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1) ¡Oh ceguedad humana! ¿Hasta cuándo, hasta cuándo se quitará esta tierra de
nuestros ojos?. 6 M 4,11
2) Es de considerar aquí que la fuente y aquel sol resplandeciente que está en el centro del alma
no pierde su resplandor y hermosura que siempre está dentro de ella, y cosa no puede quitar su
hermosura. Mas si sobre un cristal que está al sol se pusiese un paño muy negro, claro está que,
aunque el sol dé en él, no hará su claridad operación en el cristal.1M 2,3 .
3)
(Respuesta de las criaturas)
Mil gracias derramando
pasó por estos Sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.
Miedo surge de percibir el mundo, a los demás, a Dios y a mí mismo de forma deformada,
desde la ceguera. El miedo termina cuando recuperamos la visión de la VERDAD: Dios habita
en nosotros y en el fondo de toda realidad. Perdona a tu hermano de todo pecado, viendo en
el a Jesucristo que mora en El. Admira la belleza de un mundo que procede continuamente de
Dios.
“La habitación en la que estaba daba a la parte trasera de una colonia habitada por negros.
Los edificios eran viejos, horribles. El suelo estaba lleno de trapos, maderas, basura. De repente
cada objeto de mi campo de visión se puso a sumir una forma de existencia de una curiosa
intensidad. Todas se presentaban dotadas de un “dentro”; parecían existir bajo el mismo modo
que yo mismo, con una interioridad propia, una especie de vida individual. Y, vistas así, todas
parecían extraordinariamente hermosas.
De una forma enteramente inesperada, mis ojos se abrieron, y por primera vez en mi vida, tuve
una visión fugitiva de la belleza estática de lo real, me había asomado al corazón de la
realidad, había sido testigo de la verdad”
““De súbito, sin aviso de tipo alguno, me encontré envuelto en una nube del color de las llamas.
Por un momento pensé que había fuego, una inmensa fogata en algún lugar cerca de la ciudad;
más tarde pensé que el fuego estaba dentro de mí. Inmediatamente me sobrevino un
sentimiento de alegría, de felicidad inmensa acompañada o seguida de una iluminación
intelectual imposible de describir. Entre otras cosas, no llegué simplemente a creer sino que vi
que el universo no está compuesto de materia muerta, sino que por el contrario constituye una
presencia viva; me hice así consciente de la vida eterna. No era la convicción de que alcanzaría
la vida eterna, sino la consciencia de que ya la poseía; vi que todos los seres humanos son
inmortales, que el orden cósmico es tal que, sin duda, todas las cosas trabajaban juntas por el
bien de todas y cada una de ellas; que el principio básico del mundo, de todos los mundos, es el
que llamamos amor; y que la felicidad de cada uno y de todos es, a largo plazo, absolutamente
segura” (psiquiatra inglés Richard Maurice Bucke (1837-1902), médico por la
Universidad McGill, en Canadá)
“Al principio todo parecía nuevo y extraño, indescriptiblemente singular, delicioso y bello.El polvo de ls piedras de la
calle era tan precioso como el oro: las puertas eran el fin del mundo. Cuando vi los verdes árboles por primera vez a
través de una de las verjas, me extasiaron y embelesaron. Su dulzor e inusual belleza hicieron altar mi corazón y casi me
enloquecieron de éxtasis, tan extrañas y maravillosas eran aquellas cosas ¡Los Hombres! Cuan venerables e ilustres
criaturas parecían los ancianos! ¡Querubines inmortales! Los jóvenes relucientes y brillantes ángeles! Y las doncellas
raras figuras seráficas de vida y belleza! Los muchachos y las muchachas retozando y jugando en la calle eran joyas en
movimiento. Yo no tenía conciencia de que hubieran nacido o tuvieran que morir. La ciudad parecía estar detenida en el
19.Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde,
con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos
y les dijo: «¡Paz a vosotros!»
20.Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al
Señor.
21.Jesús les volvió a decir: «¡Paz a vosotros! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo
también.»
22.Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo:
23. A quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les
serán retenidos.» (Juan 20, 19-23)
Moradas septimas
Miedo al mundo:
Tened valor, yo he vencido al mundo
Juan
Juan
Juan 17, 22
+22 Además, les he dado la gloria que me diste, para que ellos sean uno así como
nosotros somos uno.+ 23 Yo en unión con ellos y tú en unión conmigo, para que
ellos sean perfeccionados en uno,
Y la gloria que me diste, yo les he dado; para que sean uno, como nosotros somos uno.
MORADAS QUINTAS, CAPITULO 3
¡Oh, qu´e uni´on ´esta para desear! Venturosa el
alma que la ha alcanzado, que vivir´a en esta vida
con descanso y en la otra tambi´en; porque ninguna
cosa de los sucesos de la tierra la afligir´a, si no
fuere si se ve en alg´un peligro de perder a Dios o
ver si es ofendido; ni enfermedad, ni pobreza, ni
muertes, si no fuere de quien ha de hacer falta en
la Iglesia de Dios; que ve bien esta alma, que ´El
sabe mejor lo que hace que ella lo que desea.
1. “Más yo os digo a vuestra paternidad que tengo tan poco miedo a sus amenazas,
que yo me espanto de la libertad que me da Dios, y así dije al rector que en cosa
que entendiese se había de servir, que toda la Compañía ni todo el mundo sería
parte para que yo dejase de llevarlo adelante, y que en este negocio yo no había
sido ninguna, ni tampoco lo sería en que yo lo dejase” (Cta.220,6)
2. “un no se nos dar nada que digan mal de nosotros, antes tener mayor contento
que cuando dicen bien” (V 31,18).
3. “La que le parezca que es tenida entre todas en menos, téngase por más
dichosa; y así lo es si lo lleva como lo debe llevar, que no le faltará honor en esta
vida y en la otra” (Camino de Perfección 13, 3)
4. “Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca
haremos nada” (C11, 4).
5. Romanos 8:35-39¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada?....Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro
5. Tienen también estas almas un gran gozo interior cuando son perseguidas, con mucha más
paz que lo que queda dicho, y sin ninguna enemistad con los que las hacen mal o desean
hacer; antes les cobran amor particular, de manera que si los ven en algún trabajo lo sienten
tiernamente, y cualquiera tomarían por librarlos de él, y encomiéndanlos a Dios muy de gana, y
de las mercedes que les hace Su Majestad holgarían perder por que se las hiciese a ellos,
porque no ofendiesen a nuestro Señor