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La sociedad saturada. Ensayo antropologico sobre el impacto de las nuevas tecnologias Massimo Desiato da a menos de la comunidad tradi- ces realizados en el campo de la radio, el teléfono, el transporte, la te, las computadoras, las redes de informatica, el correo electrénico, etc. estamos hoy sometidos a una ciales, cuyo efecto es saturar al indi- Esta sobrestimulacién desorienta ‘COMUNICACION 3 placién de ciertas esencias coloca- das no se sabe donde, sino de la presencia de un grupo, inspirador y * homogéneo, de partidarios de dichas creencias, quienes definen aquello ue, segtin suponen, esté simplemen- te «alli», Lacrisis de valores que atraviesa Ia sociedad contempordnea no de pende simplemente de la falta de fe en Dios 0 del debilitamiento de la raz6n; masbien, la «muerte de Dios» yla incapacidad de laraz6n para dar cuenta dela situacién son efectos de causas sociales mucho més profun- das, una de las cuales es la mencio- nada sobrestimulacién social. Esta obra sobreese grupo otrorahhomogé- neo y compacto, portador de las co- ordenadas por medio de las cuales se define lo que es en cada caso la verdad y e bien, fragmenténdoto en su tejido y produciendo una plurali- dad de microgrupos, cada uno de los ccuales reclama ser el portador de las coordenadas y criterios definitorios de la verdad y del bien. De ahf en adelante, los nuevos integrantes de Ja comunidad se encuentran inmer- sos en una red de conexiones socia- les disparejas y en tensiGn, si no hastacnabiertacontradiccién. Cuan- do son muchos fos que reclaman ser Tos portadores de la verdad y del bien, la incertidumbre y cierto es- cepticismo, parecen ser el resultado ms obvio. Pero, ;qué tienen que ver los medios de comunicacién inasivacon este estado de cosas?, Ciertamente las rupturas del tejido social no son producto, al menos en un primer ‘momento, de los mass mtedia, entre otras cosas porque esa laceracién aconteci6 antes de que muchos de ellos aparecieran. Sin embargo, no puede pasarse por alto que desde que Guttemberg inventa la imprenta la historia sotial y politica de occiden- te registra una y otra ver. auténticas oleadas de relativismo y esceptic mo. Primero Descartes, luego Kanty Hegel, el propio Marx, Comte y has- ta Husserl, reaccionan, de muy dis 1nos). El hombre, segin Locke, po- sce la propiedad de su cuerpo porel que, através del trabajo, se produce lariqueza. Ladimensiénpéblicades- aparece devorada por la dimensién social, entendida ésta como el espa- cio, garantizado por el poder, en donde los diversosindividuos priva- os pueden perseguir sus intereses sin temer demasiado los unos de los tinta manera, contra el fenémeno hace referencia a la compaiiia nat- otros, desintegrativo de la sociedad occi- ral de los hombres que para la con- Larupturaes yadefinitiva. Mien- dental. Estefendmenodedisolucién —cepcién politica griega era insufi- tras tanto han aparecido los «libre de la antigua polis, érmino que no ciente. El paso de lo social alo poli- pensadores» y la sociedad, todavia designa tanto la ciudad fisica cuanto _tico se cumple merced a la acci6n ‘compacta y homogénea en la Edad lacomunidadespiritual ideal delos ~ (praxis) y el discurso (lexis). Accién Media, se fragmenta en una multi- hombres, era ya conocido por S. y discurso se consideraban plicidad de perspectivas y de intere~ ‘Agustin, Sin embargo, la difusiGn coexistentesciguales, indicandoque ses. Eldiscurso esrelegado cada vez delcristianismoenplenadecadencia la politica permanece al margen de més a unrol secundario,en tanto que yy eclosién del Imperio Romano, lo- Ja violencia, pues ésta se realiza en- Jaaccién pasa aun primer plano. Lo ‘gr6 frenar esa hemorragia social. Al contrando as palabras oportunas, en quees més, el discurso asume paula- mirar hacia la ciudad de Dios, 10s el momento oportuno de la accién, tinamente cl rol de una simple justi hombrespodfanreencontrarsecomo — Serpolitico, vivirenunapolis, signi- ficacién de las acciones que persi- ekklesia, esto es, como comunidad, —ficaba para los griegos decitlo todo ‘guen aumentar lariqueza, el capital ydesdeallidefinirsecomohombres, _pormedio de palabras y de un autén- ‘Ast elcristianismo se mundaniza y luchando por prescrvar una imagen tico convencimiento, y no con la Tacindad de Dios luce cada vez més sélida de lo que es y ha de ser lo fuerzayla violencia: séloasielhom- ‘como una ideologia al lado de otras. hhumano. bre, animal politico, es, a la vez, Elresultadomds contundente deeste. Ciertamente queesoaconteciéal animal racional proceso es el atefsmo, que aqui en- preciode lapérdida de ladimension Todo esto se extravia ya en Ta tenderemos como una suerte de dis puiblicay s6lo fue posible atravésde Edad Media, reapareciendo timida- curso liberador de todos los discur- una revalorizacién de lo privado. La mente en las ciudades del Renaci- 50s. Si ya no hay una sola verdad y vita activa de los griegos y de los miento que, sin embargo son tam- tun solo bien, todo esté permitido, romanos de la repiiblica fue reem- —_bién «mercados», esto es, centros cada quien definira la verdad y el plazada por a vita contemplativa de comerciales y lugares para el lucro. bien como mejorle parece segsin los Jos cristianos, si bien, como-es sabi- El significado de la riqueza en la + intereses que persigue. Pero el pre- do, ya Platén y Aristételes habian polis eramuy distinto, Paraempezat cio a pagar es que cada discurso subrayado su importancia. Pero lo lariquezanocoincidfaconlapropie- aparece como ideologfa, como de- habfan hecho en un contexto que si dad privada, entanto que ésta eratan formacién de la realidad para legiti- bien indicaba un claromalestardela s6lo el lugar donde se suplfan Tas marlosintereses en juego. Lacomu- polis, atin recordaba lo que era la necesidades biol6gicas. La riqueza nidad misma queda reducida aqut a ppolis misma. Al respecto, ¢s impot- aqufesimportante s6loen lamedida ‘una mera comunidad de intereses, y {ante sefalar c6mo en la estructura enque permiteal hombre serlibrede en cuanto tal, transitoria y cambian- delapoliseltérmino «privado» hace lo biol6gico, La acumulacién de la te como los intereses mismos. referencia a lo «privativo». Lo pri- riqueza, caracteristica tipica de las Qué le ha pasadomientras tanto vado es el lugaren donde et hombre ciudades renacentistas, no esté pre- a la comunicacién en este interin?. suplelasnecesidadesbiol6gicasque. sente en la polis, pues equivale a Pues ella se ha instrumentalizado al no estar satisfechas; ransforman seguiratadoalanecesidad.Larique- cada ves mas. Ya no se trata de que alhombrelibreenesclavo. Lopriva- za es aquf, més bien, aquello que la persona se desarrolle através del do, sobre todo entre los griegos, de- permite despreocuparse por la acu- didlogo con el otro, en el encuentro signa el lugar oscuro donde el hom- mulacién. De esta transformacién cara a cara, sino que la comunica- bre atin no accede a su plena huma- sale un concepto de individualismo cidn se tendré por buenaen laexacta nidad. Esta coincide con la libertad muy distinto, pues a partir del Rena- medida en que sea univoca, clara, para ingresar en la esfera publica, cimientoy en los siglos siguientes, y directa y por ello, apta para favore- espaciodestinadoalaconfrontacién de manera explicita en Locke, el cer la informacién necesaria para el entre pares. La vida polttca de los. —individuo es aquel que posee rique- desarrollo de las actividades comer- _riegos no coincide con la vida so- _zas propiedad privada aqui se pier- ciales e industriales. En la fase més cial, pues, este segundotérmino,s6lo de la distinciGn entre los dos térmi- aaguda de este proceso, la comunica- ra cién misma es riqueza, medio para un lucro, perdiéndose casi por com- pleto su dimensién humana. En el nivel de lahomogeneidad del grupo, ‘podemos resumir este estado de co- sas, ilustrindolo como sigue. «En la décadadelostreintaestdbamos muy cercade nuestros vecinos. Todas as casas de la manzana tenfan un por- che delantero y en las noches de verano la gente se sentaba allt y se interpelaba de una casa a otra 0 se visitaba, No saliamos muy a menu- do; a gasolina del cocke era cara, y tampoco habla muchos sitios adon- de ir. Cuando la radio se hizo popu- lar, dejamos de pasar tanto tiempo en el porche. Mi familia solfa que- darse dentro para ofr la radio. De pués vino la TVylas cosas empeora- onmds todavia; yanisiquiera vela- masa nuestros vecinos, y era rarisi- ‘mo que pasdramos alguna velada juntos: lo que se veia dentro de la ‘casaera mucho més interesante. Con el tiempo los automoviles se volvie- ron mds econdmicos y uno podia Wegar hasta el valle para pasar elfin de semana, Hace poco volvi al ve- cindario; casi todaes gente nueva. ¥ ‘por lo que me cuentan, no saben ni ccémo se llaman los vecinos». Enlarelaciéncara acaralatrans- isin de los valores acontece bajo tun modelo pedagdgico que permite ‘garantizarla continuidad de los mis- ‘mos, En la situacién cara a cara las personas estén ubicadas dentro de! alcance de sus respectivas experien- cias directas, compartiendo una co- munidad de espacio y una comuni dad de tiempo. Se comparte una co- ‘munidad de espacio cuando las per- sonas estén presentes las unas frente alaotras teniendo concienciade que ellas son personas, , ademés, perci- biendo sus cuerpos como el campo sobre el que se manifiestan los sinto- ‘mas de sus conciencias més fntimas. ‘Secomparte unacomunidadde tiem- po cuando las experiencias de las personas fluyen paralelamentelauna a Ia otra, pudiéndose en cualquier ‘momento mirarhaciala persona para ccaptar sus pensamientos a medida ‘que se producen, es decir, «enveje- ciendo juntos” Asf, pues, os valores se conservan por la estructura de Ia relaciGn misma, endonde los sfmbo- losutilizadosseinsertan yrecibensu significado més pleno mediante el rol protagénicodelrostrodelotro. El otroes aqui una persona y su palabra procede de una diferencia absoluta. Lo que él dice, interpela al yo de ‘manera directa y su palabra no se desvanece en el anonimato, como acontece en la comunicacién ‘masificaday mediatizadaporlastec- nologies de avanzada. Lacomunica- cién masiva no interpela, no pone en ‘cuestién, ni siquiera se-opone, sino ue se deja plasmares una aparente transparencia. Siempre esta alli y nuncacalla,y através de esa aparen- te, siempre presente, disponibilidad ‘yductilidad, eludeel encuentroefec- tivo. La relacién cara a cara esté, en smbio, dominada por el signo de la fragilidad, pues allfes siempre posi- ble que el otro se retire, que deje de hablar, que calle en fin, Su cardecter por lo mismo singular y urgente: reclama una respuesta, un compro- ‘miso. El rostro del otro abe un espa- cio propio sin medida comiin, sus- pende la comunicacién cotidiana instrumentalizada en tanto expresa Laexpresién produce el comienzode la significacién y, por consiguiente, de la inteligibilidad. ¥ lo mas impor- tantedetodoes que enlarelacién ara a cara no hay imposicién, ni violen- cia: elotroesrecibidoenlamedidaen Jacuales aceptado porel yo. Estamos ‘en presencia de una relacién y de una ‘comunicacién constitutivamente ét a, en Ta cual el otto introduce algo rnuevoenel sujeto, algo que noestaba yquese introduce como unaensefian- za.Elootronosmuestranuevas yefec- Aivasposibilidadesdeserloqueatinno soy, de aprender, actualizando los po- sibles, concretizando direcciones ape- nas sospechadas y permitiendo una ‘misma manera de hacemos asequibles alos otros, Todo esto no se presenta en la ‘comunicacién masiva. Esta, como xyadecfamos, harotola relaciéncata ‘a cara, reemplazando la cualidad de lacomunicaciénporlacantidad. Pero 4 1a abrumadora cantidad de comuni- cacién termina generando més ruido que mensaje, més marginacién que integracién. Las ecnologiasque han surgido nos han saturado tan s6lo de los ecos de la humanidad, tanto de ‘voces que armonizan con las nues- tras como de otras que nos son aje- nas. A medida que las asimilamos, la mayorfa de las veces de manera in- consciente, se vuelven parte de no- sotros y nosotros de ellas. Esta satu- racién social nos proporciona una rmultiplicidad de tenguajes incohe- rentes y desvinculados entre sf que terminan por hacernos perder lo que sabemoscon certeza y hasta lacerte- 2a de ser nosotros mismos. A esta fragmentacién del yo responde una ‘multiplicidad de relaciones también ellas fragmentadas que nos impul- sanenmilesidedirecciones distintas, inciténdonos a asumir roles dispa- rejos y contradictorios. Ei yo plenamente saturado deja deserun yo. Privadodeladimension publica, ausente ante si mismo, el hombre de fo que ha sido Hamada la «sociedad postmoderna», ni siquie- 1a puede refugiarse en su intimidad, Los medios de comunicacién masi- vahan destrozado esa intimidad, sin hacerla piblica, sino s6lo exterior. Hombre de fachada, este hombre exterior se encuentra especialmente inhabilitado para Ia comunicacién, Es un Narciso que ni siquiera en- cuentra consuelo en su imagen, en tanto que ésta se ha disuelto: cuando se mira en la fuente, este nuevo Nar- ciso s6lo atina a ver una represerita- cin cubista de lo que otrora era si mismo. Estamos frente a una des- ‘mantelaci6n del yo sin precedentes enlahistoriade la sociedad occiden- tal. Con él perecen las categorfas de la responsabilidad, de la racionali- dad, del sentimiento y de la emo- cin, pues ya no hay punto firme para referitlas. 1 estado mas propio ccaracterizacion del propio yo y de la , deestoesunaconstruccién y decons- truccién tan acelerada que el rompe- ccabezas dejade tenerun sentido y, al no tenerlo, tampoco interesa armar- lo. Las piezas yacen tiradas, espar das. Seaclaran frases comoestadela madre que dice: «ya se lo que me quiere decir mi hija cuando no sabe si casarse o vivir sola, o irse a vivir con alguien, o dejar de fumar, salvo lamarihuana, o dejarde beber defi- nitivamente, o tener un hijo, o adop: tarlo, o simplemente olvidarse del sexo y tomar mds sedantes, 0 « Los medios de comunicacién rmasiva difunden palabras ¢ imége- nes, informacién detrés de locual no hay ningtin referente seguro: son palabras ¢ imégenes sin rostro, vie~ nen de cualquier parte, van hacia cualquier lado, tienen el don de la ubjcuidad, estén por doquier y en ningtin lugar a la ver. Todo esto es pseudocomunicacién en la medida en ta cual el receptor al que van

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