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INTERROGANTE…
Mag. Prof. Marta Bayarres Delio
1
Metafísica, Gamma, 6101 lb25, en la traducción de Ross.
3
En la medida que no es posible separar los tres problemas que nos proponemos
tratar, dado que su divorcio resultaría forzado, sugerimos trabajar los textos desde las
tres perspectivas.
Creemos importante aclarar que no pretendemos agotar la temática sino
simplemente acercar a Profesores y alumnos algunas de las propuestas más
representativas con respecto al problema, en el ámbito de la Filosofía Contemporánea.
Con respecto al enfoque metodológico del trabajo, la finalidad es que quienes
manejen esta Antología puedan tener un marco teórico actual sobre tres de los
problemas que aborda la Filosofía Contemporánea: el problema de la verdad, el
problema del lenguaje y sus relaciones con la realidad. Por otra parte pretendemos
aportar elementos para el trabajo práctico en clase.
Con esa finalidad este libro se divide en una primera parte teórico-práctica y una
segunda parte o apéndice con propuestas de dinámicas para aplicar en el aula.
En lo que sigue describimos nuestra propuesta de trabajo a partir de los textos
seleccionados. Hacemos la aclaración de que, para el caso de algunos de ellos, dada su
dificultad, hemos optado por destacar en cursiva, aquellos párrafos que resultarían más
accesibles para trabajar en clase, si bien esto no impide que el docente considere
oportuno incluir otros.
METODOLOGÍA DE TRABAJO
Parte I
______________
2
Texto correspondiente “La teoría de la verdad como coherencia”, Jamos O. Young.
3
Texto correspondiente “Verdad y Falsedad” B. Russell
6
(Selección de Textos)
James O. Young
Una teoría de la verdad como coherencia establece que la verdad de toda proposición
(verdadera) consiste en su coherencia con algún conjunto específico de proposiciones.
La teoría de la coherencia difiere de su competidor principal, la teoría de la verdad
como correspondencia, en dos respetos esenciales. Las teorías en competencia dan
explicaciones conflictivas de la relación entre las proposiciones y sus condiciones de
verdad. (En este artículo, ‘proposición’ no se usa en ningún sentido técnico.
Simplemente se refiere a los portadores de valores de verdad, cualquier cosa que ellos
puedan ser.) Según uno, la relación es la coherencia, según el otro, es la
correspondencia. Las dos teorías también dan explicaciones conflictivas de las
condiciones de verdad. Según la teoría de coherencia, las condiciones de verdad de las
proposiciones consisten en otras proposiciones. La teoría de la correspondencia, en
contraste, establece que las condiciones de verdad de las proposiciones no son (en
general) proposiciones, sino más bien rasgos objetivos del mundo.
4
Publicado en Enciclopedia Stanfrord de Filosofía
7
La Teoría de la Verdad como Coherencia tiene varias versiones. Estas versiones difieren
en dos aspectos relevantes. Versiones diferentes de la teoría dan explicaciones
diferentes de la relación de coherencia. Variedades diferentes de la teoría también dan
diferentes explicaciones del conjunto (o conjuntos) de proposiciones con las cuales las
proposiciones verdaderas son coherentes. (Me referiré a semejante conjunto como un
conjunto especificado.)
El segundo punto en el cual los teóricos de la coherencia (los coherentistas, para ser
breves) difieren es en la constitución del conjunto especificado de proposiciones. Los
coherentistas generalmente están de acuerdo que el conjunto especificado consiste en
proposiciones creídas o sostenidas como verdaderas. Ellos difieren en las cuestiones de
quién cree las proposiciones y cuando. En un extremo, los teóricos de la coherencia
pueden sostener que el conjunto especificado de proposiciones es el conjunto
consistente más grande de proposiciones corrientemente creído por las personas reales.
Según una posición moderada, el conjunto especificado consiste en aquellas
proposiciones que se creerán cuando las personas como nosotros (con las capacidades
cognoscitivas finitas) hayan alcanzado algún límite de la investigación. Para semejante
teoría de la coherencia, véase Putnam (1981). En el otro extremo, los teóricos de la
coherencia pueden mantener que el conjunto especificado contiene las proposiciones
que serían creídas por un ser omnisciente. Algunos idealistas parecen aceptar esta
explicación del conjunto especificado.
Dos líneas principales de argumento han llevado a los filósofos a adoptar una Teoría de
la Verdad como Coherencia. Los defensores tempranos de teorías de la coherencia
fueron persuadidos por la reflexión sobre cuestiones metafísicas. Más recientemente, las
consideraciones epistemológicas y semánticas han sido la base para las teorías de
coherencia.
Los idealistas son conducidos a una Teoría de la Verdad como Coherencia por su
posición metafísica. Los defensores de la teoría de la correspondencia creen que una
creencia es (por lo menos la mayoría del tiempo) ontológicamente distinta de las
condiciones objetivas que hacen la creencia sea verdadera. Los idealistas no creen que
haya una distinción ontológica entre las creencias y lo que hace a las creencias
verdaderas. Desde la perspectiva de los idealistas, la realidad es algo como una
colección de creencias. Por consiguiente, una creencia no puede ser verdadera porque
corresponde a algo que no es una creencia. En cambio, la verdad de una creencia sólo
puede consistir en su coherencia con otras creencias. Una Teoría de la Verdad como
Coherencia que resulta del idealismo usualmente lleva al punto de vista de que la se da
viene en grados. Una creencia es verdadera en el grado en que es coherente con otras
creencias.
En los recientes años los argumentos metafísicos para el coherentismo han encontrado
pocos defensores. Esto es debido al hecho que el idealismo no es ampliamente aceptado.
Blanshard (1939, Cap. XXVI) argumenta que una teoría de la justificación como
coherencia conduce a una Teoría de la Verdad como Coherencia. Su argumento corre
como sigue. Alguien podría sostener que la coherencia con un conjunto de creencias es
la prueba de la verdad pero que esa verdad consiste en la correspondencia con los
hechos objetivos. Si, sin embargo, la verdad consiste en la correspondencia con los
hechos objetivos, la coherencia con un conjunto de creencias no será una prueba de
verdad. Éste es el caso desde que no hay ninguna garantía de que un conjunto
absolutamente coherente de creencias encaje con la realidad objetiva. Desde que la
coherencia con un conjunto de creencias es un test de la verdad, la verdad no puede
consistir en la correspondencia.
9
Este argumento está sujeto a por lo menos dos críticas. Para empezar, depende de una
teoría coherentista de la justificación, y es vulnerable a cualquier objeción a esta teoría.
Más importante aún, una Teoría de la Verdad como Coherencia no se sigue de las
premisas. Nosotros no podemos inferir del hecho de que de una proposición no pueda
saberse si corresponde a la realidad, no corresponda a la realidad. Aun si los teóricos de
la correspondencia admiten que sólo podemos saber qué proposiciones son coherentes
con nuestras creencias, todavía pueden sostener que esa verdad consiste en la
correspondencia. Si los teóricos de la correspondencia adoptan esta posición, aceptan
que puede haber verdades que no pueden conocerse. Alternativamente, pueden
defender, como hace Davidson (1986), que la coherencia de una proposición con un
conjunto de creencias es una indicación buena de que la proposición corresponde a los
hechos objetivos y que nosotros podemos saber a que corresponden esas proposiciones.
Bibliografía
Blanshard, B., 1939, The Nature of Thought, George Allen and Unwin, London.
Davidson, D., 1986, "A Coherence Theory of Truth and Knowledge," Truth And
Interpretation, Perspectives on the Philosophy of Donald Davidson, ed. Ernest
LePore, Basil Blackwell, Oxford, 307-19.
Hempel, C., 1935, "On the Logical Positivists' Theory of Truth," Analysis 2,49-
59.
Joachim, H.H., 1906, The Nature of Truth, Oxford University Press, Oxford.
Neurath, O., 1983, Philosophical Papers 1913-46, eds. Robert S. Cohen and
Marie Neurath, D. Reidel, Dordrecht and Boston.
Putnam, H., 1981, Reason, Truth and History, Cambridge University Press,
Cambridge.
Rescher, N., 1973, The Coherence Theory of Truth, Oxford University Press,
Oxford.
Russell, B., 1907, "On the Nature of Truth," Proceedings of the Aristotelian
Society 7, 228-49.
Walker, R.C.S., 1989, The Coherence Theory of Truth: Realism, anti-realism,
idealism, Routledge, London and New York.
Wright, C., 1995, "Critical Study: Ralph C.S. Walker, The Coherence Theory of
Truth: Realism, anti-realism, idealism," Synthese 103, 279- 302.
Young, J.O., 1995, Global Anti-realism, Avebury, Aldershot.
Young, J.O., 2001, "A Defence of the Coherence Theory of Truth," The Journal
of Philosophical Research, 26, 89-101.
Verdad y falsedad5
Bertrand Russell
5
Russell, B. Problems of Philosophy , Oxford university Press (1912) Versión española con el título Los
problemas de la filosofía, Edit. Labor (1973) Cap. 12. Traducción Joaquín Xirau
11
lo que conocemos directamente debe ser algo; podemos sacar inferencias falsas de
nuestro conocimiento directo, pero el conocimiento directo mismo no puede ser en-
gañoso. Así, en relación con el conocimiento directo no hay dualismo. Pero existe un
dualismo en lo que se refiere al conocimiento de verdades. Podemos creer lo falso lo
mismo que lo verdadero. Sabemos que sobre gran número de asuntos, diferentes
personas tienen opiniones diferentes e incompatibles; por tanto, algunas creencias deben
ser erróneas. Y como las creencias erróneas son con frecuencia afirmadas con la misma
energía que las verdaderas, resulta un problema difícil el de saber cómo distinguirlas de
las creencias verdaderas. ¿Cómo sabremos, en un caso dado, que nuestra creencia no es
errónea? Es un problema de la mayor dificultad, al cual no es posible responder de un
modo completamente satisfactorio. Pero hay una cuestión previa algo menos difícil, que
es la siguiente: ¿Qué entendemos por verdadero y falso? Seguidamente consideramos
este problema preliminar.
1° Nuestra teoría de la verdad debe ser tal que admita su opuesto, 'la falsedad.
Muchos filósofos han fracasado por no haber satisfecho completamente esta condición;
han construido teorías según las cuales todo nuestro pensamiento debe ser verdadero, y
tienen luego una gran dificultad para hallar un lugar para lo falso. En este respecto,
nuestra teoría de la creencia debe diferir de nuestra teoría del conocimiento directo, pues
en el caso de este conocimiento no era necesario tener en cuenta la existencia de un
contrario.
3º Pero, contra lo que acabamos de decir, es preciso observar que la verdad o la falsedad
de la creencia depende siempre de algo que es exterior a la creencia misma. Si creo que
Carlos I murió en el cadalso, mi creencia es verdadera, no a causa de alguna cualidad
que le sea intrínseca, y que pudiera ser descubierta por el mero examen de las creencias,
sino a causa de un acaecimiento histórico que ocurrió hace dos centurias y media. Si
creo que Carlos I murió en su lecho, mi creencia es falsa: ni el grado de vivacidad de mi
creencia, ni el cuidado que he tenido para llegar a ella, le impiden ser falsa, a causa
también de algo que ocurrió largo tiempo ha, y no a causa de una propiedad intrínseca
de mi creencia. Así, aunque la verdad y la falsedad sean propiedades de las creencias,
son propiedades que dependen de la relación de las creencias con otras cosas, no de
ciertas cualidades internas de las creencias.
El tercero de los requisitos mencionados nos lleva a la adopción del punto de vista -
el más común entre los filósofos- según el cual la verdad consiste en una cierta forma de
correspondencia entre la creencia y el hecho. Sin embargo, no es una tarea fácil
descubrir una forma de correspondencia que no se preste a objeciones irrefutables. En
parte a causa de esto -en parte por la creencia de que si la verdad consiste en la
correspondencia del pensamiento con algo exterior a él, el pensamiento no podrá saber
jamás cuándo habrá sido alcanzada la verdad- muchos filósofos han sido llevados a
tratar de encontrar una definición de la verdad que no consista en la relación con algo
totalmente exterior a la creencia. La tentativa más importante para establecer una
definición de esta clase es la teoría según la cual la verdad consiste en la coherencia. Se
dice que el signo de la falsedad es la imposibilidad de conectarla con el cuerpo de
nuestras creencias, y que la esencia de la verdad es formar parte del sistema
completamente acabado, que es la verdad.
Sin embargo, hay una gran dificultad para este punto de vista, o mejor, dos grandes
dificultades. La primera consiste en que no hay razón alguna para suponer que sólo es
posible un cuerpo coherente de creencias. Es posible que, con suficiente imaginación,
un novelista pudiera inventar un pasado del mundo que conviniera perfectamente con lo
que nosotros conocemos, y fuese, sin embargo, totalmente distinto del pasado real. En
materias más científicas, es evidente que haya a menudo dos o más hipótesis que dan
cuenta de todos los hechos conocidos sobre algún asunto, y aunque en tales casos los
hombres de ciencia se esfuerzan en hallar hechos que excluyan todas las hipótesis
menos una, no hay razón para que lo logren siempre.
También en filosofía no parece raro que dos hipótesis rivales puedan dar ambas razón
de todos los hechos. Así, por ejemplo, es posible que la vida sea un largo sueño y que el
mundo exterior tenga tan sólo el grado de realidad que tienen los objetos de los sueños;
pero aunque este punto de vista no parece incompatible con los hechos conocidos, no
hay razón para preferirlo al punto de vista del sentido común, según el cual las otras
personas y las cosas existen realmente. Así, la coherencia no define la verdad, porque
nada prueba que sólo pueda haber un sistema coherente.
13
Por estas dos razones, la coherencia no puede ser aceptada como algo que nos dé el
sentido de la verdad, aunque sea con frecuencia una prueba muy importante de la
verdad, cuando nos es ya conocida cierta suma de verdad.
Así nos vemos precisados a mantener que la correspondencia con un hecho constituye
la naturaleza de la verdad. Falta definir de un modo preciso lo que entendemos por
«hecho» y, cuál es la naturaleza de la correspondencia que debe existir entre la creencia
y el hecho, para que la creencia sea verdadera.
De acuerdo con nuestros tres requisitos, debemos buscar una teoría de la verdad que: 1°,
admita que la verdad tiene un contrario, a saber, la falsedad; 2°, haga de la verdad una
propiedad de la creencia; pero 3.°, una propiedad que dependa totalmente de la relación
de la creencia con las cosas exteriores a ella.
Verdad6
J. L Austin
6
Reimpreso de 'Proceedings of the Aristotelian Society, Supplementary Volume XXIV (1950), por
cortesía del editor. La versión española se debe a Alfonso García Suárez, y aparece en J. L. Austin
Ensayos Filosóficos, Revista de Occidente, Madrid, España 1975.
14
camello de una construcción lógica, que no puede pasar por el ojo ni siquiera de un
gramático. Nos acercamos a ella gorro y categorías en mano: nos preguntamos si la
Verdad es una sustancia (la Verdad, el Cuerpo del Conocimiento), o una cualidad (algo
como el color rojo, que inhíere en las verdades), o una relación ('correspondencia')7.
Pero los filósofos deberían enfrentarse con algo más a su medida para esforzarse con
ello. Lo que más bien necesita discusión es el uso, o ciertos usos, de la palabra
'verdadero'. In vino, posiblemente, 'ventas', pero en un sobrio simposio 'verum'.
2. ¿Qué es lo que decimos que es verdadero o es falso? O ¿cómo ocurre la expresión 'es
verdadero' en las oraciones castellanas? Las respuestas aparecen al punto abigarradas.
Decimos (o se dice que decimos) que las creencias son verdaderas, que las
descripciones o relatos son verdaderos, que las proposiciones o aserciones o enunciados
son verdaderos, y que las palabras o las oraciones son verdaderas; y esto por mencionar
sólo una selección de los candidatos más obvios. Además, decimos (o se dice que de-
cimos) 'Es verdad que el gato está sobre la alfombra', o 'Es verdad decir que el gato está
sobre la alfombra', o '«El gato está sobre la alfombra» es verdad'. También observamos
en ocasiones, cuando otra persona ha dicho algo, 'Muy verdadero', o 'Eso es verdad', o
'Y tan verdad'.
Es verdad (decir) que el gato está sobre la alfombra. Este enunciado (suyo, etc.) es
verdadero.
El enunciado de que el gato está sobre la alfombra es verdadero. Pero primero los
candidatos rivales.
a) Algunos dicen que 'la verdad es primariamente una propiedad de las creencias'.
Pero puede dudarse de si la expresión 'una creencia verdadera' es en absoluto común
fuera de la filosofía y de la teología; y parece aro que se dice que un hombre mantiene
una creencia verdadera cuando en el sentido de que él cree (en) algo que es verdadero, o
cree que algo que es verdadero es verdadero. Además si, como algunos también dicen,
una creencia es 'de la naturaleza de una figura', entonces es de la naturaleza de i que no
puede ser verdadero, aunque puede ser, por ejemplo, fiel8.
7
Es suficientemente obvio que 'verdad' es un sustantivo, 'verdadero' un adjetivo y 'de' en 'verdadero de'
una preposición.
8
Un parecido es verdadero a la vida, pero no verdadero de ella. Una palabra-figura puede ser verdadera,
precisamente porque no es una figura.
15
c) De las palabras y de las oraciones se dice realmente que son verdaderas, de las
primeras con frecuencia, de las últimas raramente. Las palabras tal como son discutidas
por filólogos, o por lexicógrafos, gramáticos, lingüistas, fonetistas, impresores, críticos
(estilísticos o textuales), etc., no son verdaderas o falsas; son formadas incorrectamente,
o ambiguas, o defectuosas, o intraducibles, o impronunciables, o mal pronunciadas, o
arcaicas, o corruptas o cosas por el estilo10. Las oraciones en contextos similares son
elípticas, o compuestas, o aliterativas o agramaticales. Podemos, sin embargo, decir
genuinamente 'Sus palabras finales eran muy verdaderas' o 'La tercera oración de la
página 5 de su discurso es totalmente falsa'; pero aquí 'palabras' y 'oración' se refieren,
como es mostrado por los demostrativos (pronombres posesivos, verbos temporales,
descripciones definidas, etcétera), que las acompañan constantemente en esta usanza, a
las palabras o a la oración en cuanto usadas por una determinada persona en una
determinada ocasión. Es decir, se refieren (como lo hace 'Muchas palabras verdaderas
dichas en broma') a enunciados.
9
Predicados aplicables también a 'argumentos', de los que igualmente no decimos que son verdaderos,
sino, por ejemplo, válidos.
10
Peirce marcó un inicio al señalar que hay dos (o tres) sentidos diferentes de la palabra 'palabra', y
pergeño una técnica ('contar' palabras) para decidir qué es un 'sentido diferente'. Pero sus dos sentidos no
están bien definidos, y hay muchos más —el sentido 'vocablo', el sentido del filólogo en que 'gramática'
es la misma palabra que 'glamour', el sentido crítico textual en que el 'el' de 1. 254 ha sido escrito dos
veces, etc. Con todas sus 66 divisiones de los signos, Peirce no distingue, creo yo, entre una oración y un
enunciado.
11
'Histórico' no significa, por cierto, que no podamos hablar de enunciados futuros o posibles. Un
'determinado' hablante no necesita ser algún hablante definido. 'Emisión' no necesita ser una emisión
pública —la audiencia puede ser el hablante mismo.
16
Una oración está hecha de palabras, un enunciado se hace con palabras. Una oración es
no castellana o no buen castellano, un enunciado no está en castellano o no en buen
castellano. Los enunciados se hacen, las palabras o las oraciones se usan. Hablamos de
mi enunciado, pero de la oración castellana (si una oración es mía, yo la acuñé, pero yo
no acuño enunciados). La misma oración se usa al hacer diferentes enunciados (yo digo
'Es mío', tú dices 'Es mío'); puede también usarse en dos ocasiones o por dos personas
para hacer el mismo enunciado, pero para esto la emisión debe hacerse con referencia a
la misma situación o evento12. Hablamos de 'el enunciado de que E', pero de 'la oración
«S»', no de 'La oración de que S'13.
Para que haya la comunicación del tipo que alcanzamos con el lenguaje, debe haber
un stock de símbolos de algún tipo que un comunicador ('el hablante') pueda producir 'a
voluntad' y que un comunicado ('la audiencia') pueda observar; a éstos se les puede
llamar las 'palabras', aunque, naturalmente, no necesitan ser muy parecidos a lo que
12
'El mismo' no significa siempre lo mismo. De hecho no tiene un significado de la manera en que una
palabra 'ordinaria' como 'rojo' o 'caballo' tiene un significado: es un (el típico) recurso para establecer y
distinguir los significados de las palabras ordinarias. Como 'real' es parte de nuestro aparato en palabras
para fijar y ajustar la semántica de palabras.
13
Las comillas muestran que las palabras, aunque emitidas (al escribir), no han de ser consideradas como
un enunciado del emisor. Esto cubre dos casos posibles, i) en que lo que ha de discutirse es la oración, ii)
en que lo que ha de discutirse es un enunciado hecho en ocasión distinta de las palabras 'citadas'. Sólo en
el caso i) es correcto decir simplemente que la señal está haciendo las veces del tipo (e incluso aquí es
totalmente incorrecto decir que 'El gato está sobre la alfombra' es el nombre de una oración castellana —
aunque posiblemente El Gato está sobre la Alfombra podría ser el título de una novela, o un toro podría
ser conocido como Catta est in malta). Sólo en el caso ii) hay algo verdadero o falso, a saber, (no la cita
sino) el enunciado hecho en las palabras citadas.
17
Convenciones descriptivas que correlacionan las palabras (= oraciones) con los tipos de
situación, cosa, evento, etc., que se encuentran en el mundo; Convenciones
demostrativas que correlacionan las palabras (= enunciados) con las situaciones, etc.,
históricas que se encuentran en el mundo.14
Un enunciado se dice que es verdadero cuando el estado de cosas histórico con el que
está correlacionado por las convenciones demostrativas (aquel al que 'se refiere') es de
un tipo15 con el que la oración usada al hacerlo está correlacionada por las convenciones
descriptivas16.
3a. Surgen dificultades del uso de la palabra 'hechos' para las situaciones, eventos, etc.,
históricos, y en general para el mundo. Pues 'hecho' se usa regularmente en conjunción
con 'que' en las oraciones 'El hecho es que E' o 'Es un hecho que E' y en la expresión 'el
hecho de que E', todas las cuales implican que sería verdadero decir que E17.
14
Ambos conjuntos de convenciones pueden incluirse juntos bajo el rótulo 'semántica'. Pero difieren
ampliamente.
15
'Es de un tipo con el que' significa 'es suficientemente parecido a los estados de cosas standard con los
que'. Así, para que un enunciado sea verdadero un estado de cosas debe ser parecido a otros
determinados, lo cual es una relación natural, pero también suficientemente parecido para merecer la
misma 'descripción', lo cual ya no es una relación puramente natural. Decir 'Esto es rojo' no es lo mismo
que decir 'Esto es como aquéllos', ni siquiera que decir 'Esto es como aquellos que fueron llamados rojos'.
El que las cosas son semejantes, o incluso 'exactamente' semejantes, yo puedo verlo literalmente, pero el
que son las mismas yo no puedo verlo literalmente —el llamarlas el mismo color involucra una
convención adicional a la elección convencional del nombre que se da al color del que se dice que son.
16
El problema está en que las oraciones contienen palabras o recursos verbales que sirven tanto a los
propósitos descriptivos como a los demostrativos (por no mencionar otros propósitos), frecuentemente a
ambos a la vez. En filosofía confundimos lo descriptivo con lo demostrativo (teoría de los universales) o
lo demostrativo con lo descriptivo (teoría de las mónadas). Una oración en cuanto normalmente
diferenciada de una mera palabra o expresión se caracteriza por contener un mínimo de recursos verbales
demostrativos (la 'referencia al tiempo' de Aristóteles); pero muchas convenciones demostrativas son no
verbales (señalar, etc.), y usándolas podemos hacer un enunciado con una sola palabra que no es una
'oración'. Así, lenguajes como el de señales (de tráfico, etc.) usan medios muy diferenciados para sus
elementos descriptivos y demostrativos (la señal en el poste, la localización del poste). Y por muchos
recursos demostrativos verbales que empleemos como auxiliares, debe siempre haber un origen no verbal
para estas coordenadas, lo cual es la clave de la emisión del enunciado.
17
Uso las siguientes abreviaturas:
ii) para todo enunciado verdadero existe 'uno' y su propio hecho precisamente
correspondiente — para todo gorro la cabeza en que ajusta.
Cuando un enunciado es verdadero, hay, por cierto, un estado de cosas que lo hace
verdadero y que es toto mundo distinto del enunciado verdadero sobre él; pero
igualmente por cierto, sólo podemos describir este estado de cosas con palabras (ya
sean las mismas o, con suerte, distintas). Sólo puedo describir la situación en que es
verdadero decir que estoy sintiendo mareo diciendo que es una en la que estoy sintiendo
mareo (o experimentando sensaciones de náuseas)18; sin embargo, entre el enunciar, por
muy verdaderamente que sea, que estoy sintiendo mareo y el sentir mareo hay un gran
abismo permanente19.
Tomo eeqE como mi ejemplo en lo sucesivo y no, pongamos por caso, eeq Julio César era calvo o eeq
todos los mulos son estériles, porque estos últimos son capaces en sus diferentes formas de hacerlos pasar
por alto la distinción entre oración y enunciado; tenemos, aparentemente, en el primer caso una oración
susceptible de ser usada para referirse a sólo una situación histórica, en el otro un enunciado sin referen-
cia a al menos (o a cualquier particular) una.
Si el espacio lo permitiese otros tipos de enunciado (existencial, general, hipotético, etc.) deberían ser
examinados; éstos plantean problemas más de significado que de verdad, aunque siento incomodidad con
respecto a los hipotéticos.
18
Si esto es lo que se quiso decir con '«Llueve» es verdadera si y sólo si llueve', asta ahí todo de acuerdo.
19
Cuesta dos hacer una verdad. De aquí (obviamente) que no pueda haber ningún criterio de verdad en el
sentido de algún rasgo detectable en el enunciado mismo que revele si es verdadero o falso. De aquí,
también, que un enunciado no pueda sin absurdo referirse a sí mismo.
19
‘Hecho que’ es una expresión pensada para usar en situaciones en que la distinción
entre un enunciado verdadero y el estado de cosas acerca del cual es una verdad se
olvida; como frecuentemente sucede con ventaja, en la vida ordinaria, aunque rara vez
en filosofía —ante todo al discutir la verdad, donde es precisamente nuestro cometido
separar las palabras del mundo y distanciarlas de él—. El preguntar ‘¿Es el hecho de
que E el enunciado verdadero de que E o aquello de lo que es verdadero?’ puede que
alumbre respuestas absurdas. Tomemos una analogía: aunque podemos preguntar
sensatamente ‘¿Montamos la palabra «elefante» o el animal?’, y asimismo sensatamente
‘¿Escribimos la palabra o el animal?’, es un sinsentido preguntar ‘¿Definimos la palabra
o el animal?’ Pues definir un elefante (suponiendo que alguna vez hagamos esto) es una
descripción resumida de una operación que involucra tanto la palabra como el animal
(¿fijamos la imagen o el acorazado?);; y así hablar de ‘el hecho de que’ es una forma
resumida de hablar de una situación que involucra tanto las palabras como el mundo20.
Cuanto más rudimentario es un lenguaje, más tenderá, muy a menudo, a tener una
'simple' palabra para un tipo de situación altamente 'complejo'; esto tiene desventajas
tales como que el lenguaje se vuelve dificultoso de aprender y es incapaz de tratar con
situaciones que son no standard, imprevistas, para las cuales puede que no haya
justamente ninguna palabra. Cuando vamos a ultramar equipados sólo con un libro de
frases, puede que consumamos largas horas aprendiendo de memoria
20
'Es verdad que E' y 'Es un hecho que E' son aplicables en las mismas circunstancias; el gorro ajusta
cuando hay una cabeza en la que ajusta. Otras palabras pueden cumplir el mismo rol que 'hecho';
decimos, por ejemplo, 'La situación es que E'.
21
Podríamos usar 'nueces' incluso como una palabra en código; pero un código, como una transformación
del lenguaje, se distingue de un lenguaje, y una palabra en código despachada no es (llamada) 'verdadera'.
20
etc., etc., aunque encarados con la situación en que hemos llegado al 'Yes, very well',
nos encontramos totalmente incapaces de decirlo así. Las características de un lenguaje
más desarrollado (articulación, morfología, sintaxis, abstracciones, etc.) no hacen sus
enunciados más capaces de ser algo más verdaderos, los hacen más adaptables, más
aprendibles, más exhaustivos, más precisos, etc.; y estos fines pueden sin duda
proseguirse haciendo que el lenguaje (mención hecha de la naturaleza del medio)
'refleje' de formas convencionales rasgos descubiertos en el mundo.
Aun cuando un lenguaje 'refleja' tales rasgos muy de cerca (¿y lo hace alguna
vez?), la verdad de los enunciados sigue siendo un asunto, como lo era con los
lenguajes más rudimentarios, que depende de que las palabras usadas sean las
convencionalmente elegidas para situaciones del tipo al que pertenece la referida. Una
figura, una copia, una réplica, una fotografía —éstas nunca son verdaderas en la
medida en que son reproducciones, producidas por medios naturales o mecánicos—;
una reproducción puede ser cuidadosa o fiel (verdadera al original) como lo puede ser
un disco de gramófono o una trascripción, pero no verdadera (de) como un registro de
actas lo puede ser. Del mismo modo un signo (natural) de algo puede ser infalible o
infiable, pero sólo un signo (artificial) para algo22 puede ser correcto o incorrecto23.
Hay muchos casos intermedios entre un relato verdadero y una figura fiel, tal como
aquí se contrastan de un modo un tanto forzado, y es del estudio de éstos (un largo
asunto) del que podemos obtener la visión más clara del contraste. Por ejemplo, mapas;
éstos pueden llamarse figuras, aunque son figuras extremamente convencionalizadas. Si
un mapa puede ser claro o detallado o desorientador, como un enunciado, ¿por qué no
puede ser verdadero o exagerado? ¿Cómo difieren los 'símbolos' usados en la factura de
mapas de los usados en la factura de enunciados? Por otro lado, si un mosaico no es un
mapa, ¿por qué no lo es? ¿Y cuándo un mapa se convierte en un diagrama? Estas son
las preguntas realmente iluminadoras.
Decir que una proposición es verdadera es justamente aseverarla, y decir que es falsa
es justamente aseverar su contradictoria.
22
Sólo con violencia al castellano podemos señalar la distinción del inglés entre a (natural) sign for
something' y 'an (artificial) sign for something'. (T.)
23
Berkeley confunde estos dos. No habrá libros en los riachuelos fluyentes hasta el inicio de la
hidrosemántíca.
21
Hay algo peculiar en el 'hecho' que es descrito por eeqEV, algo que puede hacernos
titubear en cuanto a llamarlo un 'hecho'; a saber, que la relación entre eeqE y el mundo
que eeqEV afirma que se da es una relación puramente convencional (una que 'el pensar
hace así'). Pues somos conscientes de que esta relación es una que podríamos alterar a
24
Un enunciado puede referirse a 'sí mismo' en el sentido, por ejemplo, de la oración usada o la emisión
emitida al hacerlo ('enunciado' no está exenta de toda ambigüedad). Pero resulta una paradoja si un
enunciado pretende referirse a sí mismo en un sentido más fuerte, pretende, es decir, enunciar que él
mismo es verdadero, o enunciar a qué se refiere él mismo ('Este enunciado es sobre Catón').
25
Y 'por implicación' eeqEV asevera algo sobre el hacer un enunciado que eeqE ciertamente no asevera.
26
Esto no es totalmente justo: hay muchas razones legales y personales para celebrar dos vistas —lo cual,
sin embargo, no afecta al puntó de que el asunto tratado no es el mismo.
27
No enteramente correcto, porque eeqEV sólo está en su lugar cuando eeqE se concibe como hecho y ha
sido verificado.
28
Unum, verum, bonum —las viejas favoritas merecen su celebridad. Hay algo extraño en cada una de
ellas. La teología teorética es una forma de onomatolatría.
22
voluntad, mientras que gustamos de restringir la palabra 'hecho' a los hechos firmes,
hechos que son naturales e inalterables, o en cualquier caso no alterables a voluntad.
Así, para tomar un caso análogo, puede que no nos guste llamar un hecho a el que la
palabra elefante significa lo que significa, aunque podemos ser inducidos a llamarlo un
hecho (blando) —y aunque, naturalmente, no sentimos ningún titubeo en cuanto a
llamar un hecho a el que los hablantes castellanos contemporáneos usen la palabra como
la usan.
29
Los siguientes dos conjuntos de axiomas lógicos son, como Aristóteles (aunque no sus sucesores) los
hace, enteramente distintos:
a) Ningún enunciado puede ser a la vez verdadero y falso. Ningún enunciado puede ser ni verdadero ni
falso.
b) De dos enunciados contradictorios-Ambos no pueden ser verdaderos. Ambos no pueden ser falsos.
El segundo conjunto exige una definición de contradictorios, y se une usualmente con un postulado
inconsciente de que para todo enunciado hay uno y sólo otro enunciado tal que el par son contradictorios.
Es dudoso hasta qué punto cualquier lenguaje contenga o deba contener contradictorios, sean como fueren
definidos, tales que satisfagan tanto este postulado como el conjunto de axiomas b).
Las llamadas 'paradojas lógicas' (difícilmente una clase genuina) que conciernen a 'verdadero' y 'falso' no
deben reducirse a casos de contradicción, del mismo modo que 'E pero yo no lo creo' no lo es. Un
enunciado al efecto de que es él mismo verdadero es a todo punto tan absurdo como uno al efecto de que
es él mismo falso. Hay otros tipos de oración que pecan contra las condiciones fundamentales de toda
comunicación de formas distintas de la forma en que 'Esto es rojo y no es rojo' peca —por ejemplo, 'Esto
(yo) no existe (existo)', o igualmente absurda 'Esto existe (yo existo)'. Hay más de un pecado mortal; y no
está el camino para la salvación en una jerarquía.
30
Ser falso es (no, por cierto, corresponder a un no hecho, sino) corresponder incorrectamente a un hecho.
Algunos no han visto cómo, entonces, dado que el enunciado que es falso no describe el hecho al que
corresponde incorrectamente (sino que lo describe incorrectamente), sabemos con qué hecho compararlo;
esto se debió a que concibieron todas las convenciones lingüísticas como descriptivas —pero son las
convenciones demostrativas las que fijan cuál es la situación a la que el enunciado se refiere. Ningún
enunciado puede enunciar a qué se refiere él mismo.
23
pero sólo puede sostenerse que 'es falsa', es lógicamente superflua cometiendo esta
confusión fundamental.
5. Hay otra forma de llegar a ver que la expresión 'es verdadera' no es lógicamente
superflua, y de apreciar qué tipo de enunciado es decir que un determinado enunciado es
verdadero. Hay muchos otros adjetivos que están en la misma clase que 'verdadero' y
'falso', que tratan, es decir, de las relaciones entre las palabras (en cuanto emitidas con
referencia a una situación histórica) y el mundo, y que, sin embargo, nadie despacharía
como lógicamente superfluas. Decimos, por ejemplo, que un determinado enunciado es
exagerado, o vago o árido, una descripción un tanto tosca o desorientadora, o no muy
buena, un relato más bien general o demasiado conciso. En casos como éstos es inútil
insistir en decidir en términos simples si el enunciado es 'verdadero o falso'. ¿Es
verdadero o falso que Belfast está al norte de Londres? ¿Que la galaxia es de la forma
de un huevo frito? ¿Que Beethoven era un alcohólico? ¿Que Wellington ganó la batalla
de Waterloo? Hay diversos grados y dimensiones de éxito al hacer enunciados: los
enunciados se ajustan a los hechos siempre más o menos laxamente, de diferentes
formas en diferentes ocasiones para diferentes intentos y propósitos. Lo que puede que
alcance resultados máximos en una prueba general de conocimiento puede que en otras
circunstancias obtenga un simple aprobado. E incluso el más apto de los lenguajes
puede que no 'funcione' en una situación anormal o que no logre habérselas, o
habérselas de un modo razonablemente simple, con descubrimientos novedosos; ¿es
verdadero o falso que el perro ronda la vaca?31¿Qué pasa, además, con la amplia clase
de casos en que un enunciado no es tanto falto (o verdadero) como fuera de lugar,
inadecuado ('Todos los indicios de pan' dicho cuando el pan está ante nosotros)?
Nos obsesionamos con la 'verdad' cuando discutimos enunciados, del mismo modo que
nos obsesionamos con la 'libertad' cuando discutimos la conducta. Mientras pensamos
que lo que siempre y solamente tiene que decidirse es si una determinada acción fue
hecha libremente, no logramos avanzar; pero tan pronto nos volvemos en cambio a los
demás numerosos adverbios usados en la misma conexión ('accidentalmente',
'involuntariamente', 'inadvertidamente', etc.), las cosas se vuelven más fáciles, y
llegamos a ver que no se requiere ninguna inferencia concluyente de la forma 'Ergo, fue
hecho libremente (o no libremente)'. Al igual que la libertad, la verdad es un minimum
neto o un ideal ilusorio (la verdad, toda la verdad y nadas más que la verdad sobre,
pongamos por caso, la batalla de Waterloo o la Primavera).
31
Aquí hay mucho sentido en las teorías de la verdad como 'coherencia' (y pragmatistas), a pesar de que
no logran apreciar el trillado pero central punto de que la verdad es un asunto de la relación entre palabras
y mundo, y a pesar de su obstinado Gleichschaltung de todas las variedades de fallo enunciativo bajo el
solo rótulo de 'parcialmente verdadero' (en adelante incorrectamente igualado con 'parte de la verdad').
Los teóricos de la 'correspondencia' también a menudo hablan como alguien que sostuviese que todo
mapa es exacto o inexacto; que la exactitud es una sencilla y la única virtud de un mapa; que toda
provincia no puede tener más que un mapa exacto; que un mapa a escala mayor o mostrando diferentes
rasgos debe ser un mapa de una provincia diferente; etc.
24
las 'proposiciones' sobre el modelo del enunciado de que una determinada cosa es roja,
tal como es hecho cuando la cosa en cuestión está actualmente a observación.
En los casos hasta ahora considerados el modelo 'Esto es rojo' falla porque los
'enunciados' asimilados a él no son en absoluto de una naturaleza que corresponda a los
hechos —las palabras no son palabras descriptivas, etcétera—. Pero hay también otro
tipo de caso en que las palabras son palabras descriptivas y la 'proposición' tiene en
cierto modo que corresponder a los hechos, pero no precisamente del modo en que 'Esto
es rojo', y enunciados similares diseñados para ser verdaderos tienen que hacerlo.
33
Aunque no es todavía adecuado llamarlo uno u otro por la misma razón, no se puede mentir o decir la
verdad sobre el futuro.
25
necesitamos sólo decir 'El gato puede que esté sobre la alfombra'. Esta emisión es
totalmente diferente de eeqE —no es en absoluto un enunciado (no es verdadera o falsa;
es compatible con 'El gato puede que no esté sobre la alfombra') —. Del mismo modo,
la situación en que discutimos si y enunciamos que eeqE es verdadero es diferente de la
situación en que discutimos si es probable que E. Eeq es probable que E está fuera de
lugar, es inadecuado, en la situación en que podemos hacer eeqEV, y, creo yo,
conversamente. No es nuestro cometido aquí discutir la probabilidad; pero vale la pena
observar que las expresiones 'Es verdad que' y 'Es probable que' están en la misma línea
de cometido34, y son en esa medida incompatibles.
34
Compárense las extrañas conductas de 'fue' y 'será' cuando se unen a 'verdadero' y 'probable'.
26
Humanismo y verdad35
William James
(1842-1910)
Al recibir del editor de Mind unas galeradas del artículo de Bradley "Truth and
Practice" consideré este envío como una sugerencia para unirme a la controversia sobre
"Pragmatismo" que parece haber comenzado tan seriamente. Como mi nombre ha sido
asociado al movimiento, me parece una buena medida aceptar la sugerencia, y mucho
más, teniendo en cuenta que en algunos sectores se me ha concedido más valor del que
merezco, y en otros menos probablemente del que me pertenece.
Todo lo que implica, pues, el método pragmático es que las verdades deben tener
consecuencias prácticas.36 En Inglaterra se le ha dado a la palabra un uso todavía más
amplio, para cubrir la noción de que la verdad de un enunciado consiste en sus
consecuencias, y especialmente en sus consecuencias buenas. Aquí no se trata ya de
cuestiones enteramente de método, y puesto que mi pragmatismo y este pragmatismo
más amplio son tan diferentes —y lo bastante importantes ambos para tener nombres
diversos— creo que la propuesta de Schiller de llamar a este pragmatismo más amplio
con el nombre de "humanismo" es excelente y debería adoptarse. El otro puede seguir
llamándose "método pragmático".
35
Reimpreso, con ligeras modificaciones verbales, de Mind, Vol. XIII, N. S., pág. 457 (octubre de 1904).
Se han hecho un Par de interpolaciones de otro artículo de Mind; "Humanismo y verdad, una vez más",
del volumen XIV.
36
Práctico en el sentido de particular, no en el sentido de las consecuencias no puedan ser tanto mentales
como físicas.
27
He leído en los seis meses pasados muchas críticas hostiles a las publicaciones
de Schiller y Dewey; pero, con excepción de la elaborada acusación de Bradley, no las
tengo a mano mientras escribo y las he olvidado en gran parte. Creo que una discusión
libre del tema por mi parte sería, en cualquier caso, más útil que intentar una polémica
para rebatir detalladamente estas críticas. Bradley se ocupa en particular de Schiller.
Repetidamente se confiesa incapaz de comprender los puntos de vista de Schiller;
evidentemente no ha intentado hacerlo con simpatía, y lamento mucho decir que, a mi
parecer, su laborioso artículo no arroja absolutamente ninguna luz sobre el tema.
Considero que es en su totalidad una ignoratio elenchi, y me siento libre de pasarlo
totalmente por alto.
El tema es difícil, sin duda. El pensamiento de Dewey y Schiller es, ante todo,
una inducción, una generalización que actúa libre de toda clase de enredos particulares.
Si es verdadero, implica muchas reafirmaciones de nociones tradicionales. Es una
especie de producto intelectual que no alcanzó una forma de expresión clásica cuando se
promulgó por primera vez. El crítico no debe, por lo tanto, mostrarse demasiado
exigente y meticuloso al ocuparse de éste, sino que debe considerarlo en tu totalidad y
especialmente considerar sus posibles alternativas. Se debería intentar, también,
aplicarlo primero a un ejemplo, luego a otro, para ver cómo actúa. Me parece
enfáticamente que no es caso para una ejecución inmediata, porque exista la convicción
de que es intrínsecamente absurdo, auto contradictorio, o por la caricatura de que
podría verse como si se redujera a una forma esquelética. El humanismo, en efecto, se
parece mucho más a uno de esos cambios seculares que ocurren en la opinión pública de
la noche a la mañana, como si fueran, llevados sobre la marea ‘tan profundos como
para sonar o echar espuma’, que sobreviven a todas las brusquedades y extravagancias
de sus defensores, que usted no puede prender absolutamente en ningún enunciado
esencial, ni destruir de un golpe decisivo.
oponente, resolver el intelecto en un tipo de fango’. ‘Aún eso’, replicaría yo, ‘si es que
no quiere usar una expresión más cortés’. Pues el humanismo al concebir lo más
‘verdadero’ como lo más ‘satisfactorio’ (términos de Dewey) tiene sinceramente que
renunciar a la argumentación rectilínea y a los antiguos ideales de rigor y finalidad. Es
precisamente en este temperamento de renuncia, tan diferente del temperamento del
escepticismo pirrónico, en lo que consiste esencialmente el espíritu del humanismo. La
satisfactoriedad ha de medirse por una multitud de "standards", algunos de los cuales
sabemos que pueden fallar en un caso dado; y lo que es más satisfactorio que cualquier
alternativa presente puede finalmente ser una suma de pluses y minuses, respecto a los
cuales sólo podemos confiar que por ulteriores correcciones y progresos quepa llegar
algún día a un máximo de uno y a un mínimo de otro. Significa un cambio real de
corazón, un rompimiento con las esperanzas absolutistas, cuando uno adopta este punto
de vista inductivo de las condiciones de la creencia.
Tal como yo lo entiendo, el modo pragmático de ver las cosas debe su esencia al
hundimiento que se ha producido en los viejos conceptos de verdad científica en los
últimos cincuenta años. ‘Dios geometriza’, se acostumbraba a decir, y se creía que los
elementos de Euclides reproducían literalmente su geometrizar. Existe una "razón"
eterna e inmutable, y se suponía que su voz reverberaba en Bárbara y Celarent. Lo
mismo ocurría con las ‘leyes de la naturaleza’ físicas y químicas, y con las
clasificaciones de la historia natural; todas se suponían que eran duplicados exactos y
exclusivos de arquetipos prehumanos enterrados en la estructura de las cosas, a los que
nos permitiría penetrar la chispa de divinidad escondida en nuestro intelecto. Se
pensaba que la anatomía del mundo es lógica y que su lógica es la de un profesor
universitario. Hasta 1850 casi todo el mundo creía que las ciencias expresaban verdades
que eran copias exactas de un código definido de realidades no humanas. Pero la
enormemente rápida multiplicación de teorías en estos últimos años, ha trastornado la
noción de que alguna de ellas sea de un género de cosas más literalmente objetivo que
otras. Hay tantas geometrías, tantas lógicas, tantas hipótesis físicas y químicas, tantas
clasificaciones, cada una de ellas buena para muchas cosas pero no para todas, que
hemos comprendido que incluso la fórmula más verdadera puede ser un artificio humano
y no una trascripción literal que ha amanecido sobre nosotros. Oímos ahora que las
leyes científicas se consideran como una ‘taquigrafía conceptual’, verdaderas en cuanto
que son útiles, pero nada más. Nuestra mente ha llegado a tolerar el símbolo en vez de la
reproducción, la aproximación en lugar de la exactitud, la plasticidad en vez del rigor.
La ‘energética’ que mide la mera faz de los fenómenos sensibles para describir en una
simple fórmula todos su cambios de ‘nivel’, es la última palabra de este humanismo
científico, que sin embargo deja suficientes dudas pendientes como la razón para una
congruencia tan curiosa entre el mundo y la mente, pero que en cualquier caso hace a
nuestra total noción de la verdad científica más flexible y afable de lo que acostumbraba
a ser.
Imagino que estos cambios en los conceptos corrientes de verdad son los que
dieron el impulso original a los puntos de vista de Dewey y Schiller. En nuestro ambiente
actual flota la sospecha de que la superioridad de una de nuestras fórmulas sobre otras
debe consistir no tanto en su "objetividad" literal cuanto en sus cualidades subjetivas, es
decir su utilidad, su "elegancia" o su congruencia con nuestras creencias restantes.
Rindiéndonos a estas sospechas, y generalizando, caemos en algo parecido al estado
humanístico de la mente. Concebimos la verdad en todas partes no como duplicación,
sino como adición; no como construyendo copias internas de realidades ya completas,
sino más bien como colaborando con la realidad para dar lugar a un resultado más
claro. Evidentemente este estado mental está, al principio, lleno de vaguedad y
ambigüedad. "Colaborar" es un término vago; en cualquier caso debe comprender
concepciones y ordenaciones lógicas. "Más claro" es aún más vago. La verdad debe
aportar pensamientos claros, así como aclarar el camino para la acción. El término más
vago de todos es "realidad". El único modo de someter a prueba un programa semejante
es aplicarlo a los varios tipos de verdad con la esperanza de lograr una explicación que
sea más precisa. Toda hipótesis que obligue a una revisión tal tiene un gran mérito,
aunque finalmente resulte que no es válida; pues nos pone en una, mejor comunicación
con el tema en conjunto. Es mejor táctica dar a la teoría mucha "cuerda" y ver lo que da
de sí que obstruirla desde el comienzo con repetidas acusaciones de autocontradicción.
Creo, por lo tanto, que la actitud provisional recomendable para el lector es hacer un
decidido esfuerzo para simpatizar mentalmente con el humanismo.
Pero, ¿con qué objeto? Para que podamos prever mejor el curso de nuestras
experiencias, comunicar una con otra, dirigir nuestra vida por reglas. También para que
podamos tener una visión mental más limpia, más clara, más comprensiva.
30
Esta noción de algo primero en la forma de una experiencia pura caótica que
suscita preguntas, de algo segundo en forma de categorías fundamentales, desde hace
tiempo arraigado en la estructura de nuestra conciencia y prácticamente irreversible,
que define el marco general dentro del que deben darse las respuestas, y de algo tercero
que da los detalles de las respuestas en las formas más congruentes con nuestras
necesidades vitales es, según lo considero yo, la esencia de la concepción humanística.
Representa la experiencia en su prístina pureza para ser ahora envuelta de este modo en
predicados que históricamente funcionaron de modo que podemos considerarla como
algo poco más que un otro o un eso que la mente, según frase de Bradley, "encuentra", y
a cuya presencia estimulativa respondemos con modos de pensar que llamamos
"verdaderos" en la proporción en que nos facilitan nuestras actividades mentales o
físicas y nos proporcionan poder externo y paz interna. Pero si el Otro, el universal eso
tiene en sí mismo una estructura interna definida, o si, en caso de que la tenga, la
estructura se asemeja a alguno de nuestros predicados ques, es una cuestión que el
humanismo deja sin tocar. Para nosotros, en cualquier caso, insiste, la realidad es una
acumulación de nuestras propias invenciones intelectuales, y la lucha por la "verdad" en
nuestros progresivos tratos con ella es siempre una lucha para actuar con nuevos
nombres y adjetivos mientras alteramos lo antiguo lo menos posible.
Es difícil ver por qué la propia lógica de Bradley o su metafísica lo han de obligar
a discutir esta concepción. Podría consistentemente adoptarla verbatím et literatim si
quisiera, y simplemente prescindir de su peculiar absoluto, siguiendo en esto el buen
ejemplo del profesor Royce. Bergson en Francia, y sus discípulos, el físico Wilbois y
Leroy, son completamente humanistas en el sentido expuesto. También parece serlo el
profesor Milhaud y al gran Poincaré le falta poco. En Alemania el nombre de Simmel se
ofrece como el de un humanista radical. Mach y su escuela, Hertz y Ostwald deben
clasificarse como humanistas. La doctrina se halla en el ambiente y debe discutirse con
tranquilidad.
El mejor modo de hacerlo sería ver la alternativa a que da lugar. ¿De qué se trata
realmente? Sus críticos no hacen una declaración explícita, y sólo el profesor Royce ha
formulado algo con claridad. El primer servicio del humanismo a la filosofía parece,
31
pues, consistir en que probablemente obligará a quienes no les gusta, a bucear en sus
propios corazones y entendimientos. Forzará al análisis a mostrarse abiertamente y se
convertirá en el orden del día. Actualmente la vaga tradición de que la verdad es
adaequatio intellectus et rei parece contradecirlo. La única sugerencia de Bradley es que
el pensamiento "debe corresponder a un ser determinado que no puede decirse que sea
fabricado", y obviamente esto no proporciona nueva luz sobre el asunto. ¿Qué quiere
decir la palabra "corresponder"? ¿Dónde está el "ser"? ¿Qué clase de cosas son las
"determinaciones" y qué se entiende en este caso particular por "no ser fabricado"?
suponemos, debe suponerse que han existido antes de la suposición; algunas relaciones,
si es que existen, deben existir en tanto que existan sus términos.
Todo esto es tan evidente que un cargo muy corriente contra los escritores
humanistas "me produce hastío". ¿Cómo puede distinguir un deweysta la sinceridad del
bluff?, se me preguntó en una reunión filosófica donde hablé de los Studies, de Dewey.
"¿Cómo puede el mero37 pragmatista sentir deber alguno de pensar correctamente?", es la
objeción hecha por el profesor Royce. Bradley a su vez dice que si un humanista
comprende su propia doctrina "debe admitir como verdad cualquier idea por loca que sea,
si alguien la considera tal". Y el profesor Taylor describe al pragmatismo como el creer
lo que a uno le plazca y llamarlo verdad.
Me parece sorprendente este sentido superficial de las condiciones bajo las que se
desenvuelve realmente el pensamiento de los hombres. Los críticos citados parecen
suponer que si se abandona a sí misma la débil barquilla de nuestra experiencia no
seguirá rumbo alguno. Parecen decir que incluso aunque haya brújulas a bordo no habrá
un polo hacia el que orientarse. Insisten en que debe haber direcciones de navegación
absolutas, impuestas desde afuera, y una carta de navegar independiente agregada al
mero viaje mismo, si es que se quiere llegar a puerto. Pero no está claro que, aun cuando
existan tales direcciones de navegación absolutas en forma de standards prehumanos de
verdad que debamos seguir, la única garantía de que los seguiremos, en efecto, deba
residir en nuestro equipo humano. La palabra "deber" sería un brutum fulmen, a menos
que existiera algo dentro de nuestra experiencia que nos obligara. De hecho, los creyentes
más devotos en los standards absolutos deben admitir que los hombres fracasan en
obedecerlos. A pesar de las prohibiciones eternas adviértase aquí la caprichosidad, y la
existencia de cualquier cantidad de realidad ante rem no es una garantía contra el
ilimitado error in rebus en que se incurre. La única garantía real que poseemos contra el
pensamiento licencioso, es la presión circular de la experiencia misma, que nos entorpece
con errores concretos, exista o no una realidad metaempírica. ¿Cómo sabe el partidario
de la realidad absoluta lo que ésta le ordena pensar? No puede obtener una visión directa
de lo absoluto, ni posee medios de imaginar qué es lo que ella quiere de él, a no ser que
siga las huellas humanísticas. La única verdad que aceptará siempre prácticamente será
aquella a la que le conduzcan sus experiencias finitas. El estado mental que se atemoriza
ante la idea de un cúmulo de experiencias si se abandona a ellas, y que augura protección
del extraño nombre de un absoluto, como si, a pesar de ser inoperante, representara una
especie de seguridad espiritual, es análogo al modo de ser de aquellas buenas personas
que, cuando tienen conocimiento de que existe una tendencia social que es condenable,
37
No conozco a ningún "mero" pragmatista, si esta cualidad significa aquí, como parece, la negación de
toda concretidad en el pensamiento del pragmatista.
33
solicitan, pudorosos y encolerizados, que "el Parlamento haga una ley contra ella", como
si un impotente decreto pudiera solucionar el problema.
"Pero ¿cómo se puede ser entusiasta sobre una visión de las cosas que se sabe
que en parte ha sido hecha por vosotros y que es susceptible de alterarse en el próximo
minuto? ¿Cómo es posible devoción heroica hacia un ideal de verdad posible bajo tan
despreciables condiciones?"
Ésta es exactamente otra de aquellas objeciones con las que los antihumanistas
muestran su peculiar negligencia hacia la realidad de la situación. Si sólo siguieran el
método pragmático y preguntaran: "¿Cómo se conoce la verdad? ¿Qué significa su
existencia en el modo de bienes concretos?" verían que su nombre es el inbegriff de casi
todo lo que es valioso en nuestras vidas. Lo verdadero es lo opuesto a todo cuanto es
inestable, decepcionante, inútil, mentiroso e ilusorio, de todo cuanto es inconsistente y
contradictorio, indemostrable y falto de fundamento, de todo cuanto es artificial y
excéntrico, irreal en el sentido de tener poca importancia práctica. He aquí con creces
las razones pragmáticas por las cuales nos volvemos hacia la verdad; la verdad nos
salva de un mundo con ese aspecto. ¡Qué maravilla que su simple nombre despierte un
sentimiento de lealtad! ¡Qué maravilla, especialmente, que todos los pequeños paraísos
34
A priori, sin embargo, no parece evidente por si mismo que la única tarea de
nuestra mente con las realidades haya de ser copiarlas. Supongamos que el lector
constituyera por un momento toda la realidad que hay en el universo, y entonces
recibiera el anuncio de que va a ser creado otro ser que lo conocerá a él realmente.
¿Cómo se representará por adelantado el conocer? ¿Qué esperará que sea? Dudo
mucho que se le ocurra imaginarlo como un mero copiar. ¿De qué utilidad le sería una
segunda edición imperfecta de sí mismo en el interior del recién llegado? Parecería pura
pérdida de una oportunidad propicia. La demanda seria probablemente de algo nuevo
por completo. El lector concebiría el conocer humanísticamente, al "recién llegado",
38
Me siento obligado a citar aquí como ejemplo del contraste entre los temples del humanista y del
racionalista, en una esfera remota de la filosofía, las siguientes observaciones del affaire Dreyfus, escritas
por alguien que nunca oyó hablar de humanismo o pragmatismo: "Autant que la Révolution, «1'Affaire»
est désor-mais une de nos «origines». Si elle n'a pas fait ouvrir le goufre, c'est elle du moins qui a rendu
patent et visible le long travail souterrain qui, silencieusement, avait preparé la séparation entre nos deux
camps d'aujourd'hui, pour écarter enfin, d'un coup soudain, la Frunce des tradicionalistes (poseurs de
principes, chercheurs d'unité, constructeurs de systèmes a priori) et la Franco éprise du fait positif et de
libre examen; la France révolutionnaire et romantique si l'on veut, celle qui met très haut 1'individu, qui
ne veut pas qu'un juste périsse, fut-ce pour sauver la nation, et qui cherche la vérité dans toutes ses parties
aussi bien que dans une vue d'ensemble.. . Duclaux ne pouvait pas concevoir qu'on préferát quelque chose
á la vérité. Mais il voyait autour de lui de fort honnêtes gens qui, mettant en balance la vie d'un nomine et
la raison d'État, luí avouaient de quel poids léger ils jugeaient une simple existence individuelle, pour
innocente qu'elle fût. C'étaient des classiques, des gens & qui 1'ensemble seul importe". La vie de Emile
Duclaux, por Mme. Em. D. Laval, 1906, páginas 243, 247-248
35
diciendo: debe notar mi presencia reaccionando ante ella de tal modo que incremente el
bien para ambos. Si el copiar fuera un requisito para tal fin, copiaría; de otro modo no
lo haría. La esencia, en todo caso, no sería el copiar sino el enriquecimiento del mundo
previo.
Leí el otro día, en un libro del profesor Eucken, una frase: "Die erhohung des
vorgefundenen daseins" que me parece adecuada aquí. ¿Por qué no ha de ser la misión
del pensamiento incrementar y elevar la existencia, en lugar de imitarla y reduplicarla?
Nadie que haya leído a Lotze dejará de recordar su notable comentario sobre la visión
ordinaria de las cualidades secundarias de la materia, infamadas como "ilusorias"
porque no copian nada de la cosa. Lotze dice que es irracional la noción de un mundo
completo en sí mismo, sobre el que actúe el pensamiento como un espejo pasivo, sin
añadir nada al hecho. El pensamiento es, más bien, por si mismo una parte momentánea
del hecho y toda la misión del preexistente e insuficiente mundo de la materia sería
sencillamente la de provocar al pensamiento a producir su suplemento más precioso.
Parece obvio que es acertada la explicación pragmática de toda esta rutina del
conocimiento fenoménico. La verdad aquí es una relación, no de nuestras ideas con
realidades no-humanas, sino de partes conceptuales de nuestra experiencia con partes
del orden de la sensación. Son verdaderos aquellos pensamientos que nos guían hacia
una interacción benéfica con cosas particulares sensibles cuando se presentan, las
copien o no por adelantado.
Así, pues, toda la trama de las ciencias a priori puede ser tratada como un
producto de construcción humana. Como Locke sugirió hace tiempo, estas ciencias no
tienen conexión inmediata con los hechos. Sólo si puede humanizarse un hecho
identificándolo con alguno de estos objetos ideales, lo que era verdad de los objetos lo
será ahora también de los hechos. La verdad misma, mientras tanto, no sería
originalmente una copia de nada; sería únicamente una relación que se percibe
directamente que se da entre dos cosas mentales artificiales40.
40
Cosas mentales que, naturalmente, son realidades dentro del mundo mental.
37
Vosotros generalizáis esto diciendo que cualquier opinión, por satisfactoria que
sea, sólo puede contar positiva y absolutamente como verdadera, en cuanto que está de
acuerdo con un standard que existe más allá de ella; y si olvidáis que este standard
crece perpetuamente de modo endógeno dentro del tejido de las experiencias, podéis
continuar diciendo descuidadamente que lo que distributivamente se sostiene de cada
experiencia, se sostiene también colectivamente de toda experiencia, y que las expe-
riencias como tales y en su totalidad deben cualquier verdad que puedan poseer a su
correspondencia con realidades absolutas fuera de su propio ser. Ésta es, sin duda, la
posición tradicional y popular. Del hecho de que las experiencias finitas hayan de
apoyarse unas en otras, los filósofos pasan a la noción de que la experiencia, überhaupt,
debe necesitar un apoyo absoluto. En la negación de tal noción por el humanismo reside
probablemente la raíz de la mayor parte de la oposición que encuentra.
Pero ¿no volvemos otra vez al globo terrestre, al elefante y a la tortuga?41 ¿No debe
algo acabar apoyándose en sí mismo? El humanismo desea que la experiencia finita se
apoye en sí misma. En alguna parte el ser debe enfrentarse inmediatamente con la
nada. ¿Por qué el frente de la experiencia, con las satisfacciones y disgustos que le son
inmanentes, no ha de avanzar cortando el negro espacio infinito como el disco
luminoso de la luna corta los abismos azules? ¿Por qué el mundo sería en alguna parte
fijo y definido absolutamente? Y si la realidad crece genuinamente, ¿por qué no puede
crecer en estas mismas determinaciones que aquí y ahora hacemos?
41
Alusión a una anécdota contada por Locke en su Essay Concerning Human Understanding. Véase la
nota relativa a esta anécdota en la pág. 211 de Pragmatismo, en esta colección. (N. del T.)
39
Tenemos aquí casi una paradoja. Sin duda alguna algo surge, por el hecho de
contar, que antes no estaba. Y sin embargo, este algo era siempre verdadero. En un
sentido es creado, y en otro hallado. En cuanto se considera el asunto, la cuenta tiene
que tratarse como siendo verdadera de antemano.
me parece que ilustra magníficamente cuan necia puede llegar a ser una concepción de
la verdad que refleja meramente algo inmutable. La verdad teorética, la verdad de un
copiar pasivo, buscada con el único interés de copiar como tal, no porque el copiar es
bueno para algo sino porque debería ser "schiechthin", me parece que es, si se considera
fríamente, un ideal casi despreciable. ¿Por qué el universo debería existir también en
copias, existiendo en sí mismo? ¿Cómo puede ser copiado en la solidez de su plenitud
objetiva? E incluso si pudiera, ¿cuál sería el motivo? "Hasta los cabellos de nuestra ca-
beza están contados". Sin duda lo están virtualmente, pero ¿por qué —considerada como
proposición absoluta— debería el número llegar a ser copiado y conocido? Seguramente
el conocer es sólo un medio de interactuar con la realidad y añadirse a su efecto.
mayoría de nosotros pensamos que "deberíamos" obtener, es, pues, la posesión de una
serie de predicados que no contradicen explícitamente a sus sujetos. La preservamos,
con frecuencia o sin ella, abandonando otros predicados y sujetos.
3. Por "conformidad" el humanismo entiende tomar cuenta de, de tal modo que
se obtenga algún resultado intelectual y prácticamente satisfactorio.
43
Esto significa meramente excluir la realidad de clase "desconocida", de la que no se puede dar una
explicación en término» perceptuales o conceptuales. Incluye, naturalmente, toda realidad empírica
independiente del cognoscente. Así, pues, el Pragmatismo es realista, epistemológicamente hablando, en
su explicación.
42
El empirismo, al igual que otros ismos, puede ser definido en gran medida como nos
plazca, pero considero que envuelve no sólo el pálido reclamo de que todo el
conocimiento del mundo se da por medio de los sentidos, sino también la convicción de
44
Perspectives on Quine, Edit. By Robert B. Barret and Roger F. Gibon, Cambridge, Basil Blackwell
1990.
43
Escribí una vez que Quine subscribió lo que llamé el dualismo de esquema y contenido,
y sugerí que aceptar este dualismo constituía el tercer dogma de empirismo.45 Lo que
tenía en mente como el esquema eran lenguajes, con su construcción ontológica y teoría
del mundo, siendo suplido el contenido por el patrón de disparo de las neuronas.
Argumenté que algo como la noción de contenido no interpretado era necesario si
fuéramos a dar sentido al relativismo conceptual, y pensé que el sustituto neurológico
de Quine para los sense data proveía la base necesaria para su relativismo conceptual.
Quine respondió más tarde en ‘On the very idea of a third dogma’.46
Así veamos si el problema puede ser abordado en el territorio escogido por Quine. Me
alegra aceptar la caracterización de Quine de empirismo: ‘Dos principios cardinales del
empirismo permanecen inexpugnables... Uno es que sea esta lo que sea, la evidencia
que hay para la ciencia es evidencia sensorial48. El otro... es que toda asignación de
significados a las palabras debe descansar finalmente en la evidencia sensorial’.
Prometo no entender mal la palabra ‘sensorial’ aquí; no se pretende que refiera a algo
psicológico y subjetivo. La idea es simplemente que ‘las irritaciones de superficie...
agotan nuestros indicios de un mundo externo’.49 Lo más claro de todo, quizás, es el
reclamo de que ‘... nuestra única fuente de información sobre el mundo externo es a
45
La referencia es a mi 'On the very idea of a conceptual scheme', in Inquiries into Truth and
Interpretation. Oxford. Basil Blackwell, 1985.
46
W. V. Quine. 'On the very idea of a third dogma', en Theories and Things, Cambridge. Mass. Belknap
Press, 1981. En esta respuesta, Quine erróneamente tomo mi representación de su dualismo de esquema y
contenido como involucrando una separación de esquema conceptual y lenguaje. Yo no tenía una tal
división en mente: lo que sostuve era que algo como la noción de contenido interpretado era necesario
para dar sentido al relativismo conceptual, y pensé que había encontrado más que una pizca de tal
relativismo en Quine.
47
Ibid.. p. 39.
48
Ontological Relativity, New York. Columbia University Press 1969. p. 75.
49
Word and Object. Cambridge. Mass.. MIT Press 1960, "p. 22.
44
través del impacto de rayos luz y moléculas en nuestras superficies sensorias’.50 Que
Quine tenía en mente lo que llamo el dualismo epistemológico de esquema y contenido
aparece fuertemente sugerido en Word and Object dónde escribe, podemos investigar el
mundo, y el hombre como una parte de él, y así averiguar qué indicios podría conseguir
de lo que sucede a su alrededor. Substrayendo estos indicios de su conjunta visión del
mundo, podemos conseguir como diferencia la contribución neta de hombre. Esta
diferencia indica la extensión de la soberanía conceptual del hombre – el dominio
dentro del cual puede revisar la teoría salvando los datos.51
Los indicios o datos son lo que quiero decir con contenido. Pienso que no hay ningún
concepto tal de evidencia última, y de este modo el proceso de substracción que
legitimaría la idea de esquemas alternativos no está disponible.
Sin embargo ninguno de estos pasajes establece realmente la cuestión, puesto que no es
obvio que el concepto de evidencia sea básico para la teoría de la evidencia de Quine. A
pesar de la tendencia clara de las observaciones que he citado, puede ser que nada en la
doctrina oficial de Quine juege realmente el rol de evidencia o datos últimos. /70 / Hay
una sección de The Roots of Reference que ayuda a definir el problema.52 En el curso de
perfilar cómo es adquirido un lenguaje Quine se vuelve al estudio de la relación entre el
lenguaje y las observaciones. Esta relación tiene dos aspectos: un aspecto
epistemológico "a través del cual las sentencias afirmadas en la teoría obtienen su
apoyo”, y un aspecto semántico - la relación a través de la cual las sentencias obtienen
su significado. "... nosotros aprendemos el lenguaje relacionando sus términos con las
observaciones que los educen... este proceso de aprendizaje es una cuestión de hecho,
accesible a la ciencia empírica. Explorándolo, la ciencia puede en efecto explorar la
relación de evidencia entre la ciencia misma y su soporte observacional’. Aquí de
nuevo la idea esquema-contenido parece estar operando: pero es incierto que haya
algo a lo que plantear una objeción razonable. Nadie, ciertamente, puede objetar el
estudio empírico de cómo llegamos a tener el punto de vista que tenemos.
Al principio todo parece sencillo. ‘El aprendizaje’ ostensivo, leemos, ‘es fundamental, y
requiere la observacionalidad. El niño y el padre deben ambos ver rojo cuando el niño
aprende "rojo", y uno de ellos también debe ver que el otro ve rojo en ese momento”.
Este simple arreglo triangular de los dos agentes y un objeto observado en común es de
hecho fundamental, y volveré a él dentro de poco. ¿Pero qué cuenta como la evidencia
en este escenario? ¿Es la visión de algo rojo - la sensación experimentada? ¿O es más
bien el evento de ver que algo es rojo – el llegar a tener una actitud proposicional?
Quine sabiamente no escoge ninguno: propone, como dice, dejar de hablar de
50
"The nature of natural knowledge", en Mind and Language, ed. S. Guttenplan, 0\ford. Clarendon Press
1975, p. 68. También: "La estimulación de sus receptores sensoriales es toda la evidencial que alguien
puede tener para, finalmente, arribar a su representación del mundo." Ontological Relativity. p. 75.
51
Word and Object p. 5. También: ‘¿Dada solo la evidencia de nuestros sentidos, como podemos arribar a
nuestra teoría del mundo? Los cuerpos no son dados en nuestras sensaciones, sino solo inferidos de ellas.’
The Roots of Reference, La Salle, Illinois, Open Court, 1974, p. 1.
52
The Roots of Reference. p. 39: Ontological Relativity. p. 87.
45
53
Esta caracterización de sentencias de observación es esencialmente la de Word and Object, p. 43 y
Ontological Relativity, pp. 86-7
54
The Roots of Reference, p. 39; Ontological Relativity, p. 87
55
Theories and Things, p. 25. Una versión posterior: ‘Una sentencial observacional en mi sentido no
problemático de la frase es precisamente una sentencia que hemos llegado a asociar con algún rango de
estimulaciones, y lo suficientemente firme como para estar preparados a aceptar la ocurrencia de tal
estimulación como atestiguando la verdad de la sentencia... la estimulación decide la verdad de la
46
sentencia en la ocasión de estimulación.’ 'Meaning, truth, and reference', artículo entregado al Institut
International de Philosophic in Palermo. 1985.
56
Word and Object, pp. 32-3.
47
Si he trabajado con lo que es obvio para cualquier estudiante del trabajo de Quine, es
porque quiero enfocar la atención sobre la diferencia entre la explicación del significado
y la evidencia que he estado discutiendo y otra explicación que también se encontrará en
el trabajo de Quine, a menudo en los mismos libros y artículos de que he estado citando.
La diferencia entre las dos explicaciones puede no parecer importante, pero argumentaré
que el carácter del empirismo de Quine depende de que explicación sea aceptada.
Aquí el estímulo no puede estar en el sistema nervioso, puesto que es compartido, y uno
no necesita estar en alguna posición particular para apreciarlo.
57
'Indeterminacy of translation again'. The Journal of Philosophy, 84 (1987), p. 6.
58
'Mind and verbal dispositions", in Mind and Language, pp. 83-4 and 88. La misma idea se encuentra en
Ontological Relativity. pp. 28 and 81.
48
permítanos llamar a las dos /73/ teorías resultantes del significado y la evidencia la
teoría proximal y la teoría distal.
En la teoría proximal, que por lo menos hasta hace poco parece haber sido la teoría
oficial de Quine, las sentencias tienen el mismo significado si tienen el mismo
significado estimulativo - si los mismos patrones de estimulación promueven el
asentimiento y el disentimiento. En tal caso podemos hablar de sinonimia estimulativa.
La sinonimia estimulativa no es de mucha ayuda directa para la traducción de
sentencias no - observacionales, pero lo hace tan bien como puede ser hecho para las
sentencias observacionales, y suministra la base para toda la traducción.
La teoría distal, por otro lado, depende principalmente de causas compartidas que son
salientes para el hablante e intérprete, aprendiz y maestro. Los significados son
compartidos cuando eventos idénticos, objetos o situaciones causan o causarían
asentimiento y disentimiento. Como un intérprete radical correlaciono respuestas
verbales de un hablante con cambios en el medio-ambiente. Infiriendo una relación
causal, traduzco entonces esas respuestas verbales por una sentencia propia cuya
aceptación o rechazo causan en mí los mismos cambios en el medio-ambiente. Ésta es
la teoría distal en su forma más simple, sujeta a diferentes reformulaciones bastante
obvias.
¿Entran en conflicto las dos teorías? Si el éxito, incluso la verdad, de la visión del
mundo de una persona descansara totalmente en su habilidad para organizar y
predecir patrones de estimulación sensorial, no habría diferencia. Tal vez haya sido
pensando a lo largo de estas líneas que Quine se animó a llamar a los objetos físicos
ordinarios ‘postulados’ y a su existencia una ‘hipótesis’59. Puesto que la estimulación
de nuestros órganos sensoriales es ‘todo con lo que contamos’, ‘toda nuestra
evidencia’, lo más que podemos pedir de los postulados, es que organicen los
estimulaciones de una manera útilmente simple. ‘¿Qué’, pregunta Quine, sostiene
realmente nuestra teoría científica global respecto del mundo? Sólo que está
estructurado de un modo tal que asegura las secuencias de estimulaciones que nuestra
teoría nos da como expectativa. Las exigencias más concretas son indiferentes a
nuestra teoría científica misma’60
59
Word and Object. p. 22.
60
'Reply to Stroud’ en Midwest Studies in Philosophy VI: The Foundations of Analytic Philosophy, ed.
P. A. French, T. E. Ueling, Jr and H. K. Wettstein. Minneapolis. University of Minnesota 1981, p. 474.
49
61
"The significance of naturalized epistemology", in Midwest Studies in Philosophy Vl, p.457.
62
"Reply to Stroud". pp. 473-4.
63
"Replies to eleven essays', in Theories and Things, p. 181
50
64
Véase Theories and Things. pp. 21-2 y pp. 29-30; The Philosophy of W. V. Quine. ed. L. E. Hahn and
P. A. Schilpp, La Salle, Illinois. Open Court, pp. 156-7.
51
Como habrá resultado obvio, yo pienso que éste es un error. Pienso que es un error
porque basar el significado en la evidencia lleva necesariamente a las dificultades de las
teorías proximales: la verdad relativizada a los individuos, y el escepticismo. Las teorías
proximales, no importa cómo se ornamenten, son Cartesianas en espíritu y
consecuencia.
La teoría distal del significado remueve los órganos de los sentidos y sus actividades y
manifestaciones inmediatas, como las sensaciones y estimulaciones sensoriales, de su
importancia teórica central para el significado y el conocimiento. Como Quine señala
con su humor distal, ‘... los puntos fijos son simplemente el estímulo compartido y el
mundo’. Los estímulos compartidos son, por supuesto, distales. Las estimulaciones
inseparables de los órganos de los sentidos no son los puntos fijos. Reconociendo esto
nosotros no negamos el rol causal de los sentidos, sino sólo un cierto punto de vista
65
W. V. Quine. review of Truth and Meaning, ed. G. Evans and J. McDowell. Oxford. Clarendon Press.
1976. in The Journal of Philosophy. 74 (1977). pp. 225-41.
66
Para el voto de Quine véase la reseña referida en n. 21. p. 229: Para el de Putnam, véase Meaning and
the Moral Sciences. London, Routledge and Kegan Paul, 1978. p. 97; para el de Dummett, 'What is a
theory of meaning (II)' en Truth and Meaning puede tomarse como un ejemplo.
52
epistemológico de ese rol. Una teoría distal es tan básicamente causal y acorde con las
deliberaciones de la ciencia como una teoría proximal. La diferencia descansa en la
elección de la localización apropiada de los factores causales pertinentes - y la elección
de una posición epistemológica. Las aproximaciones difieren en cómo interpretamos lo
que Quine llama los ‘dos principios cardinales de empirismo’. Éstos son, una vez más,
que ‘cualquier evidencia que haya para la ciencia es evidencia sensorial... y que toda
inculcación de significados a las palabras debe descansar finalmente en la evidencia
sensorial’.67 El sentido en que estos principios son verdaderos, insisto, es uno que apoya
sólo eso que más temprano llamé la versión pálida de empirismo; no viene a ser más
que el reclamo de hecho de que los órganos de los sentidos son causalmente esenciales
al conocimiento empírico. Me parece que ésta no es una tesis epistemológica que ponga
al empirista aparte de aquéllos que sostienen otros puntos de vista sobre la naturaleza de
conocimiento.
Nosotros recordamos que hay pasajes en The Roots of Reference en los cuales Quine al
parecer se desposa con una teoría distal: ‘una sentencia es observacional en la medida
en que sobre su valor de verdad, en una ocasión, estaría de acuerdo casi cualquier
miembro de la comunidad de habla que da testimonio de la ocasión’. Pero entonces él se
corrige, sosteniendo que sería más preciso hablar de testimonios del sujeto para
intrusiones recepcionalmente similares - eso es, sujetas a patrones similares de disparos
nerviosos. ¿Podrían las dos posiciones, la proximal y la distal, ser reconciliadas de
algún modo, como este pasaje parece sugerir? Uno podría pensar en rescatar la teoría
proximal, por ejemplo, contando como estimulativamente-sinónimas sentencias cuyo
asentimiento fue incitado por patrones diferentes de estimulación - patrones diferentes
para personas diferentes, según la manera /77 / diversa en que sus sistemas nerviosos
están organizados. La dificultad es que sus patrones de estimulación y los míos
garantizan inducir asentimiento a sentencias ínter-traducibles distales sólo si estos
patrones son causados por los mismos eventos distales. Semejante teoría sería una teoría
distal transparentemente disfrazada, puesto que la base para traducir sus sentencias en
las mías (y por lo tanto de comparar nuestros estimulaciones sensoriales) dependería de
las situaciones externas compartidas que causaron tanto nuestras diferentes
estimulaciones como nuestras respuestas verbales. Toda mención de estimulaciones
sensoriales u otros intermediarios causales podría abandonarse sin costo para la teoría
del significado, o la explicación de la evidencia y el conocimiento.
67
Véase n. 4.
53
Lo que reduce las opciones de la causa pertinente es lo que es conspicuo para los
hablantes y sus intérpretes. El carácter conspicuo es definido en términos de similitud
de respuestas. Respondemos con la misma sentencia cuando nos son presentados
diferentes objetos y eventos distales, o los mismos objetos en momentos diferentes y
escenas diferentes. Respondemos con ‘¡Mamá!’ a las apariciones de mamá vistas u
oídas desde muchos ángulos y distancias, con ‘¡Verde!’ a superficies vistas en muchas
iluminaciones y reflejando muchas longitudes de onda diferentes, con ‘¡He aquí un
conejo!’ a conejos aunque sin importar su apariencia. Mamá, las cosas coloreadas, el
verde, los conejos son de modo sobresaliente, lo que nuestras respuestas verbales
escogen, entre muchos candidatos externos, como ‘la’ causa. Lo que hace posible la
comunicación es el compartir, heredado y adquirido, de la similitud de respuestas. Las
respuestas verbales del intérprete clasifican juntas o identifican los mismos objetos y
eventos que clasifican juntas las respuestas verbales del hablante. Si el intérprete
también clasifica juntas las respuestas verbales del hablante, puede correlacionar ítems
de dos de sus propias clases; las respuestas verbales del hablante que encuentra
similares y los objetos y eventos distales que encuentra similares. Finalmente él tiene
sus propias /78 / respuestas verbales: éstas proporcionan su traducción o interpretación
de las palabras del hablante. Así la causa común se vuelve la materia común del
hablante e intérprete.
Desposándose abiertamente con una teoría distal en lugar de una teoría proximal del
significado él también estaría reconociendo, y explotando totalmente, el rol activo del
intérprete. Este rol, sugiero, requiere que el intérprete correlacione sus propias
respuestas y las del hablante por referencia a las causas mutuamente conspicuas en el
mundo acerca del cual hablan.
Versión Española
Carlos Caorsi
En el Euthyphro, Sócrates pregunta qué es la santidad, qué "hace" santas a las cosas
santas. Es claro que busca una definición, una definición con propiedades específicas.
Menosprecia la mera provisión de ejemplos o listas, preguntando en cada caso qué
hace de los ejemplos, o poner un ítem en la lista. Rechaza simplemente los conceptos
co-extensivos ("algo es santo si y sólo si es querido por los dioses"): lo que hace que
algo sea querido por los dioses es que es santo, pero no viceversa. El diálogo finaliza
cuando Sócrates solicita a Euthyphro que lo ilustre proponiendo una respuesta
satisfactoria; Euthyphro decide que tiene otra cita.
El patrón consistente en, definición intentada, contraejemplo, definición
enmendada, nuevo contraejemplo, finalizando con un lloriqueo de fracaso, se repite
con variaciones a través de los diálogos socráticos y medios de Platón. La belleza, el
coraje, la virtud, la amistad el amor, la temperancia, son puestas bajo el microscopio,
pero no emerge ninguna definición convincente. Las únicas definiciones con las que
Platón parece satisfecho son las caracterizaciones tendenciosas de lo que es ser un
sofista. También dio unas pocas muestras triviales de definiciones correctas: de un
triángulo; de barro (tierra y agua).
En el Theaetetus, Platón intenta definir el conocimiento empírico. Como muchos
filósofos después de él, toma el conocimiento como siendo una creencia verdadera más
algo más - un informe que justifique o garantice la creencia. Es este último rasgo el que
lo confunde (configurando nuevamente la subsiguiente historia del problema). Parece
que no le sucedió a Platón más que a la mayoría de los otros, que la combinación de
elementos causales y racionales que deben entrar en un análisis de la creencia
justificada [264] (como deben hacerlo en la consideración de la memoria, la
percepción, y la acción intencional) resultaron no ser dóciles para ser formulados, en
forma precisa, en un vocabulario claro, más básico.
55
mercado, ninguna de ellas parece esta libre de contraejemplos bastante obvios. Una
consecuencia de ello, ha sido el aumento de popularidad de las teorías de la verdad
minimalistas o deflacionistas - teorías que sostienen que la verdad es un concepto
relativamente trivial sin ninguna "conexión importante con otros conceptos tales como
significado y realidad."69
Yo simpatizo con los deflacionistas; no podemos recurrir de modo general al intento de
bombear más contenido dentro del concepto de verdad. Pero pienso que los
deflacionistas están equivocados en su conclusión, aún cuando sea mayormente correcto
lo que ellos rechazan. No me detendré aquí a dar las razones para mi rechazo a aceptar
teorías de la correspondencia, teorías de la coherencia, teorías pragmáticas, teorías que
limitan la verdad a lo que podría ser descubierto o afirmado en forma justificada bajo
condiciones ideales, y así en más.70 Pero aunque estoy con los deflacionistas en mi
insatisfacción con la totalidad de tales caracterizaciones de la verdad, diré porque el
deflacionismo me parece igualmente inaceptable.
(1) Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es,
o de lo que no es que no es, es verdadero.
(2) La verdad de una sentencia consiste en su acuerdo con (o correspondencia con) la realidad.
[266]
(3) Un sentencia es verdadera si designa un estado de cosas existente (Ibid, p. 343)
[L]a formulación deja mucho que desear desde el punto de vista de la precisión y la corrección
formal. Y ello por una cosa; que no es lo suficientemente general. Se refiere sólo a las sentencias que
"dicen" acerca de algo "que es" o "que no es"; en la mayoría de los casos difícilmente sería posible
verter una sentencia en este molde sin sesgar el sentido de la sentencia y forzar el espíritu del lenguaje
(Ibid. p. 63).
Agrega que esta podría ser la razón para "sustitutos modernos" de la formulación de
Aristóteles como (2) y (3).
En el Wahrheitsbegriff, sin embargo, Tarski73 prefiere el siguiente enunciado informal
69
Estas palabras son citadas del comentario de Michael Dummet para la cubierta de Truth de Paúl
Horwich. (Cambridge: MIT 1991). Está no es, por supuesto, el punto de vista de Dummet.
70
Expuse mis razones para rechazar tales puntos de vista en "The Structure and Content of Truth",
Journal of Philosophy, LXXXVII, 6 (June 1990): 279-328.
60.
71
"The Semantic Conception of Truth" Philosophy and Phenomenological Research IV (1944): 342-60.
72
"Truth and Prof.", The Scientific American, CCXX (1969): 63-77.
57
(4) Una sentencia verdadera es una que dice que el estado de cosas es así y asa, y el estado de
cosas es realmente así y asa (Ibid. p. 155)
s es verdadero-en-L si y sólo si p
donde 's' es reemplazado por la descripción de una sentencia, y 'p' por esa sentencia, o
una traducción de la sentencia en el metalenguaje. Desde que se asume que hay un
73
"The Concept of Truth in Formalized Languages", en Logic, Semantics, Metamathematics (New York:
Oxford. 1956), pp. 152-278 (publicado originalmente en Alemán en 1936).
74
"The Establishment of Scientific Semantics" en Logic, Semantics, Metamathematics, pp. 401-08.
58
75
En una época yo sugerí llamar al concepto de verdad de Tarski una teoría de la correspondencia por la
fuerza del rol de las secuencias en la satisfacción de las sentencias cerradas, pero subsecuentemente retire
la sugerencia por descaminada. Para la sugerencia véase "True to the Facts", en Inquires into Truth and
Interpretation (New York: Oxford. 1984). Para la retracción, véase "Afterthoughts, 1987," en A.
Malichowski, ed., Reading Rorty (Cambridge: Blackwell. 1990), pp. 120-38.
59
76
Para referencias y discusiones adicionales, véase mi 'The Structure and Content of Truth".
60
el cual, aunque no es una definición de verdad, sirve para dotar al predicado 'verdadero-
en-L' con
la misma claridad prácticamente, en cada una de sus aplicaciones, que pueden tener las expresiones
particulares de L a las que las aplicamos. La atribución de la verdad a 'la nieve es blanca', por ejemplo,
nos es tan clara prácticamente como la atribución de la blancura de la nieve. (ibid. pg. 138 [199 de la
versión española]).
En World and Object, Quine78 observa que "Decir que el enunciado 'Bruto mató a
Cesar' es verdadero, o que 'El peso atómico del Sodio es 23' es verdadero, es en efecto
decir simplemente que Bruto mató a Cesar, o que el peso atómico del Sodio es 23"
(Ibid, p. 24). El tema es repetido treinta años más tarde en Pursit of Truth79.
"... no hay posibilidades de discutir que la oración 'La nieve es blanca' es verdadera si. y sólo si, la nieve
es blanca. Además, este enfoque da cuenta, de una manera completa, de qué es verdad, pues explica
claramente la verdad o falsedad de toda oración dotada de claridad suficiente (ibid., p. 93 [141 de la
edición castellana]).
[271] "La verdad", he resumido, "es desentrecomillado" (Ibid, p. 80). Sobre este asunto
Quine no ha cambiado de opinión.
77
Cambridge: Harvard, 1961.
78
Cambridge: Harvard, 1990.
79
Cambridge: MIT, 1960.
61
80
From a Logical Point of View, p. 130.
81
Reimpreso en The Ways of Paradox (Cambridge: Harvard, 1976).
82
The Roots of Reference (La Salle, IL: Open Court. 1974), p. 65.
83
"On the Very Idea of a Third Dogma" en Theories and Things (Cambridge: Harvard, 1981), p. 38.
84
"What Is a Theory of Truth?" Journal of Philosophy, LXXXI, 8 (Agosto 1984): 411-29.
85
"Languages and Language". Minnesota Studies in the Philosophy of Science, volumen VII
(Minneapolis: Minnesota UP, 1975).
62
86
El parágrafo precedente en Quine está parcialmente citado y parcialmente adaptado de un largo y más
detallado estudio de Quine sobre la verdad: "Pursit of the Concept of Truth" en P. Leonardi y M.
Santambrogio, eds., On Quine: New Essays (New York: Cambridge, 1995). Las páginas relevantes son 7-
10,
87
From Stimulus to Science (Cambridge: Harvard, 1955), p. 67. [80 de la versión española].
63
de que', en un contexto que requiere que resulte ser un término singular, el sujeto de un
predicado, y la otra como una sentencia ordinaria. No podemos eliminar esta repetición
de la misma sentencia sin destruir toda apariencia de una teoría. Pero no podemos
entender el resultado de la repetición, a menos que veamos como hacer uso de los
mismos rasgos semánticos de la sentencia repetida en ambas apariciones - hacer uso de
esto es dar la semántica de las instancias de esquema. No veo como puede hacerse esto.
parece enteramente negativo: evita, o al menos trata de evitar, nítidos callejones sin
salida y trampas reconocibles.
Permítaseme sugerir un diagnóstico de nuestra aporía acerca de la verdad. Todavía
estamos bajo el hechizo de la idea Socrática de que debemos continuar preguntando
por la esencia de una idea, un análisis significativo en base a otros términos, una
respuesta a la pregunta sobre que hace de este un acto de piedad, que hace de ésta, o
cualquier proferencia, sentencia, creencia, o proposición, verdadera. Todavía caemos
en la falacia del estudiante de primer año que demanda que definamos nuestros
términos como preludio a decir algo más con o acerca de ellos.
Gran parte del esfuerzo por definir la verdad, podría parecer insustancial cuando no es
claro que estamos tratando de hacer: éste no es el caso de Tarski, que demostró que
[276] no puede hacerse, ni de Horwich, que repudió el intento. ¿Quién, entonces,
admite la necesidad de definir el concepto de verdad? Bien, esto es correcto. Pero el
mismo impulso perverso a definir se presenta en el modo de tratar de proveer un
criterio breve, un esquema, una sugerencia parcial, pero orientadora, en lugar de una
definición estricta. Después de Tarski, miramos de soslayo la palabra 'definición'
cuando estamos pensando en un concepto de verdad no relativizado a un lenguaje, pero
no hemos desistido del impulso defínicional. De este modo, veo el esquema de Horwich
a la par, en este respecto, con la noción de Dummett de asertabilidad justificada, la
asertabilidad idealmente justificada de Putnam, y las diferentes formulaciones de
teorías de la correspondencia y la coherencia. Veo a todas ellas, si bien no como
intentos de definición en sentido estricto, como intentos a sustitutos para las
definiciones. En el caso de la verdad no hay sustitutos breves.
Ahora quisiera describir lo que considero es una alternativa bastante radical a las
teorías que he estado discutiendo y (con prisa indecorosa) descartando. A lo que le doy
importancia aquí es a lo que pienso que es la metodología requerida más que a la
explicación detallada la cual doy en otro lugar. La metodología puede ser
caracterizada del lado negativo diciendo que no se propone dar una definición del
concepto de verdad, ni ninguna cláusula cuasi-definicional, esquema de axioma, u otro
sustituto para una definición. La propuesta positiva consiste en intentar trazar las
conexiones entre el concepto de verdad y las actitudes y actos humanos que le dan
cuerpo.
Mi inspiración metodológica proviene de teorías de la medición, o de diferentes
ciencias, finitamente axiomatizadas, teorías que establecen restricciones claras sobre
uno o más conceptos indefinidos, y luego prueban que cualquier modelo de una teoría
tal posee las propiedades intuitivamente deseadas - esto es, adecuadas para el
propósito al que están destinadas. Puesto que entre los modelos habrá todo tipo de
configuraciones de entidades abstractas, y un sin fin de ejemplares no deseados de
objetos y eventos empíricos, la teoría puede ser aplicada a, o testada contra, fenómenos
específicos tales como masa o temperatura sólo si mostramos como la teoría debe ser
aplicada a los objetos y eventos apropiados. No podemos exigir una indicación precisa
de como hacer esto; encontrar un método útil para aplicar la teoría es una empresa que
acompaña a entrometerse con la teoría formal, y testear su corrección una vez
interpretada.
66
Las definiciones de Tarski no hacen mención de asuntos empíricos, pero somos libres
de preguntar de una definición tal si encaja en la práctica real de algunos hablantes o
grupo de hablantes - podemos preguntar si éstos hablan el lenguaje para el cual la
verdad ha sido definida. No hay nada en las definiciones de Tarski que nos impida
tratarlas de este modo, excepto el prejuicio de que, si algo es llamado una definición, la
pregunta acerca de su "corrección" es discutible. Para poner este prejuicio a
descansar, sugiero que omitamos el paso final de las definiciones de Tarski, el paso que
transforma sus axiomas en definiciones explícitas. Podemos entonces con la conciencia
tranquila llamar a la definición mutilada una teoría, y aceptar el predicado de verdad
como indefinido. Este predicado indefinido expresa el concepto general, intuitivo,
aplicable a cualquier lenguaje, el concepto contra el cual hemos testeado siempre en
forma subrepticia las definiciones de Tarski (como él nos invito a hacerlo, por
supuesto).
Conocemos mucho acerca de cómo este concepto se aplica al discurso, a las creencias
y a las acciones de agentes humanos. Usamos esto para interpretar sus proferencias y
creencias asignando condiciones de verdad a ellas, y juzgamos aquellas acciones y
actitudes evaluando la probabilidad de su verdad. La cuestión empírica es cómo
determinar, por observación e inducción, que se han dado las condiciones de verdad de
los vehículos empíricos de verdad. Esto lleva a enfatizar qué: ausente ésta conexión
empírica, el concepto de verdad no tiene aplicación a, o interés para, nuestros intereses
mundanos, ni hasta donde puedo ver, algún contenido después de todo.
Considérese esta analogía: pienso de la verdad lo que Frank Ramsey de la probabilidad.
El se convenció, no en forma irracional, de que el concepto de probabilidad se aplica en
primer lugar a actitudes proposicionales; es una medida del grado de creencia. Continuó
preguntándose a si mismo: ¿Cómo podemos dar sentido al concepto de grado de
creencia (probabilidad subjetiva)? La probabilidad subjetiva no es observable, ni por el
agente que sostiene, con menos que una convicción total pero más que un descreimiento
total, alguna proposición, ni por otros que lo ven y le preguntan. Así, Ramsey
axiomatizó los patrones de preferencia de un agente ideal que, más o menos como el
resto de nosotros, ajusta sus preferencias por la verdad de proposiciones (o estados de
cosas o eventos) de acuerdo con sus evaluaciones y creencias. Establece las condiciones
sobre las cuales un patrón de tales preferencias sería "racional", y en efecto prueba que,
si esas condiciones fueran satisfechas, uno podría reconstruir a partir de las preferencias
del agente la fuerza relativa de lo que el agente desea y sus probabilidades subjetivas.
Ramsey no supuso [278] que todo el mundo es perfectamente racional en el sentido
postulado, pero asumió que, en el largo plazo, la gente está lo suficientemente cerca de
serlo, como para que su teoría de un contenido al concepto de probabilidad subjetiva - o
probabilidad, como él piensa que lo hace.
67
Universidad de California/Berkeley
Sartre: hombre-lenguaje-mundo
Marta E. Bayarres
Comenzaremos este análisis planteando que Sartre no acepta que la relación con el
Otro se maneje simplemente en el plano gnoseológico. Considera que se trata de
una relación mucho más originaria y fundante, La relación con el Otro consiste en
una relación de carácter ontológico, de ser a ser.
Lo concreto, para Sartre es el hombre en el mundo y uno de los problemas que trata
es el de las condiciones que hacen posible la relación entre el hombre y el mundo.
Creemos importante destacar que para Sartre toda conducta humana constituye una
realidad objetiva y no una afección subjetiva, por lo tanto, como realidades objetivas
las conductas son captables.
En este sentido es que nos interesa ocuparnos del lenguaje como realidad
objetivamente captable y por lo tanto, dadora de sentido a la relación entre el
hombre y el mundo. Sin embargo, Sartre hace algunas puntualizaciones que nos
parecen importantes, en lo que se refiere a dicha relación.
Sartre se pregunta cómo es posible pasar de esa comprobación empírica y óntica del
ser-con a la posición de la coexistencia como estructura ontológica de mi “ser-en-
69
el-mundo, y, por otra parte, qué ser puede poseer dicha coexistencia. Observa que el
planteo de Heidegger arriesga caer en un monismo. De este modo, la preocupación
de Sartre es que a partir de la solución de Heidegger no ve posible la experiencia
concreta del prójimo en el mundo, y de algún modo se caería en una abstracción al
estilo y, kantiano. No nos encontraríamos con el hombre en el mundo, más bien
estaríamos frente al concepto humanidad.
conciencia no hay ser, fuera de esa obligación precisa de ser intuición relevante de
algo; es decir, de un trascendente. (…)Lo que puede llamarse propiamente
subjetividad es la conciencia (de) conciencia. Pero es menester que esta conciencia
(de ser) conciencia se cualifique en cierta manera, y no puede cualificarse sino
como intuición revelante; si no, no es nada. Pero una intuición revelante implica
algo revelado. La subjetividad absoluta no puede constituirse sino frente a un
revelado; la inmanencia no puede definirse sino en la captación de un
trascendente”1
La conciencia se descubre como objeto para otro. De este modo el Otro funcionaría
como elemento vinculante entre lo objetivo y lo subjetivo. Sin embargo no habría
riesgo de caer en una dicotomía subjetivo-objetiva. A partir de la relación dialéctica
dada por la salida hacia lo que no es ella misma sino lo que es para Otro y la vuelta
a la interioridad para asumir la subjetividad. En esta salida de la conciencia hacia lo
que no es ella, hacia el objeto, se produce la aparición de la categoría del ser-para
otro, y, a partir de esta salida hacia lo que no es, se constituye la realidad objetiva.
En este tercer momento, la presencia inmediata del Otro provoca la recuperación del
Yo, expulsado de la conciencia irreflexiva. Al aparecer el Otro como sujeto,
experimento mi ser-objeto para el otro –sujeto.
La conciencia reflexiva modifica su relación inicial con el Otro. Gracias al Otro que
se nos presenta como fundamental, el Yo puede reconocerse como Yo.
“En otras palabras, nuestra existencia de hecho es la de un para-sí que gana su SÍ-
MISMO negando ser el Otro”1
71
“Reconozco que soy como el prójimo me ve. (…) Así, el prójimo no solamente me
ha revelado lo que yo soy, sino que además me ha constituido según un tipo de ser
nuevo que debe soportar calificaciones nuevas. (…) el prójimo, como tal, es dado
en nuestra experiencia;; es un objeto, y un objeto particular.”1
El ser nuevo que debe soportar calificaciones nuevas es el Yo, antes expulsado de la
conciencia y ahora recuperado por la presencia en ella del Otro. El Otro es aquel
que veo y, además aquel que me ve. En la medida que me ve soy un Yo, y soy un Yo
que ve al Otro. Más bien me veo porque se me ve.
Pero, (y por este motivo es de vital importancia el Otro), en la medida que el Otro se
presenta a la conciencia, brota la subjetividad. Me asumo como mí-mismo, negando
ser Otro. Al mismo tiempo, para que se produzca esa asunción del mí-mismo por
negación de lo Otro, es preciso que el mí –mismo se asuma como objeto para otro.
Soy un objeto para otro, para el prójimo. Al mismo tiempo el Otro es un sí-mismo
que niega ser Yo.
72
Pero por otra parte se daría la recíproca, porque en la medida que me determino
como objeto para el Otro, este gana su subjetividad. En el reconocimiento de mí-
mismo como el Otro, se produciría la fuga de la subjetividad transformándose el
Otro en objeto para mí.
Como vemos, entonces el Otro está presente en todo este proceso sin el cual no sería
posible el pasaje de la conciencia prerreflexiva a la conciencia reflexiva. Este
proceso conduce finalmente a la adquisición, por parte de la Conciencia, de la
Personalidad, o dicho de otro modo de la Subjetividad.
Por otra parte para el autor no tiene sentido dudar acerca de la existencia del
mundo. Los datos que los sentidos nos aportan sobre los objetos nos dan cuenta de
la existencia del mundo. Pero al mismo tiempo, en la medida en que los objetos del
mundo se nos presentan, en la medida en que el mundo nos es dado, me es dado mi
propio ser-en-el-mundo.
Sin mundo no hay persona, sin persona, no hay mundo. El mundo es mío porque
está frecuentado por las posibilidades que conciernen a la conciencia que soy Yo.
En esta mutua relación de mi ser con el mundo, el cuerpo constituye como lo define
el autor “la forma contingente que la necesidad de mi contingencia toma”1
La conciencia es, en este nivel, sólo cuerpo. En este nivel sólo es posible la
conciencia del cuerpo en algunas afecciones muy puras, por ejemplo el dolor físico.
La aparición del cuerpo ajeno provoca la revelación de un yo que es para Otro pero
que yo mismo no logro conocer. Por lo menos parecería que no es posible más que
un conocimiento indirecto. En la medida que me reconozco como objeto para Otro,
mi existencia se me presenta como algo que trasciende y que, en esa medida hace
posible mi constatación de ser existente.
Pero al mismo tiempo, esa necesidad del Otro me lleva a arriesgar perderme en el
prójimo.
Sartre considera el mundo como el espacio en el que los cuerpos mediante diferentes
manifestaciones hacen posible que haya hombre.
Sólo en el mundo puede haber cuerpos, en la medida que tal como el autor lo
plantea, si hay mundo es porque hay cuerpos que son trascendidos. Dicha
trascendencia es el escollo que es preciso salvar para que haya mundo. Del mismo
modo la trascendencia del otro hace posible la aparición del cuerpo ajeno. Yo
aparezco como cuerpo para el Otro y el Otro aparece como cuerpo para mí. Esto
explica la objetivación recíproca.
Por otra parte trascender dicho mundo es la condición para que yo sea, en efecto, yo.
Es preciso antes de pasar a otras consideraciones, aclarar que para Sartre el lenguaje
abarca todos los fenómenos de expresión y por lo tanto no se limita a la palabra
articulada, es más, califica a ésta última de modo derivado y secundario.
Ahora nos detendremos en el análisis de las últimas afirmaciones tomadas del autor.
Por otra parte, cuando se refiere a la utilización de la experiencia del Otro, agrega
que ésta aporta al para-otro la serie de posibilidades que se le abren en lo que se
refiere a la comprensión de sí-mismo.
La presencia del Otro nos lleva a aceptar que si pretendemos vernos nosotros
mismos debemos resignarnos a vernos “por los ojos ajenos”, tal como afirma el
autor en El ser y la nada. Todo lo que podamos saber sobre nosotros, lo sabremos
gracias a la comunicación con el Otro. De este modo el Lenguaje nos revela lo que
somos. A este respecto leemos en El ser y la Nada: “Así, aparece todo un sistema
de correspondencias verbales, por el cual nos hacemos designar nuestro cuerpo tal
cual es para el otro, utilizando estas designaciones para nombrar nuestro cuerpo
tal cual es 1para nosotros.”
Creemos que ahora queda clara la afirmación de Sastre acerca de que el lenguaje no
es un fenómeno sobreagregado, sino que forma parte constitutiva del ser-para-otro.
Por otra parte, creemos que queda clara la trascendencia que el Otro posee para el
mundo, tal como es concebido por el autor.
BIBLIOGRAFÍA
- Barrett, William, El hombre irracional, Ed. Siglo Veinte, Bs. As. 1967
Gadamer define “comprender” como “entenderse unos con otros”1. Por su parte,
Davidson sostiene que “es la comprensión lo que da la vida al significado, y no al
revés” 1.
Tomaremos estas afirmaciones para analizar los puntos de contacto entre ambos
filósofos.
Esto significa que todo acuerdo implica al menos tres vértices: el sujeto que expresa su
opinión, deseo, temor, esperanza, etc., el otro que tratará de entenderlo y el objeto,
situación, suceso que ambos supuestamente comparten.
Las proferencias significan algo para alguien que interpreta a quien las emite. Por eso
es razonable que considere que es la comprensión la que da vida al significado, ya que
si no es en el contexto de la interpretación, el significado no tiene razón de ser.
Encontramos que tanto en Gadamer como en Davidson está presente la idea de que si
es posible la interpretación, es porque quienes formamos parte de una comunidad
tratamos de superar los desacuerdos.
Gadamer opina a este respecto que los desacuerdos que se producen debido a la falta
de comprensión, suelen resolverse porque quien está tratando de comprender al otro,
rehace el camino hacia el objeto sobre el cual trata la opinión del interlocutor.
Tal vez sea más conveniente no hablar de nuevos sentidos, sino para ser fieles a
Gadamer, sería mejor referirnos al “sentido compartido”. Pero es que el sentido
compartido posee siempre algo nuevo, que es resultado de la comprensión.
Enajenarse es renunciar al rol clave que le toca al hombre en el mundo. Tal como
Gadamer concibe la Hermenéutica, que no es una simple propedéutica, no es una
hermenéutica metodológica ni epistemológica, es el sentido de la vida humana.
El círculo hermenéutico no consiste en una práctica metódica que tenga como fin un
saber objetivo. El círculo hermenéutico adopta la característica de condición
existenciaria. Esta condición existenciaria en Gadamer implica encontrarse en el
círculo hermenéutico, formando parte del devenir histórico y siendo responsable del
desenvolvimiento del mismo. No creemos desacertada la referencia al concepto
heideggeriano, pues creemos que es uno de los aspectos que Gadamer toma de su
maestro.
78
Este proceso forma parte de la tarea hermenéutica. Creemos posible realizar aquí la
comparación con las teorías al paso de las que nos habla Davidson en “A nice
darangement of Epitaphs”.
Sin embargo en el caso de los “barbarismos”, parecería que el “primer significado”
no funcionaría como primero. Tal como Davidson nos lo da a entender, hay casos en
que en primer lugar logramos adivinar la imagen, y luego recién descubrir ese primer
significado.
Lo mismo parecería suceder con expresiones que ocultan otra intención que la que las
palabras originalmente podrían tener. En esos casos el primer significado no parece ser
el que habitualmente se maneja sino más parecería ser aquel que se relaciona
directamente con las intenciones que persigue el hablante en su discurso de doble
sentido.
No hay duda de que el manejo compartido del primer significado entre hablante y
oyente es determinante para que pueda establecerse la comunicación. En lo que
respecta al primer significado hablante e intérprete manejan competentemente sus
convenciones ya que estas fueron igualmente aprendidas. Sin embargo, tal como el
mismo Davidson lo aclara en el artículo que venimos citando, las convenciones
compartidas presentan dificultades.1
Davidson hace referencia a la objeción hecha por Alfred MacKay a Donnellan donde
le señala que comparte la teoría del significado de Humty Dumty: “…Cuando yo uso
una palabra (…) significa justo lo que yo decido que significa”1
Si bien es cierto que no se puede cambiar el significado de las palabras porque sí, es
posible, y de hecho lo hacemos, cuando lo creemos conveniente en función del
propósito que perseguimos en el empleo de las mismas.
Es más, parecería que dichos cambios demuestran que cuando hablamos no solamente
pretendemos expresar nuestras creencias, sino que hay un objetivo que da sentido a la
comunicación y es el tener en cuenta al otro. Si no fuera así carecería de sentido el
lenguaje.
Toda vez que emito proferencias, estoy considerando que quienes me oyen van a
disponer de claves, de mecanismos para realmente interpretarlas. De lo contrario no
las emitiría.
80
Cuando hablamos lo hacemos con determinadas intenciones, entre otras y tal vez la
más importante es que puedan los demás interpretarnos. Pero además lo hacemos
desde un marco teórico que no siempre es el que usa quien trata de interpretarnos en
primera instancia.
Por otra parte al hablar no aportamos a quien nos escucha la teoría en la cual nos
apoyamos al emitir las proferencias. Sin embargo en la mayor parte de los casos
quienes nos escuchan logran interpretar nuestras proferencias.1
Ahora bien, ¿cómo debe proceder el intérprete para ajustar su teoría previa a la teoría
del hablante con el fin de hacer efectiva la interpretación?
Por otro lado, ¿cuál es la actitud que asume el hablante si pretende ser interpretado?
Quien emite una proferencia pretende ser entendido, suponer lo contrario, como ya lo
planteamos, parece absurdo. Entonces encontramos que también para el caso del
hablante, la consideración del otro y de sus posibilidades de interpretación constituyen
condiciones indispensables para que la comunicación sea efectiva.
En esta fusión, aparece algo nuevo, un elemento resulta de las disposiciones que
hablante e intérprete adoptan en el proceso de comunicación. Este elemento nuevo es
la comprensión.
Comprender en un sentido extenso implica lograr colocarse en el lugar del otro. Ser
comprendido implica darse cuenta de que el otro ha logrado ponerse en mi lugar. De
este modo no hay ya un lugar que pueda denominar “mi lugar”, ni otro que pueda
considerarse “su lugar”. Hay un lugar común, una nueva gestalt resultado de la
comunicación.
Ahora veremos de qué modo se produce en la teoría de Davidson este proceso. A esos
efectos veremos el funcionamiento de las que él denomina “teorías al paso”. Cuando la
Sra. Malaprop se refiere a “una linda confusión de epitafios”1el intérprete debe
81
Ahora veremos en qué argumentos nos apoyamos para sostener que la interpretación
radical en Davidson es comparable al concepto de “fusión de horizontes” en Gadamer:
Las condiciones de verdad son los eventos del mundo que nos afectan. Pero según
Davidson un mismo evento admite distintas descripciones. Por lo tanto el evento que
produce la creencia en el hablante que lo lleva a emitir su proferencia y que al mismo
tiempo produce la creencia en el intérprete que le permite interpretarla, podría admitir
distintas descripciones en hablante e intérprete. Si ambas descripciones son
descripciones posibles del mismo evento, no pueden por cierto ser contradictorias y
deben ser complementarias. Si este es el caso, para que el intérprete pueda comprender
al hablante es preciso que reconozca que la descripción que el hablante hace, aún
cuando pueda ser de ser diferente da la suya, es también correcta. De este modo el
intérprete enriquece su conocimiento del mundo en tanto que admite una nueva
descripción para el mismo evento.
Gadamer plantea que existen diferentes horizontes desde los cuales se interpreta el
mundo. Pienso que dichos diferentes horizontes podrían homologarse con las distintas
perspectivas sobre el mismo evento que dan lugar a distintas descripciones. La
comprensión es el resultado de la aproximación de dichos horizontes; es decir la
admisión y aceptación de una descripción alternativa del mismo evento. Comprendemos
al otro cuando podemos fusionar nuestro horizonte con el de él. Dicha fusión es posible
a partir de la interpretación.
forma bajo la cual no tiene existencia para ningún otro ser vivo puesto en él. Y esta
existencia del mundo está constituida lingüísticamente.” V y M; P. 531; T. I
Mundo y lenguaje en Gadamer están estrechamente unidos. No hay mundo sin lenguaje.
Por eso no hay mundo para otro ser vivo que no sea el hombre. Para los demás seres
vivos existe el entorno, no el mundo, por carecer de lenguaje.
La posibilidad de comprensión entre los hombres está dada por el lenguaje. Los demás
seres vivos pueden entenderse entre sí, pero no pueden entenderse acerca de sucesos
objetivos el mundo. Gadamer cita a Aristóteles (V y M; T.I; pp.533, 534) “…mientras
que el grito de los animales induce siempre a sus compañeros de especie a una
determinada conducta, el entendimiento lingüístico a través del logos está dirigido a
poner al descubierto lo que es como tal”1.
Por otra parte tanto Gadamer como Davidson admiten diferentes descripciones de los
eventos del mundo. Ambos admiten que los factores culturales influyen en dichas
descripciones. Sin embargo el mundo es el mismo. Se trata de un mundo abierto a
distintas descripciones que son accesibles a otros.
La verdad en heidegger
Marta Bayarres
Heidegger considera que el modo de ser del hombre no ha sido resuelto por Husserl.
Pero el hombre está en ese mundo se encuentra arrojado a él y por lo tanto el mundo no
está hecho sino que es proyecto. En esa medida el hombre es libre, debido al proyecto.
El hombre está condicionado por el mundo de las cosas, cosas que son útiles, por eso el
ser de las cosas está subordinado al ser del hombre. En las cosas del mundo externo se
fundan las actividades como el comprender, juzgar, propias de la ciencia.
No hay sujeto sin mundo como tampoco un sujeto aislado de los demás. La existencia
es apertura al mundo y a los demás. La relación del hombre con las cosas y con los
demás se define por el tener cuidado.
Según sea ese cuidado, nos encontramos ante una existencia auténtica o inauténtica. La
existencia auténtica es coexistencia, la del hombre que tiene cuidado.
Busca el sentido del ser pero reconoce que no se alcanza interrogando a un ente. El error
de la Metafísica ha sido buscar el sentido del ser a partir del ser de los entes.
Platón fundó el ser en la verdad, en lugar de permitir como los presocráticos que
concibieron la verdad como revelación del ser- aléthéia. La idea de Platón es una
mirada sobre el ente y la verdad es la exactitud de esta mirada. Ser libre para Heidegger
para el hombre es abandonarse al descubrimiento del ente como tal.
La ontología tiene como disciplina fundamental la analítica del Dasein. Esto implica al
mismo tiempo que esa ontología no puede establecerse de una manera completamente
ontológica. La ontología tiene una fundación óntica, un hecho que está una y otra vez
manifiesto en la historia de filosofía al presente.
En la antigüedad temprana se vio ya que el ser y sus atributos de una cierta manera
están debajo de los seres y los preceden. Este a priori, éste ser, es anterior a los seres.
Sin embargo el significado de este a priori y su posibilidad, nunca se ha aclarado.
La pregunta incluso no se ha planteado. ¿Por qué las determinaciones del ser y los seres
deben tener ese carácter de prioridad y cómo la tal prioridad es posible? Ser anterior es
una determinación de tiempo, pero no pertenece al orden temporal del tiempo que
nosotros medimos por el reloj. El a priori del carácter del ser y de todas las estructuras
del ser requiere un tipo específico de acercamiento y manera de aprehender al ser de
acuerdo con el a priori del conocimiento.
85
APÉNDICE
Lenguaje y realidad
En cierta ocasión el Sr. Mimesis se encontró con un grupo de personas que discutían
acerca de las palabras y su relación con las cosas.
Allí estaban la Sra. Malaprop, el Sr. Copy, un Sr. muy convencional llamado Juan, y
el joven Benjamín Rela.
- Sr. Mímesis: Que cosa tan absurda que existan palabras que no posean ningún
sentido, porque si nos proponemos entenderlas nos damos cuenta de que son
absurdas.
87
Piensen por ejemplo que la palabra corta es correcta por que es tan corta como
su significado. Sin embargo la palabra largo es absurda porque es corta y su
significado es lo opuesto .88
Sr. Copy: Pero no, mi amigo, el problema es que me parece que estás
confundido. Estarás de acuerdo conmigo en que un metro es más corto que un
kilómetro. Pero no porque la palabra metro sea más corta que la palabra
kilómetro, sino porque el metro es más corto que el kilómetro. Tal como en lo
que digo hay dos términos de medidas, metro y kilómetro, y una relación “ser
más corto que”, en el mundo existen, metros, kilómetros y esta relación, y los
metros están en esa relación con los kilómetros. Como puedes ver, en mi oración
las palabras están de igual modo relacionadas, como lo están las cosas en el
mundo. 89 Sr. Mímesis: Pero entonces estás de acuerdo conmigo en que cuando
hablamos correctamente es porque las palabras que usamos copian las cosas.
- Sr. Copy: Mi buen amigo, yo podría estar de acuerdo con Ud. en lo de la copia,
pero no en que sean las palabras las que los hacen. Pienso que “mil” es una
palabra tan adecuada como “veinticinco” aún cuando la primera signifique
muchas más unidades que la segunda. La copia se da entre la estructura de
nuestras oraciones y la estructura del mundo. Es la estructura de nuestras
oraciones la que refleja la estructura del mundo. En cambio que las palabras
signifiquen lo que significan, no es más que resultado de un acuerdo.90 En ese
momento intervino el Sr. Juan quien sostuvo lo siguiente:
Estoy de acuerdo con el Sr. Copy en lo que acaba de decir, aunque discrepo en
lo que dice con respecto a la estructura.
En realidad, creo que para la estructura se aplica exactamente lo mismo que Ud.
sostiene con respecto a las palabras. La estructura de nuestras oraciones no
refleja la estructura del mundo más de lo que las palabras imitan las cosas.
Aún cuando el mundo tenga una estructura, la estructura del lenguaje no tiene
por que ser la misma que la del mundo.91
88
Posición de uno de los interlocutores en el Cratilo.
89
Russell y de Wittgenstein en el Tractatus: la estructura del lenguaje refleja la estructura del mundo.
90
Posición convencionalista respecto de la relación entre las palabras y lo que las palabras refieren. Pero
la estructura de la proposición refleja la estructura del mundo. Hay un isomorfismo entre el lenguaje y el
mundo.
91
Posición de Austin o cualquier otro convencionalista.
88
pero no por las razones que aduce el Sr. Copy, sino porque es el lenguaje el que
le impone al mundo su estructura.92
- Sr. Copy. Pero lo que Ud. quiere decir es que el mundo no tiene una estructura
hasta que el lenguaje se la da?
- Sr. Copy: Ud. admitirá que hay muchos lenguajes diferentes entre sí y que los
mismos tienen diferente estructura,¿ no es así’?
- Sr. Copy. Ahora bien, entonces ¿Ud. plantearía que hay tantos mundos como
lenguajes diferentes?
- Joven Rela. Por supuesto, siempre que haya más de un lenguaje intraducible a
otro, habrá más de un mundo. O si Ud. lo prefiere habrá tantos mundos como
lenguajes intraducibles entre sí.
92
Relativismo lingüístico de Kuhn, Benjamín Lee- Worf
89
- Joven Rela: Mi querida Sra. Ud. no tiene porqué traducir los sonidos emitidos
por alguien para poder saber que está hablando, basta con que pueda
interpretarlos.
- Joven Rela: En ese caso interpretaría que con “gavagai” quiere decir conejo.
- Sra. Malaprop: Pero en ese caso Ud. tendría que admitir que los conejos
forman parte tanto de su mundo como del otro, no es así? No pasaría lo mismo
con cualquier otro término que Ud. quisiera interpretar?
93
- Davidson
90
En ese momento suena una campana. El paseo matinal ha terminado y cada uno de los
internados debe volver a su dormitorio. Mientras los conduce a los mismos el
enfermero masculla para sí: Sólo estos locos pueden pasarse todo el recreo hablando
de cosas tan abstrusas.
EJERCICIO:
EL GENIO FRUSTRADO
“Las mentiras comunes, las mentiritas de todos los días, las pequeñas, las viejas, no le
provocaban ningún placer. Deseaba algo nuevo y algo grande. Explotaba su
genialidad; revelaba una idea. Y pensaba para sí: Mañana lo cambiaré todo,
absolutamente todo. Transformaré las flores, los seres humanos, los árboles, las
colinas, el cielo, el sol y todo lo demás, en papel. Lo único que no transformaré es el
papel. Habrá flores de papel, seres humanos de papel, árboles de papel. Los seres
humanos creerán que hay flores, seres humanos, árboles, pero no habrá más que
papel.”
Y de este modo nuestro genio puso manos a la obra y lo que sigue es lo que sucedió:
El joven Joaquín entró a la habitación y acercándose a una mesa en la que ayer había
visto un jarrón con flores, hoy, de repente se sorprende porque no son flores. Duda,
desvía su mirada y vuelve a mirarlas. Se pregunta: ¿Son o no flores?
Mueve la cabeza, sonríe entre dientes y se pregunta: ¿Será un truco? Sin embargo está
seguro de que ayer había flores.
Toma una y la huele pero no percibe nada. Se dirigió hacia el jardín con flores, tomó
una, golpeó ligeramente un pétalo y, para su sorpresa… ¡No, no era una flor¡ En ese
instante llega Gloria. Entra como siempre, bonita, con su cabello rizado y su dulce
sonrisa. La mira muy de cerca: “Eres Gloria?”. De pronto ella se acerca y él toma su
mano pero ésta, que había tomado el florero, cae junto con él, sin embargo no se
derrama agua. De pronto mira su mano y la ve blanca, pálida, quebradiza, arrugada.
Desesperado corre hacia la ventana para ver el mundo real. Lo que ve es un escenario
teatral. A lo lejos siluetas de hombres, árboles y casas. Sobre su cabeza asoma un rayo
de sol. Extiende el brazo para tocar el cielo. ¡Parece estar tan cerca¡. Este cae en
pedazos, cubriendo sus manos de papelitos azules.
Sin embargo la historia no termina aquí, porque nuestro genio no se conforma con la
experiencia del papel, por lo tanto decide provocar en Joaquín “la alucinación
perfecta”.
93
Para ello decide eliminar el mundo y dejar a Joaquín sólo, en un mundo vacío, con
un casco sobre su cabeza que es activado por nuestro genio. Como el genio es tan
hábil, provoca en Joaquín alucinaciones que son idénticas a las experiencias de su
existencia usual.
Joaquín entra al cuarto y ahí está el jarrón con flores sobre la mesa. Se dirige a ellas,
las palpa y las huele. Exclama feliz: “Doy gracias a Dios por las flores¡ Para mí no
hay nada tan real como las flores. En ellas está la esencia genuina de la sustancia del
mundo.”
El genio sonreía con desprecio cuando oía las palabras. “tan real”, “esencia”,
“sustancia”, pero… después frunció el ceño y pareció perplejo.
El éxito del genio parece haber sido completo. Engañó a Joaquín mediante
alucinaciones, haciéndole creer que existía lo que en realidad el mismo genio había
destruido. Las experiencias de Joaquín duplicaron exactamente las experiencias que
Joaquín hubiera tenido si aún existieran las cosas destruidas. Es un engaño
extraordinariamente inteligente. Sin embargo, a pesar del aparente éxito, el genio
estuvo más cerca de tener éxito al engañarse a sí mismo que al engañar a Joaquín.
su plan y en ese caso cuando Joaquín se de cuenta de que fue engañado, convertirá el
engaño en una farsa perfecta.
2- ¿Consideras que los temas que trata están relacionados con algunos de los
11- Te pido ahora que construyas un final diferente para esta historia.
95
12- ¿A partir del final pensado por ti, ¿cambiarías el título a la historia?
ACLARANDO CONCEPTOS:
Podemos imaginar un gato en un árbol cuyas partes desaparecen una por una, primero la
cola, luego la pata, luego el cuerpo, hasta que finalmente todo lo que queda del gato es
una sonrisa felina. Pero la idea de una sonrisa felina sin gato es un completo sinsentido.
La alucinación de un mundo sin mundo es como la sonrisa de un gato sin gato.
De este modo la réplica al escepticismo sería una réplica semántica. El argumento del
escéptico acerca del genio maligno se sigue de la premisa de que es posible una
alucinación perfecta. Pero la idea de una alucinación perfecta carece de sentido y por lo
tanto no es posible. En la medida que el argumento del escéptico parte de una premisa
falsa, debe ser rechazado.
De allí que hayamos decidido titular este trabajo “El genio frustrado”.
96
Si bien coincide con Descartes en que el pensamiento existe, luego se separa de él, ya
que no acepta que se pueda dudar de la mayor parte de las creencias. Considera que la
mayor parte de las creencias que poseemos son verdaderas. Por otra parte si somos
capaces de reconocer creencias falsas es porque manejamos el concepto de verdad.
Sin embargo el trayecto que realiza Davidson no es el que realiza Descartes. Davidson
no parte del ámbito de la subjetividad para luego tratar de justificar el mundo.
Parte del mundo porque es allí donde se encuentra la verdad. Lo que se propone
demostrar es que para tener creencias, pensamientos, dudas, deseos, temores, etc., es
necesario un mundo compartido y otras mentes. Es en el mundo compartido donde se
generan las creencias.
En pocas palabras, lo pensado, el objeto del pensamiento era para Descartes interno a la
mente, y como tal, infaliblemente presente a la conciencia, de modo que la inexistencia
del mundo físico no tenía ninguna consecuencia para la naturaleza y existencia del
objeto intencional del pensamiento.
Volviendo al caso de nuestro genio y de Joaquín. El genio nunca podría haber triunfado.
El mundo de papel con el que procedió a engañar a Joaquín, era de todos modos “UN
MUNDO”, las flores eran flores, el cielo era cielo y Gloria era Gloria. En ningún
momento Joaquín confundió el mundo con algo que no fuera mundo. En todo momento
mantuvo sus creencias acerca de lo que es el mundo, cómo son las flores, cuales son sus
atributos, etc. Este conjunto de creencias de Joaquín fueron el resultado de una mente
abierta al mundo en el que existen esos objetos y de su interpretación de proferencias de
los demás hombres que como él, habitan ese mismo mundo.
La desesperación de Joaquín al comprobar que todos los objetos que creía reales, no
eran más que simulacros de papel, sólo puede comprenderse si Joaquín ya disponía de
un conjunto de creencias verdaderas acerca del mundo, las flores, el cielo, Gloria, etc.
Su desesperación sólo puede explicarse como resultado de haber descubierto su error.
Sin embargo, si pudo hacerlo, es porque manejaba el concepto de verdad objetiva. Si
no reconocemos la verdad como verdad, no reconocemos tampoco el error como error.
Tal como el mismo Davidson afirma: “Lo que no puede ser el caso es que nuestra
representación general del mundo y de nuestro lugar en él sea errónea, porque es esta
representación la que da forma al resto de nuestras creencias, sean éstas verdaderas o
falsas, y las hace inteligibles”1
99
LA VERDAD
EJERCICIOS:
Luego de haber trabajado las teorías sobre la verdad, de haber analizado los textos
propuestos en la primera parte, te proponemos realizar con los alumnos estos
ejercicios.
1ª. PARTE
Los personajes que aparecen mencionados a continuación, son conocidos por todos.
Partiendo del conocimiento que tienen de los mismos, les pido subrayar las opciones
que consideren verdaderas.
2ª. PARTE:
3ª. PARTE
………………………………….…………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………
…………………………………………………………………………………………….
Para ello:
Tomemos algún ejemplo de la ciencia. En la ciencia hay diferentes teorías acerca de los
mismos hechos.
Cada cuerpo teórico contiene un conjunto de creencias que, entre sí, son coherentes, es
decir, no existen contradicciones.
Sin embargo si tomamos dos sistemas teóricos acerca de los mismos hechos, nos
encontramos con que entre sí son incompatibles.
Vayamos a un ejemplo:
Responde ahora:
1-¿Cuál sería la objeción que podría hacerse a quienes defienden como criterio de
verdad la coherencia?
Aclarando conceptos:
Lo que se quiere decir es que existe un tipo de situación que expresamos con
oraciones sin pretender caer en ninguna forma de isomorfismo, es decir que las
palabras sean reflejos de los objetos a los que se refieren.
Si digo: “me estoy sintiendo mareado”, este enunciado es verdadero si, y sólo si, me
estoy sintiendo mareado.
104
Bibliografía
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