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Cf. Marta Elena Castellino. Fausto Burgos; Su narrativa mendocina. Mendoza,
Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras-Centro de Estudios de
Literatura de Mendoza, 1990, pp. 35 ss.
"amargos, dolorosos"; La sonrisa de Puca Puca y Coca, chicha y alcohol
Burgos tiene en nuestra literatura un valor inapreciable, como es el de habernos
revelado en sus relatos llenos de una calor intenso las trágicas y desoladas
regiones del Altiplano, la vida amarga de las mesetas puneñas y el dolor
incurable de una raza vencida 3.
De todos modos, si aceptamos esta afirmación, deberíamos entonces proponer una nueva
categoría para referirnos a textos que, como las novelas de Tizón, recrean una región del país a
modo de la representación, porque parece tratarse de una zona que -a través de todos sus
semas constitutivos, que luego desplegaremos- vive en una suerte de suprarrealidad en que lo
entrevistas, Tizón descree del regionalismo si se entiende por tal la búsqueda del
que el entorno jujeño aflora de modo inequívoco en la descripción del escenario, en los tipos
su producción ambientada en la zona del Noroeste argentino, que responde a esa modalidad
3.
espectador que proyecta sobre él una serie de valores, a la vez que pone en ejecución una serie
de técnicas para representarlo o construirlo según su propia mirada (la mirada es el nexo que
conecta el mundo interior del observador con el mundo descripto). Se trata así de un concepto
polisémico en cuanto conjuga la referencia a un espacio material abierto, inmenso, sin límites
y su encuadre a través de la visión. Ese recorte es captado en su totalidad con sus colores,
formas, olores y movimientos por un observador atento, sensible, que busca la armonía y la
identificación con él: el espacio se transforma en paisaje por medio de la mirada. Estos tres
representación, nos ofrecen interesantes parámetros de comparación entre las obras de Burgos
y Tizón.
En las obras de Fausto Burgos analizadas: las novelas Kanchis Soruco (1928); El salar
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Buenos Aires, Tor, 1928; Rosario, Edit. Rosario, 1935 y Buenos Aires, Peuser, 1943,
respectivamente.
del paisaje corresponde a un narrador omnisciente, por más que en ocasiones adopte la
recurso que se aproximaría a los fenómenos estudiados por la imagología, ese personaje puede
del espacio textual. Este recurso es habitual, por otra parte, en toda literatura que intenta una
distanciamiento, una figurada extrañeza. El descriptor aparece así como distanciado -aunque
sólo en apariencia- de la realidad que presenta. El realismo reside en el valor que se concede a
la experiencia perspectiva: el paisaje no sólo se ve, sino que se oye, se palpa, se huele... El
preciso y minucioso de la flora comarcana, conocimiento que incluye tanto los aspectos
comienzo de la novela; se construye un marco paisajístico que contiene una serie de elementos
destacados: el frío, los cerros, el salar, los vientos, los minerales, la vegetación y la fauna de la
zona, los pueblos mínimos y pobres y el tren como símbolo de la intrusión, de la irrupción de
extraños en ese espacio acotado, clauso. Con respecto al paisaje humano, resalta la reiteración
de actos ancestrales, en relación con todos los aspectos de la vida: vivienda, vestimenta,
costumbres, prácticas de adivinación, de hechicería y curanderismo, como así también de
prevención contra las amenazas del medio (por ejemplo el atarse cintas rojas). Se trata de un
mundo muy particular, evadido del tiempo, cristalizado en una serie de creencias ancestrales,
prácticas primitivas o casi salvajes como la costumbre de ahorcar a los muertos "pa que el mal
*es un mundo limitado, sin horizontes, más que los ilusorios del salar.
*se trata de una naturaleza hostil, agresiva, ominosa y hechicera; una constante de la
colección de cuentos El surumpio, por ejemplo, es la hostilidad del medio y los males
Puede tratarse de una imagen arcádica por momentos, pero que esconde terribles
peligros latentes.
*siempre hay un cierto magicismo que envuelve en un halo particular los elementos
naturales.
*hay una suerte de sino fatídico que pesa sobre la raza, un terrible destino del hombre
*el viento
Hay igualmente gran cantidad de relatos que comienzan “in media res”,
la que da cuenta muchas veces con sus propias palabras. Aun en el caso de que el relato
comience con una ubicación espacio-temporal, ésta es breve, y su inmovilidad oficia como
distintos cuadros costumbristas, para escuchar hablar a las personas que viven en el texto.
social, etc.
relatos de Burgos una cierta tendencia a la polarización de los personajes en dos categorías,
auténtica del hombre de estas tierras, podríamos decir también que presta voz adecuada a la
expresión del paisaje. En las obras de Fausto Burgos se observa que en general la percepción
del paisaje corresponde a un narrador omnisciente, por más que en ocasiones adopte la
recurso usual en otras especies literarias como las crónicas de viaje, por ejemplo- ese
personaje puede caracterizarse como un extranjero; mirada ajena que resulta imprescindible en
la configuración del espacio textual. Este recurso es habitual, por otra parte, en toda literatura
enunciados por Darío Villanueva17: el mundo es rico en objetos; el lenguaje humano puede
copiar la realidad; la lengua es posterior a la realidad, ésta configura el lenguaje, es decir, hay
una prioridad ontológica de lo real; el lector debe creer en la veracidad del "informe" que el
sólo se ve, sino que se oye, se palpa, se huele: "Vegetación escasa. Tolas, tolas de ramajes
tupidos, verdinegros, fragantes. Cortaba un gajito y restregaba sus hojas. Su delicado aroma
me hacía pensar en los muelles vellones de los llamas" (SAL, 160). De allí que la pintura del
marco natural contemple todos los aspectos susceptibles de ser percibidos. Además, el