en que al recurso no sigue el
iudicium restitutorium, menos probable en los casos en donde si-
gue el iudícium restitutorium, donde el pretor podría conceder di-
rectamente la actio restitutoria, de manera que la i.i.r. vendría a
ser semejante a un trámite prejudicial.
d) Efectos
No parece probable que la i.i.r. con lleve en sí los medios para
ejecutar los resultados de la rescisión, sino que parece que hay
dos caminos alternativos:
a) O el destinatario se aviene a cumplir voluntariamente los
resultados, tal como queda establecido en el decretum del pretor.
Este podría ser el caso que describe PAULO en D. 4, 4, 24,4, don-
de se dice que el comprador de aquél que vendió ,por engaño, debe
restituir --por orden del 'pretor- el fundo vendido y los frutos.
b) O bien el destinario se resiste a la restitución, resistencia
que se puede conocer de antemano durante el propio trámite del
recurso. En tal supuesto el interesado deberá utilizar los medios
adecuados a la restitución, que pueden ser distintos según la si-
tuación en que se halle: bien una acción [rescisoria] generalmen-
te con ficción de no haberse realizado el acto rescindido, Io que
da lugar al iudicium restitutorium, bien una exceptío, bien una ac-
ción diferente (como podría ser la actio de dolo).
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2
2. LA "RESTITUTIO lN INTEGRUM" EN EL DERECHO
POSTCLÁSIGO Y JUSTINIANO
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3. F||PóTESIS QUE PERMITíAN "DESATAR EL JUYZIO'
EN EL CÓDIGO DE LAS SIETE PARTIDAS
eLas ediciones manejadas de las Pardias son: Edición del B.O.E. de 1974'
facsímil de la edición del Código de las Siete Partidas glosadas por el Licencia-
do Gregorio López. Salamanca, 1555; y Alcubilla: Códigos antiguos de España.
Madrid, 1885.
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pues la otra parte que fuere vencida prouare por cartas que aya
fallado de nuevo que el otro juro mentira, e que el ten¡a verdad:
en tal razon como esta puede ser dado el juyzio segundo contra
el primero."
De la simple lectura de esta Ley y su comparación con el texto
del vigente artículo 1.796 de la L.e.c., vernos la similitud existente
entre ta norma de Partidas y los números 2, 3 y 4 del citado pre-
cepto, con una mayor amplitud de regulación en el texto históri-
co, no sólo en el mayor plazo en que se puede intentar la resci-
sión de la primera sentencia, veinte años en Las Partidas, cinco
en la actuai¡dad, sino en la inclusión, en el Código Alfonsino, de
la fatsa confesión de la parte como motivo de la rev¡sión, motivo
exctuido en la regulación actual de nuestra institución, como ve-
remos más detenidamente at estudiar el cuarto motivo de revisión.
La Ley XIX del mismo títuto, establece, lo que podemos llamar,
el antecedente del n." 1: del artículo 1.796 L.e.c., si bien las Par-
tidas conceden valor revisorio al documento hallado y que sea
decisivo, sin exigir que sea recobrado y su anterior ocultación por
iuerza mayor o por obra de la parte contrar¡a, afirmando dicha Ley:
..Que non se puede desfacer el juyzio despues que fuere dado,
si no se alqare del:maguer mostrassen despues cartas o preuile-
gios que ouiessen fallado de nuevo, que fuessen atales que si el
judgara
¡udgador las ouiesse vistas ante que el juyzio diesse, que
de btra manera: fueras si el juyzio fuesse dado contra el Rey, o
contra sus perfoneros, o en pleytos que pertenec¡essen a la su
camara, o su señoria. Ca entonces si fuessen falladas tales prue'
uas, bien pueden vsar dellas para desfacer el juyzio que fue dado
contra et, fasta tres años del dia en que fue dada la sentencia, o
despues en qual tiempo quier, si pudieren prouar que el perfone-
ro del Rey fizo engaño en su pleyto, ayudando a la otra parte: por-
que ouieron a dar el juyzio contra el; o si pudieren prouar otro
engaño manifiesto, porque t'al juyzio fue dado. E esso 'm¡smo dezi-
moi que deue ser guardado en los otros juyzios que fuessen da-
dos por jura que ou¡esse fecha alguna de las partes. Ca si despues
fueren falladas cartas, o priuilejos de nueuo, puedense desfazer,
ass¡ como de suso mostramos en el libro de las juras"'
Vemos que esta Ley 19 reitera la causa de revisión por falsa
confesión y da una nueva el encontrar documentos que por sí hu'
bieren cambiado el sentido de la sentencia si el juzgador del pri-
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rner pleito las hubiese conocido, acorta el plazo establecido para
tas causas vlstas en la Ley 13, a tres años; continúa esta Ley re-
gulando una acción, que se concede hasta a los herederos de los
que han obtenido una sentencia favorable para demandar, preten-
diendo lo ganado en el primer juicio y que dura treinta años.
La Ley XXIV, de este mismo título XXll establece, "Que pena
deue arut el judgador que a sabiendas o por necedad judgo mal en
pleyto
' que nos sea de justicia".
Estubtece esta Ley, al final de su texto QUG: "e sobre todo el
juyzio que aSS¡ fuere vendido por prec¡onon deue valer mangue
que aquel que fue dado por vencido non se algasse del". Causa
de revis¡ón que puede ser subsumida en el cohecho establecido
por. et número 4." del artículo 1796 de la L.e.G., guardando, lo que
podemos catificar de un total paralelismo entre ambas regulacio-
nes, en cuanto a este Punto.
El título XXVI de la Tercera Partida estudia: "Gomo se puede
desatar et juyzio que es dado por falsas cartas, o por falsas prue-
uas o contra leyo, estableciendo en sus dos primeras leyes, que
es falsedad y el procedimiento para (reuocar,' los juyzios dados
en virtud de estas Pruebas falsas.
La Ley 1.'de este título nos dice que: "Falsedad es, segun
dixeron los sabios, mudamiento de verdad. Camaguer la falsedad
aya Semejanqa, e cara de cosa verdadera, pero non eS assi, ante
es muy contraria della. E poende se engañan a las veces los jue-
zes cuydando que las cartas 0 los testigos falsos que traen las
partes ante ellos sean verdaderos e non lo Son, porque dan su
juyzio por ellos onde decimos que toda sentencia que fuesse dada
por falsas cartas o por falsos testigos se pueda desatar. Maguer
la parte contra quien la diessen non se algasse della. E tal juyzio
como este puedasse desatar en esta manera, viniendo la parte
que se tuuiere por agrauiada delante del judgador estando delan-
te la parte por quien fue dado el juyzio, o faciendolo emplazar e
deue pedir al juez como en manera de restitución, que dasate
aquel juyzio porque fue dado por fa!sos testigos, o por falsas car-
tas. E prouandolo assi, deuelo reuocar el juez. Pero si en el pleyto
sobre que aueriguasse el juyzio fuessen recebidos muchos tes-
tigos o cartas de muchas maneras que aueriguassen el pleyto ma-
guer la parte prouasse que algunos de aquellos testigos, o las
cartas eran falsas, non le cumpliria si manifiestamente non aueri'
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guasse que el juez por aquetlos testigos, o por aquellas cartas
falsas diera su juYzio".
La Ley 2." de-.Át" título establece QUe: "Aquel mismo judgador
que dio ju juyzio por falsos testigos, o por.falsas cartas lo puede
desfacei ei ó otro su mayoral si ge lo pidieren, e lo prouare en
la menera que diximos en la ley ante desta. E puede reuocar tal
juyzio, e todas las cosas que fuessen fechas, o pagadas por ra-
.Oh ¿"t desde el dia que fue dado falta vuynte años. E de aquel
tiempo en adetante finca siempre por firme"'
si bien la regulación de las Partidas no es totalmente nueva,
en el derecho patrio, ya que en et Fuero Juzgo encontramos algu-
nos antecedentes, talés como, la Ley 19 del título 1." del libro 2-'
que estabtece la revocación del juicio *liuez si iudga 1us¡16" y la
iey g del título 4: del libro 2." *Falsas testimonias"l0, GS en las
part¡das en donde por vez primera vemos separadas con toda cla-
ridad la revisión como institución de Derecho Procesal de la anti-
gua figura de la i.i.r. del Derecho Givil, que en las Partidas sigue
iegulaáa especialmente en: Ley 24, título 21, Partida 2-u, Ley 7,
titülo Zg, Paitid? 3.", título 25, Partida 3-" y título 19, Partida 6'"' En
esta regulación de las Partidas, aparte las causas de revocación
yu uprniadas, vemos la necesidad de oír a la parte vencedora en
ól pluito que se intenta revocar, la exigencia de un período proba-
tor¡o en et proceso de revisión, la decisibilidad que han de tener
las causas invocadas, en la sentencia a revocar, y la competencia
del órgano de la revocación, que es encomendada al mismo juez
que d¡"ctO la primera sentencia; señalándose un plazo dentro del
cual es legítima ta pretensión de revocación y pasado el cual la
firmeza dJ ta primera resolución es inatacable'
Regulación, toda ella, que si en bastantes puntos difiere de la
dada for el legislador del siglo XIX a Ia revisión española, se nos
muestra como el antecedente de nuestra institución, y creemos
que en algún punto la regulación de Partidas es más perfecta que
l; actual,- como intentaremos demostrar a lo largo de este tra'
bajo.
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4.LAREvlslÓNGI\'ILENLANUEVAREGoPILAGIÓN
Y EN LA NOVíSIN,TA RECOPILAGIÓN
Ellargoperíododetiempo-que'transcurredesdetapublica-
1255' hasta la
ción de las puri¡Out a *"d-¡udot del siglo Xlll, civil, ve la multi-
publicación de la vigente.Ley.Je en¡uiciamiento medios le-
plicación de las n;*;* f*gáfut a través de distintosen Cortes y
dadas
gislativos, untrá los que deétacamos las Leyes dadas por el
las pragmáticas de los Reyes, más las res'puestasque tenían un gran
Co".-.i,i Real a- las consultás a él efectuadas,
han sido recogidas por
valor interpretati;;, ulgunu de las cuales de los medios de pro-
las recop¡lac¡onÁs-'ot¡riul*r. Esta variedad de cláusulas derogato-
ducción leg¡slai¡va sumada a Ia ausencia una gran dispersión
rias de tas disposiciones anteriores, producederecho' confusión a
y una tremendá confunsión en el mundo del conocido con el nom-
la que se intentó poner coto con el sistema
bre de recoPilaciones' las leyes recogidas
veremos qr¿';;;tr*iento dan a la revisión publicada en
un iu"*]""ápilá.¡onu, llamadas Nueva Recopilación,
en-1805 ¡t'
1567, y Novísima Recopilación publicada
los dos cuerpos
Estudiaremos coniuntamente la regutación.en
Iegislativos, ya qu!'1, Novísima t""óge
ad lítteram las disposi-
t¡üntt, que sobre el tema, contenía la i.i.r' Nueva'
en dos de sus leyes:
La Nueva Recopilación trata de la
lu r-áv + oul tñ;i; XVll, tibro lV' que pas? ? la Novísima como
lV' que
i"v7i"i titulo ivlll, libro Xl, v ta Lev 1J.:.tílYlo XVll' libro
pasa a la Novísima como Ley'S, título xlll,.libro
Xl, la primera de
de 9 de febrero de 1561
ellas fue dada pár Felipe ll por pragmática
en Madrid, y la segunda por Éeli'fe lll por
pragmática de 20 de
junio de 1615 en Valladolid'
aun en los
La primeru J" dichas leyes suprime la suplicación,jurisdicción'
casos en que se alegaba incompeiencia o
defecto de
diciendo: -Or¿Lnu*o"t y mandamos que en todos,
i qualesquir ne-
gocios,queen-contormealasleyesdeestosReynos,delassen.
tencias dadas pái tot del nuestro Consejo, i
Oidores de las nues'
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título V, "De los tribunales y de la administración de justicia en
lo civil y criminal" y en el segundo artículo de este título,243 de
Ia Constitución ordena que: <Ni las Cortes ni el Rey podrán ejer-
cer en ningun caso las funciones judiciales, avocar causas pen-
dientes, ni mandar abrir los juicios fenecides", prohibición que de-
saparece durante el nuevo período absolutista de Fernando Vll,
volviendo el Rey a tener dicho poder hasta su derogación defini-
tiva por Real Decreto de 21 de marzo de 1834.
2t
la revisión no existió entre 1855 y 1881, o si en este período man-
tuvieron su vigencia las Leyes de Partidas que la regulaban.
El estudio de la jurisprudencia correspondiente al período de
vigencia de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855, no nos da nin-
guna luz, ya que en dicho período no hemos encontrado ninguna
sentencia en la que se intentase la revisión de un fallo firme an-
I
22
en este punto, bastaban las disposiciones de la Ley de Partidas
entonces vigentes".
COVIANTa nos dice: "No hay que decir que si este remedio
fue conocido en Roma, hubo de adoptarlo la Ley de Partidas, aun-
que parece muy dudoso el que llegara nunca a practicarse, cual
otras tantas instituciones de ese cuerpo legal sobre cuya vigen-
cia tanto discuten los historiadores, aparte de que la apelación
y demás recursos ordinarios a ella equiparados que iban hasta el
Rey, la hacían inútil.
Tanto eS así que la Comisión encargada en 1855 de formar
un Código, cuyo principal-objeto consistía en restablecer en toda
Su fuerza las reglas cardinales de los juicios, consignadas en nues-
tras antiguas leyes, no hizo mérito, ni aun parece fue materia de
debate la revisión que vino al procedimiento civil en 1881.
RODRÍGUEZ ARANGO Y MURIAS'5 afirma que: "Nuevo es en
el procedimiento civil el asunto que forma el objeto del título XXll,
El recurso de revisión lo vemos por primela vez establecido en el
Reglamento de 30 de diciembre de 1864 para los asuntos conten-
ciosos-administrativos, y más tarde se volvió a hablar de él en
Ia Ley provisional de 1870, cuyos preceptos han pasado en gran
parte a la compilación de las disposiciones vigentes sobre el
procedimiento criminal. Toda esta materia, aun cuando incom'ple-
tamente se trató ya por el Rey Sabio, colosal figura de nuestra
gloriosa monarquía, en los títulos Xl, Xvlll, XXll y XXVI y otros
de ta Partida 3.', y hoy la Ley de Enjuiciamiento Civil que rige,
la convirtió en un recurso extraordinario, cuyos preceptos recla-
man elogios Y aPlausos".
De los autores citados, de la jurisprudenc¡a contemplada, y,
sobre todo, de la cláusula derogatoria general que contiene el
artículo 1415 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855, no pode.
mos por menos que concluir que la Ley de Enjuiciamiento Civil
de 1855 derogó toda la regulación anterior que permitía "desatar
el juyzioo en determinadas hipótesis, quedando durante el perío-
do de vigencia de la mencionada Ley sin posibilidad de rescisión
los fallos firmes.
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No podemos estar de acuerdo con MANRESA, en opinar que
los legisladores de 1855 creyeron que para atender a las nece-
sidades de justicia en este punto bastaban las disposiciones de
la Ley de Partidas entonces vigente, ya que la propia Ley de en-
juiciar derogó todas las disposiciones de Partidas referentes al
enjuiciamiento civil. Consideramos gue las referencias a las le-
yes de Partidas, res'pecto a la cosa juzgada se justifican por la
errónea creencia de los legisladores del pasado siglo, de que la
regulación de la naturaleza y tratamiento de la cosa juzgada perte-
necía al derecho privado, error gue hizo se considerasen vigentes
las disposiciones de partidas sobre la cosa iuzgada hasta la en-
trada en vigor del código civil con la regulación contenida en sus
artículos 1251 y 1252.
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24
CAPfTULO II
25
E-
ticia de cualquiera de nuestras resoluciones se vicia por el desen-
volvimiento incesante del mundo, por el contagio de cualquier
en-
tuerto en el rincón más apartado de la tierra, por er piogr"ru,.
a.d infinitum y, por último, por el regressus ad ¡ini¡n¡tuÁ,'ioáü
u"to
de justicia humana contiene necesariamente estos cuatro grani_
tos de injusticia". según este autor, la seguridad juríd¡ca
fiere a la norma general, mientras que la justicia se refiereü are_ la
solución del caso en concreto, siendo la
guridad jurídica un bien a. ¡usticia un valor y la se_
El ordenamiento jurídico ha de tender a armonizar la justicia y
la seguridad jurídica, ya que si bien son conceptos que responden
a distintas necesidades, no están necesariamente en contraposi-
ción, en este sentido CASTÁN5 afirma que: oHa de aspirarse
a
cornbinar y armonizar las respectivas exigencias, de la justicia y
la seguridad jurídica, entre las cuales no Lx¡ste una oposición ta-
janJe. La justicia y orden están recíprocamente
condicionados. El
orden tiene valor de medio en reración con ra justicia. La justicia
exige la seguridad como uno de sus postulados,.
La seguridad jurídica y la justicia son los dos postutados prin_
cipales a los que ha de responder el derecho, en este sentido
LEGAZ: "La justicia y la seguridad son las dos dimensiones
radi-
cales del derecho, sus dos estamentos ontotógicos, que le tras_
cienden, pero que en él se integran como constitutivos formales,
y que, al integrarse en una zona interferente, le hacen ser to que
es: pues el derecho es justicia y es seguridad, pero la justicia que
sólo existe como tal en cuanto está montada sobre un orden se-
guro, y seguridad que sólo es pensabte sin contradicción
en cuan-
to está transida íntimamente de alguna justicia. Al margen de
justicia la seguridad sería inauténtica, no sería otra cosá que la
una
pura fuerza dominadora de la existencia, exenta del más
é1.*"n-
tal sentido ético; y sólo en su zona de interferencia con la justi-
cia, que es el derecho, es donde la seguridad constituye un orden tt
I
26
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RADBHUCH iafirma que: "el orden jurídico cumple una doble
misión de justicia y de segur¡dad, jurídica, doble misión que co-
'¿ rresponde, dentro de la teoría de los valores a un valor de fondo
::. y a uno de forma".
i Vemos pues, que seEuridad y justicia son dos valores que se
complementan, y podemos afirmar que el derecho será justo en
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la medida en que sea seguro, ya que la justicia fragmentaria, úni-
I
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t
ca que pueden realizar los hombres, se realizará por medio de la
seguridad. Pero en los casos límites, en la zona en que la se-
{
i
guridad en vez de realizar la justicia la ha conculcado, se nos
t
Ít plantea el antiguo dilema de "fiat just¡tia pereat lex, pereat jus-
¡
titia fiat lex".
II Todos los legisladores se han inclinado, con razón, del lado
Í ü de la seguridad jurídica, la cual se logra con la institución de la
Í cosa juzgada, aceptada con carácter unitario en todas las legisla-
:
ii
s
.K ciones, la cual sólo debe ceder en los casos en que su manteni-
i miento sea total y manifiestamente contrario al orden establecido,
I demostrándose, de esta forma, la inutilidad de su mantenimiento,
Iü
f así AUGENTI 8: "La intangibilidad de la cosa juzgada no es sólo un
I
I motivo utilísimo del mantenimiento de los valores de la vida so-
t cial, los que han sido aplicados por una sentencia, sino la más
t alta valoración ética de la palabra del juez; por lo que una senten-
I
¡t
cia en la que no se pueda creer es una sentencia inútil".
I MUÑOZ ROJAS e afirma eue: <<si es conveniente, e incluso ne-
I
cesario, dotar de firmeza a las sentencias judiciales, de manera
I
I
que no se vean expuestas a continuas modificaciones las situa-
I
t
¡
ciones jurídicas creadas o reconocidas en aquéllas, también inte-
I resa que la inalterabilidad de las decisiones firmes pueda quedar,
t
I en ciertas hipótesis, sin efecto si son manifiestamente injustas".
I Para DE LA PLAZA¡0, el fundamento de la revisión: (nos exige
I
t
buscar la zona de choque entre la seguridad y la justicia, para in-
ferir las consecuencias indeclinables de esta trágica colisión".
I
I
I
i
i
27
BUTEHATI nos dice que: ..el fundamento de la institución está
escondido en el fin mismo de la justicia. Gancelar una decisión
que ha tomado ilegalmente la apariencia de verdad, y sustituirla
por otra, que procure al interesado el bien al que as'pira".
vemos, pues, que el fin de la justicia que el proceso persi-
gue sólo se togra mediante la seguridad, ya que sin este bien no
és posible la realización del valor justicia, lográndose la seguri-
dad jurídica mediante la inalterabilidad de las resoluciones judi-
ciales por medio de la cosa juzgada-
De este modo, uno de tos fines del proceso, el alcanzar la
justicia, se logra mediante uno de los efectos más característicos
del proceso la cosa juzgada.
No es posible olvidar la existencia, o posibilidad de existen-
cia, de atgunas resoluciones manifiestamente injustas, logradas
ilegalmenté, ante las cuales el legislador ha de arbitrar un medio,
mediante el cual la seguridad ceda ante el valor de la justicia.
Dicho medio no puede adoptar más que dos formas:
a) Atacando la resolución injusta. Lo cual nos llevaría, nece-
sariamente, a admitir la posibil¡dad de ataque a toda resolución,
con lo que estaríamos destruyendo la cosa juzgada, y como con-
secuencia lógica e ineludible, imposibilitando la realización del
valor justicia.
b) Atacando, en los casos excepcionales taxativamente seña'
lados por el legistador, et proceso. Lográndose de este modo, me-
diante la anutación del proceso, la anulación de todos sus efec-
tos, entre ellos la cosa juzgada.
Dejando para el final de este capítulo el estudio más amplio
entre cosa juzgada y revisión, bástanos afirmar aquí que el fun-
damento de la revisión Se encuentra en la necesidad de encon'
trar una armónica solución de los casos en que entran en conflic-
to la seguridad jurídica y la justicia. Solución que llamamos ar-
mónica, ya que es necesario que la misma posibilite la realización
del valor justicia sin detrimento alguno del bien seguridad.
¡r BUTERA: Rivocazione della sentenza civile. D. 1., volumen 20, parte ll,
página 1513.
2B
2. NATURALEZA JURíDICA: CONCEPTO DE RECURSO
29
t-
DE LA PLAZA]3, este autor no nos da una definición de recur-
so, pero de la exposición que realiza de los medios de impugnación
podemos deducir cuales son los rasgos diferenciadores de los
mismos.
Estos rasgos son: Medios idóneos de lograr la justicia; me'
diante la fiscalización de la justicia de lo resuelto; aumentando
tas garantías de justicia, en conternplación de un interés social;
se refieren a la misma relación jurídico"procesal; sólo pueden
ser utilizados .por et perjudicado por la sentencia; no es lícito pe-
dir más ni de otro modo que lo pedido anteriormente, aunque se
puede pedir menos consintiendo en parte la sentencia recurrida;
ha de ir a un órgano jurisdiccional superior.
Diferencia, este autor, entre remedios y recurso, afirmando
que tos remedios se ¡nterponen ante el mismo órgano jurisdiccio-
nal que dictó la resolución impugnada, para que mediante la fis'
calización de la justicia de lo resuelto renueve el proceso.
MIGUEL y ROMERO-IVIIGUEL y ALONSO nos d¡cen que recur-
14
¡3DE LA PLAZA: Derecho Procesal Civil Español, tomo l, págs. 600 y si-
guientes. Madrid, 1951.
14 MIGUEL Y ROMERO-MIGUEL Y ALONSO: Derecho Proeesal Práctico,
tomo l, págs. 246 y siguientes. Barcelona, 1967.
ls FAIRÉN: Docu¡na general de los medias de impugnación y parte gene'
ra! del Derecho Procesal, págs. 248 y siguientes. R- D. Pr., 1949'2.
30
Emana de la evidenciaró de la parte de un vicio existente en
la resolución dictada por el juez, así como de la jerarquía de los
Tribunales.
Diferencia, FAIREN, entre remedios y recursos, señalando como
distintivo de los recursos el efecto devolutivo y la existencia de
un gravamen.
Afirma que del punto de partida de diferenciar remed¡os y re'
curSOS, derivan una serie de problemas, y señala la posibilidad
de aportar pruebas en Segunda instancia, ante el órgano superior,
donde no juega la preclusión del plazo de presentación acaecida
en la primera, y la dificultad psicológica de actuar como órgano
adquemyaquo.
El recurso entra dentro del primitivo procesg ya que el recurso
se interpone (contra una resolución que aún no ha producido efec-
to de cosa juzgada formal, el proceso no ha terminado, sino que
continúa en su estadio de recurso, Correspondiente a la misma
acción que se instó"17.
En cuanto al gravamen afirma QUe "Se trata de determinar si
la resolución tiene un contenido desfavorable pala el recurren-
te; una disminución, no subjetiva, sino desde el punto de vista de
un derecho, del Ordenamiento jurídico, lo cual supone Ia nece-
sidad de fundamentar jurídicamente los roGUrsos"rs.
GUASP, es un autor que ha evolucionado profundamente en
su concepto de recurso a lo largo de Su obra, por lo que recoge-
mos dos opiniones distintas del mismo autor.
La primerare nos diCe: .,que recurso es un acto de parte que
formula una pretensión cuya finalidad es la reforma de una reso-
lución judicial". Entiende por reforma la sustitución de una reso-
JI
I
b-_
lución por otra; para él el recurso ha de deducirse en el proceso
en que la resolución fue d¡ctada, ya que el recurso se caracteriza
por no romper la unidad del proceso, sino por formar parte del
mismo en que se dictó la resolución judicial atacada-
Posteriormente evoluc¡ona en Su concepto de recurso y nos lo
presenta como procesos autóno¡'nos, que tienen por finalidad no
el remover los obstáculos que puedan oponerse a la decisión
del principal, sino por el contrario oponérselos, buscando una
actividad depuradora, que si bien retrasa y demora el proceso de
fondo sirve para mejorar y aquilatar su resultado.
Nos define los recursos como (procesos especiales por ra'
zones jurídico-procesales, en que se destina una tramitación es-
pecial a la crítica de los resultados procesales conseguidos en
otra tramitación princiPal" 20.
Afirma que los recursos son verdaderos procesos tla Que el
proceso verdadero no eS simplemente continuado, sino que de-
saparece para dejar SU puesto a otro proceso distinto, aunque li'
gado al anterior",
Parte este autor 2¡, de la opinión de que el proceso arlo
es máS que un instrumento de satisfacción de pretensionesD, no
siendo la pretensión otra cosa que (una reclamación formalmen-
te dirigida por un miembro de la comuni'dad frente a otro ante el
órgano público específicarnente instituido para satisfacerla'.
Creemos que de aceptar la opinión de este autor tendríamos
que defender que un proceso puede terminar sin que la resolu-
ción que le pone fin fuese firmé, sin producir certeza jurídica, y
no entendemos cómo se puede satisfacer una pretensión sin esa
seguridad.
SAEZ JIMÉNEZ-LÓPEZ FERNANDEZ DE GAMBOA
2, definen los
recursos conno: "La declaración de voluntad que hace qu¡en Sea
parte en el proceso para expresar su disconformidad con una
resolución judicial interlocutoria o definitiva, su oposición a con-
sentir que aquella resolución quede firme y que se haga ejecuto'
20 GUASP: Derecho Procesa! Civil, tomo ll, págs. 709 y siguientes. Madrid,
1968.
21 GUASP: Derecho-.., cit. tomo I en español, págs. 16 y 21f.
22 SAEZ JIMENEZ.LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: COMPENí|O dE DETCCaO PTA
cesal Civil y Penal, tomo llt, volumen l, págs 159 y siguientes.
32
r¡a, por estimarla perjudicial, y su pretensión de que la situación
procesal que dio lugar a la resolución impugnada sea objeto de
nuevo examen y decisión por el tribunal superior que funcional y
jerárquicamente corresponda, a fin de conseguir que se deje sin
efecto, se modifique o se dicte resolución contraria a la que es
objeto y base de impugnación".
De esta larga definición queremos destacar las dos notas que
creemos esenciales, dentro de la misrna, el efecto devolutivo,
con Io cual separan entre remedios y recursos, y el que se dé sólo
contra resoluciones interlocutoria o definitivas, es decir, no contra
las firmes, ya que la finalidad de los mismos es impedir esa fir-
meza.
VIADA-ARAGONESES 23: "Acto de parte por el que se solicita
del juzgador la modificación de una resolución judicial en el mis-
mo proceso en que ésta fue dictada y que produce un gravamen
al recurrente".
La nota a destacar en esta breve definición es la de que la re-
solución es impugnada "en el mismo proceso en que fue dictada",
nota con la que estamos de acuerdo, ya que consideramos que
el proceso no puede terminar hasta que la jurisdicción cumple
su función mediante la seguridad jurídica que produce la firmeza
de la sentencia.
Si bien de la definición de estos autores no podemos saber
si distinguen o no entre recursos o remedios, en la clasificación
que dan de los recursos, dividiéndolos en atención al grado del
Tribunal en (recursos horizontales>r ) <<recursos verticales),, vemos
que no son partidarios de dícha distinción.
Para FENECH 2a: <recurso es el acto de parte, encaminado a
provocar dentro del mismo 'proceso un nuevo examen de la cues-
tión que dio lugar a una resolución para obtener una nueva dís-
tinta de aquélla que estinnaba gravosa para sus intereses".
Nos dice este autor que la resolución puede ser impugnada
bien ante el mismo órgano que Ia dictó, bien ante otro superior
en el orden jerárquico, y que el gravamen a de ser considerado
desde el punto de vista subjetivo ya que príma facie no se puede
33
,t
--
provocar el
saber cuándo es real o hipotético, y la posibilidad de
nuevo examen se da dentro del mismo proceso.
PRIETO CASTRO25: ..Recursos son los medios de
impugnación
por un
que persiguen un nuevo examen del asunto ya resuelto,
judicial de categoría superior al que ha dictado la re-
"igr"¡rro"
solución que se imPugna"'
La definición de este autor remarca la nota del efecto
devolu-
tivo, ya que para él es totalmente sustancial la diferenciación
en-
general
tre remedio y recurso, si bien, reconoce que el recurso en
entra en la áenom¡nación de medio de impugnación' producción
Destaca este autor que: todo recurso detiene la juzgada en
del efecto típico del pronunciamiento judiciat, la cosa
sentido formal". ES CI
PArA GÓMEZ ORBANEJA-HEBCE QUEMAD'A2ó: "RECUTSO
judicial im'
urtá pio*sal de la parte que frente a una resoluciónsu favor."'
de la ley en
órgnánl" V periuAi"¡át p¡¿.'la actuación y demanda ha
Para estos autores ta distinción entre recurso
la relación
de situarse en qu" pot medio de ta demanda se inicia que se pre-
jurídico-procesat, lo cual no sucede en el recurso, sino
instancia
senta e incide en ella, abriendo en elta sólo una nueva
o fase.
No distinguen estos autores entre recursos o remedios'
situan-
do el efecto peculiar y constante de todo recurso en suspender
la producción de la cosa iuzgada formal de la resolución impug'
nada.
postu-
Una vez reseñadas algunas de las más características
ras mantenidas por tos artot"s patrios, pasamos a exponer
qué
esloquenosotrosconsideramoscomorecurso. por
Recurso es el acto procesal de impugnación, interpuesto
la parte gravada por una resolución judicial, por medio.delpor cual
se solicita un nuevo examen de la materia ya examinada el
34
a su Superior jerárquico, dentro del mismo proceso y mediante un
procedimiento legalmente regulado.
Acto procesal de impugnación: Es un acto procesal ya que
nace, Se desarrolla y muere en el proceso, produciendo todos sus
efectos dentro del mismo, y habiendo tenido su causa en el pro-
ceso; de impugnación, ya que mediante el recurso se pone de
manifiesto el desacuerdo de la parte recurrente con la resolución
dictada y por él se la combate.
lnterpuesto por la parte gravada por una resolución judicial.
De esta afirmación hemos de resaltar dos apartados diferentes.
a) El recurso eS siempre un acto de parte, no puede Ser nun-
ca un acto judicial, ni de ningún otro sujeto procesal distinto a
la parte"
b) La legitimación para ser parte recurrente viene dada por
la existencia de gravamen para ella en la resolución recurrida.
Gravamen que situamos en la necesidad de que la resolución re-
currida contenga una diferencia entre lo solicitado por la parte
y lo resuelto por el órgano jurisdiccional27, el gravamen ha de
poder ser valorado desde el punto de vista objetivo, es decir, la
negativa de una protección concedida por el Ordenarniento jurí-
dcio y solicitada por la parte, en frase de ROSENBERG 28: "El re-
currente es agraviado por la resolución impugnada en tanto y en
cuanto es desfavorable para é1". El gravamen, por lo tanto, pue-
de existir en el momento que exista un perjuicio jurídico.
Por medio del cual se solicita un nuevo examen de la mate-
ria ya examinada por el juez a quo: Estamos ante una de las ca-
racterísticas fundamentales de los recursos. El órgano judicial com-
petente para el estudio y resolución del recurso, tendrá el rnismo
material, en el que habrá de basar su fallo, que tuvo el iuez a
quoa.
Por el que se solicita la modificación de un estado jurídico no
determinado irrevocablemente: Esta característica es, asimismo,
35
fundamental para comprender la naturaleza de los recursos ya que
éstos se dan siempre contra resoluciones que no han alcanzado
fuerza de cosa juzgada 30, solamente se pueden interponer contra
resoluciones interlocutorias o definitivas, pero que no terminan el
proceso, ya que el proceso ha de terminar con el acto jur¡sdic-
cional por excelencia, la sentencia firme, contra la que no se
da ningún recurso, a tenor de lo preceptuado por el artículo 369
de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Dirigida al órgano jurisdiccional que la dictó o a su superior
jerárquico: No diferenciamos entre recusos y remedios, ya que
preferimos seguir el concepto legal, y no diferenciar donde la
Ley no lo hace, si bien somos conscientes de la diferencia de im-
portancia práctica entre los recursos devolutivos y los no devo-
lutivos, regulados en nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil.
Dentro del mismo ,procesó: Creemos que el recurso no abre
un proceso, como opina GUASP, sino que, por el contrario, es en
el mismo proceso en que se dictó la resolución impugnada en el
que se desenvuelve el recurso, ya que el proceso no ,puede ter-
minar sino con una resolución con fuerza de cosa juzgada, por la
cual la jurisdicción cumple con su función, y mientras dicha reso-
lución no obtenga la mencionada característica Ia relación jurídico-
procesal es la misma, ya que aún no se ha resuelto irrevocable-
mente la relación jurídico-material controvertida, y ,por lo tan-
to el conflicto de intereses, para cuya solución nació el proceso,
está aún vigente.
El recurso abrirá una nueva fase o etapa dentro del proceso,
fase que tendrá una regulación legal con un procedim¡ento pro-
pio, pero insertado en el mismo 'proceso, aunque se haya añadi-
do a la primitiva pretensión la petición de un nuevo examen de
la cuestión en litigio.
Mediante un procedimiento legalmente regulado: Utilizamos los
términos proceso y procedimiento en el sentido que les dan Gó-
MEZ ORBANEJA-HEHCE QUEMADA 3r ,proceso como "forma jurídi-
v 14.
36
camente regulada de ta protección del ordenamiento jurídico por
el Estado,' y procedimiento como manera de llevar a cabo esa pro-
tección como una consideración meramente formal o externa de
fa actividad procesal.
En este sentido al decir mediante un procedimiento legalmen-
te regulado, no hacemos más que señalar que la Ley prescribe
la andadura procesal que ha de recorrer cada uno de los recursos
recogidos en la misma.
37
L I
T
JO
un proceso con man¡obras arteras, es Suf¡ciente para legitimar a
ta parte vencedora de un proceso para demandar en revisión.
No admitimos dichos argumentos, ya que son más éticos o
morales que jurídicos, y creemos que el interés ad agire en cual-
quier medio impugnativo ha de estar sosten¡do por la existencia
del gravamen. Queremos señalar, por último, el gran peligro prác-
tico que entrañaría la admisión de la posibilidad de demandar en
revisión al vencedor del proceso anter¡or, en orden a los posibles
fraudes procesales. Bástenos señalar que el proceso es /i¿is, lu-
cha, la cual desaparecía en la inmensa mayoría de tales revisio-
nes, ya que es difícil imaginar al vencido en un proceso termina-
do por sentencia firme oponerse al intento de revisión de la sen-
tencia que le perjudica, por lo que la maniobrabilidad extrapro-
cesal de las partes con el fin de obtener una sentencia en el de-
seado sentido, habría de repercutir necesariamente en su actividad
procesal.
Por medio del cual se solicita un nuevo examen de la materia
ya exam¡nada por el iuez a guo: Esta nota no se da en absoluto
en la revisión.
En la revisión el examen que se solicita del T.S. es de unos
hechos nuevos, desconocidos por el juez a quo, y de tal naturale-
za que de haberlos conocido el órgano que dictó la resolución im-
pugnada ésta hubiera sido totalmente distinta de la dictada.
El juez de la revisión no examina el rnaterial fáctico del ante-
rior proceso, para poder determinar s¡ hubo un error en la activi-
dad o en el juicio, sino que examina Un material nuevo, nO apor-
tado al anterior proceso, y ha de ver si de haber podido contar
con ese material et juez a quo hubiera dictado una resolución dis'
tinta de la dictada. El T.S. ha de iuzgar si la ausencia o falsedad
del material fáctico aportado en la revisión, ha tenido una influen-
cia decisiva en el fallo dictado con anterioridad'
La repercusión legal de lo dicho se plasma, en que mientras
en los recursos el período probatorio solamente se concede en
casos exce)pc¡onales, en la revisión eS norma general la apertu-
ra de dicho período, con la sola petición del mismo por las partes.
Por la que se solicita la modificación de un estado jurídico no
determinado irrevocabtemente: En esta nota característica de los
recursos es en donde se dan más claramente las diferencias con
la revisión, diferencias que vamos a contemplar desde varios pun-
39
^!
-
40
dio ALCALA ZAMORA 3ó al afirmar: "el descuido y
ligereza con
que se redacta en nuestras leyes, hasta el punto de que la mayoría
de las dudas y de las confusiones tienen su arranque, unas veces,
en la inconsecuencia del legislador consigo mismo; otras, en el
olvido en que deja cuanto ha dicho en un precepto legal, para
I
afirmar lo contrario en otro, si es que no se desdice dentro de
t
un mismo texto; finalmente, en el empleo indistinto de términos
que tienen muy diferentes significación, o a la inversa".
l
Hemos de apuntar, aunque sin entrar a estudiar el problema
de la naturaleza jurídica de la sentencia definitiva ya que nos
alejaría sensiblemente del terna objeto de nuestro estudio, la di-
ferente naturaleza que gran parte de la doctrina da a la sentencia
definitiva y a la sentencia firme.
CHIOVENDA3T afirma que la sentencia sujeta a gravamen: <no
es más que una situación jurídica".
CALAMANDREI 3e recoge la opinión de CHIOVENDA y afirma
que la sentencia sujeta a gravamen no es una auténtica sentencia.
La sentencia firme GS, por el contrario el acto iur¡sdiccional
por excelencia 3e, la que ya ha determinado irrevocablernente el
derecho en lo concreto.
b) Causas o motivos de Ia impugnación. Comparando los re-
cursos extraordinarios, aquéllos que la ley marca taxativamente
las causas por las que se pueden interponer y la revisión, vemos
que el origen de los motivos señalados en la ley para los recur-
sos y los de la revisión es totalmente diferente.
Los vicios por los cuales puede prosperar un recurso serán
errores en la actividad o errores en el juicio, pero siempre han de
tener la característica de que se han cometido en el proceso cuya
4t
-!
42
)
ret¡eve en relación con situaciones fácticas producidas o conoci-
das con posterioridad a la resolución que se pretende anular, mien-
tras que jamás puede producirse por vicios o errores de tipo ju-
rídico".
CALAMANDREI 42, nos explica, con una claridad meridiana, la
diferencia entre las sentenclas que pueden Ser recurribles y las
revisables: .,Existen casos en los que un estado de hecho, que t¡e-
ne ta apariencia de sentencia, no puede llamarse sentencia en Sen-
tido jurídico, ya que por un defecto de actividad en el proceso
que ia precede se ha perdido algún elemento constitutivo, sin el
cual una Sentenc¡a no puede jurídicamente comenzar a existir' es
una sentencia jurídicamente inexistente.
No todas las actividades de que el proceso se compone, asu-
men frente a la sentencia el carácter de elementos constitutivos;
de manera que cuando el defecto de actividad no figura entre los
que producen la absoluta inexistencia procesal de la sentencia,
ésta'nace y tiene vida en el mundo jurídico, pero queda el hecho
de que la misma está basada sobre una construcción imperfecta
y Se puede, por tanto, que la misma, a consecuencia de tal im-
perfección producida en sus elementos básicos, ha de tener una
solidez jurídica menor de la que derivaría de un proceso no de'
fectuoso.
Se puede imaginar una sentencia que, aun siendo el resultado
de un proceso regular en sí, y estando inmune de cualquier de'
fecto de construcc¡ón, haya decidido sobre un material de litis
no recogido de acuerdo con la libre disposición de las partes,
sino alterado, en perjuicio de una parte, por algunos influjos per-
turbadores que han actuado fuera del proceso'
Dado el materiat de litis que el juez tiene delante, el proceso
se ha desarrollado regularmente y la sentenc¡a eS su resultado le-
gítimo; pero en la recolecc¡ón del material de decisión las partes
no han estado en cond¡ción de paridad, ya que a perjudicar a una
de ellas, a limitar su actividad en el proceso, a disminuir la l¡-
bre aplicación de su derecho de disposición, ha contribuido el pro-
p¡o error o el fraude ajeno u otra circunstancia, por la cual la
parte ha sido puesta en la imposibilidad de defenderse válida-
mente".
43
l*
t
44
Dirigida al órgano jurisdiccional que la dictó o a su superior
jerárquico: Todos los recursos se regulan de forma tal que, para-
lelamente a poseer o no, el efecto devolutívo, nos viene dada de
antemano cuál es el órgano jurisdiccional competente para su de-
cisión, de poseer, el recurso, dicho efecto el competente habrá
de ser necesariamente el superior jerárquico, en virtud del crite-
rio funcional de la competencia. Este criterio funcional está re-
gulado de tal forma por la Ley de Enjuicianriento Civil, que no se
puede acudir más que al superior jerárquico, desconociendo nues-
tro derecho positivo la figura de la casación per saltum,
A tenor de lo preceptuado por el artículo lB01: "El recurso de
revisión únicamente podrá interponerse ante la Sala Primera del
Tribunal Supremo, cualesquiera que sea el grado del Juez o Tribu-
nal en que haya quedado firme la sentencia que lo motive".
Vemos que tam,poco en cuanto a la competencia funcional se
asemeja la revisión a los recursos, en nuestra regulación positi-
va, si bien queremos hacer notar que la i.i.r. y las leyes de Parti-
das, siguiendo a esta figura jurídica, otorgaban la cornpetencia
al juez a quo, criterio que es seguido por la mayoría de las legis-
laciones europeas, y del que se apartó nuestro legislador, sin que
encontremos más motivación que la transcendental repercusión
que puede ocasionar el ataque a la cosa juzgada que la revisión
representa.
Dentro del mismo proceso: Los recursos no son sino fases
del mismo proceso, que no termina si no por medio de una re-
solución firme, que tenga el carácter de cosa juzgada formal que,
como afirma CHIOVENDAAA es uno de los presupuestos de la cosa
juzgada süstancial.
Recogemos una frase del gran procesalista italiano CALAMAN-
DREI, en la que nos demuestra la certeza de la anterior afirma-
cióna5: "Razones de tranquilidad social no permiten hacer depen-
der la validez del fallo de la justicia de su contenido, el proceso
debe estar construido de modo que la cosa juzgada no pueda for-
marse sino a través de garantías que reduzcan el mínimo las pro-
babilidades de una sentencia injusta, garantías que deben con-
45
4
-\-_
F
46
4, EL PROELEMA DE LA NATURALEZA JURíDICA EN LA LFY,
LA JURISPRUDENGIA Y LA DOGTRINA
47
\-. .-
---
4B
l
inteligencia y aplicación de nuestras leyes 50. En cuanto al terna
que nos ocupa, en una primera visión parece ser que la línea ju-
risprudencial no eS unitaria, sino que el Tribunal Supremo man-
tiene distintas posturas que podemos sintetizar de la siguiente
manera. 1." La revisión es un recurso: a) Extraordinario, b) Excep'
cional. 2." Es una acc¡ón autónoma.
1." a) Para que pueda prosperar el recurso extraordinario de
revisión..,, sentencias, entre otras de 27 de mayo de 1924, 12 de
abril de 1946, 18 de marzo de 1948, 12 de noviembre de 1971,22
de enero de 1973.
El recurso de revisión por Su naturaleza extraordinaria, sen-
tencias de 3 de mayo de 1961, 13 de marzo de 1967, l1 de diciem-
bre de 1969 y 30 de junio de l97l;
El recurso de revisión tiene el carácter de extraordinario, sen-
tencias de 28 de septiernbre de 1955,7 de febrero de 1962,15 de fe-
brero de 1966 y 25 de septiembre de 1969.
El recurso extraordinario de revisión que la Ley concede en
su artículo 1796, sentencia de 17 de marzo de 1933,25 de marza
de 1933 y 12 de julio de 1940.
Recurso que la Ley califica de extraordinario, sentencias de
7 de julio de 1944, 18 de mayo de 1954.
El más extraordinario de todos los recursos, sentencias de
23 de enero de 1963,6 de junio de 1968, 19 de junio de 1971,12
de junio de 1972,4 de julio de 1972, 10 de octubre de 1972 y 15 de
marzo de 1974.
La sentencia de 18 de enero de 1958 califica a la revisión de
"Recurso extraordinario y especialísirno".
b) La segunda de las rnencionadas tendencias jurisprudencia-
les califica a la revisión de recurso excepcional y extraordinario,
añadiendo a la línea señalada con anterioridad el calificativo de
excepcional.
La excepcional naturaleza del recurso de revisión, sentencias
de 16 de octubre de 1929,6 de octubre de 1965, 10 de diciembre
de 1966 y 26 de diciembre de 1972.
Dada la naturaleza excepcional y extraordinaria del recurso de
revisión..., sentencias de 23 de enero de 1962, 19 de octubre de
49
'-
Jr-
t
50
La sentencia de 23 de mayo de 1964: "Oue el recurso de re-
visión no es un verdadero recurso, sino una acción autónoma, por
abrir una relación procesal conclusa y hasta ejecutada, lo que su-
pone resucitar con carácter excepcÍonal un proceso ya fallado
no para conocer del fondo del asunto, sino para decidir si la sen-
tencia se ganó injustamente por medios ilícitos".
Esta misma doctrina está recogida entre otras en las senten-
cias de 25 de noviembre de 1964, 17 de mayo de 1965,26 de oc-
tubre de 1965,28 de octubre de 1965,29 de octubre de 1965 y 15
de diciembre de 1966.
Si hemos citado tal número de sentencias ha sido con el pro-
pósito de demostrar que las diferentes posturas de la jurispru-
dencia no tienen nada que ver con la época en que fueron dictadas
las sentencias, con lo que no podemos pensar en una evolu-
ción del pensamiento del juzgador, por lo que habremos de bus-
car la razón de esta variedad doctrinal por otros caminos.
No podemos aceptar lo que se ha dicho u' que la justificación
a estos cambios está en la diferente concepción de los Magistra-
dos Ponentes.
Sin intentar profundizar en el fascinante tema de la Jurispru-
dencia, recogemos la definición que de la misma n.ls ofrece CLE-
MENTE DE DIEGO 52: "el criteric constante y uniforme de aplicar
el Derecho, mostrado en las sentencias del Tribunal Supremo",
completando esta noción con lo que DíEZ PICAZO afirma que es
sentencia ..como acto jurídico", distinguiéndola de la "sentencia
como obra literaria", ) 3sí DíEZ PICAZO53 afirma que: (De una ma-
nera rigurosa una sentencia del Tribunal Supremo consiste en lo
que decide y en la razón inmediata de decirlo en estrecha v!ncula-
ción con el caso decidido. Sólo esto es verdadera jurisprudencia".
Si completamos estos conceptos con lo que nos dice la sen-
tencia de 25 de septiembre de 1968 que: "La lectura del artícu-
lo lB02 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, evidencia que construido
ct
i .. . - --
'\. ,
'-4
f
lo 1803." ii
Vemos, pues, que este autor utiliza indistintamente los térmi- i
nos recurso, remedio y medio, asimismo para la revisión y la ca-
52
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fl
sac¡ón. La revisión es para COVIAN un recurso extraordinario,
el más extraordinario de ellos.
MANRESA 55: "Se da el nombre de recurso de revisión al reme-
dio extraordinario que concede la ley para que se rescinda y deje
sin efecto una sentencia firme ganada injustamente, a fin, de que
se vuelva a abrir el juicio y se falle con arreglo a justicia. Aunque
este recurso es extraordinario lo mismo que el de casación, y
ambos son competencia del Tribunal Supremo, y se dan contra
sentencias firmes, existen entre ellos diferencias esenciales, tan-
to respecto a las causas que los motivan como a los efectos que
producen'.
Este autor claramente califica a la revisión de recurso extraor-
dinario, al igual que la casación, pero en realidad no entra a estu-
diar la naturaleza jurídica del mismo, por lo que no razona su afir-
mación, así como, tampoco en qué se funda para afirmar que la
casación se da contra sentencias "Firmes".
AGUILERA DE PAZ56: "Si bien los recursos de casación y de
revisión lo mismo en materia penal que en lo civil, tiene de co-
mún el carácter extraordinario, así como la circunstancia de dar-
se tan sólo contra las resoluciones definitivas y ser su conoci-
miento y resolución de la com'petencia del Tribunal Supremo, exis-
ten entre ellos diferencias esencialísimas no sólo en cuanto a las
causas que pueden motivarlos y a los efectos que deben produ-
cir, sino también y muy especialmente respecto de la tramita-
ción adecuada y propia para la sustanciación de unos y otros,,.
La definición que, este autor, nos da de la revisión es: "Re-
curso extraord¡nario que tiene por objeto arbitrar los medios ne-
cesarios para corregir ciertas notorias injusticias que pueden re-
sultar cometidas en los fallos judiciales, no pudiendo por su pro-
pio objeto darse lugar al mismo rnás que contra las sentencias
i1
i firmes, y sólo en aquellos casos en que la injusticia cometida en
i,
ii
las mismas sea tan patente que alarme más a la conciencia públi-
t'
i
ca su existencia y continuación consentida que la revocación de
I
i
un fallo firme y positivo".
53
L-
-l
I
E'
so y por ende del acto que le puso fin, olvidan asimismo que el
proceso impugnado ya fue tramitado con todas las garantías de
justicia, y que en el mismo no se produ.io ningún quebrantamiento
de las formas esenciales del mismo, ni ningún error en ta aprecia-
ción del derecho.
MENÉNDEZ-PIDAL: Parte de estudiar Ia revisión en el derecho
germánico afirmando que: aunque formalmente única, comprende,
en realidad, tres institutos procesales profundamente diversos",
de aquí llega a dedicar unos párrafos al estudio de la revisión en
su forma revocatoria, diferente de Ia forma anulatoria que se de-
riva de la querella nullitatis insanabilis, y afirma quesn: "La revi-
sión, en su forma revocatoria, es el ti,po más perfecto de acción
impugnativa contra la sentencia ya pasada en autoridad de cosa
juzgada. Constituye el derecho a obtener la invalidación de una
sentencia no sujeta a recurso cuando goza de Ia autoridad de la
cosa juzgada, siempre que concurran vicios o defectos especializa-
dos en la ley.
El ejercicio de esta acción da lugar a un proceso cuyo objeto
no es el litigio decidido en la sentencia impugnada, sino la cues-
tión relativa al derecho del actor, en orden a la obtención de otra
sentencia, revocando lo juzgado (iudicium rescindens), en cuyo
caso recae nueva decisión sobre el negociado que formaba el ob-
jeto de la sentencia revocada (iudicium rescissorium),.
"Gomo es una acción nueva y no un verdadero recurso, con
acierto establece la Ley de Enjuiciamiento Civil que la restitución
in integrum sólo procede contra las sentencias firmes."
Creemos que la teoría mantenida por este autor es acertada, y
coincidimos con é1, tal Gomo expondremos al final de este ca-
pítulo.
DE LA PLAZAóo: "La revisión es un remedio rescisorio que per-
mite revisar los errores de hecho cuando la sentencia ha ganado
firmeza. La revisión de la legislación española es, también, un re-
medio rescisorio".
55
l-
"La rev¡s¡ón constituye en derecho español un verdadero re-
curso que, como el de casación, tiene carácter extraordinario."
Claramente vemos la clasificación de la revisión como recurso,
e incide en el error de asimilar, en cuando a naturaleza jurídica, la
casación yrevisión.
FAIREN ó': Estudia la naturaleza del "llamado derecho de impug-
nación de las resoluciones judiciales>', €r1 este estudio sistematiza
y resume las opiniones de HELLWIG ó2, y CALAMANDREI u' y PRO-
VINCIALI ua se adhiere a Ia postura de CALAMANDREI afirmando:
"Aceptados, pues, aquí los puntos de vista de CALAMANDREI so-
bre la naturaleza del derecho de impugnación, llevemos la solu-
ción general del problema de la naturaleza de la revisión al dere-
cho español. Evidentemente que también le es aplicable la idea
de ser una acción impugnativa independiente.
"En efecto, la demanda de revisión española presupone la exis-
tencia de una sentencia firme que está surtiedo los efectos de la
cosa juzgada; por ello no se la puede encuadrar en el marco del
"derecho a recurrir", considerado como una posibilidad inherente
a la primitiva acción y pretensión, ya que ésta se extinguió al pro-
ducirse aquellos efectos citados. Así, pues, la demanda de revi-
sión española puede ta¡"nbién concebirse como una acción y pre-
tensión impugnativa de la sentencia firme; el interés que mueve
a dicha acción y ,pretensión está apoyado en una base fáctica nue-
va y diferente de la que fue tratada en el proceso anterior".
El mismo autor, en otro de sus trabajos ós, r'ros dice que: "El
llamado recurso de revisión constituye el ejercicio de un nuevo
derecho de acción y de pretensión".
56
FENECH óó: Parte este autor de las notas diferenciales existen-
tes entre la revisión y los recursos, llegando a la conclusión de
que la revisión es unu figura totatmente independiente de los
mismos.
Para él:..La revisiótl constituye un nuevo proceso que tiene por
objeto un hecho existencla de una sentencia firme de con-
dena-, fundamento -lade una pretensión encaminada a que se lleve
a cabo por el titutar del órgano jurisdiccional una declaración cons-
titutiva impeditiva con un contenido correcto, a saber, que Se
impidan los efectos de la sentencia firme que se impugna".
REOL SUAREZ ó7: No estudia directamente el problema de la
natuialeza jurídica, pero a to largo de su trabajo califica a -la re-
visión de recurso y utiliza ei calificativo de excepc¡orál' "No se
trata en este recurso, como en el de Casación...'*El reCurSo de
revisión. atiende a infracciones tan excepcion?|es..."
vemos, pues, que para él la revisión es un recurso excep-
cional. ó8:
MIGUEL y ROMERO-MIGUEL y ALONSO "Si por sentencia fir-
me entendemos de acuerdo con el artículo 369, aquélla contra la
que no quepa recurso alguno ordinario ni extraordinario, resulta-
ra qru la nomenclatura tega! no es acertada, ya que no Se trata
de un recurso ni ordinario ni extraordinario, pues no hay tal pro'
ceso pendiente, Sino más bien de un recurso excepcional para
obtener la rescisión de la sentencia firme, atacando la cosa iuzga'
da mediante et eiercicio de esta demanda de revisión".
óe: En otro trabajo se nos muestra partida-
MIGUEL y nlbruSO
rio de la concepción de la revisión como recurso excepcional y
de su regulación tal, al decir: "Nos parece muy acertada la
unificacién de |os"o*o
recursos menores, pero consideramos aconse-
jable el que la audiencia del rebelde se pase, con la rev¡s¡ón' a
los excepcionales".
57
L
_-|
i
.' -
.
i0:
GUASP "EI recurso de revis¡ón es aquel proceso especial,
por razones jurídico-procesales, que tiene por objeto impugnar una
sentencia, ante el grado supremo de la jerarquía judicial, en virtud
de motivaciones que no pertenecen al proceso mismo en que Ia
resolución impugnada se dicta, sino que son extrínsecas a dicho
proceso y determinan, por tanto, la existencia de vicios trascen-
dentales a é1".
"En vez de negar a la revisión el carácter de recurso y hacer
de él una acción impugnativa autónoma, Io que desconocería et
significado de recurso como ataque directo a una resolución judi-
cial, es mejor entender que la revisión tiene índole singutarísirna
y que, por ello, no es recurso ordinario ni extraordinario, sino ex-
cepcional, es decir, una impugnación cuya eventualidad no impi-
de que goce de firmeza la sentencia impugnada, porque se dirige
precisamente contra sentencias firmes, esto es, inatacables por
vía ordinaria y extraordinaria."
MUñoz RoJASTr: Reduce las teorías que pueden explicar er
carácter o naturaleza de la revisión a los siguientes grupos: a) EI
que considera la revisión como el recurso o medio de impugna-
ción extraordinario y excepcional que se puede utilizar, solamen-
te, cuando se dan los motivos establecidos por et legislador, contra
sentencias penales firmes condenatorias; b) el que la concibe
como una acción rescisoria dirigida contra la sentencia firme y
que, planteada ante los Tribunales penales competentes, tiende a
revocar la firmeza de la sentencia dictada y, en su caso, a Ia rea-
lización de un nuevo juicio; c) el que estima que la acción pena!
constituye un incidente declarativo promovido en la ejecución de ta
sentencia penal condenatoria.
La primera de las teorías citadas la rechaza afirmando que: *no
puede ser defendida a menos que se desnaturalice la esencia pro-
pia del recurso,).
En cuanto a la segunda manifiesta que: "distingue la doctrina
las acciones de nulidad y de rescisión, referidas de modo especial
a los negocios jurídicos y contratosD, y que: *la sentencia penat
firme, al igual que el contrato válidamente celebrado, puede ser
5B
rescindido mediante una acción que persigue directamente de-
jarla sin efecto".
Al comentar la tercera teoría, afirma QU€: "la acción tendente
a cambiar la situación creada por la sentencia de condena, a tra-
vés de la revisión penal es de naturaleza constitutiva>r ! <que la
acción de revisión estimada judicialmente, disuelve y deja sin
efecto el vínculo creado u originado por la sentencia penal de
condena".
Por último, respecto a la cuarta de las mencionadas teorías:
*En esta teoría se parte de la base, que puede no ajustarse a la
realidad, de que la pena se está cumpliendo al plantearse el inci'
dente, pero aparte de este supuesto, se omite el caso de que la
revisión penal Se promueva a posteriori, en cuyo caso no eS
posible hablar de incidente ni de cuestión incidental".
Para MUÑOZ ROJAS: "en la revisión nos encontramos ante un
proceso nuevo con un objeto propio".
SÁEZ JIMÉNEZ -L}PEZ FERNÁNDEZ DE GAMBOA 'Z2: " La revi-
sión es una acción autónoma, pero no independiente, en cuanto eS
conexa con el proceso al que se refiere; no Supone un verdadero
recurso, porque en ella no se discuten los problemas ya debati-
dos, ni se fiscalizan las razones fácticas y jurídicas base del pro-
ceso inicial, Sino motivaciones distintas, que constituyendo ver-
daderas anomalías, condujeron a un fallo erróneo e injusto, pero
que no fueron conOcidas oportunamente ni, por cons¡guiente, an-
teriOrmente COntrOvertidas, no siendo, por igual razón, una nUeVa
instancia, puesto que no ventilan los mismos problemas y ya ha-
bían terminado normalmente todas las instancias y recursos posi-
bles, habiéndose llegado a una definitiva situación de firmeza y
ejecutoriedad creadora de la cosa juzgada material, que sólo ex-
cepcionalmente puede ser desconocida y contrariada por haber
concurrido las anómalas c¡rcunstancias aludidas".
VIADA-ARAGONESES
73: Estos autores nos dan el siguiente
concepto de la revisión:.,La revisión es un medio de impugnación
que tiene por objeto ta revocación de una sentencia firme cuanóo
EN
JJ
-.-
I
contemplan en primer lugar los rnedios de impugnación y dentro
I
de ellos los recursos, y terminan con la revisión de ta que dice:
"existe, en cambio, otro grupo de medios de impugnación que se
I
I caracteriza par tratarse de acciones nuevas y que tiende a repa-
rar, según la clasificación de CARNELUTTI, los efectos de la sen-
tencia anterior".
Es, por lo tanto, la revisión para estos autores una acción im-
pugnativa nueva, ya que el proceso anterior terminó con una sen-
tencia con plena eficacia.
vlcENTE cHAMoRRo-GoNZ ALEZ POVEDA 'za: *se trata, ante
todo, de un proceso. La revisión no es, desde luego, un recurso.
Se admite cuando éstos son ya inadmisibleso.
"La revisión no es, por tanto, sino una parte dentro del todo de
la nulidad de las sentencias firmes. Ésta con un contenido más am-
plio; aquélla, con unos límites más reducidos.o
"se trata en realidad de un proceso que tiene por objeto ta de-
claración de nulidad de una sentencia firme."
Estos autores confunden los conceptos de nulidad y rescisión.
PRIETO-CASTRO 75: "El llamado en la Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil, recurso de revisión no entra propiamente en la categoría de
los recursos, puesto que la posibilidad de acudir a éstos imptica
que el proceso está aún pendiente por no haber adquirido la sen-
tencia carácter de firme. Hay, pues, que considerarlo como un re-
medio extraordinario y especial que la Ley concede (y llama al-
guna vez más propiamente demanda de revisión) para atacar la
Iuerza de cosa juzgada de una sentencia, el pronunciamiento de
Ias sentencias firmes, cuando por la calidad de los materiales en
que se basen o por la forma como se han obtenido sean injustaso.
Estamos de acuerdo con este insigne procesalista ,pairio, en
que la revisión no entra en la categoría de tos recursos, y en que
es necesario, por mor de una precisión terminológica encontrar et
término apropiado para ella. Respecto a ut¡l¡zar el término de re-
60
medio, hacemos nuestras unas palabras de FENEGH ió: .,conven-
dría hallar el modo de lograr un concepto que fuera más adecua-
do a su verdadera naturat.ezajurídica, que podría ser et de reme-
dio, si ello nos ahorrara el trabajo de estabtecer entonces su na-
turaleza jurídica y si esta. palabra no se hubiera usado por más de
un sector procesal civil, queriendo a'plicar a nuestro Derecho in-
justificadamente una teoría de claro origen germánico, para ex-
presar con ella un cierto tipo de recurso ordinario en que
no- existe diferenciación subjetiva entre Tribunal a-losquo y Tribu-
nal ad QUaffi*.
GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA z: "El llamado recurso
de revísión no entra en el concepto formal de recurso que la pro-
pia Ley de Enjuiciamiento civil utiliza. Los recursos inciden en
una relación jurídico-procesal aún abierta, y eventualmente la pro-
longan. La revisión presupone una relación procesal ya cerrada.
Por ello puede hablarse, más que de recurso, de demanda de re-
visión".
configuran, pues, la revisión como una acción autónoma, pero
se muestran partidarios de su regulación como recurso: ovar¡as
razones to aconsejan así; y principalmente, el nexo que une la
acción con el objeto de la relación procesal precedente tcHlo-
VENDA) ".
cALVo sÁNCHEZ 78: considera a la revisión como: ..un pro-
ceso nuevo y autónomo al que se llega a través de una acción im-
pugnativa autónoma".
. En este rápido repaso a las distintas teorías que la doctrina ha
elaborado, en torno a la naturaleza jurídica de ta revisión, hemos
utilizado tanto las opiniones de autores que tratan de la revisión
civil, como la de otros que estudian la revisión penal, ya que, como
afirma MUñoz ROJAS 7e: uLa revisión presenta en uno y otro cam-
po los misrnos caracteres, ,persigue Ia misma finalidad y produce
idénticos efectos, en líneas generales. se trata en defínii¡va, de
rescindir una sentencia firme, si bien el alcance y la posibilidad
de su planteamiento son variables. por esta razón-nada obstaculi-
6t
5
f-
62
El ex¡m¡o procesaltsta italiano, realiza el estudio comparativo
de las notas de las acciones impugnativas y de las de los medios
de impugnación, afirmando:
aj El derecho de impugnación tanto si se dirige contra un ne-
gocio jurídico como si se dirige contra una sentencia, en tanto
existe en cuanto en el negocio o en la sentencia exista e un vicio.
El derecho de impugnación es inseparable del motivo de impug-
nación, En cambio el derecho de gravamen es absolutamente in-
dependiente del vicio de la sentencia; se concede a la parte ven-
cida prescindiencio de toda consideración referida a los vicios po-
sibles de la primera sentencia, en todos aquellos casos en que
la ley no cree que un sólo grado de jurisdicción sea garantía sufi-
ciente de justicia.
b) La acción de impugnación se dirige a obtener la variación
de un estado jurídico existente, o sea, cuando se ejercita contra
una sentencia, a obtener una nueva sentencia que anule o revo-
que la primera. El derecho de gravamen, por el contrario, trata de
impedir que se perfeccione un estado jurídico todavía no perfec-
to, o sea, que adquiera categoría de cosa juzgada la sentencia de
primer grado. El derecho de impugnación es el derecho a la varia-
ción del estado jurídico creado por la sentencia; el derecho de
gravamen es el derecho al pronunciamiento de una nueva senten-
cia cualquiera sobre la relación ya decidida una primera vez.
cJ La sentencia sujeta a ser anulada o revocada por una acción
de impugnación, es, no obstante, esto, una verdadera declaración
de certeza del derecho, y ejerce mientras la impugnación no es
acogida, todos los efectos de una verdadera sentencia. La senten-
cia sujeta a gravamen, el cual trata de impedir que se perfeccione
un estado jurídico todavía no perfecto, no puede ejercer los efec-
tos de una verdadera declaración de certeza.
d) En la acción de impugnación la decisión se refiere sólo a
la existencia del derecho de impugnación. En el medio de grava-
men el juicio ante el nuevo juez se refiere a la existencia de la
voluntad de la ley sustancial que el actor ha hecho ya valer en
primer grado.
83 Ya FAIREN señaló {Doctrina..., cít., pág. 270, nota 64) que CALAMAN-
DREI confunde la existencia y la evidencia del derecho.
63
.1
eJ La acción de impugnación da lugar a un nuevo proceso, el
medio de gravamen abre una nueva fase del mismo proceso toda-
vía no determinado, y da lugar a la continuación de la misma con-
troversia decidida por la primera instancia.
En Ia doctrina patria GUASP'o nos ofrece la siguiente definición
de acción impugnativa: "La acción impugnativa es, según la doc-
trina dominante, un ataque de un resultado procesal anterior, pero
que no se produce en el mismo proceso en que fue dictada la
resolución impugnada, sino en otro proceso distinto al que la in-
terposición de la nueva acción da precisamente origen. La acción
impugnativa tiene, pues, de común con el recurso el perseguir la
reforma de la resolución impugnada, pero difiere de él en que el
recurso no rompe Ia unidad del proceso y la acción impugnativa sí,
originando un nuevo juicio distinto del anterior.
64
La revisión se dirige, igualrnente, a obtener la variación de un
estado jurídico determinado irrevocablemente, o Sea, a obtener
una sentencia que revoque la anterlor y deje sin efcto la cosa
juzgada
- producida por el primer proceso.
il La sentencia sujeta a ser anulada o revocada por una acción
de impugnación, eS, no obstante esto, una rrerdadera declaración
de certeza del derecho, y ejerce mientras la impugnación no es
acogida, todos los efectos de una verdadera sentencia.
Lá sentencia sujeta a revisión, eS una verdadera sentencia, que
produce mientras la revis!ón no eS declarada todos los efec-
io" de las sentencias firmes, en este sentido el párrafo 1'" del
artículo 1803 de la Ley de Enjuiciamiento Civil dice: "Las deman-
das de revisión no suspenderán la ejecución de las sentencias fir-
mes que las motiverl>r. Es claro que la sentencia sujeta a revisión
produce todos sus efectos hasta el momento de la declaración de
su rev¡s¡ón.
d) En la acción de impugnación la decisión se refiere sólo a
la existencia det derecho de impugnación. En el medio de grava'
men el juicio ante el nuevo juez se refiere a la existencia de la
votuntad de la ley sustancial que el actor ha hecho ya valer en
primer grado.
En la revisión vemos que el Tribunal Supremo se limita a res-
cindir la sentencia, sin entrar a decidir sobre la voluntad de la
ley sustanc¡al, dejando, a tenor de lo preceptuado en el artícu-
lo'1807, que las partes usen Su derecho, según convenga, en el
juicio correspondiente'
e) La acción de impugnación da lugar a un nuevo proceso'
La revisión da iguai*ántu lugar a un nuevo proceso, ya que el
anter¡or terminó con la sentencia firme, si bien, el nuevo proceso
está íntimamente vinculado con el primero, ya que este primer pro-
ceso será el objeto del segundo'
lgualmente vemos que en la revisión se dan las notas de
GUAbP que destaca en su definición de acción impugnativa ya que
eS un ataque de un resultado procesal, la sentencia firme que se
trata de rescindir, que no Se produce en el mismo proceso en que
fue dictada la resolución impugnada.
Consideramos, pues, a ta revisión como una acción autónoma,
pero no independiente, que da lugar a Un nuevo proccso, estrecha-
mente vinculado al anterior.
65
Entendemos ta acción 8s como acto por el que se solicita una
resolución judicial.
Para qué la acción pueda servir de base a la iniciación de un
proceso eS necesario que tenga Un contenido material, que los
irechos que al ejercitarla se retaten, sea susceptibles de protec-
ción jurídica 8ó.
Los hechos relatados al ejercitar la acción de revisión, son to-
talmente susceptibtes de protección jurídica, si bien esa protec-
ción está gurantitada por et ordenam¡ento procesal y no por el or-
denamiento jurídico privado, cosa que acontecía en la acc¡ón que
se ejercitó para poner en marcha el proceso cuyo resultado se tra-
ta dé rescindir. Esos hechos han de ser extrínsecos al proceso an-
terior, sentenc¡as de 4 de diciembre de 1967 y 24 de marzo de
1972, pero de una inftuencia decisiva en la resoluc¡ón del mismo,
de tal forma que sin la existencia de esos hechos la resolución que
puso término al mismo hubiera sido distinta.
De esta vincutación que necesariamente ha de darse entre
tos hechos retatados en la acción que inicia el proceso de revisión,
y el proceso anterior, extraemos la justificación de afirmar que
la acción es autónoma más no independiente.
Que da lugar a un nuevo proceso estrechamente v¡nculado al
anterior.
Ya hemos expuesto los argumentos por los que afirmamos que
el proceso termina con el acto jurisdiccional por excelencia, la
sentencia firme, a partir del cual produce todos sus efectos. Al
ejercitar la acción de revisión iniciamos un nuevo proceso, cuya
pretensión es el eliminar el más importante del proceso anter¡or,
iu cosa juzgada, por lo que el objeto del proceso de revisión ha
de ser et primer proceso cuyas actuac¡ones t¡enen una influen-
cia decisiva en orden a la revisión.
El conocimiento del órgano jurisdiccional en el proceso de re-
visión está limitado a ver si se dan o no las causas de rescisión
ategadas por las partes, timitación que no priva en absoluto a la
revisión de su condición de proceso, esta afirmación de que Ia li-
mitación de conocimiento no priva a un proceso de su naturaleza
66
jurídica es pacífica en la doctrina, por lo que nos limitamos a se-
'fialar que 87: oNo es que falte conocimiento
CHIOVENDA afirmó
totalrnente, cuando es resuelta por un órgano ejecutivo -una- de-
manda de ejecución, el órgano ejecutivo deb-9 examinar de oficio
88:
si existe título ejecutivo"- y srirnn afirma ..La limitación de
juicio no impide su naturaleza jurídica 8e'
67
Sentada esta afirmación podemos pasar a ver cómo se relacio-
na la revisión con la cosa juzgada- e0:
La cosa juzgada es, cgmo nos enseña FENECH "El efecto
del proceso cons¡stente en la trascendenc¡a que concede el Dere-
cho positivo a la decisión del objeto del proceso, en cuanto a los
procesos que pueden desenvolverse poster¡orrnente sobre el mis-
mo objeto'ya decidido". Es fácil ver que al ser la cosa juzgada un
efecto det proceso, no se puede ir contra ella con la mera impug-
nación de un sólo acto procesal como es la sentencia, aunque Sea
el más importante del proceso, el acto jurisdiccional por excelen-
cia er. Será, pues, necesar¡o ir contra el proceso, ya que eS impo'
sible eliminar un efecto sin eliminar la causa. Esto es lo que se
hace mediante la interposición de la revisión. Si triunfa la revi'
sión (entendiendo por ial el iudicíum rescidensJ se rescindirá el
proceso anter¡or, quedando rescindida la sentencia como un acto
del mismo, y quedarán sin efecto todos los efectos del proceso
rescindido, la cosa juzgada entre ellos.
Como afirma FENECH e2: "En realidad no se pone fin al proce'
so med¡ante Ia decisión sobre el objeto del mismo, sino que al
resotver sobre su objeto Se pone fin al proceso,'. Contrario sensu,
no se rescinde d¡reótamente un efecto del proceso, sino que al
rescindir el proceso, se rescinden todos sus efectos. e3
Visto de este modo si bien es indudable, como afirma FENECH
que la revisión: .ConstitUye ciertamente una brecha en el muro de
contención que Supone ta cosa juzgada>, no afecta a la esencia de
la cosa juzgada ni supone una limitación a su eficacia, sino una
excepción al ,princi'pio de inmutabilidad de las sentencias como
acto jurisdiccional.
Desde esta perspectiva, podemos afirmar que no sólo la revi'
sión no es un mero medio de ataque a la cosa juzgada, sino inclu-
so que es una garantía de la eficacia de la misma.
La cosa juzgada es el efecto más importante y característico
del proceso: hasta el punto de que es el efecto definidor de la
6B
función jurisdiccional, Mediante dicho efecto se logra la seguri-
dad jurídica y por ella la realización de la iusticia.
PerO, Como ya vimOS, eS estrictamente necesario que en
los
casos en que seguridad y iusticia entran en col¡sión, es necesario
arbitrar un med¡o que dé preferencia a la justicia.
Esto se puede lograr de dos formas distintas:
a) Permitiendo uñ ataque directo a la cosa iuzgada, que nece-
sar¡amente tlegaría a convertirse en una limitación de su eficacia.
b) Por un medio que deiando siempre a salvo la cosa iuzgada,
*n efecto del procéto, p"ttita rescindir la causa que la
"urnto
- producido.
ha
Étt" segundo camino es la revisión, que no afecta a la cosa
¡uzgada cuanto que al eliminar ta causa de la misma, el
"¡nó "n ha de eliminar todos sus efectos, permanecien-
primer proceso,
bo de eite modó l'a cosa ¡uzgada inatacada e ¡natacable, en cuanto
institución garantizadora de la seguridad jurídica'
69
*l
GAPÍTULO III
SUJETOS DE LA REVISIÓN
7l
!o 1801 se refiere, Como se observa por su simple lectura, a los
sujetos que deben ser parte pasiva en el proceso. Nada se dice
de la parte activa o recurrente".
Entre los autores que consideran que el artículo 1801 se ref¡e-
re a todas las partes de la revisión se encuentra DE PINA3: "El
Tribunal llamará a sí todos los antecedentes del pleito cuya sen-
tencia se impugne y mandará emplazar a cuantos en él hubieran
titigado o a sus causahabientes".
a
MIGUEL y ROMERO-Iv1|GUEL y ALONSO dejan claramente sen-
tada su .postura en unas breves frases en las que afirman que:
*Serán partes en el recurso de revisión los que lo hubieran sido
en el proceso cuya sentencia se trata de rescindir.
El artículo 1801 dispone que el Tribunal Supremo mandará ern-
plazar a todos cuantos hubieran litigado o a sus causahabientes.
La doctrina jurisprudencia,l Viene interpretando restr¡ctivamen-
te este precepto, que cabría extender a terceros perjudicados por
la sentencia, de tal manera que sólo puede interponerse la revi-
sión por quienes fueron parte en el proceso [sentencia de 20 de
abril de 1950) ".
SAENZ JIMÉNEZ-L}PEZ FDEZ. DE GAMBOA5: "No sólo deberá
ernplazarse a los que efectiva y act¡vamente intervinieron en el
proceso, sino a todos los que pudieron ser partes en el mismo
por figurar como actores o demandados".
GOMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADAó: "Partes en el proced¡-
n !cnto, independientemente de la voluntad del recurrente, son
toclcs y sólo ellos, cuantos hubieren litigado en el pleito bn que
se dictó la sentencia impugnada, los cuales son emplazados por
e! Tribuna!. Pero ta pretensión no se deduce, como en la demanda,
frente o contra todos, sino como en los recursos, directamente
contra el acto jurisdiccional".
Una interpretación exegética del párrafo 2." del artículo 1801, y
del párrafo 1.o del artículo 1802, ambos de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, nos lleva a opinar que el Tribunal emplazará a todas las
72
partes que hubieran litigado en el primer proceso, e><cepto al
iemandante en revisión, ya que según el artículo 1802: "Persona-
das tas partes, o declarada su rebéldfa...o, de emplazarse al. de-
mandante en revisión y no comparecer éste en el plazo -señalado
t"rut ria que deciararle én rebeldia, al no estudiar
la Ley la posibi-
Iidad de tenerle por desistido, conclusión que sería absurda'
La regulación legaI sobre las partes y su intervención en el
pro-
ceso de levisiOn eé totalmente insuficiente, y no resuelve ningu-
no de los problemas que se nos plantean, y que respecto a la
par-
te actora en revisión podemos sintetizar de la siguiente forma:
a) En general el gravamen. b) Las partes. c) Los intervinientes'
a) En general: El gravamen
TJ
T
74
especiales
Este mismo autorrs afirma que: ..Existe.n causas
para el recurso Je rev¡s¡ón, lo clal quiere decir que no basta
el
simple interés para recurrir, aunque Sea pe-rsonal,que objetivo y d¡-
el,derecho
recto, sino que hace falta un motívo legal,.d.e.los justificadoras
positivo taxativamente recoge como p-osibilidades
del recurso mismo, motivos que en nuestro derecho Se contienen
en el imPortante artículo 1796"'
ia, nos enseña, con envidiable claridad, qué es
CALAMANDREI
que puede va-
to que ,á d"b" entender por interés en obrar: "Lo
riar según los casos es la causa que hace necesaria la
declaración
i";i;i;;¡ánal de certeza, esto es, el hecho que hace surgir el in-
juez resul-
terés en obrar, Habrá casos en que la interve-nción del
que ciertos cam-
tará impuesta por la misma ley, la cual prohíbe en jui-
bios jurídicos se produzcan si antes no ha sido declárada
cto la certeza de la existencia de sus 'presupuestos"' como con-
*La exist*n.iu de la lítis no 'puede ser co-nsiderada
casos en los
dición necesaria del interés en obrar en todos los
cuales, aun cuando si no existiese lífís no
por esto sería posible
al interesado conseguir extrajudicialmente, por espontáneo con-
puede d-arle'"
senso de la puiü coitrar¡a, lo que sólo la sentencia
Es el propio óALAMANDREI, el que al estudiar
este problema
quers: "Se puede
en los térm¡nos pianteados por'no*ottot, afirma
p;;; en duda si el vencimiento como condiciónbajo de hecho de im-
p;;;r.l;n se debe considerar más exactamente Pero acasoel as'pecto del
es más
interés en obraiá íá¡o el de la legitimación'
exacto considerar et vencimiento bá¡o el.perfil de
la legitimación
activa.Puedendarsecasosenlosquee!aúnnovencidotendríay, sin embar-
¡mpuénar la sentencia que le da. 11 razón;
interés en por falta
go, en estos .u,"o" se le niega el derecho de impugnación
pues, del concepto
de legitimac¡on. E{ punto de vista se des'plaza, que para im-
det interés al de la legitimación; en lugar de decir impugnarla, y
pugnar una sentencia es preciso tener interés en para determinar
llevar a cabo cada vez una investigación de hecho
si tal interés existe o no, se dice que para impugnar una sentencia
es preciso tener, en relación a ella, la cualidad de vencido, enten-
diendo que la investigación sobre la existencia efectiva del in-
terés queda absorvida y precluida por la investigación sobre la
existencia de tal cualidad, la cual en la mayor parte de los casos,
coincide con el interés, pero que puede estar de hecho separada
de él sin que esto tenga trascendencia jurídica".
La jurisprudencia patria no ha tenido ocasión de pronunc¡arse
sobre la exigencia de gravamen para demandar en revisión, ya que,
entre las sentencias de revisión que hemos consultado, no hemos
encontrado ninguna interpuesta por l¿ ,porte vencedora en el pri-
mer l¡t¡g¡o.
Concluimos este apartado afirmando, que desde el punto de
vista del interés ad agíre y considerando éste como la imposibili-
dad de obtener extrajudicialmente lo solicitado del órgano juris-
diccional, considerando al proceso como el instrumento idóneo
para la protección de intereses jurídicos, o como "función de satis-
facción jurídica"tó podría defenderse, como recientemente se ha
hechott que el interés ad agire en la revisión no tiene por qué
coincidir con el gravamen procesal, siendo suficiente un interés
moral, e inc'luso el general de la reparación de la injusticia.
Pero considerando el gravamen como 'presupuesto de la legiti-
mación, de la relación jurídica en cuanto deducida, no estará le-
gitimada sino aquella parte que se ha visto gravada por la dis-
conformidad entre lo solicitado y lo concedido por la sentencia
del proceso impugnado, como afirma CARNELUTTI t8: n La impug-
76
nación no puede ser propuesta, s¡no por qu¡en haya tenido calidad
de parte en e¡ proceso irnpugnado y lraya resultado vencido"-
b] Las partes
77
I
-.-11
7B
w
ii
i
it
:l
I
ll
i1
ii
ii
c) Los intervinientes
79
en recurso de casación tR. A' n'" 992), afirma en su
considerando
qr"r *Es incuestionabte que la demanda en el recurso ex-
.áó"lonál de revisión, sólo puede interponerla quienesparcial
"uurio fueron.par-
de la
te en el proceso, a f¡n de obtener la rescisión total o enu-
sentencia impugnada por alguna de las causas taxativamente
m"radas en et árii.uló tZe6 de la Ley de Enjuiciarniento
Civil"'
En la m¡sma ii;; jurisprudencial se muestra ta sentencia
de
Z de diciembre de 196t, resolución recaída igualmente en
recurso
decasaciónC.L.n.o900,aunqueelR.A.ybajoeln.o4813lare-
resuetve un l¡t¡g¡o en el
."¡, ""*" de revisión. Esta sentenciademanda
de una de mayor cuantía
;;; ;;¡iante la interposición
se solicitaba la anulac¡ón de una sentencia firme de desahucio'
.lu=guOt lo*o la Audiencia desestimaron la demanda
en
t*t" .t en su sen-
base a los aigumentos, que recoge el Tribunal Supremo
sólo pue-
i"n.¡" y son:"ul éu" la ievisión áe las sentenciasdefirmes
esta naturaleza
de alcanzur." ,on éxito en el oportuno proceso úni-
ánte el Tribund Supru*o; y b) Que los de¡'nandantes ostentanjuicio
camente el carácter de acreedores, no de partes en el
de
desahucio Por falta de Pago'
podemos califi-
La segunda de las líneas jurisprudenciales, que
car de interpretación oextensivs', lá encontramos en las senten-
O" ti de julio de i950 y 23 de noviernbre de 1962.
"iárLa primera'de estas resoluciones estudia la legitimación acti-
va pa,ra interponer revisión, de quien no fue demandado en el
de esta Sala,
pri*"¡. ,pleito. Áf¡r*u que: ..Es doctrina reiterada procesal admi-
que si bien es norma corriente de nuestro dereclro
tir en concepto J" putte demandada exclusivamente a quien ha
BO
sido llamado a juicio por el demandante, esta norma no es abso-
que tienen
luta, y sí compatible con situaciones excepcionales,
ru áptyo en la naturateza del derecho material puesto - enque. ejerci-
se
si afecta a diferentes personas pr-rede impedir
"t,-'qut válidamente ta retación procesal si no se da entrada a
ellas en la contienda. determinando la extensión de los efec-
"l"uiiiuva
todas
tos de la cosa juzgada a quienes, por no haber sido convocados
a
iurc¡o,
-d" no han póOiáo ,.,. oidot, con la grave consecuencia, además,
qu. se produzca el fraude procesal"'
cuanto a
La sentencia de 23 de noviembre de 1962, afirma en
la legitimación para interponer la revisión que: "La interpelad'os
legitimación
debe entenderse extendida no sólo a quienes fueron
en el titigio, sino a todos aquéllos que pol estar interesados
di-
rectamente en su resultado, debieron ser llamados
a é1, pues ad-
ser oídos
mitir lo contrario, equivaldría a tolerar que a más de no posibles
en el proceso, n*gánooles los medios de defensa de sus que la ley
derechos, privaile"s sobre ello de uno de los recursos
conced",.rbbrc todo, teniendo el carácter de extraordinario"'
jurisprudencial'
eueda clarajá pft¡.¡ón de esta segunda línea en re-
en la cual se ,u.ánb.* Ia legitimación activa psro demandar
visión a todos los que se ven afectados por el alcance de
la
cosa juzgada. r r-.-
Veamos el problema de ta legitimación para demandar
en re'
visión de los intervinientes un "l primer proceso.
según sERRA existen tres clases de intervención2a' a) La
inter-
vención principal. b) La intervención Iitisconsorcia' c) La
interven-
ción adhesiva.
El interviniente principal es considerado Gomo parte por toda
ta doctrina, así FAIREN 25: *El interviniente principal es parte en
cuanto plantea una demanda que hubiera podido ser formulada
con total independencia del proceso y que únicamente criterios
de
economía procesal aconsejan acumular al primitivo
proceso"'
creemos, pues, que el interviniente principal está legitimado
para poder interponer la revisión'
8t
-_
La solución al problema de si el interviniente litisconsorcial
está o no legitimudo, .uru a la interposición de una demanda de
,"uis¡On ha de ser, necesariamente, semejante al de! intervinien'
te ,principal. Efectivamente, al Iitisconsorte se Ie reconoce,
z'z:
uná-
nJ*"ntu, por la doctrina el carácter de parte, SERRA "El inter-
u¡n¡"nt" i¡tisconsorciat es parte en el doble sentido material y
o de un de-
órá.utuf de la palabra, es cuanto es titular del derecho
iecho que se á¡r.ut" en el proceso, y en cuanto el ordenamiento
concede los mismos de-
irrf¿i"", at facuttarle para intervenir, le tratara"'
rechos que si de una parte originaria se
Legitimación, para demandar en revisión, del interviniente adhe-
sivo en el Primer Proceso'
La respuesta ha de venir, como en los otros casos de interven-
ción, condicionada por la cualidad, o no de parte en el primer
proceso del interviniente'
' En efecto, de la deficiente regulación de la Ley de Enjuiciamien'
to Civil, y de ta citada jurisprudencia del Tribunal Supremo, es
fácil dedúcir que sólo pueden interponer Ia revisión los que fue-
ron parte en el primer proceso, y así tas sentencias que admiten
la revisión interpuesta por quien no fue demandado, la admiten
en base at derecho a ser parte que el demandante en revisión
tenía.
La doctrina se muestra casi unánime, en el expresado sentido'
En contra GUASP 28, que afirma que en el artículo 1801: "Nada se
dice de Ia parte activa o recurrente, por lo cual podría entenderse
que no existe obstáculo literal para que en la revisión, como ocu-
rt. un ta apelación, se admitiera el recurso procedente del terce-
ro, lo cual permitiría al interesado o perjudicado por una senten-
cia acordada injustamente entre otras partes deshacerla en virtud
del recurso de revisión, abriéndose así la impugnación de actos
fraudulentos a los que se hubiera querido dar, indebidamente, in-
vestidura judicial".
27 SERRA: Obra citada, pág. 224. Ver SERRA: Concepto y regulación posi'
tiva del ltisconsorcio, en R. D. Pr. lb., 1971 [ll-lll), págs.573-601. FAIREN: Sobre
el litisconsorcío en el proceso civil, Estudíos..., cit., págs. 125 y siguientes.
DAVILA MILLAN: Lítisconsarcio necesario- Barcelona, 1975.
28 GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. ll, pá9. 929.
B2
Sinpoderentrar,porser}.efi.'adistintodeldenuestroestudio,
a estudiar la ¡nieivención adhesiva nos el limitaremos a bosquejar
o no de parte
la opinión de lu Jo.ttina científica sobre carácter
det interveniente adhesivo' , conceden al inter-
Los comentadores atemanes de la ZPO2e no
italiana en un
viniente adhes¡vo lá cual¡dad de parte. La doctrinay niegan
principio, se ve lnfluenciada por ia germánica tó' asimismo a partir de
la cuatidad de parte al interviniente adhesivo Pero y ya SATTA3t'
la pubticac¡On dli Código de tgag, va evoluc!onando
inteviniente adhesivo'
concede abiertann"niu lá cuatidad de parte al
La doctriou urpálola, hasta tiempos recientes
se muestra uná-
nimeennegaralintervinientetacualidaddeparte32. de su pro-
A partir de ia publicación, por ItnORg| PALOMINO'
los tercerosD' tam-
fundo trabajo: *El'pro.uso civíl y la tutelu dg que la doc-
bién los autores páiriot evolueionan, en iguat sentido
trina italiana' 33, el que
PALOMINo
En este úttimo sentido citaremos a MORÓN
optar por la
afirma que: ..La nueva Ley procásal española debería expresamen-
nueva orientación italiana y regular, e incluso
definir
suerte se ga-
te, at interviniente, como verdadera parte. De estacon un criterio
nará mucho en y, sobre todo, se contará
"iát¡Ju¿,
básicoenquéapoyarel'conjuntodepoderesquea!tercerore- sea efectiva y
sulta indispensublu- conferir, a fin de que su tutela
ó;;J" , ,áluo de las enojosas complicacio¡es que podría originar
una reglamentación clel iñterviniente en plano de simple
asisten-
cia, de-mera cooperación con la parte principal"'
SERRA
,0, al ártuOiut la legitimación del interviniente adhesivo
y prácti-
nos dice QUe: .,El problerna eétriba en determinar teórica
.árn.nt* cuándo **itt. interés que legitime la intervención"'
pág' 323' Madrid 1€40' y
n KlscH: Elementos de Derecho Pracesal civil,
ROSENBEB C, rratádi ie Derecho-procesal civil, tomo t' págs. 264 y siguientes'
Buenos Aires' 1955'
n..:^^i^ii cit',
30 CHIOVENDÁ: Principii.'., air. págs' 601 y siguie ntes.
3r SATTA: p¡ritto Proáessuale Civ¡le.8." ediizone, págs' 133
y siguientes'
Padova,1973.
32PRIETOCASTHO:Derecho...,cit',vol.t,págs.32Bysiguientes.GÓMEZ
oRBANEJA-HEHCE óÚrr'¡non: Dere:cha..., cit., vol. l, págs. 166.y siguientes.
33 MOHóN pnlóH¡lffO: EI proceso Civil y Ia tutela de los ferceros' en
R. D. Pr., 1965 tllll, págs. 147 y siguientes' especial
161'
34 SERBA: La in'teivención.", cit', págs' 246 y 249'
OD
()¿
=J
.-
B4
par?.el..momen-
visión civil. Dejando el estudio del artículo 1803,
i;;; que estuá¡"rno, tos efectos de la que revisión, nos limitaremos'
en este punto a tratar de la regulación, respecto al M' F' rea-
liza el artículo 1802' al Minis-
señala et citado artículo que: "... oyéndose siempreo no lugar
terio Fiscal antes de dictar sentencia acerca de si ha
a la admisión del recurso"'
El M. F. se ,igu po|. el Estatuto del Ministerio Fiscal
aprobado
por-"t Heal Dec.r"eto de 21 de junio de 1926 y por el Reglamento
el M'F' es
de 27 de febreio de 1969. Según estos textos legales
el órgano de comunicación entre el Gobierno yser la Administración
órgano asesor
de Justicia, y entre sus funciones está la de
de los Tribunales.
Es el sentido de órgano asesor como prevee el
artículo 1802
F' en el
de la Ley de rnjuic¡amiento Civil, la intervención del M'
proceso
-'-Ñu*rtrode revisión civil' que
orclenarniento positivo no ha previsto, al contrario
algunos extran¡árá* u.g. *l ltaliano en el artículo 397
del C'P'C"
la interposiciÓn de la revisión por el M.F. en los casos señala-
dos.portaLey,locualnoquieredecirqueetM.F.nopuedaser
cJemandante en revisión'
Según PRIETO GASTRO el M' F' puede ¡lroceder de
3ó dos for-
mas: .,Procede de un lado, por vía de acción, y de otro
por vía de
proceso'
informe o dictamen. En el ,primer caso el M. F. incoa un
o públi-
del mismo *oJo qu" puuden iniciarto los sujetos privados
potestad de ac-
cos a los que el ordenamiento jurídico concede la
un interés"'
cionar para pedir la tutela de un derecho subietivo o de
Las dos toi*ur de proceder del M. F' se pueden dar en
la re-
visión.
En el primer caso, por vía de acción, su actuación
será contin-
gente y dependerá de'haber ostentado la calidad de parte en el
primer proceso, lo que le dará la legitimación para poder interpo-
ner Ia revisión.
primer proceso,
De haber ostentado la cualidad de parte en el
el M. F. habrá de ser parte en el proceso de revisión necesaria-
B5
L-
mente, bien porque en su calidad de defensor
de la Ley y del in-
una causa de re-
terés social, ul i"nu, noticia de la existencia de al ser emplaza-
visión inter.ponga la pertinente demanda, o bien, mandato del ar-
il ¡;r et ri¡Uu"nal Suprerno en cumplimiento
a cuantos
.del
hubieren litigado en
tículo 1801, qu; ordena emplazar
el prirner Proceso.
por vía de dictamen la lntervención del M. F. es preceptiva
artículo 1802' in-
en todos los procesos de revisión, a tenor del en estos ca-
cluso en los que actúe por medio de acción; teniendo la emisión
sos una doble actuación, ya que la Ley no excepciona
parte en el proceso
del inforrne del M. F. en los casos en que sea
de revisión'
Se ha dicho que^n,o or
el r\/r
M' F' n. actuar com o defensor en la lu-
F puede
37. Dicha lucha la puede. realizar el
cha contra e! trár6r pro."rál dos posibili-
Ministerio f=¡r.ui pot med¡o cle la revisión, mediante
dades distintas: ui n¡u¿iante la incorporación'
a la futura ley pro-
del c'P'c' ltaliano'
cesal de un pr".upto de alcance similar al 397
procesos en.los que
b) Mediante la más efectiva actuación en losdel Estatuto de 21 de
a tenor de los números 4 y 5 del artículo 2 por
junio de 1926 ha de intervenir, actuando en todos los casos una
vía de acción y ganado, de este modo, la legitimación -para los
en
posible y futurá iiterposición de una demanda de revisión,
ca.sos en que et frauie procesal haya tenido.lugar'
señaladas ya
Nos pare.r-*ár upropiada la segunda de las vías
que la primera no, pbdtíu u""t.ur a una proliferación de
la inter-
santidad de la cosa
vención de un órgano estatal en contra de la
desaparición de la misma, como acon-
i"rg;Jr, y a la posible casi
tenció en cieria época de la historia legislativa Gernrana'
Po¡'
poderes
otro lado no Creemos que Sea necesario acentuar los
de
actuación que lcs órganos de la Administración de Justicia tienen
3s'
en los actuales momentos
37 FAIRÉN: Beorganízación de! M. F. españo[, en temas"', cit" pág' 515'
1967-68, pág' 173' citada.p-or FAI'
Memoria O" ru rir"áii, J"r Tribunal Supremo, púbrica de Alcalá zamora,
RÉN. sobre ut u.'-i."iÁ¡iá qu" debe se,r er Ministerio
en Estudios..., cit., págs' 1 y siguientes'
perspectivas del M. F. según los principios que infor'
HEHRERO TEJEDOR:
L. J" 1967, tomo 222' págs' 407
man e! crdenamiento Jurídico Españo!, en R. G.
)' siguientes. y socialización del proceso civil' en B' D' Pr' lb"
ssver
sERR A: Libera!ízación
1972 Q-3), Págs' 511 Y siguientes'
B6
PERSONAS LEGITIMADAS PABA
OPONERSE
3
A tA BEVISIóN
quienes p.ueden ser los oposi-
La regulación tegat, respecto a que la regulación de quie-
iores en un pro."uo"de revisión, al ¡éual totalmente insuficiente en
nes pueden ser tos sujetos instántuul
*r
;;;ü Ley de Enjuiciamiento Givil'
ElartículolS0ldeIaLeydeEnjuiciam.'.*n,'oCivilordenaque
en él hubiei'an litigado'
el Tribunat mandará emplazar a cuantos
oasuscausahabientespu,uqu"dentrodeltérminodecuarenta
que convenga a su derechc'
días com purur":Ái á táutlner !o de ser psr-
la posibilidad
Vemos, pues, que la Ley no cbncede
más que a Ios que han sido
te opositoru un"Ltlpror*ro'de revisiónrescindir'
trata de
;ár-ü-en el pro."uo que se ü ¿oorina, y así GÓMEZ ORBANEJA-
En este ,uni.úo ,e-muestru
3e: oPartes en-et procedimiento' independiente-
HERCE QUEMADA
son todos, y sólo ellos'.cuan-
mente de la vciuntad del recurrente,
toshubierenlitigadoenelpleitoenquese.dictólasentenciaim.
el Tribunal' Pero la pre-
pugnada, .uXÉ"r" *"
lo, bor
'en la dernanda, frente o contra otros'
"*piazados
tensión no se deduce, como contra el acto jurisdic-
Sino, como en los recurSoS, directarnente
cional.Noesparteelterceroautoropartícipeenelhecho".
.nónnrno-MtcuEl-v
MrcuEL v nrdNsoó: *seEún parte en el
sido en el proceso cuya
recurso Ou ,uuiJán tot que lo hubieran
sentencia se trata de rescindir'
'hubieian
"ElartículolB0ldisponequeelTribunalsupremomandaráem-
plazar a todos cuánto, litigado o_a sus causahabientes''
41' afirman
-LópEZ FDE|. or ónveoA QU€: <'lEm'
sÁEZ J¡MÉNEZ
p|azaratodos-loqu"hubieransidoparte.enelpleitodeorigen,
loquesignificalapeculiarcircunstanc¡adequeenestademan-
que la parte actora se'
darevisoria no r" áu la regla general de
el proceso, sino que son
ñala las partes qu* rrun de inteivenir en
partes forzosÁ tuvu clase.o. nú*"ro habrá
de deducir el Tribunal
que no sólo deberá em-
a la vista ou ro, áuior, en el bien entendido
39GÓMEZORBANEJA-HERCE0UEMADA:Derecho...,cit','yol.l,pá9.461.
40MIGUELYROMERo-MIGUELYALoNSo:Derecho.'.,cit',vol'l,pági-
nu tl,n' tomo ilr'
sÁEZ ópEZ FDEZ. ur car,¡BoA: com pendio.,.' cit.'
JIMÉNEZ_L
vol. l, pág. 497.
o.,
OT
plazarse a los que efectivamente y activamente intervinieron en
!l proruro, sino a todos los que pudieron ser parte en el mismo
¡-- figtrar corno actores o demandados"'
po,
paiece indudable que el legistador quiso que la legitimeción
para ser parte pio..to dJ revisión haya de deducirse de ha-
"f
"n cualidad en el proceso anterior.
ter ostentado dicha que inter-
El Tribunat Supremo habrá de emplazar a todos los
vinieron, y, arua*o, por las razones expuestas al tratar
de las
partes instantes, que fe deberá emplazar a todos los intervinien-
tes en el mismo
La determinación de quienes son aquéllos a los
que hay que
emptazarlahaderealizarelpropioTribunalSupremo. cuando
Esta determinación no ,"u*ui¡rá ningún inconveniente proce-
primer
se trate de tas mismas personas que actuaron. en el
fuere su
,á, u las que habrá que empl azar a todas, cualquiera Qu_9
o en é1, a todos
óáui.¡6" "n et mismo y su real actuación, 'lo,
aquéllos que por estar interesados en su resultado fueron per-
llama-
dos, o debieron serlo, a é1, ya hubieran comparecido en
el o
manecido en rebeldía.
La dificultad de ta determinación nace cuando se ha de
empla-
zar a los causahabientes, en virtud de la posible dificultad
en la
determinación de los mismos'
La sucesión jurídica lra podido efectuarse mortís causa o
inter
vívosa2, en el pri*"to de los casos citados el Tribunal
Supremo
tranra áe empla zay a los herederos de los qtre intervinieron
en el
primer Proceso'
S¡ la sucesión jurídica se ha efectuado por un negoc¡o inter
vivos, es al Tribunal Supremo, al que corresponde efectuar
la de-
terminación de tos caus'ahabientes, pero no deberá emplazar a
los
terceros adquirentes a título oneroso, protegidos por el artículo
34
de ta tey Hipotecaria, ya que según lo preceptuado en el.artícu-
lo 1808 de la Ley de Enluiciamienio Civil, no les afectará el resul-
tado del pro.uró de rev¡sión, por lo que no tendrán legitimación
para intervenir en el m¡smo.
El ser empl ezado por el Tribunat supremo, no supone Ia obli-
gación, caso de comparecer, de oponerse a la revisión, ya que a
BB
tenor de lo dispuesto en el artículo 1801 in fine, "a sostener lo
que Convenga a Su derechoo, ha de interpretarse en el sentido
de que e! emplazado igualrnente puede comparecer para oponer-
Se a la demanda de revisión, que allanarse a Ia rnisma, e incluso
apoyar la postura del demandante en revisión'
B9
ofende en manera alguna el amor propio, tratándose sencillamen-
te de corregir errores, que si fueron acaso cometidos hasta por
él mismo en persona, obedec¡eron a causas de todo punto inde-
pendientes de su voluntad".
GoMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADAaS nos dicen que: (El mo-
tivo de la revisión no invoca error aiguno del juzgador ni siquie-
ra, es claro, en el supuesto de cohecho por parte suya. De aquí
que en el derecho común y en la mayor parte de las legislacio-
nes extranjeras, sea competente para conocer del recurso de re-
visión el propio órgano que haya dictado la sentencia, puesto que
no se Ie pide que repita una operación en que ha errado, y en que
podría volver á €Íror:,.
Si bien es cierto que el propio juez que dictó la resolución fir-
me, será el que mejor pueda valorar hasta qué punto, los hechos
extrínsecos al proceso, que se alegan como motivo de la revisión,
fueron de influencia decisiva en el fallo, no es rnenos cierto que
el Tribunal Supremo, con los autos a la vista y el período proba-
torio del proceso de revisión, puede llegar a un exacto conoci-
miento de Io acontecido en realidad, con lo que su fallo ha de ser
tan certero como el del juez inferior.
Consideramos que las ya apuntadas razones de Ia gran trascen-
dencia que cualquíer brecha que se abra en la institución de la
cosa juzgada, más la necesidad de una doctrina jurisprudencial
unitaria en cuestión de tan gran importancia, Io que haría necesa-
rio el acceso a la casación de todas las sentencias de procesos
de revisión Icaso de ser competentes los órganos inferiores] con
el retraso consiguiente en la decisión final y firme de la revisión,
es motivo suficiente para defender la actual regulación del ór'
gano jurisdiccional competente para conocer de los procesos de
revisión.
90
CAPíTULO IV
OBJETO DE LA REVISIÓN
Q,1
Y
Al ser la revisión un proceso autónomo, el objeto de este pro-
ceso ha de ser igual al de cualquier otro proceso, en este senti-
do aceptamos plénamente la afirmación de GUASP, cuando dice
qr"r "Él oU¡"to, d"l t".rrso de revisión viene dado, como en cual-
o'
quier proceso, por una pretens¡ón procesal"
' No podemos olvidar que la finatidad de la revisión viene dada,
necesariamente, por la situación injusta, que la determinación irre-
vocable del derecho en lo concreto producida en un proceso ante-
rior ha creado, y que, por lo tanto, esa finalidad ha de ser la de
rescindir esa s¡iuación injusta mediante la rescisión del proceso
que la ha creado.
Vimos, al tratar de la naturaleza jurídica de la revisión, que la
cosa juzgada eS un efecto, el más importante, del proceso por lo
que para poder rescindir dicho efecto se nos presenta como ne-
cesario la rescisión de la causa.
El objeto de la revisión será el proceso anterior'
92
GUASP u, se muestra partidario, igualmente, de la no limita-
ción de la revisión en razón al tipo de procesos, y afirma: "No hay
ningún problema en lo que respecta a la índole del proceso en
que la resolución se dició. S¡ la sentencia es firme, nada importa
el proceso en que se l'raya dictado, pues cualquiera que sea el
grado del Juez o tribunal que la haya emitido, la naturaleza del
asunto o el procedimiento que se siguiera, el recurso de revisión
queda abierto para enmendar ta trascendental injusticia que en él
se haya Podido cometer".
PRIETO CASTRO 7, sin tratar directamente del tema se mues-
tra partidario de admitir la revisión contra todas las resoluc¡ones
que han producido firmeza en el fondo, sin distinción del tipo de
proceso en que han recaído: ..La demanda de revisión sólo se
puede intentar cuando haya recaído resolución firme, es decir,
que tiene el carácter de cosa juzgada en sentido formal y que sólo
puede ser sentencia final sobre el fondo".
MIGUEL y HOMERO-MIGUEL y ALONSOs, ponen el acento en
que la resolución haya producido efecto de cosa juzgada, afirman-
do que toda resolución que produzca esos efectos es susceptible
de ser revisada: *Pero no lo serán aquéllas que no productan esos
efectos, como son, por ejemplo, las dictadas en lOs procesos cau-
telares ".
La doctrina jurisprudencial por su parte, afirma que sólo se
puede dar lugar a la revisión encontra de sentencia que haya pro-
ducido el efecto de cosa juzgada doctrina que encontramos reco-
gida en dos sentencias de fecha 3 de junio de 1959 y B de febrero
de 1964, que consideramos que com'plementan y ofrecen una cla-
ra visión de la postura adoptada por nuestro más Alto Tribunal.
Sentencia de 3 de junio de 1959: "Ese singular medio de im-
pugnación está.concebido y dispuesto con la vista puesta en la
efióacia Erga omnes de la llamada cosa juzgada mater¡al de la que
cabe repararse por excepción calificadís¡ma en aquéllos casos'..
de to que Se infiere, como supuesto general que a los demáS, do'
mina, que para el ejercicio det extraordinario remedio sea viable
93
7
es prec¡so, ante todo, que la resotución combatida haya abordado
y resuelto, la cuestión fundamental que en el proceso se ventile,
bues sólo en ese supuesto se está en presencia de la hipótesis
de la revisión.
"La índole propia del recurso de revisión excluye los
supuestos
en Se trata de impugnar una medida, sea interlocutoria sea provi-
sional que no determine la formación de la cosa juzgada sobre
et fondo del neEocio... recurso de revisión, que requ¡ere como
requisito sine qua non la condición de firmeza, de todo en todo
incompatible con la posibilidad de modificarlas y aun suprimirlas
en et curso del proceso principal y 6ls5'pués de resuelto".
Sentencia de B de febrero de 1964: "Sin que sea obstáculo
a la procedencia de la revisión el que la sentencia contra la que
se recurre hubiese sido dictada en juicio ejecutivo, única oposi-
ción alegada, porque si bien la sentencia que en estos juicios se
dicta coñform" al artículo 1479 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
no produce excepción de cosa juzgada y queda a salvo de derecho
de ias partes para promover el ordinario sobre "la misma cuestión",
ello es sóto conforme a reiterada doctrina de esta Sala, res'pecto
a lo que categóricamente expresa el precepto, "dejar a salvo la
cuestión de fondo", pero sin que pueda Volverse a reproducir los
defectos faltas del título, no las excepc¡ones que entran en el ám-
b¡to de lo que es materia del juicio ejecutivo, las que por produ-
c¡rse respecto a ta, sobre ellas resuelto, excepción de cosa juz-
gada, dan plena Íirmeza a la sentencia y por consecuencia contra
ésta es precedente el recurso de revisión".
De lo expuesto en este apartado y del tenor del párrafo 2.' del
artículo 1251 del Código civil: "Contra la presunción de que la cosa
juzgada es verdad, sólo será eficaz la sentencia ganada en juicio
de rev¡s¡óno, más las consideraciones expuestas al tratar del fun-
damento de nuestra institución, fácilmente deducimos clue la fina-
lidad de la revisión es la reparac¡ón de una s¡tuación manifiesta-
mente injusta, creada por el ejercicio de la jurisdiccíón, al deter-
minar irrevocablemente un derecho en lo concreto, mediante la
cosa juzgada. Por lo que en aquellos procesos en que no Se pro-
duzca esla determ!nación irrevocable, Ia revisión carecerá de fi-
nalidad y n0 debe ser admitida.
En nuestro ordenarniento positivo se dará la revisión contra
todos tos procesos ordinarios o especiales, y únicamente se plan-
94
tea el probtema en los juicios ejecutivos, ya que según el texto
del artícula 1497 de la Ley de Enjuiciamiento Civil noe producirán
excepción de cosa juzgada. Pero como af irma SERRA en su tra-
bajo Juicio ejecutivo: "Éste produce excepción de cosa juzgada,
u p"uut de la dicción legat, pero la extensión de ésta viene deter-
minada por los límites ciel juicioo, es el mismo autor el que en
et mismo trabajo nos expiica ba¡o la rública de: "Motivos de opo-
sición fundados en el fondo cuyo éxito obstaculiza un proceso de-
clarativo ulterior', el alcance de ta cosa juzgada que se produce
en estos procesos alcance que concuerda con el ámbito de la re-
visión que puede interponerse contra los mismos.
La sentencia de 4 de noviembre de 1970, excluye del ámbito
de la revisión las sentencias dictadas por el Tribunal Arbitral de
Censos, y afirma: ..Si bien es cierto que el recurso de revisión
por su'íÁdole extraordinario y excepcional permite volver sobre
una sentencia firme, integrando por ello, un medio de combatir
ta presunción de verac¡dád de la cosa juzgada, establecidad en
el artícuto 1251 del código civil, no ofrece duda que el artículo 49
de la Ley de 31 de diciembre de 1945, reformada'por la de 26 de
diciembre de 1957, excepciona dicha generalidad, porque en él se
establece que no se dará recurso alguno contra las sentencias de
Ios Tribunaies Arbitrales de Censos, dada la índole especialísima,
de la jurisdicción de los Tribunales Arbitrales de Censos"-
Al no considerar a la revisión como un recurso creemos que
no está inctuida en la prohibición de recurrir contra las sentenc¡as
de los Tribunales Arbitrales de Gensos, y sí consideramos nece-
sario la existencia de este medio de rescisión de las situaciones
manifiesiamente injustas, más clara Se n6s presenta esta necesi-
dad en |as jurisdicc¡ones especiales. Por lo que no encontramos
justificación a la postura señalada en la sentencia anteriormente
citada.
Terminamos este apartado diciendo que opinamos que la ex-
tensión de la revisión ha de ser la misma que el ámbito de Ia cosa
juzgada.
95
L-.
3. RESOLUCIONES OBJETO DE REVISIÓN
96
I
.I.IREoLSUAREZ:lnaplicacióndelrecursoderevisiónalasentenciadic-
especial' 468 y si-
tada en la casación, en R' D' Pri" 1960' págs ' 462-473' en
guientes.
97
J7
9B
conteniclo en su segunda, sentenc¡a, o bien, habrernos de
ir con'
tra esta sentencia en Ia revisión.
La solución de esta alternativa se nos presenta meridianamen-
te clara. La única solución es la segunda la de ir contra esta sen-
tencia por vía de la revisión.
ya que
No es obstáculo atguno la regulación del artículo 1801,
como es afirmación unánime en ia doctrina y en la
jurisprudencia'
el Tribunal Supremo cuando dicta segunda sentencia en la casa-
ción actúa como órgano de instancia, por lo que el grado en-
que
ha quedado firme l; resolución impugnada es el supremo de la
Nación, contra la sentencia de este grado es contra lo
que ha-
b) Otras resoluciones
si únicamente son susceptibles el ser ata-
Pasamos a estudiar
cadas mediante la revisión las resoluciones judiciales que adop-
tan la forma de sentencia, o si, por el contrario, también se pue-
den revisar otras resoluciones juridiciales.
100
La Ley de Eniuiciamiento civil en su texto, como ya hemos se-
los
ñalado, únicameñte se refiere a las sentencias firmes en todos
artículos del título XXll del libro ll en que se ocupa de las resolu-
ciones
-- *r€curribles" en revisión-
los
t-a ¡urisprudencia, con carácter general ha rechazado todos
de revisión interpuestos en contra de resoluciones que
'*.urró,
no habían adoptado la forma de sentencia13'
La sentencia de 17 de junio de 1940: "El recurso interpuesto
no puede prosperar porque la resolución impugnada por €s.e que me-
dio extraoid¡nur¡o no es de las susceptibles de revisión, dado
el artículo 1796 se refiere en generat y en los casos part¡culares a
que provee, a sentencias Tirmes"'
La sentencia de 3 de junio de 1959, si bien rechaza la revisión
poriuiárse de una resoiución que no tenía el valor de cosa juz-
adopción de medidas cau-
!ada, ya que era un auto que concedía la
i"lár"á, nbs dice: "El artículo 1zg6 sólo alude en su texto literal a
las sentencias firmes, en contraste con el precepto más amplio,
artículo 1690, quu tn relación concreta con el 1689 de la Ley de
que a las sen-
Enjuiciamiento b¡u¡l otorga la misma consideración
tencias a otras resoluciones que pueden o nO tener esa estructura
formal".
La doctrina científica, una gran parte de la misma no estudia
el fiioblema, Iimitándose a recoger du !.u Ley de Eniuiciamiento
C¡vil la expresión sentencia firme, y a ella se refieren con carác-
ter exclusivo, sin mencionar ninguna otra claSe de resoluciones'
101
Jr-
102
que el proceso anterior haya tenido un contenido limitado. A te-
nor de lo preceptuado en el artículo 369 de la Ley de Enjuicia'
miento Civil para que una resolución alcance fuerza de cosa juz-
gada ha de ser una sentenc¡a.
La prohibición de la pluralidad de impugnaciones, no es más
que la obtigación de interponer Ia revisión contra la última resolu-
ción judicial que haya fallado el fondo del asunto y sólo contra
elta, ia! como está recogido, entre otras, en las sentencias de 30
de octubre de 1967,6 de junio de 1968, 11 de diciembre de 1969,
3 de junio de 1959,9 de febrero de 1961,23 de enero de i966,12
de febrero de 1970 y 13 de octubre de 1970. Por lo que si bien la
última resolución recaída ha podido ser un auto denegando la ad-
misión de un recurso, habrá de ser contra la sentencia que adquie-
re el carácter de firme, en virtud de esa denegación contra la que
se ha de interponer la revisión.
10s
rev¡sión en razón a que los documentos no eran ni recobrados ni
decisivos, y en Ia no existencia de ninguna maquinación fraudulen-
ta, añade, si bien con carácter de obiter dicta. "Y en ningún caso
podía haber prosperado ya que dado el carácter extraordinario del
recurso de revisión, para prosperar necesitaba el que previamen-
te hubiera agotado los ordinarios."
Argumento, que si bien en la sentencia no tiene el carácter de
doctrina jurisprudencial, al no ser la ratío decidendi no podemos
dejar de criticar ni de calificar de incomprensible ya que carece
de todo apoyo legal, doctrinal o jurisprudencial. No sólo al ser la
revisión un proceso distinto del primero, ya terminado, sino tam-
bién a tenor del texto de nuestra Ley de enjuiciar, la única nece-
sidad exigible es que el proceso a rescindir esté terminado y haya
producido efecto de cosa juzgada, y así se demuestra de la sen-
tencia de 20 de abril de lg65 que dio lugar a la rescisión de una
sentencia dictada como consecuencia del allanamiento de la par-
te demandada. Sólo queremos señalar el peligro, y desgraciada-
mente no sería la primera vez, de que un argumento dictado or-
bíter dicta llegue a convertirse en doctrina legal, al ser recogido
en sentencias posteriores como ratio decidendi de la nueva reso-
lución.
La segunda sentencia que comentamos es la de 17 de noviem-
bre de 1966 que refiriéndose a la parte demandante en revisión
afirma: "Puede acogerse a la reserva, por otro lado innecesaria,
de derechos que el fallo contiene, ejercitando las acciones de
que se crea asistido, y es bien sabido que no puede formularse
recurso de revisión en tanto existan acciones o recursos ordina-
rios para el ejercicio de los derechos que se estimen vulnerados".
Si bien la doctrina sentada en esta sentencia no es errónea
el camino por el que se llega a la misma, la razón dada tal y
como la expresa el Tribunal Supremo puede infundir a error. La
realidad es que si quedan recursos ordinarios, o se pueden ejerci-
tar otras acciones, por la parte demandante en revisión, en el mo-
mento de la interposición de la demanda de revisión, la sentencia
impugnada no tiene el carácter de firme y por lo tanto no es res-
cindible, y la vía para atacar esta resolución será la del recurso
ordinario, o bien, la del ejercicio de la acción correspondiente.
Nunca la de revisión que está reservada para la rescisión de es-
tados jurídicos determinados irrevocablemente.
104
4. CONTENIDO DE LA REVISIÓN
es la pretensión de res'
El contenido del objeto de la revisión que hemos de basar en
cisión del proceso primitivo' p'ut"n*ión en el pro.eso ya fallado'
unos hechos ¿¡rt¡"to* Je los'utuJu¿o. ptantea es la de la admi'
La primera interrogante quu tu nos
sibilidaddehechosnuevosydeunanuevaoretensión.lnterro. recurso' que la re-
gante que vien" ¿áu por la regulación. "9*o^
gñ¡u¡ciamiento Civil' ya que la trans'
visión tiene un nultiia'Ley de
consisuiente alesación de nuevos
formación de r;';;;i.;Já" v ta a una transformación
hechos nos ha df conducir, necesariamente, en su gran monogra-
define,
de la demanda,"iiÑá-que FAIRENTe (üna referido proceso
fía dedicada al't"ñ-,u,-.omo: Alteración-del
una transformación del petitum
incoado quu ui"ná'Jeterm¡nuOtpát
lor*rladoi en aquel instrumento, o sea' por
o la fundu*"ni.t-iOn
independiente al lado o en
el ejercicio de una nueva pr"i"n*¡on
lugar de la vu ll.evada a cabo por el actor"'
la aporta-
supremo reiterudu*"nte'd ha rechazado
El Tribunal "iátl¡tada' como en casación' o
ción de hechos nl"uor, trnto-"n apelación
sea, durante todo el Proceso' la interrogante plan-
La única .ñli.;;i;; u¿l¡¿u para despejar
tt"gumos a tratar de la naturale-
teada, es la co'nóius¡on a la quL
za iurídica de la revisión'
Larevisiónesunprocesoautónomorespectodélquetratamos
de la demanda revisoria'
de rescindir, medianie la ¡nterposición de la clemanda'
y de ahí el qr;';;-;e trate o" ,nu transformación
IgFAIREN:Latransformaciónde!ademandaenelprocesocivil,pá9.17.
santiaeord-e"",:Tt""ffii;,::ono".casac,ión que recJrazafa denominada *cuestión
Nueva, recogemos"t""'á"titU
'i-R' ¡ ¿"'i"n'"to de 1966 tB' A' 795)'197'l
sentencia
tB' A'
de
de 30 de abril o" r's70 A' 221n' t;"i;;; de z de diciembre reiterada y unifor-
A. #;].-poi.ut doctrina
5076) y 24 de u¡r¡i'i"'ió72 lB. de la sente-ncia de 30 de abrilsus de
me citamos ¡nicameiie la argu*"ntuJon it iut¡" de su defensa sustentada en
,g7g' "El ahora '"""i'*'"' vai¡ando*"' .*.¡tu ,nu cuestión nueva que no ha te-
escritos de contesüión -áe'y dúpli.u, y adecuado planea-
nido en tos perioáos atelación y a'"",t¡á" el debido
'r," -i""íJio"
miento,nihasidoreflejadaenla'súpl¡cadelosexpresadosescritos,porlo prevista en
oue es claro que en el. d"f;;i" o causa de inadmisión
Enjuiciamiento Civil'
cin"o Aei"iittl" 1729 de ia-Ley de
"l núturo
105
Y
106
tenía posibitidad de alegar este último, sobre el cual, en vista de
ello, monta después su demanda de revisión".
GUASP 23 cotoca la esencia de la revisión en que se base en
hechos ajenos al pleito y que pueden ser mera nova reperta: "la
esencia del recurso de revisión está precisamente en basarse en
justificaciones ajenas al proceso en que se emite la resolución re-
currida, puesto que todos los vicios inmanentes a ese proceso no
pueden hacerse valer por la vía de la recisión, sino en Su caso,
por la de la casación, como recurso de carácter supremo, eS ne-
cesario, por lo tanto, que las clrcunstancias que mot¡van el re-
curso sean circunstancias transcendentes al proceso mismo, to'
madas desde fuerza del proceso, como elemento de ataque con-
tra la resotución que en él se dictó.
"Esto hace que el mot¡vo del recurso de revisión tenga
s¡em-
pre con respecto al proceso en que se dicta la sentencia impug-
nada, el carácter de una auténtica novedad. No hay recurso de re-
visión sin un novum, Sin una circunstancia que, comparada con
el ,proceso principal, resulte independiente y desligado, formal y
materialmente, de é1. Todos los motivos del recurso son, pues
auténtica s nova procesales, que con tal carácter tiene que hacer-
Se valer por et recurrente, al justificar su reclamación. Si bien
estas novedades procesales pueden no Ser novedades de existen-
c¡a o nova facta estr¡cta, sir¡o novedades de conOcimiento, o nova
reperta, sin más, es decir, qLIe no tanto se impone que Se trate de
un hechO nuevo como que, por lo menos, sea nuevo el conocimien-
to que de él tenga la parte que tratar de interponer el recurso".
La jurisprudencia de nuestro Trlbunal Suprerno nos dice respec-
to a los hechos en que se puede basar el prirnero de los motivos
de revisión, que deben de ser hechos distintos de los tenidos en
cuenta al dictar ta sentencia recurrida, por lo tanto, hechos no
alegados en el pleito, así la sentencia de 16 de octubre de 1929:
prueba que el Tribunal sentenciador
"Cónstituyen etementos de
tuvo en cuenta al dictar la sentencia recurrida, y consiguiente-
mente támpoco concurre en ellos el imprescindible requisito de
no haber sido aportados al pleito".
En cuanto al motivo cuarto eS constantemente reiterada, como
veremos at tratar de este motivo, Ia doctrina de que los, hechos
107
-T -!
108
tud desaparición de la cosa juzgada y a un aumento desaforado
del fraude procesal en busca de nuevas pruebas que desvirtua'
sen los reéultados del proceso anterior, es lo que FAIREN ex-
presa con estas palabras: "La posibilidad ampliamente conce-
dida de descubrir nova reperta originaría, si admitiésemos tam-
bién latamente la revisión, una verdadera desaparición virtual de
la cosa juzgada y además, un gran aumento del dolo procesal [todo
el mundb Je afanaría en buscar, y probablemente en encontrar chi-
Canosamente, "heChOS nUeVOS", realeS O inventadOS, COn el fin
de destruir la sentencia adversa que sobre ellos peSsr€:r'
109
B
7
GAPfTULO V
lft
-.! a
t MANZINI: Derecho Procesal Penal, tomo lll, pág. 504. Buenos Aires, 1952
2 PRIETO CASTHO: Derecho Procesal Civí|, tamo l, pá9. 490. Madrid, 1972
112
los que este código dedica a ls "prueba literat,, únicamente nos
da una relación de los documentos púbrícos. Nuestro código civil,
en la línea del francés, igualmente nos niega una definíc¡ón de qué
es lo que debemos entender por documento y se limita a decir-
nos en su artículo 1216 que: oson documentos públicos tos auto-
rizados por un notario o empleado público competente, con tas so-
lem¡idades requeridas por Ia Ley, y en su artícuto 122s, primero
de los dedicados a los documentos privados, únicamente trata del
valor probatonio de dichos instrurnentos, sin intentar dar un con-
cepto de los mismos, en el misrno sentido nuestra Ley de Enjui-
ciamiento Givil, en sus artículos 5g6 y 602 recoge una relación de
los documentos que tienen el carácter de públióos y de la forma
en que deben ser presentados en juicio, pero sin intentar llegar a
una delimitación conceptual del referido medio de prueba.
La segunda de las teorías se fija no en la estructura del docu-
mento, sino en la función del mismo 3 afirmando que ta caracterís-
tica de este medio de prueba es la de ser objeto representativo,
o sea, un objeto que intencionalmente refleja el dato a probar a
que se refiere; en este sentído DEVIS ECHANDIA a define et do-
cumento como: "toda cosa que sea producto de un acto humano,
perceptible con los sentidos de la vista y el tacto, que sirve de
prueba histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera".
Para GóMEZ ORBANEJA y HERCE QUEMADA5 documento es:
"toda corporación o signo material de un pensamiento.
sILVA l\lELERo 6 afirma que no cabe negarles el carácter de do-
curnentos a los que desbordan por sus características la órbita
legal estricta.
Esta corriente doctrinal nos ofrece un concepto del documento
mucho más amplio, que la citada en primer lugar, ya que al no
limitar el mencionado concepto en razón de su estructura, perm!-
te incluir dentro de él una serie de medios de constatación de he-
chos o pensamientos humanos, que necesariamente quedarían fue-
113
ra del concepto restring¡do, o estricto, del documento. ya en 1g24
CARNELUTTI 7, nos habla de la prueba cinernatográfica, y afirma
que no es sino el tipo de una categoría más amplia. En este sen-
tido cabe hablar de documento en todos los modernos medios de
reproducción de imágenes o pensamientos. No faltan autores que
no admiten todos estos medios, así LESSONA 8 afirma que et fo-
nógrafo no tÍene el carácter de prueba documental sino de mera
l
7 CARMELUTTI: Prova Cinematográfica. Ri. D¡. Pro. Ci., 1g24, tomo t, pá-
gina 204.
8 LESSONA: Teoría General de [a prueba en el Derecho civl, tomo il|,
página 482. Madrid 1961.
e GUASP: Obra citada, pá9. 392.
r0 FENECH: Derecho procesal Penal, tomo l, pág. 631. Barcelona, 1960.
1t4
Entre los autores que siguen la
concepción más amplia de
GUASP se encuentran VIADA-ARAGONESES
tt que afirman que el
concepto del referido autor es perfectamente útil para el proceso
penal
Este concepto amplio del documento ya ha sido recogido en
algunos códigos modernos, así v. g., el Código civil ltaliano de 1942,
*n tu libro Vl, título ll, capítulo ll, sección lV, trata de las re'pro'
clucciones mecánicas dándoles el carácter de prueba documental;
en el m¡smo sentido el G.P.G. ltaliano de 1940 admite, en su artícu-
lo 261, las reproducciones mecánicas como medios de su prueba
documental.
NUÑEZ LAGOS refiriéndose exclusivamente al documento
'2,
notarial dice que el documento es una cosa mueble corporal que
enseña algo, siendo las características del documento la corpora-
l¡dad y la-docencia; viendo, dentro de la corporalidad dos elemen-
tos d¡-st¡ntos, la cosa en sí misma, el corpus, y la grafía. Si bien
el corpus no encuentra ninguna dificultad para admitir que pueda
serlo tualquier etemento al que se le 'pueda incorporar la grafía,
es dentro de ésta, donde considera que es imprescindible la visi'
bilidad, por lo que admite la escritura y la fotografía, rechazando
el disco'fonográfico y la escritura Braille, ya que el notario debe
dar fe de lo gue ve, pudiendo dar fe de lo que le dicen, de lo que
escucha, pero siempre que Vea al que se lo d¡ce, por esto la fór'
mula *visto y legitimadoo. Vemos que desde un punto de vista es-
trictamente sustantivo, y de un fedatario público, también la no-
ción de documento-escritura se ha quedado estrecha.
Veamos ahora como también en la doctrina de nuestro Tribu-
nal Supremo, sin que haya sentado una postura determinante y cla'
ra, se va abr¡endo paso el concepto amplio de documento. La sen-
tencia de Casación de 25 de mayo de 1945, comentada por PRIETO
CASTRO ", si bien niega el carácter y vdlor de documento a una
fotocopia, no eS en realidad por su carácter de tal, sino por la fal-
It5
v
t16
le ha de dar a dicho documento probatorio, en la dificultad de
probar ta autenticidad de los documentos no escritos, tomando el
iérm¡no auténtico en el sentido de coincidencia de su autor apa-
rente con su autor real, pero el problema estará en la valoración
del medio, no en la admisibilidad del mismo, en razón a un restric-
tivo y antiguo concepto de documento'
1t7
t¡--
pro'olema en la prueba de [a cualidad de decisivo de ese docu-
mento. Hemos de anotar que hasta ahora todas las revisiones in-
tentadas por este motivo han sido basadas en documentos escri-
tos, por lo que el Tribunal Supremo no se ha planteado este pro-
blema. De plantearse dudo que lo admitiera, debido a la interpre-
tación restrictiva que realiza de todos los motivos de revisión, lo
que le llevaría a realizar una interpretación rigurosa de los artícu-
los 12-16 y siguientes del CódÍgo civil y 596 y 602 de la Ley de En-
juiciamiento Civil, lo que no es óbice para que defendamos la ne-
cesidad de una regulación, de acuerdo con Ia doctrina la técnica
y los nuevos cuerpos legislativos de otras naciones, de la prue-
ba documental, Io que llevaría, al ámbito de los primeros números
del artículo 1796, el concepto amplio de documento. Y defende-
¡'nos la poslbilidad, teórica al rnenos, de inclusión de cualquier me-
dio de representación de la voluntad por el cauce del primero de
los motivos de revisión.
a) En general
El n.o 1 del artículo 1796 prescribe que habrá lugar a la revisión
de una sentencia firme, si después de pronunciarla se cobraren do-
cumentos..., lo que nos lleva a intentar descubrir el significado y
alcance de Ia expresión recobrar.
Recobrar en su estricto sentido, significa "volver a tomar o ad-
quirir lo que antes se tenía o se poseía", la interpretación de este
término se complica a la vista del contenido del artículo 1798 de
Ia Ley de Enjuiciamiento Civil: ..en los casos previstos por el ar-
tículo 1796, el plazo para interponer el recurso de revisión será el
de tres meses, contados desde el día en que se descubrieren los
documentos nuevos... D.
El uso por el legislador de dos verbos de distinto significado y
con una gran repercusión práctica, según adoptemos la postura
de que el legislador quería dar igual valor rescisorio a los docu-
mentos recobrados y a los descubiertos, nos obliga ha plantearnos
las dos siguientes hipótesis.
fiB
El legislador dio, en efecto, el mismo alcance a los documen-
tos descubiertos y a los recobrados.
El uso del verbo descubrir en e! artículo 1798, no pasa de ser
una imprecisión terminológica del legislador, teniendo valor resci'
sorio solamente los documentos recobrados.
Veamos la opinión de la doctrina y de la jurisprudencia en torno
a este tema.
La doctrina, desgraciadarnente escasa, que se ha ocupado de
este problema, mantiene dos posturas opuestas.
La primera, defendida únicamente por MANRESAtU, que de estas
dos disposiciones legadas, podrá utilizarse el recurso de revisión
en los dos casos a que las mismas Se refieren, siempre que no hu-
biesen podido recobrarse o descubrirse los documentos antes de
pronunciada la sentencia por haberlo impedido una tuerza mayor,
o por la obra de la parte contraria.
La segunda postura es la que defiende que el motivo 1." de
revisión sólo está contemplado el supuesto del documento reco-
brado.
PRIETO CASTRO17, afirma que la expresión de la Ley de En-
juiclamiento Civil recobraren signiflca que el hecho previsto en
este motivo es sólo la detención u ocultación de documentos an-
tes conocidos; la imposibil¡dad de presentación por fuerza mayor
únicamente se puede referir a documentos cuya existencia era co'
nocida. Sigue afirmando este autor que queda excluido del moti-
vo el descubrimiento de los documentos no conocidos (nova re-
perta), ocultados maliciosamente por Ia parte contraria que se debe
incluir en el cuarto motivo de recurso de revisión.
GÓl\lEZ ORBANEJA-HERCE AUEN/IADArs, opinan que no se debe
confundir documento recobrado con el conocimiento posterior de
un documento cuya existencia se ignorase; el simple artificio do-
loso usado por una parte para impedir que Ia otra llegue a conocer
la existencia de un documento podrá incluirse en la hipótesis del
número 4, no en la del 2.
119
SAEZ JIMÉNEZ-LOPEZ FDEZ. DE GAMBOA re, esto es y significa
que se trata de documentos plenamente conocidos por la parte que
la revisión solicita, por lo que no puede incluirse el caso de ve-
nir a conocer documentos decisivos antes rigurosamente descono-
cidos.
GUASP no estudia directamente el problema pero de su frase:
"Quedan fuera de la posibilidad de una revisión, por prueba docu-
mental incompleta, los documentos de producción posterior y aqué-
llos que, siendo anteriores, hubieran podido y debido ser aporta-
dos por [a parte que se queja ahora de su ausencia del proceso";
se puede deducir que pone más énfasis en Ia necesidad de la fuer-
za mayor o la obra de la otra parte que en la diferencia entre re-
cobrar y descubrir.
La segunda de las corrientes de opinión mencionadas, sería per-
fecta y de imposible crítica, de no ser por el olvido que deja de
los documentos descubiertos y cuya ignorancia no se deba a la
obra de la otra parte. únicamente los estudian SÁEZ JIMÉNEZ y
LOPEZ FERNÁNDEZ DE GAMBOA 20.
Efectivamente, si todos los documentos "descubiertos" y no
"recobrados" hubieran permanecido desconocidos, para la parte
perjudicada por su ausencia, debido a una actuación dolosa de la
otra parte, estarían incluidos en el n." 4." del artículo 1796. Pero,
creemos, que la cuest¡ón se sensibiliza al ver que pueden descu-
brirse unos documentos cuyo desconocimiento anterior no sea de-
bido a la otra parte, puede incluso que la otra parte fuese tan igno-
rante de su existencia como la perjudicada.
La solución no es en absoluto fácil ya que hemos de optar por
asimilar, a los efectos de la revisión, los conceptos de recobrar y
describir, con las dificultades, incluso idiomáticas que esto trae
consigo, o mantener una postura rígida.
t20
La primera de las soluciones, traería como consecuencia,
la po'
con
sibilidad de una serie de demandas de revisión interpuestas protec-
ii;"; Jilutotiot y fraudulentos, un retraso en la definitiva
;iil¡uifdica de los intereses en litigio, e incluso una posible pro-
de
tección a la negl¡éenc¡a de las partei, en cuanto a la aportación
pruebas al proóeéo cuya sentencia se intenta revisar.
El mantener la tesis restrictiva trae consigo, la posibilidad de
y aun
tener que mantener la firmeza de un fallo que se considera' del
voluntad
es posibte, que ,á prueba que es injusto' y -que la-forma que de
legislador estuvo v¡t¡ada por la ignoran-cia de tal
ighoto, su.fallo hubiera sido otro'
-.-iu conocido el documento párte,
tráner
Jurisprudencia, por su no ha estudiado directamente
el térmi-
el problema, y únicamente en un par de sentencias utiliza el caso 1'o
no descubr¡r. Lá.Lntunc¡a de 12 de julio de 1940: "En curnplido
del artículo 1796 el recurrente ha de demostrar de modode decisi'
que los documentos descubiertos merecen calificarse
Já*", y la de ri J" mayo de 1g65: *se recobren o descubran,
se-
entre
gún los términos qu" .*plea el artículo 1789". sin embargo
las fechas de est'as dos sentencias el Tribunalde supremo utiliza
14 de diciem-
,¡ár,p* la palaUia-iu"obtut'', y Brlperíodo,
la sentencia
nos da una de las de-
bre de 1962, perteneciente u "tt* que nunca haya
finiciones más completas, por no decir la más, que re-
emitido sobre qr" *t to que significa.recobrar?', diciendo
cobrados son: los documentos que debiendo estar
normalmente
por causa ajena a su vo-
án-poA", de la parte dejaron de estarlo de dictada
luntad, durante Ji ple¡to volviendo a poseerlos después
y con posterioridad a la sentencia de 17 de
la sentencia firmeD;'régrido_
mayo de 1gO5: f,u utitizando exclusivamente recobrado;
siendo ta sentencia de 27 de enero de 1962 la con mayor claridad
23'
diferencia ambos términos
2lUtilizanrecobrarúnicamente,entreotras:3dejuliode1944,1Bdemayo
de1954,17de¡unioOe1957,18deenerode1958'27deenerode1962'
z2 La misma ¿-utiniriOn dan las s"ntencias de B de junio de 1963 y 27 de
marzo de 1965.
2s Esta sentencia nos dice: "Aunque nuestra Ley procesal, parece emplear
como equivalenter i"* igt*inos recobrár -art.
1796- y descubrir -art' 1798-'
sinembargo,notienenelmismosignificado,yaquerecobraresvolveratener
que descubrir es hallar
o adquirir de nueuo io qu" se tenía o poseía, mientras. niega a los documen'
lo que estaba ¡gnoiadá o escondido,;-pLro a continuación
121
Vl
122
..,l
poseía'u, y ono recobrada puesto que nunca estuvo en poder de
la parte"
Parte de la doctrina, MANRESA, SAEZ J|MÉNEZ-L6pEz FDEZ. DE
GAMBOA'ó nos hablan de documentos oconocidosu Gon anteriori-
dad a la sentencia firme. El Tribunar supremo en sentencia de 11
de enero de 1g4g concedió la revisión de una sentencia en base
a un documento que nunca había estado en poder (durante el pri-
mer proceso) de la parte demandante en revisión, los hechos de
esta interesante sentencia fueron: La cocinera de un negocio Bar
invierte en el mismo todos sus ahorros, el dueño del Bai le firma
un documento reconociendo ta deuda; el Bar es traspasado y en
el contrato de traspaso el cesionario se compromete a pagar las
deudas del cedente, cláusula en virtud de la clal queda deulor de
la cocinera; la cocinera demanda, para el pago de su deuda, soli-
dariamente al cedente y al cesionario dei óontrato de traspaso,
pero no puede aportar el contrato de traspaso. La sentencia con-
dena al pago al primitivo dueño de Bar, y absuetve at cesionario
en- el traspaso, basada en la inexistencia del contrato de traspaso
y la no prueba de la subrogación del cesionario en la deuda del ce-
dente. Llegado el documeñto a poder de la cocinera ésta interpo-
ne demanda de revisión, pidiendo la rescisión de la sentencia, en
el cap.ítulo que absolvió al cesionario, la revisión prospera y el
capítulo absolutorio de la primera sentencia se declaia reéc¡n-
dido.
creemos que la posesión que hay que recobrar, más que en su
sentido técnico jurídico de (poder de hecho sobre una cosá,27,
debe de entender como conocimiento de ta existencia y cualida-
des de ese documento, que tendrá necesariamente qru rérnir todo
los demás requisitos que veremos en este capítulo.
123
:!7-
I
I
I
I
I
I
b) Hipótesis jurisprudenclales
I. HASTA 19OO
1. Sentencia de 15 de febrero de 188628
Don J. G. O. arrendó a J. S. y a J. M. unos terrenos con los pac-
tos, entre otros, de que el arrendamiento se hacía por diez años,
que su precio se había de satisfacer por medias anualidades, que
los arrendatarios construirían un teatro y un café, para cuyas cons-
trucciones deberían obtener la aprobación del arrendador, siendo
de cuenta de los arrendatarios hacer y quitar las referidas obras
concluido el arr:iendo. Quedaban obligados al cumplimiento del con-
trato todos los efectos existentes en el local arrendado y los edi-
ficios construidos, dando derecho todo incumplimiento a la resci-
sión del arriendo, y en su consecuencia, a exigir el desahucio de
los locales arrendados, al que no podrían oponerse los arrendata-
rios por ningún motivo ni razón, ni pretender abono alguno por lo
que hubieran construido, que quedaría a utilidad del arrendador si
se opusieran y no pagaran con puntualidad el precio fijado, renun-
ciando a que los tribunales les admitieran la oposición, si antes
no acreditasen con arreglo a la ley tener pagados dichos alquile-
res, y además en pena y castigo una cantidad doble de las que de-
bieran satisfacer por todos los conceptos relatados, la cual debe-
rían asimismo entregar al arrendador para indemnizarle de todos
los daños, perjuicios y costas que pudiera sufrir.
Los arrendatarios J. S. y J. M. fundaron una sociedad en la gue
entró como tercero V. 1., el cual se comprometió a pagar todos
los gastos de la misma incluido el alquiler de los terrenos.
124
El arrendador J. G. O. presentó solicitud de embargo preven-
tivo de los bienes de J. S. y J. M., en virtud de la cantidad que le
debían at no haber sido abonada Ia renta de los terrenos' El em-
bargo fue ratificado en e! procedimiento ejecutivo que se incoó'
Por escritura pública et arrendador J. G' O. cedió y traspasó a
F. B. M. todos lós derechos, acciones y obligaciones que por la
mencionada escritura de arrendamiento le correspondieran, c6n'
tinuando el procedimiento ejecutivo por F. B' M. se mandó que con
los productos del secuestro se pagase al actor la cantidad que re'
clamaba y sus intereses.
Posteriormente F. B. l\4. presentó demanda de desahucio por
falta de pago, el Juez municlpal dictó sentenc¡a estimando el de-
sahuclo, más adelante el ptopio F. B. M. presentó una demanda de'
clarativa alegando que con la sentencia de desahucio había que'
dado resc¡ndido de hecho y de derecho el contrato de arrendamien'
to y que Ia causa principal de dicha rescisión fue el incumplimien'
to del contrato por puriu de los arrendatarios. Resulta haber lle-
gado el caso de tener que aplicarse lo pactado, por todo- ello pe-
áír qu* todo lo construido en los ter¡'enos arrendados y todo cuanto
ex¡siía en los mismos de propiedad de los demandados quedaba a
utilidad y de propiedad del arrendatario o de su causahabiente, que
era el demandante, sin que los demandados por ningún motivo o
razon pudieran pretender abono de ninguna ctase, y que si los de-
mandados se oponían a ta declaración de propiedad que se solici-
taba, fueran los demandados condenados no tan sólo al pago de
tos alquileres devengados y no sat¡sfechos y demás cantidades que
.oñ"epto de indemnización debían entregar en los semestres
"n
Venc¡dos, sino también, como pena estipulada en el contrato, a
pagar el dobte de las referidas cantidades.
Los demandados en la contestación de la demanda reconocían
ta existencia del contrato de arrendam¡ento y confesaban que ha-
bían entrado a utilizar los terrenos arrendados, para lo cual Se
asociaron con V. l. Como en la escritura de arriendo no se había
estipulado que el pago hubiera de hacerse en el domicilio del arren-
dador y deéde un p?incipio lo había recogido éste de la casa de
los arrendatarios, que después del contrato con V. l', había recogi'
do el arrendador el pago, que le efectuaba V. 1., en los locales arren-
dados. oue a los pocos días de haberse iniciado un trimestre, sin
hacer la rnenor indicación o reclamación, el arrendador obtuvo el
125
9
embargo prevent¡vo y poster¡ormente la ejecución sobre los terre-
nos y sus rentas, y cuando ya tuvo casi asegurado el pago del
arrendamiento por estar embargadas cantidades suficientes para
ello, el cesionario del arrendador había deducido un juicio de de-
sahucio por falta de pago que había sido estimado, pero que esta-
ba sin cumplir por haberse declarado riulas las diligencias practi-
cadas para ello. Quedando patentizado el absurdo que se había
propuesto el demandante de pretender por un lado dar vida y efec-
to a un contrato, con la reclamación del precio de un arriendo y
cumpli'miento de sus condiciones, y de otra parte, proyectando su
rescisión en un juicio de desahucio. Por todo ello no podían me-
nos de creer los demandados que no sóJo dicha cesión era simu-
lada, sino que así la incoación del juicio ejecutivo promovido por
el arrendador, como el desahucio posteriormente incoado por el
que decía ser su cesionario y hasta la interposición de la deman-
da actual, obedecían conjunta y confabuladamente al propósito es-
tudiadamente preparado de expoliar en beneficio de tercera perso-
na, que las actuaciones sucesivas señalarían, de bienes y perte-
nencias a los demandados.
Después de evacuados los escritos de réplica y dúplica se
presentó en los autos el representante de la sociedad G. H. C. a
la que el demandante le había cedido en escritura pública todos
sus derechos y obligaciones.
El Juez de primera instancia dictó sentencia desestimando Ia
demanda.
Apelada la sentencia por la sociedad, los demandados en el
escrito dándose por instuidos dijeron por otrosí, que después del
fallo de primera instancia habían llegado a su conocimiento hechos
nuevos de marcada trascendencia y de notoria influencia para el re-
sultado del pleito, ocurridos con posterioridad al término para pro-
poner prueba en primera instancia, tales hechos consistían en que
su socio V. l. había firmado dos escrituras: una con F. B. M., por la
que éste le cedía todos sus derechos y V. l. reconocía la cesión
que el demandante había hecho a la sociedad G. H. C.; otra firma-
da con la sociedad por la que ésta se comprometía a proseguir los
pleitos, abonando V. l. todos los gastos que se ocasionasen, sien-
do para él mismo los resultados de ellos.
La Audencia dictó auto declarando no haber lugar a recibir los
autos a prueba, porque lo que se proponían justificar los deman-
126
dados no era conducente para la resolución del
pleito; notificado
pretensión'
este auto a las partes sin que se hiciera ninguna otra revocan-
se llamaron los'autos a la vista y la Sala dictó sentencia
áá ru apelada y admitiendo en todo la demanda.
El recurso de casación por infracción de tey fue desestimado' que
Los demandados interponen revisión por causa 1." alegando
M. y la ce-
los documentos de cesión de J. G. O. a favor de F. B.por
sión de éste a la sociedad y las escrituras firmadas
su socio
ü. i: t-la sociedád, reúnen lós requisitos señalados en el n'" 1
del
artículo 1796 de la Ley cle Enjuiciamiento civil' que se re-
CoNSIDERANDO: Que de las cuatro escrituras a
la
fiere la parte recurrente dos de ellas vinieron al 'pleito -durante
la segunda
primera instancia, y s¡ las otras no Se trajeron durante
resolución
instancia tue poiqúe así lo resotvió la Audiencia, cuya por cuya
consintió la parte que hoy pide la revisión de la sentencia
razón no es pro.uiunte,-fundada en el n." 1 del artículo
1796 de
no
la Ley de Enjuiciamiento Civil, puesto que. dichos documentos
parte en cuyo
fueron detenídos por fuerza mayor ni por obra de la
favor se dictó la sentencia. [No ha lugar')
n C. L. n.' 230
t27
en sentido contrario a lo declarado firrne y ejecutoriamente, no ha
sido retenido por tuerza mayor, puesto que no se dice cuál puede
ser ésta, ni menos ha dejado de utilizarse por obra de la parte a
cuyo favor se dictó dicha sentencia, sino por et contrario la mis-
ma que hoy aspira a la revisión conviene en que el documento no
ha salido de su poder durante el pleito, siéndole por tanto imputa-
ble el no haberlo utilizado, cualquiera que sea el motivo que para
ello tuviera, al abogado encargado de su defensa. (No ha lugai.)
30 C. L. n.' 60
t28
r¡o o diferente al del fallo recaído; 2." que tales documentos hayan
sido detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo
favor se hubiera dictado la sentencia.
CONSIDERANDO: Que cualquiera que sea el valor y la efica-
cia de los documentos que han presentado los recurrentes, como
encontrados después de la sentencia firme para justificar su en-
tronque con el fundador del mayorazgo, es cierto que tales docu-
mentos no son decisivos del pleito, en razón a que el fallo abso-
lutorio de la demanda no se fundó solamente en la falta de justifi-
cación de dicho entronque sino en haber estimado procedente la
excepción de 'prescripción, tanto de la acción como del dominio,
alegada por los demandados, y esta excepción que es suficiente
por sí sota para fallar el pleito en los términos en que lo ha sido
obsta a la pretensión de los recurrentes.
CONSIDERANDO: Oue tampoco se ha justificado ni concurre
el 2." requisito que exige conjuntamente la Ley, puesto que exis-
tiendo los documentos nuevarnente presentados en SUS respecti-
vos archivos, y debiéndose su hallazgo a las eficaces gestiones
practicadas por la parte recurrente, según expone la misma, des-
pués de ser firme la sentencia, es evidente que si antes o duran-
te el pleito se hubiera empleado la misma diligencia para buscarlos,
se habría obtenido el misrno resultado, y, por cons¡guiente, no
puede suponerse que tales documentos estuviesen retenidos por
acontecimiento o caso fortuito de los que el hombre más diligen-
te no puede precaver ni resistir, que es lo que constituye la fuer-
za mayor a que se ref¡ere la Ley, ni por obra de la parte en cuyo
favor se dictó la sentencia. [No ha lugar.)
3r C. L. n.' 123.
129
fecha, Ia empresa demuestra que los despidió el día 28 de octu_
bre de 192a, y la sentencia condena a la empresa a pagar una
se-
mana de salario.
con posterioridad a Ia sentencia y habiendo ésta ganado firme-
za, por haberla consentido las partes, los obreros sól¡c¡tan
empresa un certificado en que consta que habían prestado
de la
sus ser-
vicios en la misma. La empresa les da un certificádo en q* .on._
ta que habían prestado sus servicios en eila hasta et día de la ex-
pedición del misrno, 14 de mayo de 1g27.
con base en este certificado, los obreros interponen demanda
de revisión alegando que ra ernpresa se negó a extender el certi-
ficado hasta que la sentencia iue firme, pór lo qr" no pudi"ron
aportarlo al pleito. Los propios obreros ruionocen que en realidad
no trabajaron más que hasta et día 2T de enero de igzz.
CONSIDERANDO: eue fundado el presente recurso de revisión
en el n.o 1.o del artículo i7g6 Ley de Enjuiciamiento civil, para que
pudiera pros'perar sería indispensable que en el documentó
o certi-
ficado presentado por tos recurrentes concurrieran las circunstan-
cias que en el mismo se enumeran.
CONSIDERANDO: eue dichos documentos no han podido
ser
recob¡ados porque no existieron antes ni durante la tramitación
del pleito, y por tanto, nunca ros tuvieron en su poder los recu-
ruentes hasta que fueron recramados y expedidos'con pori.riori-
dad a la sentencia que ahora se impugnu, d. ro que ,"
á"rprende
que tampoco han estado detenidos pór fuerza mayor
de la parte recurrida, según se deduóe del mismo escrito
ni por obra
de aqué-
llos, ní pueden estimarsé tegalmente decisivos desde el momento
que la existencia en ellos de un error está confirmada por
los mis-
mos recurrentes, que reconocen no haber prestado sus trabajos
hasta el 14 de mayo. [No ha lugar.)
32 C. L. n.. 165
130
riat revocó la sentencia del Juzgado y aceptó la demanda en todos
sus pedimentos.
Al morir el demandado su viuda interpone demanda de revisión,
alegando que entre las cartas y papeles de su marido, encontró una
carta en la que Su marido afirma que no tiene ninguna hija natur"al,
y en la que se hace referencia a una escritura de perdón otorgada
por la madre de la reconocida hija natural, en favor de su difunto
espo5o, por la que Se sobreselló una querella, que Se seguía con-
tra él m¡smo, por estupro; alega, asim¡smo, la demandante en re-
visión que el pleito impugnado se siguió sin la intervención del Mi-
nisterio Fiscal, intervención que califica de preceptiva en esta cla-
se de procesos.
CONSIDERANDO: Que la excepc¡onal naturaleza del recurso de
revisión impide examinar la sentencia firme contra la cual se in'
terponga, desde puntos de vista distintos de los taxativamente se-
ñalados en cada uno de los casos del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, y así en la actual demanda formalizada para
solicitar la revisión de la sentencia dictada por la Audiencia Terri-
rial en autos seguidos sobre reconocimiento de hija natural tiene
que ceñirse extr¡ctamente la actuación de este Tribunal Supre-
mo al estudio y resolución de las dos únicas cuestiones plantea-
das por la recurrente, dentro del texto legal, esto es, s¡ el do-
cumento cuya copia fotográfica se acompaña justifica la proceden-
cia del recurso por reunir las condiciones prefijadas por el n." 'l.o
del citado artículo y también si Ia sentencia impugnada se haya
comprendida en el n." 4.o por haberse ganado injustamente, que-
dando excluida la referencia a la no intervención del Ministerio
Fisca! en el pleito, por impropio de ser tratado en esta clase de
recursos.
CONSIDEBANDO: Que en el caso del n." 1." del artículo 1796
Ia base para la revisión t¡ene que ser un documento decisivo cuya
aportación al pleito no haya sido posible, por fuerza mayor o por
obra de la parte favorecida por la sentencia, y es evidente que
no reúne eSaS condiciones el acompañado al recurso por medio
de copia fotográfica, porque se trata de una sencilla negativa de
paternidad suscrita por su autor, refiriéndose para probarla a una
escritura pública de perdón otorgada por la madre de la recurrida,
y en primer término, tal manifestación extrajudicial no ha mereci-
do al legislador la consideración de documento, sino la de un he-
131
E
.l
33 C. L. n.' 33.
132
1T
I
:l
li
'
34 B. A. n." 526.
t3s
\-
tt l
fr'
t34
circunstancia, para él imprevisible e inevitable, mereciendo el do-
cumento Ia calificación de decisivo, aunque sin perjuzgar Ia cues-
tión de fondo, por contener todos los requisitos del contrato de pro-
mesa de compra a que se refiere el artículo 1451 en relación al
artículo 1261 del Código civil, atendiendo, en particular, al motivo
de falta de prueba documental determinante del fallo absolutorio
firme, razones por Ias que debe ser revisado dicho fallo en los tér-
minos que prescriben los artículos 1806 y siguientes de la citada
ley Procesal. (Ha lugar.)
35 C. L. n." 49.
135
porque en los expedidos con posterioridad no pueden darse las
otras circunstancias de haber sido recobrados por los recurrentes
en revisión y detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte
demandada en este nuevo juicio. [No ha lugar.)
3ó C. L. n." 6.
136
según que los fundamentos det recurso se refieran a la totalidad
o JO¡o á alguno de los capítulos de la misma sentencia, por lo que
cuando el iundamento del recurso sólo se refiera a un determi-
nado capítulo de la sentencia recurrida, éste será el único afecta-
do por [a rescisión de la misma. [Ha lugar.]
37 C. L. n." 205.
137
-,1-
--t I
i
l. Sentencia de I
de f ebrero de 1961 38
Se interpone demanda de revisión solicitando la rescisión de
una sentencia desestimatoria de casación que puso fin a un plei-
to de mayor cuantía sobre mejor derecho a la sucesión de un du-
cado. El demandante en revisión alega que con posterioridad a
38 C. L. n." 82.
138
ta firmeza de la sentencia encontró en una librería de viejo un do-
cumento que había desaparecido de la casa Ducal durante las con-
moc¡ones de 1936, y por medio de este documento se encontraron
otros, menc¡onados en é1, que estaban en el Archivo Histórico Na-
cional.
CONSIDERANDO: Que según resulta de la propia naturaleza
del recurso de casación por infracción de Ley, conforme a la que
verdaderamente y empleando frase de no exacto rigor técnico en
aras a la claridad de lo que se quiera expresar no se falla el plei-
to, sino el acierto o desacierto de la sentencia que haya dictado
el Tribunal a quo, debido a lo que, cuando aquel recurso se deses-
time, ta sentencia que lo resuelve es la de este Tribunal, y si se
casa, es ¡a segunda o de fondo que dicta el de casación, que sus-
tituyéndolo actúa, en este caso, como de instanc¡a, por lo que no
procede recurso de revisión contra la sentencia desestimatoria
de la casación respecto a la cual, a tenor del artículo 406 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, no se da recurso alguno, por lo que
la revisión ha de referirse a la sentencia de instancia, Sea cual-
quiera el grado en que resulte su firmeza, y la que debe ser rescin-
dida y no la de casación.
CONSIDERANDO: Que la alegación de los documentos presen-
tados como detenidos no puede extenderse a los obrantes en ar-
chivos públicos con indicaciones más o menos eficaces obrantes
en los autos, y que una diligencia obligada en estos casos pudie-
ron y debieron conducir a su hallazgo o descubrimlento, no pudien-
do decirse que estuviera privado el recurrente de este descono-
cimiento por causa de fuerza mayor, pues lo estuvo más bien por
falta de diligencia, ya que no consta la realidad del obstáculo efi-
caz que le impidiera acceso a los archivos públicos y al indicado
conoc¡miento, y Si la fuerza mayor es inadmisible, más lo es !a
intervención para impedirlo de la parte contraria, lo cual determí-
na la falta de un requisito esencial para la prosperidad del recurso,
ya que lo normal y corriente es que los documentos que obran en
lugar,es públicos, como el archivo de donde se extrajeron los
aportados por certificaciones, estén al alcance y conocimiento de
todos aquellos a quienes interese, Si pruebas pertinentes no re-
velan lo contrario.
CONSIDERANDO: Oue para la nota de "decisivos" que exige
el precepto legal para los documentos hallados, es necesario ex-
139
L-
Y
3e C. L. n.' 49.
140
través de los 4 supuestos que recoge el artículo 1796 de la Ley
de Enjuiciamiento ó¡u¡¡, de los cuales en el caso del día tan sólo
se utilizan los dos Primeros.
CONSIDERANDO: Que los documentos acompañados aunque
pudieran ser decisivos a los fines del recurso, ninguno puede am'
pararse en aquellos números det citado artículo, por cuanto a.más
b" no haber sido detenidos por fuerza mayor o por obra de la
puttu recurrida, se encontraban a ta libre disposición del recu-
rrente en los Registros públicos de donde emanan, no acompa-
ñándoles tampoco" aquellá previa declaración de falsedad indis-
pensable para enca¡ailos en et n." 2.o, por todo lo que deben ser
rechazados ambos mot¡vos únicos del recurso'
' CONS¡DERANDO: Que con independencia de las anteriores de-
ctaraciones, es fuerza proctamar a la vista de la certificación de
matr¡monio celebrado entre el recurrido y D." E. N. V. el día 13
;;;g;*t"áe 1950, bien ctaro se advierte que en et momento de dic-
tarse la sentencia cuya revisión se interesa, esta señora era <<eX-
trañao a ta famil¡a dél inquilino y su presencia en la vivienda, in-
crementando el número de tos otros conviventes, hacía ya impo-
sible provocar, cual lo hizo el fallo, la presencia de la figura de
la convivencia del artícuto 27 de la Ley derogada, pero además
todas las actividades del inquilino para lograr dicho fallo, ¡ntere'
sando ta resolución del subairiendo concertado, que logró; confe-
sando en los autos la presencia de distintos convivientes, y lle-
vando a los mismos el iadrón municipal contrahecho, en el que fi-
gura como cónyuge la señora que años después contrajo con él
matrimon¡o, podríán constituir un conjunto de maquinaciones frau-
dulentas que este recurso de revisión no puede estimar por no
haber sido interesada la aplicación del ni 4." del artículo 1796 lo
que en definitiva obliga a rechazar el recurso' (No ha lugar')
40 C. L. n." 850.
t4l
10
',j:
r
La propiedad aporta el edificio y una sociedad, y se siguen
dos procedimientos de desahucio contra el arrendatario, en am-
bos intervienen los subarrendatarios,alegan su contrato privado,
y los Tribunales les reconocen el derecho a ser partes, no pros-
perando ninguna de las dos demandas.
El contrato de arrendamiento se rescinde ante notario, intervi-
niendo la sociedad propietaria del edificio y el arrendatario. El edi-
ficio está en la ciudad de Barcelona, en la misma ciudad tienen
su domicilio la sociedad y el arrendatario.
La sociedad propietaria del edificio interpone demanda ante el
juzgado de Granollers, alegando que los contratos de subarriendo
se extinguen con el contrato de arrendamiento, por lo que el arren-
datario debería dejar libre todo el edificio, el arrendatario se alla-
na a la demanda, los subarrendatarios no tienen conocimiento de
la existencia del mencionado litigio hasta las diligencias del lan-
zamiento.
Los subarrendatarios interponen demanda de revisión basada
en los motivos 1.' y 4." del artículo 1796 alegando que los docu'
mentos firmados con la propiedad están en poder de ésta, y ma:
quinación fraudulenta, constituida por haber seguido el pleito en
juzgado donde no residía ninguna de las partes ni estaba situado
el objeto litigioso, con el único propósito de impedirles defender
sus derechos.
CONSIDERANDO: Que antes de entrar en el fondo del presente
recurso extraordinario de revisión habrá de resolverse la excep-
ción de falta de legitimación activa en los recurrentes para promo-
verlo, que opusieron los recurridos basándose en que aquéllos no
fueron'parte en el juicio de cuya revisión se trata, puesto que con-
forme a la Jurisprudencia de esta Sala, que culmina en la senten-
cia de 20 de abril de 1950, sólo los que tenían tal carácter estaban
capacitadCIs para ello, y habida cuenta que si bien es cierta tal doc-
trina jurisprudencial, no lo es menos que debe entenderse exten-
dida no sólo a quienes fueron interpelados en el litigio, sino a to-
dos aquéllos que por estar interesados directamente en su re-
sultado, debieron ser llamados a é1, pues admitir lo contrario equi-
valdría a tolerar que a más de no ser oídos en el proceso, ne-
gándoles los medios de defensa de sus posibles derechos, privar-
les sobre ello de uno de los recursos que la ley concede, sobre
todo, teniendo el carácter de extraordinario.
142
CONSIDERANDO: Oue det estudio de lo actuado se désprende
de un modo claro y evidente que los recurrentes no sólo están in-
teresados directamente en el juicio cuya revisión pretenden, sino
que en realidad únicamente se discutían en él esos sólo intere-
ses a sus espaldas y fingiendo los recurridos, Únicos presuntos
contendientes, un problema entre ellos y el arrendatario, en opo-
sición, el triunfo de sus deseos; y buena prueba de ello es que en
dos juicios anteriores de desahucio tramitados entre los recu-
rridoá, lograron los recurrentes se tes tuviera por partes evjtando
fueran lañzados de los locales que tenían subarrendados, llegán-
dose a declararse por sentencia de esta propia Sala de 17 de oc-
tubre de 1961, que por ser interesados primordialmente en el jui-
cio, tenían perfecto derecho a Ser parte del mismo para mantener
y probar sus pretensiones, y siendo ello .así, están act¡vamente
í.jiti*uOos para formutar el presente recurso y debe rechazarse
la excepción proPuesta.
COÑSIOERANDO: Que entrando en el fondo del recurso, se
basa en los apartados 13 y 4." del artículo 1796 de la Ley d,e En-
juiciamiento ó¡v¡1, en cuanto al primero porque con anterioridad
ál .ur. del Sr. R. en et arrendamiento de los locales de que los
recurrentes eran subarrendatarios, les fue concedido del anterior
propietario o de su administrador una promesa de arrendamiento
b¡recto, uno de los recurrentes y una verdadera locación de los
mismos al otro para cuando aquél cesara, y si bien es cierto que
llegado el momento oportuno y no cumplidas las promesas debie-
ron exigir su efectividad en el procedimiento adecuado; no lo es
menos como queda antes expuesto que en dos procesos de desahu-
cio en que alegaron tal derecho, se les admitió, incluso por este
tribunal, como parte legítima para defenderlo; por todo .lo cual
existen etementbs suficientes para est¡mar la existencia de tales
documentos que los recurridos tienen en su poder y se niegan-a pre-
sentar pese a Su Íuerza decisiva en el juicio, por lo qu9 el caso
se hallá comprendido en el n." 1: del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil y debe prosperar el recurso'
CONSIDERANDO: Que det mismo estudio de Io actuado se des-
prende que los recurridos Vec¡nos de Barcelona, viendo obstacu-
iizado su deseo de que quedaran libres y a disposición del- propie-
tario los locales de'refeiencia sitos también en dicha ciudad, por
la intervención de los recurrentes que Se mostraron parte en los
143
-- -T
144
CONSIDERANDO: Que el n.o l.o del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil en que se apoya la revisión que se resuelve,
la autoriza cuando después de pronunciada la sentencia firme, se
recobran documentos decisivos detenidos por fuerza mayor o por
obra de la parte en cuyo favor se hubiera dictado, norma que para
su aplicación precisa de los siguientes requisitos: 1." que se reco-
bren o descubran, según los términos que emplea el artículo 1798
de la Ley procesal, los documentos después del fallo firme, sin
que baste la simple recuperación de los mismos, por ser indis-
pensable acreditar que no pudieron descubrirse antes por fuerza
mayor o por obra o maquinaciones de la parte contraria, hechos
que ha de justificar el recurrente. 2." que tales documentos se re-
cobraron y descubrieron después de pronunciada la sentencia fir-
me, con justificación de tal hecho y de su fecha, pues de ésta
ha de partirse para el cómputo del plazo de tres meses concedi-
dos para instar la revisión por el artículo 1798, plazo que siem-
pre está subordinado al de los cinco años siguientes a la fecha de
la publicación de la sentencia que, como prescripción de la acción
fija el artículo 1800, y 3." que tales documentos sean decisivos,
es decir, de influenc¡a tan notoria en el pleito que si el juzgador
los hubiere tenido a la vista al dictar su fallo para poder apreciar
su eficacia, lo hubiera pronunciado en sentido contrario a como
lo hizo. [No ha lugar.)
V. HASTA 197b
42 C. L. n.' 307
145
El h¡jo del arrendatario desalojado interpone revisión basándo-
la en la sentencia de incapacidad, sentencia a la que califica de
documento recobrado.
GONSIDERANDO: Que si el recurso se funda, como en el caso
presente, en haberse recuperado documentos decisivos, es indis-
pensable que éstos hayan estado detenidos por fuerza mayor o
por obra de la parte a cuyo favor se haya dictado la sentencia; los
documentos ni han sido recobrados, pues esto requiere una pre-
existencia de los mismos, ni son anteriores como supone el con-
cepto de recuperación, ni han sido retenidos por fuerza mayor, ni
son decisivos para el pleito de forma tal que por sí sólos contra-
digan categóricamente lo convenido en el mismo y en la senten-
cia que le pone fin. (No ha lugar.)
43 C. L. n.' 448
146
I
'
i ciación: A) Que si se trata del n." 1'" de dicho artículo, deberán
darse las c¡rcunstanc¡as siguientes: 1.' Que los documentos Se
j
i
1
147
-4
r
tiones planteadas en la /ifis, de tal forma que prima facie sea razo-
nable estimar que el fallo hubiera sido distinto de haberlos tenido
a la vista el juzgador.
CONSIDEHANDO: Que respecto a la maquinación fraudulenta
contemplada en el n."4."del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, que, como las demás causas de revisión a que se refie-
re el precepto, se refieran a hechos ajenos al pleito y ocurridos fue-
ra del misrno, a no existir en los que tengan su influencia en el
curso de la /ifis, un acreditado y decisivo fraude procesal que im-
ponga la revisión.
CONSIDERANDO: Que con referencia al caso concreto de autos
es de tener en cuenta: A) Respecto a la posible aplicación de los
dispuestos en el n.o l.o del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, 1.o Que no aparece probada la fec,ha en que haya podido
tener lugar el posible recobro de los documentos privados de
venta, en los que se pactaba un precio superior al consignado en
la escritura pública, que sirvió de base para el ejercicio del de-
recho de retracto, faltando, pues, a efectos del recurso, la obliga-
da prueba de que los documentos no estuvieron a disposición del
hoy recurrente con anterioridad a la sentencia recaída; queda tam-
bién, por tanto, en incertidumbre, el hecho de que el propio re-
curso se presentara dentro del término legal establecido para
ello. 2.' En manera alguna y aun aceptando las propias manifesta-
ciones del recurrente, puede admitirse que los documentos estu-
vieran detenidos por fuerza mayor, ni por obra de la parte en
cuyo favor ha sido dictada la sentencia que de revisar se trata;
sólo a la inadvertencia desidia o descuido en repasar o en revisar
los papeles o documentos por quien los tenía en su poder cabría
atribuir el retraso evidente en su oportuna presentación en juicio.
3." Finalmente tampoco se podrá conceder a tales documentos el
carácter de decisivos, al no ser presumible que su influjo fuera por
sí bastante para alterar el resultado del pleito.
CONSIDERANDO: Que por lo que respecta a la causa 4 del
artículo 1796 es de advertir la total inconsistencia de la argumen-
tación del recurrente sobre tal punto, y como según constante
jurisprudencia la "maquinación dolosar QU€ puede dar lugar a la
revisión ha de deducirse, de hechos ajenos al pleito y ocurridos
fuera del mismo y no de los alegados y discutidos en é1, como
ocurre en el presente caso. [No ha lugar.]
T48
3. Sentencia de l5 de noviembre de 1971 44
El antiguo director-gerente de una cooperativa, demanda, a la
cooperativa, sobre el reconocimiento de deuda, proponiendo como
prueba, entre otras, la documental privada de exhibición de los li-
bros de actas de la cooperativa; manifiesta la demandada que los
libros fueron aportados, como prueba, a un proceso que se siguió,
ante la Magistratura de Trabajo n." 2 de Ia ciudad de 2., entre las
mismas partes, y que aún obran en poder de dicha Magistratura.
El Juez de 1." lnstancia, por medio de diligencia para mejor pro-
veer, requirió al presidente de la cooperativa para que presentara
los libros de actas, manifestando el requerido que: "Los libros que
se interesa se aportaron a un proceso ante la Magistratura de Tra-
bajo y aún no han sido devueltos", lo mismo se contestó a un
requerimiento de aportación que realizó la audiencia provincial
en 2." instancia; la única gestión realizada por la cooperativa para
la recuperación de los mencionados libros fue la simple petición
ante la secretaría de la Magistratura de Trabajo.
La sentencia aceptó la demanda en todos sus pedimentos y fue
confirmada en apelación.
Contra la sentencia de apelación se interpone revisión, alegan-
do que con posterioridad a la firmeza de la sentencia se encontra-
ron los libros de actas en la secretaría de la Magistratura de Tra-
bajo n." l, cuando el pleito al que se aportaron fue seguido ante la
número 2, que en realidad lo sucedido fue que al devolver, los nom-
brados libros, Ia Sala Sexta del Tribunal Supremo, en vez de ir a
la secretaría de la Magistratura n." 2 incomprensiblemente fueron
a la de la 1, donde se confundieron, por su similitud morfológica
con los de registro de Ia Magistratura, permaneciendo allí durante
varios años.
CONSIDERANDO: Que dado el carácter excepcional y extraor-
dinario del recurso de revisión, su regulación ha de hacerse de
forma restrictiva, por cuanto que ataca el principo casi absoluto
de la irrevocabilidad de la cosa juzgada, principio que sólo cede
ante la justificación cumplida de darse alguno de los supuestos
previstos en el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por
lo que, y fundado el presente recurso en el n." 1 del indicado pre-
44 R. A. n.' 4653.
t49
ri
l
I
ir
45 R. A. n.' 3591.
150
._.-*-J
casi absoluto'
raleza,por afectar tan singular- remedio
al
-principio,
fallo que tenga el carác-
de intang¡b¡l¡dad"v;; it;u;;cabilidad del del artículo 1251 del
ter de firme,.u.t'*u ¿esprende del 2." párrafo a casos y circuns-
b-á¿ig" civ¡l; V poiuto nó válido el extenderlo
tancias que no las taxativamente determinadas y previstas
"t
""un iu l-"V de Enjuiciamento Givil dentro de sus
en el artículo 17éé-de pueda cons'
precisos términos, sin que tan extiaordinario recurso un nue-
i¡irir-rn medio que auiorice a los tiligantes -a proponer
VoexamendecuestionesquetuvieronSUámbitoadecuadoenen el orden pro-
el pleito, ni tampoco para reparar negligencias
demostración cumplida de
batorio, oen¡enioi;;; ;btt'ibi"u a la
establecidas en el pre-
alguna o algunar:d'" las causas de revisión (sentencia de 14
cepto de la l.V"prot;;i "iu¡l unt*s mencionado
de octubre de f970). fundado en el
CONSIDERAN-óó: Aue el recurso de revisión civ¡l exi-
número i.' det'"ñrcr1" iieo de la Ley de.Eniuiciamiento
el que los docu-
ge como ,"qui*¡io ineludible para sú.viabilidad, decisivos para el
sean
mentos a que dicho precepto se refiere categóricamente
piáiit,-¿" fórma tal que por sí solos contradigan
que le pone fin' se-
lo contenido en el mismo y en la sentencia de 28 de
gún ha declaáo esta Salá entre otras, en sentencia
mayo de 1886 v7¿t-ütio de 1886 y I 1961' es decir'
de febrero de
aptosporsíparaprovocarunpronunciamientojudicialdistintodel
la resolución
pl"i.ri¿", v á"*rt*tiuo. de que los hechos de que por parte del
partió se denén u *u desconoóimiento o ignorancia
Tribunal, lo que no ocurre cuando el
pleito ofrece por sí base su-
impugnada mediante el
ficiente puru iJ ;J"ó;i¿" de la resoluciónque
análisis de otros eiementos probatorios de forma rotunda y
del documen-
terminantu no"quedan desvirtúados por la aportación diciembre de
to en que el recurso se ampara (sentencia de 27 de
1962).
g6NSTDERAND9: eue ra apricación de la doctrina expuesta
conduce inexcusablemente al perecimie.nt_o
del presente recurso,
1974 que no puede
pues la sentencia documento de 6 de abril de
Ser nunca el documento a que se refiere
el artículo 1796' n'o 1'o'
de revisión' al tratar-
tampoco contradice la sentencia impugnada
se de paralelas, cuyos supuestos de hecho están sepa-
"unt"nc'ra"
rados temporalmente, ya que no el uso del local de negocio se con-
cretó en los años 1968, 1969 y 1g70, y la ocupación
del local sin
15t
-r7-
c) Presupuestos:
152
r-'
153
casos o, que los documentos han de ser recobrados después de
pronunciada ésta.
154
el carácter de decisivo lo ha de tener el documento en el sentido
de que no quepa duda de que su aportación hubiera movido la
voluntad del juzgador en sentido distinto al expresado en la senten-
cia firme, o sea, que el nexo causal de la existencia de la senten-
cia, en e! sentido en que fue dictado haya sido la ausencia del do-
cumento recobrado
La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha ido matizando a lo
largo de la historia de la revisión los elementos que ha de tener
un documento para atribuirle la condición de decisivo.
En los tres casos en que el motivo ha prosperado el Tribunal
Supremo ha dicho: "Mereciendo el documento la calificación de
decisivo por contener todos los requisitos del contrato de prome-
sa de compra a que se refiere el artículo 1451, en relación con
el 1261, ambos del Códfgo civil, y por su notoria influencia en la
decisión del pleito, atendiendo, en particular, el motivo de falta
de prueba documental determinante del fallo"i o "la vista de la co-
p¡a del documento presentado por la recurrente, se está en el
caso de que, según el n." 1 del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil, ha lugar a la revisión de la sentencia"; "existen ele-
mentos suficientes para estimar la existencia de tal documento
que los recurridos tienen en su poder y que se niegan a presentar
pese a su fuerza decisiva en el juicio, por lo que el caso se haya
comprendido en el n." l del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil".
Parece claro que se ha de considerar decisívo a un documento
cuando un órgano jurisprudencial dicta un fallo basándose en la
ausencia de una prueba documental, y dando como inexistentes
unos hechos, que con posterioridad resultan probados plenamen-
te en virtud del documento recobrado. Pero la determinación de
la cualidad de decisivo de un documento se dificulta cuando en
el primer proceso las pruebas se han valorado conjuntamente, ya
que entonces se hace más arduo valorar hasta que punto la apor-
tación de un elemento más de prueba hubiera modificado el cri-
terio del juzgador.
Vemos los distintos elementos que la jurisprudencia ha ido de-
limitando, como integrantes de la cualidad de decisivo.
El documento ha de tener un valor probatorio conforme a lo
que disponen los artículos 1216 y siguientes del Código civil y
596 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en este senti-
t55
do la sentencia de 16 de octubre de 1962: "El informe suscrito por
un empleado de una agencia de detectives privados carece de efi-
cacia como docume¡rto privado, según lo que dispone el artícu-
la 1225 del Código civil, en relación con el 604 de la Ley de En-
juiciamiento civil, y un acta de requerimiento notarial atestigua
únicamente su fecha y los hechos presenciados por el fedetario,
pero no la veracidad de las afirmaciones de los requeridos, que
tienen el carácter de meras declaraciones extrajudiciales, con lo
que ambos documentos probatorios carecen de la cualidad de de-
cisivos a efectos del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil".
El documento decisivo significa que tiene un valor y eficacia
bastante para resolverlo en sentido contrario o diferente del fallo
recaído; de influencia tan notoria en el pleito que si el juzgador
hubiera podido apreciarlo al dictar su fallo lo hubiera pronuncia-
do en sentido contrariot capaz por sí mismo de contradecir el re-
sultado probatorio a que se llegó al fallar el 'pleito; ha de poder-
se estimar que se encontraba provisto de eficacia probatoria tal
que destruía la posibilidad de que las demás pruebas la contra-
ae.
riasen
La decisión del carácter decisivo del documento corresponde
al Tribunal Supremo por lo que es necesario que este Tr¡bunal co-
nozca el documento por sí mismo, para lo que habrá que aportar-
lo al proceso revisorio, o suministrar pruebas irrefutables sobre
los elementos y caracteres del documento. El Tribunal Supremo
tiene declarado que no cabe aplicar la calificación de documento
decisivo, a aquéllos cuyo verdadero y preciso contenido se des-
so.
conoce
El único caso en el Tribunal Supremo ha dado lugar a la revi-
sión de una sentencia firme en base a un documento que no se
aportó al proceso de revisión es el de la sentencia de 23 de no-
viembre de 1962 (recogida en las Hipótesis jurisprudenciales bajo
156
el n." 3 de la época lV, hasta 1966), en la que unos subarrendata-
rios, que habían pactado con la propiedad de los locales de co-
mercio objeto del subarriendo que al cesar el arriendo pasarian
ellos a arrendatarios, alegan en el recurso de revisión: a) Oue
la propiedad para intentar no cumplir lo pactado había demandado
por dos veces al arrendatario de desahucio, el cual se allanaba a las
demandas, pero que al intervenir los subarrendatarios en los dos
procesos, y siéndoles reconocida su legitimacíón hasta por la Sala
primera del Tribunal Supremo, la propiedad vio fustrados sus de-
seos. Después de estos dos procesos, se interpuso una tercera
demanda en una ciudad distinta a la que tenían su domicilio, la
propiedad, los subarrendatarios, el arrendatario y en la que esta-
ba el edificio objeto del pleito, al no enterarse los subarrendata-
rios de la existencia de este lit¡g¡o, y allanarse el arrendatario
[que había rescindido su contrato ante notario) la demanda pros-
peró, enterándose los subarrendatar¡os del proceso cuando la sen-
tencia ya era firme, el documento no se aporta a la revisión por
estar en poder de la propiedad. El Tribunal supremo resolvió que:
"En cuando al fondo del recurso, se basa en los apartados 1." y 4."
del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en cuanto al
primero porque con anterioridad al cese del arrendamiento de los
locales de que los recurrentes eran subarrendatarios les fue con-
cedido por la propiedad o de su administrador una promesa de
arrendamiento directo, uno de los recurrentes y una verdadera lo-
cación de los mismos el otro.para cuando aquél cesara, y si bien
es cierto que llegado el momento oportuno y no cumplidas las pro-
mesas debieron exigir su efectividad en el procedimiento adecua-
do; no lo es menos, como queda antes expuesto, que en dos pro-
cesos de desahucio en que alegaron tal derecho, se les admitió,
incluso por este Tribunal, como parte legítima para defenderlo; por
todo lo cual existen elementos suficientes para estimar la existen-
cia de tales documentos que los recurridos tienen en su poder y
se niegan a presentar pese a su fuerza decisiva en el juicio, por lo
que el caso queda comprendido en el n." 1." del artículo 17gG y
debe prosperar el recuÍsor.
La cualidad de decisivo entraña que la fuerza probatoria del do-
cumento sea tal que por sí sola baste para destruir la causa de-
cidendi de los hechos dados como probados en la sentencia an-
terior, sin que quepa la menor duda de que el juzgador del pro-
157
lt
JV
158
to notarial atestigua únicamente su fecha y los hechos presencia-
dos por el fedatario público, pero no la veracidad, de las afirmacio-
nes de los requerldos que t¡enen el carácter de meras declaracio-
nes extrajudiciales, con lo que ambos documentos probatorios ca-
recen de la cualidad de decisivos a efectos del artículo 1796."
Sentencia de 16 de octubre de 1962,
Vemos que del estudio de la jurisprudencia es casi imposible
extraer un concepto concreto de lo que el Tribunal Supremo en-
tiende por decisivo, ya que lo que el propio Tribunal ha elaborado
más bien peca de genérico, si bien creemos que la defínición que me-
jor encaja en el concepto que nuestro más Alto Tribunal nos ha
dado de decisivo, a los efectos del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, es la contenida en las sentencias de 18 de
enero de 1933, 17 de mayo de 1965 y I de febrero de 1967: "Deci-
sivo, esto es, de influencia tan notoria que si el juzgador hubiera
podido apreciarlos al dictar su fallo lo hubiera pronunciado en sen-
tido contrario".
c') IMPOSIBILIDAD DE APORTACIóN
5r CASTAN: Derecho civíl español Común y Foral, tomo lll, pá9. 161. Ma-
drid, 1958.
52 PUIG PEñA: N. E. J., tomo lll, pá9.758. Barcelona, 1951.
159
t-'
160
La teoría objetiva parte de la procedencia interna o externa del
obstácuto que ¡mp¡de el cumplimiento de la obligación. Si la proce-
dencia det obstáculo es interna, al círculo del currplimiento de
la obtigación, e ¡mprevisible o previsible pero inevitable es caso
fortuito (v.g. ataque repentino sufrido por el vigilante de un ho-
tel). Si la procedenc¡a del obstáculo es externa al círculo en que
se desenvuelve la obligación' será fuerza mayor (tr'g' bombardeo
que destruye la mercancía vendida) -
Hoy parece, sin embargo, que va ganando terreno la tesis de
que se trata más bien de una controversia de matiz escolástico,
u5; ahora bien, como nues-
sin asiento alguno en la realidad jurídica
tro ordenamiento positivo utiliza algunas veces ambos conceptos
como sinónimos, así el artículo 1602 del Código civil, y otras cal!-
fica de supuestos de tuerza mayor sólo a hipótesis especialmen-
te graves, la doctrina sigue utilizando esta distinción, y en este
runiido BONET RAMÓN uu nos da una definición para cada una de
estas figuras, afirmando que caso fortuito eS: "Aquel aconteci-
miento áe prócedenc¡a interna, no imputable al deudor, que se-
gún la medida de la diligencia requerida no se podía prever, o
que pr-ldiendo preverse es inevitable, y de tal naturaleza que im-
pide'el cumptimiento de la obligación"; mientras que fuerza ma'
yor es, para este autor: *El acontec¡rniento imprevisible que no
deriva de la actividad del deudor, sino que viene de fuera, y cLlyo
efecto dañoso no podía evitarse por las rnedidas de precaución
que rac¡onalmente eran de 'esperarD. De las definiciones de este
autor vemos que acepta la teoría objetiva, como criterio diferen-
ciador de ambas figuras e igualmente parece que nuestro Código
civit, en tos casos en que da un tratamiento diferente a estas fi-
guras, se inclina por la misma teoría, aSí en el artículo 1784, a'sn'
que parte de la doctrlna 57 opina que estos criterios de dife¡'enciación
no son acogidos por nuestro derecho positivo, ya que para éste
la frontera entre casos fortuitos y fuerza rnayor se trata habida
cuenta únicamente de la mayor o menor gravedad del suCeso, Sir-
viéndonos de pauta para juzgar la fuerza mayor los ejemplos que
la ley nos da de ésta (robo a mano armada, artículo 1784 del Có-
161
7
162
Esta sentencia afirma que se dio fuerza mayor ya que el do-
cumento: *Estuvo retenido por un tercero durante la tramitación
del juicio, sin conocim¡ento del recurrente, que no pudo utilizarlo
en ál pleito por esta circunstancia para él imprevisible e inevi-
table".
Ya optemos por la teoría objetiva o por la subjetiva, de-dife-
renciación entre casus y vis maior, o incluso por el criter¡o legis-
lativo que atiende únicamente a la gravedad de los supuestos,
el estudiado entra en ta categoría de caso fortuito, por lo
que"u"o
creemos que a efectos rev¡Sorios Se identifican ambos su-
puestos.
Como elemento necesario para que se de la fuerza mayor en
la detención de tos documentos, podemos señalar, la estrictiva
neces¡dad de que ta causa de la detención sea extraña a la per-
sona demandante en rev¡Sión, no siendo asimilable a la fuerza
rryor ni el desconocimiento ni la falta de diligenc¡a, entendién-
dose que existe falta de diligenc¡a siempre que se encuentra un
documento, con poster¡oridad a la sentencia firme, s¡n más ayu-
da que una búsqueda concienzuda.
Recogemot ún pequeño estracto de la doctrina jurisprudencial
sobre este Punto.
No pued'e estimarse comprendida en el n'o 1." del artículo 1796
de Ia L'ey de Enjuiciamiento Civil, una carta detenida simplemente
5e'
por desionocimiento, en tiempo de su existencia
No puede aceptarse la asimilación de la fuerzaó0'mayor al mero
desconocimiento de la existencia del documento
Si tos datos obraban en el respect¡vo arch¡vo, y su hallazgo se
debe a eficaces gestiones practicadas por la parte hoy actora, es
evidente que si Lntes se hubiese empleado esa misma diligen-
cia se habría obtenido el mismo resultado, por loór'que no se pue-
de decir que estaban detenidos por fuerza mayor
la aportación de un contrato de promesa de compra que el demandante en re-
v¡sién había perdido y que le fue devuelto por un tercero que lo había encon-
trado en la calte, retrasándose la devolución por el estado de guerra civil en
que se encontraba la Nación.
ss Sentencia de 18 de maYo de 1954.
óo Sentencia de 29 de noviembre de 1967'
ót Sentencias de 7 de julio de 1986, I de febrero de 1961, 3 de enero de
1962, 27 de enero de 1962, 10 de marzo de 1962, 16 de enero de 1967, 15 de
noviembre de 1969, 14 de octubre de 1970 y 31 de octubre de 1970.
163
,7
164
r{
,ii
I
il
¡
165
uno de los más interesantes y menos estudiados de los aspectos
del problema de ta conducta de las partes. lntentaremos realizar
un ür.uu estudio de este problema con el fin, únicamente, de
poder sentar, con carácter previo, los requisitos necesarios para
qu" r" pueda dar el presupuesto de queoo-ó7,
' Tanto nos estamos ocupando.
PRIETO CASTHO, como GUASP verl la obligatoriedad
de exhibición documental de la parte en la interpretac¡ón, a con-
trario sensu, del artículo 603 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, el
cual al dispensar expresamente a los terceros de la obligación
de exhib¡r ios documentos de su propiedad exclusiva, ésta decla-
rando implícitamente que las partes tienen ese deber. La defensa
del interés general que se desarrolla en el proceso y el carácter
público qu" ioy se le reconoce unánimemente hacen de imposible
bplicacióh, en este supuesto, el aforismo nemo tenetur edere con'
tra se.
La única norma que nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil dedica
a la exhibición, lejos de ser perfecta, €S, como af¡rma PRIETO
CASTRO
uB
no sólo es una norma manca, sino que ni aún encierra
una fórmula precisa por la cual pueda ven¡rse en Gonocimiento de
su verdadero contenido y de su alcance, para intentar llegar a
ver et alcance de la obligación de exhibición, en relación con la
revisión, creemos que hay que ¡nterpretar esta obligación en re'
lación con algunos otros preceptos de la Ley de Eniuiciarniento
Civil.
Si dicha obligación no existiese, y, por lo tanto, no se conside-
rase fraudulenta la omisión de un documento solicitado por la
otra parte, et legislador habría suprimido el último inciso de la
1." causa de la rev¡s¡ón, ya que sería absurdo conceder la revisión
de una sentenc¡a en virtud de una actividad legítima de la parte;
efectivamente, toda rev¡s¡ón debida a una actividad de la parte
vencedora en el primer proceso, viene dada en virtud de la calidad
de fraudulenta de esa actividad, e incluso delictiva en alguno de
los supuestos.
Pero no toda ocultación de documento da lugar a la revisión,
sino únicamente de los documentos decisivos, conjugando este ca-
166
rácter de decisivo con et mandato del párrafo 1." de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil, que ordena Ia presentación con la demanda o
contestación de tos documentos en que la parte fundamente su
derecho, vemos que no puede quedar la mínima duda acerca de
la obligatoriedad de la exhibición, al menos, de los documentos
fundamLntales, que apriorísticamente, serán los que en la senten-
cia, y por ser causa de ésta, adquirirán la cualidad de decisivos.
p-eio si la parte incumple con su obligación el único remedio
que la tey concede a Ia parte defraudada es el de la diligencia de
reconocimiento y registro de libros y papeles de los litigantes re-
gulada por el artículo 571 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; si
ésta diligencia no resutta, la ausencia del documento en el pro-
ceso será inevitable, ausencia que ha de producir unos efectos
procesales óe,
Los primeros y fundamentales efectos, son lo de la valoración 70:
que el juzgador ña de dar a dicha ausencia. PRIETO CASTRO
*Aunquá en et artícuto 603 de la Ley de Enjuiciamiento Civil no
se los efectos que deben asociarse a la negativa de
"*ptutun
exhib¡i es obvio que el órgano jurisdiccional debe aplicar las nor-
mas que, para casos análogos de resistencia a cumplir un deber
procesal de este tipo, conminan con la ficta confessro, Siempre,
naturatmente, que la 'parte peticionaria de ta exhibición haya apor-
tado el texto que, a su entender, tendría el documento exhibible,
o al menos haya hecho indicaciones sobre el contenido del mismo"'
GUASP 7r opina que esta solución no sería equitativa en todas las
hipótesis y aparecería como absolutamente arbitraria dentro de
nuestro derecho positivo, por lo que en lugar de a la carga debe
acudirse aquí al concepto de obligación.
Creemos que una interpretación hermenéutica de la Ley de En-
juiciamiento Civil, nos lleva a estar de acuerdo con la postura man'
ienida por GUASP. Si en la no aportación de documento se diera
la ficta confessio, la consecuencia sería que se darían como pro-
bados los hechos tal como los alegó la parte que solicitaba la
exhibición, y en contra de la parte que incumplió la obligación
6s GUASP: Señala que habría unas sanciones civiles o penales por la con
ducta antijurídica de la parte. Derecho Pr'.., cit., vol' l, pá9. 398'
70 PHIETO CASTRO: Derecho..., cit., vol' l, pág' 505.
7t GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. l, pág. 397.
167
de exhibir, por lo que de recobrarse el documento, o bien, éste
conf¡rmaría ios hechos declarados probados en la sentencia firme,
á J. contradecirtos decisivamente, sería para favorecer la postura
de la parte que no lo exhibió, para probar que lo probado por. ficta
confeisio documental es falso, en cuyo Gaso la revisión habrla
dá ser intentada por la parte que con et incumplimiento de la obli-
éá.iá" Je exhib¡ó¡On dio lugar a ta sentencia firme. Si el legisla'
áor elevó a la categoría de iausa de rescisión de la sentencia fir-
me el incumplim¡eñto de una obtigación de exhibición, es lógico
que la parte favorecida por la rescisión ha de ser la que se vio
üurlada en su derecho at uso de un medio probatorio, no la parte
que incumPlió la obligación.
Una vez que se ha dicta¿o una sentencia, y ha adquirido firme-
I
para
za, en ta que la ausencia de un documento ha sido decisiva
i
I
:
la'parte dispositiva del fallo, y dicha ausencia ha sido ocasionada
I
I
Hemos de decir que en este caso, al igual que en todos los de
i
revisión, el onus probandí de todos los presupuestos necesarios
para que ta rev¡sión triunfe corresponde a la parte demandante
I
I
I
.I
i
I
I
u¡áAo; que habiendo confesado, el recurrido a la vista de la copia
det documento en cuestión, se está en el caso del n." 1." del artícu'
I
i
I lo 1796, ha tugar. (sentencia de 11 de enero de 1949'J'
La sentencia de 23 de noviembre de 1962, que revisó por la
causa 1.u y 4.., en la que se dectaró probado que una maquinación
colusiva de las dos partes principales del primer proceso (arren-
dador y arrendatario) había impedido defender su$ derechos a
los demandantes en revisión (subarrendatarios, que en documen-
t68
del arren-
to recobrado tenían pactado con la propieclad que al cese
respecto al nú-
damiento ¡:asarían ellos a arrendatarios clirectos) ,
para est¡mar
mero 1." af irma' oque existen etementos suf icientes
la existencia de taíes documentos que los demandados tienen
en
a) En general
169
L-- ¿
ta influencia del documento en la revisión, son totalmente apli-
cables a los dos motivos.
2." El documento ha de ser falso. Esto nos plantea la disyun-
tiva, de si cualquier ctase de falsedad documental puede dar lugar
a la revisión de una sentencia firme o solamente ciertas y especí-
ficas clases de falsedad.
3: Al utilizar el legislador los términos de reconocer y decla-
rar, hemos de ver si ambos términos son ut¡lizados como sinóni-
mos, o si por el contrario, el legislador pensó en un reconocimien-
to extraprocesal de falsedad y en una declaración judicial de la
misma.
La posibilidad, contemplada por el legislador, de una fal-
4."
sedad anterior a la sentencia firme impugnada, e ignorada por
ta parte que intenta la resc¡s¡ón, nos sitúa en el ámbito temporal
de la declaración de falsedad.
5." El presupuesto de que la sentencia firme a rescindir, haya
sido dictada en virtud del documento falso, nos lleva a contem-
plar la relación que ha de tener el medio probatorio inexacto con
la sentencia atacada.
b) Hipótesis jurisprudenciales
I. HASTA 1951
1. Sentencia de 19 de diciembre de 192773
73 C. L. n.' 87.
170
de un cheque; tramitado el pleito en primera instancia, en rebel-
día de la viuda, Ia sentencia fue condenatoria ésta se personó en
la apelación por sí y como representante de sus hijos' La senten-
cia de ta Audiencia confirmó la del Juzgado'
A los cuatro años de ser firme ta sentencia de la Audiencia y
at cumplir la mayoría de edad uno de los hijos de R. L. G', inter-
pon" dlmanda dé revisión por el n.o 2 del artículo 1976 de la Ley
be Enjuiciamiento Civil, alegando que ta sentencia impugnada fue
dictad-a en virtud de un título que había sido declarado nulo
por
sentencia firme, la del procedimiento ejecutivo; que al 9er dic-
tada la sentencia que se impugna él era menor de edad y que
interpone la demanáa dentro de los tres meses de cumplir la ma-
yoría de edad.
CONSIDERANDO: Oue el recurso de revisión ya establecido en
el título XXVI de la Partida 3.", para desatar el juicio que es dado
por falsas cartas o por falsas pruebas o contra ley, aparece man-
ienido en la vigentá Ley de Enjuiciamiento Civil, con objeto de
que puedan sei rescindidas aquellas sentencias firmes respecto
a tas cuates se togre demostrar dentro del término concedido al
efecto, que, siendo expresión de la que debe Ser considerada ver-
dad legal, está en contradicción con la verdad real y positiva; si
tos elementos con tos cuales pueda ésta última demostrarse con
absoluta evidencia, no se hubieren tenido presente en el pleito
un qru se dictó la sentencia cuya rescisión se trata, por haberse
manienido durante ta tramitación del pleito oculto por dolo o a
consecuencia de fraudulentas maquinaciones de la parte a quien
hubiese favorecido la sentencia, y respondiendo a esta conside-
ración el fundamento para pedir la revisión de las sentencias fir'
mes, solamente Se puede interponer dicho recurso en alguno de
los casos que determina et artículo 1796 de la Ley de Enjuicia'
miento Givil.
CoNSIDERANDO: Oue el presente recurso se funda exclusiva-
mente en el n3 23 de dicho artículo que autoriza el recurso de
revisión de una sentencia, si ésta hubiera recaído en virtud de do-
cumentos que al tiempo de dictarse ignoraba una de las partes
haber sido reconoc¡dos y declarados falsos, o cuya falsedad se re'
Conogiese o deClarase deSpués, siendo, pues, necesario, en todO
caso, que a la petición de revisión preceda la declaración de false-
dad del documento o documentos, hecha por competente Tribunal,
17t
-:
172
ésta se hubiera podido obtener fundada exclusivamente en el do-
cumento así falso, porque como con feliz expresión decía la Ley
de Partidas, aun probando que las cartas eran falsos, .non le cum-
pliría si manifiestamente no averiguase que el juez, por aquellas
cartas falsas, diere su juicio". (No ha lugar.)
75 C. L. n." 157.
t73
l2
L-_ I
CONSIDERANDO: oue para que pueda tener lugar la revisión
de una sentencia firme a tenor de lo dis'puesto en el número 2."
del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Givil en que se apo-
ya el presente recurso es requisito indispensable que haya recaído
en virtud de documentos que al tiempo de dictarse ignorase una
de las partes haber sido reconocidos y declarados falsos o cuya
falsedad se reconociese o declarase después, conforme dicho pre-
cepto procesal clara y terminantemente establece.
CONSIDERANDO: Que aunque la sentencia firme estimatoria
del derecho de retracto está efectivamente fundada en tas respec-
tivas y sucesivas enajenaciones de que figura haber sido objeto
cuya eficacia recabó la recurrente ante el juzgado de primera lns-
tancia para que se declarase la nulidad de los documentos ,priva-
dos en que aparecen concertadas, como el fallo ejecutivo que le
puso término no sólo no decretó su falsedad, sino que revocando el
que tenía dictado el juzgado, absolvió al recurrido de la acción
ejercitada por la recurrente, manteniéndolo únicamente para tos
restantes demandados que no habían recurrido contra el mismo,
no cabe poner en dudas que no siendo dable equiparar en derecho
la nulidad de las estipulaciones convenidas en los contratos,'que
no reunían las condiciones exigidas por el artículo 12TS del có-
digo civil a la fatsedad de los documentos en que se hayan conte-
nidas, no existen términos hábiles de acceder a la revisión que
se pretende por impedirlo de un modo absoluto los principios car-
dinales de completa garantía para todos los que toman parte en
las contiendas judiciales en que se informa esta clase de recur-
sos recogidos y sintetizados por el ya relatado artículo lzg6 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil. (No ha lugar.)
t74
que el prec¡o de compra había sido de 22.52A ptas., de las cuales
19.105 correspondían a las fincas rústicas; que dicho precio no
era el verdadero, pues el pagado realmente fue de 13.122 ptas', de
las cuales 9.707 ptu*., preclo fijado en el documento privado de
compraventa.
Él actor de la revisión, interpuso, entonces demanda de retrac-
to previo depósito de 12.000 ptás., indicando que las que excedan
de 9.707 ptas. serían para el pago de posibles e ignorados pagos
legítimos, con el escrito de demanda de retracto presentó un do-
cuñnento firmado por Su hermana que dice: "Para que mi hermano
pueda retraer en su justo precio _las fincas vendidas por mí en
documento privado, dáclaro que el precio en que realmente fue-
ron vendidas es el de 13.122 ptas., y que no es el que figura en
dicho documento', suplica que se áectare que tiene derecho al
retracto en el precio de 9.707 ptas.
El juzgador de primera tnstancia dictó sentencia, declarando no
haber'lug"ar ul i"tiucto, y absolviendo de todos los pedimentos al
demanda-do, sentencia que quedó firme por ser consentida
por las
partes.
' Á querella det mismo actor se instruyó causa criminal contra
el comprador de las fincas por falsedad en documento privado y
estafa, dictándose sentencia por la Audiencia Provincial en la que
se condena al comprador como autor responsable de un delito de
falsedad en documento Privado-
'del
Contra la sentencia Juzgado de primera lnstancia que de-
claró no haber lugar at retracto se interpone demanda de revisión
en base a la sentlencia de la Audiencia provincial, fundando la de-
manda en el n." 2." del artículo 1796.
CONSIDERANDO: Oue para que pueda prosperar el recurso
extraordinario de revisión se requiere: 1." que esté fundamentado
en uno de los cuatro motivos deierminados en el artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil; 23 que se interponga dentro del
plazo de tres meses contado desde el día de la declaración de
iatsedad, de los documentos que sirvieron de apoyo a la-senten-
cia de cuya revisión se trate; 33 que no hayan transcurrido cinco
años desde ta publicación del fallo que hubiera podido motivarlo'
CONSIDESRÑOO: eue dectarado por la audiencia Provincial fal-
so el documento en que se fundó la sentencia objeto del recurso,
eS procedente acceder a Su revisión, conforme a lo estatuido en
t75
gu!.", .J
. "l
I
rt C. L. ni 553.
176
conocim¡ento o dectaración de falsedarl del documento que Ie sir-
va de base, ello a de entenderse, por razones de elemental equi-
dad y justicia, desde el día en que la sentencia firme declarando
la fálsedad fue notificada al recurrente, como se reconoció en
sentencia de esta Sala de 21 de enero de 1952'
CONSIDERANDO: Oue fundado el recLlrso en el n.o 2-o del ar-
tículo 1796 de la Ley de Enjuiciarniento Civil, según el cual habrá
lugar a la revisión de una sentencia firme cuando hubiere recaído
en" virtud de documentos que at t¡empo de dictarse ignoraba una
de las partes haber sido reconocidos o declarados falsos, o cuya
fatsedad se reconociere o declarare después, que es lo ocurrido
en et caso de autos, en que ta sentencia impugnada se funda para
desestimar la demanda en Ia carta declarada falsa posteriormen-
te por la Audiencia Provinciat, es decir que se trata de un docu-
mento decisivo det fallo y cuya falsedad se ha declarado con pos-
terioridad al mismo. (Ha lugar.)
g. Sentencía de I
de febrero de 19647e
La demandante en revisión y su hijo fueron condenados en
juicio ejecutivo comg librados aceptantes de una cambial.
Con posterioridad a dicha sentencia el hijo es condenado por
el delito de fatsificación de letra de cambio, por haber falsificado
la firma de su madre.
CONSIDERANDO: Que dada la falsificación de la firma puesta
por Ia recurrenie en la aceptación, cuyo supu.esto de legitimidad
iuu tuutt de la sentencia que se intenta rescindir, es evidente que
cumpliclos como lo están los requisitos formales exigidos para que
a la revisión pueda accederse, la causa en que ésta se funda se
haya prevista y estimada como suficiente para que el recurso in-
terpuesto proceda en et apartado 2." del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, ya que la falsedad del documento que moti-
vó la resolución fue conocida y declarada con poster¡oridad, sin
que sea obstáculo a la procedencia de la revisión el que la sen-
tencia contra la que se recurre hubiera sido dictada en juicio
ejecutivo, única oposición alegada, porque si bien la sentencia que
en estos juicios se dicta conforme at artículo 1479 de la Ley de
78 C. L. n.' 112
177
l
I
I
l
i
1
1
juzgada y que-
Enjuiciamiento civit, no produce excepción de cosa
la misma
Ju'á rutuo el derecho para promover el ordinario "sobre
de esta Sala'
cuestión,,, ello es sólo, confbrme a reiterada doctrina
precepto, "dejar a
respecto a lo que categóricamente expresa el.
a repro-
salvo la cuestión de foñdo', pero sin que pueda volverse que en-
ducir los defectos o faltas del título, ni las excepciones
juicio ejecutivo, las
tran en el ámbito de to que es materia del
qr" por producirse, respecto a lo sobre ellas resuelto,por excepción
i" "'oru juzgada, dan plena firmeza a larecurso
sentencia, 'y conse-
de revisión' (Ha
cuencia contra ésta eS procedente et
lugar.)
7e C. L. n." 298
T7B
vale a decir en fuerza, a consecuencia o por resultado de, espe-
cial sentido que se aclara teniendo en cuenta el antecedente his-
tórico contenido en la Ley l, Título XXVI de la Partida 3." al cual
se refiere la sentencia de esta Sala de 19 de diciembre de 1927,
en cuanto al tratar el mencionado Título de: "Cómo se puede
desatar el juicio que es dado por falsas cartas o por falsas pruebas
o contra Ley", expresa al final de dicha Ley 1.": "pero si en el plei-
to se averiguase el juicio fuesen recibidos muchos testigos o
cartas de muchas maneras que averiguasen el pleito, maguer la
parte probase que algunos de dichos testigos o las cartas eran
falsas non le cumpliría si manifiestamente non averiguase que el
juez, por aquellos testigos o por aquellas cartas diere su juicio";
de todo lo que se desprende, teniendo en cuenta primordialmente
los expresivos términos empleados por el n." 2: del artículo 1796
de la repetida Ley procesal, puesto en relación con los núme-
ros 1 y 3 del mismo precepto, que para la falsedad de un docu-
mento puede determinar la rescisión de una sentencia firme, pre-
ciso es que tal documento haya sido documento causal o cuanto
menos hubiese sido de decisivo influjo en el fallo de la resolu-
ción combatida, habida cuenta también del carácter excepcional
del recurso y de la interpretación restrictiva que debe darse, al
tan citado artículo 1796 en sus propias motivaciones o causas.
CONSIDERANDO: Oue el docurnento en cuest¡ón no es el fun-
damento causal ni el elemento probatorio decisivo para emitir el
fallo de Ia sentencia antes mencionada, pues aunque el tal docu-
mento es citado como uno de los medios probatorios en la sen-
tencia impugnada, debe de resaltarse que el Tribunal juzgador de
instancia, contempló otros diversos medios de prueba y elemen-
tos de juicio que debidamente analizó, sin que sus apreciaciones
puedan ser combatidas a través de este excepcional recurso, y
en su argumentación fundamental (considerando segundo) la Sala
sentenciadora explica cuáles son las razones que producen su con-
vinción, sin que conceda al acta de referencia especial relieve,
sino lo contrario, pues lo que se pretendía demostrar por el actor
era la realidad de la cesión de un local, cuando sin duda existía
una autorización expresa para subarrendar sin limitaciones, y tal
autorización constaba en el contrato, y por eso la misma senten-
cia de esta Sala al decidir el recurso de injusticia notoria partió
de que la discusión estaba entablada acerca de si la ocupación
179
b¡¡-_
del tocal arrendado por ajeno a la relación arrendaticia "lo fue a
el Tribu-
título de subarriendó o d-e cesión", habiendo rechazado
nal de instancia iu pr"tunción de cesión, la cual implica, como es
'd"
,uu¡¿o, una figur" tracto único, al contrario de lo que ocurre
por el actor tal
con el subarrendamiento, estimando indemostrada en el fallo el
cesión, sin que po, enae, tuviese decisiva influencia
la que habida cu.enta
á;;";;nto álud¡do, razones todas ellas porprocedente la revisión
de la doctrina antes expuesta, no se iuzga
solicitada. (No ha lugar.)
tB0
I
ll
I
I
8l R. A. n." 9Bl.
tBt
L
<maqu¡nación fraudulenta", implícita en cada uno, y por tanto, debe
dejarse de aplicar el precepto genérico, cuando el caso coincida,
como el presente, con uno, específiamente descrito en el precepto
amparado. (Ha lugar.)
c) Presupuestos:
182
como prueba, si sirvió éste como fundamento para decidir la cues-
i¡On ¿'e derecho privado, declarado en ta sentencia
que se haya
de impugnar en recurso extraordinario de revisión, debeque ser la
declarác'rán de falsedad recaída en juicio criminal, de los
de-
fine et Código Penal, como está expresamente revelado en los
términos de los artículos 1804 y siguientes de la misma Ley'as'
Confirmando esta doctrina la sentencia de 21 de enero de 1952:
.Declarado por la Audiencia Provincial falso el documento en que
se fundó la sentencia objeto del recurso, es procedente acceder a
-"
L?:::?:";;" tenor de ta interpretación jurisprudencial,-de este
" la fatsedad ha de ser necesariamente la penal
motivo de revisión,
quedando fuera la declaración de falsedad realizada por los ór-
gánot de ta jurisdicción civil, la doctrina científica no es unánime'
en cuanto a reconocer el acierto de la corriente jurisprudencial
mencionada, entre los autores que se muestran partidarios de
que
para
ta declaración de falsedad civil debería ser causa suficiente 85:
la rescisión de una sentencia firme destacamos a GUASP "Exis-
te excesiva rigurosidad en la jurisprudencia que sostiene que ese
reconoclmiento de declaración de falsedad no sirve hecho por vía
civil, sino por vía penal; pues el concepto de la revisión se satis'
face con que se trate de una fatsedad constatada fuera del proceso
mismo sea cual sea la índole de este proceso, ajeno a aquél en
que el documento falso ha operado". En .] mismo sent¡do se
8ó al afir-
manifiestan SATEZ JIMÉNEZ'LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA
*r, qr. si la Ley no distingue entre falsedad civil y penal debe
aplicarse el brocárdo clásico: *Donde la ley no distingue no cabe
distinguir".
Es la sentencia de 30 de mayo de 1930 la que nos da una más
completa justificación de la postura jurisprudencial al afirmar que:
n No es da-ble equiparar en derecho la nulidad de las estipulaciones
t83
--t
I
exigi'
convenidas en los contratos, que no reúnan las condiciones
das por el artícul o 1275 del Código civil, a la-falsedad de
los docu-
que la
mentos en que Se hayan conten¡dasl, €rl efecto creemos
revisión de documentó falso se ha de basar en una declaración
el contenido del do-
¡riirpruAencial Je mutación de la verdad enuno de los requisitos
cumento, sin que sea suficiente la falta de
señalados por et artículo 1261 del código civil, para la rescisión
de una sentencia, ya que de equiparat cuusa de nulidad a falsedad,
a efectos revisorios de la sentencia firme, extenderíamosexisten'de tal
forma el ámbito de revisión, que pondríamos en peligro la
cia de la cosa juzgada.
Las anteriores consideraciones nos llevan a ver si la falsedad
del documento ha de ser material o si la falsedad ideológica es
suficiente para que el documento pueda ser declarado falso'
RODRiGUEZ DEVESA
8'/ diferencia entre falsedad intelectual
(supuestos en que Se trata de un documento legítimo con conteni-
dá ialaz" y la fatsedad materiat *la alteración o la creación o
for-
mación total de un documento".
Partiendo de la afirmación de que la fatsedad que se contempla
en el motivo estudiado es la falsedad penal, hemos de acudir a
nuestro Código Penal, para ver si dentro del ámbito de la revisión
están incluidás tanto'l'a falsedad material como la falsedad ideo'
lógica.
Es en el artículo 302 del Código penal en donde están tipifica-
priva'
das tas conductas delictivas de falsificación de documentos
dos, en virtud de la remisión que efectúa el artículo 397 del Códi-
go penal; clentro de tos nueve supuestos d-e conductas delictivas
las formas
{"e' estudia et artícuto 302, están contempladas tanto
de falsedad ideológica como de falsedad material, por lo que tan-
to una como otra pueden Ser causa de la revisión de una sentencia
firme.
Digamos, para terminar este apartado, que el documento pudo
ser af,ortado at primer proceso tanto por cualquiera de las -partes
que
como por un tercero lo cual es indiferente para la revisión. Lo
eS necesario para poder revisar una sentenc¡a eS que el documen-
t84
to haya sido declarado falso en sentencia penal condenatoria, tan-
to por falsificación de documento, como condenatoria por presen-
tación en juicio de un documento falso. El sujeto de la falsificación,
y el sujeto de la aportación al juicio del documento son indiferen-
tes a los fines rescisorios, a estos fines lo definitivo es que el
documento haya sido penalmente declarado falso, y que reúna los
demás presupuestos que estudiamos a continuación.
b') tNDtscuflDA:
La declaración de falsedad ha de ser indiscutida, esta afirma-
. .1.
ción no significa más que la declaración de falsedad del documen-
to ha de llegar al proceso revisorio como hecho probado e indu-
bitado, de tal forma que es imposibie que se discuta dentro de
este proceso la autenticidad de dicha declaración.
Si bien la declaración de falsedad del documento no hay duda
que ha de llegar indubitada a la revisión, la terminología utilizada
por el legislador en la redacción del segundo de los supuestos con-
templados por el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
nos plantea el problema de la fuente de producción de dicha de'
claración.
Nos dice el legislador, en el mencionado motivo de revisión:
"Si hubiere recaído en virtud de documentos que al tiempo de dic-
tarse ignoraba una de las partes haber sido reconocidos y declara-
dos falsos o cuya falsedad se reconociere o declarare después".
El uso de dos términos distintos, nos plantea el problema de si
el legislador los utilizó con un significado univalente o si por el
contrario se trata de mostrarnos dos posibles caminos para llegar
a la obtención de la declaración de falsedad de un documento, que
nos sirva para obtener la rescisión de una sentencia firme.
De el adaptar una u otra postura se extraerán consecuencias
de gran transcendencia, práctica, ya que si los términos son uni-
valentes, únicamente la declaración judicial de falsedad servirá
de causa de rescisión, mientras que si aceptamos el que cada tér-
mino indica un camino distinto de llegar a la declaración de fal-
sedad, habremos de admitir las declaraciones extraprocesales de
falsedad.
185
a") Reconocída extraprocesalmente:
186
terio restrictivo 80, no podemos dejar de advertir lo erróneo de di'
cha conclusión,
t87
)
La parte vencedora en el primer proceso, en relación con el do-
cumento declarado fatso puede haber estado en una de las si-
guientes relaciones: a) Ser autor de la falsificación y además ha-
berlo aportado al litigio; en este caso habrá sido condenado como
autor de un delito de falsificación. b) No ser el autor de la falsifi-
cación, pero haberlo aportado al juicio a sabiendas de su falsedad;
será entonces reo del delito de presentación en juicio de docu-
mento falso, previsto en el artículo 304 del Código penal. c) No
ser el autor de la falsificación ni haberlo aportado al juicio a sabien'
das de Su falsedad; podemos contemplar en esta hipótesis de ino'
cencia de ta parte vencedora del primer litigio dos varlantes, 1. que
la propia parte aportó el documento al juicio creyéndolo verdadero,
2. que el documento fue aportado por un tercero requerido para
ello.
lBB
,i
¡'|
j
r-
posible. alegación
ha de retrotaerse, al momento prectusivo d.. su de- declara-
en el primer pro.*.o, o la inciuimos en el supuesto
sentencia' firme'
ción posterior o-*iu imposibte la revlsión de la que los
Los argumentos han de ser necesariamente los mismos de los do-
que utilizamos il;; defender lá retroacción det recobro
cumentos ar *l*ánio preclusivo de su
posible aportación a los
urtár,
--- por lo que los damos por reproducidos aqui'
El'segundo de los requisitos es la ignorancia de
la parte res-
pecto a Ia declaración de falsedad' que ésta se
No es bastante, para revisar una sentencia firme, declarado
sido
haya dictado en virtld de un documento que había la rescisión
falso, sino que es necesario que la parte que solicita
dicha de-
de la sentencia firme ignorase que se-había.efectuado de falsedad'
claración, yu qu. si conociO ai tie*po la declaracióri
que el iuzgador al co-
debió de ategarta en el primer proceso, para
dictar senten-
nocer la falsedad del documento no lo valorase al distin-
cia, con lo que la sentencia o hubiese tenido un contenido falso'
to o al menos no ," hubiese dictado en virtud del documento
AlconfigurarlaLeylaignoranciade.lapartecomo.unode
los requisitos Je ta ,uútu de revisión, es la parte y.probarla.
demandante en
sufi-
el proceso revisorio a quien corresponde alegartaen la revisión no
cientemente ya-quu si be la prueba practicada
se dedujera, fehacientemente la ignoiancia y la revisión
se habrá
de desestimar. en la ig-
Et momento hasta el cual la parte debe permanecer para cCIn-
noránc¡a es el mismo que señalado como frontera
'de hemos posterior a la sentencia firme'
siderar la declárr.¡On falsedad
se pue-
es decir, hasta et momento preclusivo en que la falsedad
da alegar en el primer proceso, ya que si la parte es ignorante de
-momento
la declaración O! talsedad en el de la aportación del do-
cumento al pro*rá, pero llega a conocer la mencionada hacerlo
declara-
ción en momento oportuno iuru su alegación,podrá debe de
alegar la fal-
bajo pena ¿u quu precluya sl derecho' y ya no
puede nunca con-
sedad ni siquiLra en revisión, pues ésta no se
. vertir en cauce de solución de las negligencias o equivocaciones
de las partes.
t99
t3
I
I
¡.
I
.,*'L4i
:l
I
lt
190
I
I
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rj
l1
d'} INFLUENCIA DECISIVA EN EL PROCESO:
191
L- =¿
t
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GAPíTULO VI
t93
:r,i,
2 CARNELUTTI: Lezioni di diritto processuale civile, tomo ll, pá9. 424. Pa-
dova, 1933. Sisfema del diritto processuale civile, tomo l, pá9. 686. Padova, 1936.
3 JIMENEZ ASENJO: Tratamiento penal del periurío en causa civil. R.G.L.J.,
año XCIV, tomo XIV {1947), págs. 112 y siguientes.
4 DEVIS ECHANDIA: Teoría general de Ia prueba iudieial, vol. ll, pág. 33.
Buenos Aires, 1972. Tratado de derecho procesal civil, pá9.368. Bogotá, 1969.
7 FENECH Derecho Procesal Penal, tomo l, pág. 665. Barcelona, 1969.
194
cepción sensorial adquirida fuera del mismo, relativa a
un hecho
a formar el conven-
óág¿" y dirigida al fin de la prueba, estounes, hecho de interés para
bi*¡"ntó del fuzgador sobre la verdad de
el proceso. I
GÓMEZ ORBANEJA y HERCE AUEMADA resaltando la cualidad
de tercero a la /itís que'ha de tener el testigo, y después de
definir
al testigo como la persona que declara en el proceso ante el juez
sobre Ju percepción y conocimiento de hechos y circunstancias
jurídica que hay
óurrOur, Éurun'notar'que la primera condición
que reunir para poder s'er testigo es !a 99 :"t tercero respecto de
üt ."¡áios de lá relación ptocesal. SERRAe, partiendo del concep-
"prueba,
to de como act¡vidad de comparación entre una afirma-
ción sobr" uno, hechos y ta realidad de los mismos encaminada
que cuando
a formar la convicción de una persona, llega a aseverar
la afirmación instrumental proviene de un tercero nos encontramos
frente a la prueba testifical. En ta misma posición se encuentran'
GUASPI0, testigo eS la persona que sin ser. parte, emite,.decla-
raciones sobre datos que no habían adquirido para el.de-clarante
i;¡"1; procesat en el momento de su observaciónjudicialcon la finalidad
común a toda prueba, de provocar la convicción en un de-
T, la prueba testifical consiste en las
terminado sentido. LESSoNA
declaraciones judiciales emitidas por personas extrañas a la con-
troversia. MIGUEL y ALONSOT2 es testigo, del latín festis, la per-
sona fidedigna y extraña al proceso, que declara en forma legal
acerca de lá uetdud o falsedad de los hechos alegados, dudosos
y controvertidos en juicio y que él ha presenciado u oído' PRIETO
bnSfnO,3 persona a¡ene al proceso (no parte) que aporta al mis-
mo noticias sobre hechos que ha visto u oído como conocimien-
8
GÓMEZ oRBANEJA-HERCE OUEMADA.. DerechO PTOCESAI Civil, IOMO I.
págs. 276 y siguientes. Madrid, 1969.
e SERRA bOn¡iruCUfZ: Estudios de Derecho Procesal, pág.356' Barcelona,
1969.
r0
GUASP: Derecho Procesal civil, tomo l, pág. 363, Madrld, 1968'
LESSONA: Teoría Genera! de la Prueba en Derecho Civll, tomo lV'
rr pá'
gina 7. Madrid, 1964.
12 MIGUEL y ALONSO: Derecho Procesal Práctico, pág. 399. Barcelona,
1 967.
r3 PRIETO CASTRO: Derecho Procesal civil, tomo t, pág.519. Madrid, 1972'
t9s
:
!-_ .--
. -
. 14 REDENTI: Derecho Procesal Civil, tomo I, pág. 293. Buenos Aires, 1957.
ts SILVA MELERO: La prueba procesal, tomo l, págs. 213 y siguientes. Ma-
drid, 1963.
16 BENTHAM: citado pág. l7B.
t7 CARNELUTTI: Obra citada, pá9. 424.
18 DE LA PLAZA: Derecho Pracesal Civíl Español, tomo I, pág' 510. M¿
drid, 1951.
t96
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197
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f98
teza de las mismas, tampoco sería admisible prueba sobre ellas'
22, sino en virtud del principio dispo-
no poiqre ta admisión pruebe
que de¡a al arbitrio de las partes la fijación de los hechos'
=¡t¡uo
lo que'la Ley de Enjuiciamiento civil en su artículo 565 denornina
hec'hos confesados llanamente por ta parte a quien perjudique'
Los hechos de interés a la causa alegados con anterioridad al
momento en que se presta la declaración dudosa y controvertidos,
tienen que haber sido conocidos por la persona deponente, con
anterioridad al proceso, de tal forma que una persona clue no co-
nocía los hechos y que ya en el proceso entra en relación con
tos mismos no prád" ser testigo, lo que significa que su conoci-
miento ha de Ser extraprocesal, y generalmente casual, o al me-
nos que en el momento de su conocimiento dichos hechos no re-
presentaban ninguna relevancia procesal, ya que el proceso aún
no había nacido] por lo que los hechos han de ser anteriores al
proceso, ya que en los autos queda debida constancia de los mis-
mos. Esta característica diferencia al testigo procesal, del testigo
que se suete tlamar instrumental, persona a la que se llama para
que dé constancia de un hecho que se va ha producir en su pre-
sencia, v. g. testigos de un testamento o testigo del artículo 263,
párrafo 3." de la Ley de Enjuiciamiento Civil'
Es necesario que el conocimiento que de los hechos tengan
los testigos, haya sido adquirido a través de su propia observa-
ción, por"medio de su percepción sensorial, de visu et auditu. Lo
que quiere decir que la capacidad para ser testigo, no requiere
n¡ngrin conoc¡miento especial sobre ninguna clase de ciencia ni
estár en poder de ninguna máxima de experiencia en relación so-
bre las ai¡rmac¡ones en torno a las cuales va a versar el interro-
gatorio, el único requisito que marca la legalidad vigente en nues'
iro ordenamiento jurídico, artículo 1246 del Código civil, es no
ser locOs o dementes y nO Ser ciegos o sordos, si el conocimien-
to ha de ser adquirido por la vista o el oído'
Se ha de haber llegado al conocimiento no en calidad de técni-
co. si el testigo es técnico, ello no es óbice para que válidarnente
puede y deba prestar declaraciones lo que se trata de decir, cuan-
do afirmamos que se debe de haber llegado al conoc¡m¡ento no
t99
E
en cal¡dad de técnico, es que dicha calidad no puede haber sido
la causa del conocimiento que el testigo posee de los hechos so-
bre los que va a deponer, su conocimíento habría tenido lugar de
todas formas aunque a él le faltase dicha cualidad.
Veamos, por último, fa finalidad que ha de tener la declaración
testimoniat, siendo el testimonio un medio de prueba, su finalidad
ha de ser, necesariamente, Ia de todos los medios de prueba, y
ésta es la de formar el convencimiento del juez sobre Ia exactitud
de las afirmaciones 23, ROCCO 2{, define los medios de prueba
como los medios que la parte provee al órgano jurisdiccional de
la verdad y existencia del hecho jurídico, controvertido, con Ia fi-
nalidad de formar el convencimiento de los mismos órganos de la
verdad y existencia de ellos. La finalidad, es por lo tanto el llegar
a conseguir el convencimiento del juez 25, el cual al quedar con-
vencido de la exactitud de ias afirmaciones, incorporará dichas afir,
maciones a la sentencia, que contiene la declaración compleja de
certezas de la relación o del estado jurídico controvertido 2ó.
Reuniendo todos los requisitos, anteriormente mencionados,
podemos concluir el estudio del concepto del testigo diciendo,
que es una persona, tercero a la relación jurídico procesal que
presta declaración en el proceso, sobre afirmaciones alegadas por
las partes, de interés o relevancia para la causa, dudosas y con-
trovertidas conocidas por el declarante con anterioridad al proce-
so, en el momento que dichas afirmaciones no tenían relevancia
procesal, percibidas por sus sentidos, y de las que ha tenido co-
nocimiento no en calidad de técnico, y con la finalidad de produ-
cir en el juzgador el convencimiento de las afirmaciones sobre las
que presta declaración.
200
2. EL FALSO TESTIMONIO EN EL DERECHO PENAL
20t
:T:
202
Sent¡dos, y al contrar¡o una declaración en la que lo afirmado es lo
que en realidad sucedió puede ser falsa siempre que el testigo
afirme que lo vio o escuchó y n0 sea cierto, siempre que la idea
del testigo sea contraria a su declaración 33.
La doctrina atemana, por el contrario, Se muestra partidaria de
la teoría objetiva, e incluso el párrafo 163 St. G.B. contempla la
ex¡stenc¡a de un delito culposo de falso testimonio, forma de co-
misión que sería imposible bajo los postulados de la teoría sub-
jetiva, en donde el ánimo de engaño es consustancial al delito. La
teoría objetiva fundamenta el delito en la concordancia de la de-
claración con la verdad, de tal forma que si la declaración es con-
cordante con la verdad no se da el falso testimonio aunque el autor
tuviese una idea totalmente opuesta a lo declarado, argumentando
WELZEL to, que si lo que se defiende es la pureza de la prueba, en
el caso de declarar la verdad en contra de la idea no se produce
ninguna lesión. Siendo posible bajo el concepto de esta teoría
la comisión culposa del delito, siempre que se declare falsamen-
te deseando y creyendo declarar la verdad.
La doctrina española no se ha ocupado en especial de este
tema, si bien RODRÍGUEZ DEVESA 35 acepta implícitamente la teo-
ría objetiva cuando al señalar los límites entre el perjuirio y el
falso testimonio afirma que es perjurio, y, sin embargo, no co-
mete falso testimonio quien dice la verdad bajo juramento contra
su leal saber y entender. TORIO 3ó, acepta asimismo la teoría ob-
jetiva, al afirmar que el sujeto que manifiesta la verdad, violando
el deber de veracidad que le grava, exterioriza la resolución de
cometer un delito, que debe ser consecuentemente tratado confor-
me a las normas de tentativa imposible en nuestro derecho. JIMÉ-
NEZ ASENJO, no menciona siquiera las dos teorías 37 pero puede
deducirse su aceptación de la teoría objetiva al señalar como re-
quisito para que se dé el falso testimonio la necesidad de un
perjuicio real o posible para alguien.
33 MAGGIORE: Derecho Penal. Parte esp., vol. lll, pá9.347. Bogotá' 1972.
s4 WELZEL: Das Deutsche Straf recht, pá9.449. Berlín, 1960.
35 RODBÍGUEZ DEVESA: Derecho Penal de Antón Oneca-.., cit., parte esp.,
pá9.168.
3ó TORIO: Introducción, cit., pá9. 58.
37 JIMENEZ ASENJO: Tratamíento Penal del Periurio, cit', pág. 114.
243
I
¡
t ¿
Y
204
claración pasase el tanto de culpa a los Tribunales penales, y en
este sentido es clara la sentencia de Ia Sala 2." del Tribunal Supre-
mo de 20 de mayq de 1970: "No habiendo rnandado el Tribunal
civil deducir el tanto de culpa para proceder en la vía penal, no
procede la aplicación del artículo 320 del Código penal, según exi-
ge la doctrina jurisprudencial, sin que baste la autorización para la
presentación de la querella".
creemos que el augurio de inaplicabilidad del número tercero
del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civil, que hacia la
sentencia de lo criminal de 10 de julio de lgzs, se ha cumplido
con toda exactitud, ya que en nuestra búsqueda de jurisprudencia
sobre revisión sólo hemos encontrado dos demandas de revisión
basadas en el motivo citado, la de 12 de noviembre de 1g71 y la
de 28 de abril de 1975, ambas se fundamentan en una sentencia
penal firme, dictada por la Audíencia Provincial, cuando ya la re-
forma legislativa de B de abril de 1967, al cambiar las normas de
competencia objetiva en lo penal , había imposibilitado el acceso
a la casación a los delitos, que como el falso testimonio en causa
civil, están penados con arresto mayor, lo que nos hace pensar
que sin la citada reforma es posible que et número tercero del
artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civil, seguiría hoy sin
haberse podido utilizar ni siquiera una sola vez. En una primera
instancia parece aceptable la postura de que si el falso testimo-
nio se da en causa civil, será el Tribunal civil el que mejor pueda
apreciar la eficacia y el valor de probatorio de esas declaraciones
contrastándolas con las demás pruebas practicadas en el juicio
y por lo tanto el que primero debe de instar ta persecución que
lo que hayan declarado mendazmente, pero creemos que no es
demasiado erróneo pensar, que exigiéndose rigurosamente el tan-
to de culpa de los Tribunales Civiles para Ia persecución del deli-
to de falso testimonio, se perseguirán todos los falsos testimo-
nios que no han logrado su objetivo, es decir, aquélros en los
que el juez civil no ha creído y en los que ha visto que revisten
los caracteres de falsedad suficientes para sacer el tanto de cul-
pa, mientras que quedarían impunes aquélios en los que el falso
testigo, al tener una habilidad mayor para mentir y saber dar una
mayor credibilidad a sus falsas declaraciones ha conseguido el
fin perseguido, y tal vez su declaración ha obtenido el pren'rio de
pasar a los resultados de la resolución que puso término a la
205
14
i
causa, ya que el Juez civil al creer auténtica la falsa declaración
no sacará el tanto de culpa.
3. HIPÓTESIS JURISPRUDENCIALES
3e R. A. n.' 1890.
206
cia Provincial la revoca y desestima la dernanda por considerar que
no está suficientemente probado el alojamiento de huéspedes.
CONSIDERANDO: Que un somero examen del poder otorgado
por los recurrentes a favor del procurador que les representan en
estas actuaciones, basta para acreditar que este señor fue expre'
samente autor¡zado, por sus poderdantes para interponer en nom-
bre de ellos arccurso extraordinario de casación y revisión", y
como dentro de los indicados en último lugar, se encuentra el
ahora autorizado, es indudable que dicho, poder reúne los requisi-
tos establecidos por el número primero del artículo 17lB de la
Ley de Enjuiciamiento Civil y es suficiente a los efectos preten'
didos, debiendo rechazarse en su consecuencia, la petición que en
sentido contrario, formuló la parte recurrida en el acto de la vista.
CONSIDERANDO: Que, al haberse fundado esencialmente la
decisión adoptada en la resolución recurrida, en la declaración del
testigo don B. C. A., que hizo surgir dudas a la Sala, acerca de los
hechos constitutivos de la acción ejercitada por los ahora recu-
rrentes y que convirtió en ineficaz la certificación de la Jefatura
de Policía, aportada a los autos, lo que provocó la absolución de
la demanda, y al haber sido dicho señor condenado por sentencia
de 22 de octubre de 1973, dictada por la Audiencia Provincial, por
delito de falso testimonio, dado en las manifestaciones vertidas
en aquel juicio, trpor? hacer inviable la acción ejercitada por los
actores,, y para producir aqueltas dudas "por la contradictoria ver-
sión suministrada por el inculpado, testigo considerado como fun-
damentalo, SGgún términos literales de la sentencia penal es evi-
dente que concurren los requisitos necesarios para la aplicación
de la causa tercera del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, sin que a ello se oponga la circunstancia de que se bene-
ficiase o no el inculpado, del indulto de 23 de septiembre de 1971,
por tratarse de materia totalmente extraña a esta jurisdicción y sin
que obste tampoco el que el condenado fuera un solo testigo, y
no varios conjuntamente, porque, si bien eS c¡erto que el mencio-
nado precepto, Sus antecedentes legales, integrados en las leyes
13 del Título XXll y 1." del Título XXVI, de la Partida 3." y la senten-
cia de esta Sala de '12 de noviernbre de 1971, se refiere siempre
a los testigos en plural, no lo es menos, que el espíritu que mo-
vió al legislador a establecer esta causa de revisión consistió en
el deseo de evitar que cualqu!er prueba decisiva para resolver un
207
l¡t¡gio, pudiera deberse a maniobras de carácter delictivo, situa-
ción en que puede encontrarse la declaración de un solo testigo,
toda vez que al haberse abolido por el artículo 569 de la Ley de
Trámites el antiguo aforismo: fefis unus, fefis nullus existe la po-
sibilidad de que un fallo judicial se apoye exclusivamente en ún¡co
testigo y porque, de admitirse la opinión contraria, el número ter'
cero del artículo 1796, resultaría de todo punto inaplicable en el
supuesto de que se estimase en el juicio criminal alguna causa
de exención de la responsabilidad de alguno de los deponentes en
el proceso civil, conclusión que por absurda debe rechazarse, dan-
do lugar a que el presente recurso deba prosperar. (Ha lugar.)
208
1I
209
)
trañar que la jurisprudencia, por esta causa de revisión, sea mí-
nima, ya que de las dos sentencias encontradas una carece de
doctrina sobre la admisibilidad de esta causa, al haber sido re-
chazada la demanda por haberse interpuesto fuera del plazo que
señala el artículo 1798 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Para que se den los presupuestos necesarios e indispensables
que señala en el ¡rúmero tercero del artículo 1796 de la Ley de En-
juiciamiento Civil como causa de revisión, ha de haber concluido
un litigio con sentencia firme. En dicho l¡t¡g¡o es necesario que
se haya practicado prueba testifical, ha de haber prestado decla-
ración una persona tercera a la relación jurídico-procesal, sobre
afirmaciones alegadas por las partes, de interés o relevancia para
la resolución de la causa, dudosas y controvertidas, conocidas por
el declarante con anterioridad al proceso, en momento en que di-
chas afirmaciones no tenían relevancia procesal, percividas por
sus sentidos, de las que ha tenido conocimiento no en calidad de
técnico, y con finalidad de producir en el juzgador el convenci-
miento de la exactitud de las afirmaciones sobre las que presta
declaración.
Es preciso, que por esas declaraciones, sea condenado por el
delito de falso testimonio, que haya un reconocimiento de un
órgano de la jurisdicción penal, por medio de sentencia firme,
en la que se declare, que en esas declaraciones se afirmó lo fal-
so o se negó la verdad, y que maliciosamente el testigo intentó
que el convencimiento del juez fuera erróneo.
siendo necesario, por último, que la sentencia cuya revisión
se intente haya sido dictada en virtud de esas declaraciones y no
por cualquier otra prueba sino que la testifical, declarada falsa,
haya sido la que a llevado al órgano jurisdiccional a decretar cier-
tas las afirmaciones sobre las que versó la falsa declaración, ya
que si el órgano jurisdiccional ha llegado a esa certeza con otros
medios, o con la falsa declaración y otros medios conjuntamente
no se estará en el supuesto contemplado por la norma estudiada.
Ha de ser de tal forma que sin esa declaración la relación de
hechos probados de la sentencia impugnada, hubiera sido, sin lu-
gar a dudas de contenido diferente.
Por último digamos que aunque la Ley utiliza en el texto de este
motivo el término testigos en plural, el Tribunal supremo en la
sentencia de 28 de abril de 1g75, ha declarado, certeramente que
2t0
no ob.sta a la prosperabilidad del recurso que el condenado haya
sido un sólo testigo, porque si bien es cierto que el número ter-
cero del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil se refie-
re a los testigos en plural, no, lo es menos, que el espíritu que
movió al legislador a establecer esta causa de revisión consistió
en el deseo de evitar que cualquier prueba decisiva para resol-
ver un litigio, pudiera deberse a maniobras de carácter delictivo,
situación en la que puede encontrarse la declaración de un solo tes-
tigo, toda vez que al haberse abolido por el artículo 659 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil el antiguo aforismo fesfís unLts, testis nu-
//us, existe la posibilidad de que un fallo judicial se apoye exclu-
sivamente en único testigo y porque, de admitirse la opinión con-
traria, el número tercero del artículo 1796, resultaría de todo pun-
to inaplicable en el supuesto de que se estimase en el juicio cri-
minal alguna causa de exención de la responsabilidad, respecto
de alguno de los deponentes en el proceso civil,conclusión que por
absurda debe rechazarse.
211
CAPITULO VII
BEVISIÓN POR FRAUDE PROCESAL
1, EN GENERAL
213
diar separadamente los tres motivos que contempla el últim9 du
los páriafos del artículo 1796 de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil.
2 D. 4-3-2-1.
3 N. E. J., tomo X, pág. 149
2t4
c¡taremos, s¡n ningún ánimo exhaustivo, los artículos 673, 1111,
1413-3.", 1419-2.", recogiendo el actual título preliminar del Código
civil en su artículo 6-4.", lo que podríamos considerar como un con-
cepto tipo del fraude a la ley al decirnos que: olos actos realiza-
dos al amparo del texto de una norma que persigan un resultado
prohibido por el ordenamiento jurídico o contrario a é1, se consi-
derarán ejecutados en fraude a la ley y no impedirán la debida
aplicación de la norma que se hubiera tratado de eludir; nuestro
Tribunal Supremo también se ha preocupado de este problema y
en la sentencia de revisión de 10-11-1959 nos da una definición de
fraude en sentido jurídico, que recogemos por considerarla de las
más sintéticas y claras de las dadas, afirmando que es: "burlar,
eludir o dejar sin efecto la disposición de la ley".
Pasemos ahora a estudiar algunas de las definiciones que nos
ha proporcionado Ia doctrina en torno al concepto y los requisitos
del fraude.
DE CASTRO a: "Fraude a la ley es uno o varios actos que ori-
ginan un resultado contrario a una norma jurídica y al o a los que
se ha amparado en otra norma dictada con distinta finalidad".
CASTAN 5: "Actos en fraude a la ley son aquéllos que, sin ata-
carla directamente, sirven de modo solapado para burlarla".
ó:
LIGEROPULO "El fraude a la ley consiste en actos reales,
queridos y realizados efectivamente, pero combinados de tal ma-
nera que, aun siendo lícitos en sí, permiten burlar la ley y hacerle
producir efectos contrarios a su espíritu y a su fin".
DE LA PLAZAT: Después de afirmar que para él dolo y fraude
es lo mismo, nos dice: que dolo es un medio rnalicioso e inten-
cionado de defraudar el conocimiento, de disfrazar la verdad".
De todas las anteriores definiciones, vemos que lo que ca-
racteriza a un acto fraudulento es el ánimo de burlar una disposi-
ción legal, lo que no se hace abiertamente para no incidir en la
2ts
/
sanción, la que Ia propia ley señala, la nulidad la mayoría de las
veces, por lo que para escapar de la esfera sancionadora de la
norma burlada, se ampara el acto realizado en otra norma, dicta-
da con distinto fin. El necesario carácter de generalidad que toda
norma ha de tener, hace imposible que el legislador pueda prever
todas las situaciones y, por Io tanto, imposible de evitar los actos
fraudulentos;' además, la realidad nos enseña que, en el mismo
momento de dictarse una ley, la mente humana ya está ideando
conductas que, acatando las palabras de la misma van en contra
de la voluntad del legislador. Pero no es suficiente para calificar
un acto de fraudulento que amparándose en una ley burle, aparen-
temente, la voluntad de otra, sino que, como señala DE CASTRO 8,
se tienen que dar estos dos requisitos: l.o que admitir la validez
del acto suponga la violación efectiva de una ley, y 2.o que la
ley en que se ampare el acto no lo proteja suficientemente e. O di-
cho de otra forma, y asimismo con palabras del mismo autorlo,
para la calificación jurídica del fraude se requiere que la ley evi-
tada haya de entenderse de modo que deba aplicarse a dicho ne-
gocio y que, por otra parte, Ias demás normas en consideración no
sean suficientes, por ellas mismas, para otorgarle validez.
3. EL FRAUDE PROCESAL
2t6
en cuanto que la actividad directa de actuar el derecho, cierta-
mente siempre desarrolla el interés de la sociedad r'. Por ser el pro-
ceso civil una lucha de intereses entre las pretensiones de las
partes, lucha en la que, al menos en parte, una de las pretensio-
nes alegadas ha de ser rechazada, es lógico pensar que muchos
de los contendientes no vacilaran en usar de todas las artimañas,
incluso ilícitas, para obtener el éxito final. Pero, como señala DE-
VIS ECHANDIAT2, el proceso no es un campo de batalla en el cual
todos los medios sean lícitos para obtener la victoria, sin importar
que el resultado y los procedimientos estén o no de acuerdo con
el derecho, la moral y la justicia. De todo lo señalado se deduce
la vital necesidad de señalar la obligación que recae sobre las par-
tes, sus representantes y defensores, el titular del órgano juris-
diccional y de todos los intervinientes en el proceso de actuar
con lealtad y probidad, y la ineludible obligación, por otro lado,
de sancionar toda conducta que no se rija por las mencionadas
normas.
Sin embargo, nuestro ordenamiento jurídico procesal es el que
se encuentra, dentro del ordenamiento jurídico patrio, más des-
guarnecido frente a la conducta fraudulenta, ya que no contiene
ninguna norma que, corno el artículo 88 del C.P.C. italiano, señale
la obligatoriedad de una conducta Ieal y honrada, ni ninguno de sus
preceptos castiga con la nulidad los actos procesales simulados
o tendentes a obtener un fin prohibido por la Ley, como lo hace
el artículo 665 del C.P.C. portugués.
Esta grave omisión de nuestro ordenamiento positivo no signi-
f ica, en absoluto, que la doctrina no se haya dado cuenta de Ia tras-
cendencia de este problema, del que se viene ocupando desde
poco después de la publicación de la vigente Ley de Enjuiciamien-
to Civil r3, reconociéndose con total unanimidad la necesidad de
que las partes mantengan una conducta leal a Io largo de toda la
tramitación de la litís, sin que la exigencia de dicho comporta-
2t7
m¡ento límite la libertad de acción consagrada en el principio dis-
positivo; en este sentido PRIETO CASTRO'0, la libertad de conduc-
ta que el principio dispositivo reserva a las partes no puede ir tan
Iejos que permita la licencia, el ataque a la buena fe y a la ética
procesal y el empleo deliberado del dolo y el fraude, pues, aunque
el proceso sea una lucha, persigue el derecho y ha de ser leal y
guiada por la verdad, tanto en lo. que afecta al fondo o al dere-
clro pretendido como a la forma de llevarlo.
Pasemos ahora a estudiar el concepto que la doctrina nos da
de la figura del fraude procesal.
Lo primero que observamos es que, al igual que en otras mu-
chas figuras procesales, el fraude procesal se ha empezado a es-
tudiar, y aun se estudia, basándose en la ya desarrollada doctrina
del fraude a la ley en el derecho material, habiendo autorestu que
se muestran decididamente partidarios de aplicar al fraude en el
proceso los principios del fraude a la ley en el derecho sustancial.
otro de los temas que ha llamado nuestra atención es el ob-
servar que la terminología usada en torno a la figura que ocupa
nuestra atención no es unitaria y que, en la mayoría de los casos,
se usan distintas palabras para ei mismo concepto, o, como se-
ñala GlAcoBBE, la doctrina que más o menos recientemente se
ocupa del problema, adopta indiferentemente la expresión proce-
so fraudulento o en fraude a la ley, y fraude a la tey en el proce-
so: signif¡cando, evidentemente, la intención que el comportamien-
to fraudulento de la parte determina la alteración de todo el me-
canismo procesal, invalidando el acto final tó.
Paremos nuestra atención en intentar ver si los términos de
fraude y dolo son conceptos equivalentes, o si por el contrario
cada uno de ellos tiene un significado distinto y, por lo tanto, han
de ser utilizados para supuestos diferentes.
veremos, asimismo, la frontera que creemos debe existir en-
tre las figuras del abuso del derecho y del fraude.
218
-1
I
219
Y
220
ramas del saber jurídico, vemos que en una primera instancia el
estado de la doctrina, en esos campos, nos sirve para sentar las
bases de partida del estudio de dicha figura desde el punto de
vista procesal, pero sin que sea posible Ia total asimilación o po-
damos conformarnos con el empleo del método analógico, ya que
esto nos llevaría, ineludiblemente, a dar como buenas unas con-
secuencias de imposible acoplamiento en el campo del proceso,
lo cual es debido al interés supraindividual que existe en todo pro-
ceso. De las cuatro acepciones que según GARGíA VALDECA-
SAS 27 puede tener en derecho Ia palabra fraude, 1." como dolo,
malicia; 2." engaño; 3.' detracción o perjuicio ilícito causado a un
tercero;4." fraude a la ley; traspasadas al terreno procesal, cree-
mos que los dos últimos significados entran en el sentido que e!
legislador le dio a la palabra fraudulenta, cuando la utilizó como
calificativo de las maquinaciones en el texto del último de los
motivos que contempla el artículo 1T96.
En cuanto al empleo de distintos términos para un solo con-
cepto 28, creemos que es la consecuencia lógica de estudiar esta
figura desde puntos de vista similares pero no idénticos. Siendo
nuestro intento el llegar a una definición de lo que es la rnaquina-
ción fraudulenta, como causa de revisión, del concepto jurispru-
dencial, partimos de la idea de la jurisdicción como deiermina-
ción irrevocable del derecho en lo concreto 2e, viendo la sentencia
como el acto procesal en que se determina irrevocablemente el
derecho, concretizándolo, por lo que consideramos como fraudu-
lenta la conducta que, con violación o uso torticero de las normas
procesales, tenga la finalidad de conseguir que la sentencia, como
último acto del proceso, tenga un contenido injusto, en desacuerdo
con la realidad fáctica y distinto del que tendría sin esa actividad, de-
fraudando así toda la actividad desarrollada en el proceso, y te-
niendo, como necesaria consecuencia, que invalidar todo el pro-
ceso.
221
1A
Creemos, pues, que se debe utilizar el término fraude proce-
sal para todo proceso en que, como consecuencia de obra de una
part'e, de una parte y el juez, de las dos partes, o de las dos par-
ius y el juez, y mediante la violación o uso tort¡cero de las normas
procesallt, iógtu que se dicte sentenc¡a injusta que sea resul'
tado directo de esa act¡vidad.
Pasemos ahora a examinar si los términos de dolo y fraude
corresponden a un concepto unitario o s¡, por el contrariO, CO-
rresponden a figuras de distinto significado.
Lá mayor parte de la doctrina cons¡dera que son conceptos
equivalentes. Para DE LA PLAZA, por ejemplo, es indudable la equi'
valenc¡a de ambos 30, y afirma que Se trata de una opinión domi-
nante. DEVIS ECHANDIA nos dice que el fraude es una forma
de dolo 3i. GARCÍA VALDECASAS, intenta diferenciar ambas figu-
ras y califica a la doctrina que las equipara de demasiado genéri-
ca, Áe sitúa en el ámbito del derecho de quiebra y sienta el. prin-
cipio de que ta figura del dolo ha de ser más estrecha que la del
fraude negoc¡al, pero no profundiza en su estudio y pasa a estu-
diar la falsedad y la ¡njust¡c¡a manifiesta, con lo que llega a la
ecléctica solución de que ..no se ve gran inconveniente en hablar
con carácter genérico de fraude, pero no se ve ninguna ventaja.
el concepto dé dolo se basta y sobra, y en definitiva es e¡ que
la ley €ffiplea 32".
lblS ESTEVEZ 33 sitúa la frontera entre el dolo y el fraude en
el proceso, en que el dolo sólo afecta a la ilicitud de los actos pro'
ceéales cons¡derados aisladamente, mientras que el fraude proce-
sal, at cometerse en la premisa histórica, afecta a todo el proceso.
En la doctrina italiana Se usan, con carácter general, indistin-
s.
tamente dolo y fraude, igualmente que en el C.P.C. italiano
222
-r
s5 CAHNELUTTI: Utiliza el término dolo en Lezioni IV, n." 325, pá9. 238,
en el mismo sentido que fraude, que es utilizado en Contra il processo fraudo-
lento. R¡. D. Pro. Ci., 1926, tomo ll, pá9. 15.
36 CARNELUTTI: Sisfema del diritto Processuale Civile, tomo ll, págs. 380
y siguientes. Padova, 1938.
37 GABCIA VALDECASAS: Aspectos..., cit., págs. 115 y siguientes.
38 FERRER MARIN: Abuso del derecho en el proceso. R.D.Pro. lb., 1969-1,
páginas 111-162, en especial 148 y siguientes.
223
I
GELSI BIDART 3e se muestra part¡dar¡o de dar al término de
abuso en el proceso un sentido máS específ¡co: "Cuándo Se usa
abusivamente, causando un daño innecesar¡o a la otra parte", si
bien reconoce que en todas las situaciones estudiadas por FERRER
MARíN existe un abuso del derecho en el proceso en forma ge'
nérica.
DE STEFANO, realiza la distinción entre proceso fraudulento
y proceso abusivo, situando la caracteríSt¡ca del proceso abusi-
vo 40 en la posibilidad de produc¡r inmediatamente algún efecto ex-
terno de orden jurídico, poniendo el ejemplo de demandar una ad-
m¡n¡stración locat a un vecino, para hacerle inelegible para el car-
go de concejal.
Dejando aparte el estudio de DE STEFANO, ya que parte de ba-
ses y caracteres distintos para su estudio del abuso, cons¡dera-
mos más acertada la posición de GELSI BIDART, pues FERRER MA-
RiN da una extensión desproporcionada al abuso y, s¡ bien pode-
mos admitir que la mayoría de los casos de fraude son as¡mismo
abusos, no todos tos abusos alcanzan la categoría de fraudes, por
lo que consideramos el abuso como una figura de límites más
amplios que ta del fraude. En este sentido consideramos abuso
y no fraude a la conducta procesal, calificada como fraude por el
Tribunal Supremo en sentencia de recurso por qUebrantam¡ento
de forma de 21 -2-1974, en el que se alegó la causa 6." del artícu-
lo 1693 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y que el Tribunal Supre'
mo resolvió así:
"El recurrente desconoció el contrato de compraventa, al con-
testar la demanda, en cambio, sí lo tiene en cuenta al sólo efec-
to del lugar del cumplimiento de la obligación derivada del mismo,
y, por tanto, de utilizarlo como base para determinar la competen-
cia, circunstanc¡as que indudablemente revelan que la invocación
del n." 1." del artículo 62 y n." 2." del 58 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil para la prosperab¡lidad de la excepción de incompetenc¡a,
no tiene otra finalidad que la de dilatar, lo más posible, el pago
de la cantidad reclamada, to que se traduciría en ventaja ilegítima
224
---T-
225
I
I
una de tas formas que puede adoptar el fraude a la ley, por lo que
toda estafa será, necesariamente, fraude, pero no tOdo fraude ha
de ser estafa.
a) Fraude unilateral
226
contrad¡ctorio ha de ser et resultado del fraude procesal, sino toda
conducta que determine la emisión de una sentencia injusta, bien
por error det juez o bien por defensa defectuosa de la otra parte,
'urrot,
y defenéa que han sido fruto directo y necesario del fraude
a6 afirma cuando el comporta-
proceáat. En este sentido ATTARDI
m¡ento de una parte ha podido concretamente influir sobre la de-
cisión de una causa de modo que, sin eso, la misma decisión ha-
bría podido ser distinta.
ChnCin VALDECASAS 47, por su parte, nos dice que si la ac-
ción de una de tas partes perturba las condiciones regladas de la
lid en perjuicio de ias garantías procesa!es de otro contendiente,
estaremos en presenciá de un fraude procesal. DE STEFANO si-
túa la característica det doto revocatorio en la existencia de una
relación de causalidad subjetiva y objetivamente eficaz, capaz48'
de
hacer creer que ta sentencia sea injusta por efecto de él MAR-
CHETTI ae opina que hay que entender por dolo, no ya restrictiva-
mente el engaño perpietado en mala fe, sino, genéricamente, el
acto ilícito procesal realizado intencionadamente'
Creemos, pues, que toda conducta ilícita que determine el con-
tenido de una sentencia en sentido distinto al que hubiera tenido
sin haberse reatizado aquélla, ha de ser calificada de fraude pro'
cesal, siendo las características de esta conducta, para Su cali-
ficación de fraudulenta, la producción de un resultado lesivo para
il,
la otra parte uo, y la voluntariedad de ese daño producido si-bien
52 cuando afirma
estamos de acuerdo con GARCíA VALDECASAS
que, probados los hechos causantes del resultado fraudulento que
ha beneficiado injustamente a un litigante, hay que presumir. que
esos hechos han sido maquinados. Fraude procesal unilateral es,
227
É-* I
por lo tanto, la conducta de una parte que, impidiendo o dificul-
tando la defensa de la otra, con violación de las normas procesa-
les, lleva el error al ánimo del juzgador y obtiene una sentencia in-
justa, que sin ella habría tenido otra resolución distinta. Lo ca-
racterístico del fraude es que rompe, lo que CARNELUTTI s3 llama,
el vínculo impuesto a la iniciativa del litigante por la subordina-
ción de su interés al interés público, concerniente a la justa com-
posición de la /itis.
b) Fraude colusivo
228
NELUTTI 55: "la decisión persuade, pero deja la boca amarga". Ll-
PARI uó cree que sólo formalmente se puede hablar de vencedor y
de vencido sino en esencia, dada la existencia del acuerdo, entre
ambas partes alcanzan su fin, que es el de obtener una sentencia
de determinado contenido; y considera que al menos por analogía
es extensible la figura del dolo unilateral del artículo 494 C.p.c.
[1865] al dolo colusivo 5i. GUARNERI CITATI 58 nos dice: ..en nues-
tra opinión, tanto el espíritu como la letra del artículo 494 [C.p.c.
de 1865) excluye claramente la hipótesis del dolo bilateral. Ahora,
en la hipótesis de la colusión, la sentencia no es ciertamente efec,
to del dolo de una parte, sino el efecto del dolo de entrambos.
Con posterioridad, CARNELUTTI considera nula la sentencia obte-
nida mediante fraude bilateral, por aplicación del artículo 1345 c.c.,
afirmando que es necesario que el fraude sea bilateral, según el
artículo 1345 del Código civil, para determinar la nulidad de la
decisión. El fraude unilateral no contamina la sentencia por la
misma razón que Ia hace inocua respecto al contrato, opinando, en
cuanto a la necesidad del conocimiento o intervención en el frau-
de del juez, que ni su ignorancia del fraude excluye la nulidad de
la sentencia, ni su conocimiento del fraude la agrava-
Vemos, pues, que el fraude procesal bilateral está caracteri-
zado por ser realizado de común acuerdo por las dos partes que
intervienen en el proceso, con el fin de obtener una sentencia cuyo
contenido no podría ser alcanzado por las partes, ni extraproce-
salmente ni en un proceso con una justa composición de la lítis,
logrando por medio de esta maniobra burlar los intereses de un
tercero o un principio de orden público interno.
229
en su número cuarto, si la sentencia firme se hubiera ganado in'
justamente en virtud de cohecho, violencia u otra maquinación frau-
dulenta.
Lo primero que notamos al leer el texto que antecede, es que
el legislador, al contrario de lo realizado en los tres números an-
teriores, utiliza una fórmula amplia, relativamente, en vez de mar-
car con un criterio riguroso la figura y sus circunstancias, tenien-
do como resultado de esta redacción el que aparezcan en un mis-
mo mot¡vo tres causas distintas de revisión: violenc¡a, cohecho y
maquinación fraudulenta.
Siguiendo el criterio del legislador, estudiaremos por separa'
do estos tres submot¡vos de revisión:
a) Gohecho
Según RODRÍGUEZ DEVESA e: "La acción en el delito de cohe-
cho consiste en solicitar o recibir, por sí o por persona intermedia,
dádiva o presente, o bien, aceptar ofrecimiento o promesa por rea'
lizar el acto".
PU¡G PEñAór: oOpina que se comete delito de cohecho cuando
un funcionario público recibe por sí o por persona interpuesta,
dádivas o promesas por realizar un hecho, sea o no delictivo, rela-
cionado con el ejercicio de su cargo)'.
CARRARA ó2, define
esta figura delictiva diciendo que: "Es la
venta que un magistrado le hace, de un acto perteneciente a sus
funciones y que por regla general debería ser gratuito, a una per-
sona privada.
RAINIERI ó3:
"Opina que es la conducta del que, voluntariamen-
te, da o promete a un funcionario público, y que éste recibe o
acepta la promesa, dinero u otra utilidad, por sí o por otro, para
omitir o retardar un acto de su oficio o servicio, o de hacer un
ó0 RODRIGUEZ DEVESA: Derecho Penal Español, vol. ll, pá9. 1015. Madrid,
1973.
ór PUIG PEÑA: Derecho Penal, tomo lll, pág. 451. Madrid, 1969.
62 CARRARA: Programa de Derecho Criminal. Parte especial, vol. V, pá-
gina 94. Bogotá, 1961.
ós RAINIERI: Manuale di Diritto Penale, pá5. 212. Padova, 1962.
230
--t
23t
I
i
ción de pruebas, falsificación del contenido de un interrogatorio
realizado en ausencia del juez, etc., si bien y con carácter casi ge-
nerat, todas estas actividades entrarían también en otro de los
motivos de revisión.
Se puede pensar si se ha de dar o no la revisión cuando la
sentencia ha sido dictada por un Tribunal y sólo uno de sus miem-
bros ha cometido cohecho. PRIETO CASTRO 70 afirma que: *Si se
trata de Tribunal colegiado, el cohecho de uno de sus componen-
tes bastarÍa para que se produjese la revisión". MANRESATT dice:
"Que si el Tribunal Supremo entiende que el voto de ese magis-
trado no ha sido decisivo ni ha influido en el fallo del pleito, po-
drá declarar improcedente la revisión solicitada". Parece más acer-
tada la opinión de PRIETO CASTRO, ya que si la sentencia apare-
ce como obra unitaria de un órgano de la jurisdicción y no como
obra de alguno de los miembros de ese órgano, es lógico que se
revise en el momento que uno sólo de los miembros de ese Tribu-
nal aparezca como reo del delito de cohecho, y sólo en el caso de
que ese magistrado hubiera votado en contra de la resolución re-
caída, podría adoptarse la postura de MANRESA.
Veamos si el adverbio injustamente se refiere a la forma de
ganar la sentencia solamente o si quiere significar que la senten-
cia ha de ser injusta. PRIETO CASTRO 72, opina que: "El cohecho no
interesa a la justicia o injusticia intrínseca de la sentencia, pues
tal problema no es examinado en el ámbito de este remedio, sino
sólo si se ha ganado injustamente en beneficio o con arreglo a
los intereses del sobornado". Opinión con la que estamos totalmen-
te de acuerdo, ya que pensar otra cosa significaría creer que el
Tribunal Supremo ha de entrar en el fondo del asunto, misión que
desde luego no le está encomendada en el proceso revisorio. Nor-
malmente, el cohecho vendrá acompañado de otro delito, el de
prevaricación, ya que es difícil pensar que nadie quiera cometer
un cohecho con el fin de conseguir una sentencia justa, pero el
que se dé esta segunda figura delictiva o no, es indiferente para la
revisión por cohecho. Si hacemos mención a esta posibilidad es
70 PRIETO CASTRO: Derecho Pracesal Civil, vol. l, pá9. 736. Madrid, 1972
71 MANRESA: Cita anterior.
72 PRIETO CASTRO: Ver cita anter¡or.
232
para dec¡r unas palabras sobre la opinión de SÁEZ JIMÉNEZ-LÓPEZ
.1
b) Violencia
233
*
I
l
Civil, pudiendo reputarse los actos dictados a causa de esa vio-
lencia de inexistentes 77.
Tal vez debido al mandato del artículo 442 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil, la violencia como motivo de recisión sólo ha
sido alegada una vez, en la interpretación de un documento, confor-
me a los siguientes hechos: La sentencia impugnada es la dictada
en apelación que confirma la de primera instancia, la cual falla:
"debo declarar y declaro que la finca del demandante goza de ser-
vidumbre, de luces y vistas, constituida por tres huecos existentes
en la pared sur del predio ciominante, sobre la finca propia de los
demandados, a quienes condeno a estar y pasar por esta declara-
ción, así como a que dejen libres de obstáculos los huecos por
los que la servidumbre se practica". La demanda de revisión ale-
ga, en su único motivo: que el fallo cuya revisión se pretende se
ganó por violencia, respecto del título de dominio del recurrente,
que la sentencia recurrida aceptó plenamente la tesis del recurri-
do, citando de modo expreso el artículo 541 del Código civil y la
jurisprudencia; que sin embargo el tema tiene otro aspecto, y es
que la pared divisoria de los predios de los litigantes, es de carác-
ter medianero, según inscripción del Registro de la Propiedad, y
que si la pared tiene carácter medianero no podrá hacerse aplica-
ción de la doctrina que recoge el artículo 54,l del Código civil, pues
la servidumbre de medianería está sometida a régimen distinto,
artículos 571 a 579 del Código civil.
El Tribunal Supremo en sentencia del 4 de julio de 1972, y en
su segundo considerando, en el que entra en el fondo de la revi-
sión, sienta esta doctrina:
"CONSIDERANDO: Que, la causa que se alega en el presente
recurso es la señalada con el n.o 4." del artículo 1796, que, la es-
tablece para el caso en que, la sentencia firme, se hubiere ganado
injustamente, en virtud de cohecho, VIOLENCIA, u otra maquina-
ción fraudulenta, habiendo la jurisprudencia, dicho en relación con
esta causa, que, tales hechos determinantes de la revisión, han de
deducirse de circunstancias ajenas al pleito y ocurridas fuera del
mismo, no de los alegados y discutidos en él; de otra parte la doc-
234
trina, al llegar a este punto, señala la correspondencia entre este
artículo y el 442 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que, prescribe
que serán nulos todos los actos judiciales, practicados bajo la in'
timidación o la fuerza, debiendo los Jueces y Salas, que, hubiesen
cedido a la intimidación o la fuerza, tan luego como se vean libres
de ella, declarar nulo todo lo practicado y promover, al mismo
tiempo, la formación de causa contra los culpables, de lo que se
deduce que, en la mayoría de los casos, será el propio juzgador
quien haga lo posible, para que no se llegue al recurso de revi-
sión, pero si el sentenciador lo calla, tendrá la parte que sufra
las consecuenc¡as, que acudir al trámite del juicio extraordinario
y antes de comenzarla o después, promover la formación de causa,
contra el culpable, haciendo aplicación de lo dispuesto en el ar'
tículo 1804 de la Ley procesal, suspendiéndose el procedimiento,
hasta que la acción penal se resuelva, por sentencia firme". (No ha
lugar.)
Vemos que el Tribunal Supremo sólo ve la posibilidad de apli-
car la violencia, como motivo de revisión, si el sujeto pasivo de la
misma ha sido el Juez o Tribunal quien dictó el fallo injusto, crite-
rio que consideramos excesivamente restringido, ya que la violen-
cia de una parte en la persona de la otra, v. g., obligándola al alla-
namiento, tamb¡én ha de considerarse comprendida en el submo-
tivo tratado.
Del último inciso del considerando transcrito, se deduce que la
violencia da lugar necesariamente a la formación de causa crimi-
nal. Esta afirmación del Tribunal Supremo nos obliga a conside-
rar cuál es el concepto de violencia que se haya comprendido en
el texto del n." 4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil.
Creemos que violencia está utilizado en el artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, en igual sentido de fuerza irresis-
tible que lo utiliza el artícula 1267 del Código civil, y por los am-
plios términos en que está redactado el artículo 496 del Código
penal: "El que sin estar legítimamente autorizado impidiese a otro,
con violencia, hacer lo que la ley no prohíbe, o le compeliere a efec-
tuar lo que no quiera, sea justo o injusto, será castigado con las
penas de arresto mayor y multa de 10.000 a 100.000 P€setás", toda
violencia que pueda dar lugar a la revisión de una sentencia esta-
rá prevista y penada en dicho precepto, al menos, ya que dicha
2s5
I
r
I
c) Maquinaciones fraudulentas
Et tercero de los submotivos, contenidos en el n." 4.o del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, es cuando la sentencia
se haya ganado injustamente en virtud de maquinac¡ón fraudulenta.
El diccionario nos dice que maquinación es asechanza artificio'
sa y oculta, dirigida regularmente a mal fin; y fraudulento es en-
gañoso, Íalaz. Gramaticalmente, maquinación fraudulenta, por tan-
tO, nO eS Otra cosa que..asechanza artifiCiOsa y Oculta, realizada
con engaño, dirigida regularmente a un mal fin".
Como es lógico, el significado jurídico de maquinación fraudu-
lenta no puede alejarse dernasiado del gramatical, y así ocurre en
las definiciones que nos proporc¡ona la doctr¡na.
SAEZ JIMÉNEZ-L}PEZ FDEZ. DE GAMBOA 78, nos dan más una
descripción que una definición de la maquinación fraudulenta, que,
para ellos, viene a representar una cualificación de la conducta de
la parte, cuando en su actividad artificiosa y encubierta, acude a
engaños y falacias contrarios a la verdad que en el proceso se de'
bate, y dirigidos a obtener un fin ilícito e injusto; de donde vendrá
a inferirse que toda actuación de la parte, consc¡ente y voluntaria,
pretendiendo ocultar la verdad e impedir la efectividad de un de-
recho verdadero y.lícito, merece el calificativo de maquinación frau-
dulenta, tendente a obtener en la sentencia final un resultado in-
justo y, por consiguiente, antijurídico y no protegible por la tutela
judicial".
PRIETO CASTRO ?' define la maquinación fraudulenta como:
.todo artificio realizado personalmente o con auxilio extraño a la
236
i
_T
a) En general
El primero de los requisitos que hemos de señalar como nece-
sario, para que la maquinación fraudulenta pueda producir efectos
rescisorios, es que la rnisma se haya producido fuera del pleito.
PRIETO cASTRo 81 dice que: (se exige que estas maquínaciones
se deduzcan de hechos ajenos al proceso y ocurridos fuera del
mismo, no de los alegados y discutidos en é1, pues en otro caso
se produciría una reiteración del proceso por una vía lateral inad-
misible".
FENECH 82 afirma: ..que no es lícito traer a revisión las mismas
cuestiones ya definitivamente resueltas en casación".
La jurisprudencia se ha manifestado en el mismo sentido en
múltiples y reiteradas ocasiones, afirmando que la maquinación
fraudulenta ha de deducirse de hechos ajenos al pleito y ocurridos
fuera del mismo, no de los alegados y discutidos en ér 83.
2.37
t6
Otro de los requisitos señalados por la jurisprudencia es que
la maquinación haya sido determinante de Ia sentencia impugna-
da, de tal modo que sin la concurrencia de la maquinación el con-
tenido de la sentencia hubiera sido distinto. Según sentencia de
3 de mayo de 1956, "si la maqu¡nación influyó en que se dictase
la sentenc¡a recurrida".
¿JÓ
T
239
I
T -f-
84 Los hechos que dieron lugar a esta resolución son: Después de varias
negociaciones encaminadas a la venta de unas fincas, se llegó a un acuerdo
firme sobre la venta y se pactó el precio y el modo de pagarlo; comprador y
vendedor acuden a un notario para encargarle la redacción del documento pú-
blico pertinente, siendo el comprador el que lleva los planos de las fincas.
Antes de llegarse a la firma de la escritura, el comprador desiste de la
compra y así lo anuncia por carta al vendedor y al fedatario públieo. El ven-
dedor interpone demanda de mayor cuantía pidiendo se condene al comprador
a cumplir lo pactado y en su consecuencia a otorgar el correspondiente docu'
mento público .El comprador se opone a la demanda alegando que no existe
más que un proyecto de contrato y que, además, en el caso de que existiese
contrato, éste sería nulo, ya que el vendedor le engañó en cuanto a las rentas
que producían las fincas, por lo que existía dolo en el vendedor y error por
su parte.
La sentencia estima en todo la demanda y es confirmada en Apelación.
En fase de ejecución de sentenc¡a el comprador interpone demanda inci-
dental, en la que alega que juntamente con las fincas compró una parcela de
terreno. en la que había una escalera y un ascensor que da entrada a las fin-
cas, y pide se declare que esa parcela es suya. La sentencia desestima la de-
manda y es confirmada en Apelación.
El comprador interpone demanda de revisión contra la sentencia, de ma-
yor cuantía, fundando su revisión en la existencia de maquinaciones fraudulen-
tas consistentes en que por el vendedor se le había ocultado que la salida ló-
gica de las fincas estaba inutilizada por un garaje que se había construido en
el camino de salida natural de las fincas, por lo que al vender la parcela ob-
jeto del incidente, quedaban las fincas sin ninguna salida, y alega también que
habían pactado que sobre las hipotecas que gravan las fincas se haría una no-
vación, y en efecto se suspendieron los ejecutivos, pero una vez consumada la
venta los ejecutivos siguieron adelante, viéndose él en la necesidad de comprar
de nuevo las fincas en pública subasta.
85 FENECH: Doctrina fuocesal Civil del Tribunal Supremo, tomo V, pági'
na 10607.
240
r
:tl
b) Hipótesis jurisprudenciales
a') CITACION DEFECTUOSA
24t
\
L
i
y se anuncia la primera subasta en el B. O.; al leer este boletín
se entera el tutor de la menor de la existencia de los procedimien'
tos seguidos contra su pupila y denuncia al actor por falsificación
de documento público; afirma que la madre de su pupila murió
9 días antes de ser presentada Ia demanda de pobreza, en un hos-
pital a donde fue trasladada desde casa del actor, lugar en que
prestaba servicios domésticos, y que al actor le constaba dicho
fallecimiento ya que fue la propia esposa del actor la que co'
municó dicho fallecimiento a una tía de la menor, con quien ésta
vivía, y que fue la que sufragó los gastos del entierro; se instru-
ye surnario y el tutor interpone revisión contra la sentencia de
mayor cuantía, alegando maqu¡nación fraudulenta, consistente en
ocultar el fallecimiento y dar un domicilio falso en el que nunca
vivió la demandada, por lo que tuvo que ser citada por edictos y
así conseguida la rebeldía y ver declarada en sentencia firme una
deuda que nunca existió; se suspende la tramitación del recurso
hasta que sea firme el fallo penal, el cual es condenatorio y que-
da firme al Ser confirmada la sentencia de la Audiencia por ser de-
sestimados los recursos de casación por quebrantamiento de for-
ma y por infracción de ley; el recurrido se opone al recurso ale-
gando que han transcurrido más de cinco años desde que se dic-
tó la sentencia que se trata de revisar.
CONSIDEHANDO: que, según el caso 4.' del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, habrá lugar a la revisión de una
sentencia firme cuando se hubiese ganado injustamente en vir-
tud de maquinación fraudulenta, de modo que, obtenida la de autos
mediante lo que se relaciona en la sentencia condenatoria de T.B.C.,
es indudable la procedencia de la revisión pretendida; dictada el
23 de julio de 1923 la sentencia objeto de Ia revisión que se inten-
ta y publicada a tenor de lo preceptuado en el artíct-rlo 283 de la
Ley procesal, mediante su inserción en la "Gaceta de Madrid" y
en el B.O. de 13 de octubre de 1923, sólo el 13 de octubre de 1928
se cumplirían rnaterialmente los cinco años a que el artículo 1800
de la Ley citada hace referencia, así que, presentando el 11 de di.
cho mes y año el actual recurso de revisión, no cabe sostener que
el plazo dentro del que pudiera ejercitarse hubiera transcurrido,
mucho más si se tiene en cuenta lo prescrito en el artículo 1805
de la Ley rituaria de que el plazo antes indicado quedará interrum-
pido desde el momento de incoarse el procedimiento criminal has-
242
I
87 B. A. n.' 19
243
f
tro del término que las dísposiciones legales conceden a los de-
mandados en desahucio por falta de pago; y es de pertinente apli-
cación al caso el citado n." 4.o del artículo 1796 de la Ley de En-
juiciamiento Civil cuando se refiere a la sentencia ganada en vir-
tud de alguna maquinación fraudulenta porque demostrada ésta,
se ha de reconocer lo injusto que es obtener y ejecutar una sen-
tencia sin que el demandado haya sido citado ni oído en el juicio,
privándole así de todo medio legal de defensa. (Ha lugar.)
88 C. L. n.' 69.
244
L
como la notificación y copia de la sentencia, con Io que se impidió
gue la demandada se pudiera enterar de la existencia del pleito.
La propiedad se opuso al recurso alegando que estaba presen-
tado fuera de plazo, ya que el recurrente se enteró de la existen-
cia del proceso el día 11 de marzo e interpuso el recurso el día
10 de junio, falta de legitimación activa, ya que no había sido par-
te en el pleito.
CONSIDERANDO: que, el artículo 1798 de la Ley de Enjuicia-
míento Civil dispone que en los casos previstos en el a¡"tículo 1796,
el plazo para interponer el recurso de revisión será el de tres me-
ses, que en el caso de maquÍnación fraudulenta se contará desde
el día en que se descubriera el fraude; pero si bien es cierto que
el Código Civil, en su artículo 7.o previene que si en las leyes se
habla de meses se entenderá que los meses son de 30 días, no
lo es menos que el artículo 305 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
establece que los términos señalados por meses se contarán por
meses naturales, es decir, que las normas establecidas por uno y
otro cuerpo legal para el cómputo de los términos señalados por
meses son distintos, y en la obligación de resolver tal discrepan-
cia se impone la necesidad de aplicar Io establecido por la Ley de
Enjuiciamiento Civil, no obstante, ser el código de fecha posterior,
porque la norma de la expresada ley de Procesamiento tiene un ca-
rácter más concreto y específico en lo que se refiere a términos
y plazos procesales, y es una máxíma jurídica que la ley posterior,
cuando es general, no deroga a la especial anterior si no lo ex-
presare.
CONSIDERANDO: que, la parte demandada alegaba también la
caducidad del recurso por no haber consignado el recurrente las
rentas vencidas al interponerlo y las que han ido venciendo duran-
te su tramitación, conforme exige el artículo 1567 de la Ley de
Enjuicianniento Civil, pero dicho artículo en relación con el 1566
de la misma ley, se refiere a los recursos de apelación y casación
interpuestos por el arrendatario demandado, pero no al de revi-
sión, que se rige por sus normas específicas, una de las cuales es
el artículo 1799 de la expresada ley procesal, que solamente exi-
ge para que se pueda tener por interpuesto dicho recurso que el
escrito en que se solicite la revisión acompañe el recurrente el
documento justificativo del depósito de las cantidades que tal pre-
cepto señala, requisito que fue cumplido, sin que exista ninguna
245
4-.
r-
246
¿-
ll
8e C. L. n.' 25.
247
I
rrente hasta que, habiéndose dictado por el Juzgado sentencia de-
clarando resuelto el contrato, se remitió a petición del recurrido
otro exhorto a T., enterándose entonces el recurrente de que se
había decretado el desahucio, sin que hubiera podido defenderse,
a pesar de que el actor y el citado portero conocían el lugar don-
de aquél se hallaba; calificando todas estas alegaciones como de
maquinación fraudulenta.
CONSIDERANDO: que, constituyen maquinación fraudulenta los
hechos por los que una parte impide que la otra se entere del re-
querimiento a juicio y pueda defenderse adecuadamente; la índole
extraordinaria del recurso de revisión impone una regulación res-
trictiva del mismo por obra de la cual el principio casi absoluto
de irrevocabilidad del fallo firme sólo cede ante la justificación
cumplida de haberse comprendido el caso objeto de controversia
en alguno de los supuestos que señala el artículo 1796 de la Ley
procesal.
CONSIDERANDO: que, sobre la base de las alegaciones del re-
currente y de la citada doctrina de esta Sala, es de advertir, en
primer tér'mino que, como el recurrente reconoce presentada la
demanda en que el propietario instaba la resolución del contrato
de arriendo fue remitido el oportuno exhorto al Juzgado de T. de R.
para emplazarle, o sea, que se enteró del requerimiento a juicio,
habiendo contestado a dicha demanda, la cual, por tanto, fue tra-
mitada con su conocimiento, debiendo tenerse en cuenta además
que dicho recurrente designó como domicilio suyo el piso que
ocupaba en M. y que habiéndole sido notificada la sentencia dic-
tada por el Juzgado municipal, interpuso contra la misma recurso
de apelación que, admitido y sustanciado, fue resuelto por el Juz-
gado de primera instancia, cuyo fallo confirmó el anterior. (No
ha lugar.)
eo C. L. n." 221.
248
-11
il
it
i
ri
cuando la sentencia era firme; que la renta era satisfecha por una
persona encargada por la recurrente de satisfacer dicha renta y de
) la limpieza del piso, que todo esto lo conocía el propietario ya que,
con ocasión de efectuar unas reparaciones en la vivienda objeto
del juicio, había pedido las llaves del mismo a la persona encar-
gada, que el mismo propietario había pedido las señas de la recu-
rrente y posteriormente se había manifestado extrañado de no
recibir contestación a sus cartas, por todo lo cual la recurrente
no podía estar en ignorado paradercr para el propietario, a pesar
de lo cual la demandó por medio de edictos, lo que constituía
una maquinación fraudulenta de las comprendidas en el número
4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, el recurso extraordinario de revisión
que se haya regulado en el título XXll del libro ll de la Ley de En-
juiciamiento Civil, previene en su artículo 1796 que había lugar a
la revisión de una sentencia firme en varios supuestos que men-
ciona, el cuarto de los cuales se refiere al caso en que la senten-
cia firme hubiera sido ganada injustamente en virtud de cohecho,
violencia u otra maquinación fraudulenta, comprendiéndose en esta
última circunstancia, según doctrina de esta Sala, aquellos hechos
por los que una parte impide que la otra se entere de que ha sido
convocada a juicio y que pueda en él defenderse adecuadamente,
por lo que si el propietario demandante de desahucio, conociendo
el lugar de residencia de la demandada por su relación continuada
con las personas encargadas de la custodia y limpieza de la vi-
vienda alquilada, así como del pago de la merced mensual que du-
rante todo el tiempo vino percibiendo el actor, siguió juicio de
desahucio por expiración del plazo, haciendo los ernplazamientos
y notificaciones por edictos, por alegar ignorar su paradero, Se
incide en esta causa de revisión. (Ha lugar.)
249
I
I
timó la demanda y fue dictada en rebeldía del demandado, el cual
interpuso recurso de revisión, basado en la causa 4." del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, alegando que su domici-
lio era conocido por el actor, con.:lo logró probarlo, en el momen-
to procesal oportuno, mediante confesión judicial del recurrido y
prueba testifical.
CONSIDERANDO: que, la autoridad de cosa juzgada de las re.
soluciones judiciales firmes sólo decae ante casos excepcionales
en que lo resuelto sea notoriamente ¡njusto por la concurrencia de
alguna de las causas señaladas taxativamente en el artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, entre ellas por haberse ganado
injustamente la sentencia firme mediante maquinación fraudulenta
imputable al litigante que, valiéndose de medios ilícitos, dolosa-
rnente empleados para vencer a la parte contraria, logra su torti-
cero designio. Una de las manifestaciones de la maquinación frau-
dulenta más frecuentemente invocada en el recurso extraordina-
rio de revisión, es la que atribuye al demandante la ocultación ma-
liciosa del domicilio que conoce del demandado, a fin de que éste,
únicamente llamado a juicio por edictos, no se entere del plan'
teamiento de la demanda y sea declarado en rebeldía, procuran-
do así que no comparezca en el pleito a defender su derecho de
oposición a posibles pretensiones ilícitas. Por la prueba documen-
tal y testifical practicada en estos autos se aprecia claramente
que el demandado no se hallaba en ignorado paradero al ser inicia-
do el pleito, como se afirmó en la demanda, puesto que tenía
su domicilio en la calle N. C., y resulta claro también que tal do-
micilio era no sólo de fácil comprobación por el demandante si
hubiera querido utilizar, antes de formular Ia demanda, los múlti-
ples medios indagatorios que tenía a su alcance, sino que eran ya
conocidos por é1, a juzgar por la confesión del recurrido y por la
información testifical practicada en el recurso, y ante esta situa-
ción procesal en la que resulta demostrado el propósito de ocul-
tación maliciosa del domicilio del demandado-recurrente para pro-
curar su indefensión y consiguiente facilidad de vencerle en el
pleito, se impone rescindir totalmente el fallo obtenido mediante
maquinación fraudulenta, por aplicación de la causa 4." del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, con los pronunciamien-
tos complementarios a que se refieren los artículos 1799, 1807 y
1B0B de la misma Ley. [Ha lugar.)
254
7. Sentencia de 28 de septiembre de 1955e2
El propietario de un piso interpuso demanda de conciliacióll
contra la inquilina del mismo, y posteriormente interpuso deman-
da de desahucio contra los herederos de la misma, cuyos nom-
bres y domicilios ignoraba, ya que la inquilina había fallecido hacía
bastante tiempo y que el piso estaba cerrado, se siguió el juicio
en rebeldía de los demandados, y la sentencia estimó la demanda.
Una hija de la fallecida inquilina interpone recurso de revisión,
basado en el número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil, alegando que ella vivía con su madre cuando se pro-
dujo el fallecimiento de ésta, que siguió viviendo en el piso hasta
su boda, momento en el que pasó a casa de su marido, pero que
su marido daba clases en el piso, y que ella hacía frecuentes visi-
tas, que el certificado de la Tenencia de Alcaldía que afirmaba que
el piso llevaba doce años sin habitar era falso, y que el citar a
los herederos de su madre, sabiendo que era ella la titular del
contrato de arrendamiento, constituía una maquinación fraudulen'
ta, que el propietario había aportado como pruebas las declaración
de la portera del inmueble y la de la anterior propietaria, las cua-
les eran falsas y habían contribuido a que se dictase una sen-
tencia injusta.
CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión que regula el
título 22 del libro ll de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil, tiene el ca-
rácter de extraordinario, sólo viable en los casos taxativamente de-
terminados en el artículo 1796, de aplicación estricta tanto por
aquella condición cuanto por Ia limitación de su ejercicio y la san-
tidad de la cosa juzgada, que sólo puede ceder, corno determina
el artículo 1251 del Código Civil, congruente con el 408 de la ci-
tada Ley, ante la sentencia ganada en juicio de revisión, que al en-
frentarse con la presunción de verdad insita en aquélla, requiere
una plena y eficaz prueba, sin lugar a dudas única capaz de provo-
car la revisión en los supuestos legales admitidos.
CONSIDERANDO: que, en el presente caso se ampara la revi-
sión en el número 4.o del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, concretamente en nraquinación fraudulenta del demandan-
te en el juicio de desahucio causal del recurso, por lo que para que
e2 R. A. n.' 2506.
251
7-
2s2
conforme el artículo 7l de la [-au., la continuadora cJet arriendo,
pero para que esos hechos tengan transcendencia en este caso
para los fines del recurso, era preciso que se probara que el ac-
tor sabía la rnuerte de la inquilina, quiénes eran sus herederos y
sus domicilios y quiénes continuaban el contrato, y por ende la
malicia o el engaño para aprovechar circunstancias injustamente
i
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I
e3 R. A. n." 477
253
1r
-{
usaran de sus derechos que él usaría de los suyos; presentada la
demanda se citó a los demandados por edictos debido a su des-
conocido paradero, la sentencia acogió en todo Ia demanda y re-
gresando de México los condenados apelaron esta sentencia; la
sentencia de apelación confirmó en todo la de primera instancia;
los demandados interponen recurso de revisión amparado en la
causa 4." del artículo 1796, y alegando que las actoras podían ha-
berse enterado de su domicilio en México, ya que en el mismo
pueblo de 1200 habitantes vivía una hermana de la demandada, y
estimando que la citación por edictos constituía una maquinación
fraudulenta, para conseguir su rebeldía. lnterpone Ia revisión con-
tra Ia sentencia de prinnera instancia y contra la de apelación.
CONSIDERANDO: que, el recurso extraordinario de revisión tan
sólo procede y es dado esgrimirlo contra las sentencias firmes, por
lo cual desde luego, mal puede interponerse contra la sentencia
de primera instancia, que fue apelada por los recurrentes, por lo
que al no tener ni haber tenido nunca el carácter de firme mal pue-
de ser susceptible de revisión. El recurso contra la sentencia de
apelación se fundamenta en la maquinación fraudulenta producida
por la actuación dolosa de las recurridas, en mérito de la cual de-
vino la situación de rebeldía de los recurrentes, que no pudieron
comparecer oportunamente y actuar en debida forma para la mejor
defensa de sus derechos; olvidándose los recurrentes de que si
esa rebeldía existió, hubo de finiquitar desde el momento en que,
por su libre actuación, por su espontánea comparecencia se per-
sonaron en el Juzgado, se dieron por not¡ficados de la sentencia
dictada por el mismo y apelaron de ella, siendo tenidos seguida-
mente por parte en los autos y admitiéndose la apelación inter-
puesta por ellos en ambos efectos contra tal sentencia, citándoles
y emplazándoles en forma legal, a partir de cuyo instante, desapa-
recida su rebeldía anterior, para nada pueda ya invocarse ésta
nuevamente en su posterior actuación, y menos aún al compare-
cer en forma en la alzada, donde les era dado el pleno ejercicio
de cuantos derechos pudieran estimar asistirles en el ámbito de
la apelación por ellos entablada.
CONSIDERANDO: que, aunque con lo dicho bastará para la de-
sestimación del recurso de revisión, no está de más el destacar
la inexistencia de las maquinaciones f raudulentas denunciadas,
254
i
a
255
l
de impedir que de la doctrina establecida pudiera en lo futuro
hacerse un uso que desnaturalizase, aplicándolo a casos sólo en
apariencia semejantes, el criterio seguido en un supuesto excep-
cional, notoriamente integrante de dolo civil.
CONSIDERANDO: que, comprendiéndolo así la sentencia de 7
de julio de 1944, ya declaró que conforme a la doctrina de este
Tribunal el cohecho, la violencia y la maquinación dolosa en que
se engendra la causa de revisión del número 4.'del artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, han de producirse para ser ope-
rantes fuera del pleito en que se causaron, y aunque ello no im'
pida, como en algún caso muy cualificado ha resuelto este Tribu-
nal de 31 de enero de 1941-, moderar el rigor de
-sentencla
esta doctrina ante supuestos evidentes de verdadero fraude pro-
cesal, el remedio, en materia tan grave, no puede extenderse a
situaciones que no encajen sin detrimento de la exégesis, en los
supuestos taxativos del artículo 1796.
CONSIDERANDO: que, que el caso presente no se trata de un
juicio de desahucio como en los motivadores de las sentencias de
31 de enero de 1941 y 9 de junio de 1953, sino de una acción ne-
gatoria de servidumbre dirigida contra aquellas personas desco-
nocidas y en paradero ignorado que se crean con derecho a opo-
nerse a la libertad de la finca de la actora, y aunque no se cita
a juicio especialmente a los demandantes en revisión, parientes
y colindantes de la actora, como tampoco se cita a los otros pro-
pietarios de las otras fincas colindantes que se encuentran en la
misma condición geográfica, por lo que la citación se verifica por
edictos, hay que tener en cuenta que el derecho real es el proto-
tipo de los derechos absolutos, porque puede ejercitarse y hacer-
se efectivo contra todos erga omnes, y que en todo caso se trata-
ría de un defecto procesal sin la trascendencia suficiente para jus-
tificar un remedio tan extraordinario cual es el intentado recurso
de revisión. (No ha lugar.)
10. Sentencia de 23 de junio de 1959e5
El inquilino de un local de negocio intenta traspasarlo, para
lo cual cumple con todos los requisitos de la legislación de arren-
e5 C. L. n." 434.
256
-----'r-
257
cede, de conformidad al l806 rescindir totalmente la sentencia im-
pugnada. (Ha lugar.)
e6 C. L. n.' 604
258
tro del tercer grado" del que fue arrendataria del piso, los que
fueron llamados por edictos en los periódicos oficiales "Boletín
Provincial y del Estado',, y no haber citado a su viuda, cuando el
fallecimiento de aquél le era conocido al haber presentado en jui-
cio Ia certificación de su defunción, ocurrida en México el 20 de
agosto de 1948; apreciación que ha de desestimarse equivocada,
desde el momento que son hechos que conviene dejar fijados, por
resultar admitidos por las partes y acreditados en los autos; que
el matrimonio, únicos ocupantes del p!so, marchó a México el 16
de mayo de 1947, sin avisar a la propietaria, a su administrador ni
al portero de la casa del viaje que iban a realizar, si bien antes,
el 30 de abril, confirieron un poder amplio de administración y de
disposición, sin limitación alguna a tres personas, encargándose
una de ellas de recoger, previo pago, el recibo de alquiler de la
casa, lo que efectuaba unas veces por sí y otras interviniendo un
tercero, sin manifestar éstos tampoco, tanto la ausencia como la
residencia de sus poderdantes ni en vida del titular del arriendo
ni con posterioridad a su fallecimiento, habiendo continuado la
viuda en aquella capital, en el domicilio del único hijo habido en
el matrimonio, que tenía y tiene su vecindad en aquella República
Americana.
CONSIDERANDO: que, ante tales hechos y debido a que la per-
manencia de los inquilinos se prolongaba en el extranjero y ser
conocido el fallecimiento del titular en el arriendo y la edad de
su viuda, la propietaria interesó la resolución del contrato por cuan-
to el piso había sido cedido para habitarlo, verificándose la citación
para el juicio de cognición, dada la muerte del inquilino, en la for-
ma que la Ley de Enjuiciamiento Civil determina, y continuándose
su tramitación con sujección a las normas que en aquella se pre-
vienen, lo que no entraña sustracción del proceso iniciado al co-
nocimiento público, ya que por la inserción de los edictos en los
periódicos oficiales podía llegar a noticias de los interesados, viLr-
da, que es principal a todos ellos, de herederos, causahabientes y
familiares, así como de sus apoderados, los que podían compare-
cer y defenderse, corno han hecho los últimos otorgando poder a
procuradores en 7 de julio de 1954, y mostrándose parte en las
diligencias de ejecución de sentencia, en el incidente de nulidad
de actuaciones promovido y en el juÍcio de revisión más tarde ins-
tado.
i
259
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i
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-
97
C.L. n." 741
264
I
muestra con cartas escr¡tas en veranos anter¡ores y con la car-
ta notificándole el lanzamiento, cuando ya se había producido su
indefensión.
CONSIDERANDO: que, el principio general de respeto a la auto-
ridad de la cosa juzgada sólo se limita en supuestos excepciona-
les que enumera exhaustivamente el artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, entre los cuales se encuentra el que se haya
llegado a la resolución que puso fin al l¡t¡gio, mediante maqui-
nación fraudulenta, teniendo declarado esta Sala en reiteradas re-
soluciones puede considerarse como tal la ocultación por el ac-
tor del domicilio o residencia del demandado, para evitar llegue
a su conocimiento la demanda creando con ello una situación de
indefensión opuesta a los principios que informan nuestra legisla-
ción procesal. [Ha lugar.)
e8 R. A. n.' 4160.
¿ot
l
pagando los recibos de la renta, mientras, en cambio, citó a de-
clarar a los demás vecinos de la casa; y estas círcunstancias, uni_
das al hechó de que en la demanda dá aquel juicio se limitaron
los actores a expresar que la demandada se había ausentado de
España y que fuera emplazada por edictos, como se efectuó a
través del "Boletín oficial de la provincia de Madrid", denota una
actuación encaminada a lograr la sustanciación del juicio a espat-
das de la demandada en el mismo, difícuttando con ello su defen-
sa con el deseo o finalidad de facilitar o asegurar el éxito de la de-
manda, lo que se logró, siendo indiferente a tat efecto los razona-
mientos en orden a la mayor o menor que el hecho de la presen-
cia en autos de la demandada hubiera tenido, en relación con el
resultado final del juicio, pues el derecho de defensa se haya con-
sagrado en todos los ordenamientos procesales, con independen-
cia de las razones que puedan asistir a tas partes con respecto a
lo que sea objeto de la contienda, y cualquier maniobra encamina-
da a dificultar o impedir llegue a noticia del demandado el plan-
lgamiento del juicio, encaja dentro del concepto de maquinación
fraudulenta, en el orden procesal, con quebranto del deiecho de
defensa que asiste a toda parte; comprendida, por tanto, en et nú-
mero 4." del artículo 17g6 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. (Ha
lugar.)
ee C. L. n.' 86
262
jg.
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264
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26s
concepto de maquinación fraudulenta, comprendido en el número
4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, requiriéndose por el artículo 1798 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, que en los casos que se indican y
prevén en el artículo 1796, el plazo para interponer el recurso de
revisión será el de tres meses contados desde el día del conoci-
miento de la falsedad empleada, es obvio que, acreditada su ausen-
cia en París, y demostrado por el pasaporte del interesado que
fue el 17 de junio de 1960 cuando regresó a España, es en esa fe-
cha en la que hay que suponer que adquirió el conocimiento; y
como fue el 5 de septiembre cuando se presentó el recurso de
revisión, forzosamente se ha de deducir que lo hizo en tiempo para
el ejercicio del derecho que éste envuelve, sin que por el deman-
dado en esta litis hayan sido enervados dichos extremos, ya que
a él correspondían, por el artículo 1214 del Código Civil, la de-
¡"nostración de no ser verdad lo justificado por su contrario. (Ha
lugar.)
266
coNSIDERANDO: que, la actuación de quien no señara en su
dernanda el domicilio del demandado, que notoriarnente conocía,
a fin de que no pueda ser emplazado conforme a las prescripcio-
nes legales, necesariamente ha de ser conceptuada como un caso
de maquinación fraudulenta que et apartado 4." del artículo 1T96
prevé y señala como causa deterrninante de la revisión de la sen-
tencia dictada en juicio, en el que maliciosamente se ha impedido
la intervención procesal del demandado, como con reiteración tie-
ne señalado esta Sala en sentencias de 3l de enero de i941 y 30
de marzo de 1954. (Ha lugar.)
267
l
r
I
268
l
de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, la afirmación de que el actor, con cono- ;
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cimiento de la ausencia del demandado, formuló su acción, bus- I
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ha lugar.) !
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I
270
te actora, ya que era asimismo procurador de la demandada en
otro pleito que ésta tenía.
CONSIDERANDO: que, fundado el presente recurso de revisión
en el apartado 4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil y probado en autos con certificación expedida por el secreta-
rio del Juzgado de primera instancia, que el procurador don M. V. F.,
actuando en nombre de la recurrente en autos de juicio de mayor
cuantía precisa con todo detalle el día 21 de mayo de 1g68 cuál
es el domicilio de la recurrente, mientras al siguiente día, 22 del
propio mes y año, en que se celebra el juicío verbal en rebeldía
de la citada recurrente, se ratifica en la demanda en que se dictó
la sentencia en rebeldía objeto del recurso de revisión, y en cuya
demanda respecto de ella se decía que se hallaba en ignorado pa-
radero, hay que concluir que ha existido la maquinación fraudu-
lenta realizada por parte de Ia representación recurrida, en el jui-
cio de que dimana este recurso, para procurar la indefensión de
la parte demandada, procediendo por ello la admisión del mismo.
(Ha lugar.)
27t
i
de la Ley de 31 de diciembre de 1945, reformada por la de 26 de
diciembre de 1957, excepciona dicha generalidad, porque en él se
establece que no se dará recurso alguno contra las sentencias de
los Tribunales Arbitrales de Censos, dada la índole especialísima
de la jurisdicción de los Tribunales Arbitrales de Censos. (No ha
lugar.)
mB R. A. ni 5512.
272
pañía, y en segundo lugar tampoco ha quedado evidenciada la
connivencia entre la persona que recibió los actos de comunica-
ción e intimación y la entidad demandante para que la interpelada
desconociera la iniciación, desarrollo y terminación del proceso
aludido, antes bien, consta que tales actos se intentaron, a instan-
cia de la demandante, en el verdadero domicilio social de la de-
mandada y que en su práctica fueron observadas las prevenciones
establecidas en la sección 3.u, título Vl, Iibro l, de la Ley de En-
juiciamiento Civil. (No ha lugar.)
la R. A. n.' 2973
273
T
274
calle M. C. de esta capital, que es donde se le dirigen las citacio-
nes; por todo to cual procede declarar improcedente el recurso de
acuerdo con to dictaminado por el M' F. (No ha lugar')
rr0 R. A. n: 3798
275
r
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i
276
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277
dios ilícitos para lograr su propósito, teniendo declarado la juris-
prudencia de esta Sala que una de las manifestaciones de la ma-
quinación fraudulenta y más frecuentemente empleada, eS la que
atribuye al demandante la ocultación maliciosa, no obstante cono-
cerlo, det domicilio del demandado, llamándole por edictos, con la
finalidad de que no se entere del planteamiento de la demanda,
sustanciándose en Su rebeldía, procurando aSí que no comparezca
en el juicio a defender sus posibles derechos, circunstancias que
se dan en el caso de autos.
CONSIDERANDO: que, interpuesto el recurso de revisión den'
tro det plazo de tres meses que establece el artículo 1798 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, según se desprende de la fecha de
ta carta por medio de ta cual llegaron a conoc¡miento de doña Do-
rotea A. S. los hechos, lo que no ha sido contradicho expresamen-
te tampoco por doña M." M. A., procede de acuerdo con el informe
del M. F., la estimación de la solicitud de la revisión con rescisión
de la sentencia objeto de este recurso. (Ha lugar.)
278
diciendo que Ia firma del contrato de arrendamiento no es suya,
y que el demandante no tiene legitimación para promover el juicio
por no concurrir en él ninguna de las circunstancias que enumera
el artículo 1564 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; se dictó senten-
cia declarando haber lugar el desahucio por falta de pago, quedan-
do la sentencia firme por consentimiento de las partes; a los tres
años de esta sentencia se interpone recurso de revisión por el
inquilino, basado en el número 4." del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, alega que el contrato no era de arrendamien-
to sino de préstamo, ya que estando él en situación apurada pidió
dinero al recurrido y que firmaron un contrato que é1, que flo so:
bía leer y casi ni firmar, creyó de préstamo, y que las fincas del
contrato eran garantía de dicho préstamo, ya que él era el autén,
tico propietario.
CONSIDERANDO: que, apoyado el presente recurso de revisión
en el número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil, es preciso tener en cuenta que, según Ia jurisprudencia de
este Tribunal, el cohecho, Ia violencia o maquinación fraudulenta
que se invoque, ha de ser deducida de hechos ajenos al pleito
y ocurridos fuera del mismo, no de los alegados y discutidos en
é1, el hecho que se supone constitutivo de la maquinación fraudu-
lenta, o sea, que el recurrente formalizó un contrato de préstamo
con el recurrido y por la confección del documento parecía ser
que se había convertido en un contrato de arriendo, fue ya alega-
do y discutido con amplitud en el juicio de que trae causa este re-
curso, por lo cual no puede tener ahora la virtualidad que el re-
currente se propone; aparte de esto, el plazo para interponer re-
cursos como el presente, es el de tres meses, contados desde el
día en que se descubrió el supuesto fraude, artículo l79B de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, y como el documento de referencia,
que aparece firmado por el hoy recurrente, era conocido por él en
las fechas del juicio ya citado, ya que se le puso de manifiesto y lo
combatió, es claro que no puede admitirse por extemporáneo el
recurso de revisión. [No ha lugar,)
279
28. Sentencia de 12 de abril de 1946 113
280
obras en el edificio sin la correspondiente autorización del pro-
pietario, autorización necesaria por haberse así previsto en el con-
trato de arriendo, recayó sentencia estimando la demanda y dando
lugar al desahucio. La parte demandada, presentó escrito expo-
niendo que después de dictada la sentencia por la Audiencia Terri-
torial, han llegado a su conocimiento hechos cuya justificación
será muy suficiente para obtener la rescisión del fallo, por lo que
interponía recurso de revisión sentando al efecto como hechos:
1.') Que en la sentencia recurrida recayó condena firme contra el
clemandado a ser lanzado del piso objeto del litigio, fundándose
para ello en que se había procedido a un subarriendo clandestino
y en que se habían efectuado obras, también sin la autorización
del propietario. 2.") Que la autorización que hubiere enervado to-
talmente la acción de desahucio ejercitada, había sido concedida,
sin que este extremo lograse ser probado en el proceso por el
propio demandante al adrninistrador del inmueble, quien, a su vez,
la transmitió al demandado, si bien para cortar el nexo suficiente
de causalidad hicieron crrnstar en autos que tal autorización no se
había concedido, cuya connivencía fraudulenta, qLle no ha sido ob-
jeto de discusión ni de probanza en el pleito, y que ahora ha sido
revelada al recurrente, el cual lo podía probar por los medios de
prueba permitidos en derecho, motiva la. interposición de este re-
curso contra dicha sentencia.
CONSIDERANDO: que, la demanda en que se promueve este re-
curso de revisión se funda en el número 4." del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, por entender que hubo conniven-
cia fraudulenta para hacer constar en los autos de juicio de de-
sahucio.en que se dictó la sentencia recurrida, que no existió la
autorización del administrador de la casa para realizar las obras
que dieron motivo al desahucio, pero no expresa quiénes partici-
paron en esa maquinación ni cómo se llegó a ella, ni en este re-
curso se ha probado la realidad de tal connivencia, pues única-
mente se ha pretendido probar que el supuesto administrador de
la casa conocía la ejecución de las obras, sin que se opusiera a
ellas, que son los mismos hechos discutidos en el pleito de ori-
gen, con lo que se ha tratado de convertir este recurso de revi-
sión en una instancia más, lo que no es lícito como ha declara-
do reiteradamente esta Sala. (No ha lugar.)
28t
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282.
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---
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283
trato de arrendamiento, por Io c;::e el arrendatario debería dejar
libre todo el edif¡c¡o, el arrendatario se allanó a la demanda, cono-
ciendo los subarrendatarios del pleito en el momento de la dili-
gencia de lanzamiento; interponen recurso de revisión alegando
la causa 1." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, ya
que los documentos firmados co¡r la propiedad están en poder de
ésta, y maquinación fraudulenta, ya que el pleito se siguió en un
juzgado de Granollers, donde no residía ninguna de las partes ni
estaba situado el objeto de Ia litis, con el propósito de impedirles
defender sus derechos.
CONSIDERANDO: que, antes de entrar en el fondo del presen-
te recurso extraordinario de revisión habrá de resolverse la ex-
cepción de falta de legitimación activa en los recurrentes para
promoverlo, que opusieron los recurridos basándose en que aqué-
llos no fueron parte en el juicio de cuya revisión se trata, puesto
que conforme a la jurisprudencia de esta Sala, que culmina en la
sentencia de 20 de abril de 1950, sólo los que tenían tal carácter
estaban capacitados para ello, y habida cuenta qr-le si bien es cier'
ta tal doctrina jurisprudencia, no lo es rnenos que debe entender-
se extendida no sólo a quienes fueron interpelados en el lltigio,
sino a todos aquéllos que por estar interesados directamente en
su resultado, debieron ser llamados a é1, pues admitir lo contra-
rio equivaldría a tolerar que a más de no ser oídos en el proceso,
negándoles los medios de defensa de sus posibles derechos, pri-
varles sobre ello de uno de los recursos que la ley concede, sobre
todo, teniendo el carácter de extraordinario.
CONSIDERANDO: que, del estudio de lo actuado se desprende
de un modo claro y evidente que los recurrentes, no sólo están
interesados directamente en el juicio cuya revisión pretenden,
sino que en realidad únicamente se discutían en él esos solos in-
tereses a sus espaldas y fingiendo los recurridos, únicos presun-
tos contendientes, un problema entre ellos y el arrendatario, sin
oposición el triunfo de sus deseos; y buena prueba de ello es que
en dos juicios anteriores de desahucio tramitados entre los recu-
rridos, lograron los recurrentes se les tuviera por parte evitando
fueran lanzados de los locales que tenían subarrendados, llegán-
dose en uno de dichos procedimientos a declararse por sentencia
de esta propia Sala de 17 de octubre de 1961 que por ser intere-
sados primordialmente en el juicio, tenían perfecto derecho a ser
284
parte en el m¡Smo para mantener y probar sus pretensiones, y sien-
do ello así, están act¡vamente legitimados para formular el pre-
sente recurso y debe rechazarse la excepción propuesta-
CONSIDERANDO: que, entrando en el fondo del recurso, se
basa en los apartados primero y cuarto del artículo 1796 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil; en cuanto al primero y porque con ante-
rioridad al cese del señor R. en el arrendamiento de los locales
de que tos recurrentes eran subarrendatarios, les fue concedido
del anterior propietario o de su administrador una promesa de
arrendamiento directo, UnO de los recurrentes y una verdadera
locación de los mismos, et otro para cuando aquél cesara, y si bien
es cierto que llegado el momento oportuno y no cumplidas las
promesas debieron exigir su efectividad en el procedimiento ade'
cuadg, nO lO eS menos, Como queda antes expuesto, que en dOs
procesos de desahucio en que alegaron tal derecho, se les ad-
mitió, incluso por este Tribunal, como parte legítima para defender'
lo; por todo lo cual existen elementos suficientes para estimar la
existencia de tales documentos que los recurridos tienen en Su
poder y se niegan a presentar pese a Su tuerza decisiva en el
juicio, por lo que el caso se halla comprendido en el número 1.o
del artículo 1796 y debe prosperar el recurso.
QQNSIDEBANDO: que, del mismo estudio de Io actuado se
desprende que los recurridos vecinos de Barcelona, viendo obsta-
culizado su deseo de que quedaran libres y a disposición del pro'
pietario los locales de referencia, sitos también en dicha ciudad,
por la intervención de los recurrentes que Se mostraron parte en
los juicios de desahucio sostenidos con el señor R., que pese a
haber cesado como arrendatario con mucha anterioridad se perso-
naba en tos procesos para allanarse de las demandas, logrando
ser admitido como tal parte y descubriendo las intenciones de los
recurridos, éstos, con evidente fraude procesal, promovieron en
el Juzgado de Granollers, donde ninguno tenía su domicilio ni su
vecindad, ni su residencia transitoria por más de pocas horas, el
juicio impugnado con el fin de ejecutar un desahucio que no ha-
bían obtenido, y teniendo en cuenta que la defensa de los dere-
chos autoriza a utilizar cuantos medios lícitos Se ofrezcan para
ello, agotándolos en el planteamiento, probanza y recursos, no
permite en modo alguno el empleo de elementos contrarios a la
lealtad que los contendientes se deben y mucho menos a sustrae:'
285
l9
.4-
t:
C. L. n.' 49
286
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s¡n que pueda tratar de encubrirse o disculpar dicha omisión, con I
I
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287
r
I
2BB
{
tencias condenatorias dictadas por la jurisdicción criminal, en cuan-
to son base y fundamente de la pena impuesta, tienen fuerza vin-
culante para los tribunales civiles que no pueden desconocer la
realidad de los mismos, por evidentes razones qLle aún adquieren
más fuerza tra'tándose de los hechos en que se apoya el recurso
de revisión, ya que los misrnos se reconoce en el auto
-conforme
de 21 de marzo de 1963, dictado por esta sala en el presente re-
curso- a menudo envuelven la comisión de verdaderos delitos. ri
cuya definición y castigo sólo incumbe a la jurisdicción competen- ti
)
ii
causas de revisión que establece el artículo 1796, para juzgar con- ii
:
289
I
tz2 C. L. n.. 35
290
ño de los mismos, de donde se deduce que apreció mal la necesi-
dad que del piso objeto del litigio tenía la propietaria-demandante.
CONSIDERANDO: que, el llamado recurso de revisión tiene un
carácter extraordinario y excepcional, en cuanto contraría el casi
absoluto principio de irrevocabilidad del fallo que tenga el carác-
ter de firme, afectando a la inmutabilidad de Ia cosa juzgada, y de
ahí que hay que fundarse, necesariamente, en alguna o algunas
de las causas taxativamente previstas en el artículo 1796 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, siendo tales causas exhaustivas en ma-
teria de revisión, sin que puedan discutirse en tal excepcional jui-
cio los mismos hechos que ya lo fueron en el pleito de origen,
pues no se trata de un remedio que autorice a los litigantes para
promover un nuevo examen de las cuestiones planteadas y discu-
tidas en el pleito anterior.
CONSIDERANDO: que, no es maquinación fraudulenta una, su-
puesta, errónea apreciación de la prueba en que se dice incurre
el juzgador de instancia, y no reparada en la apelación y suplica-
ción, ya que en la existencia del error no está implicada personal
y procesalmente, la parte contraria favorecida con la sentencia, la
que observó una conducta correcta en la defensa de sus derechos.
(No ha lugar.)
29t
-lrr
292
mo, no de los alegados y discutidos en é1, como en el caso de
autos, que además han sido justamente apreciados. [No ha lugar.)
293
IL-
r
\
294
Sea necesar¡o analizar la propuesta que¡ como alternativa, ofrece
et recurrente, de su posibte inclusión también en el apartado cuar-
to del misrno artículo, lo uno por ser innecesario al haberse esti-
mado el primer mot¡vo; pero además porque el mencionado párra-
fo ofrece un matiz un tanto genér¡co, pues, para que se den cual-
quiera de los Supuestos de los tres primeros párrafos, siempre in-
terviene una maquinación fraudulenta, implícita en cada uno, y por
tanto, debe dejarse de aplicar et precepto genérico, cuando el
caSO CoinCida, ComO el presente, con uno, especialmente deSCritO
en el precepto amparado. (Ha lugar.)
295
I
I
-r
I
296
CONSIDERANDO: que, respecto a¡ número 4." del artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, si bien la sentencia de 31 de
enero de 1941 y posteriormente la de I de.iunio de 1953, arnbas
recaídas en juicios de desahucio, consideran como rnaquinación
fraudulenta aquellos hechos por los que una parte impide que la
otra se entere de que ha sido convocada a juicio y pueda en él de-
fenderse adecuadamente, esta Sala cuida bien de fijar n'rediante
una sintética y completa exposición de hechos probados, la sin-
gularidad de los casos sometidos a discusión atenta al propósito
de impedir que la doctrina establecida pudiera en lo futulro ha-
cerse un uso que desnaturalizase, apllcándolo a casos sólo en apa-
riencia semejantes, el criterio seguido es un supuesto excepcio'
nal, notoriamente integrante de dolo civil.
CONSIDERANDO: que, comprendiéndolo así la sentencia de 7
de julio de 1944, ya declaró que conforme a la doctrina de este Tri-
bunal, el cohecho, la violencia y la maquinación dolosa en que se
engendra la causa de revisión del número 4.'del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, han de producirse, para ser operan-
tes, fuera del pleito en que se causaron, y aunque ello no impida,
como en algún caso cualificado ha resuelto este Tribunal
-senten-
cia de 31 de enero 1941-, moderar el rígor de esta doctrina ante
supuestos evidentes de verdadero fraude procesal, el remedio, en
materia tan grave, no puede extenderse a situaciones que no enca-
jen, sin detrimento de la exégesis, en los supuestos taxativos del
artículo 1796.
CONS¡DERANDO: que, en el caso presente no se trata de un
juicio de desahucio como en los rnotivadores de las sentencias de
31 de enero de 1941 y 9 de junio de 1953, sino de una acción ne-
gatoria de servidumbre dirigida contra aquellas personas descono-
cidas y en paradero ignorado que se crean con derecho a oponer'
se a la libertad de la finca de la actora, y aunque no se cita a jui'
cio especialmente a los demandantes en revisión, parientes y co-
lindantes de la actora, como tampoco se cita a otros propietarios
de las fincas colindantes que se encuentran en la misma situa-
ción geográfica, por lo que la citación se verifica por edictos, hay
que tener en cuenta que el derecho real es el prototipo de los de-
rechos absolutos, porque puede ejercitarse y hacerse efectivo con-
tra todos erga omnes, y que en todo caso se trataría de un defec-
297
to procesal sin la trascendencia suficiente para justificar un reme'
dio tan extraordinario cual es el intentado recurso de revisión.
No estamos de acuerdo, ni con la tesis mantenida por CALVO
SANCHEZ, ni con la sentencia de 9 de abril de 1959, que es un
caso aislado dentro de la figura de maquinación fraudulenta, y que
no ha sido mantenida en ninguna de las posteriores sentencias del
Tribunal Supremo
No podemos estar de acuerdo con la postura mantenida por
CAI-VO SANCHEZ, ya que es el propio Tribunal Supremo quien la
ha desmentido al dar lugar a rescisión de tres sentencias firmes
que no se habían dictado en procesos arrendaticios.
La sentencia de 31 de enero de 1962 rescindió una sentencia
firme, conforme a los siguientes hechos y fundamentos de de-
recho:
Se interpuso una demanda contra don ... y sus sustitutos, des-
conocidos parientes hasta el 4." grado civil, inclusirre paternos y
maternos, todos de ignorado paradero, y, en su caso contra los he-
rederos sucesores y derechohabientes de ignorado paradero y con-
tra la su herencia yacente, en dicha demanda se contenía el súpli-
co de que en caso de haber comparecido los demandados a reco-
nocer o cabrevar el censo con dominio mediano propio del actor
sean condenados a otorgar la correspondiente escritura de cabre-
vación o reconocimiento del mismo, previa exhibición de sus títu-
los, ofreciendo en tal caso el demandante el pago de los gastos de
dicha escritura de cabrevación, y en caso de no haber reconocido
expresamente dicho censo, se condene a los demandados a dimi-
tir la tercera parte indivisa de finca inscrita a su favor con los
frutos percibidos y podidos percibir, previa declaración de resci-
sión del contrato de establecimiento de censo en lo que se refiere
a dicha partic¡pación indivisa de finca, y condenándoles asimismo
a otorgar la oportuna escritura de dimisión dentro del plazo de
cinco días de ser firme la sentencia.
El proceso se sigue en rebeldía de los demandados y la sen-
tencia contiene el fallo: Por no haber comparecido a reconocer o
cabrevar el censo propio del actor que grava la finca inscrita en el
Registro de la Propiedad de O., se declara rescindido el contrato
de establecimento del censo en cuanto a la tercera parte de la
finca inscrita a favor de los demandados y condenando a dichos
demandados a dirimir la tercera parte indivisa de la finca referida,
298
-T
299
paradero, hay que concluir que ha existido maquinación fraudulen-
ta realizada por parte de la representación recurrida, en el juicio
de que dirnana este recurso, para procurar la indefensión de !a
parte demandada, procediendo por ello la admisión del mismo.
La sentencia de l4 de mayo de 1975 rescinde una sentencia que
declaraba la propiedad de unas fincas adquiridas por usucapión, ta
demanda se dirigió contra doña Teresa Mont Puig y sus ignorados
herederos, sucesores o derecho-habientes o contra la herencia ya-
cente, para el supuesto de haber fallecido todos en ignorado pa-
radero, la demandante era descendiente de la demandada, e inter-
pone revisión otra de las descendientes de la propia demandada.
CONSIDERANDO: que, el inierés Iegítimo que según se expre-
sa en el escrito de interposición del presente recurso de revisión,
por la instante del rnismo, no ha sido negado de modo expreso en
la corrtestación al recurso y aunque se dice en el propio escrito no
haberse acreditado el parentesco alegado entre la recurrente y la
primitiva demandada, de la prueba de autos y de un modo especial
de la confesión judicial de la propia recurrida, aparece que recu-
rrente y recurrida, traen causa o son descendientes de doña Te-
resa Mont Puig, a quien según el Registro de la Propiedad corres-
pondía la nuda propiedad de las fincas a que el litigio se contrae,
relación de parentesco que le era conocida a Ia demandante en
dicho proceso, como asimismo Ie constaba Ia residencia y dornici-
lio de la recurrente, rro obstante Io cual, lejos de citarla o deman-
darla personalmente, lo verificó por edictos, sin siquiera nombrar-
la individualmente, sino bajo la fórmula vaga de ignorados herede-
ros, sucesores o derecho-habientes o en su caso contra Ia heren-
cia yacente, para el supuesto de haber fallecido todos en ignorado
paradero.
No podemos estar de acuerdo con la tesis mantenida en Ia sen-
tencia de I de abril de 1959, ya que creemos que la citación defec-
tuosa no puede estar condicionada, para convertirse o no en ma-
quinación fraudulenta, a la naturaleza jurídica del derecho privado
cuya existencla es objeto del litígio, sino que el que sea o no
causa de rescisión de una sentencia firme se ha de derivar de la
conculcación de las normas procesales que rigen la justa compo-
sición de la relación jurídico procesal, de tal forma que si se co-
noce a la persona legitimada pasivamente para ser parte en el
proceso, se ia debe de demandar individualmente, y si se conoce
300
su domicilio la citación se ha de efectuar personalmente, no pu-
diendo acudirse a la citación por edictos, sea individuat o indeter-
minadamente, mas que en los casos en que es imposible efectuar
la primera forma de citación.
utilizamos el término legitimación pasiva en et sentido de
"la
consideración especial en que t¡ene la Ley, dentro de cada proce-
so, a las personas que se hayan en una determinada relación con
el objeto del litigio, y, en virtud de la cual, exige, para que la
pretensión procesal pueda ser examinada en cuanto al fondo, que
sean dichas personas las que figuren como partes en tal proce-
Soo 13.
creemos que es el propio Tribunal supremo el que nos da ra
razón al quedar la sentencia de g de abril de 1g5g como un caso
aislado, y, por lo tanto, sin ser elevado a la categoría de doctrina
jurisprudencial, mientras que las sentencias que revisan fallos fir-
mes por citación defectuosa, fuera de los procesos arrendaticios,
y sea cual sea la naturaleza del derecho privado debatido en el
proceso rescindido, son ya varias y forman un cuerpo de doctrina
jurisprudencial, si bien oonsideramos necesaria una futura y seria
doctrina jurisprudencial sobre cuáles son las personas a tas que
es necesario demandar para la justa composición de la relación
jurídico procesal.
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1A GUASP: Derecho Pr..., cit., tomo l, pág. 185
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fraudulenta, distinta de la citación defectuosa, como causa única
de la revisión de una sentencia firme'
Pasamos a estudiar esta última resolución:
Et arrendatario de un local de negocio es desahuciado del mis'
mo por obras inconsentidas, habiéndose allanado a la demanda'
Denuncia al arrendador por préstamo usurario, afirmando que él
era dueño de ta casa objeto del litigio civil, y que al verse en apu-
rada situación económica solicitó un préstamo de 150.000 ptas"
que para garantizar este préstamo se vio obligado a firmar una
escritura de compraventa be la casa con un pacto de retro por la
cantidad de ¿SO.ó00 ptas., al llegar el vencimiento de retro no
y
poder pagar se firmó una nueva escritura con pacto de retro a fa-
vor de'liesposa del denunciante por cuantía de 1'150.000 ptas'
El denunciante-desahuciado, interpone recurso de revisión ale-
gunáo los hechos ya relatados, a los que califica de maquinación
fraudulenta, y sol¡ó¡ta, al amparo del artículo 1804 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, la suspensión del procedimiento de revisión
hasta que recaiga sentencia penal firme. La Audiencia Provincial
dicta sentencia óondenando por préstamo usuario, y declarando nu-
las las escrituras de compraventa, la primera de las cqales había
sido el título de propiedad' en que se basó la sentencia de desahu-
cio, ta sentencia'penal adquiere tirmeza al ser desestimado el re-
curso de casación.
CONSIDERANDO: que, conforme a reiterada jurisprude.ncia de
esta Sala, los hechos que, Como probados, se ofrecen en las sen'
tencias condenatorias dictadas por la jurisdicción criminal, en cuan-
to son base y fundamento de la pena impuesta, tienen fuerza vincu'
lante para los Tribunales civiles que, no pueden desconocer la rea-
lidad de los mismos, por evidentes razones que, aún adquieren más
tuerza, tratándose de los hechos en que se apoya el recurso de
revisión, ya que los mismos a menudo envuelven la comisión de
verdaderos dbl¡tos, cuya definición y castigo sólo incumbe a la
jurisdicción competenté; y de ahí lo dispuesto en los artículos 1804
y rsos de la Ley de Enjuiciamiento civil, en los que, claramente,
se advierte la prefetencia que se concede a Ia jurisdicción- penal'
hasta que, por la misma, Se pronuncie ta sentencia firme [artícu-
lo 1804) o ejecutoria [artículo 1805] que ha de servir de base, con
sus declaraciones fácticas referentes a las causas de revisión que
302
establece el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil , para
juzgar conforme a ellas la procedencia del recurso.
CONSIDEBANDO: que, en el caso de aL¡tos, en la sentencia
condenatoria dictada por la Audiencia Provincial y que ha adquiri-
do firmeza al ser desestimado el recurso de casación interpues-
to contra ella, se reconocen y describen, minuciosarnente, las ma-
quinaciones fraudulentas que Ilevaron a la conclusión del contra-
to de compraventa que fue el título esgrimido en el juicio de de-
sahucio posteriormente tramitado y que determinó la sentencia es-
timatoria, y asimismo se detallan los fraudulentos manejos poste-
riores que agravaron la situación del vendedor, todo Io que se tra-
duce en el pronunciamiento de una sentencia condenatoria en la
que, además, se contiene la declaración de nulidad de las escritu-
ras de transmisión otorgadas, siendo de notar, respecto a la pri-
mera [que como queda dicho, fue la presentada en el juicio de
desahucio en que recayó el fallo cuya revisión se pideJ , que ia
sentencia dictada por la Sala 2.' de este Tribunal Supremo sub-
raya con reiteración, su carácter de forzada para quien ahora re-
curre solicitando la revisión.
Estamos totalmente de acuerdo con la doctrina sentada en la
anterior resolución, como asimismo, consideramos necesario que
para que se pueda rescindir una sentencia firme, por el último de
los submotivos señalados en el artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil es necesario que se den los tres requisitos señala-
dos reiteradamente por la jurisprudencia en múltiples sentencias,
verbi gratia: la de 3 de mayo de 1956: 1.') Que exista maquinación
fraudulenta. 2.") Qr-re ésta haya influido en que se dictara Ia sen-
tencia impugnada. 3.') Que la sentencia se ganara injustamente.
Al ser además necesario que los hechos que constituyen la ma-
quinación sean ajenos al pleito y no de los alegados y discutidos
en é1, y que tales hechos sean realmente fraudulentos, no de los
que entran dentro de una justa política procesal, corno son la in-
terposición de recurso contra la admisión de una prueba presen-
tada fuera de plazo, vemos que el ámbito de las posibles maqui-
naciones fraudulentas, por las que una parte consiga una senten-
cia injusta en daño de la otra, se reducen bastante, pese a lo cual,
creemos que el que en 94 años de jurisprudencia sólo haya habi-
do un caso en que ha prosperado este motivo, da plena vigencia
303
a las palabras escritas por COVIAN en 1BgBt30 cuando considera'
ba necesaria una reforma de nuestra Ley de enjuiciar que facilita-
se ta revisión en gran manera, (porque de lo COntrario, Seguire-
mOS como hasta ahora, sin que se haya formulado recurso de esta
ctasettt; lo que demuestra, no precisamente que se haya dejado
de darse el caso, pues no podemos pretender que haya un proce-
dimiento tan perfecto que lo excluya, sino por los obstáculos que
el litigante encuentra para promoverlo y obtener un resultado fa'
vorable".
304
Si la finalidad de conculcar el orden público es lograda, los me-
dios que nuestro ordenamiento positivo ofrece para restablecerlo
son casi inexistentes. En primer lugar vemos que a tenor de lo
preceptuado en el artículo 1801 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
sólo están legitimados para interponer la revisión los que fueron
parte en el proceso del que esta trae causa y sus causahabientes,
y como señala MORÓN, las partes, en la práctica, no harán uso
del remedio de la revisión, ya que lo que intentaron conseguir fue,
precisamente, el resultado que mediante la utilización del recurso
cabría dejar sin efecto; con lo que en la mayoría de las veces,
la consecución del negocio ilícito prevalecerá. Pero si las partes,
arrepentidas de su ilícita conducta, optan por demandar en revi-
sión, creemos que, mientras esté regulada en nuestro derecho po-
sitivo como un recurso, les faltará el gravamen producido por la
sentencia recurrida y carecerán de la legitimación necesária. Úni-
camente en los casos en que, a tenor de los preceptuados por el
artículo 2 de su estatuto, el Ministerio Fiscal haya sido parte en
el proceso primitivo, podrá dicho Ministerio Público, presentar la
demanda de revisión.
En los casos en que mediante la colusión se haya obtenido
una sentencia firme en perjuicio de tercero, observamos que tam-
bién el tercero está desprotegido por el ordenamiento jurídico pa-
triors3, ya que las únicas defensas que le concede son: la acción
concedida por el artículo 1111 del Código Civil y la revisión.
En cuanto a la revisión, objeto de este trabajo, se plantea el
problema de si puede demandar de revisión el tercero perjudicado
por la sentencia cuya rescisión se demanda, si tiene legitimación
activa para demandar la revisión.
La sentencia de 23 de noviembre de 1962 concedió legitima-
ción activa, para demandar de revisión a un subarrendatario de un
local de negocio que tenía un pacto con el propietario, mediante el
cual pasaba a ser arrendatario en el momento en que el contrato
de arrendamiento quedara sin efecto; para no curnplir con lo pac-
tado, el propietario presentó demanda de desahucio en otra ciu-
dad d¡stinta a aquélla en la que estaba el local y tenían su domi-
305
J
cilio, tanto el propietario como el subarrendatario y el arrendata-
rio; a esta demanda se allanó el arrendatario. El Tribunal Supre-
mo afirma que la legitimación act¡va para acudir a revisión debe
entenderse extendida no sólo a quienes fueron interpelados en el
l¡t¡g¡o, sino a todos aquéllos que por estar interesados directamen-
te en su resultado, debleron ser llamados a él 133 bis.
Creemos plenamente acertada la doctrina sentada en esta sen-
tencia, la que, desgraciadamente, no ha tenido continuación has-
ta ahora. Opinamos que la legitimación activa del tercero para de-
mandar en revisión se debe de extender a todos los casos en que,
en el primer proceso hubiera prosperado, de salir a la luz, un li-
tisconsorcio pasivo necesario i3o.
Dediquemos unas palabras a los sujetos activos de las ma-
quinaciones fraudulentas. En primer luEar son las partes, que corno
hemos dicho pueden actuar unilateral o colusivamente. Pero no
solamente las partes han de ser consideradas como únicos posi-
bles sujetos activos de la maquinación, sino sus representantes
y defensores, como reconoce la sentencia de 30 de abril de 1970;
podría plantearse el problema si los representantes o defensores
cometieran la maquinación fraudulenta en perjuicio de la parte
por ellos representada o defendida. Creemos que el problema no
está en admitir dicha posibilidad, como causa de revisión, sino en
la prueba de esta maquinación, y aquí, debido a la función de co-
laboradores de la justicia de estos profesionales, sí opinamos que
se debe de exigir sentencia condenatoria penal por delito de pre-
variación, ya que un mero fallo profesional no debe de ser causa
bastante para ir en contra de la cosa juzgada.
Digamos, por último, unas palabras sobre el órgano iurisdic-
cional como sujeto de la maquinación fraudulenta.
Si la comete será sujeto activo de la misma, pudiendo alegarse-
corno motivo de revisión, el cohecho, basando la revisión en el
346
pr¡mer submot¡vo de la causa 4.u, c como maqu¡nación fraudulen-
ta si se prueba una prevaricación en el juzgador, siendo necesario,
para que se de actividad judicial fraudulenta, según GARCíA VAL-
DECASAS r35, dos requisitos: 1.") La infracción de la ley; la demos-
trada y evidente violación de los preceptos jurídicos aplicables al
caso. Y 2.") El fraude subjetivo, Ia no menos terminante y eviden-
te demostración de la culpabilidad del Juez o su designio doloso.
Para ZANI el dolo del Juez significa cualquier mala arte y la vo-
luntad y conciencia de la decisión injusta r3ó. DE STEFANOT3T consi-
dera dolo revocatorio del Juez, el que está vuelto a determinar el
contenido de la sentencia.
Consideramos Ia definición de DE STEFANO como totalrnente
defendible, ya que creemos que el dolo del Juez no sólo se pue-
de manifestar en la injusta aplicación de las normas jurídicas en
la resolución final, sino entorpeciendo o debilitando la defensa de
una parte a lo largo de todo el proceso, de tal forma que con su
conducta determine el sentido del fallo final.
En los otros casos de maquinación, el órgano jurisdiccional pue-
de ser considerado sujeto pasivo de la misma, ya que, como afir-
ma CAHNELUTTI 138: "El dolo se vuelve siempre contra el Juez",
bien haciendo que dicte una resolución injusta estando viciada su
voluntad decisoria por la maquinación, bien, corno mínimo, cons-
treñiéndole a presidir un debate cuya relación jurídico procesal ha
sido defectuosamente compuesta en virtud de la maquinación frau-
dulenta.
307
GAPITULO VIII
PROCEDIMIENTO DE LA REVISIÓN
1. SOL|C|TUD
349
ñ-
r
{
2. PRECLUSIVIDAD DE LA REVISIóN
310
sión en donde se apreciará esta circunstancia, después de oír al
Ministerio Fiscal, según lo preceptuado por el artículo 1802 y a
tenor del resultado de las pruebas practicadas.
sobre el distinto tratamiento de los dos plazos, la jurispruden-
cia tiene señalado (... para la estimación deberán exigirse riguro-
sos requisitos de cumplimiento inexcusable, ocupando un tugar pre-
ferente entre los relativos a la actividad, el que hace referencia
al tiempo en el cual ha de interponerse el que se configura con
una faceta doble, señalándose dos plazos: uno que condiciona ta
admisibilidad del recurso de un modo absoluto que es el de cinco
años que señala el artículo 1800 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
y otro, que condiciona su admisión de un modo relativo, pues sóto
actúa en atención al momento en que se produzcan tas circunstan-
cias que motivan el recurso, y que es de tres meses, contados...,.
Sentencia de 20 de abril de ig6l'.
En cuanto a la naturaleza de estos dos plazos, tamb¡én hemos
de distinguir entre el señalado en el artículo lTgB y el señalado
por el 1800.
Es unánime la opinión de que el plazo de tres meses es un
plazo de caducidad.
La unanimidad desaparece al estudiar la naturaleza del ptazo de
cinco años que nos marca el artículo r800, ya que mientras parte
de la doctrina opina que es de caducidad, así coVlÁN 2: oTranscu-
rridos los cuales prescribe, quizá más bien caduca, el derecho para
ejercitarlo" y SÁEZ JIMÉNEZ-LOPEZ FDEZ. DE GAMBOA 3: oEn cuan-
to a la naturaleza de uno y otro término, es, sin duda, de caduci-
dad, como reiteradamente tiene declarado el Tribunal supremo".
otro sectordoctrinal opina que el plazo de cinco años es de pres-
cripción, así GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA a: *No sólo está
sujeta, como acción, a una prescripción [art. 1800), sino a un tér-
I En el mismo sentido las sentencias de 6 de octubre de lg65 y 24 de
marzo de 1972.
2 COVIAN De Ia Revisión..., cit., pág. 512.
3 SAEZ JIMENEZ-LóPEZ FDEZ. DE GAMBoA: compendio..., cit., tomo il1,
vol. l, pá9. 489.
4 9óMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit., pág. 461. En el
mismo sentido se expresan: cALVo SANCHEZ: La revísión.., cit., pág.453 y
GONZÁLEZ MoNTES: Examen crítico de algunos preceptos de la L"y au rr-
iuíciamíento civíl reguladores del recurso de revisión R. D. pr. lb., lgrs-1, pá-
ginas 67-77, en esp., pá9. 76.
3fi
=?
312
r
3t3
I
A
radísima jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, y porque se
podría beneficiar quien nada ha hecho para ello, v.g. el que a los
siete años de haber obtenido una sentencia civil desfavorable, se
entera que su oponente en aquel proceso ha sido condenada por
sentencia firme penal, como falsificador de un documento que fue
decisivo para la decisión de su litigio, que el proceso penal se ini-
ció de oficio hace tres años, ¿podrá interponer la revisión dentro
de los tres meses de enterarse de la sentencia firme penal? Cree-
mos que no, ya que han pasado los cinco años, y el supuesto para
la interrupción de dicho plazo es que se haya interpuesto la revi-
sión con anterioridad, con lo cual la caducidad no se interrum-
pe, sino que se ejercita la acción.
Consideramos, por lo tanto, que el plazo de cinco años, al igual
que el de tres meses, es un plazo de caducidad, si bien insufi-
ciente y confusa redacción de los preceptos que regulan el llama-
do "recurso" de revisión, puede llevarnos a la confusión.
Queremos señalar, siquiera de pasada, la inexactitud de la
exigen,cia de los artículos 1804 y lB05 de que la cuestión preju-
dicial penal se resuelva por sentencia penal firme (art. 1804), o
por sentencia ejecutoria (art. 1805). lnexactitud que ha sido se-
ñalada por GONZALEZ MONTEST0: "No nos parece oportuno dedu-
cir que el trámite del recurso esté suspendido indefinidamente
hasta que recaiga sentencia firme, porque ésta puede que no lle-
gue nunca a dictarse, o que el proceso penal terrnine por otros
medios que no sean necesariamente el de sentencia firme". Esta-
mos de acuerdo con lo manifestado por el autor citado, y este ha
sido el criterio que en la práctica se ha seguido, ya que el auto
firme de sobreseimiento ha motivado el alzamiento de la suspen-
sión, abogamos por la modifi,cación del texto legal, que bien po-
dría recoger la fórmula utilizada por el artículo 69, párrafo lV, de
la Corrección y Actualización de la Ley de Enjuiciamiento Civil r1: I
314
b) Momento inicial de los plazos. El plazo de los cinco años ha-
brá de empezar a computarse desde el día de la publicación de la
Sentenc¡a, tal como ordena el propio artículo 1800, y así la sen-
tencia de 30 de octubre de 1930, "dictada en 23 de julio de 1923
la sentencia objeto de la revisión que se intenta, y publicada a te-
nor de to preceptuado en el artículo 283 de la Ley procesal, me-
diante su inserción en la Gaceta de Madrid y en B.O. de 13 de
octubre de 1923, sólo el 13 de octubre de 1928 se cumplirían ma-
i
terialmente los c¡nco años a que el artículo 1800 de la l-ey citada
hace referencia".
El día inicial , para el cómputo del plazo de los cinco años, no
es por lo tanto el día de la publicación de la sentencia, sino el día
en que la parte tuvo conocimiento de la misma, mediante su noti-
ficación personal; o el día en que la parte pudo tener conocimien-
to de la publicación de la misma, rnediante el cumplimiento de to-
dos los requisitos que prescribe el artículo 283 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil.
La doctrina no Se muestra unánime sobre la conveniencia de
mantener o derogar el plazo de cinco años.
COV|AN12, al tratar de los plazos de la revisión se muestra par-
tidario del mantenimiento de ambos: "respecto al término para
interponer el recurso, nada debe innovarse'.
MANRESAt3, también se muestra partidario del mantenimiento
det plazo de los cinco años, y al igual que COVIAN no nos dan las
razones en que justifican su postura, limitándose a decir: "Las le-
yes 13, título 22 y 2.u, título 26 de la Partida 3.u, concedieron el tér-
mino de 20 años para pedir la rescisión de una sentencia ejecuto-
ria por cualquiera de los motivos que daban lugar a este recurso,
sin excepción ni restricción alguna; término que vino rigiendo has-
ta que por el presente artículo se redujo con notoria conveniencia,
a cinco años".
ALCALA ZAMORA t4 se muestra contrario al plazo de cinco
años, diciendo que: ..Hay un límite de tiempo para la interposición
del recurso en lo civil, que no puede ser más injusto. Se trata,
12 COVIAN: De la revisión..., cit., pág. 517.
i3 MANRESA: Comentaríos..., cit., vol. Vl, pág- 251-
t4 ALCALA-ZAMORA: Los recursos..., cit., págs. 89 y siguientes. ver del
mismo autor: Nofas para la reforma de la L.E.C. en Estudios..., cit', págs', 153-
262, esp., págs. 250 y siguientes.
315
I
T
sí6
nimidad nos limitaremos a señalar que en este plazo se dan to-
dos los efectos que para la caducidad señala DE CASTRO15: "El
peculiar carácter de la caducidad tiene su correspondencia en la
peculiarídad de sus efectos; 1. El derecho o facultad que se ex-
tingue por caducidad, puede decirse que más que morir no ha lle-
gado a nacer. El poder de cambiar una situación jurídica no se ha
verificado a tiempo y ya no podrá verificarse. A diferencia de la
prescripción no se origina la liberación de una obligación o deuda;
Ia situación existente permanece sin cambios; pero, en su caso,
queda liberada de un peligro, purificada o consolidada.
,,2. Puede y hasta debe ser apreciada la caducidad de oficio
por las autoriades judiciales y administrativas, aunque no haya
sido solicitada.
"t. El plazo de caducidad no está afectado por causa alguna
de interrupción".
Siendo la caducidad el efecto del mero transcurso del tiemporó,
vemos que, en efecto, así opera el plazo de tres meses, que esta-
rnos estudiando.
Cómputo del plazo La norma aplicable para el cómputo del
plazo de tres meses, es el artículo 305 de Ia Ley de Enjuiciamien-
to Civil, la sentencia de 1l de julio de 1950: "Si bien es cierto que
Código Civil en su artículo 7 previene que si en las leyes se habla
de meses se entenderá que los meses son de 30 días, no lo es me-
nos que el artículo 305 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, estable-
ce que los términos señalados por meses se contarán por meses
naturales, es decir, que las normas establecidas por uno y otro
cuerpo legal para el cómputo de los términos señalados por me-
ses son distintas, y en la obligación de resolver tal discrepancia
se impone Ia necesidad de aplicar lo establecido en la Ley do
Enjuiciamiento Civil, no obstante ser el Código de fecha poste-
rior, porque la norma de la expresada Ley de procedimiento tiene
317
2t
1 l
un carácter más concreto y específico en lo que se refiere a tér-
minos y plazos procesales, es una máxima jurídica que la ley pos-
terior, cuando es general, no deroga a la especial anterior si no
lo expresare).
Hemos de señalar que con la reforma del título preliminar del
Código Civil, realizada por Decreto 1836/1974 de 3 de mayo, el ar-
tículo 5 del Código civil dispone: (...y s¡ los plazos estuv¡esen fi-
jados por meses o años se computarán de fecha a fecha", con lo
que la discrepancia entre ambos cuerpos legales ha desaparecido.
La dificultad para el cómputo del plazo de los tres meses, ra-
dica en que, como señalan ORBANEJA-HERCE17, es indeterminado
el día a quo de dicho plazo; en efecto, la Ley señala "contados
desde el día en que se descubrieron los documentos nuevos o el
fraude, o desde el día del reconocimiento o declaración de fal-
sedad.
e)Especial referencia a la carga de la prueba
La determinación del día a quo del plazo corresponde realizarla
al demandante en revisión, en este sentido ha sentado nuestro Tri-
bunal Supremo que: (El artículo 1798 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil para fijar el plazo concretamente se refiere "al día" en que
se descubrió el fraude o desde el que ha de contarse el reconoci-
miento o declaración de falsedad, siendo doctrina de esta Sala,
la que sostiene que este plazo ha de resultar determinado". Sen-
tencia de 13 de diciembre de 1963 '8.
El requisito de la determinación del día es tan necesario que
su incumplimiento, hará que se tenga por caducado el plazo, sen-
tencia de 17 de octubre de 1969: (... no puede ofrecer la menor
duda que pasados más de tres meses desde la sentencia impug-
nada al momento de la presentación de la demanda del recurso,
el recurrente venía obligado a señalar y probar la fecha en que tuvo
conocimiento de las causas alegadas; y como quiera que ni se'
ñaló, ni menos ,probó tal fecha exacta, procede est¡mar caducado
el plazo".
La exigencia de la determinación del día en el que ha de em'
pezar a computarse el plazo, nace con la Íirmeza de la sentencia
3tB
atacada por Ia revisión, doctrina que nos parece correcta, ya que
así entran dentro del plazo aquellos motivos descubiertos antes de
la firmeza de la sentencia y en momento procesal de imposible
alegación en el proceso, y que podrían quedar imposibilitados de
servir para basar una revisión si el plazo se computase desde el
momento de ser descubiertos; deseamos transcribir el plantea-
miento que al caso, y posible solución cara a una modificación de
la Ley, que nos da ALCALÁ ZAMORAte: "Es evidente, máxime en
un procedimiento de la lentitud del español, que los motivos que
dan lugar a ella en lo civil, o sea los cuatro del artículo 1796, pue-
den llegar a conocerse durante la sustanciación de un recurso de
casación, es decir, antes de que recaiga la sentencia firrne a que
condiciona el artículo 1797 de la Ley de Enjuiciamiento Civil la po-
s¡bil¡dad de deducirla. Y como sucede gue por la índole de la ca-
sación y por la prohibición terminante del artículo 1741, en cuan-
to rechaza la "alegación de hechos que nó resulten de los autos",
no cabe utilizar el remedio que en análogas circunstancias brindan
para la apelación los artículos 862 fnúmeros 3 y 4 y 863, en rela-
ción con los 506 y 504, ocurrirá que, descubiertos mientras la ca-
sación se tramita hechos determinantes de la revisión, habrá, sin
embargo, que esperar a que recaiga sentencia firme, cuando ésta
va a resultar dilatoria e inútil, por haber variado los supuestos
en que se apoyaba. Frente a una anomalía semejante, pa!'a la que
ni siquiera es solución la de renunciar al recurso de casación
y precipitar así el advenimiento del fallo firme, puesto que la re-
nuncia sería una temeridad, desde el instante en que el éxito de
la revisión que se intente no está garantizado, sólo cabe un reme-
dio: el de admitir la revisión tan pronto como llegue a conocerse
alguna de ias circunstancias enumeradas en el artículo 1796, qule-
dando mientras tanto, en suspenso la casación interpuesta, que
recobraría su curso si la revisión no prosperase,'.
Sentado ya que el p)azo de tres meses no puede empezar a co'
rrer hasta el momento en que adquiere firmeza la sentencia ataca-
da por la revisión, veamos la forma de determinar el día inicial,
del mencionado plazo, cuando tal día es posterior al del en que
adquirió firmeza la sentencia del primer proceso.
3t9
i
La determinación de! dies a quo del plazo de los tres meses
ofrece características distintas, según Se trate de los distintos
Supuestos que en ese texto recoge el artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento de Civil, e incluso es necesar¡o diferenciar el pri-
mér submotivo del número 4.', violenc¡a y cohecho, del 2-" sub-
mot¡vo, maqu¡nac¡ón fraudulerrta; la jurlsprudencia ha sistemati-
zado,la determinación del dies a quo, agrupando el primer motivo
y la maquinación fraudulenta, por un lado, y el resto de los mo-
i¡uou poi otro, la razón es senc¡lla y convincente, la necesidad o
no de'butu. la revisión en una sentencia penal, si bien en el segundo
rnotivo habrá que hacer una salvedad.
La determinación del dies a quo en ias causas 1.u y 4.', Segun-
do submotivo. El Tribunal Supremo ha sentado la doctrina siguien'
te20: ..... la ObServancia de este plazo, ¡mpuestO de manera termi-
nante por el artículo 1798 de la Ley de Enjuiciamento Civil, ha de
ser acieditada por el recurrente de suerte que acerca de ella no
haya lugar a dudas, porque basta el transcurso del término para
qu'e el i"cutso quede sin viabilidad y carezca de procedencia la
revisión en él solicitada, slquiera por haberse de iniciar su cóm-
puto cuando los documentos o el fraude Se descubren, esto eS, par-
iiendo de hechos que ha de justificar el recurreflte". Sentencia de
12 de julio de 1940.
La sentencia de 11 de febrero de 1948, distingue entre el día
en que se adquiere un medio de prueba del fraude y el día en que
r" d"r.ubre el mismo, ..no eS posible tomar como punto de partida
para el cómputo del ptazo de tres meses que exige el artículo 1798
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la fecha en que un testigo -que
no ha declarado en estos autos- com,pareció ante notario para
manifestar que el demandante en el juicio declarativo conocía al
formular ta demanda e! domicilio del demandado, pues no es el
momento en que el recurrente en revisión se provee de'un medio
probator¡o, sino el en que adquiere conocim¡ento o descubre el
iraude, al que hay que atenerse para el cómputo del plazo de in'
terposición del recurso,'. La sentencia de 29 de noviembre de 1967:
324
"El punto de partida paya computar el plazo de tres meses, es la
propia sentencia, pues se alega un supuesto fraude con"¡etido en
ella".
Para determinar el dies a quo en las causas 2.u, 3.u y 4." pri-
mer submotivo, se habrá de partir de la fecha de la notificación
de la sentencia penal, al demandante en revisión. Sentencia de
21 de enero de 1952: "Sin que obste a ello que de la certificación
aportada por el demandante resulte que, en la providencia dic-
tada por la Audiencia declarando firme la sentencia en que se
declaró la falsedad, se retrotraiga su lirmeza al 1B de noviembre
de 1946, por cuanto fue notificada el 12 de diciembre siguiente,
a cuya fecha hay que atenerse para el cómputo de los tres meses,
concebidos por el artículo 1798, para interponer el recurso; a me-
nos de acortar, sin razón legal, el plazo referido para que el inte-
resado pueda reflexionar sobre la conveniencia de interponerlo y
prepararlo debidamente". La sentencia de 12 de niviembre de 1971:
<.... áunQUe no se tome como punto de partida la de la sentencia,
sino la de la firmeza y aun la de la notificación a la parte que
pretende recurrir".
Vemos, pues, que en todos los casos es la parte demandante
en revisión, la que ha de probar el dies a quo para el plazo de los
tres meses. Prueba que resultará fácil en los casos en que la
revisión se base en una sentencia penal, en cuyo proceso ha ac-
tuado, o al menos tenido conocimiento de su tramitación la parte ;
demandante en revisión.
El problema, o la dificultad de la prueba nace en los casos de
documentos recobrados, maquinación fraudulenta, y en los casos
del númeya 2.", documentos declarados falsos con anterioridad al
proceso que tratamos de rescindir, pero cuya falsedad ignoraba la
parte que interpone la revisión. Aún podemos pensar en el caso
de una condena por falsificación de documento o falso testimo-
nio, ambos delitos perseguibles de oficio, en cuyo proceso la par-
te demandante en revisión no haya intervenido, y por lo tanto no
le ha sido notificada la sentencia, y llega a su conocimiento con
posterioridad, creemos que en estas hipótesis estaremos en el
mismo caso que en el del conocimiento de la maquinación frau-
dulenta.
I
321
SAEZ JIMÉNEZ-LOPEZ FDEZ. DE GAMBOA2T afirman que en la
prueba det díes a quo se habrá de tener en cuenta la fecha del des'
cubrimiento alegada por el demandante en revisión, ya que eS ne-
cesario tener en cuenta la teoría de la prueba de los hechos nega-
tlvos, y afirman QUC: ..Frente al no conocí antes del actor
-como
hecho negat¡vo- sóto cabrá la justificación por el demandado de
que conoc¡ó anteriorms¡ls hecho postivo-".
-66rns
En contra de esta opinión el Tribunal Supremo ha dicho que:
"Alegando por et recurrido que el recurso estaba puesto fuera de
plazo legal, correspondía al recurrente la prueba en contrario".
Sentencia de 27 de rnarzo de 1924, y en s¡milar sentido sentenc¡as
de 12 de julio de 1940 y 28 de septiembre de 1955.
d) Precisiones críticas: Partiendo del texto de nuestra Ley y
de la interpretación restr¡ctiva que el Tribunal Supremo hace de
los preceptos reguladores de la institución objeto de nuestro es-
tudio, hemos de llegar a la conclusión de que el recurrente habrá
de probar con hechos fehacientes el día en que recobró los docu-
mentos o descubrió la ex¡stenc¡a de la rnaquinación o de la sen-
tencia penal firme, si el demandante en revisión logra probar fe-
hacientemente dicho día será a la parte demandada a la que co-
rresponda la prueba de un conoc¡miento anterior. DEVIS ECHAN-
DlA22, at tratar de la prueba de la ignorancia afirrna que: "Cuando
la Ley la contemple para cualquier efecto jurídico: quien persiga
tal efecto, debe probarla como presupuesto de la norma que lo
cofrs?[f f8ú.
Es necesario, para que la interposición de la dennanda de revi-
sión esté dentro de los plazos señalados por la Ley, el conjugar el
plazo de tres meses con el de los cinco años, ya que es posible
que si esperamos a interponer la revisión a que haya recaído sen-
tencia penal firme, nos encontremos con que han transcurrido cin-
co años de la sentencia impugnada y la revisión sea rechazada de
322
plano, pues, como hemos visto, la interrupción que señala el artícu-
io 1804 no entre en juego sino con poster¡oridad a la interposición
de la demanda de revisión. Al mlsmo tiempo, como ya indicamos
al tratar de los motivos, los mismos hechos pueden dar lugar a
dos motivos distintos de revisión, gracias al matiz genérico que Ia
maquinación fraudulenta tiene, y que es reconocido por. la sen-
tencia de 15 de marzo de 1974, o incluso que hechos distintos, mo-
tivadores de dos causas de revisión hayan concurrido en el mis-
mo proceso, citación defectuosa y falso testimonio. Todo esto
puede dar lugar a la interposición dentro de plazo para uno de los
mot¡vos y habiendo transcurrido el mismo para los demás'
Para iolventar estos posibles obstáculos al triunfo de la revi"
sión, ta política procesal a seguir es: a partir del día en que des-
cubrimos hechos susceptibles de integrar un motivo de revisión
tenemos tres meses para preparar la demanda, e iniciar los pro-
cedimientos penales que consideremos oportunos, y dentro de
dicho plazo interponer la demanda de revisión. Con esto la habre'
mos interpuesto dentro del plazo de tres meses, para los rnotivos
que se ha de contar dicho plazo a partir del día del descubrimien-
to del mot¡vo, asimismo estaremos dentro del plazo de cinco
años. En la propia demanda de revisión habremos de solicitar la
suspensión del proceso de revisión, hasta que recagia sentencia
penal firme en los procesos correspondientes.
Con esta táctica vemos que una Vez reanudado el proceso de
revisión ésta podrá prosperar, bien por una sentencia penal con-
denatoria, que haya recaído en el proceso de dicha clase, bien por
uno de los otros motivos alegados en t¡empo y forma correctos.
3. FORMAS DE LA SOLICITUD
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--
324
-,-¿---
rtr-=
325
4. DEPÓSITO
s26
to nuevo al rnargen del anterior, ya que de él no es directa deriva-
ción ni consecuencia, no siendo tampoco una instancia continua-
ción de otras anteriores, sino recurso y juicio aislado tan diferen-
te de todos los demás, que sólo él se da contra toda sentencia fir-
me, cualquiera que sea el grado del Tribunal que la dictó y la
cuantía objeto del pleito".
Para poder gozar del beneficio de sustituir el depósito por la
caución juratoria es necesario haber obtenido la concesión del
beneficio de pobreza antes de la interposición de la demanda de
revisión; sentencia de 6 de junio de 1967: "Para la interposición
de los recursos de revisión es indispensable la previa constitu-
ción del depósito, salvo en el supuesto contemplado en el artícu-
lo 14 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, de que el recurrente hubie-
ra sido declarado pobre por sentencia firme". El Tribunal Supre-
mo en la sentencia de 25 de junio de 1932, declaró: "La declara-
ción de pobreza a que se refiere el artículo 1799 de la Ley de En-
juiciamiento Civil, lo mismo puede hacerse ante los Tribunales in-
feriores en el momento oportuno, que ante el Tribunal Supremo,
aplicando ambos el artículo 15 del mismo cuerpo legal". Creemos
que a tenor de la norma de competencia contenida en el artícr;-
lo 21 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la declaración de pobreza
para interponer un recurso de revisión se habrá de instar ante el
Tribunal Supremo.
Si el demandante en revisión ha obtenido el beneficio de po-
breza será necesario que preste la caución juratoria y su omisión
tendrá el mismo tratamiento que la falta de depósito, en este sen-
tído se ha expresado el Tribr-lnal Supremo en las sentencias de
25 de junio de 1966,25 de octubre de 1968 y 27 de septiembre de
1969: "El recurso interpuesto carece de viabilidad porque al for-
mularle el recurrente en concepto de pobre, dejando de constituir
el depósito, omitió prestar caución juratoria que para los acogidos
a este beneficio requiere el artículo 14 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil".
También serán de aplicación a las demandas de revisión lo dis-
puesto en los artículos 515 y siguientes de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, por lo tanto Ia demanda de revisión y documentos que se
acompañen habrán de presentarse con tantas copias como sean
Ias partes a las que en la propia demanda se señala que debe em-
plazar el Tribunal supremo, más una copia supletoria para el M¡-
s27
i
\
s. oPostctóN
: Contenido: Una vez interpuesta la demanda de revisión, se ad-
mitirá a trámite o se rechazará.
, Creemos que las únicas causas por que puede denega¡le la ad-
misión o trámite de la demanda de revisión, han de ser las expre-
samente señaladas en la ley.
Como causas específicas para la inadmisión'de una demanda
de revisión, sólo se dan: a) La falta de la constitución del depó-
sito, ya que ,el artículo 1799 ordena QUe ..será indispensabls" y b)
el haber transcurrido el-plazo de cinco años señalado en el artícu-
lo 1800: "Si se presentare pasado este plazo se rechazará de
plano", cualquier :otra causa podrá ser de desestimación de la pre-
tensión deducida,en la demanda y por lo.tanto resuelta en senten-
cia. Creemos que de rechazarse por la causa señalada-en el artícu-
Io 1800, ha de aplicarse, por analogía y debido a la rernisión que
contiene el artículo 1799 in fine a los recursos de casación, la re-
gla primera del artículo 1728 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, y
condenar en costas al demandante mandando devolverle el depó-
sito.
Una vez que se ha admitido a trámite la demanda, el Tribunal
Supremo en cumplimiento de lo ordenado en el artículo 1801 de
328
la Ley de Enjuiciamiento Civil, "llarnará a sí todos los anteceden-
tes del pleito", lo que hemos de interpretar por los autos del rnis-
mo, todas sus instancias y recursos extraordinarios si han tenido
lugar, lo cual lo hará mediante la oportuna carta-orden dirigida al
Juzgado en que éstos estén archivados.
Recibidos dichos antecedentes el Tribunal Supremo emplazará
a todos los litigantes o a sus causahabientes y les emplazará para
que comparezcan ante el propio Tribunal Supremo en el término
de cuarenta días.
La parca regulación que el legislador de nuestra Ley nos ofre-
ce, en relación al procedimiento de la revisión, nos plantea el pro-
blema de si el término de cuarenta días, se refiere a que dentro
de él se han de personar las partes emplazadas, a los solos efec-
tos de no ser declarados en rebeldía, y una vez personadas y con-
forme a lo dispuesto en el artículo 1802 se siguen los trám¡tes de
los incidentes concediéndoles a cada parte personada seis días
para contestar, conforme a lo estipulado por el artículo 749 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, o si el térrnino de cuarenta días es
común para personarse y contestar,
El último inciso del artículo 1801: "Comparezcan a sostener lo
que convenga a su derecho", la amplitud del plazo y razones de
economía procesal, nos llevan a decidirnos por la segunda de las
alternativas citadas, para ello es necesario que junto con el em-
plazamiento, el Tribunal Supremo dé traslado de Ia demanda de
revisión a las partes emplazadas.
Una vez personadas las partes emplazadas la postura que adop-
ten puede ser cualquiera de las reconocidas en nuestro ordena-
miento procesal. lncluso, aunque el legislador no haga mención de
ello el apoyar la pretensión contenida en la demanda de revisión-
Pensemos en un litisconsorcio, y que una vez recaída sentencia
firme uno de los litisconsortes interpone demanda de revisión él
solo, el Tribunal Supremo habrá de emplazar a sus Iitisconsortes
en el primer proceso, y éstos, lo lógico será que comparezcan para
solicitar la revisión de la sentencia
La única postura del demandado en revisión que no es admi-
sible es la del allanamiento, que no producirá más efecto que un
reconocimiento de los hechos alegados, lo cual ni dispensará al
Tribunal Supremo de estudiar la posibilidad de subsunción de di-
chos hechos en uno de los rnotivos de revisión, ni coartará la li-
329
a -l
bertad del Tribunal Supremo de rechazar la pretensión si conside-
ra que no se han dado los requisitos exigidos por el legislador para la
revisión de una sentencia firme, ya que como afirma PRIETO CAS-
TRO 2ó: "Si el Juez advierte que el allanamiento tiene por objeto
un fraude o envuelve simulación, en suma, si la causa es falsa o
improtegible o puede afectar al orden público o a las buenas cos-
tumbres, se deberá abstener de ampararlo con la cosa juzgada,
desestimando la pretensión del actor", si bien el allanamiento es
una figura prácticamente huérfana de ordenamiento positivo, la
postura que aquí defendemos ha tenido consagración legal, en la
Justicia Municipal, en el párrafo 2 del artículo 41 del Decreto de
21 de noviembre de 1952.
Las partes que contesten a la demanda oponiéndose a la pre-
tensión rescisoria del actor, podrán usar cuantos medios de opo-
sición contempla nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil, utilizando
toda clase de excepciones procesales, o oponiéndose al fondo de
la demanda de revisión.
La oposición al fondo ha de consistir en la negativa de los
hechos alegados no están contemplados en el texto del artícu-
lo 1796 de ia Ley de Enjuiciamiento Civil, o bien aun estando den-
tro de dichos supuestos no reúnen todos los requisitos exigidos
por el mismo, y que ya estudiamos en la parte dedicada a los mo-
tivos de la revisión.
La oposición a la revisión se ve favorecida, por la inexcusable
necesidad de que para rescindir la cosa juzgada se den cumplida-
mente y sin género de dudas, las condiciones exigidas por el Ie-
gislador, y por la constante doctrina del Tribunal Supremo, de la
que sólo citamos la reciente sentencia de 22 de enero de 1973:
"Al deber del demandante acreditar, conforme al principio del
onus probandi regulado por el artículo 1214 del Código Civil, el
hecho que sirve de sustento al r€curson.
6. PRUEBA
330
-,1.:
;.r¡dt,:
,
cepto dedicado a la prueba, debie¡-rdo de estar, a tenor de la remi-
sión contenida en el artículo 1802 a los artículos 750 y siguientes
de la Ley de Enjuiciamiento civil, según el texto de estos precep-
tos las partes deberán pedir el recibimiento a prueba en tos es-
critos de demanda y contestación, recibiéndose a prueba la revi-
sión cuando lo soliciten todos los litigantes, o cuando habiéndoto
pedido una sola parte el Tribunal Supremo to estime procedente,
de no solicitar el recibimiento ninguna de las partes se mandarán
traer los autos a la vista. El término de prueba no podrá bajar de
diez días ni exceder de veinte, pudiéndose otorgar término extraor-
dinario de prueba, el término será común para proponer y practi-
car la prueba,
La proposición de prnreba la habrán de realizar las partes, pu-
diendo proponer cualquier medio de prueba ya que no existe nin.
guna limitación en este punto, pudiendo las partes servirse de
todos los medios de prueba reconocidos en nuestro ordenamiento
positivo.
La admisión de prueba la acordará el Tribunal competente, sala
Primera del Tribunal supremo, la que resolverá lo que estime con-
veniente a propuesta del Magistrado ponente, para la admisión
de prueba serán de aplicación las disposiciones contenidas en los
artículos 565 y 566 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, teniendo en
cuenta que las pruebas se habrán de referir a los motivos de
revisión en que se basa la demanda, ya que, como afirma la
sentencia de 23 de enero de lgG2: "... podrían constituir un con-
junto de maquinaciones fraudulentas que este recurso de revisión
no puede estimar por no haber sido interesada la aplicación del
número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civit".
Doctrina que consideramos ajustada a la actual regulación de la
revisión civil, como recurso, pero que, opinamos, en una futura re-
dacción de la Ley ha de preveerse la posibilidad de rescindir una
sentencia por una causa no alegada, ya que creemos que el prin-
cipio dispositivo que ha de regir en todos los procesos civiles,
queda a salvo con la exigibilidad de petición revisoria de parte,
pero una vez constatado y probado que se da un motivo de revi-
sión, la misma debe ser acordada aunque el letrado de la parte
demandante haya subsumido los hechos en motivo distinto del
que en realidad configuraban.
33t
t- I
I
cco
in
-lt-
7, SENTENCIA
a) Estimatoria
333
22
i -¿
!
334
contra esta sentencia preparó recurso de casación el procurador
de la Sociedad de Autores Españoles, en líquidación. Terminada la
Guerra Civil y en el mes de diciembre de 1939, se persona ante el
Tribunal Supremo el procurador de la Sociedad General de Auto-
reg de España y formaliza el recurso, recurso que prospera y el
Tribunal Supremo casa la sentencia de la Audiencia Territorial y
dicta segunda sentencia. Contra esta segunda sentencia del Tri-
bunal Supremo la Compañía del Gramófono O. interpone recurso
de revisión alegando que entre la sociedad que l¡t¡gó en primera
y segunda instancia "Sociedad de Autores Españoles", en liqui-
dación y la que formalizó y siguió el necurso de casación en to-
dos sus trámites "Sociedad General de Autores de España" no
existe ninguna identidad ya que son asociaciones enteramente dis-
tintas, califica la actuación de la segunda sociedad como maqui-
nación fraudulenta y solicita se rescinda la sentencia dictada por
el Tribunal Supremo y se declare la firmeza de la sentencia dic-
tada por la Audiencia Territorial en diciembre de 1936. El Tribunal
Supremo en el tercer considerando de la sentencia afirma: CON-
SIDERANDO: Que, la imposibilidad de proceder, como se ha pre-
tend¡do, resulta aun del examen mismo del artículo 1807 de la Ley
procesal; porque si en él como es lógico, se determinan los efec-
tos de la révisión sobre la sentencia a que se refiere para la cele-
bración de un nuevo juicio asiento de una nueva sentencia, no se
explica cómo puede pretenderse sin embargo, así se solicita
-y
en el escrito de interposición- que los efectos del remedio se
traduzcan en declarar inmutable y firme la sentencia de instan-
cia que favoreció al recurrente; lo que sí es perfectamente lógico
dada su actitud, muestra, por otro camino, que, de lo que en rea-
lidad se trata en este caso no eS de atacar una Sentencia injusta,
porque se ganó por medios reprobables, sino de dejar firme la re-
caída en instancia, por obra de un vicio procesal que dada su ín-
dole, y la falta de comparecencia en casación de la entidad que lo
denuncia, pudo, si tenía transcendencia anulatoria, tener, en su
caso, tiempo y lugar, adecuado remedio.
Creemos que un proceso nunca puede ser revisado parcialmen'
te, excepto en los casos de acumulación de acciones, que se
podrá rescindir el capítulo de la sentencia referente al fallo re-
caído respecto a una o varias de las acciones acumuladas, dejan-
do a salvo el resto de la sentencia. Desde luego nunca será posi-
335
I -T
i
i
ble rescindir una instancia o fase del proceso, sino todo é1, desde
la presentación de la demanda hasta la sentencia firme
b') TOTAL: El que la sentencia que da lugar a la revisión res-
cinda el proceso en su totalidad, o, en terminología legal (resc¡n-
dirá en todo la sentencia impugnada, es el más general de los ca-
sos [ya hemos dicho que todas excepto una de las sentencias en
que ha prosperado la revisión se ha rescindido la sentencia firme
en su totalidad).
La única diferencia con la revisión parcial, es que las partes al
usar su derecho según les convenga en el juicio correspondiente,
si la rescisión ha sido total, se encontrarán con las mismas posibi-
lidades que al ir a interponer la demanda del proceso rescindido;
si la revisión ha sido parcial, se encontrarán, con que parte de las
acciones han sido ya juzgadas, por lo que contra su ejercicio se
podrá excepcionar, la perentoria del artículo 544.
La conclusión ineludible de todo lo anteriormente d¡cho, es que
la devolución de autos al Tribunal de que procedan, ordenada por
el artículo 1807, ha de ser necesariamente al de primera instan-
cia, en que las partes han de plantear sus pretensiones en el lla-
mado juicio rescisorio. Juicio que se nos presenta como un ter-
cer proceso autónomo de los dos anteriores y con la única rela-
ción de dependencia ordenada por el artículo 1807 en su párrafo
segundo, juicio rescisorio que tiene carácter contingente, ya que
podrá o no darse en virtud del principio dispositivo, y en que se
actuará una pretensión que podrá o no ser la misma del proceso
rescindido.
S¡ bien es totalmente factible que pese a la rescisión de la
sentencia firme ambas partes hayan obrado de buena fe en el pri-
mer proceso, muchas veces será la parte vencedora en el primer
proceso, la que haya retenido documentos decisivos, o presenta-
do documentos o testigos falsos, o bien cometido cohecho, violen-
cia u otra maquinación fraudulenta, y es indudable que siempre
habrá ocurrido alguno de los eventos citados en el proceso res-
cindido. Esto dificultará en gran manera la posibilidad de intentar
de nuevo la pretensión objeto del anterior proceso, ya que al te-
nerse que tramitar el nuevo con la vinculación establecida en el
párrafo 2 del artículo 18a7, la causa rescindente no podrá ser apor-
tada de nuevo al juicio rescisorio. Creemos que prácticamente
sólo en los casos de revisión por maquinación fraudulenta consls-
336
tente en citación defectuosa, podrá plantearse de nuevo el litigio,
basando la pretensión en los mismos hechos y con las mismas
pruebas que en proceso rescindido, ahora bien, con la relación ju-
rídico-procesal perfectamente constituida y con todas las posibili-
dades de defensa para ambas partes contendientes.
El caso más general será que la parte vencida en el primer pro-
ceso sea la que acuda al juicio rescisorio, solicitando del órgano
jurisdiccional competente la declaración de una pretensión opues-
ta a la interpuesta en el primer proceso, v. g. si la primera senten-
cia declaró que A no adeudaba nada a B, será B quien acuda a los
Tribunales y suplicará que se declare que A es su deudor.
b) Desestimatoria
En el caso de que la parte demandante en revisión no logre
probar la concurrencia de todos los requisitos de procedimiento,
más la existencia de uno de los motivos contemplados en el ar-
tículo 1796, el Tribunal Supremo lo declarará así y dictará senten-
cia fallando no haber lugar a la revisión interpuesta.
La sentencia desestimatoria de la revisión plantea una proble-
mática mucho menor que la estimatoria.
La consecuencia fundamental de la sentencia desestimatoria
de la revisión, es la permanencia del fallo firme anterior, la de-
claración implícita de que el proceso anter¡or se trarhitó correcta-
mente, de que la sentencia que le puso fin no está afectada por
ningún vicio y el consiguiente mantenimiento de todos los efectos
del mencionado proceso, entre los que hemos de destacar la cosa
juzgada.
Hemos de señalar que los efectos del proceso no rescindido
actuarán, no desde el momento en que se dicta la sentencia de-
sestimatoria de la revisión, sino desde que alcanzó tirmeza la sen-
tencia inútilmente impugnada. Prueba la certeza de la anterior
afirmación el contenido del artículo lB03 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil: "Las demandas de revisión no suspenderán la eje-
cución de las sentencias firmes que las motiven". Esto nos de-
muestra que la ejecución del primer proceso puede seguir su cur-
so sin que se vea interferido en modo alguno por la interposición
de la revisión, que si es desestimada podemos afirmar que para
el primer proceso es como si no hubiese existido.
337
É
I
.)¿ó
d) Recursos
339
,t
l-_
L-- )
CAPiTULO IX
341
I
4- -
transmisión onerosa a tercero de buena fe del objeto del primer
l¡tig¡o, haga que los derechos del tercero queden protegidos por el
artícuto 34 de la Ley H¡potecaria, y fuera de los efectos de la re-
visión a tenor de lo preceptuado por el artículo fB0B. S¡ la sen-
tencia firme no ha sido ejecutada, la interposición de la revisión
no suspenderá Su ejecución, ésta es la norma general contempla'
da en el párrafo 1.o del artículo 1803, por lo que la ejecución de la
sentencia atacada sigue su marcha sin verse afectada para nada
por la interposición de la revisión. Los párrafos 2." y 3." del pro'
pio artículo 1803 señalan una excepción a la norma general por
ta que se permite, en determinados casos la suspensión de la eje-
cución de la sentencia firme.
2. LA SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN
342
ta ejecución pueda ocasionar a la parte demandante en el caso de
haber lugar la rescisión solicitada, la Sala valorará, asimismo, los
daños consiguientes a la no eiecución de la sentencia. Si la Sala
cree que los hechos rev¡sten la apariencia de constituir una causa
de revisión, sin que su decisión suponga preiuzgar sobre el fondo
del recurso, concederá ta suspensión de la ejecución, señalando
en la misma resolución la cuantía de la tianza á prestar por la par-
te demandante, ta cuantía la fijará el Tribunal Supremo teniendo
en cuenta el valor del objeto litigioso y los daños y perjuicios que
la inejecución pueden ocasionar. La Ley nada nos dice sobre cómo
se ha de relizar ta valoración en tos casos de cuantía inestimada,
si bien no parece haber duda de que en estos casos' la determi-
nación ha de quedar a la discrecionalidad del Tribunal Supremo.
juzgada.
-
f
I
aJ Revisión parcial i
I
343
tencias que dan lugar a la revisión, ni siquiera en los casos en
que la parte vencida en revisión ha sido condenada penalmente por
su conducta en relación al proceso primitivo.
La sentencia estimatoria mandará, asimismo devolver la fian-
za constituida para responder de los daños y perjuicios que pudie-
ra ocasionar la suspensión de la ejecución de la sentencia firme.
La anterior afirmación no está recogida expresamente en nuestra
Ley de Enjuiciamiento Civil, ni creemos que sea necesaria su in-
clusión, ya que si la fianza se constituyó para responder de unos
daños que no se han producido, y que solamente se podían produ'
cir como resultado de la suspensión de una 'ejecución, que ha
sido rescind.ida, la única solución factible es la de devolver la
Íianza cuando ya no queda nada que afianzar.
b) Revisión total
344
tencia firme, y el Tribunar supremo declare la rescisión parcial
de
la misma.
En este caso respecto al depósito creemos que se debe
de de_
volver por entero, ya que consideramos que la final¡dad del mismo
no es otra que el poner coto a la interposición de demandas
de
revisión temerarias, ra admisión de parte de la misma nos
demues-
tra que dicha demanda no era temeraria, por lo que pr*Ju la
devolución del mismo.
Respecto a las costas el artículos rg0g preceptúa que
gan al demandante cuando *el recurso se'decláre se impon_
improcedente",
la resolución que rescinda parte de la sentenc¡a firme, no ha de-
clarado el recurso improcedente, luego .r".áo, que estamos
en
un supuesto no estudiado particularmente por el legislador,
lo que
nos obliga a acudir al supuesto general dé vencimiento
y el Tribunal supremo podrá o no hacer la declaración sub¡etivo,
de la im_
posición de costas.
si se acordó la suspensión de ta ejecución de la sentencia en
su totalidad, y sólo se ha rescind¡do en parte, se habrá
l-a fianza, y valorar ros perjuicios
de realizar
por la .urpunrion o"
Ia ejecución del capítuto o capítulos"urrr'do,
de la sentencia que no se
Lun rescindido, indemnizar los daños v oává¡uer el resto de la
Ttanza.
345
tentar de nuevo por otro motivo distinto del alegado en la prime'
ra revisión.
La excepción de cosa juzgada no ha sido alegada en ningún
proceso de revisión, y el Tribunal Supremo no se ha pronunciado
nunca sobre este punto.
El Tribunal 'supremo en la sentencia de 23 de enero de 1962
aplicó el principio dispositivo al proceso de revisión afirmando
que: "Todas las actividades del inquilino para lograr dicho fallo,
interesando la resolución del subarriendo concertado, que logró;
confesando en los autos la presencia de distintos convivientes, y
llevando a los mismos el padrón municipal contrahecho, en el que
figura como cónyuge ta señora que años después contraio matri-
monio con é1, podrían constituir un conjunto de maquinaciones fru-
dulentas que este recurso de revisión no puede estimar por no
haber sido interesada la aplicación del número 4 del artículo 1796
!o que en definitiva obliga a rechazar el r€curso¡,.
Al no entrar el Tribunal Supremo a decidir sobre el fondo de
tos motivos de revisión no alegados, parece ser que éstos quedan
imprejuzgados, por lo que sería admisible una nueva demanda
de revisión contra la misma sentencia firme pOr el motivo no ale-
gado en la primera.
En la práctica la segunda demanda de revisión contra la mis-
ma sentencia firme se vería tremendamente dificultada por los
plazos señalados en los artículos 1798 y 1800, en el concreto su'
puesto estudiado en la sentencia de 23 de enero de 1962, denega'
da la revisión por los números 1y 2 del artículo 1796 de intentarse
de nuevo por el número 4 del mismo precepto, habrían transcu-
rrido los tres meses señalados en el artículo 1798, ya que la ma-
quinación se conoció antes de interponer la primera demanda, en
la que no se alegó dicha causa de revisión. Creemos que sofamen-
te en los casos en que se haya intentado la rescisión de la sen-
tencia por el número 4 del artículo 1796 siendo denegada, si con
posterioridad se recobrasen documentos decisivos detenidos por
fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se dictó la
sentencia, o se lograse una sentencia penal firme condenado por
falsificación de documento o por falso testimonio, sería factible
intentar una nueva revisión, siempre que no hayan transcurrido
cinco años de la fecha de la firmeza de la sentencia impugnada, la
poslbilidad del triunfo de la segunda revisión la basamos en que
346
fa:r':..!l
fl
347
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1
a) tndependencia :
348
--f
b) Vinculación parcial
349
23
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mento. La sentencia revisoria no entra en absoluto en el fondo
de la relación jurídico privada discutida en el proceso rescindido,
por lo que no prejuzga el valor que los hechos probados como su-
ficientes para dar a la revisión, puedan tener en el proceso res-
cisorio, la valoración de decisivo del documento no vincula en
absoluto al juez de instancia en el momento de dictar su senten-
cia sobre el fondo del asunto, bien por no dar valor suficiente al
documento recobrado bien porque la valoración en conjunto de to-
das las pruebas aportadas al proceso rescisorio desvirtúe la fuer-
za probatoria del documento recobrado.
Creemos que la vinculación existente entre las declaraciones
hechas en el proceso de revisión y el nuevo juicio que puede na-
cer como consecuencia de la rescisión del primer proceso, no va
más allá de la total imposibilidad de que en nuevo juicio de la mis-
ma causa de revisión que en el primer proceso, pero nada impide
que la sentencia del nuevo juicio sea de idéntico contenido que
la rescindida, queremos, sin embargo, hacer notar que en la prác-
tica en todos los procesos que se han rescindido, había habido una
actuación dolosa de la parte demandada en revisión, y es lógico
pensar que si una parte actúa dolosamente es para obtener un re-
sultado distinto al que se llegaría con una leal actuación proce-
sal, por lo que en la mayoría de los casos la sentencia del nuevo
juicio, al imposibilitarse la actuación dolosa de la parte, será dé
contenido contrario a la rescindida.
c) Gontraprueba
354
que tuvo el rescindido aunque en et nuevo juicio no se haya po-
dido realizar las maquinaciones fraudulentaé.
Por el contrar¡o se rechazarán de plano todas las contrapruebas
gue intenten demostrar que en el proceso rescindido no se dio
ninguna causa de revisión, ya que el Tribunal supremo ha decla-
rado que esa causa existió, y sus declaraciones no pueden ser ob-
jeto de una contraprueba, ni siquiera pueden ser discutidas en el
nuevo juicio.
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351
23t
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..,t:t-,,,1
coNctustoNEs
l¡,1,
IV
I
I
ii
353
i
i
i
I
\
I
tencia firme hubiera sido distinto, que sea de influencia tan noto-
ria que si el juzgador lo hubiera podido apreciar al dictar su fallo,
lo hubiera pronunciado en sentido contrario.
VI
vil
El documento meramente descubierto no puede dar lugar a la
rescisión de un fallo firme, ya que la ignorancia no es equipara-
bte a la Íuerza mayor.
vilt
La falsedad de un documento ha de ser declarada por la sen-
tencia penat firme, siendo indiferente que sea falsedad materiat
o ideológica, no siendo equiparable el reconocimiento extraproce-
sal de falsedad, realizado por las partes a la declaración penal.
IX
354
X¡
xil
Para que pueda. prosperar una Revisión por otra clase de ma-
quinación fraudulenta se exige que la sentencia sea el resultado
directo de la misma, de tai forma que de no haber existido la ac-
tividad dolosa ia sentencia se hubiera dictado con contenido di-
verso del que alcanzó.
xilt
El proceso de Revisión ha de ser regulado como un proceso
autónomo, perder rigorismo formal y ampliar el plazo de cinco
años, en los casos en que se exige condena penal, al plazo de
prescripción del delito en que se ha de fundar la revisión para la
prosperabilidad del motivo.
Los términos de sentencia firme y de sentencia ejecutoria uti-
lizados en los artículos 1804 y 1805 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil deben ser sustituidos por la expresión resolución firme que
ponga fin a la causa penal.
XIV
355
Es necesario la inclusión de un precepto que expresamente
autorice la anotación preventiva de la demanda de revisión, para
impedir que se den los presupuestos del artículo 34 de la Ley
Hipotecaria que restringe los efectos de la revisión.
I
I
356
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TORIO: Introducción al testimonio falso. R. D. Pr., 1965-1.
VIADA-ARAGONESES: Curso de Derecho Procesal Penal. Madrid, ig70.
VICENTE CHAMORRO-GONZÁLEZ POVEDA: Derecho Procesal Civil y Penal.
Madrid, 1972.
WELZEL: Das deusche Strafrecht. Berlín 1960.
ZANI: La revocazione e I'opposizione di terzo nel nuova C. P.C. Ri. D¡. Pro. G.,
1s42-1.
362
ÍNDICE DE JURISPRUDENCIA DE REVISIÓN CIVIL
7 de julio de 1944
1v2 No ha ugai' C. L. n." 49
4 No ha. ugar C. L. n.' 60
12 de abril de 1946 4 No ha ugar C.L. n." 47
10 de octubre de 1946 No ha ugar
4 C. L. n." 60
1l de febrero de 1948 4 No ha ugar C. L. nI 48
18 de marzo de l94B
1 No ha lugar C.L. n." 27
11 de enero de lg49
1 Ha lugar C. L. n.' 6
363
FECHA CAUSA FALLO REPERTORIO
364
FECHA CAUSA FALLO REPERTORIO
365
FECHA CAUSA FALI-O REPERTORIO
366
FECHA CAUSA FALLO REPERTORIO
367
INDICE GENERAL
Pág.
PRÓLOGO
CAPÍTULO I
ANTECEDENTES HISTÓBICOS
GAPÍTULO II
369
Pág
CAPÍTULO III
SUJETOS DE LA REV¡SIóN
GAPÍTI¡LO I\f
OBJETO DE LA REVISIÓN
92
2. Procesos susceptibles de Revisión
96
3. Resoluciones objeto de Revisión
96
a) Sentenc¡as
100
b) Otras resoluciones
c) lnnecesariedad del previo agotamiento de los recursos ordinarios.
103
CAPÍTI'LO V
a) En general 118
c) PresuPuestos 152
370
Ple'
GAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
GAPÍTULO Uil
PROCEDIMIENTO DE LA REV¡SIÓN
1. Solicitud 309
2. Preclusividad de la revisión 310
D
o. Formas de solicitud 323
4. Depósito 326
5. Oposición 328
6. Prueba s30
7. Sentencia 333
a) Estimatoria 333
a') Parcial 334
b') Total 336
b) Desestimatoria 337
c) Costas 338
d) Recursos 339
CAPÍTULO IX
EFECTOS DE LA REVISÚÓN
372
Pá9.
c) ContraPrueba
350
353
CONCLUSIONES
357
BIBLIOGRAFÍA
363
ÍNDIGE DE JURISPRUDENCIA DE BEVISIÓN CIVIL .
369
INDICE GENERAL
373