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Este documento resume una conversación que el autor tuvo con el élder Neal A. Maxwell después de que este último pasara por quimioterapia para leucemia. Cuando el autor le preguntó al élder Maxwell qué había aprendido de su enfermedad, este respondió: "No desmayar es más importante que sobrevivir". El élder Maxwell había aprendido esto a través de su propia experiencia durante la quimioterapia, cuando le dijo a su esposa que solo quería no desmayar. Más tarde, enseñó que no desmayar, o no retroceder
Este documento resume una conversación que el autor tuvo con el élder Neal A. Maxwell después de que este último pasara por quimioterapia para leucemia. Cuando el autor le preguntó al élder Maxwell qué había aprendido de su enfermedad, este respondió: "No desmayar es más importante que sobrevivir". El élder Maxwell había aprendido esto a través de su propia experiencia durante la quimioterapia, cuando le dijo a su esposa que solo quería no desmayar. Más tarde, enseñó que no desmayar, o no retroceder
Este documento resume una conversación que el autor tuvo con el élder Neal A. Maxwell después de que este último pasara por quimioterapia para leucemia. Cuando el autor le preguntó al élder Maxwell qué había aprendido de su enfermedad, este respondió: "No desmayar es más importante que sobrevivir". El élder Maxwell había aprendido esto a través de su propia experiencia durante la quimioterapia, cuando le dijo a su esposa que solo quería no desmayar. Más tarde, enseñó que no desmayar, o no retroceder
ES MUCHO MÁS IMPORTANTE QUE SOBREVIVIR”! Por el élder David A. Bednar
La fe firme en el Salvador es aceptar sumisamente Su voluntad y Su tiempo en
nuestra vida, incluso si el resultado no es lo que esperábamos o deseábamos. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004) fue un amado discípulo del Señor Jesucristo. Prestó servicio como integrante del Cuórum de los Doce Apóstoles durante veintitrés años, desde 1981 hasta 2004. El poder espiritual de sus enseñanzas y su ejemplo de discípulo fiel han bendecido y continúan bendiciendo en formas maravillosas a los miembros de la Iglesia restaurada del Salvador y a las personas del mundo. En octubre de 1997, mi esposa y yo recibimos al élder y a la hermana Maxwell en la Universidad Brigham Young Idaho (que entonces se llamaba Colegio Ricks). Él iba a hablar al alumnado, al personal y al cuerpo docente durante una asamblea devocional. Anteriormente, ese mismo año, el élder Maxwell se había sometido a cuarenta y seis días y noches de debilitante quimioterapia contra la leucemia. Su rehabilitación y la terapia continua progresaron en forma positiva a lo largo de los meses de primavera y verano; no obstante, su fortaleza y vigor eran limitados cuando viajó a Rexburg. Después de recibir al élder y a la hermana Maxwell en el aeropuerto, Susan y yo los llevamos a nuestra casa para que descansaran y para comer un almuerzo liviano antes del devocional. Yo le pregunté al élder Maxwell qué lecciones había aprendido de su enfermedad. Siempre recordaré la respuesta precisa y penetrante que me dio: “Dave”, dijo, “he aprendido que no desmayar es más importante que sobrevivir”. Su respuesta era un principio del cual había tenido extensa experiencia personal durante la quimioterapia. En enero de 1997, el día en que iba a empezar la primera serie de tratamientos, el élder Maxwell miró a su esposa, la tomó de la mano, dio un profundo suspiro y le dijo: “Lo único que quiero es no desmayar” En su mensaje de la Conferencia General de octubre de 1997, él enseñó esto con gran sinceridad: “… a medida que enfrentemos nuestras pruebas y tribulaciones… también nosotros podemos suplicarle al Padre, tal como lo hizo Jesús, que no tengamos que „desmayar‟, es decir, retroceder o rehuir (véase D. y C. 19:18). ¡No desmayar es mucho más importante que sobrevivir! Más aún, el beber de una amarga copa sin amargarse es asimismo parte de emular a Jesús”. (“Aceptar la voluntad y el tiempo del Señor” liahona de agosto de 2016 pags. 17-18)