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Economía política fue el término original utilizado para el estudio de las relaciones
de producción, especialmente entre las tres clases principales de la sociedad capitalista o
burguesa: capitalistas, proletarios y terratenientes. En contraposición con las teorías de la
fisiocracia, en las cuales la tierra era vista como el origen de toda riqueza, la economía
política propuso (primero con Adam Smith) la teoría del valor-trabajo, según la cual el
trabajo es la fuente real del valor. Al final del siglo XIX, el término economía política fue
paulatinamente abandonado por el término economía, usado por aquellos que buscaban
abandonar la visión clasista de la sociedad, reemplazándola por el enfoque matemático,
axiomático y avalorativo de los estudios económicos actuales y que concebía el valor
originado en la utilidad que el bien generaba en el individuo.
En la segunda mitad del siglo XIX, algunos teóricos del laissez-faire (libre
mercado), comenzaron a argumentar que el estado no debería regular los mercados; que
la política y la economía actuaban de acuerdo a diferentes lógicas y que la economía
política debía ser reemplazada por dos disciplinas separadas: ciencia política (o teoría
social en general) y economía. Este movimiento ha sido visto, particularmente por
pensadores marxistas, como uno de los principios de la fragmentación de la ciencia
social.
La economía política estudia las relaciones que los individuos establecen entre sí
para organizar la producción colectiva, particularmente aquellas relaciones que se
establecen entre los dueños de los medios de producción y entre quienes no los poseen.
Mientras que la economía ortodoxa (o del valor subjetivo) se enfoca en los precios y ve a
la producción y al consumo como «efectos» de éstos, la economía política ve a la
actividad económica como el resultado de las necesidades de supervivencia y
reproducción del ser humano articulada a una comunidad y a sus determinaciones
legales, técnico-científicas y culturales. La división entre «valor de uso» y «valor de
cambio» (distinción establecida con claridad por Marx en El Capital), establece una
separación entre lo que hoy es conocido como «valor» y «precio». Desde la perspectiva
de la Economía Política, el "valor" es la expresión del trabajo incorporado a la mercancía y
el precio es la tasación de ese valor que hace el mercado. Estas categorías contrastan
con la total identificación del valor con el precio en las escuelas del valor subjetivo.
Al aumentar el número de individuos que conforman una sociedad, los medios con
los que se satisfacían las necesidades tuvieron que volverse más eficientes, pues debían
rendir lo suficiente para que pudiesen economizarse los recursos y que las necesidades
de todos se vieran óptimamente satisfechas; a este fenómeno de transformación de
recursos naturales con el objetivo de crear bienes materiales se le denomina producción.
CLASIFICACIÓN DE LAS NECESIDADES HUMANAS
a) Necesidades del Individuo: son aquellas propias del individuo como ser humano.
Pueden ser:
- Naturales: comer, beber agua, abrigarse,…etc.
- Sociales: se tienen por vivir en una determinada sociedad: llevar reloj, celebrar una
boda, ver la tele, usar corbata, vestir a la moda, etc. Cambian de una sociedad a otra.
d) Necesidades de aprecio o estima (autoestima): Son las que están relacionadas con
la autoestima, como la confianza en sí mismo, la independencia, el éxito, el status,
el respeto por parte de los compañeros (reputación y sentirse valorado), etc.
El valor de uso de un bien que está determinado por sus condiciones naturales, es
la aptitud que posee un objeto para satisfacer una necesidad. En un sistema de
producción capitalista o de producción de mercancías, debe diferenciarse del valor de
cambio, ya que siendo este último una magnitud determinada por la cantidad de trabajo
socialmente necesario para producir la mercancía, el valor de uso es determinado por las
características propias del objeto y por el uso específico y concreto que se da al mismo
según esas características.
LA PRODUCCIÓN Y EL TRABAJO
Los bienes obtenidos del trabajo se dividen en dos, los bienes indirectos y los
bienes directos siendo los primeros los que son el resultado inmediato del trabajo pero
aun no satisfacen las determinadas necesidades para las que fue elaborado ese bien. La
satisfacción de necesidades mediante la producción, necesariamente implico una
repartición del trabajo, ya que esto permitió ahorrar tiempo y que las necesidades se
vieran satisfechas de manera optima. Esto convierte al trabajo en todo un hecho social,
pues esta cooperación es lo que une a las sociedades, todos necesitan del trabajo de
todos aunque ciertas ramas del trabajo se concentren en grupos minoritarios quienes
dominaban los medios de producción y los administraban.
Dado que los servicios prestados satisfacen las necesidades humanas, pero sin
crear objetos, es decir, bienes, conviene considerar que los medios de prestar servicios
son bienes de consumo, es decir, bienes utilizados y usados en la medida en que la
satisfacción de las necesidades lo requiere.
Servicios
No sólo los medios son los culpables, también depende del individuo, no tanto del
dinero que este disponga, sino más bien de su predisposición a comprar. Tanto en épocas
de florecimiento económico como en épocas de recesión, los individuos y las familias
tienden a mantener un nivel de consumo constante, lo cual les permite ahorrar en algunas
ocasiones y les obliga a endeudarse en otras.
No cabe duda que la persuasión es un método eficaz para lograr la mayor parte de
las ventas, y como los individuos cada vez más estamos predispuestos a recibir esa
información, pues el negocio aumenta día con día, logrando así un círculo vicioso entre
consumidor y productor.
CARÁCTER SOCIAL DE LA PRODUCCIÓN Y LA DISTRIBUCIÓN
La producción de los medios materiales que sirven para satisfacer las necesidades
tiene carácter social, es siempre una producción social. El carácter social de la producción
se deriva del carácter social del trabajo. Los hombres que producen los bienes no trabajan
aisladamente. El trabajo de los diversos individuos se engrana y se combina: los hombres
cooperan entre ellos y trabajan los unos para los otros. El trabajo en común de los
hombres durante la producción se llama cooperación, y el trabajo de unos hombres para
otros se efectúa bajo la forma de división del trabajo, gracias a la cual los diversos
individuos se especializan en diferentes géneros de trabajo. De esta manera, el trabajo de
un individuo no es sino una parte del trabajo combinado y asociado de todos los
miembros de la sociedad; es una parte del trabajo social, cuyo producto está
representado por los bienes que sirven, directa o indirectamente, para satisfacer las
necesidades humanas en la sociedad.
Trabajo productivo es todo aquel trabajo socialmente útil, que se distingue por el
carácter de los resultados concretos. Bajo el socialismo, todos los tipos de actividad
laboral que satisfagan las necesidades de la sociedad, materiales o culturales son
socialmente útiles, necesarios, y en la misma medida, honrosos.
Por otra parte, la sociedad socialista reduce sin cesar las inversiones de trabajo no
productivo en la producción material, en el aparato administrativo y en las fuerzas
armadas, a las que suprimiría por completo si no hubiera que hacer frente al militarismo y
la política agresiva del imperialismo con la consiguiente amenaza de guerra. El desarrollo
planificado de la sociedad socialista permite establecer para cada período concreto una
correlación óptima entre el trabajo productivo y el no productivo teniendo en cuenta el
nivel existente de las fuerzas productivas y las necesidades de la sociedad. Durante la
creación de la base material y técnica del comunismo a medida que las relaciones
sociales socialistas se vayan transformando en comunistas irá aumentando más aun la
proporción de trabajo socialmente útil en las ramas de la esfera no productiva. Ello no
menoscaba en lo más mínimo la importancia del trabajo productivo, que siempre será la
fuente de todos los bienes materiales y, por consiguiente, condición principal de existencia
de la sociedad.
CONCLUSIONES
Por espacio de varios siglos los países imperialistas esclavizaron por medio de la
violencia y el engaño a la totalidad de la población de las colonias, que constituían la
mayor parte de la humanidad y los sometió a la condición de esclavos. Únicamente la
enérgica lucha contra el imperialismo y todas sus formas pueden dar a sus pueblos la
independencia nacional y el progreso.
La economía política, es sin duda, una ciencia clasista, con espíritu de partido político;
en primer término, trata de las relaciones entre los hombres, o sea entre las clases
sociales y en segundo término de los intereses vitales de los hombres.