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Esta extensión, casi reglamentaria de los derechos, es algo que responde a las condiciones,
necesidades y objetivos de estas constituciones y sus respectivas sociedades. Necesidades que
tienen que ver con:
A) que los distintos poderes se vean obligados a darle más eficacia a derechos que se
concretan
B) la generación de un modelo integral que reúne de forma completa las distintas
generaciones para conectar una función técnico-constitucional con la realidad social
C) una función didáctica e integradora en unas sociedades con altas tasas de analfabetismo
y un muy alto analfabetismo funcional en cultura cívica
la Constitución colombiana recoge a los derechos civiles y políticos en el capítulo I “De los
derechos fundamentales”, y, en cambio, recoge a los derechos sociales en un capítulo separado, el
II “De los derechos sociales, económicos y culturales”, con lo cual, a diferencia de los primeros, a
los que se otorga “fundamentalidad”, estos segundos son considerados como “no fundamentales”.
los nacionales del país en cuestión gozan de muchos derechos de los que no gozan los
extranjeros al incorporar gran parte de los derechos civiles, políticos y sociales dentro del ámbito
de influencia de un modelo de ciudadanía que vacía de contenido la noción de atribución universal
de personalidad como título de atribución y otorga estos solo a aquellos que poseen la
“ciudadanía” del país en cuestión.
Ello denota la voluntad del constituyente de dotar al sistema político colombiano de una nueva
naturaleza y colocar al Estado en una relación intrínseca con la noción de “participación”.
“Pero desde el momento que las constituciones modernas prohíben expresamente toda
vinculación formal del diputado a las instrucciones de sus electores, y hacen jurídicamente
independientes las resoluciones del parlamento de la voluntad del pueblo, pierde todo
fundamento positivo la afirmación de que la voluntad del parlamento es la voluntad del pueblo, y
se convierte en una pura ficción (inconciliable con la realidad jurídica)”
Fue la Ley 134 de 1994 (art. 69) –reformada por la actual Ley 741/2002–, la que limitó esta
posibilidad solo para los cargos de alcaldes y gobernadores.
No será hasta las constituciones de Venezuela de 1999 (art. 72), de Ecuador del 2008 (art. 61.6) y
de Bolivia del 2009 (art. 240.I) que el reconocimiento constitucional de la revocación de mandato
alcance a todos los cargos públicos de elección popular, incluido el Presidente de la República.