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BII}LIOTECA PROCESAL

l. R¿uos MÉNoez, Francisco: Derecho procesar- Guía p'a el


qs_\udio y el trabajo científieo y profesionat. Barceloia l97g,
455 p.
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Barcelona 1979,355-4le"t:
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LA REVISIOI\ CryIL
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D?t3 rt'
eq+I JUAN DE DIOS DOVAL DE MATEO
Doctor en Derecho

LA I¿EVISIOI.{ CIVIL

BIBLIOTECA PROCESAL

LIBRERIA BOSCH
BARCELONA
1,979
O Ju¡N ou Dros Dov¡.r, on M¡,rno - 1979
Editado por Hijos de José Bosch, S. A.
San Antonio de Calonge (GrnoNn)
Número Registro Empresas Editoriales: 390

I. S. B. N. 84-7294-133-7

Depésito Legal: B. 42.067-7979

Coots Industria Gráfica - Cros, 23 - Barcelona-l4


"A MlPADRE:
OUE ME ENSEÑÓ A AMAR LA JUSTICIA."
4

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PRO LA GO

He'mos sosüenido reiteradamente que el criterío de Ia cosa


juzgada es e/ único que permite diferenciar la jurisdicción de' Ias
restantes actividades estafales, principalmente la administración.
Si Ia actuación del Derecho en Io concreto tiene carácter irrevoca-
ble, estamos frente a un acto iurisdiccional. Si puede ser revoca-
da, ante un acto,administrativo.
Una de Ias objeciones opuestas a nuestra fesis es Ia derivada
del art. 1.251 del Código Civil que aparentemente priva' de' írrevo-
cabilidad incluso a las actuaciones jurisdíccionales: "Contra la pre-
sunción de que la cosa juzgada es verdad, sólo será ef icaz la sen-
tencia ganada en iuicia de revisión". Pera un más atento examen
del precepto nos demuestra que quizá Ia existencia del "juicio" de
revisíón no sea obstáculo a la irrevocabilidad de Ias actuaciones
iurisdíccionales sino uno de sus meiores argumentos.
Propusimos a DOVAL MATEO el tema de la revisión por su pra-
fundo interés teórico y práctico. Desde el punto de vista teórico
parecia interesante' contrastar hasta qué punto eran compatibles
Ia revisión y Ia cosa juzgada, lo cual permitiría a la doctrína pro-
cesal española afianzarse en Io que estimábamos úníco criterio di-
ferencial seguro de la jurisdicción. Para los prácticos, los Aboga'
dos que cada día aplican la Ley ante los Tribunales, el tema de Ia
revisión estaba falto de una monografía cuidada que les propor'
cionara los materiales precisos para su diario quehacer.
La obra del profesor de Ia Universidad de San Sebastián satís-
face ampliamente ambos o'bietivos.

I
En primer lugar, es definitiva su demostración de que en Ia re-
visión no nos encontramos verdaderamente ante un recurso slno
más bien ante "un proceso autónomo que tiene por abjeto un pro-
ceso anterior que se intenta rescindir". En Ia revísión no se pre-
tende sustituir una resolución judicial sobre unos prob[emas de
fondo, por otra resolución judicial sobre los mismos problemas.
El objeto de Ia revisión no es el mismo objeto del procesa revisa-
do. No se examina [a totalidad del proceso revisado, ní tan siquie-
ra Ia corrección e incorrección de Ia sentencia dictada en dicho
proceso. En el "juicio" de revisión únicamente se enjuicia si el
citado proceso merece Ia atribución de la cosa juzgada, o si por el
contrario no existe realmente' proceso, sino mera apariencia de tal,
por hallarse ausenfes /os princípios básicos de todo,proceso, y por
consiguiente Ia inexistencía de proceso determina Ia no producción
de los e'fectos de Ia cosa juzgada.
No estamos par tanta ante un medio de ataque a Ia cosa iuz-
gada, sino ante una nueva protección de dichas ínstitución. para
que la cosa juzgada se produzca es indispensable que previamen-
te haya existido un proceso entre partes resuelto por un órgano
imparcial y can arreg[o a las normas de procedimiento establecidas
en las leyes. si de mada fe se infringen cualesquiera de dichos
presupuesfos, bien por haberse alterado fraudulentamente el do-
micilio de cualquíera de los demandados, supuesfo que en la prác-
tica facilita el mayor número de causas de revisión; bien por ha-
berse obtenido Ia sentencia mediante cohecho o violencia, en cuyo
caso falta el órgano imparcial, y ni siquíera puede d'ecirse que exis-
ta verdadera sentencia; bíen por haberse cometido delito en las
mismas actuacíones proce.sales, en cuyo caso es forzosa Ia anula-
ción del proceso para impedír Ia impunidad det delito; en todos
esfos supuestos no esfamos ante un verdadero pracesa y no se ha
producido cosa juzgada, sino sólo ante un proceso aparente y una
cosa iuzgada externa. En principio bastaria cualquier declaración
para anularlas. Pero como sea que de admitirse libremente la im-

II
t -.,.

pugnación de dichos procesos, podrían resultar periudicados /os


procesos correctos y Ia cosa iuzgada auténtica, se esfablece un
proceso autónomo de revisiÓn- ante el principal órgano de
Ia nación
-el
Tribunal Suprema-, con causas muy limitadas, y
-$
cln fuertes cauciones previas, para que únícamente se pretenda
combatir Ia cosa iuzgada aparente, y no la cosa iuzgada real. Y
cuanda se declara haber lugar a la revisión no se dicta segunda
sentencia, sino que *las partes (pueden) usar de su derecho en el
juicio correspondiente". Es significativo al respecto que en el nuevo
proceso pueda dictarse sentencia con el mismo contenido que la
sentencia dictada en el praceso revisado y anulado...
Si desde un aspecto teórico Ia monografía del Profesor DOVAL
es digna de elogio Wr extraer de los materíales examinados las
Iógicas consecuencias doctrinales, desde el punto de vista prácti'
co constituya una obra de maneio constante para fodos cuantos
pretendan interponer un proceso de revisión. Efectúa un examen
minucioso de cada una de los diversos moüivos de casaeión, con'
iugando armon¡o'samente /os diversos aspecfos legales, iurispru-
denciales y doctrinales, y efectuando un acertado análisis crítico
de los mismos; Ias diversas etapas procedimentales son o'bieto de
un atento estudia en el gue se analizan Ias diversas oportunidades
procesales; para concluir Ia obra con un detallado análisis de |os
efectos de Ia revisíón, tanto respecto de ulteriores revisiones,
cuanto de sus efecfos prejudiciales en el nuevo proceso gue sus-
títuya al anulado par Ia revisión. Los planteamientos son muy acer-
tados, y las saluciones brindan en cada caso una ayuda inestima-
ble para el Abogado.
Un aspecto que convíene destacar es e/ método de trabaio uti'
Iizado en Ia bibliografía. Como primera materia de estudio el autor
utiliza Ia iurisprudencia del Tribunal Supremo que Ie proporciona
supuesto,s reales acaecidos en Ia realidad práctica y |as soluciones
igualmente efectivas de dicho Tribunal que pueden servir de pre-
cedente para ulteríores revisiones. Dos conclusiones muy intere-

III
santes pueden extraerse de dicho estudio: En prímer lugar el crí-
terio ampliamente restrictivo del Tribunal Supremo en orden a Ia
aceptación de revisiones, hasta el punto que entre el 1s ele febre-
ro de IBBG y el 26 de diciembre de lgrs, jurisprudencia recopilada
en la obra, sólo en 24 ocasiones se ha dado lugar a Ia revisión, lo
que supone un 14 o/o de revisíones estimadas. En segundo lugar,
que de dichas 24 revisiones, 18, es decir un 7so/o s€ apoyan en
el motivo cuarto, por maquinaciones fraudurenfas consisfenfes en
emplazamiento defectuoso, sólo dos en el motivo primero, tres en
el motivo segundo, y únicamente una en el tercer motivo de revi-
sión.
La obra del profesor DovAr es, por tanto, una obra profunda-
mente jurídíca en el pleno sentído de ra parabra. No omite enfren-
tarse con |os problemas dogmáticos que Ie proporcionaran las ba-
ses generales p.ara enfrentarse can Ia problemática concreta. pero
es e/ abordar esta última cuando el autor, consciente de que el
Derecha es ante todo una ciencia práctica, busca constantemente
soluciones que faciliten a los trabajadores de[ Derecho los instru-
mentos necesarios para conseguir la efectívídad diaria del valor
Justícia dentro del proceso.

3 dieiembre lgTT
Barcelona,
MANUEL SERRA DOMINGUEZ
Catedrátíco de Derecho procesal
de la Universidad de Barcelona

M
CAPíTULO I

ANTECEDENTES I-IISTÓRICOS

I LA aRESTITUTIO lN INTEGRUM" EN EL DERECHO


ROMANO qLASTCO

Al iniciar el estudio de la revisión civil, se nos presenta como


necesario el dedicar, al menos, unas brevísimas líneas a los an-
tecedentes históricos de esta institución, tanto en el derecho his-
tórico patrio, como en los antecedentes más remotos, en el tiem-
po, del derecho Romano.
La finalidad de esta introducción histórica, no es otra que la
de ver cómo la realización práctica del valor Justicia, ha hecho
necesario en todos los tiempos que, actos jurídicos celebrados
con todos los requisitos para su validez, pudieran ser tenidos como
no realizados, siem,pre que concurrieran una serie de requisitos
y circunstancias predeterminados.
El estudio de los antecedentes históricos de la institución ob-
jeto de nuestro trabajo, nos demuestra que, la misnna es una ne-
cesidad consustancial a la idea del derecho, que se ha presenta-
do como instrumento necesario en todos los ordenamientos jurí-
dicos, como el medio idóneo de solucionar los casos en que la
seguridad jurídica entra en colisión con la realización del valor
Justicia.

a) Formación

La restitutio in integrum [¡.i.r.) es una institución mediante la


cual el magistrado, luego de un breve examen del caso concreto
(causae cognitío), anula o da por no realizados actos cumplidos
regularmente según el derecho civil, pero que, en su concepto
lesionan injustamente a una persona.

o
Es un medio extraordinario por excelencia, que sólo apareció
cuando la intervención de los magistrados era amplia y suficien-
te, pues se trataba de anular o dejar sin eficac¡a actos perfecta'
mente válidos según el derecho. Su aparición no parece ser ante-
rior a la lex Aebutia, que introdujo el procedimiento formulario, y
Su concesión compete sólo a los magistrados superiores nunca
a aquéllos sine imperium.
Para ARIAS RAMOS ' la i.i.r. era otorgada al principio particu-
larmente, caso por caso. Posteriormente Se generalizó formándose
en la primera parte del edicto una lista anunciadora de las causas
por las que sería concedida.
Durante el ,principado la función de conceder la ln lntegrum
Restítutio pasa ,preferentemente al prefectus urbi, y así se sitúa
dentro det ámbito de la cognitio extraordínem, como una atr¡bu-
ción propia del príncipe.

b) Supuestos

Para la concesión de la i.i.r. se exigen la boncurrencia de unos


requisitos que ,podemos sistematizarlos de la siguiente manera:
a) Oue se haya producido un perjuicio a consecuencia de la
apticación rigurosa del ius civile. La i.i.r. está concebida como un
auxilio extraordinario respecto de actos perfectos: en general los
textos clásicos la mencionan como auxilium que datur, en cam'
bio los postclásicos, la suelen mencionar como beneficium que
competit.
bl Que exista una causa que justifique la concesión de la i.i.r.,
estas causas necesarias pará la concesión de la i.i.r., son expues'
tas por los jurisconsultos clásicos de esta forma:
l. OB AETATEM, que se concede a los menores de 25 años
para dejar sin efecto los actos cumplidos por ellos mismos que les
han causado una lesión en su patrimonio.
Este régimen se remonta a la aplicación de la Lex Laetoria2,
esta ley dictada a principios del siglo ll a.C. estableció una acción

tARIAS RAMOS: Derecho Romano, vol. l, pá9. 209. Madrid, 1960.


2SCHULZ nos dice que el verdadero nombre de esta ley es Lex Laetoria
y no Plaetoria coma se la conoce comúnmente. SCHULZ: Classical Boman Law,
pá9. 191. Oxford, 1950.

10
penal y popular contra todo el que había obtenido ventajas de un
.minor" tanto sui iuris como alieni íuris. En cuanto ley "imperfec-
l¿r, Gl pretor COncedía una excepción contra el que exigiera al me-
nor las consecuencias del acto, y también podía, previa causae
cognitio, conceder la i.i.r. La presencia de un curator en dicho
acto hacía cesar las consecuencias de la lex Laetoria, y de ahí
que su sistema generalizara la curatela para los menores de 25
años.
ll) Ob absentiam. Se da en beneficio de aquél que se hallaba
ausente por causa pública cuando sobrevino el acto cuyo efecto
le es perjudicial (v.9.: usucapión).
lll) Ob capitis deminutionem, Se da en favor de aquéllos
cuyas obligaciones act¡Vas contra una persona se han extinguido
civilmente por el heeho de que ésta entró bajo la potestad de
otro (v.9.: Por matr¡monio abrogat¡o).
lV) Ob errorem. Se da en beneficio de aquéllos que han co-
metido un error esenc¡al, sobre todo, en materia de procedimien-
to. Aunque no existe una rúbrica especial para esta i.i.r., sabemos
de su existencia por otras rúbricas, particularmente las que re-
gulan el procedimiento. Así puede suceder en el caso de pluris
petitio, o en el de omisión de una exceptio.
V) Ob metum. Prevista en la cláusula edictal cQuod metus
causa gestum erit, ratum non habebo". Este recurso posiblemen-
te sea el más antiguo destinado a reprimir el metus rparo hubo de
perder aplicación en beneficio de la acción y la excepción de me-
tus. La palabra gestrum que emplea el edicto hace referencia a
cuatquier acto no contractual, ya que la bona fides que regía los
contratos servía por sí misma para evitar que tuviese efecto el
contrato mencionado.
Vl) Ob dalum. No todos los autores están de acuerdo en la
existencia de esta causa, LENEL 3 la niega, pero no parece que
haya podido extenderse sólo en época tardía, sino más bien que
su aplicación hubo de ser decreciente. Parece que existió, pues
la actio de dolo se inserta en la rúbrica de las restituciones, lo
que indica que la i.i.r. es anter¡or a la acción, y que en la práctica

3 LENEL: Das Edictum Perpetuum, tít. X, 40. Leipzing, 1927.

1t
la actío desplazó at otro recurso. Lo mismo sucede respecto al
metus y la actío quod metus causa, y también, al igual que en
ese caso el recurso resulta innecesario en mater¡a contractual.
vlll) ab fraudem credítorum. contra los actos de un deudor
reatizados a fin de crear o aumentar la insolvencia frente a los
obligantes. Los acreedores pueden re¡ntegrar al patrimonio con-
cursado los bienes indebidamente enajenados y la subsiguiente ac'
ción rescisoria se da a favor del magister o,luego de la venta, del
bonorum emptor. El recurso se da durante un año .a partir de la
enajenación fraudulenta, y afecta a aquél que adquirió los bienes
a sabiendas del estado de insolvenc¡a del cedente, e incluso sino
lo sabía, cuando la adquisición es con causa lucrativa.
Estas Son las causas de i.i.r. que los autores señalan como
comprendidas en el Edicto, pero las causas de i.i.r. constituyen
un número apertus, y, sobre todo, a partir de Augusto en la Cog'
nitio extra ordinem, la i.i.r. se puede conceder 'por causas no pre-
vistas expresamente en el edicto a,

e) Procedimiento

Legitimación activa y pasiva. La i.i.r. puede reclamarla el


a)
lesionado o sus herederos contra aquél a quien favorece el acto
cuya rescisión se solicita. No siempre el sujeto'pas¡vo es el autor
de la causa que ha justificado la rescisión: así en el caso de me-
tus y de fraus creditorum, et recurso puede dirigirse contra el
que se lucró a consecuencia del acto en que intervino intimida'
ción, o contra el que adquirió la cosa enaienada fraudulentamente
por el deudor.
b) Postulatía. La inicia el interesado ante el magistrado, y es
necesaria la presencia de la contraparte, que seguramente ha de
ser traída mediante in ius vocatio. La postulatio se ha de promo'
ver dentro de un ptazo determinado, que generalmente es un año
a partir del momento en que cesa el obstáculo [en caso de ausen'
cia, menor edad o metus) o a partir de la com¡s¡ón del acto cuya
resc¡$¡ón es pretend¡da [en caso de error, fraus creditorum).

4 $ERVENCA: Sfudi vari sulla Restitutio in lntegrum, pág. 69. Milano,


1965.

12
c) Causae cognitio. El pretor abre un sumario estudio del caso
concreto encaminado a com.probar si existen las condiciones que
justifican la concesión del recurso.
d) Decretum. Se ha discutido mucho sobre si el decreto de
concesión de la i.i.r. es necesario en todo caso. CARRELLI s se
muestra partidario de la necesidad del decretum de concesión en
todo caso; CERVENCA ó afirma que la acción rescisoria no era
necesariamente precedida de un decretum. Parece segura la ne-
cesidad del decretum en los casos en que al recurso no sigue el
iudicium restitutorium, menos probable en los casos en donde si-
gue el iudícium restitutorium, donde el pretor podría conceder di-
rectamente la actio restitutoria, de manera que la i.i.r. vendría a
ser semejante a un trámite prejudicial.

d) Efectos
No parece probable que la i.i.r. con lleve en sí los medios para
ejecutar los resultados de la rescisión, sino que parece que hay
dos caminos alternativos:
a) O el destinatario se aviene a cumplir voluntariamente los
resultados, tal como queda establecido en el decretum del pretor.
Este podría ser el caso que describe PAULO en D. 4, 4, 24,4, don-
de se dice que el comprador de aquél que vendió ,por engaño, debe
restituir --por orden del 'pretor- el fundo vendido y los frutos.
b) O bien el destinario se resiste a la restitución, resistencia
que se puede conocer de antemano durante el propio trámite del
recurso. En tal supuesto el interesado deberá utilizar los medios
adecuados a la restitución, que pueden ser distintos según la si-
tuación en que se halle: bien una acción [rescisoria] generalmen-
te con ficción de no haberse realizado el acto rescindido, Io que
da lugar al iudicium restitutorium, bien una exceptío, bien una ac-
ción diferente (como podría ser la actio de dolo).

5 CARBELLI: Decretum e Sententia nella Restitutio in íntegrum, págs. 121


y siguientes. Annali di Bari, 1938.
ó CERVENCA: Obra citada, pág. 60.

t3
2
2. LA "RESTITUTIO lN INTEGRUM" EN EL DERECHO
POSTCLÁSIGO Y JUSTINIANO

El conocim¡ento de la i.i.r. a través de la cognitio'extra ordinem


parece haber sido temprano, y así el pretor viene a ser reempla-
zado por el prefectus urbi. Aunque parece que este reemplazo
no llegó a la actio rescisoria antes de la época de Adriano.
Cuando esto sucede, lo cual es cierto en el tiem'po de los Severos,
tienden a confundirse el recurso y la subsiguiente acción, de mane-
ra que se convierte en un juicio más. Por, otra parte, el derecho
imperial creó expedientes en cierta manera más eficaces que la
i.i.r. para producir resultados similares en la práctica. Ha de te-
nerse en cuenta que el príncipe dispone de medios directos para
intervenir en la regulación del recurso: la emanación de rescriptos
que convierten al pretor o al prefecto en meros ejecutores de la
votuntad imperial; la concesión o denegación directa por el prín-
cipe del recurso y, por último, la posibilidad de revisar los res-
pectivos procedimientos a través de la apellatioT.
Pero, sobre todo, en el derecho imperial ha desaparecido ya la
idea de que una situación formalmente perfecta sólo se puede
eludir por la ficción de dar un salto atrás en el tiempo, y se ha
abierto 'paso, cada vez de una manera más amplia, las nociones
de nulidad y anulabilidad, como tarnbién a la posibilidad de re-
visar sentencias mediante la apellatio. Esto, en Sí, hacía menos
necesaria la idea de la i.i.r., y por esto es progresivamente redu-
cida. Ya Constantino restringe su aplicación al caso de los me'
8.
nores de 25 años

7 RAGGI: La Restitutio in tntegrum nella Cognitio Extra Ordinem, en es-


pecial págs. 169 y siguientes. Milano, 1965.
8 'paia la redacción de estas líneas hemos utilizado las ideas sugeridas
por el prof. Dr. D. Francisco Samper Polo, Catedrático de Derecho Romano, a
Luya inestimable ayuda queremos dar constancia y agradecer en esta nota'

14
3. F||PóTESIS QUE PERMITíAN "DESATAR EL JUYZIO'
EN EL CÓDIGO DE LAS SIETE PARTIDAS

El Cód¡go de las Siete Partidas e, regula una forrna de "desa-


tar e ljuyzio" que, como afirma la sentencia de 19 de octubre
de 1962, es el antecedente del llamado recurso de revisión por Ia
vigente Ley de Enjuiciamiento Givil, dicha regulación está recogida
en La Tercera Partida ..Que fabla de la Justicia, e como se ha de
facer ordenadamente en cada lugar por palabra de juyzio, e por
obra de iecho para desembargar los pleytos", dedicándole las
leyes 13, 19 y 24 de su título XXll y las leyes 1." y 2.' del títu-
lo XXVI.
El título )fill de la Tercera Partida, trata "De los juyzios que
dan fin, e acabamiento a los pleytos>,, ! SU Ley Xlll establece que
se puede dejar sin valor la sentencia dada en el primer juicio si
fue dada en virtud de falsos testigos, o falsas cartas, 0 por otra
fatsedad cualquiera, o por dinero, 0 por que hubiese corrompido
al juez, o por falso juramento de una parte, demostrando su fal-
sedad por cartas, siendo el plazo para la rescisión de veinte años.
..Todo juyzio que fuesse dado por falsos testigos, o por falsas
cartas, o por otra falsedad qualquier, o por dineros, o por don
con que ouiesse corrompido al iuez, maguer contra quien fuesse
dado non se algase del: puedelo desatar quando quier, fasta veyn-
te años prouando que el juyzio primero fuera dado por aquellas
proueuas, o yazones falsas... Ca ligeramente podria ser que ante
el judgador Serian aduchas las cartas, o testigos falsos, e otras
buenas verdaderas embueltas dellas, e que el daria su juyzio por
razon de las buenas e non de las malas. Onde en tal caso como
este si señaladamente non prouase la parte que el juez se movio
a dar su juyzio por aquellas prueuas falsas, fincara valedero el
juyzio que quieren prouar por falso. Otrosi decimos que si el
judgador manda jurar a alguna de las partes en razon de algund
pleyto, que non fuesse prouado tan claramente como el queria, e
defld¡esse el juyzio por aquella jura contra la otra parte si des-

eLas ediciones manejadas de las Pardias son: Edición del B.O.E. de 1974'
facsímil de la edición del Código de las Siete Partidas glosadas por el Licencia-
do Gregorio López. Salamanca, 1555; y Alcubilla: Códigos antiguos de España.
Madrid, 1885.

15


I
I
i
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j
l
l

pues la otra parte que fuere vencida prouare por cartas que aya
fallado de nuevo que el otro juro mentira, e que el ten¡a verdad:
en tal razon como esta puede ser dado el juyzio segundo contra
el primero."
De la simple lectura de esta Ley y su comparación con el texto
del vigente artículo 1.796 de la L.e.c., vernos la similitud existente
entre ta norma de Partidas y los números 2, 3 y 4 del citado pre-
cepto, con una mayor amplitud de regulación en el texto históri-
co, no sólo en el mayor plazo en que se puede intentar la resci-
sión de la primera sentencia, veinte años en Las Partidas, cinco
en la actuai¡dad, sino en la inclusión, en el Código Alfonsino, de
la fatsa confesión de la parte como motivo de la rev¡sión, motivo
exctuido en la regulación actual de nuestra institución, como ve-
remos más detenidamente at estudiar el cuarto motivo de revisión.
La Ley XIX del mismo títuto, establece, lo que podemos llamar,
el antecedente del n." 1: del artículo 1.796 L.e.c., si bien las Par-
tidas conceden valor revisorio al documento hallado y que sea
decisivo, sin exigir que sea recobrado y su anterior ocultación por
iuerza mayor o por obra de la parte contrar¡a, afirmando dicha Ley:
..Que non se puede desfacer el juyzio despues que fuere dado,
si no se alqare del:maguer mostrassen despues cartas o preuile-
gios que ouiessen fallado de nuevo, que fuessen atales que si el
judgara
¡udgador las ouiesse vistas ante que el juyzio diesse, que
de btra manera: fueras si el juyzio fuesse dado contra el Rey, o
contra sus perfoneros, o en pleytos que pertenec¡essen a la su
camara, o su señoria. Ca entonces si fuessen falladas tales prue'
uas, bien pueden vsar dellas para desfacer el juyzio que fue dado
contra et, fasta tres años del dia en que fue dada la sentencia, o
despues en qual tiempo quier, si pudieren prouar que el perfone-
ro del Rey fizo engaño en su pleyto, ayudando a la otra parte: por-
que ouieron a dar el juyzio contra el; o si pudieren prouar otro
engaño manifiesto, porque t'al juyzio fue dado. E esso 'm¡smo dezi-
moi que deue ser guardado en los otros juyzios que fuessen da-
dos por jura que ou¡esse fecha alguna de las partes. Ca si despues
fueren falladas cartas, o priuilejos de nueuo, puedense desfazer,
ass¡ como de suso mostramos en el libro de las juras"'
Vemos que esta Ley 19 reitera la causa de revisión por falsa
confesión y da una nueva el encontrar documentos que por sí hu'
bieren cambiado el sentido de la sentencia si el juzgador del pri-

16
rner pleito las hubiese conocido, acorta el plazo establecido para
tas causas vlstas en la Ley 13, a tres años; continúa esta Ley re-
gulando una acción, que se concede hasta a los herederos de los
que han obtenido una sentencia favorable para demandar, preten-
diendo lo ganado en el primer juicio y que dura treinta años.
La Ley XXIV, de este mismo título XXll establece, "Que pena
deue arut el judgador que a sabiendas o por necedad judgo mal en
pleyto
' que nos sea de justicia".
Estubtece esta Ley, al final de su texto QUG: "e sobre todo el
juyzio que aSS¡ fuere vendido por prec¡onon deue valer mangue
que aquel que fue dado por vencido non se algasse del". Causa
de revis¡ón que puede ser subsumida en el cohecho establecido
por. et número 4." del artículo 1796 de la L.e.G., guardando, lo que
podemos catificar de un total paralelismo entre ambas regulacio-
nes, en cuanto a este Punto.
El título XXVI de la Tercera Partida estudia: "Gomo se puede
desatar et juyzio que es dado por falsas cartas, o por falsas prue-
uas o contra leyo, estableciendo en sus dos primeras leyes, que
es falsedad y el procedimiento para (reuocar,' los juyzios dados
en virtud de estas Pruebas falsas.
La Ley 1.'de este título nos dice que: "Falsedad es, segun
dixeron los sabios, mudamiento de verdad. Camaguer la falsedad
aya Semejanqa, e cara de cosa verdadera, pero non eS assi, ante
es muy contraria della. E poende se engañan a las veces los jue-
zes cuydando que las cartas 0 los testigos falsos que traen las
partes ante ellos sean verdaderos e non lo Son, porque dan su
juyzio por ellos onde decimos que toda sentencia que fuesse dada
por falsas cartas o por falsos testigos se pueda desatar. Maguer
la parte contra quien la diessen non se algasse della. E tal juyzio
como este puedasse desatar en esta manera, viniendo la parte
que se tuuiere por agrauiada delante del judgador estando delan-
te la parte por quien fue dado el juyzio, o faciendolo emplazar e
deue pedir al juez como en manera de restitución, que dasate
aquel juyzio porque fue dado por fa!sos testigos, o por falsas car-
tas. E prouandolo assi, deuelo reuocar el juez. Pero si en el pleyto
sobre que aueriguasse el juyzio fuessen recebidos muchos tes-
tigos o cartas de muchas maneras que aueriguassen el pleyto ma-
guer la parte prouasse que algunos de aquellos testigos, o las
cartas eran falsas, non le cumpliria si manifiestamente non aueri'

17
guasse que el juez por aquetlos testigos, o por aquellas cartas
falsas diera su juYzio".
La Ley 2." de-.Át" título establece QUe: "Aquel mismo judgador
que dio ju juyzio por falsos testigos, o por.falsas cartas lo puede
desfacei ei ó otro su mayoral si ge lo pidieren, e lo prouare en
la menera que diximos en la ley ante desta. E puede reuocar tal
juyzio, e todas las cosas que fuessen fechas, o pagadas por ra-
.Oh ¿"t desde el dia que fue dado falta vuynte años. E de aquel
tiempo en adetante finca siempre por firme"'
si bien la regulación de las Partidas no es totalmente nueva,
en el derecho patrio, ya que en et Fuero Juzgo encontramos algu-
nos antecedentes, talés como, la Ley 19 del título 1." del libro 2-'
que estabtece la revocación del juicio *liuez si iudga 1us¡16" y la
iey g del título 4: del libro 2." *Falsas testimonias"l0, GS en las
part¡das en donde por vez primera vemos separadas con toda cla-
ridad la revisión como institución de Derecho Procesal de la anti-
gua figura de la i.i.r. del Derecho Givil, que en las Partidas sigue
iegulaáa especialmente en: Ley 24, título 21, Partida 2-u, Ley 7,
titülo Zg, Paitid? 3.", título 25, Partida 3-" y título 19, Partida 6'"' En
esta regulación de las Partidas, aparte las causas de revocación
yu uprniadas, vemos la necesidad de oír a la parte vencedora en
ól pluito que se intenta revocar, la exigencia de un período proba-
tor¡o en et proceso de revisión, la decisibilidad que han de tener
las causas invocadas, en la sentencia a revocar, y la competencia
del órgano de la revocación, que es encomendada al mismo juez
que d¡"ctO la primera sentencia; señalándose un plazo dentro del
cual es legítima ta pretensión de revocación y pasado el cual la
firmeza dJ ta primera resolución es inatacable'
Regulación, toda ella, que si en bastantes puntos difiere de la
dada for el legislador del siglo XIX a Ia revisión española, se nos
muestra como el antecedente de nuestra institución, y creemos
que en algún punto la regulación de Partidas es más perfecta que
l; actual,- como intentaremos demostrar a lo largo de este tra'
bajo.

l0 ALCUBILLA: Códigos antiguos, cit.


to
4.LAREvlslÓNGI\'ILENLANUEVAREGoPILAGIÓN
Y EN LA NOVíSIN,TA RECOPILAGIÓN
Ellargoperíododetiempo-que'transcurredesdetapublica-
1255' hasta la
ción de las puri¡Out a *"d-¡udot del siglo Xlll, civil, ve la multi-
publicación de la vigente.Ley.Je en¡uiciamiento medios le-
plicación de las n;*;* f*gáfut a través de distintosen Cortes y
dadas
gislativos, untrá los que deétacamos las Leyes dadas por el
las pragmáticas de los Reyes, más las res'puestasque tenían un gran
Co".-.i,i Real a- las consultás a él efectuadas,
han sido recogidas por
valor interpretati;;, ulgunu de las cuales de los medios de pro-
las recop¡lac¡onÁs-'ot¡riul*r. Esta variedad de cláusulas derogato-
ducción leg¡slai¡va sumada a Ia ausencia una gran dispersión
rias de tas disposiciones anteriores, producederecho' confusión a
y una tremendá confunsión en el mundo del conocido con el nom-
la que se intentó poner coto con el sistema
bre de recoPilaciones' las leyes recogidas
veremos qr¿';;;tr*iento dan a la revisión publicada en
un iu"*]""ápilá.¡onu, llamadas Nueva Recopilación,
en-1805 ¡t'
1567, y Novísima Recopilación publicada
los dos cuerpos
Estudiaremos coniuntamente la regutación.en
Iegislativos, ya qu!'1, Novísima t""óge
ad lítteram las disposi-
t¡üntt, que sobre el tema, contenía la i.i.r' Nueva'
en dos de sus leyes:
La Nueva Recopilación trata de la
lu r-áv + oul tñ;i; XVll, tibro lV' que pas? ? la Novísima como
lV' que
i"v7i"i titulo ivlll, libro Xl, v ta Lev 1J.:.tílYlo XVll' libro
pasa a la Novísima como Ley'S, título xlll,.libro
Xl, la primera de
de 9 de febrero de 1561
ellas fue dada pár Felipe ll por pragmática
en Madrid, y la segunda por Éeli'fe lll por
pragmática de 20 de
junio de 1615 en Valladolid'
aun en los
La primeru J" dichas leyes suprime la suplicación,jurisdicción'
casos en que se alegaba incompeiencia o
defecto de
diciendo: -Or¿Lnu*o"t y mandamos que en todos,
i qualesquir ne-
gocios,queen-contormealasleyesdeestosReynos,delassen.
tencias dadas pái tot del nuestro Consejo, i
Oidores de las nues'

11 Ediciones consultadas: Nueya Recopilación, imptesa en la imprenta de


1805 y ALCUBI-
D. pedro Marín. Madrid, 1775..Novísimta RZcopilacíón' Madrid'
LLA: Gódigros Antlguos, cit'

t9
\

tras Audiencias no ha lugar suplicación, se entiende asimismo


no aver lugar alegarse, ni oponerse de nulidad, aunque se diga, i
alegue ser de incompetencia, ó defecto de jurisdicción, ó que deila
notoriamente conste del proceso, i autos del, ó en otra qualquier
ITl?fle fár.
La segunda de las mencionadas leyes aplica lo ordenado en la
anterior a la i.i.r. afirmando: (es nuestra voluntad i dectaramos
que en las palabras y disposición de la dicha ley quedo compre-
hendido, i quitado el remedio de la restitucion in integrum, assi la
que a los menores, i universidades, i demas personas privilegia-
das, como las que por justas causas concede el derecho a los
mayores, aunque ambas concurran en una sola persona),. i

La Novísima sistematiza la regulación de la restitución in inte- I


¡

grum, que en la Nueva estaba dispersa, ocupándose de ella las


Leyes 5.u y 6.", título 5, Ley 3, título B y Ley 5, título g, todos del
libro lv, además de las ya mencionadas, todas estas leyes son
recogidas en el título Xlll del libro Xl de la Novísima.
vemos que Ia regulación restrictiva que ambas recopilaciones
dan a la i.i.r., afecta a esta figura en el sentido de derecho civit
que tenía en el ordenamiento romano, suprimiendo, cuando el plei-
to ya ha fenecido la i.i.r. ad aetatem y ad ausentia, pero sin decirnos
nada de la regulación de la revisión que contenían las partidas
como remedio de naturaleza procesal; el silencio de las recopila-
ciones y la ausencia total de cláusulas derogatorias en las mismas
nos lleva a la conclusión de que la regulación de Partidas en tor-
no a la revisión se mantiene vigente a lo largo de todo este ,pe-
ríodo, al menos hasta la publicación de la Ley de Enjuiciamiento
Civil de 1855.
Al lado de la regulación de las Partidas sobrevive lo que pode-
mos denominar Revisión Real, la revisión de toda sentencia que
podía acordar el Rey en virtud del poder absoluto que le estaba
reconocido, en este sentido las disposiciones dictadas por D. En-
rique ll en Toro, el año 1371 y en Burgos año de 1377 y por Don
Juan ll en Valladolid en 1442, que han ,pasado a la Novísima y a la
Nueva como Ley 1." del título 1.", libro lV, en ambas recopilacio-
nes, afirmando: "Jurisdiccion suprema civil y criminal pertenece
a Nos, fundada por derecho comun, en todas las ciudades y villas
y lugares de nuestros Reynos y Señorios...", esta facultad perma-
nece inalterable hasta Ia constitución de Cádiz, la cual dedicó su

20
título V, "De los tribunales y de la administración de justicia en
lo civil y criminal" y en el segundo artículo de este título,243 de
Ia Constitución ordena que: <Ni las Cortes ni el Rey podrán ejer-
cer en ningun caso las funciones judiciales, avocar causas pen-
dientes, ni mandar abrir los juicios fenecides", prohibición que de-
saparece durante el nuevo período absolutista de Fernando Vll,
volviendo el Rey a tener dicho poder hasta su derogación defini-
tiva por Real Decreto de 21 de marzo de 1834.

5, EL SILENGIO DE LA LEY DE ENJU¡CIAMIENTO CIVIL


DE r85s

El día 5 de octubre de 1855 12, se aprobó por Real Decreto la


Ley de Enjuiciamiento Civil, primer código de derecho procesal
civil que rigió en nuestra patria y el antecedente más inmediato
de la vigente en la actualidad, esta Ley estaba dividida en dos par-
tes, regulando Ia primera de ellas la Jurisdicción contenciosa a
lo largo de sus 25 títulos, la segunda trata de la Jurisdicción vo-
Iuntaria y tiene l3 títulos, además, tiene dos disposiciones finales,
sumando en total 1415 artículos.
La Ley de 1855 no regula la revisión civil, ni hace la más míni-
ma referencia a ella, así como tampoco la mencionaron las bases
para el ordenamiento y compilación de las leyes y reglas del En-
juiciamiento Civil de 13 de mayo de 1855. Ante este silencio de
los textos legales, y la disposición derogatoria contenida en el
artículo 1.415 de la Ley de Enjuiciamiento Givil de 1855, que dis-
pone: "Quedan derogadas todas las leyes reales, decretos, re-
glamentos, órdenes y fueros en que se hayan dictado reglas para
el Enjuiciamiento Givil", Bl problema que se plantea es el de si

t2 Edición consultada: Edición Oficial, imprenta del Ministerio de Gracia


y Justicia. Madrid, 1855.
Sobre esta Ley ver: PRIETO CASTRO: "La instrucción del Marqués de Ge-
rona para arreglar el procedimiento de los negocios civiles con respecto a la
Real Jurisdicción ordinaria". Trabajos y Orientaciones de Derecho Procesal,
páginas 869-886. Madrid, 1964.
FAIRÉN GUILLEN: "Estudio histórico externo de la Ley de Enjuiciamiento
Civil de 1855". Temas del Ordenamiento Procesal, tomo l, págs. 19-111. Madrid,
I 969.

2t
la revisión no existió entre 1855 y 1881, o si en este período man-
tuvieron su vigencia las Leyes de Partidas que la regulaban.
El estudio de la jurisprudencia correspondiente al período de
vigencia de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855, no nos da nin-
guna luz, ya que en dicho período no hemos encontrado ninguna
sentencia en la que se intentase la revisión de un fallo firme an-
I

terior. En algunas Sentencias de casación, pertenecientes a dicho


período, hemos encontrado referencia a las leyes de partidas re-
guladoras de la revisión, si bien, la referencia es hecha con rela'
ción a Ia primera parte de las mencionadas leyes que regulaban
la cosa juzgada.
La sentencia de 26 de octubre de lBGl (Colección Legislativa
núnnero 253) afirma que: "La sentencia recurrida no ha infringi-
do la Ley 13, título XXll de la Partida 3.u". Pero más significativas
son las sentencias de 4 de marzo de 1865 (dos dictadas en la mis-
ma fecha],la primera de ellas C.L. núm.69: "La Ley 40, título XVI
de la Partida 3.", no puede ya citarse como infringida después de
lo establecido en el artículo 317 de la Ley de Enjuiciamiento Civil",
la nombrada Ley de Partidas trataba de: aQU€ fuerga han los testi-
gos en los 'pleitos sobre que contienden los omes en juyzio" y el
artículo 317 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855 establecía
la libre valoración de la prueba testifical; la segunda de las sen-
tencias de la citada fecha C.L. núm.70:. "La Ley 13, título XXll de
la Partida 3.", si bien establece como regla general que no valga
el segundo juicio siendo contrario a otro de que no se hubiera al-
zado ninguna de las 'partes, lo prescribe bajo el expresado su-
puesto de que ambos pleitos hayan versado entre las mismas per-
sonas, sobre la misma cosa y en la misma manera', en el mis-
mo sentido que la anterior sentencia se expresa la sentencia de
casación de 22 de octubre de 1869, C.L. núm. 272. l

MANRESAt3 dice que: "es de notar que habiéndose estableci- I

do la revisión, a la vez que la casación, en los juicios crimina- 1


i

les por la Ley de Cortes Constituyentes de 18 de julio de 1870, no I


i
I

se hiciera extensiva a lo civil en otra Ley de la misma fecha so- I

bre reforma de la casación civil. Considerarían, sin duda, aquellos


legisladores que, para atender a las necesidades de la justicia

rs MANRESA: Comentaríos a Ia Lec., tomo 6.', págs. 241 y siguientes' Ma-


drid, 1895.

22
en este punto, bastaban las disposiciones de la Ley de Partidas
entonces vigentes".
COVIANTa nos dice: "No hay que decir que si este remedio
fue conocido en Roma, hubo de adoptarlo la Ley de Partidas, aun-
que parece muy dudoso el que llegara nunca a practicarse, cual
otras tantas instituciones de ese cuerpo legal sobre cuya vigen-
cia tanto discuten los historiadores, aparte de que la apelación
y demás recursos ordinarios a ella equiparados que iban hasta el
Rey, la hacían inútil.
Tanto eS así que la Comisión encargada en 1855 de formar
un Código, cuyo principal-objeto consistía en restablecer en toda
Su fuerza las reglas cardinales de los juicios, consignadas en nues-
tras antiguas leyes, no hizo mérito, ni aun parece fue materia de
debate la revisión que vino al procedimiento civil en 1881.
RODRÍGUEZ ARANGO Y MURIAS'5 afirma que: "Nuevo es en
el procedimiento civil el asunto que forma el objeto del título XXll,
El recurso de revisión lo vemos por primela vez establecido en el
Reglamento de 30 de diciembre de 1864 para los asuntos conten-
ciosos-administrativos, y más tarde se volvió a hablar de él en
Ia Ley provisional de 1870, cuyos preceptos han pasado en gran
parte a la compilación de las disposiciones vigentes sobre el
procedimiento criminal. Toda esta materia, aun cuando incom'ple-
tamente se trató ya por el Rey Sabio, colosal figura de nuestra
gloriosa monarquía, en los títulos Xl, Xvlll, XXll y XXVI y otros
de ta Partida 3.', y hoy la Ley de Enjuiciamiento Civil que rige,
la convirtió en un recurso extraordinario, cuyos preceptos recla-
man elogios Y aPlausos".
De los autores citados, de la jurisprudenc¡a contemplada, y,
sobre todo, de la cláusula derogatoria general que contiene el
artículo 1415 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855, no pode.
mos por menos que concluir que la Ley de Enjuiciamiento Civil
de 1855 derogó toda la regulación anterior que permitía "desatar
el juyzioo en determinadas hipótesis, quedando durante el perío-
do de vigencia de la mencionada Ley sin posibilidad de rescisión
los fallos firmes.

14 COVIAN: De Ia Revísión en Matería Civil, pá9. 514' R. T., lBgB'


15 HODBÍGUEZ AHANGO Y MURIAS: Estudia Comparativo de la Ley de
Enjuicíamiento Civil, vigente y Ia anterior, pá9.55. Oviedo' 1883.

23
No podemos estar de acuerdo con MANRESA, en opinar que
los legisladores de 1855 creyeron que para atender a las nece-
sidades de justicia en este punto bastaban las disposiciones de
la Ley de Partidas entonces vigente, ya que la propia Ley de en-
juiciar derogó todas las disposiciones de Partidas referentes al
enjuiciamiento civil. Consideramos gue las referencias a las le-
yes de Partidas, res'pecto a la cosa juzgada se justifican por la
errónea creencia de los legisladores del pasado siglo, de que la
regulación de la naturaleza y tratamiento de la cosa juzgada perte-
necía al derecho privado, error gue hizo se considerasen vigentes
las disposiciones de partidas sobre la cosa iuzgada hasta la en-
trada en vigor del código civil con la regulación contenida en sus
artículos 1251 y 1252.

J
I
,
x,
.t

{
i
I
;
4
.t
t

24
CAPfTULO II

ASPECTO$ DOGMÁTIGOS DE LA REVISIÓN CIVIL

1. FUNDAMENTO DE LA REVISIÓN GIVII.

Al investigar el fundamento de la revisión vemos que el mis-


mo no puede estar sino en relación íntima con los fines y efec-
tos del proceso. Como afirma DE LA PLAZAT: "Cuando se enfo-
can en su origen los interesantes problemas de la revisión, vie-
ne a las mientes, casi sin proponérselo, toda la esencia del pro-
ceso como instrumento al servicio de la paz social y medio insus-
tituible de lograr la certeza. Tiende el proceso a satisfacer una
aspiración de justicia y, en la medida que llegue a lograrlo, estr¡-
bará a des.pecho de secundarios detalles, su mayor perfección".
En primer lugar, vemos que el fundamento de la revisión se
encuentra en armonizar los fines de certeza y seguridad que el
proceso tiene, como cam¡no ideal para la justa y definitiva solu-
ción de las controversias, así GLODSCHMIDT 2: "El concepto de
proceso tiene que aludir al fenómeno de la controversia y de su
solución".
Es el mismo GLODSCHMIDT 3 el que nos dice que: ..de la fun-
ción pantónoma de la justicia se desprende que en rigor no exis-
te sino la justicia divina. La justicia humana es siempre imper-
fecta en su realidad, y sólo una idea regulativa como ideal. La jus-

1 PLAZA, M. DE LA: la Revisión Civíl y sus problemas, pá9.531, R. D. Pr.,


1946, lV.
2 GOLDSCHMIDT: Guerra duelo y proceso, pá9. 92, B. Es. Po., núm. 54,
1950.
3 GOLDSCHMIDT: La ciencia de Ia Justicia, Dikelogía, pá9. 84. Madrid,
1 959.

25

E-
ticia de cualquiera de nuestras resoluciones se vicia por el desen-
volvimiento incesante del mundo, por el contagio de cualquier
en-
tuerto en el rincón más apartado de la tierra, por er piogr"ru,.
a.d infinitum y, por último, por el regressus ad ¡ini¡n¡tuÁ,'ioáü
u"to
de justicia humana contiene necesariamente estos cuatro grani_
tos de injusticia". según este autor, la seguridad juríd¡ca
fiere a la norma general, mientras que la justicia se refiereü are_ la
solución del caso en concreto, siendo la
guridad jurídica un bien a. ¡usticia un valor y la se_
El ordenamiento jurídico ha de tender a armonizar la justicia y
la seguridad jurídica, ya que si bien son conceptos que responden
a distintas necesidades, no están necesariamente en contraposi-
ción, en este sentido CASTÁN5 afirma que: oHa de aspirarse
a
cornbinar y armonizar las respectivas exigencias, de la justicia y
la seguridad jurídica, entre las cuales no Lx¡ste una oposición ta-
janJe. La justicia y orden están recíprocamente
condicionados. El
orden tiene valor de medio en reración con ra justicia. La justicia
exige la seguridad como uno de sus postulados,.
La seguridad jurídica y la justicia son los dos postutados prin_
cipales a los que ha de responder el derecho, en este sentido
LEGAZ: "La justicia y la seguridad son las dos dimensiones
radi-
cales del derecho, sus dos estamentos ontotógicos, que le tras_
cienden, pero que en él se integran como constitutivos formales,
y que, al integrarse en una zona interferente, le hacen ser to que
es: pues el derecho es justicia y es seguridad, pero la justicia que
sólo existe como tal en cuanto está montada sobre un orden se-
guro, y seguridad que sólo es pensabte sin contradicción
en cuan-
to está transida íntimamente de alguna justicia. Al margen de
justicia la seguridad sería inauténtica, no sería otra cosá que la
una
pura fuerza dominadora de la existencia, exenta del más
é1.*"n-
tal sentido ético; y sólo en su zona de interferencia con la justi-
cia, que es el derecho, es donde la seguridad constituye un orden tt
I

dotado de intrínseca justificación,, ó. I


I

4 GOLDSCHMIDT: Seguridad iuriciica y iustícia en el pensamiento, de


Goe- I
the. R. D. Pr., 1952, págs. 197 y siguientes.
5 CASTAN TOBEÑAS: La idea de Ia justícia en Ia tradición filosófíca del I
I
mundo occídental y en el pensamiento español, pág. 40. Madrid, 1946. i
ó LEGAZ LACAMBRA: EI derecho, la justícia-y Ia en Humanis-
i

mo, Estado y Derecho, págs. l6t y ss. Barcefona téOO. "uguridad;

26
,.

.,.¿

'l

:1.
i
RADBHUCH iafirma que: "el orden jurídico cumple una doble
misión de justicia y de segur¡dad, jurídica, doble misión que co-
'¿ rresponde, dentro de la teoría de los valores a un valor de fondo
::. y a uno de forma".
i Vemos pues, que seEuridad y justicia son dos valores que se
complementan, y podemos afirmar que el derecho será justo en
I
J
I
la medida en que sea seguro, ya que la justicia fragmentaria, úni-
I
t
t
ca que pueden realizar los hombres, se realizará por medio de la
seguridad. Pero en los casos límites, en la zona en que la se-
{
i
guridad en vez de realizar la justicia la ha conculcado, se nos
t
Ít plantea el antiguo dilema de "fiat just¡tia pereat lex, pereat jus-
¡
titia fiat lex".
II Todos los legisladores se han inclinado, con razón, del lado
Í ü de la seguridad jurídica, la cual se logra con la institución de la
Í cosa juzgada, aceptada con carácter unitario en todas las legisla-
:
ii
s
.K ciones, la cual sólo debe ceder en los casos en que su manteni-
i miento sea total y manifiestamente contrario al orden establecido,
I demostrándose, de esta forma, la inutilidad de su mantenimiento,

f así AUGENTI 8: "La intangibilidad de la cosa juzgada no es sólo un
I
I motivo utilísimo del mantenimiento de los valores de la vida so-
t cial, los que han sido aplicados por una sentencia, sino la más
t alta valoración ética de la palabra del juez; por lo que una senten-
I
¡t
cia en la que no se pueda creer es una sentencia inútil".
I MUÑOZ ROJAS e afirma eue: <<si es conveniente, e incluso ne-
I
cesario, dotar de firmeza a las sentencias judiciales, de manera
I
I
que no se vean expuestas a continuas modificaciones las situa-
I
t
¡
ciones jurídicas creadas o reconocidas en aquéllas, también inte-
I resa que la inalterabilidad de las decisiones firmes pueda quedar,
t
I en ciertas hipótesis, sin efecto si son manifiestamente injustas".
I Para DE LA PLAZA¡0, el fundamento de la revisión: (nos exige
I

t
buscar la zona de choque entre la seguridad y la justicia, para in-
ferir las consecuencias indeclinables de esta trágica colisión".
I
I
I
i
i

7 HADBRUCH: Filosofía del Derecha, pág. 96. Madrid, 1933.


8 AUGENTI: Lineamenti del processo de revisione, págs. 33 y siguientes.
Padova, 1949.
e MUñOZ ROJAS: Estudio sobre la revisión penal, R. D. P., 1968, ll, pági-
na 48.
r0 PLAZA, M. DE LA La revisión civil..., cit. pá9. 534

27
BUTEHATI nos dice que: ..el fundamento de la institución está
escondido en el fin mismo de la justicia. Gancelar una decisión
que ha tomado ilegalmente la apariencia de verdad, y sustituirla
por otra, que procure al interesado el bien al que as'pira".
vemos, pues, que el fin de la justicia que el proceso persi-
gue sólo se togra mediante la seguridad, ya que sin este bien no
és posible la realización del valor justicia, lográndose la seguri-
dad jurídica mediante la inalterabilidad de las resoluciones judi-
ciales por medio de la cosa juzgada-
De este modo, uno de tos fines del proceso, el alcanzar la
justicia, se logra mediante uno de los efectos más característicos
del proceso la cosa juzgada.
No es posible olvidar la existencia, o posibilidad de existen-
cia, de atgunas resoluciones manifiestamente injustas, logradas
ilegalmenté, ante las cuales el legislador ha de arbitrar un medio,
mediante el cual la seguridad ceda ante el valor de la justicia.
Dicho medio no puede adoptar más que dos formas:
a) Atacando la resolución injusta. Lo cual nos llevaría, nece-
sariamente, a admitir la posibil¡dad de ataque a toda resolución,
con lo que estaríamos destruyendo la cosa juzgada, y como con-
secuencia lógica e ineludible, imposibilitando la realización del
valor justicia.
b) Atacando, en los casos excepcionales taxativamente seña'
lados por el legistador, et proceso. Lográndose de este modo, me-
diante la anutación del proceso, la anulación de todos sus efec-
tos, entre ellos la cosa juzgada.
Dejando para el final de este capítulo el estudio más amplio
entre cosa juzgada y revisión, bástanos afirmar aquí que el fun-
damento de la revisión Se encuentra en la necesidad de encon'
trar una armónica solución de los casos en que entran en conflic-
to la seguridad jurídica y la justicia. Solución que llamamos ar-
mónica, ya que es necesario que la misma posibilite la realización
del valor justicia sin detrimento alguno del bien seguridad.

¡r BUTERA: Rivocazione della sentenza civile. D. 1., volumen 20, parte ll,
página 1513.

2B
2. NATURALEZA JURíDICA: CONCEPTO DE RECURSO

Por tener la revisión la denominación legal de recurso, cree-


rnos ¡mprescindible el ocuparnos del conce'pto y principales carac-
teres de los recursos, para intentar ver si la revisión puede ser
cons¡derada como uno de ellos, o S¡, por el contrario, constituye
una figura distinta e incluso fuera del proceso anterior y al mar'
gen de la relación jurídico.procesal que se ha desarrollado en é1,
S¡ eS una acc¡ón impugnativa autónoma que abre Un proceso nue-
vo y distinto del anterior.
La Ley de Enjuiciamiento Civil n0 nos da una definición de
que entiende por recurso ni en el título lX de su libro l, que de-
dica a tratar: "De los recursos contra las resoluc¡ones judiciales
y sus efectoso, ni en la regulación específica de cada uno de
ellos, únicamente del texto del artículo 369, y más concretamen'
te, det párrafo que dedica a las sentencias firmes, podemos dedu-
cir que son actos procesales que inciden en la relación jurídico
procesa¡ en la que se interponen, siendo la ausencia de posibili-
dad de interposición de los mismos lo que caracteriza la firmeza
de una sentencia.
Es en la doctrina científica en donde encontramos abundante
material, en cuanto al concepto y caracteres de los recursos, ya
que ta mayoría de los autores nos dan una auténtica definición
de esta figura y tratan de sus clases y naturaleza jurídica.
Entre la abundantísima bibliografía sobre los recursos, nos l¡'
mitaremos a recoger unas pocas definiciones de autores patrios,
para, de ettas, intentar obtener un concepto de lo que hemos
de entender por recurso y los rasgos definidores de dicha insti-
tución.
ESCRICHE12: ..Recurso es la acc¡ón que queda a la persona
condenada en juicio para poder acud¡r a otro juez o tribunal en
soticitud de que enmiende el agravio que cree habérsele hecho".
De este autor destacamos la pretensión de enmienda, de una
resolución, perjudicial para la parte, desde el punto de vista de la
misma, y ta'necesidad de que la enmienda se realice por otro ór-
gano jurisdiccional distinto del que dictó la primera resolución.

12 ESCRICHE: Diccíonario razonado de legislación y jurisprudencia, vol. Il,


página 798. Madrid, 1847.

29

t-
DE LA PLAZA]3, este autor no nos da una definición de recur-
so, pero de la exposición que realiza de los medios de impugnación
podemos deducir cuales son los rasgos diferenciadores de los
mismos.
Estos rasgos son: Medios idóneos de lograr la justicia; me'
diante la fiscalización de la justicia de lo resuelto; aumentando
tas garantías de justicia, en conternplación de un interés social;
se refieren a la misma relación jurídico"procesal; sólo pueden
ser utilizados .por et perjudicado por la sentencia; no es lícito pe-
dir más ni de otro modo que lo pedido anteriormente, aunque se
puede pedir menos consintiendo en parte la sentencia recurrida;
ha de ir a un órgano jurisdiccional superior.
Diferencia, este autor, entre remedios y recurso, afirmando
que tos remedios se ¡nterponen ante el mismo órgano jurisdiccio-
nal que dictó la resolución impugnada, para que mediante la fis'
calización de la justicia de lo resuelto renueve el proceso.
MIGUEL y ROMERO-IVIIGUEL y ALONSO nos d¡cen que recur-
14

so es et: ,.acto'procesal de parte que tiende a obtener una modi-


ficación de una resolución procesal".
Entre tas características que estos autores dan a los recur-
sOs destacamos las siguientes: Es un ataque a una resolución p¡-
diendo su modificación; se dirige al propio órgano jurisdiccional
que la dictó, o a su superior; no es un acto de iniciación de la
relación jurídico-procesal; se da en el mismo proceso en que se
dictó ta resolución impugnada, pero abre una nueva fase proce'
sál; la potestaci para interponerlo le corresponde a cualquiera de
las partes que cons¡dere haber sufrido un perjuic¡o en la resolu-
ción impugnada.
FAIRENT5: n El objeto de los medios de impugnación es el evi-
tar la posibilidad de que el error de un Tribunal ocasione una re'
solución injusta".

¡3DE LA PLAZA: Derecho Procesal Civil Español, tomo l, págs. 600 y si-
guientes. Madrid, 1951.
14 MIGUEL Y ROMERO-MIGUEL Y ALONSO: Derecho Proeesal Práctico,
tomo l, págs. 246 y siguientes. Barcelona, 1967.
ls FAIRÉN: Docu¡na general de los medias de impugnación y parte gene'
ra! del Derecho Procesal, págs. 248 y siguientes. R- D. Pr., 1949'2.

30
Emana de la evidenciaró de la parte de un vicio existente en
la resolución dictada por el juez, así como de la jerarquía de los
Tribunales.
Diferencia, FAIREN, entre remedios y recursos, señalando como
distintivo de los recursos el efecto devolutivo y la existencia de
un gravamen.
Afirma que del punto de partida de diferenciar remed¡os y re'
curSOS, derivan una serie de problemas, y señala la posibilidad
de aportar pruebas en Segunda instancia, ante el órgano superior,
donde no juega la preclusión del plazo de presentación acaecida
en la primera, y la dificultad psicológica de actuar como órgano
adquemyaquo.
El recurso entra dentro del primitivo procesg ya que el recurso
se interpone (contra una resolución que aún no ha producido efec-
to de cosa juzgada formal, el proceso no ha terminado, sino que
continúa en su estadio de recurso, Correspondiente a la misma
acción que se instó"17.
En cuanto al gravamen afirma QUe "Se trata de determinar si
la resolución tiene un contenido desfavorable pala el recurren-
te; una disminución, no subjetiva, sino desde el punto de vista de
un derecho, del Ordenamiento jurídico, lo cual supone Ia nece-
sidad de fundamentar jurídicamente los roGUrsos"rs.
GUASP, es un autor que ha evolucionado profundamente en
su concepto de recurso a lo largo de Su obra, por lo que recoge-
mos dos opiniones distintas del mismo autor.
La primerare nos diCe: .,que recurso es un acto de parte que
formula una pretensión cuya finalidad es la reforma de una reso-
lución judicial". Entiende por reforma la sustitución de una reso-

tó La transcendencia de los distintos conceptos de "existencia" y "evi-


dencia", fue puesta de manifiesto por WACH, en Der Becfitsschutzanspruc.h, en
ZZP, volum en 32, págs. 1 y siguientes, con motivo de su controversia con
BüLOW. GOLDSCHM¡ó1 ¡a pone de manifiesto en su Derecho material iusticial,
R. D. P., Arg. lV t1946), núm. 1, págs.5 y siguientes [Citados por FAIRÉNJ. Ver
asimismo Cbt-OSCHfr¡lDT, JAMES y GOLDSCHMIDT, ROBERTO, Derecho Justi-
cial Material y Derecho Justicial Materíal Civil. Buenos Aires, E.J'E.4., 1959'
17 FAIBEN: Doctrina..., cit. pá9.271.
rs FAIHEN: Doctrína..., cit. pá9. 283.
re GU,ASP: Comentarios a Ia Ley de Enjuiciamíento Cívil, tomo I' pági-
nas 1011 y siguientes. Madrid, 1948.

JI

I
b-_
lución por otra; para él el recurso ha de deducirse en el proceso
en que la resolución fue d¡ctada, ya que el recurso se caracteriza
por no romper la unidad del proceso, sino por formar parte del
mismo en que se dictó la resolución judicial atacada-
Posteriormente evoluc¡ona en Su concepto de recurso y nos lo
presenta como procesos autóno¡'nos, que tienen por finalidad no
el remover los obstáculos que puedan oponerse a la decisión
del principal, sino por el contrario oponérselos, buscando una
actividad depuradora, que si bien retrasa y demora el proceso de
fondo sirve para mejorar y aquilatar su resultado.
Nos define los recursos como (procesos especiales por ra'
zones jurídico-procesales, en que se destina una tramitación es-
pecial a la crítica de los resultados procesales conseguidos en
otra tramitación princiPal" 20.
Afirma que los recursos son verdaderos procesos tla Que el
proceso verdadero no eS simplemente continuado, sino que de-
saparece para dejar SU puesto a otro proceso distinto, aunque li'
gado al anterior",
Parte este autor 2¡, de la opinión de que el proceso arlo
es máS que un instrumento de satisfacción de pretensionesD, no
siendo la pretensión otra cosa que (una reclamación formalmen-
te dirigida por un miembro de la comuni'dad frente a otro ante el
órgano público específicarnente instituido para satisfacerla'.
Creemos que de aceptar la opinión de este autor tendríamos
que defender que un proceso puede terminar sin que la resolu-
ción que le pone fin fuese firmé, sin producir certeza jurídica, y
no entendemos cómo se puede satisfacer una pretensión sin esa
seguridad.
SAEZ JIMÉNEZ-LÓPEZ FERNANDEZ DE GAMBOA
2, definen los
recursos conno: "La declaración de voluntad que hace qu¡en Sea
parte en el proceso para expresar su disconformidad con una
resolución judicial interlocutoria o definitiva, su oposición a con-
sentir que aquella resolución quede firme y que se haga ejecuto'

20 GUASP: Derecho Procesa! Civil, tomo ll, págs. 709 y siguientes. Madrid,
1968.
21 GUASP: Derecho-.., cit. tomo I en español, págs. 16 y 21f.
22 SAEZ JIMENEZ.LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: COMPENí|O dE DETCCaO PTA
cesal Civil y Penal, tomo llt, volumen l, págs 159 y siguientes.

32
r¡a, por estimarla perjudicial, y su pretensión de que la situación
procesal que dio lugar a la resolución impugnada sea objeto de
nuevo examen y decisión por el tribunal superior que funcional y
jerárquicamente corresponda, a fin de conseguir que se deje sin
efecto, se modifique o se dicte resolución contraria a la que es
objeto y base de impugnación".
De esta larga definición queremos destacar las dos notas que
creemos esenciales, dentro de la misrna, el efecto devolutivo,
con Io cual separan entre remedios y recursos, y el que se dé sólo
contra resoluciones interlocutoria o definitivas, es decir, no contra
las firmes, ya que la finalidad de los mismos es impedir esa fir-
meza.
VIADA-ARAGONESES 23: "Acto de parte por el que se solicita
del juzgador la modificación de una resolución judicial en el mis-
mo proceso en que ésta fue dictada y que produce un gravamen
al recurrente".
La nota a destacar en esta breve definición es la de que la re-
solución es impugnada "en el mismo proceso en que fue dictada",
nota con la que estamos de acuerdo, ya que consideramos que
el proceso no puede terminar hasta que la jurisdicción cumple
su función mediante la seguridad jurídica que produce la firmeza
de la sentencia.
Si bien de la definición de estos autores no podemos saber
si distinguen o no entre recursos o remedios, en la clasificación
que dan de los recursos, dividiéndolos en atención al grado del
Tribunal en (recursos horizontales>r ) <<recursos verticales),, vemos
que no son partidarios de dícha distinción.
Para FENECH 2a: <recurso es el acto de parte, encaminado a
provocar dentro del mismo 'proceso un nuevo examen de la cues-
tión que dio lugar a una resolución para obtener una nueva dís-
tinta de aquélla que estinnaba gravosa para sus intereses".
Nos dice este autor que la resolución puede ser impugnada
bien ante el mismo órgano que Ia dictó, bien ante otro superior
en el orden jerárquico, y que el gravamen a de ser considerado
desde el punto de vista subjetivo ya que príma facie no se puede

23 VIADA-ARAGONESES: Curso de Derecho Pracesal Penal, vol. ll, pági-


nas 209 y siguientes. Madrid, 1970.
24 FENEGH: Derecho Procesal Penal, volumen ll, pág. 745. Barcelona, 1980.

33

,t
--

provocar el
saber cuándo es real o hipotético, y la posibilidad de
nuevo examen se da dentro del mismo proceso.
PRIETO CASTRO25: ..Recursos son los medios de
impugnación
por un
que persiguen un nuevo examen del asunto ya resuelto,
judicial de categoría superior al que ha dictado la re-
"igr"¡rro"
solución que se imPugna"'
La definición de este autor remarca la nota del efecto
devolu-
tivo, ya que para él es totalmente sustancial la diferenciación
en-
general
tre remedio y recurso, si bien, reconoce que el recurso en
entra en la áenom¡nación de medio de impugnación' producción
Destaca este autor que: todo recurso detiene la juzgada en
del efecto típico del pronunciamiento judiciat, la cosa
sentido formal". ES CI
PArA GÓMEZ ORBANEJA-HEBCE QUEMAD'A2ó: "RECUTSO
judicial im'
urtá pio*sal de la parte que frente a una resoluciónsu favor."'
de la ley en
órgnánl" V periuAi"¡át p¡¿.'la actuación y demanda ha
Para estos autores ta distinción entre recurso
la relación
de situarse en qu" pot medio de ta demanda se inicia que se pre-
jurídico-procesat, lo cual no sucede en el recurso, sino
instancia
senta e incide en ella, abriendo en elta sólo una nueva
o fase.
No distinguen estos autores entre recursos o remedios'
situan-
do el efecto peculiar y constante de todo recurso en suspender
la producción de la cosa iuzgada formal de la resolución impug'
nada.
postu-
Una vez reseñadas algunas de las más características
ras mantenidas por tos artot"s patrios, pasamos a exponer
qué
esloquenosotrosconsideramoscomorecurso. por
Recurso es el acto procesal de impugnación, interpuesto
la parte gravada por una resolución judicial, por medio.delpor cual
se solicita un nuevo examen de la materia ya examinada el

l;";; ;;; y ta *áoit¡"u"iónal de un estado jurídico no determinado


irrevocablem*nt", dirigida órgano iurisdiccional que la dictó, o

2s PHIETO CASTRO: Derecho Procesal Cívil, vol. l, págs. 645 y siguientes'


en especial, Pág. 649. Madrid, 1972'
26GÓMEZORBANEJA-HERCEOUEMADA:DETEChOPTOCESAICiViI'VOI'I'
página 419. Madrid, 1975.

34
a su Superior jerárquico, dentro del mismo proceso y mediante un
procedimiento legalmente regulado.
Acto procesal de impugnación: Es un acto procesal ya que
nace, Se desarrolla y muere en el proceso, produciendo todos sus
efectos dentro del mismo, y habiendo tenido su causa en el pro-
ceso; de impugnación, ya que mediante el recurso se pone de
manifiesto el desacuerdo de la parte recurrente con la resolución
dictada y por él se la combate.
lnterpuesto por la parte gravada por una resolución judicial.
De esta afirmación hemos de resaltar dos apartados diferentes.
a) El recurso eS siempre un acto de parte, no puede Ser nun-
ca un acto judicial, ni de ningún otro sujeto procesal distinto a
la parte"
b) La legitimación para ser parte recurrente viene dada por
la existencia de gravamen para ella en la resolución recurrida.
Gravamen que situamos en la necesidad de que la resolución re-
currida contenga una diferencia entre lo solicitado por la parte
y lo resuelto por el órgano jurisdiccional27, el gravamen ha de
poder ser valorado desde el punto de vista objetivo, es decir, la
negativa de una protección concedida por el Ordenarniento jurí-
dcio y solicitada por la parte, en frase de ROSENBERG 28: "El re-
currente es agraviado por la resolución impugnada en tanto y en
cuanto es desfavorable para é1". El gravamen, por lo tanto, pue-
de existir en el momento que exista un perjuicio jurídico.
Por medio del cual se solicita un nuevo examen de la mate-
ria ya examinada por el juez a quo: Estamos ante una de las ca-
racterísticas fundamentales de los recursos. El órgano judicial com-
petente para el estudio y resolución del recurso, tendrá el rnismo
material, en el que habrá de basar su fallo, que tuvo el iuez a
quoa.
Por el que se solicita la modificación de un estado jurídico no
determinado irrevocablemente: Esta característica es, asimismo,

27 Ver FAIRÉN: Doctrina General..., cit. pás' 282 y bibliografía cit.


28 ROSENBERG: Derecho Procesal Civil, vol. ll, pá9. 361. Buenos Aires,
1955.
a No es obstáculo a la afirmación general mantenida por nosotros la hi'
pótesis excepcional contemplada en el artículo 862 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil.

35
fundamental para comprender la naturaleza de los recursos ya que
éstos se dan siempre contra resoluciones que no han alcanzado
fuerza de cosa juzgada 30, solamente se pueden interponer contra
resoluciones interlocutorias o definitivas, pero que no terminan el
proceso, ya que el proceso ha de terminar con el acto jur¡sdic-
cional por excelencia, la sentencia firme, contra la que no se
da ningún recurso, a tenor de lo preceptuado por el artículo 369
de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Dirigida al órgano jurisdiccional que la dictó o a su superior
jerárquico: No diferenciamos entre recusos y remedios, ya que
preferimos seguir el concepto legal, y no diferenciar donde la
Ley no lo hace, si bien somos conscientes de la diferencia de im-
portancia práctica entre los recursos devolutivos y los no devo-
lutivos, regulados en nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil.
Dentro del mismo ,procesó: Creemos que el recurso no abre
un proceso, como opina GUASP, sino que, por el contrario, es en
el mismo proceso en que se dictó la resolución impugnada en el
que se desenvuelve el recurso, ya que el proceso no ,puede ter-
minar sino con una resolución con fuerza de cosa juzgada, por la
cual la jurisdicción cumple con su función, y mientras dicha reso-
lución no obtenga la mencionada característica Ia relación jurídico-
procesal es la misma, ya que aún no se ha resuelto irrevocable-
mente la relación jurídico-material controvertida, y ,por lo tan-
to el conflicto de intereses, para cuya solución nació el proceso,
está aún vigente.
El recurso abrirá una nueva fase o etapa dentro del proceso,
fase que tendrá una regulación legal con un procedim¡ento pro-
pio, pero insertado en el mismo 'proceso, aunque se haya añadi-
do a la primitiva pretensión la petición de un nuevo examen de
la cuestión en litigio.
Mediante un procedimiento legalmente regulado: Utilizamos los
términos proceso y procedimiento en el sentido que les dan Gó-
MEZ ORBANEJA-HEHCE QUEMADA 3r ,proceso como "forma jurídi-

30 Partimos del concepto de jurisdicción que nos da SERRA: La Jurísdic-


ción, en Estudíos de Derecho Procesal, págs. 20 y siguientes, español, pá9. 49.
Barcelona, 1969.
3r GóMEZ OHBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit. vol. I, págs. 1

v 14.

36
camente regulada de ta protección del ordenamiento jurídico por
el Estado,' y procedimiento como manera de llevar a cabo esa pro-
tección como una consideración meramente formal o externa de
fa actividad procesal.
En este sentido al decir mediante un procedimiento legalmen-
te regulado, no hacemos más que señalar que la Ley prescribe
la andadura procesal que ha de recorrer cada uno de los recursos
recogidos en la misma.

3. ANALOGIAS Y DIFERENGIAS ENTRE LA REVISIÓN GIVIT


Y tOS RECURSOS
Una vez señaladas las notas que caracterizan a los recursos,
y como dato previo at estudio de la naturaleza jurídica de la re'
sión, veamos cuáles de estas característ¡cas Se dan en la revi-
sión y cuáles no.
Acto procesal de impugnación: Mediante la revisión se reali-
za una actividad procesat encaminada a atacar una resolución ju-
dicial. En este sentido podemos afirmar que la revisión es un acto
procesal de imPugnación.
No entramos a discernir si mediante este acto se ejercita una
nueva acción, distinta de la ejercitada en el proceso cuyo resul-
tado combatimos, ya que esto nos llevaría ineludiblemente a pre-
juzgar la naturaleza jurídica de la institución objeto de nuestro
éstud¡o, por lo que nos remitimos a lo que más adelante diremos,
al tratar, en et apartado correspondiente de d¡cha mater¡a.
lnterpuesto por la parte perjudicada por una resolución ju'dicial
que le produce un gravamen: El contenido y alcance del artícu'
lo 1081 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en cuanto a quien está
legitimado para demandar en revisión a quienes ha de emplazar
et T.S., lo trataremos en el capítulo dedicado a los sujetos de la
revisión, por lo que con el fin de evitar enoiosas repeticiones, nos
l!mitamos en este momento a efectuar algunas reflexiones sobre
la necesidad del gravamen en Ia revisión.
Ya hemos señaiado que el gravamen está en la disconformidad
entre lo solicitado por la parte y lo concedido por la resolución
impugnada.

37

L I
T

La existencia de un gravamen en la sentencia atacada por la


revisión es necesaria, para que el demandante en revisión pueda
ser considerado parte legítima, utilizando dicho término en el sen-
tido que le da PRIETO CASTRO 32 de a parte que jurídicamente
f

debe figurar como tal en el proceso.


Como afirma CALAMANDREI 33: "El interés de obrar surge so-
lamente cuando el agente se encuentra en Ia imposibilidad de
conseguir por medios extrajudiciales la misma utilidad que se
propone conseguir mediante la obra de los órganos jurisdicciona-
les". Al vencedor de un proceso resuelto por sentencia injusta,
le será más cómodo conseguir la no ejecución de dicha sentencia
absteniéndose de solicitar la ejecución, que acudiendo a la vía de
revisión.
El problema surge al estudiar los casos de sentencias logradas
mediante el dolo colusivo de ambas partes, recordemos el caso
D'Angelo-Pecoraino, objeto del magnífico trabajo de CARNELUTTI 34
Contra il processo fraudolento, pero en estos casos la finalidad
del dolo colusivo no ha podido ser otra que el perjuicio de un
tercero o la conculcación de un principio de orden público, con lo
que el problema se soluciona, mediante la legitimación del tercero
para demandar en revisión, o la legitimación del Ministerio Fiscal,
temas de los que nos ocuparemos al tratar de los sujetos de la
revisión.
Recientemente CALVO SÁNCHEZ 35, ha defendido que no es
necesario la existencia del gravamen para demandar en revisión,
afirmando que la mera existencia de un interés de justicia o un
interés moral, tal como la defensa del buen nombre del comer-
que se vería afectado caso de hacerse público que ha vencido en

sz PRIETO CASTRO: Derecho..., cit. pá9. 311. Ver: GUTIERREZ DE CABIE-


DES: la excepción dilatoria de falta de carácter, en Estudios de Derecho Pro-
cesal, págs. 245 y siguientes. Pamplona, 1974. RAMOS MENDEZ: La sucesión
procesal, págs. 21 y siguientes. Barcelona, 1974.
33 CALAMANDRET: E/ concepto de "litis" en el pensamiento de F. CARNE-
LUTTI, en Estudios sobre el proceso civil, pág.284. Buenos Aires, 1961.
34 GARNELUTTI: Contro i/ processo fraudo[enta, Ri. Di. Pr. Ci., 1926, pági-
nas 15 y siguientes.
35 CALVO SANCHEZ: La revisión civil: especial consideracíón de su natu-
raleza jurídica y sus motivos, págs. 238 y siguientes. Tesis Doctoral. Salaman-
ca, 1974.

JO
un proceso con man¡obras arteras, es Suf¡ciente para legitimar a
ta parte vencedora de un proceso para demandar en revisión.
No admitimos dichos argumentos, ya que son más éticos o
morales que jurídicos, y creemos que el interés ad agire en cual-
quier medio impugnativo ha de estar sosten¡do por la existencia
del gravamen. Queremos señalar, por último, el gran peligro prác-
tico que entrañaría la admisión de la posibilidad de demandar en
revisión al vencedor del proceso anter¡or, en orden a los posibles
fraudes procesales. Bástenos señalar que el proceso es /i¿is, lu-
cha, la cual desaparecía en la inmensa mayoría de tales revisio-
nes, ya que es difícil imaginar al vencido en un proceso termina-
do por sentencia firme oponerse al intento de revisión de la sen-
tencia que le perjudica, por lo que la maniobrabilidad extrapro-
cesal de las partes con el fin de obtener una sentencia en el de-
seado sentido, habría de repercutir necesariamente en su actividad
procesal.
Por medio del cual se solicita un nuevo examen de la materia
ya exam¡nada por el iuez a guo: Esta nota no se da en absoluto
en la revisión.
En la revisión el examen que se solicita del T.S. es de unos
hechos nuevos, desconocidos por el juez a quo, y de tal naturale-
za que de haberlos conocido el órgano que dictó la resolución im-
pugnada ésta hubiera sido totalmente distinta de la dictada.
El juez de la revisión no examina el rnaterial fáctico del ante-
rior proceso, para poder determinar s¡ hubo un error en la activi-
dad o en el juicio, sino que examina Un material nuevo, nO apor-
tado al anterior proceso, y ha de ver si de haber podido contar
con ese material et juez a quo hubiera dictado una resolución dis'
tinta de la dictada. El T.S. ha de iuzgar si la ausencia o falsedad
del material fáctico aportado en la revisión, ha tenido una influen-
cia decisiva en el fallo dictado con anterioridad'
La repercusión legal de lo dicho se plasma, en que mientras
en los recursos el período probatorio solamente se concede en
casos exce)pc¡onales, en la revisión eS norma general la apertu-
ra de dicho período, con la sola petición del mismo por las partes.
Por la que se solicita la modificación de un estado jurídico no
determinado irrevocabtemente: En esta nota característica de los
recursos es en donde se dan más claramente las diferencias con
la revisión, diferencias que vamos a contemplar desde varios pun-

39

^!
-

tos de vista. a) Resolución contra la que se interponen. b) Causas


o motivos de la impugnación. c) Estado jurídico impugnado.
aJ Resolución contra la que se interpone; Lo característico
de los recursos es que se interponen contra resoluciones judicia-
les que no han alcanzado la fuerza de cosa juzgada, que son modi-
ficables por su propia naturaleza, sobre las cuales puede recaer
el acto impugnativo por cuya causa es posible que la parte dispo-
sitiva de la resolución sea modificada, y las diferencias que la
Ley de Enjuiciamiento civil nos da entre éstas y las firmes es
por la característica que tienen éstas últimas de ser, a tenor de
lo preceptuado en el artículo 369 de la Ley de Enjuiciamiento ci-
vil: "cuando no quepa contra ellas recurso alguno ordinario ni
extraordinario, ya por su naturaleza, ya por haber sido consenti-
das por las partes', es la misma Ley de Enjuiciamiento Civil, en sus
artículos 1796 y 1797 la que nos dice QUe: "habrá lugar a la revi-
sión cuando hubiere recaído sentencia firme".
La más simple interpretación del texto de la Ley nos lleva a
afirmar que para que una sentencia sea firme es condición nece-
saria que contra ella no quepa ningún recurso, y que la revisión
sólo se puede interponer contra las sentencias firmes, Io cual no
significa otra cosa, o que la ¡'evisión no es recurso o que contra
las sentencias firmes cabe al menos un recurso.
siendo de imposible aceptación la segunda de las afirmacio-
nes, ya que entonces dejaríamos sin efecto la institución de la
cosa juzgada y con ella la seguridad jurídica, en todos los casos,
seguridad jurídica que, como vimos, es la única forma de la rea-
lización de la justicia humana, y que mediante ella cumplía la ju-
risdicción su función, lo gue nos llevaría a tener que aceptar Ia
inutilidad de la salvaguardia que el Estado realiza, mediante el
proceso, de los derechos de los ciudadanos.
Aceptando que las sentencias firmes mediante la cosa juzga-
da determinan irrevocablemente el derecho en lo concreto, cum-
pliendo la función de jurisdicción, y alcanzando la calidad de inim-
pugnables, no podemos llegar a otra conclusión, sino a la que la
revisión no es un recurso.
Hemos de encontrar una justificación a las palabras que utilizó
el legislador, y la única que encontramos no es sino la que nos

40
dio ALCALA ZAMORA 3ó al afirmar: "el descuido y
ligereza con
que se redacta en nuestras leyes, hasta el punto de que la mayoría
de las dudas y de las confusiones tienen su arranque, unas veces,
en la inconsecuencia del legislador consigo mismo; otras, en el
olvido en que deja cuanto ha dicho en un precepto legal, para
I
afirmar lo contrario en otro, si es que no se desdice dentro de
t
un mismo texto; finalmente, en el empleo indistinto de términos
que tienen muy diferentes significación, o a la inversa".
l
Hemos de apuntar, aunque sin entrar a estudiar el problema
de la naturaleza jurídica de la sentencia definitiva ya que nos
alejaría sensiblemente del terna objeto de nuestro estudio, la di-
ferente naturaleza que gran parte de la doctrina da a la sentencia
definitiva y a la sentencia firme.
CHIOVENDA3T afirma que la sentencia sujeta a gravamen: <no
es más que una situación jurídica".
CALAMANDREI 3e recoge la opinión de CHIOVENDA y afirma
que la sentencia sujeta a gravamen no es una auténtica sentencia.
La sentencia firme GS, por el contrario el acto iur¡sdiccional
por excelencia 3e, la que ya ha determinado irrevocablernente el
derecho en lo concreto.
b) Causas o motivos de Ia impugnación. Comparando los re-
cursos extraordinarios, aquéllos que la ley marca taxativamente
las causas por las que se pueden interponer y la revisión, vemos
que el origen de los motivos señalados en la ley para los recur-
sos y los de la revisión es totalmente diferente.
Los vicios por los cuales puede prosperar un recurso serán
errores en la actividad o errores en el juicio, pero siempre han de
tener la característica de que se han cometido en el proceso cuya

3ó ALCALA ZAMOBA Y CASTILLO: los recursos en nuestras /eyes proce-


sales, en R. Cr. D. lNM, Enero-Febrero, 1930, números 61 y 62, págs. l-13 y 81-92,
en español, pág. 3.
37 CHIOVENDA: Principii di Diritto Processuale civile, pá9. 952. Napoli,
1965 (Ristampa).
38 CALAMANDBEI: Vícios de la sentencia y medios de gravamen en Estu-
dios citados, pág. 442. Sobre la Naturaleza jurídica de la sentencia sujeta a
recurso ver el artículo de ese nombre de COLOMBO en P. D. Pr., 1955-1, págs.
37 y siguientes; y sobre Ia situación jurídica ver Explicación de [a teoría de la
situacíón jurídica de GOLDSCHMIDT en R. D. Pr., 1953-3, págs. 353 y siguientes'
3e SEBRA: La Jurisdiccíón, cit. pá9. 49.

4t
-!

Sentenc¡a se intenta modificar, son vicios que se pueden conocer


y constatar mediante el estudio de los autos de proceso, mien-
irar qu" tos vicios que pueden dar origen a la revisión de una sen-
tencia son Vic¡os externos al proceso ocurridos fuera de é1, y no
de los alegados y d¡scut¡dos en el mismo 40.
La sentenc¡a que Se intenta revisar es una resolución válida,
es decir, en cuya producción no ha habido ningún vicio en la ac-
tividad, e incluso, caso de haberse dado un defecto de esta índo-
le habrá quedado subsanado por el consentimiento de las par-
tes, at haber dejado pasar el plazo para recurrir por quebranta-
miento de forma, con Io que habrá precluido su derecho.
Tampoco Se puede encontrar en la Sentenc¡a, impugnada en
revisión errores in iudícando, ya que el juez ha resuelto en base
al material fáctico aportado, alegado y probado por las partes, por
to que la injusticia del fallo, ocas¡onada por basar el mismo en
un material incompleto o falso, no es achacable al juzgador, por
lo que en ta revisión no se pueden alegar vicios jurídicos.
En este sent¡do FENECH'' nos dice que: "La eficacia del recur'
so depende de que la resolución impugnada adolezca de vicios en
relación con una determinada situación fáctica necesariamente an-
terior a la misma, o con una norma jurídica de vigencia igualmente
anterior a la propia resolución. En la revisión los vicios que pue'
den dar lugar a la anulación de la sentencia han de ponerse de

40 La jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo es constante en el man-


tenimiento de esta característica, estudiada, sobre todo, con relación al nú-
mero 4 del artículo 1796 de ta Ley de Enjuiciamiento Civil, en este sentido se
pronunció en la primera sentencia en que estudia este motivo, sentencia de
15 de febrero de 1886, y sigue manteniendo su línea constante, entre las más
modernas sentencias de 30 de junio de 1971 y 4 de julio de 1972.
La sentencia de 4 de diciembre de 1967, al estudiar la naturaleza de este
(recursoD afirma que se da.en virtud de motivaciones que no pertenecen al
proceso mismo, en que la resolución impugnada se dicta, sino que son extrín-
secas a dicho proceso y determinan por tanto la existencia de vicios trans-
cendentes a é1, en [o cual se diferencia del recurso de casación, en el que los
errores que lo motivan son errores inmanentes al pfoc€sor.
La sentencia de 20 de enero de 1968, afirma que (no pueden discutirse en
tal excepcional juicio los mismos hechos que ya lo fueron en el pleito de ori-
gen, pues no se trata de un remedio que autorice a los litigantes para promover
un nuevo examen de las cuestiones planteadas y discutidas en el pleito anterior.
41 FENECH: Derecho..., cit. vol. ll, pág. 1119.

42

)
ret¡eve en relación con situaciones fácticas producidas o conoci-
das con posterioridad a la resolución que se pretende anular, mien-
tras que jamás puede producirse por vicios o errores de tipo ju-
rídico".
CALAMANDREI 42, nos explica, con una claridad meridiana, la
diferencia entre las sentenclas que pueden Ser recurribles y las
revisables: .,Existen casos en los que un estado de hecho, que t¡e-
ne ta apariencia de sentencia, no puede llamarse sentencia en Sen-
tido jurídico, ya que por un defecto de actividad en el proceso
que ia precede se ha perdido algún elemento constitutivo, sin el
cual una Sentenc¡a no puede jurídicamente comenzar a existir' es
una sentencia jurídicamente inexistente.
No todas las actividades de que el proceso se compone, asu-
men frente a la sentencia el carácter de elementos constitutivos;
de manera que cuando el defecto de actividad no figura entre los
que producen la absoluta inexistencia procesal de la sentencia,
ésta'nace y tiene vida en el mundo jurídico, pero queda el hecho
de que la misma está basada sobre una construcción imperfecta
y Se puede, por tanto, que la misma, a consecuencia de tal im-
perfección producida en sus elementos básicos, ha de tener una
solidez jurídica menor de la que derivaría de un proceso no de'
fectuoso.
Se puede imaginar una sentencia que, aun siendo el resultado
de un proceso regular en sí, y estando inmune de cualquier de'
fecto de construcc¡ón, haya decidido sobre un material de litis
no recogido de acuerdo con la libre disposición de las partes,
sino alterado, en perjuicio de una parte, por algunos influjos per-
turbadores que han actuado fuera del proceso'
Dado el materiat de litis que el juez tiene delante, el proceso
se ha desarrollado regularmente y la sentenc¡a eS su resultado le-
gítimo; pero en la recolecc¡ón del material de decisión las partes
no han estado en cond¡ción de paridad, ya que a perjudicar a una
de ellas, a limitar su actividad en el proceso, a disminuir la l¡-
bre aplicación de su derecho de disposición, ha contribuido el pro-
p¡o error o el fraude ajeno u otra circunstancia, por la cual la
parte ha sido puesta en la imposibilidad de defenderse válida-
mente".

42 CALAMANDREI: Vicios..., cit. págs. 30 y siguientes.

43

l*
t

GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADAa3: "El que pide que se


revise una sentencia firme reconoce que Se ha fallado en derecho
conforme a los autos. La lesión que se le ha causado procede de
que la sentencia, sin quebrantamiento en las formas del juicio, se
basa en un material hecho e incompleto o indebidamente aportado.
Lo que tiene que probar el recurrente es algo que, a diferencia
de todos los demás recursos, no resulta de los misrnos autos;
a saber: que él mismo, injustamente compelido o engañado ha
hecho algo en et proceso que no le convenía o ha dejado de hacer
lo que hubiera podido favorecerle.
,,El fundamento de todos los demás recursos eS el error en
el juicio o en la actividad del iuez. E¡ motivo de la revisión no
invoca error alguno del juzgador, ni siquiera, es claro, en el SU-
puesto de cohecho ,por parte suya. De aquí que, en el derecho co'
mún y en la mayor parte de las legislaciones extranjeras, Sea
competente para conocer del recurso de revisión el propio órga'
no que haya dictado la sentenc¡a, puesto que no se le pide que
repita una operación en que ha errado, y en que podría volver a
errar. Se le pide que declare que la parte perjudicada, en lo hecho
o en lo omitido en et proceso, ha estado impedida por fuerza o
engaño. Y que de ese hacer u omitir procede el fallo".
De un estado jurídico no determinado irrevocablemente: ya he-
mos visto que eS esencial para que se dé un recurso que la re-
solución no sea firme, también como,mediante la firmeza Se lo-
gra la determinación irrevocable del derecho en lo concreto, fi-
ñal¡dad de ta jurisdicción, por medio de la cual se realiza el bien
de la certeza jurídica.
Esta nota característica y esencial de todos los recursos, no
sólo no se da en la revisión, sino que para poder demandar en
revisión eS necesar¡o que la, tan nombrada, determinac¡ón irrevo-
cabte se haya efectuado con anterioridad a la interposición de di-
cha demanda.
Greemos que esta nota eS suficiente para revelarnos que nos
encontramos ante una institución que desde luego no es recurso,
por lo que hemos de intentar encuadrarla dentro del marco jurídi-
co que en realidad le corresponda.

4s GóMEZ ORBANEJA-HERCE OUEMADA: Derecho..., cit. tomo l, págs. 459


y siguientes.

44
Dirigida al órgano jurisdiccional que la dictó o a su superior
jerárquico: Todos los recursos se regulan de forma tal que, para-
lelamente a poseer o no, el efecto devolutívo, nos viene dada de
antemano cuál es el órgano jurisdiccional competente para su de-
cisión, de poseer, el recurso, dicho efecto el competente habrá
de ser necesariamente el superior jerárquico, en virtud del crite-
rio funcional de la competencia. Este criterio funcional está re-
gulado de tal forma por la Ley de Enjuicianriento Civil, que no se
puede acudir más que al superior jerárquico, desconociendo nues-
tro derecho positivo la figura de la casación per saltum,
A tenor de lo preceptuado por el artículo lB01: "El recurso de
revisión únicamente podrá interponerse ante la Sala Primera del
Tribunal Supremo, cualesquiera que sea el grado del Juez o Tribu-
nal en que haya quedado firme la sentencia que lo motive".
Vemos que tam,poco en cuanto a la competencia funcional se
asemeja la revisión a los recursos, en nuestra regulación positi-
va, si bien queremos hacer notar que la i.i.r. y las leyes de Parti-
das, siguiendo a esta figura jurídica, otorgaban la cornpetencia
al juez a quo, criterio que es seguido por la mayoría de las legis-
laciones europeas, y del que se apartó nuestro legislador, sin que
encontremos más motivación que la transcendental repercusión
que puede ocasionar el ataque a la cosa juzgada que la revisión
representa.
Dentro del mismo proceso: Los recursos no son sino fases
del mismo proceso, que no termina si no por medio de una re-
solución firme, que tenga el carácter de cosa juzgada formal que,
como afirma CHIOVENDAAA es uno de los presupuestos de la cosa
juzgada süstancial.
Recogemos una frase del gran procesalista italiano CALAMAN-
DREI, en la que nos demuestra la certeza de la anterior afirma-
cióna5: "Razones de tranquilidad social no permiten hacer depen-
der la validez del fallo de la justicia de su contenido, el proceso
debe estar construido de modo que la cosa juzgada no pueda for-
marse sino a través de garantías que reduzcan el mínimo las pro-
babilidades de una sentencia injusta, garantías que deben con-

44 CHIOVENDA: Principii..., cit. pá9. 911.


4s CALAMANDREI: la Casación Civil, toma ll, págs. 202 y siguientes. Bue-
nos Aires, 1961.

45
4

-\-_
F

sistir [además de en Ia exacta observancia de las prescripciones


procesales in procedendo) en la posibilidad de reiteración del
juicio lógico del que nace la sentencia, a través de una serie de
instancias, o grados sucesivos, que constituyan un proceso úni-
co, cada una de las cuales concluya con un juicio irrevocable
(cosa juzgada en sentido forrnal). De este modo el proceso no
corre ya desde el inicio hasta el fin ante un sólo órgano juzgador,
sino que, perrnaneciendo único, se fracciona, se desmembra, por
decir así, en una pluralidad de episodios que se desarrollan ante
jueces dÍversos".
Es el mismo CALAMANDREI 4ó, el que después de analizar
las diferencias entre los medios de gravamen y la acción de im-
pugnación, nos dice: "que ésta da lugar a un proceso nuevo, el
objeto del cual no es la constatación de la voluntad de la ley que
fue ya objeto de la sentencia ahora impugnada, sino la consta-
tación de una ley absolutarnente nueva, de la cual deriva a favor
del impugnante el derecho a obtener la invalidación de la senten-
cia por un vicio inherente a la misma".
La revisión actúa a partir de que el proceso ha terminado,
después de la producción de la firmeza de la sentencia del pri-
mer proceso, es una nueva acción tendente a dejar sin efecto el
proceso anterior, y con su ejercicio nace un nuevo proceso dis-
tinto del que impugnamos, que terminará con una nueva senten-
cia firme.
Mediante un procedimiento legalmente regulado: Esta caracte-
rística que, en una primera instancia se nos presenta como co-
mún a los recursos y a la revisión, no es en realidad una seme-
janza de ambas instituciones, sino de todas las actuaciones pro'
cesales, no podemos olvidar la consideración meramente formal
que hemos atribuido al término procedimiento, e incluso que pue'
de haber procedímiento s¡n proceso, v. g. los actos de jurisdic-
ción voluntaria, pero a pesar de la generalidad con que esta nota
se nos presenta es de resaltar la diferencia manifiesta que exis-
te, entre la regulación de los procedimientos de los recursos y el
de la revisión.

46 CALAMANDRET: [a casación, cit. págs. 217 y siguientes. Ver del mismo


autor Vícios..., cit. págs. 444 y siguíentes.

46
4, EL PROELEMA DE LA NATURALEZA JURíDICA EN LA LFY,
LA JURISPRUDENGIA Y LA DOGTRINA

Una vez que hemos visto como las notas características de


los recursos no se dan en revisión, podemos afirmar que la revi-
sión no es un recurso, pero esta afirmación es totalmente insu-
ciente, por lo que hemos de completarla buscando el marco ju-
rídico dentro del cual podamos encuadrar a la institución objeto
de nuestro trabajo.
Para lograr esto seguiremos el mismo método utilizado en la
búsqueda de las notas determinantes de la naturaleza de los re-
cursos, en primer lugar veremos que es lo que nos dice nues-
tro derecho positivo, de aquí pasaremos a estudiar la doctrina
jurisprudencial, a continuación la doctrina científica, para terminar
extrayendo nuestras propias conclusiones sobre el tema.
La Revisión en la Ley de Enjuiciarnento Civil: La Ley de En-
juiciamiento Civil de 1881, vigente en la actualidad, regula en
el título XXll de su libro ll, el denominado recurso de revisión en-
lazando así con las leyes de Partidas y dando actualidad a una ins-
titución que desde los tiempos del Rey Sabio había sido olvidada
por todos los textos legales, sin que sea posible encontrar justifi-
cación a esta desidia legislativa.
La Ley de Enjuiciamiento Civil regula nuestra institución en los
artículos 1796-1810 agrupados en cuatro secciones.
Tanto del enunciado del título XXII, como de los enunciados
de las cuatro secciones en que se encuentra dividido aparece
claro que el legislador conceptuó a la revisión como un recurso,
pero la simple lectura de los preceptos contenidos en el mencio-
nado título, hacen que se obscurezca la claridad de la intención
legislativa.
El artícula 1797 afirma que sólo podrá tener lugar contra sen-
tencias firmes, afirmación que está en fragante contradicción con
el texto del artículo 369, y que nos hace pensar que el ..recurso,
de revisión es, al menos, distinto de todos los demás recursos.
El artículo 1798 señala un plazo de tres meses para la interposi-
ción de la revisión y con un día a quo indeterminado, nota que no
se da en ningún otro recurso.

47

\-. .-
---

El artículo 1800, señala un nuevo plazo, éste de cinco años, mu-


cho más propio de prescripción de una acción, que de la preclu-
sión del derecho a recurrir.
El artículo 1803 habla de las demandas de revisión, lo que pa-
rece indicar el ejercicio de una acción nueva.
A pesar de esta peculiar regulación el legislador califica de
recurso a la revisión, lo que nos plantea el problema de si en
realidad la consideraba como recurso o, si por el contrario, es
que no supo encontrar la propia naturaleza jurídica de la insti-
tución.
CHIOVENDAo', encuentra la explicación a esta postura legisla-
tiva afirmando QUe: "La Iey procesal asurniendo en su campo esta
acción, la configura de un modo totalmente especial, hasta asi-
milarla a los verdaderos y propios medios de impugnación, con
los que en nuestra ley tienen de común el nombre. Lo que es acon-
sejado, por un lado consideraciones económicas, de otro el nexo
que esta nueva acción tiene con el objeto de la precedente rela-
ción procesal, porque a través de la anulación de la cosa juzgada
miran a una nueva decisión sobre el mismo objeto".
GóMEZ ORBANEJA-HERCE OUEMADA, recogen el último argu-
mento de CHIOVENDA afirmando que varias razones aconsejaban
la regulación de la revisión como recurso: "Principalmente el nexo
que una a la acción con el objeto de la relación procesal prece-
dente".
Pero es FENECH ae el que señala la razón más convincente de
por qué el legislador reguló la revisión como recurso al afirmar:
"En la época de la Ley, toda impugnación de un acto definitivo
mismo si es jurisdiccional que administrativo- se configura como-[o
recurso. De ahí el recurso de responsab¡lidad civil, el recurso de
nulidad, el recurso contencioso administrativo, etc.".
La Bevisión en la Jurisprudencia: Pasamos, ahora, a ver cual
es el concepto que la jurisprudencia nos da de la naturateza iu-
rídica de la revisión.
La misión de la jurisprudencia es la de la interpretación de
las leyes, y contribuir, mediante esa interpretación, a facilitar la

47 CHIOVENDA: Principii..., cit. pá9. 962.


48 GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit. vol. l, pá9. 461.
4e FENECH: Derecho..., cit. tomo ll, pá9. 1200, nota 1.

4B

l
inteligencia y aplicación de nuestras leyes 50. En cuanto al terna
que nos ocupa, en una primera visión parece ser que la línea ju-
risprudencial no eS unitaria, sino que el Tribunal Supremo man-
tiene distintas posturas que podemos sintetizar de la siguiente
manera. 1." La revisión es un recurso: a) Extraordinario, b) Excep'
cional. 2." Es una acc¡ón autónoma.
1." a) Para que pueda prosperar el recurso extraordinario de
revisión..,, sentencias, entre otras de 27 de mayo de 1924, 12 de
abril de 1946, 18 de marzo de 1948, 12 de noviembre de 1971,22
de enero de 1973.
El recurso de revisión por Su naturaleza extraordinaria, sen-
tencias de 3 de mayo de 1961, 13 de marzo de 1967, l1 de diciem-
bre de 1969 y 30 de junio de l97l;
El recurso de revisión tiene el carácter de extraordinario, sen-
tencias de 28 de septiernbre de 1955,7 de febrero de 1962,15 de fe-
brero de 1966 y 25 de septiembre de 1969.
El recurso extraordinario de revisión que la Ley concede en
su artículo 1796, sentencia de 17 de marzo de 1933,25 de marza
de 1933 y 12 de julio de 1940.
Recurso que la Ley califica de extraordinario, sentencias de
7 de julio de 1944, 18 de mayo de 1954.
El más extraordinario de todos los recursos, sentencias de
23 de enero de 1963,6 de junio de 1968, 19 de junio de 1971,12
de junio de 1972,4 de julio de 1972, 10 de octubre de 1972 y 15 de
marzo de 1974.
La sentencia de 18 de enero de 1958 califica a la revisión de
"Recurso extraordinario y especialísirno".
b) La segunda de las rnencionadas tendencias jurisprudencia-
les califica a la revisión de recurso excepcional y extraordinario,
añadiendo a la línea señalada con anterioridad el calificativo de
excepcional.
La excepcional naturaleza del recurso de revisión, sentencias
de 16 de octubre de 1929,6 de octubre de 1965, 10 de diciembre
de 1966 y 26 de diciembre de 1972.
Dada la naturaleza excepcional y extraordinaria del recurso de
revisión..., sentencias de 23 de enero de 1962, 19 de octubre de

50 OGAYAR y AYLLóN: Creación judicial del derecho. Madrid, 1975, en es-


pecial págs. 41 y siguientes.

49

'-
Jr-
t

1962,24 de marzo de 1964, 23 de fel:rero de 1g65 y 15 de octubre


de 1973.
De "Remedio Excepcional" califican a la revisión Ias sentencias
de 26 de febrero de 1965 y 31 de octubre de 1920.
como "Recurso de carácter extraordinario y excepcionalo de-
nominan a la revisión las sentencias de 16 de enero de 1g67,20
de enero de 1968, 17 de octubre de 1g6g, 1g de enero de 1g70, 12
de febrero de 1970,4 de noviembre de 1970, 15 de noviembre de
1971,18 de junio de 1973 y 13 de octubre de 1975.
La sentencia de 30 de octubre de 1967 se refiere a la revisión
como el "más extraordinario y excepcional de los rCIcul-sos¡,.
2." Vemos, por último, la corriente jurisprudencial que ve en
la revisión un proceso autónomo, al que da lugar una acción inde-
pendiente.
Las sentencias de 25 de junio de 1932 y 25 de enero de 1g73,
nos dicen: (que el recurso de revisión que la Ley concede para que
se rescinda y deje sin efecto una sentencia firme, es tan indepen-
diente del pleito en que dicha sentencia se dictó, que puede con-
siderarse como procedimiento nuevo al margen del anterior, ya que
de él no es directa derivación ni consecuencia, no siendo tampoco
una instancia continuación de otras anteriores".
sentencias de 29 de diciembre de 1g6i y 2T de enero de i962:
"Que el denominado recurso de revisión, técnicamente es un pro-
ceso especial autÓnomo de carácter impugnativo lo que se
parece a los verdaderos recursos-',. -en
sentencia de 27 de mayo de 1963: "El denominado recurso de
revisión más que un recurso procesal presupone un pro-
ceso abierto- es un verdadero proceso -que
autónomo que combate
a otro ya terminado en Ia instancia con más o menos acierto".
Sentencias de 4 de díciembre de 1967 y 24 de marzo de 1gT2:
"CJue el llamado recurso de revisión, según Ia doctrina es el pro-
ceso especial que tiene por objeto impugnar una sentencia firme,
ante el grado supremo de la jerarquía ¡'urisdiccional, en virtud de
motivaciones que no pertenecen al proceso misrno, en que la re-
solución impugnada se dicta, sino que son extrínsecas a dicho
proceso y determinan, por tanto, la existencia de vicios transcen-
dentes a é1, en lo cual se diferencia del recurso de casación, en
el que los errores que lo motivan son errores inmanentes al pro-
COSO r.

50
La sentencia de 23 de mayo de 1964: "Oue el recurso de re-
visión no es un verdadero recurso, sino una acción autónoma, por
abrir una relación procesal conclusa y hasta ejecutada, lo que su-
pone resucitar con carácter excepcÍonal un proceso ya fallado
no para conocer del fondo del asunto, sino para decidir si la sen-
tencia se ganó injustamente por medios ilícitos".
Esta misma doctrina está recogida entre otras en las senten-
cias de 25 de noviembre de 1964, 17 de mayo de 1965,26 de oc-
tubre de 1965,28 de octubre de 1965,29 de octubre de 1965 y 15
de diciembre de 1966.
Si hemos citado tal número de sentencias ha sido con el pro-
pósito de demostrar que las diferentes posturas de la jurispru-
dencia no tienen nada que ver con la época en que fueron dictadas
las sentencias, con lo que no podemos pensar en una evolu-
ción del pensamiento del juzgador, por lo que habremos de bus-
car la razón de esta variedad doctrinal por otros caminos.
No podemos aceptar lo que se ha dicho u' que la justificación
a estos cambios está en la diferente concepción de los Magistra-
dos Ponentes.
Sin intentar profundizar en el fascinante tema de la Jurispru-
dencia, recogemos la definición que de la misma n.ls ofrece CLE-
MENTE DE DIEGO 52: "el criteric constante y uniforme de aplicar
el Derecho, mostrado en las sentencias del Tribunal Supremo",
completando esta noción con lo que DíEZ PICAZO afirma que es
sentencia ..como acto jurídico", distinguiéndola de la "sentencia
como obra literaria", ) 3sí DíEZ PICAZO53 afirma que: (De una ma-
nera rigurosa una sentencia del Tribunal Supremo consiste en lo
que decide y en la razón inmediata de decirlo en estrecha v!ncula-
ción con el caso decidido. Sólo esto es verdadera jurisprudencia".
Si completamos estos conceptos con lo que nos dice la sen-
tencia de 25 de septiembre de 1968 que: "La lectura del artícu-
lo lB02 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, evidencia que construido

5r CALVO SÁNCHEZ: La revisión civil: Especial consideración de su natu-


raleza iurídica y sus motívos, pá9.304. Tesis doctoral. Salamanca, 1974.
52 CLEMENTE DE DIEGO: La jurísprudencia como fuente de Derecho, pá-
ginas 4l y siguientes. Madrid, 1925.
s3 DíEZ PICAZO: Estudios sobre la jurisprudencia civil, págs. 34 y siguien-
tes. Madrid, 1966. i--,.

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f

como un proceso espec¡al y autónomo, pero concebido como un


recurso extraordinario, el de revisión", podemos afirmar que lo
que en realidad ocurre es que el T.S. en la mayoría de sus senten-
cias de revisión no entra a estudiar la auténtica naturaleza de la
institución, conformándose con la concepción legal de la misma,
en estas sentencias lo afirmado sobre su naturaleza no es la ratio
decidendi del asunto y, por lo tanto, no crea auténtica jurispru-
dencia.
Es en los casos en los que entra a ver la naturaleza jurídica de
la revisión cuando sienta la doctrina de la acción autónoma.
Creemos que el Tribunal Supremo ha dejado claramente sen-
tada su doctrina de que la revisión es un proceso independiente
en el que se ejercita una acción autónoma.
La naturaleza jurídica de la revisión en la doctrina científica:
Pasamos a ver qué es lo que la doctrina científica de nuestra pa-
tria nos ha ofrecido, en cuanto a la naturaleza jurídica de la re-
visión. Para esto hemos recogido la opinión de un pequeño nú-
mero de autores, para no hacer excesivamente prólija la relación,
entre los que creernos, se encuentran los más representativos de
las distintas opiniones que sobre el tema se han dado.
COVIAN: este autor en el trabajo que dedica a la revisión sa,
no estudia específicamente el terna de su naturaleza jurídica, y
a lo largo de todo su trabajo utiliza la misma terminología que
la Ley de Enjuiciamiento Civil, y con igual imprecisión que ésta,
citaremos algunas de sus frases, de las que podemos extraer la
opinión que dicha naturaleza jurídica le merecía.
"La revisión, remedio extraordinario entre los extraordinarios."
"El carácter'del recurso exige en todo caso que en la deman-
da se especifique la causa por la que se pide la revisión con los
fundamentos de la misma.'
"Trátase de un remedio, el más extraordinario." t,
!:

"Medio extraordinario de la casación." ti


"De los efectos de la demanda de revisión trata el artícu- it

lo 1803." ii
Vemos, pues, que este autor utiliza indistintamente los térmi- i
nos recurso, remedio y medio, asimismo para la revisión y la ca-

54 COVIAN: De Ia Revisión en matería civil. R. T. lBgB, págs. 513-518 y


529-533. Ver págs. 513-4, 516, 530, 532.
ri

52
!

s
'J

fl
sac¡ón. La revisión es para COVIAN un recurso extraordinario,
el más extraordinario de ellos.
MANRESA 55: "Se da el nombre de recurso de revisión al reme-
dio extraordinario que concede la ley para que se rescinda y deje
sin efecto una sentencia firme ganada injustamente, a fin, de que
se vuelva a abrir el juicio y se falle con arreglo a justicia. Aunque
este recurso es extraordinario lo mismo que el de casación, y
ambos son competencia del Tribunal Supremo, y se dan contra
sentencias firmes, existen entre ellos diferencias esenciales, tan-
to respecto a las causas que los motivan como a los efectos que
producen'.
Este autor claramente califica a la revisión de recurso extraor-
dinario, al igual que la casación, pero en realidad no entra a estu-
diar la naturaleza jurídica del mismo, por lo que no razona su afir-
mación, así como, tampoco en qué se funda para afirmar que la
casación se da contra sentencias "Firmes".
AGUILERA DE PAZ56: "Si bien los recursos de casación y de
revisión lo mismo en materia penal que en lo civil, tiene de co-
mún el carácter extraordinario, así como la circunstancia de dar-
se tan sólo contra las resoluciones definitivas y ser su conoci-
miento y resolución de la com'petencia del Tribunal Supremo, exis-
ten entre ellos diferencias esencialísimas no sólo en cuanto a las
causas que pueden motivarlos y a los efectos que deben produ-
cir, sino también y muy especialmente respecto de la tramita-
ción adecuada y propia para la sustanciación de unos y otros,,.
La definición que, este autor, nos da de la revisión es: "Re-
curso extraord¡nario que tiene por objeto arbitrar los medios ne-
cesarios para corregir ciertas notorias injusticias que pueden re-
sultar cometidas en los fallos judiciales, no pudiendo por su pro-
pio objeto darse lugar al mismo rnás que contra las sentencias
i1
i firmes, y sólo en aquellos casos en que la injusticia cometida en
i,

ii
las mismas sea tan patente que alarme más a la conciencia públi-
t'

i
ca su existencia y continuación consentida que la revocación de
I
i
un fallo firme y positivo".

55 MANRESA: Comentarios a Ia Ley de Enjuiciamiento Civil, tomo Vl, pá-


gína 241. Madrid, 1895. I
só AGUILERA DE PAZ: Comentarios a la Ley de Enjuíciamíento Civil,
tomo Vl, págs. 5 y 487. Madrid, 1916.

53

L-
-l
I

Califica a la revisión de recurso extraordinario, y afirma al con-


trario que MANRESA, que se da contra sentencias definitivas, aun-
que en su definición corrige el error y dice que da sólo contra sen-
tencias firmes.
La crítica a la identificación, en cuanto a naturaleza jurídica
que realizan AGU¡LERA DE PAZ y MANRESA, la ha efectuado AL.
CALÁ ZAMORA al decir que: "Entre ellos y los demás recursos
exÍsten notas distintivas tan acusadas que justifican una división
en clases o categorías, exacto; pero, al mismo tiempo entre los
dos se dan, al lado de un factor coincidente que no afecta al
fondo de los mismos conocimento y resolución por el Tri-
-su
bunal Supremo- diferencias esencialísimas. lnsistiendo, podríamos
decir que si bien están supeditados a la existencia de determina-
das circunstancias taxativamente marcadas en la ley, se diferen-
cian de un modo radical, pues rnientras la casación es sólo un
recurso en beneficio del derecho, la revisión se da ante excepcio-
nales situaciones de hecho, y además, ésta es la distinción fun-
damental, mientras que casación no va más que contra resolu-
ciones deÍinitivas [seguimos terminología legal], revisión, según
se comprueba en los artículos 141 y 954 de la Ley de Trámites pe-
nal y 1796 de la Civil, "sólo podrá tener lugar cuando hubiere recai
do sentencia firm a 57",,.
DOMÍNGUEZ-DE PINA 58: "Es, indudablemente, el más extraor-
dinario de los recursos, por darse contra sentencias firmes y has-
ta ejecutadas. A diferencia del de casación, que casi siempre su-
pone, según Ia ley, un error de derecho en la sentencia, éste se
apoya en la hipótesis de un error de hecho. A nuestro parecer, es
el de revisión un recurso extraordinario y extremo contra senten-
cias firmes, dictadas a base de errores de hecho, plenamente de-
mostrados, el cual tiene por fin la declaración de nulidad de aqué-
llas y que el pleito se tramite y resuelva de nuevo, con todas las
garantías de justicia".
Cometen, estos autores, el error de partir de la base de que
la revisión tiene por fin la declaración de nulidad de una senten-
cia, cuando en realidad lo que se pide es la rescisión de un proce-

s7 ALCALA ZAMORA Y CASTILLO: los recursos..., cit. págs. 87 si- y


gu¡entes.
58 DOMINGUEZ-DE PINA: Pracedimientos iudíciales, pá9. 422. Madrid, 1932.

E'
so y por ende del acto que le puso fin, olvidan asimismo que el
proceso impugnado ya fue tramitado con todas las garantías de
justicia, y que en el mismo no se produ.io ningún quebrantamiento
de las formas esenciales del mismo, ni ningún error en ta aprecia-
ción del derecho.
MENÉNDEZ-PIDAL: Parte de estudiar Ia revisión en el derecho
germánico afirmando que: aunque formalmente única, comprende,
en realidad, tres institutos procesales profundamente diversos",
de aquí llega a dedicar unos párrafos al estudio de la revisión en
su forma revocatoria, diferente de Ia forma anulatoria que se de-
riva de la querella nullitatis insanabilis, y afirma quesn: "La revi-
sión, en su forma revocatoria, es el ti,po más perfecto de acción
impugnativa contra la sentencia ya pasada en autoridad de cosa
juzgada. Constituye el derecho a obtener la invalidación de una
sentencia no sujeta a recurso cuando goza de Ia autoridad de la
cosa juzgada, siempre que concurran vicios o defectos especializa-
dos en la ley.
El ejercicio de esta acción da lugar a un proceso cuyo objeto
no es el litigio decidido en la sentencia impugnada, sino la cues-
tión relativa al derecho del actor, en orden a la obtención de otra
sentencia, revocando lo juzgado (iudicium rescindens), en cuyo
caso recae nueva decisión sobre el negociado que formaba el ob-
jeto de la sentencia revocada (iudicium rescissorium),.
"Gomo es una acción nueva y no un verdadero recurso, con
acierto establece la Ley de Enjuiciamiento Civil que la restitución
in integrum sólo procede contra las sentencias firmes."
Creemos que la teoría mantenida por este autor es acertada, y
coincidimos con é1, tal Gomo expondremos al final de este ca-
pítulo.
DE LA PLAZAóo: "La revisión es un remedio rescisorio que per-
mite revisar los errores de hecho cuando la sentencia ha ganado
firmeza. La revisión de la legislación española es, también, un re-
medio rescisorio".

5e MENÉNDEZ-PIDAL: Elementas de Derecho Procesal Civil, págs. 960 y


siguientes. Madrid, 1935.
ó0 DE LA PLAZA: Derecho..., cit. vol. l, págs. 624 y siguientes y vol. ll, 2."
parte, pá9. 853.

55

l-
"La rev¡s¡ón constituye en derecho español un verdadero re-
curso que, como el de casación, tiene carácter extraordinario."
Claramente vemos la clasificación de la revisión como recurso,
e incide en el error de asimilar, en cuando a naturaleza jurídica, la
casación yrevisión.
FAIREN ó': Estudia la naturaleza del "llamado derecho de impug-
nación de las resoluciones judiciales>', €r1 este estudio sistematiza
y resume las opiniones de HELLWIG ó2, y CALAMANDREI u' y PRO-
VINCIALI ua se adhiere a Ia postura de CALAMANDREI afirmando:
"Aceptados, pues, aquí los puntos de vista de CALAMANDREI so-
bre la naturaleza del derecho de impugnación, llevemos la solu-
ción general del problema de la naturaleza de la revisión al dere-
cho español. Evidentemente que también le es aplicable la idea
de ser una acción impugnativa independiente.
"En efecto, la demanda de revisión española presupone la exis-
tencia de una sentencia firme que está surtiedo los efectos de la
cosa juzgada; por ello no se la puede encuadrar en el marco del
"derecho a recurrir", considerado como una posibilidad inherente
a la primitiva acción y pretensión, ya que ésta se extinguió al pro-
ducirse aquellos efectos citados. Así, pues, la demanda de revi-
sión española puede ta¡"nbién concebirse como una acción y pre-
tensión impugnativa de la sentencia firme; el interés que mueve
a dicha acción y ,pretensión está apoyado en una base fáctica nue-
va y diferente de la que fue tratada en el proceso anterior".
El mismo autor, en otro de sus trabajos ós, r'ros dice que: "El
llamado recurso de revisión constituye el ejercicio de un nuevo
derecho de acción y de pretensión".

ó¡ FAIREN: Doctrina general..., cit. págs. 270 y siguÍentes.


62 HELLWIG: Sysfem des detschen Zivilprozessrechts, LeÍpzig, 1912. Cít.
por FAIREN.
ó3 CALAMANDREI: Vicios..., cit. págs. 439 y siguientes.
64 PROVINCIALI: Sisúema delle Impugnazioni Civili, secondo Ia nuova legis-
Iazione. Padova, 1943, en esp., concetto e classificazione dey mezí dí impug-
nazione, págs. 80 y siguientes.
6s FAIREN: Ideas para una Teoría General del Derecho procesal, en Temas
del Ordenamiento procesal, tomo l, pág. 318. Madrid, 1969. Ver La sistematiza-
ción de los procedimientos declarativos españoles, en Temas..., págs.747 y si-
gu¡entes, esp. 778.

56
FENECH óó: Parte este autor de las notas diferenciales existen-
tes entre la revisión y los recursos, llegando a la conclusión de
que la revisión es unu figura totatmente independiente de los
mismos.
Para él:..La revisiótl constituye un nuevo proceso que tiene por
objeto un hecho existencla de una sentencia firme de con-
dena-, fundamento -lade una pretensión encaminada a que se lleve
a cabo por el titutar del órgano jurisdiccional una declaración cons-
titutiva impeditiva con un contenido correcto, a saber, que Se
impidan los efectos de la sentencia firme que se impugna".
REOL SUAREZ ó7: No estudia directamente el problema de la
natuialeza jurídica, pero a to largo de su trabajo califica a -la re-
visión de recurso y utiliza ei calificativo de excepc¡orál' "No se
trata en este recurso, como en el de Casación...'*El reCurSo de
revisión. atiende a infracciones tan excepcion?|es..."
vemos, pues, que para él la revisión es un recurso excep-
cional. ó8:
MIGUEL y ROMERO-MIGUEL y ALONSO "Si por sentencia fir-
me entendemos de acuerdo con el artículo 369, aquélla contra la
que no quepa recurso alguno ordinario ni extraordinario, resulta-
ra qru la nomenclatura tega! no es acertada, ya que no Se trata
de un recurso ni ordinario ni extraordinario, pues no hay tal pro'
ceso pendiente, Sino más bien de un recurso excepcional para
obtener la rescisión de la sentencia firme, atacando la cosa iuzga'
da mediante et eiercicio de esta demanda de revisión".
óe: En otro trabajo se nos muestra partida-
MIGUEL y nlbruSO
rio de la concepción de la revisión como recurso excepcional y
de su regulación tal, al decir: "Nos parece muy acertada la
unificacién de |os"o*o
recursos menores, pero consideramos aconse-
jable el que la audiencia del rebelde se pase, con la rev¡s¡ón' a
los excepcionales".

66 FENECH: Derecho..., cit. pág' 1200'


nEOL SUAiFjz, tiuiticaci'ón-del recurso de revisión a la sentencia
67 dic'
tada en Ia casación, B. D. Pri., 1960, págs.462 y siguientes, en esp.,469 y si-
guientes.
ó8 MIGUEL Y ROMERO-MIGUEL Y ALONSO Derecho..., cit. tomo l, Pági-
na 538
MIGUEL Y ALONSo; lnfOrmes en torno a la futura reforma
69
procesal
española, pág. 19. Salamanca, 1971.

57

L
_-|
i
.' -
.

i0:
GUASP "EI recurso de revis¡ón es aquel proceso especial,
por razones jurídico-procesales, que tiene por objeto impugnar una
sentencia, ante el grado supremo de la jerarquía judicial, en virtud
de motivaciones que no pertenecen al proceso mismo en que Ia
resolución impugnada se dicta, sino que son extrínsecas a dicho
proceso y determinan, por tanto, la existencia de vicios trascen-
dentales a é1".
"En vez de negar a la revisión el carácter de recurso y hacer
de él una acción impugnativa autónoma, Io que desconocería et
significado de recurso como ataque directo a una resolución judi-
cial, es mejor entender que la revisión tiene índole singutarísirna
y que, por ello, no es recurso ordinario ni extraordinario, sino ex-
cepcional, es decir, una impugnación cuya eventualidad no impi-
de que goce de firmeza la sentencia impugnada, porque se dirige
precisamente contra sentencias firmes, esto es, inatacables por
vía ordinaria y extraordinaria."
MUñoz RoJASTr: Reduce las teorías que pueden explicar er
carácter o naturaleza de la revisión a los siguientes grupos: a) EI
que considera la revisión como el recurso o medio de impugna-
ción extraordinario y excepcional que se puede utilizar, solamen-
te, cuando se dan los motivos establecidos por et legislador, contra
sentencias penales firmes condenatorias; b) el que la concibe
como una acción rescisoria dirigida contra la sentencia firme y
que, planteada ante los Tribunales penales competentes, tiende a
revocar la firmeza de la sentencia dictada y, en su caso, a Ia rea-
lización de un nuevo juicio; c) el que estima que la acción pena!
constituye un incidente declarativo promovido en la ejecución de ta
sentencia penal condenatoria.
La primera de las teorías citadas la rechaza afirmando que: *no
puede ser defendida a menos que se desnaturalice la esencia pro-
pia del recurso,).
En cuanto a la segunda manifiesta que: "distingue la doctrina
las acciones de nulidad y de rescisión, referidas de modo especial
a los negocios jurídicos y contratosD, y que: *la sentencia penat
firme, al igual que el contrato válidamente celebrado, puede ser

70 GUASP: Derecho Pro..., cit. tomo ll, págs. g24 y sigu¡entes.


71 MUñOZ ROJAS: Estudio..., cit. págs. 5Z y siguientes.

5B
rescindido mediante una acción que persigue directamente de-
jarla sin efecto".
Al comentar la tercera teoría, afirma QU€: "la acción tendente
a cambiar la situación creada por la sentencia de condena, a tra-
vés de la revisión penal es de naturaleza constitutiva>r ! <que la
acción de revisión estimada judicialmente, disuelve y deja sin
efecto el vínculo creado u originado por la sentencia penal de
condena".
Por último, respecto a la cuarta de las mencionadas teorías:
*En esta teoría se parte de la base, que puede no ajustarse a la
realidad, de que la pena se está cumpliendo al plantearse el inci'
dente, pero aparte de este supuesto, se omite el caso de que la
revisión penal Se promueva a posteriori, en cuyo caso no eS
posible hablar de incidente ni de cuestión incidental".
Para MUÑOZ ROJAS: "en la revisión nos encontramos ante un
proceso nuevo con un objeto propio".
SÁEZ JIMÉNEZ -L}PEZ FERNÁNDEZ DE GAMBOA 'Z2: " La revi-
sión es una acción autónoma, pero no independiente, en cuanto eS
conexa con el proceso al que se refiere; no Supone un verdadero
recurso, porque en ella no se discuten los problemas ya debati-
dos, ni se fiscalizan las razones fácticas y jurídicas base del pro-
ceso inicial, Sino motivaciones distintas, que constituyendo ver-
daderas anomalías, condujeron a un fallo erróneo e injusto, pero
que no fueron conOcidas oportunamente ni, por cons¡guiente, an-
teriOrmente COntrOvertidas, no siendo, por igual razón, una nUeVa
instancia, puesto que no ventilan los mismos problemas y ya ha-
bían terminado normalmente todas las instancias y recursos posi-
bles, habiéndose llegado a una definitiva situación de firmeza y
ejecutoriedad creadora de la cosa juzgada material, que sólo ex-
cepcionalmente puede ser desconocida y contrariada por haber
concurrido las anómalas c¡rcunstancias aludidas".
VIADA-ARAGONESES
73: Estos autores nos dan el siguiente
concepto de la revisión:.,La revisión es un medio de impugnación
que tiene por objeto ta revocación de una sentencia firme cuanóo

72 SAEZ JIMENEZ-L6PEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio.", cit., tomo lll,


vol. l, pá9. 471.
73 VIADA ABAGONESES: Curso..., cit., vol. ll, págs. 257 y siguientes.

EN
JJ
-.-

la sentencia se ha producido como consecuencia de un error cau-


sado por motivos extraños al proceso".
Estos autores, al estudiar la naturaleza jurídica de ta revisión,
l

I
contemplan en primer lugar los rnedios de impugnación y dentro
I
de ellos los recursos, y terminan con la revisión de ta que dice:
"existe, en cambio, otro grupo de medios de impugnación que se
I
I caracteriza par tratarse de acciones nuevas y que tiende a repa-
rar, según la clasificación de CARNELUTTI, los efectos de la sen-
tencia anterior".
Es, por lo tanto, la revisión para estos autores una acción im-
pugnativa nueva, ya que el proceso anterior terminó con una sen-
tencia con plena eficacia.
vlcENTE cHAMoRRo-GoNZ ALEZ POVEDA 'za: *se trata, ante
todo, de un proceso. La revisión no es, desde luego, un recurso.
Se admite cuando éstos son ya inadmisibleso.
"La revisión no es, por tanto, sino una parte dentro del todo de
la nulidad de las sentencias firmes. Ésta con un contenido más am-
plio; aquélla, con unos límites más reducidos.o
"se trata en realidad de un proceso que tiene por objeto ta de-
claración de nulidad de una sentencia firme."
Estos autores confunden los conceptos de nulidad y rescisión.
PRIETO-CASTRO 75: "El llamado en la Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil, recurso de revisión no entra propiamente en la categoría de
los recursos, puesto que la posibilidad de acudir a éstos imptica
que el proceso está aún pendiente por no haber adquirido la sen-
tencia carácter de firme. Hay, pues, que considerarlo como un re-
medio extraordinario y especial que la Ley concede (y llama al-
guna vez más propiamente demanda de revisión) para atacar la
Iuerza de cosa juzgada de una sentencia, el pronunciamiento de
Ias sentencias firmes, cuando por la calidad de los materiales en
que se basen o por la forma como se han obtenido sean injustaso.
Estamos de acuerdo con este insigne procesalista ,pairio, en
que la revisión no entra en la categoría de tos recursos, y en que
es necesario, por mor de una precisión terminológica encontrar et
término apropiado para ella. Respecto a ut¡l¡zar el término de re-

74 VICENTE CHAMORRO-GONZALEZ POVEDA: Derecho Procesal Civil y Pe-


nal, vol. ll, págs. 276 y siguientes. Madrid, 1922.
7s PRIETO CASTHO: Derecho..., cit., vol. l, pág. 233.

60
medio, hacemos nuestras unas palabras de FENEGH ió: .,conven-
dría hallar el modo de lograr un concepto que fuera más adecua-
do a su verdadera naturat.ezajurídica, que podría ser et de reme-
dio, si ello nos ahorrara el trabajo de estabtecer entonces su na-
turaleza jurídica y si esta. palabra no se hubiera usado por más de
un sector procesal civil, queriendo a'plicar a nuestro Derecho in-
justificadamente una teoría de claro origen germánico, para ex-
presar con ella un cierto tipo de recurso ordinario en que
no- existe diferenciación subjetiva entre Tribunal a-losquo y Tribu-
nal ad QUaffi*.
GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA z: "El llamado recurso
de revísión no entra en el concepto formal de recurso que la pro-
pia Ley de Enjuiciamiento civil utiliza. Los recursos inciden en
una relación jurídico-procesal aún abierta, y eventualmente la pro-
longan. La revisión presupone una relación procesal ya cerrada.
Por ello puede hablarse, más que de recurso, de demanda de re-
visión".
configuran, pues, la revisión como una acción autónoma, pero
se muestran partidarios de su regulación como recurso: ovar¡as
razones to aconsejan así; y principalmente, el nexo que une la
acción con el objeto de la relación procesal precedente tcHlo-
VENDA) ".
cALVo sÁNCHEZ 78: considera a la revisión como: ..un pro-
ceso nuevo y autónomo al que se llega a través de una acción im-
pugnativa autónoma".
. En este rápido repaso a las distintas teorías que la doctrina ha
elaborado, en torno a la naturaleza jurídica de ta revisión, hemos
utilizado tanto las opiniones de autores que tratan de la revisión
civil, como la de otros que estudian la revisión penal, ya que, como
afirma MUñoz ROJAS 7e: uLa revisión presenta en uno y otro cam-
po los misrnos caracteres, ,persigue Ia misma finalidad y produce
idénticos efectos, en líneas generales. se trata en defínii¡va, de
rescindir una sentencia firme, si bien el alcance y la posibilidad
de su planteamiento son variables. por esta razón-nada obstaculi-

76 FENECH: Derecho..., cit., pág. llgB.


77 GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit., vol. l, pág. 459
78 CALVO SANCHEZ: La Bevisión..., cit., pág. 305.
7e MUñOZ ROJAS: Estudío..-, cit., pág. 67.

6t
5
f-

za la elaboración de una teoría general acerca de las acciones res-


cisorias en la que tendrían cabida, a nuestro entender, ambos ti-
pos de revisión".
VIADA y ARAGONESES 80, eff este mismo sentido afirman: "Las
anomalías objetivas dan lugar a la existencia del recurso de revi-
sión, que en principio y por su carácter de ¿cción de impugnación,
ante !a existencia de medios reprobables ernpleados para obtener
la ,primera sentencia firme, tiene una naturaleza análoga en el pro-
ceso penal y en el civil".
Conclusión: Hemos visto, a Io largo de la exposición de este
capítulo, como no creemos que en la revisión se den ninguna de
las notas que caracterizan a los recursos, y, por Io tanto, le ne-
gamos la condición de recurso a la revisión.
Parte de la doctrina, como hemos visto, intenta solucionar el
problema afirmando que, si bien Ia revisión no es un recurso en
sentido estricto, se la puede considerar como excepcional, o sea,
recurso que no es recurso, o en que no se dan las notas de dichos
medios impugnativos.
No podemos participar de dicha opinión ya que como afirma
FENECH 8r: .,Por muy excepcional que quiera adjetivarse el concep-
to de recurso, cuando Ia excepcionalidad de éste llega a desnatu-
ralizar por completo su contenido, por encerrar notas que lo se-
paran esencialmente de lo que por recurso entendemos, conven-
dría hallar el modo de lograr un concepto que fuera más adecuado
a su verdadera naturaleza jurídica".
Así pues, rechazado el considerar la revisión, tanto como recurso,
cuanto como recurso extraordinario, es necesario encontrar en el or-
denamiento jurídico un marco en la que encuadrar esta institución.
La doctrina ha estudiado las llamadas acciones impugnativas,
por lo que intentaremos ver qué son dichas acciones impugnativas
y si la revisión es una de ellas.
CALAMANDREI realizó una magnífica sistematización de las
principales notas que reúnen las acciones impugnativas, que re-
sumimos a continuación 82.

80 VIADA-ARAGONESES: Curso..., cit, vol. ll' pág. 259.


8r FENECH: Derecho..., cit., pá9. 1198.
82 CALAMANDREI: Vicios..., cit., págs. 445 y siguientes.

62
El ex¡m¡o procesaltsta italiano, realiza el estudio comparativo
de las notas de las acciones impugnativas y de las de los medios
de impugnación, afirmando:
aj El derecho de impugnación tanto si se dirige contra un ne-
gocio jurídico como si se dirige contra una sentencia, en tanto
existe en cuanto en el negocio o en la sentencia exista e un vicio.
El derecho de impugnación es inseparable del motivo de impug-
nación, En cambio el derecho de gravamen es absolutamente in-
dependiente del vicio de la sentencia; se concede a la parte ven-
cida prescindiencio de toda consideración referida a los vicios po-
sibles de la primera sentencia, en todos aquellos casos en que
la ley no cree que un sólo grado de jurisdicción sea garantía sufi-
ciente de justicia.
b) La acción de impugnación se dirige a obtener la variación
de un estado jurídico existente, o sea, cuando se ejercita contra
una sentencia, a obtener una nueva sentencia que anule o revo-
que la primera. El derecho de gravamen, por el contrario, trata de
impedir que se perfeccione un estado jurídico todavía no perfec-
to, o sea, que adquiera categoría de cosa juzgada la sentencia de
primer grado. El derecho de impugnación es el derecho a la varia-
ción del estado jurídico creado por la sentencia; el derecho de
gravamen es el derecho al pronunciamiento de una nueva senten-
cia cualquiera sobre la relación ya decidida una primera vez.
cJ La sentencia sujeta a ser anulada o revocada por una acción
de impugnación, es, no obstante, esto, una verdadera declaración
de certeza del derecho, y ejerce mientras la impugnación no es
acogida, todos los efectos de una verdadera sentencia. La senten-
cia sujeta a gravamen, el cual trata de impedir que se perfeccione
un estado jurídico todavía no perfecto, no puede ejercer los efec-
tos de una verdadera declaración de certeza.
d) En la acción de impugnación la decisión se refiere sólo a
la existencia del derecho de impugnación. En el medio de grava-
men el juicio ante el nuevo juez se refiere a la existencia de la
voluntad de la ley sustancial que el actor ha hecho ya valer en
primer grado.

83 Ya FAIREN señaló {Doctrina..., cít., pág. 270, nota 64) que CALAMAN-
DREI confunde la existencia y la evidencia del derecho.

63

.1
eJ La acción de impugnación da lugar a un nuevo proceso, el
medio de gravamen abre una nueva fase del mismo proceso toda-
vía no determinado, y da lugar a la continuación de la misma con-
troversia decidida por la primera instancia.
En Ia doctrina patria GUASP'o nos ofrece la siguiente definición
de acción impugnativa: "La acción impugnativa es, según la doc-
trina dominante, un ataque de un resultado procesal anterior, pero
que no se produce en el mismo proceso en que fue dictada la
resolución impugnada, sino en otro proceso distinto al que la in-
terposición de la nueva acción da precisamente origen. La acción
impugnativa tiene, pues, de común con el recurso el perseguir la
reforma de la resolución impugnada, pero difiere de él en que el
recurso no rompe Ia unidad del proceso y la acción impugnativa sí,
originando un nuevo juicio distinto del anterior.

5. LA REVISIéN COMO ACCIóN AUTÓI{OIVIA


DE ANULACIÓN

Pasamos, en este apartado, a estudiar si la revisión se puede


considerar dentro de las acciones impugnativas o no, para ello,
veremos si las notas características de las acciones impugnativas
se dan en la institución objeto de nuestro estudio.
Siguiendo la exposición efectuada por CALAMANDREI vemos:
a) El derecho de impugnación existe en cuanto en la senten-
cia exista un vicio. El derecho de impugnación es inseparable de!
motivo de impugnación.
La revisión es asimismo inseparable del motivo de impugna-
ción, la revisión se dará únicamente si en el proceso anterior ha
existido un vicio de una influencia tan decisiva en la sentencia que
la ha condicionado de tal forma que sin la existencia de dicho vi-
cio, el contenido de Ia sentencia hubiera sido otro.
b) La acción de impugnación se dirige a obtener Ia variación
de un estado jurídico existente, o sea, cuando se ejercita contra
una sentencia, a obtener una nueva sentencia que anule o revo-
que la primera.

84 GUASP: Los límites temporales de la cosa iuzgada, A. D. C., 1948, pá-


gina 464.

64
La revisión se dirige, igualrnente, a obtener la variación de un
estado jurídico determinado irrevocablemente, o Sea, a obtener
una sentencia que revoque la anterlor y deje sin efcto la cosa
juzgada
- producida por el primer proceso.
il La sentencia sujeta a ser anulada o revocada por una acción
de impugnación, eS, no obstante esto, una rrerdadera declaración
de certeza del derecho, y ejerce mientras la impugnación no es
acogida, todos los efectos de una verdadera sentencia.
Lá sentencia sujeta a revisión, eS una verdadera sentencia, que
produce mientras la revis!ón no eS declarada todos los efec-
io" de las sentencias firmes, en este sentido el párrafo 1'" del
artículo 1803 de la Ley de Enjuiciamiento Civil dice: "Las deman-
das de revisión no suspenderán la ejecución de las sentencias fir-
mes que las motiverl>r. Es claro que la sentencia sujeta a revisión
produce todos sus efectos hasta el momento de la declaración de
su rev¡s¡ón.
d) En la acción de impugnación la decisión se refiere sólo a
la existencia det derecho de impugnación. En el medio de grava'
men el juicio ante el nuevo juez se refiere a la existencia de la
votuntad de la ley sustancial que el actor ha hecho ya valer en
primer grado.
En la revisión vemos que el Tribunal Supremo se limita a res-
cindir la sentencia, sin entrar a decidir sobre la voluntad de la
ley sustanc¡al, dejando, a tenor de lo preceptuado en el artícu-
lo'1807, que las partes usen Su derecho, según convenga, en el
juicio correspondiente'
e) La acción de impugnación da lugar a un nuevo proceso'
La revisión da iguai*ántu lugar a un nuevo proceso, ya que el
anter¡or terminó con la sentencia firme, si bien, el nuevo proceso
está íntimamente vinculado con el primero, ya que este primer pro-
ceso será el objeto del segundo'
lgualmente vemos que en la revisión se dan las notas de
GUAbP que destaca en su definición de acción impugnativa ya que
eS un ataque de un resultado procesal, la sentencia firme que se
trata de rescindir, que no Se produce en el mismo proceso en que
fue dictada la resolución impugnada.
Consideramos, pues, a ta revisión como una acción autónoma,
pero no independiente, que da lugar a Un nuevo proccso, estrecha-
mente vinculado al anterior.

65
Entendemos ta acción 8s como acto por el que se solicita una
resolución judicial.
Para qué la acción pueda servir de base a la iniciación de un
proceso eS necesario que tenga Un contenido material, que los
irechos que al ejercitarla se retaten, sea susceptibles de protec-
ción jurídica 8ó.
Los hechos relatados al ejercitar la acción de revisión, son to-
talmente susceptibtes de protección jurídica, si bien esa protec-
ción está gurantitada por et ordenam¡ento procesal y no por el or-
denamiento jurídico privado, cosa que acontecía en la acc¡ón que
se ejercitó para poner en marcha el proceso cuyo resultado se tra-
ta dé rescindir. Esos hechos han de ser extrínsecos al proceso an-
terior, sentenc¡as de 4 de diciembre de 1967 y 24 de marzo de
1972, pero de una inftuencia decisiva en la resoluc¡ón del mismo,
de tal forma que sin la existencia de esos hechos la resolución que
puso término al mismo hubiera sido distinta.
De esta vincutación que necesariamente ha de darse entre
tos hechos retatados en la acción que inicia el proceso de revisión,
y el proceso anterior, extraemos la justificación de afirmar que
la acción es autónoma más no independiente.
Que da lugar a un nuevo proceso estrechamente v¡nculado al
anterior.
Ya hemos expuesto los argumentos por los que afirmamos que
el proceso termina con el acto jurisdiccional por excelencia, la
sentencia firme, a partir del cual produce todos sus efectos. Al
ejercitar la acción de revisión iniciamos un nuevo proceso, cuya
pretensión es el eliminar el más importante del proceso anter¡or,
iu cosa juzgada, por lo que el objeto del proceso de revisión ha
de ser et primer proceso cuyas actuac¡ones t¡enen una influen-
cia decisiva en orden a la revisión.
El conocimiento del órgano jurisdiccional en el proceso de re-
visión está limitado a ver si se dan o no las causas de rescisión
ategadas por las partes, timitación que no priva en absoluto a la
revisión de su condición de proceso, esta afirmación de que Ia li-
mitación de conocimiento no priva a un proceso de su naturaleza

8s SERRA: *Evotución histórica del concepto de la acción", en Esfudios...,


cit., págs. 118 y siguientes, en esp., 154 y siguientes.
8ó SERRA: Vid., nota anter¡or.

66
jurídica es pacífica en la doctrina, por lo que nos limitamos a se-
'fialar que 87: oNo es que falte conocimiento
CHIOVENDA afirmó
totalrnente, cuando es resuelta por un órgano ejecutivo -una- de-
manda de ejecución, el órgano ejecutivo deb-9 examinar de oficio
88:
si existe título ejecutivo"- y srirnn afirma ..La limitación de
juicio no impide su naturaleza jurídica 8e'

6. LA REVISIÓN Y tA GOSA JUZGADA


Dedicaremos este breve apartado a Ia relación existente en-
tre revisión y cosa juzgada, con el fin de ver s¡ la revisión es un
mero ataque a la cosaluzgada,
-qué o s¡ por el contrario es algo más'
Empecemos por uet eS Io que Se trata de anular o resc¡n-
dir mediante la interposición de la revisión' pre-
Desde un punto de vista meramente legal , y a tenor de lo
ce'ptuado por'el párrafo 2." del artículo 1251 del Código civil'
la
revisión es el único medio de destruir la presunción de veracidad
de ta cosa juzgada. Pero esta destrucción n0 se logra mediante un
mero ataque a la sentenc¡a firme.
En efecto: dicha sentencia es firme en tanto en cuanto que es
inatacable, contra ella no cabe recurso alguno ni ordinario ni ex-
y
traordinario. Al ser firme ta sentenc¡a es perfectamente válida
produce todos sus efectos. En ta sentencia no existen vicios ni
in iudícando ni ín procedendo. Si la sentencia adoleciera de algún
vicio sería totalménte lógico que el Tribunal Supremo dictara se-
gunda sentencia después de rescindir la impugnada, o- que repu-
siera los autos al estado en que se cometió el vicio; en la revisión'
por el contrario, vemos que et legislador ordenó, acertadamente'
que las partes usen de su derecho, según les convenga, en el jui-
cio correspondiente.
Esto es consecuencia, de que lo que se impugna en ta revisión,
y lo que, si ésta triunfa, se rescinde, no eS ta sentencia sino el
proceso anterior.

87 CHIOVENDA: Principii..., cit', pág' 243'


88 SERRA: Juicio eiecutívo, en Estudios"', cit', pág' 525'
8e Sobre este temá: FAIHEN: Et iuicio ordinario, los plenarios rápídos y
los sumarios, en Estudios..., cit., págs.373 y manuales cits. en este capítulo'

67
Sentada esta afirmación podemos pasar a ver cómo se relacio-
na la revisión con la cosa juzgada- e0:
La cosa juzgada es, cgmo nos enseña FENECH "El efecto
del proceso cons¡stente en la trascendenc¡a que concede el Dere-
cho positivo a la decisión del objeto del proceso, en cuanto a los
procesos que pueden desenvolverse poster¡orrnente sobre el mis-
mo objeto'ya decidido". Es fácil ver que al ser la cosa juzgada un
efecto det proceso, no se puede ir contra ella con la mera impug-
nación de un sólo acto procesal como es la sentencia, aunque Sea
el más importante del proceso, el acto jurisdiccional por excelen-
cia er. Será, pues, necesar¡o ir contra el proceso, ya que eS impo'
sible eliminar un efecto sin eliminar la causa. Esto es lo que se
hace mediante la interposición de la revisión. Si triunfa la revi'
sión (entendiendo por ial el iudicíum rescidensJ se rescindirá el
proceso anter¡or, quedando rescindida la sentencia como un acto
del mismo, y quedarán sin efecto todos los efectos del proceso
rescindido, la cosa juzgada entre ellos.
Como afirma FENECH e2: "En realidad no se pone fin al proce'
so med¡ante Ia decisión sobre el objeto del mismo, sino que al
resotver sobre su objeto Se pone fin al proceso,'. Contrario sensu,
no se rescinde d¡reótamente un efecto del proceso, sino que al
rescindir el proceso, se rescinden todos sus efectos. e3
Visto de este modo si bien es indudable, como afirma FENECH
que la revisión: .ConstitUye ciertamente una brecha en el muro de
contención que Supone ta cosa juzgada>, no afecta a la esencia de
la cosa juzgada ni supone una limitación a su eficacia, sino una
excepción al ,princi'pio de inmutabilidad de las sentencias como
acto jurisdiccional.
Desde esta perspectiva, podemos afirmar que no sólo la revi'
sión no es un mero medio de ataque a la cosa juzgada, sino inclu-
so que es una garantía de la eficacia de la misma.
La cosa juzgada es el efecto más importante y característico
del proceso: hasta el punto de que es el efecto definidor de la

eo FENEGH: Derecho..., cit., pág. 1173.


s1 SERRA: La iurísdíccÍón, cit., pá9. 49
e2 FENECH: obra citada, pá9. 1171.
e3 FENECH: Derecho..., cit., pá9. 1178.

6B
función jurisdiccional, Mediante dicho efecto se logra la seguri-
dad jurídica y por ella la realización de la iusticia.
PerO, Como ya vimOS, eS estrictamente necesario que en
los
casos en que seguridad y iusticia entran en col¡sión, es necesario
arbitrar un med¡o que dé preferencia a la justicia.
Esto se puede lograr de dos formas distintas:
a) Permitiendo uñ ataque directo a la cosa iuzgada, que nece-
sar¡amente tlegaría a convertirse en una limitación de su eficacia.
b) Por un medio que deiando siempre a salvo la cosa iuzgada,
*n efecto del procéto, p"ttita rescindir la causa que la
"urnto
- producido.
ha
Étt" segundo camino es la revisión, que no afecta a la cosa
¡uzgada cuanto que al eliminar ta causa de la misma, el
"¡nó "n ha de eliminar todos sus efectos, permanecien-
primer proceso,
bo de eite modó l'a cosa ¡uzgada inatacada e ¡natacable, en cuanto
institución garantizadora de la seguridad jurídica'

69
*l
GAPÍTULO III

SUJETOS DE LA REVISIÓN

1. PERSONAS LEGITIMADAS PARA PROPONER LA REVISIÓN

La regulación que nuestra Ley de Enjuiciamiento civil hace


de
ya que de'
las parteá ¿" lu revisión u*
"o*pleta¡nente-insuficiente,
dica a este pr-rnto únicamente el pálrafo 2." de su artículo 1801:
..una vez presentado, el Tribunal llamará a sí todos los anteceden-
tes det pleito, cuya sentencia se impugne y mandará emplazar a
cuantos en ét hubieren litigado, o a sus causahabientes"'
La doctrina no se muestra unánime, en cuanto a si el artícu-
lo 1801 se refiere tanto a la parte demandante, como a la deman-
dada en revisión. No existe duda de que en la letra del citado
precepto se encuentra regulado el emplazamiento de las partes
demandadas en revisión. El problema está en ver si también he-
mos de considerar comprendidas a las partes demandantes, o Si'
por el contrario, éstas fueron totalmente olvidadas por el legis-
lador.
MANRESA I se muestra partidario de que la regulación del
artículo 1801, se ref¡ere exctusivamente a las partes demandadas,
y afirma: "se fijará [en la demanda de revisión), con claridad y
precisión lo que se pida, y la persona o personas contra quien se
proponga, que serán todai tas que hubieran litigado en el pleito,
y que ñan de ser emplazadas conforme al artículo 1801".
GUASp 2, es as¡mismo favorable a la interpretación restrictiva
del alcance del artículo 1801: ..Mas esta limitación del artícu-

I MANRESA: Comentarios..., cit., vol. VI, pág' 253


2 GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. ll, pá9. 929'

7l
!o 1801 se refiere, Como se observa por su simple lectura, a los
sujetos que deben ser parte pasiva en el proceso. Nada se dice
de la parte activa o recurrente".
Entre los autores que consideran que el artículo 1801 se ref¡e-
re a todas las partes de la revisión se encuentra DE PINA3: "El
Tribunal llamará a sí todos los antecedentes del pleito cuya sen-
tencia se impugne y mandará emplazar a cuantos en él hubieran
titigado o a sus causahabientes".
a
MIGUEL y ROMERO-Iv1|GUEL y ALONSO dejan claramente sen-
tada su .postura en unas breves frases en las que afirman que:
*Serán partes en el recurso de revisión los que lo hubieran sido
en el proceso cuya sentencia se trata de rescindir.
El artículo 1801 dispone que el Tribunal Supremo mandará ern-
plazar a todos cuantos hubieran litigado o a sus causahabientes.
La doctrina jurisprudencia,l Viene interpretando restr¡ctivamen-
te este precepto, que cabría extender a terceros perjudicados por
la sentencia, de tal manera que sólo puede interponerse la revi-
sión por quienes fueron parte en el proceso [sentencia de 20 de
abril de 1950) ".
SAENZ JIMÉNEZ-L}PEZ FDEZ. DE GAMBOA5: "No sólo deberá
ernplazarse a los que efectiva y act¡vamente intervinieron en el
proceso, sino a todos los que pudieron ser partes en el mismo
por figurar como actores o demandados".
GOMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADAó: "Partes en el proced¡-
n !cnto, independientemente de la voluntad del recurrente, son
toclcs y sólo ellos, cuantos hubieren litigado en el pleito bn que
se dictó la sentencia impugnada, los cuales son emplazados por
e! Tribuna!. Pero ta pretensión no se deduce, como en la demanda,
frente o contra todos, sino como en los recursos, directamente
contra el acto jurisdiccional".
Una interpretación exegética del párrafo 2." del artículo 1801, y
del párrafo 1.o del artículo 1802, ambos de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, nos lleva a opinar que el Tribunal emplazará a todas las

3 DE PINA: Manual de Derecho Procesal Civil, pág.290. Madrid, 1936 .


4 MIGUEL Y ROMERO-MIGUEL Y ALONSO: .Derecho..., cit., vol. l, pá9. 539.
5 SÁEZ JIMÉNEZ-LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio..., cit., tomo lll,
volumen l, pá9. 497.
ó GOMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit., pá9. 461.

72
partes que hubieran litigado en el primer proceso, e><cepto al
iemandante en revisión, ya que según el artículo 1802: "Persona-
das tas partes, o declarada su rebéldfa...o, de emplazarse al. de-
mandante en revisión y no comparecer éste en el plazo -señalado
t"rut ria que deciararle én rebeldia, al no estudiar
la Ley la posibi-
Iidad de tenerle por desistido, conclusión que sería absurda'
La regulación legaI sobre las partes y su intervención en el
pro-
ceso de levisiOn eé totalmente insuficiente, y no resuelve ningu-
no de los problemas que se nos plantean, y que respecto a la
par-
te actora en revisión podemos sintetizar de la siguiente forma:
a) En general el gravamen. b) Las partes. c) Los intervinientes'
a) En general: El gravamen

Pa.rainterponer la demanda de revisión, es indudable que el


quu"io int"ntu habrá de reunir los requisitos de capacidad y legiti-
mación necesarios para todo acto procesal'
Respecto a la cápacidad para ser parte y la capacidad
proce'
sal, la'revisión no presenta ninguna peculiaridad que la diferen'
cie de cualquier otro acto procesal por lo que nos remitimos a la
doctrina general sobre estas dos figuras'
Pasamos a estudiar la legitimación para ser parte actora
en la
revisión.
El concepto de legitimación es utilizado, normalmente, en un
doble aspectg. Como legitimación material, que tonna en cuenta
la relación jurídica en cuanto existente, y es por lo tanto un presu-
puesto del éxito de la acción, concepto que desde el punto de
uirtu procesal carece de relevanciaT. La legitimación procesal,
que
toma en cuenta la relación jurídica en cuanto deducida es la
afir-
mación de titularidao que realiza la parte; en este sentido
Go-
MEZ ORBANEJA-HERGE OUEMADAs: *Lo que toma en cuenta
la

z Esta afirmación es aceptada por la doctrina con unanimidad'


ver GÓMEZ
ORBANEJA-HEHCEOUEMADA:Derecho"''cit''págs'l35ysiguientes'
B coMEZ ORBANEJA-HERCE OUEMADA berecho-.., cit., pág' 142' En el
de Ia acción en Estu'
mismo sentido sERnR: Evolución histórica del concepto
excepción dilatoria de fal-
dios..., cit., pág., 157. GUTIÉRREZ DE CABIEDES: "La y
ta de carácter, en Estudios de Derecho Procesai' La sucesiónsiguientes'
págs' 243 en
procesal', pá-
especial, pág. 272. Pamplona, 1974. RAMOS MÉNDEZ:
gina 20 y siguientes. Barcelona 1974'

TJ
T

legitimación no es la relación jurídica en cuanto existente, sino


en" cuanto deducida. Si ta relación no existe, o si no nace de ella
el derecho correspondiente al actor cuya declaración pretende la
demanda, la sentencia absolverá al demandado, pero el proceso
se ha seguido entre partes legítimas".
El problema de la legitimación para demandar en revisión se
plantea en los siguientes términos: a) La legitimación para deman-
dar en revisión exige un gravamen producido por la sentencia que
puso fin al proceso que se intenta rescindir. b) El gravamen no
áfecta a la legitimación sino al interés ad agire, que al igual que
en los recursos es et gravamen producido por Ia sentencia im'
e.
pugnada
Hespecto a este punto PRIETO CASTROl0 equipara el interés
a la causa y afirma que: "Si el recurrente no ha experimentado
gravamen pór la sentencia que trata de impugnar, faltará la causa
para el recursoD.
' MUÑOZ ROJASl¡: oEl interés para solicitar la revisión, al igual
que ocurre en los recursos nace del perjuicio o gravamen causadg
por la sentencia; de aquí que, aunque ambas partes es,tén legiti-
madas act¡vamente para pedir la revisión, sin embargo, falta el in-
terés para impugnar si ta revisión civil la plantea el vencedor en
el proceso (falta de interés ad agire) ".
GUASPt,, por el contrario, considera que no es necesario este
interés ad agire derivado del gravamen en la revisión: "La causa
de tos actos procesales es aquel requisito de orden objetivo en
virtud del cuai se exige , para su válida o lícita eficacia normal, la
existencia [en su caso inexistencia] de un mot¡vo o porqué del
mismo jurídicamente determinado.
alguno de
"La ley dice que para recurrir en revisión debe darse pregun-
tos motivos que limitadamente enumera, de nada sirve
tarse S¡, en el caso, prescindiendo de uno de taleS motivos, Se da
o no un interés de parte en recurrir".
e FAIREN: EI gravamen como presupuesto de los recursos: En Temas...,
cit., págs. 991 y siguientes.
ToPRIETO CASTRO: Derecho..., cit., vol. l, pág. 416.
1r MUÑOZ HOJAS: Estudio..., cit., pág. 65. Del mismo autor: El in.terés
en el proceso civil, en Temis, 1958, págs. 56 y siguientes
t2 GUASP: lndicacíones sobre el problema de Ia causa de los actos pro-
cesa/es, en R. D. Pr.,1943, págs.403 y siguientes, especial, págs.4l1 y 414.

74
especiales
Este mismo autorrs afirma que: ..Existe.n causas
para el recurso Je rev¡s¡ón, lo clal quiere decir que no basta
el
simple interés para recurrir, aunque Sea pe-rsonal,que objetivo y d¡-
el,derecho
recto, sino que hace falta un motívo legal,.d.e.los justificadoras
positivo taxativamente recoge como p-osibilidades
del recurso mismo, motivos que en nuestro derecho Se contienen
en el imPortante artículo 1796"'
ia, nos enseña, con envidiable claridad, qué es
CALAMANDREI
que puede va-
to que ,á d"b" entender por interés en obrar: "Lo
riar según los casos es la causa que hace necesaria la
declaración
i";i;i;;¡ánal de certeza, esto es, el hecho que hace surgir el in-
juez resul-
terés en obrar, Habrá casos en que la interve-nción del
que ciertos cam-
tará impuesta por la misma ley, la cual prohíbe en jui-
bios jurídicos se produzcan si antes no ha sido declárada
cto la certeza de la existencia de sus 'presupuestos"' como con-
*La exist*n.iu de la lítis no 'puede ser co-nsiderada
casos en los
dición necesaria del interés en obrar en todos los
cuales, aun cuando si no existiese lífís no
por esto sería posible
al interesado conseguir extrajudicialmente, por espontáneo con-
puede d-arle'"
senso de la puiü coitrar¡a, lo que sólo la sentencia
Es el propio óALAMANDREI, el que al estudiar
este problema
quers: "Se puede
en los térm¡nos pianteados por'no*ottot, afirma
p;;; en duda si el vencimiento como condiciónbajo de hecho de im-
p;;;r.l;n se debe considerar más exactamente Pero acasoel as'pecto del
es más
interés en obraiá íá¡o el de la legitimación'
exacto considerar et vencimiento bá¡o el.perfil de
la legitimación
activa.Puedendarsecasosenlosquee!aúnnovencidotendríay, sin embar-
¡mpuénar la sentencia que le da. 11 razón;
interés en por falta
go, en estos .u,"o" se le niega el derecho de impugnación
pues, del concepto
de legitimac¡on. E{ punto de vista se des'plaza, que para im-
det interés al de la legitimación; en lugar de decir impugnarla, y
pugnar una sentencia es preciso tener interés en para determinar
llevar a cabo cada vez una investigación de hecho

'r3 GUASP: Derecha Pr"', cit" 930'


14 CALAMANDREI: EI concepto d-e litis en el pensamiento de F' ?ARNE'
LIJTT!, en Estudios..., cit', págs' 283.
y siguientes' .
15 cALAMANónlll npr.'ié" Iá refarmatio in peius' en Estudios""
301 siguientes'
'oníe
citado, Págs. Y
75
-r- Y
I
i

si tal interés existe o no, se dice que para impugnar una sentencia
es preciso tener, en relación a ella, la cualidad de vencido, enten-
diendo que la investigación sobre la existencia efectiva del in-
terés queda absorvida y precluida por la investigación sobre la
existencia de tal cualidad, la cual en la mayor parte de los casos,
coincide con el interés, pero que puede estar de hecho separada
de él sin que esto tenga trascendencia jurídica".
La jurisprudencia patria no ha tenido ocasión de pronunc¡arse
sobre la exigencia de gravamen para demandar en revisión, ya que,
entre las sentencias de revisión que hemos consultado, no hemos
encontrado ninguna interpuesta por l¿ ,porte vencedora en el pri-
mer l¡t¡g¡o.
Concluimos este apartado afirmando, que desde el punto de
vista del interés ad agíre y considerando éste como la imposibili-
dad de obtener extrajudicialmente lo solicitado del órgano juris-
diccional, considerando al proceso como el instrumento idóneo
para la protección de intereses jurídicos, o como "función de satis-
facción jurídica"tó podría defenderse, como recientemente se ha
hechott que el interés ad agire en la revisión no tiene por qué
coincidir con el gravamen procesal, siendo suficiente un interés
moral, e inc'luso el general de la reparación de la injusticia.
Pero considerando el gravamen como 'presupuesto de la legiti-
mación, de la relación jurídica en cuanto deducida, no estará le-
gitimada sino aquella parte que se ha visto gravada por la dis-
conformidad entre lo solicitado y lo concedido por la sentencia
del proceso impugnado, como afirma CARNELUTTI t8: n La impug-

16 FAIREN: El procesa como función de satisfacción jurídica, en R. D. Pr.


lberoamericana, 1969 (1), págs. 17 y siguientes.
17 CALVO SANCHEZ: La revisión.., cit., págs. 251 y siguientes.
18 CARNELUTTI: Contro il Processo fraudulento, cit., pá9.22. Si bien este
autor en el mismo trabajo, pág. 25, nos dice que la "decisión persuade pero
deja la boca amargár, cÍeerTlos que los escasísimos casos en que pueda que-
dar sin rescindir una sentencia injusta en virtud de que ninguna de las partes
haya sufrido gravamen, dolo colusivo, o que al menos no lo haya sufrido la
parte demandante en revisión , pueden llegar a desaparecer con la legitimación
de los intervenientes, o del Ministerio Fiscal en los casos en que se encuen-
tre afectado un derecho de orden público, tal como veremos en los apartados
siguientes.

76
nación no puede ser propuesta, s¡no por qu¡en haya tenido calidad
de parte en e¡ proceso irnpugnado y lraya resultado vencido"-

b] Las partes

Apriorísticamente podemos afirmar, que las partes principales


del primer proceso pueden interponer la revisión.
El que ta postura que se haya tenido en el primer proceso es in-
diferente cara a la interposición de la revisión, eS una afirmación
pacífica en la doctrina, por lo que nos limitamos a recoger unas
palabras de FAIREN¡e que nos d¡ce: "HaY que anotar una particu'
iaridad de Ia revisión españota penal con respecto a la civil' En
tanto que en ésta cabe la interposición por cualquiera de las par-
tes faunque es lógico que la interponga la más gravada por la
sentencia- firme), én lo penal solamente se admite a favor del
condenado".
Ambas partes, del primer proceso, están legitimadas para in-
terponer la revisión, sí han sufrido un gravamen en la resolución
quá prto fin al mismo. El único problema que surge al considerar
la extensión que hemos de dar al término causahabientes que utl-
liza el artículo 1801, lo que nos s¡túa en el plano de la legitima-
ción por sustitución.
fi ¡ndudable que si en el primer proceso se hubiera dado una
sucesión procesal20, los que tenían la calidad de parte en el mo-
mento final del mismo, o sea, al dictarse la sentencia impugnada,
son los que estarán legitimados para la interposición de la revisión.
Si la sucesión bien mortis causa, o bien inter vivos, ha acae-
cido entre el lapsus de tiempo que media entre la firmeza de la
sentencia y la interposición de la revis¡ón, se habrá de acreditar
la legitimaó¡On conforme al número 2 del artículo 503 de la Ley de
Enjuióiamiento Civil, igual habrá de hacerse en los casos en que
la sucesión se haya realizado con anterioridad a la firmeza de la
sentencia, pero no haya tenido repercus¡ón en el proceso, el
caso típico es el de la transmisión del objeto litigioso con ante-
rioridad al primer proceso, a pesar de lo cual se demandó al an-

ie FAIRÉN: Doctrina..., cit., pá9.267.


20 Sobre la sucesión procesal, ver RAMOS MÉNDEZ, ob', cit'

77

I
-.-11

terior titular con objeto de que el nuevo titular, no Se entere


de la existencia del mismo. Nuestro Tribunal Supremo en senten-
cia de 23 de junio de 1959, resolvió que: (teniendo en cuenta que
el adquirente del traspaso actúa como subrogado en todos los de-
rechos y obligaciones del arrendatario primitivo, que fue deman-
dado en el juicio de desahucio, por virtud del traspaso que del
mismo se Ie hizo; es evidente, adquirió todos los derechos de su
causante en el arrendamiento y puede formular el presente pro-
cedimiento".
La sentencia de 12 de febrero de 1970 afirma que: <<La legiti-
mación procesal es un presupuesto de tipo subjetivo relativo a las
partes, cuya justificación es absolutamente necesaria, para que
pueda resolverse respecto al'fondo de la cuestión debatida; los
recurrentes lo formularon como herederos del arrendatario y, como
tales, interesados en la vigencia del contrato declarado resuelto.
Esa cualidad de herederos sucesores o derecho-habientes fue me-
ramente alegada en el escr¡to de interposición del recurso, sin que
aparezca prueba de ella, según resulta de los documentos que fue-
ron aportados con la presentación del escrito de inter,posición del
recurso, en el que ni siquiera se alude al medio justificativo de su
calidad de herederos>.
La sentencia de 14 de mayo de 1975, en la que se alegó ma-
quinación fraudulenta consistente en demandar a los herederos
de..., en vez de a la demandante en revisión, cuya existencia cons-
taba a la demandada en revisión, afirma que: "Aunque se dice en
el escrito de contestación al recurso no haberse aoreditado el pa-
rentesco alegado... de la prueba de autos y de un modo especial
de la confesión de doña M. M. A. (demandada en revisión)...
aparece que tanto aquélla como ésta traen causa o son descen-
dientes de...".
De las sentencias citadas se desprende que la legitimación por
sustitución no presenta en la revisión ningún matiz diferenciador
del resto de los procesos, por lo que le son totalmente aplicables
las normas reguladoras de la misma.
Goncluimos afirmando que las partes del primer proceso y fue-
re cual fuere su posición procesal en el mismo, están legitimadas
para interponer la revisión si han sufrido cualquier perjuicio, gra-
vamen, en la senten,cia que puso fin al primer proceso, sin que
dicho gravamen haya de ser considerado con un contenido eco-

7B
w
ii
i
it
:l
I

ll
i1

ii
ii

nómico, sino que bastará una diferencia entre lo solicitado y lo rl

otorgado (v.g. absolución por compensación en lugar de por pago) '


;l
'i

c) Los intervinientes

El probtema presenta una gran repercusión práctica, y- ya fue


planteádo por iOVlAN ", con visión muy acertada, al decirnos
qu", "No se si la ley actual incurre en verdadera omisión no indi-
cando qué personas pueden promover este recurso, y es que im-
plícitamente se sobreentiende de conformidad a lo prescrito- para
ios .demás, pero como ta intervención de un tercero no puede te-
nu, iugu, en el mismo, 'porque no se olvida que es peculiar del
períodó anterior al en que recae sentencia fi'rme, y entonces, ad-
vertido el acreedor demasiado tarde de los manejos de su deudor,
consistentes en el abandono de derechos ciertos, confesión de
deudas su'puestas, reconocimiento de créditos falsos o de muy
dudosa existencia, o la concesión de privilegios a otro acreedor
que no le co,rrespondieran, dictado el fallo,2,el fraude se consu-
áaría, triunfaría en toda ta línea ta buena fe si el legislador no
concediera este remedio a personas distintas de las que litiga'
ron para que impidan tos efectos de una culpable colusión atacan-
do la sentencia producto de la misma".
La doctrina jur!sprudenC,al no sigue, en este 'puntor una línea
unitaria, sino qúe, por el contrario, vemos en ella dos direcciones
que estudiamos a continuación.
La primera de éstas, que podemos calificar de restrictiva, es la
que .últ¡nu [como señala ia sentencia de23,23 de nov¡embre de
rgoz) en ta sentencia de 20 de abril de 1950 esta sentencia dada

21 GOVIAN: La revisión '., cit., pá9. 517.


22 Creemos que et autor quiso decir "mala fe"'
23 Las dos sentencias recogidas, Ia primera de ellas citada por varios auto-
res [entre ellos MIGUEL Y BOMERO-MIGUEL Y ALONSO en Derecho..., cit',
pág¡n; s39, cALVo SANCHEZ en La Revisión..., cit., pá9. 246) y por el propio
tr'tfiunal Supremo, han sido dictadas en recursos de casación' Ya vimos que
D¡EZ plCA/O atirma que sólo es sentencla lo que decide y en la razón inme'
diata de decidirlo en estrecha vinculación con el caso decidido, 'sólo esto es
uuria¿eta jurisprudensis"; continúa el mencionado autor: "¿Cuál es, sin embar-
go, el moáo normal de proceder entre nosotros? Lo normal es, no nos enga-
ñutot, recoger de ta sentencia una afirmación cualquiera, y abstrayéndola, por

79
en recurso de casación tR. A' n'" 992), afirma en su
considerando
qr"r *Es incuestionabte que la demanda en el recurso ex-
.áó"lonál de revisión, sólo puede interponerla quienesparcial
"uurio fueron.par-
de la
te en el proceso, a f¡n de obtener la rescisión total o enu-
sentencia impugnada por alguna de las causas taxativamente
m"radas en et árii.uló tZe6 de la Ley de Enjuiciarniento
Civil"'
En la m¡sma ii;; jurisprudencial se muestra ta sentencia
de
Z de diciembre de 196t, resolución recaída igualmente en
recurso
decasaciónC.L.n.o900,aunqueelR.A.ybajoeln.o4813lare-
resuetve un l¡t¡g¡o en el
."¡, ""*" de revisión. Esta sentenciademanda
de una de mayor cuantía
;;; ;;¡iante la interposición
se solicitaba la anulac¡ón de una sentencia firme de desahucio'
.lu=guOt lo*o la Audiencia desestimaron la demanda
en
t*t" .t en su sen-
base a los aigumentos, que recoge el Tribunal Supremo
sólo pue-
i"n.¡" y son:"ul éu" la ievisión áe las sentenciasdefirmes
esta naturaleza
de alcanzur." ,on éxito en el oportuno proceso úni-
ánte el Tribund Supru*o; y b) Que los de¡'nandantes ostentanjuicio
camente el carácter de acreedores, no de partes en el
de
desahucio Por falta de Pago'
podemos califi-
La segunda de las líneas jurisprudenciales, que
car de interpretación oextensivs', lá encontramos en las senten-
O" ti de julio de i950 y 23 de noviernbre de 1962.
"iárLa primera'de estas resoluciones estudia la legitimación acti-
va pa,ra interponer revisión, de quien no fue demandado en el
de esta Sala,
pri*"¡. ,pleito. Áf¡r*u que: ..Es doctrina reiterada procesal admi-
que si bien es norma corriente de nuestro dereclro
tir en concepto J" putte demandada exclusivamente a quien ha

una parte det caso dentro del cual había nacido


y al cual, por tanto' continúa
estando estrechamente v¡nculada y separándola,
por otra parte, del resto de
máxima o afir-
la sentencia, generalizarla, de manera ial que es esta pequeña
denominamos jurispru-
mación así abstraí¿l V g"n"ralizada a to que usuatmente
arbitrario' Puede discul'
dencia. Un modo Oe pro-ceAer semejante ás totalmente
parse cuando fo un abogado,-utilizándolo habilidosamente en defensa de
d;;;i"ii".ia disculpa es mucho más difícil cuando el mis-
su actitud dentro "¡é.L' que poseen un alto
mo modo de proceder se encuentra en cbras doctrinales es el propio Tribu-
valor científico. La disculpa me parece ya imposible cuando
piá""6e de esta manera en- relación con sus propios precedentes'
que ocurre desgraciadamente con alguna frecuencia" ' DIEZ PICAZO:
""i"!l"qr" ES'
cosa
tudios sobre..., cit., Pá9. 35.

BO
sido llamado a juicio por el demandante, esta norma no es abso-
que tienen
luta, y sí compatible con situaciones excepcionales,
ru áptyo en la naturateza del derecho material puesto - enque. ejerci-
se
si afecta a diferentes personas pr-rede impedir
"t,-'qut válidamente ta retación procesal si no se da entrada a
ellas en la contienda. determinando la extensión de los efec-
"l"uiiiuva
todas
tos de la cosa juzgada a quienes, por no haber sido convocados
a

iurc¡o,
-d" no han póOiáo ,.,. oidot, con la grave consecuencia, además,
qu. se produzca el fraude procesal"'
cuanto a
La sentencia de 23 de noviembre de 1962, afirma en
la legitimación para interponer la revisión que: "La interpelad'os
legitimación
debe entenderse extendida no sólo a quienes fueron
en el titigio, sino a todos aquéllos que pol estar interesados
di-
rectamente en su resultado, debieron ser llamados
a é1, pues ad-
ser oídos
mitir lo contrario, equivaldría a tolerar que a más de no posibles
en el proceso, n*gánooles los medios de defensa de sus que la ley
derechos, privaile"s sobre ello de uno de los recursos
conced",.rbbrc todo, teniendo el carácter de extraordinario"'
jurisprudencial'
eueda clarajá pft¡.¡ón de esta segunda línea en re-
en la cual se ,u.ánb.* Ia legitimación activa psro demandar
visión a todos los que se ven afectados por el alcance de
la
cosa juzgada. r r-.-
Veamos el problema de ta legitimación para demandar
en re'
visión de los intervinientes un "l primer proceso.
según sERRA existen tres clases de intervención2a' a) La
inter-
vención principal. b) La intervención Iitisconsorcia' c) La
interven-
ción adhesiva.
El interviniente principal es considerado Gomo parte por toda
ta doctrina, así FAIREN 25: *El interviniente principal es parte en
cuanto plantea una demanda que hubiera podido ser formulada
con total independencia del proceso y que únicamente criterios
de
economía procesal aconsejan acumular al primitivo
proceso"'
creemos, pues, que el interviniente principal está legitimado
para poder interponer la revisión'

24 sERRA: Intervención de terceros en el proceso, en Estr-rdios"'' cit"


páginas 2OT y siguientes, en especial 213 y siguientes'
-príncipal
zs FAIRÉN: A/ofas sobre Ia intervencíón en el proceso cívil, Es-
tudios..., cit., Pá9., 218.

8t
-_
La solución al problema de si el interviniente litisconsorcial
está o no legitimudo, .uru a la interposición de una demanda de
,"uis¡On ha de ser, necesariamente, semejante al de! intervinien'
te ,principal. Efectivamente, al Iitisconsorte se Ie reconoce,
z'z:
uná-
nJ*"ntu, por la doctrina el carácter de parte, SERRA "El inter-
u¡n¡"nt" i¡tisconsorciat es parte en el doble sentido material y
o de un de-
órá.utuf de la palabra, es cuanto es titular del derecho
iecho que se á¡r.ut" en el proceso, y en cuanto el ordenamiento
concede los mismos de-
irrf¿i"", at facuttarle para intervenir, le tratara"'
rechos que si de una parte originaria se
Legitimación, para demandar en revisión, del interviniente adhe-
sivo en el Primer Proceso'
La respuesta ha de venir, como en los otros casos de interven-
ción, condicionada por la cualidad, o no de parte en el primer
proceso del interviniente'
' En efecto, de la deficiente regulación de la Ley de Enjuiciamien'
to Civil, y de ta citada jurisprudencia del Tribunal Supremo, es
fácil dedúcir que sólo pueden interponer Ia revisión los que fue-
ron parte en el primer proceso, y así tas sentencias que admiten
la revisión interpuesta por quien no fue demandado, la admiten
en base at derecho a ser parte que el demandante en revisión
tenía.
La doctrina se muestra casi unánime, en el expresado sentido'
En contra GUASP 28, que afirma que en el artículo 1801: "Nada se
dice de Ia parte activa o recurrente, por lo cual podría entenderse
que no existe obstáculo literal para que en la revisión, como ocu-
rt. un ta apelación, se admitiera el recurso procedente del terce-
ro, lo cual permitiría al interesado o perjudicado por una senten-
cia acordada injustamente entre otras partes deshacerla en virtud
del recurso de revisión, abriéndose así la impugnación de actos
fraudulentos a los que se hubiera querido dar, indebidamente, in-
vestidura judicial".

27 SERRA: Obra citada, pág. 224. Ver SERRA: Concepto y regulación posi'
tiva del ltisconsorcio, en R. D. Pr. lb., 1971 [ll-lll), págs.573-601. FAIREN: Sobre
el litisconsorcío en el proceso civil, Estudíos..., cit., págs. 125 y siguientes.
DAVILA MILLAN: Lítisconsarcio necesario- Barcelona, 1975.
28 GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. ll, pá9. 929.

B2
Sinpoderentrar,porser}.efi.'adistintodeldenuestroestudio,
a estudiar la ¡nieivención adhesiva nos el limitaremos a bosquejar
o no de parte
la opinión de lu Jo.ttina científica sobre carácter
det interveniente adhesivo' , conceden al inter-
Los comentadores atemanes de la ZPO2e no
italiana en un
viniente adhes¡vo lá cual¡dad de parte. La doctrinay niegan
principio, se ve lnfluenciada por ia germánica tó' asimismo a partir de
la cuatidad de parte al interviniente adhesivo Pero y ya SATTA3t'
la pubticac¡On dli Código de tgag, va evoluc!onando
inteviniente adhesivo'
concede abiertann"niu lá cuatidad de parte al
La doctriou urpálola, hasta tiempos recientes
se muestra uná-
nimeennegaralintervinientetacualidaddeparte32. de su pro-
A partir de ia publicación, por ItnORg| PALOMINO'
los tercerosD' tam-
fundo trabajo: *El'pro.uso civíl y la tutelu dg que la doc-
bién los autores páiriot evolueionan, en iguat sentido
trina italiana' 33, el que
PALOMINo
En este úttimo sentido citaremos a MORÓN
optar por la
afirma que: ..La nueva Ley procásal española debería expresamen-
nueva orientación italiana y regular, e incluso
definir
suerte se ga-
te, at interviniente, como verdadera parte. De estacon un criterio
nará mucho en y, sobre todo, se contará
"iát¡Ju¿,
básicoenquéapoyarel'conjuntodepoderesquea!tercerore- sea efectiva y
sulta indispensublu- conferir, a fin de que su tutela
ó;;J" , ,áluo de las enojosas complicacio¡es que podría originar
una reglamentación clel iñterviniente en plano de simple
asisten-
cia, de-mera cooperación con la parte principal"'
SERRA
,0, al ártuOiut la legitimación del interviniente adhesivo
y prácti-
nos dice QUe: .,El problerna eétriba en determinar teórica
.árn.nt* cuándo **itt. interés que legitime la intervención"'
pág' 323' Madrid 1€40' y
n KlscH: Elementos de Derecho Pracesal civil,
ROSENBEB C, rratádi ie Derecho-procesal civil, tomo t' págs. 264 y siguientes'
Buenos Aires' 1955'
n..:^^i^ii cit',
30 CHIOVENDÁ: Principii.'., air. págs' 601 y siguie ntes.
3r SATTA: p¡ritto Proáessuale Civ¡le.8." ediizone, págs' 133
y siguientes'
Padova,1973.
32PRIETOCASTHO:Derecho...,cit',vol.t,págs.32Bysiguientes.GÓMEZ
oRBANEJA-HEHCE óÚrr'¡non: Dere:cha..., cit., vol. l, págs. 166.y siguientes.
33 MOHóN pnlóH¡lffO: EI proceso Civil y Ia tutela de los ferceros' en
R. D. Pr., 1965 tllll, págs. 147 y siguientes' especial
161'
34 SERBA: La in'teivención.", cit', págs' 246 y 249'

OD
()¿

=J
.-

*El interés del interviniente debe derivarse de un perjuicio


material económico, que resultará del vencirniento del ayudado;
sin que un simple interés moral sirva para legitimar la interven-
ción en cuanto no tenga un contenido material, en cuanto nO afec-
te a una retación jurídica propia del interviniente. El interés debe
ser al propio tiempo actual no futuro".
Concluye este autor por afirmar QUg: aNo cabe duda alguna de
que el interviniente es parte, pues de otra forma no Se compren-
de su intervención".
MONTERO AROCA
tt, por su parte, concede igualmente la cua'
lidad ds part€ al interviniente, al decir Que: "El tercero estará le-
gitimado para intervenir de modo adhesivo simple, tendrá interés,
iOto cuando sea titular de una relación jurídica dependiente de
la deducida en el proceso por las partes; su relación jurídica será
la condicionada, la deducida en el proceso, la condicionante' AI
estudiar la ,posición jurídica del interviniente en el proceso, una
vez realizada la intérvención, advertimos las consecuencias de
to que aquí afirmamos; el interviniente no deberá limitarse a apo-
yar a una parte; indirectamente se está iuzgando de su derecho,
y será prec¡so concederle la cualidad de parte, si queremos que
su defensa sea eficaz, sobre todo, cuando el proceso es fraudu-
lento".
Creemos, con los autores últimos mencionados que el inter-
viniente adhesivo, ha de tener cualidad de parte en el proceso.
Como tal parte ha de tener tegitimación para defender su de-
recho por todos los medios regulados en nuestro derecho positi-
v0, y puede, por tanto interponer demanda de revisión contra la
resoiución firme que decidió el proceso en el que él intervino, o
estaba legitimado para intervenir.

2, DIVERSAS FORMAS DE INTERVENGIÓN


DEI. MINISTERIO FISCAL

Los artículos 1802 y Civil, re-


1803 de la Ley de Enjuiciamiento
gulan la intervención del Ministerio Fiscal en los procesos de re-

3s MONTERO AROCA: La intervención adhesiva simple, págs. 192 y si-


gu¡entes. Barcelona, 1972.

B4
par?.el..momen-
visión civil. Dejando el estudio del artículo 1803,
i;;; que estuá¡"rno, tos efectos de la que revisión, nos limitaremos'
en este punto a tratar de la regulación, respecto al M' F' rea-
liza el artículo 1802' al Minis-
señala et citado artículo que: "... oyéndose siempreo no lugar
terio Fiscal antes de dictar sentencia acerca de si ha
a la admisión del recurso"'
El M. F. se ,igu po|. el Estatuto del Ministerio Fiscal
aprobado
por-"t Heal Dec.r"eto de 21 de junio de 1926 y por el Reglamento
el M'F' es
de 27 de febreio de 1969. Según estos textos legales
el órgano de comunicación entre el Gobierno yser la Administración
órgano asesor
de Justicia, y entre sus funciones está la de
de los Tribunales.
Es el sentido de órgano asesor como prevee el
artículo 1802
F' en el
de la Ley de rnjuic¡amiento Civil, la intervención del M'
proceso
-'-Ñu*rtrode revisión civil' que
orclenarniento positivo no ha previsto, al contrario
algunos extran¡árá* u.g. *l ltaliano en el artículo 397
del C'P'C"
la interposiciÓn de la revisión por el M.F. en los casos señala-
dos.portaLey,locualnoquieredecirqueetM.F.nopuedaser
cJemandante en revisión'
Según PRIETO GASTRO el M' F' puede ¡lroceder de
3ó dos for-
mas: .,Procede de un lado, por vía de acción, y de otro
por vía de
proceso'
informe o dictamen. En el ,primer caso el M. F. incoa un
o públi-
del mismo *oJo qu" puuden iniciarto los sujetos privados
potestad de ac-
cos a los que el ordenamiento jurídico concede la
un interés"'
cionar para pedir la tutela de un derecho subietivo o de
Las dos toi*ur de proceder del M. F' se pueden dar en
la re-
visión.
En el primer caso, por vía de acción, su actuación
será contin-
gente y dependerá de'haber ostentado la calidad de parte en el
primer proceso, lo que le dará la legitimación para poder interpo-
ner Ia revisión.
primer proceso,
De haber ostentado la cualidad de parte en el
el M. F. habrá de ser parte en el proceso de revisión necesaria-

3ó PRIETO CASTRO: Construcción dogmática del M. F' en el orden civil'


en Trabajos y Or¡entulionui de Derecho Piocesal, págs. 3 y siguientes,
especial
página 23. Madrid, 1964.

B5

L-
mente, bien porque en su calidad de defensor
de la Ley y del in-
una causa de re-
terés social, ul i"nu, noticia de la existencia de al ser emplaza-
visión inter.ponga la pertinente demanda, o bien, mandato del ar-
il ¡;r et ri¡Uu"nal Suprerno en cumplimiento
a cuantos
.del
hubieren litigado en
tículo 1801, qu; ordena emplazar
el prirner Proceso.
por vía de dictamen la lntervención del M. F. es preceptiva
artículo 1802' in-
en todos los procesos de revisión, a tenor del en estos ca-
cluso en los que actúe por medio de acción; teniendo la emisión
sos una doble actuación, ya que la Ley no excepciona
parte en el proceso
del inforrne del M. F. en los casos en que sea
de revisión'
Se ha dicho que^n,o or
el r\/r
M' F' n. actuar com o defensor en la lu-
F puede
37. Dicha lucha la puede. realizar el
cha contra e! trár6r pro."rál dos posibili-
Ministerio f=¡r.ui pot med¡o cle la revisión, mediante
dades distintas: ui n¡u¿iante la incorporación'
a la futura ley pro-
del c'P'c' ltaliano'
cesal de un pr".upto de alcance similar al 397
procesos en.los que
b) Mediante la más efectiva actuación en losdel Estatuto de 21 de
a tenor de los números 4 y 5 del artículo 2 por
junio de 1926 ha de intervenir, actuando en todos los casos una
vía de acción y ganado, de este modo, la legitimación -para los
en
posible y futurá iiterposición de una demanda de revisión,
ca.sos en que et frauie procesal haya tenido.lugar'
señaladas ya
Nos pare.r-*ár upropiada la segunda de las vías
que la primera no, pbdtíu u""t.ur a una proliferación de
la inter-
santidad de la cosa
vención de un órgano estatal en contra de la
desaparición de la misma, como acon-
i"rg;Jr, y a la posible casi
tenció en cieria época de la historia legislativa Gernrana'
Po¡'
poderes
otro lado no Creemos que Sea necesario acentuar los
de
actuación que lcs órganos de la Administración de Justicia tienen
3s'
en los actuales momentos
37 FAIRÉN: Beorganízación de! M. F. españo[, en temas"', cit" pág' 515'
1967-68, pág' 173' citada.p-or FAI'
Memoria O" ru rir"áii, J"r Tribunal Supremo, púbrica de Alcalá zamora,
RÉN. sobre ut u.'-i."iÁ¡iá qu" debe se,r er Ministerio
en Estudios..., cit., págs' 1 y siguientes'
perspectivas del M. F. según los principios que infor'
HEHRERO TEJEDOR:
L. J" 1967, tomo 222' págs' 407
man e! crdenamiento Jurídico Españo!, en R. G.
)' siguientes. y socialización del proceso civil' en B' D' Pr' lb"
ssver
sERR A: Libera!ízación
1972 Q-3), Págs' 511 Y siguientes'

B6
PERSONAS LEGITIMADAS PABA
OPONERSE
3
A tA BEVISIóN
quienes p.ueden ser los oposi-
La regulación tegat, respecto a que la regulación de quie-
iores en un pro."uo"de revisión, al ¡éual totalmente insuficiente en
nes pueden ser tos sujetos instántuul
*r
;;;ü Ley de Enjuiciamiento Givil'
ElartículolS0ldeIaLeydeEnjuiciam.'.*n,'oCivilordenaque
en él hubiei'an litigado'
el Tribunat mandará emplazar a cuantos
oasuscausahabientespu,uqu"dentrodeltérminodecuarenta
que convenga a su derechc'
días com purur":Ái á táutlner !o de ser psr-
la posibilidad
Vemos, pues, que la Ley no cbncede
más que a Ios que han sido
te opositoru un"Ltlpror*ro'de revisiónrescindir'
trata de
;ár-ü-en el pro."uo que se ü ¿oorina, y así GÓMEZ ORBANEJA-
En este ,uni.úo ,e-muestru
3e: oPartes en-et procedimiento' independiente-
HERCE QUEMADA
son todos, y sólo ellos'.cuan-
mente de la vciuntad del recurrente,
toshubierenlitigadoenelpleitoenquese.dictólasentenciaim.
el Tribunal' Pero la pre-
pugnada, .uXÉ"r" *"
lo, bor
'en la dernanda, frente o contra otros'
"*piazados
tensión no se deduce, como contra el acto jurisdic-
Sino, como en los recurSoS, directarnente
cional.Noesparteelterceroautoropartícipeenelhecho".
.nónnrno-MtcuEl-v
MrcuEL v nrdNsoó: *seEún parte en el
sido en el proceso cuya
recurso Ou ,uuiJán tot que lo hubieran
sentencia se trata de rescindir'
'hubieian
"ElartículolB0ldisponequeelTribunalsupremomandaráem-
plazar a todos cuánto, litigado o_a sus causahabientes''
41' afirman
-LópEZ FDE|. or ónveoA QU€: <'lEm'
sÁEZ J¡MÉNEZ
p|azaratodos-loqu"hubieransidoparte.enelpleitodeorigen,
loquesignificalapeculiarcircunstanc¡adequeenestademan-
que la parte actora se'
darevisoria no r" áu la regla general de
el proceso, sino que son
ñala las partes qu* rrun de inteivenir en
partes forzosÁ tuvu clase.o. nú*"ro habrá
de deducir el Tribunal
que no sólo deberá em-
a la vista ou ro, áuior, en el bien entendido
39GÓMEZORBANEJA-HERCE0UEMADA:Derecho...,cit','yol.l,pá9.461.
40MIGUELYROMERo-MIGUELYALoNSo:Derecho.'.,cit',vol'l,pági-
nu tl,n' tomo ilr'
sÁEZ ópEZ FDEZ. ur car,¡BoA: com pendio.,.' cit.'
JIMÉNEZ_L
vol. l, pág. 497.

o.,
OT
plazarse a los que efectivamente y activamente intervinieron en
!l proruro, sino a todos los que pudieron ser parte en el mismo
¡-- figtrar corno actores o demandados"'
po,
paiece indudable que el legistador quiso que la legitimeción
para ser parte pio..to dJ revisión haya de deducirse de ha-
"f
"n cualidad en el proceso anterior.
ter ostentado dicha que inter-
El Tribunat Supremo habrá de emplazar a todos los
vinieron, y, arua*o, por las razones expuestas al tratar
de las
partes instantes, que fe deberá emplazar a todos los intervinien-
tes en el mismo
La determinación de quienes son aquéllos a los
que hay que
emptazarlahaderealizarelpropioTribunalSupremo. cuando
Esta determinación no ,"u*ui¡rá ningún inconveniente proce-
primer
se trate de tas mismas personas que actuaron. en el
fuere su
,á, u las que habrá que empl azar a todas, cualquiera Qu_9
o en é1, a todos
óáui.¡6" "n et mismo y su real actuación, 'lo,
aquéllos que por estar interesados en su resultado fueron per-
llama-
dos, o debieron serlo, a é1, ya hubieran comparecido en
el o
manecido en rebeldía.
La dificultad de ta determinación nace cuando se ha de
empla-
zar a los causahabientes, en virtud de la posible dificultad
en la
determinación de los mismos'
La sucesión jurídica lra podido efectuarse mortís causa o
inter
vívosa2, en el pri*"to de los casos citados el Tribunal
Supremo
tranra áe empla zay a los herederos de los qtre intervinieron
en el
primer Proceso'
S¡ la sucesión jurídica se ha efectuado por un negoc¡o inter
vivos, es al Tribunal Supremo, al que corresponde efectuar
la de-
terminación de tos caus'ahabientes, pero no deberá emplazar a
los
terceros adquirentes a título oneroso, protegidos por el artículo
34
de ta tey Hipotecaria, ya que según lo preceptuado en el.artícu-
lo 1808 de la Ley de Enluiciamienio Civil, no les afectará el resul-
tado del pro.uró de rev¡sión, por lo que no tendrán legitimación
para intervenir en el m¡smo.
El ser empl ezado por el Tribunat supremo, no supone Ia obli-
gación, caso de comparecer, de oponerse a la revisión, ya que a

42 COVIÁN: La revisiótr'.., cit., Pág 529

BB
tenor de lo dispuesto en el artículo 1801 in fine, "a sostener lo
que Convenga a Su derechoo, ha de interpretarse en el sentido
de que e! emplazado igualrnente puede comparecer para oponer-
Se a la demanda de revisión, que allanarse a Ia rnisma, e incluso
apoyar la postura del demandante en revisión'

4" EL ÓRGAN¡O JURISDICCIONAL

El artículo 1t101 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en su párra-


fo 1.o establece QUe: ..El recurso de revisión únicamente podrá in-
terponerse ante ia Sala Tercera del Tribunal Supremo, cualquiera
qrá r"u el grado del Juez o Tribunal en que haya quedado firme
ta sentencia que lo motive" [a tenor de lo preceptuado en los ar-
artículos 7 y B de la !-ey de 27 de agosto de 1938 la Sala Tercera
mencionada en este artículo es hoy la Primera).
El que el legislador español haya atribuido la competencia para
conocer de la revisión a la más Alta Magistratura de la Nación,
creemos que se debe a dos razones de índole bien diversa. 1) El
resaltar la gran importancia que tiene ta cosa juzgada que sólo los
nrás Altos lribunales de la Nación pueden considerar no produ-
'las dilaciones producidas por el
cida, evitando, al mismo tiernpo,
sistema de recursos, que necesariamente produciría el encomen-
dar la competenc¡a a un órgano inferior, dilaciones que se traduci-
rían en una incertidumbre prolongada sobre la existencia o no de
cosa juzgada, con gran perjuicio para la seguridad jurídica. 2) La
consideración de recurso que el legislador dío a la revisión, con-
siderándolo dentro de los extraordinarios y que lnfluyó en toda su
regulación legal.
RechazadJ la segunda de las motivaciones, por las razones alu'
didas al estr-rdiar la naturaleza jurídica de al institución, pasamos a
contemplar la primera.
Parte de la doctrina patria se muestra disconforme con la re-
gulación legal contenida en el párrafo 1.' del artículo 1801, así
ÓOV¡ntt o', ,!u en et pasado siglo afirmaba que: "Los legisladores
modernos sientan la doctrina de que ha de ser el mismo Juez que
dictara la sentencia impugnada, pues tal circunstancia hace que
se halle, con preferencia a cualquier otro, en situación de apreciar
los motivos de revisión que se propongan contra aquélla; y no se

B9
ofende en manera alguna el amor propio, tratándose sencillamen-
te de corregir errores, que si fueron acaso cometidos hasta por
él mismo en persona, obedec¡eron a causas de todo punto inde-
pendientes de su voluntad".
GoMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADAaS nos dicen que: (El mo-
tivo de la revisión no invoca error aiguno del juzgador ni siquie-
ra, es claro, en el supuesto de cohecho por parte suya. De aquí
que en el derecho común y en la mayor parte de las legislacio-
nes extranjeras, sea competente para conocer del recurso de re-
visión el propio órgano que haya dictado la sentencia, puesto que
no se Ie pide que repita una operación en que ha errado, y en que
podría volver á €Íror:,.
Si bien es cierto que el propio juez que dictó la resolución fir-
me, será el que mejor pueda valorar hasta qué punto, los hechos
extrínsecos al proceso, que se alegan como motivo de la revisión,
fueron de influencia decisiva en el fallo, no es rnenos cierto que
el Tribunal Supremo, con los autos a la vista y el período proba-
torio del proceso de revisión, puede llegar a un exacto conoci-
miento de Io acontecido en realidad, con lo que su fallo ha de ser
tan certero como el del juez inferior.
Consideramos que las ya apuntadas razones de Ia gran trascen-
dencia que cualquíer brecha que se abra en la institución de la
cosa juzgada, más la necesidad de una doctrina jurisprudencial
unitaria en cuestión de tan gran importancia, Io que haría necesa-
rio el acceso a la casación de todas las sentencias de procesos
de revisión Icaso de ser competentes los órganos inferiores] con
el retraso consiguiente en la decisión final y firme de la revisión,
es motivo suficiente para defender la actual regulación del ór'
gano jurisdiccional competente para conocer de los procesos de
revisión.

43 GOMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit., vol. l, pág. 460


44 CALVO SANCHEZ: La revisión..., cit., pág. 255.

90
CAPíTULO IV

OBJETO DE LA REVISIÓN

1 REVISIÓN DEL PROGESO O REVISIÓN


DE LA SENTENGIA

Responde GUASP a la pregunta de ¿Cuál es el objeto del pro-


cesg?t, que: "Entendiendo por objeto no ya el principio o causa
de que el proceso parte, no el fin, más o menos inmediato, que
tiende a obtener, S¡no la materia sobre la que recae el complejo
de elementos que lo integran, parece evidente que, puesto que
el proceso se define como institución jurídica destinada a la sa-
tisfacción de una pretens¡ón, es esta pretensión misma".
PRIETO CASTRO señala 2, dentro de los objétos generales del
proceso y como uno de los fines del mismo el "fin correct¡vo o sa-
nator¡o, mediante la privación de la eficacia de la cosa juzgada
a las sentencias dictadas a base de materiales viciados, siendo
éste el objeto del recurso de revisión"-
ORBANEJA-HERCE afirman: (que la demanda determina el ob-
3
jeto del Proceso)'.
El artículo 17gT de la Ley de Enjuiciamiento Givil nos d¡ce que:
"El recurso de revisión sólo podrá tener lugar cuando hubiera re-
caído sentencia firme". Asimismo utiliza la ley la expresión sen-
tencia firme en los artículos 1796, 1801, 1803, 1807 y 1808. Pero
en ninguno de estos preceptos nos aclara si el legislador se refie-
re a la firmeza formal o a la cosa juzgada material'

t GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. l, pág.212.


2 PRIETO GASTRO: Derecho..., cit., vol. l, pá9. 220-
3 OBBANEJA-HERGE: Derecho..., cit., pá9. 3.

Q,1
Y
Al ser la revisión un proceso autónomo, el objeto de este pro-
ceso ha de ser igual al de cualquier otro proceso, en este senti-
do aceptamos plénamente la afirmación de GUASP, cuando dice
qr"r "Él oU¡"to, d"l t".rrso de revisión viene dado, como en cual-
o'
quier proceso, por una pretens¡ón procesal"
' No podemos olvidar que la finatidad de la revisión viene dada,
necesariamente, por la situación injusta, que la determinación irre-
vocable del derecho en lo concreto producida en un proceso ante-
rior ha creado, y que, por lo tanto, esa finalidad ha de ser la de
rescindir esa s¡iuación injusta mediante la rescisión del proceso
que la ha creado.
Vimos, al tratar de la naturaleza jurídica de la revisión, que la
cosa juzgada eS un efecto, el más importante, del proceso por lo
que para poder rescindir dicho efecto se nos presenta como ne-
cesario la rescisión de la causa.
El objeto de la revisión será el proceso anterior'

2, PROGESOS SUSGEPTIBLES DE REVISIÓN

La Ley de Enjuiciamiento Civil no se muestra explícita en su


texto al iratar de los problemas que son susceptibles de ser re-
visados, limitándose a decir en su artículo 1801: "... cualquiera
que sea el grado del Juez o Tribunal en que haya quedado firme
la sentencia que lo motive.
La mayor parte de la doctrina no dedica atención a este tema
limitándose a señalar la necesidad de que Ia sentencia atacada
sea firme.
Entre los autores que, siquiera brevemente, Se han ocupado
del problema citaremos a los siguientes:-
dorr¡rz 9RBANEJA-HERCE QUEMADA5: ..Puede ser objeto del
recurso toda sentencia firme, cualquiera que sea el grado del
Juez o Tribunal en que haya ganado firmeza. No se exceptúa nin-
guna clase de Proceso"-

a GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. ll, pág' 929'


5 GÓMEZ ORBANEJA-HEHCE OUEMADAl. Derecho , cit., vol. l, Pá9. 463.

92
GUASP u, se muestra partidario, igualmente, de la no limita-
ción de la revisión en razón al tipo de procesos, y afirma: "No hay
ningún problema en lo que respecta a la índole del proceso en
que la resolución se dició. S¡ la sentencia es firme, nada importa
el proceso en que se l'raya dictado, pues cualquiera que sea el
grado del Juez o tribunal que la haya emitido, la naturaleza del
asunto o el procedimiento que se siguiera, el recurso de revisión
queda abierto para enmendar ta trascendental injusticia que en él
se haya Podido cometer".
PRIETO CASTRO 7, sin tratar directamente del tema se mues-
tra partidario de admitir la revisión contra todas las resoluc¡ones
que han producido firmeza en el fondo, sin distinción del tipo de
proceso en que han recaído: ..La demanda de revisión sólo se
puede intentar cuando haya recaído resolución firme, es decir,
que tiene el carácter de cosa juzgada en sentido formal y que sólo
puede ser sentencia final sobre el fondo".
MIGUEL y HOMERO-MIGUEL y ALONSOs, ponen el acento en
que la resolución haya producido efecto de cosa juzgada, afirman-
do que toda resolución que produzca esos efectos es susceptible
de ser revisada: *Pero no lo serán aquéllas que no productan esos
efectos, como son, por ejemplo, las dictadas en lOs procesos cau-
telares ".
La doctrina jurisprudencial por su parte, afirma que sólo se
puede dar lugar a la revisión encontra de sentencia que haya pro-
ducido el efecto de cosa juzgada doctrina que encontramos reco-
gida en dos sentencias de fecha 3 de junio de 1959 y B de febrero
de 1964, que consideramos que com'plementan y ofrecen una cla-
ra visión de la postura adoptada por nuestro más Alto Tribunal.
Sentencia de 3 de junio de 1959: "Ese singular medio de im-
pugnación está.concebido y dispuesto con la vista puesta en la
efióacia Erga omnes de la llamada cosa juzgada mater¡al de la que
cabe repararse por excepción calificadís¡ma en aquéllos casos'..
de to que Se infiere, como supuesto general que a los demáS, do'
mina, que para el ejercicio det extraordinario remedio sea viable

ó GUASP: Derecho Pr..., cit vol. ll, pá9. 930.


7 PRIETO C,ASTRO: Derecho..., cit., vol. l, págs. 737-8.
8 MIGUEL Y ROMERO-MIGUEL Y ALONSO: Derccho.-., cit., vol. l, pág' 539

93

7
es prec¡so, ante todo, que la resotución combatida haya abordado
y resuelto, la cuestión fundamental que en el proceso se ventile,
bues sólo en ese supuesto se está en presencia de la hipótesis
de la revisión.
"La índole propia del recurso de revisión excluye los
supuestos
en Se trata de impugnar una medida, sea interlocutoria sea provi-
sional que no determine la formación de la cosa juzgada sobre
et fondo del neEocio... recurso de revisión, que requ¡ere como
requisito sine qua non la condición de firmeza, de todo en todo
incompatible con la posibilidad de modificarlas y aun suprimirlas
en et curso del proceso principal y 6ls5'pués de resuelto".
Sentencia de B de febrero de 1964: "Sin que sea obstáculo
a la procedencia de la revisión el que la sentencia contra la que
se recurre hubiese sido dictada en juicio ejecutivo, única oposi-
ción alegada, porque si bien la sentencia que en estos juicios se
dicta coñform" al artículo 1479 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
no produce excepción de cosa juzgada y queda a salvo de derecho
de ias partes para promover el ordinario sobre "la misma cuestión",
ello es sóto conforme a reiterada doctrina de esta Sala, res'pecto
a lo que categóricamente expresa el precepto, "dejar a salvo la
cuestión de fondo", pero sin que pueda Volverse a reproducir los
defectos faltas del título, no las excepc¡ones que entran en el ám-
b¡to de lo que es materia del juicio ejecutivo, las que por produ-
c¡rse respecto a ta, sobre ellas resuelto, excepción de cosa juz-
gada, dan plena Íirmeza a la sentencia y por consecuencia contra
ésta es precedente el recurso de revisión".
De lo expuesto en este apartado y del tenor del párrafo 2.' del
artículo 1251 del Código civil: "Contra la presunción de que la cosa
juzgada es verdad, sólo será eficaz la sentencia ganada en juicio
de rev¡s¡óno, más las consideraciones expuestas al tratar del fun-
damento de nuestra institución, fácilmente deducimos clue la fina-
lidad de la revisión es la reparac¡ón de una s¡tuación manifiesta-
mente injusta, creada por el ejercicio de la jurisdiccíón, al deter-
minar irrevocablemente un derecho en lo concreto, mediante la
cosa juzgada. Por lo que en aquellos procesos en que no Se pro-
duzca esla determ!nación irrevocable, Ia revisión carecerá de fi-
nalidad y n0 debe ser admitida.
En nuestro ordenarniento positivo se dará la revisión contra
todos tos procesos ordinarios o especiales, y únicamente se plan-

94
tea el probtema en los juicios ejecutivos, ya que según el texto
del artícula 1497 de la Ley de Enjuiciamiento Civil noe producirán
excepción de cosa juzgada. Pero como af irma SERRA en su tra-
bajo Juicio ejecutivo: "Éste produce excepción de cosa juzgada,
u p"uut de la dicción legat, pero la extensión de ésta viene deter-
minada por los límites ciel juicioo, es el mismo autor el que en
et mismo trabajo nos expiica ba¡o la rública de: "Motivos de opo-
sición fundados en el fondo cuyo éxito obstaculiza un proceso de-
clarativo ulterior', el alcance de ta cosa juzgada que se produce
en estos procesos alcance que concuerda con el ámbito de la re-
visión que puede interponerse contra los mismos.
La sentencia de 4 de noviembre de 1970, excluye del ámbito
de la revisión las sentencias dictadas por el Tribunal Arbitral de
Censos, y afirma: ..Si bien es cierto que el recurso de revisión
por su'íÁdole extraordinario y excepcional permite volver sobre
una sentencia firme, integrando por ello, un medio de combatir
ta presunción de verac¡dád de la cosa juzgada, establecidad en
el artícuto 1251 del código civil, no ofrece duda que el artículo 49
de la Ley de 31 de diciembre de 1945, reformada'por la de 26 de
diciembre de 1957, excepciona dicha generalidad, porque en él se
establece que no se dará recurso alguno contra las sentencias de
Ios Tribunaies Arbitrales de Censos, dada la índole especialísima,
de la jurisdicción de los Tribunales Arbitrales de Censos"-
Al no considerar a la revisión como un recurso creemos que
no está inctuida en la prohibición de recurrir contra las sentenc¡as
de los Tribunales Arbitrales de Gensos, y sí consideramos nece-
sario la existencia de este medio de rescisión de las situaciones
manifiesiamente injustas, más clara Se n6s presenta esta necesi-
dad en |as jurisdicc¡ones especiales. Por lo que no encontramos
justificación a la postura señalada en la sentencia anteriormente
citada.
Terminamos este apartado diciendo que opinamos que la ex-
tensión de la revisión ha de ser la misma que el ámbito de Ia cosa
juzgada.

9 SERRA: Juicio Ejecutivo en Estudios..., cit., págs.526 y 532 y siguientes.

95

L-.
3. RESOLUCIONES OBJETO DE REVISIÓN

Estudiaremos el problema de cuáles son las resoluciones con-


tra las que se puede demandar en revisión, dividiéndolo en tres
apartados diferentes:
a) Se puede inter'poner contra la sentencia de todos los órga-
nos de la jurisdicción.
b) Sólo puede interponer contra sentencia o, por el contra-
rio es admisible en contra de otra clase de resoluciones'
c) No hay necesidad de haber agotado los recursos ordinarios.
a) Sentencias
Según et artículo 1801 de la Ley de Enjuiciamiento Civil: "El re-
curso de revisión únicamente podrá interponerse ante la Sala Ter'
cera (hoy Primera) del Tribunal Supremo, cualquiera que sea el
grado del Juez o Tribunal en que haya quedado firme la sentencia
que lo motivó".
La interpretación de este precepto parece que no ofrece duda,
siendo,'por lo tanto, indiferente el órgano que haya emitido la sen-
tencia que ha alcanzado el carácter de firme, y en este mismo
sentido se muestra la jurisprudencia que ha admitido recurso de
revisión contra sentencia dictada por cualquier órgano de la iu-
risdicción ¡0.
La afirmación de que cualquiera que sea el órgano en que ha
adquirido firmeza la sentencia es revisable, bastando con el carác-
ter de firme, es ,pacífica en la doctrina científica, y únicamente

r0 Se han revisado sentencias dictadas por la Justicia Municipal en las si'


guientes sentencias,3l de enero de 1941, 11 de julio de 1950,30 de marzo de
7gSq, Zg de junio de 1959, 15 de marzo de 1974 y 14 de mayo de 1975, entre
otras. Por júzgados de primera instancia en sentencias de 30 de octubre de
1930,5 de febrero de 1963,20 de mayo de 1966 y 20 de abril de 1965 entre
otras. Audiencias 11 de enero de 1949 y 28 de abril de 1975. Si bien no hemos
encontrado ninguna sentencia que revise otra del TribunaI Supremo en las sen-
tencias de 14 de noviembre de 1953, 18 de mayo de 1967, 18 de mayo de 1971
y 1g de junio de 1971, se entra a ver el fondo de la demanda de revisión y se
iechaza por causa distintas a la de ser la resolución atacada emanada del Tri-
bunal Supremo.

96
I

REOL SUAHEZTT niega Ia posibilidad de revisar


las sentencias dic-
tadas por el Tribunal SuPremo' argumentos:
Fundamenta este autor su teoría en los siguientes
Distingue entre proceso, que para él termina queen la instancia
con
se encuentra la
sentencia firme, y recurso-remedio, entre los
contra la reso-
ár.á.¡Or y afirmá que la revisión sólo es factible
lución que Pone fin al Proceso' al Tri-
Afirma que el artículo lB01 se refiere necesariamente
bunal delnstancia. , y ,-- las maqui-
Los docurnunü* inaportados, tas pruebas. falsas
que únicamen-
nua¡onu, fraudulentas, corresponden a actividades
te se pueden realizar en la instancia' al Tribunal
El artículo 1807 ordena: "óávolv¡¿ndose tos autos
¿"qu"procedano,loquesignificaparaROFLSUÁREZ:"Parano-de proceso y-tienen
."tr* lá clar¡dad es mbridiaña hay devolución juicio correspondiente"'
que usar las pártes de su derectro en el jurídica de.la re-
Ya hemos afirmado, al tratar de la naturaleza
visión, qu" .ruá*o, qru proceso no termina hasta que alcanza
'las el
Íirmeza la últimá Je resoluciones recaídas en él mismo' por
proceso y re-
lo que no. estamos de acuerdo en distinguir entre pertenece.al mismo
curso-remedio, ya que la fase de la casación
proceso, qr" nó termina, hasta que la _resolución dictada
alcanza
firmeza, bien por su propia naturaleza, bien
por el consentimiento
de las Partes. de que el artícu-
Estamos de acuerdo con el autor comentado
al Tribunal de
to 1801 de la l-ey Oe Enjuiciamiento Civil se refiere
revisar ha alcan-
lnstancia, en el que la sentencia que se trata de parti-
zado el carácter de firme. Pero no podemos manifestarnos y opinamos
darios de la conclusión que extrae de esta afirmación, sen-
que en lo" ,rro" un qué el Tribunal supremo dicta segunda se-
esta
tencia en casación, aciuando como Tribunal de lnstancia'
gunda sentencia es revisable'
que: "Según re-
La senten.iá á" g de febrero de 1961 afirma
por infracción
sulta de la práliu nuturaleza det recurso de casación
de Ley, conforme a la que verdaderamente' y empleando
frase de

.I.IREoLSUAREZ:lnaplicacióndelrecursoderevisiónalasentenciadic-
especial' 468 y si-
tada en la casación, en R' D' Pri" 1960' págs ' 462-473' en
guientes.

97
J7

no exacto r¡gor técnico en aras de la claridad de lo que se quie-


re expresar, no se falla el pteito, sino el acierto o desacierto de
ta sentencia que haya dictado el Tribun al: a guo, debido a lo que,
'r".rtto
auunUo aquet se desestime, la sentencia que lo- resuelve
es la de este Tribunal, y si se casa, es la segunda o de fondo que
dicta et de casac¡ón que Sustituyéndolo actúa, en este caso, como
de instanc¡a, por to que no ptoóede recurso de revisión contra la
sentencia desestimatória de casación de esta Sala, respecto a Ia
cual, a tenor del artículo 406 de ta Ley de Enjuiciamiento Civil, no
se da recurso atguno, por lo que la revisión ha de referirse a la
sentencia de instancia, Sea cualquiera el grado en que resulte
su f¡rmeza, y ta que debe ser rescindida y no Ia de casación"' En el
mismo sentido ,'" la sentencia de 13 de octubre de 1970'
En tercer lugar "*pt*sa
nol decía REOL que los mot¡vos de revisión úni-
camente tu puéd.n dar a Io largo del proceso y no en la tramita'
ción del recurso-remedio.
Rebatirernos estas dos úttimas afirmaciones de REOL conjun-
tamente.
como hemos visto ta jurisprudencia sienta el principio acerta'
do a nuestro juicio, de la imposibilidad de atacar en revisión la sen-
tencia de casación desestimatoria del recurso. La base de esta
doctrina está en que la sentencia que ha de ser impugnada por la
revisión eS la que ganó Íuerza de cosa juzgada entrando a resolver
el fondo del asunto-, y la sentencia de casación desestimatoria del
recurso no entra a conocer el fondo del asunto, sino el acierto o
desacierto del Tribunal a quo, teniendo como consecuencia la fir-
meza de dicho Tribunat, que ha tenor del resultado de la casación
juzgó con acierto. Tam'poco es inimaginable la revisión de la sen-
i"n.¡u de casación que admite un recurso, ya que en ella no se
entra a conocer del fondo del asunto, y es tan absurdo el pensar
en intentar revisar la sentenc¡a, que nO merece maygr Comen'
tario.
Cuando el Tribunal Supremo dicta segunda sentencia en casa-
ción, es ésta ta única que resuelve el litigio, ya que las anteriores
han sido casadas, anuladas por et propio Tribunal Su'premo, con lo
que nos encontramos ante la imposibilidad de rescindir una sen-
tencia que es consecuencia de la existencia de un mot¡vo de re-
visión que se dio en el proveso, V.g. documento falso, pero que
ha sido de decisiva influencia en el fallo del Tribunal Supremo

9B
conteniclo en su segunda, sentenc¡a, o bien, habrernos de
ir con'
tra esta sentencia en Ia revisión.
La solución de esta alternativa se nos presenta meridianamen-
te clara. La única solución es la segunda la de ir contra esta sen-
tencia por vía de la revisión.
ya que
No es obstáculo atguno la regulación del artículo 1801,
como es afirmación unánime en ia doctrina y en la
jurisprudencia'
el Tribunal Supremo cuando dicta segunda sentencia en la casa-
ción actúa como órgano de instancia, por lo que el grado en-
que
ha quedado firme l; resolución impugnada es el supremo de la
Nación, contra la sentencia de este grado es contra lo
que ha-

bremos de demandar en revisión, quede claro que no se impug-


na una resolución del Tribunal Supremo en cuando a su misión
de decidir sobre el acierto o desacierto de los Tribunales infe-
riores, sino contra una resolución del Tribunal Supremo en los
ex'
cepcionales casos en que actúa como Tribunal de instancia'
La postura manteniba por nosotros se conjuga perfectamente
Ci-
con lo'ordenado en el artículo 406 de la Ley de Enjuiciamiento
vil, ya que no sólo la revisión n0 es un recurso, con lo que no en-
traría en et texto de dicho precepto, sin0 también, que no Ia inter-
ponemos contrá ninguna de las resoluciones contempladas en di-
fho artículo, ya quJ*n el mismo sólo se ven las sentencias dic-
tadas por el Tribunal Supremo corno órgano fiscalizador del ac¡er-
to de ios Tribtlnales a quo al emitir sus fallos'
si bien es cierto que en la tramitación de los recursos de su- ca-
sación no se puede dar lugar a la co¡'nisión de alguno de los
puestos del aitículo 1796, no es menos cierto que el Tribunal Su-
;;;;*; para dictar segunda sentencia se tiene que basar en el ma-
ieriat fáctico obrante en autos, y que el motivo de revis!ón co-
metido en primera instancia puede resultar de influencia decisi-
va en la resolución dictada por el Tribunal supremo.
Argumenta, finalmente, el autor que comentamos, que el tenor
del teito del artícuto 1807 es definitivo para la imposibilidad de
revisar la sentencia de casación-
El artículo lB07 ordena QUe: *El Tribunal Supremo una vez dic-
tada la sentencia que, por adrnitirse el recurso de revisión, rescin-
da en todo o en parte la sentencia firme impugnada, man{ar.a ex-
pedir certificación del fallo, devolviéndose los autos al Tribunal
iu qu" proceden, para que las partes usen de su derecho, según
9g
E

les convenga, en el juicio correspondiente,,, ho vemos el más mí-


n¡mo inconveniente en el texto del citado artículo, a la admisión
de una revisión contra segunda sentencia del Tribunal Supremo,
ya que la única interpretación lógica de este precepto es que el
Tribunal Su,premo mandará expedir certificación del fallo y devol-
verá ios autor al órgano competente de primera instancia, ya que
la interpretación de que se debe devolver al órgano en el que
ganó firmeza la sentencia rescindida, y que por Io tanto no se pue-
de admitir la de casación ya que el Tribunal Supremo no se puede
devolver a sí mismo, aparte de que en la época de redacción de
la Ley podía darse una devolución entre las Salas 3.' y L" del pro-
pio Supremo Tribunal nos llevaría a la ilógica consecuencia de que
si la sentencia quedó firme en la Audiencia Territorial se devolve-
rían los autos a ella para que el juicio rescisorio comenzase por
la segunda instancia.
Defendemos, por lo tanto, la posibilidad de revisar toda sen-
tencia firme, sea cual sea el órgano que las dictó, incluso las del
Tribunal Supremo dictadas como consecuencia de haber prospera-
do un recurso de casación por infracción de Ley, es decir, la se-
gunda sentencia.
De esta misma opinión es COVIAN 12, quien afirma: "Contra
todas las firmes o autos definitivos que produzcan sus efectos y
respecto a las que no ,proceda ninguno de los procedentes, ya sean
d¡ctadas en primera o en segunda instancia, o contra la que reca-
yera después de casada la de la Audiencia o Juzgado, es decir,
que no se da contra la decisoria del recurso de casación, porque
se refiere exclusivamente al Derec'ho y no puede ser por tanto
materia de revisión".

b) Otras resoluciones
si únicamente son susceptibles el ser ata-
Pasamos a estudiar
cadas mediante la revisión las resoluciones judiciales que adop-
tan la forma de sentencia, o si, por el contrario, también se pue-
den revisar otras resoluciones juridiciales.

12 COVIAN: De la Revísión..., cit., pá9. 515

100
La Ley de Eniuiciamiento civil en su texto, como ya hemos se-
los
ñalado, únicameñte se refiere a las sentencias firmes en todos
artículos del título XXll del libro ll en que se ocupa de las resolu-
ciones
-- *r€curribles" en revisión-
los
t-a ¡urisprudencia, con carácter general ha rechazado todos
de revisión interpuestos en contra de resoluciones que
'*.urró,
no habían adoptado la forma de sentencia13'
La sentencia de 17 de junio de 1940: "El recurso interpuesto
no puede prosperar porque la resolución impugnada por €s.e que me-
dio extraoid¡nur¡o no es de las susceptibles de revisión, dado
el artículo 1796 se refiere en generat y en los casos part¡culares a
que provee, a sentencias Tirmes"'
La sentencia de 3 de junio de 1959, si bien rechaza la revisión
poriuiárse de una resoiución que no tenía el valor de cosa juz-
adopción de medidas cau-
!ada, ya que era un auto que concedía la
i"lár"á, nbs dice: "El artículo 1zg6 sólo alude en su texto literal a
las sentencias firmes, en contraste con el precepto más amplio,
artículo 1690, quu tn relación concreta con el 1689 de la Ley de
que a las sen-
Enjuiciamiento b¡u¡l otorga la misma consideración
tencias a otras resoluciones que pueden o nO tener esa estructura
formal".
La doctrina científica, una gran parte de la misma no estudia
el fiioblema, Iimitándose a recoger du !.u Ley de Eniuiciamiento
C¡vil la expresión sentencia firme, y a ella se refieren con carác-
ter exclusivo, sin mencionar ninguna otra claSe de resoluciones'

13 CALVO SANCHEZ: En su tesis la Revísíón-.., cit., pág' 436, cita la sen-


que prosperó un recur-
tencia de 23 de noviembre de 1962, como único caso en
so contra un auto au"urt¡*utorio de un recurso de queja, y en efecto en el re-
uur"n de los resultandbs de dicha sentencia que recoge el Repertorio Aranzadi
marginal ¿zsá i" 1g62, se afirma que fue interpuesto contra el auto de-
""" "r
sást¡mac¡Oti ¿ut recurso de queja, pero la lectura del texto íntegro de la sen-
i"n.¡á en la Golección Legislat¡úa, marginal 850, nos afirma, sin ningún género
i" iu6u, que el referido recurso se interpuso contra la sentencia de primera
instancia que quedó firme como resultado de la desestimación del recurso
de
queja.
14 En este sentido DOMINGO DE PINA: Procedimien¿os..', cit', pág' 422'
FDEZ- DE
MENENDEZ PIDAL: Elementas..., cit., pág. 962. SAEZ JIMENEZ-LÓPEZ
GAMBOA: Compendio..., cit., tomo lli, óag. ¿so. PRIETO GASTRO: Derecho"',
cit., vol. l, pág.733. GÓMEZ ORBANEJA-HERCE OUEMADA Derecho'.', cit', vo'
lumen I, pá9. 459.

101
Jr-

pero no dando en contra de la posibilidad de ataque de otras re-


soluciones, argumentos alguno.
Los autores que estudian el problema directamente Se mues-
tran partidarios de Ia ampliacién del concepto de sentencia firme,
y de entender por tal, cuatquier resolución judicial que produzca
tos efectos de la cosa juzgada'
COVIAN: oContra qué resoluciones puede ejercitarse este re-
curso? Contestan los artículos 1796 y 1797. Em'pecemos por este
último, que no peca de expresivo, y mejor sería empezar por de-
ctarar, que contra todas las firmes o autos definitivos que pro-
duzcan sus efectos" 15.
iVIIGUEL y ROMERO-MIGUEL y ALONSOTó: "El recurso de revi-
sión sóto puede tener lugar cuando hubiera recaído sentencia fir-
me ), (art. I 797i .
Es sentencia firme, segun et artículo 369: "aquélla contra la cual,
bien por su naturaleza, bien por haber sido consentida por las par-
tes, ño cabe ningún recurso ordinario Iapelación) ni extraordina-
rio (casación].
"Aquellas resoluciones
que no siendo sentencias en el con-
mación de cosa juzgada sobre el fondo del negoc¡o, serán tam-
b!én suscePtibles de revisión".
GUASP 17: (Según et artículo 1797, el recurso de revisión sólo
puede tener lugai cuando hubiera recaído sentencia firme. Por lo
ianto, hace falta que la sentencia, a la que ha de equiparse otra re-
solución que desempeñe, funcionalmente, el mismo papel, no sea
atacab!e por vía ordinaria ni extraordinaria para que resulte idó-
nea !a pretensión de revisión".
En nuestra opinión la solución de este problema se ha de ba-
sar en dos postutados: a) Fuerza juzgada de la resoltlción impug-
nada. b) Prohibición de la pluralidad de impugnaciones.
La resolución que decidió el proceso que tratamos de resc¡n-
dir es necesario que teng a fuerza de cosa juzgada, que vele cual-
quier conocimiento jurisdiccional sobre el fondo del asunto, aun'

15 COVIAN: De Ia revisión..., cit., pá9. 515.


¡ó tvllGUEL Y ROMERO-MIGUEL Y ALONSO: Derecho..., cit., vol. l, pá-
gina 539.
"t7 GUASP: Derecho pr..., cit., vot. ll, pág.930. En el mismo sentido se ma-
nifiesta GALVO SANCHEZ: La revisión..., cit., págs. 433 y siguientes.

102
que el proceso anterior haya tenido un contenido limitado. A te-
nor de lo preceptuado en el artículo 369 de la Ley de Enjuicia'
miento Civil para que una resolución alcance fuerza de cosa juz-
gada ha de ser una sentenc¡a.
La prohibición de la pluralidad de impugnaciones, no es más
que la obtigación de interponer Ia revisión contra la última resolu-
ción judicial que haya fallado el fondo del asunto y sólo contra
elta, ia! como está recogido, entre otras, en las sentencias de 30
de octubre de 1967,6 de junio de 1968, 11 de diciembre de 1969,
3 de junio de 1959,9 de febrero de 1961,23 de enero de i966,12
de febrero de 1970 y 13 de octubre de 1970. Por lo que si bien la
última resolución recaída ha podido ser un auto denegando la ad-
misión de un recurso, habrá de ser contra la sentencia que adquie-
re el carácter de firme, en virtud de esa denegación contra la que
se ha de interponer la revisión.

c) lnnecesariedad del previo aEotamiento


de los recursos ordinarios

Veamos, por úttimo, para terminar el apartado dedicado a las


resoluciones que puede ser objeto de un recurso de revisión, si
es necesario que en el primer proceso se hayan agotado o no los
recursos ordinarios.
El, tan mencionado párrafo 1.'del artículo 1B0l nos dice: "cuál-
quiera que sea el grado del Juez o Tribunal en que haya quedado
firme la sentencia que lo motive".
La doctrina científica no trata de este tema, sin duda, debido
a que el problema parece no existir, ya que a tenor del texto le-
gal no hay duda que es indiferente que la Sentenc¡a sea firme
óor su¡8. piopia naturaleza o por haber sido consentida por las
partes
En el estudio jurisprudencial realizado por nosotros, hemos en-
contrado dos sentencias que hacen mención a este punto, y esta
es la razón que nos mueve a dedicarle, siquiera unas breves líneas.
La sentencia de I de marzo de 1961, en Ia que se basaba la pe-
tición de rescisión en las causas 1." y 4.^ después de rechazar la

MIGUEL Y ROMERo-MIGUEL Y ALONSO: Derecho..', cit., vol. l, pág' 539


'18

10s
rev¡sión en razón a que los documentos no eran ni recobrados ni
decisivos, y en Ia no existencia de ninguna maquinación fraudulen-
ta, añade, si bien con carácter de obiter dicta. "Y en ningún caso
podía haber prosperado ya que dado el carácter extraordinario del
recurso de revisión, para prosperar necesitaba el que previamen-
te hubiera agotado los ordinarios."
Argumento, que si bien en la sentencia no tiene el carácter de
doctrina jurisprudencial, al no ser la ratío decidendi no podemos
dejar de criticar ni de calificar de incomprensible ya que carece
de todo apoyo legal, doctrinal o jurisprudencial. No sólo al ser la
revisión un proceso distinto del primero, ya terminado, sino tam-
bién a tenor del texto de nuestra Ley de enjuiciar, la única nece-
sidad exigible es que el proceso a rescindir esté terminado y haya
producido efecto de cosa juzgada, y así se demuestra de la sen-
tencia de 20 de abril de lg65 que dio lugar a la rescisión de una
sentencia dictada como consecuencia del allanamiento de la par-
te demandada. Sólo queremos señalar el peligro, y desgraciada-
mente no sería la primera vez, de que un argumento dictado or-
bíter dicta llegue a convertirse en doctrina legal, al ser recogido
en sentencias posteriores como ratio decidendi de la nueva reso-
lución.
La segunda sentencia que comentamos es la de 17 de noviem-
bre de 1966 que refiriéndose a la parte demandante en revisión
afirma: "Puede acogerse a la reserva, por otro lado innecesaria,
de derechos que el fallo contiene, ejercitando las acciones de
que se crea asistido, y es bien sabido que no puede formularse
recurso de revisión en tanto existan acciones o recursos ordina-
rios para el ejercicio de los derechos que se estimen vulnerados".
Si bien la doctrina sentada en esta sentencia no es errónea
el camino por el que se llega a la misma, la razón dada tal y
como la expresa el Tribunal Supremo puede infundir a error. La
realidad es que si quedan recursos ordinarios, o se pueden ejerci-
tar otras acciones, por la parte demandante en revisión, en el mo-
mento de la interposición de la demanda de revisión, la sentencia
impugnada no tiene el carácter de firme y por lo tanto no es res-
cindible, y la vía para atacar esta resolución será la del recurso
ordinario, o bien, la del ejercicio de la acción correspondiente.
Nunca la de revisión que está reservada para la rescisión de es-
tados jurídicos determinados irrevocablemente.

104
4. CONTENIDO DE LA REVISIÓN
es la pretensión de res'
El contenido del objeto de la revisión que hemos de basar en
cisión del proceso primitivo' p'ut"n*ión en el pro.eso ya fallado'
unos hechos ¿¡rt¡"to* Je los'utuJu¿o. ptantea es la de la admi'
La primera interrogante quu tu nos
sibilidaddehechosnuevosydeunanuevaoretensión.lnterro. recurso' que la re-
gante que vien" ¿áu por la regulación. "9*o^
gñ¡u¡ciamiento Civil' ya que la trans'
visión tiene un nultiia'Ley de
consisuiente alesación de nuevos
formación de r;';;;i.;Já" v ta a una transformación
hechos nos ha df conducir, necesariamente, en su gran monogra-
define,
de la demanda,"iiÑá-que FAIRENTe (üna referido proceso
fía dedicada al't"ñ-,u,-.omo: Alteración-del
una transformación del petitum
incoado quu ui"ná'Jeterm¡nuOtpát
lor*rladoi en aquel instrumento, o sea' por
o la fundu*"ni.t-iOn
independiente al lado o en
el ejercicio de una nueva pr"i"n*¡on
lugar de la vu ll.evada a cabo por el actor"'
la aporta-
supremo reiterudu*"nte'd ha rechazado
El Tribunal "iátl¡tada' como en casación' o
ción de hechos nl"uor, trnto-"n apelación
sea, durante todo el Proceso' la interrogante plan-
La única .ñli.;;i;; u¿l¡¿u para despejar
tt"gumos a tratar de la naturale-
teada, es la co'nóius¡on a la quL
za iurídica de la revisión'
Larevisiónesunprocesoautónomorespectodélquetratamos
de la demanda revisoria'
de rescindir, medianie la ¡nterposición de la clemanda'
y de ahí el qr;';;-;e trate o" ,nu transformación

IgFAIREN:Latransformaciónde!ademandaenelprocesocivil,pá9.17.
santiaeord-e"",:Tt""ffii;,::ono".casac,ión que recJrazafa denominada *cuestión

Nueva, recogemos"t""'á"titU
'i-R' ¡ ¿"'i"n'"to de 1966 tB' A' 795)'197'l
sentencia
tB' A'
de
de 30 de abril o" r's70 A' 221n' t;"i;;; de z de diciembre reiterada y unifor-
A. #;].-poi.ut doctrina
5076) y 24 de u¡r¡i'i"'ió72 lB. de la sente-ncia de 30 de abrilsus de
me citamos ¡nicameiie la argu*"ntuJon it iut¡" de su defensa sustentada en
,g7g' "El ahora '"""i'*'"' vai¡ando*"' .*.¡tu ,nu cuestión nueva que no ha te-
escritos de contesüión -áe'y dúpli.u, y adecuado planea-
nido en tos perioáos atelación y a'"",t¡á" el debido
'r," -i""íJio"
miento,nihasidoreflejadaenla'súpl¡cadelosexpresadosescritos,porlo prevista en
oue es claro que en el. d"f;;i" o causa de inadmisión
Enjuiciamiento Civil'
cin"o Aei"iittl" 1729 de ia-Ley de
"l núturo
105
Y

sino que una nueva demanda, con nuevo petitum y fundada en


nuevos hechos.
Respecto a Ia naturaleza que los nuevos hechos han de tener,
para poder basar en ellos la revlsión de una sentencia firme, no
existe unanimidad en la doctrina.
GóMEZ-ORBANEJA-HERCE QUEMADA 21, af irman la que dife-
rencia entre la revisión Civil y la penal es necesario situarla en la
distinta entidad de los hechos que dan lugar, respectivamente,
a una y otra: "la rescisión firrne civil no,procede sino excapite
falsi, o proter falsa, esto es, en virtud de conductas antijurídicas
qL¡e hayan podido influir casualmente, directa o indírectamente
en la resolución, falseando su premisa de hecho.
"En cambio la revisión en lo penal se da tarnbién ex capíte no-
vorum, o proter nova. Cualquier hecho o medio de prueba que
venga con posterioridad a evidenciar la equivocación del fallo, sir-
va para la rescisión de éste".
Para FAIREN 22 la revisión civil se puede basar en hechos nue-
vos, en este sentido se manifiesta al decir: "En la revisión civil
actúan los hechos nuevos, aunque no directamente en todos los
casos. A efectos del proceso ya terminados por sentencia firme,
son, por ejemplo, hechos nuevos el de haber mediado fuerza ma-
yor o actuación de la parte vencedora en la retención de documen-
tos ya conocidos (art. 1761,1." de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil),
esta calificación ha de llevarla a cabo el Tribunal que revisa en
el judicium rescindens. En los restantes casos del artículo 1790,
puede sostenerse doctrinalmente que son hechos nuevos a efec-
tos de instar la revisión del proceso ya terminado, la condena de
ios testigos que en él actuaron por falso testimonio, la declara-
ción de un Tribunal penal de ser falsos los documentos en cuya
virtud se decidió el proceso que se revisa, e igualmente la de-
claración de haber mediado cohecho, violencia maquinación frau-
dulenta. Para ello, nos basamos en la necesidad del requisito sub-
jetivo de la novedad del hecho, que es la ignorancia por la ,parte
del nuevo enfoque de los hechos durante los rnomentos en que

21 GóMEZ ORBANEJA-HERCE OUEMADA: Derecho Procesal Penal, páginas


298 y sigr.rientes. Madrid, 1975.
22 FAIRÉN: Doctrina General..., cit., págs. 264 y siguientes.

106
tenía posibitidad de alegar este último, sobre el cual, en vista de
ello, monta después su demanda de revisión".
GUASP 23 cotoca la esencia de la revisión en que se base en
hechos ajenos al pleito y que pueden ser mera nova reperta: "la
esencia del recurso de revisión está precisamente en basarse en
justificaciones ajenas al proceso en que se emite la resolución re-
currida, puesto que todos los vicios inmanentes a ese proceso no
pueden hacerse valer por la vía de la recisión, sino en Su caso,
por la de la casación, como recurso de carácter supremo, eS ne-
cesario, por lo tanto, que las clrcunstancias que mot¡van el re-
curso sean circunstancias transcendentes al proceso mismo, to'
madas desde fuerza del proceso, como elemento de ataque con-
tra la resotución que en él se dictó.
"Esto hace que el mot¡vo del recurso de revisión tenga
s¡em-
pre con respecto al proceso en que se dicta la sentencia impug-
nada, el carácter de una auténtica novedad. No hay recurso de re-
visión sin un novum, Sin una circunstancia que, comparada con
el ,proceso principal, resulte independiente y desligado, formal y
materialmente, de é1. Todos los motivos del recurso son, pues
auténtica s nova procesales, que con tal carácter tiene que hacer-
Se valer por et recurrente, al justificar su reclamación. Si bien
estas novedades procesales pueden no Ser novedades de existen-
c¡a o nova facta estr¡cta, sir¡o novedades de conOcimiento, o nova
reperta, sin más, es decir, qLIe no tanto se impone que Se trate de
un hechO nuevo como que, por lo menos, sea nuevo el conocimien-
to que de él tenga la parte que tratar de interponer el recurso".
La jurisprudencia de nuestro Trlbunal Suprerno nos dice respec-
to a los hechos en que se puede basar el prirnero de los motivos
de revisión, que deben de ser hechos distintos de los tenidos en
cuenta al dictar ta sentencia recurrida, por lo tanto, hechos no
alegados en el pleito, así la sentencia de 16 de octubre de 1929:
prueba que el Tribunal sentenciador
"Cónstituyen etementos de
tuvo en cuenta al dictar la sentencia recurrida, y consiguiente-
mente támpoco concurre en ellos el imprescindible requisito de
no haber sido aportados al pleito".
En cuanto al motivo cuarto eS constantemente reiterada, como
veremos at tratar de este motivo, Ia doctrina de que los, hechos

2s GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. ll, págs. 930 y siguientes'

107
-T -!

han de ser ajenos al pleito y ocurridos fuera de él y no de tos


alegados y discutidos en el mismo.
Aunque los motivos de la revisión han de ser el objeto de los
próximos capítulos de este trabajo, adelantemos que, en nuestra
opinión los hechos que pueden servir de base al proceso de revi-
sión han de ser ajenos al pleito que se trata de rescindir, distintos
de los alegados y discutidos en el mismo, y si bien en generali-
dad de los casos [números 2.o y 3.o, artículo rzg6, ¡ncisó 1." del
número 4." y puede darse en el 1." o inciso 2." del 4.") serán proter
falsa, no es éste, requisito sine qua non, ya que habrá casos en
que hechos que sean nova reperta bastarán para la rescisión del
proceso.
La sentencia de 25 de octubre de 1g62: "En el recurso de re-
visión no basta el simple interés para recurrir, aunque sea perso-
nal, objetivo y directo, sino que hace falta un motivo legat de los
que el derecho positivo taxativamente recoge como posibilidades
justificadoras del recurso mismo, consistiendo su esencia en el
carácter de auténtica novedad respecto al proceso en que se dic-
ta la sentencia impugnada, si bien, estas novedades procesales,
pueden ser no novedades de existencia o nova facta extrictas,
sino novedades de conocimiento o nova repe'rta solamenteo.
Estamos totalmente de acuerdo con la afirmación de FAIREN T4
de que: "Es el elemento subjetivo de ignorancia de ta parte inte-
resada lo que hace disminuir considerablemente de importancia la
distinción entre "hechos nuevos" y "hechos de nuevo conoci-
miento""
Lo verdaderamente decisivo para que un hecho alegado en re-
visión pueda dar lugar a la rescisión que se pretenden es que
no haya sido alegado ni discutido en el anterior proceso, el que
con respecto al proceso im,pugnado sea una auténtica novedad,
y que al mismo tiem.po reúnan todas las condiciones señaladas por
alguno de los motivos de revisión taxativamente señalados por et
artículo 1796, con lo que queda reducida a sus justos términos ta
admisión de nova reperta en la revisión civil, ya que una admi-
sión generalizada, como la realiza en el artículo gs4 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal para la revisión penal, llevaría a la vir-

24 FAIHEN: Doctrina..., cit., pág. 265

108
tud desaparición de la cosa juzgada y a un aumento desaforado
del fraude procesal en busca de nuevas pruebas que desvirtua'
sen los reéultados del proceso anterior, es lo que FAIREN ex-
presa con estas palabras: "La posibilidad ampliamente conce-
dida de descubrir nova reperta originaría, si admitiésemos tam-
bién latamente la revisión, una verdadera desaparición virtual de
la cosa juzgada y además, un gran aumento del dolo procesal [todo
el mundb Je afanaría en buscar, y probablemente en encontrar chi-
Canosamente, "heChOS nUeVOS", realeS O inventadOS, COn el fin
de destruir la sentencia adversa que sobre ellos peSsr€:r'

109

B
7
GAPfTULO V

REVI$IÓN FUNDADA EN DOCUMENTOS

1. GONCEPTO GENERAL DE DOCUMENTO

Los dos primeros números del artículo 1796 de la Ley de En-


juiciamiento Givil, están dedicados a las causas de revisión deri-
vadas de la prueba documental, diciendo la Ley que habrá lugar
a la revisión de una sentencia f irme 1.": Si después de pronuncia-
da se recobraren documentos decisivos, detenidos por fuerza ma-
yor o por obra de la parte en cuyo favor se hubiera dictado. 2.": Si
hubiere recaído en virtud de documentos que al tiempo de dictar-
se ignoraba una de las partes haber sido reconocidos o declarados
falsos, o cuya falsedad se reconociera o declararse después.
Vemos que la ley dedica dos motivos distintos de revisión, a
regular las causas de la misma derivadas de un mismo medio de
prueba, la documental. Regula primero las condiciones que ha de
tener el documento ausente del proceso, para que se dé lugar a
la rescisión de la sentencia que puso fin al mismo, y en segundo
lugar la falsedad que ha de tener ese medio probatorio, para al-
canzar igual fin.
Considero necesario, para poder entrar-al estudio de estas dos
causas revisorias, el tratar, siquiera brevemente el concepto de
documento.
Etimológicamente documento viene del verbo latino Doceo que
significa mostrar, enseñar o prevenir; significando en su origen
modelo, ejemplar o ejemplo, acepción gramatical que ha conser-
vado en las tenguas modernas derivadas del tatín; en este sen-
tido en el idioma francés mantiene, junto con el significado del tí-
iulo o prueba ,por escrito, el de un objeto cualquiera que sirve de

lft
-.! a

prueba. En el Diccionario de la Real Academia de Lengua Espa-


ñola, además de diploma, carta relación u otro escrito se consig-
na la acepción de: "cualquier otra cosa que sirve para ilustrar o
comprender algo".
Esta dualidad de signiÍicados gramaticales ha pasado al cam-
po del derecho, y provocado una diversidad de opiniones en Ia
doctrina en relación a la extensión del concepto de documento y
cuales son los objetos que ha de comprender dicha figura.
Una primera teoría, partiendo de los medios documentales más
antiguos considera la grafía con'¡o elemento esencial del docu-
mento, viendo en la forma escrita la característica diferencial del
misrno, siendo indifer.ente la materia a la que se incorpore la es-
critura, pa,pel, tela, cera, madera, metal, pergamino, etc., pueden
contener un documento. Docurnento será cualquier objeto en el
que se exterior¡za un .pensamiento por signos materiales y perma-
nentes del lenguaje. MANZINI t define el documento en sentido pro-
pio como: "Toda escritura fijada como un medio idóneo, debida
a un autor determinado conteniendo manifestaciones y declaracio-
nes de voluntad o atestaciones de verdad, aptas para fundar o
para sufragar una pretensión jurídica o para probar un hecho ju-
rídicamente relevante, en una relación procesal o en otra rela-
ción jurídica. PRIETO CASTRO 2, si bien acepta un sentido lato
del documento, como todo lo que encierra una representación de
un pensamiento, aunque no sea por escrito, y aun más, una re-
presentación cualquiera; opina que estos documentos en sentido
amplio, no deberían ser tratados conforme a las reglas de los
documentos según la ley, sino a las del reconocimiento judicial o
del examen de peritos, y afirma que partiendo de los preceptos de
la legislación positiva documento no es más que: "objeto o ma-
teria en que consta por escrito, una declaración de voluntad o de
conocimiento o cualquier expresión del pensamiento".
Esta teoría encuentra su apoyo legal en el Código civil Napoleó-
nico, y en todos los textos legales que de él han tomado su inspi-
ración, ya que estos cuer,pos legales no dan un concepto de do-
cumento, limitándose a diferenciar entre documento público y el
privado; así el artículo 1317 del Código civil Francés, primero de

t MANZINI: Derecho Procesal Penal, tomo lll, pág. 504. Buenos Aires, 1952
2 PRIETO CASTHO: Derecho Procesal Civí|, tamo l, pá9. 490. Madrid, 1972

112
los que este código dedica a ls "prueba literat,, únicamente nos
da una relación de los documentos púbrícos. Nuestro código civil,
en la línea del francés, igualmente nos niega una definíc¡ón de qué
es lo que debemos entender por documento y se limita a decir-
nos en su artículo 1216 que: oson documentos públicos tos auto-
rizados por un notario o empleado público competente, con tas so-
lem¡idades requeridas por Ia Ley, y en su artícuto 122s, primero
de los dedicados a los documentos privados, únicamente trata del
valor probatonio de dichos instrurnentos, sin intentar dar un con-
cepto de los mismos, en el misrno sentido nuestra Ley de Enjui-
ciamiento Givil, en sus artículos 5g6 y 602 recoge una relación de
los documentos que tienen el carácter de públióos y de la forma
en que deben ser presentados en juicio, pero sin intentar llegar a
una delimitación conceptual del referido medio de prueba.
La segunda de las teorías se fija no en la estructura del docu-
mento, sino en la función del mismo 3 afirmando que ta caracterís-
tica de este medio de prueba es la de ser objeto representativo,
o sea, un objeto que intencionalmente refleja el dato a probar a
que se refiere; en este sentído DEVIS ECHANDIA a define et do-
cumento como: "toda cosa que sea producto de un acto humano,
perceptible con los sentidos de la vista y el tacto, que sirve de
prueba histórica indirecta y representativa de un hecho cualquiera".
Para GóMEZ ORBANEJA y HERCE QUEMADA5 documento es:
"toda corporación o signo material de un pensamiento.
sILVA l\lELERo 6 afirma que no cabe negarles el carácter de do-
curnentos a los que desbordan por sus características la órbita
legal estricta.
Esta corriente doctrinal nos ofrece un concepto del documento
mucho más amplio, que la citada en primer lugar, ya que al no
limitar el mencionado concepto en razón de su estructura, perm!-
te incluir dentro de él una serie de medios de constatación de he-
chos o pensamientos humanos, que necesariamente quedarían fue-

3 GUASP: Derecho Procesal Civil, fomo l, pág.392. Madrid, 1968.


4 DEVIS ECHANDIA: Teoría general de la prueba judicial, pág.486. Buenos
Aires, 1972.
5 GÓMEZ ORBANEJA.HERCE QUEMADA Derecho Procesal Civil, tomo I,
página 336. Madrid, 1975.
ó SILVA MELERO: La prueba procesal, tomo f , pág.248. Madrid, 1g63.

113
ra del concepto restring¡do, o estricto, del documento. ya en 1g24
CARNELUTTI 7, nos habla de la prueba cinernatográfica, y afirma
que no es sino el tipo de una categoría más amplia. En este sen-
tido cabe hablar de documento en todos los modernos medios de
reproducción de imágenes o pensamientos. No faltan autores que
no admiten todos estos medios, así LESSONA 8 afirma que et fo-
nógrafo no tÍene el carácter de prueba documental sino de mera
l

presunción. Dentro de los autores que adoptan esta teor:ía GUASPe I


I

es el que da un conce;pto más amplio de documento, afirmando, i


I
que el sistema que ha de seguirse, para la delimitación del con- j
:
cepto de documento, es el de atender al tratamiento procesal, y
que, por tanto se pueden considerar documentos todos los objetos
muebles, que pueden ser llevados a la presencia del juez, siendo
éste el único elemento decisivo para trazar su concepto, y define el
documento como: "aquel medio de prueba que consiste en un ob-
jeto que puede, por su índole ser llevado a la presencia del Juez";
reconociendo el propio GUASP que este amplio concepto nos ha-
cerca a la noción ya conocida en el proceso penal de pieza de
convicción.
FENECH ¡0 objeta el concepto de documento mantenido por
GUASP, y afirma que sln entrar a discutir su validez para et proce-
so civil, no es ciertamente válido para el proceso penal, en el que
según la definición y dada su amplitud serán documentos, entre
otros, el cadáver de la víctima, Ios objetos con que se cometió el
delito, etc., este autor mantiene, aunque sin la amplitud anterior, la
tesis del concepto lato de documento y da la siguiente definición:
"Entendemos por documento, a los efectos de la prueba, et ob-
jeto material en que se inserta una expresión de contenido con-
vencional por medio de una escritura o de cualquiera otros sig-
nos, imágenes o sonidos".

7 CARMELUTTI: Prova Cinematográfica. Ri. D¡. Pro. Ci., 1g24, tomo t, pá-
gina 204.
8 LESSONA: Teoría General de [a prueba en el Derecho civl, tomo il|,
página 482. Madrid 1961.
e GUASP: Obra citada, pá9. 392.
r0 FENECH: Derecho procesal Penal, tomo l, pág. 631. Barcelona, 1960.

1t4
Entre los autores que siguen la
concepción más amplia de
GUASP se encuentran VIADA-ARAGONESES
tt que afirman que el
concepto del referido autor es perfectamente útil para el proceso
penal
Este concepto amplio del documento ya ha sido recogido en
algunos códigos modernos, así v. g., el Código civil ltaliano de 1942,
*n tu libro Vl, título ll, capítulo ll, sección lV, trata de las re'pro'
clucciones mecánicas dándoles el carácter de prueba documental;
en el m¡smo sentido el G.P.G. ltaliano de 1940 admite, en su artícu-
lo 261, las reproducciones mecánicas como medios de su prueba
documental.
NUÑEZ LAGOS refiriéndose exclusivamente al documento
'2,
notarial dice que el documento es una cosa mueble corporal que
enseña algo, siendo las características del documento la corpora-
l¡dad y la-docencia; viendo, dentro de la corporalidad dos elemen-
tos d¡-st¡ntos, la cosa en sí misma, el corpus, y la grafía. Si bien
el corpus no encuentra ninguna dificultad para admitir que pueda
serlo tualquier etemento al que se le 'pueda incorporar la grafía,
es dentro de ésta, donde considera que es imprescindible la visi'
bilidad, por lo que admite la escritura y la fotografía, rechazando
el disco'fonográfico y la escritura Braille, ya que el notario debe
dar fe de lo gue ve, pudiendo dar fe de lo que le dicen, de lo que
escucha, pero siempre que Vea al que se lo d¡ce, por esto la fór'
mula *visto y legitimadoo. Vemos que desde un punto de vista es-
trictamente sustantivo, y de un fedatario público, también la no-
ción de documento-escritura se ha quedado estrecha.
Veamos ahora como también en la doctrina de nuestro Tribu-
nal Supremo, sin que haya sentado una postura determinante y cla'
ra, se va abr¡endo paso el concepto amplio de documento. La sen-
tencia de Casación de 25 de mayo de 1945, comentada por PRIETO
CASTRO ", si bien niega el carácter y vdlor de documento a una
fotocopia, no eS en realidad por su carácter de tal, sino por la fal-

It VIADA-ARAGONESES: Curso de derecho procesal penal, pá9. 386' Ma-


drid, 1968.
12 NÚÑEZ LAGOS: Concepto y clases de documenfos, en R. D' No. Abril'
junio, 1957, págs. 7 Y siguientes-
13 PRIETO CRSfnO:- Presentación de documentos en juicio por medio de
fotocopias; en Estudios y comentarios para la teoría y práctica procesal, pági'
nas 157 y siguientes. Madrid, 1950.

It5
v

ta de adveración y de cotejo con el original, que debía de haber


realizado en el período probatorio, y así nos dice el Alto Tribunal:
o?urQUe se entendiese que el artículo 504 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil no excluye la posibilidad de presentar por fotocopia
el documento en que la parte actora funde su derecho, siempre re-
sultaría que el principio de prueba que la reproducción fotográfica
lleva consigo ha de ser elevado durante el juicio a completa y sa-
tisfactoria probanza, mediante la demostración de la autenticidad
del original y la fidelidad de la copia". Nlás claramente se manifies-
ta esta línea jurisprudencial en la sentencia de casación de 24 de
febrero de 1956, en ta que ventilándose un caso de nulidad de pa-
tente de una cerradura el Tribunal Supremo admitió como documen-
to auténtico, a los efectos del n.o 7 del artículo 1692, la propia ce-
rradura, afirmando que: "Si bien es c¡erto que en el ordenamien-
to jurídico español se ha venido aplicando la palabra documento
en el tecnicismo jurídico, únicamente al escr¡to o instrumento
en el que se aprueba, confirma, hace constar o acredita algún he-
cho, disposición, convenio, crédito, obligación, derecho o ventaia
con ta clasificación en públicos, privados, mercantiles, administra-
tivos, etc., no parece que ha de resultar opuesto a la lógica el con-
siderar de igual modo elemento probatorio en este concepto do-
cumental auténtico la misma cosa discutida.
Creemos que a tenor del significado gramatical de documen-
to, y de la regulación positiva que ha alcanzado en algunos cuer-
pos legislativos modernos, dictados en un momento en que la téc-
nica ya ha alcanzado un estadio muy distante del que tenía en la
decimonónica etapa codificadora, hemos de entender por documen-
to cualquier cosa que tenga Un contenido representativo; en este
sentido CARNELUTTI t4 nos enseña que documento es una cosa que
enseña, esto eS que tiene la virtud de dar conocim¡ento, esta v¡r-
tud es debida a su contenido representativo, porque documento es
una CoSa en cuanto S¡rVe para repreSentar a otra; por otra parte,
ya que la representación es obra del hombre, el documento en tan-
to es una cosa en cuanto que es un opus (resultado de un trabajo).
Creemos que la dificultad de admitir este concepto amplio del
documento no está en el documento en sí, sino en el Valor que se

14 CARNELUTTI: Sisfema de Diritfo Processuale Civile, tomo I, pá9. 690.


Padova, 1936.

t16
le ha de dar a dicho documento probatorio, en la dificultad de
probar ta autenticidad de los documentos no escritos, tomando el
iérm¡no auténtico en el sentido de coincidencia de su autor apa-
rente con su autor real, pero el problema estará en la valoración
del medio, no en la admisibilidad del mismo, en razón a un restric-
tivo y antiguo concepto de documento'

2. INFLUENCIA DEL DOGUMENTO EN LA REVISIÓN

Estudiaremos en este apartado únicamente la posibilidad de


subsunción del .on6erpto de documento en el texto del artíctl-
fo 1T96 Ley de Enjuiciamiento Civil, dejando para los apartados
siguientes, los demás presupuestos que estos documentos han de
iei,n¡r para llegar a ser motivo bastante de la revisión de una sen-
tencia firme.
De los dos motivos de revisión, que la ley recoge, referent'es
a lá prueba documental, veremos en primer lugar el-falso, segundo.
pue-
Es deóir, que concepto de documento es el que, siendo
J" áut lugbr a la rescisión. Al exigirse, como veremos, la declara-
ción de fátsedad penal, es en la ley punitiva donde podremos en-
contrar la respueitu. Oul texto de los preceptos comprendidos en
el capítulo lV del título lll del libro ll de nuestro Código Penal y
án *épu"ial de los artículos 302 y 306, vemos que todas las figu-
ras dé falsedad tipificadas en los rnismos sólo se pueden realizar
i5
sobre escritos, así RODRíGUEZ DEVESA define el documento
como escrito en el que Se da cuerpo a un contenido de pensamien-
to destinado a entrar en el tráfico jurídico'
Vemos que mientras no se amplíe el concepto de documento
mantenido por nuestra legistación penal, solamente los escritos
1696 de la
óuáJán dar lugar a la reviéión pot el n.o 2 del artículo
Ley de Enjuiciámiento Civil
En cuanto a la revisión por documentos recobrados, con los de-
1796, cree-
más presupuestos, de que'no se ocupa el n.o 1 del artículo
mos que en principio ofrece ninguna duda la posibilidad de
utilizai et concepto amplio de documento, pudiéndose plantear el

15 HODRÍGUEZ DEVESA: Derecho Penal Español, parte especial, pág' 86l


Madrid, 1975.

1t7

t¡--
pro'olema en la prueba de [a cualidad de decisivo de ese docu-
mento. Hemos de anotar que hasta ahora todas las revisiones in-
tentadas por este motivo han sido basadas en documentos escri-
tos, por lo que el Tribunal Supremo no se ha planteado este pro-
blema. De plantearse dudo que lo admitiera, debido a la interpre-
tación restrictiva que realiza de todos los motivos de revisión, lo
que le llevaría a realizar una interpretación rigurosa de los artícu-
los 12-16 y siguientes del CódÍgo civil y 596 y 602 de la Ley de En-
juiciamiento Civil, lo que no es óbice para que defendamos la ne-
cesidad de una regulación, de acuerdo con Ia doctrina la técnica
y los nuevos cuerpos legislativos de otras naciones, de la prue-
ba documental, Io que llevaría, al ámbito de los primeros números
del artículo 1796, el concepto amplio de documento. Y defende-
¡'nos la poslbilidad, teórica al rnenos, de inclusión de cualquier me-
dio de representación de la voluntad por el cauce del primero de
los motivos de revisión.

3. EL DOCUMENTO RECOBR/{DO COMO NñOTIVO DE RE\IISIÓN

a) En general
El n.o 1 del artículo 1796 prescribe que habrá lugar a la revisión
de una sentencia firme, si después de pronunciarla se cobraren do-
cumentos..., lo que nos lleva a intentar descubrir el significado y
alcance de Ia expresión recobrar.
Recobrar en su estricto sentido, significa "volver a tomar o ad-
quirir lo que antes se tenía o se poseía", la interpretación de este
término se complica a la vista del contenido del artículo 1798 de
Ia Ley de Enjuiciamiento Civil: ..en los casos previstos por el ar-
tículo 1796, el plazo para interponer el recurso de revisión será el
de tres meses, contados desde el día en que se descubrieren los
documentos nuevos... D.
El uso por el legislador de dos verbos de distinto significado y
con una gran repercusión práctica, según adoptemos la postura
de que el legislador quería dar igual valor rescisorio a los docu-
mentos recobrados y a los descubiertos, nos obliga ha plantearnos
las dos siguientes hipótesis.

fiB
El legislador dio, en efecto, el mismo alcance a los documen-
tos descubiertos y a los recobrados.
El uso del verbo descubrir en e! artículo 1798, no pasa de ser
una imprecisión terminológica del legislador, teniendo valor resci'
sorio solamente los documentos recobrados.
Veamos la opinión de la doctrina y de la jurisprudencia en torno
a este tema.
La doctrina, desgraciadarnente escasa, que se ha ocupado de
este problema, mantiene dos posturas opuestas.
La primera, defendida únicamente por MANRESAtU, que de estas
dos disposiciones legadas, podrá utilizarse el recurso de revisión
en los dos casos a que las mismas Se refieren, siempre que no hu-
biesen podido recobrarse o descubrirse los documentos antes de
pronunciada la sentencia por haberlo impedido una tuerza mayor,
o por la obra de la parte contraria.
La segunda postura es la que defiende que el motivo 1." de
revisión sólo está contemplado el supuesto del documento reco-
brado.
PRIETO CASTRO17, afirma que la expresión de la Ley de En-
juiclamiento Civil recobraren signiflca que el hecho previsto en
este motivo es sólo la detención u ocultación de documentos an-
tes conocidos; la imposibil¡dad de presentación por fuerza mayor
únicamente se puede referir a documentos cuya existencia era co'
nocida. Sigue afirmando este autor que queda excluido del moti-
vo el descubrimiento de los documentos no conocidos (nova re-
perta), ocultados maliciosamente por Ia parte contraria que se debe
incluir en el cuarto motivo de recurso de revisión.
GÓl\lEZ ORBANEJA-HERCE AUEN/IADArs, opinan que no se debe
confundir documento recobrado con el conocimiento posterior de
un documento cuya existencia se ignorase; el simple artificio do-
loso usado por una parte para impedir que Ia otra llegue a conocer
la existencia de un documento podrá incluirse en la hipótesis del
número 4, no en la del 2.

ró MANRESA: Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, tomo Vl, pá-


gina 245. Madrid 1895.
17 PRIETRO CASTRO:Derecho..., cit., vol. l, pá9. 735.
r8 GóMEZ OBBANEJA-HERCE QUEN¡ADA: Derecho..., cit., vol. l, pá9. 463.

119
SAEZ JIMÉNEZ-LOPEZ FDEZ. DE GAMBOA re, esto es y significa
que se trata de documentos plenamente conocidos por la parte que
la revisión solicita, por lo que no puede incluirse el caso de ve-
nir a conocer documentos decisivos antes rigurosamente descono-
cidos.
GUASP no estudia directamente el problema pero de su frase:
"Quedan fuera de la posibilidad de una revisión, por prueba docu-
mental incompleta, los documentos de producción posterior y aqué-
llos que, siendo anteriores, hubieran podido y debido ser aporta-
dos por [a parte que se queja ahora de su ausencia del proceso";
se puede deducir que pone más énfasis en Ia necesidad de la fuer-
za mayor o la obra de la otra parte que en la diferencia entre re-
cobrar y descubrir.
La segunda de las corrientes de opinión mencionadas, sería per-
fecta y de imposible crítica, de no ser por el olvido que deja de
los documentos descubiertos y cuya ignorancia no se deba a la
obra de la otra parte. únicamente los estudian SÁEZ JIMÉNEZ y
LOPEZ FERNÁNDEZ DE GAMBOA 20.
Efectivamente, si todos los documentos "descubiertos" y no
"recobrados" hubieran permanecido desconocidos, para la parte
perjudicada por su ausencia, debido a una actuación dolosa de la
otra parte, estarían incluidos en el n." 4." del artículo 1796. Pero,
creemos, que la cuest¡ón se sensibiliza al ver que pueden descu-
brirse unos documentos cuyo desconocimiento anterior no sea de-
bido a la otra parte, puede incluso que la otra parte fuese tan igno-
rante de su existencia como la perjudicada.
La solución no es en absoluto fácil ya que hemos de optar por
asimilar, a los efectos de la revisión, los conceptos de recobrar y
describir, con las dificultades, incluso idiomáticas que esto trae
consigo, o mantener una postura rígida.

re SAEZ JIMENEZ-LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio, cit., tomo lll,


vol. l, págs. 474 y siguientes.
20 Llegan a la conclusión de que el problema es de imposible solución en
la actual redacción de la ley y abogan por la modificación de la redacción de
este motivo, dan la siguiente redacción: nSi después de pronunciada se llegase
a conocer o se recobraran documentos decisivos, de cuya existencia no tuvie-
ra noticias la parte, o que conociéndolos, hubieran estado fuera de su alcance
y disposición por Íuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se hubiera
dictado.

t20
La primera de las soluciones, traería como consecuencia,
la po'
con
sibilidad de una serie de demandas de revisión interpuestas protec-
ii;"; Jilutotiot y fraudulentos, un retraso en la definitiva
;iil¡uifdica de los intereses en litigio, e incluso una posible pro-
de
tección a la negl¡éenc¡a de las partei, en cuanto a la aportación
pruebas al proóeéo cuya sentencia se intenta revisar.
El mantener la tesis restrictiva trae consigo, la posibilidad de
y aun
tener que mantener la firmeza de un fallo que se considera' del
voluntad
es posibte, que ,á prueba que es injusto' y -que la-forma que de
legislador estuvo v¡t¡ada por la ignoran-cia de tal
ighoto, su.fallo hubiera sido otro'
-.-iu conocido el documento párte,
tráner
Jurisprudencia, por su no ha estudiado directamente
el térmi-
el problema, y únicamente en un par de sentencias utiliza el caso 1'o
no descubr¡r. Lá.Lntunc¡a de 12 de julio de 1940: "En curnplido
del artículo 1796 el recurrente ha de demostrar de modode decisi'
que los documentos descubiertos merecen calificarse
Já*", y la de ri J" mayo de 1g65: *se recobren o descubran,
se-
entre
gún los términos qu" .*plea el artículo 1789". sin embargo
las fechas de est'as dos sentencias el Tribunalde supremo utiliza
14 de diciem-
,¡ár,p* la palaUia-iu"obtut'', y Brlperíodo,
la sentencia
nos da una de las de-
bre de 1962, perteneciente u "tt* que nunca haya
finiciones más completas, por no decir la más, que re-
emitido sobre qr" *t to que significa.recobrar?', diciendo
cobrados son: los documentos que debiendo estar
normalmente
por causa ajena a su vo-
án-poA", de la parte dejaron de estarlo de dictada
luntad, durante Ji ple¡to volviendo a poseerlos después
y con posterioridad a la sentencia de 17 de
la sentencia firmeD;'régrido_
mayo de 1gO5: f,u utitizando exclusivamente recobrado;
siendo ta sentencia de 27 de enero de 1962 la con mayor claridad
23'
diferencia ambos términos

2lUtilizanrecobrarúnicamente,entreotras:3dejuliode1944,1Bdemayo
de1954,17de¡unioOe1957,18deenerode1958'27deenerode1962'
z2 La misma ¿-utiniriOn dan las s"ntencias de B de junio de 1963 y 27 de
marzo de 1965.
2s Esta sentencia nos dice: "Aunque nuestra Ley procesal, parece emplear
como equivalenter i"* igt*inos recobrár -art.
1796- y descubrir -art' 1798-'
sinembargo,notienenelmismosignificado,yaquerecobraresvolveratener
que descubrir es hallar
o adquirir de nueuo io qu" se tenía o poseía, mientras. niega a los documen'
lo que estaba ¡gnoiadá o escondido,;-pLro a continuación
121
Vl

Del examen de la jurisprudencia, hemos de deducir que de-


bido al criterio que se da en la interpretación, de todos
los motivos, del-restrictivo
artículo 1296, er Tribunal supremo se inclina a ad-
mitir los documentos recobrados y no los descubiertos.
De todo Io expuesto deducimos, que con la actual redacción
del artículo 1796 y debido a la interpretación, necesariamente res-
trictiva que se ha de dar a los motivos de revisión, quedan fuera
de ella los documentos descubiertos y .ryá ignorancia no sea
el resultado de una maquinación fraudu-lgnta de iu purtu vencedo-
ra en el proceso que se intenta rescindir, ya que incluso aún admi-
tiendo el concepto de descubiertos, no poirían reun¡r ta necesaria
característica de haber sido detenidos por fuerza mayor, ya que,
como veremos más adelante, ésta no es equiparable á la ignoran_
cia. Por lo tanto defendemos la necesidad de una redaccr-ón de
los motivos de revisión en la que se dé entrada a este grupo oe
documentos, pero hoy tenemos que adrnitir su exclus¡on-del am_
bito del n." 1." del artículo 17g6.
¿Qué es recobrar? ¿eué condiciones tiene que tener un docu_
mento para que se pueda decir que ha sido recobrado?
si recobrar es volver a adquirir Io que antes se tenía, la prime-
ra condición que se ha de exigir a estos documentos es que la
fecha de su producción sea antés a la sentencia firme, .ryu revi-
sión se intenta. .Y creemos gue si el momento del r".óbro se
debe retrotraer al momento preclusivo de posibilidad a6' uportu.tos
al 'proceso anterior, igualmente se debe riigir la existen.¡á oái oo-
cumento en ese momento; la jurisprudencia se refiere, siempre,
a documento anterior a la sentencia firme, sentencia de 10 de oc-
tubre de 1gG6: "El título no es anterior a la sentencia firme, cual
se requiere para que pueda haber sido recobrado,,2a.
.derVeamos por último qué clase de posesión ha habido que per-
para poder recobrar. El Tribunat 'supremo nos dice reiterada-
mente que recobrar es volver a adquirir to que antes se tenía
o

tos aportados en el caso que falla, tanto la condición de recobrados como la


de
descubiertos con lo que no se define.
24 Entre otras sentencias de 2T de enero de
1g28, 26 de octubre
3 de julio de 1944, lz de junio de 19sz y 25 de septiembre de 1969. de 1g33,

122

..,l
poseía'u, y ono recobrada puesto que nunca estuvo en poder de
la parte"
Parte de la doctrina, MANRESA, SAEZ J|MÉNEZ-L6pEz FDEZ. DE
GAMBOA'ó nos hablan de documentos oconocidosu Gon anteriori-
dad a la sentencia firme. El Tribunar supremo en sentencia de 11
de enero de 1g4g concedió la revisión de una sentencia en base
a un documento que nunca había estado en poder (durante el pri-
mer proceso) de la parte demandante en revisión, los hechos de
esta interesante sentencia fueron: La cocinera de un negocio Bar
invierte en el mismo todos sus ahorros, el dueño del Bai le firma
un documento reconociendo ta deuda; el Bar es traspasado y en
el contrato de traspaso el cesionario se compromete a pagar las
deudas del cedente, cláusula en virtud de la clal queda deulor de
la cocinera; la cocinera demanda, para el pago de su deuda, soli-
dariamente al cedente y al cesionario dei óontrato de traspaso,
pero no puede aportar el contrato de traspaso. La sentencia con-
dena al pago al primitivo dueño de Bar, y absuetve at cesionario
en- el traspaso, basada en la inexistencia del contrato de traspaso
y la no prueba de la subrogación del cesionario en la deuda del ce-
dente. Llegado el documeñto a poder de la cocinera ésta interpo-
ne demanda de revisión, pidiendo la rescisión de la sentencia, en
el cap.ítulo que absolvió al cesionario, la revisión prospera y el
capítulo absolutorio de la primera sentencia se declaia reéc¡n-
dido.
creemos que la posesión que hay que recobrar, más que en su
sentido técnico jurídico de (poder de hecho sobre una cosá,27,
debe de entender como conocimiento de ta existencia y cualida-
des de ese documento, que tendrá necesariamente qru rérnir todo
los demás requisitos que veremos en este capítulo.

25 Sentencias de 2T de enero de 1g62, y 18 de mayo de 1g54; además, 14


de diciembre de 1962, B de junio de 1963, 2T de marzo de ig65, 2g de noviem-
bre de 1967, 19 de junio de 1971.
26 sAEz JIMENEZ-LóPEZ FDEZ. DE GAMBOA: compendio, cit., tomo |il,
página 475.
27 GARCÍA VALDECASAS: ta posesión, pág. 17. Granada, 1953.

123
:!7-
I
I

I
I

I
I

b) Hipótesis jurisprudenclales

El estudio jurisprudencial del primer motivo de revisión, que


hemos realizado, abarca desde la entrada en vigor de nuestra Ley
de Enjuiciamiento Civil hasta 1975. En su exposición mantenemos
un orden cronológico, si bien dividimos el período de tiempo abar-
cado en varias etapas:

I. HASTA 19OO
1. Sentencia de 15 de febrero de 188628
Don J. G. O. arrendó a J. S. y a J. M. unos terrenos con los pac-
tos, entre otros, de que el arrendamiento se hacía por diez años,
que su precio se había de satisfacer por medias anualidades, que
los arrendatarios construirían un teatro y un café, para cuyas cons-
trucciones deberían obtener la aprobación del arrendador, siendo
de cuenta de los arrendatarios hacer y quitar las referidas obras
concluido el arr:iendo. Quedaban obligados al cumplimiento del con-
trato todos los efectos existentes en el local arrendado y los edi-
ficios construidos, dando derecho todo incumplimiento a la resci-
sión del arriendo, y en su consecuencia, a exigir el desahucio de
los locales arrendados, al que no podrían oponerse los arrendata-
rios por ningún motivo ni razón, ni pretender abono alguno por lo
que hubieran construido, que quedaría a utilidad del arrendador si
se opusieran y no pagaran con puntualidad el precio fijado, renun-
ciando a que los tribunales les admitieran la oposición, si antes
no acreditasen con arreglo a la ley tener pagados dichos alquile-
res, y además en pena y castigo una cantidad doble de las que de-
bieran satisfacer por todos los conceptos relatados, la cual debe-
rían asimismo entregar al arrendador para indemnizarle de todos
los daños, perjuicios y costas que pudiera sufrir.
Los arrendatarios J. S. y J. M. fundaron una sociedad en la gue
entró como tercero V. 1., el cual se comprometió a pagar todos
los gastos de la misma incluido el alquiler de los terrenos.

28 Las sentencias están estudiadas bien en la Colección Legislativa Juris-


prudencial Civil, bien del Repertorio ARANZADI, las citamos por el número
marginal que tienen dentro del tomo correspondiente a su fecha, la citada es
C. L. n." 64.

124
El arrendador J. G. O. presentó solicitud de embargo preven-
tivo de los bienes de J. S. y J. M., en virtud de la cantidad que le
debían at no haber sido abonada Ia renta de los terrenos' El em-
bargo fue ratificado en e! procedimiento ejecutivo que se incoó'
Por escritura pública et arrendador J. G' O. cedió y traspasó a
F. B. M. todos lós derechos, acciones y obligaciones que por la
mencionada escritura de arrendamiento le correspondieran, c6n'
tinuando el procedimiento ejecutivo por F. B' M. se mandó que con
los productos del secuestro se pagase al actor la cantidad que re'
clamaba y sus intereses.
Posteriormente F. B. l\4. presentó demanda de desahucio por
falta de pago, el Juez municlpal dictó sentenc¡a estimando el de-
sahuclo, más adelante el ptopio F. B. M. presentó una demanda de'
clarativa alegando que con la sentencia de desahucio había que'
dado resc¡ndido de hecho y de derecho el contrato de arrendamien'
to y que Ia causa principal de dicha rescisión fue el incumplimien'
to del contrato por puriu de los arrendatarios. Resulta haber lle-
gado el caso de tener que aplicarse lo pactado, por todo- ello pe-
áír qu* todo lo construido en los ter¡'enos arrendados y todo cuanto
ex¡siía en los mismos de propiedad de los demandados quedaba a
utilidad y de propiedad del arrendatario o de su causahabiente, que
era el demandante, sin que los demandados por ningún motivo o
razon pudieran pretender abono de ninguna ctase, y que si los de-
mandados se oponían a ta declaración de propiedad que se solici-
taba, fueran los demandados condenados no tan sólo al pago de
tos alquileres devengados y no sat¡sfechos y demás cantidades que
.oñ"epto de indemnización debían entregar en los semestres
"n
Venc¡dos, sino también, como pena estipulada en el contrato, a
pagar el dobte de las referidas cantidades.
Los demandados en la contestación de la demanda reconocían
ta existencia del contrato de arrendam¡ento y confesaban que ha-
bían entrado a utilizar los terrenos arrendados, para lo cual Se
asociaron con V. l. Como en la escritura de arriendo no se había
estipulado que el pago hubiera de hacerse en el domicilio del arren-
dador y deéde un p?incipio lo había recogido éste de la casa de
los arrendatarios, que después del contrato con V. l', había recogi'
do el arrendador el pago, que le efectuaba V. 1., en los locales arren-
dados. oue a los pocos días de haberse iniciado un trimestre, sin
hacer la rnenor indicación o reclamación, el arrendador obtuvo el

125

9
embargo prevent¡vo y poster¡ormente la ejecución sobre los terre-
nos y sus rentas, y cuando ya tuvo casi asegurado el pago del
arrendamiento por estar embargadas cantidades suficientes para
ello, el cesionario del arrendador había deducido un juicio de de-
sahucio por falta de pago que había sido estimado, pero que esta-
ba sin cumplir por haberse declarado riulas las diligencias practi-
cadas para ello. Quedando patentizado el absurdo que se había
propuesto el demandante de pretender por un lado dar vida y efec-
to a un contrato, con la reclamación del precio de un arriendo y
cumpli'miento de sus condiciones, y de otra parte, proyectando su
rescisión en un juicio de desahucio. Por todo ello no podían me-
nos de creer los demandados que no sóJo dicha cesión era simu-
lada, sino que así la incoación del juicio ejecutivo promovido por
el arrendador, como el desahucio posteriormente incoado por el
que decía ser su cesionario y hasta la interposición de la deman-
da actual, obedecían conjunta y confabuladamente al propósito es-
tudiadamente preparado de expoliar en beneficio de tercera perso-
na, que las actuaciones sucesivas señalarían, de bienes y perte-
nencias a los demandados.
Después de evacuados los escritos de réplica y dúplica se
presentó en los autos el representante de la sociedad G. H. C. a
la que el demandante le había cedido en escritura pública todos
sus derechos y obligaciones.
El Juez de primera instancia dictó sentencia desestimando Ia
demanda.
Apelada la sentencia por la sociedad, los demandados en el
escrito dándose por instuidos dijeron por otrosí, que después del
fallo de primera instancia habían llegado a su conocimiento hechos
nuevos de marcada trascendencia y de notoria influencia para el re-
sultado del pleito, ocurridos con posterioridad al término para pro-
poner prueba en primera instancia, tales hechos consistían en que
su socio V. l. había firmado dos escrituras: una con F. B. M., por la
que éste le cedía todos sus derechos y V. l. reconocía la cesión
que el demandante había hecho a la sociedad G. H. C.; otra firma-
da con la sociedad por la que ésta se comprometía a proseguir los
pleitos, abonando V. l. todos los gastos que se ocasionasen, sien-
do para él mismo los resultados de ellos.
La Audencia dictó auto declarando no haber lugar a recibir los
autos a prueba, porque lo que se proponían justificar los deman-

126
dados no era conducente para la resolución del
pleito; notificado
pretensión'
este auto a las partes sin que se hiciera ninguna otra revocan-
se llamaron los'autos a la vista y la Sala dictó sentencia
áá ru apelada y admitiendo en todo la demanda.
El recurso de casación por infracción de tey fue desestimado' que
Los demandados interponen revisión por causa 1." alegando
M. y la ce-
los documentos de cesión de J. G. O. a favor de F. B.por
sión de éste a la sociedad y las escrituras firmadas
su socio
ü. i: t-la sociedád, reúnen lós requisitos señalados en el n'" 1
del
artículo 1796 de la Ley cle Enjuiciamiento civil' que se re-
CoNSIDERANDO: Que de las cuatro escrituras a
la
fiere la parte recurrente dos de ellas vinieron al 'pleito -durante
la segunda
primera instancia, y s¡ las otras no Se trajeron durante
resolución
instancia tue poiqúe así lo resotvió la Audiencia, cuya por cuya
consintió la parte que hoy pide la revisión de la sentencia
razón no es pro.uiunte,-fundada en el n." 1 del artículo
1796 de
no
la Ley de Enjuiciamiento Civil, puesto que. dichos documentos
parte en cuyo
fueron detenídos por fuerza mayor ni por obra de la
favor se dictó la sentencia. [No ha lugar')

2. Sentencia de 28 de maYo de 188629


se presentó una clemanda solicitando et reconocimiento de hija
natural, alegando que la es'posa del demandante, era hija natural
Já O....yuiallecido, y pidiendo la concesión de la legítima en la
herencia de su Padre.
La demanda es rechazada. La apelación confirma la sentencia'
y et recurso de casación no es admitido'
Se interpone revisiÓn alegando que el abogado defensor no ha-
bía utilizado un documento consistente en el acta del consejo pa-
terno dado, por D.... a Su hija natural, para celebrar matrimonio'
En dicha acta se reconoce que el segundo apellido de la hija era
el de...y que utilizaba el segundo de su padre por ser reconocida
por é1.
CoNSIDERANDO: Que el documento que se dice recobrado con
posterioridad a dictarse la sentencia firme que termina el pleito
a que el recurso Se Contrae, sObre no Ser decisivO para reSolver

n C. L. n.' 230

t27
en sentido contrario a lo declarado firrne y ejecutoriamente, no ha
sido retenido por tuerza mayor, puesto que no se dice cuál puede
ser ésta, ni menos ha dejado de utilizarse por obra de la parte a
cuyo favor se dictó dicha sentencia, sino por et contrario la mis-
ma que hoy aspira a la revisión conviene en que el documento no
ha salido de su poder durante el pleito, siéndole por tanto imputa-
ble el no haberlo utilizado, cualquiera que sea el motivo que para
ello tuviera, al abogado encargado de su defensa. (No ha lugai.)

3. Sentencia de 7 de iulio de 188630


se interpuso demanda de mayor cuantía, pidiendo se declarase
que el demandante era el verdadero dueño de un mayorazgo, y
que sus poseedores no e'ran descendientes del fundador del mismo.
Los demandados se sponefl a la demanda alegando que era
falso el entronque de los actores con et fundador del mayorazgo,
y que la acción ejercitada había prescrito ya que ellos hacía 3g años
que tenían el disfrute de los bienes en litigio.
La sentencia de Primera Instancia absolvió de la demanda. La
audiencia confirmó la sentencia de Primera tnstancia. El Tribunat
suprerno rechazó el recurso de casación afirmando que no se
había probado suficientemente el parentesco, y que la acción ha-
bía prescrito.
se interpone demanda de revisión alegando que, tras arduas
investigaciones se ha recuperado una partida de naci¡,niento, que
estaba entre dos hojas de un libro parroquial que habían perma-
necido pegadas muchos años, y que alentados por éxito habían
acudido al Archivo Nacional de Simancas , y allí entre unos papeles
sin inventariar habían logrado descr-rbrir un docurnento que de-
mostraba la hidalguía de su abuelo, así como, et entronque de éste
con el mayorazgo objeto del litigio.
CONSIDEBANDO: oue para que pueda darse lugar a la revi-
sión de una sentencia firme, conforme al n." I del artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento civil, en que se funda el presente re-
curso, son necesarios dos requisitos: 1." que después de pronun-
ciada aquélla se recobren documentos decisivos del pteito, esto
es, con valor y eficacia bastante para resolverlo en sentido contra

30 C. L. n.' 60

t28
r¡o o diferente al del fallo recaído; 2." que tales documentos hayan
sido detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo
favor se hubiera dictado la sentencia.
CONSIDERANDO: Que cualquiera que sea el valor y la efica-
cia de los documentos que han presentado los recurrentes, como
encontrados después de la sentencia firme para justificar su en-
tronque con el fundador del mayorazgo, es cierto que tales docu-
mentos no son decisivos del pleito, en razón a que el fallo abso-
lutorio de la demanda no se fundó solamente en la falta de justifi-
cación de dicho entronque sino en haber estimado procedente la
excepción de 'prescripción, tanto de la acción como del dominio,
alegada por los demandados, y esta excepción que es suficiente
por sí sota para fallar el pleito en los términos en que lo ha sido
obsta a la pretensión de los recurrentes.
CONSIDERANDO: Oue tampoco se ha justificado ni concurre
el 2." requisito que exige conjuntamente la Ley, puesto que exis-
tiendo los documentos nuevarnente presentados en SUS respecti-
vos archivos, y debiéndose su hallazgo a las eficaces gestiones
practicadas por la parte recurrente, según expone la misma, des-
pués de ser firme la sentencia, es evidente que si antes o duran-
te el pleito se hubiera empleado la misma diligencia para buscarlos,
se habría obtenido el misrno resultado, y, por cons¡guiente, no
puede suponerse que tales documentos estuviesen retenidos por
acontecimiento o caso fortuito de los que el hombre más diligen-
te no puede precaver ni resistir, que es lo que constituye la fuer-
za mayor a que se ref¡ere la Ley, ni por obra de la parte en cuyo
favor se dictó la sentencia. [No ha lugar.)

II. HASTA 1947

l. Sentencia de 27 de enero de 192831


Varios obreros son despedidos por la empresa en que presta-
ban sus servicios, interponen demanda en contra de la empresa
ante el Tribunal lndustrial, pidiendo les sean concedidos los sala-
rios comprendidos desde el día 28 de octubre de 1926, hasta el
día 27 de enero de 1927, alegando que habían trabajado hasta esa

3r C. L. n.' 123.

129
fecha, Ia empresa demuestra que los despidió el día 28 de octu_
bre de 192a, y la sentencia condena a la empresa a pagar una
se-
mana de salario.
con posterioridad a Ia sentencia y habiendo ésta ganado firme-
za, por haberla consentido las partes, los obreros sól¡c¡tan
empresa un certificado en que consta que habían prestado
de la
sus ser-
vicios en la misma. La empresa les da un certificádo en q* .on._
ta que habían prestado sus servicios en eila hasta et día de la ex-
pedición del misrno, 14 de mayo de 1g27.
con base en este certificado, los obreros interponen demanda
de revisión alegando que ra ernpresa se negó a extender el certi-
ficado hasta que la sentencia iue firme, pór lo qr" no pudi"ron
aportarlo al pleito. Los propios obreros ruionocen que en realidad
no trabajaron más que hasta et día 2T de enero de igzz.
CONSIDERANDO: eue fundado el presente recurso de revisión
en el n.o 1.o del artículo i7g6 Ley de Enjuiciamiento civil, para que
pudiera pros'perar sería indispensable que en el documentó
o certi-
ficado presentado por tos recurrentes concurrieran las circunstan-
cias que en el mismo se enumeran.
CONSIDERANDO: eue dichos documentos no han podido
ser
recob¡ados porque no existieron antes ni durante la tramitación
del pleito, y por tanto, nunca ros tuvieron en su poder los recu-
ruentes hasta que fueron recramados y expedidos'con pori.riori-
dad a la sentencia que ahora se impugnu, d. ro que ,"
á"rprende
que tampoco han estado detenidos pór fuerza mayor
de la parte recurrida, según se deduóe del mismo escrito
ni por obra
de aqué-
llos, ní pueden estimarsé tegalmente decisivos desde el momento
que la existencia en ellos de un error está confirmada por
los mis-
mos recurrentes, que reconocen no haber prestado sus trabajos
hasta el 14 de mayo. [No ha lugar.)

2. Sentencia de 16 de octubre de lg2g32


se interpuso una demanda de reconocimientos de hija natural,
.la sentencia
de primerainstancia fue absotutoria. seguida Ia se_
gunda instancia en rebeldía del demandado, ta Audiencia
Territo-

32 C. L. n.. 165

130
riat revocó la sentencia del Juzgado y aceptó la demanda en todos
sus pedimentos.
Al morir el demandado su viuda interpone demanda de revisión,
alegando que entre las cartas y papeles de su marido, encontró una
carta en la que Su marido afirma que no tiene ninguna hija natur"al,
y en la que se hace referencia a una escritura de perdón otorgada
por la madre de la reconocida hija natural, en favor de su difunto
espo5o, por la que Se sobreselló una querella, que Se seguía con-
tra él m¡smo, por estupro; alega, asim¡smo, la demandante en re-
visión que el pleito impugnado se siguió sin la intervención del Mi-
nisterio Fiscal, intervención que califica de preceptiva en esta cla-
se de procesos.
CONSIDERANDO: Que la excepc¡onal naturaleza del recurso de
revisión impide examinar la sentencia firme contra la cual se in'
terponga, desde puntos de vista distintos de los taxativamente se-
ñalados en cada uno de los casos del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, y así en la actual demanda formalizada para
solicitar la revisión de la sentencia dictada por la Audiencia Terri-
rial en autos seguidos sobre reconocimiento de hija natural tiene
que ceñirse extr¡ctamente la actuación de este Tribunal Supre-
mo al estudio y resolución de las dos únicas cuestiones plantea-
das por la recurrente, dentro del texto legal, esto es, s¡ el do-
cumento cuya copia fotográfica se acompaña justifica la proceden-
cia del recurso por reunir las condiciones prefijadas por el n." 'l.o
del citado artículo y también si Ia sentencia impugnada se haya
comprendida en el n." 4.o por haberse ganado injustamente, que-
dando excluida la referencia a la no intervención del Ministerio
Fisca! en el pleito, por impropio de ser tratado en esta clase de
recursos.
CONSIDEBANDO: Que en el caso del n." 1." del artículo 1796
Ia base para la revisión t¡ene que ser un documento decisivo cuya
aportación al pleito no haya sido posible, por fuerza mayor o por
obra de la parte favorecida por la sentencia, y es evidente que
no reúne eSaS condiciones el acompañado al recurso por medio
de copia fotográfica, porque se trata de una sencilla negativa de
paternidad suscrita por su autor, refiriéndose para probarla a una
escritura pública de perdón otorgada por la madre de la recurrida,
y en primer término, tal manifestación extrajudicial no ha mereci-
do al legislador la consideración de documento, sino la de un he-

131
E
.l

cho sujeto a la apreciación de los Tribunales, según las reglas es-


tablecidas para la prueba a tenor de lo dispuesto en el artículo 1239
del Código civil, y, además, se da la circunstancia de con poste-
rioridad a la referida escritura, y a la mencionada negativa, se ini-
ció el pleito sobre reconocimiento de hija natural, por la recurrida
contra D. A., el cual personado en los autos negó rotundamente la
paternidad y el reconocimiento que se le atribuían, es decir, repro-
dujo sustancialmente la negativa que había consignado por escrito
en el papel privado, de modo que esa denegación juntamente con
la escritura de perdón, que igualmente se aportó al litigio, consti-
tuyen elementos de prueba que el Tribunal sentenciador tuvo en
cuenta al dictar la sentencia recurrida, y consiguientemente tam-
poco concurre en ellos el imprescindible requisito de no haber
sido aportados al pleito. (No ha lugar.)

3. Sentencia de 1B de enero de 193333


La demandante en revisión fue desahuciada, de la vivienda que
tenía arrendada al propietario de Ia casa, por falta de pago de
la renta estipulada. En la demanda de revisión alega que con pos-
terioridad a la sentencia de desahucio había encontrado un docu-
mento en el que se decía que el demandado en revisión volunta-
riamente adquirida la obligación de consentir que su madre habi-
tara gratuita y vitaliciamente la casa cuya propiedad le había ce-
dido su madre (la que fue objeto del desahucio), por cuya obliga-
ción no podría enajenar dicho inmueble sin el consentimiento de
su madre.
CONSIDERANDO: Que el recurso de revisión es el que se in-
terpone para obtener la revocación de sentencia firme, no proce-
diendo por lo civil más que en los casos enumerados en el artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, siendo el primero de
dichos casos el fundamento del presente recurso y consistente en
el hecho de recobrarse, después de pronunciarse la sentencia fir-
me, documentos decisivos, detenidos por fuerza mayor o por obra
de la parte en cuyo favor se dictó tal resolución, como se deduce
claramente del referido precepto, no basta para que prospere el
recurso de revisión, haber recobrado un documento decisivo, esto

33 C. L. n.' 33.

132
1T
I
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li

'

es, de influencia tan notoria en el pleito que si el juzgador hubie-


ra podido apreciarlo al dictar la sentencia, la hubiera pronunciado
en sentido contrario, sino que es requisito indispensable el acre-
ditar que tal documento no puede recobrarse antes de pronunciar
la seniencia por haberlo impedido una fuerza mayor o por obra de
la parte contraria, incumbiendo probar estos hechos al recurrente-
CONSIDERANDO: Oue en el presente caso aun admitiendo que
el documento privado que se alega recuperado fuese decisivo y
hubiera cambiado ei criterio del Juez, ni se ha alegado en el escri-
to interponiendo este recurso el sitio donde se encontraba o la
persona que lo. tenía antes de recobrarlo el recurrente, ni menos
se justifica ni intentado justificar la causa o motivo que impedía lo
poseyeta éste, ya que aquél escrito se limita a hacer la afirma-
ción de que el documento ha aparecido y sido recobrado. [No ha
lugar.)

4. Sentencias de 25 de abril de 194034

Por documento privado se vendió un molino en el precio de


12.000 ptas., pactándose que en el momento de la firma se paga-
ban 3.000, y dejándose el resto para más adelante, asimismo se
pactó que en el momento de efectuar el resto de pago se eleva-
ría el documento privado a público mediante la firma de la corres-
pondiente escritura. Al negarse el comprador a cumplir lo pactado,
el vendedor interpone demanda por el resto del precio, intereses
y costas.
La demanda es desestimada, fundándose la sentencia en no ha-
berse justificado la venta documentalmente, ya que el vendedor
había 'perdido el contrato.
El contrato es encontrado por un tercero a la litis quien lo guar-
da en su poder, hasta que habiendo conocido casualmente al ven-
dedor se lo entrega cuando ya la sentencia es firme.
El 9 de septiembre de 1937 y en escrito presentado ante el juz-
gado de Almadén, por no estar constituido el Tribunal Supremo en
la zona nacional, el actor interpuso recurso de revisión con la ma-
nifestación de que lo hacía al efecto de interrumpir la prescrip-
ción, sin perjuicio de reproducirlo en su día ante-el Tribunal Supre-

34 B. A. n." 526.

t3s

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tt l
fr'

mo, aportando el contrato privado al recurso, una vez formalizada


Ia revisión ante el Tribunal supremo el 17 de agosto de 1939, el
Jocumento fue reconocido como legítimo por el comprador en
confesión judicial.
CONSIDERANDO: Que si razones de orden social, encamina-
das a garantizar la certidumbre y seguridad de derechos declara-
Já, poi resolución judicial llevan a santificar la cosa juzgada me-
dianie el principio de que la sentencia firme es irrevocable, no
r" ¿"t.onb." la posibilidad de un caso excepcional y por causas
.n g"n"ral no imputables at-titular de un derecho, el fallo sea erró- de
neo e injusto y .on el fin de armonizar aquellas convenienciasjus-
orden sócial con ta necesidad de que en todo caso impere la
t¡r¡á, legistador adoptó un criterio intermedio, declarando en
"l a lZSl del Código civil que contra la presunción de- que
el artícul
iu roru juzgada es verdad sóto será eficaz la sentencia ganada en
juicio de revisión.
CONSIDERANDO: Oue en la reglamentación de este
juicio o
recurso, la Ley de Enjuiciamiento civil fija normas tan restrictivas
qru el principio cas¡ absoluto de la irrevocabilidad del fallo firme
solo cede ante la demostración evidente de que concurre alguno
de los casos extraordinarios que señala el artículo 1796 de la Ley
que
de Enjuiciamiento civil, exigiendo en el primero de los casos,
es el ¡nvocado en el caso de autos, la justificación de que después
Oá pronunciada la sentencia firme se hayan recobrado documentos
decis¡vos detenidos por fuerza mayor, y además, según los artícu-
los 1798 y 1800, que el recurso se interponga antes de los cinco
y
años siguientes , iu fecha de Ia publicacign de la sentencia den-
tro de los tres meses, contados desde el día en que fueron reco-
brados los documentos.
CONSIDEFANDO: Que no es dudosa la concurrencia en el caso
de autos cle los requisitos que la tey exige para que el recurso de
revisión deba prosperar, porque, en efecto, resulta que la senten-
cia recurrida es firme, de acuerdo con lo que dispone el artículo 369
¡; iu Ley de Enjuiciamiento Civil, el recurso 'parece iniciado den-
y
tro de los términos señalados en los artículos 1798 1800 de la
misma ley, y el documento que sirve de base a la revisión solici-
tada, reConociendo c6mg legítimo en este recurgo, estuvo rete-
nido por un tercero durante la tramitación del juicio, sin conoci-
miento del recurrente que, no pudo utilizarlo en el pleito por esta

t34
circunstancia, para él imprevisible e inevitable, mereciendo el do-
cumento Ia calificación de decisivo, aunque sin perjuzgar Ia cues-
tión de fondo, por contener todos los requisitos del contrato de pro-
mesa de compra a que se refiere el artículo 1451 en relación al
artículo 1261 del Código civil, atendiendo, en particular, al motivo
de falta de prueba documental determinante del fallo absolutorio
firme, razones por Ias que debe ser revisado dicho fallo en los tér-
minos que prescriben los artículos 1806 y siguientes de la citada
ley Procesal. (Ha lugar.)

ilr. HASTA r961

t. Sentencia de 3 de iulio de 19443s


Se interpuso demanda de desahucio, alegando como motivos
del mismo: a) Uso indebido del local. b) Término del contrato.
c) Haber realizado el inquilino obras inconsentidas. La finca obje-
to del pleito era la ubicada en el n." 3 de la calle A. G., en el plei-
to se presentó una certificación del Ayuntamiento, sobre licencia
concedida para la apertura de una Academia en el n." I de dicha
calle y otras certificaciones del Ministerio de Educación Nacional,
expresivas de que no resulta colegio alguno autorizado en el n." 3
de la tan nombrada calle. Resultó probado que los dos edificios
estaban unidos por un pasillo establecido por el inquilino. El plei-
to terminó con sentencia que daba lugar al desahucio.
Se interpone demanda de revisión alegando una certificación
del secretario del Ayuntamiento, expedida con posterioridad a la
fecha de la sentencia firme, expresiva de que en la matrícula del
Registro Municipal sobre inquilinos del año 1939 la casa n." 3 de
la calle A. G. aparece dedicada a un centro de enseñanza,
CONSIDERANDO: Que el artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil al autorizar en su n.o 1." la revisión de una sentencia
firme si después de pronunciadas se recobraren documentos deci-
sivos retenidos por fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo
favor fue dictada la sentencia firme que se trata de impugnar, cla-
ramente da a entender que los documentos utilizables para la revi-
sión además de decisivos han de ser anteriores a la sentencia,

35 C. L. n." 49.

135
porque en los expedidos con posterioridad no pueden darse las
otras circunstancias de haber sido recobrados por los recurrentes
en revisión y detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte
demandada en este nuevo juicio. [No ha lugar.)

2. Sentencia de 1l de enero de 19493b


La cocinera de un negocio de Bar invierte en este negocio to-
dos sus ahorros, el dueño del Bar le firma un documento de reco-
nocimiento de deuda. El Bar es traspasado y en el contrato de tras-
paso el cesionario se compromete a pagar las deudas del cedente,
cláusula en virtud de la cual queda deudor de la cocinera. La coci-
nera demanda solidariamente al cedente y al cesionario, sobre el
pago de la deuda, pero no se aporta a los autos el contrato de tras-
paso. La sentencia condena al pago al primer prop¡etario del Bar,
y absuelve al cesionario y nuevo dueño, en virtud de la inesisten-
cia del contrato de traspaso, y la no prueba de la subrogación del
cesionario en la deuda del cedente.
Llegado el documento de traspaso a poder de la cocinera ésta
interpone demanda de revisión, pidiendo la rescisión de la senten-
cia en el capítulo que absolvió al cesionario.
CONSIDERANDO: Que el documento en que se hizo constar el
traspaso del Bar n0 se llevó a los autos, pese a los requerimien-
tos que al efecto se hicieron, por el recurrido, a pretexto una vez,
de haberlo destruido, y otra de haberlo extraviado, por lo que ha-
biendo sido absuelto en la sentencia recurrida, precisamente por
no haberse probado, a falta de dicho documento, que había asu-
mido la obligación de pagar los "creditos pendientes de pago, ya
Sean éstos contra el negocio o contra el propietario personalmen-
1sr, pacto cuya inclusión en el contrato de traspaso ha sido confe-
sado por el recurrido al absolver la posición primera de su confe-
sión, a la vista de la copia del documento en cuestión presentada
por la recurrente, se está en el caso de que según el n." I del ar-
tículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, ha lugar a la revisión
de la sentencia
CONSIDERANDO: Que habrá que atender a los fundamentos del
recurso para rescindir en todo o en parte la sentencia impugnada,

3ó C. L. n." 6.

136
según que los fundamentos det recurso se refieran a la totalidad
o JO¡o á alguno de los capítulos de la misma sentencia, por lo que
cuando el iundamento del recurso sólo se refiera a un determi-
nado capítulo de la sentencia recurrida, éste será el único afecta-
do por [a rescisión de la misma. [Ha lugar.]

3. Sentencía de 18 de mayo de 195437


se interpuso demanda solicitando la rescisión de un contrato
de arrendamiento por subarriendo inconsentido, que fue desestirna'
da, y confirmada la sentencia en apelación.
ée interpone demanda de revisión alegando que con posterio-
ridad a ser firme ta sentencia impugnada a llegado a manos del
demandante en revisión una carta del subarrendatario, reconocien'
do la existencia del subarriendo, cuando en el pleito este subarren-
datario había certificado, como presidente de una federación re-
gional de motorismo, y testificado, que no pagaba renta alguna.
CONSIDERANDO: Óue según tiene declarado esta Sala con in'
sistencia la acción rescisoria de sentencias firmes, concedida por
el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento como recurso extraor-
dinario, que llama de revisión, es ejercitable de manera exclusiva
; t purá justificar los casos que el mismo citado artículo señala,
por'to quaesta restrictiva finalidad suya, a la que se han de aco-
modar tanto la materia sobre la que ha de versar el recurso, como
la resotución que en el mismo ha de recaer, obligan a tener siem-
pre en cuenta que la cosa juzgada sólo puede desconocerse ante
iá cumplida demostración de uno de tos motivos por lo gqe la
Ley ha dispuesto que ceda excepcionalmente la irrevocabilidad
de las resoluciones iirr"s, siguiéndose de esta doctrina fundamen-
tal que el recurso de revisión no inicia una nueva instancia, ni
autoriza, por Consiguiente, a que se hagan revivir cuestiones qua
ya fueron propuestás en las det juicio, para que con aportación de
pruebas que no se tenían o conocían entonces Se vuelva a resol-
ver de manera distinta a como lo hizo el tribunal a quo.
CONSIDERANDO: Que sobre el subarriendo como causa legal
de resolución del arrendamiento versó plenamente el debate en el
litigio, y las partes aportaron a él sus pruebas, valiéndose la acto-

37 C. L. n." 205.

137

-,1-
--t I
i

ra y hoy recurrente en rev¡s¡ón, para justificar el extremo del sub-


arriendo que afirmaba, de los medios que estimó convenientes a
su derecho, y esta certeza impone la conclusión de que la finali-
dad que con el ejercicio de su pretensión rescisoria persigue la par-
te recurrente no es otra que la de que se adicione al conjunto pro-
batorio, ya tenido en cuenta por el sentenciador de instancia, para
que se resuelva de nuevo una cuestión de hecho, ante aquél ya
discutida, un elemento de juicio más adquirido por el recurrente
después de la firmeza de la sentencia y que en todo caso tendría
que ser conjugado con las demás probanzas, que juntamente con
él vendrían a quedar sometidas a la apreciación y criterio del juz-
gador, porque Ia calidad de prueba decisiva que en el recurso se
asigna a un documento, que ni fue en momento alguno propio de
los recurrentes, ni está suscrito por ninguno de los demandados,
no se da en él de la manera inequívoca que sería precisa para que
cupiera estimar que se hallaba tan provisto de eficacia probatoria
que destruía la posibilidad de que las demás pruebas la contra-
riasen.
CONSIDERANDO: Que habiendo amparado los recurrentes el
recurso en el n.o 1." del artículo 1796 de la ley procesal, que aco-
ge como motivo de revisión de una sentencia firme el recobro,
después de pronunciada, de documentos decisivos detenidos por
Íuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se hubiera dicta'
do aquélla, no podría estimarse comprendida en este caso una car'
ta no recobrada, puesto que nunca estuvo en poder del recurren'
te, ni detenida por fuerza mayor alguna, ni por obra de un litigan-
te, sino simplemente por desconocer en tiempo su existencia la
parte a la que pudiera haber sido útil. (No ha lugar).

IV. HASTA I966

l. Sentencia de I
de f ebrero de 1961 38
Se interpone demanda de revisión solicitando la rescisión de
una sentencia desestimatoria de casación que puso fin a un plei-
to de mayor cuantía sobre mejor derecho a la sucesión de un du-
cado. El demandante en revisión alega que con posterioridad a

38 C. L. n." 82.

138
ta firmeza de la sentencia encontró en una librería de viejo un do-
cumento que había desaparecido de la casa Ducal durante las con-
moc¡ones de 1936, y por medio de este documento se encontraron
otros, menc¡onados en é1, que estaban en el Archivo Histórico Na-
cional.
CONSIDERANDO: Que según resulta de la propia naturaleza
del recurso de casación por infracción de Ley, conforme a la que
verdaderamente y empleando frase de no exacto rigor técnico en
aras a la claridad de lo que se quiera expresar no se falla el plei-
to, sino el acierto o desacierto de la sentencia que haya dictado
el Tribunal a quo, debido a lo que, cuando aquel recurso se deses-
time, ta sentencia que lo resuelve es la de este Tribunal, y si se
casa, es ¡a segunda o de fondo que dicta el de casación, que sus-
tituyéndolo actúa, en este caso, como de instanc¡a, por lo que no
procede recurso de revisión contra la sentencia desestimatoria
de la casación respecto a la cual, a tenor del artículo 406 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, no se da recurso alguno, por lo que
la revisión ha de referirse a la sentencia de instancia, Sea cual-
quiera el grado en que resulte su firmeza, y la que debe ser rescin-
dida y no la de casación.
CONSIDERANDO: Que la alegación de los documentos presen-
tados como detenidos no puede extenderse a los obrantes en ar-
chivos públicos con indicaciones más o menos eficaces obrantes
en los autos, y que una diligencia obligada en estos casos pudie-
ron y debieron conducir a su hallazgo o descubrimlento, no pudien-
do decirse que estuviera privado el recurrente de este descono-
cimiento por causa de fuerza mayor, pues lo estuvo más bien por
falta de diligencia, ya que no consta la realidad del obstáculo efi-
caz que le impidiera acceso a los archivos públicos y al indicado
conoc¡miento, y Si la fuerza mayor es inadmisible, más lo es !a
intervención para impedirlo de la parte contraria, lo cual determí-
na la falta de un requisito esencial para la prosperidad del recurso,
ya que lo normal y corriente es que los documentos que obran en
lugar,es públicos, como el archivo de donde se extrajeron los
aportados por certificaciones, estén al alcance y conocimiento de
todos aquellos a quienes interese, Si pruebas pertinentes no re-
velan lo contrario.
CONSIDERANDO: Oue para la nota de "decisivos" que exige
el precepto legal para los documentos hallados, es necesario ex-

139

L-
Y

traer de las alegaciones de las partes algo sustancial, y si el plei-


to ofrecía base bastante para resolver en el sentido que se pro-
pugna los documentos ya no eran (decisivos,,, flo resolvían ni de-
cidían por si la cuestión, cuanto más en tales supuestos podían ser
coadyuvantes de la resolución.
CONSIDERANDO: Que esta Sala siempre ha manifestado el sen-
tido restrictivo en contra del recurso de revisión, del que puede
admitirse como precisa su calificación doctrinal de excepcional,
contradictor de la fuerza vinculante de la cosa juzgada, necesaria
para la seguridad de la vida jurídica, que impone su exigencia ine-
ludible que toda duda ha de despejarse en contra de su admisión.
(No ha lugar.)

2. Sentencia de 23 de enero de l962se


El propietario de una vivienda, demandó de desahucio a su in-
quilino, por haber subarrendado sin su consentimiento dos habi-
taciones. La demanda fue estimada dictándose sentencia de prime-
ra instancia en fecha de 16 de abril de 1965. Apelada la sentencia
fue revocada, basándose la sentencia de apelación en que a tenor
del artículo 27 de la L.A.U. de 31 de diciembre de 1946 se permi-
te la convivencia de dos extraños a la familia.
El propietario de la vivienda interpone demanda de revisión,
y alega que la mujer que figuraba en el 'padrón municipal como es-
posa del demandado, y que el mismo demandado reconoció como
tal en prueba de confesión practicada en el primer litigio, no lo era,
para probar esta alegación aporta certificados de Registros Civi-
les, por los que prueba el estado de soltera de dicha mujer en
la fecha de la sentencia recurrida, así como demuestra un ante-
rior matrimonio del inquilino celebrado en Marruecos 30 años an-
tes, aportando por último el certificado de matrimonio celebrado
entre el demandado y la mujer que afirmó ser su esposa, en el
primer litigio, matrimonio que a tenor del certificado aportado se
celebró el día 13 de agosto de 1956, 15 meses después de la fe-
cha de la sentencia firme
CONSIDERANDO: Que dada la naturaleza excepcional y extraor-
dinaria del recurso de revisión, tan sólo podrá desenvolverse a

3e C. L. n.' 49.

140
través de los 4 supuestos que recoge el artículo 1796 de la Ley
de Enjuiciamiento ó¡u¡¡, de los cuales en el caso del día tan sólo
se utilizan los dos Primeros.
CONSIDERANDO: Que los documentos acompañados aunque
pudieran ser decisivos a los fines del recurso, ninguno puede am'
pararse en aquellos números det citado artículo, por cuanto a.más
b" no haber sido detenidos por fuerza mayor o por obra de la
puttu recurrida, se encontraban a ta libre disposición del recu-
rrente en los Registros públicos de donde emanan, no acompa-
ñándoles tampoco" aquellá previa declaración de falsedad indis-
pensable para enca¡ailos en et n." 2.o, por todo lo que deben ser
rechazados ambos mot¡vos únicos del recurso'
' CONS¡DERANDO: Que con independencia de las anteriores de-
ctaraciones, es fuerza proctamar a la vista de la certificación de
matr¡monio celebrado entre el recurrido y D." E. N. V. el día 13
;;;g;*t"áe 1950, bien ctaro se advierte que en et momento de dic-
tarse la sentencia cuya revisión se interesa, esta señora era <<eX-
trañao a ta famil¡a dél inquilino y su presencia en la vivienda, in-
crementando el número de tos otros conviventes, hacía ya impo-
sible provocar, cual lo hizo el fallo, la presencia de la figura de
la convivencia del artícuto 27 de la Ley derogada, pero además
todas las actividades del inquilino para lograr dicho fallo, ¡ntere'
sando ta resolución del subairiendo concertado, que logró; confe-
sando en los autos la presencia de distintos convivientes, y lle-
vando a los mismos el iadrón municipal contrahecho, en el que fi-
gura como cónyuge la señora que años después contrajo con él
matrimon¡o, podríán constituir un conjunto de maquinaciones frau-
dulentas que este recurso de revisión no puede estimar por no
haber sido interesada la aplicación del ni 4." del artículo 1796 lo
que en definitiva obliga a rechazar el recurso' (No ha lugar')

3. Sentencia de 23 de novíembre de 196240


El arrendatario de un edificio subarrendó algunos locales de ne-
gocios sitos en el mismo edificio. Los subarrendatarios, firmaron
óon la propiedad, un documento privado, pactando que al término
del contraio de arrendamiento, pasarían ellos a ser arrendatarios'

40 C. L. n." 850.

t4l
10

',j:
r
La propiedad aporta el edificio y una sociedad, y se siguen
dos procedimientos de desahucio contra el arrendatario, en am-
bos intervienen los subarrendatarios,alegan su contrato privado,
y los Tribunales les reconocen el derecho a ser partes, no pros-
perando ninguna de las dos demandas.
El contrato de arrendamiento se rescinde ante notario, intervi-
niendo la sociedad propietaria del edificio y el arrendatario. El edi-
ficio está en la ciudad de Barcelona, en la misma ciudad tienen
su domicilio la sociedad y el arrendatario.
La sociedad propietaria del edificio interpone demanda ante el
juzgado de Granollers, alegando que los contratos de subarriendo
se extinguen con el contrato de arrendamiento, por lo que el arren-
datario debería dejar libre todo el edificio, el arrendatario se alla-
na a la demanda, los subarrendatarios no tienen conocimiento de
la existencia del mencionado litigio hasta las diligencias del lan-
zamiento.
Los subarrendatarios interponen demanda de revisión basada
en los motivos 1.' y 4." del artículo 1796 alegando que los docu'
mentos firmados con la propiedad están en poder de ésta, y ma:
quinación fraudulenta, constituida por haber seguido el pleito en
juzgado donde no residía ninguna de las partes ni estaba situado
el objeto litigioso, con el único propósito de impedirles defender
sus derechos.
CONSIDERANDO: Que antes de entrar en el fondo del presente
recurso extraordinario de revisión habrá de resolverse la excep-
ción de falta de legitimación activa en los recurrentes para promo-
verlo, que opusieron los recurridos basándose en que aquéllos no
fueron'parte en el juicio de cuya revisión se trata, puesto que con-
forme a la Jurisprudencia de esta Sala, que culmina en la senten-
cia de 20 de abril de 1950, sólo los que tenían tal carácter estaban
capacitadCIs para ello, y habida cuenta que si bien es cierta tal doc-
trina jurisprudencial, no lo es menos que debe entenderse exten-
dida no sólo a quienes fueron interpelados en el litigio, sino a to-
dos aquéllos que por estar interesados directamente en su re-
sultado, debieron ser llamados a é1, pues admitir lo contrario equi-
valdría a tolerar que a más de no ser oídos en el proceso, ne-
gándoles los medios de defensa de sus posibles derechos, privar-
les sobre ello de uno de los recursos que la ley concede, sobre
todo, teniendo el carácter de extraordinario.

142
CONSIDERANDO: Oue det estudio de lo actuado se désprende
de un modo claro y evidente que los recurrentes no sólo están in-
teresados directamente en el juicio cuya revisión pretenden, sino
que en realidad únicamente se discutían en él esos sólo intere-
ses a sus espaldas y fingiendo los recurridos, Únicos presuntos
contendientes, un problema entre ellos y el arrendatario, en opo-
sición, el triunfo de sus deseos; y buena prueba de ello es que en
dos juicios anteriores de desahucio tramitados entre los recu-
rridoá, lograron los recurrentes se tes tuviera por partes evjtando
fueran lañzados de los locales que tenían subarrendados, llegán-
dose a declararse por sentencia de esta propia Sala de 17 de oc-
tubre de 1961, que por ser interesados primordialmente en el jui-
cio, tenían perfecto derecho a Ser parte del mismo para mantener
y probar sus pretensiones, y siendo ello .así, están act¡vamente
í.jiti*uOos para formutar el presente recurso y debe rechazarse
la excepción proPuesta.
COÑSIOERANDO: Que entrando en el fondo del recurso, se
basa en los apartados 13 y 4." del artículo 1796 de la Ley d,e En-
juiciamiento ó¡v¡1, en cuanto al primero porque con anterioridad
ál .ur. del Sr. R. en et arrendamiento de los locales de que los
recurrentes eran subarrendatarios, les fue concedido del anterior
propietario o de su administrador una promesa de arrendamiento
b¡recto, uno de los recurrentes y una verdadera locación de los
mismos al otro para cuando aquél cesara, y si bien es cierto que
llegado el momento oportuno y no cumplidas las promesas debie-
ron exigir su efectividad en el procedimiento adecuado; no lo es
menos como queda antes expuesto que en dos procesos de desahu-
cio en que alegaron tal derecho, se les admitió, incluso por este
tribunal, como parte legítima para defenderlo; por todo .lo cual
existen etementbs suficientes para est¡mar la existencia de tales
documentos que los recurridos tienen en su poder y se niegan-a pre-
sentar pese a Su Íuerza decisiva en el juicio, por lo qu9 el caso
se hallá comprendido en el n." 1: del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil y debe prosperar el recurso'
CONSIDERANDO: Que det mismo estudio de Io actuado se des-
prende que los recurridos Vec¡nos de Barcelona, viendo obstacu-
iizado su deseo de que quedaran libres y a disposición del- propie-
tario los locales de'refeiencia sitos también en dicha ciudad, por
la intervención de los recurrentes que Se mostraron parte en los

143
-- -T

juicios de desahucio, sostenidos por el Sr. R., que pese a haber


cesado como arrendatario con mucha anterioridad se personaba
en los procesos para allanarse de las demandas, logrando ser ad-
mitidos como tal parte y descubriendo las intenciones de los re-
curridos, éstos con evidente fraude procesal promovieron en el
juzgado de Granollers, donde ninguno tenía ni su domicilio, ni su
vecindad, ni su residencia transitoria por más de pocas horas, el
juicio impugnado con el fin de ejecutar un desahucio que no ha-
bían obtenido, y teniendo en cuenta que la defensa de los derechos
autoriza a utilizar cuantos medios lícitos se ofrezcan para ello,
agotándose en el planteamientos, probanza y recursos, no permi-
te en ningún modo el empleo de elementos contrarios a la leal-
tad que los contendientes se deben y mucho menos a sustraer
al conocimiento del juzgador los verdaderos términos del proble-
ma planteado; aparece evidente que al fingir que el Sr. R. residía
en Granollers para tramitar allí el juicio impugnado, alejándolo de
Barcelona, donde por dos veces ya se había intentado, contándo-
se por la intervención de los recurrentes que tuvieron conocimien-
to de su sustanción, lo que sería más difícil en Granollers y con un
fingido allanamiento por quien ya no tenía capacidad para ello
al haber perdido su condición de arrendatario, cometieron un frau-
de procesal que originó la sentencia ganada por maquinación
fraudulenta de los supuestos contendientes, con ánimo de perju-
dicar a los recurrentes, que hace caer plenamente el caso en el
número 4." del artículo 1796 y procede dar lugar al recurso de re-
visión. (Ha lugar.)
4. Sentencia de 1 7de mayo de 1965 al
El demandante en revisión fue desahuciado de la vivienda que
tenía subarrendada, por haberse resuelto el contrato de arrenda-
miento que era causa de su subarriendo.
Fundamenta su demanda de revisión el n.o 1.o del artículo 1796,
alegando que al hacer un espurgo de papeles en su archivo en-
contró unas cartas que demostraban que dicho contrato de sub-
arriendo era en realidad contrato de arrendamiento.

4't C. L. n.' 379

144
CONSIDERANDO: Que el n.o l.o del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil en que se apoya la revisión que se resuelve,
la autoriza cuando después de pronunciada la sentencia firme, se
recobran documentos decisivos detenidos por fuerza mayor o por
obra de la parte en cuyo favor se hubiera dictado, norma que para
su aplicación precisa de los siguientes requisitos: 1." que se reco-
bren o descubran, según los términos que emplea el artículo 1798
de la Ley procesal, los documentos después del fallo firme, sin
que baste la simple recuperación de los mismos, por ser indis-
pensable acreditar que no pudieron descubrirse antes por fuerza
mayor o por obra o maquinaciones de la parte contraria, hechos
que ha de justificar el recurrente. 2." que tales documentos se re-
cobraron y descubrieron después de pronunciada la sentencia fir-
me, con justificación de tal hecho y de su fecha, pues de ésta
ha de partirse para el cómputo del plazo de tres meses concedi-
dos para instar la revisión por el artículo 1798, plazo que siem-
pre está subordinado al de los cinco años siguientes a la fecha de
la publicación de la sentencia que, como prescripción de la acción
fija el artículo 1800, y 3." que tales documentos sean decisivos,
es decir, de influenc¡a tan notoria en el pleito que si el juzgador
los hubiere tenido a la vista al dictar su fallo para poder apreciar
su eficacia, lo hubiera pronunciado en sentido contrario a como
lo hizo. [No ha lugar.)
V. HASTA 197b

l. Sentencia de 3 de maya de 1967 a2


La usufructuaria de un local de negocio demanda de desahucio
al arrendatario del mismo, alegando, en su demanda la falta de
ocupación del local. El arrendatario es declarado rebelde y en
esa situación jurídica se le sigue todo el proceso, si bien absuel-
ve posiciones. La demanda es acogida en todos sus pedimentos y
siete meses después de firme la sentencia, se declara judicial-
mente la incapacidad del arrendatario desalojado, incapacidad que
los familiares del incapacitado tenían solicitada mucho antes de
ser interpuesta la demanda de desahucio.

42 C. L. n.' 307

145
El h¡jo del arrendatario desalojado interpone revisión basándo-
la en la sentencia de incapacidad, sentencia a la que califica de
documento recobrado.
GONSIDERANDO: Que si el recurso se funda, como en el caso
presente, en haberse recuperado documentos decisivos, es indis-
pensable que éstos hayan estado detenidos por fuerza mayor o
por obra de la parte a cuyo favor se haya dictado la sentencia; los
documentos ni han sido recobrados, pues esto requiere una pre-
existencia de los mismos, ni son anteriores como supone el con-
cepto de recuperación, ni han sido retenidos por fuerza mayor, ni
son decisivos para el pleito de forma tal que por sí sólos contra-
digan categóricamente lo convenido en el mismo y en la senten-
cia que le pone fin. (No ha lugar.)

2. Sentencía de 6 de iunio de 1968 a3


Se interpuso una demanda sobre retracto de colindantes que
prosperó, concediéndose el retracto en 6.000 ptas., precio que cons-
ta en la escritura pública de compraventa.
El condenado en el retracto interpone revisión fundada en los
motivos 1." y 4." del artículo 1796, alegando que con ocasión de
un pleito entre los herederos del vendedor de la finca objeto del
retracto, ha salido a la luz un documento que tenía dicho vende-
dor, del cual resulta que el precio de ta finca no era de'6.000 ptas.
sino de 105.000 ptas.; alega que la actora del retracto y demanda-
da en revisión conocía la existencia de dicho documento, así como,
el precio real, lo que ocultó dolosamente.
CONSIDERANDO: Oue como tiene esta Sala declarado, entre
otras en las sentencias de 3 de mayo de 1961 y 14 de diciembre
de 1962, el recurso de revisión por ser el más extraordinario de
todos, al ir contra el principio riguroso y casi absoluto de la irre-
vocabilidad de los fallos que hayan adquirido el carácter de fir-
mes, impone que la interpretación de los supuestos que lo autori-
zan, se lleve a cabo con absoluta rigidez y criterio restrictivo, ya
que de lo contrario llevaría la inseguridad a las situaciones reco-
nocidas y derechos declarados en las sentencias, quebrándose con
ello el principio de la intangibilidad de la cosa juzgada.

43 C. L. n.' 448

146
I

CONSIDERANDO: Que en tal sentido Ia sentencia de 30 de


octubre de 1967 siguiendo a tas de 18 de enero de 1958,29 de di-
ciembre de 1961 y f ¿" febrero de 1967, que si bien razones ele-
mántates y poderosas de seguridad jurídica, -dimanantes del res-
peto qu* hun de merecer tas resoluciones firmes, pronunciadas
iióil"r Tribunates de Justicia, imponen que la cosa juzgada haya
pro verítate habetur) y eii-
'el verdadera (res iudicata presunción de veracidad
áe tenerse por
caz, hasta punto de que contra esa
sólo podrá aciuar eficazmente la sentencia ganada en juicio de
revisión (artículo 1251, párrafo 2.'del Código civil), y por ello el
recurso que permite poner en duda la justicia con que se ha- dic-
tado una' ,"uolución i¡r*u, conmoviendo la propia firmeza de lo
resuelto, se presenta como el más excepcional de todos, imponien-
do severos requisitos que han de ser observados con rigidez y
entre los que se encuentran: 1." Que la impugnación se dirija con-
tra la sentencia que en última instancia haya resuelto la cuestión
de fondo. 2.o Que se base en hechos debidamente aducidos y de-
mostrados s¡n resquicio alguno de duda- 3.o Que tales hechos en'
cajen estrictamenté en alguno de los supuestos tYe..s". contemplan
ei el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil' Y 4'" que se
observen en su ptanteamiento tas prescripciones legales atinentes
ri'
;l t¡empo y a la forma, todo ello, interpretado con el saludableante
go, qué, aiendida la grave finalidad del recurso, es exigible
él peligro.de que por abuso o lenidad llegue a convertirse este re'
medio extraordinar¡o en algo muy distinto y hasta contrario a la
misión que está llamado a cumPlir.
CONSIDERANDO: Oue puntualizando aun más respecto algunas
de las causas de revisión que se establecen en los apartados del
artículo 1796 de la Ley procesal, Ia jurisprudencia, entre otras va-
rias en las sentenciai de B de junio de 1963 y 1de febrero de
1967, ha establecido como requisitos indispensables para su apre-
I

'
i ciación: A) Que si se trata del n." 1'" de dicho artículo, deberán
darse las c¡rcunstanc¡as siguientes: 1.' Que los documentos Se
j
i
1

hayan recobrado después de pronunciada la sentencia que se tra-


I

te de revisar; 2.o que los mismos hubieran sido detenidos por


Íuerza mayor o por obra de ta parte en cuyo favor se hubiera dic-
tado la sentencia y nunca por acción y omisión, culpable o negli-
gente de quien tardiamente los presenta en el juicio revisorio;
á." qru tales documentoS sean "decisivo5r, pará resolver las cues-

147

-4
r

tiones planteadas en la /ifis, de tal forma que prima facie sea razo-
nable estimar que el fallo hubiera sido distinto de haberlos tenido
a la vista el juzgador.
CONSIDEHANDO: Que respecto a la maquinación fraudulenta
contemplada en el n."4."del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, que, como las demás causas de revisión a que se refie-
re el precepto, se refieran a hechos ajenos al pleito y ocurridos fue-
ra del misrno, a no existir en los que tengan su influencia en el
curso de la /ifis, un acreditado y decisivo fraude procesal que im-
ponga la revisión.
CONSIDERANDO: Que con referencia al caso concreto de autos
es de tener en cuenta: A) Respecto a la posible aplicación de los
dispuestos en el n.o l.o del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, 1.o Que no aparece probada la fec,ha en que haya podido
tener lugar el posible recobro de los documentos privados de
venta, en los que se pactaba un precio superior al consignado en
la escritura pública, que sirvió de base para el ejercicio del de-
recho de retracto, faltando, pues, a efectos del recurso, la obliga-
da prueba de que los documentos no estuvieron a disposición del
hoy recurrente con anterioridad a la sentencia recaída; queda tam-
bién, por tanto, en incertidumbre, el hecho de que el propio re-
curso se presentara dentro del término legal establecido para
ello. 2.' En manera alguna y aun aceptando las propias manifesta-
ciones del recurrente, puede admitirse que los documentos estu-
vieran detenidos por fuerza mayor, ni por obra de la parte en
cuyo favor ha sido dictada la sentencia que de revisar se trata;
sólo a la inadvertencia desidia o descuido en repasar o en revisar
los papeles o documentos por quien los tenía en su poder cabría
atribuir el retraso evidente en su oportuna presentación en juicio.
3." Finalmente tampoco se podrá conceder a tales documentos el
carácter de decisivos, al no ser presumible que su influjo fuera por
sí bastante para alterar el resultado del pleito.
CONSIDERANDO: Que por lo que respecta a la causa 4 del
artículo 1796 es de advertir la total inconsistencia de la argumen-
tación del recurrente sobre tal punto, y como según constante
jurisprudencia la "maquinación dolosar QU€ puede dar lugar a la
revisión ha de deducirse, de hechos ajenos al pleito y ocurridos
fuera del mismo y no de los alegados y discutidos en é1, como
ocurre en el presente caso. [No ha lugar.]

T48
3. Sentencia de l5 de noviembre de 1971 44
El antiguo director-gerente de una cooperativa, demanda, a la
cooperativa, sobre el reconocimiento de deuda, proponiendo como
prueba, entre otras, la documental privada de exhibición de los li-
bros de actas de la cooperativa; manifiesta la demandada que los
libros fueron aportados, como prueba, a un proceso que se siguió,
ante la Magistratura de Trabajo n." 2 de Ia ciudad de 2., entre las
mismas partes, y que aún obran en poder de dicha Magistratura.
El Juez de 1." lnstancia, por medio de diligencia para mejor pro-
veer, requirió al presidente de la cooperativa para que presentara
los libros de actas, manifestando el requerido que: "Los libros que
se interesa se aportaron a un proceso ante la Magistratura de Tra-
bajo y aún no han sido devueltos", lo mismo se contestó a un
requerimiento de aportación que realizó la audiencia provincial
en 2." instancia; la única gestión realizada por la cooperativa para
la recuperación de los mencionados libros fue la simple petición
ante la secretaría de la Magistratura de Trabajo.
La sentencia aceptó la demanda en todos sus pedimentos y fue
confirmada en apelación.
Contra la sentencia de apelación se interpone revisión, alegan-
do que con posterioridad a la firmeza de la sentencia se encontra-
ron los libros de actas en la secretaría de la Magistratura de Tra-
bajo n." l, cuando el pleito al que se aportaron fue seguido ante la
número 2, que en realidad lo sucedido fue que al devolver, los nom-
brados libros, Ia Sala Sexta del Tribunal Supremo, en vez de ir a
la secretaría de la Magistratura n." 2 incomprensiblemente fueron
a la de la 1, donde se confundieron, por su similitud morfológica
con los de registro de Ia Magistratura, permaneciendo allí durante
varios años.
CONSIDERANDO: Que dado el carácter excepcional y extraor-
dinario del recurso de revisión, su regulación ha de hacerse de
forma restrictiva, por cuanto que ataca el principo casi absoluto
de la irrevocabilidad de la cosa juzgada, principio que sólo cede
ante la justificación cumplida de darse alguno de los supuestos
previstos en el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por
lo que, y fundado el presente recurso en el n." 1 del indicado pre-

44 R. A. n.' 4653.

t49
ri

l
I

ir

cepto legal, es v¡sto, que la entidad recurrente viene obligada a


probar la concurrencia de los tres requisitos siguientes: ál que
los documentos de que se trata se han recobrado despues de pro-
nunciarse la sentencia firme a que se refiere el recurso; b) que
dichos documentos son decisivos para tat resolución, y c) que io,
mismos han estado detenidos por ia aregada fuerza mayor.
CONSIDERANDO: Que Ia apreciacióñ probatoria resulta claro,
que la detención de los documentos en cuestión, es decir, su no
disponibilidad pa-ra la aportación de los mismos en tiempo pro-
cesal oportuno al proceso civil, no ha sido un acontecimiento ab-
solutamente extraño y no imputabte a ta parte recurrente, sino, por
el contrario, un suceso a cuya producción ha contribuido con su
conducta descuidada o negligente, de suerte, que. si hubiera obra-
do no ya con la diligencia máxima con que se venía obligada, sino
incluso, con una diligencia normat, los ribros de refer.ni¡u hubie-
sen podido inconporarse oportunamente a los autos civiles, en su
virtud se impone el concluir que no se ha dado Ia fuerza mayor.
INo ha lugar.)
4. Sentencia de lS de octubre de lgTSas
.dasLgr propietarios de un local de negocio interponen dos deman-
distintas de desahucio, en la 1." alegan como causa de la res-
cisión del contrato de arrendamiento ta no ocupación del locat, en
la 2.' alegan traspaso inconsentido.
La primera de las demandas prospera y el contrato se declara
rescindido por sentencia firme de 3 de enero de 1923. La segunda
no prospera al triunfar la excepción de prescripción de la aóción.
El inquilino interpone revisión por el n.o 1 del artículo 12g6 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, basando su demanda en la senten-
cia gu9 niega la rescisión del contrato y que es fechada en 6 de
abril de 1974.
CONSIDERANDO: Que reiteradamente ha hecho resaltar la doc-
trina jurisprudencial el carácter extraordinario y excepcionat de re-
curso de revisión, y también ha destacado que en este recurso
lo que respecta a sus condiciones precisas y causas invo-
-en
cadas- debe tener una aplicación restrictiva, acord-e con su natu-

45 R. A. n.' 3591.

150

._.-*-J
casi absoluto'
raleza,por afectar tan singular- remedio
al
-principio,
fallo que tenga el carác-
de intang¡b¡l¡dad"v;; it;u;;cabilidad del del artículo 1251 del
ter de firme,.u.t'*u ¿esprende del 2." párrafo a casos y circuns-
b-á¿ig" civ¡l; V poiuto nó válido el extenderlo
tancias que no las taxativamente determinadas y previstas
"t
""un iu l-"V de Enjuiciamento Givil dentro de sus
en el artículo 17éé-de pueda cons'
precisos términos, sin que tan extiaordinario recurso un nue-
i¡irir-rn medio que auiorice a los tiligantes -a proponer
VoexamendecuestionesquetuvieronSUámbitoadecuadoenen el orden pro-
el pleito, ni tampoco para reparar negligencias
demostración cumplida de
batorio, oen¡enioi;;; ;btt'ibi"u a la
establecidas en el pre-
alguna o algunar:d'" las causas de revisión (sentencia de 14
cepto de la l.V"prot;;i "iu¡l unt*s mencionado
de octubre de f970). fundado en el
CONSIDERAN-óó: Aue el recurso de revisión civ¡l exi-
número i.' det'"ñrcr1" iieo de la Ley de.Eniuiciamiento
el que los docu-
ge como ,"qui*¡io ineludible para sú.viabilidad, decisivos para el
sean
mentos a que dicho precepto se refiere categóricamente
piáiit,-¿" fórma tal que por sí solos contradigan
que le pone fin' se-
lo contenido en el mismo y en la sentencia de 28 de
gún ha declaáo esta Salá entre otras, en sentencia
mayo de 1886 v7¿t-ütio de 1886 y I 1961' es decir'
de febrero de
aptosporsíparaprovocarunpronunciamientojudicialdistintodel
la resolución
pl"i.ri¿", v á"*rt*tiuo. de que los hechos de que por parte del
partió se denén u *u desconoóimiento o ignorancia
Tribunal, lo que no ocurre cuando el
pleito ofrece por sí base su-
impugnada mediante el
ficiente puru iJ ;J"ó;i¿" de la resoluciónque
análisis de otros eiementos probatorios de forma rotunda y
del documen-
terminantu no"quedan desvirtúados por la aportación diciembre de
to en que el recurso se ampara (sentencia de 27 de
1962).
g6NSTDERAND9: eue ra apricación de la doctrina expuesta
conduce inexcusablemente al perecimie.nt_o
del presente recurso,
1974 que no puede
pues la sentencia documento de 6 de abril de
Ser nunca el documento a que se refiere
el artículo 1796' n'o 1'o'
de revisión' al tratar-
tampoco contradice la sentencia impugnada
se de paralelas, cuyos supuestos de hecho están sepa-
"unt"nc'ra"
rados temporalmente, ya que no el uso del local de negocio se con-
cretó en los años 1968, 1969 y 1g70, y la ocupación
del local sin

15t
-r7-

consentimiento del titular arrendador por una sociedad anón¡ma


v¡ene referida a part¡r del año 1971, por lo que no ex¡ste contra-
dicción entre que una sentencia dé lugar a la resolución del contra-
to por no uso durante los años 1968-1970, y que otra deniegue la
resolución contractual por Cesión inconsentida o subarriendo en
los años 1971-72, (No ha lugar.)
De examen de la jurisprudencia española en torno al primero
de los motivos de revisión extraemos dos consideraciones princi-
pales:
l.o
La jurisprudencia es constante desde el primer momento
de vigencia de nuestra Ley, hasta nuestros días, sin haber sufri-
do ninguna variación, la interpretación jurisprudencial de la nor-
ma estudiada, a lo largo del casi siglo de su vigencia.
2." Los constantes presupuestos para la aplicación de la pri-
mera de tas causas de revisión son: Recobrar un documento que
reúna las siguientes características: a) Que sea preexistente, pero
recobrado con posterioridad a la sentencia firme. b) Que tenga
influencia decisiva en la solución del proceso impugnado. c) Oue
su no aportación al proceso impugnado sea debida a la fuerza ma-
yor o a obra de la parte en cuyo favor se dictó la sentencia.
El estudio de estos presupuestos es la materia que constitu-
ye el objeto del próximo apartado de este capítulo.
En las anteriores hipótesis jurisprudenciales no hemos reco-
gido, para no hacer interminable la redacción de las mismas, más
que las sentencias, más significativas dentro de cada etapa en que
hernos dividido el tiempo que abarca el estudio jurisprudencial.

c) Presupuestos:

a') POSTERIOR A LA CITACIÓN PARA SENTENCIA

El artículo 1796, en su n.o l.o comienza: "Si después de dictada"


ila sentencia firme); esto nos sitúa en el momento a partir del
cual el recobrar un documento puede servir de fundamento para
una revisión. La doctr¡na tu con carácter unitario retrotae el reco-

16 Así cit., vol. l, pág. 735. SAEZ JIMENEZ'


PRIETO CASTRO: Derecha...,
LóPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio..., cit., tomo lll, volumen I, pá9. 473.
CALVO SANGHEZ: La revisión..., cit., pá9. 324 y siguientes.

152
r-'

bro al momento preclusivo, señalando en los artículos 507 y 863


de ta Ley de Enjuiciamiento Civil, para la aportación de documen-
tos en primera y segunda instancia.
Esta postura está totalmente justificada ya que sino, documen-
tos recobrados con posterioridad al último momento posible de
su incorporación al proceso y antes de dictarse Ia sentencia fir-
me, y que reuniesen todos tos demás requisitos exigidos por la
ley, qued arían, injustificadamente, fuera del ámbito revisorio. De
todas formas creemos necesario mat¡zar dos supuestos distintos:
a) ta sentencia ha ganado firmeza en primera instancia. b) Ha ob-
tenido firmeza en la segunda instancia.
a) La sentencia ha quedado firme en la primera instancia y los
documentos se han recobrado después del momento procesal mar-
cado en el artículo 507 y antes de dictarse la sentencia, creemos que
en este caso et cauce procesa!, para la aportación de este docu-
mento será el del artículo 863, n." 2.", y no la revisión ya que como
tiene declarado et Tribunal Supremo la revisión no es medio que
autor¡ce a los litigantes a proponer un nuevo examen de cuestio'
nes o extremos que tuv¡eron su lugar adecuado en el pleito ante-
rior, sentencias de 10 de diciembre de 1966 y 12 de abril de 1946.
Por lo que si los documentos estaban en poder de la parte deman-
dante en revisión, cuando aún estaba abierta la vía de la segunda
instancia para su aportación a la /ifis, consideramos imposible que
se den las circunstancias necesarias para la revisión, ya que ésta
nunca puede amparar conductas negligentes de las partes conten-
dientes en el l¡tig¡o.
b) Si la sentencia gana su firmeza en la segunda instancia y
el documento se recobra después del momento del artículo 863
y antes de dictarse la Sentencia, es cuando nos encontramos con
la plena y total justificación de la retroacción defendido por la
doctrina, ya que la negación de dicha retroacción sería dejar fuera
de la revisión unos documentos que cumplen todos los requisitos
para dar lugar a la misma y que no t¡enen ni han tenido otro cauce
procesat, para Su aportac¡ón al proceso y poster¡or valoración del
órgano jurisdiccional; señalamos que la jurisprudencia no ha entra-
do a estudiar este punto limitándose a decir en innumerables

153
casos o, que los documentos han de ser recobrados después de
pronunciada ésta.

b') TNFLUENCIA DECISIVA EN EL PROCESO.

El texto del artículo 1796 exige los documentos sean DECISI-


48, de influencia tan
VOS, lo que significa, en frase de MANRESA
notoria en el pÍeito que si el juzgador hubiera podido apreciarlos
at dictar su fallo, lo hubiera pronunciado en sentido contrarío.
lntentemos ver qué es lo que el legislador exige y qué condi-
ciones ha de reunir un documento para llenar dicha eX¡genc¡a, en
cuanto al carácter de decisivo.
El primer punto a dilucidar es s¡ el plural usado por el legisla-
dor al decir documentos decisivos, es meramente una cláusula
de estilo o una exigencia numeral.
Creemos que es meramente una cláusula de estilo, ya que la
mot¡vac¡ón de la revisión ha de ponerse en los presupuestos que
ha de reunir un documento y n0 en el número de los mismos; por
ser la cuestión meramente incidental y de solución necesariamen'
te unitaria, en el sentido de nuestra opinión, nos basta fundamen'
tarla en qué, en los tres casos en que se ha logrado la revisión de
una sentencia en base a este rnotivo (sentencia de 25 de abril de
1940, 11 de enero de 1949 y 23 de noviernbre de 1962) en los tres
se había recobrado un solo documento'
El diccionario nos dice que decis¡vo es: "lo que decide o re'
suelve" y decidir €sl "cortar la dificultad, formar juicio definitivo
sobre algo dudoso o contestableo, o bien, (mover a uno la volun-
tad a fin de que tome cierta determinación".
Documento decisivo será por lo tanto, y en sentido gramatical
aquél que corta la dificultad y forma juicio definitivo sobre los
hechos controvertidos, el que mueve la voluntad del juez a que
tome cierta determinación. Al ser ineludible; para los efectos re'
visorios, que el documento no haya sido aportado al primer pleito,

47 Recogemos a título indicativo y sin ningún ánimo exhaustivo las sen'


tencias de Z julio de 1886, 17 de abril de 1933, 27 de enero de 1962, B de ju-
le
nio de 1963, 27 d" mutto de 1965, 6 de junio e 1967, 6 de junio de 1968, 19 de
junio de 1971.
48 MANRESA: Obra y tomo citados, pá9. 246.

154
el carácter de decisivo lo ha de tener el documento en el sentido
de que no quepa duda de que su aportación hubiera movido la
voluntad del juzgador en sentido distinto al expresado en la senten-
cia firme, o sea, que el nexo causal de la existencia de la senten-
cia, en e! sentido en que fue dictado haya sido la ausencia del do-
cumento recobrado
La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha ido matizando a lo
largo de la historia de la revisión los elementos que ha de tener
un documento para atribuirle la condición de decisivo.
En los tres casos en que el motivo ha prosperado el Tribunal
Supremo ha dicho: "Mereciendo el documento la calificación de
decisivo por contener todos los requisitos del contrato de prome-
sa de compra a que se refiere el artículo 1451, en relación con
el 1261, ambos del Códfgo civil, y por su notoria influencia en la
decisión del pleito, atendiendo, en particular, el motivo de falta
de prueba documental determinante del fallo"i o "la vista de la co-
p¡a del documento presentado por la recurrente, se está en el
caso de que, según el n." 1 del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil, ha lugar a la revisión de la sentencia"; "existen ele-
mentos suficientes para estimar la existencia de tal documento
que los recurridos tienen en su poder y que se niegan a presentar
pese a su fuerza decisiva en el juicio, por lo que el caso se haya
comprendido en el n." l del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil".
Parece claro que se ha de considerar decisívo a un documento
cuando un órgano jurisprudencial dicta un fallo basándose en la
ausencia de una prueba documental, y dando como inexistentes
unos hechos, que con posterioridad resultan probados plenamen-
te en virtud del documento recobrado. Pero la determinación de
la cualidad de decisivo de un documento se dificulta cuando en
el primer proceso las pruebas se han valorado conjuntamente, ya
que entonces se hace más arduo valorar hasta que punto la apor-
tación de un elemento más de prueba hubiera modificado el cri-
terio del juzgador.
Vemos los distintos elementos que la jurisprudencia ha ido de-
limitando, como integrantes de la cualidad de decisivo.
El documento ha de tener un valor probatorio conforme a lo
que disponen los artículos 1216 y siguientes del Código civil y
596 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en este senti-

t55
do la sentencia de 16 de octubre de 1962: "El informe suscrito por
un empleado de una agencia de detectives privados carece de efi-
cacia como docume¡rto privado, según lo que dispone el artícu-
la 1225 del Código civil, en relación con el 604 de la Ley de En-
juiciamiento civil, y un acta de requerimiento notarial atestigua
únicamente su fecha y los hechos presenciados por el fedetario,
pero no la veracidad de las afirmaciones de los requeridos, que
tienen el carácter de meras declaraciones extrajudiciales, con lo
que ambos documentos probatorios carecen de la cualidad de de-
cisivos a efectos del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil".
El documento decisivo significa que tiene un valor y eficacia
bastante para resolverlo en sentido contrario o diferente del fallo
recaído; de influencia tan notoria en el pleito que si el juzgador
hubiera podido apreciarlo al dictar su fallo lo hubiera pronuncia-
do en sentido contrariot capaz por sí mismo de contradecir el re-
sultado probatorio a que se llegó al fallar el 'pleito; ha de poder-
se estimar que se encontraba provisto de eficacia probatoria tal
que destruía la posibilidad de que las demás pruebas la contra-
ae.
riasen
La decisión del carácter decisivo del documento corresponde
al Tribunal Supremo por lo que es necesario que este Tr¡bunal co-
nozca el documento por sí mismo, para lo que habrá que aportar-
lo al proceso revisorio, o suministrar pruebas irrefutables sobre
los elementos y caracteres del documento. El Tribunal Supremo
tiene declarado que no cabe aplicar la calificación de documento
decisivo, a aquéllos cuyo verdadero y preciso contenido se des-
so.
conoce
El único caso en el Tribunal Supremo ha dado lugar a la revi-
sión de una sentencia firme en base a un documento que no se
aportó al proceso de revisión es el de la sentencia de 23 de no-
viembre de 1962 (recogida en las Hipótesis jurisprudenciales bajo

4e Sentencias de 28 de mayo de 1886, 7 de julio de 1986, 18 de enero de


1933, 18 de enero de 1958, 14 de noviembre de 1960, 9 de febrero de 1961,27
de enero de 1962, 14 de diciembre de 1962, 27 de diciembre de 1962, 8 de ju'
nio de 1963, 17 de mayo de 1965, 1 de febrero de 1967, 3 de mayo de 1967 y
10 de junio de 1972.
50 Sentencias de 12 de julio de 1940 y 14 de noviembre de 1956.

156
el n." 3 de la época lV, hasta 1966), en la que unos subarrendata-
rios, que habían pactado con la propiedad de los locales de co-
mercio objeto del subarriendo que al cesar el arriendo pasarian
ellos a arrendatarios, alegan en el recurso de revisión: a) Oue
la propiedad para intentar no cumplir lo pactado había demandado
por dos veces al arrendatario de desahucio, el cual se allanaba a las
demandas, pero que al intervenir los subarrendatarios en los dos
procesos, y siéndoles reconocida su legitimacíón hasta por la Sala
primera del Tribunal Supremo, la propiedad vio fustrados sus de-
seos. Después de estos dos procesos, se interpuso una tercera
demanda en una ciudad distinta a la que tenían su domicilio, la
propiedad, los subarrendatarios, el arrendatario y en la que esta-
ba el edificio objeto del pleito, al no enterarse los subarrendata-
rios de la existencia de este lit¡g¡o, y allanarse el arrendatario
[que había rescindido su contrato ante notario) la demanda pros-
peró, enterándose los subarrendatar¡os del proceso cuando la sen-
tencia ya era firme, el documento no se aporta a la revisión por
estar en poder de la propiedad. El Tribunal supremo resolvió que:
"En cuando al fondo del recurso, se basa en los apartados 1." y 4."
del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en cuanto al
primero porque con anterioridad al cese del arrendamiento de los
locales de que los recurrentes eran subarrendatarios les fue con-
cedido por la propiedad o de su administrador una promesa de
arrendamiento directo, uno de los recurrentes y una verdadera lo-
cación de los mismos el otro.para cuando aquél cesara, y si bien
es cierto que llegado el momento oportuno y no cumplidas las pro-
mesas debieron exigir su efectividad en el procedimiento adecua-
do; no lo es menos, como queda antes expuesto, que en dos pro-
cesos de desahucio en que alegaron tal derecho, se les admitió,
incluso por este Tribunal, como parte legítima para defenderlo; por
todo lo cual existen elementos suficientes para estimar la existen-
cia de tales documentos que los recurridos tienen en su poder y
se niegan a presentar pese a su fuerza decisiva en el juicio, por lo
que el caso queda comprendido en el n." 1." del artículo 17gG y
debe prosperar el recuÍsor.
La cualidad de decisivo entraña que la fuerza probatoria del do-
cumento sea tal que por sí sola baste para destruir la causa de-
cidendi de los hechos dados como probados en la sentencia an-
terior, sin que quepa la menor duda de que el juzgador del pro-

157
lt
JV

ceso impugnado, de haber tenido el referido instrumento, los he-


chos declarados probados hubieran sido contrarios; pero eS ne-
cesar¡o que esos hechos que el documento varía tan sustancial-
mente, sean los determinantes de la parte dispositiva del fallo a
rescindir, de tal forma que se vea clara y terminante que tal parte
dispositiva hubiera tenido un contenido distinto.
La sentencia de 25 de abril de 1940 que concedió la rescisión
de una sentencia firme, que había absuelto por falta de prueba
documental: "Mereciendo la calificación de decisivo, aunque s¡n
prejuzgar la cuestión de fondo, por contener, todos los requisitos
del contrato de promesa de compra a que se refiere el artículo 1451
en relac¡ón con el 1261 del Código civil, atendiendo en particular
al motivo de falta de prueba documental determinante del fallo ab-
solutorio firme". La, tan citada, sentencia de 11 de enero de 1940:
precisamente
"Habiendo sido absuelto en la sentencia recurrida,
por no haberse probado, a falta del documento (aportado en la
revisiónJ o, reVisó la sentencia absolutoria.
De los tres casos en que ha prosperado la causa primera de re-
visión en dos fueron sentencias que habían absuelto del pedimen'
to de la demanda en base a que no se había aportado la prueba
documental en que constaba la obligación cuyo cumplimiento se
solicitaba, y en la tercera el documento alegado en revisión, apor-
ta una situación al proceso que en el primero ni siquiera había sa-
lido a la luz, era totalmente desconocida para el juzgador de la sen-
tencia revisada, teniendo, pues, de común los tres casos que la
situación de hecho del proceso revisado cambia radicalmente con
la mera aportación del documento recobrado.
Las sentencias de 18 de mayo de 1954, 18 de enero de l95B y
9 de febrero de 1961 afirman QUa: "La calidad de prueba decisiva
que en et recurso Se asigna a un documento, no se da en el caso
de autos de la manera inequívoca que sería preciso para que cu'
piera estimar que se hallaba provisto de eficacia probatoria que
destruía la posibilidad de que las demás pruebas la contrariasen".
..No se trata de decisivo puesto que deja intacta la parte dis'
-
positiva del fallo." Sentencia de 10 de junio de 1972.
.,El informe suscrito por un empleado de una agencia de detec-
tives privados carece de eficacia, como documento privado, según
lo que dispone e lartículo 1225 del Código civil, en relación con
el 604 de la Ley de Enjuiciamiento civil, y un acta de requerimien-

158
to notarial atestigua únicamente su fecha y los hechos presencia-
dos por el fedatario público, pero no la veracidad, de las afirmacio-
nes de los requerldos que t¡enen el carácter de meras declaracio-
nes extrajudiciales, con lo que ambos documentos probatorios ca-
recen de la cualidad de decisivos a efectos del artículo 1796."
Sentencia de 16 de octubre de 1962,
Vemos que del estudio de la jurisprudencia es casi imposible
extraer un concepto concreto de lo que el Tribunal Supremo en-
tiende por decisivo, ya que lo que el propio Tribunal ha elaborado
más bien peca de genérico, si bien creemos que la defínición que me-
jor encaja en el concepto que nuestro más Alto Tribunal nos ha
dado de decisivo, a los efectos del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, es la contenida en las sentencias de 18 de
enero de 1933, 17 de mayo de 1965 y I de febrero de 1967: "Deci-
sivo, esto es, de influencia tan notoria que si el juzgador hubiera
podido apreciarlos al dictar su fallo lo hubiera pronunciado en sen-
tido contrario".
c') IMPOSIBILIDAD DE APORTACIóN

a") Fuerza mayor:

La figura de la fuerza mayor ha sido estudiada principalmente


por los tratadistas del Derecho Civil , realizando su estudio dentro
del campo del incumplimiento de las obligaciones, por lo que he-
mos de hacer una somera incursión en dicho campo.
Para definir la fuerza mayor existen dos clases de fórmulas,
la negativa, como ausencia de culpa por no ser el incumplimien-
to imputable al deudor; y la positiva, como acaecer de un suceso
inevitable. Dentro de las definiciones negat¡vas tenemos la del pro-
fesor CASTAN 5' el cual define la fuerza mayor como: "Aconte-
cimiento no imputable al deudor, imprevisto, o previsto, pero ine-
vitable, que imposibilita el exacto cumplimiento de la obligación";
en el mismo sentido se manifiesta PUIG PEÑA 52 al definirnos la
fuerza mayor como: "Aquel acontecimiento totalmente imprevisto

5r CASTAN: Derecho civíl español Común y Foral, tomo lll, pá9. 161. Ma-
drid, 1958.
52 PUIG PEñA: N. E. J., tomo lll, pá9.758. Barcelona, 1951.

159
t-'

o inevitable para el deudor que produce la imposibilidad del exac-


to cumplimiento de la obligación".
Entre los autores que nos dan su definición desde el punto de
vista positivo de la Íuerza mayor recogemos la de ALBADALEJO 53

el cual afirma QUe: "Hay culpa en aquellos supuestos en que usan-


do la diligencia requerida por las círcunstancias, se habría evitado
el hecho impeditivo del cumplimiento exacto".
Recogemos de CASTÁN 54 los requisitos necesarios para que
se dé la existencia del llamado caso fortuito, y que son: 1." Que se
trate de un hecho independiente de la voluntad del deudor. 2." Que
dicho acontecim¡ento sea imprevisto o previsto pero inevitable.
3.o Que dicho acontecimiento imposibilite al deudor para el cum-
plimiento de su obligación. 4." Que entre el acontecimiento y la
imposibilidad de incumplimiento de Ia obligación y el consiguien-
te daño exista un vínculo de causalidad, sin que intervenga en esta
relación como factor apreciable la actividad dolosa o culposa del
deudor.
El artículo 1105 de nuestro Código civil preceptúa que: oFuera
de los casos expresamente mencionados en la Ley y de los en que
así lo declare la obligación, nadie responderá de aquellos suce-
sos que no hubieran podido preverse, o gue, prev¡stos, fueran ine-
vitables.
Vemos que tanto las definiciones de la doctrina, como la legal
se refieren más a la figura conocida como (caso fortuitor, QUe o
la fuerza mayor, lo que hace que nos planteemos el problema, de
si ambas figuras son idénticas o si, por el contrario, correspon-
den a dos conceptos diferentes.
Dentro de la dogmática moderna dos teorías prevalecen, teo-
rías de diferenciación del casus de la vis maior; la teoría subjeti-
va y la llamada teoría objetiva.
La teoría subjetiva parte de los criterios de imprevisión e inevi-
tabilidad. Por lo que para ella caso fortuito es lo que no ,pudo pre-
verse, pero de haberse podido prever hubiera sido evitable (v.9.
robo); mientras que tuerza mayor es el acontecimiento que aun-
que se hubiera previsto habría sido inevitable (v.9. terremoto).

ssALBADALEJO: lnstituciones de Derecho Civil. Parte General y Derechos


de Abligaciones, pá9. 569. Barcelona, 1960.
54 CASTAN: Obra y tomo citados, págs. 163 y siguientes.

160
La teoría objetiva parte de la procedencia interna o externa del
obstácuto que ¡mp¡de el cumplimiento de la obligación. Si la proce-
dencia det obstáculo es interna, al círculo del currplimiento de
la obtigación, e ¡mprevisible o previsible pero inevitable es caso
fortuito (v.g. ataque repentino sufrido por el vigilante de un ho-
tel). Si la procedenc¡a del obstáculo es externa al círculo en que
se desenvuelve la obligación' será fuerza mayor (tr'g' bombardeo
que destruye la mercancía vendida) -
Hoy parece, sin embargo, que va ganando terreno la tesis de
que se trata más bien de una controversia de matiz escolástico,
u5; ahora bien, como nues-
sin asiento alguno en la realidad jurídica
tro ordenamiento positivo utiliza algunas veces ambos conceptos
como sinónimos, así el artículo 1602 del Código civil, y otras cal!-
fica de supuestos de tuerza mayor sólo a hipótesis especialmen-
te graves, la doctrina sigue utilizando esta distinción, y en este
runiido BONET RAMÓN uu nos da una definición para cada una de
estas figuras, afirmando que caso fortuito eS: "Aquel aconteci-
miento áe prócedenc¡a interna, no imputable al deudor, que se-
gún la medida de la diligencia requerida no se podía prever, o
que pr-ldiendo preverse es inevitable, y de tal naturaleza que im-
pide'el cumptimiento de la obligación"; mientras que fuerza ma'
yor es, para este autor: *El acontec¡rniento imprevisible que no
deriva de la actividad del deudor, sino que viene de fuera, y cLlyo
efecto dañoso no podía evitarse por las rnedidas de precaución
que rac¡onalmente eran de 'esperarD. De las definiciones de este
autor vemos que acepta la teoría objetiva, como criterio diferen-
ciador de ambas figuras e igualmente parece que nuestro Código
civit, en tos casos en que da un tratamiento diferente a estas fi-
guras, se inclina por la misma teoría, aSí en el artículo 1784, a'sn'
que parte de la doctrlna 57 opina que estos criterios de dife¡'enciación
no son acogidos por nuestro derecho positivo, ya que para éste
la frontera entre casos fortuitos y fuerza rnayor se trata habida
cuenta únicamente de la mayor o menor gravedad del suCeso, Sir-
viéndonos de pauta para juzgar la fuerza mayor los ejemplos que
la ley nos da de ésta (robo a mano armada, artículo 1784 del Có-

5s PUIG PEÑA: Obra citada, pá9. 760.


só BONET RAMÓN: Códígo Civil comentado, pá9. 824. Madr¡d, 1964
57 ALBADALEJO: Obra citada, pá9.571.

161
7

digo civil). El precepto que si parece que admite la teoría objeti-


va] sobre la fuerza mayor, es el artículo 6." de la Ley de Accidentes
de Trabajo de octubre de 1932, al decir que el patrono es respon-
sable de los accidentes de trabajo ocurridos a sus operarios a
menos que el accidente sea debido a Íuelza mayor extraña al tra-
bajo en que se produzca el accidente.
Una vez realizado et somero estudio de la figura de la Íuerza
mayor en la doctrina del incumplimiento de las obligaciones, es
necesario que pasemos a examinar si la fuerza mayor que exige
el artícuto 1796 de ta Ley de Enjuiciamiento Civil en su n.o l.o, es
un concepto idéntico, o solamente análogo al expuesto anter¡or'
mente.
Al estudiar la jurisprudenc¡a, existente sobre el caso que nos
ocupa, vemos que Son muy'pocas las sentencias en las que el Tri-
bunal Supremo nos da una definición positiva de la figura de la
fuerza mayor, esta penuria es, sin duda, debida al escaso número
de casos en que se ha logrado la revisión de una sentenc¡a (tres,
ya citadas poi el motivo que estamos estudiando). Por esto hemos
á" ,*"urrir a los numerosos casos en los que se ha negado la exis-
tencia de este presupuesto, para intentar ver los requisitos del
mismo.
Una de las pocas veces que el Tribunal Supremo nos ha dado
una definición de que se debe entender por fuerza mayor en re'
visión, es en la sentencia de 7 de julio de 1886, en la que nos dice
que: oFuerza mayor es un acontecimiento o caso fortuito de los
que el hombre más diligente no puede precaver ni resistir". En
esta definición observamos dos notas que consideramos de gran
interés: 1.o La gran similitud de la misma con el concepto de fuer'
za mayor conten¡do en el artículo 1105 del Código civil.2." Oue
parece ser que los documentos han podido estar retenidos por fuer'
za mayor o por caso fortuito.
A inclinarnos por la certeza de la segunda de las menciona-
das posibilidades, identidad de fuerza mayor y caso fortuito a efec-
tos revisorios, nos inclina aun más la sentencia de 25 de abril de
1940, única en que la detención del documento, en que se basó la
sentencia rev¡sor¡a, fue debida a la fuerza mayor
58.

58 Se revisó una sentencia absolutoria que se basó en la falta de prueba


documental que demostrase ta obtigación de comprar. La revisión se logró con

162
Esta sentencia afirma que se dio fuerza mayor ya que el do-
cumento: *Estuvo retenido por un tercero durante la tramitación
del juicio, sin conocim¡ento del recurrente, que no pudo utilizarlo
en ál pleito por esta circunstancia para él imprevisible e inevi-
table".
Ya optemos por la teoría objetiva o por la subjetiva, de-dife-
renciación entre casus y vis maior, o incluso por el criter¡o legis-
lativo que atiende únicamente a la gravedad de los supuestos,
el estudiado entra en ta categoría de caso fortuito, por lo
que"u"o
creemos que a efectos rev¡Sorios Se identifican ambos su-
puestos.
Como elemento necesario para que se de la fuerza mayor en
la detención de tos documentos, podemos señalar, la estrictiva
neces¡dad de que ta causa de la detención sea extraña a la per-
sona demandante en rev¡Sión, no siendo asimilable a la fuerza
rryor ni el desconocimiento ni la falta de diligenc¡a, entendién-
dose que existe falta de diligenc¡a siempre que se encuentra un
documento, con poster¡oridad a la sentencia firme, s¡n más ayu-
da que una búsqueda concienzuda.
Recogemot ún pequeño estracto de la doctrina jurisprudencial
sobre este Punto.
No pued'e estimarse comprendida en el n'o 1." del artículo 1796
de Ia L'ey de Enjuiciamiento Civil, una carta detenida simplemente
5e'
por desionocimiento, en tiempo de su existencia
No puede aceptarse la asimilación de la fuerzaó0'mayor al mero
desconocimiento de la existencia del documento
Si tos datos obraban en el respect¡vo arch¡vo, y su hallazgo se
debe a eficaces gestiones practicadas por la parte hoy actora, es
evidente que si Lntes se hubiese empleado esa misma diligen-
cia se habría obtenido el mismo resultado, por loór'que no se pue-
de decir que estaban detenidos por fuerza mayor
la aportación de un contrato de promesa de compra que el demandante en re-
v¡sién había perdido y que le fue devuelto por un tercero que lo había encon-
trado en la calte, retrasándose la devolución por el estado de guerra civil en
que se encontraba la Nación.
ss Sentencia de 18 de maYo de 1954.
óo Sentencia de 29 de noviembre de 1967'
ót Sentencias de 7 de julio de 1986, I de febrero de 1961, 3 de enero de
1962, 27 de enero de 1962, 10 de marzo de 1962, 16 de enero de 1967, 15 de
noviembre de 1969, 14 de octubre de 1970 y 31 de octubre de 1970.

163
,7

Consideramos plenamente acertada la doctrina sentada por el


Tribunal Supremo, ya que de asimilarse el desconocimiento a la
Íuerza mayor, se facilitaría la interpos¡ción de denrandas de revi-
sión de forma tal que, no sólo peligraría la institución de la cosa
juzgada, sino que incluso este remedio contra el fraude procesal
podría devenir en cauce llano para la comisión de nuevos fraudes;
los supuestos imaginables (de conductas fraudulentas, y que una
vez dictada sentencia firme desfavorable a la parte que ocultó
la prueba, dicha parte saque a la luz la prueba ocultada para in-
tentar rescindir el fallo), son innumerables, bástenos recordar los
supuestos de hechos de la sentencia de 15 de noviembre de 1971
(recogida en el apartado de hipótesis jurisprudenciales). El deman-
dante en el proceso impugnado solicita la exhibición de los libros
de actas de la cooperativa demandada, el Juez de Primera lnstan-
cia, en diligencias para mejor proveer requiere Ia exhibición de di-
chos libros, la Audiencia, en Apelación efectúa el mismo requeri-
miento, a todos se les contesta por la demandada, la imposibili-
dad de aportación, pero perdido el litigio Ia imposibilidad desapa-
rece cesa la "fuerza mayor,¡ los libros se "recobran" y en base
a ellos se interpone revisión.
Respecto a los documentos existentes en archivos, registros o
protocolos públicos, de no rechazarse de plano la posibilidad de
existencia, de fuerza se incumpliría la presunción establecida en
el artículo 504, párrafo 3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.

b") Por obra de la parte contraria:

El último presupuesto estudiado por el n." 1.o del artículo 1796


de la Ley de Enjuiciamiento Civil, es el del documento detenido por
obra de la parte en cuyo favor se hubiera dictado la sentencia.
Para que se dé este presupuesto se necesita una actividad do-
losa de la parte vencedora en et primer l¡t¡g¡o. Actividad dotosa
que se puede manifestar en tres aspectos, según quien sea el po-
seedor del documento cuya aportación no se ha realizado.
Si el documento estaba en poder de la parte demandante en
revisión y no lo pudo aportar por obra de la parte contraria. En
este caso no estaríamos en el supuesto estudiado, la revisión, ha-
bría de intentarse por la vía del n." 4." del artículo 1796 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil, que podría prosperar de constituir, las ma-

164
r{
,ii
I

il
¡

niobras de ta parte contraria, Una maquinación fraudulenta o si se


pudieran encuadrar en el concepto de violencia del mencionado
motivo, que estudiaremos más adelante.
'documento
S¡ et está en poder de un tercero, y es la parte
demandada en revisión la que logró con su actividad su no aporta'
ción, debido a la no obligatoriedad de exhibición de documentos por
los terceros a ta litis, creemos que dicha actividad de la parte
quedaría más bien encuadrada en el n.o 4." que el n." 1." del artícu'
lb tZSO o',la realidad nos enseña que no ha prosperado ni una sola
revisión fundada en documentos que estaban en poder de terce-
ros, que con posterioridad a la sentencia firme, los entregaron a
ó3'
ta parte demandante en revisión
Et tercero y último de los supuestos es si el documento está
en poder de la parte en cuyo favor se dictó la sentencia. Supues-
to óue es el que entra plenamente en lo previsto en los motivos
que estudiamos.
Para que este presupgesto exista eS necesario que se de una
actividad dolosa de ta parte favorecida por la sentencia, dolo que
se deriva del incumplimiento de un deber procesal, que en el caso
que nos ocupa no es otro que el deber de exhibición de la prueba
documental.
El problema de la obligación de la exhibición documental, es
uno de los puntos que nuestra Ley de Enjuiciamiento civil regula
deficientemente y que la doctrina no le ha dedicado la atención
que merece óa, pese a la engrme importancia que tiene tanto en
el orden teórico como en el práctico y la atención que le dedican
ta mayoría de las legislaciones procesales'
La falta de exhibición de un documento es una omisión de la
parte y como señala FURNO ut, el problema de las omisiones es

62 En este sentido PRIETO GASTRO: Exhibición de documentos en iuicio,


R. D. Pro., 1949-4, Pá9. 659.
ó3 Sn. sentenc¡J de 18 de mayo de 1954 y 3 de mayo de 1961.
u Sobre ta presentación de documentos en juicios ver: GUASP: La pre-
sentación de documentos en los iuicíos de mayor y menor cuantía. R. D' Pro"
1945-1, págs. 59-99. DE LA OLIVA SANTOS: La presentacíón de documentos'
R. D. Pro. lb., tgZO-¿, págs. 875-899. Sobre la exhibición en ltalia ver: Sparano
L'esibizione di Prove nel processo civile. Napoli, 1961'
LA CHINA: L'esibízione delle prove nel processo civile. Milano, 1960'
65 FURNO: Teoría de Ia prueba legal, pá9. 78. Madrid, 1954'

165
uno de los más interesantes y menos estudiados de los aspectos
del problema de ta conducta de las partes. lntentaremos realizar
un ür.uu estudio de este problema con el fin, únicamente, de
poder sentar, con carácter previo, los requisitos necesarios para
qu" r" pueda dar el presupuesto de queoo-ó7,
' Tanto nos estamos ocupando.
PRIETO CASTHO, como GUASP verl la obligatoriedad
de exhibición documental de la parte en la interpretac¡ón, a con-
trario sensu, del artículo 603 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, el
cual al dispensar expresamente a los terceros de la obligación
de exhib¡r ios documentos de su propiedad exclusiva, ésta decla-
rando implícitamente que las partes tienen ese deber. La defensa
del interés general que se desarrolla en el proceso y el carácter
público qu" ioy se le reconoce unánimemente hacen de imposible
bplicacióh, en este supuesto, el aforismo nemo tenetur edere con'
tra se.
La única norma que nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil dedica
a la exhibición, lejos de ser perfecta, €S, como af¡rma PRIETO
CASTRO
uB
no sólo es una norma manca, sino que ni aún encierra
una fórmula precisa por la cual pueda ven¡rse en Gonocimiento de
su verdadero contenido y de su alcance, para intentar llegar a
ver et alcance de la obligación de exhibición, en relación con la
revisión, creemos que hay que ¡nterpretar esta obligación en re'
lación con algunos otros preceptos de la Ley de Eniuiciarniento
Civil.
Si dicha obligación no existiese, y, por lo tanto, no se conside-
rase fraudulenta la omisión de un documento solicitado por la
otra parte, et legislador habría suprimido el último inciso de la
1." causa de la rev¡s¡ón, ya que sería absurdo conceder la revisión
de una sentenc¡a en virtud de una actividad legítima de la parte;
efectivamente, toda rev¡s¡ón debida a una actividad de la parte
vencedora en el primer proceso, viene dada en virtud de la calidad
de fraudulenta de esa actividad, e incluso delictiva en alguno de
los supuestos.
Pero no toda ocultación de documento da lugar a la revisión,
sino únicamente de los documentos decisivos, conjugando este ca-

66 PRIETO CASTRO: Exhibícíón-'., Git., pá9. 638.


67 GUASP: Derecho Pro..., cit., vol. l, pá9. 397.
ó8 PRIETO GASTRO: Exhibición, cit., pá9. 626.

166
rácter de decisivo con et mandato del párrafo 1." de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil, que ordena Ia presentación con la demanda o
contestación de tos documentos en que la parte fundamente su
derecho, vemos que no puede quedar la mínima duda acerca de
la obligatoriedad de la exhibición, al menos, de los documentos
fundamLntales, que apriorísticamente, serán los que en la senten-
cia, y por ser causa de ésta, adquirirán la cualidad de decisivos.
p-eio si la parte incumple con su obligación el único remedio
que la tey concede a Ia parte defraudada es el de la diligencia de
reconocimiento y registro de libros y papeles de los litigantes re-
gulada por el artículo 571 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; si
ésta diligencia no resutta, la ausencia del documento en el pro-
ceso será inevitable, ausencia que ha de producir unos efectos
procesales óe,
Los primeros y fundamentales efectos, son lo de la valoración 70:
que el juzgador ña de dar a dicha ausencia. PRIETO CASTRO
*Aunquá en et artícuto 603 de la Ley de Enjuiciamiento Civil no
se los efectos que deben asociarse a la negativa de
"*ptutun
exhib¡i es obvio que el órgano jurisdiccional debe aplicar las nor-
mas que, para casos análogos de resistencia a cumplir un deber
procesal de este tipo, conminan con la ficta confessro, Siempre,
naturatmente, que la 'parte peticionaria de ta exhibición haya apor-
tado el texto que, a su entender, tendría el documento exhibible,
o al menos haya hecho indicaciones sobre el contenido del mismo"'
GUASP 7r opina que esta solución no sería equitativa en todas las
hipótesis y aparecería como absolutamente arbitraria dentro de
nuestro derecho positivo, por lo que en lugar de a la carga debe
acudirse aquí al concepto de obligación.
Creemos que una interpretación hermenéutica de la Ley de En-
juiciamiento Civil, nos lleva a estar de acuerdo con la postura man'
ienida por GUASP. Si en la no aportación de documento se diera
la ficta confessio, la consecuencia sería que se darían como pro-
bados los hechos tal como los alegó la parte que solicitaba la
exhibición, y en contra de la parte que incumplió la obligación

6s GUASP: Señala que habría unas sanciones civiles o penales por la con
ducta antijurídica de la parte. Derecho Pr'.., cit., vol' l, pá9. 398'
70 PHIETO CASTRO: Derecho..., cit., vol' l, pág' 505.
7t GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. l, pág. 397.

167
de exhibir, por lo que de recobrarse el documento, o bien, éste
conf¡rmaría ios hechos declarados probados en la sentencia firme,
á J. contradecirtos decisivamente, sería para favorecer la postura
de la parte que no lo exhibió, para probar que lo probado por. ficta
confeisio documental es falso, en cuyo Gaso la revisión habrla
dá ser intentada por la parte que con et incumplimiento de la obli-
éá.iá" Je exhib¡ó¡On dio lugar a ta sentencia firme. Si el legisla'
áor elevó a la categoría de iausa de rescisión de la sentencia fir-
me el incumplim¡eñto de una obtigación de exhibición, es lógico
que la parte favorecida por la rescisión ha de ser la que se vio
üurlada en su derecho at uso de un medio probatorio, no la parte
que incumPlió la obligación.
Una vez que se ha dicta¿o una sentencia, y ha adquirido firme-
I

para
za, en ta que la ausencia de un documento ha sido decisiva
i
I

:
la'parte dispositiva del fallo, y dicha ausencia ha sido ocasionada
I

poi ánru de la parte favorecida por la sentencia, ¿de qué modo se


a ese documento?
bodrá intentar ia revisión de la misma, en base
i

I
Hemos de decir que en este caso, al igual que en todos los de
i
revisión, el onus probandí de todos los presupuestos necesarios
para que ta rev¡sión triunfe corresponde a la parte demandante
I
I

bn revisión, para lo cuat eS necesario que tenga en su pod.er el


¡

documento, recobrado, y presentarto junto con la demanda de


I

I
.I

revisión, como debe de probar, por cualquiera de los medios reco-


I

nocidos en nuestro ordenamiento positivo, que la parte deman-


I
I
f
l
I dada lo tuvo en su poder durante la tramitación del primer iuicio,
en el que incumplió con el deber de exhibición'
I

i
I

La única sentencia en que un documento detenido por obra de


I
t
t

ta parte, ha sido et único motivo por el que se revisó la sentencia


I
I

anierior, únicamente nos dice: Que el documento no se llevó a


;

los autos, pese a los requerimientos que al efecto se le hicieron,


I

a pretexto, una vez de haberlo destruido, y otra de haber:lo extra-


I

I
u¡áAo; que habiendo confesado, el recurrido a la vista de la copia
det documento en cuestión, se está en el caso del n." 1." del artícu'
I

i
I lo 1796, ha tugar. (sentencia de 11 de enero de 1949'J'
La sentencia de 23 de noviembre de 1962, que revisó por la
causa 1.u y 4.., en la que se dectaró probado que una maquinación
colusiva de las dos partes principales del primer proceso (arren-
dador y arrendatario) había impedido defender su$ derechos a
los demandantes en revisión (subarrendatarios, que en documen-

t68
del arren-
to recobrado tenían pactado con la propieclad que al cese
respecto al nú-
damiento ¡:asarían ellos a arrendatarios clirectos) ,
para est¡mar
mero 1." af irma' oque existen etementos suf icientes
la existencia de taíes documentos que los demandados tienen
en

;; Ñ;; V *u niegan a presentar dichos elementos fueron los tes-


i¡monios de dos procesos anteriores en donde los documentos
ir*.on aportados e impidieron el desahucio de los subarrendatarios'
por lo tanto lu pátt* demanclante en revisión ha de probar la
existencia de ios documentos de tat forma que al Tribunal
Supre-
;;-"; le quedá-la menor duda, no yaquedicha sino del
-existencia, la rnera
valor de decisivo del documento, ya de lo contrario
por
negación, bien de la existencia bien del valor del documento' el
la parte demandada en revisión, obtendría igual éxito que en
proceso imPugnado-

4 EL DOCUMENTO FALSO COMO MOTIVO DE REVISIÓN

a) En general

El segundo de los motivos de revisión está basado en la fal-


72 en la prueba documen-
sedad documenirl, o como dice GUASP
tal inexacta.
el legislador dio a este motivo es la siguiente:
La redacción que
*Habrá lugar a la rev¡sion de una sentencia flrme: 2'" si hubiere
igno'
recaído en virtud de documentos que al tiempo de dictarse
y
raba una de tas partes haber sido reconocidos declarados falsos'
0 cuya fatsedad se reconociese o declarase después".
Lá problemática que plantea el texto de la Ley, en relación
con
el 2.o motivo cle ,"u¡*¡ón, la podemos sintetizar de la siguiente
totTS'
Er medio de prueba, que ocasionó el fallo injusto que se
lrata de rescind¡r, es, al igual que en el 1.' de los motivos de re-
visión, un documento.
Al tratarse de un documento, los dos primeros apartados dey
este capítulo, que estudian el concepto general de documento

72 GUASP: Derecho Pr..., cit., vol. l, pá9. 932

169

L-- ¿
ta influencia del documento en la revisión, son totalmente apli-
cables a los dos motivos.
2." El documento ha de ser falso. Esto nos plantea la disyun-
tiva, de si cualquier ctase de falsedad documental puede dar lugar
a la revisión de una sentencia firme o solamente ciertas y especí-
ficas clases de falsedad.
3: Al utilizar el legislador los términos de reconocer y decla-
rar, hemos de ver si ambos términos son ut¡lizados como sinóni-
mos, o si por el contrario, el legislador pensó en un reconocimien-
to extraprocesal de falsedad y en una declaración judicial de la
misma.
La posibilidad, contemplada por el legislador, de una fal-
4."
sedad anterior a la sentencia firme impugnada, e ignorada por
ta parte que intenta la resc¡s¡ón, nos sitúa en el ámbito temporal
de la declaración de falsedad.
5." El presupuesto de que la sentencia firme a rescindir, haya
sido dictada en virtud del documento falso, nos lleva a contem-
plar la relación que ha de tener el medio probatorio inexacto con
la sentencia atacada.

b) Hipótesis jurisprudenciales

I. HASTA 1951
1. Sentencia de 19 de diciembre de 192773

Se interpuso demanda de ejecución contra los herederos de


don R. L. G., personándose en autos su v¡uda, por sí y como repre-
sentante de sus hijos menores de edad; contestando a la deman'
da oponiendo, entre otras la excepción de falsedad del título, ya
que en la escritura aportada se decía que R. L. G. había recibido
un préstamo en monedas de oro y plata gruesa, cuando no fue ver-
dad ni uno ni otro hecho.
La sentencia fue absolutoria por haber acogido la excepc¡ón
de falsedad del título. Con posterioridad a la firmeza de la ante-
rior sentencia el actor, presentó demanda declarativa alegando
que et préstamo se había realizado por medio de unas letras y

73 C. L. n.' 87.

170
de un cheque; tramitado el pleito en primera instancia, en rebel-
día de la viuda, Ia sentencia fue condenatoria ésta se personó en
la apelación por sí y como representante de sus hijos' La senten-
cia de ta Audiencia confirmó la del Juzgado'
A los cuatro años de ser firme ta sentencia de la Audiencia y
at cumplir la mayoría de edad uno de los hijos de R. L. G', inter-
pon" dlmanda dé revisión por el n.o 2 del artículo 1976 de la Ley
be Enjuiciamiento Civil, alegando que ta sentencia impugnada fue
dictad-a en virtud de un título que había sido declarado nulo
por
sentencia firme, la del procedimiento ejecutivo; que al 9er dic-
tada la sentencia que se impugna él era menor de edad y que
interpone la demanáa dentro de los tres meses de cumplir la ma-
yoría de edad.
CONSIDERANDO: Oue el recurso de revisión ya establecido en
el título XXVI de la Partida 3.", para desatar el juicio que es dado
por falsas cartas o por falsas pruebas o contra ley, aparece man-
ienido en la vigentá Ley de Enjuiciamiento Civil, con objeto de
que puedan sei rescindidas aquellas sentencias firmes respecto
a tas cuates se togre demostrar dentro del término concedido al
efecto, que, siendo expresión de la que debe Ser considerada ver-
dad legal, está en contradicción con la verdad real y positiva; si
tos elementos con tos cuales pueda ésta última demostrarse con
absoluta evidencia, no se hubieren tenido presente en el pleito
un qru se dictó la sentencia cuya rescisión se trata, por haberse
manienido durante ta tramitación del pleito oculto por dolo o a
consecuencia de fraudulentas maquinaciones de la parte a quien
hubiese favorecido la sentencia, y respondiendo a esta conside-
ración el fundamento para pedir la revisión de las sentencias fir'
mes, solamente Se puede interponer dicho recurso en alguno de
los casos que determina et artículo 1796 de la Ley de Enjuicia'
miento Givil.
CoNSIDERANDO: Oue el presente recurso se funda exclusiva-
mente en el n3 23 de dicho artículo que autoriza el recurso de
revisión de una sentencia, si ésta hubiera recaído en virtud de do-
cumentos que al tiempo de dictarse ignoraba una de las partes
haber sido reconoc¡dos y declarados falsos, o cuya falsedad se re'
Conogiese o deClarase deSpués, siendo, pues, necesario, en todO
caso, que a la petición de revisión preceda la declaración de false-
dad del documento o documentos, hecha por competente Tribunal,

17t
-:

y que hubieren dichos documentos servido de fundamento a la


sentencia de cuya revisión se trata, y si la declaración de false-
ctad hubiera recaído antes de dictarse la sentencia en el pleito,
será absolutamente necesario, y a ello se refiere el verbo igno-
rar empleado en pretérito, que Ia parte demuestre en el recurso,
que ignoraba el hecho de la falsedad, pues si tenía conocimlento
de la declaración de falsedad debió alegarlo y probarlo el'r el
pleito.
CONSIDERANDO: Que la falsedad a que se refiere el expre'
sado n.o 2.o del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, para
el motivo de constituir encubrimiento de la verdad insospechada,
cuando se tramitaba el pleito en que el documento se utilizaba
como prueba, si sirvió éste de fundamento para decidir la cuestión
de derecho privado, declarado en Ia sentencia que se haya de im-
pugnar en recurso extraordinario de revisíón, debe ser la declara-
ción de falsedad recaída en juicio criminal, de los que define el
Código Penal, como está expresamente revelado en los términos
de los artículos 1804 y siguientes de la misma Ley procesal, y lo
propio se deducía en las partidas, antecedente histórico del recur-
so regulado en la vigente Ley de Enjuiciamiento Civil, y, por lo
tanto, para el éxito procesal de este recurso la declaración de faf-
sedad que en juicio civil haya hecho un Tribunal de este orden, al
sólo efecto de enervar la acción ejecutiva de un título que haya ser'
vido de fundamento a la acción de este juicio sumar¡o, conforme
a las prescripciones de los artículos 1464 y 1473 de la Ley de En-
juiciamiento Civil, no tiene eficacia suficiente la declaración de
esta clase de falsedad, en el Foro, llamada falsedad civil, que so-
lamente constituye una revelación judicial de que el documento a
que se aplica carece de alguna de las solemnidades o circunstan-
cias que exige la ley para su validez y eficacia o que, por los tér-
minos del texto, no constituyen demostración suficiente de la
existencia de una deuda exigible, líquida, en dinero efectivo, dán-
dose, con ello, lugar a que los documentos así declarados falsos
o desprovistos de tener ejecución aparejada, im'pongan la nulidad
del juicio en que se utilizaron; mas sería irregular que por sólo
esta declaración se hubieran de estimar asiento de una falsedad
de las que son imitación de la verdad, y de esta última índole y
ocultada a los efectos y durante el pleito, ha de ser la falsedad
que haga en derecho procedente la revisión de la sentenc¡a, si

172
ésta se hubiera podido obtener fundada exclusivamente en el do-
cumento así falso, porque como con feliz expresión decía la Ley
de Partidas, aun probando que las cartas eran falsos, .non le cum-
pliría si manifiestamente no averiguase que el juez, por aquellas
cartas falsas, diere su juicio". (No ha lugar.)

2. Sentencia de 3A de mayo de 193074


El demandado en revisión había comprado un derecho real de
foro, con posterioridad a esta compraventa los llevadores de las
fincas vendieron en documento privado y ante dos testigos, todo
de cuanto haber urbano, rústico, derecho de molienda, muebles
y semovientes tenían en las fincas grabadas; el comprador lo ven-
dió a su vez, asimismo en documento privado y ante dos testigos,
el propietario del foro interpuso demanda de retracto, demanda
que fue acogida en la sentencia de 1." lnstancia y ésta confirmada
en Apelación, quedando firme al ser consentida por las partes.
Con posterioridad, la demandante en revisión hija de los pri-
mitivos llevadores de las fincas, presenté demanda declarativa de
menor cuantía solicitando que se declarase la nulidad de los docu-
mentos privados de venta, antes mencionados, alegando que el ob-
jeto de estos documentos era la herencia de sus padres, y que to-
das las ventas habían sido simuladas para despojarla de dicha he-
rencia, afirmando que el primer documento privado de venta fue
firmado el mismo día de la muerte de su padre y que en ese tiem-
po su madre estaba privada de sus facultades mentales. En 1." lns-
tancia la sentencia declaró nulos los mencionados documentos. En
apelación la Audiencia revocó en parte la sentencia de primera
lnstancia y aceptando la excepción de falta de personalidad ab-
solvió al demandado apelante, y confirmó en todo lo demás la sen-
tencia apelada, por lo que'se mantuvo la condena de los demás
demandados que se habían allanado a la demanda.
La revisión se funda en estas dos últimas sentencias, y afirma
que si bien la Audiencia absolvió de la demanda fue por una ex-
cepción dilatoria, y que la nulidad de los documentos se había vis-
to confirmada, por el amparo del n." 2." del artículo 1796 se solicita
la rescisión de la sentencia que concedió el retracto.

75 C. L. n." 157.

t73
l2

L-_ I
CONSIDERANDO: oue para que pueda tener lugar la revisión
de una sentencia firme a tenor de lo dis'puesto en el número 2."
del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Givil en que se apo-
ya el presente recurso es requisito indispensable que haya recaído
en virtud de documentos que al tiempo de dictarse ignorase una
de las partes haber sido reconocidos y declarados falsos o cuya
falsedad se reconociese o declarase después, conforme dicho pre-
cepto procesal clara y terminantemente establece.
CONSIDERANDO: Que aunque la sentencia firme estimatoria
del derecho de retracto está efectivamente fundada en tas respec-
tivas y sucesivas enajenaciones de que figura haber sido objeto
cuya eficacia recabó la recurrente ante el juzgado de primera lns-
tancia para que se declarase la nulidad de los documentos ,priva-
dos en que aparecen concertadas, como el fallo ejecutivo que le
puso término no sólo no decretó su falsedad, sino que revocando el
que tenía dictado el juzgado, absolvió al recurrido de la acción
ejercitada por la recurrente, manteniéndolo únicamente para tos
restantes demandados que no habían recurrido contra el mismo,
no cabe poner en dudas que no siendo dable equiparar en derecho
la nulidad de las estipulaciones convenidas en los contratos,'que
no reunían las condiciones exigidas por el artículo 12TS del có-
digo civil a la fatsedad de los documentos en que se hayan conte-
nidas, no existen términos hábiles de acceder a la revisión que
se pretende por impedirlo de un modo absoluto los principios car-
dinales de completa garantía para todos los que toman parte en
las contiendas judiciales en que se informa esta clase de recur-
sos recogidos y sintetizados por el ya relatado artículo lzg6 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil. (No ha lugar.)

II. HASTA 1966

l. Sentencia de 21 de enero de lg5276


Manifiesta el actor en su demanda de revisión, que el deman-
dado le notificó el hecho de haber comprado a la hermana del ac-
tor tres fincas rústicas y una urbana mediante documento privado
que al efecto suscribieron, haciendo constar en dicho documento

76 C.L. n." 24-

t74
que el prec¡o de compra había sido de 22.52A ptas., de las cuales
19.105 correspondían a las fincas rústicas; que dicho precio no
era el verdadero, pues el pagado realmente fue de 13.122 ptas', de
las cuales 9.707 ptu*., preclo fijado en el documento privado de
compraventa.
Él actor de la revisión, interpuso, entonces demanda de retrac-
to previo depósito de 12.000 ptás., indicando que las que excedan
de 9.707 ptas. serían para el pago de posibles e ignorados pagos
legítimos, con el escrito de demanda de retracto presentó un do-
cuñnento firmado por Su hermana que dice: "Para que mi hermano
pueda retraer en su justo precio _las fincas vendidas por mí en
documento privado, dáclaro que el precio en que realmente fue-
ron vendidas es el de 13.122 ptas., y que no es el que figura en
dicho documento', suplica que se áectare que tiene derecho al
retracto en el precio de 9.707 ptas.
El juzgador de primera tnstancia dictó sentencia, declarando no
haber'lug"ar ul i"tiucto, y absolviendo de todos los pedimentos al
demanda-do, sentencia que quedó firme por ser consentida
por las
partes.
' Á querella det mismo actor se instruyó causa criminal contra
el comprador de las fincas por falsedad en documento privado y
estafa, dictándose sentencia por la Audiencia Provincial en la que
se condena al comprador como autor responsable de un delito de
falsedad en documento Privado-
'del
Contra la sentencia Juzgado de primera lnstancia que de-
claró no haber lugar at retracto se interpone demanda de revisión
en base a la sentlencia de la Audiencia provincial, fundando la de-
manda en el n." 2." del artículo 1796.
CONSIDERANDO: Oue para que pueda prosperar el recurso
extraordinario de revisión se requiere: 1." que esté fundamentado
en uno de los cuatro motivos deierminados en el artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil; 23 que se interponga dentro del
plazo de tres meses contado desde el día de la declaración de
iatsedad, de los documentos que sirvieron de apoyo a la-senten-
cia de cuya revisión se trate; 33 que no hayan transcurrido cinco
años desde ta publicación del fallo que hubiera podido motivarlo'
CONSIDESRÑOO: eue dectarado por la audiencia Provincial fal-
so el documento en que se fundó la sentencia objeto del recurso,
eS procedente acceder a Su revisión, conforme a lo estatuido en

t75

gu!.", .J
. "l
I

el n." 2." del artículo antes citado, y a to prevenido también en el


artículo 1800 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por no habe.r
trans-
que lo moti-
currido cinco años desde que se'publicó la sentencia
a ello que
vó hasta el momento de su interposición; sin que obste que' en la
de la certificaciOn ápottada por el demandante resulte
pioui¿"n.ia dictadu pot la Audiencia declarando firme la senten-
cia en que se ¿eclaiO la falsedad, se retrotraiga su firmeza..al
1B

de nov¡ómbre de 1946, por cuanto fue notificada el 12 de


diciem'
bre siguiente, u-rryu iecfta hay que atenerse_,para el cómputo de
los tres meses, coicedidot pot el artículo 1798 de la citada el
Ley'
para interponer el recurso; a menos de acortar, sin razón
legal'
plazo referido páru qru ¡nt"r"sado puedg reflexionar sobre la
"i.
convenienc¡a OJinir.ponurto y prepatatio debidamente'
(Ha lugar')

;. Sentencia de 14 de lunio de 196277


La propietaria de una vivienda demandó al arrendatario
sobre
causa de
resolución del contrato de arrendamiento, alegando como
de las ha-
la resolución, ál subarriendo inconsentido de algunas demanda
bitaciones de ü v¡v¡enda. El inquilino se opone a la
y

;i que tenía permiso del administrador de la propietaria para


efectuar el subarriendo de tas dichas habitaciones,
y presenta
prueba documental una carta del administrador concedién-
por el
dole dicho permiso; la carta es reconocida como auténtica
"orno
¡i"ó¡" administrador y se dicta sentencia absolutoria'
Con posterioridad a la sentencia firme absolutoria la
propieta'
ria denunció por falsificación de documento al administrador'
y
en juicio de un
.o*á autor d'ei ptesunto detito de presentación
áóru*"nto falso al inquilino; los dos son condenados, sentando
la sentencia p*ul .o*o hechos probados: Que la carta estaba
Oespuás J" lu presentación de ta demanda de recisión
del
"rriitu
contrato de arrendamiento y en tiempo en que el administrador
no
árt"nirUu dicha condición, hab¡éndole dado fecha muy anterior
con el propósitá de perjudicar a la demandante.
CoNS¡DERANDO: Que aunque el artículo 1798 de
la Ley de
Enjuiciamiento C¡u¡1, establece como plazo para interponer
el re-
curso de revisión el de tres rneses, a contar desde el día
del re-

rt C. L. ni 553.

176
conocim¡ento o dectaración de falsedarl del documento que Ie sir-
va de base, ello a de entenderse, por razones de elemental equi-
dad y justicia, desde el día en que la sentencia firme declarando
la fálsedad fue notificada al recurrente, como se reconoció en
sentencia de esta Sala de 21 de enero de 1952'
CONSIDERANDO: Oue fundado el recLlrso en el n.o 2-o del ar-
tículo 1796 de la Ley de Enjuiciarniento Civil, según el cual habrá
lugar a la revisión de una sentencia firme cuando hubiere recaído
en" virtud de documentos que at t¡empo de dictarse ignoraba una
de las partes haber sido reconocidos o declarados falsos, o cuya
fatsedad se reconociere o declarare después, que es lo ocurrido
en et caso de autos, en que ta sentencia impugnada se funda para
desestimar la demanda en Ia carta declarada falsa posteriormen-
te por la Audiencia Provinciat, es decir que se trata de un docu-
mento decisivo det fallo y cuya falsedad se ha declarado con pos-
terioridad al mismo. (Ha lugar.)
g. Sentencía de I
de febrero de 19647e
La demandante en revisión y su hijo fueron condenados en
juicio ejecutivo comg librados aceptantes de una cambial.
Con posterioridad a dicha sentencia el hijo es condenado por
el delito de fatsificación de letra de cambio, por haber falsificado
la firma de su madre.
CONSIDERANDO: Que dada la falsificación de la firma puesta
por Ia recurrenie en la aceptación, cuyo supu.esto de legitimidad
iuu tuutt de la sentencia que se intenta rescindir, es evidente que
cumpliclos como lo están los requisitos formales exigidos para que
a la revisión pueda accederse, la causa en que ésta se funda se
haya prevista y estimada como suficiente para que el recurso in-
terpuesto proceda en et apartado 2." del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, ya que la falsedad del documento que moti-
vó la resolución fue conocida y declarada con poster¡oridad, sin
que sea obstáculo a la procedencia de la revisión el que la sen-
tencia contra la que se recurre hubiera sido dictada en juicio
ejecutivo, única oposición alegada, porque si bien la sentencia que
en estos juicios se dicta conforme at artículo 1479 de la Ley de

78 C. L. n.' 112

177
l
I
I

l
i
1
1

juzgada y que-
Enjuiciamiento civit, no produce excepción de cosa
la misma
Ju'á rutuo el derecho para promover el ordinario "sobre
de esta Sala'
cuestión,,, ello es sólo, confbrme a reiterada doctrina
precepto, "dejar a
respecto a lo que categóricamente expresa el.
a repro-
salvo la cuestión de foñdo', pero sin que pueda volverse que en-
ducir los defectos o faltas del título, ni las excepciones
juicio ejecutivo, las
tran en el ámbito de to que es materia del
qr" por producirse, respecto a lo sobre ellas resuelto,por excepción
i" "'oru juzgada, dan plena firmeza a larecurso
sentencia, 'y conse-
de revisión' (Ha
cuencia contra ésta eS procedente et
lugar.)

il|. HASTA 1975

l. Sentencia de 26 de abril de 19667e


El propietario de una finca la arrienda a una socieda limtada'
purá tu ¡nstalac¡ón de un cinematógrafo, pactándose el derecho
de
propietario enta-
,ubarr¡endo a favor de la s. L.; posteriormente el
L' no ha-
bla demanda de rescisión del contrato alegando que la S'
bía subarrendado, sino cedido su arrendamiento, la demanda
es es-
timada en primeia lnstancia; la sentencia es revocada en Apela-
y ," ábruelve de la demanda, la sentencia de Apelación que-
da firme al ser desestimado et recurso de lnjusticia Notoria'
"ión,
con posterioridad es condenado por falsificación de documen-
to el subarrendatario, que es al mismo tiempo socio de lalaS'que L',
en causa criminal, un acta de la S. L. en
, rá O".lura falsa,que
se hacía constar la S. L. subarrendaba el local' En base a la
sentencia penal condenatoria el propietario interpone demanda de
revisión, oponiéndose los demandados que alegan que el acta de-
clarada no fue documento decisivo en la sentencia que se trata de
rescindir
CoNSIDERANDO: Que el n3 2." del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, parte de que la sen-tencia "hubiere recaído
en virtud de documento,,, que al tiempo de dictarse ignoraba una
parte haber sido declarado fatsos, o <cuya falsedad se reconocie-
bu o declarase después", más aquella alocución (en virtud) equi'

7e C. L. n." 298

T7B
vale a decir en fuerza, a consecuencia o por resultado de, espe-
cial sentido que se aclara teniendo en cuenta el antecedente his-
tórico contenido en la Ley l, Título XXVI de la Partida 3." al cual
se refiere la sentencia de esta Sala de 19 de diciembre de 1927,
en cuanto al tratar el mencionado Título de: "Cómo se puede
desatar el juicio que es dado por falsas cartas o por falsas pruebas
o contra Ley", expresa al final de dicha Ley 1.": "pero si en el plei-
to se averiguase el juicio fuesen recibidos muchos testigos o
cartas de muchas maneras que averiguasen el pleito, maguer la
parte probase que algunos de dichos testigos o las cartas eran
falsas non le cumpliría si manifiestamente non averiguase que el
juez, por aquellos testigos o por aquellas cartas diere su juicio";
de todo lo que se desprende, teniendo en cuenta primordialmente
los expresivos términos empleados por el n." 2: del artículo 1796
de la repetida Ley procesal, puesto en relación con los núme-
ros 1 y 3 del mismo precepto, que para la falsedad de un docu-
mento puede determinar la rescisión de una sentencia firme, pre-
ciso es que tal documento haya sido documento causal o cuanto
menos hubiese sido de decisivo influjo en el fallo de la resolu-
ción combatida, habida cuenta también del carácter excepcional
del recurso y de la interpretación restrictiva que debe darse, al
tan citado artículo 1796 en sus propias motivaciones o causas.
CONSIDERANDO: Oue el docurnento en cuest¡ón no es el fun-
damento causal ni el elemento probatorio decisivo para emitir el
fallo de Ia sentencia antes mencionada, pues aunque el tal docu-
mento es citado como uno de los medios probatorios en la sen-
tencia impugnada, debe de resaltarse que el Tribunal juzgador de
instancia, contempló otros diversos medios de prueba y elemen-
tos de juicio que debidamente analizó, sin que sus apreciaciones
puedan ser combatidas a través de este excepcional recurso, y
en su argumentación fundamental (considerando segundo) la Sala
sentenciadora explica cuáles son las razones que producen su con-
vinción, sin que conceda al acta de referencia especial relieve,
sino lo contrario, pues lo que se pretendía demostrar por el actor
era la realidad de la cesión de un local, cuando sin duda existía
una autorización expresa para subarrendar sin limitaciones, y tal
autorización constaba en el contrato, y por eso la misma senten-
cia de esta Sala al decidir el recurso de injusticia notoria partió
de que la discusión estaba entablada acerca de si la ocupación

179

b¡¡-_
del tocal arrendado por ajeno a la relación arrendaticia "lo fue a
el Tribu-
título de subarriendó o d-e cesión", habiendo rechazado
nal de instancia iu pr"tunción de cesión, la cual implica, como es
'd"
,uu¡¿o, una figur" tracto único, al contrario de lo que ocurre
por el actor tal
con el subarrendamiento, estimando indemostrada en el fallo el
cesión, sin que po, enae, tuviese decisiva influencia
la que habida cu.enta
á;;";;nto álud¡do, razones todas ellas porprocedente la revisión
de la doctrina antes expuesta, no se iuzga
solicitada. (No ha lugar.)

2. Sentencía de lB de mayo de 197180


que de'
se interpone demanda de revisión, contra una sentencia
claraba resuelto ,n de compraventa, alegando- que dicha
"ontrato que después de
sentencia se dictO a virtud de unos documentos por otros se
pionun.¡uda se ha venido a saber que eran falsos,
hasta que re-
solicita la suspensión de la tramitación del recurso sobre la fal-
caiga sentencia-fiime penal en la causa que se sigue
sedad documental; la causa penal terminó con
sobreseimiento pro-
visional. , !
de revisión
CONSIDERANDO: Que fundado el presente recurso
un n.o 2.o del aitículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
civil' que
lugar a la revisión de una sentenc¡a firme, si hubiera
da "t
recaído
uiitr6 de documentos que al tiempo de dictarse ignoraba una
á; i; trri"* haber sido reconocidos y declarados
"n falsos o cuya
falsedad se reconociere o declarase después, resultando y debe
así en
todo caso necesaria ta dectaración de falsedad documental'
por un Tribunal
ser ésta la recaída en juicio criminal, no la hecha
Civil, que no tiene el álcance de servir para la revisión, incoado
que ha sido
en el caso de autos sumario por el delito de falsedad,
sobreseído provisionalmente y ganado firmeza ta resolución,
al no
cumpl¡rse lós requisitos señalados en el precepto
primeramente
¡nvotado para la ievisión, procede declarar su improcedencia' [No
ha lugar.)

80 ' R. A. n." 2859

tB0
I
ll

I
I

3. Sentencia de 15 de n¡arzo de 1974e\


DoñaE.L.D.arrendó,enconceptodedueñaunaviviendaque
de su madre, la madie conocía este arrendamiento'
"ru-prop¡"Ofi
ydejabaquesuhijaactuu*u.*o*odueñadelaviviendaenel
'Jropb*ito qui-
contrato con el de lograr el desalojo del piso cuando
en la que
siera, para este fin simula un cóntrato de arrendamiento, en base
arrendataria'
ella figura como arrendadora y su hija como por subarriendo
a este contrato demanda a su ñi¡u á" desahucio,libre de ocupantes' el
inconsentido, V .ol¡.¡tu se de¡e'!1- tutq
;ñ* ;;- ¡islé * lai*n.t¿ía de'la hiia y la sentencia acose todos
ios pedimenios de demanda' firme de
El arrendatario (subarrendatario según la sentencia
y hija y obtiene una sen-
desahucio) se qrát"llt contra ta madre la por
el delito de esta'
tencia firme en la que se condena a las dos de arren-
fa cometido mediunt" do.umento simulado, el contrato
damiento suscrito Por ambas' que es el ^r más
coNslDEnnÑob, Que el recurso de revisión
extraordinario áe todos los recursos al darse
contra sentencias
;;;-;eán f¡im.r, pro."de sólo en los excepcionales casos a
Civil'
que se refiere el aritículo 1796 de ta Ley de Enjuiciamiento con
;f ."grrdo de ellos referente a aquellas sentencias dictadas
de dic-
;ilt" ;r un documento, cuya false'dad se declare después
de autos, ya
tada; hipótesis en la que está comprendido el caso
que la sentencia de 5 de abril de t'szt, dictada por el Juez
Muni-
declarado
cipal, se fundámenta en el contrato de arrendamiento1972 de la
fatso en la r.ntán"¡u penal de 12 de diciembre de pro-sperar
Audiencia Provincial de esta capital; Pol lo- que ha.de
el recurso de ievisión entablado el 2 de febrero de 1973, den-
tro de plazo, en cuanto invoca que el caso está comprendido
en

et apartado arriba mencionado; sin que sea necesario analizar


el recurrente, de
la propuestu,"'quá, como alternativa, ofrece del mismo ar-
Su poriue inclusión también en el apartado cuarto
tículo to uno por ser innecesario al haberse estimado el primer
un ma-
motivo; pero ádemás porque el mencionado párrato ofrece
tiz un tanto genérico; pues para que se den cualquiera de los una
su-
interviene
óu"rtor de los tres primeros párrafos, siempre

8l R. A. n." 9Bl.

tBt

L
<maqu¡nación fraudulenta", implícita en cada uno, y por tanto, debe
dejarse de aplicar el precepto genérico, cuando el caso coincida,
como el presente, con uno, específiamente descrito en el precepto
amparado. (Ha lugar.)

c) Presupuestos:

a') FALSEDAD: CIVIL O PENAL, IDEOLóGICA O MATERIAL

El primer requisito que ha de tener un documento para que pue-


da servir de base a la rescisión de una sentencia firme, por el cau-
ce procesal del n." 2.o del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, es que en el momento de la sentencia rescisoria haya sido
declarado falso.
La declaración de falsedad del documento tiene una importan-
cia tat que podemos afirmar, con palabras de GóMEZ ORBANEJA-
HERCE QUEMADA 82: "El motivo de revisión no es, directamente,
la falsedad del documento determinante del fallo, sino la declara-
ción jurisdiccional de esa falsedad".
La declaración de falsedad de un documento puede ser realiza-
da tanto por órganos de la jurisdicción civil como por órganos de
la jurisdicción penal, Io que nos obliga a determinar si todo docu-
mento declarado falso cae dentro de la órbita del n." 2.' del artícu-
lo 1796, o si solamente los declarados falsos penalmente nos pue-
den servir para fundamentar una demanda de revisión por et cita-
do precepto.
La jurisprudencia en este punto es clara y constante, afirmando
que únicamente la declaración de falsedad emitida por un órgano
de la jurisdicción penal, mediante sentencia firme condenatoria,
es la que puede servir de base para la revisión de una sentencia
firme.
En este sentido la sentencia de 19 de diciembre de 1927, no
puede ser más clara y rotunda: "La falsedad a que se refiere el nú-
mero 2." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, para el
motivo de constituir encubrimiento de la verdad insospechada,
cuando se tramitaba el pleito en que el documento se utilizaba

82 GóMEZ ORBANEJA-HERCE OUEMADA: Derecho..., cit., vol. l, pá9. 463.

182
como prueba, si sirvió éste como fundamento para decidir la cues-
i¡On ¿'e derecho privado, declarado en ta sentencia
que se haya
de impugnar en recurso extraordinario de revisión, debeque ser la
declarác'rán de falsedad recaída en juicio criminal, de los
de-
fine et Código Penal, como está expresamente revelado en los
términos de los artículos 1804 y siguientes de la misma Ley'as'
Confirmando esta doctrina la sentencia de 21 de enero de 1952:
.Declarado por la Audiencia Provincial falso el documento en que
se fundó la sentencia objeto del recurso, es procedente acceder a
-"
L?:::?:";;" tenor de ta interpretación jurisprudencial,-de este
" la fatsedad ha de ser necesariamente la penal
motivo de revisión,
quedando fuera la declaración de falsedad realizada por los ór-
gánot de ta jurisdicción civil, la doctrina científica no es unánime'
en cuanto a reconocer el acierto de la corriente jurisprudencial
mencionada, entre los autores que se muestran partidarios de
que
para
ta declaración de falsedad civil debería ser causa suficiente 85:
la rescisión de una sentencia firme destacamos a GUASP "Exis-
te excesiva rigurosidad en la jurisprudencia que sostiene que ese
reconoclmiento de declaración de falsedad no sirve hecho por vía
civil, sino por vía penal; pues el concepto de la revisión se satis'
face con que se trate de una fatsedad constatada fuera del proceso
mismo sea cual sea la índole de este proceso, ajeno a aquél en
que el documento falso ha operado". En .] mismo sent¡do se
8ó al afir-
manifiestan SATEZ JIMÉNEZ'LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA
*r, qr. si la Ley no distingue entre falsedad civil y penal debe
aplicarse el brocárdo clásico: *Donde la ley no distingue no cabe
distinguir".
Es la sentencia de 30 de mayo de 1930 la que nos da una más
completa justificación de la postura jurisprudencial al afirmar que:
n No es da-ble equiparar en derecho la nulidad de las estipulaciones

83 Confirman esta doctrina las sentencias de 30 de mayo de 1930, B de


abril de 1933, 3 de julio de 1944, 23 de enero de 1962, 13 de diciembre de 1960'
10 de mayo de 1971, 16 de octubre de 1975-
84 fñ igual sentido sentenc¡as Ce 14 de junio de 1962, B de febrero de
1964 y 15 de mar¿o de 1974.
8s GUASP: Derecho Pro..., cit., vol. I' pág. 932'
8ó SAEZ JIMENEZ-LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendia..., cit., tomo lll,
vol. l, pá9. 478.

t83
--t
I

exigi'
convenidas en los contratos, que no reúnan las condiciones
das por el artícul o 1275 del Código civil, a la-falsedad de
los docu-
que la
mentos en que Se hayan conten¡dasl, €rl efecto creemos
revisión de documentó falso se ha de basar en una declaración
el contenido del do-
¡riirpruAencial Je mutación de la verdad enuno de los requisitos
cumento, sin que sea suficiente la falta de
señalados por et artículo 1261 del código civil, para la rescisión
de una sentencia, ya que de equiparat cuusa de nulidad a falsedad,
a efectos revisorios de la sentencia firme, extenderíamosexisten'de tal
forma el ámbito de revisión, que pondríamos en peligro la
cia de la cosa juzgada.
Las anteriores consideraciones nos llevan a ver si la falsedad
del documento ha de ser material o si la falsedad ideológica es
suficiente para que el documento pueda ser declarado falso'
RODRiGUEZ DEVESA
8'/ diferencia entre falsedad intelectual
(supuestos en que Se trata de un documento legítimo con conteni-
dá ialaz" y la fatsedad materiat *la alteración o la creación o
for-
mación total de un documento".
Partiendo de la afirmación de que la fatsedad que se contempla
en el motivo estudiado es la falsedad penal, hemos de acudir a
nuestro Código Penal, para ver si dentro del ámbito de la revisión
están incluidás tanto'l'a falsedad material como la falsedad ideo'
lógica.
Es en el artículo 302 del Código penal en donde están tipifica-
priva'
das tas conductas delictivas de falsificación de documentos
dos, en virtud de la remisión que efectúa el artículo 397 del Códi-
go penal; clentro de tos nueve supuestos d-e conductas delictivas
las formas
{"e' estudia et artícuto 302, están contempladas tanto
de falsedad ideológica como de falsedad material, por lo que tan-
to una como otra pueden Ser causa de la revisión de una sentencia
firme.
Digamos, para terminar este apartado, que el documento pudo
ser af,ortado at primer proceso tanto por cualquiera de las -partes
que
como por un tercero lo cual es indiferente para la revisión. Lo
eS necesario para poder revisar una sentenc¡a eS que el documen-

87 RODRTGUEZ DEVESA: Derecho español (Parte especialJ, págs. 866 y si-


guientes. Madrid, 1975.

t84
to haya sido declarado falso en sentencia penal condenatoria, tan-
to por falsificación de documento, como condenatoria por presen-
tación en juicio de un documento falso. El sujeto de la falsificación,
y el sujeto de la aportación al juicio del documento son indiferen-
tes a los fines rescisorios, a estos fines lo definitivo es que el
documento haya sido penalmente declarado falso, y que reúna los
demás presupuestos que estudiamos a continuación.

b') tNDtscuflDA:
La declaración de falsedad ha de ser indiscutida, esta afirma-
. .1.
ción no significa más que la declaración de falsedad del documen-
to ha de llegar al proceso revisorio como hecho probado e indu-
bitado, de tal forma que es imposibie que se discuta dentro de
este proceso la autenticidad de dicha declaración.
Si bien la declaración de falsedad del documento no hay duda
que ha de llegar indubitada a la revisión, la terminología utilizada
por el legislador en la redacción del segundo de los supuestos con-
templados por el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
nos plantea el problema de la fuente de producción de dicha de'
claración.
Nos dice el legislador, en el mencionado motivo de revisión:
"Si hubiere recaído en virtud de documentos que al tiempo de dic-
tarse ignoraba una de las partes haber sido reconocidos y declara-
dos falsos o cuya falsedad se reconociere o declarare después".
El uso de dos términos distintos, nos plantea el problema de si
el legislador los utilizó con un significado univalente o si por el
contrario se trata de mostrarnos dos posibles caminos para llegar
a la obtención de la declaración de falsedad de un documento, que
nos sirva para obtener la rescisión de una sentencia firme.
De el adaptar una u otra postura se extraerán consecuencias
de gran transcendencia, práctica, ya que si los términos son uni-
valentes, únicamente la declaración judicial de falsedad servirá
de causa de rescisión, mientras que si aceptamos el que cada tér-
mino indica un camino distinto de llegar a la declaración de fal-
sedad, habremos de admitir las declaraciones extraprocesales de
falsedad.

185
a") Reconocída extraprocesalmente:

El problema que estamos estudiando arranca de los términos


dis-
reconocer y ¿eclaiar que utiliza el legistador, y. de la conjunción
yuntiva o, que une d¡lhos dos términos en el inciso final del mo-
tivo.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos. define
el
verbo declarar G; *; segunda acepciónl "Determinar decidir
los
juzgadores,,; y el verbo reconocer (en tas acepciones 7." y 15'')
*Confesar Ia certeza de lo que otro dice" "Confesarse culpable
de un error falta, etc.". y re-
El acepta, qr" el legislador utilizó los términos declarar
conocer como dos manáras distintas de manifestarse
la falsedad'
no llevaría ineludiblemente a aceptar, como lo hace CALVO SAN-
CHEZm que et reconocimiento: *É" un acto de
parte e-n.virtud del
cual está manifiesta su conocimiento acerca de la que falsedad del
documento que conscientemente llevó a los autos,
y ella mis-
ma falsificó, o r;t; falsedad existía de antes y lo aportó
conocién-
más que
dola,, con lo que el reconocimiento de falsedad no sería y a la que
una declaración de parte, realizada extraprocesalmente y para
ái tegistador te d¡o él valor de rescindir una sentencia firme
la qu-e no exigió ninguna formalidad ni la concurrencia de ninguno
de otros requisitos.
Si estudiamos la anterior conclusión a la luz de toda la regu-
lación que la revisión tiene en la Ley de Enjuiciamiento Civil'
ve-
mos que no puede ser más absurda. Bástenos decir que esta con-
clusión va en contra de la postura legislativa de restringir las por
cau-
sas de revisión con la enumeración taxativa de los motivos
io* qr" habrá lugar a ella, y de ta regulación de la revisión como
recurso extraorJinar¡o, .oi tor consecuentes requisitos d.e for'
jurisprudencial
ma, tiempo, etc., si a esto añadimos la postura
de interpietación restrictiva de toda la regulación de la revisión'
ya que por atentar a la santidad de la cosa iuzgada, todos sus
preceptos reguladores han de entenderse y aplicarse con cri-

88 CALVO SANCHEZ: La revisión.-, págs' 343 y siguientes'

186
terio restrictivo 80, no podemos dejar de advertir lo erróneo de di'
cha conclusión,

b") Declarada en sentencía firme:

La doctrina con carácter prácticamente unitario reconoce que


ambos términos, reconocer y declarar, están utilizados con signifi'
cación univatente, que son: *Conceptos reiterativos de la misma
tdt?U;ro,ros
opinamos que reconocer o declarar están utitizados en
el sentido de n confesai la certeza de to que otro dice> y adsfs¡-
minar decidir los juzgadores" y la conjunción copulativa o utilizada
por el legistador án ét último inciso del motivo estudiado, la utili-
zó en su aceptación que denota equivalencia significando "o Se?¡r
"o lo que es lo mismo".
La áeclaración de fatsedad, por lo tanto, sólo puede ser efectua-
da por los órganos de la jurisdicción (la penal como ya vimos) Ya
qr" dut el poder a las partes, de que mediante un mero reconoci'
miento extraprocesal de la falsedad de un documento, las propias
partes puedan llegar a la confección de lo que sería un verdade'
io título resc¡sorio de la sentencia firme, equivaldría a dejar la
luerza de la cosa juzgada en manos de los litigantes.
Por lo tanto créemos que, la única declaración de falsedad que
está contemplada en el n.o 2." del artículo 1796 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil, es ta declaración de falsedad que se realiza por
los órganos de la jurisdicción penal en sentencia de condena que
haya álcanzado tirmeza. Lo que es indiferente, a los efectos revi-
soi¡os de la declaración de falsedad, es que la parte vencedora
en el l¡t¡g¡o impugnado sea o no responsable de la falsificación-
El artículo 1796 en su r'2.o, no exige conducta dolosa de la par-
te en cuyo favor se dictó la sentencia atacada, de tal forma que
la revisión pueda darse igualmente fuera cual fuera la conducta
de la parte demandada en revisión, en relación con el documento
falso.

8e Por ser constante y reiteradísima la jurisprudencia en este sentido nos


timitamos a citar las sentencias de 31 de octubre de 1929 y 25 de septiembre
de 1968.

t87

)
La parte vencedora en el primer proceso, en relación con el do-
cumento declarado fatso puede haber estado en una de las si-
guientes relaciones: a) Ser autor de la falsificación y además ha-
berlo aportado al litigio; en este caso habrá sido condenado como
autor de un delito de falsificación. b) No ser el autor de la falsifi-
cación, pero haberlo aportado al juicio a sabiendas de su falsedad;
será entonces reo del delito de presentación en juicio de docu-
mento falso, previsto en el artículo 304 del Código penal. c) No
ser el autor de la falsificación ni haberlo aportado al juicio a sabien'
das de Su falsedad; podemos contemplar en esta hipótesis de ino'
cencia de ta parte vencedora del primer litigio dos varlantes, 1. que
la propia parte aportó el documento al juicio creyéndolo verdadero,
2. que el documento fue aportado por un tercero requerido para
ello.

c') AMBITO TEMPORAL DE LA FALSEDAD:

El motivo 2." del artículo 1796 de la Ley de Eniuiciamiento


Civil, contempla dos supuestos distintos por los que se puede re-
visar Una sentencia en base a un documento falso, el primero es
si la sentencia fue dictada en virtud de un documento que estaba
declarado y reconocido falso al tiempo de dictarse, reconocimien-
to y declaración de falsedad que la parte demandante en revisión
debía ignorar; el segundo es que la sentencia firme fuera dictada
en virtud de un documento que se reconozca y declare falso con
posterioridad a la firmeza de dicha sentencia.

a"J Anterior a la sentencia: [gnorancia:


Si el documento se declara y reconoce falso con anterioridad a
dictarse la sentencia firme, la parte que insta la revisión ha de de-
mostrar que ignoraba la existencia de dicha declaración.
Para que se pueda dar lugar a la revisión por un documento
declarado falso con anterioridad al tiempo en que se dictó la sen-
tencia firme, vemos que es necesarío la concurrencia'de dos requi-
sitos, el primero es el temporal o momento de la declaración de fal-
sedad.
A tenor del texto legal la declaración de falsedad ha de ser an-
terior a la sentencia firme, pero creemos que esta anterioridad

lBB

,i

¡'|
j
r-
posible. alegación
ha de retrotaerse, al momento prectusivo d.. su de- declara-
en el primer pro.*.o, o la inciuimos en el supuesto
sentencia' firme'
ción posterior o-*iu imposibte la revlsión de la que los
Los argumentos han de ser necesariamente los mismos de los do-
que utilizamos il;; defender lá retroacción det recobro
cumentos ar *l*ánio preclusivo de su
posible aportación a los
urtár,
--- por lo que los damos por reproducidos aqui'
El'segundo de los requisitos es la ignorancia de
la parte res-
pecto a Ia declaración de falsedad' que ésta se
No es bastante, para revisar una sentencia firme, declarado
sido
haya dictado en virtld de un documento que había la rescisión
falso, sino que es necesario que la parte que solicita
dicha de-
de la sentencia firme ignorase que se-había.efectuado de falsedad'
claración, yu qu. si conociO ai tie*po la declaracióri
que el iuzgador al co-
debió de ategarta en el primer proceso, para
dictar senten-
nocer la falsedad del documento no lo valorase al distin-
cia, con lo que la sentencia o hubiese tenido un contenido falso'
to o al menos no ," hubiese dictado en virtud del documento
AlconfigurarlaLeylaignoranciade.lapartecomo.unode
los requisitos Je ta ,uútu de revisión, es la parte y.probarla.
demandante en
sufi-
el proceso revisorio a quien corresponde alegartaen la revisión no
cientemente ya-quu si be la prueba practicada
se dedujera, fehacientemente la ignoiancia y la revisión
se habrá
de desestimar. en la ig-
Et momento hasta el cual la parte debe permanecer para cCIn-
noránc¡a es el mismo que señalado como frontera
'de hemos posterior a la sentencia firme'
siderar la declárr.¡On falsedad
se pue-
es decir, hasta et momento preclusivo en que la falsedad
da alegar en el primer proceso, ya que si la parte es ignorante de
-momento
la declaración O! talsedad en el de la aportación del do-
cumento al pro*rá, pero llega a conocer la mencionada hacerlo
declara-
ción en momento oportuno iuru su alegación,podrá debe de
alegar la fal-
bajo pena ¿u quu precluya sl derecho' y ya no
puede nunca con-
sedad ni siquiLra en revisión, pues ésta no se
. vertir en cauce de solución de las negligencias o equivocaciones
de las partes.

t99

t3

I
I
¡.
I
.,*'L4i
:l
I
lt

b") Posteríor a la sentencia:


S¡ la dectaración de falsedad del documento se produce con
poster¡oridad, al momento preclusivo de su posible alegación en el
primer proceso, eS indiferente que la parte actora conociese o
no, o sospechase e incluso alegase sin éxito, la falsedad en el pri-
mer proceso, ya que lo determinante para la rescisión de la senten-
cia firme, es que ésta se haya dictado en virtud del documento
que poster¡ormente a la misma es declarado falso por la juris-
dicción penal, y como afirman las sentencias de 14 de junio de
1962,21 de enero de 1952, B de febrero de 1964 y 15 de marzo de
1974, únicas en las que ha prosperado una revisión por el 2." mo-
t¡Vo, ..declarado falso el documento, en que se fundó la sentencia
objeto del recurso, por la Audiencia Provincial, eS procedente ac-
ceder a su rev¡sión".
Hemos de señalar que, si bien el conocimiento o la sospecha
de la falsedad del documento, a lo largo del primer proceso es in-
diferente cara a la revisión, en todos los casos en que ésta se ha
logrado gracias a un documento declarado falso, fue la parte gra-
vada por la sentencia firme la que instó el procedimiento penal,
en que se logró la declaración de falsedad.
El único probtema es el del plazo para demandar en revisión,
sin perjuicio de estudiarlo más profundamente al exam¡nar el tiem-
po en la revisión, adelantemos que el plazo de tres meses que Se-
hala el artículo 1798, se ha de contar desde el día en que la de-
claración de falsedad es realizada, que se ha de interpretar desde
et día en que la sentencia firme penal es comunicada a la parte de-
mandante en revisión, si es que asimismo fue parte en el proce-
so penal, o desde el día de la publicación de la misma, si no ha
sido parte en el proceso penal. El problema que se puede plantear,
es que debido a la duración del proceso penal puede transcurrir el
ptazo de cinco años señalado en e¡ artículo 1800, o la caducidad
del plazo de tres meses, caso de querer intentar la revisión por
varios mot¡vos. Este inconveniente puede ser obviado mediante la
interposición de ta revisión antes de obtener la declaración de fal'
sedad y solicitar ta suspensión prevista en el artículo 1804 de la
Ley de Enjuiciamiento Civ¡|, si bien ya sabemos que de no recaer
sentenc¡a penal condenator¡a el mot¡vo 2.o del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil no prosperará.

190

I
I

i
l

rj

l1
d'} INFLUENCIA DECISIVA EN EL PROCESO:

No basta con que un documento sea declarado falso para lo-


grar la rescisión del proceso en que este documento fue apor-
tado como medio de prueba, sino que es necesario que la sen-
tencia firme que puso fin a ese proceso fuese dictada en virtud
de dicho documento,
Es en la jurisprudencia del Tribunal Supremo en donde encon-
tramos una definición plenamente satisfactoria de lo que debemos
entender, por la expresión "en virtud de", la sentencia de 26 de
abril de 1966: "En virtud equivale a decir en fuerza, a consecuen-
cia o por resurltado de. Para que la falsedad de un documento pue-
da determinar la rescisión de una sentencia firme, preciso es que
tal documento haya sido fundamento causal o cuando menos hu-
biere sido de decisivo influjo en el fallo de la resolución comba-
tida ".
Es necesario, pues, que la sentencia firme que se trate de res-
cindir, de un vaior decisorio al documento que es declarado falso,
ya que si la sentencia se dicto a causa de la valoración que el
juzgador a quo dio a otra prueba, aunque el documento falso coo.
perase a esa valoración, no será posible la revisión de la sentencia
firme.
La valoración del carácter de decisivo del documento falso
se habrá de hacer por el Tribunal Supremo a la vista de la senten-
cia impugnada, valoración que se verá dificultada si el juzgador
de la primera sentencia valoró conjuntamente las pruebas practica-
das en el primer proceso, de todas formas creemos que si el do-
cumento influyó de tal forma en el juzgador del primer proceso,
que es fácil hubiera tenido otro contenido en su parte dispositiva
se ha de acceder a la revisión.
Queremos dejar constancia que en los cuatro casos en que
ha prosperado una revisión por el n." 2.o del artículo 17g6 de la
Ley de En¡'uiciamiento Civil, la sentencia rescindida se había dic-
tado por la valoración de cierto de un único documento que con
posterioridad fue declarado y reconocido falso.

e0 SAEZ JIMENEZ-LóPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio..., tomo lll, vol. l,


página 478.

191

L- =¿
t
T

l
I

GAPíTULO VI

REVISIÓN POR FALSO TESTIIVIONIO

1, CONCEPTO GENEBAL DEL TESTIMONIO

Goncepto general de testigo: según la primera de las


acep-
a) nos da
ciones que el D¡c"c¡onario de la Réal Acádemia de la Lengua,
de este término es: *Persona que da testimonio de una cosa
o
de la
lo atestigua,,. Esta definición, uálidu para todos los ámbitos traba-
vida, nos es, sin embargo, insuficiente para el obieto de este
jo, por lo que intentaremos llegar al significado procesal de la
palabra testigo.
que sea erro-
Procesalmente la definición que antecede, no es
nea, sino insuficiente, ya que para ser testigo. en un
proceso no es
bastante con dar testimon¡o de un hecho, además ese testimonio
es necesur¡o üu" ;;;; conforme a las prescripciones legales pro- del
ordenamiento jurídico dentro del cual se está desarrollando
el
ceso.
posturas
La doctrina al ocuparse de este tema, considera dos
distintas, si bien dich'a distinción es más aparente que real de-
y
. bido a la ampl¡tud, o al punto de mira, con el que se estudia este
término.
La primera es la que considera testigo a toda persona
que rela-
ta anté el iuez hechos de importancia para la resolución de la
causa, sienáo la segunda la que añade la condición de que dichas
personas han de ser distintas de l.as partes en litigio.
BENTHAMT nos dice que el nombre de testigo puede ser apli'
cado a las partes mismas interesadas en la causa, y también a
I BENTHAM: Tratado de las pruebas iudiciales, tomo l, pág. 178' Buenos
Aires, 1959.

t93
:r,i,

todos aquéllos a qu¡enes se les da más comúnmente' Añadiendo,


el citado autor, que resulta muy extraño que, después de haber
oído la deposición o ta confesión de una persona exam¡nada po!'
el juez, se niegue que haya actuado con el carácter de testigo.
CARNELUTTI 'z afirma que el testimonio puede ser tanto de par-
te como de tercero. Heconoce el maestro italiano que en el len-
guaje jurídico la voz de testlgo está reservada para la designa-
ó¡On Uel tercero que da testimonio, continúa afirmando que una am-
plia reconstrucción científica muestra la identidad funcional y es-
iructural de la declaración representativa de la parte y del ter-
cero, aconseja por lo tanto recomprender una y otra noción de tes-
timonio. Entie tos autores patr¡os, JIMENEZ ASENJO defiende el
testimonio judicia! como, aquella manifestación que hace una per-
Sona, constltuida en debida forma, en un proceso, sobre la verdad
de aquello que fuere preguntada y sea de influencia en el mismo,
se concibe pues que será testimonio toda deposición procesal,
fuere cuál fuere la cualidad jurídica del que lo hace
3.

DEVIS ECHANDIA 4, si bien tiene as¡m¡smo un concepto am-


ptio, respecto al testimonio, realiza alguna diferenciación en rela-
ción con los autores hasta ahora citados, ya que, op¡na que en
sentido amplio es un medio de prueba que cons¡ste en la decla-
rac¡ón representativa que una persona, aunque Sea parte en el pro-
ceso en que se aduce, hace a un iuez, s¡empre que no perjudique
i
I

su situación jurídica en ese proceso, ya que si la declaración es


I

desfavorable a la parte que la realiza es confesión. i

La segunda de las posiciones, es la que estudiando el testimo- i


I

nio, en el sentido y significado que lo dan los ordenamientos ju- I

rídicos positivos, considera que no puede ser testigo quien sea


I

parte en el proceso. FENECH 7 nos dice que es medio de prueba I

consistente en la declaración de conocimiento que emite una per-


sona que no sea sujeto necesario del proceso acerca de una per-

2 CARNELUTTI: Lezioni di diritto processuale civile, tomo ll, pá9. 424. Pa-
dova, 1933. Sisfema del diritto processuale civile, tomo l, pá9. 686. Padova, 1936.
3 JIMENEZ ASENJO: Tratamiento penal del periurío en causa civil. R.G.L.J.,
año XCIV, tomo XIV {1947), págs. 112 y siguientes.
4 DEVIS ECHANDIA: Teoría general de Ia prueba iudieial, vol. ll, pág. 33.
Buenos Aires, 1972. Tratado de derecho procesal civil, pá9.368. Bogotá, 1969.
7 FENECH Derecho Procesal Penal, tomo l, pág. 665. Barcelona, 1969.

194
cepción sensorial adquirida fuera del mismo, relativa a
un hecho
a formar el conven-
óág¿" y dirigida al fin de la prueba, estounes, hecho de interés para
bi*¡"ntó del fuzgador sobre la verdad de
el proceso. I
GÓMEZ ORBANEJA y HERCE AUEMADA resaltando la cualidad
de tercero a la /itís que'ha de tener el testigo, y después de
definir
al testigo como la persona que declara en el proceso ante el juez
sobre Ju percepción y conocimiento de hechos y circunstancias
jurídica que hay
óurrOur, Éurun'notar'que la primera condición
que reunir para poder s'er testigo es !a 99 :"t tercero respecto de
üt ."¡áios de lá relación ptocesal. SERRAe, partiendo del concep-
"prueba,
to de como act¡vidad de comparación entre una afirma-
ción sobr" uno, hechos y ta realidad de los mismos encaminada
que cuando
a formar la convicción de una persona, llega a aseverar
la afirmación instrumental proviene de un tercero nos encontramos
frente a la prueba testifical. En ta misma posición se encuentran'
GUASPI0, testigo eS la persona que sin ser. parte, emite,.decla-
raciones sobre datos que no habían adquirido para el.de-clarante
i;¡"1; procesat en el momento de su observaciónjudicialcon la finalidad
común a toda prueba, de provocar la convicción en un de-
T, la prueba testifical consiste en las
terminado sentido. LESSoNA
declaraciones judiciales emitidas por personas extrañas a la con-
troversia. MIGUEL y ALONSOT2 es testigo, del latín festis, la per-
sona fidedigna y extraña al proceso, que declara en forma legal
acerca de lá uetdud o falsedad de los hechos alegados, dudosos
y controvertidos en juicio y que él ha presenciado u oído' PRIETO
bnSfnO,3 persona a¡ene al proceso (no parte) que aporta al mis-
mo noticias sobre hechos que ha visto u oído como conocimien-

8
GÓMEZ oRBANEJA-HERCE OUEMADA.. DerechO PTOCESAI Civil, IOMO I.
págs. 276 y siguientes. Madrid, 1969.
e SERRA bOn¡iruCUfZ: Estudios de Derecho Procesal, pág.356' Barcelona,
1969.
r0
GUASP: Derecho Procesal civil, tomo l, pág. 363, Madrld, 1968'
LESSONA: Teoría Genera! de la Prueba en Derecho Civll, tomo lV'
rr pá'
gina 7. Madrid, 1964.
12 MIGUEL y ALONSO: Derecho Procesal Práctico, pág. 399. Barcelona,
1 967.
r3 PRIETO CASTRO: Derecho Procesal civil, tomo t, pág.519. Madrid, 1972'

t9s

:
!-_ .--
. -

to subjetivo (es decir no técnico). REDENTI r4,


hay un testimonio
oral a efectos procesales cuando alguien que n0 sea ni actual ni
virtualmente parte del proceso o de la causa, exponga en forma na-
rrativa, y con finalidad informativa, hechos o c¡rcunstanclas que
declare conocer la visu et auditu, y que puedan suministrar direc-
tamente o también indirectamente elementos de convicción respec-
to a lo que constituye tema de prueba. SILVA MELEROTS, testimo-
nio es la declaración de conocimiento de una persona distinta de
las partes, a fines probatorios sobre hechos y circunstancias que se
desvían de un proceso.
Vemos, pues, que estas dos posiciones lejos de ser antagóni-
cas, no son más que la lógica consecuencia de estudiar el testi-
monio, bien desde un punto de vista general o desde un punto
de vista limitado, tal como lo hicieron los legisladores de las le-
yes de enjuiciar que hoy regulan los procesos en el ámbito del lla-
mado mundo civilizado. Tal es así, que los propios autores que dan
el concepto amplio de testigo, lejos de hermetizar su postura, ex-
plican que de este concepto se deben de tener dos acepciones,
así BENTHAMTó, sin embargo, entre esas dos clases de testimonio
testigo parte en la causa y el testigo no parte- hay diferen-
-el
cias evidentes y las disposiciones o precauciones a tomar respec-
to a unos y otros, no son las mismas. Conviene, por tanto, tener
una denominación que los distinga y que recuerde constantemente
esa diferencia entre ellos. Se puede llamar al testigo extraño de
la causa, con el nombre de testigo externo; y al que tiene un inte-
rés inmediato, con el nombre de parte deponente. CARNELUTTI t7,
observa que del lado terminológico se deberá advertir que la pala-
bra testigo puede ser usada en dos sentidos: en sentido lato para
comprender cada declaración representativa tanto de la parte como
del tercero, en sentido estricto para designar sólo esta última. DE
LA PLAZAtt, reconoce que aunque la idea de testimonio es lo sufi-

. 14 REDENTI: Derecho Procesal Civil, tomo I, pág. 293. Buenos Aires, 1957.
ts SILVA MELERO: La prueba procesal, tomo l, págs. 213 y siguientes. Ma-
drid, 1963.
16 BENTHAM: citado pág. l7B.
t7 CARNELUTTI: Obra citada, pá9. 424.
18 DE LA PLAZA: Derecho Pracesal Civíl Español, tomo I, pág' 510. M¿
drid, 1951.

t96
fr.,.@-

c¡entemente amplia para que bajo este concepto quepa lo mismo


el que emana de las partes que el referente de un tercero, cuando
los códigos se ocupan del testimonio refiriéndolo a la llamada prue-
ba testifical, es únicamente el tercero quien puede ser sujeto de
esta prueba. DEVIS ECHANDIA'n, utilizando la misma terminolo-
gía que CARNELUTTI, ve en el testimonio en sentido estricto, el
medio de prueba que consiste en la declaración representativa que
una persona, que no es parte en el proceso en que se aduce, hace
a un juez, con fines probatorios, sobre lo que sabe respecto a un
hecho de cualquier naturaleza. Así mismo LIEBMAN20, da el sen-
tido amplio y estricto del testimonio, siendo el testimonio para
este autor, la narración que hace una persona de hechos de los que
tiene noticia para darlos a conocer a otro, continuando con la afir-
mación de que en sentido amplio el testimonio comprende también
la declaración de la misma parte, cuando tiene por objeto los he-
chos de la causa [y por esto la respuesta dada con ocasión de un
interrogatorio libre o formal con juramento). En sentido estricto
el testimonio es aun considerado por la Ley como la afirmación
hecha por un tercero, y testigo es precisamente una persona dis-
tinta del sujeto del proceso, llamado para declarar en el juicio lo
que sabe sobre la verdad de un hecho pasado relevante para la
decisión.
De la exposición anterior, se deduce claramente, que, si en
una primera instancia y en un estudio de carácter general no exis-
te ningún inconveniente para considerar testimonio o cualquier de-
claración representativa sobre hechos de relevancia para la causa
realizada ante el juez, al estudiar el concepto de testigo, para
intentar desentrañar el alcance que dicho término tiene en el nú-
mero 3 del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, hemos
de adoptar el concepto restringido de testigo, y afirmar rotunda-
mente que la primera condición jurídica exigida a las personas
que han de testificar es la de ser terceros a la relación jurídicc
procesal, quedando vigente en toda su extensión la máxima nullus
idoneus fesfis in re sua intellígitur.

re DEVIS ECHANDIA: Teoria General de la Prueba Judicial, vol. ll, págs.33


y siguientes. Buenos Aires, 1972.
20 LEIBMAN: Manuele di Díritto Processuale Civile, tomo ll, pá9. 161.
Giuffre, 1968.

197

i :"j
'¡t

i,'l
¿

'1
.:¿

No toda persona tercero a la causa que declara en un proceso At

es test¡go. Esta afirmación nos indica, que si la citada caracterís-


tica es c¡erta, no es menos c¡erto que es insuficiente. Lo que nos
lleva, ineludiblemente a buscar, otras característ¡cas que han de
reun¡r las personas que declaran en un proceso, y que sean sufi-
c¡entes a diferenciarlas de aquéllas que no tienen la calidad de
testigos..
La declaración de los testigos ha de recaer sobre hechos de
interés a la causa, o, mejor, como afirma SERRA 2r, sobre las afir-
maciones que sobre esos hechos se han realizado en el proceso,
ya que los hechos en sí no requieren prueba, afirmaciones que,
su constatación no puede resultar indiferente al resultado del pro-
ceso sino, ser relevantes cara a la solución, que en su día, se ha
de dar a la litis planteada.
Estas afirmaciones han de ser, además, anteriores al momen-
to en que se presente la declaración, han de tener la cualidad de
hechos alegados, hechos, por lo tanto, que las partes aportaron,
con anterioridad a la prueba, y sobre las que es necesario que re-
caiga la actividad probatoria.
Para que un hecho esté necesitado de una actividad probatoria
no es suficiente con que haya sido alegado, sino que ha de reunir
las condiciones de dudoso y controvertido, que, por lo tanto esté
necesitado, de que se establezca la verdad o falsedad de las afir-
maciones realizadas en torno al mismo. Las afírmaciones sobre
hechos que sean suficientemente conocidas, con un conocimiento
de notoriedad, hechos notorios, no pueden ser tema de declaracio-
nes testificales, ya que el fin de la actividad, como más tarde ve-
remos, es el convencimiento del juez, convencimiento que ya ha
sido logrado, por medio de esa notoriedad, y por lo tanto cualquier
actividad probatoria sobre ellos conculcaría el principio de econo-
mía procesal y entraría en lo que nuestra Ley de Enjuiciamiento
Civil llama en su artículo 639, preguntas impertinentes. Las afirma-
ciones tendrán, asimismo, el carácter de contradictorias, lo que
significa que las partes han de estar en desacuerdo sobre certeza
y verdad de las mismas, si las partes concordasen en la falsedad
de Ias mismas no las hubiesen alegado, y si concordasen en la cer-

21 SERRA: Contribueión el estudio de la prueba en estudios..., cit., pági-


na, 359

f98
teza de las mismas, tampoco sería admisible prueba sobre ellas'
22, sino en virtud del principio dispo-
no poiqre ta admisión pruebe
que de¡a al arbitrio de las partes la fijación de los hechos'
=¡t¡uo
lo que'la Ley de Enjuiciamiento civil en su artículo 565 denornina
hec'hos confesados llanamente por ta parte a quien perjudique'
Los hechos de interés a la causa alegados con anterioridad al
momento en que se presta la declaración dudosa y controvertidos,
tienen que haber sido conocidos por la persona deponente, con
anterioridad al proceso, de tal forma que una persona clue no co-
nocía los hechos y que ya en el proceso entra en relación con
tos mismos no prád" ser testigo, lo que significa que su conoci-
miento ha de Ser extraprocesal, y generalmente casual, o al me-
nos que en el momento de su conocimiento dichos hechos no re-
presentaban ninguna relevancia procesal, ya que el proceso aún
no había nacido] por lo que los hechos han de ser anteriores al
proceso, ya que en los autos queda debida constancia de los mis-
mos. Esta característica diferencia al testigo procesal, del testigo
que se suete tlamar instrumental, persona a la que se llama para
que dé constancia de un hecho que se va ha producir en su pre-
sencia, v. g. testigos de un testamento o testigo del artículo 263,
párrafo 3." de la Ley de Enjuiciamiento Civil'
Es necesario que el conocimiento que de los hechos tengan
los testigos, haya sido adquirido a través de su propia observa-
ción, por"medio de su percepción sensorial, de visu et auditu. Lo
que quiere decir que la capacidad para ser testigo, no requiere
n¡ngrin conoc¡miento especial sobre ninguna clase de ciencia ni
estár en poder de ninguna máxima de experiencia en relación so-
bre las ai¡rmac¡ones en torno a las cuales va a versar el interro-
gatorio, el único requisito que marca la legalidad vigente en nues'
iro ordenamiento jurídico, artículo 1246 del Código civil, es no
ser locOs o dementes y nO Ser ciegos o sordos, si el conocimien-
to ha de ser adquirido por la vista o el oído'
Se ha de haber llegado al conocimiento no en calidad de técni-
co. si el testigo es técnico, ello no es óbice para que válidarnente
puede y deba prestar declaraciones lo que se trata de decir, cuan-
do afirmamos que se debe de haber llegado al conoc¡m¡ento no

22 ORBANEJA-HERGE: Derecho Procesal Civil, cit., pág' 240'

t99
E
en cal¡dad de técnico, es que dicha calidad no puede haber sido
la causa del conocimiento que el testigo posee de los hechos so-
bre los que va a deponer, su conocimíento habría tenido lugar de
todas formas aunque a él le faltase dicha cualidad.
Veamos, por último, fa finalidad que ha de tener la declaración
testimoniat, siendo el testimonio un medio de prueba, su finalidad
ha de ser, necesariamente, Ia de todos los medios de prueba, y
ésta es la de formar el convencimiento del juez sobre Ia exactitud
de las afirmaciones 23, ROCCO 2{, define los medios de prueba
como los medios que la parte provee al órgano jurisdiccional de
la verdad y existencia del hecho jurídico, controvertido, con Ia fi-
nalidad de formar el convencimiento de los mismos órganos de la
verdad y existencia de ellos. La finalidad, es por lo tanto el llegar
a conseguir el convencimiento del juez 25, el cual al quedar con-
vencido de la exactitud de ias afirmaciones, incorporará dichas afir,
maciones a la sentencia, que contiene la declaración compleja de
certezas de la relación o del estado jurídico controvertido 2ó.
Reuniendo todos los requisitos, anteriormente mencionados,
podemos concluir el estudio del concepto del testigo diciendo,
que es una persona, tercero a la relación jurídico procesal que
presta declaración en el proceso, sobre afirmaciones alegadas por
las partes, de interés o relevancia para la causa, dudosas y con-
trovertidas conocidas por el declarante con anterioridad al proce-
so, en el momento que dichas afirmaciones no tenían relevancia
procesal, percibidas por sus sentidos, y de las que ha tenido co-
nocimiento no en calidad de técnico, y con la finalidad de produ-
cir en el juzgador el convencimiento de las afirmaciones sobre las
que presta declaración.

23 SERHA: Estudíos..., cit., pá9. 359.


24 ROCCO: Trattato di Diritto Processuale Civile. Torino, 1966, tomo ll, pá-
gina 183.
2s En e[ mismo sentido de lograr el convencimiento de juez ver: CHIO-
VENDA: Principii di Diritto Processuale civile. Napoli, 1965, pág. 809. MlcHELl:
Derecho Procesal civil. Buenos Aires, 1920, tomo ll, pág. 88. ORBANEJA-HERCE:
Derecho Procesal Civil. Madr¡d, 1969, pág. 232. GUASP: Derecho Procesal Civí\.
Madrid, 1968, pá9. 321.
26 MICHELI: La carga de Ia Prueba, pág. 180. Buenos Aires, 1g6,t.

200
2. EL FALSO TESTIMONIO EN EL DERECHO PENAL

El número tercero del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-


to Civil, exige para basar en un testimonio la demanda de revi-
sión que el testigo sea condenado por el delito de falso testimo-
nio. Por lo que la declaración de falsedad del testimonio no pue-
de ser otra que la sentencia penal firme y condenatoria por el de-
lito previsto y penado en el artículo 329 del Código penal.
El Código penal de 1932, fue el primero, de los de nuestra pa-
tria, que sustrajo el delito de falso testimonio del marco de los
delitos contra la fe pública y lo enmarcó dentro de los delitos con-
tra la administración de justicia, habiéndose guiado el legislador,
para efectuar este cambio en la sistemática de la Ley penal en el
criterio del bien jurídico protegido '7, algún sector doctrinal se si-
gue mostrando partidario de su inclusión dentro de los delitos
contra la fe pública, así JIMÉNEZ ASENJO 28, afirma que si quien
califica el acto es el fin, que no es otro que lograr una sentencia
falsa para que luego surta sus efectos en el comercio jurídico,
amparándose en la creencia errónea de que su contenido es la
verdad, es evidente que tal instrumento jurídico será un arma irre-
sistible de transcendencia ultra vires, no es infundado colocarle
junto a las falsedades documentales agravadas por la significación
del acto y la persona ante quien se produce.
Creemos que según la estructura que el delito de falso testi-
monio tiene dentro del derecho español, es incuestionable que se
trata de un delito contra la administración de justicia, ya que sólo
las declaraciones procesales pueden ser el medio de comisión de
este delito, quedando totalmente fuera de él toda clase de decla-
ración extra procesal, por lo que el sujeto pasivo del delito es,
necesariamente, el órgano de la administración de justicia al que
se intenta engañar, siendo irrelevante, a los fines del bien jurídico
protegido, el posible perjuicio que sufrirá la parte procesal en con-
tra de la que se depone falsamente, perjuicio que únicamente será
real en caso de que el falso testimonio cumpla sus objetivos. Ob-
jetivos cuyo cumplimiento es, asimismo, irrelevante para la con-

27 TOBIO: lntroducción al Testimonio Falso. R. D. pr. Enero-Marzo, 1965,


páginas 40 y siguientes.
28 JIMENEZ ASENJO: Falso Testimonio. N.E.J., tomo lX, pá9. 529.

20t
:T:

sumac¡ón del delito, ya que la efectiva creación de un peligro e


incluso la lesión de la actividad del juez, inducido a error por el
testigo, son momentos irrelevantes ulteriores a la acción típica, n,
consecuencias situadas más allá del injusto descrito por la ley
el mismo JIMÉNEZ ASENJO 30, reconoce que el delito se consumó
en las deposiciones falsas que Se representaron en el proceso,
independientemente de que más tarde sea purificada la prueba de
,u, iurur, y RODRíGUEZ DEVESA3lnos dice que el delito lo cons-
tituye la falta de verdad en las deposiciones testificales. Vemos,
pr"'u, que Io que el legislador patr¡o defiende en el capítulo ll del títu'
io lV del Libro ll del Código penal, es ta necesidad que el juzgador tie-
ne que obtener una representación histórica verídica, en razón al in-
terás que la jurisdicción tiene en la pureza de sus propias resolu-
ciones.
La antijuricidad del testimonio radica en su falsedad. Falsedad qr-re
se da tanto cuando se niega la verdad cuando se afirma la men-
tira, y estas dos vertientes están alternatlvamente previstas en el
artícúto 372 del Código penal italiano. El problema se plantea al
intentar ver si esta falsedad se ha de dar entre la realidad y la
declaración o entre la declaración y [a ciencia del deponente. Lo
que en la doctrina ha dado lugar a las teorías objetivas y subjetivas
de la declaración.
La teoría subjetiva ha encontrado la mayoría de sus defensores
entre los autores italianos para los que la declaración sea en sí
verdadera o falsa no t¡ene tanta importancia, como la correspon-
dencia entre la declaración y la idea del testigo. Así CARRARA
32,

sólo la falsedad de expresión constituye delito, es decir, si la ex'


presión no corresponde a la idea, por esto puede ser también tes-
tigo falso el que atestigua una cosa en sí verdadera. Siguiendo esta
teoría vemos, que una declaración en la que lo afirmado es distin-
to de lo ocurrido en la realidad puede no ser falsa si el testigo
cree que eso eS lo que vio o escuchó, existiendo, por lo tanto una
identidad entre lo que declara y la idea que él ha percibido por sus

2e TORIO: Introducción, cit., pá9. 44.


30 JIMENEZ ASENJO: Falso..., cit., pá9. 531.
3r RODRÍGUEZ DEVESA: Derecho Penal de Antón Oneca y Rodríguez Mu'
ñoz. Parte especial, pá9. 168. Madrid, 1946.
32 CARRARA: Programa de Derecho Criminal. Parte esp., vol' V, pá9. 239
Bogotá, 1972.

202
Sent¡dos, y al contrar¡o una declaración en la que lo afirmado es lo
que en realidad sucedió puede ser falsa siempre que el testigo
afirme que lo vio o escuchó y n0 sea cierto, siempre que la idea
del testigo sea contraria a su declaración 33.
La doctrina atemana, por el contrario, Se muestra partidaria de
la teoría objetiva, e incluso el párrafo 163 St. G.B. contempla la
ex¡stenc¡a de un delito culposo de falso testimonio, forma de co-
misión que sería imposible bajo los postulados de la teoría sub-
jetiva, en donde el ánimo de engaño es consustancial al delito. La
teoría objetiva fundamenta el delito en la concordancia de la de-
claración con la verdad, de tal forma que si la declaración es con-
cordante con la verdad no se da el falso testimonio aunque el autor
tuviese una idea totalmente opuesta a lo declarado, argumentando
WELZEL to, que si lo que se defiende es la pureza de la prueba, en
el caso de declarar la verdad en contra de la idea no se produce
ninguna lesión. Siendo posible bajo el concepto de esta teoría
la comisión culposa del delito, siempre que se declare falsamen-
te deseando y creyendo declarar la verdad.
La doctrina española no se ha ocupado en especial de este
tema, si bien RODRÍGUEZ DEVESA 35 acepta implícitamente la teo-
ría objetiva cuando al señalar los límites entre el perjuirio y el
falso testimonio afirma que es perjurio, y, sin embargo, no co-
mete falso testimonio quien dice la verdad bajo juramento contra
su leal saber y entender. TORIO 3ó, acepta asimismo la teoría ob-
jetiva, al afirmar que el sujeto que manifiesta la verdad, violando
el deber de veracidad que le grava, exterioriza la resolución de
cometer un delito, que debe ser consecuentemente tratado confor-
me a las normas de tentativa imposible en nuestro derecho. JIMÉ-
NEZ ASENJO, no menciona siquiera las dos teorías 37 pero puede
deducirse su aceptación de la teoría objetiva al señalar como re-
quisito para que se dé el falso testimonio la necesidad de un
perjuicio real o posible para alguien.

33 MAGGIORE: Derecho Penal. Parte esp., vol. lll, pá9.347. Bogotá' 1972.
s4 WELZEL: Das Deutsche Straf recht, pá9.449. Berlín, 1960.
35 RODBÍGUEZ DEVESA: Derecho Penal de Antón Oneca-.., cit., parte esp.,
pá9.168.
3ó TORIO: Introducción, cit., pá9. 58.
37 JIMENEZ ASENJO: Tratamíento Penal del Periurio, cit', pág. 114.

243

I
¡
t ¿
Y

La doctrina de nuestro Tribunal Supremo, considera que ade'


más de faltar a la verdad es esencial la malicia, extendiendo en
este punto la doctrina sentada para ta acusación y denuncia falsa;
pero requiere asimismo un requisito más, para la perseguibilidad
del del¡io de falso testimonio, y es la existencia de declaración
expresa del tribunal que entendió en la causa disponiéndolo así;
con esta doctrina en realidad lo que hace es establecer Una con-
dición objetiva de perseguibilidad, que, como muy bien señala
RODRÍGUEZ DEVESA 38, carece de apoyo en la ley'
Este requisito que ha consagrado la jurisprudencia de nuestro
más Alto Tribunal, no ha tenido reconoc¡miento legislativo nada
más que en el Código penal de 1928, cuyo artículo 400 ordenaba:
opara la persecución del delito de falso testimonio será necesa-
rio que concurra uno de los siguientes requisitos: 1." Que el Tri-
bunal o autoridad que conoció de la causa criminal, juicio por fal'
1

tas, negocio civil o negocio contencioso donde fue prestado el tes-


;

timonio-, declare la fatsedad de éste, Sea en la sentencia o en la I

resolución que ponga término al asunto, o a instancia del M. F. o I

del perjudicado posteriormente, y ordene que se pase el tanto de


cutpa a los Tribunales,,. Creemos que la corta vigencia de cuatro
I

años, que tuvo et citado precepto no justifica en absoluto la reite-


rada jurisprudencia det Tribunal Supremo, máxime cuando el mis'
mo ti¡bunal, ya antes de la entrada en vigor del Código penal
de 1928, y en sentencia de 10 de julio de 1923, vio lo peligroso
que podía resultar el aplicar esta doctrina de un modo riguroso,
señaiando, la citada sentencia, que esta doctrina llevaría a la im-
posibilidad de aplicación del precepto del artículo 1796 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, que en su número tercero autoriza
la revisión de la sentencia que habiéndose dictado en virtud de
prueba testifical, los testigos hubiesen sido condenados por fal'
so testimonio dado en las declaraciones que sirvieron de base'
a la sentencia. Prudente y acertada doctrina que si bien alguna
vez ha sido recogida en posteriores sentencias v. g. en la de B de
abril de 1961 (se trataba de una peritación falsa), las más de las
veces ha sido olvidada y por lo tanto se ha exigido reiteradamen'
te que el órgano jurisdiccional ante el que se prestó la falsa de-

38 RODRÍGUEZ DEVESA: Derecho Penal Español. Parte esp., pá9. 910. Ma


drid, 1973.

204
claración pasase el tanto de culpa a los Tribunales penales, y en
este sentido es clara la sentencia de Ia Sala 2." del Tribunal Supre-
mo de 20 de mayq de 1970: "No habiendo rnandado el Tribunal
civil deducir el tanto de culpa para proceder en la vía penal, no
procede la aplicación del artículo 320 del Código penal, según exi-
ge la doctrina jurisprudencial, sin que baste la autorización para la
presentación de la querella".
creemos que el augurio de inaplicabilidad del número tercero
del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civil, que hacia la
sentencia de lo criminal de 10 de julio de lgzs, se ha cumplido
con toda exactitud, ya que en nuestra búsqueda de jurisprudencia
sobre revisión sólo hemos encontrado dos demandas de revisión
basadas en el motivo citado, la de 12 de noviembre de 1g71 y la
de 28 de abril de 1975, ambas se fundamentan en una sentencia
penal firme, dictada por la Audíencia Provincial, cuando ya la re-
forma legislativa de B de abril de 1967, al cambiar las normas de
competencia objetiva en lo penal , había imposibilitado el acceso
a la casación a los delitos, que como el falso testimonio en causa
civil, están penados con arresto mayor, lo que nos hace pensar
que sin la citada reforma es posible que et número tercero del
artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civil, seguiría hoy sin
haberse podido utilizar ni siquiera una sola vez. En una primera
instancia parece aceptable la postura de que si el falso testimo-
nio se da en causa civil, será el Tribunal civil el que mejor pueda
apreciar la eficacia y el valor de probatorio de esas declaraciones
contrastándolas con las demás pruebas practicadas en el juicio
y por lo tanto el que primero debe de instar ta persecución que
lo que hayan declarado mendazmente, pero creemos que no es
demasiado erróneo pensar, que exigiéndose rigurosamente el tan-
to de culpa de los Tribunales Civiles para Ia persecución del deli-
to de falso testimonio, se perseguirán todos los falsos testimo-
nios que no han logrado su objetivo, es decir, aquélros en los
que el juez civil no ha creído y en los que ha visto que revisten
los caracteres de falsedad suficientes para sacer el tanto de cul-
pa, mientras que quedarían impunes aquélios en los que el falso
testigo, al tener una habilidad mayor para mentir y saber dar una
mayor credibilidad a sus falsas declaraciones ha conseguido el
fin perseguido, y tal vez su declaración ha obtenido el pren'rio de
pasar a los resultados de la resolución que puso término a la

205
14

i
causa, ya que el Juez civil al creer auténtica la falsa declaración
no sacará el tanto de culpa.

3. HIPÓTESIS JURISPRUDENCIALES

Este es el motivo que menos veces se ha invocado como cau-


sade revisión de una sentencia firme, hasta el punto que el perío-
do estudiado por nosotros 1881-1976 no hemos encontrado nada
más que dos sentencias en las que el motivo de revisión invoca-
do fuera el número tercero del artículo 1976 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil la primera de ellas de 12 de noviembre de 1971,
no puede ser considerada como hipótesis jurisprudencial, respec-
to de este motivo, ya que por estar presentada la demanda de re-
visión fuera del plazo de los tres meses señalado en el artícu-
lo 1798 de la Ley de Enjuiciamiento Civil el Tribunal Supremo no
entra a ver el fondo del asunto limitándose a decir: "... los tres
meses desde dicha fecha a la interposición habían ya transcurrido
por lo que procede la desestimación del recurso en su integridad,
ello aparte de que el fundamento del fallo de la audiencia no lo
constituye la testifical invocada".

Sentencia de 28 de abril de 19753e


se interpuso una demanda de rescisión de contrato de arrenda-
miento urbano, alegando como causa de rescisión que la inquili-
na dedicaba el piso al negocio de hospedaje sin autorización de
los dueños, se aportan como pruebas Expediente Administrativo
por el que la Jefatura Superior de Policía había sancionado a la
inquilina por ejercer la industria de hospedaje sin autorización, en
dicho expediente fue testigo principal el vigilante nocturno don
B. C. A., en el juicio testifica el mismo don B. C. A. y, en contradic-
ción con lo manifestado en el expediente administrativo, manifies-
ta que nunca hubo en la casa objeto del pleito de dos huéspedes
a la vez.
El Juzgado Municipal dicta sentencia en la que declara rescin-
dido el contrato de arrendamiento. Apelada la sentencia la Audien-

3e R. A. n.' 1890.

206
cia Provincial la revoca y desestima la dernanda por considerar que
no está suficientemente probado el alojamiento de huéspedes.
CONSIDERANDO: Que un somero examen del poder otorgado
por los recurrentes a favor del procurador que les representan en
estas actuaciones, basta para acreditar que este señor fue expre'
samente autor¡zado, por sus poderdantes para interponer en nom-
bre de ellos arccurso extraordinario de casación y revisión", y
como dentro de los indicados en último lugar, se encuentra el
ahora autorizado, es indudable que dicho, poder reúne los requisi-
tos establecidos por el número primero del artículo 17lB de la
Ley de Enjuiciamiento Civil y es suficiente a los efectos preten'
didos, debiendo rechazarse en su consecuencia, la petición que en
sentido contrario, formuló la parte recurrida en el acto de la vista.
CONSIDERANDO: Que, al haberse fundado esencialmente la
decisión adoptada en la resolución recurrida, en la declaración del
testigo don B. C. A., que hizo surgir dudas a la Sala, acerca de los
hechos constitutivos de la acción ejercitada por los ahora recu-
rrentes y que convirtió en ineficaz la certificación de la Jefatura
de Policía, aportada a los autos, lo que provocó la absolución de
la demanda, y al haber sido dicho señor condenado por sentencia
de 22 de octubre de 1973, dictada por la Audiencia Provincial, por
delito de falso testimonio, dado en las manifestaciones vertidas
en aquel juicio, trpor? hacer inviable la acción ejercitada por los
actores,, y para producir aqueltas dudas "por la contradictoria ver-
sión suministrada por el inculpado, testigo considerado como fun-
damentalo, SGgún términos literales de la sentencia penal es evi-
dente que concurren los requisitos necesarios para la aplicación
de la causa tercera del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, sin que a ello se oponga la circunstancia de que se bene-
ficiase o no el inculpado, del indulto de 23 de septiembre de 1971,
por tratarse de materia totalmente extraña a esta jurisdicción y sin
que obste tampoco el que el condenado fuera un solo testigo, y
no varios conjuntamente, porque, si bien eS c¡erto que el mencio-
nado precepto, Sus antecedentes legales, integrados en las leyes
13 del Título XXll y 1." del Título XXVI, de la Partida 3." y la senten-
cia de esta Sala de '12 de noviernbre de 1971, se refiere siempre
a los testigos en plural, no lo es menos, que el espíritu que mo-
vió al legislador a establecer esta causa de revisión consistió en
el deseo de evitar que cualqu!er prueba decisiva para resolver un

207
l¡t¡gio, pudiera deberse a maniobras de carácter delictivo, situa-
ción en que puede encontrarse la declaración de un solo testigo,
toda vez que al haberse abolido por el artículo 569 de la Ley de
Trámites el antiguo aforismo: fefis unus, fefis nullus existe la po-
sibilidad de que un fallo judicial se apoye exclusivamente en ún¡co
testigo y porque, de admitirse la opinión contraria, el número ter'
cero del artículo 1796, resultaría de todo punto inaplicable en el
supuesto de que se estimase en el juicio criminal alguna causa
de exención de la responsabilidad de alguno de los deponentes en
el proceso civil, conclusión que por absurda debe rechazarse, dan-
do lugar a que el presente recurso deba prosperar. (Ha lugar.)

4. EL FALSO TESTIMONIO COMO PREDETERMINANTE


DE LA SENTENCIA

Para tograr ta revisión de una sentencia civil, no eS suficiente


que en et proceso al que la sentenc¡a cuya revisión se pretende
puso término, haya habido una prueba testifical y que dicho testi-
go haya sido condenado por falso testimonio por su declaración
en dicho litigio, sino que además, preceptúa en el número terce'
ro det artículo 1796 de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil, que la sen-
tencia se haya dictado en virtud de la prueba testifical declarada
falsa.
Vemos, pues, que más factible será que se dé esta causa de
revisión cuando mayor sea el valor que los tribunales conceden a
la prueba testifical. Valor que a lo largo de la historia parece de-
senvolverse entre dos posiciones, como señala ANDRIOLI 40, la
decretal de lnocencio lll (1206-1209) que estatuía la preponderan-
cia de nuestra prueba sobre el documento escrito, y la Ordenan-
za de Moulins de Enrique lll (1566), la cual disponía que "les
lettres passent temoins". Hoy nos encontramos en un período en
el que la prueba testifical no tiene una gran eficacia y hasta se la
mira con cierto recelo a tenor de lo que aconseja el artículo 1248
del Código civil, cuyo carácter admonitivo y no preceptivo es rei-
teradamente señalado por la jurisprudencia. Esta posición del tes-

40 ANDRIOLI: Prova Testimonial (Diritto Processuale Civile), Ns. D. I

tomo XlV, pág. 329.

208
1I

timonio, puede ser debido a las dificultades que la valoración de


esta prueba nos presenta, dificultades que son las mismas que la
valoración de la conducta humana en general plantea, viéndose
frecuentemente la Justicia impotente para descubrir el falso tes-
timonio bajo sus formas variadas y para reprimirlo como mere-
cería, resbala bajo la presa, se oculta bajo la apariencia de verdad
o se abríga tras la falta de prueba en contrario4r. A la dificultad
propia de la valoración de esta prueba, en la que habrá de tener en
cuenta el modo de percepción del testigo, si visual u oral, direc-
to o de referencia, tiempo transcurrido, condiciones en las que de-
pone, el estado físico no sólo de los sentidos del testigo sino de
toda su persona en general, también es necesario estudiar las
condiciones psíquicas del testigo, moralidad, capacidad intelec-
tual, y toda clase de circunstancias que ptledan afectar a la cali-
dad de la idea que el testigo tenga y la fidelidad a la idea que el
testigo guarde en su deposición, a todo lo antedicho es necesa'
rio añadir el incumplimiento de las normas que regulan el proce-
dimiento de la prueba testifical, que ha hecho afirmar a SERRAa2,
que la ineficacia de la prueba testífical en el derecho español es
debida precisamente al incumplimiento en la práctica de las nor-
mas que rigen la práctica de dicha prueba en nuestro ordenamien'
to lo que impide al juez valorarla debidamente.
Vemos, pues, que actualmente nos encontramos en una de
las épocas en donde la prueba testifical no puede ser calificada
de reina de las pruebas, no sólo por las dificultades de valoración
congénitas a la misma, sino también por la prelerencias que nues-
tros textos positivos dan a las formas escritas en la realización
de los actos contractuales, así el artículo 1280 del Código civil y
el 51 del Código de comercio. La consecuencia directa y que a
nosotros nos interesa, es la que pocos son los asuntos en que la
sentencia se dicta en virtud de prueba testifícal. Añadiendo, a Io
antedicho, la dificultad de que prospere una querella por falso
testimonio, y con ello la de obtener una sentencia firme penal en
la que basar la demanda de revisión a tenor del número tercero
del artículo 1796 de la Ley gls Enjuiciamiento Civil. No es de ex-

41 GOBPHE: La crítica del Testimonio, pá9. 44. Madrid, 1971.


42 SERRA: Liberalización y Socialización del Proceso Cit¡il, R. D. Pr. lb
números 2-3 {1972), pág. 538.

209

)
trañar que la jurisprudencia, por esta causa de revisión, sea mí-
nima, ya que de las dos sentencias encontradas una carece de
doctrina sobre la admisibilidad de esta causa, al haber sido re-
chazada la demanda por haberse interpuesto fuera del plazo que
señala el artículo 1798 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Para que se den los presupuestos necesarios e indispensables
que señala en el ¡rúmero tercero del artículo 1796 de la Ley de En-
juiciamiento Civil como causa de revisión, ha de haber concluido
un litigio con sentencia firme. En dicho l¡t¡g¡o es necesario que
se haya practicado prueba testifical, ha de haber prestado decla-
ración una persona tercera a la relación jurídico-procesal, sobre
afirmaciones alegadas por las partes, de interés o relevancia para
la resolución de la causa, dudosas y controvertidas, conocidas por
el declarante con anterioridad al proceso, en momento en que di-
chas afirmaciones no tenían relevancia procesal, percividas por
sus sentidos, de las que ha tenido conocimiento no en calidad de
técnico, y con finalidad de producir en el juzgador el convenci-
miento de la exactitud de las afirmaciones sobre las que presta
declaración.
Es preciso, que por esas declaraciones, sea condenado por el
delito de falso testimonio, que haya un reconocimiento de un
órgano de la jurisdicción penal, por medio de sentencia firme,
en la que se declare, que en esas declaraciones se afirmó lo fal-
so o se negó la verdad, y que maliciosamente el testigo intentó
que el convencimiento del juez fuera erróneo.
siendo necesario, por último, que la sentencia cuya revisión
se intente haya sido dictada en virtud de esas declaraciones y no
por cualquier otra prueba sino que la testifical, declarada falsa,
haya sido la que a llevado al órgano jurisdiccional a decretar cier-
tas las afirmaciones sobre las que versó la falsa declaración, ya
que si el órgano jurisdiccional ha llegado a esa certeza con otros
medios, o con la falsa declaración y otros medios conjuntamente
no se estará en el supuesto contemplado por la norma estudiada.
Ha de ser de tal forma que sin esa declaración la relación de
hechos probados de la sentencia impugnada, hubiera sido, sin lu-
gar a dudas de contenido diferente.
Por último digamos que aunque la Ley utiliza en el texto de este
motivo el término testigos en plural, el Tribunal supremo en la
sentencia de 28 de abril de 1g75, ha declarado, certeramente que

2t0
no ob.sta a la prosperabilidad del recurso que el condenado haya
sido un sólo testigo, porque si bien es cierto que el número ter-
cero del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil se refie-
re a los testigos en plural, no, lo es menos, que el espíritu que
movió al legislador a establecer esta causa de revisión consistió
en el deseo de evitar que cualquier prueba decisiva para resol-
ver un litigio, pudiera deberse a maniobras de carácter delictivo,
situación en la que puede encontrarse la declaración de un solo tes-
tigo, toda vez que al haberse abolido por el artículo 659 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil el antiguo aforismo fesfís unLts, testis nu-
//us, existe la posibilidad de que un fallo judicial se apoye exclu-
sivamente en único testigo y porque, de admitirse la opinión con-
traria, el número tercero del artículo 1796, resultaría de todo pun-
to inaplicable en el supuesto de que se estimase en el juicio cri-
minal alguna causa de exención de la responsabilidad, respecto
de alguno de los deponentes en el proceso civil,conclusión que por
absurda debe rechazarse.

211
CAPITULO VII
BEVISIÓN POR FRAUDE PROCESAL

1, EN GENERAL

El número cuarto del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento


Civil, último de los motivos por los que se puede dar la revisión
de una sentencia firme, tiene UnaS características marcadamente
distintas de las de los tres números anteriores del mismo artículo.
Lo primero que notamos al leer dicho precepto eS que, al contra-
rio de lo que el legistador realizó en los otros motivos, separándo-
los en párrafos distintos (dedicando dos números distintos a la
revisión por documentos), en este cuarto agrupa tres motivos di-
ferentes y de naturaleza tan distinta, que uno de ellos, cohecho,
se encuentra tipificado en el código punitlvo, y el segundo y ter-
cero, violencia y la maquinación fraudulenta, Son tan amplios que
engloban desde conductas que, asimismo, pueden estar tipificadas
en et Código penal hasta otras que son únicamente actos ilícitos
civiles. Al mismo tiempo, hemos de hacer notar que esta figura
de la maquinación fraudulenta comprende, necesariamente, y como
ha reconocido el Tribunal Supremo en sentencia del 15 de marzo
de 1974 ', todas las figuras enumeradas por el legislador en todos
los apartados del tan mencionado artículo 1796.
Por todo lo antedicho, creemos necesarío hacer una primera
referencia al concepto general de la figura del Fraude, pasar a es-
tudiar esta figura en el ordenamiento procesal y por último estu-
I Esta sentencia, al final de su tercer considerando, afirma: "El párrafo 4."
del artículo 1796 ofrece un matiz un tanto genérico, pues, para que se den
cualquiera de los supuestos de los tres primeros párrafos, siempre interviene
una maquinación fraudulenta, implícita en cada uno.

213
diar separadamente los tres motivos que contempla el últim9 du
los páriafos del artículo 1796 de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil.

2. CONCEPTO JURíDICO DEL FRAUDE

El diccionario de la Real Academia de la Lengua nos dice que


fraude es angaño, ¡nexactitud consciente, abusO de confianza, que
produce o prepara un daño, generalmente material. Este concepto
gramatical de fraude es demasiado amplio si Io comparamos con
át concepto de fraude que los juristas de todas las épocas han
lntentado dar, ya que el problema del fraude ha preocupado en
todas las épocas, siendo por tanto innumerables las definiciones
que de esta figura nos ha ofrecido la doctrina científica, desde la
ya clásica de lngfON: *Dolum malum esse omnem callidítatem,
fallacíam, machinationem, ad círcunveníendum, fallendum, accipen'
dum alteram adhibitam" 2, esta preocupación de la doctrina no eS
sino la consecuencia, lógica y necesaria, de los repetidos e inge'
niosos intentos de tos hombres de todas las épocas de conseguir
reatizar los actos prohibidos por la ley y escapar de las sancio-
nes marcadas en la misma, o como, en términoS más precisOS
que los anteriores nos indica MIAJA DE LA MUELA 3, siempre que
un legislador ha reforzado alguno de sus preceptos prohibitivos
con la declaración de nulidad de los actos contrarios, los interesa-
dos en ta consecución de tas finalidades a que servía el acto
prohibido por et tegislador, han procurado lograr aquellas finalida-
des mediante la realización de otro acto, o de una serie de actos,
conducentes a llegar a la satisfacción de sus propós¡tos por un
camino indirecto.
La preocupación por el fraude, como no podía menos, también
llegó al ánimo del legislador español, y en el artículo 4 del dero-
gado título preliminar del Código civil sancionaba con la nulidad
los actos ejecutados contra lo dispuesto en la ley, salvo los ca'
sos en que la misma ley ordene su validez, utilizándose la palabra
fraude en diversos artículos del texto legal citado, entre los que

2 D. 4-3-2-1.
3 N. E. J., tomo X, pág. 149

2t4
c¡taremos, s¡n ningún ánimo exhaustivo, los artículos 673, 1111,
1413-3.", 1419-2.", recogiendo el actual título preliminar del Código
civil en su artículo 6-4.", lo que podríamos considerar como un con-
cepto tipo del fraude a la ley al decirnos que: olos actos realiza-
dos al amparo del texto de una norma que persigan un resultado
prohibido por el ordenamiento jurídico o contrario a é1, se consi-
derarán ejecutados en fraude a la ley y no impedirán la debida
aplicación de la norma que se hubiera tratado de eludir; nuestro
Tribunal Supremo también se ha preocupado de este problema y
en la sentencia de revisión de 10-11-1959 nos da una definición de
fraude en sentido jurídico, que recogemos por considerarla de las
más sintéticas y claras de las dadas, afirmando que es: "burlar,
eludir o dejar sin efecto la disposición de la ley".
Pasemos ahora a estudiar algunas de las definiciones que nos
ha proporcionado Ia doctrina en torno al concepto y los requisitos
del fraude.
DE CASTRO a: "Fraude a la ley es uno o varios actos que ori-
ginan un resultado contrario a una norma jurídica y al o a los que
se ha amparado en otra norma dictada con distinta finalidad".
CASTAN 5: "Actos en fraude a la ley son aquéllos que, sin ata-
carla directamente, sirven de modo solapado para burlarla".
ó:
LIGEROPULO "El fraude a la ley consiste en actos reales,
queridos y realizados efectivamente, pero combinados de tal ma-
nera que, aun siendo lícitos en sí, permiten burlar la ley y hacerle
producir efectos contrarios a su espíritu y a su fin".
DE LA PLAZAT: Después de afirmar que para él dolo y fraude
es lo mismo, nos dice: que dolo es un medio rnalicioso e inten-
cionado de defraudar el conocimiento, de disfrazar la verdad".
De todas las anteriores definiciones, vemos que lo que ca-
racteriza a un acto fraudulento es el ánimo de burlar una disposi-
ción legal, lo que no se hace abiertamente para no incidir en la

4 DE CASTRO Y BRAVO, F.: Derecha Civil de España. tomo l, pág. 607.


Madrid, 1955.
5 CASTAN TOBEñAS. J.: Derecho Civil Español Común y Foral, tomo l,
vol. l, pá9. 574. Madrid, 1975.
ó LIGEROPOULO, A.: La defensa del derecho contra el fraude, R. D. pri.,
año XVll [1930), pá9. 5.
7 DE LA PLAZA, M.: la Bevisión Civil y sus problemas, R. D. pro., 1946, lV,
página 540.

2ts

/
sanción, la que Ia propia ley señala, la nulidad la mayoría de las
veces, por lo que para escapar de la esfera sancionadora de la
norma burlada, se ampara el acto realizado en otra norma, dicta-
da con distinto fin. El necesario carácter de generalidad que toda
norma ha de tener, hace imposible que el legislador pueda prever
todas las situaciones y, por Io tanto, imposible de evitar los actos
fraudulentos;' además, la realidad nos enseña que, en el mismo
momento de dictarse una ley, la mente humana ya está ideando
conductas que, acatando las palabras de la misma van en contra
de la voluntad del legislador. Pero no es suficiente para calificar
un acto de fraudulento que amparándose en una ley burle, aparen-
temente, la voluntad de otra, sino que, como señala DE CASTRO 8,
se tienen que dar estos dos requisitos: l.o que admitir la validez
del acto suponga la violación efectiva de una ley, y 2.o que la
ley en que se ampare el acto no lo proteja suficientemente e. O di-
cho de otra forma, y asimismo con palabras del mismo autorlo,
para la calificación jurídica del fraude se requiere que la ley evi-
tada haya de entenderse de modo que deba aplicarse a dicho ne-
gocio y que, por otra parte, Ias demás normas en consideración no
sean suficientes, por ellas mismas, para otorgarle validez.

3. EL FRAUDE PROCESAL

La actividad fraudulenta de los sujetos de las relaciones jurí-


dicas, puede ser desarrollada en el campo del proceso, alcanzan-
do entonces una gravedad, en cuanto a sus consecuencias, mucho
mayores que en cualquier otra rama del ordenamiento jurídico, no
sól,o porque de alcanzar su objetivo puede verse favorecida por
la Íuerza de la cosa juzgada, sino también porque perjudica a toda
la sociedad al ser burlado el Estado, ya que el Estado es y debe
aparecer como el órgano específico de la actuación del derecho

8 DE GASTRO: Derecho Cívi|..., tomo I, pág. 6ll.


s En el mismo sentido, en cuanto a los requisitos del acto fraudulento:
CASTÁN, ob., tom y vol. citados, pág. 57G.
io DE CASTRO: EI Negocio Juridíco, pág.371. Madrid, 1921. Véase Ía ju-
risprudencia sobre el negocio jurídico fraudulento, citada en la página 375 de
esta obra.

2t6
en cuanto que la actividad directa de actuar el derecho, cierta-
mente siempre desarrolla el interés de la sociedad r'. Por ser el pro-
ceso civil una lucha de intereses entre las pretensiones de las
partes, lucha en la que, al menos en parte, una de las pretensio-
nes alegadas ha de ser rechazada, es lógico pensar que muchos
de los contendientes no vacilaran en usar de todas las artimañas,
incluso ilícitas, para obtener el éxito final. Pero, como señala DE-
VIS ECHANDIAT2, el proceso no es un campo de batalla en el cual
todos los medios sean lícitos para obtener la victoria, sin importar
que el resultado y los procedimientos estén o no de acuerdo con
el derecho, la moral y la justicia. De todo lo señalado se deduce
la vital necesidad de señalar la obligación que recae sobre las par-
tes, sus representantes y defensores, el titular del órgano juris-
diccional y de todos los intervinientes en el proceso de actuar
con lealtad y probidad, y la ineludible obligación, por otro lado,
de sancionar toda conducta que no se rija por las mencionadas
normas.
Sin embargo, nuestro ordenamiento jurídico procesal es el que
se encuentra, dentro del ordenamiento jurídico patrio, más des-
guarnecido frente a la conducta fraudulenta, ya que no contiene
ninguna norma que, corno el artículo 88 del C.P.C. italiano, señale
la obligatoriedad de una conducta Ieal y honrada, ni ninguno de sus
preceptos castiga con la nulidad los actos procesales simulados
o tendentes a obtener un fin prohibido por la Ley, como lo hace
el artículo 665 del C.P.C. portugués.
Esta grave omisión de nuestro ordenamiento positivo no signi-
f ica, en absoluto, que la doctrina no se haya dado cuenta de Ia tras-
cendencia de este problema, del que se viene ocupando desde
poco después de la publicación de la vigente Ley de Enjuiciamien-
to Civil r3, reconociéndose con total unanimidad la necesidad de
que las partes mantengan una conducta leal a Io largo de toda la
tramitación de la litís, sin que la exigencia de dicho comporta-

tr ROCCO Tratatto di Diritto Processuale Civile, tomo l, pá9s.46-7. To-


rino, 1966.
12 DEVIS ECHANDIA: Fraude Procesal, sus características, configuración
legal y represíón. B. D^ Pro., lb., 1970, 4.", pá9.743.
13 COVIÁN: De Ia Bevisión en matería civil. R.T., 1898. en especial págs.
516 y siguientes.

2t7
m¡ento límite la libertad de acción consagrada en el principio dis-
positivo; en este sentido PRIETO CASTRO'0, la libertad de conduc-
ta que el principio dispositivo reserva a las partes no puede ir tan
Iejos que permita la licencia, el ataque a la buena fe y a la ética
procesal y el empleo deliberado del dolo y el fraude, pues, aunque
el proceso sea una lucha, persigue el derecho y ha de ser leal y
guiada por la verdad, tanto en lo. que afecta al fondo o al dere-
clro pretendido como a la forma de llevarlo.
Pasemos ahora a estudiar el concepto que la doctrina nos da
de la figura del fraude procesal.
Lo primero que observamos es que, al igual que en otras mu-
chas figuras procesales, el fraude procesal se ha empezado a es-
tudiar, y aun se estudia, basándose en la ya desarrollada doctrina
del fraude a la ley en el derecho material, habiendo autorestu que
se muestran decididamente partidarios de aplicar al fraude en el
proceso los principios del fraude a la ley en el derecho sustancial.
otro de los temas que ha llamado nuestra atención es el ob-
servar que la terminología usada en torno a la figura que ocupa
nuestra atención no es unitaria y que, en la mayoría de los casos,
se usan distintas palabras para ei mismo concepto, o, como se-
ñala GlAcoBBE, la doctrina que más o menos recientemente se
ocupa del problema, adopta indiferentemente la expresión proce-
so fraudulento o en fraude a la ley, y fraude a la tey en el proce-
so: signif¡cando, evidentemente, la intención que el comportamien-
to fraudulento de la parte determina la alteración de todo el me-
canismo procesal, invalidando el acto final tó.
Paremos nuestra atención en intentar ver si los términos de
fraude y dolo son conceptos equivalentes, o si por el contrario
cada uno de ellos tiene un significado distinto y, por lo tanto, han
de ser utilizados para supuestos diferentes.
veremos, asimismo, la frontera que creemos debe existir en-
tre las figuras del abuso del derecho y del fraude.

14 PRIETO CASTBO: Ética procesal Valoración de la conducta de las par-


fes. Esfudios y comentar¡os para Ia teoría y Ia práctica procesal civil, pág. 140.
Madrid, 1950.
t5 MoNAcclANl: // problema del proceso in f rode alla legge, pág. 84. Mi-
lano, 1957.
Io GIACOBBE: La Írode alla legge, pág. 144. Milano, 1969.

218
-1
I

GELSI BIDART: "El fraude procesal cons¡ste en la actividad


[uno o varios actos) de uno o más de los sujetos procesales, ten-
dente a lograr, a través de la actividad procesal normal, pero de
manera insidiosa, maquinada y, por ende, indirecta, un daño ilícito
que en definitiva se produzca, en perjuicio de un sujeto pasivo
que normalmente será tercero al proceso, pero que puede ser la
contraparte y generalmente también el Juez, en tanto se le haga
cómplice involuntario del fraude ¡7".
LOIS ESTEVEZ: "Fraude a la ley es el cambio de la situación
jurídica de un estado de hecho por deformación artificial de sus
elementos constitutivos 18n.
ESCLAPEZ: "Fraude procesal es toda maniobra cometida por
las partes o por los terceros, o por el juez o por sus auxiliares,
con el proceso o dentro del proceso, tendente a obtener una sen-
tencia o la homologación de un acuerdo procesal que haga cosa
juzgada; o la preclusión de una resolución interlocutoria en perjui-
cio de una ley que afecta al orden público, o al interés fiscal, o al
derecho de una de las partes o al derecho de un terceroreo.
GARCIA VALDECASAS: "Por dos maneras puede la actividad
procesal producirse en fraude a la ley: o bien las partes, previa-
mente de acuerdo, tratan de producir un fraude al ordenamiento
jurídico a través del proceso y sirviéndose de é1, o bien, uno de
los litigantes intenta, por vía procesal y con fraude a la ley, cau-
sar un daño o negar un derecho a la parte contraria 20".
DE LA PLAZA: "En el dolo unilateral la maliciosa actividad va
dirigida a perjudicar al contrario y a obtener por ese medio repro-
bable una decisión esencialmente injusta aunque aparentemente
no lo sea. En el dolo bilateral la actividad fraudulenta es común y
fruto de un acuerdo previo que, por distinto camino, conduce a la
injusticia 2t".
t7 GELSI BIDART: Noción de Fraude procesal. R. D. Pro. lb., 1970-1, pági-
na 31-2.
rB LOIS ESTEVEZ: Teoría del Fraude en el Proceso Civil, pá9. 39. Santiago
de Compostela, 1948.
re ESCLAPEZ: EI fraude procesal en los nuevos ordenamientos legales.
Libro homenape a Amílcar A. Mercader, pá9.407. Buenos Aires, 1971.
20 GABCíA VALDECASAS: Aspecfos del f raude procesal. R D.. Pri., 1958,
página 109.
2t DE LA PLAZA: Contribución al estudio del dolo procesal y sus formas.
H. D. Pri., 1943, pá9. 781.

219
Y

COSTA: "Dolo procesal cons¡ste en el corromper y en los co-


nocimientos de corromper los elementos del hecho que el relato
procesal desenvuelve, con el fin de consentir al iuez de decidir
la controversia o de cualquier modo de admitir el pronunciamien'
to jurisdiccional de su competencia22,,.
ANDRIOLI: "Por dolo se entiende el ilícito intencional, esto es,
la violación consciente de una obligación que incumbe a una par'
te frente a la otra, y particularmente del deber de obrar según la
lealtad y probidad que el artículo BB sanciona 23".
OLIVA GARCÍA: "Por fraude procesal podemos entender bien
las manipulaciones engañosas en general realizadas en un proce'
so, dirigidas a provocar en el juez un error que puede originar
una sentencia injusta 24".
FEHRER SAMA: "Fraude procesal existe en esencia y en am'
plio sentido, siempre que en un proceso, cualquiera de las partes
emplea medios engañosos o artificiosos dirigidos a provocar en
el juzgador un error de hecho que haya de originar o pueda origi-
nar una resolución errónea y por tanto injusta 2s".
DEVIS ECHANDIA: Este autor estudia la figura del fraude pro-
cesal desde el punto de vista del fraude colusivo: (Proceso frau-
dulento es el resultado del fraude conjunto o de Ia colusión de
las diversas partes, quienes se confabulan para obtener una sen-
tencia en determinado sentido o de contenido específico, con el
fin de producir efectos jurídicos sustanciales ilícitos o ilegales,
que generalmente no conseguirán mediante extracontractuales de
voluntad, unilaterales o bilaterales o para darles mayor eficacia
ante terceros, en virtud de la fuerza de cosa juzgada de que pue-
da gozar Ia sentencia y de los efectos que ella produce frente a
éstos 2ó".
Al estudiar el problema de la posible validez de la construcción
científica que sobre el fraude a Ia ley se ha realizado en otras

22 COSTA: II dolo processuale in tema civile e penale, pá9. 54. Torino,


1930.
2s ANDRIOLI: Commento al codice de procedura civile, tomo ll, pá9. 622.
Napoli 1960.
24 OLIVA GARCÍA: La estafa procesal, pág. 245. Madrid, 1970.
2s SAMA: Estafa procesal. A. D. P., 1966, pá9. 6.
FERRER
26 DEVIS ECHANDIA: Fraude procesaf, sus caracferisticas, configuración
legal y represión. R. D. Pr. lb., 1970-4, pá9. 749.

220
ramas del saber jurídico, vemos que en una primera instancia el
estado de la doctrina, en esos campos, nos sirve para sentar las
bases de partida del estudio de dicha figura desde el punto de
vista procesal, pero sin que sea posible Ia total asimilación o po-
damos conformarnos con el empleo del método analógico, ya que
esto nos llevaría, ineludiblemente, a dar como buenas unas con-
secuencias de imposible acoplamiento en el campo del proceso,
lo cual es debido al interés supraindividual que existe en todo pro-
ceso. De las cuatro acepciones que según GARGíA VALDECA-
SAS 27 puede tener en derecho Ia palabra fraude, 1." como dolo,
malicia; 2." engaño; 3.' detracción o perjuicio ilícito causado a un
tercero;4." fraude a la ley; traspasadas al terreno procesal, cree-
mos que los dos últimos significados entran en el sentido que e!
legislador le dio a la palabra fraudulenta, cuando la utilizó como
calificativo de las maquinaciones en el texto del último de los
motivos que contempla el artículo 1T96.
En cuanto al empleo de distintos términos para un solo con-
cepto 28, creemos que es la consecuencia lógica de estudiar esta
figura desde puntos de vista similares pero no idénticos. Siendo
nuestro intento el llegar a una definición de lo que es la rnaquina-
ción fraudulenta, como causa de revisión, del concepto jurispru-
dencial, partimos de la idea de la jurisdicción como deiermina-
ción irrevocable del derecho en lo concreto 2e, viendo la sentencia
como el acto procesal en que se determina irrevocablemente el
derecho, concretizándolo, por lo que consideramos como fraudu-
lenta la conducta que, con violación o uso torticero de las normas
procesales, tenga la finalidad de conseguir que la sentencia, como
último acto del proceso, tenga un contenido injusto, en desacuerdo
con la realidad fáctica y distinto del que tendría sin esa actividad, de-
fraudando así toda la actividad desarrollada en el proceso, y te-
niendo, como necesaria consecuencia, que invalidar todo el pro-
ceso.

27 GARCíA VALDECASAS: Aspecfos..., cit., pág. 107.


28 No entramos a estudiar otros términos utilizados por la doctrina, tales
como, proceso convencional, proceso simulado, proceso aparente. vid. pRlETo
cASTRo: Derecho..., cit., volumen l, págs. 416 y siguientes y MoRóN pALo-
MlNo: La nulidad en el Proceso civil Español, págs. 119 y siguientes.
n SERRA DOMfNGUEZ: Jurisdiccíón en Estudios de Derecho Procesal,
págs. 20-62, en especial, 49 y siguientes. Barcelona, 196g.

221
1A
Creemos, pues, que se debe utilizar el término fraude proce-
sal para todo proceso en que, como consecuencia de obra de una
part'e, de una parte y el juez, de las dos partes, o de las dos par-
ius y el juez, y mediante la violación o uso tort¡cero de las normas
procesallt, iógtu que se dicte sentenc¡a injusta que sea resul'
tado directo de esa act¡vidad.
Pasemos ahora a examinar si los términos de dolo y fraude
corresponden a un concepto unitario o s¡, por el contrariO, CO-
rresponden a figuras de distinto significado.
Lá mayor parte de la doctrina cons¡dera que son conceptos
equivalentes. Para DE LA PLAZA, por ejemplo, es indudable la equi'
valenc¡a de ambos 30, y afirma que Se trata de una opinión domi-
nante. DEVIS ECHANDIA nos dice que el fraude es una forma
de dolo 3i. GARCÍA VALDECASAS, intenta diferenciar ambas figu-
ras y califica a la doctrina que las equipara de demasiado genéri-
ca, Áe sitúa en el ámbito del derecho de quiebra y sienta el. prin-
cipio de que ta figura del dolo ha de ser más estrecha que la del
fraude negoc¡al, pero no profundiza en su estudio y pasa a estu-
diar la falsedad y la ¡njust¡c¡a manifiesta, con lo que llega a la
ecléctica solución de que ..no se ve gran inconveniente en hablar
con carácter genérico de fraude, pero no se ve ninguna ventaja.
el concepto dé dolo se basta y sobra, y en definitiva es e¡ que
la ley €ffiplea 32".
lblS ESTEVEZ 33 sitúa la frontera entre el dolo y el fraude en
el proceso, en que el dolo sólo afecta a la ilicitud de los actos pro'
ceéales cons¡derados aisladamente, mientras que el fraude proce-
sal, at cometerse en la premisa histórica, afecta a todo el proceso.
En la doctrina italiana Se usan, con carácter general, indistin-
s.
tamente dolo y fraude, igualmente que en el C.P.C. italiano

30 DE LA PLAZA: Contribución, cit., pá9. 776.


31 DEVIS ECHANDIA: Fraude..., cit., págs. 753 y siguientes'
32 GARCÍA VALDECASAS: Aspecfos, cit., págs. 116 y siguientes,
.33 LOIS ESTEYEZ: Teoría..., cit., págs. 68 y siguientes'
u Véase: MAGGIORE: Derecho Penal, vol. lll, en especial, págs. 354 y
siguientes. Bogotá, 1972 y DE STEFANO, La Revocazione, pág. 119. Milano 1957'

222
-r

CARNELUTTI utiliza indistintamente dolo y


fraude 35, si bien
realiza la distinción entre dolus bonus o dolus malus, asimilándo-
los a dolus sine damno y dolus cum damna, y separando el damno
secundum íus y damno contra ius; y termina afirmando que la ac-
tividad encubierta contra fus, esfo es, cuando disimula su fin, toma
el nombre de fraude s.
Creemos más acertada la distinción que realiza el gran maes-
tro italiano, ya que, aparte de su acertada disquisición conceptual
entre las distintas clases de dolo, nos permite utilizar, partiendo
de las premisas por él sentadas, indistintamente los dos concep-
tos, al igual que hacen los textos positivos.
No podemos olvidar la importancia práctica que puede tener
la distinción realizada por LOIS ESTEVEZ, en relación con la apli-
cación del artículo 1806 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en re-
lación a la posibilidad de revisar una sentencia en todos sus ca-
pítulos, por fraude, o sólo en algunos de ellos, por dolo.
La doctrina se ha ocupado, asimismo, de la figura del abuso
del derecho y de su posible inserción en el campo del proceso.
GARCÍA VALDECASAS 37, después de hacer un examen somero
de la figura del abuso del derecho en su aspecto sustantivo, afir-
ma su inaplicabilidad en el derecho procesal. FERRER MARTIN 38
cree que se debe de aplicar el abuso del derecho a los actos pro-
cesales desde dos puntos de vista: subjetivo y objetivo. De modo
subjetivo califica de abusivas las actuaciones procesales que 1."
sin modo legítimo promueven un proceso con el solo propósito
de molestar al contrario; 2.' las que con igual fin promueven re-
cursos infundados; y 3." las que provoquen dilaciones o retrasen
de cualquier modo la resolución de un litigio, para molestar o ale-
jar la declaración del derecho discutido. Y en forma objetiva con-
sidera abuso el dirigir el proceso hacia fines inadecuados.

s5 CAHNELUTTI: Utiliza el término dolo en Lezioni IV, n." 325, pá9. 238,
en el mismo sentido que fraude, que es utilizado en Contra il processo fraudo-
lento. R¡. D. Pro. Ci., 1926, tomo ll, pá9. 15.
36 CARNELUTTI: Sisfema del diritto Processuale Civile, tomo ll, págs. 380
y siguientes. Padova, 1938.
37 GABCIA VALDECASAS: Aspectos..., cit., págs. 115 y siguientes.
38 FERRER MARIN: Abuso del derecho en el proceso. R.D.Pro. lb., 1969-1,
páginas 111-162, en especial 148 y siguientes.

223

I
GELSI BIDART 3e se muestra part¡dar¡o de dar al término de
abuso en el proceso un sentido máS específ¡co: "Cuándo Se usa
abusivamente, causando un daño innecesar¡o a la otra parte", si
bien reconoce que en todas las situaciones estudiadas por FERRER
MARíN existe un abuso del derecho en el proceso en forma ge'
nérica.
DE STEFANO, realiza la distinción entre proceso fraudulento
y proceso abusivo, situando la caracteríSt¡ca del proceso abusi-
vo 40 en la posibilidad de produc¡r inmediatamente algún efecto ex-
terno de orden jurídico, poniendo el ejemplo de demandar una ad-
m¡n¡stración locat a un vecino, para hacerle inelegible para el car-
go de concejal.
Dejando aparte el estudio de DE STEFANO, ya que parte de ba-
ses y caracteres distintos para su estudio del abuso, cons¡dera-
mos más acertada la posición de GELSI BIDART, pues FERRER MA-
RiN da una extensión desproporcionada al abuso y, s¡ bien pode-
mos admitir que la mayoría de los casos de fraude son as¡mismo
abusos, no todos tos abusos alcanzan la categoría de fraudes, por
lo que consideramos el abuso como una figura de límites más
amplios que ta del fraude. En este sentido consideramos abuso
y no fraude a la conducta procesal, calificada como fraude por el
Tribunal Supremo en sentencia de recurso por qUebrantam¡ento
de forma de 21 -2-1974, en el que se alegó la causa 6." del artícu-
lo 1693 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y que el Tribunal Supre'
mo resolvió así:
"El recurrente desconoció el contrato de compraventa, al con-
testar la demanda, en cambio, sí lo tiene en cuenta al sólo efec-
to del lugar del cumplimiento de la obligación derivada del mismo,
y, por tanto, de utilizarlo como base para determinar la competen-
cia, circunstanc¡as que indudablemente revelan que la invocación
del n." 1." del artículo 62 y n." 2." del 58 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil para la prosperab¡lidad de la excepción de incompetenc¡a,
no tiene otra finalidad que la de dilatar, lo más posible, el pago
de la cantidad reclamada, to que se traduciría en ventaja ilegítima

3e GELSI BIDART: Noción..., cit., pág. 22.


10 DE STEFANO: Note sull-abuso del processo. Ri. Di. Pro., l9M, págs. 582'
600

224
---T-

para el recurrente a costa del recurrido, y por consiguiente en ver-


dadero fraude procesal". (No ha lugar.J
Si bien el fallo de este recurso nos parece plenamente acerta-
do, creemos, sin embargo, que la conducta del recurrente entra
más en la figura del abuso del derecho que en la del fraude.
Dediquemos, por último, unas breves líneas a la figura de la
estafa procesal, con la que terminamos esta panorámica general
del concepto de fraude procesal.
La estafa procesal no es más que la figura en la que se con-
vierte el fraude procesal cuando se realiza con ánimo de lucro y
se causa un perjuicio patrimonial. La doctrina española se mues-
tra unánime en este punto, como puede observarse en las opinio-
nes recogidas de algunos de los autores que han tratado el tema.
FERRER SAMAa': "Es necesario señalar la relación que existe
entre estos dos términos: fraude procesal y estafa procesal, en el
sentido de representar el primero L¡n concepto genérico, dentro
del cual y como modalidad específica se encuentra la estafa. Esta-
fa procesal se dará cuando la conducta fraudulenta procesal esté
inspirada en el ánimo de lubro y de ella pueda derivarse un per-
juicio patrimonial para la contraparte".
CEREZO MlRa2: "De estafa procesal en sentido estricto cabe
hablar sólo cuando una parte, con su conducta engañosa y reali-
zada con ánimo de lucro, induce a error al juez, y éste, como con-
secuencia del error, dicta una sentencia injusta que causa un per-
juicio patrimonial a la parte contraría o a un tercero".
OLIVA GARCíAa3: "Por estafa procesal hemos de entender, sim-
plemente, aquellos artificios desplegados en un proceso, directa-
mente encaminados a que el juez, por error, dicte una resolución
injusta gue comporte un daño para alguna persona, con el consi-
guiente lucro indebido para la otrao.
Vemos, pues, que la única diferencia entre las opiniones ex-
puestas se sitúa en la posibilidad de daño patrimonial o en la
efectiva producción de ese daño, problema que consideramos per-
tenece más al iter criminis que al conce'pto de la figura, por lo
que no entramos a estudiarlo. Creemos que la estafa procesal es

41 FERRER SAMA: Estafa procesal. A. D. P., 1966, pág. 6.


42 CEREZO MIR: la Estafa Procesal. A. D. P., 1966, págs. 179 y siguientes.
43 OLIVA GABCíA: La Estafa procesal, págs. 89 y siguientes. Madrid, 1970.

225

I
I
una de tas formas que puede adoptar el fraude a la ley, por lo que
toda estafa será, necesariamente, fraude, pero no tOdo fraude ha
de ser estafa.
a) Fraude unilateral

Entendemos por fraude procesal la actividad de una parte ten-


dente a obtener una sentencia injusta, mediante el engaño del juez
al que se le imposibilita descubrir la verdad, en perjuicio de la
otra parte. lntentaremos, a continuación, delimitar los perfiles de
esta figura,ya que no toda acción desleal realizada en juicio puede
ser calificada de fraude procesal , nemo tenetur edere contra se,
y en ta realidad de nuestro ordenamiento procesal vemos que sólo
una pequeña parte de las actuac¡ones que podemos cons¡derar
como desleales, pueden llegar a alcanzar la calificación de maqui-
naciones fraudulentas.
La noción más restrictiva de fraude procesal de la parte, es la
interpretación que realizan los tribunales de los distintos países
cuando se enfrentan a él con motivo de la rescis¡ón de una sen-
tencia; así la sentencia de cass. italiana de l9 de agosto de 1958#,
dice que dolo procesal de la parte consiste en artificio y engaño
tal que paralice y desvíe Ia defensa adversaria o impida al juez
acertar la verdad, por eso él no se consuma por la simple alega'
ción de hecho falso o el simple silencio del hecho contrario a la
parte.
La dificultad de la exacta delimitación de la frontera de esta
figura, viene enmarcada en dos consideraciones de muy distinta
índole: las innumerables conductas y posiciones defensivas, más
o menos lícitas, que la parte puede utilizar a lo largo de la anda-
dura procesal, y la falta de un precepto legal que defina Ia con-
ducta correcta de la parte. Creemos que en donde no es posible
la duda del carácter fraudulento de la conducta es en aquéllas que
impiden la defensa de la ,parte contraria, ya que esa conducta eli-
mina el contradictorio que, como afirma CARNELUTTI 45, es la me-
jor defensa contra el fraude; pero no sólo la eliminación total del

44 Foro lt., 1958. Voce Revocaíone.


15 CARNELUTTI: Contra el proceso fraudulento. R. D. Pr. Ci., 1926, tomo ll,
página 15.

226
contrad¡ctorio ha de ser et resultado del fraude procesal, sino toda
conducta que determine la emisión de una sentencia injusta, bien
por error det juez o bien por defensa defectuosa de la otra parte,
'urrot,
y defenéa que han sido fruto directo y necesario del fraude
a6 afirma cuando el comporta-
proceáat. En este sentido ATTARDI
m¡ento de una parte ha podido concretamente influir sobre la de-
cisión de una causa de modo que, sin eso, la misma decisión ha-
bría podido ser distinta.
ChnCin VALDECASAS 47, por su parte, nos dice que si la ac-
ción de una de tas partes perturba las condiciones regladas de la
lid en perjuicio de ias garantías procesa!es de otro contendiente,
estaremos en presenciá de un fraude procesal. DE STEFANO si-
túa la característica det doto revocatorio en la existencia de una
relación de causalidad subjetiva y objetivamente eficaz, capaz48'
de
hacer creer que ta sentencia sea injusta por efecto de él MAR-
CHETTI ae opina que hay que entender por dolo, no ya restrictiva-
mente el engaño perpietado en mala fe, sino, genéricamente, el
acto ilícito procesal realizado intencionadamente'
Creemos, pues, que toda conducta ilícita que determine el con-
tenido de una sentencia en sentido distinto al que hubiera tenido
sin haberse reatizado aquélla, ha de ser calificada de fraude pro'
cesal, siendo las características de esta conducta, para Su cali-
ficación de fraudulenta, la producción de un resultado lesivo para
il,
la otra parte uo, y la voluntariedad de ese daño producido si-bien
52 cuando afirma
estamos de acuerdo con GARCíA VALDECASAS
que, probados los hechos causantes del resultado fraudulento que
ha beneficiado injustamente a un litigante, hay que presumir. que
esos hechos han sido maquinados. Fraude procesal unilateral es,

46 ATTARDI: La Revocazione, pág' 158. Padova, '1959'


47 GARCÍA VALDECASAS: Aspecfos-.., cit., pá9. 119.
48 DE STEFANO: La Revolazione, pá9. 118. Milano, 1957'
49 MABCHETTI: Dola revocatorio e falsa alegazione. Ri' D' Pr'' 1960, pá-
gina 426.
50 En el mismo sentido: DE LA PLAZA: La revisión civil y sus problemas.
R. D. Pr., 1946-lV, pág. 540; SAEZ JIMÉNEZ-LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Com'
pendio de Derecho Procesal Civil y Penal, tomo lll, vol. l, págs' 484 y siguientes;
ATARDI: La Revocazione, cit., pág' 148'
5r DE STEFANA: La Revocazione, cit., pág' 119.
s2 GARCTA VALDECASAS: Aspectos, cit., pág- 119'

227

É-* I
por lo tanto, la conducta de una parte que, impidiendo o dificul-
tando la defensa de la otra, con violación de las normas procesa-
les, lleva el error al ánimo del juzgador y obtiene una sentencia in-
justa, que sin ella habría tenido otra resolución distinta. Lo ca-
racterístico del fraude es que rompe, lo que CARNELUTTI s3 llama,
el vínculo impuesto a la iniciativa del litigante por la subordina-
ción de su interés al interés público, concerniente a la justa com-
posición de la /itis.

b) Fraude colusivo

La figura del fraude procesal colusivo o bilateral es la que ha


sido objeto de mayor atención por parte de la doctrina, sobre
todo, de la italiana, en la que, especialmente a partir del famosí-
simo caso D'Angelo-Pecoraino, que dio lugar a un extraordinario
comentario de CARNELUTTI, publicado en la He. Di. Pro. Ci. de
1926 en su parte 2.'s4.
Dedicaremos unas muy breves líneas al intento de realizar un
esbozo de los términos en que el problema fue planteado en la
doctrina italiana, que se basó en el texto del C.p.c. de 1865, de-
jando.para cuando estudiemos las maquinaciones fraudulentas co-
lusivas su aplicabilidad al derecho patrio.
La decisión de la corte de casación italiana de no admitir el
recurso contra la sentencia que había declarado nulo un matrimo-
nio, en virtud de relato y pruebas falsas alegados de común acuer-
do por los cónyuges, en proceso en que aparecían como enfren-
tados, por falta de gravamen de la sentencia, hizo decir a CAR-

53 CARNELUTTI: Istituzioni del processo civile italiano, tamo l, pág. 221.


Roma, 1956.
54 Véase sobre el tema: CARNELUTTI: Contra il processo fradolento. Ri.
Di. Pro. C¡., 1926-ll, págs. 15 y siguientes; LIPARI: // dolo procesuale. Palermo,
1926. GUARNIERI CITATI: Dolo processuale bilaterale e revocazione. Ri. Di. Pro.
Ci' 1927,I, págs. 261 y siguientes. LIPARI: Appunti sul dolo processuale bílate-
rale. Ri. Di. Pro. C., 1929, l, págs. 218 y siguientes. CABNELUTTI: Nullítá della
sentenza derivata da processo f raudolenfo. R. Di. Pro. Ci., 1934, ll, págs. 46 y si-
guientes; ancora sulla nullítá assoluta della sentenza fraudolenta. R. Di. Pro. Ci.,
1943, ll, págs. 133 y siguientes y Nove reflesione sulla sentenza traudolenta.
Ri. D¡. Pro. Gi., 1950, ll, págs. 120 y siguientes; CALAMANDREI: Sopravívenza
del concetto di nullitá nel processo ci vile.

228
NELUTTI 55: "la decisión persuade, pero deja la boca amarga". Ll-
PARI uó cree que sólo formalmente se puede hablar de vencedor y
de vencido sino en esencia, dada la existencia del acuerdo, entre
ambas partes alcanzan su fin, que es el de obtener una sentencia
de determinado contenido; y considera que al menos por analogía
es extensible la figura del dolo unilateral del artículo 494 C.p.c.
[1865] al dolo colusivo 5i. GUARNERI CITATI 58 nos dice: ..en nues-
tra opinión, tanto el espíritu como la letra del artículo 494 [C.p.c.
de 1865) excluye claramente la hipótesis del dolo bilateral. Ahora,
en la hipótesis de la colusión, la sentencia no es ciertamente efec,
to del dolo de una parte, sino el efecto del dolo de entrambos.
Con posterioridad, CARNELUTTI considera nula la sentencia obte-
nida mediante fraude bilateral, por aplicación del artículo 1345 c.c.,
afirmando que es necesario que el fraude sea bilateral, según el
artículo 1345 del Código civil, para determinar la nulidad de la
decisión. El fraude unilateral no contamina la sentencia por la
misma razón que Ia hace inocua respecto al contrato, opinando, en
cuanto a la necesidad del conocimiento o intervención en el frau-
de del juez, que ni su ignorancia del fraude excluye la nulidad de
la sentencia, ni su conocimiento del fraude la agrava-
Vemos, pues, que el fraude procesal bilateral está caracteri-
zado por ser realizado de común acuerdo por las dos partes que
intervienen en el proceso, con el fin de obtener una sentencia cuyo
contenido no podría ser alcanzado por las partes, ni extraproce-
salmente ni en un proceso con una justa composición de la lítis,
logrando por medio de esta maniobra burlar los intereses de un
tercero o un principio de orden público interno.

4, EL FRAUDE COMO MOTIVO DE REVISIÓN


El último de los motivos por el que se puede intentar la revi-
sión de una sentencia firme es, a tenor del texto del artículo 17g6

5s CARNELUTTI: Contra il processo, cit., pág. 23


56 LIPABI: II dolo, cit., pá9. 37.
57 LIPARI: II dolo, cit., pá9. 37.
s7 LIPARI: Appunti, cit., pá9. 2BS.
58 GUARNIERI CITATI: Dolo..., cit., pág.277.
5e CARNELUTTI: Nuove..., cit., pág. 123.

229
en su número cuarto, si la sentencia firme se hubiera ganado in'
justamente en virtud de cohecho, violencia u otra maquinación frau-
dulenta.
Lo primero que notamos al leer el texto que antecede, es que
el legislador, al contrario de lo realizado en los tres números an-
teriores, utiliza una fórmula amplia, relativamente, en vez de mar-
car con un criterio riguroso la figura y sus circunstancias, tenien-
do como resultado de esta redacción el que aparezcan en un mis-
mo mot¡vo tres causas distintas de revisión: violenc¡a, cohecho y
maquinación fraudulenta.
Siguiendo el criterio del legislador, estudiaremos por separa'
do estos tres submot¡vos de revisión:

a) Gohecho
Según RODRÍGUEZ DEVESA e: "La acción en el delito de cohe-
cho consiste en solicitar o recibir, por sí o por persona intermedia,
dádiva o presente, o bien, aceptar ofrecimiento o promesa por rea'
lizar el acto".
PU¡G PEñAór: oOpina que se comete delito de cohecho cuando
un funcionario público recibe por sí o por persona interpuesta,
dádivas o promesas por realizar un hecho, sea o no delictivo, rela-
cionado con el ejercicio de su cargo)'.
CARRARA ó2, define
esta figura delictiva diciendo que: "Es la
venta que un magistrado le hace, de un acto perteneciente a sus
funciones y que por regla general debería ser gratuito, a una per-
sona privada.
RAINIERI ó3:
"Opina que es la conducta del que, voluntariamen-
te, da o promete a un funcionario público, y que éste recibe o
acepta la promesa, dinero u otra utilidad, por sí o por otro, para
omitir o retardar un acto de su oficio o servicio, o de hacer un

ó0 RODRIGUEZ DEVESA: Derecho Penal Español, vol. ll, pá9. 1015. Madrid,
1973.
ór PUIG PEÑA: Derecho Penal, tomo lll, pág. 451. Madrid, 1969.
62 CARRARA: Programa de Derecho Criminal. Parte especial, vol. V, pá-
gina 94. Bogotá, 1961.
ós RAINIERI: Manuale di Diritto Penale, pá5. 212. Padova, 1962.

230
--t

acto contrario a Su oficio o su servicio, con la conciencia de tal


contradicción ".
CUELLO CALÓN uo, señala como elementos de este tipo de de-
litos: o1.o que el funcionario solicite o reciba dádiva o presente
o acepte ofrecimientos o promesas; 2.' que el acto ejecutado o que
haya de ejecutar el funcionario, sea relativo á su c?r[for.
De las anteriores definiciones y de los elementos de esta figu-
ra, vemos que es necesariamente un delito bilateral o, como se-
ñala CAMAñO ROSA ó5: oEs un delito en el que es esencial el
concurso de varias personas", habiéndolo calificado MAGGIORE e:
"De "contrato" ilícito".
El cohecho como causa de revisión plantea, en teoría, muy po-
cos problemas, y en la práctica, ninguno, ya que desde la publica-
ción de la Ley de Enjuiciamiento Civil hasta hoy no ha sido ale-
gado en ninguno de los casos que hemos podido recoger, por lo
que el Tribunal Supremo no ha tenido ocasión de decirnos en qué
forma debe interpretarse este submotivo.
El primero de los problemas que se nos presentan es el ver
si el sujeto del cohecho ha de ser necesariamente el juez o Tri-
bunal que ha dictado la sentencia. En sentido afirmativo se pro-
nuncian MANRESAU' y CALVO SÁNCHEZó8. GUASPoo, por el con-
trario, dice que: "Nada importa, en cuanto a los sujetos, si el juez
ha participado o no en la violencia, en el cohecho o en el fraude".
Creemos que lo determinante para dar lugar o no a la revisión
de una sentencia firme, es que ésta se haya ganado injustamente
en virtud del cohecho, por lo que el cohecho del juez o Tribunal
dará lugar, por sí solo, a la revisión de la sentencia firme; mien-
tras que el cohecho de otros funcionarios, secretarios u otros, so-
lamente en los casos en que se pruebe que la actividad desplegada
por ese funcionario, como consecuencia del cohecho, ha influido
decisivamente en el contenido del fallo, v.9., ocultación o destruc-

u CUELLO CALóN: Derecho Penal conforme al Código Penal. Texto revi-


sado de 1963, págs. 390 y siguientes. Barcelona, 1967.
ó5 CAMAHO ROSA: Cohecho y Soborno. A. D. P., 1961 , pá9. 292.
6ó MAGGIORE: Derecho Penal, vol. lll, pá9. 190. Bogotá, 1972.
67 MANRESA: Comentarios, cit., tomo Vl, pág. 248.
ó8 CALVO SANCHEZ: La Bevísión, cit., pá9.371.
6e GUASP: Derecho Pr..., cil., vol. ll, pá9. 934.

23t

I
i
ción de pruebas, falsificación del contenido de un interrogatorio
realizado en ausencia del juez, etc., si bien y con carácter casi ge-
nerat, todas estas actividades entrarían también en otro de los
motivos de revisión.
Se puede pensar si se ha de dar o no la revisión cuando la
sentencia ha sido dictada por un Tribunal y sólo uno de sus miem-
bros ha cometido cohecho. PRIETO CASTRO 70 afirma que: *Si se
trata de Tribunal colegiado, el cohecho de uno de sus componen-
tes bastarÍa para que se produjese la revisión". MANRESATT dice:
"Que si el Tribunal Supremo entiende que el voto de ese magis-
trado no ha sido decisivo ni ha influido en el fallo del pleito, po-
drá declarar improcedente la revisión solicitada". Parece más acer-
tada la opinión de PRIETO CASTRO, ya que si la sentencia apare-
ce como obra unitaria de un órgano de la jurisdicción y no como
obra de alguno de los miembros de ese órgano, es lógico que se
revise en el momento que uno sólo de los miembros de ese Tribu-
nal aparezca como reo del delito de cohecho, y sólo en el caso de
que ese magistrado hubiera votado en contra de la resolución re-
caída, podría adoptarse la postura de MANRESA.
Veamos si el adverbio injustamente se refiere a la forma de
ganar la sentencia solamente o si quiere significar que la senten-
cia ha de ser injusta. PRIETO CASTRO 72, opina que: "El cohecho no
interesa a la justicia o injusticia intrínseca de la sentencia, pues
tal problema no es examinado en el ámbito de este remedio, sino
sólo si se ha ganado injustamente en beneficio o con arreglo a
los intereses del sobornado". Opinión con la que estamos totalmen-
te de acuerdo, ya que pensar otra cosa significaría creer que el
Tribunal Supremo ha de entrar en el fondo del asunto, misión que
desde luego no le está encomendada en el proceso revisorio. Nor-
malmente, el cohecho vendrá acompañado de otro delito, el de
prevaricación, ya que es difícil pensar que nadie quiera cometer
un cohecho con el fin de conseguir una sentencia justa, pero el
que se dé esta segunda figura delictiva o no, es indiferente para la
revisión por cohecho. Si hacemos mención a esta posibilidad es

70 PRIETO CASTRO: Derecho Pracesal Civil, vol. l, pá9. 736. Madrid, 1972
71 MANRESA: Cita anterior.
72 PRIETO CASTRO: Ver cita anter¡or.

232
para dec¡r unas palabras sobre la opinión de SÁEZ JIMÉNEZ-LÓPEZ
.1

FERNANDEZDE GAMBOA73, los cuales afirman QU€: "No sólo por \

cohecho se debe de dar la revisión, basada en este primer sub'


mot¡vo, sino también en la prevariación", opinión con la que nos
hemos de mostrar totalmente contrarios, no sólo por la interpre-
tación restr¡ct¡va que nuestro Tribunal Supremo da a todos los
motivos de revisión, sino también porque creemos que al haber
utilizado el tegislador el nombre de un delito concreto, es sola-
mente a este tipo al que se debe de entender extendida esta causa,
pudiendo entrar la sentencia injustamente ganada por prevariación
en las maqu¡naciones fraudulentas 74.

b) Violencia

Et segundo de los submotivos contemplados por el artículo 1796


es el de la sentencia ganada en virtud de violencia. Hoy no hay
duda de que este concepto de violencia comprende tanto la vis
tu, con-
absoluta o carpori illata, como la vis impulsíva o animo illata
sistiendo la acción tu en constreñir a otro a hacer u omitir algo.
En nuestro Código penal son numerosos los preceptos en que
viene recogido este concepto, bien como circunstancia cualifica-
dora del tipo de delito artículo 500, como agravante artículo 411,
o bien como elemento esencial de un tipo de delito artículo 496.
La violencia se puede dar en las personas y en las cosas, si
bien de ambos objetos, en el caso estudiado, solarnente las per-
sonas pueden ser el sujeto pasivo de la violencia como causa de-
terminante de la revisión de una sentencia firme. El sujeto pasivo
de la violencia revisoria puede ser la parte contraria o el órgano
jurisdiccional, en sentido amplio. Si la violencia es ejercitada so-
bre el órgano jurisdiccional, nos encontramos con que no sólo es
una causa de revisión, sino también una causa de nulidad a tenor
de lo preceptuado en el artícula 422 de la Ley de Enjuiciamiento

7g SAEZ JIMÉNEZ.LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: COMPENi|O, Cit., IOMO III,


vol. l, pá9. 485.
74 CALVO SANCHEZ: La revisión, cit-, pág. 372-
ts ARIAS RAMOS: Derecho Romano, págs. 121 y siguientes. Ivladrid, 1960.
76 RODRÍGUEZ DEVESA: Derecho Penal Español. Parte especial, pá9. 249.
Madrid, 1975.

233

*
I
l
Civil, pudiendo reputarse los actos dictados a causa de esa vio-
lencia de inexistentes 77.
Tal vez debido al mandato del artículo 442 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil, la violencia como motivo de recisión sólo ha
sido alegada una vez, en la interpretación de un documento, confor-
me a los siguientes hechos: La sentencia impugnada es la dictada
en apelación que confirma la de primera instancia, la cual falla:
"debo declarar y declaro que la finca del demandante goza de ser-
vidumbre, de luces y vistas, constituida por tres huecos existentes
en la pared sur del predio ciominante, sobre la finca propia de los
demandados, a quienes condeno a estar y pasar por esta declara-
ción, así como a que dejen libres de obstáculos los huecos por
los que la servidumbre se practica". La demanda de revisión ale-
ga, en su único motivo: que el fallo cuya revisión se pretende se
ganó por violencia, respecto del título de dominio del recurrente,
que la sentencia recurrida aceptó plenamente la tesis del recurri-
do, citando de modo expreso el artículo 541 del Código civil y la
jurisprudencia; que sin embargo el tema tiene otro aspecto, y es
que la pared divisoria de los predios de los litigantes, es de carác-
ter medianero, según inscripción del Registro de la Propiedad, y
que si la pared tiene carácter medianero no podrá hacerse aplica-
ción de la doctrina que recoge el artículo 54,l del Código civil, pues
la servidumbre de medianería está sometida a régimen distinto,
artículos 571 a 579 del Código civil.
El Tribunal Supremo en sentencia del 4 de julio de 1972, y en
su segundo considerando, en el que entra en el fondo de la revi-
sión, sienta esta doctrina:
"CONSIDERANDO: Que, la causa que se alega en el presente
recurso es la señalada con el n.o 4." del artículo 1796, que, la es-
tablece para el caso en que, la sentencia firme, se hubiere ganado
injustamente, en virtud de cohecho, VIOLENCIA, u otra maquina-
ción fraudulenta, habiendo la jurisprudencia, dicho en relación con
esta causa, que, tales hechos determinantes de la revisión, han de
deducirse de circunstancias ajenas al pleito y ocurridas fuera del
mismo, no de los alegados y discutidos en él; de otra parte la doc-

77 MORÓN PALOMINO: La nulidad en el praceso civil español, pá9. 116


Barcelona, 1962.

234
trina, al llegar a este punto, señala la correspondencia entre este
artículo y el 442 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, que, prescribe
que serán nulos todos los actos judiciales, practicados bajo la in'
timidación o la fuerza, debiendo los Jueces y Salas, que, hubiesen
cedido a la intimidación o la fuerza, tan luego como se vean libres
de ella, declarar nulo todo lo practicado y promover, al mismo
tiempo, la formación de causa contra los culpables, de lo que se
deduce que, en la mayoría de los casos, será el propio juzgador
quien haga lo posible, para que no se llegue al recurso de revi-
sión, pero si el sentenciador lo calla, tendrá la parte que sufra
las consecuenc¡as, que acudir al trámite del juicio extraordinario
y antes de comenzarla o después, promover la formación de causa,
contra el culpable, haciendo aplicación de lo dispuesto en el ar'
tículo 1804 de la Ley procesal, suspendiéndose el procedimiento,
hasta que la acción penal se resuelva, por sentencia firme". (No ha
lugar.)
Vemos que el Tribunal Supremo sólo ve la posibilidad de apli-
car la violencia, como motivo de revisión, si el sujeto pasivo de la
misma ha sido el Juez o Tribunal quien dictó el fallo injusto, crite-
rio que consideramos excesivamente restringido, ya que la violen-
cia de una parte en la persona de la otra, v. g., obligándola al alla-
namiento, tamb¡én ha de considerarse comprendida en el submo-
tivo tratado.
Del último inciso del considerando transcrito, se deduce que la
violencia da lugar necesariamente a la formación de causa crimi-
nal. Esta afirmación del Tribunal Supremo nos obliga a conside-
rar cuál es el concepto de violencia que se haya comprendido en
el texto del n." 4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil.
Creemos que violencia está utilizado en el artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, en igual sentido de fuerza irresis-
tible que lo utiliza el artícula 1267 del Código civil, y por los am-
plios términos en que está redactado el artículo 496 del Código
penal: "El que sin estar legítimamente autorizado impidiese a otro,
con violencia, hacer lo que la ley no prohíbe, o le compeliere a efec-
tuar lo que no quiera, sea justo o injusto, será castigado con las
penas de arresto mayor y multa de 10.000 a 100.000 P€setás", toda
violencia que pueda dar lugar a la revisión de una sentencia esta-
rá prevista y penada en dicho precepto, al menos, ya que dicha

2s5

I
r
I

violencia puede dar lugar a un concurso ideal de delitos. Pero no


i

creemos que la sentencia penal condenatoria sea requisito ne- I

cesario para la aplicación de la violencia, ya que la propia Sala 1."


del Tribunal Supremo habrá de decidir si la violencia fue deter-
minante de la emisión del fallo injusto, naturalmente, sin prejui-
cio de cumplir con el mandato del artículo 1804 y sin entrar a co-
nocer el aspecto penal que pudiera tener la cuestión.

c) Maquinaciones fraudulentas
Et tercero de los submotivos, contenidos en el n." 4.o del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, es cuando la sentencia
se haya ganado injustamente en virtud de maquinac¡ón fraudulenta.
El diccionario nos dice que maquinación es asechanza artificio'
sa y oculta, dirigida regularmente a mal fin; y fraudulento es en-
gañoso, Íalaz. Gramaticalmente, maquinación fraudulenta, por tan-
tO, nO eS Otra cosa que..asechanza artifiCiOsa y Oculta, realizada
con engaño, dirigida regularmente a un mal fin".
Como es lógico, el significado jurídico de maquinación fraudu-
lenta no puede alejarse dernasiado del gramatical, y así ocurre en
las definiciones que nos proporc¡ona la doctr¡na.
SAEZ JIMÉNEZ-L}PEZ FDEZ. DE GAMBOA 78, nos dan más una
descripción que una definición de la maquinación fraudulenta, que,
para ellos, viene a representar una cualificación de la conducta de
la parte, cuando en su actividad artificiosa y encubierta, acude a
engaños y falacias contrarios a la verdad que en el proceso se de'
bate, y dirigidos a obtener un fin ilícito e injusto; de donde vendrá
a inferirse que toda actuación de la parte, consc¡ente y voluntaria,
pretendiendo ocultar la verdad e impedir la efectividad de un de-
recho verdadero y.lícito, merece el calificativo de maquinación frau-
dulenta, tendente a obtener en la sentencia final un resultado in-
justo y, por consiguiente, antijurídico y no protegible por la tutela
judicial".
PRIETO CASTRO ?' define la maquinación fraudulenta como:
.todo artificio realizado personalmente o con auxilio extraño a la

78 SAEZ J¡MENEZ-LÓPEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio, cit., tomo lll. vo-


lumen l, pág. 784.
7e PRIETO CASTRO: Derecho..., cit., vol. l, pá9. 737.

236

i
_T

parte que haya obtenido la sentencia deseada o por quienes la


representan ".
Pero no toda conducta que pueda ser calificada de maquina-
ción fraudulenta ha de ser necesariamente reconocida co¡'no cau-
sa eficiente para dar lugar a la rescisión de una sentencia firme,
sino que tanto la doctrina como la jurisprudencia señalan la nece-
sidad de la concurrencia de otros requisitos para que se llegue a
la revisión. Esto unido a la gran importancia y uso to que en la
práctica ha tenido la maquinación fraudulenta, hace que dedique-
mos a esta figura el sigr-riente epígrafe del presente capítulo.

5. ESPECIAL ESTUD¡O DE LA MAQUINACIÓN FRAUDULENTA

a) En general
El primero de los requisitos que hemos de señalar como nece-
sario, para que la maquinación fraudulenta pueda producir efectos
rescisorios, es que la rnisma se haya producido fuera del pleito.
PRIETO cASTRo 81 dice que: (se exige que estas maquínaciones
se deduzcan de hechos ajenos al proceso y ocurridos fuera del
mismo, no de los alegados y discutidos en é1, pues en otro caso
se produciría una reiteración del proceso por una vía lateral inad-
misible".
FENECH 82 afirma: ..que no es lícito traer a revisión las mismas
cuestiones ya definitivamente resueltas en casación".
La jurisprudencia se ha manifestado en el mismo sentido en
múltiples y reiteradas ocasiones, afirmando que la maquinación
fraudulenta ha de deducirse de hechos ajenos al pleito y ocurridos
fuera del mismo, no de los alegados y discutidos en ér 83.

80 De 169 sentencias consultadas, en 108 se ha alegaoo el n." 4." del ar-


tículo 1796 como motivo de revisón, y de las 108, en 107 ha sido la maquina-
ción fraudulenta el submotivo utilizado
8r PRIETO CASTRO: Derecho..., cit., vol. l, pág. T3T.
82 FENECH: .Doctrina Procesal civil del Tribunal supremo, T.V., pág. 10592.
83 La sentencia de 28 de abril de 1930 contempló los siguientes hechos:
Se firmó una escritura pública de reconocimiento de deuda y convenio, en
virtud de la cual una de las partes reconocía adeudar a la otra 39.500 ptas., con-
viniendo en que dicha cantidad habría de ser pagada en el término de tres

2.37
t6
Otro de los requisitos señalados por la jurisprudencia es que
la maquinación haya sido determinante de Ia sentencia impugna-
da, de tal modo que sin la concurrencia de la maquinación el con-
tenido de la sentencia hubiera sido distinto. Según sentencia de
3 de mayo de 1956, "si la maqu¡nación influyó en que se dictase
la sentenc¡a recurrida".

o/o ánuál; comprometiéndose el


años, devengando en tanto un interés del 3,50
deudor en responder con todos sus bienes, y que en el momento en que que'
dase en descu-bierto alguna de las letras libradas por el acreedor, a adjudicarle
toda su participación en unas minas. A partir de esta adjudicación quedaba el
acreedor obligado a anunciar la venta en pública subasta, mediante anuncios
en var¡os p"riódi"or, no sólo de las pertenencias que se le hubieran adjudicado,
sino de su propia participación en las mismas minas. Del precio de la venta
de las pertenencias'del deudor se hará pago al acreedot de todos sus créditos
y gastos, entregándose lo sobrante, si lo hubiere, al deudor. Al quedar impa-
juicios ejecutivos. El deudor inter-
áujuu tres letrai, el acreedor interpone tres
fione demanda dectarativa de mayor cuantía, por daños y perjuicios, por no
haber cumptido el acreedor lo pactado. La demanda es desestimada en primera
instancia, ón apelación se revoca la sentencia y se condena al acreedor; en ca-
sación el Tribunal Supremo casa la sentencia de la Audiencia y confirma la
del Juzgado, quedando Ir du*unda desestimada por sentencia firme. El deudor
interpoñe demanda de revisión alegando maquinación fraudulenta, cons¡stente
ql" el acreedor retrasó maliciosamente durante ocho días el escrito de con-
"n
clusiones, con el fin de que no pudiera fallar el Juez de Primera lnstancia que
había tramitado el asunto, que después recusó injustamente y sin motivo al
Juez sustituto, recusación que no fue aceptada, pero que con estas maquina-
ciones logró que dictara el fallo el nuevo Juez de Primera Instancia, que no
conocía la tramitación y aceptó la afirmac!ón gratuita de que fue primero el
actor el que había incumplido lo pactado al no poner a disposición del acree-
dor su part¡cipac¡ón en lis minas, siendo de aplicación esta maquinación a la
sentencia de casación, ya que el Tribunal Supremo apoya su fallo en los mismos
razonamientos que el Juzgado.
CONSTDERANDO: quá, el artícutb 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
autoriza el recurso de revisión en el caso, entre otros, de que Ia sentencia se
haya ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia u otra maquinación
fraudulenta; pero de acuerdo con et sentido del precepto legal ha declarado la
jurisprudencía
-pt.itb que tas maquinaciones se han de deducir de hechos aienos al
y ocurridos fuera de é1, no de los alegados y discutidos en el mismo.
CONSIDERANDO: que, en el escrito de interposición de este recurso no se
cita hecho alguno revelador de las maquinaciones ni del cual quepa deducir la
existencia de las que con notoria ligereza se atribuyen al recurrido, y en cam-
bio se hacen extensas alegaciones encaminadas a impugnar el criterio de la
Sala al admitir que el contrato entre recurrente y recurrido fue íncumplido por
aquél en primer término, todo ello ya fue examinado y decidido dentro del plei-

¿JÓ
T

La maquinación debe de haber logrado que la sentencia se dic'


tase injustamente, o Sea, que Se haya conculcado un derecho de
la parte perjudicada, que el autor de la maquinación haya obrado
contra ius. En este punto nuestro Tribunal Supremo ha sentado
doctrina jurisprudencial por la que se legitiman conductas que bien
puede afirmarse que razan la figura del fraude procesal; así, la
sentencia de 1B de junio de 1960 reconoce como justo ejercicio
del derecho de defensa el deponer falsamente, al decir que: "la
libertad de defensa en nuestro derecho positivo, donde no existe
el deber de veracidad impuesto a las partes en concepto de prin-
cipio ético-jurídico, no se conjuga con la actuación procesal de
maquinación fraudulenta". El supuesto de hecho estudiado en esta
sentencia fue: el demandado negó haber recibido utensilios y en-
seres al otorgarse el arrendamiento de industr¡a, con lo que logró
se calificase el contrato de arrendamiento de local de negocio y
se concediese la prórroga legal, con la consiguiente negativa del
deshaucio, una vez de ser firme la sentencia, admite haber reci-
bido utensilios.
La maquinación fraudulenta ha de ser procesal y no sustantiva,
de tal forma que incida en la voluntad del juzgador, induciéndole
a error, y no en Ia de las partes al constituir, desarrollar o extin-
guir la relación jurídico sustant¡va, ya que de haber incidido en
ésta el cauce para alegarla, hubiera debido ser el prirner proceso
y no el proceso revisorio. Según la sentencia de 6 de abril de 1931:
"Los ilícitos medios en virtud de los cuales se obtuvo con injusti-
cia la sentencia, han de referirse y hacer relación inmediata al Juez
o Tribunal que dictó el fallo, pero nunca derivarse de hechos o
circunstancias que por afectar de modo decisivo a la prestación
del consentimiento de las partes, en nada pueden influir en que
la sentencia recayese en uno u otro sentido, pues en tal caso no

to en el curso de su tramitación y no es lícito traer a revisión las mismas cues-


tiones ya definitivamente resueltas en el recurso de casación. (No ha lugar.)
En el mismo sentido las sentencias de 15 de febrero de 1886,6 de abril
de 1931, 31 de mayzo de 1932, 21 de noviembre de 1932, 4 de enero de 1934,
12 de julio de 194A, 7 de julio de 1944, 12 de abril de 1946, 28 de septiembre
de 1955,9 de abril de 1959,7 de febrero de 1962, 13 de diciembre de 1962,
25 de noviembre de 1964,26 de febrero de 1965,6 de junio de 1968,30 de
junio de 1971,4 de julio de 1972 y 26 de diciembre de 1975.

239

I
T -f-

sería el recurso de revisión el pertinente y sí la acción de nulidad


establecida en el artículo 1300 oel Código civilsa'.
Como señala FENECH ", efl un caso aíslado el Tribunal Supre-
mo exigió testimonio de la sentenc¡a penal, declarando delito la
maquinación: fue en la sentencia 31 de marzo de 1936.
Este requisito, que no ha vuelto a ser exigido, lo consideramos
totalmente desorbitado, ya que, por mucho que se ¡ntente restr¡n-
gir el concepto de fraude procesal y el de maquinación fraudulen-
ta, siempre habrán de ser más amplios que el de ilícito penal, ya
que Ia innumerable serie de conductas torticeras e ilegales que
las partes pueden llegar a discurrir para lograr sus fines, atentan-

84 Los hechos que dieron lugar a esta resolución son: Después de varias
negociaciones encaminadas a la venta de unas fincas, se llegó a un acuerdo
firme sobre la venta y se pactó el precio y el modo de pagarlo; comprador y
vendedor acuden a un notario para encargarle la redacción del documento pú-
blico pertinente, siendo el comprador el que lleva los planos de las fincas.
Antes de llegarse a la firma de la escritura, el comprador desiste de la
compra y así lo anuncia por carta al vendedor y al fedatario públieo. El ven-
dedor interpone demanda de mayor cuantía pidiendo se condene al comprador
a cumplir lo pactado y en su consecuencia a otorgar el correspondiente docu'
mento público .El comprador se opone a la demanda alegando que no existe
más que un proyecto de contrato y que, además, en el caso de que existiese
contrato, éste sería nulo, ya que el vendedor le engañó en cuanto a las rentas
que producían las fincas, por lo que existía dolo en el vendedor y error por
su parte.
La sentencia estima en todo la demanda y es confirmada en Apelación.
En fase de ejecución de sentenc¡a el comprador interpone demanda inci-
dental, en la que alega que juntamente con las fincas compró una parcela de
terreno. en la que había una escalera y un ascensor que da entrada a las fin-
cas, y pide se declare que esa parcela es suya. La sentencia desestima la de-
manda y es confirmada en Apelación.
El comprador interpone demanda de revisión contra la sentencia, de ma-
yor cuantía, fundando su revisión en la existencia de maquinaciones fraudulen-
tas consistentes en que por el vendedor se le había ocultado que la salida ló-
gica de las fincas estaba inutilizada por un garaje que se había construido en
el camino de salida natural de las fincas, por lo que al vender la parcela ob-
jeto del incidente, quedaban las fincas sin ninguna salida, y alega también que
habían pactado que sobre las hipotecas que gravan las fincas se haría una no-
vación, y en efecto se suspendieron los ejecutivos, pero una vez consumada la
venta los ejecutivos siguieron adelante, viéndose él en la necesidad de comprar
de nuevo las fincas en pública subasta.
85 FENECH: Doctrina fuocesal Civil del Tribunal Supremo, tomo V, pági'
na 10607.

240
r
:tl

do a la justa composición de la Iitis, eliminando o restringiendo el


derecho de defensa de la parte contraria, Y, 8r'l suma, impidiendo
el conocim¡ento necesario de los hechos que el juzgador ha de
tener para emitir un fallo justo, excede con mucho de las posibili-
dades de tipificación del texto punitivo más amplio en tipos de'
Iictivos que imaginar se pueda.
El estudio de la jurisprudencia nos ha enseñado que una de
Ias maquinaciones fraudulentas más usadas (y desde luego la que
más veces ha dado lugar a la rescisión de una sentencia firme, es
la citación defectuosa realizada fraudulentamente, con el fin de
impedir que el demandado llegue a enterarse de la existencia del
l¡t¡gio antes de que haya recurrido sentencia firme.
Esta importancia numérica y ciertas peculiaridades que tiene
la mencionada maquinación fraudulenta, hace que, tanto en las hi-
pótesis jurisprudenc¡ales como en el estudio particularizado de
las maquinaciones fraudulentas, le dediquemos apartado especí-
fico.

b) Hipótesis jurisprudenciales
a') CITACION DEFECTUOSA

Primera época. Hasta 1955

1. Sentencia de 30 de octubre de 193086


Don T. B. C. interpuso demanda de pobreza pidiendo que se ci-
tase a la demandada por edictos; después de ser declarado pobre in-
terpone demanda ordinaria de mayor cuantía contra doña E. B. V.,
por sí y como representante legal de su hija menor de edad, en
reclamación de deuda, se intenta emplazar a la demandada en un
domicilio señaladr, por el actor, y la portera de la casa afirma
que ni vive ni ha vivido allí, por lo que se la ernplaza por medio
de edictos y se sigue el pleito en rebeldía al no presentarse ésta,
la sentencia condena en todos los pedimentos de la demanda y
se inserta en la "Gaceta de Madrid" y B.O.; en fase de ejecución
de la misma se embargan unos inmuebles, propiedad de la menor

8ó C.L. n." 127

24t

\
L
i
y se anuncia la primera subasta en el B. O.; al leer este boletín
se entera el tutor de la menor de la existencia de los procedimien'
tos seguidos contra su pupila y denuncia al actor por falsificación
de documento público; afirma que la madre de su pupila murió
9 días antes de ser presentada Ia demanda de pobreza, en un hos-
pital a donde fue trasladada desde casa del actor, lugar en que
prestaba servicios domésticos, y que al actor le constaba dicho
fallecimiento ya que fue la propia esposa del actor la que co'
municó dicho fallecimiento a una tía de la menor, con quien ésta
vivía, y que fue la que sufragó los gastos del entierro; se instru-
ye surnario y el tutor interpone revisión contra la sentencia de
mayor cuantía, alegando maqu¡nación fraudulenta, consistente en
ocultar el fallecimiento y dar un domicilio falso en el que nunca
vivió la demandada, por lo que tuvo que ser citada por edictos y
así conseguida la rebeldía y ver declarada en sentencia firme una
deuda que nunca existió; se suspende la tramitación del recurso
hasta que sea firme el fallo penal, el cual es condenatorio y que-
da firme al Ser confirmada la sentencia de la Audiencia por ser de-
sestimados los recursos de casación por quebrantamiento de for-
ma y por infracción de ley; el recurrido se opone al recurso ale-
gando que han transcurrido más de cinco años desde que se dic-
tó la sentencia que se trata de revisar.
CONSIDEHANDO: que, según el caso 4.' del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, habrá lugar a la revisión de una
sentencia firme cuando se hubiese ganado injustamente en vir-
tud de maquinación fraudulenta, de modo que, obtenida la de autos
mediante lo que se relaciona en la sentencia condenatoria de T.B.C.,
es indudable la procedencia de la revisión pretendida; dictada el
23 de julio de 1923 la sentencia objeto de Ia revisión que se inten-
ta y publicada a tenor de lo preceptuado en el artíct-rlo 283 de la
Ley procesal, mediante su inserción en la "Gaceta de Madrid" y
en el B.O. de 13 de octubre de 1923, sólo el 13 de octubre de 1928
se cumplirían rnaterialmente los cinco años a que el artículo 1800
de la Ley citada hace referencia, así que, presentando el 11 de di.
cho mes y año el actual recurso de revisión, no cabe sostener que
el plazo dentro del que pudiera ejercitarse hubiera transcurrido,
mucho más si se tiene en cuenta lo prescrito en el artículo 1805
de la Ley rituaria de que el plazo antes indicado quedará interrum-
pido desde el momento de incoarse el procedimiento criminal has-

242
I

ta su terminación definitiva por sentencia epecutoria, circunstan-


cia que concurre en el pnesente caso. {lla lugar.)

2. Sentencia de 31 de enero de 194187


Ante r,rno de los juzgados municipales de Barcelona se siguió
juicio de desahucio que se tramitó sin la intervención del deman-
dado y terminó por sentencia condenatoria que fue ejecutada me-
díante el oportuno lanzamiento. Contra ella interpuso el deman-
dante recurso de revisión el 15 de junio de 1936 ante el Tribunal
de Casación de Cataluña, que dio lugar a la revisión, el 10 de mayo
de 1937; el 30 de marzo de 1940 se pidió nueva revisión ante el
Tribunal Supremo, al amparo de los artículos 5 y 10 de la Ley de
B de mayo de 1939, cuarto del Decreto de 30 de diciembre del pro-
pio año y n." 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
alegando, que la demanda designaba como domicilio del deman-
dado el mismo local objeto del desahucio, a pesar de que el de-
mandado vivía, desde muchos años antes, en otro domicilio, y que
aquel local no estaba destinado a ser habitado sino a fábrica, y
así constaba en el contrato de arrendamlento, que el actor cono-
cía el domicilio del demandado porque desde 1934, que fue cuan-
do adquirió el inmueble, venía presentando en dicho donricilio
los recibos del alquiler, las citaciones y notificaciones que figu-
ran practicadas en el juicio, aparece que se entendieron con el
empleado del actor como portero del inmueble, y este individuo
no hizo llegar al demandado noticia alguna relacionada con las
expresadas diligencias, aunque conocía su domicilio porque men-
sualmente telefoneaba participándole el consumo de electrícidad
del local arrendado; el desahucio se fundó en la falta de pago de
un alquiler satisfecho, según recibo obrante en poder del recu-
rrente.
CONSIDERANDO: que, los relacionados hechos son constituti-
vos de una asechanza artificiosa mediante la cual el actor se pro-
puso impedir que el ahora recurrente se enterase del requerimien-
to del juicio y pudiera defenderse adecuadamente, bien demostran-
do que todavía no estaba en descubíerto del pago del alquiler, como
en el recurso atirma, bien haciendo la consignación del precio den-

87 B. A. n.' 19

243
f

tro del término que las dísposiciones legales conceden a los de-
mandados en desahucio por falta de pago; y es de pertinente apli-
cación al caso el citado n." 4.o del artículo 1796 de la Ley de En-
juiciamiento Civil cuando se refiere a la sentencia ganada en vir-
tud de alguna maquinación fraudulenta porque demostrada ésta,
se ha de reconocer lo injusto que es obtener y ejecutar una sen-
tencia sin que el demandado haya sido citado ni oído en el juicio,
privándole así de todo medio legal de defensa. (Ha lugar.)

3. Sentencia de 11 de julio de 195088


La sociedad propietaria de la casa en donde está instalado un
garaje, demanda a la arrendataria en desahucio por falta de pago,
citándola en el garaje; la sentencia es dictada en rebeldía y conde-
na al desahucio; siendo firme Ia sentencia, el actual propietario
del garaje recurre en revisión alegando: Que en el contrato de
arrendarniento se había pactado que en caso de constituirse una
sociedad para la explotación del garaje se aviene el propietario a
reconocer como nuevo inquilino a la sociedad formada; que si la
arrendataria o sus derechohabientes cedían o traspasaban el nego-
cio instalado en los locales, quedaba el arrendador obligado a ad-
nnitir como nuevo arrendatario al adquirente del establecimiento;
la propiedad ya había intentado el desahucio por dos veces, que en
las dos ocasiones había citado a la primera inquilina en su domi-
cilio particular, que constaba en el contrato, y los juicios termina-
ron por sentencia absolutoria, que en vista de ello la propiedad re-
currió a la maquinación fraudulenta, que había logrado éxito, de
citar solamente a la primitiva arrendataria, a pesar de que con re'
querimientos notariales se le habían comunicado todas las muta'
ciones en el arrendamiento, que eran: se había constituido la so-
ciedad y con posterioridad la primera arrendataria había vendido
su participación en la sociedad al recurrente, el cual había liqui-
dado la sociedad, por Io que había llegado a ser el único arrenda-
tario de los locales objeto del litigio; además, los recurridos ha-
bían cometido otra maquinación fraudulenta consistente en que,
por ocupar ellos una pequeña parte del local, tenían allí empleados
que eran los que habían recibido la primera y segunda citación, así

88 C. L. n.' 69.

244

L
como la notificación y copia de la sentencia, con Io que se impidió
gue la demandada se pudiera enterar de la existencia del pleito.
La propiedad se opuso al recurso alegando que estaba presen-
tado fuera de plazo, ya que el recurrente se enteró de la existen-
cia del proceso el día 11 de marzo e interpuso el recurso el día
10 de junio, falta de legitimación activa, ya que no había sido par-
te en el pleito.
CONSIDERANDO: que, el artículo 1798 de la Ley de Enjuicia-
míento Civil dispone que en los casos previstos en el a¡"tículo 1796,
el plazo para interponer el recurso de revisión será el de tres me-
ses, que en el caso de maquÍnación fraudulenta se contará desde
el día en que se descubriera el fraude; pero si bien es cierto que
el Código Civil, en su artículo 7.o previene que si en las leyes se
habla de meses se entenderá que los meses son de 30 días, no
lo es menos que el artículo 305 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
establece que los términos señalados por meses se contarán por
meses naturales, es decir, que las normas establecidas por uno y
otro cuerpo legal para el cómputo de los términos señalados por
meses son distintos, y en la obligación de resolver tal discrepan-
cia se impone la necesidad de aplicar Io establecido por la Ley de
Enjuiciamiento Civil, no obstante, ser el código de fecha posterior,
porque la norma de la expresada ley de Procesamiento tiene un ca-
rácter más concreto y específico en lo que se refiere a términos
y plazos procesales, y es una máxíma jurídica que la ley posterior,
cuando es general, no deroga a la especial anterior si no lo ex-
presare.
CONSIDERANDO: que, la parte demandada alegaba también la
caducidad del recurso por no haber consignado el recurrente las
rentas vencidas al interponerlo y las que han ido venciendo duran-
te su tramitación, conforme exige el artículo 1567 de la Ley de
Enjuicianniento Civil, pero dicho artículo en relación con el 1566
de la misma ley, se refiere a los recursos de apelación y casación
interpuestos por el arrendatario demandado, pero no al de revi-
sión, que se rige por sus normas específicas, una de las cuales es
el artículo 1799 de la expresada ley procesal, que solamente exi-
ge para que se pueda tener por interpuesto dicho recurso que el
escrito en que se solicite la revisión acompañe el recurrente el
documento justificativo del depósito de las cantidades que tal pre-
cepto señala, requisito que fue cumplido, sin que exista ninguna

245

4-.
r-

razón de analogía que pudiera justificar Ia aplicación del precep-


to que la demandada invoca, ya que dicho precepto se dictó para
impedir que los arrendatarios de mala fe siguieran ocupando la
finca sin pagar renta al propietario, circunstancia que no puede
darse en el recurso de revisión que no produce, conforme al artícu-
Io 1803, la suspensión de la ejecución de las sentencias firmes
que lo motivan, y si bien el propio artículo establece, como ex-
cepción al principio general, que podrá el Tribunal, en vista de las
circunstancias, a petición del recurrente y oído el M. F., ordenar
la suspensión de la ejecución, para ello se exije que aquél preste
fianza que comprenda el valor de lo litigado y los daños y perjui-
cios consiguientes a la inejecución de la sentencia, con lo cual
queda evitado el daño que el arrendador pudiera sufrir con la per-
manencia del arrendatario en la finca durante Ia tramitación del
recurso.
CONSIDERANDO: que, es doctrina reiterada de esta Sala, que
si bien es norma corriente de nuestro derecho procesal admitir
en concepto de parte demandada exclusivamente a quien ha sido
llamado a juicio por el demandante, esta norma no es absoluta,
y sí compatible con situaciones excepcionales, que tienen su apo-
yo en Ia naturaleza del derecho material puesto en ejercicio, que
si afecta a diferentes personas puede impedir que se constituya
válidarnente la relación procesal si no se da entrada a todas ellas
en la contienda, determinado la extensión de los efectos de la
cosa juzgada a quienes, por no haber sido convocados a juicio, no
han podido ser oídos, con la grave consecuencia, además, de que
se produzca el fraude procesal
CONSIDERANDO: que, la citada demanda de desahucio se di-
rigió exclusivamente contra la primitiva arrendataria y en concep-
to de tal, pero con la circunstancia de que, así como en anteriores
juicios de desahucio promovidos por la propia entidad deman-
dante se había señalado como domicilio de la demandada el de
la calle B. n." 49, que era el que constaba en el contrato, en la ex-
presada demanda se señaló el Iocal arrendado instalado en la
calle C. n.o 29, que ocupaba el recurrente, y como a dicho local
tenían acceso los recurridos por ocupar una pequeña parte del lo-
cal, los dependientes de los mismos, que allí prestaban sus ser-
vícios, recibieron la cédula correspondiente a la primera citación
para el juicio, la de la segunda y la notificación y copia de la sen-

246

¿-
ll

tencia recaída, que dio Iugar al desahucio, cuyos documentos re-


tuvieron sin entregarlos a la demandada, por lo que se decretó
su procesamiento, con lo cual se impidió que la existencia de di-
cho procedimiento llegada a conocimiento de la demandada y al
del ocupante del local, hoy recurrente, y que uno y otro pudieran
comparecer y ser oídos en el juicio, de todo lo cual se desprende
la realización por parte de los recurridos de maquinaciones frau-
dulentas, mediante las cuales ganó la sentencia objeto de la re-
visión, por lo que procede, de conformidad con lo previsto en el
número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la
estimación del recurso. IHa lugar.)

4. Sentencia de 15 de marzo de 1951 8e


La propiedad de un piso interpuso demanda de desahucio por
subarriendo, se dio traslado de la demanda, al demandado, por
exhorto, la demanda fue contestada negando los hechos y el deman-
dado no compareció más en el juicio; el Juez municipal dictó sen-
tencia estimando Ia demanda, y declarando resuelto el contrato
de arrendamiento, apelada la sentencia por el demandado, el Juez
de primera instancÍa confirmó en todas sus partes la apelada;
el demandado interpuso recurso de revisión fundado en el núme-
ra 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, alegan-
do: '1.", habiendo tenido necesidad de ausentarse provisionalmen-
te de M. para trasladarse a T. de R., dejó al cuidado del piso como
arrendatario ocupaba en esta capital a M. D. P., con el encargo
de que atendiese los recados que se recibiesen por teléfono. 2.",
el propietario de la finca, puesto de acuerdo con don M. D. P. ob-
tuvo de éste una declaración consignada en acta notarial, hacien-
do constar que él llevaba en subarriendo el citado piso y entabló
demanda contra el recurrente solicitando la resolución del contra-
to de arrendamiento, demanda de la que si bien turro conocimien-
to el recurrente por virtud de exhorto remitido a T. de R. para ern-
plazarle, no así de las posteriores actuaciones, porque no se le
volvió a citar, habiéndose entendido las diligencias con el portero
de la finca donde se halla el piso arrendado, el cual portero, en
combinación con el propietario, no envió las citaciones al recu-

8e C. L. n.' 25.

247

I
rrente hasta que, habiéndose dictado por el Juzgado sentencia de-
clarando resuelto el contrato, se remitió a petición del recurrido
otro exhorto a T., enterándose entonces el recurrente de que se
había decretado el desahucio, sin que hubiera podido defenderse,
a pesar de que el actor y el citado portero conocían el lugar don-
de aquél se hallaba; calificando todas estas alegaciones como de
maquinación fraudulenta.
CONSIDERANDO: que, constituyen maquinación fraudulenta los
hechos por los que una parte impide que la otra se entere del re-
querimiento a juicio y pueda defenderse adecuadamente; la índole
extraordinaria del recurso de revisión impone una regulación res-
trictiva del mismo por obra de la cual el principio casi absoluto
de irrevocabilidad del fallo firme sólo cede ante la justificación
cumplida de haberse comprendido el caso objeto de controversia
en alguno de los supuestos que señala el artículo 1796 de la Ley
procesal.
CONSIDERANDO: que, sobre la base de las alegaciones del re-
currente y de la citada doctrina de esta Sala, es de advertir, en
primer tér'mino que, como el recurrente reconoce presentada la
demanda en que el propietario instaba la resolución del contrato
de arriendo fue remitido el oportuno exhorto al Juzgado de T. de R.
para emplazarle, o sea, que se enteró del requerimiento a juicio,
habiendo contestado a dicha demanda, la cual, por tanto, fue tra-
mitada con su conocimiento, debiendo tenerse en cuenta además
que dicho recurrente designó como domicilio suyo el piso que
ocupaba en M. y que habiéndole sido notificada la sentencia dic-
tada por el Juzgado municipal, interpuso contra la misma recurso
de apelación que, admitido y sustanciado, fue resuelto por el Juz-
gado de primera instancia, cuyo fallo confirmó el anterior. (No
ha lugar.)

5. Sentencia de 9 de junio de 1953e0


Et propietario de una vivienda presenta demanda de desahucio
por no habitar la inquilina la vivienda objeto del pleito, la citación
se efectúa por edictos y se dicta una sentencia en rebeldía de-
sestimando la demanda, apelada la sentencia, la sentencia de apela-

eo C. L. n." 221.

248
-11
il
it
i

ri

ción revocó la de primera instancia y da lugar al desahucio; Ia in-


quilina recurre en revisión alegando: que durante toda la tramitación
del juicio, del que ella era ignorante, fue pagada la renta, incluso i!

cuando la sentencia era firme; que la renta era satisfecha por una
persona encargada por la recurrente de satisfacer dicha renta y de
) la limpieza del piso, que todo esto lo conocía el propietario ya que,
con ocasión de efectuar unas reparaciones en la vivienda objeto
del juicio, había pedido las llaves del mismo a la persona encar-
gada, que el mismo propietario había pedido las señas de la recu-
rrente y posteriormente se había manifestado extrañado de no
recibir contestación a sus cartas, por todo lo cual la recurrente
no podía estar en ignorado paradercr para el propietario, a pesar
de lo cual la demandó por medio de edictos, lo que constituía
una maquinación fraudulenta de las comprendidas en el número
4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, el recurso extraordinario de revisión
que se haya regulado en el título XXll del libro ll de la Ley de En-
juiciamiento Civil, previene en su artículo 1796 que había lugar a
la revisión de una sentencia firme en varios supuestos que men-
ciona, el cuarto de los cuales se refiere al caso en que la senten-
cia firme hubiera sido ganada injustamente en virtud de cohecho,
violencia u otra maquinación fraudulenta, comprendiéndose en esta
última circunstancia, según doctrina de esta Sala, aquellos hechos
por los que una parte impide que la otra se entere de que ha sido
convocada a juicio y que pueda en él defenderse adecuadamente,
por lo que si el propietario demandante de desahucio, conociendo
el lugar de residencia de la demandada por su relación continuada
con las personas encargadas de la custodia y limpieza de la vi-
vienda alquilada, así como del pago de la merced mensual que du-
rante todo el tiempo vino percibiendo el actor, siguió juicio de
desahucio por expiración del plazo, haciendo los ernplazamientos
y notificaciones por edictos, por alegar ignorar su paradero, Se
incide en esta causa de revisión. (Ha lugar.)

6. Sentencia de 30 de marzo de 1954et


Se presentó una demanda, pidiendo se citase al demandado por
edictos ya que se hallaba en ignorado paradero, la sentencia es-
e1 R.A. n.' 1005

249

I
I
timó la demanda y fue dictada en rebeldía del demandado, el cual
interpuso recurso de revisión, basado en la causa 4." del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, alegando que su domici-
lio era conocido por el actor, con.:lo logró probarlo, en el momen-
to procesal oportuno, mediante confesión judicial del recurrido y
prueba testifical.
CONSIDERANDO: que, la autoridad de cosa juzgada de las re.
soluciones judiciales firmes sólo decae ante casos excepcionales
en que lo resuelto sea notoriamente ¡njusto por la concurrencia de
alguna de las causas señaladas taxativamente en el artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, entre ellas por haberse ganado
injustamente la sentencia firme mediante maquinación fraudulenta
imputable al litigante que, valiéndose de medios ilícitos, dolosa-
rnente empleados para vencer a la parte contraria, logra su torti-
cero designio. Una de las manifestaciones de la maquinación frau-
dulenta más frecuentemente invocada en el recurso extraordina-
rio de revisión, es la que atribuye al demandante la ocultación ma-
liciosa del domicilio que conoce del demandado, a fin de que éste,
únicamente llamado a juicio por edictos, no se entere del plan'
teamiento de la demanda y sea declarado en rebeldía, procuran-
do así que no comparezca en el pleito a defender su derecho de
oposición a posibles pretensiones ilícitas. Por la prueba documen-
tal y testifical practicada en estos autos se aprecia claramente
que el demandado no se hallaba en ignorado paradero al ser inicia-
do el pleito, como se afirmó en la demanda, puesto que tenía
su domicilio en la calle N. C., y resulta claro también que tal do-
micilio era no sólo de fácil comprobación por el demandante si
hubiera querido utilizar, antes de formular Ia demanda, los múlti-
ples medios indagatorios que tenía a su alcance, sino que eran ya
conocidos por é1, a juzgar por la confesión del recurrido y por la
información testifical practicada en el recurso, y ante esta situa-
ción procesal en la que resulta demostrado el propósito de ocul-
tación maliciosa del domicilio del demandado-recurrente para pro-
curar su indefensión y consiguiente facilidad de vencerle en el
pleito, se impone rescindir totalmente el fallo obtenido mediante
maquinación fraudulenta, por aplicación de la causa 4." del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, con los pronunciamien-
tos complementarios a que se refieren los artículos 1799, 1807 y
1B0B de la misma Ley. [Ha lugar.)

254
7. Sentencia de 28 de septiembre de 1955e2
El propietario de un piso interpuso demanda de conciliacióll
contra la inquilina del mismo, y posteriormente interpuso deman-
da de desahucio contra los herederos de la misma, cuyos nom-
bres y domicilios ignoraba, ya que la inquilina había fallecido hacía
bastante tiempo y que el piso estaba cerrado, se siguió el juicio
en rebeldía de los demandados, y la sentencia estimó la demanda.
Una hija de la fallecida inquilina interpone recurso de revisión,
basado en el número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil, alegando que ella vivía con su madre cuando se pro-
dujo el fallecimiento de ésta, que siguió viviendo en el piso hasta
su boda, momento en el que pasó a casa de su marido, pero que
su marido daba clases en el piso, y que ella hacía frecuentes visi-
tas, que el certificado de la Tenencia de Alcaldía que afirmaba que
el piso llevaba doce años sin habitar era falso, y que el citar a
los herederos de su madre, sabiendo que era ella la titular del
contrato de arrendamiento, constituía una maquinación fraudulen'
ta, que el propietario había aportado como pruebas las declaración
de la portera del inmueble y la de la anterior propietaria, las cua-
les eran falsas y habían contribuido a que se dictase una sen-
tencia injusta.
CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión que regula el
título 22 del libro ll de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil, tiene el ca-
rácter de extraordinario, sólo viable en los casos taxativamente de-
terminados en el artículo 1796, de aplicación estricta tanto por
aquella condición cuanto por Ia limitación de su ejercicio y la san-
tidad de la cosa juzgada, que sólo puede ceder, corno determina
el artículo 1251 del Código Civil, congruente con el 408 de la ci-
tada Ley, ante la sentencia ganada en juicio de revisión, que al en-
frentarse con la presunción de verdad insita en aquélla, requiere
una plena y eficaz prueba, sin lugar a dudas única capaz de provo-
car la revisión en los supuestos legales admitidos.
CONSIDERANDO: que, en el presente caso se ampara la revi-
sión en el número 4.o del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, concretamente en nraquinación fraudulenta del demandan-
te en el juicio de desahucio causal del recurso, por lo que para que

e2 R. A. n.' 2506.

251
7-

prospere es ineludible recurrir en tiempo e invocar y probar en


las condiciones expuestas hechos determinantes de la maquina-
ción promotora de la sentencia injusta, y en cuanto a lo primero
no resulta de manera inequívoca, como debió justificar por ser su-
puesto necesario para la interposición del recurso según exige la
sentencia de esta sala de 12 de julio de 1940, que se haya inter-
puesto dentro de los tres meses que determina el artícúlo 1798
de la propia Ley, pues lo único que al respecto dice el recurrente
es que tuvo conocimiento de la sentencia recurrida, notificada el
24 de septiembre de 1949, cuando ocurrió et lanzamiento de ella
previsto el 1 de mayo de 19s0, presentado el recurso el día g de
marzo de 1951, pretendiendo cohonestar esa dilación con la bús-
queda de los elementos precisos para formular el recurso sin ex-
presar las fechas en que los obtuvo y dejando en la indetermina-
ción el cómputo del plazo, lo que no es lícito, pues ello ha de
resultar determinado y militan en contra de esa ategación razo-
nes tan fuertes como la fecha del lanzamiento, la circunstancia re-
conocida de transcurrir un año sin reclamación ni intento de pago
de alquileres, Ia de residir en la misma localidad y la presunción
de conocirniento que se deriva de las notificaciones públicas y so-
lemnes previstas en la Ley, practicadas, sin que, en relación con
tal plazo, hubiere prueba alguna de la que se adquiere la convic-
ción de que no lo dejó transcurrir sin ejercitar el recurso, to que
lo hace inviable, sin que pueda ampararse en lo dispuesto en el
artículo 1800 que no es aplicable por referirse a un plazo máxi-
mo que no elimina el menor antes referido.
CONSIDERANDO: que, es doctrina constante de esta sata que
la maquinación ha de proceder de hechos realizados fuera del piei-
to, y aquí se inrpugna la de los emplazamientos o citaciones he-
chas a personas desconocidas, tos presuntos herederos de la arren-
dataria fallecida, poniendo a discusión la varidez del procedimien-
to por faltas cometidas dentro del mismo; pero aunque no sea así
y el problema se plantea en otra forma, siempre resulta que los
hechos fundamentales del recurso son: a) eue a un acto previo de
conciliación se citó a una persona muerta. b) eue incongruente-
mente con él se demandó a los presuntos herederos. c) eue los
testigos no dijeron verdad. d) Oue se citó por edicto a tos de-
mandados con conocimiento del actor, quien sabía que la recu-
rrente, como hija de la muerta, conviviente con ella al fallecer, era,

2s2
conforme el artículo 7l de la [-au., la continuadora cJet arriendo,
pero para que esos hechos tengan transcendencia en este caso
para los fines del recurso, era preciso que se probara que el ac-
tor sabía la rnuerte de la inquilina, quiénes eran sus herederos y
sus domicilios y quiénes continuaban el contrato, y por ende la
malicia o el engaño para aprovechar circunstancias injustamente
i

ventajosas que impidieran a los demandados enterarse de la de- I

manda o defenderse en el pleiio, lo que no ha probado ni siquiera 'I


I

en tal sentido encauzó Ia prueba, y, a mayor abundamiento, resul- I


I
{

tan de los autos mismos presunciones muy fundadas de que la aho- I

ra recurrente no compareció en el juicio porque no quiso, porque I

no es fácil concebir que no conoclese la existencia del proceso I

.l
I

frecuentando el piso, dejando de exijirle la merced, no cuidándo- i


I

se de pagarlo durante un año, y, en cambio, la recién adquisición


de la casa por el demandante de desahucio, obrar en su poder )
i
I

el contrato de inquilinato en favor de la madre, cobrar a nombre


de'ésta los recibos sin pnueba.en autos, de que los pagara la hija
como continuadora del arriendo, que a la sazón no habitaba el
piso al que acudía raramente, explican su conducta formulando,
como formuló, la demanda, y en cuanto a una certificación de la Te-
nencia de Alcaldía que afirma hallarse el piso deshabitado, en
primer lugar no demuestra confabulación alguna, en segundo no
es el fundamento exclusivo de la sentencia, y en tercero, si se
estimara falso, tenía que determinarlo la jurisdicción penal, y lo
nrismo en el caso cle la falsedad de los testigos. (No ha lugar.)

Segunda época. Hasta 1962

B. Sentencia de 12 de febrero de l g5g e3


Las propietarias de un terreno ejercitaron la acción reivindica-
toria contra don l. v. P. y su esposa, que habían inscrito un títuto
de propiedad del mismo terreno, con lo que se daba un caso de
doble inmatriculación ;estando los demandados en Niléxico, las
demandantes, antes de presentar la demanda, escribieron a un hijo
político de los futuros demandados, residente en Madrid, el cual
les contestó que no tenía la representación de su suegro y que

e3 R. A. n." 477

253
1r

-{
usaran de sus derechos que él usaría de los suyos; presentada la
demanda se citó a los demandados por edictos debido a su des-
conocido paradero, la sentencia acogió en todo Ia demanda y re-
gresando de México los condenados apelaron esta sentencia; la
sentencia de apelación confirmó en todo la de primera instancia;
los demandados interponen recurso de revisión amparado en la
causa 4." del artículo 1796, y alegando que las actoras podían ha-
berse enterado de su domicilio en México, ya que en el mismo
pueblo de 1200 habitantes vivía una hermana de la demandada, y
estimando que la citación por edictos constituía una maquinación
fraudulenta, para conseguir su rebeldía. lnterpone Ia revisión con-
tra Ia sentencia de prinnera instancia y contra la de apelación.
CONSIDERANDO: que, el recurso extraordinario de revisión tan
sólo procede y es dado esgrimirlo contra las sentencias firmes, por
lo cual desde luego, mal puede interponerse contra la sentencia
de primera instancia, que fue apelada por los recurrentes, por lo
que al no tener ni haber tenido nunca el carácter de firme mal pue-
de ser susceptible de revisión. El recurso contra la sentencia de
apelación se fundamenta en la maquinación fraudulenta producida
por la actuación dolosa de las recurridas, en mérito de la cual de-
vino la situación de rebeldía de los recurrentes, que no pudieron
comparecer oportunamente y actuar en debida forma para la mejor
defensa de sus derechos; olvidándose los recurrentes de que si
esa rebeldía existió, hubo de finiquitar desde el momento en que,
por su libre actuación, por su espontánea comparecencia se per-
sonaron en el Juzgado, se dieron por not¡ficados de la sentencia
dictada por el mismo y apelaron de ella, siendo tenidos seguida-
mente por parte en los autos y admitiéndose la apelación inter-
puesta por ellos en ambos efectos contra tal sentencia, citándoles
y emplazándoles en forma legal, a partir de cuyo instante, desapa-
recida su rebeldía anterior, para nada pueda ya invocarse ésta
nuevamente en su posterior actuación, y menos aún al compare-
cer en forma en la alzada, donde les era dado el pleno ejercicio
de cuantos derechos pudieran estimar asistirles en el ámbito de
la apelación por ellos entablada.
CONSIDERANDO: que, aunque con lo dicho bastará para la de-
sestimación del recurso de revisión, no está de más el destacar
la inexistencia de las maquinaciones f raudulentas denunciadas,

254

i
a

pues documentalmente está demostrado que proponiéndose ejer-


citar sus derechos contra el recurrente, se dirigieron a su hijo po-
lítico, indicándole que lo hacían así por desconocer las señas de
su suegro, contestó aquél que carecía de personalidad para con-
testarles en nombre de su padre político, y que desconocía sus
derechos, y que él continuaría utilizando los suyos, sin que a tal
carta adjuntara las señas que venían a interesársele; debiendo
también significar que de autos no resulta debidamente acredita-
do que los recurrentes tuvieran ninguna persona legalmente apo-
derada para representarles, ni menos en la vía judicial, con quien
pudieran entenderse las actuaciones. No ha lugar.)

9. Sentencia de I de abril de 1959 e4


La propietaria de una finca presentó demanda declarativa en la
que solicitaba se declarase a su finca libre de servidumbres de
paso y por tanto el derecho a cerrar un portillo existente en dicha
finca; la demanda se dirigió contra todos los que se sintieran per-
judicados por la misma; la sentencia aceptó la demanda en todos
sus pedimentos.
Recurre en revisión el heredero de la propietaria de una finca
colindante con la del objeto del pleito, y siendo además pariente
de la recurrida, alegando que a pesar de que Ia recurrida era pri-
ma de su madre y de que sabía que desde tien'lpo inmemorial su
familia había utilizado ese paso, la demanda, en vez de dirigirla
contra su hoy fallecida madre, se dirigió contra los que se sintie-
sen perjudicados, lo que constituía una maquinación fraudulenta
que la había situado en indefensión.
CONSIDERANDO: que, respecto al número 4." del artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, si bien la sentencia de 31 de
enero de 1941 y posteriormente la de g de junio de 1953, ambas
recaídas en juicios de desahucio, consideran como maquinación
fraudulenta aquellos hechos por los que una parte impide que la
otra se entere de que ha sido convocada a juicio y pueda en él
defenderse adecuadamente, esta Sala cuida bien de fijar mediante
una sintética y completa exposición de hechos probados, Ia sin-
gularidad de los casos sometidos a discusión atenta al propósito

e4 C.L. n." 225

255

l
de impedir que de la doctrina establecida pudiera en lo futuro
hacerse un uso que desnaturalizase, aplicándolo a casos sólo en
apariencia semejantes, el criterio seguido en un supuesto excep-
cional, notoriamente integrante de dolo civil.
CONSIDERANDO: que, comprendiéndolo así la sentencia de 7
de julio de 1944, ya declaró que conforme a la doctrina de este
Tribunal el cohecho, la violencia y la maquinación dolosa en que
se engendra la causa de revisión del número 4.'del artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, han de producirse para ser ope-
rantes fuera del pleito en que se causaron, y aunque ello no im'
pida, como en algún caso muy cualificado ha resuelto este Tribu-
nal de 31 de enero de 1941-, moderar el rigor de
-sentencla
esta doctrina ante supuestos evidentes de verdadero fraude pro-
cesal, el remedio, en materia tan grave, no puede extenderse a
situaciones que no encajen sin detrimento de la exégesis, en los
supuestos taxativos del artículo 1796.
CONSIDERANDO: que, que el caso presente no se trata de un
juicio de desahucio como en los motivadores de las sentencias de
31 de enero de 1941 y 9 de junio de 1953, sino de una acción ne-
gatoria de servidumbre dirigida contra aquellas personas desco-
nocidas y en paradero ignorado que se crean con derecho a opo-
nerse a la libertad de la finca de la actora, y aunque no se cita
a juicio especialmente a los demandantes en revisión, parientes
y colindantes de la actora, como tampoco se cita a los otros pro-
pietarios de las otras fincas colindantes que se encuentran en la
misma condición geográfica, por lo que la citación se verifica por
edictos, hay que tener en cuenta que el derecho real es el proto-
tipo de los derechos absolutos, porque puede ejercitarse y hacer-
se efectivo contra todos erga omnes, y que en todo caso se trata-
ría de un defecto procesal sin la trascendencia suficiente para jus-
tificar un remedio tan extraordinario cual es el intentado recurso
de revisión. (No ha lugar.)
10. Sentencia de 23 de junio de 1959e5
El inquilino de un local de negocio intenta traspasarlo, para
lo cual cumple con todos los requisitos de la legislación de arren-

e5 C. L. n." 434.

256
-----'r-

damiento urbanos, requiriendo notarialmente a la propiedad por si


desea ejercer el tanteo, Ia propiedad entabla un juicio negando el
derecho al traspaso y lo pierde incluso en casación, efectuado
el traspaso, el adquirente requiere a la propiedad para que tome
la parte del precio del traspaso que por la ley le corresponde, ne-
gándose la propiedad y alegando que hay una sentencia firme que
áesahucia at primer inquilino. La demanda se interpuso después
de celebrado el traspaso y se citó al demandado en el local de
negocir:, que ya no ocupaba, y en la persona de la portera del
inmueble, asalariada de la propiedad, habiéndose aumentado la
renta para evitar una posible consignación de la misma en el mo-
mento del lanzam¡ento, ya que con el aumento pasaba de las 12.000
pesetas anuales, límite de la rehabilitación.
l

CONSIDERANDO: que, los demandantes dirigieron su acción


j de desahucio contra et primer inquilino a plena conciencia de que
I
tegal y realmente no era ya el arrendatario de los locales en cues-
tión, que los había traspasado con todos los requis¡tos exiglidos
I

en la iegislación especial, absteniéndose de interpelar al verdade-


ro arrendatario y único interesado en el arriendo; y habida cuenta
de que a ello debe de añadirse que las citaciones y notificaciones
derivadas del procedimiento se hicieron a la portera del inmueble
y por ende servidora y dependiente económicamente de los pro-
pietarios, que no han acred¡tado, ni intentado acreditar siquiera
que ta portera cumpl¡era su obligación de entregar al inquilino las
cédutas correspondientes y, por último, que se consignó en la de-
manda como donnicitio del demandado los locales objeto del de-
sahucio cuando ya sabían que los tenía traspasados y había per-
dido su posición arrendaticia; es indudable que los demandantes
procedieron con dolo procesal tendende, corno lo consiguieron, a
lograr ta indefensión del demandado y obtener una sentencia firme
injustamente, por medio de rnaquinación fraudulenta; agravando
su conducta el hecho de elevar la cuantía de la renta para evitar
una posibte consignación al mornento del lanzamiento, sin haber
intentado después justificar s!quiera la procedencia y la cuantía
de la elevación de la renta, salvo lo pactado en el contrato, ni su
notificación al arrendatario; sentados los razonamientos preceden-
tes, cae de lleno la conducta procesal de los recurridos en el nú-
mero 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, y pro-

257
cede, de conformidad al l806 rescindir totalmente la sentencia im-
pugnada. (Ha lugar.)

Nota: Antes de entrar en el fondo del recurso estudia esta


sentencia la legitimidad activa para recurrir del adquiriente del
arrendamiento, ya que la parte recurrida alegaba que no había
sido parte en el proceso cuya sentencia se intenta rescindir, di'
ciendo el Tribunal Supremo:
"Teniendo en cuenta que el adquiriente del traspaso actúa como
subrogado en todos los derechos y obligaciones del arrendatario
primitivo, que fue demandado en el juicio de desahucio, por vir-
tud del traspaso que del mismo se le hizo; es evidente adquirió
todos los derechos de su causante en el arrendamiento y puede
formular el presente procesamiento".

11. Sentencia de 10 de noviembre de 1959eó


El arrendatario de un piso sito en Madrid, marchó, juntamente
con su esposa a México, donde falleció, casi cinco años después
la propiedad del pisó demandó a los causahabientes del inquilino
y a todos sus familiares dentrc del tercer grado, se intentó el em-
plazamiento en el cuarto objeto del litigio y al no poder hacerse
se efectuó en la forma que la Ley de Enjuiciamiento Civil determi-
na, y continuándose su tramitación conforme a las normas que en
aquél se previenen, dictándose sentencia admitiéndose la deman-
da. La viuda del arrendatario interpone recurso de revisión, ale-
gando maquinación fraudulenta, por no habérsele citado expresa-
mente o no haber citado al administrador que dejó en Madrid y
que satisfacía los recibos del piso.
CONSIDERANDO: que, la parte recurrente funda la demanda
de revisión que interpone, pretendiendo se deje sin efecto la sen-
tencia pronunciada por el Juzgado Municipal sobre resolución del
contrato de arrendamiento que le vincula con la prop¡etar¡a del
piso que ocupaba, en la causa 4." del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, por entender ha sido obtenida en virtud de
maquinación fraudulenta, estimando como tal el haber dirigido la
actuación (contra los herederos, o causahabientes o familiares den-

e6 C. L. n.' 604

258
tro del tercer grado" del que fue arrendataria del piso, los que
fueron llamados por edictos en los periódicos oficiales "Boletín
Provincial y del Estado',, y no haber citado a su viuda, cuando el
fallecimiento de aquél le era conocido al haber presentado en jui-
cio Ia certificación de su defunción, ocurrida en México el 20 de
agosto de 1948; apreciación que ha de desestimarse equivocada,
desde el momento que son hechos que conviene dejar fijados, por
resultar admitidos por las partes y acreditados en los autos; que
el matrimonio, únicos ocupantes del p!so, marchó a México el 16
de mayo de 1947, sin avisar a la propietaria, a su administrador ni
al portero de la casa del viaje que iban a realizar, si bien antes,
el 30 de abril, confirieron un poder amplio de administración y de
disposición, sin limitación alguna a tres personas, encargándose
una de ellas de recoger, previo pago, el recibo de alquiler de la
casa, lo que efectuaba unas veces por sí y otras interviniendo un
tercero, sin manifestar éstos tampoco, tanto la ausencia como la
residencia de sus poderdantes ni en vida del titular del arriendo
ni con posterioridad a su fallecimiento, habiendo continuado la
viuda en aquella capital, en el domicilio del único hijo habido en
el matrimonio, que tenía y tiene su vecindad en aquella República
Americana.
CONSIDERANDO: que, ante tales hechos y debido a que la per-
manencia de los inquilinos se prolongaba en el extranjero y ser
conocido el fallecimiento del titular en el arriendo y la edad de
su viuda, la propietaria interesó la resolución del contrato por cuan-
to el piso había sido cedido para habitarlo, verificándose la citación
para el juicio de cognición, dada la muerte del inquilino, en la for-
ma que la Ley de Enjuiciamiento Civil determina, y continuándose
su tramitación con sujección a las normas que en aquella se pre-
vienen, lo que no entraña sustracción del proceso iniciado al co-
nocimiento público, ya que por la inserción de los edictos en los
periódicos oficiales podía llegar a noticias de los interesados, viLr-
da, que es principal a todos ellos, de herederos, causahabientes y
familiares, así como de sus apoderados, los que podían compare-
cer y defenderse, corno han hecho los últimos otorgando poder a
procuradores en 7 de julio de 1954, y mostrándose parte en las
diligencias de ejecución de sentencia, en el incidente de nulidad
de actuaciones promovido y en el juÍcio de revisión más tarde ins-
tado.
i

259
\

i
¿
-

coNSIDERANDO: que, al no existir la nota de fraucle en las ac-


tuaciones que se han seguido, dado que el concepto que envuetve,
tanto en sL, acepción gramatical o vlolación privada-
como en su aspecto jurídico -engaño
eludir o dejar sin efecto Ia
disposición de la l-ey- no ha-burlar,
concurrido en et piesente caso, ya
que en el período de prueba no se ha acreditado que a Ia propie-
taria de la casa, ya directamente, en razón a ta amistad que se
dÍce han tenido las partes, o bien, por conducto de su administra-
dor o simplemente por el portero del inmueble, se le haya dado
conocimiento, primero, por los inquilinos acerca del viaje que iban
a .ernprender, y después por sus apoderados, de que aquéllos es-
taban ausentes y el país en que se encontraban, y por unos y otros,
el domicilio al que debían hacerse las notificaciones pertinentes,
es visto que no aparece esa figura que puede ser constitutiva de
la maquinación dolosa que resulta denunciada; y como por otra
parte el fraude, segun doctrina reíterada de esta Sata, contenida,
entre otras, en las sentencias de ls de febrero de 1896,3i de
marzo de 1932 y 12 de abril de 1946, debe proceder de hecho ex-
traño al pleito y que haya tenido lugar fuera de los autos y tam-
pcco esto resulta justificado, es por lo que al no estar probada,
se impone que al ser desestimada la demanda, sea rechazada la
rescisión de la sentencia, solicitada en el presente recurso. (No
ha lugar.)

12. Sentencia de 14 de díciembre de 1960e7


La subarrendadora de una habitación con derecho a cocina de-
n'randó, por falta de pago, a la subarrendataria, ta que fue condena-
da en rebeldía; la suba¡"rendataria interpone recurso de revisión
alegando: que todos los años pasaba los meses de verano en ta
residencia de sus padres y desde allí giraba el importe de la ren-
ta, pero que este año se vio sorprendida al no ser aceptados sus
cjiros; el emplazamiento se realizó en tas personas, 1.", de un ve-
cino y 2.", de la portera de la casa, los cuales no le cornunicaron
nada hasta que la sentencia se había hecho firme y realizado el
lanzamiento, que todos los que recibieron las citaciones para ella
conocían sus señas reales, asimismo como la actora, lo que de-

97
C.L. n." 741

264

I
muestra con cartas escr¡tas en veranos anter¡ores y con la car-
ta notificándole el lanzamiento, cuando ya se había producido su
indefensión.
CONSIDERANDO: que, el principio general de respeto a la auto-
ridad de la cosa juzgada sólo se limita en supuestos excepciona-
les que enumera exhaustivamente el artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, entre los cuales se encuentra el que se haya
llegado a la resolución que puso fin al l¡t¡gio, mediante maqui-
nación fraudulenta, teniendo declarado esta Sala en reiteradas re-
soluciones puede considerarse como tal la ocultación por el ac-
tor del domicilio o residencia del demandado, para evitar llegue
a su conocimiento la demanda creando con ello una situación de
indefensión opuesta a los principios que informan nuestra legisla-
ción procesal. [Ha lugar.)

13. Sentencia de 19 de diciembre de 1961 eB


Los propietarios de una vivienda demandan a la inquilina de
desahucio por haber tenido el piso cerrado siete años, y haberse
ausentado sin saberse su paradero, la inquilina interpone recur-
so de revisión alegando que los propietarios sabían que residía
en Santa lsabel de Fernando Poo, que asimismo sabían la residen-
cia de una hermana de la inquilina, en la misma ciudad donde se
vio el pleito, y que sabían que su residencia y señas exactas en
Santa lsabel se las podía proporcionar un vecino de la casa, que
era quien pagaba las mensualidades, habiéndose cobrado incluso
la del mes en que se realizó el lanzamiento.
CONSIDERANDO: que, cuando los propietarios promovieron el
juicio de cognición que motiva esta revisión, conocían que la de-
mandada residía en Fernando Poo, constándoles también la resi-
dencia en Madrid de una hermana de la citada demandada, cuyo
teléfono le fue facilitado por el inquilino de uno de los pisos de
la misma casa, que por encargo de aquélla venía satisfaciendo
mensualmente el importe de la renta del piso en cuestión, y no
obstante haber hablado por teléfono con ella para que les facilita-
ra las señas y domicilio de la demandada, ocultó el planteamiento
del juicio, tanto a la referida hermana como al vecino que venía

e8 R. A. n.' 4160.

¿ot

l
pagando los recibos de la renta, mientras, en cambio, citó a de-
clarar a los demás vecinos de la casa; y estas círcunstancias, uni_
das al hechó de que en la demanda dá aquel juicio se limitaron
los actores a expresar que la demandada se había ausentado de
España y que fuera emplazada por edictos, como se efectuó a
través del "Boletín oficial de la provincia de Madrid", denota una
actuación encaminada a lograr la sustanciación del juicio a espat-
das de la demandada en el mismo, difícuttando con ello su defen-
sa con el deseo o finalidad de facilitar o asegurar el éxito de la de-
manda, lo que se logró, siendo indiferente a tat efecto los razona-
mientos en orden a la mayor o menor que el hecho de la presen-
cia en autos de la demandada hubiera tenido, en relación con el
resultado final del juicio, pues el derecho de defensa se haya con-
sagrado en todos los ordenamientos procesales, con independen-
cia de las razones que puedan asistir a tas partes con respecto a
lo que sea objeto de la contienda, y cualquier maniobra encamina-
da a dificultar o impedir llegue a noticia del demandado el plan-
lgamiento del juicio, encaja dentro del concepto de maquinación
fraudulenta, en el orden procesal, con quebranto del deiecho de
defensa que asiste a toda parte; comprendida, por tanto, en et nú-
mero 4." del artículo 17g6 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. (Ha
lugar.)

14. Sentencia de 31 de enero de ig62 ee


El recurrido había demandado a tos herederos de... cuando
conocía el nombre de la heredera, ya que constaba en el Registro
de la Propiedad, que el mismo dice haber consultado, la déman-
dada, condenada en rebeldía, interpone recurso de revísión por la
causa 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civil, ma-
quinación fraudulenta.
CONSIDERANDO: que, la regular formación de la denominada
relación jurídico procesal es requisito indispensable para producir
con eficacia una sentencia sobre el problema del derecho sustan-
cial controvertido, y, por lo tanto, al ser conocido por el actor el
nombre de la adversa, según los datos fehacientes del 'Registro
de la Propiedad, que consultó previamente a la iniciación del liti-

ee C. L. n.' 86

262
jg.

-
t

g¡o, debió pedir del órgano jurisdiccional el emplazamiento por


edictos si no le constaba el domicilio actual, pero en forma nomi-
nativa en este caso, lo que omitió pese al indicado conocimiento,
por lo'que estas específ¡cas faltas envuelven la aquí denunciada
de maquinación fraudulenta, determinada jurídicamente en el úl-
timo inciso del apartado 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil, en cuanto debilitó, por lo menos, la defensa de la
demandada en el proceso aquí impugnado de revisión de su fallo
firme, con la indeclinable secuenc¡a de estimar el recurso. (Ha
lugar.)

15. Sentencia de 19 de octubre de 1962 t00

El propietario de un piso, interpuso ante el Juzgado Municipal


número 9 de los de Madrid, demanda de resolución de contrato
de arrendamiento contra el inquilino que debería ser emplazado
por medio de edictos por ser desconocido su paradero, basando la
demanda en que desde hacía varios años se había ausentado al
extranjero el demándado, por lo que había incurrido en causa de
resoluc!ón del iontrato. El juzgado Municipal dictó sentencia por
ta que, estimando la demanda, declaró resuelto el contrato de
arrendamiento. Notificada la sentencia por ed¡ctos, fue firme al
no haber apelado contra ella el demandado. Por escrito de fecha
27 dejunio de 1960 se personó en los autos debidamente represen-
tado el demandado, manifestando que se había visto sorprendido
en su buena fe por las actuac¡ones tram¡tadas en su contra, de
las que tuvo conocimiento el día 11 de dicho mes de junio, cuan-
do hizo indagaciones sobre el recibo de rentas de ese mes, gue,
contra lo acostumbrado, no había sido pasado al cobro por la por-
tera del inmueble; que como el propietario del inmueble había co-
nocido la dirección del demandado en París hasta el extremo de
que la portera tenía las llaves del piso y pasaba al cobro cada mes
los recibos de alquiler, incluso durante la sustanciación del pleito
ante el Juzgado, interesaba al demandado conocer los términos
en que estaba redactada la demanda y el escrito, instando el lan-
zamiento por si de los mismos se dedujera alguna responsab¡lidad
para el actor. El demandado interpuso ante el 'Tribunal Supremo

100 R. A. n." 3BZB.

I 263
j
I

I
i
J

t
i
r

i
l

recurso de revisión contra la expresada sentencia, al amparo de


la causa número 4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil.
CONSIDERANDO: que, el juicio de revisión conocido ya por las
leyes de partidas él tratan Ia 13, 19 y 24, título 22,y la i." y
-de
2." del título 26 de la 3."- fue establecido cuando era necesario
I
rescindir una sentencia firme, dentro de un plazo determinado, y
siempre que concurriese alguna causa legal, causas éstas que al-
gunas aún subsisten y aparecen en la vígente Ley de Enjuiciar,
sirviendo de base a lo que ahora se llama recurso de revisión, del
que conoce este Tribunal Supremo, que viene declarado en doctri-
na reiterada que, por contradecir el principio general de respeto
que informan las resoluciones judiciales, sólo procede, cuando se
funda en los supuestos excepcionales que, exhaustivamente, enu-
mera el artículo 1796 de la Ley Procesal, en razón a contrariar el
antiguo aforismo de la verdad de la cosa juzgada contenido en el
principio res íudicata pro verítate habetur, recurso que, dada su
naturaleza extraordinaria y su carácter excepcional, sólo debe pros-
perar, restringiéndose su uso por el respeto que merecen los fa-
llos judicales, en los casos en que no exista otro remedio para
conseguir el triunfo de la justicia.
CONSIDERANDO: que, las leyes de procedimientos prevén los
distintos supuestos en que puede encontrarse el demandado, a fin
de hacerle saber la pretensión en su contra formulada y estable-
cen, para el caso que se enjuicia, en el artículo 38 del Decreto
de 21 de noviembre de 1952, aprobando el texto conteniendo las
normas procesales dictadas para la reforma de la Justicia Munici-
pal, que se emplazará al demandado, para que comparezca y con-
teste la demanda en el plazo que señala, prescribiendo el 2." pá-
rrafo que el emplazamiento se ha de realizar en la forma prevista
para las citaciones, sustituyéndose la cédula a que se refiere el
artículo 274 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, por la copia de la
demanda y de los documentos presentados; artículo éste que ha
sido interpretado por la jurisprudencia en el sentido, que el do-
micilio ha de constar cuando se hace el emplazamiento [senten-
cia de 3 de mayo de 1B9B); y que la citación por edictos sólo se
hará en el caso que se ignore el domicilio, pero no la persona mis-
ma que deba ser citada fsentencia de B de abril de 1895), lo que
será consignado por diligencia en los autos.

264
-.!

coNSIDERANDo: que, siendo preciso fijar el domicilio del de-


mandado, tanto porque lo dice el número 2." del artículo 2g cle las
normas procesales a que antes se hizo mención, como así irnpo-
nerle el sagrado derecho de defensa que asiste a las partes, for-
zosamente se ha de deducir que este requisito no ha sido cumpti-
do, por cuanto no podía desconocerse que su arrendatario, al no
ocupar el piso que alquiló para su ocupación, por contrato autori-
zado el 15 de noviembre de 1gSi, ello obedecía a haber sido tras-
ladado, de modo circunstancial, desde Madrid a parís, como em-
pleado de una agencia de viajes, profesión ésta hecha constar en
el contrato, ausencia conocida por la portera de la casa
asalariada y de confianza del propietario del inmueble, -persona
por haber
estado su marido a su servicio más de 30 años- la que quedaba
encargada del piso durante la ausencia del inquilino y de sus fa-
miliares, siendo la que satisfacía todos los recibos, incluso el de
la casa, que tenía que abonar el inquilino.
CONSIDERANDO: ql!e, en virtud de lo expuesto, resulta anó-
malo y extraño que, conocido como era el domicilio del demandado-
arrendatario, fuera, por el actor propietario, pedido que su citación
y emplazamiento se realizase por medio de edictos, a fin de que
compareciese en los autos por éste promovidos para la resolu-
ción del contrato, oponiéndose a la prórroga establecida por la tey
a favor de aqué!, sin que su previa y anterior citación en el domi-
cilio arrendado en ellos se hiciera constar por diligencia, a fin de
que apareciera que, lealmente sin aprovecharse de su ausencia,
discutir en el procedimiento judicial, si cabía o no continuar en
el contrato del piso celebrado, por entender, dada la alegada ig-
norancia, que en él se daban, bien los supuestos previstos en la
causa 11." del artículo 114, para la resolución del contrato que a
una y otra parte les vincula, o ya la situación contenlda en la lla-
mada..Ley Salmóno, de 25 de junio de 1935, a cuyo amparo ex-
presaba el demandante que promovía su acción: y al exponer tan
sólo que el demandado "desde hacía varios años se ausentó del
piso, trasladándose al extranjero, dejándolo cerrado y totalmente
deshabitado", ello implica una actuación dirigida a que fuera tra-
mitado sin oposicíón legal, negando, por tal modo de proceder,
su derecho de defensa, todo lo cual encaja, corno se dice en caso
análogo en la sentencia de 19 de diciembre de 1961, dentro del

26s
concepto de maquinación fraudulenta, comprendido en el número
4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, requiriéndose por el artículo 1798 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, que en los casos que se indican y
prevén en el artículo 1796, el plazo para interponer el recurso de
revisión será el de tres meses contados desde el día del conoci-
miento de la falsedad empleada, es obvio que, acreditada su ausen-
cia en París, y demostrado por el pasaporte del interesado que
fue el 17 de junio de 1960 cuando regresó a España, es en esa fe-
cha en la que hay que suponer que adquirió el conocimiento; y
como fue el 5 de septiembre cuando se presentó el recurso de
revisión, forzosamente se ha de deducir que lo hizo en tiempo para
el ejercicio del derecho que éste envuelve, sin que por el deman-
dado en esta litis hayan sido enervados dichos extremos, ya que
a él correspondían, por el artículo 1214 del Código Civil, la de-
¡"nostración de no ser verdad lo justificado por su contrario. (Ha
lugar.)

Tercera época. Hasta 1975

16. Sentencia de 5 de febrero de ,|963 '01


El propietario de un local de negocio demandó al inquilino del
mismo, citándole por edictos, al afirmar el demandante que el de-
mandado residía en Francia en localidad desconocida, después de
ser firme la sentenc¡a, aceptando la demanda, el demandado inter-
pone recurso de revisión alegando que ha residido ininterrum-
pidamente en el mismo pueblo que el demandante, y que éste co-
nocía no sólo su domicilio particular, sino también el laboral, por
tratarse del local objeto del pleito.
CONSIDERANDO: que, el principio de irrevocabilidad de las sen-
tencias firmes, por reputarse cierto y justo lo por ellas resuelto
necesariamente cede cuando lejos de ser así, el fallo se ha produ-
cido por alguna de las taxativas causas enumeradas en el artícu:-
lo 1796 de la Ley procesal, cuya transcendencia impone, excep-
cionalmente, la revisión de la que haya sido dictada, concurriendo
alguna de ellas.

10r c. L. n." 101

266
coNSIDERANDO: que, la actuación de quien no señara en su
dernanda el domicilio del demandado, que notoriarnente conocía,
a fin de que no pueda ser emplazado conforme a las prescripcio-
nes legales, necesariamente ha de ser conceptuada como un caso
de maquinación fraudulenta que et apartado 4." del artículo 1T96
prevé y señala como causa deterrninante de la revisión de la sen-
tencia dictada en juicio, en el que maliciosamente se ha impedido
la intervención procesal del demandado, como con reiteración tie-
ne señalado esta Sala en sentencias de 3l de enero de i941 y 30
de marzo de 1954. (Ha lugar.)

17. Sentencia de 26 de octubre de i965 '02


lnstado desahucio por falta de pago en el Juzgado del lugar
donde está sito el local de negocio, Málaga, por ser el competen-
te, y citado en él el arrendatario por cédula, se dictó, ante su in-
comparecencia, sentencia que fue ejecutada; se presenta el recur-
so de revisión, exponiendo que la arrendadora sabía que el recu-
rrente tiene su domicilio en Las Palmas de Gran canaria, y a pe-
sar de ello lo ocultó y lo citó en Málaga, con lo que consigúió que
él no pudiera enterarse del proceso y enervar la acción de-desahu-
cio, hechos que califica como de maquinación fraudulenta y com-
prendios en el número 4." del artículo 17g6 de la Ley procesal.
CONSIDERANDo: que, el recurso extraordinario de revisión,
no es, doctrinalmente, un verdadero recurso, sino una acción autó-
noma. provista de finalidad rescisoria de sentencias firmes, pues
al abrir una relación procesal conclusa y hasta ejecutada, resuci-
ta con carácter excepcional un proceso ya fallado, con la única
finalidad de decidir si la verdad legal que la ejecutoria proclanra
está en contradicción con la verdad real y positiva, ocultada en el
proceso por dolo o maquinaciones fraudulentas de la parte favo-
recida por la sentencia para que, como excepción a Ia irrevocabi-
lidad del fallo firme, se invalide éste y pueda promoverse de nue-
vo el juicio correspondiente, y para lograr esta finalidad el recur-
so ha de concretarse a la demostración cumplida de alguna de las
causas que establece el artículo 17g6 de la Ley de Enjuiciamiento
civil, sin que, por la regulación restrictiva de este remedio extra-

t02 C. L. n." 686

267

l
r
I

ordtnar¡o, puecla extenderse a ca33s que nO sean los taxativanren-


te determlnados en tos preceptos legales normat¡vos del mismo'
coNsIDERANDO: que, según las sentencias de 31 de enero
de 1941 y 9 de junio de 1953, se cons¡dera maquinación fraudulen-
ta aquellos hechos por los que una parte impide que la otra se en-
tere de que ha sido convocada a juicio y pueda en él defenderse
adecuadamente, por lo qge, para que concurra en el casO que Se
resuelve eS necesario acreditar que el recurrente t¡ene su domi-
cilio en Las Palmas y que fue ocultado mal¡c¡osamente en el jui-
cio, ninguno de cuyos requisitos ha sido justificado, puesto que:
1.o, Si bien es cierto que en contrato de arrendamiento se cons¡g-
nó que el arrendatario era en Ia fecha de la firma del mismo ve-
cino de Las Palmas, s¡n consignar domicilio, y que la arrendadora
le ha dirigido alguna carta a dicha ciudad, es ev¡dente que al esta-
blecer su negocio en tVlálaga su domicilio legal era el de esta ca-
pital, a tenor del artículo 65 de la Ley Procesal, s¡n que haya in-
ientado demostrar que su domicilio real, caracter¡zado por su re-
sidencia efectiva y Éabitualidad, era distinto del legal dicho' 23,|a
competencia terriior¡al en los juiciot d9 desahucio está determi-
nada por el lugar en donde está sita la finca, y en é1, como domi-
.itio tlgul del árrendatario, fue citado éste, y como en dicho lugar
tenía hoy recurrente un encargadg, que.frecuentemente iba por
"i no puede est¡marse que hubo ocultación maliciosa de do-
el local,
micilio, ya que pudo tener noticia de la existencia del proiedimien-
to, origiñado por la volunt3d del hoy recurrente al dejar de pagar
la renta pactada. [No ha lugar.)
18. Sentencia de 25 de marzo de 1966im
El recurrente alega que el propietario de un sótano que él te-
nía alquilado, le demandó sobre resolución del contrato de arren-
damiento, durante tos meses de Verano, sabiendo el actor que su
inquilino se encontraba fuera de Madrid, por lo que fue declarado
rebelde. Pero el recurrente propuso y practicó pruebas, ya que se
incorporó al procedimiento, intervino en el recurso de apelación e
interpuso recurso de injusticia notoria.

103 C.L. n." 227.

268
l

CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión tiene un carác- i

ter excepcional y no autoriza para, a su arrparo, llevar a efecto


I

un nuevo examen de las cuestiones debatidas en el pleito, sino ;

que, exclusivamente, ha de Iimitarse a acreditar la concurrencia


de alguna cie las causas establecidas en el artículo 1796 de la Ley
I

de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, la afirmación de que el actor, con cono- ;

I
cimiento de la ausencia del demandado, formuló su acción, bus- I
I
I

cando deliberadamente la indefensión de éste, carece de transcen-


cia al efecto de lograr una sentencia injusta, ya que el hoy recu- I

rrente prestó confesió¡r judicial, propuso y pract¡có prueba, inter-


I

vino en el recurso de apelación e interpuso en suma el recurso


l

de injusticia notoria, por lo que no sólo tuvo y ejercitó medios


i

defensivos, sino que no careció de la oportunidad de hacer cons-


I

tar los fundamentos de su derecho, todo lo que excluye patente- I


I

mente la concurrencia de la alegada maquinación fraudulenta. [hlo I

ha lugar.) !
i
J

19. Sentencia de 20 de rnayo de 1966t04


i
I

La recurrida, propietaria del local de negocio cuyo desalojo de- I


I

seaba obtener en el juicio sobre resolución de contrato de arren-


I
I

damiento seguido al efecto y que motiva el presente recurso; al


I
I
I

cerciorarse de que, como ya suponía, el arrendatario residía fue-


I
I
I

ra de España, y de que al frente del negocio instalado en dicho i


I

lugar se hallaba un hermano de aqué|, lejos de pretender se rea- I


I

lizase el emplazamiento por cédula, entregada a este último en la :

forma establecida por el artículo 268, en relación con el artículo ;

270 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, solicitó se acudiese al sis-


tema de edictos que regula el artículo 269 de la misma Ley, con
lo que consiguió sustraer del conocimiento del demandado la exis-
tencia del litigio, cosa que completó posteriormente durante su
sustanciación al proponer como medio de pruebo "el reconocimien-
to jud¡cial de la fachada del edificio", al no solicitar la notificación
personal de la sentencia recur¡'ida en la forma que expresa el pá-
rrafo 1." del artículo 769 y al seguir percibiendo norrnalmente las
rentas del alquiler, después de la firmeza del fallo, hasta que trans-

t04 c. L. n." 370.

zo9
t8

I
r
'I
I

i
I

curr¡ese el plazo señalado por el artículo 755 para la ínterposición


del correspondiente de audiencia en rebeldía.
CONSIDERANDO: que, esta conducta originó una maniobra
fraudulenta a que se refiere el número 4." del artículo l7g6 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, dado que la jurisprudencia de esta
sala incluye dentro de tal concepto toda actividad de la parte ac-
tora que se encamine a dificultar u ocultar al demandado el plan-
teamiento del juicio y a obstaculizar o impedir su defensa para
asegurar de esa forma y con semejantes artilugios el éxito de la
demanda. (Ha lugar.)

20. Sentencia de 28 de febrero de 1968 t05


Los arrendatarios de un local de negocios, lo han de tener ce-
rrado por carecer del necesario permiso administrativo relativo a
la apertura de su industria, durante tres meses dejan de pagar la
renta estipulada y el letrado del arrendador les dirige una carta,
al exacto y real domicilio de uno de los arrendatarios, reclamando
el pago de dicha renta, posteriormente les interpone una demanda
de desahucio por falta de pago, sin citar el domicilio de ninguno
de los arrendatarios, citándoseles en el local arrendado aun a sa-
biendas de que estaba cerrado.
CONSIDERANDO: que, practicándose la citación en domicilio
distinto al que previamente se había hecho un requerimiento, y
cuya citación se realizó en el domicilio objeto del contrato, que
como sabía el arrendador no era habitado ni utilizado por los arren-
datarios, procede la estimación del recurso. (Ha lugar.)

21. Sentencia de 30 de abril de 1970t6


Se interpone recurso de revisión, basado en la causa 4." del ar-
tículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, contra una senten-
cia sobre reclamación de deuda recaída en un pleito seguido en
rebeldía, la cual se declaró a causa de que en la demanda se de-
cía que la demandada se encontraba en ignorado paradero, se afir-
ma en el recLlrso que el paradero de la demandada e incluso el
domicilio era perfectamente conocido por el procurador de la par-

105 B. A. n.' 1220


ioó C. L. n.' 233.

270
te actora, ya que era asimismo procurador de la demandada en
otro pleito que ésta tenía.
CONSIDERANDO: que, fundado el presente recurso de revisión
en el apartado 4.'del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil y probado en autos con certificación expedida por el secreta-
rio del Juzgado de primera instancia, que el procurador don M. V. F.,
actuando en nombre de la recurrente en autos de juicio de mayor
cuantía precisa con todo detalle el día 21 de mayo de 1g68 cuál
es el domicilio de la recurrente, mientras al siguiente día, 22 del
propio mes y año, en que se celebra el juicío verbal en rebeldía
de la citada recurrente, se ratifica en la demanda en que se dictó
la sentencia en rebeldía objeto del recurso de revisión, y en cuya
demanda respecto de ella se decía que se hallaba en ignorado pa-
radero, hay que concluir que ha existido la maquinación fraudu-
lenta realizada por parte de Ia representación recurrida, en el jui-
cio de que dimana este recurso, para procurar la indefensión de
la parte demandada, procediendo por ello la admisión del mismo.
(Ha lugar.)

22. Sentencia de 4 de noviembre de 1970'07


Los censatarios de nueve censos, en Cataluña, demandan de re-
dención de censos señalando el domicilio del censualista como
desconocido, la demanda prospera y la escritura de redención es
firmada por el presidente del Tribunal Arbitral de Censos, contra
esta sentencia recurre en revisión el censualista, alegando que su
domicilio era conocido por los actores y que su maliciosa ocul-
tación era maquinación fraudulenta; los actores se oponen al re-
curso alegando que no conocían dicho domicilio y que contra esta
clase de sentencias no se admite ninguna clase de recursos, ni
ordinarios ni extraordinarios, según el artículo 49, último apartado
de la Ley de 31 de diciembre de 1945.
CONSIDERANDO: que, si bien es cierto que el recurso de re-
visión por su índole extraordinario y excepcional permite volver
sobre una sentencia firme, integrando, por ello, un medio de com-
batir la presunción de veracidad de la cosa juzgada, establecida en
el artículo 1251 del Código Civil, no ofrece duda que el artículo 4g

1o7 C. L. n." 494.

27t

i
de la Ley de 31 de diciembre de 1945, reformada por la de 26 de
diciembre de 1957, excepciona dicha generalidad, porque en él se
establece que no se dará recurso alguno contra las sentencias de
los Tribunales Arbitrales de Censos, dada la índole especialísima
de la jurisdicción de los Tribunales Arbitrales de Censos. (No ha
lugar.)

22. Sentencia de l1 de diciembre de 1970 t08


Se presentó una demanda de desahucio por falta de pago con-
tra el "lnstituto de Higiene Pecuaria" representado por A. L. S., se-
ñalado por el Juzgado fecha para la celebración del juicio, el Agen-
te Judicial se constituyó en el domicilio fijado para proceder a la
citación de la parte demandada, y no hallándola en su domicilio,
el local litigado, suspendió la citac¡ón; y al día siguiente el propio
Agente Judicial procedió a citar al director del lnstituto de Higie-
ne Pecuaria, representado por A. L. S., al que dijo ser el portero
de la finca, previniéndole de la obligación que tenía de entregar la
cédula. Al juicio no compareció la parte demandada, dictándose
sentencia dando lugar al desahucio. El lnstituto de Higiene Pecua-
ria recurre en revisión, por la causa 4." del artículo 1796, alegan-
do, como maquinación fraudulenta, que se fijó en la demanda como
representante legal de la entidad demandada a quien ya ningún
ligamen tenía con la entidad demandada, y en hacer las citaciones
en la persona del portero que es dependiente o empleado de la
sociedad actora en el litigio.
CONSIDERANDO: que, el recurso no puede prosperar porque
las pruebas practicadas no revelan el más leve indicio de la exis-
tencia de una maquinación fraudulenta por parte de la actora en
el juicio de desahucio por falta de pago, al que puso fin la sen-
tencia recurrida, ya que, en primer término, la demanda se pro-
puso frente a la sociedad que hoy recurre, que era la arrendataria,
y s¡ bien se consignó como dato complementario que era su re-
presentante A. L. S., lo fue porque era quien había firmado los
contratos de arrendamiento en nombre de aquella sociedad, Sin
que de lo actuado resulte que la accionante supiera que dicho se-
ñor había cesado en el cargo de eonsejero-Delegado de la com-

mB R. A. ni 5512.

272
pañía, y en segundo lugar tampoco ha quedado evidenciada la
connivencia entre la persona que recibió los actos de comunica-
ción e intimación y la entidad demandante para que la interpelada
desconociera la iniciación, desarrollo y terminación del proceso
aludido, antes bien, consta que tales actos se intentaron, a instan-
cia de la demandante, en el verdadero domicilio social de la de-
mandada y que en su práctica fueron observadas las prevenciones
establecidas en la sección 3.u, título Vl, Iibro l, de la Ley de En-
juiciamiento Civil. (No ha lugar.)

24. Sentencia de 10 de octubre de 19721ú


Don Francisco H. R. dedujo demanda de cognición, ante el Juz-
gado Municipal número 5 de los de Madrid, contra don lnocencio
E. A. y don Manuel del P. T., sobre resolución de arrendamiento de
un piso.
Admitido a trámite y emplazados los demandados, aparece en
los autos la siguiente diligencia: "Diligencia para hacer constar
por ella, yo, el Oficial Habilitado, no haber podido llevar a efecto
la diligencia de emplazamiento del demandado don Manuel del
P. T., porque, constituido en la calle Donoso Cortés, núm. B y como
no respondiera persona alguna a las llamadas dadas en la puerta
de entrada al piso, requerí a la portera de la finca, que dijo que
dicho señor se había marchado de la finca en el mes de octubre
del pasado año, ignorando cuál fuera su actual paradero y domici-
dio. Madrid,30 de abril de 1969". También aparece que al perso-
narse el Oficial del Juzgado en el domicilio señalado como del de-
mandante, don lnocencio E. A., calle lt4anuel Cavero, 2, al objeto
de practicar la diligencia de emplazamiento, no pudo llevarla a cabo
por ser desconocido en tal domicilio. Que por la parte actora se
solicitó el emplazamiento por edictos, lo que se acordó por el
Juzgado, y no habiendo comparecido dentro del término del em-
plazamiento, se acordó la continuación del procedimiento en su
rebeldía, y dictando sentencia en definitiva, estimando la deman-
da, cuya sentencia se publicó por edictos, sin que por ninguno
de los demandados se formulase pretensión alguna. Se ha inter-

la R. A. n.' 2973

273
T

puesto Recurdo de Revisión por la representación del demandado,


don lnocencio E. A., alegando que el actor conocía el domicitio del
demandado, lo que se ocultó en la demanda.
CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión es uno de los
más extraordinarios de todos los recursos, ya que supone la pre-
tensión de que quede sin efecto una sentencia firme; por lo cuat
la ley fija de un modo concreto en el artículo izg6 de ta Ley de
Enjuiciamiento civil los casos especialísimos en los que habrá lu-
gar a que la revisión se produzca, exigiendo Ia prueba plena de Ia
causa invocada por la parte y no permitiéndose ninguna interpre-
tación extensiva de enumerados casos, ni siquiera en el caso 4.o,
de más inconcreta redacción, al referirse disyuntivamente al co-
hecño, violencia u otra rnaquinación fraudulenta que hayan podido
influir en la decisión judicial, por justicia, revisable.
CONSIDERANDo: que, en el presente caso el recurso contra la
sentencia del Juzgado núm. 5 de Madrid de fecha 3r de julio de
1969 se apoya en Ia causa 4." del artículo antes mencionado, esti-
mando que el actor, dueño del inmueble, del que el recurrente era
arrendatario, sito en la calle Donoso Cortés, núm. B de Madrid, al
demandarlo de desahucio, fraudulentamente dejó de citarlo en su
domicilio y lo hizo en uno totalmente arbitrario, lo que dio lugar
no obstante haber sido citado por edictos, a que todo el pleito se
tramitara en rebeldía, no enterándose de su existencia el recurren-
te hasta que le fue notificada la sentencia favorable a la preten-
sión del actor.
coNSIDERANDo: que, aunque comprobada documentalmente Ia
causa en que se funda la sentencia recurrida, que es el subarrien-
do no consentido, la no comparecencia det demandado pierde re-
lieve; pero es que, además, esa falta de comparecencia no es im-
putable a maquinación fraudulenta del actor, pues está probado en
autos que ante la imposibilidad de encontrar al inquilino en la
casa arrendada, hecho comprobado incluso con acta notarial, se
recurrió por el actor a una agencia de detectives para que se ave-
riguara su paradero, la cual suministró la de la calle Manuel ca-
vero, núm. 2; en dicho domicilio se le requiere para que deje li-
l¡re el piso por acta notarial, en la que et notario hace et téque-
rimiento en la persona de Ia esposa del inquilino, que allí se en-
cuentra y en el Registro de la Propiedad, según certificación que
se. une, aparece inscrita a su nombre dicha casa, núm. 2 de la

274
calle M. C. de esta capital, que es donde se le dirigen las citacio-
nes; por todo to cual procede declarar improcedente el recurso de
acuerdo con to dictaminado por el M' F. (No ha lugar')

25. Sentencia de 15 de octubre de 1973 ¡r0


Doña A. M. R. formuló ante el Juzgado Municipal núm. 3 de los
de Las Palmas de Gran Canaria, demanda de desahucio por falta
de pago, contra la entidad "Valdoña, S. A'".
-demandada
La fue citada por edicto publicado en B. o. de la
provincia de Las Palmas. Et Juez dictó sentencia estimando la de-
manda. La representación de la demandada interpuso recurso de
revisión, amparado en et nÍ 4 del artículo 1796 de la Ley de En-
juiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que, a los efectos de este recurso de natura-
leza extraordinaria y excepcional, ya que perm¡te combatir la pre'
sunción de cosa juzgada establecida en el artículo 1251 del Código
Civil, ha de tenerse en cuenta que tiene constancia en el proceso
de desahucio por falta de pago de la renta del local, lo siguiente:
a) Que el 14 de enero de 1972, fue practicado, a instancia de la
parte actora y hoy recurrida, requerimiento notarial con la finali-
dad de que la demandada y recurrente manifestase la fecha en que
fue abierta la cafetería en et local arrendado, quien se hallaba al
frente de la misma, y si las personas que allí Se encontraban tra-
bajando eran bmpleados de la demandada, cuyo representante con-
teétO a dichos extremos. b) La parte manifestó en la demanda de
4 de febrero de igual año que ignoraba el domicilio de la demanda-
da, por lo que solicitó se la citase mediante edicto. c) El juicio,
el 17 del mes siguiente, sin la presencia de la hoy recurrente, dic-
tó sentencia el 20 de igual mes y año que a instancia de la actora
se le notificó también por edictos. d) El 21 de agosto del mismo
año supo la recurrente se había tramitado el juicio de desahucio.
e) El lanzamiento se llevó a cabo el I de septiembre del mismo
año.
CONSIDERANDO: que, el proceso resolutorio de arrendamiento
o subarriendo de vivienda o local de negocio, por falta de pago,
se ha de tramitar conforme a Io establecido en los artículos 1571

rr0 R. A. n: 3798

275
r
\ -
i

y 1582 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, porque así se dispone en


el artículo 124 de la L.A.U., con las modificaciones consignadas en
ei 149 de idéntica legislación especlal, no aplicable al caso, trámi-
te, que, en lo no modificado por los artículos 1ST1 y 1582, ha de
ser e[ determinado para el juicio verbal l5z0-, al cual
se rernite el 1572, en lo concerniente a -artículo
la manera de extenderse
la cédula de citación del demandado. No obstante deducirse de los
artículos 727 y 1573 de Ia Ley de Enjuiciamlento Civil que en el
juicio de desahucio por falta de pago ante el Juez Municipal se re-
quiere la presencia del demandado, ello no implica que, en todo
caso, su citación se haya de efectuar siempre personalnnente, es-
tán previstos los casos de cltación por la vía de auxilio judicial
727 y 1576-, o púbficamente, rnediante edictos
-artículos
tículo 725-, pero para que se pueda realizar mediante edictos -.ar-
es
absolutamente necesario no sea conocido el donricilio del deman-
dado, y es indudable que en el caso de autos, según lo que consta
en ellos, no se verificó el supuesto de desconocirniento, por la ac-
tora, del lugar en que podía entregarse al demandado la copia de
la demanda y cédula de citación, ya que, anteriormente a la de-
manda y a instancia de aquélla, se practicó el requerimiento nota-
rial, en el local arrendado, deslgnado por la misrna, para que la
sociedad hoy recurrente contestase a determinados extremos,
como así lo efectuó el representante de dicha entidad, y tarnpoco
ofrece duda que en dicho lugar se pudo llevar a cabo la citación,
aun en el caso de no haber sido hallado en él a dicho represen-
tante, en la forma establecida en el artículo 1523 de la Ley de
Enjuiciamiento civil, en el que se prevé no sólo el supuesto men-
cionado, sino el de que no se encontrase a nadie en la casa, en
cuyo caso la citación sería válída y eficaz entregándose la cédula
al vecino más inmediato.
coNslDERANDO: que, la parte actora se limitó a aflrmar que
le era desconocido el domicilio del demandado, solicitanclo la ci-
tación por edictos, logrando suprimir en el proceso de desahucio
la afectiva contienda, creando la apariencia de un proceso conten-
cioso, ya que, previamente, impidió que la demandada y recurren-
te tuviera conocimiento del rnismo, así pues ta conclucta procesal
de aquélla, totalmente en manifiesta oposición con et principio
procesal de contradicción y dualidad de partes, imptica la realiza-
ción del supuesto de maquinación fraudulenta establecido al final

276
---

del número 4." del artículo 1796 de Ia Ley de Errjuiciamiento Civil,


que ha de causar la estimación del recurso y la rescindibílidad to-
tal de la sentencia impugnada. (Ha lugar.)
26. Sentencia de 14 de mayo de 1975 lrl
En los autos seguidos por doña M." M. A. contra doña Teresa
M. P. y doña Rosa M. R. sobre usucapión de fincas, recayó senten-
cia dictada por el Juez Comarcal de San Feliu de Guixols, esti'
mando la demanda, con imposición de costas a los demandados.
Doña Rorotea A. S. interpuso recurso de revisión.
CONSIDERANDO: que, el interés legítimo que según se ex-
presa en el escrito de interposición del presente recurso de re-
visión, por la instante del mismo, doña Dorotea A. S., no ha sido
negado de modo expreso en la contestación al recurso por doña
M." M. A. y aunque se dice en el propio escrito no haberse acre-
ditado el parentesco alegado entre doña Dorotea A. y doña Tere-
sa M, P., de la prueba de autos y de modo especial de Ia confe-
sión de doña M." M. A., instante del procedimiento en que recayó
la sentencia cuya revisión se pretende, aparece que tanto aquélla
como ésta traen causa o son descendientes de doña Teresa M. P.,
a quien, según el registro de la propiedad pertenecía la nuda pro-
piedad de las fincas a que el litigio se contrae, relación de paren-
tesco que le era conocida a la demandante en dicho proceso como
asimismo le constaba la residencia y domicilio de doña Dorotea
A. S., no obstante lo cual, lejos de citarla o demandarla personal-
mente, lo verificó por edictos, sin siquiera nombrarla personal-
mente, sino bajo la fórmula vaga de ignorados herederos, suceso-
res o derechohabientes o en su caso contra la herencia yacente,
para el supuesto de haber fallecido todos en ignorado paradero.
CONSIDERANDO: que, la autoridad de la cosa juzgada de las
resoluciones judiciales firmes, sólo decae ante casos excepciona-
les, en que lo resuelto pueda resultar notoriamente injusto por la
concurrencia de alguna de las causas señaladas taxativamente en
el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, entre las que
se encuentra la de haber ganado injustamente el pleito mediante
maquinación fraudulenta imputable al litigante que se vale de me-

rir H.A. n." 2102

277
dios ilícitos para lograr su propósito, teniendo declarado la juris-
prudencia de esta Sala que una de las manifestaciones de la ma-
quinación fraudulenta y más frecuentemente empleada, eS la que
atribuye al demandante la ocultación maliciosa, no obstante cono-
cerlo, det domicilio del demandado, llamándole por edictos, con la
finalidad de que no se entere del planteamiento de la demanda,
sustanciándose en Su rebeldía, procurando aSí que no comparezca
en el juicio a defender sus posibles derechos, circunstancias que
se dan en el caso de autos.
CONSIDERANDO: que, interpuesto el recurso de revisión den'
tro det plazo de tres meses que establece el artículo 1798 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, según se desprende de la fecha de
ta carta por medio de ta cual llegaron a conoc¡miento de doña Do-
rotea A. S. los hechos, lo que no ha sido contradicho expresamen-
te tampoco por doña M." M. A., procede de acuerdo con el informe
del M. F., la estimación de la solicitud de la revisión con rescisión
de la sentencia objeto de este recurso. (Ha lugar.)

b') oTHos suPuEsTos DE MAQUINACIÓN FRAUDULENTA


Primera época. Hasta 1964

27. Sentencia de 21 de noviembre de 1932112


Se firmó un contrato de arrendamiento y promesa de venta de
una finCa urbana, UnaS rústicaS, un Carro y otros Semovientes, en-
tre tas cláusulas del contrato, la quinta decía: la falta de pago de
un año de renta en la fecha convenida da derecho al arrendador
propietario, o para exigir su importe por la vía judicial dejando
subsistente este contrato de arriendo y la promesa de venta que
se estableció en el mismo, o para dejar rescindidos ambos contra-
tos en su totalidad, procediendo al desahucio, siendo en uno y
otro caso de cuenta del inquilino el pago de los gastos y costas
que se originen; pasando un mes de la fecha de vencimiento de
la primera anualidad sin haberse efectuado el pago, el propietario
presenta demanda de desahucio, a la que se opone el inquilino

112 C. L. n.. 43.

278
diciendo que Ia firma del contrato de arrendamiento no es suya,
y que el demandante no tiene legitimación para promover el juicio
por no concurrir en él ninguna de las circunstancias que enumera
el artículo 1564 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; se dictó senten-
cia declarando haber lugar el desahucio por falta de pago, quedan-
do la sentencia firme por consentimiento de las partes; a los tres
años de esta sentencia se interpone recurso de revisión por el
inquilino, basado en el número 4." del artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, alega que el contrato no era de arrendamien-
to sino de préstamo, ya que estando él en situación apurada pidió
dinero al recurrido y que firmaron un contrato que é1, que flo so:
bía leer y casi ni firmar, creyó de préstamo, y que las fincas del
contrato eran garantía de dicho préstamo, ya que él era el autén,
tico propietario.
CONSIDERANDO: que, apoyado el presente recurso de revisión
en el número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil, es preciso tener en cuenta que, según Ia jurisprudencia de
este Tribunal, el cohecho, Ia violencia o maquinación fraudulenta
que se invoque, ha de ser deducida de hechos ajenos al pleito
y ocurridos fuera del mismo, no de los alegados y discutidos en
é1, el hecho que se supone constitutivo de la maquinación fraudu-
lenta, o sea, que el recurrente formalizó un contrato de préstamo
con el recurrido y por la confección del documento parecía ser
que se había convertido en un contrato de arriendo, fue ya alega-
do y discutido con amplitud en el juicio de que trae causa este re-
curso, por lo cual no puede tener ahora la virtualidad que el re-
currente se propone; aparte de esto, el plazo para interponer re-
cursos como el presente, es el de tres meses, contados desde el
día en que se descubrió el supuesto fraude, artículo l79B de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, y como el documento de referencia,
que aparece firmado por el hoy recurrente, era conocido por él en
las fechas del juicio ya citado, ya que se le puso de manifiesto y lo
combatió, es claro que no puede admitirse por extemporáneo el
recurso de revisión. [No ha lugar,)

279
28. Sentencia de 12 de abril de 1946 113

En juicio verbal seguido ante un Juzgado Municipal y el de


Primera lnstancia correspondiente, se dictó sentencia declarando
el derecho del actor a continuar en el arrendamiento de un local
destinado a comercio que hasta entonces había estado arrendado
a un hermano suyo, del que era heredero; contra esta sentencia se
interpuso recurso de revisión al amparo del número 4." del artícu-
lo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, alegando, como maquina-
ción fraudulenta, que antes de que se promoviera el juicio, cuya
sentencia se intenta rescindir, el letrero de la tienda objeto del li-
tigio, y que decía "Casa Ro, fue cambiado por otro que rezaba
.Los R."; este hecho fue alegado ya en el pleito.
CONSIDERANDO: que, no es el recurso de revisión, con su ca-
rácter de extraordinario y efecto recisorio de sentenc¡as cuya fir-
meza ha hecho adquirir a lo en ellas resuelto la respetabilidad y
fuerza de ta cosa iuzgada, remed¡o fácil y cauce llano, puestos al
alcance de los litigantes vencidos para impugnar su venc¡miento
trayendo a nuevo examen tas cuestiones debatidas y adicionando
pruebas relativas a extremos que ya estuvieron sometidos a la
apreciación de los juzgadores a quo; porque este excepc¡onal re-
curso no da paso a una instancia más, a lo que equivaldría si en
él se permitiese su interposición fundada en hechos que encon-
traron lugar adecuado para SU alegación en el pleito en que fue-
ron aducidos, y, así, la Ley de Enjuiciamiento Civil, con preceptos
excluyentes de la posibilidad de que se bastardee la propia natu-
raleza del recurso, ordena y limita los casos en los que éste pro-
cede para conseguir la rescisión de la resolucién recurrida, y la
reiterada jurisprudenc¡a de esta Sala sanciona con referencia al
número 4." del artículo 1796 la doctrina de que el cohecho, la ma'
quinación o la violenc¡a que el mismo previene no se han de de-
ducir de los hechos que ya han sido alegados y discutidos en el
pleito, sino de otros ajenos a éste. (No ha lugar.)

29. Sentencia de 29 de abril de 1952 t'a


En juicio de desahuc¡o de finca urbana, instalado ante el Juz-
gado de Primera lnstancia por haber subarrendado y realizado
l13 c. L. n." 47.
ll4 c. L n." 99

280
obras en el edificio sin la correspondiente autorización del pro-
pietario, autorización necesaria por haberse así previsto en el con-
trato de arriendo, recayó sentencia estimando la demanda y dando
lugar al desahucio. La parte demandada, presentó escrito expo-
niendo que después de dictada la sentencia por la Audiencia Terri-
torial, han llegado a su conocimiento hechos cuya justificación
será muy suficiente para obtener la rescisión del fallo, por lo que
interponía recurso de revisión sentando al efecto como hechos:
1.') Que en la sentencia recurrida recayó condena firme contra el
clemandado a ser lanzado del piso objeto del litigio, fundándose
para ello en que se había procedido a un subarriendo clandestino
y en que se habían efectuado obras, también sin la autorización
del propietario. 2.") Que la autorización que hubiere enervado to-
talmente la acción de desahucio ejercitada, había sido concedida,
sin que este extremo lograse ser probado en el proceso por el
propio demandante al adrninistrador del inmueble, quien, a su vez,
la transmitió al demandado, si bien para cortar el nexo suficiente
de causalidad hicieron crrnstar en autos que tal autorización no se
había concedido, cuya connivencía fraudulenta, qLle no ha sido ob-
jeto de discusión ni de probanza en el pleito, y que ahora ha sido
revelada al recurrente, el cual lo podía probar por los medios de
prueba permitidos en derecho, motiva la. interposición de este re-
curso contra dicha sentencia.
CONSIDERANDO: que, la demanda en que se promueve este re-
curso de revisión se funda en el número 4." del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, por entender que hubo conniven-
cia fraudulenta para hacer constar en los autos de juicio de de-
sahucio.en que se dictó la sentencia recurrida, que no existió la
autorización del administrador de la casa para realizar las obras
que dieron motivo al desahucio, pero no expresa quiénes partici-
paron en esa maquinación ni cómo se llegó a ella, ni en este re-
curso se ha probado la realidad de tal connivencia, pues única-
mente se ha pretendido probar que el supuesto administrador de
la casa conocía la ejecución de las obras, sin que se opusiera a
ellas, que son los mismos hechos discutidos en el pleito de ori-
gen, con lo que se ha tratado de convertir este recurso de revi-
sión en una instancia más, lo que no es lícito como ha declara-
do reiteradamente esta Sala. (No ha lugar.)

28t
\

30. Sentencia de 3 de mayo de 1956 lts


Se interpuso una demanda de desahucio contra un hotel, que
fue desestimada en primera instancia y acogida en apelación; con-
tra esta sentencia se interpone recurso de revisión, basado en la
causa 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, ale-
gando: que los propietarios de un hotel habían traspasado él mis-
mo, firmándose unos documentos, por los que los adquirentes se
comprometían a pagar las deudas de los cedentes hasta cierta
cantidad, que las deudas pasaron con mucho de lo pactado; que
se había, asimismo, pactado el no pagar la renta del hotel y de-
dicarla a pagar las deudas; que a pesar de ello se habían visto
desahuciados por falta de pago, y que, por lo tanto, habían teni-
do que denunciar criminalmente a los primitivos propietarios, con-
tra uno de los cuales se había dictado auto de procesamiento;
que la conducta de los recurridos constituía una maquinación frau-
dulenta: 1.", traspasando el hotel y quedándose con la propiedad
del inmueble, y 2f, no cumpliendo lo pactado, habían logrado en-
gañar al juzgador en el estrecho marco de un proceso de de-
sahucio.
CONSIDERANDO: que, los tres requisitos para que el recurso
de revisión esté comprendido en el artículo 1796 de la Ley de En-
juiciamiento Civil, número 4.o, son: 1.") Si existe maquinación frau-
dulenta; 2.') si ésta influyó en que se dictara la sentencia recurri-
da; y 3.") si ésta se ganó injustamente.
CONSIDERANDO: que, los hechos alegados no pudieron influir
en el fallo dictado en el juicio de desahucio, porque éste y la sen-
tencia condenatoria se fundaron únicamente en falta de pago, y en
este impago de alquileres no tuvo relación alguna la existencia y
pago de deudas, porque sin necesidad de entrar a tratar si eran o
no compensables, porque ni ahora ni entonces se planteó la cules-
tión, ni se acreditó en aquel juicio que prometieran los arrendado-
res no pasar recibos de las rentas hasta que no se pagaran todas
las deudas. (No ha lugar.)

lrs c. L. n." 319

282.

.i-:
---
t'

31. Sentencia de 18 de junio de 1960'ró


El demandado en el proceso que ahora se impugna negó dolo-
samente haber recibido utensilios y enseres al otorgarse el arren-
damiento de industria, con la finalidad de dar la sensación de tra-
tarse de arrendamiento de local de negocio con beneficio de pró-
rroga, en perjuicio de los intereses del arrendador, negativa recti-
ficada con posterioridad a la sentencia firme, por acta notarial,
hecho que se estima constitutivo de maquinación fraudulenta para
obtener una resolución favorable al demandado, como efectiva'
mente la consiguió en ambas instancias.
CONSIDERANDO: que, cualquiera que sea el grado de certeza
de las manifestaciones contenidas en el acta mencionada y en pug-
na, por tanto, con lo excepcionado en el juicio, de ningún modo
pueden servir de base para acceder a la revisión aquí pretendida,
porque la libertad de defensa en nuestro derecho positivo, donde
no existe el deber de veracidad impuesto a las partes en Goncepto
de principio ético-jurídico, no se conjuga en el presente caso con
la actuación procesal de maquinación fraudulenta para alcanzar una
resolución favorable, como lo exige el último inciso del núme-
ro 4." det artículo 1796; de otro modo, extendida esta norma con la
amplitud pretendida en el recurso; conduciría por sí misma al que-
brantamiento de la seguridad jurídica producida por las ejecuto-
rias recaídas con plena audiencia bilateral de las partes. (No ha
lugar.)

32. Sentencia de 23 de noviembre de 1962 "7


El arrendatario de un edificio subarrendó algunos locales de
negocios sitos en el mismo; los subarrendatarios, firmaron con
la propiedad, un documento privado pactando que, al término del
arrendamiento, pasarían ellos a ser arrendatarios; la propiedad
aporta el edificio de una sociedad, el contrato de arrendamiento se
rescindió ante notario, y' la sociedad, domiciliada en Barcelona,
así como el arrendatario y estando el domicilio en la misma ciu-
dad, demandó al arrendatario ante el juzgado de Granollers, ale-
gando que los contratos de subarriendo se extinguían con el con-

ltó C. L. n." 454.


llt C. L. n." 850 y R. A. 4295

283
trato de arrendamiento, por Io c;::e el arrendatario debería dejar
libre todo el edif¡c¡o, el arrendatario se allanó a la demanda, cono-
ciendo los subarrendatarios del pleito en el momento de la dili-
gencia de lanzamiento; interponen recurso de revisión alegando
la causa 1." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, ya
que los documentos firmados co¡r la propiedad están en poder de
ésta, y maquinación fraudulenta, ya que el pleito se siguió en un
juzgado de Granollers, donde no residía ninguna de las partes ni
estaba situado el objeto de Ia litis, con el propósito de impedirles
defender sus derechos.
CONSIDERANDO: que, antes de entrar en el fondo del presen-
te recurso extraordinario de revisión habrá de resolverse la ex-
cepción de falta de legitimación activa en los recurrentes para
promoverlo, que opusieron los recurridos basándose en que aqué-
llos no fueron parte en el juicio de cuya revisión se trata, puesto
que conforme a la jurisprudencia de esta Sala, que culmina en la
sentencia de 20 de abril de 1950, sólo los que tenían tal carácter
estaban capacitados para ello, y habida cuenta qr-le si bien es cier'
ta tal doctrina jurisprudencia, no lo es rnenos que debe entender-
se extendida no sólo a quienes fueron interpelados en el lltigio,
sino a todos aquéllos que por estar interesados directamente en
su resultado, debieron ser llamados a é1, pues admitir lo contra-
rio equivaldría a tolerar que a más de no ser oídos en el proceso,
negándoles los medios de defensa de sus posibles derechos, pri-
varles sobre ello de uno de los recursos que la ley concede, sobre
todo, teniendo el carácter de extraordinario.
CONSIDERANDO: que, del estudio de lo actuado se desprende
de un modo claro y evidente que los recurrentes, no sólo están
interesados directamente en el juicio cuya revisión pretenden,
sino que en realidad únicamente se discutían en él esos solos in-
tereses a sus espaldas y fingiendo los recurridos, únicos presun-
tos contendientes, un problema entre ellos y el arrendatario, sin
oposición el triunfo de sus deseos; y buena prueba de ello es que
en dos juicios anteriores de desahucio tramitados entre los recu-
rridos, lograron los recurrentes se les tuviera por parte evitando
fueran lanzados de los locales que tenían subarrendados, llegán-
dose en uno de dichos procedimientos a declararse por sentencia
de esta propia Sala de 17 de octubre de 1961 que por ser intere-
sados primordialmente en el juicio, tenían perfecto derecho a ser

284
parte en el m¡Smo para mantener y probar sus pretensiones, y sien-
do ello así, están act¡vamente legitimados para formular el pre-
sente recurso y debe rechazarse la excepción propuesta-
CONSIDERANDO: que, entrando en el fondo del recurso, se
basa en los apartados primero y cuarto del artículo 1796 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil; en cuanto al primero y porque con ante-
rioridad al cese del señor R. en el arrendamiento de los locales
de que tos recurrentes eran subarrendatarios, les fue concedido
del anterior propietario o de su administrador una promesa de
arrendamiento directo, UnO de los recurrentes y una verdadera
locación de los mismos, et otro para cuando aquél cesara, y si bien
es cierto que llegado el momento oportuno y no cumplidas las
promesas debieron exigir su efectividad en el procedimiento ade'
cuadg, nO lO eS menos, Como queda antes expuesto, que en dOs
procesos de desahucio en que alegaron tal derecho, se les ad-
mitió, incluso por este Tribunal, como parte legítima para defender'
lo; por todo lo cual existen elementos suficientes para estimar la
existencia de tales documentos que los recurridos tienen en Su
poder y se niegan a presentar pese a Su tuerza decisiva en el
juicio, por lo que el caso se halla comprendido en el número 1.o
del artículo 1796 y debe prosperar el recurso.
QQNSIDEBANDO: que, del mismo estudio de Io actuado se
desprende que los recurridos vecinos de Barcelona, viendo obsta-
culizado su deseo de que quedaran libres y a disposición del pro'
pietario los locales de referencia, sitos también en dicha ciudad,
por la intervención de los recurrentes que Se mostraron parte en
los juicios de desahucio sostenidos con el señor R., que pese a
haber cesado como arrendatario con mucha anterioridad se perso-
naba en tos procesos para allanarse de las demandas, logrando
ser admitido como tal parte y descubriendo las intenciones de los
recurridos, éstos, con evidente fraude procesal, promovieron en
el Juzgado de Granollers, donde ninguno tenía su domicilio ni su
vecindad, ni su residencia transitoria por más de pocas horas, el
juicio impugnado con el fin de ejecutar un desahucio que no ha-
bían obtenido, y teniendo en cuenta que la defensa de los dere-
chos autoriza a utilizar cuantos medios lícitos Se ofrezcan para
ello, agotándolos en el planteamiento, probanza y recursos, no
permite en modo alguno el empleo de elementos contrarios a la
lealtad que los contendientes se deben y mucho menos a sustrae:'

285

l9

.4-
t:

al conoc¡m¡ento del juzgador los verdaderos términos del proble-


ma planteado; aparece evidente que al fingir que el Sr. R. residía
en Granollers para tramitar allí el juicio impugnado, alejándolo de
Barcelona, donde por dos veces ya se había intentado, contándose
con la intervención de los recurrentes que tuvieron conocimiento
de su sustanc¡ación, Io que sería más difícil en Granollers y con
un fingido allanamiento por quien ya no tenía capacidad para ello
al haber perdido su cond¡ción de arrendatario, cometieron un frau'
de procesal que originó Ia sentencia ganada por maquinación frau-
dulenta de los supuestos contendientes, con ánimo de perjudicar
a los recurrentes, que hace caer plenamente el caso en el núme'
ro cuarto del citado 1796 y procede dar lugar al recurso de revi'
sión. (Ha lugar.)
33. Sentencia de 24 de enero de 1964¡tB
El recurrente interpuso, en su día, demanda sobre declaración
de dominio de unas fincas, estando el pleito en trámite de apela-
ción, la Sala dictó una diligencia para mejor proveer, en la que se
mandaba al Sr. Registrador de la Propiedad que enseñara al Magis-
trado ponente todos los asientos existentes referentes a las fin-
cas objeto del litigio; la Audiencia Territorial dictó sentencia, esti-
mando la demanda en parte y desestimándola respecto a una de
las parcelas ante "la imposibilidad de identificar la finca". Los de-
mandantes interponen recurso de revisión alegando, que con pos'
terioridad a ser la sentencia firme y con ocasión de formalizar una
demanda de contradicción en un proceso del artículo 41 de la Ley
Hipotecaria, hubo de repasar los asientos registrados y entonces
conoció que el Registracior de la Propiedad había ocultado, en el
acto de la práctica de la diligencia para mejor proveer, un asiento
referente a la finca en cuestión, calificando esto de maquinación
fraudulenta, ya que el registrador tenía conocimiento de dicho
asiento.
CONSIDERANDO: que, al no haber pedido los recurrentes cer:
tificación del Registro de la Propiedad, les es imputable la omisión
o negligencia en la aportación de los elementos probatorios pre-
cisos para la mejor identificación de la finca o terreno discutido,

C. L. n.' 49

286
I

I
I

i
:l

'i
s¡n que pueda tratar de encubrirse o disculpar dicha omisión, con I

la imputación al funcionario titular del Begistro de una fraudulen- 1


I

ta o maliciosa maniobra, con la finalidad de sustraer al conocimien- I


i
i

to de los concurrentes y de los autos algunos antecedentes regis- I


,J

trales. INo ha lugar.) :i


I

34. Sentencia de 23 de mayo de 1964tte I

La propiedad de una finca demandó sobre resolución de contra-


to de arrendamiento, por obras inconsentidas, la demanda es est!- i¡
I

mada en todas sus partes por el Juzgado Municipal y confirmada l


I

por el Juzgado de Primera lnstancia y por la Audiencia Territorial, I

al desestimar el recurso de suplicación, la viuda del inquilino con- I

denado, recurre en revisión alegando que 13 días antes de dictar:


se la sentencia del juez Municipal, los demandantes aportaron la 1

I
i

finca objeto del litigio a una compañía mercantil que se constitu-


yó en el mismo acto de la aportación, siguiendo actuando como par- :.

te activa sin comunicar al Juzgado el cambio en la titularidad de


la nombrada finca, lo que se califica de maniobra fraudulenta por
la recurrente.
CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión no es un verda-
dero recurso, sino una acción autónoma, por abrir una relación
procesal conclusa y hasta ejecutada, lo que supone resucitar con
carácter excepcional un proceso ya fallado, no para conocer del
fondo del asunto sino para decidir si la sentencia se ganó injus-
tamente por medios ilícitos para, en caso afirmativo, invalidarla
y dejarla sin efecto, a fin de que las partes puedan promover de
nuevo el juicio correspondiente, pero cual previene el artículo 1807
de la Ley procesal, sirviendo en todo caso de base al nuevo pro-
ceso las declaraciones hechas en el recurso de revisión, las c¡,la-
les no podrán ser ya discutidas, por lo que este rernedio extraor-
dinario impone una regulación restrictiva al no poder extenderse
a casos y circunstancias que no sean los taxativamente determi-
nados en los preceptos legales normativos del mismo, según tie-
ne declarado con reiteración esta Sala.
CONSIDERANDO: que, decretando la sentencia que se trata de
revisar la resolución de contrato de arrendamiento urbano por

lle C. L. n." 462.

287
r
I

obras inconsentidas, las maquinaciones fraudulentas han de refe-


rirse forzosar¡'¡ente al hecho de consegulrse ilícita y dolosamente
tal resolución, por no existir tas obras o nO Ser inconsentidas, para
anular o dejar sin efecto dicha sentencia, y en vez de hacerlo así
se pretendé que los efectos de este remedio extraordinario se
tradlzcan en declarar la Subrogación de la recurrente en los arren-
daticios, y que la aportación de la casa de la que aquélla fue lan-
zada a la compañía mercantil, es causa de retracto, y tales decla-
rac¡ones no pueden hacerse en el recurso de revisión, según pre-
vienen los aitículos 1806 y 1807 de la Ley Procesal. [No ha lugar.J

Segunda época. Hasta 1974

35. Sentencia de 20 de abril de 1965


120

El arrendatario de un local de negocios es desahuciado por


obras inconsentidas, habiéndose allanado a la demanda' Denun-
cia al arrendador por préstado
'del usuario, afirmando que él era due-
ño de la casa ob.¡Lto litigio civil, y que at verse en apurada
situación económ¡ca, solicitó un préstamo de 150'000 ptas', que
para garantizar este préstamo se vio obligado a firmar una escri-
iuru du compraventa de la casa objeto del proceso arrendaticio'
con un pacto de retro por la cuantía de 450.000 ptas', que al llegar
el vencimiento del retro y no poder pagar se firmó otra escritura
con pacto de retro a favoi de la esposa del denunciante por la can-
tidad de 1.100.000 Ptas.
El denunciante-desahuciado interpone revisión, alegando los he-
chos ya retatados, a los que califica de maquinación fraudulenta, y
soliciia la suspensión del procedimiento, al amparo del artículo
1804 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, hasta que recaiga senten-
cia firme en to penal. La Audiencia Provincial dicta sentencia con-
denando por préstamo usurario, y declarando nula la primera es-
critura de venta, título de propiedad en que se basó la sentencia
;;;t; trata de rescind¡r, la sentencia penal adquiere firrneza al
rechazarse por el Tribunal Supremo el recurso de casación'
CONSIDERANDO: que, conforme a reiterada jurisprudencia de
esta Sala, los hechos que, como probados, se ofrecen en las sen-

i2o C. L. ni 307 bis.

2BB

{
tencias condenatorias dictadas por la jurisdicción criminal, en cuan-
to son base y fundamente de la pena impuesta, tienen fuerza vin-
culante para los tribunales civiles que no pueden desconocer la
realidad de los mismos, por evidentes razones qLle aún adquieren
más fuerza tra'tándose de los hechos en que se apoya el recurso
de revisión, ya que los misrnos se reconoce en el auto
-conforme
de 21 de marzo de 1963, dictado por esta sala en el presente re-
curso- a menudo envuelven la comisión de verdaderos delitos. ri
cuya definición y castigo sólo incumbe a la jurisdicción competen- ti
)

te; y de ahí lo dispuesto en los artículos 1804 y 1805 de la Ley


Ir
de Enjuiciamiento Civil, en los que, claramente, se advierte la pre- :j

ferencia que se concede a la jurisdicción penal, hasta que, por t;

la misma, se pronuncie la sentencia firme [artículo 1805) que ha


de servir de base, con sus declaraciones fácticas referentes a las .t.

ii
causas de revisión que establece el artículo 1796, para juzgar con- ii
:

forme a ellas la procedencia del recurso.


CONSIDERANDO: que, en el caso de autos, en la sentencia con- 1l

denatoria dictada por la Audiencia Provincial y que ha adquirido fir- 1i


Ir
rj
meza al ser desestimado el recurso de casación que contra ella se j,
interpuso, se reconocen y describen, mínuciosamente, las maqui-
naciones fraudulentas que llevaron a la conclusión del contrato de
compraventa que fue el título esgrimido en el juicio de desahucio
posteriormente tramitado y que determinó la sentencia estimato-
ria, y asimismo se detallan los fraudulentos manejos pcsteriores
que agravaron la situación del vendedor, todo lo que se traduce
en el pronuncianriento de una sentencia condenatoria en la que,
además, se contiene Ia declaración de nulidad de las escrituras de
transmisión otorgadas, siendo de notar, respecto a la primera
como queda dicho, fue la presentada en el juicio de desahu-
-que
cio en que recayó el fallo cuya revisión se pide-, que, la ser¡ten-
cia dictada por la Sala 2." de este Tribunal Supremo, subraya con
reiteración, $u carácter de forzada para quien ahora recurre solici.
tando la revisión. IHa lugar.)

36. Sentencia de 15 de febre¡'o de 1966 12'


La propietaria de un local de negocio, situado en el 'piso 1."
de la casa número 28 de la calle Hortaleza, interpone demanda de
121 C. L. n.. i00

289
I

!'esoluc¡ón del contrato de arrendamiento por actividades inmora-


Ies; el Juez de Primera lnstancia dictó sentencia aceptando en todo
la demanda, la Audiencia Territorial revocó esta sentencia y absol-
vió al demandado y la Sala '1." del Tribunal Supremo, en recurso de
injusticia notoria, acogió el recurso y dejó sin efecto la sentencia
de la Audiencia y confirmó la del Juzgado. Contra esta sentencia
del Tribunal Supremo interpone, el inquilino, recurso de revisión
basado en maquinación fraudulenta, alegando que Ia propietaria
estaba de acuerdo con otras personas para efectuar un traspaso
del local de negocio en fraude del recurrente, para lograr el cual
necesitaba su desahucio.
CONSIDERANDO: que, el principio casi absoluto de irrevocabi-
I
i
lidad de los fallos firmes sólo cede en supuestos excepcionales, y
)
de ahí el carácter extraordinario del recurso de revisión, con su
1
nestrictiva regulación en términos que, para su prosperabilidad, se
I
precisa la justificación cumplida de hallarse comprendido el caso
I
j objeto de controversia en algunos de los supuestos que señala
el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Givil.
CONSIDERANDO: que, la maquinación fraudulenta determinan-
te de toda revisión que en ella pretenda ampararse requiere la
prueba cumplida de hechos que por sí mismos evidencíen que la
sentencia fue ganada por medio de ardides o maniobras artificio-
sas que revistan matiz ilegal o puedan ser encuadradas en el ám-
bito de la maquinación fraudulenta. [No ha lugar.)

37. Sentencia de 20 de enero de lg68 12


El arrendatario, hoy recurrente, va contra una sentencia de la
Audiencia Territorlal de Madrid, que desestimó un recurso de su-
plicación interpuesto contra la sentencia de apelación pronuncia-
da por el juzgado de 1." instancia númmero 24 de los de [\4adrid,
que confirmaba la sentencia del juzgado número 26 de Madrid, que
le condenaba a dejar libre el piso y a disposición del demandante
libre de personas y cosas; alega el recurrente que el tribunal apre-
ció mal los hechos en cuanto al número de personas con quienes
vivía la demandante, número de dormitorios de la vivienda y tama-

tz2 C. L. n.. 35

290
ño de los mismos, de donde se deduce que apreció mal la necesi-
dad que del piso objeto del litigio tenía la propietaria-demandante.
CONSIDERANDO: que, el llamado recurso de revisión tiene un
carácter extraordinario y excepcional, en cuanto contraría el casi
absoluto principio de irrevocabilidad del fallo que tenga el carác-
ter de firme, afectando a la inmutabilidad de Ia cosa juzgada, y de
ahí que hay que fundarse, necesariamente, en alguna o algunas
de las causas taxativamente previstas en el artículo 1796 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, siendo tales causas exhaustivas en ma-
teria de revisión, sin que puedan discutirse en tal excepcional jui-
cio los mismos hechos que ya lo fueron en el pleito de origen,
pues no se trata de un remedio que autorice a los litigantes para
promover un nuevo examen de las cuestiones planteadas y discu-
tidas en el pleito anterior.
CONSIDERANDO: que, no es maquinación fraudulenta una, su-
puesta, errónea apreciación de la prueba en que se dice incurre
el juzgador de instancia, y no reparada en la apelación y suplica-
ción, ya que en la existencia del error no está implicada personal
y procesalmente, la parte contraria favorecida con la sentencia, la
que observó una conducta correcta en la defensa de sus derechos.
(No ha lugar.)

38. Sentencia de 30 de junio de 1971123


En autos de juicio de cognición sobre resolución de contrato
de arrendamiento, la Audiencia confirmó la sentencia del Juzgado,
por la que estimando la demanda, declaró resuelto el contrato de
arrendamiento. La demandada condenada, interpuso contra la sen-
tencia de la Audiencia recurso de revisión, alegando que con an-
terioridad al juicio sobre resolución de contrato de arrendarniento
que dio lugar a las sentencias del Juzgado y de la Audiencia, se había
dado lugar al retracto de la vivienda por venta de la misma y no
se pudo ejercitar la acción de retracto por ocultación de la venta.
GONSIDERANDO: que, el recurso de revisión por su naturale-
za de extraordinario y por cuanto vulnera el principio riguroso y
casi absoluto de la irrevocabilidad de los fallos que hayan ganado
firmeza, tiene declarado ya la jurisprudencia de esta Sala, que la

123 R. A. n.. 3351.

29t
-lrr

interpretación de los supuestos que lo autorizan ha de realizarse


con absoluta rigidez y con criterio restrictivo, pues lo contrario lle-
varía la inseguridad a las situaciones reconocidas o derechos de-
clarados en la sentencia, quebrantando el principio de autoridad
de la cosa juzgada.
CONSIDERANDO: que, el artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil previene que ha lugar a la revisión de una sentencia
firme en varios supuestos que menciona, el cuarto de los cuales
se refiere al caso de que la sentencia firme hubiera sido ganada
injustamente en virtud de cohecho, violenc¡a u otra maquinación
fraudutenta, y respecto a esta última circunstancia la jurispruden-
cia ha cons¡derado como maquinación fraudulenta aquellos hechos
por los que una parte impida que la otra se entere de que ha sido
convocada a juicio y pueda defenderse adecuadamente, y esta
Sala cuida de fijar mediante una s¡ntética y completa exposición
de hechos probados la singularid de los casos sometidos a discu-
sión, atenta al propósito de impedir que de la doctrina estableci-
da pudiera en to futuro hacerse un uso que desnaturalizase, apli-
cándoto a casos sólo en apariencia semejantes al criterio seguido
en un supuesto excepc¡onat, notoriamente integrqnte de dolo civil,
y así se ha declarado que, conforme a la doctrina del Tribunal Su-
premo, el cohecho, la violencia y la maquinación dolosa en que se
engendra ta causa de revisión del número 4.'del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, ha de producirse para ser operan'
tes fuera del pleito en que se causaron, aunque ello nr: impida,
como en algún caso muy calificado ha resuelto el Tribunal Supre-
mo, moderar el rigor de esta doctrina ante supuestos evidentes de
verdadero fraude procesal, el remedio en material tan grave no
puede extenderse a situaciones que no encajen, sin detrimento de
la exégesis en los supuestos taxativos del mencionado artículo
1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
CONSIDERANDO: que la aplicación de la doctrina expuesta hace
improsperable el presente recurso de revisión, bastando para ello
la forma genérica a que alude el artículo 1796 de la Ley de Enjui'
ciamiento Civil, sin indicar expresamente en cuál de los supues-
tos pueda encontrarse el caso de autos, y a mayor abundamiento,
cualquiera que fuera éste, el cohecho, violencia o maquinación, han
de deducirse de hechos ajenos al pleito y ocurridos fuera del mis-

292
mo, no de los alegados y discutidos en é1, como en el caso de
autos, que además han sido justamente apreciados. [No ha lugar.)

39. Sentencia de 18 de junio de 197312a


Por el Juzgado de Primera lnstancia se dictó una sentencia ne-
gando el beneficio de pobreza, sentencia que fue confirmada por
la Audiencia Territorial, contra esta resolución se recurre en revi-
sión alegando que en un litigio anterior se había concedido dicho be-
neficio y que esta contradicción era debida a maquinación fraudu-
lenta, pero no se dice en qué consistió dicha maquinación.
CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión que establece el
artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, tiene, conforme
reiteradamente proclama la doctrina de esta Sala, carácter extraor-
dinario y excepcional y su relación ha de hacerse en forma res-
trictiva, por cuanto vulnera el principio casi absoluto de irrevo-
cabilidad del fallo previamente dictado, el citado principio de irre-
vocabilidad del fallo que tenga carácter de firme, cede tan solo
ante la justificación cumplida de darse algunos de los supuestos
prevenidos en el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
y partiendo de estos principios, es procedente observar que el re-
curso de revisión interpuesto no tiene otra base fáctica que haber-
se dictado dos sentencias que estirna contradictorias, pronuncia-
da una por el Juzgado número 5 de esta capital, que desestimó la
demanda incidental de pobreza de la ahora recurrente, y la otra del
Juzgado 16 de la misma, que otorgó el solicitado beneficio, preten-
diendo encuadrar la aducida contradicción, no sin preguntarse el
recurrente en qué párrafo del artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil, podría incluirse el recurso, decide hacerlo en el pá-
rrafo 4: del mismo, por parecerle así lógico, al considerar que
existe una maquinación fraudulenta, mas sin especificar en qué ha
consistido, ni imputarla al litigante contrario, denunciando en el re-
curso la violación de los preceptos legales regidores del inciden-
te de pobreza, y dados tales elernentos cabe oponer, que lo que
en esencia intenta el recurrente, con el inadecuado e inadmisible
amparo del recurso de revisión, es acudir a una nueva instancia
contra Ia sentencia pronunciada en apelación por la Audiencia Te-

124 R. A. n." 2543

293

IL-
r
\

rr¡tor¡al, sin tener en cuenta los estrictos límites de este recurso,


que sólo podría alcanzar éxito en el caso de que acreditase que la
parte contraria obtuvo sentencia injustiva valiéndose para ello de
maquinaciones fraudulentas, que naturalmente, habría que deter-
minar y probar, y por otra parte que la contradicción que se dice
existir entre las mencionadas sentencias es sólo aparente, pues,
pronunciadas en distintos litigios que se siguieron por distintos
juzgados y para fines también diferentes, y al haberse en uno de
ellos propuesto y practicado prueba por la que se solicitó el be-
neficio legal de pobreza, y no habiendo ésta propuesto ninguna
en la que dio lugar a la sentencia cuya revisión se solicita, es per-
fectamente lógico que hayan dado lugar a distintas resoluciones
consecuentes a las pruebas practicadas en et uno y con Ia falta
de ellas en el otro proceso, y en suma que la alegada contradicción
habría de quedar desvirtuada al dictarse por la Audiencia Territo-
rial resolución denegatoria del pretendido beneficio de pobreza
para litigar. (No ha lugar.)

40. Sentencia de 15 de marzo de 1974125


Doña E. L.D. arrendó, en concepto de dueña una vivienda, con
conocimiento de su madre, auténtica propietaria, con objeto de lo-
grar el lanzamiento del inquilino, simulan un contrato de arrenda-
miento entre la madre y la hija; la madre demanda de desahucio
a su hija, la cual es declarada en rebeldía, y se logra una senten-
cia en la que se decreta rescindido el contrato de arrendamiento
por subarriendo inconsentido. El arrendatario subarrendatario, se-
gún la sentencia obtenida, se querella contra ambas y obtiene una
sentencia penal en la que se condena a las dos por el delito de
estafa mediante documento simulado.
CONSIDERANDO: que, el recurso de revisión, que es el más
extraordinario de todos los recursos al darse contra sentencias
que ya sean firmes, procede sólo en los excepcionales casos a
que se refiere el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento, el se-
gundo de ellos referente a aquellas sentencias dictadas con apoyo
en un documento cuya falsedad se declare después de dictada;
hipótesis en la que está comprendido el caso de autos; sin que

12s R. A. n." g8l

294
Sea necesar¡o analizar la propuesta que¡ como alternativa, ofrece
et recurrente, de su posibte inclusión también en el apartado cuar-
to del misrno artículo, lo uno por ser innecesario al haberse esti-
mado el primer mot¡vo; pero además porque el mencionado párra-
fo ofrece un matiz un tanto genér¡co, pues, para que se den cual-
quiera de los Supuestos de los tres primeros párrafos, siempre in-
terviene una maquinación fraudulenta, implícita en cada uno, y por
tanto, debe dejarse de aplicar et precepto genérico, cuando el
caSO CoinCida, ComO el presente, con uno, especialmente deSCritO
en el precepto amparado. (Ha lugar.)

c) La citación defectuosa como causa de revisión

Del análisis de la jurisprudencia extraemos el concepto general


de maquinación fraudulenta, que eS, como afirma la sentencia de
27 de d'¡c¡embre de 1962, *ta voluntad deliberada de causar una le-
sión al otro litigante (animus laedendí) mediante el empleo de
astucia, artificio u otro medio semejante que obtiene una senten-
cia firme favorabte para el que da lugar a la maquinación, necesi-
tando además la existencia de un nexo causal eficiente entre la
conducta dolosa y la resolución adoptada por el Tribunal, o como
dice la sentencia de esta Sala de 3 de mayo de 1956, el que la
maquinación denunciada sea de influencia notoria en la decisión
de ía sentencia recurrida,,. La doctrina jurisprudencial exige, ade-
máS, para rescindir una sentenc¡a por causa de Una maquinación
fraudutenta, que los hechos de los que se deduce la maquinación
sean ajenos al pleito, no de los alegados y discutidos en é1.
Sin embargo, existe una maquinación fraudulenta que eS la ex-
cepción a lo hasta ahora dicho, por la que el Tribunal Supremo da
lugar a la rescisión de sentencia firme y en la que la Sala l.u no
entra a ver si la maquinación ha tenido influencia notoria en la
sentencia impugnada, y que está constituida por hechos que se
han dado en el proceso, maquinación fraudulenta en la que la mera
conculcación del principio auditur e,st altera parte da lugar a la
revisión de la sentencia firme, es la que el Tribunal Supremo ha
definido en reiteradas ocasiones como "el obtener y ejecutar una
sentencia, logrando que el demandado no haya sido citado ni oído
en el juicio, privándole así de todo medio legal de defens¿", entre

295

I
I
-r
I

otras, sentensias de 31 de enero Ce 1941,11 de julio de 1950 y


14 de mayo de 1975. Dicha excepción ha alcanzado en la práctica
tal relieve que, de 1B Sentencias en que Se rerlisa una Sentencia
firme específicarnente t'u por la causa 4." del artículo 1796, 16 han
sido en base a la señalada maquinación fraudulental2T.
CALVO SANCHEZi2S opina que el Tribunal Slrpremo ha creado
dos conceptos distintos de maquinación fraudulenta, uno para los
casos en que la sentencia firme se ganó en juicio sobre materia
de arrendamientos urbanos, y otro para los demás casos, siendo
aplicable a tos arrendamientos la doctrina de que es maquinación
fraudulenta el obtener la sentencia logrando que el demandado no
haya sido oído. Esta autora funda su teoría en la sentencia de 9 de
abril de 1959 en la que el Tribunal Supremo estudió estos hechos:
La propietaria de una finca' presentó demanda declarativa en
que solicitaba se declarase que su finca estaba libre de servidum-
bres de paso, y por tanto se reconociese el derecho que le asis'
fía a cerrar un portillo existente en dicha finca. La demanda la
dirigió contra todos los que se sintiesen perjudicados por la mis-
ma. La sentencia aceptó la demanda en todos sus pedinnentos.
lnterpone revisión el heredero de la propietaria de una finca
colindante con la del objeto del pleito, y que además es pariente
de la demandada en revisión. Alega que a pesar de que la deman-
dada en revisión era prima de su madre y gue sabía que desde
tiempo inmemoriable su familia utilizaba ese paso, en vez de diri-
gir la primitiva dernanda contra su madre, hoy fallecida, la dirigió
contra todos los que se sintiesen perjudicados, lo que constituía
maquinación fraudulenta que le había colocado en indefensión.

t2ó Las sentencias en las que se ha reconocido maquinación fraudulenta


han sido 19, pero la de 15 de marzo de 19V4, revisó la sentencia firme en base
a un documento declarado falso en sentenc¡a penal, y acogió la maquinación
fraudulenta corno causa genérica que se da en todos los supuestos de revisión.
127 Las sentencias en que se aprecia la existencla de hechos por los que
una parte impide que la otra se entere del requerimiento a juicio y pueda de-
fenderse son: 30 de octubre de 1930,31 de enero de 1941, 1'l de julio de 1950,
9 de junio de 1953,30 de marza de 1954, 23 de junio de 1959, 14 de diciembre
de 1960, 19 de diciembre de 1961, 31 de enero de 1962, 19 de octubre de 1962,
5 de febrero de 1963, 20 de mayo de 1966, 28 de febrero de 1968, 30 de abril
de 1970,15 de octubre de 1973 y 14 de mayo de 1975.
128 CALVO SANCHEZ: La revísión.., cit., pá9. 428.

296
CONSIDERANDO: que, respecto a¡ número 4." del artículo 1796
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, si bien la sentencia de 31 de
enero de 1941 y posteriormente la de I de.iunio de 1953, arnbas
recaídas en juicios de desahucio, consideran como rnaquinación
fraudulenta aquellos hechos por los que una parte impide que la
otra se entere de que ha sido convocada a juicio y pueda en él de-
fenderse adecuadamente, esta Sala cuida bien de fijar n'rediante
una sintética y completa exposición de hechos probados, la sin-
gularidad de los casos sometidos a discusión atenta al propósito
de impedir que la doctrina establecida pudiera en lo futulro ha-
cerse un uso que desnaturalizase, apllcándolo a casos sólo en apa-
riencia semejantes, el criterio seguido es un supuesto excepcio'
nal, notoriamente integrante de dolo civil.
CONSIDERANDO: que, comprendiéndolo así la sentencia de 7
de julio de 1944, ya declaró que conforme a la doctrina de este Tri-
bunal, el cohecho, la violencia y la maquinación dolosa en que se
engendra la causa de revisión del número 4.'del artículo 1796 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, han de producirse, para ser operan-
tes, fuera del pleito en que se causaron, y aunque ello no impida,
como en algún caso cualificado ha resuelto este Tribunal
-senten-
cia de 31 de enero 1941-, moderar el rígor de esta doctrina ante
supuestos evidentes de verdadero fraude procesal, el remedio, en
materia tan grave, no puede extenderse a situaciones que no enca-
jen, sin detrimento de la exégesis, en los supuestos taxativos del
artículo 1796.
CONS¡DERANDO: que, en el caso presente no se trata de un
juicio de desahucio como en los rnotivadores de las sentencias de
31 de enero de 1941 y 9 de junio de 1953, sino de una acción ne-
gatoria de servidumbre dirigida contra aquellas personas descono-
cidas y en paradero ignorado que se crean con derecho a oponer'
se a la libertad de la finca de la actora, y aunque no se cita a jui'
cio especialmente a los demandantes en revisión, parientes y co-
lindantes de la actora, como tampoco se cita a otros propietarios
de las fincas colindantes que se encuentran en la misma situa-
ción geográfica, por lo que la citación se verifica por edictos, hay
que tener en cuenta que el derecho real es el prototipo de los de-
rechos absolutos, porque puede ejercitarse y hacerse efectivo con-
tra todos erga omnes, y que en todo caso se trataría de un defec-

297
to procesal sin la trascendencia suficiente para justificar un reme'
dio tan extraordinario cual es el intentado recurso de revisión.
No estamos de acuerdo, ni con la tesis mantenida por CALVO
SANCHEZ, ni con la sentencia de 9 de abril de 1959, que es un
caso aislado dentro de la figura de maquinación fraudulenta, y que
no ha sido mantenida en ninguna de las posteriores sentencias del
Tribunal Supremo
No podemos estar de acuerdo con la postura mantenida por
CAI-VO SANCHEZ, ya que es el propio Tribunal Supremo quien la
ha desmentido al dar lugar a rescisión de tres sentencias firmes
que no se habían dictado en procesos arrendaticios.
La sentencia de 31 de enero de 1962 rescindió una sentencia
firme, conforme a los siguientes hechos y fundamentos de de-
recho:
Se interpuso una demanda contra don ... y sus sustitutos, des-
conocidos parientes hasta el 4." grado civil, inclusirre paternos y
maternos, todos de ignorado paradero, y, en su caso contra los he-
rederos sucesores y derechohabientes de ignorado paradero y con-
tra la su herencia yacente, en dicha demanda se contenía el súpli-
co de que en caso de haber comparecido los demandados a reco-
nocer o cabrevar el censo con dominio mediano propio del actor
sean condenados a otorgar la correspondiente escritura de cabre-
vación o reconocimiento del mismo, previa exhibición de sus títu-
los, ofreciendo en tal caso el demandante el pago de los gastos de
dicha escritura de cabrevación, y en caso de no haber reconocido
expresamente dicho censo, se condene a los demandados a dimi-
tir la tercera parte indivisa de finca inscrita a su favor con los
frutos percibidos y podidos percibir, previa declaración de resci-
sión del contrato de establecimiento de censo en lo que se refiere
a dicha partic¡pación indivisa de finca, y condenándoles asimismo
a otorgar la oportuna escritura de dimisión dentro del plazo de
cinco días de ser firme la sentencia.
El proceso se sigue en rebeldía de los demandados y la sen-
tencia contiene el fallo: Por no haber comparecido a reconocer o
cabrevar el censo propio del actor que grava la finca inscrita en el
Registro de la Propiedad de O., se declara rescindido el contrato
de establecimento del censo en cuanto a la tercera parte de la
finca inscrita a favor de los demandados y condenando a dichos
demandados a dirimir la tercera parte indivisa de la finca referida,

298
-T

otorgando a este efecto la oportuna escritura de dimisión dentro


del plazo de cinco días a partir de la firmeza de esta sentencia.
La titular registral de la finca, heredera universal del primiti-
vo demandado, interpone revisión, alegando que al demandado en
revisión le constaba su nombre ya que él mismo reconoce haber
consultado el Registro de la Propiedad en donde constaba, basa su
demanda de revisión en el número 4." del artículo 1zg6 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil, por maquinación fraudulenta.
GONSIDERANDO: que, la regular formación de la denominada
relación jurídico procesal es requisito indispensable para producir
con eficacia una sentencia sobre el problema del derecho sustan-
cial controvertido, y, por lo tanto, al ser conocido por el actor el
nombre de Ia adversa, según los datos fehacientes del Registro
de la Propiedad, que consultó previamente a la iniciac¡ón del l¡ti-
gi9, debió pedir del órgano jurisdiccional et emplazamiento por
edictos si no le constaba el domicilio actual, pero en forma nomi-
nativa en este caso, lo que omitió pese al indicado conocimiento,
por lo que estas específicas faltas envuelve la aquí denunciada
de maquinación fraudulenta determinada jurídicamente en el últi-
mo inciso del apartado cuarto del artículo 17g6 de la Ley de En-
iuiciamiento civil, en cuanto se debilitó, por lo menos, la defensa
de la demandada en el proceso impugnado de revisión de su
fallo firme, con la indeclinable secuencia de estimar el recurso.
La sentencia de 30 de abril de 1g30 da lugar a la revisión de
una sentencia en la que se dio lugar a una demanda de reconoci-
miento de deuda, habiéndose seguido el pleito en rebeldía, a ca¡-rsa
de que en la demanda se afirmaba que la demandada se e¡rcontra-
ba en ignorado paradero. El Tribunal Supremo argumenta:
CONSIDERANDo: que, fundado el presente recurso de revisión
en el apartado cuarto del artículo 17g6 de la Ley de Enjuiciamiento
civil, y probado en autos con certificación expedida por e! secre-
tario del Juzgado de Primera lnstancia que el procurador, don
M. v. F., actuando en nombre de la recurrente en autos de mayor
cuantía, precisa con todo detalle el día 21 de mayo de lg68, cuál
es el domicilio de la recurrente, mientras al día siguiente, día 22
del propio mes y año, en que se celebra el juicio vórbal en rebel-
día de la citada recurrente, -qe ratifica en la demanda en que se
dictó la sentencia en rebeldía objeto del recurso de revisión, y en
cuya demanda respecto a ella se decía que se hallaba en ignorado

299
paradero, hay que concluir que ha existido maquinación fraudulen-
ta realizada por parte de la representación recurrida, en el juicio
de que dirnana este recurso, para procurar la indefensión de !a
parte demandada, procediendo por ello la admisión del mismo.
La sentencia de l4 de mayo de 1975 rescinde una sentencia que
declaraba la propiedad de unas fincas adquiridas por usucapión, ta
demanda se dirigió contra doña Teresa Mont Puig y sus ignorados
herederos, sucesores o derecho-habientes o contra la herencia ya-
cente, para el supuesto de haber fallecido todos en ignorado pa-
radero, la demandante era descendiente de la demandada, e inter-
pone revisión otra de las descendientes de la propia demandada.
CONSIDERANDO: que, el inierés Iegítimo que según se expre-
sa en el escrito de interposición del presente recurso de revisión,
por la instante del rnismo, no ha sido negado de modo expreso en
la corrtestación al recurso y aunque se dice en el propio escrito no
haberse acreditado el parentesco alegado entre la recurrente y la
primitiva demandada, de la prueba de autos y de un modo especial
de la confesión judicial de la propia recurrida, aparece que recu-
rrente y recurrida, traen causa o son descendientes de doña Te-
resa Mont Puig, a quien según el Registro de la Propiedad corres-
pondía la nuda propiedad de las fincas a que el litigio se contrae,
relación de parentesco que le era conocida a Ia demandante en
dicho proceso, como asimismo Ie constaba Ia residencia y dornici-
lio de la recurrente, rro obstante Io cual, lejos de citarla o deman-
darla personalmente, lo verificó por edictos, sin siquiera nombrar-
la individualmente, sino bajo la fórmula vaga de ignorados herede-
ros, sucesores o derecho-habientes o en su caso contra Ia heren-
cia yacente, para el supuesto de haber fallecido todos en ignorado
paradero.
No podemos estar de acuerdo con la tesis mantenida en Ia sen-
tencia de I de abril de 1959, ya que creemos que la citación defec-
tuosa no puede estar condicionada, para convertirse o no en ma-
quinación fraudulenta, a la naturaleza jurídica del derecho privado
cuya existencla es objeto del litígio, sino que el que sea o no
causa de rescisión de una sentencia firme se ha de derivar de la
conculcación de las normas procesales que rigen la justa compo-
sición de la relación jurídico procesal, de tal forma que si se co-
noce a la persona legitimada pasivamente para ser parte en el
proceso, se ia debe de demandar individualmente, y si se conoce

300
su domicilio la citación se ha de efectuar personalmente, no pu-
diendo acudirse a la citación por edictos, sea individuat o indeter-
minadamente, mas que en los casos en que es imposible efectuar
la primera forma de citación.
utilizamos el término legitimación pasiva en et sentido de
"la
consideración especial en que t¡ene la Ley, dentro de cada proce-
so, a las personas que se hayan en una determinada relación con
el objeto del litigio, y, en virtud de la cual, exige, para que la
pretensión procesal pueda ser examinada en cuanto al fondo, que
sean dichas personas las que figuren como partes en tal proce-
Soo 13.
creemos que es el propio Tribunal supremo el que nos da ra
razón al quedar la sentencia de g de abril de 1g5g como un caso
aislado, y, por lo tanto, sin ser elevado a la categoría de doctrina
jurisprudencial, mientras que las sentencias que revisan fallos fir-
mes por citación defectuosa, fuera de los procesos arrendaticios,
y sea cual sea la naturaleza del derecho privado debatido en el
proceso rescindido, son ya varias y forman un cuerpo de doctrina
jurisprudencial, si bien oonsideramos necesaria una futura y seria
doctrina jurisprudencial sobre cuáles son las personas a tas que
es necesario demandar para la justa composición de la relación
jurídico procesal.

d) Otros supuestos de maquinación fraudulenta

Las sentencias del Tribunal supremo que han dado lugar a la


revisión de una sentencia firme, por maquinación fraudulenta dis-
tinta a la citación defectuosa, son tres: la de 2s de noviembre de
1962, que acogió como causa de revisión documentos recobrados,
y maquinación fraudulenta colusiva (de la que trataremos en el
próximo apartado), la de 15 de marzo de 1gr4, que revisó ta sen-
tencia firme en base a un documento declarado falso en sentencia
penal, y acogió la maquinación fraudulenta como causa genérica
i' que late en cualquiera de los otros motivos de revisión, y la de
20 de abril de 1965, única en que ha prosperado una maquinación
i

I
I

I
I

I
1A GUASP: Derecho Pr..., cit., tomo l, pág. 185
I
I
¡
I
3At
I 20
I
l

I
i
i'.

, i,i:
fraudulenta, distinta de la citación defectuosa, como causa única
de la revisión de una sentencia firme'
Pasamos a estudiar esta última resolución:
Et arrendatario de un local de negocio es desahuciado del mis'
mo por obras inconsentidas, habiéndose allanado a la demanda'
Denuncia al arrendador por préstamo usurario, afirmando que él
era dueño de ta casa objeto del litigio civil, y que al verse en apu-
rada situación económica solicitó un préstamo de 150.000 ptas"
que para garantizar este préstamo se vio obligado a firmar una
escritura de compraventa be la casa con un pacto de retro por la
cantidad de ¿SO.ó00 ptas., al llegar el vencimiento de retro no
y
poder pagar se firmó una nueva escritura con pacto de retro a fa-
vor de'liesposa del denunciante por cuantía de 1'150.000 ptas'
El denunciante-desahuciado, interpone recurso de revisión ale-
gunáo los hechos ya relatados, a los que califica de maquinación
fraudulenta, y sol¡ó¡ta, al amparo del artículo 1804 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, la suspensión del procedimiento de revisión
hasta que recaiga sentencia penal firme. La Audiencia Provincial
dicta sentencia óondenando por préstamo usuario, y declarando nu-
las las escrituras de compraventa, la primera de las cqales había
sido el título de propiedad' en que se basó la sentencia de desahu-
cio, ta sentencia'penal adquiere tirmeza al ser desestimado el re-
curso de casación.
CONSIDERANDO: que, conforme a reiterada jurisprude.ncia de
esta Sala, los hechos que, Como probados, se ofrecen en las sen'
tencias condenatorias dictadas por la jurisdicción criminal, en cuan-
to son base y fundamento de la pena impuesta, tienen fuerza vincu'
lante para los Tribunales civiles que, no pueden desconocer la rea-
lidad de los mismos, por evidentes razones que, aún adquieren más
tuerza, tratándose de los hechos en que se apoya el recurso de
revisión, ya que los mismos a menudo envuelven la comisión de
verdaderos dbl¡tos, cuya definición y castigo sólo incumbe a la
jurisdicción competenté; y de ahí lo dispuesto en los artículos 1804
y rsos de la Ley de Enjuiciamiento civil, en los que, claramente,
se advierte la prefetencia que se concede a Ia jurisdicción- penal'
hasta que, por la misma, Se pronuncie ta sentencia firme [artícu-
lo 1804) o ejecutoria [artículo 1805] que ha de servir de base, con
sus declaraciones fácticas referentes a las causas de revisión que

302
establece el artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil , para
juzgar conforme a ellas la procedencia del recurso.
CONSIDEBANDO: que, en el caso de aL¡tos, en la sentencia
condenatoria dictada por la Audiencia Provincial y que ha adquiri-
do firmeza al ser desestimado el recurso de casación interpues-
to contra ella, se reconocen y describen, minuciosarnente, las ma-
quinaciones fraudulentas que Ilevaron a la conclusión del contra-
to de compraventa que fue el título esgrimido en el juicio de de-
sahucio posteriormente tramitado y que determinó la sentencia es-
timatoria, y asimismo se detallan los fraudulentos manejos poste-
riores que agravaron la situación del vendedor, todo Io que se tra-
duce en el pronunciamiento de una sentencia condenatoria en la
que, además, se contiene la declaración de nulidad de las escritu-
ras de transmisión otorgadas, siendo de notar, respecto a la pri-
mera [que como queda dicho, fue la presentada en el juicio de
desahucio en que recayó el fallo cuya revisión se pideJ , que ia
sentencia dictada por la Sala 2.' de este Tribunal Supremo sub-
raya con reiteración, su carácter de forzada para quien ahora re-
curre solicitando la revisión.
Estamos totalmente de acuerdo con la doctrina sentada en la
anterior resolución, como asimismo, consideramos necesario que
para que se pueda rescindir una sentencia firme, por el último de
los submotivos señalados en el artículo 1796 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil es necesario que se den los tres requisitos señala-
dos reiteradamente por la jurisprudencia en múltiples sentencias,
verbi gratia: la de 3 de mayo de 1956: 1.') Que exista maquinación
fraudulenta. 2.") Qr-re ésta haya influido en que se dictara Ia sen-
tencia impugnada. 3.') Que la sentencia se ganara injustamente.
Al ser además necesario que los hechos que constituyen la ma-
quinación sean ajenos al pleito y no de los alegados y discutidos
en é1, y que tales hechos sean realmente fraudulentos, no de los
que entran dentro de una justa política procesal, corno son la in-
terposición de recurso contra la admisión de una prueba presen-
tada fuera de plazo, vemos que el ámbito de las posibles maqui-
naciones fraudulentas, por las que una parte consiga una senten-
cia injusta en daño de la otra, se reducen bastante, pese a lo cual,
creemos que el que en 94 años de jurisprudencia sólo haya habi-
do un caso en que ha prosperado este motivo, da plena vigencia

303
a las palabras escritas por COVIAN en 1BgBt30 cuando considera'
ba necesaria una reforma de nuestra Ley de enjuiciar que facilita-
se ta revisión en gran manera, (porque de lo COntrario, Seguire-
mOS como hasta ahora, sin que se haya formulado recurso de esta
ctasettt; lo que demuestra, no precisamente que se haya dejado
de darse el caso, pues no podemos pretender que haya un proce-
dimiento tan perfecto que lo excluya, sino por los obstáculos que
el litigante encuentra para promoverlo y obtener un resultado fa'
vorable".

e) La maquinación fraudulenta colusiva


Nos encontramos ante la forma más grave de maquinación. La
consistente en un acqerdo de las partes, previo al proceso, para
obtener una sentenc¡a en un sent¡do predeterminado.
En efecto, vemos que en cualquier maniobra fraudulenta rea'
lizada por sólo una de las partes procesales, incluso la encamina-
da a lograr la indefensión de la contraria, aparece, con más o me-
nos próbabilidad, la posibilidad de que la conducta de la parte
inocente o leal, traiga la luz al proceso, mediante el contradicto-
rio, e impida et triunfo de ta maquinación. Probabilidad que se di-
luye hasia casi desaparecer si los únicos sujetos que pueden y de-
ben alegar y probar los hechos en los que se ha de fundar la re-
solución ¡udicial, están de acuerdo en presentar tales hechos de
una formá que ineludiblemente han de llevar la voluntad del iuz-
gador al fin deseado.
MORÓNt.r, califica estos procesos de simulados, en los que
se intenta o bien viotar el orden público o_, el perjuicio de un ter-
cero.

r30 COVIAN: De Ia revisión..., cit., pág. 515.


¡31 La opinión de COVIAN ,aunque cierta, carecía de datos exactos, ya
que desde la entrada en vigor de la Ley de Enjuiciamiento Civil hasta la publi'
cación de su artículo, se séntenciaron las causas de revisión siguientes: 15 de
febrero, 28 de mayo y 7 de julio, todas de 1886, siendo desestimatorias de la
revisión las tres.
t3z MORéN: La nulidad en el proceso civil español, págs. 119 y siguientes
Barcelona,1962.

304
Si la finalidad de conculcar el orden público es lograda, los me-
dios que nuestro ordenamiento positivo ofrece para restablecerlo
son casi inexistentes. En primer lugar vemos que a tenor de lo
preceptuado en el artículo 1801 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
sólo están legitimados para interponer la revisión los que fueron
parte en el proceso del que esta trae causa y sus causahabientes,
y como señala MORÓN, las partes, en la práctica, no harán uso
del remedio de la revisión, ya que lo que intentaron conseguir fue,
precisamente, el resultado que mediante la utilización del recurso
cabría dejar sin efecto; con lo que en la mayoría de las veces,
la consecución del negocio ilícito prevalecerá. Pero si las partes,
arrepentidas de su ilícita conducta, optan por demandar en revi-
sión, creemos que, mientras esté regulada en nuestro derecho po-
sitivo como un recurso, les faltará el gravamen producido por la
sentencia recurrida y carecerán de la legitimación necesária. Úni-
camente en los casos en que, a tenor de los preceptuados por el
artículo 2 de su estatuto, el Ministerio Fiscal haya sido parte en
el proceso primitivo, podrá dicho Ministerio Público, presentar la
demanda de revisión.
En los casos en que mediante la colusión se haya obtenido
una sentencia firme en perjuicio de tercero, observamos que tam-
bién el tercero está desprotegido por el ordenamiento jurídico pa-
triors3, ya que las únicas defensas que le concede son: la acción
concedida por el artículo 1111 del Código Civil y la revisión.
En cuanto a la revisión, objeto de este trabajo, se plantea el
problema de si puede demandar de revisión el tercero perjudicado
por la sentencia cuya rescisión se demanda, si tiene legitimación
activa para demandar la revisión.
La sentencia de 23 de noviembre de 1962 concedió legitima-
ción activa, para demandar de revisión a un subarrendatario de un
local de negocio que tenía un pacto con el propietario, mediante el
cual pasaba a ser arrendatario en el momento en que el contrato
de arrendamiento quedara sin efecto; para no curnplir con lo pac-
tado, el propietario presentó demanda de desahucio en otra ciu-
dad d¡stinta a aquélla en la que estaba el local y tenían su domi-

I33 MORóN: El proceso civil y Ia defensa de los terceros. R. D. Pro., 1965-


lll, págs. 147-169.

305

J
cilio, tanto el propietario como el subarrendatario y el arrendata-
rio; a esta demanda se allanó el arrendatario. El Tribunal Supre-
mo afirma que la legitimación act¡va para acudir a revisión debe
entenderse extendida no sólo a quienes fueron interpelados en el
l¡t¡g¡o, sino a todos aquéllos que por estar interesados directamen-
te en su resultado, debleron ser llamados a él 133 bis.
Creemos plenamente acertada la doctrina sentada en esta sen-
tencia, la que, desgraciadamente, no ha tenido continuación has-
ta ahora. Opinamos que la legitimación activa del tercero para de-
mandar en revisión se debe de extender a todos los casos en que,
en el primer proceso hubiera prosperado, de salir a la luz, un li-
tisconsorcio pasivo necesario i3o.
Dediquemos unas palabras a los sujetos activos de las ma-
quinaciones fraudulentas. En primer luEar son las partes, que corno
hemos dicho pueden actuar unilateral o colusivamente. Pero no
solamente las partes han de ser consideradas como únicos posi-
bles sujetos activos de la maquinación, sino sus representantes
y defensores, como reconoce la sentencia de 30 de abril de 1970;
podría plantearse el problema si los representantes o defensores
cometieran la maquinación fraudulenta en perjuicio de la parte
por ellos representada o defendida. Creemos que el problema no
está en admitir dicha posibilidad, como causa de revisión, sino en
la prueba de esta maquinación, y aquí, debido a la función de co-
laboradores de la justicia de estos profesionales, sí opinamos que
se debe de exigir sentencia condenatoria penal por delito de pre-
variación, ya que un mero fallo profesional no debe de ser causa
bastante para ir en contra de la cosa juzgada.
Digamos, por último, unas palabras sobre el órgano iurisdic-
cional como sujeto de la maquinación fraudulenta.
Si la comete será sujeto activo de la misma, pudiendo alegarse-
corno motivo de revisión, el cohecho, basando la revisión en el

r33 bis Ver texto íntegro de esta sentencia en Hipótesis iurisprudenciales,


b'1, n: 32.
134 Sobre
el litisconsorcio: FAIRÉN: Litisconsarcio en el proceso cívil en
esrudios de derecho procesal, págs. 125 y siguientes; SEHRA DOMÍNGUEZ:
Concepto y regulacíón posítiva del Iitisconsorcio. R. D. Pro. lb., 1971 (ll-llll,
páginas 573 y siguientes; DAVILA MILLAN: Litisconsorcio necesario. Barcelona,
1975.

346
pr¡mer submot¡vo de la causa 4.u, c como maqu¡nación fraudulen-
ta si se prueba una prevaricación en el juzgador, siendo necesario,
para que se de actividad judicial fraudulenta, según GARCíA VAL-
DECASAS r35, dos requisitos: 1.") La infracción de la ley; la demos-
trada y evidente violación de los preceptos jurídicos aplicables al
caso. Y 2.") El fraude subjetivo, Ia no menos terminante y eviden-
te demostración de la culpabilidad del Juez o su designio doloso.
Para ZANI el dolo del Juez significa cualquier mala arte y la vo-
luntad y conciencia de la decisión injusta r3ó. DE STEFANOT3T consi-
dera dolo revocatorio del Juez, el que está vuelto a determinar el
contenido de la sentencia.
Consideramos Ia definición de DE STEFANO como totalrnente
defendible, ya que creemos que el dolo del Juez no sólo se pue-
de manifestar en la injusta aplicación de las normas jurídicas en
la resolución final, sino entorpeciendo o debilitando la defensa de
una parte a lo largo de todo el proceso, de tal forma que con su
conducta determine el sentido del fallo final.
En los otros casos de maquinación, el órgano jurisdiccional pue-
de ser considerado sujeto pasivo de la misma, ya que, como afir-
ma CAHNELUTTI 138: "El dolo se vuelve siempre contra el Juez",
bien haciendo que dicte una resolución injusta estando viciada su
voluntad decisoria por la maquinación, bien, corno mínimo, cons-
treñiéndole a presidir un debate cuya relación jurídico procesal ha
sido defectuosamente compuesta en virtud de la maquinación frau-
dulenta.

rss GARCÍA VALDECASAS: Aspec¿os..., cit., pá9. '119.


13ó ZANI: La revocazione e l'opposizione di terzo nel nuevo C. P. C. Ri. Di.
Pr. Ci., 1942, tomo I, pá9. 271.
ts7 DE STEFANA ll dolo del iiudice. Ri. D¡. Pr. Ci., 1953, tomo I, pá9. 279-
I38 CARNELUTTI: Lezioni, tomo lV, núm. 325, pág. 238.

307
GAPITULO VIII

PROCEDIMIENTO DE LA REVISIÓN

1. SOL|C|TUD

La Ley de Enjuiciamiento civil dedica las secciones segunda,


tercera y cuarta del título xxll, libro segundo artículos tige at
1810 a regular la dinámica de la revisión, conteniendo el artícu-
lo 1802 una remisión al procedimiento incidental, adoteciendo toda
la citada regulación de imprecisión y dejando sin resolver ta ma-
yorfa de los problemas que se plantean en la interpretación de sus
preceptos.
Habiendo ya estudiado los sujetos de la revisión nos dedicare-
mos,- en el pres.ente capítulo del trabajo, a estudiar los requisitos
que la actividad de dichos sujetos ha de reunir en ta tramitación
del proceso objeto de nuestro estudio.
a). LUGAR: El artículo 1801 prescribe que el recurso de revi-
sión únicamente podrá interponerse ante ta sala Tercera del Tri-
bunal supremo, sin haberse reftejado en el texto del mismo ta re-
forma efectuada por Ley de 2T de agosto de lg38, conforme a ta
cual la competencia para conocer de los recursos de revisión civil
ha pasado a la sala primera del Alto Tr¡bunal, excepción hecha de
las revisiones contra sentencias procedentes de los arrendamien-
tos rústicos que se han de tramitar ante la sala sexta det Tribu-
nal Supremo.

. _'^_ Estando ya qn prensa la presente edición de esta obra, los proyectos


de ESTATUTOS DE AUToNoMtA DE CATALUñA y PARA EL pAfs vASCo, pre-
vén en sus arts. 20-1 a) fel de Caratuña) y 14_1 a) [el del país Vasáo-) que
el Tribunal Superior del ente Autonómico tbndrá cómietencia en Revisión en
materia Civil Foral.

349

ñ-
r
{

Hecha la salvedad del anacronismo del texto del artículo 1801,


el lugar del proceso de revisión no ofrece ningún problema, ta
competencia para conocer del mismo está atribuida a la Sala
Primera del Tribunal supremo y ante ella es donde se ha de rea-
Iizar toda la actividad procesal dimanante de este proceso.

2. PRECLUSIVIDAD DE LA REVISIóN

El requisito temporal en el proceso de revisión tiene una im-


portancia transcendental, ya que nuestra Ley de Enjuiciamiento Ci-
vil señala dos plazos distintos, dentro de los cuales se ha de in-
terponer la dernanda de revisión para que sea viable.
Están recogidos estos plazos, en los artículos lTgB y iB00 de
la Ley de Enjuiciamiento civil, diciéndonos el primero de tos cita-
dos preceptos: "En los casos previstos en et artículo 1296, el
plazo para interponer recurso de revisión será el de tres meses
contado desde el día en que se descubrieron los documentos nue-
vos o el fraude, o desde el día del reconocimiento o declaración
de falsedad". El artículo 1800 ordena: "En ningún caso podrá in-
terponerse el recurso de revisión después de transcurridos cinco
años desde la fecha de la publicación de la sentencia que hubiera
podido motivarlo
'Si se presentare pasado este plazo, se rechazará de plano".
Se trata, pues de dos plazos distintos, no sólo en cuanto a su
duración, sino a su tratamiento procesal y en cuanto al díes a quo
de los mismos. Teniendo de común, ambos plazos, que tos dos
son requisitos de necesario cumplimiento para la viabilidad de la
demanda de revisión, en este sentido la sentencia de B de junio
de 1963, al señalar los requisitos que ha de reunir un (recurso, de
revisión para su viabilidad nos dice: "Cuarto: Que el juicio reviso-
rio se inicie antes de que transcurran los plazos que para su via-
bilidad se señalan en los artículos 17gB y iB00 de la Ley procesal".
Respecto al tratarniento procesal de uno y otro, a tenor del tex.
to de Ia Ley, el plazo de cinco años condiciona de tal forma et
proceso de revisÍón, que de presentarse la demanda fuera del mis-
mo, ha de ser rechazada de plano, con lo que no puede ser admi-
tida a trámite, mientras que de presentarse fuera del plazo de los
tres meses se admítirá a trám¡te, y será en la sentencia de revi-

310
sión en donde se apreciará esta circunstancia, después de oír al
Ministerio Fiscal, según lo preceptuado por el artículo 1802 y a
tenor del resultado de las pruebas practicadas.
sobre el distinto tratamiento de los dos plazos, la jurispruden-
cia tiene señalado (... para la estimación deberán exigirse riguro-
sos requisitos de cumplimiento inexcusable, ocupando un tugar pre-
ferente entre los relativos a la actividad, el que hace referencia
al tiempo en el cual ha de interponerse el que se configura con
una faceta doble, señalándose dos plazos: uno que condiciona ta
admisibilidad del recurso de un modo absoluto que es el de cinco
años que señala el artículo 1800 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
y otro, que condiciona su admisión de un modo relativo, pues sóto
actúa en atención al momento en que se produzcan tas circunstan-
cias que motivan el recurso, y que es de tres meses, contados...,.
Sentencia de 20 de abril de ig6l'.
En cuanto a la naturaleza de estos dos plazos, tamb¡én hemos
de distinguir entre el señalado en el artículo lTgB y el señalado
por el 1800.
Es unánime la opinión de que el plazo de tres meses es un
plazo de caducidad.
La unanimidad desaparece al estudiar la naturaleza del ptazo de
cinco años que nos marca el artículo r800, ya que mientras parte
de la doctrina opina que es de caducidad, así coVlÁN 2: oTranscu-
rridos los cuales prescribe, quizá más bien caduca, el derecho para
ejercitarlo" y SÁEZ JIMÉNEZ-LOPEZ FDEZ. DE GAMBOA 3: oEn cuan-
to a la naturaleza de uno y otro término, es, sin duda, de caduci-
dad, como reiteradamente tiene declarado el Tribunal supremo".
otro sectordoctrinal opina que el plazo de cinco años es de pres-
cripción, así GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA a: *No sólo está
sujeta, como acción, a una prescripción [art. 1800), sino a un tér-
I En el mismo sentido las sentencias de 6 de octubre de lg65 y 24 de
marzo de 1972.
2 COVIAN De Ia Revisión..., cit., pág. 512.
3 SAEZ JIMENEZ-LóPEZ FDEZ. DE GAMBoA: compendio..., cit., tomo il1,
vol. l, pá9. 489.
4 9óMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit., pág. 461. En el
mismo sentido se expresan: cALVo SANCHEZ: La revísión.., cit., pág.453 y
GONZÁLEZ MoNTES: Examen crítico de algunos preceptos de la L"y au rr-
iuíciamíento civíl reguladores del recurso de revisión R. D. pr. lb., lgrs-1, pá-
ginas 67-77, en esp., pá9. 76.

3fi
=?

m¡no breve, perentorio, como los demás recursos (siendo única-


camente indeterminado su arranque) (art. 1798)".
La jurisprudencia se muestra partidaria de calificar ambos pla-
zos como de caducidad, la sentencia de 17 de octubre de 1969:
"Preceptos todos de rigurosa exigibilidad y cuyo contenido ha-
brá de interpretarse en forma restrictiva, tanto en cuanto al fondo,
como en cuanto a los demás términos marcados, todos de cadu-
5.
cidad"
a)Naturaleza de los plazos. Para estudiar la naturaleza del pla-
zo de cinco años señalado por la Ley de Enjuiciamiento Civil, es
necesario ver el tratamiento que a este plazo da la Ley, y ver no
sólo lo dispuesto en el artículo 1800, sino la prejudicialidad penal
contenida en el artículo 1804 y la interrupción del mismo señala-
da en el artículo lB05ó.
Sin entrar, por no ser éste el lugar más idóneo para ello, a estu-
diar el tema de la prescripción y la caducidad, tema que como bien
señala MUñOZ ROJAS 7: "Pertenece a la Teoría General del Dere-
cho, pero sus manifestaciones aparecen en las distintas ramas ju-
rídicas y, de modo concreto, en el Derecho Procesal", señalare-
mos algunas de las características de las dos institucioneS que
se dan en el plaza señalado por el tan citado artfculo 1800.
De las diferencias que, según CASTÁN 8, separan a la caduci-
dad de la prescripción señalaremos dos: a) "La prescripción extin-
gue las acciones y derechos, generalmente a través de una ex-
cepción, mientras que la caducidad opera la extinción de una ma-
nera directa y automática" y b) "En la prescripción se admiten cau-
sas de suspensión y de interrupción. En la decadencia, no tienen
influencia, por lo general, estas causas, porque el efecto extintivo
es radical y automático".
En efecto la prescripción, en derecho procesal opera como una
excepción, que para ser tomada en cuenta ha de ser alegada por
la parte demandada, y vemos que el plazo marcado por el artícu-

s Ver sentencias de 6 de octubre de 1965 y 10 de marzo de 1962.


ó Sobre estos dos preceptos ver: GONZALEZ MONTES: Examen crítico
citado
7 MUñOZ HOJAS: Caducidad de [a Instancia Judicial, pá9. 81. Madrid,
1963.
8CASTAN: Derecho Cívi|..., cit., tomo l, vol. ll, págs.850 y siguientes.
Madrid, 1971.

312
r

lo 1800 es apreciable de oficio por el órgano jurisdiccional, carac-


terística de la caducidad.
Los plazos de prescripción pueden ser interrumpidos, mientras
que los de caducidad no están sujetos a ninguna causa de interrup-
ción; a tenor de lo dispuesto en el artículo 1805, parece ser que
el plazo del artículo 1800 se puede interrumpir al suscitarse algu-
na cuestión cuya decisión, determinante de la procedencia de la
revisión competa a la jurisdicción de los Tribunales en lo criminal.
No ofrece duda que el plazo de cinco años ha de tenerse en
cuenta por el Tribunal Supremo, incluso en los casos en que no
se haya alegado por la parte demandada en revisión, e incluso el
Tribunal habrá de rechazar de plano la demanda de revisión, sin
ni siquiera iniciar los trámites ordenados en el artículo 1801.
Veamos si en efecto este plazo está sujeto a una causa de in-
terrupción, a tenor de lo dispuesto en el artículo 1805.
Para que se dé la interrupción señalada en el artículo 1805, es
necesario que se esté en el caso del artículo 1804, que dice: "Si
interpuesto el recurso de revisión...". rl
:,
Creemos que el supuesto de hecho necesario para que se pue-
da estar en el caso señalado por el artículo 1804 es que se haya
interpuesto el <recursoD de revisión, que, una vez interpuesto se
solicite la suspensión del procedimiento del proceso de revisión
hasta que se resuelva definitivamente la cuestión criminal, y en
este caso el plazo de cinco años no se interrumpirá, sino que no
habrá transcurrido en el momento de presentar la demanda de re-
visión, cumpliéndose lo que dice DE CASTROn: "La caducidad no
sufre causas de interrupción, tampoco, por tanto, Ia de interrup-
ción por reclamación judicial. Lo que ocurre es que la acción no
caduca cuando se ejercita debidamente, antes de terminar el pla-
zo de caducidad.
Para que se diera una auténtica causa de interrupción del pla-
zo de cinco años, sería necesario que quedara interrumpido por
la mera existencia de un proceso penal, cuya sentencia condena-
toria fuera determinante de una futura revisión aún no interpuesta.
Creemos que una interpretación en este sentido ha de ser re-
chazada, por la necesaria interpretación restrictiva que ha de dar-
se a los preceptos reguladores de la revisión, conforme la reite-
9 DE CASTRO: La caducidad, en Temas de derecho civil, pá9. 180. Madrid,

3t3

I
A
radísima jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, y porque se
podría beneficiar quien nada ha hecho para ello, v.g. el que a los
siete años de haber obtenido una sentencia civil desfavorable, se
entera que su oponente en aquel proceso ha sido condenada por
sentencia firme penal, como falsificador de un documento que fue
decisivo para la decisión de su litigio, que el proceso penal se ini-
ció de oficio hace tres años, ¿podrá interponer la revisión dentro
de los tres meses de enterarse de la sentencia firme penal? Cree-
mos que no, ya que han pasado los cinco años, y el supuesto para
la interrupción de dicho plazo es que se haya interpuesto la revi-
sión con anterioridad, con lo cual la caducidad no se interrum-
pe, sino que se ejercita la acción.
Consideramos, por lo tanto, que el plazo de cinco años, al igual
que el de tres meses, es un plazo de caducidad, si bien insufi-
ciente y confusa redacción de los preceptos que regulan el llama-
do "recurso" de revisión, puede llevarnos a la confusión.
Queremos señalar, siquiera de pasada, la inexactitud de la
exigen,cia de los artículos 1804 y lB05 de que la cuestión preju-
dicial penal se resuelva por sentencia penal firme (art. 1804), o
por sentencia ejecutoria (art. 1805). lnexactitud que ha sido se-
ñalada por GONZALEZ MONTEST0: "No nos parece oportuno dedu-
cir que el trámite del recurso esté suspendido indefinidamente
hasta que recaiga sentencia firme, porque ésta puede que no lle-
gue nunca a dictarse, o que el proceso penal terrnine por otros
medios que no sean necesariamente el de sentencia firme". Esta-
mos de acuerdo con lo manifestado por el autor citado, y este ha
sido el criterio que en la práctica se ha seguido, ya que el auto
firme de sobreseimiento ha motivado el alzamiento de la suspen-
sión, abogamos por la modifi,cación del texto legal, que bien po-
dría recoger la fórmula utilizada por el artículo 69, párrafo lV, de
la Corrección y Actualización de la Ley de Enjuiciamiento Civil r1: I

"Las suspensiones que se ordenen en los casos previstos en el I

presente artículo se alzarán lan luego como se acredite que el


juicio criminal ha terminado o que se encuentra paralizado por i
i
motivo que haya impedido su normal continuación".

r0 GONZALEZ MONTES: Examen crítico..., cit., pá9. 69.


i] Profesores de Derecho Procesal: Corrección y Actualización de la Ley
de Eniuiciamiento Civil, tomo l, pág. 214. Madrid, 1972.

314
b) Momento inicial de los plazos. El plazo de los cinco años ha-
brá de empezar a computarse desde el día de la publicación de la
Sentenc¡a, tal como ordena el propio artículo 1800, y así la sen-
tencia de 30 de octubre de 1930, "dictada en 23 de julio de 1923
la sentencia objeto de la revisión que se intenta, y publicada a te-
nor de to preceptuado en el artículo 283 de la Ley procesal, me-
diante su inserción en la Gaceta de Madrid y en B.O. de 13 de
octubre de 1923, sólo el 13 de octubre de 1928 se cumplirían ma-
i
terialmente los c¡nco años a que el artículo 1800 de la l-ey citada
hace referencia".
El día inicial , para el cómputo del plazo de los cinco años, no
es por lo tanto el día de la publicación de la sentencia, sino el día
en que la parte tuvo conocimiento de la misma, mediante su noti-
ficación personal; o el día en que la parte pudo tener conocimien-
to de la publicación de la misma, rnediante el cumplimiento de to-
dos los requisitos que prescribe el artículo 283 de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil.
La doctrina no Se muestra unánime sobre la conveniencia de
mantener o derogar el plazo de cinco años.
COV|AN12, al tratar de los plazos de la revisión se muestra par-
tidario del mantenimiento de ambos: "respecto al término para
interponer el recurso, nada debe innovarse'.
MANRESAt3, también se muestra partidario del mantenimiento
det plazo de los cinco años, y al igual que COVIAN no nos dan las
razones en que justifican su postura, limitándose a decir: "Las le-
yes 13, título 22 y 2.u, título 26 de la Partida 3.u, concedieron el tér-
mino de 20 años para pedir la rescisión de una sentencia ejecuto-
ria por cualquiera de los motivos que daban lugar a este recurso,
sin excepción ni restricción alguna; término que vino rigiendo has-
ta que por el presente artículo se redujo con notoria conveniencia,
a cinco años".
ALCALA ZAMORA t4 se muestra contrario al plazo de cinco
años, diciendo que: ..Hay un límite de tiempo para la interposición
del recurso en lo civil, que no puede ser más injusto. Se trata,
12 COVIAN: De la revisión..., cit., pág. 517.
i3 MANRESA: Comentaríos..., cit., vol. Vl, pág- 251-
t4 ALCALA-ZAMORA: Los recursos..., cit., págs. 89 y siguientes. ver del
mismo autor: Nofas para la reforma de la L.E.C. en Estudios..., cit', págs', 153-
262, esp., págs. 250 y siguientes.

315

I
T

no det plazo dentro del cual ha de interponerse (art- 1798), sino


del preóepto consignado en el artículo 1800, para que se rechacen
de plano io, ,".ursos interpuestos cuando haya transcurrido desde
la iublicación de la sentencia que haya podido motivarlo. Esta dis-
poiición que a MANRESA parece "muy conveniente", sin que nos
bigu pot qué, es sencillamente monstruosa. La lectura del artícu-
lo-1796 es más que suficiente para comprender que la rev_isión se
basa en e{ ataque a una sentencia cuyo fundamento se debe a he-
de[¡ct¡vos, y p"t tanto, hoy, quien haya ganado una resolución
"hor pot esoá medios, no tiene por qué preocuparse más que
judicial
ie los cinco primeros años, que después el artículo lB00 se encarga
Ju ur.gurarlé el cómodo disfrute de su hazaña. ¿Ha temido acaso el
legislaáor la incertidumbre protongada de algunas relaciones jurí-
dióas? Es posible, pero no es motivo bastante; la revisión no es
de uso frecuente y, además, el propio interés particular es más
'rechazar
que garantía para ta peregrina idea de que el perjudica-
do qü" ha descubierto los clatos necesarios para intentar la revi'
s¡ón, vaya a dejar transcurrir superfluamente el tiempo para con-
tribuir por su párte a que quién le ha arrebatado su derecho con-
tinúe disfrutándolo un poco más, porque frente a este peligro está
ta limitación del artículo 1798, que debe subsistir"'
La crítica que realiza al plazo de cinco años el gran procesalis-
ta ALCALA-ZAMORA, es perfecta, desde el punto de vista teórico.
si bien en et plano práctico nos encontramos con que pasados cin'
co años de la firmeza de una sentencia sería práctlcamente impo'
sible la prueba de la existen,cia de las causas de revisión. Si no
podemos defender la dósaparición total de dicho plazo, si. al me-
nos creemos que se debería de hacer coincidir con el plazo de
prescripción del tipo delictivo que puede dar lugar a la revisión,
ya que de lo contrario nos encontraremos en casgs' en que pO-
áu*os conseguir el castigo de una actividad delictiva, falsificación
de documentos, y no podamos lograr la rescisión de los efectos
de dicho delito.
Estudiaremos ahora, tas características fundamentales que reú-
ne el plazo de tres meses, para interponer la revisión, que marca
el artíiulo 1798 y la interpretación que, de su regulación legal nos
ha dado la jurisprudencia del Tribunal Supremo
Naturaleia: Ya hemos sentado que la doctrina es unánime al
afirmar que et plazo de tres meses es de caducidad, dada esta una'

sí6
nimidad nos limitaremos a señalar que en este plazo se dan to-
dos los efectos que para la caducidad señala DE CASTRO15: "El
peculiar carácter de la caducidad tiene su correspondencia en la
peculiarídad de sus efectos; 1. El derecho o facultad que se ex-
tingue por caducidad, puede decirse que más que morir no ha lle-
gado a nacer. El poder de cambiar una situación jurídica no se ha
verificado a tiempo y ya no podrá verificarse. A diferencia de la
prescripción no se origina la liberación de una obligación o deuda;
Ia situación existente permanece sin cambios; pero, en su caso,
queda liberada de un peligro, purificada o consolidada.
,,2. Puede y hasta debe ser apreciada la caducidad de oficio
por las autoriades judiciales y administrativas, aunque no haya
sido solicitada.
"t. El plazo de caducidad no está afectado por causa alguna
de interrupción".
Siendo la caducidad el efecto del mero transcurso del tiemporó,
vemos que, en efecto, así opera el plazo de tres meses, que esta-
rnos estudiando.
Cómputo del plazo La norma aplicable para el cómputo del
plazo de tres meses, es el artículo 305 de Ia Ley de Enjuiciamien-
to Civil, la sentencia de 1l de julio de 1950: "Si bien es cierto que
Código Civil en su artículo 7 previene que si en las leyes se habla
de meses se entenderá que los meses son de 30 días, no lo es me-
nos que el artículo 305 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, estable-
ce que los términos señalados por meses se contarán por meses
naturales, es decir, que las normas establecidas por uno y otro
cuerpo legal para el cómputo de los términos señalados por me-
ses son distintas, y en la obligación de resolver tal discrepancia
se impone Ia necesidad de aplicar lo establecido en la Ley do
Enjuiciamiento Civil, no obstante ser el Código de fecha poste-
rior, porque la norma de la expresada Ley de procedimiento tiene

rs DE CASTRO= La caducidad, cit., pá9. 179.


tó Ver MUñOZ ROJAS: Caducídad..., cit., págs. 20 y siguientes. ARAGO-
NESES: Inactividad de las partes en el proceso civil, R.D.Pr. lb., 1960-3, pági-
nas 517-632, en esp., págs.589 y siguientes. FERRER MARÍN: La caducidad en el
Proceso, R. G. Dr., 1953, págs. 554 y siguientes y 616 y siguientes, en esp., 555 y
siguientes. SILVA MELERO: Caducidad de Ia Instancia, N. E. J., tomo lll, 'págs.
507 y siguientes. POBPETA CLÉRIGO: Caducídad y prescripcÍón, cursa de confe-
rencias (Colegio Notarial de Valencia), 1949.

317
2t

1 l
un carácter más concreto y específico en lo que se refiere a tér-
minos y plazos procesales, es una máxima jurídica que la ley pos-
terior, cuando es general, no deroga a la especial anterior si no
lo expresare).
Hemos de señalar que con la reforma del título preliminar del
Código Civil, realizada por Decreto 1836/1974 de 3 de mayo, el ar-
tículo 5 del Código civil dispone: (...y s¡ los plazos estuv¡esen fi-
jados por meses o años se computarán de fecha a fecha", con lo
que la discrepancia entre ambos cuerpos legales ha desaparecido.
La dificultad para el cómputo del plazo de los tres meses, ra-
dica en que, como señalan ORBANEJA-HERCE17, es indeterminado
el día a quo de dicho plazo; en efecto, la Ley señala "contados
desde el día en que se descubrieron los documentos nuevos o el
fraude, o desde el día del reconocimiento o declaración de fal-
sedad.
e)Especial referencia a la carga de la prueba
La determinación del día a quo del plazo corresponde realizarla
al demandante en revisión, en este sentido ha sentado nuestro Tri-
bunal Supremo que: (El artículo 1798 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil para fijar el plazo concretamente se refiere "al día" en que
se descubrió el fraude o desde el que ha de contarse el reconoci-
miento o declaración de falsedad, siendo doctrina de esta Sala,
la que sostiene que este plazo ha de resultar determinado". Sen-
tencia de 13 de diciembre de 1963 '8.
El requisito de la determinación del día es tan necesario que
su incumplimiento, hará que se tenga por caducado el plazo, sen-
tencia de 17 de octubre de 1969: (... no puede ofrecer la menor
duda que pasados más de tres meses desde la sentencia impug-
nada al momento de la presentación de la demanda del recurso,
el recurrente venía obligado a señalar y probar la fecha en que tuvo
conocimiento de las causas alegadas; y como quiera que ni se'
ñaló, ni menos ,probó tal fecha exacta, procede est¡mar caducado
el plazo".
La exigencia de la determinación del día en el que ha de em'
pezar a computarse el plazo, nace con la Íirmeza de la sentencia

17 GóMEZ ORBANEJA-HERCE QUEMADA: Derecho..., cit., vol. l, pá9. 461.


¡8 Sentencias de 27 de marzo de 1924, 19 de octubre de 1962, 23 de fe'
brero de 1965, 15 de diciembre de 1966 y 26 de diciembre de 1972.

3tB
atacada por Ia revisión, doctrina que nos parece correcta, ya que
así entran dentro del plazo aquellos motivos descubiertos antes de
la firmeza de la sentencia y en momento procesal de imposible
alegación en el proceso, y que podrían quedar imposibilitados de
servir para basar una revisión si el plazo se computase desde el
momento de ser descubiertos; deseamos transcribir el plantea-
miento que al caso, y posible solución cara a una modificación de
la Ley, que nos da ALCALÁ ZAMORAte: "Es evidente, máxime en
un procedimiento de la lentitud del español, que los motivos que
dan lugar a ella en lo civil, o sea los cuatro del artículo 1796, pue-
den llegar a conocerse durante la sustanciación de un recurso de
casación, es decir, antes de que recaiga la sentencia firrne a que
condiciona el artículo 1797 de la Ley de Enjuiciamiento Civil la po-
s¡bil¡dad de deducirla. Y como sucede gue por la índole de la ca-
sación y por la prohibición terminante del artículo 1741, en cuan-
to rechaza la "alegación de hechos que nó resulten de los autos",
no cabe utilizar el remedio que en análogas circunstancias brindan
para la apelación los artículos 862 fnúmeros 3 y 4 y 863, en rela-
ción con los 506 y 504, ocurrirá que, descubiertos mientras la ca-
sación se tramita hechos determinantes de la revisión, habrá, sin
embargo, que esperar a que recaiga sentencia firme, cuando ésta
va a resultar dilatoria e inútil, por haber variado los supuestos
en que se apoyaba. Frente a una anomalía semejante, pa!'a la que
ni siquiera es solución la de renunciar al recurso de casación
y precipitar así el advenimiento del fallo firme, puesto que la re-
nuncia sería una temeridad, desde el instante en que el éxito de
la revisión que se intente no está garantizado, sólo cabe un reme-
dio: el de admitir la revisión tan pronto como llegue a conocerse
alguna de ias circunstancias enumeradas en el artículo 1796, qule-
dando mientras tanto, en suspenso la casación interpuesta, que
recobraría su curso si la revisión no prosperase,'.
Sentado ya que el p)azo de tres meses no puede empezar a co'
rrer hasta el momento en que adquiere firmeza la sentencia ataca-
da por la revisión, veamos la forma de determinar el día inicial,
del mencionado plazo, cuando tal día es posterior al del en que
adquirió firmeza la sentencia del primer proceso.

re ALCALA ZAMORA: Nofas..., cit., pá1s.248 y siguientes.

3t9
i
La determinación de! dies a quo del plazo de los tres meses
ofrece características distintas, según Se trate de los distintos
Supuestos que en ese texto recoge el artículo 1796 de la Ley de
Enjuiciamiento de Civil, e incluso es necesar¡o diferenciar el pri-
mér submotivo del número 4.', violenc¡a y cohecho, del 2-" sub-
mot¡vo, maqu¡nac¡ón fraudulerrta; la jurlsprudencia ha sistemati-
zado,la determinación del dies a quo, agrupando el primer motivo
y la maquinación fraudulenta, por un lado, y el resto de los mo-
i¡uou poi otro, la razón es senc¡lla y convincente, la necesidad o
no de'butu. la revisión en una sentencia penal, si bien en el segundo
rnotivo habrá que hacer una salvedad.
La determinación del dies a quo en ias causas 1.u y 4.', Segun-
do submotivo. El Tribunal Supremo ha sentado la doctrina siguien'
te20: ..... la ObServancia de este plazo, ¡mpuestO de manera termi-
nante por el artículo 1798 de la Ley de Enjuiciamento Civil, ha de
ser acieditada por el recurrente de suerte que acerca de ella no
haya lugar a dudas, porque basta el transcurso del término para
qu'e el i"cutso quede sin viabilidad y carezca de procedencia la
revisión en él solicitada, slquiera por haberse de iniciar su cóm-
puto cuando los documentos o el fraude Se descubren, esto eS, par-
iiendo de hechos que ha de justificar el recurreflte". Sentencia de
12 de julio de 1940.
La sentencia de 11 de febrero de 1948, distingue entre el día
en que se adquiere un medio de prueba del fraude y el día en que
r" d"r.ubre el mismo, ..no eS posible tomar como punto de partida
para el cómputo del ptazo de tres meses que exige el artículo 1798
de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la fecha en que un testigo -que
no ha declarado en estos autos- com,pareció ante notario para
manifestar que el demandante en el juicio declarativo conocía al
formular ta demanda e! domicilio del demandado, pues no es el
momento en que el recurrente en revisión se provee de'un medio
probator¡o, sino el en que adquiere conocim¡ento o descubre el
iraude, al que hay que atenerse para el cómputo del plazo de in'
terposición del recurso,'. La sentencia de 29 de noviembre de 1967:

20 Ver sentencias de 18 de marzo de 1948,28 de septiembre de 1955' 21


de diciembre de 1961,27 de marzo de 1965, 15 de noviembre de 1969, 1l de
diciembre de 1969 y 29 de febrero de 1972-

324
"El punto de partida paya computar el plazo de tres meses, es la
propia sentencia, pues se alega un supuesto fraude con"¡etido en
ella".
Para determinar el dies a quo en las causas 2.u, 3.u y 4." pri-
mer submotivo, se habrá de partir de la fecha de la notificación
de la sentencia penal, al demandante en revisión. Sentencia de
21 de enero de 1952: "Sin que obste a ello que de la certificación
aportada por el demandante resulte que, en la providencia dic-
tada por la Audiencia declarando firme la sentencia en que se
declaró la falsedad, se retrotraiga su lirmeza al 1B de noviembre
de 1946, por cuanto fue notificada el 12 de diciembre siguiente,
a cuya fecha hay que atenerse para el cómputo de los tres meses,
concebidos por el artículo 1798, para interponer el recurso; a me-
nos de acortar, sin razón legal, el plazo referido para que el inte-
resado pueda reflexionar sobre la conveniencia de interponerlo y
prepararlo debidamente". La sentencia de 12 de niviembre de 1971:
<.... áunQUe no se tome como punto de partida la de la sentencia,
sino la de la firmeza y aun la de la notificación a la parte que
pretende recurrir".
Vemos, pues, que en todos los casos es la parte demandante
en revisión, la que ha de probar el dies a quo para el plazo de los
tres meses. Prueba que resultará fácil en los casos en que la
revisión se base en una sentencia penal, en cuyo proceso ha ac-
tuado, o al menos tenido conocimiento de su tramitación la parte ;

demandante en revisión.
El problema, o la dificultad de la prueba nace en los casos de
documentos recobrados, maquinación fraudulenta, y en los casos
del númeya 2.", documentos declarados falsos con anterioridad al
proceso que tratamos de rescindir, pero cuya falsedad ignoraba la
parte que interpone la revisión. Aún podemos pensar en el caso
de una condena por falsificación de documento o falso testimo-
nio, ambos delitos perseguibles de oficio, en cuyo proceso la par-
te demandante en revisión no haya intervenido, y por lo tanto no
le ha sido notificada la sentencia, y llega a su conocimiento con
posterioridad, creemos que en estas hipótesis estaremos en el
mismo caso que en el del conocimiento de la maquinación frau-
dulenta.
I

321
SAEZ JIMÉNEZ-LOPEZ FDEZ. DE GAMBOA2T afirman que en la
prueba det díes a quo se habrá de tener en cuenta la fecha del des'
cubrimiento alegada por el demandante en revisión, ya que eS ne-
cesario tener en cuenta la teoría de la prueba de los hechos nega-
tlvos, y afirman QUC: ..Frente al no conocí antes del actor
-como
hecho negat¡vo- sóto cabrá la justificación por el demandado de
que conoc¡ó anteriorms¡ls hecho postivo-".
-66rns
En contra de esta opinión el Tribunal Supremo ha dicho que:
"Alegando por et recurrido que el recurso estaba puesto fuera de
plazo legal, correspondía al recurrente la prueba en contrario".
Sentencia de 27 de rnarzo de 1924, y en s¡milar sentido sentenc¡as
de 12 de julio de 1940 y 28 de septiembre de 1955.
d) Precisiones críticas: Partiendo del texto de nuestra Ley y
de la interpretación restr¡ctiva que el Tribunal Supremo hace de
los preceptos reguladores de la institución objeto de nuestro es-
tudio, hemos de llegar a la conclusión de que el recurrente habrá
de probar con hechos fehacientes el día en que recobró los docu-
mentos o descubrió la ex¡stenc¡a de la rnaquinación o de la sen-
tencia penal firme, si el demandante en revisión logra probar fe-
hacientemente dicho día será a la parte demandada a la que co-
rresponda la prueba de un conoc¡miento anterior. DEVIS ECHAN-
DlA22, at tratar de la prueba de la ignorancia afirrna que: "Cuando
la Ley la contemple para cualquier efecto jurídico: quien persiga
tal efecto, debe probarla como presupuesto de la norma que lo
cofrs?[f f8ú.
Es necesario, para que la interposición de la dennanda de revi-
sión esté dentro de los plazos señalados por la Ley, el conjugar el
plazo de tres meses con el de los cinco años, ya que es posible
que si esperamos a interponer la revisión a que haya recaído sen-
tencia penal firme, nos encontremos con que han transcurrido cin-
co años de la sentencia impugnada y la revisión sea rechazada de

21 SAEZ JIMENEZ-Ló?EZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio..., cit., pág. 492.


22 DEVIS ECHANDIA: Teoría General-.., cit., vol. l, pá9.495. Sobre la prue-
ba de los hechos negativos: ROSENBERG: La carga de Ia prueba, epígraÍe: Prue'
ba de los hechos negativos, págs.295-300. Buenos Aires, 1956. MICHELI: La
carga de Ia prueba, n." 67 negación y prueba contraria, págs. 421426. Buenos
Aires, 1961. CALAMENDREI: Fonte della scoperta e prova della scoperta del dolo
nella revocazione. R. Di. Pri. C¡., 1928, tomo l[, págs. 249 y siguientes.

322
plano, pues, como hemos visto, la interrupción que señala el artícu-
io 1804 no entre en juego sino con poster¡oridad a la interposición
de la demanda de revisión. Al mlsmo tiempo, como ya indicamos
al tratar de los motivos, los mismos hechos pueden dar lugar a
dos motivos distintos de revisión, gracias al matiz genérico que Ia
maquinación fraudulenta tiene, y que es reconocido por. la sen-
tencia de 15 de marzo de 1974, o incluso que hechos distintos, mo-
tivadores de dos causas de revisión hayan concurrido en el mis-
mo proceso, citación defectuosa y falso testimonio. Todo esto
puede dar lugar a la interposición dentro de plazo para uno de los
mot¡vos y habiendo transcurrido el mismo para los demás'
Para iolventar estos posibles obstáculos al triunfo de la revi"
sión, ta política procesal a seguir es: a partir del día en que des-
cubrimos hechos susceptibles de integrar un motivo de revisión
tenemos tres meses para preparar la demanda, e iniciar los pro-
cedimientos penales que consideremos oportunos, y dentro de
dicho plazo interponer la demanda de revisión. Con esto la habre'
mos interpuesto dentro del plazo de tres meses, para los rnotivos
que se ha de contar dicho plazo a partir del día del descubrimien-
to del mot¡vo, asimismo estaremos dentro del plazo de cinco
años. En la propia demanda de revisión habremos de solicitar la
suspensión del proceso de revisión, hasta que recagia sentencia
penal firme en los procesos correspondientes.
Con esta táctica vemos que una Vez reanudado el proceso de
revisión ésta podrá prosperar, bien por una sentencia penal con-
denatoria, que haya recaído en el proceso de dicha clase, bien por
uno de los otros motivos alegados en t¡empo y forma correctos.

3. FORMAS DE LA SOLICITUD

El artículo 1803 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, nos habla de


las odemandas de revisióno, lo que unido a la naturaleza jurídica
de la revisión, nos da como resultado el que la revisión se habrá
de interponer mediante un escrito de demanda, si bien con la ex-
cepción de que no es necesario determinar individualmente la per-
sona contra la que se proponga, ya que como afirman ORBANEJA-

323
--

HERCE 23: "La revisión se interpondrá como los recursos, contra


la resolución judicial", por lo que la demanda de revisión habrá
de expresar con toda claridad y precisión la sentencia contra la
que se interpone, siendo suficiente, respecto a las partes deman-
dadas, solicitar que se emplace, nombrándolos, a los que Iitigaron
en el primer proceso, si bien el Tribunal Supremo para realizar di-
cho emplazamiento estará a Io resultante de los autos del proce-
so cuya rescisión se solicita, tal como ordena el artículo 1801 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Con la demanda se presentarán todos los documentos QUe pre:
ceptúan los artículos 503 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, de los que hemos de destacar, según el motivo en que
se base la revisión:
a) Si la revisión se basa en el número I del artículo 1796, se
acompañarán a la demanda los documentos decisivos que se ha-
yan recobrado, SÁEZ JIMENEZ-L0PEZ FDEZ. DE GAMBOA 2a: sde-
berán aportarse o señalarse el lugar protocolo, oficina o persona
que los tuviere en su poder, cuando directamente no pudiera la
parte acompañarlos", no ebtamos de acuerdo con estos autores,
ya que es constante la jurisprudencia, citada al tratar de este mo-
tivo, en que nos dice que no se puede basar la revisión en docu-
mentos .en archivo o protocolo público, y si los tiene una persona
particular y no están a disposición de la parte demandante, enton-
ces no estarán recobrados.
c) Si la revisión se basa en la causa 3." será necesario acom-
pañar la sentencia firme penal en la que se condene por falso
testimonio, dado en el proceso atacado, o bien, la certificación de
que está en curso el proceso penal, bastando acreditar la incoa-
ción de Ia causa. Esta misma certificación de que está en curso
causa penal es aplicable igualmente al caso anterior. En ambos
casos entrará en juego el artículo 1805 y se suspenderá la trami-
tación del proceso revisorio hasta que finalice el proceso penal.
d) Si se basa en el cuarto de los motivos enunciados en el
artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, es necesario di-

2s ORBANEJA-I-IERCE: Derecho..., cit., vol. l, pá9. 461.


24 SAEZ JIMENEZ-L5PEZ FDEZ. DE GAMBOA: Compendio..., cit., tomo lll,
vol. l, pá9. 496.

324

-,-¿---
rtr-=

ferenciar si se interpone por el prirner submotivo o por el segun-


do. En el primer caso, violencia o cohecho, se acompañará la cer-
tificación de la sentencia penal condenatoria y firme, en la que se
declare cometido el delito que sirve de base a la demanda, o la
certificaclón de la incoación de la causa. Si es maquinación frau-
dulenta, lo que el demandante alega, se expresará con claridad y
precisión los hechos en que ha consistido dicha maquinación, y si
se puede probar documentalmente, las manifestaciones realiza-
das sobre esos hechos se acompañarán de los documentos perti-
nentes.
En todos los casos habráde acompañarse a ta demanda, el po-
der suficiente del procurador del demandante y la certificación
de haber realizado el depósito que señala el artículo 1799 de la
l-ey de Enjuiciamiento Civil
Respecto al poder de postulación la jurisprudencia tiene decla:
rado: "Respecto a[ requisito de la suficiencia del mandato repre-
sentativo del procurador, hay que estimar aplicable la doctrina de
esta Sala dictada al interpretar el número 1." del artículo 1718 de
la !-ey de Enjuiciamiento Civil, en el sentido de que la autorización
genérica para litiEar y ejercitar los recursos de la ley, compren'
de sólo a los ordinarios previstos en el cauce normal del proceso,
pero no a los extraordinarios que deben ser autorizados específi'
camente, teniendo tal carácter el de revisión". Sentencia de 25 de
septiembre de 1968.
Al no estar comprendida Ia revlsión en ninguno de los supues-
tos expresados,en el artículo 4 de Ia Ley de Enjuiciamiento Civil,
creemos que es necesario la asistencia de procurador,. si bien al
considerar la revisión proceso autónomo, opinamos que debería
de ser surficiente con un poder general para pleitos, aunque no
bastaría el acreditar que se había presentado en el primer proce-
so, sino extrictamente necesario presentarlo junto con la deman-
da de revisión.
. La revisión, igualmente, no se encuentra en los casos que con-
templa el artículo 10 de la Ley de Enjuiciarniento Civil, por lo que
es preciso que la demanda esté firmada por letrado.

325
4. DEPÓSITO

El artículo 1799, redactado de nuevo por la Ley 28/1974 de 24


de julio, ordena: ,.Para que pueda tenerse por interpuesto el re-
curso será indispensablemente que con el escrito en que se solí-
cite la revisión acompañe el recurrente, si no estuviese declara-
do pobre, documento justificativo de haber depositado en el es-
tablecimiento destinado al efecto, la cantidad de 12.000 pesetas.
Esta cantidad será devuelta si el recurso se declara proceden-
te. En caso contrario tendrá la aplicación señalada a los depósitos
exigidos para interponer el recurso de casación.
La jurisprudenc¡a ha interpretado este mandato legal, como un
requisito de la admisibilidad del proceso de revisión, señalando
que es causa de inadmisión la constitución de un depósito en in-
ferior cuantía que la ordenada en el citado precepto (la anterior
redacción del artículo 1799, preveía dos cuantías distintas del de-
pósito, según la cuantía del objeto del litigio).
La sentencia de 25 de noviembre de 1964: "Uno de los requisi-
tos para ta viabilidad de este recurso es Ia constitución de un de-
pósito en la cuantía prevista en el artículo 1799, por lo que al no
atenerse a ella y fijar una inferior ha incidido en la sanción que
el cítado artícuto contiene de no poder tenerse por interpuesto el
ÍBCUfSO" %.
La única excepción a esta obligación es la señalada en el in-
ciso ..si no estuviere declarado Pobre" del artículo 1700, en rela-
ción con el número 43 del artículo 14 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, los cuales prestarán caución iuratoria de pagar si vinieren a
mejor fortuna. Es al estudiar estos casos, cuando nuestro Tribunal
Supremo se ha acercado más a la naturaleza jurídica de la revi-
sión, al sentar la doctrina de que la declaración de pobreza ob-
tenida en el proceso objeto de la revisión, no es suficiente para
ésta, ya que la revisión eS un proceso nuevo, y las sentencias de
25 de junio de 1932 y 25 de enero de 1973, declaran: "El recurso
de revisión que la ley concede para que se resc¡nda y deje sin
efecto una sentenc¡a firme, es tan independiente del pleito en que
dicha sentenc¡a se dictó que puede estimarse como procedimien-

25 Ver sentencias de 7 de marzo de 1967 y 9 de marzo de 1970

s26
to nuevo al rnargen del anterior, ya que de él no es directa deriva-
ción ni consecuencia, no siendo tampoco una instancia continua-
ción de otras anteriores, sino recurso y juicio aislado tan diferen-
te de todos los demás, que sólo él se da contra toda sentencia fir-
me, cualquiera que sea el grado del Tribunal que la dictó y la
cuantía objeto del pleito".
Para poder gozar del beneficio de sustituir el depósito por la
caución juratoria es necesario haber obtenido la concesión del
beneficio de pobreza antes de la interposición de la demanda de
revisión; sentencia de 6 de junio de 1967: "Para la interposición
de los recursos de revisión es indispensable la previa constitu-
ción del depósito, salvo en el supuesto contemplado en el artícu-
lo 14 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, de que el recurrente hubie-
ra sido declarado pobre por sentencia firme". El Tribunal Supre-
mo en la sentencia de 25 de junio de 1932, declaró: "La declara-
ción de pobreza a que se refiere el artículo 1799 de la Ley de En-
juiciamiento Civil, lo mismo puede hacerse ante los Tribunales in-
feriores en el momento oportuno, que ante el Tribunal Supremo,
aplicando ambos el artículo 15 del mismo cuerpo legal". Creemos
que a tenor de la norma de competencia contenida en el artícr;-
lo 21 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la declaración de pobreza
para interponer un recurso de revisión se habrá de instar ante el
Tribunal Supremo.
Si el demandante en revisión ha obtenido el beneficio de po-
breza será necesario que preste la caución juratoria y su omisión
tendrá el mismo tratamiento que la falta de depósito, en este sen-
tído se ha expresado el Tribr-lnal Supremo en las sentencias de
25 de junio de 1966,25 de octubre de 1968 y 27 de septiembre de
1969: "El recurso interpuesto carece de viabilidad porque al for-
mularle el recurrente en concepto de pobre, dejando de constituir
el depósito, omitió prestar caución juratoria que para los acogidos
a este beneficio requiere el artículo 14 de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil".
También serán de aplicación a las demandas de revisión lo dis-
puesto en los artículos 515 y siguientes de la Ley de Enjuiciamien-
to Civil, por lo tanto Ia demanda de revisión y documentos que se
acompañen habrán de presentarse con tantas copias como sean
Ias partes a las que en la propia demanda se señala que debe em-
plazar el Tribunal supremo, más una copia supletoria para el M¡-

s27

i
\

nisterio Fiscal el cual ha de ser oído siempre por mandato lega!


(artículo fB02), si a resultas de la investigación que el propio Tri-
bunal Supremo ha de efectuar en los autos del primer proceso, re-
sulta que se ha de demandar a más partes que copias presentadas,
se estará a lo'dispuesto eh el párrafo 2." del artículo 518, y si no
se presenta ninguna copia se habrá de estar a lo dispuesto en el
párrafo 3." del mismo precepto.
'porSeñalaremos por último, que en el súplico de la demanda y
medio de otrosí se habrá de solicitar el recibimiento a prueba
del proceso de revisión, ya que de no hacerlo es muy posible que
tan'rpoco lo hagan las otras partes y se traigan los autos a la vis-
ta,.sin haberse propuesto ni practicado ninguna prueba sobre la ver-
dad de las afir.maciones realizadas respecto a los hechos en los
que basamos nuesira petición de que se rescinda el proceso an,
terior.

s. oPostctóN
: Contenido: Una vez interpuesta la demanda de revisión, se ad-
mitirá a trámite o se rechazará.
, Creemos que las únicas causas por que puede denega¡le la ad-
misión o trámite de la demanda de revisión, han de ser las expre-
samente señaladas en la ley.
Como causas específicas para la inadmisión'de una demanda
de revisión, sólo se dan: a) La falta de la constitución del depó-
sito, ya que ,el artículo 1799 ordena QUe ..será indispensabls" y b)
el haber transcurrido el-plazo de cinco años señalado en el artícu-
lo 1800: "Si se presentare pasado este plazo se rechazará de
plano", cualquier :otra causa podrá ser de desestimación de la pre-
tensión deducida,en la demanda y por lo.tanto resuelta en senten-
cia. Creemos que de rechazarse por la causa señalada-en el artícu-
Io 1800, ha de aplicarse, por analogía y debido a la rernisión que
contiene el artículo 1799 in fine a los recursos de casación, la re-
gla primera del artículo 1728 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, y
condenar en costas al demandante mandando devolverle el depó-
sito.
Una vez que se ha admitido a trámite la demanda, el Tribunal
Supremo en cumplimiento de lo ordenado en el artículo 1801 de

328
la Ley de Enjuiciamiento Civil, "llarnará a sí todos los anteceden-
tes del pleito", lo que hemos de interpretar por los autos del rnis-
mo, todas sus instancias y recursos extraordinarios si han tenido
lugar, lo cual lo hará mediante la oportuna carta-orden dirigida al
Juzgado en que éstos estén archivados.
Recibidos dichos antecedentes el Tribunal Supremo emplazará
a todos los litigantes o a sus causahabientes y les emplazará para
que comparezcan ante el propio Tribunal Supremo en el término
de cuarenta días.
La parca regulación que el legislador de nuestra Ley nos ofre-
ce, en relación al procedimiento de la revisión, nos plantea el pro-
blema de si el término de cuarenta días, se refiere a que dentro
de él se han de personar las partes emplazadas, a los solos efec-
tos de no ser declarados en rebeldía, y una vez personadas y con-
forme a lo dispuesto en el artículo 1802 se siguen los trám¡tes de
los incidentes concediéndoles a cada parte personada seis días
para contestar, conforme a lo estipulado por el artículo 749 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil, o si el térrnino de cuarenta días es
común para personarse y contestar,
El último inciso del artículo 1801: "Comparezcan a sostener lo
que convenga a su derecho", la amplitud del plazo y razones de
economía procesal, nos llevan a decidirnos por la segunda de las
alternativas citadas, para ello es necesario que junto con el em-
plazamiento, el Tribunal Supremo dé traslado de Ia demanda de
revisión a las partes emplazadas.
Una vez personadas las partes emplazadas la postura que adop-
ten puede ser cualquiera de las reconocidas en nuestro ordena-
miento procesal. lncluso, aunque el legislador no haga mención de
ello el apoyar la pretensión contenida en la demanda de revisión-
Pensemos en un litisconsorcio, y que una vez recaída sentencia
firme uno de los litisconsortes interpone demanda de revisión él
solo, el Tribunal Supremo habrá de emplazar a sus Iitisconsortes
en el primer proceso, y éstos, lo lógico será que comparezcan para
solicitar la revisión de la sentencia
La única postura del demandado en revisión que no es admi-
sible es la del allanamiento, que no producirá más efecto que un
reconocimiento de los hechos alegados, lo cual ni dispensará al
Tribunal Supremo de estudiar la posibilidad de subsunción de di-
chos hechos en uno de los rnotivos de revisión, ni coartará la li-

329

a -l
bertad del Tribunal Supremo de rechazar la pretensión si conside-
ra que no se han dado los requisitos exigidos por el legislador para la
revisión de una sentencia firme, ya que como afirma PRIETO CAS-
TRO 2ó: "Si el Juez advierte que el allanamiento tiene por objeto
un fraude o envuelve simulación, en suma, si la causa es falsa o
improtegible o puede afectar al orden público o a las buenas cos-
tumbres, se deberá abstener de ampararlo con la cosa juzgada,
desestimando la pretensión del actor", si bien el allanamiento es
una figura prácticamente huérfana de ordenamiento positivo, la
postura que aquí defendemos ha tenido consagración legal, en la
Justicia Municipal, en el párrafo 2 del artículo 41 del Decreto de
21 de noviembre de 1952.
Las partes que contesten a la demanda oponiéndose a la pre-
tensión rescisoria del actor, podrán usar cuantos medios de opo-
sición contempla nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil, utilizando
toda clase de excepciones procesales, o oponiéndose al fondo de
la demanda de revisión.
La oposición al fondo ha de consistir en la negativa de los
hechos alegados no están contemplados en el texto del artícu-
lo 1796 de ia Ley de Enjuiciamiento Civil, o bien aun estando den-
tro de dichos supuestos no reúnen todos los requisitos exigidos
por el mismo, y que ya estudiamos en la parte dedicada a los mo-
tivos de la revisión.
La oposición a la revisión se ve favorecida, por la inexcusable
necesidad de que para rescindir la cosa juzgada se den cumplida-
mente y sin género de dudas, las condiciones exigidas por el Ie-
gislador, y por la constante doctrina del Tribunal Supremo, de la
que sólo citamos la reciente sentencia de 22 de enero de 1973:
"Al deber del demandante acreditar, conforme al principio del
onus probandi regulado por el artículo 1214 del Código Civil, el
hecho que sirve de sustento al r€curson.

6. PRUEBA

ll de nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil,


El título XXll del libro
regulador del "Recurso" de revisión no contlene ni un solo pre-

26 PRIETO CASTRO: Derecho-.., cit., vol. I, pá9. 620.

330

-,1.:
;.r¡dt,:
,
cepto dedicado a la prueba, debie¡-rdo de estar, a tenor de la remi-
sión contenida en el artículo 1802 a los artículos 750 y siguientes
de la Ley de Enjuiciamiento civil, según el texto de estos precep-
tos las partes deberán pedir el recibimiento a prueba en tos es-
critos de demanda y contestación, recibiéndose a prueba la revi-
sión cuando lo soliciten todos los litigantes, o cuando habiéndoto
pedido una sola parte el Tribunal Supremo to estime procedente,
de no solicitar el recibimiento ninguna de las partes se mandarán
traer los autos a la vista. El término de prueba no podrá bajar de
diez días ni exceder de veinte, pudiéndose otorgar término extraor-
dinario de prueba, el término será común para proponer y practi-
car la prueba,
La proposición de prnreba la habrán de realizar las partes, pu-
diendo proponer cualquier medio de prueba ya que no existe nin.
guna limitación en este punto, pudiendo las partes servirse de
todos los medios de prueba reconocidos en nuestro ordenamiento
positivo.
La admisión de prueba la acordará el Tribunal competente, sala
Primera del Tribunal supremo, la que resolverá lo que estime con-
veniente a propuesta del Magistrado ponente, para la admisión
de prueba serán de aplicación las disposiciones contenidas en los
artículos 565 y 566 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, teniendo en
cuenta que las pruebas se habrán de referir a los motivos de
revisión en que se basa la demanda, ya que, como afirma la
sentencia de 23 de enero de lgG2: "... podrían constituir un con-
junto de maquinaciones fraudulentas que este recurso de revisión
no puede estimar por no haber sido interesada la aplicación del
número 4." del artículo 1796 de la Ley de Enjuiciamiento civit".
Doctrina que consideramos ajustada a la actual regulación de la
revisión civil, como recurso, pero que, opinamos, en una futura re-
dacción de la Ley ha de preveerse la posibilidad de rescindir una
sentencia por una causa no alegada, ya que creemos que el prin-
cipio dispositivo que ha de regir en todos los procesos civiles,
queda a salvo con la exigibilidad de petición revisoria de parte,
pero una vez constatado y probado que se da un motivo de revi-
sión, la misma debe ser acordada aunque el letrado de la parte
demandante haya subsumido los hechos en motivo distinto del
que en realidad configuraban.

33t

t- I
I

La práctica y valoración de la prueba, se rigen por las normas


generales, debiéndose respetar el principio de inmediación en la
práctica Ce Ia misma, por lo que se practicará en presencia del
ponente, si bien el Tribunal Supremo puede delegar la práctica en
cualquier Juzgado o Tribunal que estime conveniente.
La carga de la pruefua recae sobre el demandante, el cual ha de
probar todos los hechos en los que basa su demanda y que di'
chos hechos reúnen todos los requisitos necesarios para configu-
rar el motivo de revisión alegado, el Tribunal Supremo hace recaer
el onus probandi sobre el dernandante a tenor de lo dispuesto en
el artículo 1214 del Código Civil. Sentencias de 27 de marzo de
1g65 y 22 de enero de 1973, reafirmando d¡cha doctrina las recien-
tes sentencias de 16 de octubre de 1975 y 26 de diciembre de
1975.
Según e! artículo 756 de la Ley de Enjuicamiento Civil, si cual-
quf era de las partes lo pidiere se señalará, a la posible brevedad
día para la vista.
Bien con celebración de vista, o sin ella, será preceptivo oír al
Ministerio Fiscal, la escasísima regulación que la Ley de Enjuicia-
miento Civil realiza sobre la intervención del Ministerio Fiscal en
el proceso de revisión, nos plantea alguna interrogante.
Ya afirmamos al hablar del Ministerio Fiscal, como sujeto de
la revisión, que su intervención la consideramos como órgano ase-
sor y no como parte, salvo que por haber sido parte en el primer
proceso tenga esa cualidad en la revisión.
La preceptiva audiencia, por vía de dictamen, que el Ministe-
rio Fiscal ha de darse, creemos que en caso de celebrac¡ón de
vista, podrá emitirse oralmente y en el transcurso de la misma,
de no celebrarse vista, el dictarnen lo emitirá por escrito.
Respecto a la valoración de las pruebas por el Tribunal Supre-
mo, señalamos anteriormente que en nada difiere de la normativa
general, aunque quisiéramos resaltar la vinculación que, los he'
chos declarados probados en las sentencias penales, tienen para
el Tribunal Supremo, sentencia de 20 de abril de 1965: "Los he-
chos que como probados se ofrecen en las sentencias penales
condenatorias dictadas por la jurisdicción criminal, en cuanto son
base y fundamento de la pena irnpuesta, tienen Íuerza vinculante
para los tribunales civiles que no pueden desconocer la realidad
de los mlsmos por evidentes razones, que aún adquieren más fuer-

cco

in
-lt-

za, tratándose de los hechos en que se apoya el recunso de revi-


sión".

7, SENTENCIA

La Ley de Enjuiciamiento Civil dedica la sección 4.' del título


XXll del libro ll, artículos 1806 al 1810 a la regulación .de las
sentencias dictadas en virtud del recurso de revisión".
El artículo 1806 comlenza por hacer una distinción entre las
sentencias rescindibles por haberse fundado en documentos o tes'
tigos falsos, o haberse dictado injustamente en los demás casos
del artículo 1796. Distinción que no greemos se pueda justificar
ni doctrinal ni gramáticamente.
Doctrinalmente creemos que de realizarse alguna distinción,
entre las sentencias de revisión, basada en el motivo alegado, esta
distinción podría basarse en dos puntos de vista: 1. Atendiendo
at medio probatorio, incompleto o erróneo en que se basó la sen-
tencia rescindida, y otras causas; con esto la división no sería
otra que: Revisión basada en prueba documental y prueba testi-
fical. Revisión por el número 4." del artículo 1796. 2. Se podría
efectuar la división basándola en las causas de revisión que pre-
sentan, como requisito para su admisibllidad, la necesidad de sen-
tencia penal condenatoria y las que no: 1. Revisión por documentos
falsos, por testigos falsos y por cohecho. 2. Revisión basada en do-
cuménto recobrado, violencia y maquinación fraudulenta.
Gramáticamente consideramos que el adverbio injustamente
ha de referirse a todas las sentencias revisables y no sólo a las
dictadas por los números 1." y 4." del artículo 1796, ya que si la
sentencia impugnada se logró con justicia no se debe de rescindir.

a) Estimatoria

ESTIMATORIA: El segundo inciso del artículo 1806, ordena


a)
rescindir en todo o en parte la sentencia dictada injustamente, se-
gún que los fundamentos del recurso se refieran a la totalidad o
tan sólo a alguno de los capítulos de la misma sentencia.
Este precepto nos lleva a considerar la posibilidad de una sen'
tencia de revisión que declare rescindida tan sólo en parte la sen-

333
22

i -¿
!

tencia impugnada, dejando intacto y, por lo tanto, firme y con fuer-


za de cosa juzgada algún capítulo de la misma.
a') PARCIAL: La sentencia como acto final del proceso, que
resuelve definitivamente las cuestiones del pleito, es el resultado
de toda actividad procesal, acto en el que se realiza la función ju-
risdiccional actuando la jurisdicción. La revisión al atacar a todo
el proceso, de prosperar ha de declarar rescindido todo el proce-
so y anulados todos sus efectos, no solamente una parte de los
mismos.
Creemos que la única posibitidad de rescind¡r en parte ta sen-
tencia impugnada, se nos presenta en los casos en que en el pri-
mer proceso ha habido una acumulación de acciones. En este caso
si es factible que la causa de revisión afecte únicamente a una
de las acciones acumuladas, pudiendo quedar las otras acciones
juzgadas.
En este sentido ha interpretado el Tribunal Supremo, el pre'
cepto comentado, ya que en el único caso en que se ha concedido
la revisión parcial de una sentencia, fue por la sentencia de 11 de
enero de 1949, en la que se rescindió una sentencia que puso fin
a un proceso en el que existía un litisconsorcio pasivo, y la senten-
cia rescindida había condenado a uno de los demandados absol-
viendo al otro, la sentencia de revisión rescindió la parte absolu-
toria de la sentencia impugnada. En todos los demás casos en
que la revisión ha prosperado la rescisión de la sentencia ha sido
total.
Creemos pues, que la rescisión parcial de una sentencia firme
sólo será posible, cuando en el proceso impugnado se hayan eier-
citado dos o más acciones. Desde otro punto de vista, hemos de
señalar que tampoco es permisible la división del proceso, a efec-
tos revisorios, en fases o instancias. No es posible solicitar la
rescisión de un fallo firme e intentar dejar inalterable y firme un
fallo anterior recaído en el mismo proceso, v.g. no se puede soli'
citar la revisión de una sentencia firme dictada en grado de ape-
lación y solicitar que no se rescinda la de primera instancia del
mismo proceso, esta hipótesis fue estudiada en la sentencia de
7 dejulio de 1944: En 14 de diciembre de 1936, la Audiencia Terri-
torial de Barcelona dictó sentencia en recurso de Apelación en
un proceso de mayor cuantía, seguido entre la Sociedad de Auto'
res Españoles, en liquidación y la Compañía del Gramófono O.,

334
contra esta sentencia preparó recurso de casación el procurador
de la Sociedad de Autores Españoles, en líquidación. Terminada la
Guerra Civil y en el mes de diciembre de 1939, se persona ante el
Tribunal Supremo el procurador de la Sociedad General de Auto-
reg de España y formaliza el recurso, recurso que prospera y el
Tribunal Supremo casa la sentencia de la Audiencia Territorial y
dicta segunda sentencia. Contra esta segunda sentencia del Tri-
bunal Supremo la Compañía del Gramófono O. interpone recurso
de revisión alegando que entre la sociedad que l¡t¡gó en primera
y segunda instancia "Sociedad de Autores Españoles", en liqui-
dación y la que formalizó y siguió el necurso de casación en to-
dos sus trámites "Sociedad General de Autores de España" no
existe ninguna identidad ya que son asociaciones enteramente dis-
tintas, califica la actuación de la segunda sociedad como maqui-
nación fraudulenta y solicita se rescinda la sentencia dictada por
el Tribunal Supremo y se declare la firmeza de la sentencia dic-
tada por la Audiencia Territorial en diciembre de 1936. El Tribunal
Supremo en el tercer considerando de la sentencia afirma: CON-
SIDERANDO: Que, la imposibilidad de proceder, como se ha pre-
tend¡do, resulta aun del examen mismo del artículo 1807 de la Ley
procesal; porque si en él como es lógico, se determinan los efec-
tos de la révisión sobre la sentencia a que se refiere para la cele-
bración de un nuevo juicio asiento de una nueva sentencia, no se
explica cómo puede pretenderse sin embargo, así se solicita
-y
en el escrito de interposición- que los efectos del remedio se
traduzcan en declarar inmutable y firme la sentencia de instan-
cia que favoreció al recurrente; lo que sí es perfectamente lógico
dada su actitud, muestra, por otro camino, que, de lo que en rea-
lidad se trata en este caso no eS de atacar una Sentencia injusta,
porque se ganó por medios reprobables, sino de dejar firme la re-
caída en instancia, por obra de un vicio procesal que dada su ín-
dole, y la falta de comparecencia en casación de la entidad que lo
denuncia, pudo, si tenía transcendencia anulatoria, tener, en su
caso, tiempo y lugar, adecuado remedio.
Creemos que un proceso nunca puede ser revisado parcialmen'
te, excepto en los casos de acumulación de acciones, que se
podrá rescindir el capítulo de la sentencia referente al fallo re-
caído respecto a una o varias de las acciones acumuladas, dejan-
do a salvo el resto de la sentencia. Desde luego nunca será posi-

335
I -T
i
i

ble rescindir una instancia o fase del proceso, sino todo é1, desde
la presentación de la demanda hasta la sentencia firme
b') TOTAL: El que la sentencia que da lugar a la revisión res-
cinda el proceso en su totalidad, o, en terminología legal (resc¡n-
dirá en todo la sentencia impugnada, es el más general de los ca-
sos [ya hemos dicho que todas excepto una de las sentencias en
que ha prosperado la revisión se ha rescindido la sentencia firme
en su totalidad).
La única diferencia con la revisión parcial, es que las partes al
usar su derecho según les convenga en el juicio correspondiente,
si la rescisión ha sido total, se encontrarán con las mismas posibi-
lidades que al ir a interponer la demanda del proceso rescindido;
si la revisión ha sido parcial, se encontrarán, con que parte de las
acciones han sido ya juzgadas, por lo que contra su ejercicio se
podrá excepcionar, la perentoria del artículo 544.
La conclusión ineludible de todo lo anteriormente d¡cho, es que
la devolución de autos al Tribunal de que procedan, ordenada por
el artículo 1807, ha de ser necesariamente al de primera instan-
cia, en que las partes han de plantear sus pretensiones en el lla-
mado juicio rescisorio. Juicio que se nos presenta como un ter-
cer proceso autónomo de los dos anteriores y con la única rela-
ción de dependencia ordenada por el artículo 1807 en su párrafo
segundo, juicio rescisorio que tiene carácter contingente, ya que
podrá o no darse en virtud del principio dispositivo, y en que se
actuará una pretensión que podrá o no ser la misma del proceso
rescindido.
S¡ bien es totalmente factible que pese a la rescisión de la
sentencia firme ambas partes hayan obrado de buena fe en el pri-
mer proceso, muchas veces será la parte vencedora en el primer
proceso, la que haya retenido documentos decisivos, o presenta-
do documentos o testigos falsos, o bien cometido cohecho, violen-
cia u otra maquinación fraudulenta, y es indudable que siempre
habrá ocurrido alguno de los eventos citados en el proceso res-
cindido. Esto dificultará en gran manera la posibilidad de intentar
de nuevo la pretensión objeto del anterior proceso, ya que al te-
nerse que tramitar el nuevo con la vinculación establecida en el
párrafo 2 del artículo 18a7, la causa rescindente no podrá ser apor-
tada de nuevo al juicio rescisorio. Creemos que prácticamente
sólo en los casos de revisión por maquinación fraudulenta consls-

336
tente en citación defectuosa, podrá plantearse de nuevo el litigio,
basando la pretensión en los mismos hechos y con las mismas
pruebas que en proceso rescindido, ahora bien, con la relación ju-
rídico-procesal perfectamente constituida y con todas las posibili-
dades de defensa para ambas partes contendientes.
El caso más general será que la parte vencida en el primer pro-
ceso sea la que acuda al juicio rescisorio, solicitando del órgano
jurisdiccional competente la declaración de una pretensión opues-
ta a la interpuesta en el primer proceso, v. g. si la primera senten-
cia declaró que A no adeudaba nada a B, será B quien acuda a los
Tribunales y suplicará que se declare que A es su deudor.

b) Desestimatoria
En el caso de que la parte demandante en revisión no logre
probar la concurrencia de todos los requisitos de procedimiento,
más la existencia de uno de los motivos contemplados en el ar-
tículo 1796, el Tribunal Supremo lo declarará así y dictará senten-
cia fallando no haber lugar a la revisión interpuesta.
La sentencia desestimatoria de la revisión plantea una proble-
mática mucho menor que la estimatoria.
La consecuencia fundamental de la sentencia desestimatoria
de la revisión, es la permanencia del fallo firme anterior, la de-
claración implícita de que el proceso anter¡or se trarhitó correcta-
mente, de que la sentencia que le puso fin no está afectada por
ningún vicio y el consiguiente mantenimiento de todos los efectos
del mencionado proceso, entre los que hemos de destacar la cosa
juzgada.
Hemos de señalar que los efectos del proceso no rescindido
actuarán, no desde el momento en que se dicta la sentencia de-
sestimatoria de la revisión, sino desde que alcanzó tirmeza la sen-
tencia inútilmente impugnada. Prueba la certeza de la anterior
afirmación el contenido del artículo lB03 de la Ley de Enjuicia-
miento Civil: "Las demandas de revisión no suspenderán la eje-
cución de las sentencias firmes que las motiven". Esto nos de-
muestra que la ejecución del primer proceso puede seguir su cur-
so sin que se vea interferido en modo alguno por la interposición
de la revisión, que si es desestimada podemos afirmar que para
el primer proceso es como si no hubiese existido.

337

É
I

El propio artículo 1803, en sus párrafos 2 y 3, preceptúa la po-


sibilidad de que se suspenda las diliEencias de ejecución de las
sentencias, en cuyo caso la parte demandante en revísión deberá
prestar fianza, en cuantía que determinará la Sala 1.' del Tribunal
Supremo, suficiente para responder del valor de lo litigiado y de
los daños y perjuicios consiguientes a la inejecución de la senten-
cia. El que Ia inejecución de la sentencia origine, caso de Ia super-
vivencia de la misma, la obligación de indemnizar no es sino la
consecuencia lógica de que la ejecutoriedad de la sentencia nace
y permanece desde el momento en que alcanzó tirmeza.
c) Costas

El artículo 1809 ordena que cuando el recurso de revisión se


declare improcedente, se condenará en todas las costas del juicio.
En tas sentencias desestimatorias de la revisión no hay, pues,
ningún problema, en cuanto a la condena en costas, ya que es la
propia Ley de Enjuiciamiento Civil, la que preceptúa seguir el cri-
terio objetivo del vencimiento.
Al guardar silencio la Ley Procesal Civil, sobre la imposición
de las costas en las sentencias estimatorias de revisión, se debe
de acudir a los criterios generales de temeridad y mala fe en cuan-
to a la imposición de las costas.
El Tribunal Supremo sigue el criterio de Ia no imposición de
costas en las sentencias que dan lugar a la revisión. La sentencia
de 15 de marzo de 1974, que revisó una sentencia firme dictada en
virtud de documentos declarados falsos, habiendo sido condenada
en sentencia penal firme, la parte demandada en revisión, como
autora de la falsificación, afirma que: "Así como sólo en el caso
de que no prospere serán impuestas al recurrente las costas del
juicio de revisión".
I
Vemos que el Tribunal Supremo ha adoptado el criterio de que
en la defensa de una sentencia firme no se da temeridad ni rnala
fe, ni aún en los casos en que Ia parte vencida en revisión ha de-
Iinquido para lograr obtener Ia injusta sentencia que se ha revi-
sado.

.)¿ó
d) Recursos

A tenor de la letra del artículo 1810 de la Ley de Enjuiciamien-


to Civil, contra la sentencia que recaiga en el recurso de revisión
no se dará ¡'ecurso alguno.
La sentencia del juicio de revisión es firme por naturaleza, dis-
posición que nos parece justa, ya que una de las razones por la
que defendemos la competencia del Tribunal Supremo en materia
de revisión, es la necesidad de que la duda acerca del manteni-
miento o rescisión de la cosa juzgada ha de ser lo más breve po-
sible. La seguridad jurídica exige que las partes sepan, lo más pron-
to posible, cuál es la decisión judicial que decide la relación ju-
rídico privada controvertida, y si han de atenerse a la sentencia
firme del proceso impugnado, o si por el contrario deberán acu-
dir de nuevo a defender sus derechos ante el órgano competente.
Todo ello aparte de que el criterio funcional de la competencia,
desde el momento en que el Tribunal Supremo es competente para
conocer del juicio de revisión, convierte necesariamente a este
proceso en proceso de única instancia, sin que sea posible la in-
terposición del recurso de súplica, no sólo por el contenido del
artículo 1810, sino porque la naturaleza del proceso de revisión,
hace que la resolución que lo finaliza no pueda considerarse com-
prendida dentro del artículo 4A2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.

339

,t
l-_
L-- )
CAPiTULO IX

EFECTOS DE. I.A REVISIéN

4! EFECTOS DE LA PETICIÓN DE REVISIÓN

La interposición de la dernanda de revisión, al igual que la de


cualquier otra demanda, produce una serie de efectos que reper-
cuten tanto en el campo del derecho procesal, como en el del de-
recho material
, En el campo del derecho procesal la presentación de la deman-
da de revisión produce los mismos efectos que los de la interpo-
sición que cualquier otra demanda, si bien queremos resaltar, que
para la admisibilidad de la demanda de revisión el único requisito
que debe cumplir [aparte de los generales de capacidad y postu-
lación) es el de presentarse en el plazo de cinco años, desde que
la sentencia impugnada Eanó firmeza, ya que a tenor de lo pre-
ceptuado en el p:árrafa 2 del artículo 1800: "Si se presentare pa-
sado este plazo, se rechazará de planor, uoo vez que la demanda
es admitida produce el efecto procesal de crear una nueva rela-
ción jurídico procesal entre las partes demandantes en revisión y
todas las otras partes del primer proceso o sus causahabientes y
todos los demás efectos que conocemos con el nombre de litispen-
dencia.
En el campo del derecho material, la demanda de revisión no
produce casi ningún efecto, ya que la relación jurídico-pl'ivada ha
sido fallada y la cosa juzgada no se ve afectada por la mera inter-
posición de la revisión. Si la sentencia firme ya ha sido ejecuta-
da los efectos materiales serán nulos. Si la sentencia firme no ha
sido ejecutada, se podrá pedir la anotación preventiva de la de-
manda en los registros pertinentes, al efecto de impedir que la

341

I
4- -
transmisión onerosa a tercero de buena fe del objeto del primer
l¡tig¡o, haga que los derechos del tercero queden protegidos por el
artícuto 34 de la Ley H¡potecaria, y fuera de los efectos de la re-
visión a tenor de lo preceptuado por el artículo fB0B. S¡ la sen-
tencia firme no ha sido ejecutada, la interposición de la revisión
no suspenderá Su ejecución, ésta es la norma general contempla'
da en el párrafo 1.o del artículo 1803, por lo que la ejecución de la
sentencia atacada sigue su marcha sin verse afectada para nada
por la interposición de la revisión. Los párrafos 2." y 3." del pro'
pio artículo 1803 señalan una excepción a la norma general por
ta que se permite, en determinados casos la suspensión de la eje-
cución de la sentencia firme.

2. LA SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN

El legislador previó que en algunos casos la ejecución de la


sentencia firme, podría acarrear perjuicios irreparables a la parte
demandante en revisión, perjuicioS que sólo llegarían a hacerse
realidad de triunfar la revisión, y para evitar la producción de los
mencionados perjuicios, excepc¡onó la norma general de ejecu-
ción de las sentencias firmes con lo preceptuado en los párrafos 2
y 3 del artículo 1803 de ta Ley de Enjuiciamiento Civil: "Podrá,
sin embargo, el Tribunal, en vista de las c¡rcunstancias, a petición
del recurrente, dando fianza y oído el Ministerio Fiscal, ordenar
que se suspendan las diligencias de ejecución de las sentenc¡as.
'La Sala señ alará la cuantía de la fianza, la cual comprenderá
el vator de lo titigado, y tos daños y perjuicios consiguientes a la
inejecución de ta sentencia, para el caso de que el recurso fuera
desestimado".
La Ley no regula la tramitación que se ha de dar a la posible
Suspensión, ni los requisitos, en cuanto al fondo de la revisión,
que han de concurrir para su posible concesión.
Respecto a la tramitación creemos que se ha de solicitar por
la parte demandante en su demanda y por medio de otrosí admi-
tida la revisión a trám¡te la Sala pasará Ia petición al Ministerio
Fiscal, para que éste emita su dictamen, a la vista del dictamen
del Ministerio Fiscal y de los documentos aportados, de los an'
tecedentes del pleito, la Sala habrá de valorar los perjuicios que

342
ta ejecución pueda ocasionar a la parte demandante en el caso de
haber lugar la rescisión solicitada, la Sala valorará, asimismo, los
daños consiguientes a la no eiecución de la sentencia. Si la Sala
cree que los hechos rev¡sten la apariencia de constituir una causa
de revisión, sin que su decisión suponga preiuzgar sobre el fondo
del recurso, concederá ta suspensión de la ejecución, señalando
en la misma resolución la cuantía de la tianza á prestar por la par-
te demandante, ta cuantía la fijará el Tribunal Supremo teniendo
en cuenta el valor del objeto litigioso y los daños y perjuicios que
la inejecución pueden ocasionar. La Ley nada nos dice sobre cómo
se ha de relizar ta valoración en tos casos de cuantía inestimada,
si bien no parece haber duda de que en estos casos' la determi-
nación ha de quedar a la discrecionalidad del Tribunal Supremo.

3, EFECTOS INTERNOS DE LA REVISIÓN

Los efectos del proceso de revisión son los generates de cuat-


quier proceso. La sentencia de revisión a tenor del texto del artÍcu-
lo 1810 de la Ley de Enjuiciamiento Civil: "Contra la sentencia que
recaiga en el recurso de revisión no se dará recurso alguno", es
I
I
I

firme por Su propia naturaleza, por lo que tiene fuerza de cosa i


¿

juzgada.
-
f
I

los efectos económicos del proceso de revisión tendrán algu' I


I
r

na variación según que la revisión sea total o parcial'


I
I
I

aJ Revisión parcial i
I

Si la sentencia es estimatoria de la demanda de revisión de'


I

ctarará rescindida la sentencia impugnada y mandará devolver el


I

depósito constituido para la interposición de la demanda.


:

Respecto de las costas del proceso de revisión, el único artícu- i


I

lo de la Ley que se ocupa de este problema, es el lB09 ordenando I

que: 'Guando el recurso de revisión se declare improcedente, l

se condenará en todas las costas det juicio y en la pérdida del de-


I

pósito al que lo huhiera promovido". Al guardar silencio la Ley I

sobre las costas de la revisión que haya prosperado, se deberá I

de estar al criterio general del vencimiento subjetivo. En la prác- i

tica el Tribunal Supremo no hace imposición de costas en las sen'

343
tencias que dan lugar a la revisión, ni siquiera en los casos en
que la parte vencida en revisión ha sido condenada penalmente por
su conducta en relación al proceso primitivo.
La sentencia estimatoria mandará, asimismo devolver la fian-
za constituida para responder de los daños y perjuicios que pudie-
ra ocasionar la suspensión de la ejecución de la sentencia firme.
La anterior afirmación no está recogida expresamente en nuestra
Ley de Enjuiciamiento Civil, ni creemos que sea necesaria su in-
clusión, ya que si la fianza se constituyó para responder de unos
daños que no se han producido, y que solamente se podían produ'
cir como resultado de la suspensión de una 'ejecución, que ha
sido rescind.ida, la única solución factible es la de devolver la
Íianza cuando ya no queda nada que afianzar.

b) Revisión total

Si la sentencia de revisión declara rescindida solamente en par-


te la sentencia firme, para estudiar los efectos económicos de di-
cha resolución hemos de contemplar: dos supuestos distintos:
.1) Que la demanda de revisión no haya solicitado más que
una revisión parcial de la sentencia impugnada; en este supuesto
la sentencia de revisión habrá aceptado en todo la demanda, por
lo que creemos que estamos en un supuesto de revisión total, en
cuanto a los efectos económicos del proceso de revisión; la única
sentencia que rescindió en parte la sentencia impugnada es la de
11 de enero de 1949, y no arroia ninguna luz sobre el problema ya
que al estar declarada pobre la demandante en revis¡ón no tuvo
que constituir depósito, y por ser absolutorio el capítulo de la
sentencia que se declaró rescindido no se había prestado fianza.
Sin embargo no creemos que pueda existir duda en que, si la sen-
tencia de revis!ón acoge todos los pedimentos de la demanda el
depósito se ha de devolver por entero, y si se solicitó únicamen-
te la suspensión de la ejecución de parte de la sentencia, la fian-
za la habría determinado la Sala, teniendo en euenta dicha parcial
suspensión, con lo cual resulta que será neCesario Ordenar la de-
volución total de la fianza prestada.
2) El segundo de los supuestos que hemos de considerar es
el de que la demanda haya solicitado la rescisión total de la sen-

344
tencia firme, y el Tribunar supremo declare la rescisión parcial
de
la misma.
En este caso respecto al depósito creemos que se debe
de de_
volver por entero, ya que consideramos que la final¡dad del mismo
no es otra que el poner coto a la interposición de demandas
de
revisión temerarias, ra admisión de parte de la misma nos
demues-
tra que dicha demanda no era temeraria, por lo que pr*Ju la
devolución del mismo.
Respecto a las costas el artículos rg0g preceptúa que
gan al demandante cuando *el recurso se'decláre se impon_
improcedente",
la resolución que rescinda parte de la sentenc¡a firme, no ha de-
clarado el recurso improcedente, luego .r".áo, que estamos
en
un supuesto no estudiado particularmente por el legislador,
lo que
nos obliga a acudir al supuesto general dé vencimiento
y el Tribunal supremo podrá o no hacer la declaración sub¡etivo,
de la im_
posición de costas.
si se acordó la suspensión de ta ejecución de la sentencia en
su totalidad, y sólo se ha rescind¡do en parte, se habrá
l-a fianza, y valorar ros perjuicios
de realizar
por la .urpunrion o"
Ia ejecución del capítuto o capítulos"urrr'do,
de la sentencia que no se
Lun rescindido, indemnizar los daños v oává¡uer el resto de la
Ttanza.

c) Prohibición de nuevas revisiones

El artículo 1Bi0 ordena que: *contra ta sentencia que recaiga


en el recurso de revisión no se dará recurso alguno".'
Ya dijimos, e! el apartado finat del capítuto anterior, que
con-
tra la sentencia de revisión no se da ningún recurso, ni siquiera
el
de súplica. Tampoco es factibre el pensai .n qr" contra la
senten-
cia de revisión se puede interponer otra demanda de revisión.,Des-
de el punto de vista legal es suficiuntu pára justificar esta afir-
mación la redacción del artículo 1Bi0 de ia r_ev de Enjuic¡amiento
civil. Desde un punto de vista doctrinal, cr""ros, que al conocer
de la revisión et más atto órgano de la'jurisJicción, con asesora-
mie¡to preceptivo del Ministerio Fiscal, hay garantías suficientes
de la justa tramitación der proceso, sin que séa n"c"sario el
con-
ceder la posibilidad de que rechazadu ,nu revisión se pueda in-

345
tentar de nuevo por otro motivo distinto del alegado en la prime'
ra revisión.
La excepción de cosa juzgada no ha sido alegada en ningún
proceso de revisión, y el Tribunal Supremo no se ha pronunciado
nunca sobre este punto.
El Tribunal 'supremo en la sentencia de 23 de enero de 1962
aplicó el principio dispositivo al proceso de revisión afirmando
que: "Todas las actividades del inquilino para lograr dicho fallo,
interesando la resolución del subarriendo concertado, que logró;
confesando en los autos la presencia de distintos convivientes, y
llevando a los mismos el padrón municipal contrahecho, en el que
figura como cónyuge ta señora que años después contraio matri-
monio con é1, podrían constituir un conjunto de maquinaciones fru-
dulentas que este recurso de revisión no puede estimar por no
haber sido interesada la aplicación del número 4 del artículo 1796
!o que en definitiva obliga a rechazar el r€curso¡,.
Al no entrar el Tribunal Supremo a decidir sobre el fondo de
tos motivos de revisión no alegados, parece ser que éstos quedan
imprejuzgados, por lo que sería admisible una nueva demanda
de revisión contra la misma sentencia firme pOr el motivo no ale-
gado en la primera.
En la práctica la segunda demanda de revisión contra la mis-
ma sentencia firme se vería tremendamente dificultada por los
plazos señalados en los artículos 1798 y 1800, en el concreto su'
puesto estudiado en la sentencia de 23 de enero de 1962, denega'
da la revisión por los números 1y 2 del artículo 1796 de intentarse
de nuevo por el número 4 del mismo precepto, habrían transcu-
rrido los tres meses señalados en el artículo 1798, ya que la ma-
quinación se conoció antes de interponer la primera demanda, en
la que no se alegó dicha causa de revisión. Creemos que sofamen-
te en los casos en que se haya intentado la rescisión de la sen-
tencia por el número 4 del artículo 1796 siendo denegada, si con
posterioridad se recobrasen documentos decisivos detenidos por
fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se dictó la
sentencia, o se lograse una sentencia penal firme condenado por
falsificación de documento o por falso testimonio, sería factible
intentar una nueva revisión, siempre que no hayan transcurrido
cinco años de la fecha de la firmeza de la sentencia impugnada, la
poslbilidad del triunfo de la segunda revisión la basamos en que

346
fa:r':..!l
fl

al no darse una identidad de causa entre la primera y la segunda


dernanda de revisión no sería de aplicación ia excepóión dJcosa
juzgada. Desde luego la segunda ievisión está fueia
del ámbito
de la prohibición del artículó 1Bi0 ya que no se interpone contra
la sentencia de revisión, sino contra la sentencia f¡rmé del
l¡t¡gio.
frimer

4. EFECTOS DE LA REVISIÓN EN EL PROCESO REVISADO

Los efectos de la revisíón en relación con el proceso revisado


y con el juicio rescisorio, los contempla la Ley de Enjuicíamiento
civil en los artículos 1B0z y iB0g, que preceptúan: 1B0z:
"El Tribu-
nal supremo, una vez dictada ra s'entencia que, por admitirse el
recurso de revisión, rescinda en todo o en paite la sentencia firme
impugnada, mandará expedir certificación del fallo, devolviéndo-
se los autos al Tribunal de que procedan para que las partes usen
de su derecho, según les convenga, en el juicio correspondiente.
"En todo caso servirán de base at nuávo juicio las declaracio-
nes que se hubieran hecho en el recurso de revisión las cuales
no podrán ser ya discutidas".
1808: "La rescisión de una sentencia firme como resultado del
recurso de revisión, cuando fuera adrnitido, producirá todos sus
efectos legales, salvo los derechos adquiridos que deban ,espetar-
se con areglo a lo establecido por el artícuto 34 de la Ley Hipo-
tecaria".
veamos el alcance que tiene ra excepción contenida en el ar-
tículo lB08 de la Ley de Enjuiciamiento b¡u¡1, el artícuto 34 de la
Ley Hipotecaria, ordena QU€: n El. tercero que de buena te áaquierá
a título oneroso algún derecho de persona que en et registro apa-
rezca con facultades para transmitirlo será mantenido un" ,u adqui-
sición una vez que haya inscrito su derecho, aunque después se
anule oresuelva el del otorgante por virtud de tausa"'qu" no
consten en el mismo Registro.
"La buena fe del tercero se presume siempre mientras no se
pruebe que cono cía la inexactitud del Registro.
- "Los
adquirente.s a título gratuito no go=arán de más protec-
ción registral que la que tuviese su causante o transfereniu".

347

É l
1

: S¡ el objeto litigioso ha sido transmitido a un tercero con los


requisitos señalados en el artículo 34 de la Ley Hipotecaria, el de'
mandante en revisión que ha logrado la rescisión de la senten-
cia firme, para lograr la recuperación de su derecho no tiene más
camino que el de demandar en el juicio rescisorio a su anterior co-
litigante y at tercero adquirente, y demostrar plenamente la mala
fe del tercero, ya que al estar el tercero protegido por la presun-
ción de buena fe establecida en el artículo 34 de la Ley Hipoteca-
ria le bastará alegar dicha buena fe para quedar protegido en et
tan citado precepto de la Ley Hipotecaria.
El Tribunal Supremo en sentencias de casación de 29 de mar-
zo de 1960 y 5 de febrero de 1962 nos ha dicho, respecto a la prue-
ba de mala fe del tercero adquirente a título oneroso que: "La
ausenc¡a de buena fe ha de ser probada de un modo pleno, cum-
plido y manifiesto, que no deje lugar a dudas, bien por hechos que
tienen que herir forzosamente los sentidos o bien por actos que
haya realizado el mismo supuesto tercero, hechos y actos cuya
existencia es cuestión de hecho reservada en su apreciación de
las pruebas a este fin practicadas".
El vencedor de revisión siempre podrá demandar al vencido en
revisión, solicitando la indemnización de los daños y perjuicios pro-
ducidos, eiercitando la acción correspondiente a la relación ju-
rídica incumplida, y ahora imprejuzgada, que se discutió en el pro'
ceso rescindido.
Pasamos a realizar un breve estudio sistematizado de los prin'
cipales efectos de la revisión en el proceso rev¡sado:

a) tndependencia :

A tenor de las expres¡ones contenidas en el artículo 1807: "Que


las'partes usen de su derecho, según les conveng'a, en el juiciq
correspondiente" y Gnuevo juicio" vemos que la rescisión de la
sentencia firme deja expredito el camino a las partes, para ejerci-
tar la acción que la rescisión del proceso anterior ha dejado im-
prejuzgada.
El nuevo proceso es totalmente indppendiente del anterior, no
estando las partes vinculadas por el planteamiento que la relación
jurídico privada tuvo en el primer proceso, ni por la calidad pro-
cesal con que litigaron en el mismo.

348
--f

En muchos casos será la parte vencedora en revisión la que de-


mande en el juicio rescisorio, solicitando que se dicte sentencia
con un fallo opuesto al que contenía la sentencia rescindida, V.G.
si la sentencia rescindida declaraba la existencia de una deuda se
solicitará que la nueva sentencia declare la deuda extinguida por
el pago, que se acredita por el documento recobrado. Hemos de
señalar que si bien es lógico pensar que en muchos casos sea la
parte vencedora de la revisión la que se verá obligada a interpo-
ner la nueva dennanda, esto no tiene que ser así necesariamente,
ya que la parte vencida en revisión puede solicitar una sentencia
de idéntico sentido a la revisada y prosperar su demanda, ya que
Ia revisión no entra a ver en modo alguno el fondo de la cuestión
objeto del litigio rescindido, V. G. el desahucio puede ser proce-
dente a pesar de que fraudulentamente se haya citado defectuo-
samente a la contraparte. Ya hemos señalado que la parte venci-
da en la revisión puede actuar de buena fe en el primer proceso,
ya que la actuación dolosa de Ia parte no es requisito necesario
para que se dé uno de los motivos de revisión, pero creemos que
ni siquiera la actuación dolosa de una parte, significa necesaria-
mente el que no tenga razón en cuanto al fondo de la relación ju'
rídico privada debatida en el proceso.

b) Vinculación parcial

La única vinculación existente entre lo declarado en el iudicium


rescíde'ns y el iudicíum rescissorium, es la que está señalada en
el párrafo 2 del artículo lB07: "En todo caso servirán de base al
nuevo juicio las declaraciones que se hubieran hecho en el recur-
so de revisión, las cuales no podrán ser ya discutidas".
Esta vinculación no tiene más alcance que el impedir que en
el nuevo juicio se repita el mismo motivo de revlsión que se dio
en el primero. Los hechos dados como probados en la sentencia
revisoria, y que constituyeron el motivo de revisión han de ser te-
nidos como ciertos por el órgano de instancia competente para
conocer del nuevo proceso. Pero esta vinculación no tiene más al-
cance en cuanto al fondo del asunto, de tal forma que si la revi-
sióh fue dictada a causa de un documento recobrado el juez de
instancia estará vinculado en cuanto a la existencia de dicho me-
dio probatorio pero no en cuanto al valor probatorio del docu-

349

23

-{
mento. La sentencia revisoria no entra en absoluto en el fondo
de la relación jurídico privada discutida en el proceso rescindido,
por lo que no prejuzga el valor que los hechos probados como su-
ficientes para dar a la revisión, puedan tener en el proceso res-
cisorio, la valoración de decisivo del documento no vincula en
absoluto al juez de instancia en el momento de dictar su senten-
cia sobre el fondo del asunto, bien por no dar valor suficiente al
documento recobrado bien porque la valoración en conjunto de to-
das las pruebas aportadas al proceso rescisorio desvirtúe la fuer-
za probatoria del documento recobrado.
Creemos que la vinculación existente entre las declaraciones
hechas en el proceso de revisión y el nuevo juicio que puede na-
cer como consecuencia de la rescisión del primer proceso, no va
más allá de la total imposibilidad de que en nuevo juicio de la mis-
ma causa de revisión que en el primer proceso, pero nada impide
que la sentencia del nuevo juicio sea de idéntico contenido que
la rescindida, queremos, sin embargo, hacer notar que en la prác-
tica en todos los procesos que se han rescindido, había habido una
actuación dolosa de la parte demandada en revisión, y es lógico
pensar que si una parte actúa dolosamente es para obtener un re-
sultado distinto al que se llegaría con una leal actuación proce-
sal, por lo que en la mayoría de los casos la sentencia del nuevo
juicio, al imposibilitarse la actuación dolosa de la parte, será dé
contenido contrario a la rescindida.

c) Gontraprueba

Habiendo sentado los límites que la vinculación de los hechos


declarados en revisión tienen en el nuevo proceso, es fácil ver
qué clase de contrapruebas será admisibles en este nuevo pro-
ceso.
Serán admisibles toda clase de contrapruebas en tanto en cuan-
to se dirijan a probar las afirmaciones alegadas respecto a la pre-
pretensión material, es decir, se admitirán toda clase de contra-
pruebas que intenten desvirtuar el valor probatorio del documen-
to recobrado, todas las contrapruebas que intenten probar las afir-
maciones realizadas por el documento o el testigo falso, y todas
las que prueben que el resultado de la lifis debe de ser el mismo

354
que tuvo el rescindido aunque en et nuevo juicio no se haya po-
dido realizar las maquinaciones fraudulentaé.
Por el contrar¡o se rechazarán de plano todas las contrapruebas
gue intenten demostrar que en el proceso rescindido no se dio
ninguna causa de revisión, ya que el Tribunal supremo ha decla-
rado que esa causa existió, y sus declaraciones no pueden ser ob-
jeto de una contraprueba, ni siquiera pueden ser discutidas en el
nuevo juicio.

d) Revisión del segundo proceso

El último problema que queremos considera es el de ver, si el


resultado del nuevo juicio, la sentencia firme que te ponga fin, pue-
de ser objeto de un nuevo proceso de revisión.
Hemos señalado que el alcance efectivo que tiene lo precep-
tuado en el párrafo 2 del artícuto 1807 de la Ley de Enjuiciamiento
Givil, es el de impedir que se den en el nuevo juicio las mismas
causas de revisión que se dieron en el rescindido, yo que el juez
que conozca de nuevo partirá de la existencia cierta de un dócu-
mento recobrado, o de la declaración firme de falsedad de un do-
cumento o testigo, o de la existencia de una viotencia cohecho o
maquinación fraudulenta, que el propio juez procurará que no se
repita.
Pero no vemos la imposibilidad de que en et nuevo juicio se
de una nueva causa de revisión, ta parte que ve que sin su ma-
quinación fraudulenta no triunfará su injusta pretensión, es posi-
ble que aporte documentos falsificados al nuevo juicio, o de que
se sirva en él de testigos falsos, que no intervinieron en el res-
cindido.
La tan citada vinculación impuesta por el tegistador como fre-
!
t
I
no a una posible repetición de la causa de revisión, no puede
{
i llegar a garantizar totalmente, la justa y perfecta tramitación del
l
juicio rescisorio, si bien es verdad que dificutta en gran manera
i
J
)
la realización de actuaciones que pueden dar lugar a la rescisión
l
de un fallo firme,ya que, creemos, que tanto el Juez de instancia,
I como los Tribunales ad que'm, que conozcan del nuevo juicio y de
ri
sus posibles recursos, intentarán y lograrán impedir que en el nue-
Ij
.i
vo juicio se produzca de nuevo una causa de rescisión del pro-
i,
ceso.
it

i
351
23t

I
..,t:t-,,,1
coNctustoNEs

La Revisién Civil tiene sus antecedentes en 'la Restitutio ln


lnteg¡um, con la evotución.sufrida en el paso del Derecho Romano
Clásico a la época Justinianea, regulación que pasó. a las Partidas
antecedente próximo de la Revisión Civil actual.

La Revisión.es un proceso autónomo que tiene por objeto el


proceso anterio¡, que se intenta rescindir; proceso.autónomo en el
que se ejercita una acción autónoma de anulación.

l¡,1,

Sujetos activos de la Bevisión pueden ser todos los que inter-


vinieron en el procego impugnado, ya hubiesen intervenido con la
cualidad de partes ya, como meros intervinientes, siempre que ta
sentencia firme les haya pr:oducido un gravamen.

IV

Objeto de la Revisión es el proceso anterior, fuere cual fuere


su naturaleza-

El documento recobrado, para que pueda dar lugar a la revi- I'

sión de una sentencia firme, ha de ser decisivo, es decir, que de i,


I
1i

haber sido aportado al proceso atacado, el contenido de la sen- I

I
I

ii
353
i
i
i
I

\
I
tencia firme hubiera sido distinto, que sea de influencia tan noto-
ria que si el juzgador lo hubiera podido apreciar al dictar su fallo,
lo hubiera pronunciado en sentido contrario.
VI

La no aportación del documento ha de ser deb¡da a una activi-


dad dolosa de la parte vencedora o a fuerza mayor, a circunstan-
cias imprevisibles o previsibles pero inevitables.

vil
El documento meramente descubierto no puede dar lugar a la
rescisión de un fallo firme, ya que la ignorancia no es equipara-
bte a la Íuerza mayor.

vilt
La falsedad de un documento ha de ser declarada por la sen-
tencia penat firme, siendo indiferente que sea falsedad materiat
o ideológica, no siendo equiparable el reconocimiento extraproce-
sal de falsedad, realizado por las partes a la declaración penal.

IX

La revisión por falso testimonio se ha de basar en condena


penat,.bien por et delito de fatso testimonio, bien por el delito de
presentación en causa civil de testigos falsos.
Se puede revisar una sentencia por la condena de un solo tes-
tigo, siempre que su declaración haya sido decisiva influencia en
el resultado del proceso.
x
El cuarto motivo ha de contemplar junto con el cohecho la pre-
varicación del Juez.

354

La maquinación fraudulenta, es la causa de revisión más utili-


zada en la práctica, teniendo el Tribunal Supremo dos conceptos
distintos de maquinación fraudulenta. 1. La defectuosa constitu-
ción de la relación jurídico-procesal provocada por la fraudulenta
citación del demandado en el primer proceso, lo que le impide o
dificulta grandemente su posibilidad de defensa; esta figura es
maquinación fraudulenta, independientemente de si el contenido
de la sentencia hubiera sido o no el mismo con la presencia del
demandado en el litigio impugnado, y 2.Cualquier otra clase de
maquinación fraudulenta.

xil
Para que pueda. prosperar una Revisión por otra clase de ma-
quinación fraudulenta se exige que la sentencia sea el resultado
directo de la misma, de tai forma que de no haber existido la ac-
tividad dolosa ia sentencia se hubiera dictado con contenido di-
verso del que alcanzó.

xilt
El proceso de Revisión ha de ser regulado como un proceso
autónomo, perder rigorismo formal y ampliar el plazo de cinco
años, en los casos en que se exige condena penal, al plazo de
prescripción del delito en que se ha de fundar la revisión para la
prosperabilidad del motivo.
Los términos de sentencia firme y de sentencia ejecutoria uti-
lizados en los artículos 1804 y 1805 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil deben ser sustituidos por la expresión resolución firme que
ponga fin a la causa penal.

XIV

Los efectos de la revisión han de continuar limitados a la


rescisión del proceso anterior, dejando imprejuzgada la acción que
se ejercitó en el mismo, y dejando libres a las partes de usar de
su derecho, según les convenga, en el nuevo juicio.

355
Es necesario la inclusión de un precepto que expresamente
autorice la anotación preventiva de la demanda de revisión, para
impedir que se den los presupuestos del artículo 34 de la Ley
Hipotecaria que restringe los efectos de la revisión.

I
I

356

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362
ÍNDICE DE JURISPRUDENCIA DE REVISIÓN CIVIL

FECHA C¡\LJSA FALLO FEPEHTORIO


15 de febrero de 1BBO 1v4 No ha lugar c. L. n." 64
28 de mayo de IBBO 1 No ha lugar c. L. n.' 230
7 de julio de IBBG 1 No ha lugar c. L. n." 60
27 de marzo de 1924 4 No ha lugar c. L. n." 159
'19 de diciembre de 1927
2 l{o ha lugar C. L. n.' 87
27 de enero de 1928 1 No ha lugar G. L. n! 123
16 de octubre de 1929 1y4 No ha lugar c. L. n." 165
31 de octubre de 1929 2 No ha lugar U. L. n." 222
18 de abril de 1930 4 No ha lugar C. L. n." 81
30 de mayo de lg30 2 No ha lugar c. L. n." 157
30 de octubre de 1930 4 l-la lugar c. L. n." 127
6 de abril de 193i 4 No ha lugar c. L. n." 68
31 de marzo de 1932 4 No ha lugar c. L_ n." 56
25 de junio de 1932 Solicitud
cieclaración Ha lugar C. L. n.' 96
de pobreza
21 de noviembre de 1932 4 No ha lugar C. L. n." 43
18 de enero de 1933 1 No ha ugar C. L. n." 33
17 de marzo de 1933 1 No ha ugar C. L. n.' 163
25 de marzo de 1933 1y2 No ha ugsr' C. L. n." 208
8 de abril de 1933 2 No ha uga!' C. L. n.' 213
26 de octubre de 1933 No ha ugar
1 G. L. n.' 543
4 de enero de 1g34 1y4 No ha ugar G. L. n.' B
31 de mayzo de 1936 4 No ha lugar C. L. n." 814
25 de abril de i940 Ha lugar
1 R. A. n." 298
17 de junio de 1940 No ha lugar
1 R. A. n." 526
12 de julio de i940 1y4 No ha lugar R. A. n." 706
31 de enero de lg41 Ha lugar
3 de julio de lg44
4 R.A. n.' 19

7 de julio de 1944
1v2 No ha ugai' C. L. n." 49
4 No ha. ugar C. L. n.' 60
12 de abril de 1946 4 No ha ugar C.L. n." 47
10 de octubre de 1946 No ha ugar
4 C. L. n." 60
1l de febrero de 1948 4 No ha ugar C. L. nI 48
18 de marzo de l94B
1 No ha lugar C.L. n." 27
11 de enero de lg49
1 Ha lugar C. L. n.' 6

363
FECHA CAUSA FALLO REPERTORIO

11 de julio de 1950 4 Ha lugar C. L. n." 69


15 de marzo de l95l 4 No ha lugar G. L. n.' 25
21 de enero de 1952 2 Ha lugar C. L. n." 24
29 de abril de 1952 4 No ha lugar C. L. ni 99
9 de junio de 1953 4 Ha lugar C.L. ni 221
14 de noviembre de 1953 1v4 No ha lugar C. L. n." 383
30 de marzo de 1954 4 Ha lugar R.A. n.' 1005
18 de mayo de 1954 I No ha lugar C. L. n." 205
28 de septiembre de 1955 4 No ha lugar R. A. n." 2506
3 de mayo de 1956 4 No ha lugar C. L. n.' 319
17 de junio de 1957 1 No ha lugar C. L. n." 490
21 de septiembre de 1957 4 No ha lugar C. L. n: 564
18 de enero de 1958 1y4 No ha lugar C. L. ni 21
13 de junio de l95B 1y4 No ha lugar C. L. n." 438
12 de febrero de 1959 4 No ha lugar R. A. n." 477
9 de abril de 1959 4 No ha lugar C.L. ni 225
3 de junio de 1959 4 No ha lugar C. L. n." 377
23 de junio de 1959 4 Ha lugar C. L. n.' 434
10 de noviembre de 1959 4 No ha lugar C. L. ni 604
18 de junio de 1960 4 No ha lugar C. L. n." 454
14 de noviembre de 1960 1 No ha lugar C. L. n.' 655
6 de dÍciembre de 1960 I No ha lugar C. L. ni 725
14 de diciembre de 1960 4 Ha lugar C. L. n." 741
I de febrero de 1961 1 No ha lugar C. L. n.' 82
I de maro de 1961 1y4 No ha lugar R.A. n." 918
20 de abril de 196l 4 No ha lugar R.A. n.' lB20
28 de abril de 1961 2y4 No ha lugar R.A. n." 1846
3 de mayo de 1961 1 No ha lugar R. A. ni 2303
19 de diciembre de 1961 4 Ha lugar R.A. n." 4160
29 de diciembre de 1961 1y4 No ha lugar R. A. n." 261
[R. de 1962]
23 de enero de 1962 1 y2 No ha ugar C. L. n." 49
27 de enero de 1962 4 No ha ugar G. L. n." 70
27 de enero de 1962 1 No ha ugar C. L. ni 72
31 de enero de 1962 4 Ha lugar C. L. n.' 86
7 de febrero de 1962 1 y4 No ha lugar c. L. n." I 10
l0 de marzo de 1962 1 No ha lugar c. L. n3 228
14 de junio de 1962 2 Ha lugar c. L. n.' 553
16 de octubre de 1962 y4 No ha lugar R. A. n.'3871
19 de octubre de 1962 4 Ha lugar R. A. n." 3B7B
25 de octubre de 1962 1 No ha lugar R. A. n." 4069
23 de noviembre de 1962 y4 Ha lugar c. L. n." 850
14 de dic¡embre de 1962 I No ha lugar c. L. ni 924
27 de diciembre de 1962 1 y4 No ha lugar G. L. n." 970
23 de enero de 1963 I No ha lugar C. L. n." 53
5 de febrero de 1963 4 Ha lugar G. L. n: 101

364
FECHA CAUSA FALLO REPERTORIO

17 de mayo de 1963 1y4 No ha lugar C. L. n." 503


B de junio de 1963 1 No ha lugar C. L. n." 553
13 de diciembre de i963 2y4 No lra lugar C. L. n." 979
24 de enero de 1964 4 No ha lugar C. L. n." 49
B de febrero de tg64 2 Ha lugar C. L. n." f 12
24 de marzo de ig64 4 No ha lugar C. L. n.' 2BB
23 de mayo de 1964 4 No ha lugar G. L. n.. 462
25 de noviembre de 1964 1y4 No ha ugar G. L. n: 874
23 de febrero de 1965 4 No ha ugar C. L. n." 140
26 de febrero de i965 4 No ha ugar C. L. n." 150
27 de marzo de 1965 1 No ha ugar C. L. n." 246
20 de abril de 1965 4 Ha lugar C. L. n.' 307 bis
17 de mayo de i965 No ha lugar
1 C. L. n." 379
6 de octubre de 1965 4 No ha ugar C. L. n." 621
26 de octubre de 1965 No ha ugar
1 C. L. n." 686
28 de octubre de i965 4 No ha ugar C. L. n." 698
29 de octubre de 1965 No ha ugar
4 C. L. n.' 706
15 de febrero de 1966 4 No ha Iugar C. L. n." 100
25 de marzo de tg66
26 de abril de 1966
4 No ha lugar C.L. ni 227
2 No ha lugar C. L. n." 298
20 de mayo de i966 4 Ha lugar C. L. n." 370
25 de junio de lg66 No ha lugar
10 de octubre de i966
4 R. A. n.' 3546
17 de noviembre de 1966
1 No ha lugar R. A. ni 4400
4 No ha lugar C. L. n." 687
10 de diciembre de 1966
15 de diciembre de 1966
1 No ha lugar C. L. n: 752
4 No ha lugar C. L. n." 775
fG de enero de 1967
I de febrero de i96Z 1 No ha lugar C. L. n." I
7 de marzo de 1967
1 y4 No ha lugar C. L. n.' 54 bis
11 de marzo de 1962
2 No ha lugar C. L. n: 162
4 No ha lugar C. L. n." l8l
13 de marzo de 1967 f y4 No ha ugar C. L. n." 185
6 de abril de 1962 y4 No ha ugar
3 de mayo de 1967
1 C. L. n." 235
1 No ha ugar C. L. n.' 307
18 de mayo de 1967 y4
1 No ha ugar C. L. n." 343
6 de junio de i967 I No ha ugar C. L. n." 398
24 de junio de lg62
4 No ha ugar C. L. n.' 465
30 de octubre de 196Z
4 No ha ugar C. L. n." 628
31 de octubre de lg67
29 de noviembre de 1962
4 No ha ugar C. L. n: 633
4 No ha lugar C. L. n.' 718
29 de noviembre de 196Z
1 No ha lugar C.L. n." 724
4 de diciembre de tg67 No ha lugar
20 de enero de i96B
4 C. L. n.' 738
4 No ha lugar C. L. n." 35
28 de febrero de i96B
4 Ha lugar R. A. n.' 1220
6 de junio de i96B y4 No ha lugar
25 de septiembre de 1968
1 C. L. n.' 448
2 No ha lugar C. L. n.' 534

365
FECHA CAUSA FALI-O REPERTORIO

25 de octubre de 1968 Defectos Inacímisión C. L. n.' 650


del recurso
l9de junio de 1969 4 No ha lugar f L. n.o 412
25 de septiembre de 1969 No ha lugar
27 de septiembre de 1969
1 L. n.o 479
1 No ha lugar c. [
L. ^o
ir.
, orr
4A:t
17 de octubre de 1969 4 No ha lugar C. L. n.' 540
15 de noviembre de 1969 .1 No ha lugar C. l.n." 609
1l de diciembre de 1969 1v4 No ha lugar C. [-. n.' 678
19 de enero de l9Z0 4 No ha lugar R. A. n.' 317
12 de febrero de i9Z0 4 No ha lugar C. L. n.' 6l
12 de febrero de 1970 4 No ha Iugar C. L. n." 63
9 de marzo de 1970 Defectos No ha Iugar C. L. n.' 123
del recurso
30 de abril de 1970 4 Ha lugar
13 de octubre de 1970 C. L. n." 233
1 No ha lugar R. A. r,." 4224
14 de octubre de f9Z0 1v4 No ha lugar
3l de octubre de i9Z0 R. A. n|
42?-6
I No ha lugar R. A. n." 4519
4 de noviembre de i9Z0 4 No ha lugar
1l de diciembre de l9Z0 C. L. n." 494
4 No ha lugar H. A. n.' 5512
lB de mayo de lgZl 2 No ha lugar
ll de junio de tgZt R. A. n.' 2859
4 No ha lugar. R. A. n." 3193
19 de junío de l9Z1
1 No ha lugar R. A. n.' 3255
30 de junio de 19Zl 4 No ha lugar R. A. n.' 3351
28 de septiembre de lg7i '4 No ha lugar R. A. n." 3672
12 de noviembre de t97t
3 No ha lugar R. A. n.' 4839
15 de noviembre de lg7l
1 No ha lugar R. A. n." 4553
29 de febrero de 1922 4 No ha lugar- R. A. n.' 1038
24 de marzo de 1gT2
4 No ha lugar R. A. n." 1490
10 de junio de 1972 1y4 No ha lugar R. A. n.' 2682
4 de julio de 1972 4 No ha lugar
10 de octubre de 1972 R. A. n." 3337
4 No ha lugar R. A. n." 2973
(R. de 73)
26 de diciembre de 1972 4 No ha lugar R. A. n.' 5071
22 de enero de 1973 4 No ha lugar P. A. n." 3139
25 de enero de 1923 4 No ha lugar R. A. n." 50
18 de junio de i9Z3 4 No ha lugar R. A. n." 2543
15 de octubre de l9Z3 4 Ha lugar R. A. n.' 3798
15 de marzo de 1974 1y4 Ha lugar R. A. n.' 981
3 de marzo de i9Z5 2y4 No ha lugar R. A. n.' '1093
28 de abril de i9Z5 3 Ha lugar R. A. n.' 1890
14 de mayo de 1975 4 Ha lugar R. A. n." 2102
I de junio de l97S 1 No ha fr.ig¡ar R. A. n." 2345
13 de octubre de lgTS ¿,
No ha lugar
I
R. A. n." 3591
16 de octubre de l9Z5 2v4 No ha lugar R. A. n." 3597
16 de octubre de l9Z5 '4 No ha lugar R. A. n.' 3598

366
FECHA CAUSA FALLO REPERTORIO

12 de noviembre de 1975 1 No ha lugar R. A. n." 3955


16 de diciembre de 1975 I No ha Iugar R. A. n-" 4366
18 de diciembre de 1975 1 No ha lugar R.A. n." 4583
26 de diciembre de 1975 4 No ha Iugar R- A. n." 4698

367
INDICE GENERAL
Pág.

PRÓLOGO

CAPÍTULO I

ANTECEDENTES HISTÓBICOS

1. La .Restitutio in integrum> en el Derecho Romano Clásico . I


a) Formación I
b) Supuestos 10
c) . Procedimiento 12
d) Efectos 13
2. La 'Bestitutía in íntegrum" en el Derecho postclásico y Justinianeo 14

3. Hipótesis que permitían .desatar el juyzio" eil al Código de Las Siete


Partidas 15
4. La revisión civil en la Nueva Recopilación y €n la Novísima Reco-
pilaeión 19
5. El silencio de la Ley de Enjuiciamiento Givil de lB55 . 21

GAPÍTULO II

ASPECTOS DOGMATIGOS DE tA REVISIÓN CIVIL

1. Fundamento de la Revisión civil 25


2. Naturaleza jurídica: Concepto de ¡'ecurso 29
3. Analogías y diferencias entre la revisión civil y los recursos 37
4. El problema de la naturaleza jurídica en la Ley, la Jurisprudencia v
la Doctrina 47
5. La Revisión como acción autónoma de anulación 64
6. La Hevisión y la cosa juzgada 67

369
Pág

CAPÍTULO III

SUJETOS DE LA REV¡SIóN

L Personas legitimadas para proponer la revisión '


71
73
a) En general: El gravamen
77
b) Las Partes
79
c) Los intervinientes
84
2. Diversas formas de intervención del Ministerio Fiscal
Personas legitimadas para oponerse a la revisión
87
3.
4. El órgano jurisdiccional B9

GAPÍTI¡LO I\f

OBJETO DE LA REVISIÓN

1. Revisión del proceso o revisión de la sentencia 91

92
2. Procesos susceptibles de Revisión
96
3. Resoluciones objeto de Revisión
96
a) Sentenc¡as
100
b) Otras resoluciones
c) lnnecesariedad del previo agotamiento de los recursos ordinarios.
103

4. Contenido de la Revisión 105

CAPÍTI'LO V

REVISIÓN FUNDADA EN DOCUMENTOS

1. Concepto general de documento t1l


2. lnfluencia del documento en la revisión 117

3. Et documento recobrado como motivo de revisión 118

a) En general 118

b) Hipótesis jurisPrudenciales 124

c) PresuPuestos 152

a') Posterior a la citación para sentencia 152


b') lnfluencia decisiva en el proceso 154

c') lmPosibilidad de aPortación 159

a") Fueza mayor 159

b") Obra de la Parte contraria 164

370
Ple'

documento falso como motivo de revisión


169
4. EI
a) En general . . 169
170
b) Hipótesis jurisPrudenciales
182
c) Presupuestos
182
l a') Falsedad: Civit o penal. ldeológica o material
b') lndiscutida 185

a") Reconocida extraprocesalmente 186

b") Declarada en sentencia firme 187

c') Ambito temPoral de la falsedad 188

a") Anterior a la sentencia: lgnorancia 188

b") Posterior a la sentencia 190

dl tnfluencia decisiva en el proceso 191

GAPÍTULO VI

REVISI6N POR FALSO TESTIMONIO


193
1. Concepto general del testimonio
241
2. . El falso testimonio en el derecho penal
3. Hipótesis jurisPrudenciales 206

4. El falso testimonio como predeterminante de la sentencia 2AB

CAPÍTULO VII

REVISIÓN POR FRAUDE PBOCESAL


213
1. En general
214
2. Concepto jurídico de fraude
o 216
J, El fraude procesal
226
a) Fraude unilateral
228
b) Fraude colusivo
229
4. El fraude como motivo de revisión
230
a) Cohecho
233
b) Violeneia
236
c) Maquinaciones ÍrauCulentas '
237
5. Especial estudio de la maquinación fraudulenta
237
a) En ggneral 241
b) Hipótesis jurisPrudenciales
371
Pág.

a') Citación defectuosa 241


b') Otros supuestos de maquinación fraudulenta 278
c) La citación defectuosa como causa de revisión . 295
d) Otros supuestos de maquinación fraudulenta 301
e) La maquinación fraudulenta colusiva 3A4

GAPÍTULO Uil
PROCEDIMIENTO DE LA REV¡SIÓN

1. Solicitud 309
2. Preclusividad de la revisión 310
D
o. Formas de solicitud 323
4. Depósito 326
5. Oposición 328
6. Prueba s30
7. Sentencia 333
a) Estimatoria 333
a') Parcial 334
b') Total 336
b) Desestimatoria 337
c) Costas 338
d) Recursos 339

CAPÍTULO IX

EFECTOS DE LA REVISÚÓN

1. Efectos de la petición de revisión 34f


2. La suspensión de la ejecución 342
3. Efectos ¡nternos de la revisión 343
a) Revisión parcial . 343
b) Revisión total 344
c) Prohibición de nuevas revisiones 345
4. Efectos de la revisión en el proceso revisado 347
a) lndependencia 348
b) Vinculación parcial 349

372
Pá9.

c) ContraPrueba
350

d) Revisión del segundo Proceso .' 35r

353
CONCLUSIONES
357
BIBLIOGRAFÍA
363
ÍNDIGE DE JURISPRUDENCIA DE BEVISIÓN CIVIL .
369
INDICE GENERAL

373

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