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UNIVERSIDAD DA VINCI DE GUATEMALA

Facultad de Ciencias Jurídicas, Sociales y Relaciones Internacionales


Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales
Programa de Actualización y Cierre Profesional

Análisis jurídico sobre el delito de Prevaricato Culposo

Karla Lili Orozco Fuentes

Guatemala, Septiembre de 2019


NOTA: únicamente el autor es responsable de las doctrinas sustentadas y del contenido del
presente trabajo de tesis.
AUTORIDADES DE LA UNIVERSIDAD DA VINCI DE GUATEMALA

Dr. Luis Manuel Alvarez Alvarez


Rector

Dr. José Cyrano Ruiz


Rector Emeritus

Mtra. Mónica Álvarez de España


Vicerrectora Administrativa

Ing. Juan Luis Fuentes Fumagalli


Vicerrector Académico

Licda. Ana Beatriz Camacho


Secretaría General

Mtra. Glenda Osoy de Nieto


Tesorera
AUTORIDADES DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS, SOCIALES Y
RELACIONES INTERNACIONALES

Dr. Juan Carlos Rodil Quintana


Decano

Licda. Brenda Barrios


Vicedecana

Lic. Roberto Emilio Dávila Figueroa


Secretario
TRIBUNAL EXAMINADOR

PRIMERA FASE

Lic.____________________________

Licda. ______________________

SEGUNDA FASE

Lic.___________________________

Lic._________________________

TERCERA FASE

Lic.___________________________

Lic._________________________
APROBACIÓN DE DISEÑO
Lo emite la universidad
NOMBRAMIENTO TUTOR
Lo emite la universidad
DICTAMEN FAVORABLE
Lo emite el tutor
ORDEN DE IMPRESIÓN
Lo emite la universidad
DEDICATORIA
Contenido

Resumen i

Palabras Clave i

Introducción ii

1
11
15

15

21

25
25
23
30
30

35
35

36

38

38
39
Resumen

El presente trabajo de investigación se realiza sobre la figura del delito de prevaricato culposo,
sonde se realiza un análisis desde el punto de vista jurídico, iniciando para ello con la
conceptualización del concepto de justicia, entendido como el derecho de los ciudadanos, un
deber del Estado y el bien jurídico tutelado de la norma penal que lo regula.

Seguidamente se hace alusión a la administración de justicia, actividad que realiza el estado a


través de sus órganos competentes, y estos a su vez, por medio de las personas que nombra para
el efecto, actividad que representa un riesgo inminente para quien la realiza, toda vez que, al
cometer error, puede incurrir en una conducta que subsuma al estipulado de la norma penal de
prevaricato, en este caso, culposo.

Es para ello necesario establecer conceptos tan fundamentales como la del juez, la justicia, delito,
prevaricación, jurisdicción y competencia, cuyas definiciones se hacen indispensables para el
análisis jurídico que pretende realizarse, a efecto de establecer la situación actual de esta figura
jurídica dentro del ámbito del derecho adjetivo y sustantivo guatemalteco.

Seguidamente se complementa el análisis teórico sobre el tema, con el estudio de las sentencias
de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte de Constitucionalidad, dentro de los expedientes:
3354-2013; 5354-2017; 5276-2017, con el fin de comprobar la hipótesis formulada y arribar a las
conclusiones esperadas.

Palabras clave: Juez. Juzgador. Conducta. Jurisdicción. Órgano. Delito. Dolo. Culpa.

i
Introducción

El presente trabajo de graduación, trata del estudio analítico de la conducta tipificada como delito
de Prevaricato Culposo, por lo que, para dar inicio al desarrollo del tema, es necesario especificar
de qué clase de conducta se está tratando, así como la rama del derecho a que pertenece,
iniciando para el efecto con la definición epistemológica del concepto justicia, ya que es dentro
de esta facultad que se ubica el tema de investigación, puesto que es quien la administra quien la
puede infringir con el tipo de conducta que se estudia, por ello se desarrolla un apartado referido
a la Administración de la Justicia, llamada también jurisdicción.

Para la comprensión de lo hasta ahora especificado, el análisis del presente artículo científico se
robustece con el desarrollo doctrinal de temas tales como Juez, como la persona que se dedica a
impartir Justicia, dando a cada quien lo que a su juicio merece, por lo que corre el riesgo de
incurrir en una conducta que mal ejecutada puede subsumir en el tipo penal de Prevaricato, cuya
definición es aquella que indica que el juez dicta una resolución contraria al derecho, lo que
conduce a la necesidad de establecer cuál es la situación actual del Prevaricato en Guatemala,
todos y cada uno de estos conceptos se desarrollan a efecto de brindar al lector un adecuado
entendimiento de cada una de las figuras del derecho que él debe conocer al momento de leer el
presente documento.

Para finalizar se realiza un análisis de la jurisprudencia de las cortes del país referentes a casos de
prevaricato culposo que se han sustanciado ante los oficios de los honorables magistrados que las
integran, que han tenido que dictar pronunciamiento en los casos concretos.

ii
Análisis jurídico sobre el delito de Prevaricato Culposo

Justicia
Justicia es la acción de dar a cada cual lo que le corresponde, o que cada quien obtenga lo que
merece o ha ganado.

Para conocer qué es la justicia, Platón, citado por Maldonado Colindres (2013: p. 4), habla sobre
tres tipos de bienes: “1. Aquellos que deseamos y buscamos por sí mismos; 2. Los que estimamos
por sí mismos y por sus consecuencias; y 3. Aquellos que no buscamos por sí mismos, sino por el
provecho que brindan”.

Como señala Maldonado, Platón empieza situando la justicia entre los primeros valores indicados
en el párrafo anterior, donde también encontramos la alegría y demás sentimientos, que nos
brindan placer por sí mismos (Maldonado 2013: 4).

Este pensamiento tiene su sustento en el valor que el hombre le da a las cosas, principiando por
aquellos que le producen mayor satisfacción, o que satisfacen sus necesidades más
fundamentales, seguidos de los que le brindan un confort secundario, lo que produce una
valoración que a la postre le hace entender al hombre que tiene derecho sobre las cosas que
reclama o que defiende de aquel que los detenta.

En contraposición a las ideas de Platón, se encuentra la postura de Glaucón, citado en Maldonado


(2013: 4) … “que la justicia es un bien trabajoso, que solamente merece nuestro afán y esfuerzo,
por la gloria que nos brindan… es prudente huir de ella pues resulta demasiado costosa a la
naturaleza”, para el efecto:
…habiéndose causado durante largo tiempo mucho daño los unos a los otros, los más débiles estimaron
necesario establecer un orden que, proporcionara protección de los ataques de los más fuertes… Hace
referencia al caso de darle a un hombre de bien y a un malvado la oportunidad de poder hacer lo que les venga
en gana. Según su posición, no tardaremos en ver al hombre de bien siguiendo los pasos del malvado,
arrastrado por el deseo incontrolable de adquirir más y más bienes de esta sencilla manera. Entonces, no se es
justo de manera espontánea, si no por necesidad, desde el momento que los seres humanos creen poder ser

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injustos sin temor alguno, lo serán sin lugar a dudas. Vemos pues que este argumento se basa en la naturaleza
corruptible del ser humano. (Maldonado, 2013: 5)

Maldonado (2013), señala otro criterio, citando a Adimante, “quien opina que quienes optan por
el camino de la justicia, lo hacen solamente por las ventajas que trae aparejadas, como lo es el
hecho de que la fama de hombres honrados les traiga honrosas alabanzas y prestigio social”
(Maldonado, 2013: 5).

Para Platón entonces la justicia tiene una dimensión individual y una dimensión social, que dependen la una
de la otra, así, podríamos decir que, para el pensador griego, el hombre justo es aquel en cuya alma cada parte
realiza la función que le corresponde, manteniendo un perfecto equilibro y el Estado justo es aquel compuesto
de seres humanos justos que cumplen la función que les corresponde conforme sus aptitudes, es decir que la
justicia se basa en última instancia en las condiciones naturales. No hay posibilidad de realización para el ser
humano fuera de un Estado justo y no hay posibilidad de edificar un Estado justo sin seres humanos justos.
(Maldonado, 2013: 11)

En conclusión, la justicia es, como ya se dijo, que cada cual obtenga lo que merece, o le sea dado
por quien deba impartirla.

Administración de Justicia
La administración de justicia es una facultad exclusiva del estado, es una manifestación del
ejercicio del Poder Público, el cual es delegado por la población en los gobernantes para su
cumplimiento, sin embargo, al estado le es imposible ejercer el poder de manera indivisa, es
además un riesgo para la sociedad, puesto que un poder que no tiene contrapesos o frenos y
contrapesos, tiende a convertirse en un poder arbitrario, dominante en todo aspecto de la vida, y
puede llegar inclusive a ser desmedido y desbordadamente cruel, por lo que es necesario que su
ejercicio sea limitado por una especie de contrapoder a lo que se denomina contrapeso, y es la
acción que un órgano ejerce sobre otro órgano, de vigilancia y control, de manera reciproca, para
evitar que uno u otro se excedan indiscriminadamente en el uso de sus atribuciones o facultades.
Por ello entonces, el poder del estado se divide en tres funciones principales, dentro de un estado
republicano, así esta división se da entre poder ejecutivo, legislativo y judicial, a este ultimo
poder o facultad se le denomina jurisdicción, y es entendida como la facultad o poder del estado
para administrar justicia.

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Etimológicamente jurisdicción deriva de los vocablos latinos jus dicere o jurisdictione que significan
declaración del derecho al caso concreto y como sostiene Escriche: "no envuelve ni lleva consigo la potestad
de formar o establecer el derecho, sino tan sólo la de declararlo o aplicarlo a los casos particulares.
(web.uchile.cl, 2006)

Decir el derecho implica también un análisis previo, dentro de un caso concreto, en Guatemala se
aplican leyes, jurisprudencia, doctrina legal, criterios judiciales, etc. Ademas de las reglas de la
sana crítica razonada.

La jurisdicción es una potestad, es decir, una derivación de la soberanía que atribuye a sus titulares una
posición de superioridad o de supremacía respecto de las personas que con ellos se relacionan, llevando ínsita
una fuerza de mando capaz de vincular el comportamiento de los demás; incluso acudiendo al uso de la
fuerza. (Chacón Corado, 2005: 39)

Según el artículo 203 de la constitución Política de la república de Guatemala (1985) relativo a la


función jurisdiccional señala que: “La justicia se imparte de conformidad con la Constitución y
las leyes de la República. Corresponde a los tribunales de justicia la potestad de juzgar y
promover la ejecución...” (Asamblea Nacional Constituyente, 1985)

Etimológicamente entonces la jurisdicción es la declaración (dicere) del derecho (jus) al juicio (judicium). No
obstante, en el derecho romano, donde se confundían las atribuciones legislativas con las judiciales, a los
magistrados les estaba permitido dictar normas generales por medio de edictos en que su contenido no sólo
consistía en una simple declaración del derecho, sino lo creaban. De allí que se empleara el término
jurisdicción como equivalente a función o autoridad. (web.uchile.cl, 2006)

El artículo 57 de la Ley del Organismo Judicial, Decreto 2-89 (1989), en relación a la función
jurisdiccional señala: “La función jurisdiccional se ejerce con exclusividad absoluta por la Corte
Suprema de Justicia y por los demás tribunales establecidos por la ley, a los cuales corresponde la
potestad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado” (Congreso de la República de
Guatemala, 1989).

Es necesario también determinar otros significados acepciones de la palabra jurisdicción, tal es el


caso de lo que para el efecto relata Peña (2011), quien señala:
Como ámbito territorial, la jurisdicción se refiere a la extensión de terreno perfectamente delimitada, de d
limitada, en donde un funcionario puede hacer uso de la autoridad con que la ley lo ha dotado. Un juez
municipal actúa dentro de los límites del municipio en el cual desempeña su cargo; los jueces del circuito
dentro de los distintos municipios que conforman su circuito; un tribunal superior dentro de los circuitos que

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se agrupan para para a formarlo, obedeciendo cada pluralidad los factores de competencia señalados por la
ley. (Peña, 2011: 99)

Otro significado de la palabra jurisdicción, de acuerdo a las ideas del mismo autor citado en el
párrafo anterior, es la que se refiere al poder, enfocándose directamente en la facultad que el
estado le ha confiado al organismo judicial, quine a su vez a encomendado esta en los jueces que
designa para el efecto, esto significa que esta acepción únicamente estima el calor de la
jurisdicción como facultad que deriva del poder público:
Como poder, también la jurisdicción se entiende como el poder para examinar, mantener, corregir o revocar
decisiones del funcionario de menor categoría de la misma rama del poder público, o para asumir
directamente el conocimiento de asuntos de cierta envergadura. En este sentido, pues, el vocablo se utiliza
para indicar la autoridad de determinados estamentos del Estado incidiendo más en la jerarquía que en la
función, la cual denuncia cierta insuficiencia porque, como se comenta némine discrepante entre los
tratadistas, el juez, al lado de la facultad de juzgar, tiene el deber administrativo de hacerlo. La jurisdicción es
un poder – deber. (Peña, 2011: 99)

Por lo tanto, la jurisdicción resulta ser la actividad que un juez o tribunal realiza por
encomienda del estado mismo, que a su vez ha sido delegado por el pueblo para ejercer el
poder público en aras de encontrar el bien común y la paz social.

Su contenido es la actividad de impartir justicia, como atribución o facultad devenida del


poder público que ostenta el Estado.

Juez
Ahora bien, cuando se habla de la actividad jurisdiccional del Estado, cabe aclarar que este es un
ente, el cual delega el ejercicio de esta potestad a uno de sus órganos, siendo, como ya se dijo, el
Organismo Judicial, sin embargo, no se ha dicho hasta ahora, como ejecuta este órgano esa
función, pues bien, es acá donde juega un papel importante la persona física, denominada juez,
quien esta investido de las facultades necesarias para ejercer la jurisdicción, dentro de su
competencia, lo cual se explica en el presente apartado.

A criterio de Figueroa Cabrera, (2007), “El juez es el funcionario que sirve en un tribunal de
justicia y que se encuentra investido de la potestad jurisdiccional” (Figueroa, 2007: 29).

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La definición que al efecto aporta Guillermo Cabanellas (1976), el juez es quien “decide
interpretando la ley o ejerciendo su arbitrio, la contienda suscitada o el proceso promovido, en
este aspecto técnico el juez ha sido definido como el magistrado investido de imperio y
jurisdicción que según su competencia pronuncia decisiones en juicio” (Cabanellas, 1976: 476).

En palabras de Figueroa, el juez “también se caracteriza como la persona que resuelve una
controversia o que decide el destino de un acusado, tomando en cuenta las evidencias o pruebas
presentadas en un juicio” (Figueroa, 2007: 29).

Adicionando lo expresado en el párrafo anterior, relativo a la característica personal del juez,


Figueroa agrega: “Son funcionarios públicos, remunerados por el estado y encargados de
administrar justicia, de manera autónoma e independiente” (Figueroa, 2007: 29).

Al efecto, se encuentra lo indicado por el Colegio de Profesores del Derecho Procesal de la


Universidad Autónoma de México, en sus Diccionarios Jurídicos Temáticos, en especial el
Volumen IV, quienes señalan sobre el juez y la administración de justicia:
… el buen funcionamiento de la justicia depende de los hombres y no de las leyes, y el óptimo sistema judicial es
aquel en que los jueces y los abogados vinculados por una recíproca constancia, buscan la solución de sus dudas
– más que en la pesada doctrina, en la viva y fresca humanidad… (Colegio de Profesores del Derecho Procesal,
1997: 113)

Así también, se hace necesario definir el marco legal que regula la figura del juez, en guatemala,
encontramos su fundamento constitucional y legal del modo en que se define en seguida.

Artículo 12.- “Constitución Política de la República de Guatemala: “La defensa de la persona y


sus derechos son inviolables. Nadie podrá ser condenado, ni privado de sus derechos sin haber
sido citado, oído y vencido en proceso legal ante JUEZ o tribunal competente y
preestablecido…”

Artículo 203.- Constitución Política de la República de Guatemala: “Independencia del


Organismo Judicial y potestad de juzgar. La justicia se imparte de conformidad con la

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Constitución y las leyes de la República. Corresponde a los tribunales de justicia la potestad de
juzgar y promover la ejecución de lo juzgado. Los otros organismos del Estado deberán prestar a
los tribunales el auxilio que requieran para el cumplimiento de sus resoluciones”.

Los magistrados y Jueces son independientes en el ejercicio de sus funciones y únicamente están
sujetos a la Constitución de la República y a las leyes. A quienes atentaren contra la
independencia del Organismo Judicial, además de imponérseles las penas fijadas por el Código
Penal, se les inhabilitará para ejercer cualquier cargo público.

La función jurisdiccional se ejerce, con exclusividad absoluta, por la Corte Suprema de Justicia y
por los demás tribunales que la ley establece. Ninguna otra autoridad podrá intervenir en la
administración de justicia.”

Artículo 204.- Constitución Política de la República de Guatemala: Condiciones esenciales de la


administración de justicia. “Los tribunales de justicia en toda resolución o sentencia observarán
obligadamente el principio de que la Constitución de la República prevalece sobre cualquier ley o
tratado”.

Artículo 205. Constitución Política de Guatemala: “Garantía del Organismo Judicial. Se


instituyen como garantías del Organismo Judicial, las siguientes”:
a) La independencia funcional;
b) La independencia económica;
c) La no remoción de los magistrados y jueces de primera instancia, salvo los casos
establecidos por la ley;
d) La selección del personal.

Artículo 206. Constitución Política de la República de Guatemala: “Derecho de antejuicio para


magistrados y jueces. Los magistrados y jueces gozarán de derecho de antejuicio en la forma que
lo determine la ley.

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Artículo 15. Ley del Organismo Judicial. “Los jueces no pueden suspender, retardar, ni denegar la
administración de justicia, sin incurrir en responsabilidad”.

Artículo 16- Ley del Organismo Judicial: “Es inviolable la defensa de la persona y de sus
derechos. Ninguno puede ser juzgado por comisión o por tribunales especiales. Nadie podrá ser
condenado ni privado de sus derechos sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal
seguido ante JUEZ o tribunal competente y preestablecido en el que se observen las formalidades
y garantías esenciales del mismo; y tampoco podrá ser afectado temporalmente en sus derechos,
sino en virtud de procedimiento que reúna los mismos requisitos”.

Artículo 51. Ley del Organismo Judicial. “El Organismo Judicial, en ejercicio de la soberanía
delegada por el pueblo, imparte justicia conforme la Constitución Política de la República y los
valores y normas del ordenamiento jurídico del país”.

Artículo 60. Ley del Organismo Judicial. Garantías. “Los jueces y magistrados que se consideren
inquietados o perturbados en su independencia lo pondrán en conocimiento de la Corte Suprema
de Justicia, dando cuenta de los hechos al tribunal competente para seguir el procedimiento
adecuado, sin perjuicio de practicar por si mismos las diligencias estrictamente indispensables
para asegurar la acción de la justicia y restaurar el orden jurídico.”

La Ley del Organismo Judicial Decreto No. 2-89 del Congreso de la República, en el Artículo 58,
establece: Jurisdicción. La jurisdicción es única, para su ejercicio se distribuirá en los siguientes
órganos:
a) Corte Suprema de Justicia y sus Cámaras.
b) Corte de Apelación.
c) Sala de la Niñez y Adolescencia.
d) Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
e) Tribunal de Segunda Instancia de Cuentas.
f) Juzgado de Primera Instancia.

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g) Juzgados de la Niñez y de la Adolescencia y de Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal y
Juzgados de Control de Ejecución de Medidas.
h) Juzgado de Paz o Menores.
i) Los demás que establezca la ley.

“La jurisdicción es solamente una, aunque se clasifique de distintas formas, pero dentro de todas
las clasificaciones de jurisdicción que puedan existir hay una que sobre sale más que las demás,
siendo esa clasificación la siguiente”, (Perny García, 2006: 12).

La jurisdicción tiene además límites subjetivos y objetivos. Como límites subjetivos en materia penal, se
conocen la inviolabilidad y la inmunidad. Por razón de la inviolabilidad, ciertos hechos constitutivos de
delito, son privados de ese carácter cuando son cometidos por personas determinadas. Se conoce la
inviolabilidad absoluta y la inviolabilidad relativa. La inviolabilidad absoluta es aquella que priva en algunas
monarquías y en virtud de la cual todos los actos cometidos por los monarcas están sustraídos de la ley penal.
Por la inviolabilidad relativa, son solamente determinados actos los que se sustraen de dicha ley, en beneficio
del mejor cumplimiento de ciertas funciones. Por ejemplo, el caso de los parlamentarios que no pueden ser
castigados por sus opiniones. Como casos de inviolabilidad podrían citarse los hechos cometidos por un
menor de edad o por el que se halle privado de la razón. (Letona, 2012: 3)

Estos límites son aquellos obstáculos que le impiden al juez actuar o conocer de un conflicto por
muchas razones que limitan su facultad de administrar justicia.

La inmunidad es más que todo un enjuiciamiento privilegiado, por eso es que en tanto que la inviolabilidad es
materia de derecho penal, la inmunidad es materia de derecho procesal. Por lo que el enjuiciamiento
privilegiado parece estar en contra del principio de igualdad ante la ley, pero como expresa Alcalá Zamora, se
justifica por razón de la finalidad que se persigue, de poner a ciertos funcionarios a cubierto de persecuciones
inmotivadas o de protegerlos contra las presiones que contra ellos pudieran ejercer elementos interesados. La
inmunidad se resuelve en lo que se denomina juicio político o antejuicio. (Galván, 2001: 258)

Competencia
La competencia es la facultad que tiene un juez o tribunal de conocer un caso determinado,
concretamente, la comisión de un delito y juzgar por este delito cometido. También es el derecho
que un juez tiene para inquirir lo relacionado con la comisión de un delito o para juzgarlo.

“La competencia en términos generales es considerada como la facultad que tienen los jueces
para el conocimiento de determinados asuntos”, (Aragoneses, 1985: 498).
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Chiovenda define la competencia, como “la parte del poder jurisdiccional, que cada órgano puede
ejercitar” (Chovenda, 1995: 165).

Entonces, la jurisdicción, es un concepto genérico aplicado al caso concreto, pues no todos los
jueces pueden intervenir en cualquier litigio, sino tan sólo en aquellos casos para que la ley lo
determina como competentes; un juez competente, es al mismo tiempo, un juez con jurisdicción;
pero un juez incompetente es un juez con jurisdicción y sin competencia. Tomando en cuenta que
la competencia es la limitación de la jurisdicción, se manifiesta de distintas formas: 1) Por razón
de la materia; 2) Por razón de la cuantía; 3) Por razón del territorio; 4) Por razón de turno; 5) Por
razón de grado. La actividad que se desarrolla al momento de decidir sobre un conflicto de
intereses se denomina justicia, esta debe ser impartida por aquel que tiene el poder de hacerlo,
porque así se le ha delegado.

En sus inicios esta actividad era ejercida por aquellas personas que gozaban de la mayor
credibilidad colectiva, generalmente por su sabiduría, esta sabiduría provenía de la divinidad,
cabe recordar, que el hombre siempre se ha caracterizado como un ser idealista, que tiene
sentimientos y alma, que siempre le ha atribuido la creación de la vida misma, salvo contadas
excepciones a través de la historia, a la divinidad, a un poder supremo, que por esa calidad de
divino, es perfecto, y por su perfección, siempre puede tomar las mejores decisiones para la
humanidad, sin embargo, debe de utilizar instrumentos físicos para llevar a cabo esas decisiones,
por lo general, personas, sobre las cuales deposita la facultad de ejercer esos mandatos.

De aquí entonces, que aquellos hombres elegidos por la divinidad para dirigir a las masas, han
sido considerados privilegiados, virtuosos, por ende es sobre ellos que la colectividad ha
depositado la confianza de hacer justicia, esta justicia proviene de un poder supremo, que al
inicio fue Dios, o dioses, y que con el tiempo su origen se radicó en el deseo del pueblo, con el
origen de las primeras manifestaciones de grupos sociales organizados, como clanes y hordas,
que a la postre se convirtieron en ciudades y de ciudades a ciudades estado, estado que con el
transcurso del tiempo ha evolucionado y continua en ese camino.

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Al momento en que el Estado se consolida como una sociedad organizada sobre un determinado
territorio, con soberanía sobre el mismo y que ese rige por un ordenamiento jurídico, se establece
como otro de sus elementos, el poder público, que es delegado por el pueblo en sus autoridades,
este poder es imposible de ejercer por una sola persona, por lo que nacen los órganos
administrativos, y el poder se divide, generalmente en tres grandes poderes del Estado, Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, siendo este último el que nos atañe estudiar.

El Poder Ejecutivo del Estado lo constituye aquel órgano encargado de dirigir los destinos de la
ciudadanía, los cuales debe desarrollar para alcanzar sus fines, dentro del cual se encuentra
principalmente el bienestar colectivo, desarrollando una serie de políticas encaminadas a brindar
servicios que garanticen los derechos fundamentales de la persona, en el caso del Poder
Legislativo, se trata de la facultad de un órgano en particular, para crear leyes y determinar a
través de ellas, como se debe realizar toda actividad humana y del Estado y sus órganos, algo que
resulta extenso como para discutir en esta investigación, y que será obviado, ya que el tema
principal atañe a la actividad que lleva a cabo el tercero de los Poderes del Estado.

El tercer Poder del Estado al que se alude en la parte final del párrafo anterior, es aquel que
ostenta un órgano colegiado distinto de los dos primeros, independiente de aquellos y que se
desarrolla a través de una serie de organismos que a su vez se integran por personas facultadas
para impartir justicia, por ello se llama poder judicial, aludiendo a la potestad de juzgar y decidir
sobre conflictos en particular, que son puestos a su conocimiento por las partes que los
conforman, a esta función se le denomina jurisdicción, y es la actividad que un sujeto llamado
juez realiza a diario, dentro de sus facultades y limitaciones, que como se verá en adelante, se
encuentran enmarcadas en las leyes de la materia de que se trate y que se sustentan,
principalmente, en la Constitución Política del Estado del que se trate, y se alimenta de los
convenios y tratados internacionales.

Como ya se dijo, este poder proviene del pueblo, porque una de las principales necesidades del
hombre en sociedad, es que exista una persona o personas adecuadas para resolver los conflictos

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que a diario surgen de la convivencia, o del ejercicio de los derechos que cada ciudadano posee,
cuando este choca con otro, es invadido o transgredido por otra persona, es ahí donde se necesita
poder de decisión, pero no una decisión arbitraria, sino, una decisión que se fundamente en la
justicia, que a su vez se fundamenta en la ley.

La actividad de impartir justicia, la realiza un juez o magistrado, facultado para ello por el propio
estado y dentro de la materia que se le asigna, toda vez que, existen diversas ramas del derecho,
por ende la administración de la justicia, para ser más precisa, se ha dividido de acuerdo a esas
ramas del derecho, surgiendo de esta manera, el ramo civil, penal, mercantil, administrativo,
penal, de familia, de la niñez, de adolescentes, de la mujer y otras leyes especiales que han ido
surgiendo con el correr de los años y con la necesidad de regular y juzgar nuevas conductas que
van surgiendo dentro del entramado social, como producto de la evolución misma de la
humanidad en todos los aspectos posibles y que generan nuevos comportamientos individuales y
sociales.

De todo ello deviene, que aquella persona que ha de administrar justicia, tenga cada vez más y
mejores conocimientos, toda vez que el derecho debe ser dinámico para no ser completamente
rebasado por las conductas humanas, que como ya se indicó, son evolutivas y cambiantes.

Por lo anterior es que el estudioso del Derecho, tal es el caso de los jueces, deben tener también,
una vasta experiencia de vida, que le permita aplicar criterios adecuados y certeros al momento
de decidir, puesto que, son derechos de las personas los que están en discusión, por ende, no
puede decidirse a la ligera o actuar de manera arbitraria y con arrebato, sino, por el contrario, con
toda la serenidad y sapiencia que esto requiere.

Es decir entonces, que la actividad judicial o jurisdiccional, requiere de seriedad y de extrema


responsabilidad de parte del Estado al nombrar al funcionario que ha de ejercitarla, y de éste
último, en la medida que desarrolle su actividad, esto se logrará solo si se tiene el suficiente
conocimiento, templanza, criterio y sapiencia, indispensables en la aplicación de la justicia,

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porque se trata de dar a cada quien lo que se merece, lo que parece fácil a simple vista, sin
embargo, una mala decisión, una decisión arbitraria o autoritaria, o el producto de la
precipitación, puede trascender de un modo irremediablemente negativo en la vida de un ser
humano.

Ahora bien, la jurisdicción no es una facultad desmedida, algo que se pueda ejercer libremente y
sin limitaciones, por el contrario, necesita una medida, en virtud de que el ser humano también
tiene limitantes, y como el juez es un ser humano, una persona de carne y hueso, obviamente
también tiene limitantes, estos son los que determinan la medida o la barrera de su actuar
jurisdiccional o judicial, pero no nace específicamente de las limitantes personales o individuales
del juez, sino que, el legislador debe conocerlas y por ende crear las normas que establezcan
dichos límites, así mismo el órgano que dirige la administración de justicia, al crear las
judicaturas necesarias para el efecto, ha de considerarlo en sus resoluciones, en el caso de
Guatemala, con los acuerdos que emite este poder, que son disposiciones que determinan su
actuar.

A este límite de la jurisdicción se ha nombrado como competencia, y es la capacidad o facultad


que tiene un juez para ejercer su jurisprudencia, dentro de los límites establecidos. La jurisdicción
y la competencia, son dos términos legales que van intrínsecamente de la mano, no pueden
separarse uno del otro, porque la jurisdicción es una facultad del Estado, la que delega en sus
órganos especializados para su ejercicio, mismo que realizan los funcionarios de tales órganos
designados exclusivamente para el efecto, así entonces la competencia es designada de la misma
manera, limitando o restringiendo el ejercicio de la jurisdicción de acuerdo a determinadas
circunstancias, las cuales tienen que ver con aspectos de conocimiento, de especialidad, de valor
económico, de designación directa o de la regionalización del país.

Antes de abordar la temática referente al prevaricato como infracción que lesiona directamente la
actividad jurisdiccional, es necesario establecer cuál es el medio por el que se manifiesta lo que el
órgano de justicia quiere resolver, es decir, el resultado de la actividad judicial.

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En ese sentido hay que señalar que, la resolución es el reflejo de la voluntad del órgano
administrativo, en este caso hablamos de la administración de justicia, donde el órgano pronuncia
su voluntad a través de un veredicto, una decisión, en forma precisa, resuelve sobre un hecho o
un derecho controvertido.

De otra manera puede definirse resolución como: la acción o efecto de resolver o resolverse solución de
problema, conflicto o litigio. Decisión, actitud. Firmeza, energía. Valor, arrojo, arresto. Expedición, prontitud,
diligencia celosa. Medida para un caso. Fallo, auto, providencia de una autoridad gubernativa o judicial.
Rescisión. Acto, hecho, o declaración de voluntad que deja sin efecto una relación jurídica. Termino,
extinción. Destrucción. Análisis de un compuesto, para su examen material o reflexivo. Atrevimiento, osadía.
Cambio de una cosa reducida luego a otra. (Portal Jurídico, 2016)

El conocimiento particular del juez


Significa que el juez, como persona, tiene conocimiento que le ha brindado la vida, a través de la
experiencia que tiene en el ámbito particular de sus relaciones, tanto familiares como sociales,
aparte que conoce el Derecho, y lo aplica.

Este conocimiento particular y aparte del juez, comprende todas aquellas vivencias y experiencias
que ha adquirido a través de la interrelación social y familiar, que ha tenido previo a ser juez,
además se integra de aquel conocimiento que adquiere como persona, aún y cuando ya ejerce su
cargo judicial, cabe recordar también que, el juez generalmente ha ido creciendo dentro de la
carrera judicial, iniciando como un oficial o notificador u otro puesto dentro de la administración
de justicia, que le van brindando experiencia en casos particulares, donde no ha tenido decisión,
empero, si los ha conocido intrínsecamente, porque ha realizado más de una diligencia que le ha
permitido profundizar dentro del mismo.

Además, hay que recordar que el Juez, por su alta investidura, siempre se presenta en múltiples
actividades sociales y políticas que alimentan su acervo cultural no legal, no de derecho, sino en
otras materias de la vida y de las ciencias, esto es imprescindible al momento de juzgar, pues
debe hacer consideraciones de hecho y de derecho para poder determinar su actuar impartiendo
justicia.

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Puede afirmarse entonces que el juez conoce ampliamente el derecho, para ello se ha preparado,
sin embargo no siempre sabe a ciencia cierta como se desarrollan en el ámbito de la realidad, los
hechos que a su conocimiento judicial se someten, por ello es necesario que se informe de los
mismos, dejando una rendija abierta al engaño y a ser asaltado en su buena fe, dejando a la ética
de las partes y sus abogados, el litigio de buena fe y lealtad.

He ahí entonces, la división del conocimiento del juez, en empíricos y científicos, unos por su
experiencia personal, familiar y social, y otro por su calidad académica, versada en leyes y
corrientes del derecho universal, a este efecto existe el aforismo legal que indica que: “El juez
conoce los hechos, dame los hechos y yo te daré el derecho, aunque en ocasiones también se
expresa Iura Novit Curia; Narra Mihi Factum, Narro Tibi Ius, o única- mente con el adagio Iura
Novit Curia”, (Arellano, 1999: p. 18).

Prevaricato
Dictar resoluciones contrarias a derecho implica, entonces, un desconocimiento de la norma, lo
que, en normas de naturaleza civil, administrativa, mercantil, laboral, ambiental, o de otra rama
del derecho privado, o de naturaleza mixta, implica una consecuencia de orden penal, toda vez
que se estima que dicha conducta encuadra en un tipo penal.

Esta conducta típica (Prevaricato), es esencialmente voluntaria, esto significa que debe intervenir
el deseo de realizarla. La característica del tipo penal nominado como Prevaricato Culposo,
resulta de la ausencia de voluntad de quien la comete.

En cuanto a la culpabilidad como elemento del delito, se entiende como la capacidad de la


persona para cometer la conducta, es decir que hay un individuo responsable de cometer la acción
o de omitir actuar del modo que la ley le obliga, pero además de ello, este individuo debe ser
capaz de entender su comportamiento, de comprender el contenido de la norma y cree que su
actuar se encuentra fuera del ámbito de protección de la norma, aunado a que debe ser capaz de

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determinarse por si mismo, esto significa que no tiene impedimento para ejercer sus derechos y
cumplir con sus obligaciones por sí mismo.

A lo anterior hay que agregar que el sujeto que comete un delito culposo o del tipo
imprudente, debe actuar por ignorancia, negligencia o impericia, lo que, a criterio de la postulante
investigadora, es característico de personas con poca preparación académica y poca experiencia
de vida, derivado, en su mayoría de veces, de una condición económica de pobreza, lo que a su
vez implica el limitado acceso de la persona a educación o preparación académica o técnica.

Definición
Es necesario definir la palabra prevaricato en sentido muy general, sin abarcar por ello el
estipulado legal, Según la Academia de la Lengua, citada por Salazar (2007), prevaricato deriva
del latín “prevaricatus”. “Y haciendo castellana esta última, dice que prevaricar es acción de
cualquier funcionario que, de una manera análoga a la prevaricación, falta a los deberes de su
cargo”, (Salazar; 2008: p. 125)
Por prevaricación, a su vez, entiende delinquir los funcionarios cuando, a sabiendas o por
ignorancia inexcusable, dictan o profieren resolución de manifiesta injusticia. (Ferreira, 1985: p.
123)

La palabra prevaricato, etimológicamente se compone de dos palabras latinas: prae y varus,


lo que quiere decir huesos de las piernas torcidos. En consecuencia, lo que ha querido
significarse al darle el nombre a determinados actos, es que las personas que los ejecutaban
se desviaban de la línea recta y marchaban de manera torcida u oblicua. (Moreno, 1923: p.
267)

Situación actual del Prevaricato en Guatemala


Esta antítesis tiene su origen en el hecho de que aquella persona que actúa por negligencia,
imprudencia o impericia, debe ser un ignorante de la repercusión de sus actos, en el caso del
prevaricato culposo, necesariamente debe ignorarse inexcusablemente el derecho, y debe saber
que aunque emita resolución contraria a la ley por negligencia, el juez que lo hace no tendría que
poder invocar en su favor la ignorancia de que esa acción negligente produzca como efecto la
15
contradictoria legal establecida en la teoría del delito, en el presente caso en la norma que regula
el tipo penal de Prevaricato Culposo.

Por otra parte, si el juez que emite una resolución por ignorancia inexcusable, no está amparado
en el error de conocimiento que necesariamente debe ser imperativo para exculpar a la persona
por ignorancia de la norma, o por ignorar que su actuar esta fuera del alcance de la protección de
la norma, o tampoco porque crea que su cultura le permita actuar de un modo distinto al que
debió hacerlo al dictar la resolución.

Prevaricato Culposo
Según lo estipulado en el artículo 463 del Código Penal Guatemalteco, Decreto 17-73 (1973), el
tipo penal de Prevaricato Culposo se establece de la siguiente manera: “El juez que, por
negligencia o ignorancia inexcusables, dictare resoluciones contrarias a la ley o las fundare en
hechos falsos, será sancionado con multa de cien a un mil quetzales e inhabilitación especial de
uno a dos años” (Congreso de la República de Guatemala, 1973).

Referente al conocimiento del juez se encuentra el principio de Iura Novit Curia, que como ya se
estudió en el apartado anterior, significa que el Juez Conoce el Derecho y lo aplica, esto significa
que este es totalmente ajeno a los hechos.

En cuanto al Prevaricato, se trata de emisión de resoluciones contrarias a derecho, contraviniendo


lo que preceptúan las normas legales, o las fundare en hechos falsos, es necesario indicar que tal
negligencia o ignorancia solamente puede ser por que el juez ignora que los hechos que le han
sido presentados, o las pruebas que han sido diligenciadas en su presencia, así como los hechos
que las partes indican en sus solicitudes y argumentaciones, son falsos, pero no de fácil
percepción por el juzgador, quien en tal caso es asaltado en su buena fe, a través de la simulación
y la falsedad.

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En este sentido, el juez por culpa, derivada de la negligencia, que puede ser porque aun cuando
duda de la veracidad de un hecho, no solicita un examen para determinarlo, o porque no debió
darle el valor, por su falsedad, puede ser también que, contravenga la norma porque ignora que
un hecho es falso y que, al basar su decisión en él, contraviene la norma, pero no porque la
desconozca, sino porque ha sido simulado un hecho falso, dándole la apariencia de real o
verdadero.
Dictar resoluciones contrarias a derecho implica, entonces, un desconocimiento de los hechos que
motivan la acción judicial, no de la norma, lo que, en normas de naturaleza civil, administrativa,
mercantil, laboral, ambiental, o de otra rama del derecho privado, o de naturaleza mixta, implica
una consecuencia de orden penal, toda vez que se estima que dicha conducta encuadra en un tipo
penal.

Análisis Jurídico del tipo penal de Prevaricato Culposo


Esta conducta típica (Prevaricato), es esencialmente culposa, esto significa que no debe intervenir
el deseo de realizarla. La característica del tipo penal nominado como Prevaricato Culposo,
resulta de la ausencia de voluntad de quien la comete.

En cuanto a la culpabilidad como elemento del delito, se entiende como la capacidad de la


persona para cometer la conducta, es decir que hay un individuo responsable de cometer la acción
o de omitir actuar del modo que la ley le obliga, pero además de ello, este individuo debe ser
capaz de entender su comportamiento, de comprender el contenido de la norma y cree que su
actuar se encuentra fuera del ámbito de protección de la misma, aunado a que debe ser capaz de
determinarse por sí mismo, esto significa que no tiene impedimento para ejercer sus derechos y
cumplir con sus obligaciones por sí mismo.
A lo anterior hay que agregar que el sujeto que comete un delito culposo o del tipo imprudente,
debe actuar por ignorancia, negligencia o impericia.

Esta antítesis tiene su origen en el hecho de que aquella persona que actúa por negligencia,
imprudencia o impericia, debe ignorar la repercusión de la acción que comete, esto no significa

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que el juez desconozca que puede incurrir en prevaricato, pero al ser engañado, él considera que
su acción es correcta, lo que hace imposible que su voluntad haya sido dictar una resolución
contraria a derecho, sino por el contrario, confía en haber impartido justicia de la mejor forma, en
el caso del prevaricato culposo, necesariamente debe ignorarse inexcusablemente la falsedad de
los hechos o la contravención que se cometería al darles el valor probatorio correspondiente, y
debe saber que aunque emita resolución contraria a la ley por negligencia, el juez que lo hace no
ignora que esa acción negligente produzca como efecto la contradictoria legal establecida en la
teoría del delito, en el presente caso en la norma que regula el tipo penal de Prevaricato Culposo,
lo que en realidad ignora es que los hechos son falsos.

Por otra parte, si el juez que emite una resolución por ignorancia inexcusable, no está amparado
en el error de conocimiento que necesariamente debe ser imperativo para exculpar a la persona
por ignorancia de la norma, sino por considerar que su actuar esta fuera del alcance de la
protección de la norma, porque su resolución es acorde a derecho, sin embargo por mera culpa
contraviene o violenta la norma por ignorar que los hechos han sido creados para darle apariencia
de legitimo al derecho reclamado.

De cierta manera resulta inexplicable, que un juez desconozca el derecho, o que, conociendo
plenamente el derecho, dicte una resolución contradictoria con normas legales, tal como dice la
norma, … que por negligencia o ignorancia inexcusables… lo que, a criterio de la postulante
investigadora, es el resultado de la mala fe al litigar y de la falta de lealtad y ética de litigio de las
partes y en ocasiones de los abogados que las auxilian.

Jurisprudencia referente al Prevaricato Culposo en Guatemala


Expediente 3354-2013, del Amparo en única instancia, sentencia dictada por la Corte de
Constitucionalidad en calidad de Tribunal Extraordinario de Amparo, en su considerando II,
inciso b, indica literalmente:

b) Realizar un argumento jurídico que demuestre la infracción de cada uno de los artículos que considera
vulnerados, demostrando así el agravio causado por la Sala y porqué se hace viable para el caso de
procedencia invocado”. A este respecto el casacioncista refirió: “… Argumento jurídico: primer término la
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ley. El artículo 65 del Código Penal, contiene las circunstancias que pueden agravar la pena. Segundo
término el hecho, tienen que ser incluidas en la acusación, no fue así, sino que las agregó el tribunal al
momento de dictar sentencia. Tercer término la conclusión, al no estar imputadas por el ente acusador, sino
que lo hizo el tribunal condenador de mutuo propio (sic), el resultado es que violó el tribunal dicha norma
legal, dando como resultado que impusieron más pena que la que corresponde. (Corte de Constitucionalidad,
2013)

Eso demuestra el agravio causado por la Sala que no enmendó el error. Se hace viable para el caso de
procedencia invocado, porque esas circunstancias dieron motivo para agravar la pena. Argumento jurídico
primer término la ley, el Artículo 27 inciso 23 de la misma ley penal contiene la circunstancia agravante de
reincidencia. Segundo término el hecho Impusieron dos años más de condena de prisión por esa reincidencia.
Tercer término la conclusión, el artículo 34 del mismo código establece que transcurridos diez años de
perpetración de uno y otro delito, no se tomará en cuenta la condena anterior, porque fue cumplida hace
trece años por lo tanto hay prevaricato. (Corte de Constitucionalidad, 2013)

Eso demuestra el agravio causado por la Sala de Apelaciones, que no enmendó el error. Se hace viable para
el caso de procedencia invocado porque ese delito que provocó la reincidencia, hace más de tres años que
prescribió por lo que se cometió prevaricato…”; y en los párrafos penúltimo y último del inciso C, señala:
De lo transcrito, el análisis respectivo y del antecedente del amparo, esta Corte establece que la autoridad
cuestionada, luego de analizar el escrito con el que se pretendía corregir las deficiencias contenidas en el
medio de impugnación planteado, estableció que lo requerido no fue superado, pues el casacionista debió
como presupuesto indispensable para viabilizar la admisibilidad formal de su recurso, señalar el hecho
decisivo que se tuvo por acreditado en la sentencia impugnada -la de la Sala- para absolver, condenar,
atenuar o como, en el presente caso, agravar la pena; puntualización que en ningún momento efectuó el
accionante ya que los argumentos de infracción que expuso iban dirigidos a cuestionar lo resuelto por el
tribunal de sentencia al manifestar: “…las agregó el tribunal al momento de dictar la sentencia (…) lo hizo
el tribunal condenador de mutuo propio (sic), el resultado es que violó el tribunal dicha norma legal, dando
como resultado que impusieron más pena…”, por lo que no encuadró su inconformidad con el caso de
procedencia invocado, pues no hizo referencia con exactitud al defecto que padecía la sentencia atacada; de
ahí, que no realizó un argumento congruente con el motivo de fondo invocado, incumpliendo así con
subsanar los requerimientos que fueron formulados por la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia, lo
cual tuvo como consecuencia, que el tribunal de casación no pudiera efectuar el análisis legal
correspondiente, ocasionando el rechazo del referido medio de impugnación. Por lo anterior se concluye que
la autoridad cuestionada, al emitir el acto reclamado actuó en ejercicio de las facultades que le confieren los
artículos 203 de la Constitución Política de la República de Guatemala, 443 y 445 del Código Procesal
Penal, sin ocasionar los agravios denunciados por el postulante, por lo que la pretensión del accionante es
notoriamente improcedente, motivo por el cual el amparo promovido debe denegarse al emitir el
pronunciamiento legal correspondiente, sin condenar al pago de las costas procesales al postulante, por no
haber sujeto legitimado para su cobro ni imponer multa al abogado patrocinante por pertenecer al Instituto
de la Defensa Pública Penal; y en el Por Tanto, inciso II, indica: I) Deniega el amparo solicitado por Sergio
Ricardo Rosas Núñez contra la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal. I. (Corte de Constitucionalidad,
2013)

Como lo indicó la Honorable Corte de Constitucionalidad, su resolución de fecha dieciocho de


febrero de dos mil catorce, deniega el amparo solicitado en contra de la Cámara Penal I, por
considerar que el prevaricato que presuntamente se cometió al dictar la resolución que denegó la
admisión del recurso de Casación in Iudicando, no constituyo prevaricato, toda vez que al
momento en que se interpuso recurso de apelación especial, luego de analizar el escrito con el
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que se pretendía corregir las deficiencias contenidas en el medio de impugnación planteado,
estableció que:
“lo requerido no fue superado, pues el casacionista debió como presupuesto indispensable para viabilizar la
admisibilidad formal de su recurso, señalar el hecho decisivo que se tuvo por acreditado en la sentencia
impugnada -la de la Sala- para absolver, condenar, atenuar o como, en el presente caso, agravar la pena;
puntualización que en ningún momento efectuó el accionante ya que los argumentos de infracción que expuso
iban dirigidos a cuestionar lo resuelto por el tribunal de sentencia al manifestar: “…las agregó el tribunal al
momento de dictar la sentencia (…) lo hizo el tribunal condenador de mutuo propio (sic), el resultado es que
violó el tribunal dicha norma legal, dando como resultado que impusieron más pena…”, por lo que no
encuadró su inconformidad con el caso de procedencia invocado, pues no hizo referencia con exactitud al
defecto que padecía la sentencia atacada. de ahí, que no realizó un argumento congruente con el motivo de
fondo invocado, incumpliendo así con subsanar los requerimientos que fueron formulados por la Cámara
Penal de la Corte Suprema de Justicia, lo cual tuvo como consecuencia, que el tribunal de casación no
pudiera efectuar el análisis legal correspondiente, ocasionando el rechazo del referido medio de
impugnación”. (Corte de Constitucionalidad, 2013)

En este sentido, es necesario acotar que la Cámara Penal I, de haber cometido prevaricato, no lo
habría hecho de manera dolosa, toda vez que, si se sujetó a los fallos en que incurrió la propia
defensa o dirección del interponente del recurso, a la postre casasionsista, no fue por motivos
reprochables a la Cámara, sino a la propia parte interponente, pues no hizo referencia con
exactitud al defecto que padecía la sentencia atacada. de ahí, que no realizó un argumento
congruente con el motivo de fondo invocado.

Expediente 5354-2017, del Amparo en única instancia, sentencia dictada por la Corte de Constitucionalidad
en calidad de Tribunal Extraordinario de Amparo, Antecedentes, I. El Amparo:

A) Interposición y autoridad: presentado el ocho de noviembre de dos mil diecisiete, en esta Corte;
B) Acto reclamado: resolución de veintidós de septiembre de dos mil diecisiete, emitida por la autoridad
denunciada, por la que rechazó para su trámite las diligencias de antejuicio promovidas por la postulante
contra los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia;
C) Violaciones que denuncia: al principio de seguridad jurídica.
D) Hechos que motivan el amparo: de lo expuesto por la postulante y del estudio de las constancias
procesales se resume:
D.1) Producción del acto reclamado: a) Miriam Elizabeth Castillo Rivera -postulante- presentó querella
contra los Magistrados integrantes de la Corte Suprema de Justicia, por el delito de Prevaricato; b) el Juez
Undécimo de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de
Guatemala, al advertir que los funcionarios gozan de la prerrogativa de antejuicio, se inhibió de seguir
conociendo y elevó las actuaciones a la Corte Suprema de Justicia -autoridad cuestionada- y c) la autoridad
reprochada, en resolución de veintidós de septiembre de dos mil diecisiete -acto reclamado-, rechazó in
limine la solicitud de antejuicio… Considerando I… a) la Corte Suprema de Justicia acordó dar por
finalizada la relación laboral de la jueza Miriam Elizabeth Castillo Rivera -ahora amparista-, con el
Organismo Judicial el veinticuatro de febrero de dos mil dieciséis mediante Acta número quince guion dos
mil dieciséis (15-2016); b) por estimar que dicho pronunciamiento le causaba agravio, la postulante
promovió acción de amparo ante este Tribunal Constitucional, el cual fue otorgado en sentencia de diecisiete

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de noviembre de dos mil dieciséis dentro del expediente 1136-2016, en virtud que se utilizó como fundamento
para dar por terminada la relación laboral un cuerpo normativo que no se encontraba vigente en el momento
en que acaecieron los hechos, por lo que el mismo no podía ser utilizado ni aplicado al caso concreto; c) la
ahora accionante presentó querella contra los Magistrados integrantes de la Corte Suprema de Justicia, por
el delito de Prevaricato, derivado de la decisión que fue señalada como acto reprochado en la acción
constitucional relacionada anteriormente; d) el Juez Undécimo de Primera Instancia Penal, Narcoactividad
y Delitos contra el Ambiente del departamento de Guatemala, al advertir que los funcionarios gozan de la
prerrogativa de antejuicio, se inhibió de seguir conociendo y elevó las actuaciones a la Corte Suprema de
Justicia -autoridad cuestionada-, la que en resolución de veintidós de septiembre de dos mil diecisiete -acto
reclamado-, rechazó in limine la solicitud de antejuicio. (Corte de Cosntitucionalidad, 2017)

La autoridad reprochada, en el acto señalado como agraviante en la presente acción consideró: “(...) Del
análisis de los hechos y documentos que acompaña la antejuiciante a su denuncia, esta Corte tiene presente
que el Organismo Judicial realiza funciones de carácter jurisdiccional y administrativo (…) La función
jurisdiccional se ejerce por exclusividad absoluta por la Corte Suprema de Justicia y por los demás
tribunales establecidos por la ley, a los cuales corresponde la potestad de juzgar y promover la ejecución de
lo juzgado, de conformidad con el artículo 57 de la Ley del Organismo Judicial (…). Por otra parte, la
función administrativa la ejerce la Corte Suprema de Justicia y el Presidente del Organismo Judicial,
conforme sus respectivas atribuciones; al respecto, la Corte Suprema de Justicia, de conformidad a la ley
vigente durante el tiempo en el cual se dio por finalizada la relación laboral, específicamente el artículo 54
de la Ley del Organismo Judicial, revistiendo importancia en el presente caso lo regulado en el inciso d) (…).
En ese orden de ideas y en concordancia con la función administrativa relacionada, los magistrados
denunciados con base en el oficio del Consejo de la Carrera Judicial (…) que se refiere a la evaluación de
desempeño y comportamiento profesional de la Abogada Miriam Elizabeth Castillo Rivera, al fungir como
Juez Vocal del Tribunal Primero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del
departamento de Quetzaltenango --- procedieron a removerla de su cargo… De lo anteriormente expuesto, se
infiere que la Abogada denunciante puede hacer uso de todos los mecanismos legales que se encuentran a su
alcance para alcanzar efectivamente la justicia que requiere. (…) Contrario Sensu, si dicha Abogada no
acude a las instancias judiciales y medios procesales que se encuentran a su alcance para dirimir el conflicto
y obtener el derecho que le asiste, no estaría haciendo uso de su inherente derecho de defensa y no estaría
llevando a cabo un debido proceso; por lo que no le es viable buscar vías legales alternas para solucionar
y/o dirimir su apremio, entre tanto no haga uso de las vías legales que está precisamente establecidas con
anterioridad para alcanzar dicho fin. Por último (…) revistiendo especial importancia la garantía contenida
en el artículo 203 constitucional (…) esta Corte, en concordancia con lo regulado en la ley de la materia,
determina que la presente solicitud es promovida por motivos ilegítimos, por no constituir el hecho señalado
un ilícito penal, sino que es un acto de naturaleza administrativa; por lo tanto, esta Corte, integrada con los
magistrados suscritos (…) advierte que no puede viabilizar una pesquisa en contra de los magistrados
denunciados, por lo que el pronunciamiento de esta Corte se encamina al rechazo liminar de las diligencias
de antejuicio promovidas (…)”… III… El delito por el que la postulante promovió querella contra los
Magistrados integrantes de la Corte Suprema de Justicia es el de Prevaricato contenido en el artículo 462
del Código Penal, el cual establece: “El juez que, a sabiendas, dictare resoluciones contrarias a la ley o las
fundare en hechos falsos, será sancionado con prisión de dos a seis años (…)”. [El resaltado es propio].
Dicho ilícito penal fue creado por el legislador con la finalidad de limitar la actuación arbitraria de los
jueces dentro de cualquier proceso, debiéndose entender el objeto de dicha tipificación de acuerdo a su
contexto, ya que incluso se encuentra normado en la ley sustantiva penal dentro de la clasificación de los
delitos contra la administración de justicia con el objeto de mantener la pureza de la función jurisdiccional.
La anterior acotación es pertinente, debido a que el delito de prevaricato hace referencia a las “resoluciones
que sean contrarias a la ley”, afirmación que, si se interpreta de forma aislada, refleja que puede ser
cualquier tipo de resolución, ya sea de carácter judicial o de carácter administrativo y, de ser así,
efectivamente como lo señaló la amparista dentro de sus agravios, ambas deben ser emitidas dentro de un
marco de legalidad de acuerdo con las leyes ordinarias aplicables y la Constitución Política de la República
de Guatemala. No obstante, a ello, el precepto penal hace la distinción en cuanto a que el órgano o sujeto de
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donde deben emanar aquellas resoluciones es un juez, no haciendo referencia a una autoridad de tipo
administrativo. En concordancia con ello, es importante traer a colación que existen diferencias entre las
resoluciones jurisdiccionales y las administrativas, siendo las primeras aquellas en donde interviene una
autoridad con la potestad de juzgar y emitir un disposición judicial (decreto, auto o sentencia) para resolver
una controversia suscitada entre otros sujetos, mientras que los actos o resoluciones de naturaleza
administrativa son aquellas decisiones que en ejercicio de sus funciones, resuelve en forma unilateral la
autoridad administrativa respectiva y, que afecta a los derechos e intereses de particulares o entidades
públicas. En ese orden de ideas, de acuerdo con la Constitución y la ley de la materia, corresponde al
Organismo Judicial, presidido por la Corte Suprema de Justicia, la función jurisdiccional, es decir, la
resolución de conflictos y pretensiones en materia judicial. Por otro lado, el artículo 53 de la Ley del
Organismo Judicial establece que dicho organismo será administrado por la Corte Suprema de Justicia
conforme a sus respectivas atribuciones administrativas, determinándose entonces que la ahora autoridad
cuestionada concentra su actividad en dos funciones: la administrativa, reglada en el Capítulo II del Título II
de su ley, y la jurisdiccional, normada por el Título III siguiente, siendo distintas las características de
ambas atribuciones. En ese mismo sentido se ha pronunciado esta Corte, expresando que: “(…) En efecto, en
el campo de la administración del organismo, la Corte Suprema de Justicia tiene atribuida la potestad de su
gobierno, es decir, la de disponer, conforme la ley, la actividad de medios personales y la utilización de
medios materiales para el cumplimiento de sus fines. En cuanto al primero vela, especialmente, por la
conducta de los servidores del organismo, sometidos por ello a un régimen disciplinario dentro del que puede
aplicar sanciones de esa naturaleza, tanto si se trata de corregir errores que se produzcan en la marcha de
las labores como si alcanza las conductas personales de los servidores, si con ello sufre el prestigio de la
administración de justicia. (…) (Corte de Cosntitucionalidad, 2017)

En el campo jurisdiccional, ciertamente magistrados y jueces están protegidos por el principio de


independencia, gracias al cual tienen potestad de resolver con criterios fundados en la ley, ajenos a la
interferencia de otras autoridades (…)”. [Sentencia de veinticinco de junio de mil novecientos noventa y
ocho, dentro del expediente 90-1998]. En virtud de lo anteriormente expuesto, la resolución por la que se dio
por finalizada la relación laboral de la ahora postulante con el Organismo Judicial, que provocó la querella
por el delito de Prevaricato contra los Magistrados integrantes de la Corte Suprema de Justicia,
efectivamente es una decisión que debió ser revestida de legalidad y ajustarse a las normas aplicables que se
encontraran vigentes en el momento en que se motivó el caso concreto, cuestión que al ser sometida a
conocimiento de esta Corte y advertirse que no se había producido de tal forma, quedó en suspenso y se
ordenó emitir nueva resolución de acuerdo con las consideraciones que se emitieron oportunamente. (Corte
de Cosntitucionalidad, 2017)

Ahora bien, dicha resolución, como lo señaló la autoridad reprochada, efectivamente es de índole
administrativa y fue dictada por la Corte Suprema de Justicia en su función administrativa dentro del marco
de las facultades legales que les fueron conferidas y, al no haber sido dictada dentro de su función
jurisdiccional, tal acción no se encuadra dentro de los supuestos que contiene el delito denunciado por la
amparista, ya que como se anotó en los párrafos precedentes, el delito de Prevaricato procede contra los
jueces que hayan dictado resoluciones contrarias a la ley, que al interpretarse de acuerdo al contexto en que
fue creada la norma, se advierte que son aquellos sujetos los que al dictar una resolución de tipo judicial se
les impone tal límite con el objeto de restringir la función jurisdiccional propiamente…. Por lo anteriormente
relacionado, se concluye que no existen las vulneraciones a derechos fundamentales que amerite el
otorgamiento de la protección constitucional instada, por lo que el amparo deberá denegarse por ser
notoriamente improcedente, sin condenar en costas a la postulante, pero sí imponiendo la multa respectiva al
Abogado patrocinante, por ser el responsable de la juridicidad del planteamiento… (Corte de
Cosntitucionalidad, 2017)

La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes citadas, al resolver, declara: I. Deniega
el amparo solicitado por Miriam Elizabeth Castillo Rivera, contra la Corte Suprema de Justicia. I… (Corte
de Cosntitucionalidad, 2017)
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Tal como se aprecia en lo esgrimido de parte de los honorables magistrados de la Corte de
Constitucionalidad, en sus consideraciones, relacionan que las resoluciones deben ser examinadas
y si adolecen de vicio, se debe de dictar la que en derecho corresponde, sin embargo es muy
llamativo que no se habla de que se comete prevaricato, toda vez que se trata de una función que
se aparta del ámbito judicial y se aproxima a la facultad de administrar por parte de la corte, sin
embargo lo que más realce merece es el por tanto, en el que se señala, que no se condena en
costas a la parte interponente, “pero sí imponiendo la multa respectiva al Abogado patrocinante,
por ser el responsable de la juridicidad del planteamiento… en este sentido, es incongruente que
el abogado que auxilia a la parte interponente sea quien desconoce el derecho y formule
peticiones basadas en argumentaciones espurias, ya que es de su dominio que la Corte Suprema,
en especial su Magistrado Presidente, desarrollan dos funciones, y la que aquí se relaciona y
sobre la que se pretende fundar el delito de prevaricato, sea culposo o no, es una resolución
administrativa y no judicial, tal como lo hace ver en sus consideraciones la Honorable Corte de
Constitucionalidad en su resolución, esto deja entrever, la malicia de las partes al tratar de
confundir a quien debe impartir justicia, en este caso se verifica en el abogado director, que a
sabiendas de la calidad de la resolución, de mala fe, pretende darle la apariencia de índole
judicial.

Expediente 5276-2017, del Amparo en única instancia, sentencia dictada por la Corte de Constitucionalidad
en calidad de Tribunal Extraordinario de Amparo, Antecedentes, I. El Amparo, A) Solicitud y autoridad:
presentado el veintiséis de octubre de dos mil diecisiete, en el Juzgado de Paz Penal del municipio y
departamento de Quetzaltenango y remitido, posteriormente, a esta Corte. B) Acto reclamado: auto de
diecinueve de mayo de dos mil diecisiete, dictado por la autoridad cuestionada, que rechazó para su trámite
la acción de revisión presentada por Carlos David Juárez Gómez, contra la sentencia condenatoria dictada
en su contra por el delito de Asesinato. C) Violaciones que denuncia: a los derechos a la justicia, de defensa,
a una tutela judicial efectiva y de presunción de inocencia; así como a los principios jurídicos del debido
proceso, de prueba legítima y de legalidad. D) Hechos que motivan el amparo: de lo expuesto por el
postulante y del estudio de las constancias procesales, se resume: D.1) Producción del acto reclamado: a) el
Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de
Quetzaltenango en sentencia de quince de julio de dos mil once, condenó al ahora postulante por el delito de
Asesinato, imponiéndole la pena de treinta y un años de prisión; b) estando firme el citado fallo, el
sentenciado instó acción de revisión ante la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal –autoridad
cuestionada–, invocando los casos de procedencia contenidos en los numerales 2), 3) y 5) del artículo 455
del Código Procesal Penal, autoridad que previo a resolver sobre la admisibilidad del planteamiento, le fijó
el plazo de tres días para que subsanara ciertas deficiencias que, adujo, contenía el recurso; y c) no obstante
presentar escrito en el que, a su juicio, cumplió con los requerimientos formulados, la autoridad objetada, en

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auto de diecinueve de mayo de dos mil diecisiete –acto reclamado–, rechazó la acción intentada. D.2)
Agravios que se reprochan al acto reclamado: manifestó el postulante que la autoridad cuestionada, con la
emisión del acto reclamado, vulneró los derechos y principios jurídicos enunciados, pues: a) sin fundamento
fáctico o jurídico, estimó que no se habían aportado documentos que respaldaran los agravios denunciados,
resolviendo la inadmisibilidad de su planteamiento sin advertir la comisión de injusticia en su contra;
porque, conforme la naturaleza de la acción de revisión y lo regulado en los artículos del 453 al 463 del
Código Procesal Penal, para hacer el análisis del planteamiento no se requiere ni exige la aportación de
documentos que respalden cada numeral del artículo 455 de la ley ibidem y, si bien, el numeral 1) de dicha
norma, establece la presentación después de la sentencia, de documentos decisivos ignorados, extraviados o
que no se hubieren incorporado al procedimiento, ello no debe interpretarse extensivamente para el resto de
numerales, del 2) al 6), como se dispone en el fallo objetado; b) invocó los numerales 2), 3) y 5) del artículo
455 del Código Procesal Penal en los que no existe obligación de presentar documentos que respalden la
denuncia; c) señaló que si bien, se le otorgó plazo para ampliar y justificar la procedencia de la revisión,
cumplió lo ordenado, aunque no era necesario presentar documentos y/o sentencias que respaldaran los
agravios denunciados, pues propuso prueba no diligenciada en juicio; d) citó que se le otorgó valor
probatorio a nueve informes periciales presentados, sin que al debate hubiesen comparecido los peritos que
los emitieron, como lo regulan los artículos 225 y 234 del Código Procesal Penal y que no obstante lo
indicado, los juzgadores bajo acciones de Prevaricato, le otorgaron valor probatorio a dichos peritajes, sin
tener conocimiento de los temas de la pericia, es decir, sustentaron su condena en peritajes que no eran
válidos por no haber sido ratificados; e) en cuanto al peritaje de absorción atómica en el informe remitido,
se indica que el acusado tenía presencia de pólvora en la mano derecha, sin embargo, los Jueces tuvieron por
acreditado que tenía presencia de pólvora en ambas manos, lo cual era falso, razón que también justifica la
revisión planteada… Considerando… III “… Lo expuesto por el accionante se resume en que solicita a
Cámara Penal que revalorice nuevamente las declaraciones de los testigos Antonio de Jesús Jérez (sic),
Marvin Mauricio Rivera, Joel Santos López, Silvia Pérez González, Yessenia Hernández Pérez de Hidalgo –
así como los dictámenes periciales que fueron diligenciados en juicio y rendidos por los peritos del Instituto
Nacional de Ciencias Forenses, que constan en la sentencia de primer grado del quince de julio de dos mil
once dictada por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos Contra el Ambiente del municipio
de Mazatenango departamento de Suchitepéquez. Cámara Penal establece que, para invocar esta causal es
determinante que el condenado acredite mediante documentos demostrativos posteriores a la sentencia
recurrida y emitidos por otro órgano jurisdiccional competente, en los que conste que las declaraciones
testimoniales y los dictámenes periciales que sirvieron de base para la condena, carecen de valor probatorio
por haberse acreditado y demostrado su falsedad e invalidez; toda vez que en la acción de revisión es
inadmisible cuestionar valoraciones probatorias inherentes exclusivamente al Tribunal Sentenciador. La
revisión, en este sentido, no puede derivar en un nuevo juicio crítico sobre lo declarado y valorado
oportunamente en el juicio, caso contrario se atentaría contra el principio constitucional de seguridad
jurídica. Por lo anteriormente expuesto, el motivo especial contenido en el numeral 2 del artículo 455 del
Código Procesal Penal se rechaza. (…) Al accionante se le requirió la corrección de lo siguiente, en cuanto
al motivo especial de revisión fundamentado en el numeral 3 del artículo 455 del Código Procesal Penal. (…)
Cámara Penal determina que, los argumentos antes manifestados no cumplen con demostrar
documentalmente que el fallo recurrido fue pronunciado a consecuencia de prevaricato, cohecho, violencia u
otra maquinación fraudulenta; toda vez que si bien es cierto, la acción de revisión persigue anular por
completo una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, es determinante que el condenado justifique y
demuestre documentalmente, mediante sentencia firme posterior a la condena y proferida por otro órgano
jurisdiccional competente, en la que conste la comisión de alguno de los delitos arriba referidos, por lo que
al incumplirse con lo solicitado en la resolución indicada, el motivo especial contenido en el numeral 3 del
artículo 455 del Código Procesal Penal se rechaza. (…) Al accionante se le requirió respecto al motivo
especial de revisión fundamentado en el numeral 5 del artículo 455 del Código Procesal Penal la corrección
de lo siguiente: (…) Cámara Penal determina que los argumentos antes manifestados no cumplen con la
causal invocada por el contrario, al proponerse el testimonio de los peritos del Instituto Nacional de
Ciencias Forenses, de los técnicos del Ministerio Público y el dictamen pericial de fisicoquímica, se
evidencia qué éstos no sobrevienen o descubren nuevos hechos o elementos de prueba ocurridos o

24
descubiertos con posterioridad al fallo, ya que de aceptarse dicho argumento se desnaturalizaría la acción
de revisión y los elementos de prueba incorporados y diligenciados durante el desarrollo del debate oral y
público, como consecuencia de lo anterior, se concluye que en la acción de revisión no se cumplen los
requisitos procesales de admisibilidad para que se revea una sentencia condenatoria ya pasada en autoridad
de cosa juzgada. Por lo anteriormente considerado deviene procedente rechazar la acción de revisión por el
motivo especial contenido en el numeral 5 del artículo 455 del Código Procesal Penal… Así, este Tribunal
advierte que la autoridad cuestionada, al emitir el acto reclamado, no vulneró los derechos y principios
jurídicos enunciados, no pudiendo el mismo considerarse emitido en forma escueta y burda, como alude el
ahora amparista, en tanto que, con fundamento jurídico suficiente y aplicando criterios doctrinarios
relacionados a la acción de revisión, arribó a la conclusión de que no se cumplió con los requisitos de
admisibilidad, puesto que estableció, en cuanto al primer submotivo de revisión –contenido en el numeral 2)
del artículo 455 del Código Procesal Penal– lo pretendido era la revalorización de las declaraciones de
testigos y los dictámenes periciales diligenciados en el debate, sin acreditarse documentalmente la existencia
de un fallo posterior emitido por otro órgano jurisdiccional competente, en el que se declarara que dichas
pruebas carecían de valor probatorio habiéndose acreditado su falsedad e invalidez… (Corte de
Constitucionalidad, Sentencia de Amparo dictada en Única Instancia, 2013)

Es completamente evidente el criterio de la Honorable Corte de Constitucionalidad, sobre el


delito de prevaricato culposo, al establecer que, en el presente caso, se denegó la revisión,
fundada en cuestiones fácticas, es decir sobre los hechos planteados durante el debate, indicando
la resolución emitida que:

“Las causales para que proceda la revisión son eminentemente fácticas, y por ende se trata de circunstancias
externas con respecto al proceso ya concluido por condena firme, que no pudieron ser consideradas en ella
por surgir o advertirse después de haber pasado en autoridad de cosa juzgada, salvo los casos en los que sea
por aplicación de una ley posterior más benigna para el condenado. La revisión tiene como finalidad
reivindicar la justicia material por las causas señaladas en la ley, realizando un juicio jurídico a un proceso
concluido de manera definitiva y, busca como fin último eliminar los errores judiciales frente a las sentencias
pasadas en autoridad de cosa juzgada”, asimismo señalo en sus consideraciones que no hubo tal
prevaricación, toda vez que con respecto a las pruebas inadmitidas o desvalorizadas por el tribunal, se probó
que dichas pruebas carecían de valor probatorio habiéndose acreditado su falsedad e invalidez. (Corte de
Constitucionalidad, Sentencia de Amparo Dictada en Única Instancia, 2017)

“La negligencia o la ignorancia del juez sobre la falta de veracidad o autenticidad de los hechos
que las partes someten a su conocimiento, representa el factor de desconocimiento determinante
para que éste incurra en error y por ende cometer el delito de prevaricato culposo”.

Comprobación:
Al hacer el análisis de los resultados de la investigación de campo realizada, y previo
conocimiento del contenido del artículo 463 del Código Penal Guatemalteco, que regula el tipo

25
penal de Prevaricato Culposo, y del significado del Principio de Iura Novit Curia, que indica que
el juez conoce el derecho y lo aplica.

Se puede determinar que ciertamente existe un problema, consistente en que los jueces
establecidos y con competencia, emiten resoluciones contrarias a derecho, pero por ignorancia de
la falta de veracidad de los hechos traídos a su conocimiento, donde las partes procuran asaltar al
juzgador en su buena fe, presentándole hechos que en apariencia son verídicos, cuyo engaño sitúa
al juez en alto riesgo de dictar una resolución basada en hechos falsos, conducta que subsume en
el tipo penal de Prevaricato Culposo, porque efectivamente la intención del juez es administrar
justicia, no dictar resolución contraria a derecho.

Se comprueba la hipótesis en el sentido que la regulación legal de la figura penal del Prevaricato
culposo permite establecer que los jueces dicten sus resoluciones en contra de lo estipulado por
las leyes del país y la Constitución Política de la República, lo hacen por negligencia, al dictar
una resolución basándose en un hecho controvertido que no esté muy claro a su juicio, pero que
sin embargo decide continuar y darle valor probatorio, en cuanto a la ignorancia, es porque
definitivamente es asaltado en su buena fe e inducido al error, al resolver fundándose en hechos
falsos, por desconocimiento de esa falsedad, y además porque, como elemento de su conducta, la
intención es impartir justicia y no resolver contra derecho.

26
Conclusiones

Se pudo establecer mediante el análisis realizado que, es notorio que no existe contradicción alguna entre
lo estipulado en el artículo 463 del Código Penal Guatemalteco y el contenido del principio procesal de
Iura Novit Curia, que radica fundamentalmente en el presupuesto normativo que indica que el juez que,
por negligencia o ignorancia inexcusable, contrarias a la ley o las fundare en hechos falsos… cuando se
llega a establecer que el juez realiza su labor, con la intención y la voluntad de administrar o impartir
justicia, no con el ánimo de resolver contra derecho.

Se determinó que, en el ámbito de la administración de justicia, existen tantos fenómenos como casos
sujetos a procesos judiciales, en este sentido, cada caso es distinto y requiere un estudio especializado de
cada hecho esgrimido por las partes, así como de la apreciación de la prueba, por lo tanto, depende de las
partes la obligación de litigar con ética, lealtad y buena fe procesal o litigiosa.

Se logró establecer que, el juez, como ser humano, está sujeto a cometer error, por ello la administración
de justicia, no puede ser blanco del poder punitivo del estado, en forma desmedida, toda vez que al
analizar los fallos judiciales sometidos a estudio en el presente trabajo, se infiere que su intención es la de
impartir justicia y resolver la conflictividad de la sociedad que constantemente entra en choque de
intereses o en litis de derechos, por ello no puede decirse que el juez emite una resolución pensando en
contravenir el derecho, sino, que lo hace en su afán de administrar justicia en cada caso en concreto.

27
Recomendaciones

Debe propiciarse por parte de la Corte Suprema de Justicia la unificación de criterios a aplicar al
momento de dictar resoluciones dentro de los procesos que jueces tengan a su conocimiento, para
el caso específico del prevaricato culposo, en defensa del buen actuar judicial, sin que, por ello,
se deba juzgar con objetividad los casos concretos en que si se pueda dictar una resolución
contraria a derecho, sea voluntaria o culposamente, en el sentido que se proteja a quien imparte
justicia con imparcialidad y que se encause penalmente a quien lo realiza de manera inadecuada.

Es indispensable que el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala, como ente rector del
gremio de Abogados del país, establezca los mecanismos necesarios para hacer valer lo estatuido
en el código de ética profesional, evitando que aquellos abogados que litigan de mala fe y que por
ende dirigen de mala manera a sus patrocinados, sean sancionados debidamente, con el objeto de
erradicar estas malas prácticas en el ámbito judicial, porque una cosa es dirigir procesalmente a
una persona, que reclama un derecho legítimo, y otra muy diferente es concertarse para litigar de
mala fe y faltando a la lealtad y buena fe al litigar. Fortaleciendo de esta forma la ética del
profesional del derecho y su dignificación, virtud que hoy en día la profesión de abogado se
encuentra tan desprestigiada por las malas prácticas de algunos profesionales de esta materia.

28
Anexos

29
30
LA APLICACIÓN DEL PRINCIPIO JURA NOVIT CURIA POR LOS ORGANOS DEL
SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS
Por Rafael Nieto Navia*

Resumen:
Este artículo analiza la aplicación el principio jura novit curia por los órganos del sistema interamericano de derechos humanos.
El principio, diseñado para ayudar al juez en la aplicación de la justicia y en la defensa de las partes, ha sido convertido por los
órganos del sistema en una ampliación de sus poderes más allá de lo que los Estados convinieron al ratificar la Convención.

Summary:
The principle jura novit curia is a very useful tool for the judges and, in a certain way, for the litigators, for reaching the main
purpose of the judicial procedures which is “justice”, as such. It means that if the litigator wrongly argues a procedural rule, the
judge can direct the procedure under the correct rule. It does not give the judge powers of amending the application or add
charges to the original petition affecting the right of defense. The article analyses the application of the principles by the organs
of the Inter-American system of human rights, the Commission and the Court. It concludes that the organs misunderstand and
misapply the principle and by this way amplify their powers prejudicing the States.

Introducción

El principio Jura novit curia

El proceso de responsabilidad por violación de derechos humanos no es un proceso penal, ciertamente,

aun cuando se le asemeje. 1 En el sistema interamericano la Comisión


* Miembro del Institut de Droit International; miembro del Grupo colombiano de la Corte permanente de Arbitraje desde 1988; exembajador
de Colombia ante los países escandinavos; exjuez de la Cámara de Apelaciones de los Tribunales penales internacionales para la antigua
Yugoslavia y Ruanda; exjuez y expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; exmiembro de la Comisión asesora de
Relaciones exteriores de Colombia; profesor distinguido de derecho internacional público de la Facultad de Derecho de la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá y profesor invitado a diversas universidades y centros de estudio de Colombia y el exterior; autor de varios
libros y ensayos sobre derecho internacional. El autor agradece la ayuda de Cielo Alemán, Alejandro Barragán y María Fernanda Jaramillo, de
Ideamérica, en la investigación previa a la redacción de este artículo, cuya responsabilidad es únicamente de su autor.
1
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Godínez Cruz vs. Honduras, Sentencia de 20 de enero de 1989 Interamericana de Derechos
2
Humanos (“CIDH”) formula unos cargos, que son los que el Estado responde y esos deben ser los que son resueltos en la sentencia. Sin
embargo, para la Corte Interamericana de Derechos Humanos (“la Corte”) lo que se dice en la demanda es una cosa, lo que se añade por los
“representantes” en el curso del proceso otra y lo que la Corte, en uso del principio iura novit curia, decide añadir motu proprio, una tercera. En
el Caso de la masacre de Mapiripán acude a “su” jurisprudencia para sustentar el uso del principio:

[…] Asimismo, en lo que atañe a la incorporación de otros derechos distintos a los ya comprendidos en la demanda de la
Comisión, esta Corte ha establecido que los peticionarios pueden invocar tales derechos. Son ellos los titulares de todos los

31
derechos consagrados en la Convención Americana, y no admitirlo sería una restricción indebida a su condición de sujetos del
Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Se entiende que lo anterior, relativo a otros derechos, se atiene a los hechos
ya contenidos en la demanda.

[…] Igualmente, este Tribunal tiene la facultad de analizar la posible violación de artículos de la Convención no incluidos en los
escritos de demanda y contestación de la demanda, así como en el escrito de solicitudes y argumentos de los representantes, con
base en el principio iura novit curia, sólidamente respaldado en la jurisprudencia internacional, “en el sentido de que el
juzgador posee la facultad e inclusive el deber de aplicar las disposiciones jurídicas pertinentes en una causa, aún cuando las
partes no las invoquen expresamente”, en el entendido de que se le dará siempre a las partes la posibilidad de presentar
los argumentos y pruebas que estimen pertinentes para apoyar su posición frente a todas las disposiciones jurídicas que se

3
examinan. (Itálicas añadidas)

De manera que al desequilibrio procesal que se genera con la necesidad de atender dos “demandas”, la de la
Comisión y la de los “representantes”, se añade la de las facultades omnímodas de la Corte. En su voto
disidente en el caso Genie Lacayo, con el objeto de sostener que la Corte tenía capacidad de aceptar un recurso de
revisión de sentencia y no solamente de interpretación, como lo dice el artículo 67 de la Convención, el juez A.A.
Cançado Trindade dijo:
La Corte debe así decidir no tanto por analogía con el derecho internacional general (reflejado en [el

4
artículo 61.1] el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia) como

(Fondo), Serie C No. 5, pár. 140.


2
Según el Reglamento de la Corte (noviembre 2009), “las presuntas víctimas o sus representantes podrán presentar de forma
autónoma su escrito de solicitudes, argumentos y pruebas” (art. 25.1). Si eso se ajusta o no a la Convención no es
objeto de este artículo.
3
CORTEIDH, Caso de la “Masacre de Mapiripán” vs. Colombia, Excepciones preliminares y Reconocimiento de
Responsabilidad, Sentencia de 7 de marzo de 2005, párr. 57. Cfr. Caso “Instituto de Reeducación del Menor”. Sentencia de 2
de septiembre de 2004. Serie C No. 112, párrs. 124 a 126; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de
2004. Serie C No. 110, párr. 178; Caso Herrera Ulloa. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107, párr. 142; Caso
Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr.
134; Caso Myrna Mack Chang, Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 128; y Caso “Cinco
Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 153 (Nota del original). Las itálicas son añadidas.
4
Que se refiere, como es bien sabido, a la aparición de un “hecho nuevo”.
pretende la parte demandante en este caso Genie Lacayo sino más bien con base –en aplicación del principio jura novit

5
curia— en principios generales del derecho procesal, y haciendo uso de los poderes inherentes a su función judicial.
(Itálicas del original)

32
El principio jura novit curia, sin embargo, es un principio procesal que da a los jueces facultades de traer normas de
interpretación, normas procesales y principios que un demandante o un demandado hubieran podido olvidar y que el juzgador,
porque los conoce, los aplica con el objeto de que, por falta de hacerlo, pudiera hacerse una errónea decisión o, si se quiere, una
denegación de justicia. Jura es el plural de jus que hay que traducir en este caso como “ley” y no como “derecho subjetivo”, algo
así como “el Derecho” y no “el derecho”. Da mihi factum, dabo tibi jus, “dame los hechos y yo dispensaré el derecho”, aplicable
sobre todo en los casos en que el juez tiene que llenar una laguna. No quiere decir “el juez reconoce los derechos”. Podría
enunciarse curia novit legem sin cambiar un ápice su significado. Es un principio que permite al juez, por ejemplo, considerar
que una causa ha debido introducirse bajo una regla que no fue o fue mal citada por el demandante, pero no lo autoriza para
enmendarle a éste la demanda y aplicar un derecho sustantivo nuevo, ni para fallar en equidad y no en derecho, desconociendo la
diferencia entre uno y otro. Cuando el principio se aplica al derecho sustantivo, el juez atenta contra la justicia misma y contra el
derecho del demandado de defenderse, y excede su jurisdicción. Más aún cuando lo hace en la sentencia de fondo. Un juez puede
superar, por aplicación de este principio, las omisiones o deficiencias de los argumentos legales de las partes y aplicar la regla
que considere correcta. Pero entender el principio como “el juez reconoce los derechos”6 lleva sus poderes más allá de la ley con
lo cual efectivamente se sitúa más allá de ella. 7

La Corte Constitucional colombiana definió apropiadamente el principio de la siguiente manera:


“El principio iura novit curia, es aquel por el cual, (sic) corresponde al juez la aplicación del derecho con prescindencia del
invocado por las partes, constituyendo tal prerrogativa, un deber para el juzgador, a quien incumbe la determinación correcta del
derecho, debiendo discernir los conflictos litigiosos y dirimirlos según el derecho vigente, calificando autónomamente, la
realidad del hecho y subsumiéndolo en las normas jurídicas que lo rigen. Este principio, (sic) sólo alcanza a la aplicación del
derecho correspondiente a determinada situación fáctica, lo cual no habilita a los jueces a efectuar interpretaciones más allá de
lo probado por las partes, pues debe tenerse en cuenta que también deben respetar el principio de

5
Caso Genie Lacayo, Resolución de la Corte de 13 de septiembre de 1997, Corte I.D.H. (Ser. C) No. 45 (1998), Párr. 7.

6 “
La jurisprudencia en cuanto a la determinación de presuntas víctimas en casos ante esta Corte ha sido amplia, utilizando criterios
aplicables a las circunstancias del caso. Las presuntas víctimas deben estar señaladas en la demanda y en el informe de la Comisión según el
artículo 50 de la Convención,” como lo reconoce la propia Corte.
“Sin embargo, --según ella misma-- […] en algunas ocasiones […] la Corte ha considerado como presuntas
víctimas a personas que no fueron alegadas como tal en la demanda.” (CORTEIDH., Caso de las Masacres de Ituango, párr. 91. Itálicas
añadidas). Es decir, la Corte puede a través de una jurisprudencia “amplia” debido a “las particularidades de cada caso”, cambiar la
Convención, pretender obligar a los Estados a algo que no aceptaron desde el principio y, peor aún, condenarlos en decisión inapelable por
violación de las “nuevas” normas creadas por la Corte.
7
V. DOUGLAS BROOKER, VA SAVOIR! - THE ADAGE "JURA NOVIT CURIA" IN CONTEMPORARY

FRANCE, Expresso Preprint Series. Working Paper 845, disponible en http://law.bepress.com/expresso/eps/845

33
congruencia, es decir, no existe facultad alguna a la que pueda recurrir el juez para variar los términos y el objeto de
un proceso constitucional.” 8
Debe existir una congruencia9 entre la aplicación del derecho por el juez y lo solicitado y conocido por las partes en el
proceso, porque allí radica la confianza de las partes que esperan que su juez sea imparcial, siendo el respeto del derecho
de defensa una de las garantías del proceso. Imparcial (la palabra deriva de “parte”) significa que el juez no es parte en el
proceso. Para Alfredo Alvarado Velloso la imparcialidad tiene tres aspectos, a saber: la impartialidad10(el juez no ha de
ser parte), la imparcialidad (el juez debe carecer de todo interés subjetivo en la solución del litigio) y la independencia (el
juez debe poder actuar sin subordinación jerárquica respecto de las dos partes).11 Esto no es sino la sistematización de lo
que ya había enunciado en su famosa obrilla, el Elogio de los Jueces, Pietro Calamandrei. Dice Calamandrei que, para el
juez, “sentencia y verdad deben en definitiva coincidir; [porque] si la sentencia no se adapta a la verdad [ésta quedará
reducida] a la medida de su sentencia”. Y agrega el autor del “Elogio de los jueces”: Difícil es para el juez hallar el
justo punto de equilibrio entre el espíritu de independencia respecto de los demás y el espíritu de humildad ante sí
mismo; ser digno sin llegar a ser orgulloso, y al mismo tiempo humilde y no servil; estimarse tanto a sí mismo como para
saber defender su opinión contra la autoridad de los poderosos o contra las insidias dialécticas de los profesionales, y al
mismo tiempo tener tal conciencia de la humana falibilidad que esté siempre dispuesto a ponderar atentamente las
opiniones ajenas hasta el punto de reconocer abiertamente el propio error, sin preguntarse si ello puede aparecer como una
disminución de su prestigio. Para el juez, la verdad ha de significar más que la prepotencia de los demás, pero más
también que su amor propio”. El juez tiene que separarse de “sus propias opiniones políticas, su fe religiosa, su condición
económica, su clase social, sus tradiciones regionales o familiares y hasta sus prejuicios y fobias". Los jueces poseen un
“poder mortífero –al decir de Calamadrei -- que, mal empleado, puede convertir en justa la injusticia, obligar a la majestad
de las leyes a hacerse paladín de la sinrazón e imprimir indeleblemente sobre la cándida inocencia el estigma sangriento
que la confundirá para siempre con el delito”. Para el juez es difícil administrar justicia y, sobre todo, no dejar dejarse
llevar por inclinaciones personales o cantos de sirena.12

Los derechos humanos


Cuando hablamos de derechos humanos hablamos de la dignidad de las personas. Hablamos del fundamento de la justicia
y de la paz.

8
Sentencia T.851/10, 28 de octubre de 2010.

9
Que impide que el juez considere hechos que no hayan sido controvertidos durante el proceso.

10
Entiendo que el término fue acuñado por el profesor argentino Werner Goldschmidt, La imparcialidad como principio básico del proceso
(“partialidad” y “parcialidad”), discurso de incorporación como miembro de número
del Instituto Español de Derecho Procesal, publicado en “Conducta y Norma”, Librería Jurídica, Valerio Abeledo,
Buenos Aires, 1955, p. 133 y ss. Tomo la referencia de Andrea A. Meroi, Iura novit curia y decisión imparcial, REVISTA IUS ET PRAXIS - Año
13 – No. 2, p. 386.

11
ALVARADO VELLOSO, ADOLFO, INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL DERECHO PROCESAL, Santa

Fe, Rubinzal-Culzoni, 1989, t. 1, p, 261. Meroi, ibid.

12
Ver Rafael Nieto Navia, Prólogo a General CLAVIJO ADOLFO et al., BAJO EL FUEGO DE LAS PRESIONES, Cuerpo de Generales y
Almirantes en retiro de las Fuerzas Militares y ACORE (eds.), Bogotá, 2006.
CALAMANDREI, PIETRO, ELOGIO DE LOS JUECES ESCRITO POR UN ABOGADO, Madrid, 1936.

34
Podemos preguntarnos si este tópico de los derechos humanos no será manía de los últimos cincuenta años o,
extendiendo un poco los conceptos, de los últimos doscientos si empezamos a contar desde la Revolución francesa. O si
se trata, como se ha sugerido muchas veces, de temas izquierdizantes que deben pasar de moda en la misma medida en
que lo hizo el comunismo.

Hay que responder, por supuesto, que el hombre es anterior al Estado, que nace libre por naturaleza, que sus derechos
son connaturales y que por eso el Estado no los crea sino que tiene que reconocerlos y que no hacerlo conduce a la
arbitrariedad y al totalitarismo, que no son sino el resultado de quitar al hombre su libre arbitrio y pretender
absorber la totalidad sin dejar espacio para el ser humano.

La defensa de los derechos humanos es, por consiguiente, una labor noble. Pero, como todo, sujeta a la justicia. Dicho de
otro modo, en la búsqueda del noble propósito de defender los derechos humanos no nos podemos olvidar de lo
fundamental que ella es. No solamente la administrada por el Estado sino la que maneja el sistema internacional, sujeto
también al debido proceso y, además, a los límites que le pusieron los Estados cuando le confiaron voluntariamente un
poder superior sobre ellos mismos. Los tribunales internacionales en general y los de derechos humanos en particular
deciden en única y definitiva instancia, lo que los obliga a ser mucho más cuidadosos. 13

La CIDH
Ahora bien: el principio se aplica a los jueces y no a los órganos parajudiciales que actúan en el proceso: fiscales,
procuradores etc. En el caso del sistema interamericano de derechos humanos, la CIDH es un órgano parajudicial al
cual la jurisprudencia general sobre el proceso no le da la posibilidad de aplicar el principio. Pero lo ha hecho. Lo cual
es muy grave porque el principio se basa en el conocimiento del derecho que los jueces –especialistas en derecho-
tienen. Pero la CIDH no está conformada por abogados 14 sino por expertos en derechos humanos que bien pueden ser
o no abogados. Y el sistema no le permite administrar justicia que es a lo que se refiere el principio. 15

13
“Res iudicata facit de albo nigrum et de quadrato rotundum” (‘la cosa juzgada hace de lo blanco negro y de lo cuadrado redondo’), cita
Calamandrei.
14
La Convención Americana sobre Derechos Humanos en su artículo 34 dice:

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se compondrá de siete miembros, que deberán ser personas de alta autoridad moral y
reconocida versación en materia de derechos humanos.
Por su parte el Estatuto de la CIDH señala la razón de ser del ente:
Artículo 1.1 La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es un órgano de la Organización de los Estados Americanos creado para promover la
observancia y la defensa de los derechos humanos y servir como órgano consultivo de la Organización en esta materia.
15
Al menos en un caso la CIDH lo ha citado mal:

“67. Asimismo la Comisión Interamericana consideró que la actuación estatal en cuanto a la falta de diligencia respecto del recurso de hábeas corpus
(artículo 28 de la Constitución vigente en ese momento) que conllevó a su inefectividad, así la delegación al alcalde de una facultad jurisdiccional que
constituye una incompatibilidad per se entre la normativa ecuatoriana aplicada al presente caso y la Convención Americana, generaron una violación al
derecho de las víctimas a acceder a un recurso sencillo y eficaz para la protección de sus derechos fundamentales en los términos de los artículos
25 de la Convención americana en relación con el artículo 1(1) y 2 del mencionado instrumento, éste último de conformidad con el principio iura novit
curiae.”(sic). Corte IDH, Caso Palma Mendoza y Otros Vs. Ecuador,

35
En el Caso Mejía Idrovo vs. Ecuador la CIDH indicó que “de conformidad con el principio general de la legislación
internacional iura novit curia, los organismos internacionales tienen el poder, e incluso el deber, de aplicar todas las
disposiciones jurídicas pertinentes, incluso aunque no hayan sido invocadas por las partes […]”. 16 Según ella misma,
la CIDH, como organismo internacional tiene el poder de aplicar el principio.

El Caso Santo Domingo es paradigmático. En el Informe —que equivale a demanda—


enviado a la Corte la CIDH dijo:

“3. Tras analizar los fundamentos de hecho y de derecho presentados por las partes, la Comisión concluyó que el Estado
es responsable por la violación de los artículos 4(1), 5(1), 8(1), 19, 21 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, y en aplicación del principio iura novit curia el artículo 22 de la Convención Americana, así como por
haber incumplido la obligación general de respetar y garantizar los derechos establecida en el artículo 1(1) de dicho
Tratado, en perjuicio de 17 personas que perecieron, 27 personas que resultaron heridas y los miembros de sus familias.
Además, declaró que no cuenta con elementos de juicio suficientes que permitan establecer la violación a la obligación
contenida en el artículo 2 de la Convención. […]
“En consecuencia, la CIDH solicita a la Corte que concluya y declare que el Estado de Colombia incurrió en
responsabilidad internacional por: […] 6. La violación del derecho de circulación y residencia consagrado en el artículo
22(1) de la Convención Americana en conexión con el artículo 1(1) del mismo Tratado en perjuicio de las personas que se
desplazaron de la vereda de Santo Domingo.” 17
Sin hacer la menor referencia al hecho de que la violación del artículo 22 fue invocada por la CIDH con base en el
principio jura novit curia y como si fuera lo más natural del mundo, la Corte concluye que “268. El Estado es responsable
de la violación del artículo 22.1 de la Convención, en relación con los artículos 5.1 y 1.1 de la misma […]” y declara que
“350.2.5. El Estado es responsable por la violación del derecho de circulación y residencia, reconocido en el artículo 22 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 5.1 de la misma, en perjuicio de
las personas que sufrieron desplazamiento por los hechos del caso, de conformidad con lo establecido en los párrafos 255
a 268 de la misma.” 18

Hay que reconocer, sin embargo, que en este caso específico, el Estado tuvo oportunidad en su contestación a la
demanda y durante la audiencia, de exponer argumentos, que luego la Corte desechó, en contra de este cargo.
Sentencia de 3 Septiembre de 2012, Excepción Preliminar y Fondo, Serie C No. 247, pár. 67, disponible
en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_247_esp1.pdf

16
Corte IDH, Caso Mejía Idrovo Vs. Ecuador, Sentencia de 5 de julio de 2011, Serie C No. 228, (Excepciones

Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), pár. 21. Disponible en


http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_228_esp.pdf . Itálicas añadidas.
17
CIDH, Informe n° 31/115, Caso 12.416, Fondo, Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, 24 de marzo de 2011, disponible en
http://www.cidh.oas.org/demandas/12.416ESP.pdf . Itálicas añadidas.
18
Corte IDH, Caso masacre de Santo Domingo vs. Colombia, Sentencia de 30 de noviembre de 2012, (Excepciones preliminares,
fondo y reparaciones), Serie C, No. 259. Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_259_esp.pdf

36
La Corte IDH
La Convención establece en su artículo 1 las obligaciones fundamentales de los Estados:
Artículo 1. Obligación de Respetar los Derechos

1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su
libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social.

En uno de sus primeros casos, la Corte comentó este artículo de la siguiente manera:

“173. El artículo 1.1 es fundamental para determinar si una violación de los derechos humanos reconocidos por la Convención puede
ser atribuida a un Estado Parte. En efecto, dicho artículo pone a cargo de los Estados Partes los deberes fundamentales de respeto y
garantía, de tal modo que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención que pueda ser atribuido, según las
reglas del Derecho internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye un hecho imputable al Estado
que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención.

“174. La primera obligación asumida por los Estados Partes, en los términos del citado artículo, es la de ‘respetar los derechos y
libertades’ reconocidos en la Convención. El ejercicio de la función pública tiene unos límites que derivan de que los derechos
humanos son atributos inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia, superiores al poder del Estado. Como ya lo ha dicho la
Corte en otra ocasión:

... la protección a los derechos humanos, en especial a los derechos civiles y políticos recogidos en la Convención, parte de la
afirmación de la existencia de ciertos atributos inviolables de la persona humana que no pueden ser legítimamente menoscabados
por el ejercicio del poder público. Se trata de esferas individuales que el Estado no puede vulnerar o en la que sólo puede penetrar
limitadamente. Así, en la protección de los derechos humanos, está necesariamente comprendida la noción de la restricción al
ejercicio del poder estatal (La expresión "leyes" en el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
Opinión Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo de 1986. Serie A No. 6, párr. 21).

“175. La segunda obligación de los Estados Partes es la de "garantizar" el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la
Convención a toda persona sujeta a su jurisdicción. Esta obligación implica el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato
gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que
sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los
Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención y procurar, además,
el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los
derechos humanos.”19

19
Corte IDH, Caso Godínez Cruz vs. Honduras, Sentencia de 20 de enero de 1989, (Fondo), Serie C No. 5,
págs. 173-175. Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_05_esp.pdf. La nota
inserta es del original.

37
La primera aplicación del principio jura novit curia se dio, precisamente, en este caso. Vale la pena leer el párrafo respectivo que
contiene exactamente lo que se ha explicado atrás en este artículo:

“172. La Comisión no señaló de manera expresa la violación del artículo 1.1 de la Convención, pero ello no impide que sea
aplicado por esta Corte, debido a que dicho precepto constituye el fundamento genérico de la protección de los derechos reconocidos
por la Convención y porque sería aplicable, de todos modos, en virtud un principio general de Derecho, como es el de iura
novit curia, del cual se ha valido reiteradamente la jurisprudencia internacional en el sentido de que el juzgador posee la facultad e
inclusive el deber de aplicar las disposiciones jurídicas pertinentes en una causa, aun cuando las partes no las invoquen expresamente
("Lotus", Judgment No. 9, 1927, P.C.I.J., Series A No. 10, pág. 31 y Eur. Court H.R., Handyside Case, Judgment of 7 December

20
1976, Series A No. 24, párr. 41).”

Este párrafo tiene dos partes: una se refiere a que una norma “constituye el fundamento genérico de la protección general de los
derechos humanos reconocidos por la Convención” y, segunda, por esa razón el juzgador puede, en este caso, aplicar el principio jura
novit curia. Dicho de otro modo, el principio no puede aplicarse en el aire ni es una autorización general para el juzgador para
que cuanta norma se le ocurra sea aplicada sin más en virtud de él.

La parte relevante del caso del vapor Lotus dice así:

“The Court, having arrived at the conclusion that the arguments advanced by the French Government either are irrelevant to the issue or
do not establish the existence of a principle of international law precluding Turkey from instituting the prosecution which was in
fact brought against Lieutenant Demons, observes that in the fulfilment of its task of itself ascertaining what the international law is, it
has not confined itself to a consideration of the arguments put forward, but has included in its researches al1 precedents, teachings
and facts to which it had access and which might possibly have revealed the existence of one of the principles of international law
contemplated in the special agreement. The result of these researches has not been to establish the existence of any such principle.”
(Itálicas añadidas)

La parte relevante del caso Handyside dice:

“In reply to a question from the Court, the delegates of the Commission specified that the allegations not retained on 4 April 1974
(Articles 1, 7, 9, 13 and 14 of the Convention) (art. 1, art. 7, art. 9, art. 13, art. 14) related to the same facts as did those based on Article
10 of the Convention and Article 1 of Protocol No. 1 (art. 10, P1-1). They were accordingly not separate complaints but
mere legal submissions or arguments that had been put forward along with others. However, the provisions of the Convention and
of the Protocol form a whole; once a case is duly referred to it, the Court may take cognisance of every question of law arising in
the course of the proceedings and concerning facts submitted to its examination by a Contracting State or by the Commission.
Master of the characterisation to be given in law to these facts, the Court is empowered to examine them, if it deems it

20
Id., pár. 172. Las negrillas y la nota inserta son del original. Véase también Corte IDH, Caso
Velásquez Rodríguez vs. Honduras, Sentencia de 29 de julio de 1988 (Fondo), Serie C No. 4, párs 163-166.
Disponible en www.corteidh.or.cr/docs/casos/.../seriec_04_esp.do. necessary and if need be ex officio, in
the light of the Convention and the Protocol as a whole
[…].” (Itálicas añadidas)

38
Hay que anotar que en ninguno de los casos se menciona el principio por su nombre. Y en ambos se trata de hechos o
argumentos ya conocidos en el proceso. Es decir, afirmar que el juez todo lo sabe y todo lo puede es solamente
parcialmente cierto. Sí lo sabe todo, pero no lo puede todo.

Pero la Corte lo ha entendido así: el juzgador puede aplicar cuanta norma, substantiva o procedimental, se le ocurra y en
cualquier etapa del proceso sin más en virtud de principio. De ahí que cada aplicación se apoye en la “autoridad”
jurisprudencial de los casos contra Honduras.

Guatemala aceptó la competencia de la Corte el 9 de marzo de 1987 ‘con la reserva de que los casos en que se
reconoce la competencia son exclusivamente los acaecidos con posterioridad a la fecha en que esta declaración sea
presentada al Secretario de la Organización de los Estados Americanos’”. Ante una demanda de la CIDH por la
desaparición forzada del señor Blake ocurrida en marzo de 1985, fecha anterior a la aceptación, Guatemala presentó una
excepción de falta de competencia ratione temporis. La CIDH sostuvo que la excepción no era aplicable por

tratarse de un “delito continuado”. 21 La Corte aceptó “parcialmente” la excepción. 22 En un escrito “complementario” la


CIDH incluyó la violación del artículo 5 de la Convención y el Estado sostuvo que el asunto ya había sido resuelto en el

punto resolutivo no. 1 de la decisión sobre excepciones preliminares 23 y no dio respuesta a los argumentos. 24

La Corte, al dar curso a la solicitud de la CIDH dijo:

“112. La Corte estima que el hecho de que la alegación de la violación del artículo 5 de la Convención no fue incluida
en el escrito de la demanda de la Comisión, sino tan sólo en su alegato final, no impide a este Tribunal analizar, de
conformidad con el principio jura novit curia, dicha alegación en el fondo de este caso.”

Y agregó:

21
Corte IDH, Caso Blake vs. Guatemala, Sentencia de 2 de julio de 1996, (Excepciones Preliminares), serie C No.
27
, disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_27_esp.pdf , párs. 23-24.

22
“No existe ningún texto convencional actualmente en vigor sobre la figura de la desaparición forzada de personas,

aplicable a los Estados Partes en la Convención. Sin embargo se deben tomar en consideración los textos de dos instrumentos, la Declaración de las
Naciones Unidas sobre la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzosas, de 18 de diciembre de 1992 [art. 17.1], así como la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, de 9 de junio de 1994 […] a pesar de que esta última todavía no está en vigor
para Guatemala” (Id.,parr. 36) y, agregamos nosotros, las “declaraciones” de la Asamblea General de la ONU no son de obligatorio cumplimiento y,
mucho menos, aplicables por un tribunal internacional, a menos que se hayan convertido en derecho consuetudinario, que no es el caso.
La
23
Corte se declaró incompetente para decidir sobre la presunta responsabilidad de Guatemala respecto a la detención y la muerte del señor
Nicholas Chapman Blake. Id., pár. resolutivo 1.
24
Corte IDH, Caso Blake vs. Guatemala, Sentencia de 24 de enero de 1998, (Fondo) s e r i e C, no. 36, pár. 36.

Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_36_esp.pdf.

39
“116. Por lo tanto, la Corte estima que tal sufrimiento, en detrimento de la integridad psíquica y moral de
los familiares del señor Nicholas Blake, constituye una violación, por parte del Estado, del artículo 5 de la
Convención en relación con el artículo 1.1 de la misma”. Debe notarse que no hay nota de pie de página que
remita a los casos de Honduras. Pero frecuentemente la Corte usa el caso Blake para justificar el uso del
principio para aplicar derecho substantivo no alegado en la demanda. 25

En el Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, la Corte dijo:

“107. La Corte estima que a pesar de que la violación del artículo 4.2 de la Convención no fue alegada
específicamente por la Comisión en sus demandas […] sino únicamente en sus alegatos finales […], esto no
impide que sea examinada por el Tribunal, en razón del principio general de derecho iura novit curia,
‘del cual se ha valido reiteradamente la jurisprudencia internacional [entendiéndolo] en el sentido de
que el juzgador posee la facultad e inclusive el deber de aplicar las disposiciones jurídicas pertinentes en
una causa, aún cuando las partes no las invoquen expresamente.” 26

En el Caso Durán y Ugarte la Corte hizo el mismo raciocinio. 27 De esta manera se ha “consolidado” la
jurisprudencia de la Corte para aceptar que las violaciones a la Convención que la CIDH añade motu
proprio a la demanda, la Corte las considera en el fondo de la decisión. Ninguna jurisprudencia
internacional, distinta de la de la propia Corte, ha sido añadida al caso Lotus y al Handyside para justificar
la “reiterada jurisprudencia internacional” tal como la Corte la entiende. 28

En el Caso Vera Vera y otra contra Ecuador, la Corte dijo:

25
Por ejemplo, Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, Sentencia de 30 de mayo de 1999, (Fondo, Reparaciones y Costas), Serie C No. 52, pár.
166. Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_52_esp.pdf
26
Corte IDH, Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros Vs. Trinidad y Tobago, Sentencia de 21 de junio de
2002, (Fondo, Reparaciones y Costas), pár. 107. Disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_94_esp.pdf . En este caso, la
referencia se hace en la nota de pie de página al pár. 172 del Caso Godínez Cruz.
27
Solamente que lo fundamentó en el Caso Blake, pár. 112, el Caso Godínez Cruz, pár. 172, y el Caso Velásquez Rodríguez, Pág. 163.
28
Ver, entre otros, CORTE IDH, Caso Acosta Calderón vs. Ecuador, Sentencia de 24 de junio de 2005,
(Fondo, Reparaciones y Costas). Serie C No. 129 disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/expedientes/seriec_129_esp.pdf;
Caso de las Niñas Yean y Bosico, vs. República Dominicana, Sentencia de 8 de septiembre de 2005, Serie C No. 130, disponible en
http://www .corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_130_esp.pdf; Caso Ximenes Lopes vs. Brasil, Sentencia de
4 de julio de 2006, Serie C No. 149, disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_149_esp.pdf ; Caso Bayarri vs. Argentina,
Sentencia de 30 de octubre de 2008, (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas) Serie C No. 187, disponible en
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_187_esp.pdf; Caso Garibaldi vs. Brasil, Sentenciad 23 de Septiembre de 2009, (Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), Serie C No. 203, disponible en http://www.corteid h.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_203_esp.pdf; Caso
Usón Ramírez vs. Venezuela, Sentencia de
20 de Noviembre de 2009, (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas), Serie C No. 207, disponible en
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_207_esp.pdf ; Caso Vélez Loor vs. Panamá, Sentencia de 23 de noviembre de 2010, (Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), Serie C No. 218, disponible en http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_218_esp.pdf.

“100. El Tribunal tiene competencia, a la luz de la Convención Americana y con base en el principio iura novit curia, el cual se
encuentra sólidamente respaldado en la jurisprudencia internacional, para estudiar la posible violación de las normas de la

40
Convención que no han sido alegadas en los escritos presentados ante ella, en la inteligencia de que las partes hayan tenido la
oportunidad de expresar sus respectivas posiciones en relación con los hechos que las sustentan
101. En el presente caso ni la Comisión ni el representante alegaron la violación del derecho a la integridad personal que consagra el
artículo 5.1 de la Convención Americana, en perjuicio de la señora Francisca Mercedes Vera Valdez. No obstante, la Corte estima que
los hechos de este caso, sobre los cuales las partes han tenido amplia posibilidad de presentar alegatos y defenderse, muestran una
afectación a este derecho, como se expondrá a continuación.
[…] 105. Para el Tribunal es claro que los hechos establecidos en esta Sentencia demuestran el sufrimiento que padeció la señora Vera
Valdez por el trato dispensado al señor Vera Vera mientras estuvo privado de libertad con una herida de bala, por el trato recibido por
ella misma ante sus esfuerzos por procurarle una atención médica adecuada y por la falta de esclarecimiento de los responsables por
el fallecimiento de su hijo. La Corte no considera necesario mayor abundamiento al respecto y, por lo tanto, considera que el Estado
es responsable por la violación del derecho consagrado en el artículo 5.1 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma,
en perjuicio de la señora Francisca Mercedes Vera Valdez.” 29

En este caso, la Corte defiende su competencia “para estudiar la posible violación de las normas de la Convención que no han sido
alegadas en los escritos presentados ante ella” y advierte que las partes han debido tener la oportunidad de expresarse sobre los
hechos que sustentan las normas que no han sido alegadas en los escritos. De donde, la Corte “estima que los hechos […] sobre los
cuales las partes han tenido amplia posibilidad de presentar alegatos y defenderse, muestran una afectación a [un] derecho”
aunque “no considera necesario mayor abundamiento al respecto”.

El ajuste de la Corte a los principios de la jura novit curia es solo aparente: da mihi factum, dabo tibi jus. Pero el juez solamente está
facultado para decidir sobre lo que se pide. La prohibición de decidir ultra petita está directamente relacionada con el derecho de
defensa (en el caso Vera Vera si no se pidió decidir sobre una eventual violación del artículo 5.1 de la Convención, el juez no puede
hacerlo) y aun cuando el juez no está obligado a seguir los planteamientos jurídicos de los litigantes, solamente puede resolver sobre lo
que se pide. 30

La CIDH sometió a la Corte el 30 de julio de 2004 una demanda contra Colombia, la cual se originó en las
denuncias número 12.050 (La Granja) y 12.266 (El Aro), respecto del Municipio de Ituango, recibidas
en la Secretaría de la Comisión el 14 de julio de 1998 y el 3 de marzo de 2000, respectivamente. El 11
de marzo de 2004 la Comisión había dispuesto la

29
Corte IDH, Caso Vera Vera y otra vs. Ecuador, Sentencia de 19 de mayo de 2011, (Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas), Serie C No. 226, párs. 100, 101 y 105, disponible en
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_226_esp1.pdf
30
Calvinho, Gustavo, La regla iura novit curia en beneficio de los litigantes, p. 19, disponible en
http://www.petruzzosc.com.ar/articulos/Iura%20novit%20curia.pdf

acumulación de los casos, por cuanto correspondían al mismo municipio. 31 La Corte no analiza si esta acumulación es
o no correcta, tratándose de fechas y sitios distintos, pero tiene dos efectos principales: uno que, cuando se lee
la sentencia de la Corte, aunque trata de diferenciar los hechos de la Granja y el Agro frecuentemente los mezcla. Otro
que cuando la Corte determina la responsabilidad del Estado por “colaboración” de Fuerzas Armadas con los
paramilitares, no distingue las dos situaciones que son realmente muy distintas. El propósito de este artículo no nos

41
permite un análisis a fondo de este caso 32 y nos referiremos solamente al uso por la Corte de sus “poderes” en una
decisión final.
Como los “representantes” habían añadido víctimas, pruebas y hechos, la Corte resolvió precisar quiénes eran las
“víctimas” para el presente caso, argumentando, como lo ha hecho en otras ocasiones que
“La jurisprudencia en cuanto a la determinación de presuntas víctimas en casos ante esta Corte ha sido amplia,
utilizando criterios aplicables a las circunstancias del caso. Las presuntas víctimas deben estar señaladas en la
demanda y en el informe de la Comisión según el artículo
50 de la Convención. Sin embargo, dado a la falta de ello, en algunas ocasiones, debido a las particularidades de cada
caso, la Corte ha considerado como presuntas víctimas a personas que no fueron alegadas como tal en la demanda,
siempre y cuando se haya respetado el derecho de defensa de las partes y las presuntas víctimas guarden relación con los
hechos descritos en la demanda y con la prueba aportada ante la Corte.” 33
Una cosa es lo que la Convención, que es el instrumento que los Estados aceptaron y al que se vincularon por la norma
pacta sunt servanda cuando ratificaron, diga una cosa y otra lo que la Corte hace a través de una jurisprudencia
“amplia” debido a “las particularidades de cada caso”, y que la lleva a cambiar la Convención, obligar a los Estados
a algo que no aceptaron desde el principio y, peor aún, condenarlos en decisión inapelable por violación de las
“nuevas” normas creadas por la Corte. Eso, en lenguaje llano, se llama abuso del derecho y hay que decirlo con esas
palabras. A la larga el sistema “amplio” de la Corte va a terminar quebrando el sistema.

La cita anterior la remata con lo siguiente:


En algunos casos, la Corte ha enfatizado que el derecho de defensa de las partes es el criterio determinante. Sin
embargo, aun en presencia de objeciones por parte del Estado, la Corte ha considerado incluir a tales presuntas nuevas
víctimas. 34
¿Qué garantía puede dar al Estado una Corte que procede con esta ligereza? No se discuten las objeciones del
Estado, simplemente se ignoran.

31
CORTE IDH, Caso de las Masacres de Ituango vs. Colombia, Sentencia de 1 de julio de 2006,
www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_148_esp.doc. Hay que anotar que el municipio tiene 2.347 kms de extensión.
32
Puede verse un análisis de este caso en NIETO NAVIA, RAFAEL y NIETO LOAIZA, MARIA TERESA, COLOMBIA Y EL SISTEMA
INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CORTE PENAL INTERNACIONAL, GTZ (eds.) Colección
Reformas en la Rama Judicial, Tomo IV, Bogotá, 2007, pp. 190-208.

33
CORTE IDH, Id., pár. 91. Itálicas añadidas.

34
CORTE IDH, Id., pár. 93.

En conclusión, “la Corte ha declarado como ‘posibles víctimas’ a personas que se encontraban identificadas
en la prueba aportada por las partes, aun cuando dichas personas no se encontraban identificadas en la
demanda de la Comisión (Cfr. Caso de la “Masacre de Mapiripán”, Sentencia de 15 de septiembre de 2005.

35
Serie C No. 134, párrs. 255 y 258),” todo ello no obstante “la discrepancia que existe entre las personas
señaladas por la Comisión en su informe basado en el artículo 50 de la Convención como presuntas víctimas

42
del artículo 21 de la misma, versus las personas alegadas en su demanda como presuntas víctimas de dicho
artículo [que] no coincide ni en cantidad ni en identidad [así como] las personas alegadas por los
representantes en su escrito de solicitudes y argumentos tampoco guardan relación con aquellas señaladas

36
en el referido informe del artículo 50.”

Conclusión

El principio jura novit curia es una herramienta importante en la administración de justicia, diseñado para
ayudar al demandado, al demandante y al juez, a alcanzar una recta aplicación de justicia que es el propósito
fundamental de los procesos. El juez puede acudir a él para subsanar las fallas procedimentales que se
puedan presentar cuando las partes invocan normas equivocadas. No lo autoriza a enmendar la demanda y,
mucho menos, a decidir en su sentencia más allá del petitum.

El principio está íntimamente vinculado al derecho de defensa y no puede aplicarse sin haber dado a las
partes la oportunidad de expresarse sobre su aplicación.
Su aplicación por la Corte Interamericana tiene que ser aún más cuidadosa porque se trata de un órgano
judicial que tiene como función la defensa de los derechos fundamentales, uno de los cuales es la recta
administración de justicia, y cuyas sentencias son finales e inapelables.

Su aplicación por la Comisión es una aberración porque el principio fue diseñado para ser aplicado por los
jueces y no por órganos que no son judiciales.

Adicionalmente, exceden las atribuciones que los Estados les otorgaron cuando suscribieron la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, violándola.
Bogotá, 28 de enero de 2013
35
CORTEIDH, Id., pár. 94. La nota insertada es del original, lo que demuestra que el gobierno colombiano no analizó esa sentencia. Es bien sabido
que, más tarde, en noviembre de 2011, se descubrió que algunas de las “víctimas” de Mapiripán no eran tales y habían sido indemnizadas como muertos
sin serlo. En decisión de 23 de noviembre de 2012, la Corte reconoció que algunas de las víctimas no lo eran (Corte IDH Resolución de Supervisión de
Cumplimiento de Sentencia, Caso Masacre de Mapiripán vs. Colombia, nov. 23/12).
36
CORTEIDH, Id., pár. 97.

Referencias

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