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EL INFORME PSICOLOGICO: indicios para su elaboración

Por Horacio R. Maldonado


(*)

A través de estas notas pretendemos esbozar algunas


consideraciones
mínimas en relación al informe a elaborar una vez concluido el proceso
diagnóstico (o alguna fase del mismo) por parte del psicólogo (y su equipo de
trabajo) en torno a problemáticas psicoeducativas que eventualmente
afrontan diversos miembros de la comunidad educativa. En razón de que
aludiremos aquí a los aspectos más genéricos de dicha cuestión, los interesados
en obtener información específica tendrán que acudir a otras fuentes
bibliográficas complementarias.

NOMINACION Y FINALIDAD

Informe psicológico es la nominación que se le suele asignar al conjunto de


conclusiones (parciales o no) resultantes de una investigación o estudio
diagnóstico concretado en relación a situaciones problemáticas inherentes a
sujetos, grupos, instituciones, comunidades, vinculados cada uno a diferentes
procesos educativos.

La finalidad del informe es la de organizar en forma condensada las


conclusiones relativas al objeto de estudio a fin de socializarlas. Naturalmente
sus características específicas no pueden ser ajenas al (los) destinatario (s). El a
quién (es) va dirigido constituye un determinante básico. Esta cuestión junto al
qué y al cómo informamos se convierten, al articularse, en la estructura misma
del informe.

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POSIBLES DESTINATARIOS: (A QUIÉN)

Muchos son quienes pueden demandar nuestros servicios profesionales y por


ende constituirse en potenciales destinatarios de la información diagnóstica que
recabemos. Entre otros tantos podemos citar a: psicólogos, psicopedagogos,
médicos, maestros, trabajadores sociales, abogados, jueces, grupo familiar,
instituciones, interesado, etc.

CONTENIDO DEL INFORME (QUÉ)

El contendido del informe debe ser solidario con la demanda efectuada, no


solamente de la explícita sino también de la implícita; esto significa que debe
estar en función de una doble incertidumbre (una de ellas no manifiesta) de las
que hay que dar cuenta. La demanda suele también ser nominada como motivo
de consulta manifiesto (al que le subyace habitualmente un motivo latente o no
explícito que le toca desentrañar al profesional)

¿Qué informamos entonces?

En primer lugar, cabe exponer en forma minuciosa las razones o causas


responsables de la problemática que suscita la consulta; tanto las que generan
los aspectos superficiales (aparentes o manifiestos) como las que inciden en los
aspectos estructurales o profundos Esta dimensión del informe, es decir, la
parte diagnóstica es de carácter fundamentalmente explicativa. La descripción,
aunque útil y necesaria, es siempre previa y subsidiaria de la explicación.

En segundo lugar, el contenido debe anticipar algún pronóstico, aunque sin


desconocer su relatividad. Resulta obvio que estará siempre subordinado a una
serie compleja de variables incontrolables desde el proceso diagnóstico.

En tercer término, el informe tiene que estipular la o las recomendaciones que


se entiendan pertinentes y que tendrán como soporte la información obtenida.

Una adecuada investigación diagnóstica es aquella que posibilita no solamente


explicaciones causales sino también que permite diseñar recomendaciones
específicas en torno a la problemática indagada. Dichas recomendaciones
conforman la respuesta (parcial en algunos casos) a la pregunta: qué debemos y
podemos hacer en este caso/situación? O cuál es o cuáles son los
procedimientos a seguir para revertir o morigerar la problemática en cuestión?

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En síntesis, estos son los contenidos básicos que no pueden ser omitidos o
descuidados en el informe. Por cierto, conviene incluir además los datos
generales del paciente, un breve reconto de los instrumentos diagnósticos
utilizados, el tiempo de trabajo y las consideraciones descriptivas que se
entiendan necesarias desde el punto de vista social, familiar, psicológico y
eventualmente, orgánico.

FORMA DE PROPORCIONAR LA INFORMACION

Como antes consignamos, el cómo está íntimamente articulado con el


destinatario de la información a proporcionar, incluso debe estar subordinado a
él: de todas maneras es posible hacer algunas observaciones sobre ciertas
condiciones generales.

El lenguaje (escrito) a utilizar, independientemente del destinatario, tiene que


ser claro, específico y coherente en lo posible. Es aconsejable, cuando el
destinatario no utilice nuestro marco de referencia, abstenerse de usar un
código sofisticado o eminentemente técnico. En caso de no poder prescindir de
éste último, será conveniente intentar además una explicitación
complementaria o análoga.

La información tendrá un encadenamiento lógico, esto es, las distintas partes


del informe: descripción, explicación, pronóstico, recomendaciones, no pueden
aparecer desvinculadas, reiteradas, superpuestas, sino que cada una tiene que
ser condición para la siguiente.

La extensión del informe habitualmente está en función de la demanda


receptada o situación visualizada y no conforme a estereotipos o convenciones
no consignadas.

El lector del informe podrá distinguir con detalle cuáles de las recomendaciones
tienen que recibir prioridad y cuáles de ellas eventualmente podrían merecer
una atención secundaria.

En este mismo caso, es válido en ocasiones, indicar las líneas óptimas de trabajo
a implementar, pero también resulta conveniente sugerir alternativas a las
situaciones idóneas, ya que estas pueden estar fuera de las posibilidades del
sujeto.

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En suma, la intención de presentar algunas consideraciones acerca del informe
psicológico (el cual tendrá siempre el estilo personal de quien lo suscriba), tiene
como razón principal impulsar al psicólogo a ejercitar la producción intelectual
escrita (y en consecuencia a conceptualizar un aspecto de su práctica) pero
también, a desligarse de esa cuestionable tradición que es la transmisión (a
veces llena de subterfugios) lingüística, tanto interpersonal como
interinstitucional.

(*) Profesor cátedra Problemas de Aprendizaje, Facultad de Psicología, UNC.


maldonadoho@gmail.com

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