Vous êtes sur la page 1sur 12

Aquella sería la peor Navidad de todas.

Kit no tenía ganas de ir a casa por Navidad, no encajaba en esa familia


que le había tocado, a menudo pensaba que era adoptada, a pesar de que las treinta y cuatro pruebas genéticas
que había realizado a lo largo de su vida decían que irremediablemente estaba unida por el ADN a aquella
familia hippie y caótica. Nunca quería ir a casa, pero en Navidad era aún peor. La última vez que osó llevar a un
novio a casa, tardó 5 minutos y 56 segundos en salir corriendo de allí gritando que lo suyo no podía ser. Unos
padres hippies, una abuela medio bruja y metomentodo, una hermana de 40 años casada con un supermodelo
de 30, una hermana pequeña que se había comprometido con un par de gemelos de los cuales esperaba su
segundo retoño y Hari, una gata negra y loca como un cencerro, era más que suficiente para derribar a
cualquiera. Y luego estaba ella, la administrativa de 34 años, mortalmente cínica y con los pies en el suelo como
para encajar en su “happy family”.

Y lo peor de todo es que no aprendía, año tras año se mortificaba con aquella dichosa cena de Navidad,
comiendo soja con forma de cochinillo, después de un vuelo de 10 horas desde Madrid hasta un pueblo perdido
de Canadá, donde desde hacía una eternidad habían decidido mudarse sus padres. Por si no fuera suficiente
este año tendría que recoger a Lorelai, una amiga de su abuela bastante rarita y eso era decir bastante, ya que la
Yaya Marina no es que fuera un ejemplo de normalidad. Desde el aeropuerto, aquella mañana, el día iba
empeorando por momentos, le habían perdido su maleta, robado el abrigo mientras alquilaba un coche, se
perdió una docena de veces, el coche la dejó tirada a dos kilómetros del pueblo de Lorelai, comenzó a nevar, se
caló hasta los huesos y ahora se hallaba medio congelada y arrastrando los pies. Por eso, cuando la ayuda llegó
en forma de camionero paleto y arisco, comenzó a pensar que debía de dejar de hacerse eso, se dijo a sí misma
que ya era hora de cortar lazos, ella no era una auténtica Corvado como el resto de las mujeres de su familia,
todas libres de espíritu y sin miedo a seguir (o perseguir en algunos casos) su destino. Jason, que resultó ser un
tipo bastante agradable dadas las circunstancias la dejó en La sonrisa de Annie, un bar de striptease, que si bien
no era su mejor opción al menos estaba calentito. La dueña, una mujer cerca de los cuarenta exuberante como
una adolescente, le prometió ropa seca y limpia, invitándola a ducharse en el aseo de su despacho. Porque
¿quién no tiene un despacho con habitación y baño con jacuzzi? Kit no estaba muy segura, pero un súbito
temblor se apoderó de ella y los dientes comenzaron a castañearle así que venciendo sus escrúpulos y una
inquietante sensación de que aquello era la calma que precedía a la tormenta, dejó que el agua hirviendo le
recorriera su menudo cuerpo. Cuando comenzó a arrugarse como una pasa, decidió que no podía retrasar lo
inevitable y envuelta en la toalla salió hacia el despacho. Mala jugada. Un travesti de 2 metros estaba
esperándola. Belle l’Amour la miró con sus preciosos ojos dorados y como si estudiara un protozoo la examinó
de arriba abajo, finalmente salió de la habitación para regresar con lo que insistía era un vestido para matar. Sí
claro, de frio y de vergüenza.

Kit cogió el minivestido de Mamá Noel y se quedó mirando boquiabierta el conjunto de ropa interior que lo
acompañaba. De ninguna manera iba ella a meter sus michelines y el resto de su redondeado cuerpo en aquella
risoria pieza de tela, como si fuera una puti Mamá Noel dominatrix pidiendo guerra. No, no. De eso nada.
Media hora después, tras una acalorada conversación con Annie y Belle l’Amour y dos copas de un mejunje para
piratas, no sólo se había puesto aquel dichoso conjunto, si no que salía en la camioneta de reparto de La sonrisa
de Annie hacia la casa de Lorelai. No podía creerse que ella saliera así a la calle, con una botas de tacón de aguja
con cordones a la altura de medio muslo, que apenas dejaban ver unas medias rojas que no alcanzaban el bajo
del vestido rojo, que casi no tapaba los cachetes del culo y con un escote que dejaba claramente ver su ropa
interior. Al menos tuvieron piedad, le dejaron una bufanda un abrigo y un gorro. No había dejado de nevar, pero
la carretera era transitable. En apenas tres cuartos de hora había llegado a casa de Lorelai. Las luces estaban
apagadas, pero había luz de velas en una de las habitaciones del piso de arriba. Sacó el móvil del bolso y marcó
su número con el fin de evitar entrar en la casa. Comenzaba a sentirse bastante rara, un calor repentino le
recorría el cuerpo y tenía un presentimiento de que algo gordo iba a pasar. Se reprochó pensar en términos de
presentimientos y esas supercherías, Yaya Marina siempre decía que ella sería su heredera y no se refería a sus
bienes terrenales, sino a ese poder extraño que parecía poseer, pero no, ella no. Ella era una mujer culta y
bastante escéptica. Seis tonos después, se dio por vencida y entró. La puerta (¡cómo no!) estaba abierta, nadie
en el piso de abajo, subió al primer piso y decidió que definitivamente ese no era su día.

Al abrir la puerta de la habitación, vio a Lorelai sentada en la cabecera de la cama acariciando la cabeza a un
hombre (el pedazo de hombre más increíblemente sexy del mundo), el cual estaba atado y amordazado
mientras se revolvía intentando desatarse. Kit se quedó atónita. La amiga de su abuela se había vuelto loca,
bueno más que de costumbre y había secuestrado a un hombre. Bien se dijo, tú haz como si no te hubieras dado
cuenta, sales como si nada y llamas a la policía. Otra mala decisión, realmente no creía en poderes
sobrenaturales ni nada, pero que tú no creas en algo no hace que no exista, sino hacienda sería historia ¿No?
Antes de poder salir corriendo la puerta se cerró. Lorelai la miró a los ojos y tampoco pudo moverse, ni hablar,
solo escuchar.

- Jared y yo te estábamos esperando. Taaanto tiempo. Pero ya no puedes salir corriendo. ¿No tienes calor?-
Kit asintió ligeramente- Bueno niña, pues quítate algo de ropa.

Kit se quitó el abrigo y la bufanda y aceptó una copa de algo que le ofreció Lorelai de manera automática. El
hermoso hombre atado le decía que no lo bebiera con la cabeza, pero de repente tenía tanta sed que tuvo que
beber, con ansia. Los verdes e intensos ojos del hombre la miraron con hambre, Kit pensó que se lo había
imaginado, nadie se había fijado así nunca en ella. Súbitamente se vio andando hacia la cama, necesitaba
tocarle, era hermoso ¿cómo olería? ¿Cómo sabría su piel?

- Hija mía, no dudes es tu regalo de Navidad, puedes hacer uso de él- Kit la miró a los ojos, miró al que suponía
era Jared y comprendió dos cosas. La primera es que esa mujer era peligrosa y tenía que deshacerse de ella y
lo segundo es que tenía que ver a ese hombre desnudo aunque luego la denunciara por violación.
- ¿Cómo de seguras son esas esposas? Él parece muy fuerte. ¿Por qué hace tanto calor? ¿Has dicho que es
mío? – en un segundo de sensatez se dio cuenta de que sus pensamientos no iban por buen camino- esto no
está bien suéltalo. Esto es secuestro y aunque no tengo ni idea de cómo has conseguido atarlo, estoy segura
de que no va a estar contento. Por cierto Jared-cometió el trigésimo error de la noche y le miró- yo, yo no
tengo nada que ver con esto.
- Pero es tu regalo y, si no lo usas vas a sufrir mucho. Tiene hasta un lazo de regalo. Mira hija mía, no tengo
tiempo que perder, ambos sois demasiado cabezotas. Jared y yo pertenecemos a una raza muy antigua y
especial, todos y cada uno de los miembros del clan tienen que aceptar su destino y el de Jared es ser el líder
junto con su compañera, que ¡Enhorabuena! Eres tú. Llevamos mucho tiempo intentando que aceptéis
vuestro futuro, pero no estáis colaborando, así que hemos decidido tomar cartas en el asunto. Esta noche os
conoceréis, en el sentido bíblico de la palabra y ya no podréis seguir corriendo.-Kit trató de interrumpir con
un discurso coherente, pero su cuerpo se rebeló, un dolor intenso parecía quemarle desde el interior- Te lo
he dicho, no podréis escapar, ese dolor que sientes es por el hechizo, hasta que no consumas tu fuego, el
fuego te devorará a ti, tienes que dejar de esconderte en esa fachada intelectual, lo del cinismo y tu mordaz
lengua, ya es un caso perdido, pero tú eliges o quemas o te quemas. Y tú Jared, sabes que es inevitable.

Lorelai se acercó al hombre y le quitó la mordaza, le miró con lo que Kit pensó era ternura ¿ternura? Y le dio un
beso en la frente.

- Jared tienes que cumplir tu destino, tienes ya 28 años, no puedes seguir huyendo y si no lo haces ella morirá.
Eres muchas cosas, terco, dominante, desconfiado pero ambos sabemos que con tu compañera serás mucho
más y, desde luego, no vas a dejarla morir.
- Abuela ¿qué le has hecho? ¿Cómo has podido hacerme esto?
- Algún día me lo agradecerás.
- Sí claro, soy un Alfa, no un pelele como el abuelo y me niego a dejarme engatusar por…

Jared no pudo terminar la frase, Kit se revolcaba de dolor, mientras murmuraba “¿es su jodida y demente
abuela?” Lorelai se acercó a ella y la arrastró hasta la cama, puso la mano de Kit sobre la de Jared y el dolor
remitió, mientras que el sintió un enorme deseo de poseer aquella pequeña y revoltosa mujer. Kit se acercó a
Lorelai con intención de estrangularla, pero en cuanto se separó de Jared el dolor la atacó con fuerza. Regresó
de inmediato al calor de su contacto, observando como Lorelai se dirigía hacia la puerta, con una última
advertencia “o esta noche os unís como compañeros o no veras la mañana Kit y Jared tendrá tu muerte sobre su
conciencia toda la vida”.

Jared había intentado huir toda su vida de su destino, pero finalmente le había alcanzado. O se abandonaba a
aquella exquisita criatura o causaría su muerte. Por si la ironía no fuera suficiente su abuela había encantado las
jodidas esposas y hasta que él no se entregara a su compañera no se liberaría. ¿Compañera? No aquello no era
bueno, aunque no le hubiese molestado en otras circunstancias abordar a esa tentación de mujer.

- Mira esto Jared no sé qué me pasa, no puedo controlarme, Dios que vergüenza, perdóname yo no soy así, no
voy por ahí violando hombre esposados a las camas por las locas de sus abuelas que además son unas brujas,
si después de esta noche decides denunciarme. Bueno, yo lo acepto.
- Bésame, haz conmigo lo que quieras, sólo no te mueras ¿vale?
- No es la proposición más romántica del mundo, pero voy a aceptarla. Supongo que ya te lo habrán dicho,
pero eres realmente impresionante y no puedo esperar para ver más.

Se acercó más a él decidiendo que extrañamente le ponía muy caliente tener todo el control. Seguramente no le
hubiera desatado aunque hubiera podido. Él sonrió como si pudiera leerle el pensamiento y ella decidió que
dadas las circunstancias si iba a pagar por esta noche haría que valiera la pena. Rajó la camiseta de Jared para
babear mientras contemplaba unos pectorales bien definidos y un piercing en su pezón izquierdo. Acarició
suavemente su pecho rodeando el piercing. Absolutamente depilado como a ella le gustaban, se acercó más a él
mientras respiraba su olor inconfundible, como a bosque y excitación. Raro pensó y desechó la idea, Iba a
disfrutar aquello. Lamió el pezón y se amamantó de él, escuchando el choque de las esposas contra las barras de
la cama y un jadeo bajo que se interrumpió con un gemido cuando mordió dulcemente y tiró del pequeño aro.

Subió por su cuerpo y le miró a los ojos, comprobó con satisfacción su mirada hambrienta, no, antes no se había
equivocado, la deseaba. Agarró su corta melena y colocó su cabeza para besarle el cuello, deshizo el lazo rojo
que llevaba puesto (que humor el de la abuela) ascendió por su cuello, lamió suavemente sus labios y el abrió su
boca para devorarse mutuamente, incontrolados. Kit se estiró sobre él rozando su miembro que rogaba por ser
liberado. Rompió el beso respirando agitadamente, se sostuvieron la mirada y comprendió que ninguno podía
esperar más. Sin embargo, aquella noche estaba decidida a disfrutarla, bajó lentamente por su cuerpo, creyó
oírle decir que se apresurara, pero tenía muchas ganas de probarle primero. Desabrochó sus vaqueros para
comprobar que los boxers ocultaban su enorme miembro, a punto de estallar. Liberó su polla, no podría
engullirla entera, pero quería probarla. Un poco de líquido pre seminal se escapaba y le dio un lengüetazo,
lento, saboreándole, Jared se estremeció y la apresuró, pero ella estaba perdida en aquella mezcla de suavidad y
fuerza. Acarició sus testículos mientras se metía su polla en la boca, con voz estrangulada Jared suplicó que la
dejara tomarla, pero ella comenzó a lamerle, incrementando el ritmo, se puso tensó. Kit levantó la mirada para
comprobar como tensaba su mandíbula ante sus atenciones. Ella apretó con suavidad sus testículos mientras
con la otra mano masajeaba su larga y dura polla, cada vez más al límite. Su miembro erecto iba a estallar. Fue
consciente de que tentarle la excitaba mucho, sus pezones se erguían duros como piedras, estaba mojada como
nunca antes.

- Cariño, para, si sigues así me voy a correr en tu boca y la primera vez quiero estar dentro de ti- dijo entre
jadeos con gran esfuerzo.
- Pero tú estás encadenado y yo mando-contestó con tono ronco jugando con su polla, cambiando de ritmo,
liberando su miembro y rozando con sus labios la base del pene.
- Siiii-respondió entre gemidos- pero si subes aquí podré adorar esos pezones tuyos que están deseando
recibir mi atención.
- Apretó sus piernas, su voz la quemaba. Podría negarlo, pero sentía claramente una conexión con él, algo más
que el calentón de tener a un hombre a su merced. El hambre ganó y en un instante ella se colocó a la altura,
liberó su pecho sin quitarse la ropa (Dios bendijera a Belle L’Amour por el vestido con escote que eligió) se
amamantó de sus pezones con ansía, posesivamente mientras ella se rozaba con su pene.
- Estás preparada para mí. Cariño, tómame no puedo aguantar más.
- Eres un impaciente.
- Me voy a correr como un adolescente. Por favor.
Kit se quitó las botas y las bragas ante la mirada de Jared, las medias y el vestido se los dejó a petición suya y se
colocó a horcajadas para montarle. Cogió su miembro y lo posicionó a la entrada de su abertura, lentamente fue
montándolo, con exquisito placer, mientras se acostumbraba a su tamaño. Jared forcejeaba con sus ataduras y
súbitamente las esposas cedieron. Kit ni si quiera fue consciente del cambio de papeles hasta que sintió su peso
sobre ella y como forzaba su entrada hasta la base de su miembro, la penetró duramente, con embestidas largas
y profundas, observando sus ojos ardientes, tomó posesión de su boca. Solo jadeos y gemidos mientras sus
cuerpos chocaban. Kit sentía el calor que antes la mataba ahora la devoraba, cuando estaba a punto de alcanzar
el clímax sacó su polla. Sintió frío ante la pérdida. Pero antes de darse cuenta él la volteó, la puso a cuatro patas
y la embistió por detrás, con estocadas fuertes y rápidas que la hizo estallar en un gran orgasmo mientras la
mordía en la base del cuello. Una embestida más y descargó en ella mientras ambos gritaban de placer. Estaban
exhaustos, recuperando el ritmo de su respiración, cuando Jared la abrazo por detrás y le envolvió un edredón,
calentando su cuerpo antes que se enfriara.
- Me has mordido.
- Eres mía.
- Cavernícola, bruto. ¿Eso quieres decir que no me vas a denunciar?
- ¿Denunciarte? -estalló en risas- Cariño, vamos a dejar algo claro. Desde el momento en que abriste esa
puerta ambos estábamos perdidos. En realidad siempre he sabido que vendrías a por mí, pero no ha sido tan
duro como pensaba. Si hubiera sabido antes que tendría alguien como tú, que esto sería así, no hubiera
peleado tanto.
- ¿Tu abuela te prepara siempre tus digamos “citas”?
- No, por Dios. Tengo muchas cosas que contarte, pero de momento te tendrás que conformar con la versión,
extra corta y por favor, dame el beneficio de la duda hasta que termine. ¿Por dónde empezar? Soy un
hombre lobo- esperó para ver su reacción de incredulidad, sabía que sería complicado que le creyese, pero al
final de su exposición una demostración gráfica disiparía todas las dudas- Pertenezco a un clan de guerreros
que buscamos la paz en el mundo defendiendo a los inocentes.

Kit no pudo contener una risita ahogada al escuchar a ese maravilloso hombre hablar como una aspirante a Miss
Mundo “quiero ayudar a los demás y la paz en el mundo”. Jared frunció el ceño y ella le indicó que continuara.

- Bien, mi linaje está destinado a dirigir a mi clan, en concreto las mujeres de mi clan, aunque de vez en
cuando nacen hombres alfas como yo y el asunto se vuelve complicado. Ya que las mujeres del clan sois
siempre muy dominantes. Así que cuando me estaban educando y preparando emm, bueno para ti, también
me dieron un poco de cancha ante mi estatus. Lo cual aproveché para escapar del que creía que era un
horrible destino.
- ¿Me estás diciendo que eres un hombre lobo, que soy tu compañera y que estamos destinados a ser lo
líderes de un clan de guerreros por la paz? Es más, que esa tarea ya no te resulta un trauma ¿En base a que
yo no soy tan mala como esperabas?
- No me crees. Pero espera, fíjate en mí.

Salió de la cama y se colocó al lado de Kit a cuatro patas. Kit se lo comía con los ojos. Admiró su cuerpo desde su
pelo negro a media melena que apena llegaba a sus hombros, sus ojos verdes, sus labios seductores, los
pectorales bien formados, el pezón con el aro, su cadera bien marcada su miembro nuevamente erecto, hasta
sus musculosas piernas.

- Si sigues mirando así la exhibición va a terminar y te follaré duro hasta que solo puedas gritar mi nombre.
- Amenazas, amenazas. ¿No me habías dicho que me fijara en ti?

No terminó la frase cuando aquel increíble hombre se transformó en un hermoso lobo negro, tres veces más
grande que los cánidos normales. Se sentó sobre sus patas traseras y esperó a que ella se acercara. Kit no salía
de su asombro, buscando por la habitación a Jared, como si aquello fuera un truco de magia y el estuviera
escondido. Se acercó al lobo con cuidado, asumiendo poco a poco que aquel era Jared. Se acercó y se arrodilló a
su lado.

- -¿Puedes entenderme?
- Sí - Asintió con la cabeza- ¿Puedes tú oírme?
- ¿Hablas?
- Supongo que eso es un sí.
- Que grande eres ¿Puedo tocarte?
- No suelo morder Caperucita, pero no prometo nada.
- Eh, que voy de Mamá Noel, aunque sea de una puti Mamá Noel.
- El lobo no tiene pegas.

Kit metió sus manos entre el pelaje de Jared, sorprendida por su suavidad, el ronroneó como un gato mientras
le mimaba. Se miraron a los ojos, Kit vio hambre nuevamente en ellos. Sin tiempo a reaccionar se tumbó sobre
ella.

- ¿Tienes miedo? ¿Te he hecho daño? – le dijo un lobo con cara de preocupación mientras ¿sonreía? Le lamió
con su lengua lujuriosamente desde cuello hasta el pecho, rozó su sexo contra su pelvis y olisqueó su
esencia regodeándose en ella, se hinchó de orgullo, aún no había desarrollado su potencial y ya sentía su
fuerza, la unión de ambos.
- No -contestó sollozando.
- Bien, porque tengo planes para esta noche, para toda la noche.
En un abrir y cerrar de ojos se transformó en el glorioso hombre que era, le arrancó el vestido y el sujetador.
Metió la mano entre sus piernas forzándola a abrirla para acomodar su miembro. Introdujo dos dedos en su
vagina lentamente, provocándola, ya estaba húmeda y se los llevó a su boca saboreando nuevamente su
esencia. Estaba duro otra vez.

En esta ocasión era él quien disfrutaría, besó todo su cuerpo con lentitud agonizante, encendiendo cada fibra de
su cuerpo. Se dedicó a adorarla mientras susurraba con esa voz profunda y áspera las cosas que iba a hacerle.
Chupó uno de sus pezones rosados, atendiendo con la mano al otro, a Kit le faltaba el aire. Bajó lentamente
hasta su pubis rasurado. Jared estaba fascinado. Abrió más sus piernas para admirar más su clítoris, sopló
ligeramente sobre él para luego lamerlo perezosamente. Kit estaba en llamas, pequeños temblores de placer
recorrían todo su organismo, como si fuera un tsunami, que finalmente estalló al introducirle dos dedos en un
ritmo lento y condenadamente excitante.

- Jared por favor.


- Estás tan guapa cuando te corres cariño- dio otro lametón e introdujo un dedo en su ano, despacio, sin
forzarla.
- ¡Jared! No aguanto más.
Jared sonrió de forma lobuna. Esta vez harían el amor, era el momento de unirse a su compañera. Despacio,
exasperantemente despacio, se hundió por completo en ella, saboreando el momento, encontrando su mirada.
Aumentó el ritmo de sus empujes. Ella abrazó con sus piernas sus poderosas caderas y se aferró a sus hombros
cuando sus movimientos se hicieron rápidos, fuertes y profundos. Sus cuerpos sudaban, el sonido de la
respiración entrecortada se mezclaba con la carne chocando y Kit mordió su cuello, mientras el hombre y el lobo
aullaban de placer por unirse a su compañera. Kit se perdió en un gran orgasmo y sus réplicas. Jared la cubrió
con su cuerpo, abrazándola como si alguien intentara llevársela de su lado y se durmieron.
Kit abrió los párpados con pesadez, completamente dolorida y saciada. Tardó unos minutos en
situarse, en sentir el frío de una cama vacía. Sobresaltada se incorporó buscando a Jared para darse cuenta de
que se hallaba en casa de sus padres, en el cuarto que tenían reservado para ella. Una enorme tristeza y un frío
desolador se apoderó de ella. Se puso una bata sobre su camisón, nada tenía sentido.
Bajó a la cocina y comprobó que estaba sola en casa. Tenía que hacer café, eso siempre la despertaba y le daba
una perspectiva clara de la situación. Puso la cafetera y se sentó en la banqueta a esperar. Hari saltó a la
encimera y la miró con determinación. Por alguna extraña razón comenzó a divagar sobre si la noche anterior
había sido un sueño o no. Pitó la alarma de la cafetera y cuando se sirvió una taza, de repente recordó el
mordisco. Buscó una bandeja y se miró el cuello para descubrir que tenía claramente una mordedura. Se sentó
sosteniendo con cuidado su taza de café y asimilando que la noche anterior no fue un sueño.
Masajeó la mordedura con una emoción de ternura que la sobresaltó. Era una mujer independiente y realista
¿Qué coño pasaba en su cabeza? Intentó beber un poco de café pero una cálida mano la detuvo antes de que el
líquido tocara sus labios. Un escalofrío de anticipación le recorrió el cuerpo. Levantó la vista para encontrarse
con su compañero, porque ella podría gritarse a sí misma que esas cosas no pasaban en la vida real, pero sin
duda su corazón y su alma reconocían claramente a Jared como su otra mitad.
- ¿No pensarás tomar eso en tu estado?
- Estoy cansada ayer me tuviste muy ocupada. Por cierto ¿cómo hemos llegado aquí? ¿Dónde están los
demás? ¿En qué estado?
- Haces muchas preguntas mi amor. Pero te diré que después de unirnos las ancianas nos dieron su
bendición y Marina me pidió amablemente que te trajera a casa por Navidad eso hice. Por cierto cariño, tus
padres han ido a hacer las últimas compras, tus hermanas están en el Centro comercial viendo el
espectáculo de luces y tu abuela simplemente ha ido a regodearse con la mía para darnos un poco de
intimidad.
- ¿Qué estado?
- No te enfades conmigo. Sabía que ayer tenía que haber tenido cuidado, estabas ovulando, pero
sinceramente no es como si tu pidieras un condón.
- No me jodas- Jared levantó seductoramente una ceja.
- Ayer no decías eso.
- Jared, ¿estoy embarazada? No puedo estar embarazada, por Dios tomo la píldora. Te equivocas
- No me equivoco, olfato de lobo ¿Estás enfadada? ¿Tan terrible sería que tuviéramos un hijo juntos? Por
favor, dame una oportunidad, estamos hechos el uno para el otro, sólo déjame demostrártelo.
- Jared.
- ¿Sí?
- Estoy aterrada, yo nunca he pensado en tener hijos, yo no sirvo para ser madre- La abrazó tiernamente
mientras besaba con un profundo amor su cabeza. ¿Yo con un bebé? ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Me
desnudaré y bailaré bajo la luna como el resto de las mujeres de mi familia cuando haya tormenta?
- Bueeno, de hecho cariño, creo que es buen momento para que sepas algo más.
- ¿Qué más?-preguntó con cautela.
- Recuerdas ese de unirnos como uno y ser compañeros.
- Ummmm.
- Bueno pues después de tener a nuestro bebé estará completa y tomarás tu posición como líder.
- ¿Y eso implica?

Un año después, sobre la colina del clan…

- ¿Estás preparada?
- Puf ¿Cómo se prepara una para esto?
- Pues como hemos hecho todo lo demás. A nuestra manera. Mira a esa niña tan guapa que sostiene tu
abuela en sus brazos, es nuestra. Mira a nuestro pueblo, te miran con admiración, te respetan y te aman
tanto como yo. En este año has aprendido a usar tu magia interna como todas las mujeres Corvado, hemos
creado un hogar. Solo nos queda sacar a tu loba interior.
- Ya, pero mi loba interior preferiría no tener que enseñar su culito blanco al resto de la manada.
- Es la ceremonia. Es algo natural y todos tienen ganas de verte, están impacientes.
- Sí, sí. Ya sé que mi color y mi forma mostrarán que tipo de líder soy, pero ¿Me tengo que quitar la ropa?
- Cariño, todos ven lo hermosa que eres, igual que saben que eres mía- la beso lenta y profundamente-Solo
mía.
- Allá vamos, pero si resulta que soy una loba sarnosa no podrás echarte atrás, ya no te escaparás.
Kit dejo deslizar su vestido, centrando su mirada en su marido. Éste le sonrió y la abrazó para que no sintiera el
gélido aire que se colaba entre los árboles. Al contacto con su ardoroso cuerpo se calmó. Él era el único capaz de
transmitirle la paz más absoluta o la pasión más extrema. Que mujer tan distinta era a la de hace un año.
Parpadeó y el mundo cambio. Los olores eran más intensos, el aire era una brisa agradable con olor a cedro y
miraba al lobo de Jared casi a la misma altura. Buscó su aprobación para encontrar a un compañero orgulloso de
su loba, a la que amaba profundamente. Kit estaba inquieta, ¿cómo sería? Tuvo la tentación de mirarse las
patas, pero no quería un vistazo parcial, tenía que verse entera, por puro instinto se dirigió al lago en una
carrera excitante junto a Jared, que la embromaba por el camino. Fue reduciendo la velocidad hasta llegar a la
orilla del lago bañado por la luz de la luna. Cerró los ojos, inspiró profundamente y se miró. El reflejo de una
hermosa loba blanca le devolvía la mirada. Jared se sentó a su lado hociqueando en su nuca, colocó el gorro de
su traje de puti Mamá Noel encima de su cabeza y tomó a su loba siendo por fin completa su unión. En el cenit
de su pasión ambos aullaron y un coro de aullidos del clan dio su aprobación a su nueva líder.
Yaya Marina escucho con satisfacción como su nieta, su heredera, era aceptada por su nueva
familia. Algún día sería una bruja muy poderosa. La pequeña Sophie se revolvió buscando a su madre,
reconociendo su aullido y riendo inocentemente en los brazos de su abuela. Una loba gris se acercó a ellas
embelesada con la criatura.
- Hola Lorelai, al final lo hemos conseguido.
- Sí vieja amiga, nos lo han puesto difícil, cada vez que traía tu nieta a uno de esos patanes temía que se
estropeara todo.
- Tú sabes que eso no es posible. Jared es su destino.
- ¿Qué me dices de la pequeña Sophie?
- Que nos va a tener muy entretenida. Tiene unos genes altamente tercos y será más escéptica que su madre
y más temeraria que su padre.
- Menos mal, ahora que por fin están nuestros nietos emparejados temí que se nos acabara la diversión.
- Bueno aún queda mucho tiempo para esta pequeña. ¿Tienes planes para el San Valentín?
- Nop, nada en especial. ¿Alguna sugerencia?
- Pues tengo una sobrina que las cartas me indican tendrá un cambio radical en su vida.
- ¡Qué curioso! Yo tengo otro nieto que necesita mano dura para enderezar su no vida.
- ¿No será un Zombie? No sabía que existían lobos zombies.
- No, ¡qué asco! Un Mac Kenzie nunca se convertiría en algo tan repulsivo.
- ¿Vampiro? ¿Vampiro y lobo?
- Ajá, siempre le dije que su descontrol le metería en problemas. Un día se encontró en la cama con una
vampira y ella fue más rápida.
- Malditos chupasangres.
- Bueno, menos mi Alasdair ¿Marina?
- Sí, Lorelai.
- ¿Qué planes tiene tu sobrina para Febrero?
- Seguro que estará disfrutando de unas vacaciones en... ¿Lorelai?
- Sí, Marina.
- ¿Dónde vive tu nieto?
- En Escocia.
- Pues te puedo asegurar que tendrá unas agradables y tranquilas vacaciones en Escocia.

Mientras terminaban de tramar su siguiente fechoría una pareja de lobos se acercó a ellas sigilosamente,
Ambas les miraron con amor, orgullo y un deje de diversión. La loba vestía un gorro navideño y el lobo un lazo
rojo atado al cuello. Detrás de ellos la manada les seguía. La ceremonia había terminado era el momento de
celebrar la Navidad en familia.

FIN???
BREVE BIOGRAFÍA

Me llamo Raquel, para saber mi edad hay que hacerme la prueba del Carbono 14, pero mi espíritu es
joven.
Escribo desde siempre, al principio con los restos de la papilla, luego amplié horizontes y utilicé lápiz y
papel. Ahora mi ordenador es mi mejor amigo (o casi).
Soy administrativa a tiempo parcial, payasa a tiempo completo y desde luego mucho más escéptica que
Kit, pero que le vamos a hacer, también soy una soñadora incurable y me gustan los finales felices.
Chapurreo varios idiomas, sin duda el destino no quiere que lo haga mejor, porque hablo rápido y mucho
(como el del anuncio del Macro Machine, no sé si lo habéis visto) y posiblemente crearía un problema
internacional. Mi lengua va más rápida que mis neuronas.
¿La razón por la que escribo? Me lo pide el cuerpo.
Mi lema: Un día sin sonreír es un día perdido.
Mi vicio: aunque no os lo creáis leer y la Coca-cola Light.

Vous aimerez peut-être aussi