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De Georges Canguilhem en esta Editorial

Estudios de historia
Escritos sobre la medicina y de filosofia
Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida
de las ciencias

Georges Canguilhem

Amomorbu editores
BuenosAires - Madrid

Esta obra, editada en el marco del Programa deAyuda a la


Publicación Victoria Ocampo, recibió el apoyo del Ministerio
de Asuntos Extranjeros y del Servicio Cultural de la Emba-
jada de Francia en laArgentina.
Biblioteca de filosofia
Inüce general
Etud's d'histoire et d.e phíIosophie des sciences, concernant les uiuants et la
uie, Georges Canguilhem
O il¡rai.le Philosophique J, Vrin, París, 1968, para la primera edición
(reimpresión en L970, 1975, 1979); 1983, para la quinta edición aumenta-
(re-
da (reimpresión en 1989); y t994,para la séptima edición aumentada
impresión en 2002) - http://www.vrin.com
Traducción: Horacio Pons
@ Tbdos los derechos de la edición en castellano reservados por
Amorrortu editores S.A., Paraguay 1225, ?' piso - C1057AAS Buenos Aires
Amorrortu editores España S.L.,CtLópezde Hoyos 15,3'izquierda - 28006 9 Palabras preliminares
Madrid
L1 Introducción. EI objeto de la historia de las ciencias
www.amorrortueditores.com
La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o modifrcada
por cualquier medio mécánico, electrónico o informático, incluyendo foto-
y
27 Primera parte. Conmemoraciones
copia, grabación, digitalización o cualquier sistema de almacenamiento
recuperación de información, no autorizada por los editores, viola dere-
29 El hombre de Vesalio en eI mundo de Copérnico:
chos reservados.
1543
Queda hecho el depósito que previene la ley n" 11'723 39 Galileo: la signifrcación de la obra y la lección
Industria argentina. Made in Argentina del hombre
ISBN 978-950-518-381-4 54 Fontenelle, filósofo e historiador de las ciencias
ISBN 2-7116-0108-0, Paús, edición original

63 Segunda parte. Interpretaciones

65 Auguste Comte
Canguilhem, Georges 65 1. La filosofia biológica deAuguste Comte y su
Estudios de historia y de filosofÍa de las ciencias' - 1" ed' - Buenos influencia en la Francia del siglo XD(
Aires :Amorrortu editores, 2009. 80 2. La escuela de Montpeliier juzgada porAuguste
464 p.;23xL4 (Biblioteca de filosofia)
Comte
Tladucción de: Horacio Pons 86 3. Historia de las religiones e historia de las ciencias
ISBN 978-950-51.8-381-4 en la teoría del fetichismo de Auguste Comte

1. Filosofia. I. Pons, H., trad. II. TÍtulo.


cDD 190
105 Charles Darwin
105 1. Los conceptos de nlucha por la vidao y nselección
natural> en 1858: Charles Darwin yAlfred Russel
Wallace
119 2. El hombre y el animal desde el punto de vista
psicoiógico según Charles Darwin

135 Claude Bernard


Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provin'
cia de Buenos Aires, en junio de 2009.
135 1. La idea de medicina experimental según Claude
Bernard
Tirada de esta edición: 2.000 ejemplares'
152 2. Tboría y técnica de la experimentación en Claude Palabras preliminares
Bernard
166 3. Claude Bernard y Bichat
!73 4. La evolución del concepto de método de Claude
Bernard a Gaston Bachelard

183 Gaston Bachelard


r.83 1. La historia de las ciencias en la obra
epistemológica de Gaston Bachelard
198 2. Gaston Bachelard y los fiIósofos La reunión de los estudios y artículos presentados en es-
207 3. Dialéctica y filosofia del no en Gaston Bachelard ta compilación sólo tiene razón de ser en cuanto se encuen-
tra en ellos, sin artificio, la huella, más o menos nítida se-
gún los casos, de una identidad de la intención y una homo-
219 Tercera parte. Investigaciones geneidad de los temas. Si es o no es efectivamente así, soy eI
menos indicado para juzgarlo. La idea de armar esta compi-
22L I. Biología lación no fue mía. Me conmueve que otros la hayan ima-
22L l.De lo singular y de la singularidad ginado.furadezco a Ia Librairie JosephVrin porhaber teni-
en epistemología biológica do a bien dar cuerpo a un proyecto. Mi agradecimiento, asi-
237 2.La constitución de la frsiología como ciencia mismo, a los señores editores y directores de revistas que
290 S.Patología y fisiología de la tiroides en el siglo XD( permitieron la reproducción de estos textos. Quiero expre-
313 4.El concepto de reflejo en el siglo XD( sar aquí mi reconocimiento a la señora Frangoise Brocas y a
324 S.Modelos y analogías en el descubrimiento la señorita Evelyne Azíza, que reunieron estos estudios y
en bioiogía p epararon su edición.
340 6. El todo y la parte en el pensamiento biológico
G. C.
357 IL EI nueuo conocimiento de Ia uida
357 El concepto y la vida
389 III. Psicología Nota para Ia quinta edición
389 ¿Qué es la psicología?
'IV. Con eI acuerdo del editor, el autor agregó al final del libro
407 Medicina un artículo inédito sobre la racionalidad médica, con la es-
407 Terapéutica, experimentación, responsabilidad peranza de que aparezca, a veinte años de distancia de algu-
ALl Poder y límites de la racionalidad en medicina nos estudios precedentes, como un signo de continuidad al
439 El estatus epistemológico de la medicina mismo tiempo que de renovación. Pero quien debe juzgar es
el lector.

G. C.
Diciembre de 1982
Nota para la séptima edición Introducción. El objeto de la historia
de las ciencias*
EI editor agradece al autor por haber tenido a bien agre-
gar a la presente edición un artículo sobre
"El estatus epis-
temológico de la medicina,, así como al señor M. Grmek, di-
rector de la revista History and Philosophy of Life Sciences,
por haber autorizado su reproducción.

Considerada según eI aspecto que presenta en la recopi-


lación de las actas de un congreso, Ia historia de las ciencias
puede parecer más un rótulo que una disciplina o un con-
cepto. Un rótulo puede ampliarse o reducirse casi indefini-
damente porque es sólo un membrete, en tanto que un con-
cepto, por encerrar una norma operativa o judicativa, no
puede variar en extensión sin que se modifique su compren-
sión. Así, bajo eI rótulo ,üistoria de las ciencias" pueden ins-
cribirse tanto ia descripción de un portulano recientemente
descubierto como un análisis temático de la constitución de
una teoría ffsica. Por ende, no es inútil interrogarse, ante to-
do, sobre la idea que se hacen de la historia de las ciencias
quienes pretenden interesarse en ella al extremo de cons-
truirla. Con respecto a esta tarea, es indudable que desde
hace ya tiempo se plantearon y continúan planteándose va-
rias preguntas: Ias de|quién, elporqué y elcómo. Pero hay
una cuestión de principios que debería formularse y casi
nunca se plantea: la pregunta de qué. ¿Historia de qué esla
historia de las ciencias? Si no se formula, es porque en gene-
ral se cree que su respuesta está dada en la expresión mis-
ma de historia de las ciencias o de Ia ciencia.
Recordemos brevemente cómo suelen presentarse hoy
las preguntas del quién,elporquéy elcómo.

* Título original:
"Lobjet de I'histoire des sciences,. Conferencia pro-
nunciada el 28 de octubre de 1966 en Montreal, por invitación de la Société
Canadienne d'Histoire et de Philosophie des Sciences. Texto revisado y au-
mentado para la presente publicación.
La problemátíca de la historia de las ciencias fue objeto de trabajos y
discusiones de seminario en el Institut d'Histoire des Sciences et des Tbch-
niques de la Universidad de París durante los ciclos lectivos de 1964-1965
y 1965-1966. No podíamos dejar de tenerlos en cuenta. En especial, una par-
te de los argumentos aquí expuestos en el examen de las preguntas referi-
das al quién, aL cómo y al porqué se inspira en una ponencia del señor Jac-
ques Piquemal, por entonces profesor adjunto de historia de las ciencias.

10 11
La cuestión del quién entraña la cuestión del dónde. En ciencia triunfante, en su momento, una aclaración sobre los
otras palabras, la exigencia de investigación y enseñanza de caminos y los medios del conocimiento militants-, ya sea
la historia de las ciencias, según que se presente en tal o de manera más directa, por la epistemología ----cuando esta
cual campo ya especificado del saber, lleva a su afincamien- conciencia crítica de los métodos actuales de un saber ade-
to aquí o allá en el espacio de las instituciones universita- cuado a su objeto se siente obligada a celebrar su poder con
rias. El señor Bernhard Sticker, director del Instituto de un recordatorio de los obstáculos que demoraron su con-
Historia de las Ciencias de Hamburgo, destacó Ia contradic- quista-. Por ejemplo, si le importa poco al biólogo y menos
ción entre la destinación y el método.l Su destinación de- aún al matemático probabilista investigar lo que impidió a
bería situar la historia de las ciencias en la Facultad de Auguste Comte y Claude Bernard, en el siglo XIX, admitir
Ciencias; su método, en la Facultad de Filosofia. Si Ia vemos la validez del cálculo estadístico en biología, no ocurre lo
como la especie de un género, la historia de las ciencias de- mismo en el caso de quien se ocupa, en epistemología, de la
bería tener su lugar en un instituto central de las discipli- causalidad probabilista en aquella disciplina. Pero queda
nas históricas. De hecho, los intereses específrcos de los his- por demostrar hacerlo más adelante- que
-intentaremos
si la frlosofia mantiene con la historia de las ciencias una re-
toriadores, por un lado, y de los eruditos, por el otro, sóIo los
llevan a la historia de las ciencias por un camino lateral. La lación más directa que la que mantienen la historia o la
historia general es, ante todo, historia política y social, com- ciencia, lo hace con la conüción de aceptar de tal modo un
pletada por una historia de las ideas religiosas o filosóficas. nuevo estatus en su relación con la ciencia.
La historia de una sociedad en su conjunto, en lo concer- La respuesta a la pregunta del porqué es simétrica de la
niente a las instituciones jurídicas, Ia economía, la demo- respuesta a la preguntapor elquién. Hay tres razones para
grafia, no exige necesariamente la historia de los métodos y hacer historia de las ciencias: histórica, científica y filosófi-
de las teorías científicas como tales, mientras que los siste- ca. La razínhistórica, extrínseca a la ciencia, entendida co-
mas filosóficos se relacionan con teorías científicas vulgari- mo discurso verifrcado sobre un sector delimitado de Ia ex-
zadas, es decir, debilitadas y transformadaq en ideologías. periencia, radica en la práctica de las conmemoraciones, en
Por otra parte, los científicos, en su carácter de tales, y con la existencia de rivalidades en Ia búsqueda de la paternidad
prescindencia del mínimo de filosofia sin eI cual no podrían intelectual y en las disputas de prioridad, como la concer-
hablar de su ciencia con interlocutores no científicos, no ne- niente al descubrimiento de las funciones elípticas enL827,
cesitan de la historia de las ciencias. Es muy poco frecuente evocada por Joseph Bertrand en su elogio académico de
todo en Francia, con excepción de Bourbaki- que Niels Henrik Abel. Esta razón es un hecho académico, li-
-sobre
incorporen sus resultados a la exposición de sus trabajos gado a la existencia y la función de las academias y la mul-
especiales. Si en ocasiones se convierten en historiadores de tiplicidad de las academias nacionales. Hay una razón más
las ciencias, lo hacen por razones ajenas a los requisitos expresamente científica, experimentada por los estudiosos
intrínsecos de su investigación. Su competencia, a Ia sazón, en cuanto son investigadores, y no académicos. Quien llega
Ios guía no sin ejemplos en la elección de cuestiones de inte- a un resultado teórico o experimental inconcebible hasta el
rés primordial. Así sucedió con Pierre Duhem en historia de momento y desconcertante para sus pares contemporáneos,
la mecánica y con Karl Sudhoffy Harvey Cushing en histo- no encuentra, por falta de comunicación posible, ningún
ria de la medicina. En cuanto a los fiIósofos, pueden orien- respaldo en la comunidad científica. Y dado que, en cuanto
tarse hacia la historia de las ciencias ya sea de manera tra- estudioso, debe creer en la objetividad de su descubrimien-
dicional e indirecta, a través de la historia de la fiIosofia to, trata de averiguar si Io que piensa no ha sido ya, acaso,
---en Ia medida en que tal o cual filosofia haya exigido a una pensado antes. Al procurar acreditar su descubrimiento en
el pasado, por no poder hacerlo momentáneamente en el
I B. Sticker, presente, un inventor inventa a sus predecesores. Hugo de
"Die Stellung der Geschichte der Naturwissenschaften im
Rahmen unserer heutigen Universitáten", Philosophia Naturatis, B(l--2), Vries redescubrió así el mendelismo y descubrió a Mendel.
1964, págs. 109-16.

L2 L3
Por úItimo, larazínpropiamente filosófica obedece al hecho exposición corriente del saber científico, por la mención de
de que, sin referencia a Ia epistemología, una teoría del co- las dificultades que se presentan en la invención y difusión
nocimiento sería una meditación en eI vacío, y sin relación de ese saber. Con Ia imagen del microscopio permanecemos
con Ia historia de las ciencias, una epistemología sería un dentro del laboratorio, y encontramos un presupuesto po-
doblete absolutamente superfluo de la ciencia sobre la cual sitivista en la idea de que la historia es sólo una inyección de
pretendiera discurrir. duración en la presentación de resultados científicos. El mi-
Las relaciones de Ia historia de las ciencias y la episte- croscopio posibilita el aumento de un desanollo dado sin é1,
mología pueden entenderse en dos sentidos inversos. Dijk- aunque visible sólo gracias a é1. También aquí Ia historia de
sterhuis, attor de Die Mechaniesierung des Weltbildes, con- las ciencias es a estas lo que un aparato científico de detec-
sidera que la historia de las ciencias no es sólo la memoria ción es a unos objetos ya constituidos'
de la ciencia, sino también el laboratorio de la epistemolo- AI modelo del laboratorio puede oponerse, para com-
gía. Sus palabras han sido citadas con frecuencia y Ia tesis prender la función y el sentido de una historia de las cien-
conquistó el favor de muchos especialistas. Tiene, sin em- cias, el modelo de la escuela o el tribunal, una institución y
bargo, un precedente menos conocido. En su Elogio de Cu- un lugar donde se emiten juicios sobre eI pasado del saber y
vier, Flourens, al referirse alaHistoire des sciences naturel- el saber del pasado. Pero aquí hace falta unjuez. La episte-
/es publicada por Magdelaine de Saint-Ary, declara que ha- mologÍa es convocada a proporcionar a la historia el princi-
cer la historia de las ciencias es (someter el espíritu huma- pio de un juicio, al enseñarle ei último lenguaje hablado por
no a la experiencia (. . .) hacer una teoría experimental del tal o cual ciencia, Ia química, por ejemplo, y permitirle así
espíritu humano". Una concepción semejante equivale a remontarse en el pasado hasta el momento en que ese len-
que la relación de la historia de las ciencias con las ciencias guaje deja de ser inteligible o traducible en algún otro, más
que ella historiza sea calcada de la relación de estas con los suelto o más vulgar, hablado anteriormente. EI lenguaje de
objetos que estudian en su carácter de ciencias. En realidad, los químicos del siglo XD( encuentra sus licencias semánti-
el vínculo experimental es una de esas relaciones, y no es cas en el período anterior a Lavoisier, porque este instituyó
una obviedad decir que se trata de la relaciónlue debe tras- una nueva nomenclatura. Ahora bien, no se señaló y admiró
ladarse y transplantarse de Ia ciencia a Ia historia. Además, lo suficiente el hecho de que, en eI discurso preliminar del
esta tesis de metodología histórica conduce, en su reciente Thaité éIémentaire de chimie, Lavoisier hubiera asumido a
defensa, a la tesis epistemológica conforme a la cual existe lavez la responsabilidad de dos decisiones que se le repro-
un método científico eterno, dormitante en ciertas épocas, chaban o podían reprochársele: la de ,üaber cambiado Ia
vigilante y activo en otras. Tbsis juzgada ingenua por Gerd lengua que hablaron nuestros maestros) y la de no haber
Buchdahl,2 con lo cual concordarÍamos si el empirismo o el presentado en su obra nningún historial de la opinión de
positivismo que Ia inspiran pudieran pasar por tal. No fal- quienes me precedieron), como si hubiese comprendido, a la
tan motivos para denunciar aquÍ el positivismo. Entre Flou- manera cartesiana, que es la misma cosa fundar un nuevo
rens y Dijksterhuis, Pierre Lafitte, discípulo reconocido de saber y aparbarlo de toda relación con lo que ocupaba abusi-
Auguste Comte, definió el papel de la historia de las cien- vamente su lugar. Sin la epistemología sería imposible, por
cias como el de un.microscopio mentalr3 cuyo efecto revela- lo tanto, discernir dos tipos de historias llamadas "de las
dor consiste en introducir un retraso y una üstancia en la ciencias': Ia de los conocimientos perimidos y la de los cono-
cimientos establecidos, vale decir, aún actuales por ser ac-
2 G. Buchdahl, nOn the presuppositions ofhistorians ofscienceu, enA. C. tuantes. Fue Gaston Bachelard quien opuso la historia peri-
Crombie y M.A. Hoskin, eds., llisüory of Science,I, Bucks (Inglaterra): mida a la historia establecida,a a la historia de los hechos de
Science History Publications, 1962, págs. 67 -77 .
3 P. Lafrtte, .Discours d'ouverture du Cours d'histoire générale des a G. Bachelard L'actiuité rationaliste de la physique contemporaine,Pa-
,
sciences, au Collége de France (26 mars 1892)", Reuue Occidentale, l" d.e rís: PU4 1951, pág. 25 lLo actiuidad, racíonalista de la física contemporó'
mayo de L892, pág.24. ¿eo, Buenos Aires: Siglo Veinte, 19751. Cf. también "Uactualité de l'histoi-

t4 15
experimentación o conceptuali zación científica evaluados investigar y dar a entender hasta qué punto ciertas nocio-
en su relación con los nuevos valores de la ciencia. La tesis nes, actitudes o métodos superados fueron, en su época, una
de Bachelard encontró aplicación e ilustración en varios ca- superación, y ver, por consiguiente, que el pasado superado
pítulos de sus obras sobre epistemología.5 sigue siendo el pasado de una actividad para la cual debe
La idea queAlexandre Koyré se hizo de la historia de las mantenerse el calificativo de científica. Comprender lo que
ciencias, ilustrada por sus obras, no es fundamentalmente fue la enseñanza del momento es tan importante como ex-
diferente. Aunque su epistemología estuviera más cerca de poner las razones de su destrucción ulterior.
Meyerson que de Bachelard y fuera más sensible a la conti- ¿Cómo se hace la historia de las ciencias y cómo debería
nuidad de la función racional que a la dialéctica de la activi- hacérsela? Esta cuestión toca más de cerca aún Ia pregunta
dad racionalista, ella fue la razón de que escribiera los Étu- siguiente: ¿Historia de qué se hace en historia de las cien-
des galiléennes y La réuolution astronomique.Por otra par- cias? En realidad, las más de las veces, esa historia supone
te, no carece de interés, para quitarle a una diferencia de resuelta Ia cuestión, por el mero hecho de no plantearla. Así
apreciación de las rupturas epistemológicas toda apariencia se desprendió de ciertos debates en los que se enfrentaron
de hecho contingente o subjetivo, señalar que, en términos aquellos a quienes los autores anglosajones designan con el
generales, Koyré y Bachelard se ocuparon de la historia de nombre de externalistas e internalistas.T El externalismo es
las ciencias exactas en períodos sucesivos y desigualmente una manera de escribir la historia de las ciencias condicio-
equipados para el tratamiento matemático de los problemas
de la física. Koyré comienza con Copérnico y termina con
nando una serie de acontecimientos
-a los cuales sigue ca-
lificándose de científicos más por tradición que por análisis
Newton, en quien comienza Bachelard. De modo que Ia cútico- por sus relaciones con intereses económicos y so-
orientación epistemológica de la historia según eI primero ciales, con exigencias y prácticas técnicas y con ideologías
puede servir de verificación a la opinión del segundo, para religiosas o políticas. Se trata, en suma, de un marxismo de-
quien una historia de las ciencias continuistas es una histo- biiitado o, mejor, empobrecido, con vigencia en las socieda-
ria de las ciencias jóvenes. Las tesis epistemológicas de Koy- des ricas.S El internalismo --considerado como un idealis-
ré historiador sostienen, ante todo, que la ciehcia es teoría y mo por los externalistas- consiste en sostener que no hay
la teoría es fundamentalmente matematización historia de las ciencias si no nos situamos en el interior
por ejemplo, es más arquimedeano que platonizante--, -Galiieo,
yá mismo de la obra científica para analizar los procedimientos
continuación, que no es posible evitar eI error en eI camino a mediante los cuales procura cumplir con las nonnas especí-
la verdad científica. Hacer la historia de una teoría es hacer ficas que permiten definirla como ciencia, y no como técnica
la historia de las vacilaciones del teórico. nCopérnico (. . .) no o ideología. Desde estepunto de vista, el historiador de las
es copernicano,.GAl invocar la imagen de Ia escuela o el tri- ciencias debe adoptar una actitud teórica con respecto a Io
bunal para caracterizar Ia función y el sentido de una histo- que se rescata como un hecho de teoría, y utilizar, por consi-
ria de las ciencias que no se prohíbe emitir juicios de valor guiente, hipótesis y paradigmas como lo hacen Ios propios
científicos, es conveniente evitar un posible error. En esta científicos.
materia, un juicio no es una purga ni una ejecución. La his- Es notorio que una y otra posición equivalen a asimilar
toria de las ciencias no es el progreso de las ciencias inverti- eI objeto de la historia de las ciencias al objeto de una cien-
do, es decir, la puesta en perspectiva de etapas superadas
cuyo punto de fuga sea laverdad de hoy. Es un esfuerzo por 7 Cf. el artículo ya citado de Gerd Buchdahl.
8 Para una crítica del externalismo, véase A. Koyré, "Ps¡spsctives sur
I'histoire des sciences', en Études d'histoire de Ia pensée scientifique, Pa-
f-*.run""r" (conferencia en el Palais de la Découvert e), Reuue d,u Pa- rís: PUF, 1966 ÍEstudios de historia del pensamiento científico, México:
lais de la Découuerte,18(173), 1951. Siglo )Oil, 19771. Se trata del comentario sobre una comunicación de Hen-
5 Véanse más adelante los estudios dedicados a Gaston Bachelard. ri Guerlac, "Some historical assumptions of the history of science), en
6
A.Koyté, La réuolution astronomique, París: Hermann, 1961, pág. 69. A. C. Crombie (ed.), Scientific Change, Londres: Heinemann, 1963.

16 t7
cia. EI externalista ve esa historia como la explicación de un una historia, mientras que la ciencia es ciencia de un objeto
fenómeno de cultura por el conücionamiento del medio cul- que no es historia ni la tiene.
tural global; y por ende, la asimila a una sociología natura- Los cristales son un objeto dado. Aun cuando en la cien-
Iista de las instituciones y pasa completamente por alto la cia correspondiente haya que tener en cuenta una historia
interpretación de un discurso con pretensiones de verdad. de la Tierray una historia de los minerales, eI tiempo de esa
El internalista ve en los hechos de la historia de las ciencias historia es en sí mismo un objeto ya dado. Así, el objeto cris-
los descubrimientos simultáneos (cálculo infinitesi- tal tiene, en relación con Ia ciencia que Io toma por objeto de
-como
mal, conservación de Ia energía)-, sucesos cuya historia no un saber que es preciso alcanzar, una independencia con
puede hacerse sin una teoría. Aquí, en consecuencia, el he- respecto_al discurso, lo cual nos lleva a calificarlo de objeto
cho de historia de las ciencias se trata como un hecho de natural.l0Al margen de cualquier discurso emitido sobró éI,
ciencia, según una posición epistemológica consistente en este objeto natural no es, desde luego, el objeto científico. La
privilegiar la teoría en comparación con eI dato empírico. naturaleza no se recorta y reparte por sí misma en objetos y
Ahora bien, lo que debería suscitar interrogantes es una fenómenos científrcos. Es la ciencia la que constituye su
actitud que podemos calificar de espontrínea e incluso casi objeto a partir del momento en que inventa un método para
general, consistente en alinear Ia historia con la ciencia formar, mediante proposiciones susceptibles de combinarse
cuando se trata de la relación del conocimiento con su obje- íntegramente, una teoría controlada por la inquietud de
to. Preguntémonos, entonces, historia de qué es exactamen- descubrir sus fallas. La cristalografia se constituyó cuando
te la historia de las ciencias. se definió Ia especie cristalina por Ia constancia del ángulo
de las caras, los sistemas de simetría y la regularidad de los
Cuando se habla de la ciencia de los cristales,Ia relación truncamientos en los vértices en función del sistema de
entre una y otros no es una reiación de genitivo como cuan- simetría. nEl punto esencial,, dice Haüy, (es que la teoría y
do se habla de Ia madre de un gatito. La ciencia de los crista- la cristalización terminen por encontrarse y concordar una
les es un discurso sobre la naturaleza de los cristales; esa con otrar.ll
naturaleza, por su parte, no es otra cosa que los cristales El objeto en la historia de las ciencias no tiene nada en
considerados en su identidad consigo mismos, minerales común con el objeto de la ciencia. El objeto científrco, cons-
diferentes de los vegetales y los animales, e independientes tituido por el discurso metódico, es secundario, aunque no
de cualquier uso que les dé el hombre sin que estén natural- derivado, con respecto al objeto natural, inicial, que bien
mente destinados a é1. Apartir del momento en que la cris- podríamos llamar, si jugáramos con el sentido, .pre-texto,.
talografia, la óptica de cristales y la química mineral se La historia de las ciencias se desarrolla sobre esos objetos
constituyen como ciencias, la naturaleza de los cristales es secundarios, no naturales, culturales, pero no deriva de
el contenido de Ia ciencia de los cristales, es decir, una expo- ellos, así como estos no derivan de los primeros. El objeto del
sición de proposiciones objetivas obtenidas por un trabajo discurso histórico es, en efecto, la historicidad del discurso
de hipótesis y verificaciones olvidado en beneficio de sus re- científico, en cuanto esta última representa la realización
sultados. Cuando Héléne Metzger escribió La genése de la de un proyecto interiormente normatizado aun cuando atra-
science des cristaux,g compuso un discurso sobre los discur- vesado por accidentes, demorado o desviado por obstácu-
sos emitidos acerca de la naturaleza de los cristales, que no los, intermmpido por crisis, es decir, momentos de juicio y
erarr en un principio los buenos discursos como consecuen-
cia de los cuales dichos cristales se convirtieron en el objeto 10 Sin
duda, un objeto natural no lo es naturalmente: es objeto de expe-
expuesto de su ciencia. Por Io tanto, la historia de las cien- riencia habitual y de percepción en una cultura. Por ejemplo, el objeto mi-
neral y el objeto cristal no tienen existencia signiñcativa al margen de la
cias es la historia de un objeto que es una historia y tiene
actividad del cantero y el minero, del trabajo en la cantera o la mina. De-
morarse en esta trivialidad constituiría una digresión.
11
9 H. Metzger, La genése de la science des cristaux, París: Alcan, 1918. Citado por H. Metzge4 La genése. . ., op. cit., pág. 195.

1B 19
verdad. TaI vez no se haya señalado con suficiente insisten- gún objeto natural cuyo conocimiento sea su réplica o pleo-
cia que el nacimiento de Ia historia de las ciencias como gé- nasmo descriptivo. Por consiguiente, el propio historiador
nero literario, en el siglo XVI[, suponía condiciones históri- constituye un objeto a partir de un estado actual de las cien-
cas de posibilidad, a saber: dos revoluciones científrcas y dos cias biológicas y humanas, un estado que no es la conse-
revoluciones filosóficas, pues se necesitaban al menos dos. cuencia lógica ni Ia culminación histórica de ningún estado
En matemática, la geometría algebraica de Descartes y lue- anterior deuna ciencia distinta, ni de la matemática de La-
go el cálculo del infinito de Leibniz y Newton; en mecánica y place, ni de la biologÍa de Darwin, ni de la psicofisica de
cosmología, los Principios de Descartes y los Principia de Fechner, ni de la etnología de Taylor, ni de la sociología de
Newton. En filosofia, y más precisamente en teoría del co- Durkheim. Pero Quételet, Galton, Catell y Binet no pueden,
nocimiento, es decir, en teoría del fundamento de la ciencia, en cambio, constituir la biometría y la psicometría sino a
el innatismo cartesiano y el sensualismo de Locke. Sin Des- partir del momento en que el efecto de unas prácticas no
cartes, sin ruptura de la tradición, no puede comenzar una científrcas consiste en proporcionar a la observación una
historia de la ciencia.l2 Según Descartes, empero, eI saber materia homogénea y susceptible de un tratamiento mate-
no tiene historia. Debemos esperar a Newton y la refutación mático. La estatura humana, objeto de estudio de Quételet,
de la cosmología cartesiana para que la historia, ingratitud supone la institución de los ejércitos nacionales y la cons-
del comienzo reivindicado contra unos orÍgenes rechazados, cripción, y el interés atribuido a los criterios de reforma. Las
apaÍezca como una dimensión de la ciencia. La historia de aptitudes intelectuales, objeto del estudio de Binet, supo-
las ciencias es la toma de conciencia explícita, expuesta co- nen la institución de la escolaridad primaria obligatoria y el
mo teoría, del hecho de que las ciencias son discursos críti- interés prestado a los criterios de retraso. Por Io tanto, la
cos y progresivos para la determinación de aquello que, en historia de las ciencias, en cuanto se aplica al objeto antes
la experiencia, debe tenerse por real. El objeto de la historia delimitado, no sóIo se relaciona con un grupo de ciencias sin
de las ciencias es, por lo tanto, un objeto no dado, un objeto cohesión intrínseca, sino también con la no ciencia, con la
para eI cual es esencial el inacabamiento. La historia de las ideología, con la práctica política y social. De tal modo, ese
ciencias no puede ser de ninguna manera Ñstoria natural objeto no tiene su lugar teórico natural en tal o cual ciencia
de un objeto cultural. Con demasiada frecuencia se la conci- a la que la historia vaya a buscarlo, y tampoco en la política
be como historia natural, porque identifica la ciencia con los o la pedagogía. Ese lugar teórico no debe buscarse en otra
científicos y a estos con su biografia civil y académica, o bien parte que en Ia historia misma de las ciencias, pues ella, y
porque identifica la ciencia con sus resultados y estos con su sóIo ella, constituye eI dominio específico donde encuentran
enunciado pedagógico actual. cabida las cuestiones teóricas planteadas por la práctica
El objeto del historiador de las ciencias sólo puede ser de- científica en su devenir.la quételet, Mendel, Binet-Simon y
limitado mediante una decisión que le atribuya su interés e otros inventaron relaciones imprevistas entre la matemáti-
importancia. Por otra parte, en el fondo siempre lo es, aun ca y prácticas en principio no científicas: selección, hibrida-
cuando esa decisión no obedezca sino a una tradición respe- ción, orientación. Sus invenciones son respuestas a pregun-
tada sin crítica. Consideremos un ejemplo, eI de la historia tas que ellos mismos se hicieron en un lenguaje al que de-
de la introducción y la extensión de la matemática probabi- bían dar forma. El estudio cútico de esas preguntas y res-
Iística a la biología y las ciencias del hombre en el siglo
XD(13 El objeto de esta historia no compete a ninguna de la nl,a práctica teórica se incluye en la definición general de la práctica.
las ciencias constituidas en ese siglo; no corresponde a nin- Tlabaja sobre una materia prima (representaciones, conceptos, hechos)
que Ie dan otras prácticas, sean "empíricas", sean "técnicas", sean "ideoló-
12 Véase más adelante el estudio sobre Fontenelle, pág. 54. gicas" ( . . .) La práctica teórica de una ciencia siempre se distingue clara-
13 Ese es, en parte, el objeto de un estudio en curso del señor Jacques Pi- mente de Ia práctica teórico-ideológica de su prehistoria" (LouisAlthusser,
quemal. [Se trata, con seguridad, de Essaís et legons d'histoire de la méde' Pour Marx, París: F. Maspero, 1965 fLa reuolución teórica de Marx, Ma-
cine et de la biologie, París: PU4 1993. (N. del T.)l drid: Fundamentos, 19871).

20 2t
puestas es el objeto propio de la historia de las ciencias, 1o sólo puede captar el sentido de las rupturas y las filiaciones
cual basta para desestimar la objeción posible de una con- históricas gracias a su contacto con la ciencia reciente. Y ese
cepción externalista. contacto es establecido por la epistemología, con la condi-
La historia de las ciencias puede, sin duda, distinguir y ción de que sea vigilante, como enseñaba Gaston Bacheiard.
admitir varios niveles de objetos en eI dominio teórico espe- Entendida de ese modo, la historia de las ciencias sólo pue-
cífico constituido por ella: documentos por catalogar; instru- de ser precaria y estar destinada a la rectificación. Para el
mentos y técnicas por describir; métodos y cuestiones por matemático moderno, la relación de sucesión entre el méto-
interpretar; conceptos por analizar y criticar. Por sí sola, es- do de agotamiento deArquímedes y el cálculo infinitesimal
ta última tarea otorga a las precedentes la dignidad de his- no es 1o que era para Montucla, el primer gran historiador
toria de las ciencias. Ironizar sobre la importancia asignada de la matemática. Es que no hay definición posible de la ma-
a los conceptos es más fácil que comprender por qué sin ellos temática antes de la matemática, es decir, antes de la suce-
no hay ciencia. La historia de los instrumentos o de las aca- sión aún en curso de las invenciones y decisiones que consti-
demias sólo es historia de las ciencias si en sus usos y desti- tuyen la disciplina. <La matemática es un devenir", dijo
nos se los pone en relación con teoúas. Descartes necesita a Jean Cavaillés.ls En esas cond.iciones, el historiador de la
Ferrier para tallar cristales de óptica, pero es él quien conci- matemática sólo puede obtener del matemático de nuestros
be la teoría de las curvas que la talla debe obtener. días la definición provisoria de lo que es matemático. Debi-
Una historia de los resultados del saber puede no ser do a ello, muchos trabajos antaño interesantes para los ma-
más que un registro cronológico. La historia de las ciencias temáticos pierden su interés matemático y se convierten,
concierne a una actividad axiológica: la búsqueda de la ver- con referencia a un nuevo rigor, en aplicaciones triviales.lo
dad. Como tal,la actividad científica aparece en el plano de De cualquier teorÍa se exige, con justa razón, que propor-
las cuestiones, los métodos, los conceptos. Por eso, el tiempo cione pruebas de eficacia práctica. ¿CuáI es, entonces, para
de la historia de las ciencias no puede ser r¡na rama lateral el historiador de las ciencias, eI efecto práctico de una teorÍa
del curso general del tiempo. La historia cropológica de los que tiende a reconocerle la autonomía de una disciplina que
instrumentos o de los resultados puede recortarse de acuer- constituye el lugar donde se estudian las cuestiones teóri-
do con los períodos de la historia general. El tiempo civil en cas planteadas por la práctica científica? Uno de los efectos
el cual se inscribe la biografia de los científicos es el mismo prácticos más importantes es la eliminación de lo que J. T.
para todos. El tiempo del advenimiento de la verdad cientí- Clark llamó .,virus del precursor,.l7 En rigor, si existieran
fica, el tiempo de la veri-ficación, tiene una liquidez o una precursores, Ia historia de las ciencias perdería todo senti-
viscosidad diferente para disciplinas diferentes en los mis- do, pues la ciencia misma sólo tendría una dimensión histó-
mos períodos de la historia general. La clasificación perióü- rica aparente. Si en la Antigüedad, en Ia época del mundo
ca de los elementos realizada por Mendeleiev precipitó eI cerrado, alguien hubiese podido ser, en cosmología, el pre-
avance de la química y sacudió la fisica atómica, mientras cursor de un pensador de la época del universo infinito, un
que otras ciencias mantenían un andar acompasado. Así, la estudio de historia de las ciencias y las ideas como el deAle-
historia de las ciencias, historia de la relación progresiva de xandre Koyré18 hubiera sido imposible. Un precursor sería
la inteligencia con la verdad, genera su propio tiempo y lo
hace de diferentes m¿rneras según el momento del progreso 15 J. Cavaillés, ol-a pensée
mathématiqueo, Bulletin la Socüté Fran-
a partir del cual se asigne la tarea de reavivar, en los discur- d,e
gaise de Philosophie, lS0(1), 19a6, pág. 8.
sos teóricos anteriores, lo que el lenguaje del día aún permi- 16
Al respecto, cf. Michel Serres, .Les anamnéses mathématiques,, Ar-
te comprender. Una invención científica promueve ciertos c 20(l 8 -7 g), 1967, págs. B-88.
hiu e s I nte r natíonale s d' Histoire de s S c ip nce s,
17
discursos incomprendidos en el momento de pronunciarlos, J. T. Clark,philosophy ofscience and history ofscience,, en Mar-
"The
como el de Gregor Mendel, y anula otros que, a juicio de sus shall Clagett (ed.), Critical Problems in the History of Science, segunda
edición, Madison: University of Wisconsin Press, 1g62, pág. 108.
autores, debían hacer escuela. El historiador de las ciencias 18
A. Koyré, From the Closed World to the Infinite llniuerse, Baltimore:

22 23
un pensador, un investigador que habría hecho antaño una dad matemática del movimiento de Ia Tierra. Deberíamos
parte del camino recorrido más recientemente por otro. La reírnos también de quienes, más recientemente, saludan a
complacencia en buscar, encontrar y celebrar a precursores Réaumur o Maupertuis como precursores de Mendel, sin
es el indicio más claro de Ia incapacidad para la crítica epis-
darse cuenta de que el problema que este se planteó le era
propio y lo resolvió mediante la invención de un concepto sin
temológica. Antes de poner uno detrás del otro dos recorri-
precedentes: el del carácter hereditario independiente.2L
dos sobre un camino, conviene asegurarse de que se trata en
verdad del mismo camino. En un saber coherente, un con- En síntesis, mientras un análisis crítico de los textos y los
cepto tiene relación con todos los demás. EI mero hecho de trabajos relacionados a través del choque frontal de la dura-
haber supuesto eI heliocentrismo no convierte a Aristarco ción heurística no haya establecido explícitamente que en
de Samos en un precursor de Copérnico, aunque este se apo-
uno y otro investigador hay identidad de Ia cuestión y Ia in-
ye en é1. Cambiar el centro de referencia de los movimientos tención de investigación, identidad de significación de los
celestes es relativizar Io alto y lo bajo y modificar las dimen-
conceptos rectores e identidad del sistema de conceptos de
siones del universo; en suma, componer un sistema. Ahora los cuales los precedentes extraen su sentido, es artificial,
bien, Copérnico reprochó a todas las teorías astronómicas arbitrario e inadecuado para un auténtico proyecto de his-
anteriores a la suya no haber sido sistemas racionales.l9 Un toria de las ciencias situar a dos autores científicos en una
precursor sería un pensador de varios momentos: el suyo y sucesión lógica de comienzo a consumación o de anticipa-
el de aquel o aquellos designados como sus continuadores, ción a realización.22 Al sustituir por el tiempo lógico de las
los ejecutantes de su empresa inconclusa. El precursor es, relaciones de verdad eI tiempo histórico de su invención, se
por lo tanto, un pensador a quien el historiador cree poder ajusta la historia de la ciencia a la ciencia y el objeto de la
sacar de su marco cultural para incorporarlo a otro, lo cual
primera al de la segunda, y se crea ese artefacto, ese falso
equivale a considerar que conceptos, discursos y gestos es- objeto histórico, que es el precursor. Alexandre Koyré escri-
peculativos o experimentales pueden ser desplazados y reu- bió: nl,a noción de precursor es para el historiador una no-
ción muy peligrosa. Es cierto, sin duda, que las ideas tienen
bicados en un espacio intelectual donde laqrelaciones son
reversibles gracias al olvido del aspecto histórico del objeto un desarrollo cosl autónomo; es decir, originadas en una
en cuestión. ¡Curíntos precursores se le buscaron así al trans-
mente, llegan a Ia madurez y dan fruto en otra, y debido a
formismo darwiniano entre los naturalistas, los filósofos e ello es posible hacer la historia de los problemas y sus solu-
incluso los publicistas del siglo XVIII!20 La lista de los pre- ciones. Es cierto, igualmente, que las generaciones poste-
cursores sería larga. En última instancia, se reescribirían, riores sólo se interesan en las precedentes en cuanto ven en
Iuego de Dutens, las Recherches sur I'origine des découuer- ellas a sus ancestros o sus precursores. Es evidente, sin em-
tes attribuées aux modernes (L776). Cuando Dutens escribe
bargo debería serlo, al menos-, que nadie se consideró
jamás -oprecursor de ningún otro, ni pudo hacerlo. Por eso,
que Hipócrates conocía la circulación de la sangre y que el
juzgarlo como tal es la mejor manera de impedirse compren-
sistema de Copérnico correspondía a los antiguos, sonreí-
mos al advertir que olvida lo que Harvey debe a Ia anatomía derlo".23
del Renacimiento y al uso de modelos mecánicos, y que la El precursor es el hombre ilustrado de quien sólo mucho
originalidad de Copérnico consistió en investigar Ia posibili- después se sabe que corrió por delante de todos sus contem-
poráneos y superó a aquel a quien se tiene por triunfador en
la carrera. No tomar conciencia de que es una criatura de
.fofrns Uopt<ins Press, 1957; traducción francesa: Du mond.e clos d. l'uni-
uers infini, París: PIIF, 1962 fDel rnundo cetado aI uniuerso infinito,Ma- 2t Cf. J. Piquemal, Aspects de la pensée de Mendel (conferencia del
drid: Siglo )Q(I, 19841.
le Cf. A. Koyré, La réuolution astronomíque, op. cit.,pág. 42. Palais de la Découverte), París: Palais de la Découverte, 1965.
22 Cf. más adelante un texto de Biot en en la
20 En Michel Foucault, Les mots et les choses, París: Gallimard, 1966, "La historia de las ciencias
obra epistemológica de Gaston Bachelardo, pág.187, nota 10.
págs. 158-76 lLas palabras y las cosas, México: Siglo )Oil, 19681, se encon- 23 A. Koyré, La réuolution astronomique, op. cít., pág. 79.
trará una crítica de esos intentos.

25
24
cierta historia de las ciencias, y no un agente del progreso de Primera parte. Conmemoraciones
Ia ciencia, es aceptar como real su condición de posibilidad,
la simultaneidad imaginaria del antes y el después en una
suerte de espacio lógico.
Con Ia cítica de un falso objeto histórico intentamos jus-
tificar mediante una contraprueba Ia concepción que hemos
propuesto acerca de una delimitación específica de su objeto
por la historia de las ciencias. Esta no es una ciencia y su ob-
jeto no es un objeto científico. Hacer, en eI sentido más ope-
rativo del término, historia de las ciencias es una de las fun-
ciones, no Ia más sencilla, de la epistemología filosófica.

26
El hombre de Vesalio en el mundo
de Copérnico: 1543*

Los historiadores de las ciencias señalaron y celebraron


con mucha frecuencia la admirable conjunción que hace de
1543 un año incomparable en Ia historia de los progresos
del espíritu humano, debido a la publicación del De reuolu-
tionibus orbium celestium de Copérnico y el De humanis
corporis fabrica de Vesalio. Pero algunos de ellos también
cedieron a la tentación fuerte, debemos reconocer-
lo- de adjudicar a esas dos-muy obras un poder crítico inmedia-
tamente irrecusable y un efecto destructivo instantáneo con
respecto a lavisión medieval del mundo y el hombre.Ahora
bien, si no se puede dudar de que la astronomía copernicana
hace posible el estallido de un cosmos antropocéntrico, no Ie
pone fin por sí sola; y si es indudable que la anatomía vesa-
liana hace posible una antropología liberada de toda refe-
rencia a una cosmologÍa antropomórfica, no es en sí misma
el equivalente de su posteridad. Por eso nos parece dificil
aceptar sin matices, e incluso sin algunas reservas, el juicio
emitido en su f/lsúoire de l'anatomie por ese gran historia-
dor y gran admirador de Vesalio que fue Charles Singer:
nAmbos', dice de Copérnico y Vesalio, ndestruyeron para
siempre la teoría del macrocosmos y el microcosmos vigente
en la Edad Media,.
Solicitamos permiso para preguntarnos, justamente a
propósito de Vesalio, si eI Renacimiento es un bloque, si las
mutaciones intelectuales que lo caracterizan se produjeron
o no al mismo tiempo, al mismo ritmo y por las mismas ra-
zones, y si fueron desde un principio tan radicales como pa-
recieron más adelante, cuando los historiadores dirigieron
hacia lo que denominaban "la noche del Medioevo" las luces
* Título original: ul'homme de Vésale dans le monde de Copernic: 1543o.
Extraído de la recopilacíón Commémoration solennelle du quatriéme cen-
tenaire d.e la mort d.'André Vésale (Lg a 24 d.e octubre de 1964), Bruselas:
Académie Royale de Médecine de Belgique, 1965, págs. 146-54.

29
de la Aufh,Iiirung. Nuestro interrogante no tiene nada de derna; aunque esa primera actitud de inversión pascaliana
original. Los historiadores de las ciencias se muestran hoy, del pro en contra se extendió progresivamente hasta el
en su conjunto, bastante propensos a considerar que el Re- universo de las estrellas y las nebulosas; aunque Ia cosmolo-
nacimiento fue un reconocimiento de tradiciones retomadas gía se convirtió en astrofisica; aunque el Sol recibió una po-
desde sus orígenes, y que antes que ser y pese a ser un re- sición excéntrica con respecto al sistema de los enjambres
chazo de precedentes tradicionales más cercanos, constitu- globulares, no debe escapársenos, sin embargo, que para
yó un retorno a Pitágoras, Platón, Arquímedes y Galeno. Copérnico el cielo de las estrellas fijas seguía siendo una bó-
La camera de Vesalio y la de Copérnico presentan mu- veda esférica centrada, y que los orbes esfericos imprimían
chas semejanzas. Por su formación inicial, ambos son hu- un movimiento circular y uniforme, es decir, perfecto, a Ios
manistas, ambos se sintieron atraídos por la luz de Italia. planetas que sostenían. De modo que, aun cuando Vesalio
Copérnico estudió medicina en Bolonia y también en Pa- hubiera conocido y aceptado en 1543 el sistema de Copérni-
dua, donde se adelantó treinta y cinco años a Vesalio. Canó- co, los cielos hacia los cuales elevan su rostro doloroso los es-
nigo a cargo de numerosas funciones administrativas, no queletos y los desoilados de las láminas delaFabrico no ha-
fue menos activo ni estuvo menos abierto al mundo que Ve- brían sido, por cierto, los cielos de la cosmología medieval,
salio, médico y cirujano. Es verdad que Copérnico es un pero también habrían distado mucho de parecerse a los de
calculador, en tanto que Vesalio es un observador; pero el Newton, Fontenelle o Kant. Sin embargo, el cielo del hom-
aporte de este último al enriquecimiento de la anatomía bre de Vesalio, y no puede dudarse de ello, es el cielo preco-
descriptiva esto se le ha reprochado- apenas fue más pernicano. La prueba está en la sección dela Fabrico (VII,
grande que -y la contribución de Copérnico al progreso de la I4,pág.646) en que su autorjustifica el orden de su descrip-
astronomía de posición. El genio de Copérnico es una larga ción de las partes del ojo mediante una asimilación analó-
paciencia, y eI de Vesalio, una fogosa impaciencia; ambos, gica de este órgano al huevo o al mundo, sea que se proceda
sin embargo, tienen en común el hecho de haberle propues- desde el centro hacia la periferia o desde la periferia hacia el
to al hombre una nueva estructuración de su visión del centro, es decir, la Tierra (". . .Aut ab hoc calo ad centrum
mundo y de sí mismo. En este punto convñne evaluar, sin usque mundi, ipsam uidelicet terram.. ."). Sobre la Tierra
concesiones a ningún conformismo de historiador, lo que que todavía puede creer inmóvil, eI hombre de Vesalio con-
esas visiones del mundo y del hombre conservan y rechazan serva la postura aristotélica: está de pie, con Ia cabeza hacia
de las concepciones precedentes. Io alto del mundo, en correspondencia con la jerarquía de los
La astronomía de Copérnico sigue siendo una cosmolo- elementos, analogía y espejo de la jerarquía de los seres.
gía, una teorÍa del cosmos, de un mundo siempre finito aun- Cómo dudar de que Vesalio (aI igual que Leonardo daVinci,
que inmenso, un mundo siempre perfecto aunque vuelto del por otra parte) tiene al hombre por un microcosmos, dado
revés. Si Copérnico se resuelve por la separación entre el que él mismo afi.rma expresamente que los antiguos le die-
centro de referencia cinemático y el lugar de percepción vi- ron, con justa razón, ese nombre: "Veteribus haud ab re rni-
sual de los movimientos planetarios; si concede más crédito crocosrlus nuncupabat¿¡,, dice eI prefacio de la edición de
a una suposición deAristarco que a todo el sistema deAris- 7543; garuus mundus", dice el de la segunda edición. Se
tóteles; si abandona la letra de Ia cosmología ptolomeica, lo trata de una repetición casi literal de Galeno: nAl decir de
hace deseoso de una mayor fidelidad hacia su espíritu y pa- los antiguos, conocedores de las maravillas de la naturale-
ra salvar mejor ----es decir, más simplemente- las apaúen- za, eI hombre es como un pequeño universo, (De usu par-
cias ópticas. Copérnico, dijo eI lamentadoAlexandre Koyré, tium,III, L0, in fine). Como se señaló con frecuenúa,la Fa-
no es aún copernicano. Entendamos con ello que, al preten- brlco sigue el orden galénico de exposición de las partes: co-
der ser más ptolomeico que Ptolomeo, hizo posible la revo- mienza por la osteología y ante todo por la descripción del
lución copernicana. Aunque esa revolución significó el pun- cráneo. Vesalio se explaya al respecto en su carta-prefacio a
to de partida de todas las conquistas de la astronomía mo- Carlos V: terminará, como Galeno, con las vísceras, es decir,

30 31
donde empezaban Mondino y sus imitadores, que a veces en verdad, es preciso ver eI cosmos. El humanista vesalio
incluso se limitaban a ellas. hacía del cuerpo humano el único documento verídico sobre
Con respecto a este regreso de Vesalio al orden descripti- la fábrica del cuerpo humano. Al interesarse en la anatomía
vo a capite ad calcem, orden aristotélico al parecer lógicr y del perro o el mono alavezque en la dei hombre, Vesalio
lo
acaso profundamente mágico, propondremos un comenta- hacía más para confirmar la diferencia de este último que
rio en forma de paradoja. Se busca de buena gana el rasgo para llamar la atención sobre analogías. Basta con remiiir_
distintivo del espíritu científico moderno en el repudio del sea su carta-prefacio de 1548, donde le reprocha a Galeno
antropomorfismo en materia de cosmología y biología. Aho- haber desconocido
"la diferencia infinitamente múltiple que
ra bien, es conocida la insistencia con que Vesalio, tanto en gxiste entrelosórganos del cuerpo humano y los del simio,.
la Fabrica como antes, en ocasión de la Primera Anatomía Es que la mirada de Vesalio ,rru mirada de médico, y no
en Bolonia, en 1540, y más adelante, en la carta sobre las ".
de humanista. Y pretende restablecer el conocimiento ana-
propiedades del cocimiento de la zarzaparnlla china, desta- tómico del hombre como un servicio a este.
ca la inadecuación del material de las disecciones de Gale- EnlaFabríca, todo concurre a consumar ese designio; la
no: perros, cerdos o monos, y no cadáveres humanos. Al estrecha ligazón establecida por Vesalio, u la *urer.'de
éu-
margen del alcance que le reconocieron los historiadores de leno, entre la estructrrra y la función, y, por consiguiente,
la
la medicina, ¿no es sorprendente que no se haya destacado nueva tarea asignada a la nomenclatura y la iórrograÍia:
más a menudo el sentido de esa insistencia en exigir que el poner de manifiesto la subordinación d.e la construcción
al
hombre fuera estudiado en el hombre? movimiento' de la forma a ra vida. si el discurso d.el anato-
La opinión aristotélica y galénica, según la cual eI orga- mista desmonta la fábrica d.el cuerpo,la imagen del graba_
nismo de ciertos mamíferos podía servir como sustituto del dor restituye su unidad dinámica. por otra parte, ¿"r_
organismo humano para un estudio de la morfología inter- "l
montaje mismo no se parece tanto a una divisiOn y disper_
na, era una expresión de la convicción en Ia existencia de sión de partes como al esclarecimiento gradual dé un con_
una serie animal cuya consumación por lo junto. Acerca de todos estos puntos, bien conocidos,
-y referencia,
tanto, de dignidad jerárquica- era el hoñbre, pero fue tam- con tomar nota de los juicios de Roth, Sigerist, Singer y
basta
los
bién el motor de los estudios de anatomía comparada que, exégetas de la iconograffa anatómica, de Choulantá Saun_
en eI siglo XVIII, iban a terminar por dar crédito a la idea de ders, OMalley y Premuda, pasando por Jackschath.
que las relaciones de analogra entre los animales y el hom- Singer, en particular, insistió justámente en que Vesalio
bre podían, en verdad, expresar relaciones de genealogía. no puede imaginarse el cuerpo humano de otro modo que
Ahora bien, sin importar lo que hace más de un siglo haya como una totalidad orgánica en acción. Sin embargo, qiíra
dicho al respecto el anatomista belga Burggraeve, la ana- de esa manera no se destaque lo sufrciente la distááiá
q-"
tomía de Vesalio siguió siendo ajena a ese orden de estudios. separa a la anatonúa vesaliana de la anatomía moderna, po_
Cuando laFobric¿ insistía en el imperativo metodológico de sible gracias a la primera. El esqueleto, eI desollado, el trán_
que la estructura humana sólo puede observarse en el hom- co abierto para mostrar las vísceras del abdomen,
e inclu-
bre, ¿no contribuía, aI mismo tiempo, a destacar eI hecho sive, en el Iibro séptimo, la cabezahumana en la óual apa_
biológico de la singularidad del ser humano? ¿Sería exce- rece el cerebro luego de la resección de la bóveda
sivo, entonces, decir que la revolución anatómica es algo así n_o coastituyen objetos anatómicos expuestos. ".un".iru,
El hombre de
como la revolución cosmológica invertida? En 1543, cuando Vesalio es un sujeto responsable de sus actitudes. La ini_
Copérnico proponía un sistema en el cual la tierra natal del ciativa de la postura con la cual se ofrece al examen le per_
hombre ya no era la mediday Ia referencia del mundo, Vesa- a éf y no al espectador. El hombre de Vesalio, hombre
lio presentaba una estructura del hombre en la que el hom-
t"luj"
del Renacimiento, es sin duda un individuo, origen de sus
bre mismo, y sóIo é1, era su referencia y su medida. El hu- determinaciones. En ese sentido, aunque considerado como
manista Copérnico deshumanizaba eI lugar desde donde, un ser viviente en armonía con el cosmos, se presenta do-
{
32
33
tado de espontaneidad y de una especie de autonomía or- Tengamos Ia precaución, no obstante, de no reproducir
gánica. una vez más eI clisé bastante gastado según el cual el Rena-
TaI vez haya más. Las láminas anatómicas de la Fabri- cimiento científico, y el de la anatomía en particular, consis-
c¿, sean de Jan van Calcar o de algún otro discípulo de Ti- tieron en sustituir la autoridad de los maestros por la obser-
zíarro, a falta de este mismo, sin duda, representan al indivi- vación y el razonamiento por la experiencia. Decir que Vesa-
duo humano contra el fondo de un paisaje singularizado, lio dio operatividad al conocimiento anatómico no es hacer
muy diferente de un medio anónimo. Como se sabe, hace de él un empírico. Eso significaría olvidar el pasaje de la car-
unos sesenta años Jackschath hizo notar, por primera vez, ta-prefacio en el cual hace justicia a esos médicos, menos
que los paisajes dibujados en el segundo plano de las lámi- cortos de miras que los filósofos aristotélicos, aunque igual-
nas de la miología forman una sucesión continua, y Harvey mente perburbados por la revelación de un error en Galeno,
Cushing los identificó como pertenecientes a la región de que terminan por rendirse ante las comprobaciones de la
Padua. Ahora bien, las termas en ruinas, los puentes, los inspección anatómica. Movidos por el amor a la verdad, dan
campanarios y los palacios en el horizonte componen aquí menos crédito, en definitiva, a los escritos de Galeno que a
un marco de obras humanas. El hombre de Vesalio vive en sus propios ojos y a razonamientos no ineficaces ("suisque
un mundo humanizado que le devuelve las señales de su ac- oculis ac rationibus non inefficacibus").IJn razonamiento
tividad. Es el hombre de la energía y el trabajo, el hombre no ineficaz, es decir, conducente a algún efecto, es una expe-
de Ia valoración y transformación de la naturaleza, el inge- rimentación generadora de su fenómeno de control. por úl-
niero del Renacimiento a la búsqueda de las leyes del movi- timo, la portada delaFabrico, si sóIo se ve en ella lo que
miento y de la utilización de la fuerza motriz. Es cierto que muestra de manera manifiesta, nos parece tan valiosa como
Singer acertó al decir que Vesalio, como Galeno, considera si no se vieran más que símbolos por descifrar o personajes
al hombre más en su destino que en su origen. Pero también por identificar. Lo notorio aquí es la identificación en un solo
en ese aspecto es preciso mantener la diferencia. El hombre hombre de los tres personajes de las antiguas lecciones d.e
de Galeno debe su especificidad a la razón, arte de todas las anatomía: mngister, d.e.mnnstrator, ostentor;Ia transformación
artes, y a su mano, instrumento de todos-los instrumentos, del concepto tradicional de ciencia por la subordinación de
pero ese arte y esos instrumentos no pueden sino imitar a Ia la explicación a Ia prueba y de lo inteligible a lo verificable.
naturaleza. La función eminente del hombre es la contem- Es cierto que Vesalio no tiene el monopolio de una originali
plación, imitación del orden universal. dad que algunos incluso le discuten, como sucede a veces
Muy distinto es el hombre de Vesalio, porque muy distin- cuando demasiada erudición sofoca la admiración. Hoy sa-
to es Vesalio. Ser su propio demostrador de anatomía, ele- bemos bien todo 1o que el Renacimiento de la anatomía ha-
var la mano a Ia dignidad de un instrumento de enseñanza bría de deber a Leonardo da Vinci. Pero nosotros nos ocupa-
y hasta de conocimiento (¿hace falta recordar la exhortación mos de Ia historia, y no de la ucronía. En 1b48, el hombre
a los estudiantes de Bolonia en 1540:
"Tangatis uos ipsi ues- que vino al mundo en el mundo de Copérnico fue el hombre
tris manibus et his credlúe,?), incluir en un tratado anatómi- de Vesalio.
co la minuciosa descripción de los instrumentos y las técni- Dado que eI mundo de Copérnico empieza a brillar a los
cas de disección y vivisección, ¿no significa todo esto conce- ojos de Ia inteligencia recién en 1543, el hombre de Vesalio
bir el conocimiento como una operación y ya no como una puede aún ignorar que su naturaleza de todo orgánico, dis-
contemplación, borrar la frontera de dignidad que separaba tinto del mundo aunque en concordancia con é1, está a pun-
a la teoúa de la práctica? ¿Querrá alguien decir que Galeno to de ser cuestionada. Lo será efectivamente el día en que el
no se privaba de efectuar disecciones y vivisecciones en ani- cosmos antiguo y medieval, hábitat del hombre centrado en
males? ¿Acaso alguno Io ignora? Sin embargo, una cosa es el hombre y hecho para é1, ceda su lugar aI universo cuyo
trabajar para conocer, y otra, considerar el conocimiento co- centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna.
mo un trabajo. A partir del momento en que Ia mecánica galileana y carte-

34 35
en mo para ser exacta, que es preciso tomar al pie de la letra el
siana se presente como modelo de una ciencia universal término "fábrica" y gue, al exhibir los elementos de Ia cons-
de toda di-
su objeto y homogénea en su método -aboiición trucción del hombre, Vesalio es el indiscutible iniciador de
ferencia otttotOgió" entre las cosas del cielo y las de
la tierra'
posible pre- los métodos y progresos de una antropología ahora positiva
entre las cosas inertes y los seres vivos-, será por utilizar cada vez mejor los métodos de descomposición y
g.t"t*t" si en L543 eI renacimiento de la biología humana
astronó- análisis de las estructuras y funciones. Aello opondríamos,
!e encauró en el mismo sentido que la revolución
y hasta por nuestra parte, eI recordatorio de nuestras vacilaciones
fue fiel, a lo largo de su historia
-i.u. ¿Bta biologíalección de Vesalio, así como la astronomía
iniciales al suscribir una idea también demasiado román-
días, a ia tica, según la cual un comienzo es, en la historia de una
""uttiot
pJo"g¿ y eíriqueció la enseñanza de Copérnico? Co-nven-
ciencia, una especie de germen orgánico que contiene en po-
;;;";;q"e hay argumentos muy fuertes en respaldo de tencia todo el desarrollo ulterior. Si pretendemos defender,
ínu negativa. Desde principios del siglo XVII' en cuatrocientos años después de la muerte de Vesalio, esa
""rprr""ta
ét du.uttotlo de los métodos y las adquisiciones
m-e-
di- idea del hombre publicada en 1543, lo hacemos entonces por
"f""to,
nos discutidas de la anatomía y la fisioiogía parecen más
otrarazón. El presunto retraso consistente en la fidelidad
,u"tu-"ttt" inspirados por eI espíritu de Copérnico que por de Vesalio al concepto de totalidad orgánica humana, en el
de una
el de Vesalio, aun en el áominio de este' Asemejanza mismo momento en que el concepto de totalidad cósmica
al cosmos' la
ao.*ofogíu convertida en positiva aI renunciar empieza a caer en desuso, ¿no podría, al contrario, interpre-
rechazar
u.rttopoiogia tendía, purt tu" tambiélr-positiva' a tarse como un recordatorio de la situación fundamental del
hombre' Así' los or-
toJá á.tto'pomorfismo en el estudio del hombre en cuanto ser viviente cuya relación con la vida lle-
del hombre, se describieron
;;;ot Én general, incluido elen su estructura y sus fun-
ga, aunque sea confusa o penosamente, a la conciencia de
! explicaron progresivamente, sí? En ese sentido,la idea del hombre concebida e ilustrada
fisicas' co-
aiorr"., como puntos de convergencia de fuerzas por Vesalio, Iejos de estar atrasada con respecto a su tiempo,
seres caren-
mo concreciones del medio y, por último, como
estaría adelantada a todos Ios tiempos: sería esencial al
ambiente ma-
tes de otra vida que la impuesta por el medio
hombre de todas las épocas. ¿Podúa extinguirse el poder de
terial. En consecuencia, ia biología se esTorzó por adoptar
vi- la idea de1 hombre que se experimenta desde adentro como
un vocabulario con el cual se pudiera hablar de los seres participante activo de ese movimiento universal de organi-
lenguas que las
vos sin hablar de la vida ni recurrir a otras zaeión,vale decir, de retraso del crecimiento de la entropía,
del fisico o el químico. En síntesis, Ia totalidad orgrinica
se
la que es preciso, quiéraselo o no, seguir llamando "vida"? No
disolvió en un universo resultante del descentramiento' nos excusemos por ver en IaFabrícq de Vesalio mucho más
uf"Jutu y la fragmentación del cosmos' La deshumatiza-
que un documento capital para la historia de la medicina,
de sí mis-
.iOn d" la representación que el hombre se hacía un monumento de nuestra cultura. Al iguai que los esclavos
mo culminó cuando Darwin, al asignar a este una ascen-
positivo a-Ia fór- de Miguel r(ngel, también muerto hace cuatrocientos años,
dencia animal, terminó por dar un sentido Ios esqueletos y desollados de la Fabrica se perfilan en fili-
muladeBuffon:"Sinlosanimales,lanaturalezadelhom- grana en Ia imagen a la vez nostálgica y profética que el
podría
bre seúa incomprensible'. Así, a la luz de la historia' hombre continúa haciéndose de sí mismo, aun cuando ya no
un retraso de la
ser lícito concluir que, antes de 1543, había le sea posible creerse, como suponía Vesalio, la obra más
en otras pala-
antropología con respecto a la cosmología; perfecta del y guiar
bras, que en un univ-erso muy joven, el hombre de
Vesalio "Summus rerum Opifex", deba dejarse
por su tazón en los espacios de un universo sin amarras.
- -"n. siendo un
seguía anciano.
En su memorable obra sobre La cultura del Renacimien-
posible discrepar de esta conclusión' aveces formula- to en ltalia, Jacob Burckhardt cita un muy hermoso texto de
da, desde dos posiciónes muy diferentes' Por un
lado' se po-
intentado Pico della Mirandola, extraído del Discurso sobre Ia digni-
dria pretend"" qlr" la idea dll hombre que hemos
dad del hombre (escrito en 1489). El Creador dice al primer
pottut de relievé er-la Fabrico es demasiado romántica co-

37
36
hombre: .Tb he puesto en medio del mundo para que
puedas Galileo: la significación de la obra
pasear la miraáa con mayor facilidad -a tu alrededor y ver
es ni
y la lección del hombre*
;;j;; lo que él encierra. Ál hu""t de ti un ser que no
celástial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, quise darte la fa-
cultad de formarte yvencerte a ti mismo; puedes descender
al nivel de la bestia y elevarte hasta convertirte en un ser
Al llegar al mundo,los animales recibieron todo lo
Jirrirro.
que necesit"úutt, y los espíritus de un orden superior son
áesde eI inicio, o .i -"ttot áesde muy poco después de su !or-
El año 1964 apenas basta para las conmemoraciones que
mación, lo que deben ser y seguir siendo en Ia eternidad' Só'
Ie propone una conjunción excepcional, hace cuatrocientos
lo tú puedeÁ crecer y desarrollarbe como quieras, y tienes en
años, de fallecimientos ynacimientos ilustres, en un tiempo
ti los gérmenes de la vida en todas sus formas''
Si bien nuestro conocimiento del mundo de Copérnico al cual el nuestro debe remitirse si tiene interés en com-
prenderse. En 1564 murieron Miguel Ángel, Vesalio y Cal-
nos impide hoy suscribir lo que en este texto concierne a Ia
vino y nacieron Galileo y Shakespeare.
situación del ser humano en el universo, es dable espefar
que nuestra admiración por el Hombre- de Vesalio nos a¡rude IJna conmemoración actual de esos personajes ilustres
no puede iluminar los mismos rasgos ni resucitar Ia misma
a fortalecer la certeza, áquí expresada, de que eI hombre
presencia. Para no tomar sino a Shakespeare y Galileo, ¡qué
posee en sí olos gérmenes de la vida en todas sus formas"'
diferencia en 1o que las sombras del pasado ocultan a nues-
tras miradas! Del primero tenemos una obra sobre la cual
aún üscutimos si debe serle atribuida. Es posible que Shake-
speare autor dramático sea más que un solo hombre. Al-
gunos de nuestros contemporáneos creen saber más sobre
Hamlet u Oteio que sobre el inventor de su personaje. Al
contrario, en lo concerniente a Galileo Galilei, nacido en pi-
sa e hijo de Vincenzo Galilei, tenemos Ia certeza de que eI
hombre y la obra no son más que uno; la prueba de ello es el
proceso que se hizo al primero en razón de la segunda.
Cuando un tribunal obtiene la confesión de un hombre y lo
condena, toda una sociedad le da el más vigoroso y temible
testimonio que él pueda anhelar sobre su existencia dife-
rente y, por lo tanto, su realidad de individuo. Condenado
como heterodoxo, Galileo fue consagrado como individuo.
Individuo simbóIico: demasiado, acaso. Hoy no parece posi-
ble discutir que el caso Galileo contribuyó durante mucho
tiempo a sobredeterminar los juicios emitidos acerca del
contenido y la significación de la obra.

* Título original:
"Q¿1¡6"' la signification de I'euvre et la legon de I'hom-
me". Alocución con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Galileo,
pronunciada el 3 dejunio de 1964 en el Institut Italien, 50, rue de Varen-
ne, París. Primera publicación enlos Archives Internationales d.'Histoire
des Sciences, 27(68-69), julio-diciembre de 1964.

38 39
por mediante el retorno sistemático a una manera de pensar el
Pero esos hombres, como todos los nacidos en 1564' mundo que la historia del pensamiento convirtió en históri-
otra parte, tienen para nosotros el rasgo común de haber
ca, es decir, subjetiva aunque colectiva. Es necesario poner-
.rr"rrido alÁundo bájo el mismo cielo, percibido y concebido
se en la situación de hombres tales que tuviesen por error y
p* io. hombres de entonces como una bóveda real' y de locura, disidencia e impiedad, lo que el hombre moderno sa-
por quie-
irabe".e humanizado en una cultura compartida be gracias a una tradición sostenida por el progteso de las
nes, muy escasos' creen como Copérnico desde 1543-
y por-yaquellos' casi to-
pruebas y una familiaridad de cultura apoyada en la do-
n* fu Ti"""u gira alrededor del Sol,
que nuestro planeta está
mesticación gradual de la naturaleza.
do., qo" suponen comoAristóteles En la época pregalileana, un hombre instruido, aun me-
fij;'; el centro del mundo' Todos coinciden en celebrardel la
diocremente, suele ver el mundo a través del saber de Aris-
como la ley de los cielos' Se diría que el Dios
^Armonía tóteles incorporado a la teología católica. Imagina que el
Génesis inscribió en el firmamento un texto de cosmología movimiento de un móvil está determinado no por el punto y
que
musical cuya cifra lograron descubrir los pitagóricos' el instante iniciales y por la velocidad, sino por el término y
transmitieron la leccién. Pidamos justamente a Shakespea-
que lugar de llegada hacia el cual Io dirige una especie de apeti-
re que nos recuerde esa cosmovisión en el momento en to. Ve en eI movimiento de las cosas terrestres una suerte de
tierra de Italia que los pinto-
Gaiieo üene al mundo, en esa enfermedad pasajera que las aparta de su estado fisiológico,
res florentinos y venecianos disponen en sus cuadros
según
el reposo. Cree que la Tierra y los cielos se oponen, en cuan-
las proporciones musicales. to a las reglas de su ordenamiento, tan absolutamente como
En Et mercad.er d'e Venecia, Lorenzo le dice a Jessica: lo hacen lo corruptible y perecedero y Io incorruptible e in-
nSiéntate, Jessica. Mira,la bóveda del cielo está incrustada mutable. Sostiene que el movimiento de las esferas da la
por doquier de discos de oro luminosos' ¡De todos los globos clave de todos los otros. Como consecuencia de esa oposición
q,r" aorrt"rnplas, aun el más pequeño, en su movimiento' de la Tierra y los cielos, conceptos tales como los de Ia mecá-
a^ut t" ao*o un rángel, en perpetuo acorde
con los querubines
nica y Ia fisica celestes, a los cuales se asocian en nuestra
de ojos resplandecientes de juventud! Eq las almas inmor-
mente los nombres de Newton y Laplace, son impensables y
tales existe una armonía similar; pero mientras este barro
absurdos.
pereced,ero la cubre con su tosca vestimenta, no podemos
Un hombre instruido de esta época considera la totali-
escucharlar. dad de los seres como el cosmos, vale decir, un orden en el
Estas palabras aún nos conmueven, por cierto, pero' con- cual cada ser tiene una calidad que lo sitúa naturalmente
vengamos, ya no nos dicen nada. Y si no nos dicen nada
es
en una jerarquía, análoga a un organismo cuyas partes son
po"q:o" rrrráíu dejaron de decir algo a Galileo, porque un día
solidarias, hechas las unas para las otras; un todo, por con-
ii tÉ"guu;" y el cálculo de Arquímedes le enajenaron el siguiente, consumado, terminado, cerrado sobre sí mismo,
tenguije y eicálculo de los pitagóricos' Tiengamos la cetteza' El hombre ocupa un lugar central en ese cosmos. Está en
para el
sin"emlargo, de que esas palabras eran elocuentes la cima de la jerarquía de los seres vivos porque su razón,
¿" éun"o, Vincenzo, instrumentista y teórico de Ia
lua""
'-riri.u, como lo habían sido para todos sus antepásados Bo- espejo del orden, le permite la contemplación del todo. Co-
noce el mundo y sabe, al mismo tiempo, que todo lo del mun-
naiuti, de buena nobleza florentina' do se relaciona con é1.
Por eso el primer deber de nuestra conmemoración tiene Este conocimiento especulativo del mundo no necesita
que ser hoy un deber de olvido' Para captar con claridad el en modo alguno de accesorios mecánicos, objetos técnicos de
Ga-
sentido y apreciar la importancia de laobra científica de uso teórico, vale decir, instrumentos. La Edad Media no co-
iit"o, pr"ciso intentar forjarse un alma no ingenua' sino
noce otro instrumento que el astrolabio, una proyección del
sabia ",
de un saber para norottot superado, destituido' aboli cielo en miniatura. Las lentes y aun las lupas sólo sirven
do, en el olvido voluntario casi imposible, por lo demás-
-y
de aquello que, hoy, creemos haber sabido desde siempre'
por entonces para corregir Ia vista, y no para aguzarla o ex-

4l
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I ción ¿ priorí de principios cuya convalidación se busca por
tenderla. La balanza es un instrumento de orfebre o ban-
quero, y a nadie se le ocurre que pesar pueda ser un camino dos caminos: demostración matemática en primer lugar y
vida de los hom- confi rmación experimental luego.
f,u"u .ótto""r. De una manera general, la En Pisa, en Padua, en cargos universitarios sin brillo,
Lr". t o es materia de cálculo. La medición del tiempo por los
mano, el arte de Galileo se afana por igualar un modelo muy admirado por
relojes de pesas y algunos escasos relojes de
que a la vida él: "el divino Arquímedes".
daria hora, concierne más a la vida religiosa
práctica y la vida científica. Ese mero proyecto basta para situarlo al margen de la
Aun antes del nacimiento de Galileo,la cosmologíahelio- filosofía y la fisica de su época, porque implica, contraria-
mente a la opinión de los aristotélicos, que la matemática
céntrica de Copérnico hizo tambalear a algunas de esas
puede ser una clave para el conocimiento de la naturaleza.
evidencias. Antes de que aquel cumpliera quince años, las
Sin haber conocido su noche de entusiasmo, GaIiIeo forja,
observaciones y los cálculos de Tlcho Brahe dermmbaron
antes que Descartes, el mismo proyecto que este.
otras certezas. En 1552, Tlcho observó una nueva estrella,
que se hallaba en las inmediaciones de Casiopea; en 1577 En 1604, Galileo está en posesión de la ley que todos los
escolares de nuestros üas designan con su nombre: la ley
ülcuió ia distancia de un gran cometa a Ia Tiena y situó ese
que relaciona el tiempo de caída de un cuerpo con el espacio
cuerpo en la esfera de Venus. EI firmamento, por lo tanto, no
recorrido, la primera ley de física matemática. Galileo no
seríá un dominio ontológico ajeno a Ia novedad, y en el mun-
publica esta ley que para nosotros es el fundamento de ia di-
do perfecto de las esferas habría lugar para cuerpos cuyo
námica: la comunica a algunos amigos y sobre todo a Paolo
movimiento no era circular.
No podemos rehacer aquí la historia de los trabajos y las Sarpi, en una carta. No examinaremos por qué y cómo se es-
forzó por deducir una relación verdadera de un principio
investigaciones de Galileo. Debemos suponer necesaria-
que no podía implicarla. En el primero de sus Estudios gali-
mente óonocidos muchos de los textos y Ias fechas, y dar
crédito a Io que nuestro resumen contiene sin exhibirlo. Las
Ieanos,Alexandre Koyré propuso un tratamiento decisivo
de esta cuestión. No indagaremos tampoco en qué sentido y
investigaciones de Galileo se orientaron ¿ ordenaron a par-
hasta qué punto Galileo es tributario en sus investigaciones
tir de problemas y conceptos precisos, heledados de un pa-
de dinámica, ante todo, de Ia teoría del irnpetus propuesta
sado léjano o reciente, en dos dominios compatibles pero en
por los nominalistas parisinos del siglo XfV (Jean Buridan,
principio separados y entre los cuales sóIo se hizo de mane-
Alberbo de Sajonia, Nicoiás de Oresme) y admitida por Leo-
ra bastante tardía una tentativa de unión sistemática' Se
nardo da Vinci, Cardan, Benedetti y Tartaglia. En este pun-
trata, por un lado, del estudio abstracto de las condiciones
to parece indudable que Pierre Duhem, el sabio autor de los
de posibilidad del movimiento, y por eI otro, de la cosmo-
Etudes sur Léonard deVinci y del Sysúérne du monde, en su
logíla. Que haya al inicio independencia de dos dominios es
inquietud legítima de rehabilitar la ciencia medieval, exa-
fo"que .tg.."o. trabajos actualmente en eursol creen poder
geró la deuda de GaIiIeo con sus predecesores. Debemos
sobre la base de dos hechos: l-) en Galileo no hay
"o.r"Lrit destacar únicamente la novedad radical, revolucionaria, del
una mec¡ínica celeste propiamente dicha: quien fundó la as-
concepto que Galileo introduce en fisica: el movimiento es
tronomía kepleriana áesde un punto de vista mecánico fue
un estado de las cosas que se conserva de manera indefini-
Newton, y nó aquel; y 2) los métodos seguidos en los dos ám-
da. Por eso mismo, no deben buscársele causas; sóIo corres-
bitos de estuüoson diferentes: la búsqueda de los principios
ponde indagar en las causas de la variación del movimiento
de una nueva cosmología procede por experiencias menta-
de un cuerpo. De tal modo, GaIiIeo descubre y define eI pri-
les, la descomposición y recomposición de situaciones idea-
m.er inuariante ci.entífico de expresión matemdtica.
tes; la mecánica racional se constituye mediante la postula-
Sin embargo, no fue esta ley la que lo reveló a sus con-
tempor:íneos en su singularidad sospechosa. La mayoría de
r Hoy terminado, eI estudio de M. clavelin se liLtlJaLa philosophie natu-
los historiadores coinciden. Hasta los cuarenta y cinco años,
relle de Galilée,París: A. Colin' 1968.

43
42
I
Galileo es conocido como uno de los ingenieros y mecánicos tas alrededor del Sol, se incomodan ante Ia idea del movi-
de la época, diestro en gnomónica, fortificaciones e hidráuli- miento de una Luna alrededor de la Tierra durante el trans-
ca y muy apreciado, como tal, por el Senado de la República curso de un movimiento común de los dos astros en torno
de Venecia. Pero en 1610 publica el Sidereus Nuncius, El del Sol, al extremo de considerar imposible la constitución
m,e.nsajero sideral. Ese mensaje de las estrellas, captado y que ese sistema atribuye aluniverso". El segundo argumen-
publicado por é1, se enuncia en pocas palabras: Aristóteles to es eI hecho de que eI telescopio no aumenta el tamaño de
se equivocó, Copérnico tiene razón. Ias estrellas fijas en Ia misma magnitud que Io hace con los
Galileo creía desde bastante tiempo atrás que Copérnico otros objetos. En esas condiciones,la reducción del diámetro
tenía razón, y hacía por lo menos trece años que habÍa escri- visible refuta una objeción de Tlcho Brahe aI heliocentris-
to a Kepler para decírselo; pero antes de pronunciarse pú- mo copernicano: ya no es necesario suponer en las estrellas
blicamente quería respaldar el heliocentrismo con pruebas fijas un tamaño incomparable con el del sistema solar.
ffsicas, yno sólo matemáticas (o sea, pruebas ópticas y cine- En cambio, lo que el telescopio reduce en tamaño lo mul-
máticas). EI Sidereus Nuncius las obtenía gracias a Ia utili- tiplica en número. Las constelaciones se enriquecen. La Vía
zación especulativa de un aparato óptico: elperspicillum, eI Láctea y las nebulosas revelan ser acumulaciones de in-
anteojo de aumento. La invención del telescopio, en el sen- numerables estrellas. ¿Quién creerá en lo sucesivo que esas
tido técnico, tiene orígenes discutidos, pero la invención del estrellas inaccesibles a la mirada humana sólo fueron crea-
uso teórico de la invención técnica corresponde a Galileo. das para el hombre? Retengamos aquí únicamente esas no-
He aquí, entonces, eI primer instrumento de conocimien- ticias de un mundo nuevo y omitamos todos los elementos
to científico. Y es importante señalar que Galileo inventó el de peso que la observación de Ia Luna aporta a la asimila-
uso científico del anteojo en su doble aplicación a la grande- ción de la Tierra a otra luna, es decir, a un satéIite. Y pre-
za astronómica y la pequeñez biológica. La afición de Miche- guntémonos por qué Galileo apela a esos argumentos fisi-
let por las simetrías simbólicas lo llevó, en su libro L'l nsecte, cos, buenos o malos, enrespaldo delauerdaderaprimerare-
a comparar a Swammerdam con Galileo: uolución del pensamiento que puede calificarse de científica.
"Nadie ignora que Sin duda, en 1543 elDe reuolutionibus orbium celestium
en L610, tras haber recibido de Holanda eliristal d1 urr*ur-
to, Galileo construyó eI telescopio, lo apuntó y vio el cielo. anuncia eI fin de Ia era del cosmos, del mundo finito, una
Pero es menos habitual saber que Swammerdam, apod.e- era que, como Io mostró Alexandre Koyré, abarca la Anti-
r¡índose con genio del microscopio esbozado, Io volvió hacia güedad y la Edad Media, Fin del mundo finito, fin del reino
abajo y fue el primero que entrevió eI infinito viviente, el de Ia Tierra maternal para eI hombre, roca de estabilidad y
mundo de los átomos animados. IJno y otro se suceden. En seguridad, referencia para todos los lugares y refugio luego
la época en que muere el gran italiano nace ese holandés, el de todos los desvíos.
Galileo de lo infrnitamente pequeñoo. Mal que le pese a Sí, 1543 anuncia, pero 16L0 y 1613 (cartas sobre las
Michelet, el Galileo de Io infinitamente pequeño fue, ante manchas solares) proclaman nel gxan sistema copernicano,
todo, el propio Galileo Galilei. doctrina cuya revelación universal se anuncia hoy por
¿Cuáles son los argumentos fisicos que el ojo de Galileo, brisas favorables que no hacen temer nubes o vientos con-
aplicado al anteojo, descubrió en los cielos? Esencialmente, trarios". ¿Por qué Copérnico, en los infiernos, debe esperar a
dos. En primer lugar, el descubrimiento de los satéIites de Galileo para saber que no sólo tiene el derecho sino el deber
Júpiter. Démosle la palabra. Tbas justifrcar en la persisten- de ser copernicano?
cia de las relaciones de distancia la afirmación de que las es- La cosmología de la Edad Media combinaba la fisica de
trellas observadas realizan con Júpiter una revolución en Aristóteles y la astronomía matemática de Ptolomeo, que se
torno del centro del mundo, Galileo agrega: *Los hechos se apartaba de ella de hecho y en proyecto. De hecho, porque
encaminan a disipar los escrúpulos de quienes, aunque tole- enla Composición matem.á.tica o Almagesto los movimien-
ran en el sistema de Copérnico el movimiento de los plane- tos de los planetas se describen por medio de una combina-

44 45
ción de epiciclos y excéntricas, es decir, de círculos que tie- que la hipótesis de Copérnico (salva aún mejor las aparien-
nen su centro en círculos cuyo centro no coincide con la Tie- cias que las excéntricas o los epicicloso, con la reserva, desde
rra. En proyecto, porque esa astronomía matemática se luego, de no afirmar que "el Sol, en absolutaverdad, está en
apoya en hipótesis, esto es, en suposiciones de movimientos el centro del universo y sóIo gira sobre su eje". Si alguien ex-
circulares uniformes cuya combinación puede complicarse a clamó que era un escándalo y un sacrilegio, aun antes de la
fin de salvar las apariencias, o sea, de coincidir con la obser- publicación de De reuolutionibus, fue Lutero: "Ese imbécil
vación de los fenómenos. Al contrario, la astronomía fisica, --dice de Copérnico- quiere poner de cabeza todo el arte de
cuyo modelo inicial es eI De celo artstotélico, exige que las la astronomíar.
hipótesis estén de acuerdo con la esencia de las cosas. Hipó- Este recordatorio de concepciones y posiciones era indis-
tesis diferentes, aunque expliquen de manera similar las pensable para entender la actitud de Galileo y apreciar de
mismas apariencias, no podrían ser equivalentes, porque manera objetiva las condiciones en las cuales se produjeron
tan sólo una de ellas tiene fundamento en la naturaleza. la advertencia de 1616 y la condena de 1633.
Cuando se admite que eI movimiento está absolutamente Galileo rechazó Ia interpretación de Copérnico plantea-
determinado por el lugar natural del móvil, que el reposo es da por Osiander y bien recibida por los filósofos aristotélicos
absoluto y que lo alto y Io bajo también Io son, se presume y los teólogos católicos. Fiel a Copérnico, se asignó la misión
que eI acuerdo de los principios del conocimiento con las de establecer que la verdad del heliocentrismo era una ver-
cosas es dictado por las cosas mismas. dad fisica. Pero su genio característico consiste en haber ad-
Ptolomeo no era aristotélico, era matemático: Ia norma vertido que la nueva teoría del movimiento, la dinrímica ga-
para elegir sus hipótesis era la simplicidad de la descripción lileana, proporcionaba un modelo de las verdades fisicas
de las apariencias. Por ser, en este último aspecto, más pto- que aún era necesario promover: verdades que fundarían la
lemaico que el propio Ptolomeo, Copérnico abandonó el geo- astronomía copernicana como refutación radical e integral
centrismo aristotéIico, al cual la astronomía matemática, de la fisica y la filosofia aristotélicas. AI consagrarse a esa
mal que bien, se había adaptado hasta entonces. Pero, al misión, Galileo obligó a la Iglesia a condenar a Copérnico en
mismo tiempo, Copérnico no presentaba Sb teoría como una su persona (en 1616 y 1633).
hipótesis matemática, sino como una tesis conforme a los No vamos a reconstruir la historia de las circunstancias
principios de la fisica: los principios de la física de Aristó- en las cuales el Santo Oficio, en un primer momento, Ie prohi-
teles, es cierto. Ahora bien, elDe reuolutionibus fue publica- bió a Galileo confesar Ia verdad según Copérnico, y luego le
do, en vísperas de la muerte de Copérnico, por Osiander, au- impuso abjurar del heliocentrismo. La notable obra publi-
tor de un prefacio destinado a moderar eI efecto producido cada hace unos diez años por Giorgio de Santillana parece
sobre filósofos y teólogos por una doctrina que no proponía echar sobre esta cuestión toda la luz compatible con el estado
el heliocentrismo como una ficción, sino como la realidad. actual de la información.* Cualesquiera que hayan sido los
Ese prefacio presentaba el De reuolutionibus como una hi- móviles y las razones de los adversarios, queremos com-
pótesis de matemático. Kepler siempre protestó contra esta prender los móviles y las razones de nuestro protagonista.
interpretación y Galileo expresó su acuerdo con él en una Acordamos con quienes señalaron que los argumentos
carta de 1597. fisicos galileanos, ya sea en la época del Sidereus Nuncius o
De hecho, en un principio el tratado de Copérnico no des- más adelante, en las Cartas sobre el mouimiento de las ma-
pertó la alarma del catolicismo. EI Concilio de Tlento no dijo reas o elDid.logo sobre los dos móxirnos sistemas del mundo
una palabra contra el heliocentrismo. Muchos amigos ecle- en 1632 hizo saltar realmente el polvorín pontifi-
siásticos de Copérnico y muchos astrónomos jesuitas adhi- -que
rieron a éI como hipótesis matemática fundada en la relati-
* El autor alude a The Cri¡ne of GaIiIeo, Chicago: University of Chicago
vidad óptica del movimiento. En el momento mismo de la
Press, 1955 ÍEl crimen de Galileo, Buenos Aires: Ediciones Antonio Zamo-
primera condena de 1616, el cardenal Bellarmino reconoció
ra, 19601. Q,[. del T)

46 47
-t

cio-, no tenían el valor probatorio que Galileo les atribuía tesis de Ptolomeo, Ilcho, Copérnico y de muchas otras que
y, en particular, que este no lograba aportar la prueba recla- podemos formular, entre todas las cuales sólo una puede ser
mada por Tlcho Brahe en apoyo del movimiento terrestre: verdadera.
la desviación hacia el oeste de un cuerpo en caída libre. Al 'Mas, ¿quién osará encarar tan grande discernimiento y
respecto, y para el conjunto de Ia obra, tanto la mecánica co- quién podrá, sin riesgo de error, sostener una en perjuicio de
mo la cosmología, Alexandre Koyré presentó una puesta aI las otras?".
día cuya claridad, procedente de un espíritu tan matizado
como riguroso, debe inducir a la reflexión. Si entendemos A nadie asombrará, entonces, el célebre pensamiento
por experiencia la experiencia habitual, pragmática, Ia 218 (de acuerdo con Ia eüción de Brunschvicg): nMe parece
fisica aristotélica concuerda mejor con ella que Ia fisica gali- bien que no se profundice en la opinión de Copérnicoo. Sin
leana; si entendemos por experiencia la experimentación embargo, diremos con Alexandre Koyré: quien está en lo
realizada en función de una explicación hipotética, ninguna cierbo es Galileo.
de las experiencias de Galileo (y hoy sabemos que hacía mu- Estar en lo cierto no significa siempre decir la verdad. Y
chas menos que las que se le adjudicaban cuando se lo retra- en este punto la lección del hombre aclarará la significación
taba tomando a Bacon como modelo) logró confrrmar las de la obra.
previsiones del cálculo, ninguna logró convencer a unos eru- Dado que la condena del heliocentrismo por la Iglesia
ditos que, sin embargo, eran tan poco aristotéIicos como é1. romana se produjo luego de setenta y tres años, en 1616; de-
Es muy cierto que en Ia segunda mitad del siglo XVII eI sis- bido a que la segunda condena, de 1633, no obligaba a la
tema de Copérnico distaba de gozar de un acuerdo unáni- mayoría de los soberanos de Europa (entre ellos, eI rey de
me. Por una parte, no se Io consideraba mucho más simple Francia) a prohibir su difusión, y como muchos religiosos
que el de Ptolomeo y se aseguraba incluso que contenía ocho pudieron afirmar sin perjuicio que habían sido convencidos
epiciclos más (cuarenta y ocho contra cuarenta); por otra, la por las teorías de Galileo, varios historiadores de las cien-
prueba fisica que debía imponerlo,la medición de las para- cias intentaron presentar el caso de este como un accidente
Iajes de las estrellas fijas que Kepler no había po- que la Iglesia había tratado de evitar por todos los medios; a
-prueba
dido suministrar por falta de instrumentos astronómicos, y su juicio, un hombre menos orgulloso, menos obstinado y
cuya búsqueda había sugerido a Galileo-, fue parcialmen- menos nervioso que Galileo habría podido ahorrárselo a sí
te presentada por Bradley enl728y recién se completó en el mismo, a la cristiandad y a la historia. Cierta filosofia de las
siglo XDL Pascal no era amigo de Ios jesuitas, a quienes Ia ciencias de inspiración pragmáticateforzó en este punto la
*XVIII Provincial" echa en cara Ia condena de Galileo: indulgencia muy natural de los historiadores catóIicos con
respecto a las decisiones de Ia Iglesia. Habida cuenta de que
"También en vano obtuvisteis contra GaIiIeo ese
decreto de la hipótesis heliocéntrica era en Copérnico y seguía siendo
Roma que condenaba su opinión acerca del movimiento de en Galileo una hipótesis de cinemática, en 1906 Henri
la Tierra. No será ello lo que demuestre que esta permanece Poincaré escribía lo siguiente enLa science et I'hypothése:
en reposo; y si contáramos con observaciones constantes
que probaran que gira, todos los hombres juntos no le impe-
"Estas dos proposiciones: "la Tierra gtra" y "es más cómodo
dirían girar ni podrían evitar girar con ella,. suponer que la Tierra gira", tienen un solo y el mismo senti-
do; no hay nada más en una que en otra'.
Pascal habla en condicional: si contd.ran'Los corl obsewa-
ciones constantes. ¿Acaso no fue él quien enJ647 escribió lo
Podríamos, por lo tanto, no dar la razínnia Galileo ni al
siguiente al padre Noél?:
cardenal Bellarmino. Lo curioso es que, por motivos de la
los movimientos y las retrograda- misma naturaleza, en una obra publicada en 1958 y tradu-
"Todos los fenómenos de cida al francés en 1960 con el título de Les somnambules,
ciones de los planetas se deducen perfectamente de las hipó-

48 49
argumen- allá de toda sospecha cuando se proponía demostrar la com-
Arthur Kestler intenta establecer que, privado de patibilidad entre la verdad según Copérnico y la verdad se-
en la batalla pro-
tos fisicos valederos, Galileo comprometió gún la Escritura, pero también advertía con claridad por
prestigio social:
;ó;;"^"" no su ciencia, sino su qué no podían comprenderlo:

oHabía dicho que Copérnico t'eníarazóny quien sostuviera


p*"""" injuriarilala autoridad' del más grande¡{-io dea "Habría que demostrar, a fuerza de pruebas irrefutables
"t- a Galileo --dice en una cafr,a a Dini-, que ella üa teoría de Copérni-
il¿Ñ Er, "."t"it' eso era lo que impulsaba Pese a ello' co] es verdadera y, por ende, que su contraria no podría serlo
i".ftu", y el motivo sáría cadavez más evidente' de manera alguna. Pero, icómo puedo hacerlo, y cómo no
no debe excusarse a sus adversarios; el hecho,
sin embargo,
han de ser vanos todos estos esfuerzos, si me cierran Ia boca
lil"" t*i-portancia cuando nos(pág'preguntamos si eI conflicto
420)'
y esos peripatéticos a quienes se trata de persuadir se
era históricamente inevitable' muestran incapaces de comprender aun los razonamientos
qye más simples y fáciles?".
El autor de Testanrcnto español y EI cero y el infinito '
hizo, empero, la experienciá y Ia teoría de las disidencias
largo de toda Como se advierte aquí, la prueba que Galileo era cons-
ideológicas y sus consecuencias, razona' a Io ciente de poder aportar, si lo dejaban trabajar en paz, era el
orru oúru por otra parte, no sin interés' incluso hi'"tóri
la ciencia y defen- porvenir de su ciencia, el desarrollo de Ia ciencia nueva, Ia
;,-.;mo Pierre Duüem, historiador de convergencia de la matemática, la astronomía y la fisica. La
sor de la fe: prueba era la promesa de llevar a las dimensiones del uni.
del verso el poder del cálculo que había permitido enunciar la
estaba del lado de Osiander y Bellarmino' no
"La lóg¡ca habían compren- primera ley de fisica matemática. Lo trágico de la situación
Iado dé Kepler y Galileo. Sólo los primeros de Galileo es que, más aristotélico de lo que hubiese creído,
dido todo .l"utt"" del método experimental''
"l no se había dado cuenta de que Kepler le proporcionaba en
astronomía argumentos de igual tipo y valor que aquellos
En rigor, una interpretación pttgtiáti"u y nominalista que él mismo consideraba buenos en fisica. En 1609, Kepler
de la fisica
de las teá¡as científicás podía sostenerse antes le había enviado la Astronomia noua, que contiene las dos
ignora que' en me-
de Einstein y Planck. Al parecer' Kestler primeras leyes (órbitas elípticas y ley de las áreas). Pero Ga-
¿io áA siglo-)O! goza de menos libertad
que PierreDuhem'
- ¡Á acéptar el compromiso de tener e.l heliocentrismo por lileo seguía siendo circularista en cosmología, y para éI Ia
elipse no era sino una anamorfosis del círculo. Por otra par-
rrtr. ttipOt"ris sin peligro para las Escrituras'la reputación te, Kepler, antes de Newton, era tan oscuro para todos y en
J" Joro¿ v tos dogmas,"Gulil"o, supone Kestler' habría
confe-
el ridículo! De allí primer lugar para sí mismo, según propia confesión, que eI
sado no poseer prueba alguna y caído en recurso a él habría representado para Galileo, sin duda,
su obstinación. más molestias que auxilio.
se dio cuenta
Como muchos otros antes que é1, Kcestler no Me parece que la única cuestión que debemos plantear-
d" il; laprueba,para Galileo, estaba más allá de algunas nos hoy es la siguiente: ¿Galileo se equivocaba o acertaba al
o¡tá*t"iá.es que había podido aportar, y también más allá prometerse y prometer a sus adversarios, sin pruebas sufi-
á"lut pt""¡u* é*igidu. pót sus adversarios' porque eran las cientes, la prueba que constituyen en nuestros días todas
du tip: aristotélico' referen-
;;ñJdr; entenáer: pruebasnaturales, causas formales y las pruebas, supuestas por él pero impreüsibles para todos,
cias absolutas, movim-ientos de su sistema? ¿Se equivocaba o acertaba, por consiguiente,
no sóIo hacía
cualidades' Ahora bien,la ciencia de Galileo aI ser brusco, altanero e intransigente en presencia de sus
las Sagradas
estallar eI cosmos de los paganos trasladado a adversarios, muchos de los cuales procuraban un compro-
y menta-
Escrituras de los cristianos, sino toda la cultura Ia miso?
sincero más
tiáuá""pt"tentadas por ese cosmos' Galileo era

51
50
A esta pregunta respondo, en lo que me concierne, que Ics la ciencia y eI poder político entraron aquí y allá en con-
Galileo tuvo razón. La lección del hombre es haber subordi- llicto, puede sospecharse que toda sociedad genera de hecho
nado su vida a la conciencia que tenía del sentido de su obra. l¡¡s condiciones de posibilidad de situaciones análogas a la
Al comprometerse a suministrar pruebas si Ie daban tiempo r¡ue vivió dolorosamente el hombre cuyo nacimiento conme-
para ello, tenía una clara idea del poder de su método, pero nroramos. Esa es, sin duda, una razón complementaria pa-
hacía suya, en su existencia de hombre, una tarea infinita rt no dejar que se desnaturalice el sentido de la lucha de
de medición y coordinación de experiencias que exige eI (ialileo y no favorecer las exégesis históricas o epistemo-
tiempo de lahumanidad como sujeto infinito del saber. Aho- lógicas que, aún hoy, parecen confirmar las amargas y lú-
ra bien, hoy sabemos que esa intuición de la fecundidad de cidas palabras de este al final de su vida: "Es dificil perdo-
la física matemática era profundamente justa. La ciencia de nar a un hombre la injusticia que ha sufrido,.
la naturaleza es progresiva y une lo que Galileo llevó a Ia
dignidad de ciencia: la matemática y la instrumentación, y
crea, por ruptura con su pasado, a imagen de la ruptura ga-
lileana pero sucesivamente renovada, un nuevo espíritu
científico. ¿Cómo, entonces, considerar censurable o mera-
mente lamentable que quien instituyó la ciencia moderna
en su objetivo y su método haya dado muestras de testaru-
dez, al punto de caer en el callejón sin salida en el cual su
resistencia debió ceder?
Es bastante conocido que en el sigloXVIII Galileo se con-
virtió en un símbolo. Los historiadores buscan en este la ra-
zón del sentido que las más de las veces se atribuyó a su ca-
so: el libre pensamiento perseguido por la intolerancia. En
realidad, no sólo se trata de la hostilifad a la teología y el
clericalismo. Por entonces se tiene también, y sobre todo, Ia
perspectiva indispensable para comprender que la ciencia
de Newton, modelo de toda ciencia en Ia época, cumple Ia
ciencia de Galileo. En 1684, los Principios matemó.ticos de
filosofta natural confirman y justifican lo que en L604 había
iniciado y preparado el enunciado de la ley del movimiento
acelerado. Recién en el siglo XVm pudo comprenderse que
la resistencia de Galileo, el hombre, a la invitación al com-
promiso era el emblema de la resistencia de su dinámica a
la crítica científica.
Desde el siglo XVIII, el caso Galileo tiene una historia
muy bien descripta en la obra de Santillana. La óptica cam-
bia con el tiempo y el lugar, es decir, el campo. En cierto sen-
tido, algunas apreciaciones sectarias o parciales se rectifr-
caron con justeza. En otro sentido, es inquietante compro-
bar hasta qué punto las soluciones de compromiso gozan del
favor de ciertos historiadores. Sin embargo, parece que en
nuestros días, y luego de algunos casos recientes en los cua-

52 53
Fontenelle, filósofo e historiador Io rrsombra, nada lo altera (. . .) un filósofo hecho con las ma-
rr¡¡s de la naturaleza, puesto que nació siendo lo que otros
de las ciencias* lhrgan a ser>.
No examinaremos la posibilidad de que una fiIosoffa sin
rlr¡rma ni conflicto fuera hoy tenida por auténtica. Lo que
rlcbemos a Fontenelle, en este día de celebración, es escu-
clrrrr su lección, e'nvez de hacerle oír la nuestra.
Celebrar a Fontenelle es, para nosotros, tomar concien-
r:iu de que hace doscientos años, y a más de cien de la muer-
Al componer el "Éloge" de Cassini, Fontenelle escribe l,c de Descartes, uno podía morir cartesiano sin excluirse,
que el ilustre astrónomo murió a los ochenta y siete años y l)cse a ello, no de la filosoffa, desde luego, sino de la ciencia.
medio "sin enfermedad, sin dolor, por la sola necesidad de Ia l,ls cierto que el cartesianismo de Fontenelle admitía mati-
vejez'. Él mismo debía demorar, más aún que Cassini, el ccs. Al pronunciar el elogio del biólogo Hartsecker, ncartesia-
instante de morir por la mera necesidad de hacerlo, y sóIo ¡ro a ultranza", aquel aconsejaba: nA Descartes hay que ad-
experimentó en sus úItimos momentos lo que denominó, de mirarlo siempre y seguirlo a veces). Dado que de la filosoffa
manera tan profunda como espiritual, "una dificultad de cartesiana había rescatado, sobre todo, el menosprecio de la
ser". Todos sus biógrafos coinciden en admitir que, nacido irutoridad, Fontenelle eta capaz, en el terreno mismo de su
con una frágil constitución, no supo empero de ninguna en- nraestro, de tomar distancia a su respecto. Esta libertad de
fermedad importante, ni siquiera la viruela. ¡rroceder obedece, en esencia, al hecho de que Fontenelle y
Sería un exceso, sin duda, atribuir al celo cartesiano de sus contemporáneos habían transformado a su medida el
Fontenelle la rara fortuna que nos permite celebrar al mis- sentido de la cuestión cartesiana. Salta a la vista que ese
mo tiempo, con apenas un mes de diferencia, el tercer cente- cartesianismo de flexible fidelidad a las consecuencias ma-
nario de su nacimiento y el segundo centenario de su muer- temáticas y cosmológicas del sistema está muy lejos de un
te. Lo cierto es que al dar ese ejemplo de'longevidad., el autor cartesianismo de identificación estricta con los rumbos
de La pluralité des mondes y La théorie des tourbillons car- rnetafisicos iniciales. Hoy consideramos que la cuestión pro-
tésiens realizaba, sin haberlo querido, un sueño tenaz y pro- piamente cartesiana concernía ala certeza,y de allí la bata-
fundo del autor delDiscurso del método: Ia ambición de exi- Ila de la duda hiperbólica. Empero, Fontenelle no se inquie-
mir a todos los hombres nde una infinidad de enfermedades ta por el lado de la certeza; sólo plantea algunas exigencias
tanto del cuerpo como del espíritu, y acaso también de la de- en materia de claridad. En su fiIosofia, la ciencia no experi-
bilidad de Ia vejez". menta crisis de fundamentos y las dificultades se denomi-
Por eso, aunque Fontenelle dijo del Malebranche agoni- nan, con elegancia, "espinas". Para no recordar sino la prin-
zante que osu mal se adaptó a su filosofia", no podríamos de- cipal espina de la época, la concerniente aI infinito, vemos a
cir de él mismo, con una inversión de los términos, que su Fontenelle, tanto en La pluralité des mondes como en los
filosofia se adaptó a su mal. Al parecer, esa frlosofia no tuvo ÉIéments de Ia géometrie d.e I'infini,hablar de él con bastan-
que superar ninguna prueba íntima, ni siquiera de orden te serenidad. Es cierto que reconoce al infi¡ito, en la ciencia
intelectual. Aristóteles consideraba que la filosofia comien- de los antiguos, la dignidad de un misterio ante el cual pue-
zacortel asombro, pero la marquesa de Lambert pudo escri- de excusarse la timidez o el pavor del espíritu, y es conve-
bir lo siguiente sobre Fontenelle: *Es un espíritu sano, nada niente asimismo que, a despecho del cálculo de Newton y
Leibniz, "toda esta materia esté rodeada de tinieblas bas-
* Título original: tante densasn. Pero sin duda es muy merecedora de recuer-
"Fontenelle, philosophe et historien des sciences". do la manera en que éI mismo esclarece esta cuestión. Fon-
Extraído de los Annales de I'Université de Paris, 27(3), julio-septiembre de
1957, nl{s¡¡¡¡¿ge á la mémoire de Fontenelle,. tenelle rechaza la idea de un infinito geométrico supuesto,

54 55
es decir, la idea de un artificio cómodo que eliminamos como ¡rtrlsando a distancias desiguales en la inmensidad del uni-
un instrumento ya inútil cuando nos ha procurado la solu- vrrrso tantos soles como estrellas, tantos torbellinos como
ción buscada.Asu juicio, el infinito es real: *Todo lo que eIIa r:cntros posibles de mundos análogos al nuestro, bajo esa bó-
[a geometría] concibe es real, con la realidad qrr",opon" vcda, pues, Fontenelle se pasea con actitud de ncuriosor,
su objeto. En consecuencia, el infinito que ella demuestra ".,es rcspirando "con mayor liberbad" y nmás ¿l¡s" y llegando a Ia
tan real como Io finito,. Ahora bien, ese infinito geométrico, conclusión de que "los razonamientos matemáticos se hacen
"magnitud más grande que toda magnitud finita pero no como el amoD>, en el cual, cuando uno ha aceptado algún
más grande que toda magnitud", es lo que pone de relieve el
¡rrincipio, se ve obligado a conceder más, ,.y al final la cosa
infinito metafisico como (un puro ser de razón, cuya falsa llcga lejos". Entre el vértigo pascaliano y la veneración kan-
idea sólo siwe para confundirnos y extraviarnos>. buando tiana, admiremos a Fontenelle por haber encontrado en la
comprobamos que Fontenelle tiene al infinito metafisico por nueva ffsica del cielo "ideas que se ríen de sí mismas y, al
un concepto derivado y de suposición, comprendemos que tiempo que dan contento alarazón, presentan a la imagina-
las Meditaciones metafísicos de su maestro Descartes no ción un espectáculo que le complace tanto como si hubiera
eran su libro de cabecera. Si hubiera aprendido de este frlóso- sido hecho adrede para ella".
fo que tenemos en nosotros la noción del infinito (antes que Pero sería injusto no reconocer que Fontenelle supo pro-
de Io finitoo, no habrÍa escrito que ola idea misma del infi_ longar eI eco de la enseñanza cartesiana en todo lo que se re-
nito no se toma sino de lo finito, cuyos límites suprimimos,. y fr.ere no tanto al método propiamente dicho, con sus exigen-
no nos sorprendamos si Fontenelle se asombra de que Leib_ cias matemáticas específicas, como a cierto estilo del pensa-
nizparezca (vacilar un poco) ante el infinito, o sea, que d.ude rniento. De Descartes mantuvo el menosprecio de la lógica
en admitir la realidad de infinitos matemáticos de diferentes silogística habitual: "Lo que solemos llamar "lógica" me pa-
órdenes. Leibniz sostenía, en efecto, que no hay número in- reció siempre un arte bastante imperfecto: en él no aprende-
finito si se lo toma por un todo verdadero; elogiaba a los au- mos cuál es la naturaleza de la razón humana, ni cuáIes son
tores que habían distinguido el infinito sincategoremático y los medios que esta utiliza en sus investigaciones, ni cuáles
el infinito categoremático; decía que .?el verdaáero infinitó, son los límites que Dios le ha prescripto o Ia extensión que le
en rigor, sólo está enLo absolurio, que es anterior a tod.a com- ha permitido, ni los diferentes caminos que debe tomar se-
posición y no está formado por la suma de las partes,. gún los diferentes fines que se propone>. Y del propio Des-
A la inversa, Leibniz podía reprochar a Fontenelle (Sjs- cartes aprendió una nueva forma de rigor intelectual: "Lo
tema nueuo de la naturaleza,16gS) no haber sabido mostrar que un antiguo demostraba como si fuese un juego, en la ho-
a los lectores de los.Enúretiens sur la pluralité d.es mond,esla ra actual daría mucho trabajo a un pobre moderno, pues,
distancia infinita entre el arte divino y el arte d.el artesano,
¡cuiínto rigor se pone en los razonamientos! (. . .) Antes de
entre las máquinas naturales y las máquinas armad,as por Descartes se razonaba con mayor comodidad; los siglos pa-
el hombre; no haber establecido entre ellas más que úna sados tuvieron la dicha de no contar con este hombre. Fue
diferencia entre lo grande y lo pequeño, y haber concluido é1, me parece, quien introdujo este nuevo método de razo-
que, al mirar la naturaleza de cerca, se la encuentra menos nar, mucho más estimable que su propia filosofia, una bue-
admirable de lo que se creía y bastante similar, en suma, al na parte de la cual resulta falsa o muy incierta, según las re-
taller de un obrero. Y es cierto que la noche estrellada ins- glas que él mismo nos enseñó". Cancelemos aquí las deudas
pira en el alma de Fontenelle sentimientos menos sublimes de Fontenelle con el rigor, tal como se las adjuücaron algu-
que a tantos otros. El firmamento donde se inscribe Ia plu- nos lectores delaGéometri¿ de l'infini. El se excusó diciendo
ralidad de los mundos lo fascina tanto como lo haría alguna que sólo ocho personas en Europa podían comprender su
belleza morena. El silencio de los espacios infinitos lo invita obra, y no se incluía entre ellas. Como Descartes, por úIti-
a goz r del reposo y de las liberüades de la ensoñación. Bajo mo, Fontenelle veía en el método y en el ejercicio de la razón,
esa bóveda celeste que el cálculo humano hizo estallar, ex- de manera negativa, un medio de defensa contra el parasi-

56 57
tismo de las ideas y la presencia en el entendimiento de jui- l¡r invención de nuevas soluciones para nuevos problemas,
cios que este mismo no hubiera formado y elegido, y positi- xilro que también deben superarlos en los terrenos donde se
vamente, un meüo de apropiación de las ideas por un yo r,xt,r¡rviaron, es porque la naturaleza, a su juicio, siempre es
consciente de sus conexiones y su orden, un yo en eI cual la igual a sí misma y produce hombres de capacidad intelec-
ciencia no es sólo posesión y uso, sino cultura: nl,a verdade- l,r¡nl invariable. A frn de fundar la idea del progreso inte-
ra causa que impide creer en la palabra de un autor es que It:ciual, Fontenelle inventa e invoca una especie de princi-
quiere hacerme creer algo ajeno a mi espíritu y que no nació ¡rio, muy cartesiano en la forma y eI espíritu: un principio de
en este como en el suyo. Una opinión formada por mí mismo rxrnservación de la cantidad de genio. La historia del espíri-
resiste en mi mente a todos los principioso. t,u, escrita a la manera de Fontenelle, no es una historia ca-
Corresponde preguntarse aquí si en Fontenelle hubo o l,¡rstrófica. Y podría pensarse, ante todo, que no Io es porque
no inconsecuencia al procurar el aval de Descartes para se basa en un paralelismo total entre la cultura y la natura-
cierta fiIosofia de la historia de Ia ciencia. Sobre la base del leza. Pero las cosas no son tan simples. Entre la naturaleza
rechazo de los derechos de la autoridad en materia de cien- y la cultura, el paralelismo establecido por Ia analogía entre
cia, Fontenelle dedujo el progreso histórico de las condicio- la idéntica fecundidad de la primera y eI incesante progreso
nes de afirmación de Ia verdad. Pero, podríamos pensar, ¿no de la segunda deja de existir cuando eI espíritu humano lle-
es abusivo prolongar como fi.losofia historizante una filoso- ga a la edad viril, la época de las luces. Como Pascal, Fonte-
fia fundamentalmente antihistorizante? No recibir Ia ver- nelle cree que todos los siglos de cultura son comparables a
dad sino del testimonio de la evidencia y la luz natural, ¿no un solo hombre que gozó de su infancia, dócil a los prestigios
es quitarle toda dimensión histórica, y fundar la ciencia en de la imaginación, y acaba de entrar en Ia edad adulta. Mas
cierta apariencia de eternidad? Puede pensarse, a la inver- la comparación se detiene allí. nEstoy obligado a confesar
sa, que Fontenelle tuvo el gran mérito de advertir una signi- --dice- que ese hombre no tendrá vejez (' . .) es decir, que
ficación muy distinta de la revolución cartesiana. Pues re- los hombres no degenerarrán jamás y las concepciones sanas
sulta innegable que Ia duda cartesiana, al imponer, frente a de todas las buenas mentalidades que se sucedan siempre
la fisica antigua y medieval, una negativa a comentar, una se sumarán unas a otrasr. Como se advertirá, si Fontenelle
negativa a heredar y, por lo tanto, una negativa a consoli- anuncia en algunos aspectos la teoría deAuguste Comte so-
dar, y elaborar contra ellas otras normas de verdad, hacía bre la correspondencia de Ia ley de los tres estados del espí-
caer en desuso esa ciencia, la relegaba a un pasado supera- ritu en el individuo y en la especie humana, como también
do. Fontenelle, entonces, vio con claridad que la frlosofia sobre eI carácter definitivo de Ia edad científica o positiva,
cartesiana, al matar la tradición, es decir, la continuidad no alguna frlosofia de la historia más dialéctica, hegeliana o
meditada del pasado y eI presente, fundaba al mismo mancista, tendría preguntas para plantearle.
tiempo, de manera razonada, la posibilidad de la historia, Este optimismo histórico suele inspirar un tipo de ejerci-
esto es, la toma de conciencia de un sentido del devenir hu- cios indiscutiblemente creados por Fontenelle y a los que
mano. Al dejar de tener al pasado por juez del presente, se lo este otorgó desde el comienzo cierta forma de perfección. Se
erigía en testigo, en todos los sentidos del término, de un trata de los elogios académicos de sabios. Secretario perma-
movimiento que lo superaba y deponía frente al presente. nente de la Academia de Ciencias desde 1699 hasta 1740,
Fontenelle advirtió que, para poder hablar de los antiguos, Fontenelle compuso, durante esos años, sesenta y nueve
aunque fuera para alabarlos, era preciso que estos dejaran elogios, los de todos los académicos fallecidos a lo largo del
de estar vivos, dejaran de estar presentes, y que los moder- período, con excepción de tres. La tradición de nuestra ense-
nos se distanciaran de ellos. ñaurtza pretende que las oraciones fiinebres de los grandes
Lo cierto es que Fontenelle justifica el sentido histórico del siglo XVII tengan su lugar en los manuales de enseñan-
por un medio paradójico con respecto aI fin. Si afirma que za ftanceses, mientras que los elogios de los sabios del siglo
Ios modernos no sóIo pueden igualar a los antiguos gracias a XVIII no tienen ninguno. Es de lamentar que esta primera

58 59
vía de acceso a la historia de las ciencias no se abra a losjó- que la historia de las ciencias, hoy mejor pertrechada, debe
venes espíritus. En su obra s obre L'Acaümie des Sciencei et
confrrmar, admirando que hayan sido emitidos con tanta
les académiciens de 16OG d 17gJ, elmatemático Joseph Ber- justeza casi en el mismo momento, y alusiones a las costum-
trand pronunció sobre los elogios de Fontenelle unjuicio bres científicas o los rasgos de carácter cuya frescura nos de-
matizado y reservado. Afirma que su autor no tuvo en la vuelve la imagen viva de un personaje, con mayor eficacia
ciencia suficiente autoridad personal como para asumir eI que tarrtos comentarios acumulados desde entonces. No nos
papel de su historiadoryjuez, pero fue su incomparable na_
es indiferente que Fontenelle nos diga por qué Leibniz per-
rrador. Es indudable que Condorcet, Cuvier, Arago y J._8. maneció soltero: oEl señor Leibniz no era casado; había pen-
Dumas debían mostrarse superiores a él por su competen- sado en contraer matrimonio a los cincuenta años, pero la
cia en la discriminación entre lo importanie y lo ,rr".áóti"o, persona que tenía en vista pidió tiempo para reflexionar so-
por la información de su juicio y por la exactitud de sus alu_
bre ello. Esto dio al señor Leibniz la oportunidad de hacer lo
siones. Es comprensibie entonces que, sucesor de esta pos_ propio, y no se g¿sfo. La idea de que Leibniz no haya podido
teridad, Joseph Berbrand haya podido mostrarse máslxi_ no integrar esta experiencia personal a su teoría de la armo-
gente que Fontenelle. Esta exigencia es clarividente cuand.o
nía preestablecida nos provoca una sonrisa.
apunta al principio constante de sus reglas de exposición de Antes del siglo XVIII sólo se conocía verdaderamente la
los trabajos científicos: nCreyendo todo incierto, cree todo historia de la pintura, de la música y de la medicina. Es in-
posible (. . .) Bajo la fuerza de los más grandes genios, se
discutible que Fontenelle dio su impulso a la historia de las
complace en mostrar la debilidad del espíritu humano, y si ciencias. Aún vivía cuando constatamos ya la presencia de
le toca decir de una teoría "esto es algo más que verosímil,,, esa historia en elTlaité des sections coniques et des courbes
alcanza en esos momentos el límite de su áogmatismo". anciewws de La Chapelle (1750). Apenas un año después de
Pero Bertrand agrega: nsin saberlo todo, Fontenelle podía su muerte Iavemos asumirtoda su dimensiónenlaHistoire
comprenderlo todo. Conocía, sin someterse siempre a des mathématíques de Montucla (1758). Dutens, el eütor de
"Urs,
las reglas de un razonamiento exacto y severo. Inierprete dé Leibniz, escribe una especie de historia a contracorriente en
todos sus colegas, entendía la lengu*de cada uno y sabía sus Recherches sur I'origine des découuertes attribuées aux
hablarla con agudezao. modernes (1766). Saverien publica, un poco más adelante,
Parece, sin embargo, que hay que atribuir algo más al una Histoire des progrés de I'esprit humain dans les scí.ences
activo de Fontenelle. Una Academia de Ciencias es, a su exactes y una Histoire des progrés de I'esprit humain dans
I manera, un público. Sus miembros no están igualmente les sciences naturelles í77il. En la misma fecha, Bailly co-
versados en todas las investigaciones. Las mentálidades se mienza a publicar su Histoire de l'q,stronomi"e (1775-1782}
distribuyen en diferentes familias. Los geómetras son veci- Admitimos que algunos de sus contemporáneos, como
nos de los naturalistas. Exponer ante ese público la obra de Montucla, estrin mejor informados y son más exactos que
uno de quienes lo conformaron durante untiempo no es vul_ Fontenelle en materia de historia de las ciencias. Y recono-
garrza4 por cierto, sino hacer que un especialista pueda ser
cemos asimismo alCosmotheoros de Huyghens más exacti-
asimilado por otros.Aquí, el talento es tán necesario como la tud científica que a los Entretiens sur la pluralité des mon-
competencia. Y Fontenelle, en este aspecto, no ha tenido des.Pero debemos confesar que Fontenelle sigue siendo un
igual. Además, pertenece a un siglo en ól cual la ciencia no frlósofo por el cual pasa la corriente de la historia tal como
ha perdido contacto con el mundo, y eI sabio no se ha conver- aún hoy la describimos. Al afrrmar simultáneamente la in-
tido aún en un universitario o un funcionario. De allí su in_ mensidad del universo y la apertura del espíritu, Fontenelle
quietud por no separar nunca en sus elogios al sabio y al recupera, por la conciencia que toma y da a sus contemporá-
hombre. Digámoslo sin vacilar: los bellos elogios de Viviáni, neos de las primeras conquistas de Ia ciencia moderna, la
Cassini, el marqués de I'Hópital, Varignon, Newton, Leib- intuición fundamental de los filósofos atomistas griegos.
niz, contienen sin duda inexactitudes pero también juicios Fueron estos los primeros que quebrantaron la solidez de la

60 61
creencia antigua en la finitud perfecta del cosmos y la fata- Segunda parbe. Intelpretaciones
lidad del eterno retorno. Teórico del progreso intelectual y
de la pluralidad de los mundos, Fontenelle conserva la glo-
ria de haber hecho razonable y estimulante para el pensa-
miento de los modernos una idea absurda y deprimente a
ojos de los antiguos: la de una humanidad sin destino en un
universo sin límites.

62
Auguste Comte
1. La filosofia biológica de Auguste Comte
y su influencia en la Francia del siglo XD(*

Hace ochenta años, en 1878, la revista de Charles Re-


nouvier, Critique Philosophique, dedicó varios artículos de
Frangois Pillon al examen de las concepciones biológicas de
Auguste Comte, comparadas con las de Claude Bernard; en
esa misma revista, Renouvier planteaba a su vez la siguien-
te pregunta; "¿El Conrs de philosophíe posítiue está aún a la
altura de la ciencia?". Sin duda, al presentar él mismo el
Cours como canon de toda ciencia positiva futura, su autor
había legitimado la forma de ese interrogante. En realidad,
con el transcurso de los años iuego de ia publicación de esa
obra, la única pregunta valedera que pudo hacérsele fue la
siguiente: ¿El Cours de philosophie positiue estuvo en su
tiempo a la altura de Ia ciencia contemporánea, y, más espe-
cialmente, fue en 1836-1837 un cuadro informado y fiel de
la biología del momento? A esta pregunta, Paul Tannery
respondía con su perspicacia habitual, en un estudio póstu-
mo publicado en 1905 con el tÍtulo de "Auguste Comte et
I'histoire des sciences,,l que la filosofia de Comte era con-
temporánea de la ciencia de su tiempo más exactamente en
lo concerniente a la biología que a la matemática o la fisica,
pues fue en el dominio de aquella donde Ia filosofia positiva
se reveló como la más novedosa y ejerció la influencia más
real, a tal punto que es dudoso que la sociología conserve de
la obra comteana una huella tan profunda como la biología.
Anuestro entender, no hay en ese juicio falta alguna de per-
tinencia. Comte conocía la matemática como profesional,
pero tenía un interés de aficionado en la biología. Y, como lo

* TÍtulo original:
"La philosophie biologique dAuguste Comte et son in-
fluence en France au XIXe siécle,. Extraído del Bulletin de la Société
Frangaise de Phílosophie, número especial, "Célébration du centenaire de
la mort d'Auguste Comte,, 1.958.
1 P.
Tannery, "Auguste Comte et I'histoire des sciences', Eeu¿ e Générale
d.es Sci.ences,1905, págs. 410-7.

66
I
terización del aporte original de los científicos que ha decidi-
que se imparbe acerca de
hace notar Tannery, la enseñanza do rescatar entre tantos otros, como también en Ia evalua-
con res-
una ciencia hecha está necesariamente atrasada ción de la importancia respectiva de esas contribuciones. La
de científicos que trabajarr en
ñ;; t; educación recibida nómina de obras valorizadas a su criterio por la admisión en
* urrutt"* d,e una ciencia que se hace'Montpellier a causa de
Ll la Biblioteca Positiüsta, de Hipócrates a Claude Bernard,
g"ti"a" en residencia viglaaa a pasando por Barthez, Bichat, Meckel yLamarck, es eI inü-
siguió allí
.r á""piáo de la École Polj'techni-qu-e'.Comte años des-
cio seguro de una cultura autentica que,junto a un sentido
cursos en la Facultáa ¿e Medicina' diez consciente de los nuevos caminos de la investigación en bio-
"i*o.ro. r" *""*" de Paul-Joseph Barthez' Pero su verda-
ilil; Ducrotay de
logía, explica la maestría con que Comte se eleva espontá-
dero iniciador y maestro en biolágía fue {9nw neamente a una altura de miras desde la cual concibe la his-
giuirr.rill", suclsivamente profesór en el Museo de Historia toria de esa ciencia como una historia crítica, es decir, no só-
Saint-
Ñ.1""¿ v u" la Sorbona, a quien conoció en la casa de fisiolo- lo ordenada en dirección al presente, sinojuzgada por é1.
tsbZ,bomte asistió al curso de
Si*orr. Éntre L829y Así, en la cuadragésima tercera lección, la historia de la ri-
enciclo-
gi* g"n""ut y comparada, y admiró la-información validad entre los mecanicistas y los vitalistas se presenta
de Blainville' La cuadra-
iái* v "f áspiriiu sistemático abunda en elogios a un sabio a
con el objeto de poner de relieve "la intención evidentemen-
!átt*t r"*t¿n aet Cours obra' al mismo tiempo
te progresiva,S que en un comienzo animó a los últimos a re-
a;;;ttá dedicado el conjunto dela admiración del fiIósofo por
habilitar, a través de Barthez y Bichat, la escuela médica de
ü"" . f""¡er. Más adelante,la
serias' Por Montpellier, demasiado injustamente desacreditada, en la
;1btóId; sl¡a matirada por reservas bastante en 1850' en época, por la escuela de París. En consecuencia, Comte pue-
eso conviene buscar en el áiscurso
pronunciado
de reconocer en sí mismo, sin vanidad, un sentido de la his-
conme-
i;, ;d;s de Blainviue __-_ejercicio,sacerdotal del-a-19di- toria de la ciencia del que carecía su maestro, y debemos
**iárr, sin duda, pero también d'e fustigación-'
considerar fundada Ia severidad de que da muestras, en el
d.a de Ia estima qn" dejó de inspirar en Comte "el último Systéme de politique positiue de 1851,6 con respecto aLaHis-
"o la biología
oensador verdaderamenie eminént-e que tuvo toire des scíences de I'organisatioz, dictada como asignatura
orginizador que haya cul-
;;ffiilJy ""i etpi"it" más
genio por Blainville desde 1839 hasta 1841 y redactada, sobre la
;ild;i. biolágía d"sd" A"irtóteles, si se exceptúa el base de sus notas, por el padre Maupied, conun espíritu ab-
deductiva co-
J" gi.h.t, cuyiuni,'ersal preeminencfa' tanto solutamente retrógrado a los ojos del inventor de la ley de
e*clrrye toda comparación''3
-" i"¿".iita, obteniáo de la enséñanza deBlainville una vi-
los tres estados.
Por haber Sea lícito ver, en esa concepción filosófica de la historia
las investiga-
,r. i*p."tiOn de la conexión orgánica de todas de las ciencias, Ia fuente de lo que fue y debería seguir sien-
Comte se muestra sin duda' cada vez que
do, a nuestro criterio, la originalidad del estilo francés en
"i"i"J¡i"fogicas, fases previas a }a e1-
Io requiere lá exposición de las grandes esa materia. ¿Por qué no recordar que, tras haber sufrido la
p""i"" a"f positivo, exgencio¡fmente capacitado influencia filosófica de Jules Lachelier en eI liceo de Caen, y
'patu "rpi"it,,
bo"qoejar cuadros de historia de la biología'
de los cua-
del adquirido, como Comte, su cultura científica en la École Po-
la quinquaqé¡iaa sexta lección
í;;lgd" pagittu áe XVI[' constituye un lytechnique, Paul Tannery encontró en una lectura profun-
Couri"ob.e los naturalislas del siglo
da del Cours de philosophie positíue el estímulo intelectual y
carac-
a"tlumbrante'4 Comte sobresale en su breve la influencia decisiva que habrían de hacer de ese técnieo en
"jÁpio tabaco el primero y más eminente de nuestros maestros en
edición, París: crés,
2 A. comte, Systéme d.e politique positiue, cuarta historia de las ciencias? Sabemos curín grande fue su triste-
de''n política posítiua' México:
rsr2; L t, pag. 7ll l9n"ivo sistema de
UNAM,19791.
3 lbid.,pag. tls. 5
lbid., t. rff, pág. 842.
schleicher Fréres'
4 A. Comte, Cours d.e phítosophíe posítíve, París: 6A. Comte, Systérne. . .,op. cit.,L.I,pág.571.
1907, t. VI, Págs. 150-1'

67
66
I
la cáte- teria. La formación del término es la confesión de la autono-
de convocarlo para ella'
za cuando le negaron, luego un discípulo mía, si no de la independencia, de la disciplina. La filosofia
vacante-Dor
dra del Collége d" F;;;;¡e3ada biológica de Comte es lajustificación sistemática de esa con-
habia sido creada' EI
de Comte, Pierre Lt#;;;;i';-l"ien fesión, la aceptación plena y la consolidación de Ia "gran re-
de las Ciencias' era
;rill.delse curso, Hlttáti" General dese-ado para la cátedra
volución científica que, a impulso de Bichat, traslada de la
exactamente eI que é"tt" ftt¡ia astronomía a Ia biología la presidencia general de la filoso-
pidió en vano a Guizot
cuva creaciór. ae"ti"JJa u ¿t *ittoo de Ia que nos fia naturalo.T Comte no se equivoca del todo al ver en los sin-
:;'ft;;;íq"" it"""tv retomó para.la.obra
sur I'histoire générale des
sabores de su carrera una de las consecuencias de que, en la
privó su muerte en ñ;;: D;t;""ri comunidad de los sabios de la época, se hubiese colocado, aun
siendo matemático, del lado de Ia escuela biológica que lu-
""'"fi!i";u"uable que, bajo el nombre de'üistoria general de chaba por mantener, ncontra el irracional ascendiente de la
ponía más fiIosofia o' aI me-
las ciencias", errgu'i" éomte escuela matemática, la independencia y Ia dignidad de los
au tu que' tras éI' pensaría
nos, una frlosofia Ñ áitti"tu estudios orgánicos".8
la generalidaC es el ca-
hacer Paul Tanneo' á*lil Comte' Pero de manera Nuestro autor justifrca con su concepción del rnedio la
;;-*pteso delienámiento fiIosófrco' frlosófica' Ia generali-
idea de que la biología no puede ser una ciencia separada. Y
gradual, u to tu,go á"" t"-ltuv"ttoria jerar- justifica con su concepción deLorganismo el hecho de que no
de Iós úItimos términos de Ia
dad subjetivu y pueda ser una ciencia autónoma. La originalidad y Ia fuerza
""tJiitu
subordina la generalidad objetiva v ana-
ü"i. J"iát esainversión decisiva se de su posición residen en la correlación de estos dos concep-
lítica de to. prim"tJJ Aftota Ui""'
"reircias
tos; algunos hablarían hoy de su relación dialéctica.
eI nivel de la ciencia biológica'
;;;";;i".á*""tu:"" y separadamente, hacia 18^02,
por Comte recibe de Lamarck, por intermedio de Blainville,
Inventado el término aristotélico "medio", vocablo usual en los siglos
"i*ortá""u """t"-"ao por Fodera en 1826' en
Lamarck V fy"ui"ut"", v la uie cuyo cotejo XVII yXVIII en la mecánica yla física de los fluidos, pero es
un Discours sur Ia bioi¿ógie ou science .d'.e ól quien, al tomarlo en su sentido absoluto, lo convierte en
p'ositiue e2taoendiente y no de-
con eI Cours an pn¡iotái'n'il de
utilizado un concepto alavez general y sintético para uso de los biólo-
.ri'otogíu' es
iarÍa d'e ."" n.ou""iíi":fiilil;
,ft;;;i"*a}"" gos y filósofos venideros. Cuando en 1837 (cuadragésima
pi,r comte para designar a la vez Ia tercera lección del Cours) propone como primer deber de la
y Ia
ciencia abstracta d;;;bJ"t" qele¡al',tas leyes vitales' biología la elaboración de una teoría general de los medios,
fundamental' la vida' De
ciencia sintética a" ü^-tlir"iáad Comte quizá desconoce en ese terreno los trabajos de
ese modo, v -ur q"Ji"
p"se' sea cual fuere su desconfianza William-que
Edwards (1824) y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire
los alemanes' vale decir' la
hacia la biología;;{;; de (1831)- cree estar en condiciones de proclamar la superio-
en un ounto de vista efec-
Naturphiloropnin, óo^te se sitúa petmanente: la de Ia
ridad de Lamarck sobre Bichat. La aversión de este úItimo a
tivamente frlosófico en su acepción concebida como me- los métodos de los iatromatemáticos del siglo XVIII lo había
de la existencia
,rr,iáuá
"o""reta -19n decid'e consa-
¡rrrastrado a afirmar no sólo la distinción legítima entre lo
ramente fut ometitu- y Ia acción'.Y'cua¡rdo de la viviente y Io inerte, sino la hostilidad fundamental entre
grarse u tu d" ro" postulados y los deberes ¡unbos. Ahora bien, dice Comte, "si todo lo que rodea a los
""¿ouJü" crítico de las concep-
ciencia biológica mediante ellxamen cuerpos vivos tendiera en efecto a destruirlos, su existencia
entre la vida y la muerte'
ciones de Bichat t"¡"" f" relación
I

scrÍa, por eso mismo, radicalmente ininteligible".g


filosófico de Ia originali-
conñrma fu ugo¿"l^ á" "" t""ti¿" Sin embargo, los sucesivos juicios emitidos sobre La-
dad de la biología' nrarck son reveladores de la significación profunda de las
era la expresión de
La invención iel término "biolog¡a) la
la toma ¿" á" -¿¿i"o' !. fitióIogos acerca de 7A. Comte, Systéme...,op. cit., pág.584.
"ot"iJi"ü que escapaba a 8
A. Comte, Cours. . ., op. cit., t. VI, .p¡6¡¿"u personnelle", pág. xvii.
especificida¿ ¿" ¿9
"" "¡:"i" T.":tgución de Ia ma' tt lhid.,t. III,40"
de las ciencias lección, pág. 151.
toda analogíu utJtüiton el objeto

69
68
concepciones biológicas de Comte y bien merecen una eva- grande-que lo priva, de manera inesperada,
de los apoyos
luación exacta en nuestros días, cuando el inminente cente- que podría peür, iustamente, a las ideas
frente ru.
nario de las teorÍas de Darwin orienta necesariamente la retrocede o se reserya. Negándose a admitir, ""¿á.
"rro*b""
atención hacia los fundadores del transformismo.
á"i
"verdadero espíritu filosóficoo, la posibilidad de
"rr ."o.r"iáe"u"
Más allá de la primera consecuencia de Ia teoría lamarc- que un cristal nace de otror,l2 no advierte,
sin embargo, el
kiana del medio, a saber, la variabilidad de las especies y la sostén que más adelante encontrará en la
teorÍa celular la
génesis progresiva de novedades específicas, Comte advier- leyfundamental que él reconoce en el aforism
oomne r¡iu*
te ante todo el desarrollo posible de una tendencia monista cx uiuo.Al reprochar a Lamarck la subestim*io"
y en definitiva mecanicista. Si se considera que el organis- J"f páá""
de reacción espontánea propio de los
organismos y el ufii""iá
mo es pasivamente deformable bajo Ia presión del medio definitiva,.a ta brisqueda de ñ. norígenes absolu_
ambiente, y se niega toda espontaneidad propia a lo vivien- Í"d?a:
tos>', de Ios seres vivos en los materiales orgánicos,
no sos_
te, nada impide tener la esperanza de lograr, en última ins- pecha que más adelante los biólogos
de obJdiencú darwi-
tancia, reabsorber lo orgánico en Io inerte. Y he aquí que el nista j r.rzgarrín a aquel demasiado
fo.o *""uoicista; y lo ha_
espíritu de Bichat se rebela, en Comte, contra "la usurpa- u decir verdad, hasta el momLnto reciente
:á1, q;;, p;
ción cosmológica"1o amenazante y la confiscación posible haber apadrinado ia teoría genética de la "" j;, ti;
herenciu,
del iamarckismo por un matematismo intemperante. rías darwinianas les parezcan demasiad.o nidealistaso
a al_
El mismo móvil imposible de reprimir Io lleva a conside- gunos biólogos interesados en preservar
las posibilidades de
rar Bichat y de acuerdo con él- el tejido como ele- condicionamiento de los seres vivos por ei
-como medio, V."*Jo
mento último del análisis anatómico de los cuerpos organi- se esboce una especie de retorno a Lamarck der clal ni
si-
zados, y arechazar, con el nombre de "mónada orgánica", Ia guiera se planteará la exclusión radical de la transmisión
idea de la célula como elemento primordial de todo viviente hereditaria de los caracteres adquiridos, tan
desacreditada
complejo. Pues Comte prohíbe considerar Ia célula como un desde Weissmann.
elemento orgánico no sólo por desconfianza hacia la investi- Sobre este
punto preciso, Comte, en la época del Sys/d_
gación microscópica, por entonces a lá espera de sus técni- me, da crédito a la ley ramarckiana de modificaci¿",norroiá_
cas especiales, sino esencialmente en nombre de una exi- gica por elhábito y a la ley de consoridación
por la herencia
gencia de coherencia.Asu parecer, el organismo consiste en de las modificaciones adquiridas. y lo fru""
porque ve en
la indivisibilidad de una composición de partes. No puede q"-.do aI principio mecánico de subordinación
haber un ser viviente real como individuo simple. Así como
:llu-,
dinámica a la estática, un nuevo argumento
de la
de peso en fa_
no lo logra el conocimiento sumario de las teorías del natu- vor de su concepción genelal
ralismo fiIosófico alemán, y sobre todo de Oken, tampoco la {el pro}eso. f,u "o.iO" a" pio_
greso material corresponde efectivamente
a la biologÍa. La
lectura de Dutrochet, en la época del Cours, ni aun la de repetición, al automatiza_rlas capacidades
adquiridis, y la
Schwann, a Ia que alude en el Systéme, inducen a Comte a herencia, al naturalizar las modifi.""iorr",
artificiales, son
ver en los primeros fundamentos de la teorÍa celular el esbo- literalmente los principios de encarnación-del pr"g.;
zo de una teoría de los grados de individualidad. Para é1, el vida y los fundamentoi de la identidad entre
d;i;
el desarrollo de
concepto de célula incluye una peligrosa analogía entre el los seres y su perfeccionamiento.t¿ pero tampoco
aquí se
cuerpo orgánico y el cuerpo inorgrínico compuesto, en último concede el alcance de un principio de génesis
de tas formas
anáIisis, de moléculas indivisibles. 11 vivientes al principio d.e sus variacioires progresivas.
nl,a
En ambos casos, Iamarckismo y teoría celular, Ia adhe- opinión sobre la inestabilidad d.e las especiás
es una peligro_
sión de Comte a la idea de especificidad de lo orgánico es tan
12
A. Comte, Sysféme. . ., op. cit. , t. I, pág. 591.
10A. Comte, Systéme. . .,op. cit., t. I, págs. 574,592,650. ts lbíd.
11
A. Comte, Cours. . ., op. cit. , L. llI, 41" lección, pág. 280. 14
Ibid., págs. 608-9.

70
71
acuerdo con cias venideras de la idea de una determinación integral del
sa emarlación del materialismo cosmológico, de
runimal por eI medio; en una palabra, la posibilidad que el
una irracional exageración de la reacción vital de los medios
inertes
__- que nunca se concibió con claridad"'ls conductismo hizo realidad. El supuesto de una relación
Cot"á se ve, la idea matriz de todas las posiciones de <lirecta entre las impresiones exteriores y las reacciones
Comte en biología es el dualismo obligado de la vid a la
y ma- ¡nusculares excluye "la espontaneidad animal consistente,
teria. El siglo XVIII legaba al siglo XD(, en lo concerniente
a sobre todo, en la determinación por motivos interiores".lS
y el Ello equivaldría a nrestablecer el automatismo cartesiano
i" mororuiiológica, la doble terrtación del materialismo
que, excluido por los hechos, aún vicia, en otras formas, las
hilozoísmo. comte combate en dos frentes, como Descartes,
y su táctica, aI menos, es completamente cartesiana' EI tltas teorías zoológicas".lg
Se comprende entonces larazón de la importancia atri-
áualismo de la materia y la vida es el equivalente positivis-
buida por Comte a las teorías de GaII. Este defendía el ca-
ta del dualismo metafisico de Ia extensión y el pensamiento'
que rácter innato de las inclinaciones fundamentales, de los mo-
Y es la condición de posibilidad del progxeso universal'
la mate- tivos de la conducta animal y humana. De hecho, eI método
no es otra cosa que el sometimiento y el control de
craneoscópico no era sino la consecuencia, celebrada o de-
¡u irr"rtu por la totalidad de la vida, a la luz de la humani-
dad. Por un lado, <somos, en el fondo -dice Comte-' aún nostada con demasiada ligereza, de una hostiiidad de prin-
más incapaces de concebir todos los cuerpos como vivientes
cipio al sensualismo. La determinación de ias sedes ence-
q"" i"ertes. Pues la mera noción de vida supone exis- fálicas de las facultades psíquicas suponía el postulad.o de
"o-o
tencias que no estén dotadas de ella (' ' ') En definitiva'
los preexistencia originaria de estas últimas. Nada podía estar
seres vivientes sóIo pueden existir en medios inertes'
que rnás alejado de las ideas de Gall también de Comte-
por otra que la idea lamarckiana de que las-y funciones biológicas son
Ies proporcionan a Iavez una sede y un alimento,
puri" d*.to o indirecto (. . .) Si todo viviera, ninguna ley independientes de sus órganos e incluso pueden crearlos.
'r.uto*t sería posible. Porque la variabilidad, siempre inhe- Gall, sin duda, componía Ia topografia cerebral sobre la ba-
rente a la espontaneidad vitat, no estE verdaderamente li-
se del estudio de las funciones mentales en los sujetos de
sus observaciones, pero este método era la refutación y no la
mitada sino por la preponderancia dei medio ¡ns¿s"'16 Pe-
ro, po" otro ládo, lo qoá"atactenzaa lavida, aun en eI nivel
confirmación del lamarckismo. Gall proporcionaba a Comte
en los que esta sóIo se manifiesta por la vegeta- un argumento en favor del carácter innato de las aptitudes
d" lo,
"""u" y más en general de las funciones, un argumento convertido
ción, es el .contraste radical entre la vida y 1¿ rr¡usftsn'-Si
lo. vegetales y los animales no hay más que ¡n¿ "dis- cn garantía de la continuidad del progreso por el desarrollo
"rrtt" de un orden preexistente.
tinción realo, entre los vegetales y los cuerpos inertes hay'
en cambio, una <separacién radical'' Por eso, Comte susti- Si ha sido fructuoso nuestro esfuerzo por encontrar el
tuye la división tradicional de la naturaleza en tres reinos' ¡runto doctrinario desde el cual Comte pretende dominar
qrr", rigor, permite concebir una transición gradual entre sintética y críticamente la biología, ahora debe de sernos po-
"r, sible reunir y ordenar las afrrmaciones fundamentales que
todos los seres, por una división en dos imperios, claramen-
aquel implica.
te convencido de que nla ciencia vital no podría existir sin
En primer lugar, Comte cree poder eximir al pensamien-
ese d.ualismo irreductible".l7
En el fondo, Lamarck queda aquí asimilado a Descartes' to biotógico de toda consideración metafisica de finalidad,
cosa que no es conveniente discutir hoy' Lo que ocurre
p^q sustituyendo, con Cuvier, eI dogma de las causas finales por
qrr", ui"uro más perspic az corLrespecto al futuro que total- cl principio de las condiciones de existencia, y admitiendo
mente justo con el presente, Comte entrevé las consecuen-
únicamente entre organismo y medio, entre órganos y fun-

ls lbid., pág.593. tE lbid., pág. 602.


16 lbíd., pág. 440. t'r lbid.
17 lbid.,págs. 578, 579' 580'

73
72
ciones, relaciones de cooperación y conveniencia que no ex- cido.Al,celebrar la promoción de Ia anatomía a la dignidad
presan sino eI hecho de la viabilidad de lo viviente. nDentro cuasi filosófica de anatomía comparada, base de la clasi_
de ciertos límites, todo está necesariamente dispuesto a fin ficación en la cual la mente capta sinópticamente la multi-
de poder serr, dice elCours.2o Por lo tanto, Ia armonía entre tud de las formas específicas, Comte se ve en la necesidad
función y órgano nsiempre se reduce a las exigencias de la de adoptar, contra la idea de una pluralidad irreductible de
vida real,, dice el Systérne.2r Además, la relación obligada ramificaciones animales, cara a Cuvier, la de una serie úni_
de los organismos y los medios, aI poner aI ser viviente bajo ca, continua y jerárquica de los seres, sostenida por La_
la dependencia funcional de las influencias cósmicas, teje ¡narck y Blainville. Ahora bien, la justificación de esa elec_
entre la biología y la cosmología lazos tales que el principio ción constituye, una vez más, una subord,inación de lo
de invariabilidad de las leyes, formulado por prime a vez en simple a lo complejo y del comienzo a la consumación.
estudio del hombre "El
el ámbito de Ia astronomía y extendido cada vez más hacia Comte en el Cours-siempre de-
-dice
be dominar en sumo grado todo el sistema de la ciencia bio_
Ia química, Iogra por fin expulsar de la biología la creencia
en la variabilidad y la inestabilidad esenciales de los proce- lógica, sea como punto de partida o como metao,25 pues la
sos orgánicos. Por úItimo, la reducción de los fenómenos pa- noción general del hombre es y
"la única inmediatao.* po"
tológicos a las leyes de la fisiología, gracias a la generaliza- eso Comte puede jactarse de mantenerse fiel a la mariha
ción de un principio tomado de Broussais, permite suprimir general,
"consistente en pasar permanentemente de lo más
toda diferencia de calidad entre el estado de salud y el de en- conocido a Io menos conocidor, cuando demanda ord.enar Ia
fermedad en beneficio de una simple diferencia de grado, y serie animal a contrapelo del orden de complicación, afin de
subordinar a continuación la medicina a una anátomo-fisio- leer en ella nel estado evidente del hombre cada vez más
logra ai fin y al cabo analíticamente sistematizada. degradado, y no el e,stado indeciso de la esponj a cad.a vez
Pero, paradójicamente, Ia constitución de la frsiología más perfeccionada,.27 Haría falta demasiadá buena volun-
positiva sobre la base del método experimental ve surgir tad para intentar cotejar aquí el proceder de Comte con el d,e
desde eI Cours, en Ia estructura orgriqica de lo viviente, un Goldstein y buscar en el primero una biología fenomeno-
obstáculo para el progreso lineal del análisis. Un organismo lógr:.a ante¡ de tiempo, o descubrir en el segundo una inspi-
estrrconsenso de órganos y funciones cuya íntima armonía ración positivista desconocida. De hecho, Comte entrevé,
odifiere mucho de su armonía con el medio".22 Un organis- aunque de manera confusa, sin duda, adónde quiere ir. La
mo es un todo cuya descomposición sólo es posible "según observación del sentido de degradación de la animalidad, a
un mero artificio intelectual".2S Y por eso el Sysúr)me pres- partir de las funciones intelectuales, eminentemente ani-
cribe la obligación de proceder, en biología, del conjunto aI males, equivale a subordinar toda Ia biología a la sociología,
detalle y del todo a las partes. "¿Cómo habría de insistirse pues es esta, y no una vana psicología, la que nos proporcio-
en concebir el todo según sus partes, cuando la solidaridad na la verdadera teoría de la inteligencia.
se extrema hasta la estricta indivisibilidad?".24 Entre Kant Tal es, apresuradamente bosquejado, el cuadro
y Claude Bernard, Comte reintroduce ia finaiidad en la ql,eto, a nuestro parecer- de la fiIosofia biológica de -com-
Comte.
esencia del organismo, bajo el aspecto de la totalidad. El poder de estimulación intelectual y el préstigio de esta
Por otra parte, no es ese eI único punto de vuelta atrás composición sistemática han sido considerabl".. Con d.ema_
del método positivo, proseguido hasta la biología en el sen- siada frecuencia, en las huestes de los filósofos sólo se resca-
tido de lo simple a lo complejo y de lo conocido a lo descono- tó su influencia sobre la filosofia y la literatura del siglo
XD! sobre autores que habitaban en las fronteras de los
[O_
20
A. Comte, Cours. . ., op. cit., t. III, 40" lección, pág. 243, nota.
21
A. Comte, Systéme. . ., op. cit., t. I, pág. 661.
22 A. Comte, Cours. . ., op. cit., t. III, 40' Iección, pág. l7l. 25A. Comte, Cours. .
.,op. cit.,t. III, 40. lección, pág. 168.
23 lbid.,41" lección, pá9.281. 26 lbid.
27
2a
A. Comte, Systéme. . ., op. cit., t. I, pág. 641. lbid.,pág,.254.

74 75
l¡ucllas del impulso dado por eI positivismo a los estudios
neros, como Taine, teórico por demás dogmático de la in- biológicos en este país. La lectura del informe de Gley tiene
fluencia del medio. De hecho, entre 1848 y 1880 no hubo en rrún hoy mucho interés.28
Francia bióIogo o médico que' para situar su investigación Charles Robin, sobre quien Georges Pouchet publicó en
en la coope"u"iótt o el choque de ideas, o definir para sí eI Itl86, en el Journal de I'Anatomie et de la Physiologie, urta
sentido y el alcance de su trabajo, no se las viera directa- ¡rotable biobibliografia,llegó a ser en 1862 el primer titular
mente con los temas de Ia filosofia biológica comteana o in- rle la cátedra de histología de la Facultad de Medicina de
directamente con temas derivados de ella' Recordaremos aI- l'arís. En esa cátedra se mantuvo fiel a una de las ideas de
gunos hechos, bastante bien conocidos en la historia de la l¡r filosofia biológica de Comte, ya que siempre se negó a en-
iredicina y olvidados, las más de las veces' en la historia de scñar la teoría celular, en la forma dogmática que le había
la fiIosofia. rlado Virchow. Robin no dejó de explicar que la céIula es uno
En el Sysúd me de politique posítiue (1851), Comte men- rle los elementos anatómicos y no el elemento anatómico
ciona a dos jóvenes médicos a quienes se refiere como sus f'undamental de los organismos. Es preciso señalar que en
discípulos: lls doctores Segond y Robin' Se trata de dos de t865 se defendió en Ia escuela de Robin una tesis sobre "La
los fiindadores, en 1848, de la Sociedad de Biología, cuyos génération des éléments anatomiques,. Su autor, que Iuego
trabajos e informes, aún proseguidos hoy en día, brindan Ia traduciría el libro de John Stuarb Mill sobreAuguste Comte
imagén más completa y vívida de los progresos de las inves- ct la philosophie positiue, dejó en Francia un nombre cuya
tigaiiones biológicas en Francia desde hace un siglo' La pri- cclebridad oculta en gran parte su primera vocación intelec-
mera junta directiva de esta entidad estaba compuesta en tual. Se trata de Georges Clemenceau.
1848 ior Rayer, luego decano de la Facu-ltad de Medicina, Al recordar que Robin es, junto con Emile Littré, el autor
como iresidénte; Claude Bernard y Charles Robin, vicepre- del Dictionnaire de médecine que a partir de 1873 reempla-
sidenies, y Brown-Séquard y Segond, secretarios' El primer za de manera definitiva las ediciones sucesivamente modifi-
reglamento de la institución, redactado por Robin, decía en cadas del diccionario de Nysten, destacaremos otra influen-
,.ip"i*"t artículo: nl,a Sociedad de Bi"ología se instituye pa- cia de la fiIosofia biológica de Auguste Comte: el desarrollo
ra el estudio de la ciencia de los seres organizados, en estado que dio a los estudios lexicográficos, las ediciones críticas de
normal y en estado patológico". El espíritu que animaba-a textos médicos y la historia de las ciencias médicas. Baste
los fundadores era du Iu filosofía positiva' El 7 de junio de
"i con citar para ello, junto al de Littré, el nombre de Charles
L848, Robin leyó una memoria titulada "Sur la direction Daremberg, eI autor, sin igual entre nosotros, dela Histoire
que se sont próposée en se réunissant les membres fonda- des sciences médicales (L870).
tlurs de la Sociét¿ de Biologie pour répondre au titre qu'ils Sería muy otra tarea intentar determinar en qué medida
ont choisi, [,,Sobre la dirección que, aI reunirse, se han pro- Ia mayoría de las teorías que los historiadores de la fisiolo-
puesto los miembros fundadores de Ia Sociedad de Biología gía atribuyen a Claude Bernard, para honrarlo, tienen su
p."u t"tpottder aI título que escogieron'l' En ella, su autor origen, en realidad, en la frlosofia biológica de Comte. Al me-
exponía1a clasifrcación comteana de las cienci¿rs y se re- nos es indudable que, aun sinlalntroduction d.I'étude de la
fer-ía, en el espíritu delCours, a las tareas de la biología, en- médecine expérímentale, eI siglo XD( habría estado familia-
tre las cuales situaba en primera fila la constitución de un rizado con las teorías del determinismo de los fenómenos
estudio de los medios, para el que inventaba incluso el tér- biológicos, la identidad de naturaleza de los fenómenos fi-
minomesologíaImésologi¿].CuandoenlSggIaSociedadde siológicos y patológicos y la especificidad irreductible de los
Biología festejO su quincuagésimo aniversario, el fisióIogo seres orgánicos.
Eugéie Gley ieyó ,ttt ittfo"-" sobre *La Société de Biologie
et lévolution des sciences biologiques en France' ["La So- 28 Cf. Comptes rendus de la Société de Biologi.e,40, 1899. El informe se

ciedad de Biología y la evolución de las ciencias biológicas rcproduce en E. Gle¡ Essais de philosophie et d'histoíre de la bioloEie,Pa-
en Francia,l, en varios de cuyos párrafos son visibles las rís: Masson, 1900.

77
76
En resumen, Comte no se equivocaba en 1854 cuando, al rrrrrr multitud de maneras de vivir, casi no puede haber, en eI
final del Systéme de politique positiue, afirmaba que, a des- lirndo, más que una sola manera natural de morir".3l Pero
pecho de su severidad con respecto a ellos, siempre había lrr intuición dramática de Ia vida como lucha ininterrum-
encontrado en los médicos valiosas simpatías hacia una ¡rirla subsiste en esencia desde Bichat, y por otra parte tam-
doctrina que ponía de relieve su independencia teórica, a Ia lrifin desde Lamarck, hasta Comte. EI primer deber de Ia
vez que oincorporaba su profesión al sacerdocio de la huma- l¡t¡rnanidad para con la vida es (unir cada vez más toda la
nidad".29 Es cierto que la medicina es un partido tomado r¡rrturaleza viviente para librar una inmensa lucha perma-
por la vida. Y la fiIosofia biológica de Comte justifica siste- r¡cnte contra el coqjunto del mundo inorgánicoo.32 La base
máticamente esa decisión. ¡istemática completa de la política positiva es el esfuerzo
En la construcción erudita y bien informada que es la fi- rluradero para "dirigir toda la naturaleza viviente contra la
losofia biológica de Comte se oculta una convicción intuitiva r rtturaleza muerta, a fin de explotar el dominio terrestreo.3S

de grandioso alcance. El impulso activo de esa convicción Aunque continuo, sin duda, el progreso del control de lo
obedece, sin duda, al hecho de que el genio de la utopía ani- viviente sobre lo inerte es modesto, dado que no puede IIe-
ma en ella, sin contradecirlas, las proposiciones más auda- grrr jamás al extremo de derribar las bases del orden mate-
ces de una ciencia nueva y las adquisiciones más laboriosas rirrl, principalmente asentadas sobre inalterable imperio
"eI
de una reflexión casi tan antigua como la vida' Esa convic- rkr la naturaleza muerta,.34 No se trata aquí de una carga
ción reside en que la vida se agita y actúa en el mundo de lo crr¡raz de vencer todas las resistencias y superar todos los
inerte sin encontrar su fuente allí, y abandona a la muerte rrlrstáculos y,talvez, hasta de derrotar a la muerte. Se trata
unos organismos individuales que no provienen de é1. nl,a rlc un esfuerzo cr;rya obstinación está regida por la mera lu-
suma de los cuerpos naturales no forma un todo absolu- cirlez, no por la esperanza de abolir el obstáculo en el paso a
too.30 Esta convicción, combinada con la idea de la serie li- lrr trascendencia de un poder absoluto. Se trata, según la
neal continua de los seres vivos, que encuentra el sentido de lxrlla fórmula de un gran hombre que muy a menudo supo
su orden y la dirección de su progreso en su coronamiento N()r un gran escútor, de
"la alíanza continua de la vida con-
humano, se transformó en Ia idea de'Ia biocracia, condición l.r¡r la muerte,.35
obligada de Ia sociocracia. Ese es el equivalente positivista
de la üeja idea metafisica del reino de los fines.
Comte no habúa aceptado en modo alguno, ni siquiera
como homenaje, que lo calificaran de metafisico. Acaso ha-
bría considerado intolerable, incluso, que Io designaran co-
mo el último y el más grande representante decimonónico
de la escuela médica de Montpellier. Y en verdad nos parece
que lo es. La certeza intuitiva, vital y cuasi vivida de la auto-
nomía de la vida se arraigó en su espírita, qttizá, con la lec-
tura de Bichat, ese Bichat de quien siempre habló como no
lo hizo de ningún otro. Profundamente, pese a sus reservas
y hasta sus críticas, hace suya la célebre defrnición: la uida
es el conjunto de las funciones que resisten a la rnuerte. Con
seguridad, Comte ve en esa resistencia más actividad, más
agresividad, más invención que Bichat. "Si bien debe haber rfr A. Comte, Cours. . .,op. cít., t. III,40e lección, pág. 190.
rf2A. Comte, Systéme...,op. cit.,t. I, pág.595.
tt:t
lbid.,pág.615.
2e A. Comte, Systérne. . ., op. cit., t. IY, pá9. 427 . x4 lbid., pá9. 618.
30 lbid., t. I, pág. .ts
579. lbíd., t. rv, pág. 489.

78 79
fuerza filosófica", una (excelente teoría lógicao, muy su-
2. La escuela de Montpellier juzgada
Ht¡
¡rr:rior alTbaité des systémes del "metafisico, Condillac. En
porAuguste Comte* hr cuadragésima tercera lección, Barthez es alabado por ha-
bcr establecido "Ios caracteres esenciales del sano método
lilosófico, luego de haber demostrado tan victoriosamente la
i¡ranidad de toda tentativa sobre las causas primordiales y
l¿r naturalezaíntima de los fenómenos de un orden cual-
<¡uiera, y reducido en extremo toda ciencia real al descubri-
rniento de sus leyes concretasr. Debemos sospechar que la
lectura de un tratado de medicina publicado en 1778 pro-
Al escoger las obras dignas de integrar la Biblioteca Po-
sitivista, Auguste Comte selecciona Les nouueaux éléments ¡rcrcionó a Comte las afirmaciones fundamentales de su fi-
losofia positiva, que encontraba confirmadas en la Exposi-
de la science de l'homme (segunda edición, f806) y La théo'
rie du beau de Paul-Joseph Barthez. Esta referencia nos lion d,u systéme du monde publicada por Laplace en 1796 y
cn el discurso preliminar a la Théorie analytique de la cha-
permite apreciar la influencia que aún ejerce sobre su espí-
leur de Fourier, de L822.
ritu, en la época del Systéme de politique positiue (1851-
Es entendible entonces que nuestro autoq tras caracteri-
1854), la obra de un gran médico cuya enseñanza conside-
zar la doctrina de Stahl como (la formula más científica del
ran perimida los biólogos de esos días, sobre todo Claude
cstado metafisico de Ia fisiologíao, declare que la fbrmula de
Bernard. F,lSystéme asocia en dos ocasiones los nombres de
Barthez y Bichat, y por lo menos en una de ellas lo hace pa-
llarthez (el principio uital) "rsp¡ssenta un estado metafisico
rle la fisiología más alejado del estado teológico de 1o que lo
ra elogiar a uno y otro por haber rechazado y refutado la
suponía la fórmula utilizada por Stahl,. Comte no se deja
"presunta explicación" química del calor animal. "En eI
si-
glo pasado --dice Comte-, quienes cultivaban Ia química rrngañar, como tantos de sus contemporáneos y tantos de los
eran sobre todo los médicos; ahora, al contrario, la biología contemporáneos de Barthez, por la aparente sencillez de
r¡na sustitución de denominaciones. No cree que Barthez se
está invadida por simples químicos, ajenos a toda concep-
haya conformado con designar de diferente manera Ia mis-
ción vital". Si Comte, en 1851, aún acepta fundar su admi-
ma entidad que Stahl había ilamado punto
ración por Barthez en una de las aplicaciones ÍI€rros afortu- "almao. En este
hace, al contrario, una observación pertinente y profunda:
nadas de la doctrina del principio vital, es comprensible que
en la época delCours de philosophie positiue (tomo III, 1836- "Para un orden de ideas tan quimérico, un cambio semejan-
[e indica siempre y necesariamente una modificación con-
1837) haya podido considerar nla intención dominante, de
creta del pensamiento principal".
la doctrina misma como una "intención evidentemente pro-
gresiva', no sólo, como en el caso de la doctrina de Stahl, de- El valioso historiador de Barthez, Jacques Lordat, su
rrmigo, hace notar que Haller es el principal responsable del
bido a su reacción contra los dogmas mecanicistas, sino so-
rurror casi general evitado, sin embargo, por Comte. Fue
bre todo a causa del carácter expresamente meditado del
método que ilustra. En una nota de Ia vigésima octava lec-
llaller quien escribió en su Bibliothéque anatomique (t.lI,
ción del Cours, Comte saluda en la persona del ilustre Bar- ¡rág. 583) que Barthez admitía un origen denominado Prin-
cipio Vital, fuente de las fuerzas de la vida. Y fue eI propio
thez a "un fiIósofo de una dimensión mucho más elevadao
que Condillac, y en el discurso preliminar de Les nouueaux llaller quien, al agradecer a Barthez el envío del discurso
¡rcadémico nDe principio vitali hominiso, pronunciado en
éIéments de Ia science de I'homme, un texto "eminente por
1772 en Ia reanudación de los cursos de la Facultad de Me-
* Título original: oliécole de Montpellier jugée parAuguste Comte". Co- rlicina de Montpellier, señaló que, por su parte, no se atrevía
municación al XVI Congre.o 1tt¿s¡¡¿c:ional de Historia de la Medicina, n entregarse
"a la admisión de un principio cuya naturaleza
Montpellier, 22 a28 de septiembre de 1958. Extraído de Scalpel, S, 21 de scría desconocida y novedosa".
enero de 1961.

80 81
I
es' sin lu- rle una especie de incapacidad para distinguir la metafisica
Señalemos aquí que si bien Ia obra de Barthez rlc la crítica, en el sentido kantiano del término.Laraz6t
g;;;;., ¿u rut fuentes de la filosoffa científica de
"tti
A;;i", es probable, por lo menos, que su Exposition de Ia r¡ue había llevado a Barthez a invocar, con elnombre escogi-
sea uno de rlo por é1, un hecho vital único y último (o primero), que do-
áo"ir¿Á, mZdicale,pubticada por Lordat en 181'8'
¡ninaba los diferentes actos vitales elementales, era Ia
obra' Lordat era
io. pifut"" del juíáio comteano sobre esa r¡nidad de combinación de todos esos fenómenos y la indivi-
en Montpellier enla época
;;i;; de anatomía v fisiología rlualidad del organismo, considerado ante todo como un
;;;;ó;te, enviadá a su ciudad natal con residencia obli- rluto de la experiencia méüca. Lordat encontró una ex.pre-
gada por haber pto";;;J;, rsro, su despido $e-tfcot3
sión muy atinada aI decir que el principio vital era nuna
"t'
F"iytá.rt"iq"", .ig,rio aIí íibremente los cursos de Ia Facul-
de Bar- t:rrusa experimental del orden más elevado". Bergson no su-
tJ¿e Ue¿icina, aiez años después de la muerte qu9' al calif- ¡ru decirlo mejor cuando negó haber hecho del ímpulso uital
thez. Acaso no carezca de interéi señalar aquí
*Principio Vital" inventada r¡tra cosa que una rúbrica recapituladora de varios hechos
;;; á; *fórmula, la expresión utilizada biológicos experimentalmente admitidos. La posición de
por Barthez, Comte no hacía sino retomar la frase llnrthez era una posición crítica. Si no polemizó con el ardor
había comprendi-
ior l,oraat ál .".rro"u" a Haller porque creencia en una sus-
no
r¡ue Comte habría deseado contra los partidarios de la natu-
do qou esa expresión no implicaba 11
alma' Tal r'¡rleza sustancial del principio vital, sóIo fue porque los ad-
tancia particular, un ser distinto del cuerpo y eI vcrsarios de esa opinión, de alcance trascendente, no podían
lr"" po, huber aprendido a conocer las doctrinas Ia escue-
de
¡ll)oyar su rechazo en argumentos más sóIidos o abundantes
la dá Montpeliér en los mismos lugares que esta
iluminaba
en Comte Ia r¡rc los invocados positivamente para sostener su propia
;;iüú; de hs ideas, la admiración sostuvo
además por una Il,sis. Barthez no respaldaba ni la tesis ni la antítesis y deja-
clariviáencia de la evaluación, estimulada lr¡r la cuestión en suspenso. nNo podría decirlo en exceso
de la escuela
animosidad declarada contra ciertos maestros -insiste Lordat--: su primer dogma es la unidad,la indivi-
más claridad que Blain-
d.e París. En todo caso, advertía con rlr¡alidad fisiológica del sistema viviente (. . .) Todo el resto
quien, sin embargo, sóIo.tenía elogios en la-épo-
,ritt" rhr csta doctrina se compone de resultados generales que ex-
ca
-pu"u
del Óourr-la originalidud d"t vitalismo de Montpellier'
por gátnez e introducido en París por Pinel ¡rrrsan los modos de acción del principio de esa unidad. Ade-
rrrris, al profesar un escepticismo absoluto con respecto a la
"i*t"*utirudo
vnr.r''t.Ensu¡/is¿oired'essci'encesdel'organisation(|847),
"ro¡t" a"vu redacción Comte expuso serias reservas en el rr¡rturaleza del principio vital, Barthez sintió que esa situa-
padre cirirr de Ia época era violenta y que muchos hombres carecen
llJá*""a" polítique positiue'Blainville -es decir'laelidenti- rkr la fuerza de ánimo necesaria para conservar un equi-
ü;ñt"d, titt ¿"á"- afirma en varias ocasionesla continui- lilrrio semejante. No quiso que especulaciones indiferentes
dad irndamental del animismo y el vitalismo' nc convirtieran en la oportunidad de un cisma. Dejó a sus
áu¿ una doctrina que va de Stahl a Barthez y Bichat' -
- Ño¿uobstante, Comie parece' a fin de cuentas' adherir a la
rliscípulos, por tanto, la libertad de complacerse en las con-
ontoló- .ir,t,uras más halagadoras para su imaginación, con la condi-
opinián de que baúhez habría cedido a la tentación ciri¡r de no introducir en la ciencia un lenguaje exclusiva-
gi". uf otorlar aI principio vitalla realidad de una sustan-
¡r¡r,nte apropiado para sus sentimientos particulares, ni
lia: *tras iitroducir ut-rrtt comienzo su principio vital en ¡rrrr[ender extraer, de esas agradables ilusiones, objeciones
consa-
concepto de simple fórmula científrca, únicamente contra los principios fundados en los hechos,.
gt.á. ¿"tignar de manera abstracta Ia causa desconocida
" inevitable de Mas, aI margen de todas las cuestiones de método y doc-
ñ" fo, f""Ot"énos vitales, se vio en la necesidad lrinr, Comte supo advertir la aprehensión directa y auténti-
y muy
impartir a ese presunto principio una.existencia real r'¡¡ rlc los hechos que se escondía detrás de la abstracción del
que su e-:-
coirpleja, aunque profundamente ininteligible'
tanta ampli- ¡rrincipio vital. Debió tanto a la lección de Barthez como a la
cuela, en nuestros días, ha desarrollado con r h I I i chat su firme convicción acerca de la conexión obligada
una vezmás' '
irra". Án r"rtro juicio, Comte da pruebas aquí'

83
82
de los conceptos de organización y vida con el de consenso. r'(lscrvas sobre la formula inaugurai de las Recherches phy-
Aquí encontramos, talvez, el motivo que Io llevó a reducir la ui iogique s sur la u ie et la mort, Comt e esüí tan intuitivamen-
r

escuela de Montpellier al aporte exclusivo de Barthez. Com- Ic convencido como Bichat de que la vida es una lucha contra
te ignoraba o fingía ignorar a Bordeu. No es temerario pen- Irr muerte. El progreso de la humanidad consiste en Ia
sar que la doctrina de las vidas elementales, cuya suma lonciencia creciente del sentido de este esfuerzo espon-
constituiría la vida de la totalidad -doctrina con la cual Di- l.iineo y del deber que de éi se desprende:
"unir cada vez más
derot se fascina en e|Réue de d'Alembert-,no podía satisfa- l.rxla la naturaleza viviente para librar una inmensa lucha
cerlo más que la teoría de las moléculas orgánicas, y que ¡xrrmanente contra eI conjunto del mundo inorgánico". La
suscitaba las mismas objeciones planteadas por la cuadra- li¡cnte de estas reflexiones debe buscarse en Montpellier. AI
gésima primera lección del Cours contra los primeros esbo- lrrrcer justicia a Barthez, Comte construyó una teoría de la
zos de la teoría celular. Así como Bichat lo apartó del camino vida que, por su amplitud y su aliento, no está ala zaga de
de Oken, Barthez eciipsó en él a Bordeu. EI concepto de mo- krs sistemas de Ia biología romántica. Podemos decir que en
lécula orgrínica o de animálculo componente de un ser vi- lt filosofia biológica, si no en la biología del siglo XD! fue el
viente complejo vehicula una analogía peligrosa entre la r¡r¿is ilustre representante de Ia escuela de Montpellier.
química y la biología. La vida es necesariamente la propie-
dad de un todo. "Los animálculos elementales serían, desde
luego, aún más incomprensibles que el animal compuesto,
con prescindencia de la insoluble dificultad que a la sazón
habríase creado gratuitamente con respecto al modo con-
creto de una asociación tan monstruosao. EI espíritu de Bar-
thez inspira, sin duda, esta declaración de Comte, en la cual
se presienten tantas prohibiciones como escrúpulos se de-
tectan: "Por su naturaleza, un organismo cualquiera cons-
tituye un todo necesariamente indivisible que sóIo descom-
ponemos, según un mero artificio intelectual, con el fin de
conocerlo mejor, y siempre con vistas a una recomposición
ulterior".
La evolución intelectual de Comte, delCours aTSystéme,
lo confi.rmará en su hostilidad y su resistencia a nla usurpa-
ción cosmológica", vale decir, a la pretensión de las ciencias
fisico-químicas de aportar a la biologÍa sus principios expli-
cativos. Barthez Ie proporciona los motivos de sus reservas
más firmes, aunque gradualmente más matizadas, con res-
pecto aI lamarckismo. El organismo, tanto en el aspecto de
la formación como en el de Ia operación, no puede ser ínte-
gramente determinado por el medio. Através de Lamarck,
el blanco explícito es Descartes. Comte siempre fue resuel-
tamente dualista y se afirma cadavez más en esa posición.
El autor del Systéme escribe que sin el dualismo irreducti-
ble del mundo inorgánico y eI mundo orgánico la ciencia
vital no podría existir. "La suma de Ios cuerpos naturales
--dice una vez más- no forma un todo absolutoo. Pese a sus

84 85
3. Historia de las religiones r,n¡iorr y las circunstancias en los cuales surge permite con-
¡irk,r¡rrlo como una invariante de la naturaleza humana. In-
e historia de las ciencias rlivirlualmente, eI fetichismo es un modo de especulación ca-
en la teoría del fetichismo I'nct,crístico del animal,l el niño,z el adulto normal cuando
ln ¡rrrictica exige que una decisión supere los resultados de
de Auguste Comte*
rur rrnálisis,3 el adulto apasionado4 y eI alienado.s Colectiva-
rrr,ntc, el fetichismo es el estado intelectual fundamental
l'r,vclado por el examen racional de las civilizaciones menos
nv¡¡nzadas.G Esta actitud se funda en un modo de explica-
Con el nombre de fetichismo, Auguste Comte procuró lirirr rle las cosas y los acontecimientos. Regulación de Ia
construir una teoría abstracta y total de Ias relaciones entre lxint,cncia humana concreta,T ta religión es ante todo una
la religión y la naturaleza humana. Esta teoría fue más dis- ¡r'¡¡ulación de las relaciones del organismo y eI medio cuya
cutida que analizada, sobre todo porque, en su segunda tra- lirr'¡r¡¿r más elevada, aunque originariamente menos podero-
yectoria frlosófrca, Comte pareció reducir Ia garantía de pro- ¡n, Hon las operaciones de Ia inteligencia. EI fetichismo es el
greso intelectual contenida en la ley de los tres estados en ¡rlirrrcro de los tipos de explicación por causalidad, la forma
beneficio de una certeza de continuidad entre el estado po- rr¡¡i¡r tosca de búsqueda de los orígenes y las destinaciones
sitivo final y eI fetichismo inicial. Se ha pasado por alto que rrlrlolutas, que presta a la totalidad de los seres, concebidos
Ia teoría comteana acerca de los orígenes de la forma reli- ¡x rr nalogía con el hombre, voluntades que hacen para ellos
rr

giosa de pensar no se apoya tanto en el conocimiento des- lnrr vcces de leyes.S No se trata de animismo, en el sentido
criptivo de formas sociales cronológicamente iniciales como lr,rrl,ringido y, por otra parte, posterior de este término, y ni
en el esclarecimiento de la siguificación permanente de una err¡rricra, en rigor, de antropomorfi.smo, porque eI propio
respuesta del hombre a su situación originaria. En particu- rrrrirrral es capaz de ello. Es más bien un biomorfismo, con-
lar, no parece haberse concedido un interés suficiente a la sl¡t,t.nte en "la explicación del mundo según el hombre, de
identificación de los temas de reflexión sutilmente combina- r¡r'rrcrdo con la asimilación espontánea de la naturaleza
dos por Comte en una teoría tan nutrida de lecturas que nrt¡r,rta a Ia naturaleza vivao,9 y en .la confusión entre eI
puede pasar por una síntesis, sin duda original en el siglo lrrr¡¡ldo inorgánico y la naturaleza vivao.l0 La negación es-
XIX, de la historia fiIosófica de las religiones y la historia ¡rurrhinea del dualismo entre naturaleza muerta y natura-
filosófica de las ciencias, elaboradas por diferentes autores l¡z¡r viva es sin duda un error decisivo,ll pero que genera su
del siglo XVI[. ¡rro¡ria refutación, porque nes posible constatarlo plenamen-
El fetichismo, según Comte, es una actitud primordial lr' .y liberarse de é1,. Mientras que el politeísmo, que sus-
del hombre con respecto al mundo, pues la variedad de los lilrrye la voluntad directa de seres supuestamente vivos por
lrr voluntad indirecta de agentes exteriores a la materia pa-
* Título original:
"Histoire des religions et histoire des sciences dans la | { irrrrs,
théorie du fétichisme chez Auguste Comte'. Extraído de MéIanges AIe-
'r
V págs. L9-20 y 66, nota 1; Systéme, II, pág. 84, y III, pág. 82.
xandre Koyré,Il, L'auenture de I'esprit, París: Hermann, 1964. l.ivstime,II, pág. 84.
tt
Luego de la redacción de este estudio, las relaciones entre el pensamien- lltid.,lI, pág. 81, y III, págs. 82-8.
4 !l,i¿.,I1, págs.
to de Auguste Comte y la obra de De Brosses fueron objeto de un im- 85, 83, y III, pág. 84.
A
portante artículo de la señora Madeleine David, "La notion de fétichisme I i,rrrs, V pág. 19.
il,\y"-lCrne, III, pág. 6.
chez A. Comte et l'euvre du président De Brosses, Du culte des dieux fétí'
ches",Reuue d'Hístoire des Religions, abril-junio de 1967. | !t,i¿..11, págs. 9 y 12-3.
(Cours remite alCours de philosophi.e. positíve, París: Schleicher Fréres, tt lltid.,Il, pág.
81.
tt I'i¿.,
!907. Systéme designa el Sysúdme de politique positiue, cuarta edición, Pa- I II,págs. 80-1.
rís: Crés, 1:9!2lEnsayo de un sistema de política positiua, México: UNAM, ttt !ltid.,II, pág. 85.
19791.) tt !ttid.,III, pág. 86.

86 87
siva, no entraña en un comienzo más posibilidades de refu- rrrrrna sóIo conciernen a la energÍa de las tendencias primor-
tación que de confirmación.12 rlirrlcs y la velocidad de su desarrollo.lT La historia, el pro-
EI modo de explicación según una causalidad de tipo ani- grr,so o eI desarrollo de Ia naturaleza humana no consiste
mal, es decir, afecto yvoluntad, entraña con respecto al me- lrrris que en una modificación, gradualmente más meditada
dio cósmico un sentimiento humano de adoración, pues, v ¡lrovocada de manera más sistemática por la cultura, de la
naun cuando ese culto se extiende a potencias maléficas, llrcrda proporcional de las tendencias primordiales, sin
abiertamente admitidas por la ingenuidad fetichista, de- rrlt,cración, empero, de su relación inicial, nsin inversión real
termina una veneración que siempre ennoblece el temor r [,] orden fundamental".lS
correspondiente,.lS Sin duda, la visión fetichista del mundo Entre Pascal y Comte, Voltaire y Condorcet advirtieron
impone resignación y fatalismo,l4 pero también autoríza, r,n los progresos del espíritu humano eI correctivo de las
en contraste, Ia esperanza de lograr que la voluntad de los t'onsecuencias del principio de contradicción aplicado a la
agentes exteriores a nosotros conspire con la nuestra pro- rr¡rturaleza del hombre, eI antídoto de la misantropía gene-
pia. De modo que nla tentación natural de basar nuestras lrrda por la exigencia lógica del todo o nada. La insuficiencia
opiniones sobre nuestros deseosrlS revela ser una ilusión ir¡icial de los medios de la humanidad en comparación con
tan fecunda como fundamental. xrrs fines ya no es, según Comte, la marca de una decaden-
Quizá no se ha insistido lo suficiente en el hecho de que, riir con respecto a un estado original de perfección. Si bien es
según Comte, Ia puesta en marcha de la historia por una cicrto que <por una deplorable coincidencia el hombre nece-
ilusión propulsora es necesaria para el advenimiento del sila más, justamente, del tipo de actividad para la cual es
espíritu positivo. La historia humana es el desarrollo de la nlonos adecuadool9 decir, si bien es cierto que el hom-
-es
lrre es, entre todos los animaies, aquel en quien Ia inteligen-
naturaleza del hombre, entendida como una pluralidad de
virtualidades cuyo pasaje al acto se efectúa a diferentes t'ia más debe hacer para atenuar la discordancia entre nlas
velocidades. En un inicio, Ia naturaleza humana es disar- inrperfecciones fisicas" y las "necesidades morales" de su
mónica: no hay en ella un ajuste {e poderes y exigencias, condición-, ese hecho expresa únicamente que la huma-
medios y fines. La vida y la experiencia humanas son un as- rridad comienza por una infancia. En toda infancia hay des-
pecto de la correlación biológica entre los organismos y los lirse y desproporción entre eI débil alcance de unos medios
medios. Esta correlación se expresa en dos tendencias igual cualesquiera y la ambición de poder. Esto es cierto tanto en
pero inversamente vitales: sometimiento a las condiciones cl orden de la teoría como en el orden de la práctica' En ese
de existencia, iniciativa con vistas a modificarlas. De esta <loble aspecto, el hombre tiene una preferencia instintiva
oposición concreta nacen toda clase de conflictos, entre Ia ¡rcr las dificultades que en un primer momento no puede re-
especulación y la actividad, entre Ia inteligencia y la afecti- solver.2o
vidad, entre la realidad y la ficción. La oposición y los con-
flictos adoptan la figura de círculos. Sin embargo, tanto pa- t7 lbid.,IV,págs. 286-9.
ra Comte como para Bergson, la naturalezavíva no está 'tB
lbid.,IV,pág. 289.
ts Ibíd.,IV, pág. 287.
presa de las exigencias de la lógica. La oposición lógica con-
denaría a la historia a no comenzar. Ahora bien, en un prin-
20 lbid.,I,pág.5, yI[ pág. 353. Sin pretender afirmar que Comte se ins-
¡rira aquí en Hume, compárense, sin embargo, la tesis positivista sobre la
cipio, la naturaleza humana no está bloqueada sino sólo en- rliscordancia natural inicial entre las exigencias y los poderes del hombre
torpecida.l6 Por lo tanto, los círculos de la naturaleza hu- y las reflexiones de aquel acerca del origen de la justicia, en el Tlatado de
Iu, naturaleza humanu "De todos los seres animados que pueblan el plane-
12 lbid. t.u, a primera vista no parece haber ninguno contra el cual la naturaleza se
13 lbid., III, pág. 108. haya manifestado con más crueldad que contra eI hombre, por Ia cantidad
14 Cours, V pág. 38; Systéme,IlI,pág,. 123. infinita de necesidades y menesteres con que lo ha aplastado y Ia debilidad
rs Sxstémz, III,
pág. 94. tlc los medios que ie otorga para subvenir a ellos (. . .) Sólo en el hombre
¡rucde observarse, en su punto más alto de realización, esa unión mons-
L6 págs. 38-9.
Cours, V

88 89
Ahora bien, en todos los casos los círculos aparentes de Ia Irrnte de la naturaleza humana, Io que Ia arranca de la tor-
naturaleza humana encuentran una solución espontánea y ¡x,za, el principio de Ia historia, es una quimera,2S un sueño
natural: la filosofia teológica,2l modo de explicación y modo rk'spierto.2g En el comienzo era Ia Ficción.
de vida en perfecta armonía con las necesidades propias del Se comprende ahora por qué el fetichismo constituye "el
estado primitivo de Ia humanidad.22 La religión es la ilu- vr,rdadero fondo primordial del espíritu teológico, conside-
sión inevitable que da al hombre confianza y coraje para ac- l'¡r<lo en su más pura ingenuidad elementul,,3O y por qué se
tuar con vistas a mejorar "Ia miserable insuficiencia"2S de [r l.iene por Ia nreligión primitiva,.3l En la historia del espí-
sus recursos personales y para ril.u humano, antes del fetichismo no hay nada. Si se supri-
"aliviar sus miseriasr.24 Eila
es la luz y Ia esperanza que brilla nen medio de las profun- r¡¡c de la reflexión el fetichismo humano, no se cae, empero'
't das miserias de nuestra situación originalo.2S Recuérdese ln la mera actividad del bruto. El bruto no es tan bruto.
esta úItima expresión. Reacción compensadora a la miseria 'llrrnbién el animal vertebrado superior es fetichista .32 Da-
de una situación ya no verdad transhistórica que funda rkr que sus raíces en el ser viviente, más acá del hombre, es-
una conüción de -y miseria-, la religión originaria no se cele- l,¡'¡¡r en la serie jerárquica de las formas animales, cuando se

bra en la angustia ni eI miedo. Sólo con eI paso del tiempo se l,r'¡rta de religión el fetichismo es para el ser humano, sin
verá a Ia reügión engendrar .un terror opresivo y una lan- rltrcla, un origen absoluto. Es la proyección universal del
guidez apátíca".26 En un inicio, Ia filosofia teológica no ins- nr,ntimiento de vivir, vivido por eI ser viviente individuado.
pira sino "Ia confianza consoladora y la activa enetgía,.21 l,ls cl ser viviente que se comporta como si sóIo pudiera vivir
Si nos tomamos la libertad de parafrasear a Comte en un r,rr conspiración con la vida universal. El ser vivo rechaza
vocabulario diferente del suyo, diremos que Ia ruptura de r¡¡¡te todo la muerte en sus dos formas: como reino de la iner-
Ios círculos de oposiciones entre las tendencias de la natura- li¡r, contrario universal de la vida universal, y como límite
Ieza humana se produce mediante una presunción inicial rr¡cluctable de la vida individual. Por esa tazón, eI fetichis-
que instituye una síntesis espontánea de los contrarios. Por rrro implica en todas partes eI culto de los ancestros.S3
presunción entendemos aquí Ia anticipación operativa que
supone resuelto un problema, la aBunción a priori de una Al concebir el fetichismo como la forma espontánea de Ia
solución cuya construcción efectivay efrcaz depende de una rrrrlispensable unidad realizada por la religión, Comte lo eri-
afirmación de posibilidad. El fetichismo es la visión del gc cn el comienzo obligado de todas las religiones, el estadio
mundo sin Ia cual la vida vivida en conciencia, aun medio- ir¡icial del primero de los tres estados del espíritu humano.
cre, no seúa posible; es la impresión de un ajuste obligado lhrspués, el politeísmo y el monoteísmo sóIo existen en fun-
de los medios a los organismos. La tarea de la historia r'irin de éI. Y como consecuencia, vemos a Comte rechazar
manizar eI mundo- se supone ya hecha. Sólo esta ilusión -hu-
puede impulsar aI hombre a proponerse superar todo aque-
llo que, a primera y más simple vista, la desmiente. El exci- 'ttt
lbid., pág. 356.
21t
lbid.,Y,pág. 34: .Bajo el fetichismo, e incluso durante casi todo el rei-
rro rlcl politeísmo, el espíritu humano se encuentra necesariamente, con
truosa de Ia debilidad y la necesidad" (D. Hume, Tlaíté de la nature hu- r,rr¡rccto al mundo exterior, en un estado habitual de vaga preocupación
maine, traducción de A. Leroy, París: Aubier, 1946, t. II, págs. 60I-2 lTta- r¡r(', aunque entonces normal y universal, no deja por ello de producir eI
tado de la naturaleza humana, tres volúmenes, Barcelona: Orbis, L9811). ¡ril¡ivalente concreto de una especie de alucinación permanente y común
2r Cours, I, pág. 5, y IV, pág. 351. 0rr ln cual, por el imperio exagerado de la vida afectiva sobre Ia vida inte-
22 lbid., IV, pág. 862. lrtt.ual, las creencias más absurdas pueden modifrcar profundamente Ia
23
lbid., IV, pág. B5B. olrxurvación directa de casi todos los fenómenos naturales,.
24 lbid., :ttt lbid.,Y,pá9.21.
V, págs. B8-9.
25 lbid., :t I Systérne, III, pág. t24'
IV, pág. 856.
26 lbid.,
IV, pág. 368.
:t'¿
Cours,Y,pág.20; Systérne,I,pág' 625, y II' pág. 349.
27 lbid. it:t Systérne,III, pág. 11"1.

90 91
todas las tesis de los historiadores de la reiigión que atri- ¡xc pueblo perdido está probada por la descripción de las
buyen al fetichismo un carácter secundario.3a La humani- nrrliguas naciones de Asia, "Ia huella del espíritu humano
dad no comenzó por el politeísmo, pues este desdobla lo que vrrclto sobre sus pasos,,42 y de que el Siglo de las Luces no
el fetichismo había confundido.Ss Con mayor razón, tam- ('rrrece de precedentes:
poco comenzópor el monoteísmo,36 como 1o había sostenido
ante todo Huet en su Demonstratio euangelica (L679). ,,1,n resistencia que puede oponerse a la idea de un antiguo

F,nelCours, Comte rechaza además Ia idea de que el fe- r,xtado de las ciencias perfeccionadas, ¿no nacerá de un sen-
tichismo, en cuanto forma primitiva del ejercicio de Ia inte- l,iuriento de celos? Nuestro siglo es demasiado ilustrado y
ligencia, sucede a un salvajismo anterior, un estado de vida l,)uropa visualiza hoy la época más brillante de las ciencias;
colectiva en eI cual el hombre sóIo habría sido capaz de ma- ¿,r¡ué importancia tiene para su gloria que esta época haya
nejar técnicas vinculadas a la existencia material. Según nirlo precedida por alguna otra? Nuestros propios éxitos
esta hipótesis, nl¿s necesidades intelectuales no habrían rrl)oyan mi conjetura. Habréis de confesar, señor, que aque-
existido siempre, con una forma cualquiera, en Ia humani- lkl que nosotros hemos hecho, otros pudieron hacerlo ante-
dad".37 En ese caso, habría que considerar la especulación riurrnenteo.43
como un advenimiento y sería preciso deduciria de otras
funciones humanas. Pero esta hipótesis es incompatible con Si bien no tenemos pruebas de que Comte haya leído a
la teoría biológica de la naturaleza humana, porque equiva- llailly, no podemos dudar de que leyó a Buffon.aa Ahora
le a negar que por doquier y siempre nel organismo humano lrien, en Les époques de Ia Nature (1778; séptima época:
debió exhibir, en todos los aspectos, las mismas necesidades crrando al poder del hombre secundó al de la naturaleza),
esenciales,.S8 lluffon admite, luego de Bailly y de acuerdo con é1, que la
Más adelante, en el Systéme, Comte refuta la tesis si- l¡urnanidad pudo degenerar de un estado anterior de cien-
métrica inversa, a saber, "una presunta anterioridad del es- cia y civilización. Buffon cree que en medio de las primeras
tado positivo con respecto al estado teológico".Sg Fue Bailly I,ribus aterrorizadas por los últimos cataclismos telúricos
quien, en suI/lsúoire de I'astronomied,ncienne (1775), supu- strrgió un pueblo activo en una tierra privilegiada: Asia cen-
so Ia existencia un pueblo destruido y olvidado que pre- Iral; un pueblo dichoso, pacífrco y sabio, con un conocimien-
"de
cedió e ilustró a los más antiguos pueblos conocidoso,40 y t,o de la astronomía del cual el saber astronómico de los cal-
procuró establecer que, *cuando se considera con deteni- rlcos y los egipcios es sóIo un vestigio.4s
miento el estado de Ia astronomía en Caldea,la India y Chi- Al fundar el carácter primitivo del fetichismo en la na-
tra, en estas se encuentran md.s los restos que los elementos l,uraleza del hombre, Comte no pretende en absoluto hacer
de una ciencia" .4lY fue el propio Bailly quien , en sus Lettres rle aquel la religión natural. Es sabido que ese concepto me-
sur l'origüze des sciences et sur celles des peuples de l'Asie t,¡rfisico le parece una monstruosidad: sólo puede haber re-
(1777), trata de convencer a Voitaire de que la existencia de

't2 J.-S. Bailly, Lettres. . ., op. cit., pág,.204.


43 lbid., págs. 206-7.
34 Cours,V págs. 16 y sigs.
a5 lbid.,V págs. 17 y 51. 't4 Cours,Y, pág.37 . Comte nunca cita a Baill¡ pero de ello no puede con-

clrrirse que no lo leyó ni utilizó. En las lecciones 19 a 25 del Corzrs tampoco


36 lbid.,
V págs. 17 y 62.
37 lbíd., V, pág. 18. cita cl Précis de I'histoire de l'astronomíe de Laplace, aunque recurre a él
38 lbid. r,¡¡ abundancia. En materia de historia de la astronomía, sóIo cita expresa-
3e SysfDme. III, pág. 73. r¡rcnte laf/isfoíre de I'astronomíe moderne de Delambre, pero ninguna his-
40 J.-S. Bailly, toria de la astronomía figura en la Biblioteca Positivista.
"Avertissemenf", en Lettres sur I'origine des sciences et
sur celles des peuples de I'Asie, Londres: M. Elmesly, 1777.
4r-'
G.-L. L. BufloryLes époques de IaNature,en(Euures philosophiques dc
al J.-S. Bailly, Histoire de I'astronomie ancíenne, París: Debure Fréres, Iluffon, edición establecida por Jean Piveteau, París: PUF, 1954, págs.
I ¡til-9 [Los épocas de la naturaleza, Madrid: Alianza, 1997] .
1775,I, I, $ 12, pás. 18.

92 93
ligión sobrenatural.4G Nada está más alejado de su pensa- ln¡ liibulas de los griegoso.Sl En resumen, según Fontenelle,
miento que el teísmo. La religión no tiene su fuente en algu-
"l¡r¡r hombres que tienen un poco más de genio que los de-
nos axiomas o nociones comunes, normas de un instinto na- rrr¡'¡s se inclinan con toda naturalidad a buscar la causa de lo
tural a larazón, del que las religiones históricas represen- ,¡rrt, ven,.52 Y lo que ven es el curso de la naturaleza, cuyos
tan una alteración, la mayoría de las veces interesada. pero
¡rrincipios de explicación se imaginan por analogía con los
así como no aprecia tesis del tipo de las planteadas por Her-
¡rrocedimientos de su experiencia técnica habitual. Ahora
bert de Cherbury o Voltaire, Comte tampoco puede tener la lrir,n, en Comte encontramos la tesis contraria, si no de ma-
religión por una especie de lectura e interpretación del or- r¡(,ro expresa, sí al menos con exactitud. El fetichismo es la
den de la naturaleza por una razónprimitiva. pese a su es- rr'¡rcción del hombre común a lo extraordinario que Ie ofrece
tima por Fontelelle, frlósofo a quien su mod.estia prohíbe te- rl rnundo exterior;s3 la experiencia humana, fuente analó-
nerse por tal,47 Comte no admite, a su maneru, qrre eI poli-
¡¡icu de los principios de explicación cosmológica, no es la ex-
teísmo sea la forma natural de la religión. Se conoce la tesis
¡x.riencia pragmática sino la experiencia afectiva, no es la
desarrollada por Fontenelle en De I'originc d,es fables (L724). l,íicnica sino el deseo. Si Comte puede decir que el fetichismo
El hombre habría interpretado lo desconocido por medio de r,H un fondo primordial, una ningenuidad elemental,,54 no
lo familiar: r,H porque Ia uniformidad de la reacción religiosa esté dicta-
tLr por un medio estable, sino porque es la expresión de las
.¿De dónde puede proceder ese río que no deja de correr?, l,r,¡rdencias esenciales combinadas en la naturaleza huma-
debió de decir un contemplativo de aquellos siglos. Extraña r¡¡¡. Y si no considera que la técnica sea el principio de expli-
suerte de fiIósofo, pero que habría sido tal vez un Descartes r'¡rción de las cosas generalizado por la religión, es po que
en este siglo. Luego de una prolongada meditación, descu- l¡rs nociones prácticas iniciales responden a fenómenos
brió con mucha ventura que había alguien encargad.o de ¡r¡rturales regulares y, por consiguiente, no alimentan origi-
verter siempre el agua desde un cántaro. pero, ¿quién le rr¡¡riamente el espíritu teológico sino, aI contrario, el es-
proporcionaba infatigablemente el agua? El contemplativo
¡ríritu positivo.
no iba tan lejos".48 i
Comte encontró la idea matriz de esta teoría directa-
Fontenelle creía que el hombre procura sobre todo expli- r¡rcnte en Adam Smith (History of astronomy, ¿1749?) y de
car el curso ordinario de las cosas; por ejemplo, el flujo y re- nrrrnera indirecta en Hume (Historia natural de Ia religión,
flujo de la marea y la caída de la iluvia.4e La unidad de ios 1757). Smith le proporcionó propio Comte lo reconoció
temas fabulosos dependería de la uniformidad del curso de -el
r.¡r L825 y varias veces más desde entonces-55 la idea de
las cosas. Se comprende por qué los chinos tienen explica- r¡ue la religión primitiva no tiene validez ni jurisdicción so-
ciones que se parecen a las Metamorfosis de Ovidio: nl.a lrre la totalidad de Ia experiencia humana. El error capital
misma ignorancia produjo prácticamente los mismos efec- (lue es eI fetichismo no constituye, entonces, un error inte-
tos en todos los pueblos".5O De allí el desaffo lanzado con an- gral; si lo fuera, su rectificación habría sido imposible. De
ticipación a la prudencia de los etnólogos contemporáneos: lrccho, desde el origen, aunque sin conflictos manifiestos, la
"Yo mostraría acaso con claridad, si hiciera falta, una con-
formidad asombrosa entre las fábulas de los americanos y
ht Ibíd., pág. 865.
52
lbid., pág. 3bB.
46 Cours, IV, pág. 41. t':t Cours,Y,pág.7.
47 lbid.,V, pág.
390. h4 Ibíd.,Y,pág.2L.
48 B. de Fontenelle, 6r'El reconocimiento más antiguo de esta deuda de Comte con Smith es-
De I'origine d,es fables, en (Euures, nueva edición,
París: Bastien et Serviéres, I79O,t. V, págs. B5B-4. l,¡1 cn un opúsculo de 1825, nConsidérations philosophiques sur les scien-
4e lbid., pág.
866. cr,s ct les savants", en Systéme, IV, apéndice general, pág. 139. Véase a
5D
lbid., pág. 367. lrrrrtinuación Cours,IY, pág. 365, y VI, pág. 168.

94 95
t,o el instrumento para establecer, por un lado, que la es-
religión enfrenta a su antagonista, el espíritu positivo' La ¡rcculación es una necesidad original y originaria del espíri-
naturaleza humana, de la cual la historia del hombre no es t.u humano y, por tanto, que la teoría tiene un fin y un valor
sino el desarrollo, no está contenida en un solo germen sino cspecíficos, con prescindencia de cualquier relación con la
en dos: uEl germen elemental de Ia frlosofía positiva es ¡rráctica, y, por el otro, que ei imperio de Ia teología no es ori-
indudablemente tan primitivo, en eI fondo' como el de la ginalmente universal. En consecuencia, Comte le debe a
propia filosofia teológica, augque sólo haya podido desarro- Smith dos ideas claves del positivismo: la ciencia no nace de
ilarse mucho más adelante,.56 la técnica, la ciencia no nace de la religión.
No debería perd.erse de vista que cuando Comte describe Adam Smith distingue el asombro, reacción ante lo in-
las circunstancias en las cuales el espíritu humano es pri- sólito y lo extraño, de Ia sorpresa, reacción ante Io inespera-
mitiva y naturalmente incitado a Ia búsqueda de las causas' rlo en eI orden de Io conocido, y de la admiración, reacción
siemprl se trata de circunstancias extraord.inarias,ST ano- ¿mte lo bello y lo grande, aun en el orden de lo familiar.62 EI
maHás,58 nfenómenos que atraen con alguna energía la dé- ¿rsombro es una emoción desagradable, síntoma de un es-
bil atención de Ia humanidad naciente,.S9 Es posible que tado patológico de la imaginación. En efecto, señala Smith,
junto a su lectura de Adam Smith, y g¡acias a ella, Comte observar semejanzas es un placer, y relacionar lo que se nos
,""op"tu aquí la tesis de Hume sobre el origen de la religión' ofrece con tal o cual clase de seres semejantes es una incli-
En las primeras páginas de su,FlisÚoriu natural de Ia reli' nación. Pero la novedad y singularidad de los objetos per-
gión,Humeconsidera la idolatría o politeísmo como la más cibidos excitan en vano nuestra imaginación y se niegan a
utrtiguu religión del mundo, pero hace notar que su fuente toda asociación. Imaginación y memoria fluctúan entonces
no es el espectáculo de la naturaleza' pues uno no se consa- de pensamiento en pensamiento. Esa fluctuación, unida a
gra a buscar las causas de los objetos o los sucesos familia- la emoción del alma, constituye el sentimiento del asombro,
ies. La religión expresa el interés que los hombres manifies- hecho de incertidumbre e inquieta curiosidad. Lo que es
tan por los distintos acontecimientos de su vida, por las es- cierto de un objeto individual también lo es de una sucesión
pu"á.rru. y por los temores que los .gti* sin cesar' SóIo las singular de objetos, ninguno de los cuales, tomado por sepa-
pasiones irnpulsan al hombre hacia loinvisible. Lo más apto rado, es singular. La imaginación padece cuando debe se-
para inspirár en éI un vivo sentimiento religioso son los de- guir una sucesión singular. EI asombro es el padecimiento
ió"d"t que parecen violencias ejercidas sobre la natura- de la imaginación para conectar las apariencias, constituir
Ieza. En"ttoáo caso, Comte no separa a Hume de "su inmortal hábitos de relación; es un "trastorno violento>, una "cruel
amigo Adam Smith" cuando señala la gran influencia de
eshlcon sus ningeniosas ideas de conjunto (. ' .) acerca de la 62 La Hístory of astronorn! de Smith forma parte de los contados manus-

historia general de las ciencias y en especial de la astrono- critos inéditos que eI autor no hizo destruir bajo su mirada algunos días
míao, sÑe su primera educación filosófica.60 antes de su muerte. Sobre este punto, cf. el artículo de S. Moscovici, "A
En realidad,las tesis de Smith provienen de Hume' La propos de quelques travaux dAdam Smith sur l'histoire et la philosophie
des sciences", Bevue d'Histoire des Sciences,1956, págs. 1-30. Comte leyó a
teoría de la imaginación en este último (Tfatado de la natu- Smith en la traducción francesa de P. Prévost, profesor de filosofía en Gi-
raleza humana) sostiene la teoría del asombro en eI prime- nebra: "Histoire de l'astronomiso, sn Essals philosophiques par feu Adam
ro. Mediante esa teoría del asombro, retomada casi palabra Smíth, précédés d.'un Précis de sa vie et de ses écrits par Dugald Steward,
por palabra al menos dos veces por Comte,61 Smith dio a es- París: H. Agasse, año V (1797). El catáIogo de la Librairie Émile Blan-
chard para la colección de la Biblioteca Positivista (París, abril de 1914)
rnenciona una edición inglesa dela Hístory of astronomy, a catgo del doctor
56 Cours, IV páe. 365, Y VI, Pág. 430. Burnell, Mangalore, 1889. Para la distinción entre asombro, sorpresa y
57 lbid.,Y,pá9.7. admiración, véase la edición en francés, primera parte, págs. 139 y sigs.
58 lbíd.,r,pág.2. IEI título completo del lib¡o deAdam Smith es The Prínciples whích Lead
5s lbíd.,Y,pá9.22. und. Direct Philosophical Enquiríes, Illustrated by tlrc History of Astro-
60 lbid., vI, págs. 167-8. nomy,Mangalore: Basel Mission Press, 1880. W. del T.)l
61 Ibid., I, pág. 35, y vI, pág. 451.

97
96
enferrnedad" del alma.63 Ahora bien, Ia filosofia puede de- grrLrridades que se ofrecen con
el mayor apa.rato v cuva evi-
fi.nirse como "la ciencia de los principios de ligazón de las co- rl.rrt:i¡r''o puede dejar de i*presioná.lo;ñr
saso.64 Es posible considerarla, entonces, <como una de esas r,orrro cjemplos, a la ma.nera
S,,,tri"il;;
d.e Fontenelle, el flujo y
artes que se dirigen a la imaginación,,65 y todos Ios siste- rll l¡rs mareas o el curso regular de los rÍos. Menciona "enqo
mas de la naturaleza conocidos en Occidente (única parte r,rrr¡¡l¡io contrastes, rupturas en
de continuidad: la alternancia
del planeta cuya historia es un poco conocida) pueden exa- rhr l¡¡ g¿lm¿ y ia tempestad, la prorp"Jáua
minarse desde eI punto de vista según el cual "cada uno de yU
rr¡¡r¡¡¿rntial que tan- pronto corre "r.ur"i"Ll
coriabundancia.";;;;
ellos era apto para facilitar la marcha de ia imaginación y ", .Eis precrso citar todo el pasaje que
('lr,'.
Comte resume ";:
di_
hacer del teatro de la naturaleza un espectáculo más asocia- .ir,rrdo ora que, propiament"ir¡fu"áá,
uel hombre nunca
do y, por eso, más magnífi.co".66 Qnietr compare estos aná- lirr, ¡ror completo un teólogo,,7r oraq"u
lisis de Smith con la definición del asombro dada por Comte S*itf, _"un¿O
¡¡rt¡cho tino (. . .) que en
y la descripción de sus efectos podrá formarse, a nuestro
tiu*po ni en ningún país"oo
se
.r¡c'ntró un dios para la"irt.g.,r,
gravedad,.DAdam smlttr escribe:
juicio, una idea más justa de los oúgenes intelectuales del
positivismo.6T "l'r¡cde observarse que en todaslas religiones politeístas,
Sin esfuerzo alguno de Smith, esta teoría del asombro se l¡r¡¡to entre los salvajes como en las pririeras
convierte en una teoría de los orígenes de la filosofia natu- épocas de la
Arrtigüedad pagana, los aconteci."i"ltá.
ral. No es cierto, según su criterio, que el hombre haya pro- i.regulares de la
r¡rr[uraleza son los únicos atribuidos
a la accióriy poa"" á"
curado, ante todo, descubrir nesas cadenas ocultas de acon- ¡¡r¡s divinidades. El fuego-quema "t io.
y el agua refresca;
tecimientos que unen las apariencias naturales cuya liga- ¡xrs pesados descienden, las sustanciaé más "o*
zón no sorprende a primera vista,.68 Al contrario, Io que livianas vuelan
v se elevan, por la necesidad de-su propia
arrojó al hombre a una especie de estupor fueron "las irre- naturaleza; y la
i¡rvisible mano de Júpits¡_r. .u fru
upfiá^áo jamás a produ_
cir tales efectos. pero el rekimpago y
el cielo sere_
63 lbid., pág. 164. Los efectos de la novedad sobre la imaginación se rro yia tempestad, eran achacádo's "ii*"rro,
á su favor o su cóiera. El
describen a partir de la pág. 159. ¡ Irornbre, la única potencia dotada
64 lbid., pág. 167 . de inienciOn y designio
r¡ue conocieran los autores de
65 lbid. esas opiniones, nunca obra
sino para detener o cambiar el
66 lbid., pág. 168.
67
curso
¡rcontecimientos naturales. Era muy
q*;i"
él tomarían ros
Según Smith, el asombro es lo contrario del sentimiento generado por sencilto p"rr"u" qrr"
la nfacilidado de la imaginación para pasar de un acontecimiento al si- lsos seres inteligentes pintados po".r,
guiente. Cuando Comte menciona el asombro como sig.no de la existencia
imaginación, y des_
t:onocidos para é1, actuaban con
en el hombre de una necesidad fundamental (es decir, no derivada) de co- l-as mismas miru. y.rá .orr_
sitgraban su actividad a favorecer
nocimiento, se refiere a los efectos frsiológicos de esa emoción sin describir- el crrrso ord.inario de las
los (mientras que Smith los describe en oHistoire de l'astronomie", op. cit.,
cosas, que va de suvo, sino a d.etenerlo,
a someterlo, a per_
pá9. 154), y agrega: l,urbarlo,.73
"La necesidad de disponer los hechos en un orden que
podamos concebir con facilidad (. . .) es tan inherente a nuestra organiza-
ción, etc." (Cours, I, pá9. 35; las bastardillas son nuestras). Más adelante Se habrá advertido, de paso, la profundidad
asignará un mayor papel en el asombro oa las inquietudes prácticas, (y es- nada osten_
l,osa de la observación según la cua-l el hombre
to lo acercaría a Hume), pero sostiene que "la inteligencia humana experi- s¿lo se ve en
menta, sin duda, independientemente de cualquier aplicación activa, ypor
l. necesidad de forjar una sobrenaturaleza
en ra medida en
un puro itnpulso mental, la necesidad directa de conocer los fenómenos y
(lue su acción constituye,
en el seno de la naturaleza, una
vincularlos, (Cours, VI, pág. 451; las bastardillas son nuesftas).Elimpul-
so mental de Comte se parece bastante al mouimiento natural d.e la íntagi- 6e
lbid.
nación de Smith ("Histoire de I'astronomie", op. cit., págs. 158-9) más ¡ 10
lbid.,
pág. t74.
allá, a Ia fuerza calma y la transición fticil que Hume atribuye a la imagi- Tt,Systéme,IV,
apéndice general, pág. 189.
nación, facultad de ligazón y relación. '' Cours, IV, pág. 365.
68A. Smith, /r A. Smith,
"Histoire de I'astronomie",op. cit.,pág. L7l. "Histoire de I'astronomi s,, op. cit.,págs. 124_b.

98
99
contranaturaleza.Peto queremos ante todo poner de relieve La tercera sección de la disertación
de De Brosses pre-
Ia conclusión extraída por Smith de sus análisis del asom- ¡¡cnta el examen de las causas
a las cuales se atribuye el fe_
bro y del papel de conexión cumplido por la imaginación: l,ichismo. Como Hume-y Smith, A
u"á"
,,Así pues, el asombro, y no la expectativa de ventaja alguna lrr religión la uniformidaa A" "it:.
fí""i""¿"ra "" "i;;;;;;
humana y no, co-
asociada a nuevos descubrimientos, es eI primer principio ru)o_Fontenelle, la uniformidad de la naio.aleza exterior. 7TA
del estudio de Ia filosofia, esa ciencia que se propone sacar a su juicio, el fetichismo es un -culto
directoo y en modo algu-
la luz los vínculos secretos que unen las apariencias tan no un culto simbólico,
de la degeneración de una ore-
variadas de la naturalezar.T4 ligión pura e intelectual,,"-ft._to
desfigurad;;;; la supersticif¡.78
Suponer a un hombre (solo,
desde la infancia
Tal es, entonces, aI decir del propio Comte, una de las .' alguna isla desierta, qo", u"É"r¿""iJ"
ta Jet .".ro d; i;;;;
fuentes de la teoría del estado teológico, y cuya importancia laleza, se formula las más sutiles"ista p""-go;tu. fisicas y meta-
puede apreciarse si se coteja su texto con el de Smith. Esa fisicas",Te es escribir novelas htóidt.r..
fuente fue ignorada u olvidada a tal extrerno que Lucien Lé- Esa suposición
cquivale a poner al salvaje_ en rrn pi"
delgualdad con el hom-
vy-Bruhl, aunque historiador de las ideas comteanas, pudo lrrecivilizado y proveerlo gu fA ,ágr¡á"?", que
rendir homenaje a Comte por la tesis que este manifiesta l¡le la actitud contemplativa.
hacen posi-
deber a Smith.?5
En
t;rdo no se detiene a interrogar.u _"o¡r"
;itd"d,
el salv4je necesi_
Resta ahora explicar el hecho de que, a diferencia de Hu-
ilcausa primera de
krs efectos que está acostumbrado
a ver áesde la infancia,.
me y Smith, Comte no considere eI politeísmo sino eI feti- Al contrario, *lo que excita su curiosidaá
y t" pu."." un pro_
chismo como el estado inicial, originario, de la filosofia teo- r I i gio es la
irregularidad aparent. "".t"
iógica.
l" r aleza,algún
""
¡rcontecimiento monstruosó o nocivo,,.80Al
esbozar
Si bien la Encyclopédie contiene un artículo "Fetiche" Iclo entre el culto de los egipcio, y ""É; De
(como sustantivo femenino), no hace lugar al término llrosses no se vanagloria ánto
L fetichista,
"feti- ""Ugión
aá i"t"rpl?tar
chismo", neologismo propuesto en 1760 por el presidente el pasado pe_
rimido por medio de la obserwació"
Charles de Brosses en su obra D u cuTte des di.eux fétiches ou (:uperar la auténtica
d;i;;;;"nte, como d.e re_
significación d" ü .itrru"ión religiosa
paralléIe de l'ancienne religion de I'Egypte auec la religion ¡rrimitiva:-nEs indispensable estudiar t o*¡""
actuelle de Nig ritie.T 6 no en sus
¡nsibilidades sino en el hombre mismo, "t rro s" t ut. de imagi_
rrar lo que habría ooriido o debido
fl'"."", ,l"o d.e observar lo
74 lbid.,pág. r77. r¡ue hizo,.8l
75
"Lo que denominé "sobrenaturaleza" tiene una intervención cons- Al leer a De Bross
tante en el curso de los acontecimientos. Por ello, la regularidad de ese
curso, aunque real, está sujeta a continuas excepciones. Estas (. . .) se im-
¡,o, r u .o*e.ñ¿;T ;Xil il li:l;.::i ili:i::tffi:
Antes que este, es el primer u"to" qi"
ponen con mayor vigor a la atención que el orden mismo de la naturaleza. irrtJ.rta demostrar er
No se trata de que ellos flos primitivos] omitan tener en cuenta las secuen-
cias regulares de los fenómenos (. . .) No tienen, empero, ningún motivo
c.hismo nelleirto (. . .) de ciertos
para reflexionar sobre esas conexiones de fenómenos que siempre se veri- ;:i,il:;:i.rj:j::1,":",T::::4..':
r": ilamados .,feriches" po. ro. objetos
fican. Estas caen por su propio peso. Están ahí. Se las aprovecha, y eso l,:::::í:: I^1'i::f ""groJ;;;;;ffi:
basta. Así se explica el hecho, señalado por A. Comte, de que en ninguna i::,;::f:-,:"::lt":iIf "t-eu"q.,uiáai;;;;;r;;i;""";;ffi :i:":l:
parte se ha hallado al Dios de la gravedad. Además de que "gravedad" es :;::j::l:1.3l,mo,,el.vorume"a"ai""a""u"i"i,f"*íoii"ll""XÍ"iiil.
un concepto abstracto, ¿por qué razón habrían de interesarse en ese fenó- :íllÍ"^1:,':t":"::!:i:!:*üh'¡ic*6;;;'í,Áií",#!1,r1;;T,:T"7r:;;
meno regular y constante? Como no se desmiente jamás, no encierra sor- ;i;*;il,::-;::i"."-::'^:i:',1^'u*¡ro,""1*il;;il;i;ffiil:lÍ:
rt:produce la disertación de De
Brosses.
presas. En consecuencia, tampoco plantea interrogantes" (L. Lévy-Bruhl, 77 De Brosses, Du culte rlcs d,ieux
La mythologie primítiue, segunda edición, París: Félix Alcan, L935, págs. 78 fétiches. . ., op. cit.,pág. 185.
lbid.,págs. 189-90.
40-l fLa mitolog ía p rintítiu a, B ar celona: Península, 19781 ). 7e
lbid.,pás,.20g.
76 C. de Brosse s, Du culte
des dieux fétiches ou paralléle de l'ancíenne re- 110
lbid., pág. 210.
ligion de l'Egypte auec la religíon actuelle de Nigritie,1760. En la pág. 10, 81
Ibid., págs. 2g4_5.

100
101
Se sabe que la teoría del fetichismo primitivo, propuesta
anterioridad lógica so-
carácter primitivo del fetichismo, su ¡xrr De Brosses y sistematizada por Comte, fue criticada por
Comte v antes que
;;;;ñ;ftt"it*o v el monoteísmo' Como primitivas por
Max Müller.85 S"gútt este último, el fetichismo es una de las
;i, ;ñ;;iii u tu "tpti"ución de las religiones escribe "Ia
fbrmas más humildes de la religión, pero no su forma primi-
Iiri-¡ái.*o o ru ur"áo¡a' CuandoDe Brosses Comte se refiere
l,iva. No constituye en ninguna parte toda la religión. La re-
irregularidaa upu"",'t? en Ia naturaleza"' ligión es la percepción del inñnito. El fetichismo es una co-
Comte desigpa
a nlas anomalías aparentes del universoo' lrupción. La historia comparativa de las religiones, ilustra-
a los hombres que
;; iJ"*i"" mafabaristas liorugleurs] ottu profesión especial' en
rla por un mejor conocimiento de las religiones de Ia India,
;;i;; t¡¡"t fetichislas u'o"i"" ta^función sacerdotal en el
refuta la tesis de Comte.
la cual puede rr"""" "t ""¡ozo d'e se
Pero Müller no comprendió que Comte asigna bastante
del fetichismo'8z El término también lnca importancia aI término fetichismo. Lo esencial para él
"lt"ai"'rti"olátrico Pe-
án"*nrrt, sin duda, en Les Natchez de Chateaubriand'
si De Brosses
t's combinar Ia historia de las religiones, incluidos algunos
;;;;il;1"n"" "l""t"ntos para determinar el
rlatos etnográficos, con la historia de las ciencias, de manera
fue eI prime"o *t' ut" sentido' constatemos
tal que la naturaleza del hombre y la historia del hombre
ter-
;.;;riJda en"rr,,tifi'"tfo
su disertación de 1760' sobre todo en la
sean homogéneas una a otra. Eúste un a priori de la historia
cera sección. rlue prohíbe extrapolar el progreso en utopías.86 La natu-
que Comte haya leído-a
Si bien no poseemos pruebas de ralezaes la asíntota de la curva de la historia.S7Ala inversa,
como en el caso de
De Brosses, a quien no cita, tenemos' sin el testimonio de la historia el desciframiento de la na-
Comte' que leyó
Bailly,la certeza ¿" q"" "o podía ignorarlo' t,uraleza inicial no es totalmente posible. El fetichismo es la
(1723-1789)' encontró en
;;;l"yó ; Charles-éorges^Lerov a Ia reedición
Iripótesis que permite afirmar que sóIo hay un espíritu hu-
lasLettres posthumes '* I'ho**4 agregadas rnano y que su lógica admite variaciones pero no variantes.
de las Lettres phíIo,ipitqunt "ur
t;intettigerrce et -la perfecti' El positivismo de Comte difiere de la filosofía de las Lu-
tesis de De Bros-
bilíte d'es oni*oux,lna utilización de las de los dio-
ccs en cuanto eI progreso, aunque irreversible, no entraña
;;;;;p;uru ""iu""""ia; Lerov 11is".1 el culto inspirada por
una devaluación del pasado. En el mito racionalista del pro-
rát'fld.r*t pámitiva' li religión
a la religión greso, así como en el dogma teológico de la decadencia, el fe-
toma de De Brosses la
eI temor y la inq"l"ittá'e5 Por último' tichismo aparece desvalorizado con respecto a la perfección
obedece alanatura-
iá"á A"ó" fauniformidad enlailusión f'utura o a una perfección perdida.
leza misma de la esPecie humana: En su postura relativista, el positivismo considera el fe-
tichismo como un estado del espíritu imperfecto pero sin
principales de la
..EI conjunto de las disposiciones y acciones reproches. Es preciso superarlo, pero en Ia época delCours
partes (' ' ') Al parecer'
especie humana es similar en todas no debe ser condenado ni negado, mientras que en la época
o' al menos'
larazóndebería ser el punto de reunión común
juicios de toda la espe-
no debería demorar en rectifrcar los
cie. Lo cierto es lo contrario: el error
corresponde a-la.especie 85M. Müller, Ortgine et déueloppement de la religion étudíés d. la lumiére
que no son infinitamen-
, u¿onr., como hemos visto, formas religions de I'Inde, traducción de J. Darmesteter, París: Reinwald,
tles
lB79 lOrigen y desatollo de la reli¿ión, Buenos Aires: Albatros, 19451. La
te variadas".Sa
¡rrimera edición alemana es de 1878.
86
"En una ciencia semejante [a sociologÍa], hemos reconocido la posibi-
82 cours, V pág. 31. lidad característica de concebir a priori todas las relaciones fundamenta-
asLettresphilosophíquessurl'íntelligence.etlaperfectibíIitédesaní-' lcs de los fenómenos, con prescindencia de su exploración directa, de con-
Charles-Georges Lero¡ con el lbrmidad con las bases indispensables proporcionadas de antemano por la
trl(Lux aoec quetqun, u'íiÁ 'u' I'hornme'pot
a la cual se agregaron las l.r:oría biológica del hombre, (Cours,IV pág. 346; cf. también ibid.,IV,
nombre del físico ¿" Ñ"'"*¡"tg'
""uv^ "ditiót' Bossange' Masson
Lettres posthu*n ,u' llho**" '-áel tismo autor' París: pigs.245 y 252).
n"..ott, ano X (1802)' Cf' págs' 305 y 312'
87 Systéme, II, pág. 47I,yIII,pág.623.
"i 84 lbíd.,pág.324.

103
102
positivo' En conse- (llmrles Darwin
del Sysúdme debe integrarse al-espíritu
legítim3l:"t" de haber pro-
;;;t", ó;te puedeiactarse slmpatía.intelectual favora-
curado .inspirar una e"speci" de en l. Los conceptos de "lucha por la vidao
convertida
ffiilü;i,,i;'"* Pt;a retomar Iá posición
establece Dilthey entre uselecciónnatural" en 1858:
moda moda pasajera- Que .y
;;il.t í-y l"-p"""¿"i iit"*o* que la Auftliirung explica- Oharles Darwin yAlfred Russel Wallace*
trató d"
fJi.t"fr"gfo" p"i*itiuá, mientras que Comte propone li:"i-
consl-
La teoía del fetichismo nos
iu
"á*pi".¿er". del romanti-
derar Ia utilizaciO"-ti"g"f"t, en el espjritu
qo" ét sigto
cismo, de varios t"*urii.tOri"o, 41¡III ]abía Para eI historiador de las ciencias de la vida, 1958 es el
or. racionalista' sobre todo en Fran- n¡\o de un centenario, el de la publicación simultánea de las
visto surgir
"r,
cia. La fiIosofia
"'pi'it" C"lt en ese trabajo de lr,r¡rías de C. DarwinyA. R. Wallace sobre el mecanismo de
"."oi"tu:otpiró-1 de la historia de las
if,.ñffi ffl"."fi"á" es üa son especialmente
filosofía
de ori-
l¡r cvolución biológica, en 1858, pero también de un bicente-
ciencias cuyos prrrcipios rectores rrrrrio, el de la fijación del uso de la nomenclatura binaria en
En el siglo XV[[' los progre- lx¡tánica y zoología, en la décima edición del Systema Natu-
ñtt"Iógúo y emuriotog"o'8e como invenciones' rrl de Linneo, de 1758. Aunque la recordación de esta fecha
;;" J"i "Jpi¡i, h"mano"s" presentaban Según Comte'. el pro-
es decir, victorias ,i" lu'utttiu haya visto eclipsada por la conmemoración
previ.a' Hr,
áe gérmenes vivol;.' cuva estructura
no Holrre todo, de los países -propia,
anglosajones-, de la primera pu-
;""t;; "iá"ruttolto n"idumetttates' Si Comte es matemá- lrlicación de las ideas de Darwin, es preciso ver en el bicen-
sufre modifrcacioneJ
tico por formación, e" UiOtogo Plr su-
cultura secundaria y ttrrario de una reforma taxonómica laraz6n fundamental
a Ia cual se
por d.ecisión, si no pá" áuttlio' Pero la bioiogía feti-
rkr la importante significación dada al centenario de una re-
Lat'eonadel
refiere es preformis'tá, f tto ttutttformista' bioló-
vr¡lución en biología. En efecto, aI simplificar las denomina-
de una concepción ciones de las especies y considerar desdeñables las varie-
chismo es la pieza i"ai"p"ttttUle
en laEpoca misma en que la rlrr<les por las que el boüínico no debe preocuparse (Philoso-
;;;; ü nirio¡u,a"l-u¡*"¿"
ñistoria comienza penetrar en Ia biología: ¡tltia botanica,lTSl, $ 100), Linneo, cualesquiera que ha-
yr¡n sido, por otra parte, sus incertidumbres con respecto a
.,Las leyes lógicas que en definitiva
gobiernan el mundo in- l¡¡ relación numérica entre especies creadas y especies ac-
y
invariables
telectual son, por iaturaleza' esencialmente I.rrirles, debía acreditar entre los naturalistas la idea de la
y lugares, sino también r,s¡recie como unidad biológica real.1 De modo que cuando
comunes, no sóIo u loáo, ror tiempos
deberían prohibir por
a todos los sujetosl. "l l'ot filósofos I )¡rrwin y Wallace afirman en 1858 la necesidad de conside-
que forzara a supo-
unanimidad éI r."o (' ' ') de toda teoría r'¡rr la formación de variedades, subespecies y especies como
otras diferencias
ner, en la historia ai espiritu humano' li'nómenos susceptibles de explicarse a partir de la existen-
y Ia experiencia gradualmente li¡r de variaciones individuales de los organismos, invalidan
reales que las de Ia madurez
desarróIladas'.90 rr¡rir filosoffa biológica cuyos fundamentos explícitos tienen
¡xrr entonces exactamente un siglo.
¿Son los primeros en hacerlo? El tipo de respuesta dada
rr csta pregunta compromete ya la idea que nos hacemos de

Cours,V pág. 60; cf. también \lI,pág'


88 44'
a 'lítulo original:
8e Cf. ..Hisüoire e*¡ryotüie: Ie prolos-en tant que développementy "Les concepts de "lutte
pour I'existence" et de "selec-
"t G' l'apussade' J' Piquemal lior¡ naturelle" en 1858: Charles Darwin et Alfred Russel Wallaceu. Confe-
selon Auguste comte', "t"élSu"ettiiná'
ou XD( siécle' Thalés' año XI' rrrrria pronunciada el 10 de enero de 1959 en el Palais de la Découverte
J. Ulmann, Du aa,"topp""tintl fí''otut¡oo
l¡r'rio Histoire des Sciences).
1960, ParÍs: PUF 1962' I Of. Lucien Cuénot,.L'espdce, París: Gaston Doin, 1956, págs.20-2.
e0 co¿rs, v pág. 53.

r.04 105
En contraste, existe otra manera de escribir la historia
la historia de las ciencias. Hay varias maneras de elaborar rlc las ciencias, distinta de la que se empeña en restablecer
esa historia. Aquella cuyo éxito está más inmediatamente r¡na continuidad latente de los progresos del espíritu: la que
asegurado por ser la más conciliadora, la más "¿1¡¿flg>, s€ l)rocura hacer comprensible y sobrecogedora la novedad de
pór encontrar anticipaciones o esbozos para cada una situación, el poder de ruptura de una invención. Ese es
".fri"rru
invención de conceptos, métodos o dispositivos experimen- cl tipo de historia al que querríamos hacer un aporte.
tales. Es raro que la búsqueda de precursores no dé frutos, En un trabajo de primera categoría, insuficientemente
pero tambiér,. que no sea artifrcial y forzada' La his- rxrnocido y poco utilizado por los historiadores y los fiIósofos
"i "tto de lo que se dio en llamar "transfor-
ioria de los precursores rlc la biología tesis de Henri Daudin acerca de Cuuier et
mismo', en un momento bastante tardío del siglo XD(, se hi- Lamarch: les -Iaclasses zoologiques et I'idée de série animale
zo un centenar de veces, pero exige varias observaciones y (1926)-, se señala que la novedad de la obra de Darwin
reservas. Si se entiende por transformismo lo que en un t:onsiste en ser el fruto de métodos de estudio radicalmente
principio se denominó nteoría de la descendenciao, y se atri- rliferentes de los que habían estado en uso y eran casi obli-
üoy" á Lamarck la primera exposición explícita, general y gatorios en el siglo XVIII y los primeros treinta años del si-
sisiemática de esta teoría, la historia de los precursores del glo XD( Hasta entonces, el zoólogo observador, el explora-
lamarckismo es también, hasta el propio Lamarck, la histo- rlor de las formas vivientes, estaba subordinado al erudito
ria de los precursores del darwinismo. Desde ese punto de rlc museo o de academia, cuyas colecciones o bibliotecas
vista, es más la historia de un mito que la de una teoría t'onstituían los materiales de estudio. Darwin, dice Daudin,
científica. No hay nada menos científico y menos instructivo r,s un nnaturalista de campo abiertor, un viajero de lugares
que la acumulación desordenada de los nombres de Empé- lcmotos y, de regreso en su país, un investigador.2 Esta
docles y Lucrecio, De Maillet y Robilet, junto a los de Mau- observación tiene un gran alcance. Sí, Darwin es un fugitivo
pertuis, Buffon, Erasmus Darwin y Etienne Geoffroy Saint- r[c la universidad, lo contrario de un espíritu libresco. Como
i{il.it". Mas si se divide eI transformismo en teoría de la lcctura de viaje lleva, a bordo del Beagle,los principles of
descendencia y teoría causal de losmecanismos de evolu- ( ieology de Lyell, y para
distraerse, un día de 1888 lee el En-
(co-
ción, el darwinismo es esencialmente una teoría causal :;u.yo sobre el principio de la población de Malthus. y debe
sa que, por otra parte, también es el lamarckismo) y sóIo en
nrcordarse que en un primer momento Wallace no procedió
ese aspécto debe buscarse a los precursores de Darwin' Esta
rkr distinta manera que Darwin. Alos ojos de los naturalis-
op""u"iótt es menos sencilla que Ia primera y conduce a en- l¡rs de gabinete, uno y otro son aficionados. Más que la at-
cintrar en las lecturas de Darwin -las obras de Lyell, Au- ¡lósfera de la época, lo que conviene evocar aquí son las cos-
guste-Pyrame de Candolle y Malthus- fuentes de refle- l,umbres de esos días.
xión, confesadas por él mismo en su Autobiografia, peto, En su Histoire de la zoologie (7872, traducción francesa
propiamente hablando, ningún esbozo de concepto dignode rkr 1gg0), Julius victor carus insistió en la conexión siste-
áu" . .n" autores el título de precursores de aquel' Sin du- r¡¡ática establecida durante la primera mitad del siglo XD(
da, el hecho de que, a mediados del siglo XD(, Darwin y WaI- r,ntre las expediciones maútimas emprendidas con fi.nes d.e
lace hayan ilegádo alavez, aunque por separado, a la mis- rrrconocimiento geográfico y las exploraciones de los natura-
ma teoría biológica autoriza a decir, como lo hizo textual- listas. Desde ese punto de vista, el célebre viaje del Beagle
mente el primero, que su idea estaba en el aire' Sin embar- r¡o es más que un episodio en la historia de esas iniciativas,
go, esta trivialidad, ritual en todo comentario de convergen- organizadas en principio por los franceses, luego por los in-
óia heurística, no explica ni aclara nada. La atmósfera de la glcses y los rusos y, para terminar, por los norteamerica-
época constituye un concepto precientífico de la historia de
las ciencias, un concepto difuso de geografia de los organis-
mos, importado de manera acrítica al arsenal de la crítica li- tI. Daudin, Cuuier et Lctmarch: les clnsses zoologiques
:¿
et l,idée de série
,rrti ntole, París: Alcan, 1926, t. II, págs. 259-64.
teraria.

107
106
la época' es l)recursor del tropel de sus sucesores del siglo )O! los bió-
nos.3 Empero, más aún que ese dato general de logos de laboratorio. Pero io juzga de ese modo desde el pun-
p""ti* el estiló específicamente inglés de las in- Lo de vista de la devoción a las ideas, el culto a la actitud pu-
"á"oráu,
numerables contribuciones hechas a la morfología zoológica ramente especulativa. En cuanto a su estilo de vida y de tra-
los administradores y los
v ¡áteti." por los exploradores, bajo, considera a Darwin como uno de esos aficionados de
Lrututu, co-loniales de la era victoriana' Esa renovación del fbrmación liberal que animaban Ia Sociedad de Zoología du-
fip" v del perfil del naturalista, de su estilo y sus méto- rante la década de 1850,junto a ganaderos, terratenientes
¿át á" "".i
por
trabajo, fue advertida en esos mismos momentos cultos, oficiales del ejército de las Indias, todos ellos natura-
pasaje de
i. p"""t"t"i" mirada de Michelet' En un curioso del listas y más preocupados por las observaciones y experien-
acerca
su libro Ztn secte (1857), este escribe Io siguiente cias que por la sistemática y la clasificación. Sólo para re-
de los
estudio de Darwin sobre la estructura y distribución clactar su monografia sobre los cirrópodos (1851-1854) tuvo
cu-
arrecifes de coral (1842): nlnglaterra, ese pólipo inmenso Darwin que acudir, de manera más o menos sostenida, a las
yos b".zos encierran eI planeta y 1o palpan incesantemente' colecciones del British Museum.
esas soledades re-
i,áár" sola observarlo con claridad en Henri Daudin puso de relieve con una agudeza poco ha-
ItJu., donde aquel prosigue a sus anchas su eterno alum- bitual el beneficio intelectual de esa formación de naturalis-
bramiento t. . 'i ¿S" advierte en Europa que desde hace ta. Por ser bastante ajeno a las prácticas de los sistemáticos,
La
veinte años sale áe Gran Bretaña toda una literatura? I)arwin se vio, al mismo tiempo, liberado de cualquier obe-
califico de inmensa investigación sobre el globo hechapor
<liencia, incluso inconsciente, a un postulado hasta entonces
iot-i"gf"tut, Ios únicos quJpodían hacerla' ¿Por qué? Las común a todas las iniciativas de clasificación, a saber: "la
permanecen'
otras-naciones uiajan, pero sólo los ingleses creencia en la existencia necesaria y la estabilidad de un
el
nui"i"iurr todos los días, en todos los lugares de la Tierra' <lrden natural".T Ese era, en efecto, el preconcepto legado
estudio de Robinson, y 1o hacen mediante una multitud de
y tanto ¡rr la metafisica de Aristóteles, a través de la teoría de las
observadores aislados, Ilevados allí por sus asuntos clasificaciones, a todos los naturalistas anteriores, incluido
menos
__- sistemáticos'.4 r Lamarck, quien lo había convertido en la idea de una serie
E; suma' Michelet y Daudin destácan, en su retr¿t-o del úrrica, graduada y progresiva de todas las formas vivientes.
,,o*o naturalista inglZs de las décadas de 1830 y 1-840, los Si bien Lamarck admitía la multiplicidad de las series gené-
a la
;;tg* de personali¿ád v de trayectoria profesionalde que
motivo' ticas, las explicaba por causas "accidentales), es decir, Ias
Á.u"¿u*iu ae Ciencias sirvieron de pretexto, si no circunstancias variables en el tiempo y el espacio que de al-
para negarse a elegir a Darwin como miembro correspon- gún modo habían obligado a la naturaleza a diversifi.car sus
diente, en una priáera candidatura presentada en 1870'5 ¡lroducciones. Recién con Darwin, dice Daudin, "desaparece
pr, iot ¿o, su juicio está confirmado por eI estuCio que R'
"t de la representación científica del mundo animal y vegetal
Á. Cro*.o.r, p.of".o, de taxonomía de la Universidad de la idea de un sistema de relaciones necesarias y permanen-
Glasgow, acaba de dedicar a nDarwin y la clasificación''6 tes entre los seres que Io componen. En la disposición de ese
Sin Juda, Crowson ve en Darwin más a uno de los
últimos
a un rnundo, ningún rasgo es de una esencia superior a la de los
represeniantes de los naturalistas del siglo XVIII c¡re
hechos generados y abolidos por las circunstancias y que,
l)or eso mismo, pueden caer en la órbita de la experiencia y
et fils, 1880,
3 J. V, Carus, Histoire de la zoologie, París: J.-8. Bailliére cl arte humano,.8 Y agrega: nGran resultado, aunque con la
our*]. unÍ*"i3i"
pág- 377
comparación de las fórmulas se corra en un primer mo-
t, xinsecte,octava edición, ParÍs: Hache tte, 1876, rnento el riesgo de juzgarlo negativo: Darwin traslada, en
IEI insecto,México: Conaculta, 20021'
5 Sería elegido en 1878, pero en la sección de botánica'
en S' A' Barnett (ed')' A
"oa.*in and classification',
6 R. A. Crowson, 7 H. Daudin, Cuuier et Lamarck. . ., op. cít. , t. lf , pág. 252.
Heinemann, 1958' págs' 102-29 ["Darwin y I lbid., pag.262.
Century of Daruin,Londres:
Alianza' 19661'
la clasificación,' enIJn siglo después d'e Darwin'Madrid:

109
108
realidad, toda la morfología al dominio de las ciencias
fí- Wullace, catorce años más joven que Darwin, tenía entonces
ri"ut; reserva alguna, pone aI alcance del anáIisis ex- lrr rnisma edad que tenía este cuando escribió el ensayo de
periáental"i" la enorme de materiales que aquella 1844.10 ¿Por qué Wallace envía ese texto a Darwin? Porque
"utttidud r,l rrño anterior Lyell había aconsejado a este la lectura de
ha reunidoo.e
en
Esto es, en nuestra opinión, lo que conviene recordar r¡n artículo publicado por aquel en 1855;11 siguiendo eI con-
de 1858' Sabemos que el Hrijo de su amigo, Darwin, con su gentilezahabitual, hizo sa-
1958 para'ver en ello la novedad
p.opió Darwin, en una noticia histórica preliminat aEI orí' lxrr a WaIIace que su lectura le había interesado mucho. Al
gu;¿" las especies, incluida a partir de la tercera edición r'¡rviarle su informe, Wallace le ruega que, de juzgarlo opor-
y
?iaOil, quiso atribuirse predecesores' Cortesía de sabio l,rrno, se lo muestre a Lyell. Ese mismo día, Darwin informa
también, probablemente, deseo de desarmar a aquellos de rr cste del envío de su corresponsal, sin poder disimular la
sus lectores para quienes la teoría de Ia selección
natural lnroción, producto del conflicto entre la decepción de un
era más motivo de escándalo que de sorpresa' En ese histo- ¡n¡tor a punto de ser dejado atrás en la publicación de ideas
quienes folaJo-n o aceptaron con r¡ue le son propias y la alegría de un sabio al ver confirma-
rial, Darwin distingue a
de las especies ya rlns esas mismas ideas que hasta entonces ha vacilado en
anterioridad la ideá de la mutabilidad
aquellos en Ios cuales, a decir verdad, podría encontrarse ¡rrrblicar: "Su profecía se verificó de muy singular manera:
Ios mecanismos de evolución propues- rr¡c han aventajado ( . . .) Jamás he visto coincidencia más
-Entre de
una anticipación
tos por é1. estos úItimos se cuenta Naudin' En un ar- rrsombrosa; si Wallace hubiera leído eI manuscrito de mi
ii.rrto ¿" 18b2, .Considérations philosophiques sur 1'espéce lxrsquejo de I842,no habría podido hacer un mejor resumen
efla variétéo, este había propuesto ver sóIo una diferencia (. . .) Sus propios términos son los títulos de mis capítulos
á" gtudo entre las variedádes creadas por el hombre y las (. . .) Wallace no me dice que desea publicar su manuscrito,
u.p"""i"t naturales. Pero, además de que esta afirmación se lxrro, como es natural, le ofreceré enviarlo a cualquier revis-
destaca contra un fondo teórico más próximo al lamarckis- l¡r. De tal modo que mi originalidad, sea la que fuere, va a
Io único que oi!-aa Darwin' en su r¡uedar aniquilada, etcr.12
mo que al darwinismo,
modestia intelectual, es qu'e 1852, si bien precede En sendas cartas dirigidas a Lyell, fechadas eI25 y el26
":u-pfu"
u f8bg y 1859, sucede a1842y t844'Ahora bien' fue
en es- rlc junio, Darwin insiste en que tiene elementos para probar
que desde 1838 perseguía (lrre sus ideas, si ahora las presentara en un resumen, no
tos últimos años cuando Darwin,
re- rkrben nada a Wallace, pero se pregunta, habida cuenta de
su idea en medio del temor y el temblor de equivocarse'
de unas treinta páginas y rlue no ambicionaba todavía publicar un primer resultado
dactó en principio un borrador
t.r"go,tt de más de d'oscientas, que guardó en un rlc sus investigaciones, si es éIegante y hónesto hacerlo en
"ttsayo
c.já. El año tbsS es la fecha en que se hizo pública una teo- r,ste momento, cuando las cosas son como son, y si con ello
riá que obsesionaba y atormentaba desde hacía veinte años
eI pensamiento de su autor. l0 Darwin nació en 1809 y Wallace en 1823. Sir Gavin de Beer, Prefacio

1858? El 18 de junio' Darwin' n lluolutíon by Natural Selectíon, Cambridge: Cambridge University


¿Qué pasa exactamente en
u qiiétt sus amigos Lyell y Hooker-urgen desde hace años a l'rcss, 1958. Esta obra contiene, además de los dos ensayos de Darwin de
(Hooker ha tenido la Iu42 y 1844, los textos de este y de Wallace presentados por Lyell y Hooker
p.rbli.." una ponenciu .ott" sus ideas
r,rr la Linnean Society el 1" dejulio de 1858. Los ensayos de 1842 y L844ya
ip""t""iat¿ áe hojear el manuscrito de 1844)' recibe de A'
lrr¡bían sido publicados en 1909 por Francis Darwin.
por entonces en Ternato, Malasia' un ll A. R. Wailace, nDe Ia loi qui a régi I'introduction de nouvelles espéceso,
R'. W.Iua", residente
págittu. titulado nsobre la tendencia de r¡ La sélection naturelle, traducción de L. de Candolle, París: Reinwald,
informe dealgunas
las variedades a aplrtatse indefinidamente del tipo origi- llt72, págs. 1-27.E.loriginal, "On the law which has regulated the intro-
que rluction of new specieso, apareció enAnnals and Magazine of Natural His-
nalr. Sir Gavin de Beer ha hecho notar, a este respecto' lory, 16, septiembre de 1855.
12
Francis Darwin (ed.), Za uie et la comespondance de Charles Darwin,
e
l¡ ¡rtlucción de H. de Varigny, París: Reinwald, 1888, t. I, págs. 620-1.
lbid.

111
Et zg de junio f'unda- en sus modos de abordaje del mismo tema, en la
no parecerá obedecer a motivos mezquinos'1e rrmplitud respectiva de sus materiales de prueba y en el or-
oMe da vergüenza mostrar el más mí-
i" .irrn"ru a Hooker: y delicade-za tlen de condicionamiento de sus principales conceptos. Sólo
i"i"t¿s en la prioridad''la ianta rectitud
"ir"á de sentido común que Lyell y ¡rretendemos referirnos, desde luego, a las diferencias que
exigen y sugieren una solución de ¡ndían aparecer en 1858, sin ocuparnos de las que el desa-
oti"t
Iffikei rápidamente' La noche del 1'de agosto rroilo de la teoría inicial debía contribuir a acentuar y, sobre
hacer.leer en la Linnean Society' con un
título
ú;A;J"t a formarvarie- lodo, de ia que provocaría Ia hostilidad de Wallace hacia la
común: *Sobre las tendencias de las especies
y las espe- cxplicación darwiniana de los orígenes del hombre. Señale-
á;A;t y sobre la perpetuación de las variedades de rnos, por otra parte, que Darwin vio desde el primer día, con
;i".ñ los medios naturales de selección'' dos textos la perspicacia que da la preocupación por defender una ori-
y un extracto de
Darwin, un resumen del ensayo de 1844 ginalidad, que su rumbo intelectual personal no era eI de
1857' por un
r"u .uúu a Asa Gray del 5 de septiembre de Wallace: "Diferimos en un solo aspecto: yo me vi obligado a
En una nota intro-
üd";"i irrfo"*" dJwailace, por otro'
y Hooker exponen la-su- rrdoptar mis puntos de vista araíz de los efectos de la selec-
á..to¡u firmada por ambos, Lyell
que han llevado a ción artificial sobre los animales domésticos,.15 Y es cierto
de los acontácimientos
V
Dar- <1ue, convertido a la idea de la mutabilidad de las especies
""tiO" "f ""ntido
árlu pt¡fi"ución común, y mencionan los
escrúpulos de
explicamos gracias a las observaciones de orden morfológico, paleonto-
*in v argumento con ei cual los d'isiparon: "Le l<igico y ecológico hechas en eI viaje del Beagle, Darwin se
"f únicamente los derechos relativos
;; ;;"ñiderábamos los intereses de
consagró, desde su regreso a Inglaterra, al problema de los
á" pti"tl¿.¿ de su amigo o de él m,rsllo'.sino clectos de la domesticación y la selección de animales y de
Ia ciencia en generalo'"D" ut" modo' Ia
historia de la ciencia
querellas de prioridad que con ¡rlantas por el hombre. Lo que buscó con pasión fue pues el
.á.rio ptirrud'a de una de esas
cquivalente, en eI estado natural, del artificio humano con-
ú".iu"t" frecuencia son su comidilla' La cortesía sincera sistente, merced a la acumulación y Ia acentuación de las
de los dos
luego de esta comunicación' cada uno v¿rriaciones individuales hereditarias, en fijar variedades
"üi. ""^f,
naturalistas reconoció y celebró los n¡éritos
del otro' es sus-
vcgetales o animales cuyas estructuras, constituciones o
según la filosofia del his-
de dos interpátaciones, instintos fuesen deseables en función de su utilidad. Al con-
idealista'
io¡u¿*. Puede decirse, con todo eI candor de un Ias com-
""pii¡'f" l,rario, Wallace aprehendió directamente en las poblaciones
q""1. tiene Ia virtud de sustituir
auténtica
en la verdad' ¡r¿rturales el paso de las variaciones a la variedad. Opuso,
"i"""ia
i"t"rr.iu, ael a*or propio por launcomunión
realista' más atento al tlesd.e el punto de uísta d¿ sus efectos,la lucha por la vida aI
ó;;;"" per"pe"ti"a ¿iiu""t't", r,stado de naturaleza,yla condición de los animales al esta-
;;*"t-t"nto d"l sabio que a la-esencia del saber' podría rlo doméstico: que la observación de los
pt"e;rrrtur"" si semejantg nrurilo dedistinguir con
c-laridad "Comprobamos, así,
también algo a la ¡rnimales domésticos no puede brindar dato alguno sobre Ia
inti" p,rUticación y"publicidad no debe
que' en el-caso ¡xrrmanencia de las variedades en el estado naturalo.lG
seosrafía v Ia histiia, esto es, al hecho de Ahora bien, esta diferencia de enfoque tuvo un resultado
uno v otro lado eran ingleses
A;;";;.t;;,1;t intereses de
no se habían instituido'
r¡re, aI parecer, Darwin no adviriió de inmediato, y signifrcó
todavía
;1;t;;"#s Ñobetrecordar r,n la explicación de Wallace la ausencia de un concepto cuya
este ejemplo de cortesía' lo es
Si es oportuno y por- lirr¡nación se imponía aI primero en razón de los estudios y
po.q.ru .rr'p"ru Io típico en las costumbres científicas r,l fipo de observaciones que había adoptado. La expresión
que hubo, en este o" efecto de hipérbole en la evalua- n'lccción natural no figura en eI informe de Wallace. Puesto
"'tto, de sus
¿" los d,os interlocutores sobre la consonancia pro- r¡rrc las ideas de Darwin parecían comprendidas en esa ex-
real no
teorías, que les ocultó en parte la diferencia
"iOr,
-si
ts lbid.,pág,.622 (carta a Lyell del 25 dejunio de 1858).
73 lbid.' Págs. 62L-3' l'i A. R. Wallace, La séIectíon naturelle,op. cít.,pág. 4L.
14 lbid., pá9.625.

113
ulxtttdonad,os, que la competencia vital siempre está pronta
presión como si se alistaran-!1jo un
e1,t11$arte' ¿"o
reconociera
":-:l:
sus propras
rr lxterminar. Gracias a esa a¡ruda mutua, la competencia
it"n", ."t" todo, que este último impugna- vit.rrl y la elección natural llevan todas las cosas a buen fin".
il;;;J"*t""-ó de temer la posibilidad de una l,'Lrurens se equivoca de manera radical, pues no adü.erte
de un autor en el cual están
dó";" ñerni¿ud, "" "t "tcrito r
luc, una vez dada la variabilidad, la selección natural no es
ausentés las Palabras claves? ol,r't cosa que el efecto necesario de la competencia vital.
hat"tt hincapié en los mis-
Además, nut*i" V WuUu"" "o l)rr¡'win no dejó de decir desde 1859, tras las primeras reac-
de Ia luJha por la vida' q'e
admiten uno y otro
*;;i;;J só- l ir rnes de los naturalistas a la publicación de El origen de las
como laley natural ñJtt de! mun{9 viviente' Wallace
individuos' las rt¡rccies, que la selección natural no era un poder de elec-
lo es sensible a los "r""to" áu adaptación'.Los y género de liírn, que esa expresión no encubría ninguna representación
r".lt¡edades que por organización
rrrrl,ropomórfrca de un poder natural divinizado, sino que
"tp""*tl
vida se adaptan meJor a su entorno
se ven necesariamente
nr'rkl designaba una ley que expresa los efectos de composi-
las vicisitu-
d"¡ráo uit competencia' a soportar liiin de la variación accidental, la herencia y la competencia
"tü.á*, det lamiz ciego de
des del medio u^¡i"it" v iu"*
atrav¿s
cósmico y orgánico. En vit.n[. Sin duda, una frase del extracto de su carta a Asa
los cambios p.oaoaáo" ""á medio ( irny podía inducir a ese contrasentido a los lectores impa-
en los progre-
itiot-" de 1858, WaIIace sóIo se interesa las variaciones lilntes o desconfiados: la frase en la cual se habla de la se-
""
;;t;;ú"tganización en ta meaiaa en que h,r'ción natural como "potencia infalibleo de elección. Pero,
favorecen la adaPtación'
de Wallace no hace ,',,r¡ro acabamos de ver, no se trataba sino de una metáfora
Por último, *i""tt^ que eI informe
t ru tltáttio" sexual -v a posteríori este ¡rrrrir designar una analogía causal. IJna frase, en el resu-
"i";;;;;.rÉi¿,'
naturalista s""a firmemente hostil a ese ele- rrrr,n del ensayo, habría debido evitar a cualquier lector
"u¿a ""' "tat
mento del darwiniJ; J extracto
del segundo- Tpílttto rrlr,nto el posible contrasentido: nl.a naturaleza puede com-
en 1858' contiene al final un lnr¿rrse a una superficie sobre Ia cual hay diez mil cuños afi-
del ensayo de 1844, poUti""ao
de las ideas de Darwin sobre
esta t:":tiól' Lrrlos que se tocan unos a otros y son hundidos por golpes in-
;rinr;
'"";d;t";"clusión que sl
^,.
surge de esle 1leioz l'a siguiente: llsrrnteso. ¡Nada permite imaginar aquí a Ia naturaleza co-
de Wallace Io esencial de sus nrr) un hombre. . . o como una mujer!
Darwin encontró
"" "iE'"'ito
propias ideas, u put* J" f" ausencia
de Ia expresió¡ selec- l,)mpero, si Darwin pudo dejar de advertir, en el informe
ya no.designaba en su pensa- r k, Wallace, la falta de un concepto que contenía para é1, an-
triii' roturol, fue porque esta elementos
miento otra cosa q"É tu totaiización de ciertos
^**"pr".f*' que se
lr, todo, la referencia a un mod.elo de explicación intermedia,
no una fuerza
Lu t"t"""iOn natural es lirr' ¡lorque comprobaba en ese texto Ia presencia de un mis-
sumaalaluchaporlavid'a,noesunacausacomplementa- nto t¡ndelo de explicación fundamental: el modelo económi-
rescata' sin reali-zarlo lr¡ malthusiano, pues también Wallace había leído a Mal-
ria: es un concepto recapitulador 1ue
carl--'"1.t""111 j:^:1 llrrrs, hacia 1845, y lo recordaba en 1858. También él había
l,án*lvott"ro",ti"personifi
ulilizado' a título de mecamsmo
p";";ái*i;itto hotu"o teoúa
lr rt:t¡ntrado en la ley de Malthus la oportunidad y el permiso
analógico, en la explüción del fenómeno natural' La re- ¡rrrrir forjar, desde un punto de vista de biología general, el
concepto de-selección natural
la
de Darwin ertai"t'u lorrccpto de lucha por la vida. La biologÍa proporcionó con
"" "f Por no haberlo
ferencia auno d.e ,";-;;d;|""áe explicación. li'r'r:uencia modelos a las ciencias sociales, que demasiado a
J" orden como lo era FIou- rr¡r,nudo resultaron falsos. Aquí estamos en presencia de un
comprendido,
"tpiJto" 'uguttdo
reprochár Darwin sus ilusiones an-
;;;t;t;r,
';-p";á¡;*". póa""
a. lrrHo particularmente notorio en el cual, a Ia inversa, la cien-
n" É'o m'en' d'u t:':!:!.3%*.1!^'!!, lirr social proporciona un modelo a la biología. Hace mucho
'o
7::;";;;;;;o;;;;á;64), Fro"'u"' escribe: 'En er caso del lir.rrrpo, e independientemente de toda referencia a la so-
de seres: los seres elegi-
señor Darwin tu"emo"-dás "lt'e" liokrgía marxista del conocimiento, un ilustre historiador de
mejora sin cesar' v los seres
;;;;.q,,;-i. elección natural
115
t]A
compuesto una cia- no es empirismo, pues este, con demasiada frecuencia,
Ia biología, E. Radl, dijo que-Darwin había ¡¡penas es una apología de las anteojeras.
el princiri-o !o-
socioloJía'de la naturil""á,t1 de acuerdo con Por eso acabamos de otorgar una atención especial a los
hacer' dejar
;;il;" Adam Smith y Malthus, eI de El"dejar modelo común a conceptos fundamentales del darwinismo, tal como podía
;t*" l. naturaleza u.túu po" sí solao'
teoría econó- señalárselos en la comunicación de 1858 a la Linnean Socie-
bu"*i" y Wallace es el maíthusianismo como de ty. La evocación de un acontecimiento centenario debía in-
mica, a la vez causa y efecto de los cambios
d'e estructura
del ca- clinarnos más a destacar la frescura de esos conceptos que a
iu ,oái"¿u¿ inglesa, transformada por la sustitución
l)oner a prueba su validez. Mostrar hasta qué punto lo que
pii"fit-" ugritio por eI capitalismo industrial bajo el impe- hemos intentado hacer revivir en su instante de apaición
rativo de la libre comPetencia sigue vivo aún hoy sería, literalmente, otra historia.2l
mas
Así pues, parece que en 1858 Darwin marca' con
en el méto-
ioténción queWallace,laintroducción
"Wi¿uá " realmente iné-
áo UiofOgi"o de dos medios de investigación
hecho no se ad-
ditos: la"indagación y el modelo' Como este llibliografia sumaria
,rittiO rrr, pii*"" -o,,tento, los juicios emitidos aposterio-
ri sobre".t sus irabajos fueron contradictorios' IJnos no errcon-
ocurrió con l. Euolution by Natural Selection. Darwin and Wallace. Contie-
traron en ellos más que visiones del espíritu' Así ne el borrador de Darwin de 1"842, su artículo de 1844 y los
Charles Robin'
i;;;;ftittttas fran'ceses y sobre todo- con más hos- trabajos de Darwin y Wallace de 1858. Con una introducción
,mo-¿" los miembros de Ia Academia de Ciencias de sir Francis Darwin y un prefacio de sir Gavin de Beer
es
tiles, en esa época, a la candidatura de Darwin'
Otros
-y
era un
(Cambridge: Cambridge University Press, 1958).
;ñ;¿" el caso de RadI-18 recordaron Darwin que
en reducir
El lector deseoso de leer en traducción francesa los documen-
fu.g";; sistemático que n9 estaba interesado principio. Radl
tos de 1858 puede proceder de la siguiente manera:
iuáiJ"r"i¿"d de los hechos a Ia unidad de un o) El artículo de L844 fue traducido casi en su totalidad por
en el cual
hace alusión al pasaje de Et origen-d'el hombrers Auguste Lameere en Darwin (París: La Renaissance du Li-
atribuyó de-
Darwin admite con Ñageli que en uln comienzo vre,1922, col. "Cent chefs-d'euvre étrangers"). El extracto
Mas los con-
Lasiado a los efectos de la selección natural' del ensayo figura en las págs. 66-72.
dogmáticos' b)Lacarta del 5 de septiembre de 1857 a Asa Gray figura en
;ü;;" sonvisiones del espíritu ni principios no.es un Francis Darwin (ed.), ,Lo uie et la correspondance de ahar-
siio herramientas y modelos' En realidad' Darwin les Darwin auec un chapitre autobiographique, traducción
Fue él quien dijo qu.e
;;tt'tJ;"i un sabio de principios'q"" ser un buen teóri- de H. de Varigny, París: Reinwald, 1888, t. I, págs. 625 y
huy
ó;; ."" un buen observador Darwin teori- sigs. [Auüobiografía y cartas escogídas, Madrid: Alianza,
p"t" teórico no quiere decir sistemático' 1997i. El extracto de esta carta que se publicó en 1858 apa-
"i"¡¡
,uúu ánla medida q"" procuraba utilizar modelos con-
rece en las págs. 628-32.
"tt que srempre
ceptuales. A la inversa, sabemos por él mismo
i"á¡u:o en varios temas alavez. sin embargo, la búsqueda :ll Nos complace señalar que una tesis de doctorado de tercer ciclo re-
de investi-
a" iu áirr"ttidad y la multiplicación de los campos ltr,ntemente defendida por el señor Camille Limoges, titulada "La consti-
la
apeitura a la riqueza de experien-
;IJi;;.orri.,la I u l ion du concept darwinien de sélection naturelle", cuya publicación es de

rh,xc:rr y esperar, llega a conclusiones alejadas de las nuestras. El señor Li


de s. J' Hat. rrrngcs cuestiona la importancia generalmente atribuida a la lectura de
17 E' Radl, The Hístory of Bíotogical Theoríes, 'ltadllcción
1930' pág' 18' Mrrll.hus por Darwin y destaca la diferencia de la problemática en este y en
freld, Londres: Oxford University Press,
i6 W¡rllace. [La tesis, con un texto modificado, se publicó con el título de.Lo
lbid., págs. 25-31.
de E. Barbier' ter' rLlrtlion naturelle: étude sur la premiére constitution d'un concept (1837-
1e c. Darwin, /, a d.escend.ance de I'homme,traducción
París: Reinwald, 1831, págt62 lEl origen del hombre y la se' Itllrll), París: PUF, 1970, y hay traducción castellana: Zo seleccíón natural:
.u.u ttttttyo sobre la primera constítucíón de un concepto, 1837-1859, México:
iccíón"di.ió.r,
en rilación al sexo,Madrid: Edaf' 19661'
20 F. Darwin (ed.), Lo ui et Ia cotespondance"', op' cit'' t' \
pág' 161' lli¡¡lrr XXI, I976. (N. dd f.)l

IT7
116
c) El informe de Wallace figura en Alfred Russel Wallace' Zo
2. El hombre y el animal
sélection naturelle. Essais, traducción de Lucien de Cando-
lle de la segunda edición inglesa, París: Reinwald, 1872, desde el punto de vista psicológico
págs.28-44.
II. S. A. Barnett (ed.), A Century of Darwin, Londres: Heine-
según Charles Darwin*
mann, 1958. Compilación de quince artículos escritos por bió-
logos de Gran Bretaña y Estados Unidos'
III. Henri Daudin, Cuuier et Lamarck: Ies classes zoologiques et
I)idée de séríe animalq París: Alcan, 7926,t.II, "Conclusion".
fV. Emanuel Radl, The History of Biological Th.eories, traducción
y adaptación del alemán de E. J. Hatfreld, Londres: Oxford n¡Y Bouvard, en su acaloramiento, llegó al extremo de decir
University Press, L930 [Historia de las teorías biológicas, dos r¡ue el hombre descendía del simio!
volúmenes, Madrid: Alianza, 19881. nTodos los fabriqueros se miraron boquiabiertos y como si qui-
V. W. Zimmermann, Euolutíon. Die Geschichte ihrer Probleme xicran asegurarse de que no eran monos.
und Erhentnisse, Munich: Freiburg, 1953. oBouvard prosiguió:
VI. Loren C. Eiseley, .A. R. Wallace", Scientifi.c America'n,20o(2),
"-Si comparamos el feto de una mujer, de una perra, de un
febrero de 1959. ¡rrijaro, de una rana. . .
"-¡Basta!
"-¡Yo voy más lejos -exclamó Pécuchet-: el hombre descien-
rkr de los peces!
,Estallaron las carcajadas. Pero, sin perturbarse:
"-iElTelliamedl iUn libro árabe!
"-Vamos, señores, a sesión.
"Y entraron a la sacristía".

En este pasaje de Bouuard y Pécuchet,r Flaubert rebaja


rr las dimensiones del ridículo las discusiones y polémicas
xuscitadas por una tesis que El origen de las especies autoi-
zrrba sin mencionarla. En 1860, eI congreso de Ia BritishAs-
xrrciation realizado en Oxford había presenciado el enfren-
t.¡rmiento de darwinianos y clericales, y Thomas Huxley ha-
lría reivindicado en él el honor de ser descendiente de un
nrono, aun antes de publicar su obra Zoological Euidences
tts to Man's Place in Nature (1863).
SiEl origen de las especins nada dice de los orígenes hu-
nl¡rnos no es porque Darwin no hubiera pensado a menudo
r.n la cuestión, como lo hacía ya desde 1838, sino para no dar
un gran motivo de prevención contra la teoría de la selec-
citin natural. Sin embargo, demasiado honesto como para

'r' 'l'ítulo original:


"Llhomme et I'animai du
point de vue psychologique
¡r'lo¡r Charles Darwin,. Extraído dela Reuue d'Histoire des Sciences et de
lrttrs Applícatio¿s, 13(1), enero-marzo de 1960.
I (]ustave Flaubert trabajó en Bouuard y Pécuchet desde 1872 hasta su
tttut'rtc.

119
liones a la idea de la serie animal única y lineal, así como
disimular que a su criterio el poder de esa selección es uni- al
¡xrstulado de la unidad del tipo animal diversificado por las
versal, en las últimas páginas de su obra Darwin señala lo
cir cunstancias. Georges Cuvier había d.emostrad.o
siguiente: qo-"
lnrrar era poner de relieve tanto diferencias como slmejan-"o*_
z^s' y se le había reprochado ser a menudo más sensidle
a
"Veo en el porvenir campos abiertos a investigaciones mu- ru¡uellas que a estas. K. E. von Baer había combatido
cho más importantes. La psicología se apoyará sobre una la ley
rlcl paralelismo que laAnatomi.e transcendan¿e de E. R.
nueva base, ya establecida por el señor Herbert Spencer, es Á.
ficn'ss, tras los naturalistas de la escuela delaNaturphito_
decir, sobre la adquisición necesariamente gradual de cada
ut¡tltie, había instituido entre las formas transitoriás
facultad mental. Una luz intensa iluminará entonces el del
rkrsarrollo embrionario humano y las formas permanentes
origen del hombre y su historia,.
rrrlultas en las clases inferiores de la escala animal.
S"S"rl
Vrrrr Baer,Ja separación radical de cuatro tipos
Los darwinianos intentaron proyectar esa luz antes que de org^r:í"u_
r'iírn impide considerar las semejanzas entre el embrión
eI propio Darwin. Huxley, Vogt, Büchner y sobre todo Hec- de
rr¡r vertebrado y un inverbebrado ad.ulto, por
kel forzaron al maestro, por así decirlo, a no ser menos que ejemplo, como
vr,rdaderas transgresiones de la obligació.,
sus discípulos. Por otra parte, las reservas de Wallace con d"
respecto a la acción de la selección natural sobre el desarro-
""t*"trr"l
lrxlo vertebrado de ser, desde sus iniciós, un auténtico
verte_
l¡r'¡rdo. Johannes Müller, en la segunda edición
llo del hombre obiigaban a Darwin a refutar esa objeción. del Hand,_
lturlt. der Physiologin, se había alineado con Von
El origen del hombre (1871; segunda edición, 1874) tiene Baer. y a
Miiller se refiere Darwin en el artículo de 1g44.
el objetivo de establecer que, según una fórmula literalmen-
Con Darwin, lo que sólo era paralelismo para los Natur-
te paradójica, "el hombre desciende de un tipo inferior". Pa-
¡tltilosophen (Kiehneyer, Oken) y los embriólogos de la es_
radoja que, en realidad, es la simple expresión del principio ltrrla de Étienne Geoftoy Saint-Hilaire
del evolucionismo: la identidad, naturalmente fundada, de se .o.rrri"rte en ge_
rrr.rrlogía. En lo sucesivo, el hombre ya no es considerad.o
las relaciones de anterioridad y posterioridad e inferioridad co_
r¡rr¡ la única forma viüente capaz dé desarrollo integral y
y superioridad. la
rrrr,rlida, dada a priorí, de los desarrollos respectivos de to-
En cuanto a su proyecto,El origen del hornbre puede con-
rl¡rs las otras formas, desigualmente distantes
siderarse la primera obra de antropologra sistemáticamen- de una con-
srr¡nación singular. EI hombre se presenta como la
te purgada de antropocentrismo. En lo concerniente a su in- culmi_
rr¡rr:ión efectiva de una descend.encia, y no como
fluencia, es indudable que el libro, reforzado en t872por La el polo ideal
rk, rrna ascensión. Acumula toda la hlrencia animal. ya
expresión de las emociones en los animales y en el hombre, no
lrrlruina en la cima de una jerarquía, porque puede ser
proporcionó bases y aval científrcos a Ia psicología compa- su_
¡x,r.ndo:
rada, de la cual las publicaciones de Spencer y Lewes con-
tenían, en la misma época, más anuncios que esbozos. ,l'r¡ode excusarse al hombre de sentir
Empero, querríamos tratar de mostrar que El origen del cierto orgullo por ha_
lnrse elevado, aunque no haya sido por sus prápios esfuer_
hombre no puede considerarse la primera antropología sin
rnn, hasta la verdadera cumbre de lá escala orgánica; y
antropomorfismo, y que si la psicología comparada de los el
Irlclro de que haya ascendido de ese modo, envezde haber
animales y el hombre se desarrolló históricamente a partir
r¡¡ftr colocado primitivamente en esa cima, puede
de ella, desde el punto de vista metodológico se constituyó hacerle es_
en parte contra ella.
lrtr'¡rr un destino aún más alto en un futuio distante,.2
r t :. l)arwin,.Lo
d,escend,ance de I'homnte,traducción de E. Barbier
Cuando Darwin comienza a elaborar su teoría de la com- de la
¡¡,grrrrrln cdición inglesa, tercera edición, parís:
Reinwald, 1gg1, pág.67g
petencia vital y la selección natural, la anatomía compara- I.Hl del hombre y la selección en relación al sexo, Madrid:-Edaf,
.,,rigtn
da ya se ha topado, en Cuvier y Von Baer, con graves oposi- It[ltil.

120 727
Así se explica que Darwin interprete, en la anatomía hu- .Quien rechaza cott desdén Ia idea de que Ia forma de los ca-
mana, los órganos rudimentarios como remisiones señalé- ninos y el desarrollo excesivo de esos dientes en algunos in-
ticas a formas ancestrales consumadas aunque inferiores, y rlividuos son resultado de que nuestros primeros ancestros
en la embriología humana, las intermpciones de la ontogé- ¡nseían esas armas formidables, revela probablemente en
nesis como regresiones a un estadio filogenético anterior. Hu sarcasmo su propia línea de filiación".5
Este último punto es de particular importancia. Al distin-
guir con precisión crecimiento y desarrollo, Darwin opone el El concepto darwiniano de regresión (reuersion) funda,
adulto al embrión desde el punto de vista de la dimensión y cn el siglo XIX, una nueva concepción de las relaciones
la estructura. Tbdo serviviente puede seguir creciendo aun- cntre la humanidad y Ia animalidad. La primera ya no es
que deje de desarrollarse. Comparable a un adulto en peso y una esencia originaria cuya escala de aproximación no con-
volumen, quedará, desde la perspectiva del desarrollo, in- sumada, como en el siglo X\III, o consumada, como en eI si-
movilizado en tal o cual fase de su infancia específrca. El glo XVI[, representa Ia segunda a través de la serie de sus
desfase entre dimensiones y estructura brinda al biólogo la clases, géneros y especies. El hombre es eI ser más reciente,
posibilidad de considerar al ser cuyo crecimiento ha conti- .y su devenir generador dejó en Ia estructura terminal los hi-
nuado luego de la intermpción del desarrollo no como una t,os de un progreso. El hombre es sus propios archivos orgá-
cría de su propia especie, sino como un adulto de otra espe- nicos. Con sóIo observarse, puede reconstituir una buena
cie a la que se calificará como su ancestro, en la justa medi- ¡rarte del camino de retorno a sus orígenes. Es una repe-
da en que, desde el punto de vista del desarrollo, es inferior l,ición, vale decir, una recapitulación de su linaje animal. El
y, en virtud del postulado evolucionista, anterior. A es infe- término "repetición" adquiere un sentido completamente
rior aB en cuanto debe darse el completo desarrollo del pri- novedoso. Mientras la idea de una serie animal gradual y
mero para encontrar una analogía entreA y un B incomple- coronada por el hombre asedió la conciencia
tamente desarrollado. En consecuencia, las analogías entre -o el incons-
ciente- de los naturalistas y los filósofos, la repetición de la
los animales y los hombres ya no son, para Darwin, corres- humanidad era la animalidad en general, pero en el sentido
pondencias simbólicas entre partes yun todo, como lo eran teatral de aquel término.* Habrá que tomar al pie de Ia le-
para los partidarios de la Naturphilosophie: son conexiones tra el título de la obra publicada por Robinet en 7768: Consi-
etiológicas. d.érations philosophiques sur la gradation naturelle des
nPodemos (. . .) considerar un caso de regresión el cerebro lbrmes de l'étre, ou les Essais de Ia nature qui apprend d, for-
tner l'homm¿ [Consideraciones frlosóficas sobre la grada-
simple de un idiota microcef,ilico, en cuanto se asemeja al
ción natural de las formas del ser, o los ensayos de la natu-
cerebro de un simior.3
raleza que aprende a formar al hombrel. Para Darwin, sin
EI hecho de que esas asimilaciones puedan dar motivo a cmbargo, la naturaleza no es un teatro ni el taller de un ar-
la risa importa poco a Darwin. Al contrario, la risa, queAris- tista; nada se prepara ni se aprende en ella. La selección só-
tóteles había considerado propia del hombre, es para el au- lo es un cribado, pero la criba no es aquí un instrumento, y
tor de La expresión de las emociones una prueba comple- lo que deja pasar no se juzga de antemano más valioso que
mentaria del origen y Ia naturaleza animales del hombre: l¡r ahechadura. En el árbol genealógico del hombre
Hustituye la serie animal lineal-, Ias ramificaciones-que mar-
"Podemos
plantear con intrepidez que la risa, en cuanto can etapas, y no esbozos, y las etapas no son los efectos y tes-
signo del placer, fue conocida por nuestros ancestros mucho
tiempo antes de que fuesen dignos de llamarse hombres'.4 ,.,g.,^du edición, París: Reinwald, 1890, pág. 388; cf. también pág. 13 lLa
rxpresión de las emociones en los animales y en el hombre, Madrid: Alian-
3 2n,19841.
Ibid., pag. Bs. 5
a C. C. Darwin, Lo descend.ance. . ., op. cit., págs.39-40.
Darwin, L'expression des émotions chez I'homme et chez l'animal, * Esto es, (N. del T.)
"repetición" en el sentido de ensayo.

t22 t23
timonios de un poder plástico que apuntan más allá de sí Darwin adopta ambas tradiciones, pero refuta la inten-
t,rr.
<rión de la primera. Tlas Charles Le Brun
(1678) y Pierre
mismos: son causas y agentes de una historia sin desenlace
anticipado. oamper (iZlq, Lavater había comparado {1776-1778) al
Ahora bien, al mismo tiempo que la humanidad deja de hnmbre y los animales, en Io concerniente a la expresión de
ser considerada como la promesa inicial para los afectós o eI .carácterr, de acuerdo con la forma de Ia cara
-y, estaalgunos
naturalistas, inaccesible- de la animalidad, última o Ia arquitectura del cráneo. Camper era más sensible al
pa-

deja de verse como la amenaza permanente de aquella, la so de las formas animales a la forma humana por continui-
imagen de un peligro de caída y decadencia latente en el se- <lad de las deformaciones. Y otro tanto sucedía con Goethe,
no mismo de la apoteosis. La animalidad es el recuerdo del r¡uien, como es sabido, era corresponsal y colaborador de
estado preespecífico de la humanidad; es su prehistoria l,avater. Pero este último prestaba mayor atención a las
orgánica, y no su antinaturaleza metafisica. rliscontinuidades entre especies animales' por un lado, y
cntre las especies más elevadas y el hombre, por otro:8
Sin embargo, esa concepción de Ia relación entre el ani-
mal y el hombre no entraña de inmediato, en el ámbito de Ia .La humanidad tiene siempre ese carácter de superioridad
que eI animal no puede alcanzar de ningún modo ' ') La
('
psicología comparada, todas las consecuencias que cabría
iistancia entre Ia naturaleza del hombre lay del simio es in-
esperar de ella. En Io concerniente a las facultades menta-
rnensa. Lo repito: ¡regocíjate, hombre, de tu humanidad! Si
les, Darwin se propone, en El origen del hombre, mostrar
tuado en rrtt iattgo al cual ningún otro ser puede llegar, ¡re-
<que no hay ninguna diferencia fundamental entre eI hom-
bre y los mamíferos más elevados,.6 Pero hay dos maneras gocíjate d.e este lugar, únicamente tuyo! No busques gran-
de suprimir una diferencia entre dos términos, según se to- áurá la adopción de la pequeñez del bruto, ni humiidad
"tt
en Ia degradu"-iót, d" tu naturalezao'9
me como referencia uno u otro. La condición, al menos nece-
saria, de una filogénesis auténtica en el orden del psiquismo
consiste en comenzar por el animal, estudiado en la especifi- Reeditadas por Moreau de La Sarthe entre 1806 y 1809'
cidad de su psiquismo. Ahora bien, Da?win procede exacta- las obras d.e Lavater proporcionan no sólo a novelistas como
mente como, más tarde, Bergson le reprochará a Spencer Balzac,sino también a los caricaturistas' una fuente inago-
haberlo hecho:7 bosqueja a grandes rasgos la continuidad table d.e temas e inspiraciones' Grandville puede titular
del desarrollo intelectual del animal al hombre, y considera Animalomanie uno á" tot álbumes (1836)' y cuando en
que la inteligencia humana está presente de antemano, con 1g44 invierte la línea de la animalidad que Lavater había
todos sus elementos, en los antecedentes del hombre. En representado *de la rana aApolo"1o para mostrar "eI des-
1871, hace ya largo tiempo que ndesarrollo" ha dejado de censo deApolo hacia la rana', es como si ilustrara, el mismo
signifrcar (preformación". Y no obstante, parece subsistir año en que Darwin redacta su artículo, el argumento que
en Darwin, con respecto a la mentalidad humana, una espe- opondrán a El origen d'e las especi'es y El origen del hombre
cie de creencia en la posibilidad de descubrir en ella, por ia aquellos a quienei Lavater había convencido de no buscar
observación de Ios animales, los rasgos ilusoriamente teni- la humildaá en el rebajamiento de la naturaleza humana'
De hecho, La expresión de las emociones puede pasar
por Ia
dos por caracteústicos.
En el siglo XVIII, la comparación entre el animal y el refutación de la Physíognomonie' En L872,la fisiología
hombre, desde el punto de vista del psiquismo, había toma- neuromuscular exime a Ia anatomía descriptiva para uso de
do dos caminos: el estudio frsonómico y la génesis sensualis- París:
J. K. Lavater , La physiognonzonie, traducción de H' Bacharach'
8

Librairie Frangaise et Étrangére, 1841', capítulos 29 a 35'


6 C. Darwin, La d.escend.ance. . .,op.cit.,pág.68.
1
e lbid., p6gs.91 y 100.
L'éuolution créatrice, capítulo 3: "Explicar la inteligencia del hombre
E.t J. Baltru saitis, Aberrations, París: O' Perrin, 1957, "Physionomie
10
por medio de la inteligencia del animal consiste simplemente, entonces, en
animale", se encontrará un estudio de conjunto de esta cuestión'
desarrollar como humano un embrión de humanidad".

t25
L24
riencia de condicionamiento que Darwin cita a título de
los artistas de la tarea de explicar los mecanismos de la ex- c¡'emplo de razonamiento animal. Es preciso reconocer que,
presión, exactamente en Ia misma medida en que la anáto- cntre los argumentos propuestos por é1, los más numerosos
mo-fisiologÍa del encéfalo termina por destruir la influencia' son los de autoridad. Al cabo de dos capítulos de compara-
considerable en un primer momento, de la craneología de ción, referidos a las facultades mentales y el sentido moral,
GalI, a su manera un émulo de Lavater' Darwin ha leído a I)arwin puede bosquejar Ia curva puntos de retroceso
Charles Bell, Duchenne de Boulogne y Gratiolet, y evaluado -sin en cuanto a la fi-
ni de inflexión- del desarrollo intelectual,
eI progreso realizado antes de éI, desde Le Brun, Camper
y
logénesis y la ontogénesis humanas. Por una parte, la dife-
Lavatár.[ Sus propias investigaciones refuerzan Ia idea ba- rencia entre el espíritu del hombre y el de los animales más
jo cuya dirección las ha emprendido: elevados sólo es de grado, y no de especie;16 por otra, hay
una gradación perfecta entre el estado mental del idiota
de la teoría d'e la expresión confirma en cierta
"El estudio más absoluto, muy inferior al animal, y las facultades inte-
medida Ia concepción que hace derivar aI hombre de algún
lectuales de un Newton.l7
animal inferior".l2 No podemos eütar preguntarnos aquí si Darwin no logró
reconstituir con tanta facilidad la fiIogénesis intelectual del
Empero, en4l origen del hombre,la similitud de las emo- hombre por haber trasladado a la descripción del psiquismo
ciones Lxperimentadas por ellos no es sino uno de los argu- animal, sin crítica suficiente, Ios conceptos de la psicología
mentos dL la comparación entre el hombre y los animales' inglesa de su época. ¿La comparación y la génesis sólo esta-
La enumeración de las facultades psíquicas que les son co- rían en El origen del hombre en intención y en apariencia?
munes adopta el orden tradicional de la psicología sensua- En el,Ossoi sur les fondements de la psychologle, Maine de
lista y asociacionista, a partir de la sensación' EI hombre y Biran se preguntaba si Condillac, en el Tlaité des sensations,
los animales poseen Ios mismos órganos sensoriales, tienen había trazado realmente una génesis o si, en vez de ponerse
las mismas intuiciones fundamentales, experimentan las en eI lugar del ser sintiente, había puesto la estatua en el
mismas sensaciones.l3 En consecuencia, Darwin atribuye lugar de la inteligencia humana. Parece indudable que, de
al animal atención, curiosidad, memofla, imaginación, len- la misma manera, la génesis darwiniana de la inteligencia
guaje, razonamienrto y tazón, sentido moral y sentido reli- humana, empírica en apariencia, sigue siendo en realidad
de volverse loco'l4Y es-
ñ-olo.'1," otorga incluso Ia capacidad exclusivamente lógica y, por Io tanto, está guiada al comien-
io es admirablemente coherente. Hemos visto que el idiota
zo por lo que tiene la ambición de producir. El esbozo de evo-
humano, a raíz d,e una intermpción del desarrollo, es asimi-
superior debe lución psicológica, en EI origen del hombre, consiste en recu-
lable al simio. Como contrapartida, el animal
privilegio perar al hombre en el animal, mucho más que en examinar,
estar expuesto a Ia locura. Si el hombre no tiene el
perderla' a partir de experiencias animales auténticamente recons-
de poseér laraz1n,tampoco tiene eI privilegio de tituidas, lo que estas permiten en última instancia, lo
que no permiten- explicar en Ia-y,
Todas estas asimilaciones se basan, sin duda, en algunas
pero todo en lec- experiencia del hombre.18
observaciones hechas por Darwin, sobre
turas de obras de etología de Georges Leroy, Brehm, Hou-
zeau, et'c. Se mencionu otu sola experimentación -propia-
16 lbid., pág. 186.
,o"rri" dicha: la de Móbius sobre str-famoso lucio'15 Expe- r7
18
lbid.,pág. 13?.
Sobre esta manera de abordar el estudio de los comportamientos hu-
manos, cf. N. Tinbergert,L'étude de I'instinct, París: Payot, 1953, págs. 285
op' cit'
11
Al respecto, véase C. Darwin , L'expression des ém'otíons' ' '
' 'In- y sigs., .Étude éthologique de I'hommeo lEl estudío del instinto, México:
troducción, Págs. 1-27' Siglo )oil, 19871. Como ejemplo de estudio etológico del hombre, con vistas
12 lbid., pág. 393. a determinar lo que corresponde respectivamente a la naturaleza y a la
13 C. Darwin, La d'escendance. . ., op' cit', págs' 68 y 82'
cultura en un comportamiento humano, pueden citarse las investigacio-
14 lbíd., pág. 83. nes del zoólogo norteamericano Kinsey.
75 lb¿d., pág. 79.

727
Es fácil imaginar la sorpresa que puede suscitar la sos- gen sus amores y hacen alguna selección d.e sus hembras,.
pecha de antropomorfismo en la antropologÍa darwiniana. En conclusión, Montaigne y Darwin escarnecen en cornún,
Sin embargo, no pretendemos decir más que Io siguiente: si a]rnque con fines opuestos, la necedad antropocentrista.
bien el darwinismo es indiscutiblemente una de las causas nl,a presunción primero-
de la constitución de una psicología comparada del animai y -dice elel hombre es nuestra enfermedad
n¿tural y original,.
"Si no hubiera sid.o su propio
el hombre, no entraña por sí mismo una psicología compa- clasificador el segundo-, jamás habría p"rr"udoL
rada, por no haber buscado con anterioridad las condiciones -diceseparado para
fundar un orden incluirse en é1,.21
de posibilidad de una psicología animal independiente. Su El antropocentrismo es más fácil de rechazar que el an_
psicología de los animales se asemeja más a la vigente des- tropomorfismo. Montaigne lo testimonia cuand.o, luego de
de laAntigüedad griega que a la que va a nacer, bajo su in- señalar que cada ser viviente refiere a sus propias .rru'lid.-
fluencia, en los últimos veinticinco años del siglo XD( ¿Por des las cualidades de todas las demás cosás _nel león,
el
qué üsimular que los ejemplos mencionados por Darwin en águila, el delfin no celebran nada por encima de s,, espe_
El origen del hombre son, en su mayor parte, réplicas de los cie,,-, imagina, aunque de un modo humano, qué represén-
que invoca Montaigne enlaApologie de Raymond, Sebond? tación de su universo pueden hacerse un ganso o una grulla.
Es cierto que Montaigne y Darwin no tienen eI mismo pro- Otro tanto hace Darwin, al d.enunciar coriclaridad el
yecto: este aspira a realzar la inteligencia de los animales; frejui-
cio que en la elaboración de la sistemáti cazool1gjeaondrjo
aquel, a rebajar la ciencia del hombre. Sin embargo, utili- al hombre, en principio, a disponer para sí mismo un reino
zxt de diferente manera los mismos clisés de etología ani- separado. Pero no advierte que, enbuena lógica, una vez
mal, ese viejo caudal legado por los estoicos, a través de Ro- afirmada la homogeneidad dJlas facultades mentales de un
rarius. Darwin, desde luego, no cultiva en modo alguno lo Newton (o de un Darwin) y las de los animales, incluso los
maravilloso, no tiene sino aversión por la teleología y jamás denominados superiores, todas las clasificaciones explícitas
escribiría unaTeologíct de los insectos.lg Pero, en definitiva, o implícitas constituidas por seres vivos son
equivalentes en
acepta numerosas anécdotas, algunas de las cuales se pare- cuanto procedimientos vitales de organiza.iOn y señala-
cen mucho a fiíbulas. Comparemos a Darwin y Montaigne. miento de sus medios respectivos de vida, pues en ellas todo
Sus animales tienen un lenguaje, el discernimiento medita- ser viviente refiere su experiencia a sus i-.rt"r"a"" específi_
do de Io útil, una industria, ardides, el sentido de la belleza, cos. Darwin admite la existencia en el animal de cierto
sen-
la capacidad de abstraer y la de razonar. Con respecto a este tido de las afinidades zool6g¡cas22y de la capacidad de adop-
último punto, eI ejemplo es idéntico en ambos. Al zorro de la tar actitudes idénticas con respecto a una consigna indetü
Apologi.e, cuya facultad de "raciocinio" utilizan los habitan- minada, y por lo tanto de generalizar.2S Esto signinca que,
a
tes de Ttacia para determinar el espesor de una capa de hie- sujuicio, en las clasifi.caciones efectuada. po, u1 hombre na_
Io, corresponden, en El origen del hombre,los perros de tri- da trasciende las posibilidades del animal. Ahora bien, para
neo del doctor Hayes.20 Montaigne concede al elefante ucier- poder reprochar al hombre el antropocentrismo de
sus clasi-
ta asociación con la religión"; Darwin presta a su perro una ficaciones habría que admitir, o.á qo" las clasificaciones
forma de "creencia en los espíritus", y al mono, un senti- animales no son zoocéntricas, o"u qrrl la razón humana
miento por su guardián, que es de "adoración,. g alavez
es
capaz de clasificar con normas dislintas de aquellas a las
que nos cuidamos mucho de encontrar en Montaigne una cuales est¿in sometidos los animales. por end.e, Ái se plantea
anticipación del concepto de selección sexual, recordamos ese reproche en el contexto de una teoría evolucionista
de
que escribió lo siguiente:
"Como nosotros, los animales esco- las facultades mentales es porque, de hecho y sin tomar
con_

19 Título de
una obra de Lesser, traducida del alemán al francés por P. 21 Ibid.,pág. 163.
Lyonrret en 1745 (Théologie des insectes, París: H.-D. Chaubert, 1745). 22
lbid., pág. 78.
20 C. Darwin, La descendance. . ., op. cit., pág. 78. 23
lbid., págs. 87-8.

128
ciencia de ello, se sigue atribuyendo a la inteligencia ani- torio, relación jerárquica,- actitud
nupcial. La gansa Marti_
mal, precursora de la inteligencia humana, Ios poderes de na, obselada por Ko-nrad Lorettz,rro'."
pu."." en absoluto
una inteligencia humana capaz de erigirse en juez de una al ganso en el cual Montaigne i*;;;""a
percepción del
inteligencia animal, o sea, en el fondo, de separarse de ella. hombre en un universo_deáu"r*,
io"la
convertido en servidor. Desde su nácimiento,
forma de un amo
En suma, EI origen del hombre habría operado única- Martina aáof-
mente un golpe de fuerza en la nomenclatura. El adjetivo ta aI-orenzcomo su mad.re, pero en
tu -áai¿u un que este se
sapiens, hasta entonces adjunto ahomo, se agregaría en Io las ingenia para compo*arse frente
a ella como su madre la
sucesivo a animal, incluido eL homo. Pero en esa transferen- oca.25Y, del mismo niodo, H"aigu" J";o.t"ó que ola tenden_
cia el adjetivo conservaría cierta huella del sustantivo al cia a la asimilación, que en ñor"üáparece
en forma de
cual se aplicaba en un inicio. diversos "ltoma en los animales
{jrWoSornsmos,
correspondiente de un verdadero zoomorfisiltoo.2G la forma
Es preciso decir que la cuestión no pasa por incriminar a
Darwin. Se trata, al contrario, de aprehender, en la limita- , F)l animal percibe al hombre ""i-uUra"dolo y, por ejem_
plo, incorporiíndolo a. su jerarquár;;i.l
ción interna de su proyecto, una enseñanza sobre la natura-
?;"oblema del guía,
leza misma de este. Anuestro juicio, no se prestó suficiente del guardirín de zoológict, d"l;o;;;;;i.'"
atención a un pasaje de EI origen del hombre en el cual Dar- Esta manera de consideru, ut urirnui
como nsujeto, de su
win le reconoce aI ser vivo, como tal, su originalidad con res- experiencia, en cuyo punto de vista
es importante situarse
pecto a la materia: "El organismo más humilde es todavía para poder hablar de él sin asimilación
antropomórfica, fue
algo muy superior al polvo inorgánico que pisamos con los a lo largode t""s .r."ri"u. y subordina_
pies".24
:llT:"d-"
das una a otra en la historia "tupar,
de la psicología.
¿Quién puede hablar así del polvo, como no sea un ser Err primer lugaa fi.-re preciso d"j;;
puede darse sentido a las conduct".
á;;"siderar que sólo
vivo que no es humilde, admitiendo que la humildad es Ia
condición del humus hollado por los pies? ¿No hay aquÍ bio- interpretación analógica, a partir de ""i_ál"s mediante una
una J*periurr.ia huma_
morfismo? Pero, ¿se puede ser biólogo sin sentirse del lado na conscientemente vivida. A continuacián,
tivo del comportamiento animal debió obj"_
de los seres vivos, aunque se busquen fol?nas de paso entre "f "rt"¿io
ub*¿o.,u"
rencia inicial a la fisiología, consideraáaáa su refe_
la materia y la vida? Del mismo modo, no podrÍa reprochar- jurisdicción de
se al pensamiento de un antropólogo, que se ocupa del psi- la mec¿ínica, a fin de refárirse
f, ¡i"üS,", entendid.a como
quismo comparado del animal y el hombre desde un punto estudio específico de las relaciones "
medio. Convenía, por último, q"" ""i¡'"lf
*srrri..rro I ;i
de vista genético, la presencia de algún residuo de adhesión fu-""f*l_Átu.iOn iu"_
a la forma del hombre. La mentalidad del ser humano no diese la forma exclusiva de una i"rur"-iállul
animal en un
podúa explicarse según las normas de una mentalidad de medio de vida analítico, es decir,
adoptara también la forma d";";;;;;;itución
urtin.l.i*""á;;;,;
animal, si es verdad que el único animal capaz de percibir a
de las si_
un hombre como tal necesaria para explicar su trraciones vividas de manera espontánea
-condición por é1, en un me_
naturaleza- es el hombre. dio lo más cercano oosible u uq"ár
u" -** a"rpti"ga natu_
En efecto, entre sus resultados más interesantes, los es- ralmente su modo ie vida ii"i"iJt
tudios recientes de psicología animal conducen a establecer ".pf"in"o-
que el animal percibe al hombre como estímulo animal, con- 25
génere, asociado o enemigo, desencadenante u orientador "Un hombre activo, diligente, consideraría insensato vivir como una
oca, entre las ocas, durante todo
un verano, aor"o yo nia"", dice Lorenz
de las reacciones, en situaciones cuya configuración es de- Les anima¿¿x ces inconnus, pa.is: en
É¿iiions-a""p*i'.1 l.gs¡ , pág. g7.
terminada por constantes innatas específicas del animal 26 H. Hediger, Les anitnaux sauuages en captíuité,parís: payot, 1958,
percipiente, tales como distancia de fuga, marcas del terri- pág.2lL.
u Así sucedió con las cérebres observaciones
. de w Kóhle¡ en la estación
de Tenerife, donde los antropoides gozaban
24 d; t"d; i" libertad compatible
lbid., págs. 180-1. con las exigencias del estudio.

130
rlcs de la estructura anatómica. En consecuencia, la psicolo-
biología darwi-
Los principios y las consecuenciu! 9" lu a esa inversión gía animal pudo renunciar a los rótulos abstractos que la
niana contribuyer"" ;;;;;a
manifiesta
competencia' ¡rsicología humana, aunque fuera la de los asociacionistas,
de perspectiva, en ;;;;i"-
conceptos-de rrún imponía,enUl origen del hombre,a la comparación entre
por seiección natural se con-
lucha por Ia vida V t¿tpl"tiOn bajo la influencia de la
rl hombre y los animales. Darwin hablaba de la atención, la
virtieron g¡u¿rral*"ffq*J"";il" áe psicología uinstru- r:uriosidad, etc., como facultades comunes que sólo variaban
frlosofía pragmatist"'
-" cn su amplitud. Pero la curiosidad de un mono es la de un
"""""ptos también' las polé-
t y
mentalista' 'on"t#o'tuf't "" """"to'condujeron al esta- ¡rnimal arborícola,28 y desde ese punto de vista el simio se
micas entre darwini;;;;;"r1kis!as a distinguir' en los l)arece más a una ardilla que a un perro. La atención de un
¿"tti"udas
blecimiento a" ""p"JJáut que compete a la he-
¡urimal es inseparable de su manera de capturar las presas.
comportami""to" ¿"ilt-t"i*ales'1o- La rana espera y el sapo busca. Hay disociación del compor-
q:"u a"p""ae del aprendizaje'
;H"ü;;A"u i" roü*ñJti*"t' l¡" ntál Euolutiott' in AnL
t¿rmiento y de la estructura.
En 1883, Ia oura y re-
como una suma de historias
mals, sepresenta todavía un gran En conclusión, es muy cierto que Darwin tiene el mérito
lo indica el título' se otorga tle haber sustituido la idea de que el animal es un acerca-
Iatos en los cuales, como p"to en'1900 esta noción de
Iugar a Ia "menta[ü'dJuii*tr' de C' Llovd ruiento aI hombre o un ndefecto" de este por la concepción de
d'e la obra
mentalidad u,ta t'llíü;ili'"I" la supresión explícita de
r¡ue eI hombre es un animai evolucionado, esto es, perfeccio-
Morgan, Animal B;;;;;";''
Con nado. Así, Ia animalidad asumía, para la explicación de la
alclncg del orincipio compa-
ese concepto, fvfo'gu"if"'ttu "i humanidad, un valor positivo. Pero el estudio dei animal co-
psicología animal sin refe-
ratista sobre el tJif;á;;; pára interpretar un compor-
rno un ser positivo y ya no como un ser privativo obligaba a
rencia a Ia psicología ho*u*ut tYP:"u" más -esto es'
cstudiarlo positivamente como animal, sin superarlo en pos
tamiento animal J;;"*; "'"itu" s.ibasta con menos' Jac- del porvenir humano que, sin embargo, le asignaba la teorÍa
poderes psíquito' *ai 'elevados'- y re- rle la evolución. Ese estudio, en Io concerniente a Ia psicolo-
t"o del principio de Morgan
oues Leb ttut" p"L1::1" gía, fue propiciado por el darwinismo, sin que pueda decir-
"" 'udlcut
á,r." u cero, vale d;ñ;;;Ñ*o'
de
se, de todos modos, que el propio Darwin lo inauguró.
de
"r¡ivelcomportamren-
ciertos
;ññ; puru lu itlutft"tutión en sus primeros trabajos'
en
tos de orientación' Á* iourr¿o
1899' J. ,,o" U"*Xtitl'"
u'o"i" a-Ia escuela de la mecánica
M^otg,u"-. aporta a Ia
psicolo-
animal, es él quien]i"ó"2" 9: Von UexküIl
fundamental'
gía animalo
'"so'"1;irincipio Ia base de la idea de una
estudia del animal v el medio
"r "o*po'iu^iiiJ;;;;bt"
relación n
""io"ur?"i"á;i;Ct*o medio ambiente
oue este a"t"'*i"u"po'"'i'utt?iitttttu,Ptt "lpor eI observador
--*r que es percibido
ffi;;ilá;i*i*i
humano--,uqoi'áo*u'g""1"i:l*s.:,1""T*',lii¡i'11-
l*Ti"h;l¡ffi;' ffi ;il
io estiniuraciones e innuen-
vida sustituyó, en Ia
"t"#,t#íJrk de medio específico de
que Dar-
de med-io geográfico
nsicología animal, "i;;;"td v ge6-
iin hubíu tomado d"il ;;;os {e }-o1-naturalistas
medios es-
siglo-XlX' Aesos
grafos de los primet;t;;;á"i sostener'
*odos de vida capaces de 28 Cf. F. J. J. Buytendijk,Tlaíté de psychologie anímale, París: PUF,
pecíficos
"ot'""po"oá que transgreden las afrnida- 1952, págs. 288-9.
en lo sucesivo,
"o*pu"*iones
133
Claude Bemnrd
meücina e>rperimental
1. La idea de
según Claude Bernard*

Conmemorar un siglo después Ia publicacióndelalntro-


duction d.I'étud.e de la médecíne expérimentale, de 1865, es
para el historiador de las ciencias biológicas o eI historiador
de la medicina, ante todo, interrogarse sobre el sentido de
su empresa. Las conmemoraciones son, por institución aca-
démica, propiciadoras ocasionales de estudios o investiga-
ciones en materia de historia de las ciencias. Sin llegar a de-
plorarlo, es preciso admitir que imprimen a esa historia un
rumbo desordenado, un aspecto de incoherencia que, en úl-
tima instancia, le prohibirían las motivaciones duraderas,
el trabajo sostenido, las convergencias orgánicas. ¿Quién
decide, en efecto, el interés que la historia de las ciencias de-
be prestar al recordatorio de tal o cual suceso, al resurgi-
miento de tai o cual teoría? ¿Sencillamente el calendario de
los cuerpos académicos? ¿El orgullo nacional o, en su defec-
to, la vanidad naciohalista? ¿Es una necesidad propia de la
comunidad científica fijar la fecha del bautismo a una edad
tan avanzada que a veces resulta póstumo? ¿Y por qué obe-
dece esa necesidad a una regla de periodicidad tan incons-
tante que unas veces hace renacer a tal o cual muerto vein-
ticinco o cincuenta años después, y otras veces dispone dis-
parar las salvas de la celebridad por el sesquicentenario de
un nacimiento?
Pero celebrar la publicación de una obra no es, para la
historia de las ciencias, someterse a la contingencia de un
accidente. Si no se sabe bien cuál es el poeta latino que dijo
que los libros tienen su destino, al menos es indudable que
una de las tareas del historiador de las ciencias es interro-
garse sobre ese destino, investigar si obedece o no al conte-
nido mismo de la obra, al sentido de los enunciados que apa-
* Título original:
"I-idée de médecine expérimentale selon Claude Ber-
nard". Conferencia pronunciada en el Palais de Ia Découverte el 6 de fe-
brero de 1965 (serie Histoire des Sciences).

135
con el de otros t'i¡rs.Al ser reflexiva, ya es en cierta medida un trabajo de
recen en ella y a cierta relación de ese sentido
o l¡istoriador. Hace un aporte a Ia historia de las ciencias,
l".ft¡o. del mismo orden, anteriores' contemporáneos
y, por último, preguntarse sila relación de ese ¡rrres contiene un escorzo de historia de la medicina y la bio-
ññ;., fortalecimiento logía del que Bernard estima, con justa razórt, no poder
sentido con su porvenir de peiduración' de
ruido liso y llano ¡rrescindir para hacer más notorio a los ojos de todos su pro-
eventual o, al contrario, de áegradación en
prevista por el .yccto de médico fisiólogo. Al hablar delalntroduction desde
ha sido ignorada, presentida o expresamente
propio autor de Ia obra. cse punto devista, no debemos conviene advertirlo- se-
entre eI la -y
introducción
La influencia de una obra es un tipo de vínculo ¡rararla de obra cuya aspira a ser, a saber:
en sentido retrógrado' csos Principes de médecine expérimentale en los que su au-
pt*uao y el presente que s,e e-stablece
entre
ilurr".ür"iáo el tiempo de la comunicación directa por la
tor trabajó mucho tiempo, retom¿índolos sin cesar para de-
Ia cultura científica se produce .jarlos finalmente inconclusos, y tal como se publicaron en
-r"tt"" V ¡umnos'
.rpit".iO" de los lectores' y no por Ia presión de las lecturas' 1947. Esas dos obras no pueden disociarse. Hay que tomar
libro pleno de ¡nucho de la segunda para comprender con claridad ia pri-
Si'Á no"auction de üáude Éernard es un
es porque ¡nera. En la Introduction, la historia de la biología y Ia medi-
.""ii¿o actual, es deciq activo, actuante' ¡iempre
existe cina sólo es alusiva porque, en los Prlncipes,estámás desa-
Sólo
.álo."t"ti"a. Ún übro'no es leído porque existe'sigue
f¡to, como depósito de ""t'[ido' porque siendo rrollada y configurada como historia de los sistemas y los
"á*o su
es porque rnétodos. Por sí mismo, ese hecho impone la forma concep-
leído. Si eliibro de Bernard siempre se reabre'
una apertura' tual de la breve exposición que nos proponemos consagrar a
tiirrfo *i.-o indica al pensamiento científico
no es eI aprendizaje la idea de medicina experimental según Claude Bernard.
nliir"¿¡ode Ia medicina experimental
sino la aplicaciórr
áe una disciplina constituidi, consumada'
hago Claude En 1804, Cabanis publica Ia obra, ya casi terminada en
;;; t"tJ que debe proseguir' 'No progresivoo'
-di-ce
Y porque,el 1795, Coup d'eil sur les réuolutions et sur la réforme de la
Bernard- sino señalar un cJmino
hoy' la 1n- médecine, cuyo primer capítulo plantea esta pregunf¿; "[El
señalado por Bernard es progresivo aún
"urrrino de atrfuución de un campo arte de curar se asienta sobre bases sólidas?r, que es contes-
trod,uction conserva su sentido
de Ia verdad es' por esen- bada, tras examen, de este modo: "El arte de curar, por con-
tt"nti.ti.o donde la constitución y por eso_la
Áá, tirt¿¡.a. El autor tuvo conciencia de ello, siguiente, está verdaderamente fundado, como todos los
las ciencias de muy dis- otros, en la obsen¡ación y eI razonamiento". Más adelante,
obra de 1865 atañe a Ia historia de
en ciencias de 1853' al interrogarse acerca de cómo tiene que ser la reforma de Ia
tinta manera que su tesis de d'octorado
LasRecherchessurunanouuellefonctiondufoieconsi. medicina de su tiempo, Cabanis plantea que consiste en la
producteur d'e matiére sucrée chez I'hom'
d.éré comme organe
aplicación de cuatro tipos de análisis al arte de curar, según
positi-
ánimLux son un objeto para Ia historia
Áe et chez les IaLogique de Condillac:paralos hechos, análisis de descrip-
que consti- ción, análisis histórico y anáIisis de descomposición, y para
uu ¿" tu, investigaciones y los déscubrimientos
rama de la frsiología animal Ias ideas, análisis de deducción. La reforma de Ia enseñanza
;ñ;, en el srtlo XIX, esa *endocrinología'' trabajo
qó a"rá" 1909 ; denomina Ese debe proceder de acuerdo con los mismos principios. Por
i"""Ñ" lu ciencia de las secreciones reflexiva de 1as re-a
internas' En cuanto eso, la patología, la semiótica y la terapéutica sólo pueden
la Introd'uctioru, concíerne a la historia cultivarse y enseñarse bien en las escuelas clínicas estable-
giu, *"toaológicas y los conceptos específicamente biológi- cidas en los hospitales, y no en las salas de la universidad,
Clalde
;;; ;"-" J dJ *ed'io interno,que, a juicio dely propioéxito de las
"donde se entiende de libros sin ver la naturaleza".
gÁur¿, deben hacer posible Ia extensión eI Un lector actual de Cabanis se sorprende aI comprobar
auténtico comienzo son que si bien eI autor hace un uso constante de los términos
investigaciones en frsiólogía, cuyo
Introduction no sólo es' hecho, obseruación, e)camen, experiencia o experiencias, com-
."t-p¡it"tos descubrimiátos' La las cien-
lu tesis de 1853, un objeto para la historia de paración o empirismo racional, en su pluma jamás aparece
"orno

136 r37
el término experimentación. Una sola vez se habla de un r.ión de responder a
Cabanis al cabo de medio
siglo. Sin em_
"método experimental y práctico, fruto de la observación Irrrrgo, la lectura comparativa
¿e tos aos textos nos lleva
continua y del empleo, repetido sin cesar, de los instrumen- r, r contrar en
¡
Cabanis__Oe quien, ri" a
tosD (capítulo III, $ 7). Pero, señalémoslo con claridad, este lrc muy bien que airtu
"nrr""l",-g;;;; ;":
método general, aplicado a la parte práctica de la medicina, rit¡- -ucül;il metafisico doctrina-
31tr"i od;;sl;"
ta suma de
nos remite al lecho de los enfermos. La reforma, cuyo pro- se propone ataca¡. asi
h medicina expe_
yecto expone Cabanis en Ios albores del siglo XD(, no tiende 'i¡nental
.n una filosofia eterna, .".rro, co*o áeftos filósofos creen
en absoluto a hacer de la medicina otra cosa que una ciencia _JJiio, aún hov en
"""un
de observación. Al ser designado profesor de clínica en el if ffifi.1"::;".T,*"voriginaria,i'-"¿i"rr*i.ü#ffi l
Hospicio de Perfeccionamiento, enL797, Cabanis dedica su r ¡ l
entonces' que
itir atenuanr"" 'o-1Tt"' situ emo;-:#;;
curso a Hipócrates. En el célebre üscurso inaugural declara ."hi,¿;;;iliJ:l1H?"1#il'*:$J$ffi;;j*T
que todo anuncia una gran revolución de la medicina, cree idea de la medicina.experiment¿
que lo que va a suceder en el arte de curar está indicado por rra contra la medicina-hipocrátüñ;"." "orrro'a".laración de gue-
lo que se ha hecho en varias ramas de las ciencias ffsicas, una devaluación de Hipoc"ale*-ü""j" trata, empero, de
npor el perfeccionamiento del arte experimental y la aplica- cfecto, aunque de manera
g"_ard utiliza. en
muy libre, iu l"v a" los tres esta-
ción más rigurosa de los métodos de razonamiento", y reco- rlos del espíritu humano,
fo"*.rUáu ior Auguste Comte.
noce a los modernos la gloria exclusiva de haber creado Iteconoce que .el
arte de interrogar a la naturaleza, modificando las circuns-
"el ;" ;;;;;tJ #p""_enral supone
".hd; fpr¡rrcü"liü,r,.
una evotuciu" *."::ll,
pero si la his_
tancias de acuerdo con las cuales sus operaciones se ejecu- loria de la medicina.conduce,
tan en la condición más regular". Pero agrega de inmediato: fündador de la medicina irr"".:irticia a Hipócrates.
por el porvenir prescribe.
¿l"U.T*.jSrr, ,u preocupacióí
"Por lo que se refiere al talento de la observación, no pode-
mos (. . .) luchar contra los antiguos". La reforma, por lo tan- Ina, sino apartarse.d.e "hñ;tpl#no ,ru** esta últi_
to, será un retorno a las fuentes, a los anfiguos, gues si hay tismo es un naturismo;"tl"
(i;;;ü, iag. szl. El hipocra_
la medicina áLii.u*u.ión
una ciencia cuyos dogmas deben fundarse principalmente va, contemplativa. descriptiva es pasi_
."*o natural. La
en la observación, esa es sin ninguna duda la medicina". Co- medicina experimenrd "ir "iencia
;;;l;;;Tonq,ri.taaora. *Con
mo se ve, tenemos aquí apenas un matiz de restricción con la ayuda de esas ciencias";
respecto al aforismo milenario: ars medica tota in obserua- se convierte en un inventor"*p;r;;r";;; actiuas,el hombre
tionibus. contramaestre de la creación;
d; ¡;;ó;;os, un verdadero
y, d;;;;;p"nto
En síntesis, reformada por el análisis condillaciano pero sería líciro poner lÍmites.lp;í;;q;;;ede de vista, no
fiel a Ia tradición hipocrática, tal es la medicina que anuncia la naturalezan (Intr,od.uctlon, adquirir sobre
pág. iii n" general,
Cabanis en una obra que termina así: "En el momento en contrario, una cienciag" por el
que la Nación francesa va a consolidar su eústencia repu- ta, pero no cambia nad.a "b:.";;;;; ";;ré, se aparta, evi_
activam
blicana, la medicina, restituida en toda su dignidad, co- I en particular, .l¿ medicina d" "ni",,.lir¡n"ipes,
;;;;;ión
pág. 26).
mienza una nueva era, igualmente rica en gloria y fecunda exptica las enfermed"d"J;;;;;#;; ve, observa v
ff"nfermedad (. . .)
en beneficioso. Si bien es muy cierto que después del Coup
d,'eil de Cabanis la medicina entró en una nueva era, con- .lff,iÍ,'n?JXl"'r' á"
"i"
r;;;;tó" p; ;;;; ;;;
vengamos en que el autor no fue mucho más afortunado en tendencias á;;;;iTfi
el pronóstico del futuro médico de lo que lo fue al anunciar a dad a recorrer .".
:; ;".
:.,1 :y :l'J: # j1;"fi tr*T
Francia la consolidación de su existencia republicana, el claude Bernard designa*lT;'@:;?;;;;:;ug. r52, nota 2).
como hipocretiá. u bdos
año mismo de la coronación del emperador Napoleón I. dicos que, en los tiempo, los mé_
*oau*o'r, oo o,rlr".o' a la cabeza
Al componer la Introduction y elaborar esforzadamente de sus inquietudes la
curación d" i;. ;¿;r"os,
los Principes, Claude Bernard no tiene, claro está, la inten- preocuparon ante todo sino que se
po" la, defirri"iá""". y
fu chsificación

138
l,is¡no invertido, según se expresaba la idea hipocrática en
de las enfermedades, y prefirieron el diagnóstico y el
pro-
r¡rr tratado de Guindanf, La nature opprimée par la médeci-
nóstico en lugar del tratamiento. Son nosólogos -Syden-
ttt tnoderne, de 1768.1
ham, Sauvagás, Pinel y aun Laénnec- todos aquellos que
Por otra parte, como no puede hacer más que indicar un
consideran lás enfermedades como esencias cuyo tipo es más
rruevo camino, Claude Bernard se ve en la necesidad de
frecuentemente alterado que manifestado por las dolencias
me- rrceptar la coexistencia provisoria de la medicina experi-
de los pacientes. Del mismo modo, Bernard define como
médicos, incluido Virchow, que desde rnental naciente y la medicina empírica establecida.
ros naiuralistas a los "Medi-
t:ina empíricau desig¡ra, tanto en lalntroduction cornoen los
Morgagni y Bichat fundaron una nueva ciencia de las enfer-
I'rincipes,la tradición de la medicina activa, caritativa con
meaádés én la anatomía patológica, mediante la búsqueda
krs enfermos, que no se conforma con la observación y, en
de las relaciones etiológicas entre las alteraciones de es-
cambio, lleva a cabo en sus tentativas de tratamiento expe-
tructura y los trastornos sintomáticos' No cabe dudar, por-
riencias poco y nada premeditadas, poco analíticas, poco
qo" g"*u"d lo proclama, de que la medicina experimental'
críticas, condensadas en prescripciones terapéuticas cuya
,i bi"tt no puede hacerlo de inmediato, quiere al menos en chcacia y fidelidad relativas son rebeldes a cualquier legiti-
última insiancia destruir las nosologías e ignorar la aná-
rnación explicativa. En cierto sentido, el empirismo da un
tomo-patolo gía (Princípes, pág. 156), pues para ella las en-
fermedadesio existen como entidades distintas. Sólo hay ¡rrimer paso hacia el método experimental y vuelve la espal-
organismos en condiciones de vida normales o anormales'
y rla a la medicina hipocrática. nTbdo médico que suministra
lnedicamentos activos a sus enfermos colabora en la cons-
lal enfermedades no son sino funciones fisiológicas pertur- trucción de la medicina experimental" (Introduction, pág.
badas. La medicina experimental es la fisiología experi-
i]73). Pero, agrcga Bernard, para salir del empirismo y me-
mental de Io mórbido.Lalntroduction dice (pág' 365): "Las
recer el nombre de ciencia, esa experimentación médica de-
leyes fisiológicas se reencuentran en los problemas patoló-
be fundarse en eI conocimiento de las leyes vitales fisiológi-
gr"or". Los Frincipes (pág. 17L) reiteran: "Todo lo que existe
y fisiológica- cas o patológ¡cas (ibid.). Fundar: el término aparece varias
iatológicamente debe encontrarse e4plicarse veces en la pluma de Claude Bernard, lo mismo queconsti-
mentel. De allí la conclusión: oEl médico experimentador
/ulr. Aunque estas palabras no tengan en la época, y tratrín-
ejercerá de manera sucesiva su influencia sobre las enfer-
dose de fisiología experimental, un sentido tan riguroso y
áedades desde el momento en que conozca experimental-
puro como el que tienen hoy en la epistemología de la mate-
mente std'eterminismo exacLo, es decir, su causa próxima"
(Introd.uction,pág.40L). Se trata, sin duda, del abandono de mática, deben retener nuestra atención, en cuanto expre-
san el sentido profundo del proyecto de Bernard y sostienen
Ia medicina expectante. Habíamos visto a Cabanis separar
su conciencia recelosa en una responsabilidad personal in-
históricamente el arte de observar de los antiguos y el arte
d'e los modernos. Claude Bernard no consi-
transferible. nl,a medicina experimentalo, se señala en los
á"
deta "*p"ti-"ntar
ie otro modo la historia de la medicina científica' "La Principes (pág. 151),
"aún debe buscar sus fundamentos,. Y
<no parece haber poseído el concepto de más adelante: medicina empírica reina soberana en
Átigü"auao, d.ice, "La
nuestros días. Soy yo quien funda la medicina experimental,
las c-iencias experimentales o, al menos, no creyó en su
en su uerdadero sentido científico; esa es mí pretensión,.
posibilidad' (Principes' pág. 139). Pero así como Cabanis
Examinemos esta pretensión.
remitía Ia medicina a los aniiguos y Ia observación, Bernard
le permite entrever, en el camino de la experimentación, un
pÑenir de dominación y poderío. *Dominar científicamen- Ocupémonos, ante todo, de la expresión mismamedicina
experimnntal. Claude Bernard no puede haber olvidado las
i" u 1. naturaleza viva, conquistarla en beneficio del hom-
bre: tal es la idea fundamental del médico experimentador" 1
El título completo de la obra es el siguiente:.Lo nature opprünée par la
iilin"ipnt,pág. 165). La idea de la medicina experimental' médecine moderne, ou la nécessité d,e recourir d lq méthod,e oncíenne et
ia dominación científica de la naturaleza viva, es eI hipocra- Irippocratique dans le traitement des malodies, París: Debure, 1768.

t L
lecciones de su maestro Magendie. En una de sus "lecciones rre-Brunet, quien, en un artículo de losArc hiues Internatio-
sobre la sangre) (15 de diciembre de 1837), este había seña- tnles d'Histoire des Sci.ences (n. 1, octubre de 1947)
sobre la
lado a Ia meücina sus obligaciones más urgentes: nllumine- metodología de Mariotte, se pregunta si la influencia
de este
mos, con todas las luces que nos proporciona la época en que no habrá llegado hasta Claude-Bernard por intermedio
de
vivimos, la patología: en vez de la simple y estéril anotación Zimmerm_ann, cuyo Thaité d,e I'expéríence (7768;traducción
de los sigrros, creen'Los Ia medicinn experimental, que nos re- francesa deL774) Bernard leyó y citó varias veces;
durante
velará sin duda el mecanismo de las alteraciones mórbidas, su estadía en Holanda, el propio Zimmermann
se había de_
y entonces nos será posible atacar con vigor las causas de jado influenciar por los médióos de
ese país, grand.es admi-
esas alteraciones, modificarlas y hasta prevenirlas" (Leqons radores de Mariotte. Nos parece que el uso'Je la expresión
sur les phénoménes physi.ques de Lct. ui.e, t. IV, pág. 6). En la por Magendie pone fin a todas esas suposiciones
d.e üflo"rr-
misma lección definía el estudio verdaderamente científico cia muy indirecta. Y cuando decimos que Magendie
rein-
de la meücina como la búsqueda del modo en que se produ- ventó Ia expresión, queremos decir que desplaz'O
el concep_
cen las alteraciones patológicas, y calificaba de historia na- to, pues lo que denomina
tural para la terapéutica- el cuadro de los períodos -y lo queesclaude
minará- "medicina experimentáI"
Bernard deno-
precisamente el des-
-inútil
de una enfermedad como la tisis pulmonar. "Lo que habúa cubrimiento de las verdaderas causas ie las enfermedades
que conocer es la causao, agregaba.2 En síntesis, Magendie y los efectos de los remedios, y en este aspecto
la medicina
incita a la acción colectiva: creenlos la medicina experimen- experimental según Mariotte el empirismo
tal. Tlas éI, Claude Bernard declara: nSoyyo quien fundn". -literalmente,
terapéutico- no es sino un sustituto temporario.
En todo caso, la expresión "medicina experimental" perte- re.cibir de Magendie la denominaci^ón, Bernard tam_
. . _Al
nece a Magendie antes que a aquel. ¿Magendie la creó, la bién recibe de él cierta idea de la disciplina por constituir,
la
inventó o sólo la reinventó, lo cual, por lo demás, \'iene a ser identidad de_objeto y demétodo en fisiologíá y patología.
bn
lo mismo? Es indudable que la expresión aparece en el siglo 11a-de sus Leqons sur les phénoménes fhystques d.l Ia uie
XVII, en un escrito del padre Mariotte.su Essai de logique: (28 de diciembre de 1886), Magendie
ud"-., *La patología
sigue siendo fisiologÍa. En mi opirriOn los fenómenós patoiO_
"Los médicos podrrín conformarse con saber que tal remedio
es apto para curar tal mal; o, al menos, que tal remedio pro- gicos no son sino los fenómeno. fisiológi"os
modificados,. Si
cedente de tal país cura generalmente de tal mal a un hom- se la toma como una mera proposición teórica,
la idea no es
bre de tal temperamento. Pero es necesario tener un conoci- nueva. Para un médico de principios del siglo XD!
aun d.e
miento exacto de esas experiencias y haber constatado muy cultura mediocre, la idea de una patología dependiente
de la
a menudo su veracidad en el momento oportuno; eso es Io fisiología se asocia al nombre toáavía
frestigioso de Haller.
que podrá llamarse medicina experimental y utilizarse has- En el discurso preliminar con el que encaberó su
traducción
ta que se hayan descubierto las causas reales de las enfer- francesa de la disertación de está, De partibus
corporis hu-
medades y los efectos de los remedios,.S Confesamos nues- mani senti.entibus et irritabilibus (L782),Tissot escribe,
en
1755:
tra dificultad para aceptar las ingeniosas conjeturas de Pie- "Si la dependencia que la patologÍa tiene de la fisiolo_
gía fuera más conocida, no seríá,r"."r=u.io
¿u" iaóu
2
la influencia que el nuevo descubrimiento ejercerá """ sobre ¿" el
En consecuencia, no fue Claude Bernard
verdad- el primero -y ni siquiera Magendie, en
en caracterizar como historia natural a la medicina
arle
$e
curar; pero, por desdicha, .u.re""moJ de una obra ti_
tuladaAplicación de la teoría a la práctica, lo cual me
de estilo hipocrático. Al parecer, fue Blainville: .¿El método hipocrático indu-
tan ensalzado es medicina? ¿No será más bien historia natural de las en- ce a av-enturar algunas ideas acerca de las
ventajas prácti-
fermedades?o (Cours de physiologi.e générale et comparée,París: G. Baillié- cas de la irritabilidad". Siguen consid.eraciones
sobre la ad_
re,1833, t.I,pág.27). ministración del opio, los tónicos, los purgantes, etc.
3 Antes de Mariotte, en 1674, Malebranche opuso la rnedicina experi- Sólo se
trata aquí, sin duda, de un sistema, mienlras que Magendie
mental ala¡nedicína razonada(cf . Recherche d.e Ia uérité, conclusión de Ios
pretende leer y hacer leer en los hechos mismós,
tres primeros libros). El Essoi de logique de Mariotte es de 1678. al niargen

L42 143
sistemas; es proponer el recurso a la experimentación para
de cualquier interpretación, la identidad fisica de lo fisioló-
verificar entonces la teoría médica: "Desde ese punto de vis-
gico ylo patológico. Y, sin embargo, fue necesario un sistema
ta, la medicina experimental es una nueva medicinao (Prin-
ir¿¿i"o úliimo de los sistemas, al decir del propio CIau-
-et
de Bernard (Príncipes,pág. 181, nota)- para
que la idea de clpes, pá9. 181).
Claude Bernard no ignora que, ya antes de Magendie,
la medicina ex¡rerimental, la idea de la identidad de los mé-
Broussais, al echar por tierra el sistema más majestuoso e
todos de pensamiento en eI laboratorio y Ia clínica, surgiera
imperioso de la época, el de Pinel, hizo posible el nuevo es-
sobre las ruinas de los sistemas nosológicos, con el frn de
píritu de la medicina. "En opinión de Broussais, la patología
brindar a la medicina eI acceso a la jerarquía de una ciencia
no era sino fisiología, pues la llamaba medicina fisiológica.
progresiva. Ese sistema que hizo posible la medicina sin sis-
En eso consistió todo el progreso de su manera de ver"
temas es el de Broussais. (Principes,pág.2Il). Sin duda, Broussais se encerró en el
sistema de Ia irritación y cayó en el descrédito por eI uso
Claude Bernard no siempre fue acertado' nos parece' en
abusivo de sanguijuelas y sangrías. No debe olvidarse, sin
su concepción de las relaciones entre una ciencia experi-
embargo, que la publicación delExamen de la doctrine mé-
mental cómo la fisiología y Ia historia de esa misma ciencia
dicale généralement ad.optée en18l6 fue, según las palabras
(cf . Introd'uction', págs. 277 y 2BD. En cambio, es preciso re-
práctica de Louis Peisse (Lq, médecine et les médecins, ParÍs: J.-8.
conocer que supo áxtraer de las reflexiones sobre su
historia de Bailiiére et frls, 1857, t. II, pág. 401), "un 1789 médico'.
de invesúgador un criterio de discriminación, en
Para refutar laNosographie philosophique y la doctrina de
las ciencias, entre períodos precientíficos y períodos autén-
la esencialidad de Ias fiebres, Broussais tomó de la anato-
ticamente científicós, y que situó con mucha lucidez, en el
mía general de Bichat Ia noción de la especificidad de las al-
campo de la medicina, el momento del corte en ia época de
en los Principes (p6g' teraciones propias de cada tejido debido a su propia textura.
Brorissais. nOon las teorías
-afirma Identifrcaba los conceptos de fiebre e inflamación; distin-
180)- ya ndhay reuolución cíentífica (' ' ') con las doctrinas guía, pues, según los tejidos, diferentes lugares de origen y
y los sistemas háy revoluciones (' ' ') (léEse Cabanis, sobre la
diferentes vías de propagación, y fundaba así la diversidad
ievolución rrrédi.it u),,. Digrímoslo dd otra manera: en el
"r. sintomática de las fiebres. Explicaba la inflamación por un
siglo XVIII los sistemas se yuxtaponen' aun cuando se refu-
(revo- exceso de irritación que modifrcaba el movimiento del tejido
ten. f,o que Cabanis y Claude Bernard denominan
Broussais, en el Essol sur Ia philoso- y etacapaz, a la larga, de desorganizarlo. Invertía eI princi-
Iuciones,
-también
phie rnéd.icale et sur les généralités de la clinique médicale,
pio fundamental de la anatomía patológica, al enseñar que
la disfunción precede a ia lesión. Basaba la medicina en la
iggO- tto impide en modo alguno la supervivencia de siste- fisiología, y ya no en la anatomía. Todo esto se resume en un
mas incompatibles con otros sistemas más recientes, por-
pasaje muy conocido del prefacio al Examen de 1816: ul,os
que Ia refulación de una explicación en beneficio de otra es
rasgos caracteústicos de las enfermedades deben extraerse
urra operación de lógica, sobre la base de observaciones no
de la fisiología (. . .) aclaradme mediante un sabio análisis
decisivas debido a Ia inexistencia de un análisis experimen-
los gritos a menudo confusos de los órganos sufrientes (. . .)
tal. La información médica conserva todo' Los Elementa
hacedme conocer sus influencias recíprocas". AI evocar en
physiotogia de Haller son un tratado de fisiología cuyo esti-
su Essol de philosophie médicale (1836) esa nueva era de la
io ós et de una suma histórica. Las nosologías se contradicen
medicina, Bouillaud escribía: u¿No es Ia caída del sistema
sin eliminarse unas a otras.
de laNosographie philosophique uno de Ios acontecimientos
Al contrario, dice Bernarfll "Un experimentador jamás
culminantes de nuestra era médica; y el derrumbe de un
se perpetúa; siempre está en eI nivel del progreso; sacrifica
(Principes, sistema que había gobernado el mundo médico no significa,
tantas teorías como sea necesario para avanzar"
así, haber hecho una revolución cuyo recuerdo será imbo-
pág. 179). Proponer Ia medicina experimental no es, por
rrable?, (pág. 175). Más lapidario, Michel Foucault escribe
coñsiguient", propote" un sistema, sino la negación de los

L45
El nacimiento de la clínica; "Desde 1816, la mirada del xcñar no existe". En 1865 comprueba que
en "Ia medicina ex-
médico puede dirigirse a un organismo enfermo". Littré, pa- ¡rcrimental o medicina científica tiende en todos los aspec-
ra quien el concepto fls "partición, entre tipos de explicación t,r¡s a constituirse tomando como base la fisiología (. . .) esta

es familiar (habla de la "gran partición que hizo Bichat" en- tlirección es hoy definitiva, (Introduction, págs.40b-6). En
tre cualidades ocultas y cualidades irreductibles), podía l<ts Principes (págs. 51 y sigs.) hace el balance de los veinte

constatar entonces, aun en 1865: "Mientras antaño la teoría rrños transcurridos desde su primer curso. Revela entonces
era sospechosa en medicina y sólo servía, por así decirlo, de ¡rrazón de la convicción que Ie es propia: nsoy yo quien
blanco a los hechos que la demolían, hoy, en virtud de Ia f'unda la medicina experimental". Magendie ha abierto un
subordinación a las leyes fisiológicas, se ha convertido en un camino, dice Claude Bernard, pero esto no basta, pues no
instrumento efectivo de investigación y en una regla fiel de fijó ni objetivo ni método. Además, aunque lo hubiese de-
conducta" (Médecine et médecins, París: Didier, 1872, pág. seado o pretendido, no habría podido hacerlo, porque no
362). Claude Bernard tiene razón, sin duda, al decir que la contaba con los instrumentos para suministrar la prueba de
medicina fisiológica de Broussais "no estaba fundada, en que es posible deducir una conducta terapéutica de un cono-
realidad, más que en ideas fisiológicas, y no en el principio cimiento fisiológico, ni con los medios para enlazar concre-
mismo de la fisiologta" (Principes, pág.442). No es menos tamente la clínica y el laboratorio. La conciencia de esa posi-
cierto que laidea de Broussais podía convertirse enprogra- bilidad, e incluso de esa realidad, sostiene la empresa fun-
rno y suscitar una técnica médica muy diferente de la técni- dadora de Claude Bernard. que en nuestros días exis-
"Creo
ca a la cual ella misma adhería. Y, de hecho, Io que era idea te una cantidad bastante grande de hechos claramente de-
de doctrina en Broussais pasaba a ser idea de método en ¡nostrativos de que la fisiología es la base de la medicina, en
Magendie. Por eso la revolución producida por el sistema de cl sentido de que es posible incluir cierto número de fenóme-
Broussais no se alinea con las otras. La medicina fisiológica, nos patológicos dentro de los fenómenos fisiológicos y mos-
aunque aparentara la forma de un sistema, introducía una trar que las mismas leyes rigen unos y otros, (Principes,
partición decisiva, en la primera mitad del siglo XD(, entre pág. 53). Simplifiquemos. En Bernard, la pretensióndefun-
los sistemas y la investigación, entre el tiempo de las revolu- dar una disciplina que él no reivindica en su idea de posibi-
ciones y el tiempo del progreso, porque ia idea suscitaba me- lidad ni en sus primeras adquisiciones se basa en la fisiopa-
dios que la época hacía posibles. Entre Haller y Broussais tología de la diabetes; en definitiva, en el descubrimiento de
había estado Lavoisier. El fin de los sistemas no obedece, la función glucogénica del hígado. Este descubrimiento fue
dice Claude Bernard, a la escasez de hombres de gran inte- publicado en l-853. En el ciclo lectivo universitario del bie-
ligencia. "Es el tiempo de la medicina eI que está lo bastante nio 1854-1855, las Legons de physiologie expérimentale ap-
avanzado como para no permitir rnás sistemas" (Principes, pliquée d.la médecin¿ exponen (vigésima segunda lección,
pág.432). 18 de marzo de 18b5), luego de la fisiología de lo que desde
entonces se denomina
"glucemia", la patología de la diabe-
Al admitir que Broussais había destruido la patología co- tes. Desarrollos análogos se retoman en 18b8 en las Leqons
mo tipo de conocimiento de las enfermedades específrca- sur les propriétés physiologiques et les altérations patholo-
mente separado del conocimiento de los fenómenos fisioló- giques des liquides de I'organisme (lercera, cuarta y quinta
gicos, Bernard no renunciaba, empero, a reivindicar para sí Iecciones).Alos ojos de Claude Bernard,la explicación expe-
mismo la originalidad de su idea,lo cual equivalía a decir rimental del mecanismo de la diabetes garantizala validez
que sólo éI había exhortado a Ia fisiología experimental a simultánea y separable de los principios que él pone de re-
cargar con el peso de las responsabilidades de una medicina lieve en la Introduction de 1865: principio de identidad de
científrca o fisiológica. Pero, ¿qué hacía con Magendie? Al las leyes de la salud y la enfermedad; principio del determi-
reemplazarlo, en 1854, sus primeras palabras al auditorio nismo de los fenómenos biológicos, y principio de la especifi-
fueron las siguientes: "La medicina científica que debo en- cidad de las funciones biológicas, es decir, distinción del me-

L46 L47
la medicina experi- rechazo y anulación. La medicina experimental no es, en-
dio interno y el medio externo' Fundar tonces, sino una de las figuras del sueño demiúrgico que
mental es demostrar la coherencia y la compatibilidad de
poner fuera de discu- sueñan, a mediados del siglo XD! todas las sociedades in-
Lsos principios y, como consecuencia' dustriales, en una era en la cual, por conducto de sus aplica-
los contradictores' a los sis-
sión esa meücina, mostrando a
ciones, las ciencias se han convertido en un poder social. Por
temáticos atrasados de la ontología y el
vitalismo' que di-
apariencias inevita- eso su época reconocerá espontáneamente a Claude Ber-
;;ññúios también tundan, comoellos procuran basar nard como uno de los hombres que le dan significado. "No es
bles, los fenómenos sobre los cuales
rechazaba' anatemati- un gran fisiólogo: es la fisiologí¿", dice J.-B. Dumas a Victor
,rm o¡j""iones. Magendie afirmaba,
y consideraba una locura el Duruy el día de su funeral, y de ese modo transforma a r¡n
,u¡u. iuf".u"izabalo viviente
la hombre en una institución.
',rilufir-o. El descubrimiento dL las secreciones internas' Podemos preguntarnos si toda modestia, por otra
y la puesta en evr-
formación del concepto de medio interno parte- -con
el propio Bernard no se identificó con la fisiología.
de constancia y de algunos
;;; d" ulg..rrro, ienómenos le permiten a Cuando enuncia su pretensión de ser el fundador de la me-
mecanismos de regulación en su composición
y compren- dicina experimental, no hace sino mostrarse consciente de
Bernard ser determinista sin ser mecanicista' que sus investigaciones, y sólo ellas, como acabamos de se-
enoryno como disp¿rate-vale decir'
der elvitalismo como ñalarlo, permiten, gracias a Ia explicitación principista de
áe las teorías fisiológicas un mé-
iot"á¿.r"i" en la discusión los conceptos implicados en las reglas de su eficacia, refutar
t"á" a" intercambio de las perspectivas-' Cuando anuncia'
de manera generalizada las objeciones a la idea de la meü-
;;;;. seguridad qo" poátíu tomarse por sufrciencia' que
cina experimental.
yu habú revoluóiones en medicina' Io hace porque no Claude Bernard sabe que no ha inventado ni la expre-
labe "onombrar filosóficamente algo que' no obstante, tiene
a la idea que sión ni el proyecto, pero al reinventar el contenido ha hecho
conciencia de efectuar. No sabe dar nombre
;1""" d" su idea de Ia medicina experimental' No sabepuede
decir de la idea su idea.
"La medicina científica moderna se funda
Cuando entonces en el conocimiento de la vida de los elementos en
qo" tt"u. a cabo rrrra revolución coperr¡icana'
unm.edio interno; es, por lo tanto, una concepción diferente
áu*ort"."te que la existencia de un medio interno aseguraa del cuerpo humano. Esas ideas me pertenecen y este es el
respecto
al organismo rrrru posibilidad de autonomía con punto de vista esencial de la medicina experimental" (Prin-
condiciones de vida en el medio exter-
las váriaciones de sus cipes,pág.392). Pero al recordar, sin duda, que en Ialntro-
y refutar la ilusión vitalista'
.rq ." puede ala vez explicar
duction habÍa escrito lo siguiente: "El arte soy yo, la ciencia
como Ia
órr^rr¿o puede demostrarse que en una enfermedad somos nosotros", agrega: nMi imaginación no ha inventado
diabetes no es eI patológico el que ha generado los fe-
""tuao es lícito afir- ni yo creé en todas sus partes estas nuevas ideas y este nue-
nómenos que constitoy"tt to p"itttipal síntoma' vo punto de vista; se me presentaron como el resultado liso y
el punto de vista de la salud' uno es-
-u" qrr", ál "it r*r" en Ia en- llano de la evolución de Ia ciencia, y eso es lo que espero pro-
tá at mismo tiempo en cóndiciones de comprender bar con claridad. De ello se desprende que mis ideas son
del hombre
fermedad. En ese momento, la reacción cultural mucho más sólidas que si fuesen una visión puramente per-
de sentido' Cuando se admitía
ante la enfermedad cambia sonal" (ibid.).
q"á f"t enfermedades eran esencias o tenían una naturale-
dice Claud'e Bernard' se- Volvemos a encontrar aquí las preguntas iniciales de es-
propit, sólo se pensaba --{omo
ta conferencia. Cien años después de 1-865, debemos admitir
gO" ftá-á" visto- en oapartarse de.ellas"' t" :Tl^"il:li
"u
que en oportunidad de un acontecimiento buscamos la sig-
en que
ilrn"tu de adaptarse a ellas' A partir del momento nificación histórica de un aporte personal a una tarea im-
i" *uái.i"" experimental se consideracapazde determinar personal. Lo que autoriza a Claude Bernard a pretender
iát d" Ia salud y definir la enfermedad como
"o"ai"i"r.", prácticadel fundar una ciencia que él no ha creado y que en lo sucesivo
una desviación de esas cond-iciones, la actitud no terminará de recrearse, lo que lo autoriza a pretender
en una actitud de
i"-¡"" frente alas dolencias se convierte

r49
fundar, por sí mismo, una nfisiología experimental que nun- llroussais, F. J. V., Examen de la d.octrine médicale généralernent
ca se complete ni se clausure sistemáticamente" (Principes, adoptée et des systémes rnodernes de nosologie, parís: Gabon,
pág. 35), es la fisiología bernardiana, una fisiología que en 1816.
Cabanis, P. J. G., Coup d'eil sur les réuolutions et sur la réforme d.e
su orientación, en su sentido de investigación y progresión
la médecine, en (Euures philosophiques , edición establecida por
y, como consecuencia, en su contenido, no es la fisiología de
Claude Lehec yJean Cazeneuve, t. II, parís: pUF, 1gb6.
Magendie, ni de DuBois-Reymond, ni de Ludwig. Dehecho, Foucault, Michel, Naissance de la clinique, parís: pUF, 196g [E/
Claude Bernard no supo decir que fundación, promoción y nacimiento de la clínica, Buenos Aires: Siglo )Oü, 19661.
renovación de una ciencia van a Ia par. Sin embargo, eso es Haas, F. J., Essai sur les auantages cliniques de la doctrine d.e
sin duda lo que parece querer decir cuando señala que es su Montpellier, París y Montpellier: Coulet, 1864.
fisiología la que funda lo fisiología. Magendie, F., Legons sur les phénoménes physiques d.e la uie,pa-
Dijimos varias veces: "Claude Bernard no supo decir. . .". rís: J. Augé, 1842.
Se nos podría objetar que no dijo sólo Io que creemos que ha-
búa debido decir. No tenemos inconvenientes en reconocer
que no compartimos cierta admiración obligada por Claude
Bernard escritor. Pero acaso se nos concederá que, al inten-
tar situar históricamente y conceptualizar epistemológica-
mente sulntroductinn,le rendimos un homenaje más justo,
pues todo lo hemos tomado de é1. Como dijo un filósofo que
no citamos de buena gana, Victor Cousin: nl,a gloria jamás
comete un error: sóIo se trata de reencontrar sus razones>.

Bibliografia

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ralités de Ia cliníque médicale, París: J. Rouvier et E. Le Bou-
vier, 1836 lEnsayo sobre Ia filosofía médica y sobre las gene'
ralidades de la clínica rnédica, Madrid: Imprenta de la Viuda
de Jordán e Hüos, 18411.

151
tas garabateadas sobre el papel en el laboratorio mismo.
2.Teonay técnica de la experimentación I{enos aquí una vez más, como decía Condorcet, muy lejos
de un mecánico que compone un discurso sobre instrumen-
en Claude Bernard* tos cuyo uso no le es posible.
Además, cómo no hemos de recordar hoy, en el Collége de
France, lo que en estos mismos lugares, al cumplirse el
centenario del nacimiento de Claude Bernard, en 1913, de-
cía Henri Bergson sobre la Introduction d l'étude de Ia mé-
decine expérimentale: "Nos encontramos frente a un hom-
bre de genio que comenzó por hacer grandes descubrimien-
En uno de los elogios que compuso en 1713 para
los aca- tos y se preguntó a continuación cómo haría para alcanzar
démicos muertos antes ie la renovación de la
Académie los; rumbo paradójico en apariencia y, sin embargo, el único
Condorcet se
Royule des Sciences, el dedicado a Mariotte' natural, pues Ia manera inversa de proceder se intentó mu-
menos conocidas de
o.ripu *orosamente de una de las obras cho más a menudo y jamás tuvo éxito,. Admitámoslo, no
el4ssaí d'e logique,y considera esa lógica como
la obstante: a pesar de que los filósofos la leen y la comentan
á"tá
"oto",
áxposición, muy original, d'e un método efectivamente
se-
desde hace cien años, la paradoja de concepción y ejecución
gJ;; ; ú investigáción, y un proceder personal directa- a la cual Ia célebre.I¿troduction debe su existencia y su esti-
il;;";;"puesto aia observación de los otros; Iuego añade: lo nunca fue, por su parte, objeto de una exposición y un es-
parecen con demasiada frecuen- clarecimiento sistemáticos. Es como si su propia claridad
"i"ta u"t"t"s de lógicas se
los mecánicos que dan descripciones de instrumentos hubiera protegido al texto contra las iniciativas indiscretas
cia
de los cuales no estarían en condiciones de
valerse"' Al des- de la exégesis y la crítica. A decir verdad, el lector de Ia /n-
iu"u, apreciación sobre el origen de las relaciones entre troduction deseoso de verificar la pertinencia de las res-
"rtu
i" p.a"ti.u científica y su teoría, nuestra intención apunta puestas que proponía a las preguntas que ella parecía plan-
e el Essai
más a Mariotte que abondorcet' Y es así porqu -de tearle, sólo tuvo a su disposición, durante mucho tiempo, al
años de antici-
Iogique contiene' con unos ciento cincuenta margen delRapport de 1867 y de los artículos reunidos en la
pi.io" a Magenáie, la expresión omedjcina experimental"' Science expérimentale,los famosos cursos del Collége de
tomad'a delaRecherche de la
;;; ; parte"verosímilmenteembargo' en eI siglo XVII' 'me-
France, la Sorbona y el Museo de Historia Natural, redacta-
i¿r¡U i.Malebranche' Sin dos por algunos alumnos del maestro. La publicación suce-
y en ese
dicina experimental" significa nmedicina empírica"' siva, desde hace unas dos décadas, de inéditos que por mu-
EI primero Ia
sentido la entienden Málebranche Mariotte'
y chos años fueron confidenciales, en la primera fila de los
sólo Ia consi-
;;;" . h "medicina razonada', y el segundo de las causas cuales es preciso mencionar los Principes de médecine expé-
dera un sustituto provisorio del nconocimiento rirnentale,y, hace apenas unas semanas,elCahier de notes,
Ahora
de las enfermedaáes y los efectos de los remedios'' o sea, eI célebre Cahíer rouge en su totalidad, así como eI co-
celebramos se nos
bien, la obra cuya longevidad secular hoy tejo, emprendido por el doctor Grmek, de los cuadernos de
ofreáe como el manifiesto de una medicina experimental laboratorio de Claude Bernard y los papeles conservados en
arrancada al empirismo inicial, una medicina experimental el Collége de France, deben permitir, en definitiva, la lectu-
de
razonada, pero también como la formalización meditada ra del texto de la Introduction como si fuera una sobreim-
;; ;"p";i"ncia de experimentador' Es la redacción'dedu-
los
presión de todo lo que su autor pudo escribir en las más di-
rante un tiempo de oció impuesto por Ia enfermedad' versas oportunidades, con semejanzas o diferencias, sobre
ul del trabajo' de las no-
"n -o-"nto
p".r.u-i"tttos^nacidos temas abordados en esa obra.
En las escasas líneas, en parte admirativas por conven-
* Título original: et technique de I'expérimentation chez clau- ción, en parte severas por convicción, que consagra a Bacon
"Théorie
de Bernard".

153
(menos severas, empero, que el juicio de Liebig formulado una acción org:ínica de semejante importancia,
y tan fácil
en la misma época), Claude Bernard escribe: "Los grandes {e ver, no haya sido descubierta con Áá"io¡¿ua,. Esto se
experimentadores surgieron antes que los preceptos de la debe, según demuestra, al hábito, hasta
entonces insupe-
experimentación". No podemos dudar de que aplica a sí mis- rable enfsiología, de estudiar losfenómenos
de dinámica
mo su propia máxima. EI Cahier de notes nos brinda la ex- funcional desde un punto de vista to_uáo
ae h anatomia-]
plicación: "Cada uno sigue su camino. Unos están prepara- la fisica o la química. Ahora bien, desde".u
pu".p""tiva no
dos hace ya tiempo y caminan siguiendo el surco trazado. Yo
puede descubrirse nada original con
respecto al dominio en
llegué al terreno científico dando un rodeo y me liberé de las el cual uno se ha encerrado pu". u*p"ri".
plicar una función debe, anie todo, explolar euien quiera ex_
reglas lanzándome a campo traviesa". ¿De qué reglas tiene su desempeño
en el lugar mismo dorrde encuentra a
conciencia de haberse liberado eI hombre que se formó, ante tá r"" .o sede y su sen_
todo, en la práctica experimental a la sombra de Magendie? tido: eI organismo. De allí un precepto áel
cual p""au á"--
Los nombres de dos fisiólogos que cita en varias ocasiones cirse que, once años después, talntroáucl¡on
no será sino su
desarrollo:
nos lo revelan: Helmholtz, de quien siempre habla con esti- "Ni la "":toTí1"i fu quimi.a bastan pu". i"-
ma, y Du Bois-Reymond, a quien aprecia menos. Las reglas solver una cuestión fisiológica; haü falta sobre todo la
perimentación con animales, ex_
en cuestión son reglas de la investigación propia de los fisi- opuri_entación que, al
cos de obediencia matemática. "Me han dicho que yo encon- "¡u
permitir seguir en un ser vivo el mecairismo a" ,rr,. n ..il.r,
traba 1o que no buscaba, mientras que Helmholtz sóIo en- conduce al descubrimiento de fenómenos
que tan sólo ella
cuentra lo que busca; es verdad, pero la dirección excluyen- puede poner en evidencia y ninguna
otra cosa habúa podido
te es mala. ¿Qué es la fisiología? Física, química y ya no se hacer prever). Justamente poiqo" la. p"i*e"as
lecciones
sabe cuántas cosas más; mejor será hacer anatomía. Müller, del Collége de France son posteriores a
la tesis de doctorado
Tiedemann y Eschricht se asquearon y se precipitaron en en ciencias, tanto en la afirmació., de qo"io.
grandes expe-
ella". En síntesis, Claude Bernard reivindica para sí un rimentadores son anteriore.s to, pré."ptos
de la experi-
modo de investigación en fisiología cuyas hipótesis iniciales "
mentación, como en la reivindicacibn dei no conformismo
e ideas directrices hayan sido elaboradás en el dominio pro- científico liberé de las reglas turrr,irr¿or.r"
-<<me u .uropo
pio de aquella: el cuerpo organizado viviente, con recelo ha- traviesa"-, debemos ver mucho tas quaár
uso literario áe
cia los principios, las perspectivas y los hábitos mentales aforismos o apotegmas, y consid.e"u"iu.
expresamente la
importados de ciencias, empero, alavez tan prestigiosas y generalización meditada de la enseñanza
extraída de una
tan indispensables en cuanto instrumentos subordinados aventura intelectual vivida.en su integridad.
Sólo u*to,-ui
como pueden serlo para un frsiólogo, a mediados del siglo parecer, mereció siempre el nombre
di .r¡g¡s¿eo. Gasíon
XD! la física y la química. Bachelard escribió: .,Los conceptos y los
L¿toao, son, en
A nuestro juicio, nunca se atribuirá suficiente importan- todo, función del dominio de-la
el pensamiento
cia a un dato de orden cronológico: el hecho de que Claude ""pu"i."J.;
científico en su totalidad debe .uor¡iu"
tur,te a una nueva
Bernard enseñe públicamente la especifrcidad de la experi- experiencia; un discurso del método científico
un discurso de circunstancias, no describire
,""á,i;;;;;
mentación en frsiología, por primeravez, en la clase del 30 una constitu_
de diciembre de 1-854,la tercera del curso que da por última ción definitiva del espíritu científico,.
Corrfror,taAo a esas
vez, como reemplazante de Magendie en el Collége de Fran- exigencias dialécticas d2! nuguo esptriti
iientífico, no tene_
ce, sobre la fisiología experimental aplicada a la meücina. mo1 11 certeza de que Claude Bernard,ro
tuyu sentido la
Esta lección retoma las experiencias y conclusiones de Ia te- tentación de creer que enla Introductiondescribía
la consti-
sis defendida el año anterior, para el doctorado en ciencias, tución definitiva del espíritu cientfico
n.iotogíu, p""o
sobre una nueva función del hígado, considerado como pro- tamos seguros de que comprendió y enseñó "r, que "r-
todo el pen_
ductor de azúcares en el hombre y los animales. uHay moti- samiento científico de esa disciplina debía
cambiar frente a
vos para la sorpresa Bernard- ante eI hecho de que una nueva experiencia, tan nueva que lo
inducía u .."p1ui
-dice

165
tla philosophie positiue, este enseña que
el juicio que algunos le endilgaban como un reproche: haber "el método no pue-
tlc ser estudiado separadamente de las investigaciones en
enco.rtraáo 1o que no buscaba. E incluso sería preciso decir:
lns cuales se aplica"; con ello se sobrentiende que el empleo
haber encontrado lo contrario de lo que buscaba'
rlc un método supone con anterioridad contar con ese mé-
En Ia tercera parte delalntroduction, eI primer ejemplo
t.tdo. La enseñanza de Claude Bernard, por el contrario,
propuesto de investigación experimental orientada en el
sostiene que un método no puede ser formulado al margen
itti"io pot una hipótesis o una teoría es, precisamente, la su-
rlc las investigaciones en que se ha originado.
cesión de experióncias al término de las cuales un hombre
En efecto, la naturaleza singular, paradójica en la época,
puede decir: oEsta glucogénesis animal q-ue he descubierto"'
^Claude rle lo que descubrió sin tener la intención de buscarlo le per-
Bernard expone con simplicidad cómo la búsqueda
rnitió a Bernard una primera conceptualización de los resul-
del órgano destructor del azúcar' que se suponía exclusiva-
t,ados de sus investigaciones iniciales, que a continuación
mentJsuministrada al animal por la alimentación vegetal, gobernó lógicamente el resultado de todos sus otros estu-
lo llevó al descubrimiento imprevisto y en un principio in-
rlios. Quien no se remita al concepto de medio interno no po-
creíble del órgano formador de la misma sustancia' Agrega
rlrá comprender los motivos de su obstinación en preconizar
que, al abandonar la teoría de que la elaboración del azticar
.y promover una técnica experimental que no es, sin duda,
es un fenómeno de síntesis vegetal y tener por cierto un he-
de su creación, pero que él renueva al darle un fundamento
cho bien comprobado, incompatible con la teoría, se ajustó a
cspecífico: Ia técnica de las vivisecciones, que debe defender
un precepto indicado en el capítulo 2 de Ia primera parte de
¿r la vez contra los lloriqueos de la sensibleúa y las objecio-
lalntrod.uction.En este caso es muy evidente, empero, que nes de la filosofía romántica. "La ciencia antigua sólo pudo
de no haber sido vivida antes de que se le diera forma, esta
concebir el medio externo; pero, para fundar la ciencia bioló-
conducta de abandono de una teoría no sería sino un trivial
gica experimental, es menester concebir además un medio
precepto de higiene mental, algo así como: no es bueno creer
interno. Creo haber sido el primero en expresar con claridad
sin estar dispuesto a descreer.
esta idea y en insistir en ella a fin de hacer comprender
Del mismo modo, si Claude Bernard aconseja, en la pri-
mejor Ia aplicación de la experimentación a los seres vivos,.
mera parte delalntrod'uction, no aceptar jamás una dife-
Destaquemos este punto: lo que se da como fundamento teó-
rencia de desempeño del fenómeno observado en varias oca-
rico de latécnica de la experimentación fisiológica es el con-
siones sin suponer y buscar una diferencia correspondiente
cepto de medio interno, Ya en 1857, en la tercera lección so-
en las condiciones de su manifestación, no lo hace tanto en
bre Ias propiedades fisiológicas de los líquidos del organis-
virtud de una especie de fe general en el determinismo como mo, Claude Bernard afirma: "La sangre está hecha para los
a causa de dos acontecimientos vividos personalmente, uno
órganos, es cierto; pero nunca insistiré Io suficiente en que
de crítica, otro de investigación, referidos en la tercera par-
también es hecha por los órganos,,. Ahora bien, ¿no es el con-
te. Se trata, por un lado, de las circunstancias en las cuales
cepto de secreción interna, forjado dos años antes, el que le
éI mismo puso fin a la controversia entre Longet y Magen-
permite esta revisión radical de Ia hematología? Pues hay
die sobre ia sensibilidad recurrente de las raíces raquídeas
una diferencia considerable entre la relación de la sangre
anteriores, y también, sobre todo, de las circunstancias que
con los pulmones y su relación con el hígado. En el primer
originaron, a partir de una aparente contradicción en los
caso, la sangre es el órgano por medio del cual el organismo
,"*ltudo. de dosis fortuitamente separadas por algunas se consagra al mundo inorgánico, mientras que en el segun-
horas, la céiebre experiencia llamada "del hígado lavado"'
do es eI órgano por el cual se aplica a sí mismo, se vuelve ha-
En consecue ncia,Ia Introd'uction d' l'étude de la médecine
cia sí mismo, está en relación consigo mismo. No vacilamos
expérimentale debeleerse en sentido regresivo. una lectura
en reiterarlo: sin la idea de secreción interna no hay idea de
en el sentido directo del discurso condujo con demasiada fre-
medio interno, y sin idea de medio interno no hay autono-
cuencia a presentarla como Ia verificación de una recomen-
mía de la fisiología como ciencia.
dación de Auguste Comte. En Ia primera lección del Cours

157
EI concepto de medio interno no sóIo supone en Bernard
las condicio-
En eI siglo XVIil, Kant había identifrcado la elaboración previa del concepto de secreción interna, sino
las condiciones
a" p"tl¡ilidad de la ciencia física con t¿rmbién la referencia a la teoría celular, de Ia cual, a fin de
""" general' En Ia época de
lt*r*á""tales del conocimiento en oCrítica del juicio teleo-
cuentas y pese a una conformidad decreciente con la teorÍa
l"óriiil" a"liuicio(segunda parte' con sus límites
del blastema formador, rescata el aporte esencial: la autono-
iost.á;], habia tropezado lnía de los elementos anatómicos de los organismos comple-
"t;i¿entinca"cion son totalidades
en el reconocimiento de que los organismos jos y su subordinación funcional al conjunto morfológico. Al
causal están
;;;;;"*posición ""Lutitt v explicación regu-
aceptar resueltamente la teoúa celular teoría celular
rro es palabra vana), dice en las Legons -"esa
finalidad'
;;ü;"dt";das a la utilización de una idea de
Kant, no
sur les phénoménes
Según
ladora de toda investigación en biologí.a. que
cle la uie cotnmuns aux animaux et aux végétaux-, Claude
de Ia brizna de hierba' es decir
Ñ;htb"r un Newtoi jerarquía científrca resulte com-
Bernard permitió a la fisiología, en el plano experimental
;;ily una biología cuya del análisis de las funciones, presentarse como Ia ciencia
tábu"' a la de la fisica' Hasta
;;*hí", ;tu "t."i.topáu d"l no podían más que divldilse
fundadora de su propio método. En efecto, la teoría celular
ói;;il'B"-ard,losiió]ogos posibilitaba comprender la relación entre el todo y Ia parte y
y mecanicista, de labiolo-
entre la asimilación, rnaterialista cntre lo compuesto y lo simple en el orden de los seres or-
de una y otra' común a los vita-
l. . f. nti.a y lay separación de Ia naturaleza' El
ganizados, de manera muy distinta de como lo proponía un
listas francer", to,ilásofos alemanes rnodelo matemático o mecánico. Esta teoría revelaba un ti-
Bernard' vale decir' el
Newton del org*isrro "i"o es Claude po de estructura morfológica completamente diferente de Io
de posibilidad
i.r"-¡t" q"" su"po adve*ir quelas condiciones no deben buscarse
que hasta entonces se había denominado fdbrica o mdqui-
á" i".i"".i. experimentalhe lo viviente el que'
na.En lo sucesivo sería posible concebir un modo de análi
.i.to en eI propio ser viv-ie1te: es este
sis, separación y modificación del ser viviente merced al uso
su des-
su estructura y ,"' fo""iótt"s'
la de
por"t.i"rrtin"o,
"r, brinda clave
de medios mecánicos, fisicos o químicos que permitían in-
como el vita-
;if";i""t"' n.uóf,.'"" tanto el latécnica de la experi-
mecanicismo tervenir artificialmente en la economía de un todo orgánico
iirt"", g"*u"a po¿iá por frn ajustar sin alterar en esencia su cualidad orgánica. La quinta de las
*u"ir.i¿" biológic; u lu "rp".iftcidad Ee su objeto' no
¿Cómo
preme- Leqons de physiologie opératoire contiene textos decisivos
probablemente
,ro ,o"prarrderse por la oposición' acerca de esa nueva concepción de las relaciones del todo y
sur les phénoménes
áitá¿á, de dos téxtos? Étt las Legons la parte. Por un lado, Bernard nos enseña que
"todos los ór-
afirmaba:,"Veo en el pulmón
lilJá:""t ¿e la uie,Magendie en la
g¿rnos, todos los tejidos, no son sino una reunión de elemen-
un fuelle; ta t"aqoe"l un tubo conductor de viento; tos anatómicos, y la vida del órgano es Ia suma de los fenó-
gi"iir, "t
rengüeta vibrante ' ')(' Tenemos por ojo un apa-
menos vitales propios de cada especie de esos elementos".
rato de"1"
por estóma-
óptica; porvoz' un instrumento-musical; Por el otro, nos advierte que lo inverso de esta proposición
eI 30 de diciembre
;;;;; t'""riá ui"i""t"'d'e notes
(clases del 28 v
escribe: nl,a larin- no es verdadero: "Al procurar hacer el análisis de la vida
áá'iágoi. En el Caiier 'Bernard decir que mediante el estudio de la vida parcial de las diferentes espe-
un cristalino' es
g" .t tt laringe y el cristalino cies de elementos anatómicos, deberemos evitar caer en un
no se realizan en ningu-
sus",condiciones mecánicas o físicas error demasiado f;ácil, consistente en deducir de la naturale-
En síntesrs'
na otra parte que en el organismo viviente"' la za, la forma y las necesidades de la vida total del individuo,
intermedio de Magendie'
aunque haya mante"ido, fo' la naturaleza, la forma y las necesidades de la üda de los
i¿.t i" f,."oisier y Laplacé de lo que él denominará "deter-
el concepto
elementos anatómicos'. En resumen, una idea de fisiología
;;t;;,, Ctaude BeÁard sólo debe a sí mismo general, que combinaba el concepto de medio interno con la
por fin permite a la fisiología
;;iógt." áe med'io interno,que teoría celular, permitió a Bernard constituir como teorÍa y
g*lca' una ciencia determinis-
;;;;;t rrri"*o plano que 1¿
por esta práctica un método experimental específico de la fisiología,
;;,'ti" u lafascinación del modelo propuesto un método de estilo no cartesiano y, no obstante, sin conce-
última."ede"

159
Desde ese clian en organismos complejos. Cuando se trata de las pro-
o eI romanticismo'
sión a las tesis del vitalismo piedades de los cueqpos, como en fisica y fisiología, es pre-
radical entre Claude Ber-
ounto de vista f,uy *I opotlción
que proroga las ciso tomar el fenómeno por clasificación, y en vez de tener
Mertrud
#;; i";;;i;;;;-diacarta a
entre.el Primero yAuguste
cuerpos sintples, tener fenómenos simples. "Eso es, enton-
Legons d,'anatomíe ces, lo que debo hacer por la ñsiologíar, escribe Bernard en
'o*i*¿"'.V
t"t¿lág"ti-alección del Cours de philo-
de f^
"r;;;;;' autor
Comte,
t iu
r'"t de Blainville en la intro-
el Cahier d.e notes. Dejemos de engañarnos, en consecuen-
;;;;;r", générale et comparée' Para
"""""nutt"u cia, por Ia aparente similitud de los términos y los concep-
ducción del Cours ¿' oA-ti't"Sie de Ia tos. El fenómeno simple del que habla nuestro autor no tie-
los tres autores,la *!iá*iu ómparada es el sustituto
la inve sti gación ne nada en común con la naturaleza simple cartesiana. Un
experimenta"iOn imfo-sible'.
aebid¡
1 ¡ue método de determinación de un fenómeno fisiológico simple
equivale a alterar la esencia
anarítica del fenómeno simple ----como, por ejemplo, la disociación, bajo la acción del cura-
de un organir*o qo" i";;i";t
to*o todo' La naturaleza'
re, de la contractilidad muscular y la excitabilidad del ner-
aI presentarno', to*o áitá
Co"i"'' "tt 'en todas
las clases de
vio motor- no podría compartir otra cosa que el nombre con
posibles d"
animales casi todas las combinaciones :tlT:::' un método general de resolución de las ecuaciones alge-
nos permite extraer, sea
por su reunión' sea por su prlva-
solre la índole y el uso braicas. La exhortación a la duda no tiene eI mismo sentido
ción, nconclusiones *"v1"toti*ifes si se espera que esta ceda ante Ia evidencia o ante la expe-
de cada órganou'
p"'utU"¿e Bernard'.al contrario' la ana-
de posibilidad de una fisio-
riencia. El consejo de "dividir la dificultad" no tiene el mis-
tomía comparada "t ü t"J"iOn mo sentido cuando se trata de disociar, en la función de mo-
de frsiología compa-
logía general a partir de experiencias
le enseña al frsiólogo que la tricidad animal, el elemento nervioso sensible, el elemento
rada. La anatomía ""*p*t¿" nervioso motor y el elemento muscular, que cuando se trata
naturaleza h^ tá*ittot del análisis fisiológico
"IlJ;;'b" La individuación de clasificar las curvas geométricas y resolver las ecuacio-
gracias a tavarie¿aá d" lus estructuras' posible' nes mediante la reducción de su grado y la multiplicación de
en Ia serie gimal hace
creciente au ro, otg;;il*o" funciones' Enlos binomios o ecuaciones arbitrarias. Ni Bernard ni Descartes
uttAitito a" las
paradójicam""tt, pueden ganar nada con la confusión de los tipos de objetivos
"fl'i"aio
'ñ;;;;;;d"*¿a"''¡"""".pi'iÁ'ent"tt'sep*describe;"Mu-
chos se han p*#ñ;ú
ira anallzar los fenómenos de Ia y métodos.
tos animales superiores o Ios
anima' En cambio, llegados en nuestra lectura regresiva a la
vida era mejo"
"'tt'di*
les inferiorer. S" ¿ti"i"" fts animales
infe""iT:1T::j primera parte de lalntroduction, nos es lícito por fin ver en
parte' t"1",'^]"' animales son ella algo distinto de un üscurso sobre un método universal,
::iliJffi'ro ;;i,v, ;;i;;;? itttit"o que los animales supe- destinado a una sobrepuja de admiración por parte de sus
izualmente completos^' Ct"o llegado sucesivos prologuistas. Acaso parezca sorprendente que
.'i-pr"t, p"*""tu ¿ir"t*"iación ha
'ffffi;;;;;
m?;i.".".f "r, iu' woiti áitach¿"": "Un animal elevado en ninguno de ellos se haya preocupado por aplicar a Ia diluci-
dación del texto el procedimiento mismo de Claude Ber-
diferenciados'
la escala presenta fé;;;;";* vitales ryejor
cierto.modo' mientras que un nard: el método de las variaciones y el método comparativo.
;;;;;"i" zamássimple en orgánica muestra fenómenos Un conocimiento histórico aun sumario del estado de la in-
;il;il;i;;ior en lu "st"lu m¡l dificiles de distin- vestigación y la enseñanza en biología y medicina en Fran-
*"tloJ *""in""tát y
'Ñ;,;confuso",
más
E-; síniesis,. t"u"to más complejo es el organismo' cia, en la primera mitad del siglo XD! permite comprender
En fi siología' que, al publicar su Introduction,Bernard ofrecía un sacrifi-
más puede discermrslái iu"o-uto
rrsiotogico'
y lo funcionalmente distinto cio a la regla de un género muy cultivado desde los primeros
lo distinto es to aifere'itüJo' En lo años del siglo. Cuando en 1831Ia Facultad de Medicina de
debe estudiarse en ;;;;;"*ptejidad
morfológica.
porque-está confundido' si las París abrió un concurso para una cátedra de fisiología, los
elemental, todo es ;;;i;.;
se estudian en las máqui candidatos, entre quienes se contaban el mayor de los Bé-
leyes de la mecánica";;;il;
bernardiana se estu- rard, Bouillaud, Gerdy, Piorry, Tlousseau yVelpeau, tuvie-
nas simples, tu, t"y"' á" ia frsiología

161
Ya hemos hecho alusión a las consideraciones sobre el
sobre las generalidades
ron que redactar una 'Disertación ¡nétodo en biología queAuguste Comte expuso en la cuadra-
i"iJá.*r"gra y sobre el plan y el método uue s1íl conve- gésima lección del Cours de philosophie positiue, escrita en
ciencia"' Todos esos
;i."ñ;g"tr en la """"á*'á deIaesa 1836. Cuando conocemos el papel desempeñado en 1848 por
;;d;';"t"t prt"l""s sobre observación en medici- Charles Robin en la Sociedad de Biología, cuyos primeros
animal y humana' así
na y la experimentu"iO" "" biología y la vicepresidentes fueron él mismo y Claude Bernard, y sabe-
como sobre tt* Áu U fisiología con la fisica
(quien' mos que Robin redactó el manifiesto de fundación con es-
""ta"io-""* es el de Bouillaud
;;J;.Á*"""troiuitiq "lmejor
ese concurso y ganó' en cambio' la
tricta fidelidad a la enseñanza de Comte, no nos asombra
por otra parte, no aprobó ver a Bernard obligado con tanta frecuencia, en la exposi-
canítulo dedica-
cátedra de clínica *eJiá1, que contienlul y ción de sus convicciones metodológicas, a situarse, sin si-
do al método
y racional I la idea de analisis quiera decirlo, con referencia a los dogmas positivistas. Ala
"*p""i"tuttiá Wolff' Ha-
síntesis. Luego d" t;;;; "Los
desde Christian
muerte de Bernard, en 1878, la revista de Charles Renou-
Áouittaud se interroga sobre la üferen-
ller o Zimmermann' y sobre la re- vier, Critique Philosophique, publicó una serie de arbículos
cia entre t. o¡.eruacion y Ia experimentación de Frangois Pillon sobre su biología y su filosofia biológica
Ia experiencia y la teoría'
lación entre los he.fro" Vit* i¿"as, por en comparación con las deAuguste Comte.
il;;-l."leo puede hace'se corresponder' casi tema lo reto- Por último, no es lícito comentar la primera parte de la
tema, Ia primeta parte de la Introduction' -Bouillaud Introductíon sin tener en cuentalas relaciones de Bernardy
la philosophie rné'
mará cinco anos aespuJ' e" 'o E""o .sur
i
Michel-Eugéne Chevreul, el diálogo inintern¡mpido entre
d.icale et sur les géniratités de la
clinique.rnédicale' La com-
Ios dos maestros del Museo de HistoriaNatural en el ámbi-
en su primera parte' meto-
i"Jo" J" "rt."obra, histórica Ia tercera y estadística en
to de este y la lectura del segundo por el primero. Si bien
dológica u. tu ,"g,,"áL, clínica en Chevreul sólo es citado en Ia introducción de la obra, las re-
del orden' al plan de
la cuarta, .o-"rpoJJ, *tt tt """"pción ferencias a sus tesis metodológicas son frecuentes en ella,
rosPrincipera"*ii"i¡iexpérirne"l"'.";J:l:::lllll
'Ji"'#í"Jí;;;üil;; d€ 1s-31 se encontraba
aunque menos numerosas y explícitas que en la tercera de
¿ Ias Legons de physiologie opératoire. Sin duda, el tratado De
"o"'""'o
J"-*"tomía, fisiología' higiene v cirugía'
Hüffi;á[." Pnvitotogie méd'icale d'ia'
la méthocle nq, posteriori" expérirnentale es de 1870, ylaDis-
oue un año después p"¡ii"o uÁa tribution des connaissances humaines du ressort dc Ia phi-
la anatomía
iiJr,i""7iiiítn'"1. ér "" ara el arte áe estuüar genera- Iosophie naturelle es de 1865. Perclas Lettres d. M. Vllema.in
i"totoffa en veinte páginas' las.consideraciones
y el principio vital sur la method.e en général et sur la défi.nition du mot,,fait"
vitales
les sobre la vida, f"t p.ipi"a.dls
""
Ia tercera son de 1855, y Claude Bernard meditó largamente la famo-
páginas''Cuando se sabe que en
ii;;;;;"ta ese cítico de sa definición del hecho como abstracción, según 1o testimo-
parbe de 1alntrod'uctlÁse cita a Gerdycomo nian las Notes détachées, el Cahier de notes y las Legons de
en Ia Société Philoma-
ó;;;; B;t"ard que ra¿s sostuvo p hys iolog ie opératoire.
"" los resultados de Ias ex-
thique que, a causa dL la vitalidad' aun- Estos son algunos representantes de un género del cual,
sobre el ser viviente pueden ser
diferentes
;;;;;ü. operativas' no debe en la época, lalntroduction es una especie. Y aún no hemos
ffi;;ñ;"iiüJa" las condiciones
iologie médicale que las ex- dicho nada de Littré, el positivista, ni de Chauffard, el anti-
ser una sorpresa leer án su fnys usos y positivista, nada de Lordat ni del úItimo cuarteto de vitalis-
para reconocer los
p"¡""ai." son de escaso beneircio tas de Montpellier. Se advertirá hasta qué punto la primera
eI mecanismo de Ia acción de los
órganos' Asimismor¡fules-
parte de esa Introduction cortesponde a su época por los
de 1831 con Etienne
ililVlt;y, .4"¡t" p* supolémica en Ia Gazette Médicale'
problemas que examina, las intenciones de crÍtica y polémi-
iü;fi;y suiát-niluitJ, a""pfuguaa
fi siología' publicaba
ca que concreta y los modelos metodológicos que acepta o re-
acerca de los ptirr"ip-i* ¿ui ütJit*o
en
chaza. Es preciso leerlajunto a otros textos contemporáneos
d.ans ses rapports auec Ia
en l-g44 ,u oaruoniá iiir,¿otosie o apenas anteriores para que se manifieste en plenitud su
philosoPhie.

163
r:idos a su forma literaria y amputados de toda relación de
idea ver'
Debe su resonancia a una r:¡rrócter técnico con sus objetivos específicos. Se debe a una
sorprendente diferencia' experimental y la
daderamente promet;;; de ia medicinu rr¡llbición común de demiurgia sostenida por la confianza en
según Claude Ber'
frsiología, pues el *é;"ü;;;rirnen!{
ol futuro del saber. Pero no se trata del mismo saber. Es pre-
nard es más que "" táArá"
p*? lna técnica de laboratorio: t:iso decirlo: Claude Bernard sólo podía volver a soñar, en el
la /n'
Lu Or"t""tia radical entre
es una idea para t*" átá*'
xiglo XD( el sueño cartesiano de dominación del hombre so-
o tratado sobre el método
trod,uctiony cualqueJil;;; ayrrda de esas
lrre la naturaleza y Ia üda con la condición de romper con Ia
de la época cabe en
p"otf"*ttiglt "C,:1tu concepción cartesiana de Ia vida. Debía ser el teórico revolu-
"ttu el hgmbre se convierte en
ciencias experiment*uJ utti"u*' contramaestre de
cit¡nario del medio interno y de sus regulaciones para escri-
un inventor ¿" r""o*Jiü "" "Lt¿t¿ero lícito poner
lrir como escribió, hasta en la exposición de aparentes gene-
la creación; y, desde
p*to d9 d:F' no seúa rrrlidades metodológicas,Ia Introduction d, l'étud.e d¿ la mé-
al podeío "t"
q;;J";il adquirir sobre la naturaleza d, e c ine expérimentale.
límites
iJ"tot ¿e tas ciencias experimenta'
gracias a los progretlt
nivel mismo de su técnica'
les,. La experimentttiá"' "" "f la vida que re-
encierra.tnu t"ori* i'iotáátu ¿u la ciencia de
de la ciencia sobre la vida'
mite a una fiIosofíaá" i" "ttiá" trataría el méto-
La primera p""t"*á;l;t nt;rod'uction-no
tr' entre l'845 v 1855' Claude
do experimentur
"*Jioi"t"
Bernard rro frrrUi"r.i"o;ñ,.p";
medio.de errores y rectifi-
caciones, premeditaci-o"nes
e'improvit?ti?i::: ::ITt:::
coor'
la incomp""*iO" o la mala fe de los críticos'
contra de de
sus experiencias enlateoría
dinar todos Ios resultados de ad-
la oroducción ¿" t"iá*!" i* "ti*uf"s'
y si no hubiese
de la
;lffi*ü;ilsr; ü;A;etes en lqproloneación
g"t'"tu]' Iu patología en la
elucogénesis, y, de ;;;;;;"
d" {o9qo otte' desde la experi'
ionsecuencia de la d;;;;" aureolada
mentación, tu irr'"rug";Jl"orr'risiotogica-quedaba
.átt fu gloria de la teraPéutica' un gran fisiólog.o
Esto fue p"rr".turii"i" entendido_por
de ia catedra de historia
desaparecido' uno ¿" i"t ñtútt"s
enel Collége de France'
natural de los cuerpo" lgu"i'udos
André Maver. En el lti'ir"¡J': Y.}rt*?ii:::::11-t:::
siología que redactó putu ut
librojubilar del cuarto centena-
l'f eshdo de ánimo que los
rio de esta .uru, MuyJ" itt*i¡"
acrearr durante eI siglo
maestros del Collége contribuyeron la estructura y las
XD! en materia d" i";;;;íones "obr"
funciones del organisrno, i
ttgt *""¡ira Que las primeras
ffi;J;t d" i"""tiiáacion mal inspirada suscitaron
"i"
una especie ¿u 'o**iit-i-'"*o
cientifico' una confranza sin
sobre los seres
reservas el potu""ir áel poder del hombre
"r,
vivientes Y sobre sí mismo'
Si es legítimo t";;;; a Claude Rernard con Descar-
de metodologíaredu-
tes, ello no se debe i;;r;r;ceptos
"
165
causas inmediatas de los fenómenos" (LeQons sur les phéno-
3. Claude Bernard Y Bichat* ménes dc la uie,t. II, pág. 448). Pero, más joven, unosveinte
años antes, Bernard había confiado a una hoja de su C arnet
de notes (pág. 99) lo que las Legons sur les phénoménes de la
ule debían mostrar más adelante como su ambición perma-
nente: "En mis investigaciones tiendo realmente a estable-
cer un concordato entre el animismo y el materialismo. Todo
debe ser dominado por el verdadero vitalismo, es decir, la
teoría de las evoluciones". Ahora bien, una preciosa nota del
doctor Grmek nos hace conocer un bosquejo de esa confian-
Enlalntrod'uction d' l'étud'e d'e la tnéd'ecine expérimenta' za, tachado por Bernard: nTodo esto, dominado por el verda-
;i;;;;"
lr, á" eithut no aparece ni una sola vez' Sería dero vitalismo de Bich(at)". Nos parece que la deterrnina-
nada que
iñ;;;" concluir que Clau-de Bernard no tiene ción de las verdaderas relaciones de afrnidad y de diferen-
progtés et la mar-
¿""i" ¿" áf .n contrario, elRapport sur les ciación entre la idea de vida según Claude Bernard y la idea
che d.e la physiologfe gáne'alL'"n
France'las I'egons sur les de vida segin Bichat se desprende de la descripción
il¿1"*íi-í án ñ,¡' con'nl'uns Ioaur animaux et aux uégé' necesariamente sumaria- de la sucesión de razones -aquí por las
taux y La science citan en abundancia' En cuales Bernard sustituyó la doctrina de Bichat por la "teo-
"xp-Aiim"ntale poco por el doctor Grmek'
elCarnet d'e notes,publicado hace ría de las evolucioneso, en cuanto (verdadero vitalismo".
Las
it.v.i"* mencionés unitfttty ni una sola aMagendie'
de Historia Natural'
Suponemos conocidas la primera parte de las Recherches
úItimas lecciones ¿i"t"¿át "" ál Mot"o physiologiques sur Iq. uie et la mort (1800) y las consideracio-
de Ia muerte de Bi-
en 1876, tres cuartos J" sigto después nes generales que encabezan la Anq,tomie générale appli-
de un nfundador" '.
chat, se refieren . ,"ti*"U"u3os:olno
los quée d.la physiologie et d.la médecine (l-801). En el segundo
anatómico"' EI Rop-
ü""'!t.O-" fa frsiología "del átotla¿ero son tres grandes
de estos textos, Bichat señala que la materia sólo disfruta
;;;l;;.i" a Lt',-oisier v Laplacg: 'los de las propiedades vitales de manera intermitente, mien-
qo" i*p¡J"to" u tu ñsiología una dirección deci- tras que su posesión de las propiedades fisicas es constante.
hombres
^ti".;J;";á""u'. p' ti"*o: cuando habla de Magendie' Ber-
Ahora bien, Claude Bernard escribe en el Cahier d¿ notes
científica y celebra
nard se enorgullece á" "t d"tt"ttdencia (pág. 164):
"La propiedad vital es temporaria. La propiedad
Ia fisiología a Ia
Ia acción y ta innuencia ae quien sometió física es eterrra". En los dos textos mencionados, Bichat rei-
concede a Bichat eI
disciplina experimental' Pero el 'Ropporf moder-
vindica para la ciencia de los cuerpos organizados "un len-
anatomiáta de,los tiempos
;;;d;;i;go a" -tvot mérito que Claude Ber-'
guaje diferente" del utilizado por la ciencia de los cuerpos
nos. Fundar' ser un findador' ese inorgánicos, pues la mayoría de las palabras transferidas
la medicina experimen-
nard reivinüca para sí en cuanto a de la segunda a la primera introducen en esta ideas que no
de anatomía
tal, lo adjudica también a Bichat en materia coinciden en m€ulera alguna con los fenómenos. Y cuando
general Y fisiología' Claude Bernard distingue en el organismo dos órdenes de
evaluación' surgida
Ya es unhennoso elogio Ia siguiente fenómenos, los de creación vital y los de destrucción orgáni-
de lá frsiología hacia el final de ca, declara que nel primero de estos dos órdenes de fenóme-
de Ia pluma ¿"
"" ^ultiro
su vida: .Ei¿hat se equivocó, como
sus predecesoret']l1l- nos c¿üece de análogos ürectos; es, en particular, específico
talistas, con respecto a la teoría de la vida' pero no se equr- del ser viviente: lo verdaderamente vital es esa síntesis evo-
Su gloria es haberlo fundado lutiva, (Legons sur les phénoménes de Ia uie, t. \ pág. 40).
vocó con eI método Htiofáeito'
los te¡idos y los órganos las
situando en las ptopi"¿ui"t de En términos de epistemología moderna, Bernard, al igual
leída en que Bichat, rechaza todo modelo fisico o material de lo que
* Título original: oClaude Bernard et Bichat"' Comunicación
el XJ Congreso Inte¡nacional
de considera como específicamente vital. Pero ese rechazo, sin
Cracovia el 28 du .go'to-üigor, á"'""t"
ciudad y en Varsovia'
Historia de las Ciencias celebraáo en esa

167
la Science expérirnentale, Claude Bernard distingue las le-
postulados' Bichat se-
embargo' no se apoya en los mismos y¿s, generales y comunes a todos los seres (no hay fisica ni
p*u to-. ienómenos y las leyes fisiológicas de Ios fenómenos
(Anatomie
química vitales), y Las forrnas o procedimientos, especÍficos
v las leves físicas por nla natur alezaylaesenciao del organismo. Esta especificidad se califica ora de morfoló-
Bernard separa la biología
L;;;r;;,-;.i, oui lii)' claude vista determinado"
gica, ora de evolutiva. Dehecho, la evolución es para el indi-
:;;; t" problemalspecial y su punto.de
inestabili-
viduo, a partir del germen, el progreso regulado hacia la for-
(íii*d'u"t¡on, Pá8. r¿¿l' tiitfttt sostiele-
que "Ia ma. Esta es el imperativo secreto de la evolución. Cuando Ia
a cada
á.1á" iut r,rárrat vitaies, su facilidad de variación fenóme-
Introductio¿ afirma: "Las condiciones fisiológicas evoluti-
a todos los
instante, en más o en menos' imprimen vas especiales son elquíd proprium de la ciencia biológica",
de irregularidad que los distingue de
nos vitales un carácter elRapport confirma: "Es evidente que los seres vivos, por su
los fenómenos fisicos, notables por su
uniformidad" (Re- naturaleza evolutiva y regenerativa, difieren radicalmente
insiste en
cherches,primera parte, artículo VII)' Bernard de los cuerpos brutos, y en ese aspecto es preciso coincidir
y la f,tgutiata de Ios fenómenos de Ia vida'
con los vitalistas" (nota 211). La biología se constituye en su
"i. *á"lifáad de que gozan los
causas de la espont^ri"laua y la movilidad diferencia con el resto de las ciencias por tener que conside-
situa'
,"r"r rritor, [nlrod'ucüon,pág' 145)' Pero donde Bichatlos fisi- rar Ia idea directriz de la evolución vital, es decir, de la crea-
de
ba nel escollo, contra el c,td Jho"aban los calculos ción de la máquina viviente, nidea definida que expresa la
ndificultad' para la
.* -¿¿i.o*, Claude Bernard sólo vey una en biología y
naturaleza del ser vivo y la esencia misma de la vid a" (Intro-
rpff.".l* áe las ciencias fisicas químicas los fenómenos'
duction, pág. 142).
p-*u del determinismo de Esta misma noción de idea directriz orgánica bien podría
'-Loqo" "iá".."Urimiento
Bernard rech azadela conocida defrnición: "La
vi-
ser la idea directriz constante del pensamiento biológico de
la muerte"'
au conjunto de las funciones que resisten a
Claude Bernard. De ser así, se comprendeúa que haya per-
", "i
es Ia idea de un .antagonismo entre
las fuerzas exteriores manecido en parte sumida en Ia vaguedad, alavez manifes-
sur les
g"i"tJ"" y las fuerzal interiores o vitales" (I*Qons en ella Ia
tada y enmascarada por los numerosos términos utilizados
rescata
;-;;;*¿";s de la uie, t' tuf, rridapág' 29), perp
que nos ll9yl-t por aquel para expresar su idea de la organización: idea ui-
relación necesaria et it" y Ia muerte tal, designio uital, sentido de los fenómenos, orden dirigido,
la vida sólo por la muerte y a la inversa" Gbid"' arregh, ordenami.ento, preordenamiento uital, plan, consig-
"¿i.tirrg.rir las ten'
pág. 30:). En su preocuplción por mantenel contra na,educación, etc. ¿Es temerario sostener que por medio de
de los fe-
tativas de reducción materialista, la especificidad esos conceptos ---equivalentes para é1- presiente, sin poder
una forma de dua-
;;;;t* biológicos, retiene de Bichat El dualismo de
fijar su estatus científico, lo que hoy llamaríamos nanti-
iiáuJ q"" ,u p.át iu" convertir en oposición' trzar>>, no en el sentido de indeterminismo, sino de entropía
gi.ltut un-dualismo de fuerzas en lucha' agonístico-e in-
rregativa? Una nota delRapport autoriza, a nuestro parecer,
",
.hrro *utiqrreo de"áe el punto de vista de la vida' La duali- csa interpretación: uSi bien se necesitan conüciones mate-
no excluye "la
dad vida/muerte' seg¡" Claude Bernard' riales especiales para dar origen a determinados fenómenos
perte'
o*0" y eI encadenanis¡16'' Las metárforas Bichat se im-
de
de nutrición o evolueión, no habrá que creer, empero, que la
arte de la guerra' Las metáforas de Bernard
t ¡nateria engendró la ley de orden y sucesión que da el senti-
"."ttháA derecho"constitucional' La única fuerza vital que
p"J"" tlo o Ia relación de los fenómenos: hacerlo sería caer en el
iip"J¡"
e¡ I'vs¡¡É admitir nno sería sino una srlgrte U" *"]7t:f:]i- grosero error de Ios materialistas". Es indudable, en todo
(Legons sur les phéno'
tiva, pero en modo alg;uno ejecutiv a' caso, que Claude Bernard identificó, enla Introduction,Ia
entre la
*i*Á at la uíe,t' I, iag' si)' oe la distinción
aIIí
y los agentes fi- ¡raturaleza fisica y el desorden, y consideró que con respecto
io"rr" ütal, dirigente d"e lo que no ejecuta'
n las propiedades de la materia son improbables las pro-
ri"o., d" 1o que no drigen Gbid')'
¡riedades de Ia vida: ,,Aquí, como por doquier, todo deriva de
En "j"."i*t"i
sus escritos mejor etaborados' y cuya responsabilidad lu idea que, sola, crea y dirige; los medios de manifestación
el Rapport'
debe atribuírsele sin reservas, la Introd'uction'

169
guiente, ¿quién podía comprender la ilusión vitalista como
atodos los fenómenos de
la na- tal mejor que el hombre que había escrito: "Los fenómenos
físico-químicos son comunes como los
y en desorden de la vida tienen una elasticidad que permite a aquella re-
turalezay n"t**""""1""i""4i¿"t lacual una fuerza_acu-
afabeto en una caja a sistir, dentro de límites más o menos amplios, las causas de
.*."i"ráá"r o mecarus- trastornos que están en el medio ambiente" (Pensées. Notes
de a buscarlos para expresar.Ios.Pensamientos por último'
mos más diversoso tpá?'
r¿gl' Sise recuerda' ütachées, pá9. 36)? El concepto de medio pertenecía, en el
en 1876 v fuera del poder siglo XVI[, a la mecánica y la física. Su importación a la
que laherencia, factJr*ol'L-;;;";"
g";ard-' sin esencial biología, en el siglo XD(, favorecía las concepciones mecani-
del hombre, es para óitJa" "*b*go'ontogénica
de Ia evolución cistas de la vida. El genio de Claude Bernard, al crear el
alasleyes morfológiáli;;i;;" I' pág' 342)' ¿se fuer-
(LeQons sur lesphén;*;;; ií lo
'¿" 't' sostener que' en la
concepto de medio interno, disoció los conceptos de determi-
za v falsea et sentiao áe l*
puf*tu¡ al nismo y mecanicismo en biología. Sin embargo, ese concepto
A#Tii;ilEil Juüo"* el c-oncepto de entropía' de medio interno
-paradójico,
ante todo--, que le devuelve
medios. y receloso d"l 1T:
Bernard formula, p"t t"t ñpios
al determinismo lo que Bichat se esforzaba por sustraerle al
f?sicas en biolosía' conceptos
t"lltlü".'. de las t;;;;¿; los biólogos contemporáneos de
mecanicismo, exigía, para forjarse, la adopción de algunas
nerialismo
t;"";ü;; for ideas que Bernard encontraba, precisamente, en el surco
la escuela ¿" rt tiu"tiZiiiá' t"" "r
tto**bt" de "información"
es
abierto por aquel.
de todo' el término "código" Lo que permitió a Claude Bernard refutar la concepción
;ñi;;;;*t"á"1^p""p'i¿t escribe que Ia fuerza
polisémico. V .,tu"oJC-ft:"au Bernard de la vida desarrollada enlas Recherches plrysiologiques fue
puede-pasar por una anfici- la fidelidad al espíritu delaAnatomie générale. El genio de
vital es legistu¿o"u, Jt'-ñttfo'a
pación. Sólo una ;;ñ;¿;
parcial' empero' pues Ber- Bichat consistió en descentralizar la vida, encarnarla en las
para
nard no parece gye aun l111lormación -o' partes de los organismos y explicar las funciones por las
'o'f"tft*
hablar como é1, la legisiación:
de
relu]?re cierta cantidad propiedades de los tejidos.
energía. De modo q'i"'
p"*" aI ane)3tivo de uítalismo fr'sico Si bien en la época en que Bernard enseña fisiología ge-
quereivindi.'o'ná;;+^¡:"ry*:"::T,::^!,!::iry* preguntarse s'' por
neral en el Museo de Historia Natural el análisis morfológi-
#:;;';;*, t' ñip'e 524)'eslegítimo j*;g*iáe fuerza' teniendo
co sitúa el elemento orgrlnico en Ia célula, más allá del teji-
no reconoce" u u ia"u"jitíi; do, y la vida ha sido descéntralizada "más allá del término
de üs fuerzas físicas' Ber-
en cuenta Ia idea qo"'t" ftutiu fijado por Bichat" y, por lo tanto, la explicación fisiológica se
metafísico que condena- ocupa de las propiedades de las células, no es menos cierto
nard consiguio r,,p"""t "1viiatismo
* de Auguste Comte' en
eI siEloXD( nadie
que Bichat fundó la fisiologÍa de los elementos anatómicos.
Aff*lción "Las opiniones modernas sobre los fenómenos vitales se
habló de Bichat t¿il'i"o" más cáIidos que ClaudeBer' fundan en la histología; en reaiidad, tienen su origen en las
"" ¡f"fogosde esa centuria' eI teó- ideas de Bichat" (Legons sur les phénoménes de la uie,t.II,
nard. Es que, entre
'J"tl"t
rico del medio interno*Jia;t*I
qyel su concepción de la
--_" pág. 452). Ahora bien, Ia teoría del medio interno es, en cier-
el más indulgente' sino
eI
vida orgánicu rru.it toipli:ülq, generado
tos aspectos, la consecuencia necesaria de que el organismo
más comprer,.i',o t"üLiio
ie it ií"tio" 11e había esté compuesto de células y que los órganos, los aparatos,
p"ói"dud"' vitales' inconstantes y rebel- los sistemas, sólo se instalen para servir a los elementos ce-
la doctrina de las
des tanto utup'et'i"il""ilio "r
tati"' Pldo P"lTTl lulares. El meüo interno, producto del organismo en su to-
de las fluctuacroneg
t"t"fr"t ff"t";a vida independiente
como este' aouel que tiene
la talidad, es en cierto sentido el órgano de la solidaridad de las
del medio cósmico V "o "ttifá partes elementales. Así reconoce Ia fisiología general de
a creer lu de
mirada fija en el medio se inclina "" "ot"ttcia Claude Bernard su deuda con la anatomía general de Bichat.
ae ta'*f"t"io""' otgaI}icas' Ahora bien' esta Esta fi.delidad llegó a juzgarse excesiva. En apariencia,
determinismo
vida constante' ryro :YT
vida libre es, en realidad' una Bernard hizo suyo, en el plano de las estructuras celulares,
intraorgánicas' Por consl-
condiciones a"te'mi"á¿Á 'ott

L7L
antecesores en el pla- A.Laevolución del concepto de método
el error que había denunciado en sus
estudio de las fun- de Claude Bernard a Gaston Bachelard*
no de las estructuras macroscópicas: el
anatómica' la su-
ciones orgánicas mediante la deducción
hay q1e
¡"tJi"^"fi" de la frsiología a Ia anatomía' nsiempre de
il;;;;;"nto rristoíogico para obtener la explicación
está siempre en juego
Ñ;;r"itmosvitales' E-se elLmento (Rapport'nota 214)'
u" ioáot los actos fisiológicos"
de Claude
En consecuencia, el firncionalismo fisiológico por
g"t r*J ,"¡a aún demasiado estrechamente analítico'
En octubre de 1949, el presidente de un Congreso Inter-
*"t á"t""tiado frel " lu du"o*posición morfológica' "En
no va todavía
nacional de Filosofía de las Ciencias reunido en ParÍs, al
óú;J" Bernard, la condena del anatomismo pronunciar su discurso de apertura sobre "El problema filo-
et les re'
-Áüii,iUde las palabras' (F Dagognet"-La raison
áa- de lasideas
"ffa 133i. De allí, por ejemplo' el b-loqueo
sófico de los métodos científieos", declaraba: nSin duda, ya
no es hora de un discurso del método (. . .) Las reglas gene-
experiencia del
relativas a la patogenia a" U aitU"tes' l'a rales del método cartesiano son ahora reglas evidentes por
cuarto ventrículo
irfi;" tJdo v t"-iw""cióndel-piso.del y
hepático deltejido
sí mismas. Representan, por así decirlo, la cortesía del es-
llevaron a subestimar"el papel del tejido píritu científico". Gaston Bachelard de él se trata-
observaciones clíni- -pues
nervioso, y desviaron ü ut""ciOn de las ba- acaso recordaba un pasaje de su tesis de doctorado de
(1870) sobre el pa-
;;; d" Bouchardat Ug¿Ol v Lancereauxaiuna sola glándula'
1927: "Es indudable que un discurso sobre el método puede
una función
;i ü;á;;"as' Attiboir aún hacer
determinar para siempre las reglas de prudencia que deben
in.fo.o ¡ujo el control del sistema nervioso' es observarse para evitar el error. Las condiciones de fecundi-
una deducción anatómica' dad espiritual están más ocultas y, por añadidura, se modi-
Consideramo", p* no haber tergiversado fican con el espíritu científicoo.l Ya deciüdo a proponerle al
"o"tiguiente' al mo¡tr-ar
la historia concreta de la metodología frqiológica filósofo Ia lección del científico --como seguiría haciéndolo a
frel de lo que suele de-
qou Cfut au Bernard se mantuvo más lo largo de más de veinticinco años-, habÍa transmitido
Xavier Bichat' que
cirse a Ia enseñanza y el espíritu de "Lo
es
unas palabras pronunciadas por el químico Georges Ur-
de la víspera
,o"pr"r,¿u en los excesos de los innovadores bain: nl,a aplicación de un buen método siempre es fecunda
.i"*p"" Ia timidez' (Paul Valéry, Rhumbs)' al comienzo. Esa fecundidad se atenúa de conformidad con
una función de marcha exponencial y tiende asintóticamen-
te a cero. Tbdo método está destinado a caer en el desuso y
después en la caducidad".2 Cornprobamos ya cuán adverti-
dos estaban los filósofos acerca del peligro de considerar el
método, los métodos, como un dominio resetvado, un objeto
específrco de su reflexión.

* TÍtulo original: ul,'évolution du concept de méthode de Claude Bernard


r\ Gaston Bachelard". Conferencia pronunciada por invitación de la Socié-
té de Philosophie de Dijon, en oportunidad de la inauguración del Anfitea-
tro Gaston Bachelard en la nueva Facultad de Letras y Ciencias Huma-
nas, el 24 de enero de 1966.
I G. Bachelard, Essai sur la connoissance approch.ée, París: J. Vrin,
1927, pág. 6L.
2Ibíd.,pas. oz.

L73
--1

Habría que consagrar un trabajo separado y explícito a será esta promoción arbitraria del método mediante la ex-
las circunstancias en las cuales el método se convirtió en un tensión ilimitada de sus dominios de validez, más que la
objeto específico de la frlosofia. Si consultamos las Remar- identificación por Descartes de su ciencia y el método, lo que
qies d.u Pére Poisson sur la méthode de M. Descartes (1670), justificará los sarcasmos de Leibniz: nPoco falta
iodremos hacernos alguna idea de esas circunstancias'
La este- para que asimile las reglas de Descartes -sostenía
a ese pre-
hlosofia medieval trata la lógica como un instrumento uni- cepto de ya no sé qué químico: tomad lo necesario y proceded
versal, la ciencia de las ciencias. cuando la ciencia cartesia- como corresponde y obtendréis entonces lo que deseáis
na revela su capacidad de reempl aza\ por ej emplo en mecá- obtener. No admitáis nada que no sea verdaderamente
nica y óptica, a1a ciencia escolástica que sóIo cumple verbal- evidente (es decir, sólo lo que debéis admitir); dividid eI te-
mente sus promesas, surge la gran tentación de sustituir la ma según las partes exigidas (o sea, haced lo que debéis ha-
lógica, en sus funciones de propedéutica universal para la cer); proceded de acuerdo con el orden (el orden según el
ciéncia, por el método cartesiano como una nueva propedéu- cual debéis proceder); haced enumeraciones'completas (esto
tica, también susceptible de una exposición independiente' es, las que debéis hacer): ese es exactamente eI modo de pro-
El padre Poisson habla indistintamente del método o de la ceder de las personas que consideran menester buscar el
Iógica de Descartes: "Ese método que forma así eljuicio pue- bien y huir del mal. Con seguridad, todo esto es justo; sólo
de denominarse "lógica'', pues tiene igual fin que los otros que faltan los criterios del bien y del mal,.3
que llevan el mismo nombreo' En síntesis, y con la salvedad Permítasenos pasar por encima de un siglo de historiá
de olvidar que, en el enunciado de las reglas del método, de los tratados o manuales de lógica, no decir nada de Chris-
Descartes expuso en un lenguaje aparentemente claro ---en tian Wolff, de Crouzas, de Condillac y ni siquiera de Kant, y
realidad, técnico hast arozar el hermetismo- procedimien- detenernos en el momento en que un joven practicante de
tos inéditos de resolución de ecuaciones algebraicas, es po- farmacia, Ilegado de Lyon a París con la esperanza de cono-
sible encarar un tratamiento general del método y de los cer Ia gloria literaria con:ur:Arthur de Bretagne, drama en
métodos. Si Poisson y antes Clauberg hablan de manera in- cinco actos en prosa con canto, es orientado por un profesor
distinta de lógica o método de Descarte's, en verdad, fue la de poesía francesa de la Sorbona hacia los estudios méücos,
Logique d.e Port'Royal (L662) la que desvinculó los precep- que aquel se decide por fin a encarar como un mal menor.
tos del Discu rso del método de su conexión ---constantemen- Estamos en 1834 y el joven es Claude Bernard. Es poco pro-
te indicada por Descartes, sin embargo- con los problemas bable que en esa época este se haya interesado en una obra
matemáticoi cuya táctica de resolución codifican, y la que, que, por sus notas, sabemos que leyó y comentó unos treinta
al combinarlos con algunos imperativos de las Reglas para años después: el primer tomo del Cours de philosophie posi-
la d.irección espíritu' entonces inéditas, puede preten-
d,el tiue,publícado en 1830. En la primera lección de ese Cours,
der, en el capítulo Ll de la cuarta parte, reducir eI método de Auguste Comte enseña que "el métodoo no es un objeto de
las ciencias a ocho reglas principales. Pero, ¡qué alto precio estudio separable de las investigaciones en las cuales se
(emplea>. Ahora bien, la relación de empleo supone, a des-
paga en materia de alteración del sentido y reducción del
atcancet La octava de dichas reglas se enuncia así: "Dividir pecho de Ia superposición precaria, la independencia per-
tanto como sea posible cada género en todas sus especies, manente del empleo y Io empleado. Significa, en definitiva,
cada totalidad en todas sus partes y cada dificultad en todos confesar la exterioridad del método con respecto a Ia inves-
los casos'. De ese modo, con el nombre de "üvisió¡¡", la lógi- tigación. Es tan cierto que Comte habla de método positivo,
ca de Ios señores de Port-Royal confunde operaciones que,
que imagina posible más adelante
"hacer a
priori un verda-
dero curso de método", y señala como meta esencial del es-
bien miradas, no tienen nada en común: la subordinación
jerárquica de los universales,la descomposición de tipo quí-
mico y la división específicamente cartesiana, a saber: la re- 3 G. W. Leibniz Philosophischen Schriften, edición establecida por C. J.
,
ducci-ón de las ecuaciones en factores lineales' En definitiva, Gehrardt, Berlín: Weidmann, 1875-1899, t. ry p6e.329.

r75
.lograr forjarse un buen sistema de hábitos in- cuerpos vivos que a la fisica y los fenómenos de los cuerpoe
tuüo de este
en brutoo.4
telectuales,. De modo quu tto se experimenta sorpresa al-
La epistemología de Gaston Bachelard no se limita, en-
guna al leea enLaSyntiése subjectiue de 1856, cuyo subtítu-
ma'. tonces, a ignorar, sino que también rechaza,la idea común
ío es Systénte delogique positiue, ouTlaité dp philosophie
nEl método universal está Ia salvedad de algunos matices- a Comte, Chevreul
lii*"t¿q"", el pasaje siguiente: -con
y Bernard según la cual existe un método positivo o experi-
.o*p""tt" áe tres "i"*ut to.t la deducción,la inducción y la mental, constituido por principios generales cuya mera
construcción, en una secuencia que representa su clasifrca-
aplicación se diversifica de acuerdo con la naturaleza de los
cióndeacuerdoconsuimportanciaydificultadcrecientes". problemas por resolver. A Comte, que habla de un buen
En 1856 también.pt""." un pequeño libro, hoy casi ol-
sistema de hábitos mentales, Bachelard le responde: nl,os
vidado, del gran químióo orgánico Michel-Eugéne Chevreul'
métodos científrcos (. . .) no son el resumen de los hábitos ad-
LettresdM.Villemainsurlaméthod'eengénéraletsurladá- quiridos en la larga práctica de una ciencia".sAClaude Ber-
cartas que lo
fri¡tio" d.u mot nfait,. En la segunda de las general y méto- nard, quien declara: "No basta con querer hacer experien-
Chevreul disting¡re un método
"o-porrun, cias para hacerlas; es preciso saber con claridad qué quiere
dos ispeciales, y define así el método general experimental:
por la observación de los fenó- hacerse, y evitar el error en medio de la complejidad de los
"El razonamiento sugerido estuüos; es necesario, por lo tanto, fijar eI método, y esa es mi
menos instituye, po" Io t..,to, experiencias cuya realización
suerte,,6 Bachelard Ie contesta: "El espíritu debe plegarse a
permite identificarlas causas de las que aquellos dependen'
que llamo "expe{- Ias conüciones del saber. Debe crear en sí r¡na estructura co-
| "se rarorramiento constituye el método rrespondiente a la estructura del saber. Debe movilizarse en
;;;", porque la experiencia es, en definitiva, el control' torno a articulaciones que correspondan a las dialécticas del
el criterii d" ir del razonamiento en la búsqueda
"*u.titrrd saber,.? Fijemos, dice uno; movilicemos, dice otro.
de las causas o la verdad,. Es preciso admitir que, si no
co-
este texto, lo Pero acaso podamos proponer un modo de lectura de la
nociéramos la existencia del libro que contiene
Introduction d. I'étude de la médecine expérimentale que
habríamos situado sin vacilación en Ia obra hoy centenaria
ponga de relieve, en ese texto agobiado por tantos comenta-
de Claude Bernard.
rios que confundieron su inteligencia con la repetición inú-
El manuscrito publicado por J. Chevalier con el título de
til, una frescura bastante sorprendente. Interroguemos a
Philosophie es una compilación de notas de lecturas hechas
Claude Bernard a partir de una pregunta bachelardiana, la
por Bernard en 1865, cuando, enf9n1o, pasó un año en su
pregunta glue La philosophie du non dirige al cientÍfrco:
iasa del Beaujolais para redactar La Introduction d, l'étud¿
d.e laméd'eciné expéiimentale.Una de esas
lecturas es la del "¿Cómo piensa usted? ¿Cuáles son sus tanteos, sus ensayos,
Courc de phitosophie posítiue. En ella encontramos, en dos
oportunidades, una réferencia aI opúsculo de Chevreul' Aél a
C. Bernard, nlntroductionn , enlntrod.uction d.l'étude de la médecine ex-
dlbe Claude Bernard la distinción entre el método a prioriy périmentale, París: Garnier-Flammarion, 1966, pág. 26; la edición incluye
y del
el método a posterioriy Ia identifrcación de este último
un Prefacio de Frangois Dagognet ÍIntroducción al estudio de Ia medicina
Chevreul experímental, Barcelona: Fontanella, 19?61.
método expórimentai' Es dificii decir si Ia obra de 6 G. Bachelard,
"Le probléme philosophique des méthodes scientifi-
ejerció sobre Bernard Ia influencia de un modelo' En todo quesD, en Congrés International de Philosophie des Sciences (1949), t. I,
.uro, ,*o y otro comparten Ia idea de que en las ciencias ex- Epistémologie, París: Hermann, 1951, pág.32 [.,E] problema frlosófico de
p"¡i""t¡us hay idántidad del modo de razonamiento, y de los métodos científrcos", en El compromiso racionalista, Buenos Aires: Si-
glo )O(I, 19761.
que la üferenciade objetos de aplicación, cue{pos en bruto- o 6 C. Bernard, Principes de médecine expérimentale, edición establecida
seres vivientes, intróduce únicamente diferencias en
la
prin- ¡ror L. Delhoume, París: PUF, 1947, pá9.22.
complejidad y las difrcultades de la investigación' "Los 7 G. Bachelard, La philosophie du non, París: PUR 1940, pág. L44
lLa
cipiós áe h Áxperimentación (. . .) son incomparablemente lilosofía del no. Ensayo de una filosofía del nueuo espíritu científico,Bre-
m?s dificiles dé aplicar a la meücina y los fenómenos de los rrr¡s Aires: Amorrortu, 19841.

L77
176
midad con un modelo académico de exposición, como si de-
sus errores? ¿Qué cosas lo impulsan a cambiar de opinión? jarade tener enmentelafórmulamediante Ia cual élmismo
Ias condiciones psi-
lio.q"¿ es tán sucinto cuando habla de Comuníquenos sus condena la vanidad verbal del método de Bacon: "Los gran-
óológicas de una nueva investigación?
sus ideas fijas, sus cgnTc: des experimentadores surgieron antes que los preceptos de
ideai vagas, sus contradicciones,
del la experimentación,. 11
ciones siá pruebas (. . .) Díganos lo que piensa, no al salir
horas que deja Ia vida común pa- Así, cuestionado a Ia manera de Gaston Bachelard, Ber-
Iaboratorio, sino en las en^
nard presenta un lenguaje epistemológico bastante diferen-
ra entrar a la vida científrcao.8 Interrogar de ese modo a
y te del que suele atribuírsele; éI mismo es parcialmente cul-
Claude Bernard equivale a leer la Introd'uction al revés'
pable de ello, por lo demás. Se puede ir más lejos y mostrar
v. fr"*o" intentado justifrcar esa inver-sión por elrescata benefrcio
la que su experimentalismo sólo es Io que es por su relación
q.r" pto.rrru en la intetigencia del texto'g Si sóIo se
cree estar sino ante un trata- con teorías explicativas de los fenómenos frsiológicos, algu-
pri*era parte de la obra, no se
nas de las cuales son recibidas y aceptadas por éI, mientras
io gener.I del método. Así recortado, el texbo delata un pen- que otras son el fruto de su propia construcción. Entre las
samiento fluctuante, confuso, oscilante entre dos esquemas
primeras, la teoría celular concerniente a la estructura del
epistemológicos de ia relación entre hechos y teoría' Ora se
organismo; entre las segundas, la teoría del meüo interno y
sigue el orden que va de los hechos a los hechos por interpo-
la constancia de las condiciones fisiológicas de las funcio-
de una teoría, ora se cree advertir un orden que va de
nes. Estas dos teoúas, combinadas en un sistema de axio-
la teoría a la teoría por interposición de unos hechos' Este
"iáOn
mas, definen lo que Bernard llama, en las Legons sur les
experimentalismo no sabe qué distancia debe mantener' phénoménes de Ia uie cornmuns aux anirtaux et aux uégé-
po",rt lado, con respecto aI empirismo y' por otro, frente aI taux (L878), una (concepción fundamental de la vida,.lz Se
racionalismo. Y, sin embargo, mucho antes que aquellos a
comprende entonces el alcance de lo que podría parecer una
quienes los manuales elementales de enseñanza atribuyen
mera restricción, en Ia siguiente declaración: "Los hechos
Éabu, trazado la üstinción entre hechos en bruto y hechos
son las únicas realidades que pueden dar la fórmula a la
científicos, Claude Bernard,enseñó que-la ciencia no se ela-
idea experimental y servirle de control, pero con la conü-
bora con hechos en bruto.lO Mas, si se óomienza la lectura
ción de que la razón los acepte,.l3 ¿Puede un experimenta-
por la reseña histórica de los trabajos resumidos en la terce-
lismo racional de este tipo no ser del agrado de alguien como
ra parte de\alntrod'uction,se comprende que las aparentes
Gaston Bachelard, quien, haciendo suyas unas palabras de
generalidades metodológicas de la primera parte son la en-
Alexandre Koyré, enseña que un hecho, para ser verdadera-
íoltura literaria de las lecciones extraídas por el experimen- mente científico, debe verificarse en la teoría, aun cuando es
tador de sus aventuras experimentales en el laboratorio'
notorio que piensa en teorías más rigurosas, con una estruc-
Jo.d" hipótesis librementé, si no arbitrariamente' imagi- tura más sólida que la que podían tener, a mediados del si-
nadas lo llevaron, a través de decepciones o fracasos, a reali-
procede glo XD! las teorías de la biología general?
dades imprevistas. Por lo tanto, Claude Bernard sólo
de confor- Sin embargo, en Bachelard hay una exigencia de revo-
á" lu, g"rr"ralidades a sus presuntas aplicaciones
lución epistemológica permanente de la cual la obra y el
I lbid., pag. 13. pensamiento de Claude Bernard no contienen ningún inü-
9 Véur" págs. 152 y sigs', el estudio uTeoría y técnica de la experi- cio. Quien inventa el concepto de medio interno lo considera
"upro, sólo una revolución en el orden de la biología, y no en el de Ia
mentación en Claude Bernard'.
l0 trabajadores que no son menos útiles a la
"Sin duda, hay muchos epistemología biológica. No obstante, cuando se concibe el
ciencia aunque se limiten a aportarie hechos en bruto o empíricos' No obs-
la ciencia y
tante, el verdadero sabio es quien encuentra los materiales de 11 C. Bernard, 1n trod.uction, . ., op. cit., pág. 86.
mismo tiempo cons[ruirla determinando el lugar de los hechos e
busca al 12 Para la exposición de esta concepción, véase infra, págs. 35? y sigs,,
(c.
indicando la signifrcación que estos deben tener en el edifrcio científico" .EI concepto y la vida".
Rapfort sur progrés et la marche de ta physiologie générale en
Bernañ, les 13 C. Bernard,.Iztroduction. . ,, op. cit,, pág. 88.
France,París Imprimerie Impériale, 186?, pág' 22I' nota 209)'

179
rimental,,16 el principio absoluto de toda teoría relativa, el
o bloqueo
organismo como un todo que, por compensación invariante de todas las variaciones heuústicas. Pero Ber-
de las diferencias, producl p*u tttt elementos morfológi-
nard, aI parecer, jamás imaginó la posibilidad de üstinguir
en el cual
;l;t "éú"" "t f"oo de composición constante geométri; en el determinismo la idea y la frrmula, la norrna y el mode-
ellas deben vivir, se sustituye una representación
lo. No comprendió que el determinismo euyo modelo tomaba
topológica' En.eI
ca del organismo por una
'"pt"tutCutión
las partes no están üs- "de los hombres que cultivan las ciencias fisico-químicas,
;;*"d;" áotado de medio interno
en el espa'
no era sóIo un principio constitutivo de los hechos, sino tam-
iui.iuaut unas de otras, no viven yuxtapuestas
condiciones' bién un hecho teórico histórica y técnicamente constituido.
*Ct"i"o donde se las representa' En esas
Si lo hubiese comprendido, no habría poüdo escribir que ola
p""á" admitirse que ciertas matemáticas no sean utiliza-
"io
biología debe tomar de las ciencias ffsico-químicas el méto-
de los fenó'
il;lar; describir y explicar algu:nos aspectos interno no dejó do experimental, pero consen/ar sus fenómenos especiales y
*""á* ¡i"f¿gicos. PLro "l tuOtito del medio
actitud con sus leyes propiaso.l7 Como si el descubrimiento de leyes
;;;il; {ue Ia biología no es matematizable,
aun cuan- propias careciera de influencia sobre el concepto de una ley
ü."Jt" sittla en el mismo plano queAristóteles' y la parte-en bio' general de las leyes. Como si el determinismo fuera una tra-
¿o de las relaciones del todo
ma idéntica para cualquier tela fenoménica, una trama re-
"*o"""pción
lü;;#aristotéIica.14 En consecuencia' si se aplican al
velada por el frotamiento experimental. Frente a esta asi-
pJ"rÁ""to de claude Bernard las categorías de la episte- milación obstinada del derecho y el hecho deterministas,
L"i"gr; b".ttelardiana, debe comprobarye que' aunque-uni- Gaston Bachelard enseñó que nel determinismo parte de
u""tuf*""te elogiado porhaber enseñado la duda científrca' elecciones y abstracciones y poco a poco se convierte en una
;;;i;;p"do didary de Iameücinamanera en que concebía el porve-
verdadera técnicar,l8 y para enseñarlo correctamente *es
nir de Ia frsiología la experimentales' Bernard
preciso ser cuidadoso en la conservación de las formas, la
.""it qo" se irá más lejos por los c-aminos que él había
bernarüa- selección de las leyes, la purificación de los cuerpos,.l9 Ber-
r¡i"*ó, y no se hacía a Ul¿eá ¿e una biología no
la biología' eI au- nard identifica el determinismo y eI imperativo de exten-
na. De üLberse interesado en lahistoria¡le
-t"t sión experimental. Para Bachelard, nla psicología del deter-
il ia philosophie d'u non tro habría dejado de evocar' minismo está hecha de verdaderas restricciones experimen-
:-"ttto p""samientos no baconianos, no euclidiarlos' no car- tales".20 Es que si bien Claude Bernard dijo que las ciencias
" cierto pensamiento no bernardiano cuyo ámbito
tesianos, experimentales son ciencias activas, conquistadoras, y que
de ejercicio es la bioquímica macromole3ular' el experimentador se erige en eI contramaestre de la crea-
Confrontadu iu teoía bachelardiana del método' la
"on se distingue por la ausencia de dialecti' ción,21 no llevó su idea al extremo d.e exorcizar un realismo
teoría bernardiana según el cual los fenómenos son datos, aun al término de la
üferencia es
zacíónde sus conceptos funáamentales' Esta experimentación. Bachelard, al contrario, enseña que sólo
el ejemplo del determinismo'
ñÑ; "oarrdo se considera que Claude Bernard reivindicó para sí es instructivo el fenómeno teóricamente construido y técni-
Es bastante conocrdo
camente producido:
il t azón-laoriginalidad y el honor dey haber intro- "La verdadera fenomenología científi-
-y;;
ducido aquella palabra en Ia lengua francesa
con su acep- ca, por lo tanto, es en esencia una fenomenotécnica'.22

;;";ift;.,ti decir, el hecho indudable' "absoluto'' de


"" Ia existencia de
condiciones materiales determinantes de
16
C. Bernard, Introduction. ..,op. cít.,pág. 10g.
un expe-
los fenómenos. En su opinión, se trata de "axioma
L7
lbid.,pág. 110.
18 G. Bachelard,, Le nouuel esprit scientifique,Paris: PUFIFélix Alcan,
ra Cf. infra,págs. 340 y sigs., oEl todo y Ia parte en el pensamiento
1934, pá9. I07 IEI nueuo espírítu científico, México: Nueva Imagen, 19811.
re lbid., pág. 1og.
biológico" y "El concepto y la vidau' por 20 lbid., pág. Lo7.
15 Esta cuestión f'ue oújeto de un estudio minucioso y convincente
21 C. Bernard, Principes. ..,op. cit.,pág. 86.
una iesis de doctorado de tercer ciclo sobre la inven'
Lucien Brunelle, en 22 G. Bachelard,,Le nouuel esprit. . .,op, cit.,pág. l^g.
en Claude Bernard'
.iO" v l" aplicación del concepto de determinismo

181
Afin de cuentas,leerlalntroduction de Claude Bernard Gaston Bachplard
a la Iuz irradiada por la obra epistemológica de Gaston Ba-
chelard es, sin duda, dejar de considerar que esa obra cente- La historia de las ciencias en la obra
I-.
naria pertenece a un maestro del pensamiento universal'
parte' un maestro del pensamiento epistemológica de Gaston Bachelard*
¿Qué úacer, por otra con
irniversal? Signifrca, en cambio, devolver a Ia obra una pre-
sencia históri-ca sobrecogedora. Esa obra es Ia formalización
Iiteraria de Ia búsqueda de un frsiólogo que con algunos de
sus descubrimientos revolucionó el conocimiento de los or-
ganismos. Pero no es Ia obra de un pensador capaz de pre- Cuando en noviembre de 1940 Gaston Bachelard fue
lenfir, sin poder inventarla, desde luego, la signifrcación convocado para suceder al fallecido Abel Rey, esa sucesión
epistemológica futura de sus propios descubrimientos' De- implicaba, junto con la enseñanza de la historia y la filosofia
jémos Ia úIiima palabra a Gaston Bachelard, no tanto para de las ciencias en la Facultad de Letras de la Sorbona, la
iormular una condena del pasado como para hacer una dirección del Instituto de Historia de las Ciencias y las Téc-
advertencia al porvenir: 'Los conceptos y los métodos son, nicas que Ia Universidad de París había fundado el 28 de
en todo, función del dominio de la experiencia; el pensa- enero de 1932.
miento científico en su totalidad debe cambiar frente a una Aunque la historia de las ciencias no tiene, en el pro-
nueva experiencia; un discurso del método científrco será grama de estudios superiores de Francia, la misma impor-
siempre ün discurso de circunstancias, no describirá una tancia que se le asigna en varios países extranjeros, esa en-
constitución defrnitiva del espíritu científico"'23 señanza reconoce en ella una especie de tradición que la
asocia a la frlosofía de las ciencias. Sea cual fuere eI juicio
que se quiera expresar sobre esa tradición, no puede discu-
tirse, aI menos, que esta obedece al hecho de que en el siglo
XD( la historia de las ciencias, género literario nacido en las
academias científicas del siglo anterior, se introdujo en las
costumbres y en las instituciones francesas de la cultura
gracias al esfuerzo de una escuela frlosófica que declaraba
fundamentar su autoridad y apoyar su credibilidad en la
necesidad de su propio advenimiento, en virtud de una ley
de desarrollo histórico del espíritu humano. Se trata de la
escuela positivista. Limitémonos a recordar rápidamente
que una cátedra de historia general de las ciencias, cuya
creación en su beneficio no pudo obtenerAuguste Comte de
Guizot en 1832, fue establecida sesenta años después en el
Collége de France y ocupada por Pierre Laffitte, presidente
de la Sociedad Positivista, y que la sucesión de Laffitte fue
negada a PauI Tannery para concederla a otro positivista,
Wyrouboff, Citemos aquí aAbel Rey: "En la época en que vi-
vían en Francia los Paul Tannery y los Duhem, Ia cátedra
* Título original: o¡,"histoire des sciences dans I'ceuvre épistémologique
rlo Gaston Bachelard". Extraído delosAnnales de I'Universite de Paris, L,
23 l9Éi3.
lbid., pág. 135.

183
de historia de las ciencias del Collége de France se confió a res'.2 La historia de un problema de física pasa por dos
hombres cuya obra, en lo concerniente a esa üsciplina, es tiempos: 1) el tiempo en que la investigación toma cómo ob-
jeto inicial hipótesis en las cuales se cree explicar un fenó-
inexistente; la cátedra volvió a establecerse luego de una
intermpción de algunos años y quedó a cargo de Pierre Bou- meno por medio de analogías que se revelan unas a otras,
troux, cuya obra fue abruptamente interrumpida por una ,cuqndo la experiencia obliga a cambiar de curso: nEl siglo
muerte prematurao.l Entretanto, la Facultad de Letras de XVIII terminaba sin que se hubiera intentado una verdaáe-
la Sorbona creaba una cátedra de historia de la filosofia en ra conexión matemática de los fenómenos térmicsg,;y 2) el
sus relaciones con las ciencias, ocupada en un primer mo- tiempo, que en el caso dado comienza con los trabajos de
mento por Gaston Milhaud y luego por Abel Rey. La ense- Biot, en que un problema fisico se formula en ecuaciones, en
ñanza pasaba a llamarse entonces ohistoria y frlosofía de las Ias cuales "el cálculo se ajusta lo más posible a la experien-
ciencias". cia y conduce de manera pausada a una verificaciónóxperi-
mental, íntimamente ligada, a su turno, al cálculo,.3 S"nu-
Gaston Bachelard, procedente de Dijon,llegaba a París lemos de inmediato que, desde eI primer trabajo, Bachelard
con un bagaje de obras célebres: Lautréamont (L939), La considera Ia fisica matemática como la ciencia regia. Sin
duda, tiene a Fourier por un fundador en materia de termo-
formation de I'esprit scientifi.que (7938), La psychanalyse du
logía matemática, pero no sin algún matiz restrictivo: *El po-
feu (1938), La dialectique de la durée (L936), Le nouuel es-
prit scientifique (L934), Les intuitions atomistiques (1933), der instructivo de la matemática en el que Fourier deposltó
Llintuition d.e I'instant (1932), La ualeur inductiue d¿ la re- toda su confianza debe dirigirse, empero, a elementos ffsi-
cos'.4 Empero, ya por entonces siempre- Bache-
latiuite (L929). Sin embargo, fueron indudablemente las dos
tesis de doctorado las que lo destinaron que él lo pre-
-y depara
lard celebra el método y la lección Lamé: *Con Lamé, el
sintiera, por supuestc- a representar la-sinilustración palma- cálculo debe hacerlo todo. Debe proporcionar Ia hipótesis,
ria de la alianza entre la historia de las ciencias y la filosofÍa coordinar los dominios, construir eI fenómeno en tod.as sus
de las ciencias. partes. No estudiar las leyes, sino descubrirlas. Jamás se
La tesis principal, Essai sur la connaissance approchée, asignó un papel tan grande al razonamientoo.S
era un estudio epistemológico en el cual el autor intentaba La historia de un problema así reconstituido culmina en
exponer nel nuevo sentido que los conceptos de realidad y una lección atinente a la relación entre la ciencia y su histo-
verdad debían recibir de una frlosofia de lo inexacto,. La ria, e indirectamente, en una ümensión de mayor alcance,
tesis complementaria, Iítude sur l'éuolution d'un probléme a la manera de componer la historia de la ciencia: oEl de-
de physique: la propagation thermique dans les solid,es, era sarrollo científico no es un desarrollo meramente histórico;
un estudio de historia de las ciencias, pero en un sentido una fuerza única lo recorre, y puede decirse que el orden de
verdaderamente novedoso. En el primer capítulo, sobre la los pensamientos fecundos es una materia de orden natu-
formación de los conceptos científicos en el siglo XVIII, Ba- ral".6 Natural, y no simplemente humano. Una ciencia tie-
chelard se propone mostrar que la sucesión histórica de los ne su destino, y no sólo una cronología. De la historia de la
problemas científicos no se ordena de acuerdo con su com- ciencia, filosóficamente cuestionada, es deciq cuestionada
plejidad creciente. El fenómeno iniciq.l de una investigación en cuanto a la formación, la reforma y la formalización de
no es un fenómeno primitiuamenúe simple. La nsolución los conceptos, surge una filosofia de la ciencia. Sería dema-
encontrada refleja su claridad sobre los datos" e induce a
desconocer el hecho de que odurante mucho tiempo eI pro- 2 G. Bachelard , Étude sur I'éuolution d.'un probléme de physique: la pro-
blema estuvo oscurecido por graves y persistentes erro- pagationthermique dans les solides, París: J. Vrin, 1g2g, pág. i.
t lbid., pág. aL.
t lbid., pág. sn.
1A. Rey, ol'histoire des sciences dans I'enseignement,, Publications de a lbid.,pas,. to+.
I'E nse igne me nt Scie ntifiq ue, 2, 1933, pág. 13. a lbid., pág. 159.

184 186
siado fácil decir que el filósofo recupera aquí Ia frlosofia que rencia dada a las respuestas por encima
de las preguntas.
ha aportado. Bachelard no es el responsable de Ia sucesión La existencia de obsiáculos ápiste-oiági.o.
marca la di-
que estudia, de Biot a Fourier, Poisson y Lamé. Y tampoco ferencia entre las tareas del epistemóiogo
y el historiador de
es el responsable de que }a lectura de Lamé conduzca a leer las ciencias. El primero debe retrazar
üévoluciOn deipen_
a Fourier de un modo distinto de como lo había leído Augus- samiento científico, y para ello tiene que
escoger entre los
te Comte. Ei capítuio 4 del estudio de Bachelard se titula documentos reunidos por el historiador y juzgarlos.
*El his-
uAuguste Comte y Fourier,. Es equitativo y generoso con toriador de las ciencias debe tomar lu, id"as-.o-o
rr""rro".
Comte y se esfuerza por comprender Ia intención de actitu- EI epistemólogo debe tomar los hechos como
ideas e inser-
des filosóficas generalmente escarnecidas o censuradas, tarlos en un sistema de pensamientosr.g pero,
como
aunque la conclusión es lo menos positivista imaginable. La partida, la atención prestada a los obstác"fo.'"plrt""ort"r_
oiági_
evolución del problema de la propagación térmica autortza cos permitirá a Ia historia de las
ciencias ser una auténtica
una concepción no positivista (en el sentido de Mach, así histgriadel pensamiento. Esta p""u".ra"a al historiador
so-
como en eI de Comte) de la teoría fisica. "Podría acusarse de bre la_falsa objetiüdad consisteite enlevanta,
el inventa¡io
temeraria la previsión que se apoya más en una doctrina de todos los textos en los cuales,
¿entro ¿e una época dada o
que en los hechos. Pero uno está obligado, sin duda, a admi- en épocas üferentes, apSr::e lamismapafun"uVU.
p"oyu._
tir que esa previsión nacida de una matemática alcanza fisi- tos de investigaciones similare" pu"u.á
expresarse en tér_
camente buenos resultados y penetra en la intimidad del fe- minos sustituibles. Una misma palabra no
es un mismo
nómeno. No se trata de una generalización; por el contrario, concepto. Es preciso reconstituir la síntesis
en la cual está
al adelantarse al hecho, la idea descubre el detalle y saca a insertado el concepto, es decir, reconstruir
a la vezel con_
Ia luz especificaciones. La idea ue lo particula.r en tod,a su ri- texto conceptual y la intención directrtzde
las
queza., mds alld de la sensa.ción, quie sólo capta lo general".7 u observaciones.l0 La historia es entonces, ""pu"i*"i..
a no d.udar, la
La tesis de 1927 ilustra una concepciQn de Ia historia de s lbid., pag. n.
las ciencias que, en su relación con la filosofia de las cien- r0 Nos complacemos
en reproducir un bello texto de J.-8. Biot que
presa la misma regla de critica ex-
cias, aún carece del concepto gracias a cuya invención Gas- histórica: .No pu;o aUandonar esta época
memorable sin discutir aquí una alegación que ha tenido
ton Bachelard se destacó, en esa historia, como un innova- _rr.t r."pá.o_
sión en la historia de la ciencia químic",
dor genial: el concepto de obstdculo epistemológlco. Sin du- a.a" qr"
merecer la importancia que se le ha atriLuido.
*" parece muy lejos de
de trata nada menos que de
da, como acabamos de ver, Bachelard expresó su disenso despojar- a-Lavoisier y los químicos
modernos del descubrimiento funda-
con respecto a cierta manera de escribir la historia de las mental de la combinación de los metales.orr
rrno dJio. ulementos del aire
ciencias en una perspectiva de complicación progresiva, con atmosférico, para trasladarlo a los primero,
unoJ"t siglo XVII y;;;;;
por él a un médico francés-de esos
desconocimiento de la persistencia de los errores que du- d-ías,'a*a¿o iear, nJv. c"."i"
cho nuevo, considerable v fecundo en
rante mucho tiempo oscurecieron un problema. Latatz de conru."u".áa-r" produce en el""^i"- mun-
do científico-, acompañajo de pruebas qrr"".J"lf..*
estos errores y la razón de esa persistencia aún no se indica- su certeza y aplica-
ciones que descubren su alcance,
rtá¡it" **"r"Jde los espíritus con-
ban, aunquequizáyase sospechaban. Pero en el primer ca- ""
temporáneos consiste en ranzarse curiosos
pítulo de La formation d.e I'esprit scientifique nos enteramos
a Ia búsquedu a".ntigu",
llas.-Si.las encuentran, aunque sean imprecisas, i;"-
se afu..an a ellas y, por
así decirlo, las reaniman con una fac'idad
de que dicha raíz debe buscarse en el propio conocimiento, y de coívicción repleta de indur-
gencia. Ese trabajo crítico es muy
no fuera de é1. Lo que el espíritu científrco debe superar meritorio cuando esjusto, pues siempre
muestra su idoneidad para hacerjusticia
constituye en él mismo un obstáculo. Se trata, literalmente, a los inventores desconocidos.
Pero, al remitirse al punto de vista en
el cuaf .J.it,_ruron y atribuir a
de un instinto de conservación del pensamiento,8 una prefe- las expresiones utilizadas el sentido q""."1"" "J* en su época, así
como al dar a sus ideas toda la extensión q"" "rigaba
ril"_os habían querido
7 lbid. abarla-r, es preciso aplicar seguidamente "tto"
8G. Bachelard , La formation de I'esprit scientifique,París: J. Vrin, 1938, mutables de la discusión científica.Deberá
i *, pr"J"*iones las reglas in-
pág. 15 fLa formación d.el espíritu científico, México: Siglo )O(I, 19871.
hr""l", po" lo tanto, una justa
diferencia entre las afirmacio"". t". p.rru¡..,
v ia"r, g"nerales y
"rri.iim

186
187
fica de hoy. Empero, aI situarla de üferente manera en sus
historia de la ciencia, la historia de una evolución mucho perspectivas, le confieren una función histórica distinta. El
más valorada por sus exigencias que por sus resultados en historiador procede desde los orígenes hacia el presente, de
bruto. nl,a historia, en su principio, es en efecto hostil a todo suerte tal que, en alguna medida, la ciencia de nuestros días
juicio normativo. Sin embargo, es preciso situarse con cla' siempre se anuncia en el pasado. El epistemólogo procede
ridad en un punto de vista norrnativo si se quiere juzgar la desde lo actual hacia sus comienzos, de modo que el presen-
eficacia de un pensamientoo.ll te sólo funda en cierta medida una parte de lo que ayer se
Es necesario captar adecuadamente la originalidad de la presentaba como ciencia. Ahora bien, al mismo tiempo que
posición de Bachelard frente a la historia de las ciencias. En funda-nunca, por supuesto, para siempre, sino de manera
óierto sentido, jamás se dedica a ella. En otro sentido, no de' incesantemente nueva-, la ciencia de hoy también des-
ja de hacerlo. Si la historia de las ciencias consiste en inven'
truye, y para siempre. De la historia sensualista y sustan-
tariar variantes en las sucesivas ediciones de un tratado, cialista de la electricidad del siglo )GIIII "no queda nada,
Bachelard no es un historiador de las ciencias' Si ella con- absolutamente nada, en la cultura científica debidamente
siste en hacer sensible inteligible alavez- la eüfrca-
-e
ción difícil, contrariada, retomada y rectifrcada del saber,
vigilada por Ia comunidad electricistao.l4
En síntesis, mientras la filosofia no proporcione a la his-
entonces, la epistemología de Bachelard es una historia de
que éI presta
toria de las ciencias eI concepto clave de obstáculo epistemo-
las ciencias siempre en acto. De allÍ el interés
lógico, la epistemología corre el riesgo de ser la víctima de
a los errores, los horrores,l2 los desórdenes, todo 1o que re- una historia de las ciencias demasiado críndida, (que no res-
presenta Ia franja de historia histórica no abarcada por la tituye casi nunca las oscuridades del pensamientoolS y nos
ápistemología histórica. Por ejemplo, la historia de la elec- lleva "a tomar por luces todos los resplandores del pasado".
tricidad da cabida aAldini (1762-1834), sobrino de Galvani, A la sazón, el epistemólogo se inclina a adoptar una psicolo-
y a sus experiencias de descarga eléctrica a través de diver- gía estática del espíritu científico. Como E. Meyerson, ca-
sas sustancias orgánicas (leche, orina, vino, cerveza, etc') ractertza de manera unitaria, por la búsqueda de lo real y lo
con vistas a determinar la variación de l4s propiedades del
idéntico, un pensamiento científico que, empero, no cesa de
fluido eléctrico según los cuerpos atravesados (Essai théo' encontrar Ia realidad, gracias a técnicas de detección y me-
rique et expérimental sur Ie galuanism,e, L804)' Pero, hace dición cadavez más potentes y precisas, en niveles diferen-
notar Bachelard, eI concepto de resistencia forjado por Ohm
tes. "Creer que el estado de ánimo de un químico anterior a
en 1826 (cf. Die galuanische Kette' rnathematisch bearbeitet,
Lavoisier, como Macquer, es similar aI estado de ánimo de
1827) depura la hipótesis cuasi sensualista de Aldini por
un químico contemporáneo es, justamente, atrincherarse
abstracción y matematizaciln, formando una suerte de
en un materialismo sin dialéctica,.l6Adespecho de lo que la
nud.o d¿ conceptos.lS
comparación pueda tener de paradójico o escandaloso p¿¡ra
En otras palabras, el historiador y el epistemólogo tie'
algunos, es preciso decir que Meyerson cree, como Auguste
nen en común (o al menos deberían tener) la cultura cientí-
Comte, en la fijeza de los rumbos y procedimientos de la
razóny en la unidad del pensamiento científico y el sentido
las verdades establecidas, pues no habría utilidad, ni equidad, ni frlosofia común. Desde luego, Comte, enemigo íntimo de Meyerson,
en admitir de un autor antiguo, como demogtrado, io que rechazaríamog dice nfenómeno) y "]sy, donde su crítico dice nrealidad" y
como hipotético de un contemporáneo. Si se evalúa el libro de Jean Rey de (causa>. Pero uno y otro creen que el conocimiento progresa
acuerdo con esas reglas, el cálculo resulta sencillo" (J.-8. Biot' "A propos
en una marcha sin cambios por un camino definitivo. Ba-
des "Recherches chimiques sur Ia respiration des animaux", par Regnault
et Reiseto, en Mélanges scientifíques et littéraires, París: Michel Lévy Fré'
res, 1858, t. II, pág, 187).
1a G. Bachelard, I* rationalisme appliqué, París: PUF, 1949, pág. 1.4L
rr G. Bachelar d, La formation de I'esprít. . ., op. cit., pág' L7 . IEI racionalismo aplicado, Buenos Aires: Paidós, 19791.
12 Cf, íbid.,pág.2L nExpondremos nuestro museo de horrores a granel"' ts lbid.,pág.9.
13
t6 lbid.
Ibíd., pág. 105.

189
esprit scientifique. El concepto de conquista dialéctica del
chelard desmiente a ambos aI negar la continuidad de los pensamiento vivo sobre el contrapensamiento inerte es, en
rumbos intelectuales del sentido común ylarazón científi-
el Essoi sur la connaissance approchée o Le nouuel esprit
ca. (¿Cómo puede proponerse trasladar nuestras intuicio-
(' scientifique, una noción bastante próxima al concepto bioló-
nes sensiblei a seres que escapan a nuestra intuición? ' ') gico de mutación y el concepto psicológico de animación. nSi
La ciencia contemporánea se desprendió por entero de la
supiéramos duplicar Ia cultura objetiva con una cultura psi-
prehistoria de los datos sensibles' Piensa con sus aparatos,
cológica, absorbiéndonos por entero en Ia investigación
no con los órganos de los sentidqs'.l? En eI discurso inaugu-
científica con todas las fuerzas de lavida, sentirÍamos Ia sú-
ral del curso sobre la historia general de las ciencias (26 de bita animación que le dan al alma las síntesis creadoras de
marzo de 1892), Pierre Laffrtte definía, entre otras cosas'
la fisica matemática,.l9 En La philosophie d,u non, qwe se
las ventajas intelectuales de esa historia: nEl método his-
manifiesta como una frlosofia del nuevo espíritu científico,
tórico constituye un verdadero microscopio mental, pues
el concepto de dialéctica aparece no, por cierto, como una
aquello que en la exposición corriente de la ciencia se pre-
categoía, sino como una norma del pensamiento epistemo-
senta como una sucesión rápida nos parece' entonces, sepa-
lógico de Bachelard. "Siempre debería desconfiarse de un
rado por largos intervalos y con todas las dificultades que
concepto que aún no ha podido üalectizarse. Lo que impide
las grandes mentes debieron vencer para encontrar y difun-
su dialéctica es una sobrecarga de su contenido. Esta sobre-
dir,r Es notorio que Laffitte transpone aquí eI tiempo en el carga no permite que el concepto sea delicadamente sensi-
espacio y la lentifrcación en el aumento. La historia de las
ble a todas Ias variaciones de las condiciones en que asume
ciencias lentifrca un desarrollo que aparece en consecuencia
sus funciones precisas. Con seguridad, se atribuye dema.-
con sus tiempos muertos, sus rozamientos, sus "dificulta-
slodo sentido a ese concepto, pues nunca se lo piensa for-
des,. Pero tto po" decir udifrcultad" decimos nobstáculo"' El
malmente. Pero, si se le atribuye demasiado sentido, es de
microscopio mental no hace diferencias entre dificultad y
temer que dos mentes diferentes no le den elmismo".20Yol-
obstáculo, entre retardo y errancia. Para Bachelard, la his-
vemos entonces, una vez más y siempre, a la relación inter-
toria de las ciencias es una escuela. En q[a se pronuncian
na, íntima, de la epistemología y la historia. En vez de ser
juicios y se enseña a pronunciarlos. "La historia de las cien'
una dialéctica objetiva, la historia ilustra Ia dialéctica del
.iu. pot Io menos, un tejido de juicios implícitos sobre el
"t, pensamiento. "La filosofia del no no tiene nada que ver (. . .)
valor dé los pensamientos y los descubrimientos científi-
con una dial éctíca a priori,.21 La üaléctica de la historia ge-
cos,.18 Un microscopio no juzga. Puede descubrir un movi-
neral no estructura la filosofia del no. AI contrario, esta últi-
miento, pero no podría revelar una dialéctica'
ma confiere a la historia de las ciencias una estructuración
dialéctica: nAprovechamos todas las oportunidades para in-
Gaston Bachelard utilizó en abundancia -ya desde las
sistir, página tras página, en el carácter innovador del espÍ-
tesis de 1927, aunque por entonces con discreción- el tér'
ritu científrco contemporá'neo. Amenudo, ese carácter inno-
mino y eI concepto de dialéctica' Si bien el término aparece
vador quedará suficientemente marcado por la mera com-
por primeravez en 1936, en el título de una obta,La dialec'
paración de dos ejemplos, uno de los cuales se tomará de la
iique de la d.urée, su exposición y naturalizacíín en eI mun-
fisica del siglo XVIII o del siglo XD( y otro, de la fisica del
dó de los conceptos epistemológicos es producto de Le nouuel
siglo )C( De esta manera se comprobará que en el detalle de

1? G. Bachelard, L'activité rationaliste de la physíque contemporoíne,


re G. Bachelard, Le nouvel esprit scientifique, París: PUF/Félix Alcan,
París: PUB 1951, pág. 84 fLa actíuid'ad racionalista de la física contempo'
1934, pág. L79 lEl nueuo espíritu científico, México: Nueva Imagen, 19811.
rrinea, BtenosAires: Siglo Veinte' 19?51' 20 G. Bachelard, La philosophie
18 G. Bachelard, .r--actualité de I'histoire des sciences", conferencia pro-
d.u non, París: PUF, 1940, pág. L34 ILa
fílosofia del no, Ensayo de una filosofía del nueuo espíritu científico,Bue-
nunciada en el Palais de la Découverte, Reuue du Palais de la Découverte' nos Aires; Amorrortu, 19841.
f8(1?3), 1951, pág. 8 [,.La actualidad de la historia de las ciencias"' en El 21 Ibid., pág. 135.
cornprontiso racionalista, Buenos Aires: Siglo XXI, 1976) '

191
general del sa- Duhem se considera incapaz de decidir entre dos concepcio-
los conocimientos, así como en la estructura nes como la teoría corpuscular y la teoría ondulatoria de la
presenta con una
f"t, fu .i""cia física co^ntemporánea se luz, admite la equivalencia de las hipótesis y no cree en la
indlscutible novedado'22 existencia de criterios de discriminación.28 Goethe (invoca-
de los conceptos de
do aquí por nosotros, y no por Bachelard) cree que "de tanto
Finalmente, eI uso simultáneo 9iulÍo en tanto es necesario reescribir la historia, no porque se des-
ti; ;;;;*piritu cienttfico v obstáculo epistemolóelco.Ile-
precisa' definida' cubran hechos nuevos, sino porque se advierten aspectos ü-
lru t g".haard a dar forma a üna doctrina ferentes y eI progreso conduce a puntos de vista que permi-
entre
;;"-prtbl" de aplicaciones y referida a las relaciones
La expone' a ten percibir y juzgar el pasado desde nuevas perspectivas".
i. "pl-"i"-"togíá y la historia de las ciencias'
Üactiuité ratio- Pero, ¿cómo disociar en ciencia el progreso y el descubri-
|úf.tna- ¿" lgSi, en eI primer capítulo
de
'iurti at bphysique aftnesde ese mismo miento de hechos nuevos, cómo oponer los hechos y los pun-
"o'ít"*po'oinc'y tos de vista? Por otra parte, al oponerse con obstinación a Ia
Jo, q* t" lleva a cabo en eI Palais de la
"rr,rrru.onf"r"*i" ltristoire des scienceso' La doc' óptica newtoniana, Goethe mostró que habría sido un mal
Découverte, 'Uactualitéie historiador de las ciencias, incapaz de distinguir lo perimido
trina se basa en concepto' la recurrenciahistórica'
un nuevo
de la dialéctica de la onda de lo sancionado. Bachelard toma el ejemplo de la teoría del
ili;;ü;i ¡".a"roUo ttistórico ante todo' que las flogisto: su historia es una historia perimida. Por el contra-
;'J;ñ;;*lo. Bachelard comprueba' relativista' mecáni- rio, la teoría delfluido calórico inspiró los trabajos de Black
(mecánicas .orrturrrpátáeas: mécánica
son ciencias sin ances- que "afloran en las experiencias positivas de la determina-
ca cuantica y mecánica ondulatoria'
(ruptura la ción de los calores específrcos".zg Dado que la noción de calor
;;;¡tHr; un "on."..r"ncia, una y' sin embargo'ensín-histórica
específi.co es una noción científicapara siernpre, los trabajos
árrJo.ion dé tu. ciencias modernas''24 de Black ingresan como elementos a una historia de la fisica
la mecá-
t"ti" á" f"* pensamientos de Newton y de Fresnel'una síntesis his' sancionada. Así se defiende e ilustra Ia historia recurrente,
,rü orr¿rrf.to¡a debe considerarse como
nLanoción de la historia juzgada, la historia ualorizada. "La historia de
tórica.Esa síntesis á,,r' o"¿o epistemaló_gico. las ciencias aparecerá entonces como la más ineversible de
(' a los estremecr-
u"i". ' ') corresponde todas las historias (. . .) La historia de las ciencias es la his-
genio científico que aporta-impulsos inespera-
"pittemológicos
del
-il"tot ¿"f a"mrtollo cilntífiio''25 El acto epistemoló'
t.oria de las derrotas del irracionalismo,.30 Bachelard ad-
á"r
"i*t"¡o
gico d,ivide .o".o Jt historia' al poner de relieve la vierte con claridad que en este caso corre el riesgo de contra-
"t "ta
iposiciOn de un positivo y un negativo'
El positivo s€ recono' riar Ia conciencia de algunos historiadores de las ciencias
pensamiento mo- ntás atentos, quizás, a la deontología habitual del historia-
ci en ett e.fto dé que sigue actuando 9q eI rlor (¡no juzgar!) que a la especifrcidad del objeto al cual se
unlasada actual'26 preciso formar y
á"Áo y constituyé .Es consagr€m. Por eso insiste en que nla historia de ias ciencias
reformar sin cesar ladialéctica "de lahistoria nerimida !9
V
actualmente acf,lvaD'-' no podría ser una historia empírica,31 y debe ordenarse en
historia sancionada por la ciencia
lirnción de valores racionales, porque estos polarizan la
impide con'
n.tu t"f"r"rrcia a la ciencia actualm¿nte activa con un re' nctividad científica misma: ul,os historiadores de las cien-
recurrente' sea
ftt"ai" U concepción de lahistoria lirrs suelen ser hostiles a esas determinaciones de ualores;
estética de las
lativismo histórico en ciencias, sea con una
instruido" de Pierre ¡xrro, sin confesarlo, analizan la ualorización humana pro-
facetas de ia historia' El nescepticismo
¡rirr del trabajo científico. En efecto, no dejan de describirnos
lux luchas del genio. Esas luchas del genio se analizan con
22 G. Bachelard,Le nouuel esprit' ' ''op'
cit'' págs' 17'8'
páe' 23'
23 G. Bachelar d, flactiuité raiíonaliste' ' ' ' op' cit' ' rx Ibid., pá9,. 47.
24 lbid. ttt Ibid.,pág.26.
26 lbid.,pag.26. tttt
26 lbid.
Ibid.,pág.27.
'rr
(1. Bachelard, "L'actualité de ltistoire. . .",op. cit., pág. 13.
21 lbíd.

193
cia mendeliana. La historia de las ciencias debe ser tan exi-
los infortunios sociales y
frecuencia en la mera dialéctica de gente, tan crítica, como lo es la propia ciencia. Si se preten-
i" f"ir.iá"á espiritual ( . ')n no-¡"9 {e.geniole da Ia razót'
fracasa en lo
diera obtener filiaciones sin ruptura, se confundirían todos
ilil;tt*ti; en lo intelectual, y el futuro Ios valores, Ios sueños y los programas, los presentimientos
genio se
Lu portu¡¿ad es suya' El ualor d" ott hombre de y las anticipaciones; se descubriúan por doquier precurso-
científica' El rela'
convierte en patrimonio de Ia comunidad res para todo. Si se pretendiera fundar Ia ciencia contem-
páginas de la historia
to valorizado" r""p*"t" en todas las poránea no sobre la coherencia de axiomas sin premisas y
de las ciencias'.32 la cohesión de técnicas sin antecedentes, sino sobre la pro-
Así, quien se propusiera elaborar una
historia recruren'
fundidad del arraigo en el pasado de la inteligencia huma-
," ¿" f. Opti"t debería dejar "la fisica de na, nos remitiríamos, tras Dutens, alas Recherches sur
ñ"."uri". "i"*iu
"#piJ^en su soledad historica"'33 y -considerar a la vea l'origine des découuertes attribuées au.x moder¡zes (1766).
refractado de Huvgens a pa¡tir
;;;;;J"".cion deiravo adquisición-d"q9'
Pero, como dice Bachelard, oss inútil poner un falso pro-
á;jffñ"sis de la ondulación (esa una Newton' la explicación
blema en el origen de un verdadero problema, e incluso ab-
ü".-p-J. f" ciencia'.34 En cuanto de los accesos
surdo poner en contacto alquimia y fisica nuclearo.S7 Los
la teoría
á"if""o*""o de los anillos mediante nes' suma' corpuscular
científicos contemporáneos no realizaron el sueño de los al-
en
basta para mostrar que su óptica quimistas. <El arte y la literatura realizan sueños, la ciencia
en su teottaeruditao'
;;.;t-.g"" simple y preondulatoria la teoría cor' no,.38 Dado que el pensamiento científico reforma incesan-
r .,o"- toi .rrurrdo oioig"" su preferencia averdadera sen' temente su pasado y le es esencial ser una revolución conti-
Jo.ttitt"táe Ia luz son de una
G;;:;"t importa entonces que Euler nua, Bachelard puede afirmar: nl,a ciencia, en esas condi-
sibilidad dialéctica'jd Poto Ia ciones, no tiene nada que ganar con la propuesta de falsas
["vt.""1¿"
^¡.í" poder refutar a Newion' si sólo Io hizo sobre continuidades, cuando se trata en realidad de francas dia-
entre la luz y eI somdo'
i" *tf"gias fenomenológicas (u¡Y por frn llegó.Fres' lécticas,.39
ét ;"""1fuJel prime"o "" "poy*
F En resumen, el historiador de las ciencias no debe ser
indestructible' lo
,rs1!,) la óptica fisica ro¡"" un firndamepto víctima de la confusión entre la continuidad del discurso
cálculo suscita aplicaciones,
iiiro'"r. lá medida en que su ni ejemplos en histórico y la continuidad de la historia.ao De hecho, cuanto
sin precedentes
;;;tt";""es de fenómenos nEstamos aqul más tiempo perrnanezca en el lugar de los orígenes, en la zo-
la experienciu .omú"' las interferencias' (' ' ') Los na de los rudimentos, más tenderá a confundir la lentitud
vivo' siempre actual
f;ent; ; pasado cientifrco de los primeros progresos y la continuidad del progrsso.
;;;t; "" á" ñr"r'ulo", u" este aspecto' modelos
de ciencia
suma, he aquí eI axioma epistemológico planteado por los
"En
activa,.36 continuistas: como los inicios son lentos, los progresos son
del nuevo espíritu continuos. EI fiIósofo no va más lejos. Cree inútil vivir los
Se entiende por qué y cómo la fiIosofía nuevos tiempos, los tiempos en los cuales los progresos, pre-
primeras.aplicaciones en un
d" .ot
científico encuentra uná cisamente, estallan en todas partes y, por necesidad, hacen
de las ciencias' Esta histo'
;;;;; *t" escribir la
de historiá
cuaüo estallar la epistemología tradicional".4l
iálu.to puede ser una colección de biografias ni r¡n Parece indudable que tocamos la génesis del pensamien-
de una historia natural' Debe ser
de doctrinas, a la mamera to de Bachelard. Ét es el primer epistemólogo francés que
Pero esta frlia'
;;ltit"tilde las filiaciones conceptuales'
como eI de laheren'
ción tiene un estatus de üscontinuidad' 37 G. Bachelard,, Le matérialisme ratíonnel París: PUg
1953, pág. 104
op' cit'' págs' 27-8' l0l materialismo racional, Buenos Aires: Paidós, 19761.
32 G. Bachelar d, L'actiuité rationaliste' ' '' 38 rbid.,pág. 103.
33 lbid., pág. 35. 3e lbid.
s4 lbid., pág. 36. 40 lbid., pág. 209.
s6 lbid., págs. 38-9. 4r Ibid., pág. 210.
36 lbíd,, págs. 45-6.

r.95
pensó, escribió y publicó, en el siglo )O(, a Ia altura crono- historia de las ciencias así denominada podrÍa
entonces re_
Iógica y conceptual de las ciencias que estudiaba. Y esto ya ducirse a la exploración del inte**o
es evidente en La ualeur inductiue d,e la relatiuité, de L929:
lrri-tr..up*u
punto de ruptura de la recurrencia,
a"
11".1* ".u
lo .o.r.""_
oUno de los caracteres exteriores más notorios de las doc- nrente a la explicación genética. Ese punto "r,
es facil de iden_
trinas relativistas es su novedad. Esta asombra al propio
lificar, dado que el lenguaje utilizado en el intervalo hace
filósofo súbitamente convertido, frente a una construcción incomprensibles las tentativas anteriores.
Más allá de ese
tan extraordinaria, en el campeón del sentido común y la punto, se trata de arqueología,.43Al
renovar tan profunda_
simplicidad. Así, esa novedad es una objeción; es un proble- mente el sentido de la historia de las ciencias,
,"ranc*tá a
ma,. tJn homenaje a Bachelard no está obligado a mencio- su situación hasta entonces sub¿lternu
y pro*orr"rla a la je-
nar los nombres de los frlósofos que creyeron tener que eri- disciplina fitosófica de primer rango, Gaston
girse en campeones del sentido común y la simplicidad, y 111*,1d:,":ahlzo más que abrir un camino: fijó una
LDacnelar,cl tarea. Un
tampoco, por Io demás, de los filósofos que creyeron su deber nomenaJe a su memoria, digno de é1,
no debería consistir
convertirse en los campeones de Ia moda, en una sobrepuja únicamente en mostrarel vácío q.re éucede
a su desapari_
por lo que el asentimiento de los ffsicos aún suponía de pru- cióa; consistiría, ante todo, en poder dar
la seguridad de que
dencia. En 1929, Bachelard decía que la ffsica relativista la lección de este hombre de geniono
fru áu p".aur.".
era (una doctrina no explicada por sus antecedentes histó-
ricos" y que "sólo tiene relación con la historia al ritmo de
una dialéctica,.42 Nuestro autor tuvo, ante todo, conciencia
de las rupturas epistemológicas. dcontinuación, elaboró los
conceptos filosófrcos idóneos para explicarlas. Esa elabora-
ción lo llevó a proponer una concepción de las relaciones en-
tre ciencia e historia de la ciencia que también constituía
una ruptura: una concepción no positivista. El positivismo
se funda en una ley de los tres estados que es una ley de
progreso, es decir, segúnAuguste Comte, de desarrollo con-
tinuo, cuyo fin está al comienzo. La frlosofia de Gaston Ba-
chelard se funda en una nonna de rectificación que se ex-
presa mediante tres leyes de los tres estados (cf. el "Dis-
cours préliminaire, de Laformation d¿ l'esprit scientifique),
pero sin cierre del tercero sobre el primero, sin desconoci-
miento del hecho de que, en el fondo, en ciencia jamás se
desdice una negación, cuando esta se traduce por una defor-
mación de conceptos primordiales, sostenida por un nuevo
modo de cálculo.
Un joven epistemólogo, eI señor Michel Serres, caracteri-
zó a la perfección el papel decisivo conferido porla epistemo
logía de Bachela¡d a la historia de las ciencias: "Una ciencia
llegada a la madurez es una ciencia que ha consumido por
entero el corte entre su estado arcaico y su estado actual. La

a2 a3 M.
G. Bachelard , La ualeur inductiue de la relatiuité,París: J. Vrin, 1929, Serres, .Géométriede la folie (á propos
de ],Histoire de la folie, de
pác. 6. M. Foucault)", Mercure d,e France,*pti"-Ur"
üüé2, pu*. g0, nota.

196
797
estudio se asocian las actitudes filosóficas más diversas,.l Y
2. Gaston Bachelard y los filósofos* una vez más, con mayor vigor, gracias a una comparación:
nFrente a la ciencia moderna, nuestro entendimiento fun-
ciona aún como un ffsico que pretendiera comprender una
dínamo por medio de un ordenamiento de máquinas sim-
ples".2
Ese personaje del filósofo a quien, con eI correr de los
años, Bachelard atacó cada vez más severamente está he-
cho, en cierto modo, de la suma de las sorpresas, aveces irri-
tantes, que este experimenta ante el hecho de ser el primero
Para referirse al hombre que fue Gaston Bachelard, en tomar conciencia del desborde, de la superación, de las
quien lo haya frecuentado no tendrá más que remitirse a su
"posiciones" de la fiIosofia por los progresos de las ciencias.
memoriay a su corazón. Sin embargo, mucho nos equivoca-
"Desde hace veinte años, el fisico se ha visto obligado a re-
ríamos si consideráramos que Ia obra epistemológica de construir tres o cuatro veces su razón e, intelectualmente
aquel es de tan fácil acceso como Io fue el hombre. No hay hablando, a rehacerse una vidao.3 Sin embargo, el filósofo
correspondencia entre las virtudes de una vida y los valores sigue siendo el hombre <que, por oficio, encuentra en sí mis-
de una filosofía. Así, Bachelard, que siempre tuvo Ia gentile- mo verdades primeraso yvive con la certidumbre de la iden-
za del sí, inventó la filosofia del no. Como si no dudara de tidad del espíritu, en la cual cree leer nla garantía de un mé-
que también hablaba de sí mismo, dijo de Lautréamont: "La todo permanente, fundamental, definitivo".4 Una tesis co-
obra del genio es Ia antítesis de la vida". mo Ia expuesta en La philosophie du non
"debe turbar al fi-
Indulgente con los poetas y los pintores, Bachelard era lósofo". ¿Cómo podría ser de otra manera? nFinalmente, la
exigente con los filósofos. En su obra epistemológica, el "filó- filosofia de la ciencia fisica es acaso la única que se consagra
sofo' es un personaje típico, en ocasiones incluso algo cari- a determinaruna superación de sus principios. En suma, es
caturesco: representa el papel del mal alümno en la escuela la única filosofia abierta. Cualquier otra frlosoffa plantea
de la ciencia contemporárrea, un alumno aveces perezoso, a sus principios como intangibles, y sus primeras verdades,
veces distraído, siempre un escalón atrás de su maestro. El como totales y consumadas. Cualquier otra fiIosofia se va-
filósofo al cual Bachelard arroja con generosidad sus dardos nagloria de stt ci¿rrerr.5
de epistemólogo es eI hombre que, en materia de teoría del El filósofo es el hombre de una sola doctrina: es idealista
conocimiento, se atiene a soluciones filosóficas de proble- o realista, racionalista o positivista. Pero la ciencia moder-
mas científicos perimidos. El fiIósofo tiene un atraso de una na no se deja encerrar en ninguna doctrina excluyente. Pa-
mutación con respecto a la inteligencia científica. Por ejem- ra comprender sus métodos concretos, para seguir eI trabajo
plo, si hoy se quiere plantear eI problema frlosófico de la abs- y la marcha de la razón, es preciso coordinar varias filoso-
tracción de tal manera que interese a un científico, es preci- ffas. El frlósofo no puede ser menos intrépido, menos in-
so admitir que una teoría como la de Berkeley no puede ya genioso ni menos completo que eI científico. Es necesario ad-
considerarse la posible solución de ese problema. EI frlósofo r G. Bachelard,I*s intuitions atomistíques, París: Boivin et Cie., édi-
debe salir de la caverna frlosófica si no quiere condenarse a teurs, 1933, pág. 155.
alimentarse de sombras, mientras que los científrcos no sólo 2 G. Bachelard La philosophie
, du non, París: PUF, 1"940, pág. 67 tLa fi-
ven la luz, sino que también Ia hacen. "El átomo de los filó- losofíb del no. Ensayo d.e una filosofía d,el nueuo espíritu cí.e.ntífico, Buenos
sofos, viejo símbolo de la conciliación de los caracteres con- Aires: Amorrortu, 19841.
3 G. Bachelard, Le nouuel esprit scíentifique, París: PUF/Félix Alcan,
tradictorios, deja su lugar al átomo de los físicos, para cuyo
1934,pág.175 IEI nueuo espíritu científico, México: Nueva Imagen, 19811.
a G. Bachelard, La phíIosophie du non, op. cit., págs. 8-9.
* Título original:
"Gaston Bachelard et les philosophes". Extraído de 5 lb¿d., pae. z
.
Scíences, 24,mano-abril de 1963.

198 199
mitir un principio de complementariedad en la epistemolo- es poco elegante señalar hoy que su agresividad de episte-
gía de la fisi.u.o*o en la fisica mi5¡¡¿. nl,a ciencia, suma de mólogo y su recriminación polémica apuntaban, entre otras
reglas y de leyes, s-uma
f,ruebas y de experiencias, suma de cosas, a una filosofia de Ia ciencia cuyo autor se designa a
ie evidenciu.t y d" hechos, necesita, por Io tanto, una filoso- veces por su nombre pero siempre se caracterizade manera
ffa de dos polos,,.6 Esa fiIosofia bipolar, esa conciencia de la tan invariable, que eI lector de La actiuité rationaliste de la
reciprocidad de validación que une al empirismo y el racio- physique contemporalrue nopuede permitirse ni Ia ignoran-
,rulir-o empirismo necesita ser comprendido, el ra- cia ni el error. Se trata de Emile Meyerson, Ni el concepto
-"El
cionalismo necesitá ser aplicado)-, €s a los ojos de Bache- realista de coso ni el imperativo racional de identidad, suer-
lard la manifestación de unprogreso fiIosófico, en frlosofia de te de norma lógica congelada, pueden ya acaso, en el
las ciencias, claro está. En La philosophin du noz', su autor fondo, nunca pudieron verdaderamente-,-y a juicio de Ba-
."¡utu qrr" *lu ciencia ordena la ñlosofia mism a';7 et I'e nou' chelard, procurar las bases de un comentario activo y actual
uet espiit scientífique llega a afirmar que "la ciencia crea fi- de las maneras de actuary los modos de pensar del fisico del
losofiao,8 y e rrLe' ráti'onatisme appliqué opone a las utopías de período posmaxwelliano. "Hacer del científrco, a la vez, un
la teoría iilosófica del conocimiento el conocimiento científi- realista absoluto y un lógico riguroso lleva a yuxtaponer fi-
co <que crea de pies a cabeza nuevos tipos de conocimien- losofias generales, inoperantes. No se trata, por lo tanto, de
tosoi Pero, agrega melancólicamente: "Esta extensión de filosofías puestas a trabajar. Son filosofias de resumen que
los métodos, eita multiplicación de los objetos, no despierta sólo pueden seryir para caractertzar períodos históricos. A
Ia atención de los filósofosn.lo Bachelard parece entonces causa de los progresos técnicos, Ia "reaüdad" estudiada por
obligado a asumir por sí solo varias filosofias, debido a su eI científico cambia de aspecto y pierde así ese carácter de
atención alternada, pero no dividida, a las nociones compro- permanencia que funda el realismo frlosófrco. Por ejemplo,
metidas en Ia evolución del pensamiento científrco' "Un la realidad eléctrica del siglo XD( es muy diferente de Ia rea-
conocimiento particular puede, sin duda, ucponerse en una lidad eléctrica dei siglo XVIII". Esas reservas que en Le ra-
filosofia paúiáular, pero no puedefundors¿ en una filosofia tionalismc appliqué apuntan expresamente a Meyerson se
única (. . .) Por Io tanto, una sola fiiosofia Es insu-ficiente pa- desarrollan a Io largo de páginas y páginas en La actiuité ra-
ra dar razónde un conocimiento poco preciso''ll Y de ma- tionaliste.L4 En la ciencia contemporánea, la noción de cor-
nera más radical: oCreemos en la necesidad de que^una púsculo rechaza todos los marcos frlosóficos en los cuales
ipistemologío completa adhiera a un polifilosofismo''l2 procura contenerla el realismo meyersoniano. No hay nada
En su Zo utréamont,Bachelard escribió: "La inteligencia en común entre eI atomismo de los frlósofos y la filosofia cor-
debe tener un mordiente; tarde o temprano, debe herir"'13 puscular moderna: el corpúsculo no es un pequeño cuerpo;
Es posible que eI mordiente de Bachelard haya herido a eI elemento no tiene geometría (ni dimensiones, ni forma, ni
algunos de los que llama ofi'lósofos", no porque se reconoz- situación fija); el corpúsculo no es un individuo; puede ser
can en ese oretrato robot", sino, justamente porque no re- aniquilado, y eI algo que subsiste ya no es en lo sucesivo una
conocen a nadie en é1. Sin embargo, muerto Bachelard, no coso. Interpretar las adquisiciones de la atomística contem-
poránea según las tesis habituales del cosismo es mostrar,
6lbíd.,pag. s. frente al desfase del espíritu científrco y el espíritu frlosó-
1lbid.,pag.z2. fico, una inüferencia de filosoffa que <conserva sus absolu-
8 G. Bachelard, Le nouuel esprit. . ., op. cit.' pág' 3' tos al mismo tiempo que Ia ciencia prueba su declinación".
e G. Bachelard , Le ratíonalisme appliqué,París: PUF, 1949' pág' 113 [El
Nos equivocaríamos gravemente, empero, si interpretá-
racionalismo aplicado,Buenos Aires: Paidós, 19791'
10 lbid. ramos la constanciay elvigor de las impaciencias de Bache-
11G. Bachelard,La phíIosophiz du non,op. cit', págs' 48-9'
la G. Bachelard,, L'actiuité rationaliste de la physique contemporaine,
12G. Bachelard., Le ratíonalisme appliqué, op. cit', pág' 36'
ra G. Bachelar d,, Lautréamontl, París: J' Corti, 1939, pág' 185 ÍLoutréo' París: PUF, 1951, págs. 75-89 lLa actiuidad rocionalista de la flsica con-
temporánea, Buenos Aires: Siglo Veinte, 1975J.
mont,México: Fondo de Cultura Económica, 19971'

20t
auxiliares: son los nuevos órganos que se da la inteligencia
lard como Ia expresión de su deseo de humillar a la frlosofia para dejar aI margen del circuito científico los órganos de los
frente a la ciencia. Muy por eI contrario, sus trabajos deben sentidos en su papel de receptores. IJn instrumento, dice
considerarse como un obstinado intento de despertar a la Bachelard, eswteorema reificado,20 una teoría material!
frlosofia de su osueño dogmáticoD y suscitar en ella la volun- zada.2l *La ciencia contemporánea se desprendió por entero
tad de revalorizar su situación con respecto a Ia ciencia ac- de la prehistoria de los datos sensibles. Piensa con sus apa-
tual. La obra epistemológica de Bachelard tiende a dar a la ratos, no con los órganos de los sentidos,.22 En resumen, la
filosofia una oportunidad de llegar a ser contemporánea de prueba científica es trabajo porque reorganiza lo dado, por-
Ia ciencia. nEs preciso pensar Ia filosofía corpuscular en eI que provoca efectos sin equivalentes naturales, porque cons-
momento mismo de su aparición y educarse filosóficamente truye sus órganos.
en las dialécticas de su evolucióno'15 Sin embargo, la asimilación de los conceptos de prueba y
¿En qué consisten, según nuestro autor, los nuevos ca- trabajo va mucho más allá de esas semejanzas a primera
racteres de la ciencia por los cuales la fiIosofía debe aceptar vista. Así como no hay trabajo bien hecho que sea totalmen-
dejarse instruir? Ante todo, en eI hecho de que en Ia ciencia te inútil, no hay experiencia negativa que, en el fondo, no
contemporáneaIa prueba es un trabajo. Léon Brunschvicg sea positiva si está bien hecha.23 Tal es el caso, por ejemplo,
insistió en varias ocasiones en que no hay verdad antes de de la experiencia de Michelson, con referencia a la cual Ba-
la verificación.lG La ciencia no refleja Ia verdad: la dice. Pe- chelard comprueba, otravez en liactiuité rationaliste, oque
ro la verifrcación brunschvicguiana es aún un concepto de en el punto en que se encuentran las ciencias fisicas y ma-
frlosofia intelectualista. La prueba, tal como Bachelard la temáticas contemporáneas ya no hay fracaso radical".2A Pe-
concibe, es un trabajo porque consiste en una reorganiza- ro agrega enseguida que tampocobay éxito d.efinitiuo. ¿No
ción de la experiencia. "La ciencia no es el pleonasmo de la es ese eI destino mismo del trabajo? Además, el trabajo es,
experiencia,.l? Si el pensamiento científrco llega a recibir en la colectividad humana, actividad üvidida y solidariza-
un dato, sólo da pruebas de su capacidad de comprenderlo da. Ocurre otro tanto con el trabajo de la prueba. nl,a unión
cuando lo reitera. Así como el trabajo, en sentido estricto' es de los trabajadores de la prueba":25 esa es la admirable fór-
antifisis, el trabajo científrco es antiiogía, negativa a admi' mula mediante la cual Bachelard enseña que la ciencia se
tir conceptos, objetos designados, un lenguaje habitual, y, hace no sólo al trabajarjuntos en la prueba, sino al traba-
correlativamente, decisión de reiniciar los comienzos se- jarlajuntos. Se Ia trabaja estableciendo ttnacuerdo discur-
mánticos, reordenar el orden sintáctico reside allí el
-¿no siuo en el seno de la comunidad científica, aunque también
espíritu de la axiomáticdl-, sustituir la cohesión compro-
instaurando en el seno de la sociedad global las condiciones
bada por Ia coherencia obtenida y producir frnalmente los
de un determinismo técnico que materializa, alaplicarla, la
fenómenos, en vez de registrarlos' La ciencia no es una feno-
teoríaracional de los efectos que él suscitay conserva. .Sin
menología: es una fenomenotécnica'18 En Les intuitions eI hombre sobre la Tierra no hay otra causalidad eléctrica
atomistiques, Bachelard caracteriza a la ciencia moderna que Ia que va del rayo al trueno: un relámpago y ruido. Sólo
no como ciencia de fenómenos, sino como ciencia de efectos la sociedad puede enviar electricidad por un hilo; sólo ella
(Zeeman, Stark, Compton, Raman) buscados sin que pre- puede dar a los fenómenos eléctricos la causalidad lineal del
viamente se hayan registrado en la experiencia fenómenos
similares.l9 En Ia cienciamoderna, los instrumentos no son
20 lbid., pág.
140.
2r G. Bachelard,, Le nouuel esprit.
t5
. .,op. cit.,pág. L2.
Ibid., pág.87. 22 G. Bachelard, L'actiuité rationaliste. . ., op. cit., pág, 84.
16 En.Le nouuel esprit scientífique, op. cít., pág. 11' Bachelard escribel 23 G. Bachelard,,
Le nouuel esprit. . ., op. cit., pág. g.
"El mundo científrco es nuestra verifrcación". 2a G. Bachelard,
L'actiuité rationaliste. . ., op. cit,, pág. 47. Cf. la misma
r7 G. Bachelard,Le rationalisme appliqué,op. cit., pág. 38.
idea en Ze rationalism¿ appliqué, op. cit,, pág. 111.
18 G. Bachelard, Le nouuel esprit. . ,,op, cit., pág. 13. 25 G. Bachelard,,
Le rationalísmz appliqué, op, cit., capítulo III.
le G. Bachelard, Les intuitíons atomistiques, op. cit., pág' 139'

203
202
Ies réueries de la uolonté. Ante lo cual podría objetarse que
(' imposible
hilo, con los problemas de las conexiones ' ') Es Bachelard nunca dejó de denunciar en la teoría bergsonia-
por medios natu-
u""; el soÑdo de un continente a otroportavoz' Es indis' na del homo faber vrta impotencia radical para dar razón de
rales, por potente que imaginemos al la progresividad de la ciencia. "Si Ia teoría del homo faber
;;;tü"i intermédiario electrónico' v ese intermediario está adaptada a lavida común, no lo está a esa instancia re-
;; h;;;", es social'.26IJna vez más, dragón filosóficq
un volucionaria que es el pensamiento científico en compara-
un monstruo, Ia hipótesis del determinismo universal'"' ción con el pensamiento comúno.3l Haríamos notar, enton-
tut"ftu por ia labor científica' Un determinismo to- ces, que el análisis bachelardiano del nlirismo dinámico del
tái ut ,tt d.eterininismo d'e lo insignificanúe' El estableci-
"""ciáo herrero, Io lleva a proponer una revisión del concepto de ho-
de mane'
rniento de un vínculo real entre fenómenos supone mo faber, con referencia a la hazaña de Sigfrido al recons-
eI análisis y los
irrsepataUle la medición la
y detección, truir su espada quebrada: oÉI est¿i muy lejos de las ideas del
"" las perturbaciones; en sín'
ó;ilt, Ia protección contra y técnica experimental de
ajuste, de la fijación, de la yuxtaposición que gusta atribuir-
tesis, una teoría matemática una se a un homo faber: lima la espada rota para reducirla a pol-
la causalidad. nPero el determinismo es entonces una no-
vo. Esto ya es esperar una virtud dialéctica, aplicar a fondo
Cap-
ción que signa Ia cop tura hurnano de Ia natur¡s2¿' '28 el principio: destruir para crear>.32 Hacia 1948, el pensa-
por la teoía y Ia prác-
i"* ü"*Áa, es décir, recuperación jamás miento de Gaston Bachelard parece jugar con los conceptos
iü, qo" no sólo suscita fenómenos observados' sino
de dialéctica y trabajo para descubrirles, en el intercambio
tut"¡i¿n materias nunca experimentadas' La química mo- de roles, una función frlosófica común. En todo caso, lo que
Jurr,u una ciencia de cosos sociales:.Las sustancias estu- cra noved.ad. propuesta enLe rationalisrne appliqué se con-
ü.d.,".por el materialismo instruido ya no son, propiamen-
vierte en tema de desarollo autónomo en Le m,atérialisrne
te hablándo , d'atos naturales ' En lo sucesivo' su etiqueta so-
rationnel: Ia larga introducción, nPhénoménologie et maté-
cial es una marca profunda' EI materialismo instruido
es
rialité", esboza una filosofía de la conciencia del trabajo;
inseparable de su estatus social''29 una fiIoso a de recomienzo del mundo químico33 que pro-
Én las últimas líneas de Le nouuel esprit scientifique, porciona aI mundo mineral una profundidad humana. nl,a
Gaston Bachelard apela a imágenes de Bignificaciónbioló' ruptura entre naturalezaytécnica es talvez aún más nítida
gica naiuraleza naturante, impulso vital, 9]- en química que en lo concerniente a los fenómenos estudia-
-mutación,
iración- en su esfuerzo por describir la experiencia del fi- dos por la fisica".34
iit"f" que dialectiza sus conceptos y recrea su cultura al Por ello,los filósofos deben tomar partido. Si la ciencia es
contacio con las revoluciones de Ia ciencia contemporánea' un trabajo, la filosoffa ya no puede ser un esparcimiento. La
Cor. Le ratio'
Ocurre lo mismo con La philosophie du non '30 cultura epistemológica no admite las ensoñaciones del repo-
nuevo científico y la filosofia
ialisme appliqué,el "tp1tit" so. En efecto, nel reposo está necesariamente dominado por
del no se interpretarán como la conciencia de una üaléctica
con su do- un psiquismo inuolutiuo,;35 ahora bien, la ciencia moderna
Já t".¡ujo. Se di¡a que el concepto de aplicación'
mente hace de la discontinuidad una obligación de la cultura. Por
Uie signifrc.ción psicológica y técnica, indujo en la de
de la labor' Pero acaso haya que ver
Bachélard la imagen
áqoi, Ia obra epistemológica de 1949, Ia influencia de las 3r G. Bachelard.,I* rationalisme applíqué,op. cít.,pág.163. Cf. también
"t
i-aÉ"""t trabajadas en la obra poética de 1948' La terre et Lc matérialisme rationnel, op. cit., págs. 13-6.
32 G. Bachelard,, La terre et les réueries de la uolonté, París: J. Corti,
1948, pág. 168 ILa tiena y los ensueños de la uoluntad, México: Fondo de
26 G. Bachelard,L'actiuité ratíonaliste' ' ',op' cit',pág'22I' Cultura Económica, 19961.
27 lbid., pág. 211'. 33 lbid.,pág.22.
28 lbid., pág.218. 34 lbid.,pág.209.
1953' pág' 31
2e G. Ba¿h;lar d, Le matérialisme rationneL París: PUR 35 G. Bachelard, La terre et les réueries d.u repos, París: J. Corti, 1.948,
Paidós' 19761'
lEl materíalísmo racional, Buenos Aires: ¡róg. 5.
30 G. Bachela ñ, La phitosophie d'u non, op' cit"págs' 143'in fine' y L44'

205
eso es preciso llamar la atención sobre el hecho de que, en su 3. Dialéctica y filosofia del no
trayectoria como epistemólogo, Bachelard abordó dos veces
de manera sucesiva una misma problemática. ALe nouuel
en Gaston Bachelard*
esprit scientifique responde La philosophie d,u non; en la
primera de estas obras, mecánica no newtoniana y episte-
mología no cartesiana anuncian la larga serie ulterionnen-
te constituida por las diversas variables de Ia función <no):
geometría no eucliüana, química no lavoisieriana, electrici-
dad no maxwelliana,lógica no aristotélica, racionalismo no
kantiano, etc. ALes intuitions atomistiques responde tr'ocfi-
"La filosofia del no no tiene nada que ver (. . .) con una
uité rationaliste d,e laphysique contemporaine, sobre todo en dialéctica a priori. En particular, apenas puede ponérsela
los capítulos III y W: Ia noción de corpúsculo y la üversidad en juego en torno a las dialécticas hegelianaso.l Esta decla-
de los corpúsculos. ALe pluralisme cohérent de la chimie ración de Gaston Bachelard desautorizó cualquier intento,
moderne responde Le matérialisme rationnel. fin conse- previo o posterior a su muerte, de interpretación de su pen-
cuencia, Bachelard no sólo trabajó sino que reelaboró sus samiento con el objeto de confi.rmar tal o cual dialéctica áe la
conceptos fiIosóficos. Para mencionar tan sólo un ejemplo: Idea, Ia Historia o la Naturaleza.
en 1932 el pluralismo coherente de la química se interpreta Bachelard llama nüalécticao al movimiento inductivo que
a la luz del concepto de arrnonía. En L953, con respecto a Ia reorganiza el saber ampliando sus bases, en el cual la nega-
sistemática moderna de los cuerpos simples, la palabra "ar- ción de los conceptos y axiomas no es más que un aspecto de
monía, aparece una sola vez, como si se tratara de una re- su generalización. Esta rectificación de los conceptos recibe,
miniscencia azatosay más en cuanto imagen que en cuanto por otra parte, tanto el nombre de nenvoltura, o.inclusióno
concepto. como el de gss.r Wilde decía que la imagi-
Bachelard no planteó la exigencia de una filosofía que "superación".2
nación imita y que sólo eI espíritu crítico crea. Bachelaid
acompañara a Ia ciencia para (torpedear,t en eI sentido so- creía que sólo una razóncrítica puede ser arquitectónica.3
crático del término, a los filósofos que eran sus contemporá- Para quien se rehúsa a confundir aventuradamente las
neos, pues no procuraba entorpecerlos sino estimularlos. mil y una acepciones de un término hoy utilizable en cual-
Fue el primero en someterse a esa exigencia. "El conocer quier terreno, la dialéctica según Bachelard designa una
no puede despertar más que un solo deseo: conocer
-dijo-
más, conocer mejor. La verdadera función del pasado de la
conciencia de complementariedady coordinación de los con-
ceptos cuyo motor no es la contradicción lógica. Esta dialéc-
cultura es preparar un porvenir de culturao.S6 Es hermoso tica procede tan poco de las contradicciones, que su efecto
que la muerte de un filósofo dé pruebas de su alineamiento retroactivo consiste, al contrario, en mostrarlas ilusorias,
íntimo con supropiafilosofia. Cuando Bachelardyano pudo no por cierto en el nivel de su superación, sino en eI de su
proseguir el trabajo filosófico de acompañamiento del traba- posición. Las contradicciones no se originan en los concep-
jo científico, dejó de vivir.
* Título original:
"Dialectique et philosophie du non chez Gaston Bache_
lardn. Extraído dela Reuue Internatíonale de philosophic,66(4), Bruselas,
1963.
1 G. Bachelard,La philosophie du non,parís: pU$ 1940, pág. lB5 tLa
filosofía del no. Ensayo dc una fiLosofía d,el nueuo espírítu cientifico,Bue-
nos Aires: Amorrortu, 19841.
2lbid.,págs.7, 138 y 187-8.
3G. Bachelard,La formationde l'esprit scientifique,parís: J. Vrin, 1g3g,
36 pÁ9. t0 [La formación del espíritu científico, México: Siglo )Oil, L9g7]; La
G. Bachelard,,L'actiuité rationaliste. . .,op. cit.,pág.223.
¡itilosophí.e du non, op. cit., pág. 13g.

206
tos, sino en el uso inconücional de conceptos de estructur¡ la frlosofia universitaria francesa por los trabajos de Émile
condicional. "La noción de paralela implicaba una estructu. Meyerson y André Lalande. Ruptura subrayada por fre-
ra condicional. Lo comprendemos cuando la vemos adoptar cuentes referencias a Hamelin, cuya dialéctica sintética, co-
otra estructura en otras condiciones,.4 La contradicción es, mo es sabido, rechazaron y refutaron constantemente esos
unas veces, el desfase entre la experiencia y los conocimien- dos autores, además de Léon Brunschvicg. El nombre de
tos antecedentes, y otras veces, la diversidad de sentidog Hamelin aparece ya en las primeras páginas del Essoi sur
que conceptos utilizados como entes, y no como funciones, la connaissance approchée, aunque Bachelard considera de-
toman para mentes diferentes. Aquí, la dialéctica de Ba- masiado exigente una síntesis hecha por la vía de la oposi-
chelard equivale casi a Ia de Sóc¡ates: nDos hombres, sl ción total. En 1927 escribe lo siguiente: nEl conocimiento de-
quieren entenderse verdaderamente, deben ante todo con- be mantenerse alrededor de su centro. Sólo puede deformar-
tradecirse. La verdad es hija de la discusión, y no de la sim- se poco a poco, bajo el impulso de una hostilidad modera-
patíar.5 No es sorprendente, entonces, que esta epistemolo- dao.8 En 1940 sostiene que nla negación debe mantenerse
gía socrática invoque como aval una "fiIosofia üalogada,o en contacto con Ia formación primera'.9 En 192?, Bachelard
en la cual se intercambian los valores del racionalismo y del busca en Hamelin,l0 en Renouvier,ll en Fichte,l2 garantes
experimentalismo, y como fundamento, la "estructura dia- frlosófi cos para una epistemología decididamente perspecti-
logada" de un sujeto dividido por su vocación misma de co- vista. nEl objeto es la perspectiva de las ideas".13 Para expli-
nocimiento.T car el retroceso constante del punto de fuga, toma algunas
nociones, o tal vez solamente algunas metáforas, de parti-
No creemos que haya motivos para hablar de una histo- darios de lo que Hamelin llama método sintético, pero sin
ria dialéctica del concepto de üaléctica en la obra de Bache- una completa adhesión. Si este autor cree que la construc-
lard, pues estamos convencidos de que este comprendió, ción sintética debe consumarse, cerrarse, y que el raciona-
desde su tesis de doctorado de 1927, el Essoi sur Ia connais- lismo tiene que pretenderse absoluto y sólo es un probabilis-
s&nce dpprochée,no sólo el sentido de crecimiento sino tam- mo (hasta su consumación,,l4 Bachelard considera que "el
bién el ritmo de desarrollo de la ciencia céntemporánea. Sin idealismo, más que cualquier otro sistema, debe postular
embargo, nos gustaría seguir, alo largo de sus sucesivas pu- un mundo que se mantenga abierto a la evolución y, por con-
blicaciones, las variaciones de Bachelard sobre su tema siguiente, sea imperfectoo.lS Por lo tanto, la síntesis o recti-
epistemológico de preferencia. frcación, que es *la verdadera realidad epistemológis¿,, 16 no
El último capítulo de la tesis de L927 se titula nRectifica- puede ser, a su juicio, Ia propuesta por Hamelin, sino única-
tion et réalité". Se presenta, por lo tanto, como una polémica mente una síntesis (a la manera hameliniana".lT En 1940,
con el célebre Idcntité et réalité.* Ese mismo capítulo contie- Bachelard reitera su referencia a Hamelin, en coincidencia
ne una frase que es una rápida alusión: "La disolución es con un estudio reciente sobre las nuevas teorías de la física,
sin duda un fenómeno general, pero no es todo eI fenóme-
¡s,. Hoy puede decirse de manera explícita que al promover 8 G. Bachelard, Essoi sur la connaissance approchée, Parfs: J. Vrin,
el reconocimiento de un progreso de Ia realidad, Bachelard 1927, pág. 16.
e G. Bachelard La philosophie
inauguraba su carrera de filósofo mediante una ruptura sin , d,u non, op. cit., pág. I37.
10
G. Bachelard , Essai sur la connaissance. . ,,op. cit.,págs. 16, 246,293.
ruido con los temas epistemológicos entonces acreditados en rt lbid., p6gs.244,255 y 28L.
12 lbid., pág.277.
a G. Bachelard , La philosophie du non, op. cít., pág. 133. rs lbid., pág.246.
6
lbid., p6g. I34. ra O. Hamelin, Essai sur les éléments principaux de la représentation,
6 G. Bachelard, Le rationalisme appliqué, París: PU$ 1949, capítulo I segunda edición, París: FéIix Alcan, 1925, p6e. 5L2.
r5 G. Bachelard, Essci sur lo connoíssance. . ., op, cit., p6g. 292,
[El racionalisnto aplicado, Buenos ñres: Paidós, 19?9].
t lbíd., p6g. aa. t6 lbid., pág. Boo.
* Título de un libro de Émile Meyerson (París: FélixAlcan, 1908). (N. del f )
17
lbid.,p6e,.29B.

208 209
cuyo autor sostiene que la oposición hameliniana traduce fia.21 Si se pone de manifiesto, entonces, (<eu€
sólo podrá
mejor que la contradicción hegeliana la complementariedad bosquejarse con claridad lo simple luego de
estuaio fro_
de los conceptos fisicos. Con las tesis dialécticas de Hame- "n
I'ndo de lo complejo",22 la epistlmolola deberá calificarse
lin, afrrma Bachelard, .la üaléctica frlosófrca se acerca a la de no cartesiana. Si surge que las susfancias químicas
ele_
üaléctica científica,.l8 No ha olvidado en 1940 lo que había mentales se resuelven en electrones cuya sustancialidad
es
escrito en 1936, en una obra donde el término ndialéctica" fi- evanescente si el electrón <escapa alacategoría
d,e conser_
gura en el título, para refutar la tesis bergsoniana acerca uación",23 el concepto de sustancia sOlo
fodra ser objeto áe
del carácter ilusorio de la idea de nada. Se apoya en la psico- un uso no kantiano. y si la solidaridad de las tres
catego_
logía de un espíritu científrco atormentado por la idea del ías: sustancia, unidad, causalidad., implica que la moüfióa_
vacío para concluir que nla negación es la nebulosa con la ción de la primera influye sobre el .r"o du las otras,
es preci_
cual se forma el juicio positivo real" y ntodo conocimiento to- so examinar nla posibilidad de establecer un
kantismo de
mado en el momento de su constitución es un conocimiento segunda aproximación, un no kantismo susceptible
de in_
polémico".lg A una dialéctica lógica que trata las nocioneg cluir, superándola, Ia fi losofi a criticista,. 24

como cosas, Bachelard opone "la psicología del esclareci-


miento de las nociones,. Ahora bien, entre dos ideas como el Aquí se urde la dificultad. por una parte, Bachelard está
vacío y lo lleno hay "una correlación perfecta>: uno no se es- muy alejado del positivismo; no p"e""ntu su filosoffa
cientí-
clarece sin referencia al otro. Aquí, el concepto de correla- fica como una ciencia frlosófica. por la otra, no
se aparta de
ción nos remite otra vez a Hamelin. la ciencia cuando se trata de describir y legitimarco
p"o"o
Poco importa, por otra parte, a quién se nos remite. ABa- d.er.
!n su opinión, no hay distinción ni distancia ent e la
chelard, gran lector y lector generoso, le gusta saludar ios ciencia y la razón. Esta última no se funda en la
veracidad
encuentros que hace alazx de sus lecturas. Pero no es opor- divina o la exigencia de unidad de las reglas del
entendi_
tuno asignar a ellos más que lo que conviene atribuir a oca- miento. Este racionalista no le demanda a-la razón,ri"gon
siones contingentes. De hecho, Bachelard siempre se preo- otro título genealógico, ninguna otra justificación
de
cupó bastante poco por concertar encuentros con frlósofos. cio, que la ciencia en su historia: .La ."it-étirr "j"?.i_
rro está fun_
No busca los ejes conceptuales de su epistemología en tal o dada en la razón. Al contrario, la doctrina d elarazónse
fun_
cual filosofía, sino en los informes y tratados científicos. Si da en la aritmética elemental. Antes de saber contar,
yo ape_
llega a apoyarse en la autoridad de algin filósofo, pequeño o nas sabía qué era larazón. En general, el espíritu
aene pie_
grande, antiguo o contemporáneo, lo hace con gran libertad. garse a las condiciones del saber. Debe
crear en sí una es-
Su idea de la razón no proviene de filosofias de filósofos. tructura correspondiente a la estructura d.el saber,.ru Áq"i
es preciso señalar un posible error. Al afirma¡ que
Tampoco, por lo demás, de filosofias de científrcos, sino de la la ,uión
debe obedecer a la ciencia en evolución,26 Bachélard
ciencia de estos. En él no hay análisis reflexivo de los prin- no nos
cipios de larazínni deducción trascendental de las catego- invita a hablar de una evolución de Ia razón. En efecto,
re_
rías. Nada que se asemeje a una naplicación facticia del ra- sulta dificil liberar a un racionalismo evolucionista
de toda
cionalismo crítico", como lo fue antaño la tesis de Arthur huella de esencialismo. Decir que la razón evoluciona
es de_
Hannequin.zo Corresponde a la ciencia ordenar la filoso- cir que, en rigor, podrÍan.on.ébi.s" rasgos anteriores
a la

18 G. Bacheiard,La philosophie du non,op. cit., pág, 136. d, La philosophíe du non,op. cit., pás,. 22.
31 9.
zz
le G. Bachelard , La dialectique de la durée, París: Boivin, 1936, págs. 23 G. "*..|r"1"r
Bachelard, Le nouuel esprit scientifiqur,f pUF/Félix Alcan,
y 24 lLa d.ialéctica de Ia duración, Madrid: Villalar, 19781. 1934, páC !53,lEl nueuo-espíritu científi"o,-Itié*í.o, ^ri",
Nueva Imagen, 19gll.
20
Referencia al Essai crítique sur I'hypothése des atomes dans la science '" G..lJach€lard, La philosophie du non, op. cit., pág. 68.
contemporaine, París: G. Masson, 1895. Cf. G. Bachelard, La philosophie "+ Ibid., págs. 9S-4.
25
d.u non, op. cit. , pág. 57, y también el capítulo sobre Hannequin er Les in- lbid.,p6g. L44.
2s
tuitions atomistiques, París: Boivin et Cie., éditeurs, 1932. lbid.

2r0 2rt
evolución, así como al hablar del celacanto se dice que, a El no cartesianismo y el no kantismo de esta nueva epis-
diferencia de otros peces, no ha evolucionado. Mientras La- temologra resultan aún,más manifiestos debido al reconoci-
lande üstinguía de la razón constituida una razón consti- miento de una diversidad de racionalismos y a Ia constitu-
tuyente, y Brunschvicg üferenciaba del sustrato de los há- ción de racionalismos regionales, esto es, en virtud de las
bitos mentales Ia norma de la razón, Bachelard enseña que determinaciones de los fundamentos de un sector específico
sólo la ciencia es constituyente, sólo la ciencia es normativa del saber. Fundar Ia ciencia eléctrica en su regionalidad es
del uso de las categorias.2T Por consiguiente, no se preocupa fundarla directamente, conferir a sus leyes un valor apo-
mucho por saber si, en Ia historia del racionalismo, Descar- díctico autónomo, sin recurso a otro tipo de apodicticidad,
tes o IGnt fueron, por espíritu de sistema, infieles al ideal por ejemplo la del mecanismo. Esas regiones de racionali-
de racionalidad que inspiró en un principio sus filosofias. dad diversa no son propuestas aI pensamiento científico por
Un ejemplo puede convencernos de ello. la experiencia común: nEl pensamiento científico (. . .) debe
En el artículo "Razóno de la última de sus obras, Héri- a menudo cancelar un privilegio erróneamente atribuido a
tage de mots, héritage d,'iües, Léon Brunschvicg recuerda conceptos "espaciales" y "oculares" (. . .) La vista no es nece-
sariamente la buena avenida del sabero.Sr Entre las regio-
"el interés que se consagra a separar por entero, en su ori-
gen y su destino, el uso analítico y el abuso üaléctico de la nes empíricas y las regiones racionales de fenómenos debe
razón,, y destaca, en el activo del primero de estos usos, la interponerse un psicoanálisis del conocimiento, una renun-
perspicacia con la cual Kant, en la nAnalítica de la razón cia a las imágenes primigenias, a los errores primeros, una
pura" (analogÍas de la experiencia), "anticipaba de m¿u1era sustitución de la fenomenología que describe el fenómeno
asombrosa los resultados de la ciencia,, vale decir, el enun- por la fenomenotécnica que lo inscribe en la ciencia. Bache-
ciado de los principios de conservación y degradación de la lard se dedicó, pues, a constituir un racionalismo del elec-
energÍa.28 Ahora bien, sucede que Bachelard bosquejó en trismo,32 luego un racionalismo de la mecánica y por último
dos oportunidades unracionalismo de la energía, ante todo un racionalismo de la dualidad electrismo-mecanicismo.
en fisica y luego en química.29 Paraque el principio de con- ¿La pluralidad de racionalismos regionales puede com-
servación, dice, cobre todo su sentido, eslreciso que se apli- prenderse en la unidad de un racionalismo general? No, si
que, como cualquier principio general, a un objeto bien defi- por generalidad se entiende un producto de reducción. Sí, si
nido, en este caso a un sistema material aislado, lo cual su- por ello se entiende un proceder integrador, pues, más que
pone un afinamiento incesa¡rtemente creciente de las técni- racionalismo general, es preciso decir racionalismo integral
cas de aislamiento y las meüdas de aproximación. Pero por o, mejor aún, racionalismo integrante.SS El racionalismo es
este camino se llega al cuestionamiento de la continuidad una actividad de estructuración.34 Si Bachelard no consa-
espacio-temporal de la energía, propiedad por la cual los gró un estudio especial a la epistemología estructural fue,
primeros conceptos de la energética del siglo XIX parecían justamente, porque toda su investigación epistemológica es
reconocer la jurisdicción del principio kantiano de perma- estructural, y no deberá convenir en ello- por ignorar
nencia de la sustancia.So que la matemática -secontemporánea es puramente, aunque
no simplemente, formal, operacional y estructural.35 Esta
27 G. Bachelard, La philosophie du non, op. cit., pág. 90,
28 L. Brunschvicg, Héritage de mots, héritage d'idées, París: PUF, 1945, 3r G. Bachelar d,, Le rationalisme appliqué, op. cit., pág. IB7 .
págs. 12 y 13. 32 quien desee ver una renovación del problema de la conceptualización
2e G. Bachelard, L'actiuíté rationaliste de la physique contemporaine,
científica debe leer y releer las rigurosas páginas que se refieren a la for-
París: PUF, 1951, capítulo V [La actiuidad racionalista de la física contem- mación del concepto de capacidad eléctrica, e¡ ibid,., págs. 145 y sigs.
poránea, Buenos Aires: Siglo Veinte, 19731; Le matérialisme rationnel,Pa- 33 G. Bachelard,,
Le rationalismz appliqué, op. cit., pág. tB2;.
rís: PUF, 1953, capítulo Yl lEl materialismo racional, Buenos Aires: Pai- 34 lbid., pág. 133.
dós,19761. 35 Cf., por ejemplo, G. Bachelard, La philosophic du non, op. cit., pág.
30 G. Bachelard.,L'actiuité rationaliste. . .,op. cit., pág. 13?.
133.

2t2 2t3
vez se suprime de manera definitiva lo que quedaba de pla- confirma la decisión tomada en eI Essai sur la connaissance
tonismo en el racionalismo. La Idea estuvo durante mucho approchée de separar la teoría del conocimiento de las for-
tiempo aureolada de un prestigio de arquetipo incluso en rnas a priori, desprovistas de sentido aI margen de la rela-
Descartes y I{ant, quienes creían haberse apartado de ello' ción con la materia informada: "En consecuencia, es preciso
En este punto debe reconocerse a Bergson eI mérito de la tomar con cuidado el conocimiento en el momento de su
clarividencia, aun cuando se le niegue una lucidez compara- aplicación o, al menos, no perder nunca de vista las conü-
ble en su apreciación de los rumboJ de Ia ciencia moderna.So ciones de estao.40 De todas maneras, los años transcurridos
El racionalismo de Bachelard expulsa la Idea en beneficio en la aplicación del racionalismo provocaron un cambio
d.e la estructura, y enseña, en defrnitiva, que en el conoci- manifiesto en eI vocabulario utilizado por Bachelard con el
miento Ia función de las formas no es recibir, sino dar: "La propósito de comentar, para uso de los filósofos, la movili-
idea no es del orden de la reminiscencia: es más bien del or- dad de un saber que obligó al fisico (a reconstruir tres o cua-
den de la presciencia. La idea no es un resumen: es más bien tro veces su razón e, intelectualmente hablando, a rehacer-
un programa. La edad de oro de las ideas no está detrás del se una vida".4l
hombre: está delante,.37 Porque sabe que una forma mate-
mática es una relación funcional entre objetos cualesquiera; Luego de La philosophie du non,los estudios epistemoló-
que no hay axioma al margen de la organizaciín axiomática gicos de Bachelard ya no incluyen referencias a frlósofos de
de una teoría, y que una misma estructura permite cons- Ia oposición. El término ndialécticao persiste y se utiliza en
truir varias organizaciones teóricas, Bachelard puede escri- abundancia, pero con una signifrcación renovada. En el de-
bir: nEl racionalismo integral, por lo tanto, no poüá ser sino venir del saber, no se hace tanto hincapié en la ruptura con
una dominación de las diferentes axiomáticas básicas'.38 el momento anterior como en Ia valorización del momento
En eI racionalismo integral, Ias correspondencias interre- posterior. La epistemología üaléctica se expone menos en
gionales aseguran el intercambio de las aplicaciones y ga- su relación con la lógica que con la psicología. Le nouuel es-
rantizan la reversibilidad de la relación de aplicación. "Hay prit scientifique se había propuesto mostrar que "eI espíritu
ahoraintercambio de apli.caciones, de moto que podemos ver tiene una estructura variable desde el momento en que el
el racionalismo de una geometría que se aplica algebraica- conocimiento tiene una historia,.42 El motor de esa historia,
mente y el racionalismo de un álgebra que se aplica geomé- el agente de movilidad, se había identifrcado con Ia duda, si
tricamente. El racionalism'o aplicado actúa en ambos senti- bien una duda no cartesiana, esencial y no provisoria, du-
dos,.39 A veinte años de distancia, Le rationalisme appliqué radera por no ser general. Le rationalisme appliqué retoma
el examen de las condiciones de ejercicio de esa duda. Una
36 Bergson denunció el desconocimiento cientÍfico de la continuidad y la
duda universal "no corresponde a ninguna instancia real de
cualidad en el momento mismo en que la matemática y Ia fisica adquirían
la investigación científrca,.43 Una duda aplicada, especifi-
la capacidad de explicar una y otra. Y Bachelard piensa sin duda en él an' cada por eI objeto que debe conocerse, conduce a una proble-
tes que en cualquier otro cuando escribe lo siguiente: 'Qué injustas deben mática. Ahora bien, una problemática se construye dentro
parecer las polémicas que tienden a negar a la ciencia el poder de conocer de una ciencia en curso, y jamás a partir del vacío intelec-
las cualidades, las conveniencias de las cualidades, siendo así que ella
tual o frente a Io desconocido. Ninguna ciencia podría ini-
ordena con precisión los más numerosos matices. También es injusto ne-
garle el espíritu de sutileza, cuando en realidad estudia fenómenos en ex' ciarse sobre la base de una duda radical. Por eso no comien-
tremo delicados. Limitar el espíritu científico a las ideas del mecanicismo, za nunca y recomienza siempre. Le nouuel esprit scientifi-
las ideas de una sucinta geometría, los métodos de comparación cuan'
titativa, es tomar la parte por el todo, el medio por el fin, un método por un
pensamiento, (G. Bachelard, Le rationalisme appliqué, op. cit,, pág. 209)' a0 G. Bachelard, Essol sur la connaissance. . ., op. cit., pág. 261.
37 lbíd., p6g. r22. ar G. Bachelard,Le nouuel esprit. . .,op. cit.,pág. I75.
38 Ibid., pág. 133.
3e
42
lbid., pa. 173.
lbid., pág. L57. a3
G. Bachelard, Le ratíonalisme appliqué, op. cít., pág. 5f .

2]4 2t5
delyo en yo de existencia y yo de sobreexistencia, vale decir,
que }rablaba de .pensamiento ansios s';44 Le rationalisme de coexistencia en el seno de un cogitamus: toda esta tenta-
ápptiqué habla de nesa razó+-arriesgada, reformada sin ce- tiva es ingeniosa, convencida, pero no plenamente eficaz pa-
sar, siempre autoPolémicar.45 ra convencer.so Bachelard sigue utilizando el vocabulario de
Así como la duda cartesiana estaba acompañada de una la psicología y la interpsicología para exponer un racionalis-
teoría de1 error, Ia duda no cartesiana supone otra' AI res- mo de tipo axiológico. El sujeto dividido cuya estructura
pecto, es bastante conocida la ayuda recibida por el Bache- presenta sóIo está dividido porque es sujeto axiológico:
"To-
iard epistemóIogo del Bachelard lector, crítico y psicoanalis- do valor divide aI sujeto valorizadoro.sl Ahora bien, si pode-
ta de soñadores y poetas. Al exponer e ilustrar el concepto de mos admitir los conceptos de psiquismo normativoS2 y psi-
obstáculo epistemológieo, La formation de I'esprit scientifi- cología normativa,SS ¿no tenemos motivos para sorprender-
que fiindó positivamente la obligación de errar' Descartes nos ante la idea ds
"psicologsmo de normalización"? Recor-
explicaba cómo era posible el error. Bachelard muestra su demos, al menos, que cuando eI concepto de normatividad
necesidad, no por la existencia de lo exterior al conocimiento, racionalista se le impone a Bachelard para dar un estatus a
sino por el acto mismo del conocimis¡16' "En eI acto mismo una psicología del conocimiento científico que no termine en
de conocer, íntimamente, una especie de necesidad funcio' psicologismo, el concepto de dialéctica deja de parecerle ade-
nal lleva a la aparición áe lentitudes y perturbacioneso'46 cuado. Cuando es indispensable caracterizar, en el seno del
Empero, una empresa que consiste, seg{rn confesión de su yo dividido por la conciencia de los valores epistemológicos,
autór, en buscar en el psicoanáIisis de los obstáculos episte' la relación entre el sujeto controlado y el sujeto controlador,
mológicos las condiciones psicológicas del progreso de la cien'
"la palabra "dialéctica" ya no es (. . .) ta palabra absoluta-
cia, ¿no corre eI riesgo de descalificar a esta en su pretensión mente apropiada, pues el polo del sujeto asertórico y ei polo
de oÉ¡etlvidad? El psicologismo no tiene buena prensa' Ba' del sujeto apodíctico están sometidos a una evidentejerar-
chelard 1o sabe y nó ignora la objeción posible.4? Se defrende quíao.54 Sea como fuere, no se negará a Bachelard plena lu-
poniendo de relieve Ia rectificación del error como valoriza- cidez en lo concerniente a la difrcultad de constituir de cabo
.iOtt del saber. .Unaverdad contra un fondo de error: esa es a rabo el vocabulario de una epistemología racionalista sin
la forma del pensamiento científico. El act'o de rectificación referencia a una teorÍa ontológica de la razón o a una teoría
borra las singularidades asociadas al error. Sobre un punto traseendental de las categorías.
específico, la tarea de despsicologización ha terminado''48
En efecto, Ia rectificación del saber es recurrente: es reorga' Aun cuando Bachelard consideraba que la palabra "dia-
nización del saber a partir de las bases mismas' La reorga' léctica" era apropiada para caracterizar la conducta de ra-
nización del conocirniento suprime su historicidad'ag cionalidad, esa dialéctica funcionaba de modo muy distinto
Con respecto a este punto, es necesario confesar que' a de una dialéctica de ritmo ternario obligado. En ella, la su-
nuestro juicio, Bachelard evaluó, más que superó, una difi'
¡rcración genera de manera retroactiva la tensión entre los
cultad fiIosófrca crucial. Fundar la objetividad del conoci' momentos sucesivos del saber. En Bachelard, el concepto de
miento racional en Ia unión de los trabajadores de la prue' rlialéctica equivale a la afirmación, en una forma condensa-
ba, y Ia validez del racionalismo, en la cohesión de un corra' tla y abrupta, de que la razón es Ia ciencia misma. Distin-
cionalismo; fundar la fecundidad de mi saber en la división guir razón y ciencia, como se hizo hasta é1, es admitir que la
¡rrimera es potencia de principios con prescindencia de su
aa G. Bachelard, Le nouuel esprit, . ., op. cit., pá9. L77 '
a5 G. Bachelar d, Le ratíonalismz appliqué, op. cit., pág. 47' t'o
lbid., capÍtulo III.
ao G. Bachelar d, La
forrnation de I'esprit. . ., op. cit., pág' 13' rt lbid.,pág. 6s.
a? G. Bachelar d, Le rationalisme appligué , op' cil. , págs' 46-9, y L'actiui' t2 lbid., pág. 66.
té rationalíste. . ., oP. cít., Pá9. 3. n:f
G. Bachelard, Le nouuel esprit. . ., op. cit,, pág. 136.
aB G. Bachelar d, Le rationalisme applíqué, op. cit. , pág' 48' r"r
G. Bachelard, Le rationalisme appliqué, op. cit., pág. 60,
4s lbid., pág. 49.

2L7
216
aplicación. Ala inversa, identificar ciencia y raz6n es espe-
rar que la aplicación proporcione un perfil de los principios. Tercera parte. Lrvestigaciones
El principio aparece al final. Pero, como la ciencia no termi-
na de terminar, el principio no termina de superar el estadio
del preámbulo. La filosofía del no es r¡na filosoffa del traba-
jo,55 en el sentido de que trabajar un concepto significa ha-
cer variar su extensión y comprensión, generalizarlo me-
diante Ia incorporación de rasgos de excepción, trasladarlo
fuera de su región de origen, tomarlo como modelo o, a la in-
versa, buscarle un modelo; en síntesis, conferirle gradual-
mente, en virtud de transformaciones reguladas, la función
de una forma. El pensamiento científico contemporáneo se
caracteriza, dice Bachelard, "por un enonne poder de inte-
gración y una extrema libertad de variación".56
Libertad de variación, más que voluntad de negación:5?
eso es lo que traduce eI no presente por doquier en esta epis-
temología dialéctica. Mientras no perdamos de vista que
esta epistemología no hundió sus raíces en una filosofía,
sino que encontró sus modelos en la ciencia, no nos enga-
ñaremos con la consigna bachelardiana: ¡la polémica antes
que nada! En la progresión del saber, el no no tiene el senti-
do de anti. La philosophie du non se pensó según el modelo
de las geometrÍas no euclidianas y las mecánicas no newto-
nianas. Es una epistemología general sEgutr eI modelo de la
geometúa general. Filosofia del conocimiento rectifrcado, fi-
losofia del fundamento por recurrencia, la üaléctica segrin
Gaston Bachelard designa como un hecho de cultura el vec-
tor de Ia aproximación científica, cuyo sentido refuerza al
proponerlo como regla: nEn todas las circunstancias, lo in-
mediato debe dejar paso a lo construid.o".58

55
Ya hemos insistido en este aspecto en nuestro artículo "Gaston Bache-
lard et les philosophes", Sciezces,24,marzo-abril de 1963, también inclui
do en este volumen [,,Gaston Baehe]ard y los filósofos"l.
56 G. Bachelard,L'actiuité rationaliste. . .,op. cit., pág. 16.
5? G. Bachelar d, La phílosophie du non, op. cit. pág. 135.
,
58 lbíd., p6g. L44.

2r8
L Biología
1. De losingular y de la singularidad
en epistemología biológica*

En la Introducción ala Histoire naturelle des animaux


sans uertébres, Lamarck escribe, ya en las primeras pági-
nas: nl,os animales son seres tan sorprendentes y tan curio-
sos, y en particular aquellos cuya demostración tengo a mi
cargo son tan singulares por la diversidad de su organiza-
ción y sus facultades, que no debe pasarse por alto ninguno
de los medios apropiados para darnos una justa idea de ello
y esclarecernos lo más posible a su respecto".l Algunas pág[-
nas más adelante, los designados como seres singulores son
ulos animales en general,, porque segrin Lamarck todavía
no estamos en conüciones de dar una definición sóIidamen-
te establecida de lo que constituye eI animal. Sus argumen-
tos evocan de manera imperiosa el célebre artículo de Dide-
rotenlaEncyclopédie: "¿Qué es eI anirnal? He aquí una pre-
gunta que nos perturba tanto más cuanto más filosofia y co-
nocimientos de la historia natural poseemos). El Diction-
nqire raisonné uniuersel d'histoire naturelle de Valmont de
Bomare, que, constantemente enriquecido, tuvo siete edi-
ciones entre 1762 y 1800, hace un verdadero abuso del tér-
mino "singularo. No debemos asombrarnos de encontrarlo
cn los artículos,,Puceron" ["Pulgón"] y
"Polype" [,.Pólipo,],2
<los insectos sobre los cuales el autor hace notar que se apar-
tnn de la ley general establecida para la generación de los
cuadrúpedos, las aves, etc. (artículo
"Pulgóno: generación

* Título original: uDu singulier et de la singularité en épistémologie bio-


logique". Este estudio es el desarrollo de una comunicación a la Société
Itllge de Philosophie, en Bruselas, el 10 de febrero de 1962.
I J.-8.
Lamarck,Histoire naturelle d.es ani¡naux sans uertébres,segunda
prlición, ParÍs; J.-8. Bailliére, 1835, t. I, pág. 11.
? Valmont de Bomare, Dictionnaire raisonné
uniuersel d'histoire na-
lun,llc, tercera edición, Lyon: J.-M, Bruysset pére et frls, 1776, t. VII, págs.
llñfi y sigs. y 363 y sigs. Véase también el artículo
"Zoophytes" [.,Zoófrtos"],
I l, ¡róg.433.

221
I
generar sistemas del magnetismo universal. Pomponazzi,
de los pulgones), o, más exactamente, que son contrarios a
Bruno, Paracelso y más adelante Mesmer no vacilaron en
leyes "que habíamos considerado como generales" (artículo
identificar magnetismo y causalidad universal, en el macro-
"Pólipo": pólipos de agua dulce). Si Valmont de Bomare es cosmos y el microcosmos. AIa inversa, el espíritu racionalis-
un demostrador vulgarizador, Lamarck es un profesional y
ta, ese espíritu para el cual la ciencia es ante todo teoúa y
además un inventor. Pero sigue siendo un hombre del siglo
demostración, desconfia de lo que aparece como extrava-
XVI[, esto es, de una época en Ia cual las investigaciones en
gante o raro. Cuanto más teoría hay en la relación de una
morfología, fisiología y etología de los organismos están do-
experiencia, menos espectacular parece esta. Descartes, por
minadas por un imperativo general de clasificación y orde-
ejemplo, siempre enseñó que en materia de experiencias es
namiento en escalas.
preciso comenzar por las más comunes y estar ya avanzados
El hecho de que la singularidad de ciertas estructuras y
en teoría para emprender el estuüo de fenómenos insólitos.
funciones vitales fundamentales mantenga despierta a tal
En eI siglo XVI[, las ciencias matematizadas, aquellas que
extremo la atención de los naturalistas del siglo XVIII se ex-
D'Alembert llama fisico-matemáticas en eL Discours préli-
plica no sólo por eI obstáculo que Io singular opone a una in-
minaire decir, Ia óptica y la mecánica, según su crite-
vestigación ávida de asimilaciones, sino también porque en
la época la historia natural es cosa tanto de los ocuriosos"
rio-, no -es
tienen lugar para las anécdotas de la naturaleza, a
diferencia de las investigaciones fascinadas por las singula-
como de los "sabios". Un dominio de intereses compartido
ridades de Ia piedra imán o la chispa eléctrica.
entre el curioso y el sabio es, necesariamente, un dominio
De todos modos, si las singularidades fisicas u orgánicas
disputado por la afición de sorprender y lavoluntad de com-
parecen entonces tan notables, tan peculiarmente impor-
prender. La historia natural, por lo demás, no es Ia única
que experimenta esta divergencia de ejes de interés. En su tantes para el conocimiento de la naturaleza, es al menos
nEloge de Homberg", Fontenelle escribe: tanto porque sirven para impugnar el alcance de los siste-
"Componía una mas como porque incitan a la imaginación a construirlos de
fisica constituida en su totalidad de hechos singulares y po-
manera incesante. Desde luego, la sensibilidad al valor de
co conocidos, más o menos como aquello[ que, para apren-
impugnación o aI valor de seducción no se manifiesta en los
der la historia con veracidad, acuden a buscar los documen-
mismos espíritus. Es bastante sabido
tos originales ocultos en los archivos. Están, asimismo, las
olvida en demasía- que el siglo XVIII es, -y a sin embargo se
la vez, eI de las
anécdotas de la naturaleza". Sin duda, no es un azar que, en
Luces y el del Iluminismo. Entre los naturalistas es de buen
el Discours préIiminaire de I'Encyclopédie, D' Alernbert, lue-
go de oponer el .<verdadero espíritu sistemático" al espíritu tono condenar los nsistemaso y propiciar los nmétodos", y
de sistema, termine hablando del imán. Este es un objeto criticar la reducción de la variedad de los seres con referen-
muy apropiado para hacer caer en los sistemas a mentes cia a alguna relación única. Desde ese punto de vista, el be-
que sólo habrían pretendido ser sistemáticas. El imán, es- neficio de Io singular radica en su poder de dislocación del
cribe D'Alembert, motivó descubrimientos "sorprendentes", sistema que no puede admitirlo, pues aquel es el testimonio
la variación de su declinación hacia los polos es "asombro- cierto de la resistencia de la naturaleza, productora de sin-
s¿", todas sus propiedades son "singulares" y el origen gene-
gularidades, a dejarse someter a un collar de hieno de leyes
ral de estas nos es (desconocido". El ejemplo es pertinente. o reglas. Através de Ias singularidades, la naturaleza pro-
Permite comprender Ia dependencia obligada de la afición clama su salvajismo. Blumenbach, el naturalista que ganó
por lo oculto con respecto al gusto por Io singular. El ocultis- celebridad gracias a su descripción del ornitorrinco
animal que Eugenio d'Ors calificó de barrocos-, escribió: -ese
mo nace fácilmente en eI surco del empirismo. Cuando uno
nllenemos numerosos ejemplos de que las aberraciones de la
está abierto a todas las apariencias, dispuesto a recibir de
cualquier cosa la luz sobre cualquier otra, el demonio de la
analogía puede apelar a cualquier expediente extraño. La 3 E. d'Ors, Du baroque,ParÍs: Gallimard, L937, págs. 59-61 lLo baLrroco,
admiración causada por las propiedades del imán llegó a Madrid: Tecnos/Alianz a, 2002).

222 223
Naturaleza, cuando se extravía de su camino habitual, di- de Magdeburgo, construidos para la famosa experiencia de
funden en ocasiones más luz sobre investigaciones oscuras Otto von Guericke, dieron una idea de Ia fuerza extraordi-
que su curso ordinario y regular".4 naria de la presión atmosférica, en un momento en que la
Con referencia a animales menos raros y barrocos que el observación de los fontaneros de Florencia había perdido su
ornitorrinco, Buffon dio una definición de lo singular que en carácter de fenómeno singular. Sin análogos: asÍ es lo singu-
un principio nos servirá de guía. Se trata del cerdo y eljaba- lar; fuera de medida: así es lo extraordinario. Encontramos
lí. nEstos animales son singulares y su especie es, por así lo singular en la experiencia como producto del cotejo con
decirlo, única, está aislada, parece existir más solitariamen- conceptos considerados tipos o leyes de Ia naturaleza;la
presencia de lo extraordinario en esta nos parece un resul-
te que ningrrna otra (. . .) Que aquellos que quieren reducir
la naturaleza a pequeños sistemas, encerrar su inmensidad tado de la comparación en los hábitos perceptivos.
en los límites de una fórmula, consideren con nosotros este
animal y estimen si no escapa a todos sus métodos,.5 Al La función epistemológica de lo singular debe estudiarse
identificar por una parte singular y único y por otra singu- en Ia historia de una disciplina que todavÍa no es la biología
Iar y aislado, Buffon reconoce las dos funciones de este adje- ni puede serlo antes del descubrimiento de una estructura
general, tisular o celular, de los organismos, y del descubri-
tivo, exclusivo y partitivo, cualitativo y cuantitativo. El sin-
gular es único por ser diferente de todos los otros, y eI singu- miento de leyes fundamentales de energética química. No
lar es único por estar separado. Es el concepto de un ente sin hay biología antes de Bichat y sin é1, antes de Lavoisier y
concepto, que al no ser sino él mismo prohíbe toda otra atri- sin é1, aunque los inventores de la palabra en 1802, Tlevi-
r¿urus y Lamarck, no reivindiquen ni a uno ni a otro.
bución a sí que no sea de sí mismo. Ahora bien, como se sabe
desde los megáricos, esa atribución encierra una diferencia
No por azar Lamarck califica de singulares a los inver-
más entre el término tomado como aquello de lo cual hay tebrados y los animales en general en la introducción a una
que decir algo y el término tomado como Io único que puede obra de clasificación. Se sabe que éI llegó a la zoología por
decirse de é1, y esto equivale a referirlo imp.lícitamente a to- orden, para decirlo de alguna manera, y por razones de ca-
dos los atributos posibles, sin lo cual sería imposible cons-
rrera en eI museo. Su formación y su gran competencia ini-
tatar el fracaso de toda referencia a otra cosa que sí mis- ciales son las de un botánico. Ahora bien, siAristóteles esta-
mo. En cierto modo, la singularidad está garantizada por la bleció de manera muy perdurable las reglas de clasificación
inutilidad reconocida de cualquier búsqueda de relaciones. de los seres vivos tomando a los animales como objeto, lo
Por consiguiente, lo singular no es tanto el ente que rechaza cierto es que desde el Renacimiento esa clasificación fue,
el género como el ente que constituye por sí mismo su pro- ante todo, la ocupación activa de los botánicos. De Tourne-
pio género, ante la imposibilidad de participar en otros. In- fort a Linneo, la botánica proporcioní alazoología modelos
clasificable por ser único en su género. En ello debe distin- taxonómicos. La preeminencia de aquella, desde ese punto
guírselo de lo extraordinario, que no rompe con un género, de vista, tiene razones más biológicas que lógicas. La cla-
sino con la regla de este, regla que es aquí una media consi- sificación exige precisión en la descripción de los caracteres.
derada norrna. Un gigante o un enano siguen siendo hom- La descripción precisa exige una prolongada observación
bres. Los axones de las células nerviosas del calamar se ca- tranquila. Ahora bien, el vegetal es el ser viviente inmóvil y
pasivo. Una planta silvestre es una planta que no ha sido
lifrcan de gigantes pero no de singulares. Los hemisferios
cultivada, y no una planta que huye. Al contrario, el animal,
a Citado por P.-J. Barthez,
Nouueaux éléments de la science de I'homme, cuando no está domesticado, reacciona ¿mte el acercamiento
segunda edición, París: Goujon et Brunot, 1806, t. II, pág. 6, del hombre como frente al de otro animal, de conformidad
6 G.-L. L. Buffon, .Le
cochono en Histoire naturelle des quadrupédes, en con el imperativo vital de la distancia de fuga. Para el hom-
(Euures complétes de Buffon,París: J.-F. Bastien, LSLL IHistoria natural de
bre, un animal salvaje no es únicamente un ser al margen
los cuadrúpedos, en Oóros completas de Buffon, t. tV, Madrid: Tipograffa
de la ley de la domesticación: es un agresor en potencia. La
de Francisco de Ia Paula MeIIado, 18471.

226
224
competencia vital contraría la actitud contemplativ&, la re. obras renacentistas de zoología sólo fueron antologías de sin-
Iación teórica del hombre con respecto al animal. gularidades. La zoología de Konrad Gessner (L516-1565) se
A este primer motivo de atraso de la taxonomía zoológica complace en la descripción de animales extraños, rinoceron-
se agrega otro, de orden técnico, puesto de relieve por Louis tes, ballenas, llamas, jirafas, sin olvidar monstruos míticos.
Roule en su estuüo sobre Lamarck. Mientras los natura- Empero, el desfase conceptual, a fines del siglo XVII,
listas no dispusieron de instrumentos y proceümientos de entre una botánica clasificatoria como la de Tournefort y
disección frna, que permitieran el examen de las estructu- una zoologÍa casi exclusivamente monográfica debía provo-
ras orgánicas internas, la planta pareció un ser más simple car un desplazamiento del lugar de percepción de la singu-
que el animal. Luego del propio Lamarck,o Roule hizo notar laridad orgánica. Si el reino animal se manifiesta rico en
que "las plantas, comparadas con los animales, son casi se- singularidades morfológicas, propone a la consideración,
res de exterioridad".T Los principales órganos vegetales: sin embargo, la unidad de una función esencial: la genera-
raíces, tallos, hojas, flores, son evidentes, manifiestos. Ade- ción sexuada. En relación con ello, el mundo vegetal, toma-
más, la mayoría de las plantas que despertaron Ios prime- do en bloque, se presenta por su parte como una singulari-
ros intereses del hombre alimentarios, terapéu- dad. Como la reproducción por esquejes, la reproducción por
-intereses
ticos, industriales- son fanerógamas que exhiben una mis- semillas, base de la técnica agrícola, perrnanece sin explica-
ma estructura general de organización y hacen posible la ción porque no se encuentra un análogo en otra parte. Tour-
percepción de homologías. EI reino animal, al contrario, es nefort, que tomó a Ia flor como criterio de la distinción entre
más rico en ramificaciones y planos de organización, y por las clases vegetales, se inter:roga sobre la sexualidad de las
eso en él las analogías son menos fáciles de advertir y Ias plantas y, sin ignorar ios (¿rmores) de las palmeras de Anda-
singularidades se manifiestan en mayor número. Cuando lucía, no extrae ninguna conclusión sóIida en lo concernien-
Lamarck se encarga de su inventario y clasificación, Ios in- te a la necesidad de la fecundación para la reproducción ve-
verbebrados se presentan como residuos de ordenamientos, getal. La tazón está, otra vezy a su turtro, en un hecho bio-
una colección de singularidades morfológicas. lógico. Las plantas habituales, fácilmente observables, son
El fundador de la zoología sistemáti&, Aristóteles, tam- en su mayoía monoicas y llevan en el mismo pie, y a me-
bién había inventado los rudimentos conceptuales de la zoo- nudo en la misma flor, los órganos de sexo diferente. Excep-
logía comparativa. Hizo de la analogía, entendida como co- ción en el reino animal, el hermafroditismo es la regla en el
rrespondencia funcional ya proporción mate-
-y nouncomo
mática, a Ia manera de Platón-, medio de determina-
reino vegetal. Así, esa singularidad animal, siempre grava-
da con el peso de los mitos referidos a la androginia, no pue-
ción de los géneros. La correspondencia señalada por Pierre de ser el término de una analogía entre el vegetal y el ani-
Belon (1517-1564) entre las piezas del esqueleto del hombre mal, Privado de sexo, el vegetal en general es considerado
y las del pájaro nos parece demasiado poco estricta como pa- como singular con respecto al animal en general. Sin duda,
ra permitir a su autor gozar del honor, que a menudo se le desde Teofrasto se distinguen plantas hembras y plantas
atribuye, de haber retomado en el Renacimiento la empresa machos, pero con el sentido de fecundas y estériles, portado-
comparatista de Aristóteles. Para ello hubo que esperar a ras o no de semillas.
Vicq d'Azyr, Camper y sobre todo Cuvier. Por el contrario, Es Camerarius (1665-1721) quien reduce la singulari-
parcce innegable que, gracias a la convergencia del exotis- dad de la reproducción vegetal y distingue la flor macho por
mo y el naturalismo vigentes en la época, las principales la presencia de los estambres y la flor hembra por Ia presen-
cia del pistilo, quien reconoce los caracteres monoico y dioico
6 nl,os vegetales son cuerpos vivos no irritables cuyos caracteres esen-
y quien se aventura a cotejar Ia monoecia y el hermafrodi-
ciales son: (. . .) 4) no tener órganos especiales internos, (J.-B. Lamarck,
tismo de los caracoles señalado por Swammerdam. Linneo
Histoire naturelle. . ., op. cit., t. I, Introducción, pág.77).
? L. Roule, Za¡¿arch et I'interprétation de la nature, París: Flammarion, difunde y confirma Ia teoría de Camerarius. En 1761, Kel-
1927, pás,.9r. reuter publica una teoúa general de la polinización.

226 227
No obstante, en lo sucesivo aparece en los vegetales una
En consecuencia, el siglo XVIII presencia el intercambio
nueva singularidad con respecto a aquellos cuya sexualidad
de aparatos conceptuales de la zoología y la botánica para
es por fin manifiesta, aquellos cuya clasificación se funda
reducir las singularidades que enturbian inopinadamente
precisamente en los caracteres del órgano sexual: la flor.
la imagen de semejanzas, afrnidades y diferencias contem-
Para esos vegetales, Linneo crea Ia clase de las criptóga- pladas por el taxonomista en eI espejo que cree haber tendi-
mas. Sus sucesores buscan obstinadamente en ellas la do a la naturaleza.
división sexual y el proceso de polinización cuya generaliza- Finalmente, del conflicto de las reducciones analógicas
ción parece autorizar la observación de las fanerógamas, nacen, por interferencia, los nuevos conceptos exigidoó por
que confi.rma por fin la de los animales. Es preciso esperar la interpretación de nuevas observaciones.
el descubrimiento de las generaciones alternantes en los
musgos y los helechos para que la singularidad vuelva a in- Cuando Blumenbach pretende que las aberraciones de
tegrarse, con la pseudogeneralidad que ella desacredita, en la naturaleza arrojan más luz sobre las cuestiones oscuras
una teoría general de la fecundación.8 que su curso regular, y Buffon escribe que las producciones
La sustitución de la sorprendente singularidad de la re- irregulares y los seres anormales son, para el espíritu hu-
producción vegetal por el concepto general de reproducción mano, preciosos ejemplares (en los cuales la naturaleza, en
sexuada favorece la invención de analogías entre uno y otro apariencia menos acorde a sí misma, se muestra más aI des-
reino, a punto tal que a fines del siglo XVIII, cuando Vau- nudoo, uno y otro parecen confundir el surgimiento de un
cher (1-763-1841) observa el fenómeno de conjugación de las problema y Ia elaboración de su solución. Al estallar como
algas, se pregunta si no se tratará de animales. Es, a la inver- un escándalo o una extravagancia contra un telón de fondo
sa, la cuestión que se había planteado Trembley a propósito de regularidad familiar, lo singular constituye el problema.
del modo de reproducción de los pólipos (174I). La hidra de Suscita Ia búsqueda de una solución pero no la aporta. Las
agua dulce, singularidad famosa, como los pulgones parte- aberraciones no iluminan ni desnudan la naturaleza, mas
nogenéticos de Bonnet y el coral de Peyssonnel, había pues- en cierto modo enfocan el objeto sobre el cual debe concen-
to en tela de juicio las divisiones tradicionales del mund.o or- trarse Ia luz. Lo singular desempeña su papel epistemoló-
gánico,las visiones jerárquicas del mundo e incluso de la so- gico no al proponerse para ser generalizado, sino al obligar a
ciedad, habida cuenta de que el problema de la generación, la cútica de la generalidad anterior con respecto a la cual se
ligado a la cuestión de la mezcla de las especies o la mons- singulariza. Y cobra valor científico cuando se lo deja de te-
truosidad, podía sin incoherencia Ilevar a un Diderot a es- ner por una variedad espectacular y gana acceso a lajerar-
cribir, enLe réue de d'Alembe¡¿;
"¿Veis este huevo? ¿Se derri- quía de variación ejemplar. Gaston Bachelard mostró que lo
ban con éI todas las escuelas de teología y todos los templos característico del espíritu precientífrco consiste en buscar
de la Tierra?". Interrogarse sobre la posibilidad natural de variedades en vez de provocar variaciones. La üferencia de
animales-plantas que se reproducían por esquejes, como lo los modos de la mirada sucesivamente posada sobre los he-
hicieron Tbembley, Réaumur, Buffon y Bonnet, era buscar chos de monstruosidad puede servir aquí de ejemplo.g Es
en el vegetal un modelo analógico para explicar una función cierto que en el siglo )nruI el monstruo, en general, no ha
esencial en un organismo que, por lo demás, presentaba caído aún de su estatus ambivalente de error y prodigio. Los
funciones consideradas propiamente animales, como Ia di- monstruos son tanto más objeto de señalamiento, descrip-
gestión y la locomoción. ción y publicación cuanto que Ios estudios de embriología,
sin los cuales no puede haber teratología positiva, quedan
8 Sobre todas estas cuestiones será útil consultar el estudio de J.-F. Le- paralizados por Ia doctrina de la preformación, y más aún
roy, Histoire de la notion de sexe chez les plantes (conferencia en el palais
de Ia Découverte, 1959), París: Éditions du Palais de la Découverte, 1960, I Al respecto, véase nuestro estudio
"La monstruosité et le monstrueux,,
y también, por supuesto, J. von Sachs, L'histoire d.e Ia botanique du XVIe en La connaíssance d,e la uie, segunda edición, París: Vrin, 1965 IEI conoci-
siécle d.1860, traducción francesa, París: C. Reinwald, 1892. miento de la uida, Barcelona: Anagrama, 1976J.

228 229
por la del encaje de las simientes [embotternent des germes], necesariamente especies que jamás lo han sido y nunca lo
El debate que entre 1724 y 1743 enfrenta, en la Academia serátr, por no ser compatibles con Ia sucesión de criaturas
de Ciencias, a Duverney y Winslow contra Lemery, a los escogidas por Dios".l0 Al considerar las singularidades, las
doctrinarios de la monstruosidad originaria contra el defen- anomalías inclasifrcables, como otras tantas invitaciones a
sor de la monstruosidad accidental, no llega a una decisión. buscar lo posible orgánico en las lagunas de lo regular, Buf-
Sin embargo, la técnica de incubación artificial de huevos de fon confundió sin duda Io posible matemático y lo posible
aves domésticas, procedente de Egipto e introducida en biológico. Se trata del efecto no sólo de la ignorancia de las
Europa durante el Renacimiento, se hace más precisa y ex- verdaderas leyes de la reproducción y la herencia, sino tam-
perimental gracias al perfeccionamiento de las escalas ter- bién de la convicción, más mágica que científrca, de que nla
mométricas. Las incubadoras de pollos, cuyas reglas de naturaleza no tiende a hacer lo bruto sino Io orgánico", de
construcción y uso codifica Réaumur, disminuyen los fraca- modo que nlo orgánico es la obra más corriente de la natura-
sos, si bien no siempre evitan la aparicióg de monstruosi- Iezay, al parecer, la que menos le cuestao.ll CuandoAugus-
dades. Durante la Expedición a Egipto, Etienne Geoffroy te Comte, en el siglo XD(, se esfuerce por legitimar el uso del
Saint-Hilaire idea eI proyecto de provocar artifrcialmente Ia poder deductivo y constructivo del razonamiento matemá-
formación de monstruos. (Provocar, tiene aquí un doble tico en la ciencia de la organizaciín,lo hará expresamente
sentido que no escapa a quien más adelante dirá: "Buscaba para autorizar Ia ficción de organismos utópicos sólo encar-
arrastrar Ia organización por caminos insólitos". Y ese mis- gados de desempeñar un papel alavez lógico y estético: el
mo Saint-Hilaire, fortalecido en la idea newtoniana de una de restablecer una continuidad de derecho en Ia serie ani-
unidad de plan de composición de los organismos mal.12 Entre Buffon y Comte, la anatomía comparada de
retomada e ilustrada por Buffon y divulgada por Diderot -ideay Cuvier establece que, en materia de organización, no toda
otros menos prestigiosos, como Robinet-, relaciona sus ex- combinación lógicamente imaginable es orgánicamente
periencias de teratología y sus observaciones de anatomista posible.
comparatista, orientadas por la teoría de.Ias analogías, es
decir,las homologías de estructura. Gracias aI principio de Diderot comprendió con mucha claridad el tipo de res-
la continuidad de las variaciones sobre un mismo tipo, la paldo que el estudio de las singularidades orgánicas propor-
singularidad deja de contradecir la analogÍa: la sostiene. Su cionaba a la hipótesis decir al mito- de una
-deberíamos
interés por las singularidades de la organización animal ingeniosidad inagotable de la naturaleza, capaz de varia-
hacía decir a Buffon: "Es preciso no considerar imposible ciones infinitas sobre un prototipo del animal. En los P¿¿-
nada, esperarlo todo y suponer que todo lo que puede ser sées sur I'interprétation de lq, nature se atribuye a las dife-
es,. Entre esperarlo todo y provocar lo insólito, entre supo- rencias morfológicas y Ios errores orgánicos Ia capacidad de
ner que todo lo que puede ser es y empujar a la organización suministrar a los naturalistas un principio positivo de expli-
a convertirse en todo aquello de lo cual se la considera ca- cación de la diversidad de formas vivientes y de sus relacio-
paz, está toda la diferencia que separa una historia natural nes.13 El propio Diderot, al traducir el título de la monu-
especulativa de una biología experimental. Pero Buffon y
10 G. W. Leibniz, Nouueaux essais sur I'entendement hurnain,libro III,
Etienne Geoffroy Saint-Hilaire concuerdan en un principio:
capítulo 6, $ 14 lN¿euos ensayos sobre el entendimiento humano, Madrid:
eI de la continuidad de las formas de la vida. En una serie Alianza, 1"9921.
continua, toda singularidad puede encontrar su Iugar como 11
G.-L. Buffon , Histoire d.es anirnaux, capítulo 2: De la reproducción en
grado, como pasaje o como especie calificada de intermeüa.
12 A. Comte, Cours de philosophie posítiue, París: Schleicher Fréres,
Pese a Ia apariencia y a lo que se haya dicho de ello, nada es
1907, 40' lección, t. IlT, págs.226-7.
menos leibniziano. "Tbngo razones para suponer 13 D. Diderot, Pensées sur I'interprétatíon de la nature, París: J. Vrin,
Leibniz- que no todas las especies posibles pueden -sostiene
formar- 1983, $ XII [Sobre la ínterpretación de la naturaleza, Barcelona: Anthro-
se en el universo, por grande que este sea (. . .) creo que hay pos,19921.

230 23t
mental obra de Haller, qu9 utiliza de una forma que se ase- nua, objeto de Ia geometría, y Ia cantidad üscontinua, ob-
meja a un saqueo, llarnaEléments de physiologie a una an- jeto de la aritmética, pudieran ser pasibles de un mismo
tología de üferencias, anomalías y singularidades morfoló-
tratamiento por una teoría general de las ecuaciones: el ál-
gicas o funcionales, sobre todo relativas a la generación.l4
gebra. La fisica cartesiana no conocía sino comparaciones.
Quien importara sin precaueión a la historia de la fisiología Se convocaba a la imaginación a facilitar la reconstrucción
del siglo XVIII la definición actual de una ciencia que en inteligible de los mecanismos ocultos. Cribas, esponjas, tor-
realidad fundó el siglo XD! al independizarla de la anato-
bellinos eran metáforas, no analogías. Una materia homo-
mía, podría sentirse tentado de acusar a Diderot de falta de génea, eI espacio eucliüano, y un movimiento único, eI des-
información o perspicacia. Desde Descartes y Harvey, la fr- plazamiento, excluían toda referencia analógica a una reali-
siología, entonces cultivada y enseñada como rama de la
dad diferente.
medicina, ¿no había basado en analogÍas con los mecanis- Merced a Ia reducción analógica de las funciones anima-
mos habituales la explicación de las funciones orgánicas
les a los efectos de las leyes mecánicas en las máquinas
fundamentales?
simples, Descartes debía convertirse en Francia, como Gali-
¿Los iatromecánicos no habían desingularizado, por así leo en Italia, en el patrono de una escuela o, mejor, de una
decirlo, las leyes de Ia vida al asimilarlas a las leyes mecáni-
tradición teórica cuya vitalidad, en primer lugar, y supervi-
cas de la materia? La frsiología podía pasar por una suma de
vencia, después, pueden seguirse hasta mediados del siglo
analogías, y no por una colección de singularidades. Diderot
XD! y que suele denominarse "iatromecanicismo". Pero pa-
no desconocía ni a Boerhaave ni a La Mettrie. X sin embar-
tronazgo no es iniciativa. La iniciativa de las nuevas inves-
go, por haber comprendido bien la lección de Haller, alavez tigaciones en medicina correspondía a los propios médicos.
que parecía coincidir con La Mettrie, Diderot es un testigo
Uno de los grandes del iatromecanicismo, Baglivi, lo procla-
lúcido del rechazo progresivo de obeüencia de los fisiólogos mó: "La estática de Sanctorius y la circulación de la sangre
a los matemáticos y de la constitución en curso de una cien-
de Harvey son Ios dos polos que gobiernan toda Ia masa de
cia singular por sus conceptos y sus técnicas, adecuada a la la verdadera medicina, restaurada y sólidamente fundada
s
especificidad de su objeto. por esos descubrimientos: todo el resto constituye ornamen-
Cuando Descartes explicaba las funciones del organismo tos, más que complementos,.lS El médico a quien Darem-
animal en general, y del organismo humano en particular, berg elogió como "el más sensato y el más ciceroniano de los
como lo hacía con los movimientos de una máquina, reloj u
iatromecánicos, 16 había comprendido claramente, hacia fi -
órgano, apelaba a una analogía. En su obra científica se tra-
nes del siglo XVII, que la balanza de Sanctorius y las analo-
ta incluso de la única analogía que no es una mera compara- gías de hidrodinámica utilizadas por Harvey eran los pri-
ción didáctica. El automatismo de los animales era un re- meros nuevos instrumentos de la medicina teórica moder-
chazo radical del animismo que, en el Renacimiento, había
na. Posterior a Borelli y Bellini, Baglivi podía, sin temor al
autorizado todas las analogías: la Tierra es un ser viviente, reproche de autoapología, emitir un juicio sobre el método
tiene entrañas, siente, engendra; el mundo tiene un alma de la medicina matemática. El capítulo 6 del primer libro de
como las plantas, como los animales, como eI hombre. El
laPraxis m.edica (1696) sobre Ia buena y la mala especie de
efecto de la analogía que fundaba la mecánica animal con- analogías es un texto importante. La buena analogía es Ia
sistía en reducir lo maravilloso, negar la espontaneidad del de Borelli y Bellini, eI uso de las leyes anátomo-mecánicas.
ser vivo, avalar Ia ambición de una dominación racional del
La mala analogía es la utilizada por los químicos. Si así son
transcurso de la vida humana. La matemática cartesiana las cosas es porque "eI cuerpo humano, tanto en su estructu-
ignoraba las analogías y sólo admitía equivalencias. La teo-
ría general de las proporciones hacía que la cantidad conti- 15
G. Baglivi, Canones de medicina solidorum ad rectwn statices usum,
la A. von lJaller, Eléments de physiologie, edición crítica de Jean Mayer,
canon X, et Ope r a o mnía, Yenecia: Tlpis Remondianis, l7 54, p6g. 241.
16 C. Darembetg, Histoire des sciences médicales, ParÍs: J.-B. Bailliére
París: Didier, 1964. et fils, 1870, pág. 783.

232 233
ciertos hechos de observación que la mecánica animal de es-
ra como en los efectos que dependen de esta, procede del tilo cartesiano, leibniziano o newtoniano dejaba en la oscu-
número, eI peso y la medida".l? ridad. Con la denominación de "movimiento tónico vital",
Aquí no importa mucho que Friedrich Hoffmann haya Stahl retomaba, si no el nombre, sí la idea propia de Glis-
buscado los fundamentos de su medicina en una dinámica son,19 según la cual todo tejido vivo reacciona, por una pro-
no cartesiana, la de Leibniz. Esta medicina siguió siendo piedad de irritabilidad, a cualquier estímulo aplicado direc-
estrictamente mecánica tanto en sus principios teóricos co- tamente, aun en el caso en que, por artificio, el órgano existe
mo en las ideas directrices de Ia práctica y la clínica, aI ex' por separado. En Ia doctrina de Ia irritabilidad, Stahl es el
tremo de adjudicar a la naturaleza medicadora -idea re' enlace entre Glisson y Haller, y en ese aspecto hay que sus-
cibida de la tradición hipocrática y conservada- las leyes y cribir el juicio de Castiglioni cu¿indo dice que "Stahl puede
los resortes de las máquinas artificiales. ¿No es una hermo- ser considerado el primero que orientó la medicina hacia la
sa prueba de ingenio haber dado a una disertación físico' biología".20
méüca el título De natura' morborum medicatrice mechani' Al denominar "irritabilidad, y "sensibilidad" a las pro-
ca (1699)? Por ser mecánica, esa medicina o fisiología se üs' piedades específrcas del músculo y el nervio, HaIIer distin-
tingue de cualquier medicina o frsiología que' a la moda guía una y otra de todo efecto de causas mecánicas y de toda
inglesa de la época, busque en la atracción newtoniana un expresión de un poder psíquico. Liberaba a la frsiología de la
modelo de explicación de fenómenos vitales como las secre- tutela en que la mantenía la mecánica, poniendo en eviden-
ciones o la contracción muscular. Por ser mecánica' esa cia, experimentalmente, la existencia de propiedades vi-
medicina o frsiología se opone ala medicina de Stahl que en- tales sin análogos en eI dominio de los cuerpos inertes.
cuentra en la química los títulos apropiados para sostener Corresponde a los médicos de la escuela de Montpellier
la rehabilitación del animismo. Enla Disquisito de rrleca- Barthez- extender a todas las funciones orgáni-
nismi et organismi diuersitate (1706) y la Demortstratio d¿ -Bordeu,
cas el poder de reacción sensitiva a las impresiones: el pri-
mixti et uiui corporis vera. diuersítote (1707), Stahl defrne el mero descentralízíla sensibilidad para distribuirla en to-
organismo, concepto novedoso en sus nombres latino o fran- dos los órganos, vivientes parciales cuya suma es la vida de
cés,18 como un compuesto heterogéneo de cuerpos mixtos. la totalidad; el segundo, al contrario, insistió en los fenóme-
Esta heterogeneidad de composición expone los cuerpos ü' nos de simpatía orgánica, para poder atribuir la función es-
vos a una pronta üsolución y una fácil cornrpción. Sin em- pecífica de sensibilidad a un principio activo vital, fórmula
bargo, el cuerpo vivo perdura y se conserva en virtud de una destinada a marcar la singularidad o la originalidad de la
causa parbicular e intrínseca, ajena al orden de los cuerpos vida con respecto al cuerpo y el alma, sin plantear hipótesis
mixtos no vivientes,,,a toto regno mixtorum non-uitalium alguna acerca de la naturaleza sustancial del principio. Ese
alienissima". EI principio de oposición aI destino de destruc- positivismo frsiológico a.uq.nt lalettre es la defensa e ilustra-
ción físico-química del cuerpo no puede ser corporal' La ción de una ciencia del organismo que no es la extensión de
vida, por Io tanto, es eI alma, y eI alma inteligente. ninguna otra disciplina, una ciencia que se quiere singular
Sin duda, esta doctrina no habría alcanzado toda la in' por el rechazo de todas las analogías.
fluencia que en realidad se le conoce si no hubiese encon- Diderot fue el testigo apasionado y el heraldo de esa sin-
trado, en el terreno de la descripción de los fenómenos, gularización progresiva de la frsiología, cuya marca llevan
r? G. Baglivi, Praxis medica, en Opera ornnia, op. cit., pág. 9. Sobre los muchos artículos delaEncyclopédie. Elposú scriptum ala
modelos y analogías mecánicas en medicina puede consultarse el impor' advertencia de los Pensées sur l'interprétation de la nature
tante artículo de L. Belloni, "Schemi e modelli della macchina vivente nel le Cf. Owsei Tbmkin,
seicento", Physís, 5(3), 1963. "The classical roots of Glisson's doctrine of irrita-
18
Antes de C. Bonnet, Leibniz utilizó el término organísmo en francés Lion",Bulletin of the History of Medicine, SS(4), 1964.
20
en las cartas a lody Masham; cf. Philosophischen Schriften, edición esta' A. Castiglioní, Histoire de la médecine,traducción francesa, París: Pa-
yot, 1931, pág. 479 lHístoria de la m.edicina, Barcelona: Salvat, 19411.
blecida por C. J. Gehrardt, Berlín: Weidmann, 1875-1899, t. III, págs. 340'
350, 356.

235
234
contiene esta recomendación: "Ten siempre presente que la 2.Laconstitución de la fisiología
naturaleza no es Dios, que un hombre no es una máquina, como ciencia*
que una hipótesis no es un hecho". Cuando Bichat resuma
en cierto modo la doctrina de Stahl con las célebres pala-
bras: nl,a vida es el conjunto de las funciones que resisten a
la muerte', no estará lejos el momento en que la necesidad
de designar el estuüo de la vida en su singularidad sea sa-
tisfecha con la invención de una palabra. EI siglo XD( tiene
dos años cuando muere Bichat y nace conceptualmente la
biología. Nacimiento y renacimiento de la fisiología
La ironía de la historia no perdona a la historia de la
ciencia. Barthez, Bichat y Lamarck desconocieron la im- Cuando en 1554 el célebre Jean Fernel (1497-1558) se
portancia de la químicay rechazaron la explicación de los propuso reunir, b4jo el título de Universamedicina, sus tra-
fenómenos de respiración y calor animal que Lavoisier ha- tados ya publicados, expuso en un prefacio su concepción de
bía encontrado en su revolución química. La fisiología del la medicina, Ias relaciones que mantiene con las otras üsci-
siglo XD! a partir de Magendie, debía volver a buscar mo- plinas y las partes que la componen. Physiologia es el nom-
delos y analogías fisicas y químicas aptos para desingulari- bre de la primera, con el cual Fernel reprodujo su tratado de
zatla, ala espera de que Claude Bernard, a su turno, reivin- 1542, De naturali parte medicina. El objeto de la fisiología
dicara para ella el derecho a un objeto no insular sino espe- se defrne como
"la naturalezadel hombre sano, de todas sus
cífrco. Y eso, en el mismo momento en que la biología darwi- f'uerzas y de todas sus funciones". Poco importa aquí que
niana reconocía en las pequeñas variaciones individuales Fernel tenga una idea más metafisica que positiva de la na-
decir, en suma, en las singularidades morfológicas o turaleza humana. Lo esencial es recordar el acta de naci-
-es
funcionales-la causa de aparición de tipos orgánicos capa- miento de la fisiología, en 1542, como estudio diferenciado
ces, a despecho de su naturaleza aprolimativa y proüsoria, de la patología y previo a ella, que por su parte precedió al
de soportar relaciones de homología sin referencia a un plan rrte del pronóstico, la higiene y la terapéutica.
de creación o un sistema natural. Desde entonces, el término "fisiología" se consolidó poco
¡r poco en su signifrcación actual de ciencia de las funciones
.yde constantes del funcionamiento de los organismos vi-
vientes. En el siglo XVII aparecen sucesivamente, entre
<rtras, la Physiologia medica (Basilea, 1610) de Theodor
Zw inger ( l-5 53- 1588), la M e dicina p hy s iologlco (Amster-
dam, 1653 ) de J. A. Vander-Linden ( 1609- 1 664) y las E xerci-
tationes physiologica (Leipzíg,1668) de Johannes Bohn
(f640-1718). En el siglo XVIII, si bien Friedrich Hoffrnann
(I660-L742) publica en 1718 los Fundamenta physiologi.a,
sin duda es A. von Haller í708-1777) quien da a la fisiolo-
gfa su estatus de investigación indepenüente y enseñanza

* Título original: ol,a constitution de la physiologie comme science,.


llste estudio se publicó como introducción aI tomo I de Charles Kayser
k:d.), Physiologie, tres volúmenes, París: Editions Médicales Flammarion,
I 963.

236 237
especializada. Sus Elernentq, physiologia, en ocho volúme- fiestas. Y a frnes del siglo XVI[, los descubrimientos de La-
nes aparecidos entre 1757 y 1766, hacen las veces de obra voisier acerca de la respiración y las fuentes del calor ani-
clásica a lo largo de medio siglo. Pero ya en 1747 , cuando mal habrían de aportar a ese nuevo sentido frsiológico una
Haller se decide a publicar su primer manual, Prim"a Lin'ee palmaria confrrmación. La función respiratoria se explicaba
physiologica, Iuego de haber utilizado en su curso, durante sin invocar la estructura anatómica del pulmón y el cora-
unos veinte años, Ias Institutiones medicina de su maestro zón. Los frsiólogos ya no veían eI cuerpo viviente a imagen
Boerhaave, propone en eI discurso introductorio una defini- del taller de un mecánico, sino como un laboratorio de quí-
ción de la fisiología que frjará de manera perdurable su espí- mica. Ya no era una máquina, sino un crisol. En lo sucesivo,
ritu y su método: "Se me objetará, acaso, que esta obra es el punto de vista funcional iba a predominar sobre el punto
puramente anatómica, pero, ¿no es la fisiología la anatomía de vista estructural.
en movimiento?". En este aspecto, la anatomía comparada debía contri-
Es posible que esta definición, convertida en un aforis- buir a üsminuir, a los ojos de los fisióIogos, el prestigio de la
mo, parezca extraña. La anatomía es Ia descripción de loe simple anatomía. La publicación, en 1803, de las Mémoires
órganos,lafrsiología es Ia explicación de sus funciones. ¿Có- sur la respiration de Spallanzani revelaba que la absorción
mo pretender deducir de las técnicas de la primera las re- de oxígeno y la liberación de ácido carbónico no estaban li-
glas de la segunda? De hecho, toda fisiología así entendida gadas en el animal a la presencia obligada de un aparato
equivalía en mayor o menor medida a un De usu partium en pulmonar. Ciertas experiencias paradójicas perdían enton-
la tradición de Galeno, un üscurso sobre la utilidad y el uso ces su singularidad. En 1742, Abraham Tbembley, el famoso
de las partes del organismo. Lo cual implicaba, aun en el observador de los pólipos, había logrado dar vuelta como un
pensamiento de quienes no asimilaban metafóricamente el guante una hidra de agua dulce y se había maravillado al
organismo animal a una máquina, una doble convicción: ver al animal seguir con vida, mientras ügería por su su-
ante todo, que los órganos tienen una finalidad del mismo perficie exterior interiorizada y respiraba por su cavidad
orden que las herramientas, construcciones artificiales pre- interior exteriorizada. Por consiguiente, la experiencia no
meütadas, y, en segundo lugar, que sut funciones pueden desmentía a Burdach cuando este proponía, por razones,
deducirse del mero examen de su estructura. Esto es lo que empero, más filosófrcas que experimentales, que "la idea de
se denominaba "deducción anatómica,. El descubrimiento la función crea su órgano para realizarseo. En LB09,laPhi-
de la circulación de la sangre por Harvey, expuesto en una Losophie zoologique de Lamarck subordinaba, en biología,la
obra cuyo título incluye las palabras Exercitatio anatomica estructura al uso y divulgaba la idea cuya fórmula habría
(1628), se había apoyado, en parte, en la utilización explíci- de dar el ortopedista Jules Guérin (1801-1886): "La función
ta de principios de este tipo. EI corazón funciona como una hace el órgano". Si sólo consideramos, entre las funciones
bomba; las válvulas de las venas, como puertas de esclusas, fisiológicas, aquella cuyo estudio constituye la originalidad
etc. Pero Harvey había introducido en su teoría considera- tlel siglo XD! Ia del sistema nervioso (el siglo XVII había si-
ciones de muy distinta índole, relativas aI ritmo del pulso, la do eI siglo de la circulación; el siglo XVI[, el de la respira-
cantidad de sangre expulsada por el corazón hacia la aorta ción), debe sorprendernos el hecho siguiente. Ese estudio
durante un tiempo dado. Había procurado conectar los fenó- comienza con GaIl, muyhostil aLamarck, ylaproclamación
menos entre sí, sin relacionarlos con una estructura. En su- de un principio de dependencia rigurosa de las funciones ce-
ma, había deducido el mecanismo del funcionamiento. El rebrales con respecto a sedes dice: "órganos>- es-
propio Haller, al imponer a muchos de sus contemporáneoo -GaIl
trictamente localizadas. Pero, hacia 1880, con Goltz, p¿rrece
los conceptos de irritabilidad y sensibilidq.d para explicar triunfar el principio de independencia de las funciones con
las funciones respectivas del músculo y el nervio, había legi- referencia a las localizaciones cerebrales, para sorpresa del
timado la creencia en la existencia de propiedades fisiológi- .joven Sherrington, huésped, en la época, del Instituto de Fi-
cas sin relación evidente con estructuras anatómicas mani- siología de Estrasburgo.

238 239
Ningún fisióIogo del siglo XIX sintió más que Claude rante la primera mitad del siglo XD! el corifeo a veces bas-
Bernard que, en lo sucesivo, la deducción anatómica era in- tante despótico de Ia escuela de Montpellieq Jacques Lordat
suficiente en fisiología. Nadie expresó esa convicción con (1773-1870), había escrito que, en el estudio simultáneo de
tanta claridad como éI, en sus lecciones del Collége de Fran. la anatomía y Ia fisiología, convenía adoptar el orden anató-
ce sobre La physiologie expérimentale appliquée d,la mé- mico: nSi nos obstináramos en conservar invariablemente el
d¿cine (1855-1856). Es preciso decir que, en la materia, Ber- de las funciones, estaríamos obligados a volver varias veces
nard extraía su autoridad de las circunstancias y condicio- a las mismas partes, visto que, como señala Vander-Lin-
nes en las cuales él mismo había hecho un importante des- den,1 la mayoría de nuestros órganos están hechos, segrin la
cubrimiento: "Si me tocó descubrir la función glucogénica expresión de los antiguos, a la manera de las espadas de
del hígado, fue por medio del punto de vista fisiológico; al Delfos" (Conseils sur Ia maniére d'étudier Ia physiologie d.e
rastrear el fenómeno de la desaparición del azúcar en el I'homme,1813).
organismo, constaté que había un punto en el cual, lejos de No puede dejar de señalarse, de paso, que el principio de
desaparecer, esta sustancia se formaba en mayor cantidad, polivalencia funcional mencionado por Lordat y Bernard
y esa formación se convirtió entonces en una función del pierde mucho de su alcance el día en que la histología logra
hígado. Pero no fue, repito, al preguntarme para qué poüa desmembrar los órganos delimitados según latradición mi-
servir el hígado, de acuerdo con Ia estructura anatómica de lenaria de la anatomía. Cuando, por ejemplo, se identifican
este órgano; del misrno modo (. . .) no me pregunté para qué los islotes de Langerhans (1869), eI páncreas deja de consi-
podía servir el páncreas antes de encaminarme a compro- derarse como un órgano único y simple. Pero debemos acep-
bar que la función de este órgano consistía en actuar de una tar el principio en su contexto de época. Ala sazón, las con-
manera especial en la digestión de los cuerpos grasos; al clusiones opuestas que de éI extraen Lordat y Bernard mar-
buscar experimentalmente en el intestino del animal vivo can el punto en que surge el sentido de la revolución fisioló-
las modificaciones de las grasas, detecté el punto en que gica del siglo XDL Y es preciso investigar lo que posibilitó a
esas modifrcaciones se producían, lo cu4l me indujo a atri- la frsiología conqüstar una autonomía que la anatomía le
buir su causa aljugo pancreático, cuya función quedó deter- había negado hasta entonces.
minada de esta manera).
Es conveniente, por otra parte, entender bien a Claude EnelRapport sur les progrés et la marche de la physiolo-
Bernard. La anatomía aquí en cuestión es la anatomía ma- gie généra.le en France (1867), Claude Bernard calificó de
croscópica, la observación de los órganos en estado cadavé- "renacimienton el movimiento de renovación metodológica
rico. Ahora bien: por un lado, este es un modelo muy pobre imparbido a los estudios fisiológicos por el triple impulso de
de la función viviente de una estructura o textura inerte Lavoisier y Laplace, de Bichat y de Magenüe. Las ciencias
puesta en movimiento. Por otro, al separar un órgano del to- fisico-quÍmicas, Ia anatomía general y la experimentación
do orgánico se pierde de vista larazón del movimiento que sobre los organismos vivos habrían sido los sóIidos cimien-
reside en el conjunto, y se admite de manera implícita que tos de la fisiología moderna. Aunque todavÍa fiel, ese cuadro
la correspondencia entre órgano y función es exclusivamen- puede tolerar, no obstante, sin perjuicio para su autor, algu-
te unívoca. Se desconoce entonces, según Bernard, un hecho nos retoques impuestos por la perspectiva de casi un siglo.
biológico esencial: nUna función exige siempre la coopera-
ción de varios órganos y, del mismo modo, un órgano tiene I J. A. Vander-Linden, Medicina physiologica (1653), t. II, 2, g 12. Van-
por lo común varios usos. Esto ocurre aun en los órganos der-Linden contradice aquí a Aristóteles, que había escrito: "La natura-
mejor delimitados". Desde ese punto de vista, Claude Ber. leza no procede de manera mezquina como los cuchilleros de Delfos, cuyos
nard se oponía, acaso sin saberlo, a una de las personas a cuchillos sirven para diversos usos, sino parte por parte; el más perfecto de
quienes su maestro Magendie se había afanado en desacre- sus instrumentos no es el que sirve para varios trabajos, sino para uno so-
lo" (Política, I, 1, $ 6). Vander-Linden (1609-1664) fue en Leiden el prede-
ditar ante la escuela de París. En efecto, quien debía ser, du- cesor de Drelincourt, antecesor, a su turno, de Boerhaave.

240 24L
ción en frsiología se debió, en esencia, a que esas ciencias
De hecho, la anatomía general debió esperar su propia re-
fueron auxiliares técnicos indispensables para todos los fi-
volución, la constitución y la consolidación de Ia teoúa celu-
siólogos, aun cuando algunos de ellos no las vieran como mo-
Iar, para servir útilmente a la frsiología. Por otra parte, la
delos teóricos irrefutables. Si bien no debe tomarse estric-
experimentación directa en los organismos vivos, mediante
tamente al pie de la letra la añrmación a menudo reiterada
üvisección, ablación o implante de órganos y por modifica-
de Claude Bernard, en el sentido de que la fisiología llegó a
ción de los regímenes de vida, es muy anterior al siglo XD(
ser científrca aI convertirse en experimental, es innegable,
Por ejemplo, las investigaciones de Poiseuille sobre la pre-
aI menos, que entre la experimentación fisiológica del siglo
sión sanguínea (1828) fueron precedidas por las de Stephen
XVIII y Ia desarrollada en el siglo XD( la üferencia radical
Hales (1733); los trabajos de Flourens sobre el mecanismo
obedece a que esta última utilizó, de manera sistemática,
de crecimiento de los huesos (1841) prolongaban las expe-
todos los instrumentos y aparatos que las ciencias fisico-
riencias de Duhamel du Monceau (1"739-1743). En conse-
químicas en pleno auge Ie permitían adoptar, adaptar o
cuencia, si Magendie tiene que conservar, a justo título, su
construir, tanto para la detección de los fenómenos como pa-
reputación de pionero de la frsiología moderna, no es tanto
ra su medición. Sin duda, debe admitirse en Carl Ludwig
por haber sistematizado el empleo de la experimentación
(1816-1895) y su escuela de Alemania, durante la segunda
como por haber sido el propagandista enérgico, y a veces
mitad del siglo XD! una adhesión electiva a las técnicas fi-
brutal, de una conversión intelectual, y por haber importa-
sico-químicas y una especie de ingenio colectivo en Ia cons-
do a la frsiología "eI sentimiento de la verdadera cienciao
trucción y eI empleo de aparatos. En comparación, Ias inves-
que había abrevado junto a Laplace, su protector, como dijo
tigaciones de Bernard tienen un carácter más artesanal y
Claude Bernard en el "Elogio" compuesto en homenaje a su
también, al parecer, más específicamente biológico, con ma-
maestro. Magendie impuso a sus contemporáneos la idea de
yor orientación hacia la práctica de las vivisecciones. Em-
que la medicina aún estaba por hacerse y eue, a tal frn, üsci-
pero, sería ocioso destacar aquí alguna oposición de espíri-
plinas como Ia fisica y Ia química debían extender su legisla-
tus o genios nacionales, pues la historia de la frsiología, que
ción presente y futura a los fenómenos org¡nicos sin restric-
no es Ia historia de los fisiólogos, muestra, al contrario' una
ción alguna, y no sólo hasta cierto límite. En el siglo XVIII,
coherencia real en la enseñanza recíproca y un intercambio
Friedrich Hoffmann, retomando palabras de Hipócrates,
manifiesto de buenos procedimientos imitados en la evolu-
había declarado que eI médico comienza allí donde se de-
ción de las técnicas instrumentales. Por ejemplo, Ia celebri-
tiene el fisico (uói desinit physicus, ibi incipit rnedicus),2 o
dad de C. Ludwig se debe, más aún que a Ia construcción de
sea, que el médico debe dejarse guiar por las leyes de lavita-
la bomba de mercurio destinada a separar el gas de la san-
lidad que no se reducen a las leyes fisicas. En el siglo XD(
pueden apreciarse con exactitud los progresos del imperio Br€, & la fabricación del famoso quimógrafo (1846). Ahora
bien, según Ia frlogénesis tecnológica, eI antepasado de este
de la física en fisiología si se cotejan los títulos de tres obras.
instrumento es sin duda el hemodinamómetro de J.-L.-M.
William Edwards (L7 7 7 -1849) publica en 1824 De I'influen-
Poiseuille (1799-1869). El ingenio característico de Ludwig
ce des agents physiques sur la uie. Magendie presenta en
consistió en conjugar eI manómetro arterial de Poiseuille
1842 las Legons sur les phénoménes physiques de la uie. T.
con un registrador gráfrco. De modo que cuando E.-J. Marey
H. Huxley publica en 7868 On the Physical Basis of Life. Con- (1830-1904) se consagró a desarrollar y perfeccionar el mé-
cebida al principio como sometida a la influencia de agentes
todo gráfico en Francia, demostró ser deudor indirecto de
fisicos, luego se considera que la vida se manifiesta en fenó-
Poiseuille en cuanto deudor directo de Ludwig.
menos físicos, y por último se la juzga fundada en ellos.
Sin embargo, daríamos una falsa idea de Ia expansión de
Empero, es preciso decir de inmediato que el ascendiente
la frsiología en el siglo XD( si retuviéramos exclusivamente
gradual de las ciencias físico-químicas sobre la investiga-
el aspecto instrumental de la experiencia. Al leer ciertas re-
señas históricas o manifiestos metodológicos, podría creer-
2 El mismo aforismo se adjudica al rival de Hoffmann, G.-E. Stahl.

243
242
se que los instrumentos o las técnicas que los utilizan son en sino dos efectos distintos; ahora bien, los nervios raquídeos
sí mismos pensamientos. Es verdad: el hecho de utilizar tal son a Ia vez motores y sensitivos, y por lo tanto no lo son des-
o cual instrumento implica de por sí la elección de una hipó- de el mismo punto de vista anatómico; habida cuenta de que
tesis sobre Ia naturaleza de la función estudiada. Por ejem- el nervio raquídeo tiene dos raíces, cada una de ellas es un
plo, el carro inductor de Du Bois-Reymond materializa una nervio funcionalmente diferente.
idea determinada de las funciones del nervio y el músculo, Aunque sea verdad que la fisiología de la nutrición ex-
mas no podría decirse que hace las veces de ellas ni que las trajo sus primeros conocimientos de los métodos de análisis
exime, por la sencilla tazón de que un instrumento puede químico de Liebig y de las investigaciones de Magendie
servir para explorar pero no es de ayuda alguna para cues- acerca de los efectos de regímenes alimentarios de diferente
tionar. Por eso, no podríamos seguir sin reservas a los histo- composición sobre eI perro, debe admitirse que los trabajos
riadores ocasionales o profesionales de la fisiologÍa que, en de W. Prout (L785-1850) sobre el equilibrio de los sacáridos,
una sobrepuja con la hostilidad declarada de Claude Ber- las grasas y las albúminas en la alimentación humana no
nard por las teorÍas explicativas, atribuyen exclusivamente tuüeron que padecer por su nidear, a saber, que la alimenta-
a la experimentación empírica3 los progresos de la üscipli- ción del hombre, en la variedad de sus regímenes tradicio-
na en el siglo XD( Las teorías condenadas por Bernard son nales o elaborados, es sólo una imitación más o menos es-
sistemas, como lo eran el animismo o el vitalismo, es decir, pontánea, más o menos disimulada, del prototipo de todos
doctrinas que responden a una cuestión situándola en la los alimentos: Ia leche.
respuesta. Empero, es bastante sabido que Claude Bernard Si bien es cierto que en el siglo XD(la fisiología de los ór-
nunca consideró Ia investigación, el descubrimiento y la ganos de los sentidos está dominada por los trabajos de Her-
reunión de hechos experimentales como actividades simila- mann Helmholtz, debe señalarse que su importancia obede-
res a la recolección de frutos silvestres o la explotación de ce, alavez, al ingenio experimental de su autor, inventor de
una cantera. "Sin duda hay muchos trabajado- instrumentos justamente célebres (el oftalmoscopio, 1850),
-escribe-,
res que no son menos útiles a la ciencia aunque se limiten a y a las amplias bases matemáticas de su cultura de fisico.
aportarle hechos en bruto o empíricos. No obstante, el ver- Cuando un espíritu matemático pone su atención en las
dadero sabio es quien encuentra los materiales de Ia ciencia ciencias de la naturaleza, no puede dejar de aplicar ideas.
y busca al mismo tiempo construirla determinando el lugar Discípulo de Johannes MüIler, cuya ley de la energía especí-
de los hechos e indicando la significación que estos deben fica de los nervios y de los órganos de los sentidos sirve de
tener en el edificio científico".4 Y la Introduction d. l'étud.e de idea directriz a toda Ia psicofisiología de Ia época, Helmholtz
In médecine expérimentale (1865) es un extenso alegato por supo unir a la exigencia personal de medición y cuantifica-
el recurso a Ia idea en la investigación, donde se da por des- ción, que Io distinguía de su maestro, el sentido filosófico de
contado que una idea científica es una idea directriz, y rro la unidad de la naturaleza que debía a este, y cuya influen-
una idea fija. cia es notoria en todos sus estudios sobre las relaciones en-
Si es cierto que Ia experimentación empírica permitió a tre el trabajo muscular y eI calor. Si el informe de 1848, que
Magendie establecer, en 1822,Ia diferencia de función de considera al trabajo en el músculo como fuente principal del
las raíces raquídeas anterior y posterior, es preciso reco- calor, se vale de los datos obtenidos gracias a instrumentos
nocer que, once años antes, sir Charles BelI (1774-1842)ba- de termometría especialmente construidos por Helmholtz,
bía sido iluminado por una "idea" (Idea of a New Anatomry of cl informe de L847 sobre la conservación de la fuerza (Uber
the Brain, 1811): cuando dos nervios inervan una misma die Erhaltung der Kraft) se inspira en cierba idea de unidad
parte del cuerpo, no lo hacen para producir un mismo efecto c inteligibilidad de los fenómenos.
También se sabe que en sus úItimos cursos en el Museo
3 Así denomina Claude Bernard al método de Magendie. Véase el Rop.
rle Historia Natural, publicados por A. Dastre con el título
port de 1867, pág. 6.
4 lbid., pag. 221, nota 209. <le Legons sur les phénoménes de la uie comrnuns aux ani-

244 246
nxa.ux et aut( uégétaur (1878-1879), Claude Bernard expuso qué se busca.s Esta reivindicación de la lucidez e¡la ejecu-
sus ideas, sobre todo la de la unidad de las funciones vitales: ción del trabajo científico debe inspirar naturalmente la
"Hay una única manera de vivir, una única fisiología para puesta en perspectiva histórica de las conquistas del saber
todos los seres vivientesr. En esa época la idea era, en suma, durante un período determinado. En consecuencia, la his-
el balance de una carrera y el resumen de una obra. Empe- toria de una ciencia no puede ser una mera colección de bio-
ro, antes de ser ese balance y ese resumen había sido, sin grafías ni, con mayor razón, un cuadro cronológico matizado
duda, el estímulo para una investigación. Y había permitido con anécdotas. Debe ser también una historia de la forma-
a Bernard, durante la década de 1840, poner en duda en ción, la deformación y Ia rectifrcación de conceptos cientí-
Francia lo hacía Liebig en Alemania- las conclu- ficos. Como toda ciencia es una rama de la cultura, la educa-
-como
siones de Dumas y Boussingault presentadas en su St¿úi- ción es en ella una de las condiciones de la invención. Si se
que chimique (1841). Estos autores afirmaban que los ani-
olvida el papel desempeñado por la información de los cien-
males no hacen sino descomponer las sustancias orgánicas tíficos en sus contribuciones personales al avance de una in-
cuya composición incumbe al régimen vegetal, especial- vestigación, es lógico confundir con el empirismo el experi-
mente los hidratos de carbono. Tbdos los trabajos de Claude mentalismo de la ciencia moderna. De hecho, el apelativo de
Bernard sobre Ia función glucogénica del hígado, desde la
comunicación de 1"848 a la Academia de Ciencias hasta la "empirismo" obedece a Ia apertura insuficiente del campo
cronológico. Fulano parece comportarse como empírico para
tesis de doctorado en ciencias de 1853, se presentan como aquel que no conoce a los predecesores a quienes éI debe su
las consecuencias de un postulado: que no hay diferencias saber. En el fondo, la más mínima observación implica una
entre animales y vegetales desde la perspectiva de Ia pro- toma de posición con respecto a un saber, tiende a convali-
ducción de los principios inmediatos, no hay jerarquía entre darlo o impugnarlo. "La observación científrca Gas-
los reinos de la vida y, desde el punto de vista frsiológico, ni -dice
ton Bachelard- siempre es polémica". Quien pasa por em-
siquiera hay reinos. Cuando Claude Bernard les responde a pírico sólo es, Ias más de las veces, un no sistemático en re-
sus contradictores que le repele admitir que los animales no lación con aquellos de sus contemporáneos que se duermen
puedan hacer lo mismo que los vegetale's, y techaza cierta en los logros del momento. Y, como consecuencia, al perfilar
concepción de la división del trabajo entre organismos, les Ia historia de un problema, en vez de relatar aventuras de
revela acaso el secreto nada misterioso de un éxito. Es cierto científrcos, se pone de relieve sin artificio una relativa racio-
que ese "sentimiento, no podría ser un nargumentoD, como nalidad. No podría ser de otra manera en lo concerniente a
se señala en las Legons de physiologie expérimentale appli- la frsiología.
quée d.lamédecine (l-855-1856). Y ni siquiera es una hipóte-
Por otra parte, sólo a ese precio pueden encuadrarse de
sis de trabajo concerniente a las funciones de tal o cual órga. acuerdo con su justo valor de signifrcación los accidentes
no. Sin embargo, si no es la condición de posibilidad experi. que impiden a cualquier investigación un desarrollo sereno,
mental para un descubrimiento determinado función los callejones sin salida de la exploración, las crisis de los
glucogénica del hígado-, constituye al menos, -lacuando la
experimentación ha dado resultado, una conüción de acep.
métodos, los defectos técnicos
-a veces' afortunadamente
convertidos en vías de acceso-, los nuevos puntos de parti-
tación intelectual de la posibilidad de una significación, en cla no premeditados. Pues si una ciencia sólo fuera empírica,
sí misma desconcertante para Ia mayoría de las mentes de
su historia, bien mirada, sería imposible, como lo es la histo-
la época. ria de cualquier sucesión de golpes de suerte. Es preciso es-
Como se advierte en los ejemplos precedentes, tomado! bozar épocas del saber para poder sacar provecho de las
de diferentes campos de investigación, los progresos de r¡na
¡rnécdotas de la investigación. Un buen ejemplo puede to-
ciencia experimental no exigen en modo alguno la acefalfa lnarse aquí de la historia de los problemas concernientes a
de los experimentadores. Ciaude Bernard dijo que no se
puede comprender lo que se encuentra cuando no se sabc f' C. Bernard, .R apport sur les progrés. . ., op' cit., pág. 131'

246 247
que situar eI origen espontáneo de un artificio experimental
la ügestión. La invención de una técnica experimental, la sistemáticamente practicado desde Bassov y Blonüot. Pero
de las fistulas gástricas, permitió en Ia segunda parte del no es una casualidad que ese accidente haya sido paciente-
siglo XD( la adquisición de los conocimientos, hoy clásicos, mente utilizado en su época y reproducido de manera deli-
en materia de frsiología digestiva. Se conocen, en particular, berada a continuación. Las investigaciones químicas sobre
todos los beneficios extraídos por Ivan Pavlov (1849-1936) la composición de los alimentos, por entonces en pleno auge,
de esta técnica renovada por él a partir de 1890. Pero tam- estimularon de manera correlativa las investigaciones so-
bién es necesario saber que Ia técnica fue inaugurada por bre las secreciones del tubo digestivo. Debemos a Prout los
los trabajos casi simultáneos, y completamente indepen- primeros análisis químicos del jugo gástrico (1824). La ne-
dientes, de Bassov en Moscú,6 en 1842, y de Blondlot en cesidad de obtener ese jugo en cantidades considerables y
Nancy7 (Tlaité analytique de la digestion, consiürée parti- sin mezcla de alimentos planteaba aI ingenio de los frsiólo-
culiérement dans I'homme et les animaux uertébrés, 1843). gos el problema de su extracción al comienzo de la secreción,
Ahora bien, para entonces habían transcurrido casi dos si- gobernada por sus excitantes específicos, y el de la elección
glos desde que Regner de Graaf(1641-1673) logró abrir una del animal cuya conformación anatómica y ritmo de las fun-
fistula pancreática en un perro (Disputatio medica de natu- ciones ügestivas fuesen más favorables.
ra et usu succi pancreatici, L664) sin que desde ese momen- Por lo demás, no es sólo en los casos de invención de téc-
to se hubiera intentado trasladar el punto de aplicación del nicas de examen y estudio que Io accidental y lo imprevisto
procedimiento quirúrgico. Las experiencias de Réaumur en cobran significación y valor a causa de la cadena de suce-
L752y de Spallanzani en 1780, realizadas con vistas a deci- siones y la trama de relaciones sobre las cuales se destacan.
ür entre las explicaciones química (Van Helmont) y mecá- Cabe decir otro tanto de los problemas mismos, que no se
nica (Borelli) de los fenómenos de Ia digestión, habían mul- originan necesariamente en el terreno en que encuentran
tiplicado los üspositivos más ingeniosos, pero también los su solución. La historia de la frsiología no puede ser total-
más indirectos, para recoger jugos gástricos por la vía del mente ajena a la historia de Ia clínica y la patología médicas
esófago. Ni uno ni otro parecen haber imaginado, ni siquie- durante la misma época. La relación entre estas üsciplinas
ra para üscutir la posibilidad, la frstulación artificial del es- no puede concebirse en un solo sentido, aunque sea el más
tómago. La invención de la ffstula gástrica artificial se origi- conocido por los fisiólogos, el que va de la fisiología a la pato-
nó en la publicación de un médico norteamericano, William logía. La historia de la fisiología nerviosa y la historia de la
Beaumont (1785-1853), acerca del resultado de sus observa- frsiología endocrina nos ofrecen, en el siglo XD(, ejemplos in-
ciones sobre un cazador canadiense, Alexis Saint-Martin, discutibles de casos en los cuales la observación clínica y la
quien, a raiz de una herida de arma de fuego, presentaba inducción etiológica atrajeron Ia atención sobre desórdenes
una fístula estomacal cuyos bordes se adherían a las pare- o desarreglos funcionales respecto de los cuales los fisiólo'
des del abdomen. Beaumont, que había tomado al hombre a gos ignorabarlr en un comienzo, cuáles eran los mecanismos
su servicio, consignó en un informe (Experiments and Obser- normales de regulación cuya suspensión o apartamiento
uations on the Gastric Juice and the Physiology of Digestion, aquellos implicaban. La historia de la frsiologÍa de la glán-
1833) et resultado de sus observaciones sobre las contraccio- dula suprarrenal o de la tiroides es ininteligible sin su rela-
nes y la secreción gástricas. La historia de la cirugía pre- ción con el estudio clínico de la enfermedad de Addison o la
senta otros casos de fistulas estomacales, aunque poco nu- cirugía del bocio, y, como consecuencia, con sus contingen-
merosos. Ninguno de ellos, sin embargo, brindó la oportuni- cias históricas propias. Desde ese punto de vista, la obra de
dad de hacer un estudio similar al de Beaumont. Y aquí hay un frsiólogo como Brown-Séquard (1817-1894) se distingue
6
con nitidez de la obra de Claude Bernard, en cuanto el pri-
Vassili Alexandrovich Bassov, 1812-18?9.
7 Nicolas Blondlot, nacido en 1810, era profesor de química y farmacia mero encontró o buscó más a menudo en la experiencia mé-
en Ia Facultad de Ciencias de Nancy. Claude Bernard expuso su técnica de dica el punto de partida de sus investigaciones.
frstulación en las Legons de physiologie opératoire , 26' lección.

249
Al término de esta rápida revista de las circunstancias no estructural la búsqueda de su objeto y sus problemas.
en las cuales Ia fisiología se constituyó durante el siglo XD( Claude Bernard- reside exclusivamen-
como ciencia autónoma, parece imponerse una conclusión. "La vida -cscribía
te en los elementos orgánicos del cuerpo; todo eI resto no es
La fisiología no es una ciencia que pueda definirse por la sino m,ecanisrno. Los órganos reunidos no son más que apa-
especificidad de su método, pues ha usado sigue usan-
do- sucesiva o simultáneamente todos los-ymétodos, y ha
ratos construidos con vistas a la conservación de las propie-
dades vitales elementales,.S Empero, treinta años después,
la
aceptado o pedido
-y continúa haciéndolo- ayuda de
todas las ciencias, se trate de Ia matemática (biometría), la
elTlaité d'histologie de Prenant, Bouin y Maillard (1904)
daba cabida a la noción de grados de indiüdualidad y nsub-
física (electricidad, termología y termodinámica), la quí- múltiplos celulares", y M. Heidenhain elaboraba en la mis-
mica y, ante todo, las otras ciencias biológicas (histología, ma época la concepción de los histosistemas, es decir, de los
citología). Tampoco es fácil defrnirla por sus problemas. Asl grados de organización y sus fenómenos específicos. Desde
Io intentó Claude Bernard en la segunda parte del Rapport entonces, la detección de las estructuras moleculares de la
de 1867. Y en 1894 volvió a intentarlo Max Verworn (1863- materia viva indujo una vez más a los biólogos a corregir
1923) en el primer capítulo de su Allgemeine Physiologie, sus ideas sobre lo que Bernard llamaba nradicales de Ia vi-
que constituye una interesante introducción histórica y me- dao:9 por una parte, permitió la superación del concepto de
todológica cuya inspiración cientificista, heredada de Hac- organización por el de estructura; por la otra, impuso la re-
kel, no logra ocultar la fidelidad a la enseñanza de Johan- conversión del frsiólogo en histofisico e histoquímico para la
nes Müller. nMüIIer siempre escogía el método realización de algunas de sus tareas. Desde el punto de vis-
Verworn- teniendo en cuenta el problema del momento, -afirmay
ta de las técnicas y los métodos, el término ofisiología" pare-
nunca el problema segrin el método, como suele suceder en ce designar hoy el margen de tolerancia de una rúbrica uni-
nuestros días. Lo que debe unificarse en fisiología no es el versitaria tal vez industrial-, más que la uni-
método, sino el problema". No creemos que ningún frsiólogo dad rigurosa-y demañana,
un concepto científico. Al menos, todas las
acepte hoy definir, como Claude Bernard y Verworn, el investigaciones fisioiógicas tienen un proyecto común y en-
problema de la frsiología: la explicación dela vida. Con pres- cuentran sentido en el espíritu que las orienta hacia la de-
cindencia del hecho de que semejante definición es una finición y la medición de las constantes de ciertas funciones
repetición inútil del problema de Ia biología, no hay certeza que, sin duda, debemos seguir llamando nvitalesr, en el mo-
de que eI término ..yid¿", tomado con carácter absoluto, ten- mento mismo en que se hacen esfuerzos por construir con
ga su lugar en otro ámbito que el de una problemática frlo-
ellas, fuera de toda referencia a los seres vivos, modelos fisi-
sófica. La frsiología animal contemporánea acepta como un co-químicos. El hecho de que lafisiología, por sí sola, no pue-
dato la multiplicidad de modos de vida de ciertos organis- da poner enteramente de manifiesto su sentido en el mismo
mos, y se propone determinar sus constantes funcionales y, nivel de objetividad que los objetos de observación y expe-
de ser posible, reducirlos a algunos tipos generales. rimentación que le asigna poco a poco su historia, constitu-
Ahora bien, hoy es imposible hablar de un problema de ye una limitación que no le es propia y no implica una infe-
fisiología sin precisar en qué escala de la organización bioló- rioridad. La cuestión, empero, no interesa aquí, cualquiera
gica se sitúa y cobra sentido. Ya para Claude Bernard, y con que pueda ser su interés en otro ámbito.
mayor razón para Max Verworn, la unidad de la fisiologla
era la unidad de la fisiología celular. En 1875, la creación de
una cátedra de histología en el Collége de France, para un
discípulo de Bernard, Ranvier (1835-1902), no había tenido
eI único fin de consagrar el ingenio y la eficacia de nuevas 8 C. Bernard, Legons de physiologie opératoire, edición establecida por

técnicas de microtomía; testimoniaba, sobre todo, la obliga- Mathias Duval, París: J.-8. Bailliére et frls, 1879, comienzo de la decimo-
cuarta lección.
ción planteada a la frsiología de proseguir en un nuevo pla. e C. Bernard, Rapport sur les progrés. . .,op. cit., pág. 136.

250 25t
Los fisiólogos del siglo XD* algunas anticipaciones del concepto de secreción interna'
En cuanto a su informe de 1-812, Expériences sur Ie principe
escuelas e individualidades
de la uie, notamment sur celui d¿s mouuements du ceur et
sur le siége de ce principe, establece la localización de los
¿Un historiador de la fisiología debe excusarse de confe. centros de los moümientos involuntarios en la médula es-
sar que, para é1, el hemistiquio de Victor Hugo, nEste siglo
pinal y contiene ideas metodológicas muy pertinentes acer-
tenía dos años. . .>, no evoca tanto el nacimiento del poeta
ca de la técnica de las vivisecciones y el interés de Ia anato-
como la muerte de Xavier Bichat, a los treinta y un años?
mía comparada para el análisis de las funciones frsiológicas'
Un estudiante de üecinueve años, Frangois Magenüe, pre-
Tanto por el objeto de los trabajos como por los métodos,la
paraba por entonces el examen de residencia. El año ante.
hsiología de Legallois aparece como una prefiguración de la
rior, en Coblenza, había nacido Johannes MüIler. Los diecio.
de Flourens, por una parte, y la de Claude Bernard, por otra'
cho años que separan el nacimiento de Müller del nacimien-
Es sorprendente comprobar que algunos historiadores
to de Magendie son exactamente los mismos que separan la
de la frsiología no hacen ninguna referencia a Poiseuille
publicación de las obras mediante las cuales uno y otro na- (1799-1869), aun cuando todavla se enseñan a los estudian-
cen una segunda vez como fundadores de la fisiología mo-
tes las leyes que llevan su nombre, y Magendie Io tenía en
derna. El primer tomo del Précis élémentaire de physiologie
alta estima (la tesis de Poiseuille, "Recherches sur la force
apareció en 18L6, y el primer tomo del Handbuch der Phy-
du cceur aortique>, de 1828, se publicó enelJournal dn Phy'
siologie d.es Menschen, ett 1833-1834. En este, Müller se re-
siologie) y cita en abundancia sus técnicas y sus resultados
fiere con frecuencia a los trabajos de Magendie, quien funda
en las Legons sur les phénoménes physiques de Ia uie. Poi'
elJournal de Physiologie Expérimentale en 1821, el mismo
seuille obtuvo tres veces el premio de fisiología experimen-
año en que IaAcademia de Ciencias le otorga una mención
tal de laAcademia de Ciencias (1829,1831 y 1835), es decir,
de honor en eI premio de fisiología experimental, estableci-
más que Magendie. Por un lado, sus meüciones de la pre-
do en 181"8 por Monthyon ainstancias de Laplace. En 1834,
sión de la sangre en eI sistema arterial (1828 y 1860) Io lle-
Müller se convierte en editor delArchit'für Anatomie, Phy- entonces por Ios clíni-
varon a resultados
siologie und wissenschaftliche Medizin, que prolonga, no -impugnados
cos- hoy clásicos, resumidos en un teorema según eI cual Ia
sin algunos avatares, Ia revistaÁrchiv fi)r Physiologie,fitn- masa sanguínea independiente de
fuerzaaplicada a una es
dada en 1796 por J. C. Reil. Así pues, no es Ia complacencia y calibre la arteria.
su posición en eI sistema arterial del de
la que sugiere, sino la sucesión de los acontecimientos la
Por otro, formuló leyes de hidrodinámica en los tubos de
que impone, comenzar por Francia un sumario histórico de
muy pequeño diámetro (1840-1841) y midió la viscosidad
la frsiología en el siglo XD(
sanguínea. Para terminar, la construcción en 1825 del he'
modínq,mómetro, arrtecesor de todos los aparatos de mano-
metría utilizados en frsiología, hace de Poiseuille el inicia-
Los fisiólogos en Fra,ncia, dor inüscutido de la instrumentación fisiológica en eI siglo
XDLlO
Dos manuales Nouueq,ux éléments de physiologie De Magendie (1?83-1855) ya se ha hablado mucho. Aquí
-Iosy eI Essai de physiologie positiue de
(1801) de Richerand debemos insistir en su personalidad y su papel de jefe de
Fodéré (1806)- no bastan para inscribir el nombre de sus escuela. Su reputación traspasó rápidamente las fronteras'
autores en la historia de la frsiología. La frsiología positiva Su Précis de physiologie fue traducido al alemán en 1820,
es inaugurada en Francia por los trabajos de J.-J.-C. Lega-
llois (1770-1814). Su tesis de 180I,Le sang est-il identique 10 Los ffsicos conservaron más fielmente que los frsiólogos Ia memoria de
dan s tous les uaisseaux qu'il parcourt? ,formula en términos de Poiseuille. En el sistema de unidades C.G.S. lcentlmetro-gramo-segundo],
química biológica el problema de las secreciones y contiene la unidad de viscosidad ha sido denominada (poise>.

252 253
por C. F. Hensinger, y al inglés en 1831-, por E. Milligan.* mer laboratorio de fisiología experimental. Anteriormente
Sus oyentes extranjeros fueron numerosos: entre ellos debe había organizado cursos privados de demostraciones frsioló-
mencionarse a Moritz Schiff (1823-1896), uno de los fun. gicas. Al margen de sus trabajos sobre las funciones de los
dadores de la endocrinología, que vivió en París entre 1844 nervios raquídeos (1822), debemos recordar sus investiga-
y 1845. No es fácil caracterizar la influencia ejercida por ciones sobre Ia absorción (1821), los efectos de los alcaloides
Magendie. Se ha dicho todo en favor o en contra de su empi- (1822) y el líquido cefalorraquídeo (1825 y 7842). Con ante-
rismo, su escepticismo, su materialismo. En realidad, su rioridad a C. Richet, Magendie analízó Io que aún no se lla-
obra representa un momento necesario en la evolución de la maba "anafrlaxis, en el transcurso de sus lecciones sobre la
fisiologÍa. Para comprender su alcance no se Ia debe separar sangre, publicadas en inglés en Filadelfia(Lectures on the
de la obra médica de su contemporáneo, Broussais. Bajo la Blood.,1839), antes de ser incluidas enlas l*gons sur les phé-
Revolución y el Imperio, Ias ciencias físico-químicas habían non'L¿nes de Ia uie (1842).
gozado en libertad de los favores del poder, en razón de su P. J.-M. Flourens (1794-1867), discípulo de Cuvier, pro-
eficacia en las esferas de ia industria y la economía y, como fesor de anatomía y luego de fisiología comparada en el Mu-
consecuencia, en el poderío militar. Empero, bajo el Imperio seo de Historia Natural, sucesor de Duvernoy en el Collége
y la Restauración, eI poder hizo de las llamadas de France (1855), secretario permanente de laAcademia de
"ciencias Ciencias, aparece como continuador de Legallois y refutador
morales", que los filósofos del siglo XVIII no habían separa-
do de las ciencias de la naturaleza, elobjeto de una solicitud de GalI. Por una parte, localizó en eI bulbo raquídeo el cen-
inspirada por un manifiesto afán de domesticación. Magen- tro respiratorio, el famoso (nudo vital"i por la otra, procuró
die y Broussais se vieron obiigados a ser dogmáticos contra demostrar que la inteligenciay lavoluntad son funciones de
la ortodoxia, en el seno de una universidad que creía ver todo el cerebro. Puso en evidencia la función de coordina-
perfilarse por doquier la sombra de Cabanis. En su primera ción motriz del cerebelo y se interesó en el papel de los cana-
memoria sobre los.Ropp orts du physique et du mor¿l (1798), Ies semicirculares en el equilibrio. Se le debe, por añadidu-
Cabanis alababa aI instituto por Ia sabiduría de que había ra, la prueba experimental de la función del periostio en la
dado muestras *al convocar a frsiólogos fara integrar Ia sec- osteogénesis. La técnica de Flourens consistía casi exclu-
ción de análisis de las ideas". Magendie y Broussais comen- sivamente en resecciones y ablaciones de órganos. No era
zaron su carrera en una época en la cual la situación habría un "fisióIogo ffsico", como Magendie calificaba a Poiseuille.
tendido, antes bien, a Ia incorporación de psicólogos, vale Sus principales obras son: Recherches expérimentales sur
decir, metafisicos espiritualistas, a la sección de fisiología. les propriétés et les fonctions du systéme nerueutc dans les
Silas Mémoires d'outre-tombe encierran una violenta diatri- anima.ux uertébrés (L824), Expériences sur les canaux serni-
ba contra Gall, no es sóIo a causa de una anécdota, sino por- circulq,ires de I'oreille (1830), Note touchant l'action de
que el autor había comprendido, tan bien como Napoleón, l'éther sur les centres nerueutc (1847) y Théorie expérimenta-
que la fisiología del cerebro no estaba en consonancia con el le des os (1847). No es ocioso recordar que los aportes de
Génie du christianisme.*+ Si las teorÍas fisiológicas desper- Flourens a Ia historia de la biología, en particular sobre
taban en Magendie el horror que lo hizo célebre, era porque Buffon, Cuvier y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, no son
demasiadas de ellas llevaban agua al molino ecléctico de la desdeñables. Pero su hostilidad al darwinismo no sólo le va-
filosofia oficial. Designado en 1"830 para ocupar la cátedra lió admiradores.
de medicina del Collége de France, instituyó entonces el pri- También F.-4. Longet (1811-1871) continuó las investi-
gaciones de Legallois sobre Ia médula espinal, pero a la luz
* La versión española es de 1828: Cornpendio elemental de de los trabajos de BeIl y Magendie acerca de los nervios ra-
fisiología,
traducción de Ramón Frau y Juan T!ías, Barcelona: Imprenta de la Viuda quídeos y de los estudios de Marshall-Harb y J. Müller sobre
e Hijos de Antonio Brusí, 1828-1829. (N. del T.) las acciones reflejas. Se le debe la primera buena descrip-
** El autor delas Mémoires d'outre-tombe y Génie du christianisme eg
ción de la inervación de la laringe. En 1841 publicó Recher-
Frangois-René de Chateaubriand. (N. del ?)

254 255
ches sur les propriétés et les fonctions des faisceaux de Ia
rnoelle épiniére; enJ.$ 2,unTlaité d'anatomie et de physio- encuadrarse entre los fenómenos fisiológicos de nutrición,
logíe du systéme nert)eu.x, y en 1850-1852, un Tlaité de phy' desarrollo, etc.o.ll De tal m¿u1era se explica la idea que Ber-
siologie que tuvo varias ediciones. nard siempre tuvo acerca del papel y, como consecuencia, el
Claude Bernard (1813-1878), en un principio asistente, equipamiento de un laboratorio de frsiología. Tanto en el
luego reemplazante y por último sucesor (1855) de Magen- Rapport como en la Introduction lanentó la escasez de los
laboratorios franceses y la insuficiencia de sus recursos; pe-
die en el Collége de France, asoció su nombre de manera
ro reaccionó adversamente contra el
perdurable a un conjunto de descubrimientos cuya ampli- "lujo de instrumental
en que han caído ciertos fisiólogos,, y ello, por razones cien-
tud y unidad no han dejado de ser cada vez más estimadas.
Nunca hizo el papel de sabio desconocido o maldito, en un tíficas: nEs preciso saber con claridad que cuanto más com-
que poetas, de todas ma-
plicado es un instrumento, más causas de error introduce
siglo que conoció algunos
neras-. Gloria nacional, -menos
Claude Bernard es presa fácil de
en las erperiencias. El experimentador no crece por el nú-
mero y la complejidad de sus instrumentos; es al revéso.l2
las trivialidades usuales o del ditirambo de circunstancias.
La reserva acerca de los benefrcios del instrumental no es
Es dificil hablar o escribir de é1, porque es el más conocido
sino uno de los signos de la desconfianza de Bernard hacia
de todos los fisiólogos franceses, lo cual no quiere decir que
el uso en biología de las meüciones y de los cálculos que se
sea muy bien comprendido. En general, no parece haberse re-
valen de ellas. Si su personaje se asemeja en ciertos aspec-
marcado lo suficiente que su actitud mental frente a las cien-
tos al de Magendie, su pensamiento conserva una discreta
cias fisico-químicas unía la reserva a la deferencia. Lo que lo
frdelidad a la inspiración de Bichat. Y no es por casualidad
distingue de Magendie no es sólo haber defendido un racio-
que todos sus descubrimientos terminaran por esclarecerse
nalismo experimental contra un empirismo experimental
mutuamente en Ia unidad del concepto de nmeüo interno,
en eI orden de los métodos de investigación; también, y (1865), forjado en un comienzo mediante Ia generalización
quizá sobre todo, haber mantenido su distancia de bióIogo
del concepto de "secreción interna" (1865). Para Claude
respecto de las ciencias auxiliares. La época se lo permitía.
Bernard, el medio interno fisiológico u orgánico es la san-
En 1865 (Introduction) y LB67 (Rapport), mientras la refu' gre, considerada la üstribuidora de las reservas alimenti-
tación del vitalismo apuntaba a quienes sostenían ideas ya
cias y energéticas necesarias para la actividad constante de
obsoletas, cuyos alardes eran sólo verbales, eI acatamiento
las células. La idea de medio interno implica la adhesión a
a los vencedores, fisicos y químicos, amenazaba reducir la
la teoría celular, tomada en un sentido asociacionista. El or-
fisiologÍa a la esclavitud. En suma, la situación se había in- ganismo constituye un medio para sus elementos, y el me-
vertido desde eI inicio de la carrera de Magendie, y gracias a
dio hace con estos un organismo. En Bernard, el concepto de
su obra y su impulso Claude Bernard podía escribir: "Los fi-
secreción interna no es todavía la noción de un mensaje quí-
sicos, los mecánicos y los químicos consideran como perte-
mico intraorgánico, sino la de una conüción de autonomía
necientes a su dominio fenómenos mecánicos, físicos y quí.
del organismo, tomado como un todo, con respecto aI medio
micos que, sin embargo, corresponden a Ia frsiología. Sin lu-
cxterior. "Los fenómenos de la vida tienen una elasticidad
gar a dudas, como ya Io hemos repetido muchas veces, sólo
que permite a la vida resistir, dentro de límites más o menos
hay una mecánica, una física y una química en Io concer- amplios, las causas de trastornos que se encuentran en eI
niente a las leyes que rigen los fenómenos de los cuerpos vi- medio ambiente,.l3 En la época en que el lamarckismo y el
vos y los cue{pos brutos. Pero hemos visto, con todo, que se-
darwinismo se inclinaban, annque de diferente manera, por
ría un error asimilar por completo los fenómenos de loe
cuerpos vivos a los que ocurren en los cuerpos brutos. En ra. rl C. Bernard, Rapport sur les progrés. . , op. cit,, nota
, 225,
zón de los procedimientos siempre especiales que emplea la 12
C. Bernard, Introduction d t'étude de la méd.ecine expérimentale, frn
naturaleza orgánica, el estudio de esos fenómenos corres. tlc la segunda parte.
r3 C. Bernard, Pensées, Notes
ponde realmente al fisióIogo. Así, Ias fermentaciones deben détachées, edición establecida por L. Del-
lroume, París: J.-8. Bailliére et frls, 193?, pág. 86.

256
257
quien colaboró en sus investigaciones sobre los reflejos va-
investigar los mecanismos meüante los cuales los seres vi' somotores (1867).
vos se ámeten al meüo exberior, Claude Bernard elaboraba Los discípulos más notorios de Claude Bernard fueron
la teoía de las funciones que hacen a esos mismos seres Ranvier, P. Bert, A. Dastre y J.-A. d'Arsonval (1851-L940),
vivos cada vez menos pasivamente dependientes de su conocido por sus investigaciones de electroterapia(1892)y a
medio de vida. Anueshó juicio, esa nelasticidad" fisiológica quien se debe Ia publicación de muchos escritos inéütos de
lu id". en r¡n principió latente y por último explícita de su maestro.
"r
toda Ia obra científica áe Claude Bernard. De allí Ia insis'
juris' Acerca de Paul Bert (1833-1886), profesor de la Facultad
tencia, a veces hiperbólica, con la cual éI proclamó la de Ciencias de Burdeos y luego asistente de Claude Ber-
dicción del determinismo sobre los fenómenos orgánicos.
nard, antes de convertirse en profesor de la Sorbona, John
Esta se explica por eI afán de preservar contra un posible F. Fulton escribió que sus investigaciones sobre los efectos
malentendido, contra la confusión entre Ia elasticidad el
y
de la depresión barométrica eran uno de los hitos de la fisio-
indeterminismo, aquello que para Bernard era la marcha
Iogía. Los efectos de la vida en la altura ya habían originado
específrca de los fenómenos estudiados por el fisiólogo' numerosos estudios con respecto a la adaptación perma-
De las innumerables publicaciones estrictamente cientl' nente, y planteado, en eI caso de los ascensos a grandes alti-
ficas de Claude Bernard, nos limitaremos amencionar aquf tudes, el problema del mal de ias montañas. Sin embargo,
los informes o tratados más importantes: Du suc
gastrique
desde principios de siglo las ascensiones en aeróstatos, em-
et d.e son r6le d.ans la nutrition(tesis de medicina, 1843),Dé'
prendidas con objetivos deportivos o científicos (Biot y Gay-
c,ouuerte dc la fonction d,u pancréas dans l;'arte de Ia
diges'
Lussac, 1804), habían despertado la atención sobre la enfer-
¿ion (l-850), R'echerches sur ttne nouuelle fonction du foie
medad de los globos (the balloon sickness). En 1875, D. Jour-
consid.éré con1,rrc organe prod'ucteur d'e ma'tiére sucrée
cluz
danet publicí Influence dc la pression d.e I'air sur la uie de
I'homme et les animaur (tesis de ciencias, 1853), Influence I'homm¿.Amigo de Paul Bert, lo alentó arealttzar investiga-
d,u grand' syr'ryathique sur Ia température dzs
parties au*'
ciones frsiológicas acerca de los efectos de la presión y la de-
ses-ft'Iáts se d'istribuent (L854), sur les effete
áih"t
'iles
Iaegons
(1857), Legotu
presión, y 1o apoyó económicamente. La catástrofe del globo
substaices toxiques et médicamenteuses Zenith, en 1875, incrementó dramáticamente el interés por
sur la chaleur anim-ale (L87 6), Legons sur Ie d.iabéte et la gly'
esos estudios. En 1878, PauI Bert publicó La pression baro-
animale (1S?7) y Legons d'e physiologie opératoiru
"ige"Ot"No carece de interés señalar que las primeras leccio' nétrique, recherches de physiologie expérimentale, obra en
tfÉZgl. la cual estableció que la anoxemia es la causa de los sínco-
nes dictadas en eI Collége de France (1853-1854) fueron
pu'
pes en las grandes alturas. Este texto, siempre clásico, fue
blicadas en inglés en Fitadelfia: Noües of M' Bernard's I*c'
por un traducido al inglés en 1943, por razones que tocan manifres-
tures on the Blood, (1854), según las notas tomadas tamente a Ia actualidad de las cuestiones planteadas a los
oyente norteamericano, el doctor Atlee ( 1828- 19 10)'
lisiólogos por los recientes desempeños de la aviación civil o
Ni siquiera en una reseña histórica podría dejar de men' rnilitar.
cionarse que el renombre internacional de su personalidad Como Paul Bert, E.-J. Marey (1830-1904) pertenece a la
y de sus enseñanzas atrajeron hacia Claude Bernard, como generación de fisiólogos que hicieron su aprendizaje a me-
Ltes hacia Magendie, a numerosos oyentes y visitantes e*r tliados de siglo, cuando la fisiología había conquistado su in-
tranjeros, u p"t* de la precariedad de su laboratorio, si rlependencia y encontrado su estilo. En Francia se debe a
to co-para con el instituto de C. Ludwig' Entre los frsiólo¡ Marey la recuperación, modificación y desarrollo de las téc-
que le deben una parte de su formación cabe mencionar, ¡ricas de inscripción gráfica perfeccionadas por Ludwig, y la
Éstados Unidos, J. Duttott (1825-1890) y S' W' Mitct irnportación a la fisiología, para el estudio del movimiento
(1830-1914); de ltalia," a Vella (1825-1390) y a Mosso (
rle los organismos, de las técnicas de Ia fotografia en serie ya
igfO), y de Rusia, a Tarchanov (1-848-1909)' EIie de rrtilizadas por los astrónomos (Janssen, inventor del nrevól-
(1842-1912) trabajó con Bernard pero también con

259
258
ver fotográfico, para eI estudio del paso de Venus, París, Biología una destacada comunicación sobre el poder dina-
1874). Hemos visto que el hemodinamómetro de Poiseuille rnogénico en el hombre de un líquido extraído de los tes-
había proporcionado ya a Ludwig uno de los elementos del tículos de animales. Los sarcasmos provocados en la época
quimógrafo. A la inversa, el esfigmógrafo de Karl Vierordt por las ambiciones del terapeuta no permitieron entonces
(1853), construido mediante la combinación del esfigmóme- ¡rdvertir que Brown-Séquard tenía una idea de la secreción
tro y ei registrador gráfico de Ludwig, es eI antecesor de log interna bastante üferente de Ia noción de Claude Bernard,
aparatos de Marey. Asociado a Chauveau (1827-1917), est¿ y eue, con excepción de la palabra, anticipaba en 1gg1 el
último utilizó el esfigmógrafo comparativo para el estudio concepto de hormona (1_905), pues en las secreciones inter-
de los movimientos de la circulación (Plrysiologie médical¿ nas veía sustancias gracias a las cuales las células .son recí-
de la circulation du song, 1863). También en colaboración procamente solidarias por obra de un mecanismo que difie-
con Chauveau, Marey construyó y empleó la sonda cardíaca re de las acciones del sistema neryioso,.l4 Es preciso vincu-
para registrar las pulsaciones del corazón (Appareils et u- lar a sus trabajos los de Eugéne Gley (1857-1g80) sobre la
périences cardiographiques,LS6S). Sus trabajos sobre la Io" tiroides y las paratiroides.
comoción humana y animal estudiada según el método grá- Para terminar, cabe recordar el nombre de Charles Ri-
fico están resumidos en La machine animale (1873). Traba. chet (l-850-1935), sus trabajos sobre el calor animal y eI des-
jos sobre el mismo tema, de acuerdo con el método cronofo. cubrimiento del fenómeno de la anafilaxis (1883-1992).
tográfico y que hacen de Marey uno de los padres del cine-
matógrafo, han sido compiiados en Le mouuement (1894).
Como es sabido, en California se emprendieron investiga- Los fisíólogos en Alemanía
ciones análogas desde 1880, que fueron publicadas en el
célebre volumenAnimals in Motion (1899) de E. Muybridge Coblenza, que durante la Revolución había sido el punto
(1830-1904), cuyas fechas de nacimiento y muerte coinciden rle reunión de los emigrados realistas, era cabecera áe de-
curiosamente con las de Marey. Los resultados de las inves- ¡rartamento francés cuando en ella nació Johannes Müller.
tigaciones realizadas por este último eñ su laboratorio del Antes de convertirse en las causas del despertar de una con-
Parc des Princes se consignaron en parte en su Pft.ysiologie ciencia nacional alemana, las conquistas de la Revolución y
expérimentale ( 1876- 1880), que contiene, además, algunor cl Imperio abrieron lo queAlbert Thibaudet llamó uun mei-
informes de su asistente Frangois-Franck (1849-1921) so. t:ado europeo de intercambios de la inteligencia,. Cuando
bre la fisiología nerviosa. Marey había sucedido a Flourer[ los regímenes políticos cambian cuatro veces a lo largo de
en eI CoIIége de France en 1867. veinticinco años en territorios cuyas fronteras se modifican
Para terminar, debe reservarse un lugar aparte a Char¡. permanentemente, uno debe cambiar de lugar para no cam_
Ies Brown-Séquard (1818-1894), sucesor en 1878 de Claudr lliar de señorío, o bien se convierte en cosmopolita sobre el
Bernard en el CoIIége de France, tras varias estadías alter¡ terreno. Surge así Ia posibilidad de nuevas conjunciones de
nadas en Francia y Estados Unidos. Brown-Séquard siem.1 ideas en un mismo espíritu. Se puede estar adelantado a un
pre asoció la investigación experimental con Ia clínica mé.. régimen político y atrasado con respecto a una visión lite-
dica y mantuvo buenas relaciones con Charcot y Vulpianr raria o científica de ia naturaleza,y ala inversa. El desfase
Sus trabajos se refi.rieron a las funciones de la médula cntre la geografia de las ideas y la geografia de las fronteras
nal, pero es un pionero de las investigaciones sobre las tlebe impedir la simplificación de Ia historia.
laciones endocrinas, en el sentido actual de la expresión. Sería pueril concluir, por el hecho de que Claude Ber-
1856 publicó Rech.erch,es expérimentales sur Ia nard informara de una discusión sobre Bichat entre Tiede-
et Ia pathologin des glandes surrénales. Entre 1889 y
rcalizí estudios análogos sobre la secreción interna de ra C. Brown-Séqu,ard.,Archiues d.e physiologie normale et pathologique,
testículos. Enjunio de 1889 presentó ante Ia Sociedad l¡.i91, nI, pág.496.

260 26t u
mann y Magendie en el laboratorio del Collége de France, y todológica en una teoría de las ideas generales: nl,as ver_
de que J. von Liebig, superado por las elucubraciones filosó- d.ades más importantes de las cualesle enorgullecen las
ficas en la enseñanza de la química, acudiera a trabajar con ciencias de la naturaleza no han sido encontradas por el
Gay-Lussac en 1820, que durante ei primer tercio del siglo análisis de ideas filosóficas ni por la mera obseruación, sino
la verdad experimental estuvo de este lado del Rin y el error
por el concurso del razonamiento y la observación, qlré
p"r_
metafisico del otro. Sin embargo, así lo hicieron aveces, con ¡nitió distinguir lo que había d.e esencial y de accidentai en
indicios apenas más significativos, los historiadores de lae los hechos, para llegar así a principios de ios que se
deducen
ciencias en Francia, cuando la docilidad ante las conclusio- ¡nuchos fenómenos. Esto es más que observación empírica;
nes del positivismo no les permitió ver el origen romántico cs, si se quiere, observación filosófica,. Ahora bien, aigunas
de algunos de sus axiomas. páginas más adelante, al ocuparse de la asociación
d"Iduur,
La sociedad de los intelectos tenía la afición y los medios Müller evoca conversaciones con Goethe sobre la metamor-
como para ser abierta. El bilingüismo había sido una nece- fosis de las figuras de flores. Conocedores, por otra parte,
d.e
sidad para muchos. Estamos cerca de la época en que Riva- la influencia que tuvo en él la lectura dé Goeth", ,.o ,ro,
rol había emprendido, a pedido de Hamburgo, la redacción cquivocaremos demasiado si consideramos las práposicio_
de unDictionnaire de la langue frangaise. Pero era también nes recién mencionadas como una suerte de mediación,
la época en que muchos científicos alemanes aún escribían ciertamente lógica y quizás histórica, entre las ideas goe-
en Iatín (J. MüIler en7822y 1830, Von Baer en 182?, Rudolf theana y bernardiana de la experiencia.
Wagner en 1835, Helmholtz en t842, etc.). Las traducciones Si los primeros trabajos de MüIler, Sur la physiologie
de una lengua a otra er¿rn acaso más rápidas y frecuentes comparée du sens de Ia uue chez l,homme et lás animiux
que hoy. Como virnos, el Précis de Magendie fue traducido (1826), de los cuales se infiere Ia ley
de la energía específica
tres años después de su publicación. Por eI contrario, A.-J.- rle los nervios, competen tanto a la filosofia como a la
fisio_
L. Jourdan (1788-1848), traductor delaHistoire de Iamédc- logía propiamente dicha, los estudios que publica en 1g30
cine de Sprengel y prologuista del Dictiqtnaire des sciences sobre la estructura de las glíndulas secretoras y
eI desarro-
médicales (1820-1825), presentaba en Francia, un año des- llo de los órganos genitales son el fouto de un método más
pués de su publicación original, el Tlaité de physiologi.e dc riguroso, que combina la experimentación y la comparación
I'homme (1830) de Tiedemann y, más aún, eI Manuel de ¡matómica. Luego de marcharse de Bonn, donde üseñaba
physiologie de Johannes Müller (1845, sobre la cuarta edi- desde 1824, e instalarse en Berlín en 1g83, Müller comenzó
ción, de L844). rr publicar el Handbuclz que contenía, algunos
meses des_
El primer gran tratado que reivindicó en Alemania el ¡rués del primer informe de Marshall Hatf h descripción de
título de nfisiología experimental" fue el de K. F. Burdach sus. investigaciones, paralelas e independientes,
slbre las
(1776-7847), en el cual colaboraron Von Baer, Rathke, R. ¡rcciones reflejas, en conexión con experiencias llevadas
a
Wagner y J. Müller: Die Physiologie als Erfahrungswissene. cabo desde L827 conel propósito de confirmar la ley
de BeIl_
chaft, atyo primer tomo apareció en 1826. No fue Burdach, Magendie.
sin embargo, quien iba a dar a la fisiología alemana su esülo Es necesario decir algrrnas palabras sobre eI manual
d.e
experimental, sino Müller, y en razón de postulados filoeó. Müller, testimonio fundamental de una concepción anti_
ficos muy distintos de los de Magendie. t:uada pero tal vez no superad.a: la de una ciencia de la
vida
J. MüIIer rcalizó sus estudios médicos en Bonn, en u¡! cn la que una visión filosófica constituye no el principio
sino
medio intelectual muy apegado a las ideas delaNaturphilot cl fundamento. El orden es el siguiente: proleiómenos;
I,Ia
sophie, de las cuales se alejaría durante un cursillo en circulación, sangre y linfa; II, los cambios quimico.,
Iín en 1,824, sin convertirse, pese a ello, al empirismo. ción, nutrición, secreción, digestión; III, fisica d" los ""rpiru_
rr""uior;
uno de los capítulos del Handbuch relatívos a la vida IV, movimientos, la voz y el habla; V, los sentidos;
VI, las fa-
lectual (Iibro VI, 1, capítulo 2), basa una profesión de fe cultades intelectuales; VII, la generación, y VIII, eI desa-

262 263
rrollo. Este ordenamiento es histórico y procede, en líneas mond: oEs imposible que la frsiología no termine por fun-
generales, de las funciones explicadas desde más antiguo a dirse en la fisica y la química de los organismoso. Un proyec-
áquelias cuyo conocimiento es más reciente, de Harvey a to semejante imponía por sí mismo sus meüos. En Du Bois-
Vón Baer a iravés de Lavoisier y Marshall Hall' Pero, si se Reymond y Helmholtz, el laboratorio de fisiología se trans-
hace abstracción de los dos últimos libros de embriología y formó en laboratorio de fisica. Ludwig soñó con una fábrica
se agrupan de a dos los seis primeros, se obtiene una serie de frsiología y terminó por construirla.
de conceptos: energía, coordinación, relación, que componen Du Bois-Reymond creó los instrumentos y las técnicas
una ideá de la vidá, energía coordinada en sus relaciones de la electrofrsiología. Sus Recherches sur l'électricité ani-
con el medio ambiente. La evolución de la ciencia fisiológica, male (1848-1849) tuvieron como motivo el examen de los
luego de Müller, no agregará nada a ese programa' y en re& hechos referidos por Matteucci en el Essoi sur les phénomé-
ti¿ad to desmembrará para aplicarlo mejor' Se comprende nes électriques chez les animaux (1840). En 1875 fueron se-
Ia influencia ejercida por ese libro sin precedentes ni des' guidas por las Mémoires réunis sur la physique générale du
cendencia. Mtiller sabía todo y había leído todo' Jamás ha' muscle et du nerf. La invención del cano inductor y la del
bla de un hecho sin referencia a las circunstancias y el autor electrodo impolarizable fueron, para Du Bois-Reymond,
del descubrimiento. Al leerlo somos testigos de la consti' títulos de celebridad menos inconstantes que el enunciado
tución de la fisiologÍa. Müller no es sólo alguien que enseña de la ley según la cual la corriente continua sólo estimula el
frsiología alavezque contribuye a hacerla: es notorio que la nervio en sus instantes de variación. No fue tan exigente
piensá. Está destinado, por lo tanto, a hacerla pensar a consigo mismo como severo con los otros, tanto en ciencia
ot"os y, de ese modo, aficionarlos a ella' como en filosofia o política. De él se conoce al menos la con-
Sitien advertía los servicios que la física y la química po' clusión de un discurso sobre los límites del conocimiento:.Ig-
dían prestar a la fisiología, y él mismo utilizaba en esos te- ¡rcrabirnus (1872). La humildad de este agnosticismo se
,r"rto" los trabajos de sus contemporáneos, Müller no se tdaptó, empero, a Ia investigación y el üsfrute de los hono-
complacía en investigar de acuerdo con los métodos de es' res universitarios, académicos y políticos.
tos. iVIás que físico o químico, era naturalista, y naturalista E. Brücke enseñó sucesivamente en KónigsbergyViena.
comparatista. Su lecCura de Kant, de los poskantianos-y-de Como Helmholtz, hizo investigaciones de fisiología sen-
Goeltre sostenía su convicción de que hay una originalidad sorial e incluso estuvo a punto de construir el oftalmoscopio.
de la vida. Por eso, hablando con propiedad, no abrió cami' Vinculó cuestiones de estética a sus trabajos acerca de la
nos ni inventó técnicas que sus alumnos no tuviesen mát ¡rcrcepción de los colores (Principes scientifiques des bea.ux-
que prolongar o aprovechar. Les transmitió, en cambio, la rurls, traducción francesa, 1878). Es necesario decir que
lo¡ llrücke orientó a Sigmund Freud, a quien tuvo como alum-
óatiá" y la cutturá que les permitirían abrir o inventar
i.ryo. propios. El árbol genJalógico de la posteridad cientÍfi' ¡ro de fisiología entre 1876 y l-882, hacia Ia medicina. Y fue
caie Mtiller es grandeyramifrcado. Muestra tanto los nom' cl propio Brücke quien Ie consiguió la beca de estudios gra-
bres de Schwann, Virchow y Hackel, fundadores y propa' r:ias a la cual Freud se trasladó a París, en 1885, para seguir
gandistas de Ia teoría celular, como los de fisiólogos propia' Its enseñanzas de Charcot, de quien luego tradujo las -Le-
áente dichos y, entre los más gtandes, Ios de E' du Bois' ytns du mardi d.Ia Salpétriére,
Reymond (18i8-1896), E. Brücke (1819-1892) v H. Heln' Si debe entenderse por ciencia la medición de los fenó-
holtz (1819-1892). rnenos y la determinación de sus relaciones según leyes ma-
Estos tres condiscípulos fueron los tres pilares de lt l,cmáticamente expresadas, los trabajos de Helmholtz son,
sociedad de fisica que fundaron en Berlín en 1845' Y el c cn el siglo XD( el canon de la fisiología científica. Su aporte
de 1847 en que CarI Ludwig, de Marburgo,los conoció y n la energética fue decisivo (1847). El fue el primero en me-
convirtió en su amigo común, se abrió una nueva vía rlir la velocidad de transmisión del influjo nervioso (1850).
la fisiología alemana. En 1848, Ludwig decía a Du Bois-R LtThéorie d.e Ia perception des sons (1862) y elTl,aite d'op-

265
.l

tique physiologique (1867) extienden a las fibras nerviosas y los caminos desbrozados por éI, se necesitaban rigor y pa-
a sus receptores periféricos, en la membrana basilar o la re- ciencia. A excepción de Pavlov, no se advierte entre los dis-
tina, Ia especifrcidad que Müller ya había atribuido a los cípulos directos de Ludwig ningrin nombre capaz de soste-
nervios. Para decirlo de manera apropiada, Helmholtz no es ner Ia comparación con los alumnos de MüIler. Con Ludwig,
el creador de la psicofísica. Con su memoria De subtilitate la frsiología se convertía en una elaboración anónima. Por el
tactus (1834), E. J. Weber (1795-1878) ya le había proporcio- rendimiento de los trabajos colectivos y Ia persistencia du-
nado a su discípulo Fechner (1801-1887) las bases de la ley radera en el surco magistral, su época es la gran era de la
psicofísica fundamental (1858). No obstante ello, Helmholtz fisiología alemana, en el momento en que la patología de
rompió el lazo que aún vinculaba la psicofisica de Fechner a Virchow (1821-1902) aseguraba su proyección alamedicina
la metafisica. Es significativo que aquel, en un principio de esa nacionalidad. Las investigaciones de Ludwig esta-
profesor de frsiología en Heidelberg (1858), donde tuvo a W. ban referidas principalmente a la endosmosis (1849), los
Wundt como alumno y asistente, fuera convocado a Berlín movimientos del corazón y la frbrilación ventricular (l-850),
en 187L como profesor de fisica. la inervación de las glándulas salivales (1861), el gas de la
Johannes Müller había sido el entusiasta inspirador de s¿rngre durante el trabajo muscular (1861),los efectos fisio-
los fisióIogos alemanes. Carl Ludwig (1816-1895) fue el do- lógicos de la presión arterial (1865) y la medición de la pre-
cente metóüco de los frsiólogos del mundo, ya sea a través sión sanguínea en los capilares (1875). Con anterioridad a
del ejemplo directo o de la influencia a distancia. Tlas estu- su llegada a Leipzig había publicado un Lehrbuch d.er Phy-
diar en Marburgo, donde entabló relación con el fisico Bun- siologie (1852-1855). En el instituto de Ludwig, los investi-
gadores se repartían en grupos, en los cuales los extranjeros
sen, Ludwig publicó en 1843 su primer trabajo sobre el me-
canismo de la secreción renal, basado en eI estudio de la per- eran muchas veces más numerosos que los alemanes. Entre
meabilidad de las membranas. Enseñó sucesivamente en los más conocidos, Luciani y Mosso eran italianos; Setche-
Zürich (1849), en Viena (1855) coinciüó con Brüc- nov y Pavlov, rusos; Bowditch, Welch y Mall, norteamerica-
ke- y por último en Leipzig (1-865).-donde
Cuqndo se contraponen nos, y Horsley y Stirling, ingleses.
la riqueza de los laboratorios alemanes y la pobreza de los Entre los numerosos fisiólogos alemanes cuyos vínculos
laboratorios franceses en esa época, es necesario üstinguir con las escuelas precedentes son indirectos, debemos poner
fechas y lugares. Schwann sostuvo que, cuando éI trabajaba en primer plano a Pflüger y Goltz. E. Pflüger (1829-1910),
allí, eI instituto de Müller en Berlín sólo tenía un microsco- alumno de Du Bois-Reymond, trabajó en principio en la di-
pio. EI de Viena, cuando Brücke fue designado para desem- rección trazada por su maestro y publicó en 1858 unas.&e-
peñarse en é1, no estaba mucho mejor equipado. Du Bois- cherches sur Ia physiologie de l'électroto¿us. En su madurez
se dedicó sobre todo a cuestiones relativas a la nutrición, la
Reymond y Helmholtz, sobre todo el primero, habían mul-
tiplicado los aparatos para experiencias. Pero Ludwig no respiración y el metabolismo celular, para lo cual construyó
podía encontrar en ningún lado un modelo del instrumento aparatos especiales, como el aerotonómetro (1869). En sus
con que soñabay que tardó cuatro años en realizar. En 1869 últimos años de actividad se interesó en la embriología ex-
se inauguró eI famoso Instituto de Leipzig, del que se ha di-
perimental. Los manuales de enseñanza conservaron du-
cho que funcionaba alavez como una administración y una rante mucho tiempo, incluso después de los trabajos de
fábrica. Estaba üviüdo en tres departamentos de investi- Sherrington, la memoria de Pflüger, al hacer mención a las
gación: fisiología, química y anatomía e histología. Durante "leyes" de irradiación de los reflejos. Cuando Pflüger elabo-
16 en 1877 eI concepto de coeficiente respiratorio, ganó un
alrededor de veinte años, la actividad de Ludwig fue Ia de
un científrco y un jefe de servicio. Müller había insuflado un derecho más duradero al reconocimiento de los fisiólogos.
espíritu, Ludwig abría un campo. Para que las lecciones del Fallecido Müller, aquel mantuvo en la frsiología alemana la
primero rindieran frutos, hacía falta algún genio personal. idea kantiana de que la vida no es más que un simple meca-
Para seguir el ejemplo de Ludwig y continuar recorriendo nismo, de modo que eI conocimiento de su determinismo fÍ-

266 267
sico-químico no excluye la consideración de su frnalidad. los signos de que una ciencia en la cual los ingleses ocupa-
Fue fundador de la revistaArcñiu für die gesarnte Plrysiolo- ron desde entonces un lugar de primer orden, con Langley,
gie des Menschen und der Tiere, corrientemente llamada Sherrington, Bayliss, Starling, Hill, Dale yAdrian, sólo co-
Pflügers Archlu (1869). bró auge a imagen y con el impulso de las escuelas alemana
Leopold Goltz (1834-1902) pasó de la cirugía a la fisio- y francesa. Sin embargo, fueron dos ingleses, Charles Bell
logía a través de la anatomía. Esto explica su escasa afición (L774-L842) y Marshall Hall (1790-1857), quienes a princi-
natural al uso de las técnicas fisicas y químicas en fisiologÍa. pios de siglo sentaron las bases de la neurofisiología, aun-
Entre los fisiólogos alemanes es el más parecido a Claude que aparecen más como continuadores de RobertWhytt que
Bernard, al menos por la preferencia otorgada a los métodos como precursores de Langley o Sherrington. Entre ellos y
de exploración funcional en los animales vivos. Fue el pri- los fisiólogos de fines de siglo se advierte un corte en las téc-
mer titularde la cátedra de fisiología en la UniversidadAle- nicas y los métodos, una fractura cuya responsabilidad, co-
mana de Estrasburgo, luego de Ia anexión de Alsacia-Lore- mo hemos visto, debe buscarse en otra parte, y no en suelo
na en 1870. Sus investigaciones se ocuparon casi exclusiva- nacional. W. Sharpey (1802-1880), M. Foster (1836-190D y
mente de las funciones del sistema nervioso central, en es- Ferrier (1834-1928) son los tres nombres más grandes del
pecial las del córtex cerebral, estudiadas en un primer mo- período intermedio.
mento en larana (1869) yluego en el perro (1880-1892). Los
perros descerebrados de Goltz han mantenido su fama(Der
Hund ohne Grosshirn,IBg2). Uno de ellos vivió dieciocho Los fisiólogos en Rusia
meses tras la ablación sucesiva de los dos hemisferios con
un año de intervalo. Goltz comprobó que la decorticación del En lo concerniente al siglo XVIII y principios del siglo
área motriz no privaba al animal, como había sostenido Hit- XD! hay que hablar más de científicos en Rusia que de cien-
zig, de su nconciencia muscular". Generalizó sus comproba- tíficos rusos. En biología, C. F. Wolffy E. von Baer, gracias a
ciones rechazando la teoría de las Iocaiizaciones sensoriales su enseñanza en San Petersburgo y sus publicaciones en los
de Ferrier y H. Munk. En esa época, Shelrington hizo una Noui Commentarii y las Acta de la Academia Imperial de
breve pasantía en el Instituto de Fisiología de Estrasburgo. Ciencias, habían proyectado sobre la embriología una luz
Ulteriormente, Goltz, en colaboración con su asistente y fu- procedente del Este, pero más reflejada que directa, al me-
turo sucesor Ewald (1855-1921), practicó en el perro seccio- nos hasta Kowalewski (1840-1901).
nes de médula infrabulbar y supralumbar, con la finalidad Sin embargo, la fisiología moderna se inició en Rusia por
de estudiar las funciones nerviosas en los sectores anterior, impulso de científicos rusos, no sin que estos hubieran ido a
medio y posterior del animal (Der Hund mit verhürztem Ru. buscar a Leipzig, Viena o París, a semejanza de otros fisiólo-
clzenrnark,1896). gos de la época, tanto modelos como técnicas. Tarchanov y
Esta breve reseña histórica pasa forzosamente por alto a sobre todo Setchenov fueron los fundadores de la escuela ru-
más fisiólogos alemanes que los que recuerda. Sin embargo, sa de fisiología en San Petersburgo y Moscú. El primero de
ha procurado al menos no olvidar a ninguno de aquellos cu- ellos puso en evidencia el reflejo psicogalvánico; el segundo
ya obra e influencia permitieron a los otros figurar legítima- descubrió la inhibición central de los reflejos (1863), y de ese
mente en estudios menos limitados. modo proporcionó a su discípulo Ivan Pavlov una guía de in-
vestigación.
A decir verdad, es preciso remitirse a Pavlov para situar
Los fisiólogos en Gran Bretaña la expansión de la fisiología rusa, tanto desde eI punto de
vista de las técnicas complicadas y minuciosas, como
Inglaterra tuvo recién a partir de 1878 una revista fun. -muy
se sabe, en el estudio de los reflejos conücionados (torre del
dada por fisióIogos, el Journal of Physiology. Ese es uno de silencio)- como desde la perspectiva de las principales di-

268 269
nacional de los fisióIogos. Cuando la magnitud del equipa-
recciones de Ia investigación. Pavlov había comenzado con
miento condiciona los progresos de una ciencia, Ia cantidad
trabajos sobre la digestión (invención de la técnica del "pe-
de capitanes pasa a ser directamente proporcional a Ia ma-
queño estómago" para eI estudio de la secreción gástrica), lo
sa de capitales.
cual explica que casi no haya rescatado otra cosa que fenó-
Acabamos de ver de manera sumaria que la disparidad
menos secretorios en el estudio de las reacciones conücio-
inicial de las principales escuelas nacionales de fisiólogos
nadas. Cuando en 1904 fue el primer fisiólogo el
fue compensada poco a poco por los intercambios entre unas
cuarto médico- a quien se le otorgó el Premio -aunque
Nobel, la fi-
y otras, los cursos de capacitación en el extranjero y la difu-
siología rusa recibió la confirmaeión internacional de su au-
sión de los métodos y estilos de investigación.Así,Ia univer-
tonomía.
salidad del saber fisiológico se liberó gradualmente de la
particularidad de las instituciones universitarias y creó por
fin una institución a medida de su extensión e imagen de su
Los fisiólogos en Estados Unídos
ambición. En 1889 se reunió en Basilea el primer Congreso
Internacional de Fisiología.
A excepción de William Beaumont, que por obra de sus
observaciones dominó la fi.siología de Ia digestión, durante
el primer tercio del siglo XD( en Estados Unidos se esperó a
que retornaran y se establecieran en sus universidades los
investigadores que habían viajado a Europa atraídos por eI
Los problemas fundamentales de la fisiología
renombre de Claude Bernard y CarI Ludwig, para reivindi- en el siglo XD(
car a su turno su aporte a la expansión de la fisiología mo-
derna. En 1854, Dalton introdujo en Buffalo la fisiología La historia de las ciencias abunda en querellas de priori-
quirúrgica de Bernard. Bowditch (1840-1911), discípulo de dad. La existencia de esas disputas no sóIo atestigua que el
Ludwig en 1869, fundó en 1871 el primer laboratorio de fi- descubrimiento de Ia verdad se considera un título de glo-
siología experimental en la Universidad de Harvard, en ria; es el indicio de que, en cierta etapa de las investigacio-
Boston, y tuvo entre sus alumnos a H. Cushing (1869-1934) nes, los problemas encierran una lógica disimulada por los
y W B. Cannon (1871-1945). Otro discípulo de Ludwig, W. acontecimientos de la indagación. La fisiología no es la ex-
H. Welch (1850-1934), orgarizó en 1885 un laboratorio de cepción; si también ella conoce en el siglo XD( numerosas
biología en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore, mien- querellas de prioridad, es porque se ha convertido en una
tras que en la universidad de la misma ciudad, un irlandés, ciencia consciente de las exigencias de adecuación entre
H. Newell-Martin (1849-1896), alumno de M. Foster, había problemas y métodos. En consecuencia, su historia puede
quedado a cargo de establecer en 1876 la enseñanza de Ia fi- describirse, sin artificio, de tal modo que en ella se tracen, si
siología. no caminos reales geométricos para una disci-
-demasiado predomina sobre la deduc-
Si se agrega a lo anterior el hecho de que F. P. Mall (1862- plina en la cual la experiencia
1917), también discípulo de Ludwig, enseñaba anatomía en ción-, sí al menos caminos jalonados. Cuando varios explo-
la misma universidad, podrá apreciarse la amplitud de la radores se lanzan por separado, a parbir de un mismo punto
influencia de la escuela fisiológica alemana en los inicios de identificado, hacia determinada meta presunta, no es sor-
la escuela norteamericana. En 1887 se fundó la Sociedad prendente que algunas veces coincidan. Con este espíritu,
Estadounidense de Fisiología. En el marco de este estudio H. Sigerist elaboró un bello esbozo del encadenamiento de
no corresponde describir la acumulación de meüos técnicos algunos grandes descubrimientos.ls El descubrimiento de
de investigación que, entre fines del siglo XD( y principios
del siglo )O! llevaría a Ia escuela norteamericana a reem- 15 H. Sigerist, Introductíon d' lo médecíne, traducción francesa, París:
plazar a las escuelas europeas en eI papel de referente inter- Payot, 1932, págs. 32-62.

270 271
Harvey suponía la enseñanza anatómica de Vesalio, trans- piedades vitales elementaleso. Creemos, en consecuencia,
mitida por Fabrizio dAquapendente. Y los trabajos de La- que es lógico presentar en el siguiente orden la historia su-
voisier suponían la teoría de la circulación. Sólo cuando se maria de los principales temas mediante cuyo estudio la fi-
establece que los pulmones reciben el baño constante del siología del siglo XD( da testimonio de su dominio científico:
flujo circulatorio, la diferencia entre sangre venosa y sangre bioenergética, regulaciones endocrinas, coordinaciones sen-
arterial puede ser relacionada con la üferencia entre el aire soriomotrices.
inspirado y eI aire expirado, en vista de lo cual es posible
plantear correctamente y, por Io tanto, prever Ia resolución
del problema de las relaciones entre la respiración y oxida- Bíoenergética
ción y la termogénesis. Más de dos siglos de tanteos entre
Harvey y J. R. Mayer se ordenan así en un historial tazorta- El problema de las fuentes del calor animal, tal como se
do del calor animal. planteaba a principios del siglo XWI, no había perdido aún
No obstante, si es posible, en rigor, poner en una pers- su relación con los antiguos mitos calóricos, laboriosamente
pectiva no artifrcial un problema dado, aunque sea de esta racionalizados por Hipócrates y Aristóteles.16 Descartes, co-
magnitud, no ocurre lo mismo cuando se trata de coordinar mo Aristóteles, creía que eI corazón es la sede específica de
entre sí las elaboraciones respectivas de las soluciones de un calor transmitido por la sangre al resto del organismo.
problemas sin relación inicial manifiesta, como por ejemplo Willis, después de Harvey, enseñaba que la sangre es el
Ia termogénesis y la coordinación nenriosa de los movimien- principio del calor comunicado a todo eI organismo, incluido
tos musculares, ya que cada problema frsiológico tiene sus el corazón. Pero si el principio del calor está en la sangre,
orígenes en üferentes observaciones patológicas. Así como ¿dónde está su foco? Los químicos ingleses Ma-
yow- habían ligado la cuestión de la respiración-Boyle,
animal al
los pueblos felices no tienen historia, unos hombres imper-
turbablemente sanos no conocerían de ciencia de la salud, estudio de los fenómenos de combustión. Hubo que esperar
de frsiología. a Lavoisier (1777) para que la respiración fuese asimilada a
Ahora bien, Ias paráüsis, por ejemplo] plantean proble- una combustión lenta del carbono y el hidrógeno, parecida a
mas fisiológicos que aparentemente no guardan relación la de una vela encendida. La química naciente sustituía los
con los originados por las asfixias, las hemorragias, el ra- modelos mecánicos del organismo que habían sido propues-
quitismo o el cretinismo. Llega un üa, sin duda, en que los tos por Descartes y Borelli por un modelo muy antiguo: el de
üferentes caminos de investigación se superponen y ya no la llama. El organismo no era concebido todavía como una
puede estuüarse la circulación sin referencia a los reflejos máquina de fuego, pero tampoco se lo imaginaba ya como
de vasomotricidad, y el ácido carbónico se concibe como una una máquina de peso (reloj de péndulo), de resorte (reloj de
hormona del centro respiratorio. La fisiología recupera en- cuerda), de aire (órgano) o de agua (molino). En 1783, Lavoi-
tonces la unidad del organismo, üvidida por los fisiólogos, sier y Laplace utilizaban el calorímetro de hielo para medir
en las huellas de los méücos. Empero,la difrcultad consiste el calor animal. Una ecuación permitía afirmar que la fuen-
justamente en encontrar, dentro de esa unidad, un orden de te de este erala combustiónrespiratoria. Empero, Lavoisier
condicionamiento fisiológico que, sin ser de índole jerarqui- atribuía al pulmón eI papel de foco. Aun antes de que Spa-
ca, sostenga lógicamente un orden de exposición al uso del llanzani hubiera establecido que la respiración, en el reino
historiador, cuyajustifrcación no sea tan sólo pedagógica. nnimal, no exige necesariamente la existencia de un apa-
Reclamamos la justificación de ese orden a las palabras de rato pulmonar, el matemático Lagrange y su discípulo Has-
Claude Bernard antes citadas: "La vida reside exclusiva-
16 Luego de la publicación de este estudio, la obra de Everett Mendel-
mente en los elementos orgánicos del cuerpo; todo el resto
xt>hn,Heat and Life. The Deuelopment of the Theory of Animal Heat,Cam-
no es sino mecanismo. Los órganos reunidos no son más que
lrridge, Mass.: Harvard University Press, 1964, renovó la historia de la
aparatos construidos con vistas a la conservación de las pro- tt¡cstión.

273
senfratz habían objetado con sóIidos argumentos el supues' Ya en 1842, Liebig (1803-1873) había publicado Organisclu
to de Lavoisier. Chemie und ihre Anwendung auf Physiologie und Patholo-
Sin embargo, la solución química de un problema mile- gie, obra en la cual demostraba, mediante sus investigacio-
nario de la fisiología conducía a esta a chocar contra un obs- nes sobre los valores calóricos de las diferentes materias nu-
táculo propio de la física de Ia época: la existencia de una tritivas, que la causa de los fenómenos vitales se encuentra
pluralidad de formas de energía. En el mecanicismo carte- en la energía proporcionada por la alimentación.
siano, la estática descansaba sobre la conservación del tra- De hecho, los trabajos de Mayer y Liebig prolongaban di-
bajo, y la dinámica, sobre la conservación de la cantidad de rectamente estudios más antiguos, iniciados a principios de
movimiento , mu. Frt su crítica de las leyes de la mecánica siglo con las Recherches chimiques sur Ia uégétation (1804)
cartesiana, íeibniz había considerado la fuerza vivamu2 co- de Théodore de Saussure (1765-1847). Dutrocbet (L776-
mo una sustancia, es decir, una invariante, sin tener en L847), tras establecer la ley de la ósmosis (1826), había de-
cuenta que en todo sistema mecánico real en el que se pro' mostrado la identidad de los fenómenos respiratorios en los
ducen rozamientos, la cantidad muz no se mantiene cons- animales y los vegetales (l-837). Cuando enLB22laAcade-
tante debido a una producción y una pérdida de calor. En eI mia de Ciencias abrió un concurso de oposición acerca de la
transcurso del siglo XVIII no se logró forjar la idea de la con- cuestión de los orígenes del calor animal, un fisico francés,
servación de todas las formas de energía. Y a principios del Despretz, y un médico, Dulong (1785-1838), procuraron re-
siglo XD( se reconocían dos formas energéticas: gravitación producir las experiencias de Lavoisier. Y Dulong constató
o movimiento y calor. No obstante, Ias observaciones de los que los efectos de la respiración no bastaban para explicar
técnicos, referidas aI funcionamiento de la máquina de va' la producción de todo eI calor. Ese es eI punto de partida de
por, la perforación de los tubos de cañón, etc., iban a condu' los trabajos relativos aI aporte energético alimentario. So-
cir al estudio de las relaciones entre el suministro de trabajo bre el tema, Regnault (1810-1878) y Reiset publicaron sus
y la producción de calor. Recherches chimiques sur la respiration d¿s animaux d,e di-
El primero en afirmar la indestructibilidad y, por consi- uerses classes (1849), ulteriormente confirmadas por las in-
guiente, Ia conservación de la energía en'sus transformacio' vestigaciones de Pflüger acerca de la contribución respecti-
nes fue el médico alemán Julius Robert Mayer (1814-1878)' va de cada clase de alimento al suministro energético glo-
a partir de observaciones médicas efectuadas en Indonesia bal; esa contribución se medía exactamente por eI valor, en
(1840) acerca de la influencia del calor sobre la oxidación de cada caso, del coefrciente respiratorio. En l-879, Marcelin
la sangre. En 1842, Liebig pubticó en susAnnclen der Che' Berthelot (1827-1907) sistematizaría en su Essai de méca-
mie und. Pharmacie un informe teórico de Mayer, "Bemer' nique chimique los resultados adquiridos, y formularía las
kungen über die Krafte der unbelebten Natur", que en un leyes de Ia energética animal para el organismo en situa-
principio no tuvo repercusiones. En 1843, Joule se propuso ción de trabajo exterior y en situación de sustento. Por últi-
determinar experimentalmente eI equivalente mecánico de mo, Rübner (1854-1932), mediante experiencias con perros,
la caloría; en 1849, en una memoria leída ante la Royal y luego Atwater (1844-1907), a través de experiencias he-
Society, reclamó la paternidad de un descubrimiento cuya chas en el hombre (1891-1904), se vieron en la necesidad de
prioridad, a la sazón, J. R. Mayer se vio obligado a discu' generalizar los resultados de los estudios sobre la conserva-
tirle. En 1847, Helmholtz publicaba a su turno el informe ción de la energía en el organismo.
Über die Erhaltung der Kraft. En cuanto al segundo principio de la termodinámica, lla-
A decir verdad, para la historia de la fisiologÍa los traba' ¡nado "de la degradación de la energía", se sabe que, formu-
jos de Mayer tienen un alcance más expresamente biológico lado por Sadi Carnot en 1824 pero entonces ignorado, y lue-
que los de Joule, pues en 1845 aquel publicó investigacionet go reiterado sin mayor éxito por Clapeyron en 1834, iba a
de energética alimentaria con el título de Die organisclu Her recuperado con nuevos bríos a mediados de siglo, deun
Bewegung in ihrem Zusammenhang mit d.em Stoffiitechsel, ltdo por Clausius y de otro por W. Thomson (lord Kelvin).

275
Los organismos, como los demás sistemas fisico-químicos, dos con el sistema nervioso. En otro sentido, hoy los vemos,
verifican Ia validez de ese principio que, debido al creci- en su gran originalidad, como el efecto y la causa de una ver_
miento de la entropía, atribuye características de irreversi- dadera mutación en el modo de pensar de los fisiólogos. por
bilidad a las transformaciones energéticas que tienen lugar esola sucinta designación de ns¡fles¡¡nología, no* pa"""e
en ellos. Pero son organismos, vale decir, mecanismos capa- preferible a cualquier circunloquio.
ces de reproducirse, y en tal sentido representan, como to- La investigación precisa, mediante los métodos químicos,
dos los mecanismos, posibilidades de trabajo, de transfor- de los fenómenos de nutrición, asimilación por elaboración de
maciones ordenadas y menos probables, por consiguiente, compuestos especÍficos, desintegración y elirninación es el ca-
que la agitación molecular desordenada correspondiente al mino que, paradójicamente, iría a tomar, por iniciativa de
calor en el cual se resuelve, sin recuperación integral posi- Claude Bernard, la solución del problema fisiológico plantea-
ble, cualquier otra forma de energía. Si ya no es lícito supo- do por la edstencia de glándulas sin canal excretoa tt*rrra-
ner, con Bichat, que la vida es eI conjunto de las funciones das "glándulas vasculares sanguíneaso, órganos cuyas fun-
que resisten a la muerte, al menos es legítimo decir que los ciones no podían deducirse del examen anatómico.
seres vivos son sistemas cuya organización improbable len- En líneas generales, los fenómenos de secreción habían
tifica un proceso universal de evolución hacia el equilibrio constituido, en eI siglo XVIII, uno de los principales obstácu-
térmico, esto es, hacia el estado más probable: la muerte. los con que tropezó el modo mecanicista de expticación. Bor-
Vemos, en resumen, que el estudio de las transformacio- deu (1722-1776) había mostrado, en sus Recherches anato-
nes de la energía que el organismo toma del medio fue obra miques sur la position des glandes et leur action (1251), que
tanto de químicos como de frsiólogos propiamente dichos. El la mayoría de las glándulas están anatómicamente situa-
conocimiento progresivo de las leyes del metabolismo celu- das de tal suerte que la excreción no puede explicarse por una
lar marchó así a la par del estuüo sistemático de los com- compresión mecánica. En parbicular, había asimilado la se_
puestos del carbono, lo cual llevó a la unificación de la quí- creción a una selección, análoga a un apetito orgánico local,
mica orgánica y la quÍmica mineral. La síntesis de la urea, a una sensibilidad tisular. Y había elaborado la hipótesis de
realizada por Woehler en 1828, consoliddel prestigio de los que cada tejido podía restituir a la sangre sus productos es_
métodos y las ideas directrices de la escuela de Liebig. Sin pecíficos de secreción (Recherches sur les malad,ies chroni-
embargo, la teoría de Liebig con respecto a la naturaleza de ques,W,l77il.
las fermentaciones estudio este científico asociaba aI A comienzos del siglo XD( se ignoraban las funciones del
-cuyo
de las fuentes bioquímicas del calor animal (1840F- iba a bazo, eI timo, las glándulas suprarrenales y la tiroides. A
ser impugnada por Pasteur, reacio a admitir que los fenó- meüados de siglo se harÍa la luz a su respecto, gracias a las
menos de fermentación fueran de la naturalezade la muer- investigaciones de Claude Bernard sobre el comportamien-
te y, por lo tanto, independientes de la actividad especffrca to del azúcar en la digestión y Ia absorción intestinal, y se
de los microorganismos. revelaría así la inimaginable función de una glándula cuyo
parentesco con las precedentes no se sospechaba en abso-
luto. Ahora bien, Moritz Schiff, por entonces instalado en
Endacrinología Berna, comprobaría en L85g, mientras trabajaba como Ber-
nard en la glucogénesis hepática y la fuente de los fermen-
El término "endocrinología", debido aNicolas Pende, da- tos, los efectos mortales que para el animal tenía la ablación
ta apenas de 1909. Sin embargo, no vacilamos en utiliza¡lo experimental de la tiroides, a los que no encontraba explica-
aquÍ para designar, de manera retroactiVa, el conjunto de ción. Recién mucho después, en 1888, al retomar Girr"-
los descubrimientos e investigaciones concernientes a la¡ "r.
bra sus antiguas experiencias a la luz de las enseñanzas de
secreciones internas. En cierto sentido, esos trabajos no tu. T. KocheryJ.-L. Reverdin (1882-1888) sobre las secuelas de
vieron en el siglo XD( Ia misma amplitud que los relaciona. la extirpación quirurgica del bocio (caquexia estrumipriva,

276
mixedema posoperatorio), Schifftuvo la idea del transplan' mula dioAldrich ese mismo año. Históricamente,la adrena-
te de la tiroides, con el objeto de probar la validez o la false' lina es, por lo tanto, Ia primera hormona conocida. La histo-
dad de la hipótesis de una acción química de la glándula por ria de las hormonas del córtex suprarrenal recién comienza
vía sanguínea. En 1884, Horsley rcaluzó con éxito la misma después de 1900.
experiencia en monos, y Lannelongue Ia repitió con propósi- En este breve resumen de las primeras investigaciones
tos terapéuticos en el hombre, en 1890. En 1896, E' Bauman experimentales en endocrinología debe constatarse que el
identificó en la tiroides un compuesto orgánico yodado. En concepto de secreción interna, forjado en 1855 por Claude
1914, Kendall aisló el principio activo en forma de tiroxina Bernard, no tuvo en un principio el papel heurístico que se-
cristalizable. Como se ve, si bien el punto de partida de las ría tentador atribuirle. Es que el concepto, aplicado ante to-
investigaciones sobre la función tiroidea está en el laborato- do a la función glucogénica del hígado, desempeñó inicial-
rio de los frsiólogos, el camino de Ia solución pasa por el con' mente un papel discriminatorio en anatomía, más que un
sultorio del clínico y la sala de intervenciones quirúrgicas. papel explicativo en fisiología. Permitía, en suma, disociar
En el caso de la suprarrenal, la clínica proporciona el el concepto de glándula del concepto habitual de excreción.
punto de partida de las investigaciones con las observacio- Ahora bien, el concepto de hormona tiene más contenido
nes de Addison (1?93-1860) en 1849 y 1855 (On the Consti' que eI de secreción interna: eI primero se refiere a una ac-
tutional a.nd Local Effects of Disease of the Supra-Renal ción química de correlación, mientras que el segundo sólo
Capsules). En 1856, Brown-Séquard presentó tres comuni' alude a una vía de aporte y difusión. Además, la función he-
caciones a laAcademia de Ciencias: Recherches expérimzn- pática, primer ejemplo conocido de una secreción interna,
tales sur la physiologie et la pathologie d.es glandes surréna' tiene la característica especial de poner en circulación un
les, erllas cuales exponía los efectos mortales que le acarrea' alimento reelaborado, un metabolito. Desde ese punto de
ba al animal la ablación de las cápsulas, así como también los vista, hay una diferencia entre la secreción endocrina del
de las inyecciones de sangre de un animal normal aplicadas hígado y la del páncreas. Una es responsable de un sumi-
a un ejemplar con las glándulas suprarrenales extirpadas, nistro; la otra, de una utilización. La insulina, como la tiro-
Brown-Séquard suponía, en consecuencia, que las cápsulas xina, es el estimulante y eI regulador de un metabolismo
tenían una acción antitóxica de naturaleza química sobre la global; no se trata, propiamente hablando, de un compuesto
composición de Ia sangte. Ese mismo año, Vulpian (1826' cnergético intermediario.
1887) comunicaba sus observaciones Sur quelques réa'ctione En consecuencia de 1o expuesto, no es falso pero sí insu-
propres d.la substance des capsules surrénales. Por sus reac' liciente atribuirle a Claude Bernard Ia paternidad acerca
ciones a los colorantes, las células corticales difieren de lag tlel concepto fundamental de la endocrinologra moderna. El
céIulas medulares. Vulpian infería que estas últimas, colo concepto que reveló su fecundidad fue, antes bien, el de me-
readas en verde por el cloruro de hierro, secretan una sug' tlio interno (1859, 1867), en cuanto no estaba estrechamen-
tancia cromógena. AIIí se sitúa la primera presunción de lt Lc ligado, como eI de secreción interna, a un ejemplo dado de
existencia de lo que se conocería como adrenalina. En 1898, función, sino que se identificó desde el comienzo con la no-
Abelous y Langlois confirmaron los resuitados experimen' ción de constante fisiológica. Cuando la vida de las células
tales de Brown-Séquard. Un año después, Olivier y Shar mostró su dependencia de la composición fija de su medio
pey-Schafer comunicaron a la Physiological Society de lnn¡ orgánico inmeüato y, por consiguiente, de la existencia de lo
dres sus observaciones acerca de los efectos hipertensivot r¡ue Cannon iba a llamar
"homeostasis,
(1929¡, el concepto
de inyecciones de extracto acuoso de suprarrenal' J. J. rlc secreción interna pasó a ser lógicamente susceptible de
(1857-1938) aisló en 1897 una sustancia hipertensiva de t,ransformarse en el de regulación química. Entonces, resul-
médula de Ia gtándula suprarrenal, a la que dio el t,ri normal que, en virtud de una idea directriz común, todas
de "epinefrin¿o. En 1901, Takamine (1854-1922) obtuvo lrrs investigaciones independientes sobre las antiguas glín-
una forma cristalizable 1o que llamó "adrenalina", cuya rlulas vasculares sanguíneas concluyeran con mayor o me-

279
rna nervioso centralizado gobierna, coordinándolas, ciertas
nor rapidez, según los casos, en la identificación de las hor-
reacciones segmentarias, justamente las que es posible, en
monas y la determinación, al menos cualitativa, de sus efec-
rigor, simular mediante mecanismos. (IJna ameba -dijo
tos funcionales respectivos.
Von Uexküll- es menos máquina que un caballo". Ahora
No ha de sorprendernos, por lo tanto, comprobar que a
bien, debido a que los primeros conceptos de frsiología ner-
partir de 1888-1889los trabajos de Schiffy Brown-Séquard
viosa de vías de conducción aferente y eferente, reflejo,
suscitan una intensa emulación y promueven la investiga- -Ios
localización ycentro- encontraron algunos elementos de
ción endocrinológica, en relación, las más de las veces, con
la revisión de etiologías patológicas hasta ese momento más
defrnición en analogías con operaciones u objetos que la
construcción o el uso de las máquinas habíanhecho familia-
o menos arbitrarias. El estudio de la diabetes, ya aclarado
res, los progresos de esta rama de la fisiología ----cuyas ad-
en parte por Claude Bernard, lleva a Von Mering y Min-
quisiciones, por otra parte, incorporaba poco a poco la psico-
kowski aI descubrimiento del papel del páncreas en el meta-
bolismo de los glúcidos (1889) y luego a la identificación tógía- le depararon, en el siglo XD( un prestigio que bien
(Bantingy Best, 1922) de la sustancia que Sharpey denomi- puede calificarse de popular en el mejor sentido del término'
nó ninsulina" en 1916. El estudio de la acromegalia realiza-
Hormonay complejo, aunque pertenecientes hoy al lengua-
je habitual, sin duda conservaron durante mucho tiempo un
do por Pierre Marie (1886) genera a la üstancia las expe-
riencias de hipofrsectomía de Marinescu (1892) y Vassale y sentido más esotérico que reflejo, vulgarizado por la prác-
Sacchi (1892), a la espera de las investigaciones que üscri- tica de los deportes.
minarían las funciones del lóbulo anterior y el lóbulo poste- Si bien enel siglo XVIII los efectos motores de la decapi-
rior del cuerpo pituitario (Dale, 1909; Cushing, L9L0; Evans tación de batracios o reptiles habían permitido suponér el
y Long, 1921). Ya hemos visto que los trabajos sobre las hor- papel de la médula espinal en la función del músculo, y las
monas sexuales fueron impulsados, en un marco de irónica experiencias de Why'tt (1768) y Legaliois (1812) tenían ya
reserva, por las experiencias de Brown-Séquard. El papel un carácter positivo, era imposible, sin embargo, explicar lo
de las paratiroides, cuya individualidad qratómica fue reco-
que desde Wiltis se llamaba .movimientos reflejoso (1670)
nocida recién en 1880 por Sandstróm, quedó dilucidado en mediante el esquema anátomo-fisiológico del arco reflejo,
1897 gracias a las investigaciones de E. Gley. antes de que se formulara y verificara la ley de Bell-Magen-
Así, eI concepto fisiológico de regulación química, en su die (1811-L822).Lapuesta en evidencia de la función "dias-
acepción actual, se elaboraba a fines del siglo XIX, pero tálticao (refleja) de la médula gracias a los estudios de Mar-
aguardaba una denominación específica. En 1905, Bayliss y shall HalI (1832-1833), simultáneamente entrevista por
Starling, tras consultar a un colega filólogo, propusieron el J. Müllea es una consecuencia necesaria de la distinción de
término .hormonao. las funciones del nervio raquídeo. Esa distinción también
entrañaba, por fuerza, Ia disociación de la entidad anatómi-
ca médula én haces conductores funcionalmente especiali-
zados (Burdach, 1826; Clarke, L850; Brown-Séquard, L850;
Neurofisiología
GoIt, 1860), disociación que en un comienzo se fundó en ex-
periencias de seccionamiento y excitación de las fibras, an-
De todos los aparatos cuyas funciones se ajustan a Ia
les de que Waller descubriera el fenómeno de la degenera-
conservación de Ia integridad de la vida celular, aquel cuyo
ción (1850).
aspecto de mecanismo fue siempre objeto de menos reparos
es el aparato neuromuscular de las funciones de relación.
ljna vez determinado el doble sentido de conducción a lo
largo de la fibra nerviosa, las propiedades de excitabilidad y
Las explicaciones de tipo mecanicista no fueron suscitadas
conductibitidad del nervio fueron estudiadas en forma siste-
en un principio por el crecimiento del vegetal y ni siquiera
por la palpación viscosa y visceral del molusco, sino por Ia mática, en conexión con las propiedades contráctiles del
locomoción distintiva y sucesiva del vertebrado, cuyo siste-
músculo. Ese estudio es Ia parte positiva del cúmulo de in-

28L
vestigaciones, algunas de ellas de carácter mágico, suscita. rresponde a una facultad o una inclinación, y debe buecflr'
das por el descubrimiento de la electricidad animal. Los ca- selos en las circunvoluciones de los hemisferios, cuya répli-
minos de Ia electrofrsiología quedaron abiertos con las ob- ca es la configuración de la caja craneana.
servaciones de Galvani, sus experiencias, su polémica con La acusación de charlatanismo lanzada contra Gall es
Volta (1794) y las investigaciones de A. von Humboldt suficientemente conocida como para justificar que no la
(1797), que confirm¿ron que aquel no se había equivocado reiteremos. Es más importante comprender las razones de
con respecto a la existencia de dicha electricidad animal. En su considerable y duradera influencia. Gall proporcionó a
1827, Nobili construyó un galvanómetro astático bastante los fisiólogos y los clínicos de los dos primeros tercios del
sensible para la detección de las corrientes de intensidad siglo una idea ürectriz que uno de sus críticos, Lelut, de-
débil. Matteucci (1841) estableció Ia correspondencia entre nominó "polisección del encéfalo" (Qu'est-ce que la phrénolo-
Ia contracción muscular y Ia producción de electricidad. Me- gie?,1836). Además, no debe olvidarse un hecho: Gall pre-
diante un examen severamente crítico de los trabajos de tendía haber tenido la intuición de su doctrina al observar
Matteucci, Du Bois-Reymond creó casi en todos sus detallee Ia conformación de algunos de sus condiscípulos especial-
(1842-1843) los aparatos y las técnicas de electrofisiología, mente dotados para la memoria de las palabras, y había lo-
en uso hasta las aplicaciones de las oscilaciones eléctricas calizado eI órgano de esa memoria en la parte posteroinfe-
en laboratorio. Este científico estableció la existencia de lo rior del lóbulo anterior del hemisferio. Ahora bien, la prime-
que llamó ,.variación negativa", es decir, el potencial de ac- ra localización anátomo-patológica correspondiente a una
ción generador de la corriente de acción que acompaña aI observación clínica de afasia, debida a Bouillaud en 1825,
pasaje del influjo nervioso. También a él se debe el estuüo confirmaba Ia localización de GaII. Bouillaud publicó en
del tétanos fisiológico. En el mismo sentido, y mediante téc- 1827 sus primeros resultados experimentales sobre la abla-
nicas anáIogas, Helmholtz midió en 1850Ia velocidad de ción de zonas corticales del cerebro de mamíferos y aves. En
propagación del influjo nervioso. Si bien esta experiencia no lo sucesivo, la unión de la experimentación sobre eI animal
arrojó la luz esperada con respecto a la ngturaleza del men- y la observación clínica y anátomo-patológica iba a permitir
saje transmitido por el nervio, al menos refutó todas las teo- poco a poco trazar el mapa funcional del córtex cerebral. En
rías segrin las cuales el mensaje consistía en algún trans- 1861,, PauI Broca (1824-1880) asignó a Ia función del len-
porte de sustancia. guaje articulado una sede delimitada con exactitud en la
Luego de que Whytt y Prochaska (L749-1820) reconocie- tercera circunvolución frontal y extrajo de su descubrimien-
ran con claridad Ia función de coordinación sensoriomotriz to un postulado: "Creo en el principio de las localizaciones;
de Ia médula espinal, y antes de que Marshall HaIl se pro. no puedo admitir que la complicación de los hemisferios ce-
pusiera explicar el mecanismo de esa coordinación, Lega. rebrales sea un simple juego de la naturaleza".
llois y Flourens, como vimos, localizaron centros de movi- En 1870, Fritsch y Hitzig suministraron Ia prueba expe-
mientos reflejos en el bulbo raquídeo. En la misma época co rimental de las localizaciones cerebrales, gracias a una re-
menzó a desarticularse el antiguo concepto de una sede del volución en la técnica de exploración: la excitación eléctrica
alma o de un órgano del sentido común, que en los sigloe del córtex. Hasta entonces, en vista de que al efectuar trepa-
XVII y XVm había generado tantas conjeturas relativas a naciones se había intentado en vano excitar eléctricamente
su localización. Haller respondió por la negativa a la cues. cl cerebro, se creía imposible hacerlo de manera directa. De
tión An diuersa diuersarum anirna functionum prouincie sus experiencias con perros, Fritsch y Hitzíg extrajeron la
(Elementa physiologie,IV,26, L762). Empero, en 1808, el conclusión de que las regiones anterior y posterior del cere-
padre de Ia frenologra, F. J. Gall (1758-1828), afirmó que (el llro no son funcionalmente equivalentes: Ia primera es mo-
cerebro se compone de tantos sistemas particulares como triz y la segunda sensitiva. Al no poder excitar eléctrica-
funciones distintas desempeña"; por consiguiente, no es un rnente un cerebro humano, Hitzig delimitó el área motriz en
órgano sino una suma de órganos, cada uno de los cuales co cl mono (1874). En 1876, Ferrier confirmó esos trabajos'

283
Hitzíg pudo escribir, citando a Flourens pero apuntando a funciones dominadas, el retorno a estados mismos
Goltz: "El alma no es en modo alguno, como lo creyeron positivos- de mayor automatismo. -en sí
Flourens y muchos otros después de é1, una suerte de fun- Uno de los acontecimientos importantes en la historia
ción de conjunto del cerebro en su totalidad, cuya manifes- médico-fisiológica del concepto de localización fue el Con-
tación puede suprimirse in toto pero no en parte: al contra- greso Internacional de Medicina celebrado en Londres en
rio, ciertas funciones psíquicas, con seguridad, y probable- 1881, donde Sherrington, que por entonces tenía veinticua-
mente todas, dependen de centros circunscriptos de la cor- tro años, pudo presenciar una discusión homérica entre Fe-
teza cerebralo. De manera simétrica, eI descubrimiento de rrier y Goltz. De las enseñanzas de este último, en Estras-
Ferrier sobre el papel del lóbulo occipitai en la visión llevó a burgo (1884-1885), Sherrington habría de rescatar Ia técni-
Munk a localizar con precisión un primer centro sensorial ca de las secciones escalonadas de la médula espinal. Sus
(1878). La multiplicación de las investigaciones experimen- estudios acerca de la rigidez de descerebración (1897), el ca-
tales y su coincidencia con las observaciones clínicas permi- mino que conduce de los trabajos sobre la inervación recí-
proca a Ia concepción de la acción integradora del sistema
tirían a Wernicke, en 1897, dar a un tratado de anátomo-
fisiología del cerebro el título deAtlas des Gehirns. Empero, nervioso (1906), le permitieron confirmar y rectificar a Ia
vez, en el terreno exclusivo de la fisiología, Ia idea directriz
recién a principios del siglo XX los trabajos de Campbell
(1905) y Brodmann (1908), respaldados por todos los pro- de Jackson.
Entre Marshall Hatl y Sherrington, el estudio de las le-
gresos de la histologÍa desde Golgi hasta Ramón y Cajal,
yes del reflejo apenas había progresado por eI enunciado de
sentaron las bases de la citoarquitectónica del córtex.
las reglas muy aproximadas de Pflüger sobre la irradiación
En sus Legons sur les localisations (1876), Charcot escri- (1853), concepto que implicaba la realidad biológica del arco
bía: "El encéfalo no representa un órgano homogéneo, uni-
reflejo elemental. Sherrington estableció, al contrario, que
tario, sino una asociación". El término "localización) se to- aun en el caso del reflejo más simple la médula espinal inte-
maba entonces al pie de Ia letra. Se creía posible recortar la grayaun huso muscular al conjunto del miembro, por con-
superficie cortical, supuestamente escalcnada, en zonas in- vergencia de los influjos aferentes y solidarización de las
dependientes cuya lesión o ablación explicaba los trastornog reacciones antagónicas. Las funciones del encéfalo no hacen
sensoriomotores, interpretados como conceptos negativos sino generalizar esta propiedad medular de integración de
expresados en términos de déficit (a-fasia, a-grafra, a-pra- las partes al todo del organismo. Así, luego de Jackson,
xia, etc.). Sin embargo, Baillarger había hecho notar en Sherrington demostró que el organismo animal, desde el
1865 que la afasia no es, propiamente hablando, una pérdi- punto de vista de las funciones de relación, no es una com-
da de la memoria de las palabras, porque eI enfermo dispo- posición en mosaico sino una estructura. Pero la originali-
ne a veces de su vocabulario, pero sin oportunidad de utili- dad del gran fisiólogo consistió en üstinguir con mayor cla-
zarlo y como si se tratara de un automatismo. Hughlingr ridad entre los aparatos nerviosos de integración de los mo-
Jackson (1835-1911), en su interpretación de observacioneg vimientos de ejecución inmediata y los aparatos de integra-
anáIogas sobre la base de los postulados del evolucionismo ción de los movimientos diferidos (córtex).
spenceriano, introdujo en neurología el concepto de una in- En la misma época (1897), Pavlov estudiaba con el nom-
tegración conservadora de estructuras y funciones: entre bre de ncondicionamiento, otra función cortical de integra-
estas, las menos complejas son dominadas y controladas en ción y mostraba que el analisis de las funciones del córtex
un nivel (leuel) superior por otras más complejas y diferen- podía adoptar las técnicas reelaboradas de la reflexología.
ciadas, surgidas con posterioridad en el orden de la fiIogén+ Cuando un animal (el perro, en este caso) era sometido a un
sis (1864, 1884). Los estados patológicos no son descomposi- adiestramiento, en cuyo transcurso se aplicaban de manera
ciones y disminuciones con respecto al estado fisiológico: simultánea el excitante inconücionado y el excitante con-
son disoluciones, supresiones del control, liberaciones de vencional, la ablación de áreas más o menos extensas del

285
córtex permitía medir, en cierto modo, Ia dependencia de la ramos haber logrado bosquejar esa historia sólo dentro de
reflexividad sensoriomotriz con respecto a la integridad del los límites en los cuales la información no corre el riesgo de
relevo cortical. EI gran frsióIogo ruso enseñó esta técnica, pasar por una pretensión petulante de competencia cien-
cuyo perfeccionamiento y precisión analítica iban a la par tífica.
de los resultados gladualmente obtenidos, a una cantidad
considerable de discípulos. No corresponde discutir aquí si
dicha técnica de análisis de las funciones del córtex tropezó
o no, como cualquier otra técnica de investigación, con lími- Bibliografia
tes puestos por su propia fecunüdad.
Digamos, para terminar, algunas palabras sobre el estu- Bernard, C., Legons de physiologíe expérimentale appli'quée d la
rnéd.icine, dás volúmenes, Paús: J'-B' Bailliére et frls'
1855-
dio del sistema neryioso que Langley iba a denominar "au- a la medi'
L856 d'e
fLecciones experimental
fisiología aplicada
tónomoo en 1898 y cuyas funciones, por incumbir a lo que y
Bichat llamaba "la vida vegetativao en oposición a Ia nvida cina,México: IPN/Subsecretaría de Enseñanza Técnica Su-
perior, 19641.
animalr, se prestaban menos que Ias del sistema nervioso _ introáuction d l,étude de la médecine expérimentole, París: J.-
central a la utilización de modelos mecánicos de interpreta- B. Bailliére et fils, 1865 llntroducción al estudio d'e la mcdicina
ción. Winslow había acuñado la expresión "gran simpático" experimental, Barcelona: Fontanella, 19761'
para designar la cadena ganglionar (L732). EI descubri- Rlpport sur les progrés et Ia marche de la physiologie générale
miento de las acciones del gran simpático sobre la sensibili- - en France,París: Impr. Impériale, J'867'
et
dad y la calorificación se remonta a Claude Bernard (1851). I*gons sur les phénoménes de la uie communs anlx animaux
Brown-Séquard agregó a la técnica de exploración de las - aix uégétau,r, dos volúmenes, París: J'-B' Bailliére et fils'
funciones del simpático por seccionamiento de los nervios la 1878-1879.
técnica de Ia galvanización (1852-1854). El estudio químico Esquisses et notes d.e trauail inéd'ites, recueillies et commentées
- par I'éon Binet,Pafis; Masson, 1952'
de las funciones del simpático debe mucho a Langley, quien
puso en evidencia el bloqueo de las sinapiis por la nicotina Boruttau, H., nGeschichte der Physiologieo, en T' Puschmann
(ed.),ilandbuch der Geschirhte d'er Medizin, edieión establecida
(1889) y la propiedad simpático-mimética de la adrenalina II'
por Max Neuburger y Julius Pagel, Jena: G Fischer' 1903' t'
(1e01). in the 19th century"'
Bra"ier, Mary A. B., "Rise of neurophysiology
J. Neurophysiol',20, L951, págs' 212-26'
En varias oportunidades, este bosquejo histórico y epis- Brooks, C. Mc' v Cranefield, P' F' (eds'), The Historical Develop'
temológico de la constitución de la fisiología como ciencia ment of Physíological Thought' A Symposium' Nueva York:
desbordó ligeramente los límites del siglo XD( para introdu- Hafner, 1959.
R'
cirse en el siglo )Q( Ocurre que la unidad de signifrcación en Canguilhem, G., "l¿ physiologie animale au XVIII" siécle"' en
la historia del planteo de los problemas y de los progresos de Caton (ed.), Histoire générale des scicnces, París: PUF' 1958'
ÍHistoria grn"rol d, las ciencias, Madrid: Orbis'
19881'
su solución, variable de acuerdo con los casos, no es una uni- t.Il
et pathologie de la thyrorde au XD(" silgls"' ?l¿@-
dad de tiempo, submúltiplo constante de la unidad conven-
- "Physiologie
/és,-IX, tgsg t,,patotogíá y frsiología de la tiroides en el siglo
cional de los cronologistas. Jamás tuvimos la intención de
trazar la historia de las cuestiones de la fisiología hasta su XIX', en este mismo volumen, infrol'
estado heurístico presente, pues ese estado presente es, mu- Canguilúem, G. y Cauliery, M', "La physiologie animale a1XIX"
JGclen, en R' Taton (ed,-), Histoire générale des sciences'París:
chas veces, un estado de polémica con un pasado reciente,
PUF, i961, t' III, vol' I lÍistoria general de las cíencias' Ma-
sobre el cual sólo los investigadores pueden pronunciarse. drid: Orbis, 19881.
Como escribió C. Soula, nla fisiología se confunde aún con su Chauvois, L., William Haruey, sa uie et son temps' ses découuertes'
historia,. Con plena conciencia del hecho recíproco de que la sa méthode,París: Société d'édition d'enseignement supérieur'
historia de la fisiología no se confunde con la fisiología, espe- 1957.

287
286
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289
3. Patologtay fisiología de la tiroides esófago eI humor seroso del que se Ia ve llena en la üsec-
ción. Se plantea incluso el interrogante no exagerare-
en el siglo XD(t -que
mos en calificar de profético- sobre si esta glándula <no re-
tendrá por completo su jugo para descargarlo en las venas,
así como el timo, que se le asemeja por su estructura".l En
un informe de 1750, notable además por la precisión de la
descripción morfológica, Lalouette, cuyo nombre se conser-
vó en Ia nomenclatura anatómica de la tiroides, enumera
una cantidad aún más grande de explicaciones propuestas,
EI primer gran tratado de fisiología publicado en el siglo algunas verdaderamente fantásticas.2
XIX,, el Handbuch der Physiologie des Menschzns, de Johan- Empero, para apreciar mejor Ia sobriedad intelectual de
nes MüIIer (t. I, primera parte, 1833; segunda parte, 1834), Johannes Müller, hay que recordar que es el autor, en la
sólo contiene cinco líneas concernientes a la tiroides, cuyas época, de un importante trabajo de histología,De glandula-
últimas palabras son: "Se ignora cuál es la función de la ti- rum secernentium structuro, penitiori (1830); que, como
roides,. Esta lacónica confesión reitera la conclusión del ar- Burdach quien colaboró en la redacción dela Physio-
tículo sobre las suprarrenales: "La función de las cápsulas logie als -con
Erfahrungswissenschaft (1832)-, distingue las
suprarrenales es desconocida". En ese tono reconocemos la glándulas de canal excretor y las denominadas por entonces
ciencia auténtica. Cuando se dice que no se sabe, compren- "glándulas vasculares sanguíneaso; que define esas glándu-
demos que se sabe en qué condiciones y de acuerdo con qué las, en elHandbucb, como órganos (que ejercen su influen-
exigencias se aceptaría afirmar que se sabe. cia plástica sobre los líquidos que bañan su tejido e ingresan
Es importante subrayar esta novedad. En efecto, uno de a la circulación general,, y, por úItimo, que incluye en esta
los discípulos berlineses de MüIler, su sucesor, Émile du clase de glándulas Ia placenta, el timo, eI bazo, las suprarre-
Bois-Reymond, dijo que el Handbuch había tenido, para el nales y la propia tiroides. Agreguemos que Müller es algo
siglo XIk, la misma importancia queloi Etementa piysioln- más que anatomista y fisiólogo: es químico y méüco. Para
gi"a (1157-t766) de Haller para el siglo XVI[. Pero Ia analo- ese espíritu, formado en la escuela de la Naturphilosophie,
gía de la importancia no coincide aquí con una homología de la calificación de sinóptico o sintético es aún más oportuna
método y espíritu. Haller, aun cuando no proponga perso- que la de enciclopéüco. Müller no ignora, en consecuencia,
nalmente ninguna explicación ni adopte ninguna de las opi- que Théophile de Bordet(1722-L776) propuso en1775la
niones de sus predecesores o contemporáneos, nunca se pri- idea de que cada tejido podíaverter en la sangre los produc-
va de pasar revista a las soluciones ya propuestas, y todas le tos específicos de secreción distribuidos por Ia circulación en
son conocidas. Al parecer, las dimensiones de la erudición y todo el organismo.S Sabe que en su tesis de 1-801, Le sang
del saber están en razón inversa. Lo propio de una ciencia est-il identique dans tous les uaisseaux qu'il parcourt?, Ju-
en pañales, como en muchos aspectos lo está la fisiología en lien-Jean-César Legallois (1770-1814) planteó de la si-
el siglo XVIII, es Ia tentación oratoria y narrativa. guiente manera la tarea de la química animal: "encontrar
Haller, por lo tanto, se interroga sobre las funciones de la relaciones entre la sangre arterial, la materia de esa secre-
tiroides al ocuparse de la anatomía y la fisiología de la Ia- ción y la sangre venosa correspondiente, tanto en el estado
ringe. Se pregunta si aquella envía a Ia traquearteria o al
1A. von Haller, Prima lineamenta physiologiz,l?4?, CCCXII.
$
2 Lalouette, uRecherches anatomiques sur la glande thyroide", en Mé-
* Título original:
"Pathologie et physiologie de la thyroide au XD(o sil. moires de mathématiques et d,e physiquc dc lAcaLémíe dcs Scierces,I, 1?50,
cle". Este texto reproduce, con algunos agregados, una conferencia pro. 3 T. de Bordeu, Rech.erches sur les maladies
chroniques, París: Ruault,
nunciada en Ia Facultad de Medicina de Estrasburgo el 10 de enero de 1968
1?75, VI, Análisis medicinal de la sangte.
y publicada por primera vez enThalés,g, 1959.

290 29L
mismo el que hace análogas, si no semejantes, dos cuestio-
s¿mo como en el estado patológico de los distintos animalesu'
nes concernientes a diferencias tan desproporcionadas en-
Por ser químico, MüIler conoce con seguridad los trabajos de tre la lógica y la historia de un progreso científico: diecisiete
sir H. Davy y de Gay-Lussac sobre el yodo, en 18J-3-1"814, y siglos por una parte, alrededor de sesenta años por otra. En
las tentativas realizadas desde entonces para incorporar, en Ias ciencias de la üda, el conjunto, no racionalizado a priori,
varias oportunidades y no sin éxito, preparaciones yodadas de las interdependencias en el orden de Ias técnicas y las in-
a la terapia del bocio. Por último, 1834 es el año en que, se-
terconexiones conceptuales ---conjunto necesario para la so-
grin Bieál, un veterinario inglés, Raynard, practica por pri'
Iución de un problema como el nuestro- parece generar, en
*""u rr", de manera sistemática la extirpación experimen' comparación con una ciencia matemática como la astrono-
tal de la tiroides en animales. mía, una mayor viscosidad del progreso.
En síntesis, vistas las capacidades intelectuales y la cul' Ahora bien, hacer la historia de una cuestión científica
tura del autor y la situación general de la investigación es esforzarse por disipar esa ilusión de viscosidad del pro-
científica en la época, podemos enunciar una pregunta cuya greso. Escrita a posteriori, la historia de la ciencia es siem-
supuesta apariencia absurda sirve al menos' en la historia pre y necesariamente Ia de un progreso del esclarecimiento.
ae tas cientias, para destacar mediante un sinsentido el
Pero los científicos, aun cuando hacen ciencia, no lahacen a
sentido mismo de su misión: (¿Por qué Johannes Müller no
la luz de sus propios trabajos. En realidad, esa luz que ilu-
descubrió las funciones de la tiroides, que en 1834 declara
mina a sus sucesores se propaga en sentido regresivo, del
con tanta sencillez ignorar?".
presente al pasado; es una Iuz reflejada. X por lo tanto, pa-
La pregunta es una réplica deliberada de la queAuguste
sar revista a los conocimientos de toda clase y origen en los
Comteplanteaba en L851 para mostrar que ninguna cien'
cuales, al parecer, Müller podría haber encontrado, en aras
cia puede comprenderse plenamente con desconocimiento
de una unificación que con seguridad era muy capaz de ha-
de su historia, y que ninguna historia especial, como la de
cer, las presunciones de lo que sesenta años más tarde ha-
Ias ciencias, es posible al margen de una historia general.
Comte- pudo explicarse nlrnca bría de contener un tratado común de fisiología en materia
"Ning{rn astrónomo -dice de tiroides, es olvidar, ante todo, que ninguna inteligencia
pot qi,e Hiparco no descubrió las Ieyes dekepler. Por simple
es contemporánea de sus presunciones; a continuación, que
que p¿üezca una cuestión semejante, sólo la sociología pue'
los conceptos científicos, a menos que sean muy formaliza-
de résponderla, porque depende de la marcha real de la evo'
dos esto no puede darse en los orígenes-, [o son sepa-
lución-humana, tanto social como mentalo'4 -y
rables de su contexto, y, por último, que esos contextos son
Es indudable que estas preguntas no pueden superpe
siempre naturalmente más ricos en supervivencias que en
nerse por completo. El descubrimiento de las funciones de la
innovaciones. En consecuencia, sorprenderse por una confe-
tiroidés no es, como el de las leyes de Kepler, Ia hazaña dc
sión de humildad intelectual, interpreüándola como un re-
un espíritu solitario, aunque solidario de toda la culturl
traso del progreso, y ur$r retrospectivamente a un científi-
científica de la época. Es eI fruto de una obra sucesiva y cq
co, en cierto modo, a quemar las etapas de un descubrimien-
lectiva en la que sólo puede atribuirse un nombre propio al
to, es confundir una sucesión histórica concreta con una re-
balance, establecido con frnes pedagógicos. En ese ámbito¡
la fisiología fue tributaria de la patología y Ia clínica et¡ construcción lógica siempre fácil. La historia de las ciencias
debe curarnos de esa impaciencia, de ese deseo de transpa-
cuanto ala signifrcación de sus primeras investigaciones
perimentales, y la clínica fue tributaria de adquisi rentar entre sí los momentos del tiempo. Una historia bien
leóricas o técnicas de origen extramédico' Pero es eI hecha, cualquiera que sea, es la que Iogra hacer sensible la
opacidad y algo así como el espesor del tiempo.
Pasando voluntariamente por alto la historia antigua de
4 A. Comte, nlntroduction fondamentaleo, en Sysüdme de polítique
la cuestión, sin remontarse a Galeno y su descripción de la
tive, cuatta edición, Parls: Crés, !9L2,t' I, capftulo II, pág' 475 tiroides ni a Celso y sus observaciones sobre el bocio, y sin
un sístema de política posiúiua, México: UNAM' 19791.

293
duda, Littré no consiguió corregir un uso efectivamente vi-
hablar siquiera de Paracelso y sus exploraciones de las re- cioso, pero, ¿por qué reírse de su purismo? Es cierto, las pa-
giones de bocio endémico en el ducado de Salzburgo' nues-
labras no son los conceptos que elias vehiculan, y los conoci-
tra reseña histórica comienza con las primeras relaciones mientos sobre Ias funciones de la tiroides no aumentan
sistemáticas acerca de la distribución geográfrca del bocio y cuando se restituye, en una etimología correcta, eI sentido
el cretinismo en losAlpes y los Pirineos, su etiología general
de una comparación de morfologista. Pero no es indiferente
y próxima y Ia terapéutica individual y colectiva de las afec'
para Ia historia de la fisiología saber que, en 1-905, cuando
ciones tiroideas; esas relaciones aparecieron, con algunos
Starling propuso por primera vez el término *hormona, a
años de diferencia, a fines del siglo XVIII: Voyage dnns les
sugerencia de W. Hardy, lo hizo después de consultar a uno
Alpes (1. il, 1786), de H.-8. de Saussure (1740-1799);Obser-
de sus colegas, W. Vesey, frlóIogo de Cambridge.G
uitions faites d.ans les Pyrénées (1789),5 de Ramond de Car- EI término ,,goitre" hociol es de origen saboyano, con la
bonniére (1?55-1827); Sui gozzi e sulla stupiditd' dei uetini
forma gouetron (del bajo latín gutturionent.,derivado de gut-
(1789), de M. V. Malacarne (L744-t9l6),y Tlaité d'u goitre et
úur).* Ambroise Paré lo utiliza y a veces lo escribe gouétre,
du crétinism.e (1799), de F. E. Fodéré (1764-1835)' Pero an' pero también lo reemplazapor gongrone (cuello voluminoso
tes de indagar en esta última obra el estado de los conoci'
como el del congrio).7 Si bien es cierto que en los tiempos
mientos patológicos y fisiológicos sobre la tiroides en los pri-
modernos es Realdo Colombo eI primero en distinguir la
meros días del siglo XD! no es inútil encarar lahistoria por
glándula tiroidea de las otras glándulas del cuello, no hay
el sesgo de la lexicología.
motivo para sorprenderse al ver a Ambroise Paré utilizar
Según sir H. D. Rolleston, Thomas Warthon (1614-16?3)
indistintamente, según la tradición, los términos gouétre y
habúa dado en 1656, en la Adenographia siue descriptio
écrouelles lescrófulas]. La confusión entre la tumefacción de
glandularurzr, el nombre de "tiroides, a la glándula antes
la tiroides y la de los ganglios linfáticos del cuello es cons-
denominada olaríngeao (glandula laryngea). Mas es preciso
tante hasta el siglo XVIII. En su Geschichte der Chírurgie,
señalar que Warthon no fue el inventor del adjetivo con el
Friedrich Helfreich afirma que Karl-Georg Kortum (1765-
cual habría sido el primero en calificar la glándula, pues el
1847), autor de un tratado De uitio scrofuloso (1790), reser-
término ntiroideoo ya se empleaba para fesignar eI cartílago
vó expresamente el término struma (sinónimo de escrófula)
anterosuperior de la laringe. Ambroise Paré habla inüstin'
para designar el bocio. En cuanto al término antígao bron-
tamente de tiroideo o escutiforme. Al parecer, fue Galeno
chocele, su uso se consolidó sobre todo en Inglaterra, duran-
quien acuñó la palabra 0rpeoer6i¡q. En razón de esta etimo'
te la segunda mitad del siglo XVII, como distinción marcada
logía, eI Dictionnaire de Ia langue frangaise de Littré y el
con respecto a la voz "escrófulas". Erasmus Darwin (1731-
Dictionnaire des sciences médicales de Littré y Robin no
1802), que en la segunda parte de su Zooruomia (1794) pre-
contienen la palabra thyroíd,e sino la voz thyréold'e, y se pro'
senta una clasificación de las enfermedades según órdenes,
nuncian con energía contra una falta del lenguaje anatómi-
géneros y especies, separa la broncocele de la escrófula por
co, que consagra el error inicial del copista que sustituyó
sus síntomas, causas y remedios. Este recordatorio de la no-
0rrpeoerñr6 (enforma de escudo) porOtpoeór¡q (enformade puer'
ta). En virtud de ello, Littré da Ia siguiente definición del menclatura permite comprender, por una parte, por qué
término obocio' l,goitre"l:.Tbmor que se desarrolla por de' 6
Cf. H. D. Rolleston, The End.ocrine Organs in Health and Disease, with
Iante de la garganta en el cuerpo tireoideo Íthyréoídel". Stn an Hístorícal Reuiew,Londres: Oxford University Press, 1936, pág. 2.
* El castellano con una primera aparición comprobada en 1537,
"bocioo,
deriva probablemente del bajolatínbocius, nbubón", y este del francés bos-
6
R. de Carbonniére, Oóseruo tions faites dans les Pyrénées pour seruir d¿
se, obultoo, .óubón". Véase Joan Corominas, Breue diccionario etimológico
suíte d des obseruatíons sur les Alpes, ínsérées d.ans une traduction des Let'
de la lengua castellana, tercera edición, Madrid: Gredos, 1973, pág. 99. EI
tres d.e Coxe sur la Suisse, dos volúmenes, París: Belin, 1789. Sobre el au'
latín. guttur dio en nuestro idioma el adjetivo oguturalo. (N. del T)
tor, cf. uEloge historique de Louis-Frangois-Elisabeth Ramond', en G. L. 7 Cf. E. Brissau d., Histoire des expressions populaires
Cuvier, Recueíl des éloges historiques, nueva edición, París: Didot, 1861, relatiues d l'anato-
mie, d la physíologie et d. la médecine, L892, pág. L92.
t. III, págs. 53 y sigs.

294 295
hasta eI siglo XVII se supuso que la imposición de manos médicos y administradores al estudio de su tratamiento
de los reyes de Francia e Inglaterra curaba tanto el bocio co- curativo y preventivo. Se trata de un episodio de la lucha del
mo las escrófulas (mal de San Luis, mal del rey),8 y, por otra, Iluminismo contra la rutina, el rechazo optimista, y en ese
por qué, cuando Theodor Kocher procuró en 1883 designar sentido consonante con la ideología revolucionaria, de las
de manera llamativa el sínüome consecutivo a la extirpa- fatalidades de la condición humana. EI doctor Benassis
ción quirúrgica de la tiroides, inventó la denominación, de profesa el tradicionalismo en política, pero se comporta con-
resonancias arcaicas, cachexiq, strumipriua, mientras que cretamente como un pionero en materia de economía e hi-
en el mismo momento los Reverdin, más modertros en su giene sociales.lo
elección de un nombre de pila, bautizaban el síndrome como Fodéré introduce ncretinismo> como un neologismo, en
nmixedema quirúrgicoo, según Ia designación creada en una advertencia preliminar sobre este término, y agrega:
L878 por William Ord. ul,a palabra "cretino" proviene de "cristiano", buen cristia-
La palabra cretino lcrétinl plantea algunos problemas, no, cristiano por excelencia, título que se da a esos iüotas
El Dictionnaire de I'Acaütnie Frangaise no la incluye antes porque, se dice, son incapaces de cometer ningrln pecado". Y
de 1835. ALittré se le atribuye haber sustituido su etimolo- en una nota: "En algunos valles donde esas enfermedades
gía popular (que Ia supone derivada de "cristiano") son endémicas, se les da todavía el nombre de'bienaventu-
-adop-
tada antes de él en la mayoría de los üccionarios, sobre todo rados", y tras su muerbe se conservan con veneración sus
el de Napoléon Landais- por una etimología culta que la muletas y sus ropas>. Nota confirmada por la relación de un
deduce de creta lgreda), debido al tinte macilento de los en- hecho significativo: "Cuando me consagré a este trabajo,
fermos en cuestión. Esa es, en efecto, Ia etimología que pro- una prevención popular se oponía a que se hicieran e>rhu-
ponen en 1873 el Dictionnaire des sciences médicales y en maciones de cadáveres de cretinos (se los consideraba como
1878 el Dictionnaire de Ia langue frangaise. Pero en 1881, bienaventurados)".11
en el suplemento a su gran diccionario, Littré, a partir de Este autor anaüza el bocio como afección específica de la
nuevos datos lexicográ,ficos, se desdice de esa etimología y tiroides, lo üstingue de las escrófulas, estudia su distribu-
adopta la que deriva ocretinoo de .cristiáno,.g ción geográfica, pasa revista a las hipótesis etiológicas (na-
En su Tlaité du goitre et du crétinisme, Fodéré sólo men- turaleza de las aguas, alimentación), propone su hipótesis
ciona esta última etimología. Nacido en Maurienne y él mis- personal (humedad atmosférica unida a la temperatura ele-
mo víctima del bocio hasta los quince años, este autor üo vada) y termina por la cura médica y quirúrgica de la enfer-
una descripción de los bociosos y cretinos tan sobrecogedora medad. En cuanto a la cura quirúrgica, Fodéré expone la
como la de De Saussure. El retrato que hace Balzac en I-e técnica de Desault 0744-1795) en eI Hótel-Dieu de París.
médccin de campagne (1833) aprovecha, sin duda --de ma- Con respecto a la cura médica, muestra en detalle su modo
nera magistral, por otra parte-, las observaciones de am- de prescripción del medicamento específico de Ia época: la
bos autores. El novelista nos restituye el halo de enferme- esponja calcinada.
dad sagrada que rodeaba entonces quizás aún hoy, aqul
y allá- al cretinismo, y nos ayuda -y a comprender, tanto por
r0 Sobre los modelos de Balzac, en cuanto a los lugares y los hombres, cf.
lo que comparte como por lo que rechaza, el vigoroso interés
que a fines del siglo XVIII y principios del siglo XD( lleva a las notas finales de Le méd.ecin de campagne en la edición Conard y, sobre
todo, la tesis muy documentada de Bernard Guyon, La création littéraire
chez Balzac,París: A. Colin, 1951. Dn loais Larnbert, Ia etiología del creti-
8 Cf. Marc Bloch, Zes rois thaumoturges, Estrasburgo: Publications de
nismo, desarrollada en Le méd.ecin de campag¿¿, se resume en unas pocas
la Faculté des Lettres de Strasbourg, 1924 lLos reyes taumaturgos, Méxi- palabras: nEl valle sin eol produce al cretino,, cuyo contexto es una alusión
co: Fondo de Cultura Económica, 1988). evidente a las teorías de Étienne Geoffroy Saint-Hilaire acerca de la in-
I Es Ia etimología mencionada por O. Bloch y W. von Wartburg en su fluencia de los medios,
Dictionnaire étymologique de la langue frangaise, segunda edición, Parlr: 11 F.-E, Fodéré,Tlaité du goitre et du crétinisme, París: Bernard, 1799,

PU4 1950. pág.151.

296 297
dura una sustancia cuyo principal y más fastidioso efecto
La evocación de las virtudes de la esponja calcinada, consistía en corroer profundamente sus aparatos metálicos.
Spongia usta, a la que el Dictionnaire médical de Littré y Courtois, técnico confundido y sin tiempo libre para teorizar
Robin aún hace mención en 1873, nos brinda una buena sobre sus fracasos, terminó por someter su confusión al
oportunidad para examinar la sucesión de procederes no juicio de dos químicos, Clément (1779-7847) y Desormes
premeditados por separado, pero en modo alguno forbuitos (1777-L862), exactamente como lo haúan en Lille, cuarenta
en su conjunto, al cabo de los cuales el empirismo y la tradi'
años después, Ios cerveceros que acudieron a Pasteur para
ción clínica, necesariamente ligados en Ia ignorancia de las rogarle que curara Ias enfermedades de su cerveza. El des-
condiciones de un buen resultado, se borran ante la primera
cubrimiento de lo que durante dos años que Gay-
Lussac inventó el 1814 el término yodo--hasta
racionalización.
se denominó "la
La utilización de la esponja incinerada figura, en el siglo
nueva sustancia encontrada por el señor Courtois en el va-
XII, en Ia terapéutica habitual del cirujano Rogerio de Pa- rec'14 es un importante acontecimiento de una índole poco
lermo (Practica chirurgia,1180), uno de los maestros de la
frecuente en historia de las ciencias: el de una revisión teó-
escuela de Salerno. La esponja aparece allíjunto a las ceni-
rica motivada por un fracaso técnico.15 EI nuevo elemento
zas de varec, materia médica conocida, al parecer, por la
químico identificado aportó a sir H. D. Davy, ya célebre por
más antigua farmacopea china. Existe la certeza de que en
sus trabajos sobre eI cloro, un argumento complementario
los siglos XVII y XVIII la esponja quemada es el remedio es-
contra la teoría de la oxidación propuesta por Lavoisier y
pecífico del bocio y de las escrófulas en Inglaterra. Richard
considerada como un dogma por la mayoría de los químicos
Russel (1700-1771), celebrado por Michelet con su acostum-
de la época.16
brado entusiasmo en La mer (libro IV: nl,a renaissance par
El descubrimiento del yodo en un vegetal es inicialmente
Ia mer,), aconsejaba la esponja y el varec contra el bocio.12
un incidente forbuito. Sin embargo, se produce en una época
Erasmus Darwin inüca una fórmula de prescripción de la
en que la química se orienta en general hacia Ia búsqueda y
esponja quemada, cuya toma aconseja en tabletas, en perfu-
la identifrcación de sustancias activas presentes en los com-
sión sublingual.ls q
puestos orgánicos, vegetales en su mayoría, de utilización
Se sabe que eI varec se destinaba, desde hacía tiempo, a
farmacéutica o industrial. En 1806, Friedrich Sertürner
muchos otros usos, además de la medicación. Ahora bien, su
(l-783-1841) aísla la morfina (opio); Pelletier (1788-1842) y
utilización industrial iba a proporcionar, accidental e indi-
Caventou (L795-L877) aíslan Ia estricnina (nuez vómica) en
rectamente, la explicación de la eficacia relativa del uso mé-
1818 y la quinina (cotteza de Ia quina) en 1820, y Robiquet
üco de la esponja calcinada contra el bocio. Entre 78t2 y (1780-1840) aísla la alizartna(g¡anza) y, en 1832, Ia codeína
1825, los químicos tuvieron que resolver un problema que la
(opio). En cierto sentido, entonces, eI descubrimiento del
técnica presentaba a su joven ciencia, y los médicos encon-
traron en esa solución, que no habían buscado, la oportuni-
14
dad de plantear un problema de fisiología del que aún les "Mémoire sur une nouvelle substance trouvée dans les cendres du va-
rech, par M. R. Clément', Comptes rendus de lAcadémíe Royale des Scicn-
faltaban varios datos. En 1812, un salitrero parisino, Ber-
ces, 29 de noviembre de 1813, y carta de sir H. D. Davy, nSur la nouvelle
nard Courtois, que procuraba obtener soda en grandes can- substance découverte par M. Courtois dans le varech", ió1d., 20 de diciem-
tidades a partir de las cenizas de varec, produjo por añadi- bre de 1813.
15Véase el relato de Ia sucesión de los acontecimientos en sir John
12
Herschel, Discours sur l'étude de la phíIosophíe naturelle, París: Paulin,
Michelet dice que en la biblioteca de la Escuela de Medicina leyó una
1834, $ 43.
obra rara de Russel, De tabe glandulari, seu de usu aque marine (L750). 16 Sobre las circunstancias de los trabajos de Davy y las investigaciones
Ls E. D arwin, Zoonomia, Londtes: J. Johnson, 17 S 4 (t. III,
"Enfermeda- de Gay-Lussac, cf. F. Arago, "Notices biographiques: Gay-Lussac,, en @u-
dgg,, clases, L,2,3,20): "Se asegura que veinte granos de esponja quema-
ures complétes, segunda edición, París: T. Morgand, 1865, t. III, págs. 41 y
da y diez granos de nitrato de potasa reducidos a rombos mediante un mu-
sigs. Cf. también G. L. Cuvier, .Eloge historique de sir Humphry Davy,,
cílago cualquiera, y fundidos lentamente bajo la lengua dos veces por día,
enRecueil des éIoges historiques,op. cit., t. III, pág. 141.
son un medio eficaz contra esta afecciónn.

298 299
yodo sobreviene de manera no accidental, en un contexto abundante práctica me había proporcionado, durante un
teórico y técnico que, de todos modos, lo habrÍa exigido por año entero, una gran cantidad y una variedad infinita de
otras vÍas. casos: mi descubrimiento hacía ruido; Io hice público le-
De la misma manera, no puede calificarse de fortuita la yendo un informe en la Sociedad Helvética, reunida en Gi-
recuperación progresiva por la clínica de los resultados de la nebra (se imprimió en agosto de 1820). Era la oportunidad
investigación química. La ambición del terapeuta siempre propicia, ya que el bocio es una enfermedad endémica en
ha consistido en ser en todo momento dueño de sus decisio- nuestra patria".17
nes y prescripciones. Los enfermos perdonan con mayor También aquí una receta que debe prescribirse en condi-
facilidad un error de diagnóstico que un error de pronóstico ciones singulares puede invitar a hablar de azar. Pero co-
y tratamiento. Ahora bien, el aislamiento químico de sus- rresponde recordar, asimismo, que si en cierto sentido todo
tancias activas transforma Ia farmacología por sustitución sucede al aza4 es decir, sin premeditación, nada pasa por
de conceptos. El concepto de producto necesario de una casualidad, o sea, gratuitamente. Si Coindet no hubiera ins-
reacción química desaloja al concepto de virtud esencial de tituido la terapéutica yodada del bocio, otros lo hubiesen
una sustancia y eficacia secreta de una receta. Con la reac- hecho, y casi en el mismo momento. Y así ocurrió en efecto:
ción química surge la posibilidad del cálculo, en su forma en ese año 1819, por un lado, Straub, médico de Berna, ais-
científica y no en su forma mágica. Prescribir es jactarse, laba el yodo en la esponja quemada y, ar¡nque sin prescribir-
por úItimo, de poder dominar todas las decisiones propias lo como Coindet, afirmaba que era el principio activo de los
gracias a la precisión cuantitativa, la única que permite la medicamentos contra el bocio; por eI otro, W Prout aconse-
comparación, la crítica y la rectificación de los efectos cura- jaba su uso al doctor John Elliotson, que lo probaba en el
tivos obtenidos. Hospital Saint-Thomas de Londres.
Era indispensable, por consiguiente, que el yodo entrara El descubrimiento de Coindet fue un suceso de tal mag-
en la clínica. Y esto es obra de Jean-Frangois Coindet (1774- nitud que dio lugar a fracasos que limitarían muy rápida-
1834), médico en Ginebra luego de haber estudiado en mente su posible alcance teórico, pues el escepticismo se
Edimburgo. No debe asombrar ver a un méüco suizo, antes opuso a la convergencia y Ia continuidad de las investigacio-
y después de tantos otros, interesarse en el tratamiento del nes bioquímicas sobre las razones de la afinidad entre el yo-
bocio. Así refiere Coindet, en una carta de lS2L dirigida a do y la tiroides. En su carta aAndrew Ure, así como en su
Andrew Ure, Ias circunstancias de su descubrimiento tera- segundo informe de 1821, "Nouvelles recherches sur les ef-
péutico, fundado alavez en el razonamiento por analogía y fets de I'iode", Coindet llama la atención sobre un fenómeno
en una información científica mantenida al día: que denomina .saturación":18 Ia existencia de un (punto
"Hacía dos
años que buscaba en el formulario de Cadet de Gassicourt médico'19 más allá del cual el efecto farmacológico del reme-
una fórmula que fuera conocida en París y yo pudiera inü- üo yodado se invierte y determina la aparición de síntomas
car a una señora de esta ciudad que me consultaba por un de aceleración del pulso, palpitaciones, insomnio y adelga-
bocio. Descubrí en él que Russel aconsejaba eI fuco quema- zamiento. De esa situación, Coindet deduce para su gobier-
do. Yo sospechaba que el principio común entre la esponja, no las reglas de administración de dosis pequeñas y de sus-
que aquí utilizamos con éxito contra el bocio, y el fuco, cuyas pensión de las tomas. Así se muestra perfectamente cons-
propiedades ignoraba, bien podía ser el yodo: lo experimen- ciente de los nuevos deberes clínicos en Ia era de la pureza
té con infrnitas precauciones y lo logré. El yodo, mezclado química de las sustancias farmacéuticas, es decir, el deber
con azúcar, presenta grandes inconvenientes; lo receté como
fricción. Creí advertir que era una preparación que en algu-
17
nos casos tenÍa efectos sobre el estómago y entonces el tra- Cf. el artículo nloden [,,Yodo,] en Andrew IJre, Dictionnaire de chünie
(1821), traducción francesa, París: Leblanc, 1823, t, ilI, págs. 479-37,
tamiento resultaba difícil Probé con el hidrato de sosa y 18 lbid.
también con el de potasa yodurada; tuve pleno éxito. Una Ls lbid.

300 301
de estar alerta, ante todo, a los cambios de efectos biológicos gráfrca del bocio y de aguas ricas en yodo. Empero Chatin se
cualitativos por las diferentes cantidades de una misma obstinó, y Iuego de unos setenta y cinco años su teorfa pare-
preparación química. Coindet tiene fórmulas de gran clf- ció encontrar una confirmación en las investigaciones sobre
nico: "No se trata, por lo tanto, de decir: Usted tiene bocio, la distribución geológica del yodo en relación con el bocio, en
tome yodo,.zog hablando de sus colegas: "Tendrían que ha- Estados Unidos y Nueva Zelarrüa, y en las experiencias de
ber comprendido que era un remeüo que no debía recetarse Marine, realizadas entre 1908 y 1924, sobre los efectos de la
al azar y que no se debía descuidar eI seguimiento de sus administración de sal yodada en las regiones de bocio endé-
efectos. Sin embargo, hicieron la regla de tres, y esta ha sido mico. Es necesario decir: pareció encontrar confirmación,
tanto más lamentable cuanto más fuerte fue la dss¡s,.2l Ha- pues Marine jamás sostuvo que una insuficiencia de yodo
bía descubierto, por Io tanto, lo que él mismo llamaba "la ac- fuera Ia única causa del bocio. La cuestión fue retomada re-
ción constitucional del yodoo,22 mucho antes de que se de- cientemente, desde un punto de vista histórico, por el quí-
signaran como (caquexia yódicao los síndromes que F. Ri- mico Isidor Greenwald, del NewYork University College of
lliet (1814-1861) estudiaría sistemáticamente en 1860, en r:n Medicine.2s
trabajo, Mémoire sur l'iodisme constitutioruul, qtue retoma-
ba casi sin cambios la expresión de Coindet. Hasta aquí apenas se trató de fisiología. Si se entiende
Tlas las huellas de Coindet, y advertido por su experien- por este término el estudio en laboratorio, por meüos expe-
cia, J. Lugol (1775-1851) se deüca, en sus dosMémoires sur rimentales pero con fines teóricos, de las funciones orgáni-
I'emploi de I'iode (1829 y 1830), a la investigación del modo cas y sus procesos, es indudable que ya desde comienzos de
más seguro de preparar el yodo. la segunda mitad del siglo XD( hubo trabajos de frsiología,
También hay que situar en la prolongación lógica de la experiencias de anáIisis funcional por perturbaciones con-
obra de Coindet las investigaciones sobre la relación etioló- secutivas a Ia ablación de la tiroides. Sin embargo, al leer la
gica entre el tenor de yodo (y accesoriamente de bromo) de relación de esos trabajos en las memorias originales se com-
las aguas potables y la üstribución geográfica del bocio en- prueba que se caracterizan por la falta de un sentido de la
démico y el cretinismo, estudios que derivaron en las expe- investigación. Se trata de estudios colaterales, accesorios,
riencias de profilaxis colectiva del hipotiroidismo mediante nunca ürectamente orientados por una hipótesis especial-
la yodación del agua o la sal de cocina. Citemos los trabajos mente elaborada. Si se toca el tema de la tiroides, se lo trata
de J.-L. Prévost (1790-1830), de Ginebra, y en Francia, los de en el marco de las demás glándulas. Para que el concepto
J.-J. Grange (1819-1892)23 yA. Chatin (1813-1901).24 Estos bernardiano de secreción interna pueda llegar a arrojar al-
últimos estudios motivaron una investigación de la Acade- grrna luz con respecto a las funciones de la tiroides, habrá
mia de Ciencias, cuyos resultados no fueron favorables a que esperar unos treinta años luego de forjada la noción. Y
Chatin, debido a que mostraron casos de coexistencia geo- durante este período es una vez más la clínica ahora
-perodel pro-
la clínica quirurgica- la que hace todos los gastos
20 lbid.
greso de Ia investigación, debido a Ia aparición impreüsta
2t lbíd. de situaciones y comportamientos patológicos en los cuales
22 lbid. los fisiólogos adüerten, a posteriori, actos experimentales
29
J.-J. Grange, "Sur les cauges du goitre et du crétinisme et sur les mo. involuntarios que ellos retoman sistemáticamente por su
yens d'en préserver les populations",Gazette Médicale de Paris, 19, 1851,
propia cuenta.
péry.275.
24 A. Chatin, nPrésence de l'iode dans les plantes d'eau douce. Consé.
25 I. Greenwald, ,,J]¡s early
quences de ce fait pour la géognosie, la physiologie végétale, Ia théra- history of goiter in the Americas, in New-
peutique et peut-étre pour I'industrie,, Comptes Rendus de lAcadémie d,ec Zealand, and in Englan d", B ulletin of t he H i story of M e d.icine, 17( 3), 1945,
Sciences,30, 1850, págs.352-4; "Recherches sur l'iode", ióid.,31, 1850, pá9. 229; "The history of goiter in Africa", ibid.,23(2), 1949, pág. 155, y
p6g.280, y "Un fait dans la question du goitre et du crétinisme", ibid..,38, "The history of goiter in the Philippines Islandsn, ibid.,26(3), 1952, pág.
1852, pág. 652. 263.

302 303
Por lo tanto, es preciso esforzarse por elaborar Ia historiq
La reseña histórica de Gley no contiene ninguna referen-
en su sentido directo. Un buen ejemplo de historia elabora.
cia a Schiff. Dastre, al contrario, señala en eI arüículo citado
da en sentido regresivo por los fisiólogos es eI que nos pro.
que este autor inauguró en 1859 eI estudio de la glándula
porcionan dos artículos de Gley y Dastre sobre lá tristo¡a d¡
tiroidea, proseguido en 1883 por los cirujanos suizos Kocher
las secreciones internas, contemporáneos d.el momento eu
y Reverdin, y concluye poniendo en tela de juicio la preemi-
que la iniciativa de las investigaciones acerca de la tiroide¡
nencia de Brown-Séquard, que Gley le atribuye, por haber
pasa decididamente de la patología a Ia fisiología.26
impuesto a la atención de los fisiólogos, recién a partir de
Se sabe que en una de sus Legons de physióIogie expéri.
1889, el concepto de secreción interna. Ahora bien, como to-
mentale, el9 de enero de 18b5, Claude Bernard, sobre lá ba.
das las fechas son posteriores a 1848 y 1855, queda a salvo
se del descubrimiento de la función giucogénica del hígado
(1848), pronuncia por primera vez las palabras *r"."J.ión
la prioridad de Claude Bernard, maestro de Dastre.
Pese a ser menos parcial que la reseña de Gley, el histo-
interna", y que en 18bg y 18GT extiende este concepto a lat
rial de Dastre ilustra un mismo prejuicio de fisiólogo que es-
otras glándulas vasculares internas (bazo, tiroides, supra.
cribe la historia de la fisiología. Uno y otro desvinculan las
rrenales), hasta considerar la sangre o medio interno orgá.
experiencias fisiológicas de las circunstancias históricas de
nico como un producto del conjunto de las secreciones intér.
su creación, las recortan y las ligan entre sí, y sólo invocan
nas. Ahora bien, según Gley, esta teoría de las secrecioneE illlillli
la clínica y la patología para confirmar observaciones o veri-
internas es letra muerta hasta 188g, cuando Brown-Sé- ficar hipótesis de fisiólogos. Pero los trabajos de fisiología a
quard recupera la idea y la impone a la ciencia hasta 1g94,
que se refiere Gley son trabajos de explotación, y no de fun-
año de su muerte. Poco importa aquí que, luego de sus,Re.
dación. Estos últimos corresponden a Schiff, y es preciso to-
cherches expérimentales sur la physiotogie etia pathologiz
marlos y leerlos en el sentido de su verdadera sucesión.
des capsules surrénales (1856), Brown-Séquard haya deü-
Moritz Schiff (1823-1896),27 nacido en Francfort, profe-
cado a las secreciones internas su curso de 1g69 en la Facul-
sor sucesivamente en Berrra, Florencia y Ginebra, es un
tad de Ciencias. De acuerdo con Gley, el estudio experimen- ejemplo, precioso en historia de las ciencias, de investigador
tal de la influencia de la secreción tiroidea sobre ios inter- que realiza en dos ocasiones distanciadas entre sí Ias mis-
cambios nutritivos sería posterior a 1889. Las experiencias mas experiencias, Ia primera vez ett un contexto de preocu-
de Hofmeister, de Von Eiselsberg y de él mismó habrían paciones que no le permite extraer una conclusión de sus re-
permitido concluir que la extirpación de la tiroides en el sultados, y la segunda, presentando el sentido de su investi-
animal provoca trastornos del crecimiento y deformaciones gación pero sin haber sido su inventor, ya que lo imporüa de
del esqueleto. En el hombre se habrían comprobad.o los la clínica a la fisiología.
mismos efectos. La existencia del mixedetnu qolrú"gico ha. En 1857,laAcademia de Ciencias de Copenhagge abre
bría permitido llegar a la conclusión de que el mixedéma in- un concurso de oposición sobre la cuestión de la producción
fantil y el cretinismo congénito dependen de la atrofia de la de azúcar en el hígado, como prolongación de los trabajos de
tiroides. Al remediar la interrupción del desarrollo median- Claude Bernard. Schiffinvestiga en üversos órganos el ori-
te inyecciones de extractos de tiroid.es, Hertoghe en BéIgica gen de un supuesto fermento, y mediante la extirpación del
y Bourneülle en Francia habrían establecidó, ur, ,,r*i, l" bazo, el párrcreas y la tiroides en perros, espera obtener de
contraprueba del hecho experimental de la intermpción del Ias secuelas de esas ablaciones algunas indicaciones sobre
desarrollo por ablación de esa glándula. el mecanismo de la secreción hepática. En el caso de Ia ti-

z6 E. Gley, 27 Sobre
Ia biografia de Schiff, cf. W. Stirling, Some Apostles of Physiolo-
"Exposé des données expérimentales sur res corrérationa
fonctionnelles chez les animaux", L,Année Biologique,I, 1gg7, págs.813. g¡ Londres: Waterlow and Sons, 1902, y H. Friedenwald, oNotes on Moritz
30, y A. Dastre, Schiff", Bulletín of the Instítute of the History of Med,icine ,The Johns Hop-
"Les sécrétions internes. Liopothérapie" , Reuui dis Deux
Mondes, l'de marzo de 1899, págs. lg7-2L2. kins University, 5(6), pág. 589.

304 306

tl,
roides, Schiff observa que los animales operados mueren comprueba también síntomas de tetanismo, pero no puede
pocos días después en un estado de abatimiento, somnolen- interpretar entonces esta complicación del cuadro clfnico,
cia y estupidez. Señala que Lacauchie informó de los mis- porque las paratiroides, aunque aisladas y descriptas por
mos hechos en 1853.28 Por el momento, es todo. Tbas ello, Sandstróm en 1880, recién en 1891 comenzarán a revelar a
Schiff emprende otros trabajos. Gley el secreto de sus funciones. Sin embargo, hay casos de
A.-8. Lacauchie (1806-1853) es un anatomista, inventor perros y ratas que sobreviven a la ablación de la tiroides,
de una técnica de investigación que denomina nhidroto- cuando la extirpación de ambos lóbulos se produce sucesiva-
míao; si bien trabaja en la tiroides, Io hace tanto para procu- mente, con alrededor de un mes de intervalo entre uno y
rar tener mejor suerte que sus colegas, hasta entonces inca- otro. Schiffsupone, bastante extrañamente, que poüía tra-
paces de descubrir el canal excretor de esa glándula, como tarse de un fenómeno de reemplazo por otro órgano, indu-
para arrojar alguna luz sobre los accidentes fulminantes cido a intensificar su funcionamiento por el déficit tiroideo
causados por los cirujanos cuando tratan eI bocio por medio provocado en un inicio. No le reprocharemos las conclusio-
de la ligadura de los vasos tiroideos. Si escoge al perro como nes extraídas de la presencia de superwivientes, explicable,
animal de experiencia, ello se debe a que en él los dos cuer- en realidad, por defectos de Ia técnica quirúrgica, pues es
pos tiroideos son (bien distintos, están bien aislados, sin las preciso, aI contrario, alabar el sentido experimental que lo
adherencias que en el hombre unen este órgano a la tra- lleva a incluir decididamente Ia tiroides en la clase de las
quearteria y la laringe". En síntesis, Lacauchie únicamente glándulas de secreción interna. En 1884, Schiffpublica el
se comporta como fisiólogo por accidente. Constata que, pe- resultado de una experiencia concebida para determina¡ si
se a haber actuado sóIo sobre uno de los dos cuerpos tiroi- el papel que él atribuye a la tiroides en la nutrición del siste-
deos, ha provocado la muerte de una decena de animales en ma nervioso central está ligado a la secreción de una sus-
un lapso de veinticuatro horas.29 tancia vertida en la sangre, o bien depende íntimamente de
En 1883, las publicaciones de unos cirujanos suizos es- la situación de la glándula y de las relaciones anatómicas
pecializados en la extirpación del bocio.Théodor Kocher y que esta mantiene con los demás órganos. Si los cuerpos ti-
Jean-Louis Reverdin, y los retoques, consecutivos a esas pu- roideos pudieran desplazarse e implantarse en otra parte
blicaciones, efectuados por el médico ginebrino Henri-Cler- del cuerpo, tendríamos la prueba de que se trata de una ac-
mont Lombard, vuelven a atraer la atención de Schiffhacia ción química. Luego de transplantar la tiroides de un perro
las funciones de la tiroides. TYas retomar en Ginebra, en en Ia cavidad abdominal de otro, Schiffprocede a la extirpa-
una cantidad mayor de animales, sus antiguas experiencias ción total de la glándula de este último, que se mantiene
de Berna, informa otravez que la extirpación total de Ia ti- alerta y en buen estado de salud.sl Es cierto que no se han
roides ocasiona la muerte de sus sujetos en un plazo varia- aclarado por completo las funciones de la tiroides, pero esta
ble de una a cuatro semanas, y siempre al cabo de un estado contraprueba ya permite a la fisiología saldar con la clínica,
de somnolencia, apatiae inercia.30 En algunos casos, Schiff en forma de indicaciones para una terapia, la deuda con-
traída cuando recibió de ella sugerencias para una investi-
gación experimental.
28 M. Schiff, (Jntersuchungen über die Zuckerbildung in der Leber,
Al realizar el transplante en el organismo animal de una
Wurzburgo: Stabel, 1859, págs. 61 y sigs.
2eA.-8. Lacauchie, Tbaité d'hydrotomie, ou des injections d'eau continue glándula vascular sanguínea, Schiffignoraba que estaba
dans les recherchcs anatomiques, París: J.-B. Bailliére, 1853, págs. 119-21. reiterando un procedimiento antiguo, anterior aun a sus
Lacauchie, médico principal de primera clase del Ejército, fue profesor de primeras experiencias de 1859, pero entonces singular, en
anatomía en Val-de-Gráce y catedrático de la Facultad de Medicina de todos los sentidos del término, y luego caído en el olvido. En
Esürasburgo.
30 1849, A. A. Berthold (1803-1861) publicó en el Archiu für
M, Schiff, "Résumé d'une nouvelle série d'expériences sur les effets de
l'ablation des corps thyroides", Reuue Médícale de la Suisse Romande,
1884, págs. 65 y sigs. 3L Ibid., págs. 425 y sigs.

306 307
Anatomie, Physiologte und wissenschaftliche Medizin de zar anestesia general en la práctica cotidiana. En 1867,
Johannes MüIler los resultados de una experiencia de Lister publicó sus observaciones sobre la antisepsia. En
transplante de los testículos de la cavidad peritoneal de al- 1875, Péan y Keberlé modificaron ingeniosamente un ins-
gunos pollos. En ella había comprobado que los sujetos se- trumento de curación para fabricar las primeras pinzas he-
guían comportríndose sexualmente como gallos; en Ia autop- mostáticas.33 No debe sorprendernos, entonces, saber que
sia, la glándula aparecía vascularizada pero no inervada. Kocher (L841-1917) en Berna y Jacques-Louis Reverdin
Berthold llegaba a la conclusión de que el comportamiento (1842-L929) en Ginebra obtuvieron, por ablación total o
sexual depende de una sustancia que el testículo suminis- parcial de los bocios, en condiciones de seguridad y salubri-
tra a través de la sangre a todo el organismo, sin que el sis- dad quirurgicas antes imposibles, resultados terapéuticos
tema nervioso intervenga forzosamente en ello.32 inmeüatamente positivos y, dado su número, bastante con-
Con Berthold y Schiff, la investigación del fisiólogo ilus- cordantes en general para autorizar algunas interpreta-
traba un nuevo tipo y, en cierto sentido, incluso otro arque- ciones probables con respecto al sustrato frsiológico de sus
tipo de comportamiento quirúrgico. Hasta entonces, la vivi- observaciones clínicas. Ala larga, ambos cirujanos observa-
sección había buscado mecanismos funcionales por medio ron en una buena cantidad de sus intervenidos supervivien-
de la mutilación,la diüsión de los organismos. Había crea- tes Ia aparición de un síndrome posoperatorio que asimila-
do animales que nos atreveríamos a califi.car de analíticos. ron aI idiotismo y eI cretinismo. Reverdin hizo en 1882 una
En Io sucesivo, inconscientemente obediente a un imperati- primera comunicación sobre Les conséquences de I'ablation
vo demiúrgico, una inspiración antifisica, eI fisiólogo experi- totale d.e la thyroide,y Kocher, quien desde 1874 había pu-
mentaba creando animales utópicos y poniendo la fantasía blicado varias notas sobre la patología y la terapia del bocio'
al servicio de la razón. Tlas excluir al animal de la fabrica, describió en 1883 Ia cachexia strumipriua en su informe
en cuanto motor desvalorizado, la ciencia del sigio XD( le Über Kropfexstirpation und ihre Folgen. Aquí, como en tan-
abría las puertas de los laboratorios, en cuanto máquina de tos otros casos de la historia de las ciencias, tiene lugar una
demostración. larga querella de prioridad, entre los dos cirujanos, con esca-
sa importancia para lo que nos ocupa. Limitémonos a decir
Hemos dicho que si Schiff, a partir de 1883, orientó de (lue parece claro que una conversación entre Reverdin y
manera decisiva hacia la buena solución las investigaciones Kocher, en oportunidad de un congreso de higiene celebrado
fisiológicas sobre Ia tiroides, lo debió a las enseñanzas de log cn Ginebra en septiembre de 1882, despertó en el segundo
cirujanos suizos. Fodéré, como hemos visto, mencionaba la una mayor atención hacia hechos sin duda advertidos por
técnica quirúrgica de Desault para la extirpación del bocio. ó1, pero aún no integrados en una síntesis.Sa
Desault había realizado su primera intervención en 1791, Parece bien establecido, por Io tanto, que la observación
con ablación total seguida de la muerte del paciente. En tle los efectos de la extirpación quirúrgica de Ia tiroides en el
L808, Dupuytren había repetido la operación con el mismo hombre precedió y guió Ia inducción experimental de efectos
resultado. Los reiterados fracasos de la cura quirúrg:ea lle- nignificativos análogos en los animales por parte de los fisió-
varon a la Academia de Medicina a pronunciarse, en 1850,
contra la extirpación del bocio. Empero, en 1-889, Theodor
33 No debe olvidarse, desde luego, que también Kocher dio su nombre a
rrna pinza de forcipresión aún en uso. Del mismo modo, Reverdin dio el
Kocher ya había realizado doscientas cincuenta extirpacio-
$uyo a una aguja quirurgica curva.
nes, y en 1895llegó al millar. La mención de algunas fechas ila La histo.ia de esta querella de prioridad se expone con minuciosidad
bastará para explicar esta revolución quirúrgica. En 1846, r.rr el excelente trabajo de S. Bornhause4 Zur Geschichte der Schilddrü'
Morton y Jackson, precedidos por Wells, comenzaron a utili- nt'n-und. Kropfforschung ín 19 Jahrhundert, Aarau H. R. Sauerlánder'
lf)51, col. "Publications de la Société Suisse d'Histoire de la Médecine et des
32 Cf. el artículo de Thomas R. Forbes, .A. A. Berthold and
the first en. Sciences Naturelleso. Esta obra, aunque más especialmente dedicada a la
docrine experiment: some speculation as to its origin", Brzlletín of the Hid. lri¡rtoria de las investigaciones sobre el bocio y la tiroides en Suiza, es una
tory of Medicine,2S(3), 1949, págs. 263-7. rr,visión completa de la cuestión e incluye una importante bibliografia'

308 309
logos. Ala inversa, los efectos del transplante experimental tuita, es muy otrá cosa que la lógica, capaz de explicar el
de la tiroides en el animal, con fines de decisión crucial en- acontecimiento cuando ya ha ocurrido, pero incapaz de de-
tre dos hipótesis, invitaron a los terapeutas a realizar prue- ducirlo antes de su momento de existencia.
bas similares en el hombre. En 1884, Horsley (1852-1916)
repitió con monos Ia experiencia del transplante exitoso de Queda poco por decir para mostrar que, Iuego de 1884 y
Schiffen el perro. Contrariamente a lo que afirmaba Gley de las experiencias de Schiff y Horsley que establecen la
en 1897, los intentos de Bourneville (1840-190g) de tratarla existencia de una función endocrina de la tiroides, la fisiolo-
idiocia mixedematosa mediante inyecciones subcutáneas de ga consolida la autonomía ya adquirida de las investigacio-
extracto de tiroides no son Ia contraprueba de un hecho ex- nes concernientes a esa glándula. En 1896, Eugen Bau-
perimental.ss Son la explotación clínica de una contraprue- mann (1856-1896), profesor en Friburgo de Brisgovia, apor-
ba inicialmente experimental, coronada en 1890 por el éú- ta, en el terreno de la química y la fisiología, Ia justificación
to, debido a Lannelongue (1840-L911), del transplante del de las geniales anticipaciones terapéuticas de Coindet. Des-
cuerpo tiroideo en el hombre. cubre el yodo en la tiroides en la forma de un compuesto or-
La reconstrucción lógica de la relación de condiciona- gánico que denomina "yodotrina,. Sólo entonces puede Ia
miento entre los progresos de la patología y los progresos de patología aspirar a la dignidad de una aplicación racional
la fisiología significa, sin duda, una inversión de la historia. áe h nsiotogía, por olvido de sus relaciones reales3d durante
Sólo Ia historia de la biología y Ia clínica, tomada en la tota- una historia de más de un siglo. El 25 de diciembre de 19L4,
lidad de sus conexiones y accidentes, permite explicar el re- Kendall aísla, con Ia forma cristalizable de la tiroxina, el
traso aparente en la formulación de conclusiones que las principio activo de la hormona tiroidea. En lo concerniente a
ideas de Claude Bernard, la invención experimental de Ber- la fisiología de la tiroides, la tarea del historiador está ter-
thold y los trabajos de Schiff en Berna hacían lógicamente minada. Luego de mostrar todos los obstáculos superados,
posibles desde 1860. De hecho, en esta fecha faltaba la idea todos los condicionamientos de investigación, de hecho ne-
directriz, que luego de 1875 sería proporcionada por la ciru- cesarios aunque no lógicamente exigidos, ese historiador
gía del bocio. G
puede concluir que, si bien a veces hay regalos de Navidad
En Kocher y Reverdin, esa cirugía, a causa de sus condi- para los científi.cos, en la ciencia no existe Santa Claus.
ciones técnicas de precisión (anestesia, antisepsia, hemos-
tasis), permite sacar conclusiones prácticas bastante cons- La investigación cuya reseña histórica hemos esbozado
tantes como para autorizar un intento de interpretación. en este artículo nos parece ejemplar en cuanto reúne, curio-
Sus efectos se convierten en hechos significativos debido al samente, la mayoría de las situaciones y problemas de ex-
dominio relativo del determinismo de su aparición. Se trata, cepción con que tropiezan las historias fragmentarias de tal
a no dudar, de una cirugía de grandes maestros, de indivi- o cual descubrimiento: importancia respectiva de los acci-
duos irreemplazables por su habilidad quirúrgica, pero dentes y las premeditaciones, relaciones entre las teorías y
también es, y ante todo, una cirugía de época, una cirugía las técnicas, relaciones entre la historia de Ias técnicas y la
imposible, a igualdad de destreza, para un Desault o un Du- historia de las ideas. Si nos vimos en la necesidad de difumi-
pu¡rtren, una cirugía históricamente imposible con anterio- nar eI ingenio indiscutible de Ios individuos detrás de los
ridad a ciertas invenciones técnicas producidas en una fe- condicionamientos impersonales, no lo hicimos de manera
cha precisa. Ese es el elemento realmente histórico de una intencional.
investigación, pues la historia, aun sin ser milagrosa o gra- Esta reseña histórica es voluntariamente incompleta, en
el sentido de que limita las cuestiones de la patología al hi-
35 EI propio Bourneville
reconocía la prioridad de las experiencias de
Schiffy Horsley. Cf. J. D. M. Bourneville.De l'idiotie avec cachexie pachy- 36 Sobre las relaciones entre la patología y la fisiología en general, véase
dermique", Co mpte Rend.u de la 1& section de lAssociation Fronqaíse pour la cita de Kant con que M. Courtés termina su artículo oMédecine militan-
l'Auancement d.es Sciences, París, 1889, segunda parte, págs. 819-gg. te et philosophie critique", Thalés,9, 1959.

310 311
potiroidismo. La historia de los trabajos acerca del hiperüi- 4. El concepto de reflejo en el siglo XD(*
roiüsmo (enfermedad de Basedow, en especial) habúa com-
plicado este cuadro sin modificar en lo sustancial las rela-
ciones ürectas de hecho entre la patología y la frsiología de
la tiroides.

En un estudio antertor, La formation du concept de réfle-


xeaux)(Vile et WIile siécles, procuramos mostrar que a fr-
nes del siglo XVIII el concepto de mouimiento reflejo pro-
puesto por Thomas Willis recibió de diferentes autores, y
sobre todo de Georg Prochaska, aportes decisivos.
Al hablar de "conceptoo entendemos, segtin el uso, una
denominaciín(rnotus reflexus, reflexio) y una defrnición; en
otras palabras, un nombre cargado de un sentido, capaz de
cumplir una función de discriminación en la interpretación
de ciertas observaciones o experiencias relativas a los movi-
mientos de organismos en estado normal o patológico. En eI
género de los movimientos, el concepto de reflejo delimita
una especie determinada.
A fines del siglo XVIII y principios del siglo XD(, tanto los
fisiólogos que se valen de este concepto (Prochaska, por
ejemplo) como quienes lo ignoran, sin dejar por ello de des-
cribir e interpretar correctamente los hechos correspon-
dientes (Legallois, por ejemplo), vacilan entre dos tipos de
definiciones posibles, una puramente anatómica y funcio-
nal, otra psicológica. El moümiento reflejo es el movimiento
determinado por la médula espinal en cuanto centro, pero
también el movimiento involuntario provocado por una im-
presión sensitiva antecedente no experimentada como sen-
sación.
El siglo XD( no debe inuentar eI concepto de reflejo, pero
sírectificarlo. Esta rectificación no es una cuestión lógica: es
un asunto experimental, lo cual representa una buena par-
te de la historia de la neurofisiología de Ia época. Por otro
lado, no es rectilínea, entraña polémicas y no todas ellas

* Título original:
"Le concept de réflexe au XIXe siécle'. Dxtraído de
K. E. Rothschuh (ed,), Von Boerhaaue bís Berger (Díe Entwicklung der
kontinentalen Physiologie im 18. und 19. Jahrhund¿rf), Stuttgart: Gusta-
ve Fischer, 1964.

3t2 313
constituyen progresos. La nostalgia de una concepción psi- (the spinal marrow,y ya no the spinal chord) sólo puede vin-
coteleológica del reflejo implica, por momentos, rectificacio- cular por reflexión el nervio sensitivo y eI nervio motor con
nes a contrapelo. En la historia de esa rectificación es posi- la conüción de interponerse anatómicamente entre ellos en
ble distinguir tres etapas, es decir, tres nombres: Marshall cuanto centro auténtico y específicamente distinto del cere-
Hall, Pfl üger, Sherrington. bro. La función diastáltica (reflejo) de Ia médula relaciona la
En nuestra obra ya citada propusimos una definición función esódica o anastáltica del nervio sensitivo y la fun-
recapituladora del reflejo, váIida para los primeros años del ción exódica o catastáltica del nervio motor.
siglo XD! todos los elementos de esa definición son históri- En este punto fundamental, Müller está de acuerdo con
cos, pero el conjunto es ideal y pedagógico:
"EI movimiento Marshall Hall. Escribs; nl,os fenómenos que he descripto
reflejo (Willis) es aquel que, inmediatamente provocado por hasta el momento, en un comienzo sobre Ia base de mis pro-
una sensación antecedente (Willis), está determinado se- pias observaciones y luego según las de Marshall Hall, tie-
gún las leyes físicas (Willis, Astruc,Llnzer, Prochaska) y en nen en común Io siguiente: la médula espinal es eI interme-
relación con los instintos (Whytt, Prochaska), por la refle- diario entre la acción sensitiva y la acción motriz del prin-
xión (Willis, Astruc, Unzer, Prochaska) de las impresiones cipio nervioso". Este reconocimiento común, por parte de
nerviosas sensitivas en impresiones motrices (Whytt, Un- ambos frsiólogos, de una función central específica de Ia
zer, Prochaska) en el nivel de Ia médula espinal (Whytt, médula espinal supone debemos olvidarle- una veinte-
Prochaska, Legallois), con conciencia concomitante o sin -no
na de años de estudios controversias sobre larealidad y la
y
ella (Prochaska)". signifrcación de la ley de Bell-Magendie (1811-1822).
Partiremos de esta defrnición para mostrar los elemen- Estamos aquí en presencia de un descubrimiento crítico
tos precisos que exigían una rectificación. Uno de los mejo- que üvide la historia de una ciencia en dos tiempos: el tiem-
res textos a los cuales podemos remitirnos es el Handbuch po en el cual las conjeturas se acumulan por yuxtaposición y
d.er Physiologie d.es Menschen de Johannes Müllerl 0ibro eI tiempo en el cual las experiencias y sus interpretaciones
III, sección III, capítulo III: "De los movimientos reflejos,), se coordinan por integración. Empero, ese corte recién pare-
en el cual el ilustre frsiólogo alemán coimpara sus ideas so- ce nítido en nuestros üas. De hecho, y en la misma época, la
bre el fenómeno en cuestión con las de Marshall Hall. Mü- Id¿a de Bell ylaserperiencias de Magenüe tuvieron que su-
ller destaca con claridad que en 1838, fecha de la publica- perar dilaciones, oposiciones y reservas para lograr la adhe-
ción simultánea del informe de Marshall y de la primera sión general. En 1824, Flourens se creía aún obligado a lu-
edición del primer volumen del Handbucá, el concepto de char en favor de la separación anatómica y funcional de la
reflejo es un principio de explicación, un instrumento teóri- sensibilidad y de Io que personalmente denominabalamn-
co p¿rra la interpretación de fenómenos designados como tricidad: "Mis experiencias muestran de la manera más for-
"moümientos que suceden a sensaciones,. Lo teórico y ex- mal que en el sistema nervioso hay dos propiedades esen-
plicativo es aquí, negativamente, el rechazo de la teoría de cialmente üstintas la de sentir; otra, la de mover-,
las anastomosis entre las fibras neryiosas sensitivas y las que ambas üfieren -una,
tanto de sede como de efecto y que un
motrices y, positivamente, la afirmación de que entre la im- límite preciso separa los órganos de Ia una de los órganos de
presión sensitiva y la determinación de la reacción motriz la otra,. La cuestión de la sensibilidad recurrente de las raí-
se requiere, por fuerza, un intermediario central. Con el ob- ces raquídeas anteriores (cuestión mal planteada debido a
jetivo expreso de designar la función real de la médula espi- la ignorancia sobre las estructuras microscópicas de las raí-
nal, Marshall Hall acuña el término diastóItica e indica así ces raquídeas y de los cuernos posteriores) molestaba al pro-
que, desde un punto de vista funcional, la médula espinal pio Magendie, hasta la demostración, hecha por Longet
t J. MiiIIer, Manuel de physiologie,traducción (1839) y confirmada por Claude Bernard (l-846), de la insen-
francesa de la 4'edición,
de 1844, de A.-J.-L. Jourdan, París: J.-B. Bailliére, IB4E ITlatado d,e fisio- sibilidad total de las raíces anteriores. Y Johannes Mtiller,
logio, Madrid: Imprenta de Ignacio Boix, 18461. que desde 1824había emprendido experiencias de verifica-

314 315
ción, sólo llegó a una conclusión firme en Io concerniente sensación cuando eI circuito nervioso ya no inclula, debido a
la ley de Bell-Magendie tras haber renunciado a utilizar al la decapitación del animal, un pasaje por el órgano de la
conejo como animal de experimentación. "Por fin --dice eo sensación, esto es, el cerebro. Aunque se opuso a Whytt,
el Handbuch- alcancé un completo éxito con las ra¡asDs quien admitía, en el caso de esos movimientos, una sensa-
Era en 1831, un año antes de la primera Iectura de Man ción consciente y una reacción espontánea, y elogió a Pro-
shall Hall en la Sociedad Zoológica de Londres. chaska por haber señalado que el reflejo podía estar o no
La ley de Bell-Magendie era necesaria para la defrnición acompañado de conciencia, MüIler consideraba el reflejo
del concepto de reflejo, en la medida en que este incumbía a como el efecto de una acción centrípeta propagada hacia la
Ia función específica de la médula espinal. Esta función que médula por el nervio sensitivo, a veces capaz y a veces inca-
Marshall HaIl llamabad.iastáltica, e incluso diacéntrica, s6 paz de extenderse hasta el sensorio común y, por ende, tan
concebía exclusivamente en relación con Ia existencia de las pronto consciente como inconsciente. El movimiento reflejo
dos propiedades del nervio, irreductibles una a otra. Sólo en se inscribía como una especie privativa en un género, el mo-
esas conüciones un nervio podía y debía reflejar un impulso vimiento determinado por la acción de los nervios sensiti-
nervioso. Es conocida la aspereza historiadores vos. Hall suponía, aI contrario, que era preciso eliminar por
-muchos
de la fisiología hablan incluso de arrogancia- con que Hall completo la referencia de la impresión centrípeta (anastál-
defenüó la originalidad y exclusividad de sus ideas. Era in. tica) al cerebro y a la conciencia, y que el concepto de sensa-
negable que antes de él los movimientos reflejos habían sido ción e incluso el de sensibilidad no debían incluirse en Ia
objeto de estudios, sobre todo de Prochaska. Empero, Hall comprensión del concepto de reflejo. La función refleja ni
reivinücaba la gloria de haber sido el primero en identificar siquiera dependía de los nervios sensitivos y los nervios
vnafunción reflejo y, de ese modo, conferido a la médula ee- motores, sino de frbras nerviosas específicas que Hall deno-
pínal (the true spinal rnarrow) su existencia en fisiología. minaba "excitomotric€s> J¡ <rsflexomotrices". Esa función se
Ese orgullo habría podido ser únicamente el reverso de cien limitaba a la médula espinal y excluía el cerebro. La memo-
to sentido de la historia, la conciencia de que, antes de Char. ria leída en 1833 en la Royal Society (.The reflex function of
les Bell, el concepto de acción refleja carécía de un elemento t}ae medullq, oblongata and the medulla spinalis") distin-
esencial. Lejos de ello, Hall desdeñaba tanto la historia co guía de manera expresa el movimiento reflejo, no sólo, por
mo Ia lógica y proclamaba que la función refleja se estable. supuesto, del movimiento voluntario directamente gober-
cía sobre la base de hechos cuya existencia no debía nada al nado por el cerebro, sino también del movimiento respirato-
conocimiento o Ia ignorancia de la ley de BeIl. En compar& rio regido por el bulboy del movimiento involuntario induci-
ción, y a la inversa, el camino seguido por Müller entre 1824 do por la aplicación directa de un estímulo a la misma fibra
y 1833 nos muestra que era preciso pasar porlaldza de Bell nerviosa o muscular. El movimiento reflejo no era espontá-
y las experiencias de Magendie para incorporar a la defi. neo y directo a partir de un centro; suponía un estímulo
nición del concepto de reflejo la función fisiológica de la mé. aplicado a distancia del músculo que reaccionaba, transpor-
dula espinal. tado a Ia médula, reflejado por ella y vuelto a conducir a la
El segundo punto sobre el cual el siglo XD( rectificó el periferia. Hall orientaba de manera decidida el uso del con-
concepto del siglo XVIII concierne a Ia relación del movi. cepto de reflejo en la dirección de una concepción segmenta-
miento reflejo con Ia conciencia, es decir, la significación ria y expresamente mecanicista de las funciones del siste-
psicológica. La discrepancia de Müller con Marsha[ HaU so ma nervioso.
refrere expresamente a esta cuestión. Al describir el reflejo Müller tenía üfrcultades para admitirlo. Manifestaba,
como un movimiento que sucede a una sensación, Müllef, sin duda, su desacuerdo con Prochaska, que subordinaba
siguiendo los pasos de Willis, Whyüt, Unzer y Prochaska, so todos los movimientos reflejos a un principio teleológico de
obligaba en cierto modo a dar razón de un misterio, a saben conservación orgánica instintiva. Pero, como lo hace notar
la posibilidad de que un movimiento dependiera de una Fearing, el interés prestado por Müller a los fenómenos de

31"6 3t7
I
los movimientos asociados y las sensaciones irradiadas, y Fflüger, tras Müller, utiüzaba el concepto de reflejo para ex-
Ios intentos de explicación elaborados para dar razón de es- plicar los llamados "fenómenos de simpatía o consenso,, fe-
te último fenómeno mediante la función refleja del cerebro y nómenos cuya interpretación había enfrentado anterior-
la médula, indican que distaba de concebir el reflejo como mente a los parbidarios del principio de la anastomosis de
un mecanismo segmentario y local. Y, de hecho, de sus ob- los nervios periféricos (Willis, Vieussens, Barthez) y los
servaciones sobre los movimientos asociados de animales defensores del principio de la confluencia de impresiones en
narcotizados y sobre las convulsiones reflejas generales ex- el sensorio común (Astruc, Whytt, Unze4 Prochaska). El
traía las conclusiones simultáneas de que los movimientos concepto de reflejo segrin Prochaska conservaba la explica-
reflejos pueden interesar al cuerpo entero a partir de la sen- ción de las simpatías por el sensorio común,pero situaba es-
sación local más insignificante, y que son tanto más disar- te fuera de la sede cerebral, en el bulbo raquídeo y la médu-
mónicos cuanto más extendidos. la espinal. A diferencia de Whytt, Prochaska üstinguía el
Al mantener en Ia comprensión del concepto de reflejo, sensorio común y el alma, pero todavía atribuía al primero
por una parte, una relación con la sensación, es decir, con el una función teleológica que inscribía el mecanismo fisico de
cerebro, y, por la otra, la posibilidad de extensión de los efec- la reacción refleja del órgano en la exigencia instintiva de
tos reflejos de una sensación local a la totalidad del organis- conservación del organismo (¿osúri conseruatio). No es sor-
mo, Müller descartaba la mayoría de las objeciones que sur- prendente, entonces, ver a Pflüger considerar en 1853 que
gían frente a Marshall Hall. Este escandalizaba a muchos Prochaska entendió mejor la naturaleza del proceso reflejo
frsiólogos al atribuir a la médula un poder de regulación de enI784 que Marshall Hall en 1832-L833. Pues Pflüger ad-
los movimientos que aún se consideraba con mucha fre' mite, por las mismas razones que llevaban a Prochaska a
cuencia como patrimonio del cerebro. mantener el concepto de sensorio común,la existencia de un
alma medul ar (Rückenmarksseele), principio explicativo de
Si hemos insistido en la convergencia y la üvergencia de la finalidad de las reacciones reflejas. Ahora bien, Hall es-
Hall y Müller en el momento inicial de la reelaboración po- tablecía una separación absoluta entre el movimiento adap-
sitivá del concepto de reflejo, es po.q.t",Iien mirado, ese de- tativo o intencional y de origen cerebral- y el
bate prefigura a su m¿ufera las controversias que, a lo largo movimiento reflejo,-voluntario
mecárrico (aimless). Hemos visto que
de todo el siglo, opondrán en eI mundo de los neurofisiólogos Müler, sin duda menos mecanicista que Hall, oponía a Pro-
a los localizadores y los totalizadores. Esas polémicas con- chaska el carácter tetánico de la generalízacíín de los refle-
ciernen, además, tanto a las funciones del cerebro (localiza- jos, aunque es cierto que especificaba: nen un animal conve-
ciones cerebrales) como a las funciones de la médula espi- nientemente dispuesto". Es preciso considerar el concepto
nal, y se complican por el hecho de que tal o cual frsiólogo, de reflejo según Pflüger como una falsa síntesis dialéctica:
como Flourens, puede ser, por un lado, localizador y admi- en cuanto a sus bases experimentales, ese concepto tiene la
rador celoso de Hall, cuando se trata de reflejos medulares, misma edad que Marshall Hall, y en cuanto al contexto de
y, por el otro, totalizador y adversario resuelto de Gall, en filosofía biológica que le da un sentido, tiene la edad que
materia de funciones cerebrales. tendría Prochaska si no hubiera muerto en 1820.
Marshall HaIl (1790-1857) todavíavivía cuando Eduard En realidad, Pflüger no logró encontrar en 1853, en el
Pflüger publicó en 1853 el trabajoDie sensorischen Functio- terreno estrictamente frsiológico,la solución de la dificultad
nen d,es Rückenmarks derWirbelti¿re. En el fondo, las famo- que Hall había preferido desechar, en vez de enfrentar,
sas leyes de la actividad refleja (conducción homolateral, cuando habló del poder excitomotor de la fibra nerviosa. Esa
simetría, irradiación medular y cerebral, generalización) dificultad raücaba en los términos nsensación, o nsensibili-
retomaban, con una forma aparentemente más experimen- dad" incluidos en las primeras defrniciones del reflejo. Wi-
tal, Ias concepciones de Müller sobre la asociación de los mo- llis había dicho: ,Motus reflexus est qui a sensione preuia
vimientos y la irradiación de las sensaciones. De hecho, imrnediatus dependens, illico retorq¿¿ett¿r,,. Prochaska ha-

319
bía señalado; "Pracipua functio sensorii communis consis-
o desaparición constituyen sÍntomas sobre los cuales se fun-
tat in reflexione impressionum sensoriarum in motorias",
dan diagnósticos. El concepto de arco reflejo deja poco a poco
Müller comenzaba el capítulo sobre los movimientos reflejos
de ser la significación dada a un esquema de estructura, cu-
de la siguiente manera: "Los movimientos que suceden a
yo primer ejemplo es el propuesto por Rudolph Wagner en
sensaciones se conocen desde siemprer. Mientras se hable
1844; se incorpora a la semiologtay ala investigación clíni-
de la sensación nos encontramos en eI terreno de la psicolo-
ca, da su significación al comportamiento del médico, a la
gía. Es lógico que se procure alojar en alguna parte la psi
decisión terapéutica, aI gesto quirurgico. pero en el paso del
que, aul;.que sea en la médula espinal. En 1837, R. D. Grain-
laboratorio al hospital el concepto de reflejo no permanece
ger había visto con claridad que los fisióIogos de la época pa-
sin cambios, inmutable. Si la mayoría de los fisiólogos tien-
recían creer en la existencia de dos clases de sensación: una
den a asignarle Ia significación de un mecanismo elemental
acompañada de autoconciencia y otra inconsciente. Al res- y rígido, algunos clínicos, entre ellos Jendrassik, al proce-
pecto, Liddell hace notar que cuando Todd inventa, en 1839,
der, luego de los trabajos de Erb y Westphal (1925), a lá bris-
el término aferente se da un gran paso para distinguir am-
queda sistemática de los reflejos tendinosos, comprueban
bos tipos de sensaciones. Sin embargo, es posible que sóIo
con no poca sorpresa que estos no son constantes ni unifor_
sea un gran paso verbal, mientras no se sustituya el concep-
mes y que su ausencia no constituye necesariamente un
to de origen subjetivo por un concepto puramente objetivo
síntoma patológico.
de la sensibilidad, tal como esta será definida con posterio-
Ya no está muy lejos el momento en que la fisiología deba
ridad por la estructura histológica de los receptores, el sen-
renunciar al concepto de un reflejo correspondiente a un ar-
tido del influjo sobre la fibra. En ese momento, el alma es co lineal que relaciona término a término (one too¿e) un es-
acompañada a las fronteras de la fisiología, lo cual acaso
tímulo puntual y una respuesta muscular aislada.
signifique únicamente que Ia referencia a la experiencia
La generalizaciín de la teoría celular, la identifrcación
vivida ha sido puesta entre paréntesis. microscópica de la neurona y los progresos técnicos de la
histología habían proporcionado a la neurología, con toda
Dejamos de lado deliberadamentetodas las discusiones naturalidad, la imagen de estructuras analíticamente des-
suscitadas, a partir del Handbucá de Müller, por la inclu. componibles y, por consiguiente, constituidas de manera
sión, en los manuales y tratados, de noticias históricas más casi atomística. De tal modo, se confirmaba el concepto de
o menos detalladas antes de la exposición de los hechos y las
reflejo segmentario, unidad fisiológica. Las nuevas observa-
cuestiones relativas a los reflejos. En otro lugar hemos mos- ciones clínicas, en suma, comprometían aI fisiólogo a reubi-
trado que esas distintas maneras de escribir la historia de car el segmento en el contexto del organismo considerado en
una investigación científica son el reflejo de la idea que los su integridad.
propios fisiólogos se hacen, en cuanto científicos, de los fenó.
Cuando Sherrington descubre que el reflejo de rascado
menos reflejos. Mostramos, en particular, que la concepción (scratch reflex) no está ligado de manera invariable a una
estrictamente mecanicista de Emil du Bois-Reymond expli zona de excitación reflexógena estrictamente delimitada, se
ca la vivacidad, por no decir la violencia, de su crítica hacia prepara para efectuar una nueva rectificación del concepto.
Prochaska, en el discurso conmemorativo pronunciado en El reflejo se manifiesta menos como la reacción estimuláda
oportunidad de la muerte de Johannes Müller (1858). de un órgano específico que como un movimiento ya coordi-
En realidad, lo que caractertzaa la historia del concepto nado dependiente de las excitaciones en una región del or-
de reflejo, entre la obra de Pflüger y las primeras publicacio. ganismo, cuyos efectos también son determinad.os por el es-
nes de Sherrington, es su incorporación al dominio de la cU. tado general de este. El movimiento reflejo, aun en su apa-
nica a partir del terreno de la fisiología. Ese movimiento dc riencia más simple, más analítica, es una forma de compor-
importación comienza con Marshall Hall. Este introduce lol tamiento, la reacción de un todo orgánico a una modifrca-
reflejos en la patología como mecanismos cuya perturbación ción de su relación con el medio.

320
321
Aun cuando el vocabulario de Sherrington recién dé ca' Bibliografia
bida al concepto de integraciónftas los últimos días del siglo
XD(, esa noción es el coronamiento de la neurofrsiología de Nos dispensamos de citar las memorias o tratados originales
de fisiología relativos a la cuestión, mencionados o no en este ar-
Ia centuria. Los estudios de este fisiólogo sobre Ia rigidez de
tículo. Se encontrarán indicaciones sobre ellos tanto en las obras
descerebración (1898), la inervación recíproca y la sinapsis
señaladas a continuación como en el texto de K. E. Rothschuh,
convergen para poner de manifiesto que el reflejo elemental E ntwichlung sge schichte p hy siologischer Probleme in Ta.bellen-
estriba en la integración medular de un huso muscular al form, Munich y Berlín: Urban, 1952.
conjunto de un miembro, por convergencia de los influjos
aferentes y solidarización de las reacciones antagónicas. Indicamos simplemente los principales estudios históricos
Las funciones del encéfalo son una extensión de la función consultados.
medular de integración de las partes al todo del organismo.
Al recibir de Hughlings Jackson el concepto de integración, Canguilhem, G., La form.ation du concept d,e réfletce autx )(VII" et
Sherrington se desinteresa de su significación evolucionista XVIIP siécles, París: PUF, 1953 [La fonnación del concepto de
y sólo conserva su significación estructural. reflejo en los siglos )(Vil y )(VIII, Barcelona: Avance, 19751.
Eckardt, C., "Geschichte der Entwicklung der Lehre von den Re-
Algunos historiadores de los trabajos de Sherrington
flexerscheinungen", Beitrdge zur Anatom.ie und Physiologie , 9,
y Liddell- atribuyeron importancia a la estadía
-Fulton
de este en Ia casa de Goltz en Estrasburgo, durante el in-
Giessen, 1881.
Fearing, F.,ReflexAction: A Study in History of Physiological Psy-
vierno de 1884-1885, tras una breve visita a Pflüger en chology, Baltimore: The Williams and Wilkins Company,
Bonn. Es indudable que la técnica de los seccionamientos 1930.
escalonados de la médula espinal, perfeccionada por Goltz, Fulton, J. F., "6¡¿¡'1ss Scott Sherrington, philosophe du systéme
despertó Ia atención de Sherrington. Sería aventurado decir nerveux>, en Physiologie des lobes frontaux et du ceruelet,
que este se vio influido por Ia hostilidad de aquel hacia las París: Masson et Cie., 1953.
teorÍas localizacionistas en materia {e funciones cerebrales Green, J. H. S., .Marshall Hall (1790-1857): a biographical studyo,
e incluso, en un momento de su carrera, de funciones medu- Medical History,2(2), abnl de 1958.
lares, pues Goltz defendió inicialmente la teoría de Pflüger Hoff, H. E. y Kellaway, P., .,!|¡s early history of the reflex,, Jour-
nal of the History of Medicine and.Allied Sciences, S(3), 1952.
sobre el alma de la médula espinal. Pero parece razonable
Kruta, M.Y., Med. Dr. Jirí Prochq.sha 1749-1820,Praga: Nakla-
decir que fue Sherrington quien realnzó, en eI terreno de la
datelství Ceskolovenské akademie ved, 1956.
fisiología lisa y llana, la síntesis dialéctica entre el concepto Liddell, E. G. T., The Discovery of Reflexes, Oxford: Clarendon
de reflejo y el de totalidad orgánica, que Prochaska y luego Press, 1960.
Müller habían buscado y que Pflüger había efectuado de Marx, E., "Die Entwicklung der Reflexlehre seit A. von Haller bis
manera ilusoria al interpretar sus experiencias de frsiologla in die zweite Hálfte des 19. Jahrhunderts", Sitzungsberíchte
mediante nociones propias de un metafisico. der Heidelberger Akqd.. der Wissenschaften, Math. -Naturwiss.
En resumidas cuentas, a fines del siglo XD( el concepto Klasse,10, 1938.
de reflejo estaba depurado de toda acepción de sentido fina' Riese, W., A History of Neurology, Nueva York: MD Publications,
lista y había perdido, alavez, su sigpificación de mecanis- 1959.
mo elemental y en bruto que en un principio le había asig'
nado la obra de Marshall Hall. Se había convertido, por rec'
tificaciones sucesivas, en un concepto auténticamente fisio'
lógico.

323
322
5. Modelos y analogras en el turas y las funciones orgánicas a formas y mecanismos ya
descubrimiento en biología* más familiares, así como Ia utilización en biología de analo-
gías etiológicas tomadas de los dominios de la experiencia
tecnológica, mecánica o física, conocieron durante mucho
tiempo y todavía conocen una extensión ürectamente pro-
porcional a su antigüedad. No podemos remontarnos aquí
al origen de esa propensión intelectual, pero nos parece que
el concepto de órgano proporciona por sí mismo y debido a
su etimología un principio rector para la comprensión de la
No es fácil ponerse de acuerdo sobre el papel y el alcance perdurabilidad de un método.
de los modelos en las ciencias fisicas. Boltzmann no dudaba No se ha señalado con suficiente insistencia hasta qué
en decir que las fórmulas de Maxwell eran meras conse- punto el vocabulario de la anatomía animal, en la ciencia oc-
cuencias de sus modelos mecánicos. Pero Pierre Duhem cidental, abunda en denominaciones de órganos, vísceras,
creía que el propio Maxrvell sóIo había podido elaborar su segmentos o regiones del organismo que expresan metáfo-
teoría tras renunciar al empleo de cualquier modelo. ras o analogías. En ocasiones, la denominación no hace sino
Parece aún más problemático coincidir en cuanto al pa- encubrir r¡na comparación morfológica (hueso eseafoides o
pel y el alcance de los modelos en las ciencias biológicas, e tróclea del fémur, por ejemplo), Otras veces, el nombre indi-
incluso ponerse de acuerdo sobre su definición. En efecto, ca también una analogía de función o papel, a falta de es-
con ese mismo nombre se designan ora un agrupamiento de tructura (córnea, ue.so, and,stomosis, saco, acueducto, axis,
correspondencias analógicas entre un objeto natural y un por ejemplo). La denominación griega y latina de las formas
objeto fabricado (nervio artificial de Lillie, por ejemplo), ora orgánicas percibidas pone de relieve que una experiencia
un sistema de definiciones semánticas y sintácticas, esta- técnica comunica algunas de sus estructuras a la percep-
blecidas en un lenguaje de tipo matemático y concernientes ción de las formas orgánicas. Por otra parte, y recíproca-
a las relaciones entre elementos constftutivos de un objeto mente, los objetos técnicos, las herramientas, se designan a
estructurado y sus equivalentes formales. menudo mediante vocablos de origen anatómico (brazo,
Sin duda, parece claro que en biología los modelos analó- rótula, articulación, dientes, tenazas, uña, dedo, pie, etc.).
gicos fueron y son aún utilizados con más frecuencia que los Debido a ello, ¿no sería legítimo considerar el uso explícito
modelos matemáticos. Es que la explicación por reducción de modelos en biología como la extensión sistemática y deli-
es más ingenua que la explicación por deducción formaliza- berada de una estructura de la percepción de los organis-
da. Además, los fenómenos biológicos cuyo estudio puede mos por eI hombre? Cuando compara las vértebras con goz-
ser formalizado directamente son escasos, y en la primera nes de puerta (Timeo,74a,) o los vasos sanguíneos con cana-
fiIa de estos es necesario mencionar las relaciones de heren- les de nego (Tf.meo,77c), ¿no utiliza Platón a sabiendas un
cia. Sin embargo, estas relaciones no tienen un carácter fun- procedimiento sumario de explicación de funciones fisiológi-
cional y, a diferencia de Ia mayoría de los fenómenos biológi- cas sobre la base de un modelo tecnológico? ¿Aristóteles ha-
cos, no muestran ningún aspecto de totalidad. Los modelos ce otra cosa cuando compara los huesos del antebrazo flexio-
estudiados en genética, por lo tanto, no tienen pretensión nados por la acción de los nervios decir, de los tendo-
alguna de etiología. Al contrario, la reducción de las estruc- nes- con las piezas de una catapulta -es tiradas por cables
tensores (De motu animalium,707b,9-10)? La frsiología fue
* Título original:
"Modéles et analogies dans Ia découverte en biologie,. en principio y siguió siendo durante mucho tiempo una ano-
Este estudio, inédito en francés, apareció en traducción inglesa con el
tomiq, animata, un discurso de usu partium fundado apa-
título de oThe role of analogies and models in biological discovery", en A.
C. Crombie (ed.), Scientific Chonge (Symposium on the History of Science, rentemente en la deducción anatómica, pero que, de hecho,
University of Oxford, 9-15 JuIy 1961), Londres: Heinemann, 1963. extraía el conocimiento de las funciones de su asimilación a

324 326
los usos de herramientas o nlecanrsmos evocados por la for-
I
aquelo.6 Sin embargo, unos doce años antes, Claude Ber-
ma o la estructura de los órganos coffespondientes. nard había refutado sutilmente la falsa simplicidad de ese
Es preciso decir que el uso de los modelos mecánicos en esquema metodológico. A la falaz evidencia de la aprehen-
zoología, ypara el estudio de las funciones propiamente ani- sión de una función en una estructura oponía la imposibili-
males de locomoción, se justifica, ante todo, por eI hecho de dad de que un examen anatómico permitiera deducir cono-
que en los vertebrados los órganos del movimiento local es- cimientos de orden funcional distintos de los que se habían
tán articulados. Si se entiende por articulación una clase de importado a é1. nYa se sabía, por conocimientos adquiridos
mecanismo cuyos componentes sóIidos se desplazan sin que experimentalmente en los usos de la vida, qué eran un re-
dos de sus extremos dejen de estar en contacto, debe decirse servorio, un c¿rnal, una palanca, una bisagra, cuando se dijo
que Ia articulación es prácticamente el único tipo de meca- por simple comparación que la vejiga debía ser un reservo-
nismo que presentan los seres vivientes. La explicación de rio para contener líquidos, que Ias arterias y las venas eran
los comportamientos de locomoción pudo proceder, enton- canales destinados a conducir fluidos, que los huesos y las
ces, mediante el establecimiento de analogías con técnicas articulaciones hacían las veces de armazón, de bisagras, de
humanas tomadas como modelos, en el sentido lato de este palancas, etc.r.7 En esa época, el término omodelo' no tenía
término. Así, Borellil y más tarde Camper2 explicaron el cabida en el vocabulario de Ia epistemología, pero Ia fórmu-
modo de nadar del pez asimilando los movimientos de la la con que Bernard resume los ejemplos precedentes puede
aleta caudal a los de una rama utilizada como espadilla. Las considerarse una definición anterior a la denominación: nse
críticas que Barthez3 hizo a esta explicación constituyen un cotejaron formas análogas e indujeron usos similares".
"modelo, de Ias objeciones, de inspiración vitalista, periódi- Sería exagerado, desde luego, atribuir a este empleo de
camente formuladas contra eI uso de modelos reduccionis- un modelo tecnológico sumario una eficacia heurística re-
tas en biología. Críticas que no impidieron a Mare/ y más Ievante. Para volver al descubrimiento de la circulación, la
recientemente a J. Grays retomar eI modelo de Borelli- comprensión de la función antirretrógrada de las váIvulas
Camper. de las venas sólo constituye uno de los argumentos de la te-
Este uso tosco del modelo tecnológito en biología es tan sis de Harvey, la confirmación de su tercera suposición.8 Pe-
espontáneo y tan implícito que, como lo hemos señalado, du- ro el uso sistemático, en los siglos XVII y XVI[, de referen-
rante mucho tiempo pasó inadvertido en el principio de la cias a mecanismos analógicos de órganos, bajo la inspira-
deducción anatómica. En un texto de 1868, Cournot revela- ción de la ciencia galileana y cartesiana, en una nueva ima-
ba que Harvey había advertido entre las válvulas de las ve- gen del mundo, no puede recibir el crédito de descubrimien-
nas y las válvulas mecánicas (en realidad, Harvey decía: de tos mucho más decisivos en biología. Tlas alcanzar rigor en
las puertas de las esclusas) una analogía tan clara que su sus principios, Ia mecánica apenas fue más fecunda en sus
inducción de la ley de circulación había sido irresistible. nEn aplicaciones analógicas. Apunto tal que los apologistas re-
ese caso Cournot-, la adecuación del órgano a la cientes de la eficacia heurística, en biología sobre todo en
-añadía
función es tan precisa que esta puede inferirse sin vacilar de -y
6
A. Cournot, Considérations sur la ntarche des idées et des éuénernents
1 J. A. Borelli, De motu anirnalium, Lugduni in Batavis [Leidenl: opzd dans les temps rnodernes, París: Boivin et Cie., 1934, t. I, pá9. 249 lConsi-
J. de Vine, C. Boutesteyn, D. a Gaesbeeck et P. Vander Aa, 1685, primera deraciones sobre la marcha de las id.eas y de los acontecímientos en los
parte, prop. CCKV. tiempos m.od,ernos, Madrid: Editora Nacional, 1942-L9471.
2 7 C. Bernard, tregons de physiologie expérimentale appliquée d la médc-
P. Camper, Cüuures qui ont pour objet I'histoíre naturelle, la physíologic
et l'anatomie comparée, París, año XI (1803), III, págs. 364-6. cine,París: J.-8. Bailliére et frls, 1856, t. II, pág. 6 ll*cciones de físiología
3 P.J. Barthez,Nouuelle
rnéchaníque d.es mouuem.ents de I'homrne et des experimzntal aplicada a la medicina,México: IPN/Subsecretaría de Ense-
animaux, Carcassonne: Imp. de P. Polére, año VI (1798), págs. L57-77. ñanza Técnica y Superior, 19641.
a E. Marcy, La tnachine 8 W. Harve¡ Erc itatio anatomica de motu cordis et sanguinis in anima-
animale, París: G. Bailliére, 1878, pág. 208.
5 J. Gray, How Animals Move,Londtes: Cambridge University Press, lió¿s, Francfort, 1628, pág. 56 IDel mouímiento del corazón y de la sangre
1953. en los animales, México: UNAM, 19651.

326 327
neurología-, de autómatas cibernéticos y modelos de feed- Flautista, Condorcet escribe: nAlgunos de esos hombres que
óocfr consideran como fruto de un entusiasmo sin interés se creen refinados porque son suspicaces y crédulos no
científico y como una actividad lúdica la construcción de veían en eI flautista más que un organillo, y consideraban
autómatas clásicos, es decir, sin órganos adaptativos de re- como una charlatanería los movimientos de los dedos que
troacción, capaces de simular comportamientos animales o imitaban los del hombre. Por fin, la Academia de Ciencias
gestos humanos en los límites de uno o de varios programas recibió el encargo de examinar al autómatay comprobó que
rígidos. Y, sin embargo, en un estudio muy original sobre la el mecanismo utilizado para provocar sonidos en la flauta
historia del biomecanismo,A. Doyon y L. Liaigre revelaron ejecutaba rigurosamente las mismas operaciones que un
la conexión, en eI siglo XVIII, entre la investigación médica flautista, y que eI mecánico había imitado alavez los efec-
y Ia construcción de aparatos mecánicos, nanatomías móvi- tos y los medios de la naturaleza con una exactitud y una
lss" e "figuras autómatas), según la expresión de Jacques perfección que los hombres más acostumbrados a los prodi-
Vaucanson.9 Los textos citados, tomados de Quesnay, Vau- gios del arte no habrían imaginado que podrían alcartzar-
canson y Le Cat, no permiten, en efecto, dudar de su desig- seo. No se discutirá en Condorcet, sin duda, una especie de
nio común de utilizar los recursos del automatismo como un intuición sobre las posibilidades ulteriores de construcción,
desvío o un ardid de intención teórica, con vistas a dilucidar, o meramente de concepción teórica, en materia de mecanis-
por reducción de lo desconocido a lo conocido y reproducción mos de información, distintas de los mecanismos energéti-
global de efectos análogos experimentalmente inteligibles, cos. Afirma, efectivamente, que el genio de un mecánico
los mecanismos de ciertas funciones fisiológicas. El animal- "consiste, ante todo, en imaginar y disponer en el espacio los
máquina cartesiano continuaba siendo del orden de lo ma- diferentes mecanismos que deben producir un efecto dado y
nifiesto, de la máquina de guerra frlosófica. No constituía el sirven para regular, distribuir y dirigir la fuerza motriz". Y
programa, el proyecto o eI plan de construcción de ningún agrega: nNo hay que considerar a un mecánico como un ar-
equivalente de función o estructura singulares. Al contra- tista que debe a la práctica sus talentos o sus éxitos. En me-
rio, la atención prestada por Vaucanson y Le Cat a la elabo- cánica se pueden inventar obras maestras sin haber hecho
ración de planos detallados para la consfrucción de simula- operar o actuar una sola máquina, así como pueden encon-
dores, así como el notorio éxito de los intentos del primero trarse métodos de calcular los movimientos de un astro que
de estos biomecánicos, deben autorizarnos a retrotraer al uno jamás ha visto".
siglo XVI[, por lo menos,la conciencia explícita de un méto- Este anuncio de una evolución probable de los modelos
do heurístico que echa mano, con eI nombre de nimitacióno, hacia una teoría matemática es el esquema de una historia
al recurso a modelos analógicos funcionales. En su *Éloge que es preciso bosquejar rápidamente. Desde hace unos
de Vaucanson,,,10 Condorcet comprendió perfectamente la veinte años ha llegado a ser un tanto trivial decir que la in-
diferencia entre una simulación de efectos, buscada con fi- vención del regulador de Watt proporcionó a los fisiólogos eI
nes de juego o de mistificación, y una reproducción de me- modelo inicial, aunque no premeütado, de un circuito de re-
dios se habla de construccíón de patterns- con vistas troacción entre un órgano efector y un órgano receptor. En
-hoy la inteligencia experimental de un mecanismo
a obtener realidad, para que se pudiera ver en eI üspositivo de Watt
biológico. Al referirse al primer autómata de Vaucanson, el un análogo del circuito reflejo era necesario que los progre-
sos de la ciencia eléctrica, a partir de las observaciones y
eA. Doyon y L. Liaigre, .Méthodologie comparée du biomécanisme et de experiencias de Galvani, hiciesen posible Ia exploración
la mécanique compatée",Dialectica,10,1956, págs. 292-335. (Tlas la redac.
metóüca de las propiedades del sistema nerwioso. Los mon-
ción de nuestro estudio, A. Doyon y L. Liaigre publicaron una importante tajes electrónicos recientemente promovidos a la dignidad
obra,Jacques Vaucanson, mécanicien de génie, París: PUF, 1966, cuyor de modelos de feedback de las funciones de los nervios y los
capítulos V, VI y VII retornan y desarrollan el contenido de aquel artículo,) centros nerviosos nacieron por epigénesis técnica, no de la
10 J.-A.-N. Condorcet,
"Éloge de Vaucansono, en liloges d,es acad,émi. máquina de vapor, sino de la pila y Ia bobina de inducción.
ciens, Brunswick y París: chez F. Viewes et Fuchs, 1799, t. III.

328 329
tación que se sirve de una hipótesis de ley funcional. La ex-
Las primeras etapas de la neurología positiva son una
perimentación es analítica y procede por variación discrimi-
suerte de réplica del descubrimiento de Ia circulación de la
natoria de condiciones determinantes, suponiendo Ia igual-
sangre.ll El descubrimiento de Galvani y la invención de i

dad de todo lo restante. El método del modeio permite com-


Volta fundaban la analogía del nerwio con un conductor de
parar totalidades imposibles de descomponer. Ahora bien,
corriente fluida. Incluso el enor de Galvani con respecto a
en biología, la descomposición no es tanto una partición co-
Ia existencia de electricidad animal se explica por la necesi-
mo una liberación de totalidades, de escala más pequeña
dad analógica de encontrar en el organismo una fuente de
que la totalidad inicial. En esta ciencia, el uso de modelos
corriente. La ley de Bell-Magenüe y la üstribución de las
puede pasar legítimamente por más <natural" que en otros
funciones del nervio raquídeo asignaban a la propagación
casos.
de la corriente intranerviosa un sentido centrípeto y un
sentido centrífugo. El concepto de acción refleja (Marshall Antes de la era de la cibernética se podía creer en Ia ina-
Hall, 1832; J. Müller, f833) y el esquema de arco reflejo (R. decuación de los modelos mecánicos a los sistemas biológi-
cos, caracterizados por su totalidad y su autorregulación in-
Wagner, 1844) proporcionaron los elementos de un sistema
terna.13 Esta oposición parece hoy superada y L. von Berta-
funcional y ya no exclusivamente morfológ¡co.rz Mientras
la electricidad se convertía, con Ampére y Faraday, en una lanffr puede sostener, al contrario, que el método de los mo-
delos es aplicable al estudio de los organismos porque estos
ciencia de campos dinámicos y corrientes, las experiencias
y las polémicas de los fisiólogos (Du Bois-Reymond contra representan las propiedades generales de un sistema.l4 Co-
Matteucci) llevaban a renunciar a la idea de la pasividad del mo es sabido, Von Bertalanffy imporbó a su teoría general de
nervio en la conducción del influjo y a poner de manifiesto los sistemas Ia distinción hecha por los anatomistas compa-
que su actividad está acompañada de una producción de ratistas, en eI siglo XD! entre las analogías y las homolo-
electricidad. En esas conüciones, se hacíahabitual el recur- gías, es decir, entre similitudes aparentes y corresponden-
so a modelos eléctricos en neurología. Y con este ejemplo se cias funcionales propiamente análogas, en eI sentido mate-
comprenden las razones por las cuales una investigación mático del término. Según este vocabulario, la elaboración
tiende a utilizar modelos. Por una parte, el fluido nervioso de modelos conceptuales y la posibilidad de transferencias
se supone y no se percibe, como sí ocurrre con la sangre; por de leyes estructuralmente semejantes fuera del dominio ini-
Io tanto, es necesario un modelo como sustituto de represen- cial de su verificación se apoya sobre la homología.
tación. Por otra, la corriente eléctrica se empleó al comienzo Por ese rodeo se advierte, quízá, que la construcción de
en eI transporte de mensajes, y no de energía, y la prioridad modelos eléctricos (físico-químicos) en fisiología nerviosa
de esa aplicación contribuyó en no pequeña medida a la po- constituye eI intermediario histórico y lógico, a Ia vez, entre
pularidad del modelo eléctrico en neurología. Por último, el modelo mecánico, reproductor de patterns y no mero si-
antes del establecimiento y Ia consolidación de la teoría ce- mulador de efectos, y el modelo de tipo matemático o lógico.
lular, la neurofisiología no puede ser una fisiología de ele- El mismo espíritu de Ia fisica matemática, educado poco a
poco por una nueva conciencia de matemático
mentos y sóIo es capaz de considerar la totalidad de un apa-
rato; por ende, se recurre a un modelo para la investigación
-la concien-
cia de las estructuras-, encontró una vía de acceso a la bio-
de un fenómeno cuya complejidad no puede reducirse. Iogía gracias a los trabajos de Maxwell sobre el electromag-
Aquí reside la diferencia de jurisdicción y validez entre netismo. En la matemática moderna, construir un modelo
eI método de los modelos y el método clásico de experimen-
13 L. Asher,
"Modellen und biologische Systeme,, Scientia,55, 1934,
11
K. E. Rothschuh, "Aus der Frühzeit der Elektrobiolog¡e",Elektromz. págs. 418-21.
14 L.
dizin, 4, 1959, págs. 201-t7. von Bertalanffy, Problems of Life,Londres: Watts, 1952, y "lVtede¡¡
12 G.
Canguilh em, La formation du concept de réflexe aux XVIF et ){VIIF concepts on biological adaptation", en C. McC. Brooks y P. Cranefield
siécles, París: PUF, 1955, capítulo 7 lla formación d.el concepto de reflejo Gds.), The Historical Deuelopment of Physiological Thoughl, Nueva York:
en los síglos WII y XVIil, Barcelona: Avance, 19751. Hafner, 1959, págs. 265-86.

330 331
es traducir una teoría en el lenguaje de otra, poner en co- efecto es la reducción de lo orgrínico a su análogo mecánico,
rrespondencia térrriinos y conservar las relaciones. Esto im- físico o químico? A despecho de su matematización más
plica el isomorfismo de las teorías. En la fisica matemática, elevada, los modelos cibernéticos no parecen estar siempre
tal como se estableció con los trabajos de Joseph Fourier, las al abrigo de ese accidente. La actitud mágica de simulación
teorías matemáticas se toman como objeto de estudio, del es pers-istentemente rebelde a los exorcismos de Ia ciencia'
cual surgen analogías en terrenos experimentales ¿ priori Es cierto que el modelo delfeedbach' por ejemplo' se re-
sin relación. Esas analogías aportan la prueba de la poliva- veló fecundo para la exploración y explicación de las funcio-
lencia de las teorías matemáticas con respecto a lo real. Pa- nes orgrínicu, d" tto*"óstasis y adaptación activa'l? Puede
ra retomar los ejemplos que habían sorprendido a Fourier, p"rrtui.", sin embargo, que no representa verdaderamente
la propagación del calor, el movimiento de las ondas y la vi- Ll p"o""ro de las regulaciones nerviosas' Como señaló Couf-
bración de las láminas elásticas son inteligibles por medio fignal, cuando llamamos feedbach a las partes del sistema
de ecuaciones matemáticamente idénticas.l5 Empero, en fi- nérvioso para el cual el modo mecánico de ajuste sirve de
sica matemática, la construcción de un modelo en un domi- modelo, pu""."*ot dar a entender que losfeedbachs orgáni-
nio de fenómenos para la inteligencia de fenómenos de otro cos forman parte de la misma clase de objetos quelos feed-
dominio no otorga en modo alguno un carácter privilegiado bachs mecárúcos.18 De hecho, mediante la comparación he-
al dominio escogido como referencia de inteligibilidad. La mos creado una nueva clase de objetos cuya definición sólo
elección de los fenómenos de referencia analógica responde puede rescatar los caracteres operativos comunes a los ór-
únicamente a una de las dos exigencias siguientes: o bien el guoot de regulación y los dispositivos mecánicos de ajuste'
conocimiento de esos fenómenos ya ha llegado al estadio de Én ohas palabras,la utilización de un objeto como modelo
la teoría, o bien estos se prestan con mayor facilidad a la in- lo transforma en cuanto objeto, por la conciencia explícita
vestigación experimental. La realización concreta de un de las analogías con el objeto indeterminado al que sirve de
modelo no aspira, en ningún caso, al valor de una represen- modelo. Un modelo sólo revela su fecundidad en su propio
tación figurativa de los fenómenos cuya explicación tiende a empobrecimiento. Debe perder su originalidad específica
permitir ese modelo. Maxwell decía que'la analogía ffsica, para entrar con su correspondiente en una nueva generali-
sobre la base de una similitud parcial entre leyes, sirve a los áad. Cuando una máquina cualquiera se convierte en un
fi¡res de ilustraranaciencia mediante otra.16 Ilustración no modelo valedero para una función orgánica, no es ella en srr
es figuración. totalidad la que putu serlo, sino únicamente elpattern de
"
sus operaciones tal como puede exponerse en lenguaje ma-
Ahora bien, en biología parece más dificil que en fisica
resistirse a la tentación de conferir a un modelo u¡r valor de temftico. Aquí se pone de manifiesto la gran diferencia en-
representación. Acaso no sea sólo el vulgarizador científico tre el método d" lot modelos en fisica y ese mismo método en
quien tiende a olvidar que un modelo no es otra cosa que su biología. Esa üferencia consiste en que no se puede -por el
función. Y esa función consiste en asignar su tipo de meca- moménto, al menos- hablar de una biología matemática
nismo a un objeto diferente, sin imponerse pese a ello como en eI sentido en que' como hemos visto, se habla desde hace
canon. Pero, ¿no sucedió a veces que los modelos analógicos mucho de una fisica matemática. En física, el uso de un mo-
del bióIogo gozaron de una valorización inconsciente cuyo delo ejemplo, un flujo de electricidad en una placa me-
-por
tálica c-omo unálogo de un fenómeno hidrodinámico de velo-
15
J, Fourier, "Théorie analytique de la chaleur,,,en(Euures, edición esta-
cidades horizontales- supone la posibilidad de utilizar los
blecida por G. Darboux, París: Gauthier-Villars, 1888, t. I,pág. t3lTeoría
analítica del calor, Madrid: Escuela Técnica Superior de Arquitectura, 17
A. Rosenblueth, N. Wiener y J. Bigelow, "Behavior, purpose and tele-
Universidad Politécnica de Madrid, 19921. ologyn,PhíIosophyofScience,l0,1943,págs'18-24'Artículotraducidoal
16 J.
Clerk Maxwell, "9¡ Faraday's lines of force,, en The Scientific Pa- fral".át por Jácques Piquemal enLes lítudes Philosophiques, 2, 1961'
págs. 147-56.
pers, Cambridge University Press, 1890, t. I, pág. 156 [Escri¿os científicos, '
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 19981. r"e
L. Coufftgrral,.La mécanique comparée,,Thalés,7' 1951' págs' 9-36'

333
332
resultados de mediciones efectuadas sobre el fenómeno rea- un hecho hasta ahora indiscutido:23 la estructura de las má-
lizado in concreto para la descripción y la previsión de Ia quinas naturales (organismos) es tal que las fallas del fun-
marcha del fenómeno indeterminado. Lo que garantiza la cionamiento no afectan su apariencia general. Ciertas fun-
validez de esa transferencia de resultados métricos es la co- ciones de regeneración o, en su defecto, de sustitución com-
rrespondencia, establecida por un estudio matemático ex- pensan la destrucción o Ia avería de algunos elementos.
preso, entre las leyes generales de distintos órdenes de fenó- Una lesión del organismo no suprime necesariamente su
menos.l9 En biología esto no existe. Es cierto que hay una plasticidad. No ocurre Io mismo en las máquinas.
biología aritmética o geométrica que es bastante antigua y Podemos preguntarnos, entonces, si el uso de modelos
una biología estadística más reciente, pero apenas cabe eléctricos y electrónicos en biología representa, en el plano
hablar de una biología algebraica. Esa es la profunda razón de la lógica heurística, del ors inuenicrudi, una mutación tan
lógica del papel específico de los modelos en la investigación radical como parece serlo, en el plano de la tecnología, la
biológica. Estos sólo conducen al establecimiento de corres- construcción de esas máquinas. En la experimentación ana-
pondencias analógicas en el nivel de objetos, estructuras o lítica de tipo clásico, una de las condiciones favorables para
funciones, concretamente designados. No logran acoplar las el descubrimiento radica, como es sabido, en el desfase en-
leyes generales de dos dominios de fenómenos puestos en tre los resultados de la construcción basada en la hipótesis y
relación. Será así, sin duda, mientras la matemática de la los datos de la observación. Una buena hipótesis no siempre
biología esté más emparentada con un formulario de ingenie- es la que conduce rápidamente a su confirmación y permite
ro que con teorías como las de un Riemann o un Hamilton. de inmediato incluir Ia descripción de un fenómeno en un
En consecuencia, la epistemología biológica debe asig- esquema explicativo, sino la que obliga al investigador, de-
nar la mayor importancia a las recomendaciones de pruden- bido a una discrepancia imprevista entre la explicación y la
cia que los biólogos se dirigen unos a otros en su comunidad descripción, ya a corregir esta última, ya a reestructurar el
de trabajo. La observación de Adrian no vale únicamente esquema de explicación. ¿No puede decirse, de manera si-
para el tipo de investigaciones al que apunta: ,.What we ca.n milar, que en biología los modelos con mayores posibilida-
learn from the machines is how our brainlnust dffir frorn des de ser Ios mejores son aquellos que frenan nuestra pre-
them!,, [<¡Lo que podemos aprender de las máquinas es có- cipitación latente a la asimilación de lo orgánico a su mode-
mo debe nuestro cerebro diferenciarse de ellas!,l.20lfn es- lo? Un mal modelo, en la historia de una ciencia, es Io que Ia
tudio posterior de Elsasser llegó a conclusiones paralelas: imaginación valonza como buen modelo. La imaginación se
un organismo no cumple de manera espontánea ninguna de inclina a creer que construir un modelo es adoptar un voca-
I
Ias condiciones de estabilidad requeridas para el funciona- bulario para obtener una identificación de dos objetos.
I miento correcto de una máquina electrónica, en la cual nun- Cuando se hubo denominado omembrana" al lÍmite celular,
ca puede aparecer un incremento de información.2l En su las leyes de la ósmosis y la fabricación del tabique semiper-
teoría general de los autómatas,22 Von Neumann destacó meable parecieron proporcionar un lenguaje y un modelo.
El biólogo, por el contrario, tiene en apariencia mucho inte-
19 Suzanne Bachelard, La conscience de Ia rationalíté. litude phénon7é. rés en recordar la lección del fisico matemático: lo que debe
nologíque sur la physique mathématique, París: PUB 1958, capítulo 8. exigirse a un modelo es r¡na sintaxis para construir un dis-
20 E.-D. Adrian, en Proc.
Roy. Soc. 8., L42,1954, págs. 1-8, citado por curso transferible pero original.
J.-B.-S. Haldane, "Aspects physico-chimiques des instincts", en J. M.
l
Autori eü al., L'instinct d,ans le comporlenxent des animaux et de I'hotnmc,
París: Masson, 1956, pág. 551. mataso, en Zenon W. Pylyshyn (ed..), Perspectiuas de la reuolucíón de los
21 W. M. Elsasser, The Physical computadore s, Madrid: Alianza, Lg7 51.
Foundation of Bíotogy, Londres: Perga.
23 A. Liapounov,
mon Press, 1958. "Machines á calcul électroniques et systéme nerveux>,
22 J. von en "Problémes de la cybernétique étudiés aux séminaires de philosophie
Neumann, "The general and logical theory of automata,, en
L, A. Jeffress (ed,.), Cerebral Mechanisms in Behauior, Nueva York y de I'Académie des Sciences de I'U.R.S.S.", Voprosy filosofii, 1, 1961, págs.
Londres: Wile¡ 1951-, págs. 1-41 [uTeoría general y lógica de los autó. 150-7.

334 335
AI decir que la extensión del método de los modelos no eléctrico, que combina bateía y condensador de salida, ca-
constituye lalvez una revolución en la heurística biológica, paz de restituir el equivalente de las dieciocho propiedades
queremos decir, simplemente, que los criterios de validez de del nervio y las sinapsis. Con este ejemplo vemos que la su-
una investigación basada en un modelo se ajustan al esque- cesión de modelos, para un mismo objeto de investigación,
ma de la relación dialéctica entre Ia experiencia y su inter- obedece a la norma de sustitución dialéctica de las teorÍas y
pretación. Lo que vaüda una teoría son las posibilidades de la obligación de que una teoúa dé razón, alavez, de todos
extrapolación y anticipación que ella permite en direcciones los hechos que la teoría antecedente explicaba y de aquellos
que la experiencia, mantenida a ras de sí misma, no habría que eran rebeldes a lajurisdicción de sus principios. En
indicado. De igual manera, los modelos se juzgan y se des- cuanto aI material puesto técnicamente en juego en el mo-
plazan unos a otros por su mayor amplitud respectiva en delo mismo, se Io elige por su papel en un momento dado, y
cuanto a las propiedades que permiten encontrar en el obje- no por su naturaleza intrínseca. No por su mayor eficacia,
to problemático, y también por su mayor aptitud respectiva dice Grey Walter, el modelo eléctrico del nervio prueba que
para descubrir en éI propiedades hasta entonces inadverti- la actividad del nervio sea de naturaleza eléctrica. Desde el
das. EI modelo, diríamos, profetiza. Pero las teorías mate- punto de vista de la teoría, el modelo no es otra cosa que el
máticas en ffsica también Io hacen. equivalente de una serie de expresiones matemáticas. Esta
No le discutiremos a Grey Walter la importancia de los última afirmación nos parece muyimportante, pues es lícito
resultados obtenidos, en el estudio de las funciones superio- ver en ella una prenda del futuro, y no un balance del pasa-
res del cerebro y el aprendizaje, por la construcción de mo- do. El método de los modelos hará unaverdadera revolución
delos funcionales, sin pretensiones de imitar estructuras en biología cuando, sin equívoco alguno, el biólogo tome de
elementales. Sin embargo, a pesar de un humor discreto otras ciencias no tanto modelos en cuanto figuras sino mo-
contra los patterns de experimentación recomendados por delos en cuanto ejemplos o vehículos indiferentes, en sí mis-
Claude Bernard, Walter, al fijar las reglas de un uso legíti- mos, a las estructuras matemáticas que unifican su dispari-
mo de los modelos, reencuentra apenas transpuestos los dad fenoménica. El modelo ya no será entonces el montaje
criterios clásicos de la crítica experimeretal.2a Es lícito estu- electrónico como tal, sino la función común a tales y cuales
diar el modelo de un proceso indeterminado, con tres condi- montajes, electrónicos, termodinámicos, químicos (función
ciones: deben conocerse algunas características del fenóme- de rectificador, de válvula, etc.).25 Esto supone, como ya he-
no (la indeterminación no puede ser total); para reproducir mos dicho, la constitución de una biología matemática, lo
lo que se conoce del fenómeno, el modelo sólo debe incluir los cual no quiere decir necesariamente una biología analítica,
elementos operativos estrictamente necesarios, y el modelo sino una biología en Ia que estructuras no cuantitativas, co-
debe reproducir más que lo conocido en un inicio, aI margen mo las de la topología, por ejemplo, permitan no sóIo descri-
de que este conocimiento enriquecido se haya previsto o no. bir sino también teorizar los fenómenos.
Para ilustrar estas reglas, eI ejemplo escogido es el de los
modelos del nervio: excelente ejemplo, que permite seguir Ia En conjunto y en resumen, eI uso de los modelos en biolo-
asimilación sucesiva del nervio a un conductor eléctrico pa- gía reveló ser más fecundo para el estudio de las funciones
sivo no aislado (cable submarino); luego, a un montaje elec- que en lo referido al conocimiento de las estructuras y su re-
troquímico (nervio artificial de Lillie, 1920-L922) que simu- lación con las funciones. Fue posible estudiar analogías de
la la propagación de un impulso y el establecimiento de un desempeños de conjunto entre modelos y órganos, sin ga-
período refractario, y, por último, a un modelo de circuito rantía de analogías de los elementos de constitución y de las
funciones elementales. IJna vez integradas las redes ner-
2a Grey W. Walter,
viosas (neural nets) como medio de análisis matemático de
Le cerueau uluonú, Neuchátel y París: Delachaux et
Niestlé, 1954, Apéndice A, págs. 205-9 lEl cerebro uiuiente, México: Fondo
25 W. M. Elsasser, Thc Physical Foundation of Bíology, op. cit. , capÍtulo 1.
de Cultura Económica, 19811.

336 337
las propiedades de la neurona, se creyó acaso que se había tecnología revolucionaria. Pero sería muy injusto olvidar los
propuesto un modelo del relevo neuronal. Sin embargo, el progresos que la biología hizo ayer gracias a métodos de
neurofisiólogo no reconoció en ese modelo la independencia análisis experimental; olvidar, por ejemplo, que científicos
relativa de las funciones del cerebro con respecto a la inte- como Sherrington y Pavlov no trabajaron construyendo mo-
gridad de su estructura.26 Por una parte, las células nervio- delos.l para terminar, ¿no es paradójico señalar que el des-
sas no son relevos intercambiables; por otra, su destrucción cubrimiento del reflejo miotático, hecho por Sherringbon y
parcial no entraña necesariamente la pérdida de la función Liddell enL924, proporcionó, de Ia manera más clásica, un
global. argumento de peso a aquellos que, desde entonces, no saben
En esas condiciones, es legítimo preguntarse si eI con- estudiar una función orgánica de regulación sin tratar de
cepto de modelo, para el cual fue cadavez más dificil propo- construir un modelo de servocontrol?
ner una definición unívoca,27 no conservó algunas huellas
de la ambigüedad de la intención inicial a Ia que responde.
Al comienzo de estas reflexiones señalamos que cierta es-
tructura tecnológica y pragmática de la percepción humana
en materia de objetos orgrinicos expresaba la condición del
hombre, organismo fabricante de máquinas. Acabamos de
esbozar las etapas en cuyo transcurso una tendencia inge-
nua a la asimilación entre organismos y máquinas perdió Io
que esa ingenuidad podía tener de mágico o pueril Pero
acaso una ingenuidad más radical, una actitud de la con-
ciencia, científica o no, ante la vida, inspira en lo fundamen-
tal nuevos intentos con vistas a exponer en un modelo tales
o cuales causalidades orgánicas.
Durante mucho tiempo, el modelo tuvoa lavez algo del
tipo y de la maqueta, de la norma de representación y del
cambio de escala de magnitud. Hoy nos parece que el mode-
lo explicativo, réplica integral, ya sea concreta o lógica, de
las propiedades estructurales y funcionales del objeto bioló-
gico, quedó relegado al rango de un mito. Por el lado de la
función, el modelo tiende a presentarse como un simple si-
mulador que reproduce un desempeño, pero con medios que
le son propios. Por el lado de la estructura, puede presentar-
se a lo sumo como un análogo, nunca como un doble. En con-
secuencia, el método de los modelos en biología, sean ellos
mecánicos o lógicos, se apoya en la analogía. En todos los ca-
sos, sólo hay analogía valedera dentro de una teoría.
A Ia espera de promover mañana una heurística revolu-
cionaria, el modelo biológico utiliza hoy los recursos de una

26 A. Fessard, "Points de contact entre neurophysiologie et cyberné-


tique", Structure et Evolutíons des Techniques, 5(35-36), 1953, págs. 25-33.
27 J. W. L. Beament (ed .), Models and Analogues in Bíology,
Cambridge:
Cambridge University Press, 1960.

338 339
6. Et todo y la parte en el pensamiento faber enlaempresa universal de organización de la materia
por Ia vida. Un texto de Leibniz en los Nueuo s ensayos Io tes-
biológico* timonia y nos conduce directamente a nuestro problema.
Filatetes señala que muchos hombres se considerarían
ofendidos si se Ies preguntara qué entienden cuando hablan
delauida, y pese a ello su idea es tan vaga que no saben de-
cidir si la planta preformada en la semilla, el huevo de galli-
na no empollado y el hombre víctima de un síncope tienen o
no vida. A lo cual TeófiIo responde: "Creo haberme explaya-
En su Tlaité de psychologie animale,Buytendijk escribe: do lo suficiente sobre lanoción de la vida que siempre debe
"En principio, los organismos se nos manifiestan, durante estar acompañada de percepción en el alma; de otro modo
el primer contacto elemental, como fodos: unidades totali- no será sino una apariencia, como la vida que los salvajes de
zantes, formadas, crecientes, móviles y autorreproductoras, América atribuían a los relojes o la asignada a las marione-
y en relación cornprensible con su medioo.l Muestra a conti- tas por los magistrados que las creían animadas por demo-
nuación que, por un lado, esas unidades presentan afinida- nios, cuando quisieron castigar como hechicero a aquel que
des y parentescos y son por ello partes de conjuntos más o presentó por primera vez ese espectáculo en su ciudadr.2
menos grandes o restringidos; por el otro, que eI análisis de Para retomar los términos empleados por Buytendijk, la
los organismos descubre en ellos elementos estructurales o distinción entre las totalidades dadas, reales y naturales
funciones distintas. Y el autor se pregunta entonces cómo se por una parte, y las totalidades inferidas, nominales y arti-
puede determinar, en esa aprehensión del objeto biológico, ficiales por otra, no es oúginaria sino adquirida. Esta adqui-
qué es lo dado o lo inferido,lo real o lo nominal,lo natural o sición no es tan definitiva como para no tolerar, si no confu-
lo artificial. ¿Qué pasa, por ejemplo, con la forma y la fun- siones, sí al menos tentativas de asimilación. La historia de
ción, el todo y la parte? esta discriminación comienza con Aristóteles.
Nos ocuparemos exclusivamente de e'sta última cuestión "Se entiende
por todo --diceAristóteles- aquello que no
sin pretender agotar su examen, que abordaremos a través carece de ninguna de las partes que habitualmente se consi-
de la epistemología y la historia, con el pesar de no poder de- deran constituyentes de un todo. También es 1o que contiene
cir, en el terreno de la metafísica, nada mejor que lo que los componentes de tal suerte que forman una unidad. Esta
otros ya han dicho tan bien. unidad es de dos clases: o bien en cuanto cada uno de los
componentes es una unidad, o bien en cuanto de su conjunto
Nos sentiúamos bastante inclinados a pensar que elIIo- resulta la unidad (. . .) De estas últimas clases de todos, los
mo faber, en cuanto faber, distingue con facilidad entre las entes naturales lo son más verdaderamente que los entes
estructuras técnicas, dependientes de un constructor, un arbificiales (. . .) Por añadidura, entre las cantidades que tie-
inspector y un reparador, y las estructuras orgánicas auto- nen un comienzo, un medio y un fi.n, aquellas en las cuales
constitutivas y autocontroladas, entre objetos que son for- la posición de las partes es indiferente se denominan un to-
mas para quien los percibe tal como fueron concebidos y en- tal [ndv], y las otras, un todo [ó].ov1".3 Esta definición de la
tes forjados por su formación espontánea.l sin embargo, es totalidad por la completitud, Ia unificación de la suma, el or-
un hecho de la cultura que sólo el Homo sapiens toma con- den de las partes, implicala definición del truncamiento yla
ciencia de la ruptura producida por las técnicas del Homo
2 G. \ry. Leibniz, Nouueaux essois sur I'entendement humain,París:
* Título original: oT,e tout et la partie dans Hachette, 1930, libro III, capítulo 10, $ 22 lNueuos ensayos sobre el enten-
la pensée biologique". Extraí-
do de la revísta Les litudes Philosophiques,2I(l), enero-marzo de 1966. dimiento hurnano, Madrid: Alianza, 19921.
1 F. 3 Aristóteles, Métaphysique, a, 26, traducción de Tlicot, París: J. Vrin,
J. J. Buytendijk, Tlaité d.e psychologie animale, parís: pUF, 1g82,
págs. 44-5. 1933, I, págs. 214-5 lMetafísica, Madrid: Gredos, 20001.

340 341
mutilación: .Truncada, mutilada, se dice de las cantidades al orden en el cual se obtiene. No es una totalidad nominal,
pero no de cualquiera de ellas: no sólo es preciso que sean para hablar como Buytendijk, percibida y concebida por
divisibles sino que formen un todo. No hay mutilación para una conciencia espectadora. La totalidad de Io viviente es
las cosas en las cuales Ia posición de las partes es indiferen- una esencia. Es un concreto de origen que se cumple por sí
te, como el agua o el fuego; para que la haya es necesario mismo, y no una yuxtaposición que se propone a una con-
que sean de tal naturaleza que la posición de las partes obe- ciencia para que esta la termine. Los textos mencionados se
dezca a la esencia (. . .) Además, Ia privación de una parte invocaron en apoyo de una concepción del organismo a la
cualquiera no mutila las cosas que son todos (. . .) Un hom- manera de Hans Driesch, para quien la equipotencialidad
bre no queda mutilado si ha perdido parte de la piel o eI ba- embrionaria en las primeras etapas del desa-
zo, sino únicamente si pierde alguna extremidad, mas no -garantía,
rrollo del huevo, de la regulación y la normalización de todas
cualquiera; es preciso que esa extremidad, unavez cercena- las disociaciones o asociaciones extraordinarias de partes
da, jamás pueda reproducirse,.4 La mutilación, en conse- presuntas- es la expresión del predominio inicial de la
cuencia, se propone como la confirmación negativa de la totalidad y, por lo tanto, de su presencia ontológica. Sin em-
totalidad del todo. Hay todos que, privados de una parte, Ia bargo, Ios textos de Aristóteles no respaldan esa asimila-
regeneran. Es bastante conocida la importancia científica y ción, pues contienen, por otro lado, una definición rígida y
filosófica de que gozarorr, en el siglo XVI[, las observacio- estricta de la totalidad orgrínica. El todo orgánico no es indi-
nes y experiencias de Abraham Tlembley sobre la regene- ferente a la disposición de las partes. EnAristóteles, la frna-
ración de la hidra de agua dulce, y se sabe cuántas transfor- lidad orgánica es una finalidad de un tipo técnico muy espe-
maciones conceptuales produjo este descubrimiento de cializado, una finalidad estrictamente sometida a la dispo-
partes vivientes capaces de todo. En cuanto a la mutilación, sición estructural. Como prueba, el célebre pasaje delaPolí-
privación definitiva, es en cierto modo la parte punteada de tica: rrLa naturaleza no procede de manera mezquina como
Ia totalidad orgánica, la laguna significante de la plenitud Ios cuchilleros de Delfos, cuyos cuchillos sirven para diver-
morfológica, nunca tan sensible como cuando sólo se indica sos usos, sino parte por parte; el más perfecto de sus instru-
parcialmente. Pero, al decir nsensible",'ino hacemos de la mentos no es el que sirve paravarios trabajos, sino para uno
falta ---en este caso, Ia pérdida por ablación o dislocación- solo,.5 Ahora bien, el estado que el embriólogo de nuestros
el recuerdo, para una conciencia, de una totalidad abolida? días llama "determinación y diferenciación de los territorios
A esta objeción responde ya la condición aristotélica: es pre- embrionarios) sucede a una fase inicial de indeterminación
ciso que la posición de las partes obedezca a la esencia. Igno- y equipotencialidad durante la cual aquel puede ----en igual-
rarnos si en el caracol o la salamandra hay conciencia de la dad de las restantes cosas- suponer un destino, es decir, un
regeneración como exigencia de la forma en cuanto todo. Sa- devenir, pero el embrión no está predestinado a otra cosa
bemos, en todo caso, que en el hombre existe una conciencia que el termino de un desarrollo específico, cualquiera que
del miembro fantasma, y nos preguntamos si no será, para sea el estado inicial. Aristóteles jamás concibió nada de eso.
hablar en los términos del señor Raymond Ruyer, más pri- Por paradójica que, en definitiva, pueda parecer nuestra
maria que secundaria, es decir, más biológica que psíquica. tesis, se apoya en el hecho indiscutido de que Aristóteles
Hemos citado de manera bastante extensa dos textos de imagina el organismo como una convergencia de órganos-
Aristóteles con la intención de precisar su alcance con exac- herramientas rigurosamente especializados, esto es, dife-
titud. Por un lado, contienen una definición de lo viviente renciados, en virtud del principio general de que no cual-
como ser finalizado y unificado por la forma y la función, or- quier materia puede ser informada por cualquier forma. No
ganizado por subordinación de las partes al todo. La totali- hay proposición menos ajustada al pensamiento de Aristó-
dad de lo viviente no es una totalidad de suma, indiferente
5Aristóteles, Politique,París: PUF, 1950, Iibro I, capÍtulo I,9 5 lPolítica,
4 lbid., págs.216-7. Madrid: Alianza, 19931.

342 343
-t

teles que Ia afirmación de la polivalencia orgánica y la per- Es muy posible que, en lo concerniente a los principios de
mutabilidad de las partes en un todo viviente. La biología sus respectivas teorías de la vida, el aristotelismo y el carte-
aristotélica es una tecnología general. Es una de las formas, sianismo se hayan opuesto con demasiada ligereza. Sin
la primera, de esas biologías que Buytendijk denomina ro. duda, no podría reducirse Ia distancia que separa a una ex-
cionales o explicatiuas, por oposición a las biologías idealis- plicación del movimiento animal por el deseo de una expli-
tas o comprensiuas. Coincidimos con él en que sería más cación mecanicista del deseo animal. La revolución provoca-
adecuado designar como (tecnológica" la concepción meca- da en la ciencia de la naturaleza por el enunciado de los
nicista de la vida, pero nos vemos obligados a precisar que principios de inercia y conservación de la cantidad de mo-
tecnológico es el género lógico del cual mecanlclsfo es una vimiento es irreversible. La teoría y eI uso de las máquinas
especie; el otro es organológico. de restitución diferida de energía acumulada permiten a
En nuestra opinión, Aristóteles elevó a la categoría de Descartes refutar la concepción aristotélica de las relacio-
concepción general de la vida una clase de estructura de la nes entre la naturalezay el arte. Pero, aun considerando
percepción humana de los organismos animales, estructura este aspecto, lo cierto es que eI uso de un modelo mecánico
a la cual podría reconocerse la jerarquía de un a priod cul- de lo viviente impone la idea de que las partes de un orga-
tural. El vocabulario de Ia anatomía animal, en la ciencia nismo lo componen según un orden necesario e invariable.
occidental, abunda en denominaciones de órganos, vísceras, Ese orden es el de una fábrica. Al hablar del Mundo
segmentos o regiones del organismo que expresan metáfo- decir, del f/ombre- en Ia quinta parte del Discurso del -es
mé-
ras o analogías tecnológicas.o El estudio de la formación yla todo, qae no publicó, Descartes dice: "En ella había mostra-
fijación delvocabulario anatómico, de origen griego, hebreo, do cuál debe ser la flíbrica de los nervios y músculos del
latino y árabe, revela que la experiencia técnica comunica cuerpo humano para hacer que los espíritus animales de su
sus nonnas operativas a la percepción de las formas orgáni- interior tengan la fuerza de mover sus miembros", y más
cas.7 Esto explica la ligazón original de la anatomía y la fi- adelante, con respecto a las acciones de los animales: "La
siología, la subordinación de esta a aquella, la tradición ga- naturaleza actúa en ellos según la disposición de sus órga-
lénica de la fisiología como ciencia de u&t partium y la defi- nos". Fábrica y disposición son conceptos tecnológicos antes
nición de la ciencia de las funciones como anatomia anima- de ser anatómicos. Descartes, lector de Vesalio, toma de este
ta por Harvey, hasta Haller y más allá de é1. Claude Ber- eI concepto, además bastante üfundido en los siglos XVI y
nard criticó firmemente esta concepción, con más energÍa XVII, humani. La referencia a los escri-
de /oóri.ca corporis
oratoria, por lo demás, que consecuencias en la aplicación. tos de Vesalio sucede, en una carta a Mersenne,g a esta afir-
En síntesis, sostenemos que mientras se tomen de la tec- mación de principio: nl,a enorme cantidad y el orden de los
nología los modelos explicativos de las funciones del orga- nervios, las venas, los huesos y las demás partes de un ani-
nismo, las partes del todo se asimilarán a herramientas y mal no muestran que la Naturaleza sea insuficiente para
piezas de máquinas.8 Las parbes se conciben racionalmente formarlos, con la condición de suponer que esta Naturaleza
como meüos de Ia finalidad del todo, mientras que este ee actúa en todo de conformidad con las leyes exactas de las me-
entonces, en cuanto estructura estática, el producto de la cánicas, y que Dios le ha impuesto esas leyeso. Esta alusión a
composición de las partes. Dios como fundamento de un mecanismo, en apariencia ex-
clusiva de toda teleología vital, justifica la humorada del se-
6 Cf. los términ os troclea, polea,
tiroid,es, escafoides, martillo, sc,co, acue.
ñor Ra¡rmond Ruyer, quien dice que, cuanto más se asimila
ducto, trompa, tórax, tibia, tejido, célula, etcétera. el organismo a un autómata, más se asimila a Dios a un in-
7 Cf. el artículo anterior de este volumen, geniero italiano.
"Modelos y analogías en ol
descubrimiento en biología", pá9,. 324.
8Aristóteles explica la flexión y la extensión de los miembros por analoglt
9 R. Descartes, carta del 20 de febrero de 1639, en(Euures, edición es-
con el funcionamiento de una catapulta. Cf. De motu animalium, T}lb, g
lMouimiento de Ins animnlcs, Madrid: Gredos, 20001. tablecida por C. Adam y P. Tannery, París: Cerf, 1897-1908, t. II, pág. 525.

344 345
Por otro lado, Descartes se vio forzado aI menos dos ve- Esa concepción recién fue seriamente rechazada duran-
ces a hacer una especie de concesión al espíritu del aristote- te la primera mitad del siglo XD( por la llegada a la etapa
lismo cuando, para explicar la unión del alma sin partes expeimental de dos disciplinas fundamentales que se es-
contrario de la teoía aristotéIica- con un cuerpo ex- foüaban por alcanzar la autonomía de sus métodos y la es-
-al
tenso y diüsible, debió otorgar al cuerpo humano la natu- pecificidai de sus conceptos: la embriología y la fisiología' y
ralezade un todo, en eI sentido aristotélico de 61"ov.10 Esta simultáneamente por el cambio de escala de las estructuras
por la
noción de totalidad orgrínica constituyó el objeto de un eru- orgrinicas estudiaáas por los morfologistas, es decir'
dito análisis de M. Guéroult en su exégesis de la sexta medi- irrttpo"a"ión de la teáría celular a la anatomía general'
Cón excepción de los fenómenos de regeneración repro-
tación. Descartes sólo introduce el concepto de totalidad en y
la biología humana, y lo hace por exigencia de una relación ducción d,e ios famosos animales-plantas observados por
isomórfica con la indivisibilidad del alma. El único organis- Tbembley y los fenómenos de partenogénesis comprobados
mo, en eI sentido aristotélico de todo, que Descartes recono- por Chattes Bonnet en los pulgones, ningún hecho biológico
ce, el único ser vivo concretamente unificado, es el hombre, Ls más dificil de comprend,er para los teóricos de
Ia estructu-
cuyo principio unificador es el pensamiento, precisamente ia o"garri"" sobre laüase de modelos tecnológicos, en el siglo
el alma queAristóteles había excluido de su biología. En lo >nfffi, que la constitución de Ia forma viva y la adquisición
concerniente a los animales, si sus organismos sin alma, del estado adulto a partir del estado de germen' Los histo-
máquinas vivientes por ensamblaje, presentan asimismo riad.ores de la biología ligaron con mucha frecuencia la
con-
disposiciones de interdependencia y correlación de sus ór- cepción epigenetistá del desarrollo a la biología mecanicis-
ganos, y satisfacen de esta manera el requisito de una unión
ta, otviaanao h relación estrecha y casi obligada que vincu-
del alma y el cuerpo, ¿por qué razón, entonces --debemos la a esa misma biología la teoría de la preformación' Dado
preguntarnos con Guéroult-, esas disposiciones quedan que una máquina no se monta a sí misma y, hablando en
inutilizadas? ¿Cómo no concluir con él que se trata de un iét-i.ro" absolutos, no hay máquinas para montar máqui-
misterio "insondable"?
nas, era necesario que la máquina viviente tuviera relación
En resumen, Aristóteles, como Desc?rtes, y Descartes, maquinista, en el sentido del siglo XWII, o sea' eI
comoAristóteles, fundan la distinción entre eI todo y la par- "ott'utg"tt
inventor o constructor de máquinas' Por ser este impercep-
te orgrinicos en una percepción de las estructuras animales
tible en el presente, se lo suponía en el origen, Y de esemodo
macroscópicas tecnológicamente informada. El modelo
la teoría del encaje de las simientes conseguía responder ló-
tecnológico del ser vivo reduce la fisiología a la deducción
gicamente alas exigencias de inteligib-ilidad que habían ori-
anatómica, vale decir, a la lectura de la función en la flíbrica
ginado la teoría de Ia preformación' El desarrollo se conver-
del órgano. Si la parte, desde el punto de vista dinámico, es-
tá subordinada aI todo como la pieza de un artefacto o una tía entonces en un mero agrandamiento, y Ia biología' en
máquina aI artefacto o la máquina construidos por un efecto una geometría, según las palabras de Henri Gouhier sobre
de conjunto, de esa subordinación funcional resulta, sin em- eI encaje en Malebranche.
bargo, que desde el punto de vista estático Ia estructura de Cuando Caspar-Friedrich WoIff estableció que eI desa'
la máquina es la de un todo compuesto de partes. rrollo o Ia evolulión del organismo procede por sucesión de
formaciones no preformadas (1759 y 1768), fue preciso de'
volver al propio organismo la responsabilidad de su organi-
1o Qf. zacíórt. Como esa organización no era caprichosa e indivi-
'Iraité des passions, París: Union Générale d'Éditions, 1965, ar-
tÍculo 30: <(es uno, y en cierto modo indivisible, en razón de Ia disposición dual, sino reglada y específica, y las anomalías se explica-
estado
de sus órganos que se relacionan a tal punto entre sí que, cuando se saca ban áomo s.rsp"nsiótte. d"l duttttollo, fijación en un
alguno de ellos, todo el cuerpo queda defectuoso, [Tlatado de las pasíones, había que admitir una especie de
normalmente superado,
Barcelona: Iberia, 19631. Cf. también la carta al padre Mesland del 9 de
tendencia forma[iva, un n¿sus formatíuus (Wolff), un BiId'
febrero de 1645, en CEuures,op. cit.,t. IV, págs. 166-7.

34'.1
346
ungstrieb (Blumenbach); en resumen, era necesario supo- fuerzo podría resucitar, confiesa que, como reacción contra
ner en la organogénesis un sentido inmanente. Ia escuela alemana de Ios filósofos de la naturaleza, <se puso
El conocimiento y la explotación de esos hechos están en demasiado rigor en proscribir el espíritu filosófrco,.l3 La
la base de la teoría kantiana de la finalidad y la totalidad or- simpatía con que se refiere varias veces a las investigacio-
gánicas, tal como se exponen enla Crítica del juicio.Ilna nes biológicas de Goethe no permite tenerlo por completa-
máquina, dice Kant, es un todo en el que las partes existen mente ajeno al espíritu del romanticismo. Marc Klein con-
unas para otras, pero no unas por otras. Ninguna parte es sagró a esta cuestión un artículo penetrante,l4 en el cual
construida por ninguna otra ni por el todo, y ningún todo es atribuye justamente una gran importancia al pasaje de la
producido aquí por un todo de la misma especie. Una má- Introduction (segunda parte, capítulo II, $ I) que comienza
quina no posee en sí misma energía formativa. así: (El fisióIogo y eI médico, en consecuencia, nunca deben
Ahora bien, hace exactamente cien años, Claude Ber- olvidar que el ser vivo constituye un organismo y una indivi-
nard desarrollaba la misma tesis en sulntrod,uction d,l,étu- dualidad", y prosigue: "Es preciso saber con claridad, por lo
de de la médecine expérimentale: tanto, que si se descompone el organismo vivo aislando sus
"Lo que caractenza aLa
máquina viviente no es la naturaleza de sus propiedades fi- diversas partes, sóIo es para facilitar el anáIisis experimen-
sico-químicas, por complejas que sean, sino la creación d.e tal, y no para concebirlas por separadoo. En alusión a las re-
esa máquina que se desarrolla ante nuestros ojos en conü- servas de Cuvier o losuitalistas con respecto a Ia posibilidad
ciones que le son propias y de acuerdo con una idea definida de experimentar eficazmente en los seres vivos a causa de
que expresa la naturaleza del ser vivo y la esencia misma de su naturaleza de todo, Bernard les reconoce nalgo de justi-
lavidao.ll Como Kant, Bernard denomina id,ea aesa suerüe ciao. Luego de Cuvier, Ios citados son Goethe, Oken, Carus y
de a priori morfológico que determina las partes, en su for- Etienne Geoffroy Saint-Hilaire, así como Darwin. No ten-
mación y su forma con respecto al conjunto, por una recipro- dríamos raz6n, entonces, si dijéramos que Claude Bernard
cidad de causación. Como Kant, Bernard enseña que la or- ignoró el prestigio romántico del concepto de organismo, en
ganización natural no tolera ninguna analogía con un tipo el preciso momento en que perfeccionaba las técnicas expe-
cualquiera de causalidad humana. Aün más extraño es el rimentales y explicitaba Ias ideas que le permitiúan rom-
hecho de que cuando Kant abandona justifica su acti- per, en el terreno de la biología, el círculo lógico del todo y la
tud- el recurso a todo modelo tecnológico-y de la unidad or- parte.
gánica, se apresura a presentar esa misma unidad orgánica Es menester comprender con claridad larazón de las re-
como modelo posible de una organización social.12 Ahora servas que cierto uso del concepto de totalidad puede susci-
bien, como vamos a ver, Claude Bernard utiliza esa analo- tar en la mente de un experimentador. Si el todo orgánico se
gía en otro sentido, cuando compara la unidad del ser vi- totalíza al extremo de que, por un lado, cualquier parte ex-
viente pluricelular con la de una sociedad humana. traída de él aparece como un artefacto y, por otro, toda
El cotejo establecido entre KantyBernard acaso parezca extracción lo desnaturaliza, en rigor, es posible describirlo
sorprendente a quien considere al maestro de la fisiología pero no, propiamente hablando, conocerlo. Para conocer es
francesa, discípulo de Magendie, como un científico *rry ie- necesario provocar variaciones, y para provocar variacio-
celoso de los sistemas filosóficos. Sin embargo, si Claude nes, un objeto modificado por decisión e intervención calcu-
Bernard se felicita por la muerte de sistemas que ningún es- ladas debe poder compararse con un testigo intacto. Uno de

11 C. Bernard, Introduction d l'étude d.e Ia médecine expérirnentale, 13


Cf. C. Bernard, Legons sur les phénoménes d,e In uie cotnmuns aux ani-
París: J.-B. Bailliére et fils, 1865, segunda parte, capítulo II, üI Ilntroduc- maux et au.x uégétaux, París: J.-B. Bailliére et frls, 1878-1879, t. II, pá9.
ción al estudio de Ia medicina experimental, Barcelona: Fontanella, 1g26l. 45t.
12 I. Kant,
Critique de la faculté d.e juger, traducción de A. philonenko, la M. K]ein, .Sur les résonances de la philosophie de la nature en biolo-
París: J. Vrin, 1965, $ 65, pág. 194, nota [Críticadeljuicio,Madrid: Espa. gie moderne et contemporaine", Reu ue P hilosophique, octubre-diciembre
sa-Calpe, 19841. de 1954.

348 349
los motivos por los cualés tantos fisiólogos o médicos son dependencia mutua y cuyos actos son todos solidarios entre
escépticos con respecto al alcance de Ias teorías neurológi- sí'. Bernard tampoco se privó de utilizar Ia analogía simbó-
cas de Kurt Goldstein es que el concepto de totalidad les pa- lica que respalda a Ia imagen del organismo como microcos-
rece más mágico que científico. Puede discutirse si esta crÍ- de quien supo advertir en la ee-
-or.^S" trata, sin embargo,
tica apunta efectivamente a quien la merece,l5 pero es pre- tructura misma del organismo Ia condición de ruptura del
ciso reconocer su legitimidad. Si la penetración recíproca de obstáculo constituido por la idea de circularidad vital, y de
todas las partes supuestas es lo propio del todo orgánico, quien refutó en la práctica las prohibiciones establecidas
ninguna determinación es posible en é1, no puede seguirse por Cuvier, en nombre de los naturalistas, y Comte, en nom-
ningún orden de aprehensión de los fenómenos, y nada per- bre de los fiIósofos.
mite distinguir en la explicación que le concierne el vatici-
nio de un conocimiento. La vieja analogía simbólica del ma- Adiferencia de Comte, Bernard oceptólateoriacelular, y
crocosmos y el microcosmos no está muerta en 1-543, pese al esa fue una d,e las condiciones de posibilidad de la experi-
De reuolutinnibus orbiu¡n celestium y eI De humani corporis mentación en fisiología; además, elaboró eI concepto de me-
fabrica. Más de un filósofo del siglo XVI[, y sobre todo Di- dio interno, y esa fue otra condición necesaria' La fisiología
derot, Ia utiliza de un modo circular. Los arbículos de apa- de las regdáciones ---o, como se dice desde Cannon, de Ia
riencia más técnica de la Encyclopédie están imbuidos de homeostásis- y la morfología citológica Ie permitieron.a
deferencia hacia ese modo de pensamiento simbólico; por Claude Bernard estudiar eI organismo como un todo, sin
ejemplo, la entrada correspondiente a nDiseccióno, debida al rodearlo como un círculo, y promover una ciencia analítica
anatomista Tarin: "Siendo los cuerpos animados una espe- de las funciones del ser vivo, respetuosa, sin embargo, del
cie de círculo en que cada parte puede considerarse como el hecho de que este, en eI sentido auténtico del término, no es
comienzo o tomarse por el ñn, dichas partes se correspon- sino una síntesis. Las Legons sur les phénoménes de la ui'e
den y se sostienen unas a otras,. El propioAuguste Comte, comnl.uns an¿x animaux et ant'x uégétaux dictadas por él en el
cuando cree fundar en consideraciones de filosofia positiva Museo de Historia Natural durante los úItimos años de su
las reservas que expresa sobre la poSlbilidad y el alcance de vida, contienen los textos más importantes para nuestro te-
Ia experimentación en biología, utiliza para caractertzar al *u.í8 El organismo se construye con vistas a la vida ele-
organismo eI concepto de consenso,lo descompuesto, según mental, es decir, la vida celular. La célula es en sí misma un
la enseñanza de Barthez, en simpatía y sinergia.l? Así, por organismo, sea distinto, sea individuo elemental que con
la filiación montpelleriana, el autor del Cours de philoso- otás constituye la sociedad que son el animal o la planta'
phie positíue se remonta a las fuentes de la traüción hipo- Con el término osociedad', que Virchow y Hackel utilizaron
crática, como si se empeñara en prolongar hasta la época de en la misma época, Bernard introdujo en Ia inteligencia de
Magendie el eco de la palabra del sabio de Cos: "El cuerpo las funciones orgrínicas un modelo muy diferente del tecno-
vivo es un todo armónico cuyas partes se mantienen en una lógico. Se trata de un modelo económico y político' El orga-
niimo complejo es concebido en lo sucesivo como totalidad
15
No olvidemos que Goldstein escribió lo siguiente: oEs cierto que aislar que subordiná elementos virtualmente autónomos' nEl or-
partes de un todo es posible, perojamás componer el todo sobre Ia base de
guttis*o, como la sociedad, se construye de tal manera que
las partes; el reflejo puede muy bien concebirse como fenómeno del todo,
como un caso particular por aislamiento, pero el todo nunca puede conce- én él se respeten las condiciones de la vida elemental o indi
birse a partir del reflejo, (cf. K. Goldstein, Lo structure de I'organisme,Pa- vidual'.l9 ia división del trabajo es la ley tanto del organis'
rís: Gallimard, 1951, pág. 440). mo como de la socied'ad' De conformidad con un modelo tec-
nológico, el organismo es un ajuste estricto de mecanismos
16
A. Comte, Cours de philosophie positiue, París: Schleicher Fréres,
1.907, t. fiI, 404 lección, pág. 169. Claude Bernard también habla de co¿-
senso para desigrrar el ordenamiento de los fenómenos vitales. Cf. Legons 18 C. Bernard, Legons sur les phénoménes de Ia uie' ' ', op' cit', l' l' I
sur les phénoménes de Ia uie. . ., op. cit., t. I, 9" lección. lección.
17
A. Comte, Cours. . ., op. cit.,44" Iección, págs. 398-9. ts lbid.,págs. 356-7.

d
350 361
elementales. De conformidad con un modelo económico y anatómico, antes de que se prefiriera en general y de ma-
político, el organismo es obra de la complejización gradual nera definitiva hablar de ncélula". Auguste Comte, en par-
de aparatos que diversifican, al especializarlas, unas fun- ticular, rechaza la teoría celular con ese nombre de "móna-
ciones primitivamente confundidas. Desde eI elemento c6 da,.21 La influencia indirecta pero real de la filosofia leibni-
lula hasta el hombre ---explica Bernard- encontramos to- ziana sobre los primeros fiIósofos y biólogos románticos que
dos los grados de complejidad; los órganos se suman a los ór- imaginaron la teoría celular nos autoriza a decir de la célula
g¿rnos y el animal más perfeccionado posee varios sistemas: lo que Leibniz dijo de la mónada: es pors totalis. No es un
circulatorio, respiratorio, nervioso, etcétera. instrumento, una herramienta: es un individuo, un sujeto
Por consiguiente, la fisiología aporta la clave de la totaü- de funciones. La palabra narmonía, reaparece con frecuen-
zacíón orgánica, una clave que la anatomía no había sabido cia en la pluma de Claude Bernard, para dar una idea de lo
proporcionar. Los órganos y los sistemas de un organismo que este entiende por totalidad orgánica. No cuesta dema-
sumamente diferenciado no existen para sí mismos ni unos siado reconocer también en ello un eco atenuado del discur-
para otros en cuanto órganos o sistemas; existen para las so leibniziano. Así, con el reconocimiento de la forma celular
células, para los innumerables radicales anatómicos, y ge- como elemento morfológico de todos los cuerpos organiza-
neran para ellos el medio interno, de composición constan- dos, el concepto de organización cambia de sentido. El todo
te por compensación de diferencias, que necesitan. Es de tal deja de ser el resultado de un ordenamiento de órganos: es
forma que su asociación, es decir, su relación de tipo social, una totalización de individuos.22 En el siglo XD(, de manera
suministra a los elementos el medio colectivo de vivir una paralela y simultrínea, el término "parteo pierde su sentido
vida separada: nsi se pudiera realizat a cada instante un aritmético tradicional, debido a la constitución de la teoría
meüo idéntico al que la acción de las partes crea continua- de los conjuntos, y su sentido anatómico tradicional, por la
mente para un organismo elemental dado, este uiuiría en Ii- constitución de la teoría celular.
bertad exactam¿nte como en sociedad".20 La parte depende
de un todo que sólo se ha constituido para su sostén. Al re- Alrededor de treinta años después de la muerte de Clau-
bajar a la escala de la célula el estudio de todas las funcio- de Bernard, ¿proporcionó la técnica del cultivo in uitro de cé-
nes, la fisiología general da razón del hecho de que la estruc- lulas explantadas, perfeccionada porA. Carrel en 1910 pero
tura del organismo completo está subordinada a las funcio. inventada por J. Jolly en 1903, la prueba experimental de
nes de la parte. Hecho de células, el organismo está hecho que el organismo está construido como una sociedad de tipo
para las células, para partes que son en sí mismas todos de liberal Bernard toma como modelo la sociedad de su
-pues
tiempo-, en que las condiciones de la vida indiüdual se res-
menor complejidad.
La utilización de un modelo económico y político propor- petan y podrían prolongarse al margen de la asociación, ba-
cionó a los biólogos del siglo XD( el modo de comprender Io jo reserva del suministro artificial de un medio apropiado?
que con anterioridad el uso de un modelo tecnológico no En realidad, para que el elemento en libertad, vale decir, li
había perrnitido. La relación de las partes con el todo es una berado de las inhibiciones y estimulaciones que sufre debi-
relación de integración último concepto hizo fortu- do a su integración al medio, viva así como vive en sociedad,
-y este
na en la frsiología nerviosa- cuyo fin es la parte, pues esta es preciso que el medio que se le proporciona envejezca pa-
ya no es ahora una pieza o un instrumento: es el individuo. ralelamente a é1, lo cual implica hacer que la vida elemental
En el período en que Io que iba a convertirse muy positiva- sea lateral no independiente- con respecto al todo cuyo
mente en Ia teoría celular concernía tanto a la especulación
-y
filosófrca como a la exploración microscópica, el término
21 A. Comte, Cours. ..,op, cit.,4J lección,inft.ne,
22 Cf. nuestro estudio sobre la teoría celular en La connaíssance de la
nmónada" se empleó a menudo para designar el elemento
uie, segunda edición, París: J. Vrin, 1965 lEl conocimiento de la uido,Bar-
celona: Anagrama, 19761, y el apéndice II sobre las relaciones entre la teo-
20 lbid., págs. 359-60. ría celular y la filosofia de Leibniz,

352 353
equivalente constituye el medio artificial. La vida en liber-
suerte a la del mundo social que en un principio Io había
sostenido. El organismo no es una sociedad, aun cuando
tad impide, además, el retorno al estado de sociedad, prue-
presente como esta una estructura de organizaciín. La or-
ba con ello de que la parte liberada ha perdido de manera
ganización, en el sentido más general, es la solución de un
irreversible su carácter de parte. Como lo hace notar el se'
problema concerniente a la conversión de una competencia
ñor Étienne Wolff: .La asociación de céIulas previamente
en compatibilidad. Ahora bien, para el organismo Ia organi-
disociadas nunca condujo a la reconstitución de la unidad
I

zacíón es un hecho; para la sociedad, un quehacer. Así como


estructural. La síntesis jamás siguió al análisis. Por un ilo-
gismo del lenguaje, se da a menudo el nombre decultiuos d¿
Bernard decía "la laringe es una laringe>, nosotros podemos
decir que el modelo del organismo es el propio organismo.
tejidos a proliferaciones celulares anárquicas que no respe-
tan ni la estructura ni la cohesión del tejido del que provie-
nen,,23 En resumen, un elemento orgánico sólo puede lla-
marse "elemento> en el estado no separado. En ese sentido,
es preciso recordar Ia formula hegeliana según Ia cual el to-
do realiza la relación de las partes entre sí como tales, de
modo que fuera de él no hay partes.24
En ese aspecto, por lo tanto, Ia embriologíayla citología
experimentales rectificaron el concepto de la estructura or'
g:ínica asociado demasiado íntimamente por Claude Ber-
nard a un modelo social que, después de todo, acaso no era
más que una metáfora. Como reacción contra eI uso de los
modelos mecánicos en fisiología, Bernard escribió un día:
"La laringe es una laringe y el cristalino un cristalino; es de-
cir que sus condiciones mecánicas o fisicas no se realizan en
ninguna otra parte que en el organismo vivienteo.2S En bio-
Iogía sucede con los modelos sociales lo mismo que con los
modelos mecánicos. Si eI concepto de totalidad reguladora
del desarrollo y el funcionamiento orgánicos siguió siendo
--desde Ia época en que Claude Bernard fue uno de los pri-
meros en verificar su efrcacia experimental- un concepto
invariante, al menos formalmente, del pensamiento biológi-
co, es preciso reconocer, no obstante, que dejó de ligar su

23 É. Wolff, "Les cultures d'organes embryonnaires in uitro,, Reuue


Scientifique, mayo-junio de 1952, pág. 189.
24 G. W. F. Hegel, Science de la logique, traducción de S. Jankélévitch,

París: Aubier, 1949, t. II, pág. 161 lLógica, Barcelona: Orbis, 19841.
25 C. Bernard, Cahiers de notes, edición establecida por M. D. Grmek,
París: Gallimard, 1965, pág. l71^. Es posible que Bernard responda a una
afrrmación de Magendie: nVeo en eI pulmón un fuelle, en Ia tráquea un tu-
bo conductor de viento, en la glotis una lengüeta vibrante (. . .) Tenemos
por ojo un aparato de óptica, por voz un instrumento musical, por estóma-
go una retorta viviente" (cf. F. Magendie,.Legons sur les phénoménes physi-
ques de la uie,París: J. Augé, J.842, lecciones del 28 y el 30 de diciembre de
1836).

366
354
II. EI nueuo conncimi.ento de la uida
El concepto y la vida*

I
Interrogarse sobre las relaciones entre el concepto y la
vida, sin más especificaciones, es comprometerse a exami-
nar al menos dos cuestiones, según que por ,,vida, se entien-
da la organizacíón universal de la materia, lo que Brachet
llamaba nla creación de las formas", o bien la experiencia de
un ser viviente singular, el hombre, conciencia de Ia vida.
Por ,,vidao puede entenderse el participio presente o el par-
ticipio pasado del verbo nvivir,, lo viviente y Io vivido. A mi
juicio, la segunda acepción está regida por la primera, que
es aún más importante. Querría ocupaüne de las relaciones
entre el concepto y la vida únicamente en el sentido de esta
úItima como forma y poder de lo viviente.
-y cómo-
¿Puede el concepto procurarnos acceso a la
vida? Aquí son cuestionados tanto la naturaleza y eI valor
del concepto como Ia naturaleza y el sentido de la vida. En eI
conocimiento de esta, ¿procedemos de la inteligencia a la
vida, o bien vamos de la vida a la inteligencia? En eI primer
caso, ¿cómo se encuentra la inteligencia con Ia vida? En el
segundo caso, ¿cómo puede perderla de vista? Y para termi-
nar, si el concepto fuera la vida misma, habría que pregun-
tarse si es apto o no para darnos acceso a la inteligencia.
Analizaré en primer lugar las dificultades históricas de
la cuestión. A continuación me ocuparé de examinar cómo
podría ayudarnos la biología contemporánea a plantearla
de manera renovada.

x Título original: .Le concept et la vie,. Texto de dos lecciones públicas


dictadas en la Escuela de Ciencias Filosófrcas y Religiosas de la Facultad
Universitaria Saint-Louis de Bruselas, el 23 y 24 de febrero de 1966. Las
lecciones se publicaron por primera vez enlaReuue Philosophique de Lou-
uoin, volumen LXfV, mayo de 1966,

357
Tal vez parezca sorprendente que debamos interrogar- aunque ese lugar sea eminente, eI pensamiento del orden se
nos sobre las relaciones entre el concepto y la vida. ¿La teo- sitúa-es decir, se confina- en un lugar en el orden univer-
ría del concepto y la teoría de la vida no tienen la misma sal. Pero, ¿cómo puede eI conocimiento ser alavez espejo y
edad, el mismo autor? ¿Y ese mismo autor no asocia una y objeto, reflexión y reflejo? La definición del hombre como
otra a la misma fuente? ¿Aristóteles no es a la vez eI lógico (6ov ),oyrróv, animal razonable, si es una definición de natu-
del concepto y el sistemático de los seres vivos? Cuando ralista (tal cual lo son las definiciones del lobo como cr¿zls
Aristóteles, naturalista, busca en la comparación de las es- Iupus odelpino marÍtimo comopinus maritima,de Linneo),
tructuras y Ios modos de reproducción de los animales un equivale a hacer de la ciencia, y de la ciencia de la vida como
método de clasifrcación que permita Ia constitución de un de cualquier otra, una actividad de la vida misma. Estamos
sistema según el modo escalar, ¿no es él quien transferirá obligados, pues, a preguntarnos cuál es el órgano de esa ac-
ese modelo a Ia composición de su lógica? Si la función de tividad, y por ende nos vemos en la necesidad de considerar
reproducción desempeña un papel tan eminente en la clasi- que la teoría aristotélica del intelecto activo, forma pura sin
ficación aristotélica, es porque Ia perpetuación del tipo es- soporte orgánico, despega la inteligencia y Ia vida e intro-
tructural y por consiguiente de la conducta, en el sentido dule desde afuera --€ópa0ev, dice Aristóteles, como por la
etológico del término, es eI signo más claro de la finalidad y ventana- en el embrión humano Ia facultad extranatural o
la naturaleza. Para Aristóteles, esa naturaleza de lo vivien- trascendente de hacer inteligibles las formas esenciales
te es un alma. Y dicha aima es también la forma de lo vi- realizadas por los entes individuales. Y así esta teoría hace
viente. Es a la vez su realidad, la ousia, y su definición, Io- de Ia concepción de los conceptos un asunto más que huma-
gos. Por lo tanto, paraAristóteles eI concepto de Io viviente no, o bien, áonq,t" siempre humano, un asunto supravital'
es, en definitiva, lo viviente mismo. Hay quizás algo más
que una mera correspondencia entre el principio lógico de Una segunda dificultad, que no es sino la primera puesta
no contradicción y Ia ley biológica de reproducción específi- de manifiesto por medio de una aplicación o una ejemplifi-
ca. Así como no cualquier ser puede nacer de cualquier otro, cación, obedece a la imposibilidad de explicar, por la identi-
tampoco es posible afirmar cualquier cosá de cualquier otra. frcación de la ciencia con una función biológica, el conoci-
La inmutabilidad de la repetición de los seres obliga al pen- miento matemático. Un texto célebre delaMetafrsica (B 2
samiento a la identidad de la aserción. La jerarquía natural 996o) dice que la matemática no tiene nada que ver con la
de las formas en eI cosmos impone lajerarquía de Ias defini- causa final, lo cual equivale a decir que hay inteligibles que,
ciones en el universo lógico. El silogismo concluye según la propiamente hablando, no son formas, y su inteligencia no
necesidad en virtud de la jerarquía que de Ia especie domi- en absoluto a la inteligencia de la vida. Por lo tan-
nada por el género hace un género dominante con respecto a "ottciettt"
to, no hay modelo matemático de Io viviente' Si Aristóteles
una especie inferior. EI conocimiento, en consecuencia, es califica a la naturaleza de ingeniosa, fabricante, modelado-
más el universo pensado en el alma que el alma que piensa ra, no puede asimilársela, empero' al demiurgo del Tlmeo,
el universo. Si Ia esencia de un ser es su forma natural, ella Una de las proposiciones más sorprendentes de esta filoso-
implica el hecho de que, siendo los seres lo que son, se los co- fia biológica es que la responsabilidad de una producción
trozcacomo y por lo que son. El intelecto se identifica con los técnica no recae en el artesano sino en el arte' No es el médi-
inteligibles. El mundo es inteligible y los üvientes Io son en co sino la salud lo que cura al enfermo. La causa de la cu-
particular, porque lo inteligible está en el mundo. ración es, justamente, la presencia de la forma de la salud
Pero en la frlosofia aristotélica surge una primera e im- en la actividad médica ---el arte, vale decir, la finalidad no
portante dificultad con referencia a Ias relaciones entre el deliberativa de un logos natural-. Si meditamos sobre el
conocer y el ser, y en especial entre la inteligencia y la vida. ejemplo del médico que no cura por serlo, sino porque está
Cuando se hace de la inteligencia una función de contem- habitado y animado por la forma de la salud, en cierto sen-
plación y reproducción, si se le da un lugar entre las formas, tido podríamos decir que la presencia del concepto én el

358 359
pensamiento, en forma de fin representado como modelo, es mutacionista de la evolución prepara ya a los esplritus para
recibir y asimilar no el descubrimiento, sino el redeecubrl.
un epifenómeno. El antiplatonismo de Aristóteles también
miento de las leyes de la herencia mendeliana, realizado
se expresa, entonces, en Ia depreciación de la matemática,
justamente por De Vries y Bateson, entre otros. Bergson es-
ya que, al ser la vida eI atributo mismo de Dios, una discipli-
crtbe L'éuolution créatrice en el momento en que la teorfa
na queda devaluada si se le impide eI acceso a esa clase de
es, por cu-
cromosómica de la herencia sostiene en nuevos hechos ex-
actividad inmanente por cuya inteligencia
-esto
ya imitación- eI hombre puede tener Ia esperanza de ha-
perimentales y mediante la elaboración de nuevos concep-
tos Ia creencia en la estabilidad de las estructuras produci-
cerse alguna idea de Dios.
das por la generación. Ya se entienda por genética la ciencia
del devenir o Ia ciencia de la generación, lo cierto es que se
Supongámonos bergsonianos por un momento. En la
alusión a cierto antiplatonismo en Aristóteles por la prohi-
trata de una ciencia antibergsoniana y que explica la consti-
tución de las formas vivientes por Ia presencia, en Ia mate-
bición impuesta a la inteligencia matemática de introducir-
se en el dominio de la vida, parecería que ese interdicto no
ria, de Io que hoy se llama "información>, para la cual el
concepto nos proporciona ---es preciso decirlo- un modelo
comprende cierta unidad de inspiración de la filosofia grie-
ga, tal como Bergson creyó ponerla de relieve y expuso en el
más apto que Ia inspiración. Bergson le reprocha a Platón
haber erigido las esencias matemáticas en realidades abso-
capítulo 4 de Aéuolution créatrice. Aristóteles, estima Berg-
lutas y haber seguido la pendiente de la inteligencia que lle-
son, termina en suma en el punto del cual partió Platón: lo
va a la geometría, es decir, al espacio, la extensión, la diüsión
fisico se define por lo lógico; Ia ciencia es un sistema de con-
y Ia medida, con la consecuencia de confundir lo que dura
ceptos más reales que el mundo percibido; la ciencia no es
con lo que se mide, lo que vive con lo que se repite; le reprocha
obra de nuestra inteligencia: es la generadora de las cosas.
también haber propuesto a la posteridad la exactitud y el ri-
Dejemos ahora de suponernos bergsonianos para sor-
gor como normas de Ia ciencia, Empero, aunque al inicio ha-
prendernos de que Bergson haya podido, en una misma con-
ya sido matemático, Bergson, menos informado en matemá-
dena de Platón yAristóteles, combinar cierta concepción de
tica que en biología, denuncia la incapacidad de Ia primera
laviday cierta concepción de la matemática, una y otrafun-
para expresar la cualidad, la alteración y el devenir, en la
dadas, a su juicio, en la biologÍa y la matemática de su tiem-
época en que la geometría acaba de desligar su suerte de la
po decir, del siglo XD(-, cuando en realidad ambas es-
-es
taban rezagadas con respecto a una revolución ya más que
de una métrica, y Ia ciencia de las situaciones y las formas
consuma la revolución iniciada con la geometúa descriptiva
iniciada en las dos disciplinas. Bergson le reprocha a Aris-
de Monge y la geometría proyectiva de Poncelet; Ia época en
tóteles la identificación del concepto y la vida, pues esta in-
que eI espacio se purifica de su relación milenaria y exclusi-
movilización de Ia vida contradice lo que a su parecer es la
vamente histórica, y por lo tanto contingente con Ia téinica
verdad no spenceriana del hecho de la evolución biológica, a
de la medida; en síntesis, Ia época en que la matemática de-
saber: 1) que la üda universal es una realidad en devenir,
ja de pensar como un modelo eternamente válido la geo-
sometida a un imperativo de ascenso, y 2) que las formas es-
pecíficas de los seres vivos no son sino la generalización de
metría del Homo faber.
variaciones individuales insensibles e incesantes y que, ba-
jo una apariencia de generalidad estructural, generalidad Si consideramos, por ende, que la incompatibilidad entre
el concepto y la vida es un tema filosófico a menudo ejecuta-
estable, se disimula la incansable originalidad del devenir.
do con lo que cabría designar (acompañamiento bergsonia-
Pero si la cultura de Bergson, autor de liéuolution créa'
no>>, no parece inútil plantear desde ya algunas reseruas so-
tríce, es considerable y retiene todos los aspectos esenciales
bre la calidad de sonido del instrumento utilizado. Conven-
de Io producido por el siglo XD( en el dominio de la biología,
gamos en que el estado de la biología, y el estado de la mate-
y si en L907 aquel nos remite a De Vries e incluso a Bateson,
mática y de las relaciones entre una y otra, no permiten hoy
está bastante lejos, sin embargo, de sospechar que la teorÍa

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360
una condena de la concepción aristotelica de Ia vida tan con- Pero, diremos nosotros, hay racionalidades y racionalidedes.
cluyente como podía creerse a principios del siglo )OL Es conocida la importancia que tiene la cuestión de los uni-
Sin embargo, ha persistido una üficultad del aristote- versales en la filosofia, Ia teología y la política de la Edad Me-
lismo en lo concerniente al estatus ontológico y gnoseológico üa. No la trataremos aquí; sóIo la rodearemos y recordare-
de la individualidad en un conocimiento de la vida sobre la mos a través de algunas consideraciones sobre el nominalis-
base de conceptos. Si el individuo es una realidad ontológica, mo en la filosofia moderna, en los siglos XVII yXVI[.
y no sólo Ia imperfección de larealízación del concepto, ¿qué Los argumentos del nominalismo son variados aunque
alcance se debe atribuir al orden de los entes representados permanentes. Si bien no son los mismos en todos, porque no
en la clasificación por géneros y especies? Si eI concepto pre- todos los nominalistas, de Occam a Hume, pasando por
side ontológicamente la concepción del ser vivo, ¿de qué mo- Duns Escoto, Hobbes, Locke y Condillac, hacen de su nomi-
do de conocimiento es susceptible el individuo? De fundarse nalismo la misma arma de un mismo combate, algunos de
en el ser, un sistema de formas vivientes tiene por correla- esos argumentos se presentan, sin embargo, como invarian-
tivo al individuo inefable. Pero un plural ontológico de in- tes, Io cual no es tan paradójico enrazón de la intención co-
dividuos, si está dado, tiene por correlativo el concepto como mún de considerar lo universal como un uso determinado de
ficción. O bien lo universal hace de lo individual un viviente, las cosas singulares, y no como una naturaleza de las cosas.
un viviente determinado, y Ia singularidad es a Ia üda lo Se llame a los universales suposiciones (es decir, posiciones
que la excepción es a la regla: la confirma, es decir, revela su de sustitución), como Io hace Occam; imposiciones arbitra-
situación de hecho y de derecho, dado que la singularidad rlos, como Hobbes, o representaciones instituidas como sig-
podíamos decir que prorrumpe- por la
aparece
-y casi
regla y contra ella; o bien lo individual presta su color, su pe-
nos, ala manera de Locke, los conceptos aparecen como un
tratamiento humano, esto es, artificial y tendencioso, de la
so y su carne a ese abstracto espectral que llamamos ouni- experiencia. Decimos nhumanoo porque no sabemos si tene-
versal,, sin lo cual la universalidad sería a la vida una for- mos derecho a decir "intelectualo. No basta con decir que el
ma de hablar de ella, esto es, exactamente de no decir nada. espíritu es una tabla rasa para tener derecho a decir, invir-
Ese conflicto de pretensiones al ser entrE lo individual y lo tiendo la proposición, que una tabla rasa es un espíritu. Pe-
universal concierne a todas las figuras de la vida: tanto el ro esta latitud indefinida de conveniencia común a los entes
vegetal como el animal, la función como Ia forma, la enfer- singulares, en Ia que los nominalistas ven el genuino equi-
medad como el temperamento. Es preciso que haya homo- valente de lo universal, ¿no es una máscara de falsa simpli-
geneidad entre todos los enfoques de la vida. Si existen es- cidad que disimula una trampa,la de la semejanza? Según
pecies de seres vivos, existen especies de enfermedades de Locke, la idea general es un nombre (significante) general,
los seres vivos; si sólo hay individuos, sólo hay enfermos. Si es decir, el significante de una misma cualidad indetermi-
una lógica es inmanente a Ia vida, todo conocimiento de la nada en cuanto a las circunstancias de su percepción, una
vida y sus ritmos, sean nonnales o patológicos, debe asig- cualidad idéntica pensada por abstracción, esto es, por <con-
narse por tarea la recuperación de esa lógica. La naturaleza sideración de lo común separado de lo particular,. Con ello,
es entonces un cuadro latente de relaciones cuya permanen- ese nombre es vrilido como representación de todas las ideas
cia debe descubrirse pero que, una vez descubierüa, confi.ere particulares de la misma especie. Si Hume, al contrario de
al proceder de Ia determinación, por el naturalista, o el diag- Locke, sitúa en el principio de la generalizactón no sóIo un
nóstico, por eI médico, una tranquiJizante garantía. En dos de poder de reproducción memorativa, sino un poder libie de
sus obras, Ilrs toire dc ln folie y Naissarce dn la clinique, Michel transponer el orden según el cual se recogieron Ias impre-
Foucault estableció luminosamente que los métodos de la bo siones, una facultad propia de la imaginación, de infideli
t¡ínica proporcionaron a Ios méücos del siglo XD( el modelo dad con respecto a las lecciones de la experiencia, no es me-
de sus nosologías. nl,a racionalidad de lo que amenaza la üda nos cierto que, a su juicio, Ia semejanza de las ideas lleva a
<scribe- es idéntica a la racionalidad de la vida misma¡r. la imaginación al hábito, esto es, a la uniformidad de cierto

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tratamiento humano del medio. En el hábito se interpene- basada en los earacteres sexuales. Por su parte, había co-
tran, en cierto modo, todas las experiencias singulares, y menzado Ia Histoire des animaux condenando indistinta-
basta con que un nombre evoque una de ellas para que, al mente los métodos y los sistemas, o sea, las llamadas nclasi-
aplicarse la idea individual más allá de sí misma, cedamos a ficaciones naturales" y "clasificaciones artificialesr. Buffon
Ia ilusión de la generalidad. sostenía que en la naturaleza sólo existen individuos y que
Es fácil advertir la incomodidad de cualquier posición los géneros y las especies son productos de la imaginación
nominalista en lo que concierne a las relaciones entre el humana. Por tanto, el orden que adopta en los primeros ca-
pítulos de su Ifisúo¿re naturelle es un orden muy pragmáti-
concepto y Ia vida. Esa posición equivale a poner en el punto
co, fundado en las relaciones de utilidad y famitiaridad del
de partida la semejanza, al menos mínima, de lo diverso co-
mo una propiedad de lo diverso mismo, a fin de poder cons- animal con el hombre. De tal modo, lo vemos clasificar a los
truir el concepto en su función de sustituto de la ausencia de animales, ante todo, en domésticos y salvajes, animales de
esencias universales. De modo que todos estos autores del Europay animales del Nuevo Mundo, esto es, concretamen-
sigloXVIII, de quienes puede decirse que fueron empiristas te, según Ia docilidad y la proximidad que, como es obvio,
en cuanto al contenido del conocimiento y sensualistas en son relaciones con un término humanoyno tienen nada que
cuanto al origen de sus formas, no hacen, en el fondo, sino ver con el orden de los seres vivos entre sí, al margen del na-
dar al aristotelismo una réplica invertida, porque se han turalista que lo estudia. Sin embargo, en lo que respecta a
desvelado por buscar el conocer en lo conocido y hacer el co-
Linneo y Buffon, debemos precavernos de concluir que su
nocimiento de la vida interior al orden de esta. Según ellos, sistemática natural está alineada con su filosofia, pues tam-
el üviente humano está dotado de un poder (que por otra bién Buffon, más adelante, al consagrarse al estudio de los
parte también podría tomarse por la medida de una impo- simios y los pájaros, elaboró un cuadro de las especies, tra-
tencia) de fingir clases y, por consiguiente, una distribución tando de definirlas por el mayor número de caracteres y, en
ordenada de los entes, pero con Ia condición de que estos en- suma, calcando la flexibilidad de su método sobre Ia riqueza
de su objeto. De modo que Buffon, nominalista en cuanto a
cierren en sí mismos caracteres comunes, rasgos repetidos.
la naturaleza y eI valor de los conceptos, se comporta como
¿Cómo puede hablarse de naturaleza o n'aturalezas cuando
se es nominalista? Para ello hay que hacer como Hume y
alguien que pretendiera escribir según el propio dictado de
evocar simplemente una naturaleza humana, lo cual equi- la naturaleza. Al contrario, Linneo, cuya pretensión inicial
de reproducir el orden mismo de la naturaleza y el plan eter-
vale a admitir al menos una uniformidad de los hombres,
aun cuando, como é1, se tenga esa naturalezapoÍ inventiva no de la creación no plantea dudas, se preocupa muy poco
y artificiosa, vale decir, específicamente capaz de convencio- por intentar poner de relieve, a través de un método na-
nes deliberadas. Al actuar de ese modo, ¿qué se hace? Un tural, un parentesco de los seres fundado en todos los carac-
corte en el sistema de los seres vivos, porque se define la na- teres. Escoge de una vez por todas una característica que
cree esencial para la planta, la fructificación, a fin de deter-
turaleza de uno por el artificio, la posibilidad de convenir en
lugar de expresar Ia naturaleza. Y, por lo tanto, en Locke o minar los géneros, y la utiliza de manera exclusiva, es decir,
Hume, como en Aristóteles, la cuestión de la concepción de arbificial, y lo sabe. Para Linneo, el sistema es un recurso
los conceptos recibe una solución que rompe el proyecto de para dominar una variedad de formas a cuya exuberancia
es extraordinariamente sensible.
naturalizar el conocimiento de la naturaleza.
Al parecer,la filosofia aclara mejor que la historia de las
ciencias la siguificación de esas discrepancias entre las téc-
Con frecuencia se ha señalado que la controversia que en
el sigloXVIII dividió a los naturalistas sistemáticos en par- nicas científicas del naturalista y Ia filosofia explícita o im-
tidarios del método y partidarios del sistema resucitaba, en plícita que les servía de base. De ello da fe un texto magis-
suma, la querella de los universales. Buffon reprochaba a tral de IGnt, perteneciente al apéndice a la dialéctica tras-
Linneo el artifrcio de su sistema de clasificación botánica cendental dela Crítica de la razón pur¿¿: sobre el uso regula-

364 365
dor de las ideas de la razón pura. Kant presenta en ese texüo gunos cuya existencia es la manifestación necesaria de la
la imagen de horizonte lógico para explicar el carácter regu. realidad de conceptos concretamente activos? En otras pa-
lador y no constitutivo de los principios racionales de homo. labras, ¿no habremos perdido Ia certeza de que entre los
geneidad de lo diverso según los géneros y de variedad de lo objetos del conocimiento se encuentran de hecho los seres
homogéneo según las especies. El horizonte lógico es para él vivientes? La lógica aristotéIica recibía, debido a que las
la delimitación de un territorio por un punto de vista con- formas del razonamiento imitaban la jerarquía de las for-
ceptual. El concepto, dice Kant, es un punto de vista. Dentro mas vivas, una garantía de correspondencia entre la lógica
de ese horizonte hay una multitud indefinida de puntos de y la vida. La lógica trascendental, en su constitución a prio-
vista, a partir de Ia cual se abre una multitud de horizontes ri de la naturaleza como sistema de leyes fisicas, no logra
de menor vastedad. Un horizonte sólo se d.escompone en constituirla de hecho como el teatro de los organismos vi-
horizontes, así como un concepto sóIo se analízaen concep- vientes. Comprendemos mejor las investigaciones del na-
tos. Deci¡ que un horizonte no se descompone en puntos sin turalista, pero no conseguimos comprender las maneras de
delimitación es decir que las especies pueden dividirse en proceder de Ia naturaleza. Comprendemos mejor el concep-
subespecies pero nunca en indiüduos, pues conocer es cono- to de causalidad, pero no Ia causalidad del concepto. LaCrí-
cer por conceptos, y eI entendimiento no conoce nada por la tica dnl juiclo se esfuerza por dar un sentido a esta limita-
mera intuición. ción que el entendimiento sufre como un hecho. Un ente or-
Esta imagen de horizonte lógico, la definición d.el concep- ganizado es un ente que es alavez causa y efecto de sí mis-
to de los naturalistas como punto de vista de delimitación, mo, que se organiza y reproduce su organización, se forma y
no es el retorno a un nominalismo; no es la legitimación del se da una réplica de conformidad con un tipo, y cuya estruc-
concepto por su valor pragmático como procedimiento de tura teleológica, en la que las partes se encuentran en rela-
economía de pensamiento. La razón misma, según Kant, ción mutua bajo control del todo, atestigua la causalidad no
prescribe ese procedimiento, y prescribirlo es proscribir Ia mecánica del concepto. No tenemos ningún conocimiento
idea de una naturaleza en la que no apareciera ninguna a priori de esta clase de causalidad. Las fuerzas que son for-
semejanza, pues en esa eventualidad lacleyes lógicas de las mas y las formas que son fuerzas perbenecen a la naturale-
especies y del propio entendimiento quedarían simultánea- za y estrín en ella, pero no lo sabemos por el entendimiento:
mente aniquiladas. (Tendremos la oportunidad de referir- lo constatamos por la experiencia. Por eso, la idea de frn
nos a un texto análogo, el de las tres síntesis en la deducción natural, que es la idea misma de un organismo que se auto-
de los conceptos puros del entendimiento, en la primera edi- construye, no es en Kant una categoría, sino una idea regu-
ción de la Crítica de Ia razón pura.)Por lo tanto, en el terre- Iadora cuya aplicación sólo puede hacerse por mráimas. El
no donde el conocimiento de la vida prosigue su tarea heu- arte nos proporciona, sin duda, una analogía parajuzgar el
rística de determinación y clasificación de las especies, la modo de producción de la naturaleza. Pero no tenemos dere-
razón se erige en la intérprete de las exigencias del entendi- cho a pretender ponernos en eI punto de vista de un intelec-
miento. Esas exigencias definen una estructura trascen- tual arquetípico, para quien el concepto sea también intui-
dentai del conocimiento. Parecería que esta vez hemos roto ción, es decir, donante en cuanto productor de su objeto;
el círculo en el cual se encerraban todas las teorías natura- para quien el concepto sea a la vez conocimiento y, para ex-
Iistas del conocimiento. La concepción de los conceptos no presarnos como Leibniz, originación radical de los entes. Si
puede serun concepto entre otros. Por eonsiguiente, el corte Kant considera las bellas artes como las artes del genio, si
que eI aristotelismo y el nominalismo de los empiristas no estima que el genio es Ia naturaleza que da su ley al arte, se
poüan evitar está aquí fundado, justificado y exaltado. prohíbe, no obstante, situarse dogmáticamente en un punto
Empero, si ganamos la legitimación de una posibilidad, de vista similar punto de vista del genio- con el fin de
-la del conocimiento por conceptos, ¿no habremoi perdido la -el
captar el secreto del operari de la naturaleza. En resumen,
certeza de que entre los objetos del conocimiento hay al- Kant no admite la identificación entre eI horizonte lógico de

366 367
los naturalistas y lo que podríamos llamar En todo caso, si es cierto que concepto y realidad coinci-
"horizonte poyé-
tico de la naturaleza naturante,. den inmediatamente en la vida, es menester preguntar a
Hegel cómo es posible en el nivel de la ciencia un conoci-
Mas un filósofo como Hegel no rechazó lo que Kant se miento de Ia vida por los conceptos. La respuesta es, desde
prohibía. Tanto enla Fenomenología del espíritu y la Real- Iuego, que eI conocimiento sólo puede organizarse a sí mis-
nEn el automovimiento
philosophie de Jena como en la Propedéutica de Nurem- -o po"1u vida propia del concepto. aquello por lo cual la
berg, el concepto y la vida se identifican. Según Hegel, del concepto Hegel- postulo
"l¿ -dice
ciencia existe,. Al comentar el siguiente pasaje dela Feno'
vida es Ia unidad inmediata del concepto con su realidad,
m.enología: nEl conocimiento científico exige abandonarse a
sin que ese concepto se distinga de ella". La vida, insiste, es
Ia vida del objeto o, lo que es lo mismo, tengr presente y ex- lililtil
un automovimiento de realización conforme a un triple pro-
presar la necásidad intórior de ese objeto',1 otro pasaje con-
ceso, y aquí Hegel no hace, en suma, sino retomar los aná-
ii"rr" ,rttu fórmula admirable: nl,os pensamientos verda-
lisis de Kant en la crítica del juicio teleológico. Ese triple ilillilil
deros y Ia penetración científica sólo pueden conquistarse
proceso es: la estructuración del individuo mismo; su auto-
conservación con respecto a su naturaleza inorgrínica, y la con el trabájo del concepto. SóIo el concepto puede producir
conservación de la especie. La autoconservación es la activi- la universalidad del saber,.2 lffitil

dad del producto productor. "Sólo se produce


Tlatándose del organismo, cotéjese esta tesis hegeliana
la Pro-
con la posición de Kurt Goldstein, autor de La obra La struc-
pedéutica- lo que ya está presente": fórmula -dice
aristotélica si
ture dn I'organísme: ..La biología --dice Goldstein- se ocupa
iililririi

las hay. El acto es anterior a la potencia. Al comentar un pa-


de individuos que existen y tienden a existir, esto es' a reali-
saje análogo de la Fenomenología, Jealrr Hyppolite escribe:
zar su capacidad de hacer lo mejor posible en un ambiente lililiill,

"En su funcionamiento, lo orgánico se alcanza a sí mismo. dado. Los desempeños del organismo en vida sólo son com-
Entre lo que es y lo que busca sóIo hay apariencia de una di- prensibles según su relación con esta tendencia fundamen-
ferencia, y así es concepto en sí mismo". En cierbo sentido, ililrlril
ial, es decir, sólo como expresión del proceso de autorreali-
pues, el viviente contiene en sí mismo la vida como totalidad
zacilndel organismoo' Y agrega: nsomos capaces de alcan-
y la üda en su totalidad. La vida como totalidad, porque su zar esa meta gracias a una actividad creadora, una actitud lililll[[
comienzo es fin y su estructura es teleológica o conceptual; y que está esencialmente emparentada con la actividad me-
en su totalidad, porque, producto de un productor y produc- diante la cual eI organismo se acomoda al mundo circun-
tor de un producto, el individuo contiene lo universal. ililiiil
dante con el fin de poder realizarse a sí mismo, esto es, exis-
Por banal que sea esta idea en los románticos alemanes tir,.3 Esta profesión de fe de un biólogo suscitó críticas muy
y los filósofos de la naturaleza, en Hegel cobra una fuetzay incisivas de Raymond Ruyer, que más allá de Goldstein po- ffil{rili
una dimensión novedosas, en la medida en que el movi- drían, en rigor, aplicarse a Hegel. Ruyer escribe: nHacer bio-
miento de la vida delata --delata y traiciona porque trata logía no .ittOtti-o de vivir. Comprendemos bien que la
de traducir- la infinidad de la vida que, al elevarse en el ""
móda actual apuntando a Goldstein y sus partida-
hombre a la conciencia de sí, inaugura la vida espiritual. -dice
rios- consiste más en acercar la biología teórica a la vida
Pero, so pena de error, no podría pasarse por extensión de Ia que la vida a la biología teórica. Para percibir una melodía, ffil'
vida espiritual a la vida biológica, pues la multitud de las
especies es un obstáculo para la universalidad de la vida. La J' Hyppolite'
1
G. F. W. Hegel,Phénotnénologie de I'Espriú, traducción de
yuxtaposición de los conceptos específi.cos, Ias modifrca- París: Aubier, 1939-1941, t. I,pág. 47 [Fenomenología del espíritu,México:
ciones que sus relaciones con los medios imponen al indivi- Fondo de Cultura Económica, 19661.
2 lbid.,pag.60.
duo, impiden a la üda tomar conciencia de su unidad, refle-
3 K,rrt doidstein, "Remarques sur le probléme épistémologique de la
jar su identidad y, como consecuencia, vivir para sí y tener, Sciences, París:
biologien, en Congrés International de Philosophie d'es
propiamente hablando, una historia. Hermann, 1951, t. I,Pág' 142.

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como para cantárla, es verdad en algún sentido que hay que riores, alavez que les agrega algo, y se explica por ellas en
vivirla, pero no exageremos. Escuchar cantar e ingresar a la meüda en que puede explicarse". Es evidente que una fi-
un coro siguen siendo dos operaciones muy distintas".4 Es losofia de la vida así concebida no puede ser una filosoffa del
decir, identificar el conocimiento de la vida con el hecho de concepto, porque la génesis de las formas vivientes no es un
vivir el concepto de viviente es, con seguridad, gatantizat desarrollo consumado, no es una derivación integral y por lo
que Iavida será sin duda el contenido del conocer, pero tam- tanto una réplica. Lo que agrega la duración no está conte-
bién renunciar al concepto del conocer en cuanto es concep- nido en el concepto y sólo puede ser captado por una intui-
to del concepto. La ciencia de Ia vida recupera la naturaleza ción. La operación de organización no se cierra sobre sí mis-
naturante, pero se pierde en ella como conocimiento cognos- ma y el fin no coincide con el comienzo.
ciente, conocimiento en posesión de su propio concepto. Una filosofia de esas características debe entonces dar
Se advierte entonces la diferencia de una fiIosofia como razón de sus conceptos, que no son la vida ni la hacen. En la
la de Hegel con la de Kant hacia atrás y con la de Bergson fiIosofia de Bergson, el concepto es la culminación de una
hacia adelante. Kant decía que podemos comprender al ser táctica de la vida en su relación con eI meüo. El concepto y
viviente como si su organización fuera la actividad circular la herramienta son mediaciones entre el organismo y su
del concepto. Hegel sostenía: "La vida es la realidad inme- medio ambiente. Bergson analizó sucesivamente la cues-
diata del concepto", y también: nl.a vida no es histórica". tión del concepto en el capítuloIlldeMatiére et mémoire,ert
Bergson dirá que lavida es duración, conciencia; que es, a su Lléuolution créatrice y en la segunda parte de la introduc-
modo, historia. Una filosoffa de Io orgrínico al estilo hegeliano cióla a La pensée et le mouuant. Sin embargo, hay una dife-
nunca sedujo mucho a los filósofos de cultura francesa. Con rencia capital sobre la cual, al parecer, nunca podría insis-
frecuencia, Kant les pareció más fiel al método efectiva y tirse Io suficiente, entre el primer texto y el tercero, entre Ia
modestamente puesto en práctica por los naturalistas y los teoría de las ideas generales tal como se expone en Matüre
biólogos. Bergson pareció más fiel al hecho de la evolución et mémoire y como se presenta en La pensée et Ie mouuant,
biológica, de la cual sería dificil encontrar en Hegel, pese a Se trata del paso de la idea de semejanza como identidad de
algunas imágenes, una presunción auténtica. reacción orgrínica hacia la idea de semejanza como identi-
Y, sin embargo, hoy podemos preguntarnos si Io que los dad de naturaleza de las cosas.
biólogos saben y enseñan con respecto a la estructura, la re- En el pasaje concerniente a las ideas generales de Zo
producción y Ia herencia de la materia viva, a escala celular pensée et le mouuanú, Bergson admite que existen ideas ge-
y macrocelular, no autoriza una concepción de las relaciones nerales naturales que sirven de modelo a otras. En otras pa-
entre la vida y eI concepto más próxima a la de Hegel que a labras, reconoce que hay semejanzas esenciales, generali-
la de Kant y, en todo caso, a la de Bergson. dades objetivas que son inherentes a la realidad misma. En
Matiére et mémoire,la cuestión de la idea general está limi-
tada a la percepción de las semejarrzas. Bergson explica que
todas las dificultades referidas a los universales caben en
il un círculo. Para generalízar es necesario abstraer previa-
mente, pero para abstraer es preciso haber generalizado.
Henri Bergson no se mostró menos severo con los suceso- Estas teoías antagónicas comparten un postulado: que Ia
res inmediatos de Kant que con el propio Kant, y les repro- percepción comienza por lo individual o singular. Bergson
chó, como a este, eI desconocimiento de la duración creadora pone en tela de juicio este postulado. Muestra que la percep-
de la vida. ol.a duración real en ljéuolution créatri- ción de las üferencias es un lujo y que la representación de
-dice
ce- es aquella en que cada forma deriva de las formas ante- las ideas generales es un refinamiento. Por consiguiente, se
sitúa a igual distancia de esas dos ostentaciones y adopta la
a R. Ruyer, Náo -finalisme, París: PUF, 1952, pág. 2I7 . actitud afanosa del ser viviente enfrentado a las dificulta-

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des de la vida. Se instala en el terreno del pragmático y estudiaba como una estructura cuyo funcionamiento está
muestra que partimos de un sentimiento inicial del cual asegurado ----o así se presume- por el sistema nen¡ioso. Por
van a nacer por disociación Ia percepción de lo incomparable ende, en esa obra Ia expücación de la idea general apelaba a
y la concepción de lo general. Ese sentimiento inicial es una datos clínicos o fisiológicos que podemos considerar de neu-
sensación confusa de cualidades destacadas o semejanzas. rología. En La pensée et Ie mouuanú estamos, al contrario,
Es bastante sabido que, al reducir la percepción a su fun- frente a consideraeiones de biología general. Y Bergson ex-
ción utilitaria, Bergson muestra que las cosas se aprehen- plica a la sazón que el que generaliza ya no es exclusivamen-
den en relación con necesidades, y que la necesidad, al no te- te eI organismo completo, eI organismo macroscópico. Tbdo
ner nada que hacer con las diferencias en el inicio, por ser lo viviente, la célula, el tejido, generaliza. En cualquier es-
necesidad de identidad de aprehensión, apunta a las seme- cala, vivir es elegir y omitir. Bergson se refiere, pues, a la
janzas. Entonces, el discernimiento de lo útil nos limita a la asimilación, tomríndola en toda su ambigüedad semántica.
percepción de las generalidades. En Matiére et mémoire La asimilación es Ia reducción del alimento, o sea, de lo pro-
encontramos unas palabras célebres: nl,o que atrae al her- porcionado por el medio inerte o viviente, a la sustancia del
bívoro es la hierba en general". Con ello debemos entender animal que se nutre, pero también es la manera de tratar
que la semejanza actúa desde afuera, como una fuetza, y indistinta, indiferentemente, Io que se asimila. La diferen-
provoca reacciones idénticas. La reacción inicial se concibe cia radica entre lo que se retiene y lo que se rechaza. En el
aquí a imagen de una reacción química, y Bergson describe hombre hay, por ende, una generalización de carácter vital
ese procedimiento de generalización del mineral a la planta que está a mitad de camino entre la generalización imposi-
y de Ia planta a los más simples seres conscientes. En este ble ---el reconocimiento de que todo es diverso- y la genera-
caso, la explicación es meramente fisiológica. En cierta ma- Iización inútil: el reconocimiento de que todo es idéntico.
nera, para construir su teoría de la idea general, Bergson Sin embargo, en La pensée et Ie mouuant aparece un pro-
utiliza la función refleja del sistema nervioso, es decir, la blema que no se planteabaenMatiére et mtémoire. Su enun-
identidad de reacción ante excitaciones variables. La esta- ciado es el siguiente: ¿Cómo son posibles las ideas generales
bilidad de la actitud es el hábito. La gpneralizacíón, por lo que sirven de modelo a otras? En otras palabras, para que el
tanto, es enMatiére et m.émoire eI hábito que se remonta de viviente humano pueda terminar ese trabajo reflexivo de
Ia esfera de los movimientos a la esfera del pensamiento. El generalización de una generalidad percibida, ante todo, de
hábito esboza mecánicamente el género, y la reflexión sobre m¿ulera casi instintiva, es preciso que en las cosas mismas
esta operación nos lleva a la idea general de género. se dé un pretexto, una oportunidad. O sea que deben bus-
Por consiguiente,enMatiére et mémoire hay una fuente, carse las raíces reales de una operación que en Matiére et
una sola fuente, de la idea general de género. Pero en Lo mémoire sólo se justificaba por su éxito vital. "Entre esas
pensée et Ie mouuanf se nos advierte desde el comienzo que semejanzas --dice Bergson en La pensée et le mouuant-,
Ia idea general tiene varias fuentes. De allí esta fórmula, algunas obedecen al fondo de las cosas). Aquí vemos enton-
irónica en cierto sentido:
"Al ocuparse de las ideas generales ces el planteo de un problema: el de las generalidades obje-
no hay que generalizar". Tlas recordar en primer lugar las tivas inherentes a Ia realidad misma. Y así se supera la fór-
conclusiones del estudio de Matiére et mérnolre, Bergson mula de Motiére et mémoire: "Lo que atrae al herbívoro es la
explica que la psicología debe ser funcional y que la percep- hierba en general". Es cierto que está la hierba en general
ción de las generalidades, en especial, tiene una significa- pero también está el herbívoro, es decir, que hay especies
ción vital. "La biología proporciona a la psicología un hilo vivientes. En Matiére et mémoire nos hallábamos frente a

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que esta jamás debería soltarr. que Bergson
- Señalemos
dice aquí nbiologÍa", y ya no únicamente nfisiologÍa". El pro- Hffi*lH:#'##,ifi::i??"T,""", :&#::::f {
blema de Matiére et mémoire era, ante todo y en esencia, el vez de explicar por la estructura, como se hacía en eI prime-
problema de Ia conservación de los recuerdos, y el cuerpo se ro de estos libros, debe explicarse la estructura: hay herbí-

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voros. Bergson desarrollará entonces la distinción que esta- miento se ajusta. al objeto como que el objeto se ajusta a
blece entre tres grupos de semejanzas: la semejanzavítal,la nuestro conocimiento, pues en el conocimiento de la vida
semejanza fisica y la semejanza tecnológica. La semejanza hay un centro de referencia no decisoria, un centro de refe-
entre formas biológicas, la semejanza entre elementos, en el rencia que podríamos calificar de absoluto. El viviente es
sentido fisico-químico del término, y la semejanza entre ins- precisamente un centro de referencia. Si debo buscar en la
trumentos o herramientas. Por eso es menester confesar üda la referencia de la vida, no es porque soy pensante ni
que entre Matiére et mémoire y La pensée et Ie mouuant se porque soy sujeto, en eI sentido trascendental del término,
ha producido un cambio radical, que transforma por com- sino porque soyviviente. Bergson, en suma, está obligado a
pleto el problema de Ia percepción de la idea general. fundar la concepción biológica del concepto en la realidad de
Bergson encuentra aquí, en definitiva, una dificultad los conceptos en biología. La alusión a la hierba y el herbívo-
que no carece de relación con la dificultad con la que Kant ro no es el encuentro de dos devenires imprevisibles: es una
tropezí frontalmente en la explicación propuesta por la relación de reinos, géneros y especies.
nAnalítica trascendental, acerca de Ia representación de lo En el texto de La pensée et le mouuant acerca de la idea
üverso intuitivo en la unidad de un concepto. Se trata de lo general, Bergson dice, a propósito de la semejanza vital
que Ia deducción de los conceptos puros del entendimiento, (que se guarda de asimilar a la semejanza en sentido fisico o
en la primera eüción dela Crítica de la razón pura, de L78L, a la semejanza en sentido instrumental, lo cual justifica su
desarrolla con el nombre de nlas tres síntesis": la síntesis de afrrmación de que hay varias fuentes de la generalidad):
la aprehensión de lo diverso en Ia intuición, la síntesis de la nl,a vida trabaja como si quisiera reproducir lo idéntico". Fi-
reproducción en la imaginación y la síntesis del reconoci- nalmente, nuestro fiIósofo parece volver a un (como si> de
miento en el concepto. En el análisis ---en el sentido refle- apariencia kantiana. Sin embargo, la diferencia es conside-
xivo del término- de ese procedimiento de síntesis de la rable, pues el als ob kantiano, el "como si", era Ia expresión
reproducción en la imaginación, Kant cita el famoso pasaje de una prudencia fundada en eI anáIisis reflexivo o crítico
sobre el cinabrio:5 de las condiciones del conocimiento. La nAnalítica trascen-
"Si eI cinabrio fuera ora rojo, ora negro,
ora pesado, ora liviano; si un hombre sé transformara tan dentalo había expuesto las condiciones de posibilidad del co-
pronto en un animal como en otro; si en un largo día la tie- nocimiento de una naturaleza en general y encontraba un
rra estuviera cubierta ya de frutos, ya de hielo y nieve, mi Iímite en eI hecho de que la vida no sólo es naturaleza en el
imaginación empírica no encontraría la oportunidad de ad- sentido de naturaleza naturada, sino de naturaleza natu-
mitir en el pensamiento el pesado cinabrio con Ia represen- rante. Por su parte, el "como si, bs¡gam¡ano es la expresión
tación del color rojo". de una suerte de connivencia entre la vida y el conocimiento
En resumen, este encuentro que no me parece fortuito, de la vida. Kant decía: es posible referirse a Ia üda como si
esta coincidencia de dificultades en Kant y Bergson, dentro esta trabajara por conceptos sin representación de concep-
de dos problemáticas muy diferentes, confirma, a mi juicio, tos. Bergson dice: la vida trabaja como si aI crear entes que
Ia resistencia de la cosa no al conocimiento, sino a una teo- se asemejan, remedara conceptos. Podemos y creo que de-
ría del conocimiento que procede de este a la cosa. Es, en bemos preguntarnos cómo está la vida dispuesta a esbozar
Kant, el límite de la revolución copernicana. Esta es inope- en sus productos lo que uno de ellos, el hombre, percibirá, a
rante cuando ya no hay identidad entre las condiciones de la lavez con razón y sin ella, como una invitación de la vida a
experiencia y las condiciones de posibilidad de la experien- la conceptualízación de la vida por el hombre.
cia. En este caso, la reciprocidad de las perspectivas ya no La explicación de esta ilusión pasa por la teoría bergso-
actúa, y deja de ser equivalente decir que explicaremos las niana de la individuación. Si la vida esboza el concepto pro-
mismas apariencias, suponiendo tanto que nuestro conoci- duciendo individuos de semejanza específica, Io hace a cau-
sa de su relación con la materia. Esa es una de las principa-
5 les dificultades de la filosofia bergsoniana, pues Bergson di-
El cinabrio es un mineral de mercurio.

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ce que la vida habría podido no individualizarse, habría po- ese impulso, dispersándolo, el respiro, la distensión y
por úI-
dido no precisarse en organismos. Podía, según su propia timo Iá extensión fin de cuentas, el espacio y la geome-
expresión, .mantenerse vaga y confusa". n¿Por qué el im-
-a
ttía-, sería originariamente eso. Entonces, monismo de
pulso único podido imprimirse en un de tendencias, todas las interpretacio-
-dice- no habría
cuerpo único que hubiese evolucionado indefinidamente?".
sustancia, duatismo
nes de esa dificultad son Posibles.
En los hechos, sin embargo, la materia divide, diversifica, Es cierto que mediante esta teoría comprendemos con
dispersa, multiplica la vida y, en cierto modo, la fuerza a claridad que 1á especificación es un límite y entendemos que
caer en la escisión con respecto a sí misma. Ese es el funda- Ia vida dó abandonar las especies que supera' P^ero
mento de la repetición vital: la materia nombra la vida y la "J"upu,
no entend.emos entonces por qué ese proceso de especifica-
obliga a la especificación, es decir, a una imitación de Ia ción está devaluado, si es verdad que una de las condiciones,
identidad. En sí misma, Ia vida es impulso: superación de la materia, considerada el negativo de la otra condición,la
toda posición, transformación incesante. La herencia bio- vida, es tan originaria como Ia vida misma' Comprende-
lógica, üce Bergson, es la transmisión de un impulso. Com- mos bien que el viviente prefiere Ia vida a la muerte, pero no
prendemos entonces por qué, en esa expresión tan curiosa: Iogramos seguir hasta el final una filosofía biológica que
nl,a vida trabaja como si", la palabra
"trabajo" es tan impor- sribestima el hecho de que sólo mediante el mantenimiento
tante como los términos <como si". B1 trabajo es Ia organiza- activo de una forma, y de una forma específica, todo viviente
ción de la materia por la vida, la aplicación de la vida al obs- fuerzaa la materia de manera precaria, admitá-
-aunque
pero no a intermmpir su caída, y a la
t¡ículo de la materia. El trabajo de la vida es, sin duda, un moslo- a retardar
trabajo en el sentido antetecnológico, pero, finalmente, en energía, su degradación. Es posible que, como üce Bergson,
Bergson no hay corte entre ese trabajo antetecnológico y el la heiencia."á l. t"utttmisión de un impulso' Es indudable,
trabajo propiamente tecnológico, que es la labor del hombre en todo caso, que ese impulso transporta, y en cierto modo
que utiliza herramientas para enfrentar el medio: La seme- transporta en imperativ o, un a priori morfogenético'
janza por especificación se prolonga en la invención huma-
na del concepto, similar a la invención hur¡tana de la herra- En ese aspecto es instructivo sólo desde el punto de
mienta: concepto y herramienta son, uno y otra, mediacio- el
-no
punto de vista mismo de la
vista histórico, sino desde
nes. Y sin duda la hierba en general atrae al herbívoro, pero inteligencia fiIosófica de nuestro problema- comparar con
podría decirse que también atrae al hombre portador de una Ia concepción bergsoniana una teoría de las relaciones entre
guadaña, el cual, tras domesticar a algunos herbívoros, siega la formaylavida que Bergson conocíabieny de la cual utilizó
los prados y no hace diferencia entre las hierbas, para ase- al menoi (basta con remitirse al discurso de 1913 en con-
gurar a sus herbívoros domésticos su ración en general. memoración del centenario del nacimiento de Claude Ber-
En suma, para adoptar, tras los pasos de Bergson, una nard) las conclusiones epistemológicas que esa teoría su-
concepción de las relaciones entre el concepto y la vida que gería a su autor. Me refielo a los cursos de Claude Bernard
debe inscribir en esta misma la condición de posibilidad de ieunidos con el título deLegons surles phÉnomines delaui'e
la conceptuahzaciónde lavida por el conocimiento humano, con'ünuns aux animausc et auxuégétaut',que aparecieron en
es preciso suscribir una proposición del bergsonismo que es 1878, el mismo año de la muerte de aquel' Obra fundamen-
alavez capital y opaca. Vladimir Jankélévitch dice que es, tal por lo menos en su primera parte, porque es la única s-o-
secretamente, la proposición más importante del bergsonis- breia cual tenemos la certeza de que, si bien Bernard no la
mo. Hela aquí: "El impulso es finito y ha sido dado de una escribió íntegramente y se trata de la transcripción taqui-
vez por todas. No puede superar todos los obstáculos". Qué gráfica de laJchses hecha por sus alumnos, como mínimo la
puede significar esto si no, en primer lugar, que el obstáculo ievisó, pues murió mientüs corregía las pruebas'c Y obra
al impulso es contemporáneo del propio impulso. Que, como
consecuencia, la materia, que supuestamente introduce en 6 Fue reeditada en 1966 por J. Vrin, París'

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sin la cual algunos textos de su autor, más clásicos, como la es, precisamente, la conquista progresiva de una forma con-
Introduction d l'étude de la rnédecine expérimentale, cuyo sumada, a partir de premisas cuya naturaleza y forma se
centenario celebramos el año pasado [196b], y el Rapport trata de determinar.
sur la marche et les progrés de la physiologie générale en Así concebida, Ia vida no es un principio vital en el senti-
France, de 1867, no pueden comentarse seriamente. Ber- do que Ie daba por entonces la escuela de Montpeliier, pero
nard presenta sus consideraciones como una teoría cientí- tampoco es la resultante o la propiedad de una composición
fica de fisiología general, pero su interés rad.ica, justamente, fisico-química, en el sentido de los positivistas. La fisiologÍa
en que el autor no separa eI estudio de las funciones del general de Claude Bernard es ante todo una organogenia, y
estudio de las estructuras y en eI hecho de que, en esa época, la concepción fundamental de la vida debe resolver o, al me-
la única estructura considerada común a los animales y los nos, plantear correctamente un problema que la biología po-
vegetales, la estructura en cuyo nivel debía situarse en lo sitivista soslayaba y la biología materialista, en el sentido
sucesivo el estudio de la vida, era la de Ia célula. por lo tan- mecanicista del término, resolvía mediante una confusión
to, Claude Bernard no separa el estudio de las funciones del de conceptos. Ese problema es el siguiente: ¿En qué consiste
estudio de las estructuras, ni este del estudio de la génesis la organización de un organismo? La pregunta había obse-
de las estructuras, de tal suerte que esta teoría de fislologÍa sionado a los naturalistas del siglo XVIII. No se trata, en
general está constantemente respaldada por referencias efecto, de una cuestión fácil de resolver mediante la utili-
permanentes a la embriología, que desde los trabajos de Von zación de modelos meqínicos. Y es tan cierto que las teorías
Baer fue para los biólogos del siglo XD( una cientia piloto, de la preformación, las teorías según las cuales Ia constitu-
que proporcionaba a las otras disciplinas un surtido d.e con_ ción gradual de un individuo adulto a partir de un germen
ceptos y métodos. no es sino el agrandamiento de una miniatura contenida en
Según Claude Bernard, lo que para él mismo es su con- este, que se prolongaban lógicamente en Ia teoría del encaje
cepción fundamental de la vida cabe en dos aforismos. Uno de las simientes, remitían el hecho de la organizacíón al ori-
es el siguiente: la uida es Ia mtrcrte. El otro: Ia ui.d,a es ln crea- gen, es decir, al Creador. El surgimiento de la embriología
ción. Durartte mucho tiempo se consideió que este último como ciencia fundamental en el siglo XD( per¡nitió plantear
aforismo había aparecido por primera vez en la Introduc- de manera renovada ese problema de la organización. Para
tinn d I'étude de la médecine expérirnentale. La proposición Claude Bernard, la existencia de esta cuestión, y el obst¡ícu-
se remontaba, entonces, a 186b. Empero, desde la publica_ lo que levanta frente a las posibilidades de explicación brin-
ción del Cahier de notes de Bernard, en edición estáblecida dadas por la fisica y la química, garantizan al estudio de la
por el doctor Grmek, podemos ubicarla cerca de diez años vida, a la fisiología general, su especificidad científica.
antes, pues ya hacia fines de 18b6 o comienzos de lgb7 fi_ Una parte del éxito de que gozó en la época la Introduc-
guran en la libreta de notas estas dos proposiciones: ola vid.a tion d I étude de la médecine expérimzntale se debió a que mu-
es una creacióno y nla evolución es una creacióno. para chos creyeron encontrar en esta obra argumentos contra
Claude Bernard, la palabra.evolucióno no tiene en absoluto cierto materialismo en biología y, por lo tanto, contra el ma-
el sentido que tomó hoy luego de la biología transformista. terialismo filosófico. Claude Bernard quedó involucrado en
En él conserva el sentido que tenía en el siglo XVIIf, cuando la disputa. En realidad, nunca se preocupó demasiado por
significaba exactamente *desarrollor. En consecuencia por saber qué utilización se daba a sus argumentos. Estaba po-
evolución hay que entender en Bernard. Ia ontogénesis, el seído por una idea: la de que el ser viviente organizado es la
paso de la simiente y eI embrión a la forma adulta. La evolu- manifestación perpetuada en eI tiempo de una idea direc-
ción es el movimiento de la vida en la estructuración y ei triz de su evolución. Las condiciones fisico-químicas no ex-
sostén de una forma individual. Por consiguiente, al decir plican por sí mismas la forma específica de su composición
que la evolución es una creación, Bernard no dice otra cosa según tal o cual organismo. En las Legons sur les phénomd,-
que esto: la vida es una creación porque lo que la caracteriza nes de In ui.e, esta tesis se desarrolla extensamente.
"Por mi

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lado, daré a conocer ---escribe Bernard- la concepción a la ditaria. "El protoplasma mismo Bernard- es una
cual me ha conducido mi experiencia (. . .) Considero que en sustancia
-dice
atávica que novemos nacer, sino meramente con-
el ser viviente hay necesariamente dos órdenes de fenóme- tinuarr. En consecuencia, si no se olvida que con el nornbre
nos: los fenómenos de creación vital o de sírltesis organiza- de "evolución" Claude Bernard entiende la ley determinan-
dora, y Ios fenómenos de muerte o de destrucción orgrínica te de la dirección fija de un cambio incesante; que esta ley
(. . .) El primero de estos dos fenómenos es el único sin aná- única domina las manifestaciones de la vida que se inicia y
logo directo; es particular, especial, del ser vivo: lo verdade- las de la vida que se mantiene, y que no concibe üferencias
ramente vital es esa síntesis evolutiva". por consiguiente, entre la nutrición y la evolución, ¿no es posible sostener,
para Claude Bernard el organismo que funciona es un orga- entonces, que no llevó hasta sus últimas consecuencias la
nismo que se destruye. El funcionamiento del órgano es un separación de la materia y la forma, de la síntesis química y
fenómeno fÍsico-químico: la muerte. Podemos captar, pode- la síntesis morfológica, y presintió al menos que en la vida
mos comprender y caracterizar ese fenómeno y, de m¿rnera del protoplasma la sustitución de los componentes químicos
ilusoria, nos inclinamos a dar a esta muerte el nombre d.e se efectúa de acuerdo con un imperativo estructural? Ber-
,,vida,. A la inversa, la creación orgrínica y la organización nard considera esa estructura como un hecho diferente de
son actos plásticos de reconstitución sintética de las sustan- los que el conocimiento de un determinismo de tipo físico-
cias que el funcionamiento del organismo debe consumir. guímico permite reproducir avoluntad. Por ende, esa estruc-
Esa creación orgrinica es sÍntesis química, constitución del tura es un dato de herencia, y no de artificio. En sus propias
protoplasma, y síntesis morfológica, reunión de los princi- palabras, es "la manifestación aquí y ahora de un impulso
pios inmediatos de la materia viviente en un molde particu- primitivo, de una acción primitiva y de una con signa, que la
lar. nMolde" era eI término del que se valía Buffon (.él molde naturaleza repite luego de haberla fijado de antemano>.
interior") para explicar que a través del torbellino incesante Claude Bernard parece haber presentido con claridad
que es Ia vida persiste una forma específica. que Ia herencia biológica consiste en la transmisión de algo
que hoy llamamos "información codificada". Semántica-
A primera vista, es dabe suponer qüe Bernard. separa mente, no hay mucha distancia entre una consigna y un có-
aquí dos clases de síntesis que la bioquímica contemporá- digo. Sería incorrecto, sin embargo, concluir de ello que la
nea ha reunido, y que desconoce Ia naturaleza estructurada semántica- encubre un parentesco
del citoplasma. Ahora bien, hoy no es posible creer con él
analogía
-la analogía
real de conceptos, por unarazón que obedece aun sincronis-
que (en su grado más simple, despojada de los accesorios mo. Al mismo tiempo que aparece Lalntroduction d.l'étude
que la enmascaran en la mayorÍa de los seres, la vid.a, con- de la médecine expérimentale, en 1865, un monje oscuro'
trariamente al pensamiento de Aristóteles, es independien- que no conocerá jamás en su vida la celebridad que no se es-
te de toda forma específica. Reside en una sustancia defrni- catimó a Bernard, Gregor Mendel, publica sus Experimen-
da por su composición y no por la figura: el protoplasma,. tos de hibridación en las plantas. No podemos atribuir a
La bioquímica contemporánea se basa, por el contrario, Claude Bernard conceptos análogos a Ios que hoy rigen en
en el principio de que no hay composición, ni siquiera en el la teoría de la herencia, porque el propio concepto de heren-
nivel químico, sin figura ni estructu¡a. Pero, ¿nohay tazo- cia es completamente novedoso con respecto a la idea que
nes para excusar a Claude Bernard? ¿Y es su error tan abso- aquel podía hacerse de la generación y Ia evolución. No ce-
luto como podría suponerse? ¿Acaso no declara más adelan- damos, entonces, a la tentación de asimilar términos sepa-
te: nPor elemental que sea, el protoplasma no es aún una rados de su contexto.Y, sin embargo, puede sostenerse que
sustancia puramente química, un simple principio inme- entre eI concepto bernardiano de consigna de evolución y los
diato de la química; tiene un origen que se nos escapa, es la conceptos actuales de cóügo y mensaje genéticos existe una
continuación del protoplasma de un ancestro,? Lo cual afinidad de función. Esta afinidad se apoya en su relación
quiere decir: hay una estructura, y esa estructura es here- común con el concepto de información. Si la información ge-

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nética se define como eI programa codificado de la síntesis
de un sistema aislado y regido por el principio de Carnot-
de las proteínas, ¿no puede sostenerse, entonces, que los si-
Clausius. Los bioquímicos de nuestros días dicen que la in-
guientes términos, todos los cuales pertenecen á Claude
dividualidad orgánica, inalterada en cuanto sistema en
Bernard y no aparecen en su obra una vez y por casualidad,
equilibrio dinámico, expresa la tendencia general de la vida
sino constantemente: consigna, id.ea d,irectriz, designio ui- a demorar el crecimiento de la entropía y resistir Ia evolu-
tal, preordenarniento uital, plan uital, sentido d,e los
/enóme_ ción hacia el estado más probable de uniformidad en el de-
rlos, son sendas tentativas de defrnir, a falta del concepto
sorden.
adecuado y por convergencia de metáforas, un hecho bióló_
Volvamos ahora a esa expresión asombrosa, tratándose
gico que en cierto modo se señala antes de alcanzarlo?
de un bióIogo a quien todo el mundo conoce como poco sospe-
En suma, Claude Bernard utilizó conceptos cercanos al chado de complacencia con la utilización de conceptos y mo-
de información, en el sentido psicológico dél término, para
delos matemáticos en biología: nla ley de orden y de sucesión
explicar un hecho hoy interpretado mediante conceptos de que da el sentido o la relación de los fenómenos>. Se trata de
información en su sentido fisico. y esa es larazón, a-mi jui
una fórmula cuasi leibniziana, muy próxima a la definición
cio poco advertida en líneas generales, por la cual Bernard
dada por Leibniz de la sustancia individual: "Lex seriei sua-
se defiende en los dos frentes de la biología de su época. por
rum operationu,nT>, iey de la serie en el sentido matemático
utilizar conceptos de origen psicológico, como id,ea d.irectriz, del término, ley de Ia serie de sus operaciones. Esta defini-
consigna, designio, etc., se siente eventualmente sospecha-
ción cuasi formal hablando- de la forma he-
do de vitalismo y se protege de ello, pues piensa en cierta es-
reütaria -lógicamente
hablando-, ¿no debe cotejarse
tructura de la materia, una estructura en la materia. pero -biológicamente
con el descubrimiento fundamental en biología molecular
por creer, por otro lado, que las leyes de la física y de la quí_
de Ia estructura de la molécula de ácido desoxirribonucleico
mica sólo explican degradaciones y son impotentós pur. áu" que constituye lo esencial de los cromosomas, vehículos del
razón de Ia estructuración de la materia, debe erritar se, patrimonio hereditario, cuyo número mismo es un carácter
materialista. De allí el sentido de un pasaje como el siguien- específi co hereditario?
te, tomado del Rapport sur les progrés et tT, marche de Ia phy_
siologie générale en 1867: .Si bien para dar origen a fenéml-
En 1954, J. Watson y F. Crick establecieron, y ocho años
nos de nutrición o evolución determinada es necesario que
después recibieron por ese motivo eI Premio Nobel, que un
se den condiciones materiales especiales, no debe a"u"".",
orden de sucesión de un número finito de bases a lo largo de
empero, que la materia engendró la ley de orden y d,e suce-
una hélice acoplada de fosfatos azucarados constituye el
sión que da eI sentido o Ia relación de los fenómenos; hacerlo
cóügo de instrucción, de información, es decir, el lenguaje,
seúa caer en el error grosero de los materialistasr.T y este
del programa al que se ajusta la célula para sintetizar los
otro párrafo, extraído de las Legons sur les phénoménes de la
materiales proteínicos de las nuevas células. Luego se de-
ule: "No es un encuentro fortuito de fenómenos fisico-quí-
terminó
micos el que construye a cada ser de acuerdo con un plan y -y el Premio
cubrimiento-
Nobel recompensó en 1965 este des-
que esa síntesis se hace a pedido, vale decir,
se€ún un diseño fijo y previsto por anticipado, y ,o..it^ tá
en función de las informaciones recibidas del medio --del
admirable subordinación y el armonioso concierto de los medio celular, desde luego-. De tal modo, al cambiar la
actos de la vida". La construcción, el crecimiento, la renova-
escala en la cual se estuüan los fenómenos más caracteús-
ción regulada, la autorregeneración de la máquinaviviente,
ticos de la vida, Ios de estructuración de la materia y los de
no son un encuentro fortuito. El carácter fundamental de la
regulación de las funciones la función de estruc-
vida, la evolución según Claude Bernard, es la inversa de la -incluida también cambió de
turación-,la biologÍa contemporánea
evolución según los fisicos, es decir, la sucesión de estados
lenguaje. Dejó de utilizar el lenguaje y los conceptos de la
mecánica, Ia fisica y la química clásicas, un lenguaje basado
7 Las bastardillas son nuestras. en conceptos más o menos directamente fodados según mo-

382
383
delos geométricos. Ahora emplea el lenguaje de la teoría del páncreas. Con mayor raz6n,la definición de la enfermedad
lenguaje y la teoría de las comunicaciones. Mensaje, infor- como alteración cuantitativa de una función fisiológica nor-
mación, programa, código, instrucción, desciframiento: ta- mal no conviene para esas enfermedades que, desde que
les son los nuevos conceptos del conocimiento de la vida. existe su concepto, se descubren en número creciente, y eue
Pero, se objetará, ¿no son ellos, en definitiva, metáforas dependen de la transmisión hereditaria de perturbaciones
importadas, al igual que lo eran las metáforas con cuya con- de un metabolismo dado. Es lo que un médico inglés, sir
vergencia Claude Bernard procuraba suplir la falta de un Archibald Garrod, Ilamó a principios del siglo )O(
"s11.s¡sg
concepto adecuado? En apariencia, sí; en los hechos, no, innatos del metabolismo,.S
pues Io que garantiza la eficacia teórica o el valor cognitivo Empero, ya existe una medicina cuya eficacia terapéu-
de un concepto es su función de operador y, por consiguien- tica otorga a los conceptos biológicos fundamentales de la
te, la posibilidad que brinda de desarrollo y progreso del sa- teorÍa de Ia herencia, interpretada en la teoría de la infor-
ber. He dicho ya que hay homogeneidad y necesariamente mación, una garantía de realidad; por ejemplo, el descubri-
debe haberla entre todos los métodos de indagación de la miento del error metabólico en 1o que se denomina, desde
vida. Los conceptos biológicos de Bernard, que este forjó en los trabajos de Fólling, nidiotez fenilpirúvica>. Por medio de
eI terreno mismo de su práctica experimental, con el fin de la prescripción de un régimen determinado, este descubri-
explicar el carácter sorprendente de sus descubrimientos y miento permite corregir ese error, con la condición de que el
para los cuales tuvo que acuñar una expresión aparente- tratamiento se prolongue indefinidamente. Si el descubri-
mente paradójica interna,, concepto del que miento del profesor JérÓme Lejeune sobre la anomalía cro-
fue autor en 1855-,-(secreción
le permitían una concepción de la fisio- mosómica, la trisomía 2t,no condujo aún a una terapia con-
logía que autorizaba cierta concepción de la medicina. En tra el mongolismo, indica al menos el punto en que deben
determinado nivel de estudio de las funciones fisiológicas, el converger las investigaciones.
estado patológico podía aparecer como una alteración mera- Por lo tanto, cuando se dice que la herencia biológica es
mente cuantitativa, en más o en menos, del estado normal. una comunicación de información, vuelve a darse en cierto
Claude Bernard no advertía ni podía atvertir los modo con el aristotelismo del que partimos. Al exponer la
-todos
científicos están en el mismo caso- que el descubrimiento teoría hegeliana de la relación entre eI concepto y la vida me
gracias al cual había forjado una serie de conceptos le cerra- pregunté si, en una teoría que se emparentaba tan fuerte-
ba eI camino hacia otros descubrimientos. La glucogénesis mente con el aristotelismo, no corríamos el riesgo de encon-
hepática proporciona un ejemplo de secreción interna que trar un medio de interpretación más fiel que en una teoría
no es del mismo orden que la secreción de insulina del prín- intuitivista como la de Bergson, para los fenómenos descu-
creas o de adrenalina de la suprarrenal. La función glucogé- biertos por los biólogos contemporáneos y para las teorías
nica del hígado es la producción de un metabolito interme- explicativas que estos proponen. Decir que la herencia bio-
diario. Bernard no sospechaba, por lo tanto, que pudiera ha- lógica es una comunicación de información es, en cierto sen-
ber secreciones internas como lo que llegó a denominarse tido, volver al aristotelismo, si signifrca admitir que en el
(mensajeros químicoso (en efecto, el concepto de mensaje y ser vivo hay un logos inscripto, conservado y transmitido.
mensajero se utilizó por primera vez en biología con referen- La üda hace desde siempre sin escritura, mucho antes de
cia a esas secreciones). Podía pensar que sobre su fisiología esta y sin relación con ella, lo que la humanidad buscó a tra-
se fundaba una concepción de la enfermedad que autoriza- vés del dibujo, el grabado, la escritura y la imprenta, a sa-
ba cierta forma de la medicina, pero la diabetes no es una ber: la transmisión de mensajes. Y en Io sucesivo el conoci-
enfermedad únicamente dependiente del hígado y el siste-
ma nervioso, como él creyó, omitiendo, en consecuencia, lo
I Hemos examinado de manera más extensa esta cuestión en la segunda
que los clínicos de Ia época ya sospechaban: Ia parbicipación,
parte de Le normal et le pathologique,París: PUB 1966 lLo normal y lo pa.
la intervención, de varias otras vísceras, en particular el
tológico, México: Siglo )O([, 19861.

384 385
miento de la vida ya no se asemeja a un retrato de la vida, Por consiguiente, Aristóteles no se equivocaba, en cierto
como podía ser cuando era descripción y clasificación de las
sentido, al decir que, para la forma biológica --esto es, esa
especies. No se asemeja a la arquitectura o la mecánica' co-
forma considerada según la finalidad o el todo, esa forma
mo sucedía cuando era simplemente anatomía y fisiología imposible de descomponer en la que el comienzo y el fin
macroscópica. Se parece, en cambio, a la gramática, la se- coinciden y el acto domina a la potencia-, determinada
mántica y la sintaxis. Para comprender la vida es preciso matemática, la que él conocía, no nos es de ninguna ayuda.
proponerse, antes de leerla, desencriptar su mensaje. En este aspecto, Bergson sería menos excusable que el Es-
Esto entraña varias consecuencias de alcance probable- tagirita por no haber visto que esa geometría del espacio
que, con razón, jvgab¿ i¡sempatible con la inteligencia de
mente revolucionario y cuya exposición, no de 1o que son
la vida no es toda la ciencia del espacio, porque en su época,
sino de lo que están siendo, ocuparÍa en realidad muchas di-
sertaciones. Definir la üda como un sentido inscripto en la
justamente, se había producido
-lodehemos viste la revo-
materia es admitir la existencia deuna priori objetivo, un a lución que condujo a la disociación la geometría y la mé-
priori propiamente material y ya no sóIo formal. Desde ese trica. Bergson vivió en un tiempo en que los matemáticos
punto de vista, me parece que podría considerarse que el es- habían roto con el helenismo. É1, que en cierto modo repro-
tudio del instinto a la manera de Tinbergen o Lorenz, es de- chaba a todos sus predecesores haber introducido en la fiIo-
cir, mediante la puesta en eüdencia de patterns innatos de sofia un modelo helénico, no se dio cuenta de que seguía juz-
gando la matemática en función de su modelo helénico.
comportamiento, es un modo de verificar la realidad de esos
Si Ia acción biológica es producción, transmisión y recep-
a priori. Definir la vida como eI sentido inscripto en la mate-
ria es obligarse a un trabajo de descubrimiento. En este ca- ción de información, se comprende que la historia de la vida
esté hecha, alavez, de conservación y novedad. ¿Cómo ex-
so, la invención experimental sólo consiste en Ia búsqueda
plicar la existencia de la evolución a partir de la genética?
de la clave, pero, una vez encontrada esta, el sentido se ha-
lla y no se construye. Los modelos sobre cuya base se buscan Lo sabemos: por el mecanismo de las mutaciones. Muchas
veces se objeto a esta teoría que las mutaciones son muy a
las significaciones orgrínicas utilizan una matemática dife-
rente de Ia conocida por los griegos. Para comprender al ser menudo subpatológicas, con bastante frecuencia letales, es
vivo es preciso apelar a una teoúa no métrica del espacio, decir que biológicamente el mutante vale menos que el ser
con respecto al cual constituye una mutación. De hecho, es
esto es, una ciencia del orden, una topología. Para compren-
der al servivo en Ia escala en que nos situamos es necesario cierto que Ias mutaciones suelen ser monstruosidades, pero,
recurrir a un cálculo no numérico, una combinatoria; es pre- con referencia a la vida, ¿hay monstruosidades? ¿Qué son
ciso recurrir al c¿ilculo estadístico. También por ello hay, en
muchas de las formas que viven aún hoy, y estrín muy vivas,
cierta manera, un retorno a Aristóteles. Este creía que la sino monstruos normalizados, para retomar una expresión
matemática era inutilizable en biología porque no conocía del biólogo francés Louis Roule? Por consiguiente, si la vida
otra teorÍa del espacio que la geometría que Euclides iba a tiene un sentido, es preciso admitir que pueda haber pérü-
da de sentido, riesgo de aberración o error. Mas lavida supe-
sistematizar dándole su nombre. Una forma biológica, dice
Aristóteles, no es un esquema, no es una forma geométrica. ra sus errores con otros ensayos; un error de Ia vida es sim-
plemente un callejón sin salida.
Esto es verdad. En un organismo considerado en y por sí
mismo no hay üstancia, el todo está por doquier presente ¿Qué es entonces el conocimiento? Porque, sin duda, es
en la pseudo parte. Lo propio del ser vivo es justamente que'
necesario terminar con esta pregunta. Ya lo he dicho: si la
en cuanto está vivo, no está a distancia de sí mismo. Sus vida es el concepto, ¿nos da acceso a la inteligencia eI hecho
que llamamos ilusoriamente "partesu- no es- de reconocer que lo es? ¿Qué es entonces el conocimiento?
"partes" -lo Si la vida es sentido y concepto, ¿cómo concebir el conocer?
üín distanciadas entre sí. Por intermedio de sus regulacio-
nes, por intermedio de lo que Claude Bernard llamaba nme-
Un animal aludo al estudio del comportamiento instin-
-y pot patterns innatos- está hereditaria-
tivo, estructurado
üo interno", el todo está siempre presente en cada parbe.

s87
mente informado para no recoger ni transmitir más que III. Psirología
determinadas informaciones.Aquellas que su estructura no
le permite recoger son para él como si no existieran. La es- ¿Qué es la psicología?*
tructura del animal esboza, en lo que el hombre supone el
medio universal, otros tantos medios propios de cada espe-
cie, como lo estableció Von UexküII. Si el hombre está infor'
mado del mismo modo, ¿cómo explicar la historia del conoci'
miento, que es Ia historia de los errores y la historia de lae
victorias sobre el error? ¿Debemos admitir que el hombre se
ha convertido en tal por mutación, como consecuencia de un La pregunta n¿Qué es la psicología?" parece más emba-
error hereditario? La vida, entonces, habría llegado por razosa para un psicólogo que la pregunta
"¿Qué es la filoso-
error a este ser viviente capaz de error. De hecho, el error fia?" para un filósofo. Pues, mucho más que definirse por
humano se confunde probablemente con la errancia. El una respuesta a esta cuestión, la filosofia se constituye a
hombre se equivoca porque no sabe dónde ponerse. Se equi- través del interrogante sobre su sentido y su esencia. Para
voca cuando no se sitúa en el lugar adecuado para recoger quien quiera decirse filósofo, el hecho de que la pregunta, a
cierta información que busca. Mas también recoge informa- falta de respuesta satisfactoria,tenazcasin cesar es un mo-
ción a fuerza de desplazarse o al desplazar, por medio de to. tivo de humildad, y no una causa de humillación. Pero, en el
da clase de técnicas podríamos decir que la mayoría de caso de la psicología, Ia cuestión de su esencia o, más modes-
-y
las técnicas científicas equivalen a ese proceso-, los objetos tamente, de su concepto pone también en entredicho Ia exis-
entre sí y eI conjunto con respecto a sí mismo. El conoci- tencia misma del psicóIogo, pues a este, incapaz de poder
miento es, por 1o tanto, una búsqueda inquieta de Ia mayor responder con exactitud qué es, le resulta muy dificil con-
cantidad y la más grande variedad de informaciones. Por testar qué hace. No puede, entonces, más que buscar en una
ende, si el a priori está en las cosas y el concepto en la vida, eficacia siempre üscutible la justificación de su importan-
ser sujeto del conocimiento es únicamente estar insatisfe. cia de especialista, una importancia que, si generara en el
cho con el sentido encontrado. La subjetividad sólo es enton- filósofo un complejo de inferioridad, no disgustaría en abso-
ces la insatisfacción. Pero acaso eso sea la vida misma. La luto a más de uno.
biología contemporánea, leída de cierta manera, es de algrlrt Al calificar de discutible la eficacia del psicólogo, no pre-
modo una filosofia de la vida. tendemos decir que es ilusoria; simplemente, queremos se-
ñalar que, sin duda, está mal fundada, mientras no se de-
muestre que se debe a la aplicación de una ciencia, esto es,
mientras el estatus de la psicología no se fije de tal manera
que deba considerársela algo más y mejor que un empiris-
mo compuesto, Iiterariamente codificado con fines de ense-
ñ'anza. De hecho, muchos trabajos de psicología suscitan la
impresión de combinar una filosofia sin rigor, con una ética
sin exigencia y una medicina sin control. Filosofia sin rigor,
por ser ecléctica so pretexto de objetividad; ética sin exigen-
cia, porque asocia sin cútica experiencias etológicas en sí
* Título original:
"Qu'est-ce que la psychologie?,. Conferencia pronun-
ciada en el Collége Philosophique el 18 de diciembre de 1956. Se publicó
por primera vez en la Reuue de Métaphysique et d.e Morale ,1, 1g58, y se
rceditó en Cahiers pour lAnalyse, 2, matzo de 1966.

388 389
mismas, la del ionfesor, el educador, eljefe, eljuez, etc.; me- entre las cuales el profesor Lagache busca un acuerdo sólido
dicina sin control, porque de las tres clases de enfermedades naturalista (psicología experimental) y la humanista
más ininteligibles y menos curables enfermedades de
-la
(psicología clínica)-, tenemos la impresión de que, a su
-las
Ia piel,las enfermedades de Ios nervios y las enfermedades juicio, la segunda tiene mayor peso. Ello explica, sin duda,
mentales-, el estudio y el tratamiento de las dos últimas Ia ausencia de Ia psicología animal en esa revisión de las
siempre proporcionaron a la psicología observaciones e hi- partes del litigio. Por cierto, se adüerte que está incluida en
pótesis. la psicología experimental es en gran medida una psi-
-que
cología de los animales-, pero está encerrada en ella como
En consecuencia, tal vez parezcaque al preguntar "¿Qué
es la psicología?" se plantea una cuestión que no es inopor- material al cual puede aplicarse eI método. I en efecto, una
tuna ni futil. psicología sólo puede calificarse de experimental en razón
Durante mucho tiempo se buscó la unidad característica de su método, y no en raz6n de su objeto. Mientras que, a
del concepto de una ciencia en la dirección de su objeto. El despecho de las apariencias, una psicologÍa se llama clínica,
objeto dictaría el método utilizado para el estudio de sus psicoanalítica, social o etnológica más por el objeto que por
propiedades. Pero de ese modo, en el fondo, se limitaba la el método. Todos estos adjetivos son indicativos de un único
ciencia a la investigación de una circunstancia y la explora- y el mismo objeto de estudio: el hombre, ser locuaz o tacitur-
ción de un dominio. Cuando resultó evidente que toda cien- no, ser sociable o insociable. ¿Puede entonces hablarse rigu-
cia se asigna en mayor o menor medida su circunstancia y rosamente de una teoría general de la conducta, mientras
se apropia, por ello, de lo que se llama su "dominio,, el con- no se haya resuelto si hay continuidad o ruptura entre len-
cepto de una ciencia comenzó, poco a poco, a tener más en guaje humano y lenguaje animal, sociedad humana y socie-
cuenta su método que su objeto. O, más exactamente, la ex- dad animal? Es posible que, en este aspecto, no le toque de-
presión "objeto de la ciencia, adquirió un nuevo sentido. El cidir a la filosofia sino a la ciencia; a varias ciencias, en rea-
objeto de la ciencia ya no es sólo el dominio específico de los lidad, incluida la psicología. Empero, si es así, la psicología
problemas y los obst¡iculos por resolver: t¡rmbién es la inten- no puede, para definirse, prejuzgar sobre aquello que está
ción y el objetivo del sujeto de Ia ciencia, el proyecto específi- llamada a juzgar. Sin lo cual es inevitable que, al autopropo-
co que constituye como tal una conciencia teórica. nerse como teoría general de la conducta, haga suya alguna
La pregunt¿ "¿Qué es la psicología?" puede responderse idea del hombre. Es preciso, entonces, permitir a la filosofia
poniendo de relieve la unidad de su dominio, pese a la mul- preguntar a la psicología a qué debe esa idea, y si no será, en
tiplicidad de proyectos metodológicos. A ese tipo correspon- el fondo, a alguna filosofía.
de la respuesta brillantemente dada por eI profesor Daniel Como no soy psicóIogo, querría tratar de encarar la cues-
Lagache, en 1947, a una pregunta formulada en 1936 por tión fundamental planteada por un camino opuesto, es de-
Edouard Claparéde.l La unidad de la psicología se busca cir, examinar si la unidad de un proyecto puede o no conferir
aquí en su definición posible como teoría general de la con- su unidad eventual a las diferentes clases de disciplinas ca-
ducta, síntesis de la psicología experimental, la psicología lificadas de psicológicas. Pero nuestro procedimiento de
clínica, el psicoanrálisis, la psicología social y la etnología. investigación exige perspectiva. La búsqueda de los aspec-
Si se considera con detenimiento, sin embargo, tal vez tos en que los dominios se superponen puede realizarse me-
pueda decirse que esa unidad se parece más a un pacto de diante su exploración separada y su comparación en la ac-
coexistencia pacífica concertado entre profesionales que a tualidad (unos diez años en el caso del profesorLagache). El
una esencia lógica, obtenida por el descubrimiento de una intento de ver si los proyectos coinciden exige poner de ma-
constancia en una variedad de casos. De las dos tendencias nifiesto el sentido de cada uno, no cuando se ha perdido en el
automatismo de la ejecución, sino cuando surge de la situa-
I D. Lagache, Liunité de Ia psychologíc, P arís: PIIF, 1949 lLo unidad de ción que lo genera. La búsqueda de una respuesta a la pre-
gunta "¿Qué es la psicologÍa?" se convierte para nosotros en
la psicología, BuenosAires: Paidós, 19841.

390 391
la obligación de bosquejar una historia de la psicología, aun- derada durante mucho tiempo exclusivamente como psico-
que, por supuesto, considerada sólo en sus orientaciones, en neurología (pero hoy, además, como psicoendocrinología!-
relación con la historia de la filosofia y de las ciencias, una y la psicopatología como disciplina médica. En este sentido,
historia necesariamente teleológica, pues está destinada a no parece superfluo recordar que antes de las dos revolucio-
trasladar hasta eI interrogante planteado el supuesto sen- nes que permitieron la expansión de la fisiología moderna,
tido originario de las diversas disciplinas, métodos o inicia- la de Harvey y la de Lavoisier, una revolución de no menor
tivas cuya üsparidad actual legitima la cuestión. imporüancia que la teoría de la circulación o la respiración
se debe a Galeno, cuando este determina, clínica y experi-
mentalmente los pasos de los médicos de la escuela
de Alejandría,-tras
Herófrlo y Erasístrato; contra la doctrina
I. La psicología como ciencia natural y
aristotélica, de conformidad con las previsiones de Alc-
meón, Hipócrates y Platón-, que el órgano de la sensación
Aunque npsicología, significa etimológicamente nciencia y eI movimiento y la sede del alma es el cerebro, y no el cora-
del alma", es notable que una psicología independiente esté zón. Galeno funda en verdad una filiación inintermmpida
ausente, en idea y de hecho, de los sistemas filosófrcos de la de investigaciones a Io largo de varios siglos, la neumato-
Antigüedad, cuando, sin embargo,lapsique,el alma, es con- logía empírica, cuyo elemento decisivo es Ia teoría de los es-
siderada un ente natural. En esa época, los estudios relati- píritus animales, destronada y relevada a frnes del siglo
vos al alma se reparten entre la metafisica,la Iógica y la fi- XVIII por la electroneurologÍa. Aun cuando resueltamente
sica. El tratado aristotéIicoÁcerca del alrna es, en realidad, pluralista en su concepción de las relaciones entre funcio-
un tratado de biología general, uno de los escritos consa- nes psíquicas y órganos encefálicos, Gall es un sucesor di-
grados a la ffsica. De acuerdo conAristóteles y según Ia tra- recto de Galeno y domina, pese a sus extravagancias, todas
dición de la escuela, Ios cursos de filosofia de principios del Ias investigaciones sobre las localizaciones cerebrales en los
sigloXVII aún se ocupan del alma en un capítulo de la fisi- primeros sesenta años del siglo XD! hasta Broca inclusive.
ca.2 El objeto de esta es eI cuerpo naturál y organizado que En suma, como psicofisiología y psicopatología, Ia psi-
tiene vida en potencia; en consecuencia, la fisica trata el cología de nuestros días se remonta siempre al siglo II.
alma como forma del cuerpo viviente, y no como sustancia
separada de la materia. Desde ese punto de vista, un estu-
dio de los órganos del conocimiento, es decir, de los sentidos
externos (Ios cinco sentidos habituales) e internos (sentido II. La psicología como ciencia de la subjetividad
común, fantasía, memoria), no difiere en nada del estudio
de los órganos de la respiración o la digestión. EI alma es un La declinación de la fisica aristotélica, en el sigio XVII,
objeto natural de estudio, una forma en Ia jerarquía de las marca el frn de la psicología como parafísica, como ciencia
formas, aun cuando su función esencial sea eI conocimiento de un objeto natural, y señala correlativamente su naci-
de estas. La ciencia del alma es una jurisdicción de la fisiolo- miento como ciencia de la subjetividad.
gía, en su sentido originario y universal de teoúa de la natu- Los verdaderos responsables del surgimiento de la psico-
taleza. logía moderna como ciencia del sujeto pensante son los fisi-
A esta concepción antigua se remonta, sin ruptura, un cos mecanicistas del siglo XVII.3
aspecto de la psicología moderna: la neurofisiología ---+onsi- Si la realidad del mundo ya no se confunde con el conte-
nido de la percepción; si se afcatzay postula por reducción
2 Cf. Scipion Dupleix, Corps de philosophie contenant Ia logique, Ia phy-
3
sique, Ia métaphysique et l'éthique, Ginebra: B. Labbé, 1636 (primera edi- Cf. Aron Gurwitsch, "Dévéloppemenü historique dela Gestalt-Psycho-
ción, París: C. Sonnius, 1607). logie", Thalés,2, 1935, págs. 167-75.

392 398
de las ilusiones de la experiencia sensible habitual, el dese- dental, anticipación de la percepción)i las comparaciones
cho cualitativo de esta experiencia, por ser posible como entre luces, sonidos, etc., sólo pueden convertirse en relacio-
falsificación de lo real, involucra la responsabilidad propia nes exactas por analogía con Ia extensión del cuerpo figura-
del espíritu, es decir, del sujeto de la experiencia, en cuanto do. Si se añade que Descartes, aunque no sea, propiamente
no se identifica con la razón matemática y mecánica, instru- hablando, el inventor del término y el concepto de reflejo,
mento de la verdad y medida de Ia realidad. afi.rma no obstante la constancia del vínculo entre la excita-
Pero esa responsabilidad es, a los ojos del fisico, una cul- ción y la reacción, se advierte que con él comienza una psico-
pa. La psicología se constituye entonces como una empresa logía entenüda como ffsica matemática del sentido externo
de disculpa del espíritu. Su proyecto es el de una ciencia que culmina en Fechner, gracias al auxilio de fisióIogos co-
que, frente a Ia ffsica, explica por qué eI espíritu está obliga- mo Her¡nann Helmholtz, pese a y contra las reservas kan-
do por naturaleza a engañar, ante todo, alataz6n con refe- tianas, criticadas a su turno por Herbart.
rencia a la realidad. La psicología se erige en fisica del sen- Wundt amplía esta variedad de la psicología a las ümen-
tido externo, para dar cuenta de los contrasentidos de los siones de una psicología experimental, sostenida en sus tra-
que Ia fisica mecanicista acusa aI ejercicio de los sentidos en bajos por la esperanza de poner de relieve, en las leyes de los
Ia función de conocimiento. ,üechos de conciencia>, lln determinismo analítico del mis-
mo tipo que aquel cuya universal validez la mecánica y la fi-
sica permiten hacer esper¿rr a cualquier ciencia.
Fechner murió en 1887, dos años antes de Ia tesis de
A) Lafrsíca del sentído externo
Bergson, Essai sur les données immédiates de la conscience
(1889). Wundt falleció en 1920, tras haber formado a mu-
La psicología, ciencia de la subjetividad, comienza por lo
chos discípulos, algunos de los cuales aún viven, y no sin ha-
tanto como psicofísica por dos razones. En primer lugar,
ber presenciado los primeros ataques de los psicólogos de la
porque no puede ser menos que una fisica para ser tomada
forma contra la ffsica analítica, alavez experimental y ma-
con seriedad por los ffsicos. Segundo, porqqe debe buscar en
temática, del sentido externo, de conformidad con las obser-
una naturaleza, esto es, en la estructura del cuerpo huma-
vaciones de Ehrenfels sobre las cualidades de forma (Über
no, la razón de existencia de los residuos irreales de Ia expe-
Ge staltqualitriten, f 890); estas observaciones están empa-
riencia humana.
rentadas con los análisis de Bergson sobre las totalidades
Mas no hay en ello, con todo, un retorno a la concepción
percibidas como formas orgánicas que dominan a sus pre-
antigua de una ciencia del alma, rama de la fisica. La nueva
suntas partes (Essai, capítulo II).
ffsica es un cáIculo. La psicología tiende a imitarla. Procura-
rá determinar constantes cuantitativas de la sensación y de
las relaciones entre esas constantes.
Los guías son aquí Descartes y Malebranche. En las Re'
B) La ciencín del sentíd,o interno
glas para Ia dirección del espíritu CKII), el primero propone
la reducción de las diferencias cualitativas entre datos sen' Sin embargo, la ciencia de la subjetividad no se reduce a
soriales a una diferencia de figuras geométricas. Se trata en Ia elaboración de una ffsica del sentido externo, sino que se
propone y se presenta como la ciencia de la conciencia de sí
este caso de los datos sensoriales en cuanto son, en el senti-
o la ciencia del sentido interno. El término
do propio del término, informaciones de un cuerpo por otros "psicología,, con
cue{pos; lo informado por los sentidos externos es un senti- el sentido de ciencia del yo, fue acuñado en el siglo XVIII
(Woltr). Tbda la historia de esta psicología puede ser escrita
do interno, "la fantasía, que no es otra cosa que un cue{po
real y figuradoo. En la regla XfV, Descartes se refiere de ma- como Ia historia de Ios contrasentidos a que dieron lugar las
nera expresa a lo que Kant llamará "magnitud intensiva de Meditacinnes de Descartes, sin que estas fueran responsa-
las sensaciones" (Crítica de Ia razón pura, arralítica trascen' bles de ello.

394 395
Cuando Descartes, aI principio de la tercera meditación, la introspección, es decir, contra el método de autoconoci-
considera su "interior" para tratar de alcanzar un mayor co- miento que Pierre-Paul Royer-Collard toma de Reid para
nocimiento y familiaridad consigo mismo, esa consideración hacer de la psicología la propedéutica científica de la meta-
apunta aI pensamiento. El interior cartesiano, conciencia física, justificando por la vía experimental las tesis tradi-
del Ego cogito, es el conocimiento directo que eI alma tiene cionales del sustancialismo espiritualista.G EI propio Cour-
de sí misma como entendimiento puro. Descartes califica de not, en su sagacidad, no desdeña reiterar el argumento en
metafrsicas Ias Meditacion es porque estas pretenden alcan- apoyo de la idea de que la observación psicológica concierne
zar directamente la naturalezay esencia delYo pienso en la más a la conducta de otro que al yo del observador, de que la
captación inmediata de su existencia. La meditación carte- psicología se emparienta con la sabiduría, más que con la
siana no es una confidencia personal. La reflexión que le da ciencia, y de que (está en la naturaleza de los hechos psico-
al conocimiento del Yo el rigor y la impersonalidad de la lógicos el traducirse más en aforismos que en teoremasn.T
matemática no es la observación de sí que los espiritualis- Así, la enseñanza de Descartes se desconoció doblemen-
tas, a comienzos del siglo XD! no temerán poner bajo el pa- te aI constituir contra él una psicología empírica como histo-
tronazgo de Sócrates, a fin de que el señor Pierre-Paul Ro- ria natural del yo --de Locke a Ribot, a través de Condillac,
yer-Collard pueda dar a Napoleón I la seguridad de que el los ideólogos franceses y los utilitaristas ingleses- y al
conócete a ti mismo, el cogito y laintrospección proporcionan constituir de acuerdo con é1, se creía, una psicología racional
al trono y al altar su fundamento inexpugnable. fundada en la intuición de un yo sustancial.
EI interior cartesiano no tiene nada en común con eI Kant conserva todavía hoy la gloria de haber estableci-
sentido interno de los aristotélicos "que concibe sus objetos do que si bien Wolffpudo bautizar a esos recién nacidos pos-
interiormente y dentro de la cabeza,4 y que, como vimos, cartesianos (Psychologia empirica, L7 32; Psychologia ratio-
Descartes considera un aspecto del cuerpo (regla XIID. Por nalis, L734), no logró, empero, fundar sus pretensiones de
eso, el filósofo dice que el alma se conoce directamente y con legitimidad. Kant muestra, por una parte, que eI sentido in-
mayor facilidad que el cuerpo. Esta es una afirmación cuya terno fenoménico es sólo una forma de la intuición empírica
intención polémica explícita se ignora con demasiada fre- y tiende a confundirse con el tiempo, y, por la otra, que el yo,
cuencia, ya que según los aristotéIicos el alma no se conoce sujeto de todo juicio de percepción, es una función de orga-
ürectamente. "El conocimiento del alma no es directo; sólo nización de la experiencia, pero no podría haber ciencia de
puede alcanzarse por reflexión, dado que el alma es similar él porque es la condición trascendental de toda ciencia. Los
al ojo que todo lo ve y no puede verse a sí mismo como no sea Primeros principios metafrsícos de la ciencia de la natura-
a través del reflejo en un espejo (. . .) y el alma, de manera leza (L786) impugnan Ia dimensión científica de la psicolo-
semejante, sólo se ve y se conoce por reflexión y reconoci- gía, sea a imagen de la matemática, sea a imagen de la fisi-
miento de sus efectos,.S Tbsis que provoca la indignación de ca. No hay psicología matemática posible, como sí existe
Descartes, cuando Gassendi la retoma en sus objeciones una fisica matemática. Aun cuando, en virtud de la antici-
contra la tercera meditación, y a la cual responde: "No es el pación de la percepción relativa a las magnitudes intensi-
ojo el que se ve a sí mismo, ni el espejo, sino eI espíritu, eI vas, se aplique a las modificaciones del sentido interno la
único que conoce al espejo, al ojo y a sí mismo". matemática de lo continuo, no se obtendrá nada más impor-
Ahora bien, esta réplica decisiva no pone fin a ese argu- tante que una geometrÍa limitada al estudio de las propie-
mento escolástico. Maine de Biran lo vuelve una vez más dades de la lÍnea recta. Tampoco hay psicología experimen-
contra Descartes enla Mémoire sur Ia décomposition de Ia tal como sí hay una química constituida por el uso del análi-
pensée, yAuguste Comte 1o invoca contra la posibilidad de 6 A. Comte, Cours de philosophie positiue, París: Schleicher Fréres,
a Scipion Dupleix, Corps de philosophie. .., op. cit.,.Physique", pág. 1907, 1'lección.
7
439. A.-A. Cournot, Essai sur les fondements de nos connaíssances, Parfs:
s lbid., pág. B5z. L. Hachette, l-851, $ 371-6.

396 397
sis y la sÍntesis. No podemos entregarnos a experiencias ni los dos Royer-Collard: él dialogó con el doctrinario y fue
sobre nosotros mismos ni sobre otros. Y la observación in- juzgado por el psiquiatra. Tenemos de él una
"Promenade
terna altera su objeto. EI deseo de sorprenderse a sí mismo avec M. Royer-Collard dans Ies jardins du Luxembourg, y
en la autoobservación conduciría a la alienación. La psicolo- tenemos de Antoine-Athanase Royer-Collard, hermano
gía, en consecuencia, sólo puede ser descriptiva. Su verda- menor del primero, un oExamen de la doctrine de Maine de
dero lugar está en una antropología, como propedéutica a Biran,.8 Si Maine de Biran no hubiera leído y discutido a
una teorÍa de la habilidad y la prudencia, coronada por una Cabanis (Rapports du physique et du moral de l'homme,
teoría de la sabiduría. 1798), si no hubiera leído y discutido a Bichat (Recherches
sur Ia ui.e et Ia mort, L80A), h historia de la psicología patoló-
gica lo ignoraría, cosa que no puede hacer. El segundo Ro-
C) La cíencia del sentido íntímo yer-Collard es, Iuego de Pinel y con Esquirol, uno de los fun-
dadores de Ia escuela francesa de psiquiatría. Pinel había
Si denominamos "psicología clásica" a la que se pretende abogado por la idea de que los alienados son a la vez enfer-
refutar, es preciso decir que en psicología siempre hay clá- mos como los demás, ni posesos ni criminales, y diferentes
sicos para unos u otros. Los ideóIogos, herederos de los sen- de Ios demás, y por lo tanto deben ser atendidos al margen
sualistas, podían tener por clásica la psicología escocesa que de estos y separados, según los casos, en servicios hospitala-
sólo propiciaba, como ellos, un método inductivo para mejor rios especializados. Pinel fundó la medicina mental como
afirmar, contra ellos, la sustancialidad del espíritu. Pero la disciplina independiente, a partir del aislamiento terapéu-
psicología atomista y analítica de los sensualistas y los ide- tico de los alienados en Bicétre y la Salpétriére. Royer-Col-
ólogos, antes de ser rechazada como psicología clásica por lard lo imita en la Maison Nationale de Charenton, donde
Ios teóricos dela Gestaltpsychologic, ya era considerada tal alcanza el cargo de médico-jefe en 1-805, el mismo año en
por un psicólogo romántico como Maine de Biran. Gracias a que Esquirol defiende su tesis de medicina sobre Les pas-
é1, la psicología se convierte en la técnica del diario Íntimo y sions consiürées comme causes, symptórnes et moyens cura-
la ciencia del sentido Íntimo. La soledad db Descartes era la tifs de I'oliénation mentale. En 1816, Royer-Collard se con-
ascesis de un matemático. La soledad de Maine de Biran es vierte en profesor de medicina legal de la Facultad de Medi-
la ociosidad de un subprefecto. ElYo pienso cartesiano fun- cina de París, y en 1821 es el primer titular de Ia cátedra de
da el pensamiento en sí. El Yo quiero biraniano funda la meücina mental. Él y Esquirol tienen como alumnos a Cal-
conciencia para sí, contra la exterioridad. Encerrado a cal y meil, que estudiará la parálisis en los alienados; a Bayle,
canto en su despacho, Maine de Biran descubre que el aná- que reconocerá y aislará la parálisis general, y a Félix Voi-
lisis psicológico no consiste en simplificar sino en complicar, sin, que iniciará eI estudio del retraso mental en los niños. Y
que eI hecho psíquico primitivo no es un elemento sino ya en la Salpétriére,luego de Pinel, Esquirol, Lelut, Baillarger
una relación y que esa relación se vive en el esfuerzo. Y llega y Falret, entre otros, Charcot llega a ser, en 1862,jefe de un
a dos conclusiones, inesperadas en un hombre cuyas funcio- servicio cuyos trabajos serán seguidos por Théodule Ribot,
nes son de autoridad, es decir, de mando: Ia conciencia re- Pierre Janet, el cardenal Mercier y Sigmund Freud.
quiere el conflicto de un poder y una resistencia; el hombre Vimos que la psicopatología comenzaba positivamente
no es, como creyó Bonald, una inteligencia servida por órga- con Galeno y la vemos culminar con Freud, creador en 1896
nos, sino una organización viviente servida por una inteli- del término psicoand,lisls. La psicopatología no se desarrolló
gencia. sin relación con las otras disciplinas psicológicas. Por obra
EI alma necesita encarnarse, y por ende no hay psicolo- de las investigaciones de Biran, forzó a la filosofia a pre-
gía sin biología. La autoobservación no dispensa de recurrir a
la frsiología del movimiento voluntario ni a la patología de la 8 Publicado por su hijo Hyacinthe Royer-Collard
enlosAnnales Médico-
afectividad. La situación de Maine de Biran es única entre Psychologíques,2, 1843, pá9. I.

398 399
guntarse,luego de más de un siglo, de cuál de los dos Royer- guientes. Ante todo, razones científicas, a saber: la constitu-
Collard debe tomar la idea que es preciso hacerse de la psi- ción de una biología como teoría general de las relaciones
cología. Así,la psicopatología es a lavez juezy parte en el entre los organismos y el medio ambiente, que marea el fin
debate ininternrmpido cuya dirección la metafisica legó a la de la creencia en la existencia de un reino humano separa-
psicología, sin renunciar, por lo demás, a intervenir acerca do; a continuación, razones técnicas y económicas, a saber:
de Ia relación entre lo fisico y lo psíquico. Esa relación se for- el desarrollo de un régimen industrial que orienta la aten-
muló durante mucho tiempo como somatopsíquica antes de ción hacia el carácter industrioso de la especie humana y
convertirse en psicosomática. Esta inversión, por otra par- señala el fin de la creencia en la dignidad del pensamiento
te, es igual a la operada en la significación dada al incons- especulativo; por ultimo, razones políticas, que se resumen
ciente. Si se identifican psiquismo y conciencia la en el final de la creencia en los valores de privilegio social y
-sobre
base de la autoridad de Descartes, con razón o sin ella-, el en Ia difusión del igualitarismo: el servicio militar y la ins-
inconsciente es de orden fisico. Si se supone que lo psíquico trucción pública se convierten en asunto de Estado, y Ia rei-
puede ser inconsciente, la psicología no se reduce a la cien- vindicación de igualdad en los cargos militares y en las fun-
cia de Ia conciencia. Lo psíquico ya no es sólo lo oculto sino ciones civiles (a cada uno según su trabajo, sus obras o sus
lo que se oculta,lo que uno oculta;ya no es sólo Io íntimo si- méritos) es el fundamento real, aunque a menudo inadver-
no también un término de los místicos retomado tido, de un fenómeno propio de las sociedades modernas: la
por Bossuet- -según
lo abismal. La psicología ya no es sólo la cien- práctica generalizada del dictamen pericial, en sentido am-
cia de la intimidad, sino también Ia ciencia de las profundi- plio, como determinación de la competencia y detección de
dades del alma. la simulación.
Ahora bien, lo que caracteríza a esta psicología de los
comportamientos, en comparación con los otros tipos de es-
tudios psicológicos, es a nuestro entender su incapacidad
III. La psicología como ciencia de las reacciones
y del comportamiento t constitucional para aprehender y exhibir con claridad su
proyecto fundador. Si entre los proyectos fundadores de
ciertos tipos anteriores de psicología, algunos pueden pasar
Al proponer definir al hombre como organización vivien- por contrasentidos filosóficos, aquí, en cambio, repudiada
te servida por una inteligencia, Maine de Biran marcaba de toda relación con una teoría fiIosófica, preocupa saber de
antemano al parecer, que Gall, para quien, según dónde puede extraer su sentido una investigación psicológi-
-mejor,ya no es una inteligencia sino una volun-
Lelut, nel hombre ca semejante. Al aceptar convertirse, según eI modelo de la
tad servida por órganos,-9 el terreno sobre el cual iba a biología, en una ciencia objetiva de las aptitudes, las reac-
constituirse en el siglo XD( una nueva psicología, pero a la ciones y el comportamiento, esta psicología y estos psicólo-
vez le ponía límites, ya que en su Anthropologin situaba la
gos olvidan por completo situar su comportamiento especí-
vida humana entre Ia vida animal y la vida espiritual.
fico en relación con las circunstancias históricas y los me-
El siglo XD( es testigo de la constitución, junto a la psico-
dios sociales en los cuales se ven inducidos a proponer sus
Iogía como patología nerviosa y mental, como ffsica del sen-
métodos o técnicas y ganar la aceptación de sus servicios.
tido externo, como ciencia del sentido interno y del sentido
íntimo, de una biología del comportamiento humano. Las
Al esbozar Ia psicología del psicóIogo en eI siglo XIX,
Nietzsche escribe: nNosotros, psicólogos del futuro (. ' .) con-
razones de ese advenimiento son, a nuestro juicio, las si-
sideramos casi como un signo de degeneración el instru-
mento que quiere conocerse a sí mismo; somos los instru-
9
L.-F. Lelut, Qu'est-ce que la phrénoLogie? Ou Essai sur lo signification mentos del conocimiento y querríamos tener toda la inocen-
et la ualeur
des systémes de pstchologie en général et de celui de GaIl, en
cia y la precisión de un instrumento; por lo tanto, no debe-
particulier, París: Tlinquart, 1836, pá9. 401.

400 401
mos analizarnosni conocernos>.lo ¡Sorprendente y revela- trate de individuos o grupos) de sus aplica'
-inseparables
dor malentendido! El psicólogo sólo quiere ser un instru- ciones a la selección o la orientación-, admiten un postu-
mento, sin procurar saber de quién o de qué. Nietzsche pa- lado implícito común: La naturaleza del hombre es ser una
recía mejor inspirado cuando, al principio de La genealogía herramienta; su vocación es que le indiquen su lugar y su
de la moral, se aplicaba a estudiar el enigma que represen- tarea.
tan los psicólogos ingleses, es decir, Ios utilitaristas, preo- Nietzsche, desde luego, tiene razón al decir que los psi-
cupados por la génesis de los sentimientos morales. Se pre- cólogos quieren ser los *instrumentos inocentes y precisoso
guntaba entonces qué los había empujado hacia el cinismo, de ese estudio del hombre. Se han esforzado por alcanzar un
hacia la explicación de las conductas humanas por eI inte- conocimiento objetivo, aunque el determinismo que buscan
rés, la utilidad y el olvido de esas motivaciones fundamenta- en los comportamientos ya no es hoy eI determinismo de ti-
les. ¡Yhe aquí que ahora, frente a la conducta de los psicólo- po newtoniano, familiar a los primeros fisicos del siglo XD!
gos del siglo XD! Nietzsche renuncia provisionalmente a to- sino más bien un determinismo estadí'stico, progresiva-
do cinismo, es decir, a toda lucidez! mente fundado en los resultados de la biometría. Pero, en
La idea de utilidad, como principio de una psicología, definitiva, ¿cuál es el sentido de ese instrumentalismo a la
obedecía a la toma de conciencia filosófica de Ia naturaleza segunda potencia? ¿Qué empuja o inclina a los psicóIogos a
humana como potencia de artificio (Hume, Burke), y, de erigirse, entre los hombres, en los instrumentos de una am-
manera más prosaica, a la definición del hombre como fabri- bición de tratar al hombre como un instrumento?
cante de herramientas (ios enciclopedistas, Adam Smith, En los otros tipos de psicología, el alma o el sujeto, forma
Franklin). Pero el principio de la psicología biológica del natural o conciencia de interioridad, es eI principio adopta-
comportamiento no parece haberse desprendido, del mismo do para justificar como valor cierta idea del hombre en rela-
modo, de una toma de conciencia filosófica explícita, sin ción con la verdad de las cosas. Mas, para una psicología en
duda porque sólo puede ponerse en práctica con la conüción la cual la palabra nalma, Ilama a la fuga y la palabra "con-
de no ser formulado. Ese principio es Ia definición del hom- ciencia, despierta risas, Ia verdad del ser humano está dada
bre mismo como herramienta. El utilitalismo, que implica en el hecho de que ya no hay idea del hombre en cuanto va-
la idea de la utilidad para el hombre, la idea del hombre co- lor diferente de una herramienta. Ahora bien, debe recono-
mo juez de la utilidad, es sucedido por el instrumentalismo, cerse que para que pueda tratarse de una idea de herra-
que implica Ia idea de utilidad del hombre, la idea del hom- mienta es necesario que no todas las ideas tengan el rango
bre como medio de utilidad. La inteligencia ya no es lo que de esta, y que para poder atribuir algún valor a una herra-
hace los órganos y se sirve de ellos, sino lo que los sirve. Y no mienta es preciso, justamente, que no todos los valores sean
gratuitamente los orígenes históricos de la psicología de la el de una de ellas, cuyo valor subordinado consiste en procu-
reacción deben buscarse en los trabajos a que dio lugar el rar algún otro. Así pues, si el psicóIogo no deduce su proyec-
descubrimiento de la ecuación personal propia de los astró- to de psicología de una idea del hombre, ¿cree poder legiti-
nomos que utilizan el telescopio (Maskelyne, 1796). El hom- marlo mediante su comportamiento de utilización del hom-
bre fue estudiado como instrumento del instrumento cien- bre? Decimos bien: mediante su comportamiento de utiliza-
tífico antes de serlo como instrumento de todo instrumento. ción, pese a dos objeciones posibles. En efecto' se nos puede
Las investigaciones sobre las leyes de la adaptación y el señalar, por un lado, que ese tipo de psicología no ignora la
aprendizaje, sobre Ia relación entre el aprendizaje y las ap- distinción entre la teoúa y la aplicación; por otro' que la uti-
titudes, sobre la detección y la medición de las aptitudes y lizaciór- no es cosa del psicólogo sino de quien o quienes le
sobre las condiciones del rendimiento y la productividad (se piden informes o diaguósticos. Responderemos que' a me-
nos que se confunda al teórico de Ia psicología y aI profesor
10 F. Nietzsche, La uolonté de puissance, traducción de G. Bianquis, Pa-
de psicología, debe reconocerse que el psicólogo contempo-
rís: Gallimard, 1935-1936, libro III, $ 335 [Zo uoluntad de poderío,}JIa- ráneo es, las más de las veces, un profesional cuya "ciencia"
drid: Edaf, 19901.

403
402
está inspirada en su totalidad por Ia búsqueda de las .leyes, sociológicos. Pero esa psicología no puede evitar la exten-
de la adaptación a un medio sociotécnico no . rr., -Ldio sión de sus resultados al comportamiento de quienes los ob-
natural-, lo cual siempre confiere a sus -yoperaciones de tienen. Y la pregunta "¿Qué es la psicología?,, en cuanto se
nmedicióno un significado de evaluación y un alcance de prohíbe a la filosofia buscar su respuesta, se convierte en es-
dictamen pericial. De modo que Ia conducta del psicólogo ta: (¿Adónde quieren llegar los psicólogos al hacer lo que ha-
del comportamiento humano encierra casi obligatoriamen_ cen? ¿En nombre de qué se han instituido como psicólo-
te una convicción de superioridad, una buena conciencia di_ gos?,. Cuando Gedeón recluta al comando de israelitas a la
rigista, una mentalidad de gerente de las relaciones del cabeza del cual empuja a los madianitas más allá del Jor-
hombre con eI hombre. Y por eso es preciso llegar al interro_ dán (Jueces, VIn), utiliza una prueba de dos grados que le
gante cÍnico: ¿Quién designa a los psicólogos como instru_ permite, en principio, seleccionar a diez mil hombres entre
mentos del instrumentalismo? ¿En qué se reconoce a los treinta mil y luego a trescientos de esos diez mil. Mas esa
hombres dignos de asignar aI hombre instrumento su papel prueba debe al Eterno la finalidad de su utilización y el pro-
y su función? ¿Quién orienta a los orientadores? cedimiento de selección empleado. Para seleccionar a un
No nos situamos, como es obüo, en el terreno de las ca- seleccionador suele ser preciso trascender el plano de los
pacidades y la tecnica. La cuestión no es que haya buenos o procedimientos técnicos de selección. En la inmanencia de
malos psicólogos, es decir, técnicos hábiles en virtud del la psicología científica persiste la cuestión: ¿quién tiene, no
aprendizaje o nocivos por tontería no sancionada por la ley. la competencia, sino la misión de ser psicólogo? La psicolo-
La cuestión es que una ciencia o una técnica cientiñca no gía sigue descansando sobre un desdoblamiento, pero ya no
contienen por sí mismas ninguna idea que les otorgue su es el de la conciencia, según los hechos y las normas que en-
sentido. En su Introduction d,Ia psychologie, paul Guittau- traña la idea del hombre, sino el de una masa de "sujetos> y
me describió la psicología del hombre sometido a la expe- una élite corporativa de especialistas que se imparten a sí
riencia de un test. El testeado se defiende contra esa inves_ mismos su propia misión.
tigación, teme que se ejerza una acción sobre é1. Guillaume En Kant y en Maine de Biran, la psicología se sitúa en
ve en ese estado de ¡ínimo un reconocimiento implícito de la wna antropologín, es decir, pese a la ambigüedad hoy muy
eficacia del test, pero también podúamos ver en él un em- en boga de ese término, en una fiIosofia. En Kant, la teoría
brión de psicología del testeador. La defensa del testeado es general de la aptitud humana sigue en relación con una teo-
la aversión a sentirse tratado como un insecto por alguien en ría de la sabiduría. La psicología instrumentalista se pre-
quien no reconoce ninguna autoridad para decirle lo que es senta, por su parte, como una teoría general de la aptitud, al
y lo que debe hacer. .Tbatar como un insectoo: las pal,abras margen de toda referencia a la sabiduúa. Si bien no pode-
son de Stendhal, que las toma de Cuvier.ll
¿y si tratáramos mos definir esta psicología por una idea del hombre, esto es,
al psicólogo como un insecto? ¿Si aplicáramos, por ejemplo, situarla en la filosofía, no tenemos la facultad, desde luego,
al apagado e insípido Kinsey el consejo de Stendhali de prohibir a nadie decirse psicólogo y llamar "psicología" a
En otras palabras, la psicología de la reacción y el com_ lo que hace. Pero nadie puede tampoco impedir a la fiIosofia
portamiento, en los siglos XD( y)e( creyó independizarse aI seguir interrogándose sobre la jerarquía mal definida de la
separarse de toda filosofia, esto es, de la especulación que psicología: mal definida tanto por el lado de las ciencias co-
busca una idea del hombre más allá de los datos biológicos y mo por el lado de las técnicas. Al hacerlo, la filosoffa se con-
duce con su ingenuidad constitutiva, tan poco semejante a
1l .En vez de odiar
al pequeño librero de la aldea vecina que vende el,4/- la necedad que no excluye un cinismo provisorio, y la Ileva a
manaque populor, le decÍa a mi amigo el señor De Ranville, aplíquele el re-
volverse una vez más hacia el bando popular, o sea, el bando
medio indicado por el célebre cuvier: trátelo como un insecto. Averigtie
cuáles son sus medios de subsistencia, intente adivinar ,,r, rnrrru"u" d"
nativo de los no especialistas.
hacer el amor, (Stendhal, Mémoires d,'un touriste, parís: Calmann-Lév¡ Así pues, la filosofia plantea muy vulgarmente a la psi-
1953, t. II, pág. 23). cología la pregunta: ¿Por qué no me dices hacia dónde vas,

404 405
para saber qué eres? Pero el filósofo también puede dirigirse
al psicólogo en la forma de un consejo de orientación
TY. Medirina
-una
vez no significa siempre-, y decir: Cuando se sale de la Sor-
bona por la calle Saint-Jacques se puede subir o bajar; si Tbrapéutica, experimentación,
uno sube, se acerca al Panteón que es el conservatorio de al- responsabilidad*
gunos grandes hombres, pero si baja desemboca directa-
mente en la Jefatura de Policía.

En medicina, como en las otras esferas de la actividad


humana, la aceleración de las invenciones técnicas devalúa
cadavez más rápidamente la tradición. Lamentar este esta-
do de cosas no significa necesariamente adoptar una actitud
reaccionaria, pues la traüción no sóio es rutina y rechazo de
Ia invención; también es, para cualquier invención, prueba
de eficacia, discriminación progresiva de los benefrcios e
inconvenientes, exposición de consecuencias en un principio
Iatentes; en suma, experiencia de uso. El capricho por el
progreso técnico privilegia la novedad con respecto al uso.
El hombre reencuentra aquÍ, en una forma culta, una muy
primitiva tácbíca del ser viviente, incluso unicelular: la de
los ensayos y los errores, pero con Ia diferencia de que la
reiteración acelerada de los primeros lo priva del tiempo
necesario para educarse por el error. En lo sucesivo, la in-
vención técnica se inscribe en eI tiempo técnico, que es en-
loquecimiento y discontinuidad, y al margen del tiempo bio-
lógico, que es maduración y duración.
La medicina, que no puede ni debe rechaza4 para Ia de-
fensa de la vida, ninguno de los auxilios que esta puede re-
cibir de la técnica, resulta ser, necesaria y electivamente, el
campo en el cual el viviente humano toma conciencia del
conflicto y la discrepancia entre los valores orgrínicos y los
valores mecánicos, en el sentido muy lato de artificio. Por
añadidura, como la medicina, al igual que cualquier otra
forma de actividad técnica, es hoy un fenómeno a escala de
las sociedades industriales, en todos los debates sobre las
relaciones del hombre con ella inten¡ienen decisiones de ca-
rácter político. Toda toma de posición en lo concerniente a
los medios y los fines de la nueva medicina entraña una to-
ma de posición, implícita o explícita, en lo concerniente al
* Título original: oThérapeutique, expérimentation, responsabilité'.
Extraído dela Reuue de I'Enseignem.ent Supérieure,2, L959.

406 407
porvenir de la humanidad, la estructura de la sociedad,
las tegral a utilizar la experimentación terapéutica, sin consi-
instituciones de higiene y de seguridad social, la enseñanza
deración de los valores bioafectivos en cuyo nombre los
de la_medicina y la profesión médica, a tal punto que
a veces individuos creen tener algún título sobre su propio orga-
es dificultoso distinguir, en ciertas polémicas,
cuál es el as- nismo y algún derecho de fiscalización sobre el modo como
pecto predominante: la preocupación por el futuro
de la hu_ se dispone de él cuando se le administra tal o cual terapéu-
manidad o los temores por el futuro dél estatus de los médi_
tica revolucionaria, más o menos cercana a sus comienzos
cos. No sólo la razón tiene sus artimañas; también
las tie_ experimentales. Son más numerosos, en cambio, los profe-
nen los intereses.
sionales que proclaman su adhesión a los deberes médicos
-. La forma hoy más aguda de la crisis de la conciencia mé_
dica es la diversidade incluso la oposición de opiniones
tradicionales (primum non nocere) y, coincidentes con las
rela- conclusiones de una moral humanista o personalista difusa,
tivas a la actitud y el deber del médico frenteá hs posibil!
so capa de diversas ideologías, toman en las sociedades se-
dades terapéuticas que le brindan los resultados de
h in_
vestigación en laboratorio, la existencia de antibióticos yva_
miliberales de Occidente Io que ha llegado a ser trivial lla-
mar "el partido del hombre,. En defensa de esa opción se
cunas, el perfeccionamiento de las intervenciones quirurgi_
apela al auxilio de la tradición hipocrática, algo solicitada, y
cas de restauración, transplante o prótesis y la
apüüciónáe con eI argumento de una confianza en la naturaleza, mien-
elementos radiactivos al organismo. Los enfermos reales
posibles anhelan y temen a la vez la audacia en
o tras se recuerda que hay enfermos, y no enfermedades, se
terapéutica. hacen esfuerzos por desacreditar la técnica
Por una parte, se considera que todo lo que puede hu."r." -identificada
para procurar la curación debe hacerse, y se con la desmesura- y se plantea al mismo tiempo la apolo-
aprueba cual_ gía de la clínica y la ética médicas.
quier intento de ampliar los límites de lo posiúle. por
otra, Nos gustaría admitir claramente que el partido del hom-
se teme- que sea preciso reconocer en esos
intentos el espíri- bre es el buen partido y que toca al hombre pronunciarse, en
tu antifisico que anima a Ia técnica, Ia extensión de un ñnó_
última instancia, sobre sus relaciones con la medicina, por-
meno universal de desnaturalizaciónque afectahoy
al cuer_ que quien está en cuestión aquí, en definitiva, es é1. No obs-
qo h¡rmano_. La terapéutica moderna parbce haber perdido tante, la ingenuidad o la inocencia, si existen, no constitu-
de vista toda norma natural de vida orgrínica.
Sin referen_ yen la autoridad requerida de un juez, en materias en que
cia expresa, muchas veces, a la norma s-ingular de
salud de un índice infalible no discrimina entre la naturaleza y el ar-
tal o cual enfermo, las condiciones socialels y legales de su
te. Nada es más común en el hombre que la ilusión sobre su
intervención en el seno de las colectividades arrastran
a la propio bien, incluso orgrinico. Si la humanidad se dio una
medicina a tratar al viviente humano como una materia
a la medicina, fue porque no podía prescindir de ella.
cual pueden imponerse normas anónimas, juzgadas
supe_ En materia semejante, el juez podría ser un filósofo.
riores a las normas individuales espontán"... quéLa¿po" Pero hay filósofos y jueces. Ambos son la idea de una posibi-
de sorp-rendernos, entonces, que el hombre moderno
advier- lidad. Y precisamente en nombre de esa idea, todo hombre a
ta confusamente, con razón o sin ella, que la medicina,
con quien quiera designarse con el título de juez o filósofo debe
el pretexto de servirlo, viene a desposeÉrlo de su
eústencia rechazar el apelativo.
orgánica propia y de la responsabiúdad que cree correspon-
derle en las decisiones concernientes a sü curso? ¿El juez será entonces un teólogo? Mas ese juez --que, a
diferencia del filósofo, al menos se acepta como tal- no será
_ En ese debate, los médicos no se sienten a sus anchas.
Servidor-es, consejeros y directores de sus pacientes,
reconocido por todas los participantes del debate. Las socie-
oscilan dades modernas, en las cuales se plantea y se agita la cues-
el deseo de seguir la opinión y la necesidad de ilustrar_
9nt1e tión de las relaciones entre el hombre y la técnica, son socie-
11 So1 contados aquellos qo", adti"i"ndo sin restricciones
a dades desacralizadas, justamente por los efectos de las cien-
algún ideal de tecnocracia explícita, reivind.ican, en nombre
cias y las técnicas: sociedades en las.que los subordinados
de valores biológicos y socialés impersonales, el
derecho in_ auxiliares de la teología se han emancipado.

408
409
A falta de un juez, ¿nos conformaremos con un jurista o cual depende no sólo de su propia facultad, sino también de
un legista? Pero uno y otro hacen profesión de cióncia en la de filosofia, en cuanto esta implica una enseñanza dela
materia de derecho o leyes. No tienen poder de decisión ni matemática y la fisica como propedéutica obligatoria. El go-
de legislación en esos campos. bierno no tiene que prescribirle al médico reglas de conduc-
Admitámoslo. No existe hoy calificación alguna de com_ ta. Estas sólo pueden extraerse de un saber, tomado de las
petencia en el enunciado y la prescripción de reglas destina_ fuentes de la naturaleza, que una facultad debe sistemati-
das a contener, en límites indiscutidós por la coáciencia mo_ zar pero que ninguna autoridad gubernamental podría co-
ral, Ia audacia terapéutica que las .rr"rras técnicas médicas dificar. Unicamente como protector de la salud pública pue-
y quirúrgicas transforman tan f;ícilmente en temeridad. de un gobierno supervisar Ia práctica y Ia profesión médi-
cas, por intermedio de una comisión superior de salud y a
Una interrogación semejante sobre los deberes del médi- través de reglamentos sanitarios. Esos reglamentos son an-
co, cuando se le ofrecen técnicas inéditas d.e prevención te todo negativos: resen¡ar el ejercicio de la profesión exclu-
o
curación, no carece de antecedentes. Hubo un tiempo en que sivamente a los diplomados y prohibirlo a los empíricos, se-
la reflexión sobre cuestiones de este orden se consideraba gún la norma recordada por Kant:
"No hayj¿s impune occi-
una de las atribuciones de la filosofia. Recordarlo no es ce- dendi, de acuerdo con eI principio: Fiat experimentum in
der a nostalgia alguna de una época en que la filosofia ha_ corpore uili".Por consiguiente, eI gobierno puede y debe exi-
búa tenido más audiencia o prestigio qrru nuestros días, gir a todo profesional la sumisión al juicio de su facultad,
"r,
pues eso es discutible, sino confesarse, al menos, que hubo desde el punto de vista exclusivo de la policía médica.
un tiempo en que tenía más cora.je, aun malhadado. No cuesta advertir el alcance y los límites exactos de las
En el último escrito publicado por IGnt en vid.a, El con- reflexiones de Kant: el deber de velar para que la terapéuti-
flicto de las facultades, de 1798, sJ""porr", al mismó tiempo ca no se vuelque a la experimentación ciega e irresponsable
que el estatus de la alta enseñanza universitaria en recae en la propia facultad de medicina, ya que la ley prohí-
er siglo
XVI[, durante el cual una sociedad en proceso de transfor_ be eI ejercicio de la práctica médica a los empíricos y lo re-
mación estructural aún puede adverbii lá jerarquía de co_ sen¡a a los diplomados. Pero si sucediera que un nuevo sa-
nocimientos que reconocía hasta entonces, un sistema de ber, extraído ahora de los resultados de la técnica y ya no
principios para una organización más racional que corpora_ sólo de las fuentes de la naturaleza, introdujera en la mis-
tiva de los diferentes sectores de la cultura y el sabe" qoe ma facultad el imperativo del fiat experimentu;rr-r, ¿quién se
concurren a un fin único: la humanización delhombre por la alzaría entonces contra el jus impune occidendl? ¿Qué ha-
luz de la verdad. cer si en la propia facultad se planteara la división entre
La división de las facultades en superiores (teología, de_ tradicionalistas e innovadores? ¿Qué hacer si, por azar, hu-
recho, medicina) e inferior (filosofia, és decir, tetras"y áien- biera de tomarse de los empÍricos, desautorizados por la ley,
cias según la nomenclatura actual) es Iegítima puru Kurrt, una práctica cuya sola aplicación sistemática y meütada,
aunque dependa de la decisión de la autoridad poiítica, en lá aunque necesariamente aleatoria al comienzo, permitiera
medida en que el gobierno tiene derecho a velár, gracias al comprobar que, después de todo, también ella abreva en las
control indirecto que ejerce sobre las facultades sriperiores, fuentes de la naturaleza? Si bien lo habitual es que un saber
por los medios a través de los cuales el pueblo r" previo garantice la validez de sus aplicaciones, no faltan ca-
i""o"rrpu
de asegurar su bien, en el triple aspectá de la salvaciOn,ia sos en los cuales la técnica espontrínea crea las condiciones
propiedad y la salud. de surgimiento del saber y, por lo tanto,lo precede.
Entre las facultades superiores, Kant considera la de Kant tropezó con este problema en la forma de la prueba
medicina como la más libre de las tres,la más próxima a la de los métodos de lucha colectiva contra la viruela, en el si-
facultad de filosofia. En efecto, el médico, dice nuestro filó_ glo XVIII: inoculación o variolización y luego vacunación.
sofo, es un La fluctuación de su juicio es muy instructiva. Puede admi-
"artista, y como tal debe utilizar un saber por el

410 4LL
tir que la técnica es preferible a la natural
eza, perose plan_
tea a la sazón un problema de responsabilidad que terminan por anular la cuestión que este examina, pues en-
uf _Jái_ cuentran argumentos contra la utilización de una terapéu-
co no puede resolver por sí solo:
"Entre las variaáas afliccio_ tica en Ia insuficiencia de Ias pruebas a las cuales se la ha
nes que el destino ha suspendido sobre la
especie humana, sometido. Si uno se abstiene de experimentar, jamás con-
hay una
peligro de-Ias
enfermedades_ en la cual g;d" ;i siderará suficientes las experiencias.2
".'rrrá"
confiarse a la naturaleza que anticiparsle;
Así pues, es preciso examinar directamente, desde la
aprovecharla para curarla *uyoi reguridad; "ilrt
se trata dá simple perspectiva técnica, las relaciones entre la medicina
laviruela, a cuyo respecto "o.,
esta es la.oótiór, moral,
el hombre razonable derecho a infligírsela por ¿ñ;; y la experimentación, sin perder de vista, empero, que las
inoculación e cuestiones de orden ético planteadas por Kant mantienen
infligirla a otros que carecen de juici-o (los niños),
o ¡i"r, toda su significación.
manera de ponerse_en peligro de muerüe (o "ri,
¿" _"tila"lárrj
es, desde eI punto de vista moral, totalmente
inadmisible? Los médicos siempre experimentaron, en el sentido de
Sobreeste punto, por lo tanto, haúría que
interpelar no sóio que siempre esperaron una enseñanza de sus movimientos
al médico sino también aljurista moraio. per"
de tratar de dar una definición del corpus
á;ié" p";_ cuando tomaban la iniciativa de hacerlos. Las más de las
uile enel cual la veces, el médico debe decidir en una situación de urgencia, y
experimentación sea legÍtima y, de manera correlativa,
una siempre se ocupa de individuos. La urgencia de las situacio-
definición de las pruebu. d",,üurrus terapéuticas
en el hom- nes y la individuación de los objetos son poco accesibles al
bre, pruebas que Kant asimila a la acción
epica: ,.Ftat eipe- conocimiento n'Lore geometrbo. Es preciso sacar partido de
rirnenturn in corpore uili,y por uilia seentiende
.u¿u ."jiio Ia obligación profesional de tomar partido. En este aspecto,
que no es al mismo tiempo legislador (republicano).
La va_ los médicos, lejos de dejarse imponer vanas precauciones
cunación, por tanto, se inscribó en la rúbrica
de los heroica,. oratorias por una opinión puerilizada, debeían asumir vi-
far99e ser que, en definitiva y al decir de uno d.e sus biógra- rilmente la responsabilidad de reivindicar una regla de con-
fos, Kant renunció a legitimáa un
-ut"Ja de medicini, ia
superioridad de la audacia técnica sob"e ducta sin la cual no serían Io que eI público espera que sean:
rista: nConsideraba el sistema de Brown.o-o
lu-"o.rfi"r,r;;;: profesionales. La primera obligación de los médicos en ge-
rr'descubri_ neral con respecto a sus pacientes consiste, por lo tanto, en
miento capital (. . .) pero-su disposición fuL,
desde ú;;; reconocer abiertamente Ia naturaleza propia de sus movi-
momento, exactamente la contraria cuando "l Je.n_
el docdr mientos terapéuticos. Curar es hacer una experiencia. Los
ner dio a conocer el descubrimiento de la vacunación,
en lo médicos franceses suelen buscar en los escritos de Claude
concerniente a su gran beneficio para la especie
humana. Bernard la autoridad de algunos aforismos de metodología
le
''ant negó, aun muy tardíamente, er nombre de.tiruera
preventiva"; general. Que también tomen de ellos el permiso de afirmar
creía incluso que con ello la humanidad
se fa_ que "todos los días el méüco hace experiencias terapéuticas
miliarizaba demasiado con-la animalidaJy
se le inoculaba con sus enfermos, y todos los días el cirujano practica vivi-
acaso una suerte de brutalidad (en el sentido
fisico). Ade_ secciones con sus operados", y que (entre las experiencias
más, temía que la mezcla del miasma animal
con la ;* que es posible intentar en el hombre, las que sólo pueden
o al menos con la linfa transmitiera al
hombre tu perjudicar están prohibidas, las que son inocuas estrí:r per-
dad hacia ese mal contagioso. por último,llegaba """"fiirri
a poner en mitidas y las que pueden hacer bien son de rigor,. Pero co-
duda, sobre la base ¿e la fatta de experien"iu.
,.rfi"i"rt".,lu
virtud preventiva [de la vacunaciOn] .orrl"u la viruela mo Claude Bernard no puede decir de antemano
manao.l Se advierte aquí que fo.
hu_ puede hacerlo, en realidad- dónde está eI límite -nadieentre lo
del moralista
I Estamos en deuda
"ráJf"los ? En un artículo del profesor Pasteur-Vallery-Radot, posterior a nuestro
con el seior Francis Courtés, profesor
de primera estudio, se encontrará una evocación de las acusaciones lanzadas contra
superior en el Liceo de Montpetier, por la traducció-n
de las citas de Kant Pasteur cuando experimentó en el hombre el suero antirrábico. Véase 8e-
y de su biógrafo, Wasianski.
uue de París, diciembre de 1964.

4L2
4r3
nocivo, lo inocuo y lo beneficioso, y este límite puede variar sorprendente que la enseñanza de la disciplina se refiera a
de un paciente a otro, todo médico debe decirse y hacer sa- todo salvo a la esencia de la actividad médica' y que uno
ber que en medicina tan sóIo se experimenta decir, se pueda llegar a ser médico sin saber qué es un médico ni cuál
cura- en medio del temblor. Más aún, una medicina -es preo- is su debér? En la facultad de medicina se puede aprender
cupada por el hombre en su singularidad de ser viviente la composición química de la saliva o el ciclo vital de las
sólo puede ser una medicina que experimenta. No se puede amebai intestinales de la cucaracha doméstica, pero hay te-
jamás
no experimentar en el diagnóstico, en el pronóstico, en el mas sobre los cuales se tiene la cetteza de no recibir
tratamiento. Sin paradoja alguna, una medicina que sólo Ia más mínima enseñanza: la psicología del enfermo, la sig-
nificación vital de la enferrredad, los deberes del médico en
estuüara enfermedades, ya fueran entidades nosológicas o
sus relaciones con el paciente (y no sólo con sus colegas o el
bien fenómenos patológicos, podrÍa ser, durante períodos de
clasicismo más o menos prolongados, una medicina teoriza- juez de instrucción), lá psicosociología de la enfermedad y la
da, axiomatizada. El a priori conviene a lo anónimo. Es ile- tedicina. No ignoramos que Ios médicos no se desinteresan
gítimo, por lo tanto absurdo, además-, encerrar simul- de esos problemas, pero el interés que les prestan se expre-
táneamente en vagos -y fi.losofemas de la llamada "medicina sa más en forma de literatura médica que de pedagogía mé-
humanista o personalistao la expresión de un af¡ín de alcan- dica. No disimulamos que esa pedagogía, si existiera -y de-
zar en el enfermo aI ser singular y el anatema sentimental bería existir, a nuestro juicio, como parte obligatoria de una
contra cualquier comportamiento experimentalista. propedéutica médica específica-, no conseguiría por sí,sola
Pedimos que se nos entienda bien. Reivindicar el deber Ll resultado que nos pt"ocnpu. Si suponemos impartida la
de experimentación clÍnica es aceptar todas sus exigencias enseñanza cuya ausencia lamentamos, los estudiantes en
intelectuales y morales. Ahora bien, a nuestro juicio, estas quienes determinara un cambio de orientación serían tal
son abrumadoras. La inconsciencia en que al respecto se en- ,r"r, po" ser los más sensibles y conscientes, los más merece-
cuentran demasiados médicos, en nuestros días, no es su ¿or"s ¿" quedarse, mientras que los perseverantes testimo-
desconocimiento sino, al contrario, su reconocimiento indi- niarían a1a larga más aplomo que sentido de las responsa-
recto por uno de esos mecanismos de fuga ü olvido cuya dilu- bilidades. Por eso debemos llevar nuestro pensamiento has-
cidación constituye un rasgo de genio de Freud. ta las últimas consecuencias y confesar que, según nos pa-
Un hecho debería sorprendernos hasta el esc¿índalo. El rece, puesto que aceptar curar es hoy, cadavezmás, aceptar
examen para obtener el título de estudios en fisica, química experimentar, también es aceptar hacerlo bajo una respon-
y biología [Physique, Chemie, Biologíe, P. C. B.],3 o las prue- profesional rigurosamente sancionada' En las so-
bas de ciencias básicas en primero y segundo años de estu- ciedades modernas no hay ejemplo alguno en que un des-
"u,üilidu.d.
dios médicos, eliminan, la mayoría de las veces, a estudian- plazamiento de causalidad, bajo el efecto de las innovacio-
tes que eligieron Ia medicina por tradición, imitación, falta nes técnicas, no haya ocasionado, en un plazo más o menos
de imaginación, gusto por ciertos valores sociales y, en oca- breve, una sustitución de los sujetosjurídicos de la respon-
siones, desde luego, también por una afición meditada a la sabilidad. Piénsese en la legislación sobre los accidentes la-
abnegación. Apenas nos atrevemos a hablar aquí de voca- borales, a fines del sigloXD(, y el desplazamiento de la pre-
ción. En efecto, ¿cómo va a haber vocación, en sentido estric- sunción de imprudett"i.. Co*o ahora está científica y tecni-
to, por una actividad que requiere la coordinación estudiada camente .r-ádu, Ia medicina debe aceptar sufrir una radi-
de tantas exigencias en principio espontáneamente distin- cal desacral ízací6n.El tribunal ante eI cual el médico de hoy
tas, si no antagónicas? ¿No es verdaderamente pasmoso que debe ser convocado a responder por sus decisiones desde
el
los estudiantes de medicina jamás retrocedan ante la reve- punto de vista estrictamente profesional, es decir, en su re-
lación de las responsabilidades de su tarea futura? ¿No es iación con el paciente, ya no es el de su conciencia, ya no es
sólo el consejó profesional: es un tribunal a secas' La noción
3 Actualmente, G. P. E. M.
de imprudencia en medicina debe ser objeto de una nueva

4t4 4t5
elaboración, pila que de esta suda la noción de impruden- Poder y límites de la racionalidad
cia en la enseñanza de la disciplina. Si la medicina moderna en medicina*
reivindica el poder y la gloria de re-formar la naturaleza, co-
mo contrapartida debe reclamar el honor de re-formar la
conciencia médica. Ahora bien, reformar la conciencia médi-
ca es, ante todo, informar la conciencia del estudiante de
medicina. Es enseñarle, antes que nada, la responsabilidad
específica del médico.
Haya calma. No se trata de reeditarEl conflicto de las fa-
La conmemoración de un centenario debe su legitimi-
cultades. No se trata de replantear la distinción entre las tb- y' en el
dad, en eI peor de los casos' a un interés convencional
cultades superiores y las facultades inferiores e invertir la que el año 1878
antigua subordinación en beneficio de la frlosoffa, que ya
;;j;;, a un prejuicio favorable' El hecho de
Bernard y
u"áq"" u" F"un"iu, en 1978, la muerte de Claude
hace tiempo dejó de dar su nombre a una facultad. Si la pro- Ia convicción persis-
pia facultad de medicina sintiera la necesidad de organizar i" ti.p"*i"encia de su obra obedece a
1""t" ¿" que él sigue siendo un modelo insuperablede Ia in-
una verdadera propedéutica, en que la psicología y la deon-
cientifica en medicina' Pero en Estrasburgo' Y
tología médicas ocuparan el lugar que las nuevas terapéuti- "Lriigu"iá" en la Universidad Louis Pasteur' 1878 puede
casjustifrcan por las responsabilidades que entrañan, en- :"ti.'^""t"
evocar otros acontecimientos científrcos cuyo recordaJortg
contraría en su seno los maestros capaces y dignos de dictar
la enseñanza correspondiente. Toca a los médicos de gran
i""¿¡" por efecto evitar la confusión de un homenaje justi-
frcado ,rttu hagiografia de circunstancias'
cultura y extensa práctica enseñar a sus jóvenes émulos (1804-1883),
que curar es siempre, en cierta medida, decidir emprender
En "or,
1878, et m¿áicó general charles Sédillot

alguna experiencia en beneficio de la vida.


p-f"ro" ae patologíá externa de la Facultad de Medicina
"* por Émile
de Estrasburgo, inl elntó una palabra consagrada
Littré l-ro Di.tionnaire de la langue franqaise' cuyg s-u:
pf"á"tto apareció en 1879, sino en la edición de 1886 del
"., "l
.él"b.u Diciionnaire d'e méd'ecine' Esa palabra es microbin'
y el pú-
destinada a la fortuna conocida entre los científicos
bii.o, pou" es algo más que Ia identificación de una realidad
hastalntonces mal delimitada: es la incitación a una nueva
actitud científi.ca, social y política d'el hombre enfrentado
a
suprimir poco
sus enfermedades. oMicrobio' iba a ocultar o
a poco las voces cuyo lugar tomaba:
nparásito"' "microorga'
nismoo, <g€rrrl€r>. Está último término lgerme) es
el qge
ál propio Pasteur en Ia famosa comunicación a la
"tifiru¡"
Academia dL Medicina del 30 de abril d'e 1878: La
théorie
des germes et ses applications d' Ia médecine et d' la chirurgic '
En ielación con esta comunicación decisiva debe apreciaree
* Título original: oPuissance et limites de Ia rationalité en médecino''
en el Seminario sobro
Conferencia p-ronunciada el 7 de diciembre de 1978
losFundamentosdelaCienciadelaUniversidadLouisPasteurdeEstro¡.
Bernard
L"rgo, oportunidad del centenario de la muerte de Claude
"^
(1813-1878).

4L7
416
la importancia de la comunicación de sédillot a laAcademia
todas partes para caractertzar a esa medicina del futuro. Y
de Ciencias: De l'influence des découuertes de pasteur
sur les ante todo en Estrasburgo, donde, hacia 1844 lo mos-
progrés de la chirurgle. Y en relación con ambos textos
1878 es preciso recordar eljuicio de un maestro cuyo nombre
de traron Marc Klein y la señora Sifferlen en-como
un estudio de
no ha podido olvidar la Facultad de Medicina áe Estras_
1967L-, Charles Schützenberger propiciaba Ia aplicación a
la medicina de lo que llamaba (racionalismo experimental",
burgo, René Leriche: pasteur les indicó [a los ciru-
"En 1828,
janosJ la ruta que debían tomaro (La phitosophie expresión que aún en 1879Ie parecía más pertinente que
d,e la chi-
rurgie, París: Flammarion, 1951, pág. 161). plro comonada "medicina experimentalo. A continuación, en Alemania,
donde Jakob Henle publicó en 1846 unHandbuch der ratio-
es más necio, en historia de las ciencias, que el nacionalismo
nellen Pathologie. En esa época, Claude Bernard no era sino
manifiesto o latente, no podemos dejar de recordar que lg7g
un joven doctor en medicina (1843) y sólo más adelante, en
es también la fecha de publicación de Ia obra en la
cual Ro_ la década de 1860, retomaría o recuperaría el término "ra-
bert Koch demostraba la causalidad específica de los micro_
organismos en las infecciones: (Jntersuchungen über d,ie Ae-
cionalismo", como lo atestiguanlos Principes de médecine
expérintentale, inéditos hasta 1947, y las notas manuscritas
der
lig.logi3 _Wundinfehtionskranhheiten. Meaiante esta pu_ conservadas en eI Collége de France, con vistas a una obra
blicación, Koch fundaba un renombre que en nada cedería
sobre los problemas planteados por el ejercicio práctico de la
ante el de Pasteur.
medicina. "El empirismo científico es lo contrario del ra-
¿Por qué, se dirá, insistir particularmente en ei surgi_
cionalismo y üfiere radicalmente de la ciencia. La ciencia se
miento de nuevas escuelas en patología cuyas publicacion*es
basa en el racionalismo de los hechos (. . .) La ciencia médica
inaugurales, por su coincidencia, haóen de 1g7B un año me_
es aquella mediante la cual explicamos racional y experi-
morable? Para volver a cuestionar, desde luego, cierta ma_
mentalmente las enfermedades, con el frn de prever su mar-
nera de presentar la historia de la medicinu yá" los progre_
cha o modificarla,.2 Y aún con mayor claridad: nl,a medici-
sos de su efi.cacia en la segunda mitad del siglo XD(
na es eI arte de curar, pero es necesario hacer de ella Ia cien-
cia de curar. El arte es el empirismo de curar. La ciencia es
_ No puede discutirse que las adquisiciotres progresivas
el racionalismo de curarr.S Concédasenos preferir, para una
del saber médico en disciplinas fundamentales lu urrr_ exposición epistemológica, el término "racionalidad" a "ra-
tomía patológica,la histología y la histopatologÍa,"o*ó la fisio-
cionalismo", inadecuado al margen de la historia de la frlo-
logía.y la química orgánica obligaron a la
iatologÍa y la tera_ sofia. Por otra parte, quien consulte eI Dictionnaire de mé-
péutica a plantear revisiones desgarradáras de muchas
de decine de Littré yRobin (1873) hallará en él un artículo "Ra-
las actitudes ante la enfermed.ad que los médicos habían he_
cionalismo" que sirve para definir nracional" e indicar que el
redado del siglo XVIII. De todas lás disciplinas, era la fisio_
logía Ia que tendía, no sin motivos, u
tratamiento racional de una enfermedad se funda en indi-
con más vi_ caciones sugeridas por la fisiología y la anatomía, y no es el
g-o" "rr".tiorru" con
paradigma naturista que reivindicaba,
91 razón o mero resultado del empirismo. Esta definición de una tera-
s-i1 e]la, un hipocratismo sazonado época tras época
al gusto péutica racional se reitera exactamente en el Dictionnaire
del día. Al proclamar la identidad esencial dei estado'nor_
de lalangue franqaise de 1878, en el artículo nRacionalidado.
mal y el estado patológico del organismo, se planteaba ia
oretensión legítima de deducir una técnica de iestauración
de un conocimiento de las condiciones de ejercicio. 1
Artículo publicado en Comptes rendus du XCIP Congrés national des
El esta- 1967,Paús:
sociétés sauantes, Secti.on des sciences, Strasbourg et Colma4
tus experimental de esa ciencia, a imagen áel estatus expe_
Bibliothéque National, 1970, t. I, págs. 111-21.
rimental de la fisica y la química qrr" hmaba .o-o uo_ 2 C. Bernard, Príncipes de médecine expérimentale, nueva edición esta-
xiliares, no sólo no se oponía sino que, "1lu
por el contrario, invi_ blecida por J.-J. Chaumont, Ginebra, París y Bruselas: Masson, 1963,
taba a forjar el proyecto de una rrrLrru medicina fundada en págs. 95 y 125.
razones. El término rq,cionalismo aparecía, entonces, 3 M. D. Grmek,
"Réflexions inédites de Cl.
Bernard sur la médecine pra-
en tique",Méd.ecine de France,150, 1964, pág. 7.
4
4L8 fi
4t9
Si nos atuviéramos simplemente a la letra de esas pro-
racionalmente los fenómenos de la infección y el contagio
clamaciones o definiciones, nos costaría mucho descubrii en
había que evitar obsesionarse con la convicción dogmática
ellas un progreso de cientificidad. con respecto a determina_
de que todas las enfermedades son de origen nervioso. Aun-
dos textos médicos del siglo XVIII. La ambición d.e una me_
que sea exacto, en rigor, que los nervios, como decía Ber-
dicina racional, vale decir, de una práctica cuya eficacia obe-
nard, ejercen una acción sobre las enfermedades infeccio-
dece a la aplicación de un conocimiento tenido por cierto, se
sas, ntás le habría valido no haber escrito: "Una parálisis
remonta al siglo XVII como proyecto y al sigloXVIII como
nerviosa puede producir una enfermedad séptica'.6 En esta
programa. Médicos franceses e italianos creyeron poder
materia, el tipo de racionalidad frsiopatológica conduce a
fundar sobre la mecánica galileana y cartesianá lo que se ha
una explicación de los síntomas, pero fueron Pasteur y Koch
denominado íntromecanicismo. El célebre Friedrich Hotr_
quienes pusieron enjuego el tipo de racionalidad capaz de
mann, profesor en Halle y rival universitario de Georg
resolver las cuestiones de etiología. Y si hace falta una pme-
Ernst Stahl, redactó una Medicína rationalis systematicá
(171-8). En el Prefacio de sus Consultatio¿s ba sobre los límites de una racionalidad médica ilustrada
escritió que pa_ por la exacerbación del frsioiogismo, más que en el combate
ra una práctica eficaz solojuicio no basta, y s",ré""r1tu
"el de retaguardia librado por Elie de Cyon contra los pasteu-
por añadidura una teoría sólida, fisica, mecánióa, químicay
rianos vencedores, la encontraremos en un estudio poco
médica, sin la cual no es posible descubrir medianie las ob_
conocido de un científico a quien eI culto de la racionalidad
servaciones ninguna verdad ni explicar las causas de nin_
gún efectoyningún fenómenoo.4 Claude Bernardhabría po_
bernardiana empujó a la invención perseverante de instru-
mentos detectores de objetividad. Se trata de un Essai de
dido suscribir esa declaración si no se hubiera esforzádo
théorie physiotogique du choléro (1865), de lítienne-Jules
precisamente por distinguir y oponer teoría y sistema. oEl
Marey.T Marey se muestra perfectamente consciente del he-
sistema es inmutable (. . .) mientras que la teoría siempre
cho de que sólo mediante la identificación de lo que aún lla-
está abierta aI progreso que le suma la experiencia".b En lo
ma "parásito microscópico" se dirigiría la terapéutica ..hacia
sucesivo, esas afirmaciones se convierten Ln trivialidad.es v
la búsqueda de una medicación absolutamente efrcaz o una
el problema de la racionalidad propiameñte médica debl
profilaxis segura,.8 El adverbio *absolutamenteo y et adje-
plantearse de otra manera.
tivo "segura" son aquí el eco de Ia racionalidad bernardiana
No hay figura ejemplar ni clasicismo de la racionalidad.
que, por exaltación del determinismo, rechazay se burla de
Si el siglo XD( debió aprenderlo, el siglo )O( sabe ahora que
la introducción en medicina de conceptos y procedimientos
cada problemática exige la invención áe un método up.o¡u_
de orden probabilista y estadístico. Pero Marey es al menos
do. En medicina, como en otros ámbitos, la racionaliaaá se
plenamente consciente de que el conocimiento del papel del
revela a posterinri, se descubre en el espejo de sus éxitos y
sistema nervioso vasomotor en la circulación y la calorifica-
no se defi.ne de una vez por todas. Claude bernard tuvo con
ción no permite, en la época, fundar por sí solo una terapéu-
frecuencia dificultades para admitir que un proceder de
tica contra eI cólera más racional que la multitud de medi-
racionalidad distinto del suyo pudiera aplicarse a proble_
caciones empíricamente probadas hasta entonces con las
mas que no fueran los que él había logrado resolver y t" pr_
formas intestinales o pulmonares de la enfermedad.
recían paraügmáticos. No escatimó sus críticas a Virchow y
La publicación del artículo de Marey puede juzgarse co-
la patología celular. Si bien aprobó la refutación pasteurii_
mo la toma de conciencia de los límites de un tipo de racio-
na de la teoría de las generaciones espontáneu", ,ro consi_
guió entrever Ia fecundidad teórica de la aplicación terapéu-
6 C. Bernard, Cahier de nofes, edición establecida por M. D. Grmek,
tica eventual de la teoría de los gérmeoes.-pu"u
París: Gallimard, 1965, pág. 126.
a
"o*p."rd"" 7 É.-J. Marey, Essai de théorie physiologique du choléra, París: V. Mas-
Citado por C. Daremberg, Histoire des sciences médicales,parís: J.-8.
Bailliére et frls, 1870, pág,.924. son et fils, 1865. El artículo apareció por primera vez en la Gazette Hebdo-
5 C. Bernard, modaire de Médecine et de Chirurgie.
Principes. . ., op. cit.,pág. 1g6. e lbid., pas. tt7.

420
421
nalidad, mientras en el mismo momento el hombre que cele_ Koch, y Metchnikoff, discípulo de Pasteur, que mantenían
bra la validez universal de esta escribe lo siguieite: *No correspondencia entre sí y compartieron la celebridad
creo que la medicina pueda cambiar en nad.a lás leyes
de la Ies otorgó conjuntamente el Premio Nobel en 1908-, hayan
-se
mortalidad del hombre sobre la tiera, y ni siquiera ur, ,rn invitado con sus trabajos a plantear la cuestión de la lucha
pueblo,.g Y en otra oportunidad: .l,a máaicina debe de los hombres contra sus enfermedades en términos cientí-
actuar
sobre individuos. No está destinad.a a actuar sobre colectivi- ficamente valorizados por el tipo darwiniano de racionali-
dades y pueblos,.lo dad biológica?Alfinal de su estudio sobre Pasteur, Frangois
Se admitirá que desde la invención de los sueros ylas Dagognet muestra que el pasteurismo logró integrar poco a
va_
cunas y la fabricación industrial de antibióticos, y Ln
üsta poco ciertos conceptos emparentados con el evolucionis-
de las polémicas relativas a la economía de la.rÍ.rd, mo.12 En el mundo de los seres vivos, incluidos los huma-
resulta
dificil sostener que al actuar sobre los individuos la medici nos, las enfermedades pueden considerarse como la expre-
na no actúa sobre Ias colectividades, y que las leyes de la sión de las relaciones normalizadoras entre formas y fuer-
mortalidad debe confundírselas con la ,r""".id.d .orr_ zas antagónicas. Charles Nicolle ha dicho que la enferme-
génita de la -no
muerte- son inmutables. Esta revolución obe_ dad puede tener tres existencias: individual, colectiva e his-
dece, ante todo, a la invención y eficacia de la quimioterapia tórica. Siguiendo este último criterio le fue posible dar a una
inaugurada por los trabajos de paul Ehrlich
tf-AS¿_f gf Sl, e" de sus obras el título deNoissance, uie et mort des maladies
los que se muestra en acción un tipo de racionalidad m¿áica infectieuses (París: Alcan, 1930). Ei libro termina con estas
sin precedentes, que toma por objeto las cadenas laterales palabras: "La enfermedad infecciosa es un fenómeno bioló-
inestables de las moléculas proteicas. En la intersección gico como los demás. Contiene los caracteres de la vida que
de
las técnicas de coloración de los preparados micrográficos procura perpetuarse, evoluciona y tiende al equilibrio,. La
en patología celular y las técnicas de inmunizaciói sérica nueva racionalidad médica, en acción en la historia de la
experimentadas por Von Behring y Roux, Ehrlich inventó el bacteriología y Ia quimioterapia, encontró sus límites debi-
método consistente, según sus propias palapras, en apuntar do al hecho mismo de su poder. No encontró ese límite por
a-Ios gérmenes por variación química (,qieien lernei tropezar con restricciones exteriores, sino porque en su
durch
chemischeVariation"). Debe suscribirse el juicio de E. H. progreso generó antagonismos y provocó, por obra de sus
Ackerknecht cuando dice que es preciso reconocer a Ehrlich propios éxitos, nuevos tipos de fracasos.
la calidad, tan a menudo mal atribuida, de espíritu g"rri"t.ti
Desde entonces, la bioquímica explota Ía i¿ea ae qoáh La gloria de un hombre, ha dicho Rainer-Maria Rilke, es
.o*_
binación gyíTtgu específica entre antígeno y anticuerpo la suma de malentendidos acumulados en un nombre. ¿El
es
una relación del tipo agresión-respuestá. Los fenómenos prestigio de la medicina contemporánea no será la suma de
de
resistencia a los antibióticos dan testimonio de que la las divergencias detectables en la idea que se hacen de ella
res_
puesta eficaz no elimina de manera definitiva al^agresor quienes la producen como saber, quienes Ia utilizan como
y,
en ci,erto modo, lo incita a replicar mediante mutaciones poder, quienes consideran la producción de ese saber y el
es-
pecíficas. ¿Es mera casualidad que Ehrlich, discípulo ejercicio de ese poder como un deber para con ellos y en su
de
beneficio? ¿La medicina no se percibe como ciencia en el
9 C. Bernard, Príncípes. . ., op. cit., pág. LLl . INSERM, en eI CNRS* y en el Instituto Pasteur, como prác-
r0 C. Bernard, pensées.
¡'tot"" Ato.ri¿l4 edición establecida por L. Del-
houme, París: J.-B. Bailliére et frls, 1gB?, pág. 26. 12
rt F. Dagognet, Méthodes et doctrínes dans l' euure de Pasteur,l'uls:
'Man d'arf Ehrrich wohr d.as mirrbia'u"ite irridihat geniar zuerhen- PUq 1967, págs. 243 y 248.
nen"._8. H. Ackerknecht, Therapie von den primitiuen * Siglas del Institut National de la Santé et de la Rechcrcho Módic¡rlo
bis zum 20. Jahr-
l:yndert, Stuttgart: Fr. Enke Verlag, 1970, pág. I4L Sobre
los trabajos áe (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica) y el Cc¡rtrc Nr¡tiotr¡rl
Ehrlich también puede consultarse Hugo Gi as'er, Das Denhen
in d.er Med,i- de la Recherche Scientifique (Centro Nacional de Investigncirin (liontÍf i-
z in, Berlín: Duncker-Humblot,
1967, págs. 102- 10. ca), respectivamente. (N. del T.)

422 423
tica y técnica en un servicio hospitalario de reanimación, estudio sobre eI dictamen pericial en farmacologra,lS recor-
como objeto de consumo y eventualmente de reclamo en las daron una simpatía divertida, además- la lista de
-con
los veinte medicamentos sobre los cuales se fundaba laThé-
oficinas de la Seguridad Social, y como todo esto alavez en
un laboratorio de productos farmacéuticos? Parece indis- rapeutique de Huchard y Fiessinger (quinta edición, París:
pensable, entonces, distinguir los diferentes campos en los A. Maloine, 1921). En ella aparecían sueros, vacunas y hor-
cuales podemos situarnos cuando nos interrogamos sobre el monas, pero en la década siguiente, de 1930 a L940, sulfa-
poder de la racionalidad médica. Debemos preguntarnos si midas, cortisona y penicilina precipitaron la revolución te-
en el paso de un campo a otro, a partir del primero, el valor rapéutica. En1974, en un pequeño libro que despertó mu-
de racionalidad ahora reconocido al saber médico se conser- cha irritación en el cuerpo médico, Henri Pradal fijó en cien
va o no. ¿La práctica médica traslada hacia el consumidor el número de medicamentos más corrientes en el arsenal
de medicamentos y de cuidados la racionalidad del saber terapéutico francés, cuyo desarrollo continuo se refleja, de
cuya aplicación ella representa?Ala inversa, ¿no aparecie- año en año, en el grosor creciente del Dictionnaire Vdal.r4
ron poco a poco, en el campo del consumo médico, comporta- Este desenfreno de la invención en farmacoterapia pudo
considerarse como una forma de incitación al derroche. Mas
mientos colectivos como respuesta al hecho biológico de Ia
aquí eI aspecto económico del fenómeno no merece recordar-
enfermedad, cuya acción de contragolpe sobre la práctica y
se tanto como la significación del comportamiento cultural
la profesión médica, y por repercusión a partir de este se-
que lo origina. Se conoce el dicho corriente entre algunos
gundo campo, perturba y modifica el ejercicio de Ia raciona-
médicos del siglo XD! según eI cual hay que apurarse a to-
lidad científica en su campo inicial?
mar un medicamento mientras cura.l5 Por entonces se tra-
Si la cuestión se plantea de este modo es porque, como
taba de un principio de escepticismo o nihilismo terapéutico
acabamos de recordarlo, la medicina ha podido en el siglo
de parte de los profesionales de la salud. Hoy, por el lado de
)O( por primera vez en su historia, sostener efectivamente Ios pacientes, se ha convertido en la expresión de una con-
su ambición de curar individuos, prevenir y erradicar enfer-
ftartza irracional en la racionalidad médica y su progreso.
medades contagiosas --este año, por ejemplo, la viruela- y La creencia en el progreso lleva a menudo a confundir valor
prolongar, y en los hechos duplicar, la expectativa de vida. y moda. El choque de lo nuevo le da la figura de lo mejor. Co-
Esos beneficios de la racionalidad científica son eI efecto no mo de aquí en más cree- ya no se podrá no curat con
sólo del genio de algunos investigadores, como Koch, Ehr- -se terminaremos sin duda por en-
los cambios de medicación
lich o Fleming, sino también de instituciones públicas contrar la buena. Esta impaciencia por Ia curación al ins-
orden político, en última instancia- que, a imagen de la
-de
tante exige yjustifica el frenesí de innovación farmacológica
educación, hicieron laica, obligatoria y en parte gratuita la y la recíproca, gracias a la vulgarizaciín de la novedad, or-
salud. La actividad del médico, que durante siglos fue Ia res- ganizada por quienes la explotan.
puesta a la súplica del hombre atacado por el mal, se ha con- Así, en las sociedades de tipo occidental el comporta-
verbido en la exigencia del hombre que rechaza el mal. Esta miento de los enfermos concretos o potenciales repercute, de
transformación del ruego en reivindicación es un dato de la contragolpe, sobre eI estÍmulo y la conducción de la investi-
civilización, tanto de naturaleza política como científica. En gación en el campo inicial de racionalidad. Hay aquí lo que
las sociedades industriales, los hombres no aceptan con
facilidad que ciertas enfermedades brinden a los médicos la 13
J. Cheymol, ".r"expert en matiére de médicaments, son róle et les limi-
oportunidad de confesar su impotencia, y los médicos ponen tes de son pouvoir,, 1959.
reparos para admitir que se los pueda creer incapaces de la H. Pradal, G uidc des médicamcnts les plus courants,París: Seuil, 1974.
15 En sus Recherches sur I'histoire de la tnédecine (1768), T. de Bordeu
aceptar un desafio. Así se explica la emulación en Ia carrera
hacia las nuevas moléculas. E. Ackerknecht, en su historia atribuye a Dumoulin este consejo: uApresuraos a hacer uso de un remedio
que logra milagros desde hace poco: pronto no servirá para nada, (cf. T. de
de la terapéutica, así como el profesor Jean Cheymol en su Bordeu, CUuures compléúes, París: Caille et Ravier, 1818, t. II, pág. 599).

I
,¿
424 I 425
t.

*
cos que la racionalidad de su disciplina se manifestó a todos,
PauI Valéry llamaba "efecto del efecto,. Un saber cuya auto-
nomía debería garantizar la racionalidad termina orientado en un principio, a través de las pruebas que les dio de su ca-
por contrapesos surgidos de actitudes colectivas de exigen- pacidad de asistencia para la realización de uno de sus más
cia a las que los éxitos que aquel hizo posibles proporcionan viejos sueños: la conservación y el buen uso de su salud?
el mejor de los argumentos. Tal o cual investigación califica-
da como "de punta" queda después a remolque de una de- Plantear ese interrogante a los médicos no es poner en
manda, por haber suscitado una nueva esperanza. Hacia cuestión la medicina a la manera, hoy de moda, de quienes
l-960, investigaciones anteriormente emprendidas median-
toman sus argumentos de una amalgama ideológica en la
te experimentación en el animal, vinculadas a las condicio- cual encontramos la caiidad de vida, el naturismo agroali-
nes del rechazo de órganos transplantados, se prolongaron mentario y algunos subproductos dei psicoanálisis. Esa
en operaciones de transplante renal en el hombre. Los amalgama de trivialidades, adornada con una reivindica-
primeros resultados obtenidos, éxitos y fracasos, generaron ción de autogestión de Ia salud personal, tiene por efecto el
una profusa literatura de orden científico, ético y económi- renacimiento de las magias terapéuticas. Los escritos de
co. Se plantearon interrogantes sobre si la racionalidad Ivan Iliich proporcionaron argumentos a esa requisitoria.
aplicada en las investigaciones iniciales reaparecía o no en Némesis médica, expropiación de la salud: estas expresio-
los programas nacionales de distribución de los medios de nes se han puesto en boga. "Los actos médicos son una de
intervención terapéutica. En muchos países del Tercer las principales fuentes de la morbilidad modern¿o.16 Y, sin
Mundo, donde la patología parasitaria o infecciosa ocupa el embargo, una vez más, no hay nada nuevo bajo eI sol. Némé-
primer lugar entre las causas de mortalidad, eI transplante sis médical¿ data de 1840. Es el título de una antologÍa de
de órganos se juzga irracional. Lo es tanto más cuando tro-
sátiras en verso de Frangois Fabre, ilustrada por Honoré
píeza, como en ciertos países de t(Ílica, con eI obstáculo de Daumier.lT En cuanto al concepto de iatrogenia de las en-
las creencias animistas. A cada uno su irracionalidad. Se fermedades, completado y agravado por eI de activismo mé-
pone así de manifiesto que el poder de lq racionalidad de dico y encarnizamiento terapéutico, son mucho más anti-
guos de lo que creen quienes los utilizan como un arma no-
arriba, entre los poseedores del saber y quienes lo aplican,
depende en cada sociedad de la racionalidad de abajo, de Ia vedosa.
opinión de aquellos a quienes los nuevos avances de la tera- En Io concerniente aI encarnizamiento terapéutico, en-
péutica conciernen carnalmente. Las técnicas de transplan- contramos su definición, hace ya un siglo, en elDictionnaire
te de órganos suponen, en las sociedades donde se practi- de médecine de Littré y Robin: nOostumbre de ciertos mé-
can, una actitud general de indiferencia hacia el problema dicos que agotan todos los medios farmacéuticos, aun los
de la identidad congénita de los individuos con la totalidad
más enérgicos, cuando no hay la menor posibilidad de sal-
de su organismo. Salvo en casos de donación voluntaria de var aI enfermo, y de ese modo lo atormentan en sus últimos
órganos, la práctica del transplante involucra la racionali- momentos y le hacen más penosa la muerte,. El término así
zacíón previa del fenómeno de la muerte mediante su des- definido es "cacotanasiao, cuya desaparición no tiene que la-
composición. Cuando se sabe definir la muerte cerebral por mentarse.
criterios de irreversibilidad de la desintegración funcional, Con respecto a la iatrogenia médica, ¿cómo suponer que
puede permitirse extraer un órgano aún vivo, como el cora- los médicos esperaron hasta Ia segunda mitad del siglo )O(
zón. Se inventan entonces protocolos de intercambio de ór- para observar los efectos secundarios, imprevistos y a me-
ganos separados. Se imagina la posibilidad de constituir un
16 L lllich,
pool nacional e incluso internacional de vísceras extraídas, "L'expropriation de la santé,, Esprit,436,jrnio de 1974, pág.
93L lNémesis médica: la expropiación de la salud, Barcelona: Barral, 19751.
disponibles según la demanda. Tbas inventar de ese modo, 17 Las
caricaturas de Daumier se reproducen como encabezado de cada
en beneficio de una élite de pacientes, una técnica de pro- uno de los capítulos del libro de E. H. Ackerknecht, Medicine at the París
ducción de órganos anónimos, ¿han olvidado o no los médi- Hospital 1794-1848, Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1967.

426 427
nudo nocivos de ciertas drogas que consideraban adecuado Jules Guérin (L801-1886) propuso la expresión "medicina
recetar?Ackerknecht señaló que en el siglo XVIII la escuela socialo.20 Desde el momento en que comenzó a denominarse
de medicina de Halle fue un verdadero centro de estudios de "salud> lo que antes se llamaba ncondición fisica y moral, de
las enfermedades iatrogénicas. De hecho, si se consulta una población,zllasalud se consideró en sus relaciones con
ejemplo, en el Dictíonnaire historique de la médecine el poderío económico y militar de una nación. La salud de
-por
de Dezeimeris- la lista de obras de Stahl y Hoffmann y las los individuos ya no era únicamente, según la definición de
tesis inspiradas en ellos, se encuentran, en el caso del pri- Leriche, "Ia vida en el silencio de los órganos,:22 era Ia vida
mero, Programma de intempestiua adsumptione medica- en eI ruido generado en torno a las estadísticas fundadas en
mentorum (1708) y Dissertatio de abstinentia medica controles. De manera correlativa, el cuerpo médico se con-
(1709); en eI de Hoffmann, Prograrnma de medicamento- virtió en un aparato del Estado. Este aparato estaba encar-
gado de desempeñar, en el cuerpo social, un papel de regula-
rum prudenti applicatione (1694), y de G. E. Weiss, De me-
dicís morborum causis (1729. Desde esa época, según Ac- ción análogo al que se le atribuía a la naturaleza en la regu-
kerknecht, la medicina alemana no dejó de interesarse en la lación del organismo individual. Se comprende, pues, que la
cuestión, como Io atestigua en 1881 el tratado de Louis Le- racionalidad de la investigación en Ia comunidad médica
win (1850-1929), Die Nebenwirkungen der Arzneimittel.rs pudiera quedar oculta por ia racionalización de la práctica
médica en la sociedad civil. En Ia propaganda actual en fa-
¿La intención será decir que los riesgos antaño reconoci-
dos en eI uso del opio, la digital y Ia quinina no tienen Ia mis- vor de una desmedicaiización de la sociedad se confunden la
ma magnitud que los peligros que no supieron prever los sinrazón de un poder y la irracionalidad de la investigación.
hombres que inventaron, produjeron y recetaron la talido- Si hay sinrazón, se encuentra en la tendencia a considerar
mida? Es indiscutible que los imperativos del control farma- lo patológico ya no como desvío de lo fisiológico en el indivi-
cológico a mediano y largo plazo pueden ceder ante el entu- duo, sino como desviación en el cuerpo social. Pero la oposi-
siasmo y el interés. Pero, ¿no es arbitrario llamar la aten- ción a los abusos de una racionalización irrazonable condu-
ción sobre un fármaco de alto riesgo aislán{olo de la gene- ce a la impugnación de Ia racionalidad en su campo inicial
ración de medicamentos a la cual pertenece y cuyo efecto de ejercicio, la patología. La reivindicación de autonomía in-
global positivo es palmario? En 1910, la talidomida no exis- dividual en lo concerniente a la evaluación y el manejo de Ia
tía, pero eI índice de mortalidad por tuberculosis era, en salud favorece Ia reaparición de las medicinas prerraciona-
Francia, de doscientos quince cada cien mil habitantes, y su les. ¿No hay, empero, en la amalgama ideológica en cues-
forma más atroz era la meningitis tubercuiosa del niño, hoy tión, ningún núcleo de positividad digno de rescatarse y re-
vencida. En 1960, en la era de la isoniacida y la estreptomi- conocerse como llamado a una renovación de la racionali-
cina, el índice de mortalidad era diez veces menor. dad, capaz de superar la limitación de la antigua?
Es verdad, por otra parte, que la noción de salud no pudo
dejar de experimentar un cambio de sentido por la exten- No se puede negar que la historia de la medicina del siglo
sión de su aplicación aI conjunto de una población gradual- )O( se presenta como una sucesión de conversiones concep-
mente protegida por medidas legislativas e instituciones su- tuales en la inteligencia y el tratamiento de los fenómenos
cesivamente llamadas de higiene, de salubridad y de seguri-
dad. En su Histoire de Ia médecine, Jean Starobinski men- lr 20 En la Gazette Médicale de Paris,
S de marzo de 1848, citado por P.
ciona las palabras de Virchow cuando este dice que .,la medi- Huard, Sciences, méd.ecine, pharmacie, de la Réuolution d I'Empire ( 1789-
cina es una ciencia social,.l9 En 1848, el ortopedista Ílancés 1815),París: R. Dacosta, 1970, pág. 188.
I 21 Cf. S. A. Tissot, Auis au peuple sur
sa santé, Lausana: F. Grasset,
1761.
22 En La m.édecine: histoire
18 et doctrines, segunda edición, París: Didier,
E. H. Ackerknecltt,Therapie uon den Primitiuen. . .,op. clú., págs. 155-9.
1e 1865, pág. 323, Charles Daremberg define la salud por "eI silencio de Ias
J. Starobinski,Hístoire de la médecine, Lausana: Éditions Rencontre,
funciones de la vida".
1963, pá9. 86 lHístoria de la medícina, Madrid: Continente, 19651.

428 429
patológicos. En un primer momento, el conocimiento y el dualidad biológica, constantemente considerada como infi-
tratamiento de las dolencias infecciosas y funcionales, como delidad al tipo y siempre tratada como obstáculo lamenta-
las enfermedades endocrinas, provocaron una revisión de la ble, y no como objeto de estudio científico.
Pero, ¿puede el pensamiento médico mantenerse racio-
vieja idea de Ia enfermedad considerada como una agresión
que sorprendía desde afuera a un organismo desarmado e nal, puede no romper con las exigencias de objetividad que
gobernaron sus éxitos, si incorpora los fenómenos que le
inocente. Los progresos de Ia inmunología y la alergología
permitieron reconocer que el organismo tenía un sistema de oporlen, como un límite a su poder, los autogestionarios de
su salud y sus enfermedades? Tras haber racionalizado las
réplicas de autodefensa. Por el exceso de sus reacciones de
enfermedades de los sistemas de defensa del organismo, ¿es
defensa, el organismo puede comportarse como colaborador
posible racionalizar las enfermedades de la conciencia del
de su agresor.Al arsenal de medicamentos destinados a sos-
organismo? Es un hecho que la conciencia del enfermo tiene
tenerlo en su lucha se agregó la lista de las medicaciones
que procuraban refrenarlo. La invención y el uso de estas la capacidad de potenciar o reprimir la eficacia de un medi-
camento, sobre todo entazón de las circunstancias y eI mo-
medicaciones de inhibición no demuestra una racionalidad
do de su administración. Basta con citar la técnica delpla-
menor que Ia exigida por la invención de las primeras. EI
cebo parajustifrcar eI interrogante: ¿cómo racionalizar el
concepto de enfermedades de los sistemas de defensa contra
fenómeno de eficacia teórica de un fantasma? ¿Cómo distin-
las enfermedades no es un escándalo para la racionalidad'
Por tratarse, ante todo, de Ia racionalidad aplicada a la
guir racionalmente curación objetiva y curación subjetiva?;
es decir, ¿cómo tratar objetivamente la subjetividad? ¿Se
biología, la racionalidad médica no fue sojuzgada por los
cree necesario sostener que el fenómeno compete a la fisio-
principios de ia lógica clásica. ¿Por qué no habría de tolerar
Iogía cerebral? Se invocará a Pavlov, tanto más cuanto que
la contradicción, cuando el propio organismo convierte la
protección en ataque? Poco importa que se la califique o no los perros son sensibles al efecto del placebo. ¿Se cree un
deber defender la irreductibilidad de lo psíquico? Acudire-
de dialéctica; la palabra no influye en nada en la cosa. Del
mos a Freud, y más aún a Groddeck. El supuesto del ello es
mismo modo, la racionalidad médica no está obligada por
muy cómodo. Júzguese: "Tbdo tratamiento del enfermo es el
las reglas de la aritmética elemental cuandi reconoce que Ia
suma de varios medicamentos no es independiente del or- indicado; siempre y en todas las circunstancias se lo atiende
de la mejor manera, sea según las reglas de la ciencia o las
den en el cual se administran. De igual manera, por último,
la racionalidad médica ha renunciado a la concepción de un del pastor sanador. EI resultado no se obtiene por lo que he-
mos ordenado de conformidad con nuestro saber, sino por lo
determinismo verificaclo por la universal identidad de sus
que eI ello hace de nuestro paciente con nuestras recetas. Si
restricciones.23 Para Ia nueva patología molecular ya no
no fuera así, cualquier fractura ósea reducida y enyesada
hay oposición entre causalidad e individualidad. Al recono-
debería sanar. Pero eso no sucede,.24
cer la existencia de lesiones bioquímicas, esta nueva patolo-
gía, estrechamente ligada a las adquisiciones de la genética, Los escritos de Groddeck son muy aptos para confirmar
en sus ideas a los agresivos partidarios de la opinión de que
favoreció la comprensión de los caracteres fundamentales
de Ia individualidad, manifestada por funciones normales
la medicina científica es nociva o a los persuasivos propa-
de rechazo de heterotransplantes y predisposiciones prepa- 2a G. Groddeck, Le livre du
Qa, ftaducción francesa, París: Gallimard,
tológicas a ciertas afecciones. Desde ese punto de vista, la 1973, pág. 284 [El libro del ello, Buenos Aires: Sudamericana, 1968].
racionalidad médica puede califrcarse de no bernardiana, Nota complementaria (1982): En una antigua novela (1909-1921) re-
ya que funda lo que la otra nunca logró integrar: la indivi- cientemente reeditada y traducida, Le chercheur d)áme, París: Gallimard,
1982 íEI escrutador de almas, México: Era, 19861, Groddeck ya sostenía,
23 oEl determinismo quiere la identidad del efecto con la identidad de la
entre serio y antojadizo, ia tesis del poder curativo del ello, réplica de su
poder patógeno, cuya eficacia demoníaca puede apreciarse por el siguiente
causao (C. Bernard, Introduction d l'étude de Ia médecine expérimentale,
efecto: "Un callo en el pie se constituye tanto por la presión de los pensa-
segunda parte, capítulo I, D( , fiial llntroducción aI estudio de la rned'ícina
mientos como por la presión de la bota" (pág. 31).
experirnental, Barcelona: Fontanella, 19761).

430
43r
gandistas de la medicina Baiint. La carta escrita a un profe- cológico del cáncer practicado por Groddeck en su clínica de
sor de medicina de Berlín (1895) y eI retrato que Groddeck Baden-Baden. El pensamiento íntimo de Freud es que la
hizo de Schweninger, médico personal de Bisma¡ck (1930), enfermedad constituye la expresión de la precariedad del
pueden considerarse como textos de actualidad.2S Vacilare- organismo en cuanto totalidad de elementos,Sl así como de
mos, sin embargo, en reconocer en Groddeck a uno de los la fuerza latente del deseo de retorno a Io inorgánico.
maestros de la psicosomática, puesto que, en último análi- Entre quienes vacilaron en seguir a Freud en esta últi-
sis, el ello, inicialmente concebido según el modelo del in- ma materia, vale la pena recordar el nombre de Paul Schil-
consciente freudiano, se identifica poco a poco con lo desco- der. Su obra se sitúa en la intersección de dos líneas de teo-
nocido y por fin se asimila a la entelequia cuyo concepto to- rrzacíón,la de Freud y la de Goldstein, y bajo la luz de la psi-
mó Hans Driesch deAristóteles.26 Lo psíquico se desvanece cología de la Gestalt y \a fenomenología. La célebre obra
en la naturaleza. No se advierte cómo podría una racionali- Dimage du corps (1935) contiene un planteo sobre las enfer-
dad médica integrar, si no los hechos no discutibles en gene- medades orgánicas y su psicogénesis cuya última nota me-
ral propuestos por Groddeck, sí al menos el tipo de explica- rece citarse en su totalidad: ". . .la enfermedad fisica no es,
ción que de ellos da el hombre que un día escribió lo siguien- claro está, un problema únicamente moral, ar¡.nque el aspec-
te a Ferenczi: "Lo cierto es que me gusta mucho lo indeter- to moral nunca esté ausente (. . .) por añadidura, no existe
minado (. . .) Por eso la invención del ello me resulta tan có- certeza alguna de que una enfermedad de origen psíquico
moda (. . .) ¿Por qué deberíamos tomar tan en serio lo que se deba tratarse por los métodos psicológicos,.32 Mas la noción
llama "científico"?r.27 Es comprensible que Freud, en una misma de esquema postural, encargado de racionalizar las
carta a Groddeck, no haya dudado en plantear reservas modalidades de la autonepresentación del individuo huma-
sobre nla mitología del ello,.28
El freudismo no excluye la racionalidad. Freud dijo que 31 S. Freud, Correspondance de Freud.
auec le pasteur Pfister, op. cít,,
el análisis odescansa sobre la concepción científica general pág. 150: "Estoy cansado, como es normal estarlo luego de una existencia
del mundo".29 Sabemos que su concepción del ello evolucio- Iaboriosa, y creo merecer honestamente el descanso. Los elementos orgá-
nó y que Freud llegó a explicarlo en térmiños de energía, de nicos que durante tanto tiempo se mantuvieron bien unidos tienden a se-
pararse. ¿Quién querúa intimarlos a seguir juntos más tiempo?".
herencia filogenética y por último de instinto. Es significati- 32 El texto completo es eI siguiente:
vo, en todo caso, que nunca haya contemplado la posibiiidad "Por cierto, el aspecto psicológico de
la medicina es importante, pero no hay que exagerar en nada. La mortali.
de tratar su cáncer de otro modo, y no a través de la cirugía dad de los lactantes ha disminuido, como Ia de los tuberculosos; Ias enfer.
y la radioterapia. En sus úItimos días de vida, en Londres, medades infecciosas están en regresión; la duración media de la vida ha
no fue él sino el radióIogo inglés Finzi quien propiciaba ad- aumentado de manera considerable: estos son otros tantos títulos de glo-
ria para la medicina somática. La cirugía no le va en zaga: baste con men.
ministrarle, y sólo como medio de lucha contra eI dolor, una
cionar sus resultados en el campo de los tumores del sistema nervioso cen.
medicación psicológica.3o Estamos lejos del tratamiento psi- tral. La medicina psicológica tendrá mucho que hacer para alcanzar tan
magrríficos resultados. Si se asigna como meta hacer dichoso y adaptado a
la realidad al individuo fisicamente sano, conseguirá probablemente má¡
25 Estos textos aparecen en G. Groddeck, Qa et Moi,ttadtcción francesa,
que si se empeña en curar al individuo fisicamente afectado; en otras pala.
París: Gallimard, 1977.
26 Cf. la carta a un paciente médico en ibid., págs. 165 y sigs. bras, la medicina psicológica tiene la ambición gigantesca de resolver el
27 lbid., pág. 186. problema moral de la humanidad. Pero la enfermedad fisica no es, claro
está, un problema únicamente moral, aunque el aspecto moral nunca estó
28 lbid., pág,. t2t.
ausente. Es indudable que existen enfermedades somáticas, aun gravee,
29 S. Freud, Comespondance de Freud auec le pasteur Pfister,París: Ga'
que son pura y simplemente manifestaciones de dificultades morales; no
llimard, 1966, pág. 186 [Sigmund Freud y Oskar Pfrste4 Correspondencia
creo, empero, que sean muy numerosas y, por añadidura, no existe certeza
1909-1939, México: Fondo de Cultura Económica, 19661.
30 Max Schur, Za mort dans la uíe de Freud,París: Gallimard,l975,pá9. alguna de que una enfermedad de origen psÍquico deba tratarse por los
métodos psicológicos, (P. Schilder, L'imagé du corps, París: Gallimard,
612, nota 22: cf. la carta del doctor Finzi aI doctor Lacassag:ne, amigo de
1968, pág. 205 llmagen y apariencia del cuerpo humano, Buenos Aires:
Marie BonapatLe [Sígmund Freud. Enfermedad y muerte en su uida y en
Paidós, 19831).
su obra, Barcelona: Paidós, 1980, 2 volúmenesJ.

432 433
no en situación de salud o de enfermedad en la eústencia, la racionalidad fuerza a reconocer como la verdad de su en-
no logra superar la ambigüedad del proyecto del que proce- fermedad, no reduce pese a ello la subjetividad del paciente.
de. Ora presentado como entidad fisiológica, ora enraizado Le permite una posesión diferente de su mal. Y si procura
en la afectividad, el modelo postural del cuerpo sigue siendo desposeerlo de é1, asegurándole que no padece ninguna
objeto y sujeto. La fenomenología del cuerpo propio según enfermedad, no siempre logra despojarlo de su convicción
Schilder, aI igual que según Merleau-Ponty más adelante, de estar enfermo, y a veces ni siquiera de la complacencia
que esa situación Ie otorga. En resumen, es imposible anu-
no consigue superar Ia paradoja de Ia conciencia de sí como
cuerpo en el espacio, tan fi.namente advertida por Lewis lar en la objetividad del saber médico Ia subjetividad de la
CarroII cuando hace decir a Alicia, frente a Ia madriguera experiencia vivida del enfermo. Por lo tanto, no debe bus-
del conejo: "Querría poder entrar en mí misma como un te- carse en esta impotencia la falla característica del ejercicio
lescopioo. Y Ia construcción semántica de la palabtapsicoso- de la medicina. Ella tiene su Iugar en el olvido, tomado en su
mó.tica muestra por sí sola que la medicina así designada, sentido freudiano, del poder de desdoblamiento propio del
por haber fracasado en Ia interpenetración ltélescopageT, se médico que le permite proyectarse en situación de enfermo,
conforma de hecho con una yuxtaposición' donde la objetividad de su saber no es repudiada sino pues-
ta entre paréntesis. Pues corresponde al médico imaginar
Hemos llegado al punto en que la racionalidad médica se que es un enfermo potencial, tan carente como sus pacien-
realizaen el reconocimiento de su límite, entendido no como tes de la cerleza de lograr, llegado el caso, sustituir su an-
el fracaso de una ambición que dio tantas pruebas de su le-
gustia por sus conocimientos. Charcot decía, según Freud:
gitimidad, sino como Ia obligación de cambiar de registro. la teoría es buena, pero eso no impide existir. En el fondo, es
Hay que admitir, por fi.n, que no puede haber homogeneidad lo que piensan a veces los pacientes de los diagnósticos de
y uniformidad de consideración y actitud hacia la enferme- sus médicos. Esa protesta de existencia merece ser escucha-
dad y el enfermo, y que la atención de este no compete a la da, siendo así que opone a la racionalidad de un juicio bien
misma responsabilidad que la lucha racional contra aquella. fundado eI límite de una suerte de techo imposible de tras-
No se trata en manera alguna de unirsB aI coro de quie- pasar.
nes ponen en cuestión el imperativo de observancia de re- La conciencia que los enfermos tienen de su situación
glas terapéuticas confirmadas por los resultados, crítica- nunca es una conciencia desnuda, salvaje. No puede igno-
mente experimentados, de la investigación méüca. Pero es rarse la presencia, en la experiencia vivida del enfermo, de
necesario llegar a admitir que el enfermo es algo más y tam- los efectos de la cultura y la historia. Pascal escribió: "Pla-
bién otra cosa que un terreno singular donde la enfermedad tón para predisponer al cristianismo). Se equivocó al menos
echa raíces, que es algo más y también otra cosa que un su- en lo concerniente a Ia actitud del hombre frente a Ia enfer-
jeto gramatical calificado por un atributo tomado de la noso- medad. Pascal, cristiano, tiene Ia salud del cuerpo por eI pe-
logía del momento. EI enfermo es un Sujeto,capaz de expre- ligro del alma, y la enfermedad, por el estado en el cual los
sión, que se reconoce como tal en todo Io que sóIo sabe desig- cristianos deben pasar la üda. Gilberte Périer cuenta que
nar mediante posesivos: su dolor y la representación que se su hermano decía no apenarse por el estado en que se en-
hace de é1, su angustia, sus esper¿rnzas y sus sueños. Aun contraba, oque incluso tenía aprensión de curarse, y cuando
se le preguntabalarazón contestaba: es que conozco el peli-
cuando con referencia a la racionalidad descubriéramos en
gro de la salud y las ventajas de Ia enfermedad". Ahora bien,
todas esas posesiones otras tantas ilusiones, lo cierbo es que
el poder de ilusión debe ser reconocido en su autenticidad. en su república, Platón sólo quiere tener que vérselas con
Es objetivo admitir que ese poder de ilusión no pertenece a hombres provistos de buena salud por Ia naturaleza y el ré-
Ia capacidad de un objeto.
gimen, y cuyas enfermedades no sean sino afecciones loca-
Cuando el médico sustituye la queja del enfermo y su les. No conviene atender, dice, na un hombre incapaz de vi-
representación subjetiva de las causas de su mal por lo que vir el tiempo fijado por la naturaleza, puesto que eso no es

434 435
ventajoso ni para éI ni para el Estado". Si Esculapio enseñó por Thomas Francis (1940) contribuyó, gracias a las téc-
esa medicina aprobada por Platón fue nporque sabía que en nicas de prevención que hizo posibles, a la expropiación de
un Estado bien gobernado cada uno tiene su tarea prescrip- la salud individual.
ta y está obligado a cumplirla, y nadie tiene la libertad de
pasar la vida enfermo y haciéndose atender,. Y cuando Si no hemos podido convencer del rigor de nuestro aná-
Iisis, esperamos al menos haber testimoniado nuestro afán
Glaucón objeta a Sócrates:
"Tfansformas a Esculapio en un
político", Sócrates responde: ol,o era, en efectoo.SS de no depreciar el valor de Ia racionaiidad médica en el in-
Nuestros contemporáneos, en las sociedades de tipo oc- tento de situar su punto de conversión, que no es un punto
cidental, industrial y democrático, distan en general, inclu- de repliegue. Ésperamos, también, no haber atentado con-
so si son cristianos, de pensar como Pascal que la enferme- tra la gloria de un maestro de la fisiología, cuando vacila-
dad es su estado natural. Y si creen, a la manera de Platón, mos en admitir, luego de él y con é1, que su idea de Ia racio-
que eI Estado, por medio de los servicios de salud pública, nalidad médica era el modelo de la racionalidad. De 1878 a
J
tiene poder sobre la salud de los ciudadanos, lo hacen, desde * 1978, Ia racionalidad médica se manifestó en la invención
luego, en Ia medida en que esperan, al contrario de aquel, $ de nuevos modelos. El techo del anfrteatro del Collége de
disfrutar de "la libertad de pasar la vida enfermos y hacién- i France, donde Claude Bernard daba sus cursos, mostraba a
dose atendep y ver reconocido su derecho a esa libertad. Hipócrates yAristóteles. Un día del ciclo lectivo universita-
Así, la soledad angustiada a la que la enfermedad con- rio de 1859-1860, en una de sus conferencias que se publica-
dena al enfermo sufre el asedio de representaciones vehicu- ron en 1872 con eI título de Legons de pathologin expérimen-
ladas por la cultura, sean míticas, religiosas o racionales, en tale, dijo a sus oyentss,l nAquí mismo, en las pinturas que
la primera fila de las cuales se encuentra la imagen popular adornan el techo de este anfiteatro, pueden ver aAristóteles
del hombre bienhechor, capaz de liberar del mal, curandero e Hipócrates doblegados, por así decirlo, por eI peso de los
o médico, o ambas cosas a la vez. Si los enfermos, en nuestra años y de la ciencia. Si la intención era representar un
sociedad, dan pábulo, por sus exigencias de una eficacia mé- emblema de la ciencia, habría que haber hecho lo contrario
dica cada vez más grande, a la indignación de ideólogos divi- y, enlugar de ancianos, pintar niños que recién están en sus
didos entre la nostalgia naturista y la utopía libertaria, es primeros tartamudeos".S4 Sin duda, el discurso científico
porque est¡ín informados, mal o bien, de ios medios de ac- comenzó por tartamudeos de niño, pero, ¿qué adulto consa-
ción y los éxitos que la práctica de la medicina, desde hace grado a racionalizarlo puedejactarse de haber llegado al es-
un siglo, ha encontrado en el ejercicio de la racionalidad mé- tadio de la articulación sintáctica de las frases?
dica: unos medios y éxitos en los que antes los hombres sólo
habían podido soñar.
Cuando Ia impugnación se lleva al extremo de afi.rmar
que Ia salud de los individuos está en proporción inversa a
la socialización de Ia medicina, ¿cómo no preguntarse cuáles
son la edad y el nivel de cultura de los contestatarios? Quien
conserva el recuerdo de la epidemia de gripe española de
1918-1919 y de los centenares de cadáveres inhumados sin
ataúdes en tal o cual departamento del Mediodía de Fran-
cia, y leyó que ese flagelo provocó veinte millones de muer-
tos en el mundo, difícilmente pueda admitir que el ais-
lamiento del virus A por Wilson Smith (1933) y del virus B
34 C. Bernard, Leqons de pathologie expérimentale,Paús:J.-8. Bailliére
33 PIatón, República, IlI, 40k-407 e. et frls, 1872, páe.437.

436 437
El estatus epistemológico de la meücinat

En el Prefacio a sus Obseruationes med.ica (1666), Sy-


denham escribió: .Así como no es fácil saber quién fue eI pri-
mero que ideó Ios edificios y los vestidos para protegerse de
las inclemencias del tiempo, tampoco podrían mostrarse las
primeras huellas de la medicina, en vista de que ese arte,
así como algunos otros, siempre estuvo en uso, aunque haya
sido más o menos cultivado según Ia diferencia de los tiem-
pos y los países,.l
Hay pocas historias de la medicina que no comiencen con
una declaración de este tipo, bastante a menudo ilustrada
con efectos de literatura etnográfica. El arte de contrariar la
enfermedad y el dolor se adornó y aún se adorna, en varias
regiones del planeta, con el prestigio de la magia. ¿Qué his-
toria de Ia antigua medicina egipcia podría abstenerse de
evocar exorcismos, amuletos, cosméticos, etcétera?
Por esa tazón, interrogarse sobre el estatus epistemoló-
gico de la medicina es, ante todo, situarse en el área geográ-
fica de civilización y cultura donde Ia palabra episteme, o
cualquier otro equivalente semántico, fue el vehículo de un
concepto que sirvió para forjar un juicio de identifrcación y,
al mismo tiempo, de valor. En un inicio, esa área geográfica
está señalada por sitios que se llaman Cos, Cnido, Alejan-
dría, Roma, y ulteriormente Salerno, Córdoba, Montpellier.
Sin ceder a la ilusión de retroactividad que consiste en
creer que nuestra cuestión de hoy atravesó las edades en la

* Título original:
"Le statut épistémologique de la médecine,. Texto pre-
sentado en la Conferencia Internacional nMedicinay epistemología: salud,
enfermedad y transformación del conocimienton, celebrada en Perugia,
Italia, entre eI 17 y el 20 de abril de 1985. Publicado enHistory and Philo-
sophy ofLife Sciences,10, suplemento, 1988.
1
T. Sydenham , (Euures de médecine pratique,traducción francesa deA. F.
Jault, nueva edición establecida por J. B. Baumes, Montpellier: Imp. de
Vve. Picot, 1816, t. 1, pág. cxvii.

439
q
misma forma y por las mismas razones, es forzoso convenir En cambio, hubo un momento en que se asignó al cuadro
que los médicos griegos se preocuparon por justifrcar los en cuestión una función heurística. IJna innovación en Ia
presupuestos teóricos de sus prácticas tomando de tal o cual cura o la prevención de una enfermedad plantean, alavez,
fiIosofia de la época su teoría del conocimiento. En conse- a la inteligencia y la práctica del médico la cuestión del ám-
cuencia, no se esperó hasta el año 1798 d.C. y elfiIósofo mé- bito de incumbencia de su eficacia. La invención de la inocu-
dico Cabanis para interrogarse sobre el grado de certeza de lación variólica brindó a Théophile de Bordeu Ia oportuni-
la medicina. Ya se había procurado distinguir entre los mé- dad de utilizar, modificado, eI cuadro tradicional para anali-
dicos a los empíricos, los dogmáticos, los metódicos, mucho zar las diferentes maneras de justificar una práctica revolu-
antes de que Galeno se interesara, muy especialmente en cionaria. En sus Recherches sur I'histoire de la médecine
dos de sus tratados, en la exposición crítica de los sistemas (1768), Bordeu distingue ocho clases de médicos. Las tres
rivales en medicina. Esos tratados son nSobre las escuelas primeras son: los empíricos, que sólo siguen la experiencia;
de medicina,, y *Sobre la mejor doctrinao.2 Las dos escuelas los dogmáticos y sobre todo los mecánicos o fisicos moder-
o sectas más estables y conocidas son, según Galeno, Ios em- nos, y los observadores que toman la naturaleza por guía.
píricos, que confian en los poderes de la observación y la me- Las otras clases carecen de interés para nuestro presente
moria, y los racionales o dogmáticos, que se apoyan en eI po- objetivo.a En lo concerniente a los dogmáticos de su época,
der del nanalog'ismo, y se entregan a la búsqueda de las cau- convencidos de poseer los métodos de conocimiento verda-
sas, Io cual los distingue de los metódicos que, sin ser empí- dero de las funciones de la vida y las causas de sus desarre-
ricos, se satisfacen con las apariencias. No podría negarse a glos, Bordeu escribe: "Un médico dogmático se cree en la
Galeno el mérito de haber subordinado el valor de las aser- misma situación que un astrónomo seguro de la verdad de
ciones de orden médico a normas de orden lógico. "Cada sus cálculos". Y más adelante: nUn ejemplo tomado de la
teorema en medicina, así como en general cualquier teo- ciencia de las máquinas, las bombas y las medidas conviene
rema, debe ser cierto; en segundo lugar, útil; por último, de- aún más a nuestro tema que el extraído de la astronomíar.
be estar en relación con Ios principios planteados, pues la le- Entre esos médicos mecánicos hay uno, al menos, que se in-
gitimidad de un teorema se juzga según esa's tres condicio- cluye con claridad en eI marco de nuestro examen, debido a
nes,.3 Recordemos simplemente que Galeno, como más ade- su referencia explícita a una lógica por entoncesjuzgada co-
IanteAverroes, se esforzó por incorporar eI saber médico al mo innovadora,la delNouum Organum (1620). En suPro-
Organon aristotélico. xis medica (1696), Baglivi cita sobre todo a Bacon (libro I,
Los historiadores de la medicina mantuvieron durante capítulo II, $ II), utiliza el término baconiano ídolo (,,falsa
mucho tiempo ese cuadro de Ias diferentes legitimaciones medicorum idola", capítulo III, $ I) y, por último, declara
del saber médico. Lo encontramos en particular en la flls- (capítulo VI, $ V):
"Todo lo
que la filosofia natural y experi-
toire de la médecine (1696; segunda edición,1729) de Daniel mental y la medicina misma han descubierto en este siglo,
Le Clerc. El propio Daremberg 1o explota largamente en lo hallaron por analogismo e inducción: no por la inducción
una obra cuyo título contiene una suerte de alusión a una que hemos condenado en los ejemplos previos, sino por Ia in-
reevaluación epistemológica de su objeto, lllstoire des scien- ducción hecha según la enumeración completa de las par-
ces médicales (1870). Pero en todo ello sólo hayun modo tra- tes, confirmada por largas y pacientes trayectorias de expe-
dicional de clasificación. riencias y sobre cuya base ciertos axiomas generales, con-
cluidos como la totalidad de todas las partes, confirman pe-
2 Galeno,
"Des sectes, aux étudiants" y "De la meilleure secte, á Thrasy-
rennemente Ia verdad de la ciencia, nos dirigen hacia la
buleo, en @¿ures, traducción de Charles Daremberg, París: J.-B. Bailliére,
1854-1856, t. II, págs. 376 (.Des sectes") y 398 ("De la meilleure secte")
a T. de Bordeu Recherches sur I'histoire de Ia rnédecíne, err CEuures com-
[..Sobre las escuelas de medicina" y oSobre la mejor doctrina", enl]atados ,

filosóficos y autobíogróficos, Madrid: Gredos, 20021. plétes,París: CaiIIe et Ravier, 1818, t. il. Se trata de los médicos militares,
3 lbid., pag. sse. teólogos, frlósofos, Iegisladores o juristas.

440 447
práctica por un camino seguro y nos dan certezaen la insti_ medicina a la jerarquía de ciencia-por ejemplo, a semejan-
tución del tratamiento de las enfermedadeso. za de la química de Lavoisier- se confunden bajo el apela-
El recurso a Bordeu para introducir la alusión a una tivo de andlisis.Al respecto, aclaremos que al situar en Pa-
epistemología médica de obediencia baconiana pued.e pare- rís, donde la revolución política pierde aliento, eI lugar en
cer un artificio. En realidad, ese recurso parecelusfificarse que se esboza una revolución médica, no olüdamos que Pi-
qo1 el hecho de que su cuadro de los tipos de convalidación nel se instruyó en los trabajos de la escuela de Edimburgo y
del jui^cio médico ignora o subestima lá aparición reciente, tradujo a Cullen; que los médicos militares franceses se
con referencia a la variolización, de un tipó inédito, anunciá educaron en Italia con Ias aplicaciones del brownismo, y que
de una medicina matemática no cartesiana. En 126g, Bor- Corvisart tradujo el tratado deAuenbrügger sobre la percu-
deu podía conocer la memoria de Daniel Bernoulli, apareci_ sión (1808), que conoció gracias a Stoll, de la escuela de Vie-
da en 1760:
"Essai d'une nouvelle analyse de la mortalité na, en lo que representaúa una deuda importante, saldada
causée par la petite vérole et des avantages de l,inoculation por París cuando Skoda llevó a la capital austríaca el méto-
pour la prévenir,. do de auscultación de Laénnec. Historiadores tan diferentes
. Estamos aquÍ ante los primeros signos precursores d.e un
sismo_epistemológico en med.icina. Cuanáo Jenner publica
como ShryockyAckerknecht coinciden en hacer del período
1800-1850 para uno, y 1794-1848 para otro, la época en que
en 1798 los resultados de sus experiencias de sustitución de la medicina cambió de pretensión, objeto y método. Ahora
la variolización por la vacunación, fortalece en algunos
mé_ bien, curiosamente, ese mismo lapso fue señalado en Ia pro-
dicos la exigenciayla esperanza de un modo de cálculo de la pia época por un autor inesperado en historia de la medici-
expectativa y del riesgo que reste importancia, en materia na, eI novelista Honoré de Balzac. En La maison Nucingen
de decisión terapéutica, a la mera sagácidad deiprofesional (1838), un personaje declara:
experimentado. En 1814, eI Essai philosophique sur les "La medicina moderna, cuyo
más bello título de gloria es haber pasado, entre 1799 y
probabilités de Laplace comenta los cáiculos dé Duvillard 1837, del estado conjetural al estado de ciencia positiva, y
sobre el aumento de la duración media de la vida gracias a ello, por la influencia de la gran escuela analista de París,
la inoculación de la vacuna. El informe debuviílard, de ha demostrado que, en cierto período, el hombre se renovó
1806, lleva el título ds nAnalyse et tableaux de l,influence de por completo,. Poco importa lo que Balzac haya querido de-
la petite vérole sur la mortalité á chaque áge et de celle cir con estas úItimas palabras. Lo importante es retener dos
qu'un préservatif tel que la vaccine peut ávoir sur la popula_ fechas: 1799 y 1837 , y una denominación: ciencia positiva.
tion et la longévité,. Por otro lado, Laplace incluye la medi_ Si 1799 evoca, más que un acontecimiento médico, el
cina en la clase de las .ciencias conjeturalesr, en las que el golpe de Estado del 18 de brumario, un año antes, Pinel
cálculo de las probabilidades proporciona una evaluación de publica la Nosographie philosophique ou la méthode de
las ventajas y los inconvenientes de los métodos, por ejem_ I'analyse appliquée d,Ia médecir¿e. Si bien 1837, en cambio,
plo cuando se trata de reconocer el mejor de los tratamien_ no evoca un suceso político de nota, es eI año en que se publi-
tos en uso para la curación de una enfermedad.b can el tercervolumen delas Legons surles pluénoménes phy-
En un período de efervescencia id.eológica eI sentido siques d.e la uie, de Magendie, y la cuarta edición delTlaité
griginal de la palabra "ideologíao-, -en
Cabanis, filóso_ d'auscultatíon médiate, de Laénnec, aumentado porAndral.
fo y médico, desempeña un papel político"n.rrdoy pedagógico
de Entretanto, han ganado prestigio para la posteridad Bi-
instructor formado por Ia Logique de Condillac, páJs es el chat, inventor de la anatomía general, y Louis y las estima-
lugar donde diferentes programas orientad.os a elevar la ciones numéricas concernientes a la tisis (1825), la tifoidea
5 P. S.
(1829) y los efectos de la sangría (1835), pero también
Laplace, uApplication du calcul des probabilités á la phitosophie
naturelle,, en Essai philosophique sur les probabilités,quinta edición, pa- Comte, filósofo que en julio de 1830 publicó el primer volu-
rí.q.: Bachelier, L825 [Ensayo men del Cours d.e philosophin positiue y fijó en su acepción
fiIosófico sobre las probaiitidades, Maárid:
AIianza, 198bJ. positivista el sentido de la palabra "positivo".

442 443
Aquí viene a situarse por fin nuestro interrogante. Entre ción, así como con las sutilezas en la elaboración de los
Ios maestros de la escuela de París, [quién hizo más para protácolos de pruebas' Desde eI viejo estetoscopio hasta el
'reciente
encauzar la medicina por el camino a través del cual podía *p""áto de resonancia magnética nuclear, pasando
aspirar al estatus epistemológico de ciencia positiva, en una por la radiografia, la tomografia y Ia ecografia, la cientifici-
época en que filósofos y científicos se apasionaban por las áad del acto médico estalla en la sustitución simbóIica del
clasificaciones de las ciencias, como se habían apasionado consultorio por el laboratorio de análisis' Paralelamente, se
antes Bacon y los enciclopedistas? En 1826, un discÍpulo si- transforma la escala del plano de representación de los fe-
nómenos patológicos, del órgano a la célula y de Ia célula
a
ciliano de Laénnec, Michele Fodera, se había planteado Ia
cuestión en un Dlsco urs su,r la biologie ou science de Ia ui.e.6 la molécula.
A mediados de nuestro siglo )O! muchos médicos y epis- Empero, la tarea del médico consiste en interpretar la
temólogos aún habrían respondido a esa pregunta mencio- información obtenida por el uso combinado de los diferentes
nando a Magendie, fisiólogo y farmacólogo, descubridor de reveladores. Aun cuando ha sabido poner al enfermo entre
Claude Bernard y pionero de la "medicina experimental,, paréntesis, la medicina tiene por finalidad la lucha contra
cuya denominación incluso creía haber inventado, ignoran- ia enfermedad. No hay medicina sin diagnóstico, sin pro-
te, sin duda, de que Malebranche, Mariotte y Pinel la ha- ,ró.ti.o, sin tratamiento. El estudio lógico-epistemológico de
bían usado antes que é1, aunque sin un programa operativo. la construcción y Ia puesta a prueba de las hipótesis encuen-
Pero hoy, al parecer, podemos dudar entre Laénnec y Louis. tra aquí uno de sus objetos. Y estamos entonces en Ia aurora
Consideremos en primer lugar a Laénnec. Magendie lo de la matemática médica. Los médicos empiezan a tomar
escarneció presentándolo como un mero anotador de signos. conciencia de una restricción de orden epistemológico reco-
Ahora bien, Ia invención del estetoscopio y la práctica de Ia nocida ya en cosmologÍa y en fisica: no hay previsión seria
auscultación mediata codificada por elTlaité de 1819 provo- posible sin tratamiento cuantitativo de los datos iniciales.
caron el eclipse del síntoma por el signo. El síntoma es pre- brnp".o, ¿de qué tipo puede ser la medición en medicina? Se
sentado, ofrecido, por el enfermo. El signo es buscado y ob- pr"a"tt riedir las variaciones en el ejercicio de funciones fi-
tenido por artificio médico. De ese modo, el enfermo, como ,iológi"u", y por este camino aparecerán aparatos de T"dl-
(1828) y el qui-
portador y a menudo comentarista de síntomas, queda en- ción éomo.el ñemodinamómetro de Poiseuille
mógrafo de Ludwig. Se puede calcular la frecuencia de apari-
tre paréntesis. Puede suceder que el signo revele el mal an-
.iAñ y p"opugación de enfermedades contagiosas y, a fullu d9
tes de que un síntoma invite a sospecharlo. Laénnec (g 86)
etiolágía rrurlfi"adu, establecer correlaciones con otros fenó-
señala eI ejemplo de la pectoriloquia como signo de una tisis
*".roÁ de orden natural o social. La cuantificación se intro-
pulmonar que aún no manifestó síntomas.7 Aquí se inicia
una medicina no platónica.Larealidad sobre la cual el mé- duce en la medicina, ante todo, con esta segunda forma'
dico ejerce sujuicio se reduce al conjunto de los signos que él El método estadístico de evaluación de los actos médicos
mismo induce a aparecer.S Aquí comienza el artificialismo en materia de diagnóstico etiológico, así como de conducción
f en la detección de las alteraciones, Ios accidentes, las ano- terapéutica, se remonta a la primera Mémoire de Pierre
malías, que va a enriquecerse gradualmente con todas las Louis sobre la tisis (1825), cuatro años antes de la obra de
estratagemas técnicas de los aparatos de examen y medi- Hawkins, Elements of Med.ical Statistics (1829), publicada
en Londres, .rryo p.r'nto devista es tanto social como
propia-
mente médico. Cuando se celebran los orÍgenes suele olvi-
6 Sobre Fodera, cf. P. Huard y M. D. Grmek,
"Les éléves étrangers de darse a Pinel. Ahora bien, este había estudiado estadís-
Laénnec", Reuue d'Histoire des Sciences,26,1973, págs. 316-37.
7 R. T. H. Laénnec, De I'auscultation
médiate, París: J.-A. Brosson et ticamente desde 1802, en la Médecíne clínique,la relación
J.-S. Chaudé, 1819, pág. 57 ILa auscultación m.ed,iata, Madrid: Antibióti- entre ciertas enfermedades y las variaciones climáticas'
y
cos,19711. añadió algunas consideraciones estadísticas a la reedición
8 Frangois Dagognet sostiene esta tesis de manera brillante y convin-
de su lTalté méd'ico-phitosophique sur I'a'liénation mentale'
cente en La philosophie de l'image, París: Vrin, 1984, págs. 98-114.

445
444
Ackerknecht dice de él que fue nel verdadero padre del mé- mientos anatómicos y fisiológicos que permiten por sí solos
todo numérico". No carece de interés mencionar aquí una pond,erar eI valor de los síntom¿s'', y la consecuencia del re-
opinión poco conocida que le concierne. En su Histoire des Lr"ro t método es que olos enfermos, en cierto modo' son
"r"
observados pasivamente'. Como ya vimos con referencia a
sciences de I'organisation (184ü, De Blainville dice: "Mate-
mático, Pinel comenzó por la aplicación de la matemálica a Laénnec, frente a un método que pone entre parén-
"riu-o. entendido como solicitante de una aten-
tesis al enfermo,
la mecánica animal; filósofo, continuó con eI estudio profun-
do de las enfermedades mentales; naturalista y observador, ción preferencial para su propia situación patológica'
progresó en el método natural aplicado a la medicina; y Deberá pasar más de un siglo para que "la ilusoria teoría
se incor-
hacia eI final recayó en sus primeras aficiones al adherir a de 1as probabilidades,, como decíaAuguste Comte,
pore ehcientemente al diagnóstico y la decisión terapéuti-
Ia tesis quimérica de la aplicación del cálculo de probabili- para
dades a Ia medicina, o la estadística médica; como si eI nú- ios, gracias a la invención de los métodos más eficaces
mero de enfermedades pudiera afectar en algo las infinitas minimizar los errores de juicio y los riesgos de intervención'
variantes de temperamento, alimentación, localidad, etc., hasta llegar al tratamiento informático de los datos biomé-
que influyen sobre sus afecciones y las hacen tan diversas dicos y El logro más reciente de esta evolución tan
"líttitot.
técnica como epistemológica es la invención de "sistemas
de un individuo a otroo.9 Si este juicio parece digno de recor-
expertos' qo" ."túutt según distintos modos de inferencia y
darse es porque remite a las relaciones sin
embargo- entre De Blainville y Comte, y-tormentosas,
porque traduce la á la errl't*e"u"iótt d" metas eventuales a partir de
"oirdrr"".,
un registro de datos cotejados con los signos observados en
hostilidad de Ia filosofia positivista al cálculo de probabili
dades. La cuadragésima lección del Cours de philosophie el en6tmo que plantea un problema' Esta trayectoria epis-
positiue dice que la estadística médica es "el empirismo ab- temológica [ropL"O en un comienzo, sobre todo en Francia'
soluto disfrazado con frívolas apariencias matemáticas", y con las reservas y a veces con Ia hostitidad de una clase de
que en terapéutica nada es más irracional que remitirse a bióIogos y médicás opuestos al proceder empírico-inductivo
de la"estadística. Ei representante más eminente de esta
"Ia ilusoria teoría de las probabilidadeso. Hostilidad que
volveremos a encontrar en Claude Bernard,-pese a sus re- tendencia es Claude Bernard, teórico y práctico de la medi-
servas con respecto a la filosofia de Comte. cina experimental, entendida como método deductivo de
De hecho, Louis recurre a Ia estadística con una inten- puesta a prueba de hipótesis mediante Ia invención de dis-
ción diferente de la de Pinel. Se trata, ante todo, de sustituir positivos Lficientes, con vistas a llegar a la formulación de
la evaluación personal del clínico por un índice cuantitativo, i"y"r, de un determinismo riguroso en la pro-
enumerar Ia presencia o ausencia de signos bien definidos ducción"*pr"siones
áe los fenómenos. oConfieso no comprender --dice
en el examen de los enfermos, comparar los resultados de Bernard- la tendencia a dar eI nombre de leyes a los re-
un período con los establecidos por otros médicos en otros sultados que pueden obtenerse de ia estadística"' Es preciso
períodos porlas mismas vías ylos mismos medios. En medi- admitir óe Ót.o¿" Bernard nunca se sintió a sus anchas
cina, Ia experiencia sólo puede instruir a través de la conta- en las cuestiones planteadas por los métodos de cuantifrca-
bilidad de los casos. La tabla o el cuadro destituyen a Ia me- ción. Si bien sostiéne' en general, que ula expresión de la ley
i moria, la evaluación, la intuición. Ese es justamente el mo- de los fenómenos siemprá ¿"¡" ser matemática',l0 declara'
t
tivo de la hostilidad de Littré y Robin, positivistas ambos, en particular, que *eI fanatismo de la exactitud se convierte
t en eI artículo "Numérica" de su Dictionruaire de médecine,
ri ,Í a Ia
chirurgie, pharmacie (decimotercera edición, 1873). Según 10 Esta cita de Claude Bernard, como la precedente, corresponden
i fl
It, estos autores, el cálculo no puede reemplazar a olos conoci- Introductíondt'étudedelaméd'ecineexperimentale,París:Garnier-Flam-
I}i marion, 1996, segunda parte, capítulo 11, 9, "De I'emploi du calcul
dans
l'étudedesphénoménesdesétresvivants;desmoyennesetdelastatisti.
9 que, flntriducción aI estudio de Ia medicina experimental' Barcelona:
H. D. de Blainville, Histoire des sciences de l'organisation,París: Peris-
Fontanella, 19761.
se Fréres, 1847 , t. III, pág. 145.

447
446

,ft
en inexactitud en biología,.ll De allí sus reiteradas reservas epidemiología arrastra a la medicina al campo de las cien-
con respecto a los métodos de investigación utilizados por cias sociales e incluso al de las ciencias económicas. Ya no se
Ios fisióIogos alemanes de las escuelas de Berlín y Leipzig. Ia podrá considerar, entonces, como ciencia de las anoma-
No se atenta contra la gloria de un gran hombre si se lías o alteraciones exclusivamente orgrínicas. La situación
comprueba que, respaldado por sus propios éxitos, se forjó socioeconómica de un enferrno singular y las consecuencias
sobre los caminos y medios de la cientificidad una idea que vividas entran en el marco de los datos que eI médico debe
le ocultó los orígenes de un tipo diferente de cientificidad tomar en cuenta. La medicina, por el sesgo de las exigencias
médica. Es dificil no establecer una relación entre la hostili- políticas de la higiene pública, experimentará una lenta mo-
dad de Claude Bernard hacia el método estadístico y su fal- dificación en cuanto al sentido de sus objetivos y comporta-
ta de interés no hablar de sus elTores- en la etiología mientos originarios. Del concepto de salud alde salubridad
-por
y la terapéutica de las enfermedades infecciosas, para cuyo y luego al de seguridad,la deriva semántica encubre una
estudio el método numérico se había mostrado apropiado, y transformación del acto médico. Este deja de ser respuesta
ello, en el momento mismo de los primeros éxitos de Pasteur a un llamado para transformarse en obediencia a una exi-
en eI estudio de las fermentaciones y las levaduras.l2 gencia. La salud es la capacidad de resistir a Ia enfermedad
Una profunda renovación epistemológica de la medicina eventual e implica, para gozarla, la conciencia de la enfer-
fue el efecto relativamente rápido de las investigaciones y medad como posibilidad. La seguridad es Ia negación de Ia
los descubrimientos de Pasteur, Koch y sus discípulos, que, enfermedad, Ia exigencia de no verse forzado a conocerla.
por paradójico que parezca, hicieron más por la medicina Bajo eI efecto de las demandas de la política,la medicina es
clínica que los clínicos de la época. Pasteur, químico sin convocada a adoptar el paso y los procedimientos de una tec-
formación médica, es el iniciador de una nueva medicina, nología biológica. Y es preciso comprobar aquí, por tercera
liberada de su antropocentrismo tradicional y cuya oportu- vez, la puesta entre paréntesis del enfermo individual, obje-
nidad y destino sólo abarcan la clínica humana como caso to singrrlar, electivo, de Ia atención e intervención del mé-
singular, pues conciernen igualmente alos gusanos de seda, üco clínico. ¿Puede decirse que, a pesar de todo, hay un re-
los corderos y los pollos. AI descubrir una forfrra de etiología conocimiento de la individualidad por el hecho de que haya
no funcional y poner de relieve eI papel de las bacterias y los debido inventarse la noción de terreno para explicar la rela-
virus, Pasteur impuso a Ia medicina un cambio de destino y tividad del poder de los gérmenes y, por ejemplo, Ia resisten-
una mudanza de sus lugares de ejercicio. La atención con cia de un organismo al bacilo del cólera? ¿Se trata de un con-
vistas a la cura se hacía a domicilio o en el hospital. La vacu- cepto artificial, destinado a disculpar la laxitud del determi-
nación con fines preventivos iba a hacerse en el dispensario, nismo bacteriológico? ¿O bien es la indicación de un lugar
eI cuartel y la escuela. En lo sucesivo, eI objeto de la revolu- expectante para un concepto mejor verificado por una teoría
ción médica no fue tanto la enfermedad como Ia salud. De que Ia microbiología ha preparado sin anunciarla todavía?
allí el auge de una disciplina médica en vigencia desde fines Si puede afrrmarse que la medicina llegó aI estado de
del siglo )C\[II tanto en Inglaterra como en Francia: Ia hi- ciencia, Io hizo sin duda en la época de la bacteriología' La
giene. Por medio de Ia higiene pública, institucionalizada en prueba de la cientificidad de una práctica es su capacidad de
las sociedades europeas del último tercio del siglo XD! Ia proporcionar un modelo de soluciones y desencadenar un
contagio de eficacia. Así sucedió con la multiplicación de los
1r C. Bernard, Principes de médecine expérimentale, Lausana: Alliance sueros y las vacunaciones. Una segunda prueba de cientifi-
Culturelle du Livre, 1962, páe,.34L. cidad es la autosuperación de la teoría en pos de alguna otra
12 Al respecto, debe recordarse una observación de Claude Bernard: que explique las restricciones de validez de la precedente.
"¿Qué
es la predisposición preservadora de un virus, como la de la vacuna, La bacteriología suministró la prueba de su cientificidad
por ejemplo? Es muy sorprendente: ¡los contagiost" (Cahier de notes,1850- militante al provocar el surgimiento de la inmunología, ya
1860, con presentación y comentarios de M. D. Grmek, París: Gallimard,
que esta se presenta no sólo como Ia ampliación y el perfec-
1965, pág. 80).

448 449
cionamiento de las prácticas médicas pasteurianas, sino co- inmunología, permiten a la primera remedar en cierto modo
mo una ciencia biológica autónoma. La inmunología incor- el aspecto subjetivo del ser viviente humano singular, en cu-
poró la relación de índole pasteuriana entre organismo va- yo beneficio Ia segunda procura convertir en aplicaciones el
cunado y virus a la relación más general anticuerpo-antíge- saber adquirido de la primera. En consecuencia, parece ha-
no. El anticuerpo engloba y generaliza Ia reacción de resis- ber Ilegado la hora de analizar, al margen de cualquier evo-
tencia a la agresión. El antígeno engloba y generaliza el mi- cación histórica, el estatus epistemológico de la medicina y
crobio, el agresor. La historia de la inmunología consistió en determinar en qué sentido, a los ojos de la inmunología, así
la búsqueda del verdadero sentido del prefijo anúí. uAnti, es como de la genética o la biología molecular, sin hablar de la
semánticamente el equivalente de contra, pero, ¿no es tam- radiactividad o la química de los colorantes en una época
bién el equivalente de antes? ¿O no será acaso eI indicio de anterior, puede calificársela de ciencia aplicada o suma euo-
una correlación de complemento que debe leerse en los dos lutiva d.e ciencias aplicadas.
sentidos, una relación del tipo llave-cerradura? En Ia lucha por el prestigio cultural que se observa en
Lo que signó y garantrzó la cientificidad de la inmunolo- las sociedades llamadas "desarrolladas), una ciencia aplica-
gía con plena conciencia ya de su proyecto específico fue, da hace las veces de pariente pobre o niño asistido frente a
ante todo, su capacidad de progreso mediante descubri- las ciencias puras o básicas. Se trata del efecto de una con-
mientos no premeditados y recuperaciones conceptuales de fusión frecuente entre Ia ciencia aplicada y las aplicaciones
integración, uno de cuyos ejemplos notables fue, en 1901, el de la ciencia. Estas últimas se consideran una importación
descubrimiento de los grupos sanguíneos en eI hombre, de conocimientos a un suelo menos noble que el de su elabo-
hecho por Landsteiner. Otro criterio fue la coherencia d.e los ración. Lo útil se juzga subordinado a lo verdadero. Por
resultados de la investigación. La inmunología la realizó ejemplo, tras elaborar la teoría química de Ia respiración
tan bien que pudo dar el nombre de sistema a su objeto, es animal, el propio Lavoisier la convirtió en técnica de venti-
decir, a un aparato estructurado, en el nivel celular y mo- Iación para alojamientos colectivos como hospitales o prisio-
lecular, de respuestas positivas de estimulación o negativas nes. IJna ciencia aplicada, como en ciertos aspectos puede
de rechazo. Este concepto tiene la ventaja de?salvar mejor calificarse a la medicina, mantiene eI rigor teórico de los
las apariencias,, en el caso de una previsión frustrada, que conocimientos que adopta para una mejor realización de su
el anterior concepto de ter:reno. En una estructura sistémi- proyecto terapéutico, tan originario como el proyecto del sa-
ca, unos efectos de naturaleza cícljca pueden contradecir ber, al cual, por otra parte, ella misma aportó su concurso.
una causalidad concebida como lineal. Además, eI sistema Cuando pudo aplicar las primeras adquisiciones de la cien-
inmunológico presenta una propiedad muy notable, deno- cia química, por ejemplo, hacía tiempo que la propia medici-
minada idiotipin, que hace de un anticuerpo el específico no na se comportaba como una ciencia, con los nombres de
sólo de su antígeno en cuestión, sino también del individuo Harvey o Malpighi, y no sólo como una práctica tradicional
de quien se trata. El idiotipo es la capacidad del sistema in- y libresca o como una lectura esotérica, a la manera de Pa-
munológico de signar la identidad de la individualidad or- racelso, de males y remedios inscriptos por Dios en la natu-
grínica. raleza. Es preciso, además, reconocer que las investigacio-
Es indispensable precaverse aquí de una tentación: la de nes de Harvey habrían podido, en rigor de verdad, hallar en
creer haber reencontrado, gracias a los progresos de la cien- la herencia galénica ejemplos de procedimientos experi-
tificidad médica, al enfermo individual concreto, a quien mentales que no por antiguos dejaban de ser ingeniosos.
esos mismos progresos pusieron entre paréntesis. La identi- Así, para refutar la teoría de Asclepíades que no atribuía al
dad inmunológica, pese al laxismo sem¿íntico que la presen- riñón ninguna función en la formación de la orina, Galeno
taa veces como la oposición del yo y el no yo , sigue siendo un procedió por experiencias. Y para refutar la opinión de Licos
hecho estrictamente objetivo. Sólo las relaciones de origeny el macedonio, que consideraba a la orina como el resto inuti-
destino entre biología y medicina, en la constitución áe la lizado del alimento recibido por los riñones, procedió me-

450 45t
#l
diante el cáIculo. Sobre la base de experiencias de ligaduras Por eso me parece que en la expresión "ciencia aplicadau
efectuadas en el animal vivo, concluyó que la orina era se- el acento debe recaer en (ciencia), como respuesta a quienes
cretada por el riñón. Y a través de medidas y comparaciones ven en las aplicaciones del saber una pérdida de dignidad
de cantidades mostró que la orina era la eliminación de la teórica, y a quienes creen poder defender la especificidad de
bebida.13 Owsei Temkin pudo cotejar este úitimo argumen- la medicina liamándoia narte de curap' La aplicación médi
to con el utilizado por Harvey para justificar Ia teoría de la ca de los logros científicos, convertidos en remedios, es decir,
circulación, aI invocar la masa de sangre movilizada en un en mediaciones restauradoras de un orden orgánico pertur-
tiempo dado.la bad.o, no es inferior en ügnidad epistemológica a las disci-
Suma de ciencias aplicadas es una calificación de esta- plinas d.e ad.opción. También ella es una experimentaciórr
tus que parece convenir a la medicina, pues su propio pro- & áuténtica, una búsqueda crítica de instrucciones acerca de
yecto implica, para concretarse, eI recurso razonado a ad- : la eficacia terapéutica de sus importaciones. La medicina es
quisiciones científicas ajenas a é1. En la actualidad, no hay ,t la ciencia de los límites de los poderes que las otras ciencias
b
en ese apelativo ninguna devaluación. Laffsica matemática tr pretenden otorgarle. La lengua francesa nos ofrece aquí el
no se ve depreciada por la denominación de "matemática i"c,t".o de una polisemia' En eI Dictionna'ire de la langue
aplicada". No sucede así en Ia epistemología positivista. Au- fr frangaise,Émile Littré distingrre en el artículo "lTaitement"
guste Comte distinguió las ciencias y sus aplicaciones, an- [,.Tbatamientoo], por una parte, 'la manera de conducir una
tes de distinguir las ciencias abstractas o básicas y las cien-
v
:e:a
enfermedado y, por otra, nla operación a la que es sometida
cias concretas o secundarias.lS Por ejemplo, Ia química es \rna sust¿rncia con fines industriales o científicos". IJna en-
abstracta básica y la mineralogía es concreta secundaria. fermedad no se trata como un mineral' Un médico escritor
La clasificación del Cours de philosophi.e positiue es una cla- bastante olvidado en nuestros días, Georges Duhamel, dijo
sificaciónjerárquica, alavez en eI orden histórico de acceso que la mayoría de la gente que conduce un automóvil sería
de las ciencias a la positividad y en el orden de dignidad de muy incapaz de conducir un caballo. iQué es, entonces, con-
su objeto. Los dos órdenes son inversos. En el siglo XD( fue- ducir una enfermedad? Es estar atento, como si se actuara
ron pocos los científicos que no defendieroñ un punto de con una duda metódica, a los efectos ocasionalmente sus-
vista análogo. Claude Bernard escribió en su Cahier de ruo- ceptibles de pervertirse en causas de síntomas inesperados;
úes: "Utilidad de la fisica y la química. Son instrumentos, ni es estar atento a la posible conversión de un gesto de apaci-
más ni menosr.16 Pasteur alteró las cosas una vez más, aI guamiento en estimulante de reacciones violentas. La medi-
exigir al mineral cristalino que echara luz sobre la estruc- cina, al incorporar como objeto de su estudio y su interven-
tura de Io viviente, contradiciendo de hecho la concepción de ción las resistencias que esa misma intervención puede des-
una escala jerárquica de las ciencias.lT La epistemología no pertar, hace del diagnóstico, el pronóstico y la decisión de
positivista sustituyó la imagen de la escala por la del plano. lratamiento juicios no categóricos. Reaparece aquí la lógica
Las relaciones entre ciencias se convirtieron en relaciones de lo probable que el estatus de la medicina debe tomar en
de interconexión reticular. cuenta, pues esta es una ciencia de la esperanzay eL riesgo'
Y en lo que a ello respecta, ¿no es auténticamente una cien-
cia de la vida?
Justificamos sin artificio, al parecer, Ia breve reseña his-
13 Galeno, nDes facultés naturelles,, en @uures,op. cit.,t.ll,págs.246-9

lSobre las facultades naturales, Madrid: Clásicas, 19971.


1a O. Temkin, tórica inicial, en la cual hemos creído poder descubrir, en el
"A Galenic model for quantitative physiological reason-
ing,, Bulletin of the History of Medicine,25, 1961, pág. 470. esfuerzo por .probabilizar, eI juicio médico, uno de los ver-
r5 A. Comte, Cours de philosophíe posítíue, París: Schleicher Fréres, daderos comienzos de su cientificidad' Si es cierto que los
1907,2" lección, "Exposition du plan de ce cours". progresos de una ciencia se miden, en un momento dado,
16 C. Bernard, Cahbr de notes. . ., op. cít., pág. 40.
po" ot rido de sus comienzos' reconozcamos que eI médico
17 F. Dagognet, Méthodes et doctrine dans l'euure de Pasteur,París: PUF,
"l
áe hospital que, puesto hoy frente a la necesidad de realizar
1967.

452 453

ii
,;

una transfusión de s¿rngre, se cerciora de la compatibilidad delos explicativos propuestos por Kuhn parajuzgar el valor
de los grupos sanguíneos del donante y el receptor, ignora la de las revoluciones científicas, ociencia normalo, nparadig'
mayoría de las veces que su proceder goza de la garantía ma>, <grupo científico", son aplicables a las adquisiciones
científica de una historia que, más allá de la inmunología y conceptuales de la medicina clínica. Concluyó que los esque-
Ia bacteriología, se remonta alady Montagu y a Jenner y a mas kuhnianos se utilizan en lo concerniente a la incorpora-
una práctica médica, herética a los ojos de los doctrinarios, ción a la medicina de los resultados de las ciencias básicas
que encauzó a la medicina por el camino de la matemática desde principios del siglo XD! pero son inadecuados para
de Ia incertidumbre. Incertidumbre calculada que no exclu- dar razón de las dificultades de progreso con que tropezó la
ye la racionalidad en Ia construcción de hipótesis etiológicas medicina clínica debido a Ia complejidad y variabilidad de
y diagnósticas sobre la base de informaciones semiológicas su objeto. Rothschuh termina su artículo con unas palabras
registradas por los aparatos adecuados. de Leibniz: "Querría que en medicina la cerheza fuera tan
En lo concerniente al estatus epistemológico de la medi- grande como Ia dificultad".l8 En el transcurso de su análi-
cina, ¿cuáI es el experto calificado para decidirlo? EI filósofo I sis, el autor informa que Kuhn calificó un día la medicina
como (protocienciar. Por su parte, prefiere considerarla una
'.i.i
no puede atribuirse la competencia para inscribir üscipli- [,

nas no filosóficas en un registro de estado axiológico, como u


rI ciencia operacional (operationale Wissenscño¡?). Estas dos
se inscriben los nacimientos de niños en un registro de es- IE denominaciones merecen alguna atención. Protociencin es
it
tado civil. "Epistemología" designa hoy Ia herencia, por no l'j
,l
ingeniosa, quizá por ser ambigua. Proto es polisémico: su-
decir los restos, de esa rama tradicional de la fiIosofia que giere tanto la anterioridad como el rudimento, aunque tam-
era la teoría del conocimiento. Como los métodos científicos bién la prioridadjerárquica. Puede calificarse de protocien-
sacaron progresivamente a la luz las relaciones del conoci- cia la medicina anterior al período histórico que hemos re-
miento con sus objetos, la epistemología se definió en ruptu- cordado precedentemente, mas podría resultar paradójico
ra con los presupuestos filosóficos y dejó de deducir los crite- mantenerla en un momento en que algunos médicos le de-
rios de la cientificidad de las categorías apriori del entendi- mandan a la computadora que permita, sin ellos, dirigir en
miento, para tomarlos de Ia historia de la racionalidad con- ciertos hospitales los cuidados brindados a los enfermos, e
quistadora. En esas condiciones, ¿no podría Ia meCicina ser incluso que posibilite a estos consultarla directamente. En
juezy parte en la cuestión que le concierne? ¿Por qué expe- cuanto a ciencia operacional, la denominación no parece
rimenta la necesidad de una consagración de su estatus en más pertinente que la de nciencia aplicada", a cuyo respecto
la comunidad científica? ¿No será porque consen¡a de sus no es indiferente saber que, en el sigloXD(, fue reivindicada
orígenes el sentido de una originalidad de función a cuyo por los médicos mismos, cuando llevaron a la terapéutica
respecto Ie importa saber si se trata de una supervivencia determinismos fisicos o químicos que los fisiólogos hicieron
precaria o de un destino esencial? En otras palabras: diag- suyos. Por ejemplo,los trabajos de Matteucci, Du Bois-Rey-
nosticar, decidir, curar, ¿pueden dejar de ser acúos para con- mond y Helmholtz sobre los fenómenos de electricidad ani-
vertirse en roles en la ejecución de un programa informati- mal impulsaron a Duchenne de Boulogne a Ia invención de
zado? Si Ia medicina no puede renunciar a su deber de asis- terapias instrumentales para las afecciones musculares.
:','
tencia a la üda precaria de los individuos humanos, con lo Sus obras principales, publicadas en 1855 y L867, presen-
i que ello implica eventualmente de transgresión de las exi- tan en su título la palabra "aplicacióno'
gencias propias del saber argumentado y crítico, ¿puede
i
aspirar a ser reconocida como ciencia?
t Un historiador de la medicina alavez ingenioso y eru- r8 K. E. Rothschuh, "Ist das Kuhnsche Erklárungsmodell wissenschaft-
dito, Karl Rothschuh, se interesó en nuestro problema refi- licher Wandlungen mit Gewinn auf die Konzepte der klinischen Medizin
anwendbar?o, en Alwin Diemer (ed.), Die Struhtur wíssenschaflticher
riéndolo a los conceptos claves de una epistemología histó-
Reuolutionen und die Geschichte der Wíssensclnften, Meisenheim: Verlag
rica, Ia de Thomas Kuhn. En 1977 se preguntó si los mo- A. Hain, 1977.

454 466
He elegido adrede eI ejemplo de Ia electroterapia. Este nica, científica, económica y social- de Ia medicina contem-
que sea Ia duración de la puesta en sus-
indica, en efecto, que la primera ambición que impulsa a la -p"t.o cualquiera
poránea,
medicina a convertirse en ciencia aplicada se relaciona con del diátogo entre médico y enfermo, Ia resolución de
la búsqueda de la eficacia terapéutica, como si obedeciera a eficacia que legitima la práctica médica se funda en esa mo-
su imperativo originario. Ahora bien, se sabe que a poste- dalidad de Ia vida que es la individualidad del hombre' En
riori, y hasta nuestros días, la ciencia de la electricidad se el subconsciente epistemológico del médico, la frágil unidad
convirtió en una fuente de invenciones de aparatos de detec- del viviente humano hace de las aplicaciones científicas' ca-
ción. El electrodiagnóstico sucedió a Ia electroterapia. Basta da vez más movilizadas para servirlo, una verdad era sun'Lo"
con recordar la invención de la electrocardiografia (L903, Y cuando el estatus epistemológico de la medicina surge en
Einthoven), la electroencefalografia (L924, Berger), el en- Ia conciencia como cuestión, se advierte con claridad que la
doscopio. Ya se ha dicho que la puesta entre paréntesis del búsqueda de una respuesta plantea preguntas en otros
enfermo como blanco de atenciones permite a la medicina ámbitos al margen de su epistemología.
convertirse en ciencia aplicada, y el acento recae en lo suce-
sivo sobre nciencia". Como toda ciencia, Ia medicina tuvo
que pasar por la fase de eliminación provisoria de su objeto
inicial concreto.
Queda por justificar en la denominación propuesta, sa-
ma euolutiua de ciencias aplicadas,los términos euolutiuay
sum.a. Será fácil coincidir, sin duda, en que, pura o aplicada,
una ciencia justifica su estatus epistemológico por medio de
la renovación de sus métodos y el progreso de sus descubri-
mientos. No podría ocurrir de otra manera con la medicina.
Su interés por cualquier nuevo método de estudio de sus
problemas Ia hace evolutiva. Cuando admitiB, no sin reser-
vas todo en Francia-, la existencia de transmiso-
-sobre encargados de asegurar el paso del influjo ner-
res químicos
vioso de una neurona a otra o a una célula muscular o glan-
dular, fue porque los trabajos de sir Henry Dale y Otto Loe- ¿
ü,
wi habían logrado salvar las insuficiencias de las explicacio-
nes obtenidas, en el siglo anterior, por los métodos eléctricos
t
ilü
de estudio de las funciones del sistema nervioso. *
Aceptemos euolutiua, se dirá. Pero, ¿por qué suma? Por sJ*
que, a nuestro juicio, el término sunla no genera únicamen- *f

te la imagen de un producto de adición, sino también Ia de ¡

una unidad de operación. No se puede hablar de la fisica o la


química como sumas. Sí es posible hacerlo con Ia medicina, 1

dado que el objeto cuya presencia interrogativa ella suspen- $


{
de por elección metodológica está, sin embargo, siempre
presente desde que toma forma humana: individuo que vive
una vida de la que no es autor ni amo, y que para vivir debe,
en ocasiones, remitirse a un mediador. Cualesquiera que *
*.
sean la complejidad y la artificialidad de la mediación
-téc-

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