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Todo cristiano está llamado a la santidad, es decir la vocación de cristiano es ser santo, como la vocación

del bolígrafo es escribir.

La santidad es hacer lo que tienes que hacer en su debido momento. y responder bien a la vocación que
has sido llamada o llamado.

El estudiante, tratando se ser un bien estudiante.

El cobrador de bus como cobrador, haciendo bien su trabajo.

¿has oído alguna ves de la palabra santidad? ¿Qué crees que significa? ¿Qué actitudes tendrá una
persona santa? ¿conoces alguno?

¿es posible ser santo en nuestro tiempo?

proceso de apropiación

motivación

canto para ser santo

Todo cristiano bautizado esta llamado a la santidad.

lee el texto bíblico Mateo 5, 48

Identifica cuales que se debe hacer para llegar a ser santo.

Por el Bautismo todos somos llamados a la santidad. La santidad es la presencia de Dios reinando en el
corazón del creyente. La Iglesia comunica las gracias necesarias que proceden de los méritos de Jesucristo.

Amar a Dios sobre todo El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. Mateo 22:37-38

Querer ser santos: La Santidad es obra de Jesús pero El no se impone. Requiere la respuesta libre del
hombre. Quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón, se esfuerza y persevera con la ayuda de
la gracia para vencer la tendencia de la carne (pecados capitales)
¿Qué quiere decir ser santos? ¿Quién está llamado a ser santo? A menudo se piensa todavía que la
santidad es una meta reservada a unos pocos elegidos. San Pablo, en cambio, habla del gran designio de
Dios y afirma: «Él (Dios) nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e
intachables ante él por el amor» (Ef 1, 4). Y habla de todos nosotros.

La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del
Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san
Pablo: «Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo»
(Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: «Viva será mi vida llena de ti» (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano
II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que
nadie está excluido de ella: «En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad.
En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas
para merecer tener parte en su gloria» (Lumen gentium, n. 41).

Ser santo es participar de la santidad de Dios. Jesucristo es el Santo de los santos y el Espíritu Santo es el
Santificador.

Todos fuimos creados por Dios para ser santos, en la tierra y entonces plenamente en la eternidad en el
cielo. Perdimos la vida de gracia por el pecado, pero Jesucristo nos reconcilió con el Padre por medio de la
Cruz. Por el bautismo recibimos los méritos de Cristo y somos liberados del pecado e injertados en Cristo
para ser Hijos de Dios y participar de su santidad. San Pablo usa la palabra "santos" para referirse a los
fieles (2 Cor. 13,12; Ef. 1,1)

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