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SOBRE LA INEVITABILIDAD DEL PROBLEMA ONTOLÓGICO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL ALIUD PRO ALIO

REFLEXIONES A PROPÓSITO DEL CASO CECINAS LA PREFERIDA S.A. CON COMERCIAL SALINAK LIMITADA

ÓSCAR IGNACIO CAORSI LEÑERO


SEBASTIÁN NICOLÁS CAMPOS MICIN

RESUMEN: En este comentario de jurisprudencia nos proponemos revisar la forma en que la Corte Suprema, a propósito
del célebre caso Cecinas La Preferida S.A. con Comercial Salinak Limitada, ha distinguido una hipótesis diversa al vicio
redhibitorio, a saber, el aliud pro alio o entrega de una cosa diversa a la pactada. Luego de relatar el caso y la decisión, y
habiendo reseñado sintéticamente el desarrollo existente en la doctrina acerca de esta cuestión, demostraremos la falta de
fundamentación de la sentencia de la Corte y, además, el ineludible problema ontológico que subyace a la figura del aliud
pro alio. Finalmente, expondremos nuestras conclusiones, presentando como alternativa un modelo más simple y objetivo,
y proponiendo, a la luz de lo ocurrido en el derecho comparado, la supresión del régimen de los vicios redhibitorios.

Palabras clave: Aliud pro alio – vicios redhibitorios – resolución – prescripción.

1. INTRODUCCIÓN
En un momento en que cierto sector de la doctrina nacional se empeña por construir un sistema
de remedios en base a una interpretación muchas veces forzada y tendenciosa de las reglas contenidas
en el Código Civil1, el régimen de los vicios redhibitorios, contemplado a propósito de la compraventa
en los artículos 1857 y siguientes, presenta un escollo de difícil solución. Contrariamente al ideal
propugnado por quienes buscan conferir al acreedor un sistema abierto de remedios, cuyo fundamento
preponderante sea una efectiva protección del crédito2, el régimen de vicios redhibitorios –cuyo
supuesto elemental es que la cosa no sirva para su fin natural o sirva imperfectamente- confiere al
comprador solamente dos acciones, a saber, la redhibitoria y la quanti minoris, cuyos plazos de
prescripción se caracterizan por ser bastante acotados3 y que, por lo demás, no permiten la satisfacción
directa de su interés originario4. Por otra parte, toda vez que según nuestra doctrina y jurisprudencia

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Aun compartiendo las razones y el afán modernizador que muchas veces mueve a algunos autores, como una
muestra de construcciones más o menos forzadas en base a las reglas del Código Civil se puede tener a la vista:
a) la procedencia de la resolución de forma unilateral y extrajudicial. PIZARRO WILSON (2007) pp. 11-28.
b) la procedencia de la reparación y la sustitución como modalidades de la pretensión de cumplimiento. VIDAL
OLIVARES (2014) pp. 239-244.
c) la procedencia de la indemnización de perjuicios de manera directa y autónoma ante el incumplimiento de
una obligación de dar en un contrato bilateral. LÓPEZ DÍAZ (2010) pp. 65-113
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Como señala Barros Bourie, “El conjunto de estos instrumentos configura la protección jurídica del interés
contractual del acreedor. Si se asume que el Derecho de contratos es esencialmente un orden que protege el
crédito y que nadie mejor que el acreedor sabe cual es la acción o remedio que mejor cautela el interés
contractual insatisfecho, debe entenderse que estas acciones dan lugar a una concurrencia acumulativa o, de
lo contrario, alternativa de derechos”. BARROS BOURIE (2008) p. 407
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Conforme al artículo 1866, la acción redhibitoria tiene un plazo de prescripción de seis meses respecto de
cosas muebles y de un año respecto de los bienes raíces, en todos los casos en que las leyes especiales o las
estipulaciones de los contratantes no hubieren ampliado o restringido este plazo. El tiempo se cuenta desde la
entrega real.
Por su parte, conforme al artículo 1869, la acción para pedir rebaja del precio prescribe en un año para los bienes
muebles y en dieciocho meses para los bienes raíces. Se ha entendido que el plazo, en estos casos, también se
cuenta desde la entrega real.
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En este sentido, el régimen no contempla la posibilidad de solicitar la sustitución de la cosa o su reparación;
la razón de ello probablemente esté en que el régimen opera solamente respecto a especies o cuerpos ciertos,

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mayoritarias la acción redhibitoria tiene una naturaleza resolutoria5, el comprador, si acaso está
interesado en la extinción del vínculo contractual, solamente podrá acudir a este régimen, estándole
vedado, en virtud del principio de especialidad, pedir la resolución en base al artículo 14896.
En este contexto, la sentencia de 27 de julio de 2005, dictada por la Corte Suprema en causa
Rol N° 5320-2003, caratulada “Cecinas La Preferida S.A. con Comercial Salinak Limitada”, es digna
de ser comentada, pues parece delimitar el ámbito de aplicación del régimen de vicios redhibitorios y
distingue, como una hipótesis diversa, el aliud pro alio, esto es, la entrega de una cosa distinta a la
pactada. De esta manera, la sentencia que comentaremos sigue una doctrina que, si bien puede parecer
novedosa, encuentra antigua data en nuestra tradición jurídica. Con todo, como veremos, la
construcción dogmática del aliud pro alio presenta problemas bastante intrincados, al extremo de
preguntarse si acaso su reconocimiento es realmente necesario.
El orden en que realizaremos el presente trabajo será el siguiente: en primer lugar, haremos
una síntesis del caso y la sentencia; en segundo lugar, expondremos sintéticamente el desarrollo del
aliud pro alio en la doctrina nacional, a fin de tener un marco teórico de referencia que nos permita
comentar adecuadamente la sentencia; en tercer lugar, comentaremos la sentencia; finalmente,
presentaremos nuestras conclusiones.

siendo de dudosa pertinencia en tal contexto las pretensiones de sustitución y reparación, pues la primera
implica que se entregue otra especie y la segunda comporta una obligación de hacer que excede el contenido de
la obligaciones del vendedor. En Alemania, no obstante, el parágrafo 439.1 del BGB permite al comprador
exigir la sustitución o la reparación de la cosa. Con todo, a fin de prevenir un desequilibrio, el mismo parágrafo
en su tercer numeral agrega que el vendedor puede oponerse al modo de saneamiento elegido por el comprador
si dicho saneamiento sólo es posible ejecutarlo realizando gastos desproporcionados.
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ALESSANDRI RODRÍGUEZ (2003) p. 304. DIEZ DUARTE (1993) p. 168. En cuanto a la jurisprudencia, la misma
sentencia que comentaremos señala en el considerando quinto de la sentencia de reemplazo que “aun cuando
el legislador califica constantemente la acción por vicios redhibitorios como una acción rescisoria, lo cierto
es que, en verdad, es una acción resolutoria especial y con reglamentación diferente a la regla general del
artículo 1.489 del texto legal señalado”.
Una interpretación diversa puede verse en BARAONA GONZÁLEZ (2008). En términos generales, para el autor el
vicio redhibitorio, además de estar presente al momento de la celebración del contrato (artículo 1858 N° 1 del
Código Civil), es un vicio que afecta a la cosa, la cual es un elemento de la esencia específico del contrato de
compraventa; siendo así, la acción redhibitoria no se fundamentaría en una causa sobreviniente
(incumplimiento), sino en una circunstancia ya presente al tiempo de la celebración del contrato y que dice
relación con la estructura interna del contrato. Por lo demás, habría, en palabras de Baraona, una “lesión en el
consentimiento del comprador”, lo que quedaría de manifiesto en el tenor de la segunda parte del artículo 1858
N° 2, relativa a la gravedad subjetiva del vicio: “de manera que sea de presumir que conociéndolos el
comprador no la hubiera comprado o la hubiera comprado a mucho menos precio”. Finalmente, agrega que el
artículo 1682 inciso final, en cuanto establece que “cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa,
y da derecho a la rescisión del acto o contrato”, permite sostener que la acción rescisoria, si bien supletoria, es
los suficientemente general para abarcar a los vicios redhibitorios.
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Tal como señala de Verda Beamonte para el caso español, “si se piensa que las acciones edilicias son remedios
jurídicos específicamente previstos por el legislador para el supuesto de incumplimiento de la obligación de
saneamiento, parecería inevitable concluir que las disposiciones que las regulan, esto es, los arts. 1484 y ss.
CC, son normas especiales que desplazan a las generales contenidas en los arts. 1101 y 1124 CC (lex specialis
derogat legi generali)”. DE VERDA Y BEAMONTE (2004) p.213. .

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2. SÍNTESIS DEL CASO Y DE LA DECISIÓN.
2.1. EL CASO.
Cecinas La Preferida S.A. compró a Sociedad Comercial Salinak Limitada 7.000 KG de “sal
nitrificada” en una concentración de 0.8%. El pago del precio se pactó en tres cuotas exigibles a 30,
60 y 90 días después de la entrega de las mercaderías, la que también se realizaría de forma fraccionada.
La primera entrega fue realizada el día 19 de mayo de 1999, y la segunda y tercera el día 11
de junio del mismo año.
No obstante lo pactado en el contrato, la vendedora en los hechos entregó «sal de cura», en
una concentración cercana a 8,0%. Si bien el cambio en la sal entregada trajo como resultado un
producto altamente salado, y por ende, incomestible, Cecinas La Preferida S.A., acaso amparada en el
principio de confianza, no advirtió la diferencia entre la sal pactada y la entregada, y la utilizó
igualmente en su proceso productivo, suministrando parte de la producción -un total de 600 kilos de
vienesas Fast Food- a diversas estaciones de servicio Copec.
Tan pronto Cecinas La Preferida S.A. advirtió el problema, y considerando que las cecinas
producidas con la sal equivocada tenían una concentración de nitrato de sal superior en diez veces a la
que permite el reglamento sanitario, toda la producción debió ser desechada, procediéndose además al
retiro de las mercaderías suministradas a estaciones de servicio Copec
Ante esta situación, Cecinas La Preferida S.A. interpone demanda en contra de Sociedad
Comercial Salinak Limitada solicitando en lo principal la resolución del contrato de compraventa e
indemnización de perjuicios7. En subsidio solicita la “rescisión” por vicios redhibitorios.

2.2. LA DECISIÓN.

La sentencia de primera instancia, dictada por el Tercer Juzgado Civil de San Miguel en causa
Rol N° 5423-1999, entendió que la discrepancia en las concentraciones “incuestionablemente lleva a
colegir que esta última (la demandada) no ha dado cumplimiento a su obligación contractual”. No
obstante, el tribunal considera que el demandante no es un contratante diligente, pues también ha
incumplido con su obligación –la de pagar el precio-, configurándose a criterio del juzgador la hipótesis
regulada en el artículo 1552 del Código Civil, que en su opinion inhabilita para pedir resolución con
indemnización de perjuicios. En base a tales consideraciones, se rechazó la petición principal.
Respecto a la petición subsidiaria, en tanto no se configuraba propiamente un vicio redhibitorio en el
caso sub-lite, también ésta fue rechazada.
La Corte de Apelaciones de San Miguel, en causa Rol 1878-2001, bajo un entendimiento
diverso al juzgador de primera instancia, confirma igualmente la sentencia impugnada, arguyendo que
“la sociedad demandada habría recibido la mercadería comprada como consta de las guías de
despacho y recepción de fojas 58, 60, 62, sin haber formulado reclamación alguna respecto de la
calidad y cantidad de lo entregado”. Por ende, en atención a que el comprador no habría efectuado el

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Las partidas de daño cuya reparación se solicitó en la demanda son las siguientes:
I. A título de daño emergente: a) los perjuicios en el desecho de todos los productos elaborados con el insumo
entregado por la demandada, que suman 23.214 kilos, por un valor total de $ 47.301.368; b) el valor del retiro
del mercado de 600 kilos de vienesas Fast Food de estaciones de servicio Copec, que alcanzan una suma de $
852.000; c) valor de gastos de arriendo y pago de energía de un contenedor en que se mantienen los productos
afectados, a razón de US$ 25 diarios por arriendo desde el día 24 de junio de 1999 y US$ 10 diarios por energía
desde el 25 de junio del mismo año;
II. A título de daño moral: los perjuicios causados en el prestigio, confianza y credibilidad ganadas por la actora
a través de años con sus clientes y consumidores, que avalúa el demandante en la suma de 10 millones de pesos.

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examen de la mercadería entregada en las oportunidades establecidas en los artículos 146 y 158 del
Código de Comercio, la Corte estima que no puede el comprador ampararse en la facultad concedida
por el artículo 1489 del Código Civil8.
Contra la sentencia definitiva de segunda instancia se interpuso recurso de casación en el
fondo. La Corte Suprema, conociendo de este recurso, ejerció la facultad que le confiere el artículo
775 del Código de Procedimiento Civil, y de oficio casó en la forma, arguyendo que “el fallo
impugnado no cumple con el requisito exigido en el N°4 del artículo 170, puesto que carece de las
consideraciones de hecho y derecho que llevaron a los sentenciadores a concluir que el demandante
no había dado cumplimiento en forma alguna a su obligación contractual de pagar el precio en la
compraventa”. Cabe señalar que la sentencia de casación estuvo motivada en buena medida en dejar
sentada la falta de configuración de la hipótesis regulada en el artículo 15529.
Así las cosas, una vez invalidada la sentencia impugnada, la sentencia de reemplazo, en sus
considerados quinto, sexto y séptimo, recoge la doctrina del aliud pro alio. Dado que de tal cuestión

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Los artículos 146 y 158 del Código de Comercio contemplan, como supuestos de hecho, las siguientes
hipótesis: a) que el vendedor, en el acto de entrega de las mercaderías, exija al comprador el reconocimiento
íntegro de su calidad y cantidad; b) que sin exigirlo el vendedor, el comprador examine las mercaderías al
tiempo de la entrega.
Evidentemente, tratándose de la entrega de un compuesto químico, cuya adecuada examinación requiere de la
realización de un control de calidad, resulta extraño que se configure alguna de las hipótesis referidas. En este
sentido, el voto de minoría desmiente que éstas se configuren, señalando además que “las mercaderías venían
rotuladas como sal de cura de 0.8%, es decir, engañosamente habían sido rotulados como si fueran de la
calidad convenida en el contrato”.
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En términos generales, la Corte estima inexigible la obligación de pagar el saldo insoluto del precio, siendo
improcedente en consecuencia la mal llamada “excepción de contrato no cumplido”. A mayor abundamiento,
la Corte entiende que en las facturas Nºs 02064, 02099 y 02122 se estableció la fórmula de pago del precio; en
sus palabras, “en tales documentos se indica textualmente como condiciones para el pago: "crédito a 30 días
desde fecha de factura"; en consecuencia, habiéndose extendido la primera factura el 19 de mayo de 1999,
resulta que, a la fecha en que el actor detectó la diferencia del producto recibido comunicándoselo al vendedor,
esto es, al día 17 de junio de 1999, no se había hecho exigible siquiera, el pago de la primera factura emitida”.
Pareciera, además, que la Corte estima que, en tanto no se ha entregado la mercadería realmente pactada, la
exigibilidad de la obligación de pagar el precio, una vez llegado el plazo, igualmente se mantiene suspendida.
Es en este sentido que el considerando octavo de la sentencia de reemplazo señala “es un hecho reconocido por
el demandado que fue informado de las objeciones respecto del producto entregado el día 17 de junio de 1999,
fecha en la cual no se cumplían los 30 días de plazo para el pago de la primera factura, de lo cual sólo cabe
concluir que la obligación del comprador de pagar el precio no le era exigible y tampoco lo es con posteridad
a la fecha señalada, puesto que tal como lo constató la actora, ha podido determinarse en estos autos que la
sal que le fue entregada no correspondía a aquélla comprada.” El razonamiento de la Corte nos permite
concluir que en realidad la excepción de contrato no cumplido se configura en favor de la parte compradora,
toda vez que la entrega de una sal diversa a la pactada habilita al comprador para suspender la exigibilidad de
la obligación de pagar el precio. Por lo demás, tal como señala Caprile Biermann refiriéndose a esta excepción,
“hay quienes prefieren designarla como la “suspensión del cumplimiento de la propia obligación por razón
del incumplimiento de la parte contraria”, denominación que tiene el mérito de subrayar su efecto
característico, a saber, la suspensión, eminentemente transitoria, de los efectos de la obligación del
demandado, en tanto el actor no cumpla por su parte o se allane a cumplir, en la forma y tiempo debidos.”
CAPRILE BIERMANN (2012). p. 56. Por el otro lado, en tanto la parte vendedora no ha tenido justificación para
la entrega de una cosa distinta a la pactada, existe propiamente un incumplimiento de su parte, siendo procedente
en consecuencia que se declare la resolución e incluso que se indemnicen los perjuicios.
Más allá de la corrección del razonamiento de la Corte, cabe precisar que, tal como ha sostenido –y con razón-
Mejías Alonzo, el artículo 1552 no contempla realmente la excepción de contrato no cumplido –al menos no de
manera expresa-, sino únicamente la compensación de las moras, institución ésta última que presenta un efecto
impeditivo respecto a la pretensión indemnizatoria, mas no respecto a la resolución. MEJÍAS ALONZO (2013).

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trata este trabajo, nos permitiremos la transcripción literal de tales considerandos, de manera de
presentar fielmente el razonamiento de la Corte:
“5º) Que corresponde, entonces, determinar cuál es la sanción para este caso por haberse
entregado una cosa diferente a la comprada.
A primera vista, pareciera que se trataría de un caso de vicio redhibitorio, definido en el
artículo 1.857 del Código Civil, como la acción que tiene el comprador para pedir que se "rescinda"
la venta o se rebaje proporcionalmente el precio, por los vicios ocultos de la cosa vendida.
Sin embargo, ha de destacarse que la acción antedicha, cuyos requisitos de procedencia se
encuentran en el artículo 1.858 del Código Civil, constituye una excepción a la regla general de que
el incumplimiento de las obligaciones de un contrato bilateral da origen a la acción resolutoria,
debiendo entenderse que aun cuando el legislador califica constantemente la acción por vicios
redhibitorios como una acción rescisoria, lo cierto es que, en verdad, es una acción resolutoria
especial y con reglamentación diferente a la regla general del artículo 1.489 del texto legal señalado.
6º) Que, en consecuencia, la situación se traduce en que, ante el cumplimiento imperfecto de
la obligación de entregar, puede suceder que se reúnan los requisitos de los vicios ocultos, en cuyo
caso se aplican las normas del párrafo 8º del Título XXIII del Libro Cuarto del Código Civil, pero si
no se dan dichas exigencias puede reclamarse el cumplimiento de la obligación de entregar por parte
del vendedor, a través del artículo 1.489 del Código Civil, si concurren los presupuestos que exige la
norma, dando lugar así a la aplicación de la condición resolutoria tácita de este precepto de
aplicación general.
7º) Que, de acuerdo a las disposiciones que reglamentan la institución de los vicios ocultos,
ellas se aplican cuando entregada la cosa realmente vendida, ésta resulta tener un vicio existente al
tiempo de la venta, pero que no puede ser advertido por el comprador, lo que en este caso se cumple,
como se encuentra establecido en autos. Pero ello sólo puede tener lugar cuando la cosa entregada
es realmente la vendida, lo que no acontece en autos, donde la cosa entregada es otra, como ha
quedado establecido en la sentencia de primer grado.
Por ende, no cumpliéndose esta exigencia fundamental para aplicar la acción redhibitoria,
debemos volver a la regla general del artículo 1.489 del Código Civil, ya que el incumplimiento del
vendedor reúne todos los requisitos para que proceda la resolución del contrato.”
Así las cosas, sobre la base del razonamiento recién transcrito, y descartándose en el
considerando octavo la existencia de mora del comprador, se acoge parcialmente la demanda,
declarándose la resolución del contrato y condenándose al pago de una indemnización, a título de daño
emergente, por $ 40.000.000. Se rechaza, en cambio, la indemnización solicitada por los rubros de
arriendo de frigorífico y daño moral, no por la improcedencia de los mismos, sino por falta de prueba.

3. EL ALIUD PRO ALIO EN LA DOCTRINA NACIONAL.


3.1. ORIGEN Y JUSTIFICACIÓN.

La entrega de una cosa diversa a la pactada suele conceptualizarse como aliud pro alio. Ya en
el Derecho Romano, particularmente en pasajes de Paulo y Ulpiano, puede observarse la fórmula:
“aliud pro alio, invito creditori solvi non potest”10, fórmula cuya traducción literal es que “no se puede

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Paulo indica “Mutui datio consistit in his rebus, quae pondere, numero, messura consistunt; quoniam fórum
datione possumus in creditum ire, quia in genere suo functionem recipiunt per solutionem magis, quam specie;
nam in ceteris rebus ideo in creditum ire non possumus, quia aliud pro alio invito creditore solvi non potest”
(D. 12, 1, 2, 1)

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pagar una cosa por otra a un acreedor contra su voluntad”. En nuestro Código Civil la regla estaría
contenida de manera general en el artículo 1569 –particularmente en su inciso segundo-. Asimismo,
en materia de compraventa, la regla estaría especificada en el artículo 1828.
La relevancia de esta construcción reside en la distinción de un tipo de incumplimiento diverso
a aquél que hace exigible la obligación de saneamiento por vicios redhibitorios en la compraventa. En
otras palabras, el aliud pro alio constituye un supuesto diverso al vicio redhibitorio, permitiendo que
el comprador pueda acudir a las reglas generales y solicitar, en base a los artículos 1489 y 1826, el
cumplimiento o la resolución del contrato, con indemnización de perjuicios -o incluso, como estima
López Díaz, la indemnización de forma autónoma11-. La cuestión no es baladí si se considera que el
plazo de prescripción de la acción resolutoria que otorgan los artículos 1489 y 1826 es de cinco años -
habida cuenta de lo establecido en el artículo 2515-, mientras que, conforme dispone el artículo 1861,
el plazo de prescripción de la acción redhibitoria es de seis meses o un año dependiendo de si la cosa
es mueble o inmueble
Si bien en el último tiempo parte de la doctrina ha prestado especial atención al aliud pro
alio12, desde siempre nuestra doctrina y jurisprudencia han distinguido entre el caso en que se entrega
una cosa diversa a la pactada y aquél en que se entrega la especie o cuerpo cierto debido pero con un
vicio redhibitorio. Alessandri, por ejemplo, señalaba que “si el vendedor no entrega la cosa en el lugar
y en la época debidos, si entrega otra diversa de la que se vendió, si no la entrega en la forma pactada
o si no entrega sus frutos y accesorios, el comprador está en su perfecto derecho para pedir el
cumplimiento exacto del contrato o su resolución, con indemnización de perjuicios”13. Asimismo, ya
en el año 1930, a propósito de la entrega de un vehículo con calidades distintas a las convenidas, la
Corte Suprema rechazó un recurso de casación en el fondo interpuesto contra sentencia definitiva de
la Corte de Apelaciones de Valparaíso que dispuso “Que las disposiciones del Código de Comercio,
en que se fundan las alegaciones de los demandados y que sirven, también, de base a la sentencia
apelada, no son aplicables a la cuestión debatida, porque esas leyes se refieren al caso de vicios
redhibitorios, esto es, a defectos de calidad en la cosa entregada, pero siempre que esta corresponda
específicamente a la cosa vendida; 4. Que cualquiera otra interpretación contraria conduciría a
confundir dos situaciones jurídicas de un orden enteramente diverso regladas por leyes distintas; la
acción redhibitoria, que procede de vicios ocultos de la cosa vendida, y la acción resolutoria, que
nace del no cumplimiento de lo pactado en la forma y condiciones de la especie vendida”14
La figura, en consecuencia, no resulta para nada extraña a nuestra tradición.

3.2. CASOS COMPLEJOS.

Si bien hasta este punto la distinción podría parecer bastante simple, existen casos en que no
ocurre así. En principio, es fácil sostener que en el fallo que estamos analizando se entregó sal con una

Por su parte, Ulpiano “Inde quaeritur, si in ipso corpore non erreur, sed in ipso corpore non erretur, sed in
substanria error sit, utputa si acetum pro vino venat, aes pro auro, vel plumbum pro argento, vel quid aliud
argento simile, an emptio el venditio sit. Marcellus scripsit libre sexto Digestorum, emptionem ese et
venditionem, quia in corpus consensum est, etsi in materia sit erratum; ego in vino quidem consentio, quia
eadem prope (substancia) est, si modo vinum acuit; ceterum si vinum non acuit, set ab initio acetum fuit, ut
embamma, aliu pro alio veniisse videtur; in ceteris autem nullam ese venditionem puto, quoties in materia
erratur” (D. 18.1.9.2)
11
LÓPEZ DÍAZ (2013) pp. 605-624.
12
LÓPEZ DÍAZ (2013) pp. 605-624; DE LA MAZA GAZMURI (2012) pp. 638-644.
13
ALESSANDRI RODRÍGUEZ (2003) p. 993.
14
Sentencia de casación de 27 de octubre de 1928, dictada por la Corte de Apelaciones de Valparaíso, Revista
de Derecho y Jurisprudencia, tomo 27, sección 1ª, 1930, p. 777.

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concentración de nitrato de sodio distinta a la pactada, configurándose por tanto una hipótesis de aliud
pro alio. No obstante, surge la cuestión de qué habría ocurrido si la sal entregada hubiese tenido, en
vez de la concentración pactada (0,8%), una concentración de 0,7% o incluso de 0,78%; ¿se configura
también en esos casos un aliud pro alio? Otro tanto puede predicarse de “Zorin S.A. con Compañía
Siderúrgica Huachipato S.A.”15, caso en que se entregaron desechos metálicos con una concentración
de níquel diversa a la supuestamente pactada.
Frente a estos casos, y si acaso se estima necesario defender la figura del aliud pro alio, urge
encontrar criterios que permitan formular la distinción con claridad. A este respecto, en la doctrina
nacional pueden encontrarse dos tesis, que analizaremos a continuación.
a) López Díaz estima que “existirá vicio en la medida que el defecto que la cosa presenta,
impida que ésta sea destinada a uso natural o a la finalidad que determinó su adquisición –
debidamente especificada en el contrato- y que tal defecto no tenga la virtualidad de convertir esa
cosa en otra distinta”16. En otras palabras, si el defecto convierte a la cosa en otra distinta, habrá aliud
pro alio y el comprador podrá acudir al régimen general de remedios (artículos 1489 y 1826) .
En nuestra opinión, el criterio presentado por la autora es vago y discrecional, pues no se
postula un método concreto y objetivo para hacer la distinción. Además de que parece sugerirse el uso
de la intuición, el criterio entraña un importante problema ontológico, a saber, la cuestión relativa a
cuándo un defecto es tan grave que permite asumir que la cosa se ha convertido en otra.
b) De la Maza Gazmuri propone que se debe distinguir si se está en presencia de una
obligación de especie o de género; en caso que la obligación sea de género y se entregue un individuo
de una calidad inferior a la mediana, habrá aliud pro alio y se podrá acudir al régimen general de
remedios.17 Si la cosa debida es una especie o cuerpo cierto y, una vez entregada, no sirve para su fin
natural o sirve imperfectamente, habrá un vicio redhibitorio y se deberá acudir al régimen especial.
En nuestra opinión, si bien el criterio presentado por este autor es aparentemente más objetivo
que el anterior, es igualmente falaz, pues parece difícil sostener que en casos como Cecinas La
Preferida S.A. con Comercial Salinak Limitada y Zorin S.A. con Compañía Siderúrgica Huachipato
S.A. se hayan entregado cosas pertenecientes al mismo género pactado pero con una calidad menor a
la mediana. A nuestro entender, se entregaría un individuo del mismo género y de una calidad inferior
a la mediana si, por ejemplo, cumpliendo el individuo con las calidades del género convenido, presenta
algún vicio de descomposición o algún defecto de fábrica. En las causas precitadas parece haberse
entregado individuos de un género diverso al pactado, pues en ninguno de los dos casos la cosa
entregada cumple con la determinación genérica convenida. En este sentido, conviene precisar que el
género también requiere ser determinado, debiendo precisarse cuáles son las características o calidades
que lo constituyen. Desde este punto de vista, si se entrega una cosa que no detenta las mismas
calidades especificadas en el contrato, no se está entregando una cosa del mismo género sino de uno
diverso. Por lo demás, desde un punto de vista ontológico, dentro de un género determinado –como la
sal, por ejemplo- pueden existir subgéneros o clases –como la sal nitrificada y la sal de cura-, de manera
que al interior de cada subgénero pueden comprenderse diversos individuos que detenten las calidades
que lo constituyen18. De esta manera, si la sal entregada presenta una concentración diversa a la

15
Sentencia de 31 de octubre de 2012, dictada por la Corte Suprema en causa Rol N° 3325-2012, caratulada
Zorin S.A. con Compañía Siderúrgica Huachipato S.A.
16
LÓPEZ DÍAZ (2013) pp. 616 y 617.
17
DE LA MAZA GAZMURI (2017) disponible en: http://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-
Juridico/2017/03/21/De-nuevo-sobre-el-ialiud-pro-alioi.aspx
18
La corrección de este planteamiento debiese resultar evidente en una economía de mercado, donde la
obligación de dar un iphone 7 que contrae un proveedor respecto a un consumidor en virtud de un contrato de
compraventa, no constituye en ningún sentido una obligación de especie. La obligación, como es evidente, es

7
pactada, es erróneo entender que tal sal pertenece al género pactado, detentando una calidad inferior a
la mediana; tal planteamiento sólo podría ser correcto si el género convenido fuese simplemente sal, y
lo normal, esto es, la calidad mediana de ella, fuese tener una composición diversa, que permita más
usos que la sal efectivamente entregada. No obstante, el género convenido en el caso sub-lite no es
simplemente sal, sino sal nitrificada, por lo que la sal de cura no podrá comprenderse bajo ningún
punto de vista como un individuo del género sal nitrificada con una calidad inferior a la mediana. La
sal de cura entregada es, en realidad, un individuo de un género diverso al pactado. Es claro, por lo
demás, el artículo 1508 del Código Civil, que dispone que “Obligaciones de género son aquellas en
que se debe indeterminadamente un individuo de una clase o género determinado”. La clase o género
debe, por tanto, estar determinada.

4. COMENTARIO

4.1. CRITERIO ADOPTADO POR LA SENTENCIA ANALIZADA.

La sentencia analizada parece haber realizado una distinción intuitiva, estimando que la
concentración diversa a la pactada es una razón suficiente para concluir que se ha entregado un
individuo diverso. En palabras de la Corte, “de acuerdo a las disposiciones que reglamentan la
institución de los vicios ocultos, ellas se aplican cuando entregada la cosa realmente vendida, esta
resulta tener un vicio existente al tiempo de la venta, pero que no puede ser advertido por el
comprador, lo que en este caso se cumple, como se encuentra establecido en autos. Pero ello solo
puede tener lugar cuando la cosa entregada es realmente la vendida, lo que no acontece en autos,
donde la cosa entregada es otra, como ha quedado establecido en la sentencia de primer grado.
Por ende, no cumpliéndose esta exigencia fundamental para aplicar la acción redhibitoria,
debemos volver a la regla general del artículo 1.489 del Código Civil, ya que el incumplimiento del
vendedor reúne todos los requisitos para que proceda la resolución del contrato.”
En realidad, la Corte se limita a declarar que en el caso sub-lite se ha entregado una cosa
diversa a la pactada, sin fundamentar ni precisar cómo arriba a esa conclusión.
Dado que no se presenta ningún argumento, pareciera que el criterio seguido por el
sentenciador coincide con el de López Díaz. La pregunta que cabe hacer, y que ya formuláramos
previamente, es qué habría ocurrido si se hubiese entregado sal con una concentración de nitrato de
sodio al 0,7% o al 0,78%. Como ya se sugirió cuando revisamos la tesis de la referida autora, este
criterio contiene un problema ontológico de difícil solución, a saber, precisar cuándo un defecto es tan
grave que transforma una cosa en otra distinta. Bajo este criterio, pareciera que no queda más que
confiar en la prudencia de los tribunales.
Creemos que el fallo, si bien acertado en cuanto a descartar la existencia de un vicio
redhibitorio, no funda adecuadamente su decisión. En nuestra opinión, una razón suficiente para haber
excluido el régimen de vicios redhibitorios es que la obligación contraída por Comercial Salinak
Limitada era de género, siendo en consecuencia improcedente la aplicación de un régimen que
presupone que la obligación del vendedor sea de especie o cuerpo cierto19. La Corte, en cambio, siguió
un camino más intrincando, descartando la aplicación del régimen en razón de haberse entregado una

de género, pues el proveedor se entenderá liberado entregando cualquier individuo del género iphone 7, con tal
que sea de una calidad a lo menos mediana.
19
DE VERDA Y BEAMONTE (2004) pp.228 y 229.

8
cosa diversa a la pactada, pero sin dar razón de tal afirmación. En este contexto, se podría haber
aclarado que la cosa entregada es diversa porque no detenta las calidades que constituyen al género
pactado en el contrato; en otras palabras, el individuo entregado pertenece a un género distinto al
convenido. La Corte ni siquiera se refirió a los artículos 1569 y 1828 del Código, normas que, al menos
desde un punto de vista formal, habrían servido como sostén de su conclusión.
Pese a todo lo razonado, sinceramos que, cualquiera sea el caso, la aplicación de la doctrina
del aliud pro alio entrañará ineludiblemente un problema ontológico. En efecto, aun entendiendo que
resulta aplicable la tesis de De la Maza Gazmuri o, como entendemos nosotros, que se ha entregado
un individuo de un género diverso al pactado, nos plantearemos inevitablemente la cuestión. De este
modo, si siguiéramos la tesis del referido autor, que aparenta ser más objetiva que la de López Díaz,
tendremos que determinar qué tan grave deber ser un defecto para que podamos decir que la calidad
del individuo entregado es inferior a la mediana. De la misma manera, si aplicáramos nuestro
razonamiento, tendremos que preguntarnos cuándo el individuo entregado, en razón de sus
características, puede considerarse comprendido en un género diverso al pactado. El problema, por
ende, consiste en un problema de representación, significación y determinación de los entes en el
mundo, cuestión que evidentemente transciende con creces los modestos límites del derecho civil.

4.2. EL MITO DEL ALIUD PRO ALIO: EL ETERNO RETORNO A LA CUESTIÓN ONTOLÓGICA.

En un caso reciente, a propósito de la compraventa de tres toneladas de sulfato de zinc


granulado destinadas a fertilizar una plantación de nogales de la variedad “Chandler”, la Corte
Suprema ha estimado que “Para que se apliquen las normas que reglamentan la institución de los
vicios ocultos, se requiere que se cumplan todos y cada uno de sus requisitos, en particular que la
cosa entregada sea efectivamente 'la cosa vendida', tal como lo exige el artículo 1857 del Código
Civil, lo que no se cumple en autos dado que la cosa entregada es otra, como ha quedado establecido
en la sentencia impugnada, al decir que el contenido de boro inadecuado, dañino y no informado al
comprador alteró la naturaleza o la esencia del fertilizante adquirido”20. En los hechos, si bien se
entregaron las tres toneladas de sulfato de zinc, éstas presentaban una alta concentración de boro -
elemento no estipulado-, circunstancia que las tornaba dañinas para los árboles. Cabe cuestionarse si
en esta sentencia, comentada también por De la Maza Gazmuri21, resulta aplicable la tesis por él
postulada, pues efectivamente parece haberse entregado el género convenido, pero con una calidad no
estipulada que resultaba dañina o nociva para el fin perseguido por el comprador; ¿tal nocividad nos
permite decir que la calidad del sulfato de zinc era inferior a la mediana? Aparentemente los vagos y
generales márgenes de la razonabilidad nos impelen a dar una respuesta positiva; no obstante, a
diferencia de lo que parece sugerir el citado autor, el problema ontológico vuelve a presentarse en toda
su plenitud. Así las cosas, la determinación científica del porqué la nocividad nos permite calificar al
sulfato de zinc como uno de calidad inferior a la mediana constituye un problema eminentemente
filosófico, que superan con creces el modesto pero fundamental fin del derecho: establecer un orden
racional –y simple- para la vida en sociedad.

20
Sentencia de 13 de marzo de 2017, dictada por la Corte Suprema en causa rol 30979-2016, caratulada
“Agrícola y Forestal Vista Volcán Limitada con Coagra S.A. y otra”.
21
DE LA MAZA GAZMURI (2017) disponible en: http://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-
Juridico/2017/03/21/De-nuevo-sobre-el-ialiud-pro-alioi.aspx

9
5. CONCLUSIONES

Atendido lo expuesto, pareciera que la construcción y el desarrollo de una categoría como el


aliud pro alio, si bien resulta útil a fin de delimitar el ámbito de aplicación de la acción redhibitoria,
presenta problemas bastante intrincados. Nos parece que una solución más simple –aunque no libre
completamente del problema ontológico- consiste en distinguir si la obligación es de especie o de
género; si es de especie y se entrega efectivamente el individuo debido, no sirviendo tal cosa para su
fin natural o sirviendo imperfectamente, se aplicará el régimen de los vicios redhibitorios; si, en
cambio, es de género, automáticamente podremos hacer uso de las reglas generales, ya sea que se haya
entregado un individuo del género determinado con una calidad inferior a la mediana, o que se
entregue, como en el caso que hemos comentado, un individuo de un género diverso al pactado22.
Con todo, en nuestra opinión, y sin incurrir en el exceso de confundir el incumplimiento con
la insatisfacción, lo ideal sería una simplificación de las obligaciones del vendedor, ya sea que éstas
recaigan sobre una especie o un género. De esta manera, estimamos pertinente eliminar la regulación
existente respecto a la obligación de saneamiento por vicios redhibitorios, la que por lo demás
constituye un resabio histórico anacrónico proveniente del derecho romano y pensado originariamente
para las compras de animales y esclavos en ferias o mercados.23
En derecho comparado, el régimen de los vicios redhibitorios no solamente ha sido suprimido
en la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, los Principios
UNIDROIT sobre Contratos Comerciales Internacionales y los Principios Europeos de Derecho de
Contratos, sino que también ha sido eliminado del BGB mediante la reforma de enero de 2002, que,
con la nueva redacción del parágrafo 433.1 II, establece que el vendedor está obligado a entregar al
comprador la cosa vendida libre de vicios; como señala Martin Ebers para el caso alemán, “la ausencia
de vicios en la prestación es también un deber del vendedor”24.
Actualmente, en atención a que las exigencias de la buena fe contractual recobran cada vez
mayor fuerza25, la presencia de un vicio redhibitorio debiese permitir al comprador valerse del régimen
general de remedios (no por su mera insatisfacción, sino por e1 incumplimiento de una obligación por
parte del vendedor). En este sentido, si se eliminase la obligación de saneamiento de los vicios
redhibitorios, la obligación de la esencia del vendedor no se agotaría en la mera entrega o tradición,

22
A la misma conclusión parece arribar De Verda y Beamonte. En sus palabras, “la obligación de saneamiento
no se aplica, en cambio, en el ámbito de la venta genérica, donde el vendedor sólo cumple correctamente la
obligación de entrega cuando pone en poder y disposición del comprador una cosa en la que concurren todas
las cualidades previstas en el contrato o presupuestas por las partes. Por lo tanto, si en la cosa entregada falta
alguna de dichas cualidades, las acciones pertinentes no serán las edilicias, sino las de incumplimiento, que
son remedios jurídicos mucho más ventajosos para el comprador” DE VERDA Y BEAMONTE (2004) p. 229.
23
Sobre el anacronismo de la recepción de los vicios redhibitorios en el período de la codificación y en el BGB,
véase ZIMMERMMAN, REINHARD (2008) pp. 91-99. Particularmente interesante resulta que originariamente,
además de la actio redhibitoria y la actio quanti minoris, el comprador disponía también de la actio empti. En
otras palabras, el derecho romano prodigaba una mayor protección al comprador que aquella conferida por los
artículos 1857 y siguientes de nuestro Código Civil. Por lo demás, si bien la actio redhibitoria y la actio empti
presentaban en su origen exactamente los mismos plazos de prescripción que los contemplados al día de hoy
en nuestro Código, la actio empti tenía un plazo de prescripción de treinta años.
24
EBERS, MARTIN (2015) p. 33
25
Según enseña Zimmerman, “la bona fies, a la que la fórmula de la acción de los contratos se refería
expresamente, se contó entre las más importantes fuerzas motrices que conformaron el Derecho romano de
contratos, y su inherente dinamismo caracterizó más tarde también el desarrollo del Derecho común”.
ZIMMERMMAN, REINHARD (2009) pp. 74 y 75.
En una sociedad de consumo, caracterizada por el fenómeno de la contratación masiva –fenómeno en que
inciden importantes desequilibrios de poder e información-, la buena fe recobra su vigor y dinamismo.

10
sino que debiese también extenderse a que la cosa entregada sirva para su fin natural o para el uso o
destino expresado en el contrato. Así lo exigiría el tenor del artículo 1546, particularmente en lo relativo
a “todo lo que emana de la naturaleza de la obligación”.26

BIBLIOGRAFÍA CITADA

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BRITO, ALEJANDRO (editor científico), Estudios de Derecho Civil III (Santiago, LegalPublishing).
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cumplido y, en especial, el de su invocación para atajar la acción resolutoria en el caso de
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compraventa”, Revista chilena de derecho, Vol. 39, N° 3, pp. 638-644.
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de los contratos bilaterales como remedio autónomo en el derecho civil chileno”, Revista chilena
de derecho privado, N° 15, pp. 65-113.

26
Sobre el sentido de esta norma, véase GUZMÁN BRITO, ALEJANDRO (2005) pp. 85-99.

11
• LÓPEZ DÍAZ, PATRICIA (2013): “El aliud pro alio: un supuesto de indemnización de daños autónoma
o exclusiva frente al incumplimiento del deudor”, en SUSAN TURNER y JUAN ANDRÉS VARAS
(coordinadores), Estudios de Derecho Civil IX (Valdivia, LegalPublishing), pp. 605-624.
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JURISPRUDENCIA CITADA

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• CECINAS LA PREFERIDA S.A. CON COMERCIAL SALINAK LIMITADA (2003): Corte de Apelaciones de
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• CECINAS LA PREFERIDA S.A. CON COMERCIAL SALINAK LIMITADA (2005): Corte Suprema, 27 de julio
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