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las personas humanas propiamente dichas: etapa que comienza con el nacimiento con vida y
termina con su fallecimiento.
ARTÍCULO 21. Nacimiento con vida. Los derechos y obligaciones del concebido o implantado en
la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida.
Si no nace con vida, se considera que la persona nunca existió. El nacimiento con vida se
presume.
ARTÍCULO 93. Principio general. La existencia de la persona humana termina por su muerte.
Ley 26862 ARTICULO 2°. - Definiciones. Se entiende por técnicas de reproducción médicamente
asistida a todos los tratamientos o procedimientos para la consecución de un embarazo. Se
consideran técnicas de baja complejidad a aquellas que tienen por objeto la unión entre óvulo
y espermatozoide en el interior del sistema reproductor femenino, lograda a través de la
inducción de ovulación, estimulación ovárica controlada, desencadenamiento de la ovulación e
inseminación intrauterina, intracervical o intravaginal, con semen de la pareja o donante.
Se entiende por técnicas de alta complejidad a aquellas donde la unión entre óvulo y
espermatozoide tiene lugar por fuera del sistema reproductor femenino, incluyendo a la
fecundación in vitro; la inyección intracitoplasmática de espermatozoide; la criopreservación de
ovocitos y embriones; la donación de ovocitos y embriones y la vitrificación de tejidos
reproductivos.
Una primera clasificación es la que distingue entre hijos "por técnicas de reproducción humana
asistida", "por naturaleza" y "por adopción". El criterio de la clasificación es el modo o la forma
en que el niño ingresa en una familia determinada.
El consentimiento debe ser "previo, informado y libre" y tiene un requisito ad probationem
consistente en su protocolización ante escribano público (ver comentario al art. 561). Son éstos
los únicos datos que aporta la norma en torno a una pieza tan fundamental en el establecimiento
de la filiación por técnicas de reproducción asistida, como lo es el consentimiento. En efecto, el
consentimiento es de acuerdo con el art. 562 la exteriorización de la voluntad procreativa de los
futuros progenitores por técnicas de reproducción asistida, que culmina con la inscripción en el
Registro Civil.
En primer lugar, ese consentimiento para ser válido deberá reunir los requisitos generales de
validez de todo acto jurídico: debe ser prestado, obviamente en forma "previa" con libertad,
discernimiento y voluntad (art. 260, Código Civil y Comercial). Sin embargo, es alarmante (asunto
que se discute más abajo) que el Código Civil y Comercial no haya previsto una alternativa para
que la falta del consentimiento previo sea subsanada con posterioridad a la realización de la
práctica
A grandes rasgos, la validez del consentimiento en cuanto acto jurídico requiere: a) a fin de
garantizar la libertad del acto jurídico, será responsabilidad del establecimiento de salud,
certificar la mayoría de edad y la capacidad prima facie de donantes y progenitores de deseo; b)
para que el consentimiento sea prestado con discernimiento, quien lo preste deberá ser
previamente informado del objeto del acto, de sus efectos, de los procedimientos e implicancias
para el donante o para los progenitores de deseo (sobre todo en el caso de la mujer donante o
la mujer que recibirá la implantación del embrión, por el impacto que tienen dichos tratamientos
en la salud física y psíquica de la mujer); c) el acto, para su validez, no deberá estar viciado de
error, dolo o violencia.
El contenido mínimo del consentimiento debería ser divergente según el objeto sobre el que
verse), pero además también variar según el sujeto que lo preste y las diversas funciones que
tenga. Consentimiento del donante, de la mujer, del marido, del varón no casado.
La inscripción (art. 562) es un paso registral, que se da una vez que existan como presupuesto
los dos pasos anteriores.
la ley 26.529, en su art. 7º, establece las modalidades de instrumentación del consentimiento
médico. Se prevén dos modalidades: el escrito y el verbal. Del segundo debe dejarse constancia
en la historia clínica y es el previsto para las modalidades menos invasivas o tratamientos
médicos menos trascendentes. En cambio, cuando se trate de internaciones, intervenciones
quirúrgicas, procedimientos diagnósticos e invasivos o procedimientos que impliquen riesgos o
revocaciones de dichos procedimientos, el consentimiento deberá revestir forma escrita.
A grandes rasgos:
- En los anexos se ofrecen textos sutilmente restrictivos respecto de la amplitud regulatoria del
Código Civil y Comercial.
- Se explica sin demasiada precisión que el tratamiento de procreación asistida es una obligación
de medios (tienen por objeto "Aumentar la probabilidad de lograr un embarazo" y no producir
un embarazo).
- Se refiere en forma clara a la baja tasa de efectividad de los tratamientos(, que oscila entre
apenas el 10-20%.
- Un aspecto interesante es que, junto con explicitar las reglas filiatorias, se da la opción a elegir
una "donación anónima, no anónima o de persona determinada".
- Incorpora el "deber de informar" de los padres por TRHA al hijo concebido por ese medio.
Habíamos bregado largamente por esto, la incorporación en el consentimiento es un gran
avance, aunque debería incorporarse también en el derecho de fondo, ya que se trata.
- Se establece un límite de donaciones por cantidad de niños nacidos, esta medida raya lo
absurdo, el límite es un total de 25 niños por cada 25 mil habitantes, esto da el número de casi
1400 nacidos vivos por donante, ¿me pregunto cómo se evitaría así el incesto? ¡Es casi como no
tener límites!
Se establece el límite de 44 años para la mujer que accede al tratamiento con óvulos propios.
Una mujer de hasta 51 años podrá hacer tratamiento de técnicas de reproducción humana
asistida con óvulos ajenos
Finalmente, la misma edad (51 años) se aplica para la mujer que crio preservó sus propios
gametos.
Los nacidos por las técnicas de reproducción humana asistida son hijos de quien dio a luz y del
hombre o de la mujer que también ha prestado su consentimiento previo, informado y libre en
los términos de los artículos 560 y 561, debidamente inscripto en el Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas, con independencia de quién haya aportado los gametos.
Art. 563. — Derecho a la información de las personas nacidas por técnicas de reproducción
asistida.
A petición de las personas nacidas a través de las técnicas de reproducción humana asistida,
puede:
obtenerse del centro de salud interviniente información relativa a datos médicos del
donante, cuando es relevante para la salud;
revelarse la identidad del donante, por razones debidamente fundadas, evaluadas por
la autoridad judicial por el procedimiento más breve que prevea la ley local.
Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las limitaciones
expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial. (es la posibilidad de ejercer
por uno mismo los derechos y deberes que todos tenemos.)
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance dispuesto
en la Sección 2ª de este Capítulo;
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa decisión.
(La persona "declarada incapaz" es aquella que, por excepción, "se encuentra absolutamente
imposibilitada de interaccionar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo,
medio o formato adecuado, y el sistema de apoyos resulte ineficaz..." (art. 32, último párrafo).
La restricción al ejercicio de la capacidad jurídica se rige por las siguientes reglas generales:
e) la persona tiene derecho a participar en el proceso judicial con asistencia letrada, que debe
ser proporcionada por el Estado si carece de medios;
Son dos las causales de la capacidad restringida: en el primer caso La concurrencia del llamado
presupuesto biológico (la "adicción" o la "alteración mental permanente o prolongada, de
suficiente gravedad")Es necesaria una determinada incidencia de aquélla en la vida de relación
de la persona: Ambos factores biológicos se integran con la posibilidad del daño; no es necesario
que éste sea actual o que se haya producido, sino que es suficiente la fundada posibilidad que
se produzca, el carácter de excepción de las limitaciones a la capacidad (art. 31, inc. b]) impone
que la evaluación se realice con estrictez: no será suficiente la posibilidad de un daño poco
probable o remoto, sino que existan un grado de posibilidades importante que el daño acaezca.
En relación con dichos actos, el juez debe designar el o los apoyos necesarios que prevé el
artículo 43, especificando las funciones con los ajustes razonables en función de las
necesidades y circunstancias de la persona.
El o los apoyos designados deben promover la autonomía y favorecer las decisiones que
respondan a las preferencias de la persona protegida.
Pueden ser inhabilitados quienes por la prodigalidad en la gestión de sus bienes expongan a su
cónyuge, conviviente o a sus hijos menores de edad o con discapacidad a la pérdida del
patrimonio. A estos fines, se considera persona con discapacidad, a toda persona que padece
una alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que en relación a su edad y
medio social implica desventajas considerables para su integración familiar, social, educacional
o laboral. La acción sólo corresponde al cónyuge, conviviente y a los ascendientes y
descendientes. (la inhabilitación, ahora, queda circunscripta a la causal de prodigalidad. Las
causales de los anteriores incs. 1º y 2º del antiguo art. 152 bis quedan comprendidas en algunas
de las causales de las declaraciones de incapacidad o capacidad restringida del art. 32.).
Art. 50. — Cese de la inhabilitación. El cese de la inhabilitación se decreta por el juez que la
declaró, previo examen interdisciplinario que dictamine sobre el restablecimiento de la persona.
Si el restablecimiento no es total, el juez puede ampliar la nómina de actos que la persona puede
realizar por sí o con apoyo.
c) Menores:
Art. 25. — Menor de edad y adolescente. Menor de edad es la persona que no ha cumplido
dieciocho años. Este Código denomina adolescente a la persona menor de edad que cumplió
trece años.
Así, la plena capacidad de ejercicio se adquiere por la sola circunstancia de haber arribado al
día en que se cumplen los 18 años. Correlativamente, se extingue la responsabilidad parental
(art. 699 inc. c]).
Actos de los menores y actos que requieren consentimiento (de uno o ambos progenitores).
Requisitos.
Art. 26. — Ejercicio de los derechos por la persona menor de edad. La persona menor de edad
ejerce sus derechos a través de sus representantes legales. El interés superior del niño
Constituye el principio rector en el sistema de reglas relativo a los derechos e intereses del
menor de edad, el principio —que opera a modo de una "cláusula abierta"— se funda en la
dignidad del ser humano, en las características propias de los niños y en la necesidad de propiciar
su desarrollo con pleno aprovechamiento de sus potencialidades.
No obstante, la que cuenta con edad y grado de madurez suficiente puede ejercer por sí los
actos que le son permitidos por el ordenamiento jurídico. En situaciones de conflicto de
intereses con sus representantes legales, puede intervenir con asistencia letrada. supone el
reconocimiento de una mayor capacidad de ejercicio conforme el menor evoluciona física y
psíquicamente y va adquiriendo "madurez" (para usar el término empleado por el artículo).
La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en todo proceso judicial que le concierne,
así como a participar en las decisiones sobre su persona. no basta con escuchar la visión u
opinión del menor sino que ella debe tomarse en consideración y ser evaluada como factor
destacado en la decisión que debe adoptarse
Se presume que el adolescente entre trece y dieciséis años tiene aptitud para decidir por sí
respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado de
salud o provocan un riesgo grave en su vida o integridad física.
A partir de los 13 años y hasta los 16 años, se le reconoce al menor el derecho a decidir sobre
"tratamientos" (debe entenderse médicos) concernientes a su salud que, según sea su entidad
y riesgo, podrá consentir exclusivamente por sí mismo o necesitará complementarlo con la
asistencia de sus "progenitores"
A partir de esta edad, el Código considera al adolescente "adulto para las decisiones atinentes
al cuidado de su propio cuerpo".
En primer lugar, vemos que el menor puede contraer matrimonio antes de los 16 años con previa
dispensa judicial y a partir de esa edad, con la autorización de sus representantes legales o, en
su defecto, dispensa judicial (arts. 403, inc. f] y 404). Dado que dicho acto produce ipso jure la
emancipación del menor, éste adquiere "plena capacidad de ejercicio" (art. 27) con las
limitaciones de orden patrimonial establecidas en los arts. 28 y 29.
En cuanto al apellido de los hijos, una vez impuesto conforme lo establece el primer párrafo del
art. 64, el Código lo autoriza a pedir la adición del apellido del otro progenitor si cuenta con
"edad y madurez suficiente".
El progenitor adolescente, ejerce la responsabilidad parental sobre su hijo, por sí mismo en los
actos vinculados a el "cuidado, educación y salud" de aquéllos y con el asentimiento de
cualquiera de sus propios progenitores, cuando se trata de "actos trascendentes" para la vida
del niño (art. 644).
b) En el aspecto patrimonial
Además del ya mencionado art. 30 (a cuyo comentario se remite), los arts. 681 a 683, se refieren
a la capacidad de menores de ejercer oficio, profesión o industria. En la consideración del tema,
no puede soslayarse, además, la Convención 138 de la Organización Internacional del Trabajo,
ratificada por ley 24.650, que tiene carácter supra legal (art. 75, inc. 22, 2º párr. CN).
c) En la esfera judicial
La celebración del matrimonio antes de los dieciocho años emancipa a la persona menor de
edad.
La persona emancipada goza de plena capacidad de ejercicio con las limitaciones previstas en
este Código.
La emancipación es irrevocable. (significa que, una vez adquirida, no desaparece, aunque cese
la causa que le dio origen. Así, en los casos de divorcio, muerte o declaración de muerte presunta,
el menor que no llegó a la mayoría de edad conserva su calidad de menor emancipado. Con
código de Vélez se debía esperar hasta cumplir los 18.) La nulidad del matrimonio no deja sin
efecto la emancipación, excepto respecto del cónyuge de mala fe para quien cesa a partir del
día en que la sentencia pasa en autoridad de cosa juzgada.
Si algo es debido a la persona menor de edad con cláusula de no poder percibirlo hasta la
mayoría de edad, la emancipación no altera la obligación ni el tiempo de su exigibilidad.
b) hacer donación de bienes que hubiese recibido a título gratuito; La prohibición de donar
bienes adquiridos a título gratuito —comprensiva de derechos y bienes de cualquier naturaleza
y valor— encuentra justificación en la conveniencia que los bienes de ese origen permanezcan
inalterados hasta la mayoría de edad. Queda comprendida en el inciso, a nuestro juicio, la cesión
gratuita de créditos recibidos a título gratuito y cualquier otro acto calificable como gratuito de
bienes recibidos en ese carácter. Si un bien ha sido adquirido a título oneroso con el producto
de la disposición a ese título de bienes recibidos a título gratuito, el nuevo bien queda sujeto a
la prohibición del inciso, no lo puedo donar ni ceder, en virtud de haberse producido un supuesto
de subrogación real.
El menor emancipado, en cambio, goza de plena capacidad para disponer libremente de los
frutos percibidos de un bien recibido a título gratuito.
c) afianzar obligaciones.
El emancipado requiere autorización judicial para disponer de los bienes recibidos a título
gratuito. La autorización debe ser otorgada cuando el acto sea de toda necesidad o de ventaja
evidente.
El primer párrafo del artículo consagra la misma regla: la necesidad de la asistencia cuando se
trata de la disposición de bienes recibidos a título gratuito. Solo que, a diferencia del sistema
anterior, la autorización debe ser necesariamente judicial, es decir, independientemente de la
menor o mayor edad del cónyuge del emancipado.
El segundo párrafo del artículo mantiene una exigencia para conceder la autorización: el criterio
de la absoluta necesidad o la ventaja evidente. Se trata de criterios dados al juez por la ley de
manera alternativa: bastará la concurrencia de uno de ellos para que quede satisfecha la
directiva legal. Con acierto, se ha prescindido de la restante exigencia que contenía el art. 136
del Código derogado: la de que las ventas debían hacerse en pública subasta.
La persona menor de edad que ha obtenido título habilitante para el ejercicio de una profesión
puede ejercerla por cuenta propia sin necesidad de previa autorización. Tiene la
administración y disposición de los bienes que adquiere con el producto de su profesión y
puede estar en juicio civil o penal por cuestiones vinculadas a ella.
Se prohíbe en todas sus formas el trabajo de las personas menores de 16 años "exista o no
relación de empleo contractual y sea éste remunerado o no" (art. 2º, 3er párr., ley 26.390) con
excepción de los menores que han cumplido 14 años en la denominada empresa de familia (art.
189 bisley 20.744).
Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere
aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su
objeto y los fines de su creación.
Art. 142.— Comienzo de la existencia.
Las personas son titulares de los derechos individuales sobre los bienes que integran su
patrimonio conforme con lo que se establece en este Código.
Los derechos referidos en el primer párrafo del artículo 15 pueden recaer sobre bienes
susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se llaman cosas. Las disposiciones
referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales susceptibles de ser
puestas al servicio del hombre.
son bienes los objetos materiales e inmateriales susceptibles de un valor económico; los
primeros (objetos materiales) son las cosas. Lo relevante para caracterizarlos es la valoración
económica.
Los bienes que integran el patrimonio de una persona —y sobre los que recaen los derechos
individuales de su titular— son susceptibles de "valor económico". Si son objetos materiales, se
llaman "cosas". Pero también pueden ser objetos inmateriales que tienen valor económico (y
en ese caso son bienes en sentido estricto). Así, los derechos individuales a los que se refieren
ambos preceptos son derechos patrimoniales y versan sobre objetos materiales (cosas) o
inmateriales (derechos).
Son inmuebles por su naturaleza el suelo, las cosas incorporadas a él de una manera orgánica
y las que se encuentran bajo el suelo sin el hecho del hombre.
son inmuebles el suelo mismo —tanto en sus partes sólidas o fluidas— y aun lo que se encuentre
"bajo el suelo sin el hecho del hombre" (como los manantiales, aguas subterráneas y corrientes
de agua, los minerales, fósiles, yacimientos, piedras preciosas(6)). También, las "incorporadas a
él de una manera orgánica", como el caso de los vegetales o los árboles, siempre que lo sean de
una manera estable (aunque corresponde aclarar que, una vez separados del suelo, la ley pasará
a considerarlos muebles, pues a partir de ese momento podrán ser desplazados de un lugar a
otro) No lo son, por existir intervención humana, el tesoro, las cañerías subterráneas o los cables
eléctricos que haya en el subsuelo
Son inmuebles por accesión las cosas muebles que se encuentran inmovilizadas por su
adhesión física al suelo, con carácter perdurable. En este caso, los muebles forman un todo
con el inmueble y no pueden ser objeto de un derecho separado sin la voluntad del
propietario.
No se consideran inmuebles por accesión las cosas afectadas a la explotación del inmueble o
a la actividad del propietario. (Dispone el último párrafo del art. 226 que no se consideran
inmuebles por accesión las cosas afectadas a la explotación del inmueble o a la actividad del
propietario (el aparato de un dentista, el taller de un carpintero, el equipo de rayos X del
médico).)
Se está en presencia de cosas que por su naturaleza son muebles, pero que al contribuir a formar
una unidad con carácter perdurable, pierden su individualidad y constituyen lo que se denomina
inmuebles por accesión el carácter de inmueble también se traslada a las cosas muebles que
contribuyen a formar la unidad definida como edificio (los marcos de las ventanas, las puertas,
los vidrios, los artefactos sanitarios o de calefacción, etc.). En cambio, quedan excluidas las
construcciones que no tienen finalidad de permanecer indefinidamente, es decir, aquellas que
han sido levantadas de manera transitoria (por ejemplo, galpones, casillas, la tienda de un circo,
las instalaciones de una exposición temporaria, los quioscos de una kermés. Tampoco es
inmueble por accesión el edificio "para ser demolido inmediatamente": siendo que lo que es
materia de enajenación son los materiales de que se compone, se considera cosa mueble al
"edificio para ser demolido"
Art. 227. — Cosas muebles.
Son cosas muebles las que pueden desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa.
a) Cosas muebles que pueden desplazarse por sí mismas En esta categoría están
comprendidos los animales.
b) Cosas desplazables por una fuerza externa Son los que pueden desplazarse de un lugar
a otro por una fuerza externa. Están incluidos en esta categoría aquellos que cuentan
con una propulsión propia (como los automotores o los tractores).
Categorías de muebles
b) Registrables y no registrables
En principio, las cosas muebles no son registrables (de reverso a lo que sucede con los
inmuebles), sin embargo, la evolución de la sociedad ante nuevas situaciones jurídicas y
económicas ha creado esta subclasificación. En efecto, existen registros especiales donde ciertos
muebles deben ser inscriptos, tal como ocurre —como se vio— con los automotores, buques,
aeronaves, caballos pura sangre de carreras y, además, acciones de sociedades anónimas, y
otros animales. También existen bienes registrables, es decir, derechos que tiene un valor
económico y que para su protección y publicidad son incorporados a registros (v. gr., propiedad
intelectual e industrial)
Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en porciones reales sin ser destruidas, cada
una de las cuales forma un todo homogéneo y análogo tanto a las otras partes como a la cosa
misma.
Si las cosas muebles se adhieren entre sí para formar un todo sin que sea posible distinguir la
accesoria de la principal, es principal la de mayor valor. Si son del mismo valor no hay cosa
principal ni accesoria.
Tipos de accesoriedad
La accesoriedad se manifiesta de dos maneras principales: con aquellas cosas que son accesorias
por dependencia (v. gr., Rivera ejemplifica con el teclado de un computador en el entendimiento
de que por sí solo no tiene —al menos como regla— existencia propia, sino en tanto y en cuanto
está conectado al cerebro de la máquina) y, por el otro, con aquellas que lo son por adhesión,
por ejemplo, son accesorios del suelo, los edificios y los árboles. También fueron considerados
en esta categoría —como accesorios de un inmueble—, los elementos componentes de
un placard y aun el mármol del hogar. Otros ejemplos donde se visualiza la diferencia entre
ambos tipos de cosas: en los anteojos, las lentes son la cosa principal y el armazón la cosa
accesoria; en un anillo de brillantes, éstos con la cosa principal y el engarce la cosa accesoria; en
un cuadro, la tela es principal y el marco, accesorio; en una bolsa de palos de golf, éstos son lo
principal, la bolsa lo accesorio.
Son cosas consumibles aquellas cuya existencia termina con el primer uso. Son cosas no
consumibles las que no dejan de existir por el primer uso que de ellas se hace, aunque sean
susceptibles de consumirse o deteriorarse después de algún tiempo.
Esta categoría solo es aplicable a las cosas muebles. De este modo, se afirma que se considera
consumible la cosa cuando el consumo tenga lugar súbitamente y como efecto inmediato del
uso supuestos donde el empleo de la cosa comporta un cambio total de su esencia (como la leña
que arde), o la hace insusceptibles de un uso ulterior idéntico al primero (v. gr., el papel usado,
pues no puede volver a usarse para su destino normal) también lo es cuando, aun
permaneciendo relativamente inalterada, ella pierde su individualidad con el uso a que está
naturalmente destinada (v. gr., los ladrillos para construir un edificio o el señalado supuesto del
papel usado). También sigue siendo consumible el dinero.
cosas no consumibles son aquellas que pueden reiteradamente utilizarse pues no se destruyen
por dicha causa, aunque sí queden expuestas a deterioro o perecimiento (v. gr., vajilla, libros).
Son cosas fungibles aquellas en que todo individuo de la especie equivale a otro individuo de
la misma especie, y pueden sustituirse por otras de la misma calidad y en igual cantidad.
De reverso, las cosas no fungibles son aquellas en las que un individuo de la especie no equivale
a otro en tanto se encuentran determinadas por las características que las individualizan
singularmente, y es dicha razón lo que hace que se conviertan en inidóneas para ser sustituidas
por otras.
Frutos son los objetos que un bien produce, de modo renovable, sin que se altere o disminuya
su sustancia.
Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la cultura de la tierra.
Productos son los objetos no renovables que separados o sacados de la cosa alteran o
disminuyen su sustancia.
Los frutos naturales e industriales y los productos forman un todo con la cosa, si no son
separados.
los frutos son "cosas nuevas", distintas de la cosa existente que los genera, en cambio, en el caso
de los productos, se identifican con la cosa de la cual es separado
Clases de frutos
El artículo distingue los tres tipos clásicos de frutos: naturales, industriales y civiles.
a) Naturales
b) Industriales
Son los que resultan de la actividad del hombre, es decir, que "se producen por la industria del
hombre o la cultura de la tierra", como la cosecha de trigo.
c) Civiles
Dice el artículo que frutos civiles "son las rentas que produce una cosa". El Código asimila en
esta categoría a las remuneraciones del trabajo. Sobre este tema se ha dicho que no alude
únicamente a la proveniente de las relaciones de dependencia, sino también a las
correspondientes a la actividad autónoma, tal como los honorarios profesionales, etcétera
Art. 234. — Bienes fuera del comercio.
Están fuera del comercio los bienes cuya transmisión está expresamente prohibida:
a) por la ley;
Son bienes pertenecientes al dominio público, excepto lo dispuesto por leyes especiales:
b) las aguas interiores, bahías, golfos, ensenadas, puertos, ancladeros y las playas marítimas;
se entiende por playas marítimas la porción de tierra que las mareas bañan y desocupan
durante las más altas y más bajas mareas normales, y su continuación hasta la distancia que
corresponda de conformidad con la legislación especial de orden nacional o local aplicable en
cada caso;
c) los ríos, estuarios, arroyos y demás aguas que corren por cauces naturales, los lagos y
lagunas navegables, los glaciares y el ambiente periglacial y toda otra agua que tenga o
adquiera la aptitud de satisfacer usos de interés general, comprendiéndose las aguas
subterráneas, sin perjuicio del ejercicio regular del derecho del propietario del fundo de
extraer las aguas subterráneas en la medida de su interés y con sujeción a las disposiciones
locales. Se entiende por río el agua, las playas y el lecho por donde corre, delimitado por la
línea de ribera que fija el promedio de las máximas crecidas ordinarias. Por lago o laguna se
entiende el agua, sus playas y su lecho, respectivamente, delimitado de la misma manera que
los ríos;
d) las islas formadas o que se formen en el mar territorial, la zona económica exclusiva, la
plataforma continental o en toda clase de ríos, estuarios, arroyos, o en los lagos o lagunas
navegables, excepto las que pertenecen a particulares;
e) el espacio aéreo suprayacente al territorio y a las aguas jurisdiccionales de la Nación
Argentina, de conformidad con los tratados internacionales y la legislación especial;
f) las calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública construida para
utilidad o comodidad común;
b) las minas de oro, plata, cobre, piedras preciosas, sustancias fósiles y toda otra de interés
similar, según lo normado por el Código de Minería;
d) las cosas muebles de dueño desconocido que no sean abandonadas, excepto los tesoros;
e) los bienes adquiridos por el Estado nacional, provincial o municipal por cualquier título.
Art. 240. — Límites al ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes.
El ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes mencionados en las Secciones 1ª y 2ª
debe ser compatible con los derechos de incidencia colectiva. Debe conformarse a las normas
del derecho administrativo nacional y local dictadas en el interés público y no debe afectar el
funcionamiento ni la sustentabilidad de los ecosistemas de la flora, la fauna, la biodiversidad,
el agua, los valores culturales, el paisaje, entre otros, según los criterios previstos en la ley
especial.
El código antepone a los derechos individuales, los de incidencia colectiva, flora fauna,
biodiversidad, agua, valores culturales, paisaje, entre otros.
Spota, quien considera que basta la intervención de un agente o funcionario público para que
exista instrumento público ya que constituye expresión formal escrita de la administración. Los
instrumentos públicos pueden tener por finalidad la existencia de un hecho, o un acto, o
constituir la forma de ejercicio de un poder público. El instrumento que reúne una apariencia
regular se supone emanado del poder público, y esa presunción se hace extensiva al contenido,
supuesto que el acto que emana de un oficial público se supone eficaz.
b) las firmas del oficial público, de las partes, y en su caso, de sus representantes; si alguno de
ellos no firma por sí mismo o a ruego, el instrumento carece de validez para todos.
El escribano debe recibir por sí mismo las declaraciones de los comparecientes, sean las partes,
sus representantes, testigos, cónyuges u otros intervinientes. Debe calificar los presupuestos
y elementos del acto, y configurarlo técnicamente. Las escrituras públicas, que deben
extenderse en un único acto, pueden ser manuscritas o mecanografiadas, pudiendo utilizarse
mecanismos electrónicos de procesamiento de textos, siempre que en definitiva la redacción
resulte estampada en el soporte exigido por las reglamentaciones, con caracteres fácilmente
legibles. En los casos de pluralidad de otorgantes en los que no haya entrega de dinero, valores
o cosas en presencia del notario, los interesados pueden suscribir la escritura en distintas
horas del mismo día de su otorgamiento. Este procedimiento puede utilizarse siempre que no
se modifique el texto definitivo al tiempo de la primera firma.
Son nulas las escrituras que no tengan la designación del tiempo y lugar en que sean hechas,
el nombre de los otorgantes, la firma del escribano y de las partes, la firma a ruego de ellas
cuando no saben o no pueden escribir y la firma de los dos testigos del acto cuando su
presencia sea requerida. La inobservancia de las otras formalidades no anula las escrituras,
pero los escribanos o funcionarios públicos pueden ser sancionados.
Se denominan actas los documentos notariales que tienen por objeto la comprobación de
hechos.
El valor probatorio de las actas se circunscribe a los hechos que el notario tiene a la vista, a la
verificación de su existencia y su estado. En cuanto a las personas, se circunscribe a su
identificación si existe, y debe dejarse constancia de las declaraciones y juicios que emiten.
Las declaraciones deben referirse como mero hecho y no como contenido negocial.
a) El requerimiento
a.1) Concepto
Es la declaración del solicitante del acta, en el cual expone la causa de este. Este requisito, por
consecuencia de la aplicación de los requisitos ya detallados de los actos notariales
b) La diligencia
b.1) El lugar
En principio, se requiere la actuación del escribano fuera de su oficina, salvo el caso de actas de
protocolización o de manifestaciones de quienes concurren a su oficina. El lugar de realización
del acta tiene fundamental importancia.
Clasificación vigente
La ley exige, en primer término, al sujeto legitimado pasivo del deber de prevenir el daño
que practique las medidas razonables para impedir que acaezca el perjuicio innecesario.
Estas acciones deben desarrollarse en un tiempo anterior al momento en que se puede
producir el daño y tienen carácter eminentemente preventivo para proteger a la víctima.
nace como novedad para el mundo jurídico, con esta regulación, el deber de colaborar con el
mejoramiento de la víctima o al menos con el no agudizar los padecimientos de ella. se puede
dar el caso de una persona que tiene capacidad económica suficiente y con su vehículo
produce un daño grave en la integridad psicofísica de otra de condición humilde que no tiene
obra social u otra cobertura de salud que no sea la pública. La deficiente atención
médicoasistencial por incapacidad económica para acceder a remedios, operaciones,
prótesis, etc., puede agravar el daño padecido con secuelas que pueden ser evitadas con la
colaboración económica del victimario, sin esperar que se dicte la sentencia condenatoria
imputándole el deber de resarcir el perjuicio ocasionado. Por cierto, que, por imperio del
principio de buena fe, de igual modo, la víctima también, tiene el deber de no agravar el daño
padecido, pues acreditado ello no corresponderá que sea resarcido el empeoramiento de la
situación. Ello puede ocurrir, por ejemplo, si no toma la medicación indicada o se quita el
yeso antes de la fecha indicada por el profesional, impidiendo la soldadura natural y correcta
de los huesos dañados.
Para hacer una síntesis se podría decir que toda persona tiene el deber de evitar, de disminuir y
de no agravar el daño, y que todo ello debe desplegarse en el marco de la buena fe.
La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la
producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de
ningún factor de atribución. Se consagraría positivamente la llamada «tutela civil inhibitoria»
como sistema de protección anticipada a la lesión de derechos privado.
La norma concede legitimación activa para impetrar la acción a quienes demuestren que tienen
un interés razonable para peticionar la prevención del perjuicio futuro o la morigeración del
acaecido. la legitimación activa acordada es flexible dado que se exige únicamente que tenga
un interés razonable en la evitación del daño que puede recaer sobre un individuo o tener
incidencia colectiva (art. 1737), razón por la cual su interpretación debe ser extensiva,
acordando la acción de prevención a toda persona humana o jurídica (sea pública o privada) que
acredite mínimamente dicho interés.
La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio, en
forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe
ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la
eficacia en la obtención de la finalidad.
tanto los derechos e intereses individuales como los que tienen incidencia colectiva pueden ser
objetos de la acción de prevención del daño y por tanto, ser pasibles de condenaciones
pecuniarias para garantizar el cumplimiento del deber de prevenir ordenado por la autoridad
competente. Ello es así, pues de otro modo no se comprende, desde la lógica jurídica, que se le
conceda al juez la facultad de morigerar la cuantía de una punición excesiva si no se reconoce,
aun cuando fuera implícitamente, que existe una autoridad (administrativa o judicial) que tiene
la capacidad para aplicar una penalidad económica, la cual puede ser revisada cuando es
inmoderada.
j) K- Reparación del daño: La reparación plena y las indemnizaciones por lesiones o
incapacidad permanente física o psíquica, total o parcial. Daño Moral: legitimados.
Los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se
encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.
a primera vista no se discrimina, pero en función de una hermenéutica sistemática se debe
entender que la responsabilidad es por los hijos menores de edad. Es decir, hasta los dieciocho
años (art. 25) y no emancipados por matrimonio (art. 27). Pero el punto que pone límites a la
responsabilidad de los padres hasta los dieciocho años está en el art. 638 porque el deber
parental, como conjunto de deberes y derechos que corresponden a los progenitores sobre la
persona y bienes del hijo, para su protección, desarrollo y formación integral finiquita con la
mayoría de la edad o cuando se emancipa (art. 638).
El segundo requisito de la norma es que el hijo generador del daño habite con sus progenitores.
En ese sentido, cuando existe convivencia de ambos padres con el menor, no existe dificultad
interpretativa respecto de que serán responsables. En cambio, cuando esa convivencia cesa por
decisión judicial otorgándosele la tenencia a uno de los padres se transforma en unilateral, razón
por la cual no existe duda de que si el daño a tercero es causado por el hijo menor estando bajo
la guarda de quien convivía de modo permanente, el mismo será el responsable.
El problema se presenta cuando se acuerda un sistema de visita con retiro transitorio del menor
del hogar donde tiene la residencia habitual con el otro progenitor y, en ese tiempo produce el
daño. En este caso, será el padre que tiene la guarda del menor en el momento de la causación
del daño el que responda, porque quedó bajo su vigilancia. El otro progenitor podrá exculparse
conforme al art. 1755.
La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la
vigilancia de otra persona, transitoria o permanentemente. No cesa en el supuesto previsto
en el artículo 643.
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta
circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al ejercicio
de su profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros. Tampoco
responden por el incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por
sus hijos.
la responsabilidad de los padres es indirecta y objetiva, razón por la cual la víctima no se debe
probar la culpa, ni el dolo de su accionar para atribuirle el deber de resarcir los daños
ocasionados por su hijo.
el accionante deberá tener en cuenta la edad del hijo menor, dado que antes de los diez años
no tienen discernimiento para los actos ilícitos, por lo cual, sin lugar a titubeo, el hecho debe ser
calificado como involuntario, Pero, en los otros menores de dieciocho años, no profesionales, se
presume que tienen plena capacidad de comprensión, razón por la cual se infiere su
voluntariedad en la producción del daño por lo cual responden por el menoscabo ocasionado
en forma directa. "el damnificado podrá accionar tanto contra el progenitor como contra el hijo
menor mayor de 10 años por el daño causado por éste, por lo que resulta innecesario demandar
a este último para tener por responsable al primero.
El progenitor podrá eximirse del deber de resarcir, acreditando que el hijo menor de edad, al
momento de producir el menoscabo, había sido puesto bajo la vigilancia, es decir, en la guarda
y control de otra persona sea en forma temporal o permanente. La norma es amplia, puesto que
solo hace referencia a la transferencia de la vigilancia a otra persona incluyendo, de ese modo,
desde el cónyuge separado que lo tiene durante el tiempo de visita, la escuela, institución
deportiva, etcétera.
Los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental, los tutores y los curadores son
responsables como los padres por el daño causado por quienes están a su cargo.
Sin embargo, se liberan si acreditan que les ha sido imposible evitar el daño; tal imposibilidad
no resulta de la mera circunstancia de haber sucedido el hecho fuera de su presencia.
En el párrafo final, el artículo establece que los establecimientos que tienen a su cargo personas
internadas, que por la ubicación en esta norma deben ser menores, responden por la negligencia
en el cuidado de los mismos cuando, transitoria o permanentemente, han sido puestas bajo su
vigilancia y control.
Esta decisión legislativa es concordante con el contenido del art. 1753 donde el principal
responde por los daños del dependiente, que en este caso será de los menores bajo el cuidado
del establecimiento.
La acción civil y la acción penal resultantes del mismo hecho pueden ser ejercidas
independientemente. En los casos en que el hecho dañoso configure al mismo tiempo un
delito del derecho criminal, la acción civil puede interponerse ante los jueces penales,
conforme a las disposiciones de los códigos procesales o las leyes especiales.
El principio de independencia de las acciones plasmado en la norma parece imponer la
separación de las jurisdicciones, con la consecuencia de que solo los tribunales civiles podrían
entender en las acciones de daños y perjuicios. Pero ello no es así, por cuanto si se observa la
cuestión con detenimiento, el principio no es incompatible con el reconocimiento de que los
jueces del crimen tengan atribuciones para conocer también en la acción civil, como es
autorizado en la misma norma, dado que la independencia de las acciones no se opone a que
un mismo juez sea competente para entender en ellas.
En nuestro país, la doctrina penalista pugnó insistentemente para que se reconociera a los
jueces penales jurisdicción sobre la cuestión resarcitoria civil. En favor de esta solución se
aducen importantes razones, como, por ejemplo, que todas las cuestiones, penales y civiles,
emergentes de un hecho ilícito cuando se ventilan ante un mismo juez, se evita la posibilidad de
que un hecho sea juzgado con criterios distintos; se suprimen los gastos propios de la diversidad
de causa y se logra una mayor rapidez en beneficio de la víctima.
A partir de estos mandatos, la sentencia penal podrá ordenar la indemnización del daño material
y moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto prudencialmente
por el juez en defecto de plena prueba.
En el artículo del Código Penal se estatuye que cuando se dicta una sentencia condenatoria se
puede ordenar simultáneamente, la reposición del estado de cosas al momento anterior al
delito, cuando ello fuere posible, o la indemnización del daño material y moral causado a la
víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto prudencialmente por el juez en defecto
de plena prueba.
a) El juez penal puede fijar la indemnización de daños en caso de que exista condena, porque el
art. 1774 autoriza el ejercicio de la acción civil en sede criminal únicamente en los casos en que
el hecho dañoso configure al mismo tiempo un delito del derecho criminal. Si no lo fuere porque
el procesado ha sido absuelto o sobreseído, si ha muerto durante el proceso o ha prescripto la
acción, el juez penal debe abstenerse de dictar sentencia respecto del pago de las
indemnizaciones cuando hubiere sido requerido, siguiendo la literalidad del contenido
normativo del artículo comentado.
b) La condena a pagar los daños solo procede en sede penal a pedido de parte legitimada.
c) El juez penal solo puede resolver la procedencia del resarcimiento de los daños sufridos por
la víctima directa del delito y por quienes tienen derecho a intervenir como querellantes en el
proceso, pero no en las acciones que intenten los damnificados indirectos o familiares.
d) Fijada la indemnización en el proceso penal, a pedido del interesado, no podrá éste intentar
la prueba de mayores daños en juicio civil; aquella decisión hace cosa juzgada, a menos que se
trate de daños que se manifiesten con posteridad a la condena penal, en cuyo caso es viable la
pretensión hecha valer en sede civil. El procedimiento de ejecución de la sentencia penal debe
tramitar ante ese fuero.
b) si la dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una frustración efectiva del
derecho a ser indemnizado;
c) si la acción civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de
responsabilidad.
La primera excepción que prevé a la regla general es si median causas de extinción de la acción
penal. Es decir, conforme al contenido del Código Penal, cuando acaece la muerte del imputado
(art. 59(1000)), o se dicta la amnistía (art. 61(1001)), o se declara la prescripción (arts. 62, 63(1002)) o
cuando se verifica la renuncia del agraviado respecto de los delitos de acción privada
La segunda excepción a la regla está prevista para cuando la dilación del procedimiento penal
provoca, en los hechos, la frustración efectiva del derecho a ser indemnizado. Esta excepción
consagrada en la norma del Código es el producto de los reclamos efectuados por quienes
pretendían acceder a la indemnización civil pero se encontraban con el impedimento legal de
que el juez no podía dictar su fallo, dado que el tribunal penal no se expedía.
La tercera excepción a la prejudicialidad penal está prevista para cuando la acción civil esté
fundada en un factor objetivo de responsabilidad. Esta hipótesis no tiene precedente en el
derecho positivo nacional.
La sentencia penal condenatoria produce efectos de cosa juzgada en el proceso civil respecto
de la existencia del hecho principal que constituye el delito y de la culpa del condenado.
1. Efectos de la sentencia penal condenatoria
a) Efecto de la cosa juzgada penal en sede civil respecto del hecho principal
En otras palabras, cuando existe sentencia condenatoria, se tiene por acreditada la
configuración de la conducta tipificada (matare; causare un aborto; al que causare a
otro, en el cuerpo o en la salud, un daño; etc.) como delito, razón por la cual no podría
discutir su autoría material ni el nexo causal con el daño en sede civil. Evidentemente,
la decisión legislativa procura evitar el escándalo jurídico al prohibir al juez civil, en caso
de condena definitiva penal, que se debata nuevamente sobre el tema y se pronuncie
sobre la existencia del hecho principal y la culpabilidad.