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LA LEY 157360/2018
ECLI: ES:JCA:2018:1147
A Favor: ADMINISTRADO.
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Vistos por D. Alberto Palomar Olmeda, Magistrado del Juzgado de lo Contencioso Administrativo
nº 23 de Madrid, los presentes autos de Procedimiento Ordinario núm 255/2017 interpuesto por la
Fundación Nacional Francisco Franco, como recurrente representada por la Procuradora D" Cruz
Mª Sobrino García , y, de otra, el Ayuntamiento de Madrid, representado por Letrado
perteneciente a sus Servicios Jurídicos como parte demandada y la Federación estatal de Foros
por la Memoria y la Plataforma contra la impunidad del Franquismo representadas por el Letrado
D. José Luis Muga Muñoz como partes codemandadas , sobre acuerdo de cambio de nombre de
determinadas calles de Madrid .
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Que con fecha 9 de Julio se interpone recurso contencioso administrativo contra el
acuerdo de 4 de mayo de 201 7 de la Junta de Gobierno de la Ciudad de Madrid por el que se
cambia la denominación de determinadas calles, plazas y travesía de la ciudad de Madrid en
aplicación de lo dispuesto en el artículo 15 de la Ley 52/2007 de 26 de diciembre, por lo que se
reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron
persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.
SEGUNDO.- Mediante Decreto de se admite a trámite el citado recurso y se reclama de la
Administración demandada la remisión del correspondiente expediente administrativo.
La demanda se formaliza mediante escrito con entrada el 24 de octubre de 2017.
La contestación a la demanda por el Ayuntamiento de Madrid se realiza mediante escrito de 30 de
noviembre de 2017.
La contestación a la demanda de las codemandadas se realiza mediante escrito 7 de marzo de
2018.
Por Decreto de 7 de marzo de 2018 se fijó la cuantía en Indeterminada.
Por Auto de 7 de marzo de 2018 se resolvió sobre la prueba a practicar en los presentes autos.
Con fecha 25 de mayo de 2018 tuvo entrada escrito de conclusiones de la parte recurrente y con
fechas 12 de junio de 2018 y 18 de junio de 2018 los escritos de conclusiones del Ayuntamiento
de Madrid y las codemandadas, quedando conclusos los autos por providencia de 18 de junio de
2018.
TERCERO.- En la tramitación de este procedimiento se han observado los preceptos y
prescripciones legales.
A los anteriores hechos son de aplicación los siguientes
FUNDAMENTOS DE DERECHO
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El Auto del Tribunal Superior de Justicia de 24-10-2018 en relación con la medida cautelar limitó
los intereses y su alcance pero, estando planteada la cuestión, no negó la legitimación de la
recurrente sino que la admitió.
En este contexto y con estos límites que se asumen desde la posición del Tribunal Superior de
Justicia de Madrid cabe admitir que la recurrente tiene legitimación suficiente para instar el
presente recurso y que se aprecia u na conexión difusa y genérica entre sus fines y la existencia
de elementos de recuerdo y conmemoración situados en la denominación de las calles aunque es
claro que los perjuicios no pueden ser considerados como directos.
Esta referencia nos lleva directamente a indicar que el análisis que se rea l iza posteriormente no
permite, en función de lo indicado, pronunciarse sobre perjuicios concretos ni vinculaciones
indemnizatorias que, por otro lado, no figuran incluidas en el suplico de la demanda y que, por
tanto, se excluyen desde este momento.
SEGUNDO.- Sobre los argumentos utilizados en la demanda
A) La primera cuestión que se plantea es que la Administración está al servicio de los ciudadanos
y la licitud de la discriminación por razones ideológicas.
Sin entrar en otras consideraciones adicionales cabe indicar que lo que aquí se debate tiene
perfecto encaje en el estatus de la Administración reflejado en la CE y, específicamente, en el
artículo 103.1 de la CE cuando señala que "... La Administración Pública sirve con objetividad los
intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización,
desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho . . .".
En este sentido, lo que cabe indicar es que la Administración está sometida a la Ley y que sus
actuaciones tiene en ella su encaje. En el presente caso cabe indicar, con claridad, que lo que se
analiza es la aplicación de una norma, por lo que si se entiende que la actuación de la
Administración se ajusta a la misma no cabe afirmar que exista ilicitud o discriminación
procedente de la actuación administrativa.
B) El segundo argumento al que nos referiremos posteriormente es el relativo a si la actuación de
la Administración tiene encaje en la Ley de Memoria Histórica. Desde nuestra perspectiva y, como
se señalará, posteriormente, desde nuestra interpretación la definición del artículo 15 de la Ley de
Memoria Histórica da cobertura a una obligación de las Administraciones Públicas de retirar los
símbolos y las placas o cualquier otro instrumento que enlace con los fines que se contienen en la
Ley.
Es cierto que no hay una mención explícita a las placas o la rotulación de las calles pero en la
delimitación funcional del objeto que se realiza en el apartado siguiente queda claro que el
propósito del legislador estaba centrado en la funcionalidad y no en la denominación explícita del
instrumento con el que se realiza la exaltación o el recuerdo. Lo que realmente importa es que el
instrumento en cuestión pueda ser considerado como directamente vinculado al objeto.
Se han formulado diversas consideraciones de los peritos y de las partes de lo que supone la
decisión de una Entidad Local en la elección del nombre de una calle pública. Lo que no cabe
duda, en una interpretación razonable, es que cuando se decide la rotulación con el nombre de
una persona es porque se entiende que su actividad, sus méritos, su relevancia social o su
posición social quieren ser recordados. Esto es lo que lleva a que las rotulaciones lo sean a favor
de personas a las que se quiere agradecer, recordar, recompensar su actividad social. Este
argumento, sin perjuicio de los problemas derivados de las aplicaciones de los criterios que
responden, obviamente, a una dinámica diferente, es difícil de negar y si optásemos por una
técnica de investigación social y de conocimiento de la posición de los ciudadanos es claro que
entenderíamos que no se trata de premiar a los anónimos sino a quienes, en diferentes
momentos, han tenido una posición de relevancia social.
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En este punto cuando se admite que los nombres de las calles son un acto de recuerdo,
reconocimiento o de cualquier otro vinculo inmaterial lo que justifica que se deba tamizar dicha
vinculación con la interpretación del artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica. Siendo esto así, si
el legislador considera que deben retirarse los instrumentos vinculados a la exaltación de la
Guerra Civil o de la Dictadura nuestra interpretación no puede diferir de lo que la ley impone y , a
nuestro juicio, es claro que uno de esos elementos que sí es vinculable a los objetivos de la ley es
el tema de los nombres de las calles.
El siguiente argumento es, en realidad, redundante con el anterior que consiste en indicar que es
ilegal e improcedente la vinculación de los nombres de las calles con los objetivos previstos en el
artículo 15 de la Ley de la Memoria Histórica.
Sin perjuicio de las consideraciones específicas que, más adelante, se indican en relación con
calles concretas, es lo cierto que en los apartados anteriores hemos efectuado las consideraciones
suficientes sobre la aplicación al presente ámbito del artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica.
En consideración a lo anterior puede discutirse la legalidad de la actuación administrativa pero en
este proceso no se ha probado que exista desviación de poder ni utilización de las facultades para
fines diferentes a los fijados por el Ordenamiento Jurídico. Se trata de la aplicación de una norma
y si es o no correcta corresponde indicarlo a los tribunales de justicia sin que la mera utilización y
aplicación de la norma pueda considerarse, como se pretende, como un supuesto de desviación de
poder y situada más allá del terreno de la discrepancia política, ideológica o personal de todos
cuantos se aproximan a un tema que, ciertamente, no puede considerarse socialmente como de
postura única . Lo que ocurre es que el plano en el que se mueve nuestra actuación trata
claramente de apartarse de estos niveles para centrarse únicamente en el de la aplicación de la
norma sin cuestionar la misma ni analizar otra cuestión que no sea su correcta aplicación.
TERCERO.- Sobre la competencia para la fijación y la modificación de los nombres de los viales.
Con carácter previo a cualquier otra consideración podemos señalar en este momento que el
artículo 75 del Reglamento de Población y Demarcación Territorial de las Entidades Local,
aprobado por Real Decreto 1690/1986, de 11 de junio atribuye a los Ayuntamientos la
competencia para la actualización y la rotulación de las vías públicas y la numeración de los
edificios.
En consideración a lo anterior y, sin perjuicio de lo que se dirá seguidamente, es claro que la
competencia para la denominación de las vías públicas corresponde al Ayuntamiento y que dicha
competencia, en principio, comprende tanto su rotulación inicial como las subsiguientes y, por
tanto, los cambios que sea preciso utilizar.
En el presente caso lo que ocurre es que el ejercicio de dicha competencia se ha sometido al
establecimiento de una regulación de carácter general que está representada por la Ordenanza
Municipal reguladora de la denominación y rotulación de vías, espacios urbanos, así como edificios
y monumentos de titularidad pública y de la numeración de fincas y edificios.
El artículo l º de la Ordenanza establece que "... 1. El objeto de esta Ordenanza es regular:
a) La asignación y modificación del nombre de las vías y espacios urbanos del término municipal
de Madrid, así como de los edificios y monumentos de titularidad municipal.
b) La rotulación de vías y espacios urbanos, así como la numeración de las fincas y edificios del
término municipal de Madrid.
Esta regulación se completa con lo que indica el artículo 2º conforme al cual "...
1 . La competencia para el otorgamiento y la modificación de nombre de las vías y espacios
urbanos, así como de edificios y monumentos de titularidad municipal, corresponde al
Ayuntamiento de Madrid.
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2. Tendrán únicamente carácter oficial y validez a todos los efectos legales los nombres atribuidos
por el Ayuntamiento.
3. La competencia del Ayuntamiento de Madrid para la asignación de nombre a vías y espacios
urbanos de titularidad privada no presupone ningún derecho ni reconocimiento de obligación
municipal con respecto a los mismos.
Específicamente y en lo que aquí nos interesa debe indicarse que el artículo 3º de la Ordenanza
establece:
"... d) Las modificaciones de nombres preexistentes sólo procederán por imperativo legal,
exigencias urbanísticas, para hacer desaparecer duplicidades, o por otras circunstancias
excepcionales que se hallen debidamente justificadas en la propuesta . . . .".
Esto nos permite indicar que el Ayuntamiento de Madrid se ha autolimitado su competencia y su
capacidad de modificación de los nombres de las calles a los supuestos previstos en el apartado d)
del artículo 3 de la misma de forma que únicamente pueden cambiarse los nombres por
imperativo legal o exigencia urbanísticas. Adicionalmente por causas excepcionales que se
encuentren debidamente justificadas en la propuesta.
Esto nos permite decir que existe una competencia reglada referida al cumplimiento imperativo de
una norma o, en su caso, de las determinaciones que provengan del ámbito de la normativa
urbanística. Adicionalmente, existe una competencia no reglada y con causa abierta que se
caracteriza por el carácter excepcional de la medida y por una justificación que debe obrar en el
expediente y que realmente se desconoce sobre el extremo que opera la justificación que, por
tanto, se sustituye por la aprobación del Pleno y la toma de conocimiento por el mismo de la
causa y la apreciación de la excepcionalidad.
Situados en este término podemos indicar que el presente supuesto quedaría enclavado en el
primero de los supuestos enunciados, esto, es el cumplimiento de una obligación legal.
Para llegar a esta conclusión puede verse que el artículo 15 de la Ley 52/2007, de 26 de
diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de
quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura establece que:
"...
Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas
oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones
conmemorativas de exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y
de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o
ayudas públicas.
Lo previsto en el apartado anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto
recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas,
arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley.
El Gobierno colaborará con las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales en la elaboración
de un catálogo de vestigios relativos a la Guerra Civil y la Dictadura a los efectos previstos en el
apartado anterior.
Las Administraciones públicas podrán retirar subvenciones o ayudas a los propietarios privados
que no actúen del modo previsto en el apartado 1 de este artículo....".
De esta regulación realmente lo que nos interesa es lo previsto en el apartado 1 del artículo 15
que obliga (porque utiliza el imperativo) a las Administraciones Públicas a retirar los escudos,
insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de las exaltación, personal o
colectiva de la sublevación militar de la Guerra Civil.
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En este ámbito una de las primera cuestiones que se han planteado es, puramente, conceptual,
consistente en indicar si la denominación de una calle en un municipio puede encontrarse en el
ámbito de aplicación contemplado en el artículo 15.
Desde nuestra consideración el artículo utiliza dos términos de delimitación. Unos expresos:
escudos, insignias, placas y otros, genéricos que se califican por el objetivo: exaltación de la
sublevación militar, de la guerra civil y de la represión de la dictadura.
En encaje natural se sitúa en este segundo ámbito, esto es, en el que hemos denominado como
genérico y que se ubica dentro de los instrumentos que puedan colaborar o favorecer los objetivos
que la Ley trata de prevenir.
En este punto se ha planteado con evidente razón cual es el criterio para considerar que
concurren las circunstancias previstas en el artículo 15. Esta cuestión resulta trascendental porque
debe descartarse de antemano la consideración de que únicamente puede existir o incluirse en
este ámbito aquellas situaciones o conductas que resulten probados conforme a las técnicas
convencionales de prueba.
Desde nuestra consideración, y a ello responde el criterio que posteriormente se aplica, el juicio
que debe presidir la apreciación de dichas criterios es, ciertamente, diferente al de la prueba en
un proceso jurídico porque ello nos llevaría a un proceso histórico juridificado que, ciertamente,
es, prácticamente, inviable porque las circunstancias de lo probado hacen que tal planteamiento
no sea posible. En este mismo sentido, la STC de 3 de marzo de 2004 cuando señaló que "...8. A
la vista de las consideraciones que hasta el momento hemos realizado, se impone afirmar la
corrección constitucional de la ponderación realizada por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo,
cuando afirma que no tiene "la función de enjuiciar la Historia, sino de aplicar el Derecho"
(fundamento de Derecho cuarto). De otro modo se impondría a los órganos jurisdiccionales la
tarea de verificar juicios históricos antes que jurídicos. La discusión histórica está abierta a la
participación y a la réplica en su contexto propio y por sus medios característicos, pero no puede
estarlo a la solución jurídica, cuya verdad no es, por definición, la que se persigue y construye con
el método histórico.
El ejercicio de nuestra jurisdicción en la garantía de los derechos fundamentales, como también
afirmó con acierto el Tribunal Supremo respecto de la suya, no sirve para enjuiciar la historia, y
menos aún para cambiarla o silenciar sus hechos, por mucho que éstos o las interpretaciones que
de los mismos se puedan hacer resulten molestos y penosos para sus protagonistas, o, como es el
caso, para sus descendientes.
Los hijos del Sr. Marino, que discrepan de algunas aseveraciones contenidas en el documental
"Sumaríssim 477", pueden, sin la menor duda, iluminar acerca de cuál fue, a su juicio, la
participación de su padre en el procesamiento del Sr. Melchor, explicando los motivos que, en su
opinión, le llevaron a implicarse en el mismo y contribuyendo así a enriquecer el debate histórico,
pero tal pretensión no puede llevarles a impedir la emisión del documental. . .".
En consideración a lo anterior el criterio que se va a sostener es el criterio de proporcionalidad y
ponderación de la inclusión en función de los trabajos que se han aportado, de un lado, y de la
prueba practicada. Este juicio de ponderación se asienta, especialmente, en la motivación
suficiente de la decisión administrativa en términos del conocimiento general y usual de la materia
y sin que, claro está, pueda considerarse como una validación o comprobación de hechos
históricos que revisten su propia naturaleza y que, no pueden ni deben ser enjuiciados en este
momento.
CUARTO.- Asunción de los pronunciamientos de diversos Juzgados de lo contencioso-
administrativo.
En consonancia con lo indicado y, específicamente, en relación con la motivación se asumen las
estimaciones que ya han realizado otros juzgados de lo contencioso-administrativo en relación con
diferentes calles:
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