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10. EL PROCESO DE JESÚS (II). La Pasión en los Cuatro Evangelios, por Simón
Légasse
PSICOLOGiA PASTORAL
INTRODUCCIÖN A LA PRAXIS
DE LA PASTORAL CURATIVA
DESCLEE DE BROUWER
Título de ia edición original:
PASTORAL PSYCHOLOGIE. Einführung in die praxis heilender seelsorge
© 1990 Patmos Verlag - Düsseldorf
Traducción castellana:
Gorka Hurtado
Ilustración de portada:
“Los Cuatro Evangelistas” (1625), por Jacob Jordaens. Museo del Louvre, París
Printed in Spain
ISBN: 84-330-1217-7
Deposito Legal: S.S. 312/97
Impreso en: Itxaropena, S.A. - ZARAUTZ
PREFACIO
1. Gaudium et spes, 5.
2. Gaudium et spes, 52.
3. Optatam totius, .19.
4. Gaudium et spes, 62.
5. Optatam totius, 11.
12 PSICOLOGÍA PASTORAL
1. «PSICOLOGÍA PASTORAL»
dones se trata poco el tema del «oficio espiritual», así que debe ser
deducida por el propio lector, en gran medida, la relevancia pastoral-
profesional de la psicología de la personalidad.
El vacío práctico-teológico de Schwermer es inteligible si se ve
esta obra en el contexto de los dos libros publicados con anterioridad
sobre la práctica pastoral y*que ya hemos comentado. Si se toman las
tres publicaciones conjuntamente, se obtiene un respetable panorama
de la psicología pastoral que enfatiza la aceptación de la psicoterapia
por la conversación y de la psicología de la personalidad, enmarcán
dola en la situación de la pastoral comunitaria y que está especialmente
en deuda con la formación en la pastoral por la conversación. A partir
del diálogo crítico con la psicología pastoral de Schwermer, se puede
conseguir, aún mejor de lo que sucede con Rebell, incluir las psicología
pastoral (práctica) y teológica, de manera que queda claro que en este
punto se ejerce la Teología (como praxis pastoral en el contexto de las
condiciones de vida actuales con ayuda, también, de los conocimientos
psicológicos), se analiza, se refleja críticamente, se desarrollan sus mo
delos y se ocupa de su formación. Esa psicología pastoral, si se parte
de la postura de Schwermer, podría legitimarse, teológicamente sobre
todo, si se conduce con mayor intensidad el discurso sobre las imá
genes del ser humano, tal y como se encuentran éstas, explícita e im
plícitamente, en la Teología y en la psicología.
Hermann Stenger, teólogo y psicólogo pastoral, ha publicado una
serie de artículos bajo el título de «Verwirklichung unter den Augen
Gottes. Psyche und Gnade», Salzburg, 1985. Esta serie de artículos
unifica el esfuerzo por tener en cuenta, expresamente, los conocimien
tos psicológicos en el proceso de elaboración de las teorías teológicas.
La gama de los temas psicológicos y pastorales tratados, abarca desde
el concepto de religión de Cari G. Jung, pasando por la diferenciación
de la experiencia existencial religiosa y de la experiencia de fe reve
lada, dinámica de grupos, la culpa, el símbolo, la auto-percepción,
hasta llegar a la idea de una imitación de «redención».
El mismo autor presentaba en el libro por él publicado, «Eignung
für die Berufe der Kirche», Freiburg-Bassel-Wien, 1988; un «esquema
pastoral-antropológico» sobre «capacitación e identidad»20 del pastor.
En estas dos amplias publicaciones, así como en un gran número de
artículos de prensa, Stenger consigue interpretar y formular modélica
y teológicamente los elementos teóricos de psicología que escoge. Así,
por ejemplo, une los apelativos de la dignidad de Jesús: «hijo», «men
sajero», «profeta», «siervo», con conductas psicoterapéuticas que serán
traducidas otra vez a través del concepto teológico de la imitación para
26. Idem, «Die Entwicklung der ältesten Teildisziplin der Angewandten Psycho
logie».
27. Idem, «Theologisch-psychologische Grundbedingungen der seelsorglichen Be
ratung», 194 y s.
28. Ver Idem, 182-192.
29. Ver, Idem, «Das Seelsorgsgespräch nach der Methode der Gesprächstherapie»,
206 y s., 210. ~
30. Idem, «Beziehungstheologische Gesichspunkte des Gelingens ehelicher Part
nerschaft».
31. Idem, «Trennung und Scheidung einer Option für die Unauflöslichkeit der
Ehe». - Idem, «Seelsorgliche Begleitung bei Trennungs- und Scheidungswunsch als
Dienst der Versöhnung».
PROLOGO 19
2. INTRODUCCIÓN
En comparación con otras disciplinas teológicas, la psicología pas
toral se sitúa, como momento en la teología pastoral, todavía en la
«escuela primaria». Aún no puede mirar hacia atrás con clarificadora
3. «PRAXIS»
El referir un estudio teológico expresamente a la praxis tiene un
buen motivo, pero es también equívoco. De costumbre, la teología
muestra una preferencia por el «gran» pensamiento profundo: la Teo
ría. En el caso ideal, el «mirar» (posible traducción de la palabra Teo
ría) favorece al «obrar», es decir, a la praxis. Pero no es raro que ambas
queden separadas la una de la otra a millas de distancia. Entonces es
como si el «mirar» teológico en un lado y el obrar eclesiástico en otro
lado, fueran extraños el uno para el otro. Nuestra advertencia a la
praxis recuerda críticamente que, por lo menos, la disciplina de la
teología práctica es una «ciencia del obrar».
Frente a este modelo de una «ciencia del obrar» se sitúa el proble
mático «modelo aplicado»59. Este dispone que en la teoría pastoral
4. CUIDADO ANÍMICO
62. Los críticos con la medicina condenan, sobre todo, la expropiación del sujeto,
cuando los seres humanos caen enfermos y la limitación del personal sanitario al
funcionamiento corporal. Ver, entre otros, H. Schäfer: «Die politisch-gesellschaftliche
Dimensión von Krankheit und Heilung». J. Maycr-Schcu, entre otros «Vom Behan
deln zum Heilen».- el mismo/R. Kautzky «Vom Behandeln zum heilen».- I. Illich,
«Die Nemesis der Medizin».- A. Heiler, «Nicht einmal berühren durfte ich ihn...» .
O. Döhner, «Arzt und Patient in der Industriegesellschaft». ......
~ 63. H. E. Richter: «Der Gotteskomplex: Die Geburt Und die Krise des Wahns von
der Allmacht des Menschen».
64. Ver al respecto E. Drewerman: «Strukturen des Bösen».
PROLOGO 27
vuelve aquí otra vez revestido por la ideología de los nuevos tiempos
referente a la curación. La incapacidad de poder reconocerse como
seres finitos y mortales, se proyecta en los «semi-dioses de bata
blanca» y se espera de ellos una solución. Así se crean ilusiones sobre
la verdadera naturaleza del ser humano; ilusiones creadas para la se
creta comprensión de la curación de la medicina y de la sociedad mo
derna. Esto induce al ser humano al peligroso, por ajeno a su natura
leza, «sueño (pesadilla) de poder ser más que un ser humano»65.
Ese tipo de herencia ideológica inherente hoy en día al concepto
de «sanar», convierte a dicho concepto en una palabra aparentemente
problemática, en el contexto del consejo espiritual. La confusión puede
surgir si la pastoral se adhiere a la lógica de sanación implícita, pre
dominante en la sociedad. El director espiritual desempeñaría entonces
el papel de un médico o curandero que (al igual que otros hacen con
las pastillas y los masajes) utiliza los sacramentos y la fe en el mila
groso poder de Dios para liberar de enfermedades corporales y psí
quicas. En este caso, la fe sería instrumentalizada para una sanación
lo más rápida posible. Ella estaría al servicio de la ideología de la
capacidad de ser más que un ser humano.
La lógica o el entendimiento cristiano de cómo cura la fe, se di
ferencia de ella muy esencialmente66. Sin duda, el superar el sufri
miento y la enfermedad en J a medida de lo posible, pertenece en un
principio a la lógica cristiana de la curación. Esto es realización de los
designios curativos de Dios, que es «un amigo de la vida» (Libro de
la Sabiduría, 11.26) y que quiere sacar a su pueblo de la miseria y la
esclavitud (Ex. 3,7). Especialmente en la figura de Jesús «Salvador»
quedó claro el posicionamiento de Dios con los enfermos y los que
sufren. El consejo espiritual, teniendo en cuenta este criterio relevante,
no puede renunciar a disminuir, en la medida de lo posible, el sufri
miento amoroso-espiritual. La historia de la pastoral presenta ejemplos
clarificadores de cómo, a partir de esa convición-base cristiana, han
sido y son atendidos desinteresadamente los enfermos en hospitales e
instituciones eclesiásticas.
Pero, sin embargo, la superación de la enfermedad es sólo la pri
mera mitad de la curación cristianarSi se quedara ahí, se convertiría,
la pastoral, a la ideología del complejo de Dios. En este caso, las
consecuencias para el enfermo incurado o impedido serían, por lo me
nos, igual de agravantes además de cínicas. Sería una difamación ya
que así, tal como es, ni la idea de Dios se puede entender. Las enfer
medades incurables y minusvalías se sitúan en las proximidades y ran
65. Ver U. Bach: «Dem Traum entsagen, mehr als ein Mensch zu sein».
66. Ver W. Fürst/I. Baumgartner: «Leben retten. Was die iSeelsorge zukunftsfähig
macht».
28 PSICOLOGÍA PASTORAL
71. C.G. Jung, «Symbole der Wandlung. Analyse des Vorspiels zu einer Schi
zophrenie». - Del mismo autor, «Die Archetypen und das kollective Unbewusste»,
Tomo I, 49-50. — del mismo autor, «Vom Werden der Persönlichkeit».
72. En su escrito «Annahme seiner Selbst», Würzburg. I960, R. Guardini formula
a nivel teológico lo que. sobre todo, desarrolla C.G. Jung bajo el concepto «integración
de la sombra». E. Biser, a continuación de R. Guardini, en su obra «Auf dem Weg
zu einer therapeutischen Theologie», diagnostica una «transferencia crucial» en la moral
del ser humano: «Teniendo en cuenta su moral (la del ser humano), ha de hablarse
no de un embotamiento sino de una transferencia crucial. Frente a la presión de no
haber correspondido al deseo divino, el ser humano actual tiene más el sentimiento
de no poder hacer frente a su misión en la vida. Hasta ahora se trataba sobre todo de
un conflicto con el legislador divino, pero hoy se trata más de una dificultad con Dios
como creador. Es el problema de Job que maldice el día de su nacimiento, con el que
trabaja secretamente el ser humano actual. Hay un desgarro que le atraviesa y que él
separa de sí mismo, mejor dicho, que él separa del hecho de su existencia. La vida
ya no es para él, en absoluto, «el bien supremo», sino más bien una carga opresora,
incluso una hipoteca insoportable. Lo que le pesa no es tanto el sentimiento de una
privación moral, sino mucho más el sentimiento de la «incapacidad para consigo
mismo». No consigue, o únicamente de forma condicionada, «la aceptación de su yo»
formulada por Guardini.
73. Ver, entre otros. E.Drewermann, «Wort des Heils. Wort der Heilung», 108
109; del mismo autor, «Ich steige hinab in die Barke der Sonne», 184-204.
74. Ver H. Pompey, «Ganzheitlich helfen und heilen», 443-459.
75. El consejo espiritual o pastoral curativa y salvífica supera, en consecuencia,
muy esencialmente la ayuda psicoterapèutica en la medida en la que ésta se basa
expresamente en el hecho de que, en última instancia, la propia aceptación sólo se
puede conseguir en el horizonte del Dios receptivo. Dentro de un «consejo espiritual
o pastoral terapéutica», este momento parece, como mínimo, confusamente articulado,
30 PSICOLOGÍA PASTORAL
5. PASTORAL
6. «PROCEDIM IENTO»
A raíz del debate sobre las señalizaciones del camino queda ma
nifiesto que la psicología pastoral, ciertamente, no se puede tratar a
fondo bajo el epígrafe de «Introducción a una pastoral curativa y sal-
vífica» aunque, sin embargo, se haga así alusión a una de sus finali
dades esenciales; una finalidad que experimenta hoy en día una ur
gencia especial y legitimación debido tanto a la praxis de Jesús como
a las crisis y humillaciones del ser humano. La estructuración déílibró
se debe a dicho programa.
32 PSICOLOGÍA PASTORAL
3. J.M. Sailer, «Vorlesungen aus der Pastoraltheologie», tomo 10, 41820, 290.296;
citado según H. Pompey, «Handlungsperspektiven Kirchlicher Beratung», 45 y ss.
4. Plan de estudios de Würzburg de 1773, citado según H. Pompey, «Die Rezep
tion der Psychologie durch die Seelsorgswissenschaft im Laufe der Gesichte». 413.
5. Ver H. Pompey, «die Rezeption der Psichologie durch die Seelsorgewissenshaft
im Laufe der Geschichte», 416 y ss.
6. Misma obra, 418.
38 PSICOLOGÍA PASTORAL
(2) TRASFONDO
14. Los obispos aiemanes, «Rahmenstatuten und Ordnungen für Diakone und
Laien im Pastoralen Dienst». .
15. Ver al respecto W. Fürst, «Die Weg dei Kirche ist der Mensch». - Idem.
«Praktisch-Theologische Urteilskraft». - E. Biser, «Die glaubensgeschichtliche Wen
de», 242 y ss. - E. Drewermann, «Tiefenpsychologie und Exegese». Tomo I, 23-71.
PSICOLOGÍA PASTORAL - SÍMBOLO DE UNA PASTORAL CURATIVA 41
16. W. Fürst, «Der Weg der Kirche ist der Mensch», 175.
42 PSICOLOGÍA PASTORAL
19. Ver al respecto, entre otros, 0 . Fuchs (Edit.) «Theologie und Handeln» - P.M.
Zulehner, Articulo, «Praktische Theologie» - idem, «Pastoraltheologie» Tomo I, Fun
damentalpastoral, 32-39 - F. Klostermann/R. Zerfaß, «Praktische Theologie heute» -
L. Bertsh (Edit.), «Theologie zwischen Theorie und Praxis» - N. Mette, artic. «Prak
tische Theologie» - K.F. Daiber, «Grundriß der Praktischen Theologie als Handlungs
wissenschaft» - G. Otto, «Grundlegung der .p r-^ tisch en ^ ^ b g le» - H.J. Gross, «Fort-
und Weiterbildung von Seelsorgern», 120-159.
20. Ver R. Zerfaß, «Inhalte der Praktischen Theologie» 94 y ss.
48 PSICOLOGÍA PASTORAL
a) Modelo «lucha»
El grado de verdad de los conocimientos y prácticas psicológicas
se valora desde la teología remarcando su conocimiento de la revela
ción, y si es necesario se condenan. Al fin y al cabo, en este modelo
se destruye la base del diálogo, a saber, el reconocimiento en igualdad
de condiciones de la otra parte. No tiene lugar un intercambio recípro
co.
b) Modelo «limitación»
■ Aquí se acentúan las diferencias substanciales entre pastoral o con
sejo espiritual y psicoterapia. Según el esquema de una «ancilla theo-
logiae» se-le asigna, de todas formas, a la psicología el rango de una
ciencia auxiliar a utilizar eclécticamente. La ventaja de evitar conflic
tos tiene un alto precio: la Teología desaparece gradualmente de esferas
esenciales de la realidad de los individuos y de la sociedad, que se
reflejan en la psicología a modo de como lo harían en un documento
de esta sociedad. La consecuencia es: ella puede aún ratificar su sig
nificación antropológica y social, pero no lo puede demostrar.
c) Modelo «cooperación»
Nos encontramos con el «plano pragmático» en el cuidado de seres
humanos que sufren y deja a un lado preguntas sobre teorías, discu
siones de objetivos y premisas ideológicas. A .este unión pacífica, prag
mática quedará sacrificada, en determinadas circunstancias, la «direc
ción de golpe crítica»32 del evangelio, es decir, se da bajo mano un
abandono de la forma crítica de Jesús en favor del espíritu social de
la época, como se manifiesta en la psicología y en la psicoterapia.
actitudes de fe, que también se dieron una vez entre creyentes, debido
a un entendimiento deficiente sobre la legítima autonomía de la cien
cia.»
Aquí, implícitamente, se corrigen las mencionadas reservas anti-
modemas frente a la psicología. Además de eso, se le concede a la
psicología, bajo determinadas condiciones, una «cristiandad anónima»
que proviene de la unidad de la realidad de la creación y de la realidad
de la fe. Esto significa que: la lógica introducida por Dios en la realidad
psíquica y social del ser humano no se contradice con la lógica de la
revelación manifestada claramente en Jesucristo. «Psicológicamente»
y «Teológicamente» se corresponden recíprocamente35. Naturalmente
el posicionamiento del Concilio no pasa tampoco por alto que la «ana
logia entis», la huella de Dios en el mundo y en la ciencia, tan sólo
será totalmente reconocible en el diálogo con la «analogía fidei» de la
verdad revelada de fe.
3. En la Teología escolástica está pre-acuñada la valoración dia
logante y crítica de la «sabiduría del mundo» que impregna el Concilio
Vaticano II. Al respecto se formuló el axioma clásico: «la gracia se
eleva/surge a partir de la naturaleza»36. Para el diálogo de Teología
y psicología resulta así la consecuencia: debido a que la experiencia
de la fe («Gracia») no se realiza prescindiendo de las relaciones co
munes, cotidianas, psíquicas y sociales, ha de ejercerse la Teología aún
en gran medida como antropología o bien psicología. La tradición de
fe y la experiencia de vida deben ser igual de importantes y signifi
cativas para una Teología que sea fiel al axioma escolástico y cuyo
nombre se sitúa en la antropología dentro de la Teología, han de en
tenderse entonces los enunciados centrales Teológicos como una es
pecie de radicalización de los conocimientos antropológicos. Es posible
«enraizar» en la Teología, enunciados de la psicología, por lo cual,
naturalmente, esto necesita de una atención compleja y hermenéutica.
4. La relación de «sabiduría del mundo» y «sentido Christi» con
tiene un importante criterio para el diálogo teológico con la psicología,
tal y como se expresa en el axioma escolástico y en la comprensión
de la ciencia de los concilios vaticanos. El consiguiente razonamiento
pone de manifiesto: que pertenece a la tradición de la fe cristiana el
que la realidad de creación y la figura Christi no se han de entender
separadas la una de la otra. La conversión en hombre de Dios, en
Jesucristo, unifica, según interpretación de la tradición de fe cristiana,
la realidad mundana y humana con la realidad divina, y lo hace de la
49. Ver sobre esta pregunta, que se plantea en la obra E. Drewermann: H. Wahl.
«PastoraipsychologiéVEiriér'-Grunddimension Praktischer Theologie, 28. y ss.
50. Ver I. Baumgartner, «Psychologie und Glaube». 328-330.
4
LA PSICOLOGÍA COMO INTERLOCUTORA
a) Psicología profunda
Aquí se aglutinan las diferentes direcciones de la psicología pro
funda para el consejo espiritual o pastoral, por ejemplo: psicoanálisis
(S. Freud), psicología analítica (C.G. Jung), psicología individual (A.
Adler), análisis transaccional (E. Beme), logoterapia (V.Frankl). Visto
psicológicamente, las escuelas de la psicología profunda coinciden so
bre todo en tres hipótesis fundamentales:56
— Los determinantes decisorios del comportamiento son incons
cientes (supuesto de latencia).
— Impulsos reprimidos, necesidades, imágenes, experiencias trau
máticas son potenciales energéticos que impulsan a la libera
ción, a la ejecución y a la decisión. Si son apartados de estos
objetivos, se manifiestan en síntomas, traumas, fantasías, figu
raciones y fallos en la acción y la decisión (hipótesis de mani
festación).
— Los primeros seis años de la infancia han de verse como fase
que marca el carácter y el tipo de configuración de relaciones
con personas del mismo y de diferente sexo (hipótesis genética).
' 1 55. LJ. Pongratz, «Einleitung: Geschichte, Gegen wart. Grundlagen der Klinische
Psychologie», 44.
56. LJ. Pongratz. «Lehrbuch der Klinischen Psychologie». 243 y s.
68 PSICOLOGÍA PASTORAL
71. El debate fue sobre todo suscitado por G. Besier, «Seelsorge und Klinische
Psychologie» - ver al respecto, también, H. Pompey, «Rezension zu G. Besier» - I.
Baumgartner. «Rezension su G. Besier, Seelsorge und Klinische Psychologie» - B.
Nebling. «Rezension su G. Besier, Seelsorge und Klinische Psychologie» - T. Schall
/ M. Seitz, «Loccumer Thesen» - G. Besier, «Zur Theoriebildung Praktischer Theo
logie» - T. Schall. «Seelsorge und Klinische,Psychologie» - HJ. Thilo, «Der M ensch^ L r
eine berechenbare Größe?».
72. Ver L.J. Pongratz, «Lehrbuch der Klinischen Psychologie» 392-395.
PSICOLOGÍA PASTORAL - SÍMBOLO DE UNA PASTORAL CURATIVA 73
ponde al que busca a Dios con las reservas parecidas con las que
respondió aquel cosmonauta ruso, que tras su viaje en el universo, tema
que declarar no haber encontrado ninguna huella de la existencia de
Dios. Para aquel que busca una «prueba de Dios», la psicología mo
derna es, en consecuencia, un contertulio inapropiado; ya que ella pres
cinde, como también lo hacen las ciencias naturales, de la pregunta de
Dios de manera expresa. Con ello practica, si se mantiene en su propio
cánon de ciencia, un ateísmo metodológico76, que no se puede equi
parar con la negación existencial de Dios por parte de los psicólogos
o psicoterapeutas en particular. .
Cómo se sitúa cada investigador y psicólogo respecto a la existen«
cia de Dios; al Dios del Evangelio hecho hombre en Jesús, no se puede
plantear desde la psicología, sino desde el ser cristiano o no serlo.
Con los ojos de la fe puede el cristiano ver mucho de lo que se en
cuentra como psicólogo; puede considerar la sanación de un ser hu
mano como regalo de Dios; puede reconocer la intranquilidad del co
razón hacia Dios, en el insaciable deseo humano de liberación de culpa
y de amor. Sin embargo, la psicología como ciencia, se abstiene frente
a una interpretación religiosa, motivada en la fe, de los fenómenos
anímicos.
Pero también, en el caso de la expresa negación metodológica de
Dios, puede considerarse a la psicología, según el Concilio Vaticano
II, comp un auténtico compañero de diálogo de la Iglesia y la Teo
logía: «Cuando la Iglesia rechaza también claramente el ateísmo, re
conoce, sin embargo manifiestamente, que todos los humanos, creyen
tes y no creyentes, tienen que trabajar juntos en la correcta
construcción de este mundo en el que conviven. Esto no puede suceder,
ciertamente, sin un diálogo abierto e inteligente»77. El Concilio argu
menta que también puede encontrarse allí lo cierto y bueno para la
construcción de nuestro mundo, que es siempre, también, el mundo de
Dios, si el sujeto de esos hechos buenos y verdaderos niega a Dios en
su conciencia reflexiva. En el texto del Concilio ya citado «Gaudium
et spes» se dice al respecto: «Quien intenta investigar con constancia
y modestia los secretos de la realidad, será conducido de la mano por
Dios, (incluso aún cuando no sea consciente de ello) que es el que
guía toda realidad y la coloca en el ser propio de la realidad»78. De
a) Expectativa eufórica
De la psicología pastoral se espera, en una sobrevaloración irreal
de sus posibilidades y objetivos, que solucione rápidamente y sin dolor,
con un par de cursos y clases, los grandes problemas de la Iglesia.
Aún más, aquellos conflictos personales alrededor del miedo, de la
autoridad, sustitución, colaboración con compañeros y desilusiones en
84 PSICOLOGÍA PASTORAL
b) Indemnización compensatoria
La psicología pastoral se utiliza y se ve a veces como sustitutivo
de la identidad que escasea o que se está perdiendo sobre el consejo
espiritual. Se mira fascinado su instrumentario social, pedagógico y
terapéutico y se cree poder producir según la voluntad vivencias de
éxito laboral, que se echan a perder dolorosamente. Precisamente sobre
ponentes pastorales y comunitarios, la psicología pastoral ejerce un
gran poder de atracción. No es rara la vez que esperan mediante un
desvío a través de una identidad psicológica y socialpedagógica, po
derse recompensar por rechazos vividos en comunidades eclesiásticas
centradas en el pastor. A la dinámica de este tipo de estructuras com
pensatorias pertenece, sin embargo, según la interpretación de la psi
cología profunda, el que puedan venirse abajo en más o menos funestas
«descompesaciones».87
d) Defensa proyectiva
En la comprensión del psicoanálisis colaboran mecanismos de de
fensa para asegurar el YO ante las reivindicaciones instintivas del
ELLO y ante las exigencias o demandas del SUPER-YO. Factor de
cisivo de la defensa, es el miedo. En el trato con la psicología pastoral
se encuentra ese tipo de defensa impregnada de miedo, expresada en
muchas formas diferentes, por ejemplo en la proyección:
— se le imputa a la psicología pastoral el que asumiría de forma
irreflexiva conceptos y contenidos de la psicología humanista
como «auto-realización» y «actualización personal». Con ello
representaría un egoísmo y egocentrismo inaceptables para los
cristianos. ^
— se percibe la psicología pastoral como un vehículo con el que
llegan nuevas, no cristianas, ideologías de curación al consejo
espiritual de la Iglesia. Ideologías que vienen en forma de di
námica de grupos, grupos de encuentro y de auto-experiencia,
que socavan y alejan la fe.
— se desconfía de la psicología pastoral debido a un «instrumen
tarium» diagnóstico en constante aplicación en todos sus repre
sentantes, como si no se tratara para ellos de otra cosa que de
ver las intenciones de otros, descubrir sus debilidades y sentirse
superior a ellas.
— se busca y descubre debilidades y carencias personales en los
formadores, que metódicamente se hubieran referido a algo in
correcta o superficialmente, o que no estarían a la altura del
nivel de investigación.
— se asigna a la psicología pastoral la responsabilidad cuando en
un grupo de formación hay conflictos entre los participantes.
— se cree que un curso de psicología pastoral aspiraría a «fabricar»
psicólogos a partir de teólogos.
que formaban parte y que formaba parte de ellos, está muerto. Están
solos. Todo está confuso en sus corazones: tristeza, dolor, miedo, ira
y esperanza, todo sería sólo un mal sueño. Se les ha venido encima
un caos de sentimientos. Su vida se ha desvencijado. Ya no continúa.
Su mundo se les ha hundido, su vida es un montón de escombros; la
línea de la vida «desbaratada, con un golpe se ha ido todo al traste.
Dios les ha abandonado».3 Así, su camino, lejos de Jerusalén, es to
talmente diferente a una idílica excursión de media tarde; es igual que
una huida. Es una partida desde la, hasta entonces, historia de sus vidas
que se ha mostrado como un callejón sin salida. El camino que recorren
se corresponde con su disposición interna: lejos de todo aquello que
fue. Su corazón sólo conoce un pensamiento: lejos, aún cuando no se
ve ninguna alternativa. Y Emaús, ese viejo nido que quisieron dejar
tras de sí una vez, cuando partieron hacia Jerusalén, no es, realmente,
ninguna alternativa. Tener que volver ahora allí, hace daño, es un ca
mino de vuelta doloroso, «regresivo». Gracias a Dios, se llegará a la
noche con la aparición de la oscuridad; así no es necesario esquivar
las miradas de los que se quedaron en casa y que se alegrarán de su
sufrimiento. Pero allí, de pronto, se tiene un hogar — y ahora esto es
lo más importante— .
Desengaño, tristeza, ira, crisis, despedida, partida y un vestigio de
«esperanza». Estas son las palabras que se imponen si se pone uno en
la situación de ambos jóvenes. No es, en absoluto, difícil identificarse
con ellos.4 Todo esto que con-mueve, lo conocen los seres humanos
hoy de sí mismos, a través de su propia trayectoria vital. Las expe
riencias de las crisis de vida son parecidas. En esta «simpatía» tan
naturalmente identificatoria, con los jóvenes de Emaús, debe residir
que la narración al completo no haya perdido hasta el día de hoy nada
de su poder de atracción. La «exégesis» desde abajo, por los no-ex
pertos, la gente humilde, lo ha sabido prácticamente desde siempre:
ese tipo de caminos, cuando todo se viene abajo y todo se vuelve
Era más una huida y una partida precipitada que una decisión con
siderada. Ahora estaban fuera, en la calle, sin casa, buscando nuevas
orillas. Y en el marchar se presenta totalmente él mismo, el narrar.
¿Qué sucede con aquéllos que son interrogados sobre su vida tan
densa, directa y focalizadamente? «Y se pararon con rostros tristes»
se dice lapidariamente en la leyenda. Esa forma de preguntar interrum
100 PSICOLOGÍA PASTORAL
12. Ver referente al simbolismo del tercer dia: J.M. Nützei, «Da gingen Ihnen die
Augen auf. Wege zu Österlichem Glauben», 141. •
PASTORAL CURATIVA. UNA VÍA DE EMAÚS 101
18. Junto a los exégetas generales de S. Lucas y los tratados sobre la cuestión de
la resurrección, se ocupan también del pericope de Emaús, entre otros: J. Wanke, «...
wie sie ihn beim Brotbrechen erkannten» - Idem, «Die Emmauserzählung» - F. Schni-
der / W. Stenger, «Beobachtungen zur Struktur der Emmausperikope (Lk. 24, 13-35)»
- P. Schubert, «The structure and Significance of Luke 24» - H.D. Betz «Ursprung
und Wesen Christlichen Glaubens nach der Emmauslegende» (Lk 24, 13-32) - J. M.
Nützel, «Da gingen ihnen die Augen auf» - J. Kremer, «Die Osterevangelien» 114
136).
19. J. Wanke, «... wie sie ihn beim Brotbrechen erkannten» 180. Según J. Wanke,
la historia de Emaús muestra algunas características especiales, idem 180, «La narra
ción no sabe nada de una palabra de encargo por paite del resucitado a los jóvenes.
Jesús se reserva su reconocimiento frente a sus compañeros de camino. Pero rasgos
apologéticos tampoco aparecen en la narración, por ejemplo el interés por demostrar
la corporeidad del resucitado (ver por el contrario Luc. 24, 36-43)».
20. Idem, 180. •' ' • ^-
21. Ver ai respecto, entre otros, K.H. Müller, «Exegese / Bibelwissenschaft», 337
y ss.
110 PSICOLOGÍA PASTORAL
22. J. Wanke, «... wie sie ihn beim Brotbrechen erkannten» 181.
23. W. Grundmann, «Das Evangelium nach Lukas» 442.
24. R. Bultmann, «Die Gesichte der synoptischen Tradition», 314.
25. Idem, 312.
26. Ver K. Müller, «Exegese / Bibelwissenschaft», 336: «De esta forma la crítica
literaria se ocupa de la pre-historia de este desarrollo escrito e investiga a continuación
textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, para saber si podría haber
sido escrita de un tirón por su autor con una forma de redacción similar. Como valla
protectora metódica se dota por ello de la pregunta sobre la «homogeneidad» o bien
sobre la «integridad literaria» de un texto del Nuevo o del Antiguo Testamento. Para
poder responder a esta pregunta la crítica literaria presta atención, a priori, a aquellas
características del texto a examinar cuyas heterogeneidades señala: a la existencia de
diferencias en el uso de las palabras y estilo, a las tensiones textuales , a las acota
ciones secundarias, a dobleces, así como a asperezas y contradicciones en el contenido.
Si se pueden observar ese tipo de indicios, seleccionarlos y ordenarlos, entonces la
crítica literaria — basada en las palabras escritas preexistentes, disponibles, antigua
mente independientes (modelos, fuentes) con elaboraciones, a ser posible, más anti
guas- extrae una conclusión : resulta que el texto'bíblico analizado tiene ya tras de sí
una historia literaria, de forma que el texto se redactaba finalmente de acuerdo con
los procedimientos y las limitaciones de aquel tiempo.
PASTORAL CURATIVA. UNA VÍA DE EMAÚS 111
27. Ver P. Schubert, «The Structure and significance of Luke 24», 172 y 174.
Parecido W. Marxen. «Die Auferstehung Jesu von Nazareth» 163 y ss.
28. Ver F. Schnider / W. Stenger, «Beobachtungen zur Struktur der Emmauspe-
rikope» (Lk. 24, 13-35), 103.
29. Ver F. Schnider / W. Stenger, «Beobachtungen zur Struktur der Emmauspe-
rikope (Lk. 24, 13-35)», 94 y ss. .
30. Idem, 104. >
31. según F. Schnider / W. Stenger tiene poco sentido hablar en el modelo de dos
jóvenes si en él falta la conversador^ eni-el camino. — \
32. F. Schinder / W. Stenger, «Beobachtungen zur Struktur der Emmausperikope
(Lk. 24, 13-35)», 110. .
112 PSICOLOGÍA PASTORAL
3. Catequesis mesiánica
4. Catequesis eclesial
47. Ver idem, 191. H.D. Preuss/K. Berger, «Bibelkunde des Alten und Neuen
Testamentes», 284: «Lucas da mucho valor a la exposición de la continuidad». Al
igual que O. Knoch en «Begegnung wird Zeugnis», 63 y ss. Según Otto Knoch, Jesús
se representa, por parte de Lucas, como el verdadero salvador y redentor del mundo,
hacia el que corre la creación del ser humano, por eso se muestra la tendencia a borrar
■rasgos e impulsos que podrían oscurecer la altura de Jesús o que podrían dejar que
i surgieran malos entendidos sobre su personalidad. Así, de la horrible experiencia del
sufrimiento de Jesús resultaría, como informa S. Marcos, un suceso consolador y
prometedor, según San Lucas (66).
1 48. Ver F. Schnider / W. Stengen «Beobachtungen zur Struktur der Emmauspe-
rikope» (Lk. 24, 13-35), 100. También, G. Lohfink / R. Pesch, «Tiefenpsychologie
und keine Exegese», 109-112, citan especialmente en su explicación de la historia de
Emaús la dimensión eclesial y comunitaria.
49. Ver W. Grundmann, «Das Evangelium nach Lukas». 444.
. 50. G. Lohfink, «Die Himmelfahrt Jesu.. .Untersuchungen zu den Himmelfahrts -
und Erhöhungstexten bei Lukas», 208.
51. J. Wanke, «... wie sie ihn beim Brotbrechen erkannten», 186.
PASTORAL CURATIVA. UNA VÍA DE EMAÚS 117
r >
TRABAJO DE DIAKONIA Terapia pastoral
“... él les preguntó” (17) DUELO Psicoterapia Psicoanálisis
"... ahí se pararon con Recordar Orientación Psicoterapia por la
_ rostros m siesj’ U7b)____ Repetir conversación
"... pero nosotros Elaborar Terapia conductista
Terapia familiar
esperábamos ” (21)
“... las mujeres estaban en
el sepulcro y contaban que
se les habían aparecido
ángeles” (22-24)
T
él les explicó lo que CREAR MARTYRIÀ * Exégesis desde la
ESPERANZA Contar historias psicología profunda
sobre éi estaba escrito en de Dios
Unir la propia
las escrituras” (27) historia de vida
nos ardía el corazón con las historias de Fuerzas curativas en
en el pecho” (32) Dios “recuerdo las historias de Dios
hacia delante”
T
él partió el pan y se lo FESTEJARLA LITURGIA Teorías de los
dio” (30) ‘ CERCANIA DE Mantener símbolos
DIOS ceremonia de Poder curativo de los
“Comida” cena símbolos litúrgicos
Comunión Reunirse
▼
EN LA META KOINONIA
Godin, «Das Menschliche im seelsorglichen Gespräch», 107 y ss. - HJ. Thilo, «Be
ratende Seelsorge», 4 5 - 4 9 . ^ ' - .... , ; .
72. Ver respecto a la relación de la psicoterapia-cuidado (consejo espiritual): H.
Wahl, «Therapeutische Seelsorge als Programm und Praxis», 411-439.
134 PSICOLOGÍA PASTORAL
73. H. Stenger usa el concepto «Diabol» en contraste con símbolo: ver H. Síenger,
«Botschaft und Symbol, 245-256. Dyabol corresponde a lo que Freud denomina como
síntoma o lo que Lorenzer nombra «cliché». Es característico aquí que el afectado ha
perdido la significación, propiamente inconsciente, de su acción — en el lenguaje del
pericope de Emaús: está «ciego» respecto a sus propias acciones-?Ver ai respecto a:
J. Scharfenberg, «Einführung in die Pastoralpsychologie», 65.
74. G. Benn, «Reisen».
138 PSICOLOGÍA PASTORAL
7. Claro que no se debería clasificar de antemano las crisis entre los fenómenos
patológicos. Al igual que H. Lehmann en «Lebenskrisen im Beruf», ha de mantenerse
que: «las crisis no son de ninguna forma algo patológico. Sólo conducen a enferme
dades de tipo psicológico, social o corporal cuando no se superan. Casi siempre es
más peligroso el esquivar una crisis que la crisis en sí misma».
2
SUCESOS CRITICOS EN LA VIDA
para un riesgo medio de crisis y valores entre 150 y 199 puntos para
un riesgo reducido de crisis.
Hay que resaltar, como ya se ha indicado que acontecimientos cla
sificados como muy gratos en la valoración social contienen un fuerte
potencial de crisis, como por ejemplo una boda (categoría 7); una re
conciliación con el cónyuge después de una pelea (categoría 9); au
mento de la familia (categoría 14); conclusión de la época escolar
(categoría 27); vacaciones (categoría 41) y navidades (categoría 42).
De la misma manera que el paro, la jubilación, la enfermedad, la se
paración o la muerte del cónyuge, conducirían ellos también a una
anomia padecida subjetivamente. Cuando hacia fuera se ve todo de
color de rosa y la felicidad parece perfecta, no debe esto corresponder
ni mucho menos con la vivencia subjetiva de lo «Pero-qué-feliz». Esta
escala llama la atención sobre ello y quiere sensibilizar al respecto:
Común a todos los sucesos, tanto a los buenos como a los dolorosos,
es que ellos invitan más o menos perceptiblemente a replantearse cos
tumbres consolidadas para darles una nueva orientación en el mundo
social contemporáneo y en los valores y objetivos de vida. La adap
tación a la modificada situación de vida moviliza las fuerzas psíquicas.
La escala, además, está ordenada, al igual que la «Teoría intuitiva»
como si determinadas fases de la vida fuesen especialmente suscepti
bles de crisis; por ejemplo: la ancianidad o la mediana edad, como
sugiere el tópico del «Midlife-crisis». Los censos que Holmes y Rahe
han llevado a cabo en el contexto de la construcción de la escala, no
le dan la razón a esa suposición intuitiva. Sucesos críticos de vida se
presentan, independientemente de la edad, repartidos por todo el lapso
de tiempo de la exitencia. Afectan a.niños, por ejemplo, con el naci
miento de un hermano o hermana, o por el comienzo de la escuela, al
igual que afectan a jóvenes, a los recién casados, a los padres, a per
sonas de mediana edad, a pensionistas o a la tercera edad. No hay
ninguna época de la vida que sea invulnerable a las tensiones, como
tampoco hay ninguna época que no se pueda llenar de sentido. La
escala da una sucesión de categorías del índice de tensiones, según
como se vive por los afectados los diferentes sucesos de vida. Claro
que no afirma, más allá de esta determinación general, cómo está es
pecificada esta tensión, y cuáles otras reacciones, junto a las tensiones
físicas y psíquicas generales, originan la confrontación con sucesos de
vida críticos. A modo de ejemplo, se dan indicaciones empíricas sobre
cómo aumenta, disparándose, el riesgo de muerte para la persona afec
tada por la pérdida causada por la muerte de una persona cercana,
dentro del primer año desde dicha muerte.10 La acción parcialmente
desencadenante o causante de enfermedades de los sucesos de vida
críticos no parece, por otra parte, irrefutable en absoluto. En la lite
ratura se encuentran cada vez más referencias de lo extraordinaria
27. Esta tragedia infantil la confirman muy drásticamente las ya clásicas investi
gaciones de René Spitz sobre el síndrome de hospitalización. Por ello hay que entender
una «enfermedad de carencia de sentimientos» que se desencadena por la pérdida
repentina y permanente, de la persona referencial más importante en la temprana in
fancia. Además de esto, el término describe las consecuencias psíquicas que se ori
ginan en los primeros años de vida, debidas a esa insuficiente dedicación emocional.
René Spitz, «Vom Säugling zum Kleinkind», 292; resume los resultados de sus es
tudios empíricos. «Hemos visto que esta inanición emocional ocasiona un paulatino
desmoronamiento que se extiende a toda la persona. Este desmoronamiento se mani
fiesta, primeramente, en un estancamiento del desarrollo psíquico del niño. Entonces,
se dan perturbaciones de la función psíquica que están acompañadas de alteraciones
somáticas. En el siguiente estadio, esto conduce a una mayor predisposición a las
infecioneá y, finalmente, si perdura la carencia de abastecimiento afectivo hasta cum
plido el segundo año de vida, conduce a un aumento llamativo de la tasa de mor
tandad». J. Bowlby, «Mutterliebe und kindliche Entwicklung», llega a parecidas fases
de lo que él llama «maternal deprivation» (privación maternal). Ha de observarse,
incluso en separaciones de corta duración respecto a la madre, un «separationsschock»,
a la que siguen las fases de protesta, de la desesperación y, finalmente, la del rechazo
o abandono. Bowlby estudió además, sobre todo las consecuencias tardías de la pér
dida de la madre en la primera infancia. Como síntoma central se veía que esas
personas, en su vida adulta, eran incapaces de abordar vínculos sociales más profun
dos, de desarrollar sentimientos sociales, de cuidar de otrás personas, de hacer amis
tades, de dejarse ayudar y de hacer concesiones o salir al encuentro de otras personas.
Bowlby habla, en este contexto, de «pérdida de ánimo». Los niños desatendidos ten
derían, más adelante, «a exigir demasiado a su pareja, a querer tenerla sólo para ellos...
su tono emocional base es depresivo, sin alegría, reservado,... pero que, hacia afuera,
se cubre con un tono aparentemente adaptado y discreto», R. Tölle, «Psychiatrie»,
100. Si bien los resultados de Spitz y Bowlby fueron ligeramente modificados en
posteriores estudios, se puede considerar empíricamente verificado que la interrupción
en el contacto con la madre o con los padres que perdura y se queda sin compensar,
priva al niño de potencialidades psíquicas fund^entales,^Ver.E. Schmaiohr, «Frühe
Mutterentbehrung bei Mensch und Tier», 54 y ss.
28. E.H. Erikson, «Identität und Lebenszyklus», 75.
164 PSICOLOGÍA PASTORAL
31. E.H. Evans, «Psychologie im Gespräch» (interview 23: Erik Erikson), 306.
166 PSICOLOGÍA PASTORAL
no digiren este impulso hacia un niño sino sobre otra producción crea»
tiva que puede absorver su parte de responsabilidad paterna. Esencial
mente, es darse cuenta de que éste es un estadio del crecimiento en
una personalidad sana y que si se suprime totalmente esta disposición,
se produce una regresión de la generatividad hacia una necesidad ator
mentada de pseudointimidad, frecuentemente unida a un prepotente
sentimiento de paralización y empobrecimiento en las relaciones in
terpersonales».40 Esta crisis sólo puede solucionarse mediante él des
pliegue de la capacidad de cuidar o asistir, propia del ser humano.
«El cuidado o asistencia es la preocupación en continua ampliación
por aquello que fue engendrado a través del amor, de la necesidad o
de la casualidad... Una vez que hemos captado este entrelazamiento de
los estadios de vida humanos, entonces entendemos que el ser humano
adulto está construido de manera que le es necesario ser necesitado
para no quedar a merced del deformamiento psíquico de la auto-ab
sorción, en la que él se convierte en su propio niño y animal mima
do».41 Desde el punto de vista teológico elemental, se relaciona ge
neratividad con la acción creativa de Dios. También aparece la
paternidad en sentido figurado, como participación en la Ekklesioge-
nese a través de los diferentes carismas para la construcción de la
comunidad. Así pues, generatividad se refiere al «niño divino» que
supera el contexto de culpa humano (pecado original) que trasciende
a las generaciones y lo supera como símbolo del nuevo comienzo fi
jado por Dios.
2. Efectos de la sepáración
59. A. Miller, «Das Drama des begabten Kindes und die Suche nach dem wahren
Selbst» - Idem. «Du sollst nicht merken» - Idem, «Am Anfang war Erziehung» -
Idem, «Bilder einer Kindheit».
«CEGUERA» Y «TRISTEZA»-CRISIS EN LAS TRAYECTORIAS VITALES 181
sin testigos, de manera que se hiere la integridad del niño por mucho
tiempo».60. Pero la traumatización produce consecuencias para toda la
vida.
Alice Miller afirma —y aquí podría residir el motivo principal de
la contradicción, en parte apasionada, que ella experimenta— que la
explotación, el castigo y los malos tratos psíquicos en los niños no
representan la excepción sino casi la norma en la educación actual
bajo las actuales condiciones sociales. La humillación física, pero, so
bre todo, la psíquica del niño estaría al orden del día. El que muchos
padres no se den cuenta de su fatal estilo propio de educación, no
cambia nada el hecho de que representarían «asesinato» en el niño y
que dejaría, en parte, consecuencias irreparables.
Los padres maltratan, según la impresión de Miller, por eso a sus
hijos, ya que como niños fueron también profundamente heridos por
sus padres. «Tampoco saben que en el desconocimiento y mal trato de
sus hijos se refleja el gran daño que ellos sufrieron»61 Padres y e d u
cadores estarían, por eso, en constante peligro de vengarse, incons
cientemente, en sus hijos de su propia suerte. Los traumas que los
padres arrastran de su infancia, constituirían así los verdaderos semi
lleros para que sus propios hijos enfermen: «cada ser humano tiene
así, en sí mismo una cámara más o menos oculta para sí mismo, en la
que se encuentra él áttrezzo de sú drama de infancia... los únicos seres
humanos que, con seguridad, recibirán acceso a esta cámara son sus
hijos. Con los hijos llega nueva vida en la cámara, el drama conoce
su continuación».62 En este contexto, Alice Miller recuerda a Heinrich
Pestalozzi, que una vez debió decir: «Tú puedes expulsar al demonio
de tu jardín, pero te lo vuelves a encontrar otra vez en el jardín de tu
hijo».63 Psicoanalíticamente, esta «deuda heredada» en la educación,
ha de situarse en el siguiente denominador: los componente psíquicos
disociados, no integrados y reprimidos de los padres se desplazan ha
cia el niño y ocasionan allí daños catastróficos. «Trágicamente se pega
al propio hijo para no sentir lo que los propios padres han hecho».64
Las consecuencias del «sacrificio del niño» no se tendrían en cuen
ta ya que el mismo sacrificio, socialmente, se reprime y desmiente. La
reacción normal a la ofensa serían dolor e ira. Pero como en este medio
de educación defensivo, tanto el estar enfermo como también la ira
agresiva le están prohibidos y obstruidos al niño — si no quiere perder
71. Ver, por ejemplo, D. Scherf, «Der liebe Gott sieht alles».
72. Ver sobre la interpretación que hace la psicología profunda de la historia de
la infancia de Jesús: E. Drewermann, «Tiefenpsychologie und Exegese», Tomo I, 502
529.
73. Ver E. Ringel / A. Kirchmayr. «Religionsverlust durch religiöse Erziehung».
También la réplica a ella: G. Virt / A. Biesinger, «Religionsgewinn durch religiöse
Erziehung».
74. T. Moser. «Gottesvergiftung».
75. Ver al respecto: A. Görres, «Pathologie des katholischen Christentums» - J.
Rattner, «Tiefenpsychologie und Religion», 211-229. También R. Egenter / P. Ma-
tussek, «Ideologie. Glaube und Gewissen» - H. Hark, «Religiöse Neurosen».
«CEGUERA» Y «TRISTEZA»-CRISIS EN LAS TRAYECTORIAS VITALES 185
' En los textos del N. T. encontramos a Jesús como alguien que ante
cualquier maltrato a los niños, dedica una negativa decisiva: «Quien
desvíe uno de estos pequeños que creen en mí hacia el demonio, a ése
más le valdría tirarse, con .una rueda de molino alrededor del cuello y
hundirse en el mar profundo» (Mt. 18, 6). Él advierte sobre el hecho
de no hacer caso a los niños: «¡Andar con cuidado de no despreciar a
uno de estos pequeños!» (Mt. 18, 10). Varias veces se hace alusión en
los evangelios al hecho de que él bendecía a los niños (Me. 10, 13
16; Mt. 19, 13; Le. 18, 15-17).
Para ilustrar lo que cuenta en el Reino de Dios y cómo se entra en
el «reino de los cielos», invita «a comenzar una nueva vida» y a volverse
como los niños, ya que «quien pueda ser tan pequeño como este niño,
ése es el más grande en el reino de los cielos» (Mt. 18, 3). En la praxis
del reino de Dios, en la que nos introcude Jesús, tienen lugar destacado
el ser niño y la consideración por los niños. Por eso no sorprende que
el mismo Jesús se identifique con un niño: «El colocó un niño delante
de ellos y teniéndole en sus brazos les dijo: Quien recibe a uno de estos
niños en mi nombre, me recibe a mí» (Me. 9, 36),
En los textos de los evangelios, el niño es visto, tanto el nacido en
el establo de Belén como cualquier niño, como alguien en el que Dios
77. M. Kassel interpreta el sacrificio del hijo de Abraham (Gen. 22, 1-14) como
proceso arquetípico que equivale al de A. Miller, pero también al que describe el
conjunto de la psicología profunda como encuentro con la propia infancia reprimida.
Ver M. Kassel, «Biblische Urbilder. Tiefenpsychologische Auslegung nach C G.
Jung», 234-257.
78. Ver C. G. Jung, «Gesammelte Werke» 9/1, 165-195.
5
PROCESO DE LAS CRISIS PSÍQUICAS
82. E. Schuchardt, «Krise als Lemchance» - Idem, «Warum gerade ich...?» - Idem,
«Soziale Integration Behinderter». Una exposición general del modelo, de fases ideado
por E. Schuchardt se encuentra en: Idem, «Jede Krise ist ein neuer Anfang», 27-31.
83. E. Schuchardt, «Krise als Lemchance», 195.
84. E. Schuchardt, «Jede Krise ist ein neuer Anfang», 28.
«CEGUERA» Y «TRISTEZA»-CRISIS EN LAS TRAYECTORIAS VITALES 189
Estadio de
acceso I
Dimensión
Cognitiva
bajo control
ajeno
¿.Que es lo que pasa en concreto...?
96. Ver V. Kast, «Zur Bedeutung der Trauer im therapeutischen Prozeß», 208.
97. Junto con las publicaciones mencionadas de Y. Spiegel, V. Kast, P.M. Zuleh-
ner, entre otros, se encuentran también valiosas aportaciones sobre la metodología del
acompañamiento en el duelo en: R. Bärenz, «Die Trauernden trösten» - T. Brocher,
«Wenn Kinder trauern» - R. Lindner, «Begleitung Trauernder» - K. J. Twer, «Hin
gehen. Sterbende begleiten» - K. Thomas, «Warum Angst vor dem Sterben?».
194 PSICOLOGÍA PASTORAL
1. El carácter esquizoide
105. La breve caracterización de los distintos tipos designa en primer lugar una
característica que ponen de relieve B. Langmaack / M. Braune-Krickau. «Wie die
Gruppe laufen lernt». Ellos trasladan las «formas fundamentales del miedo» al com
portamiento en grupos y llegan así a la diferenciación: tipo distanciado (esquizoide),
tipo dedicado-dispuesto a ayudar (depresivo), tipo ordenador-guardián (obsesivo), tipo
efusivo-dinámico (histérico). En la posterior caracterización, el esquema se refiere
respectivamente a la interpretación psicoanalítica de F. Riemann y a la existencial de
E. Drewermann.
106. Ver B. Lansmaack / M. Braune-Krickau. «Wie die Gruppe laufen lernt»,
121 . "
204 PSICOLOGÍA PASTORAL
sibilidad como ser personal. Esto tiene como consecuencia que en toda
auto-concentración, el esquizoide se queda frustrado en sí mismo. La
pregunta decisiva de su existencia es, en consecuencia, si será capaz,
en su miedo existencial, de «salvarse en Dios, aceptarse a sí mismo
como su criatura y obtener así la energía para unir lo finito y lo infi
nito».107 Su camino de fe conduce desde la idolatración de sí mismo
hasta la aceptación de la creación de la mano de Dios.
Riemann justifica este carácter, desde la trayectoria vital, a través
de la experiencia en la temprana infancia de ser molesto, perturbador
y no deseado como persona o por determinadas características psíqui
cas o corporales. En su dependencia de otros y en su desvalimiento,
el niño no llega a percibir la constancia necesaria en la dedicación.
Esto puede darse debido a que los padres dan al niño un cuidado no
fiable, dejándolo demasiado frecuentemente y demasiado tiempo solo,
malnutriéndolo emocionalmente. Según la opinión de Riemann, las
personalidades esquizoides, o en el caso más grave los psicóticos es
quizofrénicos, fueron en su infancia, frecuentemente, niños sin padre
o sin madre? con lo cual no ha de pensarse tanto* en déficit psíquico,
sino mas bien en déficit psíquico de los padres, Según la opinión de
Riemann. dañinamente actúan también aquellos padres que «irrumpen,
por así decirlo, en el niño, atropellan su necesidad de tranquilidad y
soledad, en la medida en la que se ocupan mucho de él ... no le dejan
2. El carácter depresivo
3. El carácter obsesivo
la vida con buena conciencia. Superar este punto crítico sería dejar tras
de sí la, en opinión de Freud, infección obsesiva.
El obsesivo experimenta entonces que no tiene lugar de ningún
modo el caos por él tan temido, sino que, al contrario, la vida llega a
ser tan sólo humana a través del espacio de lo posible y lo abierto.
4. El carácter histérico
5. Valoración crítica
1. Extroversión-introversión
116. Ver R. B. Catell, «Factor analysis» - idem, «Personality theory growing from
multivariate quantitative research».
117. Ver ai respecto de la discusión sobre el análisis de factores en la investigación
de la personalidad: H. Mogel, «Persönlichkeitspsychologie», 32 y s.
118. H. J. Eysenck, «The structure of human personality» - H77. Eysenck / S. J.
Rachmann, «Neurosen-Ursachen und Heilmethoden».
119. Ver Ch. Michel / F. Novak, «Kleines psychologisches Wörterbuch», 337.
«CEGUERA» Y «TRISTEZA»-CRISIS EN LAS TRAYECTORIAS VITALES 213
2. Estabilidad-labilidad emocional
corporal) conduce nuestra relación con esos seres humanos hacia una
dimensión muy especial: a lo inexplicable le es al mismo tiempo in
herente algo secreto que nos provoca curiosidad y que también puede
causar temor. El comportamiento que aparece como impredecible nos
desconcierta...».130 Seguramente, entre los «poseídos» y las «brujas»
que fueron quemados había muchos psicóticos endógenos.
¿Cómo se reconocen las psicosis? Para el pastor o consejero es
piritual, a disposición del cual normalmente no hay ningún «Instru
mentarium» psicodiagnóstico, pueden ser de ayuda los siguientes ín
dices para reconocer dolencias psicóticas:131
(6) Incongruencia
Desde la vida mental experimentada como «normal», el compor
tamiento psicotico aparece como ininteligible e incongruente.
À modo de paradigma sobre las dolencias psicóticas se profundiza,
a continuación, algo más sobre la esquizofrenia.
(3) ESQUIZOFRENIA
138. Como es conocido, Freud modificó varias veces su interpretación del miedo.
En su «Tercera» teoría del miedo, expuesta en «Neue Folge der Vorlesungen zur
Einführung in die Psychoanalyse» (1933, G.W. XV), defiende la tesis de que las
personas estarían unidas de por vida a determinados sucesos de desarrollo como na
cimiento, separación e ideas de castración, etc. Con el miedo se reacciona preventi
vamente al primer indicio ante renovadas situaciones traumáticas. La neurosis habría
que considerarla entonces como ei intento de superar el miedo generalizado frente a
los impulsos traumáticos. Ver H. Benesch, «dtv- Wörterbuch zur Klinischen Psycho
logie», Tomo I, 103 y s. - H. W. Krohne. «Theorien der Angst».
139. Como es sabido, Sigmund Freud considera una condición previa para el
tratamiento psicotérápéutico -a capacidad de elaborar transferencias; En lös psicóticos
no está suficientemente marcada esta capacidad. Ver al respecto L.J. Pongratz,
«Hauptströmungen der Tiefenpsychologie», 135 y s.
232 PSICOLOGÍA PASTORAL
(1) «Trauma»
La primera característica de la neurosis se extrae de la así llamada
Teoría del Trauma. A la neurosis le pertenence una vivencia desen
cadenante, hiriente, fuertemente impregnada de afecto que tiene lugar
en los años de la primera infancia en el contexto de la temática oral,
anal y edípica y que se origina de la relación padres-hijo. Pero rara
vez es una única vivencia la que conduce a la traumatización, más bien
es la conducta educativa periódica la que no puede ser adecuadamente
asimilada por el niño. Lo que en este periodo de tiempo traumatiza al
niño es, sobre todo, «al amor ausente (rechazo), el amor a medias (en
parte sí, en parte no) y el falso amor».141 Lo último se da frecuente
mente en una acitud «posesiva» respecto al niño, en la que los padres
no están dispuestos a reconocer desde el principio a su hijo como una
persona autónoma que se desarrolla diferenciada, y cada vez más, in-
-dependiente de los padres.
(2) Represión
La reacción «normal» al rechazo y menosprecio sentidos son la ira
y la agresión. Frente a los padres también el niño experimenta senti
mientos de odio. Sin embargo, no puede expresarlos ya que existen-
cialmente depende del resto de amor que aún queda, en teoría, por
parte de los padres. Tiene que reprimir las agresiones frente a los
padres que le hieren, así como los sucesos y sensaciones de dolor
unidas a ellas. De esta forma el niño mantiene íntegra una imagen
ideal de los padres y encubre con prohibición y tabú todos sus impulsos
de odio repecto a ellos, seguramente favorecidos una vez más por las
influencias educativas. Ese tipo de represión infaltil primaria de los
impulsos agresivos y libidinosos rechazados, constituye el núcleo de
cristalización en el que se apoyan todas las represiones posteriores de
deseos decepcionados, dolores y sentimientos de rabia e ira.
(3) Miedo
En el caso de la neurosis ha represión se da Siempre de manera
incompleta, fracasa. Las agresiones reprimidas y los impulsos libidi
nosos tienden a irrumpir otra vez en la consciencia. De esta manera
amenazan e intranquilizan la conciencia de la persona. Surgen miedos
irracionales, inexplicables que, en parte, van asociados a personas o
cosas, por ejemplo, como el miedo a espacios reducidos («claustrofo
bia»), a animales o a la inminente decadencia.
(8) Regresión
En la tendencia a la repetición se ha aludido ya a que el neurótico
tiene que volver siempre a su infancia. Con sus «repeticiones» busca
aquellas situciones que le ofendieron y que no pudo dar por cerradas
hasta el día de hoy. El analista obtiene a veces referencias sobre las
fases de desarrollo críticas de la primera infancia a partir de lajdnto-
matología especial, es decir, a partir de actuaciones obsesivas, dolen-
qias psicosomáticas, depresiones, tendencias a la adicción, etc. La fi
jación infantil y la permanente regresión a la infancia evitan que la
persona afectada aproveche de «forma progresiva» sus posibilidades
de desarrollo personal. -
(9) Síntoma t
En el síntoma se expresa el conflicto, latente desde la infancia,
entre impulso y rechazo, también entre la agresión experimentada y su
prohibición. Como se ha expuesto, la represión representa una pseu-
dosolución con la que no entran en acción totalmente ni los deseos
instintivos ni su rechazo. Ambos siguen instando a su cumplimiento.
En el síntoma se representan simbólicamente ahora las fuerzas anta
gónicas y al mismo tiempo se libei:an¿«a modo de sustitución». : -
Consecuentemente, en cada síntoma se encuentra un impulso ins
tintivo y al mismo tiempo su neutralización. Por ejemplo, el psicoso-
¡CEGUERA» Y «TRISTEZA»-CRISIS EN LAS TRAYECTORIAS VITALES 235
156. P. Kielholz, «Diagnose und Therapie der Depression für den Praktiker», 17.
«CEGUERA» Y «TRISTEZA»-CRISIS EN LAS TRAYECTORIAS VITALES 241
Depresiones
Aflicción Depresión Depresión Personalidad Depresión
Calificación
Normal reactiva neurótica depresiva endógena en lo
coporai
humanos, en el que éstos pueden hacer las paces con ellos mismos,
con sus semejantes y con Dios.
Así, a la luz de la fe se muestra que la situación del ser humano
no está, en definitiva, marcada desde la enfermedad hacia la muerte,
sino desde la imperturbable fidelidad de Dios hacia el ser humano.
Desde esta perspectiva se puede, en consecuencia, concretar nuestra
palabra kairológica clave: crisis es la situación del ser humano con
Dios. Dios no permanece al margen ni en los múltiples miedos frente
a lo finito, ni en la crisis del duelo o de la depresión. Él va al lado,
en lo oculto y desconocido.
Para la interpretación de la crisis esto tiene una consecuencia im
portante. Toda satanización del Ser-humano a causa de la inevitable
implicación en crisis, en lo finito y con la muerte, toda desesperación
en la vida está fuera de lugar vistas desde la fidelidad compañera de
Dios. Si la propia culpa de la existencia reside en no querer reconocer
dicha fidelidad a la vista del sufrimiento humano y de lo finito de todo
lo humano. Esto es la negativa «a no aceptar lo finito de la existencia
desde lo infinito, sino al revés, a malinterpretar, por miedo, la vocación
infinita de la existencia creyéndose en el deber de humanizar lo finito
de la existencia en un deseo ficticio de ser-como-Dios».174 Por eso, el
concepto antagónico y la postura alternativa respecto a la crisis y al
pecado es la fe. La crisis se manifiesta así como oportunidad de iden
tificar como llevarla adelante en la aceptación de sí mismo, tal y como
lo hace posible la fe.
1. El «credo» del A. T.
gran terror y con señales y milagros», justo cuando ella parecía sin
salida, «aporética», apareció Yahvé, el Dios que se acerca y acompaña,
el «Yo-estoy-aquí».
5. S. Freud: «La cura analítica debe llevarse adelante, en la medida en la que sea
posible, en la privación y la abstinencia». Citado según L. J. Pongratz, «Lehrbuch der
Klinischen Psychologie»,. 280. La «regla de abstinencia» la justifica Freud por el
peligro de aplazamiento1de los síntomas en el marco de la terapiares decir, ei pacieme
no debería considerarse como restablecido (antes de tiempo), antes de que haya exa
minado a fondo sus conflictos profundos.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 259
6. Algo así se lee en el comentario sobre San Marcos de J. Schmid, «Das Evan
gelium nach Markus», 26. . .. ...... ....
7. Ver al respecto: H. Zähmt, «Jesus aus Nazareth», 56 y ss.
8. E. Drewermann, «Das Markusevangelium», Tomo l, 151.
260 PSICOLOGÍA PASTORAL
que aquel que se atreva a encontrarse con sus fieras, dejarlas con vida
y domesticarlas, llega a la zona de Dios representada por los ángeles.
Al mismo tiempo se dice con ello que el proceso de auténtico auto-
encuentro, que puede ir hasta los límites de lo razónatele para un ser
humano, es siempre también un camino hacia Dios. De forma signi
ficativa, en la simbología de los sueños el ángel no se ve sólo como
un ser de la esfera divina, sino también como imagen ideal para el
propio proyecto de vida de quien sueña.
Puede preguntarse de dónde debe tomar uno la fu&rza para aceptar
lo oscuro, animal, agresivo, destructivo, e impulsivo del propio mundo
interior. El evangelista da también una respuesta para ello.9 En dis
posición de ello estará quien, precediendo a las tentaciones, ha recibido
el mensaje de Dios: «Ty eres el hijo mío, el predilecto; en ti me com
plazco», (Me. 1, 11). Con la conversión, en Jesús, de Dios en ser
humano, estas palabras de Dios la reciben el lado oscuro, culpable y
crítico de todo ser humano. En la medida en que Dios se ha hecho
hombre, se acerca de tal manera al ser humano que desmiente cualquier
sospecha de distancia. Él se «identifica» con el ser humano, también
en la crisis.
vez el estadio del pecado y, al mismo tiempo, van más allá de él. Ya
que ahora hay alquien que ha cargado sobre sus espaldas con la culpa
de la humanidad y la ha expulsado del mundo. Se hace posible un
nuevo «ser» humano en el ámbito de Dios.11
Finalmente, a través del crucificado del Gólgota, Dios dice-clarí-
simamente que el dolor y la muerte no constituyen la última palabra
sobre la existencia humana. Él resucitó a Jesús de entre los muertos y
así definió nuevamente al «Ser»-humano en su conjunto. Como los
cristianos reconocen en Jesús a uno de los suyos, ven en él a un «ver
dadero ser humano», se mantiene la evocación de la cruz: así creen
que también con ellos hará Dios el milagro de la resurrección. En la
muerte y resurrección de Jesús, Dios se ha «acercado» realmente al
ser humano en su confusión y fugacidad y le es fiel
11. La redención por Jesucristo se interpreta aquí, sin menoscabo de otras inter
pretaciones, en analogía a ia intención terapéutica que permite y aguanta la transfe
rencia de quien busca consejo. Ver ai respecto: E. Drewermann, «Das Markusevan
gelium», Tomo I, 45-80.
12. Éste es.eLcredo de Ignacio de Anooquía, elaborado en el año 115: G. Baudler,
«Einführung in simbolisch - erzählende Theologie», 33 y s.
13. P. M. Zulehner. «Gemeinde», 53.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 263
14. Ver LG 1.
15. Ver P. M. Zulehner, «Von der Versorgung zur Mystagogie».
264 PSICOLOGÍA PASTORAL
16. Ver HJ. Thilo, «Die therapeutische Funktion des Gottesdienstes», 70-79.
. 17. Ver O. Perler, «Kyrillos von Jerusalem».
18. Ver B. Gertz, «Mystagogie».
19. Ver W. Wamach, «Mysterientheologie». - J. Corbon, «Liturgie aus dem Ur
quell». - A. Schilson, «Theologie als Sakramententheoiogie».
20. Ver entre otros: K. Rahner. «Die Notwendigkeit der neuen Mystagogie», 528
534. ~
21. Ver B, Gertz, «Mystagogie», 83. -
22. K. Rahner, «Schriften zur Theologie», Tomo IX, 163.
23. Ver respecto al concepto de Mistagogia en K. Rahner: Idem, «Die Notwen
digkeit ^’iner neuen Mystagogie». - K. P. Fischer, «GotteserfahiüngV-Mystagogie in
der Theologie Karl Rahners und in der Theologie der Befreiung».
24. K. Rahner, «Schriften zur Theologie», 22.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 265
25. Idem, en: P. M. Zulehner, «Denn du kommst unserem Tun mit deiner Gnade
zuvor...», 41.
26. Idem, 41.
27. Idem, 43 y s.
266 PSICOLOGÍA PASTORAL
Esta parábola, tan dura, que está contada según el sentido de Theo
dore Wedel,28 lanza una inquietante pregunta: ¿se olvida simplemente
el rescate de naúfragos, es decir, el acompañamiento de ser humanos
en crisis de vida, en el «servicio del club» del «Centro de rescate
Iglesia»? A ello va unido el sólido reproche de que la praxis pastoral
efectiva de la ayuda en crisis de vida por parte del consejo espiritual,
no corresponde, ni por aproximación, al programa teológico esbozado.
Para tratar de aclararlo sirve recoger hechos, considerar trasfondos
y propuestas para remediarlo.
1. Hechos empíricos
En primer lugar, los hechos empíricos acreditan una gran demanda
de «acciones de rescate» de consejo espiritual. Las encuestas entre
cristianos con diferente cercanía a la Iglesia demuestran, repetidamente
28. Th. O. Wedel, «Evangelism - the mission of the church to those outside her
life» - ver también la v e r s ió n ® ® # ; Clinebell, «Modelle beratender Seelsorge», 9
y s.
29. J. Goldbrunner, «Seelsorge-eine vergessene Aufgabe».
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 269
desde los años 70, una clara expectativa de consejo espiritual personal,
de ayuda individual en las diferentes situaciones y necesidades de la
vida.30 El positivo posicionamiento hacia la visita doméstica y el con
sejo espiritual personal es sorprendentemente grande. Esto llega tan
lejos que la «Iglesia ideal se relaciona preferentemente con el cuidado
de que las personas no sufran soledad»31 La Iglesia, según eso, se ve
aún como una «estación de salvamento» de la que se espera ayuda
cuando el barco de la vida amenaza con zozobrar.
¿Cómo se corresponde a esta expectativa desde el lado del consejo
espiritual o pastoral? La creciente instalación de centros de asesora-
miento eclesiásticos, los numerosos cursos para consejeros espirituales
con orientación pastoral por la conversación y la profusión de publi
caciones referentes al tema, dejan suponer un creciente interés por el
acompañamiento y el consejo espiritual en crisis de vida. Sin duda este
interés es especialmente marcado en los aspirantes a consejeros espi
rituales. Candidatos al sacerdocio otrogaban la mayor prioridad a las
conversaciones personales de fe, a las visitas pastorales domésticas y
al acompañamiento de ayuda (hora de consulta de consejo espiritual),
antes que a la liturgia y al sermón.32 Los motivos preferentes expuestos
por estudianes de Teología para la elección de su oficio corresponden
también a ello, giran más o menos próximos alrededor del motivo más
frecuentemente citado: a y u d a r -a lo s s e r e s h u m a n o s.
De forma parecida se expresan también los jóvenes a s is te n te s y
p o n e n te s p a s t o r a le s ,33 Preguntados sobre cual era su actividad prefe
rida entre 17 que constaban en una lista dieron la prioridad, con gran
diferencia, a la «orientación pastoral». En evidente contradicción a ello
está claramente la dimensión efectiva de esta actividad en su trabajo.
Sobre la orientación pastoral recae la menor proporción de tiempo del
conjunto de su disposición laboral de tiempo. En lenguaje claro esto
significa: aparece de forma marginal. ¡Todo un desajuste entre deseo
y realidad! .
Parecidos resultados dio una encuesta no estandarizada a jó v e n e s
c o n s e je r o s e s p ir itu a le s que llevé a cabo en el inicio de un curso sobre
el tema «Ayudas y consejo espiritual en crisis de vida».34 Los resul
39. Ver al respecto: P.M. Zulehner, «Das geistliche Amt des Volkes Gottes», 195
207.
40. Idem, 196 y ss.
41. Ver P. M. Zulehner / J. Fischer / M. Huber, «Sie werden mein Volk sein»,
31.
42. Al respecto hubo controversias en diferentes diócesis alemanas. Ver «Das
kirchliche Amtsblatt für das Bistum Fulda», n.° 111 / 1984 - R. Zerfaß, «Menschliche
Seelsorge», 91, nota 11.
43.. „Ver R. Zerfaß, «Priester und Laien in der Seelsorge», en: idem, «Menschliche
Seelsorge», 77. - N. Mette, «Gemeinsam im Dienst einer evangelisierenden Pastoral»,
222 y ss.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 273
44. El olvido del consejo espiritual en la Iglesia va muy unido al «cisma pastoral
básico» y su ideología, que dice que el consejo espiritual propiamente y significativo
en curación sólo podría darse por parte de los sacerdotes. Por lo tanto, el clima de
consejo espiritual y terapéutico sólo puede recuperarse si se supera este cisma. Un
primer hito para ello fue la teología del pueblo de Dios del Vaticano segundo, con su
énfasis en el sacerdocio comunitario de todos los creyentes, (LG 10-12). "De aquí se
deduce que los representantes del oficio divino y los laicos no tienen una misión
diferente sino la misma: continuar la misión de Jesucristo como Iglesia en este mundo.
No hacen algo diferente, sino lo mismo, si bien con diferente responsabilidad, en
diferentes posiciones desde ,e] pueblo de Dios; por eso también con diferentes acentos^
y en diferentes espacios»: R. ZerfaP, «Menschliche Seelsorge», 74. -
45. P. Matusek, «Seelsoíge heute: Aus der Sicht eines Psychotherapeuten».
274 PSICOLOGÍA PASTORAL
Más bien, las curaciones de Jesús, que se pueden aclarar con métodos
de curación naturales, aportan un modelo.
2. La problemática de las curaciones milagrosas y el consiguiente
vaciado de la, en origen, terapéutica imagen de Cristo aclaran un déficit
de desarrollo de la comprensión cristiana de la fe; este déficit es fun
damental y ha sido ya lamentado en el contexto de la historia de la
psicología pastoral. A partir de la experiencia inicial de la fe que sana
y en la que se encuentra el poder curativo de Jesucristo de forma
efectiva, resultó una doctrina de la fe, una lección doctrinal.67
Esto no condujo sólo a una atenuación característica y racional del
mensaje de salvación y a su limitación a la salvación del alma en el
más allá. Sobre todo también, cobró importancia el lado ético-moral
de la fe , una tendencia que libera, no sólo según la opinión de la
psicología profunda, poco potencial terapéutico pero un gran potencial
dañino. Ciertamente se puntualizaba constantemente en la Soteriología,
con vistas a tendencias , «en las que en el proceso curativo del ser
humano, toda iniciativa depende de Dios»,68 pero no se consiguió man
tener abierta la irresuluble tensión que existe entre el deseo de curación
de Dios (general, universal, poderoso desde el principio) y la respuesta
de fe del ser humano no condicionada por su necesidad de sanación.
La promesa de salvación de Dios proporcionada con Jesucristo fue, en
vez de ella, cada vez más fuertemente desplazada hacia el lado de obras
de la fe condicionadas por la necesidad de sanación. En la conciencia
de muchos cristianos (en contra del sentido inicial del mensaje de
salvación) se unió parcialmente la salvación de la fe a concesiones
humanas, a pérdida del pecado y virtuosidad, al deber y a la necesidd
interna de... La fe se deformó no pocas veces así en un instrumento
de sobre-exigencia moral, en fuente de neurosis religiosas, en vez de
curación mental.
3. Un camino para la recuperación de la dimensión terapéutica de
la teología consiste, sin duda, en favorecer la actualmente efectiva pro
mesa de salvación de los documentos de fe bíblicos. Esto es lo mismo
que desmontar las barreras que fueron levantadas alrededor de los
evangelios por parte de una exégeis exclusivamente histórico-crítica.
En ningún caso se puede tratar de escudarse detrás de la capacitación
crítico-literaria y formal, más bien sirve el sensibilizarse más allá de
esto respecto a la dote terapéutica que dormita en los textos. En re
lación con la leyenda de Emaús ya se hizo referencia a que la cualidad
curativa de las historias de Dios se nos dirige a nosotros si consigue
construir un puente desde las experiencias psíquicas actuales (como
por ejemplo la de la profunda desconfianza respecto a la propia exis
Señora H., no puede ser usted tan desconfiada, por otra parte
tampoco puede usted ser imprudente, pero tiene siempre las
puertas cerradas con llave, y pregunte quién es cuando suena
el timbre. Y quiero decir, por supuesto, esto está bien, pero
desconfiar totalmente, no puede ser porque...
(9) H: Pero el de la tele dice siempre que hay que tener cuidado con
la puerta; no hay que dejar pasar a nadie y, ¿ve usted? Muchas
veces vienen representantes. Ahora tienen otro tru
co,simplemente preguntan y si digo que no, que no necesito
nada, entonces preguntan si en la casa vive aún cualquier per
sona y dicen cualquier nombre que, simplemente, pueda usted
repetir, de manera que abro la puerta. Entonces, entran en
seguida, meten el pie dentro y ya están en casa. Y claro quie
ren algo, este es el nuevo truco, preguntan si vive alguien o
preguntan dónde está alguien...
(9) B: Señora H, eso no tiene por qué ser así necesariamente. Usted
se cree demasiado lo que dicen por la tele. Yo, al estúpido
Zimmermann, realmente no le creería todo.
(10) H: Pero él ha dicho frecuentemente que es verdad todo lo que
dice. Y yo lo veo todo en la tele; todo lo que allí cuenta.
(10) B: Una persono no puede, simplemente, tener tan mala suerte de
una vez, Señora H., o sea, de verdad, yo creo que usted es
simplemente demasiado desconfiada. Yo creo que debería de
haber un poco de confianza hacia la gente.
(11) H: ¡Oh!, usted no conoce a la gente, es tan mala, sobre todo los
que vienen a la puerta. Hombres jóvenes, de esos sí que hay
muy simpáticos. Y los estudiantes, son realmente muy sim
páticos cuando ayudan a alguien a pasar la calle.
(11) B: Sí, también otra gente, señora H., usted no puede verlo tan
parcialmente. Hay suficiente gente simpática que quieren ayu
darle. Ai que usted tiene también que acercarse un poco a la
gente, les tiene que preguntar. Seguro que a casa hay alguien
que le traería gustoso lo que fuera. Si usted no pregunta, la
gente no viene por sí sola.
(12) H: ¡Qué va!, ¿sabe?, a los que viven en este edificio, simplemente
a ellos no quiero molestar. Ellos tampoco lo quieren así y...
por eso salir ya sola de casa. A eso se añadiría que la creciente pérdida
de visión no podría ser solucionada por una operación. Con esta ce
guera avanzada, según se queja ella, están en contradicción algunas
observaciones: aparentemente puede seguir aún muy bien los progra
mas de la televisión, puede diferenciar también monedas, ella ve
exactamente que un hombre tiene la mano en el bolsillo, y aparente
mente, a pesar de su total ceguera, se mueve por la calle, (11 H.).
Es llamativa esta curiosa contradicción estre la imagen que da de
sí misma y sus formas de comportamiento reales. Es obvio que en su
«ceguera» no ha de verse sólo una debilidad física de visión sino que
en esta incuestionable deficiencia de la visión se han situado clara
mente, problemas psíquicos que hacen que la «ceguera» sea tan con
tradictoria. Si se tienen presentes sus amargas y desilusionadas mani
festaciones sobre sus semejantes que aparecen a lo largo de la
conversación, entonces la «ceguera» gana en contornos. Ella se con
vierte en el símbolo corporal del enfermamiento psíquico y de la amar
gura. Ella no quiere «ver» nada más, (ni «oír»), del género humano.
Ha «visto» suficiente. Retira su rostro de los seres humanos que le han
profundamente herido y enfermado. Así se percibe que no es ni la
mujer de la calle Frankfurt, ni el hombre que le conduce a casa, o la
estudiante que le roba su jarra, no es ninguna de ellas quien le pro
porciona el motivo de esta enfermedad. Su susceptibilidad llega más
profundamente y se remonta más lejos, sólo reanimada por esos su
cesos. En la medida en la que ella se vuelve «ciega», expresa su total
alejamiento de un mundo que le debe mucho de lo que un ser humano
puede esperar de otros.
Pero esto es sólo una parte. Su ceguera es, al mismo tiempo, una
apelación, una llamada de socorro a su mundo circundante, para re
cibir, a pesar de todo, la dedicación largamente deseada y siempre
denegada. Como ciega tiene precisamente un derecho, que se la tenga
en consideración, que la gente se interese por ella y que le cuide. Y
según todo lo que leemos, hay una lista de personas que han oído su
apelación y la han tenido en cuenta: la vecina, un joven, estudiantes,
la mujer de la calle Frankfurt y la asistenta que le visita. Pero, sin
embargo, todas estas personas parece que no están en situación de ser
más fuertes que el enfermamiento de la señora. Por el contrario, pese
a toda la dedicación que le prestan sólo le proporcionan, «a su modo
de ver», renovados motivos para el desengaño y la queja. Todas las
personas que oyen su grito de socorro y lo siguen, acaban, más tarde
o más temprano, en el banquillo de los acusados.
Aún cuando reprocha a sus visitas que van muy de vez en cuando
o que ocultan oscuras intenciones contra ella, reafirma en su «cegue
ra»; ya qúe como ser humano cdn dificultades puede esperar, con cierta
justificación, una cierta tolerancia por parte de sus visitas para soportar
288 PSICOLOGÍA PASTORAL
sus críticas. Claro que esto tiene como consecuencia que todas estas
visitas un día se alejan frustradas de tantas inculpaciones injustas. Y
ella confirma así una vez más lo que siempre ha sentido sobre las
personas: no se puede una fiar de nadie, no se puede confiar en nadie.
Por lo tanto, cuando en sus primeras frases dice que cada vez ve
peor de los dos ojos, entonces, en esta declaración se resume propia
mente todo lo que mueve a la señora H. y lo que, en el transcurso de
la conversación, intenta renovadamente hacer oír siempre en distintas
variaciones. Así, ella le lanza el mensaje a la mujer que le visita: «He
enfermado mucho por la actitud de las personas, de tal manera que no
quiero ni oír ni ver nada más. Pero quizás hay todavía una pequeña
esperanza de que se me ayude como siempre he deseado. Tú eres asi
una esperanza. O sea, que ten en cuenta que vuelco todos mis agravios
en ti. ¡Espero que seas lo suficientemente fuerte como para aguantar
toda mi amargura, sobre todo cuando, como pago a tu esfuerzo, te
culpe injustamente!».
(1 ) C o n fr o n ta r co n h e c h o s o b je tiv o s
En la joven consejera espiritual se ve la intención de c o lo c a r la s
Cuando la señora H. expresa que nadie viene a verla
c o s a s en su s itio .
(3 H.), entonces la visitadora le indica que, sin embargo, por lo menos
la mujer de la calle Frankfurt había estado allí, (3B.). Ella actúa con
ello según la máxima: ¡Lo que objetivamente es cierto, no puede ser
falso en la conversación de ayuda!, y. sin embargo, para el consejero
espiritual se trata de despedirse de este ingenuo positivismo de lo co
tidiano que sólo cuenta las cosas y sucesos que son reales.
En el mundo psíquico interior no son de importancia simplemente
los hechos, sino la interpretación subjetiva que damos a estos hechos.75
Al antiguo filósofo Epiktet se le atribuye el aforismo: «¡No son las
cosas en sí mismas las que nos inquietan, sino la opinión que tenemos
sobre esas cosas!».76 Con ello enuncia él un juicio que, sobre todo, se
confirma por la moderna psicología de la percepción;77 la realidad que
nosotros experimentamos es una realidad construida subjetivamente,
en el sentido de que a los hehos y sucesos les proveemos de una
significación subjetiva. Nuestro mundo vivencial interno está integra
do, por lo tanto, de un gran número de estructuras de significación
congnitivas y emocionales que filtran, clasifican, pero también distor
sionan, los hechos objetivos.
Si la señora H. subjetivamente percibe que nadie está allí por ella,
a pesar de las diferenes visitas que pasan por su casa regularmente,
entonces hay que dar como válida esta interpretación suya de las vi
sitas.78 Por muy difícil que le resulte a la consejera espiritual, ella ha
de tomar en serio lo que experimenta la señora H., es decir, que los
contactos que tiene no eliminan, incluyendo los que tiene con la señora
M., su sentimiento de estar sola.
En el transcurso de la conversación se reconoce lo que sucede
cuando el sentir subjetivo se responde con la permanente referencia a
los hechos objetivos. Las dos interlocutoras se enredan desesperanza-
doramente en un «juego del sUpero», que podría continuar indefini
damente.79 En definitiva cada una lleva su propio monólogo, la señora
K. al plano de las impresiones subjetivas, la señora M. al plano de los
hechos objetivos; no se ve ningún puente del uno al otro.
Ciertamente en principio, el consejero ha de ser el «abogado de la
realidad»: una interpretación que se encuentra en el asesoramiento
influido por el psicoanálisis.80 Pero con ello tampoco se quiere decir
simplemente que haya que informarle a alguien de la visión «objetiva»
correcta de todos los hechos posibles. Más bien el término «realidad»
tiende a la percepción del trauma reprimido dentro de la propia historia
así como a la reconciliación con una vida que defrauda nuestras enor
mes exigencias infantiles. Así visto se trataría, en el acompañamiento
de la señora H., de que la consejera espiritual dé por válido su mundo
interno, su vivencia subjetiva de la soledad a la vez que su queja, y
que la conduzca cada vez más hasta aquellos dolorosos sucesos que
rememora, oscuramente, su amargura: «Confrontar» con la dolorosa, y
por eso reprimida, «realidad» de la propia vida —una confrontación
Él
V01 Miedo a la crítica y al fracaso
Por ejemplo: ‘‘En las discusiones siempre me
ocurren después de ellas, los argumentos correctos”.
0,5
“En presencia de autoridades siempre me siento
confundido”.
“Me falta confianza en mí mismo”.
¡f/
V02 Miedo ai contacto
Por ejemplo: “Frecuentemente tengo que luchar contra
mi sequedad de garganta”.
0,3
“Me parece difícil alabar a otros o hacer un cumplido”.
“Me parece difícil empezar una conversación con un
extraño”.
'/ / /
V03 No poder exigir
Por ejemplo: “Si alguien me interrumpe, le pido que
me deje explicarme”.
0,2
if!
“Me es indiferente lo que el resto de la gente piense
de mí”.
“Yo puedo expresar fácil y abiertamente las críticas”.
¡1?
Por ejemplo: “Yo omito todo aquello que pudiera crear
contradicciones”.
“Yo evito, en lo posible discusiones desagradables aún 0,7 •
incluso si fueran necesarias”.
lili
“Cuando hay diferencias de opmión. soy siempre el
primero que cede”.
V05 Sentimientos de culpa
Por ejemplo: “Me resulta difícil pedir explicaciones por
una cuenta equivocada *.
0,7 •
“Si no doy nada a un mendigo tengo sentimientos de
cilpa”.
“Siempre compro algo a un vendedor ambulante”.
V06 Decencia
í
Por ejemplo: “Me resulta tremendamente incómodo
estar en una reunión inadecuadamente vestido”.
“Me da muchísima vergüenza llegar tarde a un acto 0,4 •
social”.
“Aún incluso si necesitara urgentemente a un amigo
nunca le llamaría a horas intempestivas”.
4 3 2 1
V 0 7 Nerviosismo 33 3^ 16 13
psicosomàticamente psicosomàticamente ♦
perturbada no perturbada
V 08 Agresividad 18 13 \3 5 35
espontáneamente agresiva, no agresiva. •
emocionalmente inmaduro controlada
V 09 Depresividad 20 18 ¡16 36
malhumorada, satisfecha, •
insegura de sí misma segura de sí misma
VIO Excitabilidad 15 18 32
r4
impulsiva, fácilmente tranquila, •
frustrada apática
V i l Sociabilidad 22 35 19 25
sociabilidad, insociable,
sociable, viva retraída
V 1 2 Serenidad 13 18 37
r
confiada en sí misma, irritable, •
de buen humor vacilante
V 1 4 Inhibición 24 33 /2 5 18
inhibida,
impaciente
< espontáneo,
sociable
15 22
V 15 Franqueza
abierta, \5 38
reservada, •
autocrítica acritica
V 16 Extraversión 9 21 37 33
extrovertida intravertida •
V 1 7 Labilidad emocional 23 29 32
emocionalmente lábil emocionalmente estable
V 18 Mascuiinidad 28 13 38
autoretrato típicamente autorretrato típicamente •
masculino
; femenino
Valores puntuales
...2 3 4 5 6 7...
V 19 Bloqueo afectivo (E‘): Reducida referencia de la realidad / falta de
recursos en siruaciones de conflicto. •
•
irremediables. )
V 36 No aceptación de la culpa (E+ I): Defensa frete a los reproches
inculpatorios / reducida diferenciación del Super-yo / preservarse /
desviación de responsabilidad.
/
j
V 37 Pura agresión al mundo exterior i E+E): Intensa agresión abierta
contra los demás. •
<
ss
>
V 38 Pura autoagresión U-IV. Super-yo susceptible / autocastigo.
•
Valores puntuales
’ 3 4 5 6 7...
V 40 Indice de dirección de ia orientación de la agresión (E/I): Relación
entre la agresión al entorno y la autoagresión. •
r
V41 Indice de exteriorización de la agresión (E/M): Tendencias
expansivas y agresivas a la represión de la agresión. •
\
V 42 Indice de exteriorización de la agresión (E/e): Agresión directa a
la actitud de exigencia (agresión canalizada). •
\
V43 Indice de asimilación de la culpa (E-E/E+I): Agresión abierta y
directa respecto a la activación de sentimientos de culpa en las •
situaciones de frustración. \
V 44 Indice de solución de problemas (i/e): Esforzada predisposición
respecto a la actitud de exigencia. \ •
Fig. 14: Valores medios en la escala del Test P-F (Encuesta), en comparación al Test
normal (M —5 )
149. F.J. Dodson, «Personality factors in the choice of the Protestant ministry as
a vocation».
150. C. E. Schröder, «Personality patterns of advanced Protestant theology stu
dents and physical science students».
151. J. E. Dittes, «Psychological Characteristics of Religious Professionals», 455.
152. W. C. Bier. «A comperative study of a seminary group and four other groups
on the MMPI».
153. W. Kania. «An investigación of the K-scale of the MMPI as a measure of
defensiveness in Protestant theological seminary students». - Idem, «Healthy defen
siveness in theological students». ’ ‘
154. M. Strommen, «Concerns of youth».
316 PSICOLOGÍA PASTORAL
169. Una mina para la imagen del sac erdote que se mantiene subliminaimente aún -
hoy a pesar de todos los énfasis teológicos, la consituye J. Brosseder, «Das Priesterbild
in der Predigt».
322 PSICOLOGÍA PASTORAL
175. Habría que pensar si, partiendo de este hallazgo, no se podría plantear una
tipología diferenciada de las personalidades de los pastores, en la que los diferentes
«tipos», (cada uno con su-propia estructura de la personalidad, psicogénesis y tenden
cia a la colusión) se contrasten entre sí.
176. Ver J.P. Jasen/H. Gabler, «Sind Psychologiestudenten unter Studienanfängern
eine “ Negativauslese” ?».
177. W. Schmidbauer, «Die hilflosen Helfer». - Idem, «Unsere kranken Thera
peuten», ,
178. Idem, 55.
179. Idem, 55.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 325
Rolf Zerfa(3187 advierte con razón que aquí se necesita valor, para
mantenerse fírme y no huir de sí mismo. Sólo entonces, cuando se ha
reconocido como parte de sí mismo sus propias flaquezas y su pobreza,
entonces el problema del otro no le causará ni miedo ni pánico sino
que se podrá dedicar a él sin temor. La propia flaqueza se manifiesta
de esta manera como fortaleza, como «criterio de idoneidad para el
consejo espiritual», tal y como se vanagloria San Pablo: «Cuando soy
débil, soy fuerte» (2Co. 12, 10). Este San Pablo, tan controvertido,
puede mirar con una inaudita serenidad, su propia flaqueza y aflicción
ya que sabe que ha encontrado consideración frente a Dios. «Por eso
nos vanagloriamos de la aflicción, porque sabemos que la aflicción
genera paciencia, la paciencia verificación, la verificación esperanza;
pero la esperanza no se echa a perder ya que el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones a través del espíritu santo que nos
ha sido dado», (Ro. 5, 5).
Para el consejero espiritual propenso a la depresión existe un men
saje terriblemente liberador en la frase de que el amor de Dios ha sido
derramada en nuestros corazones. Él no necesita demonizar sus de
seos, no tiene por qué presionarse constantemente con exigencias de
perfección, y él no tiene por qué «sacrificarse» a través del activismo
espiritual. El amor de Dios ha sido derramado, «sin previo pago» en
su «débil», «inferior» e «imperfecto» corazón. De la misma manera a
como, en su terapia de la depresión, le hace experimentar Dios a
Moisés la visión del zarzal, (Ex. 3,4). Delante de Dios él puede quitarse
sus zapatos y mostrarse desnudo y descubierto, ya que está sobre tierra
de Dios, donde no cuenta la auto-deformante fijación a la perfección
sino, sobre todo, el hecho de que Dios nos valora a cada uno de no
sotros.
El consejero espiritual se sabe invitado de forma incondicional en
la casa de la gracia de Dios, a pesar de todos sus males; es a partir de
esta realidad de fe de la que hay que preguntar qué es lo que tiene que
perseguir para seguir alentando su aptitud referente al acercamiento y
acompañamiento.
Ha de recordarse, otra vez, al «mesías herido» que renuncia a que
rer curar todas sus heridas de una vez, sino que cada vez se propone
pacientemente sólo una de ellas para estar así, en todo momento, dis
ponible para quien busca ayuda. ¿Podrá curar él alguna vez sus heridas
totalmente? Difícilmente, pero esto la convertiría al mismo tiempo en
inapropiado como consejero espiritual: perfecto de manera absoluta,
ileso, rebosante de salud y capacitación. Evidentemente se exige un
movimiento doble característico. Por una parte se trata de atender pa
Curso/
organización
Orientación personal
Procedimientos (5)
de
acompañamiento Orientación de praxis (supervisión)
de la dirección del seminario
-v 199. El catedrático Dr. Ehrenfried Schulz, titular por ¡aquel entonces de la cátedra
sobre sociología cristiana y Teología pastoral, fue quien apoyó decisivamente la in
clusión de la psicología pastoral en la oferta educativa de la facultad de Teología.
3 36 PSICOLOGÍA PASTORAL
3. Resultados
4. Experiencias
materias de la Teología práctica. Ver R. Zerfaß, «Zur Organisation des Studiums der
Praktischen Theologie», 65.
209. Ver G. Schmidtchen, «Priester in Deutschland»'^ W. Marhold, entre otros,
«Religion als Bciuf». - W. Heomann, «Die Angst der"TheÖiögen vor der Kirche».
210. Ver W. Herrmann, «Die Angst der Theologen vor der Kirche».
211. Idem.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 341
215. En algunas diócesis se señalan para ello dos años. Ver sobre el perfeccio--
namiento en la segunda fase de formación: HJ. Groß, «Fort-und Weiterbildung von
Seelsorgern».
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 343
Año de formación Año pastoral ler. Año de Servicio 2er. Año de Servicio 3er. Año de Servicio
Orientación comunitaria
; 219. Ver F. Kamphaus, «Die Einführung der Priester in den Gemeindedienst», 47.
- W. Herrmann, «Die Angst der Theologen vor der Kirche». - P. Krusche, «Die Be-
rufsprespektive im Studium der Praktischen Theologie».
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 347
223. Ver F. Schröger. «Der Verfasser des Hebräerbriefes als Schriftausleger», 122
y s; 229. , ■, . ■ . . .
224. Ver E. Drewermann, «Das Markusevangelium», 426.
225. Ver I. Baumgartner, «Helfen zwischen Selbstsucht und Selbstlosigkeit», 21.
226. Bemhard von Clairvaux, «Gotteserfahrung und Weg in die Welt», 73-77.
ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON ELLOS 349
227. H. Stenger, «Der Beitrag der Theologischen Fortbildung zur Identität der
pastoralen Berufe».
228. Idem.
2 2 9 .-E. Mayen muestra experiencia didácticas personales en un curso intensivo
en: «Berufseinführung für Priester und Pastoralassistenten in der Diözese Passau»
(editores), «Berufseinführung — Grundkurs im Glauben (Manuskript)», 13-15.
352 PSICOLOGÍA PASTORAL
ecclesia»230 del joven consejero espiritual que, ojalá que no haya caído
en una peligrosa «total identificación con la Iglesia», sino que corres
ponden lisa y llanamente a los que, en una Iglesia fraternal, pueden
esperar hermanos y hermanas los unos de las otras.
4. Asesoramiento en praxis
1. Fase de orientación.
(1) Aclarar las expectativas de los participantes.
(2) Concretar expectativas.
I. Datos
(1) Cómo se llegó al proyecto/sesión, etc./ prehistoria
(2) ¿Qué ha oído usted de aquella persona?(llamada telefónica,encuentro previo
con personas del «sistema») «Red de relaciones»
(3) Meta del proyecto/sesión/¿conversación?
(4) ¿Cómo fué planeado?/ Planteamiento
(5) Desarrollo:
— ¿Qué ocurrió?
— ¡Ninguna repetición de planteamiento!
— Verbalización ejemplar
— Observaciones: ¿quién calló, dominó, perturbó, etc.?
— ¿Cómo han reaccionado los participantes a los acontecimientos, métodos,
objetivos?
— ¿Cómo finalizó la sesión?
II. Valoración
(1) ¿Qué ha sido de las metas planteadas en un principio?/ Control de objetivos
(2) ¿Cómo de adecuados fueron los métodos introducidos?
(3) ¿Cómo ve usted su propio rol?
(4) Qué ha sentido usted en las diferentes fases del proyecto / de la sesión? (even
tualmente «documentación simultánea» / vivencia subjetiva).
(5) ¿Qué intenciones de intervención tiene usted previstas a continuación?
III. Preguntas a la orientación en praxis / supervisión
¿Qué debe ser discutido preferentemente en la orientación en praxis / super
visión?
2. Fase de información.
(1) Buscar conductas apropiadas y espectaculares orientadas en las
expectativas.
(2) Determinar conductas repetidas, típicas.
(3) Establecer conexiones entre la conducta de los consejeros y la
del sistema formado por los clientes.
3. Fase de ponderación.
(1) Ordenar impresiones.
(2) Resumir puntos no aclarados, «críticos».
(3) Eventualmente, concretarlos en la pizarra, panel o similares.
(4) Examinar en qué plano reside, principalmente, el problema (or
ganización del tabajo, roles, auto-exigencia, sistema de valores
personal, personalidad.)
4. Fase de indicaciones
(1) Resituar las impresiones en el objetivo de observación.
(2) Dar indicaciones, lo que se considera como especialmente in
teresante para el transcurso del proyecto a partir de las inter
venciones tenidas.
(3) Abordar las estrategias y criterios de los participantes que, si
es necesario, serían cambiables.
(4) Evetualmente, formular, conjuntamente con las personas su
pervisadas, una nueva iniciativa de aprendizaje.
5. Fase de control.
(1) Aclarar lo que la persona supervisada quiere hacer con su ini
ciativa de aprendizaje. Dar tiempo.
(2) Desarrollar la concreción de ello con esa persona.
(3) Comprobar las posibilidades de realización en juego de roles.
(4) Llevar a cabo modificaciones a partir de las experiencias en el
juego.
6. Conclusión.
La reunión del asesoramiento en praxis/supervisión termina cuando
la persona supervisada tiene la impresión de ser operativa.
1. Ver ai respecto, entre otros:. R. Zerfaß, «Wenn Gott aufscheint in unseren Ta
gen» - Idem, «Kirchliche..Praxis ttift-lHorizont der Gottesherrschaft oder der Soibst-
vollzug der Kirche in Wort, Sakrament und sozialem Dienst». - Idem. «Organisierte
Caritas als Herausforderung an eine nachkonziliare Theologie».
:ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 363
Bagaje
biológico
del ser
humano
Aclaración:
Trazos densos = inconsciente dinámico .
Trazos amplios = inconsciente descriptivo
Superficies sin rayar = consciente
20. S. Freud, «Das Ich und das Es», en: «Gesammelte Werke», Tomo XIII, 237
289.
2L En la concepción de Freud se pueden diferenciar dos modelos tópicos. En el
primero (1900), Freud delimita entre sí tres sistemas del aparato psíquico: inconsciente,
preconsciente y consciente. En el segundo modelo del año 1923, se trata de la doctrina
de las instancias aquí referida. Ver al respecto también: J. Schwermer, «Den Menschen
verstehen», 55-57. El gráfico de W. J. Schramls intenta unir ambos modelos.
22. W. J. Schrami, «Einführung m* die Tiefenpsychologie für Pädagogen und*So-
zialpädagogen», 110. Las superficies rayadas reproducen diferentes grados de incons
ciencia.
378 PSICOLOGÍA PASTORAL
32. A. Freud, «Das Ich und die Abwehrmechanismen». - ver también, sobre la
siguiente visión general de los mecanismos de resistencia: P.G. Zimbardo, «Psycho»
logie», 411.
33. Ver L. Pongratz, «Hauptströmungen der Tiefenpsychologie», 30 y s.
34. Idem, 33.
382 PSICOLOGÍA PASTORAL
(5) Aislamiento
Este concepto significa el distanciamiento de una idea, un pensa
miento, un comportamiento o de un afecto respecto a su contexto,
respecto a sus relaciones asociativas.35 En el marco de la neurosis es
especialmente significativo el aislamiento de afectos y significaciones
que se separan de las experiencias traumáticas del pasado de las que
forman parte.
(10) Negación
A través de la negativa a percibir la realidad que desagrada, la
persona se protege frente a los deseos instintivos inaceptables. «Fre
cuentemente la negación se refiere a los objetos referenciales de la
primera infancia. Desilusión, rabia, ira respecto a los padres y educa
dores se niegan a través del convencimiento de que siempre intentaron
hacerlo bien».37
(11) Racionalización
Significa la justificación intelectual de un comportamiento que se
siente como prohibido. Los motivos no confesables se sustituyen aquí
mediante argumentaciones permitidas pero, al mismo tiempo, inade
cuadas. Según Pongratz,38 también la religión, la moral, las ideologías
y la filosofía pueden ser «fuentes de racionalizaciones» con lo que,
por ejemplo, los impulsos agresivos y destructivos se dejarían reacuñar
y vivir.
(12) Regresión
Con ello se hace referencia a la recaída en las formas anteriores
de la vivencia debido a una pesada carga. Así, en relación al naci
miento de un nuevo hermano/a, no es raro observar en niños una re
gresión en forma de incontinencia, chupar el pulgar, morder la uñas,
entre otras. Las personas adultas «realizan la regresión», por ejemplo,
en comportamientos obstinados o de adicción.
(13) Compensación
Este mecanismo de resistencia, citado sobre todo por Alfred Adler,
consiste en el intento del Yo de igualar debilidades reales o imaginarios
a través de rendimientos y esfuerzos especiales.
(14) Sublimación
Para Freud resulta claro que a la energía instintiva reprimida no
sólo debería esperarle el destino de un cuadro sintomático neurótico.
Podría transformarse también en una valiosa actividad social y cultural.
Al respecto escribe: «Nosotros conocemos un procedimiento muy
apropiado para el desarrollo, la así llamada sublimación, mediante la
cual, la energía de los deseos infantiles no se bloquean (como en la
represión: Baumgartner ), sino que queda aprovechable en la medida
en la que a cada emoción se le hace corresponder un objetivo más alto
(eventualmente ya no sexual), en vez del objetivo inútil. Precisamente,
los componentes de la pulsión sexual se distinguen especialmente por
esa capacidad de sublimación de cambiar su objetivo sexual por otro
más remoto y socialmente más valorado. Seguramente debemos a las
aportaciones de energía así obtenidas los éxitos culturales más altos».39
La teoría de la sublimación ha sido criticada de diversas maneras:
¿Deben ser la religión, el arte, la ciencia, el trabajo, sólo sublimación
de energía instintiva y no elaboraciones autónomas del espíritu? Pre
cisamente aquí, en un aspecto parcial de su doctrina de la personalidad,
resulta claro cómo también Freud tuvo que provocar una oposición por
Sociedad y cultura
Castigo
Conciencia
flicto de Edipo, así como la interiorización son vistas por Freud como
importantes estaciones de la socialización. En el lenguaje del psicoa
nálisis, el niño realiza una «renuncia a la pulsión» y acepta exigencias
culturales. Las normas de comportamiento oportunas y recompensadas
sobreviven en el Super-yo como ideal del Yo; las inoportunas y cas
tigadas como «conciencia de miedo y culpa». A la educación le co
rresponde un papel decisivo en la formación de un apropiado Super-
yo, es decir, no demasiado estricto pero tampoco demasiado débil.
La doctrina psicoanalítica del desarrollo58 está determinada por el
principio de la procedencia; lo que uno es hoy. lo ha sido ayer. A raíz
de ello resulta comprensible por qué es tan importante en la terapia
psicoanalítica, en el caso de una dolencia psíquica, el camino hacia
atrás, mediante evocación y análisis biográficos.
62. En los últimos tiempos ha sido sobre todo D. E. Zimmer, quien ha atacado al
psicoanálisis por su término del inconsciente que, propiamente, no aclararía nada. D.
E. Zimmer, «Tiefenschwindel».
63. S. Freud. «Gesammelte Werke», Bd. IX.
64. Idem, Bd. X.
65. Idem, Bd. XII.
. 66. Idem, Bd. XIV.
67. Idem, Bd. XIV.
68. Idem, Bd. XIV.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 391
Super-yo
Resistencia Trabajo del Elaboración
Censura sueño secundaria
Condensación —
Contenido latente Contenido
del sueño . Desplazamiento - manifiesto
(impulsos) del sueño
Simbolización —
agudeza antropológica, ya que @1 ser humano es así desprovisto de los atributos que
le hacen sujeto de una decisión».
110. citado según J. Rattner, «Tiefenpsychologie und Religion», 17.
*111. Esta comparación de religiones la plantea Freud, entre otras, en la obra: «Der
Mann Moses und.die monotheistische Religion», (1939), «Gesammelte Werke», Toniq.:
XVi. \ ^ -'
112. S. Freud, «Gesammelte Werke», Tomo IX, 188.
408 PSICOLOGÍA PASTORAL
122. S. Freud / O. Pfister, «Briefe 1909-1939», 13. - ver también: H. Wahl, «The
rapeutische Seelsorge als Programm und Praxis», 419.
123. S. Freud, «Gesammelte Werke», Tomo XIV, 293. .
124. AAS. 1953, 278-286; 1958, 268-282.
125. G. Griesl, «Psychoanalyse und beratende Seelsorge», 109.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 4 1 1
5. Pastoral psicoanalítica
El valor del psicoanálisis para la pastoral consiste, sin duda en gran
medida, en las propuestas totalmente prácticas para el consejo y acom
pañamiento en la pastoral así como para el conjunto de la configura
137. Ver sobré iá relación imagen del padre / imagen de'DióS'y sobre el desarrollo
de la imagen de Dios: B. Grom, «Religionspádagogische Psychologie des Kleinkind
, Schul- und Jugendalters», 343-359.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 4 15
Transferencia y contratransferencia
Comprobación
\ Formación de teoría
teórica psicológica a través de la
historia y de la
sociología
1. El condicionamiento clásico
El psicólogo ruso I. P. Pawlow (1849-1936)160 quiso determinar la
cantidad y distribución temporal de la secreción de saliva en los perros.
Descubrió, más bien por casualidad, que sus animales de ensayo no
162. M. C. Jones, «A laboratory study of fear: The case of Peter». - ver también:
L. J. Pongratz. «Lehrbuch der Klinischen Psychologie», 295 y s.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 4 2 7
males necesitaban cada vez menos intentos para salir de la jaula. Fi
nalmente habían aprendido mediante «ensayo y error» (trial and error)
a abrir la puerta inmediatamente, tan pronto se les encerraba.
A partir de ese tipo de observaciones experimentales con animales,
Thomdike concibió en 1913 la así llamada «ley-efecto». Se habla tam
bién de «aprendizaje en el éxito», o del «condicionar instrumental».
Según su teoría, los animales aprenden que, bajo determinadas cir
cunstancias (estímulos), hay determinadas acciones (instrumentos) que
resultan exitosas («efectivas») para la obtención de un fin. La ley del
efecto afirma, por lo tanto que: la relación entre estímulo (S) y reacción
(R) se refuerza cuando esta reacción ha conducido a un estado satis
factorio para el organismo. Expresado de otra manera: aquellas formas
de comportamiento que fueron efectivas se mantienen. Lo contrario,
que formas de comportamiento sancionadas resultarán cada vez más
marginadas no puede, sin embargo, concluirse así sin más. Un gran
número de experimentos sobre el aprendizaje han mostrado que la
sanción puede, ciertamente, suprimir la realización de una acción, pero
que no liquida en ningún caso el repertorio inadecuado de acciones.
En la comparación del condicionamiento clásico e instrumental165
resaltan diferencias significativas. El condicionamiento clásico explica,
en primer lugar, el aprendizaje de los estímulos y señales nuevos con
los que se convocan reacciones reflejas desde el organismo. Las reac
ciones en sí no se aprenden especialmente, ya están presentes; simple
mente se relacionan con nuevos desencadenantes. El organismo apa
rece ,en definitiva, como un sistema bastante pasivo que libera
determinadas reacciones de manere refleja. Es diferente en el condi
cionamiento instrumental: en este caso, la actividad del organismo se
pone más fuertemente de relieve. Según esta interpretación, el orga
nismo muestra un gran número de formas de comportamiento de entre
las cuales algunas conducen al éxito mediante ensayo y error; éstas se
perfeccionan y mantienen; otras, las menos exitosas, se eliminan. El
condicionamiento instrumental ve así en el organismo que aprende, la
capacidad de adaptarse activamente al mundo interno y externo me
diante la adquisición y optimización de nuevas formas de comporta
miento.
Con su teoría del condicionamiento operante, B. F. Skinner166 parte
de la idea de un organismo enteramente activo. Centra su atención, en
contraposición al condicionamiento instmmental, no sólo en las reac
a) Reforzamiento positivo
Para él resulta la igualdad esquemática: S | 0 | R | C + | R ^
Quiere decir: a raíz de un comportamiento R se establece una con
secuencia agradable. Debido a ella resulta que, probablemente, la for
ma de comportamiento así reforzada aparecerá en el futuro con mayor
frecuencia, según la ley del efecto.
El reforzamiento positivo ocupa un amplio espacio en la literatura
conductista y pedagógica. Diferencia así, por ejemplo, refuerzos socia
les (elogios, caricias, contacto visual...), refuerzos materiales (regalos,
dulces...), refuerzos por acción (ir al cine, viajes, leer...) y refuerzos
por signos (dinero, puntos notas; que expresan «gráficamente» una
recompensa). Se habla de «refuerzos primarios» cuando a través de
ellos se satisfacen necesidades primarias (comer, calor,...); «refuerzos
secundarios» son, por el contrario, estímulos cuyo significado confir
mador fue adquirido. Se han formulado condiciones bajo las que el
reforzamiento positivo tiene especial éxito en el marco de la terapia y
la educación169. Este es el caso, entre otros, de si el reforzamiento
positivo se diera inmediatamente a raiz de la presencia de una forma
de acción deseada; si satisfaciera una verdadera necesidad y si se re
fuerzan incluso pequeños pasos que indican la dirección de las acti
tudes deseadas. También se necesita, para estabilizar una forma de
comporatmiento ya aprendida, del reforzamiento intermitente, es decir,
ocasional. En esta fase es más adecuado que el «reforzamiento cons
Ofrecimiento Distanciamiénto -
Consecuencias Reforzamiento
aversivas Castigo negativo
C- . Consecuencia: R |(?) Consecuencia: R4
b) Refuerzo negativo
Para él es válida la fórmula: 1R ^.
El refuerzo negativo conduce también, al igual que al positivo, a
una probabilidad elevada de una acción (R). Por lo tanto, no puede
confundirse con el castigo, tal y como a veces sucede. Como refuerzo
negativo han de calificarse las consecuencias de acción que contribu
yen a la conclusión de una situación (í~) experimentada hasta el mo
mento como molesta. Ese tipo de refuerzo negativo se da a modo de
ejemplo, en el caso de ingesta o bien dependencia del alcohol. No
pocas veces, dentro de la fase inicial de la dependencia; se recurre a
la botella debido al estrés y a otras tensiones psíquicas. La ingesta de
alcohol reduce, por lo menos unos instantes, el estado de tensión psí
quica. Desde la psicología del aprendizaje esto tiene como consecuen
cia que en el curso del tiempo se va estableciendo una contingencia
entre la ingesta de alcohol y la reducción de la tensión, que fuerza la
dependencia respecto a la botella. El beber experimenta, de esta forma,
un refuerzo negativo con la consecuencia de que llega a ser un hábito
para la psique y el organismo.
Cierto que el refuerzo negativo «aclara» sólo un aspecto parcial de
la dependencia170. Pero, a partir de esta génesis de la dependencia,
fragmentariamente aclarada, se pueden entender sin dificultad que po
dría ser extraordinariamente difícil el deshabituar al organismo o for
mas de comportamiento que le reportan un cierto alivio de su estado
de tensión, aunque vaya acompañado también de consecuencias auto-
destructivas171.
c) Castigo!extinción
La igualdad relevante aquí es: S I S } O } R | i +R | <t+ | R ^ ,
que quiere decir que: a una conducta o comportamiento R sigue una
consecuencia que da por terminado un estado vivido hasta entonces
como satisfactorio (¿+). Se califica esta sucesión como supresión de la
recompensa, también como extinción (mediante supresión de la recom
pensa). Según la teoría descriptiva del condicionamiento operante, la
supresión de la recompensa lleva a una disminución de la probabilidad
de aparición de la acción referida. De todas formas, ha de tenerse en
cuenta, precisamente en el ámbito pedagógico172, que el efecto de ex
tinción no se produce ni inmediata, ni constantemente. Más bien hay
170. Ver respecto al alcoholismo, entre otros: H. Benesch, «dtv- Wörterbuch zur
klinischen Psychologie», Tomo 1, 69-82. - K. Antons/W. Schulz, «Normales Trinken
und Suchtentwicklung» - H. Harsch, «Hilfe für Alkoholiker und andere Drogenab
hängige». - W. Feuerlein, entre otros, «Alkoholismus». .
171. Ver, II. Benesch, «dtv^ Wörterbuch zur Klinischen Psychologie», Tomo i,
80.
172. Ver P. Innerhofer, «Kleine Psychologie für Eltern», 91-100.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 433
d) Sancionamiento
Se puede expresar de acuerdo con la psicología del aprendizaje, en
la fórmula: S * O * R » C" * R ^ (? )
A raíz de una determinada acción R se establece un estímulo averso
(estímulo de castigo C”). Ciertamente, como consecuencia de este san
cionamiento, la fórmula supone una reducida aparición de esta acción
en el futuro, pero este es el caso sólo si se observa superficialmente.
Desde la psicología del aprendizaje, la problemática del sancionamien
to consiste en que las formas de comportamiento sancionadas son sim
plemente contenidas (a corto plazo), y que en su lugar no se crea
ningún repertorio alternativo de conductas deseables. Así se llega a
que la actitud no deseada pueda aparecer otra vez relativamente rápido,
tras la supresión o ausencia del sancionamiento.
El castigo como medio educativo origina, además, una serie de
desfavorables efectos colaterales:
. — puede adoptar, precisamente en el caso de niños abandonados,
el efecto del reforzamiento positivo («Ahora por fin he conse-
434 PSICOLOGÍA PASTORAL
(3) Expectativas
Se trata aquí de aquellas hipótesis personales que tienen por objeto
los efectos sobre determinados conjuntos de estímulos y sobre el pro
pio modo de hacer. Toda persona dispone de ese tipo de ideas subje
tivas del carácter «si,... entonces». Si el sujeto no recibe nuevas infor
maciones en una situación, entonces entran en vigor, sin límite, las
estructuras de expectativas ya aprendidas antes de la situación. El su
jeto elige, entonces, aquellas acciones que le prometen el mayor éxito.
Esto es especialmente evidente en el caso de personas neuróticas. Tal
y como se expuso en relación a la depresión, las expectativas irreales
juegan un gran papel en sus vivencias.
La persona depresiva espera el cariño y reconocimiento de los de
más, renuncindo a los propios deseos y a su propia voluntad. Pero, al
mismo tiempo, su tendencia al retraimiento social le impide sacar las
correctas conclusiones a partir de las expectativas frustradas, de manera
que se fijan sus inadecuadas estructuras de expectativas. Con el con
cepto de la expectativa, la teoría cognitiva del aprendizaje de Mischel
pone especialmente de manifiesto que todos nosotros revestimos con
determinadas hipótesis lo que percibimos, en el sentido de lo que po
dría ocurrir para nosotros. Nos proporcionamos profecías y hacemos
todo lo posible para que se cumplan (profecías que se cumplen por sí
mismas). Pero como ya se ha mencionado, también se ofrece aquí un
punto de partida terapéutico. En la «terapia cognitiva del comporta
2. Distintos procedimientos
Hellmuth Benesch194, en su resumen de los procedimientos con-
ductistas, diferencia no menos de 45 técnicas. Así, se habla, por ejem
plo, entre otros, del tratamiento in-vivo, del training emocional, del
training de auto-instrucción, del training de seguridad en sí mismo, de
la terapia de la aversión, del dejar de pensar, de la terapia del programa,
de la desestructuración sistemática cognitiva, etc. El campo de las di
ferentes formas de proceder está extraordinariamente diferenciado. A
continuación se esbozan brevemente, a modo de ejemplo, algunas téc
nicas:
(1) Análisis de la conducta
Su objetivo es el diagnóstico de aquellas condiciones que regulan
la conducta-problema de un paciente. Por lo general, precede a la pro
pia técnica terapéutica, o bien, se da de forma paralela al proceso de
la terapia. Tomando como referencia la igualdad de Kanfer para los
comportamientos, Schulte195 presentó un esquema para el diagnóstico
bro, sino con el último. Con este método se indujo así a niños muy
retardados, por ejemplo, a comer por ellos mismos, a vestirse, a ba
ñarse, a ir al baño, a hacer compras. Sucesivamente, como condición
previa a cada recompensa (dulces, etc.) se ponen nuevas formas de
comportamiento200.
«Prompting»201 quiere decir que el terapeuta o educador interviene
siempre con ayuda directa cuando el cliente o el niño, durante el ejer
cicio, está a punto de cometer un fallo, experimentar un fracaso o
perder el ánimo. Con ello aumenta la posibilidad del refuerzo positivo,
la motivación para el aprendizaje crece con el éxito.
«Fading» representa, en cierto sentido, lo contrario respecto al
Prompting: se entiende por ello, que el terapeuta o educador van dis
minuyendo, de forma sucesiva, sus intervenciones. Es importante que
éste mantenerse al margen se dé de forma flexible y que se recurra a
la ayuda, otra vez, en el caso de un fracaso incipiente.
(7) Auto-instrucciones209
Ya en los procedimientos de auto-control se presta una gran aten
ción a los «refuerzos verbales y simbólicos a uno mismo»210 como:
«¡lo he hecho bien!», «¡estuvo fantástico!» y otras expresiones posi
tivas. Deben aparecer en el lugar de la auto-crítica verbal y del auto
castigo, tan frecuentes entre los clientes. En los últimos años, la terapia
conductista cognitiva211 centra cada vez más su interés en las modifi
caciones del «discurso interno consigo mismo» de los clientes. Prác
ticamente, no hay ningún ámbito de la praxis terapéutica conductista
1. Objetivismo
Con ello se hace referencia al ideal de ciencia behaviorista. Según.
esta interpretación, la psicología tiene que ver con cosas tangibles,
perceptibles por los sentidos, observables y medibles, en el sentido de
cosas «objetivas», y sólo con ellas. Conceptos como «alma» o «con
ciencia» se rechazan como objeto de estudio de la investigación psi
cológica. Watson defiende el criterio de que todos los procesos psí
quicos se reducirían a movimientos musculares y secreciones
glandulares, en definitiva, a procesos físicos y químicos.
Un «espasmódico muscularismo» de ese tipo, tal y como apuntaban
irónicamente los críticos, no es, entonces, la invención de Watson, sino
que en la historia de la filosofía tiene muchos precedentes. Watson se
sitúa aquí dentro de un monismo materialista. La eterna controversia
en el marco de la historia de la filosofía sobre qué relación existe entre
alma y cuerpo, si interaccionan y cómo lo hacen entre ellos, es res
pondida por este monismo rechazando totalmente\la existencia de un
alma y explicando toda la realidad como absolutamente corporal. De-
mócrito y Lamettrie, por ejemplo, han de incluirse dentro de este mo
nismo materialista220. El reavivamiento de esta cuestión con el beha-
221. Idem, 69
222. B. F. Skinner, citado según: M.J. Mahoney: «Kognitive Verhaitenstherapie»,
25. .... ~
223. Idem, 25. .
224. Ver B. F. Skinner, «Wissenschaft und menschliches Verhalten».
225. H. J. Eysenck. «Neue Wege der Psychotherapie», 235.
4 52 PSICOLOGÍA PASTORAL
2. Mecanismo
3. Operacionalismo
1. Esbozo biográfico
255. C. Rogers, citado según: E. Zundel, «Die Kiüít des Vertravens», ¿Q,
256. Idem, 49.
257. Idem, 50.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 469
ello, confiar en las propias fuerzas de desarrollo del niño), así como
la definición de Rank de la relación terapéutica como un entorno im
pulsador del crecimiento.
Como experiencia terapéutica clave, así lo cuenta él, fue el caso
de una mujer, madre de un niño mongólico a la que en muchas con
versaciones intentaba hacer comprender inútilmente que su hijo tenía
pocas posibilidades de formación y que, a la larga, estaría mejor in
ternado. Cuando quiso dar por finalizados los coloquios porque, pro
piamente, no quedaba nada más por asesorar, le preguntó repentina
mente la mujer: «¿Orienta usted también a los adultos?». Cuando
Rogers respondió afirmativamente dio comienzo un coloquio fructífero
y real. Toda la miseria de su matrimonio y de su vida insatisfecha
quedó al descubierto. Constituyó su primera «terapia por la conver
sación», totalmente exitosa. Él experimentó aquí que podría ser de
ayuda en la medida en la que estaba receptivo más allá del problema
de orientación estrictamente diagnosticado; en la medida en la que
cedía a la mujer, ampliamente, el sentido y la dirección del coloquio
y renunciaba a su considerado rol de experto.
A continuación (1939-1963) trabajó como profesor en las univer
sidades de Ohio, Chicago y Wisconsin, mientras tanto, llegó a ser
también un escritor no convencional y de éxito. En 1942 formuló en
«Counseling and Psychotherapie»258 sus ideas básicas sobre la relación
de asesoramiento: en el centro se sitúa el cliente. Sus sentimientos son
más importantes que los conocimientos abstractos, lo presente más
importante que el pasado, su crecimiento y madurez como ser humano
completo es más importante que un problema aislado. Ante todo, el
cliente tiene el derecho de elegir por sí mismo sus objetivos de vida
y los caminos hacia ellos, y puede hacerlo cuando ,en cierta medida,
ha llegado a sí mismo.
En 1951 aparece «Clientcentered Therapy»259. Concentrándose en
el mundo de los sentimientos del cliente se profundiza y concreta así
el principio de la «no-direccionalidad» terapéutica. La terapia por la
conversación centrada en el cliente recibe como base teórica la teoría
del «concepto de sí mismo». En este término, Rogers intenta explicar
lo que debe provocar su teoría en la personalidad del cliente: una nueva
forma de verse a sí mismo, sus objetivos de vida y de la relación con
sus semejantes.
En los años 1957-62 llega a una diferenciación de las actitudes
terapéuticas básicas. Sobre el trasfondo de análisis empíricos, Rogers
define un gran número de protocolos en cinta magnetofónica a partir
de sesiones terapéuticas donde se tratan las condiciones necesarias y
268. Ver J. Howe / W.-R. Minsei, «Gesprächspsychottierapie., Die Kraft des Gu
ten», 312 y ss. - F.-G. Pavel, «Die Entwicklung der Klientenzentrierten Gesprächspsy
chotherapie».
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 473
1. Premisas humanistas
Sin duda, con todo ello Rogers defiende una imagen del ser hu
mano, si bien no eufórica, si extraordinariamente optimista. En su an
tropología se encuentran claramente elementos esenciales a partir de
lo que está hecho el sueño americano: respeto por la persona, tolerancia
y aceptación de las diferencias, confianza en la capacidad de los demás,
responsabilidad del comportamiento propio y la inquebrantable fe en
las potencialidades del individuo274. ,
Según la interpretación de Barrett-Lenhard275 existe un paralelismo
contemporáneo ente la imagen del ser humano, tal y como la dibuja
Cari Rogers, y la política del New Deal, tal y como ftie llevada a cabo
por el presidente Roosevelt a partir de 1933 en los EE.UU. «Roosevelet
creía en el ser humano y quería que ellos también creyeran en sí mis
mos. En definitiva estaba convencido de la razón y carácter construc
tivo del ser humano»276. Resumiendo, Barrett-Lenhard llega a la con
clusión: «Los paralelismos personales entre Rogers y Roosevelt; así
como el clima que Roosevelt creó “ responsiv” . son de tanta impor
tancia que hicieron posible la formación de conceptos y el desarrollo
inicial de la psicoterapia centrada en el cliente»27“.
De todas formas, para la «posterior» psicoterapia centrada en el
cliente y su antropología, no parece ya tan firme esa coincidencia con
el clima político. Rogers criticó muy claramente los excesos inhumanos
Tao, (Buber, 1957). Yo acepto que mis esfuerzos en tomo al ser hu
mano iban cada vez más dirigidos a liberar “ su naturaleza y su des
tino” »280. «Liberar la naturaleza y el destino» de los seres humanos,
este principio de acción recorre inequívocamente su concepción ma-
yéutica de la psicoterapia, él se sabe en consonancia con la imagen
«dialogante» del ser humano del filósofo de la religión judía281.
Rogers estaba convencido de que los elementos esenciales de esta
imagen del ser humano se preservarían dentro de esa nueva corriente
de la psicología en la que se incluía dentro de la psicología humanista.
Preguntado por las tendencias dentro de las que habría surgido su fi
losofía, dijo: «Me cuesta etiquetarla con unas tendencias determinadas,
pero la asocio con adjetivos como fenomenologico, existencial y cen
trada en la persona; con conceptos como auto-actualización, desarrollo;
con personalidades (en los EE.UU.) como Gordon Allport, Abraham
Maslow, Rollo May»282.
La psicología humanista se formó en 1962 con la constitución de
la «Association for Humanistic Psychology» y tenía como meta el
constituir un contrapeso a los conceptos psicológicos entonces predo
minantes. Abraham Maslow, Cari Rogers, Charlotte Bühler, entre
otros, entendieron su unión como «tercera fuerza» frente a las escuelas
de la psicología profunda y behavioristas. El primer presidente de la
sociedad, J. Bugenthal, expresa el combativo programa así: «Nosotros,
los psicólogos humanistas, sentimos ser psicólogos si la psicología
consiste en considerar al ser humano como una cobaya más grande o
una computadora más lenta»283.
Se pide el fin de la hasta entonces praxis científica dentro de la
psicología, donde con interminables recogidas de datos y hechos ais
lados se esclarecerían, sólo escasamente, aspectos particulares, casi
siempre banales, de la conducta humana y animal. En vez de ello se
trataría de ver al ser humano como un todo, sobre todo también en sus
impulsos más profundos y elevados. Esa crítica se dirige especialmente
contra el behaviorismo, tal y como predominaba entre los psicólogos
del aprendizaje. Al psicoanálisis se le reprocha que conciba al ser hu
mano como un ser, en definitiva, irracional que estaría irrevocable
mente a merced de su pasado, de sus pulsiones y de su inconsciente.
Los psicólogos humanistas, al frente de todos Cari Rogers, abogan,
en vez de ello, por una visión integral del ser huamno. Sobre todo, sus
2. La realidad subjetiva
Con ella se centra la atención en un punto de vista decisivo del
concepto de sí mismo tal y como lo desarrolla Rogers, en concreto: la
realidad relevante para la vida psíquica de una persona no es el mundo
de los hechos objetivos, sino la realidad que se percibe subjetivamente.
Dicho de otra manera: lo que nos mueve no es la realidad en sí, sino
la imagen que nos hacemos de ella y de nosotros mismos, la signifi
cación que nosotros damos a todo294.
306. Idem.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 489
2. Autenticidad
(3) Transparencia
Este aspecto alude a la pregunta de en qué medida puede el tera
peuta, dentro de la terapia, mostrar sus sentimientos. Rogers / Truax311
describen la siguiente situación crítica: «Cuando experimento que me
siento aburrido en los contactos con este cliente y que este sentimiento
se prolonga, entonces creo que le debo a él y a nuestra relación el
hacerle partícipe de este sentimiento. Lo mismo sería si tuviera miedo
de un cliente, o si mi atención está tan concentrada en mis propios
problemas que casi no puedo escuchar atentamente». Una expresión
«trasparente» de ese tipo por parte del terapeuta sólo tiene sentido
terapéuticamente si conduce a ambos, a cliente y terapeuta, a una vi
vencia más profunda; es decir, si ambos se lanzan a la búsqueda de lo
que «aburre» al terapeuta y por qué. La respuesta para ello es total
mente abierta. Puede ser que el cliente le recuerde una situación o
persona al terapeuta que le producía aburrimiento, también puede ser
que el cliente hable sin interés interior, que se distancie de manera que
su problema propiamente no se expresa en absoluto. El terapeuta al
canza con su interverrción una explicación de la fase crítica o pertur
bada dentro de la relación entre terapeuta y cliente.
Pese a toda «transparencia» del terapeuta, hay algo que no debería
olvidarse. No se trata de sus problemas, en la terapia, de sus aburri
mientos, miedos, vivencias, sino de los del cliente. Por lo mismo, con
transparencia no se quiere decir que el terapeuta tematice todo lo que
experimenta y vive en él. Tiene que sopesar si lo que en el momento
está viviendo es tan significativo para la relación con el cliente que
debe abordarlo.
«La forma de trato con los demás calificada como em pática tiene
diferentes lados. Empatia significa entrar en el privado mundo percep
tivo del otro y llegar a conocerlo por completo. Implica, en todo m o
mento tener un sexto sentido para los cambios en las consideraciones
de esa otra persona, para el temor, la rabia, afectuosidad, confusión o
lo que pueda sentir vivencialmente. Empatia significa vivir temporal-
319. Citado según: H. Sténger, «Verwirklichung unter d'en Augen Gottes», 136.
320. J. Schwermer. «Psychologische Hilfen für das Seelsorgegespräch», 15.
498 PSICOLOGÍA PASTORAL
323. En uno de los «ejemplos de pastoral acertado», recopilados por H.v.d. Geest,
se expresa muy bien esta bipolaridad de quien ayuda. El diálogo terapéutico y el
mundo de vivencias interior del pastor se desvelan de forma ejemplar en el acta de
conversación «Ein Herzinfarkt-behutsamer Umgang». Ver H.v.d. Geest. «Unter vier
Augen», 39-45.
324. H. Lemke, «Verkündigung in der annehmenden-Seelsorge», se ocupa espe
cialmente de la anunciación en la pastoral de signo terapéutico conversacional.
325. Carkhuff, citado según: R. Tausch, «Gesprächspsychotherapie». 296.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 501
338. Diferentes autores citan los siguientes ámbitos de perturbación donde la te
rapia por la conversación puede aplicarse con ejectos positivos:.
— inseguridad general.
— trastornos psicosomàtico.
— miedos generalizados.
— dificultades en el contacto social.
— dificultades sexuales.
— dificultades en el oficio.
— problemas familiares.
Se desaconseja expresamente o bien se hace alusión a la limitada idoneidad úni
camente para personas en:.
— psicosis.
— depresiones endógenas.
— fuerte drogadicción.
— alcoholismo crónico.
Ver H. Benesch, «dtv.-Wòrterbuch zur Klinischen Psychologie», Tomo 1, 236.
508 PSICOLOGÍA PASTORAL
1. Características
378. K. Rahner, en: P.M. Zulehnen «Denn du kommst unserem Tun mit deiner
Gnade zuvor...». 41.
522 PSICOLOGÍA PASTORAL
4. Perfil teológico-pastoral
El intento, calificado por Hiltner como «pastoral counseling», de
desarrollar una forma específica de pastoral orientadora a partir del
diálogo con la psicoterapia dialogada se facilita, según las reflexiones
El ser humano
en la visión de la antropología en la visión de
teológica Cari R. Rogers
Estado El ser humano es al mismo tiempo creación El ser humano es, básicamen
primigenio/ e imagen y semejanza/compañero de Dios y te, por naturaleza, constructi
naturaleza como tal bueno, consructivo y social; es de vo, social y responsable res
(organismo) cir, que el ser humano ha sido provisto por pecto al mundo.
Dios con la capacidad para una relación sa
tisfactoria con Dios, consigo mismo (con su
cuerpo, su alma y su espírim), con el pró
jimo (la familia de origen, los distintos gru
pos, encuentros individuales, etc.) y con la
creación (el mundo material, la naturaleza
las estructuras de ordenamiento, las leyes de
vida biológicas y psicosociales).
Redención/ La aceptación del ser humano por parte de A través de la aceptación, del
autoencuentro Dios en ei suceso de Cristo, sobre todo per calor emocional y de la au
ceptible en la relación interpersonal, se da a tenticidad. se garantiza la po
través de la aceptación, el amor y la vera sibilidad de auto-actualiza
cidad. Es decir, a través del hecho amoroso ción por medio de la relación
de Dios, de su encamación en Jesucristo, su con el interiocutor.
cercanía con nosotros en el más extremo
abandono de Dios como el sufrimiento de
la muerte y de su resurrección y de cómo a
través de la ascensión se ha vuelto a resta
blecer nuestra relación con Dios que había
sido destruida a través del pecado.
Nuevo ser/ El ser humano, a través de Cristo encuentra El ser humano encuentra el
autocongruencia una nueva relación con Dios, consigo mis camino de vuelta a un sí mis
mo y con el prójimo. A partir de la recu mo constructivo y hacia sus
perada unión con Dios, consigue libertad semejantes. Recupera libertad
respecto a las violencias que le humillan y respecto a las violencias so
asume responsabilidad respecto a su mundo, ciales y asume responsabili
a Dios y a la creación. dad frente al mundo.
Ser en el estar/ El ser humano redimido por Cristo vive en La autoactualización iniciada
proceso adelante en la tentación de la esperanza. La en el desarrollo de la conver
culminación y cumplimiento de la relación sación queda en un proceso
de salvación con Dios, del ser humano con hacia la autocongruencia.
sigo mismo y con los prójimos, desde el
punto de vista escatológico queda aún in
conclusa, sin embargo estamos llamados a
colaborar con la gracia de Dios a la salva
ción de la relación.
lin). Otros se contentan con dos o tres formas principales como terapia
analítica, estructural, estratégica para familias408 o conceptos «más bien
teóricos de la comunicación» y «orientados más psicodinámicamen-
te»409. Nosotros nos limitamos a una incursión en la terapia familiar y
elegimos para ello elementos de la terapia de pareja, en parte de orien
tación psicoanalítica, (Mander, Willi, richter) y de la terapia «psico
dinàmica» para familias, (Richter, Stierlin).
ción del otro. Pero, precisamente, esta no puede darle el obsesivo de
bido a su propia situación problema. Drewermann matiza así el prin
cipio de la colusión dramáticamente (principio que en Willi no aparece,
de ninguna manera, como insolucionable), en la medida en la que en
el caso de colusión diagnostica una incompatibilidad de principio y
con ello una incurabilidad. Además, tampoco tiene en cuenta que ni
los caracteres ni los patrones de relación se dan en cultivos puros. La
relación exclusivamente obsesivo-depresiva se equipara a una ficción.
Con ello su pregunta al derecho matrimonial canónico y a la pastoral
matrimonial de si no se debería conceder para estos matrimonios psí
quicamente «incompatibles», y, por lo tanto habría que concederles la
nulidad de su matrimonio; esta pregunta se basa en un fundamento
psicológicamente no asegurado. La preocupación pastoral por los ma
trimonios con dificultades, a los que alude Drewermannen su pregunta,
no queda con ello, naturalmente, exenta de prioridad.
Una pastoral matrimonial entendida diacónicamente podría, sin
duda, enriquecerse mucho de la praxis de la terapia de pareja. Sus
iniciativas metódicas desarrollan en lo esencial el «go-home-again» del
que hablaba Framo.
423. J. Willi, «Treue heißt auch sich selbst treu bleiben», 24.
424. Ver sobre la interpretación de este cuento, entre otros: C.H. Mailet, «Kennen
Sie Kinder? Wie Kinder denken, handeln und fühlen, aufgezeigt an vier Grimmschen
Märchen», 20-66. - M. Schäfer. «Märchen lösen Lebenskrisen». 27-42.
425. Ver al respecto, entre otros: E. Drewermann / Í. Neuhaus, «Das Mädchen
ohne Hände».
426. K. H. Mandel. «Frieden in der Ehe».
540 PSICOLOGÍA PASTORAL
— ¡Meditamos juntos!»
Pero, sobre todo, enfatiza en considerar el amor como un «regalo
de la gracia»: «Si quiere estar vivo y experimentar una y otra vez las
cimas de la vitalidad, entonces debe profundizarse el amor hacia la
persona individual de la pareja. Ha de entenderse como resultado por
alcanzar una y otra vez de nuevo un resultado, nunca asegurado, de
los esfuerzos psíquicos y espirituales de ambos componentes de la
pareja, como fruto del trabajo, pero en definitiva también como un
regalo de la gracia»430. En realidad estas son las sorprendentes frases
de un psicoterapeuta que, con sus libros, daba a veces la impresión de
que el amor entre los miembros del matrimonio podría estalecerse úni
ca y exclusivamente a través de una mejora en la comunicación431.
1. Roles familiares
Horst Eberhard Richter ha elaborado en sus libros «Eltem, Kind,
Neurose» (1963) y «Patient Familie» (1970), una tipología de roles
familiares en la que en un primer plano se sitúa sobre todo, la adju
433. Idem, 31 b
434. Idem, 31b.
435. I. Rücker-Embden-Jonasch, «Familientherapie», 290.
5 44 PSICOLOGÍA PASTORAL
2. Neurosis familiares
(3) Delegación
Aquí, las fuerzas centrípetas y centrífugas actúan por igual. Dentro
del modo de interacción de la delegación familiar, el hijo está por una
parte intensamente unido a los padres (fuerzas centrípetas), por otro
lado se le asigna un cometido patemo-matemal (fuerzas centrífugas),
con el fin de salir *al encuentro y contentar al padre y a la madre en
sus planos del Ello, el Yo o el Super-yo. Como impulsos para esta
misión inconsciente del hijo se consideran sobre todo los desengaños
y las ocasiones desaprovechadas en el proyecto de la vida de los pa
dres. Por ello, el modo de delegación no aparece de ninguna forma
como debilidades del Yo, sino como «capacidad totalmente positiva,
puede que como capacidad de sacrificio del delegado para con su fa
milia»451. El descarga a la familia de miedo, culpa o sentimientos de
vergüenza y posibilita, según las circunstancias, de esta forma lá su
pervivencia del conjunto de la familia o de uno de los padres. Así, los
jóvenes delegados, en la medida en la que «suministran problemas»
en casa, protegen a su madre anclada en su papel de madre, frente a
la «depresión del nido vacío»; anulan el miedo de los padres frente a
la opinión de haberse convertido en extraños el uno para el otro, y
«revitalizan» a los padres, que sienten su potencial de vida en «vías
de disminución»452.
Claro que, según Stierlin, no se debería pasar por alto el lado cons
tructivo y estructurador de la personalidad que tiene el mecanismo de
delegación. «En la medida en la que nos dejamos delegar, nuestra vida
recobra sentido y dirección, se cimenta en una cadena de obligaciones
que sobretensionan las generaciones. Como delegados de nuestros pa
dres tenemos la posibilidad de demostrar nuestra lealtad e integridad
y de cumplir cometidos que no sólo tienen una directa denotación
personal, sino que también la tienen suprapersonal»453. Educativamente
454. H. Stierlin, «Der liebevolle Kampf zwischen Festhalten und Loslassen», 24.
455. M. Krüll, aporta un ejemplo digno de mención de ese tipo de delegación que
abarca a generaciones, en el libro «Freud un sein Vater». Ella ve la biografía y obra
de Freud centrada en tomo a ios mandatos del padre y del abuelo, a través del reco
nocimiento público y el éxito científico para hacer olvidar la renuncia de ellos al
judaismo practicante y el fracaso de ellos como cabezas de familia.
5 50 PSICOLOGÍA PASTORAL
488. Citado según: D. E. Zimmer, «Für alle ein Preis und ein Dämpfer», 32. - J.
D. Frank / R. Hoehn-Sarie / D. J Steniey / k . L. Lib^rmann / A. R..Stone, «Effective
ingredients of successful Psychotherapie». - J. D. Frank, «Die Heiler».
• 489. Citado según: D. E. Zimmer, «Für alle ein Preis und eni Dämpfer», 32.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÓNICO Y CURATIVO 571
Debería ser vista y entendida por parte del terapeuta en sus potencia
lidades y carencias emocionales, cognitivas y operativas. En el caso
óptimo ambos tendrían que interesarse en igual medida por todos los
planos de la vivencia.
Si se observan las formas de psicoterapia comentadas bajo el pos
tulado de la perspectiva integral de la persona, entonces, no se podrá
poner en tela de juicio que en sus modelos de personalidad e indica
ciones para la praxis se tienen en cuenta, más o menos explícitamente,
los planos citados. En efecto también resultará claro que cada una de
las formas de psicoterapia nombradas actúa con especial énfasis en
uno de los planos correspondientes y se concentra en él. Según esto,
el psicoanálisis habría que verlo como una forma de terapia que se
dedica intensamente, pero no de forma única, al examen (cognición),
es decir, a hacer conscientes, entre otras cosas, las traumatizaciones.
El dominio de la terapia conductista estaría en el plano de la acción,
sin olvidar su giro cognitivo, es decir, en la introducción de nuevos
procesos de aprendizaje mediante ejercicio, reforzamiento y represen
tación del modelo. La psicoterapia por la conversación con su énfasis
en la receptividad empática se podría asignar más fuertemente al plano
de las emociones. La terapia familiar, finalmente, caracterizada como
concepto integrado a partir de las diferentes formas de psicoterapia,
tendría más o menos en cuenta la emociónala cognición y la conducta
y, en ese sentido, ampliaría de tal manera la «totalidad» (integralidad)
que, dentro del modelo terapéutico, no podrían pasarse por alto las
«relaciones de la persona».
De acuerdo con lo anterior, al tratar los cuatro procedimientos de
terapia descritos, no estaríamos ante formas de acercamiento exclu-
yentes éntre sí, más bien se trataría, de una relación complementaria.
Con ello está de acuerdo Ludwig Pongratz490 cuando, refiriéndose al
psicoanálisis, la terapia conductista y la psicoterapia por la conversa
ción, resume: «ellas no se sitúan por casualidad unas junto a las otras,
sino que se entrelazan convenientemente». Por eso aboga a favor de
una forma de proceder «combinada» ya que cada forma de psicoterapia
mostraría su dominio totalmente determinado en vista de la perturba
ción psíquica: la psicología profunda en el tratamiento de los focos de
perturbación, la terapia del comportamiento en el tratamiento de la
sintomatología de la perturbación y la psicoterapia por la conversación
en el tratamiento de la regulación central en el sentido de la actuali
zación del sí mismo.
La complementariedad de las formas de psicoterapia que se perfila
bajo el punto de vista de los planos psíquicos y personales, así como
h Experiencia psicoterapéutica
significa, sobre todo, «una aceptación del otro individuo como persona
independiente, una alta consideración a él, a quien le corresponde el
valor por propio derecho»515. Con ello se pone a la vista, por un lado,
el admitir a la otra persona como ser humano imperfecto y aceptarle
de corazón así con sus debilidades, sentimientos destructivos, depre
siones, acusaciones e ideologías. Como segundo aspecto se añade el
reconocer a la otra persona como una persona individual con un pro
yecto de vida único y un camino de vida (hasta la conclusión de que
yo como orientador o pastor prescindo de tutelarlo, acapararlo o im
ponerle mi concepción de vida). Más bien le manifiesto confianza en
sus posibilidades y fuerzas aún no descubiertas. Una confianza que se
mantiene fielmente en todas las fases de búsqueda del compañero y le
permite a él construir sobre ella, encontrar por sí mismo el propio
camino adecuado para él y poder recorrerlo. A todo ello le sirve de
base la convicción y la experiencia de que uno sólo llega a ser (otra
vez) ser humano y nacer de nuevo para el mundo y para sí mismo sólo
a través de la experiencia de ser mirado por ojos que aman.
517. Ver la historia, narrada por Saicia Landmann y reproducida por E. Drewer
mann, sobre ios tres judíos que discuten sobre quién era el mayor rabino. «“ Mi ra
bino” , declaró el primero, “ ya que curó a una chica enferma” . “ No, mi rabino” ,
afirmó el segundo, “ él multiplicó panes cuando el pueblo moría de hambre” . “ N o” ,
dijo el tercero, “ oid el gran milagro. Un viernes íbanos de Lublín a Lodz, cuando el
tren se metió en una duna de nieve y para cuando las vías pudieron estar libres de
nieve ya era casi el sábado. Ninguna rueda podría moverse. Pero las mujeres se con
gelaban y los niños^gemían de hambre. ¿Qué hizo entonces nuestro rabino? Él rezó
al todopoderoso e Hizo el mayor milagro. Él nos bendijo a: todos nosotros y entonces,
¿qué puedo decir? A la izquierda estaba el Sabbat, y a la derecha estaba el Sabbat,
pero el tren viajó por el medio” ». De: E. Drewermann. «Das Markusevangelium»,
Pane 1, 294.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DIACÒNICO Y CURATIVO 585
3. Deducción teológica-pastoral
519. E. Drewermann, «Wort des Heils, Wort der Heilung», Tomo 1, 116.
«ÉL LES PREGUNTÓ» PASTORAL/CONSEJO DL4CÓNIC0 Y CURATIVO 587
crisis trágicas de la vida, de las que hoy forman parte también las
tragedias de separación, tiene que preguntarse si dice a los seres hu
manos de manera suficiente y clara: ¡Dios está de vuestra parte! ¡Él
se adelanta a lo que hagáis con su misericordia! ¿Obedece realmente
la pastoral, en su praxis, al hecho de dar un «orden de prioridades de
las verdades de la fe», en el que el primer interés de Dios consiste en
mostrar que .nos tiene en sus manos? Él no espera que con antelación
transformemos en perfección nuestra imperfección humana querida por
él, en la medida en la que cumplimos correcta y precisamente todas
las exigencias posibles.
Por ello la primera misión de la pastoral no es exhortar a los seres
humanos a llevar una vida mejor desde el punto de vista moral, que
se corresponda con los preceptos. Tampoco necesita librarles del mal,
lo están ya de una vez para siempre. Lo que tiene que hacer es con
cretar con la praxis de Dios y con ello decirle y dejarle sentir a cada
individuo: «¡Se te puede dar!», esa pastoral se da allí donde una per
sona se lo desea a la otra de corazón y se hace fuerte para poder
arriesgar, como ser humano inmaduro e imperfecto, el camino correcto.
Jorg Zink ha expresado maravillosamente lo que los cristianos pueden
esperar y desear los unos para los otros:
1. Experiencia psicoterapéutica
otros si le insta alguien a recorrer una milla con él. Y una vez que se
está en ello, no se acaba con una: «¡Y si alguno te requiere para acom
pañarle una milla, ve con él dos!» (Mt. 5, 41).
Sobre todo, aparte de esto, toda su persona será atraída en el tor
bellino de miedos y esperanzas de la otra persona, de tal manera que
en el pastor puede ponerse en movimiento, literalmente, «todo». Sólo
aquel que ha encontrado una cierta auto-posición no temerá no ser
apreciado en su justo valor ni perderse a sí mismo si se le confirman
a él tristeza, rabia, ira, dolor y fantasías amorosas. Si se sigue al pastor
S. Pablo, se necesita (para que la otra persona pueda recobrar vida y
salvación) precisamente del esfuerzo que a una persona más puede
atemorizar, dejarse guiar y monopolizar por otro, «ser todo para él»,
sin hundirse uno mismo en ello: «como no dependía de nadie, me he
hecho esclavo de todos, para ganar lo más posible. Para los judíos he
sido un judío para convertirlos; para aquellos sujetos a la ley me he
convertido en uno que está sujeto a la ley, si bien yo no lo estoy, sólo
para ganar o convertir a aquellos que están sujetos a la ley. Para los
sin ley fui, por así decirlo, un sin ley —no como un sin ley frente a
Dios, sino unido a la ley de Cristo— con el fin de ganar a los de sin
ley. Para todos me he convertido en todo, para en cada caso salvar a
algunos. Pero lo hago en aras del evangelio, a fin de participar de su
promesa» (ICo. 9, 19-23).
Según esto la condición previa de la arriesgada empatia es no ser
«dependiente de nadie» y mantenerse en sí. De esta forma será posible
confiar en sí mismo para llegar totalmente al lado de la otra persona,
de manera que ella puede incluir, por así decirlo, a uno en su escenario
tanto de la legalidad como en el de la ilegalidad, de la debilidad como
de la fuerza, de la aflicción como de la neurosis. Psicoanalíticamente
se necesita en una empatia de ese tipo (que se aventura a «dos millas»
y con ello quiere llegar a ser «todo») de la capacidad de resistir las
transferencias y resistencias del otro. El pastor se pone aquí a dispo
sición, en cierto modo, como una superficie de proyección en el que
la otra persona se puede reconocer a sí misma en un espejo. Para la
otra persona significa que ella encuentra en el pastor el permiso para
poder vivirse y disfrutarse así misma hasta llegar a zonas que apare
cerían, hasta entonces, como terreno prohibido para ella. Tan sólo en
la medida en la que el pastor llega a ser «todo» para la persona hu
millada, introduciéndose hasta en su imagen del padre y la madre, sólo
así será capaz de ^indicar un camino desde la ofensa hasta la reconci
liación consigo misma.
Una empatia tal encuentra su argumentación más profunda allí don
de el pastor mismo arriesga dentro la red de transferencias, en la acción
596 PSICOLOGÍA PASTORAL
quién es él: alguien que nos permite poder ser como seres humanos
imperfectos, pecadores. Tan serio es para él este permiso que asume
por ello la muerte.
3. C.G. Jung\ «Gesammelte Werke» (Obras completas), vol 11, pág. 362.
4. Compárese con. entre otros: K. Kertelge, «Wort Gottes». - E. Biser, «Wort
Gottes».
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...»-PAL AB RA DE DIOS 605
aún que allí, más allá del vecino estaba su hermana, la tía del convento.
Venía todos los años una vez, y acababa de llegar. Y oí a mi madre
que decía: «Pensaba que la tía del convento vendría aquí —siquiera
una vez— a pasar la noche y así sustituirme siquiera un poco... Luego
murió el chaval...» (calla durante unos momentos).
Era un tío listo. El padre nos contó también cómo marchó a Erlan-
gen con él. Todo el mundo le daba al crío lo que quería y él respondía
a todos. Sí, fue muy duro. Hans, el mayor de los hermanos, bajaba
siempre con una carretilla y le recogía a él en la estación. Y después,
camino a casa, junto al cementerio, él dijo: «¡Ahora espera un mo
mento, Hans! Si la mamá llora no quiero ir más a casa, nunca más voy
a ser guapo!». El captaba todo, se daba cuenta que no tenía ningún
ojo... El tenía una pequeña jarra, siempre la tenía agarrada...
Luego tuvimos de nuevo otro hermano. A los cuatro días mu
rió...Cuando se piensa en todo ello...
Yo sólo sé que fueron bautizados en casa, que vino el señor párroco
y los bautizó.
que ella coloca ante Dios, ése es sin duda alguna su tema preferido,
que, en forma de recuerdo encubridor, se hace visible en la muerte del
pequeño Alfonso. No otra cosa debe ser su texto de oración. Por otra
parte, ésto se hace evidente en otro aspecto de su recuerdo y narración,
que todavía no hemos analizado con detalle.
de «cómo vino el señor párroco y los bautizó». ¿Qué quiere decir esta
frase, al final de su historia? Sin duda alguna manifiesta con ello que
algo importante faltaría en esta historia si no se dijera. El recuerdo del
bautismo de los niños es, por tanto, inseparable de lo dicho anterior
mente, si se quiere entender todo correctamente. Por tanto, ¿a partir
de aquí no es posible pensar que ella, con la imprescindible palabra
clave «bautismo» está indicando, de manera contenida y solapada,
cómo todas estas terribles muertes de los hermanos y allegados apelan
en ella a la religión, con sus actuaciones simbólicas y sus promesas
pero, también, con sus desengaños sobre el plan de vida y, al mismo
tiempo, interpelan a este Dios de la fe? Desde esta palabra clave se
podría reconstruir que en todo lo que ella cuenta a quien se interpela
es al mismo Dios: «¿Dios, por qué has dejado que murieran tus hijos,
mis niños? ¿Estabas tú entonces a su vera, estás hoy a su lado? ¿Tal
vez moriste entonces con los chavales, con la madre? ¿Yacías tú, su
doroso y marcado por la muerte, en la camita del pequeño Alfonso?...
A veces creo saberlo. Entonces tú estarías también a mi lado, cuando
yo me sacrificaba por mis hermanos. Entonces me acompañarías tú en
la vida. ¡Mi camino sería también tu camino!».
Su lamento, a la vista de la inmensa e inhumana cantidad de muer
tes, humillaciones y penas, se dirigiría también a él. ¿Con quien otro
sino podría comentar ella sobre todas aquellas muertes, acaecidas a
edad temprana, si no es con el mismo Dios, si ya ha tratado ya con el
padre, con la madre y con el oyente supuestamente crítico? ¿Contra
quien lanzar su enojo? En medio de la soledad del dolor, ¿a quién sino
sentirle a su lado? A quién confiarle que su vida, tal como discurre,
tiene su sentidq?¡A quién sino al señor de la vida y la muerte que, al
mismo tiempo, es su hermano y nuestro hermano y que ha compartido
con nosotros el destino de la muerte!
El testimonio autobiográfico de esta mujer «poco importante» se
manifiesta como una especie de confessio. canto de dolor y alabanza,
fletus e hymnus al mismo tiempo, al igual que quieren ser las Con
fesiones del gran S. Agustín11. Al convertir su historia en oración,
cuelga y deposita su «inquieto corazón» en el mismo Dios, hasta que
encuentre en él la paz.
Con todo ésto, esta mujer presenta, a su manera, el aspecto que
muestran las «oraciones elementales», nacidas de la propia historia y
que antes que nada se presentan ante Dios, para que él las cure y sane.
11. Comp. H. Luther, «Der fiktive Andere - Mutmassungen über das Religiöse an
Biographie», pag. 75.
616 PSICOLOGÍA PASTORAL
Según Elie Wiesel no cabe ofra oración en una persona. «El cielo
rechaza la oración que no refleja la auténtica situación de la persona,
sus angustias y sufrimientos; esa tal oración es una oración muerta»12.
Las historias, que tienen alma, son estructuradas de tal manera que
seducen al oyente y lo meten en la historia y él, de repente, se reen
cuentra en ella. Y ésto sucede, entre otras cosas, porque puede iden
tificarse con el camino que busca el «héroe», con sus angustias, «cues
tiones y conflictos», porque lo que le sucede a él es parecido a lo que
les sucede a las personas narradas. La historia le habla a uno desde
el alma. En ella se reencuentra como en un espejo todo lo que uno
vive en sí mismo: sentimientos de afecto y ternura, preguntas sobre el
ser hombre y mujer, cuestiones de crecimiento, de enfermedad y muer
te, experiencias de dicha y suerte, experiencias de cuestiones sin salida,
conflictos, angustias, ira y pasión, paz y reconciliación. Todo ésto que,
a menudo, se adivina, se siente, y no rara vez se desplaza y rechaza,
encierran las historias y lo presentan a la luz.
Mientras que uno encuentra en las historias las emociones vividas
y no vividas, los motivos conscientes o inconscientes de su psique, le
ocurre a él lo que a un oyente comprensivo, que puede sentirse com
prendido y aceptado. Más aún: las historias — que tratan de lo que uno,
a menudo, no puede entender y clarificar en sí mismo y, mucho menos,
aceptarlo— dan a quien es cautivado por ellas un permiso muy ele
mental para poder sentir y vivir así, para poder también tener rabia,
añoranza agresiva y regresiva o, incluso, «deseos de muerte» ante las
personas queridas; una licencia, que hace tan atrayentes los cuentos
para niños, que viven en su complicado desarrollo el problema de
Edipo.
23. Comp.T~£. Arens, «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?».
24. Comp.: E. Arens, «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?», pag. 14
- Idem, «Kommunikative Handlungen». - W Harnisch, «Die Gleichniserzählungen
Jesu». G. Bäudler, «Jesus im Spiegel seiner Gleichnisse». - H. Kahlefeld. «Die Gestalt
Jesu in den synoptischen Evangelien», pag. 55 y s. - O. Knoch, «Wer Ohren hat, der
höre».
630 PSICOLOGÍA PASTORAL
30. Comp, E. Arens, «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?», pág. 19.
31. W. Jens. «Al principio la cuadra, al final el patíbulo».
32. Es visto el 1 Cor 15, 3, a juicio bastante coincidente de los exegetas, como
«forma primigenia del Evangelio», que permite «reconstruir el kerigma más antiguo
y primigenio». Compárese con ésto;,//. Wandenfels, «Kontextuelle Fundamentaltheo
logie», pág. 274-277. - / . Kremen, «Das älteste Zeugnis von der Auferstehung
Crhristi». - F. Mufiner. «Die Auferstehung Jesu», pág. 60-80. -A. Vögtle! R. Pesch .
«Wie kam es zum Osterglauben?» - K. Lehmann, «Auferweckt am dritten Tag nach
der Schrift», pag. 17-157. - E. Schillebeeckx, «Jesus», pág. 307-312.
33. G. Kraus. «Der Mittler zwischen Gott und Mensch»; muestra cómo todos los
los títulos de majestad, en última instancia, están condensados en el título «hijo».
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...»-PALABRA DE DIOS 633
34. E. Arens, «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?», pág. 20. -
Cmp J.U. Dalferth , «Religiöse Rede von Gott», pág. 659. - Comp, también M. Buber,
«Werke», vol. ID-, Schriften zum Cassidismus, pág. 71: «El milagro, que se narra,
influye de nuevo. La fuerza, que antes actuaba, continúa vigente y opera en la palabra
de vida, sigue teniendo su efecto tras generaciones».
35. E. Arens, «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?», pág. 21.
36."Comp!-L. Karrer, «Der Glaube in Kurzformeln».
37. H. Wagenhammer, «Das Wesen des Christentums». - Ders.. «Das Wesen des
Christentums ist “ synesthiein” » - Los «intentos de concentración^ fueron promovidos
fundamentalmente por el decreto ecuménico del Concilio Vaticano II. donde en el n.°
11 se-habla de una «Jerarquía de verdades». —- — -- -
38. Comp. O. Fuchs, «Narrativität und Widerspenstigkeit», pág. 98.
634 PSICOLOGÍA PASTORAL
1. Estímulos y demandas
58. G. Lange, «Erzählen», vol. I, pág. 390. - Comp, también: B. Wacker, «Narra
tive Theologie». - Ders., «Zehn Jahre “ Narrative Theologie” - Versuch einer Bilanz».
- G. Stachel, «Narrative Theologie oder Theorie und Praxis des Erzählens».
59. J. Meyer zu Schlochtern, «Glaube - Sprache - Erfahrung», pág. 188.
60. B. Wacker, «Zehn Jahre “ Narrative Theologie” - Versuch einer Bilanz», pág.
25.
61. Comp. E. Arens, «Narrative Theologie und theologische Theorie des Erzäh
lens». - Ders., «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?», pág. 26.
62. G. Baudler, «Éíáführung in symbolisch-erzählende Theologie». - Derr... «Ko
rrelationsdidaktik: Leben durch Glauben erschliessen». - Ders.. «Den Glauben erzäh
len».
63. G. Baudler, «Einführung in symbolisch-erzählende Theologie», pág. 232-242.
64. Comp, entre otros: E. Drewermann, «Strukturen des Bösen». - Ders.. «Das
Markusevangelium». - Ders., «An ihren Früchten werdet ihr sie erkennen». - Ders..
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...»-PALAB RA DE DIOS 639
«Ich steige hinab in die Barke der Sonne». - El intento de Drewermann de una inter
pretación de la Escritura desde la psicología profunda de ninguna manera es el primero
en su género. Trabajos y aportaciones de una exégesis de psicología general y desde
la psicología profunda se encuentran, entre otros, en: J. Goldbrunner, «Die Nacht-
meerfahrt des, Jona». - M. Kassel, «Biblische Urbilder». - Dies., «Sei, der du werden
sollst». - Dies., «Das Auge im Bauch». - Dies., «Der Menschliche Weg Jesu». -
L.Krinetzki, «Die erotische Psychologie des Hohen Liedes». - R. Riess, «Psychologis
che Erwägungen zur Perikope von der Versuchung Jesu». - A. Schreiber, «Die Ge
meinde in Korinth». - Y. Spiegel, «Doppeldeutig». - Ders., «Psychoanalitische Inter
pretationen biblischer Texten - G. Theissen, «Psychologische Aspekte paulinischer
Theologie». - H. W olff, «Jesus als Psychotherapeut». - Ders., «Jesus der Mann». - G.
Wehr, «Wege zu religiöser Erfahrung». - F. Künkel, «Die Schöpfung geht weiter». -
H. Harsch, «Psichologische Interpretation biblischer Texte?» - Comp, con la historia
de la interpretación psicológica de la Biblia: W. Rebell, «Psychologisches Grundwissen
für Theologen», pág. 224-230.
65. De los multiples posicionamientos respecto a E. Drewermann, recogemos
como representativos: G. LohñnktR. Pesch, «Tiefenpsychologie und keine Exegese».
- J. Blank , «Die Angst vor dem Sturz ins Bodenlose». - J. Goldbrunner, «Archetypen
und Exegese». - H J. Venen. «Mit dem Traum, nicht mit dem Wort ist zu beginnen».
- H. W ah l, «Pastoralpsychologie - Eine Grunddimension Praktischer Theologie». - H.
Stenger, «Die Wiederentdeckung der Bilder». - A. GörresIW. Kasper, «Tiefenpsicho-
logische Deutung des Glaubens?» - HJ. Lauter, «Theologische Anmerkungen zum
Werk Eugen Drewermanns». - A A . Bücher, «Tiefenpsychologie und Exegese?» - H.
Poensgen, «Die Befreiung einer verlorenen Beziehung», pág. 88-105. - 1. Baumgart
ner, «Psychologie und Glaube», pág. 367 y s.
66. E. Drewermann, «An ihren Früchten werdet ihr sie erkennen», pág. 10 y s.
67. Ibd, pág. 11.
-68.--Ibd, pág. 11.
640 PSICOLOGÍA PASTORAL
cristiana de la experiencia, sino que más bien hay que ver como un
indicio seguro para la humanidad del cristianismo93.
Porque el «conocimiento» del acontecimiento de Cristo ocurre en
el plano de los arquetipos, es decir, en el centro de la persona, no es
imaginable la fe sino como «acto en el que uno se acepta a sí mismo
como alguien que ya ha sido aceptado por Dios»94. Aceptación de uno
mismo o encuentro de uno y fe habría que verlos, por tanto, como
imbricados entre sí, como algo íntimamente unidos. Quien contemple
al Jesús histórico desde los arquetipos y, por tanto, desde las profun
didades del alma, desde el sufrimiento y angustia de la persona, ése
tal posiblemente no le descubra «como objeto de una profesión de fe
teológica en quien trae la salvación mesiánica, escatológica, manifes
tada en el kairos...»95, como Drewermann lee en Pesch y Lohfink, «sino
probablemente experimentará a Jesús de Nazaret como el fundamento
e inicio de un nuevo sentido; no formará parte “ de inmediato” de la
primitiva comunidad practicante, pero sí del mismo Jesús, en quien él
momentáneamente entra con su existencia en las mismas tensiones,
enfados, enemistades y persecuciones, y quien deberá siempre su pro
pio inicio a la verdadera comunidad con Cristo»96.
La discusión, desatada por Eugen Drewermann, afecta a la com
prensión generalizada, que hoy día se tiene de la exégesis, y a la teo
logía en general. No se trata de una «nueva fijación de la relación entre
imagen y palabra, religión y revelación e individuación religiosa y
comunidad de fe. La demanda de Drewermann es la de poner en mar
cha, hacer valer de nuevo los polos, descuidados y abanadonados fa
talmente desde hace largo tiempo: el plano de lo gráfico y de lo sim
bólico, de lo místico, de la experiencia religiosa de cada uno. Ahí
quiere él abrir de nuevo la verdad soterrada para muchos del mensaje
bíblico con su importancia vital»97. El impulso de Drewermann, así
hay que concluir con el consejo de los teólogos pastorales de lengua
alemana, que manifestaron ante la opinión pública una «postura», «es
por tanto pastoral y terapéuticamente práctico»9*.
El deseo de una pastoral práctica no lo acerca y dirige Drewermann
— aquí reside su reclamación innovadora— únicamente a la Teología
Práctica sino a todas las materias teológicas, sobre todo y con expecial
insistencia a la exégesis. Para la puesta en práctica de su plan, la
una historia vital experimentada y hecha presente con las historias sal-
víficas de respuesta de la fe, dar la psicología profunda valiosas ayudas
en la lectura y traducción.
(4) La manera y forma en la que las historias de fe quieren res
ponder, antes de igual modo que hoy, a experiencias de las gentes, se
hace evidente al poner a la luz, mediante una ojeada retrospectiva
histórico-teológica, el «Sitz im Leben» (lugar en la vida) y el contexto
histórico de una historia bíblica.
(5) La communio de los creyentes, en su prolongación tanto dia-
crónica como sincrónica, constituye una importante llave hermenéutica
para hallar en la vida de mucha gente la fuerza salvadora acreditada
de una historia bíblica o. de una verdad de fe, teológicamente conden-
sada.
(6) El contar eclesial de historias de fe fundamentalmente se dirige
a que el narrador comunique e imprima su mezcla en esta historia y,
con ello, manifieste su posición, como si él, como sujeto, se hallara
en frente del objeto «texto». Donde la teología se define a sí misma
como narrativa, expresará en sus historias la sorpresa subjetiva del
narrador y, supletoriamente, la de los oyentes. A una tal teología na
rrativa hay que caracterizarla, al mismo tiempo, como teología pas
toral, porque quisiera ver expresados los textos de la Biblia siempre
en conexión con su contexto de praxis de fe, siempre presente.
(7) En conjunto, la «teología narrativa» puede ser vista como un
alegato en pro de percibir de nuevo la «profunda estructura narrativa
de la fe » 112, que se adecúa a ella mucho más que la accesibilidad
lógico-discursiva. Y porque en el centro de la fe no hay una palabra
o un escrito, sino una persona, que está tan penetrada por el aliento
divino que es reconocida como hijo de Dios, esta fe puede ser trans
mitida eternamente, traspasando y haciendo llegar algo de ese hálito
divino, vivamente humano. Y ésto podía ser visto sobre todo allí donde
la persona se vacía con todo su ser y con toda su historia en aquel
diálogo comprensivo y salvífico consigo y con los demás, que se quiere
manifestar con «narrar». «Si el pensar quiere pensar en Dios, tiene que
intentarlo en el narrar»113.
Esta praxis narrativa, que pudiera ser recogida reflexivamente por
una «teología narrativa», es la tarea que la pastoral debe realizar de
nuevo. Un buen avance en este camino es el «Curso fundamental de
fe comunitaria» (Grundkurs gemeintlichen Glaubens), escrito por Paul
112. Comp. J.B. Metz, «Glaube in Geschichte und Gesellschaft», pag. 187. - E.
Arens, «Wer kann die grossen Taten des Herrn erzählen?», pag. 24.
113. E. JiingeL «Gott als Geheimnis der Welt», pag. 414.
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...»-PALABRA DE DIOS 651
i 14. P.M. ZulehneviJ. Fischer! M. Huher, «Sie werden mein Volk sein». - Comp,
también J. Fischer, «Von der Chance, Bruder unter Brüdern und Schwestern zu wer
den».
115. Comp. P.M. Zulehner/ J. Fischer / M. Huber, «Sie werden mein Volk sein»,
pág 86 y ss.
5
LA FUERZA SALVÌFICA DE LAS HISTORIAS
DIVINAS
Para poder desarrollar la fuerza salvífica. las historias divinas tie
nen que impactar de tal manera que permitan empalmar con ellas las
aporías y las situaciones de humillación experimentadas y vividas. Si
ocurre que el mensaje salvífico y liberador, que es Jesucristo, salta a
lo vivido y padecido, entonces explota por los aires la cárcel de la
enfermedad y de la crisis, porque queda a la vista que el mismo Dios
se ha identificado con nuestra cruz. Vale lo que dice Eugen Rosens-
tock-Huessy: «La frase partida, la primera mitad de la frase —ésa es
Jesús; la otra mitad es el creyente. Y ambas testifican a Jesucristo.
Realmente él ha resucitado porque tú llevas a cabo su frase»116. Ésto
significa respecto a la praxis de anuncio: Que las historias de Dios se
manifiestan y entienden sólo en el contexto de las historias de la vida.
En esencia, la primera parte de la frase, la que Dios habla, contiene
y encierra un mensaje de salvación, de alegría, de sonrisa; es un men
saje de buena nueva. A quien se deja enredar en él, se le abren con
ello posibilidades de Dios insospechadas, pareciendo ser posible creer
en ellas, incluso en los momentos de zozobra y angustia. Crece la
esperanza. Se ve invitado a coger y poseer lo que pudiera ser ante Dios
y que no lo ha vivido hasta el momento. Comienza a responder a Dios
creyendo.
Fundamentalmente, por consiguiente, se distinguen dos factores de
salvación que se complementan mutuamente, que pueden ser efectivos
en las historias narradas de Dios y que están presentes en el proceso
de acompañamiento en el diálogo terapéutico-pastoral:
(1) la absoluta licencia, porque proviene de Dios, para ser persona
finita e incompleta.
(2) La provocación a ser verdadera persona, que invita a acoger
en uno mismo las insospechadas posibilidades de Dios.
117. R. Guardini. «Annahme seiner selbst». - Comp, también con: E. ßiser. «Die
glaubensgesch’ichtfiche Wende», pág. 113.
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...»-PALABRA DE DIOS 655
118. Comp. E. Drewerpiann. «An ihren Früchten werdet ihr sie erkennen», päs.
108 y s.
656 PSICOLOGÍA PASTORAL
poco sublime y tener que esperar para poder quebrar el propio mal.
Conversión supone, por tanto, confiar en Dios, que ve en toda nuestra
imperfección posibilidades inimaginables para encerramos en su co
razón. Comprender esta verdad de nuestra vida y responderle a Dios
desde aquí es tarea vital de los cristianos. Ellos pueden mirar entonces
a su lado sombrío sin angustia y sin puños, sin crispación, estar atentos
ante ellos, trabajar en ellos y dejar en manos de la fuerza salvifica de
Dios lo no cambiable, con la seguridad de tener en Dios al compañero
absolutamente fiel.
(1) ORIENTACIONES
(1) En las historias, que cuentan las personas, se habla ya implí
citamente de Dios. La cuestión está en percibir las oraciones de. esas
historias124.
125. M. Frisch, cit. de: B. S ill «Sinn für die mögliche Wirklichkeit» (R. Musil),
pág. 157.
126. Comp. B. Sill, «Sinn für die mögliche Wirklichkeit», pág. 157. - R. Zerfass
(Edi.), «Erzählter Glaube - erzählende Kirche», pág. 7: «Cómo él llegó a ser Chassid.
Rabbi Mendel conto:VMe he convertido en Chassid, porque en mi país' hubo un señor
mayor, que contó historias de Zaddikim. Él contó, lo que sabía, pero yo he oído lo
que necesitaba». - Comp. también W. Benjamin: «Es ist freizuhalten», cit. de: G.
Lange, «Erzählen», pág. 391.
127. Comp. E. Wiesel, «Macht Gebete aus meinen Geschichten».
128. H. Zähmt. «Westlich von Eden»,<pág. 238.
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...»-PALABRA DE DIOS 661
(3) «O Usted narraría la historia de una mujer turca, que tenía dos
hijos cuando vino a Alemania, siguiendo a su marido; allí tenía su
marido todavía otro hijo (se había enamorado bastante de una mujer
alemana y ahora tenía que pagar los alimentos mensualmente), ella se
puso a limpiar. Él no estaba bien de los pulmones, ella tuvo todavía
un hijo, no tenía bien los riñones y no podía soportar la píldora. Un
buen día quedó en estado y su marido se puso furioso. ¿Qué hacer?
Le resultó muy difícil, pero no tuvo más remedio que abortar. ¿Qué
se debe decir? La cosa está clara. Lo han publicado los altos mandos
del ejército. Y quien dice algo distinto, con ése no hablamos. La Iglesia
no es ningún parlam ento.—Allí los intérpretes de la Escritura y los
fariseos trajeron a una mujer, y poniéndole en el centro dijeron: «Maes
tro, esta mujer ha sido pillada in fraganti...». Conocemos la historia,
al final desaparecieron todos. Pero cuente Usted otra vez en este mo
mento. Usted puede escribir durante largo tiempo en la arena, allí no
se retira nadie, porque, dicen ellos, que no se puede comparar, mien
tras, yo pienso, que lo que ha hecho la mujer turca se puede comparar
muy bien con Auschwitz y Treblinka — así ocurre con los asuntos y
las parábolas»129.
(4) «En aquellos días reunió Jesús de Nazaret a publicanos y pe
cadores a su alrededor y les contó una historia. Dijo: Vivía una vez
un hombre, que tenía cien ovejas. Un buen día se perdió una. Entonces
abandonó el rebaño y se puso a buscar la oveja perdida. Tras mucho
esfuerzo la encontró, y lleno de alegría la llevó al rebaño sobre sus
hombros.
Entre los oyentes se encontraba una mujer, que portaba consigo
una bolsa con monedas. Mientras Jesús contaba su historia, a la mujer
se le cayó una moneda, que rodó lejos. La mujer se levantó rápida
mente y corrió tras ella hasta agarrarla con sus manos. Los restantes
oyente miraron reprobatoriamente y le dijeron a Jesús: Señor, dile a
esa mujer que nos deje escuchar y que no nos moleste. Él dijo: Hace
años vivía una mujer, que tenía diez dracmas. Un buen día se le perdió
una. Entonces revolvió toda la casa, inspeccionó todos los rincones
hasta que, por fin, encontró la moneda perdida. Llena de alegría con
vocó a las amigas y vecinas y les contó feliz que había encontrado la
dracma perdida»130.
(5) De la carta de despedida de un párroco a su comunidad: «Es
hora ya de agradecer el que pudiera estar con vosotros, en familia,
tanto tiempo (casi 17 años), y que Ustedes hayan soportado mi manera
de ser, para algunos, demasiado celosa, demasiado molesta, sí, qué me
hayáis mimado con cordialidad. Ninguna casa, ninguna puerta me ha
131. L. Zenetti, cit. de: R. Zerfass. «Die Verantwortung d er Kirche fü r den Ein
zelnen», pag. 201.
PARTE VII
«PARTIR EL PAN...» - LA FUERZA
SALVÌFICA DE LOS SÍMBOLOS DE
LA FE
666 PSICOLOGÍA PASTORAL
1. Compárese a este respecto, entre otros: H.B. Meyer, Gottesdienst der Kirche.
2. Comp.: P.M. Zulehner, Ritual und Symbol in volkskirchlicher Situation. - D ers,
Ritus und Symbol in volkskirchlicher Situation. - A. Hahn. Kultische und säkulare
Riten und Zeremonien in soziologischer Sicht. - H.Tellenbach. Zur Krise des Kultis
chen.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÍFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 667
■ 15. P. Tillich, «Gesammelte Werke» (Obras completas), vot. VIH, pág. 142; véase
G. Bäudler, Einführung in die symbolisch-erzählende Theologie, pág. 53.
16. //. Stenger, Verwirklichung unter den Augen Gottes, pág. 97 y s.
17. P. Tillich, Wesen und Wandel des Glaubens, pág. 55,
18. Véase para lo siguientesJ .. Scharfenberg/H. Kämpfer, Mit Symbolen leben,
pág. 46 y ss. - J. Heumann, Symbol-Sprache der Religion, pág. 27-32.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÍFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 675
27. «Es simbólica una concepción, que aclara y explica la expresión simbólica
como la formulación mejor posible de una cosa relativamente desconocida y, por tanto,
la expone de modo poco ciara y específica». C.G.Jung, «Gesammelte Werke» (Obras
completas), vol. 6, pág. 515.
28. Véase: J. Heumann, S\~mbol-Sprache der Religion, pág. 36 y s.
29. Véase: Ch. Kolbe. Heilung oder Hindernis, pág. 185.
30. J. Jacobi, Die Psychologie von C.G.Jung.
680 ; PSICOLOGÍA- PASTORAL
41. A. Lorenzer, Das Konzil der Buchhalter. - Ders, una versión más extensa de
mi disertación sobre «Das Konzil der Buchhalter».
684 PSICOLOGÍA PASTORAL
Sobre todo, las teorías del símbolo de Sigmund Freud y Carl Gus
tav Jung introdujeron algunas diferencias y limitaciones, que entrañan
una importante significación también para los símbolos religiosos. Al
fred Lorenzer449 Joachim Scharfenberg/ Horst Kämpfer45, Hermann
S t e n g e r entre otros, han hecho importantes aclaraciones.
1. En primer lugar nos referiremos al concepto «signo» (Zeichen).
En alemán existe tanto la palabra griega «symbolon» como la francesa
«signal». Pero son dos cosas distintas. «Symbolon» significa símbolo.
Cuando Romano Guardini habla de signos sagrados, piensa en los sím
bolos cristianos. En contraposición a esto está el significado de signo
como «signal». Un sistema de señales como el semáforo se basa en
una correspondencia absolutamente unívoca, en una relación «one-to-
one». Rojo significa stop y verde paso. Otros significados no se pre-
veen y llevarían todo el sistema de tráfico a un auténtico caos. Nuestro
mundo de hoy, caracterizado por la técnica y la ciencia natural, se basa
en señales unívocas. Igual ocurre en el mundo animal, en donde mo
delos establecidos estímulo-reacción garantizan la supervivencia. En
las distintas teorías del condicionamiento se intenta clarificar estas re
laciones de signos en el ámbito animal.
Como ya se ha indicado en la teoría de C.G. Jung, el modelo de
la técnica se puede convertir en modelo interiorizado de una cultura y
de una sociedad. Luego terminan apareciendo en el puesto de los sím
bolos polidimensionales — imágenes del mundo anímico interior— sig
nos claros, unívocos. Con lo que se limita la representación de lo
anímico y hay que temer que, con ello, se marchite y empobrezca el
cultivo de lo anímico.
2. Frente a estos signos unívocos, los símbolos se caracterizan por
su ambigüedad. Teóricamente en un símbolo se encierran todos los
contenidos del significado de un procedimiento o de un objeto. Tal
complejidad obliga a un simplificación, y con ello existe el peligro de
reducir los símbolos equívocos a signos unívocos. Y es precisamente
este peligro el que denunciaba Lorenzer en la reforma de la liturgia
del Vaticano ü .
3. Como muestra la teoría del símbolo de Freud, a lo simbólico
le acecha también el peligro en otro lado. Alfred Lorenzer lo denomina
con la palabra cliché. Es algo parecido a lo que Freud entiende bajo
Auton omia
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Tiempo
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y
•'& Particiipación
86. Según este esquema interpreta H J. Thilo, Die therapeutische Funktion des
Gottesdienstes, pág. 80 y ss., die eucharistische Feier.
87. Véase: H J. Thilo , Die therapeutische Fuktion des G o ttesd ien stes pág._89 y
ss.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÍFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 703
.
88. Véase, G. Baudler, Einführung in symbolisch-erzählende Theologie, pág. 197-
201
704 PSICOLOGÍA PASTORAL
89. Véase: W. Beinert, Die heilende Seelsorge der Kirche in den Sakramenten,
pág. 97.
90. Irenaus, adv. haer. 4, 28, 5 (PG 7, 1029 = Bkr, Iräneus II, 380) cit. de: W.
Beinert, Die heilende Seelsorge der Kirche in den Sakramenten, pág. 97.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÌFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 705
91. Ort genes, Hohelied Kommentar III (G.S. V ili, 208 y s.), eit. de: A. Rosenberg.
Einführung in das Sym&ölverständnis, pag. 14 y s.
92. Véase, J. Scharfenberg, Einführung in die Pastoralpsychologie, pag. 79-82. -
A. Grün/M. Reepen, Heilendes Kirchenjahr.
93. Véase, H J. Thilo, Die therapeutische Funktion des Gottesdienstes, pag. 97-
JL09. . -------
3
DEL SÍMBOLO AL SERVICIO PASTORAL
TERAPEÚTICO - EN EL EJEMPLO DEL
BAUTISMO
94. Véase un modo de ver parecido en P.M. Zulehner, Heirat, Geburt, Tod, pág.
150.
95. Esta tendencia se encuentra, por ejemplo, en J. Brosseder, Taufe/Firmung.
708 PSICOLOGÍA PASTORAL
98. Las madres responden no raras veces a esta irritación afectada con la llamada
«represión del puerperio». - Véase R. Tölle, Psychiatrie, pág. 246.
99. Véase. P.M. Zulehner, Heirat, Geburt, Tod, pás. 18-53. 233 y ss.
710 PSICOLOGÍA PASTORAL
103. Para teología del bautismo véase entre otras: P.M. Zulehner, Heirat, Geburt,
Tod, pág. 150-191. - J. Brosseder, Taufe/Firmung (aquí más literatura). - A. Grün,
Taufstätten. - J. Betz, Taufe. - T. Schneider, Zeichen der Nähe Gottes.
712 PSICOLOGÍA PASTORAL
104. Vease, H J. Thilo, Die therapeutische Funktion des Gottesdienstes, pag. 124-
128.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÍFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 713
105. Sobre el retroceso en las cifras bautismales: P.M. Zulehner, Heirat, Geburt.
Tod. pág. 187 y s...
106. En la misma dirección apuntan las reflexiones de P.M. Zulehner, HeiraL
Geburt, Tod, pag. 172 y ss.
714 PSICOLOGÍA PASTORAL
107. Extraido de: A. Hammer, Die Bedeutung der Psychologie in der pastoralen
Prasxis, päg. 485-487.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÌFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 7 1 5
¿Es tal vez para él, como pastor (¿que no tiene hijos?) algo angustioso
y tabú y, por tanto, algo por el que hay que pasar de puntillas? ¿Se
debe quizá a eso el que él, desde el inicio, se aferre a la estrategia,
para él inmensamente tranquilizante y no peligrosa, de entrar lo antes
posible y por dirécto en lo «auténtico» de la catequesis bautismal, que
él concreta en la — ciertamente insuficiente— religiosidad y contacto
con la Iglesia por parte de los padres? ¿Tal vez no se está tomando la
revancha, de forma sutil, ante los padres jóvenes con un examen de
fe , porque le recuerdan a ese ser padre, renuncia que él todavía no ha
superado?
Se puede adivinar ya en la «escena de felicitación» introductoria a
dónde va conducir la conversación: los padres no hablan de su expe
riencia de parto ambivalente, su experiencia no interesa, sería un hablar
al vacío. El pastor ve lo fundamental del diálogo en el examen del
motivo del bautismo por parte de los padres. Esto se ajusta a su an
gustia ante el tema tabú de la «sexualidad-participación-alumbra-
miento», y parece legitimado por la teología bautismal, selectivamente
recibida por él í'opus operantis, non ponentibus obicem), a interesarse
por el parto de un niño sólo desde el punto de vista de la religiosidad
y contacto con la Iglesia por parte de los padres. De este modo se
siente autorizado para poder forzar la conversación hacia lo pretendi
damente fundamental y propio.
108. Sobre los ziodvos del bautismo: P.M. Zulehner. Heirat. Geburt. Tod, pág.
157-161
718 PSICOLOGÍA PASTORAL
que hay que cumplir una serie de condiciones hasta que Dios pueda
decir en el bautismo su sí a este niñol
Desde un punto de vista «teológico» el pastor tiene toda la razón
cuando dice que Dios le acepta a este niño para siempre. Ahora bien,
la frase se convertirá en «verdad de fe» sólo cuando en la actitud del
pastor resplandezca la aceptación incondicional de Dios. Su «sí» es
símbolo del «sí» de Dios. Entonces se podría celebrar realmente la
gracia complaciente de Dios en el bautismo, y todo lo que hablamos
en relación con la fuerza salvífica de los símbolos bautismales podría
desarrollarse grandemente: que los padres sepan que, estando Dios a
su lado, están en orden sus sentimientos ambivalentes de inclinación
y rechazo, que aprendan a ver a su hijo como regalo de Dios y dejen
que le pertenezca a él y a sí mismo, que todo futuro con el hijo es
un camino con Dios. El bautismo de su hijo podría convertirse para
los padres, para toda la parentela y para el pastor en «fiesta del
parto», donde se alaba y agradece a Dios porque narra su amor en
este niño.
Una tal «celebración de la vida» dentro de la pequeña comunidad
de la familia, que se sabe invitada en ese día a la casa de la gran
comunidad de Dios, encierra en sí grandes posibilidades de que la fe
de los padres comience a crecer de nuevo. Podría convertirse para ellos
en una «escena clave» de su vida, en un nuevo comienzo, sí, en un
«nuevo alumbramiento»114. Si ellos, en el diálogo bautismal que an
tecede y, más tarde, en la liturgia del bautismo experimentan clara
mente que Dios quiere y desea para el niño y para ellos mismos todo
lo bueno, ellos sin duda alguna se mostrarán más abiertos a la tradición
de lo bueno, que fluye en la Iglesia desde Dios por medio de Jesucristo
e imbuye y alcanza a su hijo y a ellos mismos. Esa experiencia de ser
aceptado por Dios podría convertirse en punto de partida para exa
minar, de modo crítico, la propia vida con sus lados sombríos y sus
conexiones con lo malo, y para «abrirse» (Phil 3, 13) aún más a las
grandes posibilidades de Dios para con ellos. El catecumenado bau
tismal de los padres, que se abre aquí a continuación, podría conver
tirse en esperanza de que también su hijo, a lo largo de la vida, se
dejara coger expresamente por las posibilidades divinas en él. que bro
taron y germinaron ya en el bautismo.
116. Véase. P.M. Zulehner, Ritus und Svmbol in volkskirchlicher Situation, pág.
41.
«PARTIR EL PAN»-LA FUERZA SALVÍFICA DE LOS SÍMBOLOS DE FE 725
117. Véase sobre este concepto amplio de sacramento: L. Boff\ Kleine Sakramen-
tenlehre.
118. Véase. T. Schneider, Zeichen der Nähe Gottes.,
PARTE VIH
«ENTONCES SE LES ABRIERON
LOS OJOS... LE RECONOCIERON...
Y REGRESARON A JERUSALÉN...»
SOBRE LOS OBJETIVOS DE LA
PASTORAL SALVÌFICA
728 PSICOLOGÍA PASTORAL
7. Véase C.G. Jung, Die Beziehung der Psychotherapie zur Seelsorge, pág. 24-
27.
8. R. Zerfass, Menschliche Seelsorge, pág. 51.
SOBRE LOS OBJETIVOS DE LA PASTORAL SALVÍFICA 733
que exista algo?; ¿es bueno que exista el mundo? Como hoy día existe
poca gente que se atreve a responder interiormente con un sí a estas
preguntas porque no creen que es bueno que existan, ahí radica la
angustia y el desconsuelo que se apodera de tantos a ojos vista»13.
La angustia, el desconsuelo y la pregunta sobre un poder ser an
terior sólo pueden ser vencidos —según estos pensamientos de Ra
tzinger, extraordinariamente «meditativos, es decir, que nos centran—
por la experiencia der ser amados sin reserva. También Martín Buber
expresa esto mismo de palabra y con imágenes, de manera más tierna
si cabe: «El animal no necesita ser confirmado, pues él es lo que es
incuestionablemente. Cosa distinta le ocurre a la persona: Arrojado
desde el ámbito común de la naturaleza a una empresa arriesgada de
categoría solitaria, bañado por un caos engendrado, busca él, sigiloso
y tímidamente, un sí, para poder ser, que a él únicamente le puede
llegar de persona a persona; las personas se alcanzan mutuamente el
pan celestial del ensimismamiento»14.
Especialmente, en este contexto de la psicoterapia, donde uno in
tenta decirle y darle, lo más nítido y claro posible, al otro el sí para
poder ser, aparecen, como en ningún otro sitio, especialmente dolo
rosos los límites de la aceptación humana del otro. E incluso en una
aceptación tan dolorosa -—-tal vez por ser expresión de un especial
esfuerzo— permanece un resto de rechazo y soledad, no superado.
Tanto este resto, abierto al ansia de ser aceptado incondicionalmente,
como el «pan celestial» del poder ser sí mismo, recibido de otro, nos
remiten a un encuentro con aquel tú, que nosotros denominamos Dios.
Sólo de él podemos esperar la palabra de amor, adecuada a nosotros.
Si la esperáramos de las personas las idolatraríamos y le robaríamos
al amor poco a poco lo fundamental. Desde la libertad del quererse
mutuo surgen la dependencia y la sumisión. Porque las personas
— cuando quieren ser todo las unas para las otras, únicamente pueden
destruirse mùtuamente y su amor tiene que transformarse necesaria
mente en otra forma de odio— necesitan de un tú que pueda llegar a
ser todo para ellas y que, al mismo tiempo, no les fuerce en la depen
dencia y en la propia tarea.
Por eso, las personas tienen una necesidad absoluta de Dios. Cada
una de ellas, si no quiere prescindir de su ser persona y dar a su anhelo
rienda suelta, puede reconocer la necesidad de Dios como algo inex
tirpable. Podría expresar con las palabras del salmista: «Dios, tú, mi
Dios a quien yo busco, mi alma tiene sed de ti. Hacia ti gime mi
cuerpo, como tierra reseca, sedienta, sin agua. Por eso te espero an
siosamente...» (Ps 63, l-3 )^ te resp u e sta , de Dios no se deja esperar.
propio esfuerzo, sino que puede abandonarse a Cristo. Para quien pien
sa en resultados, para un evaluador de éxitos, como S. Pablo, supone
esto un cambio de 180 grados. Todo lo que hasta ahora podía angustiar
ha perdido su horror para quien ha transferido su vida de esta manera
a Dios y, por ello mismo, ha llegado a ser sí mismo. Es posible una
manera paradójica de ser: «Aun cuando nuestro hombre exterior se
desgaste, el interior se renueva día a día» (2 Cor 4, 16). Quien se ha
entregado a Cristo, dispone de normas, que le hacen independiente para
esperar cualquier reconocimiento de las gentes: «Nos tachan de men
tirosos y decimos la verdad; somos ignorados y, sin embargo, se nos
reconoce; somos como moribundos y, a pesar de todo, vivimos; somos
golpeados, pero no muertos; parecemos abatidos y, sin embargo, es
tamos contentos. Se nos tiene por pobres, haciendo ricos a muchos, y
por miserables y lo poseemos todo» (2 Cor 6, 8-10). De Cristo, que
vive en nosotros, proviene toda aprobación para poder ser. Ella nos
capacita, en contra de toda persuasión, para nuestra propia aceptación.
3
«Y EN EL MISMO MOMENTO SE PUSIERON
EN CAMINO Y REGRESARON A JERUSALÉN»
(Le. 24, 33) - LA COMUNIDAD
19. G. Lohflnk, Wie hat Jesus Gemeinde gewollt? - También: P.M. Zulehner,
Gemeindepastoral.
20. E. Drewermann. «Ich steige hinab in die Barke der Sonne», pág. 184-204.
21. La relación entre aceptación de sí mismo, encuentro con Di os y praxis co
munitaria del perdón es clara: Quien en el encuentro con Dios ha experimentado que
se le apoya y acepta en su imperfección y quien ha aprendido, en consecuencia, a
aceptase a sí mismo, puede aceptar también a los demás con sus lados obscuros. Véase
W. Müller, Menschliche, Nähe in der Seelsorge._
744 PSICOLOGÍA PASTORAL
PREFACIO ....................................................................................... 7
PARTE I
PSICOLOGÍA PASTORAL - SÍMBOLO DE UNA PASTORAL
CURATIVA
PARTE II
PASTORAL CURATIVA. UNA VÍA DE EMAÚS
PARTE III
«CEGUERA» Y «TRISTEZA» - CRISIS EN LAS
TRAYECTORIAS VITALES
2. El carácter depresivo......................................................205
3. El carácter obsesivo ..................................................... ..207
4. El carácter histérico ........................................................209
5. Valoración crítica .......................................................... ..211
(2) Extroversión-introversión y estabilidad-labilidad emo
cional (H.J. Eysenck) ......................................................... 212
1. Extroversión-introversión ............................................. 212
2. Estabilidad-labilidad emocional .................................. 216
3. Consecuencias pastorales y psicológicas de la acción 217
(3) Resultado del acercamiento desde la psicología de la
personalidad a la crisis psíquica ............................... . 218
PA RTE IV
«ENTONCES SE LES ACERCÓ DIOS Y CAMINÓ CON
ELLOS» - CRITERIOS Y CRÍTICA AL ACOMPAÑAMIENTO
DESDE EL CONSEJO ESPIRITUAL, EN LAS CRISIS
VITALES
PARTE V
«ÉL LES PREGUNTÓ...» PASTORAL/CONSEJO
ESPIRITUAL DIACONICO Y CURATIVO Y
PSICOTERAPIA
PARTE VI
«DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA ESCRITURA...» -
PALABRA DE DIOS, QUE SALVA
PARTE VII
«PARTIR EL PAN...» - LA FUERZA SALVÍFTCA
DE LOS SÍMBOLOS DE LA FE
PARTE V III
«ENTONCES SE LES ABRIERON LOS OJOS... LE
RECONOCIERON... Y REGRESARON A JERUSALÉN...» -
SOBRE LOS OBJETIVOS DE LA PASTORAL SALVÍFICA