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KATRINA KOZAREK
A lo largo de los años, todos hemos escuchado muchas cosas sobre los grandes logros
sociales de la revolución bolivariana: el programa de salud Barrio Adentro subsidiado por el
gobierno, el programa de alimentos Mercal igualmente subsidiado, la misión de vivienda
que proporciona viviendas gratuitas y asequibles a los pobres y la clase media, el
programa Canaima que suministra ordenadores a los estudiantes, los programas Madres
del Barrio y Hogares de la Patria que ofrecen ayudas gubernamentales a amas de casa
como reconocimiento a su trabajo doméstico, el programa Amor Mayor de pensiones…
entre tantos otros avances que han caracterizado al país en términos de justicia social y
lucha contra las desigualdades.
Para dar un ejemplo concreto, la comuna donde vivo, la Comuna Ataroa, definió su
territorio en base a una historia común de luchas por el acceso al agua y los servicios de
salud que se llevaron a cabo en los años 80 en varias comunidades vecinas. Estas
comunidades comparten, también, un mercado central y un centro local de salud. Así pues,
existían vínculos culturales, sociales y económicos que ya reunieron a estas comunidades
en el pasado. En el caso de algunas comunas rurales, puede ser el tipo de producción
agrícola o las comunidades que se construyeron alrededor de grandes terratenientes
cuyas tierras fueron expropiadas, como es el caso de la Comuna El Maizal, en el estado de
Lara; o en el caso de las comunidades indígenas, pueden ser lazos étnicos o familiares los
que unen a las comunidades.
Pero las comunas no son solo zonas geográficas con una identidad común. La esencia de
la comuna está basada en el principio de soberanía, en la organización del pueblo con el
fin de definir su propio destino. Hay muchos elementos que influyen en ese principio de
soberanía.
La esencia de la comuna está basada en el principio de soberanía, en la organización del
pueblo con el fin de definir su propio destino
Uno tiene que ver con el autogobierno y la participación, la democracia directa. Los
habitantes de la comuna tienen derecho a planificar, definir y ejecutar políticas y proyectos
dentro de su propio territorio, y todos los habitantes tienen derecho a participar en este
proceso. ¿Cómo funciona eso?
Hay una estructura establecida para permitir la máxima participación, que comienza con
unidades comunitarias más pequeñas llamadas consejos comunales, que son también
espacios geográficos con una identidad común (normalmente agrupan a unas 250
familias). Cada consejo comunal está compuesto por comités, en un número que se
considera adecuado para la realidad de la comunidad, tales como comités de tierras, que
definen los límites de las tierras y los derechos de propiedad, los comités de agua, que
organizan el acceso al agua, los comités de mujeres, que abordan las cuestiones de
género, y todos los consejos deben incluir un comité de planificación, un comité de
economía comunal y un banco comunal. Los comités desarrollan políticas y proyectos
basados en las necesidades de su comunidad, los cuales deben ser aprobados en
asambleas ciudadanas, donde todos los habitantes tienen derecho a voto. Una vez
aprobada una política, los comités la organizan y ejecutan.
La comuna tiene una estructura replicada con los mismos comités que los consejos
comunales, compuesta por los portavoces de los consejos comunales, y las decisiones
finales se toman en un parlamento comunal, en el que participan los portavoces que
representan a cada consejo comunal. En teoría, las decisiones de estos parlamentarios
deberían ser consultadas en las asambleas ciudadanas de los consejos comunales.
No obstante, el principio de soberanía aplicado en las comunas no puede ser solo obra de
la democracia participativa, porque la ejecución de las políticas aprobadas requieren
recursos. Las comunas están definidas en la ley orgánica de las comunas como espacios
socialistas, y eso implica un concepto socialista de la economía y la propiedad.
Esto es importante para el principio de soberanía del sistema comunal, porque permite que
las comunas adquieran bienes, servicios, recursos e incluso empresas que no sirven a los
individuos, sino al bien común bajo una administración colectiva. Y esto es necesario para
la ejecución de las políticas comunales.
Cada comuna tiene un banco que es de propiedad comunal y está administrado por la
comuna para la ejecución de sus propios proyectos y políticas. En teoría, las comunas
deberían desarrollar empresas sociales directas que crearan no solo empleo, sino recursos
que puedan ser empleados luego para la ejecución de políticas y proyectos.
Los habitantes de la comuna tienen derecho a planificar, definir y ejecutar políticas y
proyectos dentro de su propio territorio, y todos los habitantes tienen derecho a participar en
este proceso
Veamos el ejemplo de la Comuna El Maizal, una comuna rural del estado de Lara con
tierras agrícolas expropiadas. Tiene una compañía social en la que se produce más de
cuatro toneladas de maíz al año, así como frijoles, verduras, ganado, leche y queso. Con
sus ganancias han construido escuelas y viviendas, dan ayudas a familias necesitadas de
atención médica especializada, tienden cables eléctricos en comunidades que carecían de
ellos y mantienen las carreteras. Todo es administrado y ejecutado por la comunidad. Una
compañía social también significa una transformación, no solo en el uso de los ingresos,
sino también de las relaciones laborales. No hay jefes, sino estructuras organizativas
dedicadas a la administración, la educación y la formación, y un control social. Los
trabajadores o productores, como se llaman, pueden o no ganar lo mismo en función de la
realidad del trabajo y de la comunidad, pero eso debe ser decidido de forma que promueva
la justicia social y la igualdad. Este es otro debate profundo en el seno del movimiento
comunal.
La ley orgánica de las comunas sostiene que el propósito de estas es promover el estado
comunal, estableciendo un horizonte político, social y económico para la revolución
bolivariana y el socialismo del siglo XXI: la realización de “un sistema de gobierno que abra
con amplitud ilimitada los espacios necesarios en los que el pueblo, las masas populares,
actúen de forma creativa y efectiva para controlar el poder con el fin de tomar las
decisiones que afecten a su vida diaria y su destino histórico”, tal como dijo Chávez en su
manifiesto “Libro azul”.
Cuando hablamos del estado comunal, nos estamos refiriendo a la sustitución progresiva
de casi todo el sistema político y económico actual por uno nuevo basado en las comunas
integradas en las federaciones de ciudades y regiones comunales, que articularán políticas
y proyectos a nivel nacional. Implica pasar de una concepción de gobierno vertical a un
gobierno que va “de abajo hacia arriba”, así como la transformación a nivel nacional de las
relaciones de propiedad, producción y administración de los recursos.
Uno tiene que ver con la economía rentista petrolera y la ausencia de una cultura
productiva. Muchas comunas, especialmente las urbanas, se han dedicado a administrar
los programas de ayuda y los proyectos financiados por el gobierno, y han ignorado
completamente el aspecto necesario de la producción. Otro factor tiene que ver con la
resistencia en algunos sectores del chavismo a la reestructuración del poder.
Una vez que las comunas empezaron a hacerse realidad, muchos gobernadores y alcaldes
bolivarianos — y, por supuesto, todos los gobernadores y alcaldes de la oposición — se
negaron a trabajar con estas estructuras y siguieron promoviendo políticas y ejecutando
proyectos sin consulta ni participación de las comunas. Una gran excepción fue Julio
Chávez, de Carora, en el estado de Lara, que puso todo el presupuesto municipal en las
manos de las comunas.
Por todo ello, el impulso y la concepción del estado comunal disminuyeron tanto entre 2010
y 2012 que solo se crearon formalmente 50 nuevas comunas.
Fiel seguidor de Chávez, Maduro hizo todo lo posible para promover las comunas. En su
primer año de gobierno, aquellas 50 comunas se convirtieron en 350. Las comunas y el
estado comunal volvieron a ser el horizonte del chavismo y se procuró avanzar lo más
rápidamente posible en esa dirección.
En 2014, se creó el Consejo Presidencial Nacional como un ensayo del futuro estado
comunal. Sirvió como un espacio para articular a escala nacional políticas y proyectos
comunales directamente con el gobierno nacional, con expresiones regionales en cada
estado. Pero las guarimbas o protestas violentas de la oposición que tuvieron lugar en
2014 interrumpieron este proceso, obligando a las comunas a concentrarse en la defensa
de sus territorios, mientras el gobierno se esforzaba en buscar una negociación.
Poco después de que las protestas violentas remitieran, la caída de los precios del petróleo
y el creciente sabotaje económico también se cobraron su precio.
En marzo de 2012, poco después de la muerte del presidente Hugo Chávez, la fábrica de
cerveza Brahma, perteneciente a la transnacional brasileña Ambev, ubicada en
Barquisimeto, en el estado de Lara, cerró ilegalmente sus puertas, declarándose en
quiebra. Los trabajadores de esa fábrica no aceptaron el cierre y se hicieron cargo de la
planta. Poco después, recibieron información confidencial según la cual la fábrica estaba
en proceso de ser vendida a la familia Cisneros, que detenta un gran monopolio de
empresas de alimentos y bebidas en Venezuela. Durante dos años, los trabajadores
resistieron dentro de las instalaciones de la fábrica sin producir, hasta que iniciaron una
relación con la comuna cercana José Pío Tamayo, con la que formaron la compañía social
directa Proletarios Uníos.
La asociación con la comuna no solo les dio un estatuto legal como empresa, sino que
también les dio un nuevo impulso para reanudar la producción dentro de la fábrica. La
comuna José Pío Tamayo y los trabajadores comenzaron a explorar las posibilidades de
reabrir legalmente la fábrica y reanudar la producción. Inicialmente, recibieron apoyo legal
para usar la maquinaria de la fábrica gracias a una decisión de un juzgado agrícola, lo que
les permitió utilizar los pozos profundos de agua dulce ubicados en el predio de la fábrica y
distribuir ese agua a los agricultores de las zonas semiáridas cercanas, así como a
escuelas e instituciones. En su inspección de la fábrica, encontraron que los silos todavía
tenían más de ocho toneladas métricas de cebada, las cuales, aunque ya no eran aptas
para el consumo humano, sí lo eran para el consumo animal. Con la asistencia técnica del
consejo comunal Palito Blanco, del estado vecino de Zulia, comenzaron a utilizar esa
cebada para producir alimentos para animales. Es importante señalar que casi todos los
alimentos para animales en Venezuela son controlados por empresas transnacionales
privadas y, en el contexto de la guerra económica, se ha vuelto cada vez más difícil
encontrarlos a un precio justo, haciendo que el producto cárnico se incremente en costos y
que muchos pequeños productores se queden sin negocio.
Los comités desarrollan políticas y proyectos basados en las necesidades de su comunidad,
los cuales deben ser aprobados en asambleas ciudadanas, donde todos los habitantes
tienen derecho a voto
El consejo comunal Palito Blanco ya llevaba varios años produciendo alimentos para
animales en su propia empresa social directa Hugo Chávez y tenía una considerable
experiencia en todos los aspectos de la producción, así como las licencias necesarias para
importar materias primas no elaboradas en Venezuela, tales como semillas de soja, y
ayudaron a Proletarios Uníos a iniciar su producción intercambiando cebada por soja.
Como empresa social directa, Proletarios Uníos no solo se ha dedicado a la producción y
venta de alimentos para animales. No han tenido ningún interés en establecer una relación
mercantilista con las granjas de animales, sino que han tomado su producción como una
oportunidad para avanzar en la organización de base. Los pequeños y medianos
productores que compran alimentos para animales a Proletarios Uníos se han organizado
en un consejo de productores junto con los trabajadores y los portavoces de la comuna
José Pío Tamayo, y todos juntos determinan los precios en base a los costes de los
alimentos para animales y otros acordados por los productores para alcanzar, finalmente,
un precio final justo para los productos cárnicos. Un porcentaje de estos productos
cárnicos, acordado en base a las necesidades de las comunidades y a la disponibilidad de
los agricultores, se distribuye a un precio justo a las comunidades de la comuna José Pío
Tamayo y comunas vecinas.
El Panal 2021 también aporta maíz para la producción de masa de maíz para arepas (la
base de la dieta de la mayoría de los venezolanos). También tienen una panadería donde
producen pan. Todos estos productos son distribuidos, casa por casa, directamente a sus
comunidades, utilizando un sistema que es muy parecido al programa CLAP (comités
locales para la producción y distribución de alimentos) del gobierno, que ha sido diseñado
para contrarrestar la especulación artificial, el acaparamiento y el tráfico ilegal de
alimentos. Este sistema comunal de Alexis Vive se puso en marcha al menos un año antes
de que el CLAP fuera mencionado por el gobierno nacional. Los panalitos de Alexis Vive
también producen otros productos básicos, como jabón, café, salsa de tomate y
fertilizantes biológicos, en su mayoría de forma artesanal, que son distribuidos por toda la
nación.
La comuna Negro Miguel, ubicada en los límites de los estados de Lara y Yaracuy, no solo
produce y distribuye. Llevan varios años organizando una fuerte ofensiva contra la
corrupción y por la recuperación colectiva de tierras improductivas. Su lucha ha sido tanto
contra los grandes terratenientes como contra el estado. En 2013, Negro Miguel se hizo
cargo de una finca abandonada llamada La Horqueta, perteneciente a unos terratenientes
de la élite venezolana, los Sigalas, a pesar de la represión sufrida debido a las relaciones
amistosas [de los terratenientes, supongo, N. del T.] con el alcalde del municipio Jiménez y
capitán de la fuerza aérea Luis Plazas, miembro del PSUV. En el plazo de un año, la tierra
fue traspasada exitosamente a la comuna y comenzó a producir plátanos (bananas) y
tubérculos.
Las comunas adquieren bienes, servicios, recursos e incluso empresas que no sirven a los
individuos, sino al bien común bajo una administración colectiva
En 2015, al intensificarse la guerra económica, Negro Miguel y otras cinco comunas que
trabajaban juntas ocuparon más de 1.200 hectáreas pertenecientes a una unidad ganadera
y lechera abandonada por la Corporación Venezolana de Alimentos (CVA). El ganado, las
costosas vacas lecheras importadas, los fertilizantes y una importante cantidad de
maquinaria agrícola pesada habían sido abandonados durante más de un año en la finca.
La comuna había denunciado en varias ocasiones esta situación ante el estado y, al no
haber recibido respuesta, ocupó toda la finca, salvando el ganado y las vacas lecheras que
estaban enfermos y hambrientos con asistencia veterinaria voluntaria y abriendo unas 120
hectáreas de tierra para la producción de maíz. En 2016, la producción colectiva de maíz
de esa finca fue transformada en masa de maíz para arepas y distribuida en las
comunidades locales.
En 2016, Negro Miguel y las comunas asociadas ocuparon otra granja ganadera y lechera
abandonada, perteneciente al ahora exalcalde del PSUV y capitán de la fuerza aérea Luis
Plazas. La comuna observó que la granja tenía 300 vacas lecheras, en su mayoría de
razas importadas extremadamente caras y que habían sido abandonadas. Al entrar en la
propiedad, la comuna encontró muchas de estas vacas lecheras en condiciones
deplorables, así como un gran cementerio lleno de huesos y vacas en avanzado estado de
putrefacción. Para su sorpresa, también encontraron toneladas de materiales de
construcción, desde vigas hasta puertas, pertenecientes a la misión de vivienda subsidiada
del gobierno Gran Misión Vivienda.
También en esta ocasión, la comuna obtuvo ayuda voluntaria de veterinarios para salvar
las vacas lecheras e inmediatamente procedió a abrir las tierras para la producción de
diferentes variedades de frijoles que habían sido recolectados en sus comunidades.
Esta ocupación también fue reprimida por la Guardia Nacional, pero una intensa campaña
mediática de otras comunas y medios comunitarios consiguió atraer la atención nacional
sobre el caso y, de esta forma, mantener la ocupación y la producción.
COMUNA EL MAIZAL
La comuna El Maizal, situada en los estados de Lara y Portuguesa, ha sido una comuna
modélica desde que se creó en 2009. Al expropiar una gran cantidad de tierras agrícolas
improductivas, Chávez pidió a las comunidades del área que formaran una comuna para
asumir la producción de esas tierras. Y eso fue exactamente lo que hicieron. En los últimos
años, la comuna El Maizal ha producido más de 4.000 toneladas de maíz en las tierras
expropiadas. La producción ha generado suficientes ganancias para que la comuna
financie su propia misión de vivienda, proveyendo más de 300 casas para sus habitantes.
Además han autofinanciado la electrificación de las zonas de montaña, han pavimentado y
mantenido caminos, construido una escuela y provisto el mantenimiento de las existentes,
han brindado atención médica a familias necesitadas e invertido en otras empresas
comunitarias para la producción de lácteos y distribución de gas para cocinar.
Pero a medida que la guerra económica se iba profundizando, la comuna El Maizal vio la
necesidad de reajustar y perfeccionar varios aspectos de su producción y organización
interna para garantizar verdaderamente su sostenibilidad.
La oposición tuvo una reacción violenta a esta propuesta. Casi toda la propaganda de la
oposición en contra de las elecciones a la asamblea constituyente se refería a esta como la
asamblea constituyente comunal y, al parecer, ha sido una de las principales razones por
las que decidieron no participar, ya que el estado comunal es en todos los sentidos
contradictorio con sus ideas políticas y económicas.
Con gran esfuerzo, entre una violencia que dejó más de 150 muertos, ocho millones de
venezolanos y venezolanas levantaron barricadas, se enfrentaron a los ataques violentos y
caminaron kilómetros para reubicar centros electorales y poder votar el 30 de julio a la
Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Las únicas propuestas económicas que han sido discutidas y aprobadas hasta este
momento son la sustitución del dólar por el yuan chino para cotizar el precio del petróleo
(que es interesante, aunque todavía no hemos visto ningún efecto en la especulación del
dólar) y la congelación de los precios de ciertos alimentos básicos, que fue aprobada pero
que aún no se ha traducido en acciones concretas.