Vous êtes sur la page 1sur 10

Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Artes y Diseño

Posgrado en Artes y Diseño

Maestría en Artes Visuales

______________________________________________________________

LAS METAIMÁGENES EN LAS ARTES Y EL DISEÑO

Profesor: Mtro. Sergio Koleff Osorio

Ensayo:

Los remolinos del pensamiento

Noel Francisco Corral Félix


516013327

México D.F.
3 de Junio del 2016
Los remolinos del pensamiento

Introducción:

Existe una tendencia general a entender el pensamiento como una actividad


separada de las acciones, incluso, estas llegan a concebirse como una secuela
del pensamiento. En este ensayo, me propongo abordar este tema desde una
postura en que se entienda el dibujo como una experiencia peculiar en que la
acción no es un producto o consecuencia de la acción, sino que acción y
pensamiento son una misma cosa. La manera en la que pretendo aproximarme a
esta cuestión es a partir del análisis de mi propio quehacer artístico en la maestría,
específicamente desde la práctica del dibujo.
Así mismo, otro de los principales objetivos de este trabajo es el de establecer una
fundamentación teórica de mi producción artística realizada en el semestre en
curso (2016-2), explicándola siempre como una consecuencia del acto de dibujar.

Si hay algo que me ha quedado claro este semestre, es que el pensamiento no es


simplemente una serie de reflexiones, ideas, palabras e imágenes que tienen lugar
en algún sitio de nuestra mente y que preceden a cualquier tipo de acción, o no-
acción; sino que existen múltiples formas en las que se manifiesta el pensamiento.
Esto lo he entendido gracias a la práctica libre y constante del dibujo.

Cuando era niño y mi papá me veía dibujar, de vez en vez me proponía el ejercicio
de hacer un “dibujo de imaginación”, que yo siempre entendí como hacer un dibujo
“a lo loco”, donde la espontaneidad y el juego sean los motores de la pieza. Con el
tiempo, el estudio y el interés por desarrollar un dibujo más técnico y canónico se
fue apoderando lentamente de una buena parte de esa frescura y libertad en mi
manera de dibujar. Hasta ahora, podría decir que mi proceso de creación artística
desde que comencé en el programa de posgrado, ha sido de alguna manera un
retorno a esos “dibujos de imaginación”, y a dar rienda suelta a la creatividad.
Dibujar por el mero impulso de hacerlo, por la satisfacción y la libertad que
encuentro al garabatear en una superficie. Me he dado cuenta de que en el dibujo
hay respuestas y soluciones, sólo es cuestión de “escucharse” a uno mismo.

Al principio, estaba dubitativo acerca de dejar que el lápiz se moviera libremente


por el papel, de no controlarlo. Me invadía una especie de miedo de hacer “dibujos
a lo loco”. Ahora me doy cuenta de que a lo que tenía miedo, era a pensar
libremente. Ese miedo, a falta de una mejor palabra, de cierta manera aún está
ahí, y dudo que algún día llegue a desaparecer. Me inclino a pensar que ese
sentimiento no es otra cosa que una restricción impuesta por el lenguaje, siempre
celoso de su protagonismo a la hora de dotar de sentido al mundo. Estoy casi
seguro de que Picasso se refería a esto en su famosa frase donde menciona que
pintar como los niños le llevó toda la vida.

Al dibujar, no es un pensamiento el que guía a la línea trazada. Claro que puede


que exista una idea previa, la noción de un proyecto, un esbozo mental, por
llamarlo de alguna manera, pero el dibujo siempre tomará sus propios caminos,
reclamará su voz. Considero que es muy importante dejarla salir y saber
escucharla, ya que esa voz, es pensamiento plástico. Las líneas trazadas en una
superficie son mucho más que una simple construcción lineal que representa una
figura; en ellas hay datos, información, gestos, emociones, sentimientos,
respuestas, y por supuesto, preguntas. En el acto de dibujar hay sentido, análisis y
generación de conocimiento, aunque este no se presente de una manera lógica y
racional, a manera de conceptos, teorías o fórmulas.

Ya el doctor Fernando Zamora hace referencia a estas otras formas de pensar en


su Filosofía de la imagen, donde hace un apartado interesantísimo en el que
analiza la manera en la que Wittgenstein concibe la imagen y la manera en la que
opera el lenguaje con relación al pensamiento. Tras unas cuantas citas, parece
coincidir con él al reflexionar que “En el caso del trabajador manual, es imposible
separar su pensamiento de su actividad, pero no porque el pensamiento
“acompañe” a la actividad, sino porque pensar y actuar están amalgamados: son,
de algún modo, lo mismo”. (pp. 70)
Descubrí que aun cuando no estoy dibujando en el sentido de marcar líneas sobre
una superficie, siempre estoy haciendo uso del Dibujo al interactuar con el
entorno. Con la mirada, movimientos sutiles de la mano, e incluso con la lengua,
estoy constantemente recorriendo y remarcando las líneas que configuran las
formas que me rodean. Lo anterior no fue nada fácil de detectar, ya que es un acto
tan natural en mí, que podría haber vivido la vida pensando que la mente del resto
de las personas funciona de la misma manera. Hoy tengo la certeza de que no es
así. No se trata, pues, únicamente de un pensamiento estrictamente visual, sino
de uno corporal, que podría presentar otras modalidades según cada persona. Del
mismo modo en el que mi pensar se manifiesta dibujísticamente a través de
gestos corporales, líneas, y recorridos visuales, tal vez en otras personas operaría
por medio de colores, espacios, sonidos, números o, desde luego, palabras. Todo
esto me lleva a pensar en que el proceso creativo no se reduce a ser una serie de
pasos que conducen a ciertos resultados, sino que es un acto de pensar, y por lo
tanto de analizar, comunicar, descubrir, y generar conocimiento. Creo que para mí,
el dibujar es algo que nunca va a acabar, tal vez cambie y se reforme, pero estoy
seguro de que incluso si me quedara sin extremidades que me permitan sostener
un lápiz, siempre estaré dibujando, pues esta es la manera en la que opera mi
mente.

El crear es sin duda una de las características más fascinantes y misteriosas del
ser humano, y al tener la idea de que el estar realizando alguna actividad creativa
se está pensando, el acto de crear adquiere una dimensión todavía más compleja.
El preguntarse por qué y cómo creamos, no sería otra cosa que preguntarse por
qué y cómo pensamos.

Respecto a lo anterior, la principal inquietud que me genera es que si en un


principio la estructura de mi pensamiento fue la que propició mi interés por el
Dibujo, o si mi pensamiento fue siendo moldeado a través de esta práctica. Podría
asegurar que al día de hoy es un intercambio, un ir y venir. Pero sería interesante
poder rastrear de alguna manera cómo es que empezó todo. Uno de los recuerdos
más lejanos de mi niñez es que me gustaba repasar con el dedo las líneas
terrosas de termitas que subían por las paredes de mi casa. Probablemente ahí se
encuentre una pista, pero eso es asunto para otro ensayo.

Teresa Cabruja y Lupicinio Iñiguez, profesores de la Universidad de Girona, y la


Universidad de Barcelona respectivamente, sostienen que la narrativa,
entendiéndose como las estructuras en las que se conforma el lenguaje, es
nuestra manera de explicar e interactuar con el mundo, ser parte de él y dar
sentido a la realidad:

“No se trata de que los seres humanos recurran a una herramienta de mediación
para representar el mundo, sino que el mismo mundo y los mismos seres humanos
existen en virtud de su construcción lingüística y discursiva” (pp. 63)

Se entiende pues, que la manera en la que marcha nuestro pensamiento lógico y


nuestra percepción de la realidad consiste en un ir y venir de procesos lingüisticos,
donde el discurso da forma a la realidad, y la realidad da forma al discurso, dando
lugar a una suerte de ciclo infinito. Edgar Morin hace alusión a esto cuando se
refiere al conocimiento como un movimiento circular ininterrumpido, y sugiere que
“nos hace falta ver cómo el todo está presente en las partes y las partes presentes
en el todo” (pp. 9)

En mi proyecto de investigación, intento aproximarme desde el dibujo y la


ilustración a una imagen que cuestione y desafíe a estas maneras de construir el
mundo. Tomando en cuenta la premisa de Zamora expuesta anteriormente de que
estas otras modalidades del pensamiento son inseparables del lenguaje, escapar
de una narrativa resulta una empresa imposible a la hora de enfrentarse a una
imagen, que a grandes rasgos, es una construcción mental. Sin embargo, se
puede hacer uso de estos mismos elementos lingüísticos para sugerir una
aproximación conceptual al mundo de la imagen, y generar una idea visual de
cómo este podría ser. Considero que las llamadas metaimagenes cumplen este
propósito.
W.J.T. Mitchell utiliza las metaimagenes como una manera de estudiar y explicar
las imágenes. En su análisis, localiza y describe varios tipos de metaimagenes y
sus características. La multiestabilidad, autorreferencialidad y la alusión al infinito
aparecen como características recurrentes. Lo que queda claro es que lo más
característico de la metaimagen es que de algún modo perturba la manera en la
que normalmente nos enfrentamos a una imagen, en la que la lectura de la misma
nos resulta confusa o engañosa, y nos incita a reflexionar ya no sobre algún hecho
o concepto en particular (como cualquier imagen ilustrativa), sino sobre la imagen
misma y su naturaleza, su conformación y su estructura. Encuentro aquí una de
las características más importantes de la metaimagen.

Para Derridá, el lenguaje no es una estructura estable, como los estructuralistas


proponían, sino que sus elementos están en constante intercambio y ninguno de
ellos es totalmente definible porque su definición depende de su diferencia de los
demás. Si la manera en que leemos e interpretamos las imágenes corresponde a
una conformación lingüística narrativa, entonces la concepción y recepción de la
imagen debería también presentar las mismas características. O sea, que llegar a
una definición convincente de las imágenes resulta una tarea muy dificil, ya que
esta estaría en una constante reestructuración. Es por ello que no se puede
hablar, por ejemplo, de una historia del arte lineal y progresiva, ya que el
pensamiento del ser humano, está, de la misma manera, siempre redefiniéndose a
sí mismo.

En las imágenes que estoy produciendo, pretendo que su entendimiento dependa


de la relación entre los elementos que conforman su estructura. Al tener en mente
la idea de que el lenguaje es una estructura inestable, que se redefine y cambia
sus formas constantemente, adaptándose a sí mismo para poder encajar en
contextos a su vez múltiples, también la imagen debería serlo. Sería muy
temerario aventurar aquí una conclusión acerca de la naturaleza de la imagen,
pero podría aventurar que el reconocimiento de imágenes es un suceso mental.
Es decir, que al igual que el lenguaje es razón y sentido: pensamiento. A manera
de nota, quisiera aclarar que cuando hablo de razón no lo hago desde un enfoque
positivista refiriéndome a una comprensión lógica y argumentativa de la realidad;
sino de racionalidad, es decir ese entramado de facultades anímicas que
constituyen lo humano: el pensamiento lógico, sí, pero también la imaginación, el
juego, los miedos, los deseos. El uso y entendimiento de la imagen ha ido
acompañando al uso y entendimiento del lenguaje a través de los siglos.

Los modelos de los que este ensayo va acompañado nacieron desde el dibujo.
Nunca fueron diseñados para encajar en ellos una teoría o un concepto, aunque la
pretensión al dibujar sí era intentar mantenerme en una línea temática (tampoco
se trata de que el pensamiento creativo sea pura imaginación desbordada; es un
pensamiento que puede ser dirigido). Estas piezas son resultado de las mismas
exigencias de las imágenes. Así mismo, las considero como parte del proceso que
estoy llevando, no como una culminación ni nada que se le parezca.
Creativamente, tienen el mismo valor que cualquier garabato en mis cuadernos,
que ha salido de dibujos anteriores, y será motivo y alimento para nuevas
imágenes.

El principal objetivo de estas piezas, es el de intentar aproximarme a una frontera


difícil de visualizar entre la imagen narrativa utilizada comúnmente en ilustración, y
una metaimagen, apuntando a lo que en algunas conversaciones con mis
profesores ha sido referido como una pre-narrativa visual. No se trata pues, de
contar historias, sino de sugerir una suerte de escenario donde estas puedan
existir, o pudieron haber existido. Busco con ellas motivar una sensación de relato,
pero sin que este llegue a mostrarse. Estoy tratando de acercarme a una historia
que yo mismo no conozco, y que entre más me la cuento, menos sé de qué trata.
Yo soy el que se hace más preguntas sobre qué es lo que hay detrás de lo que
aparece en mis dibujos.

No puedo imaginar un mejor ejemplo que M. C. Escher para ilustrar las ideas que
intento expresar aquí. Tan solo a manera de ejemplo, dedicaré unas líneas a
describir uno de sus cuadros: Print Gallery (1956).
En Print Gallery, se ve representado un hombre que está de visita en lo que en
una parte de la imagen, es una galería de arte. Un largo pasillo con cuadros
montados. Uno de estos cuadros comienza a distorsionarse al grado de invadir el
espacio en el que está montado y convertirse en parte del escenario al grado de
que la conformación compositiva de la propia pieza se ve tan involucrada que se
distorciona. Los muros se curvan y los espacios se confunden entre un mundo y
otro, y de hecho, a juzgar por la dirección en la que está dibujada la cabeza del
personaje en primer plano, la mirada de este no está dirigida a la parte de la
imagen que sigue siendo un cuadro, sino a la sección que corresponde a lo que se
podría considerar “el mundo del personaje” Esta litografía puede ser considerada
como una metaimagen, ya que es una imagen que hace referencia a las
imágenes, y a su vez, las imágenes a las que hace referencia se involucran en la
obra como recordando a gritos su protagonismo. Es el mundo de las imágenes, y
en él, ellas son libres de moverse como les plazca, pero estarán condenadas a
moverse siempre sobre sí mismas, obligando al espectador a preguntarse y a
intentar definir (seguramente sin mucho éxito) qué es lo que está viendo. Por otro
lado, no se puede negar que esta imagen posee también una dimensión narrativa,
sin embargo no está propiamente contando un relato; más bien propicia un
escenario donde posiblemente este podría llevarse a cabo. Es un campo virgen de
múltiples posibilidades narrativas: una pre-narrativa.

He encontrado que la imagen cíclica, como las espirales, los vórtices y las
imágenes con efecto de espejo, pueden ser efectivas a la hora de tratar con estas
cuestiones. Comenzar a trabajar con el concepto del ciclo ha probado ser muy
fructífero en cuanto al desarrollo de mi producción. El ciclo propicia una narrativa
circular infinita, como el cambio de estaciones o las fases lunares. De hecho, el
mismo Mitchell dedica un párrafo a estos motivos en particular:

“La figura del “remolino” sugiere una forma de especificar (o de imaginar) el efecto
de multiestabilidad de forma gráfica. Podríamos llamarlo el “Efecto vórtice”…”. (pp.
72)
Desde el punto de vista estético, he elegido el formato circular para mis trabajos
puesto que facilita la homogeneidad y simultaneidad que intento plasmar. A parte
de eso, pretendo dotarlos de una dimensión temporal que no tenga principio ni fin.
Es curioso ver como cada manera de representar el tiempo casi siempre encaja, o
podría encajar en una figura circular, como el caso de los calendarios o relojes.

Desde épocas remotas, la concepción del tiempo en el ser humano se ha


concebido como un ciclo. El hombre ha intentado atrapar al tiempo en una métrica,
en una estructura secuencial que le dé un sentido a algo tan abstracto y complejo,
nuestro raciocinio no digiere tan fácilmente la idea de algo simultáneo e infinito. Es
muy difícil tener una noción de eternidad que no provoque un dolor de cabeza. Es
el mismo problema con la imagen: Las vanguardias pretendieron explorar la
simultaneidad y multiplicidad del espacio con el objetivo de lograr un mayor
acercamiento a la realidad, y no conformarse con la limitada percepción de ella
que nuestros sentidos nos permiten.

Actualmente en occidente se percibe el tiempo y la vida de una manera lineal-


horizontal. Aun así, parece que los seres humanos no podemos dejar de ser seres
rituales. Medimos el tiempo en lapsos de ciclos infinitos. Después de cada sesenta
segundos comienza otra cuenta de sesenta segundos; después de cada 365 días,
comienzan otros 365 días. Es el fin de algo para el inicio de ese mismo algo. A mi
ver, el ser humano está, de algún modo u otro, condenado a interpretar ciertos
aspectos de su vida y realidad tanto objetiva como conceptual a manera de ciclo,
ya que en ciertos aspectos, la realidad a la que tenemos acceso es,
aparentemente cíclica: El día le sigue a la noche, que a su vez le sigue al día; los
astros giran en torno a otros astros, que a su vez giran sobre sí mismos, y se
puede observar que este comportamiento se repite en la naturaleza a mayores y
menores escalas. Me inclino a pensar que de la misma manera en la que alguna
de esas escalas podría corresponder a la migración de las aves, otra de ellas
correspondería al pensamiento humano, a sus acciones y tal vez a la vida misma.
BIBLIOGRAFÍA

 CABRUJA, Teresa. Cómo construimos el mundo: relativismo, espacios de


relación y narratividad, en: Anàlisi: quaderns de comunicació i cultura. 2000:
Núm. 25. Universitat Autònoma de Barcelona: Facultat de Ciencies de la
Comunicació. Universitat Oberta de Catalunya

 CULLER, Jonathan, Sobre la deconstrucción (2da Ed.), Madrid, Cátedra,


1998.

 MITCHELL, W. J. T., Teoría de la imagen. Ensayos sobre representación


verbal y visual, Madrid, Akal, 2009.

 MORIN, Edgar, “La epistemología de la complejidad”, Gazeta de


Antropología Nº 20, 2004, pp. 43-77 de L'intelligence de la complexité,
editado por L'Harmattan, París, 1999.
http://www.ugr.es/~pwlac/G20_02Edgar_Morin.html

 ZAMORA ÁGUILA, Fernando, Filosofía de la imagen: Lenguaje, imagen y


representación, México D.F.: Ediciones UNAM 2007

OBRAS CITADAS

 M.C. ESCHER. Print Gallery. 1956 Lithograph. 317mm x 319mm.

Vous aimerez peut-être aussi