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Juan José Carreras Ares
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¿Por qué hablamos de memoria cuando queremos decir historia?
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Juan José Carreras Ares
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¿Por qué hablamos de memoria cuando queremos decir historia?
hombres los que recuerdan, pero que lo hacen en condiciones que 10. «Los hombres
no han escogido ellos mismos,10 y en el caso de Halbwachs esas hacen su propia historia,
pero no la hacen a su libre
condiciones son los marcos sociales de la memoria colectiva de los arbitrio, bajo circunstan-
grupos o de las clases sociales, que condicionan la memoria de los cias elegidas por ellos
individuos a través de procesos de intercomunicación, de dominio mismos, sino bajo aque-
llas circunstancias con
y a través del mismo lenguaje. La memoria, concluye Halbwachs, que se encuentran directa-
no es un acto de un individuo aislado, sino un fenómeno de natu- mente, que existen y les
raleza social.11 han sido legadas por el
pasado. La tradición de
Halbwachs no se cansa de repetir que en cada grupo la memo- todas las generaciones
muertas oprime como
ria en gran medida es «una reconstrucción del pasado con la ayuda una pesadilla el cerebro
de datos tomados del presente y preparado, además, por otras de los vivos», MARX en El
reconstrucciones hechas en épocas anteriores y donde la imagen ya Dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte, por la traduc-
ha sido convenientemente alterada».12 Todo esto supone que cada ción de la Ed. Progreso de
grupo afirma su identidad singular (limitada) en el espacio y el Moscú, en MEW, 8, 115.
tiempo, afirmando las continuidades y evitando las diferencias. La 11. Maurice HALB-
historia procede de manera opuesta: no comprometida con los pre- WACHS, Les cadres sociaux
de la mémoire, ed. prologa-
juicios del grupo, actúa de manera imparcial y con objetividad da por Gérard Namer,
(científica), superando sus límites espacio-temporales (toda historia París, 1994, especialmente
es potencialmente historia universal comparada), y rompe la ilusión pp. 273-296.
de la continuidad, concentrándose en los cambios y las diferencias.13 12. Maurice HALB-
WACHS, La mémoire collecti-
La oposición, latente desde siempre, entre memoria e historia se ve, ed. crítica prologada
define como ruptura: «la historia comienza donde termina la tradi- por Gérard Namer, París,
ción, cuando se descompone la memoria social».14 1997, pp. 118-119.
13. Obra citada en la
Halbwachs es hijo de su tiempo, como lo fueron Carlos Marx nota 12, pp. 97-142.
o Max Weber, pero no deja de ser significativo que, todavía hoy, sir- 14. Obra citada en la
nota 12, p. 130. Aunque
va de referencia en el intento de deslindar la historia frente a una Halbwachs usa a menudo
tradición de memoria tan pertinaz y absorbente como la del pueblo la expresión «memoria
judío.15 histórica», en el pasaje de
la cita del texto la rechaza,
Paradójicamente, una muestra clamorosa de mala memoria es pues asociaría dos térmi-
nos antitéticos.
el olvido en que ha estado Halbwachs durante mucho tiempo.
15. Yosef Hayim
Incluso ahora parece que no se lee mucho, pues si no resultaría YERUSHALAMI, Zajor. La
incomprensible que, ni siquiera el principal interesado, no haya historia judía y la memoria
advertido el precedente de los «lieux de la memoire» que significa judía, traducción de Ana
Castaño, Barcelona, 2002.
su estudio de la topología legendaria de los Evangelios de la Tierra 16. Maurice HALB-
Santa.16 WACHS, La Topographie
légendaire des Evangiles en
La recepción de Halbwachs se encuentra tras las primeras Terre Sainte. Etude de
defensas de la historia frente a la palingénesis memorial que acom- memoire collective, París,
1941.
pañó a la llamada posmodernidad. En 1988 el medievalista Le Goff,
17. Jacques LE GOFF,
por ejemplo, advertía contra «las tendencias recientes que parecen Histoire et mémoire, París,
casi identificar a la historia con la memoria, e incluso en cierta 1988, 10, la cita es del pró-
manera preferirla a la segunda, que sería más auténtica, más “ver- logo a la traducción fran-
cesa a trabajos publicados
dadera” que la historia, que sería artificial y consistiría, sobre todo, en italiano en los años
en una manipulación de la memoria».17 Y diez años después, 1977 a 1981.
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28. J. AMERY, Más allá de Los historiadores se mostraron a menudo inhibidos frente a
la culpa y la expiación, tra-
ducción de E. Ocaña,
esta ofensiva preventiva de la memoria contra la historia que pudie-
Valencia, 2000. Amery, se ser escrita, «una historia, se lamentaba Amery, que permitirá que
antiguo deportado, se sui- lo inconcebible sea históricamente archivado y, por eso, escandalo-
cidó en 1978.
samente falsificado».28 Pues no se trataba de una memoria
29. Las expresiones las
utiliza FRIEDLÄNDER, p. ej., cualquiera, sino de una memoria concebida como «imperativo cate-
en su correspondencia con górico», que implicaba sobre todo la espinosa cuestión de la «unici-
Broszat sobre la «historiza-
ción» del nacional socialis- dad» de Auschwitz, la «unique uniqueness», que revolvía la
mo, Vierteljahrshefte für metodología, ya debilitada por la crisis, de una historia social
Zeitgeschichte, 36, 1988, pp.
339-372, en p. 344.
amiga de comparar todo con todo para poder comprender algo.
30. Cita en Juan José Algunos historiadores podían desorientarse, sintiendo su praxis
CARRERAS, Razón de histo- hipotecada emocional y éticamente por los preceptivos deber de
ria, Madrid, 2000, p. 344.
memoria y derecho al olvido, y que su investigación estaba afecta-
31. Por ejemplo, BROS-
ZAT niega la mayor en la da por lo que el historiador judío Saul Friedländer llamó la «paráli-
argumentación contra la sis del historiador» y el «bloqueo moral».29
historia, afirmando que
historia no significa una Los debates sobre el Holocausto, que se generalizaron desde
historicidad muerta, «tote
Historizität», que engulli- los años ochenta, no sólo aumentaron el interés por la memoria,
ría el recuerdo, para a sino que debilitaron aún más el metarrelato que se suponía referen-
continuación calificar de
mítica a la memoria, pero te del paradigma de la historia social de los años sesenta. «Diciendo
concediéndole respetuosa- Auschwitz, concluía Lyotard en 1980, se niega simbólicamente el
mente un espacio propio:
«der Respekt vor den
progreso, pues ninguna explicación puede situar a Auschwitz en la
Opfer der Naziverbrechen línea que conduciría a la emancipación, y diciendo Auschwitz se
gebietet dieser mythischen niega sentido a la historia, pues ninguna historia puede dar sentido
Erinnerung Raum zu las-
sen», en el texto citado en a Auschwitz».30 Y, además, Auschwitz era sobre todo memoria; es
nota 29, pp. 342-343. significativo que todos los intentos de despojarlo de su centralidad
32. Es clásico el artículo hayan comenzado descalificando (respetuosamente) su memoria
de J. KOCKA, «Überras-
chung und Erklärung. Was como memoria mítica.31
die Umbrüche von 1989/90
für die Gesellschaftges- El valor de la memoria también se incrementó a partir de la
chichte bedeuten könnten», caída del Muro de Berlín, pues a los historiadores les cogió tan de
en Was ist Gesellschaftsges-
chichte?, ed. por M. HET- sorpresa como a los políticos o los periodistas.32 La única verdad
TLING y otros, Munich, 1991, entonces parecía residir en las masas que gritaban «Wir sind ein
pp. 11-21. Gema M. DE
ESPRONCEDA presta aten- Volk»; precisamente porque tenían memoria de haberlo sido. Una
ción a la reacción en el día a verdadera sinfonía de memorias acudió a explicar después el hun-
día, no sólo de los políticos
y periodistas, sino también dimiento de los regímenes comunistas de la Europa del Este: memo-
de algunos historiadores y rias recuperadas, memorias manipuladas, memorias disputadas…33
de la intervención decidida Y en los Balcanes, una región que, parafraseando el dicho atribuido
de los cultivadores de la
oral history, entre ellos Lutz a Churchill, producía más memoria de la que podía consumir, «el
NIETHAMMER, al que nos deber de memoria» se transformó en un sangriento «derecho a la
referiremos más tarde, en
«La sorpresa y la experien- venganza» en aras de un recuerdo colectivo, que podía remontarse
cia: la historia del presente a una batalla perdida en 1389.
en la prensa», Espacio, tiem-
po y forma, V, 1999, pp. 357- Por otra parte, las vicisitudes metodológicas también propi-
371.
33. Alain BROSSAT y
ciaron la revaluación de la memoria, de las historias de vida. Ya des-
otros, En el Este, la de los años sesenta los historiadores marxistas ingleses se habían
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