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LA ADOLESCENCIA Y SUS ETAPAS

La adolescencia, ese período de transición entre la niñez y la vida adulta, está llena de
desafíos tanto para los chicos como para sus familias.
Quienes pudieron aprovechar los años anteriores a la pubertad para formarlos en valores
y desplegar un vínculo de seguridad y confianza arribarán a esta fase en la vida de los hijos
no con certezas pero sí con algunos puntos a favor. En la infancia era sencillo que los adultos
y de manera especial los padres fueran referentes para ellos; ahora viene la etapa de la
rebelión y de un ir y venir en la relación entre padres e hijos, en medio de enojos, malhumor,
alegrías y algunos mimos.
Es el momento de verlos tomar distancia y recordarles “estoy acá, estoy con vos, te
acompaño y aunque no lo creas, ya estuve allí”.
La Lic. Maritchu Seitún, respecto del rol de los padres en esta etapa y las diferencias de
adolescencias entre las pasadas y las actuales dice:

“Hoy estamos solos para educar, a diferencia de nuestra propia infancia y adolescencia –
cuando padres y sociedad armaban ese “pueblo” necesario para educar a un niño-. Esa
formación e información que a nosotros nos llegó por ósmosis, debemos ocuparnos de
ofrecerla hoy también: ética de vida; valores del manejo de redes sociales; buen uso del
tiempo libre y de las pantallas; prioridad de las horas de sueño, de la alimentación sana y del
cuidado del cuerpo; claves del amor y de la sexualidad bien entendida; charla sincera de
drogas en algún momento de la pubertad.
No es necesario hartarlos ni “empacharlos” con explicaciones interminables, pero
aprovechemos las oportunidades que nos ofrecen las noticias, los chistes, las cartas de
lectores, nuestras propias historias vividas o lo que escuchamos por la calle para transmitir y
dejar en claro nuestra cosmovisión”.

La adolescencia inicia con los cambios físicos de la pubertad, alrededor de los 11 años y
tiene una fecha de finalización bastante difusa. Si se presume que la vida adulta involucra la
autonomía, la independencia de los padres, es fácil considerar que hay factores externos a las
familias que influyen a que ese “despegue” sea lento, en un tiempo en el que la independencia
económica, la búsqueda del primer empleo, no resulta tarea sencilla. Pero de todos modos, si
tenemos en cuenta el desarrollo neurológico pleno como una referencia, diremos que
alrededor de los 22 años podría ser una edad a considerar.
Si pensamos en un púber de 11, 12 años y en un joven universitario de 22, claramente
podemos apreciar toda la transformación que se experimenta durante este período de la vida.
Por eso se suele dividir a la adolescencia en tres etapas, cada una de las cuales pone acento
en algún asunto en particular de esta evolución:

Educación sexual infantojuvenil. Encuentros de formación. María Teresa Moglia Página 1


Algunas referencias a cada etapa
PUBERTAD
Es el período de los cambios físicos. Los chicos cambian la voz, en unos pocos meses;
se ensanchan los hombros y la espalda, hay un mayor desarrollo óseo y muscular; por acción
de la testosterona se agrandan los genitales y aparecen las poluciones nocturnas y la
producción de semen. En las chicas aparece el botón mamario, aumenta el tejido adiposo en
las caderas, por acción de los estrógenos la piel se pone más suave y se agrandan las
mamas; aparece el flujo cervical, la menarca y se ensancha la cintura pelviana. Tanto en ellas
como en ellos el sudor adquiere un olor más fuerte, crece el vello pubiano y axilar; puede
aparecer acné y sus movimientos pueden presentarse torpes cuando el crecimiento fue
brusco y se están adaptando a su nuevo esquema corporal
Esta transformación repercute también en la afectividad a causa del duelo por el cuerpo
de niño/ niña que se está dejando atrás y la experiencia de adaptarse a esta nueva figura que
aparece en el espejo. El lóbulo prefrontal con el cual hay que aprender a modular las
emociones aún está en desarrollo y estos cambios que se afrontan a veces hacen difícil
manejar la impulsividad y los cambios de humor. En ocasiones el propio adolescente se

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descubre en esta ambivalencia generándose sensaciones de inseguridad, de incomodidad.
De hecho Dolto llama “complejo de la langosta” a la sensación de vulnerabilidad que generan
estos cambios tal como le sucede al insecto en el período de tiempo entre que ha
abandonado el viejo caparazón, hasta que genera otro.

En este tiempo el/ la adolescente se repliega respecto de los adultos, se aleja, y busca
un grupo de pares, de amigos como confidentes. Respecto de los adultos, surgen
sentimientos de incomprensión y de frustración cuando se le contradice, disparando
comportamientos impulsivos.

ADOLESCENCIA MEDIA

 Es la etapa de la transgresión por oposición a los padres


 Gran interés por la sexualidad; formulación de identidad
 Sienten una gran presión por las exigencias del ambiente
 Tienden a masificarse con:
-la vestimenta
-peso y talla indicados socialmente
-la copia de las actitudes de moda
 Se debilita la voluntad; están cansados
 Les atrae comunicarse con sus amigos
 Suelen tener conflictos con
-su imagen
-la moral
-la religiosidad

En este contexto es importante el papel del adulto como la persona que le señale las
cualidades positivas que, dado su crecimiento, el adolescente ahora está en condiciones de
desplegar. Desde esta perspectiva, el adulto ilumina mostrando lo que sí se puede, desde el
lado precisamente de la posibilidad, en lugar de remarcar los límites desde la prohibición. De
esta manera, el adulto puede exhibir y valorar las posibilidades de:

 independencia
 búsqueda de la madurez
 desarrollo del espíritu crítico
 tendencia al razonamiento como forma de desarrollar la autonomía

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En nuestra cultura esta etapa tiene un punto crítico que se da a la edad en que los
chicos, generalmente a partir de las fiestas de 15, empiezan a tener salidas que los hacen
sentir más independientes y los ponen la posibilidad de transgredir algunas normas fuera de la
mirada de los padres, vinculadas a hábitos que les pueden resultar nocivos para su salud. Hay
una fuerte presión social entre los pares por incursionar en el abuso de alcohol y
eventualmente también en las drogas. Más adelante daremos detalles sobre estos desafíos
que adolescentes y adultos deben afrontar

LA ETAPA RESOLUTIVA

Esta etapa inicia en el último año del nivel secundario. Un año muy particular en la vida
de los adolescentes dado que al mismo tiempo que celebran el inminente egreso de la
escuela, se da una profunda nostalgia por lo vivido y lo que está a punto de quedar atrás.
Algunos chicos manifiestan “querer quedarse un rato más”, casi como cuando pedían una
vuelta más con la bici antes de guardarla. A otros los agobia tener que tomar la decisión de
una carrera y se dirimen entre las propias ilusiones y el deseo de satisfacer las expectativas
de los padres. Frecuentemente confunden la elección de una carrera con la construcción de
un proyecto de vida, algo mucho más abarcador de la integralidad de la persona y que resulta
precedente y fundante de decisiones como estudio y trabajo, y vinculado a poner por delante
la felicidad propia y la de los suyos, algo a lo que todos estamos llamados.
Las conversaciones sobre un proyecto de vida, sobre un estilo para la construcción de
los vínculos, tanto familiares, de amistad, como de pareja deberían ser conversaciones
espontáneas, que vayan surgiendo en el seno de la familia y con sus referentes más
cercanos, desde un tiempo más temprano al último año de colegio (a los 16 quizás) para
llegar mejor a esta etapa. Volvemos al consejo dado por la Lic. Seitún en el pasaje que
citamos…aprovechar las oportunidades que se nos presentan para transmitir una
cosmovisión, un mapa diríamos, que luego los pueda orientar.
Los adultos son clave en el acompañamiento y el apoyo en este proceso, en el que
muchas veces para los padres es difícil sostener sin dominar, en las elecciones que el
adolescente debe hacer por sí solo. Los deseos de que les vaya bien y la ansiedad a veces
pugnan por ganar.
Pero en este punto quizás mucho más importante de decir “hacé esto, que te conviene”,
como si fuéramos personas infalibles que definitivamente podemos con todo sería confiar en
toda la tarea que hemos realizado y en la propia persona de los chicos, en su propia visión de
las cosas. Y por último, por qué no, dar lugar a que no sean perfectos!

Un especialista italiano en salud y educación dice “si quieres hacer infeliz a tu hijo no le
des puntos de referencia”. Un adulto que no deja espacio a que el NNA (niño, niña,
adolescente) vea sus errores, su vulnerabilidad, no deja espacios a los errores que estos
últimos puedan cometer. Relatar experiencias en las que uno se ha equivocado, cómo le
costó reconocerlo y cómo se repuso a aquello, alivia la tensión, el peso del chico que intenta
estar a la altura de quienes son sus referentes. Es una bocanada de aire importante que

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pueden permitirse chicos y grandes. Después de todo, mucho más importante que apostar a
la infalibilidad, es hacerlo a la capacidad de autosuperación.

Destacamos los siguientes puntos clave en el apoyo y acompañamiento:


 sobre las elecciones en torno a la vocación
 recordando y reforzando aquellos valores en los que se asientan los vínculos de la
relación familiar que ha generado en su historia momentos de felicidad
 estimulando la reflexión sobre la calidad de los vínculos de amistad
 mostrándose receptivo a su compartir la construcción de su proyecto de vida

A lo largo de este texto hemos hecho muchas referencias al estilo de vínculo entre
padres e hijos durante la adolescencia. Quisiéramos hacer mención al rol de educadores,
formadores y animadores de adolescentes.
Básicamente el perfil de adulto es similar, guardando el debido respeto por los habitus
que proceden de la idiosincrasia de cada familia. Y en cuanto a la mirada sobre los chicos y
chicas, cabe destacar el valor de suscitar preguntas que los lleven a pensarse a sí mismos y a
evaluar juntos situaciones de la vida cotidiana:
 La calidad de los vínculos, la contradicción que puede representar valorar vínculos
sólidos en una sociedad líquida en la que todo fluye a tanta velocidad y donde se nos
muestran modelos de relaciones superficiales y pasajeras.
 El respeto del propio cuerpo y del cuerpo del otro como abarcador de la totalidad de la
persona y no como un mero objeto de placer que se puede usar y dejar.
 El dolor de las desigualdades sociales, las injusticias y las maravillosas capacidades
con las que los chicos cuentan para ser actores sociales capaces de llevar adelante
transformaciones en positivo. Hablar sobre la felicidad que representa haber llevado
adelante un proyecto de este tipo y cómo estas actitudes que nos dan plenitud pueden
ser buscadas permanentemente, como fuente de bienestar propio y de los demás,
como un estilo de vida bien vivida.
 El valor de este diálogo construido, el desafío de hacerlo atravesando diferencias
generacionales…

Todos estos son temas maravillosos que en un ámbito de confianza y afecto recíproco pueden
germinar saludablemente en los chicos y transformar a quienes los asisten en “buenos socios”
de sus padres y de su proyecto educativo

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