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JACQUES RANCIERE”
El texto del cual se basó esta reseña fue de: “El Odio a la Democracia” del autor Jacques
Ranciere (JR), fue publicado en Buenos Aires – Argentina. Acerca de este texto se puede
decir que, el autor se basa en un gran debate donde se ve reflejado parte de la intelectualidad
francesa en torno al concepto y uso de “democracia”. Se puede observar que Ranciere tiene
una motivación clara a la hora de dar a conocer su libro al público: desmontar las mentiras y
contradicciones que la intelectualidad “antidemocrática” atribuye al objeto de sus críticas y,
sobre todo, a su protagonista: el individuo democrático. Aparte de lo descrito anteriormente,
JR sustenta su obra en base a la desmitificación de lo que son las democracias modernas y que hay
escondido detrás de las prácticas democráticas actuales que desvirtúan la esencia de la
actividad política, por lo cual establece razones de desapego al modelo democrático,
así como lo expresa el título de la obra, se puede ver reflejado cómo el odio influye al propio sistema
democrático moderno.
Se puede reforzar lo anteriormente descrito, con que el autor del texto también, en primer
lugar, hace referencia a la definición de la paradoja democrática, es decir, aquella que nace
al entender y comprender la democracia como el reinado del exceso de sus exponentes, lo
cual podría llevar a cierto grado a la ruina del mismo gobierno democrático, es por ello que
se recomienda, que estos gobiernos deberían reprimir los excesos que su mismo sistema
genera. Esta paradoja se convierte en punto de partida teórico a criticar para un Ranciere que,
con paciencia y mucho acierto, tratará, no solo de desacreditar a los nuevos conservadores
que usan el hijo del consumo, el individuo democrático, como culpable de todos los males,
sino para expresar su posicionamiento democrático, sus ideas en torno a este concepto tan
controvertido y su aplicación a la realidad política francesa.
Ya sabiendo esto, se puede añadir que democracia según Ranciere, es una forma en la que
no hay gobierno justo como tal sin contar con una participación del azar, sin aquello que
contradice la identificación del ejercicio del gobierno como algo deseado u conquistado. Es
el principio anticorrupción, de la diferencia y de la auténtica política, de la
autorresponsabilidad como sociedad y destrucción de la filiación y el poder como base del
gobernar. Esto es, pues, lo que la política requiere y fundamenta, un título que no es tal y que
complementa otros títulos. Una vez establecida la justificación simbólica de la democracia,
Ranciere pasa a analizar la democracia representativa actual en el sentido opuesto al de los
enemigos del individuo democrático. Este pensador filosófico cree que la representación, con
su forma concreta de elección, es una forma oligárquica de gobierno. Es erróneo tanto
identificar como refutar la democracia con la representación. Esta democracia representativa
vendría fundada por privilegiados «naturales» y desviada poco a poco por las luchas
democráticas, por revoluciones.
A partir de las ideas plasmadas en el texto de Jacques Ranciere, se plantea una definición de
lo que sería la democracia actual, es el fundamento igualitario necesario del Estado
oligárquico, así como la actividad pública que contrarresta la tendencia estatal de acaparar la
esfera común, lo público y su despolitización. Con esto Ranciere consigue una reducción o
descripción adecuada del problema político desde lo teórico hasta lo práctico. Su
legitimación, descripción y posterior materialización de la democracia es claro ejemplo de
cómo todos los problemas filosóficos tienen base práctica en la concepción de lo qué es
democracia.
Más adelante en el texto de Ranciere, se logra determinar una idea en la cual se ve reflejado
el odio que se tiene a la democracia y posteriormente adquiere hoy nuevas formas. Las formas
tradicionales de este odio venían o bien de la derecha (que sólo un grupo puede gobernar,
esté determinado por la propiedad, la filiación o la competencia) o bien de la izquierda (la
democracia es una forma de gobierno burguesa). Ahora es la derecha liberal la que por una
parte denuncia los excesos democráticos y al mismo tiempo utiliza la democracia como
justificación de sus ataques imperialistas.
Con esto se pretende dar a conocer, que la democracia es al mismo tiempo una defensa contra
los peligros externos para la civilización y al mismo tiempo un peligro interno para ella
misma, dando como posible solución a estas contradicciones, defender las instituciones y
criticar las costumbres democráticas. La democracia, dicen, ha creado un reino de individuos
consumidores sin límites que no tienen sentido del bien común y solo defiende sus intereses
particulares. Finalmente, Ranciere en su escrito plantea la necesidad de dar a estos
movimientos defensivos, de resistencia frente al Estado y el Capital un carácter universal a
sus demandas específicas. Solo así serán política, es decir, el suplemento que pone el pueblo
a lo institucional, que no es otra cosa que lo policial.
Como conclusión del texto “El odio a la Democracia”, se puede decir que es un texto denso,
claro y conciso porque de manera muy explícita da a conocer diferentes aspectos del odio
que se genera en las sociedades a raíz de lo que hoy conocemos como “democracia”, ya que
esta va encaminada a un punto más específico que es la política y es allí donde se observa
que la democracia en este aspecto es vista desde una perspectiva de izquierda que nos permite
recuperar este término para una tradición de la que no puede ni debe separarse. A partir de
estas ideas, de cierto modo el odio a la democracia es una gran aportación y toque de atención
no solo hacia el concepto de democracia y su uso, sino también a las sociedades en general,
es como un descubrimiento excelente del proceso de despolitización y oligarquización de las
formas de gobernar actuales. Se puede decir incluso que Ranciere devuelve algo de la
dignidad arrebatada a la filosofía y su objeto, el ser humano normal y corriente, el animal
político desposeído.