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Sentencia No.

T-406/92

ESTADO SOCIAL DE DERECHO/JUEZ DE TUTELA

El juez, en el Estado social de derecho también es un portador de la visión institucional del


interés general. El juez, al poner en relación la Constitución -sus principios y sus normas-
con la ley y con los hechos hace uso de una discrecionalidad interpretativa que
necesariamente delimita el sentido político de los textos constitucionales. En este sentido la
legislación y la decisión judicial son ambos procesos de creación de derecho.

CONSTITUCION POLITICA/VALORES CONSTITUCIONALES/PRINCIPIOS


CONSTITUCIONALES

La Constitución está concebida de tal manera que la parte orgánica de la misma solo
adquiere sentido y razón de ser como aplicación y puesta en obra de los principios y de los
derechos inscritos en la parte dogmática de la misma. La carta de derechos, la
nacionalidad, la participación ciudadana, la estructura del Estado, las funciones de los
poderes, los mecanismos de control, las elecciones, la organización territorial y los
mecanismos de reforma, se comprenden y justifican como transmisión instrumental de los
principios y valores constitucionales. No es posible, entonces, interpretar una institución o
un procedimiento previsto por la Constitución por fuera de los contenidos materiales
plasmados en los principios y derechos fundamentales.

JUEZ DE TUTELA-Facultades/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Efectividad

Existe una nueva estrategia para el logro de la efectividad de los derechos fundamentales.
La coherencia y la sabiduría de la interpretación y, sobre todo, la eficacia de los derechos
fundamentales en la Constitución de 1991, están asegurados por la Corte Constitucional.
Esta nueva relación entre derechos fundamentales y jueces significa un cambio
fundamental en relación con la Constitución anterior; dicho cambio puede ser definido
como una nueva estrategia encaminada al logro de la eficacia de los derechos, que
consiste en otorgarle de manera prioritaria al juez, y no ya a la administración o al
legislador, la responsabilidad de la eficacia de los derechos fundamentales. En el sistema
anterior la eficacia de los derechos fundamentales terminaba reduciéndose a su fuerza
simbólica. Hoy, con la nueva Constitución, los derechos son aquello que los jueces dicen a
través de las sentencias de tutela.

DERECHOS FUNDAMENTALES-Concepto/ESTADO SOCIAL DE


DERECHO/ACCION DE TUTELA

Otro de los pilares del Estado social de derecho se encuentra en el concepto de derecho
fundamental. Dos notas esenciales de este concepto lo demuestran. En primer lugar, su
dimensión objetiva, esto es, su trascendencia del ámbito propio de los derechos
individuales hacia todo el aparato organizativo del Estado. Más aún, el aparato no tiene
sentido si no se entiende como mecanismo encaminado a la realización de los derechos. En
segundo lugar, y en correspondencia con lo primero, la existencia de la acción de tutela, la
cual fue establecida como mecanismo de protección inmediata de los derechos frente a
todas las autoridades públicas y con posibilidad de intervención de la Corte Constitucional
para una eventual revisión de las decisiones judiciales, que sirva para unificar criterios de
interpretación.
Esta Corte considera que para que un derecho tenga la calidad de fundamental debe reunir
unos requisitos esenciales. Para la identificación de un derecho de tal naturaleza existen
unos criterios que ponen en evidencia los requisitos señalados y, de contera, el derecho
fundamental mismo: 1) Conexión directa con los principios constitucionales; 2) Eficacia
directa y 3) Contenido esencial.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Interpretación/
DERECHOS DE APLICACION INMEDIATA

El carácter de fundamental no coincide con el de aplicación inmediata. Siendo así, es


necesario distinguir entre derechos fundamentales de aplicación inmediata y derechos
fundamentales que no son de aplicación inmediata. Ante esta dificultad, corresponde a la
jurisprudencia, y en especial a la Corte Constitucional, la definición de la naturaleza y
alcance de los derechos fundamentales que no son de aplicación inmediata.

PRINCIPIO DE SEPARACION DE FUNCIONES ENTRE ORGANOS DEL


ESTADO

La doctrina de la separación de poderes ha variado sustancialmente en relación con la


formulación inicial. Aquello que en un principio tenía como punto esencial la separación
de los órganos, cada uno de ellos depositario de funciones bien delimitadas, ha pasado a
ser, en la democracia constitucional actual, una separación de ámbitos funcionales
dotados de un control activo entre ellos. Lo dicho está en acuerdo, además, con una
interpretación contemporánea de la separación de los poderes, a partir de la cual el juez
pueda convertirse en un instrumento de presión frente al legislador, de tal manera que este,
si no desea ver su espacio de decisión invadido por otros órganos, adopte las
responsabilidades de desarrollo legal que le corresponden y expida las normas del caso.
Este contrapeso de poderes, que emergen de la dinámica institucional , es la mejor
garantía de la protección efectiva de los derechos de los asociados.

DERECHOS ECONOMICOS/DERECHOS SOCIALES/DERECHOS


CULTURALES/ACCION DE TUTELA/JUEZ DE TUTELA- Facultades

La aceptación de la tutela para los derechos económicos, sociales y culturales, sólo cabe
en aquellos casos en los cuales exista violación de un derecho fundamental de acuerdo con
los requisitos y criterios de distinción anotados; sólo en estos casos, el juez puede, en
ausencia de pronunciamiento del legislador, y con el fin de adecuar una protección
inmediata del derecho fundamental, pronunciarse sobre el sentido y alcance de la norma
en el caso concreto y, si es necesario, solicitar la intervención de las autoridades
competentes para que tenga lugar la prestación del Estado que ponga fin a la violación del
derecho. En tales eventos el juez debe tomar decisiones que consulten no sólo la gravedad
de la violación del derecho fundamental a la luz de los textos constitucionales, sino
también las posibilidades económicas de solución del problema dentro de una lógica de lo
razonable, que tenga en cuenta, por un lado, las condiciones de escasez de recursos y por
el otro los propósitos de igualdad y justicia social que señala la Constitución. En la
mayoría de estos casos, una vez establecida la violación de un derecho fundamental, el juez
se enfrenta a un problema de justicia distributiva.

REVISION FALLO DE TUTELA-Objeto/JURISPRUDENCIA


CONSTITUCIONAL

La revisión tiene, entre otras, la finalidad de servir de instrumento de fijación del sentido
de los textos. Su alcance, por lo menos en términos prácticos, no se limita a la solución
definitiva del caso que se presenta para su conocimiento, sino que va mucho más allá:
sirve de pauta a todas las autoridades para la interpretación y aplicación de los derechos.
Es innegable el valor pedagógico e incluso "normativo- general" de la jurisprudencia de
tutela que crea la Corte Constitucional.

DERECHO A LA SALUBRIDAD PUBLICA/DERECHO AL SERVICIO DE


ALCANTARILLADO/DERECHOS FUNDAMENTALES
El derecho al servicio de alcantarillado, en aquellas circunstancias en las cuales afecte de
manera evidente derechos y principios constitucionales fundamentales, como son los
consagrados en los artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13 (derechos de los
disminuidos), debe ser considerado como derecho susceptible de ser protegido por la
acción de tutela. El hecho de haberse iniciado la construcción del alcantarillado desvirtúa
la principal objeción para la efectiva aplicación del derecho a los servicios públicos
fundamentales, cual es la falta de recursos económicos.

SENTENCIA DE JUNIO 5 DE 1992

REF. Expediente T-778

PETICIONARIO: José Manuel Rodríguez R.


PROCEDENCIA: Tribunal Administrativo de Bolívar

MAGISTRADO PONENTE:
CIRO ANGARITA BARON

La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados Ciro
Angarita Barón, Eduardo Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández ha pronunciado

EN NOMBRE DEL PUEBLO Y POR MANDATO DE LA CONSTITUCION


La siguiente
SENTENCIA

En el proceso de acción de tutela promovido por el señor José Manuel Rodríguez Rangel
contra el señor Enrique Chartuny González, gerente de las Empresas Públicas de Cartagena
y resuelto en primera instancia y única instancia por el Tribunal Contencioso
Administrativo de Bolívar.

I. ANTECEDENTES

A. Hechos

Las Empresas Públicas de Cartagena iniciaron en 1991 la construcción del servicio de


alcantarillado para el barrio Vista Hermosa de esa ciudad. Transcurrido un año y sin
haber terminado su construcción fue puesto en funcionamiento, hecho este que ha
producido el desbordamiento de aguas negras por los registros, ocasionando olores
nauseabundos y contaminantes de la atmósfera de los residentes tanto del barrio en
mención como del Campestre, ubicado a pocos metros de aquél.

El peticionario, residente del barrio Campestre, se ha visto afectado, puesto que su manzana
se halla exactamente en frente de las obras inconclusas. A pesar de los varios
requerimientos hechos a las Empresas para que terminen la obra, esta no se ha concluido.

La petición se encamina a que el Tribunal ordene a las entidades demandadas la


continuidad de la obra hasta su terminación, o la adopción de alguna medida que tienda a
proteger a los residentes del sector.
B. Fundamentos de la acción

Solicita el accionante que se tutele el derecho a la salubridad pública consagrado en el


artículo 88 de la Constitución Nacional. Agrega, además, que el derecho al medio ambiente
sano y a la salud de la población puede estar protegido por la tutela cuando se instaura
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Así lo establece el
artículo 6 del decreto 2591.

El peticionario solicita la tutela y no una acción popular tal como lo establece el artículo 88
de la Carta por razones que no aparecen de manera explícita en la demanda.

Ante todo, debe tenerse en cuenta el hecho de que las acciones populares no han sido
reglamentadas por la ley y, en consecuencia, aún no se puede hablar de ellas como de un
mecanismo efectivo de protección de derechos colectivos; además, y en acuerdo con lo
anterior, la violación del derecho colectivo señalado por el demandante requería una
protección inmediata, para lo cual la tutela constituye el mecanismo de protección más
idóneo.

Agrega que, si bien es cierto que el Decreto Reglamentario 2591 de 1991 establece entre las
causales de improcedencia contenidas en el artículo 6o. No 3, su inaplicabilidad cuando se
quieran proteger derechos colectivos, este mismo hace una salvedad para aquellos casos en
que el titular pretenda la protección de sus derechos amenazados o violados en situaciones
que comprometan intereses o derechos colectivos siempre que se trate de impedir un
perjuicio irremediable.

Enfatiza el accionante que lo que pretende con la acción es precisamente evitar un perjuicio
irremediable. Si se reputara que éste ya está consumado, la acción sigue siendo
procedente pues continúan los actos violatorios del derecho

Por otra parte, aclara que, si bien existen otros medios de defensa judicial como la acción
de reparación directa ante lo contencioso administrativo, interpone la acción de tutela como
mecanismo transitorio.

C. Decisión por revisar

Presentada la demanda ante el Tribunal Administrativo de Bolívar, correspondió conocer de


la demanda a la Dra. Olga Salvador de Vergel, como Magistrada ponente. Una vez
admitida, solicitó al Gerente General de las Empresas Públicas Municipales de Cartagena
un informe detallado sobre la construcción del alcantarillado, requerimiento éste que no fue
atendido por dicho funcionario. Así mismo ordenó la práctica de una inspección judicial
que se llevó a cabo el día seis de febrero de 1992 y en la cual se constató la existencia de un
"registro de alcantarillado del cual brota una corriente de aguas negras de olores
nauseabundos que inunda parte de la calle...".

Terminada la diligencia de inspección, procedió el Tribunal en sala plena a proferir su


fallo, fundándose en las siguientes razones:

1."La acción de tutela sólo es procedente para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, que son los señalados expresamente en la Constitución
Título II, Capítulo I." Apoya este razonamiento en el concepto emitido por el Consejo de
Estado de fecha 5 febrero de 1992, donde además se agrega la incompetencia de la Corte
Constitucional para definir otros derechos como fundamentales, aparte de los contenidos en
dicho título.

2. La accionante cita como violado el derecho contenido en el artículo 88 de la Constitución


Nacional, que no se encuentra expresamente señalado como fundamental en la Constitución
Nacional, lo cual lleva a la Sala a inaplicar por vía de la excepción de
inconstitucionalidad lo dispuesto en el artículo 2 del Decreto 2591 de 1991, que
establece:

"... la posibilidad de utilizar por razón de su naturaleza en casos concretos el


mecanismo de la tutela para derechos no contemplados como fundamentales por la
Constitución, toda vez que dicha disposición desborda lo establecido en el artículo 86
de la Carta."

Razones estas suficientes a juicio de la sala para negar la protección invocada por el
accionante.

Este fallo no fue objeto de impugnación. En cumplimiento de lo establecido en el artículo


31 del Decreto 2591 de 1991, el Tribunal Administrativo lo envió a la Corte para su
eventual revisión.

II.CONSIDERACIONES DE LA CORTE
La decisión del Tribunal de Bolívar plantea cuestiones de fondo en relación con la
interpretación de los derechos fundamentales y la acción de tutela. Según el Tribunal, "la
acción de tutela procede sólo para la protección inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales".

Los derechos que el peticionario considera violado -dice el Tribunal- son los establecidos
en el artículo 88, que tienen como mecanismo de protección las acciones populares, así
mismo se relacionan con dicha petición los artículos 49 sobre atención a la salud ,
saneamiento ambiental y el artículo 79 sobre derechos colectivos y del medio ambiente.
Ninguno de estos artículos, concluye el Tribunal, pueden ser considerados como
fundamentales por no estar en el capítulo primero del título segundo, en que están
consagrados los derechos de este tipo.

En vista de la trascendencia del tema, no sólo por estar vinculado con lo esencial de la parte
dogmática de la Constitución, sino también por la circunstancia de que, en los actuales
momentos, una definición sobre este tema es indispensable para la adecuada aplicación de
los textos constitucionales, esta Sala de Revisión considera que es necesario un
pronunciamiento de fondo sobre el alcance de los derechos económicos, sociales y
culturales y su relación con los derechos fundamentales. Pero antes, es indispensable una
referencia a dos temas básicos, cuya definición será determinante para la delimitación de
tales derechos . El primero de ellos se refiere al alcance del estado social de derecho, y el
segundo a la delimitación de los derechos fundamentales.

I. EL ESTADO SOCIAL DE DERECHO

La fórmula del artículo primero de la Constitución, ampliada y respaldada a través de todo


el texto fundamental, según la cual Colombia se define como un Estado social de derecho,
es de una importancia sin precedentes en el contexto del constitucionalismo colombiano.
Esta importancia amerita un pronunciamiento de la Corte sobre el alcance de este concepto
y sobre su sentido e interpretación, no sólo en el contexto internacional -del cual sin duda
alguna se nutrió la Asamblea Nacional Constituyente- sino en la Constitución misma, vista
como una norma autónoma. Para ello ninguna ocasión tan oportuna como la que se refiere a
la definición de los derechos económicos sociales y culturales y a su relación con el
derecho de tutela.

A. Origen y delimitación conceptual

1. Lo primero que debe ser advertido es que el término "social", ahora agregado a la clásica
fórmula del Estado de Derecho, no debe ser entendido como una simple muletilla retórica
que proporciona un elegante toque de filantropía a la idea tradicional del derecho y del
Estado. Una larga historia de transformaciones institucionales en las principales
democracias constitucionales del mundo está presente para dar testimonio de la
trascendencia de este concepto.

2. La incidencia del Estado social de derecho en la organización sociopolítica puede ser


descrita esquemáticamente desde dos puntos de vista: cuantitativo y cualitativo. Lo primero
suele tratarse bajo el tema del Estado bienestar (welfare State, stato del benessere, L'Etat
Providence) y lo segundo bajo el tema de Estado constitucional democrático. La
delimitación entre ambos conceptos no es tajante; cada uno de ellos hace alusión a un
aspecto específico de un mismo asunto. Su complementariedad es evidente.

a. El estado bienestar surgió a principios de siglo en Europa como respuesta a las


demandas sociales; el movimiento obrero europeo, las reivindicaciones populares
provenientes de las revoluciones rusa y mexicana y las innovaciones adoptadas
durante la república de Weimar, la época del New Deal en los Estados Unidos,
sirvieron para transformar el reducido Estado liberal en un complejo aparato
político-administrativo jalonador de toda la dinámica social. Desde este punto de
vista el Estado social puede ser definido como el Estado que garantiza estándares
mínimos de salario, alimentación, salud, habitación, educación, asegurados para
todos los ciudadanos bajo la idea de derecho y no simplemente de caridad (H.L.
Wilensky, 1975).

b. El Estado constitucional democrático ha sido la respuesta jurídico-política


derivada de la actividad intervencionista del Estado. Dicha respuesta está fundada
en nuevos valores-derechos consagrados por la segunda y tercera generación de
derechos humanos y se manifiesta institucionalmente a través de la creación de
mecanismos de democracia participativa, de control político y jurídico en el
ejercicio del poder y, sobre todo, a través de la consagración de un catálogo de
principios y de derechos fundamentales que inspiran toda la interpretación y el
funcionamiento de la organización política1

3. Estos cambios han producido en el derecho no sólo una transformación cuantitativa


debida al aumento de la creación jurídica, sino también un cambio cualitativo, debido al
surgimiento de una nueva manera de interpretar el derecho, cuyo concepto clave puede ser
resumido de la siguiente manera: pérdida de la importancia sacramental del texto legal
entendido como emanación de la voluntad popular y mayor preocupación por la
justicia material y por el logro de soluciones que consulten la especificidad de los
hechos. Estas características adquieren una relevancia especial en el campo del derecho
constitucional, debido a la generalidad de sus textos y a la consagración que allí se hace de
los principios básicos de la organización política. De aquí la enorme importancia que
adquiere el juez constitucional en el Estado social de derecho.

4. La complejidad del sistema, tanto en lo que se refiere a los hechos objeto de la


regulación, como a la regulación misma, hace infructuosa la pretensión racionalista que
consiste en prever todos los conflictos sociales posibles para luego asignar a cada uno de
ellos la solución normativa correspondiente. En el sistema jurídico del Estado social de
derecho se acentúa de manera dramática el problema -planteado ya por Aristóteles- de la
necesidad de adaptar, corregir, acondicionar la aplicación de la norma por medio de la
intervención del juez. Pero esta intervención no se manifiesta sólo como el mecanismo
necesario para solucionar una disfunción, sino también, y, sobre todo, como un
elemento indispensable para mejorar las condiciones de comunicación entre el
derecho y la sociedad, es decir, para favorecer el logro del valor justicia (de la
comunicación entre derecho y realidad), así ello conlleve un detrimento de la seguridad
jurídica.

1 Manuel Aragón Reyes, Constitución y Democracia, Tecnos, Madrid, 1989


5. Es justamente aquí, en esta relación entre justicia y seguridad jurídica, en donde se
encuentra el salto cualitativo ya mencionado: El sistema jurídico creado por el Estado
liberal tenía su centro de gravedad en el concepto de ley, de código. La norma legal, en
consecuencia, tenía una enorme importancia formal y material, como principal referente de
la validez y como depositaria de la justicia y de la legitimidad del sistema. En el Estado
intervencionista se desvanece buena parte de la importancia formal (validez) y de la
importancia material (justicia) de la ley.

6. La Constitución colombiana recoge ampliamente los postulados normativos del Estado


social de derecho. Ello se comprueba no solo al repasar lo consagrado en la lista de los
principios y de la Carta de derechos, sino también en la organización del aparato estatal. El
artículo primero de la Constitución es la clave normativa que irradia todo el texto
fundamental:

Art. 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de


República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de
la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la
integran y en la prevalencia del interés general.

Por lo menos tres postulados se desprenden del artículo primero:

a) El Estado es definido a través de sus caracteres esenciales. Entre estos caracteres y el


Estado la relación es ontológica: El Estado Colombiano es tal, en tanto sus elementos
esenciales están presentes; no se trata de cualidades, capacidades o dotes del Estado, sino
de su propia naturaleza, de su propio ser.

b) Los caracteres esenciales del Estado tienen que ver no solo con la organización entre
poderes y la producción y aplicación del derecho, sino también y de manera especial, con el
compromiso por la defensa de contenidos jurídicos materiales2 .

El sentido y alcance del artículo primero no puede ser desentrañado plenamente a partir de
una interpretación reducida al análisis de su texto. Cada una de las palabras del artículo
posee una enorme carga semántica, la cual, a través de la historia del constitucionalismo
occidental, se ha ido decantando en una serie de nociones básicas que delimitan su alcance
y lo hacen coherente y razonable. Una interpretación que se aparte del contexto nacional e
internacional en el cual han tenido formación los conceptos del artículo primero, puede dar
lugar a soluciones amañadas y contradictorias.

En síntesis, la Constitución está concebida de tal manera que la parte orgánica de la misma
solo adquiere sentido y razón de ser como aplicación y puesta en obra de los principios y de
los derechos inscritos en la parte dogmática de la misma. La carta de derechos, la
nacionalidad, la participación ciudadana, la estructura del Estado, las funciones de los
poderes, los mecanismos de control, las elecciones, la organización territorial y los
mecanismos de reforma, se comprenden y justifican como transmisión instrumental de los
principios y valores constitucionales. No es posible, entonces, interpretar una institución o
un procedimiento previsto por la Constitución por fuera de los contenidos materiales
plasmados en los principios y derechos fundamentales.

B. Principios y valores constitucionales

7. Una de las características más relevantes del Estado social de derecho consiste en la
importancia que adquiere el juez en sus relaciones con el legislador y con la administración.

2 Luciano PAREJO ALONSO, "Constitución y valores del ordenamiento, en Estudios sobre


la Constitución Española, Cívitas, Madrid, 1991.
Buena parte de ella se deriva del nuevo papel que juegan los principios constitucionales en
las decisiones judiciales y su relación con los valores y normas de la Carta.

a-. Los valores representan el catálogo axiológico a partir del cual se deriva el sentido y la
finalidad de las demás normas del ordenamiento jurídico3 pueden tener consagración
explícita o no; lo importante es que sobre ellos se construya el fundamento y la finalidad de
la organización política.

De este tipo son los valores de convivencia, trabajo, justicia, igualdad, conocimiento,
libertad y paz plasmados en el preámbulo de la Constitución. También son valores los
consagrados en el inciso primero del artículo 2 de la Constitución en referencia a los fines
del Estado: el servicio a la comunidad, la prosperidad general, la efectividad de los
principios, derechos y deberes, la participación, etc. Todos ellos establecen fines a los
cuales se quiere llegar. La relación entre dichos fines y los medios adecuados para
conseguirlos, depende, por lo general, de una elección política que le corresponde
preferencialmente al legislador. No obstante, el carácter programático de los valores
constitucionales, su enunciación no debe ser entendida como un agregado simbólico, o
como la manifestación de un deseo o de un querer sin incidencia normativa, sino como un
conjunto de propósitos a través de los cuales se deben mirar las relaciones entre los
gobernantes y los gobernados, para que, dentro de las limitaciones propias de una sociedad
en proceso de consolidación, irradien todo el tramado institucional.

Su condición de valores fundantes les otorga una enorme generalidad y, en consecuencia,


una textura interpretativa abierta, dentro de la cual caben varias fijaciones del sentido.
Corresponde al legislador, de manera prioritaria, la tarea de establecer la delimitación de
dichos valores a través de leyes. En vista de su naturaleza abierta, los valores
constitucionales sólo tienen una eficacia interpretativa; la Corte Constitucional debe ser
respetuosa de la prerrogativa legislativa que consiste en establecer el alcance general de los
mismos. Esto no impide que la Corte pueda, e incluso deba, en ciertos casos, valerse de
ellos para resolver una situación específica o para valorar otras normas o instituciones; sin
embargo, ello sólo sería posible dentro de una interpretación global de los hechos y del
derecho y no como normas de aplicación inmediata suficientes por sí solas para
fundamentar la decisión judicial. Los valores son definitorios a la hora de resolver un
problema de interpretación en el cual está en juego el sentido del derecho, no son normas
de aplicación directa que puedan resolver, aisladamente, un asunto.

b-. Los principios Constitucionales, a diferencia de los valores que establecen fines,
consagran prescripciones jurídicas generales que suponen una delimitación política y
axiológica reconocida y, en consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual
hace de ellos normas de aplicación inmediata, tanto por el legislador como por el juez
constitucional. Son principios constitucionales, entre otros, los consagrados en los
artículos primero y tercero: el Estado social de derecho, la forma de organización política y
territorial, la democracia participativa y pluralista, el respeto de la dignidad humana, el
trabajo, la solidaridad, la prevalencia del interés general (artículo 1); la soberanía popular
y la supremacía de la Constitución (artículo 2). Ellos se refieren a la naturaleza política y
organizativa del Estado y de las relaciones entre los gobernantes y los gobernados. Su
alcance normativo no consiste en la enunciación de ideales que deben guiar los destinos
institucionales y sociales con el objeto de que algún día se llegue a ellos; su valor
normativo debe ser entendido de tal manera que signifiquen una definición en el presente,
una base axiológico-jurídica sin la cual cambiaría la naturaleza misma de la Constitución y
por lo tanto toda la parte organizativa perdería su significado y su razón de ser. Los
principios expresan normas jurídicas para el presente; son el inicio del nuevo orden. Los
valores, en cambio, expresan fines jurídicos para el futuro; son la mira que jalona hacia el
orden del mañana.

3 R. Dworkin, Questioni di principio; Il Saggiatore, Milano 1985, p. 5 y ss


Los principios fundamentales del Estado son una pauta de interpretación ineludible por la
simple razón de que son parte de la Constitución misma y están dotados de toda la fuerza
normativa que les otorga el artículo cuarto del texto fundamental. Sin embargo, no siempre
son suficientes por sí solos para determinar la solución necesaria en un caso concreto. No
obstante, el hecho de poseer valor normativo, siguen teniendo un carácter general y por lo
tanto una textura abierta, lo cual, en ocasiones, limita la eficacia directa de los mismos. En
estos casos se trata de un problema relativo a la eficacia más o menos directa de los
principios y no a un asunto relacionado con su falta de fuerza normativa. En síntesis, un
principio constitucional jamás puede ser desconocido en beneficio de otra norma legal o
constitucional o de otro principio no expresamente señalado en la Constitución, pero puede,
en ciertos casos, necesitar de otras normas constitucionales para poder fundamentar la
decisión judicial.

Los valores son normas que establecen fines dirigidos en general a las autoridades
creadoras del derecho y en especial al legislador; los principios son normas que establecen
un deber ser específico del cual se deriva un espacio de discrecionalidad legal y judicial.
La diferencia entre principios y valores no es de naturaleza normativa sino de grado y, por
lo tanto, de eficacia. Los principios, por el hecho de tener una mayor especificidad que los
valores, tienen una mayor eficacia y, por lo tanto, una mayor capacidad para ser aplicados
de manera directa e inmediata, esto es, mediante una subsunción silogística. Los valores, en
cambio, tienen una eficacia indirecta 4 , es decir, sólo son aplicables a partir de una
concretización casuística y adecuada de los principios constitucionales. De manera similar,
la diferencia entre principios y reglas constitucionales no es de naturaleza normativa sino
de grado, de eficacia. Las normas, como los conceptos, en la medida en que ganan
generalidad aumentan su espacio de influencia, pero pierden concreción y capacidad para
iluminar el caso concreto.

C. Principios y Estado Social

8. El aumento de la complejidad fáctica y jurídica en el Estado contemporáneo ha traído


como consecuencia un agotamiento de la capacidad reguladora de los postulados generales
y abstractos. En estas circunstancias la ley pierde su tradicional posición predominante y
los principios y las decisiones judiciales, antes considerados como secundarios dentro del
sistema normativo, adquieren importancia excepcional. Esta redistribución se explica ante
todo por razones funcionales: no pudiendo el derecho, prever todas las soluciones posibles
a través de los textos legales, necesita de criterios finalistas (principios) y de instrumentos
de solución concreta (juez) para obtener una mejor comunicación con la sociedad. Pero
también se explica por razones sustanciales: el nuevo papel del juez en el Estado social de
derecho es la consecuencia directa de la enérgica pretensión de validez y efectividad de los
contenidos materiales de la Constitución, claramente señalada en su artículo 228 ("Las
actuaciones [de la administración de justicia] serán públicas y permanentes con las
excepciones que establezca la ley y en ellas prevalecerá el derecho sustancial").

9. Pero esta no es la única razón que explica el cambio anotado: el desarrollo de la


democracia constitucional puso de presente que el órgano legislativo, depositario
tradicional de legitimidad popular, debe estar acompañado del control jurisdiccional, que ha
demostrado, a través de la historia del derecho constitucional moderno, ser el órgano más
eficaz en la defensa de los derechos de los ciudadanos y los principios democráticos. Las
dificultades derivadas del crecimiento desbordante del poder ejecutivo en el estado
intervencionista y de la pérdida de liderazgo político del órgano legislativo, deben ser
compensadas, en la democracia constitucional, con el fortalecimiento del poder judicial,
dotado por excelencia de la capacidad de control y de defensa del orden institucional. Sólo
de esta manera puede lograrse un verdadero equilibrio y colaboración entre los poderes; de
lo contrario, predominará el poder ejecutivo.

4 Hans Peter Schneider, Democracia y Constitución, C.E.C, Madrid, 1991, p. 48


La dispersión de intereses en la sociedad capitalista actual ha diezmado la importancia del
concepto de interés general, repercutiendo así en la legitimidad del órgano legislativo y de
la ley misma. Esta deficiencia de la legitimidad tradicional ha sido compensada con el
fortalecimiento de la capacidad estatal para crear consenso y para encontrar soluciones
producto no solo del imperio de la ley sino también de la negociación y de la adecuación a
las circunstancias específicas del conflicto. En estas condiciones, la idea de control judicial
aparece como la clave funcional para evitar un desbordamiento de poder y para lograr una
adaptación del derecho a la realidad social. Depositario de las ventajas propias del sabio
alejado de la sociedad, que piensa en la objetividad de los valores y dotado de las ventajas
de quien tiene el compromiso de tomar cotidianamente en consideración "la realidad
viviente de los litigios", el juez está en plena capacidad, como ningún otro órgano de
régimen político, de desempeñar ese papel 5. En síntesis, el control ejercido por jueces y
tribunales en el Estado constitucional contemporáneo resulta siendo la fórmula para la
mejor relación seguridad jurídica-justicia.

10. De lo dicho se deriva la idea de que el juez, en el Estado social de derecho también es
un portador de la visión institucional del interés general. El juez, al poner en relación la
Constitución -sus principios y sus normas- con la ley y con los hechos hace uso de una
discrecionalidad interpretativa que necesariamente delimita el sentido político de los textos
constitucionales. En este sentido la legislación y la decisión judicial son ambos procesos de
creación de derecho 6 .

D. El Estado social de derecho y los derechos fundamentales

11. La fórmula clásica del Estado liberal, en relación con la delimitación de los derechos
fundamentales, consistía en establecer una lista de derechos pertenecientes a esta categoría.
Una de las manifestaciones de la crisis del Estado constitucional en la segunda mitad del
siglo veinte, consiste en afirmar que de nada sirve una buena lista de derechos si no se tiene
en cuenta el proceso de aplicación. Según esta crítica, el problema fundamental de tales
derechos se encuentra en la definición de las relaciones entre ellos y no en la enunciación
de los que son. Es relativamente fácil ponerse de acuerdo en los derechos que son
fundamentales - de hecho, en los convenios internacionales existe tal acuerdo - pero es
difícil saber, a priori, como se aplican. El asunto es: en caso de conflicto - y esto es lo más
corriente- entre dos o tres derechos, ¿cuál debe tener prioridad ?. El problema
fundamental de los valores no es el de su enunciación sino el de su aplicación. Para la
realidad del derecho es más importante establecer cuáles son los criterios de
interpretación y aplicación de las normas que establecer cuales es la lista de aquellas
normas que pertenecen a una determinada categoría.

Si lo esencial de la definición de los derechos fundamentales, se juega en el ámbito de la


relación entre los mismos, esto trae como consecuencia: 1) que la definición a priori de
todos los que son no tiene mayor importancia; 2) que esta tarea debe ser llevada a cabo por
el juez, puesto que la relación entre los derechos es un dato que viene de los hechos ( a
través de la tutela); 3) de esta manera, en la relación texto constitucional-hecho social, se
irá construyendo una nueva interpretación de la carta de derechos adecuada a una realidad
propia del subdesarrollo (nuevo constitucionalismo para América Latina).

12. Existe una nueva estrategia para el logro de la efectividad de los derechos
fundamentales. La coherencia y la sabiduría de la interpretación y, sobre todo, la eficacia
de los derechos fundamentales en la Constitución de 1991, están asegurados por la Corte
Constitucional. Esta nueva relación entre derechos fundamentales y jueces significa un
cambio fundamental en relación con la Constitución anterior; dicho cambio puede ser
definido como una nueva estrategia encaminada al logro de la eficacia de los derechos,

5 Alexander Bickel The least dangerous branch, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1962


6 Capelletti, Le pouvoir des juges, Press Universitaire d'aix-Marseille, 1990, p. 35
que consiste en otorgarle de manera prioritaria al juez, y no ya a la administración o
al legislador, la responsabilidad de la eficacia de los derechos fundamentales. En el
sistema anterior la eficacia de los derechos fundamentales terminaba reduciéndose a su
fuerza simbólica. Hoy, con la nueva Constitución, los derechos son aquello que los jueces
dicen a través de las sentencias de tutela 7 .

II. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES

13. Otro de los pilares del Estado social de derecho se encuentra en el concepto de derecho
fundamental. Dos notas esenciales de este concepto lo demuestran. En primer lugar, su
dimensión objetiva, esto es, su trascendencia del ámbito propio de los derechos individuales
hacia todo el aparato organizativo del Estado. Más aún, el aparato no tiene sentido si no se
entiende como mecanismo encaminado a la realización de los derechos. En segundo lugar,
y en correspondencia con lo primero, la existencia de la acción de tutela, la cual fue
establecida como mecanismo de protección inmediata de los derechos frente a todas las
autoridades públicas y con posibilidad de intervención de la Corte Constitucional para una
eventual revisión de las decisiones judiciales, que sirva para unificar criterios de
interpretación.

A. Debates en la Asamblea Nacional Constituyente

14. Sobre el concepto de derecho fundamental debatido en la Asamblea Nacional


Constituyente hay pocas referencias. Casi todo el tema fue tratado bajo la rúbrica de los
derechos humanos. Así se desprende de la ponencia de la subcomisión segunda de la
comisión primera, cuando afirma: "para determinar los derechos que deben figurar en
nuestra Carta constitucional se tuvo en cuenta la evolución del concepto de derechos
fundamentales propiciada por las circunstancias históricas y políticas y por el desarrollo de
los principios humanitarios"; Todo ello para tratar el tema bajo la clásica división de las tres
generaciones de derechos humanos.

Otra forma de determinar el carácter de fundamental de un derecho debatida en la


Asamblea fue la del concepto de aplicación inmediata. Esta vía fue defendida en la
intervención hecha por el Ministro de Gobierno Humberto de la Calle Lombana en la
sesión del 6 de Marzo ante la comisión primera al presentar el proyecto de gobierno: "... en
nuestra opinión no se trata de establecer una escala de valores que discrimine unos derechos
frente a otros, ... lo que el gobierno quiere señalar es que hay unos derechos que son de
aplicación inmediata, que no requieren la intermediación de la norma legal para que
ellos tengan vigencia y por lo tanto permiten la utilización inmediata de los elementos
de protección de los derechos...". Según esto el derecho de tutela sólo podía ser aplicado
frente a la violación de alguno de estos derechos considerados como de aplicación
inmediata.

Pero fue en las sesiones plenarias donde se aclaró el punto: La aplicación inmediata no
agotaba la lista de los derechos fundamentales. Para llegar a esta conclusión es necesario
conocer el debate en plenaria sobre el artículo 85 de la Constitución . En sesión plenaria de
junio 29 la comisión codificadora sometió a discusión un texto que hacía referencia a la
acción de tutela, únicamente para aquellos derechos que se habían determinado como de
aplicación inmediata, entre ellos la vida, la integridad personal, la honra, la igualdad, etc.
Una vez finalizada la lectura se presentaron las interpelaciones en contra, por parte de
algunos constituyentes; así expresó su inconformidad el Dr, Alvaro Echeverry Uruburu:
"La comisión codificadora incurrió en una gravísima confusión; de suerte que confundió
aplicación inmediata de los derechos que quiere decir que hay derechos que
simplemente basta su consagración en la Constitución para que tengan operancia y
efectividad; que no necesitan ley que los reglamente,...y eso es una cosa distinta con el
amparo o con el derecho de tutela como aquí se ha llamado, que obviamente está prescrito

7 H.L. Hart, El concepto del derecho, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1977, 125 y ss
para unos derechos fundamentales, pero obviamente el error partió de allí, porque dice la
comisión que se amparan con tutela, esos derechos de aplicación inmediata , es decir que
no hay tal ley reglamentaria y otra cosa es que se diga cuales derechos van a ser amparados
por la tutela que esos si pueden ser reglamentados en la ley estatutaria respectiva...".

Es precisamente en este punto donde es necesario entrar a establecer si realmente se quiso,


por parte de los constituyentes, establecer un catálogo taxativo de derechos fundamentales,
o, por el contrario, fue apenas una enunciación susceptible de ser ampliada a otros derechos
que, a pesar de no ser tenidos bajo el título de fundamentales, pueden serlo por una
interpretación que de ella se haga.

Un gran número de constituyentes pensaban que la carta de derechos fundamentales no


podía ser taxativa, tema este que se debatió cuando se estaba votando el artículo referente a
la acción de tutela. Se transcribe a continuación la intervención del Dr. Juan Carlos
Esguerra en la sesión plenaria del 29 de junio:"... en el artículo de tutela que viene a
continuación se estableció que a través de ese mecanismo se protegerían los derechos
fundamentales, entonces, deliberadamente no incluimos allí una relación de los derechos
fundamentales, porque la verdad es que quizá lo conveniente es dejarle esa labor al
legislador más bien que al constituyente; hoy se reputan fundamentales algunos derechos
que quizá mañana no lo sean, como mañana pueden llegar a tener ese carácter algunos que
hoy no hemos imaginado, entonces yo sería partidario y así se lo sugerí al doctor Pérez
Rubio, de que en esta norma corremos el riesgo de equivocarnos como ocurre con toda
enumeración taxativa a nivel constitucional, se dejara que lo haga la ley... de manera...que
la reglamentación debería comenzar por la determinación de cuáles son los derechos que
van a ampararse a través de ese mecanismo y no correr el riesgo de petrificar una serie de
derechos, cerrando la posibilidad de que el día de mañana aparezcan otros; donde la ley
podría determinar cuales tienen el carácter de fundamentales para efectos de la tutela..."

Posición está respaldada por el constituyente Fernando Carrillo quien expresó:" Respaldo la
posición del Dr. Esguerra, porque si hay algún artículo que debe caracterizarse por la
flexibilidad es precisamente este, dentro de las recomendaciones que hace la Comisión
codificadora se encuentra además este criterio, que dice textualmente "no se excluye que la
ley amplíe la tutela a otros derechos", pero el texto sugerido por ellos no se encuentra la
expresión que permitiera la extensión de esa garantía a este tipo de derecho".

El constituyente Otty Patiño también respaldo la propuesta, agregando que sin embargo era
una obligación consagrar constitucionalmente alguno de esos derechos.

Por otra parte, el Dr. Jesús Pérez señaló: " aclaro lo siguiente, que en ninguna parte la
comisión codificadora pretendió enviar a la ley a que reglamente nada, simplemente se
permite que la ley extienda a otros derechos la protección del recurso de tutela..."

Así mismo otra forma para determinar la no taxatividad de los derechos fundamentales es
aquella de dejarle al juez de tutela que determine, en últimas, si un derecho es fundamental
o no. Frente a este tema encontramos alguna referencia hecha por el Constituyente Juan
Carlos Esguerra al hacer su presentación sobre el mecanismo de la tutela para los derechos
fundamentales cuando expresó: " La calificación de los derechos debe ser una prerrogativa
del juez, y no de la Constitución Nacional..." (Gaceta Constitucional No 24 pag. 7)

15. Esta Corte considera que para que un derecho tenga la calidad de fundamental debe
reunir unos requisitos esenciales. De otro lado para la identificación de un derecho de tal
naturaleza existen unos criterios que ponen en evidencia los requisitos señalados y, de
contera, el derecho fundamental mismo. A estos dos aspectos nos referimos en seguida.
B. Requisitos esenciales

1). Conexión directa con los principios


Como se señaló anteriormente, los principios constitucionales son la base
axiológico-jurídica sobre la cual se construye todo el sistema normativo. En consecuencia,
ninguna norma o institución del sistema puede estar en contradicción con los postulados
expuestos en los principios. De aquí se deriva el hecho de que toda la discrecionalidad
otorgada a los órganos y creadores del derecho debe estar fundada a partir del hilo
conductor de los principios. La movilidad del sentido de una norma se encuentra limitada
por una interpretación acorde con los principios constitucionales. Los derechos
fundamentales son, como todas las normas constitucionales, emanación de los valores y
principios constitucionales, pero su vinculación con estos es más directa, más inmediata, se
aprecia con mayor evidencia. Todo derecho fundamental debe ser emanación directa de un
principio.

2). Eficacia directa


Para que un derecho constitucional pueda ser considerado como fundamental, debe además
ser el resultado de una aplicación directa del texto constitucional, sin que sea necesario una
intermediación normativa; debe haber una delimitación precisa de los deberes positivos o
negativos a partir del sólo texto constitucional. Por lo tanto, en normas que poseen una
"textura abierta", como por ejemplo las que establecen meros valores constitucionales, a
partir de la cual el legislador entra a fijar el sentido del texto, no podrían presentarse la
garantía de la tutela. Está claro que no puede ser fundamental un derecho cuya eficacia
depende de decisiones políticas eventuales.

Ahora bien, la eficacia directa no se reduce a los derechos de aplicación inmediata o a los
derechos humanos de la llamada primera generación. En algunos casos los derechos
económicos, sociales y culturales pueden ser objeto de protección especial por medio de la
tutela; tal es el caso del artículo 50 sobre los derechos de los niños; los derechos
consagrados en el inciso segundo del artículo 53 sobre principios mínimos fundamentales
de los trabajadores; el derecho establecido en el artículo 73 sobre obtención de información
contenida en documentos públicos.

Igualmente pueden ser objeto de tutela casos en los cuales el juez considere que una
prestación del Estado consagrada como derecho económico, social o cultural, o la falta de
ella, ponga en entredicho de manera directa y evidente un principio constitucional o uno o
varios derechos fundamentales , de tal manera que, a partir de una interpretación global, el
caso sub judice resulte directamente protegido por la Constitución. Es importante tener en
cuenta que la eficacia de las normas constitucionales no se puede determinar en abstracto;
ella varía según las circunstancias propias de los hechos: una norma de aplicación
inmediata (art. 85) puede tener mayor o menor eficacia dependiendo del caso en cuestión;
lo mismo un valor o un principio. El juez debe encontrar, en la relación hecho-norma la
decisión más razonable, no sólo desde el punto de vista jurídico sino también desde el
punto de vista fáctico.

De acuerdo con esto, la enumeración del artículo 85 no debe ser entendida como un criterio
taxativo y excluyente. En este sentido es acertado el enfoque del artículo segundo del
decreto 2591 de 1991 cuando une el carácter de tutelable de un derecho a su naturaleza de
derecho fundamental y no a su ubicación.

3). El contenido esencial


Existe un ámbito necesario e irreductible de conducta que el derecho protege, con
independencia de las modalidades que asuma o de las formas en las que se manifieste. Es el
núcleo básico del derecho fundamental, no susceptible de interpretación o de opinión
sometida a la dinámica de coyunturas o ideas políticas. El concepto de "contenido esencial"
es una manifestación del iusnaturalismo racionalista del siglo XVIII, según el cual, existe
un catálogo de derechos anteriores al derecho positivo, que puede ser establecido
racionalmente y sobre el cual existe claridad en cuanto a su delimitación conceptual, su
titularidad y el tipo de deberes y obligaciones que dé él se derivan.

Según esto, quedan excluidos aquellos derechos que requieren de una delimitación en el
mundo de las mayorías políticas. Los derechos sociales, económicos y culturales de
contenido difuso, cuya aplicación está encomendada al legislador para que fije el sentido
del texto constitucional, no pueden ser considerados como fundamentales, salvo aquellas
situaciones en las cuales, en un caso específico, sea evidente su conexidad con un principio
o con un derecho fundamental.

C. Criterios de distinción

1). Analíticos

a) La consagración expresa
En relación con algunos derechos, el constituyente señaló en forma expresa su voluntad de
consagrarlos como fundamentales. Es el caso de los derechos establecidos en el capítulo
primero del título segundo de la Constitución e igualmente del artículo 44 sobre los
derechos de los niños.

El carácter de fundamental no coincide con el de aplicación inmediata. Siendo así, es


necesario distinguir entre derechos fundamentales de aplicación inmediata y derechos
fundamentales que no son de aplicación inmediata. Ante esta dificultad, corresponde a la
jurisprudencia, y en especial a la Corte Constitucional, la definición de la naturaleza y
alcance de los derechos fundamentales que no son de aplicación inmediata.
Algunos exconstituyentes sostienen que los títulos y subtítulos de la Constitución no
tienen el carácter de norma jurídica y como tal no delimitan el ámbito de los derechos
fundamentales. Tales títulos fueron obra de la Comisión Codificadora y no voluntad
jurídicamente significativa de la Asamblea. De ahí que estimen también que el artículo 85
de la Constitución no tiene alcance práctico y resulta inocuo a causa de su conflicto con el
artículo 86.

b). La remisión expresa.


En otros casos, tal como sucede con los derechos humanos y con la prohibición de
limitarlos en los estados de excepción, el constituyente ha estimado conveniente remitirse a
los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, para reconocer su
prevalencia en el orden interno, no sólo en cuanto a su texto mismo sino como pauta
concreta para la interpretación de los derechos y deberes consagrados en la Constitución de
1991 (art. 93).

En este caso la Constitución colombiana parece adoptar el sistema español (const. art.10),
según el cual el derecho internacional ratificado prevalece en aquellos casos en los cuales
contenga normas que ofrezcan mayores garantías que las normas nacionales. La remisión
parece ser ante todo interpretativa, a diferencia del sistema italiano en el cual existe una
remisión de alcance más profundo: las normas, en los casos señalados, hacen parte del texto
constitucional.

c). La conexión directa con derechos expresamente consagrados.


Algunos derechos no aparecen considerados expresamente como fundamentales. Sin
embargo, su conexión con otros derechos fundamentales es de tal naturaleza que, sin la
debida protección de aquellos, estos prácticamente desaparecerían o harían imposible su
eficaz protección. En ocasiones se requiere de una interpretación global entre principios,
valores, derechos fundamentales de aplicación inmediata y derechos económicos sociales o
culturales para poder apoyar razonablemente una decisión judicial. Un derecho
fundamental de aplicación inmediata que aparece como insuficiente para respaldar una
decisión puede llegar a ser suficiente si se combina con un principio o con un derecho de
tipo social o cultural y viceversa. Esto se debe a que la eficacia de las normas
constitucionales no está claramente definida cuando se analiza a priori, en abstracto, antes
de entrar en relación con los hechos.

d). El carácter de derecho inherente a la persona


En ocasiones, la existencia de un derecho fundamental no depende tanto de un
reconocimiento expreso por parte de los creadores de la norma constitucional, como de una
interpretación sistemática y teleológica a partir de las cuales se mire el ordenamiento en su
conjunto, o la norma de acuerdo con su consagración implícita

De aquí la importancia del artículo 94 de la Constitución según el cual, la enumeración de


la carta de derechos no debe entenderse como la negación de otros que, siendo inherentes al
hombre no figuren expresamente en la Constitución o en los convenios internacionales
vigentes. Esta disposición concuerda con el sentido amplio y dinámico que debe tener el
concepto de derecho fundamental en el Estado social. En otros términos: los criterios que
determinan el carácter de fundamental de un derecho sobrepasan la consagración expresa y
dependen de la existencia de un consenso, histórico y de una voluntad colectiva en torno a
la naturaleza específica de un derecho, con todas sus implicaciones relativas al contenido
esencial, a la conexión con los principios y a la eficacia directa. Por eso el criterio de la
consagración expresa es insuficiente.

2). Fácticos

a) Importancia del hecho


La relación jurídica mencionada entre valor fundamental o vinculado con un valor
fundamental (salud, propiedad, posesión, competencia económica, etc.) y aplicación
problemática, determina un camino específico para la construcción conceptual de estos
derechos. Este camino es principalmente inductivo; será a través de la interpretación que
los jueces hagan de la relación entre los textos y los hechos que se vayan presentando,
como se irá construyendo la delimitación de los derechos mencionados. Por lo pronto, los
jueces y la Corte cuentan, para su interpretación, por un lado, con el texto constitucional,
con el catálogo de valores que se desprende de los principios constitucionales y que
alimenta todo el saber del constitucionalismo occidental y de la doctrina sobre el Estado
social de derecho, y por el otro con una realidad social colmada de dificultades económicas,
atropellos y violaciones a los derechos humanos y con unas instituciones venidas a menos
en su capacidad reguladora. A partir de estos dos elementos, normas y hechos, el juez
constitucional debe ir construyendo una interpretación razonable de la carta de derechos;
esto quiere decir que el resultado final de la interpretación debe tener en cuenta las
dificultades estructurales de la realidad económica colombiana sin que dichas dificultades
hagan inocua la voluntad constituyente de construir, desde el presente, una sociedad más
justa, más libre y más democrática, tal como lo establece el preámbulo de la Carta.

De conformidad con lo anterior, en aquellas situaciones en las cuales la norma


constitucional se encuentra en franca contradicción con hechos generalizados e
irremediables en un futuro próximo por la falta de recursos económicos -como por
ejemplo la mortalidad infantil por carencia de agua potable- el juez, sin desconocer los
mandatos constitucionales -en este caso el artículo 366 sobre prioridad del gasto público
social- debe apreciar los límites impuestos por las posibilidades económicas, de tal manera
que su decisión no se convierta en un bendición al "statu quo", pero tampoco en una orden
que imponga un cambio imposible de llevar a la práctica sin cambiar las reglas estructurales
de la economía. En este punto adquiere especial significación todos los desarrollos
contemporáneos alrededor de la idea del juez como instrumento de paz social y como pieza
central de un orden democrático basado en el consenso.

2) Carácter histórico
Por otra parte, la categoría de derecho fundamental posee también un carácter histórico.
Dos implicaciones se derivan de este postulado: a). No todos los derechos fundamentales lo
han sido en todos los tiempos y algunos de ellos bien han podido tener este carácter en
forma transitoria y luego perderla, todo ello de acuerdo con la evolución de la sociedad
civil, y b). La entidad de fundamental de un derecho se encuentra ligada al estado de la
representación colectiva sobre el tema. Vale decir, la visión que la sociedad tiene de
dichos derechos.

III. LOS DERECHOS ECONOMICOS SOCIALES Y CULTURALES

A. Su naturaleza jurídica
16. La carta de derechos de la Constitución colombiana es especialmente generosa en lo
que se refiere a los derechos sociales, económicos y culturales, consagrados en el capítulo
segundo del título segundo. Mucho se ha discutido sobre el carácter normativo de los
mismos. Las opiniones se dividen entre quienes otorgan naturaleza normativa a tales
derechos, haciendo de ellos plenos derechos constitucionales y quienes consideran que se
trata de enunciados programáticos que sólo adquieren la condición de normas jurídicas
cuando el legislador los desarrolle a través de la ley. En lo que sigue de este fallo se
defenderá una posición intermedia, en concordancia con lo anotado anteriormente sobre
estado social y principios constitucionales.

La mayoría de los derechos en referencia implican una prestación por parte del Estado y
por lo tanto una erogación económica que por lo general depende de una decisión política.
Con base en esto, se sostiene que los enunciados constitucionales que recogen tales
derechos no pueden ser objeto de decisiones judiciales hasta tanto el Congreso no haya
expedido la legislación necesaria para aplicarlos; de lo contrario, se dice, el juez estaría
ocupando terrenos que no le corresponden de acuerdo con la doctrina de la separación de
los poderes. Esta fue la solución que la doctrina colombiana e internacional dio al asunto
mencionado, a la luz de los postulados del estado de derecho liberal clásico. Sin embargo,
los nuevos postulados del Estado social y las nuevas relaciones jurídicas derivadas del
Estado bienestar imponen un cuestionamiento de esta solución.

17. En primer lugar, es necesario advertir que los derechos económicos sociales y
culturales, promovidos a nivel constitucional durante las primeras décadas del siglo y
conocidos como la segunda generación de derechos humanos, no han sido incorporados al
ordenamiento jurídico de las democracias constitucionales simplemente por ser
considerados como un elemento adicional de protección. La razón de ser de tales derechos
está en el hecho de que su mínima satisfacción es una condición indispensable para el goce
de los derechos civiles y políticos. Dicho de otra forma: sin la satisfacción de unas
condiciones mínimas de existencia, o en términos del artículo primero de la Constitución,
sin el respeto "de la dignidad humana" en cuanto a sus condiciones materiales de existencia,
toda pretensión de efectividad de los derechos clásicos de libertad e igualdad formal
consagrados en el capítulo primero del título segundo de la Carta, se reducirá a un mero e
inocuo formalismo, irónicamente descrito por Anatole France cuando señalaba que todos
los franceses tenían el mismo derecho de dormir bajo los puentes. Sin la efectividad de los
derechos económicos, sociales y culturales, los derechos civiles y políticos son una
mascarada. Y a la inversa, sin la efectividad de los derechos civiles y políticos, los derechos
económicos, sociales y culturales son insignificantes 8 .

18. Por otra parte, la doctrina de la separación de poderes ha variado sustancialmente en


relación con la formulación inicial. Aquello que en un principio tenía como punto esencial
la separación de los órganos, cada uno de ellos depositario de funciones bien delimitadas,
ha pasado a ser, en la democracia constitucional actual, una separación de ámbitos
funcionales dotados de un control activo entre ellos.

8 Cfr .Gross Espiell, Los derechos económicos, sociales y culturales, 1986


Lo dicho está en acuerdo, además, con una interpretación contemporánea de la separación
de los poderes, a partir de la cual el juez pueda convertirse en un instrumento de presión
frente al legislador, de tal manera que este, si no desea ver su espacio de decisión invadido
por otros órganos, adopte las responsabilidades de desarrollo legal que le corresponden y
expida las normas del caso. Este contrapeso de poderes, que emergen de la dinámica
institucional , es la mejor garantía de la protección efectiva de los derechos de los
asociados.

B. La falta de intervención del legislador


19. Dicho esto, el dilema que se impone es el siguiente: ante la falta de intervención
legislativa que desarrolle los derechos-prestación del capítulo segundo título segundo de la
Constitución, debe el juez permanecer a la espera de que se produzca dicho desarrollo, y en
tal caso, considerar los textos que consagran tales derechos como desprovisto de fuerza
normativa, o por el contrario, debe el juez definir el contenido de tales derechos,
anticipándose al legislador y aplicándolos de manera directa a partir del propio texto
constitucional ?.

Ante este dilema el juez debe actuar con prudencia y firmeza a la vez. En primer lugar, la
intervención judicial en el caso de un derecho económico social o cultural es necesaria
cuando ella sea indispensable para hacer respetar un principio constitucional o un derecho
fundamental. En estas circunstancias, el juez actúa bajo condiciones similares a aquellas
que se presentan cuando debe resolver un problema relacionado con un vacío o una
incoherencia de la ley. Es claro que en todos estos casos el juez decide algo que en
principio le corresponde al legislador. Sin embargo, en estas precisas condiciones, la falta
de solución proveniente del órgano que tiene la facultad de decidir implica la posibilidad de
que otro órgano, en este caso el judicial, decida, para un caso específico, con la única
pretensión de garantizar la validez y efectividad de la norma constitucional.

La solución opuesta - es decir la que supone la no intervención judicial- desconoce los


valores y principios constitucionales que consagran la efectividad de los derechos (art.2:
"Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados..."; Art. 5 "El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los
derechos inalienables..."; Art 13 inc. 2:" El Estado promoverá las condiciones para que la
igualdad sea real y efectiva..." ) y desconoce la prevalencia del derecho sustancial sobre los
procedimientos, consagrada en el artículo 228.

20. Pero quizás lo más grave de la solución que se comenta consiste en el desconocimiento
del artículo cuarto de la Constitución, en el cual se afirma que "La Constitución es norma
de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma
jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales". Este artículo no solo plantea un
asunto relacionado con la validez de las normas constitucionales, también prescribe una
clara definición en cuanto a su efectividad.

Con independencia de la función programática-finalista y de la función simbólica que sin


duda ocupan un lugar importante en los preceptos sobre fines y valores, la Constitución es
una norma jurídica del presente y debe ser aplicada y respetada de inmediato. Por
esta razón , sostener que los derechos sociales, económicos y culturales se reducen a un
vínculo de responsabilidad política entre el constituyente y el legislador, es no sólo una
ingenuidad en cuanto a la existencia de dicho vínculo, sino también una distorsión
evidente en cuanto al sentido y coherencia que debe mantener la Constitución. Si la
responsabilidad de la eficacia de los derechos mencionados estuviese sólo en manos del
legislador, la norma constitucional no tendría ningún valor y la validez de la voluntad
constituyente quedaría supeditada a la voluntad legislativa.

Es más razonable pensar que el constituyente quiso otorgarles verdadero carácter normativo
a los textos del capítulo segundo título segundo, entregándole al legislador la prerrogativa
de discrecionalidad política en la materia, pero facultando al juez para ejercer dicha
discrecionalidad, limitada a casos concretos, en ausencia de ley. De esa manera se logra el
respeto de las prioridades en materia de delimitación política de los textos fundamentales y
el respeto de la superioridad jurídica de la Constitución sobre la ley. De esta manera se
logra -parafraseando a Herbert Kruger- que las leyes valgan en el ámbito de los derechos
fundamentales en lugar de que los derechos fundamentales sólo valgan en el ámbito de la
ley 9 .

C. La justicia distributiva
21. Ahora bien, la aceptación de la tutela para los derechos en cuestión, sólo cabe en
aquellos casos en los cuales exista violación de un derecho fundamental de acuerdo con los
requisitos y criterios de distinción antes anotados; sólo en estos casos, el juez puede, en
ausencia de pronunciamiento del legislador, y con el fin de adecuar una protección
inmediata del derecho fundamental, pronunciarse sobre el sentido y alcance de la norma en
el caso concreto y, si es necesario, solicitar la intervención de las autoridades competentes
para que tenga lugar la prestación del Estado que ponga fin a la violación del derecho.

22. Está claro que, en tales eventos el juez debe tomar decisiones que consulten no sólo la
gravedad de la violación del derecho fundamental a la luz de los textos constitucionales,
sino también las posibilidades económicas de solución del problema dentro de una lógica
de lo razonable, que tenga en cuenta, por un lado, las condiciones de escasez de recursos y
por el otro los propósitos de igualdad y justicia social que señala la Constitución. En la
mayoría de estos casos, una vez establecida la violación de un derecho fundamental, el juez
se enfrenta a un problema de justicia distributiva. Como se sabe, los elementos de juicio
para definir este tipo de justicia no surgen de la relación misma entre los sujetos
involucrados -el Estado y el ciudadano- sino que requieren de un criterio valorativo exterior
a dicha relación (Aristóteles…). La aplicación de los derechos económicos sociales y
culturales plantea un problema no de generación de recursos sino de asignación de recursos
y por lo tanto se trata de un problema político10 .

En ocasiones la norma constitucional proporciona este criterio. Así, por ejemplo, el artículo
366 es muy claro cuando afirma que en "los planes y presupuestos de la Nación y de las
entidades territoriales, el gasto social tendrá prioridad sobre cualquier otra asignación". Sin
embargo, es posible que ella no sea lo suficientemente iluminadora para resolver el caso sin
llegar a consecuencias inaceptables o imposibles de llevar a cabo. En consecuencia, es
necesario que el juez haga uso de la "lógica de lo razonable" 11 de tal manera que la
solución final que adopte sirva, ante todo, para proteger el derecho violado, y además tenga
en cuenta las condiciones financieras de los entes públicos. Si fuese necesario dar
elementos de juicio en abstracto sobre la justicia distributiva -cuestión de por si temeraria-
se podría recurrir al principio de igualdad, ampliamente debatido en la teoría de la justicia
de las últimas décadas, a partir del cual toda distribución de recursos, para ser justa, deba
mejorar al menos la condición de los más desfavorecidos 12 . Dicho en otra perspectiva, la
justicia distributiva debe ser planteada como un problema de repartición -de asignación por
parte del Estado- de recursos nuevos disponibles, cuyo resultado final, cualesquiera que
sean los beneficiarios o los afectados por tal repartición, no desmejore la situación de
aquellos que poseen menos recursos. Esta interpretación, por lo demás se encuentra en
plena armonía con lo prescrito en el artículo 13 inciso segundo:

"El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y
adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados.

9 Grundegesetz und Kartellgesetzgebung, 1950, p. 12


10 Luis F Jimenez, Los derechos económicos en América latina. Otros enfoques; en
Derechos económicos y desarrollo en América Latina; IIDH, 1990
11 Por ejemplo, en Chaim Perelman, Logique juridique, Dalloz, Paris, 1979
12 John Rawls, Teoría de la Justicia, F.C.E., 1968.
"El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que, por su condición
económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y
sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan".

23. Los reparos que pueda suscitar esta posición, en el sentido de que se llegaría a una
enorme dispersión jurisprudencial en vista del carácter abiertamente político del contenido
de las decisiones, pueden ser despejados si se tiene en cuenta la importante fuente de
seguridad jurídica que se desprende del mecanismo de revisión de tutelas por parte de la
Corte Constitucional y consagrado en el numeral 9 del artículo 241 de la Carta. Como se
sabe, la revisión tiene, entre otras, la finalidad de servir de instrumento de fijación del
sentido de los textos. Su alcance, por lo menos en términos prácticos, no se limita a la
solución definitiva del caso que se presenta para su conocimiento, sino que va mucho más
allá: sirve de pauta a todas las autoridades para la interpretación y aplicación de los
derechos. Es innegable el valor pedagógico e incluso "normativo- general" de la
jurisprudencia de tutela que crea la Corte Constitucional y su importancia y alcance apenas
empiezan a vislumbrarse en el panorama jurídico nacional.

IV. EL DERECHO A LA SALUBRIDAD PUBLICA

A. La salubridad pública y la Constitución


24. La Comisión Quinta de la Asamblea estuvo encargada de estudiar los derechos
económicos, sociales y ecológicos. Desde el inicio de los debates la preocupación básica de
la Comisión se centró en la necesidad de establecer una "concepción de los ciudadanos
como iguales ante la vida y no únicamente como iguales ante la ley" 13 . Este propósito
quedó consignado en la Constitución en el artículo 366:

"El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de la vida de la población


son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la
solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento
ambiental y de agua potable".

La Comisión Quinta consideró además que "en Colombia el sector social no ha sido
entendido como un pilar fundamental del desarrollo y, en consecuencia, ha sido
sistemáticamente discriminado desde los puntos de vista político y presupuestal". Para
remediar esta situación era necesario que la finalidad social tuviese un cumplimiento
permanente, anticipatorio y prioritario 14 .

25. Como consecuencia de estos planteamientos la Constitución estableció en su artículo


365 inciso 1, una vinculación esencial entre el Estado social de derecho y la prestación de
los servicios públicos:

"Artículo 361: Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del
Estado. Es deber del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los
habitantes del territorio"

En concordancia con esto, el artículo 366 consagra la prioridad del gasto público social:

"Artículo 366. El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de la vida


de la población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de
su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, educación, de
saneamiento ambiental y de agua potable. Para tales efectos, en los planes y

13 Gaceta Constitucional N. 83, p. 4, columna 3


14 Gaceta Constitucional N. 78, p. 2
presupuestos de la Nación y de las entidades territoriales, el gasto público social
tendrá prioridad sobre cualquier otra asignación"

Al respecto el exconstituyente Antonio Yepes Parra, en la opinión sobre el tema solicitado


por el magistrado sustanciador, sostiene que la prioridad del gasto público social no está
consagrada en "un par de disposiciones aisladas de la Carta; sino que hacen parte de una
clarísima intención del constituyente de reorientar el gasto público: el situado fiscal (art.
356, inciso 2) se destina a la salud y a la educación; la participación de los municipios en
los ingresos corrientes de la nación (art. 357, inciso 1) debe financiar áreas prioritarias de
inversión social ; y las rentas provenientes de los monopolios departamentales, de juegos de
suerte y azar y de licores (art. 336), incisos 4 y 5) la salud y la educación."

En términos globales -dice el doctor Yepes Parra- " En la Constitución de 1991 la salud
superó el estrecho concepto de asistencia pública que traía la Carta de 1886". Esto se
manifiesta a través de diferentes artículos de la Constitución, entre los cuales sobresalen los
siguientes: Art. 13, sobre protección especial a los débiles; Art. 44 sobre el derecho
fundamental a la salud de los niños; el artículo 49 que establece la atención a la salud y al
saneamiento ambiental como servicios públicos a cargo del Estado; el artículo 64 sobre
acceso progresivo de los trabajadores agrarios a los servicios de salud y el artículo 78
relativo a protección de la salud de los consumidores.

B. La importancia del servicio de alcantarillado


26. En respuesta a varios interrogantes sobre la importancia de la salud pública y su
vinculación con el derecho a la vida, el doctor John A. Flórez Trujillo, Vicedecano de la
Facultad Nacional de Salud Pública Héctor Abad Gómez, sostiene que entre las causas
principales de enfermedades diarreico-agudas se encuentran, "en primer lugar la carencia de
agua potable, y en segundo lugar la falta de una adecuada disposición de escretas
(alcantarillado, pozos sépticos, tazas sanitarias). En 1984, agrega el doctor Flórez, la
primera causa inmediata de mortalidad en niños entre 1 y 4 años fueron las enfermedades
infecciosas intestinales (en su mayoría enfermedades diarreicas) En la lista de las diez
primeras causas también figura otra enfermedad asociada con el deficiente estado sanitario,
la helmintiasis. La segunda enfermedad más importante que afecta a la población infantil
son las infecciones intestinales".

"El hecho de que la comunidad -concluye el doctor Florez- no tenga servicio de


alcantarillado, o lo tenga, pero no funcionando adecuadamente, se constituye en un factor
de riesgo grande para la salud de la comunidad expuesta a dicha situación". Como se
deduce claramente de las estadísticas anotadas, la expresión "factor de riesgo grande"
utilizada por el doctor Flórez, no se refiere a otra cosa que al riesgo de muerte.

27. Por otro lado, el Tribunal de Bolívar, en una interpretación apresurada concluye que los
derechos fundamentales son sólo los enumerados en el capítulo primero del Título segundo.
Quizás la idea del Tribunal era la de sostener que tales derechos son aquellos definidos por
el artículo 85 como derechos de aplicación inmediata. Pero aún si esta fue la idea que quiso
expresarse y que no está explícita en el razonamiento del Tribunal, su validez es
cuestionable de acuerdo con todo lo dicho anteriormente sobre el carácter abierto de dicho
concepto, claramente establecido en los debates de la Asamblea Nacional Constituyente.

En consecuencia, el derecho al servicio de alcantarillado, en aquellas circunstancias en las


cuales afecte de manera evidente derechos y principios constitucionales fundamentales,
como son los consagrados en los artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13 (derechos de
los disminuidos), debe ser considerado como derecho susceptible de ser protegido por la
acción de tutela. Siendo ello así y teniendo en cuenta, de un lado, las consideraciones de los
expertos doctores Yepes Parra y John Flórez, y del otro, el hecho de que se trate de una
situación de carencia claramente comprobada en el barrio de Vista Hermosa en Cartagena,
con previsibles consecuencias nefastas para los habitantes del barrio. Esta Sala de
Revisión considera que se trata de una clara violación a un derecho fundamental. El
alcantarillado inconcluso ha ocasionado el desbordamiento de las aguas negras sobre las
calles del barrio. Es importante, además, que se trata de un barrio de clase baja, (estrato 2
según información obtenida en planeación municipal de Cartagena) y que por lo tanto los
recursos económicos para afrontar el problema son presumiblemente insuficientes lo que
lleva a pensar que las condiciones de higiene y salubridad deben ser precarias.

28. La violación del derecho de los habitantes del barrio Vista Hermosa a la salubridad
publica adquiere una connotación especial por el hecho de haber sido iniciada la
construcción del alcantarillado para luego ser suspendida. La decisión de construir el
alcantarillado y el inicio de los trabajos correspondientes constituye una respuesta positiva
a las demandas populares cuyo incumplimiento crea una frustración adicional en la
población.

Por otro lado, el hecho de haberse iniciado la construcción del alcantarillado desvirtúa la
principal objeción para la efectiva aplicación del derecho a los servicios públicos
fundamentales, cual es la falta de recursos económicos. En efecto, cuando se tomó la
decisión de construir, ella debía estar respaldada en una disponibilidad presupuestal. Las
Empresas Públicas de Cartagena nunca se manifestaron durante el proceso de la acción de
tutela - a pesar de haber sido citados por el juez- para explicar causas excepcionales que
hubiesen impedido la terminación de los trabajos, lo cual da la impresión de una clara
negligencia en el tratamiento de este asunto.

DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional,

RESUELVE

PRIMERO. -REVOCAR la providencia del Tribunal Contencioso Administrativo de


Bolívar del doce (12) de febrero de mil novecientos noventa y dos ( 1992), por las razones
expuestas en la sentencia, y en su lugar
SEGUNDO. -ORDENAR a las Empresas Públicas de Cartagena la terminación de la
construcción del alcantarillado del barrio Vista Hermosa. Dicha terminación deberá llevarse
a cabo dentro de un plazo razonable que no exceda de tres meses. Mientras ello ocurre debe
adoptar, inmediatamente, medidas provisionales idóneas, encaminadas a la cesación de las
molestias y perjuicios que se están ocasionando a los habitantes del barrio.
TERCERO. -En todos aquellos casos similares al presente por sus hechos o circunstancias,
siempre que se dejen obras inconclusas que afecten la salubridad publica, la doctrina
constitucional señalada en esta sentencia tendrá carácter obligatorio para todas las
autoridades, en los términos del artículo 33 del Decreto 2591 de 1991
CUARTO. - ORDENAR que por Secretaría se comunique esta providencia al Tribunal
Administrativo de Bolívar , en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.

CIRO ANGARITA BARON


Magistrado Ponente

EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ


Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
-Aclaración de voto-

Sentencia aprobada por acta No 1 de la Sala Primera de Revisión, en Santafé de Bogotá, a


los cinco ( 5 ) días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992)

ACLARACION DE VOTO A LA Sentencia No. T-406

ACCION POPULAR/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO


IRREMEDIABLE (Aclaración de voto)

Este caso encaja mejor dentro de la previsión consagrada en el artículo 88 de la


Constitución, relativo a las acciones populares para la protección de los derechos e
intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la
salubridad pública, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y
otros de similar naturaleza.
He votado favorablemente la ponencia por cuanto se trata de acción de tutela usada
únicamente como mecanismo preventivo para evitar un perjuicio irremediable y tomando
en consideración el peligro que afrontan derechos fundamentales como la vida y la salud
de quienes habitan la zona afectada.

Ref.: Expediente T-778


Magistrado Ponente: Dr. Ciro Angarita Barón

Santafé de Bogotá, D.C., junio diecisiete (17) de mil novecientos noventa y dos (1992).

Debo aclarar mi voto en el asunto de la referencia en los siguientes sentidos:

El presente caso encaja mejor dentro de la previsión consagrada en el artículo 88 de la


Constitución, relativo a las acciones populares para la protección de los derechos e intereses
colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad pública,
la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y otros de similar
naturaleza.

Tales asuntos no deberían ser objeto de acciones de tutela, pues esta última institución ha
sido concebida con otros fines, específicamente relacionados con la protección de los
derechos fundamentales.

Pese a lo anterior, he votado favorablemente la ponencia por cuanto se trata de acción de


tutela usada únicamente como mecanismo preventivo para evitar un perjuicio irremediable,
lo cual está autorizado de modo expreso por el artículo 6o., numeral 3o., del Decreto 2591
de 1991 y tomando en consideración el peligro que afrontan derechos fundamentales como
la vida y la salud de quienes habitan la zona afectada.

JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO


-Magistrado-

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