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(1) El Antiguo testamento preparación y figura del Nuevo Testamento (DV3). Dios,
comunión de las tres personas, al crear al hombre lo hace a su imagen y semejanza; lo crea
un ser relacional (Gn 1, 26-28) un ser en relación consigo mismo, con los demás y con la
creación. La tradición Yahwista en el Génesis nos muestra la caída de Adan y Eva que
Dios; necesidad de la Gracias de Dios. El proyecto salvífico de Dios comienza con la llamada
de Abrahán (Gn 12,1-3; 17,1-5; 22, 16-18). Dios elige a su pueblo, la categoría elección nos
posiciona en una comprensión fundamental de la identidad del Israel. Dios llama a Abrahan
y, con él, a toda su descendencia a ser su pueblo; Israel se muestra como una gran familia,
el término « ´edah y qahal (קָ הָ ל/ »)עֵדָ הque se convierte en una alianza en el Sinaí; esta Alianza
es una disposición unilateral de Dios. Es Dios quien toma la iniciativa (Ex 24,6-8; 34, 20ss)
(2) ´edah y qahal (קָ הָ ל/ )עֵדָ הambos términos aparecen en la Sagrada Escritura; el primero es
utilizado en el libro de los Números, el siguiente tiene su uso en escritos pos-exílicos. Ambos
como «qahal Yahve» que viene traducida como «asamblea del pueblo»; haciendo referencia
a una sola asamblea que se caracteriza por su dinamicidad, tiene una connotación política y
religiosa a la vez, «reunión litúrgica ». «Edah», es empleada para referirse a personas que se
necesariamente que tenga que ver con el ámbito religioso o político. «´edah y qahal» se
traducen por synagoge (syn, «con, junto, y ago, «conducir, empujat». «קָ הָ ל/ »עֵדָ הexpresa la
(3) Postquam vero multifariam multisque modis Deus locutus est in Prophetis, «novissime
diebus istis locutus est nobis in Filio» (DV4) El Antiguo testamento se traduce como un
iniciativa y actúa por medio de los patriarcas, por Moisés y el rey David que tiene su término
en Juan Bautista (Lc16, 16), bisagra entre el Antiguo y Nuevo Testamento, que prepara el
«camino» del redentor (Lc 1,76;7,27; 3,4-6) La plenitud de la Alianza está en la Persona de
(4) El Nuevo Testamento desde las teologías de Juan, Lucas y Pablo se nos brinda una
teología del camino y del caminar juntos. Lucas nos mostrara la teología del Jesús caminante
y la teología de Juan que nos muestra la teología de Jesús camino. El evangelio de Lucas
junto con Hechos no muestra toda una teología del camino. El camino del ministerio de Jesús
empieza en Galilea (Lc 4,14-9,50), y desde ahí se pone en camino a Jerusalén (Lc 9,51-19,40)
tiene termino a la derecha del Padre (Lc 19,41-24,53); este final es una síntesis de su vida
por el Reino de Dios; una existencia profética, sacerdotal y regia. El evangelio de Juan nos
mostrara que Jesus es el camino (Jn14, 6) que conduce al padre (Jn14, 9) y es él quien
comunica el Espíritu que Santo (Jn 16,13) que nos señala el camino de la unidad (Jn17, 21-
23) que nos permite vivir la comunión. La Persona de Jesús abre un nuevo capítulo en la
historia de la salvación (Jn 1,14; Gal 4,4); el Jesús peregrino que hace el camino; que nos
caminar y en el compartir la mesa donde se alimenta del Pan de Vida necesario para seguir
(5) Jesús llamo a sus discípulos, e hizo de ellos una comunidad cuya finalidad era hacer
presente el Reino de Dios en la sociedad judía; el reino de Dios se hace presente en cuanto
se empieza a vivir los valores a través de los cuales Jesús nos dice en qué consiste el Reino
de Dios. Jesús nos viene a traer una nueva forma de vivir, una nueva forma de abordar las
dificultades, de situarnos en la realidad esta se sintetiza en un «para que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo
crea que tú me has enviado» (Jn 17,1) aquí se visualiza el ideal de toda comunidad cristiana
futura (Flip 2,2; 1Cor1, 10), una comunión a semejanza de la comunión trinitaria. Una
(6) Con la glorificación de Jesús se marca el término de su peregrinar terreno y el origen del
comienzo de la Iglesia. Jesús les comunica la fuerza del Espíritu para que sean testigos de su
la segunda venida del Señor. Entre una dimensión misionera y una escatológica. Ese camino
testimonial se plasma en un caminar geográfico desde Jerusalén por Judea y Samaría (Hch
8,1b-11,18) y luego hasta los confines del mundo (Hch 11,19-28,31) la Iglesia refleja su
camino testimonial como una comunidad fraterna y una comunidad misionera. La Iglesia
comprende su caminar tal como Jesús lo comprendió, y nos describe el Evangelio de Mateo;
un caminar que tiene su inicio en la misión al pueblo Judío (Mt 1,1) para finalmente id a todo
(7) «ἐκκλησία» es la traducción del hebro «qahal» que significa «convocar» y se traduce
como «convocación santa» del Pueblo de Dios, en el uso de los cristianos será evocado como
la «asamblea convocada por Dios en Jesucristo», el Nuevo Pueblo de Dios (Deufour, 1977)
la utilización de esta terminología era para designar a que una única asamblea de Dios está
localizada en diversos lugares, por ello en el Nuevo Testamento no podemos hablar de «la
Iglesia» sino de «las iglesias»: La iglesia de Jerusalén como primera iglesia (Lucas 24,46,49;
Hech. 1,8; Hech. 2,4,16,17,33; Hech. 2,38; etc); la iglesia de Antioquía (Hech. 11,20,22-26;
Hech. 15,23,35,36, etc) la iglesia de Corinto (Hech. 18,8; 1 y 2 Cor); la iglesia de Filipos
(Hech. 16,6-8,11-15,25-34; Fil); la iglesia de Efeso ( Hech. 18,19-21; 19; 20,18-38; Efes. 1
(Hech. 28,30-31) la realidad eclesial que se extrae al leer el Nuevo Testamento es que era
una realidad diversas, plural. Las iglesias eran hombre y mujeres con sus carismas, con una
espiritualidad; con una forma de hacer teología pero la pluralidad era equilibrada con certeza
que eran convocados por el mismo Dios, por la fe en el misterio pascual de Cristo y por la
(8)La idea de polaridad entre pluralidad-uniformidad creaba tensiones que eran equilibradas
palpable también la colaboración y cooperación, tanto varones como mujeres, (Rom 16,13-
15; 1 Cor 1,11; Hechos 17,14; Tito 1,5; Hechos 20,4; Hechos 16,14, 15; 17,7; 18,2, 3; 21:8,
16; Romanos 16,23; Filemón 1, 22, etc) en la extensión del evangelio y la edificación de la
gozan de la misma dignidad (Gal 3,28; 1Cor12,13) pero queda resaltar la experiencia
paradigmática del llamado Concilio de Jerusalén (Hech 15); y desde el cual la tradición ha
(9) La asamblea que nos describe el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles (Cf. Gál 2,
1-10) se le asigna la categoría de Concilio, la Tradición lo hace en razón que este episodio
transciende la historia, aun no siendo un sínodo o concilio propiamente dicho nos muestra el
(10) Sínodo proviene del griego σύν- ὁδός el cual tiene dos significados. Primero, caminar
juntos y segundo, a travesar el umbral. Desde la misma raíz filológica griega encontramos
dos significados que nos ayudan a vislumbrar lo que es la sinodalidad. Caminar juntos y
encontrarse para reunirse; el camino y el hogar. La sinodalidad está en las entrañas mismas
de la Iglesia como andar juntos por el camino y estar juntos en asamblea. Este binomio,
Espíritu, y cada vez que se detiene, lo hace iluminada por el mismo Espíritu para discernir
los signos de los tiempos que le ayuden seguir los caminos más adecuados en su peregrinar
escatológico e histórico.
(11) El episodio de los Hechos de los Apóstoles nos muestra un desafió, tanto pastoral como
doctrinal, de la crisis judaizante que tenía por intención reducir la Iglesia a una expresión del
judaísmo y también nos muestra el choque de dos eclesiología; la judeocristiana que estaba
representada por Santiago (no discípulo de Cristo) y la pagano-cristiana que tenía como
discernimiento de los Apóstoles y el cuerpo eclesial permite que la Iglesia retome un camino
renovado desde la misión. En este episodio vemos como la Iglesia camina y se detiene para
(12) Reunirse convocados por Cristo-camino que nos muestra a Dios como comunión íntima
y comunicación de las tres personas divinas , donde (ubi) el Espíritu Santo nos ilumina en la
raíz trinitaria, el Concilio Vaticano II expresa: « Sic apparet universa Ecclesia sicuti “de
unitate Patris et Filii et Spiritus Sancti plebs adunata”» (LG 2-4; AG 2-4) La Iglesia es un
que es comunión, y de la cual ella participa. Participa en Cristo y mediante el Espíritu Santo
(Sin43) Por lo tanto la misión de la Iglesia, su vida y razón de ser, tiene como fuente y
es el único mediador en la Iglesia cuya obra salvífica nos incorpora a la vida del Padre; el
Espíritu Santo es el que vivifica el Pueblo de Dios, es consumador del plan del Padre y de la
obra de Cristo en la Iglesia. Todo el plan del Padre, realizado por Cristo y consumado por el
Espíritu Santo tiene como meta el Padre «in Ecclesia universali apud Patrem
congregabuntur» (LG4)
(14) El Espíritu Santo que vivifica al Pueblo de Dios es el mismo Espíritu de Cristo (LG8),
es decir, el Espíritu que ha actuado en la vida de Jesús (Lc 4,18-19) es el mismo Espíritu que
unifica y dirige la Iglesia; es el principio vital. La propiedad del Espíritu Santo en la Iglesia
amborum» (Contr. Error. Graec, c.9), es decir, Él «es» la relación entre el Padre y el Hijo; el
«nosotros» en Persona.
La acción del Espíritu en la comunión del Cuerpo de Cristo y en el camino misionero del Pueblo
Trinidad, comunica ese mismo amor a la Iglesia que se edifica como κοινωνία τοῦ ἁγίου
(15) «La obra del Espíritu no es aclarar esto o eso; es animar y realizar el cuerpo de Cristo»
(Y.Congar, 1953, pág. 193) por lo tanto las condiciones del don y del trabajo del Espíritu son
bautizados como Espíritu de comunión fraterna y de amor, por lo que «la sinodalidad no
designa un simple procedimiento operativo, sino la forma peculiar en que vive y opera la
Iglesia» (Sin 42) el termino comunión engloba toda la realidad fundamental de la Iglesia; que
es la unión con la Santísima Trinidad y la comunión fraterna entre los bautizados. En efecto,
el que los fieles se convierten en participantes de la multiforme gracia divina» (Sin 47) La
raíz trinitaria de la sinodalidad cualifica a la Iglesia como «de Trinitate plebs adunata», el
Pueblo de Dios que es camino es el sujeto de la comunión sinodal cuya forma de relacionarse
(16) Por su fundamento trinitario, la sinodalidad plantea que no se puede pensar una Iglesia
donde no actúen en forma armónica los diversos dones y carismas; donde no exista
sea quien fundamente las relaciones. La sinodalidad nos recuerda que cada cristiano, como
Pentecostés, los Apóstoles reciben el Espíritu Santo reunidos en un mismo lugar, « Καὶ ἐν
τῷ συμπληροῦσθαι τὴν ἡμέραν τῆς πεντηκοστῆς ἦσαν πάντες ὁμοῦ ἐπὶ τὸ αὐτό» (Hech 2,1).
Es en este « ἐπὶ τὸ αὐτό », « todo junto» -«todos unidos», donde actúa el Espíritu Santo. El
estar juntos, reunirse, nos recuerda lo que es sinodalidad; que tanto el caminar como en el
reunirse se identifican como protagonista al Espíritu Santo, y los que nos reunimos bajo su
acción, los fieles, somos llamados a cooperar, asentir y secundar la obra del Espíritu que
Dios siempre es el comienzo, y siempre sólo él puede hacer Pentecostés, puede crear la Iglesia,
puede mostrar la realidad de su estar con nosotros. Pero, por otra parte, este Dios, que es siempre
el principio, quiere también nuestra participación, quiere que participemos con nuestra actividad,
de modo que nuestras actividades sean teándricas, es decir, hechas por Dios, pero con nuestra
y de Pueblo de Dios.
Por el don del Espíritu Santo todos los bautizados somos participes de la función profética
fidei, es un instinto sobrenatural, un instinto para la verdad del Evangelio. La Iglesia como
sensus fidei que le concede la infabilidad in credendo, es decir, universitas fidelium, qui
unctionem habent a Sancto in credendo falli nequit, (LG12) La Iglesia Pueblo de Dios, fieles
y ministros, por la asistencia y guía del Espíritu se denota infalible en la fe. El Pueblo de
Dios desde la óptica del sensus fidei, tal como lo plantea el Papa Francisco, se convierte es
El sensus fidei lleva a la actitud teologal se sentir cum Ecclesia “sentir, experimentar y
percibir en armonía con la Iglesia” (Sin56). La expresión viva del sensus fidei conduce al
consensus fidelium; este consensus no hace una distinción entre Iglesia oyente y docente;
pero el sensus fidei lleva a la actitud teologal a aceptar la existencia de niveles de ese mismo
sensus. No existe una exclusión entre consensus fidelium y magisterio; por una parte todos
los bautizados somos sujetos activos y por otra, la existencia del ministerio episcopal (en
colegialidad) que ejercen una función confirmativa, lo que la Iglesia cree, celebra y vive; y