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Dr.

Ronald Cedeño Periodo 2-2012


Tema n°16: tumores de cabeza y cuello

La cabeza y el cuello son estructuras anatómicas que generalmente se encuentran


Expuestas, por lo que las lesiones tumorales se hacen evidentes.
Historia:
El papiro de Smith ya hace referencia, año 1500 a.c., en forma sucinta de la úlcera por comer y la
enfermedad de la lengua. Se acredita a Celso en el año 178 d.c., de ser el primero en idear una
operación contra el cáncer de labio inferior. La primera extirpación de la lengua por cáncer se le
atribuye a Marchette en 1664. Avicena, 980, describió la extirpación de tumores de labio, dejando la
herida abierta. Después del advenimiento de la anestesia se realizaron procedimientos quirúrgicos tan
radicales, que eran más antiestéticas que satisfactorias. Actualmente se realizan cirugías más
estéticas, acompañada de radioterapia y otros adyuvantes para ofrecerle al paciente mejores
oportunidades y mejor calidad de vida.

Diagnostico:
Se realiza la exploración física en la piel los CA más frecuentes son los de células basales y células
escamosas y los sitios más frecuentes son la piel, cabeza y cuello, la inspección, la palpación se busca
abultamientos y depresiones, simetría movilidad, coloración ulceraciones, tamaño y firmeza.

TUMORES DE LOS LABIOS


Los tumores de labios se dividen en benignos y malignos, según sus características clínicas, tiempo de
evolución, comportamiento local, hemorragia, dolor, infiltración local y diseminación regional.
Los tumores benignos más frecuentes son: hemangiomas, mucoceles, papilomas, fibromas, neuromas y
granulomas.
Leucoplasias:
Lesiónes blancas de la mucosa de los labios, de la cavidad bucal o de la lengua, por antecedentes de
tabaquismo, alcoholismo u otras causas irritantes locales.
El tratamiento para esta enfermedad, que se considera pre maligna es:
a) Eliminar la posible causa que la produce.
b) Efectuar raspados de la lesión.
c) Cauterización.
d) Extirparla para estudio de anatomía patológica.

Herpes labial:
Lesión aguda recidivante, de aspecto rojizo, alta y cubierta en ocasiones por costras de fácil
eliminación.
Tratamiento médico.

Mucocele:
Es un quiste submucoso blando, lleno de moco y en ocasiones de sangre.
Se localiza en las glándulas mucosas de los labios y se produce por la obstrucción del conducto de
drenaje por proceso inflamatorio o traumático.
Son de color rojizo, azulado o blanquecino, según la profundidad o espesor de la mucosa que lo cubre.
Tratamiento: Enucleación o extirpación quirúrgica.
Tumores de tejido salival:
Su localización es ectópica y en mucosa.
Producen levantamiento de la superficie de los labios.
El diagnóstico es histológico.
Tratamiento quirúrgico.

Chancro de localización labial:


Lesión sifilítica primaria que se caracteriza por nódulo duro costroso o con úlceras y puede simular
una lesión maligna.
Por lo general produce aumento de volumen de los ganglios submentonianos y submaxilares por
infección secundaria. La serología en tal estado puede ser negativa y el diagnóstico se hace por campo
oscuro.
Tratamiento medico

Ulceras de mucosa y piel de los labios:


Son lesiones generalmente cubiertas por costras que deben observarse con mucho cuidado, pues la
profundidad de sus bordes, la infiltración y el dolor son características muy importantes para un
diagnóstico diferencial con tumores malignos.
Una ulcera que está siendo tratada y no reduce su tamaño en dos semanas, debe someterse a biopsia
para descartar lesión maligna.
Las lesiones ulcerosas más frecuentes son: traumática, tuberculosa, sifilítica inflamatoria o micótica
y la úlcera carcinomatosa.

Hemangiomas:
Lesiones de origen vascular que pueden ser capilares o cavernosas.
Son de color rojizo o violáceo y de aspecto blando.
Se comprimen con facilidad con la evacuación de su contenido y se llenan de igual manera al
suspenderse la compresión.
Diagnóstico clínico.
Tratamiento quirúrgico con extirpación y esclerosis locales, embolización arterial o radioterapia local,
según el tamaño de la lesión.

Linfangiomas:
Lesiones blanquecinas, similares a los hemangiomas, blandas y compresibles, se diferencian solo en el
color.
Pueden existir lesiónese mixtas con componentes angiomatosos.
El tratamiento es semejante al de los hemangiomas.

Papilomas:
Son lesiónes tumorales epiteliales benignas que pueden ser blandas o cornificarse.
Generalmente con pedículo, y de color blanquecino o amarillento.
Debe hacerse el diagnóstico diferencial con la verruga vulgar.
El tratamiento es la extirpación para el estudio microscópico respectivo.
Fibromas:
Son lesiónese duras, altas y sésiles; las recubre mucosa normal o con hiperqueratinización.
Es raro encontrarlo en los labios. Su tratamiento es extirpación quirúrgica.

Tumores neurógenos benignos:


Patología igualmente rara en los labios.
Se diagnostican por lo general por estudios histopatológicos, después de su extirpación.

Tumores malignos:
Pueden encontrarse carcinoma basocelular, escamocelular y melanoma maligno, aunque también el
fibrosarcoma y el hemangiosarcoma, aunque con muy poca frecuencia.

Carcinoma basocelular:
Se origina en las células basales de la piel.
Se presenta en la piel o en la unión de la piel y el borde mucoso del labio superior o inferior.
Es de crecimiento lento y al principio una lesión simple con úlceras que se levantan e induran.
A pesar de tener un aspecto clínico muy característico, es indispensable para su diagnóstico hacer el
estudio de anatomía patológica.
Su tratamiento por lo general es quirúrgico, con resecciones primarias simples o resecciones amplias
con reconstrucciones plásticas. En algunos casos especiales se ofrece radioterapia como tratamiento
primario o complementario posquirúrgico.

Carcinoma escamocelular:
Tiene su origen en las células escamosas.
Se presenta en la piel y mucosa, sobre todo del labio inferior, con características similares de fisura
o lesión con úlceras y con bordes duros y levantados de lento crecimiento.
Incidencia:
Es más frecuente en hombres que en mujeres (en una proporción de 20 a 1)
Se presenta en edad avanzada, en lo general después de la quinta década de la vida, en un 70% de los
casos.
Se disemina de manera primaria a los ganglios submaxilares y submentonianos y más tarde a los demás
grupos cervicales.
El diagnóstico se hace por biopsia y estudio anatomopatológico.
El tratamiento de elección es el quirúrgico, con control del carcinoma primario y los ganglios
submaxilares, si existieran; también se hace vaciamiento supra hioideo a radical de cuello homo a
bilateral.

Melanoma maligno:
Tumor maligno que se localiza en la mucosa o piel de los labios.
Se origina quizás a partir de un nevo o de los melanocitos de la epidermis, células que producen
melanina. Su origen ectodérmico determina el nombre de melanocarcinoma a melanoma maligno.
El comportamiento biológico es el de un tumor muy agresivo y su diseminación regional y a distancia es
frecuente y precoz.
Por lo general, el aumento de volumen, la pigmentación más oscura y la ulceración o hemorragia son
características de malignidad.
El tratamiento del melanoma maligno es quirúrgico, con escisión del tumor y disección en bloque de los
ganglios linfáticos regionales.

Sarcomas:
Tumores muy raros en labios.
Sus características clínicas, similares a las del tumor benigno de origen, hacen necesaria la biopsia
para diferenciar el tipo de celularidad del tumor, y determinar si se trata de un fibroma a un
fibrosarcoma, o bien, se trata de un hemangioma a un hemangiosarcoma.

Características generales:
Los tumores malignos de labios son bastante frecuentes y ocupan un 25% de los cánceres de cavidad
bucal y 7 a 10% de los cánceres de cabeza y cuello.
Se ha observado que el labio inferior son 15 veces más frecuente que el superior y su incidencia es
mayor en hombres que en mujeres, en una proporción de 20 a 1.
En general, los tumores de labio son de evolución lenta, de un bajo grado de malignidad y de tardía
diseminación regional ganglionar; solo 5 a 7% de los tumores labiales sin tratamiento adecuado y
oportuno del primario son los que presentan metástasis cervicales.
Su localización, las campañas de divulgación y el mejor conocimiento de la biopatología de los tumores
del labio, conllevan un diagnóstico y tratamiento más oportuno.

Clasificación TNM de los tumores de labios:


T: tamaño del tumor
Tis: Carcinoma in situ.
TI: tumor menor de 2 cm.
T2: tumor de 2-4 cm
T3: tumor mayor de 4 cm.
T4: tumor que se extiende a estructuras extralabiales.
To: no hay pruebas de tumor primario
Tx: no se tienen los requisitos mínimos para la clasificación
N: nódulo regional metastático
No: no hay pruebas de afección ganglionar
N1: afección de ganglios homolaterales móviles
N2: afección de ganglios bilaterales o contralaterales móviles
N3: fijación ganglionar
Nx: no se tienen los requisitos mínimos para la clasificación
M: metástasis a distancia
M0: no hay pruebas de metástasis a distancia
M1: pruebas clínica y paraclínica de metástasis a distancia
Estádios clínicos:
E I: TI NO MO
ElI: T2 NO MO
E III: T3 NO MO o cualquier T con NI MO (excepto T4)
E IV: T4 con cualquier N, o cualquier T con MI
Tratamiento:
El tratamiento de los tumores de labio es quirúrgico. El tipo de cirugía depende del estadio que se
trata.
Para las lesiónes benignas, la resección del tumor y la reconstrucción primaria es lo indicado.
Si el tamaño del tumor lo permite, en las lesiónes vasculares benignas es posible practicar cirugía,
radioterapia, esclerosis o embolismos vasculares selectivos.
Los tumores malignos, según su estado, reciben como marco general el siguiente tratamiento:
Estadio I: Resección del tumor y reconstrucción primaria
Estadio II: Resección quirúrgica del tumor con reconstrucción plástica.
Estadio III Resección del tumor primario con vaciamiento de cuello supra hioideo o radical, con
modificación o estándar, y reconstrucción plástica del o los defectos anatómicos
Estadio IV. En este estado, por considerarse una enfermedad en diseminación, su tratamiento es
paliativo. Se combina el quirúrgico de tipo higiénico o con radioterapia primaria o complementaria y
con quimioterapia coadyuvante.

TUMORES DE LA CAVIDAD BUCAL

Comprenden los tumores que se localizan en la lengua, el piso de la boca, las superficies de la encía, el
paladar duro y blando y la mucosa de la cavidad bucal en los carrillos. Incidencia: Representan un 40%
de los tumores del organismo humano.
Clínicamente tienen la posibilidad de diagnosticarse de manera adecuada y pronta, por su localización
son accesibles a un cuidadoso examen clínico y requieren un escaso número de exámenes paraclínicos.
Diagnóstico: Se relaciona mucho con el trabajo conjunto entre el odontólogo y el médico general y
entre el internista y el dermatólogo, ya que la cavidad bucal es asiento de enfermedades generales
con alta frecuencia.

Tumores benignos:
Con frecuencia se encuentran lesiones tumorales benignas en cavidad bucal, cuya localización
preferencial es en lengua, encías y mucosa bucal.

Papiloma:
Lesión vegetante que suele aparecer en el borde de los dos tercios anteriores de la lengua;
generalmente indolora, a menos que sufra traumatismos locales, sobre todo por "mordedura" del
mismo paciente, durante la masticación. Pueden ser sésiles a con pedículo y en muchas ocasiones el
paciente los tolera, debido a su lento crecimiento.
No deben confundirse con las hipertrofias papilares, en especial de las papilas de la "V" lingual o de
las papilas de la lengua en la implantación del pilar anterior de la amígdala.
Tratamiento: Es quirúrgico, con resección de la base y afrontamiento de la mucosa restante.

Fibroma:
Frecuente en los bordes de la lengua y en la mucosa de la mejilla, por detrás de la comisura labial.
Se presentan como crecimiento de la mucosa, generalmente despulida, más pálida que el resto de la
mucosa bucal, y en ocasiones alcanzan basta 2 cm de diámetro.
Son más firmes a la palpación que los papilomas, casi nunca se pedicular y producen más molestia al
paciente y le obligan a consultar al médico con mas prontitud. En la encía suelen aparecer entre las
piezas dentarias, sobre todo entre los incisivos, y crecen por lo general hacia la región vestibular. No
producen hemorragias, a menos que sufran traumatismos con la comida o la masticación y pueden
presentarse como mamelones. Los fibromas son menos frecuentes que los granulomas de encía y
tienen un recubrimiento mucoso de mayor espesor; esto los hace más resistentes a las hemorragias y
permite diferenciarlos entre sí.
Tratamiento: Es quirúrgico y cuando se localizan en la encía, puede ser necesario incluir piezas
dentarias cuya cavidad alveolar afecten.

Tumores malignos:
El mayor índice de tumores malignos de cavidad bucal lo representan los carcinomas escamocelulares,
en menos frecuencia, tumores que derivan de los otros tejidos que constituyen los tegumentos,
tumores de tejido conectivo, tumores nerviosos, y otros.
Frecuencia por sexo:. Al considerar que las manifestaciones tumorales de la boca están en directa
relación con las causas predisponentes, el carcinoma bucal es más frecuente en los hombres (72%)
que en las mujeres (38%).

Etiología:
No se habla de etiología del cáncer bucal, pero sí de factores predisponentes.
La mayoría de las causas predisponentes se relacionan con traumatismo frecuente y repetitivo:
- La masticación de hojas de tabaco y sobre todo de mezclas de hojas con caliza.
- Las prótesis con adaptación deficiente y que por tanto producen traumatismo permanente.
- Los ganchos de fijación de las prótesis, que por mala adaptación o por desgaste producen
irritación permanente sobre la lengua, encías o paladar.
- La desnutrición, hipoalimentación o hipovitaminosis en pacientes que al mismo tiempo son
fumadores crónicos o consuetudinarios consumidores de alcohol.
- Las enfermedades intercurrentes, son factores que aumentan la estadística de la frecuencia
del carcinoma bucal.
-
Incidencia:
En América del Sur, el índice de carcinoma bucal, sobre todo en paladar duro y lengua, es muy alto.
Clasificación TNM:
Se hace referencia a los tumores de los dos tercios anteriores, es decir, por delante de la “V” lingual,
ya que los tumores que se localizan en el tercio posterior de la lengua se incluyen hoy dentro de los
tumores de faringe
TO: No hay pruebas de tumor primario.
Tis: Tumor in situ.
T1: Tumor de menos de 2 cm de diámetro.
T2: Tumor entre 2 y 4 cm de diámetro.
T3: Tumor de mÁs de 4 cm de diámetro.
T4: Tumor que invade alguna de las estructuras vecinas, como piel, comisuras, hueso, músculo,
etcétera
NX: Ganglios metastáticos sin determinar.
NO: Negativo a la clínica, para metastasis.
Nl: Ganglio metastático único de menos de 3 cm de diámetro.
N2: Adenopatías metastásicas de más de 3 cm y menos de 6 cm de diámetro
N3: Adenopatías homolaterales de mas de 6 cm de diámetro o adenopatías bilaterales o
contralaterales
MX: Adenopatías a distancias sin determinar.
MO: Sin adenopatías metastásicas.
MI: Adenopatías metastásicas positivas
Estadios:
Estadio I: T1 N0 Mo
Estadio II: T2 N0 Mo
Estadio III: T3 NO MO
TI-2-3 N NO MO
Estadio IV: T4 NO MO
T4 Nl MO
T N2-3 MO
T N MI

TUMORES DE LA LENGUA:

El sitio más común para la aparición de los carcinomas de la lengua es el borde lateral y le siguen la
punta, la cara ventral y el dorso.
Un examen cuidadoso y rutinario de la cavidad bucal puede descubrir tumores en sitios menos
accesibles, como la parte más posterior de la misma cara ventral.
Tipos clínicos de carcinoma de la lengua
El carcinoma tiene tres tipos de manifestaciones clínicas en la lengua:
**Ulceroso: Forma una ulceración redondeada o irregular con bordes altos, con induración e
infiltración a la palpación; esta úlcera puede tener una zona central necrótica y un recubrimiento
seroso de superficie; sangra con facilidad al roce y al principio no es dolorosa, a menos que se
infecte de manera secundaria. El diagnóstico diferencial se hace con la úlcera traumática, en el
cual existe el antecedente claro del paciente sobre la causa de su lesión y es dolorosa; con la
úlcera tuberculosa, que se presenta de modo más frecuente en la cara dorsal de la lengua, es de
color violáceo, de superficie lisa y además con hendiduras del centro a la periferia y es en
extremo doloroso; con la ulceración micótica, de forma irregular con superficie papulosa, no se
cubre de supuración y afecta con frecuencia varios sitios de la cavidad bucal, no es dolorosa.
** Vegetante: Se asemeja a una coliflor que se levanta sobre la superficie lisa de la lengua,
su crecimiento es rápido y el paciente acude a consultar al médico precozmente; en un principio
no tiene infiltración de profundidad y a la palpación bidigital de su implantación el resto de los
tejidos de la lengua tienen aspecto de estar sanos.
El aspecto es de una lesión sucia que rápidamente se vuelve nauseabunda; el diagnóstico clínico no
ofrece dificultad, pero la biopsia es indispensable.
** No se corresponde a un carcinoma escamocelular, sino a un carcinoma adenoide. Se desarrolla a
expensas de glándulas salivales menores, en especial de la base de la lengua. En ocasiones, el
paciente se queja de sentir un "bulto" en la lengua que le impide su movimiento normal; otras
veces el nódulo aparece en un examen de rutina cuidadoso, al palpar la base de la lengua. Se
encuentra por debajo de la mucosa y en ocasiones con mucosa sana. Este tipo de tumor
corresponde al carcinoma adenoide quístico. Dada su resistencia a las irradiaciones, es de mal
pronóstico y su recurrencia después del tratamiento es frecuente.

Tratamiento:
Los tumores pequeños (T1) de la lengua se tratan con éxito mediante radioterapia o cirugía. La
resección en cuña con un margen amplio de seguridad y la reconstrucción de la lengua con buena
funcionalidad son suficientes para obtener curación.
Los tumores de mayor tamaño requieren radioterapia con técnicas que hoy en día permiten un manejo
adecuado del problema óseo (radionecrosis) o de resecciones amplias, hemiglosectomía y, en
ocasiones, reconstrucción de la lengua y del piso de la boca con injertos o colgajos de vecindad.

TUMORES DEL PISO DE LA BOCA Y DEL FRENILLO


Tumores benignos:
Los tumores benignos más frecuentes en esta zona son los quistes, ránulas, de la glándula submaxilar
y de la sublingual.
Se observa en personas jóvenes (10 a 30 años).
Se inicia con la aparición brusca de una masa sublingual casi siempre lateral. A esta manifestación
sigue la aparición de una masa submaxilar dolorosa y coincide frecuentemente con los momentos en
que come el paciente. El dolor dura algunas horas, pero se inicia la aparición del quiste sublingual o
ránula que llega a ocupar la totalidad del piso de la boca de un lado y a veces levanta la lengua.

Diagnóstico: Además de la tumoración antes descrita, una punción con salida de material hialino,
viscoso, transparente de tipo salival, hace fácil el diagnóstico diferencial.

La obstrucción de uno de los canales secundarios o del canal principal de la glándula es la causa de la
formación de los quistes submaxilares. Esta obstrucción se debe la mayoría de las veces a inflamación
del canal y en otras a la presencia de un cálculo dentro del mismo.

En las ránulas de pequeño tamaño (1 a 2 cm de diámetro) se practica la resección del quiste y se


reconstruye el piso de la boca. La exploración clínica y radiológica descarta la presencia de un cálculo.
En las ránulas de mayor tamaño (más de 2 cm de diámetro) y por el mismo hecho de que el quiste
rechaza la glándula, su extirpación total se hace difícil, ya que la pared es demasiado delgada. Por tal
razón, la marsupialización es el tratamiento idóneo.

Carcinoma del piso de la boca y del frenillo sublingual:


El carcinoma del piso de la boca es más frecuente en hombres, y sobre todo en personas que mastican
tabaco, hojas de coca, etc. En algunas regiones latinoamericanas de bajo nivel socioeconómico, en
especial en las zonas indígenas, los hombres y las mujeres mientras realizan sus labores acostumbran
masticar hojas que combinan con alguna caliza con el fin de mitigar el hambre durante largas
jornadas. Por periodos largos esta mezcla permanece en el piso de la boca, al cabo de los cuales la
vuelven a masticar y de nuevo a "guardar" en el piso de la boca, al parecer, estas mezclas tienen
efecto carcinógeno definitivo.
Sin embargo, se observan carcinomas del piso de la boca en personas de excelentes hábitos de higiene
bucal, aunque en menor frecuencia.

Los tumores malignos de piso de la boca y frenillo lingual ocupan el 4% de los tumores de cavidad
bucal; son más raros los del frenillo.

La mayoría de ellos, 90 a 98%, son carcinomas escamocelulares.


La biopsia esclarece el diagnóstico, en especial con lesiónes benignas del tipo de las papilomatosis del
piso y de la zona del frenillo lingual.
El tumor aparece como una zona ulcerosa de fondo necrótico; no duele en un principio, pero por
infección secundaria se torna dolorosa y dificulta (en ocasiones impide) la protrusión de la lengua. Los
tumores son por lo general invaden en profundidad y su crecimiento rápido fija la lengua con facilidad
al infiltrar sus músculos.
Tratamiento:
Generalmente los pacientes con lesiónes de la boca acuden a consulta cuando estas tienen mas de 1
cm de diámetro. Detectan el dolor al mover la lengua, pero solo días más tarde tienen la curiosidad de
inspeccionar en persona cual es la causa. Por otra parte, al ojo del examinador inexperto el piso de la
boca no suele ser un sitio de examen rutinario y cuidadoso.

Las lesiónes de menos de 2 cm y sin gran infiltración de profundidad son susceptibles al tratamiento
quirúrgico. Las resecciones locales seguidas de reconstrucción del piso con los tejidos adyacentes y
las resecciones locales amplias que se complementan con injertos o colgajos de piel, se practican en
los estadios iniciales de la enfermedad.

Por otra parte, cuando el tumor invade tejidos profundos, se realiza el tratamiento con radiaciones,
aunque la barrera ósea de la mandíbula produce disminución en el efecto de las mismas y disminuye
las posibilidades de éxito.

Los carcinomas del frenillo lingual son los de peor pronóstico dentro de los tumores de la cavidad
bucal; las recidivas son muy frecuentes después de las radiaciones y el tratamiento quirurgico debe
ser desde el principio muy radical para lograr la curación del paciente.

TUMORES DE LA ENCÍA:
Los benignos son más frecuentes en personas jóvenes (8 a 30 años) y los malignos en personas de 40
a 60 años.

Epulis, fibromas y granulomas:


Son lesiones prominentes sobre la superficie de la encía, aparecen por lo general en pacientes con
dentadura en mal estado.
Etiopatogenia: Los traumatismos de la encía por alimentos, mondadientes y seda dental son la causa
de estas lesiones. Se inician por una pequeña zona hemorrágica, a partir de la cual se desarrolla una
lesión granulomatosa que desplaza las piezas dentarias vecinas y además puede invadir el hueso y
confundirse radiológicamente con una lesión maligna. Sangran con facilidad y llegan a medir 4 a 6 cm;
dificultan la masticación.
Una radiografía periapical para lesiones pequeñas y una de mandíbula para lesiones de mayor tamaño
son indispensables para programar el tratamiento quirúrgico. A pesar de ser lesiones radiosensibles
(Epulis y granulosas) su tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica; el examen
anatomopatológico de la pieza quirúrgica es indispensable para determinar si existe o no una lesión
maligna, aunque la biopsia previa no la detecta.
Es necesaria la exodoncia de la pieza o piezas cuyos alvéolos se dañan, ya que entre ambos puede
estar el granuloma.

Tumores malignos:
Carcinoma escamocelular:
Representan 15 a 25% de los tumores de cavidad bucal.
La localización más frecuente es la superficie alveolar; la siguen en frecuencia los tumores en la
vertiente vestibular inferior en su mitad más posterior.
Esta localización muchas veces escapa del examen poco meticuloso por parte del médico o del
odontólogo, ya que se requiere hacer la lengua hacia la línea media para permitir su fácil visualización.
No es un tumor doloroso en su estado inicial; por lo general es de crecimiento rápido (tres a seis
meses) y su manifestación clínica es en forma de rodete ulcerado de fondo necrótico o en forma de
tumor vegetante que hace prominencia en la superficie alveolar y rechaza las piezas dentarias.
La biopsia es indispensable para aclarar el diagnóstico.
La forma ulcerosa tiende a invadir pronto el hueso vecino y la radiografía confirma la extensión de la
invasión.

Melanoma maligno de la encía:


Es más frecuente de lo que se cree: e1 7% de los tumores de encías aparecen como una mancha negra
o violácea oscura y de invasión superficial; en ocasiones con zonas vegetantes mamelonadas oscuras y
con ulceraciones parciales que sangran con facilidad. Tienen tendencia a invadir tejidos adyacentes
como el piso de la boca, el surco gingivomalar, la mucosa de la mejilla o del labio. Es más frecuente la
presencia de un melanoma en la encía superior que en la inferior

Tratamiento:
Los pequeños tumores de la encía son susceptibles al tratamiento radioterápico.
La cirugía incluye la extirpación tumoral y zona sana.

TUMORES DEL PALADAR.


Los tumores benignos de paladar son mas frecuentes que los malignos. La mayoría son adenomas
pleomórficos, tumores de evolución muy lenta que se presentan sobre todo en personas de edad media
(30 a 50 años); no son dolorosos ni se ulceran con facilidad y su aspecto clínico es el de una vegetación
mamelonada de color rojizo violáceo, con gran vascularización de su superficie. lnvaden la mucosa y en
ocasiones destruyen el hueso palatino.

Debe diferenciarse este tipo de tumor de los del seno maxilar que aparecen en la cavidad bucal a este
nivel. La radiografía de senos paranasales, la biopsia y el examen clínico completan el cuadro para
determinar con exactitud el diagnóstico y programar el tratamiento.
Los adenomas pleomórficos de paladar son de tratamiento quirúrgico. Por su gran tendencia a la
recidiva local, la extirpación ha de tener amplitud.
Los tumores malignos suelen ser del tipo de los carcinomas escamocelulares. Su iniciación es igual a
los del resto de la cavidad bucal, con una ulceración de aparición brusca y evolución rápida; no causa
dolor al principio, pero después se tornan muy dolorosos por infección secundaria.
Los estadios I y II (tumores hasta de unos 3 cm de diametro) que se localizan a un lado del paladar o
aun en la línea media son susceptibles de tratamiento quirurgico.

Metástasis:
Las metástasis de los carcinomas del paladar son menos frecuentes que en cualquier sitio de la
cavidad bucal; menos del 6% de estos tumores dan metástasis a cuello.
El carcinoma adenoide quístico del paladar suele dar metástasis sanguínea y no es raro que la primera
manifestación metastásica sea a pulmón y sin que se detecten aun metástasis a cuello.

TUMORES DE LA MEJILLA:
Tumores benignos:
Los tumores benignos más frecuentes en la mucosa de la mejilla son hemangiomas, papilomas y
leucoplasias.
Hemangiomas: Son congénitos y aparecen temprano en la vida; pueden ser muy pequeños (1 a 2 cm) o
cubrir por completo la mucosa de la mejilla, la comisura labial y en ocasiones labios superior e inferior.
Se presentan como levantamiento de la mucosa de color azul violáceo; al deprimirlos disminuyen en su
tamaño casi hasta desaparecer y vuelven a tomar su forma y color al descomprimirlos. Cuando son
demasiado grandes y abultados sangran con facilidad, pues el paciente los lesióna al masticar.
El tratamiento es la resección quirúrgica.
Los tratamientos con radiaciones a bajas dosis disminuyen el tamaño del tumor para facilitar las
intervenciones quirúrgicas posteriores.
Los tratamientos esclerosantes pueden tener buena utilidad en algunos pacientes.

Papilomatosis:
Se presentan como lesiónes levantadas, granulomatosas de superficie pareja y uniforme, no dolorosas,
sin secreción, de superficie limpia, de color un poco más rojizo que el resto de la mucosa normal.
El tratamiento quirúrgico debe ser resección completa, ya que se reproducen con frecuencia.

Leucoplasias:
Es debido al traumatismo permanente de la mucosa por la masticación.
Antes de efectuar el tratamiento adecuado, es necesaria la corrección de vicios al masticar y de
prótesis con mala adaptación.
Si se trata de una leucoplasia plana en forma de mancha, sin levantamiento alguno sobre la mucosa
normal, se electrocoagula y retira el tejido en una gasa seca.
En caso de leucoplasia que se levanta vegetante, es necesario resecarla para obtener el material en
su totalidad y examinarlo con el fin de descartar una malignización de la lesión.

PATOLOGÍA DE LAS GLÁNDULAS SALIVALES:


Las glándulas salivales mayores son parótida, submaxilar y sublingual y varias glándulas salivales
menores que se reparten en la mucosa oral, en la nasofaringe y la orofaringe.
Histología: Tienen un componente acinar o glandular y un componente ductal. Hay además, un estroma
de sostén constituido por tejido conectivo. Los acinos están formados por elementos mucosos (células
oscuras con numerosos gránulos citoplasmáticos) y serosos (células triangulares claras con núcleo
periférico).

La parótida la constituyen elementos serosos; la submaxilar, elementos en lo primordial serosos con un


componente mucoso y la glandula sublingual, elementos mucosos. Las glándulas salivales menores son
acumulaciones de acinos mucosos.

La glándula parótida deriva del primer arco branquial, de su revestimiento ectodérmico del proceso
maxilar. Esta diferenciación se produce alrededor de la sexta semana de la vida embrionaria en forma
de una yema epitelial ectodérmica oral que crece en forma de surco. Durante la séptima semana, por
elongación, esta yema se aleja de su sitio de nacimiento (ángulo de la boca) hacia el oído; se forma una
especie de tallo.
Durante este proceso se produce una hendidura que más tarde forma el conducto de excreción
salival.

Es importante destacar que el nervio facial atraviesa en forma secundaria la glándula, desde la
arborización de ella en su fase embrionaria, cuando se forman los músculos faciales a partir del
segundo arco branquial. El facial va a inervar estos elementos.

Anatomía:
El conocimiento de la anatomía de las glándulas salivales mayores es fundamental, así como de sus
relaciones con estructuras vitales (arterias y venas) y, muy en especial, la relación de la parótida con
el nervio facial.

Glándula parótida:
Pesa 25 gramos y la rodea una firme cubierta fibrosa que deriva de la hoja anterior de la fascia
cervical profunda. Está situada en un compartimiento que se llama celda parotidea, cuya pared medial
la forman la apófisis estiloides y la apófisis transversa del atlas; su pared anterior es la rama
ascendente del maxilar inferior; la posterior es la cara anterior de la apófisis mastoides y, por último,
su pared superior la forman el meato externo auditivo y la cabeza de la mandíbula con su fosa
glenoidea.
La glándula guarda relación con los músculos adyacentes; la pared medial es la porción proximal de los
músculos estilodigástrico, estilogloso, estilohioideo y estilofaríngeo; pared anterior, los tres músculos
que cubren la rama ascendente del maxilar; pared inferior, el masetero. A los músculos pterigoideos
(medial y lateral) los sobrepasa en forma ligera la porción profunda de la glándula.
La relación anatómica más importante es la presencia en su interior del nervio facial. Por ello, la
glándula se divide desde el punto de vista quirúrgico en dos: el lóbulo superficial (80%) y el profundo
(20%). Existe entre la porción lateral superficial y la porción profunda retromandibular, un istmo.
El conducto excretor es el conducto de Stensen.

Glandula submaxilar:
Se localiza en el triangulo submandibular y se extiende sobre las superficies de los vientres
anteriores y posteriores del digástrico, y es superficial al XII par craneal y al lingual (que le da
fibras parasimpáticas). Su conducto excretor es el de Wharton, que se inicia en la parte profunda de
la glándula y se desplaza hacia adelante entre el milohioideo, el hipogloso y el geniogloso para
desembocar en el piso de la boca, en la carúncula sublingual.

Glandula sublingual:
Es la más pequeña (pesa 2 gramos), queda por debajo de la mucosa sublingual en la parte anterior del
piso oral. Drena en numerosos conductos que se abren por separado en el piso de la boca, pero pueden
formar un conducto común sublingual que se vacía en el conducto de Wharton.
La dilatación quística de esta glándula constituye lo que se llama la ránula.

Estados patológicos:
-Enfermedades congénitas: hipoplasia o ausencia en el síndrome del primero y segundo arcos
branquiales.
-Inflamatorias: agudas, y crónicas.
-Tumorales: benignas y malignas.
-Litiásicas.
-Traumáticas (agentes vulnerantes).

Lesiónes inflamatorias de las glándulas salivales:


Las lesiónes inflamatorias que requieren tratamiento quirúrgico son: la sialoadenitis bacteriana y la
sialoadenitis crónica recurrente.

Es importante señalar que, en ancianos con deshidratación y sepsis oral, no es infrecuente que, por vía
retrógrada en el postoperatorio, se agregue una parotiditis aguda estafilococica. En lo habitual,
remiten con tratamiento médico, pero hay algunos casos que requieren drenaje mediante incisión
interna (meatotomía del orificio de desembocadura del conducto de Stensen) e incisiones
superficiales sobre la fascia de cubierta parotidea,

Este cuadro también se presenta en pacientes ambulatorios y por las mismas razones; el estafilococo
está presente en las edades extremas; en las edades medias prevalecen el estreptococo viridans y el
neumococo.

Junto con el aumento brusco y doloroso de la glándula, se visualiza la presencia de pus en el sitio de
desembocadura del conducto de Stensen.

Como consecuencia de un brote agudo de sialoadenitis, o después de una serie de aumentos discretos
de la glándula por espesamiento (tapones mucosos) o disminución de saliva, se puede instalar una
sialoadenitis crónica. En ocasiones, estas cursan como manifestación local de una enfermedad
sistémica en que concurren aumento moderado de la glandula parótida, xerostomía y
queratoconjuntivitis seca, con poliartropatia tipo reumatoide. Este cuadro se denomina sindrome de
Sjogren.

Existe otro tipo de sialoadenitis crónica, el sindrome de Mikulicz, que se carácteriza por aumento
bilateral de las glándulas lacrimales y salivales, a causa de una infiltración linfoepitelial.
Tumores de las glándulas salivales:
Son infrecuentes, 3% de los tumores de cabeza y cuello. Entre el 75 y 85% se localizan en la
glandula parótida.

La frecuencia de tumores malignos varía según la localización y aumento en proporción inversa al


tamaño de la glándula: 25% para la parótida, 50% para la submandibular y 75% para las glándulas
salivales accesorias. No son frecuentes los tumores de las glándulas salivales menores y menos en los
niños. La media de edad en que se presentan es entre los 30 y 50 años. No existe preferencia por el
sexo, aunque en los tumores de Warthin existe una mayor frecuencia en hombres.

Evaluación clínica:
El hallazgo clínico más frecuente en los tumores de la glándula salival es un aumento de volumen, en lo
habitual indoloro y de crecimiento lento. Cuando su crecimiento es rápido, hay dolor local,
compromiso del facial con parálisis, y adherencias a las estructuras vecinas, trismo y palpación de
ganglios; se trata por lo general de un tumor maligno.

Debe insistirse en que la presencia de una masa en la región parotidea es un tumor, mientras no se
demuestre lo contrario.

La evaluación clínica, es decir, el examen físico y los exámenes complementarios, no varían el manejo
final. La sialografía no contribuye, y las tomografias axiales computarizadas dan el grado de extensión
del tumor.

La cintigrafia con tecnecio-99 ofrece imágenes positivas en el tumor de Warthin. La punción y biopsia
bajo la responsabilidad de citólogos con mucha experiencia tiene valor que siempre se supedita a la
exploración quirúrgica bajo anestesia, con biopsia.

Clasificación:
Tumores benignos:
Tumor mixto benigno o adenoma pleomórfico:
Comprende el 70% de los tumores salivales y, en el 95% de los casos, se presenta en la parótida. Es un
tumor firme de crecimiento lento, que en lo habitual está presente por años. Se encapsulan, pero a
menudo se forman seudópodos tumorales invasores, lo que explica las recidivas cuando estos tumores
se extirpan por enucleación.

Se les denomina tumores mixtos por encontrarse en su constitución histológica células de tipo
epitelial que se disponen en cordones o túbulos y otras de tipo conectivo con variantes mixomatosas o
condroideas. Como su histogénesis es unicelular a partir del epitelio ductal, debieran llamarse, en
forma correcta, tumores pleomorfos.

Tumor de Warthin o cistoadenoma linfomatoso:


Se encuentra solo en la parótida, de predominio en hombres (5:1), a veces bilateral y multicéntrico.
Deriva del epitelio ductal. Al corte se presenta como multiquístico con proyecciones papilares en su
interior. Al microscopio, su constituyente epitelial se dispone en una doble capa, una interna con
células columnares redondeadas y otra externa con células cuboidales. Por debajo existen focos
linfáticos, algunos de los cuales se encuentran en etapa germinativa. La degeneración maligna de ellos
no existe, aunque hay informes de que ocurran en enfermos con radioterapia previa al cuello.

Grupo misceláneo:
Existen otros tumores benignos, tales como el oncocitoma o adenoma de células oxifílicas (de
preferencia de la parótida), en personas mayores de 60 años; el adenoma monomórfico (adenoma de
células basales, adenoma de células claras, mioepitelioma, etc.); tumores sebáceos, lesión linfoepitelial
benigna, etc.

Tumores malignos:
Carcinoma mucoepidermoide:
Comprende del 3 al 9% de todos los tumores salivales. En apariencia, la mayoría se origina del epitelio
ductal. La parótida es la que con más frecuencia se compromete. Constituye el 10% de los tumores
salivales intraorales; el paladar es el que en forma más frecuente se afecta.

Pueden ocurrir a cualquier edad, pero la mayor incidencia es entre la cuarta y quinta décadas de la
vida. Existe cierta predominancia para el sexo femenino.

Desde el punto de vista histológico, lo forma un componente epidermoide que deriva del epitelio
ductal interacinoso; un componente que también deriva del epitelio ductal y tiene carácter
mucosecretante y, por ultimo, un componente de células intermedias.

La mayor o menor predominancia de cada una de estas células permite subclasificar estos tumores en
tres subgrupos.
Grado I: Existe predominio de las células mucosecretantes; crecen con lentitud, no infiltran, no
tienen tendencia a dar metástasis linfáticas, por lo que se les considera de baja malignidad.
Grado II: Se parecen a los del grado I, de baja malignidad, pero tienen tendencia mayor a las
recidivas y en ocasiones dan metástasis.
Grado III: Predomina el componente epidermoide, crecen rápido, invaden de manera local con
infiltración tumoral y, en un 70% de los casos, dan metastasis linfáticas. Por lo tanto, se consideran
de alta malignidad.

Si bien es cierto que estas carácterísticas histológicas indican la conducta natural de estos tumores,
tanto el patólogo como el cirujano jamás deben olvidar que, en definitiva, son cánceres y su malignidad
se manifiesta a veces cinco años después del tratamiento inicial.

Carcinoma adenoquístico o cilindroma:


Es mas frecuente en la glándula submaxilar y en las salivales menores. Cuando se localizan en la
parótida existe dolor y parálisis espontánea del facial, en un tercio de los pacientes.
Provienen de los canalículos y de los ductos que se intercalan en el sistema ductal periférico de las
glándulas salivales. Una de las carácterísticas más relevantes es su tendencia a la invasión neural,
cualquiera que sea su localización. Cuando invaden el facial, hallazgo que sorprende por su frecuencia,
la mayoría de los enfermos fallece a los ocho años del inicio de la enfermedad.
Son de crecimiento lento, su agresividad es local, por lo que el seguimiento se hace a los 15-20 años,
pues las curas que se determinan a los 10 años varían según localización (28% en la parótida y 13.5%
en la submaxilar). El 40% dan metástasis a distancia, a pesar de lo cual hay numerosos pacientes que
sobreviven largos periodos. El pulmón es el sitio mas habitual de metástasis a distancia (70%). Las
ganglionares son del orden del 17% y son por invasión local mas que por proyección embólica linfática.
Los tumores adenoquísticos de las glándulas salivales mayores son monolobulares y, en el momento de
la operación, miden entre 2 y 4 cm; al corte tienen aspecto húmedo y grisáceo. De manera
microscópica se observa intercambio entre estroma del neoplasma y los elementos epiteliales. Estos
últimos provienen del epitelio ductal maduro, que proporciona las células de aspecto basal con poco
citoplasma y núcleos regulares. Estas células se disponen en forma cordal, en festones o en masas, o
forman cavidades.
Existe una extrema variedad en la cantidad y carácterísticas del estroma intersticial, el que puede
variar de un material hialínico eosinofílico a un intersticio mucinoso mucoide. Se pretende dar
connotación pronóstica al ordenamiento celular (cribiforme, tubuloglandular, celular sólido y hialino o
cilindromatoso); pero la localización y el estadio clínico son mejores índices pronósticos para este tipo
de tumores.

Tumor mixto maligno:


Tiene las carácterísticas histológicas de los tumores pleomorfos; pero, a la vez, hay evidencias de
crecimiento destructivo infiltrativo de los tejidos circundantes, por el componente de
adenocarcinoma que con mas frecuencia se encuentra en relación a otras formas de tumor maligno. En
ocasiones se observan remanentes de tumor pleomorfo en cortes en serie. Como contraparte, la
presencia de los elementos malignos es difícil de detectar cuando predomina un entorno benigno.
Los signos histológicos indirectos que apuntan a su existencia son varios (micronecrosis, hialinización
excesiva, calcificación del estroma, y otros).

La historia clínica de los tumores es bastante uniforme. El tumor está presente por algún tiempo (10-
15 años), con o sin recidiva y de repente empieza a crecer rápido en periodos de tres a seis meses
antes de la consulta. A esta altura, se acompaña de dolor y de parálisis del VII par. El riesgo de
transformación maligna de este tipo de tumores aumenta con la duración del preoperatorio. El 50% de
ellos tienen un procedimiento quirurgico, 43% de ellos recidiva. Los ganglios (25%) y los pulmones son
los sitios que prefieren las metástasis. Un tercio de ellos presenta metástasis múltiples (incluso en el
cerebro).

La muerte ocurre al año de establecerse la metástasis a distancia, lo que da a este tumor un alto
índice de letalidad.

Carcinoma de células acinosas:


Constituye de 2 a 4% de los tumores de la parótida, donde se asientan en exclusiva. Al igual que el
tumor de Warthin, puede presentar bilateralidad. Es el segundo mas frecuente de los tumores
salivales en la niñez.

La mayoría de estos tu mores son solitarios, al inicio con buena encapsulación. Desde el punto de vista
microscópico, derivan de las células acinares. Son de baja malignidad y pueden producir dolor o
paralisis del VII par (35%).
PATOLOGÍA DEL CUELLO:

El cuello es la estación de tránsito de casi todos los elementos neurovasculares de la cabeza y la vía
digestiva. Su arquitectura propia, que forma espacios cerrados y la presencia de estructuras vitales,
le da un significado muy especial a las lesiónes tumorales que en él asientan. Tanto para el diagnóstico
como para el tratamiento, es muy importante considerar ante un tumor solitario del cuello, sus
carácterísticas anatómicas, topográficas y clínicas, tal como lo destacara Lahey en 1948, al
clasificarlas en tres grupos:
-Tumores de la línea media.
-Tumores laterales únicos.
-Tumores laterales múltiples.
Los tumores primitivos del cuello corresponden a los dos primeros. Son muy pocos los casos de
localizaciones múltiples, uni o bilaterales.
Los tumores primitivos reúnen las siguientes carácterísticas: son tumores únicos, generalmente
benignos y su estructura histo1ógica deriva de formaciones que están solo o de manera predominante
en el cuello y los de tipo histológico semejante a otras localizaciones revisten en el cuello carácteres
topográficos especiales que les dan identidad propia.

Tumores de la línea media:


Bocio lingual
El primordio tiroideo aparece en la cuarta semana embrionaria en forma de proliferación epitelial del
suelo faríngeo que, por proliferación, atraviesa el mesodermo subyacente hacia el cuello delante del
faríngeo y detrás del cricoides. Ya en el cuello, desarrolla en su extremo distal dos crecimientos
laterales que constituirán los lóbulos tiroideos. Esta expresión orofaringea cervical del primitivo
tiroides se llama conducto tirogloso; al formarse el tiroides definitivo en el cuello, el conducto
desaparece y quedan como remanentes residuales el foramen caecum en la base de la lengua y la
pirámide de Lalouette o lóbulo medio en el tiroides.
La migración del primordio hacia el cuello puede no realizarse (tiroides lingual) o detenerse (tiroides
intralingual o sublingual), que es posible que sufran las mismas alteraciones de la glándula tiroides en
situación normal (bocio, quistes, cáncer).

La persistencia del conducto tirogloso puede determinar acumulación de secreción en su extremo


distal; que se expresa como una colección líquida cervical (supra, retro o infrahioidea).
Al decidir la conducta quirúrgica hay que tomar en cuenta que en un alto porcentaje, 65%,
representan la única manifestación glandular, y su extirpaci6n quizás ocasione mixedema por
hipotiroidismo.

El bocio lingual se manifiesta por una tumoración detrás de la "V" lingual, en relación con el foramen
caecum, en lo habitual cubierta por mucosa normal. Su crecimiento puede provocar disfonía, disnea,
sensación de cuerpo extraño y dislalia por expansión orofaringea; puede producir además hemorragia
profusa cuando se ulcera la mucosa.

Diagnóstico:
-Tumoración que se ubique detrás de la "V" lingual.
-Un estudio gammagráfico tiroideo es diagnóstico si solo capta la tumoración oral y no hay captación
cervical.
Tratamiento:
-Los bocios linguales pequeños son de tratamiento médico (hormona tiroidea); en los casos de
síntomas de compresión local, sospecha de malignidad o hemorragias, el tratamiento es quirúrgico.
La exéresis de un bocio lingual obliga a la administración de por vida de hormona tiroidea de
sustitución.

Quistes y fístulas del conducto tirogloso:


Es la dilatación quística del extremo distal de la persistencia del conducto tirogloso por secreción de
su epitelio. Cuando se producen infecciones respiratorias altas, pueden contaminarse y provocar
abscesos, que a su vez, se fistulizan a la piel. Las punciones a repetición o extirpaciones incompletas
pueden provocar fístulas cutáneas permanentes, causando generalmente mayores molestias que el
cuadro clínico inicial.

Clínicamente el quiste y la fístula ascienden cuando el enfermo propulsa la lengua hacia adelante con
los labios entreabiertos, debido a la relación linguocervical de la lesión.

Tratamiento:
Extirpación del conducto tirogloso. Sistrunk, en 1924, preconizó la extirpación del cuerpo del hioides
para la exéresis en continuidad de la porción suprahioidea.

Quistes dermoides:
Se describen en cabeza y cuello tres variedades:
-Quistes epidermoides o epidérmicos: está delimitado por un epitelio escamoso en su interior y una
cápsula fibrosa en su exterior.
-Quistes dermoides: la cavidad epitelial contiene elementos cutáneos variables (pelos, folículos
pilosos, glándulas sebáceas, glándulas sudoríparas). Los quistes dermoides se presentan en la segunda
y tercera década de la vida.
-Quistes teratoides: coexiste en su delimitación externa un epitelio simple, escamoso, estratificado,
con un epitelio ciliar de tipo respiratorio. Además, coexisten derivaciones mesodérmicas y
endodérmicas. Los teratomas son más bien laterales y se manifiestan en el recién nacido;
Los quistes epidermoides y dermoides se sitúan en línea media y son los más frecuentes y se
producen por inclusión de elementos de la piel en el celular, al producirse la fusión medial de las dos
mitades de la piel cervical.
Los quistes dermoides del piso de la boca pueden ubicarse debajo de los músculos genihioideos
manifestándose como una masa submentoniana, o por encima de los mielohioideos, con mucosa sana y
de consistencia pastosa que deja imprimir la presión digital. Ambas formas a veces crecen y aparecen
en una y otra variedad, según aumenten de tamaño, y dan síntomas por compresión (dislalia, dificultad
para la deglución)
Tratamiento: quirúrgico.

Otras tumoraciones mediales:


Adenoma solitario: Se encuentra en la pirámide de Laloulette donde debe hacerse el diagnóstico
diferencial con el bocio lingual (se moviliza con la deglución) por lo que debe confirmarse cintigrama
de esta glándula.
Tumoración ganglionar única: Puede verse en afecciones piógenas cutáneas periorales, y es
secundaria a la inflamación cutánea, o como manifestación de un proceso crónico inflamatorio
ganglionar unifocal (TBC).

TUMORES LATERALES:
Quistes branquiales:
La mayoría de los quistes branquiales derivan de la segunda hendidura branquial como restos de los
arcos branquiales, elementos que aparecen entre la tercera y cuarta semanas de la vida fetal.
Los quistes se presentan como masas indoloras, fluctuantes y de superficie uniforme, debajo del
ángulo mandibular y delante del borde anterior del músculo esternocleidomastoideo y tienden a
propagarse a través del borde anterior de éste, más que a desplazarse en sentido lateral, y son
ligeramente movilización.
Clínicamente se observan con más frecuencia entre los 10 y 40 años, pero también se manifiestan
desde el nacimiento hasta los 80 años.
Fístulas branquiales:
El síntoma más frecuente de una fístula de los quistes branquiales es la presencia de un orificio con
secreción a lo largo del músculo esternocleidomastoideo, que a menudo se abre en la porción
supraclavicular.
Las fistulas pueden ser congénitas o secundarias a infecciones respiratorias altas que contaminan por
continuidad el contenido de los quistes.
Tratamiento de quistes y fístulas:
Es quirúrgico, y debe extirpar mediante incisión cutánea transversal amplia sobre el quiste para
llegar hasta su comunicación faríngea, la cual si existe debe cerrarse. Las fistulas completas se
disecan hasta su comunicación faríngea y se extirpan en toda su totalidad.

Tumores neurógenos del cuello


Derivan del neuroectodermo. No son frecuentes.
Se forman en el sistema simpático o en las vainas nerviosas como son los casos de schwannomas,
neurofibromas y sarcomas congénito. Los dos primeros nacen de la célula de Schwann, pero hay
diferencias anatomoclínicas entre uno y otro.

Schwannoma:
Deriva del neurilema (capa externa) y el neurolema (capa interna); la célula base es la de Schwann. El
25% se encuentran en el cuello.
Es un tumor solitario y encapsulado, que se encuentra adherido o rodeando a un nervio; casi nunca se
asocia a la enfermedad de Von Recklinghausen (frecuente en neurofibroma) o a degeneraciones
malignas. Pueden presentarse degeneraciones quísticas o necrosis hemorrágicas. Son de distribución
centrífuga, sensibles, con dolor localizado al tumor; pero en ocasiones puede existir dolor
parestésico en la parte distal al tumor.
Se dividen en tumores mediales (cuando afectan a los cuatro últimos pares craneanos y a la cadena
cervical simpática y en laterales (cuando abarcan el plexo cervical o braquial). A veces se introducen
a través del foramen espiral y penetran en el canal raquídeo.
Tratamiento: Quirúrgico.

Neurofibromas:
Se presentan en forma solitaria. A diferencia de los schwannomas, se localizan en forma centrípeta y
tienen tendencia a presentar transformaciones malignas. No producen dolor. Pueden ser múltiples y
constituyen el síndrome de Von Recklinghausen con asociaciones cutáneas, subcutáneas y
anormalidades neurológicas o del desarrollo (gliomas, meningiomas, etc.). Este síndrome tiene un
carácter congénito autosómico.
En los niños, predomina la forma plexiforme y se observan anormalidades óseas en un tercio de los
casos (por erosión y destrucción ósea o por deformaciones de la columna o incurvaciones de las
extremidades inferiores).
El tratamiento de la forma solitaria es su extirpación sólo por razones estéticas.

Tumores del cuerpo carotídeo:


En la bifurcación de la carótida primitiva existe un paraganglio no cromofénico que puede ser asiento
de tumores que se llaman paraganglionares.
Clínica: masa indolora alta cervical por debajo del ángulo de la mandíbula; son de consistencia firme,
que permite cierta movilidad lateral, pero no en el plano vertical, de crecimiento lento y tienen un
curso clínico insidioso. Tienen tendencia familiar.
Son benignos, pero en su estructura existe un potencial maligno (mitosis, polimorfismo). Cuando estas
carácterísticas histológicas se acompañan de metástasis regionales o a distancia, le dan carácter de
maligno. El curso de estas formas malignas es lento. La angiografía selectiva es diagnóstica.
La localización y la vascularidad son elementos a tomar en cuenta para el manejo clínico. Existen
grupos de trabajo que abogan por su extirpación, debido a su crecimiento lento y su tendencia a
transformarse en tumores malignos. Sin embargo y
en vista de que hay un número no despreciable de complicaciones (lesiónes vasculares y nerviosas),
otros recomiendan que se discrimine cada caso en particular e incluso llegar a la abstención-
observación (enfermos añosos con daño vascular predecible) o a la aplicación de radioterapia, cuando
sean técnicamente irresecables o haya bilateralidad.
La ligadura de la carótida tiene mortalidad del 10% y, en el 40%, provoca trastornos neurológicos
graves.

Higromas quísticos:
Es un hamartoma linfático, conocido también como linfangioma. Deriva de los sacos linfáticos
embrionarios o de sus troncos principales que dejan de tener drenaje funcional.
Son tumores de tamaño variable, de limites con poca definición, multiloculares y compresibles; a veces
dan la sensación de cambio en la posición del líquido de sus cavidades al comprimirlas.
En más del 50% de los casos, se presentan en los dos primeros años de vida. Algunos recién nacidos
pueden tener problemas respiratorios por el tamaño que alcanzan estos tumores. En otros casos, el
crecimiento es lento e intermitente y puede tener remisiones involutivas espontáneas.
El tratamiento de elección es quirúrgico con exéresis completa para evitar la recidiva.

Lipomas verdaderos del cuello:


Se observan con frecuencia a nivel del cuello.
Pueden ser superficiales o profundos. Estos últimos se consideran lipomas verdaderos del cuello y se
diagnostican con menos facilidad y su extirpación es más difícil.
Son de crecimiento lento y asintómaticos, de consistencia blanda, excepto los más profundos que
tienen consistencia firme, y no dolorosos (salvo algunas formas bilaterales en la mujer y que
constituyen la enfermedad de Dercum).
Tratamiento quirúrgico.

Tumores desmoides del cuello:


Estos tumores se presentan tanto en el cuello como en otras regiones.
"Desmos" proviene del griego (desmos: banda o tendón), y se debe a su consistencia tendinosa.
Se presentan en la región supraclavicular y con prevalencia en el sexo femenino, como una masa de
crecimiento progresivo (a veces un año de latencia antes de la consulta).
Generalmente se presentan en pacientes menores de 50 años.
Tienden a infiltrar músculos y, en algunos casos puede haber invasión perióstica e infiltración ósea.
En lo que se refiere al enfermo, los tumores desmoides son lesiónes graves.
Tienen alto índice de recidiva, que asociado a las estructuras profundas del cuello donde se localizan,
y a su relaci6n con nervios, vasos y vísceras importantes, le dan el carácter de gravedad.
Su tratamiento es quirúrgico locorregional con vaciamiento radical cervical, cualquiera que sea el
tamaño de la lesión.
Los tumores al comienzo inextirpables por su extensión tamaño, o las recidivas, pueden producir la
muerte del paciente. En estos casos es aconsejable la radioterapia.

Hemangiomas cavernosos:
Se presentan en el cuello, partes blandas y masas musculares (escaleno, esternocleidomastoideo).
Son mas frecuentes en el sexo femenino.
Clínicamente se aprecian como masas blandas, depresibles, de límites poco precisos; a veces, a la
palpación da la sensación de un "saco de gusanos". AI realizar el paciente la maniobra de Valsalva,
aumentan de tamaño y a la compresión inmediata, éste disminuye. Estos dos signos semiológicos son
casi confirmativos de la lesión.
Estas formas localizadas de malformaciones vasculares (hamartomas) requieren tratamientos que van
desde la observación, compresión, corticoterapia (según etapa de evolución) hasta las escisiones
selectivas con o sin embolización previa, o a embolizaciones exclusivas a cielo abierto, y otras.

Otros tumores cervicales:


No es infrecuente aneurismas del cayado aórtico El carácter pulsátil de un aneurisma aórtico y la
presencia de un soplo palpable o audible son diagnósticos.
De la parótida, de su porción que en forma vulgar se llama la cola. La continuidad del tumor cervical
con la parótida señala su carácter glandular extracervical.
Puede existir la presencia de una masa dura, sensible, supraclavicular, donde debe descartarse la
existencia de una costilla cervical sintomática.

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